¿Discapacidad
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¿Discapacidad
VOLUME 01
¿Discapacidad?
Literatura, teatro y cine hispánicos vistos
desde los disability studies
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Contenido
Susanne Hartwig
Introducción: representar la diversidad funcional ............................................. 7
Julio E. Checa Puerta
La representación de la diversidad funcional en la escena española
contemporánea: perfiles ........................................................................................ 25
Michael Rössner
Traducir las ‘diversidades funcionales’ en vivencias: el teatro de la
“inmersión total” de Antonio Buero Vallejo ....................................................... 61
Julio E. Checa Puerta
Sobre la representación de la diversidad funcional en el teatro español
contemporáneo ....................................................................................................... 73
Luisa García-Manso
Teatro inclusivo, memoria y diversidad funcional en Cáscaras vacías
(2016), de Magda Labarga y Laila Ripoll ............................................................. 107
Ryan Prout
Tangents of Pain, cuerpos en carne viva: Disability, Disorder, and
Reflection in Insensibles, and La herida ............................................................... 125
Isabel Maurer Queipo
El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo ......................................................... 167
Susanne Hartwig
Positions of partiality: acercamientos a la diversidad funcional cognitiva ..... 187
Susanne Hartwig
“la mejor manera de conocer a Helena”: entrevista con Eduardo Viloria ........... 211
Berit Callsen
Cuerpo, des/uso y subjetivación en Hernández, Bellatin y Nettel ................... 223
Matei Chihaia
Lecturas de la diversidad en Historias de cronopios y de famas (1962)
y Rayuela (1963) ..................................................................................................... 239
Introducción: representar la diversidad
funcional
1 Sustituciones
En su introducción al texto canónico de los Subaltern Studies, “Can the Subaltern
Speak?” (de Gayatri Spivak), Hito Steyerl describe una escena de la película Tout
va bien (1972), de Jean-Luc Godard y Jean-Pierre Gorin: una entrevista que hace
una periodista a una obrera de fábrica. La periodista está completamente com-
prometida con la causa de la obrera e intenta luchar por ella; sin embargo, los
pensamientos de la obrera (transmitidos por una voz en off) desenmascaran su
reportaje social como rebosante de tópicos y de discursos prefabricados que le
impiden escuchar de verdad a las personas que están frente a ella. Godard explica
que dejar a las obreras hablar o incluso participar en la producción de la película
no significa automáticamente dejarlas expresarse: porque no es decisivo lo que
dicen sino lo que se escucha (Steyerl 2008: 7s.). Esta anécdota es transferible a la
representación de la diversidad funcional1 y recuerda un problema fundamental
que se plantea también en los Subaltern Studies: representar equivale a ‘sustituir
2 Dicotomías
No es tan fácil encontrar representaciones que estén a la altura de la compleji-
dad del fenómeno debido a las dificultades específicas que implica la diversidad
funcional. Empezamos con tres problemas fundamentales que se dejan subsumir
bajo las siguientes dicotomías: realidad vs. construcción, patología vs. identidad
y similitud vs. diferencia, que explicaremos a continuación.
1) Realidad o construcción: Dos modelos fundamentales de los disability
studies se plantean si la categoría discapacidad está basada en una realidad
corporal o si es más bien una construcción social (lo que se llama “modelo
médico” y “modelo social-constructivista” respectivamente).12 Por eso se
distingue entre impairment como base física y disability como construcción
cultural: “Impairments are bodily realities; disabilties are discursive cons-
tructions” (Osteen 2008a: 3). Muchos enfoques dentro de los disability studies
consideran la diversidad funcional no un fenómeno médico en primer lugar,
sino un resultado de un discurso que estigmatiza cualidades corporales, cog-
nitivas, expresivas o emocionales como ‘anormales’; así, lo que se llama dis-
capacidad es un producto de complejos procesos sociales ligados al poder.13
Contra las posiciones radicales que privilegian uno de los dos modelos se
11 En este sentido, Couser reclama: “I would like to see greater diversity in life writing, in
two distinct respects: more kinds of lives represented and more kinds of representation”
(Couser 2004: 201).
12 Oliver (2009: 41–57) distingue por primera vez en 1983 entre un modelo médico y un
modelo social.
13 Según Thomas, la discapacidad no es un hecho ontológico: “[…] disability has no
‘fixed’, ‘absolute’ and ‘essential’ qualities; rather, disablist practices and relationships
stem from the operation of powerful systems of knowledge in society — particularly
biomedical knowledge” (Thomas 2015: 47). Waldschmidt investiga la relación entre
discapacidad, poder, conocimiento y cuerpo (Waldschmidt 2007a: 56s.), referiéndose
a Michel Foucault (cf. Waldschmidt 2007b, 2007c, Grue 2015).
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Introducción: representar la diversidad funcional 11
está estableciendo una posición más moderada que defiende una mezcla de
ambos: la construcción social que se llama discapacidad parte de una dife-
rencia real, siendo la diferencia entre personas con y sin discapacidad más
bien una cuestión de grados que de calidades esenciales. Osteen defiende esta
tercera posición y habla de relaciones en vez de ontologías y hace hincapié en
las fronteras borrosas:
Is disability a matter of degree or of essence? Does the rubric encompass mental ‘illness’?
Neurological differences? Obesity? Disabilites are not either physical facts or discursive
constructs, but both […]. (Osteen 2008a: 2)14
14 Cf. también Waldschmidt 2007a: 57–60. Birge meciona una crítica común al modelo
social: “[…] the social model does not provide adequate understanding of cognitive
disabilities, which do not disappear with the alteration of the disabled person’s envi-
ronment (though they often do become less limiting when cultural perceptions are
altered)” (Birge 2010).
15 Murray afirma, por ejemplo: “The notion that the child with autism can be ‘saved’ from
the condition follows as a logic that says more about social fear and desire than it does
about neurobehavioural difference” (Murray 2008: 8).
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12 Susanne Hartwig
3 Dilemas
Junto a las tres dicotomías, el estudio de la discapacidad implica también dilemas
fundamentales que comparte con los diversity studies, es decir, los estudios sobre
la diversidad en sus múltiples facetas. Tal vez los dilemas sean más visibles en el
caso de la discapacidad. Se trata del dilema de la esencialización, del dilema de la
homogeneización y del dilema de la objetivización.
1) El primer dilema surge cuando es necesario crear desigualdades estigmatizan-
tes para superar las desigualdades existentes (cf. Minow 1990), por ejemplo,
para definir las personas con derecho a una ayuda estatal. En este caso hay que
definir la discapacidad como desventaja y déficit para que las personas afecta-
das puedan tener acceso a ayudas físicas y económicas. Para aumentar la con-
cienciación sobre los problemas especiales que conlleva la discapacidad, hay
que enfatizarlos, lo que puede impedir la inclusión que se anhela.
2) El segundo dilema nace cuando se homogeneiza a individuos muy distintos
bajo una categoría, confiriendo a este grupo calidades específicas con el objetivo
Estos tres dilemas constituyen un marco dentro del cual las investigaciones sobre
la imagen cultural de la diversidad funcional se mueven constantemente, sea
consciente o inconscientemente. El desafío reside en utilizarlos productivamente
para analizar las representaciones culturales de la diversidad funcional.
4 Estudios
Los disability studies tienen como objetivo, entre otros, estudiar las imágenes
de personas con desviaciones motrices/sensoriales, físicas, mentales/intelec-
tuales/cognitivas y psíquicas y su categorización en comunidades culturales
(cf. Dederich 2012: 28). En la actualidad, tienen su base principal en la socio-
logía y la educación,17 siendo todavía un área de investigación reciente en los
17 Véanse, por ejemplo, Gámez Fuentes 2005, Barnes/Mercer 2010, Dederich 2012. Sobre
disability studies véanse Albrecht/Seelman/Bury 2001, Albrecht 2005, Goodley 2011,
Watson/Roulstone/Thomas 2012.
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14 Susanne Hartwig
Todavía existen muy pocos estudios que reúnan los enfoques de los disability
studies con los de los Latin American studies (cf. Antebi/Jörgensen 2016a). En
América Latina se parte sobre todo de la sociología o del activismo político y
se prefiere un punto de vista macroestructural (Antebi/Jörgensen 2016a: 4s.).
Antebi afirma la necesidad de diversificar el modelo de la discapacidad/diferen-
cia corporal cuando se estudian productos culturales de este continente (Antebi
2009: 201) y mirar bien los distintos contextos económicos, históricos y políticos,
así como la importancia de la desigualdad en la región (“violencia estructural”;
véanse Antebi/Jörgensen 2016a: 13). También hay que incluir los estudios sobre
discapacidad en una historia colonial/poscolonial.22 Antebi/Jörgensen resumen:
The challenge for a global disability studies and for this volume is to maintain awareness
of the situated contexts in which disability or disablement take place, as well as strategic
responses to these contexts […]. (Antebi/Jörgensen 2016a: 14)
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27 Las emociones se consideran aquí, con Nussbaum, “intelligent responses to the per-
ception of value”; “[…] we will have to consider emotions as part and parcel of the
system of ethical reasoning” (Nussbaum 2001: 1).
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18 Susanne Hartwig
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1 Podría considerarse pionera la tesis doctoral del director de escena David Ojeda, quien
participa en este volumen, y a cuya lectura remito.
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La representación de la diversidad funcional 27
los diez grupos participantes con representación de coros griegos, comedia del
arte, teatro isabelino y teatro romántico español.
Para el año 2003, en el que se celebraría la IX Muestra, el evento se trasladó
a La Coruña, que compartió sede con varias ciudades gallegas, lo que supuso el
inicio de la expansión de las actuaciones a otras ciudades del entorno de la propia
muestra. Hubo representaciones en el Teatro Rosalía de Castro de La Coruña, el
Auditorio Municipal de Vigo, el Teatro Principal de Santiago de Compostela, el
Círculo de Bellas Artes de Lugo y el Teatro Principal de Orense. Participaron
ocho grupos y se realizaron un total de catorce funciones. La Mesa Redonda
contó con la participación de Camilo Franco, José Antonio Caride, Manuel
Vieites, Ector Pose y Agustín Lourenzo. La X Muestra se celebró en el año 2005
en la ciudad de Cádiz —como sede—, en el Teatro Falla y en la Sala Central
Lechera. Además, también se realizaron actuaciones en la Sala Compañía, de
Jerez de la Frontera; el Teatro Principal, de Puerto Real; el Teatro Moderno, de
Chiclana; el Teatro Florida, de Algeciras; el Teatro las Cortes, de San Fernando, y
el Teatro Olivares Veas, de Arcos de la Frontera. Intervinieron once grupos, con
un total de 183 participantes, y se ofrecieron veinte actuaciones. En el año 2007
se celebró la XI Muestra en Tarragona, en el teatro Metropol, y en Reus, en los
teatros Fortuny y La Salle. También se realizaron representaciones en Tortosa,
Salou, Cervera, Amposta, Mollerusa, Tárrega, Falset, Balaguer y Mora de Ebro.
Asistieron diez grupos con 160 participantes que realizaron veinte actuaciones.
Ya en 2009, la XII Muestra Estatal de Teatro tuvo como sede la capital de
Alicante, concretamente el Aula de Cultura de la CAM, el Teatro Arniches y
el Paraninfo de la Universidad de Alicante. Las representaciones se extendie-
ron, además, al Teatro Municipal de Torrevieja; el Teatro del Centro Cultural
“Paco Hernández”, de Mutxamiel; El Teatro Salesiano, de Alcoy; el Gran Teatro,
de Elche; el Teatro-Circo, de Orihuela, y el Teatro Castelar, de Elda. Participaron
ocho grupos de teatro. En 2011, se cambió el nombre de Muestra por el de
Bienal, coincidiendo con la celebración en Málaga de la llamada XIII Bienal
de Teatro. La sede principal fue la ciudad de Málaga, con los teatros Cánovas
y Ollerías. También hubo programación en los teatros El Torcal, de Antequera;
el Centro Cultural Vicente Aleixandre, de Alhaurín de la Torre; la Casa de la
Cultura, de Fuengirola; la Casa de Cultura del Carmen, de Vélez-Málaga, y el
Teatro Municipal Antonio Gala, de Alhaurín El Grande. Participaron ocho gru-
pos y dos invitados, con un total de 175 integrantes. En 2013 tuvo lugar la XIV
Bienal de Teatro ONCE, con la participación de diez grupos y 120 componen-
tes, con un total de 18 representaciones que tuvieron lugar en 13 teatros dife-
rentes: L’Auditori ONCE, de Barcelona; el Teatre Principal y el teatro Alegria,
de Terrassa; el Centre Casal d’Olesa, de Olesa de Montserrat; el Teatre La Sala,
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La representación de la diversidad funcional 37
destaca el uso del humor negro —en muchas ocasiones—, como punto de par-
tida, para que el teatro sirva como espejo de una sociedad en crisis permanente”.
La compañía La Luciérnaga (Madrid), inició su andadura en 1984, como taller
teatral. En 2010 entra a formar parte de la Asociación Cultural para Personas
con Discapacidad Visual de la Comunidad de Madrid. “Ha ofrecido actuaciones
relevantes por teatros de diferentes puntos del país y participado en importan-
tes citas teatrales como el Festival Internacional de Teatro de Elche ‘una nueva
mirada’ (2015) o el Certamen Internacional de Teatro Amateur de Girona FITAG
2016”. Por su parte, la compañía La Ruina (Albacete), inició su trayectoria en
1990 con el montaje El banquero y el teatro, de José M.ª Bastos. Desde entonces,
y hasta 2005, han representado, entre otras, Aquí no paga nadie, de Darío Fo;
La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde; Madre, el drama padre, de
Jardiel Poncela, y Tres farsas, de Chejov. En una segunda etapa, destacan títulos
como La venganza de la Petra, de Carlos Arniches; Una de entremeses, de los
Hermanos Álvarez Quintero y Alejandro Casona o Las picardías de Scapin, de
Moliére, entre otros. La compañía Sa Boira (Palma de Mallorca), se fundó en el
año 1987, y ha participado en todas las Bienales de Teatro ONCE. Durante su ya
extendida trayectoria ha puesto en escena más de 50 montajes, con temáticas muy
distintas (desde teatro clásico, tragedias griegas, teatro absurdo, hasta comedias).
De entre los autores que se han representado, destacan Rafael Alberti, Carmen
Resino, Eurípides, Lorca, Shakespeare, Domingo Miras, así como creaciones
colectivas propias, que le han permitido ofrecer su trabajo en espacios fuera del
ámbito nacional, como el Festival Internacional de La Habana (Cuba). También
nos interesa recoger aquí muy brevemente la trayectoria de la compañía Samaruc
(Valencia), que desde 1992, “trabaja a favor de la integración a través del teatro”.
Cuenta en su repertorio con una larga lista de montajes estrenados: Así que pasen
cinco años, de F.G. Lorca, La Boda, de Bertolt Brecht, La Escuela de las Mujeres,
de Molière, Mucho ruido y pocas Nueces, de W. Shakespeare, Eloísa está debajo de
un almendro, de E. Jardiel Poncela, Bodas de Sangre, de Federico García Lorca,
La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, o Las preciosas ridículas,
de Moliere, entre otros muchos. Por último, el grupo de teatro Cuarta Pared, se
fundó en el año 2002, convirtiéndose en aquel momento en el primer grupo de
teatro juvenil integrado en el Movimiento Teatral ONCE. Inicialmente, todos los
componentes del grupo provenían de la Agrupación Infantil de Teatro ONCE
“Las Cacatúas Parlantes”.
En mi opinión, entre los elementos más significativos de todo este recorrido
podemos señalar cómo en todas las ediciones de las Muestras y Bienales ha
habido una implicación muy estrecha de las instituciones públicas y sociales del
territorio (comunidades autónomas, diputaciones provinciales, ayuntamientos,
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La representación de la diversidad funcional 39
de lo obsceno, la falsa tensión entre Palabra y Cuerpo, etc. Muchas de estas cues-
tiones tienen que ver con asuntos tratados por teóricos como Fischer-Lichte en
sus trabajos sobre Estética y poder de lo performativo (2008), Nicolas Bourriaud
y su trabajo sobre Estética Relacional (2006), José Antonio Sánchez, en su aná-
lisis sobre prácticas de lo real o sus reflexiones sobre Ética y Política (2017)—, o
Jacques Rancière, en su idea de un espectador emancipado (2010), entre otros
muchos referentes contemporáneos.
Cerrando aquí las conclusiones, diría que los modos de representación hege-
mónicos han convertido otras formas de representar en opciones subalternas,
que se oponen infructuosamente a las comúnmente aceptadas por un grupo no
necesariamente mayoritario de individuos cuyos códigos teatrales se consideran,
a veces asombrosamente, normales. Así visto, el teatro seguiría manifestando un
correlato entre una fractura del sistema teatral y una fractura del sistema social.
Aceptar el modo alternativo supone aceptar todo un cambio de paradigma, espe-
cialmente relevante en el caso de las relaciones entre representación y discapaci-
dad, pues como escribe Martha Nussbaum:
La de la discapacidad es una cuestión muy amplia, pues los problemas cognitivos y físi-
cos que las personas con discapacidades padecen a lo largo de sus vidas son similares
en grado y forma a las insuficiencias físicas y psíquicas que los seres humanos normales
experimentan a medida que envejecen. (Nussbaum 2012: 168)
Bibliografía
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Abstract: This article analyzes inclusion in performing arts, especially in theatre, in Spain
during the past half century. It outlines the development of inclusion beginning with pio-
neering projects via various chronological phases and different - partially temporary -
projects. It refers to political initiatives which enabled progress in social paradigms and
social and professional development for people with disabilities. It describes educational
environments and other types of social intervention and reveals the possibilities for stren-
gthening artistic manifestation of people with functional disabilities in Spain.
Last but not least several improvements are mentioned in this article; improvements
which could be achieved thanks to the activities of organizations and institutions suppor-
ting various projects, thanks to the participation of the audience and the growing topicality
of the subject in Spain; improvements which are steps in a trend-setting process.
Keywords: inclusion, accessibility, scenic arts, inclusive art projects
2 Apuestas pioneras
Desde finales de los años 70 e inicio de los 80, dos personalidades marcan la labor
pionera en España en la intención artística con personas con discapacidad: Maite
León y Feliciano Castillo. A su vez, la figura de la coreógrafa y pedagoga argen-
tina, María Fux, también se aunó a la novedad educativa que conformaba este
panorama: un momento inicial desde el ámbito educativo y con unos fines vin-
culados a la llamada artística y social, pero que ya vindicaban las necesidades de
una atención necesaria a este panorama renovador del arte de la escena.
De a poco, a finales de los años 80, el proyecto que luego sería el de la Fundación
ANADE con la figura de José Colmenero, junto a la gran personalidad de José
Ramón de la Vega, será quien también vaya a hacer propio el territorio del tea-
tro con personas con discapacidad. A partir de este momento, se comienza una
intervención paulatina de muy distintos profesionales del teatro y la danza en el
recorrido de renovación educativa y escénica a través de la participación de las
personas con discapacidad.
A partir de los años 90, surgen otros proyectos escénicos y personas que con-
tinúan hasta la actualidad. Paso a detallarlos: Cía. El Tinglao, Cía. Danza Mobile,
Cía. Moments Arts, Cía Teatro Paladio, Cía. Contando Hormigas, y entro otras
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48 David Ojeda Abolafia
son terrenos de uno y otro lado que se están trabajando y hallando medidas
oportunas para que mejoren y aumenten la asistencia de público diverso.
Todo este cometido otorga y ocupa esta necesaria ley, pero que irá de a poco
ampliando el territorio de su implantación, el tiempo y la labor conjunta espere-
mos que lo realice.
Todos estos pasos fueron decisivos para otras muchas prácticas a lo largo
del siglo actual. Pero no debemos dejar de tener en cuenta, que lo que en ese
momento se estaba trazando, eran medidas de atención e intervención educativa
y social, a través del arte, que en el tiempo dieran autonomía y factibilidad pro-
fesional a los proyectos, cuestión que no fue tal en todos los casos, pero que sin
embargo dejó un terreno abonado para que la realidad de muchas de estas ini-
ciativas tuvieran ya un lugar de origen, un paso acotado y un pronóstico de bús-
queda de futuro que poco a poco fuera dando en distintos lugares del panorama
nacional español la vía profesional artística. Posiblemente, se trazó un camino
que condujese al abandono de la condición social o asistencial de los proyectos,
para avanzar hacia una consolidación y fines propios profesionalizadores en el
marco del arte de la escena, propiciando una referencia de carácter artístico y
estético que los definiera a la hora de hallar salidas profesionales en el ámbito de
la distribución y la exhibición profesional del territorio nacional español.
que intervienen, siendo este ejemplo análogo al de otros festivales que citaremos
en el próximo punto.
Para finalizar, las vías de programación están muy alejadas aún hoy de un plan
de intervención continuada hacia compañías artísticas que plantean la inclusión.
9 Programación y Exhibición
En este apartado, quisiera apuntar algunas de las programaciones específicas en
festivales y ferias que aportan una mirada y ayuda a los proyectos de carácter
inclusivo, a veces, no solo en el ámbito de las personas con discapacidad, pero
que está siendo uno de los reclamos fundamentales a los mantenimientos de los
proyectos de las compañías.
El pionero fue en el año 1993 en la ciudad de Almagro, famosa por su festival
de teatro clásico en el verano, organizado por la Fundación ANADE. Allí hasta el
año 2003, fue uno de los escaparates de las compañías nacionales, que intercam-
biaban información de sus actividades y proyectos con compañías y profesiona-
les internacionales. Sirvió para ampliar miras y avanzar con pasos decididos en
las labores que las compañías nacionales tenían.
El siguiente fue el Festival Escena Mobile, organizado en Sevilla por la enti-
dad Danza Mobile y que auna desde el año 2000 propósitos similares a los del
Festival de Almagro. El siguiente y durante una década, el que organizó la Casa
Encendida en Madrid, Festival de Artes Escénicas y Discapacidad. Cerca ya de la
década actual, el Festival Diez Sentidos en la ciudad de Valencia, que amplió su
planteamiento a un encuentro de ámbito social y artístico, y donde la referencia
del trabajo de las personas con discapacidad fue uno más dentro de su cometido.
Desde el año 2012, el Festival Una mirada diferente organizado por el INAEM, en
una de sus sedes del Centro Dramático Nacional en Madrid, la del Teatro Valle-
Inclán, ha sido un empuje notorio, en tanto que la institución que vela por el
trabajo en las artes escénicas a nivel nacional, se haya hecho cargo de un evento
en el que se valoren los trabajos realizados con personas con discapacidad. De
última hora, Festival de Venagua en Murcia que ha abierto a su actividad cultu-
ral la aportación de los proyectos inclusivos con personas con discapacidad en
escena, entre otras intenciones. También el Festival Art Impossible realizado en
el Mercat de las Flors en Barcelona y que conecta a toda la realidad de las activi-
dades inclusivas desde la diversidad a nivel local y nacional. La Sala Tarambana,
de la Red de teatros alternativos madrileños, lleva desde 2015 con su Festival
Invisibles dando cabida a proyectos que incluyen en la escena a personas con
discapacidad.
10 Retos y Actualidad
Otra circunstancia novedosa la comporta la incorporación de una audiencia desde
la diversidad, y quizá sea el mayor cambio en la actualidad, aportando una inten-
ción notoria de cambio en el paradigma en el arte del espectáculo y las personas
con discapacidad durante los últimos años. Poco a poco, teatros, compañías profe-
sionales y proyectos autónomos de artes escénicas aportan una atención al disfrute
y acceso a la cultura del colectivo social de las personas con discapacidad. La gran
paradoja, es que, aun siendo fuente de la literatura y de la configuración artística
y estética de la escena, no ha sido su participación de igual modo en la audiencia.
Estamos en este propósito de cambios, y ello conllevará a modificar en un tiempo
cercano el programa de las audiencias y los cambios sustanciales a los espectáculos
que se exhiban, que de un tiempo a esta parte, buscan en las medidas de accesi-
bilidad un nuevo canal de mercado para un público potencial, así como el de una
nueva manera de atender a la creación escénica.
Proyectos como Asociación “33 porciento” en su labor permanente en mediación
y asesoramiento profesional a personas con discapacidad, o la extinta Federación
Nacional de Arte y Discapacidad en su búsqueda de intervención entre institucio-
nes y organizaciones desde lo social a la cultura en pos de la inclusión artística y
profesional, o proyectos genuinos como la Cía. Palmyra Teatro que aúna la inclu-
sión artística y la accesibilidad espectacular en todos y cada uno de sus espec-
táculos y representaciones, hacen posible el avance hacia otras condiciones, que
aportan una mirada muy distinta en el avance de este viaje, ya no retrospectivo.
11 Conclusiones
Se ha avanzado en muchos términos desde los primeros pasos pioneros en
Madrid por parte de Maite León y en Barcelona por parte de Feliciano Castillo.
Que desde la mirada de atención educativa como intervención social a través de
la práctica artística escénica, se ha recorrido un amplio espacio de consolidación
de intenciones, cada día más, vinculadas a la práctica artística con fines en lo
profesional.
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Medio siglo de artes escénicas y diversidad funcional en España 59
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Michael Rössner
Abstract: This article is based on one fundamental idea: that during the last 150 years, lite-
rature has been characterized by two antagonistic tendencies which share one objective: to
change traditional relations of literary communication, in other words: to end the traditiona-
lly passive role of the reader/spectator by eliminating gradually the mediation by the author.
One of these tendencies does so by thematizing literary communication itself in variations
of metaliterary techniques, consequently eliminating any possibility for illusions of reality in
the fictional world. The other reaches the same goal by doing the opposite: i.e. by radicalizing
the intimacy of the relationship between the receptor and the world of fiction — for instance,
through the use of free indirect discourse or even stream of consciousness. While the first
tendency can be found very often in dramatic texts, the second seems almost impossible to be
realized on stage, where there must always remain a mediator in form of the actor. However,
Antonio Buero Vallejo, using what has been called “efecto de inmersión” in his plays on people
with handicaps seems to be able to realize such an effect of total empathy by the audience in
theatre not by eliminating the illusion of the reality in fiction, but by radicalizing it.
Keywords: narratology and drama theory, translation, transmediality, total immersion,
Buero Vallejo, representation of disabilities
La literatura de los últimos 150 años me parece caracterizada por dos tendencias
opuestas, pero ambas dirigidas a romper con la tradicional relación de comuni-
cación literaria, es decir, a acabar con la pasividad del receptor, lector/especta-
dor, a través de una progresiva eliminación de la instancia del autor.
Por un lado, la tematización de esta comunicación misma en forma metali-
teraria, o sea la provocación del lector/espectador, la destrucción de la ilusión
de la realidad de la ficción, tal como la encontramos por ejemplo en la nivola
de Unamuno o en Se una notte d’inverno un viaggiatore de Italo Calvino, o en
algunas obras de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares o Julio Cortázar en el
campo de la narración, y en muchos textos teatrales de los movimientos de la
vanguardia (desde los futuristas hasta los Sei personaggi in cerca d’autore de Luigi
Pirandello y las obras “surrealistas” de Federico García Lorca o un esperpento
como Los cuernos de don Friolera de Valle-Inclán), es decir, la desviación de la
atención del receptor de la historia misma al acto comunicativo, a la mediación.
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62 Michael Rössner
1 En la Prefazione a L’Amante di Gramigna (Vita dei campi, Milano, Treves, 1880), Verga
propone: “ch’essa [l’opera d’arte] stia per ragion propria, pel solo fatto che è come
dev’essere, ed è necessario che sia, palpitante di vita ed immutabile al pari di una statua
di bronzo, di cui l’autore abbia avuto il coraggio divino di eclissarsi e sparire nella sua
opera immortale” (Verga 1987: 92).
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Traducir las ‘diversidades funcionales’ en vivencias 63
A eso hay que añadir voces anónimas y la voz de Mariquita que Goya oye cuando
está solo, y extraños rumores como el latido de un corazón o el vuelo de pája-
ros. Así, la impresión de la sordera para el espectador no es silenciosa, pero —
eso sí— incomunicada. El cambio de la voz de los personajes con la entrada y
salida de Goya sirve para recordarle que él, como espectador, podría oír normal-
mente, a no ser que la presencia de Goya le quitara a él también la posibilidad
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Traducir las ‘diversidades funcionales’ en vivencias 67
teléfono y muchas cosas más, y —sobretodo— una ventana que ofrece “la dila-
tada vista de un maravilloso paisaje: límpido cielo, majestuosas montañas, la
fulgurante plata de un lago...” (Buero Vallejo 1974: 137) y oye música clásica, la
Pastoral de la Obertura de Guillermo Tell de Rossini. Tomás, un muchacho ale-
gre, charla con su novia Berta y hace creer al espectador que ambos se encuen-
tran en una fundación para jóvenes científicos. En verdad, como el espectador
va descubriendo poco a poco, se trata de la celda de una prisión: Tomás había
sido detenido por sus actividades políticas y ha denunciado bajo tortura a sus
compañeros que ahora comparten la celda con él; bajo el peso de los remor-
dimientos, él ha enloquecido y vive ahora en un mundo imaginario que el
espectador comparte: vemos a Berta que nunca aparece en la escena cuando
los otros están en la celda, oímos la voz del compañero muerto que Tomás cree
solo enfermo, vemos cómo toman cerveza y whisky sacando botellas de un
frigorífico. Sólo uno de ellos no participa: no quiere tomar cerveza, no quiere
fumar, y cuando debe recoger los vasos hace sólo los ademanes de hacerlo,
pero no los coge de veras. Y cuando al final el personal lleva la comida, el guar-
dián la presenta según un menú de lujo: “terrina de foie-gras, solomillo con
champiñones” y “tarta de manzana” (Buero Vallejo 1974: 164 y 165).
Sin embargo, en la segunda escena de la primera parte ya faltan algunas
cosas: la cama ya no tiene sábanas, y dos sillas han desaparecido. Además, la
escoba nueva y elegante que utiliza Tomás fue sustituida por una vieja y sucia.
Es entonces por primera vez que Tomás se da cuenta de los cambios, pero los
toma como una broma de sus compañeros: “No disimuléis, no soy tonto. Estáis
cambiando cosas, o escondiéndolas” (Buero Vallejo 1974: 173). Y a continua-
ción empieza a darse cuenta de algunas cosas más: no funciona la lámpara ni el
televisor (lo que se explica con un corte de electricidad). Y cuando uno de los
compañeros finge hacer fotos no con una cámara, sino con un vaso de aluminio,
Tomás —y los espectadores— lo reconocen como tal.
Luego, cuando al final de esta segunda escena el “hombre” muerto empieza a
hablar, pide comida y agua y llama a los otros “asesinos”, solo Tomás y los espec-
tadores lo oyen, así que, apenas los guardianes han retirado el cadáver, Tomás
comenta:
TOMÁS. (Con la voz velada.) No estaba muerto. (Unos pasos más.) Todos le hemos oído
hablar. Pedía de comer.
LINO (hostil.) Nadie le oía. Sólo tú. (Buero Vallejo 1974: 185)
6 El texto completo del original francés: “Le théâtre comme la peste est une crise qui se
dénoue par la mort ou par la guérison. Et la peste est un mal supérieur parce qu’elle
est une crise complète après laquelle il ne reste rien que la mort ou qu’une extrême
purification” (Artaud 1964: 46).
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72 Michael Rössner
Abstract: The purpose of this work is to offer an explanation and analysis of the artistic
process developed through the project Creeando. Starting from dance as an eminently
creative expression, this initiative has been working for more than a decade with children
who experience different mobility problems and who find a means of expression and
recognition.
Keywords: representation, scenic arts, functional diversity, contemporary dance, CREEANDO
y los apoyos a las personas con discapacidad y sus familias”—; la Ley 51/2003,
de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibi-
lidad universal de las personas con discapacidad —centrada en la lucha contra
la discriminación y la accesibilidad universal—, la Ley 27/2007, de 23 de octu-
bre —“por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los
medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapaci-
dad auditiva y sordociegas, que reconoce el derecho de libre opción de las perso-
nas sordas, con discapacidad auditiva y sordiciegas al aprendizaje, conocimiento
y uso de las lenguas de signos españolas”—; o la Convención Internacional sobre
los derechos de las personas con discapacidad, aprobada el 13 de diciembre de
2006 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, rartificada por España el
3 de diembre de 2007 y que entró en vigor el 3 de mayo de 2008 —“que supone
la consagración del enfoque de derechos de las personas con discapacidad, de
modo que considera a las personas con discapacidad como sujetos titulares de
derechos y los poderes públicos están obligados a garantizar que el ejercicio de
esos derechos sea pleno y efectivo” —. Estas leyes fueron refundidas, regulariza-
das y armonizadas a través de la disposición final segunda de la Ley 26/2011, de
1 de agosto, y permitió la adaptación normativa a la Convención Internacional
sobre los derechos de las personas con discapacidad, y de la disposición final
quinta de la Ley 12/2012, de 26 de diciembre.
En efecto, el crecimiento de los movimientos asociativos y con voluntad rei-
vindicativa que lo han venido acompañando han contribuido progresivamente
a la incorporación de grupos y colectivos que a menudo quedaban sistemáti-
camente al margen de cualquier forma de visibilidad pública, especialmente
la referida al ámbito de lo artístico. El movimiento asociativo ha promovido el
surgimiento de compañías y colectivos que, casi siempre dentro del régimen afi-
cionado, trataban de ganar espacios de expresión artística y creativa, pero sobre
todo, y al mismo tiempo, de reconocimiento e inclusión. Sin duda, uno de los
objetivos que puede perseguir cualquier forma de representación es llevar al
ámbito de lo público reflexiones y debates que exigen una respuesta colectiva y
que de otro modo seguirían quedando invisibilizados, por lo que un interesante
modo de conocer los umbrales de normalidad o de justicia de una sociedad se
propicia revisando qué es lo que se representa y de qué manera en esa sociedad.
En este sentido, muchos grupos, asociaciones y compañías españolas (Así Somos,
Danza Mobile, El Globo Rojo, El Tinglao, Moments Art, etc.), integrados por per-
sonas con discapacidad, han venido cumpliendo satisfactoriamente esta labor,
lo que ha conducido a un ensanchamiento de los márgenes y expectativas, con
relación a los que pudieran reconocerse inmediatamente antes de su aparición.
Para aproximarse a la valoración de su trabajo, me parece interesante recordar
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Diversidad funcional en el teatro español contemporáneo 75
algunas ideas expresadas por Martha Nussbaum que tienen directamente que
ver con la relación entre promover determinadas formas de representación o, lo
que pudiera ser lo mismo, ampliar o modificar, en términos de Nussbaum, “las
fronteras de la justicia”. Además, y dada la naturaleza del proyecto Creeando, me
parece especialmente pertinente recoger aquí esa breve síntesis de su enfoque,
pues considero que sus ideas ofrecen una evidente sintonía con este proyecto y
ayudarán a explicar algunas de sus características más relevantes.
Para Nussbaum, es necesario pensar en la normatividad y considerar la falta
de representación de discapacitados dentro de un orden excluyente que podría
extenderse también a otros grupos poblacionales “estigmatizados”, como los
denominaría Goffman (Goffman 1968), o no “plenamente cooperantes”, como
podría entender Rawls (Rawls 2005). Siguiendo sus comentarios a las ideas
de Goffman, Nussbaum observa cómo la estigmatización social muestra una
y otra vez que uno de los rasgos centrales del proceso, sobre todo en relación
con las personas con deficiencias y discapacidades, consiste en la negación de la
individualidad:
Tal como dice Goffman, el estigma tiende a sumergir la individualidad: toda la inte-
racción con la persona se reduce al rasgo estigmatizado. En esta situación, tiene
sentido que la ley se centre en la protección de lo que más hace falta proteger: la
demanda de los niños estigmatizados de ser vistos y educados como individuos.
(Nussbaum 2012a: 213)
En efecto, son pocas las compañías teatrales profesionales que abordan el tema
de la discapacidad o que están conformadas con intérpretes en los que la diver-
sidad funcional puede reconocerse como un rasgo relevante, así como son esca-
sas las iniciativas de apoyo institucional que puedan considerarse orientadas a
la práctica escénica con intérpretes o temáticas directamente relacionados con
la diversidad funcional. En este sentido, la mayor parte de los acercamientos y
propuestas se dirigen hacia un tipo de repertorio clásico universal y, a menudo,
de fuerte carácter popular, lo que deja fuera de su horizonte de expectativas prác-
ticamente todas las propuestas más renovadoras y vanguardistas, precisamente
aquellas entre las que se encuentran muchos de los planteamientos de carácter
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78 Julio E. Checa Puerta
ético y político que propugnan una modificación sustancial del régimen repre-
sentacional. De este modo, cuando se atiende a la elección del repertorio y a la
recurrente falta de acceso al mundo teatral profesional, es preciso preguntarse
a través de qué códigos se está visibilizando la Diversidad Funcional, al tiempo
que se atiende al hecho de qué tipo de tratamiento se da al intérprete y al público
cuando se elige un repertorio del que suele quedar excluida la vanguardia o
espectáculos nuevos que partan de la condición específica de la compañía. Aquí
hay algo llamativo, que tiene que ver con el hecho de forzar permanentemente
la imitación de un modelo hegemónico en lugar de producir un modelo alter-
nativo, esto es, original. De otro modo se abriría un interesante abanico de posi-
bilidades que no era tan evidente hace algunas décadas, y que tiene mucho que
ver con algunos debates muy vivos en la escena contemporánea, a los que ya nos
hemos referido en la introducción a este volumen, pero que volvemos a recupe-
rar de nuevo para ampliar y contextualizar mejor el comentario: La tensión entre
la Realidad y lo Real, y entre el Documento y la Ficción, o entre la presentación y
la representación en cualquiera de sus acepciones; el valor del Error en el Teatro,
el interés por lo Procesual, la construcción fragmentaria, el problema de la jerar-
quización, la condición rizomática del espectáculo, el sentido y necesidad de lo
obsceno, la falsa tensión entre Palabra y Cuerpo, etc. Muchas de estas cuestio-
nes tienen que ver con asuntos tratados por teóricos como Fischer-Lichte en sus
trabajos sobre Estética y poder de lo performativo (2008), Nicolas Bourriaud y
su trabajo sobre Estética Relacional (2006), José Antonio Sánchez, en su análisis
sobre prácticas de lo real o sus reflexiones sobre Ética y Política (2007), o Jacques
Rancière, en su idea de un espectador emancipado y de un maestro ignorante
(2010), entre otros muchos referentes contemporáneos.
Los modos de representación hegemónicos han convertido otras formas
de representar en opciones subalternas, que se oponen infructuosamente a las
comúnmente aceptadas por un grupo no necesariamente mayoritario de indi-
viduos cuyos códigos teatrales se consideran, a veces asombrosamente, norma-
les. Así visto, el teatro seguiría manifestando un correlato entre una fractura del
sistema teatral y una fractura del sistema social. Aceptar el modo alternativo
supone aceptar todo un cambio de paradigma, muy relevante en el caso de las
relaciones entre representación y discapacidad, especialmente complejas, pues,
como escribe Martha Nussbaum, “los problemas cognitivos y físicos que las per-
sonas con discapacidades padecen a lo largo de sus vidas son similares en grado
y forma a las insuficiencias físicas y psíquicas que los seres humanos normales
experimentan a medida que envejecen” (Nussbaum 2012b: 168). La creación de
capacidades se relaciona con la idea de promover “libertades sustanciales” o, lo
que es lo mismo, posibilidades de elegir y actuar. Esto obliga a la implementación
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Diversidad funcional en el teatro español contemporáneo 79
del paciente, pues “el cuerpo es un mapa que encierra la historia del individuo”,
como sostiene Eva Maestre, al tiempo que favorece cambios en la expresión de
las emociones del pensamiento y el comportamiento, gracias a la ampliación del
espectro del movimiento. Con estos planteamientos generales, se iniciaría en el
año 2004 un proceso todavía en marcha, pero que ya ha ofrecido varios trabajos
de índole eminentemente artística, a saber, Las brumas de Avalon (2013), que
pudo verse en la Sala Verde de los TT. Del Canal con el apoyo de la JORCAM; El
sueño de Nagore (2014), que también se ofrecería en la Sala Verde de los TT. Del
Canal, nuevamente con el apoyo de la JORCAM y de la orquesta In Creschendo
(Castilla la Mancha); Soleá por Bulerías (2014), esta vez en el Auditorio del
Hospital Niño Jesús, y nuevamente con la colaboración de la JORCAM con un
conjunto de cuerda y palmas, o Maléfica (2015), ahora en colaboración con la
RESAD, de Madrid. Como puede verse, tuvieron que pasar algo más de diez
años antes de la primera propuesta escénica completa y, a partir de ahí, las
producciones se han ido espaciando en el tiempo debido, fundamentalmente,
a los numerosos problemas de producción que cualquier espectáculo de estas
características requiere y que ha obligado a tratar de mantener un crecimiento
expansivo a través de convenios y colaboraciones de carácter internacional, que
incluyen países como Nigeria, Cuba, Argentina, Djibuti, Estados Unidos, etc.
Antes de hacer una valoración global de estas propuestas y tratar de diluci-
dar el importante valor que ofrecen, para reflexionar sobre las relaciones entre
representación y diversidad funcional en la escena española contemporánea,
conviene atender a los aspectos técnicos y al propio proceso histórico de este
proyecto, que hasta la fecha se ha dividido en cuatro fases fundamentales, y que
nos permitiría trazar un recorrido que nos facilitará pasar de referirnos a los
intérpretes como pacientes, para pasar a hacerlo como artistas. Así, a lo largo
del periodo comprendido entre los años 2004 y 2007, se iniciaron los trabajos
con niños que sufrían trastornos psiquiátricos del Hospital Infantil Niño Jesús.
La idea fue organizar un taller de danza y expresión corporal, de carácter lúdico,
con fines terapéuticos para pacientes de diferentes tipos o categorías, a saber:
a) psicóticos;
b) neuróticos y depresivos (o depresivo letárgicos);
c) trastornos alimenticios.
Como señalan los expertos, los pacientes psicóticos y neuróticos presentan
movimientos eufóricos y, a menudo, limitados a las partes periféricas del cuerpo.
Manifiestan tensiones corporales, con bloqueos y rigidez en su comunicación
corporal. Por su parte, los pacientes con síndromes esquizoides, evitador y
esquizotípico ofrecen movimientos empobrecidos, distancia en las relaciones
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Diversidad funcional en el teatro español contemporáneo 81
grupales, al tiempo que varían de una actividad a otra sin objetivo y mantie-
nen movimientos lentos y periféricos. Por ello, es importante que estos pacien-
tes reciban algún tipo de responsabilidad a través de funciones creativas: guión,
caracterización, diseño de vestuario, argumentos coreográficos, etc. Además, no
se debe olvidar que es habitual que sean pacientes con problemas de autoestima
y de comunicación. Por su parte, los pacientes de trastornos de comportamiento
alimenticio (TCA) presentan movimientos caóticos y confusos, eufóricos y des-
bordados. De todo ello, parece fácil deducir que la idea de crear capacidades en
el ámbito artístico de la danza también requiere tomar en consideración todos
estos parámetros referidos al comportamiento y la capacidad, o rasgos motrices
de los intérpretes. No es conveniente proponer gestos que vayan en contra de
estas condiciones, pero lo cierto es que esta máxima vale, a diferente escala y
tipología, para todo tipo de intérpretes, según cuáles sean sus rasgos, habilidades
o aptitudes.
En todo caso, esta circunstancia explicaría la necesidad de abordar en una pri-
mera fase tareas que pudieran denominarse rehabilitadoras —¿como las prue-
bas de nivel y los ensayos?—, y que consistirían en el estudio del análisis del
movimiento de cada individuo: marcha, movimiento, dominio del espacio y del
tiempo. Una vez realizado este estudio, y a partir de los resultados, Eva Maestre,
como instructora de danza, traduce los resultados y las necesidades a una serie
de movimientos coreográficos que se desarrollan durante ocho meses y se abren
dos grupos distintos. Por un lado, estarían aquellos pacientes incluidos dentro
de los clasificados como grupos A y B, es decir, psicóticos y neuróticos. El tra-
bajo fundamental para ellos se inicia con clases de suelo, buscando favorecer la
relajación y la elasticidad. Mediante estas técnicas se alivia la tensión crónica de
la musculatura y se evitan los patrones rígidos del movimiento que presentan
los pacientes. Además, también se favorece un mayor movimiento espontáneo.
Una vez sentadas las bases de este trabajo, se continúa con sesiones conforma-
das mediante movimientos simples para trabajar el tronco y las extremidades
superiores. Aquí se intenta evitar el carácter generalmente lento y pesado de las
curvas corporales de este tipo de pacientes, se fomenta la conciencia rítmica y
se intenta evitar el balanceo. A lo largo de este proceso ya se van incorporando
pequeñas “frases” coreográficas, que acentúan la conciencia grupal y dotan de
estructura y desinhibición a los movimientos. También se proponen ejercicios
que potencien la mejora en los parámetros corporales y beneficios de carácter
biopsicosocial.
Por lo que a los pacientes del grupo C se refiere, esto es, aquellos que presen-
tan trastornos alimenticios, el trabajo se inicia con movimientos relajantes, par-
tiendo desde la cabeza a los pies. Los trazos de estos pacientes son muy enérgicos
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82 Julio E. Checa Puerta
y desbordados, con los hombros y troncos curvos, por lo que se realizan pasos
de movimiento complejos en pies y suaves y redondeados en extremidades
superiores. A continuación, se empieza a poner en marcha una construcción
coreográfica, en la que cada personaje hace de espejo de la instructora de baile y
viceversa. Estas sesiones se deben cerrar siempre con clases de relajación. Aquí
conviene considerar que se trata de pacientes muy perfeccionistas, que necesitan
ver “resultados”, por lo que se proponen coreografías cortas que empiecen y fina-
licen en cada sesión. Es importante que tengan la sensación de trabajo “acabado”.
En todo caso, las sesiones tienen lugar tres días a la semana y no duran más
de 45 minutos. Finalizado este microproceso, se realiza un nuevo estudio para
valorar los logros y las dificultades. En general, se documenta una mejora de los
parámetros espacio-temporales. Además del trabajo creativo y artístico, hacia
el que va orientado el proyecto, estas fases intermedias y sus correspondientes
análisis, estudios y valoraciones han permitido incorporar desde el año 2010 la
danza como herramienta asistencial dentro del servicio de rehabilitación. Entre
las principales conclusiones que arrojaría esta primera fase, en términos globa-
les, podrían señalarse las siguientes:
a) Los pacientes mejoran visiblemente la postura del tronco, encaminándolo
hacia una posición más recta y un tono muscular relajado.
b) Las endorfinas que provoca el ejercicio ayudan a mejorar el estado anímico.
En buena medida, estas conclusiones reforzaron las convicciones del efecto posi-
tivo del trabajo y animaron la creación de un grupo de fisio-danza que trabaja ya
de forma indefinida bajo la supervisión del equipo, hasta que el paciente recibe
el alta. A partir de aquí, se inicia el desarrollo de la segunda fase, que en este
proyecto puede marcarse a partir del año 2007, y que se podría resumir como la
fase de “inicio de la integración”. A los pacientes que han recibido el alta se les
ofrece la posibilidad de incorporarse a un grupo artístico y profesional. Esto es:
a) Pasan de ser Pacientes a ser Bailarines.
b) Se abandona el espacio Hospitalario y se ocupa el espacio Artístico: Teatros
del Canal.
Esta nueva fase se organiza en ciclos que comienzan en octubre y finalizan en
junio, con una muestra coreográfica integrada con músicos y bailarines “pro-
fesionales”. Ahora ya se desarrolla trabajo de barra, suelo y coordinación, como
resulta habitual en los trabajos de danza de cualquier escuela o compañía al uso.
En este caso, y dado el perfil coreográfico y artístico de Eva Maestre, se utiliza
el flamenco como código artístico de referencia. Se trabaja el traslado de carga
y equilibrio sobre monopedestación, pues esto debe hacerse sin perder nunca
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Diversidad funcional en el teatro español contemporáneo 83
Liddell, Ana Vallés o Bob Wilson, entre otros. Como hemos tratado de sintetizar,
sin extendernos demasiado en las definiciones médicas y científicas más rigu-
rosas, no se trata de negar el origen terapéutico de esta propuesta, ni de obviar
las características de los intérpretes que, en todos los casos, los identificarían
como discapacitados. Lo interesante es que la orientación y el significado final
de todos estos montajes, su vectorización (Pavis 2000), van inequívocamente
dirigidos hacia la creación de capacidades artísticas, en el sentido ya señalado
de Nussbaum, y que todo el proceso formativo no se aleja de los modelos de
formación artística más convencionales. Así, todo proceso artístico pasa por un
periodo formativo, en Escuelas, Conservatorios o Centros de Enseñanza, que
atiende a las capacidades, características y posibilidades de su alumnado y a los
objetivos artísticos que se pretenden lograr.
En la mayoría de los casos, como aquí sucede, las “condiciones” de los futuros
intérpretes son las que determinan los recorridos que presentan sus propios pro-
cesos formativos: recorrido de interpretación gestual, textual, canto, etc. Además,
tampoco resulta llamativa la idea de que alcanzar determinados objetivos pasa
inevitablemente por establecer un riguroso sistema de ejercicios y repeticiones
que van permitiendo vencer las resistencias iniciales de los cuerpos o sensibili-
dades de los intérpretes, al tiempo que van facilitando la eficacia de sus gestos o
el acoplamiento con otros integrantes del elenco. Este denominado “proceso de
ensayos” resulta, pues, perfectamente homologable al que siguen los integrantes
del colectivo Creeando.
Además, no podemos negar la existencia de una fuerte corriente en el seno
de las artes escénicas orientada mucho más hacia el valor de los procesos que
hacia la obtención de un determinado resultado. En buena medida, la idea de
work in progress tampoco resultaría en mucho diferente de la practicada por los
integrantes de este colectivo. Sin embargo, hay algunos aspectos que me resultan
singularmente interesantes. Uno de ellos tiene que ver con el hecho de que en
las puestas en escena intervienen intérpretes que pudieran responder a la clasi-
ficación de discapacitados junto con otros que, de forma general, pudieran con-
siderarse “normales”. No obstante, al ver el trabajo de estos artistas, reconozco
la dificultad para distinguir a unos de otros, especialmente cuando se trata de
proyectar sobre el escenario una mirada no experta. Repensar este hecho, nos
lleva a considerar que, por un lado, carece de interés buscar o hallar esa distin-
ción, dada la naturaleza artística de la puesta en escena; pero, por otro, nos hace
también recapacitar sobre la convencionalidad del hecho de que la diferencia
convive siempre inevitablemente sobre el escenario, ya que las diferentes formas
de discapacidad también son mucho más frecuentes de lo que solemos advertir
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Diversidad funcional en el teatro español contemporáneo 87
Abstract: This article will show, through the work of two contemporary Spanish theatre
makers, the way in which performing arts, within the field of what Lehmann named as
‘postdramatic theatre’, focus on staging diverse corporealities, especially those deemed by
us as ‘unproductive bodies’. This ‘unproductive body’ will be framed under the general
assumptions of ‘disability’ and ‘dysfunctionality’. Its negative connotation will serve as
an umbrella term for several excluded and invisible beings, ranging from ageing bodies
to women outside of their reproductive cycle or wheelchair users. By employing Judith
Butler’s notion of precarity, its relation to the ideals of autonomy and its consideration
as an intrinsic quality of every human being, we will outline the formal and thematical
parameters under which these two authors, on the one hand, turn an ‘unproductive body’
into a ‘vulnerable body’ and, on the other hand, establish a point of relationality, of con-
nection, with the audience.
Keywords: unproductivity, vulnerability, obscenity, look, body, postdramatic theatre
2 Nos hacemos cargo de los debates terminológicos, tan necesarios, acerca de estas
cuestiones, así como, siguiendo la línea de Austin (1962), del poder performativo de
la palabra. No obstante, y precisamente por este motivo, a fin de enfatizar la discri-
minización de estos cuerpos, al hacer referencia a las concepciones sociales actuales
emplearemos los términos “discapacidad”, “disfuncionalidad” y “cuerpo no productivo”.
Por el contrario, cuando nos refiramos a las representaciones estudiadas que, según
nuestra opinión, proporcionan unos marcos más emancipadores, haremos uso de los
conceptos “diversidad funcional” y “cuerpo vulnerable”.
3 Para consultar información acerca de estos modelos gerontológicos, véase Rowe y Kahn
(1987), Liang y Luo (2012), Biggs (2001). En cuanto a la relación entre vejez y biopo-
lítica, aparte de los textos canónicos de Michel Foucault reseñados en la bibliografía
de este artículo, puede consultarse Ociel Moya (2013).
4 Para un repaso histórico de los diferentes modelos empleados a la hora de dar cuenta
de la diversidad funcional, véase Palacios y Romañach (2006).
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La mirada obscena 91
cultural haciendo uso de aquellas parcelas de lo sensible que no han sido o están
siendo representadas.
Pedro A. Cruz (2008), como otros autores entre los que se puede destacar a
Corinne Maier (2005), hace hincapié en el nivel estructural de la obscenidad. Según
estos críticos, la representación obscena puede ser calificada de tautológica, en tanto
que pone de relieve el mismo acto de mostrar, provocando una visualidad reflexiva.
En este sentido, cabe destacar que cualquier repaso a la historia de la visión dentro
del mundo occidental no nos negará el establecimiento de la misma como el sentido
más noble. Si bien en el siglo XX un gran número de autores se propusieron desban-
car la hegemonía de la vista en el pensamiento metafísico occidental, en especial en
cuanto a la relación indisociable entre visión y verdad, como apunta Marina Garcés
(2009), las prácticas científicas, así como los métodos de observación contemporá-
neos siguen manteniendo la legitimidad de la misma. Sin embargo, la concepción
de la visión en la actualidad, lejos de articularse con la objetividad que pretenden las
tecnologías con las cuales se llevan a cabo, favorecen un tipo de mirada específica: la
focalización.
Esta focalización puede verse como el legado de las técnicas perspectivistas
ya desarrolladas en el arte pictórico renacentista, donde el punto de fuga central
situaba al espectador en un punto privilegiado de dominio sobre la escena, así como
de invisibilidad. Para alterar la comodidad objetualizadora del espectador y reacti-
var su conciencia crítica con respecto al punto de vista adoptado, Marina Gracés
propone un tipo de mirada que consideramos fundamental para comprender la
reflexividad de la mirada obscena anteriormente mencionada: la mirada periférica.
Apunta la autora:
La visión periférica no es una visión de conjunto. No es la visión panorámica. No sintetiza
ni sobrevuela. Todo lo contrario: es la capacidad que tiene el ojo sensible para inscribir lo
que ve en un campo de visión que excede el objeto focalizado. (Gracés 2009: 91)
Las prácticas artísticas que puedan ofrecer un tipo de visión periférica, crítica con
los sistemas de simplificación, dominación y focalización perspectivistas, serán
aquellas que proporcionen una visualidad reflexiva y no totalizadora.
Igualmente, el sujeto que observa este mostrar obsceno5, también llevará a
cabo, por su lado, un tipo de mirada que vacila, que se siente fascinada y repelida
a la vez. Es así que la mirada obscena se desarrolla en una doble dirección: por un
asociaciones, un caos que “no se opone al orden, sino que debe ser entendido como un
factor de regeneración y una manifestación de los ciclos de la vida” (Abuín 2006: 51)
6 Mantenemos en este apartado la doble denominación de los dos polos estudiados (fruto
de la confluencia entre los triángulos que conforman el esquema de la pantalla) a fin de
mostrar la interdependencia y reciprocidad entre ambos términos, la imposibilidad de
delimitar funciones claras, no transferibles, entre uno y otro lado de la representación.
7 Optamos nuevamente por mantener el término anglosajón debido a la polivalencia
del mismo; en este caso, el vocablo puede traducirse al castellano tanto por “imagen”
como por “cuadro” o “retrato”.
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94 Irene Alcubilla Troughton
Las 150obras de Elena Córdoba, en las que explora el paso del tiempo en su
propio cuerpo y las consecuencias del mismo para el movimiento, se adentran
en un análisis del cuerpo de la bailarina que asume su propia caducidad y, sobre
todo, que extrae su fuerza expresiva de la misma. El motor que mueve Soy una
obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera surge
de la confrontación de la bailarina con un cadáver. De esta manera, a través de
una lectura confesional de su miedo a la muerte, acompañada de interrupciones
en el discurso en forma de bailes para realizar sobre su tumba, Elena Córdoba
llega a una conclusión fundamental: la carne móvil es la carne del vivo; la firme,
la del muerto.
A través de, por un lado, la elección de movimientos y, por otro, la propia
exposición de su cuerpo, la bailarina nos irá poco a poco haciendo partícipes de
esa afirmación. Esta obra comienza y termina, como ya nos adelantaba el título,
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La mirada obscena 95
No es casual que la cita quede incompleta, pues esta será una de las preguntas
fundamentales que recorrerán tanto esta obra como La casa de la fuerza pero
cuya estela puede rastrearse en otras muchas de sus creaciones: ¿dónde encon-
trar fuerzas una vez que se está vencido, agotado y viejo? Todo el cielo sobre la
tierra explora la decadencia una vez perdida la juventud, una juventud que se
deifica en las muertes producidas por la masacre de Utoya, así como el miedo
al abandono, ejemplificada en la figura de Wendy, representada tanto por Lola
como por Angélica.
En el texto dramático de la obra, la negativa connotación de lo viejo es patente.
Esta condena del paso del tiempo tiene especiales repercusiones para las muje-
res, hecho que ya sacaba a colación en su obra Yo no soy bonita y que vuelve de
su obra La casa de la fuerza, si bien Lola, Getse y Angélica, al contar sus expe-
riencias de maltrato reproducen el discurso normativo y se dedican a admirar
la fuerza física de los hombres, intentando amoldarse ellas mismas a ese para-
digma, finalmente la exposición de sus acciones acabará por evidenciar más que
la fortaleza, el cansancio, el agotamiento. La representación de esos monumenta-
les esfuerzos es la puesta en escena de sus límites, de su fragilidad; una fragilidad
que nos conecta a todos, en un círculo que une a la niña que aparece al inicio de
la obra con el forzudo del final. En ese mausoleo a la fuerza en el que durante seis
horas se convirtió la sala, se acaba afirmando lo siguiente:
Y copularé con todos mis hijos para convertirlos en hombres débiles.
Daré inicio de este modo a una estirpe de incapaces [...]
Con mi incesto doy el primer paso para oponerme a la fuerza [...]
Yo acabaré con los hombres fuertes sin cavar ni una sola fosa.
Simplemente desobedeciendo.
Ofreceré resistencia armada con mi sexo.
Desobedeceré. (Liddell 2011: 119)
4 Conclusión
Retomando ideas mencionadas al inicio de este artículo, Angélica Liddell y Elena
Córdoba nos han servido de ejemplos a la hora de mostrar estos patrones en las
artes escénicas contemporáneas que consiguen actualmente desbancar una serie
de ideas subyacientes a los discursos acerca del ser humano. A nuestro ver, puede
inferirse de la gran mayoría de narrativas actuales acerca del desarrollo social,
físico y mental de una persona, un ideal de autonomía fuertemente anclado a los
principios de independencia, control y soberanía que inevitablemente excluyen
muchos tipos de personalidades y corporalidades. Igualmente, este tipo de clasi-
ficación, a parte de estar marcada por unos claros estereotipos de género, genera
un rechazo absoluto a la vulnerabilidad que, siguiendo a Butler, consideramos
parte integral del ser humano.
Es por este motivo que consideramos las prácticas artísticas un espacio privi-
legiado desde el cual desbancar las imágenes imperantes sobre la discapacidad,
entendida en su forma más amplia y, así, poder ir desarticulando, renegociando
y desestabilizando la pantalla cultural a través de la cual mediamos, a la vez que
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La mirada obscena 101
9 En este sentido se pueden entender las reflexiones teóricas de Jorge Dubatti (2011)
acerca del “convivio” como elemento fundamental de la práctica teatral o las piezas
analizadas por Bourriaud en Estética Relacional (2008).
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102 Irene Alcubilla Troughton
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1 Introducción
El poder de las representaciones culturales es fundamental para promover cam-
bios en las mentalidades y las actitudes de la sociedad en torno a la diversidad
funcional.2 Además de la capacidad que tienen para fomentar actitudes positivas
y contribuir a la eliminación de los prejuicios ableístas del público receptor, las
representaciones culturales ofrecen una vía de conocimiento y sensibilización
social en torno a las implicaciones individuales y sociales de la (dis)capacidad,
las realidades variadas y complejas que comporta y la exploración de posibles
vías de acción que puedan contribuir a mejorar la calidad de vida, el acceso y la
igualdad de oportunidades de las personas (dis)capacitadas, a través de medi-
das concretas que contribuyan a lograr esos fines. Más allá de estos aspectos,
Cuerdo e Inés Enciso en el marco del proyecto de dirección del CDN de Ernesto
Caballero, con el objetivo de promover la inclusión de artistas con discapacidad
en las programaciones teatrales regulares y romper con los prejuicios en torno a
la (dis)capacidad, mostrando la diversidad como un valor añadido en las Artes
Escénicas (Centro Dramático Nacional: Una mirada…, web). Cáscaras vacías
presenta la novedad de ser la primera propuesta dramática inclusiva y dirigida a
un público plural que se imbrica en la programación regular del CDN, logrando
así materializar uno de los principales objetivos que alentaron la creación del
Festival Una mirada diferente.
El estreno tuvo lugar el 26 de octubre de 2016 en la Sala Princesa del Teatro
María Guerrero de Madrid, donde se representó hasta el 13 de noviembre de
2016, fecha tras la cual estuvo de gira en otras localidades españolas. Su puesta
en escena se ha incluido nuevamente en la programación de la temporada
2017/2018 del CDN, de manera que volverá a mostrarse en la Sala de la Princesa
entre el 13 de octubre y el 12 de noviembre de 2017. Sin duda, el éxito y la calidad
de la propuesta han contribuido a esta decisión. En Metrópoli, suplemento de El
Mundo, José Luis Romo la incluyó en su selección de las diez mejores obras de
teatro de 2016, destacando la capacidad de las autoras para convertir “la cámara
de gas en un cabaret” y cuestionar “muchas de las actitudes y condescendencia
con las que, en ocasiones, se trata a personas con síndrome de Down y otras
capacidades” (2016). También Antonio Arco escribió una crítica favorable tras
ver la representación en el Teatro Romea de Murcia, que alabó por su “excelente
calidad” y la “merecida ovación” que despertó en el público (2017: 31). De igual
manera, Francisco Javier Aguirre se refería a “la gran sorpresa” que supuso la
puesta en escena de la obra en el Teatro del Mercado de Zaragoza, en la que des-
tacó el acierto de las directoras al organizar la trama “de modo inteligente paro-
diando la estructura del cabaret” y transmitiendo así la “combinación pavorosa
que hacen el horror y la belleza” (2017).
Uno de los puntos fuertes de la obra reside en que se trata de una demos-
tración performativa de capacidad y empoderamiento a través de la expresión
artística. El elenco está formado por tres actrices —Patty Bonet, Ángela Ibáñez y
Paloma Orellana— y tres actores —Raúl Aguirre, David Blanco y Jesús Vidal—,
casi todos ellos con algún tipo de (dis)capacidad física o cognitiva, que en algu-
nos casos es imposible detectar desde el patio de butacas porque los persona-
jes que interpretan no necesariamente la comparten. Así ocurre con el actor y
director de escena Jesús Vidal, cuyo campo visual se reduce a un 10 % (Gancedo
2016), a pesar de lo cual interpreta a un personaje llamado Hans Klischmann
que se mueve por el escenario sin revelar su ceguera, pero se presenta como
esquizofrénico. Los intérpretes se convierten en el personaje que representan,
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5 La edición del texto dramático publicada por el servicio de publicaciones del CDN
va precedida de un cuento ilustrado por el propio Raúl Aguirre, con dibujos que se
mostraron en la puesta en escena (Labarga/Ripoll 2017: s.p.). Para más información
sobre el trabajo gráfico de Raúl Aguirre, véase su sitio de internet, que lleva el título
de su primer libro, La cabeza del rinoceronte (Aguirre, La cabeza del rinoceronte, web).
6 En una reunión celebrada el 9 de octubre de 1939 se plantearon terminar con la vida de
65.000 a 70.000 personas (Aly 2013: 45), por lo que se puede afirmar que, tristemente,
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Teatro inclusivo, memoria y diversidad funcional 111
una “habitación alicatada con azulejos blancos”, está iluminado parcialmente por
una bombilla. En la penumbra se distinguen unos montones de ropa, zapatos y
maletas y se escucha una voz en off dar la orden de desvestirse y quitarse los zapa-
tos (Labarga/Ripoll 2017: 21). A continuación, Hans, Paul, Agnes, Lotte, Heyde
y Roland van atravesando una “puerta de hierro” de uno en uno (2017: 21), ves-
tidos con ropa interior de época. Acto seguido, la voz en off anuncia que “van a
proceder a la desinfección”,10 al tiempo que “empiezan a sonar las tuberías” y “la
bombilla del techo chisporrotea” (2017: 22). A pesar de que en las acotaciones
del texto dramático esto no se indica, en el espectáculo que se representó en el
Teatro María Guerrero, la irrupción de Agnes —el personaje interpretado por
Ángela Ibáñez— en escena resulta especialmente conmovedora. Agnes llora y
grita sin consuelo, intenta salir de la cámara, transmitiendo desde los primeros
minutos del drama una gran tensión al público. La trama tiene, además, una dis-
posición cíclica: en la escena final los personajes se colocan de nuevo en las posi-
ciones del comienzo y “las tuberías vuelven a sonar, cada vez con más fuerza”
(2017: 95), anunciando la entrada del gas mortal. El drama de Cáscaras vacías se
produce, por lo tanto, en un intersticio liminal de la vida de los seis protagonistas
que, justo en los momentos previos a su muerte, relatan sus historias y conminan
al público a recordar a las víctimas.
A lo largo del drama se van entremezclando escenas de gran tensión, en las
que los personajes cuentan cómo llegaron hasta Hartheim y se refieren a su vida
anterior; con escenas lúdicas en las que suena música alegre de cabaret y los
personajes bailan, cantan y representan distintos números. Varias de estas esce-
nas tienen un fuerte contenido crítico, en las que los personajes ironizan sobre
las (dis)capacidades que les han llevado a la cámara de gas a ritmo del cabaret y
exponen los motivos económicos, eugenésicos y pseudomédicos que llevaron a
los nazis —con apoyo en algunos casos de sus propios parientes— a emprender
su exterminio. La crítica se desprende de la realidad histórica y testimonial —y,
en determinadas ocasiones, de las conexiones de esas realidades con discursos
actuales— en la que se basan estas escenas en las que la deformación grotesca se
convierte en canal expresivo del horror. Por ejemplo, en la escena quinta, titu-
lada “Consejos publicitarios”, Lotte y Agnes publicitan una “Guía para el examen
fisiológico de cerebros y cráneos de cadáveres” (2017: 41), tras lo cual los perso-
najes acaban involucrados en un juego de pantomima en el que “simulan estar
abriendo cabezas y comiéndose los sesos” unos a los otros (2017: 42). La base
10 Aly explica en su estudio que usaban monóxido de carbono en las cámaras de gas y se
referían al procedimiento, efectivamente, como “desinfección” (2014: pos. 923).
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114 Luisa García-Manso
11 Uno de los impulsores de esta medida fue Julius Hallervorden, quien en una conver-
sación informal con un oficial estadounidense se refirió a los cerebros de la siguiente
manera: “De dónde venían, no era asunto mío. Había hermosas muestras de malfor-
maciones de deficientes mentales y patologías infantiles” (Aly 2014: pos. 2038).
12 Este razonamiento monetario fue utilizado por la propaganda nazi para respaldar su
programa de eutanasia y apela directamente a la conciencia del público actual por su
similitud con los discursos de la crisis.
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Teatro inclusivo, memoria y diversidad funcional 115
13 Las autoras declaran también haberse documentado con los libros Exterminio de
enfermos mentales en la Alemania nazi, de Alice Platen-Hallermund; Desde aquella
oscuridad y El trauma alemán, de Gitta Sereny; y Modernidad y Holocausto, de Zygmunt
Bauman.
14 El texto de Just que Lotte y Roland reproducen en esta escena, al mismo tiempo que
se proyectan imágenes ilustrativas, reza así: “Un camión más corto completamente
cargado podría funcionar con mucha más rapidez. Acortar el compartimento trasero
no afectaría de forma negativa al equilibrio del peso sobrecargando el árbol delantero,
porque ‘de hecho se produce de forma automática una corrección en la distribución
del peso debido al hecho de que el cargamento, en la lucha por alcanzar la puerta tra-
sera durante la operación, siempre se sitúa cerca de ella’. Como el conducto de enlace
se oxidaba rápidamente debido a los ‘fluidos’, se debe introducir el gas por la parte
superior, no por la inferior. Para facilitar la limpieza, se debe practicar en el suelo un
orificio de 10 a 30 cm con una cubierta que se pueda abrir desde el exterior. El suelo
debe estar ligeramente inclinado y la cubierta tiene que tener un pequeño cedazo. De
esta manera, todos los ‘fluidos’ se dirigirán al centro, los ‘fluidos ligeros’ saldrán durante
la operación y los ‘fluidos más densos’ se pueden limpiar con una manguera después”
(Bauman 1998: 257, las comillas proceden del original de Browning, páginas 64–65,
del que Bauman tomó dicho documento).
15 Götz Aly recoge algunos casos en los que familiares de pacientes deportados a Grafeneck
y Hadamar consiguieron salvar a sus seres queridos de las cámaras de gas, gracias a
que actuaron con decisión y rapidez al conocer la deportación (Aly 2013: 39–41). En
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parientes habían accedido a que se les aplicara un “tratamiento” que los médicos
advertían que podía desembocar en la muerte (Aly 2014: pos. 2432ss). El impor-
tante componente documental del drama, destacado en el texto promocional
de la obra (“es una red de historias tejidas con testimonios de la Operación T4
nazi”),16 no aparece identificado en el texto dramático a través de cursiva o de
aclaraciones en nota a pie de página, lo que dificulta su localización. Además, las
autoras no les han dado a sus personajes los nombres reales de las víctimas en las
cuales sus historias se han inspirado, sino que mezclan las historias documen-
tadas de víctimas de la eutanasia —sin limitarse a las víctimas de Hartheim—
con elementos ficcionales o, lo que es lo mismo, transforman los testimonios en
materia dramática pero sin ser “fieles” a las historias originales, con la finalidad
de conmover y hacer reflexionar al público.
Incluso en los pasajes del drama en los que la historia del personaje sigue con
fidelidad el testimonio de una víctima concreta, se cambia de forma trascenden-
tal la historia. Por ejemplo, la historia de Heyde está tomada del relato real de
una víctima superviviente de la Aktion T4, Elvira Hempel, quien dejó constancia
de su experiencia en un libro de memorias publicado en 2004 (Manthey). Un
fragmento de estas memorias, el correspondiente a su deportación al centro de
exterminio de Brandenburg, está recogido en el estudio de Götz Aly, una de las
fuentes documentales de la obra dramática. Aunque la historia del personaje
de Heyde responde con fidelidad a las anécdotas narradas por Elvira Hempel,
esta ha sido modificada en lo más fundamental: mientras que Elvira Hempel
se quedó en la antesala de la cámara de gas, tras serle perdonada la vida por los
médicos de Brandenburgo, la Heyde de Cáscaras vacías deberá morir al final del
drama junto con los demás personajes.
De igual manera, el testimonio de los gemelos Roland y Theo, ambos inter-
pretados por el actor David Blanco —uno sobre la escena y el otro mediante pro-
yección de una grabación que da forma al testimonio del fantasma de Theo—,
se corresponden parcialmente con el testimonio de Maria Vollweiler, quien
también consiguió librarse de la aplicación de la eutanasia por decisión de los
médicos-verdugos responsables de la cámara de gas de Grafeneck. En diciembre
también se descorrerán las cortinas y más de uno verá la luz” (2014: pos. 1389).
Walter Lauer fue asesinado en la cámara de gas de Pirna-Sonnenstein el 28 de
abril de 1941.
La escena sexta, titulada “Cartas de papá y mamá”, contiene testimonios de
parientes reales de víctimas. Estas cartas son especialmente impactantes, puesto
que en algunas de ellas los padres dan permiso o incluso ruegan al médico que
le practique la eutanasia a su hijo o hija. Por ejemplo, la primera carta, leída
por Lotte (Labarga/Ripoll 2017: 43), recoge las siguientes palabras que Maria
Löding pronuncia en una declaración a la justicia sobre las circunstancias del
ingreso y muerte de su hijo Peter: “[…] pedí al Dr. Bayer que ayudara a mi hijo.
Le pregunté si podía redimirlo, porque yo tenía que volcarme en mi hijo sano. Le
rogué encarecidamente que me ayudara” (Aly 2014: pos. 2432). También proce-
den de las declaraciones ante la justicia de Wilma y Fritz Müller, padres de una
niña asesinada a los tres años, las siguientes palabras, pronunciadas por Hans
(Labarga/Ripoll 2017: 43 y 46): “Mi marido me explicó que él había dicho [a la
madre superiora de la institución benéfica donde su hija Jutta estaba]: ¿No es
triste mantener con vida a este pobre gusano? La niña enferma vive, pero mi
esposa se derrumba.” Más adelante el padre declara: “bajo ninguna circunstancia
la niña podía estar con nosotros en casa. […] Nuestro deseo es volver a tener
pronto un hijo sano. Muy a pesar nuestro, esta esperanza se vería frustrada si
nos obligan a llevarnos de nuevo a la niña incurable” (Aly 2014: pos. 2432). Un
ejemplo que sirve de contrapunto a este testimonio, procede de “la testigo Inge
Nahnsen, cuyo hijo había padecido espina bífida con una paraplejia asociada”
(2014: pos. 2494). Esta madre informó al juez instructor sobre la conversación
que había mantenido con el Dr. Knigge. Sus palabras, recogidas en la carta que
lee Roland (Labarga/Ripoll 2017: 46–47), son: “El médico fue muy escueto. Me
dijo que podía someter al niño a una intervención, pero que era cuestión de vida
o muerte”. La respuesta de la señora Nahnsen, sin embargo, fue: “Entonces me
llevo al niño a casa para cuidarlo mientras pueda” (Aly 2014: pos. 2494).
Al final de la obra, justo antes de la activación del gas, los personajes se acer-
can al público y reparten fotos suyas diciendo: “No me olvides” (Labarga/Ripoll
2017: 94). Al mismo tiempo, se proyecta en el escenario una lista de nombres de
los niños deportados de la Unidad de Especializada de Pediatría de Ansbach. La
lista procede de unos informes en los que las enfermeras habían apuntado, junto
a los nombres y fechas de nacimiento de los niños, breves referencias a rasgos
positivos sobre su carácter y sobre las cosas que les gustaban hacer. Esta lista
procede también del estudio de Götz Aly (2014: 170–172) y, más allá del carácter
emocional que comporta el poder recordar, personalizar e imaginar a las vícti-
mas a través de esas pinceladas de vida, ofrece un mensaje que coincide, en cierta
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Teatro inclusivo, memoria y diversidad funcional 119
medida, con lo que las propias autoras y directoras han querido transmitir en su
montaje con el trabajo actoral: las personas se identifican por lo que saben hacer,
no por lo que no saben hacer.
17 “Suponer que los autores del Holocausto fueron una herida o una enfermedad de nues-
tra civilización y no uno de sus productos, genuino aunque terrorífico, trae consigo no
solo el desconsuelo moral de la autoexculpación sino también la amenaza del desarme
moral y político. Todo sucedió ‘allí’, en otro tiempo, en otro país. Cuanto más culpables
sean ‘ellos’, más a salvo estará el resto de ‘nosotros’ y menos tendremos que defender
esa seguridad. Y si la atribución de culpa se considera equivalente a la localización de
las causas, ya no cabe poner en duda la inocencia y rectitud del sistema social del que
nos sentimos tan orgullosos” (Bauman 1998: XV).
18 “La lección del Holocausto es la facilidad con que la mayor parte de las personas,
cuando se las pone en una situación en la que no tienen una elección buena o bien esa
elección es demasiado costosa, se convencen a sí mismos y se alejan de la cuestión del
deber moral (o no se convencen de seguirla) adoptando, por el contrario, los preceptos
del interés racional y la propia conservación. En un sistema en el que la racionalidad y la
ética apuntan en direcciones opuestas, la humanidad es la principal derrotada” (Bauman
1998: 268, el énfasis es suyo).
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120 Luisa García-Manso
civilización que una vez nos resultaron familiares y que el Holocausto convirtió de
nuevo en misteriosas, siguen siendo parte de nuestra vida. No han desaparecido; y, por
lo tanto, tampoco la posibilidad del Holocausto. (Bauman 1998: 110)
6 Conclusión
El interés de Cáscaras vacías en lo que respecta a la representación escénica de la
diversidad funcional es, a mi manera de ver, doble. Por un lado, constituye una
puesta en escena inclusiva, que incorpora intérpretes con distintas capacidades
y se dirige a un público con distintas capacidades también. Para ello, se sirve
de diversos lenguajes y códigos, que no van a ser comprendidos en su totalidad
por todos los espectadores, pero que tienen en cuenta la diversidad funcional a
la hora de englobar al público en el mensaje de la obra. Por otro lado, el texto
dramático constituye también una propuesta de drama histórico, que apela a
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Teatro inclusivo, memoria y diversidad funcional 121
los espectadores a hacer memoria de una parte poco conocida y reconocida del
Holocausto: el asesinato de cientos de miles de personas en centros de extermi-
nio dentro del programa nazi de eutanasia, en el que se usaron por primera vez
las cámaras de gas. Las representaciones culturales tienen un papel fundamental
a la hora de crear memoria y, más aún, cuando se trata de episodios poco conoci-
dos. Por otra parte, como es habitual en el drama histórico, las autoras no acuden
al pasado por el pasado, pues su finalidad se dirige sobre todo a invitar al público
a reconsiderar críticamente la realidad y la vigencia de ciertos discursos perni-
ciosos en torno a las personas con (dis)capacidad y lo que se considera normal y
normativo en nuestra sociedad.
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Abstract: My chapter focuses on two Spanish films that depict pain experiences alongside
representations of disability: Insensibles (2012) directed by Juan Carlos Medina, and La
herida (2013), directed by Fernando Franco. Examining the films’ depictions of Borderline
Personality Disorder and congenital analgesia, the chapter queries the psychosomatic and
the Cartesian dualism that informs definitions of disability.
Keywords: pain experience, Borderline Personality Disorder, Spanish film, psychosomatic
phenomena
1 Introduction
In this chapter, where I examine two films, Insensibles (2012) and La herida
(2013), my focus is on the representations and meanings of pain. I adopt this
focus because pain articulates and queries the boundaries between the mind and
the body, between mental and physical disability, between illness and disability,
and between sensation and perception. Thinking about pain as an experience
that traverses illness and disability involves dialogue with the question that
Susanne Hartwig poses in the introduction to this volume: “¿Dónde termina una
enfermedad (que hay que curar) y empieza una discapcidad (que hay que asumir
como identidad)?” (this volume). These questions are also of an ontological and
epistemological nature since, as David Morris notes, “[T]here is no authority
today who can tell us exactly what pain is and how it works, [and] pain thus
plunges us instantly into the midst of controversy and the unknown” (1991: 21).
There is in pain a profound uncertainty, a quality that activates an interrogative
approach to Spanish film narratives from the 2010s that have in common suffe-
ring—physical and psychic—as a principal thematic component.
Morris proposes that, given the passage of sufficient time, the segregation
of pain experiences into the strictly physical and the strictly psychological will
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126 Ryan Prout
come to be seen as one of the greatest cultural errors ever made, but for the time
being, the dualism remains steadfastly in place. The International Association
for the Study of Pain (IASP), retains a definition that, while carefully wording a
qualification that creates an opening for pain that is not physical in origin, insists
nonetheless on bodily injury as being at the root of pain. In its taxonomy it gives
the working definition of pain as “An unpleasant sensory and emotional expe-
rience associated with actual or potential tissue damage, or described in terms of
such damage.” In spite of this apparently decisive definition, Morris suggests that
“medical experts know far less about pain than most people assume” (1991: 174).
The Gate Control Theory posited by Melzack and Wall in the 1960s remains at
the heart of biomedical conceptualisations of pain. This theory foresees a phy-
siological switching mechanism that processes physical sensation to activate
neurological pain receptors, thus producing perception: “the action system res-
ponsible for pain perception is triggered after the cutaneous sensory input has
been modulated by […] sensory feedback mechanisms and the influences of the
central nervous system” (1965: 978). Clearly, then, while our understanding of
pain (like disability, until recently) has been almost entirely situated within the
sphere of medicine, biomedical science leaves psychological pain largely unac-
counted for. Like disability, pain therefore sits across medical and social models
of experience and intersects with the already undefined boundaries between ill-
ness and disability. While disability does not always exist in conjunction with
pain, it seems fair to say that pain is always to some extent disabling. As Morris
puts it:
Pain may keep us from working, push us into the role of the invalid, drive away friends,
and wall us up in a personal prison of isolation […] Pain takes us out of normal modes
of dealing with the world. It introduces us to a landscape where nothing looks enti-
rely familiar and where even the familiar takes on an uncanny strangeness. (Morris
1991: 14, 25)
appeal for rights as those with “Bodies in which organs, parts or the whole body
function differently” (2005, emphasis added). What happens within this defini-
tion when it is the mind that functions differently? Or when the body becomes
the site of willed manifestation of psychological disorder? Or when the diffe-
rent functionality of the body produces cerebral or mental alterity? These are
the kinds of questions that I believe are brought into focus by my alignment
of pain and disability in this chapter. In La herida, for example, is Ana Ortega’s
Borderline Personality Disorder to be read as a functional adaption to her world?
The film invites us to ask if “functional” presumes within its meaning “satisfac-
tory” and “deserving of empathy”.
In the introduction to this volume, Hartwig invites us to reflect on “las ano-
malías como trastorno o sufrimiento”: are these within, or without, the parame-
ters of a notion of functional diversity? La herida, as I go on to argue, eschews the
urge to engage with the viewer by seeking a compassionate or admiring response
from him. In this respect, it is consistent with this volume’s focus on texts that
deviate from those in which the dominant register is either one of compassion or
one that promises that disability can and will be overcome by a force of will on
the part of the protagonist. La herida is, paradoxically, compassionate precisely
by being dispassionately transparent in its presentation of a disorder usually wra-
pped around by taboo. The neutral tone of La herida’s representation of its subject
matter—and the nature of the subject matter itself—sidesteps the more typical
recourse of films that depict disability either to enlist compassion or admiration
from the viewer. My reading of the film is in part a response to the invitation to
bring into the ambit of disability studies a text that challenges us to think about
how the taxonomies of disability studies are appropriately determined.
Similarly, Insensibles, which belongs to the genre of horror film, makes func-
tional diversity manifest on screen without pity or superhuman heroics being
involved. It resonates with another, older, current of disability representa-
tions, one which may have found its purest expression in Freaks. My focus on
Insensibles speaks to this volume’s engagement with texts that disrupt or expose
the use of disability to organise and implement the structures that provide the
scaffolding for the dichotomy between normality and aberration. I also use the
film’s unusual integration of themes of torture, pain, and congenital disorder to
speak back to work in the medical humanities by asking where disability inter-
sects with narratives of political suffering. The director of Insensibles is unusually
articulate and transparent about his intention of using pain for its metaphorical
value. In my analysis, this allows me to show how pain, and the disability that
both occasions it and which is attendant upon it, is imbricated in the politics
of historical memory in Spain. By itself, is the conscious and knowing use of a
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128 Ryan Prout
2 Insensibles: Generations of Pain
Juan Carlos Medina’s gothic horror of noxiousness, insensitivity, and historical
memory was released in 2012 after a lengthy gestation period. The director says
that the script, co-written with Luiso Berdejo, was attractive to producers and
that they were also reticent about financing a film that would belong to a very
specific niche and that would also be costly to make.
Some of the expense would accrue from the designers’ efforts to recreate
costumes and sets that accurately reflect the rural Spain of the 1930s where
half of the film’s plot unfolds. Other expense would come from special effects
and location shooting. A further complication is that the film interweaves two
time periods. The narrative shuttles between Spain in the 2010s and episodes
unfolding in the past, beginning in the 1930s and working forwards into the
1960s. A family mystery connects the narrative threads. David Martel, a medi-
cal specialist who inhabits the present, is involved in a freak car accident that
leaves his partner dead, the child she was carrying in an incubator, and the
doctor himself in intensive care. His colleagues at the same hospital where he
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works discover in treating his injuries that he is suffering from a form of leu-
kaemia for which the only treatment involves bone marrow donation from a
parent. His rapprochement with his parents opens up their past and leads back
to the 1930s.
The strand of the film set in the past opens with two children playing with
fire: both are injured but one seems to feel no pain. Further scenes of other
children causing damage to their bodies, but feeling pleasure rather than pain,
leads to a dramatic declaration made by a doctor whose words are expectantly
waited upon by an anxious crowd from the community of those affected by
these events. He says that there is a group of children in the area who have in
common that they seem to feel no pain from injuries or self-harm and that they
will be placed in confinement, as a protective measure made with the safety of
others, and the children themselves, in mind. In the medical parlance of the
twenty-first century, individuals with the condition represented in Insensibles
would be described as having congenital analgesia. Nishida syndrome is also
sometimes used to refer to the pathophysiological presentation of congenital
analgesia.
The children have a disability that disconnects their processing of pain sen-
sation from experience of pain perception and although Insensibles does not
set out to be a history of disability, the brutal treatment of children with a
condition that confounds the separation of mind and body is reason to reflect
not only on historical memory in Spain, but also on the history of disabili-
ties. As David Morris writes in The Culture of Pain “A person who cannot feel
pain seems a kind of freak or outsider: a sideshow wonder” (1991: 13). The
sequences of Insensibles set in the 1930s, then, are in one sense a throwback to
Tod Browning’s Freaks (1932), although here the spectacle of the curious body
is one made from a position of knowing critique. Furthermore, the children
insensitive to pain in Insensibles are not displayed but rather shut up in an
asylum (though they become involved later in a theatre of pain and torture to
which I return presently).
The question of institutionalisation, and the reverberations this has within the
history of disability, is introduced from the moment the congenital analgesics are
locked up. They are muzzled, placed in strait jackets, and isolated in padded cells.
Confinement and enclosure of those considered dangerously different because of
their non-normative experience of the world is present throughout the film, as is
the painful reminder of the appalling mistreatment of those with mental disabili-
ties. However, Insensibles only treats these themes tangentially, something that is
reflected in the director’s exposition of the interests and concerns that motivated
him to write the script and shoot the film in the way that he did.
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Tangents of Pain, cuerpos en carne viva 131
A disability that can be recognised as real and given various names in the modern
lexicon of disorder and diversity is called into service as part of the foundational
structure that underpins a metaphorical exploration of the pain experienced by a
country still coming to terms with its history of violence. While the use of congeni-
tal analgesia may be a novel twist in Insensibles, its recourse to disability as metaphor
is less original.
Medina’s interventions in interviews further illustrate his conceptua-
lisation of Spain’s difficult past with disabled bodies. To conceive the half
century of incivility that Spain subjected itself to, the director instructs his
reader: “Imagina a una persona, como España, con la riqueza intelectual de la
Segunda República, le cortan brazos y piernas y luego se le pide que regenere”
(Belinchón 2013, emphasis added). Elsewhere he refers again to amputation
and says that the story of the analgesic children is “Una metáfora del pueblo
español, un pueblo que en un momento determinado se le cortó las alas y se le
intentó meter en una jaula. Se le intentó cegar, ensordecer y quitarles sus sen-
tidos” (Ramón 2014). If physical pain in the film is a proxy for psychological
pain, the body that does not feel pain and which is therefore easily damaged
becomes a proxy for other bodies disabled by amputation or incompletion.
The filmmakers’ lighting upon congenital analgesia as a metaphorical kernel,
whether by design or not, means that its narrative cuts across the distinction
between mental and physical disabilities. Emblematic of disabilities of sen-
sory or physical loss, the insensitive children also evoke autism, and the film’s
treatment of an impaired capacity to feel or to empathise could also be read
as a response to anxieties about the perceived epidemic of conditions on the
autism spectrum. The opening scene, of a child unconcerned by the danger of
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132 Ryan Prout
a naked flame, for instance, brings to mind the reduced awareness of danger
and risk that is often linked to individuals with autism.1
Insensibles deploys the concept of a lack of feeling not only to describe the chil-
dren’s relationship with their own bodies but also to convey the notion of a gene-
ration devoid of feeling for others, one marked by an almost sociopathic inability
to empathise. This second function of the central metaphor becomes more in evi-
dence as the strand of the narrative unfolding in the past progresses. The asylum,
somewhere near Canfranc, in the Spanish Pyrenees, registers in microcosm the
convulsions of the Civil War. Firstly under the sway of the Nationalists it is then
overtaken by anarchists before becoming a detention and interrogation centre in
the 50s and 60s. Whichever administration is in power, the conditions of the detai-
nee patients change little: the reds brutalise them just as much as the Nationalists
and are only persuaded not to turn them out of the asylum altogether when they
are told that the children are gravely ill with an infectious disease. As well as the
children, the asylum has also taken in a fugitive Jewish German doctor who pro-
mises, if not to cure them, then to rehabilitate them by teaching them anatomy and
to understand pain, if not to feel it. Benigno, a red-headed boy who never speaks,
shows a particular aptitude for these lessons and is able deftly to extirpate a diseased
kidney from one of the dogs Dr Holzmann uses to help the children understand the
relationship between the inside and the outside of a living body.
This scene prefigures a later one, set in the 1960s. By this time, Benigno is
the only one of the analgesic children to have survived. At the end of the Civil
War he was renamed Berkano by German soldiers who recognised in a letter B
tattooed on his chest the rune with this same name. Berkano’s lack of empathy
and ability to inflict limitless pain is put to use by an imaginary unit of Francoist
torturers who seek information and submission from political prisoners. As he
applies a scalpel to a man being tortured, a uniformed official tells the victim:
El comunismo es una enfermedad mental, una degeneración biológica que tenemos que
extirpar quirúrgicamente del cuerpo de la nación y por tanto en la carne viva.2
1 To take just one example from many other possible sources, Naoki Higashida writes in
his second autobiographical volume of experiences of autism, Fall Down Seven Times,
Get Up Eight, about how he enjoys sitting for long periods in a cold bath, untroubled by
discomfort: “My hope is that by being told over and over that chilly baths are not that
great for my body it will gradually sink in” (2017: 37). The neuro-diverse response to
physical sensation that Higashida conveys here connects presentations of autism with
the insensitivity to pain portrayed in Insensibles.
2 All dialogue, and director comments, from Insensibles and La herida quoted in the
chapter are transcribed by the author from the soundtracks.
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Tangents of Pain, cuerpos en carne viva 133
In the section of the narrative that deals with the present, David Martel, wor-
king against the clock to treat his leukaemia, discovers that the uniformed offi-
cial was the man he thought was his father and who has kept silent about his
part in oppression of dissidents during the regime. Martel’s biological father is
Berkano: he is the progeny of the torturer’s human instrument and of a female pri-
soner. When the wife of the man who turns out to be only his adoptive father had
a miscarriage, Berkano’s baby was substituted for the lost child. Trying to find his
biological heritage pushes Martel into a history of violence, against his parents’
wishes. His father tells him “A nadie le importa saber la verdad. Lo importante
es olvidar. Olvidar para sobrevivir”.3 In this twist of the plot Insensibles links the
recovery of historical memory with another very contemporary Spanish narra-
tive, one centred on the scandal of the “niños robados”, the forcibly adopted chil-
dren brought up by childless conservative families and deprived of biological
knowledge of their politically dissident parents.4 Martel’s efforts to recover the
missing pieces of his stolen history reveal that Berkano functioned as an acces-
sory to torture for years and that Martel’s own biological mother was one of only
two of Berkano’s victims to survive the ordeal.
In Elaine Scarry’s conceptualisation of torture, Berkano is equivalent to an
instrument of torture and he is part of the transaction between language and
pain that is effected by the wilful infliction of injury on another. Reviewing the
film for El País, Jordi Costa observes that Benigno, by becoming Berkano “pasará
de la autolesión sanguinaria a [ser] instrumento de tortura al servicio de un
poder atroz” (2013). In one of the oft quoted sections of her chapter on torture
Scarry remarks that “intense pain is language destroying” (Scarry 1985: 35). In
Insensibles, language is destroyed not only by intense pain, but also by the ina-
bility to feel pain, and the language that is destroyed is not only the individual
idiom of the victim, but the shared language of the class of people whose pain-
ful experiences have been silenced for generations. The notion that “torture is a
grotesque piece of compensatory drama” (Scarry 1985: 21) is also an effective
description of the scenes where Berkano, in the service of the Confessor (David’s
adoptive father), inflicts unimaginable pain on prisoners of political conscience.
The same notion could also be said to inform not only the representation of
torture in the film, but the film’s recourse to a current that David Edelstein has
labelled “torture porn” (2006) and which Beth Kattelman has called “carnogra-
phy” (2010).5
By using torture, Medina is arguably trying to wring from the past the secrets
and historical memories withheld until now. Inasmuch as this makes the film
complicit in the same kind of transaction that its torture scenes describe, this
could be regarded as problematic. It is also problematic, I would argue, that the
instrument of torture, the human device who facilitates the state’s usurpation of
the torture victim’s voice (in Scarry’s terms), is an individual who has previously
been marked out as disabled. Whereas, as Lydia Brown (2014) has pointed out,
disabled subjects are more likely to be tortured than non-disabled subjects, here
Medina gives us a disabled man not as someone vulnerable to the infliction of
pain, but as an agent of pain. On the other hand, the insertion of disability and of
disabled subjects into the space of the torture transaction, does, albeit inadver-
tently, read disability back into Scarry’s discourse to reveal that the victim’s body
and mind are figured there in a latently ableist manner.6
In Scarry’s conceptualisation of torture, the harm done by physical mistreat-
ment to the victim may lead to disability (which will always be disability resul-
ting from damage) but disability is never presumed as a factor in the exchange
5 Steve Jones develops ideas that complicate the bracketing together of post 9/11
European and American films that involve torture (see his chapter on “The Lexicon
of Offense”.) I link Insensibles to the trend towards carnography because it has in com-
mon with the films discussed by Edelstein and Kattelman an aestheticisation of scenes
of torture.
6 In The Story of Pain, a recent addition to the medical humanities literature on the
subject, Joanna Bourke writes of Scarry’s approach to pain that it “[Falls] into the
trap of treating metaphoric ways of conceiving of suffering […] as descriptions of an
actual entity. ‘Pain’ rather than a person-in-pain is given agency. This is an ontological
fallacy” (2014: 5). My critique comes from a different angle and rests on the role of the
excluded disabled subject as the constitutive other that is called into service in defining
the circumscription of pain, and in identifying who dispenses pain, and who feels it.
The contemporary epistemological flap around the chronic pain sufferer could also be
seen in this light: is his or her pain real, and is his or her pain really a disability?
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Tangents of Pain, cuerpos en carne viva 135
of power and language between the victim and the torturer, although she does
describe the torturer’s power as stemming from “his blindness, his willed amo-
rality” (1985: 57). This much is emphasised by her description of the body avai-
lable for harm in her chapter on torture. It is one that would interact with the
bare accoutrements of a protective domestic space: a mat, a stool, and a table.
There is no sense that these dimensions or conditions might not be adapted to a
disabled body or a disabled mind. And, furthermore, the un-tortured body that
is allowed freely to create in the world “become[s]wholly forgetful of its weight,
to move weightlessly into a larger mindfulness” (1985: 39). There is little sense
of how bodies and minds that do not meet the conditions presumed here may
or may not accede to the same weightless mindfulness without impediment or
impairment, a deficit that is consistent with Scarry’s positing of civilisation as
“overcoming the limitation of the human body” (1985: 57). How would atypical
bodies, and minds, that do not match the normative abstraction inherent in “the
human body”, approach different or further limitations in their achievement of
civilisation?
Reading Medina’s film alongside The Body in Pain, then, uncovers the ableist
premises built in to Scarry’s description of the robbery of language and beingness
by state torture. The introduction by Insensibles of disability in the torture space
opens up questions about the role of torture in privileging able-bodied-ness even
as it sets out to force impairment upon an individual. If one of the prescriptions
of torture is that the victim starts out as an unimpaired tabula rasa, how might
ableist normativity be complicit with the premises of a space in which torture
is feasible? By asking what a disabled torturer looks like and questioning how
the disabled might be tortured, Insensibles begins to deconstruct the normative
values of body and mind that underpin the Scarry torture space.
Insensibles allows us to see, when read alongside The Body in Pain, that tor-
ture, real or imagined, and analysis of its transactionality in the competition for
language and power, is implicated in establishing the confines of ableism. This
semantic junction is underscored at one of the film’s pivotal moments. Besides
the person Martel is yet to know was his biological mother, Berkano spared one
other victim and this man has survived to the narrative present. For Martel, fin-
ding him is tantamount to piecing together the fragments of his past. It is sig-
nificant, therefore, that this individual is disabled and confined to a room he
never leaves, hidden behind an opaque plastic screen. He struggles to speak but
manages to communicate in a raspy voice that “Berkano no interrogaba nunca a
nadie. No hablaba. Era el dolor”.
Martel pushes his way through the protective curtain and shows the man a
picture of the person he had until not long before believed to be his father. The
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victim identifies the man in the photograph as the confessor, the uniformed
official whose instruction Berkano, as an instrument of torture, followed to the
letter. Hidden from view, and hard to find, this disabled man becomes cotermi-
nous with the disavowed kernel of Spanish twentieth century historical memory.
Disabled by lifelong injuries, the only living witness to Berkano’s actions litera-
lly and metaphorically embodies the state’s misdemeanours. Martel returns to
the family home in a rage crying out that it “apesta a mentira”, pathologising
the denial of his personal history and of Spain’s historical memory. His adoptive
parents take their own lives: his mother drowns herself in the bath and his father
shoots himself in the throat.
Martel, the family name Medina has given the protagonist of the contempo-
rary part of the story, means hammer in Catalan. It seems likely this is by design
as the director describes the denouement of the film as being inspired in part by
documentary scenes of people in Germany taking hammers to the Berlin wall,
and knocking away with the structure all the historical expediencies that it had
supported:
España es un país que ha vivido un siglo XX muy negro, realmente tocando al abismo
absoluto y luego ha habido una especie de movimiento colectivo, creo, de meter todo
esto detrás de un muro y taparlo y es un poco lo que pasa en esta película cuando David
encuentra todo esto y al final va con un pico y derrumba este muro y encuentra sus
origines reales. (Medina 2013a)
When Martel breaks through the wall, biological father and son meet for the
first time. Curiously, given that within the film’s metaphorical structure this
encounter represents Spain’s reunification with its repressed past, neither of the
two roles is performed by an actor who could be described as simply Spanish.
Alex Brendemühl, in the role of Martel, is of German as well as Spanish heri-
tage, and Tómas Lemarquis, in the role of Berkano, is of French and Icelandic
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repertoire Insensibles entrenches prejudice but also brings to the surface the
limits of empathy, and the ableist paradigm, that inform influential interpreta-
tions of the transactions between language and power in the space of torture.
Insensibles also allows us to see that, decades after Franco died, and many
years later than the Francoist cinema that paralysed people as embodiments of a
paralysed polity, the legacy of Franco continues to have an impact on the repre-
sentation of disability in Spanish film. I mean this in the following sense: the rush
to seize upon the confinement of disabled people and on their feelings (or lack
of them) as a vehicle for the injuries still to be worked out in historical memory
means that there is another story untold, or only partially told, in Insensibles—
that of the history of the institutionalisation of people with physical and mental
disabilities in Spain. While it would be perverse to criticise Martel on account of
a film he did not make rather than the one he did make, Insensibles does touch
just enough on the continuities of institutionalisation across the political lands-
cape to reveal that the stories of confined disabled people in Spain are other
narratives that have yet to be told, and that cannot be simplistically accounted
for by the binary discourse of fascists and reds that drives so much of the cinema
of historical memory. That is, disability complicates the paradigm of vencidos
and vencedores.
self-harms, experiences the world differently, but do we want to include this way
of interacting with the world within the notion of functional diversity? By asking
whether or not self-inflicted harm merits empathy, La herida also questions the
extent to which recognition of a subject as disabled is itself contingent upon
recognition of him or her as deserving either of empathy or advocacy.
In his commentary, Franco name checks the Lumière brothers and La sortie
de l’usine, the film often cited as being the first ever celluloid moving picture. He
mentions this element of film history when we see Ana and her co-workers arri-
ving at the ambulance depot at the beginning of a shift. This is a part of her rou-
tine and the film very deliberately builds a picture of her day to day experience as
one that recycles the repeated behaviours that she uses to regulate her interaction
with the world around her, and her pain emotions. Her digital watch sounds an
alarm when her mother is due to return home, an indication that she should
retreat to her bedroom. Use of the telephone and of her computer repeatedly lead
to stifled conversations followed by episodes of self-harm. These include cutting
of the skin with razors, in areas of the body concealed from public view; burning
herself with cigarette ends, and hitting objects and surfaces in her immediate
surroundings.
The circularity of Ana’s routine effectively builds within the film’s ninety
minutes an impression of the habitual aspects of her disorder and evokes the
vicious cycle that Dolores Mosquera describes in her description of self-harming
behaviours (2008): a sense of unresolved blameworthiness, or of low self-esteem,
leads to physical injury, which then produces a sense of shame, which in turn
consolidates and reproduces the low self-esteem that was an attribute of the
beginning of the cycle. La herida illustrates how this cycle then determines Ana’s
adaptive behaviour to her everyday activities. Although she regularly uses a gym,
and the changing facilities at her workplace, she never undresses in public. She
rebuffs physical contact when it means revealing scarred parts of her body. She
reaches out to friends, but, says Franco, “utiliza las herramientas equivocadas y
lo hace por una cierta inhabilidad social derivada, entre otras cosas, de todos
estos mensajes negativos que debió recibir durante su infancia y que hacen que
sea profundamente insegura”.
We also see that Ana repeatedly rebuffs those who make an effort to con-
nect with her, most notably her boyfriend who eventually grows tired of Ana’s
emotional intemperance and drops her. These behaviours are consistent with
the notion of a second skin developed by Esther Bick (1968). In subjects whose
own skin seems to them poorly to define the boundary between privacy and the
exterior world (such as those subjected to strong feelings of insecurity during
childhood), a second, protective, skin develops and “because of its defensive
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function, the second skin makes it hard to let others in or to allow feelings out”
(Failler 2008: 15). The second skin is an imaginary concept for the person who
develops one but, as Angela Failler suggests, the scar tissue and scabs that self-in-
flicted injuries produce can be understood as an attempt to reify the extra layer
of defensiveness that someone like Ana builds around her: “conflict with respect
to the psychic skin boundary manifests on material skin, the physical border
between inside and outside” (Failler 2008. 15).
Routine behaviour, more usually associated with security, is carried to an
extreme by Ana in her system of alarms, bolted doors, and injuries such that
the structure of her days itself becomes a facet of her defensive second skin. Her
episodes of self-injury, often located in bathrooms, and mediated by instruments
stored in the cabinets that usually house pampering materials, are reminiscent of
the beauty regimens glorified in advertising, but in Ana’s case, concealment and
make up are applied not through beautification, but scarification. Her use for a
lipstick, when she discovers one in the bathroom cabinet at a friend’s flat, is as an
object of her kleptomania. In her rigorously timed pattern of behaviours, there is
no opening for spontaneity or change.
In one of the most clearly explicatory passages of his commentary, Franco
glosses a scene in which we have just seen Ana reach a crisis point and turn to
her repertoire of self-harming tools:
La situación en sí genera un bloqueo en Ana que acude a la autolesión como esa ayuda
que le permite canalizar el llanto de una manera de sentir y expresar este sentimiento
de congoja: eso es fundamentalmente lo que se genera de la autolesión. (Franco 2013)
Franco further explains that his directorial and scripted portrayal of Ana was
informed by prolonged engagement with online forums where people who self-
harm share their experiences and feelings. He recalls word for word one parti-
cular contribution to a forum that made a strong impression on him: “La sangre
que brota en mis heridas es el llanto que en mí no me brota de una manera
natural.” The analytical tone in Franco’s description of self-harm, and in the con-
nections he makes between his anthropological research and what we see on
screen, is matched by the use throughout the commentary of jargon recognisably
drawn from analysis of subjects with Borderline Personality Disorder, and of
their families. Franco describes Ana’s decision to buy a car, in the belief that this
will resolve all her problems, as an instance of magical thinking; he references
ostrich syndrome with regard to the tendency of Ana’s mother to turn a blind eye
to evidence of her daughter’s condition; and he explains that Ana works in the
job that she does because this is representative of the high proportion of people
with Borderline Personality Disorder who are drawn to careers in social care,
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When she uses the telephone or the internet, she feels more, rather than less,
isolated.7
La herida pivots around an event that occurs two thirds of the way through
the screen time. Against her mother’s advice, Ana goes to the Basque country to
attend the wedding ceremony at which her father is marrying a new wife.8 Not
only is Ana removed from the exaggerated routines that she uses to shield her-
self from the outside world but she is thrown into an encounter with her father
that seems to bring her emotional pain to a crescendo. As Franco observes in
his commentary: “Hay algo en la ecuación padre y sexo que le baja a la tierra”.
Ana is dancing with her father after the wedding ceremony and her nose begins
to bleed. She takes flight and engages in anonymous sex with a stranger before
being consumed by overwhelming shockwaves of feeling. Importantly here, the
outward physiological sign of her broken psyche is not an injury she has created
deliberately but the spontaneous flow of blood, a circumstance that could refe-
rence the menarche (and her youth, in close proximity still to her father) or, less
specifically, injury or damage at the hands of another. The nosebleed stands out
because it seems to break the pattern established in the film where all evidence of
psychosomatic damage is related to self-harm; here, instead, we seem to witness
a psychosomatic event that is produced involuntarily. This is suggestive that the
7 It is noteworthy that Ana’s anxiety attacks, and the self-harm she uses to quell them,
often follow on from interaction with communications technology. Franco descri-
bes Ana’s use of the phone as unhealthy and suggests that a disorderly relationship
with telephony is a common presentation of Borderline Personality Disorder. Chat
forums on the internet offer Ana alternately solace and frustration. The manner in
which information technology further isolates her brings into view Neil Postman’s
extremely prescient reservations about the use of the term “community” to refer to
virtual collectives (1992). He cautioned that community would come to refer not to a
diverse group of people linked by a common municipal obligation that transcended
their differences but would instead denominate clusters of people who already think
alike and for whom the internet is more of an echo chamber than a forum (1992).
The promise that Hester Parr saw in 2000 for the internet to provide people isolated
by their experience of illness or disability with a sense of belonging, through bodying
forth into virtual spaces, is not borne out in the interaction we see between Ana and
her digital interlocutors in La herida. It is interesting to reflect that in the years since
Parr’s article came out, the main uses that have been found for wearable technology
are surveillance of actual or presumed malefactors (electronic tags) and monitoring of
individual deviance or proximity to standardised health parameters (smart watches).
8 Here, as in Insensibles, there is the potential for an interpretation centred on the bani-
shment to the geographic periphery of the origin of trauma. However, this approach
is not the one I take in this chapter.
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damage Ana has suffered has embedded itself physiologically and that it is not
entirely in her gift to overcome it by force of psychic will.
Having read La herida up to this point largely through the frame of the direc-
tor’s own pedagogical glossary, I move now to propose that while the film was
not written as a social commentary on crisis era Spain, there are ways in which it
does appear to reflect the socio-political context in which it is set, some of them
perhaps problematic in terms of gender and of disability, or disorder. Franco’s
commentary continues to be instructive here, but more on account of what it
implies, rather than for what it directly claims. The prologue to Ana’s flight from
the wedding venue is her reconnection with her father for the first time in per-
son. We do not see him approach her, but rather infer his approach from Ana’s
reactions. Franco’s glossary is worth quoting at length here:
El arranque de esta secuencia está planteado de una manera muy similar al arran-
que de la película. Es casi como un espejo de ella: la cámara sobre Ana y sin ver lo
que ella ya ve aunque sabemos que le genera sensaciones muy fuertes. (Franco 2013,
emphasis added)
con otra imagen. Nos pareció más coherente así, más riguroso con el punto de vista
sobre el que se construye la puesta en escena de la película. (Franco)
If Ana herself, and her expressions, fill the spaces in the film’s montage for reac-
tion shots and counter shots it seems reasonable to suggest that she, and her
suffering, somatise the context of economic, institutional, and political crisis that
Spain has been experiencing.
Allied to this is that just as the source or root cause of the economic crisis
in Spain remains elusive, so the ontology and telos of Ana’s trauma remains
obscure. Where or what is the disorder that has caused Ana’s Borderline
Personality Disorder and her development of a regimen of self-harm? Neither
the film nor Franco’s commentary on it offers anything more than a hint by
way of an answer to these questions. If Ana’s disability is a disorder by proxy,
I would argue that this is very political within the framework of disability
studies when the disorder that has led to the daughter’s suffering remains
disavowed, still more taboo than self-harm. This structure is also politically
problematic inasmuch as it makes the victim of injury not only responsible
for self-repair but also for having caused her psychic deficit to herself. When,
in turn, the body of a young woman is cast as the somatic foil to a society,
polity, and economy in crisis, the structure has the further ramification of see-
ming to blame ordinary Spaniards for the misfortunes visited upon them by
the monstrous misallocation of wealth overseen by successive governments,
both national and regional. Ana herself is not struggling financially. However,
her precarious emotional state comes to signify for the precariousness expe-
rienced by the millions of people who have suffered from austerity politics
since 2008.
Anthropologists such as Kimberley Theidon have proposed that in developing
countries shaken by national trauma, they are women’s bodies in which recent
historical memory sediments (2004); looking at La herida in the way that I pro-
pose here, what Theidon says of Peru could just as well be true of Spain, at least in
this fictional representation of a woman whose self-inflicted wounds seem also
to be the mortification of the flesh dispensed by a neo-liberal doctrine of “serve
you right”. Whereas in Spanish film from the 1960s (as I have argued elsewhere)
filmmakers lost sight of disability in their eagerness to call it into the service
of political cypher (Prout 2008), here, I would suggest, the opposite happens.
La herida loses sight of the politics that is, albeit tangentially and disavowedly,
being written into disabilities and individuated disorders. Instead of making an
analysis of a dysfunctional state apparatus, a stark picture is drawn of a subjective
state of disorder. In this sense, Ana embodies Ayn Rand’s objectivist philosophy
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work, she grazes. The filmmakers have her eat an apple because this allowed for a
sound effect—the knife cutting the flesh of the fruit—considered more impactful
than those that would have been associated with eating a yoghurt, which was the
activity originally indicated in the script.
La herida ends as it began, in medias res. Ana sits in her new car, lost and
alone. It has failed to bring her a solution to her problems and her ex-boyfriend is
no more persuaded to reconnect with her when she has a car than when she did
not. She had planned to drive them both to the countryside outside Madrid and
instead goes there alone, before pulling over and crying in despair. For the first
time she seems able to express emotions without first having to injure herself.
In the diegesis, six months have passed between this scene and the one where
she was reunited with her father and the enigmatic source of her disorder. The
suggestion is that she may be on the road to recovery. When read as a film about
disability, however, this ending to La herida has the hallmark of cinematic narra-
tives of overcoming adversity and raises the question again of how to enfold a
state of being that sits across disorder, functional diversity, and psychiatric ill-
ness within an identity politics that aims to reclaim representations from the
ableist fantasies of heroic repair, recovery, and restitution of the unblemished or
undamaged body, mind or psyche. Leaving aside these larger political questions,
however, La herida arguably succeeds in representing Borderline Personality
Disorder in such a way that the spectator need not rush to judgement or feel bur-
dened by traumatic transference. While Ana as a person disabled by disorder is
given a heavy (albeit disavowed) symbolic burden, as I have argued above, there
are also elements of La herida that can be viewed as relatively neutral portraiture
of a way of being in the world that is still wrapped in taboos and prejudice, and,
in this much, Franco’s film contributes to a more inclusive view of psychiatric
disorder and does so in a way that also confronts ableist prejudice.
4 Conclusions
The juxtaposition of La herida and Insensibles demonstrates, most obviously, the
presence of pain, and of its intersections with disability and disorder, as a thema-
tic concern in Spanish genre and art house cinema of the 2010s.
In my reading of Insensibles we see that while Medina’s film has some cross-
over with currents that privilege the aestheticisation of torture and pain in
other national cinemas, the narrative distinctively complicates the torture
scene by imbricating in it a back-story about a congenital disability. The film’s
engagement with the wounds uncovered by peeling away the occlusive skin
layers that have concealed aspects of historical memory is itself informed by a
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history in Spanish film of presenting social and political ills in terms of disabi-
lity and deviation from functional conformity. As I have argued in this chapter,
one effect of this is that another history—that of the confinement of mentally
and physically disabled people—is referenced and represented in the film but
made subordinate to the metaphorical function that equates disabled subjects
with Spain’s troubled political past. The conventions of the horror genre may
also play a part in the film’s rendering of the site of repressed historical testi-
mony as coterminous with the bodies and psyches of those disabled physically
and neurologically. On the other hand, and as I have argued above, the unusual
explicitation of a discourse of disability within this genre film also raises ques-
tions about the ableist premises that have undergirded influential discussions
of the rhetoric of torture and pain.
In this chapter I have contrasted the focus in Insensibles on subjects who can-
not feel physical pain with the portrait in La herida of a woman who cannot
express her psychic pain. La herida escapes some of the clichés of narratives that
engage with disability and disorder by seeking to inform the viewer about the
condition being described, rather than to elicit his or her admiration or sympa-
thy. I have used this facet of the film to engage with this volume’s enquiry into
the taxonomies and epistemologies of disability and with the political ramifica-
tions of shifting parameters away from the binary of ability and disability to a
spectrum of functionality. I have wanted to extrapolate from my reading of La
herida the issues that arise in inscribing disorder and self-harm within such a
definitional paradigm shift.
As in my reading of Insensibles, with reference to La herida I have also rela-
ted the representation of disconformity from conventional functionality to the
legacy of heavily burdened metaphors of disability in Spanish film history. I sug-
gested in this chapter that whereas filmmakers in the past lost sight of disability
under the weight of this metaphorical burden, by contrast La herida makes its
protagonist a mirror of her social and political context to the point where an
interrogative dialogue with the ramifications of crisis era economics is almost
foreclosed by somatisation. Just as Ana translates her inner pain to lesions on
her body, so the film, arguably, transposes the collective suffering of Spaniards
hit hard by austerity to an over-burdened female corpus. With reference to the
medical and literary critical literature on self-harm, I have also sought to illus-
trate that La herida has significance as a document about Borderline Personality
Disorder that allows its audience to confront a difficult condition that queries
and makes complex the relationship between mind and body, and between
disorder and disability. Rather than inviting us to feel empathy, La herida, in its
Films
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Medina, Juan Carlos. 2013a. Insensibles. Portugal/España/Francia.
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150 Ryan Prout
La discapacidad en la mira de la
docuficción: Mar adentro (2004) de Alejandro
Amenábar
Abstract: The article focuses both on the ethic and aesthetic impact of the specific docu-
fictional mode in which the highly delicate and controversial topics of physical disabi-
lity (paraplegia) and euthanasia are presented to a wide international audience in the
Oscar-winning drama film The Sea Inside (2004) directed by Spanish filmmaker Alejandro
Amenábar.
Keywords: Spanish cinema, biopic, docufiction, euthanasia, paraplegia, Amenábar,
Bardem, Mar adentro
2 Aunque la gran mayoría de las críticas eran muy favorables a la obra de Amenábar hubo
también unos comentarios más duros. Mientras que, por ejemplo, el crítico británico
Brian McFarlane calificó Mar adentro como “argued plea for the concept of voluntary
euthanasia” (2005: 221) y “triumph for director-producer-composer-writer Amenábar”
(2005: 222), el escritor chileno Rafael Gumucio reprochó a la película su “meritoria
mediocridad”, “falsa ingenuidad” y no haber mostrado “la auténtica indignidad de la
vida de Ramón”. Concluye: “esta película sobre la eutanasia hace cualquier cosa menos
debatir el tema de la eutanasia” (2005: 88).
3 Véanse en particular Costa Villaverde (2007), Igler (2007), Minich (2010), Jordan
(2012: 97–120) y Begin (2015).
4 Consúltense Markotić (2012), Marr (2013: 97–120) y Rivera-Cordero (2013). Marr
defiende la tesis de que Sampedro sufre además de una enfermedad mental no diag-
nosticada (“undiagnosed mental illness”, 97), a saber de un trastorno bipolar o una
depresión maníaca.
5 Véase Minich (2010).
6 Véase Zames Fleischer/Zames (2005).
7 Véase Markotić (2012).
8 Véase Rivera-Cordero (2013). Hartwig (2016) ofrece una comparación instructiva
entre Yo, también, Le huitième jour (1996) de Jaco van Dormael y León y Olvido (2004)
de Javier Bermúdez.
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La discapacidad en la mira de la docuficción 155
9 Véanse, entre otros, Heitz (2007), Mena Delgado (2005) y Gumucio (2005).
10 Para una discusión sistemática del concepto “docuficción” se remite a Tschilschke/
Schmelzer (2010).
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156 Christian von Tschilschke
Esto no excluye, sin embargo, que Mar adentro sí se sitúe deliberadamente entre
realidad y ficción, al menos en la medida en que la historia narrada apunta en un
doble sentido a la realidad histórica, extratextual, con lo cual corresponde a una
definición más amplia del término “docuficción”: por un lado porque invita al
espectador a entenderla como representación de un hecho real y auténtico y por
otro lado porque es sometida a una clara estrategia argumentativa semejante a la
obra de tesis o al modo expositivo del documental en el que las imágenes y el sonido
sirven para defender una tesis preestablecida destinada a intervenir e influir en el
debate público.11
Por tanto, lo que queremos mostrar a continuación es cómo, a través del modo
docuficcional y de una doble estrategia de racionalización y emocionalización, se
amortigua el supuesto escándalo existencial de la discapacidad física, de la parálisis
corporal casi total que padece Ramón Sampedro, de conformidad con los impera-
tivos y límites de representación del cine mainstream, de un cine de gran público,
al que pertenece Mar adentro indudablemente. Sin embargo, antes de analizar pri-
mero los aspectos documentales de la película y después las particularidades del
proceso de ficcionalización en Mar adentro nos proponemos perfilar brevemente el
desarrollo de la representación del tema de la diversidad funcional en el cine espa-
ñol a lo largo de su historia en la que se inscribe también la representación de la
paraplejía en Mar adentro.
11 Cf. Nichols (1991: 34): “The expository text addresses the viewer directly, with titles
or voices that advance an argument about the historical world”.
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La discapacidad en la mira de la docuficción 157
Sin embargo, para el espectador, la certeza de que una historia es real y autén-
tica, tiene todavía otras consecuencias. De la investigación empírica de la recep-
ción sabemos que el interés del público es más intenso cuando los registros de
la realidad y de la ficción se combinan.15 Y a veces el espectador incluso se ve
animado por esta mezcla a aprender más sobre lo que se le muestra en la película
y de continuar informándose y documentándose acerca del tema en cuestión
aún después del estreno.
Una parte esencial de su capacidad de intervenir en debates actuales y otro
aspecto de su tinte documental es la estructura nítidamente argumentativa de
Mar adentro. Amenábar nos presenta tres casos de discapacitados diferentes,
cada uno de los cuales adopta una actitud diferente hacia su propio destino: en el
centro está el tetrapléjico Ramón Sampedro, que reclama el derecho humano de
quitarse la vida en nombre de la libre voluntad. Además de Sampedro figura el
padre Francisco (José María Pou), que representa la posición oficial de la Iglesia
católica estrictamente opuesta a la idea del suicidio. Francisco, que también
depende de una silla de ruedas, no ahorra esfuerzos desplazándose personal-
mente para visitar a Ramón en su casa con el objetivo de convencerle del valor
de la vida. El tercer personaje es la abogada Julia (Belén Rueda), que padece a su
vez una esclerosis múltiple cruel y mortal (CADASIL). En un primer momento
emocional decide suicidarse junto con Ramón. Luego cambia de opinión y decae
en la demencia que le quita todo juicio y el resto de control que tenía sobre su
destino.
La argumentación de la película es muy hábil: tiende a legitimar la decisión
individual de Ramón de poner fin a su vida siguiendo una doble estrategia
basada en la acumulación de símbolos de la vida y de la vitalidad. Con este fin
se integran, por ejemplo, varias secuencias de montaje sugestivas —“sintagmas
paréntesis” en la terminología del semiólogo francés de cine Christian Metz—16
que evocan la agitada vida de Ramón antes de su accidente o las actividades coti-
dianas de la gente con la que vive.
El mismo Ramón se presenta como un personaje abierto, inteligente, culti-
vado, amable y lleno de humor, lo cual le hace muy simpático tanto para los
espectadores como para las personas que están en contacto con él. La película
pone particular énfasis en el amor y cariño que su personaje suscita en las mujeres
que le rodean: su cuñada Manuela (Mabel Rivera) que le cuida en su casa con
mucha abnegación, la hermosa abogada Julia y la activista de derechos humanos
Gené (Clara Segura) que se comprometen a defender su causa públicamente, y,
sobre todo, Rosa (Lola Dueñas), una mujer sencilla del pueblo, de un tempera-
mento impetuoso, que se enamora de él, y que trata en vano de persuadirle de
que renuncie a su decisión, y finalmente le presta la ayuda tan anhelada para que
su deseo de morir se pueda cumplir.
El amor recíproco entre Julia y Ramón, el cariño paternal que Ramón mani-
fiesta por su sobrino Javi (Tamar Novas), el embarazo de la activista Gené, hasta
la alegre música celta (Carlos Núñez) que acompaña el viaje de Ramón a La
Coruña donde presenta su caso ante el tribunal provincial, todo esto sirve para
festejar la vida. Mediante estos procedimientos se subraya, por un lado, el abismo
que separa a Ramón tanto de su propio pasado de marinero y viajero por el
mundo como de la vida cotidiana de sus prójimos; por otro, el alegato en favor
de la muerte se convierte sistemáticamente en un homenaje, “un luminoso canto
a la vida” (Igler 2007: 242).17 Es esencialmente por este doble truco retórico-ar-
gumentativo que Amenábar consigue el consentimiento del espectador.
17 Cf. también Kloepfer (2007: 149): “Amenábar’s film moves us for and toward life” y
Jordan (2012: 195): “The film tries very hard to celebrate life”.
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La discapacidad en la mira de la docuficción 161
1 8 Para más detalles véase el capítulo “Hitchcock and the thriller” en Jordan (2012: 64–68).
19 Un análisis detallado de esta secuencia clave se encuentra en Heitz (2007).
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162 Christian von Tschilschke
el movimiento dinámico de las imágenes fílmicas, etc. Está claro que todo esto
también puede suscitar objeciones, pero así son las reglas del cine mainstream.
Filmografía
Almodóvar, Pedro. 2002. Hable con ella. España.
Almodóvar, Pedro. 1997. Carne trémula. España.
Amenábar, Alejandro. 2004. Mar adentro. España/Francia/Italia.
Amenábar, Alejandro. 2001. The Others. España/Francia/Italia/Estados Unidos.
Amenábar, Alejandro. 1997. Abre los ojos. España/Francia/Italia.
Amenábar, Alejandro. 1996. Tesis. España.
Bermúdez, Javier. 2004. León y Olvido. España.
Bermúdez, Javier. 1970. Tristana. España/Francia/Italia.
Bermúdez, Javier. 1950. Los olvidados. México.
Bermúdez, Javier. 1929. Un chien andalou. Francia.
Eastwood, Clint. 2004. Million Dollar Baby. Estados Unidos.
Ferreras, Ignacio. 2011. Arrugas. España.
Hitchcock, Alfred. 1954. Rear Window. Estados Unidos.
Santos, Oskar. 2005. Un viaje mar adentro. España.
Schnabel, Julian. 2007. Le scaphandre et le papillon. Francia.
Spielberg, Steven. 1982. E.T. the Extra-Terrestrial. Estados Unidos.
Pastor, Álvaro/Naharro, Antonio. 2009. Yo, también. España.
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Minich, Julie A. 2010. “Life on Wheels: Disability, Democracy, and Political
Inclusion in Live Flesh and The Sea Inside”. En: Journal of Literary and
Cultural Disability Studies 4: 17–32.
Abstract: In the 20th century, for the first time, surrealism was intensively dedicated
to the marginal, the irrational, the subconscious, the indigenous, the infantile and
also to the functional diversity, especially mental illness. In the history of functional
diversity this means a very important caesura. But on the other hand, with the Second
World War, the idea of eugenics, the totally contrary and monstrous Nazi ideology,
with the persecution and killing of people with functional disabilities enters the scene
in a radical way. With the pretense of guaranteeing the improvement of the race, these
practices were applied to any type of disability such as dwarfism - an issue illustriously
brought by Lucía Puenzo in Wakolda (2013b) where she describes the life of Josef
Mengele after the Second World War and his relationship with the protagonist, the
dwarf Lilith. The cinema in general becomes one of the most important genres and
vehicles that deal with the theme of functional diversity that arrives in an attractive
and spectacular way to a large audience, thus being able to open the way to a sensiti-
zation of the spectators.
Keywords: dwarfism, euthanasia, ethics, aesthetics
1 Introducción
Los surrealistas elogiaban todo lo que se escapaba al dominio de la razón y
de las reglas sociales y burguesas. Les fascinaban los temas de la locura, las
alucinaciones, la embriaguez y la enajenación, la epilepsia y la histeria, las
depresiones, la melancolía, la esquizofrenia y el yo disidente.1 Por primera
vez, un grupo de artistas, se dedicó intensiva y sistemáticamente en sus obras
a lo marginal, a lo irracional, al subconsciente, a lo indígeno, a lo infantil y
también a la diversidad funcional, en especial a las enfermedades mentales y
sicológicas.
Mientras que desde la Antigüedad las personas con discapacidad han sufrido
la opresión y la discriminación, la persecución, la internalización y la exploración
1 “El yo disidente es un yo que existe, en mayor o menor medida, en cada uno de nosotros,
y que habitualmente anda por los márgenes de ‘eso’ que somos —es casi un intruso— y
que, en determinados momentos, pasa a ocupar el centro de nuestra personalidad”
(Martínez Pérez-Canales 2017).
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168 Isabel Maurer Queipo
como mano de obra, ahora serán elogiados por su ser diferente. En la historia
de la diversidad funcional esto significa una cesura de gran importancia en un
sentido estético, social y cultural.
En este sentido, hay que destacar también conceptos como el art brut de la
Compagnie d’art Brut de Jean Dubuffet y sus colecciones (cf. Matzner 2017, cf.
Fig. 1) o las de Hans Prinzhorn (“Bildnerei der Geisteskranken. Ein Beitrag zur
Psychologie und Psychopathologie der Gestaltung”, 1922, cf. Fig. 2). En su mani-
fiesto L’Art brut préféré aux arts culturels (1949), Dubuffet elogia, al igual que los
surrealistas, lo infantil, lo naíf y lo loco, las obras de niños, de los ingenuos, de
los enfermos mentales.
Como subraya Susanne Hartwig, ahora los ‘objetos’ se convierten en sujetos,
en los autores mismos de sus mundos internos. Ahora hablan los ‘subalternos’, ya
no son “sustituidos”, ni se habla de/sobre ellos, ni se trata de proyectar una visión
ajena. Ahora se escucha su voz, se retratan ellos mismos:
Representar la diversidad funcional conduce a un problema bien conocido por los sub-
altern studies: representar equivale a ‘sustituir a alguien’ o ‘referirse a alguien’ (cf. Spivak,
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 169
“Can the Subaltern Speak?”), es decir, hablar por o hablar sobre alguien cuya voz no
logra hacerse entender. Sobre todo cuando de diversidad funcional cognitiva se trata, la
representación corre el riesgo de proyectar una visión ajena sobre la persona retratada.
(Hartwig, Introducción a este volumen)
Pero por otra parte, con la segunda guerra mundial entra en el escenario de
forma radical la idea de la eugenesia, la ideología nazi totalmente contraria
y monstruosa, con la persecución y matanza de las personas con discapa-
cidad funcional —esas “cáscaras vacías”— (cf. García-Manso 2017). Como
es sabido, “el nacionalsocialismo aplicó oficialmente los criterios eugenésicos
mediante las Leyes de Nüremberg del 15 de septiembre de 1935” (Domingo
y Germán s.a.).
Estas ideas deformadas e inhumanas ya se habían establecido sobre todo
en Suecia pero también en los EE. UU., en Francia, Canadá, Suiza, Austria,
Finlandia y Dinamarca donde tuvieron lugar esterilizaciones de las personas no
‘dignas’ de crear vida: alcohólicos, enfermos, prostitutas, discapacitados, etc. En
1913, la Academia Sueca hasta le otorgó el Premio Nobel de Medicina a Charles
Richet quien, en su obra cumbre La sélection humaine (Paris, 1919), dedicó un
capítulo a “la eliminación de los anormales”:
Le premier pas dans la sélection, c’est l’élimination des anormaux. Proposant réso-
lument cette suppression des anormaux, je vais assurément heurter les sensible-
ries de notre époque. On va me traiter de monstre parce que je préfère les enfants
sains aux enfants tarés, et que je ne vois aucune nécessité sociale de conserver ces
enfants tarés. À force d’être pitoyables nous sommes devenus des barbares. C’est
de la barbarie que de forcer à vivre un sourd-muet, un idiot, un rachitique. Ce qui
fait l’homme, c’est l’intelligence. Une masse de chair humaine sans intelligence
humaine, ce n’est rien. Il y a de la mauvaise matière vivante qui n’est digne d’aucune
respect, ni d’aucune compassion. Les supprimer résolument ce serait leur rendre
service, car ils ne pourront jamais que traîner une misérable existence. Je désire
seulement qu’on réfléchisse et qu’on se persuade que la vrai humanité consiste à res-
pecter dans l’homme ce qui seul est respectable, c’est-à-dire l’intelligence. (Milliez
1999: 150)
Puenzo pertenece a una nueva generación del cine con una pluma de autora
propia,2 con un sentido singular, personal y especialmente social.3 Junto con
Albertina Carri y Lucrecia Martel,4 se ha convertido en una de las escrito-
ras, guionistas y directoras más famosas del cine argentino contemporáneo
con una mirada especial para lo marginado donde p. ej. “el protagonismo de
adolescentes conflictuados por problemas físicos o de identidad sexual” se
ha convertido en una constante (Sáez 2013). Hasta hoy en día ha publicado
cinco novelas (El niño pez, 2009; 9minutos, 2005; La maldición de Jacinta
Pichimahuida, 2007; La furia de la langosta, 2010; Wakolda, 2011) y tres lar-
gometrajes que subrayan estas convicciones y modos de pensar: XXY (2007,
basada en el cuento corto Cinismo de su marido Sergio Bizzio) p. ej. cuenta
la historia de Alex, un/a adolescente que a causa de su hermafrodismo vive
con sus padres en una cabaña aislada en las afueras de Piriápolis. Mientras la
visita de una pareja de amigos, Alex y el hijo de estos establecen una relación
(sexual). Aquí, Puenzo toca el tema de lo indefinible y lo inclasificable de la
identidad genérica y de lo corporal que ya había sido tratado en obras como
El común olvido (2002) de Sylvia Molloy o en la obra de Marosa di Giorgio
(1932-2004):
La regulación de los cuerpos y las sexualidades (que comprometen directamente al
cuerpo) favorece una práctica dominante considerada como válida o normal exclu-
yendo y relegando a los márgenes todas los demás cuerpos y prácticas. El cuerpo y la
sexualidad se convierten entonces en lugares de inscripción del poder mediante la apli-
cación de una norma excluyente. Como dice Foucault, la sexualidad está subordinada
a un triple decreto de prohibición, inexistencia y mutismo. (Guilhem Bouhaben 2017)
Por el otro lado, El niño pez (2009, basada en su propia novela con el mismo título)
trata del amor entre dos chicas Lala y Guayi de diferentes clases sociales, del pre-
sunto asesinato del padre de Lala, del embarazo no deseado de Guayi y de una
leyenda alrededor de un niño pez.
3 Wakolda
Con Wakolda, Puenzo nos presenta otro tema delicado conectado con la diver-
sidad funcional, en especial con el enanismo y la historia del médico nazi Joséf
Mengele.5 En su vida real, en 1960, después del genocidio durante la Segunda
Guerra Mundial, Mengele se fugó —como muchos nazis— a Latinoamérica
donde nunca fue capturado por sus perseguidores y donde, en 1979, murió aho-
gado en una playa de Bertioga, Brasil.6 José Luis García destaca que, “sorpren-
dentemente, el cine argentino se había mantenido en silencio sobre este tema”,
la estancia de los nazis en países latinoamericanos y que “ha sido Lucía Puenzo
quien por primera vez ha tenido la osadía de tratarlo” (García 2013).7
En los campos de concentración alemanes, Mengele, el “ángel de la muerte”,
había llevado a cabo experimentos increíblemente crueles con los encarcelados,
sobre todo con los, para él, “minusválidos”.
A las personas con anomalías físicas, como el enanismo, les tomaba mediciones cor-
porales, les extraía sangre y dientes sanos y les administraba de forma innecesaria
drogas y rayos X. Muchas víctimas eran enviadas a la cámara de gas y después sus
esqueletos se mandaban a Berlín para continuar con las investigaciones. (Heffes/
Bertone 2015: 132)
Experimentaba sobre todo con gemelos para ver, siguiendo la teoría evolutiva de
Charles Darwin, cuál de los dos era más apto para sobrevivir:
De acuerdo a sus propias anotaciones, los hermanos gemelos eran sometidos a exámenes
semanales y mediciones de sus atributos físicos. Los experimentos p
racticados incluían
amputaciones innecesarias de labios, inoculaciones intencionadas con tifus y otras
enfermedades a uno de los gemelos y transfusiones de sangre de un hermano a otro. Si
uno de los gemelos moría a causa de la enfermedad inoculada, se mataba al otro her-
mano para realizar informes comparativos post mortem. Una vez finalizadas las prue-
bas, a veces los gemelos eran asesinados y sus cuerpos diseccionados. […] Muchas de
las víctimas murieron en el transcurso de los procedimientos, según datos de la ciencia
alemana. Sobre más de mil quinientos pares de gemelos, sólo sobrevivieron doscientos
bebés. (Heffes/Bertone 2015: 132)
A otros les intentaba cambiar el color de los ojos. Los extraía y los colocaba en
una pared como un muestrario de las variedades heterocromas existentes.
Todos estos experimentos con personas discapacitadas, con gemelos, con
ojos, lo asemejaban a un Dios todo poderoso, a un creador divino de seres
humanos simbolizado en la película Wakolda en la producción en serie de
muñecas de “raza aria” como la muñeca aria Herlitzka (cf. Fig. 3).8 Esta con-
trasta con Wakolda (cf. Fig. 4), la muñeca mapuche que lleva un secreto en
su barriga:
Adentro, además de papeles y un arma, había una muñeca del mismo tamaño que
Herlitzka. Tenía el pelo negro larguísimo, hasta las rodillas; la cara, manos y pies talla-
dos en madera; los ojos negros y aindiados; la nariz recta, lo labios gruesos, la panza
hinchada; una túnica tallada a mano... (Puenzo 2011: 41)
7 En 2006 Carlos Echeverría había publicado su documental Pacto de silencio sobre los
nazis en Argentina.
8 Herlitzka además es una localidad en la nada, estación de ferrocarril y municipio argen-
tino, situado en el departamento San Luis del Palmar de la provincia de Corrientes.
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 173
9 Como es bien sabido, la Guerra Araucana fue resaltada en el poema épico La Araucana
de Alonso de Ercilla.
10 Cf. Hartwig (2014). La relación mujer-discapacitad-mal sería otro tema de gran
importancia.
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174 Isabel Maurer Queipo
cabeza hacer una muñeca con un corazón mecánico, le gustaba que fueran todas
distintas. ¡A mí también! Por eso elegí a Wakolda, era la más rara de todas, igual
que yo” (Puenzo 2013a). Aquí, Puenzo nos presenta un elogio humano de la
diferencia, de la diversidad, de la individualidad.
Helmut Gregor conoce por casualidad a Lilith y a su familia en Patagonia
y consigue alojarse en la pensión de ellos en Bariloche, ciudad donde presun-
tamente trabaja con animales y los aspectos del crecimiento.11 Pronto se hace
amigo de Lilith que le atrae por su, a primera vista, belleza perfecta (tipo raza
aria/Herlitzka, cf. Figs. 6/7) y después por su enanismo, aunque en la versión
fílmica la protagonista tiene poca semejanza con una liliputana.
No obstante, los rasgos físicos de Lilith “se apartan de la norma represen-
tada por las tablas de crecimiento que indican la estatura esperable para su
11 Dice Lucía Puenzo que “el tiempo que Joseph Mengele pasó en Bariloche es el período
más misterioso de su escondite en América Latina. Lo único que se sabe es que él
trabajó como veterinario, experimentando con el ganado argentino, mientras que,
en secreto, continuó sus investigaciones comprando muestras de sangre de mujeres
embarazadas” (Bazurto 2015: 6).
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 175
edad cronológica” y “pese a poseer una gran belleza natural como ‘marca
ineludible de su origen’, no logra alcanzar los parámetros estéticos conven-
cionales” (Heffes/Bertone 2015: 119). En el libro, Puenzo la describe de la
manera siguiente:
Visiblemente pequeña en tamaño para su edad, pero con miembros de medidas nor-
males para ser llamada una enana y demasiado grande para ser incluida en los pará-
metros liliputienses, la nena que daba saltos cada vez más veloces frente a sus ojos
era un ejemplo que desafiaba uno de sus [de Mengele] campos de investigación pre-
dilectos: el enanismo, entendido como expresión ejemplar de lo anormal. (Puenzo
2011: 6)
Con esta descripción brumosa y vaga —ya que la niña no parece ser la ‘enana
perfecta’— la clasificación de Mengele aparece aún más cruel y arbitraria. Puenzo
muestra perfectamente como un ser humano, frágil y débil, puede depender de
la arbitrariedad, del punto de vista de un ser poderoso y de su merced. Basándose
en Carol Thomas, Hartwig subraya este hecho de la producción de la discapaci-
dad y su construcción social (“lo que se llama modelo médico versus modelo
social-constructivista”) y ligados al poder:
Muchos enfoques dentro de los disability studies consideran la diversidad funcional no
un fenómeno médico en primer lugar, sino un resultado de un discurso que estigma-
tiza cualidades corporales, cognitivas, expresivas o emocionales como ‘anormales’; así,
lo que se llama discapacidad es un producto de complejos procesos sociales ligados al
poder. (Hartwig, Introducción a este volumen)
desazón que sentía desde el comienzo del exilio, la pérdida del sentido, la desespe-
ranza... todo se había evaporado de pronto y no iba a perderse la oportunidad de
vivir en ese zoológico” (Puenzo 2011: 48/49). Según Puenzo en una entrevista:
En la novela se percibe alguien que ve el mundo como un gran laboratorio o un gran
zoológico, y está diseccionando todo el tiempo particularmente la raza humana. Y sobre
todo se da la paradoja de que este tipo tenía esta alergia enorme por el mestizaje y ter-
mina en un continente mestizo como es el nuestro, porque vive 30 años entre Argentina,
Paraguay y Brasil. (Puenzo 2013b)
Gregor la seduce también con sus cuentos sobre la raza aria, sobre los
‘Sonnenmenschen’ en analogía a la idea nitzschesiana del ‘Übermensch’, del
superhombre, aprovechada por Hitler para sus planes de eutanasia, raza y lim-
pieza de sangre.
Lilith: ¿Qué es esto?
Mengele: Sangre. Mira no hay nada más misterioso que la sangre. ¿Querés ver la tuya?
Lilith: ¿Va a doler?
Mengele: Nada. ¡Cuidado!
Lilith: ¿Qué tienen qué ver la sangre y el honor?
Mengele: La mezcla impurifica la sangre, destroza la memoria.
Lilith: ¿Qué hay que recordar?
Mengele: Quiénes éramos.
Lilith: ¿Quiénes éramos?
Mengele: Sonnenmenschen (Puenzo 2013a, 26:46, cf. Fig. 9)
En la escuela alemana trabaja una cierta Nora Eldoc, una supuesta fotógrafa
y archivera que en realidad espía para el servicio secreto israelí. Este, en esos
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 177
12 “[…] el cuerpo humano extraordinario, es decir, aquel cuerpo que rebasa las conven-
ciones de la ‘normalidad’ de sus formas, logra ocupar un espacio importante en la
cultura visual” (Herrera 2017).
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178 Isabel Maurer Queipo
13 “puede estar tan ligada a la idea de la belleza como cualquier obra, dependiendo en
gran medida de la intención que haya tenido el artista al representarla, del mismo modo
que no hay que ir de la mano de la fealdad o del grotesco tal y como comúnmente se
cree” (Senent Ramos 2010: 21).
14 En este sentido destacan los capítulos VI y VIII.
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 179
15 En este sentido, hay que mencionar el hecho de que el verdadero pueblo ario indoeu-
ropeo no tenía, ni tiene nada que ver con la idea absurda nazi de una raza pura.
16 “La fabricación de muñecas, como metáfora de lo social, toma el sentido de la produc-
ción seriada, actividad que remite al procedimiento de miniaturización de la realidad.
La miniatura tiene virtudes dinámicas, significa la posibilidad de colocar el mundo
en diminutivo. Esta imaginación miniaturizante insinúa cierta omnipotencia ante “la
posibilidad de controlar la realidad o algunos de sus factores” (Punte 2012: 6). En este
sentido Gaston Bachelard subraya que uno posee “el mundo tanto más cuanta mayor
habilidad tenga para miniaturizarlo” (Bachelard cit. en Heffes/Bertone 2015: 133).
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180 Isabel Maurer Queipo
En el libro Puenzo escribe: “¿Vos te creés que exterminar a todos los pueblos
indígenas no fue un plan? ¿Sabés que decían? Que primero iban a exterminar a
los nómades y después a los sedentarios...” (Puenzo 2011: 37).
Al final, después de la noticia del secuestro de Eichmann, los miembros del
servicio secreto israelí intentan capturar también a Mengele pero este con-
sigue escapar en el último minuto. Esta escena de la fuga forma un marco
con el principio de la película donde llegan los nazis al lugar paradisíaco
(Figs. 13/14):
Como en De eso no se habla (1993) de María Luisa Bemberg —pelí-
cula famosa sobre el enanismo con una protagonista realmente liliputana—
Wakolda está llena de misterios, de tabúes, de cosas de las que no se hablan
como el misterio de la barriga de la muñeca mapuche pero que con el tiempo
se van descubriendo. Pero, por otra parte, en Wakolda, lo ‘no normal’, el ena-
nismo, precisamente está expuesto al descubierto, a la luz, examinado y ana-
lizado, mientras que lo que es silenciado bajo mentiras es la identidad del que
conserva el secreto, Mengele, representante pervertido de la ‘normalidad’. El
que quiere imponer la ‘normalidad’ —la ideología nazi— resulta ser el ende-
moniado relacionado con la maldad, con la banalidad de la maldad descrita
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 181
Además, sostiene que “en todos lados había testimonios de que era apuesto”
como se veía en las fotos. En el libro, es el padre que comenta este hecho:
El padre observó la pulcritud del desconocido secándose las palmas de las manos en el
pantalón. Hacía años que recorría la misma ruta, y nunca había visto tanta elegancia
en medio de tanto polvo. Se había cruzado con personajes, por supuesto, pobres que
intentaban camuflar la miseria, y ricos que fingían no ser nadie. Esos rara vez andaban
solos. (Puenzo 2011: 18)
que se sabía perseguido por sus crímenes” (García 2013)17 y que tenía el poder
de estigmatizar, de etiquetar y de definir lo que era normal o no, los que valían
y los que no valían.
En la película este sentido de la ética y belleza se destaca p. ej. con la
visualización del paisaje impresionante y sublime de la Patagonia o con la
libreta del mismo Gregor, esa pequeña obra de arte que le convierte en un
artista (Fig. 15). Sáez destaca que “la cámara se detiene en cada una de las
páginas bellamente dibujadas en tinta por Andy Riva, el mismo artista que
ilustró las escenas más violentas de Infancia clandestina (Benjamín Ávila,
2012)” (Sáez 2013). Gregor mismo subraya que “los poetas escriben lo que ven,
los pintores lo pintan y que él [Gregor] mide y pesa lo que le interesa” (Puenzo
2011: 89).
Wakolda, la muñeca ‘imperfecta’, y en analogía Lilith, la presunta, así clasifi-
cada discapacitada, “representa en su rareza la parte diferencial que no se deja
absorber dentro del patrón universal, ese espacio rebelde e indómito que resiste a
cualquier intento de normativización” (Heffes/Bertone 2015: 120). Puenzo evoca
17 “Su analogía y semejanza a lo que sucedió en la realidad, como no podía ser de otra
manera para acabar una obra redonda, tiene tintes francamente repulsivos sobre
la forma de actuar de este enfermo mental que fue capaz de seguir maltratando a
personas y animales al mismo tiempo que se sabía perseguido por sus crímenes”
(García 2013).
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El enanismo en Wakolda de Lucía Puenzo 183
Filmografía
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Puenzo, Lucía. 2013a. Wakolda. Buenos Aires.
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com/medico-aleman-wakolda-lucia-puenzo/ [08-09-2017].
Positions of partiality: acercamientos a la
diversidad funcional cognitiva
Abstract: The article aims to show the conditions under which the subaltern — in this
case: persons with disabilities — can speak (in the sense of Gayatri Spivak) and be heard,
so to leave their subaltern position. The analysis of a Venezuelan documentary, Hay alguien
allí (2014) and a Spanish comic, María cumple 20 años (2015) demonstrates how fragmen-
tation of narrative structures and avoidance of well-known contexts open a margin for
the person with autism to express herself. They give also the possibility to the filmmaker
and the drawer, respectively the spectator and the reader, to reach a better understanding
of the world of the portrayed person in form of a subjective dialogue. Partiality plays a
key-role in this process.
Keywords: disability studies, subaltern studies, autism, documentary, animation film
1 Introducción
Ningún grupo social parece tan claramente subalterno como las personas con
una alteración cognitiva que ni siquiera les permite participar en conversacio-
nes cotidianas sin mayores dificultades. Puesto que el acto de habla (speech act)
está insoslayablemente marcado por las reglas de la comunicación hegemónica,2
1 Esta frase se encuentra en una introducción a una antología con textos escritos por y
sobre mujeres con autismo.
2 Spivak hace hincapié en el hecho de que un acto de habla implica expresarse y ser
escuchado: “[…] ‘the subaltern cannot speak,’ means that even when the subaltern
makes an effort to the death to speak, she is not able to be heard, and speaking and
hearing complete the speech act” (Spivak 1996: 292).
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188 Susanne Hartwig
3 Osteen afirma: “[...] we need new ways to engage and include those with significant
cognitive impairments yet avoid presumptuousness or colonization. That is, we must
strive to speak not for but with those unable or unwilling to communicate through
orthodox modes” (2008a: 7). Representar a una persona equivale a ‘sustituir a alguien’
(substitute) o ‘referirse a alguien’ (refer to; cf. Spivak 1988: 278s.).
4 Sobre discursos estigmatizantes véase el clásico estudio de Goffman 1968.
5 Los trabajos críticos pioneros sobre imágenes literarias de la diversidad funcional
provienen del ámbito anglosajón (véanse Mitchell/Snyder 1997; 2000), en cuyos textos
es notable un amplio silencio sobre la diversidad funcional cognitiva: “[…] disability
scholarship has ignored cognitive, intellectual, or neurological disabilities, thereby
excluding the intellectually disabled just as mainstream society has done” (Osteen
2008a: 3). Sobre esta marginalización cf. también Lewiecki-Wilson 2003: 159, Murray
2008: 8s., Straus 2013: 462. Las principales razones son la dificultad que tienen las
personas con autismo de comunicarse y la falta de una fuerte community de personas
con autismo (Straus 2013: 462).
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Positions of partiality 189
2 Textos y contextos
Según Spivak, la representación del subalterno siempre erra el blanco y falla nece-
sariamente en su intento de hacerle justicia, porque no puede derrotar el poder del
discurso ni la ‘violencia epistémica’.6 Spivak afirma que, por lo general, el lenguaje
hegemónico no deja al subalterno expresarse, pero en las ocasiones que éste logra
hablar, no será escuchado. Sin embargo, el planteamiento de Spivak oculta que el
fracaso de la representación no se limita a los subalternos. En efecto, cualquier
representación de cualquier individuo, sea subalterno o no, silencia a la persona
representada. Representar a una persona equivale a adaptarla a un contexto prefa-
bricado (y por lo general ajeno a la persona representada),7 de manera que todos los
individuos son, en última instancia, un ‘vacío inaccesible’8 para la comunicación.
Aun entre normates (en el sentido de Garland-Thomson),9 o sea, personas hege-
mónicas, la comunicación nunca es más que un acoplamiento entre black boxes,
porque no existe un hablar o escuchar directamente de mente a mente. En el caso
de la diversidad funcional, el acoplamiento social es más difícil porque se sale de la
coordinación conductual cotidiana.10 Pero es precisamente este hecho lo que per-
mite no compartir el pesimismo epistemológico de Spivak sobre las posibilidades
de representar al subalterno.
Lo que acelera y hasta automatiza el acoplamiento en la cotidianidad son los
contextos sociales predefinidos y, más especialmente, las situaciones concretas
María y yo y Hay alguien allí destacan por ir más allá de las imágenes con-
vencionales sobre personas con autismo. En ambos casos, el padre, uno cineasta,
otro dibujante de tebeos, retrata a su hija desde una perspectiva subjetiva e
impresionista. Ambos son muy visibles en sus representaciones de la hija y sus
intentos de entenderlas son inseparables de los retratos. No eligen un modo
puramente cognitivo de representación sino que se apoyan en cantidad de mate-
rial visual. Los contextos nacionales, español y venezolano respectivamente, no
se tematizan. Ambos textos no se refieren al apoyo institucional de sus países
ni a reacciones específicas del entorno.21 No prestan atención a la relación entre
diversidad funcional y contexto sociocultural (y las categorías que incluye, como
género, etnia, clase, etc.).22 Su objetivo es más bien hacer sentir una experiencia
vital diferente y sensibilizar a los lectores/espectadores hacia el mundo de sus
hijas, su individualidad y su comunicación especial.23
21 Sobre enfoques que tienen en cuenta los contextos en América Latina véanse Antebi/
Jörgensen 2016.
22 Concordamos con Sherry cuando afirma: “Disability is always a sexed, gendered, racia-
lized, ethnicized, and classed experience (just to name a few)… and every response
to disability operates within a framework of multilayered and complex patterns of
inequality and identities” (Sherry 2008: 75).
23 Véase Gallardo en Pérez 2010. El objetivo de Hay alguien allí es “sensibilizar a la pobla-
ción venezolana sobre esta condición y llamar la atención de la sociedad, los gobiernos
y el Estado sobre la garantía de los derechos humanos de las personas y familias vene-
zolanas con autismo” (Fundación Hay Alguien Allí).
24 Gallardo (nacido en 1955) es un dibujante del cómic underground, ilustrador y dibu-
jante de tebeos en el contexto de la Movida Madrileña; en la actualidad, vive y trabaja
en Barcelona (véase http://www.miguel-gallardo.com/). Colabora habitualmente como
ilustrador en revistas nacionales e internacionales. Publica, junto a Angels Ponce, una
guía ilustrada sobre diversidad funcional para niños (Diferentes, 2011). En 2016, co-or-
ganiza la exposición Yo veo lo que tú no ves con la Federación Catalana de Autismo
y Asperger, Barcelona. Dibuja también el documental de animación Academia de
especialistas (https://www.youtube.com/watch?v=fCoBk1tWYEg).
25 María y yo gana el Premio Nacional de Cómic 2008 de la Generalitat y se traduce
a nueve idiomas, éxito debido también al documental homónimo, basado en la
novela gráfica (2010). Su éxito de venta es un fenómeno como el éxito de la novela
gráfica Arrugas sobre personas afectadas de la enfermedad de Alzheimer, de Paco
Roca, también en 2007. Prout llama este tipo de novelas gráficas “[s]ocial comic” o
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194 Susanne Hartwig
Elegimos el segundo álbum (que, sin embargo, presupone la lectura del primero)
porque reduce el elemento narrativo a un mínimo y porque no fue, en primer
lugar, concebido como álbum familiar (tal como María y yo).26 María cumple
veinte años tiene una clara misión: hablar de la experiencia con autismo en la
adolescencia y en adultos, asunto que no aparece casi nunca en la literatura.
Miguel Gallardo recurre al género del tebeo basándose en dibujos y pala-
bras de gran sencillez y hasta ingenuidad. El cómic está basado en los múltiples
dibujos hechos a mano, esbozados rápidamente, sin elaboración profesional. Las
líneas son irregulares, imprecisas y a menudo faltan del todo; los contenidos
sumarios se sugieren con pocos trazos y sin detalles. Gallardo no trabaja casi
nunca con primer y segundo plano. La distancia con la que se observa a María
por lo general es a la altura del ojo con una perspectiva que no admite dema-
siada intimidad.27 Destacan la claridad de la estructura y las pautas rígidas, que
Fraser interpreta como “visually highlighting the sense of order and routine that
characterize the conversations between father and daughter” (Fraser 2013: 53).
Aparecen pocas motion lines, puesto que los dibujos muestran mayoritariamente
momentos estáticos. Palabra e imagen nunca forman contrapuntos y muchas
veces domina la expresividad de lo visual. Se utilizan pocos colores, azul, blanco
y negro (rojo en muy pocas ocasiones), como si se intentara evitar la sobre-esti-
mulación. El libro entero se parece en muchas partes a los pictogramas simples
y estilizados que utiliza María para estructurar y planificar su vida (por ejemplo,
dejar de pellizcar a la gente; MA: [17]).28
En el cómic se mezclan imágenes de distinos tamaños: texto corrido, historieta
(secuencias de imágenes de una o dos páginas), ilustración y viñetas. Dominan
páginas enteras con un solo dibujo, con o sin marco (31 dibujos ocupan una página
entera, 24 páginas están divididas). De hecho, el ritmo de la lectura es lento y se
extienden los momentos retratados casi hasta ser objetos de contemplación.29 En
vez de contar una historia compleja, María cumple veinte años capta momentos
intensos, estados de ánimo y emociones basales.30 La cantidad de Full page shots
traduce también una cierta falta de coherencia entre los fragmentos vividos y
sugiere que la vida es repetitiva y monótona, pero también y a veces imprevisible.
Por eso, se debe hablar más bien de un cuaderno o de un álbum en sentido literal,
y no de una novela gráfica.
El género cómic privilegia una comunicación visual que se puede conside-
rar “un instrumento muy poderoso como alternativa al lenguaje oral” (Jiménez
2015). Además, el género permite cierta libertad de expresión. El sentido y el
orden de la lectura no son tan fijos como en una novela o en una película. Las
imágenes muestran una experiencia con la persona con autismo (y no sólo una
interpretación verbal de su comportamiento) y con su manera de comunicarse
con el mundo que no se basa en palabras y por ende muchas veces es polisé-
mica.31 El cómic es muy apto para un retrato tal por su capacidad de representar
“[the] crucial importance of embodiment in the lived experiences of people with
disabilities” (Birge 2010); no privilegia la palabra que la persona con autismo no
maneja bien:
The specifics of the form allow for a range of representations of specific features of
autism: for example, the overwhelming chaos of intensified or unfiltered sensory inputs
can be displayed with glaring colors, overlapping borders, and jagged lines; they can be
described textually, through clinical or parental voices; and they can also be described
through the gestures, embodied responses, or redirections of focus that the person with
autism might employ to cope with their environments. (Birge 2010)32
structure when making specific points. More often than not, he prefers a style in which
images co-exist and almost float together on a white background” (Fraser 2013: 52).
Sobre el ritmo de la lectura provocado por el tamaño de los dibujos véase Dittmar
2011: 69.
30 Muestran, por ejemplo, una escena en el avión (MA: [9s.]), la visita al dentista
(MA: [12]), “rutinas” (MA: [14]) o “emociones” (MA: [18]), caras (MA: [38]) o una
visión del futuro (MA: [59]).
31 Miguel utiliza también caricaturas para representar el problema de los pellizcos
(MA: [20]), una forma imprecisa y socialmente inadecuada de comunicarse. Las imáge-
nes constituyen un medio de comunicación preferido por personas con autismo, como
afirma la científica Temple Grandin (que tiene autismo): “I THINK IN PICTURES.
Words are like a second language to me. I translate both spoken and written words
into full-color movies, complete with sound, which run like a VCR tape in my head”
(Grandin 2006).
32 Sobre el cómic manga como forma adecuada de representar la experiencia del autismo
véase Foss 2016: 102s.
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196 Susanne Hartwig
33 Miguel Gallardo habla del “modo personal que tengo de comunicarme con ella, a través
de dibujos que le hago de las personas que conocemos y las cosas que vemos” (Pérez
2010). Los dibujos “son rápidos y sencillos, porque cuando ella me pide que dibuje lo
tengo que hacer rápidamente para que no se impaciente” (Jiménez 2015). Sobre María
y yo Miguel explica: “[…] el grueso del libro lo hice en el hotel con páginas directas,
aunque luego quité algunas o añadí otras. Lo hice así porque las emociones eran más
directas […]” (Gallardo en: Pérez 2010).
34 Otra forma de comunicarse con el mundo que elige María es la música, cuya presencia
acústica se traduce en las imágenes con letras de gran tamaño (MA: [25], [28]).
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Positions of partiality 197
4 Hay alguien allí
Hay alguien allí (estreno en carteleras de cine en noviembre de 2014)37 es el pri-
mer largometraje documental venezolano sobre autismo. Su compleja estructura
que alterna observaciones directas con entrevistas permite comparaciones en el
tiempo entre personas con autismo. La protagonista principal de la película es
Helena, una niña de nueve años, hija del director. En segundo plano aparecen
tres personas adultas (Giovanni, Hermelina y Lilian) en la actualidad y como
niños en grabaciones de los años 70 y 80 fabricadas por la doctora venezolana
pionera en el estudio del autismo, Lilia Negrón.38 Hay tres tipos de entrevis-
tas: con la madre de Helena (Gioconda), con familiares de los tres adultos y entre
terapeutas y los padres de Helena. El documental parece fragmentado puesto
que no hay una voice over que guíe al espectador y que explique la relación entre
las distintas tomas; ésta se sugiere principalmente por el montaje y por asocia-
ciones que muchas veces son polisémicas. Lo que más se parece a un narrador
es la doctora Negrón (que aporta explicaciones médicas sobre el autismo); sin
embargo, sólo comenta sus propias grabaciones de los años 70/80 y no dice nada
sobre Helena ni sobre las personas adultas con autismo. De hecho, al espectador
no se le explica la función de las imágenes, por lo cual tiene que concentrarse en
su propia experiencia.
Por mucho que Hay alguien allí muestre rasgos característicos de un docu-
mental tradicional, tal como las entrevistas con los padres o las grabaciones, no
sigue claramente un esquema argumentativo ni narrativo ni descriptivo.39 Su
estructura es más bien impresionista y asociativa y se contenta muchas veces con
observar sin comentar. De vez en cuando, los cortes y montajes parecen sugerir
cierta coherencia o relación lógica, pero nunca la precisan o la imponen.40 Así,
las imágenes aparecen aisladas, como material accidental, a veces con contra-
puntos entre mensaje auditivo y mensaje visual41 o entre dos mensajes visuales
sin que la ambigüedad se disuelva. Se marca claramente la subjetividad y el eclec-
ticismo de las observaciones porque el director no es ni historiador ni periodista
sino observador empático que transmite su experiencia vivida. Durante toda la
película se hace referencia al hecho de que se trata de un rodaje y se le brinda
al espectador un espacio para la reflexión a través de varios fundidos a negro,
una característica que acerca la película al documental autorreflexivo (cf. Heller
2007: 153). Hay alguien allí no pretende convencer al espectador de una posi-
ción ética o enseñarle una explicación del autismo. Con la gran importancia que
otorga a la mera observación se acerca al cine directo, y con sus asociaciones
abiertas, al ensayo cinematográfico.42
La película destaca por su tempo a veces como a cámara lenta: cuando Helena
tiene que cambiarse de ropa para ponerse el bañador, las interpelaciones de su
padre parecen interminables.43 Tiene que motivar a su hija para casi cada detalle
del proceso porque ésta se distrae continuamente. También el acto de cepillarse
parece dificilísimo (37:54-41:04), ya que sólo cerrar la llave requiere varias exhor-
taciones. Vale lo mismo para la acción simple de poner la mesa (56:44-58:24). De
paso, se ve que en la casa entera los objetos están marcados con pegatinas que
40 Por ejemplo, después de una sesión de terapia más bien difícil sigue una escena con
Helena contenta cantando bajo la ducha, como si la intención del montaje fuera probar
que la música le encanta a Helena, pero sólo cuando está sola. En otra ocasión, después
de una escena que muestra a Lilian sentada en una ventana detrás de una cortina sigue
una escena con Helena en la ventana, como si ambas personas se miraran.
41 Véase Gamba: “[…] cuando los demás personajes hablan de Helena, hay un contra-
punto entre las palabras y la niña a la que se mira” (Gamba 2014).
42 Sobre características del cine directo y su observación ‘directa’ véanse Hohenberger
1998a: 25, Nichols 1988 y Heller 2007: 152s. Sobre el ensayo cinematográfico que se
sitúa entre documental y película ficcional, véanse Koebner 2007 (que afirma, por
ejemplo, que la frontera entre dentro y fuera se diluye) y Möbius 1991, así como la
definición de Kramer/Tode: para ellos, el ensayo cinematográfico es una película que
refleja su propia representación, desarrolla una idea en vez de contar una historia, a
veces de manera intelectual y filosófica, y estimula la reflexión (Kramer/Tode 2011: 11).
43 La escena tan larga y monótona del vestuario donde Helena se pone el traje de baño y
se prepara para la piscina (14:08-18:11) contrasta con la escena muy corta que mues-
tra a Helena en el agua (21:19-21:24); parece un alivio para ambos, protagonista y
espectadores.
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200 Susanne Hartwig
44 Cuando Helena se acerca a la piscina, se tapa los oídos; en este momento, desaparece
el sonido de la película, lo que parece imitar la sensación auditiva que tiene Helena
bajo el agua.
45 La serie consiste en cinco notas que van hacia arriba, separadas entre ellas por cuatro
segundas y una tercera, la última nota repitiéndose tres veces, luego la misma serie al
revés, hacia abajo. Estas dos series se repiten en varias octavas hacia arriba y hacia abajo.
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Positions of partiality 201
48 Gamba comenta: “El que mira es invitado así a comparar lo que ve tanto con aquello
que fue ese niño antes, aunque no se lo haya visto, como con la normalidad hacia la
cual se espera que evolucione. La función terapéutica lleva en ambos casos a observar
a la persona en correlación con lo que no es […]” (Gamba 2014).
49 Así los padres de Helena explican en la página web de la Fundación Hay Alguien
Allí: “El autismo no es una enfermedad, no es algo que se cura con un tratamiento
específico. El autismo es una condición, una característica vital para toda la vida”
(“Cartas”).
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Positions of partiality 203
50 En las “Cartas de Helena” se explica que Helena y la maestra de música hacen “juntas
unas bellísimas conversaciones musicales” y se responden “a través de sonidos, ritmos
y melodías” (“Cartas”).
51 Los padres cuentan etapas de la vida de sus hijos, explican cómo se enteraron del
autismo y del dolor que sintieron al aceptar la desviación de sus hijos. Una madre llora
incluso. La ambivalencia de los padres se condensa en una escena con Gioconda: afirma
que su hija le ha enseñado a “vivir mejor”; después de afirmar que “Helena es un
privilegio” pide al cámara que termine (1:14:22), sonríe, parpadea y comienza a llorar
desconsoladamente. El cámara deja su cámara en la mesa y va a abrazarla. Durante
algunos minutos, un enfoque sesgado muestra a la madre llorando (1:14:43-1:15:39).
52 El documental comienza con un epígrafe del neurólogo Oliver Sacks que afirma: “[…]
el autismo, aunque puede ser considerado una condición de interés médico, un sín-
drome patológico, debe considerarse también toda una manera de ser, una identi-
dad totalmente distinta que necesita ser consciente (y estar orgullosa) de sí misma”
(00:24-00:55).
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204 Susanne Hartwig
5 Comparación y conclusiones
Los análisis han mostrado que los relatos que dejan expresarse al subalterno e
intentan escucharlo no siguen una sola pauta textual. Mientras que Hay alguien
allí busca deliberadamente la pluriperspectiva, la observación en segundo grado
y la ambigüedad, María cumple veinte años opta por la perspectiva subjetiva radi-
cal. En María cumple veinte años falta toda referencia a terapias y a la reacción
de los padres frente a la anormalidad de su hija.53 En Hay alguien allí, en cambio,
no se hace alusión a la discriminación (al “staring” que molesta tanto a Miguel
Gallardo). Ambos textos retratan a personas con autismo sin poner énfasis en su
transformación o adaptación.
En María cumple veinte años no se utiliza la palabra autismo hasta la penúl-
tima página (en el epílogo que no es de Miguel Gallardo). En Hay alguien allí,
se habla de diagnóstico y de etiología, pero siempre en las grabaciones o las
conversaciones con terapeutas, es decir, siempre en contextos precisos. De
esta manera, ambos textos socavan la fuerza de la etiqueta autismo, o sea, de
un masterword en el sentido de Spivak. Estos masterwords pretenden reflejar
la realidad objetivamente, mientras que la construyen en realidad homogeni-
zando a los individuos etiquetados.54 María cumple veinte años y Hay alguien
allí minan el poder del masterword porque observan detalles, brindan viñe-
tas y se comunican con las personas con autismo sin analizar la forma y la
53 La ‘catástrofe’ parece ser una parte muy importante de las narraciones sobre discapa-
cidad: “[…] the narrative that surrounds the ‘catastrophe’ of a parent discovering their
child to have autism is one of the most prevalent in contemporary culture, whether
found in fiction or the non-fiction […]” (Murray 2008: 7).
54 Véase Spivak 1990: 104; Castro Varela/Dhawan 2015: 183–186. En este sentido, el diag-
nóstico crea el trastorno que pretende describir y remediar (cf. Dederich 2012: 145).
Murray considera autistic un término de moda que muchas veces se utiliza como
metáfora (Murray 2008: 9s.). La palabra autismo parece fijar una realidad muy compleja
ocultando que es una “extraordinarily unstable category” (Osteen 2008a: 10). Straus
afirma con respecto a la etiqueta ‘espectro de autismo’: “What holds it together at the
moment is not so much science, where we find a striking hetereogeneity of possible
causes, as culture” (Straus 2013: 465).
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Positions of partiality 205
55 Murray afirma: “[…] we try to banish this fear when we turn autism into narrative. By
placing it within structures that we recognize, whether they are generic form of fiction
or the context of the family, we seek to lunt its difference […]” (Murray 2008: 211).
56 Véase lo que Straus escribe sobre memorias de personas con autismo: “They are more
like what Frank […] calls ‘chaos stories’ in their defiance of traditional narrative order
and their resistance to what Osteen […] calls ‘the tyranny of the comic plot’ […]”
(Straus 2013: 470).
57 Véase la definición de Quayson: “Aesthetic nervousness is seen when the dominant pro-
tocols of representation within the literary text are short-circuited in relation to disabi-
lity” (Quayson 2007: 15). Se trata de una perturbación del orden por la discapacidad.
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206 Susanne Hartwig
58 Con referencia a Sacks y su relación con Temple Grandin, Jurecic afirma: “His knowl
edge is negotiated because he builds it in dialogue with his subject, Grandin, and also
because he mediates between areas of scholarly inquiry that are not typically thought to
have any bearing on one another. His essay bridges, for instance, biography and neuro-
logy, the study of mind and body, and, perhaps most surprisingly, scientific inquiry and
spiritual questioning” (Jurecic 2006: 16). Cf. el concepto de “[m]ediated rhetoricity”
de Lewiecki-Wilson (2003: 161).
59 Véase el “ ‘unlearning’ project” (Spivak 1988: 296).
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Positions of partiality 207
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208 Susanne Hartwig
una Sony A1 y también una Sony Z1), comencé a grabar a Helena en una
diversidad de lugares y ocasiones: en la ducha, en su cuarto con sus juguetes y
sus instrumentos musicales, en la playa, en el parque, en la plaza, en el carro,
en su preescolar, en sus terapias, etc. Y cuando no la filmaba la fotografiaba.
Eso significó para mí la mejor manera de conocer a Helena y vincularme con
ella. Y sospecho que también fue la manera en que ella me conoció y comenzó
a vincularse conmigo.
Durante este proceso no había la idea clara de para qué serviría ese material,
de cómo sería usado, ni siquiera estaba la idea de que eso ya implicaba el inicio
de la filmación de un futuro documental. La única pauta previa que había era la
forma en que me gusta hacer la cámara, y eso no estaba escrito ni esbozado en
ninguna parte sino en mi cabeza y en mi sensibilidad: cámara en mano, encua-
dres cercanos, movimientos lentos y planos fijos.
De este proceso, que duró como cuatro años, quedó una enorme cantidad
de material que luego fue procesado por Cedismundo Quintero, el editor de la
película, hasta que juntos seleccionamos lo que quedó finalmente en el montaje
final. Y debo confesar que es mi material favorito de la película (junto con el
de la doctora Negrón, pero por otras razones), tanto expresivamente como en
términos de cámara y fotografía. La intimidad y el surgimiento de ese vínculo
amoroso entre Helena y yo creo que quedaron plasmados en la imagen, y eso
es algo que quizás no logre nunca más en la vida, al menos no en ese nivel de
intensidad. Así comenzó todo.
Después vinieron razones políticas, razones surgidas del compromiso con la
realidad social en que nos desenvolvemos, y con la necesidad de incidir en que la
sociedad humana se transforme, mejore, sea más justa e igualitaria, particular-
mente aquella en nos toca en suerte nacer, crecer y vivir.
Entrar en el universo del autismo, en los consultorios médicos y psicológi-
cos, en las escuelas especiales, en los centros de atención terapéutica, y entrar
en contacto con otros padres y otras madres que vivían una realidad similar a
la nuestra con Helena, implicó darme cuenta junto con Gioconda (todo esto ha
sido un proceso vivido de una forma profundamente compartida por ambos;
hasta en mis más personales y subjetivas razones está presente también ella, y
nada de esto ha sido algo que me haya ocurrido a mí solo sino a ambos: sería
para mí imposible sondear hasta dónde llega la profundidad de la huella que
Gioconda ha ido fijando en mi subjetividad y en mi sensibilidad) de las carencias
y necesidades de las familias en las que está presente el autismo. Y una de esas
carencias era la de materiales que informaran, sensibilizaran y fueran útiles para
estas familias y para la sociedad en general en el necesario proceso de que esté
informada al respecto.
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“la mejor manera de conocer a Helena” 213
Un corte ideal es el que satisface los siguientes seis criterios: 1) está en acuerdo con la emo-
ción del momento; 2) hace avanzar la historia; 3) ocurre en un momento en que es rítmica-
mente interesante y “correcto”; 4) reconoce lo que se podría llamar “la línea de la mirada”,
es decir, lo concerniente con la situación y el desplazamiento del punto de interés de la
mirada del espectador dentro del cuadro; 5) respeta “la geometría” — la gramática de las
tres dimensiones transpuestas por la fotografía a dos (las cuestiones del eje de acción, etc.);
6) respeta la continuidad tridimensional del espacio real (adonde las personas están dentro
del cuarto y sus posiciones relativas entre sí).
La emoción en el tope de la lista, es lo que debe intentar conservar a toda costa. Si
encuentra que tiene que sacrificar alguna de esas seis cosas para hacer un corte, sacrifique
subiendo, ítem por ítem, desde abajo.
Si la emoción es correcta y la historia avanza de una manera única e interesante, con el
ritmo correcto, el público tenderá a estar desprevenido de (o indiferente a) los problemas
de edición en lo concerniente a los problemas de abajo, tales como la mirada, el eje, la con-
tinuidad espacial, etc. (…) El principio general parece ser que, satisfaciendo el criterio de
los ítems más altos de la lista, se tiende a disimular los problemas con los ítems más bajos
de la lista, pero no al revés.
Si tiene que sacrificar algo, no pierda la emoción antes que el avance de la historia. No
deje de hacer avanzar la historia por el ritmo, no deje al ritmo antes de la dirección de la
mirada, no deje la dirección de la mirada antes que el eje de acción, y no deje al eje de
acción, antes de la continuidad espacial.
Susanne Hartwig: ¿Por qué se evita cualquier referencia médica (p. ej., las tera-
pias no se explican)?
autismo, y particularmente al de una familia en que hay una niña con autismo,
una familia que va a muchas terapias, a consultas psicológicas, a consultas médi-
cas, de un modo más frecuente al de una familia sin autismo.
Información de tipo explicativo sobre terapias o caracterizaciones del autismo
y su sintomatología y tratamiento hubiesen activado las zonas de la subjetividad
de los espectadores vinculadas a lo racional, y nos interesaba más conectarnos
con las zonas de lo sensible, lo sensorial y lo emocional.
Incluso el material de la doctora Negrón lo tratamos de ese modo. La única
referencia “informativa” que pusimos de ella tuvo más la intención de mostrar
su esfuerzo por producir y difundir información que transmitir el contenido
mismo de la información que está difundiendo en ese fragmento que selec-
cionamos. Incluso filmamos una escena de consulta de Gioconda y mía con la
médica de Helena (ya había fallecido la doctora Negrón y pasamos con la doc-
tora Benarroch) que quedó completamente fuera del montaje final; y la razón fue
esa: era demasiado técnica, demasiado científica, demasiado clínica.
Antes de llegar a estas ideas me paseé por otras posibilidades, como la de bus-
car algún músico con autismo para que hiciera la música. Lo que siempre tuve
claro es que la música debía ser hecha por alguien con autismo.
mantiene entera, sin doblegarse; de modo que mostrar ese momento en que se
quiebra, en que da cauce a que se exprese y salga el dolor, la tristeza, la emocio-
nalidad, me parecía fundamental para tener un personaje más humano, más real,
más cercano a cualquier mamá de una niña como Helena (o de cualquier niño o
niña regular) y así poder facilitar la identificación del público. De hecho, siempre
sentí que pudiera haber durado unos segundos más, sólo que hasta ahí llega el
plano, allí se corta.
Susanne Hartwig: Hay alguien allí puede leerse como una afirmación o como
una pregunta, “alguien” puede ser la persona delante o detrás de la cámara.
¿Cómo se encontró el título de la película?
Eduardo Viloria: Siempre he sido un desastre para poner título a las cosas que
hago. La poesía, por ejemplo, nunca la titulaba. A los libros les puse siempre título
con algún verso que sacaba de algún poema, y a los poemas nunca les puse título.
El título lo encontró Angel Sorkin, que fue co-guionista y asistente de direc-
ción en la película, y que es, además, mi mejor amigo.
La frase Hay alguien allí es una afirmación. No es una pregunta. En varias
ocasiones ocurrió que fue leída como pregunta y siempre me molestó que eso
ocurriera. No tiene el signo de interrogación, lo cual elimina la posibilidad de
que sea pregunta, pero sucede, no sé muy bien por qué. Supongo que como las
tres palabras son bastante indeterminadas (“hay”, “alguien”, “allí”) queda como la
sensación de que no se define del todo eso que se intenta nombrar. No sé muy
bien qué pasa allí.
El sentido del título es decir que allí, adentro de una persona con autismo,
en ese sujeto que tenemos delante y que tiende a suponerse como aislado, des-
conectado e, incluso, vacío, hueco, hay una persona, hay ALGUIEN, que es tan
persona como cualquiera, con memoria, sensibilidad, gustos, afectos, necesida-
des y derechos.
Eduardo Viloria: No creo que sea pesimista. Es realista. El autismo tiene matices
dolorosos, difíciles, estresantes, angustiosos, pero también tiene alegrías, grati-
ficaciones, belleza y ternura. Y allí la película trata de ponerlo todo, el espectro
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“la mejor manera de conocer a Helena” 219
Eduardo Viloria: Hicimos más de cuarenta cine foros a lo largo y ancho del
país. Estuvimos en 21 de los 24 estados que conforman Venezuela. Eso, además
de las 8 ciudades en las que estuvo en cartelera comercial y de diez proyeccio-
nes de Cine Móvil en plazas públicas de diez ciudades pequeñas en las que no
hay sala de cine. Para eso contamos con el apoyo financiero del Consejo Federal
del Gobierno, que nos aportó los recursos para hacerlo. En este recorrido pro-
yectamos la película en espacios de todo tipo: escuelas, canchas deportivas de
comunidades, universidades, plazas, auditorios, salas de cine alternativas, salas
de conferencia, hasta en una iglesia evangélica.
Tuvimos el apoyo de muchos medios de comunicación impresos, de radio
y de televisión para darle difusión a esta propuesta de hacer los cine foros, de
modo que la gente se enteraba y nos escribían y así fuimos organizando la gira.
Todas las proyecciones nos fueron solicitadas, y fue por parte de personas vin-
culadas al autismo o a la educación especial en general, y asociaciones de padres
y madres que luchan por los derechos de las personas con autismo. En total,
llegamos a contabilizar más de 8.000 personas a las que llegamos directamente
con esas proyecciones y cine foros. Además de la película, en cada proyección
repartíamos de modo gratuito un pequeño libro que escribimos Gioconda y yo
titulado Soy persona, tengo autismo, cuya impresión financió el Consejo Federal
de Gobierno.
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220 Susanne Hartwig
Eduardo Viloria: Lo más contundente fue constatar que la película era una
necesidad. Las familias con autismo se sintieron POR FIN expresadas, visibiliza-
das. Eso fue lo más contundente. Las reacciones más frecuentes fueron de lágri-
mas. Muy poca gente de la que vio la película pudo verla toda sin llorar en algún
momento. Y, bueno, hubo muchas expresiones de gratitud hacia mí y Gioconda
por haber hecho la película y por haber tenido “la valentía” de ser personajes.
Lo más profundo que me ocurrió fue que Derick (el personaje adulto que va
a la piscina en la película), al salir de la sala de cine el día del estreno, cuando yo
me acerqué a él y a su madre a saludarlos, me dijo, repetitivamente, en esa forma
como robótica en que él logra expresarse verbalmente: “Amigo, amigo, amigo”.
El día que pasamos la película en el festival de Margarita, en la sala de cine
estaba el jurado, porque así es la dinámica del festival, el jurado ve la película
junto con el público. Al encender las luces toda la sala estaba llorando (unas 200
personas, casi todas vinculadas al oficio del cine) incluyendo a los miembros del
jurado. Recuerdo que me reí, porque pensé: “Si la peli hizo llorar al jurado…”.
Pero hubo momentos en que fue muy difícil. En muchos sitios al terminar la
película se me acercaban madres y padres deshechos en llanto, pidiendo ayuda y
orientación. Esas situaciones fueron difíciles de manejar para mí. Gioconda está
más preparada para eso que yo, pero a mí eso me resultó bastante inmanejable.
tiene muchas similitudes con Hay alguien allí, pero desde un registro anímico
y emocional distinto, y es algo más didáctica, más explicativa, pero en el punto
justo en que no se transforma en un manual. Pero creo que ambas buscan plan-
tear que el autismo no es nada “extraordinario” sino parte de la vida.
No me lo preguntaste, pero sobre el tema del autismo la película que más me
gusta es El globo negro, de Elissa Down, hecha creo que en Australia. Y la que me
parece peor de todas es El pozo, hecha en Argentina. Esta última hasta me parece
irrespetuosa con el autismo.
Abstract: This article seeks to analyse the textual strategies that Claudia Hernández, Mario
Bellatin y Guadalupe Nettel use in their novels and short stories (all published after 2000) in
order to represent the relation between physical disability and processes of subjectivation.
By using an interdisciplinary theoretical basis which combines approaches from disability
studies and philosophical anthropology with concepts developed by Giorgio Agamben
and Michel Foucault the study aims for verify the hypothesis that disabled figures operate
in a productive oscillation between activation and deactivation in constitution processes
of identity.
Keywords: writings of the self, potentiality, incorporated difference, strategies of reappro-
piation, dialectics of disuse
1 Introducción
A continuación se nos presentan figuras con discapacidades físicas que hablan
por y sobre sí mismas. En un proceso de empoderamiento el contenido de sus
enunciaciones y reflexiones no versa tanto sobre el carácter divergente de su cor-
poralidad, sino que mide las posibilidades a su alcance. En este sentido, y supe-
rando el binarismo de normalidad y desviación, las voces sugieren una tercera
vía al conceptualizar y vivir la diversidad funcional centrándose en la poten-
cialidad. Si bien comunica con lo individualmente previsible y lo socialmente
deseable, la potencialidad opera más allá de estas dimensiones ideales y nor-
mativas cuando el énfasis se pone en las implicaciones prácticas que su carácter
proyectivo conlleva para la modulación del presente individual. En el caso de los
textos que se analizarán a continuación es —así la hipótesis— un presente que
se configura, particularmente, como proceso de subjetivación en la oscilación
marcada entre activación y des/activación.1
Con esto, en su meditación sobre la interrelación del cuerpo extraordinario
y procesos de subjetivación los escenarios ficcionales de Claudia Hernández,
11 “In meinem Buch spreche ich von inoperosità. Sie bezeichnet weder Nichtstun noch
Muße, sondern eine besondere Form der Tätigkeit, die darin besteht, die Werke der
Ökonomie, des Rechts, der Biologie und so weiter zu deaktivieren und außer Kraft zu
setzen, um sie einem neuen Gebrauch zu öffnen” (https://www.zeit.de/2015/35/gior-
gio-agamben-philosoph-europa-oekonomie-kapitalismus-ausstieg/seite-4 [31-07-2018]).
12 “Die Lebensform ist […] eine jedes Leben durchziehende Spannung, die […] sogar
körperliche Gegebenheiten außer Kraft setzt, um einen anderen Gebrauch von
ihnen zu machen” (https://www.zeit.de/2015/35/giorgio-agamben-philosoph-europa-
oekonomie-kapitalismus-ausstieg/seite-4 [31-07-2018]).
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Cuerpo, des/uso y subjetivación en Hernández, Bellatin y Nettel 229
frontera (2002), Olvida uno (2005) y De fronteras (2007). Por su obra cuentística
obtuvo el premio Juan Rulfo del año 1998 y el premio Anna Seghers en 2004.
Hernández concibe exclusivamente cuentos, algunos de ellos se pueden deno-
minar “microrrelatos”.13 En diferentes ocasiones la crítica ha calificado su obra
como parte de la estética del cinismo.14 El cuento “Molestias de tener un rinoce-
ronte” que se analizará a continuación forma parte del volúmen De fronteras que
contiene en total 16 relatos. Predominan los escenarios extraños, hasta fantásti-
cos, en los cuales se desarrollan los ejes temáticos de la violencia, la muerte y el
cuerpo mutilado o deforme.15
Muchas veces faltan explicaciones para las situaciones que se presentan, lo
que multiplica su impacto en el lector. Sobre todo la violencia y sus repercusio-
nes en el cuerpo humano se desarrollan sin mayor explicación ni contextuali-
zación;16 sin embargo, la guerra civil en El Salvador (1980-1992) está presente
como referencia histórico-política.
En el relato “Molestias de tener un rinoceronte” la experiencia del cuerpo
extraordinario aparece ligada a la compañía de dicho animal. El tono irónico, a
veces lacónico, del texto traduce una dinámica particular de cercanía y distancia
entre el protagonista que tiene un brazo amputado y el rinoceronte que fun-
ciona en tanto catalizador simbólico del des/uso. De ello da cuenta ya la primera
frase del texto: “Es incómodo que a uno le haga falta un brazo cuando tiene un
rinoceronte” (Hernández 2007: 11). La des/activación corporal, tanto como la
multiplicidad de otras acciones y su posible reapropiación se perciben en fun-
ción de la presencia extraña del animal, de la cual no sabemos si no es solamente
un producto imaginario del protagonista. De esta manera, y bajo la (supuesta)
observación de una serie de personas desconocidas, se desarrolla una relación
largo del texto se aprende que éstas se deben a los efectos de la talidomida. Los
cuerpos extraordinarios se encuentran en un estado fuera de espacio y tiempo;
la diégesis opera sin referencias fijas. Así, la diversidad funcional se extiende del
nivel semántico al nivel formal.
La novela consiste en 36 capítulos, cada uno titulado según el nombre de una
flor. Entre los capítulos resaltan dos extractos de diarios ficticios que merecen
ser estudiados más a fondo. En el conjunto de la novela se localizan en un nivel
metatextual, donde obtienen una función de comentario en vista a la representa-
ción de la diversidad funcional que se presenta como hilo conductor en la hete-
rogeneidad de la trama. Son los únicos fragmentos escritos en primera persona
que aparecen a lo largo del texto. Como veremos a continuación, escenifican una
particular escritura del yo a través de la cual se explora la dinámica del des/uso y
su potencialidad emergente.
El primer fragmento —extraído supuestamente del “Diario del premio Nobel
de Física de 1960”— se presenta, además, como lema paratextual localizado en
la primera página de la novela. Dice así:
Recuerdo cuando acudí donde un anciano y reputado médico homeópata. Me llevó mi
padre, yo era un niño. En ese tiempo ya usaba una mano ortopédica. El médico la asió
para tomarme el pulso. Yo estaba tan intimidado que no hice nada para sacarlo de su
error. El honorable médico atenazó con fuerza la muñeca de plástico. Pese a todo, en
ningún momento me dió por muerto. Al contrario, mientras iba contando las supuestas
pulsaciones le dictaba en voz alta a su ayudante la receta que curará todos mis males.
(Bellatin 2004: 7)
La voz personalizada expresa una dinámica prospectiva del des/uso que adquiere
un carácter programático para el texto entero. A partir de la experiencia del exa-
men médico, la desactivación del cuerpo extraordinario se abre aquí a otro uso
potencial inducido por el médico y basado en la fantasía. Con esto, al parecer,
el des/uso mismo se vuelve el punto de partida de un proceso curativo, deviene
la base de una “receta” que le ordena al supuesto premio Nobel de Física, una
reapropiación corporal que, tal como en el cuento de Hernández, se basa en lo
imaginario.
Es interesante que el segundo fragmento que aparece en el capítulo
“Mastuerzos”, ya casí al final del texto, retoma esta dinámica del des/uso
explorándola a partir del estado onírico y exponiendo, además, un mayor
percepción visual en torno a los cuerpos mutilados, hecho que he analizado en otra
ocasión. Véase Callsen 2013: 139–153.
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Cuerpo, des/uso y subjetivación en Hernández, Bellatin y Nettel 233
En lo que sigue del texto son particularmente sugerentes tanto las represen-
taciones de experiencias de la diferencia incorporada como del trabajo en el
cuerpo extraordinario. Sobre todo en los pasajes en los cuales la protagonista
recuenta y revive los diferentes ejercicios a los cuales fue sometida (p. ej. el
entrenamiento del ojo débil por medio de la exposición a la luz negra y a través
de la aplicación de un parche en el ojo izquierdo para reforzar el ojo derecho),
en parte se hace notable un tono amargo, dando cuenta del sufrimiento pasado:
Quizás, así contado, pueda parecer divertido, pero la verdad es que yo lo vivía como un
auténtico tormento. […] Hay personas a las que obligan durante su infancia a estudiar
un instrumento de música o a entrenarse para competiciones de gimnasia, a mí se me
entrenaba a ver con la misma disciplina con que otros preparan su futuro como depor-
tistas. (Nettel 2011: 15)
Gran parte del texto trata el tema de la escolaridad que representa un desafío
para la protagonista puesto que fuera del ámbito familiar se ve confrontada por
primera vez con las categorías de “normalidad” y “desviación”:
de una deformación física del ojo, Guadalupe Nettel los trata asimismo en otros textos,
a saber en el cuento “Ptosis” del volúmen Pétalos y otras historias incómodas y en la
novela El huésped, donde los combina con una perspectiva sugerente sobre la esqui-
zofrenia. Para un análisis detenido y abarcador de esta novela de Nettel véase Kengel
2013: 67–80.
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Cuerpo, des/uso y subjetivación en Hernández, Bellatin y Nettel 235
No había otros niños así en mi colegio, pero tenía compañeros con otro tipo de anor-
malidades. Recuerdo a una nena muy dulce que era paralítica, un enano, una rubia de
labio leporino, un niño con leucemia que nos abandonó antes de terminar la primaria.
Todos nosotros compartimos la certeza de que no éramos iguales a los demás y de que
conocíamos mejor esta vida que aquella horda de inocentes que, en su corta existencia,
aún no habían enfrentado ninguna desgracia. (Nettel 2011: 14)
4 Conclusión
Resumiendo podemos decir que en los textos estudiados se conciben variaciones
de escrituras del yo que se van perfilando conforme exploran diferentes des- y
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236 Berit Callsen
re-usos del cuerpo extraordinario. Los protagonistas aplican una gama de estra-
tegias y catalizadores de reapropiación que van del ensimismamiento imagina-
rio al soliloquio terapéutico. Sin embargo, conviene llamar la atención sobre el
hecho de que estas escrituras del yo se desarrollan en un anonimato tentativo.
Así, ninguno de los protagonistas lleva nombre propio, y si lo lleva, como en la
novela de Bellatin, difícilmente puede ocultar su estatus ficticio. De esta manera,
se intuye cierto estado excéntrico que sitúa al individuo fuera de sí en su bús-
queda y vivencia de la reapropiación corporal. De ello se puede concluir que en
los textos la escritura del yo no implica necesariamente una integración con-
gruente del sujeto que escribe o habla, hecho que se traduce, asimismo, por el
modo irónico que subyace a menudo en la modulación de procesos de subjetiva-
ción. Quizás la distancia abriéndose por medio de la ironía y desde el anonimato
crea el espacio necesario para la reorientación individual.
Así, se insinua también cierta soledad que subyace en estas escrituras del yo.
Son individuos tan solos como insólitos que se auto-examinan a través de ellas.
En este aislamiento tentativo la interacción con los demás, si bien en momen-
tos está presente, no obtiene mayor efecto para la subjetivación y se omiten
p. ej. representaciones de reacciones de compasión o admiración por parte del
entorno social.
En suma, se puede afirmar que los textos traspasan representaciones estereo-
tipadas de la discapacidad enfocando un valor productivo que se encuentra en
la dialéctica del des/uso. Sin embargo, ninguno de los textos estudiados adopta
una actitud moralizante hacia el trabajo del yo que se realiza entre des/uso y
subjetivación: no se impone una normatividad del des/uso del cuerpo extraor-
dinario. Los textos de Hernández, Bellatin y Nettel exploran y exponen las res-
pectivas escrituras del yo más bien como vías de subjetivación sin calificarlas de
mejores o peores que otras. Ilustran un concepto de diversidad funcional que se
centra en la potencialidad de otra acción que, surgiendo de la desactividad, es
capaz de resignificar el cuerpo extraordinario y de consolidar el sujeto. De esta
manera, es a partir de la reducción y por medio de la falta que se llevan a cabo
re-constituciones de la subjetividad. A través de un trabajo del yo que se ejerce
con el cuerpo deforme y desde la distancia productiva, los protagonistas viven
distintos modos de una auto-relación y auto-revelación cambiante. En suma, los
textos estudiados escenifican la diversidad funcional en tanto concepto flotante
que abre un campo de experimentación corporal extendiéndose más allá de lo
meramente físico, a lo imaginario, onírico y ético.
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238 Berit Callsen
Abstract: Cortázar’s comments on literature and diversity change remarkably after his
migration to Paris. While his early theoretical essays present an individualistic view of
diversity that is inspired by romantic and modern models such as Keats and Kafka, his
later fiction adds an ironical view that implicitly takes distance from the essayistic writing
he associates with Argentina. The staging of theory and taxonomy in Historias de cronopios
y de famas (1962) prepares thus the impertinent and burlesque representation of poetics
in Rayuela (1963). This is especially relevant for the views on reader-response and expla-
nation: while the instruction of the reader as “lector cómplice” could be understood as
a serious attempt at experimental, non-linear or hypertextual narrative, the intertext of
Historias de cronopios y de famas suggests that it is rather as tongue-in-cheek play with
the critics’ desire of categories.
Keywords: Julio Cortázar, Rayuela/cronopios/famas, individualism, impertinence, irony
Estas ideas acerca del lenguaje parecen prefigurar las del post-estructuralismo,
como lo ha advertido Walter Bruno Berg (1991). Sin embargo, contrariamente a
los autores de la llamada deconstrucción, Cortázar no sigue adelante en el campo
de la teoría (y deja sin publicar la “Teoría del túnel”), sino que prefiere explo-
rar el tema por medio de la práctica literaria: abandona el ensayo a favor de la
narración. Me gustaría hacer hincapié en este cambio, que se produce en los años
cincuenta.
La actitud de Cortázar frente a lo otro parte de una idea romántica sobre la
poesía, que se puede describir como un ideal de comunión individualista. En su
largo ensayo “Imagen de John Keats”, escrito en los cuarenta, aparece el motivo
de la inmersión del poeta en el mundo. De este manuscrito, el autor saca un
pasaje para otro ensayo, y para el breve texto “Casilla del camaleón” en La vuelta
al día en ochenta mundos (1967):
Si conocer alguna cosa supone siempre participar de ella en alguna forma, aprehenderla,
el conocimiento poético se desinteresa considerablemente de los aspectos conceptuales
y quitinizables de la cosa y procede por irrupción, por asalto e ingreso afectivo a la cosa,
lo que Keats llama sencillamente tomar parte en la existencia del gorrión y que después
los alemanes llamarán Einfühlung, que suena tan bonito en los tratados. (Cortázar
2000: 189, cf. Mesa 1998: 138)
2 Individualismo
Historias de cronopios y de famas es una colección de textos heterogéneos que
reivindica esta heterogeneidad. En las cartas escritas por el autor a su amigo
Eduardo Jonquières durante la composición se manifiesta el rechazo al género
ensayístico o programático, y su función catártica: los ‘cuentecitos’ cierran el
capítulo de los desaforados proyectos poéticos y abren el camino para la escri-
tura de una novela, que será Rayuela.
Estos cuentecitos de cronopios y de famas han sido mis grandes camaradas de París. Los
anoté en la calle, en los cafés, y sólo dos o tres pasan de una carilla. No los considero
obra seria, sino un descanso bien merecido después de Keats. Noto que me ha sido dada
cierta magia verbal, y los cronopios son la objetivación espontánea de esos juegos de
la palabra consigo misma. Pero tú, buen observador, verás que por debajo van aguas
más duras e intencionadas. Pienso que en la Argentina un librito así molestaría —como
vagamente molestaba Macedonio Fernández, o molesta Ramón—, y que en cambio
aquí, después de Plume por ejemplo, o los juegos de Crevel o de Desnos, valdría por lo
que vale, es decir se lo aceptaría de lleno y se lo juzgaría con la misma seriedad que a
una poesía de intención más alta. […] Me gusta (lo he descubierto) leer en alta voz estos
pequeños cuentos. Suenan muy bien y son materia juglaresca, pícara, prosa de alta voz.
Ah, me gustaría leértelos. De veras, es libro de juglar, y no está mal que sea así. No sé lo
que voy a hacer ahora. Deseos, deseos… Pero nada ensayístico, eso no. (Carta del 1 de
octubre de 1952, Cortázar 2010: 111)
Los cuatro apartados del libro son vinculados por un hilo conductor que es el
rechazo y la burla hacia cualquier género normativo. Esto es patente para el apar-
tado llamado “Manual de instrucciones”, en el que el narrador transmite un saber
acerca de actividades supuestamente naturales como llorar o subir una escalera.
Más allá de la des-automatización del género de manual de instrucciones estas
enseñanzas sobre lo más obvio sirven también para desnaturalizar las funciones
humanas y desarmar los “guiones sociales” (Berg 1991: 155–162, Gache 2009).
Estos textos pueden servir de introducción ejemplar al mundo de la diversidad
funcional. En vez de otorgar un saber objetivo y de uso general provocan una
reflexión acerca de lo que es aparentemente normal, con subjetividad y con vistas
a la excepción.
La segunda parte, Ocupaciones raras, cambia de género literario pero man-
tiene una actitud subversiva. De modo autobiográfico, el narrador cuenta
anécdotas que giran en torno de su familia ‘rara’. El resultado es una especie de
Familienroman freudiano, en el que una familia de clase media se dedica a ocu-
paciones poco habituales, como por ejemplo el erigir un patíbulo en su jardín,
o convertir una sucursal de correos en un lugar surrealista donde se distribu-
yen globos y se tratan los bultos con alquitrán y plumas. En mucho recuerda la
colección de cuentos Bestiario (1951), ubicada en el mismo universo burgués.
Miremos más de cerca el ejemplo de la “Tía en dificultades” que teme caerse de
espaldas, ejemplo de esta actitud disfuncional:
¿Por qué tendremos una tía tan temerosa de caerse de espaldas? Hace años que la
familia lucha para curarla de su obsesión, pero ha llegado la hora de confesar nuestro
fracaso. Por más que hagamos, tía tiene miedo de caerse de espaldas; y su inocente
manía nos afecta a todos, empezando por mi padre, que fraternalmente la acompaña
a cualquier parte y va mirando el piso para que tía pueda caminar sin preocupaciones,
mientras mi madre se esmera en barrer el patio varias veces al día, mis hermanas reco-
gen las pelotas de tenis con que se divierten inocentemente en la terraza y mis primos
borran toda huella imputable a los perros, gatos, tortugas y gallinas que proliferan
en casa. Pero no sirve de nada, tía sólo se resuelve a cruzar las habitaciones después
de un largo titubeo, interminables observaciones oculares y palabras destempladas a
todo chico que ande por ahí en ese momento. Después se pone en marcha, apoyando
primero un pie y moviéndolo como un boxeador en el cajón de resina, después el
otro, trasladando el cuerpo en un desplazamiento que en nuestra infancia nos parecía
majestuoso, y tardando varios minutos para ir de una puerta a otra. Es algo horrible.
Varias veces la familia ha procurado que mi tía explicara con alguna coherencia su
temor a caerse de espaldas. En una ocasión fue recibida con un silencio que se hubiera
podido cortar con guadaña; pero una noche, después de un vasito de hesperidina, tía
condescendió a insinuar que si se caía de espaldas no podría volver a levantarse. A la
elemental observación de que treinta y dos miembros de la familia estaban dispuestos
a acudir en su auxilio, respondió con una mirada lánguida y dos palabras: “Lo mismo”.
Días después mi hermano el mayor me llamó por la noche a la cocina y me mostró una
cucaracha caída de espaldas debajo de la pileta. Sin decirnos nada asistimos a su vana y
larga lucha por enderezarse, mientras otras cucarachas, venciendo la intimidación de la
luz, circulaban por el piso y pasaban rozando a la que yacía en posición decúbito dorsal.
Nos fuimos a la cama con una marcada melancolía, y por una razón u otra nadie volvió
a interrogar a tía; nos limitamos a aliviar en lo posible su miedo, acompañarla a todas
partes, darle el brazo y comprarle cantidad de zapatos con suelas antideslizantes y otros
dispositivos estabilizadores. La vida siguió así, y no era peor que otras vidas. (Cortázar
1970: 39–40)
La actitud del narrador en este pasaje es todo salvo unívoca: por un lado, enfatiza
la diferencia que lo separa de su tía tan rara, por otro lado siente una atracción
vertiginosa por lo que no es lo “más natural”. Los cuentos citados seguirán explo-
rando este “miedo” provocado por la posibilidad de lo diverso, y la falta de con-
ceptos que lo puedan “explicar”. A nivel de la experiencia individual, a nivel de la
empatía, se plantea la alternativa de la comunión eufórica o del distanciamiento
con lo que es excepción a la norma; este último, sin embargo, nunca puede ser
completo, y le provoca un sentimiento ominoso al narrador. La tía descolocada
es el doble que realiza su deseo más oculto: ser diverso. Y por la incapacidad de
explicar la tía, el narrador se entera de la incapacidad de entenderse a sí mismo
como individuo. La diversidad funcional aparece, en estas páginas, como objeto
del deseo inconsciente de cualquier persona individualista.
3 Impertinencia
El próximo apartado, “Material plástico”, comenta con humor el rigor de las cos-
tumbres, normativas y prohibiciones. Introduce el tema de la personificación a
partir de los objetos ‘normalizados’. De esta forma, las bicicletas aparecen como
lectoras potenciales del cartel “Vietato introdurre biciclette”:
En los bancos y casas de comercio de este mundo a nadie le importa un pito que alguien
entre con un repollo bajo el brazo, o con un tucán, o soltando de la boca como un pio-
lincito las canciones que me enseñó mi madre, o llevando de la mano un chimpancé con
tricota a rayas. Pero apenas una persona entra con una bicicleta se produce un revuelo
excesivo, y el vehículo es expulsado con violencia a la calle mientras su propietario
recibe admoniciones vehementes de los empleados de la casa.
Para una bicicleta, ente dócil y de conducta modesta, constituye una humillación y
una befa la presencia de carteles que la detienen altaneros delante de las bellas puertas
de cristales de la ciudad. Se sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de
remediar su triste condición social. Pero en absolutamente todos los países de la tierra
está prohibido entrar con bicicletas. Algunos agregan: “y perros”, lo cual duplica en las
bicicletas y en los canes su complejo de inferioridad. Un gato, una liebre, una tortuga,
pueden en principio entrar en Bunge & Born o en los estudios de los abogados de la calle
San Martín sin ocasionar más que sorpresa, gran encanto entre telefonistas ansiosas o, a
lo sumo, una orden al portero para que arroje a los susodichos animales a la calle. Esto
último puede suceder pero no es humillante, primero, porque sólo constituye una pro-
babilidad entre muchas, y luego porque nace como efecto de una causa y no de una fría
maquinación preestablecida, horrendamente impresa en chapas de bronce o de esmalte,
tablas de la ley inexorable que aplastan la sencilla espontaneidad de las bicicletas, seres
inocentes. De todas maneras, ¡cuidado, gerentes! También las rosas son ingenuas y dul-
ces, pero quizá sepáis que en una guerra de dos rosas murieron príncipes que eran como
rayos negros, cegados por pétalos de sangre. No ocurra que las bicicletas amanezcan un
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246 Matei Chihaia
día cubiertas de espinas, que las astas de sus manubrios crezcan y embistan, que acora-
zadas de furor arremetan en legión contra los cristales de las compañías de seguros y que
el día luctuoso se cierre con baja general de acciones, con luto en veinticuatro horas, con
duelos despedidos por tarjeta. (Cortázar 1970: 57)
4 Ironía
La temática de la ‘tipología ridícula’ se prolonga en el último apartado, cuyo título
es el mismo que el título de la obra. La invención de un universo compuesto por
tres tipos o clases de seres —cronopios, famas y esperanzas— es una sátira del
costumbrismo social, y más generalmente de las clasificaciones, incluyendo las
taxonomías científicas. La división de los seres en cronopios, famas y esperanzas
recuerda los chistes patafísicos (cf. Martínez Andrade 1993–1994: 43); las cate-
gorías suenan como si tuvieran sentido y si sirvieran a una tipología sociológica.
En realidad, estos personajes son el resultado de un montaje surrealista, cuya
gestación el propio Cortázar describe como una especie de alucinación (Prego
1985: 123–124; cf. Canfield 2005: 56; cf. Harss 1991: 699–700). Como las bici-
cletas discriminadas, los cronopios, famas y esperanzas están a caballo entre la
personificación antropomórfica y los rasgos no humanos que los conectan al
universo de objetos. Me parece que la idea de los cronopios nace a partir de unas
gotas de lluvia antropomorfizadas, las gotas suicidas (Cortázar 1970: 92); la exa-
cerbación de esta alegoría da los seres “verdes y húmedos” (Cortázar 1970: 101–
102, 104) que se describen en los primeros textos del apartado. Hay más: el
conjunto de Historias de cronopios y de famas es vinculado por un paradigma de
gotas, una constelación que me parece la ‘figura’ de este libro: lluvia, lágrimas y
la última burbuja que brota de la nariz de Guk, el pobre camello kafkiano que no
logra salir de su Oasis (Cortázar 1970: 87). Este paradigma culmina en el grupo
de los cronopios, siempre bañados de lluvia y de lágrimas.
El paradigma líquido sirve también para resaltar el absurdo de la categoriza-
ción aplicada a los cronopios, famas y esperanzas, y para burlarse directamente
de la “Fe en la ciencia”:
Una esperanza creía en los tipos fisonómicos, tales como los ñatos, los de cara de pes-
cado, los de gran toma de aire, los cetrinos y los cejudos, los de cara intelectual, los de
estilo peluquero, etcétera. Dispuesta a clasificar definitivamente estos grupos, empezó
por hacer grandes listas de conocidos y los dividió en los grupos citados más arriba.
Tomó entonces el primer grupo, formado por ocho ñatos, y vio con sorpresa que en
realidad estos muchachos se subdividían en tres grupos, a saber: los ñatos bigotudos, los
ñatos tipo boxeador y los ñatos estilo ordenanza de ministerio, compuestos respectiva-
mente por 3, 3 y 2 ñatos. Apenas los separó en sus nuevos grupos (en el Paulista de San
Martín, donde los había reunido con gran trabajo y no poco mazagrán bien frappé) se
dio cuenta de que el primer subgrupo no era parejo, porque dos de los ñatos bigotudos
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248 Matei Chihaia
pertenecían al tipo carpincho, mientras el restante era con toda seguridad un ñato de
corte japonés. Haciéndolo a un lado con ayuda de un buen sándwich de anchoa y huevo
duro, organizó el subgrupo de los dos carpinchos, y se disponía a inscribirlo en su libreta
de trabajos científicos cuando uno de los carpinchos miró para un lado y el otro car-
pincho miró hacia el lado opuesto, a consecuencia de lo cual la esperanza y los demás
concurrentes pudieron percatarse de que mientras el primero de los carpinchos era evi-
dentemente un ñato braquicéfalo, el otro fíato producía un cráneo mucho más apro-
piado para colgar un sombrero que para encasquetárselo. Así fue como se le disolvió el
subgrupo, y del resto no hablemos porque los demás sujetos habían pasado del maza-
grán a la caña quemada, y en lo único que se parecían a esa altura de las cosas era en su
firme voluntad de seguir bebiendo a expensas de la esperanza. (Cortázar 1970: 120–121)
Los críticos de los años noventa que hemos citado, Berg y Juan-Navarro,
ambos advierten los matices irónicos de estos elementos programáticos. Sin
embargo, consideran que la función de la ironía es encaminar al lector hacia
una cosmovisión más compleja y profunda. No les impide tomar en serio, en sus
interpretaciones de la obra, el tratado poético Morelliano–Berg porque no valora
la dimensión burlesca de las Historias de cronopios y de famas, Juan-Navarro
porque no percibe la cercanía entre los dos textos. La lectura sinóptica pone de
relieve no solamente las semejanzas entre el “tablero de instrucción” y el “manual
de instrucciones” de las Historias, sino también las correspondencias entre las
clasificaciones de Morelli y las de “cronopios”, “famas” y “esperanzas”. Lo mismo
pasa con la tipología entre lectores “cómplices” y lectores “hembras”, que parece
corroborar las dos vías de lectura de forma reiterada y con rigor casi científico
(Cortázar 1996: 79, 99, 109, 361, 386). La primera diferenciación es introducida
de forma bastante distanciada como una “nota pedantísima de Morelli” —puesta
entre comillas irónicas por el narrador, que descarta por esta puesta en escena
el discurso ensayístico a favor de la narración experimental posvanguardista. Se
siembran numerosas otras pistas para que el lector se entere de que esta clasifi-
cación no se debe tomar al pie de la letra. Entre estas está el comentario explícito
“Método: la ironía, la autocrítica incesante, la incongruencia, la imaginación al
servicio de nadie” (cap. 79, Cortázar 1996: 325) y el conjuro final “con lo cual
todo el mundo sale contento, y a los que protesten que los agarre el beriberi”
(cap. 79, Cortázar 1996: 327). El machismo patente (y criticado con frecuencia,
cf. las disculpas de Cortázar 1996: 788) junto la referencia liviana a la enferme-
dad crónica, el beriberi, recuerda que esta clasificación de lectores es tan necia
como la propuesta fisonómica en Historias de cronopios y de famas. Otra vez, el
narrador rechaza las posturas categoriales, las divisiones, y deja prevalecer la
puesta en escena narrativa.
Cortázar usa un discurso irónico por alejarse de cualquier ensayismo que pre-
tende enseñar, dirigir, clasificar al lector. Me parece que se hace demasiado poco
caso de esta cara irónica del escritor argentino: actitud que no le distancian sola-
mente de las diferentes normativas que habitan nuestro mundo, sino también de
las apuestas teóricas del romanticismo, de las vanguardias y de los propios ensa-
yos poetológicos del autor. Es a partir de su estancia en París, es decir durante
los años cincuenta, que su propuesta del individualismo y de la impertinencia se
unen a una ironía radical. Aunque estas posturas arremeten contra las normas y
la idea de lo normal, pueden también constituir un obstáculo a un compromiso
de solidaridad colectiva. Efectivamente, la puesta en escena de la diversidad en
los textos que acabo de comentar es tan ambigua como abierta: puede provocar
el miedo (o un sentimiento de lo ominoso) tanto como la risa (o un sentimiento
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Lecturas de la diversidad en Historias de cronopios y de famas y Rayuela 251
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Siglo XX: 680–702.
Abstracts: The focus of this academic study is the creation of a film text for the blind thanks
to audio description; a combination of skills and techniques that translate images into
verbal expressions. To this end, as a tribute to Miguel Cervantes in the fourth centenary
of his death, an adaptation of the first chapter of the TVE series El Quijote de Miguel de
Cervantes (Gutierrez Aragon, 1990) was carried out.
Keywords: audio description, translation, sensory accessibility, Miguel de Cervantes, El
Quijote
aspecto precisamente por la relevancia que tiene en el guion original, así como
por la posibilidad que propicia el código sonoro que emplea la AD.
El propio Cervantes manifiesta en la novela su preocupación, y la del
hidalgo, por el aspecto de la sonoridad en numerosas ocasiones. Así, por ejem-
plo, cuando decide el nombre de Rocinante, afirma: “[…] al fin le vino a llamar
Rocinante: nombre a su parecer, alto, sonoro y significativo” (2015: 32), y la
hace extensible al optar por el de Dulcinea: “[…] vino a llamarla Dulcinea del
Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y pere-
grino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto”
(2015: 33).
Es, por lo tanto, obligatorio que el guion audiodescriptivo se realice acorde
a dicho rasgo de la sonoridad, máxime teniendo en cuenta que ese canal, el
sonoro, será la vía de transmisión de la obra adaptada. Con la incorporación
del protagonismo de la sonoridad al GAD se posibilita coherencia sonora con el
texto literario de Cervantes (en realidad, guion literario de la serie) así como con
el guion fílmico de Cela, con lo que se evitan cambios bruscos que interrumpan
o alteren al espectador ciego en su recepción de la trama.
Como en todo proceso de AD, son seis las fases o etapas que deben seguirse,
tal y como indica la Norma UNE (AENOR 2005: 7–9): 1) análisis previo de la
obra; 2) elaboración del guion; 3) revisión y corrección del guion; 4) locución;
5) montaje en el soporte elegido; 6) revisión del producto final.
En el presente encargo académico, de corte profesionalizante (Soriano Bernal
2016), se siguieron todas las fases teniendo muy en cuenta las características del
texto audiovisual y literario y el perfil del público ciego al que va dirigido. Para
cada una de ellas se tuvieron presentes las prescripciones de la citada Norma,
como se explica a continuación.
Durante la primera fase, se realizó un trabajo de primordial importancia para
llevar a cabo con éxito el resto del proceso, debido especialmente a la referida
dualidad, literaria y fílmica, de la obra en cuestión: la identificación de los huecos
entre los diálogos donde poder insertar las AD. Este reconocimiento procura asi-
mismo medir el ritmo del film, con el fin de poderlo respetar también en el texto
con AD, ya que, en palabras de la Norma, “se debe guardar un equilibrio entre la
escasez de información y la saturación de la misma para no provocar ansiedad
ni cansancio en el oyente”.
Otro aspecto de análisis previo de la obra de gran relevancia en este caso es,
como la Norma dicta, mantener el mismo idioma en que se presente la infor-
mación sonora. En el caso que ocupa, si bien la obra es en español, el guion (de
Camilo José Cela) es una adaptación muy respetuosa de la novela; por ello, se
mantienen los términos y otros rasgos del español del Siglo de Oro. Este dato ha
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Accesibilidad de la diversidad funcional en el aula 257
desconocidas hasta el momento para los estudiantes. Se trata, por tanto, de apro-
vechar este encargo de corte profesional como una fuente de aprendizaje autó-
nomo y, al tiempo, dirigido.
En el siguiente apartado, se explican de manera más concreta y profunda
algunos de estos retos traductores y las soluciones propuestas por profesora y
alumnos para el actual encargo. Sin embargo, antes de llegar ahí es necesario
hacer una presentación de la ficha técnica de la serie (Filmaffinity 2016), punto
de partida de la traducción intersemiótica:
El carácter intersemiótico de la AD como tipología traductora audiovisual
accesible, es decir, el paso de imágenes a palabras, implica que se parta del len-
guaje de cámara y de imagen, así como del montaje visual, del capítulo de la serie
objeto del trabajo para elaborar y organizar los mensajes verbales (sonoros) que
lleguen al receptor ciego.
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Accesibilidad de la diversidad funcional en el aula 259
primera salida iluminados por el astro solar. Se trata de un plano entero contra-
picado, lleno de luz y majestuosidad.
La AD (00:56:12:10) aprovecha la luz del amanecer para indicar el inicio de
su salida a la primera aventura, quizá todavía de manera tímida, pero indicando
la localización de la cámara cuyo enfoque es ascendente: “Las ramas de un árbol
filtran los primeros rayos de sol”.
En el segundo ejemplo, Alonso Quijano, tras regresar maltrecho de su primera
salida como Quijote, reposa en su casa. Sin embargo, lejos de sentirse protegido
y seguro en su hogar, muestra nerviosismo y sensación de amenaza por los que
le rodean, ya que se niegan a que continúe con sus aventuras de caballería. La
imagen elegida en este caso es un potente primer plano en acentuado picado,
prácticamente carente de luz.
Mediante la AD (00:41:19:20), se traduce la expresión del rostro del hidalgo,
la oscuridad, así como el posicionamiento de cámara en orientación descen-
dente, como presagiando el fin de su cordura: “Se alejan y queda sumido en la
oscuridad”.
6 Imaginería bíblica
Fue Unamuno quien afirmó que “[…] hoy ya es el Quijote de todos y de cada uno
de sus lectores, y puede y debe cada cual darle una interpretación, por así decirlo,
mística, como a las que a la Biblia suele darse” (1914: 6). Posteriormente, Cela,
seguro conocedor de las palabras de Unamuno, indicaría este guiño espiritual
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262 Ana María Rodríguez Domínguez
7 Imagen suspendida
En la historia de la literatura es a Cervantes, en el Quijote, a quien se le atribuye
la creación de la figura retórica que manifiesta el sentimiento interrumpido: el
suspense. Gracias a este recurso narrativo, la atención del receptor lector de la
novela o espectador de la serie se ve cortada de golpe y, por lo tanto, crece la
tensión narrativa y se intensifica el interés del mismo.
Gutiérrez Aragón, en su obra, detiene temporalmente la imagen en la escena
en la que don Quijote y el vizcaíno corren el uno hacia el otro con la intención
de matarse, tal y como Cervantes hace en su novela, es decir, suspende la escena,
alegando que él es un mero transmisor de la obra original, escrita por el autor
arábigo Cide Hamete Benengeli.
Los dos siguientes fotogramas suponen las dos imágenes que se emplean en el
montaje para provocar la interrupción dramática. Con el primero, mediante un
primerísimo primer plano, en contrapicado, de don Quijote, se da paso al inicio
de la suspensión de la historia, que, en el segundo, en efecto, termina rematán-
dose, mediante la congelación del plano general en el que don Quijote y el viz-
caíno quedan con las espadas en alto.
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264 Ana María Rodríguez Domínguez
9 Conclusiones
Después de la experiencia obtenida como docente de AD en el aula de tra-
ducción, se puede afirmar que la aceptación por parte del alumnado ha sido
más que positiva. Si bien trabajar con textos audiovisuales siempre resulta muy
atractivo, convertirlos, mediante modalidades traductoras como la AD, en obje-
tos de inclusión social, despierta en los estudiantes una motivación que otras
modalidades no consiguen, probablemente porque no despiertan en el alumno
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266 Ana María Rodríguez Domínguez
la sensibilidad y empatía que ocurre con esta (al igual que con la SpS, en el caso
de las personas sordas).
Merece la pena destacar, asimismo, que la peculiaridad de los receptores del
texto meta, la ceguera, desarrolla en el alumno de traducción una comprensión
mucho más clara de la importancia que en todo encargo traductor tiene el des-
tinatario para cada fase del proceso. No siempre resulta fácil hacer entender al
estudiante que gran parte de sus decisiones traductoras vienen condicionadas
por sus receptores; sin embargo, con la práctica de la AD, este problema traduc-
tor se solventa desde el primer momento.
La dificultad añadida que entraña la audiodescripción de este film, es decir, su
carácter literario, supone otro aspecto que no debe olvidarse en ninguna fase del
trabajo y que se refleja, por ejemplo, en la utilización de recursos estilísticos de
forma recurrente como los epítetos, no sólo por la estética sonora que aportan,
sino también por la capacidad que tienen para transmitir al público la poesía
que se desprende de las imágenes, especialmente en lo que a los paisajes de la
Mancha y la figura de don Quijote se refiere.
Han sido igualmente importantes en la elaboración del GAD de este capí-
tulo los condicionantes del ritmo de la obra audiovisual y de la limitación de
los huecos de mensaje. Para mantenerlos se han evitado las subordinadas y han
prevalecido las oraciones coordinadas, en aras de la sincronía sonora y visual.
Por otro lado, con el fin de evitar la comicidad, a la que invita en numerosas
ocasiones la interpretación de la novela, como señala Fanlo (2010: 50), se ha
intentado insistir en la solemnidad, auténtico sentido de la obra, procurando un
uso equilibrado del lenguaje del Siglo de Oro y el actual.
En definitiva, independientemente de si el estudiante quiere dedicarse en el
futuro a la traducción audiovisual accesible, mediante este trabajo docente sobre
la AD encuentra una herramienta de enseñanza y aprendizaje del proceso tra-
ductor muy eficaz y aplicable en diferentes encargos de traducción.
Filmografía
Gutiérrez Aragón, Manuel. 1991. El Quijote de Miguel de Cervantes (serie).
España: CRTVE S.A.U.
Bibliografía
AENOR. 2005. Norma española UNE 153020: Audiodescripción para personas
con discapacidad visual. Requisitos para la audiodescripción y elaboración de
audioguías. Madrid: AENOR.