Griselda Gunther Voces Latinoamericanas

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Griselda Günther

Monika Meireles
coordinadoras

VOCES
LATINOAMERICANAS
Mercantilización de la Naturaleza
y Resistencia Social
VOCES LATINOAMERICANAS:
MERCANTILIZACIÓN DE LA NATURALEZA
Y RESISTENCIA SOCIAL
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
Rector general, Eduardo Abel Peñalosa Castro
Secretario general, José Antonio de los Reyes Heredia
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO
Rector de Unidad, Fernando de León González
Secretario de Unidad, Mario Alejandro Carrillo Luvianos
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Directora, María Dolly Espínola Frausto
Secretaria académica, Silvia Pomar Fernández
Jefa del Departamento de Política y Cultura, Esthela Irene Sotelo Núñez
Jefe de la sección de publicaciones, Miguel Ángel Hinojosa Carranza

CONSEJO EDITORIAL
José Alberto Sánchez Martínez (presidente)
Aleida Azamar Alonso / Alejandro Cerda García
Gabriela Dutrénit Bielous / Álvaro Fernando López Lara
Jerónimo Luis Repoll / Gerardo G. Zamora Fernández de Lara
Asesores del Consejo Editorial: Rafael Reygadas Robles Gil
Miguel Ángel Hinojosa Carranza

COMITÉ EDITORIAL DEPARTAMENTO DE POLÍTICA Y CULTURA


Eleazar Humberto Guerra de la Huerta (presidente)
Clara Martha Adalid y Diez de Urdanivia / Carola Conde Bonfil
Nicte Fabiola Escárzaga / Tadeo Liceaga Carrasco
Eduardo Tzili Apango / Merarit Viera Alcazar
Héctor Manuel Villareal Beltrán

Asistente editorial:Varinia Cortés Rodríguez


VOCES
LATINOAMERICANAS
Mercantilización de la Naturaleza
y Resistencia Social

Griselda Günther
Monika Meireles
coordinadoras
Primera edición: diciembre de 2020

D.R. © Universidad Autónoma Metropolitana


Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco
Calzada del Hueso 1100
Colonia Villa Quietud, Alcaldía Coyoacán
04960 Ciudad de México

Sección de Publicaciones
División de Ciencias Sociales y Humanidades
Edificio A, tercer piso
Teléfono: 55 5483 7060
[email protected] / [email protected]
http://dcsh.xoc.uam.mx
http://www.casadelibrosabiertos.uam.mx

ISBN: 978-607-28-2065-4

Agradecemos a la Rectoría de Unidad el apoyo recibido para la publicación.

Los textos presentados en este volumen fueron revisados y dictaminados por pares académicos
expertos en el tema y externos a nuestra Universidad, a partir del sistema doble ciego y conforme
a los lineamientos del Comité Editorial del Departamento de Política y Cultura,
de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.

Impreso en México / Printed in Mexico


Índice

Introducción 9
Griselda Günther / Monika Meireles

PRIMERA PARTE
Políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición.


Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía 23
Alberto Acosta / John Cajas Guijarro

Naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización


del agua en México 65
Griselda Günther / Monika Meireles / Giovanni Villavicencio

Reprimarización e intercambio ecológico desigual. Análisis


del impacto ecológico del comercio internacional brasileño
a partir de indicadores biofísicos 97
Shantal L. Sánchez González

Extractivismo militarista en América Latina 129


Aleida Azamar Alonso
SEGUNDA PARTE
Cambio institucional y resistencia social

El rol de la Defensoría del Pueblo en la canalización productiva


de los conflictos ambientales.
Estudio comparado de Argentina y Perú 151
Eliana Spadoni

Ontopolítica en Wadalafken Mapu: las “naturalezas” de la resistencia


frente a proyectos de energía eólica en Chile 185
Pablo Rojas Bahamonde / Gustavo Blanco Wells / María Amalia Mellado

Semblanzas de los autores 213


Introducción

Griselda Günther / Monika Meireles

Hay en el aire un río de cristales y llamas,


un mar de voces huecas, un gemir de barbarie,
cosas y pensamientos que hieren;
hay el breve rumor del alba
y el grito de agonía de una noche, otra noche,
todas las noches del mundo
en el crispante vaho de las bocas amargas.

“Avenida Juárez”,
Efraín Huerta, 1956

Las “voces latinoamericanas” aquí reunidas son oriundas de múltiples países y en-
tretejen distintas perspectivas en ese original coro impreso; tomadas en su conjunto,
ayudan a darle textura al análisis de la compleja relación existente entre el uso inten-
sivo de los recursos naturales de la región –siempre defendido en el discurso oficial
como algo que sería “inevitable para nuestras necesidades de desarrollo”– y el res-
peto al derecho pleno de autodeterminación de los pueblos en la gobernanza de su
entorno natural, para así comprender mejor los matices de esa falsa disyuntiva. No
es cierto que el crecimiento económico pautado en la explotación acelerada de los
recursos naturales llevará al desarrollo de la región, y es absolutamente tendencioso
inferir que esa sería la única vía posible para la mejora sustantiva de las condiciones
materiales de la mayoría de la población.Tampoco es un argumento legítimo pensar
que en nombre del “progreso” o el “desarrollo” es válido arremeter contra la natura-
leza con actividades extractivas, intensivas (y nocivas para el planeta), para embestir
contra formas no modernas de convivencia entre poblaciones y su entorno natural.
A diferencia de las “voces huecas” de los versos del epígrafe, nuestras voces latinoa-
mericanas –conjugadas ahora en una misma sentencia– no emanan del “vaho de las
bocas amargas”, sino que brotan en un suspiro colectivo de denuncia esperanzada y

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voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social

delación intencionada, del tipo que aspira a alzarse a grito y hacerse escuchar ante
los oídos desatentos de los hacedores de política.
Este proyecto editorial tuvo al menos dos grandes etapas concretas, dos mo-
mentos clave para su realización. En el primero, tuvimos dos eventos públicos que
dieron el tono inicial de las preocupaciones vertidas en el volumen que el lector
tiene en manos; en el más relevante, participamos con otros académicos en la orga-
nización de las Jornadas del Observatorio Crítico de Políticas Públicas y Movimien-
tos Sociales en América Latina, en su VI versión, “Voces latinoamericanas de hoy:
entre el estancamiento económico, la derechización política y la resistencia social”,
realizada en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, los días
26 y 27 de septiembre de 2018. Somos extremamente agradecidas a todos aque-
llos que aceptaron nuestra invitación para estar en el evento, pues los debates entre
los diversos ponentes con el público participante demostraron ser estimulantes para
darnos pistas más concretas para la vinculación de nuestras agendas de investigación.
Sin embargo, vale mencionar que, algunos meses antes, nos animamos a pro-
mover una mesa redonda titulada “Naturaleza financiarizada: recursos hídricos, sec-
tor alimentario y resistencia social”, en el Instituto de Investigaciones Económicas
(IIEc-UNAM), en el marco del proyecto de investigación “Crédito, dinámica banca-
ria y mercados financieros emergentes: financiarización y desarrollo en el siglo XXI”
(PAPIIT IA301018), realizada el 25 de junio de 2018. En ambos, nos deparamos con
un foro muy receptivo de discusión y, principalmente, a partir de esas actividades
hemos tomado el tiempo necesario para sumar fuerzas y perseguir con más ahínco
lo que nos habíamos propuesto inicialmente: fusionar nuestros campos de expertise
–a saber, economía y política, siempre con énfasis en América Latina– y dar pasos
más firmes en la dirección de erigir una lectura multidisciplinar sobre los desafíos
impuestos en la tarea de caracterización de dinámicas y consecuencias del capitalis-
mo actual en la región.
Ambos eventos motivaron el diálogo y la escritura, generando preguntas gatillo
o temas de interés común, preguntas de investigación y el deseo de trabajar de forma
colectiva a partir de los textos individuales y grupales en torno a dichas inquietudes.
Nos parece importante mencionar ese proceso para que este libro no se asocie con
un mero agregado de textos. Los autores que participan con sus contribuciones, no
necesariamente participaron como ponentes en alguno de los eventos, sino que se
sumaron a las inquietudes generadas y a la iniciativa propuesta, desde distintos luga-
res de América Latina y desde distintas disciplinas.
El resultado de esa trayectoria culmina en la segunda etapa del proyecto, que
fue aquella realmente editorial, en su sentido literal, pues con ella arrancamos con

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introducción

todo el quehacer necesario para realizar la publicación. A la vez, su proceso también


se dio en dos momentos: los autores trabajaron en sus capítulos y luego se hizo un
ejercicio de lectura cruzada y comentario en pares, donde solicitamos que cada au-
tor, o grupo de autores, responsables de un capítulo, hiciera una lectura atenta de
otro capítulo que no era el suyo. Sólo tras esa ronda de “comentarios internos”, re-
troalimentación y correcciones, o sea, de “autores para autores”, el material recorrió
el tradicional camino de las publicaciones académicas del dictamen a doble ciego.
A partir de los aportes de los textos se pretende explicitar, analizar y debatir
sobre procesos actuales en torno a la crisis ambiental y la mercantilización de la na-
turaleza que ocurren en América Latina y sobre los posibles caminos que transita-
remos. El lector encuentra como denominador común en los artículos del presente
trabajo la reflexión crítica sobre conceptos, procesos y elementos de coyuntura actual
en materia ambiental que funcionan como detonantes del despliegue de problemas
económico-sociales cruciales que demandan urgente respuesta en el campo de la po-
lítica pública latinoamericana. Además, los tres grandes ejes sobre los que se articulan
los trabajos son: mercantilización de la naturaleza, políticas ambientales y resisten-
cia y/o respuesta social. Estos elementos se configuran y reconfiguran mutuamen-
te y de modo constante para dar forma a nuestra América Latina actual y venidera.
Para enmarcar las aportaciones de los textos en un contexto más amplio, incor-
porando la dimensión internacional y sensible a la percepción del momento actual
del capitalismo, se considera relevante debatir sobre las problemáticas y propuestas
actuales de la región aquí vertidas, poniendo especial atención en torno a tres ele-
mentos que ayudan a complementar y enriquecer los análisis propuestos: 1) a diez
años del inicio de la crisis financiera internacional de 2007-2008, seguimos con más
preguntas que respuestas sobre la recuperación de la economia mundial; 2) el des-
gaste de la experiencia progresista y el giro hacia la derecha en el escenario político
latinoamericano; y 3) la organización de la sociedad civil ante ese escenario incier-
to, sobre todo de la resistencia social y continua capacidad de movilización en de-
fensa de la naturaleza.1
La primera de ellas tiene que ver con que, a pesar de que en las economías
avanzadas hay una recuperación económica lenta y desigual tras la crisis financiera
internacional de 2007-2008, en las economías emergentes no sólo el legado de la

1
Un precedente de ejercicio con preocupaciones similares, para otro momento histórico,
puede encontrarse en los trabajos reunidos en Alicia Girón (coord.), Democracia, financiari-
zación y neoextraccionismo ante los desafíos de la industrialización y el mercado de trabajo, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2014.

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voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social

crisis compromete la expectativa de crecimiento económico de corto y mediano


plazo, como pone en la mesa de discusión pública porque, una vez más, la necesidad
de reflexionar sobre de qué forma se da ese crecimiento y como está relacionado
–o no– con la consolidación de un modelo de desarrollo sostenible y sustentable.
En ese mismo sentido, no deja de causar sorpresa que la región, que por muchos
analistas fue temprana y equivocadamente alabada por parecer “inmune a los efectos
de la crisis”, ahora sufre con una marcada recesión y prolongada incertidumbre en
relación con su futuro. Además, el retardo con el que los efectos de la crisis llegan a
la región –debidos, en gran parte, a medidas anticíclicas llevadas a cabo por algunos
gobiernos de tintes progresistas todavía presentes en el cono sur, principalmente–
nos lleva a repensar cómo el modelo económico basado en la inserción interna-
cional regresiva, anclado en la exportación de los recursos naturales, se encuentra
contemporáneamente con sus contradicciones aún más latentes y sus limitantes ex-
plícitamente tensionados.Todo ello llevó a la emergencia de diversas modalidades de
mercantilización de la naturaleza, aseguró la reproducción de capital y contribuyó a
que las tasas de ganancia en ciertos sectores tradicionales no decayeran; así se abrie-
ron nuevos espacios de rentabilidad decisivos para la supervivencia del capitalismo.
En segundo lugar, la derechización política manifestada a partir del triunfo elec-
toral o extraelectoral de fuerzas políticas busca revertir las débiles políticas antineoli-
berales llevadas a cabo en varios países. El conjunto de estas fuerzas ha reorganizado
la ofensiva, en una especie de segunda vuelta de las fuerzas neoliberales resentidas
que dominaron la década de 1990. A distintas escalas e intensidades, hemos asistido
al surgimiento de grupos clericales con vocación política, la emergencia de un dis-
curso individualista posesivo más acentuado e incluso a golpes de Estado “suaves”,
como el impetrado en Brasil, o a golpes descarados, como en Honduras. Es sobre este
conjunto de procesos que se analizan las políticas en materia ambiental que, a la vez,
acompañan e impulsan un proceso renovado de mercantilización de la naturaleza.
En tercer lugar, es importante reflexionar, analizar y visibilizar las experiencias
de resistencia social frente a la expansión de la frontera hidrocarburífera, la extrac-
ción minera, la construcción de infraestructura y, en general, la definición y puesta en
marcha de políticas orientadas a la satisfacción de necesidades políticas o económi-
cas, en detrimento de los derechos de la naturaleza. Las distintas formas de resisten-
cia social orientadas a la defensa de dichos derechos abren una brecha esperanzadora
en el marco del estancamiento económico y la derechización política. De hecho, es
a partir de éstas que se puede vislumbrar un futuro menos sombrío para la región.
Todo el ejercicio analítico aquí propuesto se justifica y se hace en aras de com-
prender y contextualizar a los procesos políticos, sociales y económicos que han

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introducción

transformado la relación sociedad-naturaleza-mercado-Estado. Uno de los fenómenos


que apuntala tal transformación es la descentralización que acompañó o formó parte
de las reformas de corte neoliberal de los Estados-nación. El Estado con un fuerte
poder o carácter central que caracterizó a la región antes de la década de 1970, fue
desmantelado a partir de un conjunto de políticas de descentralización o desmante-
lamiento de la figura de un Estado interventor; la tendencia fue global, aunque con
matices en cada región y particularidades en cada país. La descentralización desde la
década de 1970 se habría orientado hacia los gobiernos civiles, mientras que las de
1980 y 1990, hacia la economía de libre mercado y mayor responsabilidad para las
instancias estatales/provinciales.
La descentralización se asocia no sólo con la reforma neoliberal del Estado,
sino también con la consolidación de la democracia tutelada, que fue la modalidad
asumida por la redemocratización en países latinoamericanos que atravesaron perio-
dos dictatoriales. En este sentido, la tradición centralista se desmanteló también en
pro de la democracia efectiva,2 por medio del tejido de nuevas relaciones económi-
cas, políticas y administrativas al interior del Estado-nación. Las relaciones intergu-
bernamentales, aún en construcción, se reconfiguran a partir de la descentralización
política, entendida mediante transferencia de responsabilidades públicas a gobiernos
autónomos, locales o regionales, y la descentralización administrativa, definida a partir
de que la responsabilidad pública permanece en manos del gobierno local, mientras
que las modificaciones se hacen al interior de la misma organización territorial, de
tal manera que facilitan la gestión.3
Uno de los argumentos centrales para el traspaso y reacomodo de funciones
estatales ha sido la supuesta falta de eficiencia del Estado como administrador, pero
esta falta de capacidad no es natural ni tampoco, en muchos casos, real.4 Sin em-
bargo, estos fueron los motivos que sirvieron para abrir paso al sector privado en la
administración de empresas públicas, en cuestiones operativas, mantenimiento, con-
cesiones, etcétera. Esta estrategia fue presentada como solución técnica a problemas

2
Recordemos que, en algunos países como México, no fue necesario atravesar procesos
dictatoriales explícitos, sino que éstos sucedieron bajo el velo de democracias formales.
3
Jacinta Jordana, Relaciones intergubernamentales y descentralización en América Latina. Casos de
Argentina y Bolivia, Estados Unidos, BID, Documento de trabajo, 2002.
4
La capacidad institucional se genera desde el mismo Estado. Si las empresas públicas per-
dieron capacidad, del tipo que fuere, se debe a muchos factores, entre éstos a las mismas
políticas de Estado, e incluso a la corrupción.

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voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social

de ineficiencia del sector público dando lugar a las ya conocidas privatizaciones y


apertura a la mercantilización de la naturaleza en distintas modalidades.
Otra idea que cohabita con la apertura al sector privado es la de desarrollo sus-
tentable, la cual es parte de los objetivos y de la filosofía de las políticas del sector
público y de organizaciones tanto sociales como privadas. Los teóricos, especialistas
del desarrollo, representantes del sector privado y hacedores de políticas adoptaron
el término de sostenibilidad o sustentabilidad como una suerte de dogma y objetivo a
perseguir. En este contexto, se empieza a incorporar la idea de que los recursos na-
turales tienen un valor económico independiente de su valor de comercialización,
que era preciso incorporar en su utilización. El reto que atraviesa este concepto es
el de generar un desarrollo económico que satisfaga las necesidades del presente sin
comprometer las posibilidades de generaciones futuras. Desarrollo sustentable im-
plica muchas cosas, pero esencialmente que la generación presente consuma recur-
sos no renovables a cambio de dejarle algo a las generaciones futuras, e invita a que
los recursos renovables se exploten de manera tal que permitan su regeneración.5
Sin embargo, el término es vago, puede interpretarse de diversas maneras y es
capaz de aglutinar variadas posiciones teóricas y políticas.6 La idea de desarrollo sus-
tentable se encuentra inmersa en una serie de ventajas, ambigüedades y contradic-
ciones, como producto de las diversas interpretaciones que se le han dado. Desde la
perspectiva neoclásica, por ejemplo, el desarrollo sustentable implica un problema
de asignación intertemporal, mientras que para las corrientes ambientalistas radica-
les implicaría un estado ilusorio de armonía estática con la naturaleza. El desarrollo
sustentable puede concebirse como concepto y/u objetivo político, indistintamente,
abarcando la totalidad de variables que componen la idea de desarrollo.
A partir de las reflexiones de los participantes, en este contexto se explicitan,
analizan y debaten problemas y procesos actuales que tienden a la mercantilización
de la naturaleza, a raíz de distintas políticas de Estado y con diversas respuestas so-
ciales. De acuerdo con el tema y la perspectiva que toma cada trabajo, el libro se di-
vide en dos grandes apartados. En la primera parte, titulada “Políticas ambientales y

5
Gilberto Rincón Gallardo (coord.), La reforma pactada (ocho visiones de cambios en la paz),
México, LVI Legislatura, Cámara de Diputados/Centro de Estudios para la Reforma del
Estado, 1995.
6
Patricia Romero Lankao, “La política ambiental ante los diversos retos de la sustentabi-
lidad”, Gestión y Política Pública, vol. VIII, núm. 2, segundo semestre, México, CIDE, 1999;
y Gian C. Delgado, “La ecología política del agua sudamericana”, Memoria, núm. 188,
octubre, México, 2004.

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introducción

reconceptualización de la naturaleza”, se agrupan cuatro trabajos, aquellos que po-


nen en primera plana el entramado entre economía, reflexión económica y direc-
ción de política pública para la gobernanza de los recursos naturales. Obviamente,
hay diferencias en términos de perspectivas teóricas y disciplinares, que permiten
poner énfasis en un aspecto u otro en cada uno de los capítulos de esa parte. Sin em-
bargo, vale la pena insistir que el sustrato común en todos es el abordaje anclado en
la teoría crítica para disertar sobre la correspondencia entre economía, pensamien-
to económico, Estado y política pública, así como mercantilización de la naturaleza.
El primer capítulo,“Naturaleza, economía y subversión epistémica para la tran-
sición. Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía”, de Alberto
Acosta y John Cajas Guijarro, constituye una amplia y rica reflexión sobre cómo el
avance del pensamiento económico liberal creó una concepción de la Naturaleza
como un ente pasivo en la pléyade de decisiones que el homo economicus toma, por eso
la idea de “mercantilización de la naturaleza” es plenamente aceptable en el marco
de esa agenda de “progreso”. Además del detenido recorrido acerca de cómo cada
uno de los autores clásicos de la vieja economía política inglesa entiende el papel de
la Naturaleza en su sistema analítico-interpretativo, la gran aportación del trabajo se
encuentra en abrirnos los caminos para fortalecer la concepción de economía que
englobe la lectura realmente significativa de Naturaleza –basada tanto en la influencia
marxiana del “metabolismo social-natural” inherente al proceso económico, como
en la milenaria tradición de conocimiento vivencial del mundo indígena andino y
amazónico–, y sea así parte de los “fundamentos biocéntricos para la construcción
de la post-economía”. En palabras de los autores:

Por post-economía entendemos un pensamiento social transitorio que entierre a las mal lla-
madas “ciencias económicas” y su pretensión “imperial” (por eso el uso del prefijo
post) y que, junto con visiones y propuestas transdisciplinarias, contribuya a la transi-
ción hacia una civilización post-capitalista que conciba a la realidad humano-natural
como pluriverso (p. 26).

El segundo capítulo, “Naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantiliza-


ción del agua en México”, esfuerzo hecho en co-autoría por Griselda Günther, Mo-
nika Meireles y Giovanni Villavicencio, aborda, desde lo conceptual y por medio del
estudio en México, el proceso de financiarización de la naturaleza, ejemplificando una
de las vías posibles para estudiar ese entrecruce a partir del análisis del caso del sector
hídrico en el país. Su principal aporte es apuntalar los elementos teóricos esenciales
en la literatura sobre la financiarización, integrando conceptos consolidados en ese

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voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social

campo con la discusión incipiente dedicada a los eslabones que conectan financia-
rización-recursos naturales, con la intención de esbozar elementos para aterrizar a la
realidad latinoamericana los cambios producidos por el nuevo régimen de acumu-
lación del capital. Además, partiendo de la hipótesis de que la llamada “financiari-
zación del medio ambiente” altera definitivamente al binomio naturaleza/sociedad,
se analiza detenidamente cómo en México la vinculación entre esas tendencias del
proceso económico conllevó a cambios en la legislación ambiental. Así, se señala que
la inserción asimétrica de los países latinoamericanos en el mercado mundial me-
diante la reprimarización de sus pautas de exportación conjuntamente a la intensi-
ficación de la mercantilización, privatización, acumulación por desposesión de los
recursos hídricos, promovió la flexibilización de la legislación sobre el manejo del
agua, de tal forma que el aprovechamiento de su uso se diera en beneficio de agen-
tes privados y no de la sociedad en general; y “a la vez, dejando la impronta de nue-
vas formas de dominio de la naturaleza y control de las comunidades locales” (p. 95).
En sintonía con el texto anterior, Shantal Sánchez, en “Reprimarización e in-
tercambio ecológico desigual. Análisis del impacto ecológico del comercio interna-
cional brasileño a partir de indicadores biofísicos”, nos ofrece otro análisis sobre la
mercantilización de la naturaleza, del neoextractivismo y de la reprimarización; aho-
ra estudiándolos a partir del examen del comportamiento de la economía brasileña,
por medio de la lectura crítica de la economía ecológica y tratando de mesurar el
impacto ambiental, a partir de las dimensiones biofísicas de su padrón de inserción
internacional. La gran aportación del capítulo se encuentra en retomar la noción de
“intercambio ecológico desigual” para discutir la explotación de recursos naturales
exportados por Brasil.Así, el estudio analiza el comportamiento del balance comercial
físico del país desde el periodo del auge de los precios de las materias primas hasta la
ralentización de su valor en el mercado mundial a partir de 2014, entendiendo que:

[...] mientras el precio desciende, existe una sobreexplotación, manifestándose a par-


tir del aumento del volumen de materias primas exportadas para obtener la misma
cantidad de recursos monetarios que cuando su precio era alto, por lo tanto, hay una
mayor cantidad de flujos de materias hacia el exterior para obtener un mismo mon-
to monetario aumentando los outputs y desbalanceando el sistema ecológico (p. 127).

Esta primera parte del libro concluye con un trabajo que nos aporta otra mi-
rada regional sobre el extractivismo en América Latina, con énfasis en el uso de la
violencia por parte del Estado para garantizar condiciones favorables a las empresas.
Aleida Azamar, en su texto “Extractivismo militarista en América Latina”, analiza de

16
introducción

qué manera los Estados latinoamericanos han abierto las puertas para la reprimari-
zación de la economía en la región, a partir de políticas de Estado que favorecen el
extractivismo y la injerencia de empresas trasnacionales, en detrimento de los de-
rechos de la naturaleza y el bienestar social. Este proceso, además, ha sido gracias al
respaldo de otros actores sociales, en especial de las fuerzas armadas. La aportación
del capítulo reside en hacer una crítica a los gobiernos de la región –de diferentes
ideologías– por el flanco común de que bajo su conducción se multiplicó la explo-
tación a la naturaleza y el apoyo que el Estado ha ofrecido a las compañías extracti-
vas, principalmente involucrando sus ejércitos nacionales y haciendo uso de nuevas
dinámicas de “apaciguamiento violento” de las tensiones sociales en las áreas donde
la extracción de recursos naturales se lleva a cabo. Solo así se entiende cómo el ex-
tractivismo invariablemente demanda la activa actuación del “ejército, para permitir
que las actividades de explotación territorial se desarrollen en su máximo potencial,
aunque haya rechazo por gran parte de la población en el proceso, lo cual es preve-
nido mediante el uso de la fuerza” (p. 147).
En la segunda parte del libro, “Cambio institucional y resistencia social”, se
integraron trabajos que giran en torno al papel que cumple el Estado y la sociedad
civil en el proceso de mercantilización de la naturaleza y de reconfiguración de re-
laciones entre actores. Desde una original perspectiva, Eliana Spadoni nos ofrece un
análisis del rol que han tenido las Defensorías del Pueblo en América Latina, a partir
del estudio de los casos de Perú y Argentina, en torno a la resolución de conflictos
ambientales. La autora, en su texto “El rol de la Defensoría del Pueblo en la cana-
lización productiva de los conflictos ambientales. Estudio comparado de Argentina
y Perú”, pone en relieve la importancia de estos canales de resolución de conflictos
que conllevan implícitamente una pugna por el control de los recursos naturales y
que a la vez contiene elementos clave para la reconfiguración o cambio social. Prin-
cipalmente, al acompañar conflictos ambientales seleccionados en ambos países, en
especial los generados a partir de contaminación ambiental de las cuencas hídricas,
el capítulo brinda evidencia sobre el importante rol desempeñado por las Defenso-
rías del Pueblo latinoamericanas puestas en marcha en la década de 1990 a fin de
apoyar en la observancia de los derechos de tercera generación, como el derecho al
ambiente saludable. Se presenta la acción de las Defensorías como fundamental en la
canalización productiva de los conflictos ambientales, o sea, entendiendo a esa cana-
lización como la forma en que las demandas de los actores sociales inmediatamente
involucrados se procesan institucionalmente y se generan alteraciones significativas
en las relaciones intergubernamentales.

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voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social

Así, la Defensoría, en tanto institución estatal autónoma que ejerce mecanismos de


control horizontal y vertical social, y que representa los intereses difusos “del pueblo”,
ha demostrado que puede abordar críticamente las causas y diferencias que originan
las controversias, balanceando poderes hegemónicos y erigiéndose como un contrapo-
der legítimo en la canalización productiva y, en última instancia, democrática de los
conflictos ambientales (p. 184).

Finalmente, el libro culmina con un aporte sobre las otras miradas a las resis-
tencias a la mercantilización de la naturaleza, a partir del estudio de caso de procesos
de resistencia en territorios indígenas en Chile a proyectos de energía eólica. Pablo
Rojas, Gustavo Blanco y Ma. Amalia Mellado, en su texto “Ontopolítica en Wada-
lafken Mapu: las ‘naturalezas’ de la resistencia frente a proyectos de energía eólica en
Chile”, hacen un gran aporte, desde la ontología política, para la conceptualización
sobre cómo la práctica y las dinámicas comunitarias dejan ver las distintas concep-
ciones de naturaleza, y sobre cómo el conflicto desencadena en el fortalecimiento de
otras visiones. Ello nos trae un coro de voces latinoamericanas; otro análisis sobre los
procesos de resistencia implícitos en los métodos de reconfiguración de relaciones
entre distintos actores y la forma como interactúan y contribuyen al rediseño de las
relaciones entre sociedad civil-Estado-mercado-naturaleza. Así, desde la perspectiva
de la ontología política y a partir del examen de las relaciones que se despliegan en
las múltiples formas que toman los procesos de resistencia a un proyecto de energía
eólica emplazado en el territorio indígena de Wadalafken Mapu, en Chile, se vislum-
bra el rico “repertorio de prácticas creativas de resistencia: desde eventos culturales
e instancias académicas, hasta obras musicales ‘viralizadas’ por la internet” (p. 185).
Los textos en su conjunto nos aportan elementos para entender y caracterizar
la reconfiguración constante, aunque marcada en algunos momentos de la historia,
de las relaciones y pautas de interacción entre Estado, naturaleza y mercado. Esto es,
a partir de los cambios de las políticas que se orientan a abrir espacios para promover
el extractivismo, ya sea mediante cambios en los marcos normativos o por medio de
la desregulación que promueve mayor injerencia de las empresas privadas/trasnacio-
nales. Ello conlleva un proceso de reconceptualización de la Naturaleza. Histórica-
mente, la Naturaleza no humana ha estado a la orden de las necesidades humanas, a
partir de su consumo o uso para la satisfacción de necesidades básicas. Sin embargo,
en la actualidad, el mismo capitalismo y las políticas que se adecúan a este momen-
to, han llevado a la noción de naturaleza como mercancía, la cual rebasa la noción
previa de naturaleza como recurso.

18
introducción

A pesar de sus temáticas y las distintas perspectivas disciplinarias, existe una no-
ción presente en todos los capítulos: la dimensión política (tanto política en el sen-
tido amplio como políticas públicas); llegando a ser el Estado el principal promotor
conocido de las políticas de mercantilización de la naturaleza, aunque representan-
do intereses y necesidades del capitalismo actual. Así, vemos que en el proceso de
reconceptualización intervienen tanto el Estado como el mercado, mientras que las
respuestas sociales fungen, en la mayor parte de los casos, como forma de resisten-
cia, intentando mantener a salvo ecosistemas, pero también como contraparte para
la intensificación de mercantilización que se observa. Ello lleva implícito distintas
formas de resistencia o combate a la reconceptualización de la naturaleza no hu-
mana como un “mero recurso” que permite acumular ganancias, lo cual dista de la
noción de medio para la subsistencia.
Por medio de sus trabajos aquí publicados, los autores alzan sus voces, latinoa-
mericanas, denunciando el proceso rapaz que ocurre no sólo en la región, pero es-
pecialmente en ella. Con distintos timbres y volúmenes, estas voces hablan para decir
y denunciar la gravedad de estos procesos de reconceptualización y la importancia
que tiene el no quedarnos callados.
Finalmente, agradecemos enormemente a aquellas personas e instituciones que
hicieron posible la realización de este libro. A la Universidad Autónoma Metropo-
litana, en especial a la Rectoría de la Unidad Xochimilco, a la División de Ciencias
Sociales y Humanidades, al Departamento de Política y Cultura y al área de investi-
gación Problemas de América Latina. De forma subsidiaria, este trabajo se benefició
de las actividades llevadas a cabo en el marco del proyecto de investigación “Crédito,
dinámica bancaria y mercados financieros emergentes: financiarización y desarrollo
en el siglo XXI” (PAPIIT, IA301018), por lo cual estamos agradecidas con la DGAPA-
UNAM. Cada una de estas instancias aportó algo que resultó ser esencial para todo el
proceso de construcción del libro.También queremos agradecer el apoyo recibido de
algunas personas en particular: Fabiola Escárzaga y Roberto Huerta Peruyero, am-
bos de la UAM-Xochimilco, e Itzel Dueñas, alumna de la licenciatura en Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México.

19
PRIMERA PARTE
Políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía

Alberto Acosta / John Cajas Guijarro

El ser humano no debe seguir tal como es,


es necesario verlo también como podría
ser y acostumbrarse a esa visión.
Bertolt Brecht

Resumen
El avance del pensamiento económico creó una concepción donde la Naturale-
za adquiere un papel pasivo y donde su mercantilización es plenamente acepta-
ble. Alimentada por los orígenes mismos de la noción de progreso (cuyo alcance
requeriría la dominación al mundo natural según varios enfoques filosóficos), la
vieja economía política fisiócrata-clásica vería a la Naturaleza desde varias pers-
pectivas problemáticas como, por ejemplo: un agente justificador de un orden
natural aristocrático (François Quesnay); un pasivo proveedor de insumos para
la producción (Adam Smith, David Ricardo); un ente en permanente oposición
al ser humano (Roberto Malthus); una entidad malévola (Nassau Senior) y hasta
irracional (John Stuart Mill). En oposición a tales enfoques, en la crítica a la vie-
ja economía política planteada por Karl Marx es posible encontrar el concepto
de “metabolismo social-natural” que puede servir de base para comprender la
“ruptura metabólica” provocada por la acumulación capitalista. Sin embargo, el
pensamiento económico enterraría la propuesta “metabólica” para terminar con-
solidando la mercantilización de la Naturaleza en las “ciencias económicas” (sobre
todo gracias al impulso marginalista y neoclásico). Contra ese resultado, también
emergen los Derechos de la Naturaleza en tanto fundamento para construir una
post-economía (entendida como un pensamiento social que, desde la superación
de las “ciencias económicas” contribuya en la transición hacia el pluriverso).1 A
ese aporte se suman algunas experiencias vivenciales de quienes han sostenido

Se agradecen los valiosos y profundos comentarios de Jürgen Schuldt tanto a una versión
1

preliminar de este trabajo como a la construcción misma del concepto de post-economía.

23
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

formas de relacionamiento social alternativas al capitalismo (en particular, desde


el mundo indígena). Quizá con ese diálogo entre diferentes matrices de pensa-
miento –saberes y conocimientos–, la post-economía puede volverse un instru-
mento de lucha en contra de la civilización del lucro sin fin y por cierto para la
construcción de sociedades radicalmente sustentables y justas.

Palabras clave: naturaleza, post-economía, subversión epistémica, pluriverso.

Introducción

A pesar de que ninguna forma de vida puede pensarse al margen de la Naturaleza, ac-
tualmente las “ciencias económicas” han asignado al mundo natural el único y pasivo
papel de proveer de “mercancías” que puedan usarse como materias primas y demás
medios de producción útiles a la valorización del capital. Semejante pasividad dada
a la Naturaleza por parte de las “ciencias económicas” –tanto ortodoxas como hete-
rodoxas, e incluso varias afines a corrientes “críticas”, con honrosas excepciones–2 da
carta libre para que el mundo natural se banalice y se perpetúe su mercantilización.
Por cierto, cabe mencionar que la lógica perversa de mercantilización de la
Naturaleza precede al capitalismo. Tal hecho es visible tanto en la mercantilización
de recursos naturales existente antes de que emerja la civilización del capital,3 e in-
cluso en la dinámica del comercio de esclavos, pues si se acepta que el ser humano es
Naturaleza, entonces al esclavizar a dicho ser y venderlo necesariamente se mercan-
tiliza al mundo natural.4 De todas formas, en el capitalismo esa mercantilización se

2
En varios planteamientos heterodoxos la interpretación dada a la Naturaleza a ratos no di-
fiere mucho de la interpretación ortodoxa. Por ejemplo, en los modelos post-keynesianos
de crecimiento económico –capitalista– el papel del mundo natural es muy cercano al
asignado por los modelos ortodoxos.
3
Sólo a manera de ejemplo piénsese en la apropiación y mercantilización de grandes
territorios conseguidas en la Edad Media en Europa, aspecto que fue útil en la
consolidación del feudalismo (y que incluso tuvo su versión en el mundo colonial y
hasta post-colonial, como sucedía en aquellos casos donde no sólo se vendía la tierra sino
incluso a los “siervos” –o “indios” en Nuestra América– que venían “atados” a ésta).
4
Cabe recordar que el propio Aristóteles consideraba como designio de la Naturaleza la
distinción entre esclavos y amos, distinción que –con variantes– sería usada como justi-
ficativo para defender la existencia de grandes mercados de venta de esclavos tanto en la
antigua Roma como en los tiempos de la colonización europea (y que, ya con el mero
justificativo de acumular capital, penosamente todavía existen).

24
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

da a escala ampliada por el crecimiento económico-material empujado de forma


permanente ante las ansías de la acumulación del capital.
La mercantilización de la Naturaleza no sólo se ha consolidado en términos
concretos, sino que también se lo ha hecho especialmente en el pensamiento eco-
nómico. Por ejemplo, al revisar los orígenes de la vieja economía política (en parti-
cular el pensamiento fisiócrata y clásico) es factible encontrar que la Naturaleza no
era la protagonista en las elaboraciones teóricas y prácticas, las cuales se mantuvieron
cargadas de un marcado antropocentrismo y de una fuerte dependencia en la noción
de progreso.Y si bien aún no se consolidaba la idea de una Naturaleza-mercancía, ha-
bía nociones que veían a la Naturaleza como creadora de un orden natural que de-
bía sostener a la aristocracia terrateniente,5 veían al mundo natural casi como mero
proveedor de insumos a la producción,6 entendían a la Naturaleza como un ente en
confrontación con el ser humano7 y hasta le darían al mundo natural un carácter
malévolo8 e “irracional”.9
En oposición a esa vieja economía política vendría la crítica planteada por Karl
Marx,10 quien, si bien mantuvo también un fuerte sesgo antropocéntrico y guiado

5
François Quesnay (1758-1767), Francois Quesnay et la physiocratie: Textes annotés, vol. 2.
París, Institut National D’études Démographiques, 1958.
6
Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, México,
Fondo de Cultura Económica, 2017 (primera edición, 1776). David Ricardo, Principios de
economía política y tributación, México, Fondo de Cultura Económica, 1959 (primera edi-
ción, 1817).
7
Thomas Malthus: An Essay on the Principle of Population, P. Appleman (ed.), Nueva York/
Londres, W.W. Norton and Company, 1798; Principles of Political Economy, Cambridge,
Cambridge University Press, 1820.
8
Nassau William Senior, An Outline of the Science of Political Economy, Londres, W. Clowes
and Sons, 1836.
9
John Stuart Mill: Principles of Political Economy with Some of Their Applications to Social Phi-
losophy University of Toronto Press, Sir William James Ashley (ed.), 1920 (primera edición,
1848); “Nature”, en J.M. Robson (ed.), The collected works of John Stuart Mill, vol. X, Es-
says on ethics, religion and society, Toronto, Toronto University Press, 1985 (primera edición,
1852-1853).
10
Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos, en K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 3,
Londres, Lawrence & Wishart, 1844. Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana, en
K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 5, Londres, Lawrence & Wishart, 1952 (primera
edición, 1845-1846). Karl Marx, Cuadernos de Londres, 1851, MEGA2 IV/8, pp. 227-234;
citado en K. Siato, Karl Marx’s Ecosocialism: Capital, Nature and the Unfinished Critique of
Political Economy, Nueva York, Monthly Review Press, 2017. Karl Marx, Outlines of the
Critique of Political Economy (Grundrisse), en K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 28,

25
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

en la noción de progreso, al menos planteó una noción de “metabolismo social-na-


tural” como forma de representar a la compleja unidad dialéctica formada por seres
humanos y Naturaleza. Una unidad que sería continuamente trastocada por la ci-
vilización capitalista que, en su proceso de acumulación permanente, provoca “rup-
turas metabólicas” que mercantilizan y explotan cada vez más tanto a la fuerza de
trabajo como al mundo natural.
De la confrontación entre la vieja economía política y la crítica de Marx, salie-
ron victoriosos –en términos de vigencia dominante– los pensamientos marginalistas
y sobre todo neoclásicos, los cuales tomaron –a conveniencia– las enseñanzas clásicas
para construir las bases de unas “ciencias económicas” donde, ahí sí, la Naturaleza se
mercantilizó acelerada y masivamente. Así, la Naturaleza devino en mera proveedora
de insumos y espacio de almacenamiento de desechos. Finalmente, el pensamiento
económico contemporáneo, sobre todo –pero no sólo– en el caso ortodoxo, quedó
entrampado en una visión reduccionista de la Naturaleza-mercancía, algo que quizá
no hubiera sucedido si dicho pensamiento no hubiera enterrado en el olvido la crí-
tica marxista o si habría tenido apertura a otras formas de entender la vida misma.
Como una forma de confrontar ese pensamiento reduccionista también emer-
gen los derechos de la Naturaleza,11 los cuales son una herramienta más en los in-
tentos por detener la mercantilización del mundo natural y de la vida en general;
intentos que, por cierto, sólo pueden pensarse desde un post-capitalismo (pues una de
las esencias del capital es buscar la mercantilización de prácticamente toda dimensión
humana y natural). Al reconocer a la Naturaleza como sujeto de derechos al mismo
nivel que los seres humanos (quizá formando un solo sistema de Derechos Universa-
les), se abren las puertas a nuevas formas de entender a la sociedad y por supuesto a
la propia economía. Quizá desde esos derechos se pueda arrancar la búsqueda de fun-
damentos biocéntricos para la construcción de una post-economía.
Por post-economía entendemos un pensamiento social transitorio que entierre a las
mal llamadas “ciencias económicas” y su pretensión “imperial” (por eso el uso del
prefijo post) y que, junto con visiones y propuestas transdisciplinarias, contribuya a
la transición hacia una civilización post-capitalista que conciba a la realidad huma-
no-natural como pluriverso: “un mundo donde quepan muchos mundos” según la

Londres, Lawrence & Wishart, 1952 (primera edición, 1857-1858). Karl Marx, El Capital,
vol. 1, en K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 35, Londres, Lawrence & Wishart, 1952
(primera edición, 1867).
11
Un aporte importante en esta discusión es el libro de Eduardo Gudynas, Los derechos de la
Naturaleza. Respuestas y aportes desde la ecología política, Quito, Abya-Yala, 2016.

26
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

fórmula zapatista o, en palabras de Arturo Escobar, “mundos y saberes construidos


sobre la base de los diferentes compromisos ontológicos, configuraciones epistémi-
cas y prácticas del ser, saber y hacer”.12 Así, desde la post-economía queremos con-
tribuir a la transición hacia el pluriverso criticando y tratando de corregir las taras
de todas las corrientes económicas (no sólo la ortodoxia contemporánea, sino todas las
corrientes incluyendo las de carácter histórico), e incorporando elementos de otros
pensamientos sociales (incluso enseñanzas propias de mundos distintos a la Moder-
nidad Occidental, como el Buen Vivir indígena).
Dentro de esta propuesta de subversión epistémica para la transición, la post-
economía buscaría recomponer el “metabolismo social-natural” que es trastocado
por la lógica capitalista en su afán precisamente de –en el marco de la competen-
cia– valorizar el capital. Para lograrlo, entonces, no sólo se puede aprender de cómo
el pensamiento económico desfiguró la forma de entender a la Naturaleza (termi-
nando en el reduccionismo), sino que también se aprende de la experiencia viven-
cial de quienes, desde realidades concretas en sus respectivos territorios, han logrado
sostener formas de relacionamiento social alternativas al capitalismo. Un ejemplo
destacado de ello son los relacionamientos sociales vigentes en el mundo indígena
andino y amazónico, los cuales –incluso con múltiples formas de organización eco-
nómica que suelen menospreciarse por las “ciencias económicas”–13 pueden apor-
tar en ese camino de reconstrucción de la armonía entre Humanidad y Naturaleza.
Pensamos que para construir una post-economía es útil juntar críticamente
el análisis de la (des)evolución de la concepción de la Naturaleza en el pensamien-
to económico –enfatizando en la ruptura entre la vieja economía política, las pro-
puestas de Marx y las “ciencias económicas”– con el análisis de los derechos de la
Naturaleza como oposición directa a la mercantilización del mundo natural, y con
el análisis del conocimiento vivencial del mundo indígena y sus propuestas decolo-
niales. Por cierto, aquí tienen un puesto destacado todas aquellas lecturas ecologistas
–sobre todo las radicales y “profundas”– que han cobrado notable vigencia en los
últimos tiempos, incluyendo las demandas y las potentes propuestas feministas, las
cuales analizaremos con mayor detenimiento en trabajos futuros. Usando este cruce
tan peculiar de ideas, deseamos motivar –y hasta incomodar y provocar– un futu-
ro debate que no sólo aspire a tener una mejor comprensión de la unidad dialécti-
ca humano-natural que sostiene a toda realidad, sino que también se anhela servir

12
Véase Arturo Escobar, “Más allá del desarrollo: postdesarrollo y transiciones hacia el
pluriverso”, Revista de Antropología Social, vol. 21, 2012, p. 49 (pp. 23-62).
13
“Ciencias” que, para colmo, implícitamente poseen elementos y valores neocoloniales.

27
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

como un instrumento más de lucha en contra de la civilización del lucro sin fin y
en favor de alcanzar el pluriverso. Ese es justo el anhelo y el objetivo de las reflexio-
nes que se presentan a continuación.

Del progreso torturador a la economía de la Naturaleza

Actualmente la Naturaleza es vista como mera mercancía en las “ciencias económi-


cas”, sin embargo, es ilustrativo revisar cómo el concepto de Naturaleza y su vínculo
de armonía con el ser humano se ha deconstruido a lo largo del tiempo hasta ad-
quirir su carácter mercantil. Esa deconstrucción no sólo posee una elevada dosis de
antropocentrismo casi desde los inicios mismos de la economía, sino que hasta podría
pensarse que es el reflejo de la expansión de la idea de progreso dentro del pensa-
miento occidental.
Quizá las primeras nociones del concepto de progreso (entendido como el
“avance de la humanidad en su lucha por perfeccionarse, paso a paso, a través de
fuerzas inmanentes, hasta alcanzar en un futuro remoto una condición cercana a la
perfección”) se las pueden adjudicar al filósofo griego Hesíodo (circa 700 a.C.), en
especial en su obra Los trabajos y los días. Dicha idea del progreso iría avanzando con
el desarrollo de la filosofía-teología de la edad antigua y media, destacándose San
Agustín, quien plantearía: una visión lineal del tiempo, divisible en etapas, en donde
el progreso humano consistiría en “un futuro estado terrenal en el cual el hombre
podría librarse de las fatigas y tormentos de tiempos pasados y conocería, por pri-
mera vez, el paraíso terrenal”.14
Para alcanzar ese supuesto “paraíso terrenal” denominado progreso –aspiración
latente hasta la actualidad, sobre todo en el mundo occidental heredero de Europa–,
varios plantearon la necesidad de que la Naturaleza deba ser “dominada” o “supe-
rada”. Ahí encontramos a los planteamientos de Francis Bacon quien, en El parto
masculino del tiempo (1603), metafóricamente hablaría del dominio de la Naturaleza
cual esclava, mientras que en La nueva Atlántida (1624) indicaría que ese dominio
vendría atado al uso de la ciencia como la base para adquirir conocimiento, poder

14
Para una revisión histórica del concepto de progreso se recomienda el artículo de Robert
Nisbet, “The idea of Progress”, Literature of Liberty, vol. 2, núm. 1, 1979, p. 14 (pp. 7-37).

28
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

y, en definitiva, progreso.15 En cuanto a René Descartes, en su Discurso sobre el méto-


do (1637) diría igualmente que en la búsqueda de ese “paraíso terrenal” “debemos
volvernos amos y poseedores de la Naturaleza”.16 Leyendo estas palabras de Descar-
tes, hasta podríamos pensar que justamente el torturador de la Naturaleza –desde el
pensamiento ilustrado– sería la propia idea de progreso.
En contraposición a estas visiones, se puede rescatar el planteamiento de Ba-
ruch Spinoza quien en su Ética demostrada según el orden geométrico (1677) plantearía
la unidad entre “ese eterno e infinito ser al que llamamos Dios o Naturaleza” (Deus
sive Natura). Esa Naturaleza-Dios es causa immanens, es decir, produce sus efectos
dentro de sí misma, de modo que la creación o “naturaleza naturada” (natura natu-
rata) se encuentra dentro de su creador o “naturaleza naturando” (natura naturans).17
Asimismo, esa Naturaleza sería una causa eficiente de todo más no una causa final en
tanto que “todas las causas finales no son más que ficciones humanas”.18 Respecto
al vínculo entre ser humano y Naturaleza, Spinoza sería explícito: “es imposible que
un ser humano no deba ser parte de la Naturaleza”;19 “pienso que el cuerpo huma-
no es una parte de la Naturaleza. Respecto a la mente humana, también pienso que
es parte de la Naturaleza”.20
Posteriormente, y tomando algunos elementos de Bacon (en especial, la idea
de que la “voluntad de Dios” se encontraría escrita en dos libros: el libro de las Es-
crituras y el libro de la Naturaleza), en el siglo XVIII los filósofos Robert Boyle y
John Ray plantearon varias intuiciones sobre cómo la Naturaleza reflejaría el “plan
de un gran autor”. En concreto, Boyle y Ray ayudarían a construir la noción que se

15
Paradójicamente, el mismo Bacon diría en su Novum Organum que el dominio de la Na-
turaleza sólo se alcanzaría al seguir “sus leyes”. Esto deja ver que la concepción de Bacon
sobre la Naturaleza es más compleja de lo que se podría pensar a priori.
16
Véase John Bellamy Foster, “Nature”, en K. Fritch, C. O’Connor y A.K. Thompson (eds.),
Keywords for Radicals: The Contested Vocabulary of Late-Capitalist Struggle, AK Press, 2016, p.
211 (pp. 208-213).
17
Sobre el vínculo entre Dios y Naturaleza en Spinoza se recomienda el artículo de Carlos
Fraenkel, “Maimonides’ God and Spinoza’s Deus sive Natura”, Journal of the History of
Philosophy, vol. 44, núm. 2, 2006, pp. 169-215.
18
Véase Gal Kober, “For they do not agree in Nature: Spinoza and Deep Ecology”, Ethics
and the Environment, vol. 18, núm. 1, 2013, p. 51 (pp. 43-65), para algunas reflexiones de
Spinoza sobre la Naturaleza y cómo tales reflexiones contribuyen a la ecología profunda.
19
Ibid., p. 48.
20
Ibid., p. 53.

29
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

conocería como la oeconomia de la Naturaleza.21 Dicha noción tendría fuerza sobre


todo en el trabajo Specimen academicum de oeconomia naturae (1749) del filósofo Carl
Linnaeus, quien sugeriría que los seres humanos deberían considerarse parte de la
Naturaleza en vez de verse por encima de ésta; asimismo sugeriría que cada especie
de planta y animal tiene tras de sí una razón de ser.22 Linnaeus también concedió a
Dios el papel de diseñador de la Naturaleza, quien creó relaciones bióticas que fun-
cionan armónicamente y en beneficio de la Humanidad.23
Todos estos precedentes filosóficos –y hasta teológicos– donde se entrecruzan
el progreso con la existencia de un supuesto “orden divino” natural, permiten com-
prender cómo, posteriormente, los pensadores que dieron origen a la vieja econo-
mía política fisiócrata-clásica24 no veían al “sistema económico” como una entidad
separada de la Naturaleza. Esto no niega que dichos pensadores mantuvieron la tra-
dición antropocéntrica y, sobre todo, mantuvieron como fuerza motora a la noción
de progreso casi por encima del mundo natural (aspecto que, en última instancia, es
quizá una de sus mayores debilidades). De todas formas, lo que buscamos aclarar es
que en la vieja economía política la noción de mercantilizar a la Naturaleza recién
se estaba sembrando, pero aún no se consolidaba.

21
Para un seguimiento detallado de las diferentes nociones de Naturaleza en el pensamiento
económico se recomienda el artículo de Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of
modern economic conceptions of nature”, Economy and Society, vol. 39, núm. 2, 2010, p.
222 (pp. 218-246).
22
Ibid., p. 223.
23
Véase Frank Egerton, “A History of the Ecological Sciences, Part 23: Linnaeus and the
Economy of Nature”, Bulletin Ecological Society of America, vol. 88, núm. 1, 2007, pp. 72-88.
24
Para una discusión sobre los inicios de la economía política y su deformación en “ciencia
económica” se recomienda el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las
‘ciencias económicas’ a la post-economía. Reflexiones sobre el sin-rumbo de la econo-
mía”, Ecuador Debate, núm. 103, 2018, pp. 37-59. Igualmente se recomienda el artículo
de Amitava Dutt, “From political economy to economics and back again?”, en P. Ray, R.
Sarkar y A. Sen (eds.), Economics, Management and Sustainability. Essays in Honor of Anup
Sinha, Springer, 2018, pp. 27-52.

30
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

Una mención especial

Antes de arrancar con los pensadores más comúnmente analizados de la vieja eco-
nomía política fisiócrata-clásica, es justo hacer mención del aporte de Hans-Carl
von Carlowitz quien, en su libro Silvicultura oeconomica (1713):

No sólo se preocupó de mantener la explotación de la madera en márgenes razona-


bles, sino que propuso proteger el bosque, no su simple sustitución por plantaciones.
Carlowitz asumió expresamente lo que significan la diversidad y la integridad de los
sistemas ecológicos. Se opuso al dinero fácil, como el obtenido al cortar un bosque y
ganar simplemente una renta extractivista. Para él no era tan importante incrementar
el bienestar material tanto como la felicidad. Incluso planteó satisfacer las necesida-
des básicas pues todos tienen derecho a alimentarse y sobrevivir.Y, aunque sorprenda,
Carlowitz –en plena expansión imperial europea– se opuso a la colonización como
mecanismo que asegure la sustentabilidad explotando los recursos naturales de otros
territorios y países.25

Como cuestión a resaltar de Carlowitz, además de la ya citada, está el hecho de


haber sido el primero en plasmar en forma escrita el concepto de “sustentabilidad” en
el contexto del estudio de “las causas de la crisis de la madera, en una suerte de crisis
energética –que golpeaba a la Sajonia y a otros países en Europa–, plante[ando] la ne-
cesidad de no explotar más madera que la que se puede reproducir para sustituirla”.26
Sin duda esta visión de Carlowitz –quien incluso explícitamente expresó su
amor a la Mater Natura– plantearía un enfoque no antropocéntrico que contrasta con
la vieja economía política clásica, razón por la cual se merece esta mención especial.

Antecedentes a la desnaturalización en la vieja economía política

Si bien la Naturaleza no fue nunca el principal objeto de estudio de la vieja econo-


mía política fisiócrata y clásica, es factible encontrar algunos planteamientos sobre

25
Véase Alberto Acosta, “Construcción constituyente de los derechos de la Naturaleza.
Repasando una historia con mucho futuro”, 2019 (mimeo).
26
Idem. Véase además el libro de Ulrich Grober, Die Entdeckung der Nachhaltigkeit. Kulturge-
schichte eines Begriffs, Múnich, Oekom Verlag, 2013.

31
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

el mundo natural entre los principales autores de esta corriente del pensamiento27
(pero, reiteremos, siempre con el ser humano en el centro de la historia y el progre-
so en el centro de las aspiraciones).
Respecto a la corriente fisiócrata,28 para François Quesnay –uno de los padres
de dicha corriente, y de fuertes vínculos con la aristocracia terrateniente francesa de
entonces– la riqueza es un “regalo de la Naturaleza”.29 Dicho “regalo” provendría
de la agricultura, la única actividad auténticamente productiva y creadora del “pro-
ducto neto” (punto en el que sería cuestionado luego por Adam Smith y David Ri-
cardo), que es gastado por las demás actividades económicas; todo esto incrustado
dentro de un orden natural cuya dinámica quedaba delimitada por “La Providencia”.
Esta visión –recogida por Quesnay sobre todo en sus Tablas económicas (1758-1767)–
se oponía a la concepción mercantilista de que la riqueza dependía únicamente del
“cuerpo político” de la sociedad;30 de hecho, para Quesnay la riqueza no crecía por
medio del comercio; sólo la Naturaleza la podía hacer crecer.31
Aunque esta lectura de Quesnay podría hacer pensar que él planteó una visión
benevolente del vínculo entre ser humano y Naturaleza, la cuestión es más compleja.
Por ejemplo, en su visión del laissez faire, laissez passer (“dejar hacer, dejar pasar”)32
Quesnay y demás fisiócratas tenían en mente una libertad económica limitada al co-
mercio agrícola; a la vez, dicha libertad seguiría un “orden natural” que debía hacerse
cumplir por el gobierno –manejado por terratenientes aristócratas absolutistas–, sin
que se impulsen las libertades individuales (incluso Quesnay habría tenido aversión

27
Véase Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, Londres, University of Chicago
Press, 2005, p. 2.
28
Cabe mencionar que la propia palabra “fisiocracia” (acuñada por Nicolas Baudeau) sig-
nifica “gobierno de la Naturaleza” (ibid., p. 45), o mencionar que uno de los textos eco-
nómicos de Quesnay titulado Essai phisique sur l’oeconomie animale (1736) hace referencia
explícita a un “Autor de la Naturaleza” y a sus “leyes universales” (ibid., p. 46).
29
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 3.
30
Véase Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of
nature”, op. cit., pp. 223-224.
31
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 49.
32
Esta frase al parecer habría sido sugerida inicialmente por Jean Baptiste Colbert (1681) y
luego sería popularizada –aparte de Quesnay– por Vincent de Gournay. Jean Baptiste Col-
bert, Reunion entre J.B. Colbert y M. Le Gendre en 1681, citada por René de Voyer, Journal
Économique, 1751, pp. 107-117. Reeditado en Gérard Klotz (comp.), Politique et Économie
au temps des Lumières, Saint-Étienne, Universidad de Saint-Étienne.

32
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

a la lucha de clases).33 Es decir, “La Providencia” y el orden dictado por la Naturale-


za, según los fisiócratas, aún mantenía su fuerte papel legitimador de las relaciones
de producción feudales.34
Pasando al pensamiento clásico, la concepción planteada sobre la Naturaleza
muestra múltiples matices. Así, en el caso de Adam Smith, en su Teoría de los senti-
mientos morales (1759) sugirió que los dos grandes propósitos de la Naturaleza son el
apoyo al individuo y la propagación tanto de la especie humana como de todas las
demás especies.35 Igualmente, Smith compartió con los fisiócratas la idea de que el
mundo –incluyendo el sistema económico– se encuentra regido por una fuerza na-
tural armoniosa análoga a “La Providencia” –y cercana a la “mano invisible”– la cual
mostraba sus designios a través de la Naturaleza. Por ejemplo, de nuevo en la Teoría
de los sentimientos morales (1759), Smith escribió que “cada parte de la Naturaleza,
cuando es examinada con atención, demuestra igualmente el cuidado providencial
de su Autor, y podemos admirar la sabiduría y bondad de Dios hasta en la debilidad
y la locura humana”.36 Se nota, dicho sea de paso, el fuerte vínculo teológico entre
la noción de Smith de Naturaleza, muy posiblemente como herencia de las visiones
filosóficas antes mencionadas.
En cuanto a la Riqueza de las Naciones (1776), si bien las menciones explícitas
a la Naturaleza son poco claras, se pueden encontrar algunas rupturas respecto a la
fisiocracia. Por ejemplo, Smith abandonó la idea de que el único trabajo productivo
es el agrícola, extendiendo dicha categoría a todo trabajo creador de bienes duraderos
(es decir, bienes que luego de ser producidos por el trabajo mantienen una existen-
cia física propia capaz de perdurar en el tiempo).37 Respecto al papel desempeñado
por la Naturaleza en la producción, Smith indicaría que ésta no posee ninguna

33
Para una reflexión sobre algunas interpretaciones y críticas a Quesnay se recomienda el
artículo de Gustav Schachter,“Francoi Quesnay: Interpreters and Critics Revisited”, Ame-
rican Journal of Economics and Sociology, vol. 50, núm. 3, 1991, pp. 313-322.
34
Idem.
35
Patrick Frierson, “Adam Smith and the possibility of sympathy with nature”, Pacific Philo-
sophical Quarterly, vol. 87, núm. 4, 2006, p. 445 (pp. 442-480).
36
Véase Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of
nature”, op. cit., p. 226.
37
Para una revisión de los diferentes usos que Smith dio al término “Naturaleza” en su obra
–identificándose hasta siete usos diferentes– se recomienda el libro de Charles Griswold,
Adam Smith and the virtues of the Enlightenment, Cambridge, Cambridge University Press,
1998, pp. 314-317.

33
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

participación en la manufactura, actividad en la que sólo aporta el trabajo huma-


no.38 Es decir, el papel de la Naturaleza dentro de la producción sería bastante pasivo.
Por cierto, quizá la escasa mención a la Naturaleza en la Riqueza de las Nacio-
nes también permite ver que, para Smith, el mundo natural parecería tener un pa-
pel secundario en la economía, más aún cuando no se plantea un vínculo entre dicho
mundo y la principal forma que –según Smith– tienen las sociedades para obtener
riqueza: acumular capital. De hecho, considerando que el único trabajo productivo
es el que genera bienes duraderos, entonces la acumulación en Smith necesariamen-
te implica un aumento continuo de esos bienes, lo cual es inviable en un mundo de
recursos limitados (eso sin considerar los desperdicios provocados por semejante di-
námica). Además, si bien para Smith la agricultura no era la única fuente de rique-
za, sí sería la fase inicial de un potencial proceso etapista de desarrollo, luego de la cual la
acumulación capitalista se extendería a otras actividades y al comercio internacio-
nal.39 De nuevo aquí se omiten los límites naturales y las contradicciones materiales
que generaría un proceso etapista de acumulación de capital que tiene implícita la
idea fantasmagórica de un progreso material ad infinitum.Y esto nos ha conducido
a la persecución de un fantasma: el desarrollo.40
Luego de Smith, merecen atención las reflexiones sobre el vínculo entre Na-
turaleza y economía sugeridas por Thomas Malthus. En su Ensayo sobre el principio
de la población (1798), Malthus consideró que la Humanidad y la Naturaleza viven
en una confrontación permanente como reflejo de la voluntad de Dios: la volun-
tad divina impondría límites por medio de la Naturaleza a la mente humana con
el fin de que ésta se supere de forma permanente, aunque jamás la mente podría

38
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 114.
39
Sobre un potencial desarrollo etapista en Adam Smith véase Joe Bell, “Adam Smith’s the-
ory of economic development: ‘Of the natural progress of opulence’”, Journal of Economics
and Finance, vol. 16, núm. 1, 1992, pp. 137-145.
40
La lista de trabajos sobre este fantasma es enorme. A modo de muestra mencionamos ape-
nas un par de textos: Aníbal Quijano, “El fantasma del desarrollo en América Latina”, en
Alberto Acosta (comp.), El desarrollo en la globalización. El resto de América Latina, Caracas,
Nueva Sociedad/ILDIS, 2000; Arturo Escobar, Una minga para el postdesarrollo. Lugar, medio
ambiente y movimientos sociales en las transformaciones globales, Lima, Programa Democracia y
Transformación Global, Unidad de Postgrado/Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010; Pablo Mella, Ética del posdesa-
rrollo, Santo Domingo, Instituto Filosófico Pedro F. Bonó, 2015.

34
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

sobreponerse plenamente al orden natural.41 Para defender tal visión, Malthus con-
sideró que la Naturaleza representa un estado de letargo defectuoso y generalmente
negativo que necesita superarse, a la vez que ésta crea un orden físico natural al cual
la Humanidad se encuentra sometida.42 Respecto a sus Principios de economía política
(1820), Malthus mantuvo un enfoque similar a los fisiócratas y Smith en el sentido
de que el “sistema económico” se encontraría regido por un orden natural, conside-
rando que los límites naturales vendrían dados por la agricultura, la cual Malthus veía
–al igual que los fisiócratas y contrario a Smith– como la única fuente de riqueza.43
David Ricardo –amigo y rival intelectual de Malthus– también dejó algunas in-
tuiciones sobre el vínculo entre Naturaleza y economía. En sus Principios de economía
política y tributación (1817), Ricardo planteó que los salarios y las ganancias en térmi-
nos agregados son limitados por la Naturaleza, en concreto por las cosechas anua-
les.44 Asimismo –siguiendo en cierta medida a Jean-Baptiste Say y a Adam Smith–,
planteó que la tierra, el aire y el agua son “regalos de la Naturaleza”; sin embargo, a
diferencia de Smith, Ricardo planteó que la Naturaleza tiene un papel relevante en
la manufactura al brindarle energía, potencia mecánica y demás elementos de forma
“generosa” y “gratuita”.45 Por tanto, para Ricardo la Naturaleza igualmente adquiría
un mero papel de proveedora pasiva de insumos para la producción.
El enfoque de Ricardo sobre el papel de la Naturaleza también le llevó a
plantear que el pago de la renta de la tierra al terrateniente es una institución injusta
pues implicaría el pago a una minoría por un regalo del mundo natural; es más, la

41
Para un estudio detallado de la concepción de Malthus sobre la Naturaleza véase Chris-
tian Becker, Malte Faber, Kirsten Hertel y Reiner Manstetten, “Malthus vs. Wordsworth:
Perspectives on humankind, nature and economy. A contribution to the history and the
foundations of ecological economics”, Ecological Economics, vol. 53, núm. 3, 2005, pp. 301-
302 (pp. 299-310).
42
Ibid., p. 302. Es en este sentido que Malthus propuso su conocida intuición de que la
población crece en términos geométricos, mientras que los alimentos sólo lo hacen en
términos aritméticos. Por cierto, la contradicción entre poblacional y recursos naturales
para Malthus no sólo afectaba a la especie humana, sino que –en cierta forma– afectaría
a todas las especies de plantas y animales. Véase Margaret Schabas, The Natural Origins of
Economics, op. cit., p. 107.
43
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., pp. 107 y 110.
44
Ibid., p. 113.
45
Ibid., p. 114. Otro pensador clásico que pondría énfasis en el papel de la Naturaleza en la
manufactura, indicando incluso que dicho papel sería más importante que en la agricultu-
ra, fue el pensador John Ramsey McCulloch en Los principios de la economía política (1863).
Ibid., p. 122.

35
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

existencia de la renta –conocida como renta ricardiana– permitiría que la escasez de


tierra (u otro recurso natural) genere ingresos –marginales– crecientes, transfirién-
dose riqueza del total de la economía a los terratenientes.46
Muchos otros pensadores clásicos también incluyeron –igualmente con mati-
ces diversos– a la Naturaleza en sus planteamientos sobre la economía política. Por
ejemplo, Nassau Senior en Un esbozo de la ciencia de la economía política (1836) consi-
deraba que, con el progreso de la civilización, los alimentos crecerían en mayor mag-
nitud que la población, yéndose en contra de Malthus.47 Además, Senior planteó la
existencia de agentes naturales casi en el mismo nivel que los agentes económicos ra-
cionales, y sugirió que la renta es una “recompensa” para los dueños de esos agentes
naturales, quienes “han permitido que se aceptaran los dones de la Naturaleza”.48
Es decir, el enfoque de Senior buscaba justificar la renta como una recompensa por
un comportamiento benevolente. A su vez, planteó que “la Naturaleza ha decreta-
do que el camino del bien será a través del mal –es decir, no se producirá ninguna
mejora en la cual el aventajamiento general no vaya acompañado de un sufrimien-
to parcial”,49 lo cual puede entenderse como una forma de justificar que el “orden
natural” no tiene porqué ser benévolo o justo.
Un último pensador clásico que merece atención es John Stuart Mill, quien en
sus Principios de economía política (1848) sugeriría que la Naturaleza es la que provee
todas las fuerzas necesarias para realizar la producción mientras que el trabajo hu-
mano sólo se encarga de cambiar la forma como los objetos se juntan entre sí. De
esta manera, Mill se iría en contra de otros enfoques clásicos al considerar que no
es factible distinguir en cuáles actividades la Naturaleza posee una mayor o menor
importancia, pues ésta es relevante para todas las actividades (agricultura, manufac-
tura y demás). Este enfoque llevaría a Mill a plantear que el trabajo humano no es
capaz de crear ni una sola partícula de materia, y lo que realmente crea es utilidad;
por tanto, para Mill la economía política es esencialmente una “ciencia mental” antes

46
Véanse Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought. How natural resources
became an economic concept, Nueva York, Routledge, 2017; y Margaret Schabas, The Natural
Origins of Economics, op. cit., pp. 114-115.
47
Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 106. Jean-Baptiste
Say también destacaría la importancia del cultivo de los recursos naturales incluso para
sostener el progreso histórico de la civilización. Ibid., p. 96.
48
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 123.
49
Véase Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of
nature”, op. cit., p. 232.

36
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

que una “ciencia material”50 (esta idea sería relevante después, con el surgimiento de
la economía marginalista y neoclásica).
Paradójicamente, el mismo John Stuart Mill escribiría años más tarde su ensa-
yo Sobre la Naturaleza entre 1852-1853 (publicado póstumamente como uno de sus
tres Ensayos sobre la religión), mostrando fuertes cambios en su forma de entender a
la Naturaleza. En dicho ensayo Mill planteó una oposición directa a la perspectiva
tanto fisiócrata como de otros pensadores clásicos de que las sociedades deben se-
guir un “orden natural”; de hecho, para Mill aquella noción de que el ser humano
“debe seguir” el curso de la Naturaleza (o “La Providencia” o la “mano invisible”)
es “irracional” en tanto que precisamente la acción humana consiste en mejorar el
curso espontáneo de esa Naturaleza (curso que incluso sería “inmoral”).51 Es más,
en el ensayo Sobre la Naturaleza Mill elaboró toda una postura en donde la acción
humana prácticamente se encontraría encaminada a “enmendar”, “conquistar” y no
a “obedecer” a la Naturaleza.52
Si bien este último elemento sin duda trae a la memoria las posturas de Ba-
con y Descartes (quienes veían al progreso casi como el torturador mismo de la
Naturaleza), cabe reconocer también que John Stuart Mill53 brindó unas primeras
reflexiones sobre lo que hoy se conoce como una economía estacionaria, que pueden
ser vistas como antecedentes del actual pensamiento decrecentista (del cual habla-
remos más adelante).
Pero a pesar de estos antecedentes, la perspectiva de Mill sobre la Naturaleza
aceleraría la “desnaturalización” de la economía política, proceso que concordaba con
el antropocentrismo que se consolidaba con el apogeo del Iluminismo en Occiden-
te.54 Incluso se podría pensar que esa oposición entre acción humana y Naturaleza
sugerida por Mill –junto con la idea de que la economía es una “ciencia mental” y
no una “ciencia material”– abriría las puertas a un estudio de la economía de forma
totalmente separada del mundo natural.55

50
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 127.
51
Earl Gammon,“Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”,
op. cit., 235.
52
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., pp. 129-131.
53
John Stuart Mill, Principles of Political Economy with Some of Their Applications to Social Phi-
losophy, University of Toronto Press, 1848.
54
Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 181.
55
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 133.

37
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Marx y el “metabolismo social-natural”

Posterior a los clásicos, el pensamiento económico tomó –al menos– dos grandes ca-
minos en cuanto a su interpretación sobre la Naturaleza. Uno corresponde a la crítica
de la economía política elaborada por Karl Marx, el otro, en cambio, comprende a los
pensadores marginalistas, quienes construirían las bases para el surgimiento de la econo-
mía neoclásica tomando –a conveniencia– varias enseñanzas clásicas.
Respecto a Karl Marx –sin negar su afiliación raizal entre los cultores del pro-
greso sobre todo en sus etapas juveniles y de mediana edad– la visión que plantea
sobre la Naturaleza en su crítica a la vieja economía política fisiócrata-clásica es más
compleja.56 Uno de los primeros elementos con los que Marx incluye a la Naturale-
za en su análisis se lo encuentra en sus Cuadernos de París, concretamente en los lla-
mados Manuscritos económico-filosóficos (1844). En dichos manuscritos se plantea que
Humanidad y Naturaleza conforman una unidad que es trastocada por el proceso
de alienación del trabajo, así como por la mercantilización de la propia Naturaleza.57
Asimismo, Marx indicaría que la primera condición objetiva del trabajo y su presu-
puesto material es la Naturaleza. Incluso plantearía que la Naturaleza es el “cuerpo
inorgánico” del trabajador (entendiéndose como una extensión de su cuerpo or-
gánico); por tanto, al darse la alienación del trabajo y separarse al productor de sus
condiciones de producción, la unidad Naturaleza-Humanidad se trastoca y emerge
un mundo cosificado ajeno al control humano. Semejante trastocamiento se da en
el capitalismo, modo de producción que implica la negación histórica de la relación
entre seres humanos y Naturaleza.58

56
Entre las referencias a considerar para entender la perspectiva de Marx sobre la Natura-
leza está el libro de Paul Burkett, Marx and Nature: A red and green perspective, Nueva York,
Palgrave, 1999. Igualmente cabe citar a John Bellamy Foster, Marx’s Ecology: Materialism
and Nature, Nueva York, Monthly Review Press, 2000. Buena parte del análisis de Marx
presentado en este artículo se sustenta en el libro de Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism:
Capital, Nature and the Unfinished Critique of Political Economy, Nueva York, Monthly Re-
view Press, 2017.
57
Tal crítica sería reiterada por Marx en el caso concreto de la mercantilización de la tierra
durante la transición entre feudalismo y capitalismo, como se puede leer en su Miseria de
la filosofía (1847).
58
Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism..., op. cit., cap. 1.

38
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

Según Kohei Saito, en Marx la alienación del trabajo muestra cuatro formas:

• La separación entre el trabajador y el objeto que éste crea, en tanto que


dicho objeto en la sociedad capitalista no le pertenece ni satisface sus ne-
cesidades ni es una representación de su subjetividad creadora (alienación
respecto al objeto creado por el trabajo).
• Para el obrero el trabajo no es una actividad voluntaria y liberadora, sino
una actividad forzada para garantizar su subsistencia y beneficiar a otro (alie-
nación respecto al trabajo).
• La especie humana refleja su Humanidad en el trabajo como un acto libre y
consciente desenvuelto en la producción, sin embargo, en el caso del obre-
ro en el capitalismo ese trabajo se vuelve un acto obligado que reniega de
su humanidad en tanto sólo responde a intereses individuales de enrique-
cimiento (alienación respecto a la especie humana).
• Resultado de todo lo anterior y de la desesperación de trabajar para sobre-
vivir, el obrero termina separándose del ser humano, es decir, se aleja tanto
de sí mismo como de otros (alienación respecto al propio ser humano).59

Por su parte, en La ideología alemana (1845-1846) Marx y Engels indicarían que


no es posible concebir a la Naturaleza separada totalmente de los seres humanos.
Más bien Naturaleza y Humanidad conforman una sola unidad dialéctica y materia-
lista (es decir, una unidad en donde no existiría ninguna intervención sobrenatu-
ral, en concordancia con lo que Marx sugeriría en sus Tesis sobre Feuerbach, 1845).
A su vez, aunque los seres humanos producen para vivir y la producción está ine-
vitablemente condicionada por varios factores naturales y materiales, aun bajo esas
condiciones dichos seres humanos también influyen y pueden modificar a la Na-
turaleza. Dentro de la realidad capitalista, semejante vínculo dialéctico lleva a un

A más de esta lectura de la separación humano-natural desde la alienación del trabajo, es


59

factible una lectura desde la subsunción formal del trabajo en el capital (donde el trabajador
individual deja de trabajar para sí mismo y se subsume formalmente al capitalista) y la
subsunción real (en la cual el trabajador se subsume a la cooperación, la división del trabajo
y demás condiciones de producción impuestas de forma específica por el capital).Véanse
los extractos de Marx, La tecnología del capital. Subsunción formal y subsunción real del proceso
de trabajo al proceso de valorización (selección y traducción de Bolívar Echeverría), Barcelo-
na, Ítaca, 1861-1863. Así, se podría plantear una subsunción de la Naturaleza (y la vida en
general) en el capital. Agradecemos a Jürgen Schuldt por hacernos esta sugerencia, la cual
desarrollaremos con mayor profundidad a futuro.

39
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

trastocamiento de la unidad Naturaleza-Humanidad que Marx analiza bajo el con-


cepto de “metabolismo”.60
La primera vez que Marx usó de forma relevante el término “metabolismo”
fue en los Cuadernos de Londres (1851) en un apartado denominado Reflexión. En
dicho apartado Marx planteó una crítica al poder del dinero y a su carácter de clase; crí-
tica en la que menciona que a mayor ingreso existe una mayor capacidad de las per-
sonas a acceder a “interacciones metabólicas”. En el caso concreto del capitalismo,
la “interacción metabólica” es fuertemente limitada, en tanto que sólo un determi-
nado grupo accede al máximo de dichas interacciones, mientas que otro grupo es
completamente empobrecido, subyugado y alienado por el poder ajeno del dinero
independientemente de sus necesidades concretas. Sin embargo, Marx usó el térmi-
no “metabolismo” de forma más general y sistemática en los Grundrisse (1857-58),
en donde planteó tres interpretaciones que se aplicarían también en el tomo I de
El capital (1867): “interacción metabólica entre los seres humanos y la Naturaleza”,
“metabolismo social” y “metabolismo de la Naturaleza”:

• Metabolismo entre seres humanos y Naturaleza. Este “metabolismo” se asocia


con el vínculo entre seres humanos y Naturaleza visto en su conjunto; me-
diado a partir del trabajo y la producción, y visible particularmente en tres
etapas de la producción: la obtención de materias primas, de medios de pro-
ducción y el propio trabajo humano. Aquí emerge un incesante intercam-
bio material entre seres humanos y Naturaleza, el cual se trastoca cuando
la producción se vuelve mera herramienta del proceso de valorización y
acumulación del capital.
• Metabolismo de la sociedad. Marx usó este término en especial para enten-
der el intercambio de mercancías, en tanto dicho intercambio implica la
transferencia de mercancías desde las manos para las cuales no son valores
de uso, hacia las manos para las que sí lo son. Aquí el “metabolismo” refleja
una analogía entre la circulación de mercancía con la circulación sanguínea
en un organismo vivo.
• Metabolismo de la Naturaleza. Forma de “metabolismo” que procede inde-
pendientemente de la intervención humana.

60
Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism..., op. cit., cap. 1. Algunos de los posibles pensadores
que influyeron en la concepción de Marx sobre el “metabolismo”, a criterio de Saito, son
Roland Daniels, Justus von Liebig y Wilhelm Roscher, quienes incluso habrían planteado
algunas intuiciones de dicho concepto en la economía política.

40
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

Así, en términos generales, para Marx el “metabolismo” alude a las incesantes


interacciones entre seres humanos y Naturaleza (mediadas a partir del trabajo), así
como las interacciones al interior de los grupos humanos y al interior de la Natu-
raleza. Dicho “metabolismo” no es estático, sino que cambia a medida que se modi-
fica la forma concreta en que los seres humanos producen, con lo cual se entiende
que la valorización del capital necesariamente trastoca a toda la interacción. Incluso
Marx reconoce que con el aumento de las fuerzas productivas y el mayor requeri-
miento de materias primas y materiales auxiliares empujados por la acumulación
capitalista, todo el proceso de producción se vuelve más inestable, pudiendo llevar
hasta al surgimiento de crisis (como perturbación tanto del “metabolismo” social
como natural). En otras palabras, la valorización del capital se encuentra necesaria-
mente condicionada por el lado material, al punto que incluso tal valorización pue-
de volverse “físicamente imposible”.
Todo esto, sin embargo, no implica para Marx que el capitalismo colapse de
inmediato, pues existiría un “poder elástico del capital” con el cual éste reaccio-
na –dentro de ciertos límites– ante esas perturbaciones “metabólicas”. Dicho “po-
der elástico del capital” se basaría en varias características del mundo material que
pueden ser explotadas tanto en forma extensiva como intensiva según las necesida-
des del capitalismo, pero no de forma infinita. En definitiva, tanto en los Grundris-
se como en El capital, Marx expresa la existencia de una permanente tensión entre
Naturaleza y capital.61
Resultado de esa tensión entre el mundo natural y la valorización del capital,
para Marx surge una irreparable “ruptura metabólica” entre Humanidad y Natura-
leza. Ruptura que únicamente se superaría por medio del surgimiento de una for-
mación social superior al capitalismo, en la cual la propiedad privada de unos pocos
grupos sobre la Tierra sea vista como algo absurdo en tanto se reconozca que nadie
es dueño de la Tierra, sino que la Humanidad es sólo su beneficiaria.62
A manera de recapitulación, se puede mencionar que el papel que Marx asig-
nó a la Naturaleza en su crítica a la vieja economía política y, sobre todo, en el uso
que dio al concepto de “metabolismo”, generó rupturas importantes respecto a vi-
siones anteriores. En particular, rompió con la visión de dominación sobre el mun-
do natural sugerida por Bacon y Descartes, el carácter místico de la Naturaleza y el
orden natural-aristocrático de Quesnay y Smith (junto con su justificación ya sea al

61
Ibid., cap. 2; para un análisis detallado del “metabolismo” de Marx en el tomo I de El capital,
véase capítulo 3.
62
John Bellamy Foster, Marx’s Ecology: Materialism and Nature, op. cit., p. 212.

41
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

poder terrateniente en el primer caso o a la acumulación material sostenida –y eta-


pista– de capital en el segundo caso), la confrontación permanente humano-natural
de Malthus, la limitación pasiva de la Naturaleza a las posibilidades de distribución
de Ricardo, la percepción no benevolente de la Naturaleza de Senior, y la idea de
“enmienda” y “conquista” humana de la Naturaleza de Mill.
Si bien Marx no planteó una visión completa del “metabolismo” social, natural
y humano-natural, era claro que su interpretación empezaba a develar no sólo que
economía y Naturaleza se encuentran estrechamente entrelazados sino, sobre todo,
que el avance de la acumulación capitalista crea rupturas “metabólicas” que pueden
volverse insalvables. Tal elemento crítico es crucial para comprender que el aporte
de Marx es totalmente opuesto al mero anhelo clásico –por ejemplo, de Smith– de
una acumulación material ilimitada.

Consolidación de las “ciencias económicas”


y su mercantilización natural

Las intuiciones del “metabolismo” entre Humanidad y Naturaleza sugeridas por Marx
desde un enfoque crítico al capitalismo –y a la vieja economía política– fueron deja-
das de lado,63 así como se abandonó prácticamente toda su crítica de la economía política.
En particular, con la “revolución marginalista”, el pensamiento económico “borró”
cualquier huella dejada por Marx y adquirió respecto a la Naturaleza un enfoque que
más bien continuaría con la “desnaturalización” de la economía que, en cierta me-
dida, quedó sembrado en el planteamiento clásico, sobre todo con John Stuart Mill.
Un ejemplo de cómo el pensamiento económico de la corriente principal se
decidió por Mill en vez de Marx es el trabajo del marginalista William Stanley Jevons.
De forma peculiar, antes de profundizar su teoría económica, en La cuestión del carbón
(1865) Jevons planteó que la creciente eficiencia en el uso de recursos naturales limi-
tados no reduce su consumo, sino que más bien lo incrementa (como podía verse en
el uso del carbón hecho por Inglaterra a mediados del siglo XIX). Tal resultado, que
muchas veces suele nombrarse como la “paradoja de Jevons”, ha llevado a ver a este
autor como un potencial precursor del estudio de la sostenibilidad en el consumo

Cabe aquí mencionar al economista austriaco Eugen Böhm-Bawerk, crítico directo de


63

Marx, para quien el “capital” puede entenderse en cierta medida como un almacenamien-
to de fuerzas naturales –incluyendo al trabajo– enfocado a los procesos de producción en
el largo plazo. Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 203.

42
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

de recursos naturales; sin embargo, Jevons creía que el completo agotamiento de las
minas de carbón inglesas era imposible y más bien se preocupó del problema de
costos crecientes generados por la explotación de una mayor cantidad de minas.64
Por su parte, en La teoría de la economía política (1871) Jevons plantearía un en-
foque en donde los fenómenos económicos terminarían dependiendo enteramente
de cuestiones mentales (en particular de aquella percepción subjetiva denominada
utilidad marginal, vista como un balance entre placeres y dolores del consumo de una
unidad adicional de un bien), dejando de lado la relevancia del mundo natural ma-
terial (es ahí donde conectaría con Mill).65
Respecto a la riqueza, Jevons se apartaría de fisiócratas y clásicos al sugerir que
la misma no tiene un origen natural –ni en la agricultura ni en ninguna otra activi-
dad concreta– sino que se ubicaría en los deseos e ingenuidad de la mente humana,
mientras que la Naturaleza sólo actuaría como una restricción externa. Asimismo,
Jevons planteó que la “obediencia ciega al impulso de la Naturaleza” correspondía
a “razas inferiores” y hasta era incompatible con “La Providencia” (paradójicamen-
te tal religiosidad en Jevons lo alejaría de Mill). Es más, hay indicios para creer que
la religión tuvo un papel importante en la teoría económica marginalista de Jevons
e incluso en el uso que él hizo de la matemática como una forma de determinar
las leyes definidas en el plan de un “ser superior”, a las cuales sólo podría accederse
aplicando el lenguaje matemático a la dinámica de la mente humana, abstrayéndose
de la Naturaleza. Es decir, Jevons rompió con la idea de una economía regida por un
orden natural y planteó los inicios de una economía regida por un mercado guiado
por utilidades (marginalismo), y en donde la Naturaleza se vuelve un mero recurso
que puede explotarse según los requerimientos de ese mercado.66
Varios pensadores continuaron y profundizaron los planteamientos de Jevons, in-
cluyendo su intento de matematizar la economía fundándose en elementos psicológicos

64
Véase Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., pp. 204-207.
Como curiosidad se puede agregar que William Stanley Jevons, en Sun-Spots and Com-
mercial Crises (1879), plantearía algunos vínculos peculiares entre el ciclo económico y
la Naturaleza, como la idea de que las caídas en el mercado causadas por problemas en
las cosechas agrícolas estarían inducidas por manchas solares. Earl Gammon, “Nature as
adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”, op. cit., p. 237.
65
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 136.
66
Earl Gammon,“Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”,
op. cit., pp. 236-239.

43
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

y en extremo antropocéntricos,67 dejando en la sombra la crítica a la economía políti-


ca elaborada por Marx. Pero, sin duda, quien completaría esta bifurcación del pen-
samiento económico –incluso sugiriendo el abandono de la “economía política” y
planteando los inicios de la “ciencia económica”– sería Alfred Marshall, uno de los
fundadores de la economía neoclásica.68 Alfred Marshall, en sus Principios de econo-
mía (1890), denotaría un fuerte contenido antropocéntrico al plantear, por ejem-
plo, que “el conocimiento es nuestro mayor motor de producción; éste nos permite
dominar a la Naturaleza y obligarla a satisfacer nuestros deseos [...] desde cualquier
punto de vista, el hombre es el centro del problema de la producción, así como del
consumo”.69 Así, Marshall no sólo rompería con la economía política, sino que tam-
bién cerró cualquier posibilidad de que la “ciencia económica” siquiera preste aten-
ción a la existencia de un “metabolismo social-natural”.

Los derechos de la Naturaleza como negación


de la mercantilización natural

Desde la reseña sobre la Naturaleza en los inicios del pensamiento económico que
se acaba de presentar, se nota que la ruptura de la vieja economía política fisiócrata
clásica con los planteamientos de Marx degeneró en el surgimiento de una “ciencia
económica” de raíces marginalista-neoclásicas que no sólo ocultó el carácter político
de la economía.También implicó el ocultamiento –tanto teórico como práctico– del
vínculo entre Naturaleza y seres humanos (reflejo de la deformación de la ancestral
lucha de los seres humanos por sobrevivir, que tuvo lugar en especial con la conso-
lidación del antropocentrismo como pieza clave de la Modernidad).70
Dicha ruptura tuvo como perdedor, dentro del pensamiento económico, al
planteamiento del “metabolismo social-natural”; y como ganador, a un enfoque

67
Otro par de autores que cabe mencionar en este punto son Francis Ysidro Edgeworth y
Philip Henry Wicksteed. Véase Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit.,
pp. 136-137.
68
Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía...”,
op. cit., p. 48.
69
Citado en Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 208.Véase
también Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., pp. 138-139.
70
Véase Alberto Acosta, “Los derechos de la Naturaleza. Fundamentos para otra economía”,
Revista voces en el Fénix, año 5, núm. 37, 2014, pp. 13-19 [http://www.vocesenelfenix.
com/sites/default/files/pdf/12_2fenix37%20baja.pdf].

44
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

antropocéntrico extremo en donde la Naturaleza se vuelve un mero agente pasivo


que se puede mercantilizar sin ningún problema con tal de permitir a los seres hu-
manos adquirir el “máximo placer” y el “mínimo dolor”, usando palabras de Jevons
(aunque cabe reconocer que en el pensamiento económico moderno y contempo-
ráneo siguen los debates sobre el papel de la Naturaleza).71
El resultado de la tendencia a la mercantilización de la Naturaleza es la con-
tinua ruptura del “metabolismo” entre el mundo social y natural; ruptura en la que
los límites naturales son superados dramáticamente, poniendo en riesgo tanto a la
vida humana como a cualquier forma de vida dentro del planeta. Basta mencionar
algunos potenciales efectos de esa tendencia a la mercantilización natural en tiem-
pos capitalistas: la emisión de gases de efecto invernadero y el calentamiento global
causado por la actividad humana72 (el cual llega a temperaturas récord, como en el
calentamiento de los océanos);73 la acelerada pérdida de biodiversidad en conjunto
con procesos de extinciones masivas74 y eso está amenazando seriamente el sumi-
nistro mundial de alimentos;75 el incremento de las migraciones forzadas a causa de

71
Para varias referencias que permiten avanzar en la revisión del papel de la Naturaleza en
el pensamiento económico moderno y contemporáneo véase Nathaniel Wolloch, Nature
in the history of economic thought..., op. cit., pp. 252-253, nota 60. Igualmente merece men-
ción el trabajo de recuperación del concepto de “metabolismo” de Joan Martínez-Alier,
“Marxism, Social Metabolism, and Internacional Trade”, en Alf Hornborg, John Robert
Mcneill y Joan Martínez-Alier (eds.), Rethinking Environmental History. World-System His-
tory and Global Environmental Change, Lanhan, Altamira Press, 2007, pp. 221-237. Respecto
a los intentos contemporáneos de rejuntar a la economía y la Naturaleza también se reco-
mienda revisar el proyecto Mapping the Interplay between Nature & Economy (MINE) [http://
nature-economy.de/].
72
Más allá de las opiniones de los negacionistas del cambio climático, el hecho de que
la actividad humana provoca el reciente calentamiento global es aceptado por la gran
mayoría de la comunidad científica. Para muestra del nivel de consenso científico al
respecto véase John Cook et al., “Consensus on consensus: a synthesis of consensus esti-
mates on human-caused global warming”, Environmental Research Letters, vol. 11, núm. 4,
2016 [https://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/11/4/048002/meta].
73
Véase Lijing Cheng et al., “2018 Continues Record Global Ocean Warming”, Advances
in Atmorpheric Sciences, vol. 36, 2019, pp. 249-252 [https://link.springer.com/content/
pdf/10.1007%2Fs00376-019-8276-x.pdf].
74
Véase Josu Lapresa, “¿Nos acercamos a la sexta extinción?”, El País, 4 de mayo de 2018
[https://elpais.com/elpais/2018/05/04/planeta_futuro/1525430276_043703.html].
75
Véase Jonathan Watts, “El suministro mundial de alimentos está seriamente amenazado
debido a la pérdida de biodiversidad”, The Guardian, 2 de marzo de 2019 [http://www.
rebelion.org/noticia.php?id=253118].

45
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

la mortal combinación de cambio climático y conflictos;76 el posible vínculo entre


paraísos fiscales la deforestación de la Amazonía;77 la exacerbación del extractivismo,
el cual trae consigo corrupción,78 incremento de relaciones racistas y patriarcales,79
violencia (incluyendo el asesinato de quienes se oponen al extractivismo)80 y demás
efectos socioterritoriales;81 la latente amenaza generada por un creciente gasto arma-

76
Al respecto véase estudio citado en Miguel Ángel Criado, “El cambio climático está detrás
de la última oleada de refugiados a Europa”, El País, 23 de enero de 2019 [https://elpais.
com/elpais/2019/01/23/ciencia/1548236630_898115.html].
77
Sobre el tema véase estudio citado en Giovanni Ortaloni, “Un estudio vincula los paraísos
fiscales y la deforestación de la Amazonía brasileña”, Rebelion.org, 22 de enero de 2019
[http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251561].
78
Sobre el tema, véase Eduardo Gudynas, “Corrupción, extractivismo y daño ambiental: una
íntima asociación”, Ambiental.net, 14 de abril de 2016, Centro Latinoamericano de Eco-
logía Social (CLAES) [http://ambiental.net/2016/04/corrupcion-extractivismos-y-dano-
ambiental-una-intima-asociacion/]; y “Corrupción y extractivismos: mutuamente asocia-
dos”, 27 de diciembre de 2016, Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES)
[http://ambiental.net/2016/12/corrupcion-y-extractivismos-mutuamente-asociados/].
Igualmente recomendamos el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “Cruda
realidad. Corrupción, extractivismos, autoritarismo”, Rebelion.org, 17 de agosto de 2017
[http://www.rebelion.org/docs/230588.pdf].
79
Como una muestra se recomienda la nota publicada por Acción Ecológica, “El modelo
extractivista y la violencia contra las mujeres”, 29 de enero de 2019 [http://www.biodi-
versidadla.org/Noticias/El-modelo-extractivista-y-la-violencia-contra-las-mujeres].
80
Segú un informe de FrontLine Defenders, 274 líderes ambientalistas fueron asesinados en
2018. Al respecto véase Rosa Tristán, “Un año funesto: 274 asesinatos de líderes ambienta-
listas”, Other News, 21 de enero de 2019 [http://www.other-news.info/noticias/2019/01/
un-ano-funesto-274-asesinatos-de-lideres-ambientalistas/].
81
Para una discusión tanto del concepto de extractivismo como de su impacto socioterrito-
rial en el contexto latinoamericano reciente se recomienda el libro organizado por Marta
Inez Medeiros et al., Perspectivas de Naturaleza. Epistemologias Negócios de Naturaleza e Amé-
rica Latina, São Paulo, Annablume Editora, 2018 [https://www.academia.edu/37591633/
El_extractivismo_como_eco-r%C3%A9gimen_m%C3%BAltiples_%C3%A1mbitos_y_
escalas_de_su_impacto_socio_territorial_2018_].

46
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

mentístico, por un lado; y el peligro nuclear, por otro.82 Y todo esto como parte de
la “civilización del desperdicio”, como brillantemente lo demostró Jürgen Schuldt.83
Justamente en contra de la mercantilización de la Naturaleza que la “ciencia
económica” ve como aceptable y cuyos efectos desastrosos acabamos de mencionar,
es que también emergen los Derechos de la Naturaleza como una negación de la mer-
cantilización voraz del mundo natural en beneficio de la acumulación del capital.Y
esta emergencia se da en un proceso de mestizaje con los saberes indígenas que consi-
deran a la Madre Tierra como una verdadera madre y no como una simple metáfora.
Un precedente llamativo sobre estos derechos es el trabajo de Christopher
Stone,84 donde plantea que los objetos y áreas naturales deberían tener derechos le-
gales bajo el argumento de que históricamente la ley ha progresado confiriendo de-
rechos a personas o entidades que previamente se consideraban “incapaces” o “no
merecedores” de éstos85 (recordar que cada ampliación de derechos, p.ej. emancipa-
ción de los esclavos o la extensión de los derechos a los afroamericanos, a las mujeres
y a los niños y niñas, fueron en su momento consideradas absurdas y fueron ganadas
por medio de la lucha política).
Posterior al trabajo de Stone (1972), el estudio de los derechos de la Natura-
leza ha captado la atención de múltiples pensadores.86 Igualmente, desde 1972, lue-
go del informe Meadows, “Los límites del crecimiento”, la preocupación por la
Naturaleza se ha difundido en el planeta,87 aunque varias propuestas globales (p.ej.

82
Sobre cuán latente sigue siendo dicha amenaza véase María R. Sahuquillo, “Rusia fa-
bricará nuevos misiles hipersónicos terrestres tras el abandono de Estados Unidos de
un tratado nuclear clave”, El País, 2 de febrero de 2019 [https://elpais.com/internacio-
nal/2019/02/02/actualidad/1549099806_169277.html].
83
Recomendamos el libro de Jürgen Schuldt, Civilización del desperdicio. Psicoeconomía del
consumidor, Lima, Universidad del Pacífico, 2013 [http://repositorio.up.edu.pe/bitstream/
handle/11354/956/SchuldtJ%C3%BCrgen2013.pdf?sequence=5&isAllowed=y].
84
Véase Christopher Stone, “Should trees have standing? Toward legal rights for natural
objects”, Southern Carolina Law Review, núm. 45, 1972, pp. 450-501.También se recomien-
da el libro de Stone, Should Trees Have Standing? Law, Morality, and the Environment, Oxford,
Oxford University Press, 2010.
85
Para una síntesis del artículo “Should trees have standing?...”, de Christopher Stone, se re-
comienda la reseña de Joe Perkins [https://www.princetonindependent.com/issue01.03/
item10d.html].
86
Una breve lista de referencias sobre reflexiones de los derechos de la Naturaleza puede
encontrarse en el artículo ya citado de Alberto Acosta, “Construcción constituyente de los
derechos de la Naturaleza...”, op. cit.
87
Véase Ulrich Grober, Die Entdeckung der Nachhaltigkeit..., op. cit.

47
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

acuerdos de Kioto, de París y demás cumbres climáticas) han fracasado. Más bien los
ejemplos notables donde los derechos de la Naturaleza alcanzaron mayor relevancia
son la consagración de dichos derechos en la Constitución de Ecuador en 2009, y
la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, expedidos en abril de
2010 en Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia. Ambos casos inspirados en airados recla-
mos y aportes del mundo indígena (en particular, su profunda visión sobre la Pacha
Mama), significaron una ruptura respecto al derecho convencional al reconocer a la
Naturaleza como sujeto de derechos.
Por ejemplo, en el artículo 71 de la Constitución ecuatoriana –aprobada ple-
biscitariamente en 2008– se puede leer lo siguiente:

La Naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida tiene derecho a que
se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos
vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, pueblo,
o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos
de la Naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observarán los principios
establecidos en la Constitución, en lo que proceda.

Un elemento destacable de la Constitución ecuatoriana es el reconocimiento


del derecho de la Naturaleza a ser restaurada cuando ha sido destruida por la acción
humana.Tal reconocimiento difiere de la idea de reparación en el caso de seres huma-
nos afectados por el deterioro ambiental causado por otros seres humanos. Desde aquí
se puede entender la distinción entre justicia ambiental (en el caso de la reparación) y
la justicia ecológica (más afincada en el caso de la restauración). En cuanto a la repre-
sentación de estos derechos de la Naturaleza, la Constitución ecuatoriana indica que
la misma queda en manos de personas, comunidades, pueblos o nacionalidades. Se-
mejante postura sin duda requiere un proceso político transformador, el cual peno-
samente quedó trunco en Ecuador por la forma como el “progresismo” desperdició
oportunidades históricas y hasta aceleradamente desmanteló la propia Constitución
al son de una voraz restauración conservadora.
Reconociendo la –penosa– falta de transformación necesaria para aplicar la
Constitución ecuatoriana, lo que se desea destacar es que la proclama por los dere-
chos de la Naturaleza no implica mantener al mundo natural intacto sin actividad
económica, sino defender la sustentabilidad de los ecosistemas y de la vida en gene-
ral. Asimismo, el reconocimiento de la Naturaleza como sujeto de derechos en vez
de un mero objeto de propiedad permite aceptar que todos los seres vivos tienen in-
trínsecamente igual valor ontológico aun sin ser idénticos; un argumento defendible

48
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

tanto por la evidencia de que la Tierra podría verse como un superorganismo vivo
complejo, como por la visión cosmológica que asume a la Tierra y a la vida como
momentos de la evolución del Universo. Aquí emerge como eje fundamental el
principio de la relacionalidad: todo tiene que ver con todo, en todos los puntos y en
todas las circunstancias, uno de los puntos esenciales de la cosmovisión indígena.88
Implícitamente, tras esta visión se puede intuir el espíritu de la noción de “me-
tabolismo social-natural” antes mencionada y que, recordemos, fue renegada por la
economía de la corriente principal. Este punto es medular pues es la base que per-
mite argumentar que, por medio del reconocimiento de los derechos de la Natu-
raleza, es factible enfrentar –y hasta negar– la mercantilización natural tan anhelada
por la acumulación capitalista (a la vez que se busca rescatar el “derecho a la exis-
tencia” de los propios seres humanos desde la convivencia armónica entre el mun-
do social y el natural).
La negación que hacen los derechos de la Naturaleza a la mercantilización
natural es crucial cuando el planeta es amenazado por una crisis ambiental sin pre-
cedentes, provocada por las exclusiones, desigualdades y destrozos propios de la acu-
mulación capitalista (que tiene al crecimiento económico sin límites como religión
imperante). Para instrumentar efectivamente dichos derechos sin duda se requiere
cuestionar la institucionalidad vigente, cuestionar las diferentes formas de organiza-
ción de las sociedades contemporáneas y, en especial, cuestionar a la propia “ciencia
económica” y la ruptura que ésta ha instaurado entre seres humanos y Naturaleza.

Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía

La denaturalización de la economía arrancada con la vieja economía política fisió-


crata-clásica, el entierro de la crítica “metabólica” de Marx –y hasta el abandono
de otros enfoques– dieron paso al surgimiento de unas “ciencias económicas” don-
de la mercantilización de la Naturaleza es plenamente aceptada con consecuencias
en extremo preocupantes, como hemos anotado antes. Semejante resultado llama a
la necesidad de fomentar un epistemicidio de esas “ciencias económicas”, y reempla-
zarlas por lo que podría ser una post-economía, “entendida no como una corriente
económica más, sino como un intento sincero [...] por superar todas las corrientes

88
Alberto Acosta, “Los derechos de la Naturaleza. Fundamentos para otra economía”, op. cit.,
p. 19.

49
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

económicas, recogiendo de éstas sólo aquello que garantice la vida en armonía entre
los seres humanos y de éstos con la Naturaleza”.89 En otras palabras:

Podemos ver a la post-economía como [un pensamiento social que, desde la crítica a
las “ciencias económicas”, contribuya a la transición hacia el pluriverso y que, entre
otras cosas, permita construir] una economía [una política, una cultura, una ideología,
y demás dimensiones sociales necesarias] para otra civilización, que no se sostenga más
en el antropocentrismo, ni en ningún otro centro que no sea la vida misma. Tal post-
economía no es una anti-economía; al contrario, la post-economía debe aceptar que
las sociedades necesitan de la producción, distribución, circulación y consumo para re-
producir su vida material y social (recuperando las raíces de la [crítica a la vieja]90 eco-
nomía política y de la ecología política). Sin embargo, tales procesos deben regirse por
una racionalidad humanista y socioambiental, y no por la racionalidad del capital ni por
la racionalidad del progreso, un “huracán” que debe superarse según Walter Benjamin.
Al construir tal enfoque sin centros diferentes a la vida misma, la post-economía debe
aceptar que todos los seres tienen igual valor ontológico sin importar ni su “utilidad”
ni el “trabajo” requerido para existir (liberándose así de las nociones de valor de uso
y de cambio, vistas apenas como punto de partida pero no de llegada de la reflexión
económica); asimismo debe reconocer que toda vida humana tiene igual valor, indis-
tintamente del trabajo que la suerte decida para cada uno, a más de reconocer valores
no-instrumentales en lo no-humano.91
Mencionemos algunos de esos principios que podrían ser la base de la post-economía
[y, por tanto, ayude en la transición hacia el]: pluriverso solidaridad, reciprocidad, com-
plementariedad, relacionalidad, correspondencia, responsabilidad, integralidad (todos
los seres vivos somos necesarios), sustentabilidad, suficiencia (y también la eficiencia,
pero visualizada en términos de comunidad y no en función del capital o el poder),
diversidad e identidad cultural, equidades.Y todo esto para garantizar la vida digna de
humanos y no humanos; un proceso inmerso en una permanente radicalización de
la democracia en todos los ámbitos de la actividad humana, sin marginar para nada el
económico.92

89
Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía...”,
op. cit., p. 51.
90
En este punto agradecemos nuevamente a Jürgen Schuldt, quien nos ayudó notablemente
a perfilar de mejor forma nuestra propuesta de post-economía, la cual –paradójicamen-
te– aún posee varios elementos economicistas –y varias contradicciones internas– que
necesitamos seguir superando. Como todo pensamiento que intenta adquirir vida propia,
la (re)construcción de este enfoque es permanente.
91
Ibid., pp. 51-52.
92
Ibid., p. 53.

50
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

En otras palabras, la post-economía –que demanda un proceso de transiciones


múltiples en todos los ámbitos de la vida– plantea la construcción de una nueva ci-
vilización en donde la economía, y la sociedad en general, reconstruyan el “metabo-
lismo social-natural” desde diferentes frentes, esto conlleva:

• Subordinar las leyes del funcionamiento de la economía a los sistemas na-


turales.
• Respetar y adecuar una digna vida humana a los ciclos vitales naturales.
• Aceptar que la acción humana debe servir tanto al individuo como a la co-
munidad en constante relacionalidad e interacción, pero jamás aspirando a
“dominar” al mundo natural.
• Abandonar la religión del crecimiento económico y la acumulación ad in-
finitum de bienes materiales.
• Desterrar para siempre la búsqueda de ganancias explotando a los seres hu-
manos y a la Naturaleza.
• Priorizar los bienes comunes, que no pueden ser ni mercantilizados ni es-
tatizados.
• Dialogar de forma respetuosa y sincera con múltiples culturas y saberes (in-
cluyendo aquellas alternativas a la vida capitalista como las que postula el
Buen Vivir o Vivir Bien, el Ubuntu, el Svadeshi o el Eco-Swaraj93 e incluso
–superando todas las contradicciones que puedan surgir– con lo mejor de
ideas de la “vida buena” de Aristóteles y en especial con los planteamientos
cercanos al comunitarismo.
• Reconocer la posibilidad de ampliar y adaptar los conceptos de ciudadanía
desde lo comunitario y ecológico,94 con el fin de incorporar la participa-

93
Ashish Kothari, Federico Demaria y Alberto Acosta, “Buen Vivir, Degrowth and Eco-
logical Swaraj: Alternatives to sustainable development and the Green Economy”, 2014,
Development 57.3/4 Inequalities [http://www.palgrave-journals.com/development/
journal/v57/n3-4/full/dev201524a.html].
94
Eduardo Gudynas impulsa este debate desde hace algunos años. Como una de sus tantas
aproximaciones al tema podemos consultar su texto “Ciudadanía ambiental y meta-ciuda-
danías ecológicas. Revisión y alternativas en América Latina”, en Javier Reyes Ruiz y Elba
Castro Rosales (comps.), Urgencia y utopía frente a la crisis de civilización, México, 2009 [http://
www.gudynas.com/publicaciones/GudynasCiudadaniasMetaciudadaniasMx09x2.pdf].

51
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

ción política de la Naturaleza para acoplar de mejor forma la interacción


de los seres humanos con los animales, por ejemplo.95
• Aceptar la transdisciplinariedad en la comprensión de la realidad social y
natural,96 así como en la construcción de alternativas de transición97 y de
consolidación de otro manejo económico.
• Desconcentrar, redistribuir y democratizar el acceso a la riqueza, las rela-
ciones de producción y el poder, consolidando sociedades fundamentadas
en equidades (en plural).
• Cambiar radicalmente los patrones de consumo (erradicar cualquier heren-
cia del “chip consumista” del capitalismo).
• Promover una profunda descolonización98 y emancipación que derribe racismo,
patriarcado y demás formas de violencia y segregación.
• Abandonar la alocada carrera por el “progreso” y su hijo predilecto, el “de-
sarrollo”.
• Recuperar los elementos más potentes de la economía popular y solidaria
(o economía social y solidaria) en tanto propuesta que conlleva gérmenes

95
Al respecto véase Maristella Svampa, “Zoópolis: los animales, ¿nuestros conciudadanos?”,
Nueva Sociedad [http://nuso.org/articulo/animales-derechos-sociedad-moral-politica/],
reflexión de Svampa sobre el libro de Sue Donaldson y Will Kumlicka, Zoopolis. Una teoría
política para los derechos de los animales.
96
“Para superar los estrechos límites de la disciplinariedad que agobian a las “ciencias eco-
nómicas” y a las otras “ciencias sociales” no bastan la interdisciplinariedad y multidiscipli-
nariedad, se precisa transitar hacia la transdisciplinariedad abordando la complejidad del
mundo desde un pensamiento complejo”. Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las
‘ciencias económicas’ a la post-economía...”, op. cit., p. 55, nota 51.
97
La cuestión de las transiciones –en plural– es clave. Hay que trabajar desde territorios y
realidades concretas en temas específicos. A este respecto, a modo de ejemplo podemos
mencionar los interesantes esfuerzos realizados por Eduardo Gudynas y Gerardo Honty,
en Cambio climático y transiciones al Buen vivir. Alternativas al desarrollo para un clima seguro,
Uruguay, Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES), 2014; información adicio-
nal en el portal del CLAES: transiciones.org alternativas al desarrollo [http://transiciones.org/].
98
Aquí amerita hacer mención del aporte de Aníbal Quijano, Cuestiones y horizontes: de la
dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder, Buenos Aires, Clacso,
2014 [http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20140424014720/Cuestionesyhorizon-
tes.pdf].

52
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

de transformación civilizatoria y no simplemente como respuesta para pa-


liar las crisis propias del capitalismo.99
• Resaltar y potenciar los enormes aportes de la economía del cuidado o
economía feminista.100
• En definitiva, creando en la teoría y en la práctica un pensamiento que –
al recomponer la ruptura de la economía política y la ecología política– se
sustente en reproducir la vida y no en multiplicar el capital.

La tarea parece simple, pero es en extremo compleja. En lugar de mantener el


divorcio entre Naturaleza y ser humano, hay que propiciar su reencuentro, algo así
como intentar atar el nudo gordiano roto por la fuerza de una concepción de vida
depredadora y por cierto intolerable. Bruno Latour101 nos dice que “se trata de volver
a atar el nudo gordiano atravesando, tantas veces como haga falta, el corte que separa
los conocimientos exactos y el ejercicio del poder, digamos la Naturaleza y la cultu-
ra”. El aporte de Latour plantea profundos debates en la antropología sobre la división
entre Naturaleza en singular y las culturas en plural. Empalmando ambas, la política
cobra una renovada actualidad.
Para lograr una transformación civilizatoria y un reencuentro consciente con
la Naturaleza, garantizando simultáneamente la justicia social, una tarea básica es des-
mercantilizar la Pacha Mama o Madre Tierra. Esta es una aproximación extrema para
quienes viven en las ciudades que se encuentran, por decir lo menos, lejanos de la
Naturaleza. Los habitantes de las ciudades deben entender y asumir que el agua, por

99
Es basta la experiencia en esta materia en diversas partes del planeta, en particular en Amé-
rica Latina. La lista de autores y autoras que abordan esta cuestión es muy larga; podríamos
mencionar a José Luis Coraggio, Franz Hinkelammert, Paul Siger, JeanLouis Laville, Luiz
Inacio Gaiger, entre otras personas. Por esa razón destacamos apenas un trabajo que nos
parece clave para adentrase en esta materia: José Luis Coraggio, Economía social y solidaria.
El trabajo antes que el capital, Alberto Acosta y Esperanza Martínez (eds.), Quito, serie Debate
Constituyente, Ediciones Abya-Yala, 2011.
100
Hay varias personas que abordan esta cuestión, entre otras, Silvia Federici, Natalia Quiroga
Díaz, Verónica Gago, Yayo Herrero, Amaia Pérez Orozco, Carmen Diana Deere, Mertxe
Larrañaga Sarriega, Yolanda Jubeto Ruiz, Corina Rodríguez Enríquez. De suerte que la
cantidad de aportes potentes en este campo crece diariamente, basta mencionar el libro
de Amalia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de Sueños,
2019.
101
Bruno Latour, Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica, Buenos Aires, Siglo
XXI Editores, 2007.

53
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

ejemplo, no brota embotellada de forma espontánea en los supermercados ni tam-


poco lo hace del sistema de suministro municipal.
Igual de urgente es que los objetivos económicos deben subordinarse a las le-
yes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin olvidar el respeto a la dignidad
humana (olvido típico de la economía, en el cual no puede caer la post-economía).
La economía debe asegurar la calidad en la vida de las personas, siempre en armo-
nía con la Naturaleza; debe echar abajo todo el andamiaje teórico que vació “de
materialidad la noción de producción y (separó) ya por completo el razonamiento
económico del mundo físico, completando así la ruptura epistemológica que supu-
so desplazar la idea de sistema económico, con su carrusel de producción y creci-
miento, al mero campo del valor”.102
Para Enrique Leff103 el tema ambiental en los últimos años ha provocado un
proceso de transformación del conocimiento y de la conciencia, que conduce a la
construcción de un nuevo derecho y de una nueva economía, a partir de una nueva
ética y una nueva cultura política. Esa nueva economía debe subordinarse a la eco-
logía y al humanismo. Por una razón muy simple, la Naturaleza establece los límites
y alcances de la sustentabilidad y la capacidad de renovación de los sistemas para au-
torrenovarse, de las que dependen las actividades productivas. Es decir, si se destru-
ye la Naturaleza se destruye la base de la economía misma. A su vez, el humanismo
debe regir pues la economía no tiene sentido si no se enfoca en alcanzar una vida
digna para todos los seres humanos.
Esto conmina a evitar la eliminación de la diversidad, reemplazándola por
la uniformidad que provoca, por ejemplo, la megaminería, los monocultivos o los
transgénicos. Actividades que, según Godofredo Stutzin,104 “rompen los equilibrios,
produciéndose desequilibrios cada vez mayores”. De todas formas, no podemos ig-
norar que puede “haber simbiosis enriquecedoras del conjunto (del ecosistema, NdA)
que son precisamente las que la gestión económica debiera promover”, como las
“dehesas”105 o el empleo de terrazas en las laderas de las montañas para prevenir la

102
José Manuel Naredo, Luces en el laberinto. Autobiografía intelectual, Madrid, Catarata, 2009.
103
Enrique Leff, Saber ambiental. Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder, México, Siglo
XXI Editores, 1998.
104
Godofredo Stutzin, “Un imperativo ecológico: reconocer los derechos de la naturale-
za”, Ambiente y Desarrollo, vol. I, núm. 1, pp. 97-114,1984 [https://opsur.files.wordpress.
com/2010/10/imperativo-ecologico.pdf], fecha de consulta: 31 de mayo de 2012.
105
José Manuel Naredo, “La ideología económica en la historia y el medio ambiente. Claves
para un cambio de paradigma”, 2017 (mimeo).

54
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

erosión y disponer de suelos fértiles para la agricultura: práctica ampliamente cono-


cida desde antes de la llegada de los europeos en los Andes.
Escribir ese cambio histórico, es decir, el paso de una concepción antropo-
céntrica a una (socio) biocéntrica, es el mayor reto de la Humanidad si no se quiere
arriesgar la existencia humana sobre la Tierra. Tengamos presente también que “las
así llamadas leyes económicas no son leyes eternas de la Naturaleza, sino leyes his-
tóricas que aparecen y desaparecen”.106
En otras palabras, para el caso particular de la armonía entre seres humanos y
de éstos con la Naturaleza, el objetivo primordial de la post-economía busca recons-
truir el “metabolismo social-natural”. Insistamos que esa reconstrucción “metabó-
lica” requiere que los sistemas de producción, distribución, circulación, consumo y
reproducción social tengan sólidos fundamentos biocéntricos, siendo uno de los más
destacados la no mercantilización del mundo natural (e incluso, el cuestionamien-
to a la mercantilización del propio mundo social, lo cual, en definitiva, deriva en la
subsunción de la vida en el capital).107
Así, en vez de considerar a la Naturaleza como un suministro “infinito” de ma-
terias primas y un receptor “permanente” de desechos, la post-economía debería
plantearse como metas mínimas la sustentabilidad y la autosuficiencia de los proce-
sos económico-naturales, entendidos como unidad o totalidad dialéctica,108 compuesta
de múltiples interacciones y lógicas complejas que se retroalimentan de forma cí-
clica.109 En ese sentido, el fetiche del crecimiento económico infinito en un mundo
finito debe morir, para dar paso a procesos que combinen el decrecimiento económico
en los países que actualmente hacen de centros capitalistas, mientas que en la peri-
feria se pasa hacia el post-extractivismo (sin que eso implique deteriorar la condición
de vida de la periferia).110
En esta simbiosis decrecimiento-post-extractivismo ni en el Norte ni en el Sur
globales se debe admitir la existencia de opulentas formas de vida –“modo imperial

106
Friedrich Engels en carta a Albert Lange, 29 de marzo de 1865.
107
Sobre esta cuestión véase Jorge Veraza, Subsunción real del consumo al capital. Dominación
fisiológica y psicológica en la sociedad contemporánea, México, Ítaca, 2009.
108
En el sentido planteado por Karel Kosik, La dialéctica de lo concreto, México, Grijalbo, 1967.
109
Para profundizar en el estudio de la unidad económico-natural véase Nicholas Georges-
cu-Roegen, La Ley de la Entropía y el proceso económico, Fundación Argentaria, 1971.
110
Alberto Acosta y Ulrich Brandt, Salidas del laberinto capitalista. Decrecimiento y postextractivis-
mo, Quito, Fundación Rosa Luxemburg, 2018 [https://www.rosalux.org.ec/pdfs/Libro-
Salidas-del-Laberinto.pdf].

55
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

de vida”, en palabras de Brand y Wissen–111 a costa del estancamiento vital de otros


y también de la destrucción de la Naturaleza.112 Esto lleva incluso a replantearse el
tipo de crecimiento económico que se desee aceptar, considerando que no todo cre-
cimiento es “bueno” per se113 sino que depende de las realidades e historias sociales y
ecológicas concretas de cada proceso en cada territorio. Es más, en un contexto de
decrecimiento, el crecimiento económico podría limitarse a la ampliación de produc-
tos específicos que debería hacerse cuando haya que superar carencias específicas o
cuando las sociedades afronten alguna contingencia; fuera de esos casos, el principio
básico del decrecimiento se puede entender como la tendencia a un menor consumo
y a una mayor duración de los objetos que producimos buscando reducir de forma
controlada la producción económica,114 pero potenciando simultáneamente incluso
mayores niveles de felicidad.115
Queda claro en este contexto de superación de las “ciencias económicas” y,
sobre todo, de superación de la civilización del capital, que los derechos de la Natura-
leza son fundamentales para una post-economía. Si se considera a la Humanidad y a
la Naturaleza como iguales que metabólicamente conforman una sola unidad, no es

111
Ulrich Brand y Markus Wissen, Imperiale Lebensweise. Zur Ausbeutung von Mensch und Natur
in Zeiten des globalen Kapitalismus, Múnich, Oekom Verlag, 2017.
112
Alberto Acosta y Ulrich Brandt, Salidas del laberinto capitalista..., op. cit.
113
En una carta abierta al ministro de Economía de Chile, 4 de diciembre de 2001, Max-
Neef escribió: “Si me dedico, por ejemplo, a depredar totalmente un recurso natural, mi
economía crece mientras lo hago, pero a costa de terminar más pobres. En realidad, la
gente no se percata de la aberración de la macroeconomía convencional que contabiliza
la pérdida de patrimonio como aumento de ingreso. Detrás de toda cifra de crecimiento
hay una historia humana y una historia natural. Si esas historias son positivas, bienvenido
sea el crecimiento, porque es preferible crecer poco pero crecer bien, que crecer mucho
pero mal”. Manfred Max-Neef, “Carta abierta al ministro de Economía de Chile”, 4 de
diciembre de 2001.
114
Para mayores detalles sobre decrecimiento véanse, entre otros, Serge Latouche, Decrecimien-
to y posdesarrollo: el pensamiento creativo contra la economía del absurdo, Barcelona, Icaria, 2009;
Niko Paech, Befreiung vom Überfluss, Múnich, Oekom Verlag, 2012; Tim Jackson, Prosperity
without growth: Foundations for the Economy of Tomorrow, Londres, Routledge, 2017. El debate
sobre el decrecimiento se enriquece con aportes desde diversas lecturas, como muestra
véase Giacomo D’Alisa, Federico Demaria,  Giorgios Kallis (eds.), Decrecimiento.Vocabulario
para una nueva era, Barcelona, Icaria, 2015.
115
Entre otras aproximaciones al tema, a más de las varias reflexiones sobre el Buen Vivir,
mencionamos el aporte de Pirre Rahbi, Hacia la sobriedad feliz, Madrid, Errata Natrae,
2013.

56
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

dable que sólo existan derechos humanos. Es más, tanto estos últimos como los de la
Naturaleza, deberían ser elemento de un solo gran sistema de Derechos Universales
en donde el objetivo crucial sea la defensa de la vida en todas sus formas, así como
la defensa de toda forma de existencia que permite mantener la armonía humano-
natural. Una defensa en donde ni la fuerza de trabajo ni la Naturaleza vuelvan a re-
ducirse al mundo fetiche de las mercancías.
Aunque todos estos elementos pueden parecer lejanos, hay acciones concre-
tas que nos pueden acercar a esa desmercantilización de toda la realidad social y na-
tural, aspirada por la post-economía que aquí proponemos. Entre dichas acciones
–muchas en marcha en diversos rincones del planeta– se encuentran: la desprivati-
zación del agua, como manda la Constitución ecuatoriana; la restricción a los cul-
tivos transgénicos y la eliminación de la dependencia de los campesinos a paquetes
de cultivos de trasnacionales, otro mandato constitucional por cierto; la desmateria-
lización y mayor eficiencia de los procesos productivos; la consolidación de la sobe-
ranía alimentaria y energética desde respuestas locales y comunitarias; la transición
hacia el uso de energías limpias y renovables; y la lista de tareas continúa... Una lista
que, dejémoslo claro, será totalmente estéril si sus elementos no se llegan a articular
–sin ninguna forma de imposición autoritaria– en el proyecto común de construir
una civilización poscapitalista y derribar al capital: un poder que busca más poder a
partir de la permanente explotación a la fuerza de trabajo y a la Naturaleza por vías
mercantiles y dinerarias.
Por cierto, estas acciones no pueden caer en la trampa ni del “desarrollo sus-
tentable” ni del “capitalismo verde” con su brutal práctica del mercantilismo am-
biental (ejemplificado en el deficiente mercado de derechos de emisión de dióxido
de carbono). La tarea no consiste en volver “verde” al capital, sino en superar al ca-
pital, superar su civilización de la desigualdad –en palabras de Joseph Schumpeter–
y construir una nueva civilización. Asimismo, no podemos caer en la fe ciega en la
ciencia y la técnica, las cuales deberán reformularse para garantizar el respeto tanto
de los derechos humanos como de los derechos de la Naturaleza. El avance cientí-
fico-técnico no puede continuar regido por la lógica de la acumulación capitalista.
Así, si se desea reconstruir el “metabolismo social-natural”, tampoco se puede seguir
ahondando la marginación a pueblos y comunidades (quienes cada vez ven más leja-
na la posibilidad de acceder a la punta del avance tecnológico). En definitiva, ciencia

57
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

y técnica –a la par con la economía– también deberán subordinarse al respeto de la


armonía humano-natural.116
Eso sí, en esta búsqueda colectiva de alternativas múltiples, sobre todo en y
desde los espacios comunitarios, no se pueden marginar los actuales retos globales.
Por ejemplo, habría que abordar la situación económica internacional, intolerable
en términos sociales, ecológicos e incluso económicos. Es ampliamente aceptado
que se deben desarmar las estructuras especulativas del mercado financiero interna-
cional, que tienen en los paraísos fiscales lugares de fuga de capitales mal habidos, así
como de dineros vinculados con las guerras, terrorismo, lavado, narcotráfico, etcé-
tera. Igualmente es cuestionable que diversas instituciones financieras sirvan como
herramientas de presión política sobre los países más débiles; recordemos que esto
ha sucedido y sucede aún con el endeudamiento externo, típica herramienta de
dominación política.117 El debate sobre cómo construir otra economía global está
en marcha desde hace mucho tiempo atrás. En ese sentido, las ideas aquí planteadas
empatan con otras muchas propuestas que buscan superar la civilización del capital.
Cabría mencionar, a modo de ejemplo, los valiosos aportes de Óscar Ugarteche118 e
incluso de los autores de estas líneas.119

116
Véase Alberto Acosta, “Buen Vivir, plurinacionalidad y derechos de la Naturaleza en el
debate constituyente”, Rebelion.org, 4 de octubre de 2018 [http://www.rebelion.org/no-
ticia.php?id=247244]. La discusión sobre la plurinacionalidad es amplia en Bolivia y, en
menor medida, en Ecuador. De una larga lista, se podrían recomendar los aportes de Boa-
ventura de Sousa Santos, Aníbal Quijano y Raúl Prada Alcoreza, entre otros.
117
Se recomienda la propuesta para conformar un tribunal Internacional de Arbitraje de las
Deudas Soberanas de Óscar Ugarteche y Alberto Acosta, “Global Economy Issues and the
International Board of Arbitration for Sovereign Debt (IBASD)”, El Norte, Finnish Journal
of Latin American Studies, núm. 2 (diciembre), 2007. Los elementos fuerza de esta iniciativa
ya han sido debatidos y aprobados en el seno de la Organización de las Naciones Unidas,
aunque con el esperado rechazo de las grandes potencias beneficiarias de estas estructuras
inequitativas en el ámbito financiero internacional.
118
Óscar Ugarteche, Arquitectura financiera internacional: una genealogía de 1850-2008, México/
Madrid, Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM/Akal, 2018.
119
Al respecto recomendamos revisar el texto de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “Ins-
tituciones transformadoras para la economía global. Pensando caminos para dejar atrás el
capitalismo”, en VVAA, La osadía de lo nuevo. Alternativas de política económica, Quito, Edi-
ciones Abya-Yala/Fundación Rosa Luxemburgo, 2015, pp. 133-197 [https://rosaluxspba.
org/wp-content/uploads/2015/10/La-osad%C3%ADa-de-lo-nuevopdf.pdf]. Igualmen-
te recomendamos el artículo ya citado de los mismos autores “De las ciencias económicas
a la posteconomía”.

58
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

Igualmente, es necesario buscar la paz mundial; eso implica propiciar un des-


arme masivo, destinando esos recursos a satisfacer las necesidades más apremiantes
de la Humanidad y así desactivar muchos procesos violentos. Pero hay que ir más
allá. Si los humanos no restablecemos la paz con la Madre Tierra, no habrá paz para
los humanos en la Tierra; por tanto, urge un rencuentro armonioso con la Natura-
leza por medio de acciones como, por ejemplo, la cristalización de los derechos de
la Naturaleza.
Así, la construcción de alternativas en plural convoca a buscar una vida de au-
tosuficiencia y autogestión entre seres humanos viviendo en comunidad entre sí y
con los otros seres vivos, asegurando el poder de autorregeneración de la Naturale-
za. Todo eso potenciando lo local y lo propio, Estados distintos, renovados espacios
locales, nacionales y regionales de toma de decisiones, y una horizontalidad del po-
der para desde ahí construir espacios globales democráticos, creando nuevos mapas
territoriales y conceptuales.
En definitiva, recalquemos que toda esta propuesta –que ya se la apercibe en
diversas partes del planeta– tiene como principal finalidad:

[...] caminar hacia el pluriverso,120 entendido como un mundo donde caben muchos
mundos, pero todos coexistiendo con dignidad, sin que la miseria y la explotación
asegure la dolce vita de pocos. Algo posible construyendo, sin dogmatismos, estrategias
que permitan alcanzar transiciones civilizatorias, generando así grandes transforma-
ciones. Necesitamos nuevos horizontes no más atados al crecimiento económico, al
“desarrollo”, al “progreso”; horizontes que superen el patriarcado, la explotación de
los seres humanos y la Naturaleza, la colonialidad, la acumulación de poder por me-
dio de la succión de la vida.121

Dentro de esa finalidad, reiteremos, el reconocimiento de los derechos de la


Naturaleza son una herramienta clave para enfrentar a la mercantilización del mun-
do natural. El reconocimiento de esos derechos en miras de construir a la post-eco-
nomía, igualmente reiteremos, puede conectarse con la noción del “metabolismo
social-natural” sugerida por Marx desde su crítica a la vieja economía política fisió-
crata-clásica. Pero no sólo desde esa matriz de pensamiento –que, admitámoslo, tiene

120
Esta reflexión comienza a extenderse por el mundo, como se ve en el trabajo de Ashish
Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demnaria, Alberto Acosta. Pluriverse: A
Post-Development Dictionary, Authors Upfront and Tulika, Delhi, India, 2019.
121
Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía...”,
op. cit., p. 55.

59
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

fuertes raíces eurocentristas, antropocéntricas y de reforzada dependencia en la noción


de progreso– se pueden encontrar fundamentos biocéntricos para la post-economía.
En particular, el mundo indígena andino y amazónico, sin necesidad de conocer la
conceptualización ni de los derechos de la Naturaleza ni del “metabolismo social-
natural”, posee un enorme conocimiento vivencial en donde la Madre Tierra es respe-
tada en su integridad. Justo de esa forma de conocimiento también puede y debe
inspirarse la post-economía.

Algunas enseñanzas del mundo indígena

La discusión planteada hasta el momento hace ver cuán crucial es alcanzar un mundo
en donde todas las dimensiones de la realidad social y natural sean desmercantiliza-
das. De hecho, en las sociedades contemporáneas hay ejemplos donde la desmercan-
tilización existe: la seguridad social y las prestaciones sociales; los servicios sociales
de educación, salud, transporte público, servicios financieros y demás asociados con
bienes públicos y comunes no mercantilizados; e incluso la administración del ho-
gar o de múltiples comunidades, donde las relaciones económicas se mueven por un
sentido completamente distinto al lucro.
Un ejemplo de verdad aleccionador sobre cómo construir la economía desde
relaciones distintas a las mercantiles se encuentra en el mundo indígena andino y
amazónico, heredero de las prácticas de múltiples pueblos y nacionalidades ancestra-
les.Varias comunidades indígenas, tanto aquellas que han sobrevivido al embate de la
modernidad capitalista, las que han resuelto vivir al margen de ésta, e incluso las que
han empezado a “sucumbir”, poseen prácticas vivenciales que apelan a principios
de vida propios del Buen Vivir (o, mejor dicho, de los Buenos Convivires), en donde
los seres humanos buscan la armonía tanto consigo mismos como con la Naturaleza.
Si bien la literatura disponible no muestra un consenso sobre las conceptua-
lizaciones de las prácticas económicas y sociales de las comunidades indígenas, que
en ningún caso pueden ser romantizadas, sus raíces permiten al menos intuir cómo
dichas comunidades conciben el vínculo entre seres humanos, como parte integral

60
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

de la Pacha Mama.122 Para ver esto, basta mencionar algunos ejemplos de relaciona-
miento económico propios del mundo indígena:123

• Minka (minga). Institución de ayuda reciproca en el ámbito comunitario.


Asegura el trabajo destinado para el bien común de la población. Busca sa-
tisfacer necesidades e intereses colectivos de la comunidad. Por ejemplo, al

122
Véase Alberto Acosta, “El Buen Vivir como alternativa al desarrollo. Algunas reflexiones
económicas y no tan económicas”, Política y Sociedad, vol. 52, núm. 2, 2015, p. 318 (pp.
299-330) [https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/viewFile/45203/46113].
123
Esta recopilación proviene originalmente de Alberto Acosta, El Buen Vivir. Sumak Kawsay,
una oportunidad para imaginar otros mundos. Barcelona, Icaria, 2013. Debemos insistir en
que estas ideas surgen del mundo indígena. Un mundo donde no prima la cultura escrita,
lo que limita la recuperación de sus visiones. Sin embargo, aquí –a más de algunos do-
cumentos del movimiento indígena, sobre todo de la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (Conaie), Proyecto político para la construcción del Estado plurinacional
e intercultural. Propuesta desde la visión de la Conaie, Quito, 2013– mencionamos un par de
aportes de indígenas importantes para la difusión de estas ideas, en el Ecuador: Carlos Vi-
teri Gualinga, “Visión indígena del desarrollo en la Amazonía”, Quito, 2000 (mimeo); en Bolivia:
Fernando Huanacuni Mamani, Vivir Bien/Buen Vivir. Filosofía, políticas, estrategias y experien-
cias regionales, La Paz, Convenio Andrés Bello/Instituto Internacional de Investigación/
CAOI, 2010. Un aporte en donde se hace una interesante recopilación del pensamiento
indígena sobre el tema es el de Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén García y
Nancy Deleg Guazha, Antología del pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay,
Universidad de Cuenca/Universidad de Huelva, 2014; en el que se recojen textos de Luis
Macas, Nina Pacri, Blanca Chancoso, Arirura Kowii, Luis Maldonado, entre otras personas.
Existen, por cierto, muchas contribuciones de quienes no necesariamente provienen del
mundo indígena, recordamos los trabajos de Atawallpa Oviedo Freire, Qué es el sumakaw-
say. Más allá del socialismo y capitalismo, Quito, 2011; Xavier Albo, “Suma qamaña = el buen
convivir”, OBETS. Revista de Ciencias Sociales, Alicante, 2009; Josef Estermann, Más allá de
Occidente. Apuntes filosóficos sobre interculturalidad, descolonización y el Vivir Bien andino, Quito,
Abya-Yala, 2015; Eduardo Gudynas, “Buen Vivir: sobre secuestros, domesticaciones, resca-
tes y alternativas”, en VVAA, Bifurcación del Buen Vivir y el sumak kawsay, Quito, Ediciones
Sumak, 2014; François Houtart, “El concepto del sumak kawsay (Buen Vivir) y su corresponden-
cia con el bien común de la humanidad”, Ecuador Debate, núm. 84, Quito, CAAP, 2011; Omar
Felipe Giraldo, Utopías en la era de la supervivencia. Una interpretación del Buen Vivir, México,
Editorial Ítaca, 2014. De la misma manera, debemos resaltar las importantes investigaciones
sobre el origen del concepto Buen Vivir de David Cortez; uno de sus aportes más destaca-
dos y recientes es “Sumak Kawsay, Buen Vivir y Cambio Climático. Genealogías”, en Sylvie
Nail (ed.), Cambio climático. Lecciones de y para ciudades de América Latina, 2016, pp. 143-173,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia.

61
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

ejecutar obras como la construcción y mantenimiento de un canal de riego


o de un camino. Es un mecanismo de trabajo colectivo muy potente. Re-
sulta interesante constatar que la minka o minga ha calado en otros grupos,
fuera del mundo indígena, sobre todo en ámbitos populares.
• Ranti-ranti (randi-randi). A diferencia del trueque puntual y único visto en al-
gunas economías mestizas, el intercambio es parte de una cadena que desata
una serie interminable de transferencias de valores, productos y jornadas de
trabajo. Se sustenta en el principio de dar y recibir sin determinar un rango
de tiempo, acción y espacio, relacionado con ciertos valores de la comuni-
dad en referencia a la ética, la cultura y el contenido histórico. También se
encuentra en otros espacios sociales, en donde incluso se le conoce como
“el presta manos”.
• Uyanza. Momento que llama a la convivencia y unidad de las comunidades.
Es una ocasión para agradecer a la Pacha Mama por su capacidad regenera-
tiva, es decir por los productos que brinda a los seres humanos. Y es tam-
bién una institución de ayuda social y de reconocimiento a las familias que
dieron su fuerza de trabajo en préstamo.
• Uniguilla. Actividad destinada al intercambio para complementar lo alimen-
tario, utilitario, permite mejorar la dieta alimenticia con productos de otras
zonas, sobre todo a partir de diferentes pisos o nichos ecológicos.
• Waki. Entrega de tierras cultivables al partir a otra comunidad o familia que
trabaja en el terreno. Implica repartir los productos cultivados entre am-
bas comunidades o familias. Esta actividad también se da en el cuidado y
crianza de animales.
• Makikuna. Apoyo que involucra a toda la comunidad, familia ampliada, ami-
gos, vecinos. Es una especie de apoyo moral en el momento que más re-
quiere una familia. Esta ayuda puede solicitarse en esas circunstancias, sobre
todo obedece a situaciones imprevistas y a emergencias.

Cabe mencionar otras formas de relacionamiento económico indígena, como


la tumina, la probana, la yapa, la pampamesa, el kamari, etcétera. Sin duda, la lista pue-
de alargarse.
En todos estos casos, la Naturaleza y la fuerza de trabajo humana se encuen-
tran claramente desmercantilizadas e interactúan en un “metabolismo social-na-
tural” mucho más armónico, sin provocar las “rupturas metabólicas” propias del
capitalismo. Decimos esto pues en las prácticas del mundo indígena rigen princi-
pios de reciprocidad, complementariedad, correspondencia, solidaridad, creatividad,

62
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición

corresponsabilidad y demás elementos que nada tienen que ver ni con el intercam-
bio de mercancías ni con el lucro.
Aunque varios de estos principios perduran en el mundo indígena contempo-
ráneo, muchas veces más como formas de supervivencia ante el olvido y la exclu-
sión de la modernidad capitalista, sin duda pueden volverse en extremo inspiradoras
en la construcción de la post-economía. Sin ánimo de forzar ninguna lectura, pare-
ce adecuado pensar que estas formas de relacionamiento social indígena sintonizan
con un “metabolismo social-natural” armónico, son respetuosas de los derechos de
la Naturaleza –aún sin siquiera conceptualizarlos– y hasta parecen concordar con
aquel principio postulado por Karl Marx en su Crítica al programa de Gotha (1875):
“de cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades”.
Es claro que estas formas de organizar la economía pueden tener complicacio-
nes en espacios más amplios, no comunitarios, peor aún si el capitalismo sigue siendo
dominante. Sin embargo, es claro que al juntar diferentes matrices de conocimiento
–tanto teórico como vivencial– emerge un gran potencial transformador civilizatorio.

La post-economía como transición hacia el pluriverso124

Cuando Picasso pintaba sus grandes obras solía sobreponer varias perspectivas dife-
rentes de una misma imagen hasta crear un cuadro donde lo bello y lo abstracto se
juntan magistralmente. Si bien carecemos de la genialidad de semejante pintor, al me-
nos creemos que podemos usar su método para plantear una alternativa ante el sin-
sentido creado por la civilización del capital y su Jenofonte, las “ciencias económicas”.
Dicha alternativa la recogemos en la post-economía, una forma de pensamiento
para la transición, un paradigma, una concepción del mundo y de la vida, que –reite-
remos– “entierre a las mal llamadas ‘ciencias económicas’ y su pretensión ‘imperial’125
(por eso el uso del prefijo post) y que, junto con visiones y propuestas transdisciplinarias,

124
Para profundizar sobre este tema se recomienda consultar el libro de Ashish Kothari,
Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria, Alberto Acosta (eds.), Pluriverse. A Post-
Development Dictionary, India,Tulika Books, 2019. Hay ediciones en castellano en Ecuador:
Abya-Yala, Icaria; y en España: Icaria.
125
Sobre esta cuestión véase Alberto Acosta, “Las ciencias sociales en el laberinto de la eco-
nomía”, Polis. Revista Latinoamericana, núm. 41, Santiago de Chile, 2015 [https://journals.
openedition.org/polis/10917].

63
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

contribuya a la transición hacia una civilización post-capitalista que conciba a la rea-


lidad humano-natural como pluriverso”.
El objetivo es trascender y enterrar la racionalidad instrumental de las “cien-
cias económicas” estudiándolas de forma rigurosa para plantear una fuerte crítica,
la cual se combina con múltiples enseñanzas dejadas por conocimientos vivencia-
les que buscan la armonía en la interacción entre seres humanos y de éstos con la
Naturaleza, es decir, buscan un “metabolismo social-natural” armónico, como es el
caso del mundo indígena. Una armonía que sintoniza perfectamente con la procla-
ma de un sistema general de Derechos Universales, compuesto esencialmente por los
Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza, y construido desde un biocentrismo.
En ese sentido, esperamos que estas páginas contribuyan a construir un debate
que recupere el espíritu crítico del pensamiento social legado por personas como
Marx y otros, cuestione toda raíz antropocéntrica y anhelo de un imposible progreso
material ad infinitum, y junte esa crítica con las prácticas concretas tanto del mundo
indígena como de otros mundos que plantean e incluso viven alternativas reales al
capitalismo. Semejante debate post-económico apela a una subversión epistémica que
desea servir como una herramienta más en la larga resistencia y lucha por construir
una nueva civilización, una civilización post-capitalista.
Puede que el cambio civilizatorio al que apelamos aún sea muy lejano, y puede
que para muchos de nuestros contemporáneos hasta suene imposible. Pero eso no
debe hacernos bajar los brazos y callar nuestra voz. El mundo del capital es irracio-
nal y nos lleva a un colapso social y ambiental. La lucha contra ese mundo irracio-
nal debe ser permanente hasta que lo veamos caer. Quizá es mejor vivir en la lucha
a morir aceptando que nada se puede hacer...

64
Naturaleza financiarizada: un análisis
de la mercantilización del agua en México

Griselda Günther / Monika Meireles / Giovanni Villavicencio

Resumen
El presente capítulo analiza la financiarización de los recursos naturales en las
economías periféricas, utilizando el caso de la gestión del agua en México. El tra-
bajo parte de la hipótesis de que la financiarización del medio ambiente trastoca
el binomio naturaleza/sociedad una vez que en el marco del capitalismo con-
temporáneo hay cambios esenciales en los siguientes aspectos: a) una modalidad
renovada de inserción asimétrica de los países latinoamericanos en el mercado
mundial, que se plasma en el fenómeno de financiarización subordinada combina-
da con la notable reprimarización de la pauta de exportaciones; b) efectos espe-
cíficos ligados al proceso de intensificación de la mercantilización, privatización,
acumulación por desposesión de los recursos hídricos; y c) flexibilización de la
legislación sobre el manejo del agua que permite o desregula el uso y aprovecha-
miento de los recursos hídricos en beneficio de agentes privados.
Palabras clave: financiarización, economías periféricas, recursos naturales, gestión
del agua, medio ambiente.

Introducción

Lo que entendemos por el proceso de financiarización de la economía todavía carece


de mejor precisión, sobre todo si anhelamos conectar de qué forma ese nuevo régi-
men de acumulación del capital afecta la modalidad de gobernanza de los recursos
naturales en los países periféricos. Con el afán de delimitar esa problemática, el pre-
sente capítulo aportará elementos para dicha discusión a partir del estudio del caso
de la gestión del agua en México. El trabajo parte de la hipótesis de que la financia-
rización del medio ambiente trastoca el binomio naturaleza/sociedad una vez que
en el marco del capitalismo contemporáneo hay cambios esenciales en los siguientes

65
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

aspectos: a) una modalidad renovada de inserción asimétrica de los países latinoa-


mericanos en el mercado mundial, que se plasma en el fenómeno de financiarización
subordinada combinada con la notable reprimarización de la pauta de exportaciones
–en el caso de las exportaciones mexicanas podemos hablar más bien del uso de re-
cursos naturales insertos en la manufactura del tipo maquila–; b) efectos específicos
ligados al proceso de intensificación de la mercantilización, privatización, acumu-
lación por desposesión de los recursos hídricos; y c) flexibilización de la legislación
sobre el manejo del agua que permite o desregula el uso y aprovechamiento de los
recursos hídricos en beneficio de agentes privados. Por una facilidad expositiva, el
trabajo se divide en tres partes: 1) una breve revisión teórica sobre la financiariza-
ción en economías no desarrolladas, en especial en México; 2) los cambios en el
modelo de gestión del agua en el país; con énfasis en el análisis del comportamien-
to del presupuesto público y el financiamiento externo en el sector hídrico, como
indicadores que nos permiten analizar cómo, en el marco de la financiarización, la
acción estatal queda pautada por intereses ajenos a los del bienestar común; final-
mente, 3) nuestras conclusiones, donde a partir de los datos obtenidos en el análisis
de los apartados anteriores, reflexionamos sobre las dos tendencias principales que
configuran la financiarización del agua en México: la mercantilización impulsada
por las políticas neoliberales y la creciente dependencia del financiamiento privado
para su extracción.

La dimensión ambiental de la financiarización


subordinada en países periféricos

La definición tradicional del concepto financiarización es intencionalmente plástica, el


sacrificio de la exactitud de su enunciado se hace en pro de acomodar la multiplici-
dad de estudios realizados utilizando la financiarización como referente aglutinador
central. Para hacer una lista corta, en ella cabe desde el estudio de los cambios en el
modelo de negocio de los grandes bancos, la investigación sobre el protagonismo
creciente de los nuevos inversionistas institucionales en los mercados financieros, la
averiguación crítica de la nueva gestión de tesorería de las empresas no-financie-
ras, la alteración en la disponibilidad de crédito para el financiamiento a la actividad
productiva y los recursos para el apalancamiento del continuo juego especulativo,
la forma subordinada en la que los países periféricos ingresan a los circuitos finan-
cieros globales e incluso temas relacionados a la financiarización en perspectiva de
desigualdad de género.

66
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

Para Thomas Palley,1 la financiarización es un proceso que se relaciona con


una mayor influencia de los mercados, las instituciones y las élites financieras sobre
la economía.2 La financiarización impulsa una creciente concentración del ingreso
a favor de los grandes agentes que operan en el sector financiero y en contra de los
trabajadores, dado que los salarios se han estancado. Algunos autores identificaron una
serie de factores que explican la creciente desigualdad de ingresos y el estancamiento
salarial,3 entre los cuales podemos enlistar: el deterioro de los sindicatos, la sistemática
disminución del poder adquisitivo del salario mínimo, la globalización y la incorpo-
ración de zonas de menor salario en la cadenas globales de valor, el flujo continuo
de inmigración de trabajadores a países centrales; y el incremento acelerado en la
remuneración de los directores ejecutivos (chief executive officer) (CEO por sus siglas
en inglés).4 No obstante, dichos estudios tienden a analizar estos factores de forma
independiente; en contraste, el argumento de Palley sostiene que la financiarización
engloba a este grupo de elementos, los cuales se vinculan y retroalimentan entre sí.
De manera que, la asimetría entre los ingresos de los individuos y el estancamiento
de los salarios forman parte de una nueva reconfiguración económica global que
favorece los intereses de rentabilidad del sector financiero. Además, en tiempos de
financiarización, todos los trabajadores se encuentran sometidos a la flexibilidad del
mercado laboral y son afectados por el abandono de los objetivos de pleno empleo en
la formulación de las políticas macroeconómicas. La flexibilidad del mercado laboral

1
Thomas Palley, “Financialization: What It Is and Why It Matters”, Levy Economics Insti-
tute of Bard College, Working Paper, núm. 525, 2007, pp. 1-31.
2
En este sentido, la financiarización incrementó la importancia del sector financiero sobre
el sector productivo y, por consiguiente, se ha presentado una continua transferencia de
ingresos del sector real al financiero. Ibid., p. 3.
3
Véase Thomas Palley, “Plenty of Nothing: The Downsizing of the American Dream and
the Case for Structural Keynesianism”, Princeton, Nueva Jersey, Princeton University
Press, 1998. Robert J. Gordon e Ian Dew-Becker, “Unresolved Issues in the Rise of
American Inequality”, trabajo presentado en el Brookings Panel on Economic Activity, Wash-
ington, D.C., 7 de septiembre de 2007. Franky Levy y Peter Temin, “Inequality and Insti-
tutions in 20th Century America”, Manuscript, MIT, 2007.
4
Es difícil encontrar cifras oficiales sobre la composición de la participación salarial que
muestren categóricamente el desnivel entre las remuneraciones de los CEO y la remune-
ración de los demás estratos de la clase trabajadora. Sin embargo, Lawrence Mishel, Jared
Bernstein y Sylvia Allegretto (“The State of Working America 2006/2007”, Ithaca, Nueva
York, Cornell University Press, 2007) encontraron que los salarios percibidos por la mitad
superior de la distribución salarial se incrementan en mayor medida relativamente a los
que se encuentran por debajo de esta división.

67
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

tiene que ver con la tendencia a la desaparición de los sindicatos y la reducción de


la intervención estatal reflejada en el deterioro de las prestaciones por desempleo y
los derechos de los trabajadores. Por otra parte, el abandono del pleno empleo se da
por el cambio en los objetivos de las políticas macroeconómicas, las cuales ahora se
centran más en mantener el nivel de la inflación bajo control. Asimismo, de acuerdo
con Özgür Orhangazi,5 la financiarización, más ampliamente entendida, se refiere al
aumento del tamaño y la importancia de los mercados financieros y las instituciones
financieras en la macroeconomía moderna.
Finalmente, Óscar Ugarteche6 también define a la financiarización como el
fenómeno en el cual la base de acumulación de capital se transfiere del sector real
al financiero. Esto tiene que ver con la tendencia a la disminución de la rentabili-
dad productiva, es decir, los capitalistas recurren a las operaciones financieras con el
objetivo de contrarrestar la caída de la tasa de ganancia. En efecto, la forma y el uso
preciso del término han sido ambiguos; es decir, la categoría es utilizada para desig-
nar fenómenos tan amplios e interconectados pero distintos entre sí, como la glo-
balización de los mercados financieros, el aumento de la inversión financiera y los
ingresos de tales inversiones.
A pesar de que gran parte de la literatura aquí reseñada se concentra en discutir
la transferencia de recursos del sector real hacia el financiero como la característica
esencial del proceso de financiarización, debemos mencionar que la financiarización
ha ocasionado, simultáneamente, que las corporaciones no financieras cambien su
modelo de negocios. De tal forma que la estrategia anterior, más anclada en el largo
plazo, que buscaba incrementar la producción para fortalecer el mercado interno y
la expansión del propio negocio, fuera sustituida por objetivos de corto plazo para
garantizar la rentabilidad para los accionistas de esas empresas. En otras palabras, la
relación entre el sector financiero y el sector productivo sufrió cambios, dado que
el financiamiento que las empresas obtienen por medio de la emisión de títulos en
el mercado financiero no tiene como fin incrementar la producción de mercancías
sino maximizar el beneficio de los accionistas. La tendencia de las corporaciones no
financieras a crear valor para los accionistas comenzó en Estados Unidos en la déca-
da de 1980 y durante la segunda mitad del siglo XX, un selecto grupo de empresas,
empleadoras de una enorme cantidad de trabajadores, dominaban el mercado de ese

5
Özgür Orhangazi, “‘Financial’ vs. ‘Real’ An Overview of the Contradictory Role of Fi-
nance”, University of Massachusetts Amherst, Working Paper Series, 2011.
6
Óscar Ugarteche, Arquitectura financiera internacional: una genealogía (1850-2015), México,
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, 2018.

68
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

país y, por consiguiente, la economía estadounidense. Este reducido grupo de cor-


poraciones obtenía un gran número de ganancias que distribuía a partir del prin-
cipio de “retener y reinvertir”, es decir, las empresas solían conservar el dinero que
ganaban y los trabajadores a los que empleaban, reinvirtiendo en nuevo capital físico
y recursos humanos adicionales. Así, se dio lugar a una especie de “ciclo virtuoso”,
en el cual estas condiciones sustentaron financieramente el crecimiento corporati-
vo al mismo tiempo que hubo constantes inversiones en planta, capital fijo y un in-
cremento salarial sostenido. Con el tiempo, el principio de “retener y reinvertir” se
vio obstaculizado por el crecimiento de las corporaciones y la aparición de nuevos
competidores en el mercado.7
Ante las nuevas dificultades, en la década de 1970 un grupo de economistas
estadounidenses desarrolló un nuevo enfoque para el gobierno corporativo empre-
sarial al que llamaron teoría de la agencia. De acuerdo con esta vertiente, los accionistas
debían ser los directores de la empresa y los administradores sus agentes. Los teóricos
de las agencias sostenían que era fundamental contar con un mercado de adquisición
que fungiera como un mercado para el gobierno corporativo y permitiera discipli-
nar a los gerentes cuyas corporaciones se encontraran bajo un desempeño ineficien-
te.8 Para este grupo de autores, la tasa de rendimiento de las acciones corporativas
es la medida clave para evaluar al desempeño empresarial. La influencia que tuvie-
ron estos teóricos sobre la gestión empresarial fue tal que la maximización del valor de
los accionistas se convirtió en el objetivo principal del gobierno corporativo. En este
sentido, durante los últimos 40 años hemos presenciado una metamorfosis en la que
los grandes gerentes corporativos han pasado de asignar los ingresos empresariales a
partir del principio de “retener y reinvertir” hacia un nuevo modelo de negocio que
busca “reducir y distribuir” con el fin último de crear valor para el accionista. Bajo
este nuevo régimen, las empresas se enfocan en disminuir su número de trabajado-
res con el objetivo de incrementar el rendimiento de la acción.
El cambio en las tendencias de modelo de negocio a nivel microeconómico de
las grandes empresas trasnacionales anteriormente mencionado no es la única for-
ma por la cual el entrelazamiento entre financiarización y sector productivo en las

7
William Lazonick y Mary O’Sullivan, “Maximizing shareholder value: a new ideology for
corporate governance”, Economy and Society, vol. 29, núm. 1, 2000, pp. 13-35.
8
Stephen Ross, “The economic theory of agency: the principal’s problem”, American Eco-
nomic Review, vol. 63, 1973, pp. 134-139. Michael C. Jensen y William H. Meckling, “The-
ory of the firm: managerial behavior, agency costs, and ownership structure”, Journal of
Financial Economics, vol. 3, 1976, pp. 305-360.

69
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

economías periféricas se puede hacer sentir. A nivel macroeconómico, la financiari-


zación también ha configurado que el crecimiento de las economías subdesarrolla-
das se volviera dependiente del financiamiento externo, lo que fue posible gracias
a la política monetaria estadounidense. En otras palabras, los países de la periferia9
tienden a financiar los déficits externos de Estados Unidos mediante la compra de
títulos financieros y la inmensa acumulación de reservas en dólares. En este marco, la
entrada y salida de flujos de capital especulativo intervienen en la determinación de
los tipos de cambio e incrementan las posibilidades de caer en una crisis financiera.10
Para analizar la predominancia financiera del actual régimen de acumulación
en los países subdesarrollados nos ha parecido conveniente recuperar el concepto de
financiarización subordinada de Jeff Powell,11 quien elaboró un interesante trabajo sobre
este fenómeno en México, destacando que simultáneamente el país está financiari-
zado, pero padece de su financiamiento para sus proyectos de inversión productiva.
Su análisis puede ser el punto de partida para profundizar en la comprensión de los
inmensurables efectos sociales que se viven bajo un régimen de financiarización su-
bordinada. Nuestro argumento principal es que la financiarización ocurre con espe-
cificidades distintas en los países del centro y los de la periferia, por lo que analizar
la financiarización de América Latina con las teorías que fueron construidas a partir

9
Nuestro enfoque está inspirado en la noción centro-periferia del estructuralismo lati-
noamericano, de acuerdo con la cual un país periférico o subdesarrollado es aquel que
no ha desarrollado un sector industrial competitivo y, por consiguiente, es dependiente
del centro. En este sentido, cuando utilizamos esta categoría analítica, es difícil encuadrar
China en esos términos, dado que este país alcanzó un importante crecimiento industrial.
Este enfoque contrasta con la visión de la “ortodoxia convencional”, de acuerdo con la
cual, tanto China como México pertenecen al grupo poco preciso de “países emergentes”.
Véanse Raúl Prebisch, “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus
principales problemas”, en Cincuenta años del pensamiento de la CEPAL: textos selecciona-
dos, Santiago, Chile, Fondo de Cultura Económica/CEPAL, vol. I, 1998 (primera edición:
1949), pp. 63-129; y Celso Furtado, Teoría y política del desarrollo económico, México, Siglo
XXI Editores, 1968.
10
Kari Polanyi Levitt, De la gran transformación a la gran financiarización, México, Fondo de
Cultura Económica/Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Economía,
2018.
11
Jeff Powell, “El sub-financiamiento y la financiarización en México: ¿paradoja mexicana
o una parábola de economías con ingreso medio?, en Noemi Levy y Teresa López (eds.),
Financiarización y modelo de acumulación. Aportes desde los países en desarrollo, México, UNAM,
2013, pp. 261-290.

70
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

de la experiencia del centro es poco fructífero si no nos preocupamos por contex-


tualizar sus aportes a la realidad de los países latinoamericanos.
Así, complementamos la noción de financiarización subordinada, entendida
como la etapa actual del capitalismo –y no sólo del “capitalismo maduro”–, con la
idea de que ésta se manifiesta en la periferia como el fenómeno en el cual los agen-
tes internacionales buscan nuevas modalidades para conseguir transferir grandes ga-
nancias desde los países de la región a expensas del desarrollo de éstos.12 Además, el
uso del término financiarización subordinada nos permite añadir una dimensión
geográfica a nuestro análisis, a partir de la cual es posible identificar las grandes di-
ferencias en la forma que la financiarización se manifiesta en los países desarrolla-
dos y subdesarrollados.13
De esa manera, el término financiarización subordinada hace referencia a los
elementos particulares que adopta el proceso de financiarización en los países sub-
desarrollados. En este sentido, las naciones de la periferia se insertan a los mercados
financieros con características estructurales como un aparato productivo ineficiente,
la libre flotación cambiaria y la tendencia a acumular reservas. Además, la innovación
financiera14 funge como un nuevo mecanismo de expansión al que los inversionistas
acuden para conseguir mayores ganancias.
En este contexto, en nuestro intento por contribuir a la discusión sobre la na-
turaleza de la financiarización en América Latina, surge la necesidad de hacer una
revisión histórica identificando los antecedentes al momento actual de liberaliza-
ción financiera y apertura de la cuenta de capitales. A partir de la década de 1970,

12
Giovanni Villavicencio y Monika Meireles, “Discusión teórica sobre la financiarización:
marxistas, poskeynesianos y en economías subdesarrolladas”, Revista Ola Financiera, vol. 12,
núm. 32, enero-abril, 2019, pp. 61-112.
13
Diego Guevara y Gonzalo Combita, “Financiarización y crisis del modelo liderado por
las exportaciones en Colombia”, en Noemi Levy Orlik (coord.), Financiarización y crisis de
las estructuras productivas en países en desarrollo, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Facultad de Economía, 2018, pp. 67-101.
14
La innovación financiera, entendida como la aceleración en la generación de nuevos pro-
ductos financieros, es resultado de: a) la evolución del desarrollo de los circuitos financie-
ros en búsqueda de mayor rentabilidad, valiéndose cada vez más y más de instrumentos
que diversifican el riesgo; y b) el afán de los inversionistas institucionales por tener control
absoluto del sistema financiero. En este sentido, la financiarización es el proceso en el
cual la innovación financiera permite incrementar las ganancias del capital financiero por
encima de las operaciones tradicionales del sistema monetario internacional. Véase Alicia
Girón y Alma Chapoy, “Securitization and financialization”, Journal of Post Keynesian Eco-
nomics, 35(2), 2014, p. 173 (pp. 171-183).

71
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

la financiarización configuró al menos tres grandes cambios en América Latina: a)


ocurrió un incremento en los préstamos basados en el mercado de capitales otorga-
dos a las corporaciones no financieras y a los países de la periferia; b) se redujeron
los incentivos de las organizaciones internacionales para el desarrollo; y c) cambios
en la naturaleza de los flujos de inversión foránea que ingresan a las economías sub-
desarrolladas.15 Por otra parte, la naturaleza subordinada de la financiarización en los
países periféricos está ligada a una estructura macroeconómica sumamente depen-
diente de los países del centro.16 Entre las tendencias que configuran la financiari-
zación subordinada, podemos enlistar: a) la entrada de flujos de inversión extranjera
no productiva; b) la tendencia a la acumulación de reservas internacionales como
medida preventiva a los choques externos; c) el estancamiento de los salarios; d) la
heterogeneidad estructural en los indicadores de inclusión financiera; y e) el nuevo
modelo de negocios de la banca comercial.
Si consideramos las definiciones expuestas, es claro que la financiarización se
ha extendido a la dinámica moderna de los recursos naturales, como el petróleo, la
agricultura y el agua. No obstante, la subordinación de la naturaleza ante la financia-
rización es un fenómeno más complejo de lo que a simple vista puede observarse. En
la literatura podemos encontrarnos con la noción de que la financiarización ha re-
configurado las relaciones sociales capitalistas. Sin embargo, lo que nosotras buscamos
evidenciar es la forma con la cual el capital, a partir de la intermediación financiera,
ha ejercido un creciente control sobre los bienes comunes como la tierra y el agua.17
De acuerdo con Kaltenbrunner et al.,18 la financiarización de los recursos natura-
les puede ser entendida como el proceso mediante el cual el capital financiero, li-
derado por las instituciones financieras y con el apoyo del Estado, ha subordinado
la gestión de los recursos naturales a la dinámica financiera, impulsando la creación

15
Davide Villani y Nicolás Zeolla, “Financing Development in the Financial Globalization:
Revisiting Old Challenges in a New Context”,Víctor Ramiro Fernández, Gabriel Bron-
dino (eds.), Development in Latin America, 2019, pp. 176-214.
16
Abelardo Mariña y Sergio Cámara, “Financiarización subordinada en México desde una
óptica macroeconómica”, en Noemi Levy Orlik (coord.), Financiarización y crisis de las
estructuras productivas en países en desarrollo, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Facultad de Economía, 2018, pp. 103-128.
17
Alex Loftus y Hung March, “Financialasing nature?”, Geoforum, vol. 60, 2015, pp. 172-175.
18
Annina Kaltenbrunner, Susan Newman y Juan Pablo Painceira, “Financialisation of natu-
ral resources: A Marxist approach”, European Cross Networking Meeting on the Global Crises
The financialization of natural resources: Understanding the new dynamics and developing civil
society answers to it, París, 28 y 29 de octubre de 2011.

72
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

de derechos de propiedad sobre los bienes comunes. Por otra parte, Ouma et al.,19
sostienen que la financiarización de la naturaleza es un proceso de reconfiguración
ontológica mediante el cual los recursos naturales y la producción basada en éstos
se convierten en un instrumento para obtener ganancias financieras a partir de su
comercialización en mercados concretos. La financiarización de los recursos natura-
les engloba a la mercantilización y la privatización de los bienes comunes. Cuando
hablamos de mercantilización, nos referimos al hecho de comercializar el uso de un
recurso natural, transformando algo que tradicionalmente no es visto como un pro-
ducto pasivo de compraventa en un bien que pueda ser negociado en el mercado,
como el caso del agua. La mercantilización transforma los valores inherentes de los
recursos naturales en valores de cambio y, por consiguiente, ocasiona que estos bienes
se compren y vendan como cualquier otra mercancía. Por otra parte, para algunos
autores la privatización involucra una transformación a partir de la cual se traslada
el control y la gestión de los recursos naturales del sector público al sector privado.20
En un trabajo reciente, Jeff Powell y Yuliya Yurchenko21 sostienen que la priva-
tización no se refiere al traslado total de los derechos de propiedad, sino a aquellos
acuerdos en los que el compromiso de hacer un suministro “eficiente” de los recur-
sos hídricos queda en manos del sector privado. De acuerdo con este abordaje, lo que
ocurre no es una disminución del rol estatal sino un cambio en la forma que el Estado
interviene en la gestión del sector hídrico, dado que en la mayoría de estos acuerdos
el sector público tiene la responsabilidad de imponer los niveles de inversión y los
márgenes de ganancia de los agentes privados. Sin embargo, este trabajo no profun-
diza en las mediaciones entre la relación de la financiarización y la privatización del
agua. En contraste, nosotros argumentamos que la creciente participación del sec-
tor privado en la gestión de los recursos hídricos ha sido impulsada por los cambios
regulatorios impuestos bajo el neoliberalismo. En este contexto, sostenemos que las
políticas liberales han sido realizadas en orden de satisfacer las nuevas necesidades de
expansión de los mercados financieros, así como la maximización de los beneficios

19
Stefan Ouma, Leigh Johnson y Patrick Bigger, “Rethinking the financialization of ‘na-
ture’”, Environment and Planning A: Economy and Space, vol. 50(3), 2018, pp. 500-511.
20
Food & Water Watch, “Don’t Bet on Wall Street: The Financialization of Nature and the
Risk to Our Common Resources”, Fact Sheet, junio de 2012 [https://www.foodandwa-
terwatch.org/sites/default/files/Don%27t%20Bet%20Wall%20Street%20FS%20June%20
2012.pdf].
21
Jeff Powell y Yuliya Yurchenko, “The Evolution of Private Provision in Urban Drinking
Water: New Geographies, Institutional Ambiguity and the Need for Political Economy”,
New Political Economy, 2019, pp. 1-17.

73
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

que obtienen los agentes que operan en el sistema financiero y, por consiguiente,
la privatización del agua en México responde al proceso global de financiarización.
Varios mecanismos han contribuido a la financiarización de los recursos natu-
rales: en primer lugar, se encuentran los cambios en los mercados físicos; en segundo,
el desarrollo de los mercados financieros; y en tercero, las operaciones por parte del
Estado. Algunos autores22 argumentan que el aumento de la demanda de recursos
naturales en el curso de la acumulación capitalista desempeña un papel crucial para la
apropiación bajo una lógica financiarizada de dichos recursos. Además, el desarrollo
capitalista ejerce una presión sobre la oferta y calidad de los recursos naturales a partir
de efectos negativos como la contaminación o el cambio climático; de manera que
el aumento de la demanda a partir de la acumulación capitalista y la reducción de la
oferta a partir de efectos secundarios conducen a una mayor escasez de los recursos
naturales. Sin embargo, es la llamada “ilusión de la escasez” el componente que ha
aportado elementos para la revalorización de los recursos naturales como recursos
productivos y fuente de acumulación, fungiendo como un argumento central para
las políticas de privatización de la naturaleza.
Analizamos anteriormente que la máxima de las empresas no financieras de
“ganar para reinvertir” fue trastocada, bajo el régimen financiarizado, por la lógica
del “originar para distribuir”, tendencia que también se observa en el análisis de las
corporaciones privadas que actúan en el sector primario de la economía. La literatura
sobre la financiarización de los recursos naturales aún no es tan prolífica, sin embar-
go, existe ya un grupo de autores dedicado a analizar esta problemática. Por ejemplo,
Jennifer Clapp23 analiza el impacto de la financiarización en el sistema alimentario
global, reflexiona sobre cómo las grandes empresas trasnacionales del agronegocio
operan en la lógica de maximización del valor para el accionista. Clapp destaca que
en el marco del capitalismo financiarizado, dada la complejización de los interme-
diarios, existe un nuevo “distanciamiento” entre las clases sociales clásicas, habiendo
una especie de “cortina de humo” entre capitalistas y trabajadores, una vez que: a) la
financiarización aumentó el número y los tipos de actores en la cadena global de las
commodities agrícolas; y b) la existencia de una creciente tendencia a la “desmateria-
lización” de la comida en su forma física por medio de complicados derivados que

22
Christian Zeller, “Die Natur als Anlagefeld des konzentrierten Finanzkapitals”, Falko
Schmieder (ed.), Die Krise der Nachhaltigkeit, Frankfurt, Peter Lang, 2010.
23
Jennifer Clapp, “Financialization, distance and global food politics”, The Journal of Peasant
Studies, vol. 14, Issue 5, 2017, pp. 797-814.

74
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

apuestan con su precio futuro.24 En segundo lugar, ese “distanciamiento” ha nublado


los eslabones entre actores financieros y del sistema agroalimentario, lo que hace de
la reivindicación en el escenario de la lucha política en contra de los efectos dañi-
nos de la financiarización algo mucho menos claro de identificarse.
En efecto, a medida que la financiarización se consolida, la creciente impor-
tancia de los mercados financieros también afecta el sector agroalimentario. Clapp e
Isakson25 sostienen que, durante los últimos años, la agricultura y la alimentación se
han convertido en una fuente de ganancias financieras para los especuladores. Esta
nueva tendencia tiene que ver con los recientes cambios en la regulación de diver-
sos países, lo cual permitió que los agentes que operan en el sistema financiero de-
sarrollaran una amplia gama de instrumentos financieros para obtener beneficios a
partir de la alimentación y la agricultura. En este sentido, el surgimiento de estos
nuevos productos financieros, como los derivados, ha impactado decisivamente a la
dinámica global de las cadenas de suministro agroalimentarias, dando prioridad a
la medición del riesgo, a partir del manejo de los precios en los mercados futuros
de esos productos, y dejando a un lado las condiciones sociales de los actores invo-
lucrados en el sector, como son los campesinos. Aquí, una vez más, el principio de
“reducir y distribuir”, acompañado de la búsqueda por incrementar el valor de los
accionistas, afecta tanto a los productores como a los consumidores de alimentos.
Además, la preferencia de los inversores por maximizar los beneficios financieros
traslada los efectos nocivos de la especulación a los individuos, quienes deben lidiar
con los inesperados cambios en los precios de los bienes del sector agroalimentario,
que se relacionan más con prácticas especulativas que con alteraciones en la oferta
y demanda de alimentos.
Sobre los recursos hídricos, Bakker26 resalta que las propiedades materiales del
agua, como el hecho de que sea tan caro trasladarla en grandes cantidades, han im-
pedido que se le mercantilice sin restricciones, en contraste con la forma de libre
mercantilización de los minerales y los productos agrícolas. Sin embargo, este factor

24
Un ejemplo de esto es el caso del trigo y el maíz, cuyo precio se determina de acuerdo
con las cotizaciones diarias de los mercados de futuros en Chicago. Véase Thomas Lines,
Speculation in food commodity markets. A report commissioned by the World Development
Movement, 2010.
25
Jennifer Clapp y S. Ryan Isakson, “Risky Returns:The Implications of Financialization in
the Food System” Development and Change, 49(2), 2018, pp. 437-460.
26
Karen Bakker, “Archipelagos and Networks: Urbanization and Water Privatization in the
South”, The Geographical Journal, vol. 169, núm. 4, 2003, pp. 328-341.

75
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

no significa que el agua haya pasado desapercibida para el sector privado. Después
de 30 años de procesos de privatización, impulsados principalmente por el Banco
Mundial, la imposición de asociaciones público-privadas como una forma de control
trasnacional sobre los recursos hídricos ha configurado nuevas vulnerabilidades para el
suministro de agua en los países en desarrollo.27 La mercantilización del agua a partir
de privatizaciones y concesiones al sector privado para su gestión,28 en un proceso
claro de descentralización, forman parte del proceso de financiarización subordinada.
En efecto, el interés por abordar la dimensión ambiental de la financiarización
en los países en vías de desarrollo es relativamente reciente, sin embargo, la preocupa-
ción por entender la relación entre las tendencias de mercantilización, privatización
y apropiación externa de los recursos naturales en un contexto de subdesarrollo es
un tema presente en la literatura latinoamericana.29 Un valioso intento por incor-
porar la dimensión ambiental a los estudios del subdesarrollo está en el trabajo de
Osvaldo Sunkel,30 un autor que tempranamente se detuvo en identificar el impacto
de la inserción dependiente de América Latina al mercado mundial sobre el medio
ambiente y los recursos naturales.31

27
Danilo Urrea y Lucía Ortiz, “Conclusions, proposals and debate perspectives”, Economic
drivers of water financialization, Friends of the Earth International, 2013.
28
El tema de los derechos sobre el agua es ahora un fenómeno global. En Argentina, Chile,
México, Inglaterra, Filipinas y Nigeria, por ejemplo, se han implementado ambiciosos
programas de participación del sector privado, e incluso privatización, en algunos casos
impulsados por el Banco Mundial. La privatización es cuestionada ya que no sólo afecta
el derecho público al agua, sino también los derechos de vida (subsistencia) y empleo de
quienes trabajan en los servicios de suministro de agua y saneamiento. Aunado a ello, la
privatización del agua, en sus diversas modalidades, también fue cuestionada tras los re-
sultados que trajo en países como Bolivia, Argentina, Inglaterra o Francia. Véase Vandana
Shiva, Las guerras del agua. Privatización, contaminación y lucro, México, Siglo XXI Editores,
2003.
29
Siguiendo a Alberto Acosta, “Extractivismo y neoextractivismo: dos caras de la misma
maldición”, en Miriam Lang y Dunia Monkrani (eds.), Más allá del desarrollo, Abya Yala,
Quito, 2013, p. 83 (pp. 83-118): “Los países ricos en recursos naturales, cuya economía se
sustenta prioritariamente en su extracción, encuentran mayores dificultades para desarro-
llarse. Sobre todo parecen estar condenados al subdesarrollo aquellos que disponen de una
sustancial dotación de uno o unos pocos productos primarios”.
30
Osvaldo Sunkel, “La dimensión ambiental en los estilos de desarrollo de América Latina”,
Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, 1981.
31
Aun, según ese autor, con la expansión del capitalismo a los países subdesarrollados se
normalizó la privatización de la tierra, el agua y los recursos naturales ampliamente en-

76
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

La incorporación de los países de la periferia a la dinámica del capitalismo


mundial ha configurado que la apropiación de los recursos naturales adquiera una
dimensión extraterritorial, es decir, los países centro tienen la posibilidad de apro-
piarse de los productos naturales de otras sociedades. Por ejemplo, al dar un vista-
zo a la experiencia de los países de América Latina durante el rumbo de la historia,
es claro que su situación ha estado moldeada por una serie de intrusiones de otros
países más desarrollados con intenciones de apropiarse de los recursos naturales in-
ternos. Podría afirmarse que la inserción asimétrica de los países de la periferia al
mercado mundial, que trajo consigo la llegada de inversiones foráneas y el traspaso
limitado de progreso técnico a la industria, contribuyó a incrementar la producción
y las ganancias. Sin embargo, es necesario tener en cuenta los inmensurables costos
ambientales de esta inserción, que tienen que ver con el agotamiento y deterioro de
los recursos naturales internos.
El agotamiento de la capacidad de absorción de los ecosistemas en los países
del centro los ha incitado a trasladar los sectores productivos que más contaminan y
deterioran al medio ambiente hacia los países de la periferia. En este sentido, dado
que la capacidad de absorción del medio ambiente es un elemento fundamental para
el funcionamiento de algunos procesos productivos, el traspaso de las plantas indus-
triales de empresas trasnacionales a la periferia está determinado no sólo por la baja
remuneración salarial sino también por las oportunidades de explotación de recursos
naturales en las economías subdesarrolladas. En efecto, la trasnacionalización de los
procesos productivos es impulsada por el interés de los países del centro de maximizar
beneficios a partir de la superexplotación del trabajo32 y la explotación de los recursos

tendidos, con el objetivo de mercantilizarlos para obtener beneficios a partir de su explo-


tación. En efecto, son los individuos quienes por medio de sus acciones transforman los
nexos entre la naturaleza y la sociedad, no obstante, los recursos disponibles y los cambios
en el medio ambiente son fundamentales para la selección de una estrategia de desarrollo.
Por tanto, es necesario reconocer que las diversas formas de organización de una sociedad
atañen no sólo a los nexos entre personas y clases sociales, sino también a la forma en
que los individuos se apropian de la naturaleza. En otras palabras, si consideramos que la
reproducción del ser humano está en manos de la disponibilidad de numerosos recursos
naturales, uno de los factores centrales de la organización social es la forma en que se da
la apropiación de los productos extraídos de la naturaleza que son indispensables para la
supervivencia de los individuos. Ibid., pp. 18-19.
32
Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia, México, Ediciones Era, 1972.

77
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

extraídos del medio ambiente en los países de la periferia.33 Así, la apropiación de los
factores ambientales por agentes externos contribuye a transformar el tipo de inser-
ción de las economías subdesarrolladas al mercado mundial.
En el caso de México, el cambio en la estructura productiva permitió pasar de
un modelo primario-exportador a un modelo que se combina con la exportación
de manufacturas. Sin embargo, la transformación en la forma de inserción interna-
cional no disminuyó la apropiación de los recursos naturales. Una muestra de ello
es el uso de agua en el país de acuerdo con el comportamiento de los volúmenes de
las concesiones y su relación con el producto interno bruto (PIB). En la Gráfica 1
podemos ver la trayectoria de dos variables: volumen de agua concesionada en hec-
tómetros cúbicos y la intensidad del uso del agua medida en litros por peso del PIB
en México de 2001 a 2015. Así, de un lado observamos que la intensidad del uso
del agua, que representa el volumen de agua otorgada a los diferentes usos consun-
tivos necesario para producir un peso del PIB, disminuye, de acuerdo con los datos
oficiales, por múltiples factores. Uno de ellos podría ser la mayor participación rela-
tiva del sector servicios que consume menos agua. Por el otro, el volumen absoluto
de agua concesionada no deja de crecer aceleradamente durante todo el periodo,
siendo 2012-2013 la única excepción. De tal forma que, durante 2015, se conce-
sionaron casi 13 mil millones de litros de agua extra en comparación con 2001. Lo
que ejemplifica la persistencia y acrecentamiento de la explotación de los recursos
naturales nacionales en beneficio de los países desarrollados.
El problema de persistencia y profundización de la extracción de agua se agrava
si consideramos que el cambio hacia un modelo orientado también a la exportación
de manufacturas genera mayor estrés hídrico, dado que las maquiladoras están loca-
lizadas geográficamente en las regiones del norte donde la disponibilidad de los re-
cursos hídricos es menor respecto al resto del país. Los problemas de abastecimiento
de agua en los estados transfronterizos tienen que ver con los procesos productivos
de la maquila electrónica y química que, en contraste con la confección y la indus-
tria automotriz, demandan mayores cantidades de agua.34 Además, la expansión de
las maquiladoras ha traído consigo una enorme concentración de personas en estas

33
Osvaldo Sunkel, “La dimensión ambiental en los estilos de desarrollo de América Latina”,
op. cit.
34
Per Stromberg, “La industria maquiladora mexicana y el medio ambiente; una revisión de
los problemas”, en Jorge Carrillo y Claudia Schatan (comp.), El medio ambiente y la maquila
en México: un problema ineludible, México, Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL), 2005, pp. 21-78.

78
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

Gráfica 1
México: intensidad del uso del agua y volumen de concesiones*(2001-2015)

* Eje secundario.
Fuente: elaboración con base en datos de Semarnat, datos abiertos de México, Indica-
dores clave-agua, 2019 [https://datos.gob.mx/busca/dataset/indicadores-clave--agua], fecha de
consulta: 13 de febrero de 2019.

regiones, lo que complejiza la distribución de agua disponible, generando también


mayor estrés hídrico. En este contexto, se ha configurado una nueva relación de de-
pendencia con los Estados Unidos, dado que, gran parte de la oferta de agua pro-
viene de importaciones del país vecino.
Otro indicador de cambio en la matriz productiva y su relación con el uso
intensivo del agua es el destino de las concesiones por distinto uso. En la Gráfica
2 observamos el volumen de agua concesionado por uso consuntivo agrupado en
hectómetros cúbicos para México de 2006 a 2017. Entre los principales usos de ese
recurso podemos encontrar: a) el abastecimiento público, que considera el abaste-
cimiento doméstico más el público urbano; b) el uso agrícola, que engloba la agri-
cultura, la acuacultura, el pecuario, los múltiples y otros; c) la energía eléctrica que
considera las termoeléctricas y excluye la hidroelectricidad;35 y d) la industria au-
toabastecida que considera el consumo agroindustrial, los servicios, la industria y el

35
A pesar de haber realizado una amplia búsqueda, no se encontraron datos relacionados con
los volúmenes de uso de agua para hidroeléctricas.

79
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

comercio. De acuerdo con la Gráfica 2, el sector agrícola representó 76% del agua
concesionada en 2017, pasando de 59 400 hectómetros cúbicos en 2006 a 66 799
al finalizar el periodo. En segundo lugar, le sigue el abastecimiento público, que en
2017 tuvo un volumen de agua concesionado de 12 628 hm3, lo que representó 14%
del total. Después se encuentra la industria autoabastecida, que pasó de 2 971 hm3
de agua concesionados en 2006 a 4 266 en 2017, representando 4.85% del volumen
total concesionado durante este último año. En cuarto sitio, se encuentra la energía
eléctrica que tuvo 4.72% del volumen de agua concesionada en 2017, con un total
de 4 147 hm3. La mayor variación la encontramos en el aumento del volumen con-
cesionado para el sector agrícola, lo cual nos indica que hay un mayor uso en acti-
vidades primarias y que el modelo primario exportador no se ha abandonado, sino
que se amplía, junto con el orientado a la exportación de manufacturas.
El cambio en las estructuras productivas hacia el fortalecimiento de un mode-
lo de crecimiento pautado en la exportación de manufacturas del tipo maquila fue
impulsado por la entrada de inversión extranjera de empresas trasnacionales, que en-
samblan parte de su producto final en la frontera norte aprovechándose de los bajos
salarios y de la cercanía con el mercado consumidor estadounidense. Esta transfor-
mación productiva y la consecuente forma de inserción internacional que de ella
emana, no representó una disminución en la apropiación de los recursos naturales,
sobre todo para el caso del agua. En la Gráfica 3 podemos observar que el volumen
de agua concesionada a la industria de transformación, de la cual la mayor parte son
sucursales de empresas trasnacionales, incrementó 43.60% de 2006 a 2017. Lo que
ejemplifica la persistencia y multiplicación de la explotación de los recursos natura-
les internos en beneficio de los países desarrollados.

Abriendo puertas: políticas de mercantilización del agua en México

La financiarización de la naturaleza toma forma por medio de diversas modalida-


des, una que resulta central, es a partir de las políticas de descentralización, con las
cuales el Estado abandona la exclusividad en la gestión y el financiamiento de los
recursos naturales para dar lugar al sector privado.36 Las distintas políticas nacionales

En el caso de México, la descentralización en el sector hídrico implicó la apertura al sector


36

privado y la delegación de funciones antes concentradas en los gobiernos locales, organis-


mos de cuenca y otros órganos a nivel cuenca o grupos de cuencas. En este sentido, ello
ha derivado en una suerte de régimen mixto (gestión privada, estatal y comunitaria) con

80
Gráfica 2
México: volumen de agua concesionado
por uso consuntivo agrupado en hm³ (2006-2017)

Fuente: elaboración con datos de Conagua, Sistema Nacional de Información del Agua (SINA),
Usos del Agua, 2019 [https://www.gob.mx/conagua/acciones-y-programas/usos-del-agua], fecha de
consulta:  13 de febrero de 2019.
Gráfica 3
México: volumen de agua concesionado a la industria
en hm³ y tasa de crecimiento* (2006-2017)

* En eje secundario.
Fuente: elaboración con datos de Conagua (2019), Sistema Nacional de Información del Agua (SINA), Usos
del Agua, Uso agrupado industria autoabastecida, 2019 [https://www.gob.mx/conagua/acciones-y-programas/
usos-del-agua], fecha de consulta:  13 de febrero de 2019.
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

tendientes a la apertura han dado lugar a diversas formas de control trasnacional del
agua, incluyendo procesos de endeudamiento y privatización. Por ejemplo, la renta
de activos estatales a una entidad privada, en donde el Estado sigue siendo dueño
de la empresa, pero comparte los beneficios; o aquellos en los cuales el Estado de-
lega únicamente ciertas responsabilidades como la operación, distribución o man-
tenimiento de equipo y/o infraestructura. Otra modalidad es la concesión o venta
total de empresas públicas, de sus activos, y que suele denominarse privatización.37
A la vez, estos procesos de apertura nos han llevado a preguntarnos cómo se
concibe al agua bajo las condiciones socioeconómicas actuales. El paradigma neo-
liberal (de apertura) trajo consigo la adopción de una visión económica de los re-
cursos naturales y, en el caso del agua, como una mercancía escasa. Pensar en el agua
como un bien público, como una mercancía o bien económico o social se vuelve
central en cuanto a cómo responder a los problemas y debates en materia hídrica.
En algunos casos se afirma que es un bien social, al que tiene derecho todo ser hu-
mano independientemente de su condición. Si hablamos de bienes públicos, tam-
bién hablamos del valor social del agua, en la medida que el agua es un bien público,
dado que satisface necesidades de la sociedad en general (aunque no exclusivamente)
y no de individuos particulares.38 Y cuando se habla del agua como bien económi-
co, se le reduce a mercancía. Encontramos también la idea del agua como un bien
multifacético,39 que se remonta a que es un bien social indispensable para satisfacer
las necesidades humanas básicas, la urbanización, la irrigación para la agricultura, e

sesgos de centralización política heredada. La descentralización no comprendió formal-


mente a otros actores (como comunidades organizadas en torno a la gestión), sin embargo,
esta modalidad existe desde la década de 1970 en el país, sin reconocimiento del Estado.
Véase Adriana Sandoval Moreno y Ma. Griselda Günther, “La gestión comunitaria del
agua en México y Ecuador: otros acercamientos a la sustentabilidad”, Revista Ra Ximhai,
vol. 9, núm. 2, mayo-agosto, 2013, pp. 165-179.
37
En este sentido, se identifica una gran variedad de formas de privatización que van más
allá de las empresas de servicio de agua y alcantarillado, como privatización de territorios
y biorregiones; privatización por desviación de aguas, por contaminación y por embote-
llamiento de agua; y monopolio de tecnologías.
38
Eduardo Donath y Flor Cruz, “Marco general y experiencias globales recientes de las
sociedades público-privadas en el sector agua: los verdaderos límites al desarrollo”, en C.
Tortajada y A.K. Biswas (coords.), Precio del agua y participación pública-privada en el sector
hidráulico, México, BID/Centro del Tercer Mundo para el Manejo del Agua, 2003.
39
Patricia Romero Lankao, “Pertinencia y lecciones de algunos temas claves en la historia del
agua en la ciudad de México”, ponencia en La ciudad en Norteamérica. Perspectivas históricas y
comparativas sobre servicios públicos y urbanos, cultura política y medio ambiente, México, 2001.

82
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

incluso la industrialización. El agua tiene valor para las actividades económicas, cul-
turales y por las funciones que cumple en la naturaleza, y bien puede ser considerada
como bien multifacético, ante la diversidad de connotaciones y funciones.
Esta multifuncionalidad del agua se deriva del rol central que cumple para sal-
vaguardar la existencia de los seres vivos. Antes que cualquier otra función, el agua
se caracteriza por ser vital para la reproducción de la vida en el planeta. El ciclo
del agua, por ejemplo, condiciona diversas funciones ambientales esenciales, regu-
la los procesos biofísicos y funciones vitales de los ecosistemas.; además “determina
los movimientos del agua en el sistema terrestre a través de tres procesos básicos: la
precipitación, la evapotranspiración y la escorrentía. Con ellos modula el clima y la
dinámica fluvial que hace posible la vida en la Tierra”.40 Esto implica una funciona-
lidad hacia la mayor parte de los organismos que habitan el planeta y para cualquier
organización humana. El agua es un medio de vida necesario. Desde esta perspecti-
va, la sociedad y la naturaleza son inseparables e interdependientes.
Estas distintas concepciones del agua han convivido y fluctuado en el proce-
so de financiarización de la naturaleza, fungiendo como argumentos que sostienen
o golpean el proceso de política de apertura. Las instituciones privadas guiadas por
principios de acumulación, como organizaciones de comerciantes, empresas priva-
das y organismos internacionales de financiamiento dan por sentado que el agua es
una mercancía que puede ser comercializada.41
La concepción del agua como mercancía no sólo se promueve desde insti-
tuciones exclusivamente económicas. En 1992, por ejemplo, se reconoció en los
Principios de Dublín, aprobados en la Conferencia Internacional sobre el Agua y el
Medio Ambiente, donde participaron diversos actores sociales (organizaciones no
gubernamentales, gubernamentales e internacionales), que el agua es un bien econó-
mico.42 El Principio número 4 dice que el agua tiene un valor económico en todos
sus diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocérsele como

40
Alejandro Toledo, Agua, hombre y paisaje, México, Semarnat/INE, 2006, p. 25.
41
Maggie Black, En busca de lo que da resultado: una mirada retrospectiva a la cooperación del PNUD
y el Banco Mundial en proyectos de agua y saneamiento, 1978-1998, Washington D.C., PNUD/
Banco Mundial, Programa Conjunto para el Agua y el Saneamiento, 1998. Paulina Beato,
Participación del sector privado en los sistemas de agua potable y saneamiento: ventajas, riesgos y obs-
táculos, BID, S/L, S/F. Cespedes, Eficiencia y uso sustentable del agua en México: Participación del
sector privado, México, Cespedes/CMIC, 1998. Terence Lee y Andrei Juravlev, Los precios, la
propiedad y los mercados en la asignación del agua, Santiago de Chile, ONU/CEPAL, 1998.
42
Terence Lee y Andrei Juravlev, Los precios, la propiedad y los mercados en la asignación del agua,
op. cit.

83
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

un bien económico. En virtud de este principio, es esencial reconocer el derecho


fundamental de todo ser humano a tener acceso a un agua pura y al saneamiento
por un precio asequible.
La privatización de la gestión y/o administración del agua habría de lograr
mejor servicio y calidad al menor costo, así como un uso “racional” que prevenga
la escasez futura (y combata la presente) y disminuya los niveles de contaminación.
El Estado, bajo la misma lógica económica y neoliberal, es visto como una entidad
que debe generar las condiciones para que el agua sea comercializada en el merca-
do, a partir del establecimiento de un marco institucional y normativo adecuado.
Siguiendo esta línea de pensamiento, el Estado debería generar las condiciones que
permitan la libre comercialización del agua, como cualquier otra mercancía.
Las organizaciones internacionales de financiamiento también promueven y
han promovido en las últimas décadas, la concepción económica de los recursos
naturales en general. Este es el caso del Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
por ejemplo, en donde se plantea la necesidad de considerar a los recursos naturales
como factores de producción estratégicos, con el fin de fortalecer la capacidad de
gestión ambiental,43 entre otras cosas. Asimismo, organismos internacionales como
el Banco Mundial44 y el Fondo Monetario Internacional aun proponen fomentar
las privatizaciones del sector hidráulico, argumentando que ello, entre otras muchas
cosas, eliminaría monopolios y precios abusivos.
Estos argumentos han enmarcado las políticas de descentralización y apertura al
sector privado en todo el mundo. El Estado mexicano, a partir de reformas en dife-
rentes niveles y sectores de gobierno, da paso a la financiarización del agua mediante
un amplio proceso que implicó un conjunto de políticas específicas. Las reformas de
descentralización en el sector hídrico se llevaron a cabo mediante reformas legales
e institucionales, de rearticulación y transferencia de funciones y responsabilidades
de gestión, administrativas y fiscales, y endeudamiento externo, como una expresa
intencionalidad de generar el marco regulatorio y materializar la intervención de la

43
BID, Estrategia del BID con el país 2013-2018, México, 2013 [http://idbdocs.iadb.org/ws-
docs/getdocument.aspx?docnum=38276070], fecha de consulta: 15 de enero de 2019.
44
Para un análisis sobre la promoción del saqueo de los recursos naturales impulsado por
el Banco Mundial para el caso de México, que destaca la injerencia de esta institución
internacional en el sector hídrico, véase Gian Delgado y John Saxe, Imperialismo económico
en México: las operaciones del Banco Mundial en nuestro país, México, Random House Mon-
dadori, 2005.

84
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

iniciativa privada en la gestión del recurso45 y la financiarización subordinada como


forma condicionante del ejercicio de soberanía nacional.46
El progresivo involucramiento del sector privado en ámbitos antes públicos,
mediante la contratación de servicios, requirió de reformas en diferentes niveles de
gobierno. La descentralización, en este caso, fue tanto el fin como el medio, para dar
paso al sector privado en pro de una economía de libre mercado. Las reformas de
descentralización en el sector no sólo abarcan la apertura al sector privado a partir de
la contratación de servicios o concesiones, también implican importantes reformas
legales e institucionales, de rearticulación y transferencia de funciones y responsabi-
lidades de gestión, administrativas y fiscales; así como cambios en la percepción y la
retórica en torno a la valoración de los recursos naturales.
En este sentido, podemos hablar de distintos indicadores de política pública
orientados a la financiarización del agua en el país. En este apartado veremos aque-
llos cambios normativos y conceptuales que dan pie y enmarcan conceptualmente
la financiarización (subordinada). En primer lugar, los cambios en el marco norma-
tivo que dan paso a la reforma institucional en el sector y abren la puerta para la in-
clusión de agentes privados y la desregulación de ámbitos para la inversión privada.
En segundo lugar, los recientes cambios en el modelo de gestión del agua. Final-
mente, el financiamiento para el sector hídrico, en términos de presupuesto público
asignado y el flujo de préstamos otorgado a partir de la intermediación financiera.47
En cuanto al marco normativo, un conjunto de reformas que inicia en 1982
con la promulgación de la Ley Federal de Protección al Ambiente marcó la pauta
para dicha apertura y al conjunto de reformas institucionales. En 1983 se reformó el
artículo 115 constitucional, delimitando las atribuciones de los ayuntamientos mu-
nicipales, como la responsabilidad por los servicios públicos de agua potable y al-
cantarillado. En 1992 se promulga la Ley de Aguas Nacionales (LAN) (que derogaba
la de 1972), en la que se le da facultad de administración de las aguas nacionales a la
Comisión Nacional del Agua (Conagua), también se incorpora la idea de desarrollo

45
Ma. Griselda Günther, “Política hídrica federal en México: un análisis desde su evolución
y arquitectura institucional”, en María Günther y Ricardo Gutiérrez (coords.), La política
del ambiente en América Latina: una aproximación desde el cambio ambiental global, México,
UAM-Xochimilco/Clacso, 2017, pp. 127-158.
46
Giovanni Villavicencio y Monika Meireles, “Discusión teórica sobre la financiarización:
marxistas, poskeynesianos y en economías subdesarrolladas”, Revista Ola Financiera, vol. 12,
núm. 32, enero-abril, 2019, pp. 61-112.
47
Alex Loftus y Hug March, “Financialasing nature?”, Geoforum, vol. 60, 2015, pp. 172-175.

85
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

sustentable como uno de sus objetivos principales y promueve la creación de Conse-


jos de Cuenca y de asociaciones de usuarios. En 1999 el artículo 115 constitucional
es reformado nuevamente, delimitando de manera más precisa atribuciones y obli-
gaciones de los ayuntamientos, en concordancia con los esfuerzos por descentrali-
zar. En 2004 la Ley de Aguas Nacionales48 (vigente hasta la actualidad) se reforma
sustancialmente de nuevo y reconoce las cuencas y acuíferos como unidades terri-
toriales básicas de gestión del recurso. Esta reforma a la LAN fue amplia: modificó
114 de sus artículos y adicionó 66, estableciendo las pautas para la gestión integral
y la descentralización del sector, por medio del apoyo a organizaciones de usuarios,
el apoyo del gobierno, en los diferentes niveles, a la participación de la sociedad en
actividades de planeación, etcétera (capítulo V). La participación de la sociedad se
prevé a partir de los Consejos de Cuenca, Comités y Comisiones de Cuenca, así
como los COTAS y el Consejo Consultivo del Agua.
También se fortalece la noción del agua como recurso escaso y con un alto
valor económico como principio que sustenta la política hídrica nacional.49 En esta
sintonía, la Ley plantea como punto central y deja en manos de la Conagua a través
de sus atribuciones, la promoción y fomento de la participación de los particulares
en el financiamiento, construcción y operación de infraestructura federal y en la
prestación de servicios. Como instrumentos de la política nacional relacionada (ar-
tículo 14 Bis 6) se establece la planificación en diferentes niveles (estatal, local, por
cuenca, etcétera); las concesiones por explotación o uso y los permisos de descargas;
el cobro por derechos de uso, explotación, aprovechamiento y descarga, entre otras.
También se establecen las reglas y condiciones para otorgar concesiones al sector
privado o a organismos de la administración pública, en donde la responsable de las
asignaciones es la Conagua (por medio de los Organismos de Cuenca); los requisitos
y condiciones para solicitar y otorgar una concesión y los derechos y obligaciones de
los beneficiarios. Se establecen las condiciones y características en la asignación de
aguas nacionales para uso urbano público, agrícola, generación de energía eléctrica,

Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de abril de 2004.


48

“El agua es un bien de dominio público federal, vital, vulnerable y finito, con valor social,
49

económico y ambiental, cuya preservación en cantidad y calidad y sustentabilidad es tarea


fundamental del Estado y la Sociedad [...] La gestión integrada de los recursos hídricos por
cuenca hidrológica es la base de la política hídrica nacional [...] La gestión de los recursos
hídricos se llevará a cabo en forma descentralizada e integrada [...] Los estados, Distrito
Federal, municipios, consejos de cuenca, organizaciones de usuarios y de la sociedad, or-
ganismos de cuenca y la Comisión”. Artículo 14 Bis 5 de la Ley, versión modificada en
2004 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de abril del mismo año.

86
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

etcétera (título sexto). La Ley también contempla la creación e implementación de


un Sistema Financiero del Agua, a cargo de la Conagua, el cual serviría de apoyo a
la gestión integrada y determinaría: “las distintas fuentes financieras, formas de con-
secución de recursos financieros, criterios de aplicación de gastos y recuperación, en
su caso, de tales recursos financieros, rendición de cuentas e indicadores de gestión,
así como resultantes de la aplicación de tales recursos” (artículo 111 bis), concedién-
dole a esta instancia un amplio poder de decisión y manejo de recursos.
En cuanto al modelo de gestión descentralizada, que acompaña las nociones
del agua como un recurso finito y escaso y con un valor económico (inspiradas en
distintos acuerdos internacionales),50 se plantea, en líneas generales, la idea de pa-
sar de enfoques sectoriales hacia una gestión integrada del agua, con la creación de
entes no sectoriales y tomando como base de planificación la cuenca hidrográfica
e incorporando al sector privado.51 La planificación de gestión del agua por cuenca
hidrográfica se expresa en el modelo denominado como gestión integral de los recursos
hídricos o GIRH.52 Sus rasgos característicos se resumen en reformas en la estructura
institucional e industrial del sector, promoción de la participación del sector priva-
do y re/formulación de la legislación.53
El proceso de reforma hidráulica hacia la gestión integral se materializó en Mé-
xico con las reformas legislativas ya mencionadas, la creación de autoridades de cuenca
y de otras instituciones como la Conagua en 1989.54 La organización administrati-
va por cuencas se fue configurando con las distintas reformas a la LAN, acorde con
la idea de gestión integral, a partir del uso de criterios hidrológicos, que promueve

50
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Agua (Mar del Plata, Argentina, 1977), Confe-
rencia Internacional sobre agua y medio ambiente de 1992 (Dublín), Conferencia de Río
(1992) y Conferencia Internacional sobre Agua Dulce (Bonn, Alemania, 2001).
51
Ma. Griselda Günther, “Política hídrica federal en México: un análisis desde su evolución
y arquitectura institucional”, op. cit.
52
El modelo GIRH plantea que los retos en materia de gestión de recursos hídricos no pue-
den ser resueltos exclusivamente por el Estado, sino con una participación activa de todos
los actores involucrados. El Estado funge como garante del interés público y, a la vez, un
facilitador de recursos.Véase Juan Valencia Vargas et al., “La gestión integrada de los recursos
hídricos en México: un nuevo paradigma en el manejo del agua”, Helena Cotler (comp.), El
manejo integral de cuencas en México, México, Semarnat, 2006 [http://www2.inecc.gob.mx/
publicaciones/download/528.pdf], fecha de consulta: 2 de noviembre de 2015.
53
Andrei Jouravlev, Los servicios de agua potable y saneamiento en el umbral del siglo XXI, Santiago
de Chile, CEPAL/ONU, 2004.
54
Diario Oficial de la Federación, 16 de enero de 1989.

87
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

también la noción del agua como recurso económico y escaso. El nuevo esquema
de gestión descentralizada y regional, a partir de la conformación de estas instancias
de gestión por cuenca (o grupos de cuencas), implicó la inclusión de otros sectores
no estatales de la sociedad en la gestión, uso y preservación del agua y representa un
tránsito formal desde la gestión sectorial del agua hacia la gestión integral descen-
tralizada como parte del proceso de financiarización subordinada.
En este sentido, encontramos otros indicadores que acompañan este conjunto
de reformas de forma. En el plano de lo tangible, el financiamiento en el sector tam-
bién resulta ser crucial para evidenciar el proceso. Por ejemplo, en la Gráfica 4 po-
demos observar el comportamiento de tres variables-clave en relación con la acción
pública, de 2003 a 2018: 1) el gasto público neto total destinado al medio ambiente,
que es la sumatoria de las dos variables siguientes; 2) el gasto asignado en el Presu-
puesto de Egresos de la Federación para recursos naturales; y 3) el gasto asignado a
la Comisión Nacional del Agua (Conagua), todas las variables medidas en millones
de pesos constantes de 2018.
De lo explicitado, podemos identificar al menos tres tendencias interesantes: a)
de 2003 a 2007, el gasto asignado al medio ambiente y recursos naturales tuvo una
tendencia al alza, pasando de 32 397 millones a 64 207, durante este periodo, el gas-
to asignado a Conagua pasó de representar 75% en 2003 a 77% en 2007; b) de 2008
a 2013 el presupuesto asignando en medio ambiente y recursos naturales fue muy
volátil, pasando de 56 359 millones a 67 690, asimismo, el gasto asignado a Conagua
pasó de representar 77% del total asignado al medio ambiente y recursos naturales
en 2008 a 76% en 2013; y c) de 2014 a 2018 el gasto neto destinado al rubro medio
ambiente y recursos naturales tuvo una tendencia decreciente, pasando de 73 401
millones a 39 639 en el último año analizado, durante este periodo el gasto asigna-
do a Conagua pasó de representar 69% del gasto neto total en medio ambiente y
recursos naturales, en 2014, a 73% en 2018. En este contexto, a pesar de que el gas-
to asignado a la Conagua como porcentaje del gasto neto total en medio ambiente
y recursos naturales se ha mantenido por encima del 65% durante todo el periodo,
podemos observar importantes recortes en el presupuesto asignado a Conagua du-
rante los últimos años, sobre todo a partir de 2014.
A la vez, en 2003 hubo un importante recorte al presupuesto destinado a los
recursos naturales, que alcanzó 0.94% del gasto total ejercido por la federación du-
rante este año, a partir de ahí hubo de nuevo una etapa de volatilidad que culminó
con una recuperación relativa en 2008, cuando el gasto programable en medio am-
biente y recursos naturales fue de 1.52%. De 2009 a 2015 el gasto se mantuvo en
valores similares, llegando al 1.45% del presupuesto total. Finalmente, de 2016 a la

88
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

Gráfica 4
México: gasto neto en medio ambiente y recursos naturales y gasto asignado
a Conagua, millones de pesos constantes de 2018 (2003-2018)

Fuente: elaboración con base en Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Estadísticas Oportu-
nas de Finanzas Públicas, Gastos Presupuestarios, 2019 [http://www.shcp.gob.mx/POLITICAFINANCIERA/
FINANZASPUBLICAS/Estadisticas_Oportunas_Finanzas_Publicas/Paginas/unica2.asp], fecha de consul-
ta: 13 de febrero de 2019.  

fecha ha habido importantes recortes del presupuesto programable destinado al me-


dio ambiente año con año, pasando de 1.17% en 2016 a 0.53% en 2019.
La creación de la Conagua marcó un punto de inflexión en términos presu-
puestales y de diversificación de fuentes de financiamiento. La Conagua55 reconocía,
ya desde principios de la década de 1990, que la estrategia para diversificar las fuentes
de financiamiento del sector hidráulico contemplaba dos vertientes: la concertación
de créditos con la banca internacional y el impulso a la inversión privada en proyec-
tos y programas. En este caso, a pesar de la existencia de financiamiento externo al
sector hidráulico, por medio de créditos otorgados por la banca internacional, y de
la proveniente del sector privado nacional; se han identificado las siguientes fuentes
de financiamiento en el sector, que corresponde con la política de diversificación:

55
Conagua, Sistema Cutzamala. Agua potable para millones de mexicanos, México, CNA, 1994.

89
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

1. Programas y fideicomisos principales:

• Fondo de Inversión en Infraestructura (Finfra) (operado por Banobras). El Finfra


fue creado en 1995 y operó hasta 2008. Funcionó como fideicomiso público no
paraestatal, con el objetivo de detectar y promover oportunidades de inversión en
proyectos de infraestructura básica con alta rentabilidad social. El Finfra era opera-
do por Banobras y obtenía sus recursos del gobierno federal y del sector privado
nacional y extranjero. Entre los proyectos que financiaba el Fondo se encontraban
los de abastecimiento de agua, drenaje y saneamiento.
• Fideicomiso Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin). El Fonadin suplió al
Finfra en 2008 con el objetivo de apoyar en la planeación, fomento, construcción,
conservación, operación y transferencia de proyectos de infraestructura con impacto
social o rentabilidad económica o financiera, en los que participe el sector privado
en las áreas de comunicaciones, transportes, hidráulica, medio ambiente y turística.
• Promagua. El Programa funciona como fuente adicional de recursos para la conso-
lidación de organismos operadores de agua. Promagua opera bajo la idea de que la
inclusión del sector privado es necesaria para el desarrollo del sector. El sector pri-
vado participa en el Programa mediante contratos de prestación de servicios par-
ciales o integrales, títulos de concesión o por medio de empresas mixtas. Las obras
de Promagua eran antes financiados por Finfra y en la actualidad por Fonadin (a
través de Banobras).
• Programa de Devolución de Derechos (Prodder). El Programa está destinado a pro-
mover acciones de mejoramiento en eficiencia e infraestructura de agua potable,
saneamiento y tratamiento de aguas residuales. Los candidatos, habiendo cubierto
los derechos federales por el uso o aprovechamiento de aguas nacionales por servi-
cio público urbano, deben presentar un plan de acción y su solicitud a la Conagua,
con el fin de que le sean asignados recursos hasta por un monto equivalente a los
derechos56 que hayan pagado. Para los beneficiarios, el gobierno federal, por medio
de la Conagua, asigna recursos para las acciones de mejoramiento de eficiencia y
de infraestructura establecidos en el plan de acción, en el ejercicio de que se trate.
Los beneficiarios se comprometen a ejecutar el programa de acciones, celebrar los
contratos necesarios, presentar informes de avances y cumplir con los lineamientos
del Programa. Los recursos federales pueden cubrir hasta el 50% de lo programa-
do en el plan de acción.
• Fondo de Garantías para el uso eficiente del agua (Fonagua), el cual recibe fondos
de la Conagua y FIRA (Fideicomisos instituidos en relación con la agricultura).

Términos dispuestos en el artículo 223, apartados A y B, fracción I de la Ley Federal de


56

Derechos.

90
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

• Programa de Apoyo a la Infraestructura Agrícola. Tiene como objetivo preservar y


mejorar la infraestructura hidroagrícola y fue producto de la fusión de otros pro-
gramas en 2015.57
• Fondo de Desastres Naturales (Fonden).58 La Conagua también ha recibido el apoyo
de recursos autorizados provenientes del Fonden, para la adquisición de equipo es-
pecializado para la atención de emergencias y para la reparación de infraestructura
hidráulica e hidroagrícola dañada por lluvias intensas, por ejemplo.

2. Cooperación internacional. Conagua reporta préstamos internacionales de diver-


sos organismos internacionales, entre ellos el BID, institución financiera internacional
creada en 1959 que tiene como fin contribuir a acelerar el progreso económico y so-
cial de sus países miembros de América Latina y el Caribe, y opera a partir de prés-
tamos. El BID financia proyectos de diversa índole, entre éstos algunos relacionados
con infraestructura hídrica. Puede otorgar préstamos directos al sector privado (sin
garantía del gobierno) en casos de proyectos de infraestructura, así como al sector pú-
blico. En México, el BID ha canalizado inversiones a través del (Prosapys) y del Pro-
grama de Saneamiento del Valle de México, entre otros.También se reciben préstamos
del Banco de Desarrollo de América del Norte (BDAN), así como de la Comisión de
Cooperación Ecológica Fronteriza (COCEF), creada en el marco del Tratado de Li-
bre Comercio de América del Norte. El BDAN tiene como fin apoyar el desarrollo de
proyectos de infraestructura ecológica en la región fronteriza de México con Estados
Unidos, dar apoyos para el desarrollo de comunidades y de inversiones en ambos paí-
ses, en respuesta a problemas relacionados con el deterioro ambiental, y proporcionar
servicios de asesoría en la formulación y desarrollo de proyectos.59 Otras instituciones
internacionales que reporta la Conagua son el Banco japonés de Cooperación Nacio-
nal (JBIC), Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, Fondo Mundial para
el Medio Ambiente, entre otros.60 Así mismo, la Corporación Financiera Internacional
(CFI) que es una institución de Grupo Banco Mundial, creada en 1956 y que cumple
la función de fomentar el desarrollo económico, alentando la inversión privada, en los

57
Programa de Rehabilitación, Modernización, Tecnificación y Equipamiento de Distritos
de Riego y Temporal Tecnificado; Mejora de Eficiencia Hídrica en Áreas Agrícolas; Pro-
grama de Adecuación de Derechos de Uso de Agua y Apoyos Especiales en Distrito de
Riego y Unidades de Riego; Programa de Rehabilitación, Modernización, Tecnificación
y Equipamiento de Unidades de Riego.
58
Conagua, Sistema Cutzamala. Agua potable para millones de mexicanos, op. cit.
59
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento. Concep-
tos básicos y experiencias, Conagua, México, segunda versión actualizada, 2003.
60
Conagua, Recuento de la cooperación internacional de la Conagua 2009-2012, México, Cona-
gua, 2012; Conagua, Estadísticas del agua en México 2017, México, Conagua, 2017.

91
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

países miembros en desarrollo, y su objetivo central es reducir la pobreza y mejorar


la calidad de vida. La Corporación canaliza sus recursos mediante la adquisición de
participaciones de capital en empresas, instituciones financieras u otras entidades in-
volucradas en proyectos en países en desarrollo; inyecta capital y presta asesoría (para
privatizaciones, por ejemplo).
Algunos bancos comerciales financian proyectos de infraestructura de empresas priva-
das en el sector hidráulico, sin embargo, la Conagua no reporta información precisa al
respecto. Sólo se estima que el financiamiento de la banca comercial está en el orden
de entre 15 y 20% del total de inversiones en el sector.

Como vemos, el financiamiento para el sector hídrico proviene del capital


nacional, tanto público como privado y también de capital extranjero. La Conagua
reportaba para principios de siglo61 que entre 20 y 35% de los recursos financieros
para proyectos en el sector en el país, provenían de créditos de diferentes institu-
ciones. El último informe reporta que entre 5 y 10.5% de las inversiones solamente
de la Conagua y de programas específicos (como Prodder o Promagua), respecti-
vamente, corresponden a créditos o inversión privada (fuentes distintas a la federal,
estatal o municipal).62 Sin embargo, el endeudamiento del sector público pudo ha-
ber disminuido a la par que el financiamiento para inversiones privadas ha ido en
aumento, como vemos en la Gráfica 5.63 Un indicador de esta migración del flujo
de créditos al sector público o privado que encontramos se asocia con la migración
de un modelo centralizado de abastecimiento y gestión, hacia uno descentralizado,
en donde se incorpora al sector privado en la prestación de servicios, infraestructu-
ra para riego y generación de energía. En el primer caso, ya en 2003 se proyectaba
que la población servida por el sector privado mundial pasaría de 459 millones en
2002 a 1,160 en 2016,64 mientras que para México el servicio de agua potable, al-
cantarillado y saneamiento del sector privado pasaría de 21 a 35%, respectivamente.
Por ejemplo, en la Gráfica 5 observamos la inversión, tanto pública como pri-
vada, en proyectos de agua y saneamiento para México de 2008 a 2015, en millones
de dólares. La inversión pública se calcula a partir de los gastos de capital que cons-
tituyan inversiones en los sectores incluidos en proyectos de infraestructura hídrica,
abarcando inversiones en proyectos cuya vida sea superior a un año y estén sujetas

61
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento..., op. cit.
62
Conagua, Estadísticas del agua en México 2018, México, Conagua, 2018.
63
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento..., op. cit.
Conagua, Estadísticas del agua en México 2017, op. cit.
64
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento..., op. cit.

92
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

a depreciación. Por otra parte, los datos de inversión privada se obtienen de la base
de datos Private Participation in Infrastructure Projects Database, una iniciativa con-
junta entre el Public Private Partnership Group del Banco Mundial y Public-Priva-
te Infrastructure Advisory Facility.65 Así, la Gráfica 5 revela que durante los últimos
años la inversión pública ha disminuido sucesivamente a partir de 2010, pasando de
representar 86% de la inversión total en ese año a conformar 49% de las inversiones
en 2015. Al mismo tiempo, la inversión privada ha tenido una tendencia ascendente
desde 2013, superando a la inversión pública en 2015 con 1 425 millones de dóla-
res, lo que representó 50% de la inversión total durante este año. En este contexto,
la gestión del agua se ha vuelto cada vez más dependiente de los agentes y recursos
que provienen del sector privado, lo que ejemplifica esa nueva vuelta de tuerca de
mercantilización de la naturaleza como una de las tendencias clave de la financiari-
zación de los recursos naturales.
Si bien se destaca al BID como una de las fuentes de financiamiento en el pro-
ceso de diversificación, su intervención mediante préstamos en México y el resto
de América Latina no es un hecho secundario. México recibió créditos del BID, re-
lacionados directamente con el sector agua, por más de 1 700 millones de dólares
para el periodo 1990-2006,66 algunos de los cuales fueron directamente otorgados al
Banobras, donde la nación salía como garante. Corresponden al periodo 1990-1999,
seis créditos por un total de 1 569 millones de dólares, mientras que para 2000-2006
se aprobaron dos créditos por un total de 160 millones de dólares. En la década an-
terior (1980-1989) el BID aprobó solamente dos créditos al sector, por un total de
277.4 millones de dólares, que representa alrededor de una quinta parte de los que
se toman en la década posterior.
El Banco Mundial (BM), por su parte, otorgó créditos a México (a partir del
BIRF) para el periodo 1990-2006 por más de 3 100 millones de dólares.67 Teniendo
en cuenta su fecha de aprobación, corresponden cinco créditos al periodo 1990-1999
(por un total de 1 704.5 millones de dólares) 11 a 2000-2006 (por 1 440 millones).

65
Infralatam, Datos de Inversión en Infraestructura, 2019.
66
Los créditos a los que se hace referencia aquí son los siguientes: ME0123, ME0050 y ME0119,
para 1980-1989; ME0138, ME0033, ME0128, ME0056, ME0179 y ME0150, para 1990-1999; y
ME0253 y ME0212 para 2000-2006. Disponibles en la página del banco [http://www.iadb.
org/].
67
Los créditos a los cuales se hace referencia, de la década de 1980 al 2006, son los siguientes:
P007566, P007577, P007670, P00747, P007710, P007707, P007702, P007713, P070479, P060686,
P074539, P080149, P091695 y P079748. La descripción de cada uno de ellos se encuentra en
[http://www.bancomundial.org/].

93
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Gráfica 5
México: inversión en agua y saneamiento, millones de dólares (2008-2015)

Fuente: elaboración con base en Infralatam, Datos de Inversión en Infraestructura, América Latina y el Ca-
ribe, 2019 [https://publications.iadb.org/es/infralatam-datos-de-inversion-en-infraestructura-america-latina-
y-el-caribe], fecha de consulta: 13 de febrero de 2019.  

Durante la década anterior, 1980-1989, el BM otorgó tres créditos por un total de


245 millones de dólares, que representa casi una séptima parte del crédito aprobado
por el banco para el sector en la década de 1990.
En resumen, respecto de los cambios recientes en la gobernanza de los recur-
sos hídrico de México, se pueden destacar la apertura a la inversión privada, los pro-
gramas de financiamiento mixto y los créditos directos para proyectos destinados,
especialmente, a infraestructura. Esta apertura a distintas fuentes de financiamiento
es afín a la política nacional que se plantea en los PNH y es acorde a las modifica-
ciones (en pro de esta apertura) que se hacen en el marco normativo nacional, así
como con las modificaciones institucionales antedichas.

Consideraciones finales

Como se expuso desde el primer apartado, existen distintos mecanismos que contri-
buyen a la financiarización de la naturaleza en países centrales y periféricos. Sin em-
bargo, el caso de México deja expuesto que existe una renovada y marcada tendencia

94
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico

hacia la mercantilización del agua y los recursos naturales en general. Observamos


que la metamorfosis del modelo primario exportador a un híbrido que combina las
actividades tradicionales con la producción de manufacturas no configuró una dis-
minución en la explotación de los recursos naturales. Tanto es así que en términos
absolutos el volumen de agua concesionado ha tenido un incremento exponencial
de 2001 a 2015. Asimismo, observamos que, si bien la mayor parte del agua conce-
sionada se destina a la agricultura, el volumen utilizado por la industria, sobre todo
la maquiladora, se incrementa constantemente desde 2006. Además, hemos analizado
que el rol del Estado es central para la exitosa mercantilización de los recursos hí-
dricos: las políticas neoliberales de descentralización a partir de reformas normativas,
institucionales, la apertura al sector privado y la diversificación de fuentes de finan-
ciamiento, representan la apertura y la manifestación, a la vez, de la financiarización
del agua en México. El Estado, una vez más, funge como garante de la rentabilidad
de empresas y entidades financieras, privilegiando el interés privado sobre el bien-
estar de la población y atentando frontalmente contra los derechos de la naturaleza.
En síntesis, se puede inferir que hay una clara intencionalidad de maximizar
ganancias por medio de mecanismos renovados de expropiación, en el marco del ca-
pitalismo financiarizado, se ha facilitado la mercantilización del acceso a los recursos
naturales en los países de la periferia, en especial de América Latina. En una pala-
bra, la financiarización se expresa en la periferia como una renovada presión hacia la
mercantilización de los bienes comunes, a partir de políticas de cuño neoliberal y la
creciente concesión a agentes privados del poder de controlar los ritmos y sentidos
de la explotación de los recursos naturales de la región.
Así, hemos analizado cómo los efectos de la financiarización subordinada se
manifiestan tanto en las políticas como en los indicadores expuestos que rebasan lo
macroeconómico y recaen hasta las características mismas de la gestión o gobernanza
de los recursos hídricos mexicanos. Destacando que, en el caso de México, el pro-
ceso de financiarización ha implicado una creciente dependencia del financiamien-
to privado, generando mayores ganancias a ciertos sectores rentísticos nacionales e
internacionales y, a la vez, dejando la impronta de nuevas formas de dominio de la
naturaleza y control de las comunidades locales.
En definitiva, la complejización de los canales de intermediación financiera, el
aumento de la presencia de empresas privadas y su injerencia en el flujo transfronte-
rizo de los recursos naturales no solamente buscan garantizar mayores márgenes de
ganancias que no son socialmente distribuidas, sino que acaban por agravar las condi-
ciones actuales del subdesarrollo latinoamericano. Eso porque, una vez más, los lazos

95
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

que vinculan los países periféricos con la economía mundial en lugar de promover
que la gobernanza de los recursos naturales sea guiada en favor de la promoción de
contundentes mejorías de la calidad de vida de la población acaban por reforzar los
patrones de subordinación que ahora también se caracterizan por su faceta financiera.

96
Reprimarización e intercambio ecológico desigual
Análisis del impacto ecológico del comercio internacional brasileño
a partir de indicadores biofísicos

Shantal L. Sánchez González

Resumen
Este capítulo tiene como objetivo presentar un análisis del comercio exterior
brasileño desde la óptica ecológica, partiendo del reciente auge del precio de
las materias primas, centrando el estudio en los primeros 15 años del siglo XXI.
Se ofrecerán elementos para avanzar en la comprensión del concepto intercambio
ecológico desigual que impera en los países periféricos y que se encuentra como
resultado de la continua explotación de recursos naturales que se exportan, para
importar más tarde bienes manufacturados, pero con la particularidad de que se
busca hacer énfasis en las consecuencias ambientales derivadas de dicho deterioro.
Para ello se utilizan las herramientas proporcionadas por la economía ecológica,
específicamente el análisis de flujos de materia y energía (MFA por sus siglas en
inglés), que mide el uso de recursos naturales en el proceso de producción y con-
sumo en términos de toneladas. Lo que nos permitirá conocer las dimensiones
biofísicas del comercio exterior de Brasil. Igualmente se ponen sobre la mesa de
análisis conceptos como reprimarización, desindustrialización, neoextractivismo
y sus implicaciones en territorio brasileño.
Palabras clave: materias primas, intercambio ecológico desigual, flujos de mate-
ria y energía.

97
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Introducción

La teoría del comercio internacional de las ventajas comparativas1 y la especialización


productiva, plantean al comercio como un juego de suma positiva donde todos los
participantes resultan ganadores. Al especializarse en la producción de mercancías
intensivas en los factores productivos para los cuales los países presentan mejor do-
tación y, por tanto, ventaja comparativa, el comercio acaba generando por sí mismo,
un aumento del producto y una ampliación del abanico de posibilidades de con-
sumo. Por ello, se puede pensar que el comercio internacional promueve lo que se
ha dado por llamar el “círculo virtuoso de la sostenibilidad”, pues se puede llegar a
creer, como argumenta Pérez Rincón,2 que por sí sola la liberalización del comercio
internacional es un instrumento que promueve el crecimiento económico y, a su
vez, el comercio proporciona los nuevos recursos para proteger el ambiente. Mien-
tras el medio ambiente suministra los recursos que sustenta el crecimiento y la ex-
pansión del comercio.
Sin embargo, como es sabido, las relaciones entre comercio y ambiente están
permeadas y apoyadas por las relaciones de intercambio y de poder político entre
el Norte y el Sur que han permanecido casi inamovibles a través de la historia. Esta
situación ha llevado a estos países a caer en una especie de “trampa” del subdesarro-
llo asociada con el comercio y con el deterioro de sus términos de intercambio.3 A mayor

1
Algunos años después del trabajo de Adam Smith, en los inicios del siglo XIX, David Ri-
cardo desarrolló una teoría en la que señala que todos los países participantes del comercio
internacional pueden resultar beneficiados si se especializan en la producción de aquellos
bienes en los que son más eficientes, es decir, no sólo en los que tienen ventaja absoluta
respecto de otras naciones, sino además en los que resultan más eficientes en la utilización
de recursos por un bien producido.Y así especializarse en los bienes en los que tuviera la
ventaja absoluta más grande o en la producción de bienes en la que su desventaja fuera
menor. Véanse Adam Smith, La riqueza de las naciones, Madrid, Alianza ([1776] 2001); y
David Ricardo, Principios de economía política y tributación, Barcelona, Orbis ([1817] 1996).
2
Mario Pérez Rincón, Comercio internacional y medio ambiente en Colombia, Barcelona, Uni-
versidad Autónoma de Barcelona, 2006.
3
Raúl Prebisch señala que, contrario a lo que se afirmaba en la teoría de las ventajas com-
parativas y el supuesto implícito en el esquema de la División Internacional del Trabajo,
la realidad de los países periféricos, como la región latinoamericana, no justifica dichos
supuestos, pues, “la relación de precios se ha movido constantemente en contra de la
producción primaria. La relación de precios se ha movido de forma adversa a la periferia;
contrariamente a lo que hubiera sucedido, si los precios hubiesen declinado conforme al
descenso del costo provocado por el aumento de productividad”. Raúl Prebisch, El desa-

98
reprimarización e intercambio ecológico desigual

crecimiento de los países industrializados, mayores demandas de recursos naturales,


incentivando su explotación en los países en desarrollo.4 Además, lo anterior se ve
acompañado a veces por el peso de la deuda externa, que en muchas ocasiones ha
sido facilitada precisamente para explotar estos recursos naturales o para obras de
infraestructura que faciliten su comercialización.5
Por lo tanto, en este trabajo se busca, mediante el enfoque de la economía eco-
lógica, aportar una nueva visión de los costos ambientales que genera el comercio
internacional así como la inequidad en la distribución de los mismos, como señala
Joan Martínez-Alier,6 en una economía extractiva los flujos de materiales y ener-
gía no se incorporan para un posible desarrollo a lo largo del tiempo, al contrario,
una economía extractiva produce localmente pobreza, y falta de poder político, por
tanto incapacidad para frenar la extracción o poner un precio más alto a los recur-
sos extraídos.
Para tal propósito, resulta necesario ampliar los análisis e investigaciones en ma-
teria comercial y económica de los resultados del actual proceso de extractivismo
continuo y acelerado por el que atravesó América Latina a principios de la década del
2000 y, específicamente, el caso brasileño; para ello se incorporaron estudios desde la
perspectiva de la economía ecológica que ayudan a entender mejor la problemática
y las consecuencias de la reciente ola extractivista teniendo como eje articulador la

rrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas”, Santiago de Chile,
Fondo de Cultura Económica, [1949] 1998, p. 14.
4
En términos puntuales, Pérez Rincón señala que una mayor dinámica económica genera
cinco posibles efectos ambientales sobre los países que comercian: i) el libre comercio
produce un “pastel” más grande para compartir y ello posibilita que los gobiernos posean
una mayor disponibilidad de recursos como una mayor capacidad institucional para el
cuidado ambiental; ii) esos recursos podrían destinarse para satisfacer la gran demanda
por un ambiente limpio, la cual se supone se incrementa con el aumento de los ingresos;
iii) una disminución de la pobreza y con ello una reducción de la presión sobre el am-
biente; iv) un efecto sobre la estructuras económicas de actividades recurso-intensivas de
los sectores primarios a actividades benignas para el ambiente como los servicios; v) un
efecto tecnológico positivo relacionado con la posibilidad de transferencias de tecnologías
limpias del Norte al Sur promovidas por el libre comercio. Como lo señala el autor, esta
generalización resulta arriesgada y lineal, pues el progreso técnico no es impulsado sólo
por la búsqueda de ahorros en el uso de recursos naturales; además, los nuevos productos y
procesos llevan implícitos nuevas amenazas y riesgos para el medio ambiente. Mario Pérez
Rincón, Comercio internacional y medio ambiente en Colombia, op. cit.
5
Ibid., p. 8.
6
Joan Martínez-Alier, De la economía ecológica al ecologismo popular, Icaria, Barcelona, 1992.

99
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

contabilización de los flujos de materia y energía. En adelante se busca explicar de for-


ma breve la situación en materia comercial de Brasil, a partir de la aparente mejora
en el intercambio comercial entre nuestra región y el resto del mundo.

El comercio internacional brasileño a principios del siglo XXI

En este apartado se hace un breve análisis de la economía brasileña en lo concer-


niente a las implicaciones del llamado auge del precio de las materias primas (com-
modities), esto desde el punto de vista económico, social y ecológico.
El propósito es mostrar la importancia comercial que tiene Brasil, conocer los
principales productos de exportación e importación, pasando por categorías como la
reprimarización, dependencia y neoextractivismo; así como las implicaciones ecoló-
gicas resultantes de estos procesos. El nuevo auge del extractivismo latinoamericano
ha enfatizado viejos problemas económicos y sociales que aquejan a nuestra región
desde hace más de medio siglo y que suelen ser propios de la periferia.7
Aunque no hay duda de que existió, según señalan José Antonio Ocampo8 y
Diego Grijalva,9 un rápido crecimiento económico en América Latina de 2003-200710
y la fuerte recuperación en los años inmediatamente posteriores a la crisis financiera

7
Una nueva variable que cobra importancia no sólo para América Latina, pero sigue te-
niendo gran impacto en la región, es la llamada crisis ambiental que, en palabras de Enri-
que Leff, se puede entender a partir de que la visión mecanicista que produjo la razón car-
tesiana se convirtió en el principio constitutivo de una teoría económica que predominó
sobre los paradigmas organicistas de los procesos de la vida, legitimando, una falsa idea de
progreso de la civilización moderna. De esta forma, la racionalidad económica desterró a
la naturaleza de la esfera de la producción, generando procesos de destrucción ecológica
y degradación ambiental. Enrique Leff, Ecología y capital: hacia una perspectiva ambiental de
desarrollo, México, UNAM, 1998.
8
José Antonio Ocampo, “Los retos del desarrollo latinoamericano a la luz de la historia”,
Cuadernos de Economía, 34(66), 2015, pp. 479-506.
9
Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto en América Latina, Instituto
de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, 2014.
10
Diego Grijalva apunta que durante la última década América Latina disfrutó de un alto
crecimiento económico. Muestra de ello es la incorporación de Brasil en el grupo de los
BRICS. La región en conjunto ha experimentado un periodo de progreso extraordinario.
Para entender porqué este periodo ha sido tan distinto basta con mirar la reciente historia.
Mientras en el periodo 1970-2004 América Latina creció un promedio de 1.01% anual,
durante la última década (2004-2013) su crecimiento fue de 4% al año, según datos de la

100
reprimarización e intercambio ecológico desigual

del Atlántico Norte de 2007-2009 generaron la idea de que estaba conformando un


proceso de auge conocido como “la década de América Latina”.11 Durante la libe-
ralización comercial implantada por preceptos neoliberales tales como el Consenso
de Washington, los países latinoamericanos pusieron sus expectativas en el desarrollo
exportador, siguiendo una estrategia, en la cual se hizo poco énfasis en el contenido
tecnológico de la canasta exportadora. Un problema adicional es la dependencia de
América Latina de sus exportaciones de recursos naturales, la primera década del si-
glo XXI, cuando las exportaciones de bienes primarios y manufacturas intensivas en
recursos naturales aumentaron del 45% en el 2000 al 57% en el 2010, aunque más
por efecto de precios que de volúmenes.12
Por su parte, Beatriz Macchione Saes13 sostiene que hay factores como la fi-
nanciarización del mercado de las commodities, la política monetaria estadounidense
y la desvalorización del dólar como razones estructurales del elevado aumento del
precio de las commodities, además del ascenso de la economía China, como se expli-
ca a continuación:

Después de más de dos décadas de precios bajos, la mayor parte de las commodities su-
frieron un elevado aumento de los precios en los inicios de los 2000, suscitando dife-
rentes interpretaciones y pronósticos sobre los cambios, cuyas razones podrían tener
un fondo tanto estructural como coyuntural. El ascenso de China fue, seguramente la
interpretación más frecuente para ese nuevo contexto. Aunque China haya tenido un
papel central en la elevación de los precios de algunos metales, la demanda china sola
no explica ese movimiento y no fue decisiva para explicar el comportamiento de otras
commodities. Para estas otras commodities, es más plausible el efecto de otros factores como
la financiarización del mercado de commodities, la política monetaria estadounidense, la

CEPAL. Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto en América Latina,
op. cit., p. 1.
11
Más adelante, en el análisis del autor, sostiene que no se puede hablar de una “década de
América Latina” se trata sólo de un periodo de cinco años de crecimiento económico de
los países que integran la subregión de Sudamérica no del grueso de los países latinoame-
ricanos.
12
José Antonio Ocampo, “Los retos del desarrollo latinoamericano a la luz...”, op. cit.
13
Beatriz Macchione Saes, Comercio ecologicamente desigual no século XXI: evidencia a partir da
inserção brasileira no mercado internacional de minero de ferro, São Paulo, Universidade Estadual
de Campinas (Unicamp), 2017.

101
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

desvalorización del dólar en relación con las demás monedas, o las limitaciones de la
oferta de carácter geológico o tecnológico.14

Al continuar con este análisis, James Cypher15 asegura que durante el auge más
reciente de commodities en América Latina (2002-2012) los términos de intercambio no
han contradicho la hipótesis de Raúl Prebisch. Una vez más, ahora bajo la política
hegemónica del Consenso de Washington, las naciones periféricas fueron instadas
a especializarse en sus áreas de exportación naturales. En 2007, Argentina, Bolivia,
Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela fueron clasificados
como exportadores de materias primas con 51% de sus exportaciones en commodi-
ties; para 2010, Brasil también había sido clasificado de esa manera; estas clasificacio-
nes tienen distintas implicaciones, una de ellas tiene que ver directamente con los
ingresos fiscales que tiene cada nación. Cypher hace una puntualización referente
a estos ingresos:

Los ingresos fiscales por commodities respecto a los ingresos fiscales totales representan
1 de cada 4 dólares. El alto resultado de esta proporción es obviamente una función de
dos variables, pero ambas (ingresos fiscales por commodities e ingresos fiscales) reflejan

14
“A análise dos preços das commodities ao longo do século XX sugere que nem tudo por de
trás da dinâmica do boom recente é novidade. Episódios como este, em que um forte e
persistente aumento dos preços das commodities foi seguido por uma igualmente reversão
da tendência ascendente. A hipótese desses trabalhos é a de que existiram quatro superci-
clos desde fins do século XIX até hoje, sendo que o último, iniciando no final da dácada de
1990, ainda estaria em curso. A diferença deste para as flutuacoes de fundo microecono-
mico é sua longa duração, que pode variar de 20 a 70 anos com fases de expansão de 10 a
35 anos, e o fato de sempre atuarem sobre um amplo conjunto de commodities (ou metais)
simultaneamente. Atribui-se a elevacao sustentada dos preços ao longo dos superciclos
a aumentos prolongados da demanda global, durante fases intensas de industrialização e
urbanizacao de economias desenvolvidas e emergentes. Além das transformações recentes
da economia chinesa, fases ascendentes dos superciclos também teriam sido verificadas
durante a aceleração econômica dos Estados Unidos no final do século XIX e no inicio
do século XX, assim como, ao longo da reconstrução europeia e da emergência econômica
do Japao no pós-guerra”. Beatriz Macchione Saes, Comercio ecologicamente desigual no século
XXI..., op. cit., p. 65.
15
James Cypher, “Neoextractivismo y primarización: términos de intercambio en América
del Sur”, en Alicia Girón (coord.), Democracia, financiarización y neoextraccionismo ante los de-
safíos de la industrialización y el mercado de trabajo, México Colección de libros de la Revista
Problemas del Desarrollo/Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 2014 [http://
ru.iiec.unam.mx/2707/1/00_Introduccion.pdf].

102
reprimarización e intercambio ecológico desigual

estructuras institucionales incrustadas que surgieron desde el siglo XIX. Primero, se


han establecido bajos impuestos sobre la producción de commodities y se han mantenido
en niveles bajos por el poder económico-político de los terratenientes, corporaciones
mineras y corporaciones petroleras trasnacionales. Segundo, los ingresos fiscales totales
también son relativamente bajos en relación con el PIB, con la importante excepción
de Brasil. Los Estados nacionales débiles, con una inhabilidad general para imponer
niveles de impuestos significativos, son preponderantes.16

De igual forma, para Grijalva17 es claro que el crecimiento de la región es alta-


mente dependiente de los precios de las commodities, a partir de su efecto en los tér-
minos de intercambio (TDI). Por su puesto, este no es el único factor que determina la
historia de crecimiento de la región, otro factor de importancia es el aumento en el
intercambio comercial ocurrido durante los últimos 20 años; adicionalmente, el cli-
ma macroeconómico mundial durante este periodo ha sido favorable para la región.
El potencial problema para América Latina radica precisamente en esta dependen-
cia del precio de las commodities para su crecimiento. La región se ha beneficiado del
aumento de los precios durante la última década. Pero, cuando los precios bajan, la
región también se ve perjudicada, esto se puede explicar claramente mediante una
correlación entre ambas variables como describe a continuación el autor:

La experiencia de la región para el periodo 1992-2013, muestra una relación entre el


precio de los commodities y los Términos de Intercambio (TDI) de América Latina, exis-
tiendo una alta correlación entre ambas variables. El gran crecimiento de los precios
durante las últimas dos décadas –el índice de precios prácticamente se cuadruplicó des-
de los años 90 hasta el 2011– se ha traducido en un valor mucho mayor de las expor-
taciones de la región. Para este periodo cada punto adicional en el índice de precios de
los productos primarios se asocia con un aumento del índice de los Términos de In-
tercambio de 0.27. El aumento de los TDI, a su vez, afecta el crecimiento de la región,
los cambios de los TDI marcan de forma precisa las aceleraciones y desaceleraciones
económicas de la región.18

16
Ibid., p. 120.
17
Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto en América Latina, op. cit.
18
Ibid., p. 3.

103
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

En consonancia, Maristella Svampa19 sostiene que en el último decenio, Amé-


rica Latina realizó el pasaje del Consenso de Washington, asentado sobre la valoriza-
ción financiera, al “Consenso de los commodities”, basado en la exportación de bienes
primarios a gran escala proponiendo una definición de commodities en un sentido
amplio, como “productos indiferenciados cuyos precios se fijan internacionalmente”
con las siguientes especificidades: como “productos de fabricación, disponibilidad
y demanda mundial, que tienen un rango de precios internacional y no requieren
tecnología avanzada para su fabricación y procesamiento”. Para el caso de América
Latina, la demanda de commodities está concentrada en productos alimentarios, como
el maíz, la soja, el trigo, así como hidrocarburos (gas y petróleo), metales y minerales
(cobre, oro, plata, estaño, bauxita, zinc, hierro, litio, entre otras).
La misma autora señala, que, si bien es cierto que la explotación y exportación
de materias primas no son actividades nuevas en América Latina, resulta claro que,
en los últimos años del siglo XXI, en un contexto de cambio del modelo de acumu-
lación, se ha intensificado notoriamente la expansión de megaproyectos tendientes al
control, la extracción y la exportación de bienes naturales, sin mayor valor agregado.
Lo que, de modo general, denomina “Consenso de los commodities”:

[...] subraya el ingreso de un nuevo orden, a la vez económico y político-ideológi-


co, sostenido por el boom de los precios internacionales de las materias primas y los
bienes de consumo cada vez más demandados por los países centrales y las potencias
emergentes, lo cual general indudables ventajas comparativas visibles en el crecimien-
to económico y el aumento de las reservas monetarias, al tiempo que produce nuevas
asimetrías y profundas desigualdades latinoamericanas.20

19
Maristella Svampa, “El ‘Consenso de los commodities’ y lenguajes de valoración en América
Latina”, Neoextractivismo en América Latina, 2013, pp. 1-10 [http://old.sinpermiso.info/
articulos/ficheros/svampa.pdf].
20
Ibid., p. 1. El “Consenso de los commodities” es un proceso complejo y vertiginoso que debe
ser leído desde una perspectiva múltiple, a la vez económica y social, política e ideológica,
cultural y ambiental. En primer lugar, la demanda de commodities origina un importante
proceso de reprimarización de las economías latinoamericanas, al acentuar la reordenación
de éstas hacia actividades primarias extractivas o maquilas, con escaso valor agregado. Esta
dinámica regresiva se agrava por el ingreso de potencias emergentes, como es el caso de
China, país que de modo acelerado se va imponiendo con un socio desigual en lo que
respecta al intercambio comercial con la región. Este proceso de reprimarización viene
acompañado por una tendencia a la pérdida de soberanía alimentaria. Desde el punto
de vista de la lógica de acumulación, el nuevo “Consenso de los commodities” conlleva la
profundización de la dinámica de desposesión o despojo de tierras, recursos y territorios

104
reprimarización e intercambio ecológico desigual

Por lo tanto, el extractivismo que caracteriza los primeros años de este nuevo
milenio responde a dos objetivos prioritarios: 1) garantizar la provisión de bienes
primarios para el funcionamiento de la industria en las naciones desarrolladas y, 2)
evitar la ejecución de estas actividades en el país de origen, por ello se transfieren
los riesgos ecológicos. Con los gobiernos progresistas gran parte de la población es-
peraba una transformación que favoreciera los derechos sociales con base en los re-
cursos naturales y las tierras; sin embargo, las acciones del Estado favorecieron sólo
a algunos sectores de la población.21
Aunque es cierto que el aumento de los precios de los bienes básicos multiplica
los ingresos de los gobiernos de manera directa, ya que en muchos casos son los due-
ños de los recursos naturales, o indirectamente por la parte importante que reciben de
los inversionistas privados mediante regalías o impuestos, lo cual incrementa el gasto
corriente o reinversión estatal y eso tiene un efecto positivo en el crecimiento del
producto interno bruto (PIB)22 aunque ello no implica una mejor o mayor distribu-
ción de la riqueza. Recordemos que también James Petras23 advierte al respecto que:

y nuevas y peligrosas formas de dependencia y dominación. El resultado es la consolida-


ción de un estilo de desarrollo neoextractivista que puede ser definido como un patrón
de acumulación basado en la sobreexplotación de recursos naturales, en gran parte no
renovables, así como en la expansión de las fronteras hacia territorios antes considerados
como improductivos. El neoextractivismo instala una dinámica vertical que irrumpe en
los territorios y a su paso desestructura economías regionales, destruye biodiversidad y
multiplica de modo peligroso el proceso de acaparamiento de tierras, al expulsar o desplazar
a comunidades rurales, campesinas o indígenas, y violentando procesos de decisión ciuda-
dana. Ibid., p. 2.
21
A esto se debe añadir que los diferentes progresismos sólo realizaron tímidas reformas
del sistema tributario, cuando no existentes, aprovechando el Consenso de los commodities
(en un contexto de captación de una renta extraordinaria), pero sin gravar con impuestos
los intereses de los más poderosos. Por último, más allá del proceso de nacionalizaciones,
se deben resaltar las alianzas económicas de los progresismos con las grandes corporacio-
nes trasnacionales (agronegocios, industria, sectores extractivos). Massimo Modonesi y
Maristella Svampa, “Post-progresismo y horizontes emancipadores en América Latina”,
Rebelión, 2016, p. 4 [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215469]; Aleida Azamar
Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Promesas del extractivismo en América Latina: luces y
sombras”, en Carrillo et al., Los gobiernos progresistas latinoamericanos, contradicciones, avances y
retrocesos, México, UAM-Xochimilco/Ítaca, 2016.
22
Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto..., op. cit., p. 2.
23
James Petras y Henry Veltmeyer (coords.), El neoextractivismo ¿un modelo posneoliberal
de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI?, México, Crítica, 2015.

105
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

[...] la adopción de una estrategia de desarrollo basada en los recursos naturales y


predicada sobre la base de la dependencia del capital extractivo y de la necesidad de
negociar sobre cómo compartir las ganancias de la extracción de los recursos y las ex-
portaciones de commodities, el presunto neoextractivismo se reduce únicamente a que
el Estado llegue a un mejor acuerdo con el capital global respecto a su participación
de los recursos saqueados.

El neoextractivismo desarrollista (al igual que el neoliberalismo) contempla acti-


vidades consideradas tradicionalmente como tales (minería y explotación de hidro-
carburos) y aquellas ligadas al nuevo sistema agroalimentario, como los agronegocios
o la producción de biocombustibles. De modo similar al pasado, este tipo de em-
prendimientos tiende a consolidar enclaves de exportación asociados con una lógica
neocolonial, que genera escasos encadenamientos productivos endógenos, operan
una fuerte fragmentación social y regional y configuran espacios socioproductivos
dependientes del mercado internacional. La megaminería a cielo abierto, la expan-
sión de la frontera petrolera y energética (que incluye la explotación de gas no con-
vencional, con la tan cuestionada técnica del fracking), la construcción de grandes
represas hidroeléctricas, la expansión de la frontera pesquera y forestal, la generaliza-
ción del modelo de agronegocios, constituyen las figuras emblemáticas del neoex-
tractivismo desarrollista.24
Así, los gobiernos progresistas como el brasileño han fortalecido y reconstrui-
do el tejido social impulsando diversos programas sociales a costa del daño ambien-
tal que genera el extractivismo25 a partir de los ingresos económicos obtenidos de
dichas actividades. No obstante, debe considerarse que, aunque el discurso para la
justificación de la actividad extractiva por parte de los gobiernos progresistas difiere
de la finalidad productiva de un gobierno liberal –en el segundo se busca el aumen-
to de la eficiencia productiva y económica–, ambos casos coinciden en la necesi-
dad de aplicar políticas extractivas para el desarrollo del país y, con ello, lograr un

24
Maristella Svampa, “El ‘Consenso de los Commodities’ y lenguajes de valoración...”, op.
cit., pp. 2-3.
25
El extractivismo se perfila como una actividad de aprovechamiento ambiental intensivo
con efectos negativos considerables, cuya última finalidad es la exportación de los bienes
extraídos. Ahora bien, según Gudynas (2009), citado por Azamar y Azamar, el neoextracti-
vismo difiere del extractivismo en cuanto a la participación del Estado como captador de
los recursos excedentes y como regulador de dichas actividades. Aleida Azamar Alonso y
Amílcar Azamar Alonso, “Promesas del extractivismo en América Latina..., op. cit.

106
reprimarización e intercambio ecológico desigual

mejoramiento económico en general mediante efecto derrame, confundiendo de-


sarrollo con mero crecimiento.26
En las últimas décadas, a pesar de los procesos de diversificación de las exporta-
ciones, la mayoría de los países latinoamericanos continuó dependiendo de exportacio-
nes de productos básicos y manufacturas basadas en recursos naturales, contrario a esto,
en las tres últimas décadas a nivel internacional, puede constatarse que las economías
más dinámicas son aquellas en las que es más rápido el proceso de diversificación
productiva y, en particular, que cuanto mayor es la participación de la industria y de
las manufacturas con mayor contenido tecnológico en las exportaciones, mayores
son los ritmos de crecimiento económico en los países.27

Evidencias de la dinámica comercial brasileña 2000-2015

Particularmente en el caso de Brasil, a partir de los primeros años del siglo XXI, a pe-
sar de que existe una mayor diversificación respecto de la cantidad de socios comer-
ciales, es una realidad que la composición de los productos exportados ha cambiado,
dando paso a productos con menor valor agregado, acrecentando y acelerando el
proceso de reprimarización,28 al exportar mayores cantidades de productos intensi-
vos en recursos naturales, al respecto Ferreira Carvalho y Cutrim Carvalho aportan
algunos datos que se muestran a continuación:

26
Ibid., p. 40.
27
José Antonio Ocampo y Luis Bertola, “América Latina en la economía mundial, 1810-
2010”, en José Antonio Ocampo y Luis Bertola, El desarrollo económico de América Latina
desde la Independencia, México, Fondo de Cultura Económica, 2012.
28
La reprimarización de la pauta de exportación tiene entre sus principales consecuencias,
por un lado, la posibilidad de una desindustrialización temprana como lo refiere Piere Salama,
y por el otro, esta reprimarización contribuye a aumentar el saldo negativo de la balanza
comercial influyendo directamente en la sobrepreciación de la moneda, en algunos casos
generando problemas más complejos, como la enfermedad holandesa, como lo explican
Ferreira Carvalho y Cutrim Carvalho. Pierre Salama, “China-Brasil: industrialización y
‘desindustrialización temprana’”, Seminario BRICS en el MSH-París, octubre, 2011; David
Ferreira Carvalho y André Cutrim Carvalho, “Desindustrializaçao e reprimarização da
economia brasileira contemporâneo num contexto de crise financeira global: conceitos
e evidências”, Revista Economia Ensaios, 26(1), Uberlândia, pp. 35-64, 2011 [http://www.
seer.ufu.br/index.php/revistaeconomiaensaios/article/view/17548/12179].

107
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

La mejoría del desempeño de las ventas para el mercado externo habría estado con-
centrada mucho más en los sectores intensivos en recursos naturales; en cuanto a eso,
en los demás sectores ocurrió un movimiento de sustitución de la producción domés-
tica por importaciones. Otra forma para observar un cambio en la pauta de expor-
taciones de la economía brasileña, hacia un proceso de reprimarización. Al examinar
la participación por factor agregado de las exportaciones, se percibe que la participa-
ción de las exportaciones de productos manufactureros cayó 60.66% (año 2000) para
37.51% (año 2011) y la participación de los productos básicos subió de 20.84% (año
2000) para 46.39% (año 2011). Esta reducción de la participación de los productos
manufactureros y de la expansión de los productos básicos puede sugerir un proceso
en curso de reprimarización. Aún es muy pronto para una conclusión definitiva te-
niendo en cuenta el ambiente de crisis de la economía mundial y el aumento coyun-
tural de los precios de los alimentos y de los recursos naturales (mineral de hierro y
petróleo) como consecuencia de la intensa demanda de China, Rusia, India y de otros
países compradores de esos productos, facilitado por la sobrepreciación del real. En
economías de capitalismo tardío, por ejemplo, la economía brasileña está ocurriendo
un hecho que preocupa: la industria manufacturera está perdiendo importancia re-
lativa, en términos de producción y empleo hacia el sector servicios, antes de que se
hayan alcanzado los niveles de productividad y de renta per cápita similar a los de las
economías de capitalismo maduro.29

En adelante se mostrarán datos y gráficos referentes a las exportaciones e im-


portaciones brasileñas, como herramientas prácticas para entender la dinámica co-
mercial de los primeros años del siglo XXI.

Principales materias primas


exportadas de Brasil (2000-2015)

En este apartado se mostrará –mediante gráficos elaborados con información propor-


cionada por ONU-Comtrade30 y por la base de datos del Banco Mundial– la dinámi-
ca y trayectoria de las exportaciones brasileñas en el periodo de estudio 2000-2015.

29
David Ferreira Carvalho y André Cutrim Carvalho, “Desindustrializaçao e reprimarização
da economia brasileira contemporáneo...”, op. cit.
30
ONU-Comtrade, International Trade Statistic Database, repositorio de información
[https://comtrade.un.org/labs/dit-trade vis/?reporter=826&type=C&year=2016&flow
=2&commodity].

108
reprimarización e intercambio ecológico desigual

Las gráficas se presentan en dos tipos distintos, por un lado, se muestra una
gráfica con los principales productos exportados por año en montos de millones de
dólares y, por otro, los principales productos exportados como proporción del total
de exportaciones. Además de los gráficos encontraremos una breve descripción de
la evolución de exportaciones brasileñas.
Ahora bien, podemos apreciar en la Gráfica 1, la dinámica de las exporta-
ciones para el año 2000; hay una clara predominancia de cuatro productos: por un
lado, la exportación de vehículos y trenes que significó aproximadamente 15% de
las exportaciones de dicho año y, por otro, la exportación de reactores nucleares y
maquinaria. Igualmente, con una significativa importancia encontramos el rubro de
aeronaves como parte de los cuatro productos de mayor exportación de Brasil en el
año 2000 con 12% del valor total de las mismas, seguido del hierro y el acero. Así,
estos cuatro productos concentran más del 50% de las exportaciones totales para el
año 2000, mostrando una predominancia considerable de los productos de alta tec-
nología y tecnología media como los bienes de mayor importancia.

Gráfica 1
Principales productos exportados en el año 2000

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.

109
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Cabe señalar, como muestra la Gráfica 2, que el hierro y el acero, seguido de


los minerales y cenizas, alcanzan una parte importante de dichas exportaciones, pues
en conjunto suman 23% de las exportaciones.
Ahora bien, en la Gráfica 3 se observa que para el 2015 hay un cambio sig-
nificativo en la composición de las exportaciones brasileñas. En un periodo de 15
años hubo un importante viraje entre los principales productos, en el primer rubro
se encuentra aceite, frutas y granos por encima de los productos de alta tecnología
y tecnología media que tenían el primer lugar en importancia en las exportaciones
para el año 2000. Así, las exportaciones de aceite, frutas y granos aumentaron 11%
respecto al año 2000, lo que le dio un peso significativo llevando estas exportacio-
nes al primer lugar. Los minerales y cenizas ocupan el segundo lugar con 15% de las
exportaciones, mientras que a los combustibles minerales y aceites les corresponde
12% de las mismas. En cuarto lugar, según el orden de importancia se encuentra la
carne con 11 por ciento.
En la Gráfica 4 podemos apreciar la evolución de las principales commodities de
exportación del 2000 al 2015, así como el crecimiento del comercio, se observa que
las exportaciones se han cuadruplicado en un lapso de 15 años. En el caso particular
de los aceites, frutas y granos pasaron de los 2,500 millones de dólares a poco más de
20,000 millones de dólares. Otro ejemplo son los minerales y las cenizas cuyo monto
de exportación paso de 3,500 millones de dólares en el 2000 a poco más de 15,000
millones de dólares para el 2015.
En concordancia con lo que señala Ocampo,31 en la Gráfica 5 se puede apre-
ciar que el súper ciclo de las materias primas en realidad se trató de un corto pe-
riodo de cinco años, no se puede hablar de una década de auge en la exportación
de commodities en Brasil, este periodo puede verse que inició en el 2003, mismo que
múltiples autores (Ocampo, Bertola, Grijalva, Svampa, entre otros) señalan como
inicio del ciclo de las commodities y que concluyó en el 2008 marcado como ini-
cio de la crisis financiera que comenzó en el Atlántico Norte. Posteriormente en
el 2010 hubo un repunte de las exportaciones de materias primas encabezadas por
minerales y cenizas; hierro y acero, y combustibles que duró un periodo aún más
corto de cerca de tres años. Alcanzando su punto más alto en el 2011 y su impor-
tante caída a partir de 2014, configurándose una creciente reprimarización en la
pauta de exportaciones.

José Antonio Ocampo, “Los retos del desarrollo latinoamericano a la luz de...”, op. cit.
31

110
Gráfica 2
Exportaciones brasileñas año 2000 como porcentajes del total de exportaciones

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.

Gráfica 3
Exportaciones brasileñas año 2015 como porcentajes del total de exportaciones

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.


políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Gráfica 4
Principales productos exportados en 2015

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.

En la Gráfica 6 podemos observar las variaciones de las exportaciones de Bra-


sil, haciendo más clara la dinámica de éstas en el periodo de estudio que va del 2000
al 2015. Observamos que estos cambios en las exportaciones no se mantuvieron
constantes a lo largo de los primeros tres quinquenios del siglo XXI, considerando el
2008 como año en el que se presenta una de las mayores caídas de estas variaciones;
así, se presenta gráficamente lo que Ocampo (2015) llamaba quinquenio del auge de
las commodities, pues fue realmente durante un aproximado de cinco años que hubo
un crecimiento importante de las exportaciones. Sin embargo, resulta importante
remarcar que después de 2008 las exportaciones retomaron su rango y alcanzaron
niveles similares a los de 2003-2004, aunque sólo durante un par de años para luego
mostrar importantes caídas, como se muestra en la gráfica.

Principales importaciones brasileñas (2000-2015)

En este apartado se busca demostrar el movimiento que tuvieron las importaciones


del mundo cuyo destino fue Brasil, igualmente se utilizó la base de datos ONU-Com-
trade y a partir de ella se construyeron las gráficas que se presentan a continuación.

112
Gráfica 5
Tendencia de las exportaciones brasileñas del año 2000 al 2015

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.

Gráfica 6
Variaciones porcentuales de las exportaciones brasileñas 2000-2015

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.


políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Para un análisis más amplio de la dinámica comercial brasileña resulta primordial


conocer el tipo de bienes comprados y su relevancia. Por ello, se realizaron gráficas
de los principales diez productos adquiridos por la nación sudamericana.
A partir del análisis de las exportaciones y ahora las importaciones, se busca
comprender si aún se perpetúa la condición de dependencia de Brasil con el exte-
rior resultante de un continuo deterioro de los términos de intercambio, al man-
tener un intercambio desigual durante el periodo de estudio que va del 2000 al 2015;
igualmente se busca encontrar si en algún momento de este periodo se revirtió el
intercambio desigual aprovechando las condiciones benéficas ante la expansión del
comercio internacional gracias a la importancia creciente de China en el comercio
mundial, la crisis económica que comenzó en el Atlántico norte, el dinamismo de
las economías emergentes, la necesidad de encontrar nuevos espacios de rentabilidad
del capital y su efecto en el auge de las commodities.
A continuación, se puntualiza sobre las principales importaciones para el 2000
y el 2015, para posteriormente analizar los términos de intercambio de este periodo.
Entre las principales compras que hace Brasil en el mercado mundial, como se
ve en la Gráfica 7, se encuentran los reactores nucleares, calderas y maquinaría con
22% del total de las importaciones, seguido con igual porcentaje por el equipo eléc-
trico, electrónico, posteriormente con cifras similares se encuentran los combustibles
minerales, aceites y destilados con 20% del total.
Respecto a los productos que importa Brasil en el 2015, en la Gráfica 8 po-
demos observar que existe una importancia marcada en sólo tres sectores de bienes
de importación, los combustibles minerales, aceites y destilados con 20% de las im-
portaciones, al igual que los reactores nucleares, calderas y maquinaria también con
20% de las importaciones totales, seguido de equipo eléctrico-electrónico con 17%;
desde el inicio del periodo de estudio estos tres sectores acaparan cerca de 60% del
total de las importaciones, seguidos por los vehículos con 11% en el 2015.
En la Gráfica 9 podemos ver el comportamiento de las importaciones brasileñas
a lo largo del periodo 2000-2015 cuyo punto más alto se dio en el 2013 para después
caer súbitamente hacia el 2015. Contrario a lo que podría pensarse, las importacio-
nes brasileñas tuvieron una pronta recuperación después de la crisis económica de
2008, donde hubo una importante caída y su recuperación se dio entre 2009 y 2010.
En la Gráfica 10 se observa que se inicia el periodo de estudio con un impor-
tante déficit comercial, al ser superiores las importaciones brasileñas que las expor-
taciones, situación que se mantuvo hasta el periodo 2003-2008, mismo que algunos
autores ubican como el quinquenio del auge de las commodities, al ser ese breve pe-
riodo en el que se presentó un superávit en la balanza comercial.

114
Gráfica 7
Principales importaciones brasileñas en el 2000

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.

Gráfica 8
Principales importaciones brasileñas en el 2015

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.


Gráfica 9
Comportamiento de las importaciones brasileñas

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.

Gráfica 10
Comportamiento de las exportaciones
e importaciones brasileñas: 2000-2016 (mmd)

Fuente: elaboración con base en datos de ONU-Comtrade.


reprimarización e intercambio ecológico desigual

Posteriormente, de 2009 a 2011 la trayectoria tanto de las importaciones como


de las exportaciones se mantiene en valores similares, existiendo una ligera supe-
rioridad de las exportaciones respecto a las importaciones. Sin embargo, de 2012
a 2016, esta dinámica comercial se desacopla mostrando un importante déficit en
materia comercial. Es evidente la existencia de un aumento del tamaño del comer-
cio exterior brasileño, al ver un ascenso de forma exponencial, las cifras en miles de
millones de dólares nos hablan de un crecimiento de hasta ocho veces el comercio
exterior de la nación sudamericana.
Ahora bien, en lo referente a los términos de intercambio y el índice obteni-
do de los mismos mediante la información del Banco Mundial (BM),32 los términos
de intercambio se definen como la razón entre el precio de las exportaciones de un
país y el precio de sus importaciones. Esta relación refleja la capacidad de compra
que tienen los productos domésticos vendidos en el extranjero. En la Gráfica 11 el
2000 se toma como año base otorgándole un valor de 100, es decir, se puede com-
prar la totalidad de bienes necesarios del exterior mediante los recursos obtenidos
de las exportaciones brasileñas.
Para el 2001, esta relación se mantuvo casi igual que la del año anterior, alcan-
zando un valor de 99.94. Posteriormente, para el 2002 hubo una ligera disminución
al colocarse en 98.42. En 2003 este índice muestra un valor de 96.98 indicando un
deterioro de los términos de intercambio que, si bien no es profundo, continúa con un
corto periodo de disminución de esta razón de intercambio que comienza en 2001.
En el 2004 hay una ligera mejora al tener un valor de 97.53, y en 2005 conti-
núa el ascenso con 98.56. Sin embargo, el salto importante se da a partir de 2006 y
hasta 2011; como se puede apreciar, en 2006 el índice de intercambio fue de 104.11;

El índice de los términos de intercambio se calcula como la relación porcentual de los ín-
32

dices de valor de la unidad de exportación con respecto a los índices de valor de la unidad
de importación, medidos en relación con el 2000 tomado como base. Los índices de valor
unitario se basan en datos entregados por los países que demuestran congruencia según
los controles de calidad de UNCTAD, complementados con sus cálculos, mismos que usan
como ponderaciones los valores comerciales del año anterior en el nivel de tres dígitos de la
Clasificación Uniforme para el Comercio Internacional. Para mejorar la cobertura de los da-
tos, en especial para los últimos periodos, UNCTAD crea un conjunto de índices de precios
promedio en la clasificación de productos de tres dígitos de la revisión 3 de la Clasificación
Uniforme para el Comercio Internacional usando la Estadística de precios de productos
básicos de UNCTAD, fuentes nacionales e internacionales y cálculos de la Secretaría de la
UNCTAD y calcula los índices de valor unitario a nivel del país usando como ponderaciones
los valores comerciales del año en curso.

117
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

2007 alcanzó un valor de 106.21; para 2008 la razón de intercambio llega a 109.77
con una ligera disminución para el 2009, donde el índice baja a 107.67. Sin embar-
go, a partir de 2010, se ve una mejora destacable en los términos de intercambio,
pues el valor del mismo alcanza un total de 125.17, mientras que para 2011 esa me-
joría es más grande con un valor máximo de 135.83 que presenta el punto cúspide
dentro del periodo de estudio.
A partir de 2012 esta relación de intercambio comienza a reducirse al bajar a
128.02; posteriormente, en 2013 disminuye otra vez alcanzando un valor de 125.39
similar al punto alcanzado en 2010. Este descenso, muestra una relación de intercam-
bio de 121.72 para 2014 y 108.38 para 2015. Finalmente, 2016, año último del que
se tienen datos, alcanza un índice de términos de intercambio de 112.43.
En relación con los términos de intercambio podemos concluir que no sufrie-
ron un deterioro en términos de precios y cantidades como se planteó en el inicio
de este artículo, durante el auge de los precios de las materias primas, al contrario,
la economía brasileña tuvo una importantísima mejoría, sobre todo en el periodo
que va de 2006 a 2011, compaginándose con los últimos años del auge de las com-
modities y el periodo de igual trayectoria entre las importaciones y las exportaciones,
acrecentando la mejora económica en materia comercial.

Gráfica 11
Brasil: índice de términos netos de intercambio (2000 = 100)

Fuente: elaboración con datos del Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.

118
reprimarización e intercambio ecológico desigual

Como se ha visto en este capítulo, la economía brasileña atravesó por impor-


tantes cambios en materia económico-comercial trayendo consigo el reconocimiento
mundial de diversas instituciones y gobiernos alrededor del mundo por la correcta
conducción económica del país, estas mejoras sustanciales tuvieron una importan-
te influencia del exterior, es decir, de los beneficios que trajo consigo el comercio
del Brasil con el exterior. Como se planteó en este trabajo, el auge de las commodi-
ties desempeñó un papel destacado en las economías de América Latina, y Brasil no
fue la excepción.
Si bien es cierto que la bonanza económica del “gigante sudamericano” no se
puede explicar sólo a partir del comercio, se hizo notar su importancia e injerencia
en las decisiones tomadas en materia económica y comercial a inicios del siglo XXI,
donde hubo un auge de las exportaciones de materias primas como consecuencia
de un mercado sediento de recursos naturales, como lo es el mercado chino, así como
un mercado de valores con una ingente necesidad de encontrar nuevos espacios para
la valorización de los capitales que se vieron afectados por los primeros indicios de
crisis en el 2001. Estos dos hechos se pueden ver como causa-efecto del predomi-
nio de las exportaciones de materias primas por parte de Brasil, reconfigurando su
economía hacia lo que apuntaba ser una nación retornando a su fase de primario
exportador como eje y motor del desarrollo, configurándose una nueva etapa, co-
nocida como progresismo-extractivo, categoría explicada en apartados anteriores o
incluso neodesarrollista.

Aportes de la economía ecológica para entender


el comercio internacional brasileño

Después de realizar un análisis de la dinámica comercial de Brasil, es necesario lle-


var a cabo otro más amplio considerando la situación ambiental brasileña resultante
de dicha dinámica; para ello, es necesario y pertinente utilizar el enfoque de la eco-
nomía ecológica (EE, en adelante), partiendo del hecho de que esta rama de la eco-
nomía estudia la integración de variables ambientales, sociales, económicas, políticas
y éticas, buscando la co-evolución de estas disciplinas con la finalidad de proponer
soluciones a los problemas de sustentabilidad. Los fundamentos básicos de la EE33 son

La economía ecológica se consolida en la década de 1980, cuando se organiza el congreso


33

Integrating Ecology and Economics, en Suecia, en 1982, y con la aparición, en 1987, de


la revista Ecological Modelling, de la que se publica un número especial sobre la integración

119
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

las leyes de la termodinámica, aunque también se incluyen procesos ecosistémicos


y otras variables de índole social y política. Por ello, el origen de la EE proviene de
descubrimientos y corrientes de pensamiento tanto de la economía como de la
ecología. Los estudiosos de la EE postulan que el problema está en cómo percibi-
mos la relación entre el medio ambiente y la sociedad. La idea fundamental es que
con los principios de la economía neoclásica no se pueden resolver los problemas
ambientales, por lo que la EE propone una relación estrecha, basada en las leyes de
la termodinámica, entre los procesos ecosistémicos y socioeconómicos.34 Ante tal
problema, es que la EE, tiene como objetivos el estudio y gestión de la sostenibi-
lidad ambiental de las economías y, dentro de éstos, su preocupación por el tama-
ño y dinámica del subsistema económico dentro de la biosfera, y el interés por los
impactos ecológicos intra-generacionales del desarrollo y manejo de los conflictos
ambientales que éste genera.35
Por su parte, Nicholas Georgescu-Roegen (1906-1994), considerado uno de
los pilares de la EE, fue el primer investigador que en su obra La ley de la entropía y
el proceso económico36 vincula las leyes de la termodinámica y la economía, indicando

entre economía y ecología. Un año después se funda la International Society for Ecolo-
gical Economics (ISEE) y se publica el primer número de la revista Ecological Economics.
Varios investigadores que pertenecen a la ISEE han hecho aportaciones importantes a la
economía ecológica, cuyo principal objetivo y el de sus miembros es reintegrar la econo-
mía y la ecología. Alonso Aguilar Ibarra et al., Introducción a las economías de la naturaleza,
México, Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, 2010, p. 73.
34
Ibid., p. 69. Dos de las contribuciones más importantes a la economía ecológica son las de
Sadi Carnot (1822-1888) y Rudolph Clausius (1796-1832), quienes plantearon los princi-
pios básicos de las leyes de la termodinámica. Sadi Carnot expuso los primeros planteamien-
tos de la termodinámica en su estudio de 1824, Reflexiones sobre la potencia motriz del fuego y
sobre las máquinas adecuadas para desarrollar esta potencia. Después, Rudolph Clausius difundió
las aportaciones de Carnot e introdujo el concepto de entropía. Asimismo, Ernest Haeckel
(1834-1919), naturalista que estudió la evolución, fue el primer científico en usar, en 1866,
la palabra œcología, definiéndola como “la economía de la naturaleza”. Ibid., pp. 70-71.
35
Mario Pérez Rincón, “Dimensiones biofísicas del comercio exterior colombiano. Evi-
dencias del intercambio ecológicamente desigual para el periodo 1970-2002”, Economía
Industrial, núm. 342, vol. IV, Colombia, 2003 [http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd30/
biofisica.pdf].
36
Nicholas Georgescu-Roegen, The entropy law and the economics process, Cambridge, Harvard
University Press, 1971.

120
reprimarización e intercambio ecológico desigual

que los recursos naturales son la energía disponible en un sistema cerrado,37 por lo que
su uso sólo puede decrecer debido a que ésta se degrada y dispersa. En sus trabajos
sobre economía del desarrollo, en particular del análisis insumo-producto y las fun-
ciones de producción, enfatiza que todos los procesos económicos requieren ener-
gía y todos generan desechos.38
Por su parte, Pérez Rincón39 señala que los economistas ecológicos han sido
críticos respecto de las relaciones positivas entre comercio y ambiente. Esta crítica
tiene dos claras direcciones: el efecto escala y el efecto equidad. Por un lado, la libe-
ralización comercial es un factor importante en la dinámica de deterioro ambiental
mundial por el aumento de la cantidad de recursos materiales y energéticos que se
movilizan con el crecimiento en un mundo de recursos finitos. Por otro, el comercio
no es un juego de suma positiva en términos ambientales entre los países que co-
mercian, dado el desbalance material que se produce por el intercambio entre países
importadores de recursos materiales y energéticos (industrializados) y países expor-
tadores de este tipo de bienes e importadores de manufacturas y conocimiento, los
países del Sur. Este intercambio es ecológica y económicamente desigual pues ade-
más de que no reconocen los costos ambientales y el agotamiento del patrimonio
natural, las relaciones de intercambio son desfavorables para los países exportadores
de materias primas. Este intercambio desigual es lo que permite que el Norte adquiera
los insumos materiales y energéticos para su metabolismo socioeconómico, siendo los
precios, la inversión extranjera directa y el crédito externo, y eventualmente la in-
tervención militar, los mecanismos que facilitan tales adquisiciones.40
Hay investigaciones cuyo propósito es medir y contabilizar los flujos de ener-
gía y materiales, tal es el caso de aquellas realizadas desde la década de 1990 por el

37
Unos años antes, en 1966, Kennet Boulding planteaba en su conocido artículo, “The Eco-
nomics for the Coming Spaceship Earth” la premisa de que, en el futuro, la economía ten-
dría que concebirse como un sistema cerrado, “El navío espacial Tierra”, lo cual supondrá
aceptar que la abundancia ilimitada es sólo aparente. Sostenía, también, algunos elementos
precursores de la idea de sustentabilidad, como decir que ya no se trata de aumentar el PIB
de cada país, sino de mantener el stock total de capital, y que la solidaridad debe extenderse
no sólo en el espacio sino en el tiempo. Ramón Tamames, Ecología y desarrollo: la polémica
sobre los límites al crecimiento, Madrid, Alianza Editorial, 1977, pp. 86-87.
38
Alonso Aguilar Ibarra et al., Introducción a las economías de la naturaleza, op. cit., pp. 70-72.
39
Mario Pérez Rincón, “Comercio internacional y medio ambiente en Colombia”. Te-
sis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, 2006 [http://www.tdx.cat/bitstream/
handle/10803/4072/mapr1de1.pdf?sequence=1].
40
Ibid., p. 2.

121
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

economista ecológico catalán Joan Martínez-Alier, cuyos principales tópicos que para
este trabajo nos resultan primordiales tienen que ver con la ecología, el ecologismo,
el uso de la energía, la desmaterialización, la desigualdad, la deuda ecológica, la jus-
ticia socioambiental y los conflictos socioambientales que se distribuyen por todo el
mundo y tienen especial impacto en los países pobres, periféricos o subdesarrollados.
En algunos de sus trabajos más recientes, Martínez-Alier en conjunto con múltiples
colaboradores, como es el caso de Mario Alejandro Pérez Rincón, se han encargado
de retomar cuerpos analíticos como el estructuralista para la explicación de la di-
námica de los flujos de materia y energía en economías muy particulares, como es
el caso de Colombia (2006), o con Beatriz Saes (2017) para el caso de Brasil, ambas
tesis doctorales dirigidas por el economista catalán.
Esta nueva perspectiva de la problemática ecológica surge a partir de retomar los
conceptos de inicios de la década de 1950, cuando Raúl Prebisch hacía notar la difi-
cultad surgida de las exportaciones de bienes primarios e importación de bienes ma-
nufacturados, así como el continuo descenso del precio de los primeros, y agregar al
análisis la variable ecológico-ambiental, estudiada a partir del flujo de materia y ener-
gía en las respectivas economías. Los indicadores ambientales utilizados actualmente
no son suficientes para demostrar el verdadero daño ecológico resultante de la acción
humana y en especial de la actividad económica. Debido a que sólo se enfocan en una
de las tres esferas de la sustentabilidad, o resultan estar demasiado desagregados impo-
sibilitando la íntegra comprensión del complejo problema ecológico en el que se en-
cuentra inmersa el conjunto de la humanidad en la actualidad.41
Por ello, los flujos de materia y energía y, en general, las cuentas biofísicas son ne-
cesarias puesto que tienen como objetivo establecer y determinar los flujos existentes
entre la economía, representada por la función de producción, y el medio ambiente
en el que ésta se desarrolla.42 Como parte de estas cuentas biofísicas, encontramos
el balance comercial físico (BCF) que mide el saldo entre los flujos de importación
y los flujos de exportación de diversos materiales, por lo que un saldo negativo en
los balances comerciales de estas economías latinoamericanas se interpretará como
una salida neta de recursos naturales hacia el mercado internacional, pues es mayor
el flujo que sale del país en exportaciones, respecto del flujo que ingresa en impor-
taciones. El signo negativo de estas balanzas físicas es un indicativo del intercambio
ecológicamente desigual porque se encuentra asociado con las grandes externalidades

41
(UNEP, 2016:1) (faltan datos).
42
Eurostat-INE, Material Flow Accounts, Balance y cuentas de flujos de materiales, 2010, p. 4
[https://www.ine.es/daco/daco42/ambiente/aguasatelite/metflujos1.pdf].

122
reprimarización e intercambio ecológico desigual

que origina todo proceso extractivo, y que se omiten en los precios de mercado. Es
decir, uno debería reconocer los costos sociales y ambientales de las externalidades
que se originan en procesos extractivos que contaminan y degradan los patrimo-
nios naturales de las economías latinoamericanas, en lugar de ceñirse a la evolución
de precios que definan los mercados y esperar recuperaciones permanentes de los
precios de las exportaciones.43
Dichos indicadores deben tener en cuenta la metodología de análisis o conta-
bilidad de flujos de materias44 (MFA), que contabilizan el uso de recursos naturales
en el proceso de producción y consumo en términos de toneladas. Lo que nos per-
mitirá conocer las dimensiones biofísicas del comercio exterior.45
Ahora bien, en lo correspondiente a los flujos de materia y energía y en par-
ticular al balance de flujo de materiales correspondiente a Brasil, podemos observar
su tendencia gracias a la Gráfica 6, las cifras presentadas son porcentajes.
Este “balance comercial físico” toma en cuenta todas las entradas y salidas de
materiales de cada nación, en este caso, mediante la Gráfica 6, se pueden ver los flu-
jos propios del comercio brasileño. Sin embargo, este balance es distinto del comer-
cial económico, al restarle los flujos de entrada a los flujos de salida de materiales, es
decir, a los materiales que entran al país por las importaciones, se le restan aquellos
materiales que salen por medio de las exportaciones. En términos generales, este
balance comercial físico se puede interpretar como la cantidad de recursos extraí-
dos y su posterior exportación. Al ser negativo el resultado de este balance la lectura
significaría que se están explotando más recursos para la exportación de los que se
están importando y entrando al sistema. Es decir, hay un mayor deterioro ecológico;

43
Pablo Samaniego, María Cristina Vallejo y Joan Martínez-Alier, Déficits comerciales y déficits
físicos en Sudamérica, Elsevier, 2015, pp. 32-33.
44
Las cuentas de flujo de materiales muestran los inputs físicos de materiales que entran en
el sistema económico nacional y los outputs a otras economías o al medio natural. Son
cuentas en unidades físicas (toneladas) que describen la extracción, transformación, consu-
mo y eliminación final de elementos químicos, materias primas o productos. El principio
conceptual en el que se basan estas cuentas es la primera ley de la termodinámica sobre la
conservación de la materia, según este principio la materia no se crea ni se destruye sólo
se transforma. Esta técnica puede ser aplicada a materiales y sustancias específicas de gran
impacto medioambiental, incluyendo combustibles, materiales estratégicos, madera, pesti-
cidas, cinc, etcétera. Instituto Nacional de Estadística de España (INE), Cuentas de flujos de
materiales, Serie 1995-2008, Base 2010, p. 3 [http://www.ine.es/daco/daco42/ambiente/
aguasatelite/metflujos2.pdf].
45
Eurostat-INE, Material Flow Accounts, op. cit., p. 2.

123
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

como se puede ver, este balance responde de forma contraria a lo que se espera en
materia económica.
Para el caso de Brasil, partiendo del año 2000, encontramos los siguientes va-
lores en millones de toneladas, mismos que se deben entender como porcentajes
que salen del sistema ecológico para su exportación, cuyo total alcanza un valor de
-154.38. Para el 2001, los millones de toneladas exportadas superiores a las impor-
taciones llegan a -178.12. Mientas que para el 2002 alcanza un total de -203.58 no-
tándose una importante ampliación en la tendencia negativa que en el 2003 llega a
un valor de -230.12.
En el 2004 mantiene su tendencia negativa con un total de -273.62; mientras
para el 2005 este valor llega a -305.52. Por su parte, para el 2006 el balance negativo
continúa creciendo a -324.78 millones de toneladas que salieron del sistema ecoló-
gico brasileño. En el 2007 llegó a -347.76 millones de toneladas, mientras que para
el 2008 los millones de toneladas sacadas del sistema en forma de exportaciones fue-
ron de -352.79; para el 2009 estos valores llegaron a -358.94; para el 2010 -395.85;
en el 2011 se aprecia un total de -414.04 millones de toneladas que salieron como
parte del comercio exterior brasileño.Ya en el 2012, alcanzaron un total de -411.23;
en el 2013 de -418.07. Para el 2014, las millones de toneladas de materiales expor-
tadas fueron -444.88; en el 2015 ascendieron a -468.13 millones de toneladas, mien-
tras que para el 2016 la cifra llegó a -488.22 millones de toneladas que salieron del
sistema ecológico brasileño.
Como se aprecia en la Gráfica 12, a partir de 1997 comienza el crecimiento
exponencial del balance comercial físico negativo cuya amplitud alcanzó a valores
cercanos al -500 millones de toneladas de materiales que salieron del sistema eco-
lógico brasileño. Este crecimiento del balance negativo es reflejo del aumento de
las exportaciones de bienes de la economía brasileña, mismas que comenzaron su
aumento desde el 2005 cuyos primeros cinco rubros están compuestos en primer
lugar de vehículos y trenes; reactores nucleares, seguidas de hierro y acero; mine-
rales y cenizas; combustibles minerales y aceites. Para el 2010, las cinco principa-
les exportaciones las componen, en primer lugar, minerales y cenizas, seguidas de
combustibles minerales y aceites, posteriormente se encuentra el rubro del azúcar,
seguidas de los aceites y frutas; finalmente, los vehículos. En el 2015, cuatro de las
cinco principales exportaciones están compuestas por commodities, como el aceite,
frutas y granos, seguidas de minerales y cenizas, continúan los combustibles mine-
rales y aceites, posteriormente se encuentra el rubro carne y, finalmente, reactores
nucleares y maquinaria.

124
reprimarización e intercambio ecológico desigual

Gráfica 12
Brasil: balance comercial físico (millones de toneladas)

Fuente: Base de datos de flujo global de materiales, panel internacional de recursos, ONU.

Así, podemos concluir que en la economía brasileña, durante el auge de las


commodities que va de principios de siglo XXI hasta el 2015, periodo en que se sus-
tenta este trabajo, se revirtió el proceso de deterioro de los términos de intercam-
bio, presentándose un índice creciente y positivo de dichos términos hasta finales
de 2014, encontrando un subperiodo que va de 2006 a 2011 en el que se revirtió
de forma importante el deterioro de los términos de intercambio. Sin embargo, de
2012 a 2016 la balanza comercial brasileña volvió a ser deficitaria, igualmente se
puede ubicar a este mismo periodo porque el índice de términos de intercambio
comenzó a disminuir después de alcanzar su máximo en 2011.
Ahora bien, se encuentra este crecimiento negativo del balance comercial fí-
sico en aumento constante derivado de una mayor exportación de recursos y ma-
teriales, planteándose como explicación la necesidad de una mayor explotación de
recursos naturales para obtener la misma cantidad de recursos económicos que se
obtuvieron durante el auge de las commodities, cuando el precio de las materias pri-
mas era alto y se obtuvieron amplios beneficios de los mismos. Cuando los precios
de las materias primas disminuyen, se requiere una explotación mayor de recursos
naturales para obtener ingresos similares a los de años anteriores, reflejándose en el
balance comercial físico.
Como señalan Samaniego,Vallejo y Martínez,46 las condiciones del intercam-
bio comercial en el mercado internacional determinan una carga ambiental estructural

Pablo Samaniego, María Cristina Vallejo y Joan Martínez-Alier, Déficits comerciales y déficits
46

físicos en Sudamérica, op. cit.

125
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

desfavorable, asociada con la exportación de recursos naturales que realizan en las


economías periféricas. Sin embargo, esta trayectoria de deterioro ambiental se ve
acentuada por las condiciones del mercado, esto es, el nivel y el vaivén de los precios
internacionales de los recursos exportados (más baratos que aquellos que se impor-
tan) y la posición superavitaria o deficitaria que caracteriza a la balanza comercial
monetaria. Se observa que el déficit comercial monetario (Gráfica 10) registrado en
los años más recientes es el resultado de mayores presiones físicas. Esto ha sido así
porque, en muchas ocasiones, las situaciones de agobio financiero y comercial tra-
dicionalmente se resuelven a partir de un mayor esfuerzo biofísico, esto es, expor-
tando un mayor volumen de recursos naturales para poder adquirir los bienes que
se necesitan importar.

Consideraciones finales

La incorporación de categorías como el deterioro de los términos de intercambio y el inter-


cambio desigual, junto con nuevas herramientas como el flujo de materiales y energía
nos ayudaron en el entendimiento de la realidad brasileña como ejemplo de la rea-
lidad latinoamericana y sus crecientes problemas como el intercambio ecológico desigual.
En particular, después de analizar la economía brasileña podemos notar que la
complejidad de la realidad de esta nación encara los problemas clásicos de las con-
diciones estructurales como la dependencia y el subdesarrollo que no se lograron
superar. Pues, contrario a lo que se esperaría de estos llamados gobiernos progresis-
tas, continuaron con la receta neoliberal que sujeta a los países latinoamericanos, es
decir, los mantuvieron atados a una inserción al mercado mundial como exportador
de materias primas, teniendo como eje dinámico el sector exportador pero que, a
su vez, se encuentra aislado del resto del sistema económico tal y como funcionaban
los enclaves de hace algunos siglos en la región, agudizando las desigualdades entre
los países centrales y periféricos e incluso dentro de los mismos.
Después de hacer un diagnóstico con la ayuda del Balance físico comercial y
el índice de términos netos de intercambio sobre las implicaciones ecológicas que
la dinámica comercial provocó en Brasil, encontramos que la necesidad de cubrir
la creciente demanda de materias primas conlleva al aumento en la destrucción del
entorno natural, con todos los daños ecológicos derivados del llamado neoextrac-
tivismo, así como las implicaciones sociales que dicha explotación acarrea, como el
desalojo de comunidades, la pérdida de lugares sagrados, la contaminación del agua,

126
reprimarización e intercambio ecológico desigual

daños a la salud, privatización de terrenos comunales, entre otros muchos proble-


mas ambientales que se pueden ver ejemplificados cruelmente en dos casos que por
sus dimensiones cobran singular importancia en 2015, la ruptura de los muros de
contención de las presas Fundão y Santarém en las cuales se depositan los desechos
provenientes de la extracción de hierro, siendo considerado éste el mayor desastre
ambiental de la historia de Minas Gerais; y cuatro años más tarde, en 2019, la repre-
sa Brumadinho de la empresa minera Vale, colapsó en la localidad del mismo estado.
Ahora bien, el crecimiento negativo del balance comercial físico –en aumento
constante– tienen como explicación una mayor exportación de recursos y materiales,
planteándose la necesidad de una mayor explotación de recursos naturales para ob-
tener la misma cantidad de recursos económicos que se obtuvieron durante el auge
de las commodities, cuando el precio de las materias primas era alto y se obtuvieron
amplios beneficios de los mismos, reflejándose en este balance comercial físico, pues-
to que mientras el precio desciende, existe una sobreexplotación, manifestándose a
partir del aumento del volumen de materias primas exportadas para obtener la mis-
ma cantidad de recursos monetarios que cuando su precio era alto, por lo tanto, hay
una mayor cantidad de flujos de materias hacia el exterior para obtener un mismo
monto monetario aumentando los outputs y desbalanceando el sistema ecológico.
Por lo tanto, de acuerdo con Azamar y Azamar,47 podemos concluir que, si
bien el progresismo se consolidó como una fuerza de cambio política diferente al
neoliberalismo, no pudo llevar a cabo un esquema de desarrollo socioambiental que
pudiera aprovechar las condiciones naturales de los países sin poner en riesgo a la
población. Como corolario, resulta notable que la mayor parte de los bienes prima-
rios extraídos no pueden ser aprovechados localmente debido a la incapacidad pro-
ductiva regional y a la demanda internacional, siendo insuperable el papel de países
primario-exportadores. Ahora bien, parece que la pesadilla neoliberal no terminó y
la idea de su fin fue sólo un sueño, y más ahora cuando los gobiernos en la región
han tenido vuelcos de cambio hacia la derecha y con políticas de corte ortodoxo
más cruentas con la población en general y los trabajadores en particular.

Aleida Azamar Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Promesas del extractivismo en América
47

Latina: luces y sombras”, op. cit.

127
Extractivismo militarista en América Latina

Aleida Azamar Alonso

Resumen
Las actividades de explotación a la naturaleza en América Latina han crecido
en las últimas décadas debido al notable apoyo que el Estado brinda, de diversas
maneras, a las compañías extractivas en la mayoría de las naciones de la región,
pero una que resalta en este estudio es la “militarización”. Esta situación genera
un escenario centralizado en el poder económico empresarial que amenaza el
bienestar social, ambiental, cultural, etcétera, lo que es respaldado por las fuerzas
armadas en cada uno de los países.

Palabras clave: extractivismo, militarismo, Estado, capitalismo.

Introducción

Durante las últimas dos décadas se han presentado varios cambios políticos en Amé-
rica Latina, entre éstos: el ascenso y el declive de la autoproclamada izquierda pro-
gresista durante los primeros 15 años de este siglo,1 y el actual viraje hacia la derecha
populista que se beneficia del desencanto de las administraciones de Cristina Fernán-
dez de Kirchner que condujeron a Mauricio Macri a la presidencia de Argentina; la
pactada caída política de Dilma Rousseff que logró el triunfo de Jair Bolsonaro en
Brasil; el polémico y también bloqueado internacionalmente mandato de Nicolás

1
Aleida Azamar Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Las promesas del extractivismo en
América Latina: luces y sombras”, en J. Carrillo Nieto, F. Escárzaga y G. Günther (coords.),
Ascenso y crisis de los gobiernos progresistas latinoamericanos, México, Universidad Autónoma
Metropolitana/Ítaca, 2016, pp. 31-62.

129
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Maduro en Venezuela, al cual le quieren obligar a abandonar el poder a favor de


Juan Guaidó; las complejas decisiones de Juan Manuel Santos que condujeron a la
victoria política de Iván Duque Márquez en Colombia, y la controversial salida del
poder de Evo Morales en Bolivia que generó críticas internacionales.
Los casos mencionados tienen en común varios aspectos, algunos muy cues-
tionables, como los escándalos de corrupción, las reformas legislativas a modo o la
falta de atención al entorno social que llevaron al triunfo de los gobiernos de iz-
quierda, pero un par de elementos que llaman la atención, sobre todo por la temá-
tica de este documento son: 1) la presencia del modelo extractivista2 como parte de
la columna vertebral económica en cada uno de estos países,3 y 2) la militarización4
territorial para la defensa de la riqueza local, estos no son aspectos únicos de los lla-
mados gobiernos progresistas, sino que son cuestiones que fueron heredadas de las
administraciones anteriores y que en la mayoría de los casos se profundizaron a lo
largo de los últimos años.

2
El extractivismo es un proceso productivo amplio y variado, el cual ha obtenido gran
relevancia durante el presente siglo debido a las implicaciones sociales, ambientales y cul-
turales negativas de su ejecución. Para definirlo existen múltiples aproximaciones teóricas,
pero para este trabajo se caracteriza como: a) un proceso de aprovechamiento de la natura-
leza que se realiza con el fin de obtener más recursos de los que la demanda local requiere;
b) modifica y daña de manera grave y/o irreversible el área donde se lleva a cabo; c) pro-
mueve vínculos de comercio desigual debilitando al país de donde se extrae a partir de la
dependencia, pues se enfoca en el intercambio internacional y no en el fortalecimiento de
las cadenas de valor locales; d) se desarrolla como parte de una estrategia de apropiación
de bienes comunes respaldada por el Estado para garantizar la reproducción del capital,
ya que se apuesta que a partir de éste existirá crecimiento económico (principalmente los
gobiernos neoliberales) o en otros casos se justifica que por medio de él se saldrá de la
pobreza invirtiendo los ingresos obtenidos de la explotación de los recursos naturales en
programas sociales (principalmente los gobiernos progresistas). En este sentido, el modelo
extractivista es el conjunto de relaciones productivas que se organizan en torno a la ex-
plotación y comercialización de la naturaleza.
3
Aleida Azamar Alonso, Minería en América Latina y México: problemas y consecuencias, México,
Universidad Autónoma Metropolitana, 2018a.
4
Actualmente no hay consenso específico sobre la definición precisa del concepto de mi-
litarización, por lo que en este trabajo se toman como referencia lo que mencionan los
organismos internacionales y algunas investigaciones particulares, centrándose específica-
mente en la idea de que las instituciones de poder civil como el Estado adoptan estrategias
de poder y violencia contra la población civil, las cuales están reservadas para las activi-
dades militares. En la sección de militarización se explica más a fondo el concepto y las
referencias utilizadas.

130
extractivismo militarista en américa latina

El objetivo de este trabajo es analizar las características que identifican al ex-


tractivismo latinoamericano contemporáneo en su abierta relación con las fuerzas
militares para legitimar su actuar tanto en los países que han tenido gobiernos pro-
gresistas como en aquellos con gobiernos neoliberales. El documento se divide en
dos apartados, además de las conclusiones. En el primer apartado se establece el in-
terés y los motivantes del Estado moderno para fortalecer a los grandes monopolios
empresariales y cómo éstos pueden incidir en la forma de vida de la población. En
la segunda sección se profundiza en la militarización de las actividades económicas
como parte de la estrategia política para garantizar la reproducción del capital. Fi-
nalmente, se presentan las conclusiones.

El Estado y la administración de la riqueza pública

El Estado latinoamericano ha retomado una estrategia de apropiación común del


capitalismo en las regiones desarrolladas, para afianzar su propio modelo productivo
basado en la utilización de la violencia y de esta forma poder impulsar un proceso
de adaptación al interés comercial del mundo a partir de sus dinámicas productivas.
Para ello aprovecha su capacidad de dotar a los mercados internacionales de materias
primas y mano de obra a bajo costo, pero manteniendo un limitado control opera-
tivo, político y social independiente del que domina el gran capital.
En esta estrategia de concesión al capital sin importar su tamaño u origen, lo
que se mantiene constante es la forma de los gobiernos militaristas y la estructu-
ra productiva extractivista que se basa en múltiples estrategias legislativas y políticas
para justificar su actuar (Cuadro 1).
Como se observa en el Cuadro 1, el extractivismo militarista latinoamericano
se convierte en una dinámica de ejecución de políticas que únicamente incremen-
tan el nivel de violencia (social, cultural, económica y física) hacia la población, sin
que se establezca una estrategia de colaboración o protección a los afectados por las
actividades de explotación socioambiental.

131
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

Cuadro 1
Estrategias expropiatorias del extractivismo

Tipo de estrategia Descripción


Es la gestión por parte del Estado de leyes y reglamentos que va
Legalidad institucional
acorde con las necesidades de acumulación del capital.
Se busca propagar entre la población la idea del progreso, el desa-
Consenso y legitimidad rrollo y la modernización, como resultado de la instalación de las
empresas.
Se refiere a la construcción de lealtades personales a cambio de
Cooptación y captura
favores y beneficios. En esta estrategia entra el asistencialismo.
En este punto se busca que los afectados adopten una posición
Disciplinamiento
pasiva ante la dominación y que se asuman los hechos como una
y normalización
fatalidad inevitable.
Es la creación ante la opinión pública de las posibles amenazas que
Criminalización representan las luchas sociales y los activistas. Es la antesala de la
represión.
Es el resultado de la ingobernabilidad creada por el modelo de de-
Represión sarrollo, se refiere a los violentos despliegues de fuerza por parte de
los aparatos de seguridad del Estado contra la movilización.
Es el despliegue militar sobre los territorios en disputa y sus pobla-
Legalidad institucional
ciones nativas, caracterizado por una violencia extrema.

Fuente: Carlos Valadez Hernández, “Militarización y extractivismo. Aportes para pensar al Estado en el
marco del combate al crimen organizado en México”. Tesis de licenciatura en economía, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2015, pp. 108.

Además, en la estrategia local de desarrollo extractivo de América Latina se


puede señalar que uno de los aspectos clave que ha llevado a la caída de varios go-
biernos progresistas es el conflicto de la legitimación social con las políticas de be-
neficio para el capital. Es decir, en el tiempo que han gobernado se establecieron
algunas políticas que divergen del interés económico, a pesar de que mejoraron la
calidad de vida de la población marginada por la dinámica del poder,5 pero al hacerlo
se crearon tensiones con los grupos de control que apoyan al gran capital, por lo que
el Estado fue confrontado por los grupos de poder exhibiendo sus equivocaciones,

5
Aleida Azamar Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Las promesas del extractivismo en
América Latina...”, op. cit.

132
extractivismo militarista en américa latina

crímenes o actos polémicos ante la sociedad, despojándolo de toda legitimidad e im-


poniendo un proyecto político acorde con los intereses de los capitales individuales.
Y es que, aunque los gobiernos progresistas buscaron la legitimación pública
con programas de asistencialismo –que si bien encuadra en las estrategias de Com-
posto y Navarro6 para la expropiación extractivista–, también han sido perjudicados
por el interés superior del capitalismo, el cual prioriza el crecimiento económico
antes que el desarrollo social de la población. Además, favorecieron ampliamente la
construcción de un aparato de gobierno basado en el uso de la fuerza militar.
La íntima relación del Estado con el incremento de la presencia militar aso-
ciada con grandes proyectos extractivistas se ha justificado con el actuar de la delin-
cuencia organizada (narcotraficantes en posesión de armas de gran poder) o alguna
otra amenaza externa (ejemplo, el tránsito de las guerrillas entre las amplias fronteras
entre los países de América del Sur), aunque esto poco se relaciona con la forma en
que se emplean los cuerpos castrenses para la vigilancia o contención de multitudes,
puesto que este tipo de instituciones de seguridad pública carecen de entrenamien-
to, formación o capacidad de intervención en conflictos socioambientales donde los
principales afectados han sido campesinos e indígenas que ven ocupados sus territo-
rios por empresas enfocadas en la mercantilización de la naturaleza.
Por otra parte, el incremento de este tipo de conducta pro-fuerzas armadas no
está asociado únicamente con gobiernos progresistas, pues, como se mencionó, ha
sido un proceso más bien heredado de los gobiernos anteriores y se observa en casi
toda la región, variando en progresión, aunque con especial relevancia en los casos
con mayor capacidad extractivista en el continente americano sin importar la ten-
dencia política en vigencia (Cuadro 2).
En este escenario, el Estado desempeña un papel fundamental para el desarrollo
de esta conducta militarizante, pues su principal característica es la del monopolio
de la violencia legítima para ejercitar su actividad, ya que es primordial garantizar la
reproducción y acumulación del capital.7
Como institución, el Estado fomenta una dependencia de la sociedad hacia
éste al proteger los derechos de propiedad privada mediante la amenaza del uso de la
fuerza; por otra parte, crea un mercado de intercambio basado en el “interés general

6
Claudia Composto y Mina Lorena Navarro, “Estados, trasnacionales extractivas y comu-
nidades movilizadas: dominación y resistencias en torno de la minería a gran escala en
América Latina”, Theomai (25), 2012, pp. 68-74.
7
Karl Polanyi, La gran transformación, México, Juan Pablos Editor, 2009.

133
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

ilusorio”.8 Es decir, establece un objetivo común para toda la población, aunque los
beneficios de dicho objetivo sean en su mayoría para un sector específico, de ma-
nera que al interiorizar en la sociedad una idea (ejemplo, el libre mercado) vincu-
lándola al interés común, puede permitirse parecer independiente al poder político
y económico que se beneficiarían por lograr el objetivo mencionado. Al respecto,
Salama9 menciona que “al garantizar el respeto de las reglas del intercambio, llega a
ser el garante del intercambio desigual. La especificidad del Estado capitalista es la
de aparecer como garante del intercambio de equivalente para permitirle, en reali-
dad, el intercambio desigual”.
Considerando estas características de la administración, es posible entender
que el sistema capitalista contemporáneo no es resultado de las fuerzas naturales del
mercado o de la conducta perfectamente racional de los actores en la sociedad, sino
de la imposición, por parte de una clase dominante y, por otra, de tres elementos
fundamentales que dieron forma a la sociedad: a) el comentado mercado de inter-
cambio desigual, b) el mercado de trabajo, y c) el descartado patrón oro,10 mecanis-
mos que por sí mismos habrían sido imposibles de llevar a la práctica sin la fortaleza
y guía de una institución como el Estado.
Y aunque desde las bases clásicas de la economía –como ciencia– se ha esta-
blecido que para un funcionamiento competitivo de cualquier mercado se requie-
ren situaciones perfectamente competitivas o lo más cercano a las mismas, lo cierto
es que se ha mantenido y fortalecido una situación de monopsonio en el que pocas
empresas dominan la mayor parte de la demanda u oferta (tanto de bienes y ser-
vicios como de fuerza de trabajo), por lo que se pueden imponer condiciones en
perjuicio del trabajador y del consumidor,11 cuestión que se observa notablemente
en la actividad extractiva latinoamericana financiada en su mayoría por inversión
privada proveniente de Canadá, Estados Unidos y, recientemente, China, con una
gran cantidad de pequeñas y medianas empresas subsidiarias de grandes consorcios
internacionales.12

8
David Harvey, Breve historia del neoliberalismo, Madrid, Akal, 2007, p. 290.
9
Pierre Salama, “El Estado capitalista como abstracción real”, Críticas de la economía política,
(12 y 13), 1979, p. 88.
10
Karl Polanyi, La gran transformación, op. cit.
11
Ronald Bachmann y Hanna Frings, “Monopsonistic Competition, Low-Wage Labour
Markets, and Minimum Wages: An Empirical Analysis”, Applied Economics, 49(51), 2017,
pp. 5268-5286.
12
Federico Nacif, “Un Estado a la medida del extractivismo. Las políticas de la ‘minería
sustentable’ impulsadas en América Latina desde 1990”, Integra Educativa, VIII(3), 2017,

134
extractivismo militarista en américa latina

Considerando lo comentado hasta ahora, si se analiza, por ejemplo, la configu-


ración administrativa y productiva de la mayor parte de los países desarrollados y en
vías de desarrollo durante el siglo XX, resulta interesante observar la aportación de
O’Connor13 respecto al desarrollo de un modelo de gobierno centrado en favorecer
al sector privado y en especial a los monopolios. Sirva este análisis para entender las
condiciones que orientaron al mundo actual hacia un escenario donde las trasnacio-
nales tienen el control productivo de gran parte de las reservas naturales del mundo.14
Para ello O’Connor clasifica la economía en cuatro elementos: a) privada com-
petitiva, b) privada monopolista, c) pública de bajo rendimiento, y d) pública de alto
rendimiento. Respecto al sector privado, las denominadas compañías competitivas
son las pequeñas y medianas donde el universo representativo es heterogéneo, los
clústers operativos pueden variar en periodos cortos, tienen enfoque local, regional
o internacional de baja escala y el personal operativo es fundamental para incremen-
tar la actividad de este sector. Mientras que los monopolistas son las grandes empre-
sas que aglomeran los mercados nacionales de gran demanda y tienen objetivos de
atención globales, son dependientes del progreso técnico y sus ingresos son absolu-
tamente superiores a los del resto de empresas en el país, se observan mínimos cam-
bios en su estructura operativa, pues son estables en largos periodos.
Para el sector privado, el Estado representa el guardián de los derechos de la
propiedad privada, además es el generador de las condiciones óptimas de la produc-
ción, ya que del gasto público dependen todos los servicios (salud, educación, lim-
pieza, transporte, comunicaciones, investigación, seguridad, etcétera) necesarios para
que las personas puedan alcanzar su potencial laboral y se integren a las cadenas de
producción. Las compañías no pueden permitirse los gastos e inversión en las ne-
cesidades de la población porque no hay garantía de que se obtenga un beneficio
económico y, por lo tanto, un mayor nivel de acumulación. De esta manera es que
se permite la existencia de un sector público15 industrial.

pp. 125-145; Armando Sánchez Albarrán, “Territorio, extractivismo y desciudadanía en


América Latina”, El Cotidiano (201), 2017, pp. 17-26.
13
En el trabajo de O’Connor se analiza la situación específica de Estados Unidos, pero dicho
ejemplo puede extrapolarse casi a cualquier nación que opere dentro del capitalismo con-
temporáneo del siglo pasado. James O’Connor, La crisis fiscal del Estado, Madrid, Península,
1981.
14
Aleida Azamar Alonso, Minería en América Latina y México: problemas y consecuencias, op. cit.
15
Aunque es evidente que el poder económico es la primera fuerza que guía al Estado en
sus decisiones y acciones, también es cierto que el capitalismo requiere a esta institución

135
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

En dicho sector las empresas se encuentran dividas en dos por la naturaleza


misma de sus actividades: a) salud, educación y otros aspectos sociales, pero requie-
ren de un mayor nivel de inversión en mano de obra para incrementar su eficiencia
productiva (plusvalor absoluto). Mientras que las de alto rendimiento son represen-
tadas por los sectores de: b) la construcción, militares, etcétera, los cuales emplean en
mayor medida bienes especializados, lo que favorece la tecnificación y el aumento
de la productividad subordinada a grandes cantidades de inversión en maquinaria
y herramientas de trabajo que incrementan rápidamente el valor del trabajo (plus-
valor relativo).
Debe aclararse que O’Connor especifica que para el sector público se “depen-
de de las prioridades del Gobierno”,16 esta puntualización, aunque parece obvia, es
reveladora, pues ayuda a entender una función extra del Estado: la legitimación me-
diante la creación de una dependencia absoluta de la población a los servicios que
puede proporcionar la administración. Esto además tiene un segundo papel, la de-
bilidad de asociación, ya que la sociedad, aunque sea explotada por una estructura
productiva injusta, no intenta cambiar o poner en peligro al capitalismo, porque se
ve apoyada por un mercado de trabajo marginal y por políticas asistencialistas que
ayudan a disminuir el nivel del descontento grupal, aunque dichas cuestiones no ga-
rantizan de ninguna forma estabilidad en el largo plazo para lo que es fundamental
un aparato represivo de violencia física con diferentes niveles de jerarquía.
Esta breve categorización de la forma en que actúa el Estado a nivel adminis-
trativo y productivo ayuda a entender cuáles son las bases de acción sobre las que se
configura la relación capital-trabajo, pero es generalista y se distancia del escenario
que se pretende valorar en este documento, el cual consiste en la militarización ex-
tractivista monopolizadora del escenario neoliberal latinoamericano donde el pa-
pel de la legitimación parece haberse reducido de forma casi absoluta a eliminar o
disminuir casi todos los programas de apoyo social (excepto para el caso de algunos
gobiernos progresistas).

como un seguro que limita su accionar en cuanto a las medidas que pueden afectar a la
población en general.
16
James O’Connor, La crisis fiscal del Estado, op. cit.

136
extractivismo militarista en américa latina

El monopolio del poder económico

Para entender cómo se llega desde una especie de “capitalismo social” hacia un mo-
delo de acumulación salvaje como el que se vive actualmente en América Latina,
primero se debe establecer que ante la necesidad de incrementar la tasa de benefi-
cio del capital, el Estado optará por asegurar las condiciones más óptimas para la in-
dustria antes que para la sociedad (aunque esto afecte su legitimidad), pues así como
los empresarios dependen del Estado para mantener activo al capitalismo, también
es necesaria la relación recíproca, ya que el Estado, así como funciona actualmente,
no puede existir sin el factor productivo que le proporcione ingresos (fiscales, ope-
rativos, etcétera) para cubrir sus gastos. Es decir, ante una crisis en la caída de la tasa
de ganancia, la legitimación institucional pasa a segundo plano.
No obstante, para poder conservar su vigencia operativa ante una crisis de le-
gitimidad, el Estado recurre a su capacidad de plantear un objetivo específico a toda
la sociedad, generando la falsa dicotomía entre el caos y la idea de que solamente se
puede gobernar de forma adecuada al imponer condiciones de competencia des-
leales que favorecen a unos pocos, aunque un gran número de personas puedan sa-
lir dañadas. En este trabajo, se trata de construir una narrativa en la que parece no
existir una alternativa a la explotación intensiva de los bienes naturales, pues toda la
economía en el mundo gira en torno a la comercialización y utilización de éstos.
De esta manera, el Estado establece la necesidad “superior y general” de explotar las
materias primas locales (por medio de empresas autorizadas o propias) y cualquiera
que se interponga en este objetivo está contra el bienestar público.
Es así como se construye una forma de gobierno centrada en la dinámica de
competencia que beneficia a la industria y que es aceptada por la sociedad, ya que
los mecanismos de persuasión con los que cuenta el Estado (educación, comunica-
ción, etcétera) terminan por modelar la estructura del consenso general.17 A partir
de esto se puede fortalecer el modelo productivo monopolista.
Para ello el gobierno cambia sus prioridades y puede optar por erradicar todas
aquellas actividades que no generan el rendimiento adecuado, además de que pue-
den transferir los activos (capital, personal especializado o mano de obra barata) hacia
otros espacios más competitivos. Los sectores públicos o privados en los que la pro-
ducción no sea eficiente, en donde la competencia perjudique a los capitales indivi-
duales que fortalecen al Estado o simplemente por el hecho de querer incrementar

Antonio Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, México,
17

Juan Pablos Editor, 1975.

137
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

el plusvalor absoluto en otras industrias, por lo que se opta por purgar al sistema, lo
que conduce a un proceso de concentración de la actividad productiva en una me-
nor cantidad de actores que finalmente adopta la forma de monopolio,18 pero tam-
bién se presenta una mayor debilidad estructural por la alta dependencia en sectores
productivos tan concentrados.
Se puede tomar como ejemplo la ola de privatizaciones del sector público en
América Latina durante las décadas de 1980 y 1990, lo que condujo en la mayoría de
los casos a abandonar las industrias públicas de aprovechamiento y explotación de los
bienes naturales, actividad que estaba restringida en casi todos los países de la región
para el Estado o los habitantes de la nación.19 Este proceso llevó al desarrollo de un
mercado de concesiones altamente concentrado que, para el sector minero, significó
que más del 50% de la inversión que se ha recibido en la región entre el 2000 y 2018
pertenece a un solo país: Canadá.20 En cuanto a los hidrocarburos locales las previ-
siones de actuación del mercado productivo dependen principalmente de los mo-
vimientos de cinco megaempresas que controlan la mayor parte de este mercado.21
Por otro lado, el mercado de energías renovables (eólica, hidroeléctrica, etcétera) se
encuentra dominado por empresas europeas y chinas principalmente.22
Es decir, existe una evidente tendencia de control geoestratégico en los bienes
naturales de la región, pues además de ser una zona rica en éstos, también se pre-
senta un aprovechamiento de las condiciones de gobernanza que dan prioridad a
mejorar la competencia productiva sin restringir los monopolios en estos sectores,
ya que de esta forma se garantiza un mayor nivel de inversión e interés de los países
para acaparar los recursos disponibles.
Es así como el Estado consigue legitimar un modelo productivo monopolista
que puede abandonar parte de su obligación social al imponer como objetivo ge-
neral de aprovechamiento las riquezas locales basado en actividades productivas que

18
Pierre Salama, “El Estado capitalista como abstracción real”, op. cit.
19
Aleida Azamar Alonso, Megaminería en México: explotación laboral y acumulación de ganancia,
México, Universidad Autónoma Metropolitana/Ítaca, 2017; Federico Nacif, “Un estado a
la medida del extractivismo...”, op. cit.
20
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Estudio económico de Amé-
rica Latina y el Caribe. Evolución de la inversión en América Latina y el Caribe: hechos estilizados,
determinantes y desafíos de política, Santiago, CEPAL, 2018.
21
Sinopec, Shell, Petrochina, BP, Exxonmobile, estas cinco empresas (dos de ellas chinas)
obtuvieron más de 1 500 billones de dólares en ingresos en 2018, triplicando los ingresos
del resto de megaempresas en el mundo.
22
CEPAL, Estudio económico de América Latina y el Caribe..., op. cit.

138
extractivismo militarista en américa latina

son perjudiciales (extractivismo). Es precisamente en esta coyuntura que se da de


forma natural la necesidad de militarizar la estructura industrial, pues la precariedad
e inestabilidad provocada por el mismo Estado condiciona a parte de la sociedad
hacia el conflicto, ya que se ataca el valor del trabajo en sectores que el capitalismo
pretende destruir o integrar a otros sectores productivos.

Militarización de las instituciones de seguridad civiles

Actualmente existen algunas organizaciones que realizan un análisis mundial sobre


el balance del poder militar al interior de los gobiernos democráticos, entre éstas se
encuentra el Centro Internacional Bonn para la Conversión (Bonn International
Center for Conversion, BICC) y el Instituto Internacional de Estocolmo para la Inves-
tigación de la Paz (Stockholm International Peace Research Institute, SIPRI), dichas
instituciones evalúan y califican aspectos como: a) la inversión pública en cuestión
militar, b) la cantidad de personal empleado o c) el tipo de armas que muestran el
grado de militarización. No obstante, Morales y Pérez23 han señalado que este tipo
de índices están desconectados de procesos reales como los que se viven en Amé-
rica Latina actualmente, por lo que en este trabajo se toma como referencia lo pu-
blicado por BICC y SIPRI, pero se parte de la conceptualización de Morales y Pérez
“[es] un proceso de adopción de lógicas otrora endémicas ‘del paradigma de lo mi-
litar’ acompañado por un proceso de cambio en la distribución de poder en favor de
las instituciones militares en lo que respecta a la estructura de la violencia estatal”.24
Retomando la discusión sobre la construcción del Estado y una dinámica de
ataque a la paz social, Echeverría considera que “[...] la modernidad capitalista tuvo
que velar, antes que nada, porque el conjunto de los trabajadores esté siempre aco-
sado por la amenaza del desempleo o del mal empleo”,25 de esta manera se justifica
la instalación de una figura amenazante (la falta de trabajo es igual a la carencia de
propósito en esta sociedad) que no tiene forma real, por lo que puede ser endilga-
da a cualquiera que ponga en peligro la precaria situación de los individuos que vi-
ven al interior del capitalismo. Es decir, el Estado orilla a una situación de debilidad
social que se interpreta como un sacrificio para lograr un propósito común, por lo

23
Sabina Morales Rosas y Carlos Pérez Ricart, Militarización: una propuesta conceptual basada
en el caso mexicano (1995-2012), Documento de trabajo núm. 2, Berlín, 2014.
24
Idem.
25
Bolívar Echeverría, Valor de uso y utopía, México, Siglo XXI Editores, 2012, p. 113.

139
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

que uno debería estar en guardia ante cualquiera que pretenda desestabilizar dicha
posición, pues afectaría primero al individuo, que ya está debilitado.
Así, el Estado gana la legitimidad de utilizar la fuerza pública para reducir to-
das las amenazas que pudieran poner en riesgo a la sociedad. Pero no es cualquier
tipo de violencia la que se utiliza, sino que se parte de una enfocada en destruir ab-
solutamente todas aquellas posiciones que podrían debilitar la estrategia producti-
va del gobierno.26 La policía, al contrario que el ejército, se emplea principalmente
para sancionar y prevenir una acción contraria a los intereses públicos, es un apara-
to disuasivo que sería imposible de utilizar para transformar la vida pública, pues no
tiene esa competencia.
El ejército, por su parte, cuenta con un entrenamiento enfocado en la elimi-
nación de sus objetivos (asesinato o destrucción total y parcial). No es que sea una
máquina de matar, sino que es una institución especializada en la labor de someter
de forma violenta a quienes el Estado señale. Por otra parte, sus propios equipos,
entrenamiento y capacidades logísticas le permiten lograr acciones de disuasión en
territorios donde a la policía le costaría mucho ingresar y maniobrar (por ejemplo,
alguna montaña, selva, laguna, etcétera).
No obstante, el empleo de esta institución (ejército) debe ser legitimado en el
plan de acción del Estado, pues la población por sí misma es incapaz de aceptar una
acción violenta injustificada, por lo que el ejército es empleado en todo el mundo
para labores humanitarias principalmente, lo que incrementa su aprobación popular
y crea una imagen de unidad nacional que por supuesto debe ser avalada y apoyada.
Por otro lado, su accionar destructivo se muestra públicamente en pequeñas
dosis y únicamente para demostrar que su actuar se centra en la defensa de amena-
zas públicas como: el narcotráfico, la guerrilla o para “aplacar o calmar” a las pobla-
ciones que actúan violentamente entre sí, etcétera.
El ejército es un recurso de coerción vinculado con el Estado en tres niveles,
el primero se refiere a la integración económica que beneficia a la tasa de ganan-
cia, pues en la medida que éste actúe y haga su trabajo (destruir) puede fomentar
inversión para incrementar su capacidad operativa.27 En el segundo nivel se trata de

26
Idem.
27
Díaz puntualiza lo siguiente respecto a la guerra (el ejercicio absoluto del poder militar)
“[es] un factor de contratendencia a la caída de la tasa de ganancia; tanto en la Primera y
Segunda Guerra Mundial, el nivel de destrucción fue tal que la desvalorización de capita-
les por medio de la destrucción física dio paso a nuevas áreas de expansión y valorización
del capital”. Irma Cecilia Díaz Rojas, “Empresas de defensa en la economía estadou-

140
extractivismo militarista en américa latina

su papel legitimador que ahora viene a reemplazar a los programas sociales de an-
taño, ya que en la medida que apoya a la población tiende a crear nuevamente una
dependencia hacia esta institución. Finalmente, en el tercer nivel es una garantía de
que se van a cumplir las condiciones de reproducción del capital, pues la principal
característica de este grupo armado es la dominación territorial.
En el escenario regional latinoamericano algunos países como Perú, Colombia,
Brasil, México e incluso Bolivia28 han favorecido el actuar militar para garantizar sus
actividades productivas extractivas.
En el caso de Brasil, Colombia y Perú desde el periodo presidencial de Fer-
nando Henrique Cardoso en Brasil en 1996 se instauró un proceso de militarización
policial a finales de la década de 199029 para lidiar con los conflictos que ocurren en
la franja fronteriza de los tres países y que involucran a las distintas guerrillas y gru-
pos de narcotraficantes de la zona. No obstante, la conducta militarizante que Bra-
sil fomentó se replicó en Colombia y Perú, otorgando a esta parte del mundo una
especie de guerra silenciosa que estaba más enfocada en apaciguar a la población
amazónica que protestaba ante la llegada de proyectos extractivos en su territorio.30
En el caso mexicano, durante el periodo presidencial de Felipe Calderón entre
el 2006 y 2012 se llevó a cabo una estrategia de guerra abierta contra los narcotrafi-
cantes del país, lo que ha generado una situación de constante conflicto hasta hoy y
ha provocado más de 300 mil muertos y un número desconocido de desaparecidos.
Aunque se supone que la intención e interés de esta “guerra” era eliminar a los pro-
ductores de drogas, lo cierto es que el ejército se usa de forma indiscriminada prin-
cipalmente contra la población rural en zonas extractivas en un proceso abierto de
militarización que apela al uso del poder político violento tanto para el control de las
comunidades como para asegurar el desarrollo de proyectos extractivos en el país.31

nidense 1998-2004”. Tesis de licenciatura. México, Universidad Nacional Autónoma de


México, 2008, p. 96.
28
Estos son sólo algunos de los múltiples casos en la región que podrían denunciarse como
procesos de militarización en los que el extractivismo tiene un papel de importancia.
29
Jorge Zaverucha, “La militarización de la seguridad pública en Brasil”, Nueva Sociedad
(213), 2008, pp. 129-146.
30
Carlos Gilberto Zárate Botía, “Estado, conflictos ambientales y violencia en la frontera ama-
zónica de Brasil, Colombia y Perú”, Revista de Paz y Conflictos, 10(1), 2017, pp. 113-136.
31
Marcelo Bergman Harfin y Arturo Arango Durán, “Mucho gasto y resultados inciertos. El
costo creciente de nuestra política federal”, Cuadernos de debate: Public Security Expenditure
in Mexico, México, CIDE, 2011. George W. Grayson, The impact of President Felipe Calderón’s

141
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

En Bolivia, el expresidente Evo Morales también fomentó un proceso de mi-


litarización de las fronteras de su país con Brasil y Perú, mencionando que se trataba
de proteger su soberanía y los recursos de la nación.32 Lo cierto es que las regiones
donde más interviene el ejército de Bolivia son donde se concentran los conflictos
indígenas por la explotación del territorio, como ejemplo: la creación de “batallo-
nes ecológicos” que ingresan a zonas de conflicto socioambiental como en el Te-
rritorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) y éstos agreden a la
población local que defiende el territorio de megaproyectos que ponen en riesgo
a la diversidad biológica y el modo de vida de las comunidades que se encuentran
viviendo en ese lugar.33
Bolivia, Perú, México y Brasil (entre otros) son países que tienen una larga
historia de discusión y debate respecto a la defensa de los derechos humanos e in-
dígenas, pero igualmente han mostrado una tendencia hacia la explotación intensiva
de los bienes naturales como parte de su estrategia para el crecimiento económico,
lo que ha terminado por simplificar de forma maniqueísta el discurso político de la
región respecto al extractivismo de forma independiente a la posición del gobierno
en curso (izquierda, centro o derecha). Aunque es fundamental señalar que los go-
biernos de corte progresista sí han fortalecido diversos programas de bienestar social
para los sectores más marginados, lo cual ha sido financiado, en parte, por las rentas
de las actividades de explotación ambiental.
El Cuadro 2 corresponde al índice de militarización que realiza BICC, esto se
basa en la metodología de análisis del gasto público en la industria militar como: a)
parte del producto interno bruto; b) el número de personas enroladas en el ejército
en referencia a la cantidad total de personas viviendo en el país, y c) el tipo de ar-
mamento (ligero y/o pesado) del que dispone para su actividad. Por otro lado, cabe
aclarar que mientras más bajo sea el número en el cuadro, mayor es el nivel de mi-
litarización por país.

War on Drugs on the Armed Forces the Prospects for Mexico’s “Militarization” and Bilateral Rela-
tions, Pensylvania, Strategic Studies Institute, 2013.
32
Álvaro Luksic, “Evo pide a FFAA asentar unidades militares en fronteras”, El País, 8 de
agosto de 2010 [https://elpaisonline.com/index.php/editorial/item/27167-evo-pide-a-
ffaa-asentar-unidades-militares-en-fronteras].
33
TIERRA, TIPNIS: Breve recuento de presiones y conflictos recientes, La Paz, 2017 [http://nues-
tratierra.org/wp-content/uploads/2018/02/TIPNIS.pdf].

142
extractivismo militarista en américa latina

Cuadro 2
Nivel mundial de militarización en los países de América Latina
Años Argentina Bolivia Brasil Chile Colombia Ecuador México Perú Venezuela
2000 110 85 81 43 78 59 111 50 96
2001 111 87 80 43 78 58 112 51 96
2002 110 88 82 39 77 59 111 52 99
2003 111 87 83 37 73 55 114 56 100
2004 114 87 81 38 70 61 116 54 98
2005 113 89 80 36 69 52 115 47 94
2006 115 84 85 35 63 58 125 49 99
2007 117 86 87 34 64 57 126 45 92
2008 114 80 86 34 61 55 126 45 91
2009 115 80 83 36 61 53 125 40 95
2010 117 78 79 36 60 52 120 39 96
2011 121 71 82 38 67 54 122 40 94
2012 123 67 80 38 59 50 125 40 90
2013 120 67 79 37 57 49 122 39 84
2014 118 65 75 35 62 51 135 56 85
2015 121 75 79 37 61 57 136 64 65
2016 118 76 77 34 57 58 137 64 86
2017 116 73 76 33 55 57 119 45 78

Fuente: elaboración con datos de Bonn International Center for Conversion (BICC) [https://gmi.bicc.
de/index.php?page=ranking-table].

Como se observa en el Cuadro 2, solamente Argentina y México han mejo-


rado en su posición de militarización durante el periodo de estudio, mientras que
naciones como Chile (el de mayor nivel) y Perú han profundizado su situación a lo
largo de estos 17 años. Uno de los mayores problemas, como lo señalan Morales y
Pérez34 es que este índice puede tomarse únicamente de forma orientativa, ya que
carece de un enfoque o profundización en su quehacer analítico y metodológico,
pues se salta amplios procesos en los que no se ha fortalecido el gasto castrense, pero

34
Sabina Morales Rosas y Carlos Pérez Ricart, Militarización: una propuesta conceptual..., op. cit.

143
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

sí se han adoptado estrategias de represión y daño a la población para llevar a cabo


políticas de control y apropiación territorial.
Como se observa en el Cuadro 2, México y Argentina se encuentran en la po-
sición más favorable (lo que significa menor nivel de militarización), pero existe evi-
dencia de que se ha empleado a los cuerpos castrenses en múltiples tareas de desalojo,
violencia y represión contra la población que se encuentra en contra de los proyectos
y megaproyectos extractivos. A continuación, se mencionan algunos ejemplos (entre
los muchos que existen) de esta situación en México y Argentina debido a que en
todo el periodo de estudio ambas naciones aparecen en los lugares más altos, esto
llama la atención ya que se oponen a la realidad.
En el primero caso, el gobierno mexicano ha mantenido en activo una estra-
tegia de confrontación violenta con grupos criminales usando para ello a los mili-
tares que también intervienen en otros conflictos meramente civiles como parte de
la estrategia armada en el país.
Uno de los casos más recientes documentado para el extractivismo minero fue
el del asesinato de Quintín Salgado, ocurrido el 24 de enero de 2018, dirigente del
movimiento laboral que mantenía una huelga contra la empresa canadiense Media
Luna, ubicada en la población de Cocula en el estado de Guerrero. El atentando
fatal contra este líder obrero fue utilizado como pretexto para introducir a los gru-
pos militares a la mina, romper la huelga y acusar a los paristas de actos de violencia
contra otros trabajadores.35
Otro ejemplo es el de la minera canadiense Blackfire ubicada en Chicomu-
selo, Chiapas. Mariano Abarca, un activista que se posicionó contra las actividades
de la compañía fue asesinado el 27 de noviembre de 2009 por un cartel narcotrafi-
cante, los criminales no tendrían por qué haber estado interesados en el movimien-
to de rechazo al extractivismo a menos que tuvieran nexos de alguna forma con la
compañía. Actualmente existen al menos otros nueve casos conocidos para la acti-
vidad minera en los que de una u otra forma el crimen organizado y el ejército se
encuentran inmiscuidos.36

35
Ezequiel Flores Contreras, “Ejército y agentes toman el control de minera Media Luna en
Guerrero”, Proceso, 27 de enero de 2018 [https://www.proceso.com.mx/520241/ejerci-
to-y-agentes-toman-el-control-de-minera-media-luna-en-guerrero].
36
Aleida Azamar Alonso, “Actividad minera en México, en la mira del narcotráfico”, El
Universal, 21 de septiembre de 2018 [http://www.eluniversal.com.mx/articulo/aleida-
azamar/nacion/actividad-minera-en-mexico-en-la-mira-del-narcotrafico].

144
extractivismo militarista en américa latina

Otro ejemplo que se relaciona con el militarismo en México y la apropiación


territorial, es el de la mina de Sombrerete, en el estado de Zacatecas, en este lugar
un grupo de mineros habían permanecido durante 11 años en huelga, exigiendo
mejores condiciones laborales, los trabajadores eran respaldados por la orden de un
juez estatal en la que se reconocía la suspensión de labores en favor del sindicato de
trabajadores. El 21 de agosto de 2018 un escuadrón de seguridad federal que incluía
a un numeroso grupo de militares ingresó por la fuerza a la mina, éstos permitieron
que representantes de la empresa Grupo México –dueños de la concesión–, anuncia-
ran que la huelga había terminado y que se reiniciarían labores en los próximos días.
Dicha acción va contra el debido proceso institucional en el país, el derecho de los
trabajadores y la garantía de seguridad que brinda la misma Constitución nacional.
Por otro lado, en el caso de Argentina, el 23 de febrero de 2018 se anunció
que las fuerzas militares (además de las que ya estaban activas, como la Gendarme-
ría Nacional) participarían activamente en la realización de tareas de seguridad in-
terior. En este escenario se pueden destacar dos casos que evidencian que aun antes
de este anuncio ya se empleaba a los cuerpos armados y a las fuerzas especiales para
operaciones de represión contra opositores a los proyectos extractivos.
En la cordillera de los Andes, la comunidad indígena Mapuche ha mantenido
una constante lucha –física y legal– contra las corporaciones interesadas en los re-
cursos forestales, hídricos y mineros de sus territorios. Esta lucha se caracteriza por
la represión sufrida a manos de los cuerpos militares que han hostigado y apresado
(sin justificación alguna) a los líderes de las comunidades desde el 2013, lo que lle-
vó a la desaparición y posterior asesinato de Santiago Maldonado en 2017, durante
una operación de la Gendarmería Nacional Argentina –un grupo de seguridad de
naturaleza militar–, sin que esto haya condenado a algún agente involucrado, pues
durante la investigación del caso se observaron múltiples inconsistencias que favo-
recieron la causa de las fuerzas armadas.37
Otro caso se presentó en la ciudad de Andalgalá, provincia de Catamarca, don-
de se realiza el proyecto minero Bajo la Alumbrera, el cual genera un ambiente de
tensión y polarización local (debido a que el pueblo se ha divido entre quienes es-
tán a favor del proyecto y los que están en contra) en una comunidad que ha desta-
cado históricamente por su gran pobreza y marginación en los planes de desarrollo

Myrian Bregman y Gloria Pagés, “La muerte de Santiago, un crimen de Estado”, Ideas de
37

izquierda (41), 2017, pp. 6-10.

145
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza

nacional.38 Desde el 2012 la población se ha manifestado contra el proyecto denun-


ciando múltiples intervenciones de grupos policiales (incluyendo a la gendarmería),
así como de las fuerzas especiales para bloquear las protestas y amedrentarlos, por-
que los ven como inconformes. Aunque no hubo heridos o muertos, la población
notificó múltiples actos de violencia e intimidación. En la actualidad los resultados
del proyecto minero son un clima de conflicto local, así como de concentración y
falta de redistribución de los beneficios económicos.
Los ejemplos anteriores demuestran que los grupos militares han afectado el
desarrollo de la sociedad donde se realizan sus actividades, ya que al garantizar la
supervivencia del capital y del sector (en este caso del extractivo), ponen en riesgo
constante a los trabajadores y pobladores cercanos a los proyectos de explotación
ambiental.
A pesar de que esta situación se ha agravado en los últimos años, al parecer la
metodología de BICC no considera algunos de los elementos clave que ayudarían a
medir con mayor precisión este fenómeno, como: a) la supeditación de las institu-
ciones de seguridad pública (policía y protección civil) a la lógica militar; b) la toma
de decisiones políticas reforzadas a partir del uso del ejército como una forma de
dependencia para cubrir sus carencias y de limitar la inconformidad social, y c) las
reformas legislativas que permiten el libre actuar de los cuerpos castrenses sin tener
que responder ante autoridades civiles por alguna falta cometida. Las tres caracte-
rísticas comentadas sobre la influencia marcial en el Estado contemporáneo son al-
gunas de las muchas que se detectan solamente en México y Argentina, por lo que
se requiere de un profundo y amplio análisis sobre las implicaciones en el resto de
América Latina. No obstante, la metodología BICC para el desarrollo del índice de
militarización ayuda a observar parte de la transformación en el uso del gasto públi-
co para financiar las estrategias políticas que acrecentan el proceso de militarización
en territorio latinoamericano desde hace décadas (Cuadro 2).

Consideraciones finales

América Latina se ha convertido en una región donde se llevan a cabo múltiples pro-
cesos de transformación social. Se puede señalar la imposición del modelo extractivista

38
Annie Lamalice y Juan Luis Klein, “Efectos socioterritoriales de la megaminería y reac-
ción social: el caso de Minera Alumbrera en la provincia de Catamarca, Argentina”, Revista
de Geografía Norte Grande (65), 2016, pp. 155-177.

146
extractivismo militarista en américa latina

como núcleo de la estrategia de crecimiento económico regional, creando una posi-


ción unidireccional que no puede ser modificada por otras alternativas ya que sim-
plemente no existen en la narrativa del Estado, pues para los gobiernos de la región
la explotación de la riqueza local es la única forma de superar la condición de po-
breza estructural que históricamente ha caracterizado a América Latina.
Dado que el extractivismo se convierte en un eje de desarrollo para los go-
biernos de la región se blinda su actuación mediante el empleo de fuerzas de poder
destructivas, por ello se utiliza al ejército, para permitir que las actividades de explota-
ción territorial se desarrollen en su máximo potencial, aunque haya rechazo por gran
parte de la población en el proceso, lo cual es prevenido mediante el uso de la fuerza.
La manifestación de este modelo de desarrollo basado en el uso del ejército
–a partir de la violencia– en la región se ha generalizado en las últimas décadas, y
lamentablemente no hay señales de que la presencia de las fuerzas castrenses en la-
bores de seguridad civil disminuya, al contrario, parece que tiende a incrementarse
con el tiempo, aunque ello no genere un impacto significativo en los indicadores que
comúnmente se utilizan para evaluar el balance de poder de la institución militar.
Se debe agregar que, aunque la militarización se ha visto potenciada por el in-
terés económico que generalmente caracteriza a los gobiernos de derecha, también
se encuentra presente en gobiernos de centro o izquierda, como lo son los gobier-
nos progresistas que dominaron el espectro político de la región durante los prime-
ros quince años de este siglo. No obstante, la estrategia de los políticos más sociales
ha generado conflictos con el objetivo de potenciar al capital y garantizar su repro-
ducción, lo que provoca discordia entre estos modelos de gobierno por el interés
económico y ha conducido, en parte, hacia la actual situación en la que se encuen-
tra esta posición política.
Aunque en este texto se presenta un breve esbozo de las condiciones sobre las
que el Estado formaliza su estructura de monopolización empresarial extractivis-
ta y de tolerancia al uso de fuerzas violentas, es necesario manifestar que aún falta
profundizar de forma más detallada sobre las formas de asociación política, militar y
empresarial que fomentan este modelo de administración, así como las consecuen-
cias que implica.

147
SEGUNDA PARTE
Cambio institucional y resistencia social
El rol de la Defensoría del Pueblo
en la canalización productiva de los conflictos ambientales
Estudio comparado de Argentina y Perú

Eliana Spadoni

Resumen
Este capítulo tiene como objeto presentar la investigación realizada1 sobre el estu-
dio del rol (es) de las Defensorías del Pueblo (DP) latinoamericanas en la canali-
zación de los conflictos ambientales. La literatura sobre los conflictos ambientales
en América Latina es profusa; sin embargo, y a pesar de su riqueza conceptual,
encuentra ciertas limitaciones al momento de explicar de qué manera las con-
troversias ambientales son canalizadas en la práctica.

Palabras clave: conflicto ambiental, Defensoría del Pueblo, canalización productiva.

Defensorías del pueblo y conflictos ambientales

En América Latina, la conflictividad social generada por la distribución y acceso a


la utilización, manejo y control de los recursos naturales se presenta como un esce-
nario común y creciente; la protección (y el uso) de los bienes ambientales2 se con-
vierte, así, en fuente de tensiones y conflictos ambientales. Este artículo se enfoca en
la forma en que estos conflictos son canalizados, más puntualmente, en el estudio de

1
Eliana Spadoni, “El rol de la Defensoría del Pueblo en la canalización productiva de los
conflictos ambientales: un estudio comparado de Argentina y Perú (2000-2013)”. Tesis
doctoral. Escuela de Política y Gobierno, UNSAM, 2016.
2
Según Ostrom, los bienes públicos que involucran recursos naturales son difícilmente
“excluibles” y no pueden ser gestionados con criterios de racionalidad individual. Esos
bienes incluyen, por ejemplo: pesquerías, cuencas hídricas, bosques, el subsuelo mineral,
etcétera. Elinor Ostrom, Governing the commons: the evolution of institutions for collective action,
Cambridge, Cambridge University Press, 1990.

151
cambio institucional y resistencia social

aquellas organizaciones estatales que tienen la capacidad para hacerlo, asumiendo a los
conflictos ambientales como oportunidades para generar procesos de cambio social.
Si bien en la región latinoamericana existe un campo académico prolífico de
estudio de los conflictos ambientales,3 éste presenta ciertas limitaciones al analizar el
rol de las instituciones estatales en la canalización de los conflictos. El eje se ha pues-
to tanto en el análisis crítico del modelo extractivista y exportador de los recursos
naturales4 como en el debate sobre “la apropiación y saqueo de la naturaleza”5 y en
la protección ambiental.6 En la mayoría de los casos se entiende al Estado como un
ente uniforme, reproductor de las relaciones de dominación colonialista y distribui-
dor de los conflictos ambientales.
Sin embargo, este actor debe ser aprehendido en todas sus dimensiones analí-
ticas. No se trata simplemente de una gran burocracia pública sino de un conjunto
de agencias múltiples e instituciones heterogéneas donde los funcionarios tienden

3
Joan Martínez Alier, El ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración,
Barcelona, Icaria/Flacso, 2004; Héctor Alimonda (ed.), Los tormentos de la materia: aportes para
una ecología política latinoamericana, Buenos Aires, Clacso, 2006, pp. 1-39, 195-212; David Ca-
rruthers, Environmental Justice in Latin America: problems, promise and practice, Cambridge, MIT
Press, 1999; Maarten. A. Hajer, The politics of environmental discourse, Oxford, Clarendon Press,
1995; Enrique Leff, “La ecología política en América Latina: un campo en construcción”,
en Héctor Alimonda (coord.), Los tormentos de la materia..., op. cit., pp. 21-38; David Harvey,
Justice, Nature and the Geography of Difference, Oxford, Blackwell, 1996; Ricardo. A. Gutiérrez,
“When Experts Do Politics: Introducing Water Policy Reform in Brazil”, Governance. An
International Journal of Policy, Administration, and Institutions, 23(1), 2010a, pp. 59-88; Ricardo
Gutiérrez (coord.), Construir el ambiente, Editorial Teseo, 2018 [ISBN 978-987-723-168-7];
Anthony Bebbington, “Conflicto social e instituciones emergentes: hipótesis desde Piura,
Perú”, en Anthony Bebbington (ed.), Industrias extractivas, conflicto social y dinámicas institucio-
nales en la Región Andina, Lima, IEP/CEPES/Grupo Propuesta Ciudadana, 2013.
4
Maristella Svampa, La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo, Buenos
Aires, Taurus, 2011; Henri Acselrad (org.), Conflitos ambientais no Brasil, Río de Janeiro,
Relume Dumará, 2004; Alejandra Alaiza y Eduardo Gudynas (eds.), Transiciones: post ex-
tractivismo y alternativas al extractivismo en el Perú, Lima, CEPES, 2011.
5
Walter Pengue (comp.), La apropiación y el saqueo de la naturaleza: conflictos ecológicos distribu-
tivos en la Argentina del Bicentenario, Buenos Aires, Lugar Editorial, 2008; Héctor Alimonda,
“La colonialidad de la naturaleza. Una aproximación a la ecología política latinoamerica-
na”, en Héctor Alimonda (ed.), La colonización de la naturaleza. Ecología política y minería en
América Latina, Buenos Aires, Clacso, 2011, pp. 19-58.
6
Carlos Reboratti, Ambiente y sociedad: conceptos y relaciones, Buenos Aires, Planeta/Ariel,
2000; Leonardo Boff, Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres, Madrid, Trotta, 1996.

152
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

a asumir o representar intereses muchas veces contradictorios.7 Entre estas institu-


ciones se encuentran los organismos de control –contralorías, sindicaturas, ministe-
rios públicos, procuradurías, auditorías y defensorías–, los cuales cumplen un papel
cada vez más importante en la fiscalización ambiental y en la protección de los de-
rechos ambientales.
La Defensoría del Pueblo (DP) es un organismo estatal autónomo cuya misión
es la protección y defensa de los derechos constitucionales y la supervisión de la
administración pública. En contraste con otras agencias fiscalizadoras, la Defensoría
es una organización abierta a la recepción de quejas y demandas a partir de las cua-
les se construyen determinados conflictos sociales, entre los que se encuentran los
relacionados con la protección del ambiente. Un conflicto ambiental es una lucha
compleja por la definición del problema ambiental que ocurre cuando se presentan
demandas sociales por derechos y servicios insatisfechos que afectan la distribución
y acceso al uso, manejo y control de los bienes ambientales.
Será a partir de la afluencia de reformas constitucionales que surgirán la ma-
yoría de las Defensorías del Pueblo en América Latina (Guatemala, 1985; México,
1992; El Salvador, 1991; Costa Rica, 1992; Nicaragua, 1995; Honduras, 1996;Vene-
zuela, 1999; Ecuador, 1998; Colombia, 1991; Perú, 1993; Bolivia, 1994; Argentina,
1993; Paraguay, 1992; Panamá, 1996; Uruguay, 2012). Considerado el amplio his-
torial de violación de derechos humanos en la región y la ausencia de mecanismos
eficientes de control de la administración pública, las DP nacen con un sesgo muy
claro hacia la defensa y protección de derechos y contando –en algunos casos– con
un fuerte involucramiento en la conflictividad sociopolítica.
En América Latina, las Defensorías y los marcos de acción pública ambiental
surgen, al unísono, en torno a la década de 1990. Esto significó, para las DP, la incor-
poración de los derechos de tercera generación –también conocidos como derechos
económicos, sociales y culturales (DESC)– que incluyen el derecho a un ambiente sano.
Todo conflicto ambiental involucra demandas ciudadanas referentes a DESC presun-
tamente vulnerados o en riesgo de serlo. En tal contexto, el papel de las DP –como
protectoras del ambiente– ha sido asesorar y acompañar a aquellos actores sociales

Claus Offe, Contradicciones en el Estado del bienestar, Madrid, Alianza, 1991; Guillermo
7

O’Donnell, “Acerca del Estado, la democratización y algunos problemas conceptuales”, en


Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas: retomando el debate de ayer para fortalecer el actual,
Buenos Aires, Proyecto de modernización del Estado. Jefatura de Gabinete de Ministros de
la Nación, 2011;Theda Skocpol, States and Social Revolution: A comparative analysis of France,
Russia, and China, Nueva York, Cambridge University Press, 1979.

153
cambio institucional y resistencia social

que encuentran vulnerados sus derechos. Diariamente ingresa a una DP todo tipo de
quejas de ciudadanos, usuarios, organizaciones no gubernamentales y demás organis-
mos que reclaman al estado una respuesta precisa sobre sus derechos y necesidades.
Si se entienden los derechos ambientales como el derecho humano al aire, agua
y al suelo, tanto para la generación presente como para las venideras,8 esta asevera-
ción genera, entonces, dos implicancias relevantes. La primera es el reconocimiento
de un derecho colectivo en el que la actual generación es responsable por las gene-
raciones futuras; se tiene, así, un panorama en el que las acciones legales pueden ser
promovidas no sólo por los afectados directos sino por organizaciones e instituciones
que representen esos intereses de manera indirecta. La segunda es que los derechos
ambientales se vuelven una cuestión vinculada con la justicia, por cuanto generan
efectos distributivos en la población. Los intereses indirectos, o difusos, no son fá-
cilmente localizables en un sujeto ni protagonizados por grupos formales o jurídi-
camente constituidos; están, por el contrario, indeterminados: esparcidos en torno a
un vasto sector de la comunidad.9
Las Defensorías –actuando en representación de estos intereses difusos y asu-
miéndolos como propios– reconocen así el derecho ambiental como un derecho
humano colectivo. A ellas les corresponde la supervisión del cumplimiento de las
obligaciones estatales respecto a los bienes ambientales, con el fin de proteger los de-
rechos de la ciudadanía y promover su participación activa. Los conflictos ambien-
tales constituyen, entonces, un tema que compete a las Defensorías en la medida en
que en tal materia se ponen en juego derechos fundamentales. En este tipo de con-
troversias se ven afectados derechos ambientales y es así que, desde la perspectiva de
la protección de derechos, las DA participan de la canalización de los conflictos asu-
miendo distintos roles y tomando parte en diversas acciones.
Las DP de Argentina y de Perú fueron seleccionadas por su trayectoria en el
campo de los conflictos ambientales.10 El periodo de estudio abarca del 2000 al 2013,

8
Richard P. Hiskes, The Human Right to a Green Future, Cambridge, Cambridge University
Press, 2009.
9
Jorge Vanossi, “El Defensor del Pueblo o comisionado parlamentario en el régimen cons-
titucional argentino”, Revista Jurídica de Buenos Aires, 1985, p. 164.
10
El trabajo de campo se realizó en dos etapas –entre 2013 y 2014– e incluyó sendos viajes
al Perú en los que se recolectó información in situ en la DP y además se realizaron doce
entrevistas con miembros de la DP e informantes clave. En el caso de la Argentina, fue
necesaria una cantidad análoga de entrevistas con miembros de la DP e informantes clave,
además de la utilización de material del proyecto de investigación PICTO “Acceso a la
justicia y marginaciones sociales. Líneas estratégicas provenientes del activismo judicial

154
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

lapso durante el cual se crearon y desarrollaron, al interior de las Defensorías, unida-


des u oficinas especializadas en conflicto y ambiente –Área de Medio Ambiente y
Desarrollo Sustentable (2005), en el caso de la Defensoría del Pueblo de Argentina,
y Adjuntía para la Prevención de Conflictos Sociales y la Gobernabilidad (2004), en
el caso de la Defensoría del Pueblo del Perú.
En los dos países existen marcos constitucionales que incorporan el derecho
a un ambiente sano y leyes específicas dedicadas a la protección y conservación del
ambiente.11 Además, ambas DP son receptoras de un gran número de quejas y de-
mandas (Gráfica 1), las cuales constituyen la génesis de conflictos ambientales.
Si se comparan la cantidad de quejas generales (y petitorios para el caso perua-
no) recibidas por cada una de las DP (2000-2013), se puede comprobar en la Gráfi-
ca 1 que en 2012 se concentra el mayor cúmulo de quejas en ambas Defensorías, y
que la DP de Perú recepciona casi tres veces más del volumen de casos (50 902) que
la DP de Argentina (15 000); esto se debe en parte a que se incluyen aquí también
las quejas y petitorios de las 38 oficinas territoriales en todo el país (la oficina na-
cional de Lima recibe alrededor de 11 000 quejas y petitorios anuales). En la DP de
Argentina el número de quejas registradas es menor, pero, si se incluyeran no sólo
los casos de las 19 oficinas descentralizadas, sino también las quejas recibidas por las
40 Defensorías subnacionales, probablemente la cantidad de casos anuales sería si-
milar o mayor a las de la DP peruana (la DP subnacional de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires recibe alrededor de 8 000 quejas anuales).
A pesar de estas salvedades metodológicas, los datos demuestran que tanto la
DP de Argentina como la de Perú habilitan mecanismos de accountability social, y por
medio de éstos se convierten en receptoras de una cantidad considerable de quejas
de la ciudadanía, entre las cuales se encuentran las demandas por servicios y derechos
que constituyen la génesis de los conflictos ambientales (Gráfica 1).
Como se ha señalado, las DP latinoamericanas se han constituido como un ac-
tor institucional estatal de peso en los conflictos ambientales, a partir de salvaguardar
los derechos y de mostrar una gran flexibilidad para asumir distintos roles a lo largo
de una controversia ambiental.
En ese sentido, se debe alertar sobre la tendencia presente en la región lati-
noamericana a la acefalía institucional de las Defensorías, pues éstas son un actor

y social en la región metropolitana: Caso Cuenca Matanza-Riachuelo”, coordinado por


Laura Pautassi (UBA).
11
Por ejemplo, en Argentina la Ley General del Ambiente Nº 25.675/02 y en Perú la Ley
General del Ambiente Nº 28.611/05.

155
cambio institucional y resistencia social

Gráfica 1
Cantidad de quejas generales recibidas por las DP de Perú y Argentina

Fuente: elaboración con base en las DP 2000-2013.

institucional relevante para la protección de los derechos ambientales y, por exten-


sión, de los derechos humanos. A continuación, se describen los roles y acciones de
las DP en tales disputas. Éstas cumplen cinco roles en la canalización de los conflic-
tos: 1) colaboradoras críticas del Estado, 2) observadoras del conflicto, 3) mediado-
ras, 4) litigantes y 5) legisladoras.
El rol de “colaborador crítico” es ejercido por las DP –frente a la vulneración
de un derecho– a partir de la generación de recomendaciones específicas. La idea de
“colaboración” no implica reemplazo ni sustitución de las competencias del Estado,
sino el ejercicio del magisterio de la opinión, el acompañamiento, supervisión y la
“accountability horizontal y vertical” de las entidades gubernamentales.12
La “accountability horizontal” se refiere a la capacidad de emprender acciones
de control interestatal y exigir cuentas en relación con actos u omisiones de otros
agentes estatales. Por otro lado, la “accountability vertical” es entendida aquí, según la
conceptualización realizada por Peruzzotti y Smulovitz,13 de “accountabiliy social”, es
decir, el reclamo (no electoral) de los ciudadanos, organizaciones no gubernamen-
tales y medios que tiene como objeto monitorear (exigir y denunciar) el comporta-
miento de los funcionarios públicos y activar la operación de las agencias de control
horizontal. Es más, los autores argumentan que la capacidad de generar alianzas con

12
Guillermo O’Donnell, “Accountability horizontal: la institucionalización legal de la des-
confianza política”, Revista Española de Ciencia Política, núm. 11, 2004, pp. 11-31.
13
Enrique Peruzzotti y Catalina Smulovitz, “Accountability social: el otro lado del control”,
en Catalina Smulovitz y Enrique Peruzzotti (co-eds.), Controlando a la política. Ciudadanos
y medios en las democracias latinoamericanas, Buenos Aires, Grupo Editorial Temas, 2002.

156
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

organizaciones no gubernamentales (ONG) y ciudadanos aumenta la efectividad de


la Defensoría para incidir sobre los organismos estatales. Así, la DP ejerce el citado
rol a partir de la posibilidad de librar actuaciones, generar informes especiales y abrir
investigaciones de oficio sobre el conflicto ambiental de que se trate.
El segundo de sus roles es el de “observador”, que tiene un alcance claro en
lo referente a la protección de derechos y actúa en situaciones en las que tales dere-
chos son vulnerados y afectan a los sectores más débiles de la población. Para cumplir
con este rol, la DP realiza un seguimiento constante y monitoreo de los conflictos
ambientales, así como de la implementación de leyes vinculadas con el conflicto en
cuestión, haciendo uso de una serie de herramientas para sistematizar la informa-
ción –reportes, informes, etcétera. Por otro lado, también desarrolla sistemas de alerta
temprana de conflictos y se convierte, así, en un aliado y garante de acuerdos entre
distintos actores que vela por el carácter legítimo y transparente del proceso, el cum-
plimiento de las formalidades, la protección de los derechos, etcétera.
El rol de “mediador” no ha tenido en la región sudamericana una consagración
normativa generalizada. Sin embargo, la DP, por su propia naturaleza, cumple con el
mandato de ser un magisterio de la persuasión. Con motivo del VII Congreso Anual
de la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO), la “Declaración de Lisboa”
–20 de noviembre de 2002– puso de relieve el carácter “mediador” del ombudsman
para las relaciones entre la ciudadanía y los poderes públicos y en pos de favorecer la
solución de conflictos. Dado que las Defensorías no poseen ningún poder coercitivo,
su fuerza radica en su propia legitimidad, credibilidad y conocimiento; la persuasión
puede ser entendida, entonces, como una suerte de intermediación de buenos ofi-
cios. En los conflictos ambientales, la DP puede realizar tareas de intermediación por
medio de canales informales –reuniones bilaterales, comunicaciones telefónicas, et-
cétera– o estructurar e institucionalizar la persuasión a partir de la creación de pro-
cesos con reglas de funcionamiento precisas –espacios o mesas de diálogo.
El cuarto rol corresponde al papel de “litigante”. La mayoría de las DP –a cau-
sa de la ya mencionada influencia del modelo ibérico– cuentan, en sus cartas o leyes
orgánicas, con la figura normativa que le permite al Defensor del Pueblo la legiti-
mación procesal para interponer acciones de inconstitucionalidad. Esta legitimación
se refiere a la relación que existe entre quien pide –el acto de pedir– y acerca de lo
que pide –el derecho a pedir–; es decir, al nexo que vincula a la persona con el de-
recho. Se establece que “el Defensor del Pueblo tiene legitimación procesal”; signi-
fica, entonces, que la legitimación ad processum está reconocida constitucionalmente:
existe el derecho a tener un proceso útil y efectivo. Será, entonces, la legitimación

157
cambio institucional y resistencia social

ad causam la que precisará ser esclarecida –vale decir, la referida a la importancia de


los valores que se defienden.
La DP puede entonces llevar a cabo, con el propósito de proteger un derecho
que está siendo vulnerado, acciones de amparo, amicus curiae, hábeas corpus, etcétera.
El uso del litigio estratégico judicializa el conflicto ambiental, lo cual también pue-
de tener efectos institucionales a partir de la generación de normas y de jurispru-
dencia. El litigio estratégico es, entonces, una herramienta jurídica que la DP utiliza
cuando se ven afectados derechos colectivos, e involucra la selección y presentación
de un caso concreto ante los tribunales con el objetivo de lograr, en última instan-
cia, cambios estructurales a nivel social.
Por último, en su rol de “legislador”, la DP, con base en su conocimiento de las
disputas ambientales más conflictivas, puede identificar los vacíos legislativos o de
políticas públicas ahí donde los hubiere. Entre las atribuciones de la DP se encuentra
la iniciativa legislativa que la habilita a proponer la formulación o modificación de
leyes existentes. Además, también puede ser requerida para la revisión de propuestas
legislativas. En tal caso, la DP mediante dictámenes emite su opinión al Parlamento.
En resumen, la DP busca la canalización de los conflictos ambientales a partir
de la asunción de dos roles que ejerce de manera constante: colaborador crítico, por
un lado, y observador de la controversia, por otro. Ejerce, asimismo y de forma in-
termitente, las funciones de mediador, litigante y legislador. Es de esa manera que la
DP actúa, protegiendo derechos y acompañando el desarrollo constructivo del con-
flicto ambiental en sus distintas etapas.
La Defensoría, entonces, puede ser una colaboradora crítica, una observadora,
una litigante, una mediadora o una legisladora. Pero ¿de qué dependen los roles que
la Defensoría del Pueblo desarrolla para canalizar los conflictos ambientales?, ¿por
qué en determinadas circunstancias prevalecen unos sobre otros?
Se argumenta a continuación que no es posible estudiar el rol desempeñado
por la Defensoría del Pueblo en la canalización de los conflictos ambientales sin in-
cluir el análisis de las relaciones intergubernamentales y el ciclo de vida del conflic-
to. Una canalización productiva procesa institucionalmente las demandas que dieron
origen al conflicto en cuestión y produce un cambio en las relaciones interguber-
namentales existentes.

158
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

El estudio de los conflictos ambientales y su canalización

En el origen de los conflictos ambientales se encuentran demandas sociales a las que


la DP, en tanto salvaguarda de los derechos vulnerados, busca canalizar productiva-
mente. Se discute en este apartado el papel que desempeñan las demandas sociales
en la construcción de los conflictos ambientales.
Tal como se menciona en la Introducción, existe un extenso campo de estu-
dio sobre los conflictos ambientales en América Latina. Éstos suelen estar asociados
con dinámicas de exclusión y han sido definidos desde distintas perspectivas teóri-
cas como focos de disputa política cuyos efectos no se limitan al impacto sobre el
ambiente, sino que se extienden también sobre la cultura, la sociedad, la economía,
el territorio y las instituciones.
La literatura que fomenta el debate en torno a los conflictos ambientales se ha
focalizado en las teorías que sostienen que existe una suerte de “maldición de los
recursos naturales”14 –o maldición de la abundancia.15 Se argumenta que la rique-
za “natural” de un país no asegura su desarrollo y que, por el contrario, cristaliza y
multiplica la inequidad y la pobreza.16
Pese a sus aportes, estas investigaciones han hecho escasa o nula referencia a: 1)
las relaciones intergubernamentales, 2) las etapas por las que atraviesa un conflicto
ambiental, y 3) los roles institucionales presentes para la canalización de los conflic-
tos. La primera omisión puede explicarse, en parte, porque el foco se ha puesto en la
crítica al “modelo extractivista” y exportador de los recursos, así como en el debate
sobre la creciente apropiación y saqueo de la naturaleza y en la protección ambien-
tal, entendiendo al Estado como un bloque uniforme y monolítico.17
El estudio de las relaciones intergubernamentales se ha llevado adelante, prin-
cipalmente en Estados Unidos a partir de la década de 1970. En su análisis intro-
ductorio al clásico Las relaciones intergubernamentales,18 José Luis Méndez las define
haciendo referencia a sus dos dimensiones: 1) en el nivel vertical, las relaciones

14
Todas las traducciones que aparecen en esta ponencia son propias.
15
Alberto Acosta, La maldición de la abundancia, Quito, Ediciones Abya-Yala, 2009; Richard
Auty, Sustainable Development in Mineral Economies: The Resource Curse Thesis, Londres,
Routledge, 1993.
16
Henri Acselrad (org.), Conflitos ambientais no Brasil, Río de Janeiro, Relume Dumará, 2004.
17
Claus Offe, Contradicciones en el Estado del bienestar, op. cit.
18
Deil Wright, Para entender las relaciones intergubernamentales, México, Fondo de Cultura
Económica, 1997.

159
cambio institucional y resistencia social

asimétricas entre las distintas unidades territoriales de gobierno –por caso entre los
gobiernos subnacional y nacional–; y 2) en el nivel horizontal, las relaciones entre
unidades subnacionales de un mismo nivel territorial –por ejemplo, las que se dan
entre municipios. Dichas relaciones incluyen funcionarios y entidades gubernamen-
tales de todo tipo y tamaño y trascienden las pautas gubernamentales de actuación
constitucionalmente reconocidas, ampliando así el abanico de relaciones entre los
niveles nacional, subnacional, regional, provincial y local.19 Lo más relevante no es lo
que se “debe hacer” sino lo que efectivamente “se hace”; es decir, los arreglos infor-
males y prácticos. Esta perspectiva incluye, principalmente, los intereses, objetivos y
estrategias de los funcionarios involucrados. Estas relaciones pueden ser de: a) predo-
minio: cuando hay un patrón de independencia y no se reconocen los intereses de
otros niveles de gobierno, b) disputa: cuando se advierte incompatibilidad entre los
objetivos de uso y explotación del recurso natural de los gobiernos, c) coordinación:
cuando se advierte un grado mínimo de articulación y consenso en las políticas de
explotación y protección de los bienes ambientales de los gobiernos, d) indiferencia:
cuando se presentan fuertes patrones de inacción y una cierta tendencia a no asumir
el problema ambiental como propio.
En relación con la segunda observación, el vacío bibliográfico ha sido justifi-
cado, en muchas ocasiones, por la necesidad de alejarse de la perspectiva académica
estadounidense, que busca –por así decirlo– “resolver los conflictos”.20 Y la tercera
omisión puede explicarse por el hecho de que, en la región, prima el análisis de los
conflictos ambientales desde la perspectiva de las resistencias sociales y a partir de
las teorías del movimiento y la protesta social, haciendo poco hincapié en los roles
institucionales y la canalización de los conflictos.
Desde el marco de la justicia ambiental,21 algunos autores han resaltado el ca-
rácter desigual e injusto de distribución de la riqueza y la falta de equidad en el

19
Robert Agranoff, “Las relaciones intergubernamentales y el Estado de las autonomías”,
Política y Sociedad, núm. 13, Madrid, 1993, pp. 87-105.
20
Leonard Susskind, P. Levy y James Thomas Larner, Negotiating environmental agreements: how
to avoid escalating confrontation, needless costs, and unnecessary litigation, Washington D.C., MIT
Harvard Public Disputes program/Island Press, 2000; Frank Fischer, Citizens, experts, and
the environment:The politics of local knowledge, Durham, Duke University Press, 2000.
21
El movimiento de justicia ambiental surgió en Estados Unidos como producto de dos
eventos: el caso del Love Canal en 1977 y las protestas de Worren County en 1982 que
dieron lugar a lo que se denominó the enviromental racism. En 1991, se constituyó la First
National People of Color Environmental Leadership Summit, donde se sentaron las bases para
el nacimiento del movimiento de justicia ambiental.

160
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

acceso a los beneficios del bien natural y a la protección ambiental.22 La ecología


política, por su parte, ha hecho fuerte hincapié en el estudio de los conflictos de
distribución por el acceso y control de los recursos naturales.23 Esta perspectiva en-
tiende que las externalidades negativas no son meras fallas del mercado, sino que
tienen un carácter sistémico; la economía es tomada como un subsistema del eco-
sistema natural que recibe (explota y extrae) recursos y produce residuos.
Por otro lado, Alimonda24 propone fundamentar “la ecología política en un es-
pacio de enunciación que, en todo caso, hace pie en el cuerpo analítico de la ciencia
política”. Desde este punto de vista, los conflictos ambientales no son sólo “pro-
blemas de distribución” sino que se constituyen como “problemas de apropiación”.
El autor sugiere jerarquizar tanto el papel del Estado y de sus políticas ambientales,
“como el gran distribuidor originario que fundamenta los conflictos distributivos”,
así como el estudio de la formación de las relaciones de poder en la naturaleza (po-
deres hegemónicos y de contra poderes). Así, el Estado es aprehendido como un
reproductor de las desigualdades sociales y de las relaciones de dominación y ex-
plotación colonialista.
Bajo el paradigma de lo que se conoce como modernización ecológica, otros
autores25 sostienen que los riesgos ambientales podrían gestionarse mejor si existie-
se una mayor regulación y control por parte del Estado. Una mirada de índole más
conservacionista y proteccionista se inclina hacia la preservación de los ecosistemas
a partir, por ejemplo, de la creación y promoción de parques nacionales. Por último,
la ecología profunda propone un enfoque biocéntrico de unidad con la naturaleza,
aspirando a un cambio de conciencia en cuanto a las formas de vida.
Algunos autores han incorporado el concepto de “productividad social” al es-
tudio de los conflictos ambientales26 entendida ésta como los “efectos sociales” de

22
David Carruthers, Environmental Justice in Latin America: problems, promise and practice, Cam-
bridge, MIT Press, 1999; David Harvey, Justice, Nature and the Geography of Difference, Ox-
ford, Blackwell, 1996.
23
Enrique Leff, “La ecología política en América Latina...”, op. cit., pp. 21-38.
24
Héctor Alimonda, “La colonialidad de la naturaleza. Una aproximación a la ecología polí-
tica latinoamericana”, op. cit., p. 42.
25
Maarten A. Hajer, The politics of environmental discourse, Oxford, Clarendon Press, 1995.
26
Antonio Azuela, Visionarios y pragmáticos. Una aproximación sociológica al derecho ambien-
tal, México, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM/Fontanamara, 2006; Gabriela
Merlinsky, Política, derechos y justicia ambiental. El conflicto del Riachuelo, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 2013. Gabriela Merlinsky (ed.), Cartografías del conflicto ambiental en
Argentina, Buenos Aires, Fundación CICCUS, 2013.

161
cambio institucional y resistencia social

los conflictos en la arena política, jurídica y territorial. Su análisis consiste en com-


prender cómo los conflictos ambientales contribuyen a la transformación del orden
social. Pero estos estudios no incluyen tampoco el modo en que los conflictos –en la
práctica– se canalizan y los diversos roles que cumplen en ese sentido instituciones
como la Defensoría del Pueblo, líderes religiosos, jueces y legisladores.
Muchas de las líneas mencionadas coinciden en que los conflictos ambienta-
les son motivados por la percepción de incertidumbre y riesgo.27 Sunstein28 sostiene
que, en los conflictos ambientales, opera una “heurística de la disponibilidad“”. Tal
heurística responde a las creencias y orientaciones precedentes –tanto individuales
como sociales– y a la tendencia a buscar una confirmación de las hipótesis en función
de las creencias, valores y experiencias mencionadas. Esto quiere decir que, cuando
los individuos no cuentan con información fidedigna respecto a la probabilidad de
daño ambiental real, tienden a juzgar el conflicto en función de lo que les venga a
la mente con más facilidad. En este escenario surge una literatura profusa sobre el
rol del conocimiento experto y contraexperto en los conflictos ambientales que –a
partir de una incertidumbre existente– involucran actores ligados a la tecnociencia
y actores sociales; y donde la frontera entre lo técnico y lo social no deja de fluc-
tuar.29 La llamada “epidemiología popular” da cuenta de formas de conocimiento en
las que los grupos afectados por diversos peligros ambientales desarrollan diferentes
investigaciones para establecer los orígenes de los problemas que los aquejan. Pero
esto no implica que no se movilicen conocimientos expertos porque, frecuentemen-
te, son los profesionales de cada comunidad o incluso los docentes e investigadores
universitarios –o muchas veces las defensorías locales– los que llevan adelante expe-
riencias de acompañamiento comunitario.
Ante la incertidumbre y la percepción de riesgo se necesitan actores con cierta
legitimidad para poder canalizar los conflictos; se necesitaría, también, que esta legi-
timidad emane de las propias autoridades gubernamentales y que sean éstas quienes
cumplan ese rol. Sin embargo, las principales demandas que desencadenan actualmen-
te los conflictos ambientales en América Latina están dirigidas tanto a las empresas
(capital trasnacional) como a los gobiernos subnacionales y al gobierno central (en

27
Ulrich Beck, La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad, Madrid, Paidós, 2010.
28
Cass R. Sunstein, Riesgo y razón: seguridad, ley y medio ambiente, Buenos Aires, Katz Editores,
2006, p. 65.
29
Michel Callon, Pierre Lascoumes y Yannick Barthe, Agir dans un monde incertain. Essai
sur la démocratie technique, París, MIT Press, 2001; M. Akrich, M. Callon y B. Latour (eds.),
Sociologie de la traduction: textes fondateurs, París, Presses de l’École des Mines, 2006.

162
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

tanto distribuidores originarios de los conflictos), cuestionando el funcionamiento


de la gestión pública, la ineficacia de los controles estatales y de las evaluaciones de
impacto ambiental. Surgen, aquí, dos aspectos clave que explican por qué, para el
estudio de los conflictos ambientales, el análisis de las relaciones intergubernamen-
tales reviste importancia. En primer lugar, porque ayuda a comprender la existencia
de explicaciones y discursos contrapuestos –y a menudo contradictorios– entre los
funcionarios públicos y, en general, sirve para explicar la inacción gubernamental;
en segundo lugar, una mirada detallada sobre las relaciones intergubernamentales
advertiría que éstas, junto a las demandas sociales, tienen la capacidad de influir so-
bre el ciclo del conflicto ambiental.
Se argumenta que es necesario entender al Estado en todas sus dimensiones
analíticas, no sólo en sus rasgos burocráticos o como distribuidor originario de los con-
flictos sino también como un conjunto interdependiente de instituciones y de rela-
ciones sociales que procesan los conflictos. Las instituciones estatales tienen grandes
diferencias en términos de autonomía, funciones, recursos, y pueden incluso repre-
sentar intereses diferentes y muchas veces encontrados; por ejemplo, las DP actúan
como un contrapoder legítimo dentro del sistema institucional frente a otras entidades
estatales, y asimismo acompañan el curso de los conflictos ambientales.

Demandas sociales y el ciclo de los conflictos ambientales

El estudio académico de la resolución y gestión de conflictos nace en Estados Unidos


y se enmarca en la experiencia empírica de mediadores y facilitadores que conside-
ran que el conflicto sigue una serie de dinámicas y patrones tal, que hacen posible
la “gestión” de la controversia y su posterior solución.30 El análisis del ciclo del con-
flicto y sus etapas es parte de esta corriente académica, pero también del campo de
los estudios de la paz.31 La literatura de resolución y gestión de conflictos ha sido

30
Institute for Conflict Analysis and Resolution, George Mason University, “La investigación
académica y la práctica de la resolución de conflictos sociales: ampliando el campo”, manus-
crito no publicado, 2008; Bernard Mayer, La dinámica de la resolución de conflictos. Una guía para
operadores, Jhon Wiley and sons Inc., 2000; John Burton, “La resolución de conflictos como
sistema político”, 1990 [http://www.insumisos.com/httpdocs/articulos/La%20Resolucion%20
de%20Conflicto%20de%20Burton.pdf]; Roger Fisher y William Ury con Bruce M. Patton, Sí,
¡de acuerdo! Cómo negociar sin ceder, Bogotá, Editorial Norma, 1990.
31
Adam Curle, “El campo y los dilemas de los estudios por la paz”, Bizkaia: Centro de In-
vestigación por la paz “Gernika Gogoratuz”, 1994.

163
cambio institucional y resistencia social

revisada críticamente por diversas investigaciones del campo de la construcción de


la paz.32 Se ha propuesto, en cambio de “resolución y gestión de conflictos”, el uso
del concepto de “transformación de conflictos” que distingue dos características en
una controversia de esta naturaleza: el “episodio” y el “epicentro”. El primero refie-
re a la expresión visible y momentánea del conflicto, mientras que el segundo tie-
ne que ver con las relaciones y patrones –tanto estructurales como históricos– que
subyacen a los conflictos. Por debajo de los episodios circulan los grandes temas es-
tructurales pendientes: la extrema pobreza, la violación de los derechos humanos, el
acceso desigual a los bienes ambientales, etcétera.33
La transformación de conflictos se diferencia de las teorías de gestión y resolu-
ción dado que pretende abordar las causas estructurales de los conflictos ambientales
y no sólo sus episodios o emergentes coyunturales. Esta teoría de la transformación34
se asemeja al concepto, aquí propuesto, de “canalización productiva de los conflictos”,
ya que implica responder a los conflictos pensándolos como oportunidades para la
creación de procesos de cambio social; cuando un conflicto ambiental se canaliza,
las demandas que originaron la controversia –al igual que las relaciones interguber-
namentales– se transforman productivamente.
Todo conflicto ambiental esconde siempre un conflicto social.35 La discusión
teórica sobre los conflictos sociales es extensa y abundante, pero excede los objetivos
de esta investigación. Baste señalar, entonces, que el cuerpo teórico que estudia los
conflictos sociales36 tiende a generar consenso en torno a tres puntos: 1) el conflic-

32
Johan Galtung, Conflict transformation by peaceful means, Nueva York, Trascend Manual,
United Nations Disaster Management training program, 2003. John Paul Lederach, El
pequeño libro de transformación de conflictos, Bogotá, Good Books, Intercourse, 1999.
33
Fernando Calderón (coord.), La protesta social en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI
Editores, 2012.
34
Según Lederach, existen dos programas de posgrado académicos que en la actualidad se
centran en esta teoría: el Instituto Joan B. Kroc para los Estudios Internacionales de la Paz
de la Universidad de Notre Dame y el Centro de Justicia y Construcción de Paz de la
Universidad Menonita. John Paul Lederach, El pequeño libro de transformación de conflictos, op.
cit., p. 5.
35
Eduardo Gudynas y Alain Santandreu, Ciudadanía en movimiento. Participación ciudadana y
conflictos ambientales, Montevideo, Centro Latinoamericano de Ecología Social/Fundación
Friedrich Ebert/Ediciones Trilce, 1998.
36
Georg Simmel, Conflict and the web of group affiliations, Nueva York, The Free Press, 1967;
Alberto Melucci, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, México, El Colegio de México,
1999; Lewis Coser, Las funciones del conflicto social, México, Fondo de Cultura Económica,
1961.

164
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

to contribuye a la transformación del orden social; 2) no existe ni ha existido nunca


una sociedad sin conflictos dado que toda comunidad humana genera desigualdades
que se expresan y manifiestan bajo la forma de desacuerdos; y 3) el conflicto social
se relaciona con las incompatibilidades percibidas en relación con la inequidad e ile-
gitimidad en la distribución de derechos.
Los conflictos ambientales también presentan falta de acceso e inequidad en la
distribución de derechos; las disputas se suceden tanto por el reparto de los benefi-
cios económicos como por los costos de los daños ambientales generados por el uso
de un bien ambiental. Estos conflictos han sido caracterizados como “conflictos de
demandas por derechos y servicios”.37 Otros autores38 también los denominan como
“conflictos distributivos”. Los actores afectados utilizan el conflicto para aumentar su
poder de negociación con el Estado y las empresas, procurando así compensaciones
económicas o mejoras en su calidad de vida. También es el caso de la participación
de las autoridades subnacionales en los conflictos, con el objetivo de asegurarse el
control y uso de las transferencias intergubernamentales y los ingresos que generan
el uso, la explotación o la recomposición del recurso natural.
Según la perspectiva constructivista39 y la mencionada teoría de transforma-
ción de conflictos, los conflictos ambientales se construyen socialmente sobre la
base de ciertas preocupaciones culturales –la falta de atención a las relaciones so-
ciales, las percepciones y expectativas en torno a los debates sobre medio ambiente
y las narrativas entendidas en su contexto cognitivo y social. Las ideas sobre medio
ambiente, población y recursos no son neutrales; son políticas en su origen y tienen
efectos políticos. La definición de conflicto ambiental adoptada aquí se inscribe en
este campo argumentativo y tiene en consideración tanto la relevancia de los actores
sociales como la de los funcionarios de gobierno y de los representantes del capital
trasnacional. Se entiende, entonces, al conflicto ambiental como una lucha compleja
por la definición del problema ambiental que tiene lugar cuando se presentan de-
mandas sociales por derechos y servicios insatisfechos que afectan la distribución y
acceso al uso, manejo y control de los bienes ambientales. Los actores involucrados
perciben que satisfacer los intereses de una parte implica, necesariamente, desatender

37
Moisés Arce, Resource extraction and protest in Peru, Pittsburgh, University of Pittsburgh
Press, 2014.
38
Javier Arellano Yanguas, ¿Minería sin fronteras?: conflicto y desarrollo en regiones mineras
del Perú, Lima, IEP/PUCP/Universidad Antonio Ruiz de Montoya, 2011.
39
Frank Fischer y Maarten Hajer (eds.), Living with nature: environmental politics as cultural
discourse, Nueva York, Oxford University Press, 1999.

165
cambio institucional y resistencia social

las pretensiones de la otra y actúan basándose en la percepción de tales incompati-


bilidades.
Maarten Hajer40 presenta al “nuevo conflicto ambiental” como una disputa
compleja y continua sobre su significado e interpretación discursiva. El autor sostie-
ne que, si se examina de cerca el discurso presente en los conflictos ambientales, éste
es contradictorio y fragmentado. El conflicto ambiental nunca responde a una única
causa; por el contrario, su esencia es la multicausalidad. Éste se convierte entonces
en una colección de demandas y preocupaciones de una gran diversidad de actores
sobre el uso y manejo de un bien ambiental que, además, tiene su propio ciclo de
vida (la curva del conflicto): aparece, crece hasta llegar a su punto de máxima ten-
sión y escalada, declina, se encauza y, a menudo, reaparece. Si el conflicto ambiental
se construye en la arena deliberativa y su definición depende de la interpretación
que cada uno de los actores involucrados haga del mismo, entonces para que su ca-
nalización sea genuinamente productiva, se requiere tener en cuenta todas estas “in-
terpretaciones posibles” e intereses en juego.
La propuesta que aquí se sostiene, y se explica a continuación, es que el nuevo
conflicto ambiental no se trata sólo de una lucha en el campo argumentativo, sino
que también se construye en la trayectoria de las etapas que la controversia atraviesa.
Si los conflictos ambientales recorren distintas fases –incluso, muchas veces, atravie-
san la misma etapa de forma recurrente–; entonces es difícil establecer un “cierre o
fin del conflicto”.41 Este carácter cíclico y dinámico del conflicto ambiental permi-
te interpretar la “curva del conflicto” y sus etapas de forma asincrónica. Se carac-
teriza cada una de las fases que atraviesa el conflicto ambiental del siguiente modo:

• De pre-instalación: el conflicto es formulado por los actores sociales como un


problema ambiental y se generan las precondiciones para su posterior instala-
ción en la agenda pública. Existen amenazas de medidas de presión –convo-
catorias– y la percepción de un potencial riesgo o daño a la salud, al ambiente
y/o a la cultura de vida local; sin embargo, las demandas sociales por derechos
y servicios no logran impactar aún en la arena pública.

Maarten A. Hajer, The politics of environmental discourse, Oxford, Clarendon Press, 1995.
40

Según Merlinsky, “el reto que enfrenta el investigador que se propone estudiar conflictos
41

ambientales consiste en una dificultad crucial para establecer un corte temporal que no es
de ningún modo el cierre del conflicto”. Gabriela Merlinsky (ed.), Cartografías del conflicto
ambiental en Argentina, op. cit., p. 50.

166
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

• De manifestación: se produce algún tipo de evento, decisión pública o impacto


ambiental y se inician, en este punto, acciones colectivas y medidas conten-
ciosas –marchas, asambleas, declaraciones públicas, presentaciones judiciales.42
• De escalada: se realizan movilizaciones colectivas de tipo contencioso –pa-
ros, huelgas, bloqueos de rutas– que pueden alcanzar niveles de violencia. Se
advierte una fuerte polarización entre los actores por una situación de ex-
trema degradación de un bien ambiental y/o un potencial agotamiento del
recurso natural. En esta etapa puede requerirse la intervención de las fuer-
zas del orden, del máximo tribunal de justicia, organismos internacionales u
otros referentes que se involucran en el conflicto a partir de investigaciones
especiales, sentencias y comunicados.
• De encauce: existe cierta “madurez”43 del conflicto que habilita a que se lle-
ven a cabo acciones institucionales para procesar las demandas. Éstas pueden
incluir desde la creación de un ente administrativo o una política púbica, hasta
la sanción de una legislación específica o la realización de una consulta pú-
blica. El encauce del conflicto puede generar nuevas tensiones y disensos so-
bre la forma en que es atendido. Que un conflicto se encauce no implica
necesariamente que se haya canalizado productivamente, ya que esta última
significa que las relaciones y actitudes entre los funcionarios se modifican.44

Conflictos ambientales seleccionados

A continuación, se analizan los conflictos ambientales más importantes en los cua-


les las Defensorías han tomado parte. Las dimensiones comparativas de las DP más
relevantes son las siguientes:

• Modelos de Defensoría similares: ambas son organismos de control hori-


zontal y vertical inspiradas en el modelo defensorial ibérico que supone un
énfasis en la protección de los derechos humanos y en la supervisión de la
administración pública.

42
Sidney Tarrow, Poder en movimiento: los movimientos sociales, la acción colectiva y la política,
Madrid, Alianza Editorial, 1994.
43
Christopher Mitchell, “Evitando daños: reflexiones sobre ‘la situación de madurez’ de un
conflicto”, Bizkaia, Centro de Investigación por la paz “Gernika Gogoratuz”, 1996.
44
John A. Hannigan, Environmental Sociology, Londres, Routledge, 2006.

167
cambio institucional y resistencia social

• Trayectoria de los conflictos ambientales seleccionados: la inscripción de la


cuestión ambiental en la arena pública es una realidad para ambas DP. Sin em-
bargo, el conflicto minero en Perú es un asunto omnipresente que muestra
frecuentes escenarios de escalada y violencia. En la Argentina, por el contra-
rio, el conflicto hídrico tiende a permanecer en una etapa de preinstalación
hasta que finalmente se manifiesta en el espacio público.
• Prevalencia de diferentes tipos de relaciones intergubernamentales ambienta-
les: en el caso peruano, las que prevalecen son aquellas de fuerte predominio
por parte del gobierno central y de disputa en los dos niveles. En la Argenti-
na, debido a que existe cierta ambigüedad en las prerrogativas asignadas a los
gobiernos subnacionales y nacional, priman relaciones intergubernamenta-
les de indiferencia, marco bajo el cual se “habilita” a los gobiernos a desen-
tenderse de los conflictos ambientales. Sin embargo, existen otras de fuerte
predominio provincial y disputa intergubernamental.
• Roles para la canalización de los conflictos ambientales: existen dos roles que
ambas DP llevan adelante de forma constante –colaborador crítico y observa-
dor– y tres roles cambiantes –mediador, litigante y legislador. En el caso pe-
ruano predomina el rol de mediador y de legislador (Cuadro 2), y en el caso
argentino el de litigante (Cuadro 1). Se advierte también que la DP de Perú
posee un mayor desarrollo del rol de observador, a partir de un seguimiento
institucional y sistematizado de los conflictos. Tal como se explica más ade-
lante, cada rol cumple una función específica en el conflicto ambiental y se
instrumenta de acuerdo con la etapa de la controversia y a las relaciones in-
tergubernamentales en juego.

Para responder al interrogante planteado (cómo y por qué las Defensorías ca-
nalizan los conflictos) y para analizar con mayor detalle las dimensiones comparativas
en cada uno de los casos, se seleccionaron cuatro conflictos ambientales: dos sobre
yacimientos mineros en Perú45 y dos disputas por el saneamiento de cuencas hídricas

Defensoría del Pueblo de Perú, Ocho años de procesos constitucionales en el Perú: los aportes
45

de la Defensoría del Pueblo (1996-2004), 2004; Defensoría del Pueblo de Perú, Ante todo
el diálogo, Lima, 2005; Defensoría del Pueblo de Perú, Informe 001-2006/ASPMA-MA,
2006; Defensoría del Pueblo de Perú, APCG, “Documento interno reglas de la mesa de
diálogo”, 2007; Defensoría del Pueblo de Perú, “Informe extraordinario. Los conflictos
socioambientales por actividades extractivas en el Perú”, 2007; Oficina Nacional de Diá-
logo y Sostenibilidad, “Informe de conflictos sociales Willaqniki”, 2012; Oficina Nacional

168
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

en Argentina.46 Los conflictos ambientales fueron elegidos por su relevancia para las

de Diálogo y Sostenibilidad, Institucionalizando el diálogo. Experiencias y aportes de la ONDS-


PCM 2012-2013, Lima, 2013; Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad, Diálogo: dos
años después. Perú: Estado y conflicto social, Lima, ONDS-PCM, 2014; Comisión de Pueblos
Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología, “Informe Parlamentario: la
legalidad de la problemática de la empresa Minera Majaz en los territorios de las comuni-
dades campesinas de Segunda y Cajas y Yanta de las provincias de Huancabamba y Ayabaca
en la región de Piura”, Grupo de Trabajo de Ambiente y Ecología, periodo anual de sesio-
nes 2007-2008, 2008; Carlos Portugal Mendoza, “Gobernanza en el acceso de la actividad
minera a los recursos naturales locales: el caso Tambogrande”, Grupo Chorlavi/IDRC/
ICCO/ALOP, 2005; José de Echave, “Minería y conflictos sociales en el Perú”, en José de
Echave, Rafael Hoetmer y Mario Palacio Panez (coords.), Minería y territorio en el Perú:
conflictos, resistencias y propuestas en tiempos de globalización, Lima, Conacami, Cooperacción,
Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales, 2009, pp. 319-331; José de Echave
y Alejandro Diez Hurtado, Más allá de Conga, Lima, Red Peruana por una globalización
con equidad, Cooperación, 2013; Anthony Bebbington y Denise Bebbington, “Actores y
ambientalismos: conflictos socioambientales en el Perú”, Íconos. Revista de Ciencias Sociales,
núm. 35, Quito, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecua-
dor, 2009, pp. 117-128; Anthony Bebbington, Martín Scurrah y Anahí Chaparro, “Proyecto
industrias extractivas, conflictos sociales e innovaciones institucionales en la región andino-
amazónica”, CEPES/Clark University/CERDET/Fundación Ford, 2013 [https://innovacio-
nesinstitucionales.wordpress.com/resultados-del-mapeo/]. Moisés Arce, Resource extraction
and protest in Peru, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 2014.
46
Eliana Spadoni et al., “La causa Beatriz Mendoza: política ambiental y derechos en ten-
sión”, en Laura Pautassi (coord.), Marginaciones sociales en el área metropolitana de Buenos
Aires: acceso a la justicia, capacidades estatales y movilización legal, Editorial Biblos, 2014; Eliana
Spadoni, “El rol de la Defensoría del Pueblo en los conflictos ambientales: el caso de la
Cuenca Matanza Riachuelo”, Revista Ambiente & Sociedade, São Paulo, vol. XVI, núm. 2,
abril-junio, 2013, pp. 47-62 [http://www.scielo.br/pdf/asoc/v16n2/04.pdf]; Defensoría
del Pueblo de la Nación Argentina, Amicus curiae, “Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Es-
tado Nacional s/ daños y perjuicios (daños derivados de la contaminación ambiental Río
Matanza-Riachuelo)”, 2006; Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina, “Defensoría
del Pueblo c/ el Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, y las Municipalidades de Almirante Brown, Avellaneda, Cañuelas, Esteban
Echeverría, Ezeiza, General Las Heras, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Marcos Paz,
Merlo, Morón, Presidente Perón y San Vicente”, en originario autos “Mendoza, Beatriz
Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios (daños derivados de la
contaminación ambiental del Río Matanza-Riachuelo)”, 2006; Defensoría del Pueblo de
la Nación Argentina, “Informe de la Cuenca Reconquista”, 2007; Defensoría del Pueblo
de la Nación Argentina, “Convenio de creación del Consejo de Defensores del Pueblo de
la Cuenca de los Ríos Salí-Dulce”, 2008; Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina,

169
cambio institucional y resistencia social

DP tanto de la Argentina como del Perú y por su impacto en la opinión pública. Los
dos conflictos mineros del Perú involucran protestas cuyo objetivo es detener pro-
yectos extractivos cuyos procesos previos de consulta y toma de decisión excluyen
a las comunidades afectadas; éstas hacen uso del discurso ambiental como estrategia
para resistir la explotación del recurso natural. Los dos conflictos por el saneamiento
de cuencas hídricas en Argentina giran en torno al reparto de los costos ambientales
del uso y manejo del recurso natural y los derechos ambientales en juego.
Los dos conflictos seleccionados para el caso de la DP argentina fueron los si-
guientes:

• Conflicto Cuenca Matanza-Riachuelo (CMR): ante las históricas relaciones


intergubernamentales de indiferencia, la falta de acciones y políticas concretas
en tal sentido por parte de las autoridades gubernamentales competentes y la
larga permanencia del conflicto en su etapa de pre-instalación, la Asociación
Vecinos de La Boca realizó –a fines de 2002– una presentación ante la De-
fensoría del Pueblo. El motivo del reclamo era la contaminación ambiental y
las constantes inundaciones que sufrían los vecinos residentes en la zona lin-
dera a la Cuenca Matanza-Riachuelo. La DP, en su rol de colaborador críti-
co, produjo –junto a una coalición de organizaciones no gubernamentales y
universidades– dos informes sobre el estado socioambiental de la cuenca. En
2004 el conflicto se manifestó en los tribunales, a raíz de la contaminación
de la cuenca; un grupo de vecinos y profesionales del Hospital Interzonal de
Agudos Dr. Pedro Fiorito –encabezados por Beatriz Silvia Mendoza–, inter-
puso una demanda por daños y perjuicios (la así llamada “causa Mendoza”)

“Atlas del riesgo ambiental de la niñez de Argentina”, Proyecto Unesco, 2009; Defensoría
del Pueblo de la Nación Argentina, “Declaración Consejo de Defensores del Salí-Dulce”,
2010; Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina, “Acta acuerdo para la prevención
de origen industrial en el Embalse de Río Hondo”, 2012; Defensoría del Pueblo de la
Nación Argentina, “Convenio marco entre las Defensorías del Pueblo para el control de
la contaminación de la Cuenca Salí-Dulce”, 2012; Defensoría del Pueblo de la Nación
Argentina, “Informe de actualización de la Cuenca Salí-Dulce”, 2013; Defensoría del
Pueblo de la Provincia de Santiago del Estero, Informes Anuales: 2009-2010-2011;Víctor
A. Pochat, “Entidades de gestión del agua a nivel de cuencas: experiencia de Argentina”,
Serie Recursos Naturales e Infraestructura, CEPAL, Publicación de las Naciones Unidas, 2005;
Víctor Pochat, “Principios de gestión integrada de los recursos hídricos. Bases para el
desarrollo de planes nacionales”, Global Water Partnership Central America. Global Water Part-
nership South America, 2008.

170
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

Mapa 1
Cuenca Matanza-Riachuelo

Fuente: elaborado por Juan I. Duarte con base en Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica,
ICO/UNGS/Proyecto Manejo Ambiental de la Cuenca del Río Luján.

ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) contra el Estado Na-


cional, la provincia de Buenos Aires, el gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y 44 empresas. Ante la inacción persistente de las autoridades,
la DP asumió un rol de litigante y, haciendo uso de la legitimación procesal,
se presentó ante la CSJN primero como amicus curiae y luego en carácter de
tercero –junto a un grupo de organizaciones no gubernamentales. El 8 de ju-
lio de 2008, la Corte dictó el fallo “Beatriz Mendoza”, en el que se exigió la
recomposición del bien ambiental afectado y el resarcimiento por daño co-
lectivo en los términos que establece la Ley General del Ambiente (Ley Nº
25.675/02, artículos 28 y 30). A partir de la intervención de la Corte y el
rol de litigante de la DP, el conflicto se canalizó y las relaciones interguber-
namentales cambiaron hacia una coordinación centralizada en torno al Juz-
gado Federal de Quilmes y el ente autárquico denominado la Autoridad de
la Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR). Paralelamente, la Corte designó
a la DP en la Secretaría del Cuerpo Colegiado, un modelo participativo en-
cargado de controlar la ejecución de la sentencia.

171
cambio institucional y resistencia social

Mapa 2
Cuenca del Salí Dulce

Fuente: Comité Interjurisdiccional de la Cuenca del Salí Dulce.

• Conflicto Cuenca del Salí-Dulce (CSD): ante la contaminación de la cuen-


ca producida, principalmente, por la vinaza y las cenizas provenientes de los
ingenios azucareros y la industria citrícola, la DP nacional creó, en 2008, el
Consejo de Defensores del Pueblo de la Cuenca de los Ríos Salí-Dulce, in-
tegrado por los defensores de las provincias de Tucumán, Córdoba, Santiago
del Estero y Salta.47 El objetivo de la DP nacional fue el de realizar, en su rol de
colaborador crítico, un seguimiento y evaluación permanente de las políticas

47
La Argentina cuenta con una Defensoría del Pueblo Nacional y 40 Defensorías del Pue-
blo a nivel subnacional (13 provinciales y 27 municipales).

172
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

públicas implementadas por los gobiernos subnacionales (provincial y mu-


nicipal) y nacional respecto al estado del medioambiente en la cuenca men-
cionada. Sin embargo, ante el escaso impacto de las demandas sociales en la
arena pública, las constantes relaciones intergubernamentales de indiferencia
de parte del gobierno de Tucumán y el gobierno nacional y la inacción del
Comité interjurisdiccional de la Cuenca del Salí-Dulce producto de fuertes
relaciones de disputa intergubernamental, la DP subnacional de Santiago del
Estero judicializó el conflicto ambiental. A partir del uso de la figura de la
legitimación procesal, la institución interpuso una acción de amparo contra
cuatro ingenios azucareros tucumanos que llegó, eventualmente, a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. La intervención de la Corte (sin declarar
su competencia originaria) y el rol de litigante de la DP subnacional provocó
la canalización del conflicto y un cambio de relaciones intergubernamentales
hacia una coordinación descentralizada entre los gobiernos subnacionales. Se
generó, entonces, un modelo de seguimiento y monitoreo de los acuerdos.
Las DP, en su rol de observador del conflicto, se convirtieron así en garan-
tes del cumplimiento de los mismos. Por otro lado, la Corte le encomendó
a las DP subnacionales articular la participación social en la CSD. El conflicto
muestra claramente los diversos roles que pueden asumir las DP subnaciona-
les y nacional cuando se complementan para canalizar un conflicto ambien-
tal, trascendiendo así las relaciones de disputa existentes entre los gobiernos
subnacionales y entre éstos y el gobierno nacional alrededor del marco nor-
mativo que rige la política hídrica (Régimen de Gestión Ambiental de las
Aguas, Ley Nº 25.688/02). El análisis también evidencia las relaciones inter-
gubernamentales de indiferencia presentes en la cuenca ante el “efecto local
de derrame” de una jurisdicción sobre otra.

Las históricas relaciones de indiferencia se hicieron presentes en ambos con-


flictos. En la CMR, si bien existía una unidad administrativa que debía ocuparse de su
gestión –el Comité Ejecutor Matanza-Riachuelo–, éste era indiferente a la contro-
versia e ineficiente en su manejo. En la CSD, el Comité de Cuenca estaba paralizado
y cooptado por las relaciones de disputa existentes tanto entre los gobiernos subna-
cionales de Tucumán y Santiago del Estero, como entre éstos y el gobierno nacional;
estas actitudes y relaciones se tradujeron en el conflicto en cuestión en la falta de
respuesta e indiferencia por parte de las autoridades gubernamentales. El tipo de rol
predominante de las DP en los conflictos fue, en ambos casos, el litigio judicial partir
de actos procesales (Cuadro 1). La intervención del poder Judicial –específicamente,

173
cambio institucional y resistencia social

de la CSJN– y el rol de las DP nacional y subnacionales, en conjunto con el activismo


de organizaciones no gubernamentales y abogados ambientalistas, fueron factores
determinantes a la hora de canalizar por la vía judicial los conflictos y cambiar las
históricas relaciones intergubernamentales de indiferencia orientándolas hacia unas
de coordinación –centralizada en el caso de la CMR (por el accionar de la ACUMAR)
y descentralizada en el caso de la CSD. A continuación, en el Cuadro 1 se enumeran
los roles de las DP nacional y subnacionales en los conflictos analizados.

Cuadro 1
Roles de las DP nacional y subnacional de Argentina

Garante de acuerdos entre los gobiernos de Santiago del


Estero y Tucumán

• Seguimiento de los conflictos ambientales


Constante Observador • Acciones de monitoreo del Cuerpo Colegiado en la CMR
Creación del Consejo de Defensores de la CSD. Reco-
mendaciones del Cuerpo Colegiado a la ACUMAR

Colaborador crítico • Informes especiales

Consenso de estrategias hacia adentro del Cuerpo Cole-


Excepcional Mediador giado

Tercero en la “Causa Mendoza”

Predominante Litigante • Acción de amparo contra los ingenios tucumanos

Fuente: elaboración a partir de datos de las DP 2000-2013.

En el caso de la DP del Perú, los dos conflictos ambientales seleccionados para


el análisis fueron los siguientes:

• El conflicto de Tambogrande surgió en 2001 y se hizo manifiesto cuando


la empresa minera Manhattan Minerals Corp. propuso al gobierno peruano
comenzar un proceso de explotación minera en el distrito de Tambogran-
de (departamento de Piura). La población local se movilizó masivamente en
contra de la iniciativa, el conflicto escaló y se terminó solicitando la partici-
pación de la DP, la cual, en su rol de mediador, llamó a la conformación de
una mesa de diálogo que no obtuvo los resultados esperados. Luego, el con-
flicto se encauzó a partir de una alianza influyente entre el gobierno local y

174
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

Mapa 3
Concesiones mineras en el distrito de Tambogrande

Fuente: Cooperacción, 2005.

el Frente de Defensa del Valle de San Lorenzo y Tambogrande que, en virtud


de las competencias presentes en la Ley Orgánica de Municipalidades Nº
23.853/84, convocó a una consulta pública vecinal (la primera en América
Latina) que resultó en un amplia negativa a la explotación minera en Tam-
bogrande. Rápidamente, el gobierno central calificó de ilegal la consulta y
el mismo año reconcentró los poderes de decisión (relaciones interguber-
namentales de predominio) respecto a las actividades extractivas y sancionó
una Ley Especial que Regula el Otorgamiento de Concesiones Mineras en
Áreas Urbanas y de Expansión Urbana –Nº 27.015/01–, por medio de la cual
se les quitó a los gobiernos distritales toda facultad relativa a la planificación
del uso de los recursos naturales y a la actividad minera en áreas urbanas. So-
lamente los municipios retuvieron la potestad de intervenir en la toma de
decisiones respecto a proyectos de desarrollo minero, y esto sólo hasta 2003;

175
cambio institucional y resistencia social

con motivo de la aprobación de una nueva Ley Orgánica de Municipalidades


–Nº 27.972/03–, también las municipalidades vieron recortadas sus faculta-
des respecto a la organización de mecanismos de participación ciudadana y
su papel se vio restringido al de ser meros garantes de la protección del am-
biente en lo tocante al desarrollo de sus circunscripciones. Así pues, las rela-
ciones intergubernamentales pasaron a ser de total predominio por parte del
gobierno central y el conflicto se convirtió en un hito de la lucha contra la
minería en el Perú. Esto echa luz, por otro lado y en última instancia, sobre
las dificultades que supone generar condiciones para el diálogo cuando el
conflicto está en su etapa de escalada.
• Conflicto de Río Blanco: en 2003, el Ministerio de Energía y Minas del Perú
aprobó el estudio de impacto ambiental (EIA) de la empresa minera británi-
ca Monterrico Metals bajo el nombre legal de su subsidiaria peruana Mine-
ra Majaz SA (luego fue comprada por capitales chinos Zijing Mining, cuya
subsidiaria se denomina ahora Río Blanco Cooper) y la autorizó a realizar
exploraciones para desarrollar un distrito minero en las provincias de Huan-
cabamba y Ayabaca en el departamento de Piura. El conflicto escaló a par-
tir de una serie de denuncias realizadas por las comunidades campesinas en
las que se acusaba a la empresa de haber torturado a comuneros48 y ronde-
ros49 opuestos al proyecto, y de haber llevado adelante un proceso de consul-
ta poco claro con las comunidades de la zona para facilitar la aprobación del
EIA. La población local se movilizó –realizando marchas y protestas que de-
rivaron en heridos y muertos– hasta que, en 2006, la Defensoría, en su rol de
colaborador crítico, llevó adelante una investigación de oficio sobre la auto-
rización administrativa (EIA) otorgada por el Ministerio de Energía y Minas
a la empresa minera. Los resultados de la investigación mostraron irregulari-
dades en el procedimiento de habilitación por parte del gobierno nacional
y que las comunidades campesinas no habían otorgado autorización válida a
la compañía –o por lo menos no lo habían hecho los dos tercios de sus in-
tegrantes, tal como lo exigían las normas vigentes sobre disponer, arrendar o
ejercer cualquier otro acto sobre las tierras comunales de la sierra o la selva,
en particular el artículo 11 de la Ley de la Inversión Privada para el Desarrollo

48
Se denomina comuneros a las comunidades campesinas según el artículo 88 de la Consti-
tución de Perú.
49
Las rondas campesinas surgieron para combatir el abigeato y la delincuencia durante el
conflicto armado de 1980-2000.

176
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

Mapa 4
Concesiones mineras en la región de Piura

Fuente: Cooperacción, 2010.

de las Actividades Económicas en las Tierras del Territorio Nacional y de las


Comunidades Campesinas y Nativas, Nº 26.505/95. Paralelamente, la DP ac-
túo como observador en distintos espacios de diálogo convocados por el go-
bierno central y el regional, pero no arribaron a los resultados esperados. En
2005, una alianza influyente compuesta por los gobiernos municipales (distri-
tales y provinciales), las comunidades afectadas y organizaciones e institucio-
nes públicas conformó el Frente por el Desarrollo Sostenible de la Frontera
Norte de Perú (FDSFNP) y, en rechazo a la explotación minera impulsada
desde la administración central y el gobierno regional de Piura, realizó con-
sultas vecinales. Frente a un escenario de disputa intergubernamental de por
sí conflictivo, la declaración de ilegalidad de la consulta emitida por el go-
bierno nacional generó aún mayor antagonismo; sin embargo, los gobiernos
subnacionales municipales decidieron, de todos modos, llevarla adelante –en
2007 se realizaron tres consultas simultáneas en los distritos de Pacaipampa,

177
cambio institucional y resistencia social

Ayabaca y Carmen de la Frontera. El “no a la mina” ganó por una amplia


mayoría y el conflicto se encauzó. Finalmente, las relaciones interguberna-
mentales de predominio y de disputa se acrecentaron aún más, los gobier-
nos subnacionales fortalecieron su posición a partir de la implementación de
instrumentos de ordenamiento territorial –como el uso de la Zonificación
Ecológica Económica– y el gobierno nacional criminalizó la protesta social.

Las consultas públicas vecinales encauzaron el conflicto, pero no lograron cana-


lizarlo; por el contrario, sus resultados fueron momentáneos, ya que rápidamente el
gobierno central manifestó su rechazo aduciendo la presunta ilegalidad de los pro-
cesos de consulta. Por lo tanto, una de las causas estructurales de los conflictos mine-
ros (es decir, la falta de inclusión de las comunidades locales en la toma de decisión
frente a proyectos e inversiones que afectan su calidad de vida) siguió presente. Sin
embargo, la DP se posiciono a partir de esta serie de conflictos como un mediador
legitimo entre el Estado y las empresas.
Este escenario (junto con otros conflictos de la misma índole surgidos en el
mismo periodo) fue un antecedente importante para que la DP aprovechara la opor-
tunidad y presentara, en 2009, un proyecto marco de Ley para la Consulta Previa de
los Pueblos Indígenas u Originarios. La DP ejerció así su poder de iniciativa legis-
lativa y la ley fue efectivamente sancionada en 2011. Se trató, pues, de una canaliza-
ción legislativa, en que la DP en su rol de legislador, y junto con representantes del
poder Legislativo, se unió a las intenciones de un conjunto de organizaciones no
gubernamentales y representantes de federaciones indígenas en pos de una agenda
común –en este caso, la sanción de una ley. Esta articulación en torno a un interés
común cambió, en parte, las relaciones de disputa y predominio hacia una mínima
coordinación centralizada. A continuación, se enumeran los roles de la DP a partir
del análisis de los conflictos seleccionados.

178
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

Cuadro 2
Roles de la DP de Perú

Monitoreo institucionalizado de los conflictos (SIMCO)

• Garantía de los acuerdos de la MC y CD en Río Blanco


Constante Observador • Observación de espacios de diálogo (mesas post Bagua)

Informes especiales e investigaciones

Colaborador crítico • Presentaciones ante el Congreso


 

Excepcional Litigante Presentación de amparos sobre la consulta previa


Mesa de diálogo de Tambogrande

Mediador • Interposición de buenos oficios y llamados al diálogo


 

Ley de Consulta Previa

Predominante Legislador •Revisión de leyes

Fuente: elaboración propia.

En conclusión, las respuestas de la DP frente a una controversia ambiental se


construyen y varían en función de las acciones y posturas adoptadas por los fun-
cionarios gubernamentales ambientales de distinto nivel y las relaciones que éstos
mantienen entre sí. El accionar de actores con cierta legitimidad –vale decir, jueces,
líderes indígenas o religiosos, legisladores, etcétera– junto con las acciones puestas
en práctica por la DP tienen la capacidad potencial de cambiar las relaciones exis-
tentes y canalizar productivamente los conflictos. Así, las relaciones, a la vez que ex-
plican los roles de la DP, pueden ser modificadas por estos roles y por la evolución
de las controversias.

179
cambio institucional y resistencia social

Consideraciones finales

Dado que este artículo busca, entre otras cosas, saldar un vacío existente en los es-
tudios de los conflictos ambientales en torno a cómo se canalizan los mismos, es
importante recordar que una canalización productiva procesa institucionalmente las
demandas que dieron origen al conflicto en cuestión y produce un cambio en las
relaciones intergubernamentales existentes. En las páginas que siguen, y a modo de
conclusión, se elabora una serie de reflexiones generales acerca del rol de la DP (y
de las agencias estatales) en la canalización productiva de los conflictos ambientales
y del aporte teórico de este último concepto para el estudio de los conflictos am-
bientales latinoamericanos.
Se ha mencionado que existe una discusión académica profusa alrededor de
los costos y beneficios del uso de los bienes ambientales y de la justicia o injusticia
presente en la distribución de las externalidades ambientales. Sin embargo, este de-
bate presta poca atención a los roles institucionales existentes para el procesamiento
de los conflictos. La pregunta inicial planteada acerca del rol de la DP en la canali-
zación de los conflictos ambientales busca entonces aportar a este debate vigente
en el campo de estudio de los conflictos ambientales, pero desde la perspectiva de
una institución estatal.
Se argumenta que el Estado es algo más que un gran distribuidor originario de
conflictos y que está constituido por una serie de instituciones con intereses diferen-
tes. Estudiar las Defensorías puede contribuir a generar una agenda de investigación
futura sobre el rol del Estado (en todas sus dimensiones), y especialmente de los
organismos de control, en la canalización productiva de los conflictos ambientales.
El enfoque comparativo se utiliza para contrastar dos o más objetos de estudio
en torno a una o más propiedades. En los casos comparados en esta investigación
–las Defensorías de Argentina y Perú– existen atributos y propiedades comunes y
diferentes. Las similitudes residen en los dos roles que las DP ejercen de forma cons-
tante: el de colaborador crítico –a partir de los mecanismos existentes de accounta-
bility horizontal y vertical– y el de observador. También es común a ambas DP la
credibilidad que han adquirido frente a la ciudadanía en la canalización productiva
de los conflictos. Las características divergentes incluyen principalmente la preva-
lencia de cierto tipo de roles –el de mediador y legislador para el caso peruano y el
de litigante para el argentino–, el tipo de relaciones y la trayectoria de los conflictos
ambientales seleccionados para cada caso.
En los capítulos anteriores se fundamentó porqué las dos DP como receptoras
de demandas sociales cumplen un rol activo en los conflictos ambientales y ejercen

180
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

de forma similar y constante dos roles: colaborador crítico del Estado y observador
de los conflictos.
La colaboración crítica se refiere al ejercicio de la accountability horizontal y
vertical, a partir de la supervisión sobre el accionar de los organismos estatales en los
conflictos ambientales. En la Introducción se mencionó que existen diversas insti-
tuciones que pueden cumplir el rol de fiscalizador del Estado –contralorías, audito-
rías, procuradurías. Sin embargo, la DP se diferencia de éstas ya que también habilita
mecanismos verticales de accountability social. A partir de las quejas recibidas, la DP
puede acercarse a los actores afectados y accionar de forma inmediata, iniciando una
actuación o investigación de oficio ante, por ejemplo, un conflicto ambiental emer-
gente. En los apartados anteriores se constató que tanto la DP de Argentina como la
de Perú han sido muy productivas en ejercer este rol.
En el primero de los casos, en conjunto con organizaciones no gubernamen-
tales y universidades –vg. en la elaboración de informes especiales para el caso de la
Cuenca Matanza-Riachuelo–, y en el segundo a pedido del Congreso –vg. los in-
formes extraordinarios de conflictos ambientales (caso Bagua). Es más, muchas de
sus investigaciones han sido publicadas y hoy son una fuente de información y re-
ferencia para investigadores, activistas y otros actores.
En cuanto al rol de observador, éste es fundamental tanto para garantizar que no
sean vulnerados los derechos individuales y colectivos, así como para desarrollar sis-
temas de alerta temprana de los conflictos. Si bien ambas DP ejercen el citado rol de
forma constante, en el caso peruano éste ha adquirido una mayor relevancia. En ese
sentido, la DP de Perú creó un sistema de registro y monitoreo de conflictos (SIMCO),
que es una base de datos construida a partir de la sistematización de las demandas so-
cioambientales y del cruce con diversas fuentes.
En definitiva, tanto el colaborador crítico como el observador se caracterizan
por ser roles fundantes de las acciones de la DP en los conflictos ambientales. La exis-
tencia de mecanismos de accountability horizontal y vertical social, así como de un
seguimiento de los conflictos son aspectos que garantizan cierta efectividad de la DP
a la hora de procesar las quejas y demandas socioambientales recibidas y de acom-
pañar la evolución de los conflictos.
Más allá de esos dos roles, ante la ausencia de mecanismos institucionalizados
en el poder Ejecutivo y de capacidades instaladas en las agencias ambientales para la
mediación de los conflictos y el fracaso de las iniciativas propuestas por el Ejecutivo,
la DP peruana –a diferencia de la de Argentina– ha asumido, en más de una ocasión,
el rol de mediador. En la práctica el rol de “amigable componedor” es muchas veces
cuestionado, sobre todo cuando actúa sólo en momentos en que el conflicto escala

181
cambio institucional y resistencia social

–“apagando incendios”– o cuando se convoca a procesos de diálogo que no tienen


objetivos ni reglas claras. Esta situación ha provocado en la región latinoamericana
la así llamada “fatiga del diálogo”,50 en especial cuando:

1. El diálogo se utiliza en un contexto de crisis y escalada donde no existen


condiciones para “dialogar”; de este modo se busca consolidar estructuras
sociales y mantener un statu quo que según el caso puede ser injusto e in-
equitativo.
2. A pesar de que el proceso se diseña cuidadosamente, los actores prefieren
no participar ya que tienen otra estrategia de negociación en mente.
3. El proceso está bien diseñado y los actores están listos para participar, pero
los resultados del diálogo no se llevan a cabo a nivel de políticas públicas.

En definitiva, la comparación de los dos casos muestra las similitudes y con-


trastes presentes en estas Defensorías latinoamericanas, y su relación con el tipo de
relaciones y el ciclo del conflicto ambiental. A continuación, y para finalizar, se pre-
sentan las reflexiones finales sobre la canalización productiva del conflicto ambiental.
Una canalización productiva del conflicto ambiental –como se dijo al inicio–
tiene lugar cuando las demandas que dieron origen al conflicto en cuestión se pro-
cesan institucionalmente y se produce un cambio en las relaciones existentes. Tal es
el caso, por ejemplo, de la contaminación ambiental de las cuencas hídricas donde
–a partir del rol de las DP, abogados, ONG y jueces– la “indiferencia” gubernamen-
tal se canalizó en relaciones de coordinación interjurisdiccional en pos del sanea-
miento hídrico.
En los conflictos analizados en esta investigación, se evidenció que dicha cana-
lización también transforma productivamente las estructuras institucionales en don-
de las relaciones intergubernamentales tienen lugar. Por ejemplo, la canalización del
conflicto de la Cuenca Matanza-Riachuelo generó la creación de la ACUMAR, otor-
gándole mayor autonomía y más poder de decisión que aquel que se le atribuye a
los comités de cuenca en los preceptos de la Ley de Gestión Ambiental de las Aguas
(artículo 4); por otro lado, el conflicto de Tambogrande (junto con otros conflictos)
produjeron cambios legislativos importantes en el Perú.

Bettye Pruitt y Steve Waddell, “Dialogic approaches to global challenges: moving from
50

dialogue fatigue to dialogic change processes”, Working paper, The Generative Dialogue
Project, 2005.

182
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...

También se ha dicho que una canalización productiva implica responder a los


conflictos ambientales como oportunidades para la creación de procesos de cambio
social. Los conflictos ambientales mineros peruanos revelaron patrones históricos de
exclusión de las comunidades campesinas en los procesos de toma de decisión sobre
los usos de sus territorios. Finalmente –a partir del rol de la DP, legisladores, ONG–
se logro sancionar la Ley de Consulta Previa. Ésta produjo un cambio social de lar-
go alcance reconociendo –en los términos que establece el Convenio Nº 169 de la
OIT– el derecho de las comunidades a ser consultadas.
La propuesta teórico-conceptual de conflicto ambiental aquí adoptada pro-
pone que la controversia atraviesa distintas etapas. En ese sentido, la evolución del
ciclo del conflicto –preinstalación, manifestación, escalada y encauce– resulta ser un
insumo clave y necesario para elaborar análisis de conflictos que trasciendan la clá-
sica y somera “cronología de conflictos” y se adentren en la naturaleza propia de las
disputas ambientales tomando en cuenta su trayectoria.
A lo largo de este capítulos se ha hecho hincapié en la relevancia del estudio
de las relaciones intergubernamentales para el análisis de los conflictos ambientales.
Estas relaciones –de predominio, disputa, coordinación e indiferencia–, como se se-
ñaló, tienen una característica dual: pueden explicar el accionar de la DP a la vez que
ser modificadas por el rol que ejerce esta última (y también otras agencias estatales)
y por el curso del conflicto. Por ejemplo, ante relaciones de predominio nacional y
disputa intergubernamental, la DP de Perú actuó en los conflictos mineros predo-
minantemente como mediador y legislador; este último accionar legislativo, junto
con la manifestación de las demandas sociales en la arena pública, provocó un cam-
bio histórico en el tipo de relaciones hacia una mínima coordinación.
Como se señaló, las Defensorías del Pueblo latinoamericanas se han constitui-
do como un actor institucional estatal de peso en los conflictos ambientales, a partir
de salvaguardar los derechos y de mostrar una gran flexibilidad para asumir distin-
tos roles a lo largo de una controversia ambiental. En ese sentido, se debe alertar so-
bre la tendencia presente en la región latinoamericana a la acefalía institucional de
las Defensorías, pues éstas son un actor institucional relevante para la protección de
los derechos ambientales, y por extensión, de los derechos humanos. Por ello es im-
portante preservar y garantizar (a futuro) su adecuado funcionamiento institucional.
En definitiva, lo más importante a resaltar es el enorme potencial de la Defen-
soría para intervenir en los conflictos ambientales, en representación de aquellos ac-
tores sociales “sin voz” que han sido excluidos o se encuentran subrepresentados en
los procesos decisionales que discuten asuntos sociales, políticos, económicos, am-
bientales y culturales y que finalmente afectan sus vidas.

183
cambio institucional y resistencia social

Así, la Defensoría, en tanto institución estatal autónoma que ejerce mecanis-


mos de control horizontal y vertical social, y que representa los intereses difusos “del
pueblo”, ha demostrado que puede abordar críticamente las causas y diferencias que
originan las controversias, balanceando poderes hegemónicos y erigiéndose como
un contrapoder legítimo en la canalización productiva y, en última instancia, demo-
crática de los conflictos ambientales.

184
Ontopolítica en Wadalafken Mapu: las “naturalezas”
de la resistencia frente a proyectos de energía eólica en Chile

Pablo Rojas Bahamonde / Gustavo Blanco Wells / María Amalia Mellado

Resumen
Se exploran las relaciones que se despliegan en procesos de resistencia a un pro-
yecto de energía eólica emplazado en la costa de Valdivia, sur de Chile, en el terri-
torio indígena de Wadalafken Mapu. Desde la perspectiva de la ontología política
y mediante una aproximación etnográfica, se indagan las dinámicas involucradas
en la oposición que llevan a cabo colectivos indígenas atendiendo a su hetero-
geneidad, así como sus vínculos con agentes que movilizan otros supuestos on-
tológicos. Sostenemos que la presencia de varias “naturalezas” –la diversidad de
ontologías en juego en situaciones de conflictividad ambiental– posibilita un re-
pertorio de prácticas creativas de resistencia de distinta “naturaleza”: desde eventos
culturales e instancias académicas, hasta obras musicales “viralizadas” en internet.

Palabras clave: resistencia, ontología política, energía eólica, mapuche, Chile.

Introducción1

La performance musical de una machi2 en la ceremonia de clausura de uno de los prin-


cipales festivales de cine de América Latina. La reunión en un espacio académico en

1
El capítulo presenta resultados de los proyectos de investigación Fondecyt 1160857 y
1201373, y cuenta con el patrocinio del Núcleo Milenio Energía y Sociedad. Estas tres
iniciativas son financiadas por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile.
2
Denominación mapuche que señala a una autoridad indígena tradicional de tipo chamánico
abocada a labores medicinales.Véase Ana Mariella Bacigalupo, La voz del kultrun en la moder-
nidad.Tradición y cambio en la terapéutica de siete machi mapuche, Santiago, Ediciones UC, 2001.

185
cambio institucional y resistencia social

donde comunidades mapuche3 solicitan la elaboración de un documento académico


para el resguardo de un territorio. Un videoclip de rap protagonizado por jóvenes
mapuche, que impugna diversos proyectos de energía nutrido con líricas en español,
en coa (jerga asociada al mundo carcelario y/o delictual) y en mapudungun (idioma
mapuche, lit. “habla de la tierra”) circulando por Facebook con más de 25 mil repro-
ducciones. Estas tres situaciones sociales son parte de las acciones que emergieron
desde diferentes colectivos para la defensa y resguardo del sector costero lafkenche4 de
la Provincia de Valdivia, o Wadalafken Mapu,5 en la Región de Los Ríos (Mapa 1) en-
tre los años 2016 y 2019. Fueron protagonizadas por colectivos en oposición al “Pro-
yecto Parque Eólico Pililín”, el que buscó instalarse en medio del último relicto de
bosque templado lluvioso del sector, conformación conocida como Selva Valdiviana.
Estas tres situaciones, a su vez, se recortan como expresiones locales no tra-
dicionales de resistencia ambiental y territorial frente a proyectos de inversión de
corte extractivista.6 Tales expresiones se presentan en un escenario dominado por

3
Se utiliza cursiva y el alfabeto indicado por la Sociedad Chilena de Lingüística para escribir
los términos en mapudungun (idioma del pueblo mapuche), exceptuando las citas directas,
sean de la literatura o de los actores mapuche cuyas practicas exploramos en este trabajo, en
donde se mantiene la grafía empleada. Importante es detallar que en mapudungun los sufijos
“s” y “es” no se emplean como pluralizadores. Sociedad Chilena de Lingüística, Alfabeto
mapuche unificado, Temuco, Universidad Católica de Chile, 1988.
4
Corresponde a la identificación del mundo mapuche del área costera. Literalmente, significa
“gente del mar”. En nuestra área de estudio las personas se autoidentifican como “mapuche”,
“lafkenche” y/o “mapuche-lafkenche”. Por consiguiente, son las denominaciones que utiliza-
mos en este trabajo para referirnos a ellas.
5
Denominación dada por las personas mapuche-lafkenche con quienes trabajamos al área en
donde habitan. Se descompone en las voces provenientes del mapudungun “wada” y “lafken”
que aluden, respectivamente, a un ave que mora en la zona, conocida como “guairabo” (Nyc-
ticorax nycticorax) y a un cuerpo de agua (lago o, de acuerdo al caso tratado, mar). Mientras
que “mapu” significa literalmente “tierra” y, más específicamente, designa al territorio.
6
El tipo de extractivismo implicado en el proyecto de energía no convencional que tratamos
en este trabajo tiene atributos diferentes de aquellos asociados a energías convencionales
y/o su significación stricto sensu (como el relacionado a la actividad forestal y mineral, por
ejemplo). En concreto: si bien el viento, en este caso, no se extrae (o, a lo menos, no del
modo en que ocurre con energías convencionales), la localización de la infraestructura y la
labor de la empresa, al tiempo que permite este tipo de actividad de generación de energía
renovable no convencional, excluye de la apropiación de valor –sea económico o no– a las
comunidades emplazadas en los territorios involucrados. Consiguientemente, aquello que
“extrae” la empresa es la apropiación local de valor, la posibilidad de que ello acontezca o, de
modo más radical, las condiciones de existencia de entidades que el viento posibilita.

186
Mapa 1
Provincia de Valdivia o Wadalafken Mapu,
en la Región de Los Ríos
cambio institucional y resistencia social

narrativas de crisis ambientales de escala planetaria y cambios globales que el mundo


científico disputa en designar como Antropoceno,7 Capitaloceno o Chthuluceno,8
entre otras formas, para denominar los límites y horizontes de una nueva época
histórica. Frente a estas narrativas de futuros distópicos y/o redenciones geo-inge-
nieriles, nos parece necesario resituar la mirada hacia otras escalas geopolíticas, más
apropiadas a la observación de condiciones específicas del contexto latinoamericano
y más cercanas a las heterogéneas y singulares realidades territoriales de sus pueblos.
Para efectos de situar el campo temático del presente trabajo, nos interesa su-
brayar tres de esas realidades contemporáneas de cambio sociotécnico, las que se
expresan, en nuestro caso, de modo concatenado. Por una parte, los denominados
“efectos antrópicos” del cambio climático –emisión de gases de efecto invernade-
ro, deforestación, alteración de los regímenes hídricos, entre otros– se materializan
a partir de distintos modos de usufructo de la naturaleza que han transformado los

7
Este neologismo fue acuñado para designar una época histórica y estratigráfica determina-
da por la impronta transformadora de los humanos convertidos en fuerza geológica.Véase
Paul Crutzen y Eugene Stoermer, “The ‘anthropocene’”, Global Change Newsletter, núm.
41, 2000, pp. 17-18, y Paul Crutzen, “Geology of mankind”, Nature (6) 867: 2002, p. 23.
8
A pesar de su rápida atracción en el mundo científico y mediático, la recepción del con-
cepto antropoceno en las ciencias sociales y humanidades ha incluido críticas y modu-
laciones que han remarcado las posiciones diferenciales de poder involucradas, como en
la propuesta de Jason Moore (ed.), Anthropocene or capitalocene? Nature, history and the crisis
of capitalism, Oakland, PM Press, 2016; la geopolítica de las responsabilidades de su propia
emergencia, explicitado en el trabajo de Andreas Malm y Alf Hornborg, “The geology
of mankind? A critique of the anthropocene narrative”, The Anthropocene Review, núm. 1,
2014, pp. 62-69; o la formación de poder principal que se asociaría con su emergencia,
como ocurre con la propuesta de Elizabeth Povinelli, Geontologies: a requiem to late libera-
lism, Durham, Duke University Press, 2016, y la reflexión sobre las condiciones que podría
adoptar un (posible) futuro y/o las posibilidades de recomposición, reparación y/o rege-
neración de la vida en el escenario capitalista actual. Por ejemplo, en las indagaciones de
Deborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro, Há mundo por vir? Ensaio sobre os medos
e os fins, Florianopolis, Instituto Socioambiental, 2014 y de Anna Tsing, The mushroom at
the end of the world: on the possibility of life in capitalism ruins, Princeton, Princeton Univer-
sity Press, 2015, así como en lo denominado tentativamente “chthuluceno” por Donna
Haraway, Staying with the problem. Making kin in the chthulucene, Durham, Duke University
Press, 2016. Mientras que abordajes remarcables sustentados en trabajo etnográfico en
torno a la energía eólica, y que problematizan aristas del antropoceno, son los de Cymene
Howe y Dominic Boyer en su “duografía” Wind and power in the anthropocene [ecopolitics
& energopolitics], Durham, Duke University Press, 2019.

188
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

territorios latinoamericanos en sitios de explotación de industrias de carácter ex-


tractivista.9 En este caso de estudio nos ocupamos de aquellas actividades asociadas
con la generación de energía. En segundo lugar, y ligado a lo anterior, se han pro-
piciado las condiciones para una mayor ocurrencia de conflictos ambientales, los
que en el último tiempo se han radicalizado, dando como resultado extremo, pero
no infrecuente, la persecución y asesinato de líderes y lideresas.10 Como tercera di-
mensión concatenada, encontramos que la afectación de áreas habitadas por colec-
tivos indígenas ha propiciado la aparición de algunos fenómenos vinculados con la
emergencia de agentes no humanos, asociados a bosques, lagos, ríos y montañas, y la
consiguiente problematización de los propios escenarios de conflictividad ambien-
tal. Este es el ámbito específico en donde queremos aguzar la mirada, en tanto estos
fenómenos han recibido escasa atención por parte de los principales abordajes teó-
ricos utilizados: la economía política, la ecología política y la economía ecológica.11
Profundizando en los fenómenos aludidos y, por tanto, ampliando la perspec-
tiva analítica respecto a los abordajes citados, han surgido un conjunto de trabajos
nominados bajo el rótulo de “ontología política”,12 cuyos autores exploran y rele-

9
Véase el atlas coordinado por Joan Martínez-Alier [https://ejatlas.org/], consultado el 16
de febrero de 2019.
10
Consúltese informe de ONG Global Witness, “¿A qué precio?” [https://www.globalwit-
ness.org/fr/campaigns/environmental-activists/a-qu%C3%A9-precio/], consultado el 16
de febrero de 2019. Un caso ilustrativo en el contexto chileno es el de Macarena Valdés.
Véase al respecto Fernanda Rojas y Maite Hernando, “La tecnocracia ambiental de la
despolitización: el asesinato de Macarena Valdés y la lucha de la Comunidad Newen de
Tránguil en Wallmapu, Chile”, LASA Forum, 50 (4), 2019, pp. 41-45.
11
La importante producción latinoamericana de estos enfoques se ha nutrido con experiencias
de los propios colectivos investigados, así como ha incluido, en no pocos casos, la participa-
ción y apoyo directo a sus reivindicaciones. Véanse al respecto: Héctor Alimonda, Catalina
Toro y Facundo Martín (coords.), Ecología política latinoamericana. Pensamiento crítico, diferencia
latinoamericana y rearticulación epistémica, México, Clacso, 2017; Anthony Bebbington (ed.),
Industrias extractivas, conflicto social y dinámicas institucionales en la región andina, Lima, Insti-
tuto de Estudios Peruanos, 2013; Bárbara Göbel y Astrid Ulloa (eds.), Extractivismo minero
en Colombia y América Latina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2014; Eduardo
Gudynas. “Conflictos y extractivismos: conceptos, contenidos y dinámicas”, Decursos, núms.
27-28, 2014, pp. 79-115; Joan Martínez-Alier, El ecologismo de los pobres, Barcelona, Icaria,
2002; Maristella Svampa, “Consenso de los commodities, giro ecoterritorial y pensamiento
crítico en América Latina”, Observatorio Social de América Latina, núm. 32, 2012, pp. 15-38.
12
Algunos de los principales trabajos de este corpus teórico son los siguientes: Mario Blaser,
“The threat of the Yrmo: the political ontology of a sustainable hunting Program”, American
Anthropologist, núm. 111, 2009, pp. 10-20; Mario Blaser, “Is another cosmopolitics posible?”,

189
cambio institucional y resistencia social

van la importancia política del reconocimiento de una alteridad radical basada en


la existencia de otros mundos, poblados por entidades que trascienden la distinción
moderna entre sociedad y naturaleza. Nutridos de supuestos epistemológicos y con-
ceptos provenientes desde el campo de los estudios de ciencia y tecnología13 y de
abordajes de corte ontológico dentro de la antropología contemporánea,14 su origi-
nalidad radicaría en considerar seriamente las implicancias que encierran las situa-
ciones de conflictividad ambiental en donde se hacen parte el conjunto de entidades
que componen muchos de los mundos indígenas. Ello comporta reconocer que en
estos territorios la capacidad de acción no se circunscribe sólo a los humanos, sino
a un conjunto de entidades –espíritus, deidades, animales, entre otras– ubicadas y
conceptualizadas convencionalmente en el espacio homogéneo, mecánico y estable
de la “naturaleza”.También implica reconocer la agencia de un conjunto de objetos
y artefactos que regularmente serían estrictamente considerados como productos de
relaciones sociales y pertenecientes (sólo) al mundo de la “cultura”.
Uno de los efectos relevantes de los análisis de la ontología política, por lo tan-
to, ha sido la multiplicación en el número de entidades que entran en juego en el
marco de situaciones de controversia y/o conflictividad ambiental, así como la den-
sificación de las relaciones que se establecen entre ellas. Consiguientemente, remar-
cable ha sido la exploración de los “equívocos” que pueden emerger entre actores
involucrados en estas disputas. La noción de “equívoco”, trabajada ampliamente por
antropólogos como Roy Wagner15 y Michael Herzfeld,16 ha sido retomada por el

Cultural Anthropology, núm. 31, 2016, pp. 545-570; Marisol de la Cadena, “Indigenous cos-
mopolitics in the Andes: conceptual reflection beyond ‘politics’”, Cultural Anthropology, vol.
25, núm. 2, 2010, pp. 334-370; Marisol de la Cadena, “Natureza incomum: histórias do
antropo-cego”, Revista do Instituto de Estudos Brasileiros, núm. 69, 2018, pp. 95-117; Arturo
Escobar, Sentipensar con la Tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia, Medellín,
Editorial UNAULA, 2014.
13
Annemarie Mol, The multiple body: ontology in the medical practices, Durham, Duke Univer-
sity Press, 2003; John Law y Annemarie Mol, “Notes on materiality and sociality”, The
Sociological Review, núm. 24, 1995, pp. 274-294.
14
Martin Holbraad y Axel Morten Pedersen, The ontological turn: an anthropological exposi-
tion, Cambdrige, Cambridge University Press, 2017; Olatz González-Abrisketa y Susana
Carro-Ripalda, “La apertura ontológica en antropología contemporánea”, Revista de Dia-
lectología y Tradiciones Populares, LXXI, 2016, pp. 101-128.
15
Roy Wagner, The invention of culture, Chicago, The University of Chicago Press, 1981.
16
Michael Herzfeld, “The unspeakable in pursuit of the ineffable: representations of un-
translatability in ethnographic discourse”, en Paula G. Rubel y Abraham Rosman (eds.),

190
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

amazonista brasileño Eduardo Viveiros de Castro.17 En su conceptualización, apunta


a situaciones en donde distintos actores no poseen plena comprensión de que inte-
ractúan a partir de premisas diferentes sobre lo que constituye la realidad. De hecho,
ésta es vivenciada y conformada –no (sólo) interpretada o conocida– dependiendo
del “punto de vista” de los actores en cuestión.18
Hacemos referencia a la noción de “equívoco” en su vertiente asociada con
Viveiros de Castro por dos razones. Por una parte, en tanto otorga especial rendi-
miento para explorar una de las aristas en que se delinea la conflictividad ambiental
en territorios indígenas. Específicamente, la problematización de aquello en disputa,
nominado y naturalizado como “recurso” frente a colectivos en donde el ambiente
es un espacio de sociabilidad, por cuanto aloja a diversos seres no humanos de los
cuales depende –de una u otra manera– el bienestar de los humanos y el territorio.
Por otra parte, da cuenta de la impronta que han adoptado los trabajos basados
en este “perspectivismo” y que acentúan los rasgos de las diferencias y la alteridad
radical. En contraposición, las posibilidades de diálogo y confluencias han encontra-
do poco eco; o, más bien, son tratadas en un nivel especulativo de cara a (posibles)
situaciones futuras19 y/o de acuerdo con las aperturas teóricas que entregan pro-
puestas provenientes de la filosofía política contemporánea,20 pero no sustentadas en
trabajo empírico. Si bien se ha documentado la forma en que ciertos grupos huma-
nos suman a otras entidades no humanas en sus relaciones políticas, los modos de
articulaciones entre ontologías y su vinculación con formas de contestación movi-
lizadas por colectivos indígenas, algo que denominamos “puentes ontológicos”, no
han recibido la misma atención.

Translating  culture. Perspective on translation and anthropology, Oxford Reino Unido, Berg
Publishers, 2003, pp. 109-134.
17
Eduardo Viveiros de Castro,“Perspectival anthropology and the method of controlled equiv-
ocation”, Tipití: Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America, núm. 1,
2004, pp. 1-21; Eduardo Viveiros de Castro, Metafísicas caníbales. Buenos Aires, Katz, 2010.
18
Por cuestión de espacio y foco, no podemos profundizar en estas ideas que alcanzan un
desarrollo destacado en su propuesta del “perspectivismo amerindio”.Véanse de Eduardo
Viveiros de Castro: “Os pronomes cosmológicos e o perspectivismo ameríndio”, Mana,
núm. 2, 1996, pp. 115-144, y La mirada del jaguar. Introducción al perspectivismo amerindio,
Buenos Aires, Tinta Limón, 2013 [2010].
19
Véase, por ejemplo, las referencias a la “cosmopolítica” de Stengers, en Mario Blaser: “Is
another cosmopolitics posible?”, Cultural Anthropology, núm. 31, 2016, pp. 545-570.
20
Véase, por ejemplo, el uso del par ‘policía/política’ de Rancière, en Marisol de la Cadena,
“Natureza incomum: histórias do antropo-cego”, op. cit.

191
cambio institucional y resistencia social

Este trabajo busca internarse justamente en ese ámbito: el de las posibilidades


que emergen desde acciones/dispositivos/disposiciones que se construyen desde el
mundo indígena y que parecieran operar como “puentes ontológicos”, antes que la
demarcación de la alteridad radical. Este interés en abordar ciertos puntos ciegos, o
no plenamente desarrollados por la ontología política, tiene como propósito explorar
los supuestos y relaciones que se despliegan en el marco de procesos de resistencia
a proyectos de generación de energía en territorios indígenas desde una perspectiva
empírica y pragmática.21 Se nutre de la aludida perspectiva de la “ontología política”
y de la etnografía concebida en tanto procedimiento de teorización.22 El método
es eminentemente etnográfico e incluye trabajo de campo efectuado entre los años
2016 y 2019. Las técnicas principales utilizadas son la observación participante, la
entrevista en profundidad y la revisión de información secundaria de diversa factu-
ra. Además, cabe consignar el compromiso vivencial y experimental que supuso la
investigación, en la medida en que los autores fueron involucrándose gradualmente
en la coproducción de dichas resistencias. El área de estudio corresponde a la zona
costera de la comuna de Valdivia, Región de Los Ríos de Chile. Específicamente,
el foco se centra en tres situaciones sociales enmarcadas dentro del “repertorio de
contestación”23 de dos colectivos con presencia indígena protagónica en oposición
a un proyecto de generación de energía eólica: la agrupación Bosque Antiguo Val-
diviano (en adelante BAV) y el Taller de Rap Wadalafken Mapu.24
Sostenemos que la presencia de varias “naturalezas” –las ontologías en juego en
situaciones de conflictividad– puede propender a producir un repertorio de prácticas
de contestación de distinta “naturaleza” –por ejemplo, aquellas aludidas al comenzar
este trabajo– articuladas por colectivos indígenas con objeto de instalar sus intere-
ses e influir en las decisiones sobre sus territorios. Buscamos mostrar que más allá
de las diferencias, los malentendidos y los equívocos, una posibilidad para la defensa
territorial puede ser la configuración de formas de resistencia eficaces en construir

21
Christopher Gad, Casper Bruun Jensen y Brit Ross Winthereik, “Practical ontology:
worlds in STS and anthropology”, NatureCulture, núm. 3, 2015, pp. 67-86.
22
Marcio Goldman, “Cosmopolíticas, etno-ontologías y otras epistemologías. La antropolo-
gía como teoría etnográfica”, Cuadernos de Antropología Social, núm. 44, 2016, pp. 27-35.
23
Charles Tilly, Regimes and repertoires, Chicago, The University of Chicago Press, 2006.
24
Es preciso señalar que por una cuestión exclusivamente analítica nos centramos en ciertas
prácticas, dejando fuera otras. Dentro de estas últimas, un lugar protagónico lo tiene el uso
que los colectivos indígenas le han dado al Convenio 169 de la Organización Internacio-
nal del Trabajo (OIT), ratificado por el Estado de Chile en 2008.

192
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

“puentes ontológicos” donde confluyen distintos agentes por medio de lenguajes,


dispositivos y disposiciones de afinidad, creatividad y afectividad.
A continuación, ofrecemos antecedentes históricos del territorio de trabajo,
para luego describir la entrada en escena del Proyecto Parque Eólico Pililín; des-
pués, ahondamos en los repertorios de contestación constitutivos de la resistencia,
escogiendo tres situaciones sociales para ello; posteriormente, nos detenemos en los
aprendizajes teóricos que nuestros materiales etnográficos sugieren, subrayando la
praxis mapuche en torno a la “heterogeneidad interna” que contiene y a las “cone-
xiones parciales” que moviliza y desde donde se propende a un diálogo entre los
campos –en aparente oposición– de la “ontología política” y la “cosmopolítica”; en
las conclusiones, para finalizar, sintetizamos las principales ideas esbozadas y señala-
mos posibles caminos a recorrer.

Wadalafken Mapu: antecedentes históricos del territorio lafkenche

Se ha constatado que el sector costero de la comuna de Valdivia, nombrado por los


mapuche-lafkenche como Wadalafken Mapu, ha sido habitado desde hace cinco mil
años aproximadamente.25 Desde los primeros relatos de los adelantados en 1544 se
da cuenta de un territorio densamente poblado donde luego se fundaría la ciudad
de Valdivia (1554), siendo ésta un punto de encuentro e intercambio de productos
en la extensa red hídrica que compone la cuenca. Luego de un malón26 (1599) que
dejó en el suelo las primeras construcciones,Valdivia queda abandonada, siendo nue-
vamente refundada en 1645.27
Durante la Colonia, la población lafkenche siguió siendo más numerosa que
la de los hispanos y criollos asentados. Se mantuvieron relaciones de intercambio
abasteciendo los grupos lafkenche con recursos marinos, costeros y agrícolas a la
población.28 Hubo una relación de tolerancia hacia los españoles y criollos; además,

25
Ximena Navarro, “Formas de ocupación y uso del espacio en un sector del Sur de Chile.
La comprensión de un territorio”, Arqueología Espacial, núm. 23, 2001, pp. 227-248.
26
Práctica de asalto súbito realizada por familias extendidas (lof) y aliados a otros lof cuando
había un desacuerdo o se consideraba que el lof a ser malocado poseía cierta acumulación
de posesiones.
27
María Angélica Illanes, “La cuarta frontera. El caso del territorio valdiviano (Chile siglos
XVII-XIX)”, Atenea, núm. 509, 2014, pp. 227-243.
28
Mariño de Lobera, Crónicas del Reino de Chile, Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1865
[1552-1562].

193
cambio institucional y resistencia social

se cedió un terreno en el cual se estableció una misión franciscana en la “Pampa


de Chauma” (1778-1820). Se la nombró como La Misión de Niebla o Longkoyen.
Cabe señalar la función de fiscalización que estos dispositivos tenían para el accio-
nar de los españoles.
Luego de enfrentar al naciente Estado chileno, se firma un tratado de paz en
1822 entre los lof 29 y el general chileno-francés Jorge Beauchef. En sólo 50 años gran
parte del sector costero es registrado como propiedad fiscal.30 Para el año de 1912 era
común la llegada de familias desplazadas por el despojo causado por la mal llamada
“Pacificación de la Araucanía”,31 junto con familias chilenas pobres que arribaban a
la ciudad de Valdivia y a poblados aledaños en busca de empleo, muchas de ellas in-
corporándose a las familias lafkenche.32 Esta migración interna en la región continuó
hasta la década de 1960, asentándose los recién llegados en inquilinaje y/o trabajan-
do en “mediería”.33 Ya en 1912 se oficializa, en los Títulos de Merced,34 la pérdida
de gran parte de los territorios que poseía cada lof como tierra ancestral. Se otorgan
territorios a colonos alemanes, y a mediados de 1960 muchos de ellos se convierten

29
Denominación que se le da a la familia extendida mapuche. Esta familia patrilocal se com-
pone por un jefe de familia o lonko (cabeza), sus esposas, hijos hombres casados e hijos
solteros, además de mocetones y sus familias que vivían en el territorio del lof realizando
trabajos en mediería.
30
David Nuñez, “Antecedentes para la construcción de la historia del territorio mapuche
L’afken’che en el Norte de la Provincia de Valdivia”, tesis de antropólogo social, Valdivia,
Universidad Austral de Chile, 2006.
31
Sobre este tema, consultar: Jorge Pinto, La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche:
de la inclusión a la exclusión, Santiago, DIBAM, 2000; José Bengoa, Historia del pueblo mapuche.
Siglos XIX y XX, Santiago, LOM, 1999; Pablo Mariman, Sergio Caniuqueo, José Millalén,
Rodrigo Levil, ¡…Escucha Winka…! Cuatro ensayos de historia nacional mapuche y un epílogo
sobre el futuro, Santiago, LOM, 2006; Jorge Iván Vergara y Héctor Mellado, “La violencia po-
lítica estatal contra el pueblo-nación mapuche durante la conquista tardía de la Araucanía y
el proceso de radicación (Chile, 1850-1929)”, Diálogo Andino, núm. 55, 2018, pp. 5-17.
32
David Nuñez, “Antecedentes para la construcción de la historia del territorio mapu-
che...”, op. cit.
33
Milan Stuchlik, La vida en Mediería. Mecanismos de reclutamiento social de los mapuche, traduc-
ción al español de Fresia Salinas, Santiago, Soles, 1999 [1976].
34
Instrumento legal otorgado por el Estado chileno a la población mapuche entre 1884 y
1929 para establecer derechos de propiedad sobre un predio.Véase Fabián Almonacid, “El
problema de la propiedad de la tierra en el sur de Chile (1850-1930)”, Historia, núm. 29,
2009, pp. 5-56.

194
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

en plantaciones forestales de pinos y eucaliptos, quemando –para el emplazamien-


to de estas especies forestales– gran parte del Bosque Costero Valdiviano del sector.
En este periodo tuvo fuerte influencia la primera Reforma Agraria del Go-
bierno de Alessandri (1958-1964). Se inicia un proceso de subdivisión de las tierras
comunitarias a través del Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (INDAP)
y la promoción de los fondos estatales para las organizaciones campesinas median-
te cooperativas productivas. La pérdida de los territorios lafkenche se profundizó a
partir de la apertura de caminos para la instalación de predios forestales (1967) y el
ingreso de camiones madereros. El Golpe Militar (1973), en tanto, aumentó el des-
pojo de tierras ocupadas por comunidades indígenas, a partir de la inscripción de
tierras fiscales, la corrida de cercos y el fraude.35 El fomento de la actividad forestal
de plantaciones con especies exóticas, a partir del Decreto Ley 701 (1974),36 marcó
también cambios significativos sobre la propiedad indígena, además de la pérdida
creciente del paisaje y de la biodiversidad del ecosistema de la Selva Costera Valdi-
viana. A partir de la década de 1980, la venta de leña nativa y el empleo generado en
los predios forestales mejoró de forma relativa el ingreso de las familias campesinas e
indígenas. No obstante, su extracción no fue regulada y provocó aún más la pérdida
del bosque, lo que profundizó la merma en la biodiversidad alimenticia y energética.
Con el retorno a la democracia (1990) se impulsaron proyectos de desarrollo
de los servicios básicos, como el mejoramiento de los caminos, la electrificación y el
agua potable rural. Esto provocó la valoración de los espacios costeros para el turismo
y la venta de pequeños predios, así como la creciente pérdida del espacio comuni-
tario, la presión poblacional sobre los servicios públicos y cambios en los hábitos de
vida. Además, se consolida la red de energía eléctrica domiciliaria mientras avanzan
las redes de interconexión vial y de comunicaciones. A partir de la segunda mitad de
la década del 2000 ingresan proyectos de inversión, tanto públicos como privados,37

35
Al respecto, un caso ilustrativo en Martín Correa, Las tierras de los michillanca, 2015 [https://
www.elciudadano.cl/justicia/los-documentos-que-demuestran-usurpacion-de-tierras-a-
la-familia-michillanca-durante-dictadura/03/11/#ixzz5Jn17qTI3], consultado el 23 de
enero de 2019.
36
Ministerio de Agricultura, Decreto Ley 701. Fija régimen legal de los terrenos forestales o
preferentemente aptos para la forestación, y establece normas de fomento sobre la materia,
Santiago, 1974 [http://bcn.cl/1uvyc], consultado el 25 de enero de 2019.
37
Perspectiva de comunidades mapuche y organizaciones territoriales: [https://www.mapu-
express.org/2017/07/25/declaracion-encuentro-wadalafken-organizaciones-y-comuni-
dades-alertan-por-proyectos-mineros-en-la-costa-valdiviana/] consultado el 25 de enero
de 2019.

195
cambio institucional y resistencia social

como la Carretera de la Costa del Ministerio de Obras Públicas, proyectos de pro-


ducción acuícola de salmón y el Proyecto Parque Eólico Pililín.

Proyecto Parque Eólico Pililín: la capitalización del viento

En su diseño original, el proyecto Parque Eólico Pililín, de la empresa de capital es-


pañol Acciona S.A., está constituido por 17 aerogeneradores de 120 metros de alto,
con aspas de 50 metros. Cada molino generaría tres mw, siendo el total proyecta-
do de 51 mw, con una vida útil estimada de 30 años y una inversión global de US$
110 millones. Los aerogeneradores se emplazarían en la segunda cumbre más alta de
la cordillera de la costa valdiviana, en el corazón del territorio lafkenche de la Re-
gión de Los Ríos (Mapa 1). El sitio del proyecto colinda con tres reservas privadas
protegidas: el Parque Oncol perteneciente a la empresa forestal Arauco, las reservas
privadas Pilunkura y Llenehue, estas últimas pertenecen a una familia extendida ma-
puche-lafkenche que cuenta con más de 250 hectáreas de bosque costero valdiviano.
Estas reservas mantienen las cuencas de las vertientes que surten de agua a las co-
munidades del sector costero entre Curiñanco y Pilolcura. Además de poseer gran
biodiversidad, es un corredor ecológico reconocido entre este sector y el Santuario
de la Naturaleza Carlos Andwandter, un estuario fluvial del interior y conectado con
las ciudades de Valdivia y San José de la Mariquina. La zona es apreciada por biólo-
gos y ecólogos que realizan múltiples investigaciones sobre especies endémicas, aves
migratorias y ecosistemas boscosos.
Desde el 2010 los técnicos de Acciona S.A. llegaron al predio de un colono
alemán asentado en la comunidad de Pilolcura y comenzaron a realizar monitoreos
del viento en el sector. Además, personal de la empresa se contactó con otras per-
sonas abriendo la posibilidad de que arrendaran predios a la empresa para ampliar
el proyecto, lo que no fue acogido por los vecinos de las comunidades. En 2012 se
presenta por primera vez al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) del Estado de
Chile el proyecto “Parque Eólico Pililín”, dando inicio a su tramitación oficial den-
tro del diseño institucional, el cual debe cautelar el cumplimiento de las normativas
ambientales de las inversiones.
El proyecto fue rechazado por las comunidades indígenas del sector costero al no
llegar a acuerdos sobre las compensaciones por los impactos que causaría. Previendo
un posible rechazo institucional, la empresa decidió retirar el proyecto del proceso de
evaluación.Vuelve a ser ingresado con eventuales mejoras pero nuevamente se reti-
ra en 2015. En 2016 la empresa realiza la tercera presentación del proyecto “Parque

196
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

Imagen 1
Performance musical de Bosque Antiguo Valdiviano
en ceremonia de clausura del FICV 2016

Eólico Pililín” en el SEA; debido a la fuerte visibilización regional y nacional de sus


potenciales consecuencias negativas, la ciudadanía, articulada por el colectivo Bosque
Antiguo Valdiviano, ingresó más de cinco mil observaciones en el SEA con aspectos
específicos de impacto que objetan su construcción. Ante este escenario, la empresa
decide retrasar la presentación de su adenda,38 posponiéndola para octubre de 2017.
Es a partir de esta masiva respuesta ciudadana, organizada dentro de un proce-
so institucional formal, que pasamos a exponer tres casos narrados etnográficamente
y de acuerdo a su ocurrencia en el tiempo, como expresiones constitutivas de otros
modos y espacios de resistencia en América Latina.

38
En el marco del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental de Chile, una adenda es un
documento en que el titular responde a las observaciones realizadas tanto por servicios pú-
blicos como por personas naturales y jurídicas a un proyecto presentado. Las observaciones
son agrupadas y editadas en un texto denominado informe consolidado de solicitud de
aclaraciones, rectificaciones o ampliaciones (ICSARA).

197
cambio institucional y resistencia social

La performance musical

El día 15 de octubre de 2016, entre las 22:00 y las 22:10 horas, la machi Paola Aroca
Cayunao protagonizó una performance musical al inicio de la ceremonia de clausura
del 23 Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICV), el más importante del país
y uno de los principales de América Latina. La machi se acompañaba por el grupo
musical local Sortilegio (Imagen 1).
Estaban todos allí en tanto integrantes, y en representación del movimiento Bos-
que Antiguo Valdiviano, creado a comienzos de 2016 con el objeto de resguardar el
bosque costero que sería profundamente afectado por el proyecto de generación de
energía Parque Eólico Pililín. BAV es organizado y liderado por la citada machi. Su com-
posición incluye mapuche, chilenos y extranjeros, varios de ellos profesionales de diver-
sas áreas y/o con distintos oficios en el ámbito del comercio, la educación, la ciencia,
el turismo, la informática, el arte, etcétera. Si bien la recolección y posterior presenta-
ción de más de cinco mil observaciones ciudadanas al proyecto frente al SEA fue una
de las acciones con que lograron visibilidad pública, su repertorio de acciones ha sido
variado. Justamente, en una intervención en un evento ocurrido en Valdivia el primer
semestre de 2016, en donde se instaba a connotados cantantes y grupos musicales a
compartir la defensa del bosque es que se gesta la idea de materializar esa performance.
Debido a esa intervención previa, el director del FICV se enteró del movimiento y ex-
tendió una invitación, la cual se concretó después de varias conversaciones de ajuste.
Desde el movimiento decidieron organizar una puesta en escena de carácter mu-
sical. Integrantes del grupo Sortilegio propusieron utilizar la canción “Huillimapu”,39
de su primer álbum (Soplidos, 2011). Se articularía a ella la machi con un ulkantun
(canto sagrado), que depuró con el apoyo de una especialista en canto, Cecilia Rud-
loff. Se sumaría el recitado, por parte de la vocalista del grupo, Marcia Paredes, del
manifiesto del movimiento actualizado para la ocasión. También la pantalla del es-
cenario tendría su función: se proyectarían imágenes de entidades moviéndose en
el bosque a ser afectado, fruto del trabajo del fotógrafo Marcos Matus. Al finalizar la
presentación, en tanto, se proyectaría la imagen del logo del movimiento, en cuyo
centro figura lemu kuze pullu, la abuela del bosque, parte de uno de los principales
componentes de la religiosidad y ontología mapuche: los ngen o entidades protecto-
ras de los espacios silvestres40 (Imagen 2).

[https://www.youtube.com/watch?v=-VxATM-38_4], consultado el 10 de febrero de 2019.


39

Sobre estas entidades, véase el trabajo clásico de María Ester Grebe, “El subsistema de los
40

ngen en la religiosidad mapuche”, Revista Chilena de Antropología, núm. 12, 1993-1994,

198
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

Imagen 2
Logo Bosque Antiguo Valdiviano en performance musical

Ceremonia de clausura del FICV 2016 (C. González, 2016).

A la presentación propiamente tal se agregaría un apoyo “externo”: fotografías


de personas con el logo del movimiento, así como cuñas breves en el hall del edifi-
cio antes del comienzo, las que se subirían a Facebook. Esto sería apoyado con la di-
fusión del evento por twitter con el #HogarDelPudú, en alusión a un pequeño ciervo
autóctono, símbolo del festival del que las propias estatuillas para los galardonados
toman su nombre (el “Pudú de Plata”), y su hogar, es decir, el bosque.
Todo resultó de acuerdo con lo organizado. Lo que no estaba previsto fue el
afafan41 final, el cual se mezcló con la ovación del público, así como con las palabras

pp. 45-64. Igualmente, esclarecedor es el trabajo de Rodrigo Moulian y Pablo Espinoza,


“Pneumatología, paisaje y culto: patrones andinos en los procesos de ancestralización de
la cultura mapuche williche emplazados en la naturaleza”, Chungara, 2014, pp. 637-650.
41
Afafan: grito realizado al unísono –generalmente, reiterando la expresión “ya, ya, ya…”– con
propósitos propiciatorios y precautorios en contextos ceremoniales mapuche. También tiene
el objetivo de animar a un grupo y/o expresar afinidad a él, siendo estos dos sentidos los pre-
dominantes al efectuarse en situaciones en donde se hacen parte actores del mundo chileno.

199
cambio institucional y resistencia social

de la animadora de ese año, la reconocida actriz chilena Blanca Lewin, agradecien-


do al movimiento por la presentación e instando a resguardar el bosque. Hubo otro
hecho que tampoco estaba previsto o, dicho de otra manera, que emergió a partir de
la performance de BAV con machi Paola a la cabeza, y que abordaremos a continuación.

La mesa de trabajo universitaria

Luego de la ovación del público, la machi fue invitada a sentarse junto a las autori-
dades en la primera fila. Allí recibió una primera ronda de felicitaciones. La segunda
ronda se produjo una vez concluida la ceremonia de clausura. Especialmente rele-
vante fue el saludo del rector de la Universidad Austral de Chile (UACh),42 doctor
Óscar Galindo, quien le extendió el apoyo institucional de la universidad. En ese
momento, la machi le indicó la necesidad de conformar una mesa de carácter cien-
tífico que pusiese en valor el bosque. Asintió el rector y le indicó que la estaría es-
perando para concretar esa solicitud. La machi replicó que debía tomar un descanso
y recuperar fuerzas después de la energía invertida en la performance musical, y que
pronto lo contactaría.
Luego de informarles a distintas comunidades del área, la machi formalizó la
solicitud hacia la rectoría universitaria respaldada en una carta firmada por repre-
sentantes de cuatro comunidades mapuche-lafkenche de la costa de Valdivia. Tras al-
gunos meses de gestiones y coordinaciones, esta solicitud se materializó en la Mesa
de Trabajo de Comunidades Mapuche Sector Costero Valdivia Curiñanco y UACh,
cuya primera y única reunión se llevó a cabo el día 1 de junio de 2017. Asisten a
ella nueve personas: la machi y un antropólogo por parte de BAV y las comunidades.
Por parte de la universidad, una arqueóloga, directora de la Unidad de Vinculación
con el Medio, a cargo de liderar la solicitud, dos funcionarios de esta unidad, ambos
antropólogos; dos profesores del área de Ciencias sociales (del ámbito de la antropo-
logía y la sociología), una asistente de investigación, de profesión antropóloga, y un

La Universidad Austral de Chile es una corporación educacional sin fines de lucro funda-
42

da en 1954 por la ciudadanía valdiviana y es considerada una de las universidades tradicio-


nales del país. Su orientación regional la vuelve particularmente relevante en el contexto
del conflicto expuesto.

200
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

estudiante tesista de Ingeniería en Conservación de Recursos Naturales, en repre-


sentación de un profesor del área.43
El objetivo principal de la reunión era responder a la demanda de las comu-
nidades, articuladas por BAV, de contar con información científica para defender el
territorio lafkenche del proyecto Parque Eólico Pililín y futuras inversiones que se
estableciesen contra el resguardo del bosque y la cultura mapuche. Una particular
preocupación expresada por la machi es que esta información estuviese disponible
antes de la nueva presentación del proyecto en el SEA (estimado en ese momento
para octubre de 2017). Dentro de las propuestas y acuerdos generales tomados, el
más concreto quedó consignado en el punto 4 del acta de la reunión: “Coordinar la
implementación de un compilado o repositorio documental”. El detalle de los asis-
tentes y su inserción disciplinaria da cuenta del carácter que adquirió el repositorio,
centrado principalmente en relevar estudios desde el ámbito disciplinar de las cien-
cias humanas y sociales. Cabe señalar que su elaboración ha implicado la relación
con variados profesionales con objeto de robustecerlo. De tal modo, se han incor-
porado profesionales del derecho y de la historia. La entrega formal del documento
compilatorio se ha pospuesto, dado que la empresa ha retrasado la presentación del
proyecto y los científicos han complejizado su elaboración, lo que ha permitido ex-
tender y mejorar su versión final. En la actualidad, la machi organiza una “venta en
verde”44 de un libro –basado en el informe que emanará de la Mesa– con el objeti-
vo de exponer a las personas las investigaciones realizadas en el propio territorio en
donde habitan, así como informar sobre la importancia del área costera valdiviana –
en donde se emplaza el bosque– a la comunidad regional, nacional e internacional.

43
Los tres autores de este capítulo participaron de esta reunión en distinta calidad, apoyando
tanto a BAV y las comunidades, como a la UACh.
44
Modalidad de venta anterior a su producción y que se utiliza para su concreción; posee mu-
cha similitud conceptual con las estrategias de “crowdfunding” utilizadas en redes sociales.

201
cambio institucional y resistencia social

El rap lafkenche

El 31 de julio de 2017 fue el primer día en que se congregaron nueve jóvenes de


entre 16 y 32 años en la ruka45 del Lof Michillanca de Los Molinos.46 El propósito
era comenzar con la elaboración de un videoclip de rap que tratara el conflicto sus-
citado por la posible instalación del proyecto Parque Eólico Pililín en su territorio.
Gabriel Troncoso Michillanca, dirigente principal del Lof Michillanca, comenzó la
reunión. Subrayó que el objetivo final era la implementación de un taller perma-
nente de rap en la comunidad –con todos los artefactos e instrumentos necesarios–
destinado a atraer jóvenes para que, por medio de la música, apoyaran el resguardo
territorial e informaran “al mundo” lo que estaba ocurriendo. El videoclip serviría
para esos fines y sería un primer paso dentro de ese proyecto. Agregó que un rapero
de la ciudad de Valdivia –Tormento Vil Dos Mañas– apoyaría con la grabación de la
canción, en tanto dos estudiantes universitarios harían lo propio con el trabajo au-
diovisual. Gabriel continuó con un pormenorizado relato del proyecto en cuestión
y otros proyectos extractivistas emplazados en el área. Al concluir, se dio paso a las
presentaciones de los asistentes. Los jóvenes mapuche-lafkenche: Gualo, llegado hace
algunos meses desde Santiago; Jakase Mc, Chito, Miguel, Mono y Chaura, nacidos y
criados en distintos lugares de la costa valdiviana; David, estudiante de antropología
y Pablo, uno de los autores de este capítulo, de formación antropólogo. Finalmente,
Gabriel comentó su crianza en la periferia de Santiago, su trayectoria delictual y su
conversión –hacia la causa mapuche, en general, y la recuperación y regularización de
los terrenos de su comunidad,47 en particular– en la cárcel de Valdivia al vincularse
con presos políticos mapuche. Luego indicó los cuatro pasos generales de trabajo que
se vendrían por delante los próximos meses: la construcción de la letra de la canción
y el guion del audiovisual a través de talleres, la grabación de la canción, la construc-
ción del audiovisual y, por último, la difusión de lo elaborado. La reunión concluyó

45
Vivienda tradicional mapuche. Como ocurre en otros sectores mapuche, se utiliza principal-
mente para actividades de carácter cultural y político.
46
El Lof Michillanca corresponde a una comunidad mapuche emplazada en la localidad Los
Molinos. Uno de las principales problemáticas por las que atraviesa es la regularización
de una parte de los terrenos en donde se asienta, los cuales fueron expoliados de modo
fraudulento en el periodo dictatorial de Chile. Esta problemática ha incluido desalojos en
distintos momentos; el último se llevó a cabo a fines de junio de 2018.
47
Véase nota al pie 35.

202
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

Imagen 3
Rap en ruka de Fernanda Ñanco de Curiñanco
en el marco de grabación videoclip (P. Rojas, 2017)

con un freestyle48 en círculo en torno al fogón emplazado en el centro de la ruka.


Cabe apuntar que en esa reunión se decidió que se tratarían todas las problemáticas
ambientales posibles del área, no sólo la relacionada al proyecto eólico.
Más de ocho fueron los talleres realizados, además de una decena de encuen-
tros específicos, desde donde emergió la canción y el guion del audiovisual. Se su-
maron como cantantes a cinco de los citados en ese primer encuentro: el connotado
rapero valdiviano Tormento Vil Dos Mañas y, en los coros, la cantante de rancheras y
música romántica Maura de Los Ríos. Además, Dj Dramastralez le añadió sonidos de
scratch.49 El registro audiovisual, en tanto, se nutrió de cuatro fuentes de información:
el proceso de trabajo en los talleres desarrollados en la ruka, lugares a ser afectados

48
El freestyle consiste en una improvisación de rimas, generalmente realizada en grupo y, en
ese caso, con un carácter dialógico entre los participantes.
49
Corresponde a un recurso musical característico del rap, basado en el sonido que produce la
aguja de un tocadiscos en un vinilo, al adelantarse y retrasarse de modo intermitente y veloz.

203
cambio institucional y resistencia social

por industrias extractivistas, visitas a personas significativas del territorio (Imagen 3).
También se sumó al montaje un ciudadano español que agregó un cuarto corpus a la
obra: tomas generales de paisajes del sector costero valdiviano de gran belleza escénica.
Por último, la difusión de la obra de rap, titulada “Nuestro Territorio”, incluyó
la presentación en instancias académicas (congresos de antropología y sociología) y
en redes sociales; específicamente, el video fue subido a YouTube50 el día 8 de diciem-
bre de 2018 y dos días después a Facebook.51 En esta última red, al 16 de febrero de
2019 alcanza las 25 mil reproducciones y ha sido compartido más de 900 veces. Esta
“viralización”, en tanto, propició invitaciones: a exponer en un conversatorio sobre
hip hop en la ciudad de Santiago y la realización de actividades en Valdivia.52 Tam-
bién generó la inclusión del ahora llamado “Taller de Rap Wadalafken Mapu” en el
trabajo doctoral53 del investigador de la provincia argentina de Entre Ríos, Emiliano
Ríos. Uno de los componentes que busca este proyecto es unir a colectivos indígenas
de Sudamérica mediante la elaboración de un videoclip de rap de larga duración.54

Epílogo

El 28 de junio de 2018, los representantes de la empresa Acciona S.A. comunicaron


el retiro del proyecto, por tercera vez, del SEA. Esta noticia se divulgó en los medios
de prensa regionales y se expandió rápidamente por las redes sociales afines a las pre-
ocupaciones ambientales. Muchos habitantes de Valdivia celebraron esto como un
triunfo ciudadano. Sin embargo, los representantes de BAV y otras organizaciones de
defensa ambiental y territorial han manifestado cautela, comprendiendo que ello se

50
[https://www.youtube.com/watch?v=KTfzTgA4Gag&t], consultado el 14 de febrero de
2019.
51
[https://www.facebook.com/proyectorapmapucherural2017/videos/1979384875442284/],
consultado el 15 de febrero de 2019.
52
[https://www.masretorno.cl/2019/04/30/academico-de-la-escuela-de-arqueologia-
uach-aporta-con-trabajo-antropologico-a-cultura-del-rap/], consultado el 30 de mayo de
2019.
53
Una síntesis de su propuesta: [https://www.facebook.com/proyectorapmapucheru-
ral2017/videos/521985551658626/], consultado el 4 de febrero de 2019.
54
Los resultados pueden consultarse en [https://www.youtube.com/channel/UCTcfIv-
Ci06zp-KZP_0McWVw], consultado el 15 de abril de 2019.

204
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

puede deber a una estrategia para un nuevo embate.55 En esta última línea, las auto-
ridades y representantes del empresariado regional han lamentado este desistimiento
haciendo un llamado a “equilibrar la inversión con la protección de los recursos” (In-
tendente de la Región de Los Ríos)56 y a “ser una región más amigable con las inver-
siones” (presidente de la Corporación de Desarrollo para la Provincia de Valdivia).57

De la ontopolítica a la cosmopolítica

El énfasis en las diferencias y malentendidos entre ontologías presentes en situa-


ciones de conflictividad, ha oscurecido los vínculos y lazos que pueden acontecer.
Como sugieren y enseñan los materiales etnográficos obtenidos en nuestro traba-
jo de campo, los procesos de resistencia que movilizan colectivos indígenas frente
a emprendimientos extractivistas resultan especialmente elocuentes para arrojar luz
sobre aquellos. Si –como plantea Graeber–58 la etnografía se asemeja a una “práctica
revolucionaria no vanguardista”, en tanto aprende y registra –en “retaguardia”– lo
que efectivamente se está llevando a cabo, nos parece que las acciones de las per-
sonas de los colectivos indígenas con quienes nos relacionamos en nuestro estudio,
permiten dialogar críticamente y enriquecer la perspectiva de la ontología política
en tres ámbitos asociados.
En primer lugar, actualizan una proverbial crítica a las categorías totalizantes
que tienden a englobar la heterogeneidad de colectivos y entidades. En tal sentido, se

55
En octubre de 2018, el director general para Sudamérica de Acciona S.A. declaraba sobre
el Proyecto Parque Eólico Pililín: “El proyecto fue desistido de evaluación ambiental, pero
está el terreno, están los estudios y todo lo que se ha hecho, que es un montón de trabajo
en casi cinco años. Lógicamente el día en que se vuelvan a gestar las condiciones para
reactivarlo, se puede hacer. Estaremos permanentemente monitoreando”. [http://4echile.
cl/seguiremos-buscando-proyectos-energia-eolica-la-region-los-rios/], consultado el 19
de febrero de 2019.
56
[https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-los-rios/2018/07/05/inten-
dente-de-los-rios-asegura-que-deben-equilibrar-inversion-con-proteccion-de-recursos.
shtml], consultado el 16 de febrero de 2019.
57
[https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-los-rios/2018/07/06/presi-
dente-de-codeproval-lamenta-desistimiento-de-ejecucion-de-proyecto-eolico-pililin.
shtml], consultado el 16 de febrero de 2019.
58
David Graeber, “Fragmentos de una antropología anarquista”, Barcelona, Virus, núm. 17,
2014 [2004].

205
cambio institucional y resistencia social

constituye en una invitación a la contrastación empírica constante cuando se utilizan


nominaciones abarcadoras a sujetos/entidades colectivas.59 Sea el uso de “indígenas”,
“colectivos animistas”, “pueblos originarios” o –para los casos tratados– “mapuche”,
estos poseen una “heterogeneidad interna” 60 y una historicidad61 que no se puede
soslayar. Ello, por supuesto, no implica negar la presencia de procesos que han de-
venido en ordenamientos o transformaciones estructurales (como lo puede ser, por
ejemplo, el proceso de avance del ejército chileno hacia los territorios mapuche du-
rante la segunda mitad del siglo XIX, conocido eufemísticamente como “Pacifica-
ción de la Araucanía”), sino que éstas no clausuran las complejidades, la creatividad
y posibilidades de acción de los agentes involucrados.
En segundo lugar, reactualizan la atención a la relacionalidad propia de la vida
social, tratada exhaustivamente en trabajos etnológicos clásicos.62 Así, antes que es-
tancos e identidades petrificadas, los colectivos indígenas no sólo han mantenido
diversas relaciones con otros colectivos, sino su propia configuración ha sido propen-
dida por las mismas en complejos procesos de recepción y mediación.63 Para el caso
mapuche, como informan trabajos provenientes desde la antropología histórica so-
bre el periodo colonial,64 desde la historia durante el siglo XX65 y desde la etnografía

59
Esteban Krotz, La otredad cultural entre utopía y ciencia. Un estudio sobre el origen, el desarrollo
y la reorientación de la antropología, México, Fondo de Cultura Económica / Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 2005 [2002].
60
Mario Blaser, citado en Celeste Medrano y Juan Martín Dabezies, “Saberes locales y terri-
torios o de cómo prospera el campo de los equívocos”, RAU, núm. 10, 2018, p. 9.
61
Eric Wolf, Europe and the people without History, Berkeley, University of California Press,
1982.
62
Marcel Mauss, El ensayo sobre el don, Buenos Aires, Katz, 2009 [1924]; Lévi-Strauss, Las
estructuras elementales del parentesco, Barcelona, Paidós, 1969 [1949].
63
Marshall Sahlins, “Cosmología del capitalismo: el sector trans-pacífico del sistema mun-
dial”, Cuadernos de Antropología Social, núm. 4, 1990 [1988], pp. 95-107; Marisol de la Ca-
dena y Orin Starn (eds.), Indigeneidades contemporáneas: cultura, política y globalización, Lima,
IEP/IFEA, 2010; Pedro Pitarch y Gemma Orobitg (eds.), Modernidades indígenas. Tiempo
emulado. Historia de América y de España, Madrid/Frankfurt, Iberamericana/ Vervuert, 2012.
64
Guillaume Boccara, Guerre et ethnogenèse Mapuche dans le chili colonial, París/Montreal:
Editions L’Harmattan, 1998; Rolf Foerster, ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión? Una apro-
ximación histórica y antropológica a los mapuches de la Costa de Arauco, Santiago, Pehuén, 2018
[2004].
65
Florencia Mallon, Courage tastes of blood: the mapuche community of Nicolás Aillío and the
Chilean State, 1906–2001, Durham, Duke University Press, 2005.

206
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

en el siglo XXI,66 la alteridad y los procesos de resistencia son uno de los principa-
les componentes que han dado forma a las agrupaciones y/o comunidades en mo-
mentos de su devenir histórico. Resulta útil, para aludir al carácter de las relaciones
que observamos en nuestro trabajo de campo, pensarlas a partir de las “conexiones
parciales”67 en el modo en que lo conceptualiza Isabel Stengers.68 Siguiendo a esta
autora, las relaciones son “parciales” en tanto se crean comunidades posicionadas
respecto a sus intereses (en este caso, la defensa de un bosque y un territorio espe-
cíficos). Igualmente, el propio tenor de éstas es parcial, tanto en el grado de seme-
janza de perspectivas que involucra (puede unirse, por ejemplo, gente que moviliza
supuestos naturalistas y animistas),69 así como en el tiempo de despliegue (puede ir
desde los segundos que involucran el compartir una publicación en Facebook hasta
la preparación de semanas y/o meses de una presentación musical o un documento
de respaldo académico).
Como corolario, nuestro trabajo etnográfico permite problematizar la aparen-
te separación entre los campos teóricos de la ontología política y la cosmopolítica.
Ambas coinciden plenamente en integrar la dimensión de lo no humano –entida-
des, artefactos, objetos, otros organismos– como parte constitutiva de lo social. La
ontología política, por un lado, se abocaría a relevar colectivos específicos y su pro-
yecto sería el de delinear en detalle las entidades presentes y su estatuto dentro de
los mundos que constituyen. Por otro lado, la cosmopolítica o –en palabras de La-
tour–70 el “giro diplomático”, se centraría en imaginar y proyectar las condiciones y
procedimientos a adoptar y tener en consideración –en atención a las particularida-
des y singularidad de los colectivos del planeta– para confeccionar un cierto espacio
político común de entendimientos, más allá de propuestas de carácter consensualis-
ta. De tal modo, estos campos teóricos parecerían diferir esencialmente en lo que
constituye lo político. Por una parte, la ontología política, centrada en el poder que
confiere acreditar y respetar el carácter aparentemente cerrado de los mundos que

66
Marcelo González, Los mapuche y sus otros. Persona, alteridad y sociedad en el sur de Chile,
Santiago, Universitaria, 2016.
67
Marilyn Strathern, Partial connections, Maryland, Rowman & Little, 1991.
68
Isabel Stengers, citada en Jamille Pinheiro Dias, Marina Vanzolini, Renato Sztutman, Stelio
Marras, Maria Borba y Salvador Schavelzon, “Uma ciência triste é aquela em que não se
dança. Conversações com Isabelle Stengers”, Revista de Antropología, núm. 59, 2016, p. 174.
69
Véase la propuesta de Philippe Descola, Más allá de naturaleza y cultura, traducción de Ho-
racio Pons, Buenos Aires, Amorrortu, 2012 [2005].
70
Bruno Latour, Cara a cara con el planeta, traducción Ariel Dilon, Buenos Aires, Siglo XXI,
2017 [2015], p. 191.

207
cambio institucional y resistencia social

constituyen ciertos modos de ser (otros mundos existen y la fuerza de su existencia


los vuelve inconmensurables e irreductibles). Por otra parte, la cosmopolítica, abo-
cada a crear espacios deliberativos entre lo humano, lo más-que-humano y lo no
humano más allá de sus especificidades ontológicas, en pos de garantizar la coexis-
tencia de colectivos emergentes.
El seguimiento minucioso y sistemático del curso de las acciones de las per-
sonas de los colectivos indígenas, indica una continuidad entre las dos propuestas
teóricas, enriqueciéndolas. En este punto, junto a la “heterogeneidad interna” y las
“conexiones parciales” esbozadas, emergen como relevantes, en tanto “puentes”, dos
momentos de la praxis mapuche-lafkenche. Primero, las características de las acciones
“artístico-políticas” en tanto soportes de articulación entre actores que movilizan
distintos supuestos ontológicos. Ilustrativo es el caso de la performance musical prota-
gonizada por la machi Paola Aroca Cayunao y, seguidamente, las acciones que pro-
dujo y que se materializarán en una publicación a difundirse desde niveles locales a
espacios internacionales. Segundo, los soportes de difusión utilizados y su ilimitada
capacidad de agencia. Contrariamente a visiones que sólo conciben las redes socia-
les –Facebook, Youtube y Twitter, por ejemplo–, como novísimas formas de domina-
ción que se internan y regulan los afectos de las personas71 y/o como instrumentos
de banalización de la esfera pública,72 se destacan en esta experiencia tanto las po-
sibilidades que estas redes actualizan, como las líneas de fuga que permiten el paso
desde el nivel ontopolítico al cosmopolítico. Expresivo al respecto es la utilización
de Youtube y, sobre todo, Facebook por parte de los raperos del Taller Wadalafken Mapu
del Lof Michillanca. La inserción de su videoclip en esas plataformas situó las par-
ticularidades de las problemáticas del Wadalafken Mapu en internet, estableciendo
variados e inusitados diálogos con el rap hecho en otros espacios cosmopolíticos y
otras entidades y prácticas, así como nuevos vínculos de solidaridad por afinidad.
De tal modo, la causa mapuche-lafkenche del territorio contra el parque eólico y el
riesgo al “espacio de vida”73 que su materialización conllevaría comienza a ser una

71
Vicente Serrano, Fraudebook. Lo que la red social hace con nuestra vida, Madrid, Plaza y Valdés,
2018.
72
Humberto Eco, “Con i social parola a legioni de imbecilli”, La Stampa, 2015 [https://
www.lastampa.it/2015/06/10/cultura/eco-con-i-parola-a-legioni-di-imbecilli-XJrvezB-
N4XOoyo0h98EfiJ/pagina.html2015], consultado el 5 de febrero de 2019.
73
Importante es recordar la expresión que el quechua Mariano Turpo le citaba en variadas
ocasiones a la antropóloga peruana Marisol de la Cadena (Earth beings: ecologies of practice
across andean worlds, Durham, Duke University Press, 2015): “pero no solamente”. Ésta
alude a las complejidades y “excesos ontológicos” que se pueden presentar –para la mirada

208
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

bandera de lucha compartida y difundida, no por el conocimiento que los internau-


tas tengan (por lo menos en un primer momento) de la realidad local específica, ni
sus formas de ser, sino por el rap como “puente ontológico” que toca otras dimen-
siones afectivo-creativas del ser y saber-hacer que trascienden lo étnico-territorial.

Conclusiones

Si el antropoceno corresponde a una época en la cual el ser humano tiene un rol


protagónico en relación con los cambios en el sistema-tierra, en América Latina uno
de los modos principales en que esto se expresa y modula es a través de las afecta-
ciones que producen distintas industrias de carácter extractivista, entre ellas las de
generación de energía. Entre los principales implicados en estas intervenciones se
encuentran diversos colectivos indígenas que pueblan el subcontinente. Considerar
el modo en que sus territorios son afectados y se configuran situaciones de contro-
versia o conflictividad incluye, en muchos casos, problematizar aquello mismo en
disputa. La perspectiva de la “ontología política” suscrita en este trabajo ha contri-
buido a explorar esa dimensión. Lo ha hecho relevando el modo en que esas situa-
ciones son procesadas y experimentadas por colectivos en donde el ambiente o la
“naturaleza” no constituyen una frontera a la sociabilidad y la agencia. El concepto
de “equívoco” –en el modo en que es trabajado por Viveiros de Castro–74 ha sido
especialmente útil en ese marco. No obstante, al tiempo que ha logrado visibilizar
en detalle las notables diferencias de impronta ontológica que pueden darse entre
agentes implicados en situaciones de conflictividad en territorios indígenas, no ha
prestado la misma atención a las vinculaciones que pueden acontecer entre los mis-
mos. Igualmente, poco trato ha recibido la complejidad de los propios colectivos in-
dígenas, inmersos en procesos de recomposición y defensa territorial intensificados

moderna– al adentrarse en ciertos mundos indígenas. Lo que ilustra y enseña el caso aquí
tratado: un bosque es una entidad biológica cuyas propiedades pueden ser explicadas desde
disciplinas como la ecología y la biología; es el “obstáculo” para la puesta en marcha de
un parque eólico desde ciertas miradas provenientes del ámbito económico y/o político
convencional. “Pero no solamente”, es decir, (también) es la morada de entidades no hu-
manas (como los ngen), las que pueden ser traducidas y puestas “en escena” por autoridades
religiosas mapuche, como una machi.
74
Eduardo Viveiros de Castro, “Perspectival anthropology and the method of controlled
equivocation”, Tipití: Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America,
núm. 1, 2004, pp. 1-21.

209
cambio institucional y resistencia social

con la más reciente forma de globalización transnacional y extractivista entroncada,


a su vez, con la emergencia del neoliberalismo.75
Como expresan los materiales etnográficos obtenidos en nuestro trabajo de
campo en Wadalafken Mapu, las acciones de resistencia protagonizadas por colecti-
vos indígenas son especialmente instructivas al respecto. No sólo informan sobre las
articulaciones que producen colectivos que alojan distintas “mapuchidades”,76 sino
que se materializan en estrecho vínculo con variados agentes humanos (mapuche,
chilenos, extranjeros, estudiantes, profesionales, académicos) no humanos (ruka, ins-
trumentos audiovisuales) y más-que-humanos (bosque, ngen, internet, etcétera). Son
justamente esas articulaciones las que pueden posibilitar la ampliación de su “reperto-
rio de contestación”,77 además de un aumento sustantivo de su eficacia.78 En el caso
explorado, este repertorio incluye variaciones artístico-rituales como el ulkantun de
la machi Paola Aroca Cayunao en uno de los festivales de cine más importantes de
América Latina; articulaciones de modos de conocimiento en la conformación de
una mesa científica y, posteriormente, la preparación de un libro; traslaciones de las
rimas de resistencia rapeadas por “peñis79 callejeros”80 desde una ruka de una peque-
ña localidad costera hasta el ciberespacio mediante un videoclip difundido en Face-
book y YouTube produciendo, a su vez, potencialmente infinitas nuevas vinculaciones.
Estas resistencias creativas también invitan –en un ejercicio de teorización et-
nográfica– a ampliar la imaginación de la propia ontología política. A destacar, en
este aspecto son los “puentes” posibles de producir entre el ámbito localizado y cir-
cunscrito de la ontología política y la arena deliberativa de gran alcance de la cos-
mopolítica. Condiciones indispensables, de acuerdo al quehacer de los colectivos
tratados, son la apertura a la materialización de performance y la utilización de redes

75
Véase de modo amplio: David Harvey, A brief history of neoliberalism, London, Oxford Uni-
versity Press, 2005; Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo: ensayo sobre
la sociedad neoliberal, Barcelona, Gedisa, 2013 [2009]. Para el caso chileno en específico:
Manuel Gárate, La revolución capitalista de Chile (1973-2003), Santiago, Universidad Alber-
to Hurtado, 2012.
76
Marcelo González, Los mapuche y sus otros… op. cit.
77
Charles Tilly, Regimes and repertoires, Chicago, The University of Chicago Press, 2006.
78
Como fue señalado, el proyecto Parque Eólico Pililín fue retirado del proceso de eva-
luación ambiental. A no dudar, la presión de la comunidad local, de la cual son parte los
colectivos aquí tratados, contribuyó al desistimiento del proyecto.
79
Hermanos, jóvenes.
80
Frase que utiliza uno de los raperos del videoclip en la canción para identificar a los par-
ticipantes.

210
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...

sociales. La primera se escabulle de su eventual inocuidad política y banalidad epis-


temológica; las segundas dan cuenta del grave error –trocado en ceguera analítica–
de aquellas lecturas que clausuran el sentido de las redes en tanto las conciben casi
exclusivamente como concreciones de mundos orwellianos (y/o foucaultianos) de
dominación y control.
Así, aunque centrados en tres situaciones bien circunscritas, los hallazgos de
nuestro trabajo de campo explicitan los rendimientos que entrega una práctica et-
nográfica de largo aliento, comprometida y atenta tanto a los cursos de acción como
a lo que éstos van produciendo en su devenir. De modo análogo, un primer aspecto
general a que invita este trabajo es a recordar una antigua enseñanza de la antropolo-
gía: antes que guiarse por los estancos y delimitaciones asentadas convencionalmente
en la vida social, así como (sólo) por las declaraciones de las personas, fundamental
es atender a sus prácticas contextual e históricamente situadas. Otros tres caminos
nos parece que pueden ser explorados a partir de lo expuesto. Primero, atendiendo
minuciosamente a las complejidades de colectivos indígenas específicos, se podrían
indagar al detalle las condiciones que posibilitan la articulación con otros agentes y
a partir de lo cual se configuran nuevos repertorios de acción. Segundo, podría re-
sultar fructífero entrever posibles e inusitadas relaciones y/o “puentes” dables de es-
tablecerse entre perspectivas teóricas, en apariencia, alejadas; pensamos, por ejemplo,
en los diálogos que se pueden producir entre los variados despliegues de la ecología
política latinoamericana o las propuestas decoloniales, por un lado, con la ontología
política o la cosmopolítica, por otro.Tercero, nos parece de interés profundizar las po-
sibilidades de la etnografía en diálogo directo con la rica tradición de la investigación-
acción, asociada a nombres justamente célebres como Orlando Fals Borda y Paulo
Freire. En ese sentido, y atendiendo a los tópicos y productos –como el videoclip de
rap– abordados aquí, nos parece que sería sumamente interesante explorar las posibi-
lidades que la etnografía brinda en tanto plataforma que proporcione las condiciones
para que los vínculos y conexiones entre distintas ontologías –en contextos de con-
flictividad– se produzcan; en consideración, además, a los problemas –ambientales y
de coexistencia entre pueblos diversos– más acuciantes del siglo XXI.
En el escenario actual, antes que detallar y cartografiar los procedimientos por
los cuales el mundo se acerca a realidades distópicas circunscritas poco tiempo atrás
al ámbito de la ficción o sumar otro concepto más en la órbita del antropoceno, uti-
lizamos la observación minuciosa, comprometida y sistemática –a ras de suelo– de
prácticas de colectivos indígenas que ilustran sobre el modo en que la articulación de
distintas “naturalezas” posibilita la emergencia de prácticas de resistencia de distinta

211
cambio institucional y resistencia social

“naturaleza’”. Estas últimas, en tanto, parecen indicar posibilidades de habitar y el


cultivo de formas de coexistencia más amables y justas que las prevalecientes en el
actual escenario latinoamericano y mundial.

212
Semblanzas de los autores

Alberto Acosta. Economista ecuatoriano. Profesor universitario. Exministro de Energía y


Minas. Expresidente de la Asamblea Constituyente. Excandidato a la Presidencia de la Repú-
blica del Ecuador. Exprofesor-investigador de Flacso sede Ecuador [[email protected]].

John Cajas  Guijarro. Economista ecuatoriano. Profesor de la Universidad Central del


Ecuador. Doctorante en economía del desarrollo en Flacso-Ecuador [cajasjohn@yahoo.
com] [[email protected]].

Ma. Griselda Günther. Profesora-investigadora de tiempo completo en el Departamen-


to de Política y Cultura de la UAM-Xochimilco. Es doctora y maestra en estudios latinoame-
ricanos por la Universidad Nacional Autónoma de México y licenciada en política y gestión
social por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Ha participado en
diversas investigaciones internacionales sobre políticas públicas y proyectos alternativos en ma-
teria de cambio climático y agua en América Latina, en particular México, Argentina y Ecua-
dor [[email protected]].

Monika Meireles. Investigadora titular A en el Instituto de Investigaciones Económicas,


en el área de Economía Fiscal y Financiera; profesora de la Facultad de Economía (UNAM).
Doctora en estudios latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México,
maestra en Integración de América Latina por la Universidad de São Paulo (PROLAM-USP)
y licenciada en economía por la misma institución (FEA-USP). Es autora de diversos artícu-
los y capítulos de libros en México y en el extranjero, ha participado en distintos seminarios
sobre finanzas y desarrollo y fue la ganadora del Reconocimiento Distinción Universidad

213
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social

Nacional para Jóvenes Académicos (RDUNJA) en el área de investigación en ciencias eco-


nómico-administrativas de la edición 2019 [[email protected]].

Giovanni Villavicencio. Becario del proyecto de investigación Crédito, dinámica banca-


ria y mercados financieros emergentes: financiarización y desarrollo en el siglo XXI (PAPIIT
IA301018). Es licenciado en economía por la Facultad de Economía (UNAM) [villavicen-
[email protected]].

Shantal L. Sánchez González. Licenciada en economía por la Facultad de Economía


de la UNAM, realizó la especialidad en economía ambiental y ecológica en el Posgrado de
la Facultad de Economía de la misma casa de estudios. Obtuvo su maestría en el Programa
de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, UNAM, realizando estancia de investigación en
Minas Gerais, Brasil [[email protected]].

Aleida Azamar Alonso. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropo-


litana, México. Coordinadora de la Maestría en Sociedades Sustentables de la misma ins-
titución. Presidenta de la Sociedad Mesoamericana y del Caribe de Economía Ecológica.
Colabora con los periódicos: El Universal y Crónica. Líneas de investigación: economía polí-
tica, economía ecológica, extractivismo, minería, sustentabilidad, movimientos y conflictos
socioambientales [[email protected]].

Eliana Spadoni. Profesora en la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional


de San Martín [https://gapepyg.com/]. Doctora en ciencia política de la UNSAM. Miem-
bro de la red de mediadores del Compliance Advisor Ombudsman del Banco Mundial, del
Panel global de mediadores de la Oficina del Ombudsman de Naciones Unidas y de la red
de facilitadores del Mecanismo de Consulta e Investigación del Banco Interamericano de
Desarrollo [www.elianaspadoni.com] [[email protected]].

Pablo Rojas Bahamonde. Profesor adjunto de la Escuela de Arqueología de la Universi-


dad Austral de Chile (Sede Puerto Montt). Su trabajo se ha centrado en investigar los efec-
tos provocados por proyectos de generación de energía en territorios indígenas, la ontología
mapuche, la violencia política hacia indígenas y los supuestos epistemológicos, metodológicos
y éticos de la práctica antropológica. En la actualidad dirige un proyecto que aborda com-
parativamente prácticas rituales fúnebres –mapuche y chilenas– en el sector cordillerano de
la Región de Los Ríos de Chile, el cual busca problematizar los conceptos elaborados den-
tro de las ciencias sociales para pensar las relaciones entre colectivos [[email protected]].

Gustavo Blanco Wells. Profesor asociado del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de
la Universidad Austral de Chile; investigador asociado Núcleo Milenio Energía y Sociedad;

214
semblanzas de los autores

investigador asociado del Centro de Investigaciones Dinámicas de Ecosistemas Marinos de


Altas Latitudes (IDEAL); investigador asociado del Centro de Ciencias del Clima y la Resi-
liencia (CR2). Su investigación se centra en el estudio de las trayectorias territoriales de las
políticas e iniciativas de desarrollo y medio ambiente, desde las entidades de toma de deci-
siones hasta el ámbito de la vida cotidiana de las personas, con especial atención a la creación
de interfaces de conocimiento en los territorios rurales y la co-producción de conocimiento
en situaciones de desarrollo [[email protected]].

María Amalia Mellado. Profesora adjunta del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la
Universidad Austral de Chile; investigadora del Centro de Investigaciones Dinámicas de Eco-
sistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL). Su trabajo se centra en el estudio de conflictos
ambientales en comunidades indígenas mapuche frente a proyectos extractivos de energía; ha
realizado aportes en el conocimiento sobre relaciones productivas en colectivos indígenas; y
en el área de la pesca artesanal ha realizado investigaciones acerca de los cambios vivenciados
en los socio-ecosistemas costeros y marinos de la región Sub-Antártica Chilena [melladoma-
[email protected]].

215
 
 
     

 
  
 

   
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