Rafael Spregelburd - Acassuso
Rafael Spregelburd - Acassuso
Rafael Spregelburd - Acassuso
Una escuela en Merlo, pongamos por caso la 78, a unas cincuenta cuadras de la estación, por
ejemplo, digamos hacia Barrio Matera. La escena transcurre en la sala de maestros, o algo así:
se trata de un baño escolar en desuso, que aún conserva dos o tres mingitorios sobre los que se
acumulan carpetas, libros y mapas.
PRIMER ACTO
1/ Defensa
2/ Gauchita
La sala de maestros. Nuevo timbre. Están Susana Domber, Marta Gregorini, Marta Elizarraga,
Marta Lococo, Susana Brunetti, Susana Rivarola y Gladys Rondo. Esta les ha estado contando
las noticias que oyó en la radio. Las demás están muy inquietas, hablan todas a la vez, piden
detalles del robo. Griterío.
Nuevo griterío.
Salen M. Gregorini y S. Brunetti. Marta se lleva consigo la caja de la cooperadora, divino tesoro.
S. DOMBER: (Como si se tratara de algo muy grave.) “Me puedo llevar regla y escuadra”, me
dice. Ocho y cuarto de la mañana. “Me puedo llevar regla y escuadra”.
S. RIVAROLA: Bueno, déjala. Es nueva.
M. ELIZARRAGA: No nos amarguemos la mañana.
M. LOCOCO: Le pone ganas.
S. RIVAROLA: Voy a ver si entro al grado. Y a ver si Delia sabe algo más. (Sale.)
S. DOMBER: Si. Y vení a contarnos. Regla y escuadra. Sí, le pone ganas, ¿no? (Pausa.) Pero les
tiene miedo a los chicos. Porque si les queres enseñar, si le pones pilas, los chicos se dan
cuenta y te hacen la vida imposible. ¿Vos sabes lo que le contesto Susana?
M. ELIZARRAGA: Ah, no sabes. Le dijo: “Regla y escuadra no; la va a usar Susana. Punto. Esto
no se discute más”.
M. LOCOCO: Si, que bestia. Bueno, es la vice, ¿no? Y esta otra zapalla, que se ubique, ¿no?
S. DOMBER: ¿Vos sabes lo que le paso? Parece que Marta no la tiene en las planillas.
M. ELIZARRAGA: No va a cobrar nunca.
M. LOCOCO: Y no. Si no la tiene…
S. DOMBER: Parece que la busco en la carpeta y no estaba.
M. ELIZARRAGA: Si, ahora la fue a buscar a la carpeta colorada a ver si ahí la tiene.
S. DOMBER: ¿Sabes lo que le dijo Marta? “No te tengo”.
M. LOCOCO: ¡Sí! ¡Si yo estaba! Si Marta se puso como loca, vos la vieras, agarrada a la cajita de
la cooperadora… yo pensé que le iba a dar lo de…
M. ELIZARRAGA: Ni en joda lo digas, Marta. Po-po-po-pobre Marta.
M. LOCOCO: No, es que no sabes. Marta se pone a buscar en la carpeta como loca, y le dice
“No vas a cobrar nunca, porque no te tengo”. Y no sé quien le dice: “Fijate en la carpeta roja”,
y Marta se pone pálida como un secante…
M. ELIZARRAGA: Si, yo la vi, fue como mencionar la soga en la casa del muerto…
M. LOCOCO: Y después se va a ver si la tiene en la carpeta roja, y casi se olvida la cajita, ¿viste
que no la deja ni a sol ni a sombra? Las chicas de la tarde la llaman “Cajita”. (A S. Domber.) Che,
¿no tocó el timbre? ¿No tenés que entrar, vos?
S. DOMBER: Si, si, ya va. Los chicos ya saben. Se sientan solitos. ¿”Cajita”? ¿Por qué le dicen
“Cajita”? (La respuesta es obvia, pero nadie lo sabe con certeza.)
M. ELIZARRAGA: ¿Y Gladys como tenía tanta información? Viste que dijo que parece que
volaron la pared a medianoche y lo esperaron al gerente y cuando entra le meten el revólver
en el culo…
M. LOCOCO: Y… Tiene Falconeta con radio. Y se informa.
S. DOMBER: (a M. Lococo) ¿Te compra ella a vos?
M. LOCOCO: ¿Sabés que no?
M. ELIZARRAGA: Parece que compra en Miami. Se hace traer. Por una prima que trabaja en
Aerolíneas.
S. DOMBER: Ah, por eso está siempre así de bronceada. ¿Qué? ¿Aerolíneas vuela a Miami?
M. LOCOCO: Yo pensé que se bronceaba en el campito.
S. DOMBER: ¿No es cama solar? Yo pensé que había quebrado.
M. LOCOCO: ¿Cama solar? No, por ahí es ese sistema nuevo, que te sopletean.
M. ELIZARRAGA: No tiene la marca del bretel.
M. LOCOCO: ¿Vos como sabes?
M: ELIZARRAGA: Porque un día entre al Gabinete de foniatría y se estaba cambiando. Viste que
ella no tiene problema…
M. LOCOCO: ¿Se cambia en Gabinete?
S. DOMBER: ¿Son operadas?
M. ELIZARRAGA: Sabes que yo lo pensé, porque me pareció que cuando entro tenía menos.
Pero, no. No.
M. LOCOCO: No, son de ella. Tienen la caída natural que tienen que tener. Pobre, es divina.
M. ELIZARRAGA: Los chicos la re quieren.
S. DOMBER: Mas los chicos que las chicas. No tiene ninguna ambición.
M. ELIZARRAGA: Cada vez que se necesitó la Falconeta, ella la puso. Es re gauchita.
M. LOCOCO: Si, si a mí me llevo una vez hasta Marcos Paz. Y no me quería cobrar la nafta. Le
digo: “No seas boluda, te la pago”. Y me dice: “Bueno”. Así que paro en la Shell y me hizo
llenarle el tanque.
M. ELIZARRAGA: Bueno, pero esas cosas pasan.
M: LOCOCO: Más vale, yo no digo que no. Aparte, no tenía ninguna obligación de llevarme. Es
gauchita. Además, ¿vieron que tiene rasgos así como aindiados?
M: ELIZARRAGA: Si, es divina.
S. DOMBER: ¿Un tanque de Falconeta te sirve para llegar hasta… donde? A Mar del Plata
llegas, ¿no?
M. LOCOCO: No, si yo iba hasta acá no más, a Marcos Paz, apenas pasando la entrada. Que
aproveche, mira. La nafta es nafta, ¿Qué me voy a hacer problemas por un hidrocarburo?
S. DOMBER: ¿Tiene novio?
Silencio
Silencio
Silencio
M. ELIZARRAGA: Si, debe tener amigos. Es una chica para hacerse amiga.
Silencio
S. DOMBER: Bueno, yo un poco amiga me siento. A mí más de una vez me ha alcanzado hasta
Etcheverry. No me quiso aceptar ni los setenticinco del colectivo. Maneja con una mano. Ella
es su ley.
M. LOCOCO: Si, son la Falconeta y ella.
Silencio
Silencio
Las tres tratan de imaginar el robo, pero más que turbadas se las ve plácidamente excitadas.
3/ Angie
DELIA: Ahora, ese tipo… ese Seisdedos… Yo te digo: con un hombre así, sí que me vuelvo a
casar.
S. DOMBER: Un hombre así enterrado en joyas.
M. LOCOCO: ¿Qué Seisdedos?
DELIA: Seisdedos de llama el jefe. ¿Podes creer? Me acaba de contar Gladys.
S. DOMBER: ¿Te conto lo del mate?
DELIA: No, ¿Qué mate?
M. ELIZARRAGA: No, que parece que mientras esperaron a que llegara el gerente con las
mismas mechas con las que habrás abierto el boquete calentaron agua, hicieron tostadas.
¡Que pulso, que sangre fría!
S. DOMBER: ¿Mechas?
M. ELIZARRAGA: ¡Tostadas!
S. DOMBER: ¿Cómo con las mechas? ¿Quién dijo lo del mate? ¿Yo lo dije?
M. LOCOCO: Y… porque se calienta la mecha por fricción y se conoce que el agua te hierve en
seguida.
S. DOMBER: (Convencidísima de la verdad del episodio.) Un plan perfecto, hasta en los detalles.
Me robo un banco, me tomo un mate.
DELIA: ¿Vos te imaginas?
M. GREGORINI: Yo prefiero no imaginarme nada, porque a mí la situación con rehenes y todo
eso me pone muy mal.
DELIA: ¡Pero si los rehenes estaba de parabienes! Los chorros les explicaron todo. Les dijeron:
ustedes tranquilos, que con ustedes no es la cosa.
S. DOMBER: Es con el sistema.
DELIA: me conto Gladys que leyó que una empleada del banco cumplía años.
M. GREGORINI: Que horror. ¿A vos te gustaría que te pase una cosa así el día de tu
cumpleaños?
DELIA: ¿Me lo preguntas en serio? ¡Claro que me gustaría!
M. GREGORINI: Y a la nueva no la tengo. No sé si es porque es convertida, no está en la
carpeta, no entra en contralor. No va a cobrar nunca. A lo mejor está entre las suplentes.
(Sale.) Se me ocurre una cosa.
DELIA: Y vos, Marta, a ver si le pegas una buena patada en el culo a ese patán. ¡Hombres son
estos tipos!
M. LOCOCO: No me llamo más, Delia.
DELIA: Mejor. Así estas disponible. Que en cualquier momento se te aparece un Seisdedos y te
lleva a las Islas Caimán. ¿Qué le vas a decir? “No puedo, estoy esperando a mi novio Fulano de
Tal…”. ¿Cómo se llama el tipo?
M. LOCOCO: Angie.
DELIA: (Trastocada.) ¿Qué Angie? ¿Ángel?
M. LOCOCO: Si.
DELIA: ¿El papa de la nena nueva, la que no pasa a segundo, la de la infección de moquillo?
M. LOCOCO: Si, Angie. Ya hacía dos meses que salíamos. Y de buenas a primeras no me llamo
más.
Delia se vuelve a ir. Hace dos meses ella todavía tenía en affaire con Angie.
4/ Rama
S. DOMBER: Hay que buscar hombres en otro lado. ¿Un papa de nena de primero? Olvidate.
M: LOCOCO: ¿A vos te parece?
S. DOMBER: Claro. Si mujeres es lo que les sobra, a estos hijos de puta. A veces pienso que
habría que irse a laburar a la Patagonia. ¿Vos conoces la proporción de hombres sobre mujeres
en provincias como… eh… ay… acá donde iba a ser la Capital… ponele… en el sur?
M. LOCOCO: Puede ser.
S. DOMBER: O estos tipos, los que se afanaron el banco, ¿vos te crees que incluyeron mujeres
en la operación? No. Acá es así. Los tipos arman y desarman, y si una se sienta como una idiota
a esperar que Angie haga planes con una, Angie va a preferir mil opciones antes. Porque
somos lelas, no vamos de frente. Es como robarse un banco. Es preguntarse: ¿Lo quiero?
¿Quiero la guita que está adentro? ¿Estoy dispuesta a arriesgarlo todo? ¿Prendo la mecha sin
que me de cagazo?
M. ELIZARRAGA: ¿Me hago unas tostadas? ¿Me las hago?
S. DOMBER: Es decisión, planificación. Tenes que tener una actitud más masculina, ¡Si a los
hombres lo que les gusta es eso!
M. LOCOCO: ¿Queres ver alguna blusa?
S. DOMBER: Bueno, pero no me cambies de tema para… ¡UY, esta es divina; mira, Marta, si no
es un sueño!
M. ELIZARRAGA: Soñada.
S. DOMBER: ¿Ves lo que digo? Un hombre no se babea por una blusa. Nosotras tenemos un
problema hormonal. ¿Me la pruebo?
M. LOCOCO: Y dale. Como estas vendí miles en el Consejo Escolar.
M. ELIZARRAGA: ¿Cuándo estuviste vos en el Consejo?
M. LOCOCO: Ayer.
M. ELIZARRAGA: ¿Estuviste en la asamblea? ¿Qué se votó?
M. LOCOCO: Bueno, no sé si yo puedo…
M. ELIZARRAGA: Ay, si total nos vamos a enterar todas por circular, Marta. ¿Quieren cerrar los
gabinetes, no?
S. DOMBER: ¿Van a reducir a las suplentes?
M. ELIZARRAGA: ¿Fo-Fo-Fonoaudiología también, o entramos junto con el eje so-so-so-
socioexpresivo?
M. LOCOCO: Y… Lo están discutiendo.
M. ELIZARRIAGA: ¿Pero votaron?
M. LOCOCO: A medias.
M. ELIZARRAGA: ¿Y esta que voto?
M. LOCOCO: ¿Quién?
M. ELIZARRAGA: Ay, Marta, ¿quién va a ser?
M. LOCOCO: ¿Delia Lobo, la directora?
M. ELIZARRAGA: ¿Qué voto? Me qui-qui-quiere rajar, ¿no?
M. LOCOCO: Ay, no te persigas. ¿Queres ver unos corpiños?
M. ELIZARRAGA: ¿De qué habló? ¿Defendió la rama? ¿Si quiero ver unos corpiños? ¿Hablo del
trabajo de integración fo-fo-fo-fonético-sensible que estoy haciendo en primer nivel?
M. LOCOCO: No, no. Hablo de la seguridad, de la responsabilidad civil.
M. ELIZARRAGA: Ah, viene por ahí la cosa. No le va a hacer ta-ta-ta-tan fácil. Tengo testigos.
M. LOCOCO: Claro, lo que pasa que como la nena termino en el hospital…
S. DOMBER: ¿Qué nena? ¿La de primero?
M. ELIZARRAGA: Si, la que se abrocho la lengua con la engrampadora.
S. DOMBER: Ah, la calladita… ¿Esa nena es mía, no?
M. ELIZARRAGA: Los dejas un segundo solos en gabinete y tocan todo. (Sigue con lo suyo.)
Cada vez que salgo un segundo, vuelvo y me faltan los puchos. De la cartera, me faltan. ¿Qué
tengo que traer, una bandolera extra large alrededor del cuello?
5/ Musculosa
DELIA: (Entrando.) Chicas, miren ahí viene Marta, vamos a darle una hermosa sorpresa, las
quiero a todas en esto…
M. ELIZARRAGA: Delia, me gustaría hablar urgentemente con vos de la cuestión de la nena de
la engrampadora…
DELIA: ¡Canten fuerte!
Entra Marta Caamaño, como siempre un poco extraviada. Le cantan el feliz cumpleaños.
M. CAAMAÑO: (Canta un poco con ellas, no sabe quién es la del cumpleaños, pregunta por
señas, sin dejar de cantar. Luego se da cuenta de que le cantan a ella y trata de parar todo.)
No, chicas. Debe ser un error. Yo pensé que era tu cumpleaños… (A Susana Domber.) ¿No sos
acuariana, vos?
DELIA: Muy feliz cumpleaños, Marta.
M. CAAMAÑO: Gracias, Delia, chicas, gracias. Pero no es.
DELIA: No. Pero te debíamos el regalo. Susana, dáselo, que se caiga de culo.
S. DOMBER: Acá tenés.
DELIA: Caete de culo.
M. CAAMAÑO: Ah, el regalo si… Claro, lo que pasa es que yo cumplo en…
M. ELIZARRAGA: Delia, me parece que nos debemos una charlita sobre el tema de…
DELIA: ¿Y a quien se le ocurre cumplir antes del 7, Marta, que nos agarras sin un peso partido
al centro? Para, Marta (Elizarraga.), que ahora estoy ocupada. Abrilo. Es de todas las chicas del
turno mañana. Y de Susana, de la tarde.
M. ELIZARRAGA: (A Delia.) Muy bien. Voy a estar en gabinete. (Sale.)
M. CAAMAÑO: ¿Cuál Susana? ¿Susi?
DELIA: No, Susana. La maestra convertida. Las otras no quisieron poner. Y no sé qué le pasa a
la tartamuda que no me deja ni a sol ni a sombra.
M. LOCOCO: LA que tampoco puso es Gladys, la de educación física.
M. CAAMAÑO: ¿Cuál Gladys? ¿Hay educación física, acá? ¿Qué física?
DELIA: Ay, Marta, ¡Gladys! ¿Qué Gladys va a ser?
M: CAAMAÑO: ¿Qué tartamuda?
DELIA: Marta, ¿qui-qui-qui-quien va a ser?
M. CAAMAÑO: Ah, que risa, pobre Martita, a veces parece que se hubiera tragado un… uno de
esos que… No, está bien, lo que pasa es que a lo mejor ella no me conoce, ¿y entonces para
qué va a poner plata si no me…?
M. LOCOCO: No, si ella te conoce. Lo que pasa es que se ve que tiene otras prioridades…
DELIA: Viene en auto. Eso es un gasto. La Falconeta.
M. CAAMAÑO: Si, impecable. Es divina, pobrecita. Bueno, no importa, a lo mejor tenía otros
gastos fijos, pobre.
DELIA: Gastos fijos tenemos todas, Marta. Abrilo.
M. LOCOCO: Anda con pibes.
M. CAAMAÑO: (Es una musculosa inequívocamente de básquet. Dice Ginobili.) ¡Ay, pero es
hermosa!
M. LOCOCO: Los de sexto dicen. Todos pendejos, sale.
M. CAAMAÑO: Mira, con dos tiras, para colgársela del cuello… Es soñada. Le va a encantar.
DELIA: ¿A quién?
M. CAAMAÑO: A Gladys, si es súper gauchita.
DELIA: No, boluda, es para vos, ¿Qué Gladys?
M. CAAMAÑO: ¿Para mí, chicas? ¿En serio? Pero si yo cumplí hace como…
DELIA: Pero te debíamos el regalo. Hoy se cobró el presentismo de marzo. Nos pusimos al día.
M. GREGORINI: (Que acaba de entrar.) Tengo tu cheque, Marta.
M. CAAMAÑO: Ay, Delia, que detalle, gracias, ¡Y con cheque y todo! ¡Y yo que dije hace un rato
que eras poco menos que una hija de puta! No lo dije con esas palabras, pero lo pensé así.
DELIA: ¡Marta! (Se dan un beso.) No me vengas ahora con cuestiones. Probártela.
M. LOCOCO: Si no te queda tengo shorcitos, también. Pero me tenés que avisar ya.
M. CAAMAÑO: No, si casi seguro que le va a encantar.
6/ Dínamo
DELIA: ¿Qué?
S. BRUNETTI: Es que no lo sé, Delia.
DELIA: ¿Y qué te importa cómo funciona un
dínamo?
M. LOCOCO: En ninguno.
Susana, ¿Cómo te va?
7/ Matrícula
DELIA: Como si alguno de estos piojitos tuviera plata para ponerle un dínamo a la bici.
Conchuditos. Qué barbaridad. No la veo nada bien a esta chica nueva.
S. RIVAROLA: A lo mejor no fue una buena idea juntarle dos grados, no da abasto.
DELIA: Que se curta. ¿Qué se creen las nuevas? ¿Qué una escuelita es un lecho de rosas?
S. RIVAROLA: Lo que pasa es que le juntaste un segundo grado con un octavo, Delia.
DELIA: ¿Y qué? Hay que integrar, Susana. Un chico de segundo, correctamente estimulado por
un compañerito que está en octavo, puede ir adquiriendo contenidos que ni te imaginas. Y un
chico de octavo bien puede beneficiarse de una repasadita de las letras cursivas, la suma y la
resta, ejes que siempre les van fallando.
S. RIVAROLA: Pero los hubieras juntado con el otro segundo.
DELIA: No, el otro segundo está lleno de matrícula, esta que revienta, y si consigo dos chicos
mas para cada curso me da el numero para pedir subdivisión, y tengo cuatro cursos en vez de
dos, ¡un filón!
S. RIVAROLA: ¡Pero subdividí el octavo!
DELIA: No me da, ¿no entendés? En octavo tengo doce almitas, los grados más taquilleros son
los iníciales, después es como que los pibes se traban y no avanzan nada.
S. RIVAROLA: No entiendo. Tenés dos segundos superpoblados, juntalos y haces tres…
DELIA: Ni loca. Junto el segundo con el octavo, entran dos indecisos mas a la escuela, ¡zaz!, los
meto en segundo vengan de donde vengan, la inspectora ya está avisada y me apoya ciento
por ciento, y como por arte de magia tengo cuatro cursos y no tres.
S. RIVAROLA: Pero eso es una barbaridad… Es un argumento diabólico…
DELIA: Susana, si no entendés de estas cuestiones de marketing y estrategia no te metas, que
así pedimos ladrillo y vigas a lo loco para la ampliación edilicia, la aprovecho y pido biblioteca y
vicedirección, a ver si así te independizas de mi despacho, ¡mirá que argumento diabólico! Ese
octavo estaba desolado, igual, no quedo ni el loro. Además, esta es maestra convertida. ¿Para
qué se convirtió? ¿No le gusta el Ciclo Básico? Bueno, que se curta. Que vaya probando con
ese octavo.
S. DOMBER: ¿Qué octavo era?
DELIA: Ese octavo terrible, que quedaron la mitad, el octavo ese de la tragedia.
TODAS: Ah.
DELIA: ¿Ven lo que pasa cuando las maestras faltan?
M. CAAMAÑO: Pero ¿segura que yo falté? ¿Cuánto? No, porque ahora empiezo a ligar una
cosa con otra, y digo: a lo mejor los chicos van tan atrasados porque falté mucho…
M. LOCOCO: No te preocupes, a tus chicos los tomé yo, y están lo mas bien. ¿Atrasados con
respecto a quién? ¿A Susana, la de 4°B? Porque esos sí que van atrasados…
M. CAAMAÑO: ¿Yo falté? ¿Y vos me supliste, Marta?
M. LOCOCO: Un par de días…
M. CAAMAÑO: ¿Y qué les diste?
M. LOCOCO: Seguí por donde iban.
M. CAAMAÑO: ¿En lengua?
M. LOCOCO: En el eje psicofísico.
M. CAAMAÑO: Ah. Claro, el eje… Es que yo a veces sigo pensando en áreas, como el lenguaje,
la matemática… ¿Y vos sos maestra, también?
S. RIVAROLA: ¿Cómo va a ser maestra, Marta? Es Marta.
M. CAAMAÑO: Si, la conozco. Hola. Marta Lococo. La que vende ropa. La conozco, la
Credimart. Por eso me parece raro que haya tomado mi curso cuando yo… ¿yo falté? (A M.
Lococo.) ¿Y te dijeron por qué falté?
M. GREGORINI: Mirá, Marta. Tu cheque de presentismo estaba porque yo no te pasé esas
faltas, porque me dijo Delia que vos después ibas a recuperar…
M. CAAMAÑO: Si, si, yo voy a recuperar todo, todo.
S. RIVAROLA: ¿Cómo es eso, Delia?
DELIA: Y bueno, asunto terminado. Cuando entre lo de comedor de lavandina cobrás lo tuyo;
mientras tanto Marta te anota la diferencia…
M. LOCOCO: ¿Queres la blusa, entonces?
M. CAAMAÑO: Y, es linda, posta… ¿De cuánto seria la diferencia?
M. GREGORINI: A ver… ¿Yo también anoto?
M. LOCOCO: Dejá que yo anoto todo, a ver, dame el contralor que yo lo hago coincidir con mis
cálculos.
8/ Plutón
S. BRUNETTI: Ey, perdón. ¿Por qué la luna se ve grande cuando recién sale y mas chica cuando
está alta?
S: DOMBER: ¡Pero qué hijos de una gran puta! ¡Te tomaron de punto!
DELIA: Porque está más lejos.
S. RIVAROLA: Es una ilusión.
S. BRUNETI: ¿Es una ilusión o está más lejos?
DELIA: No sé, hacele caso a quien mejor te parezca, vos.
S. BRUNETTI: ¿En qué grado se ve lo de los planetas, lo del eje anímico-espacial?
DELIA: Integrá, Susana, agarrate unos pomelos del comedor, después los devolves, y haceles
Plutón con ese llavero, total parece que Plutón ya no es planeta.
M. GREGORINI: ¡Esa es la llave del esténcil!
DELIA: Si, ahora te la trae.
M. GREGORINI: Ahora, ¿cuántas copias hay de esa llave? Porque están desapareciendo cosas
del armario.
S. RIVAROLA: ¿Qué cosas?
M. GREGORINI: Y… unas partituras que traje de los Beatles… el alcohol del esténcil, por
ejemplo…
DELIA: El alcohol es etílico y se evapora si no lo cerras bien.
M. GREGORINI: ¿Y de los Beatles qué? ¿Son etílicos, también? Estoy poniendo todo de mí para
organizar el coro, traigo “Yesterday”, traigo “Campos de frutilla”, traigo material
prácticamente incunable para estos piojitos, material que además se puede sacar en la flauta,
¿qué necesito? ¡Tres muertos de hambre y un palo con siete agujeritos! Pero no: acá todo se
desvanece…
DELIA: Marta, esto ya lo hablamos. ¿Vos queres hacer lo del coro? ¡Hacelo! Pero no traigas
nada que sea de papel. Ya sabes que el papel, tenga la naturaleza que tenga, se usa en los
baños. Y si no, te lo cartonean los pibes.
M. GREGORINI: Yo cierro bien, y cierro el armario con llave. ¿Y el alcohol, que? ¿Me lo
cartonean, como a Paul McCartney?
DELIA: Apurate, Susana, y trae el llavero ni bien toque el recreo, que ya ves cómo se pone
Marta.
S. BRUNETTI: Claro, lo que pasa es que yo… de los planetas… o sea, la base la tengo fresquita,
del profesorado, pero me están preguntando cosas que…
S. DOMBER: Mercurio, Venus, Tierra, Venus… Saturno… Tierra…
S. BRUNETTI: Bueno, les doy una actividad integradora, que recorten Saturno a ver si se
callan…
S. DOMBER: Ah, ¿les vas a dar una actividad integradora? ¡Qué bien! (Brunetti sale.) Si será
tonta. Les da tarea con tijeras, y después dice que les tiene miedo. Esta está criando cuervos y
cree que son pollos. ¡Recortar Saturno! Cuando vean lo complicado que es recortar una línea
curva, un anillo, acá se arma el festival de la Victorinox… ¿Vamos buscando el botiquín, Marta?
9/ Puchos
Entra M. Elizarraga.
M. ELIZARRAGA: Delia, ¿tenés para mucho rato más? Como no pasaste por Gabinete…
M. GREGORINI: Una se lleva la llave para hacer Plutón, la otra entra a buscar cosas del botiquín
como si fuera de todos…
M. LOCOCO: Uy, acá te están debiendo algo.
M. ELIZARRAGA: Yo sabía que se la iban a agarrar conmigo. Yo te avise, Marta. Te dije: saco dos
pesos para comprar puchos, después te los repongo cuando venga la bonificación de abril, que
nos devuelven el paro que descontaron…
M. CAAMAÑO: ¿Nos descontaron los paros?
DELIA: No, eso ya se arregló en el sindicato. Devolvieron todo.
M. CAAMAÑO: Ah. Porque yo no hice paro.
DELIA: No. Vos faltaste.
M. CAAMAÑO: Ah. ¿Justo en día de paro? Uy, S. RIVAROLA: Delia, ¿por qué el contralor
no te puedo creer. Van a creer que yo adherí, ahora lo está llevando Marta Lococo?
y no. Yo me inflé.
M. CAAMAÑO: Yo no voy a hacerles el caldo gordo a estos hijos de puta de CETERA, y los otros,
que son peor, los de UDA.
DELIA: Ya está, Marta, la UDA no existe desde hace 10 años, y ya devolvieron todos los paros.
M. CAAMAÑO: Ah, bueno. Porque yo no hice. ¿Y eso lo puedo cobrar?
M. LOCOCO: Y… Seguís en rojo. Porque acá sumamos lo del presentismo. Que igual faltaste,
pero lo vas a recuperar…
M. CAAMAÑO: Claro, si yo me quedo… O limpio, paso un escobillón, si no me cuesta nada…
S. RIVAROLA: ¡Ah genial!
M. LOCOCO: … y lo que te devuelven de los paros, pero te tengo en rojo con el regalo de
Marta, y con la colecta para Susana.
M. CAAMAÑO: ¿Qué regalo de Marta? ¿Mi regalo? ¿Yo estaría poniendo para mi regalo?
DELIA: Ay, Marta, no seas pelotuda.
M: LOCOCO: No.
M: CAAMAÑO: No, está bien, lo que pasa es que ahora, si vos llevas toda la contabilidad junta,
a lo mejor se mezcla lo del contralor con lo de los regalitos, y como yo también me llamo
Marta… ¿Qué marta cumplió?
M. ELIZARRAGA: Yo. Pero no me regalaron nada.
M. CAAMAÑO: Ah… Feliz cumpleaños.
DELIA: No se te regalo, Marta, porque todavía faltan poner.
M: ELIZARRAGA: Ah. ¿Es por eso?
DELIA: Claro.
M. ELIZARRAGA: ¿Seguro que no hay nada más?
DELIA: ¿Qué me queres decir?
M. ELIZARRAGA: Hubo votación po-po-po-por los equipos de gabinete en el Consejo.
DELIA: Ay, Marta, esas votaciones son a puertas cerradas.
M. ELIZARRAGA: pero estuvo Marta.
DELIA: ¿Qué Marta? ¿Tamborino?
M: ELIZARRAGA: Marta Lococo.
DELIA: ¿Y vos que te metes, Marta? Es para darte un coscorrón. Metete en tus números y por
favor no pretendas incidir en el curso administrativo de la escuela, que ya para eso bien nos
hacemos cargo Susana y yo. Y ahora que digo Susana, descontale también lo de los paros y
anótalo para el regalito de Marta, a ver si llegamos por fin. ¿Ves, Marta? Vos te pensas que yo
tengo algo en tu contra y no es así.
DELIA: ¿Cuándo te llamo ese Angie por última vez, Marta (Lococo)?
S. RIVAROLA: ¿Qué sabrás vos si vine o no? Si vos no viniste, el día de paro…
DELIA: ¿Y qué querías, Susana? ¿Qué carnereara una huelga? Ah, no, chicas, miren que si lo de
los regalitos se torna un problema para todas, acá esto se arregla muy fácil. Se acabaron los
regalitos. Y que cada una se compre la blusa que necesita.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿La tengo que devolver?
DELIA: ¿No ven, chicas? Acá falta un ingrediente mágico de compañerismo, nos falta la
camaradería masculina. Ese tufo desinteresado, viril, que es lo que hace que los hombres se
junten entre ellos para hacer grandes tareas…
Entra Gladys.
M. LOCOCO: Vení que te muestro. Y te muestro esos corpiños que te van a encantar.
M. Gregorini sale.
Quedan Delia y S. Rivarola. En silencio. Entre ambas, la cajita con el dinero de cooperadora.
Delia la mira. S. Rivarola la mira. Cruzan miradas.
DELIA: Yo…
S. RIVAROLA: No digas nada, Delia. Si lo vas a hacer, hacelo. Pero sabe que es una decisión
tuya.
DELIA: Te juro, Susana, que esta vez no puede fallar. ¿Vos sabes que yo vengo viendo los
entrenamientos del Deportivo Merlo, no?
S. RIVAROLA: Digamos que es un rumor cada vez más frecuente. Pero vos sabes que yo no me
dejo llevar por rumores.
DELIA: Bueno, déjate, porque es. Pero yo veo los entrenamientos con un ojo puesto en los
muchachotes y otro puesto en el futuro. Se llama Edgar Fabiani. Un delantero, un izquierdista.
S. RIVAROLA: ¿Un qué?
DELIA: No sé cómo se llama, ataca por izquierda, de zurda, es un cañón. Esta suspendido en
catorce fechas, parece que tuvo un altercado con el réferi, son cosas que pasan, oportunidades
únicas. Ya lo tengo apalabrado al director técnico del Depo. Nos lo dejarían en cuotas. Pero yo
creo q le pagamos la primera y después se olvida.
S. RIVAROLA: (Por la cajita.) ¿Cuánto hay?
DELIA: Hay.
S. RIVAROLA: Es una locura.
DELIA: Yo no digo que no.
S: RIVAROLA: Un riesgo enorme.
DELIA: ¿Y qué? Mira Seisdedos. Se la jugó. ¿Y ahora?
S. RIVAROLA: ¿Y ahora qué? Toda la policía bonaerense los busca.
DELIA: Ah, no, Susana. Y lo decís como si quisieras que los encuentren.
S. RIVAROLA: ¿Cómo voy a querer que los encuentren?
DELIA: ¿Entonces? ¿Somos un equipo o no somos un equipo?
S. RIVAROLA: Vos sabrás. Sos la directora.
DELIA: ¿Somos hombres o no somos hombres?
S. Rivarola no puede evitar una equivoca sonrisa, que ha venido reprimiendo. Timbre.
Comprende que le conviene retirarse. Agarra su cartera, va a hablar, no dice nada. Mira la
cajita de cooperadora. Mira a Delia. Se aleja como para dejar sola a Delia, y la mira hacer.
Delia acaricia la caja.
Suena un timbre de escuela, largo, atronador, que señala el fin del primer acto.
SEGUNDO ACTO
10/ Peaje
11/ Azul
S. Rivarola sale.
M. ELIZARRAGA: Hola.
MAMÁ: Hola. ¿Marta?
M: ELIZARRAGA: Si.
MAMÁ: ¿Quién es Daiana Mazzitelli?
S. DOMBER: Su hija.
MAMÁ: No.
S. DOMBER: Si.
M. ELIZARRAGA: Susana, fijate si no te equivocaste de nuevo con las planillas de la tarde.
S. DOMBER: No, te juro. A las de la tarde les puse un Snoopy y a las de la mañana un calquito
de Floricienta.
MAMÁ: ¿Mi hija? ¿Y cómo es?
S. DOMBER: Es menudita, de pelo marrón… Daiana…
MAMÁ: Una chica común. Puede ser…
S. DOMBER: Daiana Mazzitelli.
MAMÁ: ¿Y no aprende? pobrecita. ¿Cuánto le falta para llegar a séptimo, a esa?
M. ELIZARRAGA: Esta en primero.
MAMÁ: Bueno, cuando este en séptimo va a estar bien. ¿Y Azul?
M. ELIZARRAGA: No, no tengo ninguna Azul.
MAMÁ: Azul. ¿En qué grado esta?
M. ELIZARRAGA: Ay, no sé. ¿Es una hermanita de Daiana?
La encuentran en la lista.
M. ELIZARRAGA: Ah, esta. Soledad. La nena que no habla. ¿Porque le dice Azul?
MAMÁ: Yo le iba a poner Duende Azul y no me dejaron en el Registro Civil. Di media vuelta y
me fui.
M. ELIZARRAGA: Bueno, acá la tenemos como Soledad Mazzittelli. Por el DNI.
MAMÁ: La Sole. Por eso el Rulo me decía “no la vas a ver más a la Sole, me la voy a llevar a
Formosa a la Sole”, Y yo me reía, no mas, como loca, no sabía de quien me hablaba. Se fue a
Formosa, el Rulo, pero se llevo nada más que al Caqui, a la otra me la dejo.
M. ELIZARRAGA: ¿El Rulo es Mazzittelli? ¿Es el papá? Igual no puede seguir en el grado,
Soledad. Repitió cuatro veces.
MAMÁ: La directora me dijo que la iba a hacer pasar.
M. ELIZARRAGA: No puede llegar a noveno en esta escuela.
DELIA: Sin embargo fijate, Martita, que la señora es mama o tutora de seis chicos de esta
escuela.
M. ELIZARRAGA: Si, pero Soledad esta todo el día con el dedo en la boca.
MAMÁ: ¡Es un duendecito!
DELIA: ¿Y en el eje de integración físico como anda? Quizás le da el promedio.
M. ELIZARRAGA: No. No alcanza.
DELIA: Eso decís vos, vamos a buscar a Gladys que le tome unas abdominales. Usted no se
preocupe, señora. Seis chicos es un capital enorme. (Le hace señas a M. Elizarraga, a espaldas
de la Mamá, señas que parecen remitir a sus planes de ampliar la escuela con nuevas
construcciones si consigue la plata prometida por la Provincia.) No nos podemos dar lujos.
(Sale.) ¡Gladys!
M. ELIZARRAGA: (Ofendida por las señas a S. Domber.) ¿Que me hace? ¿La vicedirección, la
subdivisión?
S. DOMBER: Sí. (A la Mamá.) Igual no nos interesa evaluar a Soledad. Yo le estaba hablando de
Daiana.
MAMÁ: ¿Esa es la suya?
S. DOMBER: No, la suya, su hija, Daiana, la de primero.
MAMÁ: Es que no es mi hija. Esa es de la Viru. La mujer del Toto.
M. ELIZARRAGA: ¿La Viru?
MAMÁ: Claro. Y yo se la cuido, es como si fuera una hija, si a mí me da lo mismo.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero usted no es la mamá?
MAMÁ: Y… No se eso yo.
S. DOMBER: ¿A quién le dice “mamá”, Daiana?
MAMÁ: ¿La Juje?
M. ELIZARRAGA: ¿Se llama Juje?
MAMÁ: Y… Yo le digo “La Juje” porque es jujeña, como la Viru. La mujer del Toto.
M. ELIZARRAGA: No entiendo. Y el Toto, ¿Quien viene siendo?
MAMÁ: Y… (Piensa.) El Toto está conmigo ahora.
M. ELIZARRAGA: ¿Es su marido, su pareja?
MAMÁ: Ay… (Se ríe.)
M. ELIZARRAGA: ¿Es el papá de algún otro nene más en su casa, o los otro los tuvo con el Rulo
de Formosa?
MAMÁ: ¿En casa?
M. ELIZARRAGA: Mire, a ver, vamos a hacer una cosa. Yo le voy a dar un lápiz y un papel para
que usted me dibuje su casa, y todas las personas que viven en su casa…
MAMÁ: ¿La Azul, La Viru, el Pancho, todos?
M. ELIZARRAGA: Si. ¿Quién es el Pancho?
MAMÁ: El Pancho antes estaba conmigo. Viene los sábados.
M. ELIZARRAGA: Bueno, dibújemelo, entonces, y después yo le voy a pedir que me haga unas
flechitas para ver quién es el papá de Daiana.
MAMÁ: Perfecto. Acá yo le hago a esa que ustedes le dicen la Daiana. La Juje, le decimos en
casa. O La Chucha.
12/ Croquis
GLADYS: Marta, me dice Delia que estas con el temita de las Mazzittellis.
M. ELIZARRAGA: Si, la Cucha y la Azul, Soledad Mazzittelli.
GLADYS: Bueno, la Chucha no me importa, pero mira que la que está en octavo golea fiero. Si
me la sacas, me rompes el equipo. Y tenemos un interescuelas la semana que viene.
M. ELIZARRAGA: Soledad viene acá a aprender a leer y a escribir, si te rompo el equipo
perdoname, corazón. Pero para eso está la rama.
DELIA: ¡Y después no queres que te la cierre, mira si serás hija de puta, Marta!
M. ELIZARRAGA: Soledad no puede aprobar los contenidos mínimos de lengua…
DELIA: Acá no tenemos más “lengua”. Ahora tenemos “ejes”. No todos tenemos las mismas
capacidades. Y gimnasia se promedia, por orden de la rama de EGB.
GLADYS: En gimnasia Mazzittelli se expresa todo el tiempo.
DELIA: Vez ¿No habla pero se expresa?
GLADYS: Si. La chica se hace entender. Pide la pelota. Tiene arte en la gambeta. Es ladina en los
piques largos.
M. ELIZARRAGA: El otro día se agarro cuatro horas del bolsillo de la maestra. Susana: te quiero
oír.
MAMÁ: La casa es así: acá esta donde plantamos… ahora hay perejil, yuca… de todo. Acá vive
el Pichi. El papá de Azul, a veces duerme acá y, a veces, acá. Depende como este conmigo.
Estos son otros nenes, los hice en cualquier parte porque corren todo el día.
S. DOMBER: No entiendo. ¿Este es el Pichi?
MAMÁ: Esa es la ventana.
S. DOMBER: A ver. ¿Me puede hacer los basamentos edilicios de la casa con un color y los
miembros de la casa con otro?
MAMÁ: Yo lo de los colores no lo sé.
S. DOMBER: Bueno. Pero me va diciendo. Le señalo y me va diciendo que son. (Lo hacen.)
MAMÁ: El Pichi. La Juje. Duende Azul. El Pichi de nuevo. La tele. La yuca. El Pichi cuando está
enojado. Un perro, que entro y se nos quedo. La ventana.
M. ELIZARRAGA: Perdón. ¿Y usted? ¿Porque no se dibujó usted?
MAMÁ: (Pudorosa.) Ay, no. Yo no.
M. ELIZARRAGA: ¿Porque?
MAMÁ: Yo no estoy.
M: ELIZARRAGA: ¿Pero no es su casa?
MAMÁ: No, es la casa de la Viru. Con el Toto.
M. ELIZARRAGA: ¿Pero el Toto es su novio, señora, o el novio de alguna de sus hijas?
MAMÁ: Y… habría que ver, ¿no?
M. ELIZARRAGA: ¿pero porque no se dibujó?
MAMÁ: Porque estoy acá. ¿Cómo voy a estar en dos lugares a la vez?
S. DOMBER: Tiene razón, Marta.
M. ELIZARRAGA: ¿Cómo va a tener razón? Mire. ¿Esto qué es?
MAMÁ: La reja.
M. ELIZARRAGA: Perfecto. La reja esta acá, en el dibujo y está allá en su casa. ¿No? ¿O dejo de
estar cuando la dibujó?
MAMÁ: Yo la dibuje porque usted me dijo que la dibuje, pero si quiere la saco. ¡Como se pone!
M. ELIZARRAGA: No, no la saque.
MAMÁ: Ni loca la saco, la reja. ¿Para qué? ¿Para qué nos desvalijen los villeros?
M. ELIZARRAGA: Lo que digo es que la reja puede estar en dos lugares a la vez.
MAMÁ: (Pausa.) ¿Cómo enseñan, acá?
M. ELIZARRAGA: ¡Basta! Yo no me voy a adaptar nunca. Nunca. Yo voy a seguir adelante, con
mis creencias, con mis valores. No me van a arrastrar por el fango. Yo no me adapto. ¡Y la juje,
y la Chucha se van a la escuela 501! Son deficientes moderados. Ya mismo elevo el informe a
Psicología. Y no me importa lo que diga Delia Lobo, ¿se enteran? (Se levantan y se va. Muy
perturbada.)
MAMÁ: Como se puso. Se ve que no le gusta lo que hace, pobre.
S. DOMBER: Sí. ¿Usted podría hablar con el papá de Daiana?
MAMÁ: (Señalando en el gráfico.)¿Con este?
S. DOMBER: ¿Ese es el papá?
MAMÁ: Así dice él.
S. DOMBER: ¿Le puede decir que venga?
MAMÁ: ¿A ese?
S. DOMBER: Sí.
MAMÁ: Bueno, bueno, está bien, si quiere yo le digo. (Se acerca al dibujo y le habla a una
mancha.) Toto, acá dice la seño si podés venir. (A Susana.) Dice que no sabe. Dice que lo va a
pensar.
S. DOMBER: ¿Vos te estás buscando que yo te parta la cara con un tupper, yegua?
MAMÁ: ¿Me puedo ir, ahora?
DELIA: Ay, pero que lindo dibu. Mirá qué caserón que te mandaste, mamá. ¿Vos cuál sos?
MAMÁ: (Se señala, harta, violenta, angustiada.)¡Yo soy esta!
DELIA: ¡Qué lindo! ¡Cuánto sol! ¿Estos son alambrados?
MAMÁ: No. Son líneas, para que ustedes entiendan. Pero ustedes son todas unas retardadas. Y
yo le voy a decir al Pancho. Ya van a ver. (Sale.)
13/ Timbres
14/ Pichón
15/ Goleador
GLADYS: Mmm…, pero que secretivas que están. ¿Cómo les va?
S. RIVAROLA: Ay, Gladys, ¿cómo te va? Ya casi no coincidimos nunca, en turno mañana.
GLADYS: Es que estoy todo el tiempo en la canchita.
S. RIVAROLA: Eso te quería decir. En cualquier momento cae la inspectora. No los cruces al
potrero.
GLADYS: ¿Qué queres? ¿Qué entrenemos en el patio, Susana?
S. RIVAROLA: ¿Y si pasa un auto y los pisa a alguno?
DELIA: (Entrando.) ¿Y, Gladys? ¿Cómo va el Semillero?
GLADYS: Decile a la Social que Fernández esta desnutrido. O hablá con la mamá, o lo saco del
interescuelas de Moreno.
DELIA: ¡Pero si es el goleador!
GLADYS: No te metas, Delia. Goleador o no, si no come y no refuerza isquiotibiales, no juega.
¡Y no se metan en mi banco! (Sale.)
DELIA: Bueno. ¡Pero mira que Social no tenemos más! (Repara en M. Elizarraga, que no ve con
buenos ojos que vayan eliminando al equipo de Psicología de a poco.) Que trabajo formidable,
que hace Gladys, ¿no, chicas?
M. ELIZARRAGA: O sea que vos ves como formidable que saque los pibes todo el día del aula
para entrenar al futbol y si yo vengo y te digo que estoy haciendo todo un trabajo, respaldado
por tests, validado a nivel nacional, un seguimiento de integración fonético-sensible en primer
nivel, resulta que yo soy una pelotuda y mejor cerrar la rama…
DELIA: Ay, Marta, ¡Dios quiera que la rama no se cierre nunca! ¡Nunca!
M. ELIZARRAGA: ¡Bueno, entonces fijate lo que votas en el Consejo!
DELIA: Mira, Martita, a vos todas te apreciamos muchísimo…
M. ELIZARRAGA: ¡No como a la Social!
DELIA: No, a la Social, no. Pero ese es otro tema. Y nos parece muy valiente de tu parte que
con todas tus dificultades vos hayas salido adelante igual, en lo tuyo, eso habla muy bien de
vos, del tesón. Pero no te metas en política. ¿Queres saber que pienso yo de la rama? Me
parece una idea excelente la rama. Que los chicos vean Psicología. Pero tenés que entender
que a veces hay que tener cintura.
M. ELIZARRAGA: Ah. ¿Vos llamas cintura a aliarte con la inspectora de primer nivel que quiere
cerrar la rama para que después te de el OK a tu proyecto de ampliación?
DELIA: Vos estas muy metereta, Martita. Ya las veo, a ustedes dos, muy grandes amigas. Pero
créanme que de mi accionar nos vamos a beneficiar mucho todas. ¿Te digo algo yo, de todos
tus proyectos? Nada, te digo. Ni me meto.
M. ELIZARRAGA: ¡Bueno sería! Yo tengo mi inspectora de Psicología. Y si esperas que reciba
ordenes tuyas en lo psicomotriz, yo te juro, con todo el aprecio que te tengo como persona,
que te vas a encontrar con problemas muy gordos.
16/Pelos
Entra M. Gregorini.
S. RIVAROLA: Che, pero contá… Mirá, Marta, ¿escuchaste? Parece que encontraron pelos, toda
la bonaerense esta agarrada del microscopio buscando el ADN…
GLADYS: Parece que los tipos entran lo mas bien, vestidos de traje.
DELIA: Claro, bien mozos.
GLADYS: Como ya tienen los túneles cavados desde hace semanas, lo único que tienen que
hacer es hacer creer a la policía que los tienen a todos de rehenes.
M. LOCOCO: ¿Para qué?
GLADYS: ¿Cómo para qué? Para ganas tiempo. Cierran las puertas. Cae la cana, y les dicen que
piden un helicóptero, sanguches de miga, y que se yo que para fugarse. Todo mentira. Lo que
necesitan es tiempo. Vuelan las cajas de seguridad, agarran la guita, las joyas…
DELIA: ¡Ay, Joyas!
GLADYS: Es un banco de zona norte, imaginate que no habrá metido ahí la gente de Acassuso…
Mientras la cana cree que van a ir soltando los rehenes de a poco y llegan refuerzos, los tipos
meten todo a unos gomones, se sacan el traje, tienen unos shores abajo…
DELIA: ¿Cómo? ¿Se sacan todo? (Pausa.)
GLADYS: Se quedan en shores… (Pausa.) Para irse en los gomones…
DELIA: (Ensoñada.)… cubiertos de joyas…
M. LOCOCO: Para… ¿Cómo que se sacan todo?
GLADYS: Tendrán unos shores abajo del traje, para remar mas cómodos…
DELIA: … con tantos collares al cuello…
M. LOCOCO: ¿Cómo sabes que se sacan todo? ¿Se ponen en cueros? ¿Delante de las rehenes?
GLADYS: (Afirmando.) ¿No te dije que encontraron pelos?
TODAS: ¡Nooooo!
M. ELIZARRAGA: Perdona, pero… ¿pelos, pelos?
TODAS: (Gritan, entre calientes y escandalizadas.)¡Nooooo! ¡Para!
GLADYS: Bueno, a los efectos del análisis del ADN da lo mismo…
S. RIVAROLA: ¿Te imaginas? ¿Haber estado ahí de rehén?
DELIA: Y… Por ahí se hicieron ayudar por las rehenes para desvestirse…
M. ELIZARRAGA: ¿Y cómo… o sea, como…? ¿Se quedan en short?
M. LOCOCO: ¿No llevan camisetas?
GLADYS: Pleno verano.
M. LOCOCO: No, porque los hombres que tienen muchos pelos en el pecho, si se ponen un
traje como estos, se tienen que poner una camiseta abajo, aunque sea finita. Porque la camisa
de traje transparentan todo.
DELIA: Claro.
S. RIVAROLA: Transparenta.
GLADYS: Se llevan toda la guita, las joyas, la ropa, para que no se hagan oler por perros, meten
todo en los gomones…
DELIA: ¿La ropa interior también?
GLADYS: Que se yo…
DELIA: No, porque imaginate que un perro bien entrenado de la Federal… si huele un sleep, un
sleep de hombre, después de tanta actividad, vos imaginate que es como haber dado con el
DNI del chorro…
M. GREGORINI: (Ensoñada.) Claro, tanto olor a bola.
DELIA: Escuchame una cosa: ¿Qué son gomones? ¿A qué llamas “gomones”? Decís “gomones”
todo el tiempo, como si nosotras tuviéramos que entender la jerga criminal. (A Marta
Gregorini a los gritos.) ¿Vos sabes lo que son los gomones?
M. GREGORINI: (Muy tranquila, suspira.) Son botes.
DELIA: Ahá.
Silencia.
17/Repulgue
M. CAAMAÑO: ¿Sabes en qué año me recibí yo? ¡Latín, nos daban en el Normal, a nosotras!
Ahora, con eso de los timbres, ese ruido… y sos boleta: cada una hace lo que quiera.
S. RIVAROLA: Ah, chicas, que bueno que las veo. Ustedes ya están avisadas, ¿no?
M. CAAMAÑO: ¿De qué? Miren que si es poner plata, yo no tengo un centavo.
S. RIVAROLA: No. Nos quedamos 45 minutos en reunión.
M. CAAMAÑO: ¿Reunión de qué? Delia no me aviso nada, miren que si pierdo el 501 recorrido
5b no llego a la 24, voy a perder el presentismo en el otro cargo también, Marta…
M. GREGORINI: Acá no perdiste el presentismo. Ya te lo explique. Se compro lavandina.
M. CAAMAÑO: Ah, bueno. Pero Delia no me dijo nada.
S. RIVAROLA: Delia no está avisada de esta reunión. Ustedes saben que dirección y
vicedirección en esta escuela no siempre caminan codo a codo, chicas. Gladys tampoco se va a
quedar.
M. LOCOCO: Bueno, yo no sé si debo quedarme.
S. RIVAROLA: No, quedate. Delia no está avisada, pero yo no tengo porque ocultar lo que hago.
S. DOMBER: Quedate.
M. CAAMAÑO: Quedate.
TODAS: Quedate.
M. LOCOCO: Bueno, me quedo un ratito a ver qué onda.
S. RIVAROLA: Seguro. Tus aportes están buenos, en general. Tenes una mirada… un poco más…
M. GREGORINI: (Que no se ha enterado de nada.) Si llamas con tiempo, te las traen enseguida.
(Todas sienten, para no generar conflictos.) No, no lo hagan porque yo lo digo. Háganlo porque
conviene. Si pedís sin darles tiempo, los pibes tienen que correr como locos, con esas motitos
que no tienen casco, ni espejito retrovisor. Seamos solidarias. Entre nosotras. Y fuera de
nosotras. Con los repartidores del “Doble Repulgue”. ¿Sabes cuantos locales manejan, ya? Yo
no los conté, pero en cada parada del colectivo tenés una sucursal, por que se expandieron a
lo pavote. Y ahora no dan abasto, así que hay que ayudar. Yo, si tengo que hacer un pedido,
mejor lo hago antes, y no después, y que no se mate ningún chico. ¿Sabes la cantidad de
locales? Ponele diez, catorce ponele. Y que en una dieta criolla como la nuestra la empanada
ocupe un lugar… privilegiado. Bueno. “Uy, es el mediodía. Me comería una empanada”.
¿Cuántas escuelas tiene el distrito? Ponele cincuenta, sesenta y tres, ponele.
S. RIVAROLA: Ochenta y dos.
M. GREGORINI: Y de cada escuela, a la misma hora, que es cuando es el cambio de turno, zaz,
“me comería una empanadita”, te llueven sin que lo hayas pedido ochenta y dos pedidos,
todos mixtos. De cebolla, de carne suave y picante, lo que fuera, de champigñon con queso al
jerez –a mi poneme dos de esas, Susana-, ¡Y los chicos sin casco! Sin contar al tipo que te mete
prácticamente las yemas de los dedos en aceite hirviendo, porque si las tiras de lejos te
salpican hasta las corneas, esos si que se queman las pestañas, y no estudiando, porque la vida
les da posibilidades muy distintas al pibe que trabaja y al que los papas lo pueden mandar a la
universidad. ¿Vos sabes lo que aceite hirviendo en las corneas? ¿Vos te crees que los tienen
asegurados, a los que trabajan ahí? ¿Con la cantidad de locales que tuvieron que abrir, todos
trabajando al a vez? ¿Qué seguro te da abasto para una cosa así? ¿Y para tantas motitos? Por
eso van sin casco, para llegar a tiempo. Por si una vez, dos veces te llegan frías, la próxima te
traes de tu casa una lengua al vinagreta en un tupper, y no los llamas más. Así que los tienen
cagando. En cada local, imaginate, el mismo cuadro. Y vos venís lo mas pancha después de
haber estado sentada tomando prueba en tu aula, y decís “díctenme que yo anoto” y a mí me
da bronca verte así, ver que todas son así, y que yo soy la única acá que se preocupa por las
motitos, por la llave del esténcil, el seguro, la responsabilidad, el mío no es un cargo pasivo, es
de una enorme responsabilidad, y yo no sé hasta qué punto voy a poder… con tantas motos a
la velocidad que están yendo… seguir con esta farsa… como si cada cosa tuviera un sentido…
¿Para qué es la reunión? ¿Es contra Delia, la reunión? Ah. Me quedo. Anotame dos.
S. DOMBER: Listo. ¿Las demás comen cualquier cosa?
M. ELIZARRAGA: Pero deciles que lleguen calientes. Si no es una bola de aceite.
S. DOMBER: En cinco minutos te las traen.
M. GREGORINI: Pero llamen antes. No después. Si no… van a llegar cuando ya nos las hayamos
comido… (Sigue musitando por lo bajo su eterno razonamiento.)
S. DOMBER: ¿Quién tiene crédito?
M. LOCOCO: Acá no hay señal.
S. RIVAROLA: Yo señal tengo, lo que no tengo es crédito. Y menos para una cosa así, tan banal.
S. DOMBER: Bueno, Susana, pero el teléfono está cortado desde hace dos meses.
S. RIVAROLA: Ah, ¿y no lo sé, yo? Está en el temario de la reunión de hoy, chicas.
M. CAAMAÑO: Ah, ¿Cómo? ¿Es una reunión, o es un almuerzo?
M. ELIZARRAGA: Bueno, mandemos a un chico de quinto.
M. CAAMAÑO: ¿Es por lo del amigo invisible?
S. BRUNETTI: (Entrando.) Ay, Susana, que suerte que te encuentro. ¿Cómo hago la
planificación?
18/ Río
DELIA: Ay, ese robo, Nahuel… Nos tiene a todas un poquito como locas….
NAHUEL: ¿Qué robo?
DELIA: ¡El de Acassuso, gilún! ¿En qué curva te perdiste, vos? ¿Qué hacen todas acá? ¿Hay
reunión? Miren que yo quede en que tenía cosas que hacer, chicas, ¿eh? Conmigo no cuenten
ni para un truco gallo. Le estaba contando acá a Nahuel lo que nos conto Gladys. Tu plata no la
tengo, todavía. Pero fijate si las chicas te tienen que pagar algo.
M. ELIZARRAGA: ¿Le contaste lo de los gomones?
DELIA: Ay, no, para, me olvide. Parece que os tipos, todo pelo en el pecho, les dicen a los
rehenes –los tienen a todos así en fila- y les dicen: “Ahora empieza el show”. ¿Podes creer que
se ponen en pelotas, ahí, delante de todos? No, si estos tipos tienen testosterona para tirar al
techo. Y se ponen unos shores ajustados, como de boxeadores, se llevan los collares de
esmeraldas al cuello, y se suben a las lanchas, todos túneles acuáticos subterráneos hacia el
rio… Los persiguen a toda velocidad, con perros nadadores, porque les olieron la ropa
interior…
NAHUEL: Si. Lo dieron en todos los noticieros. Pero no habían dado tanto detalle.
DELIA: Claro, un “detalle”. Como lo de la nota.
M. CAAMAÑO: ¿Qué rio?
DELIA: ¡La nota en la bóveda! Ah, ¿Qué me preguntaste? ¿Qué rio? El de la plata, ¿Qué rio va a
ser? (A las chicas.) ¿Cómo es un gomón, exactamente?
M. CAAMAÑO: Pero ¿En short y con toda esa plata?
DELIA: ¡Que barbaros estos tipos! ¡Y nosotras acá peleando siempre por mezquindades!
S. RIVAROLA: ¡Mezquindades!
DELIA: Si, mezquindades. ¡Tironeando de una inspectora que ni viene porque tiene catorce
cuadras de barro! Susana, yo no puedo quedarme de brazos cuando la vida fuera de esta
escuela ofrece ejemplos de coraje tan elocuentes. Esto ya está hecho. (Viendo a Gladys, que
entra.)Eh, Gladys, ¿Ya llego Edgar? Miren, chicas, tengo que hacer un anuncio…
19/Falos
M. CAAMAÑO: No sé, chicas… DELIA: (Aún tomada por el estado del sueño.)
Bueno, Nahuel… ¿A que le pongo diez guitas?
Si alguna me quiere contestar a la pregunta
esta…
NAHUEL: Y… no sé. A ver, ¿diez? Mmm… ¿Te
mataban, en el sueño?
O si quieren que lo dejemos para después de la
reunión…
S. DOMBER: No te pueden matar en el sueño. Si
te matan en el sueño es que morís de verdad.
20/Mouse
21/ Deportista
Nunca queda del todo claro si se trata de una declaración, de un discurso escolar o de un qué.
22/ Morondanga
DELIA: Chicas, tengo que presentarles a Edgar. Bueno, acá lo tienen. Costo, pero se llego,
apilando moneditas. Edgar Fabiani, futbolista. Ella son Marta y Susana, maestras.
M. LOCOCO: ¡Ah! Hola. Yo trabajo acá, pero no soy maestra. Soy la Credimart. Marta Lococo.
EDGAR: Encantado.
S. BRUNETTI: Hola. ¿Vas a jugar con los chicos? ¿Y con Gladys? Que bien. ¿Por qué tenemos un
futbolista, Delia? ¿No era mejor pedir la bibliotecaria?
DELIA: No, no. El no viene de la rama docente. Lo compramos nosotras.
S. BRUNETTI: ¿Cómo lo compramos?
DELIA: Claro. Con la plata de la cooperadora. Es una inversión.
S. BRUNETTI: No entiendo.
S. RIVAROLA: (Como una obvia alusión al disparate de Delia.) Ah, ¿¡No entendés!?
DELIA: Claro, porque vos sos re nuevita.
M. LOCOCO: Mira, el año pasado invirtieron en las carreras.
DELIA: Es que Susana Domber tenía una fija, diseño una trifecta inteligente, que nos dejaba
cubiertas. Le pusimos toda la plata de la cooperadora.
M. LOCOCO: Si perdía la yegua había un plan B…
DELIA: Un plan B, dejame a mi…
M. LOCOCO: … de apuestas bajas a pagadoras menores, y se recuperaba, al menos, un 80%.
DELIA (Superpuesta, y tratando de robarse la explicación, lo que aumenta el alboroto.) Claro,
con pagadoras menores se recuperaba hasta el 80%.
S. BRUNETTI: ¿Qué yegua?
Silencio.
23/ Jennifer
24/ Tupper
Durante la escena, en general las maestras recogen sus cosas, sus tuppers, sus carteras, es el
fin de la jornada laboral.
Edgar se pone de espaldas y trata de mear en tupper de Marta Caamaño. Gladys lo tapa. Mal.
M. GREGORINI: No me consta.
DELIA: Ay, Marta. Mira, te presento a Edgar
Y no me importa quién me aviso o no, sino
quien lo autorizo.
M. CAAMAÑO: ¿Es tu marido, Delia?
DELIA: No seas mompi…
Y exijo ahora mismo…
DELIA: Es la inversión de la escuela.
la devolución del importe total de la
cooperadora.
M. CAAMAÑO: ¡Ah, el futbolista!
Edgar, después de mear, le da la mano a M. DELIA: Ahora mismo no se puede.
Caamaño.
DELIA: Yo leí todo sobre vos, Edgar.
Pero se te va a devolver con creces.
M. GREGORINI: Y mientras tanto, yo estoy en
rojo…
M. CAAMAÑO: ¿Y usted qué es?
En carne vivía contable, estoy.
¿Delantero?
DELIA: Marta, ¿Por qué no le das a Marta la
blusita esa que tanto le gustó…?
¿Mediocampista?
¿Y se la anotas a crédito, y todos contentos?
EDGAR: Lo que haga falta.
M. LOCOCO: Te va a quedar pintada.
EDGAR: Tengo buena izquierda.
M. CAAMAÑO: Que bueno, una masa, porque
eso hoy en día es como tener sangre cero
negativo.
Si tenes un picnic o un asado en Tortuguitas vas
a ser la estrella. Te anoto.
M. GREGORINI: Dudo mucho que nadie me
invite a picnic.
M. CAAMAÑO: ¿Hay alguna forma de que una mujer como yo entienda, de una vez por todas,
como es la ley del orsay?
EDGAR: Depende de sus condiciones.
M. CAAMAÑO: No, mis facultades quedaron intactas. Lo que no se pudo recuperar nada fue
del coche.
GLADYS: A ver si te empezás a mover. ¿Trajiste botines?
EDGAR: ¿No me los da el club? (Salen los tres.) Hasta luego, señoritas. Y que queden con Dios.
25/ Vale
Delia se derrumba lentamente sobre la silla. Estalla en llanto. De pura alegría. Timbre de salida.
CUARTO ACTO
26/ Zombies
M. CAAMAÑO: M e pongo como loca, cuando pasa eso, señor juez. Señor Consejo escolar.
Yo… Antes del episodio… que terrible… se ve que había tenido que falta… por algún problema
de salud.
Yo ya estoy grande.
Y este no es un sistema que respeta a las que estamos grandes. Yo ya tengo la edad real para
jubilarme, pero como no me reconocen cuatro años de antigüedad que hice en Tres de
Febrero porque parece que perdieron todo, ahora si me quiero jubilar no llego ni al 64% móvil.
Así que yo sigo. Hasta que me reviente el hígado, o algo, yo sigo. Y así todas. Como zombies,
como la noche de los muertos vivos. ¿Qué se creen, que lo que pasó venia de la nada? Acá o
uno afecta a lo otro.
Y ahí llega Gladys con la noticia. Gladys, la educadora física. Cuando cayeron los chorros de
Acassuso.
Timbre.
27/ Clarín
Entra Delia.
DELIA: Ah, Marta, ¿Dónde quedo la compu esa? La tengo que usar. Quiero leer Clarín sin
pagarlo. ¿Vos te entendés con internet, Marta? ¿Dónde se conecta?
M. GREGORINI: No sirve.
DELIA: ¿Por qué?
M. GREGORINI: No sé, no sirve. Yo trate de ingresar los datos del coro, estoy reclutando chicos
de los quintos y los sextos antes que les cambie la voz, y la verdad es que este modelo de
computadora debe estar bloqueado para algunas operaciones, o se cayó el sistema.
DELIA: ¡Gladys! (Sale.)
28/ Radio
S. RIVAROLA: (Que espiaba la escena, esperando a que saliera Delia.) ¿Dónde está Gladys,
ahora? Me tiene que firmar. Marta, ¿vos te enteraste?
M. LOCOCO: Bueno, después de todo, eran chorros.
S. RIVAROLA: Si.
M. LOCOCO: Chorros.
S. RIVAROLA: Y se afanaron un banco.
M. LOCOCO: Si. ¿Lo de Sábato lo sabes? Según Gladys parece que Sábato tenia valores ahí, en
una caja de seguridad.
S. RIVAROLA: ¿Norberto Sábato, el escritor? ¿Vive en zona norte?
M. LOCOCO: Si. Y parece que se afanaron los manuscritos de El Túnel.
S. RIVAROLA: ¿Del túnel o de la bóveda? ¿Qué hacían los manuscritos en el túnel?
M. LOCOCO: Si, los de El Túnel.
S. RIVAROLA: No te puedo creer. ¿No ves? Eran tipos cultos, que les gustaba la literatura. O por
ahí no les gustaba, pero la valoraban. Yo te confieso que yo leo mucho. Yo leo. Pero a veces no
me gusta lo que leo, pero lo leo igual. Porque lo valoro. Le adjudico un valor. Y eso es lo que
marca la diferencia entre los seres humanos y los monos. La representación simbólica del
valor. ¿No dijo Gladys porque los agarraron?
M. LOCOCO: Ahora iba a la Falconeta, a escuchar la radio, me dio las llaves.
S. RIVAROLA: ¿Te dio las llaves de la Falconeta? ¿Vos manejas, Marta?
29/ Rosas
Entra S. Brunetti.
30/ Declaración
S. RIVAROLA: La va a liquidar. A esta la arruinó, con lo del octavo. Pobrecita. Taca taca. Tan
nuevita que llego. Tan convertidita. Mira. La primera en firmarme, fue. (Le exhibe unas
planillas.) Te muestro por que se que sos imparcial. Si no, ni loca. Vengo del consejo. Me faltan
las firmas de las maestras del área para iniciarle un legajo por psiquiatría.
M. LOCOCO: Yo lo que te pido es que me informes si la rajan, porque me debe blusas para
tapizar desde acá hasta el Mástil.
S. RIVAROLA: ¿De qué lado estas, vos, Marta?
M. LOCOCO: ¿Qué me preguntas?
S. RIVAROLA: Si, de qué lado. No te puedo pedir que firmes porque no sos maestra de la
escuela, pero si te pidiera, ¿firmarías?
M. LOCOCO: ¿Y a vos que te parece?
S. RIVAROLA: Si, claro.
M. LOCOCO: Desconfiada.
S. RIVAROLA: No, realística. Ahora, imaginate. Vos y yo robamos un banco. Ponele, no un
banco, algo a escala tuya y mía para que nos entendamos. Nos robamos la Falconeta de
Gladys. Vos tenes las llaves, vemos la ocasión, la chafamos. ¿De qué depende nuestro éxito?
De que vos y yo no abramos la boca, nada más. Entonces nos hacemos con la Falco, lo más
seguras de que ninguna de las dos va a decir ni mu. Y de pronto ¿qué pasa?
M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Un tipo. Ponele, Angie.
M. LOCOCO: Ese Angie es peor que mi ex, ni me llamó, el turro.
S. RIVAROLA: Por eso mismo. Estás caliente y tenes un as en la manga: sos Falconeta fresca. Lo
invitas a dar una vuelta, faaaaaa, la Falconeta a ciento ochenta por ruta 7, lo pasan de primera,
los dos disfrutando a pleno del objeto del saqueo; yo, en casa, ignorante del peligro que se
cierne sobre mí. Y después el tipo va y te delata. Caes vos, caigo yo. Sin comerla ni beberla.
¿Qué?
M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Es horrendo. Horrendo. Así van a ir cayendo todos. Por una mina que va y los
delata. Una chiruza que primero disfrutaba de las joyas, de Sábato, y después tuvo pruritos y
llamo a la cana. ¿Para qué? ¿Para salir en bolas en la tapa de una revista?
31/ Sábato
Entra M. Gregorini.
32/ Esténcil
Delia está superada, entra, abre un cajón, saca el alcohol del esténcil, se toma un buen trago.
M. LOCOCO: ¡Ay, mira, Marta (Gregorini.)! ¡Apareció el alcohol del esténcil! (Ve a Delia
bebiendo del frasco.) Delia, te va a hacer mal, te va a hacer un mal tremendo.
DELIA: (Estalla en llanto histérico.) ¿Qué me va a hacer más mal? ¿Agarrarme una cirrosis
fulminante o que me fulminen mis propias compañeras, minándome el camino, socavando,
socavándome todo lo que hago? Yo sé quien esta atrás de todo esto. (La llama con un grito.)
¡Susana!
M. LOCOCO: Tranquila. Que no te vea así.
DELIA: ¿Así, como? (Por el alcohol.) Esto está bajo control. Hace años que tomo esto. Empecé
ese invierno que la Provincia no pago la luz y no teníamos ni estufitas de cuarzo. Un chorrito en
el té, para calentarme de a poco. ¿Esto? Esto no es nada. ¡Susana!
M. LOCOCO: Para, Delia. No te conviene encararla así. Le vas a dar motivos.
DELIA: ¿Motivos de qué? (Súbitamente intrigada.) ¿Qué sabes vos? ¿Vos de qué lado estas?
M. LOCOCO: (Estalla en llanto, confiesa.) Con vos cuando estoy con vos. Con Susana cuando
estoy con Susana.
DELIA: Pero… ¿Y así me lo decís?
M. LOCOCO: No lo puedo evitar.
DELIA: Si serás falluta.
M. LOCOCO: Yo las escucho hablar y me parece que las dos tienen razón.
DELIA: ¿Qué nos escuchas hablar?
M. LOCOCO: Susana dice que estás loca y que te va a hacer un sumario por psiquiatría y junta
firmas de todas, y aprovecha cada desastre tuyo para ganarse una firmita.
DELIA: No. Yo estoy loca. ¿Pero eso que tiene que ver? ¿Cada desastre, decís? ¿No lleve a esta
escuela adelante, pese a cada escollo que se nos puso? Me refiero a Solá, pero también a los
designios de Dios, porque la población que Dios puso en este distrito es prácticamente
alarmante. ¿Y ahora me quieren remover, como a un sticker viejo? ¿Cómo a un “Fido Dido”?
M. LOCOCO: Y después te escucho hablar a vos, con todos tus grandes proyectos… la
ampliación, Edgar Fabiani, todo, entonces digo: “será jodida, pero tiene razón”.
DELIA: Claro, yo seré jodida. Pero mira vos esta caterva, este criadero de Judas. ¿Quiénes
firmaron?
M. LOCOCO: Y… un poco todas. Por hache o por be.
DELIA: ¿Vos también?
M. LOCOCO: Delia, yo no soy maestra.
DELIA: No. Vos no sos maestra. ¿Pero firmarías?
M. LOCOCO: Bueno, vos ahora me lo preguntas y digo “no”, pero cuando ella me lo pide, digo
“si”.
DELIA: ¿Vos que sos?
M. LOCOCO: Yo no soy nada.
DELIA: (Toma distancia.) ¿Qué clase de alimaña sos? ¿Y quién sos para venir a dividir, a surcar,
a espoletear el terreno, a juzgarme a mi si me tomo el alcohol del esténcil, y después reptar
por mi escuela, con todos tus productos a cuestas, armando acá tu Duty Free Shop del
demonio, esclavizando a crédito a mis chicas?
M. LOCOCO: ¡Y a vos!
DELIA: ¡Ah! ¡Y a mi misma! Creándome una deuda originada en sweaters, tricotas que no
necesito, tentaciones que establecen una dependencia horrenda…
M. LOCOCO: Perdón. Perdón. Yo soy consciente de todo lo que me decís. ¿Te pensas que no lo
sé? ¿A vos te parece que a mí me gusta este rol que me toca? Yo tenía horizontes, ¿sabes? Yo
no naci haciendo marketing. Yo tengo dos años cursados de Hotelería o Turismo. Mira,
pregúntame capitales. Pero me desvía. No sé como paso. Tuve una oportunidad. Y la agarre.
Maldito el día. Mi cuñado vendió unas colmenas, en Lezica y Torrezuri, y nos regalo a Charly y a
mí una plata. No alcanzaba para nada, no daba ni para el depósito de una prefabricada, pero si
para un lote de prendas. Así que ahí compre mi primera remesa. ¿Cómo compre la segunda?
Es fácil, hasta un chico de segundo grado, alumno de la convertida se da cuenta: aumentando
un poco el precio de la primera mercadería para que te quede para comer ese día, y también
para comprar la próxima remesa.
DELIA: Especuladora. Negrera. Pérfida.
M. LOCOCO: Si. Luego viene la otra fuente de ingreso: la línea de créditos. Si la maestra no
cobro, pero se enamoro del sweater, se lo dejas igual. Y se lo das a crédito disfrazado de acto
de amor pero cada día que pasa el precio le va subiendo.
DELIA: Yo no sabía que esto funcionaba así.
M. LOCOCO: ¡No me digas que no sabias!
DELIA: Bueno, no te pongas nerviosa. Después de todo que ibas a hacer, ¿no? Estaba la
remesa. No ibas a dejar pasar la oportunidad.
M. LOCOCO: Mi primera remesa. Mi condena. Todavía me acuerdo. Remeritas Hendy. Fue el
año ese que se usaba todo borravino y verde musgo.
DELIA: (Estalla en inquieto llanto.) ¿Te acordás de ese año?
M. LOCOCO: Si.
DELIA: Yo me estaba separando ese año bordo y musgo.
M. LOCOCO: Yo no lo hago con mala intención. Vivo del crédito, si. Pero yo a ustedes las re-
quiero y también me parece que las chicas algo aprenden de mi.
DELIA: Sos emprendedora…
M. LOCOCO: Tengo mi propio negocio…
DELIA: Sos independiente…
M. LOCOCO: Toco mi propio tambor…
DELIA: Y haces que l plata se mueva. Los países donde la plata no se mueve se estancan.
M. LOCOCO: Mira Cuba.
DELIA: Un pantanal. Vení, dame un beso.
M. LOCOCO: No, dámelo vos, no ves que estoy hecha mierda.
DELIA: Vení. Pobrecita.
33/ Gopher
S. DOMBER: ¿Cómo te voy a deber todo eso, Nahuel? Lo de San Cono, y del cero tres, te lo
pague.
NAHUEL: No, no me pagaste.
S. DOMBER: Te lo pague al ganar. Lo retuviste.
NAHUEL: No, yo no retengo. Ese es el problema. Si alguna de ustedes ahora va y gana, ¿yo con
que les pago? Lo único que puedo hacer es ir tachándoles de la deuda que tienen. Pero
mientras tanto, ¿de qué vivo yo?
DELIA: De la especulación, vivís vos, pichón. Yo ya te lo dije mil veces.
NAHUEL: No es negocio.
DELIA: ¿Sabes qué? Estas a esto de que no te paguemos nunca más.
S. DOMBER: Porque una tiene un número, un pálpito, lo juega, pierde, después tiene otro,
pierde de nuevo ¿hasta cuándo se puede seguir así?
GLADYS: El día que ganas ¿para qué es? ¿Para pagar la deuda que acumulaste?
NAHUEL: Bueno, ella se compro un up-shaper.
S. DOMBER: Pero yo no sabía que te debía.
NAHUEL: ¿Y cómo no me ibas a deber? Si estas apostando a un número es que me debes.
S. DOMBER: Yo pensé que Marta anotaba todo. Y lo volcaba en la planilla del contralor.
NAHUEL: No, miren, chicas: para ser claros. El estado Provincial es una cosa, y yo soy otra. Yo
tengo mi negocio. Y punto. Ningún contralor. Yo no soy socio de Solá.
GLADYS: ¿Qué, y nosotras si?
S. DOMBER: Bueno, te traigo el aparato que me compre y quedamos a mano. Ahora quiero
jugar otro numerito.
NAHUEL: No te puedo aceptar el aparato.
S. DOMBER: Ni lo use, ni lo saque de la caja. Pensé que era otra cosa que había visto en la tele,
me clave.
GLADYS: Lo habrás confundido con un gopher. Son la gloria.
S. DOMBER: Me costó una fortuna.
NAHUEL: A mí no me sirve para nada, tu up-shaper.
DELIA: Nahuel, de un tiempo a esta parte te vemos con una actitud más negativa. Y no
entendemos el porqué.
NAHUEL: Porque no me están pagando.
DELIA: Es que los números no están saliendo.
NAHUEL: No es mi culpa.
DELIA: ¿Y de quien va a ser? ¿Mía? A ver: ¿quién nos vende los números, acá?
NAHUEL: Me parece que ustedes no entienden el sistema básico de la quiniela.
S. DOMBER: ¿Cómo no lo vamos a entender, si hace años hacemos esto?
NAHUEL: Bueno, yo no lo puedo seguir haciendo más.
DELIA: Ah. Es una limitación tuya, entonces. Así que te voy a pedir que no vengas acá a volcar
tus incapacidades. Esto es una escuela, ¿qué te pensas, Nahuel? (Encuentra lo que busca.) Uy,
acá encontré lo de los puchos de Marta.
NAHUEL: Justamente. Vengo los días de pago porque sé que todas tienen el efectivo encima…
DELIA: ¿Qué sabes vos de nosotras? ¿Nos estas amenazando? ¿Qué sabes que día vengo
forrada yo a la escuela?
NAHUEL: Ustedes me dijeron que venga del 7 al 10.
DELIA: Y te voy a decir otra cosa: no veo con buenos ojos que levantes apuestas entre los
chicos.
NAHUEL: ¿Qué? ¿Y para que vengo yo acá?
DELIA: No lo veo con buenos ojos. Esto se ha vuelto… abstracto. Te voy a pedir que te retires si
no queres meterte en problemas.
NAHUEL: ¿No me van a pagar?
DELIA: Te vamos a pagar cuando ganemos.
NAHUEL: Si no pagan antes no van a ganar nunca.
DELIA: Ah, nos amenazas. Perfecto. Raja de acá. Raja de acá ahora mismo o llamo a los
hermanos Sagasti, que te agarren en el peaje. No me obligues.
NAHUEL: Esto no va a quedar así. (Se va.)
DELIA: Raja. ¡Y ni se te ocurra meterte en los grados a levantar quíñela! Qué barbaridad.
Resulto un chanta, chicas.
34/ Escoba
Entran M. Caamaño y Edgar.
EDGAR: ¡No señor! ¡No señor! Ya se lo dije mil veces. ¡La línea del orsay no es ninguna de las
que están dibujadas en el campo!
M. CAAMAÑO: ¿Ve? Eso es lo que me confunde, a mí. Que la línea más importante, más
visceral, la que define todo el espíritu del juego de pelota, no aparezca dibujada.
EDGAR: Yo se lo voy a maquetar, a ver si me la saco de encima. Suponga que usted es un
jugador del contrario.
M. CAAMAÑO: Del Deportivo Morón, pongo por caso.
EDGAR: Eso mismo, mierda de cloaca, que El-Que-No-Se- Nombre me perdone, y avanza para
defender el arco.
M. CAAMAÑO: Soy del Gallo y avanzo para defender, perfecto.
EDGAR: (A S. Brunetti, que entra.) A ver, vení, Rulo, vos vas al arco de Morón.
S. BRUNETTI: Mira que yo de esto no entiendo nada…
EDGAR: Te paras acá y tratas de atajar, ¿qué tenes que entender, Rulo? Eso. Ahora yo avanzo
con la pelota. (Por Susana Domber.) Vení, Jopito, vos sos la pelota.
S. DOMBER: ¿Yo, la pelota, Edgar? ¿Y qué hago?
EDGAR: Nada. ¡Nadie haga nada! Es una maqueta. Es como un pesebre con pelota. Y vos sos la
pelota. Yo avanzo. Acá esta Carterita (se refiere a m. Caamaño.). ¿Hasta dónde puedo avanzar
yo? Hasta la línea del orsay.
M. CAAMAÑO: ¿La Blanca?
EDGAR: ¡No! ¡La blanca es el área!
M. CAAMAÑO: ¿El área de orsay?
EDGAR: No. Dame la escoba esa, Blusita. (Por M. Lococo, que entro hace un instante. Ella le
alcanza la escoba. Edgar se la da a M. Caamaño, y la pone paralela a la línea del arco.) Ahora
esta es la línea del último jugador de Morón, que es Carterita. Si Carterita avanza, la línea del
orsay avanza.
M. CAAMAÑO: Ah, ya entendí, y te aprisiono y no podes avanzar.
EDGAR: ¡Cómo no voy a poder avanzar si Morón tiene una defensa de mierda! ¡Si vengo del
mediocampo esquivando muertos! Si ya tengo la pelota, avanzo. Y te juro que lo voy a hacer.
M. CAAMAÑO: Perdoname, Susana, pero, ¿te puedo hacer una pregunta?
S. DOMBER: Claro.
M. CAAMAÑO: ¿vos sos la pelota?
S. DOMBER: Si.
M. CAAMAÑO: OK. Ya entendí.
EDGAR: ¿Qué entendiste? Si llegué hasta acá te cago goleando. (Agarra la “pelota”, patea a S.
Domber, que se tira sobre S. Brunetti.) ¡Gooool!
S. BRUNETTI: ¡No fue gol, atajé!
EDGAR: Dejala que entre, así esta entiende.
S. BRUNETTI: ¿Por qué voy a dejar que entre si me dijiste que tenía que atajar, y por poco me
trataste de retrasada mental?
M. CAAMAÑO: Tiene razón.
EDGAR: Dejala que entre. Es un ejemplo.
S. BRUNETTI: Bueno buscate otro ejemplo. Uno que no me deje a mí siempre como la tarada
nueva. Y eso va para todas, ¿me oyeron? Meteme un gol por tus propios medios, ¿a ver?
(Entra Delia.) ¡Y a ver quién de ustedes se arregla con un segundo y un octavo sin ninguna
orientación y sin planillas! ¡Me calenté!
DELIA: Susana, no exageres.
EDGAR: (A Brunetti.) Vos juga conmigo, tenes garra, Rulo.
DELIA: Vos acá sos nueva y te tenes que adaptar un poquito, me parece.
S. BRUNETTI: ¿Ah, sí? Bueno, ahora la nueva juega para Edgar, mira que bien.
DELIA: Yo también. ¿Qué hago, Edgar?
EDGAR: Cubrí el mediocampo para Morón. (A M. Gregorini.) Vení, Cajita. Vas vos al arco. Sos
Morón.
M. GREGORINI: Yo estoy en contra de todos los deportes que supongan contacto físico.
EDGAR: Bueno. Vos vas al arco, si queres la atajas, si no queres, a mi no podría importarme
menos. Ahora veamos la siguiente situación. Rulo juega conmigo y tiene la pelota. (A Domber.)
Anda con Rulo.
M. ELIZARRAGA: (Que ha entrado hace un ratito y se entusiasma mucho con la escena.) Uy, se
largo… (Trata de hacer algún jueguito y se choca con Delia.)
DELIA: Ay, bestia. ¿Vos para que equipo jugas? Encargate de lo tuyo, Marta.
M. ELIZARRAGA: Ya me encargue de lo mío, no te preocupes. Acabo de llamar a la 01. Se
llevan a la Chucha.
DELIA: (Que logró distraerla y arrebata la “pelota”.) ¡Pero Morón intercepta la pelota y la
manda derecho al arco! (Le rompe el guardapolvos a Domber.)
S. DOMBER: ¿Qué hacés?
DELIA: Uy, esto es porque lo lavas con lavandina, te queda hecho una babita.
S. DOMBER: ¿Una babita? (La desafía.) ¿Sabes que todavía lo estoy pagando, babita?
Delia, por su parte, reprocha por lo bajo a M. Lococo por la calidad del guardapolvos.
EDGAR: (Agarra a Domber por detrás.) ¡Paren! ¡Paren! Delia, usted no agarra la pelota. Usted
se queda ahí esperando, y yo explico la ley del orsay.
DELIA: Yo me quedo acá esperando. Después Marta te lo cose, Susana.
M. ELIZARRAGA: Che, Su, si estas cansada yo hago de pelota.
M. LOCOCO: ¡O yo!
S. DOMBER: No, estoy bien, ni me lastime.
EDGAR: Muy bien. Andá con Rulo. (Le toca el culo para que vaya con S. Brunetti. Toda la
situación las pone a Domber y a Elizarraga muy cachondas.) Le hago señas a Rulo para que me
pase la pelota. (Lo hace.)
S. RIVAROLA: (Entrando.) ¿Qué pasa acá? ¿Qué es esto, Delia? ¿Otra de tu vivarachadas?
DELIA: Es la ley del orsay, Susana. Y correte que estoy cubriendo el mediocampo.
S. RIVAROLA: ¿Ahora me tengo que correr? ¿Por qué a vos se te antoja? Supongamos que
fuera un número 2 del equipo de Edgar. Un libero en su salsa. Ergo: me gusta quedarme acá,
esperando la pelota.
DELIA: Lo vas a pagar muy caro, te lo aviso. Dale, Marta, Avanza.
M. CAAMAÑO: Yo busco interponerme.
S. DOMBER: Esperen, díganme para donde voy.
DELIA: Sos la pelota, vas para donde va la fuerza. (Con doble intención.) Andá para donde van
todas, ¿no?
S. RIVAROLA: ¿Por qué no haces vos de pelota, Delia?
DELIA: Ya está, la pelota es Susana. Correte de mi sitio.
S. RIVAROLA: ¿Tu sitio? ¿Esta zona de la cancha tiene tu nombre en algún lado? Porque no lo
veo.
DELIA: Y vos salile, Marta, salile que te va a meter un gol.
M. CAAMAÑO: ¿Le salgo? ¿Me le salgo? ¿Me tengo que correr?
DELIA: ¡No, salile, salile!
M. CAAMAÑO: ¡Y bueno, me salgo!
M. GREGORINI: No, no, a él, contra él, ¡marmota!
M. CAAMAÑO: ¡Ah, me interpongo!
EDGAR: No. Acá hay que mirar a Rulo. Cuando Rulo patea, y la pelota está en aire, ¡Rulo!
(Brunetti patea a Domber.) avanzo, recibo, te cago a goles igual. (Edgar patea a Domber,
Gregorini se corre a un lado, es gol.) Golazo. ¿Fui claro o no fui claro? (Domber está un poco
lastimada, Brunetti y Edgar festejan, Caamaño festeja también.) ¿Qué festejas? ¿Qué festejas?
M. CAAMAÑO: Festejo porque fue gol.
EDGAR: Fue nuestro, el gol.
M. CAAMAÑO: Festejo el deporte.
EDGAR: ¿Nuestro gol, festejas?
M. CAAMAÑO: ¿Fue gol en contra?
EDGAR: No, ¿por qué en contra? Te lo metimos. ¿Qué festejas?
M. CAAMAÑO: Correcto. Y ahora que esto quedo claro, yo le voy a decir otra cosa. Y es otra
cosa que no le va a gustar nada. Ayer, Deportivo Merlo se enfrenta a un equipo equis…
EDGAR: A Morón, si.
M. CAAMAÑO: Bueno, en este caso fue Morón, si, de donde soy oriunda, y un jugador equis
convierte un gol en estas mismas circunstancias que usted me explica ahora, pero la escoba,
señorito, estaba acá. (Avanza la escoba, queriendo decir que les aceptaron un gol en offside.)
EDGAR: ¿Qué decís?
S. BRUNETTI: Y… estas en orsay, macho.
M. CAAMAÑO: ¿Qué digo? Digo lo que vi.
EDGAR: ¿Qué viste, vos? ¿Ves más que el réferi?
M. CAAMAÑO: El réferi estaba arreglado, nos cobraron mal.
EDGAR: No, se cobro bien. Y el jugador equis se llama Peroni y es mi amigo y no estaba
adelantado.
M. CAAMAÑO: Peroni es un pelotudo y el réferi estaba untando.
EDGAR: (Que cada vez que putea pide perdón al cielo.) El DT de Morón juega con la ley del
orsay.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿Al achique?
EDGAR: Si y el hijo de puta de Peroni…
DELIA: Bueno, no subamos el tono…
M. CAAMAÑO: Fue orsay.
EDGAR: fue un acto de justicia divina, una enmienda.
M. CAAMAÑO: No me digas “mierda” que te voy a dar un coscazo.
EDGAR: ¡Enmienda! ¡Enmienda!
M. CAAMAÑO: Ya ven, hay una parte de esta ley, supuestamente tan geométrica, que queda
librada a la prepotencia de la interpretación subjetiva. (A Edgar, amenazándolo con la escoba.)
De una manga de matones.
EDGAR: ¿Matones?
DELIA: (Le arrebata la escoba a Caamaño.) Marta, ojo con Edgar. Me lo llegan a lesionar y lo
van a pagar todas muy caro, porque no se recupera un centavo de la cooperadora, ¿eh? (Le
deja la escoba a Gregorini.)
M. GREGORINI: Yo tengo toda la responsabilidad de esa plata que se uso para el mal.
M. ELIZARRAGA: No te te-te-te-te-nés que angustiar, Marta.
M. GREGORINI: ¿Angustia? No, Marta. Yo ya estoy más allá de toda angustia. Yo tuve un lazo
con esa cajita. ¡Y qué lazo! Tuve un lazo con el contralor. Tuve un lazo con miles de cosas que
ustedes ni saben, porque no preguntan, no preguntan nada, y avanzan, como fantasmas,
fantasmas de guardapolvos que atraviesan las paredes de la secretaria y piden cosas. (A S.
Brunetti.) “¿Cuándo cobro, Susana?” (A S. Domber.) “Dame la llave del botiquín, Marta”, (A
Delia.) “Dame la plata para comparar un mediocampista, Marta”.
S. RIVAROLA: ¿Qué decís, Marta?
M. GREGORINI: Si, porque esto se hizo así. Y ya está. Yo fui cómplice de este latrocinio. Tengo
un vale. Soy una ladrona. Como todas ustedes. Edgar es mi botín. Así que no nos comportemos
acá como si fuéramos damas de tertulia. Somos peligrosas. Inversionistas despiadadas. Y yo
debo aprender a vivir con esto.
M. ELIZARRAGA: ¡Marta!
M. GREGORINI: ¡¿Qué?!
DELIA: ¡Ay por el amor de Dios, si queres decir algo, decilo, Marta!
M. ELIZARRAGA: Se lo estoy di-di-di-di-diciendo… Vos tenes que recuperar la ca-ca-ca… ¡La
calma!
M. CAAMAÑO: ¡Lo que hace falta recuperar acá es la honestidad, Delia!
DELIA: ¿Ustedes me hablan de honestidad, a mí? ¿En serio, chicas? ¿En serio, Susana?
EDGAR: ¿Sabes lo que hacemos en el Depo con la honestidad de Morón? ¿Queres ver por
dónde nos la pasamos en el vestuario?
Sale buscando a Gladys. Las demás ven a S. M. CAAMAÑO: (Completamente relajada.) Ay,
Rivarola con desconfianza. ese lenguaje, me haces acordar a la cancha.
M. Lococo toma partido, dirige una mirada Fui y copié setenta líneas del Deuteronomio
acusadora a S. Rivarola y sale en busca de Delia. arriba de los mingitorios.
M. CAAMAÑO: No, yo imagínese que los mingitorios no los vi. A veces me comía un pancho,
veía un poco de futbol, después me volvía a casa, sola. A corregir pruebas. Como una boluda.
EDGAR: Y bueno: si es una boluda, a lo mejor por eso no entiende la decisión del réferi.
M. CAAMAÑO: A mí no me va a venir a espolear así, caballerito, que para algo hace cincuenta
años que estoy al frente de un grado. ¡Yo le voy a enseñar con esta escoba como se mueve una
línea de orsay!
EDGAR: (Le arrebata la escoba.) Vos movela y yo te cago a patadas.
S. RIVAROLA: Edgar Fabiani: ¡Bajas esa escoba ya mismo o te vas a arrepentir!
EDGAR: ¿Arrepentir? ¿Quieren ver lo que es vivir en el verdadero arrepentimiento? (Las
amenaza con la escoba en alto.)
35/ Pistola
DELIA: (Vuelve, seguida de Gladys y M. Lococo, que tratan de detenerla. Delia trae una pistola,
y pega un tiro al aire para calmar el bochinche.) Acá se van a calmar todos, uno por uno. (A
Edgar Fabiani.) Te trajimos como segundas madres. Nos jugamos el pellejo. Yo tenia grandes
planes para os, chiquito.
EDGAR: Disculpe.
DELIA: Al final vas a resultar peor que Morondanga.
EDGAR: Disculpe, pero ella dijo que Mastrángelo…
DELIA: ¿Quién dijo? (Apunta con el arma.) Nombrá como se debe…
EDGAR: Bueno… Marta me dijo que Mastrángelo…
M. CAAMAÑO: Dije que el juez estaba untado…
DELIA: ¡Ay, Marta! Vos… también…
DELIA: (Sin comprender el nuevo giro de los acontecimientos.) ¿Qué haces, ahora?
Edgar apunta a Marta Caamaño. Todas gritan en desorden y se acurrucan en un rincón. Edgar
devuelve a Caamaño al grupo.
EDGAR: Denme toda la guita que tienen encima. Y la ponen acá. ¿Qué se piensan? ¿Qué van a
tratar así a la gente? (Agarra a Martita Elizarraga y la arrastra por el piso.)
M. ELIZARRAGA: La que tiene plata es Lococo. (Todas menos esta asienten.)
EDGAR: ¿Y cuál es su cartera?
Edgar Fabiani la suelta y agarra a Delia Lobo. Martita Elizarraga vuelve victoriosa al grupo.
DELIA: Yo lamento que nunca nos hayamos entendido, Marta. Pero a mí la rama en serio me
parece una cosa hermosa.
S. RIVAROLA: ¡No! ¡Sin Delia esta escuela se cae a cachos! Susana, vos sos la más nueva.
S. DOMBER: ¿Qué? La más nueva es ella.
S. BRUNETTI: ¡No tengo plata! ¡No tengo plata!
EDGAR: (Muy tranquilo. Suelta a Delia, que se derrumba como una hoja a los pies de Edgar.)
Vení, Rulo. Acercate. No tengas miedo.
S. BRUNETTI: ¡No tengo plata! ¡No tengo tarjetas! No entre en contralor, cobro como suplente,
todavía no me pagan…
M. GREGORINI: A lo mejor le pagan el 20.
TODAS: Sí, sí, el 20.
EDGAR: Mirá, Rulo, yo sé que vos me vas a entender. Shh. Ahora vas a ir para allá, con tus
amigas y es vas a pedir que te den la guita, ¿estamos? Háblenlo.
S. BRUNETTI: Bueno, chicas, yo sé que ustedes no son mis amigas, pero ya oyeron. O sea,
¿ustedes se creen que me gusta a mí ocupar este rol? Pero me van a tener que ir dando la
plata, los relojes.
M. CAAMAÑO: Ah, mirá vos. Él de los relojes no dijo nada.
EDGAR: Relojes, teléfonos. Vos Tetas, las llaves del auto.
GLADYS: ¿Qué auto?
EDGAR: ¿Qué auto? (Vuelve apuntar a Delia. Griterio.)
S. BRUNETTI: Dame el teléfono, Susana.
S. RIVAROLA: Yo no tengo celular.
M. LOCOCO: Si que tenés, si dijiste que no tenias crédito para llamar a las empanadas.
EDGAR: Dáselo. Dámelo, Rulo. (Se lo pasan.) Seguí juntando. (Llama por teléfono.)
S. RIVAROLA: Ay, mira, ¿tiene crédito? Yo pensé que… ¿sabes lo que debe ser? ¿Hoy es 8? Me
parece que el mes de CTI corre de 8 a 8.
EDGAR: (Apuntándolas habla por teléfono.) Hola, señora. ¿Está Héctor Peroni?... ¡Héctor!
Partidazo, ayer, ¿eh?... Che, acá dicen que vos indujiste el orsay. ¿Se lo podes explicar? (Llama
a Marta Caamaño.)
M. CAAMAÑO: (Al resto.) Ya vamos a resolver nuestras diferencias. No se preocupen.
Marta Caamaño habla por teléfono con Peroni.
M. CAAMAÑO: Hola… Sí, de ayer. (…) (A las maestras.) Se hace el otario. (…) (A Peroni.) Sí, en el
segundo tiempo. (A las maestras.) Ahora de pronto nadie se acuerda de cómo son las cosas. (A
Peroni.) No, no, si yo eso lo entiendo, pero póngase una mano en el corazón, Pelloni, y dígame
si no estaba del otro lado de la escoba…
EDGAR: Parece que no lo entiende.
DELIA: Basta, Marta. Se cobró bien.
EDGAR: (Volviendo l teléfono.) ¿Cómo andas de M. CAAMAÑO: No. ¿Qué? ¿La prepotencia
guita vos? ahora va a hacer que el blanco sea negro y el
Ahá. negro sea blanco? Yo le doy la plata, Edgar, acá
Ahá. tiene lo mío, y acá si quiere la ayudo a Susana a
Sí. juntar lo de todas. Pero no me digan una cosa
¿No te queres dar una vuelta? por otra.
Por la 78. Dale. (Corta.)
36/ Corpiños
EDGAR: A ver si me sienten. Hay un camino que se abre en otros y uno duda. Yo acá tengo
ocho opciones. Esta prueba es muy difícil. Parece que todavía me falta algo por hacer. ¿Qué
quiero yo? ¿La plata? ¿Matar Martas? ¿Matar Susanas? ¿Arreglar una cuenta? ¿Con quién?
¿Cajita? ¿Tetas? ¿Jopito? ¿La Rulo? ¿Esta?
S. RIAROLA: ¡Hace algo, Delia!
DELIA: (Heroica, llorando, frágil.) ¿Vos me queres violar, Edgar? ¿Vos queres sexo?
EDGAR: No. El sexo sin amor no va.
DELIA: Yo te amo, Edgar.
EDGAR: ¿Qué?
DELIA: Yo te amo desde que te i en el campito.
EDGAR: Yo pienso que todas ustedes están desesperadas. Si podías lo comprabas a Peroni, vos.
Pero no: yo era la opción más barata, ¿no? Miren, maestras. Les doy una lección: anoten esto.
“Lo barato sale caro”.
DELIA: Anoten, chicas, hagan lo que dice…
Edgar apunta a S. Domber. Mientras, Delia ha reptado hasta volver a sumarse al grupo de
maestras temblorosas.
S. DOMBER: ¡Por lo que más quieras, Marta, sacate todo!
M. LOCOCO: Muy bien, tranquilo. Estamos negociando. Nos sacamos las blusas y vos cambias
tu actitud. Si no, nada, chicas. (Tiempo.) OK. (M. Lococo comienza a desvestirse. El resto de las
maestras la sigue.)
EDGAR: Los zapatos no hace falta. A ver que más aparece, acá. (Recuenta el botín.) Es magro.
Doce pesos. Un reloj Tissot.
GLADYS: Si, ese lo puse yo.
EDGAR: Gracias. (Vuelve a llamar a Peroni.) El cronometro no anda.
GLADYS: No. Es más para cancherear.
EDGAR: (Al teléfono.) Che, Peroni. No vengas. Las maestras se miran los corpiños. Por lo bajo,
No se recaudo nada. (…) ¿Vos decís? (…) No sé, se escuchan comentarios: “¿Este se lo
no me parece. (…) compraste a Marta?”, “No, es de Once”, “Las
(A las maestras.) ¿Ustedes me van a denunciar? que tienen buenas cosas son las bolivianas de
Morón”, “Uy, yo hace seis meses que no voy a
Morón”.
Las maestras quedan en corpiño, se tocan sollozando unas sobre otras apiladas en un rincón.
37/ India
Delia intenta irse arrastrándose por el suelo. Edgar Fabiani la retiene, la agarra de un tobillo y
la arrastra.
DELIA: ¿Qué queres de mí? ¿Por qué todos quieren algo de mí?
EDGAR: ¡Ah! Hoy es tu día de suerte. ¿Qué quiero yo? ¿Qué quiere Él de vos? Mirá. Acá tengo
un encendedor que le gané a un pibe de cuarto en los penales. Si prende, te salvás. Si no
prende, te mato.
Edgar Fabiani le pone el revólver en la nuca. Delia Lobo no repara en nada. Sacude la cabeza
negativamente.
DELIA: Quiero ser una India, cubierta de joyas, quiero sentir el frio de la esmeralda entre mi
senos, y remar, remar hacia el sur, a donde van las almas cuando ya han cumplido la tarea en
esta tierra. Tierra de penumbras… y de barro…
38/ Seisdedos
Se abrazan.
DELIA: Y os sos mi mano derecha. Mira si entraba algún pibe, Susi. Si este loco lastimaba a
alguno yo voy sumariada y presa.
S. RIVAROLA: ¡Yo comparto la responsabilidad con vos, Delia!
DELIA: Dejá, dejá, Susana. Si vuelve a pasar, salvate, vos, Viví.
S. RIAROLA: No, chicas, acá, si una cae, caemos todas. Como en una banda.
DELIA: Como en la banda de Seisdedos.
GLADYS: Seisdedos es el policía.
Pausa general.
DELIA: ¿Cómo?
GLADYS: El que los agarró. No el chorro.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
M. CAAMAÑO: ¿Cómo?
GLADYS: Que el policía…
DELIA: ¿Y los hombres desnudos…?
GLADYS: Uruguayos, eran. Al de traje gris lo agarraron en Aeroparque.
M. CAAMAÑO: ¿A dónde se quería ir?
GLADYS: No se quería ir a ningún lado: vino de Uruguay.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
DELIA: Yo debo haber entendido todo mal. Todo mal.
S. DOMBER: ¿Pero y el túnel? ¿Era mentira?
GLADYS: ¿Qué túnel?
DELIA: Me quiero morir. ¿No cavaron un túnel?
S. DOMBER: Lo de Sábato…
GLADYS: Entraron por un túnel…
S. DOMBER: Porque Cajita dice que es mentira que Sábato haya escrito El Túnel…
M. CAAMAÑO: En tres palos verdes, lo aseguró. ¿Sabés qué racha? ¿Cobrar tres palos verdes
por algo que nunca te tomaste el trabajo de escribir?
GLADYS: ¿Qué? Lo escuche hoy en la radio. La mujer de uno. Los entrego a todos, estaban
detrás del tipo de traje gris que aparece en los videos de seguridad del banco, y el detective
Seisdedos…
M. CAAMAÑO: ¿Pero Seisdedos quien es?
DELIA: Basta, no sigan. No sigan, chicas. No se entiende lo que pasó. Dejémoslo acá.