Psicobiología Del Estrés - Daneri.

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PSICOBIOLOGÍA DEL ESTRÉS – Daneri.

Definición de estrés

En medicina, el estrés es referido como una situación en la cual los niveles de glucocorticoides y catecolaminas en circulación se
elevan”.
Se puede definir al estrés como un estado de falta de armonía o una amenaza a la homeostasis. La respuesta adaptativa puede ser
específica, o generalizada y no específica. Así, una perturbación en la homeostasis resulta en una cascada de respuestas fisiológicas
y comportamentales a fin de restaurar el balance homeostático ideal.
Un estresor es cualquier cosa del mundo externo que nos aleja del balance homeostático, la respuesta al estrés es lo que hace
nuestro cuerpo para restablecer la homeostasis.
Esa respuesta al estrés se manifiesta en 4 dominios: la fisiología, el comportamiento, la experiencia subjetiva y la función cognitiva.

¿Por qué surge el estrés? – Su importancia evolutiva.

Dependiendo de la intensidad, predictibilidad y recurrencia de este estresor, las respuestas de los individuos pueden ir desde
tolerancia y evitación del estresor a nivel individual a la rápida aparición de nuevos rasgos o extinción a nivel poblacional.
La habilidad de eliminar el estresor activamente mediante la relocalización o la evitación requiere la evolución de una habilidad para
detectar o anticipar los cambios estresantes y el conocimiento o memoria de las estrategias o ajustes exitosos para evitarlos. Así, la
evolución de estas estrategias o ajustes se da cuando los eventos estresantes son predecibles, prolongados y frecuentes en relación
a los tiempos generacionales de los individuos.

Primeros trabajos sobre el estrés

Selye formalizó el concepto con dos ideas:


- El cuerpo tiene un grupo de respuestas (que él llamó síndrome general de adaptación, lo que ahora llamamos respuesta al
estrés) para afrontar al estresor.
- Si el estresor se prolonga por mucho tiempo puede hacer que nos enfermemos.
También planteó una respuesta al estrés de 3 etapas:
1. Fase inicial (alarma): cuando se detecta la presencia del estresor.
2. Segunda fase (adaptación o resistencia): cuando se moviliza el sistema de respuesta volviendo al equilibrio (proceso activo
mediante el cual el cuerpo responde a los eventos cotidianos para mantener la homeostasis, se denomina “alostasis”).
3. Tercera fase (agotamiento): si el estresor se prolonga en el tiempo, se entra en esta última fase, donde surgen las
alteraciones relacionadas con el estrés crónico.
Uno de los pilares de la respuesta al estrés es el aumento de la disponibilidad de energía y la inhibición del proceso de
almacenamiento. La glucosa y las formas simples de proteínas y grasas se liberan de los adipocitos (células grasas) y el hígado y son
llevados a los músculos por la sangre mediante un aumento en la frecuencia cardíaca, aumento en la presión arterial y en la
frecuencia respiratoria (que aumenta también el oxígeno disponible).
Otro componente importante de la respuesta al estrés es la inhibición de lo que se llaman “proyectos a largo plazo”, toda la energía
se concentra en lo que está pasando aquí y ahora. Así, se inhiben la digestión, el crecimiento, la reproducción. En términos generales,
disminuye también la síntesis de proteínas. Esto afecta la reparación de tejidos (por ej., se reducen las proteínas musculares), la
formación de anticuerpos del sistema inmune (que también están compuestos por proteínas) y la elaboración del esqueleto neuronal.
Las funciones sexuales están disminuidas en ambos sexos.
Además de estos cambios, nuestra percepción del dolor se altera, al igual que nuestras habilidades cognitivas.

Estrés y sistema nervioso autónomo

En la respuesta al estrés, nos preparamos para la lucha o la huída. Para ello, se necesitan oxígeno y glucosa.
La parte que se activa es el sistema nervioso simpático. Originadas en el cerebro las proyecciones de este sistema irradian desde la
médula espinal y contactan casi todos los órganos, vasos sanguíneos y glándulas sudoríparas del cuerpo. Este sistema se activa
durante lo que nuestro cerebro considera una emergencia. Su activación aumenta la vigilancia, la motivación y la activación general.
Cuando se activa este sistema el hipotálamo desencadena la activación de las glándulas adrenales (o suprarrenales, una encima de
cada riñón), en particular de la médula de estas glándulas que liberan catecolaminas: adrenalina y noradrenalina (también llamadas
epinefrina y norepinefrina). Ésta es una activación rápida del llamado eje SAM (Simpato-Adreno-Medular).
La otra mitad del sistema nervioso autónomo, el sistema nervioso parasimpático, se ve inhibida. Se inhiben los proyectos a largo
plazo: digestión, crecimiento, reproducción, síntesis de proteínas (reparación de tejidos y sistema inmune).
Hormonas en la respuesta al estrés

La respuesta al estrés tiene como componente principal el sistema neuroendócrino y más específicamente en el eje H-P-A
(hipotálamo - hipófisis o pituitaria - adrenal).
Algún evento estresor, ya sea que implique un esfuerzo físico, un desafío psicológico o una combinación de ambos genera un
aumento en la liberación por parte del hipotálamo de factor liberación de corticotrofina (corticotrophin-releasing factor: CRF) y arginina
vasopresina (AVP) en el sistema portal hipotálamo-hipofisiario de circulación (sistema de capilares que comunica las células
neurosecretoras hipotalámicas con la hipófisis o pituitaria). La presencia de CRF y AVP estimula a la hipófisis a que libere ACTH
(corticotrofina) a la circulación general del cuerpo. La ACTH actúa sobre la corteza de las glándulas adrenales o suprarrenales
induciendo la síntesis y la liberación de glucocorticoides (en particular, cortisol).
Este sistema se regula por retroalimentación negativa, lo que significa que el cortisol circulante se une a receptores en hipotálamo e
hipófisis frenando la liberación de CRF, AVP y ACTH, volviendo al organismo al estado basal.
Además, durante la respuesta al estrés el páncreas es estimulado para que libere una hormona llamada glucagon. Los
glucocorticoides, el glucagon y el sistema nervioso simpático elevan los niveles circulantes de glucosa (azúcar), aumentando la
energía disponible. También se activan otras hormonas: la hipófisis libera prolactina (que, entre otros efectos, cumple la función de
inhibir la reproducción) y vasopresina (hormona antidiurética implicada en la respuesta cardiovascular).
Así como algunos sistemas se activan otros se inhiben durante la respuesta al estrés. Un ejemplo es la secreción de varias
hormonas reproductivas como el estrógeno, la progesterona y la testosterona. Las hormonas relacionadas con el crecimiento (como la
hormona de crecimiento) también se encuentran inhibidas, lo mismo que la hormona pancreática de almacenamiento de energía: la
insulina.

Estrés, metabolismo y sistema digestivo

Luego de una suculenta comida, la insulina es liberada por el páncreas hacia el torrente sanguíneo, estimulando la entrada de
ácidos grasos en los adipocitos y la síntesis de glucógeno y proteínas. La insulina almacena azúcar.
Nuestro cuerpo revierte todos estos procesos de almacenamiento mediante la liberación de hormonas durante una respuesta al
estrés: glucocorticoides, glucagon (transforma la glucosa en azúcar para poder utilizarla), adrenalina y noradrenalina. Como
consecuencia, los triglicéridos en los adipocitos se degradan y los ácidos grasos y el glicerol se liberan al torrente sanguíneo. También
se dispara la degradación de glucógeno liberando glucosa a la sangre. Estas hormonas también generan que las proteínas de los
músculos que no están en acción se degraden en aminoácidos, que en el hígado son transformados en glucosa, una mejor fuente de
energía.
Pero el hecho de tener altos niveles de glucosa en circulación es riesgoso, aumenta nuestras posibilidades de que se pegotee en
algún vaso sanguíneo dañado generando arterioesclerosis. También los altos niveles de colesterol son peligrosos, en particular del
colesterol LDL (o colesterol “malo”) que se asocia a las placas arterioesclerósicas. Así, una respuesta al estrés demasiado frecuente,
que también genera aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial por la activación del eje SAM, aumenta nuestro riesgo de
sufrir enfermedades cardiovasculares.
El apetito disminuye cuando estamos expuestos a un estresor, ya que todas las funciones digestivas están disminuidas.
Durante la exposición al estresor el consumo de alimentos se suprime, y se utilizan las reservas energéticas del cuerpo. Luego se
revierte el proceso: se almacenan los nutrientes circulantes y se busca reponer los consumidos, aumentando el apetito.
El aumento de los niveles de CRH durante la respuesta al estrés actúa como inhibidor del apetito, los glucocorticoides por el
contrario parecen estimular el apetito. Y ese apetito se da preferentemente hacia comidas que repongan rápidamente los niveles de
energía consumidos durante la respuesta al estrés: alimentos dulces y llenos de grasa.
Los cambios en los niveles de apetito tienen una relación estrecha con la duración del estresor y el período de recuperación
posterior.
La principal razón por la cual la mayoría de nosotros presenta hiperfagia ante el estrés es debido a que la exposición a estresores
psicológicos es intermitente a lo largo de nuestro día. Esto genera picos cortos de CRH seguidos de largos minutos de accionar de
glucocorticoides, lo que nos hace comer. Si el estresor fuese continuo (nivel de CRH mantenido en el tiempo) el resultado sería el
opuesto.

Úlceras
Cuando estamos expuestos a un período de estrés se observa una disminución en la ingesta y como consecuencia una bajada en la
secreción de ácidos estomacales. Como consecuencia de la bajada en los niveles de secreciones ácidas el estómago disminuye los
niveles de protección hacia ese ácido (las paredes engrosadas se afinan y se reduce la secreción de bicarbonato y mucus). Cuando
termina el período de estrés la ingesta vuelve a la normalidad, al igual que la secreción de ácido estomacal. Este ácido llega a un
estómago con las defensas bajas, con sus paredes afinadas y poco mucus que lo proteja. Se generan así pequeñas lesiones en las
paredes del estómago. Normalmente nuestro cuerpo puede reparar esos daños mediante la secreción de prostaglandinas, que
aceleran el proceso de cicatrización. Durante el estrés, sin embargo, estas prostaglandinas están inhibidas por el accionar de los
glucocorticoides. Así, el estrés genera la lesión e impide que nuestro cuerpo pueda repararla, llevando a la formación de la úlcera.

El estrés y el sexo

Los hombres
En los hombres el hipotálamo libera una hormona LHRH (hormona liberadora de hormona luteinizante) que estimula a la hipófisis a
liberar LH (hormona luteinizante) y FSH (hormona folículo estimulante). LH estimula a los testículos a liberar testosterona y FSH
estimula la producción de esperma. Con la llegada de un estresor todo el sistema se ve inhibido, se liberan endorfinas y encefalinas,
que actúan bloqueando la liberación de LHRH por el hipotálamo. Además, la presencia de los glucocorticoides bloquea la respuesta
de los testículos a LH. Como consecuencia, se observa una disminución en los niveles de testosterona. La bajada de testosterona es
sólo una parte de la historia, la otra parte importante es la dificultad con la erección. La erección es responsabilidad del sistema
nervioso parasimpático. Durante la respuesta al estrés este sistema se ve inhibido, lo que puede generar la falta de erección
(impotencia) o que la erección tenga poca duración (asociado a eyaculación precoz).

Las mujeres
En las mujeres el hipotálamo libera LHRH, que estimula a la hipófisis a liberar LH y FSH. FSH estimula la ovulación, LH estimula la
síntesis de estrógeno por parte de los ovarios. En el estrés, las endorfinas y las encefalinas inhiben la liberación de LHRH, la
prolactina y los glucocorticoides bloquean la sensibilidad de la hipófisis al LHRH y los glucocorticoides afectan a los ovarios, haciendo
que respondan menos a LH. El resultado es una baja en los niveles circulantes de LH y FSH y estrógeno, disminuyendo las
posibilidades de que se de la ovulación. Como consecuencia se alarga la fase folicular del ciclo menstrual (la previa a la ovulación),
haciendo que se alargue el ciclo y que sea irregular. En condiciones extremas la ovulación se ve inhibida generando amenorrea (falta
de menstruación) anovulatoria (sin ovulación).
El estrés también puede generar otros problemas, los niveles de progesterona disminuyen, lo que interrumpe la maduración de las
paredes uterinas. La liberación de prolactina durante el estrés interfiere con el accionar de la progesterona, haciendo que el óvulo
fecundado (en caso de que haya habido ovulación) no se implante con normalidad en el útero.

Inmunidad, estrés y enfermedades

Los glucocorticoides causan atrofia del timo, impidiendo la formación de nuevos linfocitos T (responsables de coordinar la respuesta
inmune celular). Los glucocorticoides también inhiben la liberación de mensajeros como interleuquinas (proteínas que regulan el
funcionamiento de las células del sistema inmune) e interferones (proteínas producidas por el sistema inmune como respuesta a
agentes externos, tales como virus y células cancerígenas) haciendo que los linfocitos en circulación respondan menos a las señales
de alarma infecciosa.
Durante los primeros minutos de exposición al estresor nuestra inmunidad se ve aumentada (fase A del gráfico). Se detecta mayor
nivel de células inmunes en circulación y, en caso de lesión, se registran un mayor número de células de respuesta inflamatoria en los
tejidos afectados. Se registran mayores niveles de anticuerpos.
Una hora más tarde comienza el accionar de glucocorticoides y la activación del sistema simpático, generando el efecto contrario. Si
el estresor ya se ha retirado esta segunda fase (fase B) tiene como objetivo volver al sistema inmune a su estado basal. En el caso de
estresores mayores de larga duración, la gran exposición a glucocorticoides hace que el sistema entre en inmunosupresión (fase C).
De esta manera, el individuo se hace más vulnerable y aumenta su probabilidad de contraer enfermedades infecciosas.
Estrés y dolor

Existe el fenómeno de analgesia (falta de dolor) inducida por el estrés. Esta inhibición del dolor se debe a la presencia de sustancias
químicas de estructura similar a las drogas opiáceas, llamadas “la morfina endógena”: las endorfinas. Sintetizadas y liberadas en
zonas del cerebro relacionadas con la percepción del dolor, estas sustancias hacen que las neuronas que disparan las señales de
dolor se exciten con menos facilidad.
El agotamiento de estos opioides es el limitante que marca que el efecto de esta analgesia inducida por estrés es un fenómeno a
corto plazo, no aplicable a casos de estrés crónico.
Es llamativo el valor adaptativo de este efecto analgésico, ya que en una situación de un pico de estrés (estrés agudo) permite
afrontar la amenaza y salvar la vida pasando por alto pequeñas lesiones ocasionadas en el momento (poder luchar o huir sin sentir
dolor). Así, una lastimadura durante una pelea comenzará a doler cuando la pelea ya haya pasado sin interferir en el desempeño y
cuando la vida ya no esté en juego.

Estrés y memoria

Duración del estresor: los de corto término o de intensidad moderada aumentan nuestra cognición, mientras que los estresores
demasiado intensos o muy prolongados en el tiempo son disruptivos.
Durante un pico de estrés el sistema nervioso simpático activa el hipotálamo, facilitando la consolidación de la memoria. El proceso
también involucra a la amígdala, un componente del sistema límbico muy relacionado con nuestra percepción de las emociones. Otra
manera de favorecer la consolidación de las memorias es aumentar los niveles de glucosa en el cerebro mediante cambios en el
sistema circulatorio. Por otra parte, un leve aumento en los glucocorticoides circulantes también favorece a la memoria, ya que actúan
en el hipocampo (otra área del sistema límbico) facilitando la potenciación a largo plazo.
En el caso de un estresor prolongado en el tiempo se produce el efecto contrario, una interrupción en la consolidación de la
memoria.
1. Se ven interrumpidos los mecanismos que facilitan el fortalecimiento de las sinapsis (potenciación a largo plazo) en células del
hipocampo; esto se observa aún en ausencia de glucocorticoides (la gran activación del sistema nervioso simpático sería la
responsable).
2. La exposición prolongada a un nivel excesivo de glucocorticoides genera la retracción de las prolongaciones neuronales con la
consecuente pérdida de sinapsis. Esta atrofia es transitoria y luego que el período de estrés finaliza esas conexiones se reestablecen.
3. Los niveles de glucosa circulante descienden durante los períodos prolongados de estrés, especialmente en el hipocampo. Se ha
registrado hasta un 25% menos de glucosa disponible en neuronas hipocampales durante períodos de estrés prolongados, generando
muerte neuronal en los casos más extremos.

Estrés y sueño

Para entrar en sueño REM el sistema nervioso simpático se inactiva, dando lugar a funciones más vegetativas y calmas a cargo del
sistema parasimpático. Los niveles de glucocorticoides en circulación disminuyen.
Una hora antes de despertarnos los niveles de CRH, ACTH y glucocorticoides comienzan a aumentar con el fin de movilizar energía
para levantarse (i.e., afrontar este hecho como un pequeño estresor); además, estas hormonas tienen una función importante para
terminar el sueño y despertarnos.
Durante la exposición a un estresor la activación del sistema simpático hace que sea difícil de conciliar el sueño, generando
patrones de sueño fragmentado. No sólo se afecta la cantidad de sueño sino también la calidad, predominando el sueño ligero.
Cuando estamos deprivados de sueño los niveles de estas hormonas del estrés (eje HPA) se mantienen elevados, aumentando
mucho los niveles de glucocorticoides en circulación.

Estrés y factores psicológicos

Las variables psicológicas pueden modular la respuesta al estrés.

Pilares de los estresores psicológicos


Descarga de frustración –La respuesta al estrés prepara a nuestro cuerpo para un gasto explosivo de energía, estas actividades nos
permiten descargar esa energía acumulada.
Apoyo social – La interacción con otros puede ayudar a minimizar el impacto de un estresor.
Predicción – Se ha observado que el hecho de poder predecir la presentación de un estresor modifica la respuesta ante el mismo.
Control – El hecho de tener la capacidad de controlar la ocurrencia de un hecho reduce la respuesta al estrés.
Percepción de que las cosas empeoran – Se ha observado que el cambio en la cantidad de estresor en el tiempo tiene un efecto
importante. La sensación de que las cosas están empeorando aumenta nuestra respuesta al estrés, el efecto contrario también existe
y es muy llamativo durante el tratamiento de enfermedades.

Existen entonces factores psicológicos que pueden disparar la respuesta de estrés por si mismos o hacer que otro estresor parezca
más estresante: la pérdida de control o predicción, la imposibilidad de descargar la frustración, la falta de red de contención social o la
sensación de que las cosas están empeorando aumentan la respuesta de estrés.
Se debe resaltar que existen algunos solapamientos en el significado y consecuencias de estos factores: el control y la predicción
están asociados, si los combinamos con la sensación de que las cosas están empeorando obtenemos la siguiente situación: pasan
cosas malas, fuera de nuestro control e impredecibles, esto genera un gran nivel de estrés.

Estrés y depresión

El estrés, generando altos niveles de glucocorticoides en circulación puede predisponer a una persona a padecer depresión. No nos
sorprende entonces que los niveles de glucocorticoides estén por encima de lo normal en pacientes con depresión. Estos altos niveles
se deben a una gran señal del hipotálamo (una gran señal de estrés desencadenada en el cerebro) sumado a una falla en la
retroalimentación. En otras palabras: el cerebro libera mucho CRH y se vuelve insensible a los glucocorticoides circulantes, por lo que
sigue liberando CRH.
En una situación normal el cerebro censa la cantidad de glucocorticoides circulantes, si el nivel es mayor al “deseado” (esto depende
si estamos calmados o estresados) se corta la liberación de CRH. En los pacientes con depresión este mecanismo falla y la
concentración de glucocorticoides que debería apagar el sistema no lo hace.
El estrés crónico (constante en el tiempo) agota los niveles de dopamina de las “vías del placer” y de noradrenalina de nuestra zona
de “alerta” del cerebro (el locus coeruleus). También interfiere con la síntesis, liberación y degradación de la serotonina
(neurotransmisor que interviene en la formación de memoria).
Los niveles elevados de glucocorticoides también están involucrados en el hecho que los pacientes con depresión tienen,
generalmente, algún grado de inmunosupresión y pérdida de memoria. El tipo de memoria afectada, la memoria declarativa, es la
mediada por el hipocampo (el hipocampo posee un gran número de receptores para glucocorticoides). Por otro lado, en depresiones
prolongadas se ha observado atrofia hipocampal.
El paradigma de indefensión aprendida produce animales con otros rasgos similares a los de los humanos con depresión. Hay un
equivalente a la disforia: las ratas dejan de acicalarse y pierden interés en el sexo y la comida.
La indefensión aprendida ha sido encontrada en ratas, gatos, perros, aves, peces, insectos y primates, incluidos los humanos.

Personalidades y estrés

Para Richard Davidson (psicólogo norteamericano nacido en 1952) esto se debe a diferencias en el llamado “estilo afectivo”
(reactividad emocional). En el procesamiento afectivo la corteza prefrontal en la regulación de la respuesta emocional, y la amígdala
para el aprendizaje de asociaciones entre un estímulo y una amenaza y la expresión de miedo ante un estímulo específico. Las
diferencias individuales en la activación y la reactividad de este circuito tienen una función importante en el dominio de diferentes
aspectos de la ansiedad. El tiempo de respuesta emocional es una de las claves en las diferencias individuales con respecto a la
propensión a la ansiedad que es regulado por este circuito. Los altos niveles de ansiedad son claves para desencadenar una
respuesta al estrés psicológico.
Según Richard Lazarus (psicólogo norteamericano, 1922-2002) las personas sufren estrés cuando creen que carecen de las
herramientas para afrontar una situación difícil, pero no si creen que tienen los recursos necesarios para hacerle frente. Lazarus
planteó dos tipos de afrontamiento: (i) en uno la persona enfrenta directamente el problema que está viviendo (afrontamiento dirigido
al problema), y (ii) en el otro trata de minimizar el estado emocional sin enfrentar el problema que lo genera (afrontamiento dirigido a la
emoción). En el primer caso el sujeto evalúa a la situación como plausible de cambio con las herramientas que él mismo posee, lo que
genera una sensación de excitación. En el segundo la evalúa como amenazante e inmodificable, lo que genera miedo y ansiedad.
Podemos decir entonces que presentan bajos niveles de glucocorticoides (la medida endócrina de un menor nivel de estrés)
aquellas personas que pueden diferenciar entre interacciones neutras y amenazantes, que toman la iniciativa si la situación es
amenazante, que diferencian claramente una situación en la que “ganaron” de una en la que “perdieron” y si es así tienen una fuente
de descarga de frustración. No es sorprendente que estas personas posean también una buena red social de contención, un hombro
en el que apoyarse es necesario después de todo…

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