Griselda Gunther Voces Latinoamericanas
Griselda Gunther Voces Latinoamericanas
Griselda Gunther Voces Latinoamericanas
Monika Meireles
coordinadoras
VOCES
LATINOAMERICANAS
Mercantilización de la Naturaleza
y Resistencia Social
VOCES LATINOAMERICANAS:
MERCANTILIZACIÓN DE LA NATURALEZA
Y RESISTENCIA SOCIAL
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
Rector general, Eduardo Abel Peñalosa Castro
Secretario general, José Antonio de los Reyes Heredia
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO
Rector de Unidad, Fernando de León González
Secretario de Unidad, Mario Alejandro Carrillo Luvianos
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Directora, María Dolly Espínola Frausto
Secretaria académica, Silvia Pomar Fernández
Jefa del Departamento de Política y Cultura, Esthela Irene Sotelo Núñez
Jefe de la sección de publicaciones, Miguel Ángel Hinojosa Carranza
CONSEJO EDITORIAL
José Alberto Sánchez Martínez (presidente)
Aleida Azamar Alonso / Alejandro Cerda García
Gabriela Dutrénit Bielous / Álvaro Fernando López Lara
Jerónimo Luis Repoll / Gerardo G. Zamora Fernández de Lara
Asesores del Consejo Editorial: Rafael Reygadas Robles Gil
Miguel Ángel Hinojosa Carranza
Griselda Günther
Monika Meireles
coordinadoras
Primera edición: diciembre de 2020
Sección de Publicaciones
División de Ciencias Sociales y Humanidades
Edificio A, tercer piso
Teléfono: 55 5483 7060
[email protected] / [email protected]
http://dcsh.xoc.uam.mx
http://www.casadelibrosabiertos.uam.mx
ISBN: 978-607-28-2065-4
Los textos presentados en este volumen fueron revisados y dictaminados por pares académicos
expertos en el tema y externos a nuestra Universidad, a partir del sistema doble ciego y conforme
a los lineamientos del Comité Editorial del Departamento de Política y Cultura,
de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
Introducción 9
Griselda Günther / Monika Meireles
PRIMERA PARTE
Políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
“Avenida Juárez”,
Efraín Huerta, 1956
Las “voces latinoamericanas” aquí reunidas son oriundas de múltiples países y en-
tretejen distintas perspectivas en ese original coro impreso; tomadas en su conjunto,
ayudan a darle textura al análisis de la compleja relación existente entre el uso inten-
sivo de los recursos naturales de la región –siempre defendido en el discurso oficial
como algo que sería “inevitable para nuestras necesidades de desarrollo”– y el res-
peto al derecho pleno de autodeterminación de los pueblos en la gobernanza de su
entorno natural, para así comprender mejor los matices de esa falsa disyuntiva. No
es cierto que el crecimiento económico pautado en la explotación acelerada de los
recursos naturales llevará al desarrollo de la región, y es absolutamente tendencioso
inferir que esa sería la única vía posible para la mejora sustantiva de las condiciones
materiales de la mayoría de la población.Tampoco es un argumento legítimo pensar
que en nombre del “progreso” o el “desarrollo” es válido arremeter contra la natura-
leza con actividades extractivas, intensivas (y nocivas para el planeta), para embestir
contra formas no modernas de convivencia entre poblaciones y su entorno natural.
A diferencia de las “voces huecas” de los versos del epígrafe, nuestras voces latinoa-
mericanas –conjugadas ahora en una misma sentencia– no emanan del “vaho de las
bocas amargas”, sino que brotan en un suspiro colectivo de denuncia esperanzada y
9
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social
delación intencionada, del tipo que aspira a alzarse a grito y hacerse escuchar ante
los oídos desatentos de los hacedores de política.
Este proyecto editorial tuvo al menos dos grandes etapas concretas, dos mo-
mentos clave para su realización. En el primero, tuvimos dos eventos públicos que
dieron el tono inicial de las preocupaciones vertidas en el volumen que el lector
tiene en manos; en el más relevante, participamos con otros académicos en la orga-
nización de las Jornadas del Observatorio Crítico de Políticas Públicas y Movimien-
tos Sociales en América Latina, en su VI versión, “Voces latinoamericanas de hoy:
entre el estancamiento económico, la derechización política y la resistencia social”,
realizada en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, los días
26 y 27 de septiembre de 2018. Somos extremamente agradecidas a todos aque-
llos que aceptaron nuestra invitación para estar en el evento, pues los debates entre
los diversos ponentes con el público participante demostraron ser estimulantes para
darnos pistas más concretas para la vinculación de nuestras agendas de investigación.
Sin embargo, vale mencionar que, algunos meses antes, nos animamos a pro-
mover una mesa redonda titulada “Naturaleza financiarizada: recursos hídricos, sec-
tor alimentario y resistencia social”, en el Instituto de Investigaciones Económicas
(IIEc-UNAM), en el marco del proyecto de investigación “Crédito, dinámica banca-
ria y mercados financieros emergentes: financiarización y desarrollo en el siglo XXI”
(PAPIIT IA301018), realizada el 25 de junio de 2018. En ambos, nos deparamos con
un foro muy receptivo de discusión y, principalmente, a partir de esas actividades
hemos tomado el tiempo necesario para sumar fuerzas y perseguir con más ahínco
lo que nos habíamos propuesto inicialmente: fusionar nuestros campos de expertise
–a saber, economía y política, siempre con énfasis en América Latina– y dar pasos
más firmes en la dirección de erigir una lectura multidisciplinar sobre los desafíos
impuestos en la tarea de caracterización de dinámicas y consecuencias del capitalis-
mo actual en la región.
Ambos eventos motivaron el diálogo y la escritura, generando preguntas gatillo
o temas de interés común, preguntas de investigación y el deseo de trabajar de forma
colectiva a partir de los textos individuales y grupales en torno a dichas inquietudes.
Nos parece importante mencionar ese proceso para que este libro no se asocie con
un mero agregado de textos. Los autores que participan con sus contribuciones, no
necesariamente participaron como ponentes en alguno de los eventos, sino que se
sumaron a las inquietudes generadas y a la iniciativa propuesta, desde distintos luga-
res de América Latina y desde distintas disciplinas.
El resultado de esa trayectoria culmina en la segunda etapa del proyecto, que
fue aquella realmente editorial, en su sentido literal, pues con ella arrancamos con
10
introducción
1
Un precedente de ejercicio con preocupaciones similares, para otro momento histórico,
puede encontrarse en los trabajos reunidos en Alicia Girón (coord.), Democracia, financiari-
zación y neoextraccionismo ante los desafíos de la industrialización y el mercado de trabajo, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2014.
11
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social
12
introducción
2
Recordemos que, en algunos países como México, no fue necesario atravesar procesos
dictatoriales explícitos, sino que éstos sucedieron bajo el velo de democracias formales.
3
Jacinta Jordana, Relaciones intergubernamentales y descentralización en América Latina. Casos de
Argentina y Bolivia, Estados Unidos, BID, Documento de trabajo, 2002.
4
La capacidad institucional se genera desde el mismo Estado. Si las empresas públicas per-
dieron capacidad, del tipo que fuere, se debe a muchos factores, entre éstos a las mismas
políticas de Estado, e incluso a la corrupción.
13
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social
5
Gilberto Rincón Gallardo (coord.), La reforma pactada (ocho visiones de cambios en la paz),
México, LVI Legislatura, Cámara de Diputados/Centro de Estudios para la Reforma del
Estado, 1995.
6
Patricia Romero Lankao, “La política ambiental ante los diversos retos de la sustentabi-
lidad”, Gestión y Política Pública, vol. VIII, núm. 2, segundo semestre, México, CIDE, 1999;
y Gian C. Delgado, “La ecología política del agua sudamericana”, Memoria, núm. 188,
octubre, México, 2004.
14
introducción
Por post-economía entendemos un pensamiento social transitorio que entierre a las mal lla-
madas “ciencias económicas” y su pretensión “imperial” (por eso el uso del prefijo
post) y que, junto con visiones y propuestas transdisciplinarias, contribuya a la transi-
ción hacia una civilización post-capitalista que conciba a la realidad humano-natural
como pluriverso (p. 26).
15
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social
campo con la discusión incipiente dedicada a los eslabones que conectan financia-
rización-recursos naturales, con la intención de esbozar elementos para aterrizar a la
realidad latinoamericana los cambios producidos por el nuevo régimen de acumu-
lación del capital. Además, partiendo de la hipótesis de que la llamada “financiari-
zación del medio ambiente” altera definitivamente al binomio naturaleza/sociedad,
se analiza detenidamente cómo en México la vinculación entre esas tendencias del
proceso económico conllevó a cambios en la legislación ambiental. Así, se señala que
la inserción asimétrica de los países latinoamericanos en el mercado mundial me-
diante la reprimarización de sus pautas de exportación conjuntamente a la intensi-
ficación de la mercantilización, privatización, acumulación por desposesión de los
recursos hídricos, promovió la flexibilización de la legislación sobre el manejo del
agua, de tal forma que el aprovechamiento de su uso se diera en beneficio de agen-
tes privados y no de la sociedad en general; y “a la vez, dejando la impronta de nue-
vas formas de dominio de la naturaleza y control de las comunidades locales” (p. 95).
En sintonía con el texto anterior, Shantal Sánchez, en “Reprimarización e in-
tercambio ecológico desigual. Análisis del impacto ecológico del comercio interna-
cional brasileño a partir de indicadores biofísicos”, nos ofrece otro análisis sobre la
mercantilización de la naturaleza, del neoextractivismo y de la reprimarización; aho-
ra estudiándolos a partir del examen del comportamiento de la economía brasileña,
por medio de la lectura crítica de la economía ecológica y tratando de mesurar el
impacto ambiental, a partir de las dimensiones biofísicas de su padrón de inserción
internacional. La gran aportación del capítulo se encuentra en retomar la noción de
“intercambio ecológico desigual” para discutir la explotación de recursos naturales
exportados por Brasil.Así, el estudio analiza el comportamiento del balance comercial
físico del país desde el periodo del auge de los precios de las materias primas hasta la
ralentización de su valor en el mercado mundial a partir de 2014, entendiendo que:
Esta primera parte del libro concluye con un trabajo que nos aporta otra mi-
rada regional sobre el extractivismo en América Latina, con énfasis en el uso de la
violencia por parte del Estado para garantizar condiciones favorables a las empresas.
Aleida Azamar, en su texto “Extractivismo militarista en América Latina”, analiza de
16
introducción
qué manera los Estados latinoamericanos han abierto las puertas para la reprimari-
zación de la economía en la región, a partir de políticas de Estado que favorecen el
extractivismo y la injerencia de empresas trasnacionales, en detrimento de los de-
rechos de la naturaleza y el bienestar social. Este proceso, además, ha sido gracias al
respaldo de otros actores sociales, en especial de las fuerzas armadas. La aportación
del capítulo reside en hacer una crítica a los gobiernos de la región –de diferentes
ideologías– por el flanco común de que bajo su conducción se multiplicó la explo-
tación a la naturaleza y el apoyo que el Estado ha ofrecido a las compañías extracti-
vas, principalmente involucrando sus ejércitos nacionales y haciendo uso de nuevas
dinámicas de “apaciguamiento violento” de las tensiones sociales en las áreas donde
la extracción de recursos naturales se lleva a cabo. Solo así se entiende cómo el ex-
tractivismo invariablemente demanda la activa actuación del “ejército, para permitir
que las actividades de explotación territorial se desarrollen en su máximo potencial,
aunque haya rechazo por gran parte de la población en el proceso, lo cual es preve-
nido mediante el uso de la fuerza” (p. 147).
En la segunda parte del libro, “Cambio institucional y resistencia social”, se
integraron trabajos que giran en torno al papel que cumple el Estado y la sociedad
civil en el proceso de mercantilización de la naturaleza y de reconfiguración de re-
laciones entre actores. Desde una original perspectiva, Eliana Spadoni nos ofrece un
análisis del rol que han tenido las Defensorías del Pueblo en América Latina, a partir
del estudio de los casos de Perú y Argentina, en torno a la resolución de conflictos
ambientales. La autora, en su texto “El rol de la Defensoría del Pueblo en la cana-
lización productiva de los conflictos ambientales. Estudio comparado de Argentina
y Perú”, pone en relieve la importancia de estos canales de resolución de conflictos
que conllevan implícitamente una pugna por el control de los recursos naturales y
que a la vez contiene elementos clave para la reconfiguración o cambio social. Prin-
cipalmente, al acompañar conflictos ambientales seleccionados en ambos países, en
especial los generados a partir de contaminación ambiental de las cuencas hídricas,
el capítulo brinda evidencia sobre el importante rol desempeñado por las Defenso-
rías del Pueblo latinoamericanas puestas en marcha en la década de 1990 a fin de
apoyar en la observancia de los derechos de tercera generación, como el derecho al
ambiente saludable. Se presenta la acción de las Defensorías como fundamental en la
canalización productiva de los conflictos ambientales, o sea, entendiendo a esa cana-
lización como la forma en que las demandas de los actores sociales inmediatamente
involucrados se procesan institucionalmente y se generan alteraciones significativas
en las relaciones intergubernamentales.
17
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social
Finalmente, el libro culmina con un aporte sobre las otras miradas a las resis-
tencias a la mercantilización de la naturaleza, a partir del estudio de caso de procesos
de resistencia en territorios indígenas en Chile a proyectos de energía eólica. Pablo
Rojas, Gustavo Blanco y Ma. Amalia Mellado, en su texto “Ontopolítica en Wada-
lafken Mapu: las ‘naturalezas’ de la resistencia frente a proyectos de energía eólica en
Chile”, hacen un gran aporte, desde la ontología política, para la conceptualización
sobre cómo la práctica y las dinámicas comunitarias dejan ver las distintas concep-
ciones de naturaleza, y sobre cómo el conflicto desencadena en el fortalecimiento de
otras visiones. Ello nos trae un coro de voces latinoamericanas; otro análisis sobre los
procesos de resistencia implícitos en los métodos de reconfiguración de relaciones
entre distintos actores y la forma como interactúan y contribuyen al rediseño de las
relaciones entre sociedad civil-Estado-mercado-naturaleza. Así, desde la perspectiva
de la ontología política y a partir del examen de las relaciones que se despliegan en
las múltiples formas que toman los procesos de resistencia a un proyecto de energía
eólica emplazado en el territorio indígena de Wadalafken Mapu, en Chile, se vislum-
bra el rico “repertorio de prácticas creativas de resistencia: desde eventos culturales
e instancias académicas, hasta obras musicales ‘viralizadas’ por la internet” (p. 185).
Los textos en su conjunto nos aportan elementos para entender y caracterizar
la reconfiguración constante, aunque marcada en algunos momentos de la historia,
de las relaciones y pautas de interacción entre Estado, naturaleza y mercado. Esto es,
a partir de los cambios de las políticas que se orientan a abrir espacios para promover
el extractivismo, ya sea mediante cambios en los marcos normativos o por medio de
la desregulación que promueve mayor injerencia de las empresas privadas/trasnacio-
nales. Ello conlleva un proceso de reconceptualización de la Naturaleza. Histórica-
mente, la Naturaleza no humana ha estado a la orden de las necesidades humanas, a
partir de su consumo o uso para la satisfacción de necesidades básicas. Sin embargo,
en la actualidad, el mismo capitalismo y las políticas que se adecúan a este momen-
to, han llevado a la noción de naturaleza como mercancía, la cual rebasa la noción
previa de naturaleza como recurso.
18
introducción
A pesar de sus temáticas y las distintas perspectivas disciplinarias, existe una no-
ción presente en todos los capítulos: la dimensión política (tanto política en el sen-
tido amplio como políticas públicas); llegando a ser el Estado el principal promotor
conocido de las políticas de mercantilización de la naturaleza, aunque representan-
do intereses y necesidades del capitalismo actual. Así, vemos que en el proceso de
reconceptualización intervienen tanto el Estado como el mercado, mientras que las
respuestas sociales fungen, en la mayor parte de los casos, como forma de resisten-
cia, intentando mantener a salvo ecosistemas, pero también como contraparte para
la intensificación de mercantilización que se observa. Ello lleva implícito distintas
formas de resistencia o combate a la reconceptualización de la naturaleza no hu-
mana como un “mero recurso” que permite acumular ganancias, lo cual dista de la
noción de medio para la subsistencia.
Por medio de sus trabajos aquí publicados, los autores alzan sus voces, latinoa-
mericanas, denunciando el proceso rapaz que ocurre no sólo en la región, pero es-
pecialmente en ella. Con distintos timbres y volúmenes, estas voces hablan para decir
y denunciar la gravedad de estos procesos de reconceptualización y la importancia
que tiene el no quedarnos callados.
Finalmente, agradecemos enormemente a aquellas personas e instituciones que
hicieron posible la realización de este libro. A la Universidad Autónoma Metropo-
litana, en especial a la Rectoría de la Unidad Xochimilco, a la División de Ciencias
Sociales y Humanidades, al Departamento de Política y Cultura y al área de investi-
gación Problemas de América Latina. De forma subsidiaria, este trabajo se benefició
de las actividades llevadas a cabo en el marco del proyecto de investigación “Crédito,
dinámica bancaria y mercados financieros emergentes: financiarización y desarrollo
en el siglo XXI” (PAPIIT, IA301018), por lo cual estamos agradecidas con la DGAPA-
UNAM. Cada una de estas instancias aportó algo que resultó ser esencial para todo el
proceso de construcción del libro.También queremos agradecer el apoyo recibido de
algunas personas en particular: Fabiola Escárzaga y Roberto Huerta Peruyero, am-
bos de la UAM-Xochimilco, e Itzel Dueñas, alumna de la licenciatura en Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México.
19
PRIMERA PARTE
Políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía
Resumen
El avance del pensamiento económico creó una concepción donde la Naturale-
za adquiere un papel pasivo y donde su mercantilización es plenamente acepta-
ble. Alimentada por los orígenes mismos de la noción de progreso (cuyo alcance
requeriría la dominación al mundo natural según varios enfoques filosóficos), la
vieja economía política fisiócrata-clásica vería a la Naturaleza desde varias pers-
pectivas problemáticas como, por ejemplo: un agente justificador de un orden
natural aristocrático (François Quesnay); un pasivo proveedor de insumos para
la producción (Adam Smith, David Ricardo); un ente en permanente oposición
al ser humano (Roberto Malthus); una entidad malévola (Nassau Senior) y hasta
irracional (John Stuart Mill). En oposición a tales enfoques, en la crítica a la vie-
ja economía política planteada por Karl Marx es posible encontrar el concepto
de “metabolismo social-natural” que puede servir de base para comprender la
“ruptura metabólica” provocada por la acumulación capitalista. Sin embargo, el
pensamiento económico enterraría la propuesta “metabólica” para terminar con-
solidando la mercantilización de la Naturaleza en las “ciencias económicas” (sobre
todo gracias al impulso marginalista y neoclásico). Contra ese resultado, también
emergen los Derechos de la Naturaleza en tanto fundamento para construir una
post-economía (entendida como un pensamiento social que, desde la superación
de las “ciencias económicas” contribuya en la transición hacia el pluriverso).1 A
ese aporte se suman algunas experiencias vivenciales de quienes han sostenido
Se agradecen los valiosos y profundos comentarios de Jürgen Schuldt tanto a una versión
1
23
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Introducción
A pesar de que ninguna forma de vida puede pensarse al margen de la Naturaleza, ac-
tualmente las “ciencias económicas” han asignado al mundo natural el único y pasivo
papel de proveer de “mercancías” que puedan usarse como materias primas y demás
medios de producción útiles a la valorización del capital. Semejante pasividad dada
a la Naturaleza por parte de las “ciencias económicas” –tanto ortodoxas como hete-
rodoxas, e incluso varias afines a corrientes “críticas”, con honrosas excepciones–2 da
carta libre para que el mundo natural se banalice y se perpetúe su mercantilización.
Por cierto, cabe mencionar que la lógica perversa de mercantilización de la
Naturaleza precede al capitalismo. Tal hecho es visible tanto en la mercantilización
de recursos naturales existente antes de que emerja la civilización del capital,3 e in-
cluso en la dinámica del comercio de esclavos, pues si se acepta que el ser humano es
Naturaleza, entonces al esclavizar a dicho ser y venderlo necesariamente se mercan-
tiliza al mundo natural.4 De todas formas, en el capitalismo esa mercantilización se
2
En varios planteamientos heterodoxos la interpretación dada a la Naturaleza a ratos no di-
fiere mucho de la interpretación ortodoxa. Por ejemplo, en los modelos post-keynesianos
de crecimiento económico –capitalista– el papel del mundo natural es muy cercano al
asignado por los modelos ortodoxos.
3
Sólo a manera de ejemplo piénsese en la apropiación y mercantilización de grandes
territorios conseguidas en la Edad Media en Europa, aspecto que fue útil en la
consolidación del feudalismo (y que incluso tuvo su versión en el mundo colonial y
hasta post-colonial, como sucedía en aquellos casos donde no sólo se vendía la tierra sino
incluso a los “siervos” –o “indios” en Nuestra América– que venían “atados” a ésta).
4
Cabe recordar que el propio Aristóteles consideraba como designio de la Naturaleza la
distinción entre esclavos y amos, distinción que –con variantes– sería usada como justi-
ficativo para defender la existencia de grandes mercados de venta de esclavos tanto en la
antigua Roma como en los tiempos de la colonización europea (y que, ya con el mero
justificativo de acumular capital, penosamente todavía existen).
24
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
5
François Quesnay (1758-1767), Francois Quesnay et la physiocratie: Textes annotés, vol. 2.
París, Institut National D’études Démographiques, 1958.
6
Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, México,
Fondo de Cultura Económica, 2017 (primera edición, 1776). David Ricardo, Principios de
economía política y tributación, México, Fondo de Cultura Económica, 1959 (primera edi-
ción, 1817).
7
Thomas Malthus: An Essay on the Principle of Population, P. Appleman (ed.), Nueva York/
Londres, W.W. Norton and Company, 1798; Principles of Political Economy, Cambridge,
Cambridge University Press, 1820.
8
Nassau William Senior, An Outline of the Science of Political Economy, Londres, W. Clowes
and Sons, 1836.
9
John Stuart Mill: Principles of Political Economy with Some of Their Applications to Social Phi-
losophy University of Toronto Press, Sir William James Ashley (ed.), 1920 (primera edición,
1848); “Nature”, en J.M. Robson (ed.), The collected works of John Stuart Mill, vol. X, Es-
says on ethics, religion and society, Toronto, Toronto University Press, 1985 (primera edición,
1852-1853).
10
Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos, en K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 3,
Londres, Lawrence & Wishart, 1844. Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana, en
K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 5, Londres, Lawrence & Wishart, 1952 (primera
edición, 1845-1846). Karl Marx, Cuadernos de Londres, 1851, MEGA2 IV/8, pp. 227-234;
citado en K. Siato, Karl Marx’s Ecosocialism: Capital, Nature and the Unfinished Critique of
Political Economy, Nueva York, Monthly Review Press, 2017. Karl Marx, Outlines of the
Critique of Political Economy (Grundrisse), en K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 28,
25
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Londres, Lawrence & Wishart, 1952 (primera edición, 1857-1858). Karl Marx, El Capital,
vol. 1, en K. Marx y F. Engels, Collected Works, vol. 35, Londres, Lawrence & Wishart, 1952
(primera edición, 1867).
11
Un aporte importante en esta discusión es el libro de Eduardo Gudynas, Los derechos de la
Naturaleza. Respuestas y aportes desde la ecología política, Quito, Abya-Yala, 2016.
26
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
12
Véase Arturo Escobar, “Más allá del desarrollo: postdesarrollo y transiciones hacia el
pluriverso”, Revista de Antropología Social, vol. 21, 2012, p. 49 (pp. 23-62).
13
“Ciencias” que, para colmo, implícitamente poseen elementos y valores neocoloniales.
27
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
como un instrumento más de lucha en contra de la civilización del lucro sin fin y
en favor de alcanzar el pluriverso. Ese es justo el anhelo y el objetivo de las reflexio-
nes que se presentan a continuación.
14
Para una revisión histórica del concepto de progreso se recomienda el artículo de Robert
Nisbet, “The idea of Progress”, Literature of Liberty, vol. 2, núm. 1, 1979, p. 14 (pp. 7-37).
28
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
15
Paradójicamente, el mismo Bacon diría en su Novum Organum que el dominio de la Na-
turaleza sólo se alcanzaría al seguir “sus leyes”. Esto deja ver que la concepción de Bacon
sobre la Naturaleza es más compleja de lo que se podría pensar a priori.
16
Véase John Bellamy Foster, “Nature”, en K. Fritch, C. O’Connor y A.K. Thompson (eds.),
Keywords for Radicals: The Contested Vocabulary of Late-Capitalist Struggle, AK Press, 2016, p.
211 (pp. 208-213).
17
Sobre el vínculo entre Dios y Naturaleza en Spinoza se recomienda el artículo de Carlos
Fraenkel, “Maimonides’ God and Spinoza’s Deus sive Natura”, Journal of the History of
Philosophy, vol. 44, núm. 2, 2006, pp. 169-215.
18
Véase Gal Kober, “For they do not agree in Nature: Spinoza and Deep Ecology”, Ethics
and the Environment, vol. 18, núm. 1, 2013, p. 51 (pp. 43-65), para algunas reflexiones de
Spinoza sobre la Naturaleza y cómo tales reflexiones contribuyen a la ecología profunda.
19
Ibid., p. 48.
20
Ibid., p. 53.
29
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
21
Para un seguimiento detallado de las diferentes nociones de Naturaleza en el pensamiento
económico se recomienda el artículo de Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of
modern economic conceptions of nature”, Economy and Society, vol. 39, núm. 2, 2010, p.
222 (pp. 218-246).
22
Ibid., p. 223.
23
Véase Frank Egerton, “A History of the Ecological Sciences, Part 23: Linnaeus and the
Economy of Nature”, Bulletin Ecological Society of America, vol. 88, núm. 1, 2007, pp. 72-88.
24
Para una discusión sobre los inicios de la economía política y su deformación en “ciencia
económica” se recomienda el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las
‘ciencias económicas’ a la post-economía. Reflexiones sobre el sin-rumbo de la econo-
mía”, Ecuador Debate, núm. 103, 2018, pp. 37-59. Igualmente se recomienda el artículo
de Amitava Dutt, “From political economy to economics and back again?”, en P. Ray, R.
Sarkar y A. Sen (eds.), Economics, Management and Sustainability. Essays in Honor of Anup
Sinha, Springer, 2018, pp. 27-52.
30
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
Antes de arrancar con los pensadores más comúnmente analizados de la vieja eco-
nomía política fisiócrata-clásica, es justo hacer mención del aporte de Hans-Carl
von Carlowitz quien, en su libro Silvicultura oeconomica (1713):
25
Véase Alberto Acosta, “Construcción constituyente de los derechos de la Naturaleza.
Repasando una historia con mucho futuro”, 2019 (mimeo).
26
Idem. Véase además el libro de Ulrich Grober, Die Entdeckung der Nachhaltigkeit. Kulturge-
schichte eines Begriffs, Múnich, Oekom Verlag, 2013.
31
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
el mundo natural entre los principales autores de esta corriente del pensamiento27
(pero, reiteremos, siempre con el ser humano en el centro de la historia y el progre-
so en el centro de las aspiraciones).
Respecto a la corriente fisiócrata,28 para François Quesnay –uno de los padres
de dicha corriente, y de fuertes vínculos con la aristocracia terrateniente francesa de
entonces– la riqueza es un “regalo de la Naturaleza”.29 Dicho “regalo” provendría
de la agricultura, la única actividad auténticamente productiva y creadora del “pro-
ducto neto” (punto en el que sería cuestionado luego por Adam Smith y David Ri-
cardo), que es gastado por las demás actividades económicas; todo esto incrustado
dentro de un orden natural cuya dinámica quedaba delimitada por “La Providencia”.
Esta visión –recogida por Quesnay sobre todo en sus Tablas económicas (1758-1767)–
se oponía a la concepción mercantilista de que la riqueza dependía únicamente del
“cuerpo político” de la sociedad;30 de hecho, para Quesnay la riqueza no crecía por
medio del comercio; sólo la Naturaleza la podía hacer crecer.31
Aunque esta lectura de Quesnay podría hacer pensar que él planteó una visión
benevolente del vínculo entre ser humano y Naturaleza, la cuestión es más compleja.
Por ejemplo, en su visión del laissez faire, laissez passer (“dejar hacer, dejar pasar”)32
Quesnay y demás fisiócratas tenían en mente una libertad económica limitada al co-
mercio agrícola; a la vez, dicha libertad seguiría un “orden natural” que debía hacerse
cumplir por el gobierno –manejado por terratenientes aristócratas absolutistas–, sin
que se impulsen las libertades individuales (incluso Quesnay habría tenido aversión
27
Véase Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, Londres, University of Chicago
Press, 2005, p. 2.
28
Cabe mencionar que la propia palabra “fisiocracia” (acuñada por Nicolas Baudeau) sig-
nifica “gobierno de la Naturaleza” (ibid., p. 45), o mencionar que uno de los textos eco-
nómicos de Quesnay titulado Essai phisique sur l’oeconomie animale (1736) hace referencia
explícita a un “Autor de la Naturaleza” y a sus “leyes universales” (ibid., p. 46).
29
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 3.
30
Véase Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of
nature”, op. cit., pp. 223-224.
31
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 49.
32
Esta frase al parecer habría sido sugerida inicialmente por Jean Baptiste Colbert (1681) y
luego sería popularizada –aparte de Quesnay– por Vincent de Gournay. Jean Baptiste Col-
bert, Reunion entre J.B. Colbert y M. Le Gendre en 1681, citada por René de Voyer, Journal
Économique, 1751, pp. 107-117. Reeditado en Gérard Klotz (comp.), Politique et Économie
au temps des Lumières, Saint-Étienne, Universidad de Saint-Étienne.
32
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
33
Para una reflexión sobre algunas interpretaciones y críticas a Quesnay se recomienda el
artículo de Gustav Schachter,“Francoi Quesnay: Interpreters and Critics Revisited”, Ame-
rican Journal of Economics and Sociology, vol. 50, núm. 3, 1991, pp. 313-322.
34
Idem.
35
Patrick Frierson, “Adam Smith and the possibility of sympathy with nature”, Pacific Philo-
sophical Quarterly, vol. 87, núm. 4, 2006, p. 445 (pp. 442-480).
36
Véase Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of
nature”, op. cit., p. 226.
37
Para una revisión de los diferentes usos que Smith dio al término “Naturaleza” en su obra
–identificándose hasta siete usos diferentes– se recomienda el libro de Charles Griswold,
Adam Smith and the virtues of the Enlightenment, Cambridge, Cambridge University Press,
1998, pp. 314-317.
33
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
38
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 114.
39
Sobre un potencial desarrollo etapista en Adam Smith véase Joe Bell, “Adam Smith’s the-
ory of economic development: ‘Of the natural progress of opulence’”, Journal of Economics
and Finance, vol. 16, núm. 1, 1992, pp. 137-145.
40
La lista de trabajos sobre este fantasma es enorme. A modo de muestra mencionamos ape-
nas un par de textos: Aníbal Quijano, “El fantasma del desarrollo en América Latina”, en
Alberto Acosta (comp.), El desarrollo en la globalización. El resto de América Latina, Caracas,
Nueva Sociedad/ILDIS, 2000; Arturo Escobar, Una minga para el postdesarrollo. Lugar, medio
ambiente y movimientos sociales en las transformaciones globales, Lima, Programa Democracia y
Transformación Global, Unidad de Postgrado/Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010; Pablo Mella, Ética del posdesa-
rrollo, Santo Domingo, Instituto Filosófico Pedro F. Bonó, 2015.
34
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
sobreponerse plenamente al orden natural.41 Para defender tal visión, Malthus con-
sideró que la Naturaleza representa un estado de letargo defectuoso y generalmente
negativo que necesita superarse, a la vez que ésta crea un orden físico natural al cual
la Humanidad se encuentra sometida.42 Respecto a sus Principios de economía política
(1820), Malthus mantuvo un enfoque similar a los fisiócratas y Smith en el sentido
de que el “sistema económico” se encontraría regido por un orden natural, conside-
rando que los límites naturales vendrían dados por la agricultura, la cual Malthus veía
–al igual que los fisiócratas y contrario a Smith– como la única fuente de riqueza.43
David Ricardo –amigo y rival intelectual de Malthus– también dejó algunas in-
tuiciones sobre el vínculo entre Naturaleza y economía. En sus Principios de economía
política y tributación (1817), Ricardo planteó que los salarios y las ganancias en térmi-
nos agregados son limitados por la Naturaleza, en concreto por las cosechas anua-
les.44 Asimismo –siguiendo en cierta medida a Jean-Baptiste Say y a Adam Smith–,
planteó que la tierra, el aire y el agua son “regalos de la Naturaleza”; sin embargo, a
diferencia de Smith, Ricardo planteó que la Naturaleza tiene un papel relevante en
la manufactura al brindarle energía, potencia mecánica y demás elementos de forma
“generosa” y “gratuita”.45 Por tanto, para Ricardo la Naturaleza igualmente adquiría
un mero papel de proveedora pasiva de insumos para la producción.
El enfoque de Ricardo sobre el papel de la Naturaleza también le llevó a
plantear que el pago de la renta de la tierra al terrateniente es una institución injusta
pues implicaría el pago a una minoría por un regalo del mundo natural; es más, la
41
Para un estudio detallado de la concepción de Malthus sobre la Naturaleza véase Chris-
tian Becker, Malte Faber, Kirsten Hertel y Reiner Manstetten, “Malthus vs. Wordsworth:
Perspectives on humankind, nature and economy. A contribution to the history and the
foundations of ecological economics”, Ecological Economics, vol. 53, núm. 3, 2005, pp. 301-
302 (pp. 299-310).
42
Ibid., p. 302. Es en este sentido que Malthus propuso su conocida intuición de que la
población crece en términos geométricos, mientras que los alimentos sólo lo hacen en
términos aritméticos. Por cierto, la contradicción entre poblacional y recursos naturales
para Malthus no sólo afectaba a la especie humana, sino que –en cierta forma– afectaría
a todas las especies de plantas y animales. Véase Margaret Schabas, The Natural Origins of
Economics, op. cit., p. 107.
43
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., pp. 107 y 110.
44
Ibid., p. 113.
45
Ibid., p. 114. Otro pensador clásico que pondría énfasis en el papel de la Naturaleza en la
manufactura, indicando incluso que dicho papel sería más importante que en la agricultu-
ra, fue el pensador John Ramsey McCulloch en Los principios de la economía política (1863).
Ibid., p. 122.
35
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
46
Véanse Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought. How natural resources
became an economic concept, Nueva York, Routledge, 2017; y Margaret Schabas, The Natural
Origins of Economics, op. cit., pp. 114-115.
47
Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 106. Jean-Baptiste
Say también destacaría la importancia del cultivo de los recursos naturales incluso para
sostener el progreso histórico de la civilización. Ibid., p. 96.
48
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 123.
49
Véase Earl Gammon, “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of
nature”, op. cit., p. 232.
36
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
que una “ciencia material”50 (esta idea sería relevante después, con el surgimiento de
la economía marginalista y neoclásica).
Paradójicamente, el mismo John Stuart Mill escribiría años más tarde su ensa-
yo Sobre la Naturaleza entre 1852-1853 (publicado póstumamente como uno de sus
tres Ensayos sobre la religión), mostrando fuertes cambios en su forma de entender a
la Naturaleza. En dicho ensayo Mill planteó una oposición directa a la perspectiva
tanto fisiócrata como de otros pensadores clásicos de que las sociedades deben se-
guir un “orden natural”; de hecho, para Mill aquella noción de que el ser humano
“debe seguir” el curso de la Naturaleza (o “La Providencia” o la “mano invisible”)
es “irracional” en tanto que precisamente la acción humana consiste en mejorar el
curso espontáneo de esa Naturaleza (curso que incluso sería “inmoral”).51 Es más,
en el ensayo Sobre la Naturaleza Mill elaboró toda una postura en donde la acción
humana prácticamente se encontraría encaminada a “enmendar”, “conquistar” y no
a “obedecer” a la Naturaleza.52
Si bien este último elemento sin duda trae a la memoria las posturas de Ba-
con y Descartes (quienes veían al progreso casi como el torturador mismo de la
Naturaleza), cabe reconocer también que John Stuart Mill53 brindó unas primeras
reflexiones sobre lo que hoy se conoce como una economía estacionaria, que pueden
ser vistas como antecedentes del actual pensamiento decrecentista (del cual habla-
remos más adelante).
Pero a pesar de estos antecedentes, la perspectiva de Mill sobre la Naturaleza
aceleraría la “desnaturalización” de la economía política, proceso que concordaba con
el antropocentrismo que se consolidaba con el apogeo del Iluminismo en Occiden-
te.54 Incluso se podría pensar que esa oposición entre acción humana y Naturaleza
sugerida por Mill –junto con la idea de que la economía es una “ciencia mental” y
no una “ciencia material”– abriría las puertas a un estudio de la economía de forma
totalmente separada del mundo natural.55
50
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 127.
51
Earl Gammon,“Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”,
op. cit., 235.
52
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., pp. 129-131.
53
John Stuart Mill, Principles of Political Economy with Some of Their Applications to Social Phi-
losophy, University of Toronto Press, 1848.
54
Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 181.
55
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 133.
37
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Posterior a los clásicos, el pensamiento económico tomó –al menos– dos grandes ca-
minos en cuanto a su interpretación sobre la Naturaleza. Uno corresponde a la crítica
de la economía política elaborada por Karl Marx, el otro, en cambio, comprende a los
pensadores marginalistas, quienes construirían las bases para el surgimiento de la econo-
mía neoclásica tomando –a conveniencia– varias enseñanzas clásicas.
Respecto a Karl Marx –sin negar su afiliación raizal entre los cultores del pro-
greso sobre todo en sus etapas juveniles y de mediana edad– la visión que plantea
sobre la Naturaleza en su crítica a la vieja economía política fisiócrata-clásica es más
compleja.56 Uno de los primeros elementos con los que Marx incluye a la Naturale-
za en su análisis se lo encuentra en sus Cuadernos de París, concretamente en los lla-
mados Manuscritos económico-filosóficos (1844). En dichos manuscritos se plantea que
Humanidad y Naturaleza conforman una unidad que es trastocada por el proceso
de alienación del trabajo, así como por la mercantilización de la propia Naturaleza.57
Asimismo, Marx indicaría que la primera condición objetiva del trabajo y su presu-
puesto material es la Naturaleza. Incluso plantearía que la Naturaleza es el “cuerpo
inorgánico” del trabajador (entendiéndose como una extensión de su cuerpo or-
gánico); por tanto, al darse la alienación del trabajo y separarse al productor de sus
condiciones de producción, la unidad Naturaleza-Humanidad se trastoca y emerge
un mundo cosificado ajeno al control humano. Semejante trastocamiento se da en
el capitalismo, modo de producción que implica la negación histórica de la relación
entre seres humanos y Naturaleza.58
56
Entre las referencias a considerar para entender la perspectiva de Marx sobre la Natura-
leza está el libro de Paul Burkett, Marx and Nature: A red and green perspective, Nueva York,
Palgrave, 1999. Igualmente cabe citar a John Bellamy Foster, Marx’s Ecology: Materialism
and Nature, Nueva York, Monthly Review Press, 2000. Buena parte del análisis de Marx
presentado en este artículo se sustenta en el libro de Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism:
Capital, Nature and the Unfinished Critique of Political Economy, Nueva York, Monthly Re-
view Press, 2017.
57
Tal crítica sería reiterada por Marx en el caso concreto de la mercantilización de la tierra
durante la transición entre feudalismo y capitalismo, como se puede leer en su Miseria de
la filosofía (1847).
58
Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism..., op. cit., cap. 1.
38
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
Según Kohei Saito, en Marx la alienación del trabajo muestra cuatro formas:
factible una lectura desde la subsunción formal del trabajo en el capital (donde el trabajador
individual deja de trabajar para sí mismo y se subsume formalmente al capitalista) y la
subsunción real (en la cual el trabajador se subsume a la cooperación, la división del trabajo
y demás condiciones de producción impuestas de forma específica por el capital).Véanse
los extractos de Marx, La tecnología del capital. Subsunción formal y subsunción real del proceso
de trabajo al proceso de valorización (selección y traducción de Bolívar Echeverría), Barcelo-
na, Ítaca, 1861-1863. Así, se podría plantear una subsunción de la Naturaleza (y la vida en
general) en el capital. Agradecemos a Jürgen Schuldt por hacernos esta sugerencia, la cual
desarrollaremos con mayor profundidad a futuro.
39
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
60
Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism..., op. cit., cap. 1. Algunos de los posibles pensadores
que influyeron en la concepción de Marx sobre el “metabolismo”, a criterio de Saito, son
Roland Daniels, Justus von Liebig y Wilhelm Roscher, quienes incluso habrían planteado
algunas intuiciones de dicho concepto en la economía política.
40
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
61
Ibid., cap. 2; para un análisis detallado del “metabolismo” de Marx en el tomo I de El capital,
véase capítulo 3.
62
John Bellamy Foster, Marx’s Ecology: Materialism and Nature, op. cit., p. 212.
41
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Las intuiciones del “metabolismo” entre Humanidad y Naturaleza sugeridas por Marx
desde un enfoque crítico al capitalismo –y a la vieja economía política– fueron deja-
das de lado,63 así como se abandonó prácticamente toda su crítica de la economía política.
En particular, con la “revolución marginalista”, el pensamiento económico “borró”
cualquier huella dejada por Marx y adquirió respecto a la Naturaleza un enfoque que
más bien continuaría con la “desnaturalización” de la economía que, en cierta me-
dida, quedó sembrado en el planteamiento clásico, sobre todo con John Stuart Mill.
Un ejemplo de cómo el pensamiento económico de la corriente principal se
decidió por Mill en vez de Marx es el trabajo del marginalista William Stanley Jevons.
De forma peculiar, antes de profundizar su teoría económica, en La cuestión del carbón
(1865) Jevons planteó que la creciente eficiencia en el uso de recursos naturales limi-
tados no reduce su consumo, sino que más bien lo incrementa (como podía verse en
el uso del carbón hecho por Inglaterra a mediados del siglo XIX). Tal resultado, que
muchas veces suele nombrarse como la “paradoja de Jevons”, ha llevado a ver a este
autor como un potencial precursor del estudio de la sostenibilidad en el consumo
Marx, para quien el “capital” puede entenderse en cierta medida como un almacenamien-
to de fuerzas naturales –incluyendo al trabajo– enfocado a los procesos de producción en
el largo plazo. Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 203.
42
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
de recursos naturales; sin embargo, Jevons creía que el completo agotamiento de las
minas de carbón inglesas era imposible y más bien se preocupó del problema de
costos crecientes generados por la explotación de una mayor cantidad de minas.64
Por su parte, en La teoría de la economía política (1871) Jevons plantearía un en-
foque en donde los fenómenos económicos terminarían dependiendo enteramente
de cuestiones mentales (en particular de aquella percepción subjetiva denominada
utilidad marginal, vista como un balance entre placeres y dolores del consumo de una
unidad adicional de un bien), dejando de lado la relevancia del mundo natural ma-
terial (es ahí donde conectaría con Mill).65
Respecto a la riqueza, Jevons se apartaría de fisiócratas y clásicos al sugerir que
la misma no tiene un origen natural –ni en la agricultura ni en ninguna otra activi-
dad concreta– sino que se ubicaría en los deseos e ingenuidad de la mente humana,
mientras que la Naturaleza sólo actuaría como una restricción externa. Asimismo,
Jevons planteó que la “obediencia ciega al impulso de la Naturaleza” correspondía
a “razas inferiores” y hasta era incompatible con “La Providencia” (paradójicamen-
te tal religiosidad en Jevons lo alejaría de Mill). Es más, hay indicios para creer que
la religión tuvo un papel importante en la teoría económica marginalista de Jevons
e incluso en el uso que él hizo de la matemática como una forma de determinar
las leyes definidas en el plan de un “ser superior”, a las cuales sólo podría accederse
aplicando el lenguaje matemático a la dinámica de la mente humana, abstrayéndose
de la Naturaleza. Es decir, Jevons rompió con la idea de una economía regida por un
orden natural y planteó los inicios de una economía regida por un mercado guiado
por utilidades (marginalismo), y en donde la Naturaleza se vuelve un mero recurso
que puede explotarse según los requerimientos de ese mercado.66
Varios pensadores continuaron y profundizaron los planteamientos de Jevons, in-
cluyendo su intento de matematizar la economía fundándose en elementos psicológicos
64
Véase Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., pp. 204-207.
Como curiosidad se puede agregar que William Stanley Jevons, en Sun-Spots and Com-
mercial Crises (1879), plantearía algunos vínculos peculiares entre el ciclo económico y
la Naturaleza, como la idea de que las caídas en el mercado causadas por problemas en
las cosechas agrícolas estarían inducidas por manchas solares. Earl Gammon, “Nature as
adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”, op. cit., p. 237.
65
Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., p. 136.
66
Earl Gammon,“Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”,
op. cit., pp. 236-239.
43
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Desde la reseña sobre la Naturaleza en los inicios del pensamiento económico que
se acaba de presentar, se nota que la ruptura de la vieja economía política fisiócrata
clásica con los planteamientos de Marx degeneró en el surgimiento de una “ciencia
económica” de raíces marginalista-neoclásicas que no sólo ocultó el carácter político
de la economía.También implicó el ocultamiento –tanto teórico como práctico– del
vínculo entre Naturaleza y seres humanos (reflejo de la deformación de la ancestral
lucha de los seres humanos por sobrevivir, que tuvo lugar en especial con la conso-
lidación del antropocentrismo como pieza clave de la Modernidad).70
Dicha ruptura tuvo como perdedor, dentro del pensamiento económico, al
planteamiento del “metabolismo social-natural”; y como ganador, a un enfoque
67
Otro par de autores que cabe mencionar en este punto son Francis Ysidro Edgeworth y
Philip Henry Wicksteed. Véase Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit.,
pp. 136-137.
68
Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía...”,
op. cit., p. 48.
69
Citado en Nathaniel Wolloch, Nature in the history of economic thought..., op. cit., p. 208.Véase
también Margaret Schabas, The Natural Origins of Economics, op. cit., pp. 138-139.
70
Véase Alberto Acosta, “Los derechos de la Naturaleza. Fundamentos para otra economía”,
Revista voces en el Fénix, año 5, núm. 37, 2014, pp. 13-19 [http://www.vocesenelfenix.
com/sites/default/files/pdf/12_2fenix37%20baja.pdf].
44
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
71
Para varias referencias que permiten avanzar en la revisión del papel de la Naturaleza en
el pensamiento económico moderno y contemporáneo véase Nathaniel Wolloch, Nature
in the history of economic thought..., op. cit., pp. 252-253, nota 60. Igualmente merece men-
ción el trabajo de recuperación del concepto de “metabolismo” de Joan Martínez-Alier,
“Marxism, Social Metabolism, and Internacional Trade”, en Alf Hornborg, John Robert
Mcneill y Joan Martínez-Alier (eds.), Rethinking Environmental History. World-System His-
tory and Global Environmental Change, Lanhan, Altamira Press, 2007, pp. 221-237. Respecto
a los intentos contemporáneos de rejuntar a la economía y la Naturaleza también se reco-
mienda revisar el proyecto Mapping the Interplay between Nature & Economy (MINE) [http://
nature-economy.de/].
72
Más allá de las opiniones de los negacionistas del cambio climático, el hecho de que
la actividad humana provoca el reciente calentamiento global es aceptado por la gran
mayoría de la comunidad científica. Para muestra del nivel de consenso científico al
respecto véase John Cook et al., “Consensus on consensus: a synthesis of consensus esti-
mates on human-caused global warming”, Environmental Research Letters, vol. 11, núm. 4,
2016 [https://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/11/4/048002/meta].
73
Véase Lijing Cheng et al., “2018 Continues Record Global Ocean Warming”, Advances
in Atmorpheric Sciences, vol. 36, 2019, pp. 249-252 [https://link.springer.com/content/
pdf/10.1007%2Fs00376-019-8276-x.pdf].
74
Véase Josu Lapresa, “¿Nos acercamos a la sexta extinción?”, El País, 4 de mayo de 2018
[https://elpais.com/elpais/2018/05/04/planeta_futuro/1525430276_043703.html].
75
Véase Jonathan Watts, “El suministro mundial de alimentos está seriamente amenazado
debido a la pérdida de biodiversidad”, The Guardian, 2 de marzo de 2019 [http://www.
rebelion.org/noticia.php?id=253118].
45
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
76
Al respecto véase estudio citado en Miguel Ángel Criado, “El cambio climático está detrás
de la última oleada de refugiados a Europa”, El País, 23 de enero de 2019 [https://elpais.
com/elpais/2019/01/23/ciencia/1548236630_898115.html].
77
Sobre el tema véase estudio citado en Giovanni Ortaloni, “Un estudio vincula los paraísos
fiscales y la deforestación de la Amazonía brasileña”, Rebelion.org, 22 de enero de 2019
[http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251561].
78
Sobre el tema, véase Eduardo Gudynas, “Corrupción, extractivismo y daño ambiental: una
íntima asociación”, Ambiental.net, 14 de abril de 2016, Centro Latinoamericano de Eco-
logía Social (CLAES) [http://ambiental.net/2016/04/corrupcion-extractivismos-y-dano-
ambiental-una-intima-asociacion/]; y “Corrupción y extractivismos: mutuamente asocia-
dos”, 27 de diciembre de 2016, Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES)
[http://ambiental.net/2016/12/corrupcion-y-extractivismos-mutuamente-asociados/].
Igualmente recomendamos el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “Cruda
realidad. Corrupción, extractivismos, autoritarismo”, Rebelion.org, 17 de agosto de 2017
[http://www.rebelion.org/docs/230588.pdf].
79
Como una muestra se recomienda la nota publicada por Acción Ecológica, “El modelo
extractivista y la violencia contra las mujeres”, 29 de enero de 2019 [http://www.biodi-
versidadla.org/Noticias/El-modelo-extractivista-y-la-violencia-contra-las-mujeres].
80
Segú un informe de FrontLine Defenders, 274 líderes ambientalistas fueron asesinados en
2018. Al respecto véase Rosa Tristán, “Un año funesto: 274 asesinatos de líderes ambienta-
listas”, Other News, 21 de enero de 2019 [http://www.other-news.info/noticias/2019/01/
un-ano-funesto-274-asesinatos-de-lideres-ambientalistas/].
81
Para una discusión tanto del concepto de extractivismo como de su impacto socioterrito-
rial en el contexto latinoamericano reciente se recomienda el libro organizado por Marta
Inez Medeiros et al., Perspectivas de Naturaleza. Epistemologias Negócios de Naturaleza e Amé-
rica Latina, São Paulo, Annablume Editora, 2018 [https://www.academia.edu/37591633/
El_extractivismo_como_eco-r%C3%A9gimen_m%C3%BAltiples_%C3%A1mbitos_y_
escalas_de_su_impacto_socio_territorial_2018_].
46
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
mentístico, por un lado; y el peligro nuclear, por otro.82 Y todo esto como parte de
la “civilización del desperdicio”, como brillantemente lo demostró Jürgen Schuldt.83
Justamente en contra de la mercantilización de la Naturaleza que la “ciencia
económica” ve como aceptable y cuyos efectos desastrosos acabamos de mencionar,
es que también emergen los Derechos de la Naturaleza como una negación de la mer-
cantilización voraz del mundo natural en beneficio de la acumulación del capital.Y
esta emergencia se da en un proceso de mestizaje con los saberes indígenas que consi-
deran a la Madre Tierra como una verdadera madre y no como una simple metáfora.
Un precedente llamativo sobre estos derechos es el trabajo de Christopher
Stone,84 donde plantea que los objetos y áreas naturales deberían tener derechos le-
gales bajo el argumento de que históricamente la ley ha progresado confiriendo de-
rechos a personas o entidades que previamente se consideraban “incapaces” o “no
merecedores” de éstos85 (recordar que cada ampliación de derechos, p.ej. emancipa-
ción de los esclavos o la extensión de los derechos a los afroamericanos, a las mujeres
y a los niños y niñas, fueron en su momento consideradas absurdas y fueron ganadas
por medio de la lucha política).
Posterior al trabajo de Stone (1972), el estudio de los derechos de la Natura-
leza ha captado la atención de múltiples pensadores.86 Igualmente, desde 1972, lue-
go del informe Meadows, “Los límites del crecimiento”, la preocupación por la
Naturaleza se ha difundido en el planeta,87 aunque varias propuestas globales (p.ej.
82
Sobre cuán latente sigue siendo dicha amenaza véase María R. Sahuquillo, “Rusia fa-
bricará nuevos misiles hipersónicos terrestres tras el abandono de Estados Unidos de
un tratado nuclear clave”, El País, 2 de febrero de 2019 [https://elpais.com/internacio-
nal/2019/02/02/actualidad/1549099806_169277.html].
83
Recomendamos el libro de Jürgen Schuldt, Civilización del desperdicio. Psicoeconomía del
consumidor, Lima, Universidad del Pacífico, 2013 [http://repositorio.up.edu.pe/bitstream/
handle/11354/956/SchuldtJ%C3%BCrgen2013.pdf?sequence=5&isAllowed=y].
84
Véase Christopher Stone, “Should trees have standing? Toward legal rights for natural
objects”, Southern Carolina Law Review, núm. 45, 1972, pp. 450-501.También se recomien-
da el libro de Stone, Should Trees Have Standing? Law, Morality, and the Environment, Oxford,
Oxford University Press, 2010.
85
Para una síntesis del artículo “Should trees have standing?...”, de Christopher Stone, se re-
comienda la reseña de Joe Perkins [https://www.princetonindependent.com/issue01.03/
item10d.html].
86
Una breve lista de referencias sobre reflexiones de los derechos de la Naturaleza puede
encontrarse en el artículo ya citado de Alberto Acosta, “Construcción constituyente de los
derechos de la Naturaleza...”, op. cit.
87
Véase Ulrich Grober, Die Entdeckung der Nachhaltigkeit..., op. cit.
47
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
acuerdos de Kioto, de París y demás cumbres climáticas) han fracasado. Más bien los
ejemplos notables donde los derechos de la Naturaleza alcanzaron mayor relevancia
son la consagración de dichos derechos en la Constitución de Ecuador en 2009, y
la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, expedidos en abril de
2010 en Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia. Ambos casos inspirados en airados recla-
mos y aportes del mundo indígena (en particular, su profunda visión sobre la Pacha
Mama), significaron una ruptura respecto al derecho convencional al reconocer a la
Naturaleza como sujeto de derechos.
Por ejemplo, en el artículo 71 de la Constitución ecuatoriana –aprobada ple-
biscitariamente en 2008– se puede leer lo siguiente:
La Naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida tiene derecho a que
se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos
vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, pueblo,
o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos
de la Naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observarán los principios
establecidos en la Constitución, en lo que proceda.
48
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
tanto por la evidencia de que la Tierra podría verse como un superorganismo vivo
complejo, como por la visión cosmológica que asume a la Tierra y a la vida como
momentos de la evolución del Universo. Aquí emerge como eje fundamental el
principio de la relacionalidad: todo tiene que ver con todo, en todos los puntos y en
todas las circunstancias, uno de los puntos esenciales de la cosmovisión indígena.88
Implícitamente, tras esta visión se puede intuir el espíritu de la noción de “me-
tabolismo social-natural” antes mencionada y que, recordemos, fue renegada por la
economía de la corriente principal. Este punto es medular pues es la base que per-
mite argumentar que, por medio del reconocimiento de los derechos de la Natu-
raleza, es factible enfrentar –y hasta negar– la mercantilización natural tan anhelada
por la acumulación capitalista (a la vez que se busca rescatar el “derecho a la exis-
tencia” de los propios seres humanos desde la convivencia armónica entre el mun-
do social y el natural).
La negación que hacen los derechos de la Naturaleza a la mercantilización
natural es crucial cuando el planeta es amenazado por una crisis ambiental sin pre-
cedentes, provocada por las exclusiones, desigualdades y destrozos propios de la acu-
mulación capitalista (que tiene al crecimiento económico sin límites como religión
imperante). Para instrumentar efectivamente dichos derechos sin duda se requiere
cuestionar la institucionalidad vigente, cuestionar las diferentes formas de organiza-
ción de las sociedades contemporáneas y, en especial, cuestionar a la propia “ciencia
económica” y la ruptura que ésta ha instaurado entre seres humanos y Naturaleza.
88
Alberto Acosta, “Los derechos de la Naturaleza. Fundamentos para otra economía”, op. cit.,
p. 19.
49
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
económicas, recogiendo de éstas sólo aquello que garantice la vida en armonía entre
los seres humanos y de éstos con la Naturaleza”.89 En otras palabras:
Podemos ver a la post-economía como [un pensamiento social que, desde la crítica a
las “ciencias económicas”, contribuya a la transición hacia el pluriverso y que, entre
otras cosas, permita construir] una economía [una política, una cultura, una ideología,
y demás dimensiones sociales necesarias] para otra civilización, que no se sostenga más
en el antropocentrismo, ni en ningún otro centro que no sea la vida misma. Tal post-
economía no es una anti-economía; al contrario, la post-economía debe aceptar que
las sociedades necesitan de la producción, distribución, circulación y consumo para re-
producir su vida material y social (recuperando las raíces de la [crítica a la vieja]90 eco-
nomía política y de la ecología política). Sin embargo, tales procesos deben regirse por
una racionalidad humanista y socioambiental, y no por la racionalidad del capital ni por
la racionalidad del progreso, un “huracán” que debe superarse según Walter Benjamin.
Al construir tal enfoque sin centros diferentes a la vida misma, la post-economía debe
aceptar que todos los seres tienen igual valor ontológico sin importar ni su “utilidad”
ni el “trabajo” requerido para existir (liberándose así de las nociones de valor de uso
y de cambio, vistas apenas como punto de partida pero no de llegada de la reflexión
económica); asimismo debe reconocer que toda vida humana tiene igual valor, indis-
tintamente del trabajo que la suerte decida para cada uno, a más de reconocer valores
no-instrumentales en lo no-humano.91
Mencionemos algunos de esos principios que podrían ser la base de la post-economía
[y, por tanto, ayude en la transición hacia el]: pluriverso solidaridad, reciprocidad, com-
plementariedad, relacionalidad, correspondencia, responsabilidad, integralidad (todos
los seres vivos somos necesarios), sustentabilidad, suficiencia (y también la eficiencia,
pero visualizada en términos de comunidad y no en función del capital o el poder),
diversidad e identidad cultural, equidades.Y todo esto para garantizar la vida digna de
humanos y no humanos; un proceso inmerso en una permanente radicalización de
la democracia en todos los ámbitos de la actividad humana, sin marginar para nada el
económico.92
89
Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía...”,
op. cit., p. 51.
90
En este punto agradecemos nuevamente a Jürgen Schuldt, quien nos ayudó notablemente
a perfilar de mejor forma nuestra propuesta de post-economía, la cual –paradójicamen-
te– aún posee varios elementos economicistas –y varias contradicciones internas– que
necesitamos seguir superando. Como todo pensamiento que intenta adquirir vida propia,
la (re)construcción de este enfoque es permanente.
91
Ibid., pp. 51-52.
92
Ibid., p. 53.
50
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
93
Ashish Kothari, Federico Demaria y Alberto Acosta, “Buen Vivir, Degrowth and Eco-
logical Swaraj: Alternatives to sustainable development and the Green Economy”, 2014,
Development 57.3/4 Inequalities [http://www.palgrave-journals.com/development/
journal/v57/n3-4/full/dev201524a.html].
94
Eduardo Gudynas impulsa este debate desde hace algunos años. Como una de sus tantas
aproximaciones al tema podemos consultar su texto “Ciudadanía ambiental y meta-ciuda-
danías ecológicas. Revisión y alternativas en América Latina”, en Javier Reyes Ruiz y Elba
Castro Rosales (comps.), Urgencia y utopía frente a la crisis de civilización, México, 2009 [http://
www.gudynas.com/publicaciones/GudynasCiudadaniasMetaciudadaniasMx09x2.pdf].
51
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
95
Al respecto véase Maristella Svampa, “Zoópolis: los animales, ¿nuestros conciudadanos?”,
Nueva Sociedad [http://nuso.org/articulo/animales-derechos-sociedad-moral-politica/],
reflexión de Svampa sobre el libro de Sue Donaldson y Will Kumlicka, Zoopolis. Una teoría
política para los derechos de los animales.
96
“Para superar los estrechos límites de la disciplinariedad que agobian a las “ciencias eco-
nómicas” y a las otras “ciencias sociales” no bastan la interdisciplinariedad y multidiscipli-
nariedad, se precisa transitar hacia la transdisciplinariedad abordando la complejidad del
mundo desde un pensamiento complejo”. Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las
‘ciencias económicas’ a la post-economía...”, op. cit., p. 55, nota 51.
97
La cuestión de las transiciones –en plural– es clave. Hay que trabajar desde territorios y
realidades concretas en temas específicos. A este respecto, a modo de ejemplo podemos
mencionar los interesantes esfuerzos realizados por Eduardo Gudynas y Gerardo Honty,
en Cambio climático y transiciones al Buen vivir. Alternativas al desarrollo para un clima seguro,
Uruguay, Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES), 2014; información adicio-
nal en el portal del CLAES: transiciones.org alternativas al desarrollo [http://transiciones.org/].
98
Aquí amerita hacer mención del aporte de Aníbal Quijano, Cuestiones y horizontes: de la
dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder, Buenos Aires, Clacso,
2014 [http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20140424014720/Cuestionesyhorizon-
tes.pdf].
52
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
99
Es basta la experiencia en esta materia en diversas partes del planeta, en particular en Amé-
rica Latina. La lista de autores y autoras que abordan esta cuestión es muy larga; podríamos
mencionar a José Luis Coraggio, Franz Hinkelammert, Paul Siger, JeanLouis Laville, Luiz
Inacio Gaiger, entre otras personas. Por esa razón destacamos apenas un trabajo que nos
parece clave para adentrase en esta materia: José Luis Coraggio, Economía social y solidaria.
El trabajo antes que el capital, Alberto Acosta y Esperanza Martínez (eds.), Quito, serie Debate
Constituyente, Ediciones Abya-Yala, 2011.
100
Hay varias personas que abordan esta cuestión, entre otras, Silvia Federici, Natalia Quiroga
Díaz, Verónica Gago, Yayo Herrero, Amaia Pérez Orozco, Carmen Diana Deere, Mertxe
Larrañaga Sarriega, Yolanda Jubeto Ruiz, Corina Rodríguez Enríquez. De suerte que la
cantidad de aportes potentes en este campo crece diariamente, basta mencionar el libro
de Amalia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de Sueños,
2019.
101
Bruno Latour, Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica, Buenos Aires, Siglo
XXI Editores, 2007.
53
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
102
José Manuel Naredo, Luces en el laberinto. Autobiografía intelectual, Madrid, Catarata, 2009.
103
Enrique Leff, Saber ambiental. Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder, México, Siglo
XXI Editores, 1998.
104
Godofredo Stutzin, “Un imperativo ecológico: reconocer los derechos de la naturale-
za”, Ambiente y Desarrollo, vol. I, núm. 1, pp. 97-114,1984 [https://opsur.files.wordpress.
com/2010/10/imperativo-ecologico.pdf], fecha de consulta: 31 de mayo de 2012.
105
José Manuel Naredo, “La ideología económica en la historia y el medio ambiente. Claves
para un cambio de paradigma”, 2017 (mimeo).
54
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
106
Friedrich Engels en carta a Albert Lange, 29 de marzo de 1865.
107
Sobre esta cuestión véase Jorge Veraza, Subsunción real del consumo al capital. Dominación
fisiológica y psicológica en la sociedad contemporánea, México, Ítaca, 2009.
108
En el sentido planteado por Karel Kosik, La dialéctica de lo concreto, México, Grijalbo, 1967.
109
Para profundizar en el estudio de la unidad económico-natural véase Nicholas Georges-
cu-Roegen, La Ley de la Entropía y el proceso económico, Fundación Argentaria, 1971.
110
Alberto Acosta y Ulrich Brandt, Salidas del laberinto capitalista. Decrecimiento y postextractivis-
mo, Quito, Fundación Rosa Luxemburg, 2018 [https://www.rosalux.org.ec/pdfs/Libro-
Salidas-del-Laberinto.pdf].
55
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
111
Ulrich Brand y Markus Wissen, Imperiale Lebensweise. Zur Ausbeutung von Mensch und Natur
in Zeiten des globalen Kapitalismus, Múnich, Oekom Verlag, 2017.
112
Alberto Acosta y Ulrich Brandt, Salidas del laberinto capitalista..., op. cit.
113
En una carta abierta al ministro de Economía de Chile, 4 de diciembre de 2001, Max-
Neef escribió: “Si me dedico, por ejemplo, a depredar totalmente un recurso natural, mi
economía crece mientras lo hago, pero a costa de terminar más pobres. En realidad, la
gente no se percata de la aberración de la macroeconomía convencional que contabiliza
la pérdida de patrimonio como aumento de ingreso. Detrás de toda cifra de crecimiento
hay una historia humana y una historia natural. Si esas historias son positivas, bienvenido
sea el crecimiento, porque es preferible crecer poco pero crecer bien, que crecer mucho
pero mal”. Manfred Max-Neef, “Carta abierta al ministro de Economía de Chile”, 4 de
diciembre de 2001.
114
Para mayores detalles sobre decrecimiento véanse, entre otros, Serge Latouche, Decrecimien-
to y posdesarrollo: el pensamiento creativo contra la economía del absurdo, Barcelona, Icaria, 2009;
Niko Paech, Befreiung vom Überfluss, Múnich, Oekom Verlag, 2012; Tim Jackson, Prosperity
without growth: Foundations for the Economy of Tomorrow, Londres, Routledge, 2017. El debate
sobre el decrecimiento se enriquece con aportes desde diversas lecturas, como muestra
véase Giacomo D’Alisa, Federico Demaria, Giorgios Kallis (eds.), Decrecimiento.Vocabulario
para una nueva era, Barcelona, Icaria, 2015.
115
Entre otras aproximaciones al tema, a más de las varias reflexiones sobre el Buen Vivir,
mencionamos el aporte de Pirre Rahbi, Hacia la sobriedad feliz, Madrid, Errata Natrae,
2013.
56
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
dable que sólo existan derechos humanos. Es más, tanto estos últimos como los de la
Naturaleza, deberían ser elemento de un solo gran sistema de Derechos Universales
en donde el objetivo crucial sea la defensa de la vida en todas sus formas, así como
la defensa de toda forma de existencia que permite mantener la armonía humano-
natural. Una defensa en donde ni la fuerza de trabajo ni la Naturaleza vuelvan a re-
ducirse al mundo fetiche de las mercancías.
Aunque todos estos elementos pueden parecer lejanos, hay acciones concre-
tas que nos pueden acercar a esa desmercantilización de toda la realidad social y na-
tural, aspirada por la post-economía que aquí proponemos. Entre dichas acciones
–muchas en marcha en diversos rincones del planeta– se encuentran: la desprivati-
zación del agua, como manda la Constitución ecuatoriana; la restricción a los cul-
tivos transgénicos y la eliminación de la dependencia de los campesinos a paquetes
de cultivos de trasnacionales, otro mandato constitucional por cierto; la desmateria-
lización y mayor eficiencia de los procesos productivos; la consolidación de la sobe-
ranía alimentaria y energética desde respuestas locales y comunitarias; la transición
hacia el uso de energías limpias y renovables; y la lista de tareas continúa... Una lista
que, dejémoslo claro, será totalmente estéril si sus elementos no se llegan a articular
–sin ninguna forma de imposición autoritaria– en el proyecto común de construir
una civilización poscapitalista y derribar al capital: un poder que busca más poder a
partir de la permanente explotación a la fuerza de trabajo y a la Naturaleza por vías
mercantiles y dinerarias.
Por cierto, estas acciones no pueden caer en la trampa ni del “desarrollo sus-
tentable” ni del “capitalismo verde” con su brutal práctica del mercantilismo am-
biental (ejemplificado en el deficiente mercado de derechos de emisión de dióxido
de carbono). La tarea no consiste en volver “verde” al capital, sino en superar al ca-
pital, superar su civilización de la desigualdad –en palabras de Joseph Schumpeter–
y construir una nueva civilización. Asimismo, no podemos caer en la fe ciega en la
ciencia y la técnica, las cuales deberán reformularse para garantizar el respeto tanto
de los derechos humanos como de los derechos de la Naturaleza. El avance cientí-
fico-técnico no puede continuar regido por la lógica de la acumulación capitalista.
Así, si se desea reconstruir el “metabolismo social-natural”, tampoco se puede seguir
ahondando la marginación a pueblos y comunidades (quienes cada vez ven más leja-
na la posibilidad de acceder a la punta del avance tecnológico). En definitiva, ciencia
57
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
116
Véase Alberto Acosta, “Buen Vivir, plurinacionalidad y derechos de la Naturaleza en el
debate constituyente”, Rebelion.org, 4 de octubre de 2018 [http://www.rebelion.org/no-
ticia.php?id=247244]. La discusión sobre la plurinacionalidad es amplia en Bolivia y, en
menor medida, en Ecuador. De una larga lista, se podrían recomendar los aportes de Boa-
ventura de Sousa Santos, Aníbal Quijano y Raúl Prada Alcoreza, entre otros.
117
Se recomienda la propuesta para conformar un tribunal Internacional de Arbitraje de las
Deudas Soberanas de Óscar Ugarteche y Alberto Acosta, “Global Economy Issues and the
International Board of Arbitration for Sovereign Debt (IBASD)”, El Norte, Finnish Journal
of Latin American Studies, núm. 2 (diciembre), 2007. Los elementos fuerza de esta iniciativa
ya han sido debatidos y aprobados en el seno de la Organización de las Naciones Unidas,
aunque con el esperado rechazo de las grandes potencias beneficiarias de estas estructuras
inequitativas en el ámbito financiero internacional.
118
Óscar Ugarteche, Arquitectura financiera internacional: una genealogía de 1850-2008, México/
Madrid, Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM/Akal, 2018.
119
Al respecto recomendamos revisar el texto de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “Ins-
tituciones transformadoras para la economía global. Pensando caminos para dejar atrás el
capitalismo”, en VVAA, La osadía de lo nuevo. Alternativas de política económica, Quito, Edi-
ciones Abya-Yala/Fundación Rosa Luxemburgo, 2015, pp. 133-197 [https://rosaluxspba.
org/wp-content/uploads/2015/10/La-osad%C3%ADa-de-lo-nuevopdf.pdf]. Igualmen-
te recomendamos el artículo ya citado de los mismos autores “De las ciencias económicas
a la posteconomía”.
58
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
[...] caminar hacia el pluriverso,120 entendido como un mundo donde caben muchos
mundos, pero todos coexistiendo con dignidad, sin que la miseria y la explotación
asegure la dolce vita de pocos. Algo posible construyendo, sin dogmatismos, estrategias
que permitan alcanzar transiciones civilizatorias, generando así grandes transforma-
ciones. Necesitamos nuevos horizontes no más atados al crecimiento económico, al
“desarrollo”, al “progreso”; horizontes que superen el patriarcado, la explotación de
los seres humanos y la Naturaleza, la colonialidad, la acumulación de poder por me-
dio de la succión de la vida.121
120
Esta reflexión comienza a extenderse por el mundo, como se ve en el trabajo de Ashish
Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demnaria, Alberto Acosta. Pluriverse: A
Post-Development Dictionary, Authors Upfront and Tulika, Delhi, India, 2019.
121
Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía...”,
op. cit., p. 55.
59
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
La discusión planteada hasta el momento hace ver cuán crucial es alcanzar un mundo
en donde todas las dimensiones de la realidad social y natural sean desmercantiliza-
das. De hecho, en las sociedades contemporáneas hay ejemplos donde la desmercan-
tilización existe: la seguridad social y las prestaciones sociales; los servicios sociales
de educación, salud, transporte público, servicios financieros y demás asociados con
bienes públicos y comunes no mercantilizados; e incluso la administración del ho-
gar o de múltiples comunidades, donde las relaciones económicas se mueven por un
sentido completamente distinto al lucro.
Un ejemplo de verdad aleccionador sobre cómo construir la economía desde
relaciones distintas a las mercantiles se encuentra en el mundo indígena andino y
amazónico, heredero de las prácticas de múltiples pueblos y nacionalidades ancestra-
les.Varias comunidades indígenas, tanto aquellas que han sobrevivido al embate de la
modernidad capitalista, las que han resuelto vivir al margen de ésta, e incluso las que
han empezado a “sucumbir”, poseen prácticas vivenciales que apelan a principios
de vida propios del Buen Vivir (o, mejor dicho, de los Buenos Convivires), en donde
los seres humanos buscan la armonía tanto consigo mismos como con la Naturaleza.
Si bien la literatura disponible no muestra un consenso sobre las conceptua-
lizaciones de las prácticas económicas y sociales de las comunidades indígenas, que
en ningún caso pueden ser romantizadas, sus raíces permiten al menos intuir cómo
dichas comunidades conciben el vínculo entre seres humanos, como parte integral
60
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
de la Pacha Mama.122 Para ver esto, basta mencionar algunos ejemplos de relaciona-
miento económico propios del mundo indígena:123
122
Véase Alberto Acosta, “El Buen Vivir como alternativa al desarrollo. Algunas reflexiones
económicas y no tan económicas”, Política y Sociedad, vol. 52, núm. 2, 2015, p. 318 (pp.
299-330) [https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/viewFile/45203/46113].
123
Esta recopilación proviene originalmente de Alberto Acosta, El Buen Vivir. Sumak Kawsay,
una oportunidad para imaginar otros mundos. Barcelona, Icaria, 2013. Debemos insistir en
que estas ideas surgen del mundo indígena. Un mundo donde no prima la cultura escrita,
lo que limita la recuperación de sus visiones. Sin embargo, aquí –a más de algunos do-
cumentos del movimiento indígena, sobre todo de la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (Conaie), Proyecto político para la construcción del Estado plurinacional
e intercultural. Propuesta desde la visión de la Conaie, Quito, 2013– mencionamos un par de
aportes de indígenas importantes para la difusión de estas ideas, en el Ecuador: Carlos Vi-
teri Gualinga, “Visión indígena del desarrollo en la Amazonía”, Quito, 2000 (mimeo); en Bolivia:
Fernando Huanacuni Mamani, Vivir Bien/Buen Vivir. Filosofía, políticas, estrategias y experien-
cias regionales, La Paz, Convenio Andrés Bello/Instituto Internacional de Investigación/
CAOI, 2010. Un aporte en donde se hace una interesante recopilación del pensamiento
indígena sobre el tema es el de Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén García y
Nancy Deleg Guazha, Antología del pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay,
Universidad de Cuenca/Universidad de Huelva, 2014; en el que se recojen textos de Luis
Macas, Nina Pacri, Blanca Chancoso, Arirura Kowii, Luis Maldonado, entre otras personas.
Existen, por cierto, muchas contribuciones de quienes no necesariamente provienen del
mundo indígena, recordamos los trabajos de Atawallpa Oviedo Freire, Qué es el sumakaw-
say. Más allá del socialismo y capitalismo, Quito, 2011; Xavier Albo, “Suma qamaña = el buen
convivir”, OBETS. Revista de Ciencias Sociales, Alicante, 2009; Josef Estermann, Más allá de
Occidente. Apuntes filosóficos sobre interculturalidad, descolonización y el Vivir Bien andino, Quito,
Abya-Yala, 2015; Eduardo Gudynas, “Buen Vivir: sobre secuestros, domesticaciones, resca-
tes y alternativas”, en VVAA, Bifurcación del Buen Vivir y el sumak kawsay, Quito, Ediciones
Sumak, 2014; François Houtart, “El concepto del sumak kawsay (Buen Vivir) y su corresponden-
cia con el bien común de la humanidad”, Ecuador Debate, núm. 84, Quito, CAAP, 2011; Omar
Felipe Giraldo, Utopías en la era de la supervivencia. Una interpretación del Buen Vivir, México,
Editorial Ítaca, 2014. De la misma manera, debemos resaltar las importantes investigaciones
sobre el origen del concepto Buen Vivir de David Cortez; uno de sus aportes más destaca-
dos y recientes es “Sumak Kawsay, Buen Vivir y Cambio Climático. Genealogías”, en Sylvie
Nail (ed.), Cambio climático. Lecciones de y para ciudades de América Latina, 2016, pp. 143-173,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia.
61
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
62
naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición
corresponsabilidad y demás elementos que nada tienen que ver ni con el intercam-
bio de mercancías ni con el lucro.
Aunque varios de estos principios perduran en el mundo indígena contempo-
ráneo, muchas veces más como formas de supervivencia ante el olvido y la exclu-
sión de la modernidad capitalista, sin duda pueden volverse en extremo inspiradoras
en la construcción de la post-economía. Sin ánimo de forzar ninguna lectura, pare-
ce adecuado pensar que estas formas de relacionamiento social indígena sintonizan
con un “metabolismo social-natural” armónico, son respetuosas de los derechos de
la Naturaleza –aún sin siquiera conceptualizarlos– y hasta parecen concordar con
aquel principio postulado por Karl Marx en su Crítica al programa de Gotha (1875):
“de cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades”.
Es claro que estas formas de organizar la economía pueden tener complicacio-
nes en espacios más amplios, no comunitarios, peor aún si el capitalismo sigue siendo
dominante. Sin embargo, es claro que al juntar diferentes matrices de conocimiento
–tanto teórico como vivencial– emerge un gran potencial transformador civilizatorio.
Cuando Picasso pintaba sus grandes obras solía sobreponer varias perspectivas dife-
rentes de una misma imagen hasta crear un cuadro donde lo bello y lo abstracto se
juntan magistralmente. Si bien carecemos de la genialidad de semejante pintor, al me-
nos creemos que podemos usar su método para plantear una alternativa ante el sin-
sentido creado por la civilización del capital y su Jenofonte, las “ciencias económicas”.
Dicha alternativa la recogemos en la post-economía, una forma de pensamiento
para la transición, un paradigma, una concepción del mundo y de la vida, que –reite-
remos– “entierre a las mal llamadas ‘ciencias económicas’ y su pretensión ‘imperial’125
(por eso el uso del prefijo post) y que, junto con visiones y propuestas transdisciplinarias,
124
Para profundizar sobre este tema se recomienda consultar el libro de Ashish Kothari,
Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria, Alberto Acosta (eds.), Pluriverse. A Post-
Development Dictionary, India,Tulika Books, 2019. Hay ediciones en castellano en Ecuador:
Abya-Yala, Icaria; y en España: Icaria.
125
Sobre esta cuestión véase Alberto Acosta, “Las ciencias sociales en el laberinto de la eco-
nomía”, Polis. Revista Latinoamericana, núm. 41, Santiago de Chile, 2015 [https://journals.
openedition.org/polis/10917].
63
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
64
Naturaleza financiarizada: un análisis
de la mercantilización del agua en México
Resumen
El presente capítulo analiza la financiarización de los recursos naturales en las
economías periféricas, utilizando el caso de la gestión del agua en México. El tra-
bajo parte de la hipótesis de que la financiarización del medio ambiente trastoca
el binomio naturaleza/sociedad una vez que en el marco del capitalismo con-
temporáneo hay cambios esenciales en los siguientes aspectos: a) una modalidad
renovada de inserción asimétrica de los países latinoamericanos en el mercado
mundial, que se plasma en el fenómeno de financiarización subordinada combina-
da con la notable reprimarización de la pauta de exportaciones; b) efectos espe-
cíficos ligados al proceso de intensificación de la mercantilización, privatización,
acumulación por desposesión de los recursos hídricos; y c) flexibilización de la
legislación sobre el manejo del agua que permite o desregula el uso y aprovecha-
miento de los recursos hídricos en beneficio de agentes privados.
Palabras clave: financiarización, economías periféricas, recursos naturales, gestión
del agua, medio ambiente.
Introducción
65
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
66
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
1
Thomas Palley, “Financialization: What It Is and Why It Matters”, Levy Economics Insti-
tute of Bard College, Working Paper, núm. 525, 2007, pp. 1-31.
2
En este sentido, la financiarización incrementó la importancia del sector financiero sobre
el sector productivo y, por consiguiente, se ha presentado una continua transferencia de
ingresos del sector real al financiero. Ibid., p. 3.
3
Véase Thomas Palley, “Plenty of Nothing: The Downsizing of the American Dream and
the Case for Structural Keynesianism”, Princeton, Nueva Jersey, Princeton University
Press, 1998. Robert J. Gordon e Ian Dew-Becker, “Unresolved Issues in the Rise of
American Inequality”, trabajo presentado en el Brookings Panel on Economic Activity, Wash-
ington, D.C., 7 de septiembre de 2007. Franky Levy y Peter Temin, “Inequality and Insti-
tutions in 20th Century America”, Manuscript, MIT, 2007.
4
Es difícil encontrar cifras oficiales sobre la composición de la participación salarial que
muestren categóricamente el desnivel entre las remuneraciones de los CEO y la remune-
ración de los demás estratos de la clase trabajadora. Sin embargo, Lawrence Mishel, Jared
Bernstein y Sylvia Allegretto (“The State of Working America 2006/2007”, Ithaca, Nueva
York, Cornell University Press, 2007) encontraron que los salarios percibidos por la mitad
superior de la distribución salarial se incrementan en mayor medida relativamente a los
que se encuentran por debajo de esta división.
67
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
5
Özgür Orhangazi, “‘Financial’ vs. ‘Real’ An Overview of the Contradictory Role of Fi-
nance”, University of Massachusetts Amherst, Working Paper Series, 2011.
6
Óscar Ugarteche, Arquitectura financiera internacional: una genealogía (1850-2015), México,
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, 2018.
68
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
7
William Lazonick y Mary O’Sullivan, “Maximizing shareholder value: a new ideology for
corporate governance”, Economy and Society, vol. 29, núm. 1, 2000, pp. 13-35.
8
Stephen Ross, “The economic theory of agency: the principal’s problem”, American Eco-
nomic Review, vol. 63, 1973, pp. 134-139. Michael C. Jensen y William H. Meckling, “The-
ory of the firm: managerial behavior, agency costs, and ownership structure”, Journal of
Financial Economics, vol. 3, 1976, pp. 305-360.
69
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
9
Nuestro enfoque está inspirado en la noción centro-periferia del estructuralismo lati-
noamericano, de acuerdo con la cual un país periférico o subdesarrollado es aquel que
no ha desarrollado un sector industrial competitivo y, por consiguiente, es dependiente
del centro. En este sentido, cuando utilizamos esta categoría analítica, es difícil encuadrar
China en esos términos, dado que este país alcanzó un importante crecimiento industrial.
Este enfoque contrasta con la visión de la “ortodoxia convencional”, de acuerdo con la
cual, tanto China como México pertenecen al grupo poco preciso de “países emergentes”.
Véanse Raúl Prebisch, “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus
principales problemas”, en Cincuenta años del pensamiento de la CEPAL: textos selecciona-
dos, Santiago, Chile, Fondo de Cultura Económica/CEPAL, vol. I, 1998 (primera edición:
1949), pp. 63-129; y Celso Furtado, Teoría y política del desarrollo económico, México, Siglo
XXI Editores, 1968.
10
Kari Polanyi Levitt, De la gran transformación a la gran financiarización, México, Fondo de
Cultura Económica/Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Economía,
2018.
11
Jeff Powell, “El sub-financiamiento y la financiarización en México: ¿paradoja mexicana
o una parábola de economías con ingreso medio?, en Noemi Levy y Teresa López (eds.),
Financiarización y modelo de acumulación. Aportes desde los países en desarrollo, México, UNAM,
2013, pp. 261-290.
70
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
12
Giovanni Villavicencio y Monika Meireles, “Discusión teórica sobre la financiarización:
marxistas, poskeynesianos y en economías subdesarrolladas”, Revista Ola Financiera, vol. 12,
núm. 32, enero-abril, 2019, pp. 61-112.
13
Diego Guevara y Gonzalo Combita, “Financiarización y crisis del modelo liderado por
las exportaciones en Colombia”, en Noemi Levy Orlik (coord.), Financiarización y crisis de
las estructuras productivas en países en desarrollo, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Facultad de Economía, 2018, pp. 67-101.
14
La innovación financiera, entendida como la aceleración en la generación de nuevos pro-
ductos financieros, es resultado de: a) la evolución del desarrollo de los circuitos financie-
ros en búsqueda de mayor rentabilidad, valiéndose cada vez más y más de instrumentos
que diversifican el riesgo; y b) el afán de los inversionistas institucionales por tener control
absoluto del sistema financiero. En este sentido, la financiarización es el proceso en el
cual la innovación financiera permite incrementar las ganancias del capital financiero por
encima de las operaciones tradicionales del sistema monetario internacional. Véase Alicia
Girón y Alma Chapoy, “Securitization and financialization”, Journal of Post Keynesian Eco-
nomics, 35(2), 2014, p. 173 (pp. 171-183).
71
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
15
Davide Villani y Nicolás Zeolla, “Financing Development in the Financial Globalization:
Revisiting Old Challenges in a New Context”,Víctor Ramiro Fernández, Gabriel Bron-
dino (eds.), Development in Latin America, 2019, pp. 176-214.
16
Abelardo Mariña y Sergio Cámara, “Financiarización subordinada en México desde una
óptica macroeconómica”, en Noemi Levy Orlik (coord.), Financiarización y crisis de las
estructuras productivas en países en desarrollo, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Facultad de Economía, 2018, pp. 103-128.
17
Alex Loftus y Hung March, “Financialasing nature?”, Geoforum, vol. 60, 2015, pp. 172-175.
18
Annina Kaltenbrunner, Susan Newman y Juan Pablo Painceira, “Financialisation of natu-
ral resources: A Marxist approach”, European Cross Networking Meeting on the Global Crises
The financialization of natural resources: Understanding the new dynamics and developing civil
society answers to it, París, 28 y 29 de octubre de 2011.
72
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
de derechos de propiedad sobre los bienes comunes. Por otra parte, Ouma et al.,19
sostienen que la financiarización de la naturaleza es un proceso de reconfiguración
ontológica mediante el cual los recursos naturales y la producción basada en éstos
se convierten en un instrumento para obtener ganancias financieras a partir de su
comercialización en mercados concretos. La financiarización de los recursos natura-
les engloba a la mercantilización y la privatización de los bienes comunes. Cuando
hablamos de mercantilización, nos referimos al hecho de comercializar el uso de un
recurso natural, transformando algo que tradicionalmente no es visto como un pro-
ducto pasivo de compraventa en un bien que pueda ser negociado en el mercado,
como el caso del agua. La mercantilización transforma los valores inherentes de los
recursos naturales en valores de cambio y, por consiguiente, ocasiona que estos bienes
se compren y vendan como cualquier otra mercancía. Por otra parte, para algunos
autores la privatización involucra una transformación a partir de la cual se traslada
el control y la gestión de los recursos naturales del sector público al sector privado.20
En un trabajo reciente, Jeff Powell y Yuliya Yurchenko21 sostienen que la priva-
tización no se refiere al traslado total de los derechos de propiedad, sino a aquellos
acuerdos en los que el compromiso de hacer un suministro “eficiente” de los recur-
sos hídricos queda en manos del sector privado. De acuerdo con este abordaje, lo que
ocurre no es una disminución del rol estatal sino un cambio en la forma que el Estado
interviene en la gestión del sector hídrico, dado que en la mayoría de estos acuerdos
el sector público tiene la responsabilidad de imponer los niveles de inversión y los
márgenes de ganancia de los agentes privados. Sin embargo, este trabajo no profun-
diza en las mediaciones entre la relación de la financiarización y la privatización del
agua. En contraste, nosotros argumentamos que la creciente participación del sec-
tor privado en la gestión de los recursos hídricos ha sido impulsada por los cambios
regulatorios impuestos bajo el neoliberalismo. En este contexto, sostenemos que las
políticas liberales han sido realizadas en orden de satisfacer las nuevas necesidades de
expansión de los mercados financieros, así como la maximización de los beneficios
19
Stefan Ouma, Leigh Johnson y Patrick Bigger, “Rethinking the financialization of ‘na-
ture’”, Environment and Planning A: Economy and Space, vol. 50(3), 2018, pp. 500-511.
20
Food & Water Watch, “Don’t Bet on Wall Street: The Financialization of Nature and the
Risk to Our Common Resources”, Fact Sheet, junio de 2012 [https://www.foodandwa-
terwatch.org/sites/default/files/Don%27t%20Bet%20Wall%20Street%20FS%20June%20
2012.pdf].
21
Jeff Powell y Yuliya Yurchenko, “The Evolution of Private Provision in Urban Drinking
Water: New Geographies, Institutional Ambiguity and the Need for Political Economy”,
New Political Economy, 2019, pp. 1-17.
73
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
que obtienen los agentes que operan en el sistema financiero y, por consiguiente,
la privatización del agua en México responde al proceso global de financiarización.
Varios mecanismos han contribuido a la financiarización de los recursos natu-
rales: en primer lugar, se encuentran los cambios en los mercados físicos; en segundo,
el desarrollo de los mercados financieros; y en tercero, las operaciones por parte del
Estado. Algunos autores22 argumentan que el aumento de la demanda de recursos
naturales en el curso de la acumulación capitalista desempeña un papel crucial para la
apropiación bajo una lógica financiarizada de dichos recursos. Además, el desarrollo
capitalista ejerce una presión sobre la oferta y calidad de los recursos naturales a partir
de efectos negativos como la contaminación o el cambio climático; de manera que
el aumento de la demanda a partir de la acumulación capitalista y la reducción de la
oferta a partir de efectos secundarios conducen a una mayor escasez de los recursos
naturales. Sin embargo, es la llamada “ilusión de la escasez” el componente que ha
aportado elementos para la revalorización de los recursos naturales como recursos
productivos y fuente de acumulación, fungiendo como un argumento central para
las políticas de privatización de la naturaleza.
Analizamos anteriormente que la máxima de las empresas no financieras de
“ganar para reinvertir” fue trastocada, bajo el régimen financiarizado, por la lógica
del “originar para distribuir”, tendencia que también se observa en el análisis de las
corporaciones privadas que actúan en el sector primario de la economía. La literatura
sobre la financiarización de los recursos naturales aún no es tan prolífica, sin embar-
go, existe ya un grupo de autores dedicado a analizar esta problemática. Por ejemplo,
Jennifer Clapp23 analiza el impacto de la financiarización en el sistema alimentario
global, reflexiona sobre cómo las grandes empresas trasnacionales del agronegocio
operan en la lógica de maximización del valor para el accionista. Clapp destaca que
en el marco del capitalismo financiarizado, dada la complejización de los interme-
diarios, existe un nuevo “distanciamiento” entre las clases sociales clásicas, habiendo
una especie de “cortina de humo” entre capitalistas y trabajadores, una vez que: a) la
financiarización aumentó el número y los tipos de actores en la cadena global de las
commodities agrícolas; y b) la existencia de una creciente tendencia a la “desmateria-
lización” de la comida en su forma física por medio de complicados derivados que
22
Christian Zeller, “Die Natur als Anlagefeld des konzentrierten Finanzkapitals”, Falko
Schmieder (ed.), Die Krise der Nachhaltigkeit, Frankfurt, Peter Lang, 2010.
23
Jennifer Clapp, “Financialization, distance and global food politics”, The Journal of Peasant
Studies, vol. 14, Issue 5, 2017, pp. 797-814.
74
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
24
Un ejemplo de esto es el caso del trigo y el maíz, cuyo precio se determina de acuerdo
con las cotizaciones diarias de los mercados de futuros en Chicago. Véase Thomas Lines,
Speculation in food commodity markets. A report commissioned by the World Development
Movement, 2010.
25
Jennifer Clapp y S. Ryan Isakson, “Risky Returns:The Implications of Financialization in
the Food System” Development and Change, 49(2), 2018, pp. 437-460.
26
Karen Bakker, “Archipelagos and Networks: Urbanization and Water Privatization in the
South”, The Geographical Journal, vol. 169, núm. 4, 2003, pp. 328-341.
75
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
no significa que el agua haya pasado desapercibida para el sector privado. Después
de 30 años de procesos de privatización, impulsados principalmente por el Banco
Mundial, la imposición de asociaciones público-privadas como una forma de control
trasnacional sobre los recursos hídricos ha configurado nuevas vulnerabilidades para el
suministro de agua en los países en desarrollo.27 La mercantilización del agua a partir
de privatizaciones y concesiones al sector privado para su gestión,28 en un proceso
claro de descentralización, forman parte del proceso de financiarización subordinada.
En efecto, el interés por abordar la dimensión ambiental de la financiarización
en los países en vías de desarrollo es relativamente reciente, sin embargo, la preocupa-
ción por entender la relación entre las tendencias de mercantilización, privatización
y apropiación externa de los recursos naturales en un contexto de subdesarrollo es
un tema presente en la literatura latinoamericana.29 Un valioso intento por incor-
porar la dimensión ambiental a los estudios del subdesarrollo está en el trabajo de
Osvaldo Sunkel,30 un autor que tempranamente se detuvo en identificar el impacto
de la inserción dependiente de América Latina al mercado mundial sobre el medio
ambiente y los recursos naturales.31
27
Danilo Urrea y Lucía Ortiz, “Conclusions, proposals and debate perspectives”, Economic
drivers of water financialization, Friends of the Earth International, 2013.
28
El tema de los derechos sobre el agua es ahora un fenómeno global. En Argentina, Chile,
México, Inglaterra, Filipinas y Nigeria, por ejemplo, se han implementado ambiciosos
programas de participación del sector privado, e incluso privatización, en algunos casos
impulsados por el Banco Mundial. La privatización es cuestionada ya que no sólo afecta
el derecho público al agua, sino también los derechos de vida (subsistencia) y empleo de
quienes trabajan en los servicios de suministro de agua y saneamiento. Aunado a ello, la
privatización del agua, en sus diversas modalidades, también fue cuestionada tras los re-
sultados que trajo en países como Bolivia, Argentina, Inglaterra o Francia. Véase Vandana
Shiva, Las guerras del agua. Privatización, contaminación y lucro, México, Siglo XXI Editores,
2003.
29
Siguiendo a Alberto Acosta, “Extractivismo y neoextractivismo: dos caras de la misma
maldición”, en Miriam Lang y Dunia Monkrani (eds.), Más allá del desarrollo, Abya Yala,
Quito, 2013, p. 83 (pp. 83-118): “Los países ricos en recursos naturales, cuya economía se
sustenta prioritariamente en su extracción, encuentran mayores dificultades para desarro-
llarse. Sobre todo parecen estar condenados al subdesarrollo aquellos que disponen de una
sustancial dotación de uno o unos pocos productos primarios”.
30
Osvaldo Sunkel, “La dimensión ambiental en los estilos de desarrollo de América Latina”,
Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, 1981.
31
Aun, según ese autor, con la expansión del capitalismo a los países subdesarrollados se
normalizó la privatización de la tierra, el agua y los recursos naturales ampliamente en-
76
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
77
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
extraídos del medio ambiente en los países de la periferia.33 Así, la apropiación de los
factores ambientales por agentes externos contribuye a transformar el tipo de inser-
ción de las economías subdesarrolladas al mercado mundial.
En el caso de México, el cambio en la estructura productiva permitió pasar de
un modelo primario-exportador a un modelo que se combina con la exportación
de manufacturas. Sin embargo, la transformación en la forma de inserción interna-
cional no disminuyó la apropiación de los recursos naturales. Una muestra de ello
es el uso de agua en el país de acuerdo con el comportamiento de los volúmenes de
las concesiones y su relación con el producto interno bruto (PIB). En la Gráfica 1
podemos ver la trayectoria de dos variables: volumen de agua concesionada en hec-
tómetros cúbicos y la intensidad del uso del agua medida en litros por peso del PIB
en México de 2001 a 2015. Así, de un lado observamos que la intensidad del uso
del agua, que representa el volumen de agua otorgada a los diferentes usos consun-
tivos necesario para producir un peso del PIB, disminuye, de acuerdo con los datos
oficiales, por múltiples factores. Uno de ellos podría ser la mayor participación rela-
tiva del sector servicios que consume menos agua. Por el otro, el volumen absoluto
de agua concesionada no deja de crecer aceleradamente durante todo el periodo,
siendo 2012-2013 la única excepción. De tal forma que, durante 2015, se conce-
sionaron casi 13 mil millones de litros de agua extra en comparación con 2001. Lo
que ejemplifica la persistencia y acrecentamiento de la explotación de los recursos
naturales nacionales en beneficio de los países desarrollados.
El problema de persistencia y profundización de la extracción de agua se agrava
si consideramos que el cambio hacia un modelo orientado también a la exportación
de manufacturas genera mayor estrés hídrico, dado que las maquiladoras están loca-
lizadas geográficamente en las regiones del norte donde la disponibilidad de los re-
cursos hídricos es menor respecto al resto del país. Los problemas de abastecimiento
de agua en los estados transfronterizos tienen que ver con los procesos productivos
de la maquila electrónica y química que, en contraste con la confección y la indus-
tria automotriz, demandan mayores cantidades de agua.34 Además, la expansión de
las maquiladoras ha traído consigo una enorme concentración de personas en estas
33
Osvaldo Sunkel, “La dimensión ambiental en los estilos de desarrollo de América Latina”,
op. cit.
34
Per Stromberg, “La industria maquiladora mexicana y el medio ambiente; una revisión de
los problemas”, en Jorge Carrillo y Claudia Schatan (comp.), El medio ambiente y la maquila
en México: un problema ineludible, México, Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL), 2005, pp. 21-78.
78
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
Gráfica 1
México: intensidad del uso del agua y volumen de concesiones*(2001-2015)
* Eje secundario.
Fuente: elaboración con base en datos de Semarnat, datos abiertos de México, Indica-
dores clave-agua, 2019 [https://datos.gob.mx/busca/dataset/indicadores-clave--agua], fecha de
consulta: 13 de febrero de 2019.
35
A pesar de haber realizado una amplia búsqueda, no se encontraron datos relacionados con
los volúmenes de uso de agua para hidroeléctricas.
79
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
comercio. De acuerdo con la Gráfica 2, el sector agrícola representó 76% del agua
concesionada en 2017, pasando de 59 400 hectómetros cúbicos en 2006 a 66 799
al finalizar el periodo. En segundo lugar, le sigue el abastecimiento público, que en
2017 tuvo un volumen de agua concesionado de 12 628 hm3, lo que representó 14%
del total. Después se encuentra la industria autoabastecida, que pasó de 2 971 hm3
de agua concesionados en 2006 a 4 266 en 2017, representando 4.85% del volumen
total concesionado durante este último año. En cuarto sitio, se encuentra la energía
eléctrica que tuvo 4.72% del volumen de agua concesionada en 2017, con un total
de 4 147 hm3. La mayor variación la encontramos en el aumento del volumen con-
cesionado para el sector agrícola, lo cual nos indica que hay un mayor uso en acti-
vidades primarias y que el modelo primario exportador no se ha abandonado, sino
que se amplía, junto con el orientado a la exportación de manufacturas.
El cambio en las estructuras productivas hacia el fortalecimiento de un mode-
lo de crecimiento pautado en la exportación de manufacturas del tipo maquila fue
impulsado por la entrada de inversión extranjera de empresas trasnacionales, que en-
samblan parte de su producto final en la frontera norte aprovechándose de los bajos
salarios y de la cercanía con el mercado consumidor estadounidense. Esta transfor-
mación productiva y la consecuente forma de inserción internacional que de ella
emana, no representó una disminución en la apropiación de los recursos naturales,
sobre todo para el caso del agua. En la Gráfica 3 podemos observar que el volumen
de agua concesionada a la industria de transformación, de la cual la mayor parte son
sucursales de empresas trasnacionales, incrementó 43.60% de 2006 a 2017. Lo que
ejemplifica la persistencia y multiplicación de la explotación de los recursos natura-
les internos en beneficio de los países desarrollados.
80
Gráfica 2
México: volumen de agua concesionado
por uso consuntivo agrupado en hm³ (2006-2017)
Fuente: elaboración con datos de Conagua, Sistema Nacional de Información del Agua (SINA),
Usos del Agua, 2019 [https://www.gob.mx/conagua/acciones-y-programas/usos-del-agua], fecha de
consulta: 13 de febrero de 2019.
Gráfica 3
México: volumen de agua concesionado a la industria
en hm³ y tasa de crecimiento* (2006-2017)
* En eje secundario.
Fuente: elaboración con datos de Conagua (2019), Sistema Nacional de Información del Agua (SINA), Usos
del Agua, Uso agrupado industria autoabastecida, 2019 [https://www.gob.mx/conagua/acciones-y-programas/
usos-del-agua], fecha de consulta: 13 de febrero de 2019.
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
tendientes a la apertura han dado lugar a diversas formas de control trasnacional del
agua, incluyendo procesos de endeudamiento y privatización. Por ejemplo, la renta
de activos estatales a una entidad privada, en donde el Estado sigue siendo dueño
de la empresa, pero comparte los beneficios; o aquellos en los cuales el Estado de-
lega únicamente ciertas responsabilidades como la operación, distribución o man-
tenimiento de equipo y/o infraestructura. Otra modalidad es la concesión o venta
total de empresas públicas, de sus activos, y que suele denominarse privatización.37
A la vez, estos procesos de apertura nos han llevado a preguntarnos cómo se
concibe al agua bajo las condiciones socioeconómicas actuales. El paradigma neo-
liberal (de apertura) trajo consigo la adopción de una visión económica de los re-
cursos naturales y, en el caso del agua, como una mercancía escasa. Pensar en el agua
como un bien público, como una mercancía o bien económico o social se vuelve
central en cuanto a cómo responder a los problemas y debates en materia hídrica.
En algunos casos se afirma que es un bien social, al que tiene derecho todo ser hu-
mano independientemente de su condición. Si hablamos de bienes públicos, tam-
bién hablamos del valor social del agua, en la medida que el agua es un bien público,
dado que satisface necesidades de la sociedad en general (aunque no exclusivamente)
y no de individuos particulares.38 Y cuando se habla del agua como bien económi-
co, se le reduce a mercancía. Encontramos también la idea del agua como un bien
multifacético,39 que se remonta a que es un bien social indispensable para satisfacer
las necesidades humanas básicas, la urbanización, la irrigación para la agricultura, e
82
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
incluso la industrialización. El agua tiene valor para las actividades económicas, cul-
turales y por las funciones que cumple en la naturaleza, y bien puede ser considerada
como bien multifacético, ante la diversidad de connotaciones y funciones.
Esta multifuncionalidad del agua se deriva del rol central que cumple para sal-
vaguardar la existencia de los seres vivos. Antes que cualquier otra función, el agua
se caracteriza por ser vital para la reproducción de la vida en el planeta. El ciclo
del agua, por ejemplo, condiciona diversas funciones ambientales esenciales, regu-
la los procesos biofísicos y funciones vitales de los ecosistemas.; además “determina
los movimientos del agua en el sistema terrestre a través de tres procesos básicos: la
precipitación, la evapotranspiración y la escorrentía. Con ellos modula el clima y la
dinámica fluvial que hace posible la vida en la Tierra”.40 Esto implica una funciona-
lidad hacia la mayor parte de los organismos que habitan el planeta y para cualquier
organización humana. El agua es un medio de vida necesario. Desde esta perspecti-
va, la sociedad y la naturaleza son inseparables e interdependientes.
Estas distintas concepciones del agua han convivido y fluctuado en el proce-
so de financiarización de la naturaleza, fungiendo como argumentos que sostienen
o golpean el proceso de política de apertura. Las instituciones privadas guiadas por
principios de acumulación, como organizaciones de comerciantes, empresas priva-
das y organismos internacionales de financiamiento dan por sentado que el agua es
una mercancía que puede ser comercializada.41
La concepción del agua como mercancía no sólo se promueve desde insti-
tuciones exclusivamente económicas. En 1992, por ejemplo, se reconoció en los
Principios de Dublín, aprobados en la Conferencia Internacional sobre el Agua y el
Medio Ambiente, donde participaron diversos actores sociales (organizaciones no
gubernamentales, gubernamentales e internacionales), que el agua es un bien econó-
mico.42 El Principio número 4 dice que el agua tiene un valor económico en todos
sus diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocérsele como
40
Alejandro Toledo, Agua, hombre y paisaje, México, Semarnat/INE, 2006, p. 25.
41
Maggie Black, En busca de lo que da resultado: una mirada retrospectiva a la cooperación del PNUD
y el Banco Mundial en proyectos de agua y saneamiento, 1978-1998, Washington D.C., PNUD/
Banco Mundial, Programa Conjunto para el Agua y el Saneamiento, 1998. Paulina Beato,
Participación del sector privado en los sistemas de agua potable y saneamiento: ventajas, riesgos y obs-
táculos, BID, S/L, S/F. Cespedes, Eficiencia y uso sustentable del agua en México: Participación del
sector privado, México, Cespedes/CMIC, 1998. Terence Lee y Andrei Juravlev, Los precios, la
propiedad y los mercados en la asignación del agua, Santiago de Chile, ONU/CEPAL, 1998.
42
Terence Lee y Andrei Juravlev, Los precios, la propiedad y los mercados en la asignación del agua,
op. cit.
83
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
43
BID, Estrategia del BID con el país 2013-2018, México, 2013 [http://idbdocs.iadb.org/ws-
docs/getdocument.aspx?docnum=38276070], fecha de consulta: 15 de enero de 2019.
44
Para un análisis sobre la promoción del saqueo de los recursos naturales impulsado por
el Banco Mundial para el caso de México, que destaca la injerencia de esta institución
internacional en el sector hídrico, véase Gian Delgado y John Saxe, Imperialismo económico
en México: las operaciones del Banco Mundial en nuestro país, México, Random House Mon-
dadori, 2005.
84
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
45
Ma. Griselda Günther, “Política hídrica federal en México: un análisis desde su evolución
y arquitectura institucional”, en María Günther y Ricardo Gutiérrez (coords.), La política
del ambiente en América Latina: una aproximación desde el cambio ambiental global, México,
UAM-Xochimilco/Clacso, 2017, pp. 127-158.
46
Giovanni Villavicencio y Monika Meireles, “Discusión teórica sobre la financiarización:
marxistas, poskeynesianos y en economías subdesarrolladas”, Revista Ola Financiera, vol. 12,
núm. 32, enero-abril, 2019, pp. 61-112.
47
Alex Loftus y Hug March, “Financialasing nature?”, Geoforum, vol. 60, 2015, pp. 172-175.
85
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
“El agua es un bien de dominio público federal, vital, vulnerable y finito, con valor social,
49
86
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
50
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Agua (Mar del Plata, Argentina, 1977), Confe-
rencia Internacional sobre agua y medio ambiente de 1992 (Dublín), Conferencia de Río
(1992) y Conferencia Internacional sobre Agua Dulce (Bonn, Alemania, 2001).
51
Ma. Griselda Günther, “Política hídrica federal en México: un análisis desde su evolución
y arquitectura institucional”, op. cit.
52
El modelo GIRH plantea que los retos en materia de gestión de recursos hídricos no pue-
den ser resueltos exclusivamente por el Estado, sino con una participación activa de todos
los actores involucrados. El Estado funge como garante del interés público y, a la vez, un
facilitador de recursos.Véase Juan Valencia Vargas et al., “La gestión integrada de los recursos
hídricos en México: un nuevo paradigma en el manejo del agua”, Helena Cotler (comp.), El
manejo integral de cuencas en México, México, Semarnat, 2006 [http://www2.inecc.gob.mx/
publicaciones/download/528.pdf], fecha de consulta: 2 de noviembre de 2015.
53
Andrei Jouravlev, Los servicios de agua potable y saneamiento en el umbral del siglo XXI, Santiago
de Chile, CEPAL/ONU, 2004.
54
Diario Oficial de la Federación, 16 de enero de 1989.
87
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
también la noción del agua como recurso económico y escaso. El nuevo esquema
de gestión descentralizada y regional, a partir de la conformación de estas instancias
de gestión por cuenca (o grupos de cuencas), implicó la inclusión de otros sectores
no estatales de la sociedad en la gestión, uso y preservación del agua y representa un
tránsito formal desde la gestión sectorial del agua hacia la gestión integral descen-
tralizada como parte del proceso de financiarización subordinada.
En este sentido, encontramos otros indicadores que acompañan este conjunto
de reformas de forma. En el plano de lo tangible, el financiamiento en el sector tam-
bién resulta ser crucial para evidenciar el proceso. Por ejemplo, en la Gráfica 4 po-
demos observar el comportamiento de tres variables-clave en relación con la acción
pública, de 2003 a 2018: 1) el gasto público neto total destinado al medio ambiente,
que es la sumatoria de las dos variables siguientes; 2) el gasto asignado en el Presu-
puesto de Egresos de la Federación para recursos naturales; y 3) el gasto asignado a
la Comisión Nacional del Agua (Conagua), todas las variables medidas en millones
de pesos constantes de 2018.
De lo explicitado, podemos identificar al menos tres tendencias interesantes: a)
de 2003 a 2007, el gasto asignado al medio ambiente y recursos naturales tuvo una
tendencia al alza, pasando de 32 397 millones a 64 207, durante este periodo, el gas-
to asignado a Conagua pasó de representar 75% en 2003 a 77% en 2007; b) de 2008
a 2013 el presupuesto asignando en medio ambiente y recursos naturales fue muy
volátil, pasando de 56 359 millones a 67 690, asimismo, el gasto asignado a Conagua
pasó de representar 77% del total asignado al medio ambiente y recursos naturales
en 2008 a 76% en 2013; y c) de 2014 a 2018 el gasto neto destinado al rubro medio
ambiente y recursos naturales tuvo una tendencia decreciente, pasando de 73 401
millones a 39 639 en el último año analizado, durante este periodo el gasto asigna-
do a Conagua pasó de representar 69% del gasto neto total en medio ambiente y
recursos naturales, en 2014, a 73% en 2018. En este contexto, a pesar de que el gas-
to asignado a la Conagua como porcentaje del gasto neto total en medio ambiente
y recursos naturales se ha mantenido por encima del 65% durante todo el periodo,
podemos observar importantes recortes en el presupuesto asignado a Conagua du-
rante los últimos años, sobre todo a partir de 2014.
A la vez, en 2003 hubo un importante recorte al presupuesto destinado a los
recursos naturales, que alcanzó 0.94% del gasto total ejercido por la federación du-
rante este año, a partir de ahí hubo de nuevo una etapa de volatilidad que culminó
con una recuperación relativa en 2008, cuando el gasto programable en medio am-
biente y recursos naturales fue de 1.52%. De 2009 a 2015 el gasto se mantuvo en
valores similares, llegando al 1.45% del presupuesto total. Finalmente, de 2016 a la
88
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
Gráfica 4
México: gasto neto en medio ambiente y recursos naturales y gasto asignado
a Conagua, millones de pesos constantes de 2018 (2003-2018)
Fuente: elaboración con base en Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Estadísticas Oportu-
nas de Finanzas Públicas, Gastos Presupuestarios, 2019 [http://www.shcp.gob.mx/POLITICAFINANCIERA/
FINANZASPUBLICAS/Estadisticas_Oportunas_Finanzas_Publicas/Paginas/unica2.asp], fecha de consul-
ta: 13 de febrero de 2019.
55
Conagua, Sistema Cutzamala. Agua potable para millones de mexicanos, México, CNA, 1994.
89
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Derechos.
90
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
57
Programa de Rehabilitación, Modernización, Tecnificación y Equipamiento de Distritos
de Riego y Temporal Tecnificado; Mejora de Eficiencia Hídrica en Áreas Agrícolas; Pro-
grama de Adecuación de Derechos de Uso de Agua y Apoyos Especiales en Distrito de
Riego y Unidades de Riego; Programa de Rehabilitación, Modernización, Tecnificación
y Equipamiento de Unidades de Riego.
58
Conagua, Sistema Cutzamala. Agua potable para millones de mexicanos, op. cit.
59
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento. Concep-
tos básicos y experiencias, Conagua, México, segunda versión actualizada, 2003.
60
Conagua, Recuento de la cooperación internacional de la Conagua 2009-2012, México, Cona-
gua, 2012; Conagua, Estadísticas del agua en México 2017, México, Conagua, 2017.
91
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
61
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento..., op. cit.
62
Conagua, Estadísticas del agua en México 2018, México, Conagua, 2018.
63
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento..., op. cit.
Conagua, Estadísticas del agua en México 2017, op. cit.
64
Conagua, La participación privada en la prestación de los servicios de agua y saneamiento..., op. cit.
92
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
a depreciación. Por otra parte, los datos de inversión privada se obtienen de la base
de datos Private Participation in Infrastructure Projects Database, una iniciativa con-
junta entre el Public Private Partnership Group del Banco Mundial y Public-Priva-
te Infrastructure Advisory Facility.65 Así, la Gráfica 5 revela que durante los últimos
años la inversión pública ha disminuido sucesivamente a partir de 2010, pasando de
representar 86% de la inversión total en ese año a conformar 49% de las inversiones
en 2015. Al mismo tiempo, la inversión privada ha tenido una tendencia ascendente
desde 2013, superando a la inversión pública en 2015 con 1 425 millones de dóla-
res, lo que representó 50% de la inversión total durante este año. En este contexto,
la gestión del agua se ha vuelto cada vez más dependiente de los agentes y recursos
que provienen del sector privado, lo que ejemplifica esa nueva vuelta de tuerca de
mercantilización de la naturaleza como una de las tendencias clave de la financiari-
zación de los recursos naturales.
Si bien se destaca al BID como una de las fuentes de financiamiento en el pro-
ceso de diversificación, su intervención mediante préstamos en México y el resto
de América Latina no es un hecho secundario. México recibió créditos del BID, re-
lacionados directamente con el sector agua, por más de 1 700 millones de dólares
para el periodo 1990-2006,66 algunos de los cuales fueron directamente otorgados al
Banobras, donde la nación salía como garante. Corresponden al periodo 1990-1999,
seis créditos por un total de 1 569 millones de dólares, mientras que para 2000-2006
se aprobaron dos créditos por un total de 160 millones de dólares. En la década an-
terior (1980-1989) el BID aprobó solamente dos créditos al sector, por un total de
277.4 millones de dólares, que representa alrededor de una quinta parte de los que
se toman en la década posterior.
El Banco Mundial (BM), por su parte, otorgó créditos a México (a partir del
BIRF) para el periodo 1990-2006 por más de 3 100 millones de dólares.67 Teniendo
en cuenta su fecha de aprobación, corresponden cinco créditos al periodo 1990-1999
(por un total de 1 704.5 millones de dólares) 11 a 2000-2006 (por 1 440 millones).
65
Infralatam, Datos de Inversión en Infraestructura, 2019.
66
Los créditos a los que se hace referencia aquí son los siguientes: ME0123, ME0050 y ME0119,
para 1980-1989; ME0138, ME0033, ME0128, ME0056, ME0179 y ME0150, para 1990-1999; y
ME0253 y ME0212 para 2000-2006. Disponibles en la página del banco [http://www.iadb.
org/].
67
Los créditos a los cuales se hace referencia, de la década de 1980 al 2006, son los siguientes:
P007566, P007577, P007670, P00747, P007710, P007707, P007702, P007713, P070479, P060686,
P074539, P080149, P091695 y P079748. La descripción de cada uno de ellos se encuentra en
[http://www.bancomundial.org/].
93
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Gráfica 5
México: inversión en agua y saneamiento, millones de dólares (2008-2015)
Fuente: elaboración con base en Infralatam, Datos de Inversión en Infraestructura, América Latina y el Ca-
ribe, 2019 [https://publications.iadb.org/es/infralatam-datos-de-inversion-en-infraestructura-america-latina-
y-el-caribe], fecha de consulta: 13 de febrero de 2019.
Consideraciones finales
Como se expuso desde el primer apartado, existen distintos mecanismos que contri-
buyen a la financiarización de la naturaleza en países centrales y periféricos. Sin em-
bargo, el caso de México deja expuesto que existe una renovada y marcada tendencia
94
naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en méxico
95
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
que vinculan los países periféricos con la economía mundial en lugar de promover
que la gobernanza de los recursos naturales sea guiada en favor de la promoción de
contundentes mejorías de la calidad de vida de la población acaban por reforzar los
patrones de subordinación que ahora también se caracterizan por su faceta financiera.
96
Reprimarización e intercambio ecológico desigual
Análisis del impacto ecológico del comercio internacional brasileño
a partir de indicadores biofísicos
Resumen
Este capítulo tiene como objetivo presentar un análisis del comercio exterior
brasileño desde la óptica ecológica, partiendo del reciente auge del precio de
las materias primas, centrando el estudio en los primeros 15 años del siglo XXI.
Se ofrecerán elementos para avanzar en la comprensión del concepto intercambio
ecológico desigual que impera en los países periféricos y que se encuentra como
resultado de la continua explotación de recursos naturales que se exportan, para
importar más tarde bienes manufacturados, pero con la particularidad de que se
busca hacer énfasis en las consecuencias ambientales derivadas de dicho deterioro.
Para ello se utilizan las herramientas proporcionadas por la economía ecológica,
específicamente el análisis de flujos de materia y energía (MFA por sus siglas en
inglés), que mide el uso de recursos naturales en el proceso de producción y con-
sumo en términos de toneladas. Lo que nos permitirá conocer las dimensiones
biofísicas del comercio exterior de Brasil. Igualmente se ponen sobre la mesa de
análisis conceptos como reprimarización, desindustrialización, neoextractivismo
y sus implicaciones en territorio brasileño.
Palabras clave: materias primas, intercambio ecológico desigual, flujos de mate-
ria y energía.
97
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Introducción
1
Algunos años después del trabajo de Adam Smith, en los inicios del siglo XIX, David Ri-
cardo desarrolló una teoría en la que señala que todos los países participantes del comercio
internacional pueden resultar beneficiados si se especializan en la producción de aquellos
bienes en los que son más eficientes, es decir, no sólo en los que tienen ventaja absoluta
respecto de otras naciones, sino además en los que resultan más eficientes en la utilización
de recursos por un bien producido.Y así especializarse en los bienes en los que tuviera la
ventaja absoluta más grande o en la producción de bienes en la que su desventaja fuera
menor. Véanse Adam Smith, La riqueza de las naciones, Madrid, Alianza ([1776] 2001); y
David Ricardo, Principios de economía política y tributación, Barcelona, Orbis ([1817] 1996).
2
Mario Pérez Rincón, Comercio internacional y medio ambiente en Colombia, Barcelona, Uni-
versidad Autónoma de Barcelona, 2006.
3
Raúl Prebisch señala que, contrario a lo que se afirmaba en la teoría de las ventajas com-
parativas y el supuesto implícito en el esquema de la División Internacional del Trabajo,
la realidad de los países periféricos, como la región latinoamericana, no justifica dichos
supuestos, pues, “la relación de precios se ha movido constantemente en contra de la
producción primaria. La relación de precios se ha movido de forma adversa a la periferia;
contrariamente a lo que hubiera sucedido, si los precios hubiesen declinado conforme al
descenso del costo provocado por el aumento de productividad”. Raúl Prebisch, El desa-
98
reprimarización e intercambio ecológico desigual
rrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas”, Santiago de Chile,
Fondo de Cultura Económica, [1949] 1998, p. 14.
4
En términos puntuales, Pérez Rincón señala que una mayor dinámica económica genera
cinco posibles efectos ambientales sobre los países que comercian: i) el libre comercio
produce un “pastel” más grande para compartir y ello posibilita que los gobiernos posean
una mayor disponibilidad de recursos como una mayor capacidad institucional para el
cuidado ambiental; ii) esos recursos podrían destinarse para satisfacer la gran demanda
por un ambiente limpio, la cual se supone se incrementa con el aumento de los ingresos;
iii) una disminución de la pobreza y con ello una reducción de la presión sobre el am-
biente; iv) un efecto sobre la estructuras económicas de actividades recurso-intensivas de
los sectores primarios a actividades benignas para el ambiente como los servicios; v) un
efecto tecnológico positivo relacionado con la posibilidad de transferencias de tecnologías
limpias del Norte al Sur promovidas por el libre comercio. Como lo señala el autor, esta
generalización resulta arriesgada y lineal, pues el progreso técnico no es impulsado sólo
por la búsqueda de ahorros en el uso de recursos naturales; además, los nuevos productos y
procesos llevan implícitos nuevas amenazas y riesgos para el medio ambiente. Mario Pérez
Rincón, Comercio internacional y medio ambiente en Colombia, op. cit.
5
Ibid., p. 8.
6
Joan Martínez-Alier, De la economía ecológica al ecologismo popular, Icaria, Barcelona, 1992.
99
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
7
Una nueva variable que cobra importancia no sólo para América Latina, pero sigue te-
niendo gran impacto en la región, es la llamada crisis ambiental que, en palabras de Enri-
que Leff, se puede entender a partir de que la visión mecanicista que produjo la razón car-
tesiana se convirtió en el principio constitutivo de una teoría económica que predominó
sobre los paradigmas organicistas de los procesos de la vida, legitimando, una falsa idea de
progreso de la civilización moderna. De esta forma, la racionalidad económica desterró a
la naturaleza de la esfera de la producción, generando procesos de destrucción ecológica
y degradación ambiental. Enrique Leff, Ecología y capital: hacia una perspectiva ambiental de
desarrollo, México, UNAM, 1998.
8
José Antonio Ocampo, “Los retos del desarrollo latinoamericano a la luz de la historia”,
Cuadernos de Economía, 34(66), 2015, pp. 479-506.
9
Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto en América Latina, Instituto
de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, 2014.
10
Diego Grijalva apunta que durante la última década América Latina disfrutó de un alto
crecimiento económico. Muestra de ello es la incorporación de Brasil en el grupo de los
BRICS. La región en conjunto ha experimentado un periodo de progreso extraordinario.
Para entender porqué este periodo ha sido tan distinto basta con mirar la reciente historia.
Mientras en el periodo 1970-2004 América Latina creció un promedio de 1.01% anual,
durante la última década (2004-2013) su crecimiento fue de 4% al año, según datos de la
100
reprimarización e intercambio ecológico desigual
Después de más de dos décadas de precios bajos, la mayor parte de las commodities su-
frieron un elevado aumento de los precios en los inicios de los 2000, suscitando dife-
rentes interpretaciones y pronósticos sobre los cambios, cuyas razones podrían tener
un fondo tanto estructural como coyuntural. El ascenso de China fue, seguramente la
interpretación más frecuente para ese nuevo contexto. Aunque China haya tenido un
papel central en la elevación de los precios de algunos metales, la demanda china sola
no explica ese movimiento y no fue decisiva para explicar el comportamiento de otras
commodities. Para estas otras commodities, es más plausible el efecto de otros factores como
la financiarización del mercado de commodities, la política monetaria estadounidense, la
CEPAL. Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto en América Latina,
op. cit., p. 1.
11
Más adelante, en el análisis del autor, sostiene que no se puede hablar de una “década de
América Latina” se trata sólo de un periodo de cinco años de crecimiento económico de
los países que integran la subregión de Sudamérica no del grueso de los países latinoame-
ricanos.
12
José Antonio Ocampo, “Los retos del desarrollo latinoamericano a la luz...”, op. cit.
13
Beatriz Macchione Saes, Comercio ecologicamente desigual no século XXI: evidencia a partir da
inserção brasileira no mercado internacional de minero de ferro, São Paulo, Universidade Estadual
de Campinas (Unicamp), 2017.
101
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
desvalorización del dólar en relación con las demás monedas, o las limitaciones de la
oferta de carácter geológico o tecnológico.14
Al continuar con este análisis, James Cypher15 asegura que durante el auge más
reciente de commodities en América Latina (2002-2012) los términos de intercambio no
han contradicho la hipótesis de Raúl Prebisch. Una vez más, ahora bajo la política
hegemónica del Consenso de Washington, las naciones periféricas fueron instadas
a especializarse en sus áreas de exportación naturales. En 2007, Argentina, Bolivia,
Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela fueron clasificados
como exportadores de materias primas con 51% de sus exportaciones en commodi-
ties; para 2010, Brasil también había sido clasificado de esa manera; estas clasificacio-
nes tienen distintas implicaciones, una de ellas tiene que ver directamente con los
ingresos fiscales que tiene cada nación. Cypher hace una puntualización referente
a estos ingresos:
Los ingresos fiscales por commodities respecto a los ingresos fiscales totales representan
1 de cada 4 dólares. El alto resultado de esta proporción es obviamente una función de
dos variables, pero ambas (ingresos fiscales por commodities e ingresos fiscales) reflejan
14
“A análise dos preços das commodities ao longo do século XX sugere que nem tudo por de
trás da dinâmica do boom recente é novidade. Episódios como este, em que um forte e
persistente aumento dos preços das commodities foi seguido por uma igualmente reversão
da tendência ascendente. A hipótese desses trabalhos é a de que existiram quatro superci-
clos desde fins do século XIX até hoje, sendo que o último, iniciando no final da dácada de
1990, ainda estaria em curso. A diferença deste para as flutuacoes de fundo microecono-
mico é sua longa duração, que pode variar de 20 a 70 anos com fases de expansão de 10 a
35 anos, e o fato de sempre atuarem sobre um amplo conjunto de commodities (ou metais)
simultaneamente. Atribui-se a elevacao sustentada dos preços ao longo dos superciclos
a aumentos prolongados da demanda global, durante fases intensas de industrialização e
urbanizacao de economias desenvolvidas e emergentes. Além das transformações recentes
da economia chinesa, fases ascendentes dos superciclos também teriam sido verificadas
durante a aceleração econômica dos Estados Unidos no final do século XIX e no inicio
do século XX, assim como, ao longo da reconstrução europeia e da emergência econômica
do Japao no pós-guerra”. Beatriz Macchione Saes, Comercio ecologicamente desigual no século
XXI..., op. cit., p. 65.
15
James Cypher, “Neoextractivismo y primarización: términos de intercambio en América
del Sur”, en Alicia Girón (coord.), Democracia, financiarización y neoextraccionismo ante los de-
safíos de la industrialización y el mercado de trabajo, México Colección de libros de la Revista
Problemas del Desarrollo/Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 2014 [http://
ru.iiec.unam.mx/2707/1/00_Introduccion.pdf].
102
reprimarización e intercambio ecológico desigual
16
Ibid., p. 120.
17
Diego Grijalva, El fin del súper ciclo de los commodities y su impacto en América Latina, op. cit.
18
Ibid., p. 3.
103
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
19
Maristella Svampa, “El ‘Consenso de los commodities’ y lenguajes de valoración en América
Latina”, Neoextractivismo en América Latina, 2013, pp. 1-10 [http://old.sinpermiso.info/
articulos/ficheros/svampa.pdf].
20
Ibid., p. 1. El “Consenso de los commodities” es un proceso complejo y vertiginoso que debe
ser leído desde una perspectiva múltiple, a la vez económica y social, política e ideológica,
cultural y ambiental. En primer lugar, la demanda de commodities origina un importante
proceso de reprimarización de las economías latinoamericanas, al acentuar la reordenación
de éstas hacia actividades primarias extractivas o maquilas, con escaso valor agregado. Esta
dinámica regresiva se agrava por el ingreso de potencias emergentes, como es el caso de
China, país que de modo acelerado se va imponiendo con un socio desigual en lo que
respecta al intercambio comercial con la región. Este proceso de reprimarización viene
acompañado por una tendencia a la pérdida de soberanía alimentaria. Desde el punto
de vista de la lógica de acumulación, el nuevo “Consenso de los commodities” conlleva la
profundización de la dinámica de desposesión o despojo de tierras, recursos y territorios
104
reprimarización e intercambio ecológico desigual
Por lo tanto, el extractivismo que caracteriza los primeros años de este nuevo
milenio responde a dos objetivos prioritarios: 1) garantizar la provisión de bienes
primarios para el funcionamiento de la industria en las naciones desarrolladas y, 2)
evitar la ejecución de estas actividades en el país de origen, por ello se transfieren
los riesgos ecológicos. Con los gobiernos progresistas gran parte de la población es-
peraba una transformación que favoreciera los derechos sociales con base en los re-
cursos naturales y las tierras; sin embargo, las acciones del Estado favorecieron sólo
a algunos sectores de la población.21
Aunque es cierto que el aumento de los precios de los bienes básicos multiplica
los ingresos de los gobiernos de manera directa, ya que en muchos casos son los due-
ños de los recursos naturales, o indirectamente por la parte importante que reciben de
los inversionistas privados mediante regalías o impuestos, lo cual incrementa el gasto
corriente o reinversión estatal y eso tiene un efecto positivo en el crecimiento del
producto interno bruto (PIB)22 aunque ello no implica una mejor o mayor distribu-
ción de la riqueza. Recordemos que también James Petras23 advierte al respecto que:
105
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
24
Maristella Svampa, “El ‘Consenso de los Commodities’ y lenguajes de valoración...”, op.
cit., pp. 2-3.
25
El extractivismo se perfila como una actividad de aprovechamiento ambiental intensivo
con efectos negativos considerables, cuya última finalidad es la exportación de los bienes
extraídos. Ahora bien, según Gudynas (2009), citado por Azamar y Azamar, el neoextracti-
vismo difiere del extractivismo en cuanto a la participación del Estado como captador de
los recursos excedentes y como regulador de dichas actividades. Aleida Azamar Alonso y
Amílcar Azamar Alonso, “Promesas del extractivismo en América Latina..., op. cit.
106
reprimarización e intercambio ecológico desigual
Particularmente en el caso de Brasil, a partir de los primeros años del siglo XXI, a pe-
sar de que existe una mayor diversificación respecto de la cantidad de socios comer-
ciales, es una realidad que la composición de los productos exportados ha cambiado,
dando paso a productos con menor valor agregado, acrecentando y acelerando el
proceso de reprimarización,28 al exportar mayores cantidades de productos intensi-
vos en recursos naturales, al respecto Ferreira Carvalho y Cutrim Carvalho aportan
algunos datos que se muestran a continuación:
26
Ibid., p. 40.
27
José Antonio Ocampo y Luis Bertola, “América Latina en la economía mundial, 1810-
2010”, en José Antonio Ocampo y Luis Bertola, El desarrollo económico de América Latina
desde la Independencia, México, Fondo de Cultura Económica, 2012.
28
La reprimarización de la pauta de exportación tiene entre sus principales consecuencias,
por un lado, la posibilidad de una desindustrialización temprana como lo refiere Piere Salama,
y por el otro, esta reprimarización contribuye a aumentar el saldo negativo de la balanza
comercial influyendo directamente en la sobrepreciación de la moneda, en algunos casos
generando problemas más complejos, como la enfermedad holandesa, como lo explican
Ferreira Carvalho y Cutrim Carvalho. Pierre Salama, “China-Brasil: industrialización y
‘desindustrialización temprana’”, Seminario BRICS en el MSH-París, octubre, 2011; David
Ferreira Carvalho y André Cutrim Carvalho, “Desindustrializaçao e reprimarização da
economia brasileira contemporâneo num contexto de crise financeira global: conceitos
e evidências”, Revista Economia Ensaios, 26(1), Uberlândia, pp. 35-64, 2011 [http://www.
seer.ufu.br/index.php/revistaeconomiaensaios/article/view/17548/12179].
107
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
La mejoría del desempeño de las ventas para el mercado externo habría estado con-
centrada mucho más en los sectores intensivos en recursos naturales; en cuanto a eso,
en los demás sectores ocurrió un movimiento de sustitución de la producción domés-
tica por importaciones. Otra forma para observar un cambio en la pauta de expor-
taciones de la economía brasileña, hacia un proceso de reprimarización. Al examinar
la participación por factor agregado de las exportaciones, se percibe que la participa-
ción de las exportaciones de productos manufactureros cayó 60.66% (año 2000) para
37.51% (año 2011) y la participación de los productos básicos subió de 20.84% (año
2000) para 46.39% (año 2011). Esta reducción de la participación de los productos
manufactureros y de la expansión de los productos básicos puede sugerir un proceso
en curso de reprimarización. Aún es muy pronto para una conclusión definitiva te-
niendo en cuenta el ambiente de crisis de la economía mundial y el aumento coyun-
tural de los precios de los alimentos y de los recursos naturales (mineral de hierro y
petróleo) como consecuencia de la intensa demanda de China, Rusia, India y de otros
países compradores de esos productos, facilitado por la sobrepreciación del real. En
economías de capitalismo tardío, por ejemplo, la economía brasileña está ocurriendo
un hecho que preocupa: la industria manufacturera está perdiendo importancia re-
lativa, en términos de producción y empleo hacia el sector servicios, antes de que se
hayan alcanzado los niveles de productividad y de renta per cápita similar a los de las
economías de capitalismo maduro.29
29
David Ferreira Carvalho y André Cutrim Carvalho, “Desindustrializaçao e reprimarização
da economia brasileira contemporáneo...”, op. cit.
30
ONU-Comtrade, International Trade Statistic Database, repositorio de información
[https://comtrade.un.org/labs/dit-trade vis/?reporter=826&type=C&year=2016&flow
=2&commodity].
108
reprimarización e intercambio ecológico desigual
Las gráficas se presentan en dos tipos distintos, por un lado, se muestra una
gráfica con los principales productos exportados por año en montos de millones de
dólares y, por otro, los principales productos exportados como proporción del total
de exportaciones. Además de los gráficos encontraremos una breve descripción de
la evolución de exportaciones brasileñas.
Ahora bien, podemos apreciar en la Gráfica 1, la dinámica de las exporta-
ciones para el año 2000; hay una clara predominancia de cuatro productos: por un
lado, la exportación de vehículos y trenes que significó aproximadamente 15% de
las exportaciones de dicho año y, por otro, la exportación de reactores nucleares y
maquinaria. Igualmente, con una significativa importancia encontramos el rubro de
aeronaves como parte de los cuatro productos de mayor exportación de Brasil en el
año 2000 con 12% del valor total de las mismas, seguido del hierro y el acero. Así,
estos cuatro productos concentran más del 50% de las exportaciones totales para el
año 2000, mostrando una predominancia considerable de los productos de alta tec-
nología y tecnología media como los bienes de mayor importancia.
Gráfica 1
Principales productos exportados en el año 2000
109
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
José Antonio Ocampo, “Los retos del desarrollo latinoamericano a la luz de...”, op. cit.
31
110
Gráfica 2
Exportaciones brasileñas año 2000 como porcentajes del total de exportaciones
Gráfica 3
Exportaciones brasileñas año 2015 como porcentajes del total de exportaciones
Gráfica 4
Principales productos exportados en 2015
112
Gráfica 5
Tendencia de las exportaciones brasileñas del año 2000 al 2015
Gráfica 6
Variaciones porcentuales de las exportaciones brasileñas 2000-2015
114
Gráfica 7
Principales importaciones brasileñas en el 2000
Gráfica 8
Principales importaciones brasileñas en el 2015
Gráfica 10
Comportamiento de las exportaciones
e importaciones brasileñas: 2000-2016 (mmd)
El índice de los términos de intercambio se calcula como la relación porcentual de los ín-
32
dices de valor de la unidad de exportación con respecto a los índices de valor de la unidad
de importación, medidos en relación con el 2000 tomado como base. Los índices de valor
unitario se basan en datos entregados por los países que demuestran congruencia según
los controles de calidad de UNCTAD, complementados con sus cálculos, mismos que usan
como ponderaciones los valores comerciales del año anterior en el nivel de tres dígitos de la
Clasificación Uniforme para el Comercio Internacional. Para mejorar la cobertura de los da-
tos, en especial para los últimos periodos, UNCTAD crea un conjunto de índices de precios
promedio en la clasificación de productos de tres dígitos de la revisión 3 de la Clasificación
Uniforme para el Comercio Internacional usando la Estadística de precios de productos
básicos de UNCTAD, fuentes nacionales e internacionales y cálculos de la Secretaría de la
UNCTAD y calcula los índices de valor unitario a nivel del país usando como ponderaciones
los valores comerciales del año en curso.
117
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
2007 alcanzó un valor de 106.21; para 2008 la razón de intercambio llega a 109.77
con una ligera disminución para el 2009, donde el índice baja a 107.67. Sin embar-
go, a partir de 2010, se ve una mejora destacable en los términos de intercambio,
pues el valor del mismo alcanza un total de 125.17, mientras que para 2011 esa me-
joría es más grande con un valor máximo de 135.83 que presenta el punto cúspide
dentro del periodo de estudio.
A partir de 2012 esta relación de intercambio comienza a reducirse al bajar a
128.02; posteriormente, en 2013 disminuye otra vez alcanzando un valor de 125.39
similar al punto alcanzado en 2010. Este descenso, muestra una relación de intercam-
bio de 121.72 para 2014 y 108.38 para 2015. Finalmente, 2016, año último del que
se tienen datos, alcanza un índice de términos de intercambio de 112.43.
En relación con los términos de intercambio podemos concluir que no sufrie-
ron un deterioro en términos de precios y cantidades como se planteó en el inicio
de este artículo, durante el auge de los precios de las materias primas, al contrario,
la economía brasileña tuvo una importantísima mejoría, sobre todo en el periodo
que va de 2006 a 2011, compaginándose con los últimos años del auge de las com-
modities y el periodo de igual trayectoria entre las importaciones y las exportaciones,
acrecentando la mejora económica en materia comercial.
Gráfica 11
Brasil: índice de términos netos de intercambio (2000 = 100)
Fuente: elaboración con datos del Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.
118
reprimarización e intercambio ecológico desigual
119
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
entre economía y ecología. Un año después se funda la International Society for Ecolo-
gical Economics (ISEE) y se publica el primer número de la revista Ecological Economics.
Varios investigadores que pertenecen a la ISEE han hecho aportaciones importantes a la
economía ecológica, cuyo principal objetivo y el de sus miembros es reintegrar la econo-
mía y la ecología. Alonso Aguilar Ibarra et al., Introducción a las economías de la naturaleza,
México, Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, 2010, p. 73.
34
Ibid., p. 69. Dos de las contribuciones más importantes a la economía ecológica son las de
Sadi Carnot (1822-1888) y Rudolph Clausius (1796-1832), quienes plantearon los princi-
pios básicos de las leyes de la termodinámica. Sadi Carnot expuso los primeros planteamien-
tos de la termodinámica en su estudio de 1824, Reflexiones sobre la potencia motriz del fuego y
sobre las máquinas adecuadas para desarrollar esta potencia. Después, Rudolph Clausius difundió
las aportaciones de Carnot e introdujo el concepto de entropía. Asimismo, Ernest Haeckel
(1834-1919), naturalista que estudió la evolución, fue el primer científico en usar, en 1866,
la palabra œcología, definiéndola como “la economía de la naturaleza”. Ibid., pp. 70-71.
35
Mario Pérez Rincón, “Dimensiones biofísicas del comercio exterior colombiano. Evi-
dencias del intercambio ecológicamente desigual para el periodo 1970-2002”, Economía
Industrial, núm. 342, vol. IV, Colombia, 2003 [http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd30/
biofisica.pdf].
36
Nicholas Georgescu-Roegen, The entropy law and the economics process, Cambridge, Harvard
University Press, 1971.
120
reprimarización e intercambio ecológico desigual
que los recursos naturales son la energía disponible en un sistema cerrado,37 por lo que
su uso sólo puede decrecer debido a que ésta se degrada y dispersa. En sus trabajos
sobre economía del desarrollo, en particular del análisis insumo-producto y las fun-
ciones de producción, enfatiza que todos los procesos económicos requieren ener-
gía y todos generan desechos.38
Por su parte, Pérez Rincón39 señala que los economistas ecológicos han sido
críticos respecto de las relaciones positivas entre comercio y ambiente. Esta crítica
tiene dos claras direcciones: el efecto escala y el efecto equidad. Por un lado, la libe-
ralización comercial es un factor importante en la dinámica de deterioro ambiental
mundial por el aumento de la cantidad de recursos materiales y energéticos que se
movilizan con el crecimiento en un mundo de recursos finitos. Por otro, el comercio
no es un juego de suma positiva en términos ambientales entre los países que co-
mercian, dado el desbalance material que se produce por el intercambio entre países
importadores de recursos materiales y energéticos (industrializados) y países expor-
tadores de este tipo de bienes e importadores de manufacturas y conocimiento, los
países del Sur. Este intercambio es ecológica y económicamente desigual pues ade-
más de que no reconocen los costos ambientales y el agotamiento del patrimonio
natural, las relaciones de intercambio son desfavorables para los países exportadores
de materias primas. Este intercambio desigual es lo que permite que el Norte adquiera
los insumos materiales y energéticos para su metabolismo socioeconómico, siendo los
precios, la inversión extranjera directa y el crédito externo, y eventualmente la in-
tervención militar, los mecanismos que facilitan tales adquisiciones.40
Hay investigaciones cuyo propósito es medir y contabilizar los flujos de ener-
gía y materiales, tal es el caso de aquellas realizadas desde la década de 1990 por el
37
Unos años antes, en 1966, Kennet Boulding planteaba en su conocido artículo, “The Eco-
nomics for the Coming Spaceship Earth” la premisa de que, en el futuro, la economía ten-
dría que concebirse como un sistema cerrado, “El navío espacial Tierra”, lo cual supondrá
aceptar que la abundancia ilimitada es sólo aparente. Sostenía, también, algunos elementos
precursores de la idea de sustentabilidad, como decir que ya no se trata de aumentar el PIB
de cada país, sino de mantener el stock total de capital, y que la solidaridad debe extenderse
no sólo en el espacio sino en el tiempo. Ramón Tamames, Ecología y desarrollo: la polémica
sobre los límites al crecimiento, Madrid, Alianza Editorial, 1977, pp. 86-87.
38
Alonso Aguilar Ibarra et al., Introducción a las economías de la naturaleza, op. cit., pp. 70-72.
39
Mario Pérez Rincón, “Comercio internacional y medio ambiente en Colombia”. Te-
sis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, 2006 [http://www.tdx.cat/bitstream/
handle/10803/4072/mapr1de1.pdf?sequence=1].
40
Ibid., p. 2.
121
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
economista ecológico catalán Joan Martínez-Alier, cuyos principales tópicos que para
este trabajo nos resultan primordiales tienen que ver con la ecología, el ecologismo,
el uso de la energía, la desmaterialización, la desigualdad, la deuda ecológica, la jus-
ticia socioambiental y los conflictos socioambientales que se distribuyen por todo el
mundo y tienen especial impacto en los países pobres, periféricos o subdesarrollados.
En algunos de sus trabajos más recientes, Martínez-Alier en conjunto con múltiples
colaboradores, como es el caso de Mario Alejandro Pérez Rincón, se han encargado
de retomar cuerpos analíticos como el estructuralista para la explicación de la di-
námica de los flujos de materia y energía en economías muy particulares, como es
el caso de Colombia (2006), o con Beatriz Saes (2017) para el caso de Brasil, ambas
tesis doctorales dirigidas por el economista catalán.
Esta nueva perspectiva de la problemática ecológica surge a partir de retomar los
conceptos de inicios de la década de 1950, cuando Raúl Prebisch hacía notar la difi-
cultad surgida de las exportaciones de bienes primarios e importación de bienes ma-
nufacturados, así como el continuo descenso del precio de los primeros, y agregar al
análisis la variable ecológico-ambiental, estudiada a partir del flujo de materia y ener-
gía en las respectivas economías. Los indicadores ambientales utilizados actualmente
no son suficientes para demostrar el verdadero daño ecológico resultante de la acción
humana y en especial de la actividad económica. Debido a que sólo se enfocan en una
de las tres esferas de la sustentabilidad, o resultan estar demasiado desagregados impo-
sibilitando la íntegra comprensión del complejo problema ecológico en el que se en-
cuentra inmersa el conjunto de la humanidad en la actualidad.41
Por ello, los flujos de materia y energía y, en general, las cuentas biofísicas son ne-
cesarias puesto que tienen como objetivo establecer y determinar los flujos existentes
entre la economía, representada por la función de producción, y el medio ambiente
en el que ésta se desarrolla.42 Como parte de estas cuentas biofísicas, encontramos
el balance comercial físico (BCF) que mide el saldo entre los flujos de importación
y los flujos de exportación de diversos materiales, por lo que un saldo negativo en
los balances comerciales de estas economías latinoamericanas se interpretará como
una salida neta de recursos naturales hacia el mercado internacional, pues es mayor
el flujo que sale del país en exportaciones, respecto del flujo que ingresa en impor-
taciones. El signo negativo de estas balanzas físicas es un indicativo del intercambio
ecológicamente desigual porque se encuentra asociado con las grandes externalidades
41
(UNEP, 2016:1) (faltan datos).
42
Eurostat-INE, Material Flow Accounts, Balance y cuentas de flujos de materiales, 2010, p. 4
[https://www.ine.es/daco/daco42/ambiente/aguasatelite/metflujos1.pdf].
122
reprimarización e intercambio ecológico desigual
que origina todo proceso extractivo, y que se omiten en los precios de mercado. Es
decir, uno debería reconocer los costos sociales y ambientales de las externalidades
que se originan en procesos extractivos que contaminan y degradan los patrimo-
nios naturales de las economías latinoamericanas, en lugar de ceñirse a la evolución
de precios que definan los mercados y esperar recuperaciones permanentes de los
precios de las exportaciones.43
Dichos indicadores deben tener en cuenta la metodología de análisis o conta-
bilidad de flujos de materias44 (MFA), que contabilizan el uso de recursos naturales
en el proceso de producción y consumo en términos de toneladas. Lo que nos per-
mitirá conocer las dimensiones biofísicas del comercio exterior.45
Ahora bien, en lo correspondiente a los flujos de materia y energía y en par-
ticular al balance de flujo de materiales correspondiente a Brasil, podemos observar
su tendencia gracias a la Gráfica 6, las cifras presentadas son porcentajes.
Este “balance comercial físico” toma en cuenta todas las entradas y salidas de
materiales de cada nación, en este caso, mediante la Gráfica 6, se pueden ver los flu-
jos propios del comercio brasileño. Sin embargo, este balance es distinto del comer-
cial económico, al restarle los flujos de entrada a los flujos de salida de materiales, es
decir, a los materiales que entran al país por las importaciones, se le restan aquellos
materiales que salen por medio de las exportaciones. En términos generales, este
balance comercial físico se puede interpretar como la cantidad de recursos extraí-
dos y su posterior exportación. Al ser negativo el resultado de este balance la lectura
significaría que se están explotando más recursos para la exportación de los que se
están importando y entrando al sistema. Es decir, hay un mayor deterioro ecológico;
43
Pablo Samaniego, María Cristina Vallejo y Joan Martínez-Alier, Déficits comerciales y déficits
físicos en Sudamérica, Elsevier, 2015, pp. 32-33.
44
Las cuentas de flujo de materiales muestran los inputs físicos de materiales que entran en
el sistema económico nacional y los outputs a otras economías o al medio natural. Son
cuentas en unidades físicas (toneladas) que describen la extracción, transformación, consu-
mo y eliminación final de elementos químicos, materias primas o productos. El principio
conceptual en el que se basan estas cuentas es la primera ley de la termodinámica sobre la
conservación de la materia, según este principio la materia no se crea ni se destruye sólo
se transforma. Esta técnica puede ser aplicada a materiales y sustancias específicas de gran
impacto medioambiental, incluyendo combustibles, materiales estratégicos, madera, pesti-
cidas, cinc, etcétera. Instituto Nacional de Estadística de España (INE), Cuentas de flujos de
materiales, Serie 1995-2008, Base 2010, p. 3 [http://www.ine.es/daco/daco42/ambiente/
aguasatelite/metflujos2.pdf].
45
Eurostat-INE, Material Flow Accounts, op. cit., p. 2.
123
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
como se puede ver, este balance responde de forma contraria a lo que se espera en
materia económica.
Para el caso de Brasil, partiendo del año 2000, encontramos los siguientes va-
lores en millones de toneladas, mismos que se deben entender como porcentajes
que salen del sistema ecológico para su exportación, cuyo total alcanza un valor de
-154.38. Para el 2001, los millones de toneladas exportadas superiores a las impor-
taciones llegan a -178.12. Mientas que para el 2002 alcanza un total de -203.58 no-
tándose una importante ampliación en la tendencia negativa que en el 2003 llega a
un valor de -230.12.
En el 2004 mantiene su tendencia negativa con un total de -273.62; mientras
para el 2005 este valor llega a -305.52. Por su parte, para el 2006 el balance negativo
continúa creciendo a -324.78 millones de toneladas que salieron del sistema ecoló-
gico brasileño. En el 2007 llegó a -347.76 millones de toneladas, mientras que para
el 2008 los millones de toneladas sacadas del sistema en forma de exportaciones fue-
ron de -352.79; para el 2009 estos valores llegaron a -358.94; para el 2010 -395.85;
en el 2011 se aprecia un total de -414.04 millones de toneladas que salieron como
parte del comercio exterior brasileño.Ya en el 2012, alcanzaron un total de -411.23;
en el 2013 de -418.07. Para el 2014, las millones de toneladas de materiales expor-
tadas fueron -444.88; en el 2015 ascendieron a -468.13 millones de toneladas, mien-
tras que para el 2016 la cifra llegó a -488.22 millones de toneladas que salieron del
sistema ecológico brasileño.
Como se aprecia en la Gráfica 12, a partir de 1997 comienza el crecimiento
exponencial del balance comercial físico negativo cuya amplitud alcanzó a valores
cercanos al -500 millones de toneladas de materiales que salieron del sistema eco-
lógico brasileño. Este crecimiento del balance negativo es reflejo del aumento de
las exportaciones de bienes de la economía brasileña, mismas que comenzaron su
aumento desde el 2005 cuyos primeros cinco rubros están compuestos en primer
lugar de vehículos y trenes; reactores nucleares, seguidas de hierro y acero; mine-
rales y cenizas; combustibles minerales y aceites. Para el 2010, las cinco principa-
les exportaciones las componen, en primer lugar, minerales y cenizas, seguidas de
combustibles minerales y aceites, posteriormente se encuentra el rubro del azúcar,
seguidas de los aceites y frutas; finalmente, los vehículos. En el 2015, cuatro de las
cinco principales exportaciones están compuestas por commodities, como el aceite,
frutas y granos, seguidas de minerales y cenizas, continúan los combustibles mine-
rales y aceites, posteriormente se encuentra el rubro carne y, finalmente, reactores
nucleares y maquinaria.
124
reprimarización e intercambio ecológico desigual
Gráfica 12
Brasil: balance comercial físico (millones de toneladas)
Fuente: Base de datos de flujo global de materiales, panel internacional de recursos, ONU.
Pablo Samaniego, María Cristina Vallejo y Joan Martínez-Alier, Déficits comerciales y déficits
46
125
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Consideraciones finales
126
reprimarización e intercambio ecológico desigual
Aleida Azamar Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Promesas del extractivismo en América
47
127
Extractivismo militarista en América Latina
Resumen
Las actividades de explotación a la naturaleza en América Latina han crecido
en las últimas décadas debido al notable apoyo que el Estado brinda, de diversas
maneras, a las compañías extractivas en la mayoría de las naciones de la región,
pero una que resalta en este estudio es la “militarización”. Esta situación genera
un escenario centralizado en el poder económico empresarial que amenaza el
bienestar social, ambiental, cultural, etcétera, lo que es respaldado por las fuerzas
armadas en cada uno de los países.
Introducción
Durante las últimas dos décadas se han presentado varios cambios políticos en Amé-
rica Latina, entre éstos: el ascenso y el declive de la autoproclamada izquierda pro-
gresista durante los primeros 15 años de este siglo,1 y el actual viraje hacia la derecha
populista que se beneficia del desencanto de las administraciones de Cristina Fernán-
dez de Kirchner que condujeron a Mauricio Macri a la presidencia de Argentina; la
pactada caída política de Dilma Rousseff que logró el triunfo de Jair Bolsonaro en
Brasil; el polémico y también bloqueado internacionalmente mandato de Nicolás
1
Aleida Azamar Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Las promesas del extractivismo en
América Latina: luces y sombras”, en J. Carrillo Nieto, F. Escárzaga y G. Günther (coords.),
Ascenso y crisis de los gobiernos progresistas latinoamericanos, México, Universidad Autónoma
Metropolitana/Ítaca, 2016, pp. 31-62.
129
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
2
El extractivismo es un proceso productivo amplio y variado, el cual ha obtenido gran
relevancia durante el presente siglo debido a las implicaciones sociales, ambientales y cul-
turales negativas de su ejecución. Para definirlo existen múltiples aproximaciones teóricas,
pero para este trabajo se caracteriza como: a) un proceso de aprovechamiento de la natura-
leza que se realiza con el fin de obtener más recursos de los que la demanda local requiere;
b) modifica y daña de manera grave y/o irreversible el área donde se lleva a cabo; c) pro-
mueve vínculos de comercio desigual debilitando al país de donde se extrae a partir de la
dependencia, pues se enfoca en el intercambio internacional y no en el fortalecimiento de
las cadenas de valor locales; d) se desarrolla como parte de una estrategia de apropiación
de bienes comunes respaldada por el Estado para garantizar la reproducción del capital,
ya que se apuesta que a partir de éste existirá crecimiento económico (principalmente los
gobiernos neoliberales) o en otros casos se justifica que por medio de él se saldrá de la
pobreza invirtiendo los ingresos obtenidos de la explotación de los recursos naturales en
programas sociales (principalmente los gobiernos progresistas). En este sentido, el modelo
extractivista es el conjunto de relaciones productivas que se organizan en torno a la ex-
plotación y comercialización de la naturaleza.
3
Aleida Azamar Alonso, Minería en América Latina y México: problemas y consecuencias, México,
Universidad Autónoma Metropolitana, 2018a.
4
Actualmente no hay consenso específico sobre la definición precisa del concepto de mi-
litarización, por lo que en este trabajo se toman como referencia lo que mencionan los
organismos internacionales y algunas investigaciones particulares, centrándose específica-
mente en la idea de que las instituciones de poder civil como el Estado adoptan estrategias
de poder y violencia contra la población civil, las cuales están reservadas para las activi-
dades militares. En la sección de militarización se explica más a fondo el concepto y las
referencias utilizadas.
130
extractivismo militarista en américa latina
131
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Cuadro 1
Estrategias expropiatorias del extractivismo
Fuente: Carlos Valadez Hernández, “Militarización y extractivismo. Aportes para pensar al Estado en el
marco del combate al crimen organizado en México”. Tesis de licenciatura en economía, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2015, pp. 108.
5
Aleida Azamar Alonso y Amílcar Azamar Alonso, “Las promesas del extractivismo en
América Latina...”, op. cit.
132
extractivismo militarista en américa latina
6
Claudia Composto y Mina Lorena Navarro, “Estados, trasnacionales extractivas y comu-
nidades movilizadas: dominación y resistencias en torno de la minería a gran escala en
América Latina”, Theomai (25), 2012, pp. 68-74.
7
Karl Polanyi, La gran transformación, México, Juan Pablos Editor, 2009.
133
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
ilusorio”.8 Es decir, establece un objetivo común para toda la población, aunque los
beneficios de dicho objetivo sean en su mayoría para un sector específico, de ma-
nera que al interiorizar en la sociedad una idea (ejemplo, el libre mercado) vincu-
lándola al interés común, puede permitirse parecer independiente al poder político
y económico que se beneficiarían por lograr el objetivo mencionado. Al respecto,
Salama9 menciona que “al garantizar el respeto de las reglas del intercambio, llega a
ser el garante del intercambio desigual. La especificidad del Estado capitalista es la
de aparecer como garante del intercambio de equivalente para permitirle, en reali-
dad, el intercambio desigual”.
Considerando estas características de la administración, es posible entender
que el sistema capitalista contemporáneo no es resultado de las fuerzas naturales del
mercado o de la conducta perfectamente racional de los actores en la sociedad, sino
de la imposición, por parte de una clase dominante y, por otra, de tres elementos
fundamentales que dieron forma a la sociedad: a) el comentado mercado de inter-
cambio desigual, b) el mercado de trabajo, y c) el descartado patrón oro,10 mecanis-
mos que por sí mismos habrían sido imposibles de llevar a la práctica sin la fortaleza
y guía de una institución como el Estado.
Y aunque desde las bases clásicas de la economía –como ciencia– se ha esta-
blecido que para un funcionamiento competitivo de cualquier mercado se requie-
ren situaciones perfectamente competitivas o lo más cercano a las mismas, lo cierto
es que se ha mantenido y fortalecido una situación de monopsonio en el que pocas
empresas dominan la mayor parte de la demanda u oferta (tanto de bienes y ser-
vicios como de fuerza de trabajo), por lo que se pueden imponer condiciones en
perjuicio del trabajador y del consumidor,11 cuestión que se observa notablemente
en la actividad extractiva latinoamericana financiada en su mayoría por inversión
privada proveniente de Canadá, Estados Unidos y, recientemente, China, con una
gran cantidad de pequeñas y medianas empresas subsidiarias de grandes consorcios
internacionales.12
8
David Harvey, Breve historia del neoliberalismo, Madrid, Akal, 2007, p. 290.
9
Pierre Salama, “El Estado capitalista como abstracción real”, Críticas de la economía política,
(12 y 13), 1979, p. 88.
10
Karl Polanyi, La gran transformación, op. cit.
11
Ronald Bachmann y Hanna Frings, “Monopsonistic Competition, Low-Wage Labour
Markets, and Minimum Wages: An Empirical Analysis”, Applied Economics, 49(51), 2017,
pp. 5268-5286.
12
Federico Nacif, “Un Estado a la medida del extractivismo. Las políticas de la ‘minería
sustentable’ impulsadas en América Latina desde 1990”, Integra Educativa, VIII(3), 2017,
134
extractivismo militarista en américa latina
135
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
como un seguro que limita su accionar en cuanto a las medidas que pueden afectar a la
población en general.
16
James O’Connor, La crisis fiscal del Estado, op. cit.
136
extractivismo militarista en américa latina
Para entender cómo se llega desde una especie de “capitalismo social” hacia un mo-
delo de acumulación salvaje como el que se vive actualmente en América Latina,
primero se debe establecer que ante la necesidad de incrementar la tasa de benefi-
cio del capital, el Estado optará por asegurar las condiciones más óptimas para la in-
dustria antes que para la sociedad (aunque esto afecte su legitimidad), pues así como
los empresarios dependen del Estado para mantener activo al capitalismo, también
es necesaria la relación recíproca, ya que el Estado, así como funciona actualmente,
no puede existir sin el factor productivo que le proporcione ingresos (fiscales, ope-
rativos, etcétera) para cubrir sus gastos. Es decir, ante una crisis en la caída de la tasa
de ganancia, la legitimación institucional pasa a segundo plano.
No obstante, para poder conservar su vigencia operativa ante una crisis de le-
gitimidad, el Estado recurre a su capacidad de plantear un objetivo específico a toda
la sociedad, generando la falsa dicotomía entre el caos y la idea de que solamente se
puede gobernar de forma adecuada al imponer condiciones de competencia des-
leales que favorecen a unos pocos, aunque un gran número de personas puedan sa-
lir dañadas. En este trabajo, se trata de construir una narrativa en la que parece no
existir una alternativa a la explotación intensiva de los bienes naturales, pues toda la
economía en el mundo gira en torno a la comercialización y utilización de éstos.
De esta manera, el Estado establece la necesidad “superior y general” de explotar las
materias primas locales (por medio de empresas autorizadas o propias) y cualquiera
que se interponga en este objetivo está contra el bienestar público.
Es así como se construye una forma de gobierno centrada en la dinámica de
competencia que beneficia a la industria y que es aceptada por la sociedad, ya que
los mecanismos de persuasión con los que cuenta el Estado (educación, comunica-
ción, etcétera) terminan por modelar la estructura del consenso general.17 A partir
de esto se puede fortalecer el modelo productivo monopolista.
Para ello el gobierno cambia sus prioridades y puede optar por erradicar todas
aquellas actividades que no generan el rendimiento adecuado, además de que pue-
den transferir los activos (capital, personal especializado o mano de obra barata) hacia
otros espacios más competitivos. Los sectores públicos o privados en los que la pro-
ducción no sea eficiente, en donde la competencia perjudique a los capitales indivi-
duales que fortalecen al Estado o simplemente por el hecho de querer incrementar
Antonio Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, México,
17
137
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
el plusvalor absoluto en otras industrias, por lo que se opta por purgar al sistema, lo
que conduce a un proceso de concentración de la actividad productiva en una me-
nor cantidad de actores que finalmente adopta la forma de monopolio,18 pero tam-
bién se presenta una mayor debilidad estructural por la alta dependencia en sectores
productivos tan concentrados.
Se puede tomar como ejemplo la ola de privatizaciones del sector público en
América Latina durante las décadas de 1980 y 1990, lo que condujo en la mayoría de
los casos a abandonar las industrias públicas de aprovechamiento y explotación de los
bienes naturales, actividad que estaba restringida en casi todos los países de la región
para el Estado o los habitantes de la nación.19 Este proceso llevó al desarrollo de un
mercado de concesiones altamente concentrado que, para el sector minero, significó
que más del 50% de la inversión que se ha recibido en la región entre el 2000 y 2018
pertenece a un solo país: Canadá.20 En cuanto a los hidrocarburos locales las previ-
siones de actuación del mercado productivo dependen principalmente de los mo-
vimientos de cinco megaempresas que controlan la mayor parte de este mercado.21
Por otro lado, el mercado de energías renovables (eólica, hidroeléctrica, etcétera) se
encuentra dominado por empresas europeas y chinas principalmente.22
Es decir, existe una evidente tendencia de control geoestratégico en los bienes
naturales de la región, pues además de ser una zona rica en éstos, también se pre-
senta un aprovechamiento de las condiciones de gobernanza que dan prioridad a
mejorar la competencia productiva sin restringir los monopolios en estos sectores,
ya que de esta forma se garantiza un mayor nivel de inversión e interés de los países
para acaparar los recursos disponibles.
Es así como el Estado consigue legitimar un modelo productivo monopolista
que puede abandonar parte de su obligación social al imponer como objetivo ge-
neral de aprovechamiento las riquezas locales basado en actividades productivas que
18
Pierre Salama, “El Estado capitalista como abstracción real”, op. cit.
19
Aleida Azamar Alonso, Megaminería en México: explotación laboral y acumulación de ganancia,
México, Universidad Autónoma Metropolitana/Ítaca, 2017; Federico Nacif, “Un estado a
la medida del extractivismo...”, op. cit.
20
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Estudio económico de Amé-
rica Latina y el Caribe. Evolución de la inversión en América Latina y el Caribe: hechos estilizados,
determinantes y desafíos de política, Santiago, CEPAL, 2018.
21
Sinopec, Shell, Petrochina, BP, Exxonmobile, estas cinco empresas (dos de ellas chinas)
obtuvieron más de 1 500 billones de dólares en ingresos en 2018, triplicando los ingresos
del resto de megaempresas en el mundo.
22
CEPAL, Estudio económico de América Latina y el Caribe..., op. cit.
138
extractivismo militarista en américa latina
23
Sabina Morales Rosas y Carlos Pérez Ricart, Militarización: una propuesta conceptual basada
en el caso mexicano (1995-2012), Documento de trabajo núm. 2, Berlín, 2014.
24
Idem.
25
Bolívar Echeverría, Valor de uso y utopía, México, Siglo XXI Editores, 2012, p. 113.
139
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
que uno debería estar en guardia ante cualquiera que pretenda desestabilizar dicha
posición, pues afectaría primero al individuo, que ya está debilitado.
Así, el Estado gana la legitimidad de utilizar la fuerza pública para reducir to-
das las amenazas que pudieran poner en riesgo a la sociedad. Pero no es cualquier
tipo de violencia la que se utiliza, sino que se parte de una enfocada en destruir ab-
solutamente todas aquellas posiciones que podrían debilitar la estrategia producti-
va del gobierno.26 La policía, al contrario que el ejército, se emplea principalmente
para sancionar y prevenir una acción contraria a los intereses públicos, es un apara-
to disuasivo que sería imposible de utilizar para transformar la vida pública, pues no
tiene esa competencia.
El ejército, por su parte, cuenta con un entrenamiento enfocado en la elimi-
nación de sus objetivos (asesinato o destrucción total y parcial). No es que sea una
máquina de matar, sino que es una institución especializada en la labor de someter
de forma violenta a quienes el Estado señale. Por otra parte, sus propios equipos,
entrenamiento y capacidades logísticas le permiten lograr acciones de disuasión en
territorios donde a la policía le costaría mucho ingresar y maniobrar (por ejemplo,
alguna montaña, selva, laguna, etcétera).
No obstante, el empleo de esta institución (ejército) debe ser legitimado en el
plan de acción del Estado, pues la población por sí misma es incapaz de aceptar una
acción violenta injustificada, por lo que el ejército es empleado en todo el mundo
para labores humanitarias principalmente, lo que incrementa su aprobación popular
y crea una imagen de unidad nacional que por supuesto debe ser avalada y apoyada.
Por otro lado, su accionar destructivo se muestra públicamente en pequeñas
dosis y únicamente para demostrar que su actuar se centra en la defensa de amena-
zas públicas como: el narcotráfico, la guerrilla o para “aplacar o calmar” a las pobla-
ciones que actúan violentamente entre sí, etcétera.
El ejército es un recurso de coerción vinculado con el Estado en tres niveles,
el primero se refiere a la integración económica que beneficia a la tasa de ganan-
cia, pues en la medida que éste actúe y haga su trabajo (destruir) puede fomentar
inversión para incrementar su capacidad operativa.27 En el segundo nivel se trata de
26
Idem.
27
Díaz puntualiza lo siguiente respecto a la guerra (el ejercicio absoluto del poder militar)
“[es] un factor de contratendencia a la caída de la tasa de ganancia; tanto en la Primera y
Segunda Guerra Mundial, el nivel de destrucción fue tal que la desvalorización de capita-
les por medio de la destrucción física dio paso a nuevas áreas de expansión y valorización
del capital”. Irma Cecilia Díaz Rojas, “Empresas de defensa en la economía estadou-
140
extractivismo militarista en américa latina
su papel legitimador que ahora viene a reemplazar a los programas sociales de an-
taño, ya que en la medida que apoya a la población tiende a crear nuevamente una
dependencia hacia esta institución. Finalmente, en el tercer nivel es una garantía de
que se van a cumplir las condiciones de reproducción del capital, pues la principal
característica de este grupo armado es la dominación territorial.
En el escenario regional latinoamericano algunos países como Perú, Colombia,
Brasil, México e incluso Bolivia28 han favorecido el actuar militar para garantizar sus
actividades productivas extractivas.
En el caso de Brasil, Colombia y Perú desde el periodo presidencial de Fer-
nando Henrique Cardoso en Brasil en 1996 se instauró un proceso de militarización
policial a finales de la década de 199029 para lidiar con los conflictos que ocurren en
la franja fronteriza de los tres países y que involucran a las distintas guerrillas y gru-
pos de narcotraficantes de la zona. No obstante, la conducta militarizante que Bra-
sil fomentó se replicó en Colombia y Perú, otorgando a esta parte del mundo una
especie de guerra silenciosa que estaba más enfocada en apaciguar a la población
amazónica que protestaba ante la llegada de proyectos extractivos en su territorio.30
En el caso mexicano, durante el periodo presidencial de Felipe Calderón entre
el 2006 y 2012 se llevó a cabo una estrategia de guerra abierta contra los narcotrafi-
cantes del país, lo que ha generado una situación de constante conflicto hasta hoy y
ha provocado más de 300 mil muertos y un número desconocido de desaparecidos.
Aunque se supone que la intención e interés de esta “guerra” era eliminar a los pro-
ductores de drogas, lo cierto es que el ejército se usa de forma indiscriminada prin-
cipalmente contra la población rural en zonas extractivas en un proceso abierto de
militarización que apela al uso del poder político violento tanto para el control de las
comunidades como para asegurar el desarrollo de proyectos extractivos en el país.31
141
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
War on Drugs on the Armed Forces the Prospects for Mexico’s “Militarization” and Bilateral Rela-
tions, Pensylvania, Strategic Studies Institute, 2013.
32
Álvaro Luksic, “Evo pide a FFAA asentar unidades militares en fronteras”, El País, 8 de
agosto de 2010 [https://elpaisonline.com/index.php/editorial/item/27167-evo-pide-a-
ffaa-asentar-unidades-militares-en-fronteras].
33
TIERRA, TIPNIS: Breve recuento de presiones y conflictos recientes, La Paz, 2017 [http://nues-
tratierra.org/wp-content/uploads/2018/02/TIPNIS.pdf].
142
extractivismo militarista en américa latina
Cuadro 2
Nivel mundial de militarización en los países de América Latina
Años Argentina Bolivia Brasil Chile Colombia Ecuador México Perú Venezuela
2000 110 85 81 43 78 59 111 50 96
2001 111 87 80 43 78 58 112 51 96
2002 110 88 82 39 77 59 111 52 99
2003 111 87 83 37 73 55 114 56 100
2004 114 87 81 38 70 61 116 54 98
2005 113 89 80 36 69 52 115 47 94
2006 115 84 85 35 63 58 125 49 99
2007 117 86 87 34 64 57 126 45 92
2008 114 80 86 34 61 55 126 45 91
2009 115 80 83 36 61 53 125 40 95
2010 117 78 79 36 60 52 120 39 96
2011 121 71 82 38 67 54 122 40 94
2012 123 67 80 38 59 50 125 40 90
2013 120 67 79 37 57 49 122 39 84
2014 118 65 75 35 62 51 135 56 85
2015 121 75 79 37 61 57 136 64 65
2016 118 76 77 34 57 58 137 64 86
2017 116 73 76 33 55 57 119 45 78
Fuente: elaboración con datos de Bonn International Center for Conversion (BICC) [https://gmi.bicc.
de/index.php?page=ranking-table].
34
Sabina Morales Rosas y Carlos Pérez Ricart, Militarización: una propuesta conceptual..., op. cit.
143
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
35
Ezequiel Flores Contreras, “Ejército y agentes toman el control de minera Media Luna en
Guerrero”, Proceso, 27 de enero de 2018 [https://www.proceso.com.mx/520241/ejerci-
to-y-agentes-toman-el-control-de-minera-media-luna-en-guerrero].
36
Aleida Azamar Alonso, “Actividad minera en México, en la mira del narcotráfico”, El
Universal, 21 de septiembre de 2018 [http://www.eluniversal.com.mx/articulo/aleida-
azamar/nacion/actividad-minera-en-mexico-en-la-mira-del-narcotrafico].
144
extractivismo militarista en américa latina
Myrian Bregman y Gloria Pagés, “La muerte de Santiago, un crimen de Estado”, Ideas de
37
145
políticas ambientales y reconceptualización de la naturaleza
Consideraciones finales
América Latina se ha convertido en una región donde se llevan a cabo múltiples pro-
cesos de transformación social. Se puede señalar la imposición del modelo extractivista
38
Annie Lamalice y Juan Luis Klein, “Efectos socioterritoriales de la megaminería y reac-
ción social: el caso de Minera Alumbrera en la provincia de Catamarca, Argentina”, Revista
de Geografía Norte Grande (65), 2016, pp. 155-177.
146
extractivismo militarista en américa latina
147
SEGUNDA PARTE
Cambio institucional y resistencia social
El rol de la Defensoría del Pueblo
en la canalización productiva de los conflictos ambientales
Estudio comparado de Argentina y Perú
Eliana Spadoni
Resumen
Este capítulo tiene como objeto presentar la investigación realizada1 sobre el estu-
dio del rol (es) de las Defensorías del Pueblo (DP) latinoamericanas en la canali-
zación de los conflictos ambientales. La literatura sobre los conflictos ambientales
en América Latina es profusa; sin embargo, y a pesar de su riqueza conceptual,
encuentra ciertas limitaciones al momento de explicar de qué manera las con-
troversias ambientales son canalizadas en la práctica.
1
Eliana Spadoni, “El rol de la Defensoría del Pueblo en la canalización productiva de los
conflictos ambientales: un estudio comparado de Argentina y Perú (2000-2013)”. Tesis
doctoral. Escuela de Política y Gobierno, UNSAM, 2016.
2
Según Ostrom, los bienes públicos que involucran recursos naturales son difícilmente
“excluibles” y no pueden ser gestionados con criterios de racionalidad individual. Esos
bienes incluyen, por ejemplo: pesquerías, cuencas hídricas, bosques, el subsuelo mineral,
etcétera. Elinor Ostrom, Governing the commons: the evolution of institutions for collective action,
Cambridge, Cambridge University Press, 1990.
151
cambio institucional y resistencia social
aquellas organizaciones estatales que tienen la capacidad para hacerlo, asumiendo a los
conflictos ambientales como oportunidades para generar procesos de cambio social.
Si bien en la región latinoamericana existe un campo académico prolífico de
estudio de los conflictos ambientales,3 éste presenta ciertas limitaciones al analizar el
rol de las instituciones estatales en la canalización de los conflictos. El eje se ha pues-
to tanto en el análisis crítico del modelo extractivista y exportador de los recursos
naturales4 como en el debate sobre “la apropiación y saqueo de la naturaleza”5 y en
la protección ambiental.6 En la mayoría de los casos se entiende al Estado como un
ente uniforme, reproductor de las relaciones de dominación colonialista y distribui-
dor de los conflictos ambientales.
Sin embargo, este actor debe ser aprehendido en todas sus dimensiones analí-
ticas. No se trata simplemente de una gran burocracia pública sino de un conjunto
de agencias múltiples e instituciones heterogéneas donde los funcionarios tienden
3
Joan Martínez Alier, El ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración,
Barcelona, Icaria/Flacso, 2004; Héctor Alimonda (ed.), Los tormentos de la materia: aportes para
una ecología política latinoamericana, Buenos Aires, Clacso, 2006, pp. 1-39, 195-212; David Ca-
rruthers, Environmental Justice in Latin America: problems, promise and practice, Cambridge, MIT
Press, 1999; Maarten. A. Hajer, The politics of environmental discourse, Oxford, Clarendon Press,
1995; Enrique Leff, “La ecología política en América Latina: un campo en construcción”,
en Héctor Alimonda (coord.), Los tormentos de la materia..., op. cit., pp. 21-38; David Harvey,
Justice, Nature and the Geography of Difference, Oxford, Blackwell, 1996; Ricardo. A. Gutiérrez,
“When Experts Do Politics: Introducing Water Policy Reform in Brazil”, Governance. An
International Journal of Policy, Administration, and Institutions, 23(1), 2010a, pp. 59-88; Ricardo
Gutiérrez (coord.), Construir el ambiente, Editorial Teseo, 2018 [ISBN 978-987-723-168-7];
Anthony Bebbington, “Conflicto social e instituciones emergentes: hipótesis desde Piura,
Perú”, en Anthony Bebbington (ed.), Industrias extractivas, conflicto social y dinámicas institucio-
nales en la Región Andina, Lima, IEP/CEPES/Grupo Propuesta Ciudadana, 2013.
4
Maristella Svampa, La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo, Buenos
Aires, Taurus, 2011; Henri Acselrad (org.), Conflitos ambientais no Brasil, Río de Janeiro,
Relume Dumará, 2004; Alejandra Alaiza y Eduardo Gudynas (eds.), Transiciones: post ex-
tractivismo y alternativas al extractivismo en el Perú, Lima, CEPES, 2011.
5
Walter Pengue (comp.), La apropiación y el saqueo de la naturaleza: conflictos ecológicos distribu-
tivos en la Argentina del Bicentenario, Buenos Aires, Lugar Editorial, 2008; Héctor Alimonda,
“La colonialidad de la naturaleza. Una aproximación a la ecología política latinoamerica-
na”, en Héctor Alimonda (ed.), La colonización de la naturaleza. Ecología política y minería en
América Latina, Buenos Aires, Clacso, 2011, pp. 19-58.
6
Carlos Reboratti, Ambiente y sociedad: conceptos y relaciones, Buenos Aires, Planeta/Ariel,
2000; Leonardo Boff, Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres, Madrid, Trotta, 1996.
152
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
Claus Offe, Contradicciones en el Estado del bienestar, Madrid, Alianza, 1991; Guillermo
7
153
cambio institucional y resistencia social
que encuentran vulnerados sus derechos. Diariamente ingresa a una DP todo tipo de
quejas de ciudadanos, usuarios, organizaciones no gubernamentales y demás organis-
mos que reclaman al estado una respuesta precisa sobre sus derechos y necesidades.
Si se entienden los derechos ambientales como el derecho humano al aire, agua
y al suelo, tanto para la generación presente como para las venideras,8 esta asevera-
ción genera, entonces, dos implicancias relevantes. La primera es el reconocimiento
de un derecho colectivo en el que la actual generación es responsable por las gene-
raciones futuras; se tiene, así, un panorama en el que las acciones legales pueden ser
promovidas no sólo por los afectados directos sino por organizaciones e instituciones
que representen esos intereses de manera indirecta. La segunda es que los derechos
ambientales se vuelven una cuestión vinculada con la justicia, por cuanto generan
efectos distributivos en la población. Los intereses indirectos, o difusos, no son fá-
cilmente localizables en un sujeto ni protagonizados por grupos formales o jurídi-
camente constituidos; están, por el contrario, indeterminados: esparcidos en torno a
un vasto sector de la comunidad.9
Las Defensorías –actuando en representación de estos intereses difusos y asu-
miéndolos como propios– reconocen así el derecho ambiental como un derecho
humano colectivo. A ellas les corresponde la supervisión del cumplimiento de las
obligaciones estatales respecto a los bienes ambientales, con el fin de proteger los de-
rechos de la ciudadanía y promover su participación activa. Los conflictos ambien-
tales constituyen, entonces, un tema que compete a las Defensorías en la medida en
que en tal materia se ponen en juego derechos fundamentales. En este tipo de con-
troversias se ven afectados derechos ambientales y es así que, desde la perspectiva de
la protección de derechos, las DA participan de la canalización de los conflictos asu-
miendo distintos roles y tomando parte en diversas acciones.
Las DP de Argentina y de Perú fueron seleccionadas por su trayectoria en el
campo de los conflictos ambientales.10 El periodo de estudio abarca del 2000 al 2013,
8
Richard P. Hiskes, The Human Right to a Green Future, Cambridge, Cambridge University
Press, 2009.
9
Jorge Vanossi, “El Defensor del Pueblo o comisionado parlamentario en el régimen cons-
titucional argentino”, Revista Jurídica de Buenos Aires, 1985, p. 164.
10
El trabajo de campo se realizó en dos etapas –entre 2013 y 2014– e incluyó sendos viajes
al Perú en los que se recolectó información in situ en la DP y además se realizaron doce
entrevistas con miembros de la DP e informantes clave. En el caso de la Argentina, fue
necesaria una cantidad análoga de entrevistas con miembros de la DP e informantes clave,
además de la utilización de material del proyecto de investigación PICTO “Acceso a la
justicia y marginaciones sociales. Líneas estratégicas provenientes del activismo judicial
154
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
155
cambio institucional y resistencia social
Gráfica 1
Cantidad de quejas generales recibidas por las DP de Perú y Argentina
12
Guillermo O’Donnell, “Accountability horizontal: la institucionalización legal de la des-
confianza política”, Revista Española de Ciencia Política, núm. 11, 2004, pp. 11-31.
13
Enrique Peruzzotti y Catalina Smulovitz, “Accountability social: el otro lado del control”,
en Catalina Smulovitz y Enrique Peruzzotti (co-eds.), Controlando a la política. Ciudadanos
y medios en las democracias latinoamericanas, Buenos Aires, Grupo Editorial Temas, 2002.
156
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
157
cambio institucional y resistencia social
158
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
14
Todas las traducciones que aparecen en esta ponencia son propias.
15
Alberto Acosta, La maldición de la abundancia, Quito, Ediciones Abya-Yala, 2009; Richard
Auty, Sustainable Development in Mineral Economies: The Resource Curse Thesis, Londres,
Routledge, 1993.
16
Henri Acselrad (org.), Conflitos ambientais no Brasil, Río de Janeiro, Relume Dumará, 2004.
17
Claus Offe, Contradicciones en el Estado del bienestar, op. cit.
18
Deil Wright, Para entender las relaciones intergubernamentales, México, Fondo de Cultura
Económica, 1997.
159
cambio institucional y resistencia social
asimétricas entre las distintas unidades territoriales de gobierno –por caso entre los
gobiernos subnacional y nacional–; y 2) en el nivel horizontal, las relaciones entre
unidades subnacionales de un mismo nivel territorial –por ejemplo, las que se dan
entre municipios. Dichas relaciones incluyen funcionarios y entidades gubernamen-
tales de todo tipo y tamaño y trascienden las pautas gubernamentales de actuación
constitucionalmente reconocidas, ampliando así el abanico de relaciones entre los
niveles nacional, subnacional, regional, provincial y local.19 Lo más relevante no es lo
que se “debe hacer” sino lo que efectivamente “se hace”; es decir, los arreglos infor-
males y prácticos. Esta perspectiva incluye, principalmente, los intereses, objetivos y
estrategias de los funcionarios involucrados. Estas relaciones pueden ser de: a) predo-
minio: cuando hay un patrón de independencia y no se reconocen los intereses de
otros niveles de gobierno, b) disputa: cuando se advierte incompatibilidad entre los
objetivos de uso y explotación del recurso natural de los gobiernos, c) coordinación:
cuando se advierte un grado mínimo de articulación y consenso en las políticas de
explotación y protección de los bienes ambientales de los gobiernos, d) indiferencia:
cuando se presentan fuertes patrones de inacción y una cierta tendencia a no asumir
el problema ambiental como propio.
En relación con la segunda observación, el vacío bibliográfico ha sido justifi-
cado, en muchas ocasiones, por la necesidad de alejarse de la perspectiva académica
estadounidense, que busca –por así decirlo– “resolver los conflictos”.20 Y la tercera
omisión puede explicarse por el hecho de que, en la región, prima el análisis de los
conflictos ambientales desde la perspectiva de las resistencias sociales y a partir de
las teorías del movimiento y la protesta social, haciendo poco hincapié en los roles
institucionales y la canalización de los conflictos.
Desde el marco de la justicia ambiental,21 algunos autores han resaltado el ca-
rácter desigual e injusto de distribución de la riqueza y la falta de equidad en el
19
Robert Agranoff, “Las relaciones intergubernamentales y el Estado de las autonomías”,
Política y Sociedad, núm. 13, Madrid, 1993, pp. 87-105.
20
Leonard Susskind, P. Levy y James Thomas Larner, Negotiating environmental agreements: how
to avoid escalating confrontation, needless costs, and unnecessary litigation, Washington D.C., MIT
Harvard Public Disputes program/Island Press, 2000; Frank Fischer, Citizens, experts, and
the environment:The politics of local knowledge, Durham, Duke University Press, 2000.
21
El movimiento de justicia ambiental surgió en Estados Unidos como producto de dos
eventos: el caso del Love Canal en 1977 y las protestas de Worren County en 1982 que
dieron lugar a lo que se denominó the enviromental racism. En 1991, se constituyó la First
National People of Color Environmental Leadership Summit, donde se sentaron las bases para
el nacimiento del movimiento de justicia ambiental.
160
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
22
David Carruthers, Environmental Justice in Latin America: problems, promise and practice, Cam-
bridge, MIT Press, 1999; David Harvey, Justice, Nature and the Geography of Difference, Ox-
ford, Blackwell, 1996.
23
Enrique Leff, “La ecología política en América Latina...”, op. cit., pp. 21-38.
24
Héctor Alimonda, “La colonialidad de la naturaleza. Una aproximación a la ecología polí-
tica latinoamericana”, op. cit., p. 42.
25
Maarten A. Hajer, The politics of environmental discourse, Oxford, Clarendon Press, 1995.
26
Antonio Azuela, Visionarios y pragmáticos. Una aproximación sociológica al derecho ambien-
tal, México, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM/Fontanamara, 2006; Gabriela
Merlinsky, Política, derechos y justicia ambiental. El conflicto del Riachuelo, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 2013. Gabriela Merlinsky (ed.), Cartografías del conflicto ambiental en
Argentina, Buenos Aires, Fundación CICCUS, 2013.
161
cambio institucional y resistencia social
27
Ulrich Beck, La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad, Madrid, Paidós, 2010.
28
Cass R. Sunstein, Riesgo y razón: seguridad, ley y medio ambiente, Buenos Aires, Katz Editores,
2006, p. 65.
29
Michel Callon, Pierre Lascoumes y Yannick Barthe, Agir dans un monde incertain. Essai
sur la démocratie technique, París, MIT Press, 2001; M. Akrich, M. Callon y B. Latour (eds.),
Sociologie de la traduction: textes fondateurs, París, Presses de l’École des Mines, 2006.
162
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
30
Institute for Conflict Analysis and Resolution, George Mason University, “La investigación
académica y la práctica de la resolución de conflictos sociales: ampliando el campo”, manus-
crito no publicado, 2008; Bernard Mayer, La dinámica de la resolución de conflictos. Una guía para
operadores, Jhon Wiley and sons Inc., 2000; John Burton, “La resolución de conflictos como
sistema político”, 1990 [http://www.insumisos.com/httpdocs/articulos/La%20Resolucion%20
de%20Conflicto%20de%20Burton.pdf]; Roger Fisher y William Ury con Bruce M. Patton, Sí,
¡de acuerdo! Cómo negociar sin ceder, Bogotá, Editorial Norma, 1990.
31
Adam Curle, “El campo y los dilemas de los estudios por la paz”, Bizkaia: Centro de In-
vestigación por la paz “Gernika Gogoratuz”, 1994.
163
cambio institucional y resistencia social
32
Johan Galtung, Conflict transformation by peaceful means, Nueva York, Trascend Manual,
United Nations Disaster Management training program, 2003. John Paul Lederach, El
pequeño libro de transformación de conflictos, Bogotá, Good Books, Intercourse, 1999.
33
Fernando Calderón (coord.), La protesta social en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI
Editores, 2012.
34
Según Lederach, existen dos programas de posgrado académicos que en la actualidad se
centran en esta teoría: el Instituto Joan B. Kroc para los Estudios Internacionales de la Paz
de la Universidad de Notre Dame y el Centro de Justicia y Construcción de Paz de la
Universidad Menonita. John Paul Lederach, El pequeño libro de transformación de conflictos, op.
cit., p. 5.
35
Eduardo Gudynas y Alain Santandreu, Ciudadanía en movimiento. Participación ciudadana y
conflictos ambientales, Montevideo, Centro Latinoamericano de Ecología Social/Fundación
Friedrich Ebert/Ediciones Trilce, 1998.
36
Georg Simmel, Conflict and the web of group affiliations, Nueva York, The Free Press, 1967;
Alberto Melucci, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, México, El Colegio de México,
1999; Lewis Coser, Las funciones del conflicto social, México, Fondo de Cultura Económica,
1961.
164
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
37
Moisés Arce, Resource extraction and protest in Peru, Pittsburgh, University of Pittsburgh
Press, 2014.
38
Javier Arellano Yanguas, ¿Minería sin fronteras?: conflicto y desarrollo en regiones mineras
del Perú, Lima, IEP/PUCP/Universidad Antonio Ruiz de Montoya, 2011.
39
Frank Fischer y Maarten Hajer (eds.), Living with nature: environmental politics as cultural
discourse, Nueva York, Oxford University Press, 1999.
165
cambio institucional y resistencia social
Maarten A. Hajer, The politics of environmental discourse, Oxford, Clarendon Press, 1995.
40
Según Merlinsky, “el reto que enfrenta el investigador que se propone estudiar conflictos
41
ambientales consiste en una dificultad crucial para establecer un corte temporal que no es
de ningún modo el cierre del conflicto”. Gabriela Merlinsky (ed.), Cartografías del conflicto
ambiental en Argentina, op. cit., p. 50.
166
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
42
Sidney Tarrow, Poder en movimiento: los movimientos sociales, la acción colectiva y la política,
Madrid, Alianza Editorial, 1994.
43
Christopher Mitchell, “Evitando daños: reflexiones sobre ‘la situación de madurez’ de un
conflicto”, Bizkaia, Centro de Investigación por la paz “Gernika Gogoratuz”, 1996.
44
John A. Hannigan, Environmental Sociology, Londres, Routledge, 2006.
167
cambio institucional y resistencia social
Para responder al interrogante planteado (cómo y por qué las Defensorías ca-
nalizan los conflictos) y para analizar con mayor detalle las dimensiones comparativas
en cada uno de los casos, se seleccionaron cuatro conflictos ambientales: dos sobre
yacimientos mineros en Perú45 y dos disputas por el saneamiento de cuencas hídricas
Defensoría del Pueblo de Perú, Ocho años de procesos constitucionales en el Perú: los aportes
45
de la Defensoría del Pueblo (1996-2004), 2004; Defensoría del Pueblo de Perú, Ante todo
el diálogo, Lima, 2005; Defensoría del Pueblo de Perú, Informe 001-2006/ASPMA-MA,
2006; Defensoría del Pueblo de Perú, APCG, “Documento interno reglas de la mesa de
diálogo”, 2007; Defensoría del Pueblo de Perú, “Informe extraordinario. Los conflictos
socioambientales por actividades extractivas en el Perú”, 2007; Oficina Nacional de Diá-
logo y Sostenibilidad, “Informe de conflictos sociales Willaqniki”, 2012; Oficina Nacional
168
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
en Argentina.46 Los conflictos ambientales fueron elegidos por su relevancia para las
169
cambio institucional y resistencia social
DP tanto de la Argentina como del Perú y por su impacto en la opinión pública. Los
dos conflictos mineros del Perú involucran protestas cuyo objetivo es detener pro-
yectos extractivos cuyos procesos previos de consulta y toma de decisión excluyen
a las comunidades afectadas; éstas hacen uso del discurso ambiental como estrategia
para resistir la explotación del recurso natural. Los dos conflictos por el saneamiento
de cuencas hídricas en Argentina giran en torno al reparto de los costos ambientales
del uso y manejo del recurso natural y los derechos ambientales en juego.
Los dos conflictos seleccionados para el caso de la DP argentina fueron los si-
guientes:
“Atlas del riesgo ambiental de la niñez de Argentina”, Proyecto Unesco, 2009; Defensoría
del Pueblo de la Nación Argentina, “Declaración Consejo de Defensores del Salí-Dulce”,
2010; Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina, “Acta acuerdo para la prevención
de origen industrial en el Embalse de Río Hondo”, 2012; Defensoría del Pueblo de la
Nación Argentina, “Convenio marco entre las Defensorías del Pueblo para el control de
la contaminación de la Cuenca Salí-Dulce”, 2012; Defensoría del Pueblo de la Nación
Argentina, “Informe de actualización de la Cuenca Salí-Dulce”, 2013; Defensoría del
Pueblo de la Provincia de Santiago del Estero, Informes Anuales: 2009-2010-2011;Víctor
A. Pochat, “Entidades de gestión del agua a nivel de cuencas: experiencia de Argentina”,
Serie Recursos Naturales e Infraestructura, CEPAL, Publicación de las Naciones Unidas, 2005;
Víctor Pochat, “Principios de gestión integrada de los recursos hídricos. Bases para el
desarrollo de planes nacionales”, Global Water Partnership Central America. Global Water Part-
nership South America, 2008.
170
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
Mapa 1
Cuenca Matanza-Riachuelo
Fuente: elaborado por Juan I. Duarte con base en Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica,
ICO/UNGS/Proyecto Manejo Ambiental de la Cuenca del Río Luján.
171
cambio institucional y resistencia social
Mapa 2
Cuenca del Salí Dulce
47
La Argentina cuenta con una Defensoría del Pueblo Nacional y 40 Defensorías del Pue-
blo a nivel subnacional (13 provinciales y 27 municipales).
172
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
173
cambio institucional y resistencia social
Cuadro 1
Roles de las DP nacional y subnacional de Argentina
174
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
Mapa 3
Concesiones mineras en el distrito de Tambogrande
175
cambio institucional y resistencia social
48
Se denomina comuneros a las comunidades campesinas según el artículo 88 de la Consti-
tución de Perú.
49
Las rondas campesinas surgieron para combatir el abigeato y la delincuencia durante el
conflicto armado de 1980-2000.
176
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
Mapa 4
Concesiones mineras en la región de Piura
177
cambio institucional y resistencia social
178
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
Cuadro 2
Roles de la DP de Perú
179
cambio institucional y resistencia social
Consideraciones finales
Dado que este artículo busca, entre otras cosas, saldar un vacío existente en los es-
tudios de los conflictos ambientales en torno a cómo se canalizan los mismos, es
importante recordar que una canalización productiva procesa institucionalmente las
demandas que dieron origen al conflicto en cuestión y produce un cambio en las
relaciones intergubernamentales existentes. En las páginas que siguen, y a modo de
conclusión, se elabora una serie de reflexiones generales acerca del rol de la DP (y
de las agencias estatales) en la canalización productiva de los conflictos ambientales
y del aporte teórico de este último concepto para el estudio de los conflictos am-
bientales latinoamericanos.
Se ha mencionado que existe una discusión académica profusa alrededor de
los costos y beneficios del uso de los bienes ambientales y de la justicia o injusticia
presente en la distribución de las externalidades ambientales. Sin embargo, este de-
bate presta poca atención a los roles institucionales existentes para el procesamiento
de los conflictos. La pregunta inicial planteada acerca del rol de la DP en la canali-
zación de los conflictos ambientales busca entonces aportar a este debate vigente
en el campo de estudio de los conflictos ambientales, pero desde la perspectiva de
una institución estatal.
Se argumenta que el Estado es algo más que un gran distribuidor originario de
conflictos y que está constituido por una serie de instituciones con intereses diferen-
tes. Estudiar las Defensorías puede contribuir a generar una agenda de investigación
futura sobre el rol del Estado (en todas sus dimensiones), y especialmente de los
organismos de control, en la canalización productiva de los conflictos ambientales.
El enfoque comparativo se utiliza para contrastar dos o más objetos de estudio
en torno a una o más propiedades. En los casos comparados en esta investigación
–las Defensorías de Argentina y Perú– existen atributos y propiedades comunes y
diferentes. Las similitudes residen en los dos roles que las DP ejercen de forma cons-
tante: el de colaborador crítico –a partir de los mecanismos existentes de accounta-
bility horizontal y vertical– y el de observador. También es común a ambas DP la
credibilidad que han adquirido frente a la ciudadanía en la canalización productiva
de los conflictos. Las características divergentes incluyen principalmente la preva-
lencia de cierto tipo de roles –el de mediador y legislador para el caso peruano y el
de litigante para el argentino–, el tipo de relaciones y la trayectoria de los conflictos
ambientales seleccionados para cada caso.
En los capítulos anteriores se fundamentó porqué las dos DP como receptoras
de demandas sociales cumplen un rol activo en los conflictos ambientales y ejercen
180
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
de forma similar y constante dos roles: colaborador crítico del Estado y observador
de los conflictos.
La colaboración crítica se refiere al ejercicio de la accountability horizontal y
vertical, a partir de la supervisión sobre el accionar de los organismos estatales en los
conflictos ambientales. En la Introducción se mencionó que existen diversas insti-
tuciones que pueden cumplir el rol de fiscalizador del Estado –contralorías, audito-
rías, procuradurías. Sin embargo, la DP se diferencia de éstas ya que también habilita
mecanismos verticales de accountability social. A partir de las quejas recibidas, la DP
puede acercarse a los actores afectados y accionar de forma inmediata, iniciando una
actuación o investigación de oficio ante, por ejemplo, un conflicto ambiental emer-
gente. En los apartados anteriores se constató que tanto la DP de Argentina como la
de Perú han sido muy productivas en ejercer este rol.
En el primero de los casos, en conjunto con organizaciones no gubernamen-
tales y universidades –vg. en la elaboración de informes especiales para el caso de la
Cuenca Matanza-Riachuelo–, y en el segundo a pedido del Congreso –vg. los in-
formes extraordinarios de conflictos ambientales (caso Bagua). Es más, muchas de
sus investigaciones han sido publicadas y hoy son una fuente de información y re-
ferencia para investigadores, activistas y otros actores.
En cuanto al rol de observador, éste es fundamental tanto para garantizar que no
sean vulnerados los derechos individuales y colectivos, así como para desarrollar sis-
temas de alerta temprana de los conflictos. Si bien ambas DP ejercen el citado rol de
forma constante, en el caso peruano éste ha adquirido una mayor relevancia. En ese
sentido, la DP de Perú creó un sistema de registro y monitoreo de conflictos (SIMCO),
que es una base de datos construida a partir de la sistematización de las demandas so-
cioambientales y del cruce con diversas fuentes.
En definitiva, tanto el colaborador crítico como el observador se caracterizan
por ser roles fundantes de las acciones de la DP en los conflictos ambientales. La exis-
tencia de mecanismos de accountability horizontal y vertical social, así como de un
seguimiento de los conflictos son aspectos que garantizan cierta efectividad de la DP
a la hora de procesar las quejas y demandas socioambientales recibidas y de acom-
pañar la evolución de los conflictos.
Más allá de esos dos roles, ante la ausencia de mecanismos institucionalizados
en el poder Ejecutivo y de capacidades instaladas en las agencias ambientales para la
mediación de los conflictos y el fracaso de las iniciativas propuestas por el Ejecutivo,
la DP peruana –a diferencia de la de Argentina– ha asumido, en más de una ocasión,
el rol de mediador. En la práctica el rol de “amigable componedor” es muchas veces
cuestionado, sobre todo cuando actúa sólo en momentos en que el conflicto escala
181
cambio institucional y resistencia social
Bettye Pruitt y Steve Waddell, “Dialogic approaches to global challenges: moving from
50
dialogue fatigue to dialogic change processes”, Working paper, The Generative Dialogue
Project, 2005.
182
el rol de la defensoría del pueblo en la canalización productiva...
183
cambio institucional y resistencia social
184
Ontopolítica en Wadalafken Mapu: las “naturalezas”
de la resistencia frente a proyectos de energía eólica en Chile
Resumen
Se exploran las relaciones que se despliegan en procesos de resistencia a un pro-
yecto de energía eólica emplazado en la costa de Valdivia, sur de Chile, en el terri-
torio indígena de Wadalafken Mapu. Desde la perspectiva de la ontología política
y mediante una aproximación etnográfica, se indagan las dinámicas involucradas
en la oposición que llevan a cabo colectivos indígenas atendiendo a su hetero-
geneidad, así como sus vínculos con agentes que movilizan otros supuestos on-
tológicos. Sostenemos que la presencia de varias “naturalezas” –la diversidad de
ontologías en juego en situaciones de conflictividad ambiental– posibilita un re-
pertorio de prácticas creativas de resistencia de distinta “naturaleza”: desde eventos
culturales e instancias académicas, hasta obras musicales “viralizadas” en internet.
Introducción1
1
El capítulo presenta resultados de los proyectos de investigación Fondecyt 1160857 y
1201373, y cuenta con el patrocinio del Núcleo Milenio Energía y Sociedad. Estas tres
iniciativas son financiadas por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile.
2
Denominación mapuche que señala a una autoridad indígena tradicional de tipo chamánico
abocada a labores medicinales.Véase Ana Mariella Bacigalupo, La voz del kultrun en la moder-
nidad.Tradición y cambio en la terapéutica de siete machi mapuche, Santiago, Ediciones UC, 2001.
185
cambio institucional y resistencia social
3
Se utiliza cursiva y el alfabeto indicado por la Sociedad Chilena de Lingüística para escribir
los términos en mapudungun (idioma del pueblo mapuche), exceptuando las citas directas,
sean de la literatura o de los actores mapuche cuyas practicas exploramos en este trabajo, en
donde se mantiene la grafía empleada. Importante es detallar que en mapudungun los sufijos
“s” y “es” no se emplean como pluralizadores. Sociedad Chilena de Lingüística, Alfabeto
mapuche unificado, Temuco, Universidad Católica de Chile, 1988.
4
Corresponde a la identificación del mundo mapuche del área costera. Literalmente, significa
“gente del mar”. En nuestra área de estudio las personas se autoidentifican como “mapuche”,
“lafkenche” y/o “mapuche-lafkenche”. Por consiguiente, son las denominaciones que utiliza-
mos en este trabajo para referirnos a ellas.
5
Denominación dada por las personas mapuche-lafkenche con quienes trabajamos al área en
donde habitan. Se descompone en las voces provenientes del mapudungun “wada” y “lafken”
que aluden, respectivamente, a un ave que mora en la zona, conocida como “guairabo” (Nyc-
ticorax nycticorax) y a un cuerpo de agua (lago o, de acuerdo al caso tratado, mar). Mientras
que “mapu” significa literalmente “tierra” y, más específicamente, designa al territorio.
6
El tipo de extractivismo implicado en el proyecto de energía no convencional que tratamos
en este trabajo tiene atributos diferentes de aquellos asociados a energías convencionales
y/o su significación stricto sensu (como el relacionado a la actividad forestal y mineral, por
ejemplo). En concreto: si bien el viento, en este caso, no se extrae (o, a lo menos, no del
modo en que ocurre con energías convencionales), la localización de la infraestructura y la
labor de la empresa, al tiempo que permite este tipo de actividad de generación de energía
renovable no convencional, excluye de la apropiación de valor –sea económico o no– a las
comunidades emplazadas en los territorios involucrados. Consiguientemente, aquello que
“extrae” la empresa es la apropiación local de valor, la posibilidad de que ello acontezca o, de
modo más radical, las condiciones de existencia de entidades que el viento posibilita.
186
Mapa 1
Provincia de Valdivia o Wadalafken Mapu,
en la Región de Los Ríos
cambio institucional y resistencia social
7
Este neologismo fue acuñado para designar una época histórica y estratigráfica determina-
da por la impronta transformadora de los humanos convertidos en fuerza geológica.Véase
Paul Crutzen y Eugene Stoermer, “The ‘anthropocene’”, Global Change Newsletter, núm.
41, 2000, pp. 17-18, y Paul Crutzen, “Geology of mankind”, Nature (6) 867: 2002, p. 23.
8
A pesar de su rápida atracción en el mundo científico y mediático, la recepción del con-
cepto antropoceno en las ciencias sociales y humanidades ha incluido críticas y modu-
laciones que han remarcado las posiciones diferenciales de poder involucradas, como en
la propuesta de Jason Moore (ed.), Anthropocene or capitalocene? Nature, history and the crisis
of capitalism, Oakland, PM Press, 2016; la geopolítica de las responsabilidades de su propia
emergencia, explicitado en el trabajo de Andreas Malm y Alf Hornborg, “The geology
of mankind? A critique of the anthropocene narrative”, The Anthropocene Review, núm. 1,
2014, pp. 62-69; o la formación de poder principal que se asociaría con su emergencia,
como ocurre con la propuesta de Elizabeth Povinelli, Geontologies: a requiem to late libera-
lism, Durham, Duke University Press, 2016, y la reflexión sobre las condiciones que podría
adoptar un (posible) futuro y/o las posibilidades de recomposición, reparación y/o rege-
neración de la vida en el escenario capitalista actual. Por ejemplo, en las indagaciones de
Deborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro, Há mundo por vir? Ensaio sobre os medos
e os fins, Florianopolis, Instituto Socioambiental, 2014 y de Anna Tsing, The mushroom at
the end of the world: on the possibility of life in capitalism ruins, Princeton, Princeton Univer-
sity Press, 2015, así como en lo denominado tentativamente “chthuluceno” por Donna
Haraway, Staying with the problem. Making kin in the chthulucene, Durham, Duke University
Press, 2016. Mientras que abordajes remarcables sustentados en trabajo etnográfico en
torno a la energía eólica, y que problematizan aristas del antropoceno, son los de Cymene
Howe y Dominic Boyer en su “duografía” Wind and power in the anthropocene [ecopolitics
& energopolitics], Durham, Duke University Press, 2019.
188
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
9
Véase el atlas coordinado por Joan Martínez-Alier [https://ejatlas.org/], consultado el 16
de febrero de 2019.
10
Consúltese informe de ONG Global Witness, “¿A qué precio?” [https://www.globalwit-
ness.org/fr/campaigns/environmental-activists/a-qu%C3%A9-precio/], consultado el 16
de febrero de 2019. Un caso ilustrativo en el contexto chileno es el de Macarena Valdés.
Véase al respecto Fernanda Rojas y Maite Hernando, “La tecnocracia ambiental de la
despolitización: el asesinato de Macarena Valdés y la lucha de la Comunidad Newen de
Tránguil en Wallmapu, Chile”, LASA Forum, 50 (4), 2019, pp. 41-45.
11
La importante producción latinoamericana de estos enfoques se ha nutrido con experiencias
de los propios colectivos investigados, así como ha incluido, en no pocos casos, la participa-
ción y apoyo directo a sus reivindicaciones. Véanse al respecto: Héctor Alimonda, Catalina
Toro y Facundo Martín (coords.), Ecología política latinoamericana. Pensamiento crítico, diferencia
latinoamericana y rearticulación epistémica, México, Clacso, 2017; Anthony Bebbington (ed.),
Industrias extractivas, conflicto social y dinámicas institucionales en la región andina, Lima, Insti-
tuto de Estudios Peruanos, 2013; Bárbara Göbel y Astrid Ulloa (eds.), Extractivismo minero
en Colombia y América Latina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2014; Eduardo
Gudynas. “Conflictos y extractivismos: conceptos, contenidos y dinámicas”, Decursos, núms.
27-28, 2014, pp. 79-115; Joan Martínez-Alier, El ecologismo de los pobres, Barcelona, Icaria,
2002; Maristella Svampa, “Consenso de los commodities, giro ecoterritorial y pensamiento
crítico en América Latina”, Observatorio Social de América Latina, núm. 32, 2012, pp. 15-38.
12
Algunos de los principales trabajos de este corpus teórico son los siguientes: Mario Blaser,
“The threat of the Yrmo: the political ontology of a sustainable hunting Program”, American
Anthropologist, núm. 111, 2009, pp. 10-20; Mario Blaser, “Is another cosmopolitics posible?”,
189
cambio institucional y resistencia social
Cultural Anthropology, núm. 31, 2016, pp. 545-570; Marisol de la Cadena, “Indigenous cos-
mopolitics in the Andes: conceptual reflection beyond ‘politics’”, Cultural Anthropology, vol.
25, núm. 2, 2010, pp. 334-370; Marisol de la Cadena, “Natureza incomum: histórias do
antropo-cego”, Revista do Instituto de Estudos Brasileiros, núm. 69, 2018, pp. 95-117; Arturo
Escobar, Sentipensar con la Tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia, Medellín,
Editorial UNAULA, 2014.
13
Annemarie Mol, The multiple body: ontology in the medical practices, Durham, Duke Univer-
sity Press, 2003; John Law y Annemarie Mol, “Notes on materiality and sociality”, The
Sociological Review, núm. 24, 1995, pp. 274-294.
14
Martin Holbraad y Axel Morten Pedersen, The ontological turn: an anthropological exposi-
tion, Cambdrige, Cambridge University Press, 2017; Olatz González-Abrisketa y Susana
Carro-Ripalda, “La apertura ontológica en antropología contemporánea”, Revista de Dia-
lectología y Tradiciones Populares, LXXI, 2016, pp. 101-128.
15
Roy Wagner, The invention of culture, Chicago, The University of Chicago Press, 1981.
16
Michael Herzfeld, “The unspeakable in pursuit of the ineffable: representations of un-
translatability in ethnographic discourse”, en Paula G. Rubel y Abraham Rosman (eds.),
190
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
Translating culture. Perspective on translation and anthropology, Oxford Reino Unido, Berg
Publishers, 2003, pp. 109-134.
17
Eduardo Viveiros de Castro,“Perspectival anthropology and the method of controlled equiv-
ocation”, Tipití: Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America, núm. 1,
2004, pp. 1-21; Eduardo Viveiros de Castro, Metafísicas caníbales. Buenos Aires, Katz, 2010.
18
Por cuestión de espacio y foco, no podemos profundizar en estas ideas que alcanzan un
desarrollo destacado en su propuesta del “perspectivismo amerindio”.Véanse de Eduardo
Viveiros de Castro: “Os pronomes cosmológicos e o perspectivismo ameríndio”, Mana,
núm. 2, 1996, pp. 115-144, y La mirada del jaguar. Introducción al perspectivismo amerindio,
Buenos Aires, Tinta Limón, 2013 [2010].
19
Véase, por ejemplo, las referencias a la “cosmopolítica” de Stengers, en Mario Blaser: “Is
another cosmopolitics posible?”, Cultural Anthropology, núm. 31, 2016, pp. 545-570.
20
Véase, por ejemplo, el uso del par ‘policía/política’ de Rancière, en Marisol de la Cadena,
“Natureza incomum: histórias do antropo-cego”, op. cit.
191
cambio institucional y resistencia social
21
Christopher Gad, Casper Bruun Jensen y Brit Ross Winthereik, “Practical ontology:
worlds in STS and anthropology”, NatureCulture, núm. 3, 2015, pp. 67-86.
22
Marcio Goldman, “Cosmopolíticas, etno-ontologías y otras epistemologías. La antropolo-
gía como teoría etnográfica”, Cuadernos de Antropología Social, núm. 44, 2016, pp. 27-35.
23
Charles Tilly, Regimes and repertoires, Chicago, The University of Chicago Press, 2006.
24
Es preciso señalar que por una cuestión exclusivamente analítica nos centramos en ciertas
prácticas, dejando fuera otras. Dentro de estas últimas, un lugar protagónico lo tiene el uso
que los colectivos indígenas le han dado al Convenio 169 de la Organización Internacio-
nal del Trabajo (OIT), ratificado por el Estado de Chile en 2008.
192
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
25
Ximena Navarro, “Formas de ocupación y uso del espacio en un sector del Sur de Chile.
La comprensión de un territorio”, Arqueología Espacial, núm. 23, 2001, pp. 227-248.
26
Práctica de asalto súbito realizada por familias extendidas (lof) y aliados a otros lof cuando
había un desacuerdo o se consideraba que el lof a ser malocado poseía cierta acumulación
de posesiones.
27
María Angélica Illanes, “La cuarta frontera. El caso del territorio valdiviano (Chile siglos
XVII-XIX)”, Atenea, núm. 509, 2014, pp. 227-243.
28
Mariño de Lobera, Crónicas del Reino de Chile, Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1865
[1552-1562].
193
cambio institucional y resistencia social
29
Denominación que se le da a la familia extendida mapuche. Esta familia patrilocal se com-
pone por un jefe de familia o lonko (cabeza), sus esposas, hijos hombres casados e hijos
solteros, además de mocetones y sus familias que vivían en el territorio del lof realizando
trabajos en mediería.
30
David Nuñez, “Antecedentes para la construcción de la historia del territorio mapuche
L’afken’che en el Norte de la Provincia de Valdivia”, tesis de antropólogo social, Valdivia,
Universidad Austral de Chile, 2006.
31
Sobre este tema, consultar: Jorge Pinto, La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche:
de la inclusión a la exclusión, Santiago, DIBAM, 2000; José Bengoa, Historia del pueblo mapuche.
Siglos XIX y XX, Santiago, LOM, 1999; Pablo Mariman, Sergio Caniuqueo, José Millalén,
Rodrigo Levil, ¡…Escucha Winka…! Cuatro ensayos de historia nacional mapuche y un epílogo
sobre el futuro, Santiago, LOM, 2006; Jorge Iván Vergara y Héctor Mellado, “La violencia po-
lítica estatal contra el pueblo-nación mapuche durante la conquista tardía de la Araucanía y
el proceso de radicación (Chile, 1850-1929)”, Diálogo Andino, núm. 55, 2018, pp. 5-17.
32
David Nuñez, “Antecedentes para la construcción de la historia del territorio mapu-
che...”, op. cit.
33
Milan Stuchlik, La vida en Mediería. Mecanismos de reclutamiento social de los mapuche, traduc-
ción al español de Fresia Salinas, Santiago, Soles, 1999 [1976].
34
Instrumento legal otorgado por el Estado chileno a la población mapuche entre 1884 y
1929 para establecer derechos de propiedad sobre un predio.Véase Fabián Almonacid, “El
problema de la propiedad de la tierra en el sur de Chile (1850-1930)”, Historia, núm. 29,
2009, pp. 5-56.
194
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
35
Al respecto, un caso ilustrativo en Martín Correa, Las tierras de los michillanca, 2015 [https://
www.elciudadano.cl/justicia/los-documentos-que-demuestran-usurpacion-de-tierras-a-
la-familia-michillanca-durante-dictadura/03/11/#ixzz5Jn17qTI3], consultado el 23 de
enero de 2019.
36
Ministerio de Agricultura, Decreto Ley 701. Fija régimen legal de los terrenos forestales o
preferentemente aptos para la forestación, y establece normas de fomento sobre la materia,
Santiago, 1974 [http://bcn.cl/1uvyc], consultado el 25 de enero de 2019.
37
Perspectiva de comunidades mapuche y organizaciones territoriales: [https://www.mapu-
express.org/2017/07/25/declaracion-encuentro-wadalafken-organizaciones-y-comuni-
dades-alertan-por-proyectos-mineros-en-la-costa-valdiviana/] consultado el 25 de enero
de 2019.
195
cambio institucional y resistencia social
196
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
Imagen 1
Performance musical de Bosque Antiguo Valdiviano
en ceremonia de clausura del FICV 2016
38
En el marco del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental de Chile, una adenda es un
documento en que el titular responde a las observaciones realizadas tanto por servicios pú-
blicos como por personas naturales y jurídicas a un proyecto presentado. Las observaciones
son agrupadas y editadas en un texto denominado informe consolidado de solicitud de
aclaraciones, rectificaciones o ampliaciones (ICSARA).
197
cambio institucional y resistencia social
La performance musical
El día 15 de octubre de 2016, entre las 22:00 y las 22:10 horas, la machi Paola Aroca
Cayunao protagonizó una performance musical al inicio de la ceremonia de clausura
del 23 Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICV), el más importante del país
y uno de los principales de América Latina. La machi se acompañaba por el grupo
musical local Sortilegio (Imagen 1).
Estaban todos allí en tanto integrantes, y en representación del movimiento Bos-
que Antiguo Valdiviano, creado a comienzos de 2016 con el objeto de resguardar el
bosque costero que sería profundamente afectado por el proyecto de generación de
energía Parque Eólico Pililín. BAV es organizado y liderado por la citada machi. Su com-
posición incluye mapuche, chilenos y extranjeros, varios de ellos profesionales de diver-
sas áreas y/o con distintos oficios en el ámbito del comercio, la educación, la ciencia,
el turismo, la informática, el arte, etcétera. Si bien la recolección y posterior presenta-
ción de más de cinco mil observaciones ciudadanas al proyecto frente al SEA fue una
de las acciones con que lograron visibilidad pública, su repertorio de acciones ha sido
variado. Justamente, en una intervención en un evento ocurrido en Valdivia el primer
semestre de 2016, en donde se instaba a connotados cantantes y grupos musicales a
compartir la defensa del bosque es que se gesta la idea de materializar esa performance.
Debido a esa intervención previa, el director del FICV se enteró del movimiento y ex-
tendió una invitación, la cual se concretó después de varias conversaciones de ajuste.
Desde el movimiento decidieron organizar una puesta en escena de carácter mu-
sical. Integrantes del grupo Sortilegio propusieron utilizar la canción “Huillimapu”,39
de su primer álbum (Soplidos, 2011). Se articularía a ella la machi con un ulkantun
(canto sagrado), que depuró con el apoyo de una especialista en canto, Cecilia Rud-
loff. Se sumaría el recitado, por parte de la vocalista del grupo, Marcia Paredes, del
manifiesto del movimiento actualizado para la ocasión. También la pantalla del es-
cenario tendría su función: se proyectarían imágenes de entidades moviéndose en
el bosque a ser afectado, fruto del trabajo del fotógrafo Marcos Matus. Al finalizar la
presentación, en tanto, se proyectaría la imagen del logo del movimiento, en cuyo
centro figura lemu kuze pullu, la abuela del bosque, parte de uno de los principales
componentes de la religiosidad y ontología mapuche: los ngen o entidades protecto-
ras de los espacios silvestres40 (Imagen 2).
Sobre estas entidades, véase el trabajo clásico de María Ester Grebe, “El subsistema de los
40
198
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
Imagen 2
Logo Bosque Antiguo Valdiviano en performance musical
199
cambio institucional y resistencia social
Luego de la ovación del público, la machi fue invitada a sentarse junto a las autori-
dades en la primera fila. Allí recibió una primera ronda de felicitaciones. La segunda
ronda se produjo una vez concluida la ceremonia de clausura. Especialmente rele-
vante fue el saludo del rector de la Universidad Austral de Chile (UACh),42 doctor
Óscar Galindo, quien le extendió el apoyo institucional de la universidad. En ese
momento, la machi le indicó la necesidad de conformar una mesa de carácter cien-
tífico que pusiese en valor el bosque. Asintió el rector y le indicó que la estaría es-
perando para concretar esa solicitud. La machi replicó que debía tomar un descanso
y recuperar fuerzas después de la energía invertida en la performance musical, y que
pronto lo contactaría.
Luego de informarles a distintas comunidades del área, la machi formalizó la
solicitud hacia la rectoría universitaria respaldada en una carta firmada por repre-
sentantes de cuatro comunidades mapuche-lafkenche de la costa de Valdivia. Tras al-
gunos meses de gestiones y coordinaciones, esta solicitud se materializó en la Mesa
de Trabajo de Comunidades Mapuche Sector Costero Valdivia Curiñanco y UACh,
cuya primera y única reunión se llevó a cabo el día 1 de junio de 2017. Asisten a
ella nueve personas: la machi y un antropólogo por parte de BAV y las comunidades.
Por parte de la universidad, una arqueóloga, directora de la Unidad de Vinculación
con el Medio, a cargo de liderar la solicitud, dos funcionarios de esta unidad, ambos
antropólogos; dos profesores del área de Ciencias sociales (del ámbito de la antropo-
logía y la sociología), una asistente de investigación, de profesión antropóloga, y un
La Universidad Austral de Chile es una corporación educacional sin fines de lucro funda-
42
200
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
43
Los tres autores de este capítulo participaron de esta reunión en distinta calidad, apoyando
tanto a BAV y las comunidades, como a la UACh.
44
Modalidad de venta anterior a su producción y que se utiliza para su concreción; posee mu-
cha similitud conceptual con las estrategias de “crowdfunding” utilizadas en redes sociales.
201
cambio institucional y resistencia social
El rap lafkenche
45
Vivienda tradicional mapuche. Como ocurre en otros sectores mapuche, se utiliza principal-
mente para actividades de carácter cultural y político.
46
El Lof Michillanca corresponde a una comunidad mapuche emplazada en la localidad Los
Molinos. Uno de las principales problemáticas por las que atraviesa es la regularización
de una parte de los terrenos en donde se asienta, los cuales fueron expoliados de modo
fraudulento en el periodo dictatorial de Chile. Esta problemática ha incluido desalojos en
distintos momentos; el último se llevó a cabo a fines de junio de 2018.
47
Véase nota al pie 35.
202
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
Imagen 3
Rap en ruka de Fernanda Ñanco de Curiñanco
en el marco de grabación videoclip (P. Rojas, 2017)
48
El freestyle consiste en una improvisación de rimas, generalmente realizada en grupo y, en
ese caso, con un carácter dialógico entre los participantes.
49
Corresponde a un recurso musical característico del rap, basado en el sonido que produce la
aguja de un tocadiscos en un vinilo, al adelantarse y retrasarse de modo intermitente y veloz.
203
cambio institucional y resistencia social
por industrias extractivistas, visitas a personas significativas del territorio (Imagen 3).
También se sumó al montaje un ciudadano español que agregó un cuarto corpus a la
obra: tomas generales de paisajes del sector costero valdiviano de gran belleza escénica.
Por último, la difusión de la obra de rap, titulada “Nuestro Territorio”, incluyó
la presentación en instancias académicas (congresos de antropología y sociología) y
en redes sociales; específicamente, el video fue subido a YouTube50 el día 8 de diciem-
bre de 2018 y dos días después a Facebook.51 En esta última red, al 16 de febrero de
2019 alcanza las 25 mil reproducciones y ha sido compartido más de 900 veces. Esta
“viralización”, en tanto, propició invitaciones: a exponer en un conversatorio sobre
hip hop en la ciudad de Santiago y la realización de actividades en Valdivia.52 Tam-
bién generó la inclusión del ahora llamado “Taller de Rap Wadalafken Mapu” en el
trabajo doctoral53 del investigador de la provincia argentina de Entre Ríos, Emiliano
Ríos. Uno de los componentes que busca este proyecto es unir a colectivos indígenas
de Sudamérica mediante la elaboración de un videoclip de rap de larga duración.54
Epílogo
50
[https://www.youtube.com/watch?v=KTfzTgA4Gag&t], consultado el 14 de febrero de
2019.
51
[https://www.facebook.com/proyectorapmapucherural2017/videos/1979384875442284/],
consultado el 15 de febrero de 2019.
52
[https://www.masretorno.cl/2019/04/30/academico-de-la-escuela-de-arqueologia-
uach-aporta-con-trabajo-antropologico-a-cultura-del-rap/], consultado el 30 de mayo de
2019.
53
Una síntesis de su propuesta: [https://www.facebook.com/proyectorapmapucheru-
ral2017/videos/521985551658626/], consultado el 4 de febrero de 2019.
54
Los resultados pueden consultarse en [https://www.youtube.com/channel/UCTcfIv-
Ci06zp-KZP_0McWVw], consultado el 15 de abril de 2019.
204
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
puede deber a una estrategia para un nuevo embate.55 En esta última línea, las auto-
ridades y representantes del empresariado regional han lamentado este desistimiento
haciendo un llamado a “equilibrar la inversión con la protección de los recursos” (In-
tendente de la Región de Los Ríos)56 y a “ser una región más amigable con las inver-
siones” (presidente de la Corporación de Desarrollo para la Provincia de Valdivia).57
De la ontopolítica a la cosmopolítica
55
En octubre de 2018, el director general para Sudamérica de Acciona S.A. declaraba sobre
el Proyecto Parque Eólico Pililín: “El proyecto fue desistido de evaluación ambiental, pero
está el terreno, están los estudios y todo lo que se ha hecho, que es un montón de trabajo
en casi cinco años. Lógicamente el día en que se vuelvan a gestar las condiciones para
reactivarlo, se puede hacer. Estaremos permanentemente monitoreando”. [http://4echile.
cl/seguiremos-buscando-proyectos-energia-eolica-la-region-los-rios/], consultado el 19
de febrero de 2019.
56
[https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-los-rios/2018/07/05/inten-
dente-de-los-rios-asegura-que-deben-equilibrar-inversion-con-proteccion-de-recursos.
shtml], consultado el 16 de febrero de 2019.
57
[https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-los-rios/2018/07/06/presi-
dente-de-codeproval-lamenta-desistimiento-de-ejecucion-de-proyecto-eolico-pililin.
shtml], consultado el 16 de febrero de 2019.
58
David Graeber, “Fragmentos de una antropología anarquista”, Barcelona, Virus, núm. 17,
2014 [2004].
205
cambio institucional y resistencia social
59
Esteban Krotz, La otredad cultural entre utopía y ciencia. Un estudio sobre el origen, el desarrollo
y la reorientación de la antropología, México, Fondo de Cultura Económica / Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 2005 [2002].
60
Mario Blaser, citado en Celeste Medrano y Juan Martín Dabezies, “Saberes locales y terri-
torios o de cómo prospera el campo de los equívocos”, RAU, núm. 10, 2018, p. 9.
61
Eric Wolf, Europe and the people without History, Berkeley, University of California Press,
1982.
62
Marcel Mauss, El ensayo sobre el don, Buenos Aires, Katz, 2009 [1924]; Lévi-Strauss, Las
estructuras elementales del parentesco, Barcelona, Paidós, 1969 [1949].
63
Marshall Sahlins, “Cosmología del capitalismo: el sector trans-pacífico del sistema mun-
dial”, Cuadernos de Antropología Social, núm. 4, 1990 [1988], pp. 95-107; Marisol de la Ca-
dena y Orin Starn (eds.), Indigeneidades contemporáneas: cultura, política y globalización, Lima,
IEP/IFEA, 2010; Pedro Pitarch y Gemma Orobitg (eds.), Modernidades indígenas. Tiempo
emulado. Historia de América y de España, Madrid/Frankfurt, Iberamericana/ Vervuert, 2012.
64
Guillaume Boccara, Guerre et ethnogenèse Mapuche dans le chili colonial, París/Montreal:
Editions L’Harmattan, 1998; Rolf Foerster, ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión? Una apro-
ximación histórica y antropológica a los mapuches de la Costa de Arauco, Santiago, Pehuén, 2018
[2004].
65
Florencia Mallon, Courage tastes of blood: the mapuche community of Nicolás Aillío and the
Chilean State, 1906–2001, Durham, Duke University Press, 2005.
206
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
en el siglo XXI,66 la alteridad y los procesos de resistencia son uno de los principa-
les componentes que han dado forma a las agrupaciones y/o comunidades en mo-
mentos de su devenir histórico. Resulta útil, para aludir al carácter de las relaciones
que observamos en nuestro trabajo de campo, pensarlas a partir de las “conexiones
parciales”67 en el modo en que lo conceptualiza Isabel Stengers.68 Siguiendo a esta
autora, las relaciones son “parciales” en tanto se crean comunidades posicionadas
respecto a sus intereses (en este caso, la defensa de un bosque y un territorio espe-
cíficos). Igualmente, el propio tenor de éstas es parcial, tanto en el grado de seme-
janza de perspectivas que involucra (puede unirse, por ejemplo, gente que moviliza
supuestos naturalistas y animistas),69 así como en el tiempo de despliegue (puede ir
desde los segundos que involucran el compartir una publicación en Facebook hasta
la preparación de semanas y/o meses de una presentación musical o un documento
de respaldo académico).
Como corolario, nuestro trabajo etnográfico permite problematizar la aparen-
te separación entre los campos teóricos de la ontología política y la cosmopolítica.
Ambas coinciden plenamente en integrar la dimensión de lo no humano –entida-
des, artefactos, objetos, otros organismos– como parte constitutiva de lo social. La
ontología política, por un lado, se abocaría a relevar colectivos específicos y su pro-
yecto sería el de delinear en detalle las entidades presentes y su estatuto dentro de
los mundos que constituyen. Por otro lado, la cosmopolítica o –en palabras de La-
tour–70 el “giro diplomático”, se centraría en imaginar y proyectar las condiciones y
procedimientos a adoptar y tener en consideración –en atención a las particularida-
des y singularidad de los colectivos del planeta– para confeccionar un cierto espacio
político común de entendimientos, más allá de propuestas de carácter consensualis-
ta. De tal modo, estos campos teóricos parecerían diferir esencialmente en lo que
constituye lo político. Por una parte, la ontología política, centrada en el poder que
confiere acreditar y respetar el carácter aparentemente cerrado de los mundos que
66
Marcelo González, Los mapuche y sus otros. Persona, alteridad y sociedad en el sur de Chile,
Santiago, Universitaria, 2016.
67
Marilyn Strathern, Partial connections, Maryland, Rowman & Little, 1991.
68
Isabel Stengers, citada en Jamille Pinheiro Dias, Marina Vanzolini, Renato Sztutman, Stelio
Marras, Maria Borba y Salvador Schavelzon, “Uma ciência triste é aquela em que não se
dança. Conversações com Isabelle Stengers”, Revista de Antropología, núm. 59, 2016, p. 174.
69
Véase la propuesta de Philippe Descola, Más allá de naturaleza y cultura, traducción de Ho-
racio Pons, Buenos Aires, Amorrortu, 2012 [2005].
70
Bruno Latour, Cara a cara con el planeta, traducción Ariel Dilon, Buenos Aires, Siglo XXI,
2017 [2015], p. 191.
207
cambio institucional y resistencia social
71
Vicente Serrano, Fraudebook. Lo que la red social hace con nuestra vida, Madrid, Plaza y Valdés,
2018.
72
Humberto Eco, “Con i social parola a legioni de imbecilli”, La Stampa, 2015 [https://
www.lastampa.it/2015/06/10/cultura/eco-con-i-parola-a-legioni-di-imbecilli-XJrvezB-
N4XOoyo0h98EfiJ/pagina.html2015], consultado el 5 de febrero de 2019.
73
Importante es recordar la expresión que el quechua Mariano Turpo le citaba en variadas
ocasiones a la antropóloga peruana Marisol de la Cadena (Earth beings: ecologies of practice
across andean worlds, Durham, Duke University Press, 2015): “pero no solamente”. Ésta
alude a las complejidades y “excesos ontológicos” que se pueden presentar –para la mirada
208
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
Conclusiones
moderna– al adentrarse en ciertos mundos indígenas. Lo que ilustra y enseña el caso aquí
tratado: un bosque es una entidad biológica cuyas propiedades pueden ser explicadas desde
disciplinas como la ecología y la biología; es el “obstáculo” para la puesta en marcha de
un parque eólico desde ciertas miradas provenientes del ámbito económico y/o político
convencional. “Pero no solamente”, es decir, (también) es la morada de entidades no hu-
manas (como los ngen), las que pueden ser traducidas y puestas “en escena” por autoridades
religiosas mapuche, como una machi.
74
Eduardo Viveiros de Castro, “Perspectival anthropology and the method of controlled
equivocation”, Tipití: Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America,
núm. 1, 2004, pp. 1-21.
209
cambio institucional y resistencia social
75
Véase de modo amplio: David Harvey, A brief history of neoliberalism, London, Oxford Uni-
versity Press, 2005; Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo: ensayo sobre
la sociedad neoliberal, Barcelona, Gedisa, 2013 [2009]. Para el caso chileno en específico:
Manuel Gárate, La revolución capitalista de Chile (1973-2003), Santiago, Universidad Alber-
to Hurtado, 2012.
76
Marcelo González, Los mapuche y sus otros… op. cit.
77
Charles Tilly, Regimes and repertoires, Chicago, The University of Chicago Press, 2006.
78
Como fue señalado, el proyecto Parque Eólico Pililín fue retirado del proceso de eva-
luación ambiental. A no dudar, la presión de la comunidad local, de la cual son parte los
colectivos aquí tratados, contribuyó al desistimiento del proyecto.
79
Hermanos, jóvenes.
80
Frase que utiliza uno de los raperos del videoclip en la canción para identificar a los par-
ticipantes.
210
ontopolítica en wadalafken mapu: las “naturalezas” de la resistencia...
211
cambio institucional y resistencia social
212
Semblanzas de los autores
213
voces latinoamericanas: mercantilización de la naturaleza y resistencia social
Gustavo Blanco Wells. Profesor asociado del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de
la Universidad Austral de Chile; investigador asociado Núcleo Milenio Energía y Sociedad;
214
semblanzas de los autores
María Amalia Mellado. Profesora adjunta del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la
Universidad Austral de Chile; investigadora del Centro de Investigaciones Dinámicas de Eco-
sistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL). Su trabajo se centra en el estudio de conflictos
ambientales en comunidades indígenas mapuche frente a proyectos extractivos de energía; ha
realizado aportes en el conocimiento sobre relaciones productivas en colectivos indígenas; y
en el área de la pesca artesanal ha realizado investigaciones acerca de los cambios vivenciados
en los socio-ecosistemas costeros y marinos de la región Sub-Antártica Chilena [melladoma-
[email protected]].
215
ítulos