Los Pensamientos
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Los Pensamientos
LOS PENSAMIENTOS
El Pensamiento útil
Constantemente tratamos de encontrar contextos y claves
que nos permitan entender el mundo y que aporten
respuestas a nuestros enigmas. Hay que reconocer que
nuestra capacidad de relacionar, de prever y de seleccionar
opciones satisfactorias ha sido una de las mayores bazas de
nuestro éxito como especie.
Pasamos la mayoría de nuestro tiempo pensando.
No podemos pasar apenas un momento sin pensar.
Salvo cuando dormimos estamos pensando, y podríamos
debatir si aún dormidos, nuestros sueños no son más que otra
manera de pensar.
Si prestamos la suficiente atención a nuestros sistemas de
pensamiento, descubriremos que habitualmente giran en
torno al pasado, recordando, o al futuro, planificando, y no
tantas veces se refieren a la experiencia presente.
Puede, además, que no estén construidos sobre datos tan
objetivos como creemos, y sean una deformación de la
realidad.
También descubriremos una tendencia a “contar historias”,
en las que una y otra vez nos imponemos el papel del
protagonista, aunque nosotros prefiriéramos sentarnos en el
patio de butacas y contemplar tranquilamente la película.
Pese a que nos sintamos dueños de nuestra mente,
seguramente no la gobernamos tanto, y si “echamos un
vistazo” a lo que la mente ha fabricado hoy, veremos que no
somos tan libres de pensar lo que queremos.
Los pensamientos se embeben en nuestro torrente mental sin
que tengamos apenas control.
En ocasiones si logramos enfocar un asunto y nos
orientamos sobre algo por un rato.
Es entonces cuando estamos centrados y “conducimos la
nave”.
Las buenas ideas acarician la realidad, aderezan los pasos de
nuestros propósitos, nos conducen hacia lo bueno y respetan
los propósitos de los demás.
Para el pensamiento útil, no hay personas ni hechos
indignos.
El pensamiento útil viene de un corazón cálido y apunta al
bienestar de la vida. Joan Garriga
Al menos la mitad de nuestro contenido mental es mero
ruido que intoxica nuestra necesidad de silencio interior al
mismo tiempo que nos protege de él, y es que también lo
rechazamos por miedo.
Sentimos temor de nuestra nada interior y, peregrinamente,
de la felicidad que emana de ella cuando entramos en su
atmósfera.
La otra mitad de nuestra producción especulativa se centra
en la especialidad de discutir con la realidad con resultado de
angustia y sentimientos que nos tensan -el cuerpo-, para
“tener razón” y apartar “lo que es” para empeñarse en lo que
“debería ser”.
A penas el 20% del pensamiento es útil y funcional y está al
servicio de la acción, nos lleva a hacer algo “real” y nos hace
sentir bien a nosotros y nuestro entorno.
Haz las paces con la mente enloquecida, en vez de luchar
con ella.
Ajahn Brahm
Pensar está muy bien. Pero cuando nos quedamos “dando
vueltas” inútilmente produciendo sentimientos negativos, se
produce lo que Susan Nolen-Hoeksema denomina el “efecto
levadura”: un pensamiento que tiene lugar a partir de una
pequeña idea o problema, pasa a generar más y más
preguntas, nuevas relaciones de ideas -todas con el mismo
denominador común, problemático y lleno de temores-, y
genera más pensamientos que se expanden, crecen y acaban
por apoderarse de todo el espacio de nuestras mentes.
El resultado es agotador. Lejos de encontrar respuestas o
soluciones válidas acabamos en un callejón sin salida presas
de sentimientos de victimismo, ansiedad y depresión.