Rafael Spregelburd - Acassuso

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ACASSUSO

Delia Lobo, la directora


Susana Rivarola, la vice-directora
Susana Domber, maestra de primero
Susana Brunetti, maestra nueva
Marta Lococo, vendedora de ropa
Martita Elizarraga, fonoaudióloga
Marta Caamaño, maestra de cuarto
Marta Gregorini, la secretaria/ Mama
Gladys Rondó, la de gimnasia
Edgar Fabiani, futbolista profesional
Nahuel, levanta quiniela

Una escuela en Merlo, pongamos por caso la 78, a unas cincuenta cuadras de la estación, por
ejemplo, digamos hacia Barrio Matera. La escena transcurre en la sala de maestros, o algo así:
se trata de un baño escolar en desuso, que aún conserva dos o tres mingitorios sobre los que se
acumulan carpetas, libros y mapas.
PRIMER ACTO

1/ Defensa

M. CAAMAÑO: Señor juez, señores abogados, fiscales, autoridades y maestras de la escuela,


padres, alumnos. Bueno. ¿Puedo leer? ¿No? Lo que pasa es que me lo prepare así para no
olvidarme de cosas que… todo fue tan rápido que… tan confuso. Tantos detalles. ¿No leo? ¿Lo
digo de memoria? Bueno. Como me vaya saliendo, entonces. Señores. Una cosita, nada más,
leo. Chiquita. Después sigo con mis… impresiones no escritas. Pero para planificar mejor mí…
discurso. Mi defensa. O sea… a mí no me queda claro si yo… si ustedes piensan que yo… ¿yo
me tengo que defender? No, ¿no? Son otros los que… (Lee.) A quien crea que la docencia es
una tarea que uno elige, le decimos: no. A quien crea que la escuela es un segundo hogar,
también le decimos: no. La docencia es algo que “nos” elige, y si bien nos resistimos como
bueyes a este trabajo que tiene más zonas negras que gratificaciones, muchas de nosotras
hacemos de esa resistencia una vocación, y dale que vamos. A quien crea que un segundo
hogar puede tener el aspecto de un manicomio, que con todo respeto es lo que más se parece
a la escuela 78 del distrito escolar Merlo, yo le digo que no. Que ni educadores ni educandos
encontraran allí algo parecido a un hogar. (Pausa.) Yo soy muy crítica de… del estado… Del
estado de las cosas. (Pausa.) El chumbo estuvo siempre. Que algunas directoras, e incluso
porteros, van armados a la escuela no es una novedad, mal que le guste. A lo mejor Su Señoría
recién se desayune con esto y en ese caso yo le digo a Su Señoría: “Bienvenido al mundo real”,
con todo respeto. ¿Sigo? Yo preferiría las preguntas puntuales, las que me quieran hacer. Y si
alguien se piensa que la escuelita 78 es muy diferente a otras escuelas, a ese le decimos
también: no.

Suena un timbre de escuela, largo, atronador. Marta Caamaño huye.

2/ Gauchita

La sala de maestros. Nuevo timbre. Están Susana Domber, Marta Gregorini, Marta Elizarraga,
Marta Lococo, Susana Brunetti, Susana Rivarola y Gladys Rondo. Esta les ha estado contando
las noticias que oyó en la radio. Las demás están muy inquietas, hablan todas a la vez, piden
detalles del robo. Griterío.

M. ELIZARRAGA: ¿vos decís que todos a cara descubierta, entonces?


GLADYS: No lo digo más. Todos hombres, sin pasamontañas.

Nuevo griterío.

S. RIVAROLA: ¿Cómo hicieron el túnel?


S. BRUNETTI: ¿Usaron explosivos?
S. DOMBER: ¿Y el ruido?
GLADYS: No sé. Habrá sido de noche. Pero parece que a las nueve de la mañana llega el
gerente y los tipos ya están esperándolo adentro del Banco Rio, en su oficina, con el mate, y lo
encañonan.

Nuevo griterío. Nuevo timbrazo.

S.RIVAROLA: Timbre, chicas. A ver si los hacen entrar a los diablitos.


GLADYS: Me voy a clase. Yo después les cuento. Hombres. Acassuso. ¡Hombres de verdad!
Enseguida vuelvo. (Sale.)
S. BRUNETTI: Uy, yo también tengo que entrar. (A S. Domber.) ¿Me puedo llevar la regla y
escuadra?
S. DOMBER: No. Las tengo que usar.

La negativa no era esperada. S. Brunetti vacila.

S. RIVAROLA: ¿Qué pasa Susana? La tiene que usar Susana.


S. BRUNETTI: Bueno… (Luego va hacia la puerta.)
M. GREGORINI: (A S. Brunetti.) Susana, ¿vos te llamas Susana?
S. BRUNETTI: Si.
M. GREGORINI: ¿Susana Brunetti?
S.BRUNETTI: Si.
M. GREGORINI: ¿Y tenés un grado a cargo?
S. BRUNETTI: No.
M. GREGORINI: Ah.
S. BRUNETTI: Tengo dos. Primero tenía un segundo. Ahora me lo juntaron con un octavo.
M. GREGORINI: Bueno, pero yo no te tengo. (Revisa sus planillas.)
S. BRUNETTI: ¿Cómo que no me tenés?
M. GREGORINI: No te tengo.
S. RIVAROLA: Bueno, Marta, pero fijate si…
M. GREGORINI: ¿¡Que me fije que!? ¡No la tengo! (La mira.) No te tengo.
S. DOMBER: ¿Y por qué no la agregas?
M. GREGORINI: ¿Cómo la voy a agregar? Si no esta no la puedo agregar. (A S. Brunetti.) No te
tengo. Si no te tengo, vos no vas a cobrar nunca. ¡Nunca!
M. ELIZARRAGA: Fíjate en la otra carpeta.
M. GREGORINI: ¡No la tengo! (Cambio de tono.) ¿La otra carpeta? ¿La roja? ¿Qué queres?
¿Qué me fije? (A S. Brunetti.) Mira, Susana: voy a ver si te tengo en una carpeta que tenemos
acá para estas cosas. Pero no te prometo nada.

Salen M. Gregorini y S. Brunetti. Marta se lleva consigo la caja de la cooperadora, divino tesoro.

S. DOMBER: (Como si se tratara de algo muy grave.) “Me puedo llevar regla y escuadra”, me
dice. Ocho y cuarto de la mañana. “Me puedo llevar regla y escuadra”.
S. RIVAROLA: Bueno, déjala. Es nueva.
M. ELIZARRAGA: No nos amarguemos la mañana.
M. LOCOCO: Le pone ganas.
S. RIVAROLA: Voy a ver si entro al grado. Y a ver si Delia sabe algo más. (Sale.)
S. DOMBER: Si. Y vení a contarnos. Regla y escuadra. Sí, le pone ganas, ¿no? (Pausa.) Pero les
tiene miedo a los chicos. Porque si les queres enseñar, si le pones pilas, los chicos se dan
cuenta y te hacen la vida imposible. ¿Vos sabes lo que le contesto Susana?
M. ELIZARRAGA: Ah, no sabes. Le dijo: “Regla y escuadra no; la va a usar Susana. Punto. Esto
no se discute más”.
M. LOCOCO: Si, que bestia. Bueno, es la vice, ¿no? Y esta otra zapalla, que se ubique, ¿no?
S. DOMBER: ¿Vos sabes lo que le paso? Parece que Marta no la tiene en las planillas.
M. ELIZARRAGA: No va a cobrar nunca.
M. LOCOCO: Y no. Si no la tiene…
S. DOMBER: Parece que la busco en la carpeta y no estaba.
M. ELIZARRAGA: Si, ahora la fue a buscar a la carpeta colorada a ver si ahí la tiene.
S. DOMBER: ¿Sabes lo que le dijo Marta? “No te tengo”.
M. LOCOCO: ¡Sí! ¡Si yo estaba! Si Marta se puso como loca, vos la vieras, agarrada a la cajita de
la cooperadora… yo pensé que le iba a dar lo de…
M. ELIZARRAGA: Ni en joda lo digas, Marta. Po-po-po-pobre Marta.
M. LOCOCO: No, es que no sabes. Marta se pone a buscar en la carpeta como loca, y le dice
“No vas a cobrar nunca, porque no te tengo”. Y no sé quien le dice: “Fijate en la carpeta roja”,
y Marta se pone pálida como un secante…
M. ELIZARRAGA: Si, yo la vi, fue como mencionar la soga en la casa del muerto…
M. LOCOCO: Y después se va a ver si la tiene en la carpeta roja, y casi se olvida la cajita, ¿viste
que no la deja ni a sol ni a sombra? Las chicas de la tarde la llaman “Cajita”. (A S. Domber.) Che,
¿no tocó el timbre? ¿No tenés que entrar, vos?
S. DOMBER: Si, si, ya va. Los chicos ya saben. Se sientan solitos. ¿”Cajita”? ¿Por qué le dicen
“Cajita”? (La respuesta es obvia, pero nadie lo sabe con certeza.)
M. ELIZARRAGA: ¿Y Gladys como tenía tanta información? Viste que dijo que parece que
volaron la pared a medianoche y lo esperaron al gerente y cuando entra le meten el revólver
en el culo…
M. LOCOCO: Y… Tiene Falconeta con radio. Y se informa.
S. DOMBER: (a M. Lococo) ¿Te compra ella a vos?
M. LOCOCO: ¿Sabés que no?
M. ELIZARRAGA: Parece que compra en Miami. Se hace traer. Por una prima que trabaja en
Aerolíneas.
S. DOMBER: Ah, por eso está siempre así de bronceada. ¿Qué? ¿Aerolíneas vuela a Miami?
M. LOCOCO: Yo pensé que se bronceaba en el campito.
S. DOMBER: ¿No es cama solar? Yo pensé que había quebrado.
M. LOCOCO: ¿Cama solar? No, por ahí es ese sistema nuevo, que te sopletean.
M. ELIZARRAGA: No tiene la marca del bretel.
M. LOCOCO: ¿Vos como sabes?
M: ELIZARRAGA: Porque un día entre al Gabinete de foniatría y se estaba cambiando. Viste que
ella no tiene problema…
M. LOCOCO: ¿Se cambia en Gabinete?
S. DOMBER: ¿Son operadas?
M. ELIZARRAGA: Sabes que yo lo pensé, porque me pareció que cuando entro tenía menos.
Pero, no. No.
M. LOCOCO: No, son de ella. Tienen la caída natural que tienen que tener. Pobre, es divina.
M. ELIZARRAGA: Los chicos la re quieren.
S. DOMBER: Mas los chicos que las chicas. No tiene ninguna ambición.
M. ELIZARRAGA: Cada vez que se necesitó la Falconeta, ella la puso. Es re gauchita.
M. LOCOCO: Si, si a mí me llevo una vez hasta Marcos Paz. Y no me quería cobrar la nafta. Le
digo: “No seas boluda, te la pago”. Y me dice: “Bueno”. Así que paro en la Shell y me hizo
llenarle el tanque.
M. ELIZARRAGA: Bueno, pero esas cosas pasan.
M: LOCOCO: Más vale, yo no digo que no. Aparte, no tenía ninguna obligación de llevarme. Es
gauchita. Además, ¿vieron que tiene rasgos así como aindiados?
M: ELIZARRAGA: Si, es divina.
S. DOMBER: ¿Un tanque de Falconeta te sirve para llegar hasta… donde? A Mar del Plata
llegas, ¿no?
M. LOCOCO: No, si yo iba hasta acá no más, a Marcos Paz, apenas pasando la entrada. Que
aproveche, mira. La nafta es nafta, ¿Qué me voy a hacer problemas por un hidrocarburo?
S. DOMBER: ¿Tiene novio?

Silencio

M. ELIZARRAGA: Si, debe tener.

Silencio

M. LOCOCO: Y… A bailar va.

Silencio

M. ELIZARRAGA: Si, debe tener amigos. Es una chica para hacerse amiga.

Silencio

S. DOMBER: Bueno, yo un poco amiga me siento. A mí más de una vez me ha alcanzado hasta
Etcheverry. No me quiso aceptar ni los setenticinco del colectivo. Maneja con una mano. Ella
es su ley.
M. LOCOCO: Si, son la Falconeta y ella.

Silencio. Imaginan a Gladys fornicando en la Falconeta.

M. LOCOCO: Yo te digo: si yo fuese hombre…

Silencio

M. ELIZARRAGA: No, sí. Yo también…


S. DOMBER: Si, obvio.

Silencio

M. ELIZARRAGA: (A M. Lococo) ¿Y lo tuyo, Marta?


M. LOCOCO: No sé. No me llamo más. Por ahí se fue al Chaco. Tiene familiares allá. Hoy por
hoy… no se puede confiar en nadie.
M. ELIZARRAGA: ¿Vos lo decís por lo del robo del Banco Rio?
S. DOMBER: Que locura. Lo que debe de haber sido aquello.
M. ELIZARRAGA: Aquello debe de haber sido terrible.

Las tres tratan de imaginar el robo, pero más que turbadas se las ve plácidamente excitadas.

S. DOMBER: Lo tenían todo planeado.


M. LOCOCO: Que aventura. Terrible, ¿no?
M. ELIZARRAGA: Imagínate. Un mate con tostadas se hicieron, mientras lo esperaban al
gerente. ¿Podes creer?
M. LOCOCO: ¿Cómo?
M. ELIZARRAGA: Dijo Gladys. Que entraron por un boquete con dinamita a media noche, y
esperaron a que esperara el gerente.
S. DOMBER: Claro, los tipos tenían organización, objetivos, un cerebro.
M. ELIZARRAGA: Si. Todas cosas muy preciadas.
S. DOMBER: ¿Cuánta planta levantaron?
M. LOCOCO: ¡Plata, joyas, experiencia!

3/ Angie

Entra Delia con una taza de té.

DELIA: Ahora, ese tipo… ese Seisdedos… Yo te digo: con un hombre así, sí que me vuelvo a
casar.
S. DOMBER: Un hombre así enterrado en joyas.
M. LOCOCO: ¿Qué Seisdedos?
DELIA: Seisdedos de llama el jefe. ¿Podes creer? Me acaba de contar Gladys.
S. DOMBER: ¿Te conto lo del mate?
DELIA: No, ¿Qué mate?
M. ELIZARRAGA: No, que parece que mientras esperaron a que llegara el gerente con las
mismas mechas con las que habrás abierto el boquete calentaron agua, hicieron tostadas.
¡Que pulso, que sangre fría!

Entra M. Gregorini, con su carpeta roja.

S. DOMBER: ¿Mechas?
M. ELIZARRAGA: ¡Tostadas!
S. DOMBER: ¿Cómo con las mechas? ¿Quién dijo lo del mate? ¿Yo lo dije?
M. LOCOCO: Y… porque se calienta la mecha por fricción y se conoce que el agua te hierve en
seguida.
S. DOMBER: (Convencidísima de la verdad del episodio.) Un plan perfecto, hasta en los detalles.
Me robo un banco, me tomo un mate.
DELIA: ¿Vos te imaginas?
M. GREGORINI: Yo prefiero no imaginarme nada, porque a mí la situación con rehenes y todo
eso me pone muy mal.
DELIA: ¡Pero si los rehenes estaba de parabienes! Los chorros les explicaron todo. Les dijeron:
ustedes tranquilos, que con ustedes no es la cosa.
S. DOMBER: Es con el sistema.
DELIA: me conto Gladys que leyó que una empleada del banco cumplía años.
M. GREGORINI: Que horror. ¿A vos te gustaría que te pase una cosa así el día de tu
cumpleaños?
DELIA: ¿Me lo preguntas en serio? ¡Claro que me gustaría!
M. GREGORINI: Y a la nueva no la tengo. No sé si es porque es convertida, no está en la
carpeta, no entra en contralor. No va a cobrar nunca. A lo mejor está entre las suplentes.
(Sale.) Se me ocurre una cosa.
DELIA: Y vos, Marta, a ver si le pegas una buena patada en el culo a ese patán. ¡Hombres son
estos tipos!
M. LOCOCO: No me llamo más, Delia.
DELIA: Mejor. Así estas disponible. Que en cualquier momento se te aparece un Seisdedos y te
lleva a las Islas Caimán. ¿Qué le vas a decir? “No puedo, estoy esperando a mi novio Fulano de
Tal…”. ¿Cómo se llama el tipo?
M. LOCOCO: Angie.
DELIA: (Trastocada.) ¿Qué Angie? ¿Ángel?
M. LOCOCO: Si.
DELIA: ¿El papa de la nena nueva, la que no pasa a segundo, la de la infección de moquillo?
M. LOCOCO: Si, Angie. Ya hacía dos meses que salíamos. Y de buenas a primeras no me llamo
más.

Delia sale sin decir palabra.

S. DOMBER: ¿Sabes lo que pasa, Marta?


DELIA: (Vuelve a entrar.) ¿Dos meses, dijiste?
M. LOCOCO: Si.

Delia se vuelve a ir. Hace dos meses ella todavía tenía en affaire con Angie.

4/ Rama

S. DOMBER: Hay que buscar hombres en otro lado. ¿Un papa de nena de primero? Olvidate.
M: LOCOCO: ¿A vos te parece?
S. DOMBER: Claro. Si mujeres es lo que les sobra, a estos hijos de puta. A veces pienso que
habría que irse a laburar a la Patagonia. ¿Vos conoces la proporción de hombres sobre mujeres
en provincias como… eh… ay… acá donde iba a ser la Capital… ponele… en el sur?
M. LOCOCO: Puede ser.
S. DOMBER: O estos tipos, los que se afanaron el banco, ¿vos te crees que incluyeron mujeres
en la operación? No. Acá es así. Los tipos arman y desarman, y si una se sienta como una idiota
a esperar que Angie haga planes con una, Angie va a preferir mil opciones antes. Porque
somos lelas, no vamos de frente. Es como robarse un banco. Es preguntarse: ¿Lo quiero?
¿Quiero la guita que está adentro? ¿Estoy dispuesta a arriesgarlo todo? ¿Prendo la mecha sin
que me de cagazo?
M. ELIZARRAGA: ¿Me hago unas tostadas? ¿Me las hago?
S. DOMBER: Es decisión, planificación. Tenes que tener una actitud más masculina, ¡Si a los
hombres lo que les gusta es eso!
M. LOCOCO: ¿Queres ver alguna blusa?
S. DOMBER: Bueno, pero no me cambies de tema para… ¡UY, esta es divina; mira, Marta, si no
es un sueño!
M. ELIZARRAGA: Soñada.
S. DOMBER: ¿Ves lo que digo? Un hombre no se babea por una blusa. Nosotras tenemos un
problema hormonal. ¿Me la pruebo?
M. LOCOCO: Y dale. Como estas vendí miles en el Consejo Escolar.
M. ELIZARRAGA: ¿Cuándo estuviste vos en el Consejo?
M. LOCOCO: Ayer.
M. ELIZARRAGA: ¿Estuviste en la asamblea? ¿Qué se votó?
M. LOCOCO: Bueno, no sé si yo puedo…
M. ELIZARRAGA: Ay, si total nos vamos a enterar todas por circular, Marta. ¿Quieren cerrar los
gabinetes, no?
S. DOMBER: ¿Van a reducir a las suplentes?
M. ELIZARRAGA: ¿Fo-Fo-Fonoaudiología también, o entramos junto con el eje so-so-so-
socioexpresivo?
M. LOCOCO: Y… Lo están discutiendo.
M. ELIZARRIAGA: ¿Pero votaron?
M. LOCOCO: A medias.
M. ELIZARRAGA: ¿Y esta que voto?
M. LOCOCO: ¿Quién?
M. ELIZARRAGA: Ay, Marta, ¿quién va a ser?
M. LOCOCO: ¿Delia Lobo, la directora?
M. ELIZARRAGA: ¿Qué voto? Me qui-qui-quiere rajar, ¿no?
M. LOCOCO: Ay, no te persigas. ¿Queres ver unos corpiños?
M. ELIZARRAGA: ¿De qué habló? ¿Defendió la rama? ¿Si quiero ver unos corpiños? ¿Hablo del
trabajo de integración fo-fo-fo-fonético-sensible que estoy haciendo en primer nivel?
M. LOCOCO: No, no. Hablo de la seguridad, de la responsabilidad civil.
M. ELIZARRAGA: Ah, viene por ahí la cosa. No le va a hacer ta-ta-ta-tan fácil. Tengo testigos.
M. LOCOCO: Claro, lo que pasa que como la nena termino en el hospital…
S. DOMBER: ¿Qué nena? ¿La de primero?
M. ELIZARRAGA: Si, la que se abrocho la lengua con la engrampadora.
S. DOMBER: Ah, la calladita… ¿Esa nena es mía, no?
M. ELIZARRAGA: Los dejas un segundo solos en gabinete y tocan todo. (Sigue con lo suyo.)
Cada vez que salgo un segundo, vuelvo y me faltan los puchos. De la cartera, me faltan. ¿Qué
tengo que traer, una bandolera extra large alrededor del cuello?

5/ Musculosa

DELIA: (Entrando.) Chicas, miren ahí viene Marta, vamos a darle una hermosa sorpresa, las
quiero a todas en esto…
M. ELIZARRAGA: Delia, me gustaría hablar urgentemente con vos de la cuestión de la nena de
la engrampadora…
DELIA: ¡Canten fuerte!

Entra Marta Caamaño, como siempre un poco extraviada. Le cantan el feliz cumpleaños.

M. CAAMAÑO: (Canta un poco con ellas, no sabe quién es la del cumpleaños, pregunta por
señas, sin dejar de cantar. Luego se da cuenta de que le cantan a ella y trata de parar todo.)
No, chicas. Debe ser un error. Yo pensé que era tu cumpleaños… (A Susana Domber.) ¿No sos
acuariana, vos?
DELIA: Muy feliz cumpleaños, Marta.
M. CAAMAÑO: Gracias, Delia, chicas, gracias. Pero no es.
DELIA: No. Pero te debíamos el regalo. Susana, dáselo, que se caiga de culo.
S. DOMBER: Acá tenés.
DELIA: Caete de culo.
M. CAAMAÑO: Ah, el regalo si… Claro, lo que pasa es que yo cumplo en…
M. ELIZARRAGA: Delia, me parece que nos debemos una charlita sobre el tema de…
DELIA: ¿Y a quien se le ocurre cumplir antes del 7, Marta, que nos agarras sin un peso partido
al centro? Para, Marta (Elizarraga.), que ahora estoy ocupada. Abrilo. Es de todas las chicas del
turno mañana. Y de Susana, de la tarde.
M. ELIZARRAGA: (A Delia.) Muy bien. Voy a estar en gabinete. (Sale.)
M. CAAMAÑO: ¿Cuál Susana? ¿Susi?
DELIA: No, Susana. La maestra convertida. Las otras no quisieron poner. Y no sé qué le pasa a
la tartamuda que no me deja ni a sol ni a sombra.
M. LOCOCO: LA que tampoco puso es Gladys, la de educación física.
M. CAAMAÑO: ¿Cuál Gladys? ¿Hay educación física, acá? ¿Qué física?
DELIA: Ay, Marta, ¡Gladys! ¿Qué Gladys va a ser?
M: CAAMAÑO: ¿Qué tartamuda?
DELIA: Marta, ¿qui-qui-qui-quien va a ser?
M. CAAMAÑO: Ah, que risa, pobre Martita, a veces parece que se hubiera tragado un… uno de
esos que… No, está bien, lo que pasa es que a lo mejor ella no me conoce, ¿y entonces para
qué va a poner plata si no me…?
M. LOCOCO: No, si ella te conoce. Lo que pasa es que se ve que tiene otras prioridades…
DELIA: Viene en auto. Eso es un gasto. La Falconeta.
M. CAAMAÑO: Si, impecable. Es divina, pobrecita. Bueno, no importa, a lo mejor tenía otros
gastos fijos, pobre.
DELIA: Gastos fijos tenemos todas, Marta. Abrilo.
M. LOCOCO: Anda con pibes.
M. CAAMAÑO: (Es una musculosa inequívocamente de básquet. Dice Ginobili.) ¡Ay, pero es
hermosa!
M. LOCOCO: Los de sexto dicen. Todos pendejos, sale.
M. CAAMAÑO: Mira, con dos tiras, para colgársela del cuello… Es soñada. Le va a encantar.
DELIA: ¿A quién?
M. CAAMAÑO: A Gladys, si es súper gauchita.
DELIA: No, boluda, es para vos, ¿Qué Gladys?
M. CAAMAÑO: ¿Para mí, chicas? ¿En serio? Pero si yo cumplí hace como…
DELIA: Pero te debíamos el regalo. Hoy se cobró el presentismo de marzo. Nos pusimos al día.
M. GREGORINI: (Que acaba de entrar.) Tengo tu cheque, Marta.
M. CAAMAÑO: Ay, Delia, que detalle, gracias, ¡Y con cheque y todo! ¡Y yo que dije hace un rato
que eras poco menos que una hija de puta! No lo dije con esas palabras, pero lo pensé así.
DELIA: ¡Marta! (Se dan un beso.) No me vengas ahora con cuestiones. Probártela.
M. LOCOCO: Si no te queda tengo shorcitos, también. Pero me tenés que avisar ya.
M. CAAMAÑO: No, si casi seguro que le va a encantar.

M. LOCOCO: (Sigue con lo suyo.) Mirá, por ahí


me queda uno de Racing como para vos.
M. CAAMAÑO: ¿Para mí? ¿Qué? Marta, ¿me
das mi cheque del presentismo de marzo?

M. GRAGORINI: Ahora te lo doy. No lo


encuentro.
¿Más regalos?

M. LOCOCO: No, no, no, no.


DELIA: Ah, no. El cheque de ella se uso.
Si queres cambiar el regalo por un shorcito.

M. CAAMAÑO: ¿Cómo que se uso?


DELIA: Si, se uso para comprar lavandina,
para comedor.

M. CAAMAÑO: Si quiero… ¡Ah! ¿Esto era para


mí?

M. CAAMAÑO: Ah. Pero ¿no lo voy a cobrar?


DELIA: Si, cuando nos manden la partida del
comedor.

Pero miren que yo no cumplo años. Debe ser


un error.

Vos anota todo, Marta.

¡Qué divina esa blusa!

M. GREGORINI: No se metan con mis cuentas.

M. LOCOCO: Y si. Pero esa blusa sale el doble.

M. GREGORINI: Yo ya tenía todo anotado.

M. CAAMAÑO: ¿Y si te pongo la diferencia


encima?
M. LOCOCO: Si, de mil amores.

M. CAAMAÑO: Porque digo… a lo mejor una


blusa voy y me la pongo… no sé, un feriado, o M. GREGORINI: A ver: ¿Cómo funciona esto?
algún acto… pero esta…
DELIA: Marta, no te me pongas así que no
queremos otro episodio, ¿eh?
M. CAAMAÑO: Que original, con dos tiras,
para colgársela del cuello. Si tenés tareas pasivas, quiero que las realices
pasivamente, ¿estamos?

M. CAAMAÑO: Pero ¿y mi presentismo?


DELIA: Ay, Marta, si vos faltaste como loca cuando te dio eso…
M. CAAMAÑO: ¿Yo falté?
M: LOCOCO: Que te hinchaste como un globo aerostático.
M. CAAMAÑO: ¿Y falté mucho?

6/ Dínamo

Entra Susana Brunetti, desesperada. La sigue Susana Rivarola, la vicedirectora.

S. BRUNETTI: ¿Cómo funciona un dínamo?

M. CAAMAÑO: Marta, ¿yo falté? ¿Llevás


registro de cuanto falté?
M. GREGORINI: ¿Por qué me preguntas si
llevo registro?

DELIA: ¿Qué?
S. BRUNETTI: Es que no lo sé, Delia.
DELIA: ¿Y qué te importa cómo funciona un
dínamo?

¿Vos queres vigilar si yo hago mi trabajo o si…


si…

S. BRUNETTI: Me lo preguntaron. Un dínamo,


un dínamo de bicicleta.

… si uso las tareas pasivas para limarme las


uñas? (Sale.)
M. CAAMAÑO: No, lo que pasa es que no
recuerdo, y me dicen que falté…

S. DOMBER: A lo mejor te va a tocar decirles


la verdad. Que no sabes.
S. BRUNETTI: No…
Que me inflé si me lo acuerdo…

Después no me creen nada.


¿Pero vos sabes que pensé que me había
inflado acá?

¿En qué grado se estudia cómo funciona un


dínamo?
Tengo imágenes de mi inflada,
sosteniéndome del mástil…

¿En qué eje?

M. LOCOCO: En ninguno.
Susana, ¿Cómo te va?

S. BRUNETTI: (Se va, ofendida.) Ah, mira que


bien.
¿Vos tenés presente si yo tuve que faltar en
marzo por algún motivo cualesquiera?
S. RIVAROLA: No, Marta, no sé.

7/ Matrícula

DELIA: Como si alguno de estos piojitos tuviera plata para ponerle un dínamo a la bici.
Conchuditos. Qué barbaridad. No la veo nada bien a esta chica nueva.
S. RIVAROLA: A lo mejor no fue una buena idea juntarle dos grados, no da abasto.
DELIA: Que se curta. ¿Qué se creen las nuevas? ¿Qué una escuelita es un lecho de rosas?
S. RIVAROLA: Lo que pasa es que le juntaste un segundo grado con un octavo, Delia.
DELIA: ¿Y qué? Hay que integrar, Susana. Un chico de segundo, correctamente estimulado por
un compañerito que está en octavo, puede ir adquiriendo contenidos que ni te imaginas. Y un
chico de octavo bien puede beneficiarse de una repasadita de las letras cursivas, la suma y la
resta, ejes que siempre les van fallando.
S. RIVAROLA: Pero los hubieras juntado con el otro segundo.
DELIA: No, el otro segundo está lleno de matrícula, esta que revienta, y si consigo dos chicos
mas para cada curso me da el numero para pedir subdivisión, y tengo cuatro cursos en vez de
dos, ¡un filón!
S. RIVAROLA: ¡Pero subdividí el octavo!
DELIA: No me da, ¿no entendés? En octavo tengo doce almitas, los grados más taquilleros son
los iníciales, después es como que los pibes se traban y no avanzan nada.
S. RIVAROLA: No entiendo. Tenés dos segundos superpoblados, juntalos y haces tres…
DELIA: Ni loca. Junto el segundo con el octavo, entran dos indecisos mas a la escuela, ¡zaz!, los
meto en segundo vengan de donde vengan, la inspectora ya está avisada y me apoya ciento
por ciento, y como por arte de magia tengo cuatro cursos y no tres.
S. RIVAROLA: Pero eso es una barbaridad… Es un argumento diabólico…
DELIA: Susana, si no entendés de estas cuestiones de marketing y estrategia no te metas, que
así pedimos ladrillo y vigas a lo loco para la ampliación edilicia, la aprovecho y pido biblioteca y
vicedirección, a ver si así te independizas de mi despacho, ¡mirá que argumento diabólico! Ese
octavo estaba desolado, igual, no quedo ni el loro. Además, esta es maestra convertida. ¿Para
qué se convirtió? ¿No le gusta el Ciclo Básico? Bueno, que se curta. Que vaya probando con
ese octavo.
S. DOMBER: ¿Qué octavo era?
DELIA: Ese octavo terrible, que quedaron la mitad, el octavo ese de la tragedia.
TODAS: Ah.
DELIA: ¿Ven lo que pasa cuando las maestras faltan?
M. CAAMAÑO: Pero ¿segura que yo falté? ¿Cuánto? No, porque ahora empiezo a ligar una
cosa con otra, y digo: a lo mejor los chicos van tan atrasados porque falté mucho…
M. LOCOCO: No te preocupes, a tus chicos los tomé yo, y están lo mas bien. ¿Atrasados con
respecto a quién? ¿A Susana, la de 4°B? Porque esos sí que van atrasados…
M. CAAMAÑO: ¿Yo falté? ¿Y vos me supliste, Marta?
M. LOCOCO: Un par de días…
M. CAAMAÑO: ¿Y qué les diste?
M. LOCOCO: Seguí por donde iban.
M. CAAMAÑO: ¿En lengua?
M. LOCOCO: En el eje psicofísico.
M. CAAMAÑO: Ah. Claro, el eje… Es que yo a veces sigo pensando en áreas, como el lenguaje,
la matemática… ¿Y vos sos maestra, también?
S. RIVAROLA: ¿Cómo va a ser maestra, Marta? Es Marta.
M. CAAMAÑO: Si, la conozco. Hola. Marta Lococo. La que vende ropa. La conozco, la
Credimart. Por eso me parece raro que haya tomado mi curso cuando yo… ¿yo falté? (A M.
Lococo.) ¿Y te dijeron por qué falté?
M. GREGORINI: Mirá, Marta. Tu cheque de presentismo estaba porque yo no te pasé esas
faltas, porque me dijo Delia que vos después ibas a recuperar…
M. CAAMAÑO: Si, si, yo voy a recuperar todo, todo.
S. RIVAROLA: ¿Cómo es eso, Delia?
DELIA: Y bueno, asunto terminado. Cuando entre lo de comedor de lavandina cobrás lo tuyo;
mientras tanto Marta te anota la diferencia…
M. LOCOCO: ¿Queres la blusa, entonces?
M. CAAMAÑO: Y, es linda, posta… ¿De cuánto seria la diferencia?
M. GREGORINI: A ver… ¿Yo también anoto?
M. LOCOCO: Dejá que yo anoto todo, a ver, dame el contralor que yo lo hago coincidir con mis
cálculos.

8/ Plutón

S. BRUNETTI: Ey, perdón. ¿Por qué la luna se ve grande cuando recién sale y mas chica cuando
está alta?
S: DOMBER: ¡Pero qué hijos de una gran puta! ¡Te tomaron de punto!
DELIA: Porque está más lejos.
S. RIVAROLA: Es una ilusión.
S. BRUNETI: ¿Es una ilusión o está más lejos?
DELIA: No sé, hacele caso a quien mejor te parezca, vos.
S. BRUNETTI: ¿En qué grado se ve lo de los planetas, lo del eje anímico-espacial?
DELIA: Integrá, Susana, agarrate unos pomelos del comedor, después los devolves, y haceles
Plutón con ese llavero, total parece que Plutón ya no es planeta.
M. GREGORINI: ¡Esa es la llave del esténcil!
DELIA: Si, ahora te la trae.
M. GREGORINI: Ahora, ¿cuántas copias hay de esa llave? Porque están desapareciendo cosas
del armario.
S. RIVAROLA: ¿Qué cosas?
M. GREGORINI: Y… unas partituras que traje de los Beatles… el alcohol del esténcil, por
ejemplo…
DELIA: El alcohol es etílico y se evapora si no lo cerras bien.
M. GREGORINI: ¿Y de los Beatles qué? ¿Son etílicos, también? Estoy poniendo todo de mí para
organizar el coro, traigo “Yesterday”, traigo “Campos de frutilla”, traigo material
prácticamente incunable para estos piojitos, material que además se puede sacar en la flauta,
¿qué necesito? ¡Tres muertos de hambre y un palo con siete agujeritos! Pero no: acá todo se
desvanece…
DELIA: Marta, esto ya lo hablamos. ¿Vos queres hacer lo del coro? ¡Hacelo! Pero no traigas
nada que sea de papel. Ya sabes que el papel, tenga la naturaleza que tenga, se usa en los
baños. Y si no, te lo cartonean los pibes.
M. GREGORINI: Yo cierro bien, y cierro el armario con llave. ¿Y el alcohol, que? ¿Me lo
cartonean, como a Paul McCartney?
DELIA: Apurate, Susana, y trae el llavero ni bien toque el recreo, que ya ves cómo se pone
Marta.
S. BRUNETTI: Claro, lo que pasa es que yo… de los planetas… o sea, la base la tengo fresquita,
del profesorado, pero me están preguntando cosas que…
S. DOMBER: Mercurio, Venus, Tierra, Venus… Saturno… Tierra…
S. BRUNETTI: Bueno, les doy una actividad integradora, que recorten Saturno a ver si se
callan…
S. DOMBER: Ah, ¿les vas a dar una actividad integradora? ¡Qué bien! (Brunetti sale.) Si será
tonta. Les da tarea con tijeras, y después dice que les tiene miedo. Esta está criando cuervos y
cree que son pollos. ¡Recortar Saturno! Cuando vean lo complicado que es recortar una línea
curva, un anillo, acá se arma el festival de la Victorinox… ¿Vamos buscando el botiquín, Marta?

9/ Puchos

Entra M. Elizarraga.

M. ELIZARRAGA: Delia, ¿tenés para mucho rato más? Como no pasaste por Gabinete…
M. GREGORINI: Una se lleva la llave para hacer Plutón, la otra entra a buscar cosas del botiquín
como si fuera de todos…
M. LOCOCO: Uy, acá te están debiendo algo.
M. ELIZARRAGA: Yo sabía que se la iban a agarrar conmigo. Yo te avise, Marta. Te dije: saco dos
pesos para comprar puchos, después te los repongo cuando venga la bonificación de abril, que
nos devuelven el paro que descontaron…
M. CAAMAÑO: ¿Nos descontaron los paros?
DELIA: No, eso ya se arregló en el sindicato. Devolvieron todo.
M. CAAMAÑO: Ah. Porque yo no hice paro.
DELIA: No. Vos faltaste.

M. CAAMAÑO: Ah. ¿Justo en día de paro? Uy, S. RIVAROLA: Delia, ¿por qué el contralor
no te puedo creer. Van a creer que yo adherí, ahora lo está llevando Marta Lococo?
y no. Yo me inflé.

DELIA: Dejala, si esta es más rápida con los


M. CAAMAÑO: Ahora te digo una cosa, ¡estos números…
son unos tránsfugas! S. RIVAROLA: Si, pero no es su función. De
Yo no pienso ir a ningún paro más, que no hecho, Marta Lococo no tienen ninguna
sirven para nada, y encima te los descuentan. función en esta escuela. Vender ropa no es
una función docente.

M. CAAMAÑO: Yo no voy a hacerles el caldo gordo a estos hijos de puta de CETERA, y los otros,
que son peor, los de UDA.
DELIA: Ya está, Marta, la UDA no existe desde hace 10 años, y ya devolvieron todos los paros.
M. CAAMAÑO: Ah, bueno. Porque yo no hice. ¿Y eso lo puedo cobrar?
M. LOCOCO: Y… Seguís en rojo. Porque acá sumamos lo del presentismo. Que igual faltaste,
pero lo vas a recuperar…
M. CAAMAÑO: Claro, si yo me quedo… O limpio, paso un escobillón, si no me cuesta nada…
S. RIVAROLA: ¡Ah genial!
M. LOCOCO: … y lo que te devuelven de los paros, pero te tengo en rojo con el regalo de
Marta, y con la colecta para Susana.
M. CAAMAÑO: ¿Qué regalo de Marta? ¿Mi regalo? ¿Yo estaría poniendo para mi regalo?
DELIA: Ay, Marta, no seas pelotuda.
M: LOCOCO: No.
M: CAAMAÑO: No, está bien, lo que pasa es que ahora, si vos llevas toda la contabilidad junta,
a lo mejor se mezcla lo del contralor con lo de los regalitos, y como yo también me llamo
Marta… ¿Qué marta cumplió?
M. ELIZARRAGA: Yo. Pero no me regalaron nada.
M. CAAMAÑO: Ah… Feliz cumpleaños.
DELIA: No se te regalo, Marta, porque todavía faltan poner.
M: ELIZARRAGA: Ah. ¿Es por eso?
DELIA: Claro.
M. ELIZARRAGA: ¿Seguro que no hay nada más?
DELIA: ¿Qué me queres decir?
M. ELIZARRAGA: Hubo votación po-po-po-por los equipos de gabinete en el Consejo.
DELIA: Ay, Marta, esas votaciones son a puertas cerradas.
M. ELIZARRAGA: pero estuvo Marta.
DELIA: ¿Qué Marta? ¿Tamborino?
M: ELIZARRAGA: Marta Lococo.
DELIA: ¿Y vos que te metes, Marta? Es para darte un coscorrón. Metete en tus números y por
favor no pretendas incidir en el curso administrativo de la escuela, que ya para eso bien nos
hacemos cargo Susana y yo. Y ahora que digo Susana, descontale también lo de los paros y
anótalo para el regalito de Marta, a ver si llegamos por fin. ¿Ves, Marta? Vos te pensas que yo
tengo algo en tu contra y no es así.

S. RIVAROLA: Perdona, ¿cómo es eso?


M. ELIZARRAGA: Yo estoy coordinando el
trabajo de integración fonético-sensible…
¿Ahora vos decidís a quien se le descuenta un
paro y a quien no?
Que-que-que-que no es algo de lo cual
cualquier escuela pueda ufanarse, te aviso,
Delia.
DELIA: No es tan así, al que hizo paro, se le
descuenta. Pero como yo no te lo pase…
M. LOCOCO: Acá sigue habiendo una
diferencia de dos pesos.
Lo cobraste…
M. ELIZARRAGA: ¿Y qué queres?
Lo pones para el regalito de Marta… y todos
contentos.
M. ELIZARRAGA: ¿Qué los ponga para mi
propio regalo? Ya te dije, es de los puchos,
que no tenía cambio. Esto es persecución
ideológica. (Sale.)

DELIA: ¿Cuándo te llamo ese Angie por última vez, Marta (Lococo)?
S. RIVAROLA: ¿Qué sabrás vos si vine o no? Si vos no viniste, el día de paro…
DELIA: ¿Y qué querías, Susana? ¿Qué carnereara una huelga? Ah, no, chicas, miren que si lo de
los regalitos se torna un problema para todas, acá esto se arregla muy fácil. Se acabaron los
regalitos. Y que cada una se compre la blusa que necesita.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿La tengo que devolver?
DELIA: ¿No ven, chicas? Acá falta un ingrediente mágico de compañerismo, nos falta la
camaradería masculina. Ese tufo desinteresado, viril, que es lo que hace que los hombres se
junten entre ellos para hacer grandes tareas…

Entra Gladys.

DELIA: … Como ganar un partido o robarse un banco. ¿No, Gladys?


M: LOCOCO: Si. Y encima se dan el lujo de ponerse bonetes…
GLADYS: ¿Quiénes?

M. LOCOCO: … Y festejar el cumpleaños a la


cajera. ¿No, Gladys?
M. GREGORINI: ¿Como pretende que anote lo
de los puchos?
S. DOMBER: ¿Qué cajera?
M. LOCOCO: La que cumplía años. ¿No,
Gladys? ¿No estabas cuando contaron?
M. LOCOCO: Mira, Marta. ¿Te muestro como
te hago yo?
S. DOMBER: Ya lo escuche a no sé quién
contar que…
DELIA: No pero recién…
M. LOCOCO: En vez de trabajar con dos
columnas, trabajo con tres.
DELIA: No sé quién conto… ¿Vos, Gladys?
GLADYS: ¿Si?
DELIA: Si. Que una cajera cumplía años, y que
los tipos, armados hasta los dientes, les
dicen: “acá no estamos para tirarles ningún
tiro, es una guerra contra el sistema”.
GLADYS: (por el comentario de Delia.) ¡No!
¿¡En serio!?
S. DOMBER: Ay, ¿no lo sabías? Si se enteró
todo el mundo.
M. LOCOCO: Acá pones el DEBE, ¿Vez?, acá el
HABER…
DELIA: Son hombres, ¿entendés?
Y acá el HABRIA.
Piensan como hombres.
Y esto lo pones acá, ¿vez? Lo de los paros,
acá.
Por eso roban bancos, en vez de administrar
la miseria de Solá en las escuelas.
Y lo de los regalitos, lo pones acá. Sumas las
tres columnas y te da cero, ¿entendés?
Y parece que se pusieron bonetes y cantaron
el happy birthday.
M. GREGORINI: a ver… ¿Cómo es eso?
¡Unas voces, todos!

M. LOCOCO: Vení que te muestro. Y te muestro esos corpiños que te van a encantar.

Salen Lococo, Caamaño y Domber.

GLADYS: ¡Cuéntenme! ¿En qué canal dijeron lo de los bonetes?


S. RIVAROLA: Lo dice todo el mundo. Es vox populi.
M. GREGORINI: Chicas, dejo acá la caja de cooperadora un segundo, que me tengo que probar
unos corpiños.
DELIA: Si, anda.
M: GREGORINI: No es para mí, es para un regalo.
DELIA: Bueno.
M: GREGORINI: Mira, Delia: no voy a regalar algo que no me probé.
DELIA: Si, Marta, anda, esparcite.

M. Gregorini sale.

GLADYS: Yo escucho de los bonetes y… me siento una pelotuda. Yo enseñándoles a tirar


penales, cuando, en realidad, hay que robarse un banco. ¿Saben cuál es el porcentaje de pibes
que se van a salvar pateando un balón?
DELIA: Es ínfimo.
GLADYS: Ínfimo. Esto es un ejemplo, chicas. Un ejemplo a seguir.
DELIA: ¿Te imaginas? ¿Ir con un chumbo en la guantera?
GLADYS: Nos afanamos una estación de servicio…
DELIA: ¿Sabes las cosas que se solucionarían?
GLADYS: ¿Quién va a sospechar de tres docentes de guardapolvos, tres dignas
muertasdehambre?
DELIA: La subdivisión…
GLADYS: Merienda para los pibes, martes y jueves de acá a fin de año…
DELIA: La matrícula…
GLADYS: Les compro botines…
DELIA: La biblioteca…
GLADYS: Y jugamos de locales en el interescuelas contra Moreno. Compramos trofeos, copa de
leche… Entonces, ¿Qué? ¿Es un crimen eso? Decí que no tengo un chumbo, que si no… (Sale.)

Quedan Delia y S. Rivarola. En silencio. Entre ambas, la cajita con el dinero de cooperadora.
Delia la mira. S. Rivarola la mira. Cruzan miradas.
DELIA: Yo…
S. RIVAROLA: No digas nada, Delia. Si lo vas a hacer, hacelo. Pero sabe que es una decisión
tuya.
DELIA: Te juro, Susana, que esta vez no puede fallar. ¿Vos sabes que yo vengo viendo los
entrenamientos del Deportivo Merlo, no?
S. RIVAROLA: Digamos que es un rumor cada vez más frecuente. Pero vos sabes que yo no me
dejo llevar por rumores.
DELIA: Bueno, déjate, porque es. Pero yo veo los entrenamientos con un ojo puesto en los
muchachotes y otro puesto en el futuro. Se llama Edgar Fabiani. Un delantero, un izquierdista.
S. RIVAROLA: ¿Un qué?
DELIA: No sé cómo se llama, ataca por izquierda, de zurda, es un cañón. Esta suspendido en
catorce fechas, parece que tuvo un altercado con el réferi, son cosas que pasan, oportunidades
únicas. Ya lo tengo apalabrado al director técnico del Depo. Nos lo dejarían en cuotas. Pero yo
creo q le pagamos la primera y después se olvida.
S. RIVAROLA: (Por la cajita.) ¿Cuánto hay?
DELIA: Hay.
S. RIVAROLA: Es una locura.
DELIA: Yo no digo que no.
S: RIVAROLA: Un riesgo enorme.
DELIA: ¿Y qué? Mira Seisdedos. Se la jugó. ¿Y ahora?
S. RIVAROLA: ¿Y ahora qué? Toda la policía bonaerense los busca.
DELIA: Ah, no, Susana. Y lo decís como si quisieras que los encuentren.
S. RIVAROLA: ¿Cómo voy a querer que los encuentren?
DELIA: ¿Entonces? ¿Somos un equipo o no somos un equipo?
S. RIVAROLA: Vos sabrás. Sos la directora.
DELIA: ¿Somos hombres o no somos hombres?

S. Rivarola no puede evitar una equivoca sonrisa, que ha venido reprimiendo. Timbre.
Comprende que le conviene retirarse. Agarra su cartera, va a hablar, no dice nada. Mira la
cajita de cooperadora. Mira a Delia. Se aleja como para dejar sola a Delia, y la mira hacer.
Delia acaricia la caja.

DELIA: No te preocupes. A mí me alcanza con que tomes una discreta distancia.


S. RIVAROLA: ¿Esta distancia… te parece… discreta?
DELIA: Es ahora o nunca… El mundo es de los valientes.

Suena un timbre de escuela, largo, atronador, que señala el fin del primer acto.
SEGUNDO ACTO

10/ Peaje

S. RIVAROLA: ¿Usted me pregunta por el arma?


¿Qué arma, específicamente?
¿El chumbo de la señora Delia Lobo?
Bueno, a lo mejor yo no soy la más delimitada para dar esta explicación. Porque yo tuve –y
tengo, sigo teniendo-, Su Señoría, una opinión respecto de estas cuestiones. Y es una opinión
forjada a fuego, no me van a convencer de lo contrario.
¿Es una escuela el lugar más apropiado para llevar armas de fuego? No, no lo es. Y esto es lo
que yo pienso.
Paso a explicarle del arma de la señora Delia Lobo. Los Sagasti, del séptimo de la mañana, son
dos casos-problema. Se sabía que al menos uno de ellos está en la cuestión esta del peaje, les
cobran peaje a sus compañeritos para pasar por Etcheverry y salir del barrio. Y no se hizo nada
en su momento. Hasta que un buen día, Sagasti se apersona en la escuela con el chumbo. La
señora Delia Lobo se entera, lo va a buscar, lo saca del aula y le dice lo siguiente –tengo
testigos-. Le dice: “¿Sabes, Sagasti, que ahora hay un programa escolar para cajear armas por
juguetes? Un arma por un juguete. Decime que juguete te gustaría tener y yo lo arreglo con las
punteras a nivel municipal, pero me tenés que dejar el chumbo”. ¿Sabe lo que le dijo Sagasti?
“Una pelota de básquet”. (Timbre.)

11/ Azul

Entra Martita Elizarraga.

M. ELIZARRAGA: Susana, ¿nos dejarías el lugar para una entrevista?


S. RIVAROLA: ¿No podés atenderla en gabinete?
M. ELIZARRAGA: No. Sabé que “mi” gabinete es ahora tierra de nadie. Delia se mete, cambia
los muebles de lugar, no sé qué está tramando ahora. Primero raja a la Social, ahora me
revuelve el gabinete, esto es una declaración de guerra a la rama.
S. RIVAROLA: ¿Que rama?
M. ELIZARRAGA: (Trabada por el tartamudeo.) Psi… psi…
S. RIVAROLA: ¿La rama psicofísica?
M. ELIZARRAGA: Psi… psi…
S. RIVAROLA: ¿Sindical? ¿Es por los paros?
M. ELIZARRAGA: Psicología. Nos quieren rajar. Ya votaron en Consejo.
S. RIVAROLA: ¿Y vos como sabes?
M. ELIZARRAGA: Me dijo Marta Lococo.
S. RIVAROLA: Que cagada.
M. ELIZARRAGA: Si. No. “Que cagada”, no. A esta hay que pararla. Esta cada vez peor. ¿En qué
quedo lo que me dijiste? ¿Lo de pedirle la licencia por psi… psi…? Por psiquiatría.
S. RIVAROLA: En eso estoy. Ya redacte un borrador para un sumario. No tenés más que firmar
acá.
M. ELIZARRAGA: Por fin. Dame que te firmo.

Entra S. Domber con una Mamá.

M. ELIZARRAGA: Y si alguna no se atreve a firmar, me avisas que le falsifico la firma.


S.DOMBER: Mire, mamá. Daiana Mazzitelli no está avanzando. No se adapta al grado. Por eso
le pedimos que venga, para que hable con Marta, que es nuestra asistente foniatra.

S. Rivarola sale.

M. ELIZARRAGA: Hola.
MAMÁ: Hola. ¿Marta?
M: ELIZARRAGA: Si.
MAMÁ: ¿Quién es Daiana Mazzitelli?
S. DOMBER: Su hija.
MAMÁ: No.
S. DOMBER: Si.
M. ELIZARRAGA: Susana, fijate si no te equivocaste de nuevo con las planillas de la tarde.
S. DOMBER: No, te juro. A las de la tarde les puse un Snoopy y a las de la mañana un calquito
de Floricienta.
MAMÁ: ¿Mi hija? ¿Y cómo es?
S. DOMBER: Es menudita, de pelo marrón… Daiana…
MAMÁ: Una chica común. Puede ser…
S. DOMBER: Daiana Mazzitelli.
MAMÁ: ¿Y no aprende? pobrecita. ¿Cuánto le falta para llegar a séptimo, a esa?
M. ELIZARRAGA: Esta en primero.
MAMÁ: Bueno, cuando este en séptimo va a estar bien. ¿Y Azul?
M. ELIZARRAGA: No, no tengo ninguna Azul.
MAMÁ: Azul. ¿En qué grado esta?
M. ELIZARRAGA: Ay, no sé. ¿Es una hermanita de Daiana?

Mira la lista para reconocer de quien se trata.


MAMÁ: Y… que se yo. ¿Y esta? ¿Y esta? ¿Y esta?
M. ELIZARRAGA: No, “Azul” no tengo ninguna en recuperación fonoaudiológica. ¿Está en
octavo grado?
MAMÁ: Y… esta mas grande que la otra que yo digo. Pero no sé porque le dice Daiana.

La encuentran en la lista.

M. ELIZARRAGA: Ah, esta. Soledad. La nena que no habla. ¿Porque le dice Azul?
MAMÁ: Yo le iba a poner Duende Azul y no me dejaron en el Registro Civil. Di media vuelta y
me fui.
M. ELIZARRAGA: Bueno, acá la tenemos como Soledad Mazzittelli. Por el DNI.
MAMÁ: La Sole. Por eso el Rulo me decía “no la vas a ver más a la Sole, me la voy a llevar a
Formosa a la Sole”, Y yo me reía, no mas, como loca, no sabía de quien me hablaba. Se fue a
Formosa, el Rulo, pero se llevo nada más que al Caqui, a la otra me la dejo.
M. ELIZARRAGA: ¿El Rulo es Mazzittelli? ¿Es el papá? Igual no puede seguir en el grado,
Soledad. Repitió cuatro veces.
MAMÁ: La directora me dijo que la iba a hacer pasar.
M. ELIZARRAGA: No puede llegar a noveno en esta escuela.

Entra Delia Lobo.

DELIA: Sin embargo fijate, Martita, que la señora es mama o tutora de seis chicos de esta
escuela.
M. ELIZARRAGA: Si, pero Soledad esta todo el día con el dedo en la boca.
MAMÁ: ¡Es un duendecito!
DELIA: ¿Y en el eje de integración físico como anda? Quizás le da el promedio.
M. ELIZARRAGA: No. No alcanza.
DELIA: Eso decís vos, vamos a buscar a Gladys que le tome unas abdominales. Usted no se
preocupe, señora. Seis chicos es un capital enorme. (Le hace señas a M. Elizarraga, a espaldas
de la Mamá, señas que parecen remitir a sus planes de ampliar la escuela con nuevas
construcciones si consigue la plata prometida por la Provincia.) No nos podemos dar lujos.
(Sale.) ¡Gladys!
M. ELIZARRAGA: (Ofendida por las señas a S. Domber.) ¿Que me hace? ¿La vicedirección, la
subdivisión?
S. DOMBER: Sí. (A la Mamá.) Igual no nos interesa evaluar a Soledad. Yo le estaba hablando de
Daiana.
MAMÁ: ¿Esa es la suya?
S. DOMBER: No, la suya, su hija, Daiana, la de primero.
MAMÁ: Es que no es mi hija. Esa es de la Viru. La mujer del Toto.
M. ELIZARRAGA: ¿La Viru?
MAMÁ: Claro. Y yo se la cuido, es como si fuera una hija, si a mí me da lo mismo.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero usted no es la mamá?
MAMÁ: Y… No se eso yo.
S. DOMBER: ¿A quién le dice “mamá”, Daiana?
MAMÁ: ¿La Juje?
M. ELIZARRAGA: ¿Se llama Juje?
MAMÁ: Y… Yo le digo “La Juje” porque es jujeña, como la Viru. La mujer del Toto.
M. ELIZARRAGA: No entiendo. Y el Toto, ¿Quien viene siendo?
MAMÁ: Y… (Piensa.) El Toto está conmigo ahora.
M. ELIZARRAGA: ¿Es su marido, su pareja?
MAMÁ: Ay… (Se ríe.)
M. ELIZARRAGA: ¿Es el papá de algún otro nene más en su casa, o los otro los tuvo con el Rulo
de Formosa?
MAMÁ: ¿En casa?
M. ELIZARRAGA: Mire, a ver, vamos a hacer una cosa. Yo le voy a dar un lápiz y un papel para
que usted me dibuje su casa, y todas las personas que viven en su casa…
MAMÁ: ¿La Azul, La Viru, el Pancho, todos?
M. ELIZARRAGA: Si. ¿Quién es el Pancho?
MAMÁ: El Pancho antes estaba conmigo. Viene los sábados.
M. ELIZARRAGA: Bueno, dibújemelo, entonces, y después yo le voy a pedir que me haga unas
flechitas para ver quién es el papá de Daiana.
MAMÁ: Perfecto. Acá yo le hago a esa que ustedes le dicen la Daiana. La Juje, le decimos en
casa. O La Chucha.

12/ Croquis

Vuelve Delia con Gladys Rondó.

GLADYS: Marta, me dice Delia que estas con el temita de las Mazzittellis.
M. ELIZARRAGA: Si, la Cucha y la Azul, Soledad Mazzittelli.
GLADYS: Bueno, la Chucha no me importa, pero mira que la que está en octavo golea fiero. Si
me la sacas, me rompes el equipo. Y tenemos un interescuelas la semana que viene.
M. ELIZARRAGA: Soledad viene acá a aprender a leer y a escribir, si te rompo el equipo
perdoname, corazón. Pero para eso está la rama.
DELIA: ¡Y después no queres que te la cierre, mira si serás hija de puta, Marta!
M. ELIZARRAGA: Soledad no puede aprobar los contenidos mínimos de lengua…
DELIA: Acá no tenemos más “lengua”. Ahora tenemos “ejes”. No todos tenemos las mismas
capacidades. Y gimnasia se promedia, por orden de la rama de EGB.
GLADYS: En gimnasia Mazzittelli se expresa todo el tiempo.
DELIA: Vez ¿No habla pero se expresa?
GLADYS: Si. La chica se hace entender. Pide la pelota. Tiene arte en la gambeta. Es ladina en los
piques largos.
M. ELIZARRAGA: El otro día se agarro cuatro horas del bolsillo de la maestra. Susana: te quiero
oír.

Entra Susana Brunetti.

S. BRUNETTI: No la podemos aprobar.


DELIA: ¿¡Cómo!? Yo a vos te veo meando a cien metros del tarro.
S. BRUNETTI: Yo necesito que los chicos aprendan. ¿Sabes lo que es llegar a casa, día tras día, y
descubrir que todo lo que explique fue en vano?
DELIA: Yo no entiendo para que hacemos reuniones. Hay otras formas de evaluar. Menos
agresivas para un chico, que es como una gelatina endeble, asustadiza. Además, si no la podes
aprobar en octavo, aprobala en segundo, que para algo lo tenés en segundo. ¿Los contenidos
programáticos de segundo los tiene?
S. BRUNETTI: ¿Y qué se yo? Si no habla.
GLADYS: Venite a verla tirando penales. Habla con la diestra, esa mocosa. (Sale.)
DELIA: Vení, Susana, vení a verla y convencete. Esta chica pasa de año, que sino la mama se
lleva los cinco pibes a la 45.
S. BRUNETTI: ¿Y las computadoras, Delia?
DELIA: ¿Las del plan federal “La Compu al Cole”?
S. BRUNETTI: Si, ¿cuando llegan?
M. ELIZARRAGA: ¿Po-po-por favor? ¿Seguí soñando, Susana?
DELIA: Ya van a llegar. Están llegando de La Plata.
S. BRUNETTI: Porque yo en la currícula ya puse todo lo del eje tecnológico-perceptivo, y ahora
los de octavo me preguntan cuando llegan las compus.
DELIA: De un momento a otro, deciles.
S. BRUNETTI: ¿Y va a haber para todos?
DELIA: ¿Sabes lo que pienso, Susana? ¿Te interesa la computación? Vos y yo podemos llegar a
un buen acuerdo sobre las Mazzittellis.

Salen Delia y S. Brunetti.

M. ELIZARRAGA: ¿Que-que-que se piensa? ¿Qué se va a salir con la suya?


MAMÁ: Yo no sé si hablamos de la misma. Azul.
M. ELIZARRAGA: Yo lo que le digo es muy simple: Soledad Mazzittelli necesita el pase a
especial. ¿A ver, donde me la dibujo, en el planito?

La Mamá hace un croquis de la casa. Durante la conversación habrá confusiones entre la


representación y el objeto representado.

MAMÁ: La casa es así: acá esta donde plantamos… ahora hay perejil, yuca… de todo. Acá vive
el Pichi. El papá de Azul, a veces duerme acá y, a veces, acá. Depende como este conmigo.
Estos son otros nenes, los hice en cualquier parte porque corren todo el día.
S. DOMBER: No entiendo. ¿Este es el Pichi?
MAMÁ: Esa es la ventana.
S. DOMBER: A ver. ¿Me puede hacer los basamentos edilicios de la casa con un color y los
miembros de la casa con otro?
MAMÁ: Yo lo de los colores no lo sé.
S. DOMBER: Bueno. Pero me va diciendo. Le señalo y me va diciendo que son. (Lo hacen.)
MAMÁ: El Pichi. La Juje. Duende Azul. El Pichi de nuevo. La tele. La yuca. El Pichi cuando está
enojado. Un perro, que entro y se nos quedo. La ventana.
M. ELIZARRAGA: Perdón. ¿Y usted? ¿Porque no se dibujó usted?
MAMÁ: (Pudorosa.) Ay, no. Yo no.
M. ELIZARRAGA: ¿Porque?
MAMÁ: Yo no estoy.
M: ELIZARRAGA: ¿Pero no es su casa?
MAMÁ: No, es la casa de la Viru. Con el Toto.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero el Toto es su novio, señora, o el novio de alguna de sus hijas?
MAMÁ: Y… habría que ver, ¿no?
M. ELIZARRAGA: ¿pero porque no se dibujó?
MAMÁ: Porque estoy acá. ¿Cómo voy a estar en dos lugares a la vez?
S. DOMBER: Tiene razón, Marta.
M. ELIZARRAGA: ¿Cómo va a tener razón? Mire. ¿Esto qué es?
MAMÁ: La reja.
M. ELIZARRAGA: Perfecto. La reja esta acá, en el dibujo y está allá en su casa. ¿No? ¿O dejo de
estar cuando la dibujó?
MAMÁ: Yo la dibuje porque usted me dijo que la dibuje, pero si quiere la saco. ¡Como se pone!
M. ELIZARRAGA: No, no la saque.
MAMÁ: Ni loca la saco, la reja. ¿Para qué? ¿Para qué nos desvalijen los villeros?
M. ELIZARRAGA: Lo que digo es que la reja puede estar en dos lugares a la vez.
MAMÁ: (Pausa.) ¿Cómo enseñan, acá?
M. ELIZARRAGA: ¡Basta! Yo no me voy a adaptar nunca. Nunca. Yo voy a seguir adelante, con
mis creencias, con mis valores. No me van a arrastrar por el fango. Yo no me adapto. ¡Y la juje,
y la Chucha se van a la escuela 501! Son deficientes moderados. Ya mismo elevo el informe a
Psicología. Y no me importa lo que diga Delia Lobo, ¿se enteran? (Se levantan y se va. Muy
perturbada.)
MAMÁ: Como se puso. Se ve que no le gusta lo que hace, pobre.
S. DOMBER: Sí. ¿Usted podría hablar con el papá de Daiana?
MAMÁ: (Señalando en el gráfico.)¿Con este?
S. DOMBER: ¿Ese es el papá?
MAMÁ: Así dice él.
S. DOMBER: ¿Le puede decir que venga?
MAMÁ: ¿A ese?
S. DOMBER: Sí.
MAMÁ: Bueno, bueno, está bien, si quiere yo le digo. (Se acerca al dibujo y le habla a una
mancha.) Toto, acá dice la seño si podés venir. (A Susana.) Dice que no sabe. Dice que lo va a
pensar.
S. DOMBER: ¿Vos te estás buscando que yo te parta la cara con un tupper, yegua?
MAMÁ: ¿Me puedo ir, ahora?

Entran Delia y S. Rivarola.

DELIA: Ay, pero que lindo dibu. Mirá qué caserón que te mandaste, mamá. ¿Vos cuál sos?
MAMÁ: (Se señala, harta, violenta, angustiada.)¡Yo soy esta!
DELIA: ¡Qué lindo! ¡Cuánto sol! ¿Estos son alambrados?
MAMÁ: No. Son líneas, para que ustedes entiendan. Pero ustedes son todas unas retardadas. Y
yo le voy a decir al Pancho. Ya van a ver. (Sale.)

13/ Timbres

Se escucha un timbre. Ingresa Marta Caamaño; Está un poco extraviada.


DELIA: Marta, ¿qué haces acá?
M. CAAMAÑO: Eso te quería preguntar justo. ¿Ustedes escucharon eso?
S. RIVAROLA: El timbre.
M. CAAMAÑO: No, porque el otro día, ¿cuándo fue?, ¡hoy!, ¡hoy, fue!, hoy mismo, estoy lo
más tranquila dándoles unas cuentas… y de pronto ese ruido terrible, y ¿vos podes creer que –
como si se hubieran puesto de acuerdo, los malditos-, se me levantan todos a la vez y salen en
tromba?
S. RIVAROLA: Es el timbre.
M. CAAMAÑO: Ah, el timbre. Pero no quedó ni uno.
DELIA: Y no. Salen al recreo.
M. CAAMAÑO: ¿Podés creer? Y yo como una pelota, con la tiza en la mano, así, educando en el
vacío.
S. RIVAROLA: Marta. Es el timbre largo.
M. CAAMAÑO: No, sí, el timbre. Si yo eso lo entiendo. ¿Y cómo es? O sea, si a ellos se les canta,
una tiene que dejar que salgan en malón, a cualquier hora…
S. RIVAROLA: No era cualquier hora. Era el timbre largo.
M. CAAMAÑO: Está bien. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
DELIA: Marta, ¿te acordás que te expliqué que estamos subdividiendo el tiempo en parte más
chicas, que los chicos puedan aguantar?
M. CAAMAÑO: ¡Los chicos, y las maestras, porque te sigo que lo que es yo, si me dicen que me
puedo hacer un parate en medio de la mañana yo te beso los pies!
S. RIVAROLA: El timbre es el parate, Marta.
DELIA: Bueno, Susana, no la trates así.
S. RIAROLA: ¿La vas a apañar? Muy bien. Perfecto. Acá vos sos la directora y yo soy la vice. La
responsabilidad civil es toda tuya, gorda.
DELIA: Escándalos no, Susana. No es lo mío. Y si te referís a lo que vos ya sabés, pensé que
estábamos juntas en esta.
M. CAAMAÑO: No, chicas, si se van a pelear, no. Yo no quiero hacer un lio. Lo que digo es
que…
S. RIVAROLA: A ver, ¿qué decís? Te queremos escuchar.
M. CAAMAÑO: Tendríamos que buscar una manera…
S. RIVAROLA: (A Delia.) Quiere encontrar la manera…
M. CAAMAÑO: … de que en algún momento de la mañana, que es tan larga….
S. RIVAROLA: (A Delia.) Le parece larga la mañana…
M. CAAMAÑO: … los chicos puedan salir un poco al patio, vayan al baño, en fin… y que
nosotras nos podamos hacer un té. Porque si no, nos van a recoger con cucharita. (Sale.)Voy a
buscar una cucharita para el azúcar.
S. RIVAROLA: (A Delia.) Liberame de esta responsabilidad.
DELIA: ¿Sabes que, Susana? Veo que cada vez te gusta más liberarte de responsabilidad.
S. RIVAROLA: ¿A mí? No puedo creer que me estés diciendo esto a mí. ¿Quién te pidió la pelota
de básquet al cura de Itatí?
DELIA: Yo ya te lo agradecí.
S. RIVAROLA: ¿Era mi función? ¿Era?
DELIA: No.
S. RIVAROLA: ¿Y no lo hice igual, yo? ¿No lo hice?
DELIA: Sí. Pero eso es porque vos… te llevás mejor con el cura. Nada más.
S. RIVAROLA: ¿Qué me estás diciendo, Delia?
DELIA: Nada. Ya te agradecí lo de la pelota.
S. RIVAROLA: Yo asumo acá toda la responsabilidad que vos dejás vacante, Delia. Porque esto,
si no, se cae a cachos. Y te recuerdo que en cualquier momento cae la inspectora.
DELIA: ¿Me amenazás? Vos y yo tenemos diferencias, Susana. Vos sos de sagitario, y lo digo sin
ánimo de ofensa. (Entra M. Elizarraga.) Y ya te dije: si llegamos a la matrícula pido la
ampliación y vas a tener vicedirección para vos solita. Lo digo por si querés atender al cura la
próxima vez que haya que pedirle las pelotas. No tengo problemas en explicarle el episodio a
la inspectora. (Se va.)

14/ Pichón

M. ELIZARRAGA: ¿Vos que decís?


S. RIVAROLA: Nada, fabula. Si el cura vino una sola vez. Con la pelota. Acá, una sola vez. Si
incluso estaba Rosa; no estuvimos solos en ningún momento. Seguro que lo dice porque habló
con la madre de él. ¡Y anda a saber lo que pueda estar diciendo una señora tan viejita!
M. ELIZARRAGA: No, no. Yo te hablo de lo mío. ¿No sabés?
S. RIVAROLA: Ah, no, no.
M. ELIZARRAGA: ¿No escuchaste lo de las Mazzittelli? ¿Sabés lo del colchón?
S. RIAROLA: No.
M. ELIZARRAA: ¿Vos podes creer que ahora se agarra de la cuestión de la Chuca y me manda
mensajes de amenaza en código? Me ta-ta-taponó la entrada a gabinete con un colchón. Es el
paso previo a cerrar la rama. O sea, yo no soy una experta en Pichón Riviere, alguna vez lo fui,
pero evidentemente lo que me quiere decir es, a su manera, pa-pa-patológica: “Esta valla
blanda, con plumas y estopa, es el prolegómeno a una valla mayor, insalvable, para vos”. ¡El
cierre de la rama! ¿Quién te alta firmar el pe-pe-petitorio?
S. RIVAROLA: Shh. Después hablamos. Ya llamé a reunión para las 12:00. ¿Te enteraste lo de
los hermanos Sagasti? ¿Lo de la pelotita de básquet?
M. ELIZARRAGA: ¿La pelota? ¿La que le pediste al cura?
S. RIVAROLA: Ah, ¿vos te enteraste? No fue tan así. Pará. Después te cuento.

15/ Goleador

Entra Gladys Rondó, la profesora de Educación Física.

GLADYS: Mmm…, pero que secretivas que están. ¿Cómo les va?
S. RIVAROLA: Ay, Gladys, ¿cómo te va? Ya casi no coincidimos nunca, en turno mañana.
GLADYS: Es que estoy todo el tiempo en la canchita.
S. RIVAROLA: Eso te quería decir. En cualquier momento cae la inspectora. No los cruces al
potrero.
GLADYS: ¿Qué queres? ¿Qué entrenemos en el patio, Susana?
S. RIVAROLA: ¿Y si pasa un auto y los pisa a alguno?
DELIA: (Entrando.) ¿Y, Gladys? ¿Cómo va el Semillero?
GLADYS: Decile a la Social que Fernández esta desnutrido. O hablá con la mamá, o lo saco del
interescuelas de Moreno.
DELIA: ¡Pero si es el goleador!
GLADYS: No te metas, Delia. Goleador o no, si no come y no refuerza isquiotibiales, no juega.
¡Y no se metan en mi banco! (Sale.)
DELIA: Bueno. ¡Pero mira que Social no tenemos más! (Repara en M. Elizarraga, que no ve con
buenos ojos que vayan eliminando al equipo de Psicología de a poco.) Que trabajo formidable,
que hace Gladys, ¿no, chicas?
M. ELIZARRAGA: O sea que vos ves como formidable que saque los pibes todo el día del aula
para entrenar al futbol y si yo vengo y te digo que estoy haciendo todo un trabajo, respaldado
por tests, validado a nivel nacional, un seguimiento de integración fonético-sensible en primer
nivel, resulta que yo soy una pelotuda y mejor cerrar la rama…
DELIA: Ay, Marta, ¡Dios quiera que la rama no se cierre nunca! ¡Nunca!
M. ELIZARRAGA: ¡Bueno, entonces fijate lo que votas en el Consejo!
DELIA: Mira, Martita, a vos todas te apreciamos muchísimo…
M. ELIZARRAGA: ¡No como a la Social!
DELIA: No, a la Social, no. Pero ese es otro tema. Y nos parece muy valiente de tu parte que
con todas tus dificultades vos hayas salido adelante igual, en lo tuyo, eso habla muy bien de
vos, del tesón. Pero no te metas en política. ¿Queres saber que pienso yo de la rama? Me
parece una idea excelente la rama. Que los chicos vean Psicología. Pero tenés que entender
que a veces hay que tener cintura.
M. ELIZARRAGA: Ah. ¿Vos llamas cintura a aliarte con la inspectora de primer nivel que quiere
cerrar la rama para que después te de el OK a tu proyecto de ampliación?
DELIA: Vos estas muy metereta, Martita. Ya las veo, a ustedes dos, muy grandes amigas. Pero
créanme que de mi accionar nos vamos a beneficiar mucho todas. ¿Te digo algo yo, de todos
tus proyectos? Nada, te digo. Ni me meto.
M. ELIZARRAGA: ¡Bueno sería! Yo tengo mi inspectora de Psicología. Y si esperas que reciba
ordenes tuyas en lo psicomotriz, yo te juro, con todo el aprecio que te tengo como persona,
que te vas a encontrar con problemas muy gordos.

Momento muerto. El aire se corta con cuchillo.

DELIA: ¡Como me comería un sanguche de milanesa!

16/Pelos

Entran Marta Lococo y Gladys.

M. LOCOCO: ¡Quien sabe que no se robaron!


GLADYS: Ahora, ese Seisdedos que imbécil, ¿no?
M. LOCOCO: ¿Por qué?
GLADYS: Ah, ¿no sabes? ¿no saben, chicas?
DELIA: No, ¿qué? Contá contá, turra.
GLADYS: Ayer hicieron una pericia nueva en el banco. Encontraron pelos.
S. RIVAROLA: ¿Cómo que encontraron pelos?
GLADYS: Pelos. Pelos con ADN.

Entra M. Gregorini.
S. RIVAROLA: Che, pero contá… Mirá, Marta, ¿escuchaste? Parece que encontraron pelos, toda
la bonaerense esta agarrada del microscopio buscando el ADN…
GLADYS: Parece que los tipos entran lo mas bien, vestidos de traje.
DELIA: Claro, bien mozos.
GLADYS: Como ya tienen los túneles cavados desde hace semanas, lo único que tienen que
hacer es hacer creer a la policía que los tienen a todos de rehenes.
M. LOCOCO: ¿Para qué?
GLADYS: ¿Cómo para qué? Para ganas tiempo. Cierran las puertas. Cae la cana, y les dicen que
piden un helicóptero, sanguches de miga, y que se yo que para fugarse. Todo mentira. Lo que
necesitan es tiempo. Vuelan las cajas de seguridad, agarran la guita, las joyas…
DELIA: ¡Ay, Joyas!
GLADYS: Es un banco de zona norte, imaginate que no habrá metido ahí la gente de Acassuso…
Mientras la cana cree que van a ir soltando los rehenes de a poco y llegan refuerzos, los tipos
meten todo a unos gomones, se sacan el traje, tienen unos shores abajo…
DELIA: ¿Cómo? ¿Se sacan todo? (Pausa.)
GLADYS: Se quedan en shores… (Pausa.) Para irse en los gomones…
DELIA: (Ensoñada.)… cubiertos de joyas…
M. LOCOCO: Para… ¿Cómo que se sacan todo?
GLADYS: Tendrán unos shores abajo del traje, para remar mas cómodos…
DELIA: … con tantos collares al cuello…
M. LOCOCO: ¿Cómo sabes que se sacan todo? ¿Se ponen en cueros? ¿Delante de las rehenes?
GLADYS: (Afirmando.) ¿No te dije que encontraron pelos?
TODAS: ¡Nooooo!
M. ELIZARRAGA: Perdona, pero… ¿pelos, pelos?
TODAS: (Gritan, entre calientes y escandalizadas.)¡Nooooo! ¡Para!
GLADYS: Bueno, a los efectos del análisis del ADN da lo mismo…
S. RIVAROLA: ¿Te imaginas? ¿Haber estado ahí de rehén?
DELIA: Y… Por ahí se hicieron ayudar por las rehenes para desvestirse…
M. ELIZARRAGA: ¿Y cómo… o sea, como…? ¿Se quedan en short?
M. LOCOCO: ¿No llevan camisetas?
GLADYS: Pleno verano.
M. LOCOCO: No, porque los hombres que tienen muchos pelos en el pecho, si se ponen un
traje como estos, se tienen que poner una camiseta abajo, aunque sea finita. Porque la camisa
de traje transparentan todo.

Todas están muy calientes, cada una a su manera.

DELIA: Claro.
S. RIVAROLA: Transparenta.
GLADYS: Se llevan toda la guita, las joyas, la ropa, para que no se hagan oler por perros, meten
todo en los gomones…
DELIA: ¿La ropa interior también?
GLADYS: Que se yo…
DELIA: No, porque imaginate que un perro bien entrenado de la Federal… si huele un sleep, un
sleep de hombre, después de tanta actividad, vos imaginate que es como haber dado con el
DNI del chorro…
M. GREGORINI: (Ensoñada.) Claro, tanto olor a bola.
DELIA: Escuchame una cosa: ¿Qué son gomones? ¿A qué llamas “gomones”? Decís “gomones”
todo el tiempo, como si nosotras tuviéramos que entender la jerga criminal. (A Marta
Gregorini a los gritos.) ¿Vos sabes lo que son los gomones?
M. GREGORINI: (Muy tranquila, suspira.) Son botes.
DELIA: Ahá.

Silencia.

S. RIVAROLA: ¿Y la policía que dice?


DELIA: ¿Qué policía?
S. RIVAROLA: ¿Nadie investiga, no hay detectives?
GLADYS: Ah, no, escuchen esto porque es genial. ¿Saben lo que dicen los canas? Que, en estos
casos de crímenes tan elaborados, siempre hay un eslabón que se rompe. ¿Y saben quién
viene a ser ese eslabón? Una mujer.
DELIA: (Súbitamente preocupada.) ¿Qué mujer?
GLADYS: No saben. Una mujer. Siempre hay una mujer celosa en el medio. La amante, la
suegra, que se yo.
DELIA: Ay, por favor. Te juro que me llena de alegría que la policía encarne por fin con toda
claridad el papel de la manga de estúpidos que son. ¿Edgar no llego, chicas? (Sale a buscarlo.)
GLADYS: Más vale que vaya apareciendo, que yo no tengo toda la mañana, los deje tirando
penales en el potrero… (La sigue.)

17/Repulgue

Se cruzan S. Domber y M. Caamaño, y vienen charlando.

M. CAAMAÑO: ¿Sabes en qué año me recibí yo? ¡Latín, nos daban en el Normal, a nosotras!
Ahora, con eso de los timbres, ese ruido… y sos boleta: cada una hace lo que quiera.
S. RIVAROLA: Ah, chicas, que bueno que las veo. Ustedes ya están avisadas, ¿no?
M. CAAMAÑO: ¿De qué? Miren que si es poner plata, yo no tengo un centavo.
S. RIVAROLA: No. Nos quedamos 45 minutos en reunión.
M. CAAMAÑO: ¿Reunión de qué? Delia no me aviso nada, miren que si pierdo el 501 recorrido
5b no llego a la 24, voy a perder el presentismo en el otro cargo también, Marta…
M. GREGORINI: Acá no perdiste el presentismo. Ya te lo explique. Se compro lavandina.
M. CAAMAÑO: Ah, bueno. Pero Delia no me dijo nada.
S. RIVAROLA: Delia no está avisada de esta reunión. Ustedes saben que dirección y
vicedirección en esta escuela no siempre caminan codo a codo, chicas. Gladys tampoco se va a
quedar.
M. LOCOCO: Bueno, yo no sé si debo quedarme.
S. RIVAROLA: No, quedate. Delia no está avisada, pero yo no tengo porque ocultar lo que hago.
S. DOMBER: Quedate.
M. CAAMAÑO: Quedate.
TODAS: Quedate.
M. LOCOCO: Bueno, me quedo un ratito a ver qué onda.
S. RIVAROLA: Seguro. Tus aportes están buenos, en general. Tenes una mirada… un poco más…

M. LOCOCO: Menos contaminada.


S. RIVAROLA: Seguro. Quedate, linda.
S. DOMBER: Si se quedan todas, díganme, porque pido empanadas. Hay una promoción.
M. ELIZARRAGA: ¿Qué incluye?
S. DOMBER: Si pedís más de dos docenas te regalan una de humita o carne suave.
M. CAAMAÑO: ¿En serio? (Empieza a contar cuantas son y cuantas empanadas le tocarían a
cada una con este arreglo. Una actividad que la ocupa toda la escena)
M. LOCOCO: Uy, pero miren que son una bomba, las del “Doble Repulgue”. Fortachonas. Te
comes tres seguidas y te puede dar una embolia.
S. RIVAROLA: (gesto rápido para que se calle, aludiendo a Marta Gregorini.) Marta…

Todas miran a Marta Gregorini. Silencio.

M. GREGORINI: (Que no se ha enterado de nada.) Si llamas con tiempo, te las traen enseguida.
(Todas sienten, para no generar conflictos.) No, no lo hagan porque yo lo digo. Háganlo porque
conviene. Si pedís sin darles tiempo, los pibes tienen que correr como locos, con esas motitos
que no tienen casco, ni espejito retrovisor. Seamos solidarias. Entre nosotras. Y fuera de
nosotras. Con los repartidores del “Doble Repulgue”. ¿Sabes cuantos locales manejan, ya? Yo
no los conté, pero en cada parada del colectivo tenés una sucursal, por que se expandieron a
lo pavote. Y ahora no dan abasto, así que hay que ayudar. Yo, si tengo que hacer un pedido,
mejor lo hago antes, y no después, y que no se mate ningún chico. ¿Sabes la cantidad de
locales? Ponele diez, catorce ponele. Y que en una dieta criolla como la nuestra la empanada
ocupe un lugar… privilegiado. Bueno. “Uy, es el mediodía. Me comería una empanada”.
¿Cuántas escuelas tiene el distrito? Ponele cincuenta, sesenta y tres, ponele.
S. RIVAROLA: Ochenta y dos.
M. GREGORINI: Y de cada escuela, a la misma hora, que es cuando es el cambio de turno, zaz,
“me comería una empanadita”, te llueven sin que lo hayas pedido ochenta y dos pedidos,
todos mixtos. De cebolla, de carne suave y picante, lo que fuera, de champigñon con queso al
jerez –a mi poneme dos de esas, Susana-, ¡Y los chicos sin casco! Sin contar al tipo que te mete
prácticamente las yemas de los dedos en aceite hirviendo, porque si las tiras de lejos te
salpican hasta las corneas, esos si que se queman las pestañas, y no estudiando, porque la vida
les da posibilidades muy distintas al pibe que trabaja y al que los papas lo pueden mandar a la
universidad. ¿Vos sabes lo que aceite hirviendo en las corneas? ¿Vos te crees que los tienen
asegurados, a los que trabajan ahí? ¿Con la cantidad de locales que tuvieron que abrir, todos
trabajando al a vez? ¿Qué seguro te da abasto para una cosa así? ¿Y para tantas motitos? Por
eso van sin casco, para llegar a tiempo. Por si una vez, dos veces te llegan frías, la próxima te
traes de tu casa una lengua al vinagreta en un tupper, y no los llamas más. Así que los tienen
cagando. En cada local, imaginate, el mismo cuadro. Y vos venís lo mas pancha después de
haber estado sentada tomando prueba en tu aula, y decís “díctenme que yo anoto” y a mí me
da bronca verte así, ver que todas son así, y que yo soy la única acá que se preocupa por las
motitos, por la llave del esténcil, el seguro, la responsabilidad, el mío no es un cargo pasivo, es
de una enorme responsabilidad, y yo no sé hasta qué punto voy a poder… con tantas motos a
la velocidad que están yendo… seguir con esta farsa… como si cada cosa tuviera un sentido…
¿Para qué es la reunión? ¿Es contra Delia, la reunión? Ah. Me quedo. Anotame dos.
S. DOMBER: Listo. ¿Las demás comen cualquier cosa?
M. ELIZARRAGA: Pero deciles que lleguen calientes. Si no es una bola de aceite.
S. DOMBER: En cinco minutos te las traen.
M. GREGORINI: Pero llamen antes. No después. Si no… van a llegar cuando ya nos las hayamos
comido… (Sigue musitando por lo bajo su eterno razonamiento.)
S. DOMBER: ¿Quién tiene crédito?
M. LOCOCO: Acá no hay señal.
S. RIVAROLA: Yo señal tengo, lo que no tengo es crédito. Y menos para una cosa así, tan banal.
S. DOMBER: Bueno, Susana, pero el teléfono está cortado desde hace dos meses.
S. RIVAROLA: Ah, ¿y no lo sé, yo? Está en el temario de la reunión de hoy, chicas.
M. CAAMAÑO: Ah, ¿Cómo? ¿Es una reunión, o es un almuerzo?
M. ELIZARRAGA: Bueno, mandemos a un chico de quinto.
M. CAAMAÑO: ¿Es por lo del amigo invisible?
S. BRUNETTI: (Entrando.) Ay, Susana, que suerte que te encuentro. ¿Cómo hago la
planificación?

S. BRUNETTI: Porque yo había planificado S. RIVAROLA: ¡Delia!


segundo. Ahora me sumaron octavo. Porque ¡Delia!
viste que yo soy convertida. Y tengo que dar ¡Y… ¡
Música, León Gieco… Y me preguntan por el ¡Delia! ¡Lo hablas con Delia!
diapasón, hoy les mostré uno y me preguntaron
si era un DIU.
M. CAAMAÑO: ¿Por el diapasón? ¡Pero qué
jodidos!
¿Yo voy a tener mucho tiempo a los de octavo
en el segundo?
DELIA: (Entrando, sin mayor explicación.)Si.

18/ Río

Entra Delia con Nahuel, el levanta quiniela.

DELIA: Ay, ese robo, Nahuel… Nos tiene a todas un poquito como locas….
NAHUEL: ¿Qué robo?
DELIA: ¡El de Acassuso, gilún! ¿En qué curva te perdiste, vos? ¿Qué hacen todas acá? ¿Hay
reunión? Miren que yo quede en que tenía cosas que hacer, chicas, ¿eh? Conmigo no cuenten
ni para un truco gallo. Le estaba contando acá a Nahuel lo que nos conto Gladys. Tu plata no la
tengo, todavía. Pero fijate si las chicas te tienen que pagar algo.
M. ELIZARRAGA: ¿Le contaste lo de los gomones?
DELIA: Ay, no, para, me olvide. Parece que os tipos, todo pelo en el pecho, les dicen a los
rehenes –los tienen a todos así en fila- y les dicen: “Ahora empieza el show”. ¿Podes creer que
se ponen en pelotas, ahí, delante de todos? No, si estos tipos tienen testosterona para tirar al
techo. Y se ponen unos shores ajustados, como de boxeadores, se llevan los collares de
esmeraldas al cuello, y se suben a las lanchas, todos túneles acuáticos subterráneos hacia el
rio… Los persiguen a toda velocidad, con perros nadadores, porque les olieron la ropa
interior…
NAHUEL: Si. Lo dieron en todos los noticieros. Pero no habían dado tanto detalle.
DELIA: Claro, un “detalle”. Como lo de la nota.
M. CAAMAÑO: ¿Qué rio?
DELIA: ¡La nota en la bóveda! Ah, ¿Qué me preguntaste? ¿Qué rio? El de la plata, ¿Qué rio va a
ser? (A las chicas.) ¿Cómo es un gomón, exactamente?
M. CAAMAÑO: Pero ¿En short y con toda esa plata?
DELIA: ¡Que barbaros estos tipos! ¡Y nosotras acá peleando siempre por mezquindades!
S. RIVAROLA: ¡Mezquindades!
DELIA: Si, mezquindades. ¡Tironeando de una inspectora que ni viene porque tiene catorce
cuadras de barro! Susana, yo no puedo quedarme de brazos cuando la vida fuera de esta
escuela ofrece ejemplos de coraje tan elocuentes. Esto ya está hecho. (Viendo a Gladys, que
entra.)Eh, Gladys, ¿Ya llego Edgar? Miren, chicas, tengo que hacer un anuncio…

19/Falos

Entran Gladys y S. Brunetti.

GLADYS: ¿Quién se chafo el cuaderno de discursos?


S. RIVAROLA: Esta acá. ¿Para qué lo queres?
GLADYS: Tengo que preparar el discurso del día del Deporte.
S. RIVAROLA: No, no se hace, ese acto.
S. BRUNETTI: ¿Cómo no se hace?
GLADYS: Delia me dijo que sí.
S. BRUNETTI: Yo ya les di hora libre por el acto.
DELIA: Si, ahora se hace. ¿Quedaron masitas? ¿Sobro algo de la mañana? Es para agasajar a
Edgardo, vos no te metas, Susana.

Rivarola sale, muy ofendida.

GLADYS: ¿Lo copio del cuaderno?


M. CAAMAÑO: Ojo que ese cuaderno es de una editorial mexicana, y hay miles de cosas que
no se entienden.
GLADYS: No te preocupes, que yo lo aggiorno. Donde dice “mexicano” pongo “argentino”,
donde dice “chile” pongo “ají puta pario”. (Sale a por el librito, vuelve un rato después, y trata
de armar su discurso.)
DELIA: Dale, Gladys, ponele onda, que hacer un lindo discurso es algo que no cuesta nada de
plata…
NAHUEL: Hablando de plata… Usted, Delia, me debe una suma importante.
DELIA: Soy perfectamente consciente de lo que debo y de lo que se me debe. Perfectamente
consciente. Igual, antes de pagarle, Nahuel, quiero jugar un numerito. Porque ayer tuve un
sueño.
M. CAAMAÑO: Ah, qué barbaridad. Contá, Delia. Contá.
DELIA: Bueno, pero miren que no tiene principio, medio y fin, sino que es como… un sueño. ¿y
vos, Susana, los dejaste solos?
S. BRUNETTI: Si, estoy integrando actividades, como me sugeriste. Los puse a los de octavo a
manejar a los de segundo, a aprender a ejercer autoridad.
DELIA: Me parece bárbaro, al principio te veíamos medio en Babia, pero le estas agarrando la
mano a la cosa. Bueno. El sueño. Hay unos hombres. Por todos lados. Todos peligrosos.
Ceñudos, como si yo les hubiera hecho algo.
M. ELIZARRAGA: Típico. De manual.
DELIA: (Comienza a caer presa de un estado de absoluta angustia.)Yo estoy en enaguas y se me
transparenta todo, un horror, porque yo trato de hablar con los hombres, parece que les debo
algo, me gritan, y yo no tengo autoridad, ¿entendés?, porque estoy prácticamente toda
transparente. Uno de los tipos se me acerca, tiene olor a vino, y un paraguas cerrado, y me
dice: “Delia te voy a matar. Tengo una bala con tu nombre”. Yo trato de no mirar el paraguas,
pero creo q vi mal, y que es un chumbo. Entonces me hago la boluda y miro para otra parte, y
hago algún comentario inofensivo. Que queda flotando en el aire. (Pausa.) Mientras estoy
mirando por la ventana, haciéndome la tonta, creo ver por el rabillo del ojo que los hombres
estos están desnudos de la cintura para abajo, y si me diera vuelta y los encarara vería
concretamente todo tipo de falos. Encima de que la Provincia no me paga, tengo estos sueños
de mierda. ¿Qué significa, Nahuel?
NAHUAL: Y… Puede jugarle al 52, al 35… el revólver, el 07…
DELIA: La verdad, No sé si era un revolver o una matraca. ¿Qué numero es la matraca?
NAHUEL: No, no tiene número.
S. DOMBER: ¿No dijiste que era un paraguas?
DELIA: Era un sueño, Susana.
S. BRUNETTI: Ahí las cosas son y no son todo el tiempo.
DELIA: Si. Yo me muero de ganas por saber si mi inconsciente sabe algo que yo no sé, y está
tratando de chistarme como puede.
M. ELIZARRAGA: La psicología… si, así como todo lo que vos la desprecias y todo… tiene
respuestas a todos esos interrogantes. Respuestas que me guardo para mí hasta que se aclare
lo de la rama. Cuídate, Delia. Si seguís teniendo esos sueños. (Se retira.)
DELIA: ¿Cómo “respuestas”? ¿Respuestas que yo pueda entender? Marta, para, no te vayas
así.
GLADYS: Son todos deseos reprimidos, Delia.
DELIA: ¿Reprimidos?
GLADYS: El revólver es un símbolo fálico.
M. CAAMAÑO: Ah, pero si es por eso, los miembros erectos también son símbolos fálicos…
GLADYS: No, símbolos, no. Son falos en sí mismos.
M. CAAMAÑO: Pero están relacionados, todos los símbolos.
GLADYS: No son símbolos. El paraguas cerrado es un símbolo.
M. CAAMAÑO: No te entiendo, perdóname, ¿Por qué el falo es un falo y el paraguas es un
símbolo?
GLADYS: El paraguas es un símbolo fálico justamente porque no es un falo.
M. CAAMAÑO: Ah. Que notable. Y una jarra vacía, con su manija, su pico, todo, por ejemplo,
¿es un símbolo fálico?
GLADYS: Si.
M. CAAMAÑO: O sea que, para vos, ¿todo lo que no es un falo es el símbolo de un falo?
GLADYS: Es un sueño, si. Pero no para mí solo. Pregunta a cualquiera. (Por el texto del discurso
que prepara.) Acá me trabé. ¿Qué es “pecuniario”?

M. CAAMAÑO: No sé, chicas… DELIA: (Aún tomada por el estado del sueño.)
Bueno, Nahuel… ¿A que le pongo diez guitas?
Si alguna me quiere contestar a la pregunta
esta…
NAHUEL: Y… no sé. A ver, ¿diez? Mmm… ¿Te
mataban, en el sueño?
O si quieren que lo dejemos para después de la
reunión…
S. DOMBER: No te pueden matar en el sueño. Si
te matan en el sueño es que morís de verdad.

Yo igual tampoco sabría muy bien como


formular la pregunta esta… (Sale.) ¿No leyeron a Freud?

NAHUEL: Porque si te mataran le podrías jugar al 47, al Muerto. ¿Hablaste?


DELIA: Y si, ya te dije, que algo les decía yo, para tratar de ocultar mi semidesnudez.
NAHUEL: ¿Pero hablaste antes o después de que te mataran?
DELIA: No, no me mataban. Me mostraban el paraguas, me amenazaban verbalmente… ¿Qué
numero es la amenaza verbal?
NAHUEL: No, no tiene.
DELIA: ¿Ves por qué no gano? No sueño con nada que tengo interpretación numérica. No
sueño nada útil. ¿No llego Edgar? (Sale.)
GLADYS: ¿Y qué significa “alocución”? ¿Es algo tipo “locución”? ¿Está el Sopena en portería?
(Sale.)
S. DOMBER: Se lo cartonearon.

20/Mouse

Entra M. Gregorini con una computadora de cartón.

M. GREGORINI: Susana, ¿ustedes, las convertidas, hicieron el cursillo de computación, no?


S. BRUNETTI: Claro. Pero coincidió con el paro, y yo…
M. GREGORINI: Acá tenés las herramientas didácticas. Plan Federal “La Compu al Cole”. Me
dijo Delia que quedas a cargo. (S. Brunetti observa con desazón la computadora de cartón.) Ah,
Nahuel, ¡que justo! Los chicos de tercero hicieron una vaquita y le quieren jugar al 77. Pierna
Mujer.
NAHUEL: ¿Hicieron una vaquita? ¿A ver? (Sale.)
S. BRUNETTI: ¿Y qué les enseño, con esta computadora?
M. GREGORINI: Computación.
S. BRUNETTI: ¿En qué eje?
M. GREGORINI: No se en que eje. Yo acá soy la secretaria. No me hables de ejes.
S. BRUNETTI: Pero me estás dando una computadora de cartón.
M. GREGORINI: No. Es una computadora educativa. Son las que mando el Ministerio. “La
Compu al Cole”.
S. BRUNETTI: ¿Es mientras esperamos las de verdad?
M. GREGORINI: Ponele.
S. BRUNETTI: ¿Y para que me sirve?
S. DOMBER: Para miles de cosas, sirve. Para identificar las partes de la computadora, por
ejemplo. Porque vos imaginate que un buen día llegan las de verdad. Los pibes nunca vieron
una cosa así, la confunden con… no se… con cualquier cosa, te la hacen pelota en un
santiamén.
M. GREGORINI: En cambio si la ven y la identifican como una computadora, la van a respetar.
S. BRUNETTI: Pero… no entiendo… ¿En qué se parece esto a una computadora?
S. DOMBER: Se parece a las partes… de una computadora.
M. GREGORINI: Cable… hecho con un piolín.
S. DOMBER: CPU. Caja de zapatos.
M. GREGORINI: Teclas, chapitas de Coca.
S. BRUNETTI: Pero…
M. GREGORNI: ¿Sabes qué? Deja. No enseñes computación. Listo. Deja. (Gritando.) ¡Marta!
¡Susana! ¡Vení que esta “La Compu al Cole”! (Sale.)
S. DOMBER: deja que los chicos que van a escuelas privadas les lleven años de ventaja. Deja,
que cuando se abra un puesto de trabajo ningún chico de esta escuela pueda ir porque no
aprendió Excel.
S. BRUNETTI: No es mala voluntad…
S. DOMBER: Es falta de adaptación, Susana. Devolveme el mouse. Deja, ya está. Anda a
enseñar cosas teóricas, ya que te gusta tanto. Dejalos sin la práctica empírica, a los pibes. ¡Ja,
regla y escuadra!

Susana Brunetti se va. Apagón sobre S. Domber.


TERCER ACTO

21/ Deportista

Nunca queda del todo claro si se trata de una declaración, de un discurso escolar o de un qué.

GLADYS: Señores presentes, jueces y autoridades en general, deportistas, docentes, papis,


niños:
Soy un hombre rudo pero de corazón lo declaro, desde luego para que perdonéis la
humanidad de mi alocución, en la que huelga la literatura y abunda, en cambio, el sentimiento
puro y amontonado.
El triunfo en el deporte debe ser completo, en cualquiera de sus ramificaciones. Escojamos una
para dominarla a fuerza de constancia y de tesón. Y ya que hemos de escoger, escojamos
futbol. El futbol, por miles de motivos, merece nuestro esfuerzo, un esfuerzo que – si somos
tesoneros- se verá coronado por el éxito, desde el pecuniario al trascendental. Tributemos
nuestros cálidos aplausos a este campeón mexic… argentino que hoy es agasajado;
recordemos, sobre todo en el extranjero, a nuestra querida patria que la hemos colocado muy
alto, en un lugar envidiable, y sepamos hacer latir con fuerza otros corazones mex… argentinos
en el destierro, que se inflen como los nuestros, hoy, aquí, señores, cuando veamos jugar a
Edgar Fabiani con su balón. (Hace una señal a Edgar que entra aterrado y queda parado a un
costado, vestido de traje y muy prolijo. Es un muchachón tímido y demasiado abundante, el
único hombre en este mundo de maestras. ) Que esto sirve de estimulo para dedicar nuestra
juventud al deporte viril del siglo XX en que vivimos. Oh, Edgar; héroe del deporte en el
querido suelo que nos vio nacer, hijo dilecto de nuestra Virgencita de Guadalupe, gracias por
este magnífico espectáculo del deber cumplido, espectáculo guadalupano del futbol,
coreografía de una patria grande, y tricolor.
Y aprovecho para repetir –porque ya lo he dicho, pero algunos parece que tienen tierra en las
orejas- que el que no traiga el recibo pagado taca-taca de la cooperadora no entra nunca más
a la canchita. Ustedes saben que yo no jodo.
Gracias.

22/ Morondanga

Delia, Susana Rivarola y Edgar Fabiani en la sala de maestros.


DELIA: ¿Vos lees, Edgar? ¿Cómo es: Edgar o Edgard? ¿Es extranjero?
EDGAR: Si.
DELIA: Si, ¿qué?
EDGAR: Si, directora.
DELIA: No, llamamé Delia. ¿Si lees? ¿O “si, es extranjero”? ¿Y que lees?
EDGAR: La Biblia. El Nuevo Testamento. O folletos.
DELIA: Ah, sos evangelista. Chicas, miren que copado. No solo conseguimos un eximio
futbolista, sino que además es culto y creyente.
EDGAR: ¿Cuánto tiempo voy a quedarme acá? Para saber si voy a jugar o no… ¿Contra quién
juego?
S. RIVAROLA: El goleador del equipo no está viniendo porque tiene sarna. ¿Se lo dijiste, Delia?
EDGAR: ¿Cuántos años tiene?
DELIA: A ver… y… ese repitió como cinco veces… ahora está en séptimo… y debe tener…
veinticuatro.

Entra M. Lococo y S. Brunetti.

DELIA: Chicas, tengo que presentarles a Edgar. Bueno, acá lo tienen. Costo, pero se llego,
apilando moneditas. Edgar Fabiani, futbolista. Ella son Marta y Susana, maestras.
M. LOCOCO: ¡Ah! Hola. Yo trabajo acá, pero no soy maestra. Soy la Credimart. Marta Lococo.
EDGAR: Encantado.
S. BRUNETTI: Hola. ¿Vas a jugar con los chicos? ¿Y con Gladys? Que bien. ¿Por qué tenemos un
futbolista, Delia? ¿No era mejor pedir la bibliotecaria?
DELIA: No, no. El no viene de la rama docente. Lo compramos nosotras.
S. BRUNETTI: ¿Cómo lo compramos?
DELIA: Claro. Con la plata de la cooperadora. Es una inversión.
S. BRUNETTI: No entiendo.
S. RIVAROLA: (Como una obvia alusión al disparate de Delia.) Ah, ¿¡No entendés!?
DELIA: Claro, porque vos sos re nuevita.
M. LOCOCO: Mira, el año pasado invirtieron en las carreras.
DELIA: Es que Susana Domber tenía una fija, diseño una trifecta inteligente, que nos dejaba
cubiertas. Le pusimos toda la plata de la cooperadora.
M. LOCOCO: Si perdía la yegua había un plan B…
DELIA: Un plan B, dejame a mi…
M. LOCOCO: … de apuestas bajas a pagadoras menores, y se recuperaba, al menos, un 80%.
DELIA (Superpuesta, y tratando de robarse la explicación, lo que aumenta el alboroto.) Claro,
con pagadoras menores se recuperaba hasta el 80%.
S. BRUNETTI: ¿Qué yegua?

Silencio.

DELIA: (Emocionada.)Morondanga. Una yegua tordilla, una revelación.


S. RIVAROLA: No gano, este no es el sitio para esa discusión. El sitio es el Consejo Docente. Y
justo hoy tengo toda la tarde libre para ir hasta allá.
EDGAR: Perdón… yo no corro carreras, ¿eh?
DELIA: No, Ya se.
EDGAR: Y el medral y las apuestas son cosas que Jesús condena con tibieza, pero sin dudar.
DELIA: No te preocupes, que nosotras también condenamos con tibieza. No te vamos a poner
en ninguna carrera. Vos sos una inversión.
EDGAR: ¿Pero con quien voy a jugar? ¿Hay un equipo de la escuela?
S. RIVAROLA: ¡Que va a haber! Acá no hay ni un equipo de yerba y azucarera para el mate,
Edgardo.
DELIA: Mira. Acá lo que nos preocupa es tu salud. Tenemos que cuidarte.
EDGAR: ¿Cuándo se entrena? ¿Y la pelota?
DELIA: ¿Vez, Susana? Por lo de la pelota se impone que vuelvas a hablar con el cura. A lo mejor
queres pasar por la parroquia antes de ir al consejo.

23/ Jennifer

Vuelve Gladys Rondó.

GLADYS: Hay que hacerle el antidoping.


EDGAR: Pero yo ya no me drogo.
GLADYS: Si. Y yo soy Jennifer López. Anda tomando mucha agua que ahora te consigo un
frasquito. ¿Agarro los de las germinaciones de cuarto?
DELIA: Y dale, si ya no crecieron en marzo, ahí ya no florece nada.
GLADYS: Me parece que algunos en vez de porotos, plantaron piedritas. (Sale.)
EDGAR: No, Delia: usted de esto no me dijo nada.
DELIA: No te preocupes, después yo hago pichín y cambiamos los frascos.
EDGAR: Es que yo no me drogo.
DELIA: Edgar, yo te creo.
S. RIVAROLA: ¿Cómo te crees que llegamos a comprarte, Fabiani?
EDGAR: No se. Eso me pregunto.
DELIA: Con la plata de la cajita…
S. RIVAROLA: Estabas en remate. ¿No te preguntaste por qué?
EDGAR: Porque me cague a trompadas con el arbitro en la final con Deportivo Morón.
S. RIAROLA: Ahá. Puede ser.
DELIA: No lo atosigues, Susana. Que necesita descansar, y reponerse. Mira, Edgar, Vos vas a
dormir en el gabinete psicopedagógico. Hasta que te consigamos una casa de familia.
EDGAR: ¿Pero para que estoy yo acá?
DELIA: Como inversión.
EDGAR: No entiendo.
DELIA: Yo aspiro a venderte a Boca Juniors en un tiempo, a un precio exorbitante. Esos si que
pagan fortuna.
EDGAR: (Entusiasmado.) ¿A Boca?
DELIA: Pero tenes que portarte bien, entrenar mucho, y dejar las drogas.
EDGAR: ¡Yo no me drogo ni me drogaría, salvo que Jesús me diera una señal!

24/ Tupper
Durante la escena, en general las maestras recogen sus cosas, sus tuppers, sus carteras, es el
fin de la jornada laboral.

DELIA: Martita, mira quien tenemos ac…


M. ELIZARRAGA: (Entra indignada.) Delia. Las cuentas claras conservan la amistad. Hay un
colchón mugriento en mi gabinete.
DELIA: Si, claro, son las cosas de Edgar. Edgar, ella es Martita, la fonoaudióloga. Háganse
amigos que van a compartir el gabinete un tiempito.
M. ELIZARRAGA: A mí nadie me dijo nada de esto. Ni la inspectora de la rama, ni Susana…
DELIA: Ay, no seas bochinchera, Marta. Es por unas semanas, no más.
M. ELIZARRAGA: ¿Unas semanas, no más? ¿Por qué? ¿Ya me sacan? Van a cerrar la rama, ¿no?
¿Vos votaste por el cierre, no?
DELIA: ¡Que se yo de la rama, Marta, anda y preguntale a los tuyos, a los psicólogos! Yo lo que
digo es que alguno de los dos, en muy poco tiempo, ya no va a estar. Y ojala sea Edgar, porque
entro a patear la azuldorada.
M. ELIZARRAGA: Esto es inadmisible. Es un atropello co-co-co-contra la rama. Susana, vos sos
la vice, decí algo.
S. RIVAROLA: Exacto, yo soy la vice. Por ahora. No es con vos, Edgar. Y yo ya dije. Acá se
necesitan muchos cambios. Muchos. No es con vos, Edgar. O por lo menos uno. (Sale y se cruza
con Gladys, que ingresa con un tupper.)
GLADYS: Delia, las germinaciones están todas sin tapa, voy a usar este tupper que no parece
ser de nadie.
DELIA: Si, usa lo que quieras, Gladys.
GLADYS: ¿Alguien quiere un restito de ensalada rusa?
DELIA: NO.
GLADYS: (A Edgar.) ¿Ya hiciste pis, pibe?
EDGAR: No.
GLADYS: ¿Queres hacer acá?
EDGAR: ¡No!
GLADYS: Dale, no seas maricón, vení que yo te tapo.

Edgar se pone de espaldas y trata de mear en tupper de Marta Caamaño. Gladys lo tapa. Mal.

GLADYS: Estas pudiendo.


EDGAR: ¡No! (Pausa.) Tiene mayonesa esto.
GLADYS: Dale, vos mea.
M. GREGORINI: (Entra. Se queda mirando la situación. Luego de una pausa, y refiriéndose a la
caja vacía que trae en sus manos.) ¿Qué es esto?
DELIA: Lo vamos a entrenar y se lo vamos a vender a Boca por un fangote. ¿No, Gladys?
GLADYS: Vamos a ver cómo anda, primero.
EDGAR: Yo ando bien. Un poco excedido de peso, pero si entreno…
GLADYS: Porque venderlo por la misma plata no es negocio.
EDGAR: Tengo pique corto, me falta un poco de futbol, pero… desbordo.
M. GREGORINI: Delia, ¿quién autorizo el retiro de la plata de la cooperadora para esto?
DELIA: Ay, Marta, si yo te avise.
Entra M. Caamaño.

M. GREGORINI: No me consta.
DELIA: Ay, Marta. Mira, te presento a Edgar
Y no me importa quién me aviso o no, sino
quien lo autorizo.
M. CAAMAÑO: ¿Es tu marido, Delia?
DELIA: No seas mompi…
Y exijo ahora mismo…
DELIA: Es la inversión de la escuela.
la devolución del importe total de la
cooperadora.
M. CAAMAÑO: ¡Ah, el futbolista!
Edgar, después de mear, le da la mano a M. DELIA: Ahora mismo no se puede.
Caamaño.
DELIA: Yo leí todo sobre vos, Edgar.
Pero se te va a devolver con creces.
M. GREGORINI: Y mientras tanto, yo estoy en
rojo…
M. CAAMAÑO: ¿Y usted qué es?
En carne vivía contable, estoy.
¿Delantero?
DELIA: Marta, ¿Por qué no le das a Marta la
blusita esa que tanto le gustó…?
¿Mediocampista?
¿Y se la anotas a crédito, y todos contentos?
EDGAR: Lo que haga falta.
M. LOCOCO: Te va a quedar pintada.
EDGAR: Tengo buena izquierda.
M. CAAMAÑO: Que bueno, una masa, porque
eso hoy en día es como tener sangre cero
negativo.
Si tenes un picnic o un asado en Tortuguitas vas
a ser la estrella. Te anoto.
M. GREGORINI: Dudo mucho que nadie me
invite a picnic.

M. CAAMAÑO: ¿Hay alguna forma de que una mujer como yo entienda, de una vez por todas,
como es la ley del orsay?
EDGAR: Depende de sus condiciones.
M. CAAMAÑO: No, mis facultades quedaron intactas. Lo que no se pudo recuperar nada fue
del coche.
GLADYS: A ver si te empezás a mover. ¿Trajiste botines?
EDGAR: ¿No me los da el club? (Salen los tres.) Hasta luego, señoritas. Y que queden con Dios.

25/ Vale

DELIA: Marta. (Silencio.) Marta, ¿estás bien?


M. GREGORINI: (Mostrándole la caja de la cooperadora vacía.) ¿Para qué me preguntás si
estoy bien, si sabes que todo esto me roe, me destruye?
DELIA: Marta: Yo, si algo pude aprender de estos tipos, es que no hay que bajar nunca la
guardia. Acassuso es una lección.
M. GREGORINI: Pero…
DELIA: Yo re prometo, escuchame bien, te prometo que Edgar Fabiani nos va a abrir a un sinfín
de maravillas. Y vamos a estar todas juntas en esto. Porque en el éxito no hay rivales, solo en la
desgracia. Hoy estas un poquito deprimida.
M. GREGORINI: ¡No!
DELIA: El barro… tu cajita vacía…
M. GREGORINI: No.
DELIA: Pero mañana vas a ver las cosas con otros ojos.
M. GREGORINI: Haceme un vale. Que si hay que declarar ante alguien yo quede cubierta. Que
quede cubierta.
DELIA: ¿Un vale?
M. GREGORINI: ¡Responsabilízate! ¡Responsabilízate! Te dicto. “Vale por el importe total que
estaba en la cajita, vale por toda la plata de estos chicos que se uso en una inversión incierta,
que se aposto a goles a futuro”.
DELIA: Claro que vale. Vale por eso. Y por mucho más. Vale por todas las horas muertas
pasadas en esta escuela, por la pelea desigual, por la esperanza. ¿Te quedas más tranquila si te
firmo ese vale?
M. GREGORINI: (Llora.)Si.
DELIA: Te lo firmo.
M. GREGORINI: Firmalo. Firmalo.
DELIA: Con mi nombre. Con todo de mí. Toma, deposítalo en tu cajita. (Lo hacen, en silencioso
ritual.) Soy tan feliz.

Delia se derrumba lentamente sobre la silla. Estalla en llanto. De pura alegría. Timbre de salida.
CUARTO ACTO

26/ Zombies

En la oscuridad se escucha un timbre de entrada a la escuela.

M. CAAMAÑO: M e pongo como loca, cuando pasa eso, señor juez. Señor Consejo escolar.
Yo… Antes del episodio… que terrible… se ve que había tenido que falta… por algún problema
de salud.
Yo ya estoy grande.
Y este no es un sistema que respeta a las que estamos grandes. Yo ya tengo la edad real para
jubilarme, pero como no me reconocen cuatro años de antigüedad que hice en Tres de
Febrero porque parece que perdieron todo, ahora si me quiero jubilar no llego ni al 64% móvil.
Así que yo sigo. Hasta que me reviente el hígado, o algo, yo sigo. Y así todas. Como zombies,
como la noche de los muertos vivos. ¿Qué se creen, que lo que pasó venia de la nada? Acá o
uno afecta a lo otro.
Y ahí llega Gladys con la noticia. Gladys, la educadora física. Cuando cayeron los chorros de
Acassuso.

Timbre.

27/ Clarín

Entra Delia.

DELIA: ¿Cómo cayeron, Marta?


M. CAAMAÑO: No se, lo escucho Gladys.
DELIA: Debe ser un error. Esta escuela es un teléfono descompuesto.
M. CAAMAÑO: Bueno, yo lo escuche con todas las letras… “La policía agarro al hombre del
traje gris y le están tomando declaración porque…”
DELIA: ¡Mirá, Marta! ¿A vos te parece que yo me puedo dejar llevar por lo que vos escuchaste?
¿Qué traje gris? ¡Gladys!

Entra M. Gregorini y M. Lococo.

DELIA: Ah, Marta, ¿Dónde quedo la compu esa? La tengo que usar. Quiero leer Clarín sin
pagarlo. ¿Vos te entendés con internet, Marta? ¿Dónde se conecta?
M. GREGORINI: No sirve.
DELIA: ¿Por qué?
M. GREGORINI: No sé, no sirve. Yo trate de ingresar los datos del coro, estoy reclutando chicos
de los quintos y los sextos antes que les cambie la voz, y la verdad es que este modelo de
computadora debe estar bloqueado para algunas operaciones, o se cayó el sistema.
DELIA: ¡Gladys! (Sale.)

28/ Radio

S. RIVAROLA: (Que espiaba la escena, esperando a que saliera Delia.) ¿Dónde está Gladys,
ahora? Me tiene que firmar. Marta, ¿vos te enteraste?
M. LOCOCO: Bueno, después de todo, eran chorros.
S. RIVAROLA: Si.
M. LOCOCO: Chorros.
S. RIVAROLA: Y se afanaron un banco.
M. LOCOCO: Si. ¿Lo de Sábato lo sabes? Según Gladys parece que Sábato tenia valores ahí, en
una caja de seguridad.
S. RIVAROLA: ¿Norberto Sábato, el escritor? ¿Vive en zona norte?
M. LOCOCO: Si. Y parece que se afanaron los manuscritos de El Túnel.
S. RIVAROLA: ¿Del túnel o de la bóveda? ¿Qué hacían los manuscritos en el túnel?
M. LOCOCO: Si, los de El Túnel.
S. RIVAROLA: No te puedo creer. ¿No ves? Eran tipos cultos, que les gustaba la literatura. O por
ahí no les gustaba, pero la valoraban. Yo te confieso que yo leo mucho. Yo leo. Pero a veces no
me gusta lo que leo, pero lo leo igual. Porque lo valoro. Le adjudico un valor. Y eso es lo que
marca la diferencia entre los seres humanos y los monos. La representación simbólica del
valor. ¿No dijo Gladys porque los agarraron?
M. LOCOCO: Ahora iba a la Falconeta, a escuchar la radio, me dio las llaves.
S. RIVAROLA: ¿Te dio las llaves de la Falconeta? ¿Vos manejas, Marta?

29/ Rosas

Entra S. Brunetti.

S. BRUNETTI: Perdoname, Susana.


S. RIVAROLA: ¿Venís a buscar la computadora? Porque lo de la compu se lo dieron a la otra
chica, a Susana.
S. BRUNETTI: ¿Rosas era bueno o malo?
S. RIVAROLA: ¿Qué?
S. BRUNETTI: Mira, hay versiones más que contradictorias… yo me estaba manejando por el
texto de Dulce de Membrillo, que tiene como mejor organizada el área de Ciencias naturales,
pero ahora estamos con lo del 25 de Mayo y me preguntan si Rosas era bueno o malo…
S. RIVAROLA: Rosas no tiene mucho que ver con lo del 25 de Mayo.
S. BRUNETTI: ¿No? Pero entra en el mismo eje.
S. RIVAROLA: ¿Qué eje?
S. BRUNETTI: O sea, yo estoy trabajando con ejes diacrónicos, que atraviesan el programa de
manera integradora…
S. RIVAROLA: ¿O sea te enseñaron cuando te convertiste?
S. BRUNETTI: Miren, chicas, yo se que en esta escuela a las convertidas no nos quieren, pero…
S. RIVAROLA: Ay, no estés tan a la defensiva, ¿Por qué decís que no te quieren?
S. BRUNETTI: Nada. Mejor me voy.
S. RIVAROLA: No, ahora decí.
M. LOCOCO: Decí.
S. BRUNETTI: Bueno, nada, ya me entere que Gladys le conto a todas todo lo que oyo en la
radio, y yo me quiero integrar, les pregunto, y hacen como si oyeran llover.
S. RIVAROLA: No seas paranoica, ¿a quién le preguntaste?
S. BRUNETTI: A la secretaria.
S. RIVAROLA: Ay, almita de Dios. ¿No ves que no entendés nada? Marta Gregorini tiene tareas
pasivas desde que se le…
M. LOCOCO: No le hagas caso a nada de lo que diga o haga.
S. RIVAROLA: Brunetti, mirame a los ojos, mirame acá. Yo soy la vice de esta escuela y te guste
o no te guste me tengo que enterar de lo que pase en ella, ¿estamos? ¿Qué pasa en ella?
S. BRUNETTI: La semana pasada yo cumplí años. Y yo veo que acá se pone plata para los
regalos de todas, y a mi nadie ni siquiera me canto o me dejo una cartita. Igual no me importa.
No me festejen. Ya me la cruce a Gladys en el patio, me pidió un alfajor y me conto todo. Yo
estoy acá para hacer meritos. En una escala del 1 al 10, ¿Qué le pondríamos a Rosas?
S. RIVAROLA: Mira que sos ocurrente. Ponele un 5. Escuchame una cosa, ¿Marta no te dijo en
que anda lo de Sábato?
S. BRUNETTI: Si. Le afanaron todo. Lo dejaron en calzones.
S. RIVAROLA: ¡Qué barbaridad! ¡Uno de nuestros mejores escritores!
S. BRUNETTI: Si, igual Sábato se hizo asegurar los manuscritos en tres palos verdes.
M. LOCOCO: Imaginate. Son invaluables.
S. BRUNETTI: Y… Se lo van a tener que pagar. Taca taca. (Sale.)

30/ Declaración

S. RIVAROLA: La va a liquidar. A esta la arruinó, con lo del octavo. Pobrecita. Taca taca. Tan
nuevita que llego. Tan convertidita. Mira. La primera en firmarme, fue. (Le exhibe unas
planillas.) Te muestro por que se que sos imparcial. Si no, ni loca. Vengo del consejo. Me faltan
las firmas de las maestras del área para iniciarle un legajo por psiquiatría.
M. LOCOCO: Yo lo que te pido es que me informes si la rajan, porque me debe blusas para
tapizar desde acá hasta el Mástil.
S. RIVAROLA: ¿De qué lado estas, vos, Marta?
M. LOCOCO: ¿Qué me preguntas?
S. RIVAROLA: Si, de qué lado. No te puedo pedir que firmes porque no sos maestra de la
escuela, pero si te pidiera, ¿firmarías?
M. LOCOCO: ¿Y a vos que te parece?
S. RIVAROLA: Si, claro.
M. LOCOCO: Desconfiada.
S. RIVAROLA: No, realística. Ahora, imaginate. Vos y yo robamos un banco. Ponele, no un
banco, algo a escala tuya y mía para que nos entendamos. Nos robamos la Falconeta de
Gladys. Vos tenes las llaves, vemos la ocasión, la chafamos. ¿De qué depende nuestro éxito?
De que vos y yo no abramos la boca, nada más. Entonces nos hacemos con la Falco, lo más
seguras de que ninguna de las dos va a decir ni mu. Y de pronto ¿qué pasa?
M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Un tipo. Ponele, Angie.
M. LOCOCO: Ese Angie es peor que mi ex, ni me llamó, el turro.
S. RIVAROLA: Por eso mismo. Estás caliente y tenes un as en la manga: sos Falconeta fresca. Lo
invitas a dar una vuelta, faaaaaa, la Falconeta a ciento ochenta por ruta 7, lo pasan de primera,
los dos disfrutando a pleno del objeto del saqueo; yo, en casa, ignorante del peligro que se
cierne sobre mí. Y después el tipo va y te delata. Caes vos, caigo yo. Sin comerla ni beberla.
¿Qué?
M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Es horrendo. Horrendo. Así van a ir cayendo todos. Por una mina que va y los
delata. Una chiruza que primero disfrutaba de las joyas, de Sábato, y después tuvo pruritos y
llamo a la cana. ¿Para qué? ¿Para salir en bolas en la tapa de una revista?

31/ Sábato

Entra M. Gregorini.

S. RIVAROLA: ¿Estás bien, Marta?


M.GREGORINI: A mí hay algo que no me cierra. Acá hay gato encerrado.
S. RIVAROLA: ¿Queres sentarte, te falta el aire?
M. GREGORINI: No, la cosa no es tan fácil. Ponele que sos un escritor de increíble renombre,
ponele que tenes tus manuscritos en tu casa y ponele que vivís en un país donde no se sabe si
habrá un futuro. ¿Qué haces? Metes tus manuscritos, valiosos, incunables, en una caja de
seguridad de un banco. Punto. Entonces yo digo: si ya los metiste en el banco, pagando unos
onerosos doscientos o trescientos pesos por mes de mantenimiento de la caja, un básico de
una portera, ponele, y ya está, ni se te ocurren que te los puedan robar del banco, ¿para que
los vas a asegurar en tres palos verdes?
S. RIVAROLA: Es cierto.
M. GREGORINI: No solo es cierto, es vergonzoso. Porque, ¿que se deduce de todo esto? Que
Sábato tenía una caja de seguridad, que a lo mejor ahí tenía algunas joyas de su señora, o
algún premio enchapado en 18 quilates, lo que quieras, pero ningún manuscrito. No ay
manuscrito, ¿entienden?
S. RIVAROLA: Te entiendo perfectamente. El tipo no escribió nada, y aprovecha el robo para
que el seguro le pague tres palos verdes. Es un genio. O sea, yo como escritor no sé si me
gusta, igual lo valoro, pero planeándose una jubilación de privilegio me parece un genio.
M. GREGORINI: ¿Y quién soy yo para desbaratar sus planes? ¿Quién soy o si sus novelas
entraron en una especie de cono de sombra y ya no vende lo que necesita para llevar ese
ritmo de vida exultante que tiene Sábato? ¿Quién vengo a ser yo? ¿Quién me va a creer a mí si
llevo mi hipótesis a los detectives? ¿Y además por qué haría yo una cosa así? ¿Por qué
simpatizaría yo con los que guardan la propiedad del rico y reprimen al pobre? Todo esto me
da nauseas, díganme si el mundo en el que nos movemos no es como para querer vomitar a
cada paso. Y te digo más: seguro que ahora la policía persigue a los chorros y no a Sábato.
Porque en este país, los ladrones de guante blanco… (Sale.)
S. RIVAROLA: Y a estos no los perdonan. Porque ahora no son chorros, son un símbolo. Con lo
que le hicieron a la literatura nacional…
M. LOCOCO: ¡Cadena perpetua!
DELIA: (Entra demudada, parece veinte años más vieja que en el primer acto.) Con lo que se
burlan de la policía. ¡Pobre muchachos! (Se sirve una taza de té, se sienta en silencio. Toma un
par de sorbos. Pega con toda la mano abierta sobre la mesa. Se levanta. Sale.)
S. RIVAROLA: ¿Firmarías?
M. LOCOCO: Ya te dije que sí. (Revisando la documentación.) A ver. ¡Te firmaron todas! Ah, no.
Todas, no.
S. RIVAROLA: No, me faltan las de artística y…
M. LOCOCO: No. Vos no firmaste. (Silencio.) ¿Por qué no firmaste? (Silencio. S. Rivarola está
muy turbada. Se da cuenta de que no sabe porque no firmo. No puede hablar.)
S. RIVAROLA: Voy a escuchar la radio. A ver si dicen. Lo de… lo de… (Sale, muy perturbada.)

32/ Esténcil

Delia está superada, entra, abre un cajón, saca el alcohol del esténcil, se toma un buen trago.

M. LOCOCO: ¡Ay, mira, Marta (Gregorini.)! ¡Apareció el alcohol del esténcil! (Ve a Delia
bebiendo del frasco.) Delia, te va a hacer mal, te va a hacer un mal tremendo.
DELIA: (Estalla en llanto histérico.) ¿Qué me va a hacer más mal? ¿Agarrarme una cirrosis
fulminante o que me fulminen mis propias compañeras, minándome el camino, socavando,
socavándome todo lo que hago? Yo sé quien esta atrás de todo esto. (La llama con un grito.)
¡Susana!
M. LOCOCO: Tranquila. Que no te vea así.
DELIA: ¿Así, como? (Por el alcohol.) Esto está bajo control. Hace años que tomo esto. Empecé
ese invierno que la Provincia no pago la luz y no teníamos ni estufitas de cuarzo. Un chorrito en
el té, para calentarme de a poco. ¿Esto? Esto no es nada. ¡Susana!
M. LOCOCO: Para, Delia. No te conviene encararla así. Le vas a dar motivos.
DELIA: ¿Motivos de qué? (Súbitamente intrigada.) ¿Qué sabes vos? ¿Vos de qué lado estas?
M. LOCOCO: (Estalla en llanto, confiesa.) Con vos cuando estoy con vos. Con Susana cuando
estoy con Susana.
DELIA: Pero… ¿Y así me lo decís?
M. LOCOCO: No lo puedo evitar.
DELIA: Si serás falluta.
M. LOCOCO: Yo las escucho hablar y me parece que las dos tienen razón.
DELIA: ¿Qué nos escuchas hablar?
M. LOCOCO: Susana dice que estás loca y que te va a hacer un sumario por psiquiatría y junta
firmas de todas, y aprovecha cada desastre tuyo para ganarse una firmita.
DELIA: No. Yo estoy loca. ¿Pero eso que tiene que ver? ¿Cada desastre, decís? ¿No lleve a esta
escuela adelante, pese a cada escollo que se nos puso? Me refiero a Solá, pero también a los
designios de Dios, porque la población que Dios puso en este distrito es prácticamente
alarmante. ¿Y ahora me quieren remover, como a un sticker viejo? ¿Cómo a un “Fido Dido”?
M. LOCOCO: Y después te escucho hablar a vos, con todos tus grandes proyectos… la
ampliación, Edgar Fabiani, todo, entonces digo: “será jodida, pero tiene razón”.
DELIA: Claro, yo seré jodida. Pero mira vos esta caterva, este criadero de Judas. ¿Quiénes
firmaron?
M. LOCOCO: Y… un poco todas. Por hache o por be.
DELIA: ¿Vos también?
M. LOCOCO: Delia, yo no soy maestra.
DELIA: No. Vos no sos maestra. ¿Pero firmarías?
M. LOCOCO: Bueno, vos ahora me lo preguntas y digo “no”, pero cuando ella me lo pide, digo
“si”.
DELIA: ¿Vos que sos?
M. LOCOCO: Yo no soy nada.
DELIA: (Toma distancia.) ¿Qué clase de alimaña sos? ¿Y quién sos para venir a dividir, a surcar,
a espoletear el terreno, a juzgarme a mi si me tomo el alcohol del esténcil, y después reptar
por mi escuela, con todos tus productos a cuestas, armando acá tu Duty Free Shop del
demonio, esclavizando a crédito a mis chicas?
M. LOCOCO: ¡Y a vos!
DELIA: ¡Ah! ¡Y a mi misma! Creándome una deuda originada en sweaters, tricotas que no
necesito, tentaciones que establecen una dependencia horrenda…
M. LOCOCO: Perdón. Perdón. Yo soy consciente de todo lo que me decís. ¿Te pensas que no lo
sé? ¿A vos te parece que a mí me gusta este rol que me toca? Yo tenía horizontes, ¿sabes? Yo
no naci haciendo marketing. Yo tengo dos años cursados de Hotelería o Turismo. Mira,
pregúntame capitales. Pero me desvía. No sé como paso. Tuve una oportunidad. Y la agarre.
Maldito el día. Mi cuñado vendió unas colmenas, en Lezica y Torrezuri, y nos regalo a Charly y a
mí una plata. No alcanzaba para nada, no daba ni para el depósito de una prefabricada, pero si
para un lote de prendas. Así que ahí compre mi primera remesa. ¿Cómo compre la segunda?
Es fácil, hasta un chico de segundo grado, alumno de la convertida se da cuenta: aumentando
un poco el precio de la primera mercadería para que te quede para comer ese día, y también
para comprar la próxima remesa.
DELIA: Especuladora. Negrera. Pérfida.
M. LOCOCO: Si. Luego viene la otra fuente de ingreso: la línea de créditos. Si la maestra no
cobro, pero se enamoro del sweater, se lo dejas igual. Y se lo das a crédito disfrazado de acto
de amor pero cada día que pasa el precio le va subiendo.
DELIA: Yo no sabía que esto funcionaba así.
M. LOCOCO: ¡No me digas que no sabias!
DELIA: Bueno, no te pongas nerviosa. Después de todo que ibas a hacer, ¿no? Estaba la
remesa. No ibas a dejar pasar la oportunidad.
M. LOCOCO: Mi primera remesa. Mi condena. Todavía me acuerdo. Remeritas Hendy. Fue el
año ese que se usaba todo borravino y verde musgo.
DELIA: (Estalla en inquieto llanto.) ¿Te acordás de ese año?
M. LOCOCO: Si.
DELIA: Yo me estaba separando ese año bordo y musgo.
M. LOCOCO: Yo no lo hago con mala intención. Vivo del crédito, si. Pero yo a ustedes las re-
quiero y también me parece que las chicas algo aprenden de mi.
DELIA: Sos emprendedora…
M. LOCOCO: Tengo mi propio negocio…
DELIA: Sos independiente…
M. LOCOCO: Toco mi propio tambor…
DELIA: Y haces que l plata se mueva. Los países donde la plata no se mueve se estancan.
M. LOCOCO: Mira Cuba.
DELIA: Un pantanal. Vení, dame un beso.
M. LOCOCO: No, dámelo vos, no ves que estoy hecha mierda.
DELIA: Vení. Pobrecita.

Se abrazan confusamente. Luego se rompen un poco. Pero no mucho.

DELIA: ¿La convertida también firmo? ¿Y la tartamuda?


M. LOCOCO: ¿Y cómo no van a firmar si estas re loca, Delia?
DELIA: Eso sí. ¿Sabes qué? Yo les voy a enseñar una lección de amor y de decencia. De
devoción. ¿Son todas Judas? Muy bien. Yo seré Jesús. A mí me podrán echar de esta escuela,
pero yo antes de irme voy a dar el gran golpe.
M. LOCOCO: ¿Qué golpe, Delia?
DELIA: Lo vendo a Edgar Fabiani a Boca Juniors, aunque sea lo último que haga en esta tierra.
Yo te lo juro. Anda, sécate que pareces una portera. (M. Lococo sale.) Acá hay que ordenar.
Hay tanto que hacer. (Ordena y tira papeles.)

33/ Gopher

Entra S. Domber, Gladys y Nahuel.

S. DOMBER: ¿Cómo te voy a deber todo eso, Nahuel? Lo de San Cono, y del cero tres, te lo
pague.
NAHUEL: No, no me pagaste.
S. DOMBER: Te lo pague al ganar. Lo retuviste.
NAHUEL: No, yo no retengo. Ese es el problema. Si alguna de ustedes ahora va y gana, ¿yo con
que les pago? Lo único que puedo hacer es ir tachándoles de la deuda que tienen. Pero
mientras tanto, ¿de qué vivo yo?
DELIA: De la especulación, vivís vos, pichón. Yo ya te lo dije mil veces.
NAHUEL: No es negocio.
DELIA: ¿Sabes qué? Estas a esto de que no te paguemos nunca más.
S. DOMBER: Porque una tiene un número, un pálpito, lo juega, pierde, después tiene otro,
pierde de nuevo ¿hasta cuándo se puede seguir así?
GLADYS: El día que ganas ¿para qué es? ¿Para pagar la deuda que acumulaste?
NAHUEL: Bueno, ella se compro un up-shaper.
S. DOMBER: Pero yo no sabía que te debía.
NAHUEL: ¿Y cómo no me ibas a deber? Si estas apostando a un número es que me debes.
S. DOMBER: Yo pensé que Marta anotaba todo. Y lo volcaba en la planilla del contralor.
NAHUEL: No, miren, chicas: para ser claros. El estado Provincial es una cosa, y yo soy otra. Yo
tengo mi negocio. Y punto. Ningún contralor. Yo no soy socio de Solá.
GLADYS: ¿Qué, y nosotras si?
S. DOMBER: Bueno, te traigo el aparato que me compre y quedamos a mano. Ahora quiero
jugar otro numerito.
NAHUEL: No te puedo aceptar el aparato.
S. DOMBER: Ni lo use, ni lo saque de la caja. Pensé que era otra cosa que había visto en la tele,
me clave.
GLADYS: Lo habrás confundido con un gopher. Son la gloria.
S. DOMBER: Me costó una fortuna.
NAHUEL: A mí no me sirve para nada, tu up-shaper.
DELIA: Nahuel, de un tiempo a esta parte te vemos con una actitud más negativa. Y no
entendemos el porqué.
NAHUEL: Porque no me están pagando.
DELIA: Es que los números no están saliendo.
NAHUEL: No es mi culpa.
DELIA: ¿Y de quien va a ser? ¿Mía? A ver: ¿quién nos vende los números, acá?
NAHUEL: Me parece que ustedes no entienden el sistema básico de la quiniela.
S. DOMBER: ¿Cómo no lo vamos a entender, si hace años hacemos esto?
NAHUEL: Bueno, yo no lo puedo seguir haciendo más.
DELIA: Ah. Es una limitación tuya, entonces. Así que te voy a pedir que no vengas acá a volcar
tus incapacidades. Esto es una escuela, ¿qué te pensas, Nahuel? (Encuentra lo que busca.) Uy,
acá encontré lo de los puchos de Marta.
NAHUEL: Justamente. Vengo los días de pago porque sé que todas tienen el efectivo encima…
DELIA: ¿Qué sabes vos de nosotras? ¿Nos estas amenazando? ¿Qué sabes que día vengo
forrada yo a la escuela?
NAHUEL: Ustedes me dijeron que venga del 7 al 10.
DELIA: Y te voy a decir otra cosa: no veo con buenos ojos que levantes apuestas entre los
chicos.
NAHUEL: ¿Qué? ¿Y para que vengo yo acá?
DELIA: No lo veo con buenos ojos. Esto se ha vuelto… abstracto. Te voy a pedir que te retires si
no queres meterte en problemas.
NAHUEL: ¿No me van a pagar?
DELIA: Te vamos a pagar cuando ganemos.
NAHUEL: Si no pagan antes no van a ganar nunca.
DELIA: Ah, nos amenazas. Perfecto. Raja de acá. Raja de acá ahora mismo o llamo a los
hermanos Sagasti, que te agarren en el peaje. No me obligues.
NAHUEL: Esto no va a quedar así. (Se va.)
DELIA: Raja. ¡Y ni se te ocurra meterte en los grados a levantar quíñela! Qué barbaridad.
Resulto un chanta, chicas.

Salen Gladys y delia tras él.

34/ Escoba
Entran M. Caamaño y Edgar.

EDGAR: ¡No señor! ¡No señor! Ya se lo dije mil veces. ¡La línea del orsay no es ninguna de las
que están dibujadas en el campo!
M. CAAMAÑO: ¿Ve? Eso es lo que me confunde, a mí. Que la línea más importante, más
visceral, la que define todo el espíritu del juego de pelota, no aparezca dibujada.
EDGAR: Yo se lo voy a maquetar, a ver si me la saco de encima. Suponga que usted es un
jugador del contrario.
M. CAAMAÑO: Del Deportivo Morón, pongo por caso.
EDGAR: Eso mismo, mierda de cloaca, que El-Que-No-Se- Nombre me perdone, y avanza para
defender el arco.
M. CAAMAÑO: Soy del Gallo y avanzo para defender, perfecto.
EDGAR: (A S. Brunetti, que entra.) A ver, vení, Rulo, vos vas al arco de Morón.
S. BRUNETTI: Mira que yo de esto no entiendo nada…
EDGAR: Te paras acá y tratas de atajar, ¿qué tenes que entender, Rulo? Eso. Ahora yo avanzo
con la pelota. (Por Susana Domber.) Vení, Jopito, vos sos la pelota.
S. DOMBER: ¿Yo, la pelota, Edgar? ¿Y qué hago?
EDGAR: Nada. ¡Nadie haga nada! Es una maqueta. Es como un pesebre con pelota. Y vos sos la
pelota. Yo avanzo. Acá esta Carterita (se refiere a m. Caamaño.). ¿Hasta dónde puedo avanzar
yo? Hasta la línea del orsay.
M. CAAMAÑO: ¿La Blanca?
EDGAR: ¡No! ¡La blanca es el área!
M. CAAMAÑO: ¿El área de orsay?
EDGAR: No. Dame la escoba esa, Blusita. (Por M. Lococo, que entro hace un instante. Ella le
alcanza la escoba. Edgar se la da a M. Caamaño, y la pone paralela a la línea del arco.) Ahora
esta es la línea del último jugador de Morón, que es Carterita. Si Carterita avanza, la línea del
orsay avanza.
M. CAAMAÑO: Ah, ya entendí, y te aprisiono y no podes avanzar.
EDGAR: ¡Cómo no voy a poder avanzar si Morón tiene una defensa de mierda! ¡Si vengo del
mediocampo esquivando muertos! Si ya tengo la pelota, avanzo. Y te juro que lo voy a hacer.
M. CAAMAÑO: Perdoname, Susana, pero, ¿te puedo hacer una pregunta?
S. DOMBER: Claro.
M. CAAMAÑO: ¿vos sos la pelota?
S. DOMBER: Si.
M. CAAMAÑO: OK. Ya entendí.
EDGAR: ¿Qué entendiste? Si llegué hasta acá te cago goleando. (Agarra la “pelota”, patea a S.
Domber, que se tira sobre S. Brunetti.) ¡Gooool!
S. BRUNETTI: ¡No fue gol, atajé!
EDGAR: Dejala que entre, así esta entiende.
S. BRUNETTI: ¿Por qué voy a dejar que entre si me dijiste que tenía que atajar, y por poco me
trataste de retrasada mental?
M. CAAMAÑO: Tiene razón.
EDGAR: Dejala que entre. Es un ejemplo.
S. BRUNETTI: Bueno buscate otro ejemplo. Uno que no me deje a mí siempre como la tarada
nueva. Y eso va para todas, ¿me oyeron? Meteme un gol por tus propios medios, ¿a ver?
(Entra Delia.) ¡Y a ver quién de ustedes se arregla con un segundo y un octavo sin ninguna
orientación y sin planillas! ¡Me calenté!
DELIA: Susana, no exageres.
EDGAR: (A Brunetti.) Vos juga conmigo, tenes garra, Rulo.
DELIA: Vos acá sos nueva y te tenes que adaptar un poquito, me parece.
S. BRUNETTI: ¿Ah, sí? Bueno, ahora la nueva juega para Edgar, mira que bien.
DELIA: Yo también. ¿Qué hago, Edgar?
EDGAR: Cubrí el mediocampo para Morón. (A M. Gregorini.) Vení, Cajita. Vas vos al arco. Sos
Morón.
M. GREGORINI: Yo estoy en contra de todos los deportes que supongan contacto físico.
EDGAR: Bueno. Vos vas al arco, si queres la atajas, si no queres, a mi no podría importarme
menos. Ahora veamos la siguiente situación. Rulo juega conmigo y tiene la pelota. (A Domber.)
Anda con Rulo.
M. ELIZARRAGA: (Que ha entrado hace un ratito y se entusiasma mucho con la escena.) Uy, se
largo… (Trata de hacer algún jueguito y se choca con Delia.)
DELIA: Ay, bestia. ¿Vos para que equipo jugas? Encargate de lo tuyo, Marta.
M. ELIZARRAGA: Ya me encargue de lo mío, no te preocupes. Acabo de llamar a la 01. Se
llevan a la Chucha.
DELIA: (Que logró distraerla y arrebata la “pelota”.) ¡Pero Morón intercepta la pelota y la
manda derecho al arco! (Le rompe el guardapolvos a Domber.)
S. DOMBER: ¿Qué hacés?
DELIA: Uy, esto es porque lo lavas con lavandina, te queda hecho una babita.
S. DOMBER: ¿Una babita? (La desafía.) ¿Sabes que todavía lo estoy pagando, babita?

Delia, por su parte, reprocha por lo bajo a M. Lococo por la calidad del guardapolvos.

EDGAR: (Agarra a Domber por detrás.) ¡Paren! ¡Paren! Delia, usted no agarra la pelota. Usted
se queda ahí esperando, y yo explico la ley del orsay.
DELIA: Yo me quedo acá esperando. Después Marta te lo cose, Susana.
M. ELIZARRAGA: Che, Su, si estas cansada yo hago de pelota.
M. LOCOCO: ¡O yo!
S. DOMBER: No, estoy bien, ni me lastime.
EDGAR: Muy bien. Andá con Rulo. (Le toca el culo para que vaya con S. Brunetti. Toda la
situación las pone a Domber y a Elizarraga muy cachondas.) Le hago señas a Rulo para que me
pase la pelota. (Lo hace.)
S. RIVAROLA: (Entrando.) ¿Qué pasa acá? ¿Qué es esto, Delia? ¿Otra de tu vivarachadas?
DELIA: Es la ley del orsay, Susana. Y correte que estoy cubriendo el mediocampo.
S. RIVAROLA: ¿Ahora me tengo que correr? ¿Por qué a vos se te antoja? Supongamos que
fuera un número 2 del equipo de Edgar. Un libero en su salsa. Ergo: me gusta quedarme acá,
esperando la pelota.
DELIA: Lo vas a pagar muy caro, te lo aviso. Dale, Marta, Avanza.
M. CAAMAÑO: Yo busco interponerme.
S. DOMBER: Esperen, díganme para donde voy.
DELIA: Sos la pelota, vas para donde va la fuerza. (Con doble intención.) Andá para donde van
todas, ¿no?
S. RIVAROLA: ¿Por qué no haces vos de pelota, Delia?
DELIA: Ya está, la pelota es Susana. Correte de mi sitio.
S. RIVAROLA: ¿Tu sitio? ¿Esta zona de la cancha tiene tu nombre en algún lado? Porque no lo
veo.
DELIA: Y vos salile, Marta, salile que te va a meter un gol.
M. CAAMAÑO: ¿Le salgo? ¿Me le salgo? ¿Me tengo que correr?
DELIA: ¡No, salile, salile!
M. CAAMAÑO: ¡Y bueno, me salgo!
M. GREGORINI: No, no, a él, contra él, ¡marmota!
M. CAAMAÑO: ¡Ah, me interpongo!
EDGAR: No. Acá hay que mirar a Rulo. Cuando Rulo patea, y la pelota está en aire, ¡Rulo!
(Brunetti patea a Domber.) avanzo, recibo, te cago a goles igual. (Edgar patea a Domber,
Gregorini se corre a un lado, es gol.) Golazo. ¿Fui claro o no fui claro? (Domber está un poco
lastimada, Brunetti y Edgar festejan, Caamaño festeja también.) ¿Qué festejas? ¿Qué festejas?
M. CAAMAÑO: Festejo porque fue gol.
EDGAR: Fue nuestro, el gol.
M. CAAMAÑO: Festejo el deporte.
EDGAR: ¿Nuestro gol, festejas?
M. CAAMAÑO: ¿Fue gol en contra?
EDGAR: No, ¿por qué en contra? Te lo metimos. ¿Qué festejas?
M. CAAMAÑO: Correcto. Y ahora que esto quedo claro, yo le voy a decir otra cosa. Y es otra
cosa que no le va a gustar nada. Ayer, Deportivo Merlo se enfrenta a un equipo equis…
EDGAR: A Morón, si.
M. CAAMAÑO: Bueno, en este caso fue Morón, si, de donde soy oriunda, y un jugador equis
convierte un gol en estas mismas circunstancias que usted me explica ahora, pero la escoba,
señorito, estaba acá. (Avanza la escoba, queriendo decir que les aceptaron un gol en offside.)
EDGAR: ¿Qué decís?
S. BRUNETTI: Y… estas en orsay, macho.
M. CAAMAÑO: ¿Qué digo? Digo lo que vi.
EDGAR: ¿Qué viste, vos? ¿Ves más que el réferi?
M. CAAMAÑO: El réferi estaba arreglado, nos cobraron mal.
EDGAR: No, se cobro bien. Y el jugador equis se llama Peroni y es mi amigo y no estaba
adelantado.
M. CAAMAÑO: Peroni es un pelotudo y el réferi estaba untando.
EDGAR: (Que cada vez que putea pide perdón al cielo.) El DT de Morón juega con la ley del
orsay.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿Al achique?
EDGAR: Si y el hijo de puta de Peroni…
DELIA: Bueno, no subamos el tono…
M. CAAMAÑO: Fue orsay.
EDGAR: fue un acto de justicia divina, una enmienda.
M. CAAMAÑO: No me digas “mierda” que te voy a dar un coscazo.
EDGAR: ¡Enmienda! ¡Enmienda!
M. CAAMAÑO: Ya ven, hay una parte de esta ley, supuestamente tan geométrica, que queda
librada a la prepotencia de la interpretación subjetiva. (A Edgar, amenazándolo con la escoba.)
De una manga de matones.
EDGAR: ¿Matones?
DELIA: (Le arrebata la escoba a Caamaño.) Marta, ojo con Edgar. Me lo llegan a lesionar y lo
van a pagar todas muy caro, porque no se recupera un centavo de la cooperadora, ¿eh? (Le
deja la escoba a Gregorini.)
M. GREGORINI: Yo tengo toda la responsabilidad de esa plata que se uso para el mal.
M. ELIZARRAGA: No te te-te-te-te-nés que angustiar, Marta.
M. GREGORINI: ¿Angustia? No, Marta. Yo ya estoy más allá de toda angustia. Yo tuve un lazo
con esa cajita. ¡Y qué lazo! Tuve un lazo con el contralor. Tuve un lazo con miles de cosas que
ustedes ni saben, porque no preguntan, no preguntan nada, y avanzan, como fantasmas,
fantasmas de guardapolvos que atraviesan las paredes de la secretaria y piden cosas. (A S.
Brunetti.) “¿Cuándo cobro, Susana?” (A S. Domber.) “Dame la llave del botiquín, Marta”, (A
Delia.) “Dame la plata para comparar un mediocampista, Marta”.
S. RIVAROLA: ¿Qué decís, Marta?
M. GREGORINI: Si, porque esto se hizo así. Y ya está. Yo fui cómplice de este latrocinio. Tengo
un vale. Soy una ladrona. Como todas ustedes. Edgar es mi botín. Así que no nos comportemos
acá como si fuéramos damas de tertulia. Somos peligrosas. Inversionistas despiadadas. Y yo
debo aprender a vivir con esto.
M. ELIZARRAGA: ¡Marta!
M. GREGORINI: ¡¿Qué?!

M. ELIZARRAGA: Vos estas vien-do una fo-fo-fo- (Con la “traducción” de S. Domber.)


fotografía… muy negra de to-to-to-to-do lo S. DOMBER: Una Foto.
que… De todo.

DELIA: ¡Ay por el amor de Dios, si queres decir algo, decilo, Marta!
M. ELIZARRAGA: Se lo estoy di-di-di-di-diciendo… Vos tenes que recuperar la ca-ca-ca… ¡La
calma!
M. CAAMAÑO: ¡Lo que hace falta recuperar acá es la honestidad, Delia!
DELIA: ¿Ustedes me hablan de honestidad, a mí? ¿En serio, chicas? ¿En serio, Susana?
EDGAR: ¿Sabes lo que hacemos en el Depo con la honestidad de Morón? ¿Queres ver por
dónde nos la pasamos en el vestuario?

DELIA: ¡Gladys, vení a poner orden!

Sale buscando a Gladys. Las demás ven a S. M. CAAMAÑO: (Completamente relajada.) Ay,
Rivarola con desconfianza. ese lenguaje, me haces acordar a la cancha.

S. RIVAROLA: Ah, que bien, Delia. Yo iba mucho en una época.

Lo de siempre. (Tratando de buscar adeptas,


que no halla.) Vos te mandas la macana, y
después salís a buscar quien te arregle las cosas.
EDGAR: ¿A qué cancha ibas vos?
M. CAAMAÑO: A la de Nueva Chicago.
Vos dejá que esto pase.
EDGAR: ¿Sabes lo que hice en Chicago?
(A las demás.) Ella deja que las cosas se salgan
de control.
Yo limpiaba los baños ahí.
M. LOCOCO: Bueno, no se lastimo nadie.
S. DOMBER: ¡Yo si!

M. Lococo toma partido, dirige una mirada Fui y copié setenta líneas del Deuteronomio
acusadora a S. Rivarola y sale en busca de Delia. arriba de los mingitorios.

S. DOMBER: ¡Yo sí me lastime!


S. RIVAROLA: Jodete. Por hacerle caso.

Y el que todo lo ve, seguro que me vio,


Te dicen que hagas de pelota, y vas y haces. difundiendo la palabra.
¿Por qué no dejas que haga ella de pelota… si
tanto quiere aprender los misterios del orsay?

Limpiar un baño es fácil, lo difícil es limpiar la


escoria del alma humana

M. CAAMAÑO: No, yo imagínese que los mingitorios no los vi. A veces me comía un pancho,
veía un poco de futbol, después me volvía a casa, sola. A corregir pruebas. Como una boluda.
EDGAR: Y bueno: si es una boluda, a lo mejor por eso no entiende la decisión del réferi.
M. CAAMAÑO: A mí no me va a venir a espolear así, caballerito, que para algo hace cincuenta
años que estoy al frente de un grado. ¡Yo le voy a enseñar con esta escoba como se mueve una
línea de orsay!
EDGAR: (Le arrebata la escoba.) Vos movela y yo te cago a patadas.
S. RIVAROLA: Edgar Fabiani: ¡Bajas esa escoba ya mismo o te vas a arrepentir!
EDGAR: ¿Arrepentir? ¿Quieren ver lo que es vivir en el verdadero arrepentimiento? (Las
amenaza con la escoba en alto.)

35/ Pistola

DELIA: (Vuelve, seguida de Gladys y M. Lococo, que tratan de detenerla. Delia trae una pistola,
y pega un tiro al aire para calmar el bochinche.) Acá se van a calmar todos, uno por uno. (A
Edgar Fabiani.) Te trajimos como segundas madres. Nos jugamos el pellejo. Yo tenia grandes
planes para os, chiquito.
EDGAR: Disculpe.
DELIA: Al final vas a resultar peor que Morondanga.
EDGAR: Disculpe, pero ella dijo que Mastrángelo…
DELIA: ¿Quién dijo? (Apunta con el arma.) Nombrá como se debe…
EDGAR: Bueno… Marta me dijo que Mastrángelo…
M. CAAMAÑO: Dije que el juez estaba untado…
DELIA: ¡Ay, Marta! Vos… también…

Edgar Fabiani aprovecha la distracción. Y le arrebata el revólver a Delia Lobo.

DELIA: (Sin comprender el nuevo giro de los acontecimientos.) ¿Qué haces, ahora?
Edgar apunta a Marta Caamaño. Todas gritan en desorden y se acurrucan en un rincón. Edgar
devuelve a Caamaño al grupo.

EDGAR: Denme toda la guita que tienen encima. Y la ponen acá. ¿Qué se piensan? ¿Qué van a
tratar así a la gente? (Agarra a Martita Elizarraga y la arrastra por el piso.)
M. ELIZARRAGA: La que tiene plata es Lococo. (Todas menos esta asienten.)
EDGAR: ¿Y cuál es su cartera?

Todas señalan en distintas direcciones. Y comentan vaguedades. “Una cartera verdecita…”.


“¿Hoy trajiste el bolsito con tachitas?”.
Edgar Fabiani agarra a Martita Elizarraga. Lleva el arma a su cabeza y va a disparar.

DELIA: (Se pone de pie.) ¡A cualquiera menos a ella!

Edgar Fabiani la suelta y agarra a Delia Lobo. Martita Elizarraga vuelve victoriosa al grupo.

DELIA: Yo lamento que nunca nos hayamos entendido, Marta. Pero a mí la rama en serio me
parece una cosa hermosa.
S. RIVAROLA: ¡No! ¡Sin Delia esta escuela se cae a cachos! Susana, vos sos la más nueva.
S. DOMBER: ¿Qué? La más nueva es ella.
S. BRUNETTI: ¡No tengo plata! ¡No tengo plata!
EDGAR: (Muy tranquilo. Suelta a Delia, que se derrumba como una hoja a los pies de Edgar.)
Vení, Rulo. Acercate. No tengas miedo.
S. BRUNETTI: ¡No tengo plata! ¡No tengo tarjetas! No entre en contralor, cobro como suplente,
todavía no me pagan…
M. GREGORINI: A lo mejor le pagan el 20.
TODAS: Sí, sí, el 20.
EDGAR: Mirá, Rulo, yo sé que vos me vas a entender. Shh. Ahora vas a ir para allá, con tus
amigas y es vas a pedir que te den la guita, ¿estamos? Háblenlo.
S. BRUNETTI: Bueno, chicas, yo sé que ustedes no son mis amigas, pero ya oyeron. O sea,
¿ustedes se creen que me gusta a mí ocupar este rol? Pero me van a tener que ir dando la
plata, los relojes.
M. CAAMAÑO: Ah, mirá vos. Él de los relojes no dijo nada.
EDGAR: Relojes, teléfonos. Vos Tetas, las llaves del auto.
GLADYS: ¿Qué auto?
EDGAR: ¿Qué auto? (Vuelve apuntar a Delia. Griterio.)
S. BRUNETTI: Dame el teléfono, Susana.
S. RIVAROLA: Yo no tengo celular.
M. LOCOCO: Si que tenés, si dijiste que no tenias crédito para llamar a las empanadas.
EDGAR: Dáselo. Dámelo, Rulo. (Se lo pasan.) Seguí juntando. (Llama por teléfono.)
S. RIVAROLA: Ay, mira, ¿tiene crédito? Yo pensé que… ¿sabes lo que debe ser? ¿Hoy es 8? Me
parece que el mes de CTI corre de 8 a 8.
EDGAR: (Apuntándolas habla por teléfono.) Hola, señora. ¿Está Héctor Peroni?... ¡Héctor!
Partidazo, ayer, ¿eh?... Che, acá dicen que vos indujiste el orsay. ¿Se lo podes explicar? (Llama
a Marta Caamaño.)
M. CAAMAÑO: (Al resto.) Ya vamos a resolver nuestras diferencias. No se preocupen.
Marta Caamaño habla por teléfono con Peroni.

M. CAAMAÑO: Hola… Sí, de ayer. (…) (A las maestras.) Se hace el otario. (…) (A Peroni.) Sí, en el
segundo tiempo. (A las maestras.) Ahora de pronto nadie se acuerda de cómo son las cosas. (A
Peroni.) No, no, si yo eso lo entiendo, pero póngase una mano en el corazón, Pelloni, y dígame
si no estaba del otro lado de la escoba…
EDGAR: Parece que no lo entiende.
DELIA: Basta, Marta. Se cobró bien.

EDGAR: (Volviendo l teléfono.) ¿Cómo andas de M. CAAMAÑO: No. ¿Qué? ¿La prepotencia
guita vos? ahora va a hacer que el blanco sea negro y el
Ahá. negro sea blanco? Yo le doy la plata, Edgar, acá
Ahá. tiene lo mío, y acá si quiere la ayudo a Susana a
Sí. juntar lo de todas. Pero no me digan una cosa
¿No te queres dar una vuelta? por otra.
Por la 78. Dale. (Corta.)

M. GREGORINI: (Levantándose como si nada.) Lo siento, Edgardo. Lamento tu resentimiento.


EDGAR: (Agarrándola para que no se vaya.) Sí, yo también lo lamento.
M. GREGORINI: Igualmente yo me voy a de acá habiendo aprendido cosas. Me voy a casa. Yo
ahora tengo un perro. Un perro enorme. De la calle. Lo agarré. Con mis alergias, y todo. Lo
agarré. Me dije: las alergias se van a ir cuando yo dé pasos importantes. Cuando entendí que
mi lazo con la cajita era algo que me hacia mal. Se apareció ese perro, grande, desnutrido, que
no tenía a nadie y ahora tengo un lazo. Le tengo que dar de comer. El depende de mí. Entendé
mi situación, Edgar.
EDGAR: Yo la entiendo.
M. GREGORINI: Robé, queme las velas, no hay vuelta atrás. Pero ese perro me necesita. Quiero
ser clara con vos.
EDGAR: Muy bien. Pero espera un cachito. Te quiero enseñar otra cosita más. Sentate.

Edgar Fabiani agarra a Martita Elizarraga y la mata de un tiro.

36/ Corpiños

EDGAR: A ver si me sienten. Hay un camino que se abre en otros y uno duda. Yo acá tengo
ocho opciones. Esta prueba es muy difícil. Parece que todavía me falta algo por hacer. ¿Qué
quiero yo? ¿La plata? ¿Matar Martas? ¿Matar Susanas? ¿Arreglar una cuenta? ¿Con quién?
¿Cajita? ¿Tetas? ¿Jopito? ¿La Rulo? ¿Esta?
S. RIAROLA: ¡Hace algo, Delia!
DELIA: (Heroica, llorando, frágil.) ¿Vos me queres violar, Edgar? ¿Vos queres sexo?
EDGAR: No. El sexo sin amor no va.
DELIA: Yo te amo, Edgar.
EDGAR: ¿Qué?
DELIA: Yo te amo desde que te i en el campito.
EDGAR: Yo pienso que todas ustedes están desesperadas. Si podías lo comprabas a Peroni, vos.
Pero no: yo era la opción más barata, ¿no? Miren, maestras. Les doy una lección: anoten esto.
“Lo barato sale caro”.
DELIA: Anoten, chicas, hagan lo que dice…

Por lo bajo, se escuchan algunos comentarios.

GLADYS: ¿Una birome?


M. GREGORINI: ¡No, ahí no anoten que es el contralor!
S. DOMBER: Yo después hago fotocopias.
EDGAR: Eso, anoten. Cien veces, anoten. “El tiempo se agota. El tiempo nos es dado para que
hagamos grandes cosas. Y si las cosas que hacemos son chiquitas, el tiempo es chiquito.”
¿Están anotando? ¿Terminaron? (Súbitamente, a Marta Gregorini.) Vos te podes ir.
M. GREGORINI: Bueno, chicas, yo llamo el martes. A ver si se soluciono todo. Ah, y que
aparezca la llave. (A Edgar Fabiani.) Si te dicen quien tiene la llave, buenísimo. (Sale.)
EDGAR: (A Susana Brunetti.) Rulo ¿vos manejas?
S. BRUNETTI: Yo quería ser maestra jardinera.
EDGAR: ¿Y qué paso?
S. BRUNETTI: ¿Viste lo de los ocho caminos que dijiste? Yo era una chica confundida, ¿qué iba
a hacer? Cuando una por ahí necesita un consejo posta, lo único que yo tuve fue la Guía del
Estudiante. La hojeé, la miré, no sé, tantas opciones sin ninguna salida laboral… Escuelas habrá
siempre… Aunque nos caigamos a cachos, escuelas va a seguir habiendo…
EDGAR: Mirá, yo la primera vez que agarre la Biblia no entendí nada. Le tenés que poner
corazón. Andate, Rulo. No seas giluna, no avises a la cana, que por ahí salvas a alguna de estas.
Y mejora la zurda. Y ponele mas garra a los pibes.
S. BRUNETTI: Bueno. No digo nada. Chau, chicas. (Se va.)
M. LOCOCO: Bueno, yo tengo que seguir con mis asuntos, también.
EDGAR: Vos te sentás en el piso.
M. LOCOCO: No, es que vos no entendés. Yo no soy maestra de acá.
EDGAR: Yo lo que entiendo es que estas entre mis primeras opciones.
M. LOCOCO: Y yo te entiendo. Yo en tu situación, que no se cual es, haría lo mismo, que
tampoco sé que es. Lo que estás haciendo. Mirá, Edgar: esto es un negocio. Deja ir dos, y yo te
doy el diez por ciento de lo que entre los dos recuperamos de lo que me deben en blusas.
EDGAR: No, mejor la mato a esta. (Le apunta a S. Domber.)
M. LOCOCO: ¡El quince, te doy el quince!
EDGAR: Ahá. ¿Y a cuántas tengo que matar para que me des el 20% de la plata que YO les
estoy chafando?
M. LOCOCO: Si me repetís la pregunta seguro que podemos llegar a un numero que nos cierre
a todas.
EDGAR: Sacate la blusa.
M. LOCOCO: ¿Estás loco?
EDGAR: Todas. En pelotas.
S. RIVAROLA: De ninguna manera.

Edgar apunta a S. Domber. Mientras, Delia ha reptado hasta volver a sumarse al grupo de
maestras temblorosas.
S. DOMBER: ¡Por lo que más quieras, Marta, sacate todo!
M. LOCOCO: Muy bien, tranquilo. Estamos negociando. Nos sacamos las blusas y vos cambias
tu actitud. Si no, nada, chicas. (Tiempo.) OK. (M. Lococo comienza a desvestirse. El resto de las
maestras la sigue.)

Edgar las apunta, se apresuran a sacarse la ropa.

EDGAR: Los zapatos no hace falta. A ver que más aparece, acá. (Recuenta el botín.) Es magro.
Doce pesos. Un reloj Tissot.
GLADYS: Si, ese lo puse yo.
EDGAR: Gracias. (Vuelve a llamar a Peroni.) El cronometro no anda.
GLADYS: No. Es más para cancherear.

EDGAR: (Al teléfono.) Che, Peroni. No vengas. Las maestras se miran los corpiños. Por lo bajo,
No se recaudo nada. (…) ¿Vos decís? (…) No sé, se escuchan comentarios: “¿Este se lo
no me parece. (…) compraste a Marta?”, “No, es de Once”, “Las
(A las maestras.) ¿Ustedes me van a denunciar? que tienen buenas cosas son las bolivianas de
Morón”, “Uy, yo hace seis meses que no voy a
Morón”.

TODAS: ¡No! ¡No!


EDGAR: ¿Y las que se fueron?
TODAS: No, no, tampoco.
EDGAR: A la paliducha la deje ir porque me mataba de lástima. ¿Qué es lo que le pasó?
DELIA: Ella…
S. RIVAROLA: Resulta que…
EDGAR: ¿Qué le paso, Tetas?
GLADYS: Bueno, parece que hace un año…
S. RIVAROLA: No, ya hace como dos…
EDGAR: Me mataba de lástima. Encerradita en secretaria, tarareando “Yesterday”. Adopto un
perrito. Nunca se sabe que es lo que te salva, porque El-Que-No-Se-Nombra-En-Vano te elige o
te deja a un lado. Pero ustedes son unas yeguas increíbles, con el mayor de los respetos.
Ustedes son yeguas en mi camino. El-Que-No-Se-Nombra ha querido que nuestros caminos se
toquen. Tóquense.

Las maestras quedan en corpiño, se tocan sollozando unas sobre otras apiladas en un rincón.

EDGAR: ¿Van a ir a la cana?


TODAS: ¡No!
EDGAR: ¿Cómo? No las oigo.
TODAS: ¡No! ¡No!
M. CAAMAÑO: no, que yo una vez salí de testigo de transito y me robaron un llavero
cortaúñas.
EDGAR: (Apunta a S. Rivarola.) ¿Y vos?
S. RIAROLA: No, yo no.
EDGAR: ¿Segura?
S. RIVAROLA: Claro, me ves cara de buchona… pero te juro que no…
DELIA: Mira, Edgar: ella estuvo levantando firmas para hacerme una denuncia en Consejo, es
cierto.
M. LOCOCO: Yo se lo dije. ¡Fui yo!
S. RIVAROLA: No, Delia, mirá.
DELIA: Pero también es porque yo le di motivo…
S. RIVAROLA: No, Delia, mirá. Mirá, Edgar. Miren. El petitorio con las firmas. (Lo rompe.) Ya
está. Libre, por fin. Nunca me sentí más yo misma que en este momento.
EDGAR: ¿Así que no vas a decir nada?
S. RIVAROLA: ¡Pero no! Si acá prácticamente no hay delito. Si nosotras te compramos.
DELIA: No, Susana, tenias razón, fue mi culpa, yo me cegué.
S. RIVAROLA: No, Delia. Yo pude haberte parada y no lo hice.
DELIA: ¿Por qué? ¿Por qué nadie me para, nunca?
S. RIVAROLA: Porque vos… vos tenés razón… Hay que estar loca para dirigir una escuela. Y el
mundo no es de los cobardes. Ya aprendí mi lección. Y yo no voy a ser mas una cobarde.
M. LOCOCO: ¡Y yo no voy a ser mas una correveidile!
EDGAR: Eso, eso, tóquense. (A S. Domber.) Vos tocate con Tetas.

37/ India

Delia intenta irse arrastrándose por el suelo. Edgar Fabiani la retiene, la agarra de un tobillo y
la arrastra.

DELIA: ¿Qué queres de mí? ¿Por qué todos quieren algo de mí?
EDGAR: ¡Ah! Hoy es tu día de suerte. ¿Qué quiero yo? ¿Qué quiere Él de vos? Mirá. Acá tengo
un encendedor que le gané a un pibe de cuarto en los penales. Si prende, te salvás. Si no
prende, te mato.

Edgar Fabiani le pone el revólver en la nuca. Delia Lobo no repara en nada. Sacude la cabeza
negativamente.

EDGAR: ¿Vos que queres, directora?

Prueba el encendedor. No anda. Apuntando a Delia, da un paso hacia atrás.

DELIA: Yo quiero un gomón que me saque de todo esto.


EDGAR: Cuando te toca, te toca.
DELIA: Quiero remar, desnuda, río abajo.

Edgar Fabiani la escucha un instante: el discurso de Delia es desesperado y enigmático. Edgar


se va, solo, confundido. Abandona su botín y sale. Delia Lobo sigue hablando sin darse cuenta
de que se ha ido.

DELIA: Quiero ser una India, cubierta de joyas, quiero sentir el frio de la esmeralda entre mi
senos, y remar, remar hacia el sur, a donde van las almas cuando ya han cumplido la tarea en
esta tierra. Tierra de penumbras… y de barro…
38/ Seisdedos

Susana Rivarola se levanta para contener a Delia.

S. RIVAROLA: Mirá cómo tenés acá.


DELIA: Ay, sí, estoy hecha un cocoliche.
S. RIVAROLA: Sos una gran mujer.

Se abrazan.

DELIA: Y os sos mi mano derecha. Mira si entraba algún pibe, Susi. Si este loco lastimaba a
alguno yo voy sumariada y presa.
S. RIVAROLA: ¡Yo comparto la responsabilidad con vos, Delia!
DELIA: Dejá, dejá, Susana. Si vuelve a pasar, salvate, vos, Viví.
S. RIAROLA: No, chicas, acá, si una cae, caemos todas. Como en una banda.
DELIA: Como en la banda de Seisdedos.
GLADYS: Seisdedos es el policía.

Pausa general.

DELIA: ¿Cómo?
GLADYS: El que los agarró. No el chorro.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
M. CAAMAÑO: ¿Cómo?
GLADYS: Que el policía…
DELIA: ¿Y los hombres desnudos…?
GLADYS: Uruguayos, eran. Al de traje gris lo agarraron en Aeroparque.
M. CAAMAÑO: ¿A dónde se quería ir?
GLADYS: No se quería ir a ningún lado: vino de Uruguay.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
DELIA: Yo debo haber entendido todo mal. Todo mal.
S. DOMBER: ¿Pero y el túnel? ¿Era mentira?
GLADYS: ¿Qué túnel?
DELIA: Me quiero morir. ¿No cavaron un túnel?
S. DOMBER: Lo de Sábato…
GLADYS: Entraron por un túnel…
S. DOMBER: Porque Cajita dice que es mentira que Sábato haya escrito El Túnel…
M. CAAMAÑO: En tres palos verdes, lo aseguró. ¿Sabés qué racha? ¿Cobrar tres palos verdes
por algo que nunca te tomaste el trabajo de escribir?
GLADYS: ¿Qué? Lo escuche hoy en la radio. La mujer de uno. Los entrego a todos, estaban
detrás del tipo de traje gris que aparece en los videos de seguridad del banco, y el detective
Seisdedos…
M. CAAMAÑO: ¿Pero Seisdedos quien es?
DELIA: Basta, no sigan. No sigan, chicas. No se entiende lo que pasó. Dejémoslo acá.

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