Los Pensamientos

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INICIACION Y NIVELACION AL MINDFULNESS INTERMEDIO

LOS PENSAMIENTOS

¿Qué hacemos mientras permanecemos en


silencio?
Observar y observar.
Una observación de sensaciones, emociones y pensamientos
que pasan por la corriente de consciencia.
Una observación desde el punto más elevado de nuestra
percepción, que conlleva absoluta neutralidad, es decir ningún
intento deliberado de preferir, comparar, rechazar ningún
contenido interno... tan solo atestiguar.

El sujeto puede proceder a centrar su mirada externa de


forma abierta y panorámica, o en la llama de la vela, en este
caso permaneciendo presente en dicha llama y centrando su
enfoque de manera que no haya despiste ni dispersión.

Puede, asimismo, optar por enfocar su atención en el


proceso respiratorio, es decir, vivenciar conscientemente la
toma de aire y la correspondiente exhalación, “sintiendo” las
sensaciones del abdomen y del pecho, así como la de las
fosas nasales, al tiempo que se mantiene plenamente
presente y neutro durante todo el proceso respiratorio.

También se puede ejercitar una observación abierta y


panorámica centrada en la corriente mental, de forma que
cada pensamiento que aparece sea atestiguado con total
atención, una manera de disolver las asociaciones de ideas
automatizadas que atrapan al meditador en el mundo de la
mente pensante.
Es decir, en sus recuerdos y anticipaciones, en las ideas asociadas
“en automático” que le distancian del verdadero objetivo que
subyace en esta excelente gimnasia.
Objetivo que consiste en mantener la presencia en el “ahora”

dándonos cuenta de que tenemos pensamientos, pero no

somos nuestros pensamientos.

Este supuesto suele ser representado con la metáfora de un


observador sentado ante un río (el río de su mente) que
atestigua cada tronco que pasa flotando. De la misma forma
que pasan los troncos, los pensamientos también pasan y se
alejan, confirmando la impermanente naturaleza del
pensamiento.

CUANDO MEDITO ¿EN QUÉ TENGO QUE PENSAR?


No está de más insistir en este punto y reforzar la
diferencia de nivel existente entre el “yo pienso” propio
del nivel pensamiento, y el yo observo, propia del nivel
testigo o consciencia. Y dado que la práctica
contemplativa cultiva la consciencia, convendrá no
reforzar el pensamiento que es precisamente el nivel a
observar.
Por tanto, durante la meditación no se trata de pensar
en algo determinado. Por el contrario, se trata de
mantener la atención y la presencia a la corriente de
pensamientos que vienen y van, ideas que a menudo
suelen terminar por despistar al meditador que de
pronto, se ve atrapado al seguir el hilo de las mismas y
perder momentáneamente el estado de observación y
presencia.
El hecho de atestiguar se realiza en un nivel de tal
neutralidad que en sí mismo ni se opone ni favorecer los
pensamientos que más puedan agradar o desagradar.
Un estado que Krisnamurti señaló como “conciencia sin
elección”.
En este sentido, el místico sufí Rumi expone una
metáfora muy clarificadora: equipara nuestra mente a
una casa de huéspedes. Una metáfora que señala la
conveniencia de observar cada pensamiento y centrarse
en mirar la entrada y salida de los mismos.

SE ME OCURREN IDEAS INTERESANTES


MIENTRAS MEDITO CON LO QUE SIGO EL
HILO DE LAS MISMAS E INCLUSO A MENUDO
DISFRUTO DE ELLAS. Y SUCEDE QUE ASÍ SE
ME PASA EL RATO DE MEDITACIÓN. A VECES
DUDO QUE ESTO SEA PRECISAMENTE
MEDITAR.
Es muy natural que durante la meditación aparezcan ideas
interesantes ya que la práctica meditativa puede propiciar
momentos creativos que inspiran nuestra vida.
Sin embargo, el propósito de la mismas está no sólo en observar
como la mente genera ideas, sino también observar al sujeto
pensador que está generando a las mismas y lo que siente en su
calidad creativa. En realidad, cuando tomamos conciencia de que
“eso” tan creativo es tan solo un pensamiento encadenando
otros pensamientos, sucede que se corta tal cadena y volvemos
de 0 al aquí ahora.
Tal vez esto se parezca a cuando vamos al cine y vemos una
película. Sucede que solemos seguir el curso de sus imágenes
totalmente absorbidos en ella.
¿Y si de pronto, tomásemos conciencia de que somos
espectadores sentados en una determinada butaca de la sala y
de que “eso que absorbe nuestra mirada” es tan solo una
película?
De la misma forma durante la práctica meditativa, asistimos a la
película de la mente y tratamos en todo momento, de mantener
la presencia como sujetos observadores de la pantalla interna.
Meditar entonces sería cultivar un estado de atención de tal
grado enfoque que nos permite seguir la película, sin quedar
atrapados y disueltos por la identificación con la misma.

ME DOY CUENTA DE QUE TODAVÍA ME


PASO EL TIEMPO DE MEDITACIÓN
DESPISTÁNDOME CONSTANTEMENTE. CON
EL TIEMPO QUE LLEVO YA MEDITANDO, ME
PREGUNTO, ¿ES ESO NORMAL?
En realidad, como ya se ha indicado, lo importante
durante la meditación no es precisamente el
“despistarse o no despistarse”, sino el darse cuenta de
que nos hemos despistado.
El pensamiento nos distrae cuando “caemos en sus
redes” y nos absorbe en sus bucles.
Esto es absolutamente normal que suceda muchas veces
durante la meditación, incluso llevando años de práctica.
Sin embargo, el hecho súbito y bienvenido de “darnos
cuenta” de que nos hemos distraído y que por tanto el
pensamiento ha logrado absorber nuestra atención en
sus encadenadas asociaciones, es precisamente lo que
de inmediato nos libera de su dominio y nos vuelve a
llevar al presente.
En realidad, el verdadero “desapego” consiste en tomar
distancia y desidentificarse del pensamiento, es decir,
devenir capaz de reconocernos como sujetos
observadores y convertir al pensamiento e incluso al
pensador (que no el sujeto observador) en “objeto
visto”. Un entrenamiento por el que se convierten las
“reacciones” automáticas, en “respuestas” voluntarias y
conscientes.

¿POR QUÉ UNO ENCUENTRA SIEMPRE


ALGUNA EXCUSA PARA NO MEDITAR?
Cultura Transpersonal

El ego es tan carencial que su propia cultura es


adquisitiva.
Siempre está insatisfecho por su ilusoria sensación de
separación y dualidad de su propio acto de pensar.
Es por ello que constantemente dirá “¡Bah! ¿Para qué
estar quieto sin hacer nada?
Tengo cosas más importantes que hacer que estar aquí
parado.
Otro día meditaré con más calma. Ahora mejor es hacer
lo que tengo pendiente…Total, por un día que no
medite…”
A esto conviene añadir que en el seno de un modelo
socioeconómico como el actual y con el culto a las
superficies que tributamos, no es precisamente bien
recibida la “cultura del silencio y el no hacer”.

Por otra parte, y como ya se ha comentado, a la mente


pensante le cuesta “ceder su reinado” y, en
consecuencia, opone resistencias a la meditación ya
que esta por su propia naturaleza, propicia el atravesar
el nivel del pensamiento hacia territorios de identidad
transpersonal. Algo que de alguna forma supone
relegarla a un papel funcional y secundario.

Habrá que reconocer que ante las múltiples resistencias


que ofrece la mente para perseverar en la meditación, lo
más probable es que esta, desmonte con rapidez la
motivación surgida por el simple hecho de haber leído
algo sobre sus beneficios y ventajas.
Tan solo una certeza intuitiva muy honda y proveniente
del impulso evolutivo, será la que nos impulse a
atravesar el obstáculo y convertir la práctica en algo no
negociable.
¿Qué nos está llevando en este momento a leer este
párrafo?, ¿qué sutil motivación nos impulsa a recorrer
esta milenaria senda contemplativa que, a menudo, tan
árida e inútil se manifiesta?
Podemos también preguntarnos el por qué la mente
racional, incluso activando tantas excusas para lograr
soslayar el espacio meditativo, no logra sabotearlo en
tantos millones de meditadores a lo largo de este
planeta. Y tal vez la respuesta más satisfactoria esté en
el nivel intuitivo

¿EN QUÉ CONSISTE EL ENFOQUE


DE LA ATENCIÓN?
Por “enfoque de la atención” se entiende la
dirección de nuestra mirada interna.
Y en este sentido hay dos modos básicos de
enfoque:
1. Por un lado, el que se dirige a un objeto,
TRANSPERSONAL

como por ejemplo a la llama de una vela, a


ra Transpersonal

una flor, a una parte de uno mismo…, que


Cu
MEDITA
conlleva, concentrar la mirada en lo
elegido y excluir el resto del panorama.
2. Y por otro, un enfoque de mirada abierta y
panorámica que observa la totalidad del
campo visual. Es decir un enfoque de
”consciencia sin elección,” en el que “no te
fijas particularmente en nada pero lo
estás viendo todo”.
En la meditación Transpersonal el primer
enfoque, es decir, el de mirar algo concreto, se
realiza manteniendo nuestra atención en la
propia postura y deviniendo conscientes de cada
una de las sensaciones que aparecen en nuestro
cuerpo durante cada respiración.
Y el segundo enfoque, es decir, el de mirada
abierta, se realiza a través de la observación del
flujo de contenidos internos:
Pensamientos, emociones y sensaciones que
aparecen y desaparecen en el campo de
percepción.
Un proceso realizado desde una posición de
atestiguación de lo percibido con total
neutralidad.
Es por ello que dicha meditación de inmovilidad
corporal facilita “el darse cuenta de lo que
sucede mientras sucede”, al tiempo que
posibilita a quien la practica la apertura al
estado transpersonal o esencial, más allá del
dualismo y de la temporalidad lineal de la mente
racional y pensante.

El Pensamiento útil
Constantemente tratamos de encontrar contextos y claves
que nos permitan entender el mundo y que aporten
respuestas a nuestros enigmas. Hay que reconocer que
nuestra capacidad de relacionar, de prever y de seleccionar
opciones satisfactorias ha sido una de las mayores bazas de
nuestro éxito como especie.
Pasamos la mayoría de nuestro tiempo pensando.
No podemos pasar apenas un momento sin pensar.
Salvo cuando dormimos estamos pensando, y podríamos
debatir si aún dormidos, nuestros sueños no son más que otra
manera de pensar.
Si prestamos la suficiente atención a nuestros sistemas de
pensamiento, descubriremos que habitualmente giran en
torno al pasado, recordando, o al futuro, planificando, y no
tantas veces se refieren a la experiencia presente.
Puede, además, que no estén construidos sobre datos tan
objetivos como creemos, y sean una deformación de la
realidad.
También descubriremos una tendencia a “contar historias”,
en las que una y otra vez nos imponemos el papel del
protagonista, aunque nosotros prefiriéramos sentarnos en el
patio de butacas y contemplar tranquilamente la película.
Pese a que nos sintamos dueños de nuestra mente,
seguramente no la gobernamos tanto, y si “echamos un
vistazo” a lo que la mente ha fabricado hoy, veremos que no
somos tan libres de pensar lo que queremos.
Los pensamientos se embeben en nuestro torrente mental sin
que tengamos apenas control.
En ocasiones si logramos enfocar un asunto y nos
orientamos sobre algo por un rato.
Es entonces cuando estamos centrados y “conducimos la
nave”.
Las buenas ideas acarician la realidad, aderezan los pasos de
nuestros propósitos, nos conducen hacia lo bueno y respetan
los propósitos de los demás.
Para el pensamiento útil, no hay personas ni hechos
indignos.
El pensamiento útil viene de un corazón cálido y apunta al
bienestar de la vida. Joan Garriga
Al menos la mitad de nuestro contenido mental es mero
ruido que intoxica nuestra necesidad de silencio interior al
mismo tiempo que nos protege de él, y es que también lo
rechazamos por miedo.
Sentimos temor de nuestra nada interior y, peregrinamente,
de la felicidad que emana de ella cuando entramos en su
atmósfera.
La otra mitad de nuestra producción especulativa se centra
en la especialidad de discutir con la realidad con resultado de
angustia y sentimientos que nos tensan -el cuerpo-, para
“tener razón” y apartar “lo que es” para empeñarse en lo que
“debería ser”.
A penas el 20% del pensamiento es útil y funcional y está al
servicio de la acción, nos lleva a hacer algo “real” y nos hace
sentir bien a nosotros y nuestro entorno.
Haz las paces con la mente enloquecida, en vez de luchar
con ella.
Ajahn Brahm
Pensar está muy bien. Pero cuando nos quedamos “dando
vueltas” inútilmente produciendo sentimientos negativos, se
produce lo que Susan Nolen-Hoeksema denomina el “efecto
levadura”: un pensamiento que tiene lugar a partir de una
pequeña idea o problema, pasa a generar más y más
preguntas, nuevas relaciones de ideas -todas con el mismo
denominador común, problemático y lleno de temores-, y
genera más pensamientos que se expanden, crecen y acaban
por apoderarse de todo el espacio de nuestras mentes.
El resultado es agotador. Lejos de encontrar respuestas o
soluciones válidas acabamos en un callejón sin salida presas
de sentimientos de victimismo, ansiedad y depresión.

Cuando el pensamiento es constructivo y creativo, útil y aporta


soluciones, se detiene al final del proceso y se relaja, inmerso en una
sensación satisfactoria de “misión cumplida”.
Con la práctica de la atención plena podemos darnos cuenta de cómo
funciona nuestra mente pensante, la que crea sin cesar imágenes,
pensamientos, recuerdos, juicios o soluciones, qué pasa dentro de
nosotros y cuál es nuestra experiencia.
Si miramos con atención, vemos que la mente no es solo el flujo
cambiante de pensamientos o imágenes.
Incluye estados mentales como sentimientos, estados de ánimo, la
intuición o los instintos.
Y lo más importante: el hecho de ser conscientes de todo ello. Esta
es la cualidad más importante de la mente, aunque es también la que
más nos pasa desapercibida.
Reconoce y ennoblece tu pensamiento útil,
concediéndole el espacio para que te conduzca a la
acción adecuada y a la calma interior.

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