Impacto Enegético y Económico Del Proyecto BIM - Tema3
Impacto Enegético y Económico Del Proyecto BIM - Tema3
Impacto Enegético y Económico Del Proyecto BIM - Tema3
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TEMA
Impacto energético y económico del proyecto BIM
Esquema
Ideas clave
Para estudiar este tema deberás leer las Ideas clave que encontrarás a continuación.
En este tema introduciremos la metodología del análisis del ciclo de vida (LCA) como
método de evaluación del impacto del proyecto en los diferentes aspectos de la asignatura
(energía y economía). Este modelo permite obtener un punto de vista global del proyecto
considerando todas sus fases, desde el diseño hasta la gestión de su desmantelamiento
una vez cumplida su vida útil. El modelo del LCA es analizado de forma general
mostrando las etapas y partes de las que consta para luego ser adaptado al caso específico
del análisis del ciclo de vida energético (LCEA) y económico (LCCA).
El análisis del ciclo de vida LCA (Life Cycle Assessment) es un método de análisis y
evaluación del impacto de un proyecto (por ejemplo medioambiental, energético,
económico, social…) que permite determinar la eficiencia entendiendo esta como el ratio
entre las entradas y salidas involucradas en el proyecto y/o la producción de bienes o
servicios. Ofrece un marco flexible para un gran número de análisis que van desde los
detalles del proceso productivo a las decisiones de política de empresa.
El modelo LCA has sido desarrollado para ser capaz de capturar los flujos de
entrada/salida de las actividades consideradas a lo largo de los estadios que atraviesa el
producto y/o servicio durante su vida útil, entendiendo por el fin de esta vida útil el
momento en el que su valor económico es nulo.
Una de las grandes ventajas del LCA es la habilidad para evitar el denominado
problem shifts (desplazar el problema hacia delante, evadir el asunto); esto es obviar
impactos del producto y/o servicio y comparar diferentes enfoques mediante una única
perspectiva que facilite la toma de decisiones. (Rønning y Brekke, 2013, pp. 63-83).
La respuesta radica en el hecho de que el modelo de análisis LCA viene definido por una
norma (ISO 14040:2006) que únicamente establece un marco de aplicación basándose
en cuatro pilares fundamentales, pero que admiten diferentes enfoques (ver figura
1):
Como solución a este esquema de partes el BIM pretende integrar el LCA desde la fase
de diseño y en todas aquellas áreas involucradas en el proyecto. De hecho, BIM es en sí
mismo un análisis del ciclo de vida de la gestión del proyecto que como herramienta debe
establecer y regular los flujos de información interdisciplinares entre los diferentes
actores del proyecto. En efecto el grado de complejidad de un proyecto sustentable
incrementa la ambición y alcance del método y de la densidad de información puesta en
juego, para lo cual el gran reto es manejar estos flujos de información de manera eficiente
El ciclo de vida considera para el cálculo del impacto tres fases del proyecto: inicial,
recurrente y final; que se relacionan transversalmente mediante la inclusión en el
análisis del factor de transporte. Estas fases se pueden a su vez subdividir con objeto de
definir claramente el alcance de las entradas/salidas de información que se establezcan.
Esta vida útil condiciona enormemente los resultados del LCA de modo que para las
construcciones más efímeras, el impacto de la energía requerida durante la fase inicial
puede ser mayor del ochenta por ciento de la energía consumida en su fase recurrente.
Esto último sin considerar la demandada para el desmantelamiento del propio edificio,
que sin duda conduce a un incremento del consumo energético y por tanto de la
reducción relativa del impacto de la operación del proyecto (fase recurrente).
El impacto de cada fase del LCEA es función de la vida útil del proyecto y, por tanto, de
la vida útil de cada uno de los elementos que componen el proyecto. De esta manera, las
soluciones energéticas propuestas en el diseño deben ser jerarquizadas en función de su
impacto global.
Figura 3. Influencia de la vida útil de la construcción en la energía consumida en las fases inicial y
recurrente del proyecto. Adaptado de: Rauf y Crawford, 2015, pp.140-148.
Una vez definido el objetivo general (por ejemplo, el impacto energético) y gestionado el
alcance (por ejemplo, fases del ciclo consideradas) para cada actor dentro del BIM (por
ejemplo: fabricantes, distribuidores o constructores) se debe establecer un sistema
común de medida. Esto es, definir unas unidades en las que se expresen los resultados y
que conformen el inventario del proyecto. En el caso particular de la energía se debe
preferir magnitudes relacionadas con la energía primaria y no con la final. Esto es así
porque de este modo se facilita la transformación de las energías inventariadas de origen
eléctrico o térmico en términos de energía primaria contenida en el origen de la materia
que produjo dicha energía eléctrica y/o térmica que se consumió en la fase del LCEA
estimada.
Además de lo anterior, cabe señalar que las magnitudes absolutas no permiten establecer
comparativas claras entre construcciones y, como se comentó en el tema primero,
muchos sistemas de certificación energética expiden sus certificados en base al grado de
eficacia del proyecto estudiado con respecto a un proyecto similar considerado altamente
eficiente. Por lo tanto, se necesita relativizar el valor absoluto de consumo de energía
primaria frente alguna otra magnitud, lo que se denomina obtener la intensidad
energética del proyecto. Para ello, en la industria de la construcción se suelen emplear
unidades de superficie o volumen para reducir el consumo absoluto a kWh/m2 o
kWh/m3.
Sin embargo, si se tienen en cuenta los distintos tipos de superficie que se pueden
considerar, se comienza a atisbar el grado de discrepancia que puede existir entre
edificios similares si no existe un criterio armonizado. Así, en función de la superficie o
volumen considerado (útil, neto, bruto, habitable, acondicionado térmicamente…) los
valores varían de tal manera que la comparación se hace inútil.
Por lo expuesto, es necesario establecer un sistema uniforme entre todos los actores del
proyecto con objeto de que los reportes que cada uno debe gestionar informen sobre la
misma realidad y puedan ser fácilmente integrados en el inventario global del proyecto.
Además, como se vio anteriormente la vida útil del proyecto debe estar considerada de
alguna manera en este LCEA. La manera de integrarla es, intuitivamente, reducir esta
intensidad energética en base a la vida útil del proyecto de modo que la energía resultante
(inicial y final) del proyecto pueden ser prorrateadas y sumadas a la energía recurrente
obteniendo un valor en kWh/m2 año. Para sintetizar el proceso de obtención de este
parámetro en un proyecto de construcción se presenta el siguiente esquema (ver figura
4) que permite calcular el impacto energético final (con la fórmula que puedes ver a
continuación):
Donde:
Una vez concluido el proceso de obtención de los valores del proyecto se debe interpretar
el resultado. Como se ha comentado, la literatura especializada en la industria de la
construcción muestra valores muy dispares acerca de los impactos energéticos de los
edificios en función de las diferentes estrategias de LCEA empleadas (por ejemplo
objetivos, alcances, inventario) y del tipo de edificación del que se trate. Esto es
dependiendo de si el proyecto corresponde a edificación de tipo: residencial, pública
concurrencia, oficinas, industrial…
Los resultados apuntan hacia una distribución normal que sin embargo no permite
hablar en términos promedio, ya que cada reporte empleado considera diferentes datos
de entrada en el modelo LCA, diferentes alcances e incluso diferentes unidades de
trabajo. Por todo lo anterior, la información que se utiliza como referencia no
debe ser considerada en términos absolutos sino como meros indicadores.
Por ejemplo, el LCCA permitiría valorar de manera razonada si un proyecto debe invertir
en un mejor sistema de ventilación, calefacción y aire acondicionado [HVAC (Heating,
Ventilation and Air Conditioning)], o bien en el incremento de aislación térmica del
proyecto. Ambas alternativas reducen el consumo energético pero quizás en diferente
proporción, lo mismo que ambas tienen diferente coste de instalación inicial,
mantenimiento y sustitución o desmantelamiento.
Cabe destacar que solo será necesario considerar aquellos costos en cada categoría que,
por su cuantía económica o su valoración del impacto social, sean relevantes para la toma
de decisiones cuando se evalúan diferentes alternativas. LCCA puede ser realizado en
varios niveles de complejidad variando su alcance; desde una perspectiva global y
desdibujada para alcanzar valores estimativos en fases de discusión de diseños
preliminares, hasta los análisis detallados de las diferentes soluciones escogidas. Esta
extensión, así como la cantidad de actores del equipo involucrados, dependerá de la
complejidad de las soluciones escogidas y del grado de especialización requerido para el
proyecto.
Se debe destacar que todos los costes deben ser introducidos en base anual a
precios actuales y por tanto, las bases de pronóstico utilizadas para las estimaciones
deben ser consensuadas entre todos los actores con el fin de que los resultados sean
fiables y presenten un punto temporal común de origen.
Con objeto de añadir y/o comparar escenarios o flujos económicos en los que incurren
cada una de las diferentes alternativas, en las distintas etapas del ciclo de vida definido
por el LCCA, también se debe establecer una línea de tiempo equivalente, y por tanto es
necesaria la conversión de los valores futuros a precios actuales. Lo que se conoce como
valor actual neto (VAN) (ver la siguiente ecuación).
𝑁𝑁
𝑄𝑄𝑖𝑖
𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 = −𝐼𝐼 + �
(1 + 𝑥𝑥)𝑖𝑖
𝑖𝑖=1
Donde:
I: inversión inicial.
x: coste de oportunidad o tasa de descuento. Cuando el proyecto no tiene riesgo definido
se toma como el tipo de interés mínimo de productos bancarios de inversión
garantizados (por ejemplo, renta fija).
Qi: flujos económicos estimados en el período N. S debe tener en cuenta que muchos
flujos monetarios se producen en distintos tiempos y que por tanto, en proyectos de larga
duración se debe establecer adecuadamente en qué período del año se produce y por
tanto, qué tasa de descuento se debe aplicar.
N: número de períodos considerados. El período de estudio se alargará hasta que todos
los flujos económicos estén descontados. Por consiguiente, el período según el LCCA
debe incluir los flujos en todas las etapas: inicial, recurrente y final, y este alcance deberá
ser el mismo para todas las alternativas en comparación.
de analizar la obligación de pagos con los costes o ahorros energéticos o de otra índole
de año en año.
Los costes iniciales pueden incluir los costes de inversión para la adquisición del
terreno, el pago adelantado de la construcción o parte de la misma y la compra de
equipamiento auxiliar (maquinaria o herramientas) necesarias para la ejecución de la
obra. El coste de adquisición del terreno permite valorar por ejemplo alternativas de
ubicación más económicas, o bien considerar la reconstrucción de proyectos al final de
su vida útil en parcelas ya consolidadas. Además, el terreno influye notablemente en los
costes de construcción en términos de localización de centros de consumo, espacio
disponible para las instalaciones auxiliares durante la obra y dificultad de la logística de
materiales y personas. En este apartado de costes iniciales se deben tener en cuenta que
cada solución conlleva una afectación pública (bien por la propia obra o por el
emplazamiento de la misma) que en la mayor parte de casos está gravada con diferentes
cánones territoriales que deben computarse para la valoración de la solución.
Por otra parte, durante la operación del proyecto el consumo de recursos tales como
energía, agua, reparaciones y demás van en función del diseño propuesto aunque su coste
económico esté influenciado por estrategias empresariales, políticas de incentivos y otras
coyunturas económicas. En particular, el análisis del coste energético conlleva una gran
incertidumbre en términos económicos en la fase de proyecto. Las asunciones se deben
establecer en base a complejos sistemas tarifarios y variaciones del precio, que a pesar
de su carácter creciente en el largo plazo sorprenden al analista con fluctuaciones
estacionales explicadas por especulaciones, principalmente atribuibles al mercado de los
Finalmente, en el término de la vida útil del proyecto se deben atender a los costes
originados por la demolición o desmantelamiento del proyecto, así como a la
gestión de los materiales obtenidos en este proceso. En muchas ocasiones el tratamiento
(reciclaje, vertido a rellenos sanitarios, etc.) varía desde la concepción del proyecto por
la propia evolución de la tecnología disponible. De esta manera, elementos que son
considerados con un determinado coste de tratamiento en la actualidad, pueden resultar
con valores muy diferentes en función del desarrollo de la tecnología. Por ejemplo, hace
años la estimación del coste de tratamiento de los residuos que contenían amianto no
hubiera tenido la repercusión que representa actualmente su gestión. Al contrario,
residuos pétreos sólidos de demolición que hubieran sido considerados como coste en
tanto debían ser retirados a escombreras, hoy en día tienen una industria de reciclaje en
otros eco materiales que permiten obtener incluso un beneficio económico. Así, se
considera necesario incluir un ahorro en forma de valor residual tras la demolición y/o
desmantelamiento del proyecto, como se ha indicado, por la expansión de los mercados
basados en la economía circular que permiten revalorizar diferentes residuos y recuperar
parte de valor en lugar de suponer un coste.
Otros costes que flotan en todos los comentados anteriormente son los relativos a los
cargos financieros, los impuestos, seguros etc. Estos costes suelen ser prorrateados en
cada uno de los costes anteriores, pero conviene tener presente que existen y suman para
la determinación del LCCA. Por ejemplo, la instalación de determinados sistemas muy
innovadores y con alto coste pueden suponer un incremento de los índices de riesgo que
influyan en el incremento del coste de los seguros y/o la propia financiación, con
independencia del presunto ahorro que puedan suponer.
Por último, se han incluido en la lista otro tipo de coste o beneficio intangible que
refleja efectos holísticos de difícil encaje en el LCCA pero que también debe guiar a los
actores BIM en la selección de las propuestas (por ejemplo imagen de marca,
responsabilidad social corporativa, etc.). De nuevo, es necesaria la integración de todos
los agentes para poder poner en valor estos intangibles. No solo se debe pensar en la
imagen de marca en términos de aumento del liderazgo de los promotores del proyecto,
sino también en efectos colaterales para los usuarios o el cliente del proyecto, así como
la extensión del modelo sustentable.
Donde:
CO: coste de operación. En este caso si la relación que se persigue establecer es la relación
entre el impacto energético y el económico, este coste no tendrá en cuenta costes de
utilización de agua, gestión de residuos, etc., sino sólo aquellos relacionados con la
energización del proyecto (combustibles, electricidad…). En este caso, esta cantidad
puede ser negativa en tanto que la instalación de diferentes fuentes de energía alternativa
on site (generación en el propio emplazamiento de la obra) pueden además de satisfacer
las necesidades del edificio, suponer una base de ingresos por venta de esta energía al
exterior del proyecto.
Cabe destacar que la recuperación de ciertos elementos que hayan de ser reemplazados,
a lo largo de la vida útil del proyecto o en su fase final, pueden tener un valor económico
que ha de ser descontado por suponer un ingreso (ahorro) en lugar de un coste. Este valor
lo representamos con Cres.
Una vez obtenidos los indicadores necesarios es cuando se puede tomar la decisión de
escoger el diseño más apropiado, por ejemplo la propuesta con el menor LCC y el mayor
TIR.
Por último, indicar que si bien la utilización de software específico puede reducir
considerablemente el tiempo y esfuerzo requeridos por la formulación del LCCA, se debe
considerar cuidadosamente la congruencia entre los datos facilitados por las bases de
precios existentes y/o las librerías ofrecidas por este tipo de software y las
especificaciones de inventario definidas en el LCCA.
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Strengths and weaknesses Eco-Efficient Construction and Building Materials: Life Cycle
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Lo + recomendado
No dejes de leer…
Muñoz, P., Morales, P., Letelier, V., Muñoz, L. y Mora, D. (2017). Implications of Life
Cycle Energy Assessment of a new school building, regarding the nearby Zero Energy
Buildings targets in EU. Sustainable Cities and Society, 32, 142-152.
doi:10.1016/j.scs.2017.03.016.
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Accede al vídeo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
https://www.dailymotion.com/video/x2jmop5
+ Información
A fondo
Integrating BIM and new rules of measurement for embodied energy and
CO2 assessment
Abanda, F., H., Oti, A., H. y Tah, J., H., M. (2017). Integrating BIM and new rules of
measurement for embodied energy and CO2 assessment. Journal of Building
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Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
https://www.scopus.com/inward/record.uri?eid=2-s2.0-
85021627474&doi=10.1016%2fj.jobe.2017.06.017&partnerID=40&md5=f80402d4b12
0773408e2a27affe59dc0
Life cycle assessment (LCA) and life cycle energy analysis (LCEA) of
buildings and the building sector: A review
Cabeza, L., F., Rincón, L., Vilariño, V., Pérez, G. y Castell, A. (2014). Life cycle assessment
(LCA) and life cycle energy analysis (LCEA) of buildings and the building sector: A
review. Renewable and Sustainable Energy Reviews, 29, 394-416.
doi:10.1016/j.rser.2013.08.037.
Esta revisión bibliográfica resume y organiza la literatura existente sobre el análisis del
ciclo de vida energético (LCEA) y económico (LCCA) llevados a cabo tanto en edificios
corrientes como en aquellos categorizados como sustentables.
Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1364032113005777
Bibliografía
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Singh, A., Olsen, S., I. y Pant, D. (2013). Life Cycle Assessment of Renewable Energy
Sources. Londres: Springer-Verlag.
Actividades
» La ubicación del proyecto será libre: por ejemplo, la que el alumno decida a lo largo
de todo el planeta.
» Se deberá respetar la geometría del edificio pudiendo variar la orientación del mismo
para obtener un mejor resultado energético.
» Se podrán definir diferentes superficies de acristalamiento y elementos de
sombreado, respetando como mínimo un 30 % de la superficie total de fachadas
cubiertas por cristal.
» Las soluciones constructivas serán las que decida el alumno para cada superficie.
» Detalles de cada propuesta, por ejemplo: solución por fachada, sombreado, altura de
antepecho, muros cortinas, etc.
» Energía consumida por tipo de uso e intensidad energética del proyecto.
» Coste económico de la operación del edificio.
» Se propone entregar los resultados en una tabla resumen (ver ejemplo tabla 1).
Criterios de evaluación
Test
1. ¿De qué etapas se compone el LCA?
A. Definición de alcance y objetivos, análisis de inventario, evaluación del impacto
e interpretación de resultados.
B. Diseño del proceso, captura de datos, tratamiento de datos e interpretación de
resultados.
C. Relleno de formularios, realización de encuestas, recopilación de datos y toma
de decisiones.
D. Cálculo de variables, evaluación del impacto, análisis de soluciones e
implementación de soluciones.
2. ¿De qué depende el impacto relativo de cada una de las fases del LCA?
A. Del sistema de unidades empleado.
B. Del coste económico total del proyecto.
C. De la duración de la vida útil del proyecto.
D. Ninguna de las anteriores.
10. ¿Cuál de los siguientes indicadores no son herramientas de análisis del LCCA?
A. VAN.
B. ADD.
C. SIR.
D. TIR.