Asesino de Chalchuapa. Caso en El Salvador.
Asesino de Chalchuapa. Caso en El Salvador.
Asesino de Chalchuapa. Caso en El Salvador.
Salvador Meléndez
PorBryan Avelar / Factum
15 de junio, 2021
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Nota del Editor: En Animal Político publicamos este texto en solidaridad con la
revista salvadoreña Factum ante el intento de censura de éste por parte de la
Fiscalía de ese país.
El relato anterior fue reconstruido por el testigo principal del caso de la fosa
clandestina repleta de cadáveres que la Policía Nacional Civil descubrió el pasado
8 de mayo en una casa ubicada en la colonia Las Flores, en Chalchuapa. Su
confesión consta en el requerimiento presentado por la Fiscalía salvadoreña el
pasado 17 de mayo en contra de diez de sus presuntos cómplices, incluyendo al
soldado. En ella se detallan nombres, fechas y el modus operandi con el que el
asesino confeso y diez presuntos cómplices mataron a trece de sus víctimas entre
los años 2020 y 2021.
Este número de víctimas, sin embargo, es solo una parte del total de las enterradas
en ese lugar, según dijo el testigo. Hasta este lunes 7 de junio, el ministro de Justicia
y Seguridad Pública, Gustavo Villatoro, aseguró que han encontrado dieciocho
cuerpos. De estos, según una fuente de Medicina Legal consultada por Factum, han
extraído quince solo de la primera fosa ubicada en la casa del exagente. Según los
peritos de la Fiscalía son siete fosas en total donde podría haber más cadáveres.
En la copia del requerimiento fiscal al que este medio ha tenido acceso, el testigo
es identificado únicamente con el nombre clave “Estevez”, que es el mismo nombre
del callejón de la colonia Las Flores, en Chalchuapa, donde se encuentra ubicada
la casa del expolicía. Debido a la reserva total del caso y al régimen de protección
del que goza, por ley, el testigo, este medio ha decidido no publicar su nombre. Pero
de él puede decirse que ha confesado que participó en todos los homicidios, que
dijo ser el dueño de la casa donde se encontró la fosa y que aceptó ser quien ocultó
los cadáveres al arrojarlos al agujero que él mismo cavó.
Aunque la Ley de Protección a Víctimas y Testigos prohíbe revelar la identidad de
un testigo con régimen de protección, el mismo fiscal del caso y jefe de la Unidad
Fiscal Especializada Antipandillas y Delitos de Homicidio, Max Muñoz, y el
presidente salvadoreño Nayib Bukele, han revelado su identidad. El criterio de
oportunidad (o testigo criteriado) es una figura contemplada en las leyes
salvadoreñas para que un procesado reciba beneficios penales a cambio de
confesar sus delitos y delatar a sus cómplices.
“Se le dio un criterio de oportunidad parcial única y exclusivamente por nueve casos
en donde su participación fue de lanzar los cadáveres al pozo”, dijo el fiscal Muñoz
el 21 de mayo en una conferencia de prensa realizada a unos metros del lugar
donde se encuentra la fosa. Horas más tarde, el presidente Nayib Bukele aseguró
desde su cuenta de Twitter que la misma persona estaba “dando información para
condenar a nueve de sus cómplices”.
Factum ha transcrito de forma parcial cada uno de los nueve casos que suman un
total de trece víctimas. Este medio ha omitido elementos o detalles dichos por el
testigo que podrían dañar la dignidad de las víctimas.
El caso del cuádruple asesinato que, según el testigo, cometió junto al soldado es
solo uno de nueve que en total confesó. Según consta en el documento judicial, el
testimonio fue tomado por la Fiscalía el doce de mayo, cinco días después de la
captura. El testigo Estevez describió con detalles nueve casos que juntos suman
trece víctimas. Del total de estas, ocho son mujeres, dos niñas, dos niños y un
hombre adulto. Este último era su hermano.
De acuerdo con la confesión del testigo, en cada caso, el perfil de las víctimas era
muy similar. La primera de ellas, por ejemplo, era una joven de 19 años que vendía
comida en un puesto ambulante en un complejo habitacional de Santa Ana. La
segunda víctima era una vendedora de sorbetes. La tercera, vendía carteras y
productos varios en un pequeño local. Otra era ama de casa; otra era hija de la
dueña de una cervecería; y otra era una joven que no tenía trabajo.
Según confesó Estevez, la mayoría de los trece asesinatos fueron cometidos en el
año 2020, en plena ejecución del plan de seguridad “Control Territorial”, al que el
Gobierno del presidente Bukele le adjudica la baja de homicidios que en la
actualidad vive el país. El testigo aseguró que algunos de los homicidios incluso se
cometieron durante la cuarentena oficial decretada por el gobierno salvadoreño a
causa de la emergencia por el COVID-19. “Esto ocurrió cuando no se podía salir”,
dice el testigo en algunos casos. Sin embargo, en su confesión, Estevez afirmó que
además de estas, existen otras víctimas que él mismo mató y aventó a la fosa varios
años atrás.
Las fechas en que Estevez afirmó que cometieron los asesinatos –versión que
también es validada por la Fiscalía y que encaja con lo reportado por familiares de
las víctimas– contradice la versión oficial del gobierno, incluyendo al presidente
Bukele, quien sugiere que los homicidios ocurrieron hace mucho tiempo, “en más
de una década”, como tuiteó el mandatario. El lunes 7 de junio, en una entrevista
televisiva, el director de la Policía, Mauricio Arriaza Chicas, aseguró que “el caso de
Chalchuapa es un caso que, lamentablemente, data desde 2009, con cadáveres de
personas que fueron asesinadas hace más de una década. Pusimos al hechor y sus
colaboradores ante la justicia”, dijo.
El testigo relató a la Fiscalía con abundantes detalles cada uno de sus crímenes y
de sus presuntos cómplices. Incluso pudo recordar a qué víctimas enterró con ropa,
a cuáles les quitó el pantalón antes de tirarlos a la fosa, como el caso de su
hermano, o a cuáles enterraron desnudas. También relató minucias, como que a
veces guardaba artículos que dejaban las víctimas: documentos, lápiz labial o aretes
dentro de un calcetín gris.
Tanto el fiscal general impuesto por el gobierno de Bukele, Rodolfo Delgado, el
ministro de Seguridad y Justicia Villatoro, y hasta el presidente Bukele, han
calificado públicamente al asesino confeso como “psicópata”. Hasta la fecha,
Factum no ha podido confirmar que le hayan realizado algún examen de psiquiatría
forense. Sin embargo, el testigo revela en su confesión su gusto por tener relaciones
sexuales con cadáveres.
Las autoridades, sin embargo, no han logrado establecer el número total de víctimas
enterradas en el lugar. El presidente Bukele anunció en su cuenta de Twitter el
pasado 21 de mayo que para entonces había 15 víctimas confirmadas, aunque
añadió que “podrían ser muchas más”. Ese mismo día, horas antes, el ministro
Villatoro dijo en una conferencia de prensa en el lugar de la escena de los crímenes
que había solamente ocho víctimas identificadas, mientras que el fiscal del caso,
Max Muñoz, dijo que los casos podían ser más de veinte. Al respecto, la información
más reciente es la que compartió el ministro Villatoro el lunes 7 de junio. Ese día
confirmó el hallazgo de 18 cadáveres en la casa, pero agregó que aún podría haber
más.
Aunque los investigadores aseguran que las víctimas también eran atraídas desde
San Salvador y otros departamentos, doce de las trece personas a quienes el testigo
identifica en su confesión vivían en las cercanías de Chalchuapa, su zona de
operación. Sumado a ello, y basado en lo declarado por el testigo, Ticas informó
que únicamente una de las víctimas identificadas vivía en el Puerto de la Libertad,
a 90 kilómetros de la casa del asesino.
La Fiscalía acusa a los diez presuntos cómplices por dos delitos: feminicidio y
homicidio agravados. La confesión aportada por Estevez es tan importante para la
Fiscalía que es el único elemento en el que se basa para acusarlos en el
requerimiento fiscal. No hay nada más que los vincule ni en modo, tiempo o lugar.
Estevez confesó que él mismo cavó la fosa en el patio trasero de su casa hace
varios años con el único objetivo de ocultar cadáveres. Igual que ese, cavó seis más
en el mismo patio. Aunque el testimonio no detalla en qué año lo hizo, el testigo
enfatiza varias veces que nunca tuvo problemas con el hedor que generaban los
más de quince cuerpos en descomposición. “A dichos cuerpos ni siquiera les tiraba
tierra ni cal. No hacía nada para el hedor, ya que para eso el testigo tapaba el hoyo
con una plancha ”, dice el documento fiscal.
El primero de los trece asesinatos en los que Estevez confesó haber participado
ocurrió el 13 de febrero de 2020. En ese caso, la víctima fue una joven de 19 años
que trabajaba en un pequeño puesto de venta de comida ubicado en una carretera
del departamento de Santa Ana. Para identificarla, además de la confesión del
testigo, la Fiscalía entrevistó a un familiar de la víctima, cuyo relato coincide con lo
aportado por Estevez en relación a la descripción de las características, fecha y
modo en que fue reportada la desaparición de esta persona.
Según el relato del testigo, ese día, uno de sus cómplices se presentó a su casa
aproximadamente a las 6:00 de la tarde, y le dijo que andaba con una señorita con
quien tenía una relación, pero no tenía dónde llevarla. Por eso, Estevez asegura
que le ofreció su casa “para que pudieran platicar”. Más adelante, el testigo relata
que el sujeto quiso abusar de la joven, pero ella no se dejó.
El testigo dice que, ante esto, su cómplice sometió a la víctima y la agredió
sexualmente. Entonces, ella lo amenazó con que lo iba a denunciar. Y ante esto, “el
imputado le quitó la vida pegándole con un hierro en la cara. Luego, entre los dos,
la lanzaron desnuda en un hoyo que había en el patio de dicha vivienda. Por esa
ayuda, el amigo de Estevez le pagó la cantidad de 20 ”, dice el relato judicial.
Cuatro días antes de que Estevez y sus cómplices mataran a la primera de sus
víctimas, el presidente Bukele irrumpió en la Asamblea Legislativa acuerpado de
militares y se tomó el palacio legislativo. Su excusa, dijo, fue presionar a los
diputados a aprobar un préstamo por $109 millones para financiar su plan control
territorial. Esta medida de presión, según dijo el mandatario, era apoyada con los
supuestos resultados de su plan: una disminución de homicidios histórica que no se
veía desde los tiempos de la tregua entre las pandillas y el gobierno del expresidente
Mauricio Funes, en el año 2012. Bukele aseguraba que para mantener esos
resultados era necesario más dinero. En Chalchuapa, sin embargo, la matanza
apenas empezaba.
Estevez asegura que, una vez entraron a la casa, su amigo intentó abusar
sexualmente de la joven. “En ese momento, el testigo salió de la casa y empezó a
escuchar una especie de tropel, como sonidos de golpes y gritos de auxilio, porque
su victimario la estaba estrangulando con las manos y le había pegado en la cabeza
con una piedra”, dice el documento.
La tercera víctima de los trece casos confesados por Estevez fue asesinada el 13
de abril de 2020, exactamente dos meses después de la primera. Esta víctima era
una joven vendedora de sorbetes. De acuerdo con la confesión del testigo, fue
llevada a su casa por otro de sus cómplices. Una vez ahí, Estevez asegura que él
encerró a ambos en el cuarto del fondo, “donde los dejó para que platicaran”. Al
finalizar esa tarde, Estevez dice que entró a su casa y vio a la joven ya muerta “con
señales de haber sido asfixiada”.
Para cuando Estevez y su cómplice mataron a esta víctima, El Salvador estaba bajo
encierro total por la cuarentena obligatoria ocasionada por la crisis del COVID-19.
El país entero estaba militarizado y la Policía junto al Ejército garantizaban que
nadie saliera a las calles sin justificación. Las medidas incluyeron privar a miles de
salvadoreños de su derecho a la libre circulación y cientos fueron encerrados de
forma obligatoria en centros de cuarentena. Para el expolicía y los suyos, sin
embargo, aquellas restricciones no fueron suficientes.
Las siguientes dos víctimas fueron una madre de 36 años y su hija de nueve. Este
doble asesinato, según el testimonio, ocurrió el 5 de julio de 2020. De acuerdo con
la confesión, esa vez, otro amigo suyo le contó que tenía una relación con una mujer
y quería llevarla a su casa con la intención de abusar de ella y de su hija. Le dijo
que “quería cumplir su fantasía”, dice el testigo. Estevez asegura que después de
dejar en su casa a las víctimas en compañía de su amigo, salió a comprar pupusas
y, al regresar, él las había matado, por lo que decidieron tirarlas a la fosa.
La sexta de las víctimas también sufrió una agresión sexual. En esa ocasión, a
finales del 2020, sin especificar la fecha, el testigo narra que fue él mismo quien la
engañó. El testigo la invitó a su casa con la intención de llevarla hasta un amigo
suyo que la quería violar. Una vez ahí, Estevez asegura que de nuevo los dejó solos.
Premeditando no solo violarla sino también matar a la víctima, el testigo le
recomendó a su amigo que “testigo muerto no habla” y le señaló el tubo de hierro
que tenía en su casa. Una vez encerrados, Estevez asegura que fue su amigo quien
mató a la víctima y después él le ayudó a enterrar el cadáver.
Estevez cuenta que el asesinato de las siguientes cuatro víctimas ocurrió un mes y
medio después de la anterior. En esa ocasión, asegura, se le acercó otro amigo.
Esta vez su amigo era un soldado.
Estevez confesó que para cometer este crimen convenció con engaños a su
hermano para que llegara a su casa a finales de abril de 2021. Le aseguró que
consiguió a dos bailarinas y lo invitó a tomar en un bar cercano. Luego les pidió que
fueran a seguir bebiendo en su casa. Una vez ahí, Estevez le quitó la vida
golpeándolo cuatro veces con un tubo de hierro en la cabeza en presencia de las
bailarinas. “En esa ocasión el testigo dice que no aceptó el pago porque era dinero
mal habido”, narra la confesión. Al contrario de lo aceptado en los demás casos,
Estevez manifestó un conflicto moral que no corresponde, precisamente, al hecho
de haber cometido fratricidio (asesinar a su hermano), sino al hecho de aceptar
dinero por ello.
Días después de ese asesinato, el siete de mayo de 2021, Estevez llevó a dos
víctimas más a su casa. Ese día, una de ellas logró escapar momentáneamente y
pedir auxilio a gritos. Los vecinos oyeron y cuando la Policía tocó la puerta, Estevez
recurrió a su hermano muerto en el patio de su casa. En un intento por ocultarse, el
asesino se cortó las venas de las muñecas y se acostó sobre el cadáver de su
hermano, fingiendo estar muerto. Pero su respiración lo delató. La impunidad para
él había terminado.