La Poética de La Existencia. Rilke

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La poetica de la existencia.

Consideraciones en torno a Rilke

Jorge V. Arregui
Universidad de Malaga

1. La condici6n humana

La influencia de Rilke sobre la filosofia, especialmente en el pensa-


miento existencial, nace de su ser en muy buena medida el poeta de la
condicidn humana, de llevar a cabo, segun subtitula Guardini, "una
interpretacion de la existencia humana". Como ha indicado Ibanez
Langlois, "insufio a toda la poesia contemporanea su contaeto dolo-
roso con los problemas del destino humano, con el misterio de la
condicion del hombre sobre la tierra. [. .] Su configuracion poetica de
las experiencias de la angustia, del riesgo, del estar arrojado, del ser
en el mundo, de lo abierto, del dolor, de la culpa, de la finitud, de la
muerte propia, del trascender, ha condicionado en algun momento
—casi siempre en la adolescencia— a todos los aprendices de poeta
de nuestro tiempo"'. Pero no se trata tanto de que Rilke exprese
poeticamente unos sentimientos o unas vivencias subjetivas cuanto de
que las labra poeticamente. Heidegger ha explicado como en la poesia
acontece la verdad, como un poema hace patente algo que antes
estaba oculto, como el decir del poeta des vela lo real. Cada poeta, con
expresion de Choza, crea e ilumina aspectos de la vida humana que
antes estaban en penumbra: ensancha realmente, al explorar

J. M. IBANEZ LANGLOIS: Rilke, Pound, Neruda, Rialp: Madrid 1978, pp. 11-2.
Topicos 13 (1997), 45.78
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dimensiones nuevas, el circulo de la existencia^. Pero la tarea poetica


creadora no es una mera expresion extema objetiva de algo que ya
estaba perfectamente dado en el nivel de la vivencia subjetiva: es una
autentica creacion, un genuino forjar. Rilke, que como Holderlin
poetiza a menudo sobre la poesia, lo dice en el Requiem por un poeta:

Oh antigua maldicion de los poetas


que se lamentan cuando debieran dejar oir su voz,
que siempre opinan sobre el sentimiento
en lugar de configurarlo; que siempre creen
que lo que en ellos es triste o alegre
lo sabian y les era dado declararlo
o celebrarlo en el poema. Como enfermos
usan quejumbrosos del idioma,
para senalar donde les duele,
en vez de transformarse implacables en palabras,
como el cantero de una catedral, que tenaz
se identifica con la impasibilidad de la piedra.^

Rilke corta decididamente con la concepcion romantica, con la idea


de que la poesia es ante todo la expresion de los sentimientos o de la
subjetividad del poeta. Porque la poesia no se limita a expresar algo
ya dado de antemano: al objetivarlo, al darle forma, lo constituye y lo
crea. Como la vivencia poetica no es algo previo al poema, sino lo
hecho en el poema, la existencia humana se configura poeticamente.
Desde esta perspectiva, la poesia en general —y la obra de Rilke en
particular— no pueden comprenderse como el ambito de una
apariencia bella que se opone a una realidad mostrenca, como algo
nacido de y orientado hacia "una vivencia estetica'"*, sino como una
iluminacion de lo real. Desvela la realidad; y, al desembozarla, la
crea. La poesia no es la expresion de un yo o de una subjetividad,
sino la forja de un objeto poetico, de una verdadera obra. Para ser

•^ Cfr. J. CHOZA: "Influencia de la literatura en las actitudes humanas", en La


supresion del pudor y otros ensayos, Eunsa: Pamplona 1980, pp. 59-76.
3 R. M. RILKE: Antologia poetica. Austral: Madrid 1982, p. 96.
^ Para una critica de la concepcion del arte como "apariencia bella" y de su
enclaustramiento en el circulo de la vivencia estetica, vid. H. G. GADAMER:
Verdad y metodo, Sigueme: Salamanca 1977.
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mas exactos: de una "cosa de arte"^. A esa tarea se subordina la vida


entera del poeta.

En muy buena medida, la experiencia que Rilke alumbra (y da real-


mente a luz) es nuestro modo de estar en el mundo, la peculiar forma
en que el ser humano se encuentra instalado en la realidad, la manera
en que el hombre esta abierto al mundo y la manera en que el mundo
le es dado. Puede llamarse con razon "condicion humana" tanto al
modo en que el hombre se encuentra dado a si mismo como a la forma
en que el hombre se incardina en el mundo, porque el ser humano solo
esta dado para si mismo en cuanto que esta ya en el mundo. Estar en
el mundo no es algo advenedizo o secundario para la subjetividad
humana, pues cuando la subjetividad se constituye, en el momento en
que el hombre cae en la cuenta de si, al tomar conciencia de si, se
encuentra ya situado en el mundo. El hombre se encuentra a si mismo
existiendo ya. Como explicara despues detenidamente toda la
tradicion existencial, el hombre no es un yo o una subjetividad a la
que meramente le ocurre encontrarse instalada en el mundo: estar en
el mundo es un autentico modo de ser del hombre. La existencia
humana es una existencia en el mundo.

Rilke es el poeta de la condicion humana y la condicion humana es


el conjunto de condiciones empiricas bajo las que nos ha sido dado
existir^. Desde esta perspectiva, cabe contraponer la condicion a la
naturaleza humana. La naturaleza humana es, en su sentido original.

^ La expresion pertenece al mismo Rilke. Buijau ha explicado como la "cosa de


arte" reiine dos propiedades. Por una parte, resultan identicas consigo mismas; se
independizan del suceso psicologico que las origina dentro del flujo temporal de la
vida intima y pasan a ser algo permanente e identico consigo mismo. Por otra, son
interpersonales al resultar accesibles a todos. Asi se trata mas de plasmar
objetivamente la interioridad que de limitarse a expresarla; de "transformar la
angustia en cosas". Por eso, se ha podido afirmar que Rilke es un "creador de
estructuras fenomenologicas": Rilke forja unas imagenes, unas figuras y unas
vivencias cuyo analisis requiere una autentica epoche, una suspension del juicio
acerca de su realidad, porque lo que ya no es relavante es su caracter de vivencias
empiricas de un sujeto psicologico particular. Sobre el tema v6ase, E. BURJAU:
Rilke, Barcanova: Barcelona 1981, pp. 61-5.
^ La defmicion esta tomada de H. ARENDT: La condicion humana, Paidos:
Barcelona 1993, p. 23.
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lo que las cosas son de suyo, independientemente de nuestros intereses


0 de nuestras practicas lingilisticas. Lo que algo es de suyo es su
modo de ser que regula su modo de actuar, pues los seres,
especialmente los seres vivos, se comportan como se comportan
porque son como son. Entendida asi, la nocion de naturaleza es
dinamica, no estatica; tiene un cierto sentido final. No es lo dado al
principio sino lo alcanzado en la plenitud, o sea, lo conveniente o
ajustado a la realidad que un ser es. Por eso, el concepto de
naturaleza adquiere un sentido teleologico y determina lo que las
cosas deberian llegar a ser, o lo que las cosas son cuando han llegado
a ser todo lo que podian ser, es decir, cuando han alcanzado su fin.

La naturaleza humana se realiza de un modo concreto, con unas


caracteristicas que son empiricas y no pueden establecerse a priori.
Suele decirse que la naturaleza humana es la de un animal racional;
pero un animal racional podria en principio vivir en otros planetas,
tener una estructura corporal diferente y una dotacion sensorial
distinta. Frente a la concepcion generica de "animal racional" o,
incluso,fi^entea un analisis de las categorias ontologicas propias de
un ser en el mundo —asi, en general—, sucede que, de hecho, los
seres humanos somos como somos, que nuestra estructura corporal es
la que es, que poseemos la dotacion sensorial que tenemos y que vi-
vimos ademas sobre el planeta Tierra. Bajo este angulo, la condicion
humana puede definirse, en un primer sentido, como el conjunto de
condiciones facticas bajo las que nos es dada nuestra existencia y que
determinan nuestro modo de vivir, o como la estructura empiriea de la
vida humana, por usar una expresion de Marias^. La condicion
humana es, por tanto, el modo concreto y contingente, puesto que
habria otros posibles, en que los hombres realizamos la naturaleza o
la esencia humanas. Ahora bien, Hannah Arendt ha advertido con
acierto que la condicion humana incluye, entre las condiciones bajo
las que nos es dado vivir, aquellas realidades que —aun debiendo su
existencia a los hombres— condicionan realmente su vida*'. Como
tambien lo que el hombre ha hecho forma parte de su condicion, el
mundo sociocultural se integra en la condicion humana.

Cfr. J. MARIAS: Antropologia metafisica, Alianza: Madrid 1983, pp. 71-8.


H. ARENDT, La condicion humana, p. 23.
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Pero, en un segundo sentido, la expresion "condicion humana" sub-


raya el caracter deficiente con que realizamos nuestra naturaleza. Con
otras palabras: hay una distancia insalvable entre lo que el hombre
deberia ser de suyo y sus realizaciones facticas. Con lo que
"condicion humana" designa todo el ambito de realidades humanas
que no deberian existir pero que sin embargo existen; la esfera de los
fenomenos que, aun siendo caracteristicamente humanos, se oponen a
lo que el hombre deberia ser, o sea, a su naturaleza.

Afirmar, por tanto, que Rilke es el poeta de la condicion humana


supone mantener que el poeta de Praga tematiza dos cosas. En primer
lugar, el modo en que de hecho nos es dada nuestra naturaleza
humana, y, en segundo lugar, nuestra defectuosa realizacion de esa
naturaleza. Considerar el modo empirico en que nos es dada nuestra
naturaleza implica prestar atencion a todo aquello que no se deduce a
priori, a todo lo que no se incluye en la definicion "animal racional".
De todas estas realidades, que no pueden estudiarse a priori, o
metafisicamente —en el sentido racionalista de la palabra— interesa
ahora tener en cuenta dos. Por una parte, el modo en que el hombre se
eneuentra instalado en el mundo y, por otra, la manera en que esta
dado para si mismo.

La metafisica abstracta puede mantener que, como el hombre es un


animal racional —o sea, un determinado tipo de organismo vivo—, ha
de insertarse en un cosmos material y que, en la medida en que es
intelectual, ha de ser autoconsciente. Pero desde ahi no cabe averiguar
como se instala de hecho el hombre en el mundo, como se eneuentra
en el mundo y como se eneuentra a si mismo. La respuesta a la
pregunta "^que tal te encuentras?" no puede deducirse de la
metafisica. Y este es precisamente uno de los temas fiindamentales de
la poesia de Rilke: esclarecer el modo peculiar en que el hombre esta
abierto al mundo o la manera en que esta dado para si mismo. En este
sentido. cabe decir con toda justicia que Rilke ha iluminado o
desvelado una experiencia humana fundamental antes embozada. El
ya citado Ibaiiez Langlois lo ha resumido bien. "El hombre, 'expuesto
sobre las cumbres del corazon'; el hombre 'lndefenso y proyectado
hacia lo abierto'; el hombre habitante de 'la total, la pura peligrosidad
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del mundo': he aqui la linica, la continua y angustiosa celebracion de


su poesia"^.

Pero tematizar la condicion humana supone tambien advertir que el


hombre no es lo que deberia ser, que esta existencialmente enfenno.
No solo porque el modo en que la mayoria de los seres humanos se
inscriben en el mundo es profiindamente erronea, porque su relacion
mas basica y fundamental con las cosas responde a una equivocacion
radical. Tambien porque ser humano parece consistir en un desajuste,
en una tension imposible. Con todo, lo relevante no es tanto que Rilke
advierta el caracter tragico de la existencia humana cuanto su
decidida afirmacionio. En buena medida, su poesia es una poesia de la
ausencia de Dios. "La poesia de Rilke —ha explicado Gadamer—
esta impregnada de la idea de que Dios esta lejano y ninguna
evocacion de creencias cristianas o humanistas o de antiquisimos
simbolos miticos deben ocultamos esa lejania"". Sus elegias
alcanzan su fiierza en su reconocimiento de la lejania infmita' de Dios.

Sin embargo, lo que mas caracteriza su obra no es el


reconocimiento de la lejania de Dios; es su prentension de mantenerse
erguido frente a ella, de evitar todo consuelo o engano. Aguantar
finne la lejania de Dios se corresponde con el canto y la afirmacion
decidida de lo terreno precisamente en su fogacidad y fragilidad. Para
Rilke, como para otros, la tarea humana, la tarea poetica por
excelencia, es la etemizacion de lo transitorio y efimero, la conversion
en inmaterial de lo material. Al acoger el mundo en la propia vida. al
vivir las realidades terrenas, se las transmuta y eleva, se las convierte
en la piedra perdurable que son los versos, se las redime y salva de su
dispersion temporal. Pero el poeta Rilke asume ese quehacer con la
agudisima conciencia de que nosotros, que redimimos lo efimero.
"nosotros somos los mas fugitivos". Por eso, lo especificamente
humano es aceptar incondicionalmente la fugacidad, celebrarla; es

^ J. M. IBANEZ LANGLOIS, Rilke, Pound, Neruda, p. 28.


Cfr. P. LANCEROS: "Identidad modema y conciencia tragica", en P. Lanceros y J.
Beriain (eds): Identidades colectivas, Ed. de la Universidad de Deusto' Bilbao
1994, pp. 79-107, especialmente, 100-7.
H. G. GADAMER, "Rainer Maria Rilke, cincuenta afios despues". en Poema y
dialogo, Gedisa: Barcelona 1993, p. 72.
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decir: sobreponerse. Gadamer lo ha glosado con especial lucidez: "no


cabe duda de que lo que llamamos vida es realmente solo un breve
lapso; al final enmudecen las lamentaciones y la fuente de la alegria
brilla a lo lejos. Pero el que todos terminen en el olvido no es un
reconocimiento amargo, sino un mensaje. Nuestra tarea es reconocer
con y en la poesia la flierza casi despiadada de la voluntad de vivir
que supera todo dolor y deja al final a los muertos 'infmitamente
muertos'; eso es lo que hemos de aceptar"'^.

2. La fragilidad de la existencia

Como la poesia de Rilke ikimina esa condieion fundamental, saca a


la luz lo que se ha dado en llamar "existencia" humana, resulta
legitima una leetura de su obra que ni atiende a su puesto en la
historia de la literatura —estudiando las influencias que recibio de
quienes le antecedieron o las que ejercio sobre quienes le
sucedieron— ni analiza formalmente sus poemas. Tampoco hace falta
desgranar metodicamente sus simbolos, ni establecer su significado
preciso a la luz del sistema que eonforman. Se van a resaltar so-
lamente los aspectos mas decisivos desde una perspectiva existencial,
desde el punto de vista de la forma en que nos encontramos dados a
nosotros mismos y de la manera en que nos experimentamos insertos
ya en el mundo. Pues, segun ha advertido Bollnow, resultan posibles
en principio dos interpretaciones filosoficas de su obra poetica que
no se excluyen necesariamente. Cabe realizar una leetura puramente
antropologica, o existencial, de su poesia que centra su atencion en su
analisis de la existencia humana, de la estructura fundamental de la
vida humana presente; y puede intentarse una interpretacion meta-
fisica de su poesia que dilucide su explicacion de la totalidad de lo
real. Sin duda, la existencia humana forma parte de la totalidad real,
pero la interpretacion metafisica engloba la existencia humana en una
vision mas amplia'^. Con todo, como el tema elegido es la existencia

'^ H. G. GADAMER: "Rainer Maria Rilke, cincuenta aiios despues", p. 77.


'^ Cfr. 0. F. BOLLNOW: Rilke, Poeta del hombre, Taurus: Madrid 1963, pp. 149-
61. Para una interpretacion metafisica de las obra de Rilke, vease, por ejemplo, R.
GuARDiNi: Zu Rainer Maria Rilkes Deutung des Daseins; Id.: "Das dir, dass
Kindheit war...". Interpretazione di im frammento di elegia di R. M. Rilke, en
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humana, va a seguirse una lectura existencial, y no metafisica de


Rilke.

Se trata de aclarar una experiencia humana fundamental, la


experiencia que da origen al concepto de existencia propio de la
filosofia existencial, que antes de Rilke resultaba opaco e intransitable
para la vida humana. Pero analizar las experiencias humanas
fiindamentales no es hacer mera psicologia. El analisis psicologico y
el analisis existencial estan en niveles distintos, pues en el existencial
hay una pretension de verdad y de universalidad de las que el
psicologico carece. El analisis existencial no es un ejercieio intros-
pectivo que busque los encadenamientos entre unos determinados
pensamientos, voliciones y sentimientos; tampoco se atiene al "punto
de vista psicologico" ni resuelve su analisis acudiendo a "entidades
mentales" frente a las fisicas. No busca causas psicologicas de los
fenomenos humanos. Procura iluminar los aspectos mas radicales de
la existencia humana: justamente el modo en que el hombre esta en el
mundo, en que queda expuesto a lo abierto.

No se va, por tanto, a investigar psicologicamente en su obra


poetica en el sentido trivial de buscar en su vida, en sus biografias o
en su correspondencia las vivencias psicologicas personales que
dieron origen a sus poemas; porque tal psicologizacion de su poesia
supondria —ademas de ser una herramienta intelectual de escasa
calidad— una traicion al modo en que el entendio la poesia. No solo
porque la poesia no expresa vivencias, sino que las forja. Tambien
porque no se trata de experimentar emociones poeticas o "vivencias
artisticas". Es cierto que en los Cuadernos mantiene que "para es-
cribir un solo verso, es necesario haber visto muchas ciudades,
hombres y cosas; hace falta conocer a los animates, hay que sentir
como vuela^i los pajaros y saber que movimientos hacen las fiorecitas
al abrirse por la mafiana. Es necesario poder pensar en caminos de
regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas que
hacia tiempo que se veian llegar; en dias de infancia cuyo misterio no

Linguaggio, poesia, interpretazione, Morcelliana: Milan 1971, y J. CHOZA: Al


otro lado de la muerte. Estudio sobre las elegias de Rilke Eunsa Pamplona
1991.
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esta aun aclarado; [...] Es necesario tener recuerdos de muchas noches


de amor, en las que ninguna se parece a la otra, de gritos de
parturientas, y de leves, blancas, durmientes paridas que se cierran.
Es necesario aun haber estado al lado de los moribundos, haber per-
manecido sentado junto a los muertos, en la habitacion con la ventana
abierta y los ruidos que vienen a golpes". Pero a continuacion Rilke
especifica que no basta con tener esos recuerdos, con coleccionar
vivencias, es preciso trabajarlas, como insinua en El Requiem por el
poeta muerto, como el cantero labra su piedra. Los recuerdos no son
todavia poesia. "Hasta que no se convierten, afirma, en nosotros,
sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les
distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que en
una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de
un verso"*'*. La cuestion, por tanto, no es rememorar u originar
vivencias. "En un poema que me queda bien —escribe a Lou
Andreas-Salome— hay mas realidad que en cualquier relaeion o
tendencia que yo sienta"'^.

Leer su poesia desde un punto de vista existencial, tarea que no es


por cierto nada original, supone no respetar lo poetico de su poesia,
utilizaria de algun modo sin el debido respeto, usarla para un fin no
poetico, sino filosofico. Es obvio que ese uso pierde lo mejor de la
poesia, pero esa perdida puede justificarse desde el punto de vista
cognoscitivo. Si esta utilizacion filosofica de su poesia permite
alcanzar nuevos conocimientos, si posibilita un mejor conocimiento de
nosotros mismos y de nuestra insercion en el cosmos, queda justifi-
cada. Sin duda, esta perspectiva no es la linica y quiza ni siquiera es
la mejor, pero es util en el quehacer impuesto por el oraculo de
Delfos, en la faena especificamente humana de lograr un
conocimiento de nosotros mismos. Tiene razon Ibaiiez Langlois al
mantener que no debe convertirse a Rilke en "el Visionario de la
Sublime Intuicion de la Existencia, que escribia para ser luego
traducido en conceptos por algun compatriota educado en la

''' R. M. RILKE: LOS cuadernos de Malte Laurids Brigge, Losada: Buenos Aires
1990, pp. 30-1.
'^ R. M. RILKE: Carta a Lou Andreas-Salome, 8.vni,1903, Teoria poetica, ed.
de F. Bermudez Cafiete, Jiicar: Madrid 1987, p. 44.
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fenomenologia" (en mi caso ni eso), y al afirmar que un filosofo no


deberia ser incapaz de leer un poema como poema y ser insensible a
la belleza pura o a la inocencia creadora. Pero tambien es verdad que
las dos tareas no son incompatibles, al menos en momentos distintos.
Por otra parte, hay una belleza peculiar en el acontecimiento de la
verdad, en la capacidad de hacer patente lo que antes era oculto. En
expresar con claridad cristalina lo que ahora, una vez que se ha
descubierto, resulta evidente y parece imposible que antes se haya
ignorado.

Para advertir el modo en que el ser humano esta dado para si mismo
y la manera en que esta inserto en el mundo es preciso un ejercieio de
profundizacion. Hace falta abandonar las dimensiones mas
superficiales de la existencia las relaciones cotidianas con las cosas,
la vida puramente inmediata, y caer en la cuenta de si mismo. Es
preciso, como dice de si el propio Rilke, emprender "un camino hacia
adentro y que Ileva al meoUo mas profundo de si mismo". En la vida
cotidiana, el hombre se dispersa en una.multiplicidad, sube y baja,
hace y rehace, trajina. Pero en ese trajinar no comparece la propia
existencia; se disuelve en un puro ir y venir, en exterioridad, por lo
que el hombre ni se eneuentra ni se queda a solas consigo. Para caer
en la cuenta de si, para adquirir una verdadera autoconciencia, es
necesario intermmpir el trafago extemo, instaurar Ja soledad.

La soledad marca la puerta de acceso a la verdadera intimidad; el


primer movimiento para evitar la disipacion en la superficialidad es
saber estar solo. Pero aqui, la soledad no es una soledad fisica;
tampoco simplemente la condicion de posibilidad de una toma de con-
ciencia de si mismo: es mas bien el modo en que esta se realiza. El
camino hacia el interior de uno mismo es un camino de soledad
porque nadie puede acompaiiamos. Solo quien esta solo puede caer en
la cuenta de si, y a la vez, quien cae en la cuenta de si se queda
irremediablemente solo, descubre de golpe un ambito de la existencia
antes desconocido en el que nadie puede escoltarle'^. La soledad
aparece de esta manera como una ganancia, pues se ha adquirido

^^ Por mi parte, intente explorar la relaeion entre soledad y autoconciencia en J. V.


ARREGUI: "La inesquivable soledad", Dialogo filosofico 25 (1993), pp. 45-57.
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algo, un modo de ser, que antes no existia. Pero este logro resulta
ambivalente. Quien alcanza a descubrir su propia interioridad tiene
algo que antes no tenia, y que la mayoria no tiene, pero este
rendimiento supone la posibilidad de un terror y una angustia antes
insospechados, Quien esta solo cae en la cuenta de la fragilidad
propia, de lo peligroso de la existencia.

En Cartas a un joven poeta, el primer consejo que da a su


interlocutor es que vuelva sobre si y cultive la soledad. "Mira usted
hacia fuera, y eso, sobre todo no deberia hacerlo ahora. Nadie puede
aconsejarle ni ayudarle, nadie. Hay solo un unico medio. Entre en
usted. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a
prueba si extiende sus raices hasta el lugar mas profundo de su exa-
men; reconozca si se moriria usted si se le privara de escribir. Esto,
sobre todo: preguntese en la hora mas silenciosa de la noche: ^debo
escribir? Excave en si mismo en busca de una respuesta profunda".
Pero este volverse sobre si en una soledad radical no es necesario solo
para el poeta. En la misma carta anade: "vuelva ahi [a la infancia] su
atencion. Intente hacer emerger las sumergidas sensaciones de ese
ancho pasado; su personalidad se consolidara, su soledad se en-
sanchara y se hara una estancia en la penumbra, en que se oye pasar
de largo, a lo lejos, el estrepito de los demas". No basta con vivir
irreflexiva e inmediatamente, es preciso ponderar una y otra vez las
propias experiencias, trabajarlas y madurarlas desde dentro. "Es
necesario, aiiade Rilke, entrar en si mismo y examinar las pro-
fundidades de que brota su vida". Quiza, concluye, tras ese descenso
en si mismo y en la propia soledad, debe renunciarse a la creacion
poetica, pero tampoco entonces ese viraje sobre si habra sido
infecundo'^.

En la misma obra, mas adelante, profundiza en la experieneia de la


soledad. "Hay solo una soledad, y es grande y no es facil de sobrelle-
var, y a casi todos les llegan las horas en que de buena gana se
querria cambiar la soledad por una comunidad, aunque fuera banal y
barata, por la apariencia de una escasa coincidencia con el primer

R. M. RILKE: Cartas a un joven poeta, Alianza, Madrid 1990, pp. 24-7.


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llegado, con el mas indigno,,. Pero quiza son esas precisatnente las
horas en que crece la soledad; pues su crecimiento es doloroso como
el crecimiento de los ninos y triste como el comienzo de las prima-
veras, Pero no puede equivocarse usted, Lo que se necesita, sin em-
bargo, es solo esto: soledad, gran soledad interior. Entrar en si y no
encontrarse con nadie durante horas y horas, eso es lo que se debe
poder aicanzar. Estar solo, como se estaba solo de nifio, cuando los
mayores andaban por ahi, enredados con cosas que parecian impor-
tantes y grandes, porque los mayores parecian tan ocupados y porque
no se entendia nada de lo que hacian"'^. Solo en esta soledad el
hombre se experimenta a si mismo, llega a ser un yo, un individuo, y
"se le cae de encima toda condieion social, como de un muerto,
aunque este en medio de la vida misma"'^.

Esta experiencia de la inmersion en la propia interioridad al


quedarse a solas consigo mismo es la experiencia misma del existir.
"Existir" no es en su sentido tecnico sinonimo de vivir. La vida tiene
que ver con la realizacion inmediata de actividades, mientras la
existencia es la percepcion de la propia vida. La experiencia en la que
el hombre se descubre como ser existente es la experiencia en que le
es dado asistir a su propia vida, sustituir una actividad inmediata por
una contemplacion de las actividades inmediatas.

Frente a la vida, que es inmediata, la existencia es reflexiva. Existir


es contemplarse existiendo e implica una reflexividad originaria, un
estar ante uno mismo. Ya Kierkegaard habia sentenciado en Desde mi
punto de vista: "Yo nunca he tenido ninguna inmediacion, y, por
tanto, en el sentido humano corriente de la palabra, yo nunca he
vivido. Yo empece todo uno con la reflexion; no es que durante los
ultimos anos haya reunido un poco de reflexion, sino que yo soy
reflexion de lo primero a lo ultimo''^". Esta reflexividad, este caer en
la cuenta de si, este convertirse en espectador de la propia vida,
constituye el niicleo de la experiencia tematizada por la filosofia exis-
tencial. Existir es reflexividad; es quedarse a solas consigo mismo
erigiendose como espectador de la propia vida.

R. M. RILKE: Cartas a un joven poeta,p. 62.


R. M. RILKE; Cartas a un joven poeta,p. 63.
S. KIERKEGAARD: Mi punto de vista, Aguilar: Madrid 1988, pp. 104-5.
LA POfinCA DE LA EXISTENCIA 57

En esta linea, Bollnow ha explicado como el concepto de existencia


queda definido por una determinada experiencia en la que se alcanza
"un ultimo nucleo interior del hombre", "un ultimo e incondicionado
centro", Se llega a ese centro solo cuando se toma distancia fi-ente a
todos los contenidos de la propia vida, cuando se los ve como
"extemos", como cosas que meramente nos pasan o nos han pasado.
Al hombre le cabe experimentar que podrian arrebatarsele todos los
contenidos de la propia vida sin que el mismo fuera tocado en lo mas
minimo, "Este ultimo y mas intemo nucleo del hombre, que esta 'mas
alia' de todo presunto contenido, y que solo puede barruntarse,
porque todo lo que se puede determinar de alguna manera se aparta de
ello como extrinseco, es lo que en el sentido estricto de la 'filosofia de
la existencia' se designa por 'existencia'"^'. Por eso, la existencia, el
nucleo ultimo interior del hombre no puede entenderse con los
parametros de una metafisica sustancialista (en su sentido modemo),
como tampoco con los proporcionados por su critica empirista,
Porque ese nucleo interior no es un soporte metafisico sino mas bien
un acto: el acto de la reflexion^^.

A mi parecer, la vivencia de la existencia se obtiene cuando el


hombre, encontrandose a solas consigo mismo, es capaz de adoptar
una actitud radicalmente contemplativa. Si la vida se vive de modo
inmediato, entonces el ser humano se agota en el discurrir de su vida,
se dispersa en la pluralidad irreconciliable de acciones, sucesos y
vivencias que eonforman su vida, Pero si llega a ponerse a observar
su vida y a si mismo, entonces se separa de ella; deja de coincidir
inmediatamente con los contenidos de la vida. En esta situacion surge
una relacion consigo mismo, pues el ser humano se convierte en su
propio espectador. La subjetividad traza un bucle y establece una

^' O. F. BOLLNOW: Filosofia de la existencia, Revista de Occidente: Madrid 1954,


p. 33.
^^ La cuestion ha sido sefialada certeramente por P. RICOEUR, Soi-meme comme
un autre, Ed. du Seuil: Pads 1990, pp. 345-410. Trate de senalar el error
categorial que origina el fantasma de la existencia de un objeto denominado "el
yo" en J. V. ARREGUI: "Identidad narrativa y sentido de la existencia", en J. J.
ARECHBDERRA Y OTROS: Bioetica, psiquiatria y derechos humanos, I. M. & C:
Madrid 1995, pp. 51-75.
58 TOPICOS

relacion consigo misma. Ya no solamente se vive, sino que se contem-


pla la propia vida.

La observacion de si crea una intimidad mas honda y radicalmente


nueva. El hombre ya no es lo que hace, sino su contemplar lo que
hace. Por eso, todo contenido es sustituido por la capacidad de
reflexionar sobre si, que impide justamente la identificacion con nin-
gun contenido. El hombre no solo vive o es, sino que asiste a su
propio vivir y a su propio ser. En la medida en que asiste a su propia
vida y a su ser, el ser humano asume reflexivamente a ambos,
estableciendo una relacion consigo mismo. Mas aun: al contemplarse
a si mismo, al liberarse de todo contenido, al separarse de todo lo que
ha conformado su vida, el hombre gana una nueva libertad y seguri-
dad antes insospechada. Ahora es verdaderamente el.

El resultado de la interiorizacion en la soledad, del ahondar en si


mismo, no consiste en el descubrimiento de un meollo ontologico, de
una especie de corazon del propio yo que fuera solido y macizo, de
algun tipo de ente parmenideo que solo el despojamiento de lo
accidental pusiera de manifiesto. Todo lo contrario: caer en la cuenta
de si no es descubrir un objeto que sea el yo sino que la propia
existencia es apertura, exposieion a un mundo, que comparece
tambien como lo abierto. La vida del hombre superficial disuelto en la
disparidad se eorresponde con un mundo interpretado que aparece
como una totalidad cerrada, como un plexo de intereses, o como un
sistema de significados en referencia a las propias actividades. Pero la
experiencia que Rilke ilumina es la experiencia del carecer de
contenido, del ser solo apertura a un mundo que ya no se cierra:

Mira, ahora cumple que soportemos juntos


el fragmento y la parte como si fiiera el

Como ha explicado Inciarte, apurando la leetura deconstruccionista


de de Man, lo que en Rilke se destruye es, de un lado, la realidad
metafisica de las cosas fisicas con sus propiedades reales para ser
sustituidas por un oximoro de propiedades fugaces; y, del otro y

^3 R. M. RILKE: Sonetos a Orfeo, I, XVI, en Elegias de Duino, Sonetos a Orfeo,


Catedra: Madrid 1987, p. 150.
LA POETICA DE LA EXISTENCIA 59

correlativamente, el sujeto humano que las pudiera ver y conocer,


hacerse cargo de ellas en su conciencia. "Si algo hay que entender
—resume Inciarte— es el vaciarse del yo en las cosas y de estas en
sonidos, en pura exteriorizacion". Si el yo es la voz de las cosas, estas
pierden su solidez y se hacen tan vacias y vulnerables como el sujeto
mismo: oximoros de cualidades efimeras^''.

"Creo, escribe en Las cartas a un joven poeta, que casi todas


nuestras tristezas son momentos de tension, que percibimos como
paralizados porque no oimos ya nuestro sentir enajenado. Porque
estamos solos con ese extraiio que ha entrado en nosotros; porque se
nos ha quitado por un momento todo lo familiar y habitual; porque
estamos en medio de un transito donde no podemos quedamos
quietos. [...] Se nos podria hacei' creer facilmente que no ha ocurrido
nada, y sin embargo, nos hemos transformado, como se transforma
una casa en la que ha entrado un huesped"^^ Y en la primera de las
Elegias de Duino, describe la misma experiencia en los siguientes
versos:

Ciertamente es extrano no habitar ya la tierra,


no practicar ya costumhres aprendidas,
a las rosas y otras cosas que llevan cada una su especial prome.sa
no darks el significado de futuro humano;
lo que uno fue en manos infinitamente medrosas,
no serlo mds, e incluso el propio nombre
dejarlo a un lado, como unjuguete roto.
Extraiio no seguir deseando ya los deseos. Extrano,
todo lo que se relaciona verb tan suelto
aletear en el espacio. Y el estar muerto esfatigoso
y lleno de recuperacion, para que uno lentamente vaya sintiendo

^'^ Cfr. F. INCIARTE: "'Sobre la fugacidad: Anaxagoras y Aristoteles. Quevedo y


Rilke", Anuario Filosofico 27/2 (1994), pp. 365-77. La cita textual se eneuentra
en p. 367. Desde aqui, Inciarte explica —contra la interpretacion habitual— como,
para Aristoteles, lo realmente permanente en su idealidad objetiva son los
accidentes, mientras que es la sustancia la que cambia. Los accidentes, que han de
ser entendidos como las determinaciones de la sustancia, no varian ni se
tranforman unos en otros: se recambian unos por otros.
^5 R. M. RILKE: Cartas a un joven poeta, pp. 80-1.
60 TOPICOS

un poco de eternidad. Pero los vivos cometen


todos el error de distinguir con demasiada fu

La experiencia del caer en la cuenta de si mismo provoca un vertigo


y una angustia que, en ultima instancia, no son sino vertigo y angustia
ante la propia libertad. Cuando se rompe la inmediacion de la vida y
se adopta un punto de vista contemplativo, cuando la subjetividad se
separa de cualquier contenido y vuelve sobre si, cuando el propio yo
se curva sobre si y se hace cargo de si, toma conciencia de su
absoluta libertad. Pero la libertad aqui no es ya mera capacidad de
eleccion, una propiedad de algunas de nuestras acciones: es libertad
ontologica; una libertad que no se tiene sino que se es. En la
reflexividad que supone la existencia, el ser humano descubre que se
posee absolutamente, que esta en sus propias manos, que puede
destinarse y que sera lo que quiera ser. Pero tomar conciencia de la
propia libertad, abandonar el lecho rocoso de lo inmediato de la vida,
de las cosas que nos pasan, separarse de todo contenido dado desde
fuera, supone necesariamente perder pie y, por tanto, la experiencia
del vertigo y de la angustia. Quien toma conciencia de que no solo
vive, sino de que existe, que es su reiacion consigo mismo, el bucle de
la subjetividad, adquiere tambien conciencia del riesgo infinito de la
propia existencia, se percata de que nada esta asegurado de antemano
0 desde fuera puesto que su propio ser depende de el, y, por tanto,
advierte que se la juega absolutamente.

En las cartas, Rilke lo explica asi. '"Y si volvemos a hablar de la


soledad, resulta cada vez mas claro que en el fondo no es nada que se
pueda elegir o dejar. Estamos solos. Se puede uno equivocar sobre
esto, y hacer como si no fliefa asi. Eso es todo. jPero cuanto mejor es
darse cuenta de que somos eso, mas aun, precisamente para salir de
ello. Entonces ocurre ciertamente que sentimos vertigo, pues todos los
puntos en que solia descansar nuestra mirada nos los han quitado; no
hay ya nada cercano, y todo lo lejano esta infinitamente lejano. Quien
desde su cuarto, sin preparacion apenas ni transito, fuera llevado a la
cima de una gran montafia deberia sentir algo analogo; una
inseguridad sin igual, una entrega a lo innominado, le dejaria casi ani-

26
R. M. RILKE: Elegias de Duino, elegia primera, p. 65.
LA POfiTICA DE LA EXISTENCIA 61

quilado. Se imaginaria caer, o haberse arrojado al espacio, o haber


saltado en mil pedazos"^''.

Asumir libremente la propia existencia provoca angustia y vertigo,


pero cuando no se sabe vivir en la soledad, caer en la cuenta de si
mismo, asistir desde la profundidad de si mismo a la propia vida, la
subjetividad se desparrama y se pierde, se desvanece. Se equivocan,
escribe a su interlocutor, quienes "se arrojan unos hacia otros",
quienes "se desparraman tal como estan, en toda su falta de despeje,
en su desorden, en su confusion". "Cada cual se pierde en el otro, y
pierde al otro, y a muchos otros que todavia querian venir". Es la vida
tenue y mortecina de la mayoria de la gente, que no llegan a ser un un
yo, que "no poseen ya nada propio", que se disuelven en el anonimato
y viven segiin la convencionalidad. "Actuan, escribe Rilke, por el
comiin desamparo, y cuando con la mejor intencion quieren evitar la
convencion que se les ofrece [...] caen en las garras de otra solucion
menos evidente, pero igualmente mortal; pues alii, en tomo a ellos,
hasta muy lejos, todo es entonces... convencion; alii donde se actiia a
partir de una comunidad turbia, que ha confluido prematuramente,
toda accion es convencional, toda relacion que lleve a tal confusion
tiene su convencion, por insolita (es decir, por inmoral, en el sentido
corriente) que sea"^^. La mayoria de la gente desconoce su propia
realidad, vive en la superficie de si mismos, en un anonimato
impersonal y no Uega a encontrar su propia interioridad. La mayoria
—escribe Rilke a su joven amigo poeta— "conoce solo un rincon de
su espacio, un hueco de ventana, una franja por la que suben y bajan.
Asi tienen una cierta seguridad. Y sin embargo es mas humana esa
peligrosa inseguridad"^^.

Muchos hombres parecen estar enfermos, instalados en una forma


de existencia que los pensadores posteriores llamaran "existencia
inautentica". De hecho Rilke comienza el tercer libro del Libro de las
horas, el Libro de la pobreza y de la muerte aludiendo a la vida

R. M. RILKE: Cartas a un joven poeta, p. 82.


^ R. M. RILKE: Cartas a un joven poeta, p. 73.
R. M. RILKE: Cartas a un joven poeta, p. 84.
62 TOPICOS

despersonalizada de las grandes ciudades. Si Rilke encontro en Rusia


el lugar

una tierra, donde los hombres son capaces


de escuchar, y tan solos se sienten como yo.^^

Paris le asombra por su superficialidad, por el anonimato de su


vida:

Viven hombres alii, viven mal y con pena,


en cuartos hondos, con ansiosos gestos,
mas miedosos que un hato primerizo;
y la tierra alia fuera alienta y vela,
pero aquellos existen y no lo saben ya.

Y estdn en la penumbra los lechos de agonla


que lentamente llegan a ahorar;
y mueren muy despacio, mueren como en cadenas,
y, se extinguen igual que una mendiga.

Viven alii personas blanquecinas y palidas


y mueren asombrdndose de este pesado mundo.
Y nadie ve la mueca hendida
en la que la sonrisa de una raza suave
tanto se desfigura en las noches sin nombre.^^

La vida modema de las grandes ciudades es una vida anonima y


trivial que se malgasta, que se pierde a si misma. "Se escapa en ellas
su mezquino tiempo", afirma. Sus habitantes pierden su propia
existencia, ni siquiera saben que existen. Son personas palidas y
blanquecinas; y en consecuencia tampoco saben morir: "se extinguen
igual que una mendiga". La existencia se traiciona y desvanece en las
grandes ciudades modemas, por lo que todo en ellas es mentira.

R, M. RILKE: El libro de las horas, Lumen: Barcelona 1989, p. 55.


R. M. RILKE: El libro de las horas, p. 179.
L A POfiTICADE LA EXISTENCIA 63

Son mentirosas las ciudades grandes;


enganan a las noches y a los dias,
al animal y al nino; su silencio
es falso; mienten con los ruidos
y con las cosas que se les someten.

Nada del verdadero, lejano suceder,


que en torno a ti se mueve, siempre evolucionando,
en ellas acontece. ^^

El escaparse del tiempo, su irse de entre las manos, constituye la


primera caracteristica radical de la vida humana. El ser humano no es
todo lo que es a la vez, sino sucesivamente. La existencia humana no
acontece en un instante de eternidad, sino que transcurre distendida en
el tiempo, Pero la distension temporal humana presenta una
caracteristica muy especial. No se trata solo de que el hombre sea lo
que puede ser solo a lo largo del tiempo; el asunto esta en que el
presente cancela el pasado, que nos perdemos irremisiblemente. La
cuestion es que nos evaporamos, Avanzar hacia el fiituro es perder el
pasado; y la existencia es un continuo pasar, Nuestra vida se nos
escapa irremisiblemente, nuestra existencia es un continuo disiparse.
Desde este punto de vista, la experiencia fundamental, el hecho basico
de la existencia humana, es su fligacidad.
En Nuevos Poemas, en la poesia titulada El poema, lo dice asi:

Hora, de mi te alejas.
El batir de tus alas me hace heridas
Solo, ^ que puedo hacer yo con mi boca?
^Ycon mi noche? ^Ycon mi dia?

32
R. M. RILKE: El libro de las horas, p. 191.
64 TOPICOS

No tengo amada, ni tengo casa,


ni ningitn sitio en que vivir.
Todas las cosas, a las que me entrego,
se enriquecen y me

Pero quiza el mejor lugar en el que Rilke expresa la experieneia hu-


mana de la fugacidad, del disiparse de la propia existencia, sean las
Elegias a Duino, donde compara la existencia humana a la angelica:

Porque nosotros alii donde sentimos nos evaporamos; ay,


nosotros,
respirando, salimos de nosotros y nos disipamos; de ascua en
ascua
vamos despidiendo cada vez un olor mas tenue. Entonces uno
probablemente nos diga:
si, entras en mi sangre, esta habitacion, la primavera
se llena de ti... Que se puede hacer, el no nos puede detener,
desaparecemos en ^l y en torno a el. Y a los que son bellos,
oh, iquien los retiene? Incesantemente surge apariencia
en su rostro y se marcha. Como rocio de hierba temprana
se levanta lo nuestro de nosotros, como el calor de un plato
caliente.^^

En la medida en que la experieneia radical de si no es la de la


posesion de un nucleo imnutable, de un soporte metafisico dotado de
etemidad, sino justamente la experieneia de la fugacidad, del
evaporarse, la afirmacion decidida de lo mundano, la etemizacion de
lo temporal y la redencion de lo transitorio solo pueden Uevarse a
cabo como celebracion de la fugacidad misma. En este sentido, en
tanto que el ahondamiento en la propia interioridad tiene como
resultado la conciencia de esa fugacidad, y no el descubrimiento de
una interioridad plena que haya que limitarse a poner por obra, Rilke
se opone a una de las convicciones basicas de la modemidad: la que
entiende la vida humana como un despliegue desde una interioridad

R. M. RILKE: Nuevos Poemas, Hiperion: Madrid 1991, vol. 1, p. 111.


R. M. RILKE: Elegias de Duino, segunda elegia, p. 69.
LA POETICA DE LA EXISTENCIA 65

plena que contendria ya, como un programa, ima riqueza irrepetible


que expandir^^.

3. La muerte y la estructura de la existencia

En la cuarta elegia insiste Rilke en la fugacidad de todas nuestras


experiencias, en las que el comienzo se confunde con su fmal: "El
florecer y el secarse estan presentes a un tiempo en nuestra
conciencia"^^. En cuanto que la fugacidad caracteriza nuestra
existencia somos radicalmente pobres, como indica en El libro de la
pobreza y de la muerte. Pero esta pobreza no es una carencia de
bienes extemos; es la profunda indigencia de quien asiste al des-
vanecerse de su existencia, de quien no tiene nada a que agarrarse.
Ahora bien, aceptar esta pobreza radical, esta indigencia ontologica,
es el unico modo de revalidar nuestro verdadero ser. Si la experiencia
que esta en la base de la nocion de existencia implica la asuncion de
un riesgo, la asuncion de la propia existencia supone afirmar esta
indigencia ontologica radical. Nuestra existencia es un desvanecerse,
un irse lo nuestro de nosotros, un perpetuo pasar. En la medida en que
la existencia humana es un eontinuo desvanecerse, remite
inmediatamente a la muerte, que ocupa uno de los focos tematicos ya
en El libro de la pobreza y de la muerte.

En tanto que la existencia humana es un levantarse lo nuestro de


nosotros como el calor de un plato caliente, el quehacer humano por
exceleneia consiste en la etemizacion, en la transformacion de lo
efimero en etemo, de lo transitorio en permanente. En esta tarea
fracasan los amantes, por lo que Rilke propondra el amor intransitivo;
pero triunfan el heroe, el que sabe morir su propia muerte, y el poeta
que —al cantar y celebrar lo efimero— le confiere etemidad.

^^ Una excelente exposicion de esta conviccion, asi como de su genesis historica,


puede encontrarse en K. WEINTRAB: La formacion de Ia individualidad,
Megazul-Endymion: Madrid 1993.
•'^ R. M. RILKE; Elegias de Duino, cuarta elegia, p. 80.
66 TOPICOS

jCelebrar, esto es! Uno cuya mision es celebrar


surgio igual que el bronce del silencio
de la roca. Su corazon, oh lagar perecedero
de un vino infinitopara los humanos.^'^

La persona del poeta pasa, es un lagar perecedero; pero su vino, su


canto permanece para la etemidad. Como el punto de partida es la
experieneia de lo efimero de la existencia, la muerte ocupa un lugar
central en la poesia madura de Rilke, de manera que Bollnow ha
podido afirmar con razon que el problema de la muerte es para Rilke
"el tema que le ha de acompafiar constantemente a lo largo de los
diferentes estadios de su evolucion, Uegando a constituir el nucleo
mas intimo de su meditacion sobre la vida del hombre"3**.

A tenor de la interpretacion de Bollnow pueden distinguirse tres


epocas o tres corrientes en el tratamiento rilkeano de la muerte. En su
obra mas juvenil, representada fundamentalmente por La cancion de
amor y muerte del alferez Christoph Rilke39, Rilke presentaria la
muerte en su grandeza, sencillamente y sin cuestion. Su aportacion
fundamental se daria en su segunda epoca, determinada por los
Cuadernos y El libro de las horas, y en la tercera, constituida por las
Elegias y los Sonetos a Orfeo. Aunque los Cuadernos, comenzados
en 1904, son posteriores al Libro de las horas, empezare por ellos.
Ya en sus primeras paginas, Rilke denuncia la trivializacion de la
muerte reivindicando Ia profunda significacion humana del morir y
rehabilitando el sentido de la agonia. Comienza replanteando el miedo
y el horror a la muerte en terminos de panico y espanto ante una
muerte insignificante, estiipida y banal, similar a la de quienes mueren
endHotel-Dieu.

^"^ R. M. RILKE: Sonetos a Orfeo, I, Vn, p. 140,


^^ O. F. BOLLNOW: Rilke, p. 31. He tratado de exponer la concepcion de Rilke de
la muerte entroncandola en la tradicion que va de Holderlin a Scheier y Heidegger
en J. V. ARREGUI: El horror de morir, Tibidabo: Barcelona 1992, pp. 127-230.
^^ Cfr. R. M. RILKE: La cancion de amor y muerte del alferez Christoph Rilke,
Hiperion: Madrid 1988.
LA POETICA DE LA EXISTENCIA 67

"Este selecto 'Hotel', escribe, es muy antiguo: ya en tiempo del rey


Clodoveo se moria aqui en varias camas. Ahora se muere en 559
camas. Naturalmente, en serie. Con tan enorme produccion cada
muerte aislada no queda bien elaborada, pero no se trata de eso. Lo
que importa es el numero. ^,Quien da hoy algo por una muerte bien
elaborada? Nadie. Incluso los ricos, que, sin embargo, se podrian
permitir morir con todo detalle, empiezan a hacerse descuidados e
indiferentes: el deseo de tener una muerte propia se hace cada vez mas
raro. Un poco mas, y se hara tan raro como una vida propia. Dios,
todo esta ahi. Se Uega, se encuentra una vida, hecha, no hay mas que
ponersela. Uno quiere marcharse o esta obligado a ello; entonces, nin-
giin trabajo: Voild votre mort, Monsieur. [...]. En los sanatorios,
donde se muere con tanto gusto y con tanto agradecimiento a los
medicos y a las enfermeras, se muere una de las muertes preparadas
al establecimiento: esto se ve con agrado. [...] Su muerte es natural-
mente banal, sin todas las circunstancias. Se contentan si encuentran
una que les venga aproximadamente. Puede ser ancha: siempre se
crece todavia un poco mas. Solo cuando no entra bien por el pecho o
cuando ahoga, tiene su incomodidad'"*".

Seria un error leer este texto como una mera critica a lo que se ha
dado en llamar "muerte hospitalaria", a la muerte anonima y
proflindamente estiipida de quien muere convenientemente drogado
para que no se entere de lo que pasa y no sufra. Hay en el mucho
mas. De entrada, la muerte trivial e impersonal —que a continuacion
llama "muerte pequena"— se corresponde con una vida impersonal.
De la misma manera en que la mayoria de la gente vive instalada en
una existencia inautentica regida en todo momento por la
convencionalidad, por el "se" impersonal o, si se prefiere, por lo que
Tolstoi denomina en La muerte de Mn Illich "decoro", muchos
mueren con una muerte impersonal. Ni se Uega a protagonizar re-
almente la propia existencia ni se alcanza a protagonizar verdade-
ramente su fmal. Si la vida se reduce a la ejecucion de unos roles

'*'' R. M. RILKE: LOS cuadernos de Malte Laurids Brigge, Plaza y Janes:


Barcelona 1965, p. 8.
68 TOPICOS

sociales, las caras que se desgastan de que habia Rilke


inmediatamente antes, la muerte tampoco supera el anonimato.

Frente a la muerte pequeiia, Rilke bosqueja el ideal de la muerte


propia, 0 de la muerte grande. "Cuando pienso en casa, donde ya no
hay nadie, creo que antes ha debido ser de otra manera. Antes se
sabia (o quiza se presentia) que se tenia la muerte dentro como el
fhito la semilla. Los nifios tenian dentro una muerte pequena y los
mayores una grande. Las mujeres la tenian en el vientre y los hombres
en el pecho. Se la tenia, y esto daba una dignidad peculiar y un
orguUo tranquilo"4I. La muerte es vista ahora no como algo exterior
a la vida, como un suceso terminal, sino como su fiaito intrinseco que
va madurando lentamente a lo largo de la propia existencia. La
muerte es intema a la vida: la Uevamos dentro como una semilla que
ha de sazonar, puesto que, como ya habia mantenido antes Holderlin,
vivimos sabiendo que hemos de morir. En cuanto que la muerte es
intrinseca a la vida, esta debe dar a luz desde si su propia muerte.
Vista de esta manera, la muerte propia, aparece como el fiiito maduro
de la existencia, como el desenlace desde siempre preparado.

Frente al ideal de la muerte grande y propia, la muerte pequena y


extrana es la muerte anonima y banal, "aquella que entra desde fuera
como algo casual en nuestra vida y nos agarra antes de que la vida
haya Uegado a alcanzar su madurez", la que "sobrecoge al hombre
imprevistamente, el morir en la impersonal existencia de la masa,
propia del mundo del 'se""*^. Con lo que la tarea mas propiamente
humana es transformar la muerte extraiia en propia, en realizarla o,
como dice en el pasaje citado, en elaborarla. Pero son muy pocos los
que triunfan en la tarea.

En este contexto, Rilke puede establecer el profundo sentido


humano de la agonia, de "las mas soberbias agonias". Morirse es el
acto humano por excelencia que demuestra la calidad de toda una
vida. "Todavia —anota— a mi abuelo el viejo gentilhombre de
camara Brigge se le notaba que Uevaba una muerte dentro. Y que

^' R. M. RILKE: LOS cuadernos de Make Laurids Brigge, p. 9.


O. F. BOLLNOW: La muerte en Rili<e, en Filosofia de la existencia, pp. 110 v
112,
LA POfiTICA DE LA EXISTENCIA 69

muerte: de dos meses de duracion, y tan sonora que se la oia en la


casa de los campesinos. [...] La muerte de Christoph Detlev vivio
todavia durante muchos, muchos dias en Ulsgaard, y hablaba con to-
dos y exigia. [...] Exigia ver amigos, mujeres y difuntos, y exigia
morir ella misma: exigia. Exigia y gritaba'"*^. La ultima frase puede
resultar desconcertante: ^,que significa que la muerte exigia morir?
Quiza Rilke se refiera con esa expresion paradojica a que, si la
muerte es intema a la vida —pues vivimos sabiendo que hemos de
morir—, esa muerte intrinseca a la vida y presente en ella desde el
principio exige su realizacion. Dicho de otra forma, en la medida en
que nuestra vida es intrinsecamente mortal, la existencia humana
exige desde dentro la muerte como su unico desenlace adecuado. La
muerte es el fruto maduro de la existencia.

La muerte se revela entonces como el momento privilegiado de la li-


bertad, pues la idea de una existencia autentica parece identificarse
con la tarea de elaborar una muerte propia; y se constituye ademas
como la plenificacion de la vida, puesto que solo en ella la vida al-
canza a ser una totalidad, Uega a ser real lo que antes era solo una
posibilidad. "Se reconcentraban —dice hablando de los niiios que an-
tiguamente sabian morir— y morian lo que ya eran y lo que habrian
llegado a ser'"*''. Morir no es solamente algo estrictamente personal
sino que es la plenificacion de la vida. "Morian, dice, lo que habrian
llegado a ser". La muerte no es la privacion de la vida, ni la cercena
desde fiaera, ni siquiera es una sombra que pese sobre toda la exis-
tencia, sino mas bien el secreto de Ia vida, su sentido y su culmina-
cion. La muerte etemiza la vida, convierte lo efimero en permanente.
Por eso, en muchas ocasiones, puede mantener que quien ha sabido
asumir su existencia esta como muerto, estableciendo un ambito
medio entre la vida y la muerte. Asi escribira despues en la primera
elegia:

'*^ Cfr. R. M. RILKE: LOS cuadernos de Malte Laurids Brigge, pp. 9-14. Las citas
lextuales pertenecen a las pp. 9 y 12.
'''' R. M. RILKE: LOS cuadernos de Malte Laurids Brigge, p. 14.
70 TOPICOS

Y el estar muerto esfatigoso


y lleno de recuperacidn, para que uno lentamente vaya sintiendo
un poco de eternidad. Pero los vivos cometen
todos el error de distinguir con demasiada fuerza.
Los dngeles (se dice) a menudo no sabrian si andan entre
vivos o entre muertos. La eterna corriente
arrastra por los dos reinos todas las edades
y se las Ileva siempre consigo y las ahoga con su sonido en
ambos.^^

El morir desvela la entrana de la vida, pues no es sino la vida en


cuanto autoposeida y, como ya se ha dicho, es precisamente la
reflexividad de la vida, el tenerse a si mismo en las propias manos, lo
que hace de la vida humana una existencia en sentido propio. Desde
este punto de vista, la muerte determina la mas profunda verdad de la
existencia autentica, la autoposesion, mientras que la existencia
inautentica se desvanece irremisiblemente..

El libro de la pobneza y de la muerte empieza por indicar que mu-


chos no saben morir, que no llegan a madurar y a elaborar su propia
muerte, por lo que su vida les es arrebata desde fuera, muriendo de
una muerte en serie, que nada tiene que ver con ellos. Mientras el
anonimato y la banalidad convierten en horrorosa la muerte pequena,
la muerte propia se erige en el objetivo de toda la vida, que se tensa
como un arco hacia ese momento de maxima intensidad vital que es la
muerte propia. Tambien Baudelaire habia mantenido, con un tono
desesperado que no aparece en Rilke, que la muerte es la diana de la
vida, "el linico bianco autentico de la destestable

R. M. RILKE: Las Elegias de Duino, primera elegia, p. 66.


Ch. BAUDELAIRE: El spleen de Paris, Fontamara: Barcelona 1981, p. 126.
L A PO6TICA DE LA EXISTENCIA 71

y la muerte estd alii. No ha, cuyo saludo


les rozd en la niPiez, maravillosamente:
mas la muerte mezquina, como alii se la entiende;
su propia muerte cuelga, verde, sin endulzarse,
igual que un fruto, en ellos, inmadura.

Senor, da a cada cual la muerte que le es propia.


El morir que de aquella vida nace
en la que tuvo amor, sentido y pena.

Pues sdlo somos la hoja y la corteza.


La gran muerte que todos llevan en si, es el fruto
en torno al cual da vueltas todo.

Por ella se despiertan las muchachas


y, como un dtrbol, brotan de un laud,
y ansian los muchachos hacerse hombres;
y las mujeres son confidentes dejovenes,
para miedos que nadie mds podria asumir.

Serior: somos mdts pobres que los pobres


animates, que aun ciegos, en su muerte terminan,
pues nosotros estamos aiin todos sin morir.
Danos a aquel que estd sobre la ciencia,
concedenos atar la vida en emparrados,
en torno a los que Mayo comienza mds a tiempo.

Pues lo que hace a la muerte tan extrana y dificil


es que no es nuestra muerte; es la que nos acepta
alfm, unicamente, porque no maduramos.
Por eso, una tormenta a arrebatarnos "'^

R. M, RILKE: El libro de las horas, pp, 181-3.


72 TOPICOS

Rilke exphca tambien por que nos es dada la posibilidad de morir


nuestra muerte propia. Justo porque hay en nosotros algo etemo,
nuestra muerte no es- similar a la animal. La muerte humana resulta
de la fecundacion que de la naturaleza animal ha realizado un
elemento etemo. Justo porque somos hijos del tiempo y de la
etemidad, nos erguimos frente a los dioses y los animales como
mortales; podemos aguantar de pie. Porque hay algo de etemidad en
nosotros, nos cabe elaborar y trabajar nuestra propia muerte, lo que
nos distingue radicalmente del resto de los animales. Pero ocurre que
no sabemos hacerlo y que traicionamos nuestra mas alta vocacion;
que perdemos lo mas propio y nuestra muerte no llega a realizarse.
Tambien ahora nos evaporamos y desfallecemos. Decaemos de
nosotros mismos. Como tenemos demasiado miedo al dolor y al su-
frimiento, nos empenamos en vivir la vida sin anticipar su fmal, en
vivir ciega y estupidamente, como si fueramos inmortales; y como no
llegamos a madurar nuestra propia muerte, parimos en su lugar un
aborto ciego, una muerte inconsciente de si.

Afornicar llegamos incluso con lo eterno,


y cuando el lecho de parir se acerca
damos a luz elfeto muerto de nuestra muerte;
el embrion enroscado y lleno de pesar
que (cual si algo horrible le asustara)
se tapa con las manos los ojos que germinan;
y que Ueva en la frente ya formada,
el miedo ya de todo, sin haberlo sufrido;
y asi todos terminan, como una prostituta
en espasmos de parto y de cesdrea. ^^

Bollnow ha advertido correctamente que la interpretacion de la


muerte como un fruto que se desarrolla sigue siendo en el fondo una
evasion ante toda la pesadumbre y zozobra de la vida. Porque, aqui,
la muerte es vista todavia como un suceso al que hubiese que dar
forma y hacia el que la vida humana corre como hacia su ultima
frontera, y no como algo que esta ya presente en la vida humana de-
finiendola. Solo en las Elegias de Duino y Los sonetos a Orfeo apa-

48
R. M. RILKE: El libro de las horas, p. 185.
LAPOfiTICADELAEXISTENCL^ 73

rece el morir en su caracter de constante amenaza para la vida hu-


mana, como la presion que ejerce sobre la vida humana la posibihdad
de una muerte que en cualquier momento puede sobrevenir^^. Quiza
podria parecer que la distincion entre el segundo y el tercer modo de
considerar la muerte que Bollnow establece es un poco forzada, pues,
la conciencia de su final esta presente desde el comienzo de la vida.
Pero hay diferencia real entre anticipar ahora una muerte futura y
tomar conciencia de que la posibilidad de la muerte es real en cada
instante. En ambos casos, hay conciencia de la muerte en cada
momento de la vida, pero mientras que en el primero tiene la forma de
la anticipacion de un futuro, en el segundo tiene la forma de la cons-
tatacion de una posibilidad real siempre presente.

En una linea paralela, Gadamer ha seiialado que la afirmacion


decidida de la muerte, el aguantar de pie y el celebrar, pasa en Rilke
por el "reconocimiento de su completa desolacion y cmeldad". Entre
otras cosas, porque a Rilke no le oculta que al flnal caeremos en el
olvido, que estaremos definitivamente muertos, anonimos y olvidados.
Si algo alejo, como advierte Gadamer, a Rilke de algunas
interpretaciones triviales del cristianismo es el presunto consuelo que
ofrecen ante el aguijon de la muerte. Nada mas lejos de Rilke que la
admision de falsos consuelos. Soportar y rebasar tambien la muerte
no signifiea ocultar su escandalo^°.

Como en su ultima formulacion rilkeana la muerte es vista como


una posibilidad siempre presente, se convierte no solo en el desenlace.

'*5 Cfr. O. F. BOLLNOW: La .muerte en Rilke, pp. 114-6.


^^ En este punto Rilke se eneuentra quizas mucho mas cerca del cristianismo que
lo que el mismo cree. Porque, como apunta rapidamente Gadamer, "el cristianismo
ha cifrado precisamente toda su justificacion en la renuncia a paliar u ocultar la
desesperacion de la muerte, erigiendola en signo congregador en la persona del
Crucificado. La prometida superacion de la muerte no consiste en ocultar su
amargura, sino en aceptar el supremo abandono de si mismo del que Cristo dio
ejemplo" (H. G. GADAMER: "Rainer Maria Rilke, cincuenta afios despues", p. 73).
Vease tambien L. F. MATEO SECO, "La muerte como mal en el pensamiento de Sto.
Tomas de Aquino", en Atti del Congresso Internazionale, vol. 7: L'uomo,
Edizione Domenicane Italiane: Napoles 1974 y el libro ya citado de J. V. ARREGUI,
Eljiorror de morir.
74 TOPICOS

0 en el fhito maduro de la vida, sino en el simbolo de la estmctura


misma del vivir humano, o sea, de su transitoriedad y de su fragilidad.
Rilke rompe con la tradicion humanista que considera al ser humano
como algo inmanente, encerrado en si mismo y comprensible en si, de
modo que la meta de la vida se cifra en el cultivo de la propia perso-
nalidad. Para Rilke, el verdadero modo de ser del hombre no descansa
en si mismo, sino en su ser abierto, en su estar en reiacion, como ya
habia afirmado Kierkegaard. "Ello signifiea, con otras palabras, que
su ser propiamente dicho no radica en si mismo, sino en la meta a la
que tiende. Su ser reside en la reiacion y nada mas". La esencia
humana es vista asi como pura reiacion a algo distinto, como un puro
trascender, o como un rebasar y superar^^. Pero no se trata tanto de la
superacion de un estado mediante otro cuanto de una superacion de si
mismo, o sea de im movimiento sin reposo y sin resultado, pues el
hombre sobrepasa siempre la meta de su movimiento^^. Ahora bien, a
este trascender y superar, se afiade el celebrar y ensalzar, por el que el
poeta otorga permanencia a lo efimero y desvela —expone a una luz
meridiana— lo que antes estaba oculto. "En la celebracion del poeta
tiene lugar la revelacion de la verdad. Y, porlo tanto, de hecho, la
ereacion poetica viene a personificar el quehacer mas autentico que le
es dado al

La experiencia hiunana clave que es el punto de partida de esta


concepcion es la de la fugacidad. La vida humana no posee de suyo
consistencia alguna; esta siempre amenazada por el fantasma de lo
transitorio, del desvanecerse. En cuanto que la existencia es un
continuo desvanecerse, la vida humana consiste en una
transformacion permanente. "El problema esta, sin embargo,
—sentencia Bolhiow—en saber como el hombre se comporta frente a
este proceso. Y la respuesta de Rilke nos dice que justamente el
hombre pierde su verdadero ser en la medida en que aspira a un ser
firme, cuando intenta sustraerse al cambio". O, con otras palabras,
"el que se entrega sin reservas a este cambio, quien ose perder en el
su propio ser, ese se sentira integrado en algo superior y transportado

Cfr. O. F. BOLLNOW: Rilke, p. 31 y 279-88. La cita textual pertenece a la p. 285.


Cfr. O. F. BOLLNOW: Rilke, pp. 288-301.
Cfr. 0. F. BOLLNOW: Rilke, pp. 301-8. La cita textual es de la p. 304.
LA POETICA DE LA EXISTENCIA 75

de una manera milagrosa". Por eso, la tarea del hombre estriba en


renunciar a todo intento de autoconservacion, asumiendo con plena
conciencia la transformacion, embarcandose con total lucidez en el
peligro, renunciando de modo resuelto a toda permanencia, situandose
decididamente en la

Quiere la transformacidn. Oh, entusidsmate por la llama,


dentro hay algo que se te escapa, que luce transformaciones,
aquel espiritu que proyecta, que tiene la maestria de lo terrestre,
nada ama tanto en la curva de lafigura como el punto de
inflexidn.

Lo que se encierra en la permanencia ya es lo petrifwado.


I Vanamente se cree seguro al abrigo del gris anodino? "^^

Pero si esta es la estmctura de la existencia humana, queda sim-


bolizada perfectamente por la muerte. En la medida en que la
fiigacidad y el desvanecerse es la categoria fundamental de la
existencia, el hombre se eneuentra en una permanente actitud de
despedida, que es la situacion radical de la vida humana: "puesto que
vivimos en este mundo efimero con la conciencia de la muerte,
estamos en aquella actitud del que pasa"^^. Rilke lo afirma con
extraordinaria belleza en la octava elegia:

^Quien nos dio pues la vuelta, de tal modo


que, hagamos lo que hagamos, estamos en la actitud
de uno que se marcha? Como quien,
en la ultima colina que le muestra una vez mas
del todo su valle, se da la vuelta, permanece asi un rato,
asi vivimos, siempre despidiendonos.^^

^'^ Cfr. O. F. BOLLNOW: Rilke, pp. 269-78. Los entrecomillados correspondeh a la


p. 272 y a la p. 273; La muerte en Rilke, p. 116.
" R. M RILKE: Sonetos a Orfeo, H, Xn, p. 182.
5^ O. F. BOLLNOW: Rilke, p. 269.
5^ R. M. RILKE: Elegias de Duino, octava elegia, p. 109.
76 TOPICOS

La actitud de despedida con la que ha de vivirse cada momento de


la existencia humana esta recogida arquetipicamente en el morir,
porque —por una parte— detras de cada despedida concreta se alza
la muerte como despedida ultima y suprema, y —por otra— la
esencia de la muerte reside en un despedirse, en un desprenderse de
todo lo que se tenia como seguro^^. En la medida en que la fugacidad
y el desvanecerse implican que la estmctura de la existencia humana
viene determinada por el superarse y el rebasar, esa estmctura se
personifica en la figura de Orfeo, del poeta, mas incluso que en la del
heroe, de quien sabe morir su propia muerte. Si la esencia del ser
humano es el trascender, el ir mas alia de, esta es, en ultima instancia,
un rebasar las fronteras de la vida dirigiendose a la muerte^^. Es
cierto que el heroe trasciende la muerte, pues, como ya indico
Holderlin en el Empedocles, se entrega libremente a su destino.
"Piensa: el heroe se mantiene y perdura, hasta su// misma caida fue
para el// solo un pretexto de ser: su nacimiento ultimo"^". Pero el
poeta, al celebrar y ensalzar, otorga permanencia a lo efimero. "En el
canto del poeta epico, escribe Bollnow, conservan la inmortalidad los
heroes prematuramente arrebatados por la muerte"^ ^ Ademas, el
poeta puede celebrar lo mortifero y lo terrible. Y precisamente porque
no intenta sustraerse a la amenaza de lo terrible, sino que lo afirma
celebrandolo, lo trasciende. "El poeta mismo es destmido en su
existencia individual, mientras que su canto, como algo que sigue
creciendo por encima del poeta e independiente de el, repercute mas
alia de la

58 Cfr. O. F. BOLLNOW: Rilke, p. 276.


55 Cfr. 0. F. BOLLNOW: Rilke, pp. 298-9; La muerte en Rilke, p. 115.
^^ R. M. RILKE: Elegias de Duino. primera elegia, p. 63.
^ ' O. F. BOLLNOW: Rilke, p. 301.
^2 o . F. BOLLNOW: Rilke, p. 340.
L A POfiTICADE LA EXISTENCIA 77

Di, oh poeta, ique haces tu? — Yo celebro.


Pero lo mortifero y lo prodigioso,
icdmo lo resistes, cdmo lo soportas? —Yo celebro.
Pero lo sin nombre, lo andnimo,
icdmo lo llamas, oh poeta, no obstante? — Yo celebro...
lYpor que la quietudy la impetuosidad
como la estrellay la tormenta te conocen? —Porque yo celebro. ^^

0, como afirma en Los sonetos a Orfeo\

Adeldntate a toda despedida, como si la hubieras dejado


atrds, como el invierno que se estd marchando.
Pues bajo los inviernos hay uno tan infinitamente invierno
que, si lo pasas, tu corazon resistird.

Se siempre muerto en Euridice, cantando sube,


ensalzando regresa a la pura relacidn.
Aqui, entre los que se desvanecen, en el reino de lo que declina,
se una copa sonora que con sdlo sonar se rompio.^'*

Dicho de otra forma: en la afirmacion decidida de la fragilidad y de


la fugacidad humanas, en su celebracion, el hombre alcanza un
absoluto que no esta afectado por la fugacidad de la existencia
terrena^5 "La caducidad desemboca donde quiera en un Ser mas
profundo"^^. Por ello, una lectura existencial de Rilke ha de dejar
paso en ultima instancia a una interpretacion metafisica. Y tambien
por eso, en Rilke la muerte no es la ultima palabra.

^3 Citado en O. F. BOLLNOW: Rilke, p. 306.


^'^ R. M. RILKE: LOS sonetos a Orfeo, II, XIII, p. 184.
^5 Cfr. 0. F. BOLLNOW: Rilke, p. 485.
^^ R. M. RILKE: Briefe aus Muzot, p. 373. Citado por 0. F. BOLLNOW: La muerte
en Rilke, p. 118.
78 TOPICOS

iSomos de verdad tan angustiosamente frdgiles


como el destino nos lo hace querer ver?
^Es la ninez, la profunda, prometedora
en las raices —mds tarde— tranquila?

Ah, el fantasma de lo caduco,


pasa por el que se abre sin malicia,
como si fuera un humo.

Como los que somos, los que andamos errantes,


se nos ve, no obstante, junto a lasfuerzas
que permanecen, como una costumbre divina. ^'

R. M. RILKE: LOS sonetos a Orfeo, H, XXVn, p. 207.

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