La Revolucion Permanentemente Derrotada 1 PDF Free

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1

2
Jorge Echazú Alvarado

La “Revolución”
Permanentemen
te
Derrotada

(Trotski, el trotskismo
y los trotskistas)

3
Editorial Ródina
“Nosotros, los comunistas, estamos hechos de un
temple especial”

I.V. Stalin

Primera Edición: Marzo de 2015

Edición y corrección: Editorial Ródina

Facebook: Editorial Rodina

www.editorialrodina.blogspot.com

[email protected]

4
Índice

Introducción de la Editorial......................................7
I (Introducción).....................................................11
II (Breves notas biográficas)................................13
III (El sionismo internacional y Trotski)................17
IV (La concepción filosófica de Trotski)................21
a) El Historicismo de Trotski................................21
b) La pereza humana como motor de la historia
.................................................................................23
V (El aristocratismo y cosmopolitismo de
Trotski).......................................................................27
VI (Origines anti-bolcheviques de Trotski)..........29
a) El llamado “Bloque de Agosto”......................36
b) Sigue Trotski su periplo antileninista..........38
VII (Trotski después de la Revolución de Octubre)
.................................................................................... 43
a) El problema de Brest-Litovsk.........................43
VIII (La concepción instrumentalista del Estado)
.................................................................................... 53
IX (El eurocentrismo de Trotski)......................... 55
X (El anti-campesinismo de Trotski)..................59

5
a) Las naciones oprimidas...................................59
b) El Mujik ruso (Campesino pobre)...................60
XI (El anti-leninismo de Trotski)...........................67

a) La carta de Trotski al menchevique Chjeidze


(Abril de 1913).......................................................71
b) Dictadura del proletariado versus dictadura
.................................................................................74
democrática de obreros y campesinos..............74
c) Lenin no era un maestro para Trotski, era un
rival.........................................................................79
d) Una carta de Lenin a A. I. F. Armand.............80
XII (Su concepción militarista)...............................81
a) El “creador” del Ejército Rojo.........................81
b) ¿Existe una teoría militar en Trotski?..........84
XIII (La cuestión china y Trotski)...........................89
XIV (La cuestión alemana y Trotski)......................93
a) Su concepción del fascismo...........................93
XV (La verborrea de Trotski).................................99
a) Su actuación en la Revolución de Octubre...99
b) El halago de Trotski, un orador consumado,
...............................................................................101
«más grande que Marx y Lenin» (?).................101
6
XVI (Su confrontación con Stalin)....................103
XVII (El fraccionalismo trotskista)......................107
XVIII (Carácter del trotskismo)............................111

Introducción de la Editorial

Trotski, el trotskismo y los trotskistas. El tema es


extenso y polémico. En nuestros días una gran
cantidad de grupos y partidos de izquierda se
proclaman trotskistas, herederos y continuadores de la
obra de León Trotski.

A menudo estos partidos se enfrentan los unos a los


otros por erigirse como los auténticos pilares del
trotskismo, como la vanguardia revolucionaria que
redimirá a los trabajadores de la esclavitud capitalista.
En este sentido se torna difícil distinguir quienes son en
verdad los “auténticos” trotskistas, y ello nos lleva a
preguntarnos ¿Qué es el trotskismo entonces? La
propaganda burguesa, y la de los epígonos del
trotskismo, han creado un sinfín de mitos y

7
tergiversaciones sobre el papel y la figura de León
Trotski, lo cual dificulta aún más esta tarea.

Pese a que las numerosas sectas que idolatran al


“profeta” están de acuerdo en lo fundamental; en que
la revolución debe ser “permanente”, es decir, estallar
en todo el mundo al mismo tiempo sin considerar
cuestiones fundamentales del marxismo como la
cuestión nacional y colonial, y que también concuerdan
en que la revolución debe empezar por el socialismo y
no por su forma democrático-burguesa y
antiimperialista, estas sectas no logran ponerse de
acuerdo en las cuestiones prácticas y organizativas de
semejante labor, y tras ello se desata la polémica
nuevamente en cuestiones teóricas.

¿Cómo se debe actuar para ser un genuino trotskista?


¿Cuál es la esencia del trotskismo? Se preguntan tanto
los militantes trotskistas como los estudiosos del tema.
Y estas preguntas llevarán inevitablemente a otras más
sustanciales:

¿Quién era Trotski? ¿Cuáles eran sus ideas? ¿Cuál fue


su papel en la historia?

A todas estas preguntas las responden


extraordinariamente el camarada Jorge Echazú
Alvarado y el Partido Comunista de Bolivia (marxista-
leninista-maoísta). En este trabajo categórico e
irrebatible, los camaradas bolivianos derriban las
argucias y deformaciones burguesas e izquierdistas de
la historia. Aquí mismo se demuestran el carácter
pequeño-burgués de Trotski, sus relaciones con el
8
sionismo mundial, su eurocentrismo, su burocratismo,
su anti-bolchevismo, su anti-leninismo furioso que luego
devino en anti-stalinismo, su aristocratismo, su papel
después de la Revolución de Octubre, su nefasto
análisis sobre la Revolución china, sus relaciones con el
nazismo y la mentira de que fue el creador del Ejército
Rojo y un gran jefe militar, entre otras cuestiones.

Los intelectuales trotskistas, incapaces de refutar ni la


décima parte de las acusaciones, gritan a los cuatro
vientos que todo es una “invención estalinista” para
desprestigiar a su profeta. Pero ni sus chillidos
histéricos les valen de algo.

Esta obra redactada por auténticos comunistas, es una


obra científica y se compone de numerosas citas no ya
de José Stalin o Mao Tsé-Tung, sino del propio Vladimir
Lenin y de reconocidos trotskistas como los
historiadores Isaak Deustcher y Edward Carr entre
otros, además del mismísimo León Trotski.

El análisis de estas páginas resultará demoledor para


quienes honestamente adhirieron a la obra del gran
anticomunista y contrarrevolucionario que fue Trotski, y
difícilmente podrán seguir creyendo la fantasía
alimentada no solo por ellos mismos sino por los
medios burgueses y del gran capital que curiosamente
se muestran muy interesados en presentar a Trotski
como un autentico revolucionario y bolchevique.

Como bien remarcan los autores de este libro:

9
El trotskismo, como lo dijera sabiamente el camarada
Federico Escobar Zapata, máximo líder de la clase
obrera boliviana, es: “La sarna del movimiento obrero”.

Esta “sarna” debe ser definitivamente extirpada del


movimiento revolucionario por los maoístas para
desarrollar con un cuerpo sano las enormes tareas de
transformación revolucionaria que tienen como misión
las clases explotadas y las naciones oprimidas del
mundo.

10
11
I

INTRODUCCIÓN

Los revolucionarios del mundo han desenmascarado


casi completamente al revisionismo internacional que,
después de su estrepitosa caída, pretende levantar
nuevamente la cabeza.

Sin embargo, la corriente trotskista que en el pasado


hizo tanto daño a la revolución mundial, más allá de ser
actualmente un movimiento completamente marginal e
insignificante casi en todo el mundo, pervive
larvariamente en algunos países como el nuestro por la
presencia de un verdadero dinosaurio de la política, el
Sr. Guillermo Lora, dirigente máximo del Partido Obrero
Revolucionario (POR).

Pensamos que es necesario, de una vez por todas,


mostrar con toda claridad quién fue León Trotski (Lev
Davidóvich Bronstein), cuál fue su formación y cuál su
desarrollo teórico; cuál el papel real que jugó en la
Revolución de Octubre. Conviene aclarar y desmentir,
con toda precisión su pretendido «bolchevismo» y su
pretendido «leninismo», su inocultable enemistad y
desprecio con respecto a los campesinos, su incurable
cosmopolitismo, su admiración lacayuna a «Occidente»
y sobre todo a Europa, la falacia que supone
presentarlo como un “especialista” en temas militares y

12
agrario-campesinos, en fin, todas y cada una de las
facetas de Trotski como pensador y como
«revolucionario».

Trotski y sobre todo los trotskistas intentan, por todos


los medios, presentarnos una línea de pensamiento y
acción revolucionarias que comenzando en Marx, pasa
por Lenin y concluye en Trotski y por ello han inventado
el mamarracho teórico del «marxismo-leninismo
trotskista».

Naturalmente la relación Marx y Lenin está plenamente


probada, tanto por los propios escritos de Lenin que
reconocen explícitamente que Marx fue su maestro y
que de lo que se trata es de desarrollar su
pensamiento.

En cambio, la relación Lenin-Trotski, no puede ser más


conflictiva en todos los terrenos y resulta siendo toda
una falacia, una falsificación sin nombre y una
verdadera impostura pretender fundar una sucesión
teórica Lenin-Trotski. Los propios escritos de Trotski nos
lo muestran como un verdadero adversario y rival,
bastante enconado y resentido por cierto, que no
soporta la grandeza de Lenin y quiere sacarlo de en
medio a toda costa. Esta no es pues, ni de lejos, una
relación leninista-trotskista. Sin embargo, no se trata de
afirmar una u otra cosa. En el texto que sigue
probaremos ampliamente este punto de vista: Trotski
no fue nunca leninista menos marxista, Trotski fue
parvusiano y finalmente siempre trotskista.

13
II

BREVES NOTAS BIOGRÁFICAS

Lev Davidovich Bronstein (Trotski), nació en noviembre


de 1879 en la aldea de Ianovka (Ucrania). Su padre era
un agricultor, tacaño y emprendedor. Explotaba
brutalmente a los obreros agrícolas asalariados que
llegaban al Sur de Rusia en busca de sustento. “La
familia Bronstein fue acumulando su capital con el
sudor, las lágrimas y la salud de la gente del pueblo”. 1
Los Bronstein conocieron las jornadas que comienzan

1 Basmánov, Ivanov y Slamijin. “El falso profeta”.


Editorial Progreso (Moscú). Pág. 14.

14
con el alba y terminan en la noche, y como informa
Isaac Deutscher, “ni la pradera soleada de los
privilegiados ni el infierno adusto, hecho de hambre,
violencia y humillación, que es la infancia para los más,
caracterizó la primera infancia de Lev Davidovich.”2

Desde su infancia Lev Davidovich reveló su carácter,


rebelándose contra las injusticias que abundaban en el
pueblo, lo cual lo enfrentaba con su padre. Al cumplir
10 años le enviaron a Odesa para estudiar la
secundaria.

Después, según relata Deutscher, se sintió atraído por


la posición populista, en cambio «el marxismo le
parecía estrecho y seco como el polvo: un insulto a la
dignidad del hombre... (una) doctrina para tenderos y
mercachifles». Por ese tiempo provocó a la que sería su
primera esposa Sokolovskaia expresando a viva voz,
«¡Malditos sean los marxistas y cuantos desean
introducir la aridez y la dureza en todas las relaciones
de la vida!...»

Deutscher insiste y asevera que Bronstein:

«Escribió un artículo polémico contra el marxismo con


la “mar de citas, epigramas y mucho veneno” y en el
que “la abundancia de ideas no era muy grande”…» 3

2 Deutscher, Isaac. “Trotski: el profeta armado”.


Editorial ERA. México 1963. Pág. 21.

3 Idem. Págs. 38- 39 y 40.

15
Según V. I. Nevski en su obra citada Troski, decía:

«Me consideraba adversario de Marx, aun cuando no


había leído sus libros»4

Sería muy bueno recordar estas palabras de Trotski a


los trotskistas y admiradores del personaje. A los 19
años, participó en la fundación de la Unión Obrera del
sur de Rusia. Trotski pasó una veintena de meses en
diversas prisiones debido a sus actividades
revolucionarias. Los años de deportación y prisión
fueron años dedicados al estudio mediante el cual fue
formando su personalidad.

El primer seudónimo que adoptó fue el de “Antíd-Oto”,


con el cual firmaba sus artículos para la revista liberal
de Irkoutsk: “El Observador de Oriente”. Después
adopta el nombre de un carcelero suyo “Trotski” que
deriva de la palabra Trots que significa obstinación,
resistencia.

En 1902, Trotski, llama a las puertas de Lenin en


Londres, quién tras su exilio en Siberia se había
instalado en la capital inglesa y así comenzaría una
relación muy conflictiva desde el inicio que siempre
trató de ser ocultada por sus epígonos, pretendiendo
una relación solidaria y camaraderil que nunca existió,
dada la personalidad autosuficiente, ególatra, altanera
y aristocratizante de Trotski.

4 Basmánov. citada. Pág. 13.

16
En 1904, Trotski, desarrolló sus tesis sobre la
«Revolución Permanente», que había heredado de
Parvus (Guelfand o Huelfand, Alexandr Lazarevich) a
quién había conocido en Munich y que después se
constituiría en un mercader de armamentos y renegado
del socialismo.

En octubre de 1905, es elegido Trotski presidente del


Soviet de San Petersburgo, sustituyendo a Jruistalov-
Nostar, el presidente titular. En 1907, cuando era
transportado de una prisión a otra huye y se radica en
el extranjero.

Los aspectos de su vida política a partir de la Primera


Revolución Rusa, serán abordados ya en el curso de la
siguiente exposición, de modo que dejamos acá su
biografía.

León Trotski murió asesinado en 1940, durante su


último exilio en México, a manos de uno de sus
discípulos Jacques Mornard (Ramón Mercader, su
nombre verdadero) y desde entonces el trotskismo no
ha hecho sino acusar a Stalin del asesinato de Trotski.
Jamás Mornard admitió haber sido agente de la URSS,
de modo que la responsabilidad del asesinato es
personal y no puede ser endilgada directamente a
Stalin.

17
18
III

EL SIONISMO INTERNACIONAL Y TROTSKI

Abordaremos a continuación un problema rara vez


tratado y más bien escondido meticulosamente por los
trotskistas de todas las tendencias existentes para
ocultar la infame confabulación del sionismo
internacional a través de la banca sionista de utilizar a
Trotski en un intento de controlar la gran Revolución de
Octubre. Se trata pues de las estrechas relaciones
políticas y económicas que estableció León Trotski (Lev
Bronstein) con los centros mundiales del sionismo antes
de su vuelta a Rusia del exilio en Canadá durante el
gobierno provisional y transitorio de Kerenski que
sustituyó al régimen zarista en febrero de 1917.

El texto de Henry Ford que a continuación comentamos


nos suministra los siguientes conceptos que no son, ni

19
mucho menos desdeñables desde el punto de vista
político.

«“Idealismo y resentimiento hebreos” no van dirigidos


contra el capitalismo, sino que, por el contrario, éste se
puso el servicio de aquellos. La única forma de Estado,
contra la cual se dirigen, la representa todo orden
nacional no-judío, y el único capital atacado es el de los
no-judíos…»

Este párrafo que cita Henry Ford es una introducción a


la relación que establece de los estrechos nexos
políticos y económicos de León Trotski con el sionismo
internacional. Transcribimos la siguiente carta:

«Estocolmo, 21 de Septiembre de 1917.

Señor Rafael Scholan (o Schaumann)

Apreciable camarada: La casa bancaria de M. Warburg, a


raíz de un telegrama del presidente del “Sindicato
Rhenano-westfaliano” abrió cuenta corriente para la
empresa del camarada Trotski. Un letrado, probablemente
el señor Kestroff, recibió municiones, cuyo transporte
organizó junto con el dinero para el camarada Trotski, de
acuerdo con sus deseos.

Saludos fraternales. Furstenber »

Sigue Ford comentando estas relaciones de Trotski:

«Un funcionario del Estado francés dejó constancia de que


un solo banquero hebreo participó con dos millones,
Cuando abandonó Trotski los Estados Unidos para cumplir

20
con el encargo recibido, fue liberado de la prisión de
Halifax por el gobierno norteamericano, y de sobra
sabemos quién representó al gobierno de Estados Unidos
durante la guerra….»

Citando a Cohan en abril de 1919, el diario hebreo “El


Comunista”, dice:

«Sin exageraciones puede decirse que la gran revolución


social rusa fue consumada sólo por manos judías…
Podemos descansar -dicen los judíos-, tranquilos, mientras
el alto comando del ejército rojo esté en manos del
camarada Trotski…»5

Podemos comentar que, como siempre lo suponíamos,


Trotski no fue un verdadero líder bolchevique, ni
siquiera un nacionalista ruso, pues sus verdaderas
intenciones estaban dirigidas a dominar la Revolución
de Octubre y ponerla al servicio del sionismo
internacional que ya le había suministrado recursos
económicos para sus campañas y sus planes no
precisamente revolucionarios auténticos, sino
profundamente reaccionarios en beneficio del judaísmo
internacional. Henry Ford nos cita concretamente las
sumas de dinero desembolsadas por los sionistas para
Trostki desde su vuelta a Rusia desde los Estados
Unidos.

Los vínculos estrechos de Trotski con los centros y la


banca sionista, explican la tozudez y el
atrincheramiento de Trotski para conquistar el liderazgo
5 Ford, Henry. “El Judío internacional. Págs. 201, 203,
204, 206. Ediciones modernas Luz. Bs.As.

21
absoluto de la Revolución Bolchevique, mucho más si
muchos de los líderes de entonces (Kamenev, Zinoviev,
Bujarin, etc.) eran también judíos y podían fácilmente
caer bajo la influencia del líder sionista.

Hasta ahora no se ha investigado en profundidad la


penetración del sionismo internacional en el proceso de
la Revolución Socialista de Octubre. Una de las
explicaciones que podemos intentar es que la condición
explotada y oprimida de los judíos en toda la Europa
oriental fue confundida con los intereses de la banca y
las finanzas internacionales sionistas. Es decir que el
judío siempre perseguido fue pues lógicamente
defendido por la revolución bolchevique, y se pensó que
“todos” los judíos eran oprimidos sin tenerse en cuenta
que los potentados sionistas judíos, sobre todo de los
Estados Unidos, pretendían obtener el control total del
Estado nuevo como el que se pretendía fundar en Rusia
de las manos y la dirección del judío sionista León
Trotski.

Debe quedar completamente claro que el vínculo que


se ha establecido y que ahora lo denunciamos aunque
un poco tarde, procede de una fuente muy autorizada y
no es invento alguno de los “estalinistas”.

Por otro lado, ahora nos explicamos con toda claridad,


el por qué de la conducta política de todas las sectas
trotskistas que son abiertamente pro-judías y pro-
sionistas, al extremo de silenciar completamente, por
ejemplo, la cuestión de la liberación e independencia de
Palestina para beneficiar el interés político del llamado
“Estado de Israel”, los elegidos de Dios y de Trotski.
22
23
IV

LA CONCEPCION FILOSÓFICA DE TROTSKI

a) El Historicismo de Trotski

El Historicismo es una corriente de tipo filosófico que


considera a la «Historia» como un verdadero sujeto. La
Historia hegeliana, por ejemplo, es básicamente
historicista, porque es el despliegue de la Idea Absoluta
como el desarrollo del Espíritu Universal. Sabemos que
según Hegel, la Idea Absoluta se despliega en la Lógica,
la Filosofía de la Naturaleza y la filosofía del Espíritu
Universal. El historicismo, pretende encontrar fines
preconcebidos en la propia Historia, cuyo contenido y
comprensión solamente podrían alcanzar las
inteligencias superiores. Es importante diferenciar
drásticamente el carácter histórico de la doctrina de
Marx y el «historicismo» hegeliano.

Para Marx, la Historia es el tiempo, el tiempo es el lugar


de la Historia, el decurso, el proceso de todos los
fenómenos sociales y si bien podemos establecer y

24
encontrar, justamente por el estudio y la observación,
determinadas tendencias históricas que muchas veces
han recibido el denominativo de «leyes históricas»,
estamos lejos en la teoría de Marx de considerar a la
Historia como un sujeto con determinaciones propias.

El historicismo hegeliano, pretende encontrar una


esencia en la Historia misma, un contenido, al margen
de los hombres, los grupos sociales o las instituciones.
En este sentido podemos decir, con toda claridad que el
marxismo es histórico pero no historicista.

En torno a lo que venimos afirmando y sosteniendo,


leamos lo que dice Trotski:

«Las ideas de la Revolución de Octubre no podían ser


descubiertas a priori (sic) desde el ángulo estrecho de
Siberia, Moscú o Petrogrado mismo, había que ubicarse en
las grandes confluencias de las rutas históricas mundiales.
Sólo si se vinculaban los problemas de la revolución
burguesa retrasada con las perspectivas del movimiento
proletario mundial, era posible formular un programa de
dictadura proletaria para Rusia. Se requería un puesto de
observación más elevado, un horizonte que no fuese
nacional, sino internacional, sin hablar de una formación
teórica más seria que la de los denominados “prácticos
rusos del Partido”...» 6

Como se puede apreciar muy claramente, Trotski piensa


que la esencia de la historia mundial, constituye una
sustancia etérea que vaga solamente en los grandes
6 Trotski, León. “Historia de la Revolución Rusa”. Tomo
II. Editorial ALOER. Lima-Perú. 1981. Pág. 380.

25
escenarios mundiales y ante todo en la cabeza de los
“grandes pensadores” occidentales y que, buscarla en
la perdida Siberia o en las modestas ciudades de
Petrogrado o Moscú, resulta siendo una política
provinciana.

Las ideas mismas de la Revolución Socialista no son


producto - para Trotski - de las condiciones concretas
sociales y económicas, también políticas de la Rusia
Zarista. Trotski ve a las masas populares rusas con un
profundo desprecio, la propia Rusia, la madre Rusia de
los naródniki7, es para él nada más que un país
campesino, atrasado y olvidado de las “grandes
confluencias de las rutas históricas mundiales” que
pasan pues por Berlín, París, Londres o Nueva York, lo
demás son “majaderías” parroquiales.

La concepción historicista de Trotski es muy clara en


todos sus escritos, para él, el espíritu de la Historia,
(cómo nos recuerdan a Hegel estos pensamientos
idealistas e historicistas explicados por Trotski), habrá
que encontrarlo en esas grandes confluencias
mencionadas y ese espíritu universal, típicamente
hegeliano que naturalmente, no se expresa para las
almas sencillas, sino, evidentemente, a los grandes
pensadores que, como él (Trostki), comprenden estos
contenidos, esencias y sustancias de la Historia.

b) La pereza humana como motor de la historia

7 En ruso “populistas” (Nota de la Editorial)

26
Por otra parte en el problema propiamente filosófico
tenemos sus juicios en torno a la «pereza humana».
Hemos encontrado en las obras de Trotski, aquí
mencionadas, algunas citas que realmente nos han
sorprendido mucho y que se refieren al carácter que
podría tener el hombre del Comunismo.

Sin embargo, no se trata solamente de una disquisición


de carácter futurista, donde caven todas las
especulaciones, sino de la consideración de algunas
actitudes humanas como progresivas o retardatarias.
En este sentido tenemos el problema de la pereza
humana que contrasta ya con la concepción del hombre
“marxiano” de los Manuscritos y mucho más con el
hombre histórico del Marx maduro, así como el hombre
de los «sábados comunistas» de Lenin, los «hombres de
temple especial» de Stalin, los hombres de la revolución
cultural china de Mao o finalmente el «hombre nuevo»
del Che Guevara. Veamos:

Para el Marx de los «Manuscritos económico-filosóficos


de 1844», la esencia humana estaba constituida sobre
todo por el carácter libre del trabajo humano.8

Trotski, por el contrario, piensa que un fundamento de


aquella esencia, es precisamente la “pereza” humana y
por ello mismo, dice:

«Toda la historia de la Humanidad es la historia de la


organización y de la educación del hombre para el trabajo,

8 Marx, Karl. “Manuscritos económico-filosóficos de


1844 de París”.

27
con el fin de obtener una mayor productividad. El hombre
como ya me he atrevido a decir, es un perezoso; es decir,
se esfuerza instintivamente por obtener con el mínimo
esfuerzo, el mayor número de productos. Sin esa
tendencia humana, no habría progreso económico (…)
Siguiendo la regla general, el hombre procurará librarse.
La asiduidad no es una virtud innata en él, se crea por la
presión económica y mediante la educación del medio
social. Puede afirmarse que el hombre es un animal
bastante perezoso. En el fondo, en esta cualidad se ha
apoyado principalmente el progreso humano. Si el hombre
no hubiese tratado de ahorrar sus fuerzas, si no se
hubiese esforzado por conseguir con el mínimo de energía
el máximo de productos, no habría habido un desarrollo
de la técnica ni de la cultura social. Considerada desde
este punto de vista, la pereza del hombre, aparece como
una fuerza progresiva. El viejo marxista italiano, Antonio
Labriola, ha llegado a imaginar al hombre futuro como un
“holgazán genial y feliz”...» 9

No es que busquemos “con lupa” los grandes errores


teóricos de Trotski, es que ellos aparecen a cada paso
con una dimensión tan colosal que resulta imposible
soslayarlos y dejar de comentarlos como se merecen.

En este caso, no podemos menos que sorprendernos


por la coincidencia entre el pensamiento filosófico de
Trotski y las máximas sociológicas y económicas de un
Max Weber, por ejemplo. Cuando el sociólogo alemán
nos explicaba que el éxito económico del modo
capitalista de producción se debía al “espíritu

9 Trotski. “Historia de la Revolución Rusa”. Tomo II.


Citada. Pág. 314.

28
protestante del capitalismo” y las innatas condiciones
del hombre del capitalismo para los negocios, hacía
referencia a aquella tesis suprema que se refiere a: “el
mayor beneficio con el menor esfuerzo”.

Es ésta, precisamente la divisa de los banqueros, de los


comerciantes, de los burgueses explotadores, de los
especuladores y otras sanguijuelas del capitalismo que,
siguiendo las máximas de Jeremías Bentham, logran sus
grandes ganancias en base al trabajo ajeno y su control
y administración. ¿Acaso no sabemos que desde Marx,
es imposible cualquier incremento de la riqueza sin la
intervención del trabajo humano, que es precisamente
el trabajo social humano el que permite la acumulación
de capital del cual, precisamente, se apodera el
burgués?

No, para Trotski, es la “pereza” (de algunos) y el trabajo


de otros el que genera la riqueza y “los productos” y
soñando como buen utópico en mundos de “genios
holgazanes”, en los que se retrata perfectamente él
mismo, pretende dar vuelta total a la teoría de Marx.

En efecto, en su famoso escrito “Crítica al Programa de


Gotha”, Marx escribe:

«En la fase superior de la sociedad comunista, cuando


haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los
individuos a la división del trabajo y con ella la oposición
entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, cuando el
trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la
primera necesidad vital, cuando con el desarrollo de los
individuos en todos sus aspectos, crezcan también las

29
fuerzas productivas y corran a chorro lleno los
manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá
rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho
burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De
cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus
necesidades!....»10

Para Trotski el hombre futuro será un holgazán, para


Marx, en cambio, será un trabajador con una conciencia
tal que el trabajo sea su primera necesidad vital,
ejercitándolo, libre, voluntariamente, no para beneficio
propio sino para la comunidad, libre de explotadores y
explotados, opresores y oprimidos.

Tenemos, pues, que en este aspecto esencial de la


concepción materialista dialéctica de la Historia los
conceptos de Marx y Trotski, son no sólo diferentes, sino
radicalmente opuestos. Trotski en verdad, tenía muy
poco de marxista. Contrastando también radical y
completamente con los criterios de Lenin sobre los
sábados comunistas, por ejemplo, en los que el líder
bolchevique encuentra las raíces de lo que sería la
sociedad comunista, en los que Lenin encuentra esa
nueva mentalidad solidaria, profundamente humana de
entregar todo su esfuerzo para el bien de la sociedad
sin exigir pago alguno, en los que Lenin ve la
realización del hombre nuevo bolchevique y socialista;
Trotski está pensando en obtener “mayores productos
con el menor esfuerzo”.

10 Marx, Karl. “Crítica al Programa de Gotha”. Obras


Escogidas Marx-Engels. Tomo III. Pág 15. Editorial
Progreso. Moscú 1976.

30
Trotski va mucho más allá y plantea que la “pereza” es
una fuerza progresiva y que ella “explica” el progreso
histórico. Ya no son, en realidad nunca lo fueron, para
Trotski el desarrollo de la lucha de clases y las fuerzas
productivas, así como las relaciones sociales de
producción, las causas profundas del desarrollo
histórico. Resulta que según el criterio reaccionario y
aristocratizante de Trotski, es la pereza y sobre todo
“su” pereza la fuerza que determina el curso de los
acontecimientos históricos. Es realmente increíble
encontrar estas aberraciones teóricas en los trabajos
intelectuales de Trotski.

31
V

EL ARISTOCRATISMO Y COSMOPOLITISMO DE
TROTSKI

Definimos como cosmopolitismo, la tendencia que


negando todo aporte nacional de los pueblos, cree
encontrar en los más “adelantados”, algún contenido
realmente progresivo, mientras ve muchas veces a su
propio pueblo como incapaz y carente de toda iniciativa
histórica.

Hemos señalado ya el acendrado aristocratismo que


desborda la personalidad y la producción teórica de
Trotski y no es que él mismo sea un aristócrata, como
vimos en los rasgos biográficos, su familia judía era de
clase media bastante humilde. Su aristocratismo deriva
de su propia formación cultural. Su inteligencia
evidente, sin embargo no es muy grande, porque todo
gran hombre ha sido verdaderamente humilde y Trotski
está muy lejos de la humildad. Por el contrario, se
muestra arrogante y prepotente, precisamente con los
más humildes: los campesinos pobres de Rusia, los
campesinos de todos los países e inversamente, se
porta solícito y no ahorra elogios para Occidente, para
los explotadores del mundo.

Trotski quiere “liberar” a la comunidad internacional de


las fronteras nacionales cuando ni siquiera algunos

32
estados han llegado a la etapa del Estado-Nación.
Luego en conclusión, no queda más que un
cosmopolitismo acomplejado que se empeña en
desmerecer los esfuerzos de los pueblos pequeños en el
acontecer internacional. He aquí las palabras de Trotski
al respecto:

«La subordinación de las revoluciones nacionales


atrasadas a la revolución del proletariado, procede de un
determinismo de alcance mundial. Mientras que en el
siglo XIX la tarea esencial de las guerras y las
revoluciones consistía en proporcionar un mercado
nacional a las fuerzas productivas, la tarea de nuestro
siglo reside en liberar las fuerzas productivas de las
fronteras nacionales, convertidas en obstáculos para su
desarrollo. En un amplio sentido histórico, las revoluciones
nacionales de Oriente no son sino peldaños de la
revolución mundial del proletariado, así como los
movimientos nacionales de Rusia fueron peldaños hacia la
dictadura soviética....».11

El aristocratismo de Trotski, va parejo con su incurable


cosmopolitismo; su punto de vista, por ejemplo de
liberar de trabas nacionales a las fuerzas productivas
mundiales, nos está mostrando hasta qué punto
considera el desarrollo económico al margen de los
intereses de clase y su pretensión de “borrar fronteras”,
no consulta ni siquiera mínimamente el momento
histórico concreto, como si la revolución internacional
ya hubiera triunfado, único caso estratégicamente
lejano que permite pensar en esos términos.
11 Trotski, León. “Historia…. Tomo III. Editorial “Ruedo
ibérico”. Pág. 157.

33
VI

LOS ORIGENES ANTI-BOLCHEVIQUES DE TROTSKI

Pero aunque consideremos los puntos anteriores como


secundarios, llegamos a uno de los problemas más
importantes y debatidos en la historia de la Revolución
Rusa y la participación en ella de Lenin, por una parte y
de Trotski, por la otra. Se trata de los inocultables y
evidentes orígenes claramente anti-bolcheviques del Sr.
Trotski. Veamos lo que dice Lenin al respecto:

34
«Los viejos participantes del movimiento marxista en
Rusia conocen muy bien a Trotski, y a ellos no es
necesario hablarles de este personaje. Pero la nueva
generación de obreros no lo conoce, y por consiguiente
es necesario hablar de él, porque constituye un ejemplo
típico de los cinco grupos en el extranjero, que, en
realidad, también vacilan entre los liquidadores y el
Partido…

En los tiempos de la vieja “Iskra” (1901-1903) a esos


irresolutos que revoloteaban de los “economistas” a los
“iskristas” y viceversa se les daba el mote de
“tránsfugas de Túshino” (nombre que se daba en la
época de revueltas en la Rus, a los combatientes que se
pasaban de un campo a otro)…

Cuando hablamos de liquidacionismo nos referimos a


una tendencia ideológica definida, que fue tomando
cuerpo a lo largo de muchos años, retoño del
“menchevismo” y del “economicismo” en la historia de
20 años del marxismo, y que está vinculada a la política
liberal…

La única base que tienen los “tránsfugas de Túshino”


para proclamarse por encima de los grupos, es que
“toman” sus ideas, un día de un grupo, y al día
siguiente de otro. Trotski era un ferviente “iskrista” en
1901-1903, y Riazanov describe su papel en el
Congreso de 1903, como “garrote de Lenin”. A fines de
1903, Trotski era un ferviente menchevique, es decir, se
pasó de los iskristas a los “economistas”: dijo que
“entre la vieja y la nueva Iskra media un abismo”. En
1904-1905 abandonó a los mencheviques y ocupó una
35
posición vacilante, ora colaborando con Martínov (el
“economista”) ora proclamando su teoría de la
“revolución permanente”. En 1906-1907 se acercó a los
bolcheviques, y en la primavera de 1907 declaró estar
de acuerdo con Rosa Luxemburgo...

En la época de disgregación, después de largas


vacilaciones “no fraccionalistas” se situó de nuevo a la
derecha, y en agosto de 1912, formó un bloque con los
liquidadores. Ahora ha vuelto a abandonarlos aunque,
en esencia, repite sus burdas ideúchas”…» 12

Es éste un buen resumen que nos da precisamente


Lenin de los transfugios de Trotski, pero es importante
detenernos sino en todos, por lo menos en los
momentos más importantes de su peregrinaje político.

El Segundo Congreso del Partido, realizado en julio


de1903, primero en Bruselas y después en Londres,
enfrentó dos posiciones en torno al carácter del Partido:
la leninista que sostenía la necesidad de un partido
pequeño de revolucionarios profesionales organizado y
férreamente disciplinado, y la menchevique, propiciada
por Martov que prefería un partido blando y laxo.
Trotski, de forma inesperada, se pronunció en favor de
Martov. Fue en estas circunstancias que nacieron las
denominaciones de “bolchevique” (mayoría) y
“menchevique” (minoría). La mayoría fue alcanzada por
los leninistas gracias a muchas defecciones de los

12 Lenin. “Contra el Trotskismo”. Pequeña Biblioteca


Marxista. Editorial Anteo. Págs. 41 y 42. 1973.

36
diversos grupos oportunistas que se retiraron del
Congreso.

A consecuencia de los enfrentamientos posteriores al


Congreso, se lanzaron acres críticas contra Lenin,
acusándolo de “dictador”. Martov, Vera Zasúlich,
Axelrod y Trotski se manifestaron violentamente contra
Lenin.

Trotski escribió en agosto de 1904, un folleto “Nuestras


tareas políticas”, que es calificado por el propio Isaac
Deutscher, conocido partidario de Trotski, como: «la
acusación más estridente que ningún socialista había
hecho jamás contra Lenin. Su interés reside también en el
modo de pensamiento que inició y en los asombrosos
destellos de intuición histórica dispersos en sus cien
páginas y pico de vituperación»…13 El folleto plagado de
insultos contra Lenin, como: “repugnante”, “disoluto”,
“demagogo”, “abogado chapucero”, “malicioso y
moralmente repugnante” , tenía una dedicatoria que
14

decía: “A mi querido maestro Pavl Borisovich Axelrod” y


calificaba los métodos de Lenin como “caricatura
deslustrada de la trágica intransigencia del
jacobinismo”. Las simpatías, y más que eso, de Trotski
para con los mencheviques parecen muy claras.
También se sumó a los ataques Rosa Luxemburgo que
acusaba a Lenin de “ultracentralista”.

13 Deutscher, Isaac. “El profeta armado”. Pág. 92.

14 Ibídem. Pág. 96.

37
No lo decimos nosotros, es precisamente Deutscher
quien relata que ese folleto está constituido por
destellos asombrosos de “intuición histórica” y de
vituperación contra Lenin. De modo que para el
trotskista tan apreciado en Occidente, la intuición
histórica de Trotski respecto de Lenin en cuanto era una
vituperación, fue asombrosamente exacta.

Trotski, en un documento titulado “Informe de la


Delegación Siberiana”, compara maliciosamente a
Lenin con Robespierre, pretendiendo echar el “terror”
de Maximiliano, revolucionario por otra parte, sobre las
espaldas de Lenin. Textualmente el infeliz Trotski, decía
burlonamente:

«El jefe bolchevique no era más que una parodia de


Robespierre, a quién se parecía como “una farsa vulgar
(Lenin) se parece a una tragedia histórica
15
(Robespierre)”...»

Lenin, para Trotski, era una “vulgar farsa” y Robespierre


una “tragedia histórica”. En este folleto, según
Deutscher, Trotski compara obsesivamente a
Robespierre con Lenin y a los bolcheviques con los
jacobinos. Lenin, por su parte, no se ofende ni mucho
menos por la comparación, pero lo importante es la
opinión de Trotski en ese su trabajo.

«Robespierre solía decir: “Yo sólo conozco dos partidos:


el de los buenos ciudadanos y el de los malos
ciudadanos”; y este aforismo está grabado en el corazón

15 Ibídem. Pág. 89.

38
de Maximiliano Lenin” cuya “suspicacia maliciosa y
moralmente repugnante es una mala caricatura de la
trágica intolerancia jacobina... (En este mismo pasaje
Trotski describía a Lenin como “un hábil estadístico y un
abogado chapucero”)16 Es importante recordar y reunir,
una a una las invectivas de Trotski contra Lenin para
probar que no se trataba de agresiones pasajeras, sino
de una verdadera política anti-leninista.

En septiembre del mismo año, los mencheviques se


reúnen en Ginebra y componen un comité integrado por
Axelrod, Martov, Trotski, Dan y Potrésov, es decir la
verdadera plana mayor del menchevismo. Es pues
imposible para Trotski afirmar que nunca fue
menchevique. Otra cosa es que Plejanov que no podía
ni ver a Trotski y que consideraba “moralmente
repugnante” ser redactor de un periódico en el que
Trotski escribía”17; se opusiera resueltamente a su
ingreso en la redacción de Iskra, razón por la cual
Trotski tuvo que alejarse poco a poco de toda la
dirección menchevique.

En el invierno de 1905, antes de la 1ª. Revolución Rusa,


se celebró el Tercer Congreso en Londres que fue
puramente bolchevique, ya que los principales
dirigentes del Partido Obrero Social Demócrata Ruso
(POSDR), se habían pasado, sin vacilaciones (Axelrod,
Martov y Potrésov) o con dudas (Plejanov y Trotski), a
las filas mencheviques.

16 Ibídem. Pág. 95.

17 Plejanov desprecia a Trotski. Ibídem Pág. 90.

39
El Congreso de la “Unidad” el IV, se realizó en abril de
1906 en Estocolmo. En esta oportunidad, Trotski se
declaró “por encima de las fracciones” y Lenin atacó
duramente a Dan y otros dirigentes mencheviques de
haber entrado en negociaciones con los Kadetes a
propósito de las elecciones a la Duma.

En el III Congreso del Partido Social-Demócrata Ruso


(Abril de 1907) que celebra sus reuniones en Inglaterra,
Londres, Trotski resta importancia a las divergencias
que por entonces oponían a bolcheviques y
mencheviques en el Partido. Su concepción es la de
situarse por encima de las fracciones y de las riñas
entre las fracciones, para adquirir notoriedad y hacer
que, como carta de compromiso, su nombre fuera
apoyado tanto por bolcheviques, como por
mencheviques.

Poco después en 1909, Trotski escribió otro folleto, en el


cual decía que:

«Si los mencheviques, partiendo de la abstracción


“nuestra revolución es burguesa”, llegan a la idea de
adaptar toda táctica del proletariado a la conducta de la
burguesía liberal antes de su conquista del poder estatal,
los bolcheviques, partiendo de una abstracción
igualmente vacía, “una dictadura democrática, no una
dictadura socialista”, llegan a la misma idea de una
autolimitación democrático-burguesa del proletariado, ...
mientras los aspectos antirrevolucionarios del
menchevismo han sido ya desplegados plenamente, los
rasgos antirrevolucionarios del bolchevismo sólo

40
representan un enorme peligro en el caso de una victoria
revolucionaria»18

Cuando en enero de 1910, se vuelven a reunir


bolcheviques y mencheviques en París, se decide
excluir a los llamados “Otzovistas” que condenaban
toda actividad legal y a los “Liquidadores” o adversarios
del trabajo clandestino y por otra parte, disolver sus
organizaciones y fusionarlas. Sin embargo, los
mencheviques violan el acuerdo, se niegan a excluir a
los liquidadores y mantienen su organización separada.
Lenin y los bolcheviques, respetan el acuerdo. Trotski,
muy orondo, se niega a censurar en su “Pravda”, la
actitud secesionista de los mencheviques, siempre
pensando en su posición de árbitro entre las fracciones.

En 1910 y hacia delante, Trotski se confabuló con los


llamados «Golos» y «Vperiod», que realizaban
actividades antipartido y antileninismo. Lenin dice al
respecto:

«Pero si estas arremetidas de Trotski contra el bloque


de los bolcheviques y de los plejanovistas no
constituyen nada nuevo, es nueva en cambio la
conclusión contenida en su resolución: el club de Viena
(o sea, Trotski) ha organizado un “fondo general del
partido para preparar y convocar la conferencia del
POSDR”....»

18 Carr, E. H. Historia de la Rusia Soviética. La


Revolución Bolchevique. Editorial Alianza Universidad.
México 1973. Pág. 75.

41
Y continúa Lenin:

«La triple alianza (Potresov+Trotski+Maximov) contra


la doble alianza (bolcheviques+plejanovistas). La
ubicación de las fuerzas ya concluyó. Ha comenzado la
lucha ... Es una aventura en el aspecto ideológico. Trotski
agrupa a todos los enemigos del partido, uniendo a
Potrésov y Máximov, que odian al bloque “leninista-
plejanovista” (según su acostumbrada expresión). Trotski
agrupa a todos los que tienen gusto y cariño a la
disgregación ideológica; a todos los que se interesan por
la defensa del marxismo; a todos los espíritus mezquinos
que no comprenden la razón de la lucha ni quieren
aprender, pensar y buscar las raíces ideológicas de las
discrepancias. En esos tiempos de dispersión,
disgregación y vacilaciones, Trotski puede convertirse
muy bien en un héroe fugaz que agrupe en torno suyo a
todo cuanto hay de vulgar. Pero cuanto más descarado
sea ese intento, más estrepitoso será su fracaso....» 19

A comienzos de 1911, Lenin sin ambages, llama a


Trotski como un “Judas”:

«En el pleno, el Judas Trotski se deshizo en ataques contra


el liquidacionismo y el otzovismo. Juró y perjuró que era
defensor del partido. Recibió subsidio.
Después del Pleno se debilitó el C.C. y se fortalecieron los
de “Vperiod” que tienen ahora dinero. Se fortalecieron los
liquidadores, que en Nasha Zaria, ante los ojos de Stolipin,
escupían a la faz del partido ilegal.
El Judas expulsó de Pravda al representante del C.C. y se
puso a escribir artículos liquidacionistas en Vorwarts. A

19 Lenin, V. I. Obras completas. Tomo XVII. Editorial


Cartago. Págs. 12 y 13

42
despecho de la decisión explícita de la comisión de
educación designada por el Pleno, según la cual ningún
conferenciante del partido debía ir a la escuela fraccional
de los de “Vperiod”, el Judas Trotski fue a ella y discutió
con los de “Vperiod” el plan de la conferencia. Este plan
ha sido publicado ahora en una hoja por el grupo
“Vperiod”.
Y este Judas se golpea el pecho, asegurando que es un
defensor del partido y que jamás se ha arrastrado ente los
de “Vperiod” y los liquidadores.
Tal es el rubor del Judas Trostki…..»20
En la Conferencia de Praga del POSDR, en enero de
1912, los bolcheviques deciden romper definitivamente
con los mencheviques y es, en realidad el verdadero
nacimiento del Partido Bolchevique independiente,
separado definitiva y resueltamente del menchevismo y
de los otros grupos oportunistas, mientras Trotski sigue
hablando de su posición “por encima de las fracciones”,
pero para Lenin, ya no hay fracciones, se cansó
definitivamente de las maniobras revisionistas y
oportunistas de los grupos del POSDR. Es en estas
circunstancias que Stalin se incorpora a la dirección del
Partido bolchevique.

a) El llamado “Bloque de Agosto”

En agosto del mismo año, se reúnen por iniciativa de


Trotski, los mencheviques, los liquidadores, los
otzovistas, el Bund judío y el grupo de Trotski en una
Conferencia en Viena-Austria, formando lo que se
denominará “El Bloque de Agosto”. El objetivo de

20 Lenin, V. I. Obras completas. Tomo XVII. Editorial


Cartago. Pág. 37

43
Trotski era echar sobre Lenin la responsabilidad de la
escisión.

Transcribimos acá, una parte de la declaración


aprobada por el “Bloque de Agosto” contra Lenin y los
bolcheviques:

«La reunión declara que esa conferencia (la bolchevique


de Praga), es el franco intento de un grupo de personas,
que a toda conciencia, han llevado el Partido a la escisión
para usurpar la bandera del Partido, y expresa su
profundo disgusto por el hecho de que algunas
organizaciones del Partido y algunos camaradas hayan
sido víctimas de este engaño, con lo que han coadyuvado
a la política escisionista y usurpadora de la secta de Lenin.
La reunión expresa su convencimiento de que todas las
organizaciones del Partido en Rusia y el extranjero
protestarán contra el golpe de estado consumado, no
reconocerán las instancias centrales elegidas en la
conferencia y, por todos los medios, contribuirán a
restablecer la unidad del Partido, convocando una
verdadera conferencia general del Partido ((De la
declaración del Bloque de Agosto a la II Internacional,
publicada en “Vorwärts” el 26 de marzo de 1912.)...»21

21 Stalin, I.V. Obras completas. Tomo 10. Pág. 380. *Worwarts


(Adelante) Diario, órgano central de la socialdemocracia
alemana; apareció en Berlín desde 1891 hasta 1933. A partir
de la segunda mitad de los años 90, después de la muerte de
Engels, que había combatido desde sus páginas de este
período toda manifestación de oportunismo, la redacción del
mismo se vio en manos del ala derecha del partido y publicó
regularmente artículos de los oportunistas. Durante la
primera guerra mundial, mantuvo una posición
socialchovinista.

44
Como se puede apreciar, Trotski pretende asumir la
posición del marxista que defiende la “unidad” frente al
“escisionismo” de Lenin, recurriendo incluso al insulto
irreverente frente al jefe bolchevique. Frente a la
singular reunión de agosto-1912 en Viena, Lenin escribe
un largo artículo que debe ser conocido por todos los
revolucionarios para convencimiento de todo el
Movimiento Comunista Internacional. Este artículo tiene
el título de: “Acerca de una violación de la unidad que
se encubre con gritos de unidad”:

«Desde 1912, desde hace ya más de dos años, no hay en


Rusia fraccionismo entre los marxistas organizados, no
hay discusiones sobre táctica en organizaciones unidas,
en conferencias y congresos unidos. Hay una ruptura
completa entre el Partido y los liquidadores, a los cuales
declaró formalmente fuera de su seno en enero de 1912.
Trotski suele dar a tal estado de cosas el nombre de
“escisión”, nombre del que hablaremos especialmente
más abajo. Pero sigue siendo un hecho indiscutible que la
palabra “fraccionismo” está en pugna con la verdad…..» 22

El famoso Bloque de Agosto terminará por disolverse


justamente como prueba de la endeblez pequeño-
burguesa de todos los grupos sin solidez ideológica que
Trotski quería juntar a toda costa contra Lenin.

«Quiénes nos acusaban de escisionismo, de no querer o


no saber convivir con los liquidadores, no han podido
hacerlo ellos mismos. El Bloque de Agosto ha resultado
ser una ficción y se ha desmoronado. Trotski engaña a sus

22 Lenin. Obras Escogidas. Tomo V. Pág. 513. Edición


del 26 de marzo de 1912.

45
lectores al ocultarles esta disgregación. La experiencia de
nuestros adversarios ha demostrado que tenemos razón,
ha demostrado que es imposible trabajar con los
liquidadores….»23

Es ésta la época en que Lenin y Trotski se lanzan


violentos ataques que no es posible detallarlos con
puntualidad acá.

b) Sigue Trotski su periplo antileninista

En 1914, Trotski vuelve a la carga con una nueva


revista “Borbá”, que publicaría en San Petersburgo
entre febrero y julio de 1914. Lenin al respecto dice:

«Trotski llama “no fraccionalista a su nueva revista”.


Coloca esta palabra en primer orden en los avisos, la
subraya en todos los tonos en los artículos de fondo, tanto
en la misma “Borbá” como en la liquidacionista
Sievernaya Rabóchaya Gazeta, que publicó un artículo de
Trotski sobre Borbá antes de aparecer ésta...»24

Fue precisamente en 1912, cuando Lenin decide


separarse definitivamente de todos los grupos que con
el nombre de socialdemócratas no hacían otra cosa que
retrasar y obstaculizar el desarrollo revolucionario por
sus posiciones francamente reformistas, revisionistas, y
liquidadoras, cuando aparece la confrontación mayor

23 Lenin. Obras completas. Tomo 25. Editorial Progreso.


Moscú. URSS. Pág. 195.

24 Lenin. Idem. Tomo 25. Pág. 206.

46
con Trotski. El artículo de Lenin: “Acerca de una
violación de la unidad”, publicado en mayo de 1914, y
que hemos citado anteriormente, se refiere
puntualmente a Trotski y sus concepciones:

«Los veteranos del movimiento marxista en Rusia


conocen bien la figura de Trotski, y para ellos no vale la
pena describirla. Pero la joven generación obrera no la
conoce, y es preciso hablar, porque es una figura típica
para los cinco grupitos del extranjero que, de hecho,
vacilan también entre los liquidadores y el partido.
En los tiempos de la vieja ISKRA (1901-1903) había un
apodo para esos vacilantes y tránsfugas del bando de los
“economistas” al de los “iskristas” y viceversa: los
“tránsfugas de Tushino” (nombre que en la época
turbulenta de Rusia se aplicaba a los guerreros que se
pasaban de un bando a otro).
Cuando hablamos de liquidacionismo dejamos sentada
cierta ideología que ha ido creciendo durante años,
corriente que ha echado raíces en el “menchevismo” y en
el “economicismo” a lo largo de veinte años de historia
del marxismo y está ligada a la política y a la ideología de
una clase determinada: la burguesía liberal.
Los tránsfugas de Tushino se declaran por encima de las
fracciones por la única razón de que hoy “toman” las
ideas de una fracción y mañana de la otra. Trotski era
“iskrista” furioso en 1901-1903, y Riazanov calificó su
papel en el Congreso de 1903 de “garrote de Lenin”. A
fines de 1903, Trotski era menchevique furioso, es decir,
se había pasado de los iskristas a los “economicistas”;
proclama que “hay un abismo entre la vieja y la nueva
Iskra. En 1904-1905 se aparta de los mencheviques y
ocupa una posición vacilante, colaborando unas veces con
Martinov (“economicista”) y proclamando otras la
“revolución permanente”, de un izquierdismo absurdo. En
1906-1907 se acerca a los bolcheviques, y en la
primavera de 1907 se declara solidario de Rosa
Luxemburgo.

47
En la época de la disgregación, después de largas
vacilaciones “no fraccionalistas” va nuevamente a la
derecha, y en agosto de 1912, forma un bloque con los
liquidadores. Ahora vuelve a apartarse de ellos, pero
repitiendo, en el fondo, sus mismas ideúchas.
Semejantes tipos son característicos, como detritos de las
formaciones históricas de ayer, de tiempos en que el
movimiento obrero de masas de Rusia estaba aún
aletargado, y cualquier grupito podía presentarse “ a sus
anchas” como corriente, grupo o fracción, en pocas
palabras, como una “potencia” que habla de unirse con
otras.
Es preciso que la joven generación obrera sepa bien con
quién trata cuando se presentan con pretensiones
inconcebibles personas que no quieren tener en cuenta,
en absoluto, ni las decisiones del partido, que desde 1908
han definido y fijado la actitud frente al liquidacionismo, ni
la experiencia del movimiento obrero contemporáneo en
Rusia, que de hecho ha creado la unidad de la mayoría
basada en un reconocimiento completo de las decisiones
indicadas...»25
En realidad en estos párrafos inolvidables está el juicio
definitivo de Lenin sobre Trotski. Que después en la
época de la revolución de octubre, hubiera tenido que
trabajar con Trotski, es otra cosa y tiene mucho que ver
con las necesidades tácticas del momento de reunir
todas las fuerzas posibles para el derrocamiento del
gobierno provisional y la conquista del poder político
por los bolcheviques.

6. 3. Posición de Trotski poco antes de la Revolución de


Octubre

25 Lenin. “Contra el trotskismo”. Pequeña Biblioteca


Marxista-Leninista. Editorial Anteo. Pág. 27.

48
En 1917, y con motivo de la revolución burguesa de
febrero, se abre el único período pre-revolucionario,
donde las relaciones harto conflictivas entre Lenin y
Trotski, se atenúan, llegándose a una alianza de
circunstancias, como veremos a continuación.

Como se sabe, Trotski y su grupo de los mezhrayontsi,


querían unirse a los bolcheviques, pero en un plano de
igualdad y cambiando el nombre de la nueva unidad,
para así soslayar el denominativo “bolchevique” que
había sido siempre rechazado por Trotski. Lenin se
opuso terminantemente y exigió a Trotski renunciar a su
independencia e integrarse en el bolchevismo y a
cambio, incorporar a la dirección mezhrayontsi al
Comité Central bolchevique.
(En nuestro concepto, uno de los pocos errores que
podemos señalarle a Lenin.)

Trotski persistió en sus exigencias formales para su


incorporación, como anota Carr y llegó a decir que
estaba de acuerdo (con la unificación): «en tanto en
cuanto el bolchevismo se internacionalice”, añadiendo
que: “Los bolcheviques se han desbolchevizado ellos
mismos, y yo no puedo llamarme bolchevique. Es
imposible exigirnos un reconocimiento de los
bolcheviques».26

Otro interesante detalle proporcionado por Deustcher


nos indica:

26 Carr, E. H. “Historia de la Rusia Soviética. La


Revolución bolchevique.” Editorial Alianza. 1973. Pág.
105.

49
«Cuando por aquellos días alguien le preguntó a Lenin qué
era lo que los mantenía a él y a Trotski separados a pesar
de su completo acuerdo, aquel respondió: “Pero, ¿no lo
sabe usted? La ambición, la ambición, la ambición”...»

Se puede apreciar que Lenin desconfiaba


profundamente de Trotski, pero lo admitió en el Partido
por necesidades tácticas. En cuanto a la incorporación
de Trotski a la dirección bolchevique podemos agregar
lo siguiente:

«El Congreso es calificado previamente de “Congreso de


Unificación” puesto que en él debe consagrarse la
inclusión en el Partido de algunos grupos revolucionarios
autónomos, ante todo de la organización petrogradesa de
los mezhrayontsi, a la cual pertenecen Trotski, Yofe,
Uritski, Riazanov, Lunacharski, Pokrovski, Manuilski,
Karajan, Yurenev y algunos otros revolucionarios
conocidos por su pasado o que pronto habían de adquirir
notoriedad....»27

«Para acelerar la unificación, que algunos dirigentes de la


organización no tenían gran prisa en efectuar, Trotski (se
refiere a sí mismo), publicó en la Pravda, una declaración
concebida en estos términos: “A mi ver, no existe, en la
actualidad, divergencias ni de principios ni de táctica
entre los Mezhrayontsi y la organización bolchevique, no
hay por consiguiente, ningún motivo que pueda justificar
la existencia separada de dichas organizaciones”…
El 26 de julio (1917), se abrió el Congreso de Unificación
que en el fondo no era más que el VI Congreso del Partido
Bolchevique, que transcurrió semilegalmente,
refugiándose alternativamente en dos barrios obreros...»28

27 Deutscher. Citada. Pág. 242.

50
Según la versión de Carr, Trotski realizó todavía algunas
maniobras para obtener una incorporación en el Partido
bolchevique en mejores condiciones políticas y llegó a
condicionar la unificación. Posteriormente, ya muy
cerca de la insurrección, se produjo, como sabemos, la
unidad.

«El 10 de mayo de 1917 Lenin acudió en persona a una


reunión de los mezhraiontsi, ofreciéndoles un puesto en el
Consejo de Redacción de Pravda y en el Comité
organizador del próximo Congreso del Partido, y
proponiendo también hacer extensiva la oferta al grupo
de mencheviques “internacionalistas” de Martov. Según
las notas tomadas por Lenin, Trotski replicó que estaba de
acuerdo “en tanto en cuanto el bolchevismo se
internacionalice”¨, añadiendo no obstante
orgullosamente: “Los bolcheviques se han
desbolcheviquizado ellos mismos, y yo no puedo llamarme
bolchevique. Es imposible exigirnos un reconocimiento de
los bolcheviques”. La reunión no arrojó ningún resultado.
En efecto, Trotski, fiel a su vieja política de reconciliar a
las fracciones, quería una amalgama de los grupos en
igualdad de condiciones y bajo un nuevo nombre.

Lenin, por su parte, no albergaba el más mínimo propósito


de debilitar o diluir el instrumento que había creado: el
Partido debería permanecer hegemónico e intacto. Podía
permitirse la espera....»29

28 Trotski. “Historia…” Tomo III. Pág. 76. (240-241)

29 Carr. Citada. Tomo I. Págs. 105-6

51
Ya para nadie es un secreto, como lo hemos visto, que
León Trotski, desde principios del siglo y mucho antes
de la primera revolución rusa, fue un político enfrentado
violentamente a Lenin en las luchas que por entonces
se libraron entre los diferentes grupos de socialistas y
revolucionarios rusos. Según todas las evidencias,
Trotski fue primeramente un “iskrista”, es decir
partidario de la vieja Iskra de Lenin, pero rápidamente
en 1903, renegó de su posición y se pasó a los
mencheviques que sostenían posiciones economicistas,
fundando la “Nueva Iskra”, de la cual dijo que era tan
diferente de la primera que entre ellas mediaba un
abismo. Su militancia menchevique duró muy poco,
pues en 1904, poco antes de la Revolución se acercó a
Martinov, otro economicista, mientras propugnaba ya
sus tesis sobre la “Revolución Permanente”,
pretendiendo organizar una fracción propia, después de
apoderarse de las ideas de Alexandr Lazárevich
Guelfand (Parvus).

Lenin nos dice, que en 1906-1907, Trotski se acercó a


los bolcheviques, pero que inmediatamente después se
declaró partidario de las ideas de Rosa Luxemburgo.

Todas estas idas y venidas, todos estos transfugios,


bien conocidos por todos, pero silenciados por los
trotskistas, le valieron la calificación leniniana de
“tránsfuga de Tushino”. Queda, pues definitivamente
probado que Trotski nunca fue bolchevique y que
incluso después de octubre, persistió en sus afanes de
convencer a todos que el bolchevismo se había
trotskizado.

52
VII

TROTSKI DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DE


OCTUBRE

a) El problema de Brest-Litovsk

Como se sabe, después del triunfo de la Revolución, la


guerra imperialista de Alemania con la alianza
occidental continuaba y los alemanes pretendían sacar
provecho del desastre del ejército zarista. Lenin
comprendía el problema y tenía la resolución de acabar
cuanto antes con ella, incluso haciendo serias
concesiones a los alemanes. Dispuso, después de duras
batallas sobre todo contra la opinión de Trotski, que se
firmara el armisticio en las condiciones planteadas.
Trotski, como siempre, quiso ganar puntos y planteó el
absurdo criterio de “ni paz ni guerra”, es decir no
combatir, pero tampoco firmar la paz. Lenin había
prometido a las masas rusas la paz y tenía la obligación
de cumplir; por otra parte, los alemanes aprovechando
el absurdo trotskista, simplemente seguían avanzando
en territorio ruso, tomando nuevos territorios y
exigiendo nuevas y crecidas concesiones. Lenin tuvo
que usar toda su influencia y autoridad, apoyado por
Stalin, para forzar una resolución del Comité Central.
Trotski, obstinadamente persistía en su provocación

53
francamente pro-alemana de “ni paz ni guerra”.
Finalmente ante la evidencia de que la tontería
trotskista ponía en peligro la propia vida de la
revolución, se tuvo que aceptar el criterio leninista y se
procedió a la inmediata firma del armisticio, en el cual
Alemania, como no podía ser de otra manera, exigió
mayores concesiones. El problema de Brest-Litovsk nos
muestra hasta qué punto podía extenderse la
megalomanía trotskista con el fin de ganar puntos aún
a costa de la propia Revolución.

El Comité Central Bolchevique discutió ardorosamente


el problema espinoso de tener que firmar un acuerdo de
paz onerosa con Alemania militarista que exigía
concesiones gravosas a la Revolución bolchevique. En
estas condiciones difíciles, se produjo la llamada “crisis”
de Brest. Leamos las intervenciones principales tanto
de Lenin, como de Trotski:

Lenin: «La prolongación de la guerra responde a los


intereses de los imperialismos francés, inglés y
norteamericano.... No se puede jugar con la guerra. .... Si
hay guerra no se debió haber desmovilizado el ejército;
ahora los alemanes se apoderarán de todo... Eso no es
política ... Las cartas están echadas; si jugamos con la
guerra, entregamos la Revolución a los alemanes... La
historia dirá entonces que la Revolución ha sido entregada

54
por ustedes... Tenemos que proponer la paz a los
alemanes…»30

Lenin, en una palabra sostiene que, para salvar la


Revolución, debe firmarse inmediatamente la paz con
Alemania.

Trotski: «Trotski propone interrumpir la guerra, negarse a


firmar la paz y desmovilizar el ejército (lo que es) de
hecho una demostración política internacional....
Negándonos a firmar la paz, desmoralizando el ejército,
los obligaremos a descubrirse, puesto que los alemanes
atacarán justamente si nos desmovilizamos.... El
camarada Stuchka ha sugerido que propongamos un
arbitraje a los alemanes, y esta proposición me parece
aceptable como un nuevo medio de prolongar las
conversaciones. En caso de que se nieguen a aceptar esta
proposición, romperemos las conversaciones, pero
declararemos que no vamos a luchar… El camarada
Trotski propone que se someta a votación la fórmula
siguiente: ¿hacemos cesar la guerra sin concertar la paz y
desmovilizamos el ejército? La proposición se somete a
votación: 9 a favor y siete en contra: APROBADA. El
camarada Trotski (contrario al envío de un telegrama con
la proposición de paz)... la firma de la paz en la hora
actual no tendrá otro resultado que el de llevar la
confusión a nuestras filas; lo mismo se producirá en lo
concerniente a los alemanes quienes creen que no
hacemos sino esperar el ultimátum. Es posible que ellos

30 Lenin. “Los bolcheviques y la revolución de


Octubre”. Actas del C.C. del P.S.D.R (Bolchevique).
Agosto de 1917 a febrero de 1918. Editorial Octubre. La
Habana. Cuba 1967. Págs. 210, 244 y 245.

55
cuenten con el efecto sicológico. Es necesario esperar
para ver qué impresión producirá todo esto en el pueblo
alemán… En conclusión, hace una declaración formal y
dimite el cargo de comisario del pueblo de asuntos
exteriores….»31

Hemos copiado textualmente las expresiones de Trotski


en el Comité Central, para mostrar gráficamente, la
provocación trotskista contra Lenin. Después de
sostener el absurdo teórico de: “ni paz ni guerra”,
Trotski impide con el apoyo de los desorientados, la
firma inmediata de la paz que según Lenin y la lógica
elemental era la única salida inmediata a la crisis y la
derrota de la Revolución. Persistiendo en el absurdo
más grande pretende que los alemanes suspendan las
operaciones militares, es decir su avance en el territorio
soviético, sin firmar la paz y además desmovilizar al
ejército y declarar que ¡NO SE VA A LUCHAR! Por si
fuera poco, después de dejar la escoba, renuncia a su
cargo de Comisario de Asuntos Extranjeros. Finalmente,
ante la negativa a la firma de paz, los alemanes
continuarían su avance, y el Comité Central, a
regañadientes, tuvo que aceptar las tesis de Lenin y
firmar una paz más onerosa que todas las proposiciones
anteriores. Todo a causa de la “grandeza” estratégica
de Trotski. No es pues posible que algún criterio
independiente pueda aprobar la conducta dual,
vacilante, y sobre todo pequeño-burguesa de mostrarse
como un gran estratega de Trotski en perjuicio directo
de la Revolución.

31 Ibídem. Págs. 211, 213, 214, 217, 242 y 253.

56
En lo relativo al acuerdo de paz de Brest-Litovsk, la
postura de Trotski es ridícula, absurda, insostenible y
finalmente altamente traidora pues ponía en peligro la
existencia misma de la revolución en aras de una
egolatría enfermiza y diletante. El trotskismo mundial
no quiere ni siquiera escuchar hablar del problema de la
paz con los alemanes porque sabe, precisamente, que
la posición de su líder era insostenible hasta para el
más obtuso de los observadores.

a) Trotski y la política bolchevique frente a los


sindicatos

Lenin y Trotski polemizaron duramente sobre este tema,


demostrándose también es este aspecto, cuán alejado
y enfrentado estaba Trotski de las posiciones leninistas.
La polémica se inicia en la reunión conjunta de los
delegados del PC (b) de Rusia al VIII Congreso de los
Soviets y miembros del Consejo Central de los
Sindicatos de toda Rusia, realizada el 30 de diciembre
de 1920. Lenin comienza analizando el folleto de Trotski
de la siguiente manera:

«El documento principal en que me baso es el folleto del


camarada Trotski “El papel y las tareas de los sindicatos”.
Al cotejar este folleto con las tesis que presentó en el
Comité Central y leerlo con atención, me asombra la

57
cantidad de errores teóricos y de flagrantes inexactitudes
que contiene».32

A continuación examina de modo detallado los puntos


fundamentales del folleto. El primero se refiere a la
concepción acerca de los sindicatos en el período de la
dictadura del proletariado. Para Trotski el sindicato es:

«Un aparato técnico-administrativo de dirección de la


producción».33

Lenin dirá al respecto:

«...Tomad esta discusión como queráis, como surgió en la


V Conferencia Sindical de toda Rusia o como la planteó y
orientó el propio Trotski en su folleto plataforma el 25 de
diciembre, y veréis que todo el enfoque de Trotski y toda
su orientación son falsos” (Pág. 368). De todos los lados,
los sindicatos son escuela, escuela de unidad, escuela de
solidaridad, escuela de defensa de sus intereses, escuela
de administración, escuela de gobierno» (Págs. 368-9)

Lenin continúa y dice:

«Los sindicatos no son sólo históricamente necesarios, son


también una organización del proletariado industrial
históricamente inevitable, que en condición de la
dictadura del proletariado, abarca a este casi en su
32 Lenin. Obras Escogidas. Tomo XI. “Sobre los
Sindicatos, el momento actual y los errores del c.
Trotski”. Pág 314.

33 Lenin. Obras Escogidas. Tomo XI. Pág. 364.

58
totalidad. Esta es la idea más fundamental, pero el c.
Trotski, la olvida a cada paso, no parte de ella, no la
valora»34

Trotski tenía una concepción burocrática sobre los


sindicatos y sobre el propio estado soviético, esto le
hará cometer severos errores de principio y de
apreciación política. Lenin detectará estos errores con
toda precisión:

«Y entretanto incurriendo en esa falta de seriedad, el c.


Trotski comete en el acto un error. Resulta según él, que
la defensa de los intereses materiales y espirituales de la
clase obrera no es misión de los sindicatos en un Estado
obrero. Eso es un error. El c. Trotski habla de “Estado
obrero”. Permítaseme decir que esto es una abstracción.
Se comprende que en 1917 hablásemos de Estado obrero;
pero ahora se comete un error manifiesto cuando se nos
dice: “¿Para qué defender, y frente a quién defender a la
clase obrera si no hay burguesía y el Estado es obrero? No
del todo obrero: ahí está el quid de la cuestión. En esto
consiste cabalmente uno de los errores fundamentales del
c. Trotski. En nuestro país, el Estado no es, en realidad
obrero, sino obrero y campesino. Esto en primer término y
de esto dimanan muchas cosas.»35

En efecto, Trotski no tiene en cuenta las condiciones


concretas en las cuales se desenvuelve el Estado
soviético, para él los sindicatos son un aparato inerte

34 Lenin. Ídem. Págs. 314-315.

35 Lenin. Ídem. Págs. 319-320.

59
que debe funcionar como tal, enteramente subordinado
a disposiciones administrativas de burócratas que como
él, consideran que ya no hay burguesía y por lo tanto
tampoco lucha de clases. En vano Trotski y los
trotskistas pretenderán después constituirse en
abanderados de la lucha contra la burocracia. Vemos
que él fue el burócrata más recalcitrante, en realidad un
burócrata doctrinario. ¡Qué lejos está Trotski de
comprender la compleja transición del capitalismo al
comunismo, el encarnizamiento de la lucha de clases
en este período y desde luego ni sospechó que todo el
proceso podría convertirse hasta el retorno pleno del
capitalismo, como sugirió Lenin y previno
magistralmente el presidente Mao!

Para Trotski, como para todo burócrata adocenado, los


sindicatos no tenían contra quién luchar, pues no había
ya burguesía, ni deformaciones burocráticas al interior
del Estado soviético. Para él, el triunfo definitivo había
sido alcanzado y los trabajadores, debían dedicarse a
tareas de orden técnico- administrativo.

Lenin vio el serio peligro que incubaban estas


posiciones trotskistas. Por ello se esmeró en
combatirlas con los siguientes argumentos:

«Pero hay más. En el programa de nuestro partido, vemos


ya que nuestro Estado es obrero con una deformación
burocrática. Y hemos tenido que colgarle esta lamentable
etiqueta. Ahí tenéis la realidad del período de transición.
Pues bien, dado este género de Estado, que ha
cristalizado en la práctica, ¿los sindicatos no tienen nada
qué defender?, ¿se puede prescindir de ellos para

60
defender los intereses materiales y espirituales del
proletariado organizado en su totalidad? Esto es falso por
completo, desde el punto de vista teórico. Esto nos
llevaría al terreno de la abstracción o del ideal que
alcanzaremos dentro de 15 o 20 años, aunque no estoy de
seguro de que lo alcancemos precisamente en ese
plazo....Nuestro Estado de hoy es tal que el proletariado
organizado en su totalidad debe defenderse y nosotros
debemos utilizar estas organizaciones obreras para
defender a los obreros frente a su Estado y para que los
obreros defiendan nuestro Estado. Una y otra defensa se
efectúa a través de una combinación original de nuestras
medidas estatales y de nuestro acuerdo del
36
“enlazamiento” con nuestros sindicatos...»

Analicemos ahora otro aspecto del folleto de Trotski; se


trata del sistema de trabajo de choque y el
igualitarismo. Lenin señala:

«Pues bien, si se plantea la cuestión del sistema de


trabajo de choque y del igualitarismo, lo primero que debe
hacerse es abordarla con reflexión y eso es precisamente
lo que no se observa en el trabajo del c. Trotski; cuanto
más rehace sus tesis iniciales, tantos más postulados
falsos hay en ellas. He aquí lo que leemos en sus últimas
tesis:

Lenin cita a Trotski:

«En la esfera del consumo, es decir, de las condiciones de


existencia personal de los trabajadores, es preciso aplicar
la línea del igualitarismo. En la esfera de la producción, el

36 Lenin. Ídem. Pág. 320.

61
principio del sistema trabajo de choque seguirá siendo
para nosotros, aún durante mucho tiempo, el decisivo…
(Tesis 41 del folleto de Trotski).

Lenin comenta y dice:

«Esto es una completa confusión teórica. Esto es


absolutamente erróneo. El sistema de trabajo de choque
implica una preferencia, pero la preferencia sin consumo
es nada. Si la preferencia que se tiene conmigo consiste
en que voy a recibir un octavo de libra de pan, no necesito
para nada esa preferencia. La preferencia en el sistema
de trabajo de choque, es también preferencia en el
consumo. Sin esto, el sistema de trabajo de choque será
un sueño, una quimera, pero nosotros, pese a todo somos
materialistas. Si se habla del sistema de trabajo de
choque hay que dar pan, ropa y carne…... Resulta pues,
que la cuestión del igualitarismo y del sistema de trabajo
de choque se plantea en las tesis de un modo
completamente falso. Además, representa un retroceso
con respecto a lo que prácticamente ha sido ya
comprobado y logrado. Eso es inadmisible, y siguiendo
ese camino no se conseguirá nada bueno...»37

Como puede apreciarse con claridad, los criterios de


Trotski están plenamente enfrentados con los de Lenin,
pero además manifiestan un idealismo absurdo
combinado con un burocratismo totalmente ajeno a la
lucha real que se libra ese momento en la Unión
Soviética. Pero eso no es todo, Trotski y sus criterios
están también enfrentados a los escritos de Marx en
torno a la relación trabajo-remuneración, que en la

37 Lenin. Ídem. Págs. 323-324.

62
etapa de transición debe ser; “de cada quién según su
trabajo, a cada cual según su capacidad”, el
igualitarismo no puede menos que estar ausente de la
etapa de transición; pero incluso si de igualitarismo se
trata, el planteamiento trotskista es totalmente
equivocado y falso. En efecto, Trotski concibe el
igualitarismo en el consumo personal de los
trabajadores, pero como bien dice Marx, esto sería lo
más injusto, pues unos tienen más hijos que otros, y por
lo tanto necesitan consumir más que otros. Al parecer
Trotski desconocía por completo el trabajo de Marx
sobre la “Crítica al Programa de Gotha” y sus
planteamientos se acercan a los de Ferdinand LaSalle y
se alejan por completo de los de Marx.

Tenemos seguidamente la controversia en torno a los


dirigentes sindicales. Al respecto Trotski, señala:

«...es necesario proceder ahora mismo a la reorganización


de los sindicatos, es decir ante todo, a la selección del
personal dirigente precisamente desde este punto de
vista....»38

Lenin replica:

«¡Ahí tenéis el verdadero burocratismo! ¡ Trotski y


Krestinski seleccionarán el personal dirigente de los
sindicatos!... Conclusiones: en las tesis de Trotski y Bujarin
hay toda una serie de errores teóricos. Una serie de
inexactitudes de principio. Políticamente, todo el enfoque
de la cuestión equivale a una falta absoluta de tacto. Las
“tesis” del c. Trotski son una cosa perjudicial en el sentido
38 Lenin. Ídem. Pág. 337.

63
político. Su política en suma, es una política de excitación
burocrática de los sindicatos. Y estoy seguro de que el
Congreso de nuestro Partido condenará y rechazará esta
política...»39

Creemos que huelgan los comentarios. ¡El burócrata


Trotski quiere escoger a dedo a los dirigentes
sindicales! Pero en nuestro país escuchamos la
cantinela trotskista de la burocracia sindical, es pues
difícil pensar que los designados a dedo, sean algo
mejor que aquellos que se encaraman por sucios
acuerdos. Por último tenemos la discusión sobre cómo
organizar los sindicatos: Lenin nos dice:

«..durante esta Conferencia, el c. Tomski vino excitadísimo


al Buró Político y, con el apoyo pleno del equilibradísimo c.
Rudzutak, comenzó a contar que el c. Trotski había
hablado en ella de “sacudir” los sindicatos y que él,
Tomski había polemizado contra esto; cuando ocurrió eso,
decidí para mí, en el acto y de manera definitiva, que la
esencia de la discusión estaba cabalmente en la política
(es decir de la política del Partido respecto a los
sindicatos) y que el c. Trotski con su política de
“sacudimiento”, no llevaba ninguna razón en esta
discusión con el c. Tomski. Porque la política de
“sacudimiento”, incluso si se justificara en parte con las
“nuevas tareas y los nuevos métodos” (tesis 12 de
Trotski), es completamente inadmisible en el momento
actual y en la situación presente, pues implica peligro de
escisión...»40
39 Lenin. Ídem. Págs. Trotski. Sindicatos. 337-338.

40 Lenin. Ídem. Pág. 345.

64
Para confirmar la exposición de Lenin al respecto,
Trotski señala:

«Zinoviev -dijo- enfoca de una manera demasiado


propagandística toda cuestión práctica y eficiente,
olvidándose de que no se trata sólo de material para la
agitación, sino de una cuestión que debe ser resuelta
por la vía administrativa...»41 Insistiendo
reiteradamente sus opiniones sobre los sindicatos,
Trotski no aprende de Lenin y en el Noveno Congreso
del Partido, lanza la siguiente consigna provocadora y
burocrática.

«Hay que decir a los obreros el lugar que deben ocupar,


desplazándolos y dirigiéndolos como si fueran
soldados…. La obligación de trabajar alcanza su más
alto grado de intensidad durante la transición del
capitalismo al socialismo… Los “desertores” del trabajo
deberán ser incorporados a batallones disciplinarios,
enviados a campos de concentración… La militarización
es impensable sin la militarización de los sindicatos
como tales….»42

Esta brutal consigna trotskista fue rechazada


completamente por el Noveno Congreso, pero el tozudo
Trotski continuó sosteniendo sus estupideces del
“socialismo de cuartel” incluso en el Décimo Congreso,
afirmando que el PC:
41 Lenin. Ídem. Pág. 369.

42 Betelheim, Charles. “Lucha de clases en la URSS.


Primer tomo. Pág. 353.

65
«Tenía derecho a afirmar su dictadura incluso si esta
dictadura está en conflicto temporal con los humores
cambiantes de la democracia obrera…»43

Estos puntos de vista de Trotski, jamás son expuestos


por nuestros trotskistas nativos que tanto proclaman la
democracia obrera frente a un pretendido
“burocratismo” estalinista.

¡¡El verdadero burócrata retratado de cuerpo entero!!


Los problemas que deben ser resueltos en la más
amplia discusión, o como diría el presidente Mao,
contradicciones en el seno del pueblo que deben
resolverse con métodos diferentes a aquellos que se
utiliza para resolver contradicciones antagónicas, las
pretende resolver Trotski por la vía administrativa.
Trotski quiere sacudir desde arriba a las escuelas del
comunismo, a las escuelas de solidaridad y de
gobierno, para colocar a dedo a sus adeptos en los
puestos dirigentes de los sindicatos. Felizmente Trotski
y sus posiciones fueron siempre derrotados primero por
Lenin y después por Stalin, ambos secundados por
verdaderos bolcheviques.

VIII

43 Betelheim. Citada. Pág. 355.

66
LA CONCEPCION INSTRUMENTALISTA
DEL ESTADO EN TROTSKI

El “instrumentalismo del Estado”, es una adulteración


empirista del pensamiento de Marx sobre el Estado. En
una palabra, significa dar vuelta a Hegel el cual suponía
el Estado como un sujeto. De modo que el
instrumentalismo representa lo contrario, es decir el
Estado como un objeto, como una cosa inerte y
susceptible de ser tomada, capturada y puesta al
servicio precisamente de sus captores.

Trotski es claramente instrumentalista y esa su


concepción le lleva a cometer una serie de errores
políticos imperdonables como es el caso del ejército
rojo, como veremos después. Trotski dice:

«La revolución es una pugna abierta entre fuerzas sociales


que luchan por el poder. El Estado no es un fin en sí. Es
solamente una máquina entre las manos de las fuerzas
sociales dominantes. Como toda máquina, tiene sus
mecanismos; un mecanismo motor, un mecanismo de
transmisión y un mecanismo de ejecución. La fuerza
motriz del Estado es el interés de clases; su mecanismo
motor, la agitación, la prensa, la propaganda mediante la
Iglesia y la enseñanza, los partidos, los mítines en la calle,
las peticiones y los motines. Su mecanismo de
transmisión, es la organización legislativa de los intereses
de casta, dinastía, estamento o clase, que se atribuyen el
papel de voluntad de Dios (absolutismo) o voluntad de la
nación (parlamentarismo). Por último el mecanismo
ejecutivo es la administración con su policía, los tribunales
con sus cárceles, y el ejército.
El Estado no es un fin en sí, sino un medio sumamente
poderoso para organizar, desorganizar y reorganizar las

67
relaciones sociales. Según quiénes le controlen, puede ser
una poderosa palanca para la revolución, o una
herramienta que se utiliza para organizar el
estancamiento....
Todo partido político, digno de tal nombre, lucha para
conquistar el poder político y poner de ese modo el Estado
al servicio de la clase cuyos intereses expresa...»44
La concepción instrumentalista del Estado, si bien
puede aparecer en algunos textos y escritos clásicos,
fue muy claramente rebasada y superada por Marx en
su célebre “18 Brumario de Luís Bo-naparte”, cuando
en forma cristalina nos decía que todas las revoluciones
se ocuparon de tomar el Estado y ponerlo a su servicio
y que precisamente se trataba para la revolución de
“destrozar y hacer pedazos la máquina del Estado y de
ninguna manera solamente ponerla al servicio de la
Revolución”. Marx percibía claramente que el Estado
capitalista, como todo Estado, respondía orgánicamente
a la clase dominante y que cualquier intento de ignorar
este carácter podía tener consecuencias lamentables.

El problema teórico del “instrumentalismo del Estado”,


ha sido abordado por varios autores y justamente se
puede decir que solamente una visión mecanicista
podría pues concebirlo como una cosa u objeto inerte.
Incluso Lenin cuando habla del “Instrumento Estado” lo
hace en sentido metafórico, en cambio Trotski, se
explaya en explicaciones instrumentalistas tan
evidentes que no hacen sino mostrarnos su inocultable
positivismo en todos los terrenos.

44 Trotski, León. Los marxistas y la Política. “La


revolución y la toma del poder. 3. Una situación
histórica del proletariado”. Pág. 111.

68
IX

EL EUROCENTRISMO DE TROTSKI

El eurocentrismo, como una forma del etnocentrismo,


es una concepción político-sociológica que supone a
Europa el centro de todo progreso humano en la
historia y como tal es una expresión anti-científica en la
consideración del desarrollo histórico de las
formaciones sociales y su indudable carácter desigual,
no obstante que Trotski habla de pasada del desarrollo
desigual y combinado en el capitalismo.

Los eurocentristas, como no conocen el desarrollo


histórico de otras grandes zonas del mundo, piensan
que toda cultura ha nacido en Europa y que todo
desarrollo científico debe, necesariamente, estar unido
al aporte europeo. El desprecio eurocéntrico de los
países y culturas de Asia, África, el Mundo Árabe y
América Latina, es insolente y se manifiesta sobre todo
y ante todo en los pensadores europeos desde los social

69
demócratas, hasta llegar francamente a los
representantes más reaccionarios y el fascismo italiano
y el nazismo alemán.

Trotski, es profundamente eurocentrista, pues admira


sin raciocinio alguno a Europa y cree que quién no ha
estado en Europa occidental, como algunos “prácticos”
rusos, no conoce la historia universal, ni los grandes
movimientos telúricos del espíritu universal hegeliano.
(Hegel otro eurocéntrico).

Marx y Engels y en cierto sentido también Lenin, fueron


euro-céntricos en sus primeras producciones teóricas y
no hace falta remitirnos a las fuentes documentales de
ellos mismos para probar esto. Sin embargo,
comenzando por Marx, poco a poco y con una
profundidad muy grande se va abriendo paso una
consideración muy distinta del proceso histórico y
revolucionario. Recordemos sus trabajos sobre Irlanda,
sobre Polonia, y ante todo sobre la India y China, en los
cuales la superación dialéctica del eurocentrismo
filosófico y sociológico, se hace evidente.

Lenin, por su lado, a partir de su concepción sobre la


“Autodeterminación de las Naciones”, supera con
creces aquella limitación de espacio y tiempo que
influyó sobre los grandes clásicos.

Trotski, por el contrario, fue siempre un eurocentrista


convencido, jamás logró superar esa visión centrada
exclusivamente en Europa. Leamos este famoso e
inconfundible párrafo que retrata ampliamente el
eurocentrismo de líder opositor:
70
«Sin el apoyo estatal directo del proletariado europeo la
clase obrera de Rusia no puede conservar el poder, ni
convertir su dominio temporario en dictadura socialista
duradera... En cambio, no cabe duda de que una
revolución socialista en Occidente nos permitiría
convertir la supremacía temporaria de la clase obrera
directamente en dictadura socialista....» 45

Este punto de vista de Trotski no variará nunca, no


cambiaría jamás, al punto que la propia Dunayevskaia,
una trotskista muy inteligente y autora de una obra
muy buena como la citada, expresa:

«Sea cual fuere el período histórico, sea cual fuere el país


o la situación mundial, Trotski mantiene su posición de
acuerdo con la cual “por revolucionario que sea el papel
del campesinado, de todos modos no puede representar
un papel revolucionario, menos aún dirigente”...» 46

La incoherencia de Trotski no puede ser más evidente.


Dice que “por revolucionario que sea el papel del
campesinado, no puede representar un papel
revolucionario”. ¿En qué quedamos? A mayor
abundamiento, tenemos que cuando Raya analiza los
criterios de Trotski sobre China de 1937, expresa:

45 Dunaievskaia, Raya. “Filosofía y revolución”. Editorial


Siglo XX. 1977. Pág. 138. Trotski. Nuestra revolución.
1906. En Stalin. “La revolución de octubre y la táctica
de los comunistas rusos”. El Gran Debate. Tomo II. Pág.
60.

46 Ídem. Citada. Pág. 142.

71
«Que en estas circunstancias Trotski tratase la situación
china como si fuese simplemente una repetición del
desastre de 1925-27, implica no sólo atribuir
omnipotencia a Stalin, sino revelar un enfoque
peculiarmente europeo. Y este es el aspecto fundamental
de toda la tesis: la concepción de Trotski estaba
excesivamente centrada en Europa... Por consiguiente,
aquí empleamos la expresión “centrado en Europa” como
expresión de la incapacidad para aprehender un sujeto
nuevo autodesarrollado en el caso concreto, las masas
chinas y sobre todo el campesinado...»47

Para Trotski no existe la historia y el cambio de las


circunstancias, sus puntos de vista son inamovibles y
con ellos aquel de la primacía del proletariado europeo.
El eurocentrismo más absoluto se petrifica en Trotski a
partir de 1904, hasta el día de su muerte en 1940.

El eurocentrismo que, en la actualidad, es la expresión


cultural y política máxima de la opresión de los países
dominados por el imperialismo, fue efectivamente una
de las características más importantes del pensamiento
político de Trotski.

El cosmopolitismo de Trotski, es reconocido incluso por


su admirador mayor, Isaac Deutscher que dice: «En
nadie era más natural la europeización que en Trotski.
Más que ningún otro emigrado, él era un “europeo”...».48

47 Ídem. Citada. Pág. 155.

48 Deutscher. “El profeta armado”. Citada. Pág. 173.

72
Es cierto que algunas de sus obras, Trotski habla
también del “desarrollo desigual y combinado” de las
formaciones sociales, sin embargo, fuera de una
mención discursiva no existe, en absoluto, ninguna
aplicación del principio a las análisis históricos en
Trotski y siempre predomina su concepción
eurocentrista a ultranza.

73
X

EL ANTI-CAMPESINISMO DE TROTSKI

a) Las naciones oprimidas

Cuando Lenin discutía el problema de la


“Autodeterminación de las naciones” en ocasión del
ingreso de marxistas polacos al Partido Social-
Demócrata, entre ellos Rosa Luxemburgo, en 1906,
sostenía que los polacos en ninguna oportunidad, ni en
las conferencias de 1907 ni 1908, presentaron una sola
proposición planteando la modificación del programa
ruso en su punto que justamente expresa dicho
principio de “Autodeterminación de las Naciones”.

En consecuencia, los puntos de vista de Trotski a este


respecto, son falsos. Trotski escribía a nombre de la
redacción de Borbá, en marzo de 1914: «Los marxistas
polacos consideran que el “derecho a la

74
autodeterminación nacional” carece en absoluto de
contenido político y debe ser suprimido del programa...»49

Lenin por su parte continúa y dice:

«¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! No


pudo mostrar ninguna prueba, a no ser “conversaciones
particulares” (es decir, sencillamente chismes, de los que
siempre vive Trotski), para incluir a los “marxistas
polacos” como gente sin honor y sin conciencia, incapaz
siquiera de respetar sus convicciones y el programa de su
Partido. ¡El servicial Trotski! ... Cuando en 1903 los
representantes de los marxistas polacos se retiraron del II
Congreso a causa del derecho a la autodeterminación,
Trotski pudo decir entonces que consideraba este derecho
carente de contenido y que debía ser suprimido del
programa....Pero después de esto, los marxistas polacos
ingresaron en el Partido que tenía tal programa y ni una
sola vez presentaron la proposición de modificarlo...»

Y finaliza este tema Lenin, con la siguiente observación:

«Jamás, ni en un solo problema serio del marxismo, ha


sostenido Trotski una opinión firme. Siempre se ingenió
para “deslizarse por entre las rendijas” de tales o cuales
divergencias, y para pasar de un campo a otro...» 50

b) El Mujik ruso (Campesino pobre)


49 Lenin. Citada. “Contra el trotskismo”. (Lenin cita a
Trotski en su periódico Borba de marzo de 1914. Pág.
48.

50 Lenin. Ídem. Pág. 48 y 49. Trotski servicial.

75
Trotski fue un enemigo jurado y rabioso de los
campesinos y sobre todo de los campesinos pobres de
Rusia a los cuales llamaba mujiks. Todas las citas
propias de Trotski y además las referencias de otros
autores sobre las opiniones de Trotski en torno a los
campesinos rusos, nos muestran hasta qué punto no
comprendía el verdadero carácter del campesinado
como fuerza revolucionaria.

Pero no era solamente esto desde un punto de vista


político, nosotros encontramos verdaderamente un
desprecio aristocrático del campesinado pobre de parte
de un intelectual que se sentía muy por encima del
pobre “mujik” ruso, incapaz de toda iniciativa, siempre
al remolque y arrastrado ya sea por la burguesía, ya
sea por el señor feudal y, naturalmente también,
eventualmente por el proletariado.

Trotski pensaba en el campesinado, como piensa un


verdadero señor feudal, un aristócrata o un noble ruso
que lo único que observa es la ignorancia, la pobreza, la
miseria, la suciedad, el atraso y otros males sociales
que no los remite al sistema de la explotación que
sufría el campesinado, lo cual es una formulación
marxista, sino, contrariamente, como un buen
aristócrata, al carácter intrínsecamente retardatario, a
la “naturaleza” miserable del “despreciable” mujik,
aplastado por un destino manifiesto evidente aunque
inexplicable.

Escuchemos algunas opiniones de Charles Bettelheim,


en torno a las consideraciones de Trotski sobre las
masas populares y los campesinos:
76
«En Trotski esta concepción (se está refiriendo al ejército),
se combina con una gran desconfianza hacia las masas
populares. Refiriéndose al pasado de éstas, Trotski
declara, por ejemplo que no eran “más que una masa
compacta que vivía y moría como vive y muere una nube
de langostas”. Respecto a su presente, Trotski dice que
están imbuidas “de los instintos más elementales, hasta el
punto de que el hombre de la masa...intenta apoderarse
de todo lo que puede, no piensa más que en él y sería
propicio a olvidar que forma parte de la clase
popular”...»51

Trotski nos muestra claramente en esta interesantísima


nota lo que realmente piensa de los campesinos y del
pueblo, pero naturalmente estas opiniones saltan por
aquí y por allá, porque después en sus opiniones
“serias”, parece ser un defensor de los oprimidos:

«En Rusia, la élite dirigente de la clase obrera es


demasiado reducida... Representa lo mejor de la clase
obrera. Detrás de ella viene la generación más joven,
que participa conscientemente en la re-volución desde
1917. Es una parte muy valiosa de la clase obrera...Las
capas más bajas de la clase obrera, de origen
campesino, aunque de espíritu revolucionario, son aún
muy pobres de iniciativa, ¿qué padece el mujik ruso? Un
mal gregario: la ausencia de individualidad, es decir, lo
que ha sido cantado por nuestros narodnikis
reaccionarios, lo glorificado por Tolstoi en la persona de

51 Bettelheim. Citada. Tomo I. Pág. 252.

77
Platón Karataiev: el campesino se disuelve en la
comunidad y se somete a la tierra...»52

«El 24 de abril (1917), en la reunión del Partido, después


de atacar a los “viejos bolcheviques” que le acusaban de
no conceder a los campesinos toda la importancia que
merecen, dice (Lenin), “El Partido proletario no puede
ahora cifrar sus esperanzas en la comunidad de intereses
con los campesinos. Luchamos porque los campesinos se
pasen a nuestro lado; pero el hecho es que éstos, y hasta
cierto punto conscientemente, están al lado de los
capitalistas”. Esto -dicho sea de paso- demuestra cuán
lejos estaba Lenin de la teoría que más tarde habrían de
atribuirle los epígonos de la eterna armonía entre los
intereses del proletariado y los campesinos. Aún
admitiendo la posibilidad de que los campesinos “como
clase”, pudieran llegar a desempeñar el papel e factor
revolucionario, Lenin, en abril, creía necesario estar
prevenido para la hipótesis peor, para la perspectivas de
un sólido bloque entre los terratenientes, la burguesía y
los vastos sectores campesinos...»53

Trotski intenta en estos párrafos confundirnos y


hacernos pensar que Lenin compartía sus puntos de
vista anti-campesinos. El hecho cierto que algunos
capas campesinas se pongan a favor de la burguesía y
la derecha, no justifica, ni mucho menos, la censura
cerrada, poniendo a todo el campesinado pobre como

52 Trotski. Obras Escogidas. Tomo II. Págs 201-202.

53 Trotski. “Historia de la Revolución Rusa”. Tomo II.


Ruedo Ibérico. Págs 67-68

78
“enemigo” de la revolución. ¿Acaso no es un hecho
también que muchos obreros y proletarios, en algunas
ocasiones apoyan también a la burguesía?

A continuación veremos a Trotski otra vez en su papel


de gran dictador, arrastrando a los campesinos contra
su voluntad y conciencia detrás de los proletarios
convertidos ya en poder político. Poco importa, nos dirá
Trotski que el campesinado se aliste con voluntad o sin
ella. El desprecio de Trotski con los campesinos no
puede ser más evidente.

Trotski es tratado acá por Kostas Mavrakis el pensador


marxista griego:

“Numerosos sectores de las masas laboriosas, en


particular en el campo, serán arrastradas a la revolución y
se organizarán políticamente solo después de que la
vanguardia de la revolución, el proletariado urbano, esté
al timón de la revolución... “Al campesinado sólo le resta
alinearse junto al régimen de la democracia obrera. Poco
importará que el campesinado lo haga con un grado de
conciencia no más elevado que cuando sostiene el
régimen burgués…”54

Mavrakis intercala sus opiniones con las de Trotski y nos


va aclarando las opiniones de éste en torno a los
campesinos.

«Trotski, aludiendo a la política leninista escribía: “Se


propone ahora completar esa restricción política por una
54 Mavrakis, Kostas. “Sobre el trotskismo”. Ediciones
de la Flor. Bs. As. 1974.

79
verdadera garantía anti-socialista, imponiendo al
55
proletariado un colaborador: el mujik”...»

Opiniones resumidas de Trotski, antes de 1917, según


Mavrakis.

«El campesinado se alía con el proletariado casi con tanto


fatalismo e ignorancia de sus propios intereses como
cuando sostiene un régimen reaccionario…»56

«Para Trotski no es cuestión de hacer concesiones al


campesinado para que las contradicciones entre él y el
proletariado resulten secundarias, ya que de hecho no
distingue la etapa democrática y la etapa socialista de la
revolución, Más aún, considera que el pasaje a ésta última
supone un conflicto entre las dos clases sociales…». 57

«(1922) Para asegurar su victoria, la vanguardia proletaria


debe, desde su ascenso al poder, enfrentar radicalmente
no sólo la propiedad feudal, sino también la propiedad
burguesa. De ello resultarán con-flictos no sólo con los
agrupamientos de la burguesía, sino también con vastas
masas campesinas con ayuda de las cuales el proletariado
conquistó el poder...»58

55 Mavrakis. Ídem.

56 Mavrakis. Ídem.

57 Mavrakis. Ídem.

58 Mavrakis. Ídem.

80
En las citas anteriores, Trotski trata de confundirnos
atribuyendo a Lenin sus opiniones anti-campesinas,
pero eso es imposible, pues Lenin, reconociendo el
atraso de las masas campesinas rusas en algunos
aspectos, no puede caer en el craso error capital de
prohibirles iniciativas históricas, pues Lenin, contaba
con ellas como seguros aliados de la clase obrera, de
modo que aquel intento de Trotski de “ganarse” a Lenin
para sus propósitos anti-campesinos es una impostura,
como tantas.

En el Prefacio escrito por Trotski en 1922, para su libro


“1905”, dice sobre la “Revolución Permanente” y los
campesinos:

«La revolución no podrá resolver sus tareas burguesas


más inmediatas sino colocando en el poder al
proletariado. Y este último al tomar el poder en sus
manos, no podrá por menos de rebasar el marco burgués
en la revolución. Al contrario: precisamente para asegurar
su victoria, la vanguardia proletaria tendrá que hacer,
desde los primeros pasos de su dominación, las más
profundas incursiones, no solo en la propiedad feudal, sino
también en la propiedad burguesa. Este modo de
proceder le llevará a choques hostiles, no sólo con todos
los grupos burgueses que le apoyaron en los primeros
momentos de su lucha revolucionaria, sino también con
las vastas masas campesinas, con ayuda de las cuales ha
llegado al poder. Las contradicciones en la situación del
gobierno obrero en un país atrasado, en el que la mayoría
aplastante de la población está compuesta de
campesinos, podrán ser solucionados sólo en el plano

81
internacional, en la palestra de la revolución mundial del
proletariado...»59

Trotski no puede con su carácter cosmopolita y anti-


campesino. Parece que hasta deseara ver chocar
“hostilmente” a las vastas masas de campesinos, se
entiende pobres que son las más amplias con el
proletariado. Mientras Lenin nos habla de la alianza
entre el proletariado y las capas trabajadoras del
campo, como una sólida base de la dictadura del
proletariado, Trotski nos plantea “choques hostiles” con
quiénes han ayudado al proletariado a alcanzar el
poder. Pensamos que el anti-campesinismo de Trotski es
tan flagrante que no hace falta reunir más testimonios.
Definitivamente, Trotski piensa en el campesinado,
incluido el campesino pobre, como un enemigo
potencial de la Revolución. Es ésta una constante de su
pensamiento, por tanto el trotskismo internacional y
sobre todo el nacional de Lora, pierde el tiempo
pretendiendo mostrarnos a “su” trotskismo como una
alianza obrero-campesina. ¡¡Nada de eso señores
loristas, para ser consecuentes con su líder Trotski,
ustedes están obligados a una política anti-campesina,
y todos los esfuerzos para disimular esta realidad,
deben ser desenmascarados!!

59 Stalin-Zinoviev. “La Revolución de Octubre. El Gran


Debate II. “El Socialismo en un solo País”. Cuadernos de
P.y P. No. 36. Pág. 57.

82
83
XI

EL ANTI-LENINISMO DE TROTSKI

Trotski escribió una obra sobre Lenin (¿sobre qué no


escribió?) y en uno de sus párrafos más salientes y
haciendo gala de una ignorancia supina en cuanto a la
relación entre teoría y práctica, se da el lujo de
comparar a Marx con Lenin, diciendo:

«Marx se muestra en toda su estatura en el “Manifiesto


Comunista”, en el prefacio a la “Crítica de la Economía
Política”, en “El Capital”. Incluso aunque no hubiera
fundado la Primera Internacional, permanecería para
84
todos los tiempos como la figura que hoy conocemos. Por
otro lado, Lenin se nos muestra en toda su estatura en la
acción revolucionaria. Sus obras científicas son tan solo un
preparativo para la acción. Incluso aunque no hubiera
publicado un solo libro, la historia le recordaría en la
forma en que ha entrado en sus páginas: como dirigente
de la Revolución Proletaria, como creador de la Tercera
Internacional…».60

Realmente Trotski se pasó de la raya en estos sus


comentarios, pues por una parte, pretende mostrarnos
a Marx, simplemente como un teórico, señalando
algunas de sus obras, restándole toda importancia a su
actividad revolucionaria en la práctica. Es evidente que
Trotski jamás comprendió la profundidad de las “Tesis
sobre Feuerbach”.

Pero donde Trotski es realmente infame y sinvergüenza


es cuando se refiere a Lenin como un simple práctico,
es decir como un hombre de acción que, “aunque no
hubiera escrito ni un solo libro”, la historia le
reconocería el lugar que le corresponde.

Es una verdadera aberración pues, sostener que el uno


(Marx) era solamente un teórico y el otro (Lenin) era
solamente un práctico y naturalmente queda claro que
él (Trotski) resumió esas dos con-diciones.

El Materialismo Histórico, fundado por Marx y


desarrollado por Lenin y Mao, nos enseña que la
relación entre teoría y práctica tiene un contenido muy

60 Carr. Citada Tomo I y 1. Pág. 39.

85
especial. La “teoría” es también una práctica, la
llamada “práctica teórica”, la teoría estrechamente
ligada a la práctica, constituye su guía y ésta se torna
la comprobación de la teoría. Marx y Lenin tenían una
visión coincidente, así como Mao de estas cuestiones.

Pero la cita y la opinión de Trotski son tan elementales


que efectivamente, como buen positivista que siempre
fue, creía posible separarlas y, para provecho propio,
hacer del uno un “teórico” y del otro un “práctico”.
Efectivamente más de una vez se refirió
despectivamente a los “prácticos rusos”, en referencia
a Lenin y en especial a Stalin.

Marx realizó una gigantesca práctica teórica al concebir


y escribir “El capital”, su obra fundamental; en ese
sentido sostener que Marx fue “solamente” un teórico,
es, sencillamente no comprender en absoluto a Marx.

En cuanto a Lenin su obra teórico-práctica fue también


colosal. Desarrollando la concepción del Materialismo
Histórico, hizo la síntesis teórica de las
transformaciones del Modo de Producción Capitalista en
su segunda etapa: la del Imperialismo, en su obra: “El
Imperialismo, fase superior del Capitalismo”, creando
justamente su teoría que elevó la de Marx a su segunda
etapa: el Leninismo. Además escribió: “El Desarrollo del
Capitalismo en Rusia”, única obra de análisis de la
formación social rusa y el surgimiento del capitalismo.
En el plano filosófico, tenemos “Materialismo y
Empiriocriticismo”, esa crítica de las concepciones de
Bogdanov y Mach saturadas de idealismo y
subjetivismo y los “Cuadernos Filosóficos”. Pero...
86
¿vamos a seguir?, si todos conocemos la enorme obra
teórica y teórico-práctica de Lenin.

Pero pasemos a Trotski, finalmente.... ¿qué ha escrito


Trotski? En las expresiones de uno de sus admiradores,
el trotskista inglés Perry Anderson, tenemos:

«Trotski no había escrito ninguna obra económica de


entidad, a diferencia de la mayoría de los teóricos de su
generación...»61

Pero para dorar la píldora y no dejar a Trotski donde le


corresponde: el limbo teórico, Anderson pasa al halago
desmedido de su obra de coyuntura política.

Según Anderson, los análisis políticos de Trotski, no


fueron superados “ni por Lenin”. Su obra máxima es la
“Historia de la Revolución Rusa” (1930) y es como bien
lo dice Anderson, una obra de historia concreta. A
continuación, en una exaltada y completamente
exagerada ponderación, se refiere a sus escritos sobre
el fascismo “estudios concretos de coyuntura política
que no tienen parangón en los anales del materialismo
histórico” (sic)

Bueno, en este campo, nuestro buen Anderson ya


recibió lo que merecía en las críticas acertadas de
Samir Amin:

61 Anderson, Perry. “Consideraciones sobre el marxismo


occidental”. Pág. 120.

87
«La esterilidad teórica y práctica de la corriente pro-
imperialista en el marxismo ha sido reconocida en fecha
reciente por una víctima de tal corriente, Perry Anderson.
Este autor califica de “marxismo occidental” al conjunto
de las corrientes que él mismo reconoce como pesimistas,
“hijas de la derrota del movimiento obrero”, “sin ningún
efecto sobre la realidad” y “sin práctica revolucionaria”.
Pero curiosamente se olvida de explicar las razones de la
hegemonía socialdemócrata en las clases obreras de los
centros avanzados, y no se interesa por el imperialismo.
También se ve obligado a basarse en filósofos que
vacilamos en considerar tan importantes como la opinión
occidental los quiere hacer apa-recer, y en ciertos filósofos
que en nuestra opinión apenas deben ser considerados
como marxistas. En cambio, cuando el autor señala las
corrientes del marxismo “no occidental”, se extiende
sobre el trotskismo, pero se olvida por completo de China
y el maoísmo. Raras veces se habrán sustituido las
realidades objetivas más importantes por las simpatías y
antipatías personales»62

Pero sigamos con Trotski que no obstante no haber


escrito ninguna obra de “entidad”, sigue siendo el genio
para Anderson, aunque nosotros sabemos que la
comprensión precisamente de la Formación Social, es
decir el Materialismo Histórico, debe basarse en el
análisis de las relaciones de producción determinadas.

“La Revolución Permanente”, ya lo dijimos, es otra obra


de especulación política y además como una copia de

62 Amin, Samir. “Ley del valor y el Materialismo


Histórico”. Pág. 117.

88
las ideas de Parvus. ¿¡¡Qué queda, pues, del Trotski
teórico!!?

¡No queda en realidad nada! Trotski únicamente


escribió obras de carácter histórico concreto y análisis
de coyuntura política, jamás abordó la compresión del
Materialismo Histórico propiamente dicho, del cual
como sabemos la política es uno de sus niveles
superestructurales.

¿Cómo podría considerarse a Trotski como un clásico si,


como dicen sus propios admiradores, jamás escribió
una obra de “entidad científica” relativa al carácter
mismo de las formaciones sociales? Trotski es pues un
analista superficial de los procesos históricos y esto no
puede, en absoluto ser rebatido por la mitología
trotskista. Fuera de todo esto solamente tenemos sus
denuestos anti-estalinistas escritos por toneladas en el
exilio, bien protegido por el imperialismo que reconocía
su ayuda en la lucha contra la Unión Soviética de Stalin
en los días tremendos previos a la Segunda Guerra
Mundial.

En realidad, a Trotski no le reconocemos ni la una ni la


otra, pues su “teoría” era y es una mezcla ecléctica de
todas las posiciones mencheviques, economicistas y
parvusianas y su acción, una hiperactividad de tipo
personalista, para destacarse individualmente como
ególatra que era y usurpar la dirección de los
bolcheviques a quiénes había combatido siempre
desacreditándolos hasta meses antes de la revolución
de octubre.

89
a) La carta de Trotski al menchevique Chjeidze
(Abril de 1913)

Cuando y donde aparece todo el anti-leninismo visceral


del “canalla” Trotski, (Así llamado por Lenin) es en 1913
y ratificado en 1921, cuando en una carta privada que
escribe al menchevique georgiano Chjeídze, dice lo
siguiente, (en parte, ya que la misma en su integridad
solamente ha sido transcrita en la obra de Olminski que
no la tenemos):

«El leninismo descansa por completo en estos momentos


en la mentira y la falsificación y lleva en su seno el
elemento emponzoñado de su propia desintegración...
(Lenin)...¡Qué disparatada alucinación parecen las
detestables intrigas, sistemáticamente urdidas por Lenin,
maestro en esos asuntos!… Ese gran pendenciero... ese
explotador profesional del atraso del movimiento obrero
ruso... repugnante, disoluto, demagogo, abogado
chapucero, malicioso y moralmente repugnante.»63

¡¡He ahí lo que Trotski pensaba realmente de Lenin y el


bolchevismo!!

No se puede justificar ni explicar en razón del tiempo y


las circunstancias estas apreciaciones tan definitivas de
Trotski. El trotskismo tiene que vivir con ellas, como una
marca indeleble de su infamia.

63 Carr. Citada. Tomo I. Pág. 79 y Deutscher. El profeta


armado. Pág. 219. También en Stalin. Obras completas.
Tomo X. Pág. 181.

90
Estos párrafos o mejor parrafadas de Trotski no son
nunca citados por toda la gama de admiradores de
Trotski que derraman torrentes de elogios a una
supuesta “amistad” entre ambos. Esta carta -dice Carr-,
interceptada por la censura, fue descubierta en los
archivos policiales después de la revolución, y su
publicación fue uno de los sensacionalismos de la
campaña contra Trotski después de la muerte de Lenin.
Ahora sabemos que la famosa carta de Trotski a
Chjéidze, un conocido menchevique, que cayó como
dice Carr en poder de la censura zarista, fue conocida
por el Partido, a través de la comisión encargada de
redactar la historia del Partido (Istpart) y cuando
Olminski, presidente de la comisión, le escribió a
Trotski, no sin cierta ironía, preguntándole si deseaba
que se publicara, Trotski, en la cima del poder y muy
seguro de sí mismo, mostrando una condescendencia
rayana en la temeridad contestó que no creía que fuera
oportuno publicarla porque:

«El lector de hoy no comprendería las salvedades


históricas y se sentiría confundido. Aunque, lo admito
francamente, yo no considero que en mis diferencias con
los bolcheviques estuviese equivocado del todo, … que la
publiquen dentro de diez años, si es que para entonces le
puede interesar a alguien….»64

Lo que no dice Trotski es que la carta no es


fundamentalmente contra los bolcheviques, sino
personalmente contra Lenin. Según Carr, Trotski ni se

64 Carr. Citada. Olminski. “El Socialismo en un solo


país”. 2. Págs. 36 y 37

91
excusaba ni se mostraba arrepentido de sus
expresiones insultantes hacia el líder.

Carr comentando estas diatribas de Trotski contra Lenin


y las respuestas de éste, dice:

«Los esfuerzos realizados por Trotski a lo largo del período


1909-1914 para devolver la unidad al Partido fueron
combatidos repetidas veces por Lenin en nombre de la
pureza doctrinal y de la eficacia de la organización; y la
persistencia de esta disputa produjo como resultado una
mutua exacerbación y un rico vocabulario de insultos....»65

A continuación analizamos un poco de la obra de A.


Sobolev y algunos datos interesantes que aporta sobre
el trotskismo:

«En los años difíciles de instauración del Poder soviético


(Trotski) enzarzó al Partido en una serie de discusiones
muy arduas, intentando imponerle una línea aventurera,
“izquierdista”, en los problemas fundamentales de la
política interior y exterior. Su lucha contra el leninismo se
intensificó sobre todo, durante la enfermedad de Lenin y
después de su muerte...

En el curso de los debates, Trotski intentó rebajar a Lenin


y presentar como únicas concepciones teóricas acertadas
las suyas propias. Afirmó que lo característico de Lenin
“eran la práctica y la intuición revolucionarias”, negando
la contribución personal de Lenin al desarrollo del
pensamiento marxista. En su folleto “Un nuevo curso”,
Trotski definió el leninismo como un sistema de acción

65 Carr. Tomo I. Pág. 79.

92
revolucionaria que presupone la intuición revolucionaria,
educada con la reflexión y la experiencia, que en el
terreno social es equivalente a la sensación muscular del
trabajo físico....

Simultáneamente, Trotski comenzó a afirmar que existen


dos leninismos: “el viejo”, “inservible”, “de preguerra”,
con su idea sobre la necesidad de la etapa democrático-
burguesa de la revolución y su transformación en
revolución socialista... y el otro, un pretendido leninismo
nuevo, de postguerra, formado, a su decir, tras la renuncia
a las tesis fundamentales del bolchevismo, después de
rearmarle ideológicamente a base del trotskismo y, sobre
todo, gracias a la aceptación de la teoría de la revolución
permanente...»66

Trotski, ya lo decíamos, no se consideraba, ni de lejos,


un discípulo de Lenin, por el contrario, hasta la
Revolución de Octubre del 17, intentó, por todos los
medios, rebajar a Lenin, para enaltecerse él mismo y
presentarse como el verdadero líder de la Revolución
bolchevique, no obstante ser, como ya los hemos
probado, un anti-bolchevique convicto y confeso.

Podemos seguir reuniendo testimonios de todo tipo


para probar cómo atacaba sañudamente a Lenin,
llegando al insulto personal.

Para Trotski Lenin era un “práctico”, con mucha


intuición, pero nada más que eso, el “vuelo teórico”
estaba reservado para él mismo.

66 Sobolev, A. “El trotskismo, enemigo de la


revolución”. Editorial Progreso. Moscú 1974. Pág. 23.

93
b) Dictadura del proletariado versus dictadura
democrática de obreros y campesinos
En su obra cumbre: “La Revolución Permanente”
(Editorial Índice Rojo. México, 1961, páginas. 191-196),
Trotski enumera los elementos fundamentales de su
teoría y precisamente en los puntos segundo, tercero,
quinto y séptimo, dice:

«2. Con respecto a los países de desarrollo burgués


retrasado, y en particular de los coloniales y semi-
coloniales, la teoría de la revolución permanente significa
que la resolución íntegra y efectiva de sus fines
democráticos y de su emancipación nacional tan sólo
puede concebirse por medio de la dictadura del
proletariado, empuñando éste el Poder como caudillo de
la nación oprimida y, ante todo, de sus masas
campesinas.

3. El problema agrario, y con él, el problema nacional,


asignan a los campesinos, que constituyen la mayoría
aplastante de la población de los países atrasados, un
puesto excepcional en la revolución democrática. Sin la
alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la
revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino
que ni siquiera cabe plantearlos seriamente. Sin embargo,
la alianza de estas dos clases no es factible más que
luchando irreconciliablemente contra la influencia de la
burguesía liberal-nacional.

5. Enfocada en su sentido histórico, la consigna


bolchevique: “dictadura democrática del proletariado y los
campesinos”, no quería expresar otra cosa que las
relaciones caracterizadas más arriba, entre el
proletariado, los campesinos y la burguesía liberal. Esto

94
ha sido demostrado por la experiencia de octubre. Pero la
vieja fórmula de Lenin no resolvía de antemano cuáles
eran las relaciones políticas recíprocas del proletariado y
de los campesinos en el interior del bloque revolucionario.
En otros términos, la fórmula se asignaba
conscientemente un cierto carácter algebraico, que debía
ceder el sitio a unidades aritméticas más concretas en el
proceso de la experiencia histórica. Sin embargo, ésta
última ha demostrado, y en condiciones que excluyen
toda torcida interpretación, que, por grande que sea el
papel revolucionario de los campesinos, no puede ser
nunca autónomo ni, con mayor motivo, dirigente. El
campesino sigue al obrero o al burgués. Esto significa que
la “dictadura democrática del proletariado y los
campesinos” solo es concebible como dictadura del
proletariado arrastrando tras de sí a las masas
campesinas.

7. La Tendencia de la Internacional Comunista a imponer


actualmente a los pueblos orientales la consigna de la
“dictadura democrática del proletariado y de los
campesinos”, superada definitivamente desde hace
tiempo por la historia, no puede tener más que un
carácter reaccionario. Por cuanto esta consigna se opone
a la dictadura del proletariado, políticamente contribuye a
la disolución de este último en las masas pequeño-
burguesas y crea de este modo las condiciones más
favorables para la hegemonía de la burguesía nacional y,
por consiguiente, para el fracaso de la revolución. La
incorporación de esta consigna al Programa de la
Internacional Comunista representa ya de suyo una

95
traición directa contra el marxismo y las tradiciones
bolchevistas de Octubre...»67

Trotski en el punto segundo muestra cierta “tolerancia”


con la “fórmula” leninista de la “dictadura democrática
de obreros y campesinos”, en la tercera afirma que la
revolución democrática es inconcebible sin la alianza
obrero-campesina, pero solamente la revolución
democrática. En el punto quinto, afirma como todo anti-
campesino que éstos sólo pueden ser “arrastrados” a la
revolución por los obreros. Imagínese el lector el tipo de
“aliados” que se consigue el proletariado que, en lugar
de luchar por el triunfo, tendrá que estar arrastrando
masas campesinas completamente reacias. La visión de
Trotski es realmente singular, no puede sino ver a los
campesinos como una masa informe, sin ningún tipo de
iniciativa, a remolque obligado del proletariado.

El punto séptimo es, sin embargo, el decisivo. Ahora


directamente nos dice que la “fórmula” de Lenin es
reaccionaria, que ha sido superada por la historia (?), y
que se opone radicalmente a la consigna marxista de la
dictadura proletaria y finalmente constituye una
traición directa al marxismo y a las “tradiciones”
“bolcheviques” de Octubre.

Antes de hacer un análisis comparativo de las “dos


fórmulas”, según Trotski, diremos que, en este punto,
podemos encontrar una total, completa y definitiva
prueba de que los puntos de vista de Lenin y los de

67 Trotski. “La revolución permanente”. Editorial Indice


Rojo. México, 1961, págs. 191-196)

96
Trotski, en torno a problemas fundamentales, eran
diametralmente diferentes y opuestos y que no es
posible ni tolerable que se siga hablando de una línea
Lenin-Trotski.

En primer término, para Lenin, Stalin, Mao y cualquier


otro teórico del marxismo, la dictadura del proletariado,
no puede tener ni presentar siempre y en todos los
casos, las mismas formas. Es natural que el desarrollo
desigual de los procesos revolucionarios nos mostrara
una gran variedad de tipos y formas que adoptará la
dictadura del proletariado, como formación transitoria
hacia la sociedad comunista.

A fines del siglo XX, cuando la humanidad ha


experimentado los cambios drásticos que todos
observamos con la derrota y retroceso de grandiosas
experiencias de construcción socialista, se hace aún
más claro que el proletariado tiene la obligación y el
deber de nuclear en torno suyo a la mayor cantidad de
clases, fracciones, sectores y grupos oprimidos o
marginados que, en defensa de sus propios intereses y
con distintos grados de iniciativa, coadyuven en el
proceso revolucionario de nuevo tipo.

Para todos los revolucionarios es claro que el


campesinado pobre es el principal aliado del
proletariado y que, en determinados casos, como es
precisamente el caso de los países oprimidos por el
imperialismo (el calificativo de atrasados es una
reminiscencia del carácter mecánico del análisis
histórico de Trotski), el campesinado pobre llega a jugar
el importante papel de “fuerza principal” (Mao), del
97
proceso revolucionario, mientras el proletariado retiene
el papel de fuerza dirigente.

El caso chino es tan claro que los trotskistas


analfabetos, deberían estudiarlo para no seguir
hablando disparates.

Pero tenemos otro punto quizá más importante.


Solamente en la mentalidad mecánica, disecada y
profundamente influenciada por la teoría política
burguesa formalista y funcionalista que sustenta
Trotski, la dictadura y la democracia son conceptos
antitéticos. Como todo buen sociólogo burgués Trotski
dice: o dictadura o democracia.

Marx, ya en el célebre “Manifiesto”, nos decía que:

«El primer paso de la revolución obrera es la elevación del


proletariado a clase dominante, la conquista de la
democracia...»68

Por eso, los marxistas afirmamos con convicción plena


que la dictadura proletaria es democrática en el sentido
de que es la forma política de un nuevo tipo de Estado
que representa los intereses de las más amplias masas
populares y esas amplias masas populares son
precisamente los proletarios, los campesinos pobres y
medios, los pequeño-burgueses y las naciones y
nacionalidades oprimidas.

68 Marx, Karl. Manifiesto del Partido Comunista.

98
Lenin y Mao nos explican que precisamente en los
países oprimidos por el imperialismo es aún más
necesaria la férrea alianza de obreros y campesinos,
como núcleo del frente revolucionario mucho más
amplio. En China Mao, unió a proletarios, campesinos
pobres y medios, a pequeño-burgueses y a la burguesía
nacional en la primera etapa de la revolución que la
llamo de “Nueva Democracia” Trotski, metiéndose por
una rendija en los problemas chinos, sin saber siquiera
dónde quedaba China, “aconseja” a la Internacional
Comunista y al partido chino, una “...dictadura
proletaria” y sus epígonos piensan que Trotski descubrió
la pólvora en China.

Pero, hay algo más y es aquello del proletariado como


caudillo, de la revolución. No pudo Trotski encontrarse
una palabrita más infeliz para “explicarnos” el carácter
dirigente del proletariado en la revolución. Caudillo
significa cacique, amo, señor, caporal, patrono,
patriarca, autócrata, arconte, adalid, jeque, dux,
cabecilla, paladín, etc., etc. Todas estas acepciones son
de carácter medieval y hacen referencia a tipos de
dominación tradicional (Weber) que nada tienen que
ver con la dirección política del proletariado, pero que
tienen la virtud de mostrarnos el carácter arcaico de los
conceptos trotskistas, elevados a la categoría de joyas
literarias en Lora.

c) Lenin no era un maestro para Trotski, era un


rival

Por todo lo que venimos investigando y analizando,


llegamos a determinadas conclusiones que nos
99
permiten afirmar que para Trotski, Lenin no era ni
mucho menos un maestro, sino por el contrario un
verdadero rival que le cerraba las puertas a la
consumación de sus más caras aspiraciones personales.

La cita que tenemos a continuación trata de mostrarnos


a Lenin como un apasionado de la revolución, “pero”
como un escritor simple, “prosaico” lo cual significa
trivial, tosco, banal, grosero, insulso, pedestre, vulgar,
chabacano, etc. y además anguloso, que proviene de
ángulo, es decir la acepción que nosotros
interpretamos, inclinado, con recodos, con aristas, con
zig-zags, con recovecos, etc.

En la segunda cita nos habla de redacción con


arquitectura imperfecta. Trotski, no sabe cómo atacar a
Lenin y mezcla el halago mezquino y contenido con la
crítica oblicua y la mala intención visible.

Trotski se consideraba a sí mismo como un gran escritor


y además de “práctico”, consideraba a Lenin casi como
un ignorante que escribía apenas, “pero” que tenía un
apasionamiento revolucionario muy grande. ¡¡Qué
hermosas concesiones las del canalla Trotski con
respecto al genial Lenin!!

«Lenin convoca a la insurrección. En cada línea simple,


prosaica y a veces angulosa, resuena el apasionamiento
más impetuoso.»69

69 Trotski. “Historia de la Revolución Rusa. Tomo III. Pág.


224.

100
«La resolución redactada con prisas por Lenin, escrita a
lápiz sobre una hoja de papel escolar cuadriculado, era de
una arquitectura imperfecta, pero en cambio daba un
sólido apoyo a la corriente en favor de la insurrección...
etc...»70

El desprecio y la profunda antipatía que sentía Trotski


contra Lenin se podía palpar muy fácilmente en las
anteriores líneas que, al mismo tiempo, están reflejando
un inocultable propósito de rebajar a Lenin y
compararse ventajosamente con él tanto como escritor
cuanto como revolucionario.

d) Una carta de Lenin a A. I. F. Armand

Es por otra parte, una carta dirigida a A. Armand, la que


nos muestra un Lenin que exprime sus hondos
sentimientos despectivos sobre Trotski. Transcribimos
simplemente en este sub-capítulo, esa carta escrita por
Lenin que tiene varios propósitos, pero que revela un
criterio muy claro respecto a Trotski: 19-II-1917 (ojo
1917)

«...También hay una carta de Kollontai, quién (que esto


sea entre nous por el momento), ha regresado de
Norteamérica a Noruega. N. Iv. y Pavlov (el letón que
estaba en Bruselas, Pavel Vasilievich) conquistaron Novi
Mir, según dice, pero ... ¡llegó Trotski y este canalla se
entendió en seguida con el ala derecha de Novi Mir contra
los zimmerwaldistas de izquierda! ¡Así como oye!.

70 Trotski. Ídem. Pág. 238.

101
¡Ese es Trotski! Siempre fiel a sí mismo, se revuelve,
estafa, posa de izquierdista y ayuda a la derecha,
mientras puede....»71
Cuando las agresiones a Lenin sean muy subidas de
tono, emplearemos pues el calificativo más preciso que
tuvo contra Trotski: el canalla.

XII

SU CONCEPCION MILITARISTA

71 Lenin. “Contra el Trotskismo”. Editorial “Anteo” 1973.


Pág. 94.

102
Vamos a desentrañar en este capítulo el mito del Trotski
experto en asuntos militares, “clásico” de la estrategia
militar revolucionaria y todas estas “lindezas” por el
estilo. Probaremos con sus propios escritos que Trotski
estaba muy lejos de poseer esas cualidades y que, en el
problema militar, apenas era una mala copia de la
doctrina militar clásica, es decir burguesa. Y pasamos
sin más preámbulo al tema.

a) El “creador” del Ejército Rojo

El Ejército Rojo fue creado a instancias de Lenin con las


unidades soviéticas de obreros y campesinos que eran
desmovilizadas del frente de batalla.

El Ejército Rojo no fue una creación de la revolución de


octubre y podemos decir que no había en ninguno de
los líderes bolcheviques (quizá con la excepción de los
representantes de la Doctrina Militar Única de Frunze,
Gusev, Voroshilov y Budienny), el criterio de una
organización militar revolucionaria de carácter
proletario y campesino que tomara a su cargo las
tareas propiamente militares de la Revolución. Todos los
intentos fueron hechos casi sobre la marcha en base a
los destacamentos de soldados armados para la guerra
y su conversión en unidades revolucionarias, por lo
tanto bastante aleatorias. Escuchemos qué dice
Bettelheim al respecto:

«La Revolución de octubre no ha llevado a la edificación


de un ejército de carácter netamente proletario,

103
caracterizado por nuevas relaciones ideológicas y políticas
y susceptible de ser un instrumento en la lucha por la
transformación socialista de las relaciones sociales y
contra el ascenso posterior de las fuerzas burguesas...

El antiguo aparato del Ministerio de la Guerra,


transformado en Comisariado del Pueblo para la Guerra y
en Ejército Rojo, ha desempeñado un papel considerable
en esa edificación. Purgado de sus elementos
francamente contrarrevolucionarios y sometido al control
del Partido Bolchevique, a este Comisariado se confía,
según la fórmula de Trotski, la tarea de “englobar y
organizar el enorme aparato militar del pasado,
desorganizado y descompuesto, pero potente aún por la
cantidad de valores que contiene, y de adaptarlo al
ejército que queremos ahora”.»72

Prosigue Bettelheim:

«Esta cita de Trotski muestra claramente que el ejército


rojo se edifica en gran medida en continuidad con el
“aparato militar del pasado”. Los “valores” que el ejército
rojo conserva están constituidos, por consiguiente, por
una parte de las reglas disciplinarias, de las relaciones
jerárquicas, etc., del antiguo ejército zarista...
El lugar que se hace a los antiguos oficiales, corresponde,
hasta cierto punto, a “exigencias técnicas”, y más aún a la
importancia decisiva concedida a las “competencias
militares” que se supone concentradas esencialmente en
el antiguo cuerpo de oficiales. Aquí vemos, surtiendo
efecto, la idea de la cierta “neutralidad” de la técnica.
Trotski la expondrá en diversas ocasiones.»73
Trotski, según Bettelheim, declara:

72 Bettelheim. Tomo I. Citada. Págs. 249-250.

104
«Los técnicos, ingenieros, médicos, profesores y ex-
oficiales contienen, a la manera de las máquinas
inanimadas, el capital nacional que debemos explotar y
utilizar si queremos resolver los problemas esenciales
que se nos plantean.»74

Y prosigue Bettelheim:

«Esta concepción está ligada a la idea de que no existiría


una manera específicamente proletaria de combatir y de
hacer la guerra. Para Trotski, la táctica militar no parece
estar determinada por la naturaleza de clase del poder
que organiza las operaciones militares, sino por el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas...Trotski se hace al
mismo tiempo una representación mecanicista de las
relaciones existentes entre la naturaleza de la clase
dirigente y el ejército colocado bajo la dominación de esta
clase....»75

Y tenemos la cita de Trotski:

«La composición del Ejército y de su cuerpo de mando


está determinado por la estructura de la sociedad, el
aparato administrativo y la intendencia, dependientes de
la estructura del Estado, que esta determinada por la
naturaleza de la clase dirigente.»76

73 Bettelheim. Tomo I. Citada. Págs. 250.

74 Bettelheim. Tomo I. Citada. Pág. 250-251.

75 Bettelheim. Tomo I. Citada. Pág. 251.

105
Y continúa Trotski en la cita de Bettelheim:

«Necesitamos una fuerza armada efectiva, construida


sobre la base de la ciencia militar. Por esta razón, la
participación activa y sistemática en todo nuestro trabajo
de especialistas militares es una necesidad vital. Se debe
garantizar a los especialistas militares la posibilidad de
unir honestamente sus fuerzas a la obra de creación del
ejército.»77

Pero hay más de Trotski:

«Para los asuntos militares, operacionales, y más aún para


los problemas relacionados con el propio combate, los
especialistas militares de todas las administraciones
tienen la última palabra.»78

En base a todo lo anteriormente anotado, según las


precisas y preciosas anotaciones de Charles Bettelheim,
podemos preguntarnos: ¿existe una teoría militar en
Trotski?

b) ¿Existe una teoría militar en Trotski?

«El Ejército burgués es un instrumento de opresión


despiadada y de sumisión de los trabajadores, mientras
que el ejército socialista es un arma de emancipación y de

76 Bettelheim. Tomo I. Citada. Pág. 251.

77 Bettelheim. Tomo I. Citada. Pág. 252.

78 Bettelheim. Tomo I. Citada. Pág. 253.

106
defensa de éstos. Más la subordinación absoluta de una
parte a otra es un rasgo común a todo ejército. Un
régimen interno riguroso e indisoluble es la característica
de la organización militar. En la guerra, cualquier
descuido, cualquier ligereza, hasta una simple inexactitud,
pueden ser causas de considerables pérdidas. De ahí la
tendencia a la organización militar a llevar a su más alto
grado la precisión, la exactitud de las relaciones y la
responsabilidad. Estas “cualidades” militares son
79
apreciadas en todas partes donde aparecen…»

Hay quiénes, haciendo gala de una superficialidad muy


grande, un desconocimiento total de la historia y
naturalmente una buena dosis de mala fe, pretenden
endilgar a Trotski, la “hazaña” de haber creado,
fundado y construido el Ejército Rojo para la Revolución
de Octubre. Y hay más, existen otros autores que creen
haber encontrado en Trotski un clásico de la teoría
militar proletaria y la estrategia revolucionarias.

¡Nada más falso! Trotski tiene algunos escritos militares


y de ellos hemos extractado las variadas citas que
aparecen al comienzo de este capítulo que nos
muestran (podríamos citar una infinidad en el mismo
sentido) que para él, el problema militar es técnico. Es
decir que Trotski no encontraba una diferencia
fundamental entre la teoría militar revolucionaria y la
teoría militar clásica. Pensaba Trotski que los militares
eran técnicos, como cualquier otro técnico, que tenía
conocimientos específicos de una disciplina o rama de
la ciencia y que, por tanto, podían ser utilizados dichos

79 Trotski. “Obras Escogidas””. Tomo II. Pág 210.

107
conocimientos ya sea por la reacción en el caso de los
ejércitos de los Estados burgueses, o en caso contrario,
por la revolución socialista.

He aquí las citas que comprueban lo que decimos:

«La guerra no es una ciencia; la guerra es un


conocimiento práctico, una habilidad. (...) La guerra es
una “profesión” para quienes aprenden como es debida
las cuestiones militares... ¿Cómo determinar el grado
óptimo de la profesión militar con ayuda del método
marxista? Sería lo mismo que crear una teoría de la
arquitectura o un texto de veterinaria con la ayuda del
marxismo.»80

Esta teoría deriva, inobjetablemente del carácter


instrumentalista que tiene Trotski del Estado. Al igual
que el Estado que para él es una máquina inerte que
puede servir a los fines de quiénes lo detenten,
igualmente el Ejército es un órgano constituido por un
agrupamiento de hombres técnicamente capacitados
para hacer la guerra, pero que dicha burocracia militar
carece de condicionamientos de clase y por tanto de
contenido y que, consecuentemente, pueden hacer la
guerra en favor de quiénes los “conquisten”, los
“convenzan” o finalmente los ganen para su posiciones.

Esta teoría sui-géneris es profundamente reaccionaria y


parte, como decíamos también, de una incorrecta
apreciación del carácter de la guerra. La guerra para

80 Carr. Citada. “El Socialismo en un solo país”. 2. Pág.


387.

108
Trotski, es un arte, una técnica, su carácter político ha
desaparecido, es por ello que los instrumentos de la
guerra, así como la guerra misma, también pueden ser
“neutrales” y susceptibles de ser utilizados a capricho
de la fuerza social más dinámica.

Trotski efectivamente, observó la situación del ejército


ruso en momentos tan especiales como fueron los
momentos de la primera guerra mundial y la situación
revolucionaria de 1917 y se confundió completamente.
Tomó una coyuntura y la absolutizó. ¿Por qué decimos
esto?

El Ejército ruso zarista que era derrotado en todos los


frentes de la primera guerra mundial, estaba
totalmente desmoralizado y no tenía capacidad de
reacción. La situación social y económica de Rusia era
desastrosa y el poder zarista se caía en pedazos. Sobre
todo los bolcheviques - no consideramos a Trotski un
bolchevique-, habían realizado una labor política muy
inteligente en el seno de tal ejército compuesto por
campesinos, obreros y gentes de clase media baja,
obligados por la conscripción, desesperados por las
malas condiciones de vida y de combate, etc., etc.

Fueron, como vemos, una serie de factores los que


determinaron un debilitamiento muy grande de las
estructuras militares del ejército zarista. Los soviets de
campesinos y obreros se extendieron a los soldados. Se
trataba entonces de una situación singular y
coyunturalmente muy favorable para el paso de
contingentes armados del Ejército al campo de la
revolución. Y fue eso lo que sucedió, pues los soviets de
109
soldados, al igual que los soviets campesinos y obreros
fueron la columna vertebral del futuro ejército rojo.

¿Podemos decir que en los niveles superiores del


Ejército zarista ocurría lo mismo? Es cierto que la
desmoralización era completa y total, pero el oficial que
había jurado lealtad a la corona zarista, difícilmente iba
a cambiar así por así sus lealtades. Podrían darse casos
excepcionales, que sin duda los hubo, pero el grueso de
la oficialidad zarista seguiría siendo zarista hasta el fin,
así tenemos la enorme cantidad de esos oficiales que
lucharon con los ejércitos blancos contra el poder
soviético.

Trotski se confundió totalmente y pretendió fundar una


“teoría militar” en base a estos supuestos tan
deleznables. La “teoría militar trotskista” resultó siendo
un remedo de la versión clásica, pero invertida, es decir
el mismo ejército pero convertido a la “revolución” por
la acción de los deseos y el convencimiento de Trotski.

Es cierto que muchos militares ex-zaristas se pasaron


con armas y bagajes al campo de la revolución, pero es
más cierto que en la primera oportunidad que se les
presentó, volvieron a sus andadas de enemigos
profundos de la Revolución. Se tiene el caso típico del
Mariscal Tukachevsky que según todos los informes
durante la Guerra Mundial se había puesto de acuerdo
con los invasores germanos.81 El caso más claro incluso
es el del Mariscal Vlasov que se pasó a los nazis e

81 Colvin, Ian. “Canaris, Jefe del servicio Secreto


Alemán. Págs. 55, 56 y 57.

110
incluso se puso a combatir del lado de los fascistas con
brigadas íntegras de desertores rusos y ucranianos.

No podemos menos que comparar las grandiosas


teorías militares del Presidente Mao con los
mamarrachos “militares” de Trotski. Mao Tse-Tung, se
retiró magníficamente al campo, comenzó a organizar
pequeñas unidades rojas campesinas, mediante un
prolongado trabajo político-militar reclutó enormes
ejércitos de nuevo tipo, bajo un mando político riguroso
y finalmente enfrentó y derrotó al viejo ejército
nacionalista de Chiang Kai-shek y a la intervención
descarada del Imperialismo yanqui, siguiendo el criterio
de Marx de “destrozar” el aparato represivo del Estado
burgués y construir uno nuevo. 82

¡No! Trotski no comprendió nunca esta tarea ciclópea y


tomó el camino corto de “ganar” militares para la
revolución y que luego éstos se den la vuelta en la
primera oportunidad. ¡¡Qué cerca de Trotski está el
buen don Guillermo con su “vivo rojo” en nuestras
latitudes!! Básicamente no existe teoría militar
trotskista alguna, únicamente tácticas entristas con los
resultados conocidos. Escuchemos finalmente y otra
vez a Charles Bettelheim, en torno a estos problemas
como un resumen:

«El ejército rojo no es un instrumento adecuado para el


paso a la etapa siguiente de la revolución. No es un

82 Marx, Karl. 18 Brumario de Luís Bonaparte.

111
ejército proletario, sino un ejército popular subordinado a
la dictadura del proletariado...»83

83 Bettelheim. Citada. Tomo I. Pág. 255.

112
XIII

LA CUESTION CHINA Y TROTSKI

Todos los trotskistas se llenan la boca hablando de la


“traición” de la Internacional Comunista y de Stalin a la
revolución china de 1925-27. Ahora aclararemos este
problema que, efectivamente, no ha sido esclarecido
con la debida puntualidad. Los problemas centrales en
disputa, son los siguientes: el carácter del Partido, su
relación con el Kuomintang, el problema campesino y
las relaciones del Partido Comunista de China con la
Internacional Comunista.

Vayamos por partes: Trotski, el sabelotodo, pensaba


que podía desde la Unión Soviética o donde él
estuviere, dictar clases de revolución a los chinos, a los
malayos, a los patagones y a los hotentotes, etc., etc.
Sostenía que el Partido debía romper todo vínculo con
el Kuomintang, debía desarrollar el trabajo político en
las grandes ciudades y finalmente separarse totalmente

113
de la IC, controlada por Stalin que, como él pensaba,
estaba en contra de la revolución china y a favor del
Kuomintang ya controlado por Chang Kai-shek. Un poco
esquemáticamente, ésta era la posición de Trotski.

Por su parte la IC, y el camarada Stalin, sostenían la


necesidad de seguir trabajando en el Kuomintang y
cuando Chang traicionó a todo el pueblo chino y pasó
definitivamente a la derecha, había que continuar
trabajando con el Kuomintang de Wuhan que mantenía
posiciones revolucionarias, para enfrentar la política
reaccionaria de Chang.

Sabemos muy bien que durante el liderazgo del Dr. Sun


Yat-sen, el padre de la república democrática burguesa
china, el Kuomintang fue un leal aliado de la revolución
bolchevique, al extremo de ser parte, aunque formal de
la III Internacional. A la muerte del patriarca chino, el
Kuomintang sufrió una profunda transformación, su
sucesor el General Chang Kai-shek, había estudiado en
Moscú y tenía fama, aunque falsa de ser un amigo de la
URSS.

Como podemos apreciar los dirigentes de la


Internacional Comunista, el camarada Stalin y el señor
Trotski, estaban bastante alejados de la realidad china y
enviaban sus directivas e instrucciones como si China
fuera un país europeo con una gran clase obrera,
haciendo, además una abstracción completa del
problema campesino. No existen documentos ni de la
IC, -menos de Trotski, conocido ya en la URSS como un
real adversario, por decir lo menos-, que planteen
correctamente el problema de los campesinos a
114
quienes Trotski siempre consideró atrasados y
susceptibles de traición al proletariado.

Bien, llegaron los trágicos acontecimientos de 1926


cuando Chiang Kai-shek pasó a la ofensiva y
virtualmente masacró a los trabajadores y a los
dirigentes comunistas en Shanghai, en Cantón y otras
grandes ciudades chinas. El Partido virtualmente fue
completamente destruido y las masas proletarias
completamente debilitadas. La Revolución China, según
Trotski había sido “traicionada” por Stalin. La derrota de
la revolución china se debía a la política errada y
traidora de la IC y sobre todo de Stalin. Es pues ésta la
prédica trotskista que quiere ser la versión definitiva e
“histórica” de la realidad china. Es ésta la
tergiversación más grande que se quiere construir en
beneficio de Trotski y en perjuicio de Stalin.

Pero veamos cuál es en realidad la única verdad en


cuanto a China. Tanto las IC, cuanto Trotski estaban
totalmente equivocados. Erraban todos los
bolcheviques que pretendían dar lecciones a China.
Erraban todos los asesores que, por su orden, viajaban
a China a proporcionarle asesoramiento político y
militar, erraban los Borodin, los Blyujer, los Joffe, etc. La
discusión que pretendían “ganar” los trostkistas era
falsa. Debió llegar el Presidente Mao Tse-Tung, para
poner fin de un solo golpe tanta fatuidad y tanta
ignorancia.

El camarada Mao, reconociendo completamente el


liderazgo de la Internacional Comunista y del camarada
Stalin, jamás puso en duda que la Internacional
115
trabajaba en bien de la revolución mundial. Sobre estas
bases, planteaba y exigía, como que lo consiguió, que
fueran los chinos los que determinen el curso a seguir.
Ese curso era muy claro: lanzarse decididamente a
conquistar bases campesinas, ganar a la inmensa
mayoría de los campesinos pobres chinos que sumaban
cientos de millones y bajo la dirección revolucionaria
proletaria de la clase obrera, cercar las ciudades y
conquistar el poder.

Brevemente, este programa fue puesto en práctica y


logró una espectacular victoria que nadie, que no sea
trotskista puede negar. Esa discusión está cerrada: en
cuanto a China, fue Mao Tse-Tung quién tuvo toda la
razón.

116
117
XIV

LA CUESTION ALEMANA Y TROTSKI

a) Su concepción del fascismo

Otro de los problemas esgrimidos hasta la saciedad por


Trotski y los trotskistas para atacar a Stalin, es la
cuestión alemana. Los puntos de vista trotskistas,
brevemente expuestos serían los siguientes: como es
conocido, Trotski sostuvo siempre la idea que la
revolución socialista no podía triunfar jamás si no
conseguía avanzar en un país capitalista desarrollado,
principalmente Alemania, donde se había desarrollado
considerablemente el movimiento comunista.

En los primeros años de la Revolución Bolchevique,


todos esperaban que Alemania viniera, con su gobierno
socialista, a ayudar a la Rusia soviética en su marcha al
socialismo. Sin embargo, en Trotski la idea no era
simplemente una posibilidad, sino, efectivamente el
único camino de salvación para los bolcheviques. Desde
ese punto de vista, actuó, por ejemplo, en la crisis de
Brest-Litovsk que ya la conocemos. Pero, más allá de
los problemas concretos, Trotski alentaba en Alemania
una fracción que respondía a sus lineamientos y que se
oponía a la Internacional Comunista.

118
La revolución en Alemania tuvo momentos muy
importantes y sus fuerzas crecían alentándose grandes
esperanzas en todos los revolucionarios. Sin embargo,
las causas de la derrota deben ser buscadas en una
serie de factores que Trotski los reducía uno solo: “La
traición de Stalin” y su enemistad con el triunfo de la
revolución alemana. Según Trotski, Stalin y la
Internacional Comunista, no querían el triunfo de la
revolución alemana. Estas conclusiones de Trotski,
siendo como eran completamente absurdas, son
defendidas hasta el presente por los aduladores anti-
stalinistas de Trotski.

Según esos criterios, Stalin se opuso a una alianza de


los comunistas alemanes con los socialdemócratas,
allanando de esta forma el triunfo fascista. Según esas
mismas opiniones, Stalin no alentó eficazmente a los
comunistas para que tomaran en poder, en una
palabra, fue la acción y la inacción de Stalin la que
habría determinado la derrota revolucionaria.

No hace falta exponer muy ampliamente la verdad para


mostrar y demostrar que las acusaciones trotskistas
son simplemente absurdas. Todo el mundo sabe y
conoce que fueron los traidores socialdemócratas de la
calaña de los Bauer, Hilferding, los Adler, etc., los que
torpedearon la alianza anti-nazi por prejuicios de clase,
pues para ellos los comunistas eran enemigos más
peligrosos que los mismos nazis. Los propios gobiernos
socialdemócratas perseguían, encarcelaban y
asesinaban a los comunistas como el caso de Rosa
Luxemburgo y Guillermo Liebknecht. En consecuencia,
la responsabilidad mayor en la falta de una unidad
119
nacional, social y política contra el fascismo la llevan
realmente los socialdemócratas y así lo aseguran todos
los autores honestos, neutrales e imparciales.

En cuanto a que Stalin no apoyó el esfuerzo alemán por


el socialismo, es una crasa y torpe acusación.

La Internacional Comunista y el camarada Stalin


hicieron todo lo posible por ayudar con todos sus
medios, pero naturalmente no podían hacer la
revolución por los alemanes, como parece querer
Trotski y sus afanes de encontrar errores en Stalin. Eso
debe quedar completamente claro.

En cuanto a los problemas de principio, se asegura por


parte de los aduladores de Trotski, como el caso de
Isaac Deutscher, que sería Trotski, por así decirlo el
principal teórico sobre la naturaleza del fascismo.
Leamos sus opiniones al respecto:

«Como nadie, y mucho antes que nadie, él comprendió el


delirio con que el nacional-socialismo habría de estallar
sobre el mundo... El meollo de la concepción de Trotski
reside en su descripción del nacional-socialismo como “el
partido de la desesperanza contrarrevolucionaria”. Trotski
veía al nacional-socialismo como el movimiento y la
ideología del wildgewordene kleinburguer, el pequeño
burgués enfurecido. Esto lo distinguía de todos los otros
partidos reaccionarios y contrarrevolucionarios. Las
fuerzas de la reacción convencional operaban usualmente
desde arriba, desde la cúspide de la pirámide social, para
defender la autoridad establecida. El fascismo y el
nacional-socialismo eran contrarrevoluciones desde abajo,
movimientos plebeyos que se alzaban desde las
120
profundidades de la sociedad. Expresaban el vehemente
afán de la baja clase media por imponerse al resto de la
sociedad. Habitualmente reprimido, ese afán se vuelve
agresivo en una catástrofe nacional a la que no pueden
enfrentarse la autoridad establecida y los partidos
tradicionales. (…) Los grandes negocios, las financias
judías,, la democracia parlamentaria, los gobiernos
socialdemócratas, el comunismo y el marxismo en general
se fundían ante los ojos del kleinburguer en la imagen de
un monstruo de muchas cabezas que lo estrangulaba.» 84

Deutscher cansa con sus halagos inmerecidos con


referencia a Trotski. Sus criterios sobre el fascismo muy
respetables, son en nuestro criterio, falsos. El fascismo
sólo aparentemente es un movimiento pequeño
burgués, pues la pequeña burguesía y menos aún la
baja pequeña burguesía tiene poder alguno, fuerza ni
determinación para producir una hecatombe de las
características conocidas. Por el contrario Dimitrov,
verdadero teórico marxista sobre el fascismo, nos
señala, con toda claridad que el fascismo es una
expresión del capital financiero internacional, de los
grandes intereses económicos que ven en peligro sus
intereses. Dimitrov, nos dirá:

«El fascismo es la dictadura terrorista abierta de los


elementos más reaccionarios, más chovinistas y más
imperialistas del capital financiero. (…) El fascismo es la
más feroz ofensiva del capital contra las masas
trabajadoras; el fascismo es el chovinismo más
desenfrenado y la guerra de rapiña; el fascismo es la

84 Deutscher. “El profeta desterrado”. Págs. 126-127-


130-131.

121
reacción feroz y la contrarrevolución; El fascismo es el
peor enemigo de la clase obrera y de todos los
trabajadores. (…) El fascismo alemán actúa como
destacamento de choque de la contrarrevolución
internacional, como incendiario principal de la guerra
imperialista.»85.

Por su parte Reinhard Kuhnl, nos dice que el fascismo es


una de las formas de la dominación burguesa. Su obra,
precisamente se llama así: “Liberalismo y Fascismo: Dos
formas de dominio burgués”.

«La ideología y la propaganda del fascismo respondían


tanto a la mentalidad de sus seguidores como a las
necesidades de la clase dominante. La ideología fascista
tuvo que dar expresión, de un lado, a la insatisfacción de
las masas con las condiciones sociales existentes, pero,
de otro, no debía poner en peligro el orden social
capitalista. Sólo así era posible recoger el descontento y
canalizarlo de forma que, además de no ser nocivo para el
sistema constituido, resultara incluso beneficioso para
éste. Evidentemente, una política así sólo sería posible si
las masas estaban ya premodeladas oportunamente a
través de la situación social y la tradición política y
cultural (...) Se pueden distinguir seis motivos
fundamentales, cada uno de los cuales cumple una
función bien definida, aunque sólo en su acción conjunta
confieren originalidad y efectividad a la ideología fascista.
La ideología de la comunidad, a la que pertenece también
el nacionalismo; la ideología de la autoridad, que
desemboca en el principio del caudillo; la ideología de la

85 Dimitrov, Jorge. “Obras Escogidas”. Akal Editor.


Madrid, España 1977. Tomo I. Págs. 578-585.

122
propiedad, que culmina en un anticomunismo militante;
ciertos atisbos anticapitalistas, que apuntan contra el gran
capital, pero que son desprovistos de su agresividad
política mediante la conjugación con otros elementos, en
particular con la ideología de la propiedad; la filosofía de
la víctima propiciatoria, que proporciona una explicación
válida a todos los males de este mundo y procura al
mismo tiempo a las masas los objetos en los que puede
descargar impunemente sus impulsos agresivos; y por
último, el militarismo que prepara ideológicamente a las
masas para la guerra.»86

De manera que no podemos, en modo alguno, estar de


acuerdo con Deutscher en calificar a Trotski como el
“primero”, el “único” y el “mayor” teórico sobre el
fascismo; sencillamente Trotski vio, como buen
positivista que era, la forma, el fenómeno, la apariencia
del nacional-socialismo y no su esencia ni su contenido.
Tanto Dimitrov, cuanto Kuhnl, nos enseñan que el
fascismo es una fuerza que, mediante la demagogia,
efectivamente, moviliza a las clases medias bajas, pero
intrínsecamente, responde a los intereses del
capitalismo y del imperialismo. Basta pues comparar los
criterios de los dos marxistas con los de Trotski para
darnos cuenta del carácter completamente superficial
de los análisis de este último sobre el fascismo.

86 Kuhnl, Reinhard. “Liberalismo y Fascismo: dos


formas de dominio burgués”. Editorial Fontanella.
España. 1982. Pág. 148.

123
124
XV

LA VERBORREA TROTSKISTA

a) Su actuación en la Revolución de Octubre

Es conocida la actividad de León Trotski durante la


Revolución de Octubre. Como miembro del Comité
Central bolchevique y como Presidente del Soviet de
Petrogrado, se ocupó muy seriamente de lanzar
arengas incendiarias en calles y plazas enardeciendo el
espíritu de los revolucionarios. Como describen sus
epígonos, Trotski parecía estar en todas partes, de
pronto subido en la plataforma de un camión arengaba
a los luchadores para lanzarse al combate,

125
inmediatamente después se encontraba en otra fábrica
en el mismo empeño. Su actividad fue febril y
efectivamente todos los obreros lo conocían. Según
John Reed, Trotski hablaba 6, 8 o 12 horas diarias
durante los días de la revolución.

No se puede negar la gran importancia de los discursos,


arengas y proclamas de Trotski en todos los momentos
y en todos los lugares de Petrogrado. La prensa
internacional que sigue siempre los aspectos formales
de los procesos revolucionarios, llegó a pensar en
determinados momentos que Trotski era tan importante
como Lenin. Empero tal situación no podía ser ni fue la
verdadera, Lenin era el líder, el organizador, el teórico y
conductor de la Revolución de octubre, Trotski era el
divulgador, el expositor, en una palabra el “mete-bulla”,
muy conocido por cierto, pero a distancia sideral del
genio de Octubre.

En la “Historia de la Revolución Rusa” Trotski cita al


autor Sujanov que precisamente se refiere a la
hiperactividad de él mismo en esos días alucinantes.
Escuchemos las palabras de Sujanov, un conocido
menchevique admirador de Trostki:

«Respecto al Presidente del Soviet de Petrogrado, dice


Sujanov:
“Abandonando la labor que realizaba en el Estado Mayor
Revolucionario, volaba de la fábrica de Obujov a la de
Trubichnaya, de la de Putilov a la del Báltico, del Picadero
a los cuarteles y perecía como si hablara
simultáneamente en todos los sitios. Cada soldado y cada
obrero de Petrogrado le conocía personalmente. Su

126
influencia, tanto entre las masas como en el estado
Mayor, era aplastante. En esos días, era la figura central y
el héroe principal de esa notable página de la historia» 87

Sin embargo, para ser fieles con la verdad, no podemos


menos que reconocer que Trotski jugó un papel muy
importante poco antes y durante la Insurrección de
Octubre, pero con todo no se puede poner su nombre a
la altura del de Lenin, ni mucho menos. Trotski quería
ser el “héroe”, el “líder”, el “caudillo”, para enaltecerse
él mismo, la revolución misma estaba en un segundo
plano, era el colofón, el trasfondo en el cual brillaba la
figura del “genio”.

Trotski fue pues muy conocido en Occidente porque las


agencias noticiosas sabían de él, lo veían en los lugares
más destacados y Trotski posaba gustoso para ellas.
Pero todo esto que puede ser muy importante para la
comunicación y la información, no tiene nada que ver
con la teoría militar del proletariado a la cual ni siquiera
se asomó el “canalla”. Se sabe que en occidente las
obras de Trotski son publicadas a granel porque
naturalmente sus ataques a la Rusia Soviética
convienen a los círculos reaccionarios.

b) El halago de Trotski, un orador consumado,


«más grande que Marx y Lenin» (?)
Todos los autores están de acuerdo con asignar a
Trotski, la condición de un orador consumado. Hitler
también fue un orador muy consumado, electrizaba a
87 Trotski, León. Cita a Sujanov. Historia de la
Revolución Rusa. Tomo III. Pág. 176.

127
las masas, las ponía en paroxismo y, con gestos
teatrales, les hacía creer cualquier cosa. Nadie duda
que una cualidad semejante puede redituar beneficios a
cualquier causa y en este caso (el de Trotski),
efectivamente las redituó en favor de la revolución.
Podemos afirmar pues que la principal, sino la única
gran contribución trotskista a la Revolución de Octubre
fueron sus discursos incendiarios en todas las plazas,
en todas las fábricas y en todas las esquinas de
Petrogrado en los días de octubre.

Empero donde Trotski y sus admiradores llegan al


ridículo es cuando lo comparan e incluso lo ponen por
encima de Marx y de Lenin, una verdadera impostura.

«Su obra histórica es dialéctica como no lo es tal vez


ninguna obra producida por la escuela de pensamiento
marxista desde Marx, de quien derivó su método y su
estilo. Junto a las obras históricas menores de Marx, “La
lucha de clases en Francia”, “El 18 Brumario de Luís
Bonaparte” y “La Guerra Civil en Francia”, la “Historia” de
Trotski aparece como la gran pintura junto a la miniatura.
Mientras que Marx se alza muy por encima de su discípulo
en cuanto al poder de su pensamiento abstracto y su
imaginación gótica, el discípulo es superior (sic) como
artista épico, especialmente como maestro de la
presentación gráfica de las masas y los individuos en
acción. »88

Deutscher es realmente un trotskista obtuso, pues tiene


la poca decencia de calificar de “menores” las obras
históricas y políticas de Marx e inclusive de
88 Deutscher. “El profeta desterrado”. Pág. 207.

128
«miniaturas» frente a la “gran pintura” de Trotski. ¿Qué
podemos refutar a un vulgar fan feminoide de Trotski?

Y otra muestra del halago desmedido:

«La “Historia” es la obra culminante de Trotski, tanto en


escala como en fuerza, y por ser la expresión más plena
de sus ideas sobre la revolución. Como historia de una
revolución, escrita por uno de sus protagonistas, es única
en la literatura mundial.»89 Pero inmediatamente
después, el propio Deutscher acepta que: «En Trotski
había una indudable veta de egocentrismo. .... Se ha dicho
que “Mi Vida” pone de manifiesto el egoísmo de Trotski y
su tendencia a dramatizar sus propios actos...».90

89 . Ídem. Pág. 216.

90 Ídem. Pág. 215.

129
XVI

SU CONFRONTACION CON STALIN

Trotski, ya lo sabemos, había inaugurado desde mucho


antes de 1917, una verdadera campaña para emular
con Lenin y quitarle el puesto que éste tenía a la
cabeza del movimiento insurreccional ruso contra el
zarismo o por lo menos ser el sucesor indiscutido. Toda
su actividad, antes que centrarse contra el zarismo, fue
atacar, denigrar y tratar de desacreditar a Lenin.

Fracasado en su intento, vio una nueva posibilidad con


la muerte prematura del líder bolchevique y pensó que
una vez desaparecido Lenin, su tarea de tomar la

130
cabeza de los bolcheviques sería una tarea muy fácil.
Se equivocó, de medio a medio, porque ahí estaba
Stalin.

Stalin, en principio, no tuvo reparo alguno contra


Trotski, antes de las traiciones y encuentros con el
propio Lenin. Stalin incluso llegó a ponderar el trabajo
de Trotski durante la insurrección de octubre.
Posteriormente se volcó contra Trotski cuando
comprendió que éste, como buen “entrista”, pretendía
usurpar la dirección bolchevique y la propia dirección
de la Revolución Rusa y ponerla al servicio del sionismo
internacional.

Trotski se sentía muy superior a todos los líderes


bolcheviques, incluyendo a Lenin; a la muerte del líder,
vio llegada su hora y se lanzó al ataque en su conocida
obra “Lecciones de Octubre”, en la cual pretende
presentarse como el verdadero líder de la Revolución
Bolchevique. Ese artículo le valió la repulsa y oposición
de toda la dirección del Partido, incluyendo a Bujarin,
Zinoviev y Kamenev y naturalmente también a Stalin.

Su principal ataque lo dirige Trotski contra la dupla


Zinoviev-Kamenev, en torno a la traición de éstos a la
insurrección cuando en calidad de verdaderos
esquiroles, denunciaron el día y hora del llamado al
levantamiento armado, oponiéndose a él. En este
problema Trotski tenía la razón, pero indudablemente lo
hacía para ir descabezando poco a poco la dirección
bolchevique en provecho propio. Por su parte, los
atacados respondieron con toda su artillería sacando a
la luz todo el pasado anti-bolchevique de Trotski.
131
Había comenzado la catástrofe para Trotski de la que no
pudo reponerse nunca. En realidad, la vieja guardia
bolchevique a pesar de estar constituida por más de un
oportunista, tenía en común un pasado largo y una
lucha conjunta bajo la dirección de Lenin. En ella Trotski
era un recién llegado, un verdadero advenedizo.

Trotski y el trotskismo han hecho de Stalin el blanco de


todos sus ataques y la literatura trotskista anti-stalinista
es tan copiosa que precisaríamos muchos volúmenes
para referirnos a ella. Lo cierto es que Trotski odió a
Stalin porque vio en él, un obstáculo insalvable para sus
planes de apoderarse de la dirección del partido
Bolchevique y de la Revolución de Octubre.

Trotski veía en Stalin, otro “práctico”, pero el práctico


que le impedía llegar a su meta de modo que había que
acabar con Stalin. No pudo hacerlo y volcó toda su
frustración en los ataques verbales y en un complejo de
inferioridad tan grande que terminó en una oposición
ciega a la Revolución de Octubre, convirtiendo su
movimiento, la Cuarta Internacional, en un organismo
provocador a nivel mundial durante ya casi un siglo.

Sabemos que a la muerte de Lenin, en realidad unos


meses antes, Trotski pretendió acercarse y ganarse la
voluntad del líder, cuando éste había censurado a Stalin
en asuntos relativos a las nacio-nalidades y se hablaba
incluso de un rompimiento con Stalin a propósito de un
enfrentamiento con Krupskaia, la esposa de Lenin.
Trotski pensó que había llegado su hora. Lenin, por su
parte, escribió algunas notas que los trotskistas han
llamado abusivamente el “Testamento”, en el cuál
132
expresa su preocupación sobre el futuro de la dirección
bolchevique y concretamente señala a Trotski y Stalin,
como los más destacados de dicha dirección, aunque
indica claramente que le parece que Trotski es el más
capaz. Precisa que Stalin es demasiado rudo y grosero y
que sería conveniente pensar en su sustitución. Por otra
parte también señala, y eso lo ocultan muy bien los
trotskistas que éste está demasiado ensoberbecido y
que no se distingue únicamente por dotes relevantes.

Lenin, como lo hemos demostrado muy ampliamente,


conocía de sobra a Trotski y jamás hubiera propuesto su
candidatura al liderato como lo sostienen sus infelices
seguidores. Lenin estaba preocupado por el futuro y,
por tanto resulta una aventura teórica pensar y
sostener que Lenin hubiera preferido esto o lo otro. La
Historia no puede cambiar, Stalin derrotó a Trotski e
impuso un derrotero que significó, pese a quien pese, el
socialismo en la URSS por el espacio histórico de 30
años. Esa es precisamente la herencia a la que no
renunciaremos jamás.

En este punto, tenemos el testimonio del mejor y mayor


biógrafo de Lenin, Gerard Walter quien, con pruebas
irrefutables nos demuestra que Lenin, si bien tuvo un
altercado menor de carácter personal con Stalin por un
desacuerdo con Krupskaia, escribió su artículo:

«“Sobre la reorganización de la inspección obrera y


campesina”, dictado los días 9, 13, 19, 22 y 23 de enero,
en el que preconiza la fusión de la Inspección obrera y
campesina con la Comisión de Control del Partido y
declara que: “el Comisario del Pueblo (Stalin) para la

133
Inspección puede y debe ser mantenido en su cargo”, y
los elementos de la Comisión de Control le deben
acatamiento. «Lo cual, según Walter, quería decir que los
poderes de Stalin iban a ser todavía más extensos»91

Walter se muestra perplejo ante las afirmaciones de


Trotski en el sentido de que en ese mismo tiempo, Lenin
le ofrecía formar un “bloque” contra Stalin. Walter dice
textualmente:

«Por un lado, nada me autoriza a suponer que Trotski


haya inventado completamente la entrevista durante la
cual Lenin le hizo esa proposición; por el otro, es
absolutamente imposible creer a aquel (Lenin) capaz de
tal duplicidad»92

Pensamos que todos los esfuerzos del trotskismo de


intentar crear una brecha “testamentaria” entre Lenin y
Stalin, por una parte, y una “alianza” de último
momento entre Lenin y Trotski, son absurdos y
completamente inadmisibles para cualquier
investigador medianamente informado y forman parte
del arsenal que da oxígeno a las posiciones más
endebles del trotskismo internacional.

Por todo lo expresado, está claro que el socialismo


soviético fue obra de Stalin y los bolcheviques y cuando
los trotskistas nos hablan de traición, simplemente

91 Walter, Gerard. “Biografía de Lenin”. Editora Política.


La Habana. Cuba. 1964. Pág. 449.

92 Ídem. Pág. 450

134
están contradiciéndose flagrantemente, pues: ¿Cuál
socialismo traicionó Stalin? ¿Será pues el que construyó
él mismo?, porque ya sabemos que antes, durante el
“Comunismo de Guerra” y la NEP, no hubo todavía
socialismo en la práctica. Los trotskistas nacionales
deben poner en orden sus ideas para no seguir
sosteniendo disparates.

XVII

EL FRACCIONALISMO TROTSKISTA

Sabemos ya que antes de 1917, se auto-titulaba el


campeón de la unidad de la Socialdemocracia
pretendiendo unir a bolcheviques leninistas, con
conciliadores, mencheviques, liquidadores, econo-
micistas y otros grupos antileninistas, proclamándose el
representante de la “unidad” de todas las fracciones.

Empero un punto muy importante que caracterizó al


trotskismo y sobre todo a su Jefe Trotski ya como

135
militante y dirigente del Partido después de 1917, fue,
como se sabe, el problema de las fracciones al interior
del Partido. Mientras Trotski era un dirigente importante
del partido bolchevique en vida de Lenin, se
manifestaba como un consecuente defensor de la
unidad del Partido y de la necesidad de luchar “en el
Partido” incluso si éste estaba equivocado, pues se
repetía frecuentemente que era preferible equivocarse
con el Partido que acertar fuera de él.

Sin embargo, en realidad, la unidad del Partido no le


interesaba en lo más mínimo a Trotski. Su interés
principal radicaba en obtener el liderato absoluto del
Partido para ponerlo a disposición de su inocultable
egocentrismo. Desaparecido Lenin, apareció el
verdadero rostro de Trotski fraccionalista y divisionista,
como furibundo enemigo del Comité Central, del
Secretariado General y del líder, el camarada Stalin.

El principal biógrafo de Trotski a quién seguimos


frecuentemente en este trabajo, relata
pormenorizadamente las actividades fraccionalistas de
Trotski que eran seguidas paciente e indulgentemente
por la dirección central del Partido, pero que
naturalmente no podían ser permitidas
indefinidamente.

«En el verano de 1926 la Oposición Conjunta organizó


febrilmente a sus partidarios. Envió emisarios a las filiales
del Partido en Moscú y Leningrado para establecer
contacto con los miembros cuya actitud crítica frente a la
política oficial era conocida, para organizarlos en grupos
de oposición e inducirlos a servir de portavoces de la

136
Oposición en sus células. Deseosa de extender la red de
sus grupos, la Oposición también envió sus emisarios a
muchas ciudades de provincia, proporcionándoles
instrucciones, papeles y “tesis” relativas a sus actitudes.

Las idas y venidas de los emisarios no tardaron en atraer


la atención de la Secretaría General, que se mantenía al
tanto de los movimientos de quienes se sospechaba que
simpatizaban con la Oposición. Los trotskistas y los
zinovievistas fueron llamados a las oficinas del Partido
para que explicaran sus actividades (…) La Oposición se
vio así obligada a organizarse más o menos
clandestinamente. Sus miembros se reunían
subrepticiamente en los hogares de obreros humildes en
los caseríos suburbanos. Cuando las pandillas los seguían
hasta allí y los dispersaban, se reunían en pequeños
grupos en los cementerios, los bosques de las afueras,
etc. Un día, por ejemplo, los sabuesos del comité de
Moscú descubrieron una reunión clandestina en un bosque
de las afueras de la ciudad. La reunión la presidía un alto
funcionario del Ejecutivo de la Internacional Comunista,
lugarteniente de Zinoviev, y en ella hacía uso de la
palabra nada menos que Lashévich, vice-Comisario de la
Defensa. Zinoviev, como Presidente de la Internacional
Comunista, utilizaba los recursos de su oficina para
diseminar la propaganda de la Oposición y para hacer
contactos con sus grupos. La sede de la Internacional vino
a ser, por decirlo así, la guarida de la Oposición.»93

Sin embargo hay otras pruebas más se puede ofrecer


de la febril labor fraccionalista realizada a ojos vista por
los trotskistas y zinovievistas en contra del Partido.

93 Deutscher, Isaac. “El profeta desarmado”. Pág. 256.

137
Deutscher nos ofrece detalles muy significativos al
señalar que toda esa actividad anti-partido era
observada y controlada por la Secretaría General del
camarada Stalin, como era su obligación, pues según
todos los estatutos de un partido revolucionario están
absolutamente prohibidas las actividades fraccionales y
divisionistas y que las discrepancias deben ser
discutidas y solucionadas en el seno mismo del Partido.
En este sentido tenemos el siguiente párrafo de
Deutscher:

En los meses finales de 1936 y durante la primera parte


de 1937 se preparó un golpe de Estado.

«Todas las versiones no stalinistas concuerdan en lo


siguiente: los generales efectivamente planearon un golpe
de Estado…. La parte principal del golpe habría de ser una
revuelta palaciega en el Kremlin que culminaría con el
asesinato de Stalin. También se había preparado una
operación militar decisiva fuera del Kremlin: un asalto al
cuartel general de la GPU (los grupos de seguridad).
Tujachevski era el alma de la conspiración. Hombre de
genio militar… estaba rodeado de la gloria de sus victorias
en la guerra civil y era el favorito del ejército, e
intervienen, afirma Deutscher, el principal comisario
político del ejército, los comandantes de Leningrado, del
distrito occidental, de la Academia Militar de Moscú, el
segundo jefe de la caballería y algunos otros generales.»94

94 Deutscher, Isaac. “Stalin”. Págs. 249-250. Citado por


Echagüe, Carlos. “Revolución, restauración y crisis en la
Unión Soviética. Tomo I. Editorial Agora. Pág. 197.

138
Hasta el trotskista más obtuso reconoce que las
represiones de Stalin contra los complotadores que
planeaban su asesinato, fueron justas en última
instancia. Contrariamente a la teoría unitaria
organizativa del Partido creada por el camarada Lenin,
Trotski y Zinoviev organizaban grupos fraccionales,
diseminaban tesis contrarias a la línea del Partido y
además pretendían una legitimidad y legalidad para sus
actividades criminales. ¿Cómo se iba a permitir que las
oficinas de la Internacional Comunista se constituyan en
“guarida” de las actividades fraccionalistas contra el
primer partido miembro de la propia Internacional?
¿Cómo se iba a permitir que el propio Presidente de la
Internacional Comunista, Zinoviev utilizara los recursos
de su oficina para diseminar la propaganda de la
oposición fraccionalista contra el Partido dirigente de
Movimiento Comunista Internacional? ¿Cuál debía ser la
actitud del camarada Secretario General del Partido
frente a estas actividades criminales contra todo el
Movimiento Comunista Internacional, el Partido
bolchevique, y la Revolución Socialista?

Podemos decir que la actitud de Stalin fue incluso


contemplativa, se puede decir que la actitud serena,
pero vigilante de Stalin se debió a que toda medida
adoptada contra el fraccionalismo era “denunciada”
como contraria a la “democracia proletaria” por los
traidores Trotski y Zinoviev, ahora aliados de
conveniencia, cuando poco antes eran enemigo furiosos
que ni siquiera se dirigían la palabra.

La verdadera denuncia de Deustcher contra Zinoviev y


Trotski sobre la utilización delictuosa de los recursos de
139
la Internacional Comunista para estimular el
fraccionalismo en el Partido Bolchevique es una prueba
decisiva y definitiva del carácter del trotskismo que él
mismo ingenuamente desenmascara en su texto como
una verdadera “virtud” de la “combatividad” de Trotski.

Trotski y el trotskismo son esencialmente fraccionalistas


y como jamás podrán dirigir movimientos
revolucionarios en el mundo porque son una expresión
“izquierdista” de la derecha, su misión es dividir a las
fuerzas revolucionarias para hacer más fácil la victoria
reaccionaria en todos los países en los que actúan.

XVIII

CARACTER DEL TROTSKISMO.

El trotskismo, como lo hemos estado demostrando tiene


una serie de características que lo alejan sideralmente

140
del pensamiento de Marx y Lenin, pero, finalmente, hay
un punto en el cual nos detendremos ahora,
asignándole carácter fundamental. Se trata del
problema del “sujeto histórico revolucionario”.

En la teoría de Marx aparece el “proletario”, el “obrero


industrial”, como el sujeto, con la misión histórica de
transformar la sociedad. Esta tesis central impregna,
efectivamente toda la obra del genial pensador
revolucionario.

Pero Lenin y Mao, incorporan otros elementos que


emergen de las nuevas circunstancias y del desarrollo
social e histórico. Para el siglo XX, sus postrimerías y los
inicios del XXI, el “sujeto” revolucionario, es: el
proletariado, los campesinos pobres y las naciones
oprimidas. No se puede parcelar este sujeto histórico,
no se puede decir: el proletariado solo (lo que sería
obrerismo), tampoco se puede decir: los campesinos,
(lo que sería campesinismo), tampoco las naciones
oprimidas (lo que sería indigenismo o indianismo). El
nuevo sujeto histórico es el “todo” oprimido, es decir el
conjunto férreamente unido de los oprimidos por el
sistema.

Pero, ¿qué dijo Trotski y ahora qué dice el trotskismo?


Inicialmente parecería que el obrerismo es la
característica propia del trotskismo, ¡¡craso error!!
Trotski no confiaba en el proletariado ruso, pues para él,
ese proletariado era impotente sino contaba con el
auxilio del proletariado occidental y europeo. Pero ni
siquiera el proletariado occidental es para Trotski un
sujeto revolucionario, si no contaba con una dirección
141
política altamente capacitada. En consecuencia el
nervio de la determinación revolucionaria no estaba en
la clase, sino en la dirección, o sea en el dirigente,
finalmente en Trotski.

El sujeto revolucionario proletario, para Trotski, era…


Trotski.

Es éste el verdadero carácter del trotskismo.

El trotskismo, a la muerte de Trotski, se convirtió en un


movimiento agresivo y marginal, sumamente
radicalizado en el aspecto verbal y formal, pero incapaz
de realizaciones prácticas de alguna envergadura. Bajo
la propia dirección de Trotski, ya en el exilio, nació la
llamada “Cuarta Internacional” en una Conferencia
constitutiva que reunión unos cuantos dirigentes en
Paris que inclusive algunos de ellos se opusieron a la
fundación del la IV por el pequeño número de
adherentes. De todos modos la IV desempeñó tristes
papeles sobre todo en los días sombríos de la Segunda
Guerra Mundial, pero también en una serie de procesos
revolucionarios de todo el mundo.

Todas las revoluciones importantes del siglo XX,


comenzando por la de Octubre, la de China, la de
Vietnam, la de Cuba, la de Nicaragua, la de España,
etc., etc., han tenido que tomar las medidas más
drásticas para castigar las provocaciones trotskistas, al
extremo de que muchos de los trotskistas aventureros
fueron ajusticiados por sus servicios directos a la
reacción en cada uno de esos países. Los trotskistas,
obsesionados con el “stalinismo” no pudieron, ni
142
pueden salir de su ofuscación y se convierten
prácticamente en la mano “izquierda” de la reacción
más atrabiliaria en su lucha contra la revolución.

Es pues, una tarea de urgencia desenmascarar a León


Trotski, como un “bolchevique” de impostura y un
auténtico y verdadero parvusiano y a los trotskistas
contemporáneos como los más grandes saboteadores
de todo movimiento revolucionario verdadero.

En nuestro país, el trotskismo está representado


principalmente por el Partido Obrero Revolucionario
(POR) cuyo jefe es Guillermo Lora, independiente de
toda internacional trotskista, pero también existen
grupos filo-trotskistas dependientes de algunas Cuartas
Internacionales, que enervan toda tarea revolucionaria
en el país.

El trotskismo, como lo dijera sabiamente el camarada


Federico Escobar Zapata, máximo líder de la clase
obrera boliviana, es: “La sarna del movimiento obrero”.

Esta “sarna” debe ser definitivamente extirpada del


movimiento revolucionario por los maoístas para
desarrollar con un cuerpo sano las enormes tareas de
transformación revolucionaria que tienen como misión
las clases explotadas y las naciones oprimidas del
mundo.

143
144
Editorial Ródina

Ródina es una editorial comunista de Argentina, nacida


de la necesidad de rescatar y difundir obras
fundamentales del pensamiento marxista-leninista y de
sus principales clásicos: Marx, Engels, Lenin, Stalin, y
de otras destacadas figuras del movimiento comunista
y revolucionario; dirigentes, escritores, historiadores,
etc que enriquecieron la doctrina creadora del
marxismo-leninismo con sus trabajos. Asimismo, la
literatura del realismo socialista forma parte de nuestro
catalogo.

No nos mueven intereses personales de lucro, no


disponemos de medios de producción, no contamos con
145
ningún apoyo de medios burgueses por razones más
que obvias. Nuestros libros se editan en una ínfima
cantidad y no se encuentran en librerías.

Este proyecto se mantiene en pie pura y


exclusivamente por el esfuerzo de quienes lo
integramos y por el interés de nuestros lectores que nos
apoyan comprando y difundiendo nuestros libros.

Libros desconocidos, libros olvidados, libros


tergiversados, pero libros que iluminarán con la verdad
a quien los lea.

146
Títulos publicados

Ludo Martens – Otra mirada sobre Stalin

147
Mao Tse-Tung – El Libro Rojo (Citas del presidente Mao)

Clara Zetkin – Recuerdos sobre Lenin

Erich Honecker – Notas de la cárcel

V. I. Chuikov, V. S. Riábov – La Gran Guerra Patria de la


Unión Soviética (1941-1945)

I. V. Stalin - ¿Anarquismo o Socialismo?

I. V. Stalin – Materialismo dialéctico y materialismo


histórico

Borís Galin – En un lugar poblado

Jorge Echazú Alvarado – La revolución


permanentemente derrotada (Trotski, el trotskismo y los
trotskistas)

148
149

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