D° MGRF Civil Contratos

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“UNIVERSIDAD SAN PEDRO”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN

NOMBRE DE LOS INTEGRANTES:


Torres Loli Saori, 1616200201 – Huacho
Flores Ramírez Deyaneira, 1616200021 – Huacho
Taboada Quezada Mónica, 1716200089 – Huacho
Estupiñan Rodríguez Ángeles, 1616200195 – Huacho
Pichilingue Minaya Axel, 1616100369 - Huacho

CICLO:
VIII

DOCENTE:
Javier Clemente Cabanillas Sulca

CURSO:
Derecho Civil VII – Contratos Parte General

HUACHO-2020
DEDICATORIA

El presente trabajo está dedicado a nuestros padres

quienes nos apoyan día a día en nuestro proceso de

formación profesional de manera incondicional. A


nuestro docente por todos los conocimientos y aportes

compartidos en el curso.
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PRESENTACIÓN
El presente trabajo tiene como finalidad informar sobre la excesiva onerosidad de la
prestación, y a la vez tipificados en el código civil en los artículos, art.1440 hasta el
art.1446.
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TABLA DE CONTENIDO
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INTRODUCCIÓN

Aunque de raíz antigua, puesto que emana de la teoría de la imprevisión conocida desde

Roma y sustentada por cicerón en “De Oficis”, la figura de la excesiva onerosidad de la

prestación es otro aporte del código civil y está inspirada en un elemento principio de

equidad. Aquí se nota nuevamente la filosofía del código en materia contractual, cuando se

coloca en una posición ostensiblemente distinta a la tradicional.

En efecto, sí es exacto que como regla general el contrato nace para ser cumplido, existen

situaciones en que, por excepción y para evitar que la justicia más rigurosa se convierta en

la mayor de las injusticias, puede y debe ser revisado. con ello se evita la ruina económica o

el enriquecimiento desproporcionado de una parte y se conserva , en suma, aquello que se

conoce como equilibrio contractual.

Cómo precedentemente lo expresamos se puede apreciar que la excesiva onerosidad de la

prestación tiene su origen en Roma y su razón de ser estriba en que en ningún caso el

derecho puede permitir que debido a acontecimientos extraordinarios o imprevisibles

posteriores a la celebración del contrato alguna de las partes puedan enriquecerse

injustamente a costa del empobrecimiento de la otra. tolerar ello sería abrir las puertas a la

injusticia y como bien sabemos el fin del derecho es el opuesto, esto es, perseguir la

justicia. Y en este caso concreto, tal cometido se logra nivelando la desproporción de las

prestaciones hasta hacerlas equivalentes nuevamente.


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MARCO TEORICO
I. DEFINICION

 EXCESIVA: adj. Que excede y sale de regla.

 ONEROSIDAD: Que incluye conmutación de prestaciones reciprocas, a

diferencia de lo que se adquiere a título lucrativo- Lo que admite pago

pecuniario, contrario a lo gratuito. Ejm: acto jurídico oneroso.

 PRESTACION: Objeto o contenido de la obligación, es el comportamiento que

debe tener el deudor, consiste en dar, un hacer o en un no hacer.

- La excesiva onerosidad puede darse cuando:

a) el valor de la prestación se incrementa excesivamente, manteniéndose inalterable el

valor de la contraprestación;

b) permanece idéntico el valor de la prestación, disminuyendo considerablemente el de

la contraprestación;

c) ambos valores, el de la prestación y el de la contraprestación, sufren alteraciones en

sentido inverso, desequilibrándose la economía del contrato.

La figura de la excesiva onerosidad de la prestación es otro aporte del nuevo Código

Civil y está inspirada en el elemental principio de la equidad. Lo tradicional es que el

contrato nace para ser cumplido, sin embargo existen situaciones excepcionales que

permiten que el contrato pueda ser revisado judicialmente, para evitar la ruina
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económica o el enriquecimiento desproporcionado de una parte, y se conserva, en suma,

aquello que se conoce como el equilibrio contractual. El Art. 1440 del C.C. establece

que si la prestación llega a ser excesivamente onerosa por acontecimientos

extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada puede solicitar al Juez, que reduzca

o que aumente la contraprestación, a fin de que cese la excesiva onerosidad.

II. CONCEPTO

De acuerdo con el artículo 1440 del CC:

“En los contratos conmutativos de ejecución continuada, periódica o

diferida, si la prestación llega a ser excesivamente onerosa por

acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte

perjudicada puede solicitar al juez que la reduzca o que aumente la

contraprestación, a fin de que cese la excesiva onerosidad.

Si ello no fuera posible por la naturaleza de la prestación, por las circunstancias o si

lo solicitara el demandado, el juez decidirá la resolución del contrato. La resolución

no se extiende a las prestaciones ejecutadas”.

La excesiva onerosidad de la prestación se presenta en los contratos de ejecución

continuada, periódica o diferida, cuando por extraordinarios e imprevisibles se rompe el

equilibrio contractual original y la ejecución de la prestación de una de las partes se

torna excesivamente onerosa frente a la contraprestación del otro contratante. En este


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caso, conforme los dispone en el artículo 1440 del Código Civil peruano, la parte

perjudicada puede solicitar la revisión judicial del contrato para que el juez reduzca su

prestación o aumente la contraprestación de la otra parte y con ello logre restablecer

nuevamente el equilibrio contractual en dicho contrato. Empero, si no fuera posible

equilibrar las prestaciones por la naturaleza de la prestación, por las circunstancias del

caso o porque lo solicita el demandado, el juez ordenará la resolución del contrato.

(Soto Coáguila, 2008, p. 100)

Debe destacarse que, al menos desde un punto de vista teórico, se asume que como

consecuencia de la contratación ambas partes obtienen beneficios, estableciéndose lo

que ellas estiman soberanamente como el propio equilibrio de sus intereses.

Resultaría seriamente cuestionable que se obligue a cumplir el contrato (que no es sino

un instrumento) conforme a lo pactado en su oportunidad, si de manera posterior se

presentan situaciones que quiebran el equilibrio definido en su momento por los propios

interesados, ya que por causas ajenas a las partes, una de ellas estaría obteniendo una

mayor ventaja en exacta correspondencia y consecuencia de la desventaja que estaría

padeciendo la contraparte, que estaría en una situación de extrema dificultad para

honrar lo que inicialmente era absolutamente posible de ejecutar. En otras palabras, si

las partes estructuraron el contrato sobre ciertas premisas, estas debe estar adecuado a

aquellas de manera permanente, porque de lo contrario el instrumento se convertiría en

un fin, desnaturalizándose. (Ortega Piana, 2007, p. 174)


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Por tanto, concebimos a la excesiva onerosidad de la prestación como un acto de

justicia correctiva mediante el cual al derecho le está permitido ingresar al contrato

(conmutativos de ejecución continuada, periódica o diferida) celebrado entre dos partes

cuando advierta una desproporción grosera, sobreviniente a la celebración del contrato,

entre las prestaciones debido a acontecimientos extraordinarios e imprevisibles. Ya que

de lo contrario, o sea permitir tal clase acto, sería ir en contra de uno de los fines del

derecho: la justicia.

III. ELEMENTOS CONDICIONALES

Los elementos condicionantes de la excesiva onerosidad son:

a. Que se presente en los contratos de ejecución continuada, periódica y diferida. En los

contratos ya ejecutados no se da la excesiva onerosidad.

b. Que se dé la excesiva onerosidad por acontecimientos posteriores a la celebración del

contrato de carácter extraordinario e imprevisible, como por ejemplo el alza de

materiales, la suba de la mano de obra por un aumento no previsto de sueldos, un

proceso devaluatorio o inflacionario, entre otros casos.

El hecho extraordinario será aquel que está alejado de lo que frecuentemente sucede

como situación normal o corriente, en cambio lo imprevisible está vinculado con lo que

ordinariamente puede esperarse, esto es, lo que surge del razonamiento común y

corriente de los seres humanos. Ambos conceptos han sido, son y serán discutidos en la

doctrina y difícilmente se alcanzará consenso. En todo caso, ambos factores deberán ser
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evaluados por el Juez. c. La parte perjudicada, tiene el derecho de pedir al Juez la

revisión del contrato, para que reduzca la prestación o aumente la contraprestación, a

fin de hacer cesar la excesiva onerosidad. De darse estas condiciones, el Juez podrá

revisar el contrato, pero respecto a las prestaciones por cumplirse, ya que las ya

ejecutadas constituyen hechos consumados que no dan derecho a revisión.

IV. FUNDAMENTOS

Para fundamentar la procedencia de la excesiva onerosidad de la prestación, hay

quienes parten de la voluntad presunta de los contratantes, otros se apoyan en la base

del negocio jurídico, otros argumentan la buena fe y la equidad, y no faltan quienes se

apoyan en la teoría del abuso del derecho.

1. teoría de la presuposición o voluntad presunta

Los canonistas de la Edad Media y los post glosadores consideraron que la

cláusula rebus sic stantibus está implícita en todo contrato. Esta cláusula, que es la

excepción a la regla pacta sun servanda, permite la revisión del contrato cuando se

alteran de modo extraordinario las circunstancias existentes en el momento de su

celebración. Las partes subordinan los efectos del contrato a que subsistan las

circunstancias que rodearon su celebración, pero sin llegar a constituir una condición.

2. teoría de la base del negocio jurídico

Por base objetiva del contrato ha de entenderse el conjunto de circunstancias y estado

general de las cosas cuya existencia o subsistencia es objetivamente necesaria para que

el contrato, según el significado de las intenciones de ambos contratantes, pueda


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subsistir como regulación dotada de sentido. La base objetiva del negocio desaparece

cuando la relación de equivalencia entre prestacióny contraprestación presupuesta en el

contrato se ha destruido; cuando la común finalidad expresada en el contenido del

contrato, haya resultado definitivamente inalcanzable.

3. teoría de la buena fe y equidad

Según esta teoría, pretender ejecutar la prestación devenida en excesivamente onerosa

por circunstancias extraordinarias e imprevisibles, que han trastocado el equilibrio

contractual, es violentar la buena fe y la equidad. La cláusula rebus sic stantibus se

apoya en la buena fe y la equidad, y es aplicada cuando un posterior y extraño

acontecimiento imprevisible produzca un extraordinario desequilibrio en las

prestaciones. Siempre que se realicen todos los requisitos del supuesto normativo, el

juez tiene el poder de revisar o resolver el contrato.

Nuestro derecho positivo está vinculado con la teoría de la buena fe.

El artículo 1362 del Código Civil establece que "los contratos deben negociarse,

celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena fe y común intención de las partes".

Es obvio que no actúa de buena fe el acreedor que pretende obtener un lucro desmedido

aun a costa de la desgracia de su deudor, cuando el lucro del uno y la recíproca

desgracia del otro son la consecuencia de la obra y gracia de un hecho extraordinario e

imprevisible que irrumpe en el contrato deformando sus efectos naturales. Precisamente


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uno de los fines del principio de la buena fe consiste en corregir la injusticia

sobrevenida con el rompimiento del equilibrio contractual original.

V. REQUISITOS

Para que proceda la aplicación del principio de la excesiva onerosidad de la prestación

se requiere:

a) Que el contrato, en principio, sea con prestaciones recíprocas, conmutativo,

de ejecución continuada o periódica, o diferida

El contrato es con prestaciones recíprocas cuando engendra obligaciones para todas las

partes, hay prestación y contraprestación, las mismas que son interdependientes. Por

ejemplo, a la prestación del vendedor consistente en transferir la propiedad del bien que

se vende corresponde la contraprestación del comprador de pagar el precio en dinero.

Como la compraventa, son contratos con prestaciones recíprocas el arrendamiento, el

suministro, el mutuo con intereses, el mandato remunerado, el contrato de locación de

servicios, el de trabajo, en fin, la mayoría de los contratos nominados o innominados.

El contrato es conmutativo, en una primera acepción, cuando existe cierta equivalencia

entre prestación y contraprestación, ejemplo, en la compraventa, el precio corresponde

más o menos al valor real de cambio que tiene el bien vendido en el mercado, en el

arrendamiento, la renta que paga el arrendatario corresponde más o menos al valor de

uso que tiene el bien en el mercado. En una segunda acepción,

la conmutatividad significa que el valor de las prestaciones quedan fijadas ab initio, o

sea, las partes conocen si el contrato les va a reportar o no beneficios, por ejemplo, la
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compraventa (contrato con prestaciones recíprocas), la donación (contrato con

prestaciones a cargo de una sola de las partes). Esta última significación de la

conmutatividad se contrapone a los contratos aleatorios o riesgosos en los que las partes

desconocen los efectos del contrato, no saben si les reportará beneficios o pérdidas, lo

que es ganancia para el uno será pérdida para el otro 

El contrato es de ejecución continuada cuando ambas o una sola de las prestaciones

duraderas se ejecutan continuadamente sin interrupción, por ejemplo, la prestación del

arrendador de mantener al arrendatario en el uso bien se cumple ininterrumpidamente,

sin intervalos, por todo el tiempo que dura el contrato.

El contrato es de ejecución periódica cuando la prestación duradera se ejecuta a ciertos

intervalos, por ejemplo, el suministro mensual de materias primas a una fábrica.

Los contratos de ejecución continuada y los de ejecución periódica son una sub

clasificación de los contratos de tracto sucesivo, en los que la duración de la ejecución

de la prestación, en forma continuada o periódica, es de la esencia del contrato. Son

contratos de duración.

El contrato es de ejecución diferida cuando su eficacia es postergada para un momento

ulterior al de la celebración, como ocurre con los contratos sujetos a plazo o condición

suspensivos. Por ejemplo, un contrato de arrendamiento celebrado el día 28 de julio,

obligándose el arrendador a entregar el bien arrendado al arrendatario el próximo 28 de

diciembre; una compraventa en la que se conviene que la entrega del bien y el pago del

precio se efectuaron tres meses después de celebrado el contrato, o cuando el precio se

tiene que pagar en cuotas escalonadas.


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b) La excesiva onerosidad sobreviniente de la prestación

Para que se aplique la cláusula rebus sic stantibus, según lo dispone el artículo 1440, es

necesario que se haya producido una profunda alteración de las circunstancias

existentes al tiempo de la celebración de contrato, dando lugar a que una de las

prestaciones se torne excesivamente onerosa como consecuencia de hechos posteriores,

extraordinarios e imprevisibles, ajenos a la voluntad de las partes, que modifican el

valor de las prestaciones, originalmente asignado por los contratantes, ocasionando un

desajuste inaceptable entre prestación y contraprestación.

Un rompimiento del equilibrio contractual de tal envergadura justifica la revisión

judicial del contrato para restablecer el equilibrio de las prestaciones o para resolver el

contrato, en caso contrario, de exigirse el cumplimiento de la prestación devenida en

excesivamente onerosa tal cual fue convenida (pacta sunt servanda) se estaría

cometiendo una grave injusticia contra el deudor obligándolo a pagar una prestación a

cambio de nada o a cambio de una utilidad nimia.

Nada importa si en el mundo de los negocios uno de los contratantes obtiene mayores

beneficios que el otro, gana mucho o demasiado y el otro cae en la ruina, sino que por

acontecimientos extraordinarios e imprevisibles una de las prestaciones se torna en

excesivamente onerosa. Es decir, el principio de la excesiva onerosidad no está para

corregir malos negocios, sino que es un remedio excepcional que se aplica cuando se

produce un grave desequilibrio entre prestación y contraprestación ocasionado por

hechos, también, excepcionales e imprevisibles que alteran sustancialmente la base

económica del contrato.


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Los hechos extraordinarios e imprevisibles, de un lado, provocan la excesiva

onerosidad de la prestación, y, de otro, disminuyen considerablemente o desaparecen la

utilidad de la contraprestación, modificando sustancialmente, de este modo, el

equilibrio originario del contrato. Por tanto, no hay revisión si prestación y

contraprestación, devienen en excesivamente onerosas en virtud de hechos posteriores

extraordinarios e imprevisibles, porque tal situación no modifica el equilibrio

contractual originario, no se presenta la situación por la que uno de los contratantes

obtenga una utilidad desmesurada a costa de la ruina económica del otro.

Como dice MESSINEO, la excesiva onerosidad provocada por la imprevisión no ha de

concebirse solamente como agravación de la onerosidad de la prestación (lo que es

obvio), sino también como "disminución de la utilidad de la contraprestación".

La determinación de la sobrevenida excesiva onerosidad debe hacerse sobre la base de

criterios objetivos, a la luz de la situación real del mercado, y no en base a la situación

de un deudor en particular. La ley no puede señalar apriorísticamente reglas fijas sobre

la excesiva onerosidad, por lo que en cada caso concreto se determinará si los hechos

extraordinarios e imprevisibles han trastocado el equilibrio original de las prestaciones,

a tal punto que de imponerse el acatamiento inflexible del pacto, una de las partes

resultaría excesivamente favorecida en desmedro de la otra que quedaría notoriamente

perjudicada.

Cuando la sobrevenida excesiva onerosidad se debe a la devaluación de la moneda hay

que distinguir entre la depreciación normal en periodos inflacionarios y el

envilecimiento debido a una abrupta y súbita hiperinflación. La primera es previsible,

por tanto, los contratantes actuando diligentemente se pueden valer de las cláusulas de
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reajuste para mantener el valor constante de la moneda hasta el final de la ejecución de

la prestación (art. 1235 del CC). La segunda, por ser imprevisible constituye el

fundamento de la invocación de la cláusula rebus sic stantibus, siempre que el pago de

la prestación en dinero sea aplazado a la ejecución de la prestación en bienes; en

cambio, si se anticipó el pago de la prestación en dinero, por ejemplo, el arrendatario

cancela anticipadamente la renta por todo el tiempo que dure el arrendamiento, el

comprador paga el precio antes que el vendedor entregue el bien, el suministrado

cancela el precio antes que se le entreguen los bienes, no puede ser de aplicación la

excesiva onerosidad de la prestación, puesto que el accipiens ha ingresado en su

patrimonio una prestación equivalente al valor de cambio o valor de uso del bien que

debe entregar. Como dice BARBERO, cuando el desequilibrio está solamente

determinado por la desvalorización monetaria, "el principio de la excesiva

onerosidad solamente se puede invocar en el caso de que el pago sea aplazado a la

ejecución de la prestación (sic); pero cuando el pago se anticipa, es decir, se lo efectúa

en el momento de la ordenación, no se puede ya invocar la excesiva onerosidad, porque

en el patrimonio del accipiens entra inmediatamente un precio conmensurado al valor

de la prestación que habrá de ejecutar, con el cual puede maniobrar en forma que evite

los efectos de la onerosidad que se le siga de la desvalorización monetaria".

c) La verificación de un evento extraordinario e imprevisible

Como ya hemos precisado antes, la sobrevenida excesiva onerosidad de la prestación

debe obedecer a la ocurrencia de un acontecimiento extraordinario e imprevisible, o sea,

debe haber un nexo de causalidad adecuada entre ese acontecimiento y el desequilibrio

contractual.
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Un acontecimiento es extraordinario cuando ocurre excepcionalmente apartándose del

orden o regla natural y normal de las cosas, por ejemplo, una guerra, una devaluación

traumática de la moneda. Es imprevisible cuando las partes al momento de celebrar el

contrato no lo han podido prever por superar su común capacidad de previsión; los

contratantes pese a haber actuado con normal diligencia no han podido representarse su

acaecimiento. Sin embargo, no siempre el evento extraordinario es imprevisible, por

ejemplo, la guerra es ciertamente un evento extraordinario, pero en determinadas

situaciones puede ser previsible. Ambas, la extraordinariedad e imprevisibilidad, son

requeridas para que el evento tenga relevancia jurídica, una sola de ellas no es

suficiente para que se cumpla el supuesto normativo del artículo 1440 del Código Civil.

No se requiere de una imprevisibilidad absoluta, esa que el ser humano puede

representarse sin límites sobre sucesos futuros, o sea, que todo puede ser pensado y

previsto, hasta lo inesperado. Un pensamiento así, esta fuera del sentido común, de lo

racional y razonable, pues el contrato sería prácticamente imposible de celebrarse, los

costos de información serían ilimitados, habría que prever que mañana puede caer un

meteorito y destruir una ciudad, que el volcán Misti puede explosionar y sepultar a la

ciudad de Arequipa, que el sol se puede apagar, que mañana se pueden repetir las siete

plagas de Egipto o que nos invadirán los extraterrestres y miles de etcéteras; nunca

terminaríamos de prever los acontecimientos futuros que pueden suceder, el contrato

más simple constaría de miles de volúmenes. En Derecho, un pensamiento así está fuera

de la recta razón, es pura novela, las personas celebran sus actos jurídicos de acuerdo a

las circunstancias y estado general de las cosas que con normalidad ocurren y subsisten
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en la realidad y que son las que determinan las intenciones de las partes de cualquier

acto jurídico.

d) Que la sobrevenida onerosidad no entre en el riesgo normal del contrato

No es de aplicación la teoría de la excesiva onerosidad cuando el evento que produce el

desequilibrio entra en el riesgo normal del contrato, por ejemplo, el incremento de los

precios de los materiales de construcción como consecuencia de la oferta y la demanda,

la devaluación de la moneda debida a un proceso inflacionario desatado desde hace

mucho tiempo. Tampoco procede revisar un contrato en el cual las partes previamente

han aceptado un riesgo particular que entra a formar parte del contenido del contrato,

como el pacto sobre el riesgo asegurable en el contrato de seguro.

En resumen, son requisitos de la excesiva onerosidad de la prestación:

a) una grave alteración de las circunstancias existentes al tiempo de la celebración del

contrato;

b) que esa alteración sea sobreviniente a la celebración del contrato, en el que subsisten

obligaciones pendientes de cumplimiento;

c) que el contrato sea conmutativo de ejecución continuada, periódica o diferida;

d) que la prestación llegue a ser excesivamente onerosa por hechos ajenos a las partes,

extraordinarios e imprevisibles;

e) que la causa de la sobrevenida excesiva onerosidad no se deba a dolo, culpa (art.

1443) o mora de la parte afectada;

f) que la excesiva onerosidad no se deba al riesgo propio del negocio.


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VI. CONTRATOS A LOS QUE SE APLICA

De acuerdo a lo dispuesto por el art. 1440 y siguientes, la institución de la

sobrevenida excesiva onerosidad de la prestación solamente se aplica a

determinados contratos a título oneroso:

a) los conmutativos de ejecución diferida, continuada y periódica (art. 1440);

b) los conmutativos de ejecución inmediata, cuando la prestación a cargo de una de las

partes ha sido diferida por causa no imputable a ella (art. 1441.1)

c) los aleatorios cuando la excesiva onerosidad resulte de causas ajenas a su alea propia

(art. 1441.2);

d) los contratos a título gratuito. En estos contratos es privativo de la única parte

obligada accionar por excesiva onerosidad (art. 1424).

La revisión del contrato por sobrevenida excesiva onerosidad de la prestación se aplica

a los contratos con prestaciones recíprocas, conmutativos, de ejecución continuada,

periódica o diferida; a los contratos con prestación a cargo de una sola de las partes,

también de ejecución continuada, periódica o diferida; a los de ejecución inmediata

cuando la ejecución de la prestación se ha diferido por causa no imputable al deudor; a

los aleatorios cuando la excesiva onerosidad se produce por causas extrañas al riesgo

propio del negocio.

VII. CONTRATOS A LOS QUE NO SE APLICA


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La excesiva onerosidad no se aplica:

a) los contratos de ejecución instantánea en los que no se difiere la ejecución de la

prestación (contratos de ejecución inmediata);

b) los contratos aleatorios, cuando la excesiva onerosidad ingrese en el álea normal del

contrato. Un ejemplo: una señora de 95 años entregó su casa en propiedad a su abogado

a cambio de que este le pase una renta durante el tiempo que ella viva. El abogado

haciendo una evaluación costo beneficio, estaba convencido de que hacía un gran

negocio, pues consideraba que la señora, a los más, viviría dos o tres años más. La

señora tenía 120 años y aún se mantenía lúcida. Entrevistada por la prensa, le

preguntan: Señora, ¿qué le parece, su abogado le ha pagado ya más de tres veces el

valor de su casa? y ella contesta: sí pues, en estos negocios a veces se gana y a veces se

pierde. Aquí la longevidad extrema de la persona, en cabeza de quien se determinó la

duración del contrato, está dentro del riesgo propio de este contrato.

c) los contratos en los que su ejecución se ha diferido por dolo o culpa de la parte

perjudicada.

VIII. SUPUESTOS DE SOLUCIÓN

Si las partes contratantes, en libre negociación, optan por la readecuación de los

términos del contrato, en ejercicio de su autonomía privada, pueden reformularlo, si

desean, desde el inicio y no solamente a partir del momento en que se produjo el

desequilibrio de las prestaciones, puesto que cuentan con la facultad de modificar sus

contratos en cualquier momento y en los términos que ellos deseen (art. 1351), lo que
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no puede afectar el derecho de terceros, en tanto ellos no participen en el acuerdo. La

reformulación del contrato puede tener efectos novatorios, si es la voluntad de las partes

(art. 1277).

El reajuste judicial de las prestaciones no puede tener efectos retroactivos al momento

en que se produjo el desequilibrio por sobrevenida excesiva onerosidad. Si antes del

evento extraordinario se intercambiaron prestaciones, se hicieron amortizaciones, etc.,

estas tienen efectos liberatorios. En otros términos, las prestaciones cumplidas quedan

firmes.

Las prestaciones que debieron ejecutarse al tiempo en que sobreviene la excesiva

onerosidad deben ejecutarse en los mismos términos acordados, el Juez no puede

revisarlas.

De la misma manera, en los contratos de ejecución continuada o periódica, la resolución

judicial del contrato no alcanza a las prestaciones recíprocamente cumplidas, las cuales

quedan firmes. La prestaciones que debieron haberse cumplido al tiempo de la

sobrevenida excesiva onerosidad deberán ejecutarse en los mismos términos acordados,

el Juez no las puede modificar.

En los contratos de ejecución instantánea, cuando se ha diferido el cumplimiento de la

prestación (ej., hoy se vende una casa con la obligación del comprador de pagar el

precio el próximo 28 de diciembre) o se ha convenido que el precio se pague en forma

escalonada (ej., compraventa a plazos, en la que el precio se pagará en varias armadas

mensuales), salvo que la contraprestación sea divisible, la resolución tiene efectos

retroactivos al momento de la celebración del contrato.


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Cuando la excesiva onerosidad sobreviene luego que la parte perjudicada ha ejecutado

su prestación, pero antes que el beneficiado cumpla la suya, la resolución del contrato

tendrá como consecuencia que el demandado debe restituir lo recibido, quedando

liberado de cumplir con su prestación.

IX. DIFERENCIAS ENTRE IMPOSIBILIDAD Y EXCESIVA ONEROSIDAD

DE LA PRESTACIÓN

Hay diferencias entre resolución por sobrevenida imposibilidad de la prestación

regulada en los artículos 1431 a 1434 y la resolución por sobrevenida excesiva

onerosidad de la prestación disciplinada en los artículos 1440 a 1446. En la primera la

prestación es imposible de cumplimiento, en cambio en la segunda solo hay dificultad

para cumplirla; en otros términos, en la primera hay imposibilidad de ejecutar la

prestación y en la segunda existe imposibilidad de alcanzar el fin del contrato.

Solamente en la segunda se exige como requisito, la verificación de un evento

extraordinario e imprevisible. A la primera se aplica la teoría del riesgo, y opera de

pleno derecho; en cambio, la resolución por excesiva onerosidad de la prestación

requiere de sentencia judicial.

X. EFECTOS DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD

a. Que el Juez la regule equitativamente.

b. Si no fuera posible su regulación, el Juez ordenará en forma excepcional la

resolución del contrato.


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c. No es aplicable la excesiva onerosidad a las prestaciones ejecutadas.

d. No procede la acción por excesiva onerosidad de la prestación, cuando su ejecución

se ha diferido por dolo o culpa de la parte perjudicada.

XI.  LA EXCESIVA ONEROSIDAD EN LOS CONTRATOS CON

PRESTACIONES A CARGO DE UNA SOLA DE LAS PARTES

Artículo 1442. Cuando se trate de contratos en que una sola de las partes hubiera

asumido obligaciones, le es privativo solicitar judicialmente la reducción de la

prestación a fin de que cese su excesiva onerosidad.

Si no se puede reducir la prestación, rige lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo

1440.

XII.  IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN POR EXCESIVA ONEROSIDAD

Artículo 1443. No procede la acción por excesiva onerosidad de la prestación cuando

su ejecución se ha diferido por dolo o culpa de la parte perjudicada.

XIII.  NULIDAD DE LA RENUNCIA A LA ACCIÓN

Artículo 1444. Es nula la renuncia a la acción por excesiva onerosidad de la prestación.


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Los requisitos legales exigidos para la aplicación de la teoría de la imprevisión con el

fin de paliar los excesivos e injustificados sacrificios que sufriría la parte perjudicada

como consecuencia de sucesivos acontecimientos extraordinarios e imprevisibles,

determinan que las normas que regulan la sobrevenida excesiva onerosidad de la

prestación sean de carácter imperativo, razón por la que la renuncia previa a la acción

por excesiva onerosidad de la prestación es nula.

Si bien es cierto que, conforme al artículo 1354, los contratantes son libres para

determinar el contenido de sus contratos, no debe soslayarse que esa libertad encuentra

su límite en las normas de carácter imperativo, como lo es la del artículo 1444.

Si se permitiera la renuncia anticipada a la acción por excesiva onerosidad de la

prestación, tal renuncia se convertiría en una cláusula de estilo, quedando sin aplicación

las normas que la regulan.

De otra parte, considerar válida la renuncia a la acción por excesiva onerosidad,

significaría permitir al acreedor para que pueda exigir el cumplimiento de una

prestación que se ha vuelto excesivamente onerosa, aun cuando con ello cause la ruina

económica del deudor por un hecho que no le es imputable.

En aplicación del artículo 224 que establece que la nulidad de una o más disposiciones

del acto jurídico no perjudica a las otras, la nulidad de la disposición contractual por la

que se renuncia a la acción por excesiva onerosidad de la prestación no conlleva la

nulidad de todo el contrato.

XIV.  CADUCIDAD DE LA ACCIÓN


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Artículo 1445. La acción por excesiva onerosidad de la prestación caduca a los tres

meses de producidos los acontecimientos extraordinarios e imprevisibles a que se

refiere el artículo 1440.

La acción por excesiva onerosidad de la prestación caduca a los tres meses de

producidos los acontecimientos que han generado el rompimiento del equilibrio

contractual.

Conforme al artículo 1445, el plazo para ejercitar la acción por excesiva onerosidad es

de caducidad, no de prescripción, por tanto, no admite suspensión ni interrupción, ni

permite el pacto en contrario que suprima, disminuya o incremente dicho plazo, por ser

la norma del artículo 1445 de carácter imperativo. Por ser el plazo de caducidad, puede

el juez declararlo de oficio o a petición de parte.

El plazo de caducidad solamente se suspende mientras sea imposible reclamar el

derecho ante un tribunal peruano (art. 2005).

XV.  TÉRMINO INICIAL DEL PLAZO DE CADUCIDAD

Artículo 1446. El término inicial del plazo de caducidad a que se refiere el artículo

1445 corre a partir del momento en que hayan desaparecido los acontecimientos

extraordinarios e imprevisibles.

XVI. INCUMPLIMIENTO DE OBLIGACIONES CONTRACTUALES

PRODUCIDO COMO CONSECUENCIA DE LAS CIRCUNSTANCIAS

ACTUALES
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Estas circunstancias, sin duda alguna, han puesto en aprietos a varias empresas que

tenían proyectada la ejecución de obligaciones a lo largo del presente año, así como la

preocupación de sus contrapartes de ver satisfechas sus necesidades, muchas de ellas

vitales para poder cumplir debidamente con la ejecución de sus obligaciones con

terceros. Para gran parte de estas compañías el problema surge como consecuencia del

aislamiento social obligatorio que ha significado la suspensión de actividades

económicas no consideradas de primera necesidad, al no poder obtenerse la

autorización de movilización de trabajadores a su centro de labores; en dichos supuestos

de incumplimiento podríamos encontrarnos frente a un caso de fuerza mayor en tanto

que la debida ejecución de la obligación se ve impedida por un acto extraordinario,

imprevisible e irresistible de la Administración.

El otro escenario de incumplimiento generado por la actual crisis sanitaria son los casos

de inejecución o ejecución parcial o tardía generados por la enfermedad en sí. Podemos

dar como ejemplo el supuesto de obligaciones personalísimas cuyo ejecutor se vea

imposibilitado de cumplir sus obligaciones al haber contraído la enfermedad a pesar de

haber tenido los cuidados debidos. En este escenario estaríamos frente a un caso fortuito

cuyo origen ya no se da por un acto de la Administración, sino por un evento –

nuevamente– extraordinario, imprevisible e irresistible de la naturaleza.

Tanto el caso fortuito como la fuerza mayor han tomado especial importancia en los

últimos días debido a las circunstancias en que se desarrollan las actividades

empresariales; esto se debe a que tal y como lo regula el artículo 1315° del Código

Civil, ambas figuras son causas de inimputabilidad de responsabilidad por el

incumplimiento o cumplimiento tardío o parcial de obligaciones. Sin perjuicio de lo


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anterior, es vital realizar el análisis correspondiente en cada caso concreto para poder

determinar si el mismo se encuadra dentro de un supuesto de caso fortuito o de fuerza

mayor, así como verificar el tratamiento que las partes hayan podido pactar respecto a

dichos eventos en el contrato.

Además de los dos supuestos de inimputabilidad de la responsabilidad por

incumplimiento mencionado, considero importante tener presente la figura de la

excesiva onerosidad de la prestación, la cual no supone necesariamente una resolución

del contrato, mas sí podría implicar una modificación en las condiciones en que se

ejecutará el mismo.

Esta figura, llamada también “hardship” consiste en una alteración en el equilibrio

contractual producido por eventos extraordinarios e imprevisibles ocurridos después de

haberse celebrado un contrato, el cual deberá ser de ejecución continuada, periódica o

diferida como lo son los contratos de suministro o de servicios de maquila, formulación,

distribución, etc. Esta alteración en el equilibrio contractual se traduce en el incremento

del esfuerzo de una parte para poder ejecutar su prestación, lo cual puede deberse a un

alza en los costos como podría significar un aumento en el precio de la materia prima o

en la mano de obra, etc.; o a la disminución del valor del bien o servicio contratado,

como podría observarse en los servicios de transporte de pasajeros particular en épocas

de aislamiento social, por ejemplo.

La excesiva onerosidad de la prestación está regulada en el artículo 1440° de nuestro

Código Civil, la cual otorga a la parte perjudicada un derecho de acción para poder

acudir a un juez y solicitar la reducción o aumento de la contraprestación con la

finalidad de remediar la situación de desequilibrio contractual, de modo que, si no fuera


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posible determinar una solución, o si fuera solicitado por el demandado, se decidiera la

resolución contractual; esta acción caduca a los tres meses de producidos los eventos

que ocasionaron el desequilibrio.

Sin perjuicio de la regulación civil mencionada, es importante tener presente que la

excesiva onerosidad de la prestación puede solucionarse por iniciativa de las partes

mediante la negociación y posterior modificación de condiciones contractuales. Lo

cierto es que, desde hace unas semanas, muchas compañías han iniciado negociaciones

para ampliar plazos o modificar condiciones contractuales por las circunstancias

derivadas del estado de emergencia nacional y la crisis global que ha impedido el

suficiente abasto de materia prima y demoras importantes en la provisión de servicios;

sin embargo, muchas veces la buena voluntad de las partes no es suficiente por lo que

es importante tener presente las vías de solución de controversias pactados con ocasión

del contrato. Lo cierto es que se ha vuelto necesario realizar una evaluación integral de

las relaciones contractuales de las empresas a fin de aminorar los potenciales riesgos

derivados de incumplimientos y poder establecer estrategias para mantener sanas

relaciones comerciales con proveedores y clientes.

CONCLUSIONES

 La excesiva onerosidad de la prestación tiene su origen en Roma y su razón de

ser estriba en que en ningún caso el derecho puede permitir que debido a
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acontecimientos extraordinarios o imprevisibles posteriores a la celebración del

contrato alguna de las partes pueda enriquecerse injustamente a costa del

empobrecimiento de la otra. 

 Si bien la lesión y la excesiva onerosidad de la prestación son instituciones que

tienen en común el permitir que el derecho se inmiscuya en un contrato que le es

ajeno.

 Lo extraordinario es lo excepcional, lo que se aparta de la regla general, lo

extraño lo poco común y que sin embargo está ligado a la imprevisibilidad

 Cuando hablamos de imprevisibilidad hacemos alusión a uno de los criterios de

imputación, subjetivo u objetivo (decantándose nuestro código civil por un

sistema subjetivo) en los que incurriría el deudor al momento de cumplir su

prestación.

 Es nula la renuncia a la acción por excesiva onerosidad, protegiéndose de esta

forma la posibilidad de evitar que por acción del contratante de mayor poderío

se imponga la renuncia, en perjuicio de la parte débil, quien se verja perjudicado

al no poder ejercer un derecho tan importante.

 La acción por excesiva onerosidad de la prestación caduca a los tres meses de

producidos los acontecimientos extraordinarios e imprevisibles

BIBLIOGRAFIA
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SITIOS WEB

1. http://www.etorresvasquez.com.pe/excesiva-onerosidad-de-la-prestacion.html

2. https://www.rodriguezvelarde.com.pe/pdf/libro2_parte1_cap10.pdf

3. https://www.enfoquederecho.com/2020/04/29/la-excesiva-onerosidad-de-la-

prestacion-en-epocas-de-covid-19/

4. https://www.enfoquederecho.com/2020/04/29/la-excesiva-onerosidad-de-la-

prestacion-en-epocas-de-covid 19/#:~:text=La%20excesiva%20onerosidad%20de

%20la%20prestaci%C3%B3n%20est%C3%A1%20regulada%20en%20el,situaci

%C3%B3n%20de%20desequilibrio%20contractual%2C%20de

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