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La ética en la actitud psicosocial

Introducción

“Ser Psicólogo Social es tener un oficio que debe ser aprendido, ya que
no se nace con esta posibilidad. Solo cuando puede resolver sus propias
ansiedades y sus perturbaciones en la comunicación con los demás puede
lograr una correcta interpretación de los conflictos ajenos. En la medida en que
el sujeto dispone de un buen instrumento de trabajo resuelve incertidumbres e
inseguridad. Recién entonces es operador eficaz”.

Enrique Pichon Rivière


Psicología de la Vida Cotidiana

La Actitud Psicosocial está íntimamente vinculada a la Ética


profesional, es más, es un tema medular para el aprendizaje del rol
profesional, por lo cual será abordado desde distintos ángulos a lo largo de la
formación como operadores psicosociales. Como dice Pichon Rivière, nadie
nace sabiendo el oficio de psicólogo social, “debe ser aprendido”, es un
acercamiento progresivo que ustedes van haciendo a ese rol, a través del
conocimiento teórico, la investigación y el autotrabajo.

Intervenimos operativamente en un campo interaccional en el que se


despliega un interjuego, una dialéctica entre sujetos, que implica un interjuego
entre mundo externo y mundo interno para cada uno de los sujetos que están
comprometidos en ese campo interaccional, tanto el sujeto como el operador.
Esto se da desde un rol, que requiere modalidades relativamente estables y
coherentes de pensamiento, sentimiento y acción. Estas modalidades o
actitudes requeridas desde el rol, necesarias para llevar adelante la operación
psicosocial, es lo que denominamos Actitud Psicosocial.

Hacia la construcción de una actitud psicosocial

Cuando nosotros nos referimos a operación psicosocial nos remitimos de


igual forma a la actitud psicosocial, porque son dos conceptos estrechamente
relacionados, están unidos, porque es en el campo de la operación en definitiva

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y como decía Pichon Rivière el “campo de los miedos”, donde a partir de
vivenciar y analizar los problemas del campo, sus contradicciones, sus
conflictos, relaciones de poder, necesidades, estos resuenan y consuenan con
las propias necesidades, contradicciones, etc. del operador, con su verticalidad,
que se incluye en el campo pero desde un rol diferenciado. También es
importante destacar, que nos referimos a la operación psicosocial y no a la
operación psicológica, ya que nuestra intervención no es solo psicológica, en
ese caso nos estaríamos refiriendo más al discurso individual del sujeto. La
operación psicosocial apunta a una estructura vincular, a una red de vínculos,
aunque se trate de la comprensión y el discurso de un sujeto, ya que nuestra
mirada está dirigida a indagar sobre la estructura vincular de la cual el discurso
es emergente.

Continuemos definiendo actitud. Como operador tengo que conocer que


me producen los silencios, las ausencias, los conflictos, la agresión, lo caótico,
etc., es decir un trabajo sobre su propia capacidad de aceptar lo contradictorio
de sí mismo y contradictorio en los otros, que le permita comprender y no
juzgar. Ana Quiroga en Operación y Actitud Psicológica, lo plantea como
interrogante: “qué tipo de conducta, qué tipo de actitud, qué tipo de modalidad
de relación, de pensamiento, de vínculo, de manejo de lo emocional y de lo
conceptual, es requerido para el ejercicio del rol”, respuestas que se irán
construyendo a lo largo de la formación, a partir de la integración teórico-
práctica, al tener contacto con el campo y los sujetos de la intervención.

Según el diccionario el término actitud quiere decir (del latín actus), que
significa hecho o acción, algo que hacemos, en realidad es la posibilidad de
transmitir o expresar algo, puede ser un comportamiento, una modalidad de
relación, etc. Es importante tener en cuenta, que esta actitud tiene incidencia
en el campo de intervención, produce un efecto, puesto que es una situación
artificial no se da naturalmente. Se establece un encuadre, una relación
asimétrica con el otro, hay un límite en el encuentro, citando a Adamson G.
“tenemos que ser conscientes que estamos ejerciendo una cierta violencia
simbólica sobre el otro, que no es una violencia física; es una violencia de un
cuerpo de significaciones, que va a operar sobre el cuerpo de significaciones
que tiene el otro.”

Les proponemos tomarse unos instantes para

Reflexionar sobre estos conceptos

Dice Betty Miranda, que para algunas personas la actitud psicosocial es


algo natural, apoyada en el autoconocimiento... “en nuestro caso es una
actitud vinculada a una vocación, con una motivación esencialmente

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reparadora, es una definición ante la vida, del aprendizaje, ante el sujeto
fundamentada en una teoría y una técnica, y forma parte de una estrategia
cuyo objetivo es ubicarse de un modo tal que haga posible que el sujeto pueda
reanudar sus vías de comunicación y aprendizaje interrumpida”.

Rasgos fundamentales

Dentro de los elementos que componen la actitud psicosocial, existen


algunos rasgos fundamentales, podríamos decir los ingredientes principales
que componen este menú. Veámoslos en detalle:

La distancia o cercanía óptima que permita la comprensión de los


fenómenos y la discriminación, o sea, poder acercarse a ellos sin
fundirse o confundirse, y por otro lado no estar tan alejado, tener tanta
distancia que no pueda focalizarlos.

Tolerancia a la frustración. Tener en cuenta que el equilibrio vital es


siempre móvil y transitorio, que un momento de integración en el
trabajo no queda así por mucho tiempo, se reabre a una nueva
contradicción, para lo cual es necesario tener capacidad de frustrarse.

Contención. También podemos llamarla capacidad de continencia, que


es la capacidad de albergar dentro de sí el acontecer del otro, sus
ansiedades, sus fantasías, afectos, proyecciones, etc. El operador
descifra ese rol transferido del pasado al presente, se hace depositario
operativo de lo adjudicado, es decir comprende el valor de lo
adjudicado, interpretándolo, siendo sostén y continente de ese
deslizamiento de lo interno a lo externo.

Desciframiento. Significa la capacidad de lectura de la diversidad de


fenómenos y sentidos que interactúan en la escena grupal. El operador
infiere sobre fantasías, transferencias, defensas, resistencias, las
interpreta, pero para ello es necesario que trabaje sobre sus propias
escenas internas temidas.

Estructura de demora. Se refiere a poder esperar, dejar que llegue la


información, seguir indagando, dándose un tiempo antes de pasar a la
acción. Es instalar un espacio de reflexión, esperar la producción grupal
en vez de reaccionar inmediatamente frente al estímulo, a las propias
resonancias, a la propia dramática vincular.

Por supuesto que esto no termina aquí, hay otras capacidades que se
requieren y esperan su aprendizaje, podemos citar algunas:

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Actitud no normativa.
Capacidad de definir por lo positivo.
Interés por investigar.
Actitud no generalizadora ni totalizadora.
Actitud no enjuiciatoria.
Saber escuchar.
Potencializar los recursos existentes.
Capacidad de integración teórico-práctica.
Capacidad receptiva y posibilidad de discriminar.
Capacidad de asombro.
Capacidad de auto-continencia.
Conciencia ética.

El curador-herido

Vamos a desarrollar, brevemente, un tema que Betty Miranda lo trata en


sus clases, el de la contradicción básica el curador-herido, tomado del “Poder
y destructividad en psicoterapia” de Adolf Guggenghül-Craig. Veamos que
trata.

Dice Miranda, “... plantea que todos contenemos dentro una


contradicción básica que llama curador-herido. Ahora nosotros que además
tenemos una vocación, un deseo genuino de ayudar, pero no solo tenemos
esto tan claro, tenemos además cosas más oscuras. Tenemos un agente de
cambio interno con una determinada actitud frente el cambio producto de
nuestra historia personal, además pienso que somos producto de una cultura
bastante ignorante en lo que el desarrollo emocional se refiere. Es muy difícil
encontrar a adultos sin haber vivido situaciones de humillación, de
descalificación profundas, de devastación, a quien más quién menos algo le
tocó... Pocas personas de nuestra cultura crecen sin pasar por experiencias de
vergüenza para ser civilizados, se recurre a recursos sádicos y esto lo tenemos
claro, lo tenemos incorporado. Vergüenza y humillación atacan la dignidad, al
autorespeto.

Volviendo a nosotros, tenemos en nuestras matrices de aprendizaje


estas modalidades. Y vuelvo a Guggenghül-Craig, que dice, todos tenemos
también motivos ambiguos en esto de ayudar. Por un lado deseo de ayudar
versus ansia de poder. Es una contradicción, motivos luminosos y motivos
oscuros. Tampoco el deseo de ayudar es solo una racionalización del ansia de
poder. Pero vale la pena reflexionar sobre esto...”

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Y Continúa, “... tenemos la posibilidad de construir y de destruir. Lo
importante no son los opuestos sino como es que se resuelven estas
contradicciones, su grado de conciencia y elaboración. Pocas veces hemos
hablado de esta zona oscura, y solo así trabajando hacia la resolución de estas
escisiones que tienen que ver con nuestra historia infantil es que podemos
lograr el placer de nuestra creatividad en la tarea. Este es el desafío: Pichon
Rivière creó una concepción que enfatiza el vínculo en la organización del
sujeto y el grupo es el ámbito donde este proceso se desarrolla naturalmente.
En nuestra formación la autopercepción y la reflexión son la clave, sólo de este
trabajo profundo, doloroso y enriquecedor podremos ayudar, acompañar en el
camino de la individuación hacia la producción”.

La tarea del operador y la supervisión

¿Qué significa supervisar? A qué se refiere este concepto.

Lo más cercano a una definición podría ser revisar la tarea del operador,
por lo tanto, y pensando desde la instancia de intervención, nos parece
necesario tomar primero de definición de tarea. Pichon define “una tarea
explícita... y una tarea implícita, que apunta a la ruptura a través del
esclarecimiento de las pautas estereotipadas que dificultan el aprendizaje y la
comunicación significando un obstáculo frente a toda situación de progreso o
cambio”. Gladys Adamson, en su artículo El trabajo comunitario desde la
Psicología Social, aporta a este concepto lo siguiente: “el eje necesidad-
objetivo-tarea. Este eje va recibiendo a través del trabajo un verdadero
bombardeo de necesidades que parecen infinitas. El grupo que contacta con las
necesidades comienza a percibir en progresión geométrica las necesidades
presentes en dicho ámbito”.

Entonces, se hace imprescindible delimitar claramente la tarea e ir


redefiniéndola como parte del el trabajo de intervención, a fin de poder
elaborar y considerar aquellas estrategias que resulten más operativas. A ahí
la importancia de la supervisión, como instancia de evaluación de la propia
tarea, de reelaboración de experiencias, de reflexión sobre aspectos
actitudinales y aptitudinales propios de la verticalidad del operador.

Entendemos que una formación permanente, una revisión teórico-


práctica constante y una supervisión continua son parte de un compromiso
ético, como parte del posicionamiento que asume el operador ante su tarea.

Ricardo Klein en su artículo “Estamos invitados a tomar el té”, ve a la


supervisión “como un espacio en el cual –en tiempo mediato respecto a lo
acaecido- podemos reflexionar sobre determinada práctica. Esta comprende el

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repensar la situación en múltiples facetas: la relación / obstaculización de la
tarea y las distintas modalidades del desarrollo de ésta, la relación
transferencial (de todos los intervinientes, incluido el operador y aun el
supervisor mismo), la operatividad de las intervenciones, el lugar desde el cual
se piensa, su fundamento teórico, el posicionamiento del operador, la dinámica
del grupo con que se trabaja, etc.”

Pensamos que la supervisión opera como garantía para el grupo con el


cual trabajamos, puesto que podríamos quedar implicados subjetivamente en
diversas situaciones, es decir, perdiendo la distancia, con-fundirnos con el
objeto, de esta forma la operatividad y la posibilidad de visualizar los
obstáculos se verán afectada.

G. Adamson, en “Para un vocabulario Pichoniano”, define al espacio de


supervisión como “aquel que mantendrá el operador con alguien de mayor
experiencia en el campo de intervención... con el cual podremos reflexionar y
co-pensar nuestras prácticas... ya que si bien el trabajo de campo puede ser
altamente gratificante por su posibilidad de potencializar recursos sociales,
suele ser también sumamente duro por la percepción de las múltiples
necesidades insatisfechas... elaborar el impacto emocional de dichas
cuestiones requiere de un espacio elaborativo y continente. No menos
importante es poder co-pensar con otros los distintos pasos de la estrategia y
sobre todo la táctica”.

Rescatar y valorar la importancia de la supervisión es nuestra intención


en esta clase, como lugar imprescindible de acompañamiento y crecimiento del
rol profesional, al mismo tiempo jerarquizar y pensarla como una cuestión
fundamentalmente ética.

Citas bibliográficas completas

Adamson, G. “Operación psicosocial”. Ficha. EPSISUR. Buenos Aires.


1993
Guerrero, A. “Una actitud para mirar y comprender los procesos
grupales para lograr un cambio”. Ficha. EPSISUR. Buenos Aires.
Gui, L. y Pavón, M. “Metodología de la intervención”. Labriego. Bs. As.
2001
Klein, R. “Estamos invitados a tomar el té. Hay que aceptar las
diferencias”. Tercer Encuentro “200 Pensadores en Psicología Social”.
Inserción. Córdoba. 1998.
Jassiner, G. y C. “Formación del observador”. Ficha. EPSISUR. Bs. As.
Miranda, B. “Actitud Psicológica”. Ficha. EPSISUR. Buenos Aires. 1988.

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Miranda, B. “Actitud Psicológica: una experiencia”. Ficha. EPSISUR. Bs.
As. 1992
Quiroga, A. “Operación y actitud psicológica”. Ediciones Cinco. Bs. As. 1984
Raffo, G. “Actitud Psicológica”. Ficha. EPSISUR. Buenos Aires. 1998

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