21 Vernon McGee Comentario A Traves de La Biblia Eclesiastes

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PROGRAMA No.

0770

ECLESIASTÉS

Capítulo 1:1 - 5

Usted recordará, amigo oyente, que cuando estuvimos en la última oportunidad


estudiando los libros del Antiguo Testamento, tomamos el libro de Proverbios. Dijimos
entonces que Salomón había sido el escritor de ese libro de Proverbios, y también del libro
de Eclesiastés y el de Cantar de los Cantares. Entonces encontramos aquí en este libro en
particular algo diferente de lo que decía el libro de Proverbios. Y en el libro de Proverbios
podíamos observar la sabiduría de Salomón y aquí podemos ver la insensatez de este
hombre.

Ahora, Salomón es el escritor; creemos que se ha establecido firmemente entre los


expositores bíblicos de tendencia conservadora que Salomón fue su escritor. No hay
ninguna otra explicación que dar en cuanto a este libro aparte de que Salomón fue su
escritor. En realidad, es una autobiografía dramática de su vida cuando él se aparta de
Dios. La palabra Eclesiastés quiere decir “Predicador o Filósofo”. Me gusta más utilizar
el término filósofo que el de predicador porque puede ser malentendido.

Ahora, es importante notar aquí el propósito de este libro. Usted probablemente se ha


dado cuenta que nosotros presentamos una introducción a cada libro de la Biblia que nos
toca estudiar. Creemos que es importante conocer el propósito de cada libro de la Biblia

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para poder comprenderlo correctamente. Es necesario quizá apartarnos, alejarnos un
poco de él para poder lograr una perspectiva del mismo. Es necesario que observemos
esto con un telescopio, por así decirlo, antes de tomar el microscopio para analizar la
Palabra de Dios. Y ante nosotros pues, tenemos un libro donde esto es probablemente más
evidente que en cualquier otro libro de la Biblia.

Aquí podemos ver la filosofía humana aparte de Dios; y ésta siempre debe alcanzar las
conclusiones que alcanza este libro. Es inevitable un resultado como ese. Por tanto,
vamos a ver en este libro algunas de las declaraciones que se contradicen con otras
declaraciones en las Escrituras. En realidad, casi nos sobrecoge cierta clase de temor al
saber que este libro ha sido el favorito de muchos ateos. Han citado de este libro muy a
menudo. Un ejemplo de esto lo vemos en los escritos de Volme y Voltaire. Y en el día de
hoy esa persona que es cínica y crítica puede citar cosas de este libro. Y también es
interesante notar el número de sectas que utilizan pasajes de este libro porque los pueden
sacar completamente de su contexto y darles un significado completamente erróneo.

El hombre ha tratado de muchas maneras de ser feliz sin Dios. Hay millones de
personas que están tratando de lograr esto todos los días. Y este libro nos muestra cuán
absurdo es intentar eso. Salomón era el hombre más sabio que existió y él tenía la
sabiduría que le había sido dada por Dios mismo. Ese hombre probó todas las cosas que le
podían proveer de placer y felicidad de que puede ser capaz el hombre, y su resultado es
que “todo es vanidad”. Esa palabra “vanidad” quiere decir vacío. Todo es vanidad, sin
propósito. Usted nunca puede llegar a lograr satisfacción en la vida siguiendo este
proceso. Dios le demostró a Job, un hombre justo, que él era pecador ante los ojos de
Dios. Y aquí en Eclesiastés, Dios le demuestra a Salomón, el hombre más sabio, que él es
un insensato ante los ojos de Dios.

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Amigo oyente, este es el lugar donde se encuentran muchos que son grandes profesores
en la actualidad. Filósofos, teólogos, y predicadores del día de hoy podrían aprender una
gran lección que a pesar de su sabiduría, a pesar de toda su intención de ser personas
intelectuales en el presente, el hombre a los ojos de Dios es un insensato. Y esto, amigo
oyente, es algo muy difícil de aceptar, es decir, para aquellos que ponen demasiado énfasis
en su inteligencia y en la cantidad de información que han acumulado.

Es interesante notar la opinión, la evaluación que ciertos hombres han dado al libro de
Eclesiastés. En este libro aprendemos que sin Cristo nosotros no podemos tener
satisfacción; aun si llegáramos a poseer todo el mundo y obtuviéramos las cosas que el
hombre considera hoy como las cosas que pueden satisfacer su corazón, las cosas que llegan
a dejarlo satisfecho. Pero hoy, el mundo no puede satisfacer el corazón porque el corazón
es demasiado grande para ese objeto. Y cuando lleguemos a considerar el próximo libro
escrito por Salomón, el Cantar de los Cantares, aprenderemos que si nos apartamos de este
mundo y ponemos nuestro afecto en Cristo Jesús, no podemos profundizar la infinita
preciosidad de Su amor. Aquí el objeto es demasiado grande para el corazón.

Se han dicho demasiadas cosas acerca de este libro de Eclesiastés, y nosotros vamos a
hacer referencia a eso al avanzar en nuestro estudio. Nuevamente queremos decir que
“vanidad”, esa palabra “vanidad” es la clave, así como también la frase que se repite
muchas veces: “debajo del sol”. Y también debemos mencionar que existe otra expresión
que también se repite varias veces: “Dije yo en mi corazón”. Es decir, estas son las
reflexiones del corazón del hombre. Estas son las conclusiones a las que el hombre llega a
través de su propia inteligencia, a través de sus propios experimentos; y estas conclusiones
a las cuales ha arribado, no son inspiradas.

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Pero la palabra que nos cuenta esto acerca de estas cosas, sí es inspirada y por tanto,
usted tiene en este libro las siguientes cosas: “Dije en mi corazón,” “debajo del sol”,
“Vanidad”. Estas tres palabras se repiten una y otra vez. Por ejemplo, la palabra
“vanidad” se repite como 37 veces; la expresión “debajo del sol” ocurre como 29 veces, y no
sabemos exactamente cuántas veces se repite este dicho “Dije yo en mi corazón”. No
hemos contado esas palabras, pero quizá usted lo pueda hacer, amigo oyente.

Me gustaría en este instante presentar un bosquejo de este libro, ya que hay muchas
personas que opinan que este es un libro sin ton ni son, y simplemente un grupo de
versículos amontonados en un libro. Y eso en realidad no es cierto, por supuesto. Lo que
usted tiene ante sí en este libro es un problema que se ha presentado. Y eso lo podemos
apreciar en los primeros tres versículos del primer capítulo. Luego se realizará un
experimento. El problema que se presenta es “Todo es vanidad”. Bien, él experimenta, y
desde el versículo 4 del primer capítulo hasta el versículo 12 del capítulo 2, usted
encontrará este experimento que se realiza, buscando la satisfacción en formas muy
diferentes, en campos muy distintos. Se presentará la ciencia, o las leyes de la naturaleza,
la sabiduría y la filosofía; el placer, el materialismo, el vivir para el “ahora”; el fatalismo, el
egoísmo, o egotismo. La religión. Riquezas. Moralidad. Esas son las cosas que
Salomón probó, y él las presentará ante nosotros. Y luego tendremos el resultado de ese
experimento en los últimos dos versículos en el libro. Bueno, entonces comencemos con
este estudio del día de hoy, leyendo el versículo 1, de este capítulo 1, de Eclesiastés, y dice
así:

1
Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. (Ecl. 1:1)

No conocemos de ninguna otra persona que pueda ser identificada con estas palabras con

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excepción de Salomón. David tuvo otros hijos, pero este es el rey de Jerusalén; y el único que
fue rey en Jerusalén fue Salomón. El es el filósofo que tenemos ante nosotros. Bueno, el
recibió sabiduría. Creemos que fue una sabiduría un poco diferente a lo que pensamos que es en
la actualidad. Pensamos que nosotros hemos recibido un conocimiento, un discernimiento
espiritual. No creemos que esa haya sido la clase de sabiduría que Salomón tenía. Opinamos
que él recibió la sabiduría de gobernar, economía política, todo eso.

Opinamos que Salomón probablemente hizo un trabajo muy bueno en gobernar la nación,
pero él no sabía cómo gobernarse a sí mismo, ni a su casa; pero él sabía cómo gobernar la nación
y trajo a su país una era de paz, y las naciones del mundo llegaron a ese lugar a estudiar y a
contemplar la sabiduría de Salomón. El testificó por Dios a través del templo en esa ciudad, y
los altares donde se ofrecía sacrificios por pecadores. Todo esto era algo nuevo para la reina de
Seba y llegó a visitarlo de los confines de la tierra, y eso es lo que ella descubrió. Pero, en el
área de discernimiento espiritual, Salomón era probablemente nulo en cuanto a eso.

Ahora, encontramos a ese hombre, cuando está apartado de Dios, lanzado en esta clase de
cosa, “debajo del sol”. Y el hombre debajo del sol aquí, es diferente del hijo de Dios que se dice
estar sentado en los lugares celestiales en Cristo Jesús, disfrutando de toda bendición espiritual
en Cristo. Eso es diferente de lo que es ese hombre ante nosotros. En el versículo 2, pues dice:

2
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
(Ecl. 1:2)

La vanidad aquí nos habla de un vacío. Es el desperdiciar su vida sin ningún propósito. Sin
ningún objetivo. El vivir simplemente como vive un animal, o como vive un pájaro. Hay
muchas personas que en la actualidad están viviendo así.

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Hay ciertas personas en el presente que se destacan muy fácilmente. Son las que nosotros
consideramos como parte del “Jet-set”, como se dice. Ellos pasan unos pocos días en un hotel,
luego viajan a otra ciudad como Acapulco, México. De allí parten a la Riviera Francesa, luego
se van a España, de allí viajan a Africa del Norte, y de allí se dirigen a Africa del Sur. Y
simplemente viajan por todo el mundo. Y al observar a esas personas, una de las cosas que más
nos llama la atención es que cuando uno escucha su conversación en los diferentes lugares que
frecuentan, uno se da cuenta que su vida no tiene propósito alguno.

Uno de ellos puede decir: “Bueno, vi a Fulano de tal en cierto lugar - en la ciudad de Nueva
York. Estuve visitando allí este invierno”. Y, “¿pudiste asistir a tal y tal teatro?” O, “¿A dónde
vas a ir de aquí? “Ese lugar que visitamos el año pasado era muy aburrido”. No tienen ningún,
mejor dicho ningún propósito en esta vida. Ningún objetivo en la vida. No saben a dónde van.
Ahora, esa es la conclusión, digamos de paso, a la que arribó Salomón: “Vanidad de vanidades”.
O sea, “Vacío de vacíos”. Es como un gran saco lleno de nada, si le parece bien la expresión.
Lo que tenemos entonces ante nosotros aquí, es un libro sobresaliente. Y por supuesto que nos
referimos a este libro de Eclesiastés. Aquí tenemos a un hombre que ha probado de todo. En el
libro de Proverbios tenemos sus joyas de sabiduría. El nos da allí por así decirlo, la luz verde.
Y en Eclesiastés tenemos glóbulos; y estos no son glóbulos de sabiduría, sino de insensatez.
Aquí tenemos pues, la luz roja de este semáforo.

Luego, podemos observar en el Cantar de los Cantares el tema del amor. Así es que
tenemos entonces sabiduría, insensatez y amor; y Salomón era un experto en estas tres áreas. El
sabía cómo hacerse el bobo. El sabía cómo ser sabio en el gobierno. Su vida amorosa también
es una larga historia. Ahora, Salomón el hombre más sabio según la sabiduría del mundo, llegó
a hacerse el bobo como ninguna otra persona lo llegó a ser. Él es el enigma de la revelación.
Es una paradoja de las Escrituras. Es el hombre más sabio y al mismo tiempo el más insensato.
Y este libro de Eclesiastés nos va a revelar eso, precisamente.

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Ve usted que aquí dice: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Lo que tenemos aquí en
Eclesiastés es la versión bíblica, de ese cuento que quizá usted conoce: “Alicia en el País de las
Maravillas”. Es como Disneylandia. El probó hacer todas las cosas en esta vida. Eclesiastés
ha sido llamado, como ya hemos indicado, la autobiografía dramática de la vida de Salomón
quien se apartó de Dios. Aquí tenemos una vida sin Dios, “Debajo del sol”. Un hombre
andando y hablando debajo del sol. Él es el mismo hombre que usted puede observar en el día
de hoy; usted se encuentra con esta clase de personas en el día de hoy tratando de obtener algo de
esta vida.

Ahora, hay otra clase de personas que uno encuentra en sus viajes y son aquellos que se
dedican a asistir a convenciones. Van de un lugar a otro para estar presentes en las
convenciones. Parece que estamos en los días de las convenciones. Si uno pudiera escuchar
sus conversaciones, se daría cuenta de que son diferentes de las de los demás. Esta gente está
buscando algo. Tienen una fiesta la noche anterior, se han divertido a su manera bebiendo hasta
cansarse. Luego tienen un gran banquete. Prueban todo. Sin embargo, allí queda una nota de
amargura, de vacío y allí queda ese desperdicio en el vaso de la vida. Y eso es lo que tenemos
aquí.

Encontramos que ese hombre aquí está haciendo un experimento. Él está tratando de
exprimir el jugo de la vida de rocas secas de esta existencia mundana, y aquí él va a comenzar.
Y en el versículo 3, él dice:

3
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
(Ecl. 1:3)

Ahora, entendamos esto. Esto es debajo del sol. Este es el punto de vista del hombre.

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Dios no nos ha dado Su punto de vista aquí. Esto es todo debajo del sol. Esto no es debajo del
sol y sobre la luna. Esto simplemente es debajo del sol. Y nos presenta un cuadro del hombre
apartado de Dios, tratando de encontrar satisfacciones en la vida.

Y la primera cosa que él prueba es este asunto de, lo que llamaríamos nosotros, ciencia, el
arte. O podríamos llamarle, las leyes de la naturaleza. El comenzó a hacer un estudio de eso.
Y eso es interesante. Los hombres que se han dedicado al campo científico en la actualidad han
pasado muchos años – en realidad una vida entera estudiando estas leyes de la naturaleza. Y
este libro es muy destacado en darnos estas leyes de la naturaleza. Notemos que él descubrió
que esto era cierto. Escuche lo que dice aquí, el versículo 4:

4
Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. (Ecl. 1:4)

Ahora, la tierra siempre permanece. Es algo permanente. Tiene una estabilidad que el
hombre no tiene. Porque el hombre es algo temporal. Ahora, usted tiene al hombre
contemporáneo. Él es un poquito diferente al hombre del pasado y probablemente será muy
diferente del hombre del futuro. Pero el hombre es algo temporal. Y la continuidad de la
humanidad se mantiene a través de los nacimientos. Es decir, amigo oyente, que ni usted ni yo
estuvimos aquí hace 100 años; por lo menos pensamos que no hubo muchos de nosotros
entonces. Y, ni usted ni yo vamos a estar aquí dentro de 100 años. En realidad, hay muchos de
nosotros que no vamos a estar aquí por mucho más tiempo. Pero, la humanidad continuará, y
continuará a través de los nacimientos. Ahora, el escritor de este libro de Eclesiastés, ha notado
que una generación ha pasado. Y dice aquí, en el versículo 4, vamos a verlo otra vez:

4
Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. (Ecl. 1:4)

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El hombre es una criatura transitoria, y si usted quiere ver a esta vida solamente en términos
de vida, debemos decir que el hombre es el fracaso más grande en el universo de Dios. Está en
esta escena solamente por muy pocos años. En algunas partes de esta tierra se encuentran
árboles plantados que ya estaban ocupando su lugar cuando Cristo estuvo en esta tierra, y han
permanecido en ese lugar por mucho tiempo; pero, después de todo, no son nada más que cosas
primarias. En realidad, no han estado aquí mucho tiempo. Se nos dice que alrededor nuestro
existen rocas que han estado aquí por millones de años – quizá billones de años - no sabemos
cuanto tiempo. Y no sabemos si los científicos conocen esto tampoco.

Pero, usted y yo nos encontramos ahora sobre una tierra que ha estado aquí por bastante
tiempo. Estaba aquí antes de que llegara el hombre y estará aquí después que la mayoría de
nosotros parta de este mundo. Ahora, amigo oyente, permítanos indicarle que esto agrega,
como bien podemos ver, cierta dimensión al hombre y a la vida, que es un poco desanimadora, o
desalentadora; el hombre no es lo que piensa ser. Notemos algo más. También se levanta el
sol. Leamos el versículo 5:

5
Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. (Ecl.
1:5)

Con todo lo que tenía Salomón encontró que la vida era como monótona. Había, ah, cierta
similitud en todo. Él trataba de huir de esto. Y la gente del día de hoy está haciendo de todo
debajo del sol. La mayoría de nosotros tenemos arena en nuestros zapatos. Nos gusta andar.
Corremos de un lado para otro, vamos de aquí para allá. Los hoteles y moteles están llenos de
gente. Los caminos están llenos de gente que van de un lado para otro. Siempre están
viajando. Y nos preguntamos: ¿Qué es lo que está sucediendo? Bueno, están buscando algo
que les satisfaga. Están tratando de escapar de la monotonía de la vida. Amigo oyente, si usted

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simplemente va a mirar al hombre tal cual es en el día de hoy, separado de Dios, encuentra que
no es un cuadro muy hermoso de observar, que no es muy lindo. Y eso es lo que este libro de
Eclesiastés nos presentará.

Por hoy, vamos a detenernos aquí, amigo oyente. Continuaremos Dios mediante, en nuestro
próximo programa y esperamos contar con su fiel atención. Hasta entonces pues, ¡que el Señor
le bendiga en forma abundante, es nuestra ferviente oración!

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PROGRAMA No. 0771

ECLESIASTÉS

Capítulo 1:5 - 14

Amigo oyente, regresamos hoy al libro de Eclesiastés y vamos a comenzar a observar lo


que se nos dice en los versículos 5, siguiendo hasta el 14. Confiamos que usted tenga su
Biblia y que pueda seguir la lectura de estos versículos. Ya he mos explicado algo acerca
del versículo 5, pero como este versículo está entrelazado con el versículo 6, lo que remos
considerar con el versículo 6. Y también veremos lo que nos dice el versículo 7. Leamos
entonces estos tres versículos juntos; el versículo 5 hasta el versículo 7, del capítulo 1, de
Eclesiastés:

5 6
Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El
viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el
viento de nuevo. 7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los
ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. (Ecl. 1:5-7)

Aquí tenemos sin lugar a dudas una de las declaraciones más sobresalientes de las Escrituras.
Aquí se nos revela que Salomón hizo un estudio de la ciencia (probablemente podr íamos explicar
esto mejor diciendo que él estudió las leyes de la naturaleza) y que él conocía bastante acerca de
estas cosas. Es interesante notar que estas son cosas básicas en la actualidad, en cuanto a lo
relacionado a la ciencia. Permítanos compartir con usted una declaración hecha por el Dr. A. T.

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Pearson, quien dijo: “Existe cierto peligro en tratar de forzar las palabras en la Biblia hacia una
declaración positiva de un hecho científico; son tan maravillosas las cosas que podemos apreciar
aquí; pero es por cierto curioso el hecho de que Salomón usara un lenguaje totalmente
consistente con los descubrimientos tales como la evaporación y el movimiento de las tormentas.

Hasta existe algunos que han osado decir que la teoría de Redfield sobre las to rmentas se
indica aquí en una forma explícita. Sin tomar nosotros esta posición, podemos preguntarnos
quién le enseñó a Salomón a usar estos términos tan prontamente acomodados a los hechos.
Quién le enseñó a él que el movimiento de los vientos, que parecen ser tan desordenados e
inciertos, son gobernados por leyes tan positivas como aquellas que gobiernan el crecimiento de
una planta; y que por medio de la evaporación, las aguas que caen sobre la tierra vuelven a
elevarse en un proceso continuo, de tal manera que la mar nunca se llena.” Hasta aquí, la
declaración de Dr. Pearson.

Luego, el Dr. Pearson habla acerca de lo que dice Eclesiastés, capítulo 12, versículo 6. Él
dice que esta es una descripción poética de la muerte: la cadena de plata describe la médula
espinal. El cuenco de oro, es la cavidad donde se encuentra el cerebro. El cántaro, los
pulmones, y la rueda, el corazón. Sin pretender que Salomón fue inspirado a mencionar la
circulación de la sangre 26 siglos antes de que lo hiciera Harvey, ¿ no es notable que el lenguaje
que utiliza describe exactamente los hechos?

Tenemos en estos versículos ante nosotros tres declaraciones muy interesantes. Salomón
nos dice que el sol sale y que luego se pone. Existe una monotonía en la naturaleza, también,
pero, también tenemos aquello en lo cual podemos depender. Usted puede depender en que el
sol saldrá; y usted puede contar en que el sol se pondrá. Esa es la terminología que nosotros
utilizamos en el día de hoy, y que se ha acomodado a todas las edades. Sin embargo, estamos

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seguros que la mayoría de nosotros sabemos lo que en realidad ocurre cuando decimos que sale
el sol y que se pone, que es en realidad producto de la rotación de la tierra. Debemos decir que
en lo que se refiere a nosotros, estamos plantados sobre una porción de la tierra bastante sólida, y
nos parece que el sol sale y que también se pone. No hay nada malo con eso.

La declaración que tenemos ante nosotros es algo realmente sorprendente. Es decir que,
tenemos aquí algo que se realiza en una forma precisa, regular, y que esto obedece a ciertas
leyes. Ahora dice: “El viento tira hacia el sur”. En el día de hoy sabemos que el viento sigue
sus normas. El hombre en el día de hoy no es capaz de predecir el tiempo, aún en nuestros días
modernos. Los meteorólogos de nuestros días tienen muchos aparatos científicos a su
disposición, y sin embargo, están equivocados en un 50% de las veces. Esto es en cuanto a la
predicción del tiempo.

Usted recuerda que el Señor Jesucristo habló también de esto, y Él dijo: “El viento de
donde quiere sopla”. Sopla según las leyes. Y, “Escuchas su sonido”. Pero uno no puede
decir de dónde viene ni a dónde va.

Durante cierta época del año, se forman huracanes y tifones en diferentes partes del mundo.
Y a menudo castigan zonas pobladas. Creo que nosotros todos estamos familiarizados con las
consecuencias terribles del viento que hay veces que castiga las zonas donde nosotros vivimos.
En muchos lugares se producen inundaciones terribles que causan la muerte a millares de
personas. “El viento sopla de donde quiere”. O, como dice Salomón: “El viento tira hacia el
sur, y rodea al norte”. En un lugar se está dirigiendo hacia el sur, y en otro lugar se está
dirigiendo hacia el norte. El viento obedece sus leyes, y sopla. Ahora, ¿cómo sabía Salomón
acerca de estas cosas? El no tenía los aparatos que tenemos nosotros en el día de hoy y tampoco
la información que poseemos en las cuales basar las predicciones que estaba haciendo.

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Salomón también se dio cuenta que los ríos se dirigían hacia el mar, y que el mar no se
llenaba. Es decir, que tácitamente él estaba hablando acerca de la ley de la evaporación. La
elevación hacia el aire de la humedad, luego llega el viento y se lo lleva y se forman lagos sobre
nosotros. Ríos sobre nosotros. Y el Señor los lleva de su posición sobre el mar a la tierra y allí
deja que llueva. Y todo eso está siguiendo cierta ley específica, muy exacta. No hay nada
casual o descuidado en todo esto, aunque nos parezca así a nosotros. En estos versículos
tenemos tres declaraciones muy interesantes, y ya vimos otra con anterioridad allá en el versículo
4, todas éstas se refieren a las leyes de la naturaleza, que tienen sentido para nosotros aún en el
presente. Se acomodan muy bien a lo que conoce el hombre en el día de hoy.

Usted puede ver los escritos que datan de unos 1.000 años antes de Cristo, y observar lo que
estos dicen. Usted puede ver allí que hay mucho que tiene que ver con las supersticiones y
mucho que es falso, y mucho más que ni vale la pena mencionar. Pero aquí tenemos otra de las
cosas que hacen de la Palabra de Dios, algo muy destacado. Veamos que en el versículo 8,
Salomón nos dice algo bastante sorprendente también, notemos lo que dice, versículo 8:

8
Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia
el ojo de ver, ni el oído de oír. (Ecl. 1:8)

Y si el hombre no creyera que eso es cierto, por cierto que lo puede hacer ahora en este día
de la televisión. Hay personas que pueden pasarse horas mirando la televisión durante todo el
día y aún así no se cansan de hacerlo. ¿Por qué? Porque “nunca se sacia el ojo de ver, ni el
oído de oír”. Y estoy seguro que la mayoría de nosotros gustamos de ir y visitar nuevos lugares
y ver cosas nuevas. Esa es una de las cosas que uno puede disfrutar en esta vida. Estoy seguro
que cada uno de nuestros países tiene lugares encantadores, y a los cuales nos gusta visitar una y
otra vez. Y aún así no nos cansamos nunca de visitar otros lugares donde podemos apreciar la

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belleza local.

Usted y yo amigo oyente, vivimos en un universo que es realmente maravilloso. Y el ojo


nunca queda satisfecho de ver ni tampoco el oído de oír; nos gusta continuar mirando y oyendo
todo el tiempo. El hombre no puede agotar la exploración del universo. El hombre, mientras
más aprende, más ve y se da cuenta de las cosas que debería aprender. Mientras más aprende,
más se da cuenta de que tiene mucho más que aprender, y esto es un contratiempo para él. El
universo físico es demasiado grande para ese pequeño hombre, y él es el único de las criaturas de
Dios, según sabemos nosotros, que es capaz de comprenderlo.

Hay veces que escuchamos a un perro ladrando a la luna. No creemos que ese animal se dé
cuenta de la distancia de la tierra a la luna, no creemos tampoco que se preocupe por ello. No
creemos que un animal reconozca que está viviendo en un universo tan amplio como el nuestro.
Creemos que el mundo del perro es algo bastante reducido. En algunos casos ni siquiera nos
dan señales de pensar que es más grande que el hueso que tienen para roer. Entonces Salomón
continúa diciendo en el versículo 9, de este capítulo 1 de Eclesiastés, lo siguiente:

9
¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo
que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. (Ecl. 1:9)

Y en realidad no hay nada nuevo. Algunas personas piensan que ya que el hombre ha
creado un producto nuevo, que ha podido hacerlo o fabricarlo, que esto en realidad es nuevo;
podríamos pensar en el teléfono por ejemplo. Hay quienes que quizá pueden recordar cuando
esto era en realidad una novedad. Y podemos insistir en que en realidad no hay nada nuevo.
Ahora, usted puede preguntar: “Bueno, y ¿qué me dice acerca del avión? Bueno, debemos
insistir que en realidad no hay nada nuevo debajo del sol. Permítanos ilustrar eso en esta forma.

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Digamos por ejemplo que mi abuelo propuso matrimonio a mi abuela cuando ellos se
encontraban sentados en un sofá en la sala de estar de su hogar. Pues bien, él propuso
matrimonio, y ella aceptó y se casaron. Luego mi papá conoció a mi madre en un tienda.
Luego, él le propuso matrimonio, y cuando fueron a casarse, usaron un coche tirado por un
caballo.

Luego cuando me tocó el turno a mí, yo le propuse matrimonio a mi esposa mientras


caminábamos de regreso a su casa después de dar un paseo. Y luego vienen los hijos y los
nietos, y me pregunto cómo llegarán a proponer matrimonio los nietos. Quizá lo hagan en un
avión a propulsión, o tal vez para la época cuando ellos sean suficientemente grandes haya
alguna otra cosa diferente. Quizá propongan matrimonio en una cápsula espacial. Y alguien
puede decir: ¿No es eso algo nuevo? Amigo oyente, no lo es. Permítanos decirle que no es algo
nuevo, que el mismo sentimiento que tenía mi abuelo cuando ella le dijo que sí, es igual al que
yo sentía; y no creo que alguno de mis hijos o tal vez mis nietos lleguen a sentir algo diferente a
lo que yo sentí. En realidad, amigo oyente, no hay nada nuevo debajo del sol. Quizá nuestro
medio ambiente sea algo diferente y algunas cositas nuevas, quizá algunos artefactos creados por
el hombre, pero en realidad amigo oyente, no hay nada nuevo debajo del sol. El hombre es el
mismo. El medio que lo rodea quizá cambie un poco, y las cosas se presentan un poco diferente
en cada nueva era, pero siempre es lo mismo. Ahora, Salomón continúa hablando y nos dice en
el versículo 10:

10
¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos
han precedido. (Ecl. 1:10)

Bueno, esta declaración “que no hay nada nuevo debajo del sol” parece no coincidir con esa
era nuestra donde hay tantos artefactos aparentemente nuevos. Sin embargo es verdad. Hay

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algunas personas que dicen que la bomba atómica es a lgo nuevo, pero en realidad, el átomo ha
estado en existencia por mucho tiempo. El átomo es más antiguo que el mismo hombre. Aun
cuando el hombre no sabía ni siquiera de su existencia por mucho tiempo, ya el átomo estaba
aquí. Todo lo que el hombre ha logrado hacer es que el átomo se convierta en un vecino un
poco más difícil de soportar. El hombre debió haber dejado las cosas como estaban, tranquilas.

Sin embargo, nos gusta hurgar las cosas. Y no encontramos nada nuevo. Ya ha estado allí
por mucho tiempo. “Nada hay nuevo debajo del sol”. Ahora, alguien quizá diga: “¿Qué nos
dice entonces acerca de la computadora?” Bueno, Dios nos ha dado una computadora en el
cerebro. Eso es todo lo que tenemos. Es un sistema nervioso electrónico. Y eso no le brinda
al hombre una satisfacción profunda y permanente. El hombre ha llegado a aprender que las
cosas que le rodean en el día de hoy no son realmente nuevas. No le dan a él nada nuevo.

Pero olvidaba decir que sí, sí hay una cosa nueva y nos referimos al nuevo nacimiento. Y
debo decirle amigo oyente, que eso es algo que sucede cuando usted recibe al Señor Jesucristo
como su Salvador personal. Y esa, amigo oyente, es la única cosa nueva que puede presentarse
en su vida, el nuevo nacimiento. Eso es todo. Salomón había probado todas estas otras cosas y
él tenía que llegar a la conclusión que expresa en las siguientes palabras. Escuche usted el
versículo 11:

11
No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria
en los que serán después. (Ecl. 1:11)

El hombre trata de todas las maneras posibles, de permanecer ante los ojos del público en
este mundo, pero no pasa mucho tiempo hasta que es olvidado.

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¿Recuerda usted quiénes eran los artistas populares hace 30 o 40 años? ¿Recuerda usted
quiénes eran los atletas populares de hace 50 años? ¿Recuerda usted el nombre del presidente
de su país hace 50 años? Claro que no. “No hay memoria de lo que precede”. No duran tanto
ya que el tiempo pasa rápidamente. Según nos dice la Escritura nosotros pasamos nuestro
tiempo aquí en este mundo como una historia que se cuenta, y no podemos hacer que se repita
nuevamente. Y esa es la conclusión a la cual ha arribado Salomón en este primer experimento
que él realiza. Encontramos aquí que él va a buscar satisfacción en la sabiduría y la filosofía.
Eso lo veremos en los versículos 12 hasta el 18. Luego buscará los placeres en el capítulo 2.
Bueno, aquí tenemos este experimento. Y él dice en los versículos 12 y 13, de este capítulo 1,
de Eclesiastés:

12 13
Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir y a
buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio
Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. (Ecl. 1:12, 13)

Lo que él nos está diciendo aquí es lo siguiente: “Yo he pasado mucho tiempo estudiando la
filosofía de este mundo; y ¿no es esto interesante?” Salomón vivió – unos 1.000 años antes de
Cristo. Nosotros vivimos más de 2.000 años después de Cristo. Así es que han pasado unos
3.000 años y el hombre ha logrado crear muchos artefactos pero, ¿sabe una cosa? En realidad el
hombre no conoce nada más acerca de la filosofía y la sabiduría, de lo que sabía hace 3.000 años.
No se ha logrado ningún progreso en ese asunto de la sabiduría, y la filosofía. Esas cosas no
satisfacen. No satisfacen de ninguna manera. Y él dice en el versículo 14, de este capítulo 1 de
Eclesiastés:

14
Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y
aflicción de espíritu. (Ecl. 1:14)

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Salomón dice: “Usted gasta su tiempo en organizar este experimento; pasa su tiempo en
estudiar temas y no resulta nada sino simplemente una pérdida de tiempo”.

Como usted bien sabe, amigo oyente, estamos viviendo e n los días cuando hay algunos que
están tratando de decir que los métodos de educación del pasado eran nada más que una pérdida
de tiempo. Y nos preguntamos si los del presente son buenos. Pensamos que también son una
pérdida de tiempo. El hombre nunca puede llegar a conocer a Dios por medio de la sabiduría y
la filosofía. Nunca puede llegar a encontrar lo que es en realidad importante. Sólo obtiene eso
por medio de la revelación. Pero Salomón trató de encontrar eso. Y de esto hablaremos, Dios
mediante, en nuestro próximo estudio. Le invitamos pues, a que nos sintonice.

Mientras tanto, le sugerimos que usted se lea el resto del capítulo 1 de este libro de
Eclesiastés y lo compare con las notas y bosquejos que le hemos enviado, para que así esté mejor
preparado para nuestro próximo estudio. Ahora, si no ha recibido todavía o no ha solicitado las
notas y bosquejos que ofrecemos, pues todo lo que tiene que hacer es enviarnos su nombre y
dirección completos y en orden y diciéndonos en su carta que desea recibir este material y con
todo gusto lo enviaremos con la mayor prontitud posible. Será pues, hasta nuestro próximo
programa, amigo oyente, es nuestra oración que el estudio de este maravilloso libro que hoy
damos comienzo, le depare muchas bendiciones del Señor. ¡Hasta pronto, y que Dios le
bendiga!

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PROGRAMA No. 0772

ECLESIASTÉS

Capítulo 1:15 - 2:10

En el día de hoy, amigo oyente, regresamos, al capítulo 1 de este libro de Eclesiastés y


vamos a comenzar nuestro estudio con el versículo 15. Aquí encontramos a Salomón
realizando un experimento fantástico y él lo está haciendo en el laboratorio de la vida. Él
está probando todo lo que está al alcance del hombre. En su día él era capaz de ir y
probar en cualquie r campo de acción que él quisiera. Hoy, no hay muchos hombres que
puedan hacer lo que en sus días hizo Salomón. En primer lugar, él trató de entregarse a sí
mismo al estudio de las leyes de la naturale za, pero él descubrió que aún allí no había nada
que él pudiera aprende r en la naturaleza, nada en la ciencia; nada que pudie ra ser nuevo
en el sentido de que pudie ra darle nueva vida a uno. Sólo el nuevo nacimiento puede
hacer eso, y eso era lo único nuevo.

Tenemos en el versículo 15, que este hombre trata o prueba la filosofía. Es decir que él
prueba la planificación propia del hombre y las maquinaciones propias del hombre para
ver si él puede solucionar los problemas de la vida y llegar a un final feliz.

En el día de hoy, generalmente la filosofía nos lleva a ser pesimistas en la vida. Eso es
lo que sucede por lo general. Leamos entonces, este versículo:

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15
Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse. (Ecl. 1:15)

Uno no puede tomar al hombre natural, a un hombre que es un pecador perdido y separado de
Dios, y darle a él una educación y esperar que esa educación le resuelva los problemas de la vida.
Nunca sucederá eso. La filosofía y la sicología no pueden cambiar la naturaleza humana, ni
tampoco pueden corregir la vieja naturaleza del hombre porque se nos dice en la primera parte de
este versículo 15 que: Lo torcido no se puede enderezar. El hombre no tiene ninguna forma de
enderezar la naturaleza humana. Existe un antiguo dicho que dice: “Árbol que crece torcido,
nunca su tronco endereza”. Así es como crecerá. Será torcido porque así fue como comenzó.
Usted y yo, amigo oyente, comenzamos con una vieja naturaleza y uno puede educarla y puede
hacer muchas cosas con ella y muchas cosas a ella, pero el Señor Jesucristo dijo: Lo que es
nacido de la carne, carne es. Siempre será carne, amigo oyente, y esa es la razón por la cual el
hombre necesita tener una nueva naturaleza, porque, dijo el Señor también que: Aquello que es
nacido del espíritu, espíritu es. Ese es uno de los grandes principios que existe.

Hemos podido apreciar hoy que la educación no ayuda a solucionar los problemas de la vida.
Las cosas que han ocurrido en los últimos años, la educación superior, en realidad toda la
educación, está siendo escudriñada por gran número de pensadores. Hay otros que han tratado
de lograr cierto tipo de solución. Las comisiones que estudian la educación superior hoy, han
arribado a la novedosa explicación de que la causa de los problemas que se presentan en las
universidades y la inmoralidad que tiene lugar, se debe a que los jóvenes en el día de hoy están
investigando más a fondo las cosas y están más interesados en la po lítica y en lo que está
ocurriendo en su mundo. Bueno, diremos que eso es cierto, que existe interés hoy en esas cosas
porque podemos apreciar las cosas terribles que están ocurriendo, y, también, porque el medio
informativo a través de la televisión y la radio y los periódicos del presente reúnen la
información de los cuatro puntos cardinales de nuestra tierra en un mismo día. Y podemos
apreciar eso en las noticias vespertinas; así es que ahora estamos más conscientes de lo que

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ocurre en el mundo en la actualidad de lo que sucedía en el pasado.

Hubo épocas cuando uno debía esperar unas 6 o 7 semanas antes de saber el resultado de las
elecciones para presidente. Se demoraban mucho para obtener toda la información. Pero, en el
día de hoy, en algunos países, se puede predecir el resultado de la elección antes de que ésta
tenga lugar. Esa es la forma más novedosa de hacerlo, y es así como se realiza en el presente.
Ahora, hemos recorrido mucho camino, estamos dispuestos a aceptar la primera parte de esa
declaración mencionada anteriormente, pero no estamos de acuerdo con la última parte, donde se
dice que esa es la razón por la cual los jóvenes se han dedicado a causar problemas y disturbios,
y que eso no es un deterioro de la vida universitaria, sino que más bien, es una mejora. Bueno,
amigo oyente, hemos llegado a los días que como dijo Isaías, cuando las cosas malas iban a ser
llamadas buenas, y las cosas buenas iban a ser llamadas malas. Eso es lo que tenemos en el
presente. Permítanos decirle, amigo oyente, que esa es la forma nueva por la cual un hombre
educado puede decir que el deterioro sufrido en las universidades no es en realidad un deterioro
sino una mejora. Amigo oyente, si usted cree en los cuentos de hadas, entonces puede creer esto
también.

Debemos volver a repetir, amigo oyente, que la educación no resuelve los problemas de la
vida. Hemos dicho muchas veces a través de estos programas, y continuaremos repitiéndolo
una y otra vez, que la sicología no es la respuesta para los problemas del día de hoy. En
conexión con esto, ha aparecido cierto grupo de hombres, y mujeres también, creemos, que por
medio de cierto dicho sicológico, quieren explicar y resolver los problemas de la vida, y que para
hacerlo más apetecedor lo cubren con un poco de Biblia. Es como si fuera una de esas píldoras
amargas que uno no se puede tragar si no se cubren con un poco de algo dulce. Bueno,
podemos decir que todo esto pretende ser una solución bíblica. Bueno, no es una solución
bíblica, amigo oyente. En realidad, la Palabra de Dios tiene la respuesta para el creyente del día
de hoy con sus problemas de la vida. Y no se presenta como si fuera una píldora que ha sido

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recubierta dulcemente con algo bíblico, y que es presentada en la actualidad en la cual se
encuentran implicaciones sicológicas y filosóficas. Esa no es la solución. Hay algunos que
están progresando financieramente haciendo esto, pero debemos decir que hay muchos creyentes
que están siendo engañados con cosas como estas. Y, debemos decirle, amigo oyente, ¿por qué
no regresa a la Biblia? ¿Por qué no se acerca a ella hoy? No hay ninguna solución fácil para
los problemas de la vida. El estudiar la Palabra de Dios requiere mucho de lo que llamaríamos
sudor mental. Eso es lo que hace falta hoy. Y eso es lo que hace falta en el presente en la
Iglesia.

Así es que, Salomón descubrió que la filosofía y la educación y la sicología no tenían la


respuesta para los problemas de la vida. Notemos ahora lo que él dice en el versículo 16, de este
capítulo 1 de Eclesiastés:

16
Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en
sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido
mucha sabiduría y ciencia. (Ecl. 1:16)

Podemos decir que este hombre, a causa de la sabiduría que él tenía en mayor proporción que
los demás, había llegado a ser un poco arrogante – él se había consentido un poco, y como dice
el Apóstol Pablo: “El mucho conocimiento envanece” – o sea que, hace que el individuo se infle
demasiado y que piense que es un poco más inteligente o más educado que los demás que lo
están rodeando. Pero, nuevamente debemos decir que la educación tiene que basarse en la
experiencia, y la experiencia es algo de lo que uno no se puede confiar. Tiene que ser probado
por la Palabra de Dios.

La realidad del presente es que hay muchas personas que están probando a la Palabra de Dios

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por su experiencia. Amigo oyente, usted necesita probar su experiencia por la Palabra de Dios y
ver si obtiene algún resultado por este medio. Notemos ahora lo que dice la primera parte del
versículo 17:

17a
Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, (Ecl. 1:17 a )

Lo interesante de notar es que la sabiduría y el “hacerse el tonto” no son cosas que están muy
alejadas una de la otra. ¿Cuántos hombres inteligentes en la historia de este mundo han pasado
por tontos? Salomón fue uno de ellos. Él fue uno de los ejemplos más destacados de esto.

Nosotros pensamos que hemos producido una generación que cree ser muy inteligente. Sin
embargo, no podemos ni siquiera resolver los problemas que nos rodean. Tampoco podemos
resolver los problemas de este mundo en el presente.

Así es que, Salomón dice que dedicó su Corazón a conocer la sabiduría, y también a
conocer las locuras y los desvaríos. Y probablemente no hubo ningún hombre que hiciera las
cosas tal cual las hizo Salomón. Él dijo: Conocí que aún esto era aflicción de espíritu. Es
decir, no valía la pena realizarlo. Y en el versículo 18, él dice:

18
Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
(Ecl. 1:18)

Amigo oyente, el gozo y la satisfacción no aumentan en proporción al crecimiento del


conocimiento.

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Alguien ha dicho que cuando la ignorancia es una bendición, es una tontería el ser sabio. Y
podemos decir que eso tiene cierta cantidad de verdad. Porque en la mucha sabiduría hay
mucha molestia. – dice aquí Salomón. Mientras más sabemos, más aumentamos nuestros
problemas.

La vida del día de hoy, se ha convertido en algo tedioso. Pero produce tensiones; y todos
estos artefactos científicos que tenemos a nuestro alrededor están haciendo de la vida algo casi
insoportable. Cierto hombre, un creyente, dijo en una ocasión: “Pienso que voy a volverme loco
si no me alejo de estas máquinas computadoras. Estas máquinas que hoy se han convertido en
nuestros amos y señores y que están controlando la vida hoy”.

Ellas producen el aire que respiramos en el presente (y que en muchos lugares está
contaminado) y ellas son las que están produciendo gran parte de nuestro trabajo que nos rodea,
y nosotros pensamos cuan maravillosa es la máquina y nos postramos ante ella y la adoramos.
Pero ese hombre nos está diciendo: “Me está volviendo loco.” Cuán cierto es todo esto, amigo
oyente. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia. Y usted debe recordar que Salomón
no vivió en una época industrializada como la nuestra. Él no llegó a ver la revolución industrial.
Pero él sí que sabía de lo que estaba hablando.

Llegamos ahora al capítulo 2 de Eclesiastés, y aquí vemos a Salomón dirigiéndose en otra


dirección para poder encontrar la satisfacción en la vida. Y ese es el mismo camino que muchas
personas están recorriendo en la actualidad, buscando satisfacción y placer. Él nos describe esto
en los primeros once versículos del capítulo 2. Escuche lo que él dice aquí en el versículo 1:

1
Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he
aquí esto también era vanidad. (Ecl. 2:1)

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Creemos que este hombre Salomón probó todo lo que se conoce hoy en lo relacionado al
placer. Hoy nosotros somos personas que nos hemos vuelto locos en cuanto al sexo. ¿Y qué es
lo que tenemos que mostrar por eso? Bueno, tenemos por cierto una moralidad muy baja en el
presente. Y tenemos las enfermedades venéreas que son una epidemia, entre ellas la peor de
todas, el Sida. Eso es lo que tenemos como resultado de la locura sexual.

Debemos decir que Salomón era una clase de experto en este tema del sexo. Y pensamos
que algunos pastores de la Iglesia se han dirigido en esa dirección, y la mayoría tiene su sermón
sobre el sexo. Algunos tienen series completas en cuanto a este tema. Hay aun otros que
piensan que deberíamos tener en la actualidad cursos en los cuales se enseñe en la misma Iglesia
a los jóvenes todo en cuanto al sexo. Permítanos decirle, amigo oyente, que quizá nosotros
somos un poco chapados a la antigua, como hemos dicho tantas veces. Y pensamos que esta es
una gran equivocación y que es algo trágico. Esa es nuestra opinió n. La generación de hoy
tiene el sexo hasta la coronilla. Creemos que ya estamos recibiendo todo lo que necesitamos.
Pero a pesar de eso, debemos decir, que Salomón era un experto en esta materia. Él tuvo mil
esposas. Fíjese usted. Ahora, no creemos que todas ellas eran sus esposas, ya que muchas eran
lo que consideramos “concubinas”. Pero todas ellas estaban a su alcance. Y amigo oyente, un
hombre que tenga tantas esposas o tantas mujeres a su disposición tiene que convertirse por
obligación en un experto. Y Salomón probó eso, y tuvo su placer. También se inclinó hacia la
bebida. También trataba de divertirse en otras formas. Podríamos decir que él tenía un club
nocturno muy moderno en su país. Quizá podría superar a muchos de los que conocemos en el
presente en esta era. Debemos decir que una de las cosas que este hombre probó fue el placer.
Y escuchemos ahora lo que él dice en cuanto a esta experiencia. En el versículo 1, otra vez de
este capítulo 2, dice:

1
Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he
aquí esto también era vanidad. (Ecl. 2:1)

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Y esa palabra “vanidad”, como ya hemos dicho anteriormente, quiere decir “vacío”. Luego,
en el versículo 2 dice:

2
A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? (Ecl. 2:2)

Él dice: “Yo tenía un bufón en la corte para que me entretuviera; para que dijera los chistes
de última moda” y suponemos que eran en su mayoría de un tono un poco subido, y Salomón
dijo: “Descubrí que esto era una gran pérdida de tiempo”. Y en el versículo 3, dice:

3
Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en
sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los
hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. (Ecl. 2:3)

Debajo del cielo, – esta expresión quiere decir: “debajo del sol”. Aquí tenemos un hombre
que está probando la vida; haciendo un experimento aparte de Dios. Y él dice en el versículo
4:

4
Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; (Ecl. 2:4)

Todos estos eran pasatiempos para Salomón. Uno puede ir a Jerusalén hoy y puede
contemplar las ruinas de los establos que él tenía en varios lugares. En la misma ciudad de
Jerusalén, existe ciertas ruinas, y, también en Megido, uno puede contemplar los lugares donde
parece que comían los caballos que él tenía. Salomón tenía establos por todas partes en su país
y esto era algo que se le había prohibido. Es decir que la ley de Moisés prohibía a los reyes a
hacer eso. Luego, él dice en la primera parte del versículo 6:

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6a
Me hice estanques de aguas, (Ecl. 2:6 a )

Él tenía una piscina para la natación.

6b
para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. (Ecl. 2:6 b )

Él tenía un sistema de irrigación, como usted puede ver. Y continúa en el versículo 7:

7
Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de
vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. (Ecl. 2:7)

Él tenía lo que consideramos, una estancia en las afueras de la ciudad donde podía tener
todos estos animales. Ahora, alguien nos dirá: “Y, ¿de dónde sacaba todo el dinero para eso?”
Bueno, Salomón tenía la mayor parte del oro de su día. Él tenía bastante dinero para gastar y
quería divertirse y edificar todas las cosas que le proveyeran comodidad en su vida.

Se conoce en la actualidad que sus siervos iban a buscar nieve al monte Hermón para que él
pudiera tener bebidas frías durante el verano. Y, pensamos que Salomón había probado todo lo
que podía hacer el hombre para lograr tener algo de placer. Sin embargo, con todo lo que él
había tratado de hacer, no logró los resultados apetecidos. Escuche usted, lo que dice el
versículo 8, de este capítulo 2 de Eclesiastés:

8
Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de
cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de
instrumentos de música. (Ecl. 2:8)

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O sea que, él tenía a su disposición los mejores actores y actrices de la época. Sin embargo,
esto no lograba satisfacerle. De los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de
instrumentos de música. – dice. Él decía que tenía toda clase de música. Música suave, dulce,
música más movida – tenía de todo – pero eso no le satisfacía. Y en los versículos 9 y 10, dice:

9
Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén;
a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que
desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi
trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. (Ecl. 2:9-10)

Quizá usted ha salido alguna vez a caminar y mirar las vitrinas de los negocios de su ciudad.
¿Ha pensando usted alguna vez, amigo oyente, en comprar todo lo que veía? Salomón podía
haber hecho eso. Cualquier cosa que deseaba su corazón, él lo compraba, él lo obtenía. Y
cuando él observaba lo que había en este mundo, podía apreciar que no había nada que se le
negara. Ahora, la pregunta es: “¿Traería todo esto la satisfacción que él buscaba? ¿Podría
darle todo esto el gozo que él buscaba?” Bueno, amigo oyente, creo que usted ya conoce la
respuesta. Y vamos a ver esto, Dios mediante, en nuestro pró ximo estudio y también la razón
para eso, al continuar nuestro recorrido por este libro de Eclesiastés. Hasta entonces, pues,
amigo oyente, que el Señor continúe bendiciendo su vida, es nuestra ferviente oración!

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PROGRAMA No. 0773

ECLESIASTÉS

Capítulo 2:11 - 26

Volvemos hoy, amigo oyente, al capítulo dos de este libro de Eclesiastés que estamos
estudiando. En nuestro programa anterior, vimos que Salomón se había entregado a sí
mismo al placer. El podía decir: No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, – aquí
en el versículo 10 – y él buscaba lograr todo lo que quería, y lo lograba. Nada se le negaba.
Imagínese usted en una posición tan única, tan singular como la que él ocupaba. Usted
llegaría a pensar que una persona así sería completamente feliz. Bueno, no sabe mos por
qué, pero esta gente nunca llega a ser feliz en realidad.

Una zona del estado de California en los Estados Unidos, tiene el prome dio más alto de
suicidios en todo el país; y uno pensaría que serían los pobres o los que se encuentran en
dificultades financieras los que cometen suicidio, ya que la vida parece no tener mucho
valor para esta gente. Pero, amigo oyente, ellos no son los que están suicidándose, son los
ricos, los famosos y los artistas de Hollywood, y personas que parecen haberlo logrado
todo. Ellos son los que se suicidan. ¿Por qué? Porque han llegado a la misma
conclusión a la que llegó Salomón, cuando él había probado todo en cuanto al place r; dice
aquí en el versículo 11, escuche usted:

11
Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé

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para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo
del sol. (Ecl. 2:11)

Piense en esto, amigo oyente, esa fue la conclusión a la que arribó Salomón, y aún así hay
muchas personas que tienen que llegar a realizar el mismo experimento, aun cuando no logran
hacer todas las cosas como hizo Salomón, pero ellos también obtienen el mismo resultado.
Todos llegan a decir: todo era vanidad – es decir, vacío. Algo completamente vacío. Eso es
todo lo que la vida llegó a ser para ellos.

Ahora, a partir del versículo 12 y a través de todo el capítulo, Salomón trata de un área que
nosotros llamamos materialismo, a falta de una mejor palabra para describirlo. Nosotros
diríamos que éste es el vivir por el “ahora”. Esta es “la generación del ahora”. En cierto
sentido está bien porque la Biblia presenta una generación de “ahora”. Dice, He aquí ahora
el tiempo aceptable, he aquí ahora el día de salvación. – así dice la Palabra de Dios (2 Cor. 6:2).
Así es que, pensamos que nosotros también pertenecemos a la generación de “ahora”. Y aquí
tenemos a este hombre Salomón, clamando “materialismo”. El vivir por las cosas de ahora, del
presente. El vivir por sí mismo. Egoísmo. Una faceta de esta c lase de vida. Y hay muchas
personas así en el presente. Escuche lo que dice Salomón en el versículo 12, de este capítulo 2:

12
Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque
¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido
hecho. (Ecl. 2:12)

Es decir, que nadie podría disfrutar de estas cosas, más que Salomón. Él dijo que ellos
tendrían que repetir lo que él hizo, y que iban a encontrar eso bastante monótono. Y luego, dice
en el versículo 13:

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13
Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. (Ecl.
2:13)

O sea que, es mejor ser sabio que ser necio. Es mucho mejor el ser un hombre sabio que el
ser un tonto. Es mejor ser una persona educada que ser una ignorante. La mayoría de las
personas aceptarían eso, estoy seguro, y Salomón está diciendo eso. Pero notemos la conclusión
a la que él llega en la primera parte del versículo 14, donde dice:

14a
El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; (Ecl. 2:14a)

Uno puede recordar la época cuando asistía al colegio y sus maestros le decían: “Piense, use
su cabeza, use sus ojos”. Y eso es lo que Salomón está diciendo aquí: El sabio tiene sus ojos
en su cabeza. Y luego, la segunda parte de este versículo 14, dice:

14b
mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso
acontecerá al uno como al otro. (Ecl. 2:14b)

Podemos notar que no hay mucha diferencia en cuanto a lo inteligente que es uno, ya que uno
no se aleja demasiado del necio porque ambos llegarán al mismo lugar; ambos terminarán de la
misma manera y serán sacados de la casa con los pies por delante, y serán sepultados en la tierra
de donde fueron tomados. Ambos llegarán al final allí de la misma manera. Y el versículo 15,
nos dice:

15
Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí.
¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi
corazón, que también esto era vanidad. (Ecl. 2:15)

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Uno pensaría que una persona inteligente podría hallar una solución diferente a esto. Y dije
en mi corazón, – dice Salomón – que también esto era vanidad.

¿No es interesante notar, que a pesar de todo lo que conoce el hombre en la actualidad, y a
pesar de las grandes invenciones que han tenido lugar; aun los progresos científicos que se han
realizado en el área de la medicina, aún así, el hombre en la actualidad no puede extender la vida
humana por mucho tiempo?

Ahora, esta gente dice: “Bueno, el promedio de la vida ha aumentado en unos diez años
más”. ¿Diez años? ¿Usted quiere comparar diez años con mil y ver cuánto tiene? ¡Diez años!
Amigo oyente, usted ni siquiera tiene un minuto en el reloj de la eternidad. Usted ni siquiera
tiene un segundo en este reloj, amigo oyente. La realidad es que el hombre no ha hecho mucho
por sí mismo aquí en esta tierra. Ahora, notemos lo que dice el versículo 16:

16
Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días
venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. (Ecl. 2:16

Como usted acaba de ver, mueren de la misma manera. Tanto el uno como el otro mueren
de la misma forma. Amigo oyente, usted no puede aprender nada en realidad – no interesa cuál
es el cuociente de inteligencia que usted tenga. No importa cuántos grados de filosofía o en
teología pueda usted tener, eso no hace ninguna diferencia. Amigo oyente, usted no ha llegado
a conocer nada que pueda ayudarle cuando llegue la hora de morir, porque usted va a salir
directamente por esa puerta y no hay nada en este mundo que pueda apartarlo de eso. Escuche
lo que dice Salomón aquí en el versículo 17, de este capítulo 2, de Eclesiastés:

17
Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era

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fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu. (Ecl. 2:17)

Como ya hemos dicho antes, vanidad – quiere decir vacío, sin propósito, sin ningún
significado. Aun cuando uno parezca haber alcanzado algo, se pregunta: ¿Qué es lo que ha
logrado en realidad?

Podemos tomar como ejemplo a ese gran inventor Tomás Edison, de cómo él trabajó en su
laboratorio, y de todas las cosas que él llegó a realizar; especialmente la lámpara eléctrica, la
vitrola. Todos los instrumentos de grabación que tenemos en e l presente se basan en lo que
inventó este hombre, Tomás Edison. Él era una genio. Pero, ¿sabe una cosa amigo oyente?
Él murió como todos los demás. Él nunca llegó a descubrir nada. En realidad no aprendió
nada; ¿de qué le aprovechó todo eso?

Salomón nos dice aquí: "Aborrecí mi vida. Mi vida ha llegado a ser algo completamente
fastidioso”. Y eso es lo que en realidad es para muchas personas en la actualidad. Salomón
dijo: porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa. Era en realidad algo
traumático para él.

Volvamos a pensar otra vez en Tomás Edison en ese laboratorio, trabajando día y noche.
Sin embargo, eso no es correcto. Este hombre no podía dormir. Él tenía una clase de insomnio
de las peores; él tenía una pequeña cama en su laboratorio, como se puede apreciar en el museo
de la ciudad de Fort Meyers en Florida en los Estados Unidos. Quizás él trabajaba unas pocas
horas y luego trataba de descansar ya sea de día o de noche. Una vida sin propósito en realidad.
Nos podemos poner a pensar en todas las cosas que él trató de realizar pero que no le dieron
resultado. En realidad, uno no tiene la impresión de que todo era muy emocionante en su vida.
Creemos que Tomás Edison pensaba que la vida era algo bastante aburrida. Y escuche usted lo

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que Salomón dice aquí en el versículo 18, de este capítulo 2 de Eclesiastés:

18
Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que
dejar a otro que vendrá después de mí. (Ecl. 2:18)

Tendremos que partir algún día y dejar todo aquí. ¿Ha pensado usted en eso alguna vez,
amigo oyente? ¿De qué le va a servir el haber trabajado sin descanso? Gran cantidad de
personas hoy tienen dudas en cuanto a dejar lo que ellos poseen. Han trabajado toda su vida
para acumular algo y luego tienen que partir y dejar eso a algún pariente pagano, ya sea un hijo o
una hija. Amigo oyente, hay muchas personas que dicen en realidad: “Bueno, yo voy a dejarlo
todo a una organización cristiana”. ¿Se ha detenido usted a pensar, cuántas de estas
organizaciones se han convertido en apóstatas y se han apartado de las enseñanzas de la Palabra
de Dios?

¿Sabía usted que el Sr. Harvard quien fundó la Universidad que lleva su nombre, la
Universidad de Harvard en los Estados Unidos, era un fundamentalista, y que él dejó su dinero
para propagar la fe fundamentalista? Pero, amigo oyente, usted no encuentra esa clase de fe en
esa Universidad en el presente. Es notable darse cuenta que se ha apartado de la fe, y lo que él
dejó se convirtió en nada. En realidad, el dinero dejado por el Sr. Harvard, llegó a usarse para
cosas concretamente opuestas a las que él creía.

Gran cantidad de personas en el día de hoy dejan su dinero a aquellas organizaciones


llamadas fundamentales. Ahora, ¿cómo sabe usted que eso va a continuar? El Dr. J. Vernon
McGee, autor de estos estudios bíblicos, decía que él se enfrentó con ese problema. Y él dijo:
“Yo no quiero trabajar mucho y desarrollar un programa radial, y luego tener que partir y
dejárselo a alguna persona que venga y diga: Bueno, usted sabe, el Dr. McGee era una persona

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bastante atrasada, anticuada y nosotros queremos modernizar este programa y queremos que sea
muy pertinente para la época en que vivimos; y luego, comenzar a contradecir las cosas que
hemos enseñado. Hemos colocado – decía él – una cláusula en la constitución, que dice que
este programa opera de tal manera, que se tienen que seguir usando las cintas q ue él grabó, aun
después de haber dejado este mundo. Nos referimos, claro está, a las cintas del programa en
inglés.

Y mientras haya dinero para transmitir los programas, la gente tendrá que escuchar su voz.
Y una cosa es segura, usted va a escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios de la mejor manera
que es posible hacerlo, y eso – decía el Dr. McGee, – era lo que a él le preocupaba”. Así que,
hoy usted puede estar seguro de encontrar un lugar donde por lo menos, puede dejar su dinero, si
usted está de acuerdo con lo que predicamos y enseñamos, esto continuará. Tiene que
continuar, o de otra manera, esto dejará de existir. Pero, tiene que ser utilizado de esa forma y
en ninguna otra manera.

Amigo oyente, este es un problema que tienen que enfrentar muchas personas; y Salomón
tuvo que enfrentarlo también. Usted puede leer su historia; su propio hijo dividió el reino. Fue
dividido, y él fue responsable por eso, y ¡cuán trágico es todo eso! Notemos ahora, lo que él
dice en el versículo 19, de este capítulo 2 de Eclesiastés:

19
Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que
yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
(Ecl. 2:19)

Salomón no sabía qué clase de hombre se iba a hacer cargo de lo que él había realizado. Él
decía que era una pérdida de tiempo el tener que haber trabajado para lograr esto, y luego

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entregárselo a alguien que era una persona necia. Y continúa en el versículo 20 diciendo:

20
Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me
afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. (Ecl. 2:20)

Como usted puede apreciar, amigo oyente, esa es la sabiduría del hombre debajo del sol. O
sea, está separado de Dios. Este no es el hombre que está sentado en los lugares celestiales en
Cristo Jesús. Este hombre está debajo del sol – aparte de Dios. Y el resultado de esto es el
pesimismo. Siempre es así, y tiene que estar aquí. Luego, el versículo 23 dice:

23
Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa. Esto también es vanidad. (Ecl. 2:23)

Esto también es vanidad. Y Salomón descubrió algo más. Que no vale la pena el
preocuparse acerca de esto, porque no hay nada que uno pueda hacer, amigo oyente. El hombre
no lo podía hacer en aquel entonces y pensamos que tampoco puede hacerlo hoy. Luego, en los
versículos finales, los versículos 24 al 26, de este capítulo 2 de Eclesiastés, dice Salomón:

24
No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en
su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. 25 Porque ¿quién comerá, y
26
quién se cuidará, mejor que yo? Porque al hombre que le agrada, Dios le da
sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para
darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. (Ecl.
2:24-26)

Si usted está viviendo nada más que para usted mismo, amigo oyente, aun si es un hombre de

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Dios, y si usted es un pecador no regenerado viviendo para sí mismo, llegará a ser nada.
Finalmente llegará a ser amargura en su corazón y también en su obra. Y no llegará a ser nada
en este mundo, sino que uno quedará con hojas muertas en sus manos. Eso será la vida para
usted.

Bien, llegamos ahora al capítulo 3, y en este capítulo notamos que este hombre adopta cierta
filosofía para la vida, y es conocida como fatalismo. Esto era algo común entre los griegos, y
más adelante llegó a ser algo común entre los paganos. El budismo es un sistema fatalista. El
platonismo lo era. En el día de hoy encontramos que ciertos cultos, – no vamos a mencionar
sus nombres aquí – pero, en realidad son fatalistas. Hay veces que uno se hace la impresión de
que ellos tienen una fe gloriosa en Dios, pero resulta ser fatalismo y no realmente una fe en Dios.
Y encontramos aquí en este capítulo 3 de Eclesiastés, que se nos presenta este sistema; buscando
la satisfacción en el fatalismo.

Uno puede observar esto al final de cada día, cuando gran número de personas regresan a sus
hogares luego de cumplir con sus labores. Uno puede ver a esta gente, en su mayoría cansada,
mostrando en sus rostros el cansancio de la tarea del día. Algunos que son vendedores llevan en
sus maletines parte de su trabajo, y tratan de poner punto final a un informe, para poderlo
presentar a tiempo en su oficina. Quizá lo tengan que despachar por correo para que esté en las
manos del Presidente de la Compañía al día siguiente. Y si uno tiene oportunidad de conversar
con alguna de estas personas, exponiendo acerca de sus puntos de vista, descubrirá que muchos
tienen un punto de vista fatalista en cuanto a la vida.

En cierta ocasión dos hombres estaban viajando en avión y en cierto punto, el avión comenzó
a internarse en una zona de tormentas. Uno de ellos, preguntó al otro si no se sentía asustado o
no sentía temor en cuanto a las condiciones del tiempo. Y el otro respondió: “No, no vale la

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pena asustarse; lo que va a suceder, sucederá, uno no lo puede cambiar. Si a uno le toca el turno,
sucederá. Así es que no hay nada que uno pueda hacer en cuanto a eso”. Y como este hombre,
amigo oyente, hay muchos, determinados con una filosofía de la vida que es bastante popular.
Se la llama de muchas formas diferentes, pero su nomb re propio es “fatalismo”. Un punto de
vista fatalista en cuanto a la vida.

Y hay muchas personas que se enfrentan a la vida de esa manera y son golpeados y
lastimados, y se ven en una situación difícil y en cierto sentido abandonan todo y también apagan
su propia vida, diciendo: “Bueno, esto es algo que iba a suceder; me tocó el turno”. Bueno,
amigo oyente, esa no es la solución para los problemas de la vida.

Veremos que este hombre Salomón adoptó este punto de vista y tampoco dio resultado para
él. Y digamos de paso, amigo oyente, tampoco le dará resultado a usted. Y vamos a ver esto
en más detalle, Dios mediante, en nuestro próximo programa. Será, pues, hasta entonces, que
las bendiciones del Señor sean su más preciado tesoro es nuestra ferviente oración!

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PROGRAMA No. 0774

ECLESIASTÉS

Capítulo 3:1 - 4:9

Al llegar hoy al capítulo 3 de este libro de Eclesiastés, que estamos estudiando,


observamos que Salomón está realizando aquí otro experimento en la vida. Él está
tratando de hacer todo lo que puede. Se encuentra por así decirlo en una carrera
desenfrenada tratando de realizar todo debajo del sol. Es decir, que él está tratando de
hacer todo lo que el hombre puede hacer, todo lo que el hombre trata de hacer, para ver si
esto puede traerle alguna satisfacción en la vida.

El fatalis mo es un punto de vista de la vida. Es un punto de vista que parece


demostrar firme za de carácte r y que no es en realidad de mucha ayuda o de consuelo, pero
este punto de vista le permite al hombre enfrentarse a la vida, y reconocer que es
escabrosa, que es difícil, y ellos dicen: “Bueno, si usted va a subir a un avión, y este se va a
estrellar, pues, así es como tiene que ser las cosas. Uno no podría evitarlo. Así es que por
qué no subir al avión y demostrar valor y continuar”. Esa es la forma en que esto se
realiza en la vida de personas que piensan de esa mane ra. Permítame pues, leer algunos
versículos aquí que nos revelan esta actitud de que uno tiene que aceptar cualquier cosa
que se le presenta en la vida. Vamos a leer los primeros 8 ve rsículos de este capítulo 3, de
Eclesiastés, y siga conmigo la lectura en su Biblia:

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1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de
nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3tiempo de
matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y
tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y
tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6 tiempo de
buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y
tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8tiempo de amar, y tiempo de
aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. (Ecl. 3:1-8)

Bien, ese es el punto de vista que se expresa aquí. Hay muchos que dicen que se debe tomar
la vida como viene. Hay tiempo para recibir y tiempo para perder, así es que uno puede jugar o
depositar tanto dinero en el mercado de las acciones y si pierde, bueno, eso es lo que tenía que
suceder. Hay tiempo para ganar y tiempo para perder. Bueno, esa es la filosofía del día de
hoy: fatalismo. Es observar la vida y aceptarla de esa manera. Es la filosofía del budismo.
También es la filosofía del platonismo. Y es la misma filosofía de varios cultos, o sectas, de la
actualidad, los cuales no mencionaremos aquí, pero esa es su filosofía. Eso es lo que se nos
expresa aquí en estas palabras. Al avanzar podemos ver que el versículo 9, de este capítulo 3 de
Eclesiastés, nos dice:

9
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? (Ecl. 3:9)

¿De qué vale eso? ¿Para qué luchar contra eso? Si usted no puede luchar contra ellos, pues
únase a ellos. Uno escucha estas cosas en muchos aspectos de la vida en la actualidad.
Especialmente el de hombres que no tienen ni quieren a Dios en su vida y se encuentran en el
mundo de los negocios. Así es como ellos actúan. Hay muchos de ellos que ganan dinero en
base a esto. Ninguna de estas personas es una persona verdaderamente feliz, llena de gozo.

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Creemos que son personas con las cuales sería muy difícil vivir. Nos imaginamos que sus
esposas tienen un verdadero problema en sus manos. Nunca se pueden regocijar. Tienen su
momento del cocktel durante el atardecer. Se puede conversar con ellos por dos o tres horas, y,
después de eso, es mejor guardar la distancia. Esa es la disposición del ánimo en muchos
hogares en la actualidad: el fatalismo. Así es como muchas personas se enfrentan a la vida en el
día de hoy. Así es como ellos observan la vida. Y el versículo 10, de este capítulo 3, nos dice:

10
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en
él. (Ecl. 3:10)

“Yo miro a mi alrededor, – dice un hombre, – y veo a la gente con problemas por todas
partes. Yo he logrado escapar de algo de eso, y me considero a mí mismo con suerte, eso es
todo”. Luego, en el versículo 11, dice:

11
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que
alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
(Ecl. 3:11)

Dios le ha permitido al hombre que ponga el mundo en su corazón para que pueda ver que
aún hay lugar para algo más, y que el mundo nunca puede llenar su corazón aquí. Hay muchos
hombres que comienzan en la vida diciendo: “Yo voy a obtener todo lo que pueda. La vida es
como una naranja y yo voy a exprimirla por todo lo que pueda sacarle, y veré lo que puedo
obtener”. Salomón tuvo una gran parte de esto. Y él dijo que no le satisfizo para nada.
Sigamos ahora; leamos el versículo 12, de este capítulo 3 de Eclesiastés, donde dice:

12
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;

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(Ecl. 3:12)

Existe otro grupo en esta multitud, aquellos que quieren hacer bien. Un hombre dijo en
cierta ocasión: “Bueno, yo creo que el hombre tiene que siempre tratar de hacer las cosas lo
mejor que pueda, hacer el bien. Eso es lo que yo trato de hacer”. Amigo oyente, ese hombre no
estaba haciendo mucho bien, pero esa era su filosofía de la vida. Luego, en el versículo 13 de
este capítulo 3, leemos:

13
y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su
labor. (Ecl. 3:13)

Este hombre dice: “Bueno, yo no veo nada malo en beber. Yo no veo nada malo en eso para
nada”. Y desde su punto de vista no había nada malo. Ese es el fatalismo. Esa es la filosofía
de los hombres de la actualidad. Ahora, en el versículo 14, leemos:

14
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de
ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. (Ecl. 3:14)

Ellos hablan de la voluntad de Dios como algo primordial; pero, amigo oyente, con este
punto de vista, el hombre dice: “Bueno, si yo soy elegido, seré elegido, y yo simplemente obro
en esa forma de vivir; si no es la voluntad de Dios para mí el ser salvo, entonces no seré salvo”.
Amigo oyente, el fatalismo no deja ningún lugar para la misericordia y la gracia de Dios. El
fatalismo dice que Dios no escucha ni contesta las oraciones. Podemos apreciar que es la
providencia, es la gracia y la misericordia, y el amor de Dios que hace que esta vida sea algo
excitante, emocionante, que le dé gozo, y también le da paz al corazón humano. Ahora,
tenemos otra filosofía mencionada aquí en el versículo 16, de este capítulo 3 de Eclesiastés,

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donde leemos:

16
Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí
iniquidad. (Ecl. 3:16)

Y nosotros llamamos a esto egoísmo. O sea, un desmesurado amor a sí mismo. En


realidad, se interesa la persona sólo en sí misma, y eso es el “Summum Bonum” de la vida.
Algunas de estas personas son, en realidad, personas muy buenas, pero ellos reconocen lo
siguiente, observe lo que dicen los versículos 15 y 16:

15 16
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó. Vi más
debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
(Ecl. 3:15-16)

Lo que él está diciendo aquí es que todos los hombres son inicuos. Que en realidad uno no
puede confiar en nadie. Eso es lo que él está diciendo aquí. Este es un punto de vista cínico de
la raza humana, pero debemos confesar que es un punto de vista bastante correcto de nuestra raza
humana. Es verdad.

En cierta ocasión, el director de una conferencia dijo: “Queremos tratarlos a todos ustedes,
amigos que se encuentran en este lugar, como caballeros y damas cristianas”. Amigo oyente, él
nunca debería haber dicho eso, o hacerlo, ya que no iban a actuar de esa manera, y por cierto que
no actúan así.

Un hombre de negocios, creyente, dice que hay muchas personas, cuando están realizando
sus negocios, que confían en la otra persona hasta que ésta demuestra ser lo contrario. Él dice

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que la filosofía de ellos es que todos los hombres son, en realidad, caballeros hasta cuando
demuestren ser lo contrario. “Bueno, – dice este hombre, – yo los trato a todos como ladrones
hasta cuando ellos me demuestren lo contrario”. Y este hombre era un hombre de negocios muy
próspero. Ese es un punto de vista muy cínico, pero debemos decir que es razonablemente
correcto. Dios ya ha dicho que todos hemos pecado. Luego, Salomón continúa en es te mismo
tema diciendo en los versículos 17 y 18, de este capítulo 3 de Eclesiastés:

17
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para
todo lo que se quiere y para todo lo que se hace. 18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de
los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son
semejantes a las bestias. (Ecl. 3:17-18)

Ahora, eso no es algo que da mucho ánimo, ¿verdad? Y los versículos 19 y 20, dicen:

19
Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo
suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen
todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20 Todo va a un mismo
lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. (Ecl. 3:19-20)

Estamos seguros que usted, amigo oyente, reconocerá que hay varios cultos, o sectas, que
ponen sus bases en esta declaración. Pero usted debe recordar, amigo oyente, q ue éste es el
punto de vista del hombre debajo del sol. Este es el punto de vista de un hombre que está
viviendo para sí mismo, con interés propio, y que el summun bonum de su vida es el de vivir
para sí mismo, de disfrutar de la vida. Y esa es la razón por la cual los hombres hoy en día, se
envuelven en algunos proyectos buenos. Hay muchos hombres que tienen interés en los
deportes. Y no hay nada malo con eso. Ellos se entregan a esa actividad. Hay otros que

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tienen interés en el arte, otros en la literatura, y otros en la música; y ellos se entregan a hacer
estas cosas. Usted puede observar que éste, por cierto, es un punto de vista muy egoísta. Este
punto de vista no acepta, por tanto, la conclusión del optimista. Amigo oyente, la evolución
dice que el hombre era una bestia pero que ahora ha llegado a ser un hombre.

El egoísmo o el interés en sí mismo dice que el hombre es una bestia, y este punto de vista
causa que esta persona desprecie a los demás. Esto es lo que produce el sistema de castas en la
India, y el sistema de las clases del resto del mundo. Esto es lo que lo lleva a uno a la vanidad.
Esto es lo que provoca que uno diga: “Yo soy mejor que aquel otro hombre”. Y, en realidad,
cree que es así, ya que todo va a un mismo lugar, todo es hecho del polvo, y todo volverá al
mismo polvo. Aquí estamos hablando acerca del cuerpo, y aún aquí este hombre demuestra un
punto de vista muy pesimista indicando que uno es simplemente un animal; cuando uno muere,
muere. Y eso es todo.

Cierto hombre dijo en una ocasión: “Bueno, el hombre es como un perro. Cuando uno
muere, muere, Y eso es todo lo que la vida es”. Bueno, es así cuando el hombre está viviendo
para sí mismo, y solamente para él. Él ha adoptado un punto de vista egoísta, y, en realidad,
estrecho de la vida. O él podría ampliar eso un poco y mostrar interés en las artes. Llegar a
interesarse en estas cosas, y entregarse a sí mismo a estas cosas e ignorar totalmente lo demás, y
decir: “Bueno, después de todo, vamos a terminar como una bestia, y eso es algo que hace que
yo quiera vivir para mí mismo ahora”. La evolución es una forma de expresar esto, aun cuando
dice que el hombre era una bestia, y esto dice que el hombre es una bestia. Es el reconocer nada
más el período del tiempo, y que uno morirá como una bestia. Que usted no tiene alma ni
espíritu. Así es como este punto de vista observa la vida, y como resultado, ¿qué es lo que
sucede? Bueno, usted llega a vivir con un punto de vista que hace que usted viva para sí mismo,
después de todo, usted es nada más que un animal. Y uno puede observar a los animales.

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¿Ha observado usted alguna vez a unos gatitos tratar de comer? Cuando juegan, juegan
juntos, pero cuando hay algo para comer, no se preocupan para nada en empujar al más peque ño
fuera del camino, y el dueño de los gatos tiene que alimentar al más pequeñito, ya que de sus
hermanos y hermanas sólo debe esperar que lo dejen morirse de hambre, sin preocuparse por
ello. ¿Por qué? Bueno, el egoísmo es también su filosofía de la vida. Y uno puede observar
esto también en las pequeñas aves en su nido. Cada una de ellas tiene cuidado de sí misma.
Eso es lo que expresa este punto de vista de que el hombre es un animal. Y esa es la razón por
la cual hoy el hombre está comenzando a reaccionar como animal, ya que eso es lo que se le
enseña en los colegios; en nuestras escuelas están enseñándole que el hombre es un animal.
Bueno, si entonces uno lo es, debe vivir como animal. Esa es la filosofía de la vida. Notemos
ahora lo que dice el versículo 21, de este capítulo 3 de Eclesiastés:

21
¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del
animal desciende abajo a la tierra? (Ecl. 3:21)

Lo que él está diciendo aquí es que, en realidad, el hombre es diferente de la bestia, porque el
espíritu del hombre va a arriba y el de la bestia hacia abajo, porque ésta es simplemente un
animal. Y luego, en el versículo 22, leemos:

22
Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo,
porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de
él? (Ecl. 3:22)

Es decir que, esta vida lo es todo. Y esto por cierto es una enseñanza moderna de la
actualidad. Uno puede llamarlo por el nombre que quiera. Lo único que en realidad tiene valor
para el hombre es el identificarse a sí mismo con su medio ambiente, con sus obras aquí; en

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realidad, con el mundo animal, el vivir como animal. Y podemos decir de paso, que esta es la
versión antigua de la filosofía liberal, y esto fue producto de nuestras escuelas, por supuesto.
Ahora, en el capítulo 4, de Eclesiastés, se continúa hablando del mismo tema. Y en el primer
versículo de este capítulo 4, dice:

1
Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los
oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y
para ellos no había consolador. (Ecl. 4:1)

¿Cree usted amigo oyente, que esto se aproxima en alguna manera a cierta filosofía política?
Bueno, el egoísta se rebela contra la estructura de autoridad. Se opone a esto. Y quienquiera
que sea el que gobierna siempre está oprimiendo al pobre, y el pobre hab lando honradamente,
siempre sale mal parado. No hay ninguna duda en cuanto a esto. Pero están siendo oprimidos.
Y aquí es donde comienzan todos estos movimientos de protesta que nosotros bien conocemos.
Escuchemos lo que dice aquí en el versículo 2, de este capítulo 4:

2
Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven
todavía. (Ecl. 4:2)

Usted habrá escuchado decir: “Prefiero estar muerto que vivo". “Me gustaría estar muerto”.
O sea que, se rebela aquí contra la estructura de autoridad y él al mismo tiempo, desea estar
muerto. Parecería como si la muerte no le infunde ningún terror a esta persona. Luego, dice en
el versículo 3:

3
Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas
obras que debajo del sol se hacen. (Ecl. 4:3)

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Y aquí tenemos el otro lado de la moneda: "Ah, me gustaría nunca haber nacido". Es
mejor para aquellos que vienen no haber nacido. Y el versículo 4 dice:

4
He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del
hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. (Ecl. 4:4)

Lo interesante acerca de esto es que él protesta contra la estructura de autoridad. Contra el


opresor, contra aquello que está mal. ¿Pero qué acerca de esto? ¿Qué podemos decir acerca de
aquel hombre que está haciendo el bien? ¿Y qué acerca de aquel que está tratando de hacer el
bien? Ahora, bueno, eso tampoco sirve. Usted está perdiendo el tiempo en eso. Amigo
oyente, aquí tenemos un punto de vista de la vida bastante pesimista. Y en el versículo 5,
leemos:

5
El necio cruza sus manos y come su misma carne. (Ecl. 4:5)

¿Qué quiere decir eso? ¿Es esta persona acaso, un caníbal? No, amigo oyente. Quiere
decir en realidad que él no está dispuesto a hacer nada para protegerse a sí mismo; y ni siquiera
quiere trabajar para sí mismo. Nosotros hemos desarrollado una sociedad como ésta en el
presente; esta gente quiere que se le dé de todo. Notemos ahora lo que dice en el versículo 6:

6
Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de
espíritu. (Ecl. 4:6)

Debemos reconocer que aquí se nos presentan algunas cosas interesantes. Este hombre que
tenemos aquí, por supuesto, sólo quiere hacer lo suyo propio, lo que a él le interesa. Pero es
mejor tenerlo de esa manera que de cualquier otra forma. Luego, el versículo 7 dice:

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7
Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. (Ecl. 4:7)

De cualquier forma que uno lo haga está mal. No hay ninguna salida. Esta es la peor clase
de pesimismo. Esta es una clase de filosofía que lleva al suicidio. Aquel que toma esta clase
de filosofía se da cuenta que no tiene ninguna salida y que todo llega a la nada. Y en el
versículo 8, leemos:

8
Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de
trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y
defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo. (Ecl. 4:8)

¡Qué cuadro este que tenemos ante nosotros! Aun si usted llega a trabajar para otra persona
y le ayuda, usted está perdiendo su tiempo. Y luego, él dice aquí en el versículo 9:

9
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. (Ecl. 4:9)

Aquí se nos está dando la razón por la cual usted se debe unir con otra persona. Y esta es la
única razón. ¿Por qué? Bueno, será una razón muy egoísta. Usted ya sabe eso, que dos es
mejor que uno, porque tienen mejor paga de su trabajo. Usted tendrá más si se une a otro para
hacer algo, que si lo hiciera por usted mismo, y esa es la razón para unirse a otro en un trabajo.
Y ésta es la filosofía de la vida, que se conoce como egoísmo. Y aquí, amigo oyente, vamos a
detenernos por hoy. Será pues, hasta nuestro próximo programa, que Dios derrame sobre usted
Sus ricas bendiciones!

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PROGRAMA No. 0775

ECLESIASTÉS

Capítulos 4:10 - 5:7

Hoy, amigo oyente, regresamos al capítulo 4 de este Libro de Eclesiastés, y vamos a


comenzar nuestro estudio como dijimos, con el versículo 10. Nos encontramos en una
sección donde Salomón está realizando un experimento de egoísmo, viviendo para sí
mismo. El egoísmo es el amor excesivo de uno mismo. Él pone el interés en sí mismo,
sobre toda otra cosa en su vida.

Como usted bien sabe, el Libro de Eclesiastés revela que este hombre trató de hacer de
todo debajo del sol para poder encontrar satisfacción, pero ninguna de estas cosas le dieron
la satisfacción que él buscaba, y por cierto que tampoco se la dio el egoísmo, el vivir para sí
mismo. Pero ahora él está examinando eso, y nos encontramos en esta sección que
comenzó allá en el capítulo 3, versículo 16. Pero ahora, al llegar al capítulo 4 y versículo
10, él ha descubierto que si uno trata de vivir la vida para sí mis mo, y esto no quiere decir
que lo pueda hace r de forma solitaria, que uno necesita de otra persona que le ayude -
alguien que esté con uno. Él, pues, hizo el descubrimiento de que necesitaba alguien que
se uniera a él. Y entonces, en el versículo 9, él dice:

9
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. (Ecl.4:9)

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Es decir, que usted puede hacer muchas cosas junto a otra persona, que no podría hacer si
estuviera solo. En la primera parte del versículo 10, él dice:

10a
Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; (Ecl. 4:10a)

Por esa razón, es bueno cuando uno sale en una caminata, es bueno ir con otra perso na para
que la una pueda ayudar a la otra, si sucede algún accidente. Ahora, en la segunda parte de este
versículo 10, continúa diciendo:

10b
pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. (Ecl. 4:10)

Esa es la razón por la que en el día de hoy es bueno tener a alguien junto a uno, que esté
cercano, a alguien que pueda ver cómo anda usted. Uno muchas veces se entera de alguna
persona, especialmente anciano, que sufre una caída en la casa; se fractura una pierna o algo por
el estilo y no puede acercarse a un teléfono para pedir ayuda. O quizá esa persona ni siquiera
tiene teléfono, y quizá puede ser un día o dos, después que alguno de los vecinos se acerque para
mirar cómo está. De modo que, es mejor que dos estén juntos, porque si uno cae, el otro le
puede ayudar. Luego, en el versículo 11, él dice:

11
También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se
calentará uno solo? (Ecl. 4:11)

Quizá usted recuerda cuando era pequeño y hacía mucho frío, especialmente c uando hay una
noche de lluvia y en algunas ciudades de Sudamérica hace mucho frío y quizá usted hubiera
deseado tener a alguien más con usted, porque estaba solo y hubiera deseado estar con su papá o
con su mamá para poder recibir un poco de calor. De modo que, así entre los dos, pudieran

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calentarse mejor. Luego, en el versículo 12, dice:

12
Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se
rompe pronto. (Ecl. 4:12)

Y de paso podemos decir que si dos es compañía, tres es una multitud. Hay veces que es
bueno tener una multitud, especialmente si alguien lo ataca a uno, y uno no es capaz de
defenderse por sí mismo; es bueno tener alguien que le acompañe. Pero siempre es mucho más
fácil atacar a una persona que está sola, que cuando esa persona está acompañada. En ciertos
lugares no se le permite a una mujer sola ir a ciertos lugares públicos. Siempre tiene que
hacerlo acompañada por alguna otra persona.

Es algo trágico darnos cuenta que vivimos en un día cuando aun ni siquiera es posible andar
seguro en las grandes capitales, y ni siquiera en algunos de los edificios. Hay algunos que
piensan que nosotros somos personas muy avanzadas, muy civilizadas, que hemos dejado de
lado nuestra vieja naturaleza, y que los teólogos de antaño están equivocados. Que hoy nosotros
hemos mejorado al hombre; que éste tiene que tener libertad. Y la libertad que se utiliza en el
día de hoy, es la libertad de atacar a la gente y robarla, matarla y libertad de decir cosas
obscenas; libertad de poner a alto volumen la música que los vecinos no quieren escuchar. Y
como resultado, hay personas que tienen la libertad de expresarse a sí mismas, pero la mayoría
de la gente no tiene esa clase de libertad. No pueden andar por las calles en el día de hoy. No
pueden visitar ciertos lugares por la clase de música que ponen allí, y ni siquiera bajan el
volumen pasada la media noche; “porque uno tiene que tener libertad” – se alega. Y en el
versículo 13, leemos:

13
Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;

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(Ecl. 4:13)

Y Salomón fue ambas cosas, dicho sea de paso. Él fue un joven inteligente, podemos decir,
pero fue un rey necio. Y en el versículo 14, podemos leer:

14
porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. (Ecl. 4:14)

La razón por la cual tenemos que estar interesados por lo que sucede en la sede de nuestro
gobierno y en la capital del estado, es porque lo que allí sucede afecta nuestro vivir. Y en el día
de hoy, lo que está haciendo que mucha gente se vuelva pobre, es a causa de los políticos que se
están haciendo ricos o que se están haciendo influyentes. Y hay muchas personas que están
sufriendo a consecuencia de lo que sucede en la sede de muchos gobiernos. Estas declarac iones
que estamos leyendo aquí amigo oyente, son tremendas y nos revelan que Dios está interesado en
usted. Él está interesado en usted cuando es niño, cuando usted madura, cuando usted llega a
ser una persona anciana. Y Él está interesado en su bienestar aquí en la tierra. Creemos que
esto es algo que necesita ser considerado en el día de hoy. Luego, leemos en los versículos 15 y
16, de este capítulo 4 de Eclesiastés:

15
Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que
estará en lugar de aquél. 16No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin
embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también
vanidad y aflicción de espíritu. (Ecl. 4:15-16)

Hay dos cosas que quisiéramos destacar. Aquí se menciona al muchacho sucesor; Ahora,
Salomón era el segundo hijo de Betsabé, y él no era la persona a quien David hubiera elegido
para ser rey. Y Salomón aparentemente se había dado cuenta de ello. También debemos

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mencionar que Isaac no era el primer hijo de Abraham, y que Jacob tampoco fue el hijo
primogénito. Que Dios tiene su forma de elegir al segundo. Y si usted se siente como de
segunda clase en el día de hoy, permítanos decirle amigo oyente, que usted es de primera clase
para con Dios.

Luego, la segunda cosa que debemos notar aquí es que algunas veces podemos llevar esto a
un punto que es muy práctico para nosotros en el día de hoy. Tenemos un Presidente que es
muy popular cuando comienza su gestión presidencial. Luego, cuando el tiempo comienza a
pasar para él, descubrimos que en realidad este era un Presidente de segunda clase, cuando sus
consejeros y los hombres que le ayudan en la publicidad ya no están con él, cuando los medios
de información masiva ya no están celebrando cada cosa q ue él dice. Entonces comenzamos a
ver que mientras él estaba ocupando ese alto cargo, no trajo ninguna bendición para la nación,
sino que en realidad fue un tiempo de deterioro – un tiempo cuando la nación comenzó a
dirigirse hacia abajo. Y de eso es que Salomón está hablando aquí. Aparentemente Dios quiere
darnos un poco de habilidad consagrada. Y nosotros necesitamos eso en la actualidad.

Ahora, al llegar al capítulo 5 de Eclesiastés, notamos que Salomón prueba otra cosa, y esto es
algo que quizá le interese a usted mucho. Él trata de encontrar satisfacción en la religión y no la
encuentra. Vamos a decir aquí algunas cosas que quizá le asusten a usted amigo oyente, pero no
las rechace hasta cuando haya pensado bien. ¿Sabía usted que la religión ha condenado a más
gente en este mundo que cualquier otra cosa? Observe usted lo que las religiones paganas
hicieron por las gentes del pasado. Observe las condiciones en que se encuentran algunos países
en la actualidad. No es porque la gente de esos países tenga una mentalidad inferior que otras
personas, sino que la religión los ha reducido a ese nivel. Lo importante de notar aquí es que la
religión no nos ayuda, sino que nos perjudica.

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Y observe usted lo que el liberalismo ha hecho en el presente. Debe mos decir que cuando
una nación comienza a abandonar su creencia en Dios y su respeto por la Biblia, y cuando el
liberalismo se apodera del púlpito, esa nación comienza a deteriorarse. Amigo oyente, si usted
tiene simplemente religión, le sugerimos que la deje de lado y la cambie por Cristo.
Personalmente hablando, no creemos que usted pueda decir que el cristianismo es una religión.
No se practica ningún rito. No hay ningún rito en el cristianismo. ¿Ha pensado en eso usted
alguna vez?

Esa es la razón por la cual usted puede tener toda clase de Iglesias en el presente. Si usted
quiere puede cantar la doxología. No hay nada malo en eso, y tampoco tiene nada bueno, ni de
particular, porque usted nunca ha recibido cierta forma o norma que deba obedecer. ¿Por qué?
Porque la cristiandad es una Persona. Y, o bien usted tiene a Cristo, amigo oyente, o no lo tiene.
O usted confía en Cristo Jesús, o no confía en Él. La religión no ha sido de mucha ayuda para el
hombre.

Escuche ahora lo que dice Salomón en el primer versículo de este capítulo 5. Es algo
interesante de notar:

1a
Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; (Ecl. 5:1a)

Lo que él va a decir aquí, y perdone la expresión algo vulgar, es: “No vaya a meter la pata”.
Y en la segunda parte de este mismo versículo primero, leemos:

1b
y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben
que hacen mal. (Ecl. 5:1b)

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Hablando honradamente, amigo oyente, el visitar algunas Iglesias, muchas veces es nada más
que una pérdida de tiempo. Y no sólo eso, sino que es algo malo. Usted está errado si le da su
aprobación a lo que se dice desde un púlpito liberal; y creemos también que está errado cuando
usted no le da su apoyo completo a un Pastor fundamental, a aquel que está de veras presentando
la Palabra de Dios. Creemos que usted tendrá que rendir cuentas ante Dios por eso. ¿Ser
religioso e ir a la Iglesia? Bueno, Salomón dice que él probó eso. Él fue al templo, pero dice
que trate de hacer lo menos posible; deje su boca bien cerrada. No haga nada. Simplemente
vaya y siéntese. Y si usted dice algo, que sea chismografía o crítica. Cuando vaya a ese lugar,
no se comprometa a hacer nada. Escuche lo que dice aquí en el versículo 2:

2
No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de
Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus
palabras. (Ecl. 5:2)

No haga usted ninguna decisión cuando se encuentre bajo alguna emoción. Yo creo que
debe llorar cuando vea una película si es que es para eso dicha película. Pero, no se
comprometa con nada, porque usted sabe que los fundamentalistas creen que uno debe hacer
promesas a Dios sobre cualquier cosa; y menos aun ponerlo por escrito. Pero si usted va a
arrendar un departamento o una casa en el día de hoy, usted tendrá que firmar por eso; pero eso
está bien. Pero no se comprometa en nada con Dios.

En otras palabras, amigo oyente, haga de esto una religión; sólo aparente ser algo y no tenga
ninguna realidad en eso. Eso es lo que Salomón probó hacer. Y, amigo oyente, hay muchas
personas que no son felices en la Iglesia en el día de hoy. Nunca participan en nada. Todo esto
no tiene ningún significado para ellos. Simplemente pasan a través de un rito pequeño, que es
hermoso, dulce para ellos, y tratan de ser muy piadosos en la Iglesia y algo por el estilo; y no hay

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nada que sea más mortífero que eso en la actualidad. Escuche usted lo que dice Salomón aquí
en el versículo 3, de este capítulo 5 de Eclesiastés; dice él:

3
Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz
del necio. (Ecl. 5:3)

Creemos que lo que él está diciendo aquí es que Dios puede hablarle a usted en cualquier
lugar. Y hay muchas cosas que se están diciendo en la Iglesia en el día de hoy, que no deberían
decirse. Escuche lo que él dice aquí, porque pensamos que esto es algo muy importante.
Leamos la primera parte del versículo 4:

4a
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; (Ecl. 5:4a)

No pase adelante cuando se haga alguna invitación, simplemente para hacer una decisión
pública. Existe mucho de eso en la actualidad y es algo que no tiene en realidad mucho
significado. En cierto servicio, el predicador fue criticado severamente porque no permit ía que
los jóvenes pasaran hacia adelante, cuando él se dio cuenta que eso nada más sería algo
ostentoso, si alguien pasara hacia adelante. Sin embargo, había algunos que hicieron decisión
en esa noche, y ese predicador pensaba que era mejor que ellos permanecieran en su lugar, y que
hicieran su decisión allí donde se encontraban, y que fueran entonces a Cristo de esa manera.
Dios dice: Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla. ¿Y cuántas personas han
pasado al frente en alguna reunión y no ha tenido ningún significado para ellos? Luego
Salomón continúa diciendo en la segunda parte de este versículo 4:

4b
porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. (Ecl. 5:4b)

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Cuando usted hace un trato con Dios, amigo oyente, es algo cierto, es algo verdadero. Usted
no puede ir a Dios y prometerle a Él algunas cosas y luego no cumplir lo que dice y esperar
entonces que su relación con Él sea algo vital. Amigo oyente, hay demasiada conversación
piadosa en el día de hoy, y demasiadas promesas piadosas; pero no tienen sentido alguno porque
nunca se llevan a cabo, nunca se cumplen. Y Dios nos está diciendo aquí que si usted hace
alguna promesa, debe cumplirla.

¿Sabía usted, amigo oyente, que Dios dio una ley en cuanto a eso? El capítulo 27 del Libro
de Levítico tiene mucho que ver en cuanto a las promesas. Dios dio ciertas leyes concernientes
a las promesas. Cuando usted hace algún trato con Dios, es mejor que cumpla lo que dice,
porque Dios lo tomará a usted por su palabra. Pensamos que en el día de hoy hay muchas
personas que no están en el campo misionero; muchos predicadores que no están en sus púlpitos;
muchos creyentes que han sido dejados de lado porque han prometido algo a Dios que no
pensaban cumplir. Y Dios, amigo oyente, lo toma a usted por su palabra. No es una religión
cuando usted está tratando con Dios. Usted no tiene que pasar a través de una ceremonia.
Usted está tratando con una Persona, y esa Persona espera que usted cumpla cuando usted le
promete a Él algo. Notemos ahora lo que él dice en los versículos 5 y 6, de este capítulo 5 de
Eclesiastés:

5
Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6 No dejes que tu boca te
haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se
enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? (Ecl. 5:5-6)

Dios dice que usted es responsable por lo que dice. Y no trate de disculparse diciendo que
quizá lo hizo en un momento de emoción, o que quizá usted trataba de hacerlo, y luego descubrió
que no lo podía hacer, sabiendo que sí podía hacerlo.

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Amigo oyente, en el día de hoy tratamos con un Dios vivo y hay muchas personas que no se
dan cuenta de esto. Parecen no saberlo, y como resultado se mantienen en las afueras, en la
periferia de lo que está sucediendo en la actualidad. Amigo oyente, que lo que digamos a Dios
en el día de hoy sea en realidad lo que queremos decir, y que tengamos algo que decirle en la
actualidad.

Y aquí, amigo oyente, vamos a detenernos por hoy. Dios mediante, continuaremos con el
estudio de este capítulo 5 de Eclesiastés, en nuestro próximo programa y le invitamos a
sintonizarnos. Mientras tanto, le sugerimos que usted se lea el resto de este capítulo 5 y avance
también hasta el capítulo 6, y lo estudie. Y si ya ha recibido las notas y bosquejos de estos
estudios, pues, compare lo que lee y estúdielo junto con el material que ha recibido, para que así
esté mejor preparado para nuestro próximo estudio. Por otra parte, si todavía no ha solicitado
las notas y bosquejos que ofrecemos gratuitamente a nuestros oyentes, pues todo lo que tiene que
hacer es enviarnos una carta, una tarjeta postal o una nota pequeña, como usted guste,
indicándonos que desea recibir este material y con todo gusto lo enviaremos a su dirección,
repito, sin costo alguno de su parte, para que usted saque el mayor provecho posible. Envíenos
pues, su carta, cuanto antes. Será pues, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, ¡que las
bendiciones del Señor estén sobre usted siempre, es nuestra ferviente oración!

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PROGRAMA No. 0776

ECLESIASTÉS

Capítulos 5:8 - 6:12

Nos encontramos, amigo oyente, en una sección del libro de Eclesiastés donde Salomón
se encuentra usando la religión como un me dio de satisfacción propia. Usted recordará
que Salomón estaba realizando un experimento en la vida. Probablemente el único
hombre que podía habe r realizado esta clase de experimento. Él había probado algunas
cosas como la ciencia, las leyes naturales, estudiando eso; la sabiduría y la filosofía, el
place r, el materialis mo, es decir, el vivir para el presente. Y luego él probó el fatalismo, lo
que es hoy una forma de vivir bastante popular. También el egoísmo; es decir, el vivir
para uno mis mo. Y, luego, este hombre también prueba la religión. Ahora, esto no
quiere decir que el probó a Dios, porque no lo hizo. Vimos que este hombre descubrió que
si usted pasa a través de ciertas formas o ritos, no le van a satisfacer en su corazón, y que
usted debe tener cuidado cuando trata con Dios porque Él es una realidad, y Él tratará con
usted de una forma muy definida. Ahora, en la prime ra parte del versículo 7 del capítulo
5, de Eclesiastés, leemos:

7
Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas
tú, teme a Dios. (Ecl. 5:7)

Es decir que los sueños y las palabras no son un sustituto por una relación personal con Dios.

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Alguien quizá diga: “He tenido un sueño, o he tenido una experiencia”. Permítanos decirle,
amigo oyente, que una experiencia no es en ninguna forma o sustituto para el estudio de la
Palabra de Dios. Hay muchas personas que en el día de hoy usan una experiencia para probar la
Palabra de Dios, en lugar de utilizar la Palabra de Dios para probar su experiencia. Lo
importante de notar es que toda experiencia debe ser probada por la Palabra de Dios. Se nos ha
dicho que debemos probar los espíritus, para ver si son de Dios o no lo son. Hay gran cantidad
de personas que se van por la tangente de la experiencia y viven de esa manera. Eso es religión.
Tiene cierto atractivo para las emociones. Tiene cierta atracción para el sentido estético, y mora
en las experiencias. Su fe en Cristo en el día de hoy, amigo oyente, ¿descansa en una
experiencia o descansa en la Palabra de Dios? Eso es muy importante. ¿Tiene usted religión o
tiene usted a Cristo? El último versículo de esta sección es el versículo 8, de Eclesiastés
capítulo 5, y dice:

8
Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te
maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.
(Ecl. 5:8)

En algunos países existe programas especiales para ayudar a los pobres. Y en muchos existe
corrupción en este tipo de programa. Pues, bien, amigo oyente, creemos que Dios va a tratar
con esta clase de cosa mucho más severamente que con cualquier otra. Él va a tratar con
aquellas personas que intentan abusar de los pobres, que tratan de hacerse ricos, aprovechándose
de los pobres. Eso, a nuestro juicio, es algo que Dios juzgará. Aun cuando nuestras naciones
tengan programas deseables para ayudar a los pobres, y esto nos hace sentir orgullosos por ser
personas muy generosas, también tenemos mucha corrupción. Amigo oyente, si usted está
tomando parte en algo como esto, es mejor que salga pronto, un creyente no tiene que tomar
parte en ninguna cosa corrupta.

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Usted tiene que reconocer una cosa que, si usted puede ver la corrupción, puede estar seguro
que Dios también puede ver la corrupción. Y Dios va a hacer algo en cuanto a eso. Él va a
castigar a aquellos que toman parte en esto. La historia de este mundo confirma esto. Ha
habido gobiernos que han intentado abusar de los pobres y esos gobiernos han caído. Creemos
que uno de los mejores ejemplos de esto, con el cual estamos más familiarizados, que con
cualquier otro, es la revolución francesa. De ninguna manera fue algo agradable. Fue algo en
realidad terrible. Pero creemos que ese fue el juicio de Dios sobre la corrupción de una nación
en la cual había unos pocos que estaban viviendo aprovechándose de los muchos, los pobres.
Dios ha dicho mucho en cuanto a esto, hay tanto que se ha dicho en cuanto a esto que cuando
venga el Señor Jesucristo a reinar, los pobres tendrán una gran parte en eso. Eso llegará a
descubrir que hay Uno que reina, que dice la verdad cuando dice que va a hacer algo para ayudar
a los pobres. En esa época habrá justicia para ellos. Y no creemos que Él los pondrá en un
sistema donde van a recibir todo como limosna. Tampoco creemos que Él les va a dar a los
pobres cupones para comprar la comida. Creemos que cada persona hará su contribución en ese
día, en el milenio. Ellos contribuirán y recibirán justicia de Sus manos.

Ahora, esto nos lleva a la próxima división que tenemos en este capítulo 5 de Eclesiastés.
Algo que Salomón buscó como ningún otro lo hizo, y es el logro y el disfrutar de las riquezas.
Salomón se encontraba en una posición de hacer las cosas mejor que ninguna otra persona. Él
posiblemente haya sido el hombre más rico que haya existido sobre esta tierra. Él tenía todo el
oro que quería y las riquezas de este mundo eran suyas. Él podía comprar lo que quería y se
dedicó a acumular oro. Y eso fue lo que causó la caída de la nación, ya que las naciones vecinas
contemplando la cantidad de riquezas que poseían, los atacaron cuando Dios se lo permitió.
Después de 5 años de haberlos protegido, ese muro se derrumbó y Dios permitió que las
naciones de este mundo atacaran y se aprovecharan de la riqueza que allí existía. Salomón pues,
buscó la satisfacción en la riqueza, y eso es lo que dice aquí en el versículo 10, del capítulo 5,
escuche usted:

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10
El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará
fruto. También esto es vanidad. (Ecl. 5:10)

Podemos imaginarnos al presidente de una gran compañía que al final del año fiscal puede
observar una gran ganancia, pero eso, en realidad, no lo va a dejar a él satisfecho. Quizá tenga
una cuenta bancaria bastante grande. Quizá eso pueda ofrecerle seguridad, pero no lo va a dejar
satisfecho. Nunca lo dejará satisfecho. Eso depende, amigo oyente, de cómo lo usa usted.
Por tanto, lo que Salomón nos está diciendo aquí es sencillamente lo siguiente: que la riqueza
no tiene nada de malo en sí mismo, la Escritura nunca condena la riqueza. Lo que condena es el
amor al dinero, y que eso es la raíz de todo mal; es ese amor, no el dinero en sí. Pero, el amor al
dinero, es la raíz de todo mal y el acumular riquezas por acumularlas nada más, eso está mal. El
mezquino piensa que los billetes son lisos para poderlos apilar. Mientras que el derrochador
piensa que el dinero es redondo para hacerlo rodar. Pero ambos, amigo oyente, están
equivocados. La actitud de un hombre en cuanto al dinero es lo que ha provocado los grandes
negocios. Ha formado el sistema que existe en la actualidad y es un sistema de ganancias.
Ahora, no existe nada malo con el dinero en sí mismo. Lo que sí anda mal es la gente que se ha
metido en esto en la actualidad. No es el sistema lo que está mal, sino la gente; debido al amor
al dinero que tienen. Esa es la raíz de todo mal.

Hay varias cosas que deseamos decir en este punto en particular y que creemos son de
importancia, y que nos presenta esta sección que estamos leyendo. Existe la idea en el presente
de incrementar el dinero simplemente por el amor al dinero; el de conseguir riquezas por amor a
las riquezas nada más. Y uno puede ver a hombres hoy que se han unido en un acuerdo nada
más que para obtener dinero por amor al dinero.

En cierta ocasión, estaba hablando un cómico quien estaba explicando algo acerca de una

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representación que habían producido; y este hombre estaba agradeciendo a aquellos que habían
participado con él, y cómo todos habían cooperado. Él estaba presentando una disertación muy
hermosa y no estaba tratando de hacer muchos chistes. Pero, al llegar al final de su discurso
dijo: “Y todos nosotros hemos estado muy unidos por una cosa – luego hizo una pausa y dijo –
avaricia”. Y así es, amigo oyente, eso era lo que los había unido a ellos.

Y eso es lo que mantiene unidas a muchas cosas en el presente; lo que mantiene unido a los
grandes negocios hoy. Eso es lo que mantiene unidas a grandes organizaciones, aun aquellas
que están fuera de la ley. Y repetimos que lo que está mal es el acumular dinero por amor al
dinero.

Debemos confesar que creemos que está mal que en el día de hoy, una persona o una
organización acumule tanto y tanto dinero, y que al mismo tiempo haya personas que se
encuentran en la pobreza y en la necesidad. Creemos, y eso quizá se interprete como algo muy
radical, pero creemos que algo tendrá que realizarse eventualmente. Uno puede observar
algunos países donde se permite que uno de esos altos dignatarios, o príncipes o un maharajá, se
enriquezca desmesuradamente. En cambio, el resto del país tiene tantísimos pobres. Bueno,
amigo oyente, eso está muy mal y eso es lo que Dios condena. Y Él lo condena debido al amor
al dinero y al uso que se le da al mismo. Eso está mal, ya sea que se acumule o que se haga
rodar, como los pródigos de la actualidad lo hacen, o quienes lo derrochan. El dinero es algo en
el presente, es poder, y debería ser usado para la gloria de Dios. Y amigo oyente, eso es lo que
está mal hoy con el capitalismo, y el laborismo sin Dios. Es la avaricia, el amor al dinero, y no
se usa hoy el dinero para la gloria de Dios.

Sería algo maravilloso si el hombre hubiera hecho el dinero para la gloria de Dios. Sería
algo maravilloso si el hombre trabajara para obtener dinero para la gloria de Dios. Sería

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maravilloso hoy si se utilizara en la forma correcta y no como se hace en el presente. El único
remedio que existe para eso es obtener a Cristo y hacer que viva en el corazón. Nos
encontramos pues, amigo oyente, en una sección tremenda de la Palabra de Dios. Ahora, el
versículo 11 de este capítulo 5, nos dice:

11
Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues,
tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? (Ecl. 5:11)

No es bueno el crecer por crecer nada más, ya sea en los negocios o aun en las
organizaciones cristianas en la Iglesia.

El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, refería que cuando él fundó este
programa “A Través de la Biblia” allá en sus comienzos, solamente su secretaria y él hacían el
trabajo. Ella recibía las cartas, las abría, y él las leía y hablaban acerca de las cartas. En ese
entonces, tenían el programa solamente en una estación de radio. Y recibían cartas cada semana
y eso les emocionaba mucho. Y, hablando francamente, decía él, no era un problema muy
grande. En cambio ahora, – añadía el Dr. McGee – hemos crecido hasta transmitir nuestros
programas por unas 200 emisoras, y tenemos gran cantidad de personas que nos ayudan, y estas
son personas maravillosas. Pero, hemos descubierto también que el crecer simplemente por
crecer no está bien. Aumenta los dolores de cabeza, aumenta el trabajo, aumentan las
responsabilidades, y ese no es el propósito buscado. Queremos predicar la Palabra de Dios a la
mayor cantidad de personas posible, y eso es lo que debemos tener presente todo el tiempo. Y
el Dr. McGee proseguía diciendo que daba gracias a Dios, porque el Señor tuvo que tratar con él
de una manera muy fuerte; cuando un hombre llega a tener cáncer y tiene que estar de espaldas
por un tiempo, mirando hacia arriba y recibiendo órdenes, entonces, – decía él – yo creo que uno
está preparado para decir algo. Y lo que quiero decir es lo siguiente decia el: Pero una cosa

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hago, – y eso es el predicar la Palabra de Dios”. Pero eso de crecer o incrementar simplemente
por crecer, o el tener una Iglesia grande simplemente por tener una Iglesia grande, está mal. No
hay gozo en algo así si uno está simplemente tratando de crecer. Y, amigo oyente, nosotros no
estamos tratando de crecer. Estamos tratando de predicar la Palabra de Dios y tenemos que
mantener esto siempre fijo en nuestras mentes. “Pero una cosa hacemos, predicar la Palabra de
Dios”. Y esperamos que usted, amigo oyente, se una en esto con nosotros. Bien, sigamos
ahora adelante. En la primera parte del versículo 12 de este capítulo 5 leemos:

12a
Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; (Ecl. 5:12a )

Sea mucho o sea poco es algo dulce. Y eso es algo que sería bueno para muchos de nuestros
países en el presente. Creemos que cada persona debe trabajar por lo que obtiene. Y tendría
que ser pagado por lo que hace, y no estar fuera de lugar con los demás. Amigo oyente, hay
mucho lugar para progresar ahora. Leamos el versículo 12 completo.

12
Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir
la abundancia. (Ecl. 5:12)

Usted puede ver la diferencia entre los dos, el hombre que trabaja sólo puede comer tanta
comida, y eso es todo; y si no tiene mucho que comer, no va a ser un glotón. Y, probablemente,
va a dormir mejor por no haber comido demasiado. En cambio, el hombre rico, él tiene de todo
en abundancia. En realidad, este hombre tiene sus comidas bien preparadas y se cansa de ellas,
y no tiene apetito; pero, amigo oyente, él se tiene que preocupar por sus riquezas.

En cierta ocasión una señora muy rica estuvo en un hotel, en ese hotel se le pedía a los
clientes que depositaran las cosas de valor en la caja fuerte del hotel para ser protegidas mejor.

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Y esta señora muy rica depositó en la caja fuerte del hotel sus joyas, y ella tenía tantas cosas que
se demoró como 30 minutos para hacerlo. La joven a cargo de esta tarea dijo: “Esa señora ya ha
estado aquí antes, y bajará aquí a esta oficina una docena de veces para ver si están todas sus
joyas y para sacar algo para usar; y luego lo trae de nuevo”. Esa mujer tenía, en realidad, un
problema grande, porque estaba completamente preocupada por las riquezas que llevaba consigo.
Ve usted entonces, que al rico, no le deja dormir la abundancia. Notemos ahora lo que dice el
versículo 13:

13
Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños
para su mal; (Ecl. 5:13)

Las riquezas en la actualidad no ayudan a gran cantidad de personas. Lo que sí hacen es que
causan grandes dolores a muchas personas. No son de ninguna ayuda. ¡Qué cuadro el que
tenemos aquí ante nosotros! El hombre pobre es algunas veces más feliz que el hombre rico.
Sin embargo, Pablo dijo que él sabía vivir humildemente y sabía tener abundancia. Se nos dice
que es más difícil vivir en la abundancia que en la humildad. Bueno, me gustaría de todos
modos probar ambas cosas. Ahora, el versículo 14, dice:

14
las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les
queda en la mano. (Ecl. 5:14)

Es decir que usted puede acumular una fortuna y dejarla a su hijo y él la gastará toda. Pero
los hombres de hoy son muy inteligentes, no dejan su dinero a sus hijos. Lo dejan en manos de
un abogado o alguna otra persona para que se lo entregue al hijo de una forma inteligente; y, por
tanto, ellos pueden guardar sus riquezas.

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Hay muchos hombres prominentes en la actualidad que nunca hicieron un centavo en sus
vidas, y tampoco saben como usar el dinero. La única razón por la cual permanecen ricos es por
la forma en que su padre les dejó el dinero. Allí está el secreto, y eso, según nuestro juicio, es lo
que ha llegado a ser un gran interrogante en el día de hoy.

Permítanos hacer una pausa para decir lo siguiente. Creemos que la gran división de
algunas naciones no va a ser causada por las razas. No creemos que será causada por los
enfrentamientos de los blancos y los negros, o por grupos de la minoría y la raza blanca o la
negra. No creemos que ese llegue a ser el problema final. Lo que sí creemos es que el
problema va a ser provocado entre el rico y el pobre. Siempre ha sido así y creemos que
siempre será así. Esa será la línea divisoria.

Y creemos que algunos ricos se han dado cuenta de esto, y esta es la razón por la cual tantos
ricos son liberales en el presente. Es porque ellos ya tienen el dinero. Usted no lo puede tocar.
En cambio, ellos lo pueden usar. Y están dispuestos a que entre el liberalismo para que usted
tenga que pagar más impuestos, y para que pague por los programas que están preparándose en
la actualidad. Ellos no quieren pagar por eso. Ese es el gran problema del presente. Y
debemos decir que Salomón está hablando de esa clase de problema, y diciendo que esas cosas
no brindarán satisfacción, y que tampoco encontraremos solución a las cosas de la vida en cosas
como ésta. Siguiendo ahora adelante, llegamos al capítulo 6, de este libro de Eclesiastés; y
leemos en los primeros dos versículos, lo siguiente:

1
Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2 El del hombre
a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea;
pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es
vanidad, y mal doloroso. (Ecl. 6:1-2)

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En cierta ocasión, un hombre muy rico estaba comiendo en un restaurante, y en un rincón de
ese establecimiento estaba comiendo también un hombre pobre, uno de los meseros que
trabajaba en el lugar. Y el hombre pobre, este mesero, quien podía comer la comida del
restaurante, estaba comiendo un gran pedazo de carne. En cambio, el hombre rico estaba
comiendo prácticamente migajas, una comida especialmente preparada para él, ya que debido a
su salud no podía comer de todo. Así es que en ese lugar se encontraba un hombre que podía
pagar por la comida, y otro que no lo podía hacer, y cuán grande era la diferencia que existía
entre los dos. A propósito, amigo oyente, es mejor tener un buen apetito que una gran cuenta
bancaria. Ahora, el versículo 3 de este capítulo 6, de Eclesiastés dice:

3
Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad
fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo
que un abortivo es mejor que él. (Ecl. 6:3)

Él está diciendo algo diferente aquí. El hombre rico puede comer solamente tres comidas al
día. Sólo puede dormir en una cama a la vez y él no puede vivir mucho más que el hombre
pobre. No interesa cuantos médicos tenga. La vida del hombre rico no es nada más que una
sombra. La mortaja, amigo oyente, no tiene bolsillos. Job, un hombre rico, dijo que él había
venido a este mundo sin nada y que iba a dejarlo de la misma forma. Ha pasado ya mucho
tiempo y el hombre ha logrado muchas cosas en este mundo, y lo interesante de notar es que el
hombre viene a este mundo vacío y sale de él, de la misma manera. Hay algunos que gastan
toda su vida en esta clase de vacío, y, en realidad, las riquezas pueden llegar a ser una barrera.
Eso es lo que Salomón está mencionando aquí en este capítulo 6 de Eclesiastés. Y vamos a
dejarlo aquí por hoy, y luego continuaremos Dios mediante, en el capítulo 7, donde veremos que
este hombre trata de hacer cosas buenas por los demás. Salomón llega a ser una persona así.
Esto pues, lo veremos Dios mediante en nuestro próximo estudio. Hasta entonces pues, que el
Señor añada bendiciones a su vida, es nuestra ferviente oración!

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PROGRAMA No. 0777

ECLESIASTÉS

Capítulos 7:1 - 8:15

Llegamos hoy, amigo oyente, al capítulo 7 de este Libro de Eclesiastés y aquí


encontramos el último experimento realizado por Salomón. Como dijimos antes, él hizo
un experimento con su vida y probó todo lo que se podía hacer debajo del sol, buscando la
posibilidad de obtener satisfacción y gozo para su vida, y él probó hacer de todo sin
encontrar esa satisfacción. Él probó la ciencia, el estudió las leyes naturales del universo.
Y uno pensaría que eso podría realizar alguna contribución. Lo hizo, pero no le satisfizo
para nada. Luego él se dedicó al estudio de la filosofía y la psicología. Y tampoco le dejó
satisfecho. Trató entonces de encontrar satisfacción en el placer, y tampoco la halló. Y el
materialismo. También probó el fatalismo, una filosofía bastante popular de la vida en el
día de hoy. Y el egoísmo – el vivir para uno mismo. Luego probó la religión; y la religión
nunca satisfará, amigo oyente. Sólo Cristo puede hacerlo. También las riquezas fue algo
que este hombre Salomón probó. Él fue el hombre más rico del mundo. Sin embargo,
descubrió que él no podía comer el oro. Él descubrió que el oro en sí mismo no le
brindaba ninguna clase de satisfacción.

Ahora, la última prueba es lo que nosotros hemos llamado “su moralidad”. En


realidad, lo que tenemos ante nosotros aquí es una persona que trata de hacer lo bueno por
los demás. Y diríamos que hacia esa dirección es donde se está dirigiendo la mayoría de la

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gente. Están andando como personas que hacen el bien, y están tratando de guardar el
punto medio del camino de la vida, en esta llamada carretera de la vida. Estas son las
personas que hacen sus negocios en el centro de la ciudad. Viven en zonas apartadas, en
un vecindario exclusivo, y por lo general toman todas las cosas con calma. Sus hijos
pueden ir a las mejores escuelas, participan en los mejores grupos; y por supuesto, asisten
también a la mejor Iglesia del vecindario – la que es la más rica de todas, la que tiene el
campanario más alto de todas, con las campanas que se puedan escuchar a la distancia más
grande posible, y que tiene un predicador muy bien educado, muy instruido, muy
intelectual, y él conoce de todo lo que el hombre puede conocer, con excepción de la Biblia.
Él no parece conocer nada de la Biblia; pero si así fuera, ello causaría que él perdiera su
trabajo y descubre entonces lo que la Biblia tiene que decir. De esa clase de hombre están
hablando aquí. Y el primer versículo de este capítulo 7 de Eclesiastés, dice:

1
Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día
del nacimiento. (Ecl. 7:1)

Eso es interesante. Y es cierto, digamos de paso. No hay nada malo en cuanto a esta
declaración. Mejor es la buena fama que el buen ungüento. Es muy bueno poder escuchar que
la gente dice cosas lindas acerca de nosotros. La gente dice: ¡Ah, no! Fulano de Tal es una
persona muy maravillosa. Es un vecino muy bueno. Nunca tuve ninguna clase de discusión
con él. Él ni discute sobre religión, ni sobre política, ni nada de eso. Nunca lo encontramos
metido en una situación mala. Pensamos que él nunca ha tomado una posición en ninguna de
las cosas que hay que discutir. Este hombre simplemente sonríe y anda por medio del camino.
Nunca se desvía para un lado o para el otro. Este hombre, no parece ser muy feliz o satisfecho,
pero así es como está viviendo en el día de hoy. Es un hombre muy respetado. Todos
pensamos mucho de él en la comunidad, y la gente reconoce que este hombre está tomando parte
en las diferentes organizaciones de la ciudad y tiene negocios con toda clase de personas.

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Bueno, ¿no es eso lo que hay que hacer? Cuando algún día muera, tendrá un gran funeral,
y el predicador lo empujará hasta el cielo mismo. No hay duda en cuanto a esto. Y eso es lo
que la vida es en realidad, según este hombre. Ahora, Salomón probó eso y decía que esto no es
ninguna clase de vida. Notemos lo que dice aquí: que nosotros debemos buscar tener una buena
fama y que hable bien en nuestro funeral. Eso es lo que hay que buscar aquí en esta tierra, pero
eso no lo va a dejar satisfecho, amigo oyente. El versículo 2, de este capítulo 7, dice:

2
Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de
todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. (Ecl. 7:2)

Usted puede apreciar que este hombre va del club “El Cuchillo y el Tenedor” al servicio
fúnebre, y todo se realiza de una forma muy digna. En realidad no sucede nada. Cuando él
está presente en el club del “Cuchillo y el Tenedor”, escucha a algunos oradores hablar acerca de
la contaminación ambiental. No es que ellos vayan a hacer algo en cuanto a eso, sino que
simplemente van a hablar de eso, y la próxima semana tendrán a alguien que les hablará sobre
algunos problemas cívicos, y nuevamente, ninguno hará nada. Luego, todos van al funeral de
alguno de los miembros que muere, y escuchan decir algunas cosas buenas acerca del fallecido,
pero nadie siente nada en particular. Nadie lo va a extrañar mucho a aquel que partió; así es la
vida, así es como vivimos en nuestra propia ciudad.

Y hablando honradamente, amigo oyente, no podemos criticar mucho a los jóvenes que se
rebelan contra esto. En realidad, es una vida muy desabrida. Estoy muy contento de que no he
vivido una vida así. No me gusta vivir de esa manera. Para mí, es una de las peores
situaciones en la que uno se pueda encontrar. Y hablando honradamente, amigo oyente, eso no
es vida. Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 3, de este capítulo 7 de Eclesiastés:

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3
Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el
corazón. (Ecl. 7:3)

Hay quienes quieren arreglar las cosas de tal manera que uno pueda ir hasta el cementerio,
riendo. Si usted tapa todo con flores y tiene música suave, y el predicador dice cosas fáciles y
lindas; todos al dirigirse de regreso a casa dirán: “Bueno, tuvimos un buen funeral” – sonriendo
hasta el cementerio. Así es la vida para muchas personas, amigo oyente. Ahora, notemos lo
que dice aquí el versículo 4:

4
El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en
la casa en que hay alegría. (Ecl. 7:4)

No se han apartado ni cincuenta metros del cementerio, y alguien dice por allí un chiste, y
todos al unísono ríen. Ese es el vivir en la presencia de la muerte. ¿No se les ocurre a alguna
de estas personas que al ver un amigo que parte de esta vida, que ellos se están dirigiendo hacia
algún lugar? ¿Qué están de viaje? Sería bueno que tomaran nota, a dónde se están dirigiendo.
¿Son éstas personas salvas? ¿O están perdidas? ¿Cuál es su condición ante Dios? Ah, pero
eso no es importante. “Fulano de Tal”, bueno, es una buena persona. Él siempre dio dinero
para ayudar al vecindario, y su esposa toma parte en las actividades de la Cruz Roja. Fueron
ciudadanos muy activos en su comunidad, lo que quiere decir que hacen prácticamente nada. Es
decir, que ellos no toman ninguna posición en cuanto a los asuntos importantes de la vida. No
se atreverían a realizar nada de eso.

Ahora, de aquí en adelante, partiendo del versículo 5 hasta el final de este capítulo 7, el punto
principal es el siguiente. Veamos lo que nos dice este versículo 5, del capítulo 7 de Eclesiastés:

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5
Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. (Ecl. 7:5)

Pero, ¿por qué no probar ambas cosas? Así es como se deben hacer las cosas. Algún
hermano viene y le dice: “Bueno, yo creo que usted está equivocado en cuanto a eso”. Y usted
está de acuerdo con él. Y luego, usted va a esa función de la orquesta moderna y disfruta de eso
también. La idea es que uno puede ser mejor que el otro, pero es mucho mejor, andar con
ambos grupos. Ese, pues, es el cuadro que tenemos aquí. Veamos ahora, lo que dice el versículo
6:

6
Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también
esto es vanidad. (Ecl. 7:6)

Todo esto es vacío. Uno puede andar con esta clase de gente, tener la hora del coctel – la
Hora Feliz – uno puede hacer eso. Luego puede ir a la Iglesia el Domingo. Todo eso está bien.
Así es como se hace en nuestra ciudad. Luego él dice aquí en el versículo 9:

9
No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los
necios. (Ecl. 7:9)

No se enoje con nada. Siempre sea una persona buena. No tenga desavenencias con nadie.
Eso siempre ayuda en los negocios y es una forma muy fácil de hacer las cosas. Y todo lo que
uno tiene a través de esta sección es lo siguiente. Tome las cosas con calma. Camine
suavemente, no sea un extremista, no se vuelva loco en cuanto a la religión. Evite la izquierda o
la derecha. No sea derechista ni izquierdista, sea en la religión o en la política. Tome todo con
calma. Recorra siempre el centro del camino. Siempre llegue a algún acuerdo. No pelee. Si
usted está con esta clase de gente, bueno, vaya con ellos. Y si usted está con esta otra clase de

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gente, pues, también vaya con ellos. Vaya con cualquier clase de persona que se encuentre.
Después de todo, usted puede parecer muy religioso los Domingos. Y, amigo oyente, usted
puede vivir infernalmente el Sábado por la noche, y luego al día siguiente aparentar ser un
creyente.

Un hombre que se había emborrachado como una cuba el Sábado por la noche, dijo el
Domingo por la mañana: “Quiero que usted sepa que yo soy creyente. ¿Qué cree que soy, un
pagano?” Y amigo oyente, eso era exactamente lo que era. Ese es el cuadro que tenemos aquí
ante nosotros. Ahora, tenemos varias cosas en este capítulo que deseamos destacar. Leamos
los versículos 10 y 11:

10
Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que
estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con
herencia, y provechosa para los que ven el sol. (Ecl. 7:10-11)

Aquí tenemos sabiduría. Dijimos al comienzo de nuestro estudio del Libro de Proverbios,
que la sabiduría es otro nombre para Cristo. Se nos dice que, Él ha sido hecho sabiduría para
nosotros. Y en medio de todo aquí donde encontramos a este hombre tratando de andar con
ambos grupos, y mantenerse en el centro del camino, nos dice que es bueno para uno el tener
sabiduría. Y es bueno, amigo oyente, tener hoy a Cristo. En la primera parte del versículo 12
dice:

12a
Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; (Ecl. 7:12a)

Este hombre quiere tener mucho dinero, pero no quiere tener a Cristo. Al final de este
versículo 12 dice:

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12b
mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores. (Ecl. 7:12b)

Y usted, amigo oyente, no puede comprar su vida con dinero. Usted puede ir a una de las
mejores clínicas u hospitales en el mundo, y quizá agregar 3 ó 4 años a su vida; sin embargo, eso
no le da una vida real. No le provee a usted vida eterna aquí, y más adelante en la eternidad.
No lo puede obtener de esa manera. Sólo la sabiduría puede hacer eso. Y la sabiduría,
amigo oyente, es Cristo Jesús. Y ese es el problema con el hombre. Uno puede notar que eso
se dice una y otra vez. Ahora, pasando al versículo 21, de este capítulo 7 de Eclesiastés,
leemos:

21
Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu
siervo cuando dice mal de ti; (Ecl. 7:21)

No se perturbe cuando escucha que alguien que usted conoce muy bien, dice que usted es un
ladrón. No permita que eso le moleste porque usted ha tomado el camino fácil en el centro del
camino, y va a encontrar que a la larga, la comunidad le aplaudirá y quizá hasta le nombren a
usted como el ciudadano más valioso que ellos tengan. Amigo oyente, esto es algo putrefacto
en realidad. Esto no es otra cosa sino vivir como un vegetal y no como un hombre. Ah, amigo
oyente, que tengamos hoy algo vital, algo que es real.

Y llegamos ahora al capítulo 8 de Eclesiastés, y encontramos aquí que ese hombre ni es


caliente ni frío. Es tibio. El está viviendo por lo que llama “la regla de oro”, aun cuando no
tiene una idea de lo que quiere decir, y lo que necesita. Él observa que parece no haber
demasiada diferencia entre el malvado y el justo. Ambos son muy parecidos. Bien,
observemos este capítulo y destaquemos los puntos más sobresalientes. El primer versículo del
capítulo 8 de Eclesiastés dice:

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1
¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La
sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.
(Ecl. 8:1)

Sólo Cristo tiene la verdadera sabiduría y puede cambiar la vida de un hombre. Él puede
entrar en una vida y traer gozo y alegría; puede traer paz, puede traer las cosas que son
necesarias en el día de hoy y librarnos de una vida mediocre en la actualidad. Luego dice en los
2 versículos siguientes, los versículos 2 y 3:

2
Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.
3
No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo
lo que quiere. (Ecl. 8:2-3)

O sea, tenga cuidado con lo que hace, no se meta en problemas. Y el versículo 4, agrega:

4
Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces? (Ecl. 8:4)

Aquí tenemos a un rey, y él puede tomar una posición. ¿Por qué no vivir como un rey y
tomar una posición? Esa es una posición que usted puede tomar, algo que usted puede hacer.
En cierta ocasión se le preguntó a un joven rebelde: ¿Por qué has tomado un estilo de vida
como este? ¿Por qué estás vestido de esa manera? Y él contestó: “Bueno, yo quiero libertad,
quiero ser libre. Yo quiero vivir como me plazca”. Y luego, se le hizo otra pregunta: Si tú
cambiaras de forma de vestir, y luego trataras de mezclarte con esta gente, ¿te aceptarían?” Él
pensó por un momento y luego dijo: “Creo que no me aceptarían”. Entonces se le dijo:
“Entonces, tu no tienes mucha libertad, ¿verdad? Tienes que hacer lo que hace esa gente”. Y
aparentemente amigo oyente, así es. En el día de hoy, uno debe tener la aprobación de esa

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gente, si quiere pertenecer a ese grupo. Así es que, en realidad no tienen la libertad que están
buscando.

Muchos de ellos toman drogas por la misma razón. Otro joven dijo en cierta ocasión:
“Comencé a fumar mariguana simplemente porque me encontraba con un grupo de personas que
lo estaban haciendo”. Es decir, que él no podía soportar el ser desaprobado por esa gente con la
cual estaba. Ellos no saben lo que es la libertad. Y alguien le dijo a este joven: “Mira, ¿crees
que yo no tengo libertad porque me visto en la forma en que lo hago?” “Bueno”, – dijo el joven
– yo diría eso”. Entonces la otra persona le dijo: “Bueno, mira, tú sabes que yo tengo una
libertad que tu no tienes en el presente. Yo no tengo por qué vestir de esta manera todo el
tiempo. Puedo vestirme de la forma que me plazca a mi también”. Y así es en realidad,
porque tenemos libertad.

Nosotros en el día de hoy tenemos una libertad que muchos otros no tienen. Hay muchos
que están viviendo en un mundo donde existe una rebelión contra Dios. Sin embargo, nosotros
podemos inclinarnos ante Jesucristo, podemos llamarle a Él Señor y Salvador. Esa es la
verdadera libertad. La multitud se está dirigiendo en una dirección, y yo no estoy siguiendo en
esa dirección. Yo ya he elegido lo que quiero. Amigo oyente, si usted quiere una verdadera
libertad, tiene que acercarse a Cristo Jesús ya que Él dijo: si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres. (Juan 8:36) Y esa, amigo oyente, es la libertad que usted puede tener.

Bien, volviendo a nuestro texto, tenemos que este hombre que quiere hacer el bien a los
demás, es tan malo como la persona que se encuentra en la cárcel. Es dominado por la
tradición. Tiene que obedecer las reglas de su pequeño grupo y tiene que seguir las normas de
ellos. Tiene que andar por el centro del camino. Ese es su estilo de vida. Y veamos lo que
dice aquí el versículo 8, de este capítulo 8 de Eclesiastés:

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8
No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni
potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad
librará al que la posee. (Ecl. 8:8)

Llegará un día, si esta persona continúa bebiendo sus cocteles, cuando tendrá que ponerse en
tratamiento por ser un borracho, un alcohólico; y hay muchos que terminan haciendo eso. Hay
millones de personas así. Y luego, llegará el día cuando este hombre tendrá que morir; y, amigo
oyente, no podrá ya más andar por el centro del camino en ese día porque la muerte le llegará a
él y lo quitará de aquí. Y el versículo 11, de este capítulo 8, dice:

11
Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos
de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. (Ecl. 8:11)

¡Qué cuadro es este de nuestra sociedad contemporánea! ¿No le parece? Porque el juicio no
está siendo ejecutado, el hombre es malo porque así es su corazón. Y esa es la razón por la cual
hay muchas personas que aún continúan en el pecado. Alguien dice: “Bueno, yo estoy
pecando ya por cinco años, y Dios no ha hecho nada acerca de eso”. Amigo oyente, eso ya es
un castigo para usted. Dios no ha hecho nada en cuanto a eso, porque Él está esperando al final
del camino. En realidad, amigo oyente, Él puede esperar hasta la eternidad. Usted no puede.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. (2 Cor. 6:2b) Y
encontramos que los versículos 14 y 15 nos aclaran esto muy bien. El escritor observa que
parece no haber mucha diferencia entre el malvado y el justo; y así es cuando uno observa nada
más que la superficie. Leamos el versículo 14:

14
Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si
hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de

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justos. Digo que esto también es vanidad. (Ecl. 8:14)

Bueno, no hay ninguna diferencia. Ambos terminan de la misma manera. Y el versículo


15, dice:

15
Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que
coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios
le concede debajo del sol. (Ecl. 8:15)

Y este hombre finaliza viviendo de esta manera: comamos y bebamos, porque mañana
moriremos. (1 Cor. 15:32) Amigo oyente, esa es la filosofía de la vida más triste que cualquier
persona pueda tener. Y aquí, amigo oyente, vamos a detenernos por hoy. Dios mediante,
continuaremos en nuestro próximo programa con este estudio en el Libro de Eclesiastés. Le
sugerimos que lea el próximo capítulo, el capítulo 9, y se prepare así para el estudio que
tendremos Dios mediante en nuestro próximo programa. También estudie las notas y bosquejos
que le hemos enviado para que esté mejor preparado. Ahora, si no ha solicitado todavía este
material, pues le sugerimos que lo haga cuanto antes. Haga hoy mismo su pedido dirigiendo su
carta a la dirección que damos al finalizar este programa. Le recordamos que las notas y
bosquejos se las enviamos sin costo alguno para usted. Bien, amigo oyente, será hasta nuestro
próximo programa, es nuestra oración que el Señor le bendiga en gran manera!

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PROGRAMA No. 0778

ECLESIASTÉS

Capítulo 9: 1 - 14

Nos encontramos hoy, amigo oyente, en una sección que hemos llamado, “la del
bienhechor”. Aquí es donde vemos a este hombre actuando. Esta es la clase de persona
que dice: “Bueno, yo creo que, si usted paga sus deudas y vive una vida buena, Dios lo va a
aceptar así”. Esta es la clase de persona que se mantiene siempre en medio del camino en
la carretera de la vida. Esa es la clase de persona que realiza sus negocios en las luces
brillantes de la ciudad, pero que vive en los suburbios, en la zona exclusiva, en un
vecindario aparte de los demás, tomando las cosas con calma, y diciendo: “Yo voy a llegar
al cielo por mis propios medios. Estoy logrando mi propia salvación y, después de todo, yo
soy una persona muy buena”.

Ese es pues, el hombre que tiene una dura filosofía de la vida. Hay muy poco gozo en
la vida de este hombre. Él tiene su “hora feliz” cada atardecer antes de su cena cuando
toma su coctel. Pero él llega a unas conclusiones muy tristes. La realidad en verdad es
otra. Y ya hemos tratado de destacar algunas de las enseñanzas que encontramos en este
libro y que son bastante radicales. Alguien dice después de escuchar un mensaje de
Eclesiastés: “Bueno, eso es una enseñanza muy radical”. Y así lo es, amigo oyente. Aquí
tenemos al hombre debajo del sol. – como hemos dicho antes. Aquí no tenemos el punto de
vista cristiano. Lo que estamos mirando aquí es algo completamente diferente. Tampoco

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representa esto el punto de vista de Dios. Esta es la conclusión a la que ha llegado el
hombre debajo del sol. Y son cosas muy radicales. Este hombre cree en dividir las
riquezas. Tiene ideas socialistas. Tiene muchas ideas grandes que no son exactas. Y
vamos a ver eso en el día de hoy, especialmente aquí en el capítulo 9, de este Libro de
Eclesiastés. Para mí, este es un capítulo bastante triste, digamos de paso; ese libro en la
Biblia es como la oveja negra de la manada. Es lo mismo que las tiendas o carpas de
Kedar en un escenario completamente blanco. Las tiendas de Kedar eran fabricadas de la
lana de las ovejas negras o de las cabras negras.

Como ya hemos podido apreciar, parecería que aquí este libro estuviera en
contradicción con algunas otras porciones de las Escrituras. Se expresa ideas que están en
contra de las grandes enseñanzas de las Escrituras. Y lo realmente alarmante de este libro
es que ha sido el favorito de los ateos. Volney y Voltaire han sido personas que han citado
muchas partes de Eclesiastés. Promueve la clase de filosofía pesimista en cuanto a la vida,
la que tenía Schopenhauer, por ejemplo. Y una de las cosas más sorprendentes es que
algunos de los cultos o sectas más modernos de la actualidad dedican la tesis principal de
su sistema basados en este libro, y este capítulo 9 es el que ellos utilizan para indicar que el
alma duerme.

Ahora, ¿cómo llegó este libro a formar parte del canon de las Escrituras? ¿Cómo
reconcilia uno las enseñanzas que se encuentran aquí? ¿Cómo encuentra uno armonía
entre las cosas que aquí se dicen y la vida cristiana? Bueno, como con cualquier otro libro,
se debe considerar el propósito del escritor. Y, nuevamente, regresamos a eso. ¿Cuál es
su propósito? ¿Cuál es su tesis? ¿Qué es lo que está tratando de probar? ¿Qué es lo
que está demostrando? ¿Está el escritor destacando algunos principios cristianos? En
realidad, él está hablando de una vida separada de Dios; está tratando de realizar un
experimento para ver cómo puede ser feliz sin Dios. Y, aquí tenemos las conclusiones a las

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que ha arribado debajo del sol. Aquí tenemos descrito cómo actúa el hombre del mundo
moderno.

Quisiéramos ilustrar esto de la siguiente manera. Entre la marea alta y la marea baja
existe lo que se llama “la marea media”. Y eso es el nivel del mar. Bueno, existe en el día
de hoy una forma de vida debajo del nivel del mar. Y, también existe un modo de vida
sobre el nivel del mar. Así es que tenemos dos mundos. Está el mundo debajo del nivel
del mar, y allí existen ciertos elementos químicos. En la superficie es diferente. Existen
las moléculas. Debajo es acuático; arriba es gaseoso. En la superficie existe aves con
plumas, mientras que debajo existen peces con escamas y aletas. Pues bien, tenemos allí
dos formas de vida. Las aves del aire no le dicen a los peces que algo anda mal con ellos
porque no tienen plumas. Y sobre la superficie del mar uno puede abrir la boca y respirar
profundo. Pero debajo del nivel del mar, si usted hace eso, pues va a tener muchos
problemas. En realidad, el mono y el barracuda podrían tener alguna discusión en
cuanto a la dirección donde está el nivel del mar. Para el barracuda está arriba. Para el
mono está abajo.

Ahora, Eclesiastés está debajo del sol. La vida cristiana está en los lugares celestiales.
Allí es donde está Dios. El punto de vista de Dios es “sobre el sol”. Así es que, ahora
estamos observando dos formas de vida.

Tenemos la vida debajo del sol. Esta es una existencia mundana separada de Dios; un
futuro y una eternidad sin Dios, y aquello que es espiritual y de Dios se deja de lado.

Pues, bien, la vida cristiana es un contraste completo con esto, ya que hoy nosotros
hemos sido salvos por la gracia de Dios y para demostrar su gracia.

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Así es que tenemos aquí dos esferas diferentes y las leyes y principios de la una no
pueden ser aplicados a la otra. Están tan separados como aquello que está debajo del nivel
del mar y aquello que existe sobre el nivel del mar.

Usted, amigo oyente, puede estar perdiendo tiempo al decirle a una persona que no es
creyente: “Si usted ha sido resucitado con Cristo, busque las cosas que son de arriba”.
Esa persona ni siquiera está en Cristo. No entiende de qué está usted hablando. Así es
que, uno pierde el tiempo hablándole de esa manera. Es como tratar de enseñarle a volar
a un perro, cuando a éste solo le gusta la tierra y nada más y no tiene ningún interés en
volar.

Pues, bien, Salomón escribió Eclesiastés y, como ya hemos dicho anteriormente,


tenemos aquí un informe de los experimentos que él realizó con la vida. Él probó hacer de
todo debajo del sol para ver si podía encontrar satisfacción para su alma. Y, en este
capítulo, sólo esa expresión de debajo del sol se repite como 6 veces. Debajo del sol y todo
debe ser interpretado bajo este tema.

Ahora, él ya ha probado otras cosas. Él trató de obtener conocimiento. Y llegó a la


conclusión de que el hacer muchos libros no tiene fin. Él probó el placer, y el resultado fue
el aborrecimiento de la vida. Él probó las riquezas también, y llegó a la conclusión de que
el que ama al dinero no se saciará de dinero.

Luego, probó la religión. Y usted se convierte en un lunático o un ladrón; en un


fanático o en un extraviado. Existen dos caminos si usted va a tratar de recorrer el
sendero de la religión. Luego, este hombre probó la fama. Mejor es la buena fama – dijo
– que el buen ungüento. Eso es lo que dice este hombre.

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Luego, probó la moralidad y todo lo que él podía decir era: todo es vanidad y aflicción
de espíritu. El escritor Thackery escribió una novela llamada “La Feria de Las
Vanidades”. Si usted la ha leído alguna vez, entonces conoce la historia de Vecky. El
escritor finalizó indicando todas las pequeñeces y el pecado en las vidas de estas personas
durante la época de las guerras de Napoleón, y cómo vivían ellos sus vidas separados de
Dios; porque este escritor Thackery, digamos de paso, era creyente. Luego, él concluye
diciendo lo siguiente: “Se acaba el espectáculo. Guardamos las marionetas en su caja. Todo
es vanidad y aflicción de espíritu”.

De paso, podemos decir que uno podría hacer eso también con la industria principal de
Hollywood. Es la capital de los placeres, el centro mismo del pecado. Ese es el lugar
donde existe la fama y las riquezas. También es el lugar donde existe un monopolio en
cuanto a los somníferos. Amigo oyente, la vida es vacía sin Dios y sin Cristo.

Fue Agustín quien dijo la ya trillada trivial expresión de: “Tu nos has hecho a nosotros
para ti mismo, nuestras vidas no encuentran descanso hasta cuando regresamos a ti”. El
corazón humano está formado de tal manera que usted puede colocar todo el mundo
dentro del mismo, y aún tener lugar para algo más. Sin embargo, cuando usted tiene a
Cristo en su corazón, amigo oyente, su corazón no es lo suficientemente grande como para
darle cabida a Él, porque Cristo es la respuesta, y Él es la única respuesta. Uno puede ir
solamente en una dirección sin Cristo; pero con Él existe una vida abundante. Ahora, con
todo esto en mente, observemos este capítulo 9, y leamos lo que dice aquí el primer
versículo:

1
Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto:
que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor

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o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos. (Ecl. 9:1)

Es decir, el escritor nos dice aquí que él no sabe nada. Esa es nuestra posición. Y esa es la
posición de muchas personas en la actualidad. No están preocupados acerca del futuro eterno.
No entran en eso para nada, porque no saben nada acerca de eso. Y el versículo 2, dice:

2
Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y
al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no
sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el
juramento. (Ecl. 9:2)

Es decir que, no hay ninguna diferencia en cuanto a la dirección a la que usted se dirija ya
que siempre va a tener el mismo resultado. Y, ahora, ¿cuál es la respuesta a todo esto de debajo
del sol? Usted debe comprender que esa no es la respuesta de Dios. Este es el hombre debajo
del sol. Y leamos ahora, el versículo 3:

3
Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso
acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno
de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a
los muertos. (Ecl. 9:3)

Es decir, amigo oyente, que usted es la víctima de las circunstancias, y por tanto todos
deberíamos compartir las riquezas. ¿Ha escuchado eso alguna otra vez, amigo oyente? Esa es
la conclusión a la que arriban aquellos que están debajo del sol. No es necesario que usted
trabaje porque, después de todo, no existe ninguna diferencia si uno trabaja o si no trabaja. La
vida es como una lotería. Y ya que usted no logró conseguir lo suyo, la persona que tuvo la

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suerte y la recibió, debería compartirlo con usted. Amigo oyente, así es el hombre debajo del
sol. ¿Es esto algo conocido para usted? Alguien ya trató de basar una ideología política en
esto y pensó que sacaba algo nuevo. Pero, Salomón lo dijo con mucha anterioridad. Notemos
ahora, lo que dice el versículo 4, de este capítulo 9 de Eclesiastés:

4
Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es
perro vivo que león muerto. (Ecl. 9:4)

Y la idea que encontramos aquí a través de todo esto es: comamos y bebamos que mañana
moriremos. Y el necio y el hombre sabio se encuentran al final en la misma posición. Después
de todo, mejor es perro vivo que león muerto. No hay mucha diferencia. Pero, sigamos
adelante aquí porque lo que se nos dice es algo tremendo. Leamos, el versículo 5:

5
Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni
tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. (Ecl. 9:5)

De aquí es de donde sale esa idea de que el alma duerme. También tenemos en este capítulo
otro versículo que menciona esto y es el versículo 10. Aquí usted tiene la filosofía del hombre
debajo del sol. Esta es la conclusión a la cual Salomón ha llegado, de que uno puede vivir como
vive un perro. Así es que no hay mucha diferencia si uno es león o perro porque cuando uno
muere, bueno, uno simplemente es como un perro. Eso es lo que dicen los ateos también.

Y observando el lado humano, el lado físico, amigo oyente, cuando el cuerpo del hijo de
Dios va a la tumba, ese cuerpo duerme. Eso es cierto. Pero el Apóstol Pablo nos dice:
Ausentes del cuerpo, presentes con el Señor. Allí es donde va la persona. Y usted y yo, amigo
oyente, estamos solo viviendo en este tabernáculo terrenal en la actualidad. Como usted puede

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ver, amigo oyente, esto no es un punto de vista cristiano. Aquí tenemos al hombre debajo del
sol.

Cierto hombre dijo en una ocasión: “Bueno, el hombre es como un perro. Cuando muere, se
acaba todo”. Y eso es lo que se nos dice aquí. Este es el final. Ahora, el versículo 6, de este
capítulo 9 de Eclesiastés, dice:

6
También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán
parte en todo lo que se hace debajo del sol. (Ecl. 9:6)

Es decir que esta vida es algo fútil, frívolo. No tiene ningún propósito, ningún significado.
Usted es nada más que un animal. Aquí tenemos a la evolución con una venganza, aunque un
poquito diferente. Lo que él está diciendo aquí es que el hombre no vino del animal, sino que el
hombre es un animal; y eso es mucho peor hoy porque nosotros pensamos que venimos de
algún lugar y que ya hemos recorrido bastante del camino, que nos estamos dirigiendo a Sion y
es una Sion terrenal. Ahora, el versículo 7, dice:

7
Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus
obras ya son agradables a Dios. (Ecl. 9:7)

Usted es un bienhechor, así que coma, beba, diviértase, porque mañana va a morir y usted va
a tener una hora feliz. Así es que, desde las 4 de la tarde hasta las 7 de la noche, nos
embriagamos bien y esa es la vida. Eso es vivir. Los que hacen eso en esta vida
probablemente están viviendo una existencia más monótona de la que uno se puede imaginar.
Ahora, el versículo 8, dice:

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8
En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu
cabeza. (Ecl. 9:8)

Ah, vístase bien. Tiene que mostrar una buena fachada. Y el versículo 9, dice:

9
Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad
que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu
parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. (Ecl. 9:9)

Y, amigo oyente, hay muchos matrimonios de personas que no son salvas y están disfrutando
de la vida. No hay ninguna duda en cuanto a eso. Eso desde su propio punto de vista, por
supuesto. Uno puede encontrar esta clase de personas. Ah, ellos tienen sus problemas.
Tienen sus días tenebrosos. Pero ésta es la actitud que ellos tienen, escuche: “Tratemos de hacer
las cosas lo mejor que podamos”. Todos los días de tu vanidad; – dice aquí – porque ésta es tu
parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. Escuche ahora lo siguiente,
porque aquí tenemos otro versículo en el cual se basa esto del dormir del alma:

10
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque
en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría. (Ecl.
9:10)

Por supuesto que así es. Porque cuando uno coloca a este cuerpo en el sepulcro, este cuerpo
que hoy puede manejar, o puede utilizar su cerebro para estudiar o realizar ciertas actividades
mentales, cuando usted lo coloca en la sepultura, pues no va a estar realizando ninguna de esas
cosas. Es decir que aquí es donde usted debe hacer su decisión, ya que el cuerpo ahora, en la
sepultura, probablemente se desintegre. El cuerpo está formado de unos 16 elementos y el suelo

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también está formado de unos 16 elementos; y el cuerpo regresa al suelo. Polvo eres, y al polvo
serás tornado. Eso se nos dice en cuanto al cuerpo. Pero el espíritu regresará a su Creador.
Es decir que, usted es una persona y tiene que responder ante Dios. Y vamos a poder observar
esto cuando leamos el capítulo 12 de este libro de Eclesiastés. Así es que, esto no nos enseña en
realidad, que el alma duerme. Es el punto de vista del hombre debajo del sol, y eso es lo que
dice aquí.

Llegamos ahora al versículo 11, y esto trata con la injusticia social, los grupos de la minoría
y las masas. Escuche lo que dice el versículo 11, de este capítulo 9 de Eclesiastés:

11
Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de
los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los
elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. (Ecl. 9:11)

La vida es una gran lotería. Y si a usted le toca nacer negro, usted va a tener sus problemas.
Si usted nace blanco, usted también va a tener sus problemas. Y si usted nace amarillo, pues, va
a tener problemas también. Todo no es más que una suerte. No hay nada que uno pueda hacer
en cuanto a eso. Así es lo que se indica en este pensamiento aquí. Así es que, lo que uno tiene
que hacer es tratar de mezclar todo junto y luego dividirlo. Porque nosotros no vamos a estar
aquí por mucho más tiempo. Amigo oyente, ¡qué punto de vista sobre la vida es este!
Sigamos ahora adelante y leamos el versículo 12, donde dice,

12
Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos
en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los
hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
(Ecl. 9:12)

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Esto vuelve a regresar a la filosofía materialista. Eso es lo que mencionamos el otro día
cuando hablamos de esas personas que regresaban del trabajo y que tenían esos puntos de vista
fatalistas. Ya hemos hablado de esto y no existe ninguna auto explicación para la persona que
tiene este punto de vista, por tanto podemos ver lo que dice aquí el versículo 13:

13
También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: (Ecl.
9:13)

Y notemos también lo que dice el versículo 14:

14
una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey,
y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; (Ecl. 9:14)

Escuche con atención, amigo oyente, porque aquí hay una parábola. ¿Quiere usted levantar
la carga, la bandera de los oprimidos? ¿Quiere usted defender a los grupos de la minoría? ¿La
causa de los menospreciados? ¿Es en eso en lo que usted está interesado? Bien, debemos decir
que se levantará un dictador. Contra la gente se levanta un gran rey, ya que la gente ha bajado
su guardia y se pasan todo el tiempo con los problemas sociales que las personas que no son
salvas no pueden resolver; ellos ya han tenido como mínimo 5.000 años. Probablemente 6.000
años. Y podría ser mucho más tiempo que eso, y aún no han podido resolver los problemas de
la vida. ¿Cuánto tiempo más cree usted amigo oyente, que Dios le debería dar al hombre para
que solucione estas cosas?

Bueno, vamos a tener que detenernos aquí por hoy, para continuar, Dios mediante, en nuestro
próximo estudio. Será pues, hasta entonces, amigo oyente, ¡que la paz de Dios que sobrepasa
todo entendimiento sea con usted ahora y siempre!

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PROGRAMA No. 0779

ECLESIASTÉS

Capítulos 9:15 - 10:10

En el día de hoy, amigo oyente, vamos a finalizar el capítulo 9 de este Libro de Eclesiastés, y
de seguro que usted está de acuerdo con nosotros que este es un capítulo pesimista. Nos
presenta el punto de vista del hombre debajo del sol. Son las conclusiones equivocadas a las que
ha arribado este hombre y su pseudo-filosofía se debe a su ignorancia, a sus prejuicios y a sus
falsas premisas debajo del sol. El hombre separado de Dios.

En esto nosotros hemos visto su conclusión, y ésta es que todos llegarán al mismo lugar. Es
decir, que la muerte es el gran proceso nivelador, y eso es cierto. Con esto debemos decir que
hay muchas cosas que este hombre ve que son obvias, pero las conclusiones a las que llega están
equivocadas. Eventualmente todos llegarán a ser salvos, así que no hace ninguna diferencia lo
que uno hable. Esa es su conclusión. Pero esa, por supuesto, es una conclusión equivocada
porque la Biblia, la Palabra de Dios, no nos enseña tal cosa.

Luego, vimos que la muerte provee una integración total y que todos son iguales en la
muerte. Y luego, más adelante vimos que mientras hay vida hay esperanza. Prefiero ser un
perro vivo que un león muerto. Y por cierto que hay algo de verdad en esto. Pero debemos
decir, amigo oyente, que esa clase de filosofía no nos brinda de ninguna manera felicidad ni
satisfacción en nuestra vida, y tampoco puede llevar a un hombre a la presencia de Dios. Todo
esto es algo aparte de Dios. Vimos también en este capítulo que no se nos enseña aquí que el
alma duerme; él está hablando solamente del cuerpo. Ahora, en el versículo 10, de este capítulo
9 de Eclesiastés, leímos:

10
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el
Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría. (Ecl. 9:10)
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Aquí Salomón está hablando acerca de su mano, no de su alma. Es su mano la que va a ser
depositada en la sepultura. Y usted, amigo oyente, si es un hijo de Dios, va a ir a estar en la
presencia de Dios. Pero, si usted no lo es, irá entonces a parar al lugar donde van los muertos
que serán resucitados para ser juzgados un día ante el Gran Trono Blanco. Con esta vida no se
acaba totalmente nuestra existencia.

Hemos podido apreciar aquí, que la vida es un asunto de suerte o un juego de azar, según el
punto de vista que se expresa aquí. También vimos en este capítulo, que usted puede adoptar
estos métodos mencionados aquí en el presente. Leamos ahora los versículos 13 y 14, del
capítulo 9 de Eclesiastés:

13
También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: 14una pequeña
ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta
contra ella grandes baluartes; (Ecl. 9:13-14)

Y llegará un dictador que se apoderará de esa clase de ciudad. Ahora en el versículo 15, de
este capítulo 9 de Eclesiastés, leemos:

15
y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y
nadie se acordaba de aquel hombre pobre. (Ecl. 9:15)

¿Y quién era ese hombre que vino y libró a esa ciudad? Su nombre era sabiduría; y para el
hijo de Dios en el presente, Cristo ha sido hecho para nosotros sabiduría. Allí se halla en ella un
hombre pobre – dice – y Cristo vino a esta tierra en pobreza. Es por eso que Él podía decir: Las
zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza. (Mateo 8:20) Él, pues, era un hombre pobre. Ahora, pasando al versículo
17, de este capítulo 9 de Eclesiastés, leemos:

17
Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor
entre los necios. (Ecl. 9:17)

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La voz del Señor Jesucristo prevalecerá. Pensamos que siempre ha sido algo tremendo lo que
se ha dicho concerniente al Señor Jesucristo. Él vendrá con la voz, un grito, la voz del Arcángel
y esa es Su voz, el sonido de una trompeta: con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo. (1 Tes. 4:16) Su voz prevalecerá en este mundo en el
día de hoy; aún sobre todas las voces que se pueda escuchar. Su voz prevalecerá. Ahora, el
versículo 18, de este capítulo 9 de Eclesiastés, dice:

18
Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho
bien. (Ecl. 9:18)

Y aquí tenemos la conclusión a la que llega este capítulo 9. Cristo es mucho mejor que la
energía atómica; la sabiduría es mejor que las armas de guerra. Y Cristo, es mejor que la
energía atómica. Y luego, pero un pecador destruye mucho bien. Y, se nos demuestra aquí la
tremenda influencia que tiene una persona, y siempre es más potente cuando se la utiliza con
malos propósitos. El efecto de su vida, amigo oyente, puede tener mayores alcances si es una
vida mala, y hoy uno puede pensar en los resultados que ciertos hombres malvados están
teniendo.

Bueno, podemos observar la historia. El pecado de Adán ha afectado a toda la raza humana.
Acán pecó y una nación completa sufrió una derrota y tuvo que tratar con ese mal. Luego
tenemos a Roboam, su pecado dividió el reino de Israel. También tenemos mención del pecado
de Ananías y Safira; ellos trajeron a la Iglesia primitiva el primer defecto que tuvo; y desde ese
día en adelante la Iglesia ya no era tan potente como lo había sido al comienzo.

Ahora bien, mejor es la sabiduría que las armas de guerra. Y eso es cierto en realidad en el
mundo de hoy en día. Usted ha podido observar a los grandes trasatlánticos en la actualidad, que
recorren grandes distancias en los mares sin tener el camino marcado en el agua. El piloto y sus
grandes navíos pueden llevar a ese barco y sus pasajeros a su destino. ¿Y cómo puede hacer todo
eso? Bueno, lo hace siguiendo los principios que fueron establecidos por un filósofo griego muy
conocido hace muchos años. Él estaba trabajando en asuntos de geometría. Y así es como se
lleva a cabo esta tarea. Mejor es la sabiduría que las armas de guerra.

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Usted, amigo oyente, tiene influencia ya sea para el bien o para el mal. Usted y yo ocupamos
un lugar de influencia, no importa quien sea. No hay hombre que viva para sí mismo; ni hombre
que muera para sí mismo. Y usted, amigo oyente, es un predicador. Usted no puede evitar el ser
un predicador.

En cierta ocasión, una señora cuyo hijo era un alcohólico, fue a ver a su Pastor y le dijo que
por favor, hablase con su hijo. Este hombre había destrozado el corazón de su madre. De modo
que, un día el Pastor logró que este hombre viniera a su oficina a visitarle. Él ya había bebido
algo aunque no estaba completamente borracho. Y el Pastor habló por largo tiempo con él y le
dijo de todo en esa conversación. Le dijo que era un hombre bajo, que era un hombre vil, ruin,
que no servía para nada, que estaba causando amarguras al corazón de su madre. Y este hombre
se quedó ahí sentado como si se le estuviera hablando a otra persona. Luego el Pastor le dijo:
¿Sabía que usted es un predicador? Y cuando escuchó esto, este hombre su puso de pie y
amenazó con darle un golpe al Pastor, y le dijo: “Usted no puede llamarme a mí un predicador”.
Ahora, fíjese, amigo oyente, que a este hombre no le importaba que se le insultara, pero no
aceptaba que se le dijera que era un predicador.

Y usted, amigo oyente, no importa donde esté ni quien sea, usted es un predicador también.
Usted está predicando con su vida algún mensaje a quienes le rodean, y esa es la razón por la cual
creemos que la persona que se jacta de su moral apartada de Dios, es uno de los peores males que
pueda sufrir cualquier país, porque esta clase de persona está estorbando en el camino. Él es un
obstáculo en el camino hacia Dios porque dice: “Vive como yo vivo, yo estoy viviendo sin Dios.
Sólo hago cosas buenas”. Y, amigo oyente, no hay nada más perjudicial que esto en la
actualidad.

Amigo oyente, usted es un predicador, quienquiera que sea. Usted es un predicador en su


hogar. En ese, el más pequeño de los círculos, usted está afectando la vida de otras personas.

Se cuenta la historia de un niñito que vivía en un lugar donde había caído mucha nieve. Por
la mañana notó que su padre salía de la casa. Parece que a su padre le gustaba beber, pero
guardaba una botella de whiskey en el granero, y esa mañana él salía para poder beber un poco de

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esa bebida. Al ir en dirección al granero, el hombre escuchó que alguien le seguía, y al volverse
vio que era su pequeño hijo. Vio que lo estaba siguiendo poniendo sus pequeños pies en las
huellas que su padre había dejado atrás en la nieve. Y el padre le pregunta: “¿Qué estás
haciendo hijito?” Y el niño contestó inocentemente: “Estoy siguiendo tus pisadas”, y el padre
estaba dirigiéndose a beber whiskey. Bueno, este hombre envió a su pequeño hijo de regreso a
casa y entró al granero, tomó la botella y la rompió, porque pensó: “No quiero que mi hijo siga
mis pasos”. Amigo oyente, ¿está alguien siguiendo sus pasos? ¿A dónde lo está usted guiando?
Debemos tener mucho cuidado aun en nuestra propia casa.

También tenemos un círculo más amplio que es el de la sociedad humana. Allí usted tiene
influencia. Usted tiene influencia en el mundo de los negocios. Usted tiene influencia en su
vecindario. Usted tiene influencia en su Escuela Dominical. Usted tiene influencia. También la
tiene en su ciudad y su comunidad. Amigo oyente, alguien siempre lo está observando. La gente
puede darse cuenta que el ir a la Iglesia para usted, es como el ir de paso a un almacén, a comprar
algo que le hace falta. Ese es todo el significado que tiene para usted. Y la gente sabe si usted es
serio en cuanto a las cosas de Dios, o no lo es. ¿Demuestra su vida a aquellos que están
asociados con usted, que existe un cielo que ganar y un infierno que evitar? ¡Usted tiene
influencia!

Usted sabe, amigo oyente, que Andrés no predicó en el día de Pentecostés, pero él estaba
sentado a un lado y él podía decir: “Ese que habla es mi hermano. Yo lo llevé a él al Señor
Jesucristo”. Amigo oyente, debemos decirle a usted también que un pecador destruye mucho
bien. Usted en el día de hoy está señalando el camino a los hombres, hacia el cielo o hacia el
infierno. Ahora, si usted quiere ir al infierno, amigo oyente, eso es cosa suya. Pero usted no
tiene por qué enviar a ese lugar a un muchachito. Tampoco tiene el derecho de guiar a ese lugar
a su familia; tampoco lo tiene para hacerlo con aquellos que viven a su alrededor en el día de
hoy; aún si usted quiere ir a ese lugar. ¡Es terrible el guiar a otros de esa manera! Tenemos
influencia, amigo oyente. ¡Qué capítulo más tremendo es este capítulo 9, de Eclesiastés!

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Seguimos ahora adelante y consideramos el capítulo 10. Encontramos que este es otro
capítulo maravilloso. Podemos ver aquí que las injusticias de la vida sugieren la adopción de una
forma de vivir moderada. Escuche lo que dice aquí el primer versículo de este capítulo 10:

1
Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una
pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. (Ecl. 10:1)

Amigo oyente, una noche de diversión en la ciudad puede provocar que usted viva en la
oscuridad toda su vida, soportando alguna enfermedad y aun enfrentándose a la muerte.
Podemos darle algunos ejemplos. En cierta ocasión un oficial en una de las Iglesias dijo lo
siguiente: “Yo me crié en un hogar cristiano. En realidad, nunca salí a divertirme, lo hice
solamente una vez. Cuando me fui de mi hogar conseguí un trabajo y salí a divertirme una noche
con mis amigos, y esa fue la única noche en mi vida cuando yo hice una cosa así, y en esa
ocasión contraje una enfermedad venérea. Y por eso, tuve que postergar mi matrimonio varios
años; tuve que romper el compromiso matrimonial que tenía con una muchacha muy buena y
dulce”. Amigo oyente, escuche bien: las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume
del perfumista. ¡Cuán trágico es eso, amigo oyente!

Una madre se pasa 21 años enseñándole a su hijo que sea sabio, y llega una muchacha de la
calle y lo convierte en un necio en unos 5 minutos. ¡Qué cuadro el que tenemos ante nosotros,
amigo oyente! Una pequeña locura – eso es todo lo que hace falta, y eso es lo que puede arruinar
una vida y dañar las de los demás. Ahora, el segundo versículo de este capítulo 10, dice:

2
El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano
izquierda. (Ecl. 10:2)

¿Qué quiere decir con esto? Bueno, dice lo siguiente: que, amigo oyente – cualquier cosa que
usted haga con su mano, cualquier cosa que haga – hágalo con el corazón. No lo haga
reticentemente. Si usted va a servir a Dios, hágalo con gozo y alegría. No haga de la vida
cristiana algo penoso y triste. Haga de ello algo que realmente valga la pena; o si no deje de usar

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tanto sus manos. Cualquier cosa que haga, amigo oyente, hágalo con entusiasmo. Y el versículo
3, dice:

3
Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que
es necio. (Ecl. 10:3)

Esto no quiere decir que esta persona anda caminando por la calle llevando un cartel que
diga: “Yo soy necio”. La realidad es que todo lo que él tiene que hacer es abrir su boca. Y hay
veces que ni siquiera tiene que abrir la boca para demostrar que es un necio. Hay veces que uno
se encuentra en esas reuniones especiales en las cuales quieren que uno exprese su opinión acerca
de la comunidad donde se vive. Y hay personas que se levantan y hablan diciendo: “Bueno, yo
no sabía que mi vecino era tan inteligente. De pronto se levanta una persona, y en el momento
que abre su boca, usted mira a la persona que está a su lado y éste, levanta la ceja. O sea, ese otro
que está hablando allí es un necio. Eso es lo que la Biblia lo llama. Nosotros no debemos llamar
a una persona necia. Pero eso es lo que la Biblia dice que es. El corazón del necio a su mano
izquierda. Y también el necio es aquí el que le dice a toda la gente lo que él es en realidad.
Ahora, el versículo 4, dice:

4
Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la
mansedumbre hará cesar grandes ofensas. (Ecl. 10:4)

Es decir, si usted no puede luchar contra ellos, una sus fuerzas con los rivales. Eso es
exactamente lo que el hombre debajo del sol hace. Notemos ahora lo que dicen los versículos 5
y 6, de este capítulo 10 de Eclesiastés:

5
Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: 6la
necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo.
(Ecl. 10:5-6)

Y esta es una de las cosas que ha ocurrido en nuestros días en particular, en lo que se
relaciona con la dignidad que se le ha dado al pecado. Hubo una época cuando el pecado era algo

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despreciable que sólo se encontraba en las zonas bajas de la ciudad. Era algo sucio, inmundo.
Tenía un sabor bajo y ruin. Pero en el día de hoy, el pecado se ha trasladado a las mejores
secciones de la ciudad y se hace con mucha dignidad. Se le ha dado un lugar muy prominente.
Hay veces que uno puede apreciar en la televisión, entrevistas con personas que están viviendo
en pecado. Se entrevista a aquellas personas así llamadas “grandes” y es en realidad una pérdida
de tiempo el escuchar lo que se dice en esas entrevistas.

En cierta ocasión, estaban entrevistando a una muchacha que trabajaba en un club nocturno.
Era una de esas muchachas que se quita la ropa poco a poco en su presentación en el club
nocturno, y en la entrevista se le llamaba a eso: “una forma de arte”. Bueno, amigo oyente, hubo
una época cuando observar esas cosas, no constituía ninguna “forma de arte”, por el contrario,
era algo sucio, inmundo. Pero hoy, se le llama “arte”. Amigo oyente, ¡cómo se trata al pecado
en el día de hoy! Se le da tanta dignidad.

Y lo que aquí leemos es lo siguiente: la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos
están sentados en lugar bajo. ¿Ha notado usted alguna vez, amigo oyente, que se entreviste a un
ciudadano común – a un creyente común, digamos? ¿Ha visto eso alguna vez? Por supuesto que
no. Él ocupa un lugar bajo. Uno nunca puede escuchar a esa gente. De él nunca se habla.
Siempre se destaca a la otra clase de gente, aquellos que viven una vida diferente, que en realidad
viven en pecado. Esa clase de gente es la que recibe la atención en el día de hoy. Escuche lo que
dice ahora, el versículo 7, de este capítulo 10 de Eclesiastés:

7
Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. (Ecl. 10:7)

¡Qué cuadro el que tenemos aquí! El trabajar duro y ahorrar su dinero, y el estudiar mucho,
no quiere decir que un día usted llegará a obtener éxito. Quizá el necio que vive al lado de su
casa pueda heredar millones. Amigo oyente, eso es lo que ocurre en el día de hoy. ¡Cuántos
necios en el día de hoy, hombres que tienen cosas raras, son aquellos que hoy están cabalgando!

Sin embargo, también tenemos hoy muchos creyentes maravillosos. Uno puede encontrarlos
en todas partes, personas humildes; muchos de ellos viven en hogares sencillos, humildes. Hay

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algunos que son destacados, digamos de paso, en el sentido de que se encuentran ocupando una
buena posición. Pero esta gente es ignorada por completo. Ellos son los que andan como siervos
sobre la tierra. Ahora, el versículo 8, dice:

8
El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente.
(Ecl. 10:8)

En el día de hoy, amigo oyente, si usted piensa que puede pecar y salirse con la suya,
especialmente si usted es un hijo de Dios, usted comete una necedad. Porque todo lo que usted
tiene que hacer es esperar, y Dios le dará a usted su justo pago. Hemos podido observar eso a
través de los años. Hemos observado a creyentes que han hecho cosas malas, y nunca han podido
escapar de las consecuencias. En algún punto de su vida Dios comenzó a actuar, y los toma y los
castiga. Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 9:

9
Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra. (Ecl. 10:9)

Estas piedras que se quitan, son las señales que separan la propiedad, y quitar esas piedras
quiere decir que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. (Gál. 6:7) Se refiere a
todo aquello que uno hace en su vida de pecado. Si usted siembra para la carne, usted tendrá
que cosechar corrupción para la carne. Estamos seguros de eso, amigo oyente, y esa es la razón
por la cual el Señor Jesucristo nos dice: No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino
dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
(Rom. 12:19) Ponga todo en las manos de Dios, Él cuidará que todo se arregle. Luego, el
versículo 10, dice:

10
Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más
fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir. (Ecl. 10:10)

Si el azadón con que usted trabaja pierde su filo, si usted piensa un poquito lo afilará, porque
si no, va a ser mucho más difícil el tratar de trabajar la tierra con él. Y cuánta gente hay hoy que
no está dispuesta a hacer lo necesario para afilar el azadón. Hay algunos jóvenes que hoy sienten

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que el Señor los ha llamado a predicar, y que quieren tomar un curso corto para poder hacerlo
más pronto. Pero a ellos quisiéramos decirles: “Amigo, no haga eso; afile su azadón, afile su
espada y no salga a la lid sin prepararse. Tome mucho tiempo para hacer eso. Es pura necedad
hoy, el tratar de cortar la maleza con un azadón que no tiene filo. Hay que afilarlo, entonces se
puede actuar”. Amigo oyente, tenemos algunas lecciones muy buenas que aprender en este Libro
de Eclesiastés. Es un libro bastante diferente por cierto.

Y aquí vamos a detenernos por hoy, y confiamos que usted sintonice nuestro próximo
programa en el cual proseguiremos con este estudio del Libro de Eclesiastés. Hasta entonces,
pues, amigo oyente, ¡que las ilimitadas misericordias del Señor reposen en usted ahora y
siempre!

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PROGRAMA No. 0780

ECLESIASTÉS

Capítulos 10:11 - 11:10

Amigo oyente, regresamos hoy al capítulo 10 de este Libro de Eclesiastés que estamos
estudiando y vamos a considerar lo que aquí se dice a partir del versículo 11. Permítanos
recordarle que todavía nos encontramos en esta sección que llamamos “buscando la
satisfacción en la moralidad”. Es decir, la buena vida. Este es un experimento que
Salomón está realizando. Este es el último experimento que él hizo, y, probablemente, él
pasó más tiempo en este experimento que en cualquiera de los otros que realizó. La
sección más grande aquí trata con este período en particular. Aquí tenemos, como ya
hemos dicho, al bienhechor; al hombre que llamamos “de la clase media”. Pertenece a la
generación de ahora. Bueno, esa clase es mucho más amplia que eso.

Aquí se puede incluir toda clase de gente, no interesa de que color sea, incluye una gran
porción de toda la población. Podríamos decir que es la gran mayoría del día de hoy.
Muchas de estas personas dicen: “Bueno, permanezcamos siempre en el centro mismo del
camino; no hagamos muchas olas. Caminemos suavemente y tomemos las cosas con calma.
No debemos molestar el status quo. Queremos en el día de hoy seguir un programa que no
se aparte mucho a la izquierda ni a la derecha. Permanezcamos en el medio del camino y
seamos religiosos. No queremos tomar una posición en cuanto a Dios y al Señor
Jesucristo, porque el momento en que uno hace eso, uno antagoniza cierta clase de

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personas”. Y encontramos, amigo oyente, que muchos de nosotros hacemos eso.

Muchas veces recibimos cartas de oyentes que nos dicen de todo. Utilizan un lenguaje
de lo más vil. Bueno, estamos enseñando la Biblia, y si usted nos puede señalar dónde nos
equivocamos en la enseñanza de la Biblia, usted nos tiene que indicar eso de una manera
exacta. No nos diga lo malo que somos, o lo terribles que somos en términos generales,
porque bueno, eso ya lo sabemos. Lo importante es, ¿qué es lo que dice la Palabra de
Dios? Y eso es algo que nosotros creemos es de suma importancia hoy. Y debemos
escuchar lo que tiene que decir.

Pues, bien, este hombre Salomón está realizando este experimento con “la buena vida”.
Él ha estado tratando con muchos aspectos de la misma y aquí, en el capítulo 10 de
Eclesiastés, nos dice que la injusticia de la vida sugiere la adopción de una dirección
moderada. Es imposible mirar a nuestro alrededor hoy y no ver las injusticias. Existe en
todo campo, en cada aspecto de la vida, y como resultado, hace que muchos individuos
busquen una salida fácil, un atajo en el camino. Y Salomón dice aquí en el versículo 11, de
este capítulo 10:

11
Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador. (Ecl.
10:11)

Es necesario que comprendamos bien la práctica del oriente si vamos a entender lo que
este versículo nos está diciendo. Para aclarar este punto, leamos lo que nos dice allá en el
Libro de los Salmos, el rey David. En el Salmo 58, tenemos una referencia a las serpientes,
y la forma en que actúan. Leamos el salmo 58, los versículos 4 y 5, dice: Veneno tienen
como veneno de serpiente; son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los

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que la encantan, por más hábil que el encantador sea. Ahora, lo que se nos está diciendo
aquí es lo mismo que tenemos en Eclesiastés, que el áspid es un reptil, una serpiente mortal,
como ya bien sabemos. De seguro que usted alguna vez habrá visto a alguno de esos
fakires de la India, una persona que está sentada en el piso con una pequeña flauta en la
que interpreta una melodía un poco triste. Delante de él, en una canasta de mimbre, hay
una serpiente, por lo general una cobra, la cual efectúa movimientos ondulatorios siguiendo
el balanceo del flautista. Yo no sé lo que haría usted, amigo oyente, pero si estoy tocando
la flauta y se me aparece una serpiente, pues, creo que seguiría tocando por mucho tiempo.
Pero hay ocasiones cuando la serpiente no escucha y, entonces, puede atacar; y cuando lo
hace puede resultar algo mortífero.

Ahora, en el libro del profeta Jeremías, encontramos otra referencia a esto. Leamos
allá en Jeremías capítulo 8, versículo 17; dice: Porque he aquí que yo envío sobre vosotros
serpientes, áspides contra los cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Jehová.

Ahora, eso es lo que Dios está diciendo. No creemos que se esté refiriendo aquí a
serpientes de una forma literal. Puede que así sea, pero no creemos eso. Creemos que Él
va a enviar a aquellas personas que lo pueden engañar, a charlatanes, a una persona que
puede traicionarlo. Un Judas Iscariote, digamos. Después de todo, eso es lo que resultará
del Anticristo para la nación de Israel en el período de la gran tribulación. Aún en
algunas iglesias en el día de hoy uno encuentra que está siendo traicionado por alguna otra
persona. Esas personas hablan y no deberían hablar, y dicen cosas que no son ciertas. Y
eso es lo que dice Salomón aquí en este versículo 11; leamos otra vez:

11
Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador. (Ecl.
10:11)

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Puede que él sea su amigo; usted puede tratar de ganar a esa persona, pero esa persona
puede morderle a usted como una serpiente, no importa cuán bueno sea usted con él.

También pudimos observar eso allá en el salmo 55, donde David hace una referencia muy
directa a Ahitofel, su consejero, que se volvió contra él. Él había sido su amigo personal, sin
embargo, le dejó y se fue con su hijo Absalón. Eso causó un quebrantamiento de corazón en
David. Creemos que David ya no era el mismo después de la rebelión de Absalón. Hasta este
momento, no creemos que haya habido ningún gobernante como David, pero después de eso, él
se convierte en un hombre viejo y sin voluntad, y ese es el cuadro que tenemos aquí.

En vista de todo esto, uno tiene que tener mucho cuidado. Eso es exactamente lo que se nos
está diciendo aquí. El tratar de ser un buen hombre. Diríamos que esta es la filosofía de la vida
de la mayoría de las personas en el día de hoy. Ellos dicen: “Bueno, usted tiene que tener
cuidado con fulano de tal, o con fulana de tal”. – Eso nos ha sucedido muchas veces. – “Tenga
cuidado con lo que dice en la presencia de tal o cual persona porque van a cambiar lo que usted
ha dicho y eso es peligroso”. Así es que, uno debe mostrarse amable con esa gente, pero tiene
que tener cuidado con lo que dice. Y eso es tomar una posición moderada.

Quizá haga falta que alguien comenzara a matar serpientes. Quizá alguna persona debería
tomar esas personas aparte y tener una conversación con ellos, o quizá alguien debería señalarlos
para que los demás se enteren de lo que son. Claro que uno puede tener problemas si señala esa
clase de gente. Usted será atacado de una manera viciosa y también con las mentiras, cosas que
ni siquiera usted ha llegado a pensar serán dichas acerca de su persona; así es que lo que tenemos
ante nosotros aquí, amigo oyente, es una declaración tremenda, es por eso que le hemos dedicado
algo de tiempo. Notemos ahora lo que dice el versículo 12, de este capítulo 10:

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12
Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio
causan su propia ruina. (Ecl. 10:12)

Y también la de los que le rodean, digamos de paso. Esto es algo de lo cual una persona
tiene que tener mucho cuidado. Es necesario tener una buena clase de amigos. Tiene que tener
cuidado al hacerse de amigos.

Hay algunos profesores en los colegios y universidades que advierten a los estudiantes
nuevos diciéndoles: “Ustedes van a hacer nuevas amistades aquí y algunas durarán a través de
toda la vida. Quizá algunos de ustedes hasta llegarán a encontrar aquí a su futura esposa o
esposo, (y algunos de ellos lo hacen), pero deben tener cuidado en cuanto a sus amigos”. Y
esto, amigo oyente, nos parece apropiado.

También cuando nuestros hijos salen a estudiar es bueno darles un consejo como este: “Esta
es una de las grandes oportunidades que tú tendrás en la vida; ahora podrás conseguir amigos
maravillosos. Sin embargo, debes tener cuidado porque algunos pueden llegar a destruirte”. Es
decir que, algunos pueden ser como una serpiente, como un áspid. Mientras usted sea bueno y
amable con ellos, los puede tener encantados. Pero es mejor tener mucho cuidado en la forma
en que los trata y cómo se porta en su presencia. Aquí tenemos consejos muy buenos, amigo
oyente, pero por supuesto, es necesario adoptar una posición moderada. Ahora, en el versículo
13, de este capítulo 10, leemos:

13
El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo
desvarío. (Ecl. 10:13)

Y cuán cierto es todo esto. Y el versículo 14, dice:

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14
El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará
saber lo que después de él será? (Ecl. 10:14)

De seguro que usted ya ha notado que por lo general cuando uno se reúne con un grupo para
tratar algún tópico, siempre se levanta a hablar una persona muy charlatana. Siempre hay
alguien a quien le gusta hablar mucho, y ellos dicen las cosas más necias y absurdas. Siempre
hablan de cosas ridículas. Y uno siempre desea que estas personas se sienten y que cierren la
boca. Es por eso que hay muchos oradores que tratan de evitar estas cosas en sus reuniones.
Algunos de ellos, cuando tienen un período de preguntas y respuestas, le piden a su audiencia
que las escriban, de esta forma se evita que alguien se levante y que hable constantemente,
personas que entran en esta categoría y que uno puede llamar charlatanes, personas a las cuales
les gusta hablar demasiado, y su cerebro y su lengua no están andando siempre en la misma
onda. Alguien ha dicho que hay personas cuyos cerebros comienzan a hacer andar a la boca y
luego detienen su acción pero la boca sigue funcionando, y eso parece ser cierto, amigo oyente.
Sigamos adelante ahora y leamos lo que dice el versículo 15:

15
El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad. (Ecl.
10:15)

Y diríamos nosotros que en el día de hoy hay personas que ni siquiera saben salirse de la
lluvia. Luego, el versículo 16, dice:

16
¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!
(Ecl. 10:16)

Es decir que ellos se entregan al placer y no están gobernando a la gente y tampoco están

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siendo una bendición en la tierra. Luego, dice en el versículo 17:

17
¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a
su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! (Ecl. 10:17)

Diríamos que uno de los problemas principales en la mayoría de las naciones del presente no
son las drogas, sino la bebida. Es el licor. Existe en la actualidad millones de personas
alcohólicas. No sabemos que sea posible lograr un número acertado porque las industrias
licoreras no permiten cosas así, son demasiado poderosas; tienen mucha propaganda por los
medios informativos y esto no puede lograr cifras o números exactos en cuanto a esto. Pero es
algo realmente alarmante, todo esto es un problema real en la actualidad. Es algo desafortunado
que tengamos este cuadro en el presente. Ahora, el versículo 18, de este capítulo 10 de
Eclesiastés, nos dice:

18
Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa.
(Ecl. 10:18)

Es decir que aquí tenemos la pereza, el negarse a hacer una tarea. Todo esto es muy
moderno, como podemos apreciar, pero nosotros gustamos de tomar las cosas con calma. Es
decir que queremos hacer lo menos que sea posible, y divertirnos lo más que sea posible.
Ahora, el versículo 19, dice:

19
Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para
todo. (Ecl. 10:19)

Y si usted, amigo oyente, quiere seguir por el centro del camino, recuerde que debe tener

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mucho dinero. Es necesario tener suficiente dinero. Y en realidad creemos que en el presente,
los ricos han tomado esta posición. Ese es el terreno que quieren guardar. Quieren ser liberales
y al mismo tiempo quieren ser conservadores. Quieren mantenerse en el centro del camino.
Prosigamos ahora con el versículo 20, que dice:

20
Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal
del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la
palabra. (Ecl. 10:20)

Y, entonces, usted tendrá problemas. Creemos que no recibimos el apoyo de muchas


personas ricas sencillamente porque predicamos la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios no
busca el favor de los ricos, amigo oyente. No les estamos dando palmadas en la espalda. Y
podemos darle gracias a Dios por esto, ya que Dios siempre prepara a alguien, y hay muchas
personas así; y hay muchas organizaciones que dependen de una o dos personas para realizar sus
actividades. Sin embargo, eso no ocurre con nosotros. Decimos esto porque es de suma
importancia decirlo, amigo oyente, y necesitamos reconocer cosas así.

Este versículo también nos dice algo más: Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey. No
creemos que sea bueno hacer caricaturas del Presidente, no importa quien sea éste o a qué
partido pertenezca. No es bueno que él sea ridiculizado, o que haya personas que traten de
imitarlo. Parecería que siempre que hay un Presidente nuevo en algunos países, se presenta un
cómico que trata de ganar dinero simplemente imitándolo. Creemos que eso está mal. Sin
embargo, reconocemos que en muchos países se le da mucho respeto al Presidente, y los que se
burlan de él son castigados por la ley.

Llegamos ahora al capítulo 11, de este Libro de Eclesiastés y aquí encontramos el mejor

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camino a seguir para esta persona que se llama a sí misma, “bienhechora”. El hombre moral, el
hombre que hoy quiere vivir la buena vida, aquella persona que no quiere ser ni fría ni caliente,
no quiere desviarse ni a la izquierda ni a la derecha y quiere mantenerse por el centro del camino.
En el versículo 1, de este capítulo 11, leemos:

1
Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. (Ecl.
11:1)

No tema el hacer el bien, aun cuando la recompensa se tarde en llegar. Si lo que usted trata
de hacer en su vida es el ser un bienhechor, no esté buscando la recompensa; quizá no la reciba al
andar en esta vida. Luego, en el versículo 2, leemos:

2
Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
(Ecl. 11:2)

Es decir, tiene que tener cuidado de no ayudar solamente a una persona. Trate de ayudar a
varias, porque quizá usted tenga problemas y, entonces, es necesario buscar ayuda de algunos de
ellos. Usted recuerda que el Señor Jesucristo presentó una parábola tratando este mismo tema,
cuando Él habló acerca del mayordomo injusto. Ahora, en el versículo 3, leemos:

3
Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere
al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará. (Ecl. 11:3)

Si se pronostica lluvia, lleve consigo un paraguas. También es difícil tratar de mover un


árbol después que éste ha caído. Así que siempre es mejor tener una idea clara y completa al
mismo comienzo de las cosas, antes de emprender una aventura, porque después que ésta ha

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comenzado, es muy difícil hacer cambios. Ahora, en el versículo 4, leemos:

4
El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. (Ecl.
11:4)

Es decir que uno tiene que seguir adelante con su programa porque no siempre se puede
predecir el estado del tiempo. Siguiendo adelante, el versículo 5, dice:

5
Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre
de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. (Ecl.
11:5)

Aún en el día de hoy este asunto del nacimiento físico es un gran misterio. Y usted no sabe
cómo se moverá el Espíritu. El Señor Jesucristo dijo eso. Él dijo: El viento sopla de donde
quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de donde viene, ni adonde va; así es todo aquel que es
nacido del Espíritu. Uno no puede descifrar eso, por tanto, hay muchas cosas que hoy usted no
puede conocer. Pero vemos que la gran enseñanza, la enseñanza central es la siguiente: “No
permita usted que aquello que usted no conoce le cause problemas en cuanto a aquello que usted
sí conoce”. Cualquier persona sabe lo suficiente como para irse y sentarse en una silla. Aquí
tenemos una silla que está vacía. Yo no tendría ningún inconveniente en cambiarme de lugar y
sentarme en ella. Hay muchas cosas que no sé en cuanto a las sillas. No conozco nada en cuanto
a la madera. Tampoco entiendo todo el esfuerzo que se necesitó para fabricarla. No sé cómo fue
construida y tampoco quién la hizo. Pero entiendo lo suficiente como para saber que si me
siento en ella me podrá sostener. Y eso es todo lo que necesito saber. No debe pues, usted
dejar que aquello que no sabe le cause problemas con las cosas que usted ya conoce. Luego,
leemos en los versículos 7 y 8:

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7
Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol; 8pero aunque un hombre
viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de
las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad. (Ecl. 11:7-8)

O sea, amigo oyente, que usted va a llegar a viejo. Y ahora, Salomón entra en la sección con
la cual pondrá término a este libro, y lo cual tendrá lugar en el próximo programa que tengamos
de este libro de Eclesiastés. En el versículo 9, dice:

9
Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu
adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe,
que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. (Ecl. 11:9)

Recuerde, joven amigo, ahora es la época cuando usted tiene que hacer las decisiones en
todas las categorías de la vida. Y es importante que usted elija correctamente. Cuántos
hombres en el presente están viviendo vidas perdidas porque todo esto comenzó cuando eran
jóvenes. Y Salomón hablará sobre la ancianidad en el próximo capítulo. Ahora el versículo 10
de este capítulo 11, concluye esta sección diciendo:

10
Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la
adolescencia y la juventud son vanidad. (Ecl. 11:10)

O sea que, son vacías si usted no las usa correctamente. La vida es un regalo que se nos ha
dado, pero sólo recibimos un día a la vez. En realidad, lo recibimos segundo a segundo, y es un
don muy precioso. Dios no se lo da a usted todo de golpe, y usted tiene que saber cómo usarlo,
y tenemos que usarlo para Su gloria. ¿Cuál es el propósito principal del hombre? El propósito
principal del hombre es el de glorificar a Dios y disfrutarle a Él para siempre.

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Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy y continuaremos, Dios mediante, en
nuestro próximo programa. Mientras tanto, le sugerimos que usted complete la lectura de este
capítulo 11 de Eclesiastés y que estudie también el capítulo 12, para que se familiarice con lo que
aquí se dice y esté así mejor preparado para nuestro próximo estudio. También, si ya ha
recibido las notas y bosquejos que enviamos gratuitamente a cuantos nos escriben, pues utilícelas
mientras se familiariza con este pasaje y pueda sacar así, el mayor provecho posible. Por otra
parte, si todavía no ha solicitado este material, le urgimos a que se comunique con nosotros para
enviárselo sin demora. Será, pues, hasta nuestro próximo programa, ¡que el Señor le bendiga
abundantemente es nuestra ferviente oración!

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PROGRAMA No. 0781

ECLESIASTÉS

Capítulo 12

En nuestro estudio de hoy, amigo oyente, llegamos al capítulo 12 de este Libro de


Eclesiastés, y nos regocijamos el día de hoy en este maravilloso Libro que nos presenta un
punto de vista pesimista en cuanto a la vida. Hemos visto que Salomón ha realizado un
experimento en la vida. Probablemente el único hombre que ha vivido, y que pudo
realizar un experimento en todas estas áreas diferentes de la vida. El trató de encontrar
una solución y satisfacción a la vida, aparte de Dios. La expresión clave que encontramos
repetida una y otra vez en este Libro es la de debajo del sol. Salomón trató de encontrar la
solución en la naturaleza, lo que llamaríamos en el día de hoy, las ciencias naturales.

Hay gran cantidad de personas que piensan que, bueno, si uno regresa a la naturaleza
puede encontrar la solución a los problemas. Creemos que eso puede ser de ayuda; y
existe cierta inquietud en algunas personas del día de hoy, que están tratando de salir de las
ciudades y regresar al campo. En muchos países el vivir en las grandes ciudades ya no es
muy saludable en el presente; así es que la gente está buscando salir de las ciudades, y
tratan de construirse una casita cerca del lago o de algún río, o en la montaña, y escapar así
a todo lo que les rodea.

Bueno, amigo oyente, eso no resolvió el problema para Salomón, y tampoco lo resolverá

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para usted ni para mí. La gente de aquella época tenía sus problemas cuando vivía a lo
largo de los ríos. No era una vida tan complicada como la del día de hoy, pero uno no
puede encontrar la solución debajo del sol.

Luego tenemos la sabiduría y la filosofía. Seguidamente hablaba del placer y del


materialismo; el vivir para el “ahora”. Y luego el fatalismo. Uno no puede hacer nada en
cuanto a ciertas cosas, así que, las alusiones simplemente siguen adelante. Tenemos luego,
el egoísmo, es decir, el vivir para uno mismo. Más adelante trata de la religión. La
religión que tiene mucho de ritual pero ninguna realidad. Luego, las riquezas. Y, por
supuesto, en el día de hoy hay muchas personas que han hecho del dinero su dios; y eso es
la idolatría moderna, la codicia, según se nos enseña en las Sagradas Escrituras.

Luego tenemos la moralidad. Hemos estado observando esto recientemente en las


últimas dos o tres ocasiones. Y entonces tenemos “la buena vida”. El andar por el centro
del camino, sin inclinarse ni a un lado ni a otro, aquella persona que siempre quiere hacer
el bien, un bienhechor. Amigo oyente, eso a veces nos hace vivir una vida muy desabrida.
Pensamos que la rebelión que hemos tenido de los jóvenes, ha sido producto de esto, más
que de ninguna otra cosa. Los jóvenes pueden observar cómo el papá y la mamá están
viviendo. Viven una vida en la cual no se quieren comprometer por nada, ni con nada.
No defienden a nadie, y tratan de ser amables, buenos, tratan de hacer el bien, y aun así
tratando de conseguir dinero. Con ello demuestran una cristiandad falsa, y la juventud se
rebela en contra de eso. Y uno no puede echarle la culpa a ellos por eso. Pero no creemos
que hayan encontrado la solución para la vida. Por cierto que no lo han hecho.

Y llegamos ahora a la última conclusión a la que ha llegado Salomón. Y esto lo


encontramos aquí en el capítulo 12, de este Libro de Eclesiastés. Tenemos ante nosotros

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un cuadro poético de la ancianidad, pero no es en realidad un cuadro muy hermoso de
observar. Creemos que en el mensaje de hoy tendremos algo que decir a los jóvenes y algo
también para los ancianos. Y vamos a tocar ambos extremos de la vida hoy, y hay algunos
que dicen que no hay comunicación entre estos dos grupos, que existe un abismo entre los
dos. Bueno, no existe ninguna clase de abismo en la Palabra de Dios, amigo oyente. Y al
ver que estas cosas no satisfacen para nada, Salomón aconseja regresar a Dios. Y dice
entonces, aquí en este versículo 1, del capítulo 12:

1
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y
lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; (Ecl. 12:1)

Ahora, mientras usted es joven, puede hacer su decisión, y será muy obvio el por qué. Y
luego, nos presenta aquí un cuadro, su retrato y el mío cuando llegamos a una edad avanzada.

De seguro que hay muchos en nuestra audiencia que ya han llegado a ese punto. Quizá
recordarán la primera vez que leyeron este capítulo 12 del Libro de Eclesiastés. Y al leerlo
cuando uno es joven, se pregunta si en realidad es así. Y al llegar a cierta edad uno se da cuenta
que es correcto lo que se menciona aquí en este capítulo 12.

Y quisiéramos que usted, amigo oyente, note algo que es muy importante. Aquí tenemos la
respuesta a ese interrogante de los liberales; a esa declaración del liberal que dice: “Yo creo que
existe una religión de aquí y ahora, creo en esa religión, no en una religión del futuro”. Bueno,
aquí tenemos una religión del “aquí”. Y eso quiere decir el estar relacionado apropiada y
correctamente con Dios. Dios tiene algo para el “aquí” y para el futuro. Y eso es, por
supuesto, el vivir para Él. ¿Por qué? Bueno, escuche lo que dice aquí el versículo 2, de este
capítulo 12 de Eclesiastés:

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2
antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras
la lluvia; (Ecl. 12:2)

¿Qué es lo que ha ocurrido? Bueno, este es un cuadro de la ancianidad. Y debemos


confesar que no es tan hermoso o atractivo como uno quisiera que fuese. ¿Qué es lo que quiere
decir, entonces, antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas? ¿Quiere decir
acaso, que se van a apagar? No, amigo oyente, quiere decir que su vista no será tan buena como
cuando era joven. Hay muchos que tienen que llegar a usar anteojos o lentes, como se conoce,
para poder ver mejor. Y el tiempo pasa, y las malas experiencias se suceden una tras otra. Y
dice aquí: Y vuelvan las nubes tras la lluvia. Sí, usted, puede salir y divertirse mucho, pero
amigo oyente, después tiene que dedicar dos, o tres o cuatro días para descansar. Luego nos
dice en la primera parte del versículo 3:

3
cuando temblarán los guardas de la casa, (Ecl. 12:3a)

Y, ¿quienes son esos “guardas de la casa”? Creemos que de aquí en adelante, Salomón
habla de nuestro cuerpo físico. Y tenemos que mantener eso en mente para poder comprender
las cosas mejor. ¿Cuáles son, entonces, esos guardas de la casa? Creemos que se está
refiriendo a las piernas.

Usted, amigo oyente, ha observado quizá, a alguna persona entrada en años, que tiene que ser
ayudada a subir y bajar de un ómnibus o de un automóvil. Aunque sus amigos le digan que está
disfrutando de una buena salud, siempre hay alguien que trata de ayudarle para realizar una de
esas tareas. Y, ¿sabe por qué? Porque la persona ya entrada en años no es tan ágil y rápida
como era antes. Las piernas ya no le responden como antes. El tratar de subir y bajar las
escaleras las hace lamentarse y se quejan y lamentan porque al subir o al bajar la escaleras, las

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rodillas duelen bastante.

Cuando temblarán los guardas de la casa. – dice aquí. También uno descubre que tropieza
más a menudo, el paso ya no es tan seguro como lo era antes. Tiene que tener cuidado al subir
una escalera o al hacer algo por el estilo. Hay muchas personas de edad avanzada que tienen
que conseguirse un bastón para poder caminar bien. ¡Qué cuadro, pues, el que tenemos aquí
ante nosotros, amigo oyente! Y Salomón continúa describiendo nuestro cuerpo y dice aquí en el
versículo 3, de este capítulo 12:

3
cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, (Ecl.
12:3a)

Aquí él se está refiriendo a nuestros hombros. Usted habrá notado que las personas ancianas
tienden a encorvarse, a encorvar sus hombros. Ya no pueden mantener la posición erguida en la
cual estaban cuando eran jóvenes. Esta es una posición mucho más cómoda para ellos, podemos
decir de paso. Y luego continúa esta descripción en el mismo versículo 3:

3
y cesarán las muelas porque han disminuido, (Ecl. 12:3)

Amigo oyente, esto nos está diciendo a usted y a mí que en el futuro, perderemos nuestros
dientes. Quizá haya que ir al dentista para que él los arregle de una manera u otra. Tal vez
tengamos que usar un puente dental, o se haga necesaria la reparación y empaste de los dientes,
que evita que uno se quede sin ellos demasiado temprano en la vida, y se vea así obligado a usar
dientes postizos. Y luego, Salomón dice al final del versículo 3:

3
y se oscurecerán los que miran por las ventanas; (Ecl. 12:3b)

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Uno ya no puede ver tan bien como antes. Uno se puede encontrar en la calle o en algún
lugar, como en un restaurante, por ejemplo, con personas a las cuales conoce, pero no las puede
identificar rápidamente, porque los ojos ya no funcionan como funcionaban antes. Y esto,
amigo oyente, puede llevarle a uno a situaciones un poco difíciles y tristes, pero todo se debe a
que se oscurecerán los que miran por las ventanas. Las cosas ya no se ven tan brillantes como
se veían antes. Luego, en la primera parte del versículo 4, de este capítulo 12 de Eclesiastés,
dice:

4
y las puertas de afuera se cerrarán, (Ecl. 12:4a)

Ahora, ¿qué quiere decir eso? Esto quiere decir que uno ya no va a escuchar tan bien como
antes. Quizá esto le venga bien a algún señor que tiene una esposa que lo regaña mucho, y el
quedarse un poquito sordo, pues, resulta de beneficio para él.

En cierta ocasión un señor usaba uno de esos audífonos especiales para que la persona que es
un poco sorda, pueda oír mejor; y él salía a trabajar en el jardín a podar los árboles, y lo
primero que él hacía cuando veía que su esposa salía para decirle algo, era quitarse su audífono.
Cuando ella salía al jardín, él estaba en una escalera podando los árboles y ella le estaba
reprochando lo que hacía. Y todo lo que este hombre hacía era quitarse su audífono, nunca
escuchaba ni una palabra de todas las que ella le decía. Y de pronto su señora, después de haber
hablado por unos 15 minutos, se daba cuenta de esto y le decía: “Oye, no creo que tú tengas tu
audífono en el oído”. Y por supuesto, él no lo tenía. Y continuaba trabajando muy tranquilo.
Bueno, Las puertas de afuera se cerrarán. Luego, Salomón continúa diciendo en este mismo
versículo 4:

4
por lo bajo del ruido de la muela; (Ecl. 12:4)

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En realidad, aquí es una referencia a la mujer que está moliendo granos en una muela. Por
lo bajo del ruido de la muela. ¿A qué se refiere esto? Se refiere a la lengua. A la voz.

¿Se ha dado usted cuenta que cuando las personas se vuelven ancianas, su voz se hace cada
vez más baja y hablan así: (hablar imitando una voz bajita y de anciano): “Bueno, usted sabe,
nos estamos volviendo viejitos”. Y así es, amigo oyente, y cuando nosotros comencemos a
hablar así, bueno, es mejor que abandonemos esta tarea en la radio. Por lo bajo del ruido de la
muela. Esto pues, es en referencia a la lengua y a la voz. Notemos ahora lo siguiente, aquí en
este mismo versículo 4:

4
cuando se levantará a la voz del ave, (Ecl. 12:4)

Usted recordará que cuando era más joven, ni siquiera el reloj despertador lo despertaba por
la mañana. Tampoco le molestaba el ruido que hacen los niños, ni la música que se escuchaba
en la casa del vecino, o cualquier otra cosa. Sin embargo, ahora, cualquier pajarito cantando le
hace despertar. Luego nos dice al final del versículo 4:

4
y todas las hijas del canto serán abatidas; (Ecl. 12:4b)

Esto quiere decir que uno ya no puede cantar como cantaba antes. Si era miembro del coro,
tendría que abandonar esa posición. Usted ya no podrá entonar las melodías como lo hacía
cuando era joven. Un director de música muy destacado fue Homer Rodeheaver. Era algo
emocionante escucharlo cantar cuando este hombre era joven. Luego, cuando él ya había
llegado a ser un septuagenario, aún se presentaba en algunas Iglesias a dirigir el canto. Aún
entonces era un director de música maravilloso. Y según algunas personas, no había nadie que
pudiera superarle. Pero de vez en cuando él cantaba una estrofa de un himno, y en realidad,

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hubiera sido bueno si él hubiera leído este versículo antes de hacer eso, porque su voz ya no era
lo que había sido antes. Y hay muchas personas en el día de hoy que deberían darse cuenta de
esto, de que ya no pueden cantar como antes. Algunos que han sido personas que cantaron muy
bien antes, podrían hacerlo de vez en cuando y no pasar vergüenza. Pero aquellos que no han
sido grandes cantantes, deberían abandonar esta función. Todas las hijas del canto serán
abatidas.

Y Salomón continúa hablando aquí de la ancianidad. Y ahora él llega a un punto que


consideraba trágico, porque ahora vamos a observar los efectos psicológicos, y aquí tenemos uno
de ellos. Leamos la primera parte del versículo 5:

5
cuando también temerán de lo que es alto, (Ecl. 12:5a)

Cosas que antes ni siquiera le preocupaban. Este es un cuadro de la ancianidad. Ahora, el


versículo 5, continúa diciendo:

5
y habrá terrores en el camino; (Ecl. 12:5)

Es decir que, ya no les gusta viajar como les gustaba antes. Esto es algo interesante porque
hemos hecho varios viajes; hemos visitado varios lugares y hemos notado que al avanzar en
años, nuestros amigos descubren que el viajar para ellos, es mucho más difícil que antes. Y
estas cosas ahora, llegan a ser una carga en realidad. Y aquí dice: Y habrá terrores en el
camino. Uno tiene dudas en cuanto a las cosas que antes ni siquiera le preocupaban. Cuando
uno es joven, bueno, no se preocupa de la forma en que viaja, ni en la condición en que se
encuentran los vehículos. Si uno al viajar por el camino encuentra que no tiene donde dormir,
simplemente se prepara para pasar la noche a la intemperie. Pero cuando pasan los años, amigo

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oyente, las cosas no son lo mismo. Uno se preocupa de lograr un lugar donde pueda pasar bien
la noche, porque de otra manera, se arruina el resto del viaje. Luego, se nos dice aquí siguiendo
con este versículo 5:

5
y florecerá el almendro, (Ecl. 12:5)

Tenemos que decir aquí, que cuando florece el almendro, muestra flores blancas. Y eso
quiere decir que la persona que está cercana a la ancianidad verá que su cabeza se llena de canas,
o quizá no quede nada allá arriba. O son las canas, o la calvicie. Ahora, notemos lo que
Salomón sigue diciendo aquí, en este mismo versículo 5:

5
y la langosta será una carga, (Ecl. 12:5)

¿Cómo puede llegar a ser una carga una langosta? Habrá cosas pequeñas que ahora le
molestan y a las cuales antes, ni siquiera le prestaba atención. Pongamos por ejemplo a los
nietos. Si usted es ya un anciano y tiene nietos, claro es que usted los ama y le gusta pasar algún
tiempo con ellos; pero después de un rato, a usted le gustaría despedirse de ellos y enviarlos de
regreso a su casa, ¿verdad? Luego se nos dice aquí en este mismo versículo 5:

5
y se perderá el apetito; (Ecl. 12:5)

Ya no hay más romance. Quizá usted quiera actuar como si fuera joven, pero no es lo
mismo. En cierta ocasión un evangelista se casó con una muchacha muy joven, y cuando él iba a
predicar saltaba a la plataforma, se movía muy ágilmente y decía: “Me siento tan joven como
nunca”. Sin embargo, él no estaba engañando a nadie sino a sí mismo, porque murió muy poco
tiempo después. Otra fase de este versículo 5, dice:

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5
y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, (Ecl. 12:5)

Las personas ya ancianas, no comen como cuando eran jóvenes. Y de paso, tenemos aquí
una referencia a la eternidad. Y la última parte de este versículo 5 dice:

5
y los endechadores andarán alrededor por las calles; (Ecl. 12:5b)

Luego en el versículo 6 comienza a hablar de los órganos del cuerpo:

6
antes que la cadena de plata se quiebre, (Ecl. 12:6a)

Esa cadena de plata es la médula espinal. Avanzando con este versículo 6, leemos:

6
y se rompa el cuenco de oro, (Ecl. 12:6)

Ese cuenco de oro es la cabeza. Sigamos con el versículo 6:

6
y el cántaro se quiebre junto a la fuente, (Ecl. 12:6)

El cántaro se refiere a los pulmones. Notemos lo que sigue diciendo al final del versículo 6:

6
y la rueda sea rota sobre el pozo; (Ecl. 12:6b)

Ya no puede enviar más sangre a través del cuerpo. Es una referencia al corazón, como

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podemos apreciar. Uno muere de esas enfermedades que afectan a estos órganos. Luego, en el
versículo 7, dice:

7
y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. (Ecl.
12:7)

El alma no duerme. Y nos gustaría que aquellas personas que usan uno o dos versículos del
capítulo 9 para tratar de darle fuerza a la doctrina de que el alma duerme, leyeran también este
versículo. Porque, el alma amigo oyente, no duerme. El cuerpo duerme, pero el espíritu o el
alma va a Dios. Y el espíritu – dice aquí – vuelve a Dios que lo dio.

En el Nuevo Testamento, el Apóstol Pablo dice algo para el hijo de Dios: ausentes del
cuerpo. dice. (2 Cor. 5:8) Este cuerpo es un tabernáculo en el cual nosotros vivimos; es algo
pasajero. Y luego, nosotros morimos y dejamos este tabernáculo. Luego, en el versículo 8, de
este capítulo 12 de Eclesiastés, leemos:

8
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. (Ecl. 12:8)

Joven amigo, la vida es un vacío si usted la está viviendo nada más que para aquí y para
ahora. Usted va a llegar a descubrir un día que todo lo que tiene en su mano es nada más que
cenizas, y que delante suyo está toda una eternidad. Este es el cuadro que se nos presenta aquí.
Podemos decir lo siguiente: “Cuando era niño reía y lloraba, y el tiempo se arrastraba; cuando
era joven soñaba y hablaba, y el tiempo andaba; cuando llegué a la madurez, el tiempo echó a
correr; cuando llegué a la vejez, el tiempo voló veloz; y muy pronto, al seguir mi andar, el
tiempo desaparecerá”.

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El salmista podía decir: Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al
corazón sabiduría. (Salmo 90:12) Y esa sabiduría es el Señor Jesucristo mismo. Eso es lo
que es importante, amigo oyente. Alguien describió esto de la siguiente manera: “Tú sabes
Señor que me estoy volviendo viejo”. Y siguió diciendo: “El fuego de mi juventud se vuelve
cenizas, de alguna forma me inclino a recordar y a hablar de los días buenos que comienzo a
extrañar. Soy un poco más sombrío, mandón, y pienso que todos deben obedecer mis órdenes
inmediatamente. Ayúdame, Señor, a ocultar mis dolores y a darme cuenta de mis
equivocaciones. Haz de mí una persona dulce, silenciosa, serena; en lugar de ser áspero,
amargo y malo”. ¡Qué cuadro éste, de envejecer con dignidad! ¿No le parece? Luego, en los
versículos 9 al 11, de este capítulo 12 de Eclesiastés, leemos:

9
Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo
escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10Procuró el Predicador
hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. 11Las palabras de
los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las
congregaciones, dadas por un Pastor. (Ecl. 12:9-11)

Nosotros no debemos despreciar la sabiduría del pasado. Y el versículo 12, dice:

12
Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y
el mucho estudio es fatiga de la carne. (Ecl. 12:12)

La educación no resuelve los problemas de la vida. ¿Qué entonces? Bueno, al comienzo de


este capítulo 12, leímos: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud. ¿Por qué?
Bueno, es por algo muy importante. Porque en lo que se relaciona a la salvación de su alma, hay
más oportunidades de hacerlo cuando uno es joven, y también hay más oportunidades de servir a

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Dios cuando uno es joven. Las estadísticas demuestran que más personas llegan a Cristo
cuando son jóvenes. Si usted tiene ya 80 años de edad y está escuchando este programa, la
oportunidad de llegar a ser salvo es dudosa. Ahora, con eso no queremos decir que es
imposible. Usted puede llegar a ser salvo. Ha habido ocasiones cuando personas de 90 años de
edad han aceptado a Cristo como su Salvador personal. Pero los hombres que han podido
servir, que han podido dar algo a Dios, lo han hecho cuando fueron jóvenes. Note usted a: José,
Moisés, Daniel, Jeremías, Gedeón, David y Saulo de Tarso, Timoteo, y tantos otros que uno
podría nombrar en el día de hoy. ¡Qué cuadro el que tenemos ante nosotros, amigo oyente!

No existe pues, ninguna respuesta a los problemas de la vida debajo del sol, en el día de hoy.
Y esa es la razón por la cual la educación, el gobierno, los militares, y los científicos, no han
hallado ninguna solución a los problemas de la vida. Sólo Jesucristo, amigo oyente, solo Cristo
Jesús, tiene la solución. ¿Por qué pues, no entregarse a Él ahora mismo? Él dice: . . . al que a
mí viene, no le echo fuera. (Juan 6:37) ¡Acuda usted a Cristo Jesús ahora mismo y sea salvo
por toda la eternidad!

Y así concluimos nuestro estudio de este Libro de Eclesiastés. Dios mediante en nuestro
próximo programa, continuaremos en el Antiguo Testamento y comenzaremos nuestro estudio
del Cantar de los Cantares. Le invitamos, pues, a que nos acompañe. Hasta entonces, ¡que las
incontables bendiciones del Señor sean su más preciado tesoro, es nuestra ferviente oración!

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