Elpaís de Los Turpiales, Primera Edición, 2020

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EL PAÍS DE LOS

TURPIALES
(Crónicas y Relatos 1)

Eziongeber Chino Álvarez


Selección y prólogo Milagros Mata Gil

Colección Cíclopes y Lestrigones 1


El País de los Turpiales
(Crónicas y Relatos 1)
Colección Cíclopes y Lestrigones 1
@ Eziongeber Álvarez Arias
@ Editorial Ítaca C.A., 2020
email: [email protected]
Caracas, Venezuela
ISBN 978-

Categoría: Crónicas y relatos

Coordinación y producción editorial: Milagros Mata Gil y Eziongeber Álva-


rez Arias
Administración y aspectos legales: Eziongeber Álvarez Arias
Asesoramiento editorial: Golcar Rojas
Diseño gráfico y diagramación: Milagros Mata Gil y Eréndira Maita
Dibujo de portada: Julia Hernández

Todos los derechos reservados. El contenido, diseño editorial y diseño gráfico


de cubiertas e interiores no deben ser reproducidos, copiados o impresos en
ninguna forma sin el permiso escrito de los editores.

Impresión por demanda


A mis hijos, Ely Mercedes y Víctor Eduardo
RESUMEN

El País de los Turpiales es el primer libro de crónicas y relatos del humorista


y escritor venezolano Eziongeber Chino Álvarez. Está formado por treinta
textos distribuidos en cuatro bloques: Memorias, el primero, trata de recuerdos
de la infancia y juventud de este cuentista de 56 años; Sardinas, el siguiente, se
compone de crónicas y reflexiones personales y políticas; La música por
dentro se adentra en relatos de la cotidianidad, a veces sacados de las noticias, y
aderezados con temas musicales, de salsa especialmente, y El país de los
Turpiales cuenta densas y hermosas reflexiones políticas y existenciales. El
particular estilo dialogante del Chino Álvarez compromete al lector y lo obliga a
pensar más allá del humor que enmascara y hace visible a la vez la cualidad
dramática de las realidades expuestas. Y eso, a través de un lenguaje particular:
ese ruido de la calle, indispensable para el buen narrador.
CONTENIDO

SOBRE EIZONGEBER ÁLVAREZ ARIAS

MEMORIAS
ESE TINTERO DEL CIELO

RECUERDOS Y AMORES

COMO MONEDAS DE CHOCOLATE

UNA DE REVISTAS

CREENCIAS

LA PEÑA DE MARY CARMEN

LAS EMPANADAS DE CHILA

SARDINAS
SI YO FUERA UNA SARDINA

LOS TIBURONES SIEMPRE LLEGAN A LAS CINCO.

… pero tenemos burdel

LA IGNORANCIA NO ES MALA, SABER TAMPOCO LO ES

LAS MOSCAS LEEN CARTAS MICROSCÓPICAS

EL ABUELO NEWTON
HISTORIA DE PERROS

PINTA Y LA GRAN TORRE DE LA HAMBRUNA DECRETADA

LA FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN

EL SHOW DEL GORDITO

CON PACIENCIA Y SALIVITA

DE CABRUJAS A BARRÁEZ

mis amigos me dijeron… ya no riegues esa flooor

DESCARGA

LA MÚSICA POR DENTRO


DECOMISO: UNO DE TANTOS

UN SUEÑO CON COQUITOS

(UNA CRÓNICA MONTA LA OLLA)

MEDIANÍAS

EL PAÍS DE LOS TURPIALES


UN ÁRBOL INCOMPRENDIDO

DE TODAS MANERAS, ROSAS

yo tengo ya… la casi-ta

REFLEXIONES DESDE UNA MANGA


LA CALLE ES UNA SELVA DE CEMENTO

EL PAÍS DE LOS TURPIALES

ACERCA DEL AUTOR

LA ANTOLOGISTA

EDITORIAL ÍTACA C. A

ÍTACA
COLECCIONES
CONTACTO
SOBRE EZIONGEBER ÁLVAREZ ARIAS

I.
Hay que oír la vida para que no se nos olvide, sentir cómo suenan las cosas de
verdad aunque no nos guste. Después, entrar de nuevo en la casa. Crear
literatura es crear belleza. En la medida que seas capaz de llegar a la belleza
habrás hecho una gran obra literaria. El lector siente cuánto de falso o
auténtico hay en lo que el escritor narra. Ocurre cuando el mundo que refleja
un escritor es un mundo artificial construido con malos materiales; aunque el
escritor se cuide de embellecer o engalanar el exterior llega un momento en que
si ese mundo no es auténtico se derrumba la estructura interna, es cuando
descubrimos que todo aquello era mentira.
(Salvador Garmendia, en entrevista a Blanca Elena
Pantin) 1
LO QUE A MÍ ME IMPRESIONA de los relatos y las crónicas de Eziongeber
Álvarez Arias, el Chino, es su manejo del lenguaje común de la gente que
anda por ahí, pero mezclado con un contenido lleno de seriedades y
reflexiones profundas. Cuenta las cosas que suceden en nuestro entorno.
Nos pone ante los ojos la realidad circundante que tantas veces
percibimos y no ahondamos. Él es un poco, para meterlo en su contexto,
como el Conejo de Alicia que va iluminando fragmentos de vida que son,
en suma, la vida.

1 . En el libro Voces/Escrituras Literatura Venezolana, Caracas: Editorial Ítaca,


C.A., Colección Biblioteca de Ítaca, 1, 2020
El asunto es que lo hace con tesitura de humor, lo que al lector tiende a
facilitarle la cosa cuando lo acepta, a veces sin profundizar en un
contenido que, por sabido, le parece insignificante. Que, por leído así,
entre risas, le parece una humorada, algo superficial que, no obstante, se
le queda pegado a la conciencia como una mancha de aceite. Al Chino lo
llaman humorista. Y lo es. Pero todo humorista, desde Groucho Marx
hasta Cantinflas, desde Aristófanes a James Joyce, y todos los que en el
mundo han sido y serán: Job Pim, Cabrujas, Márquez, Rojas, Padrón,
usan la burla, la paradoja, la ironía, el chiste, el chisme, como un Caballo
de Troya para penetrar (nos) la mente con la realidad tan dura y
escabrosa y reventarla.

II.
Eziongeber Álvarez Arias nació en Caracas en 1964 y luego creció en el
Oriente de Venezuela, que, como él dice, tiene otro color. Es abogado desde
1987 y ejerce en el ámbito penal. Entre unas y otras andanzas, aprendió
el difícil arte de escuchar e interpretar. Uno de sus grandes méritos es
ése: es un hombre que escucha. Otros grandes méritos le vienen de los
genes, y de las abundantes lecturas que lo nutren. Tal vez no las
exquisitas, ni siempre las que deberían, pero de que son nutritivas, lo son.
Y el otro mérito se refiere a la valentía personal con que enfrenta y critica
la situación política y social de su entorno y del país. Critica sin
cortapisas, sin limitaciones. Suelta la palabra así rompa el cielo. Y eso, sin
dudas, le habrá valido conflictos, pero no importa… Como decía Alí
Primera, tan injustamente salpicado del excremento ideológico de las
tiranías, échala/ tu palabra contra quien sea/ pero dila ya.

III.
Así que allí están las crónicas y los relatos y las décimas poéticas. A
algunos les es difícil aceptar las tan fuertes expresiones, tan alejadas de lo
académicamente correcto, con las que construye su obra. Y es bueno
recordar que esas son las que han dado fuerza y esplendor a la lengua (a
las lenguas) a lo largo de los siglos. Yo lo siento a él cercano a Quevedo.
La misma irreverencia. La misma sequedad. Por la lengua, digo. Lo
siento cercano a la tradición de la Picaresca española. A Cervantes. Al
Siglo de Oro. O a Shakespeare, pero el del Sueño de una Noche de Verano.
Él se quiere acercar a Lewis Carroll, y está bien. Y dentro de este país, lo
veo en el linaje de José Rafael Pocaterra, como ya lo he dicho. Un
modernista irónico, característica que comparte con Golcar Rojas. Pero
con un lenguaje más económico en términos de la dimensión, del uso de los
adjetivos y de cierta eficacia, claro que indiscutiblemente potenciada por
las redes sociales donde ha habitado en los últimos años.

Eso pudiera ser una desventaja, dicen, en términos del alcance de un


lector. Por el localismo. El lector, como el oyente de música, es más
intuitivo e inteligente de lo que se cree. De lo que él mismo piensa.
Imaginemos, por ejemplo, a los que escuchamos y entendemos los
tangos gardelianos repletos de lunfardo, el habla malandra de Boca y sus
alrededores: … rechiflao en mis tristezas… y demás… tu presencia de bacana…
Como también entendemos Imagine sin saber pizca de inglés. O cualquier
otra cercana a nuestro corazón. O toda esa poesía de canciones amorosas
de Nicola Di Bari. En italiano. Yo canto cuando hago mis oficios
domésticos. Y así, todos podemos entender qué dice el Chino Álvarez. Y
algunos entenderán más que otros. Si entre mil te entienden dos, has tenido
éxito.

IV.
En cuanto a los temas de sus crónicas, tan eminentemente urbanas, es
preciso destacar su enfoque del malandro. Salvador Garmendia, en una
entrevista concedida a Blanca Elena Pantin, expresa: Hay un personaje que
no ha sido novelado, un personaje riquísimo: El malandro. El malandro es un perso-
naje trágico. Está condenado a morir a los 30 años. A esa edad pierde su condición
de malandro porque pierde sus energías y habilidades. Ya no puede serlo porque mori-
rá en poco tiempo. Su vida plena de malandro será de los 18 hasta los 30 años, con
un idioma, con un acento, con una manera de vestir, con unos gustos personales, con
una manera de entender al mundo, con unas creencias y unos afectos absolutamente
propios con sus códigos y leyes internas. No he escrito sobre él porque no podría hacer-
lo: sería una traición; lo vería con unos ojos que nunca podrán entenderlo plenamente,
con un oído y un olfato que no lo podrían precisar. Por supuesto, Garmendia no
conoció a Eziongeber, ni cató su escritura. Crónicas de este volumen,
como “Un árbol incomprendido” (entrecomillado y paréntesis como
raro placet de mi escritura) “De todas maneras, rosas” o “La calle es
una selva de cemento”, tocan densamente el personaje del malandro y
sin despojarlo de sus sombras, los proveen de luces.

V.
En fin, que estamos ante la presencia de un escritor que vamos
descubriendo poco a poco. Y en la medida en que lo descubrimos,
entendemos que hay más capas en su escritura de lo que pensamos.
Como escribí en otra parte, las vidas, las muertes de los artistas suelen ser
difíciles, dramáticas y hasta trágicas. La incomprensión trata de
destruirlos siempre. Lo que importa, después de separar con el tribulum el
grano de la paja, es la obra que dejan. Lo demás, como siempre digo, es
solo anécdota e infraestructura.

VI.
Este volumen lo componen 31 crónicas y relatos, divididos en los
siguientes grupos: Memorias, Sardinas, La Música por dentro y El
País de los Turpiales. La mayor parte de ellos ha sido publicada en
Facebook, y algunos en revistas como Actualy.es y Letralia, por citar
algunas. Entonces ¿cuál es la novedad? ¿por qué el riesgo de publicar este
material que tuvo su efímera vida? Y he allí el núcleo del asunto.

Haberlo leído en sus fragmentos no es lo mismo que tener el conjunto


entero que describe a un interlocutor específico (y éste es uno de los
logros estilísticos de este escritor) los detalles de una vida
particularmente urbana y sometida a la catástrofe, pero usando los
caminos de la memoria o la reflexión. Y todo eso en clave de humor. Un
humor que enmascara, bajtinianamente hablando, que disfraza y
carnavaliza la realidad, paradójicamente el simulacro y mostrando la
inmensidad del drama. El uso del slang, del habla de la calle, potencia y
reivindica las fuentes que nutren y se nutren de ese drama.

Y no es que el planteamiento estético de Älvarez sea inédito dentro de la


literatura venezolana. Las crónicas son una rica herencia, una que nos
viene de lejos y que remite a la necesidad de entender. Lo urbano ha sido
tocado con vigor desde Guillermo Meneses y Salvador Garmendia y
Adriano González León. La poesía buscó la calle con Tráfico y Guaire. A
fines de los 80, Ángel Gustavo Infante y Wilfredo Machado visitaron
países de Bestiarios y Cerrícolas. Sí. Y sin mencionar a los coetáneos de
Facebook, a José Urriola, Quim Ramos, Nicomedes Febres, entre otros,
y a la pléyade de cronistas que hacen vida en El Estímulo, La Vida de
Nos y otros sitios.

Pero Álvarez ha sido por muchos años un lobo solitario de las letras: un
hombre a solas en busca de un camino, el propio outsider. Su profesión de
abogado penalista lo puso en contacto sin alivio con los más terribles
territorios humanos de Venezuela. Y eso, que abrió una herida en su
sensibilidad, le dio la certeza de que era preciso escribir para descifrar y si
fuera posible, transformar el mundo que lo rodea. Con el solo poder de
la palabra, espada de doble filo. Y en términos de imperativo moral.
Milagros Mata Gil
ADVERTENCIA

Para los que, haciendo uso de la literatura, nos dedicamos a contar


historias, si ellas son o no verdaderas no es, ni será nunca, un problema.
Porque sólo cuenta la anécdota como excusa para crear un producto estético
que refleje ese mundo que es nuestra particular verdad. Ésta es una de mis
historias. Si algunos hechos o personajes se parecen a los de la vida real, en
éste o cualquier otro lugar, o tiempo, es porque la vida real a menudo se co-
pia de la literatura. Por lo tanto, nadie debe verse aquí aludido. Ni tampoco
excluido.
MEMORIAS
ESE TINTERO DEL CIELO.

TE DAS CUENTA de algunos detalles importantes de tu vida cuando por


encima de cualquier cosa debes quedarte en un sitio durante algún
tiempo. Lo mismo da esperar por un avión retrasado que detenerte por
horas a causa de un accidente en la vía: no puedes volar. Solo esperar. Yo
por ejemplo siento un apego especial por la lluvia que es una fuerza que
invita al resguardo reflexivo y obligatorio por no salir a mojarte. La
contemplo. La escucho en paz. Mis amores con ella comenzaron con una
hospitalización. Para atender una situación urgente, tuve que pasar mis
buenos veinte días en un hospital y eso, a los cuatro años de edad, es
muy duro. Con tan poco tiempo en la Tierra, te aseguro que lo menos
que quieres es corretear mentalmente por ahí desde la ventana de un
hospital.
Las alternativas para que un niño inquieto como yo se quedase tranquilo,
eran, o la medicación, o la lectura de cuentos. Si me hubiesen medicado
sin el consentimiento de mis padres, mi madre hubiera despescuezado a
la enfermera y eso, por experiencia propia, no era bueno ni bonito.
Además, no era como para emburrarle ansiolíticos a un chamito, un
poco de sindéresis por favor. Tenía, sí, que aguantarme las ganas de
explorar por los pasillos del hospital, que era uno de mis divertimentos
favoritos. El fastidio era muy grande, pero para que veas, gracias a ese
confinamiento me inicié en dos aficiones que aún no me sueltan. Una, la
lectura. La otra es observar la lluvia. Parece un poco raro, pero no. En
cuanto a mi primer libro de cuentos Ever, en cuya historia tuve que
meterme obligatoriamente por las razones que te comento, éste venía
con abundante ilustración y me gustaba. El libro no era otro que La
cabaña del tío Tom. Este negro maravilloso y sufrido me acompañó
junto a otros buenos amigos a lo largo de esos veinte días de absoluta y
bien recordada convalecencia.
Ahora la lluvia. Me hospitalizaron en plena época de invierno. Digamos
en Junio. No es que los aguaceros me convirtieran en una suerte de Juan
Peña, el preclaro y ensimismado héroe de Pedro Emilio Coll en El diente
roto, pero sí que me extasiaba su presencia. En esa oportunidad, desde
mi ventana y a través del maremágnum, vi inmensos árboles bambolearse y
hasta pude atestiguar que algunos cayeran derrotados pesadamente bajo
la terrible fuerza del torrente. Para mí ver morir a esos gigantes fue tan
triste como asistir a las supremas y últimas pataletas de mi primer pollito.
En plena lluvia, las palomas, que no eran tontas, buscaban guarecerse
bajo el alero de mi puesto obligatorio de vigía. A mí no me molestaban,
pero las enfermeras las enfrentaban en épicas batallas en las que siempre
resultaban derrotadas dado el empeño infinito de las aves. Esa estancia
resultó ser de esas cosas que nunca se olvidan. Generalmente la lluvia
escrutada desde una ventana en Caracas, puede parecer aburrida y te lo
concedo. Pero es que además de buscarle la vuelta a la lluvia en grisáceos
edificios capitalinos, en Oriente, que fue mi próximo destino, la cosa era
mucho más divertida. Así, no bañarte bajo la lluvia con tus amigos en El
Tigre o en Cumaná, era vaina de cobardes y de hijitos de mamá.
Imposible, además, no aceptar otros retos: tenías que jugar chapita y
caimaneras bajo la lluvia. Había que hacer competencias de barcos de
papel en las cunetas rebosantes de aguas non sanctas que pasaban como
un río furibundo frente a tu casa y que seguían de largo. Siempre
quedábamos tablas en esos rallys náuticos. Pero de todas formas ganarles
a los demás carajitos que en todas estas cosas eran mucho más sabidos
que yo, era toda una epopeya. La lluvia es la gran convocante. Sin ella,
no hay reminiscencias y en mi caso, no habría selvas inmensas de
recuerdos que me salgan al encuentro. Luego están las románticas lluvias
en la playa de esas que se aprovechan para el toqueteo y otros detallines,
mientras los demás bañistas se piran mentándole la madre al sol. ¿Y a mí
qué? Grande lluvia, amiga lluvia.
Tuve un inolvidable compa y vecino allá en San Diego de los Altos: mi
pana Ramón Rivero. Con él compartí innumerables botellas y lluvias
porque también tenía entre sus aficiones ver chubascos tramontando las
distancias. Es que esa vaina es muy rica. Un día me contó que cuando
una persona muere y la llevan a enterrar y en el camino llueve, es porque
en vida esa persona era buena. Vainas de pueblo. Quince días después,
Ramón murió y de camino al cementerio llovió y nunca una leyenda fue
tan bonita y al mismo tiempo tan triste. Gratos recuerdos, sagrada lluvia.
Ahora mismo llueve. Veinte de junio, nueve de la noche. La radio suena
bajita. Retransmiten unas entrevistas que le hizo Vanessa Davies a
Ochoa Antich y a Eduardo Fernández. Dicen los entrevistados que están
de acuerdo con las elecciones y que al menos hay que intentarlo. Coño.
Que no importan los asaltos a los partidos porque ellos son los
prohombres que encarnan el participacionismo en Venezuela. No dejo
que eso perturbe mis amores con la lluvia y sin embargo les espeto en un
susurro: no sean tan mamagüevos, chicos. Y sigo mojando mis pensamientos
en el tintero del cielo. Pretenden que Venezuela sea el único libro que se
entienda a oscuras. Pretenden seguir empujando las aspas de un molino
para que muelan la nada. Pretenden que gritemos y que de nuestra boca
no salgan voces. No entienden. Con la lluvia no viene la tristeza. Es al
revés. La lluvia invita a tus querencias. A los tuyos que han partido. A los
tuyos que están lejos. Eso no puede ser malo. Deséales buen viaje en el
tintineo del agua que va cayendo.

Preciosa lluvia. Preciosa lluvia.


Bébeme lluvia, y hazte más fuerte.
RECUERDOS Y AMORES

HE DESARROLLADO en cautiverio, la manía de mi abuela de esconder las


vainas de mí. Por ejemplo, el café. Vierto un poco en el pote que ajá,
otro poquito en el coñoquiéncoño puso este café aquí y yo buscándolo y
así. Le sonrío al otro que soy yo porque, ya sabes, esas demencias no
son malas mi compa. Lo mismo aplica para el último par de ñemas o el
repele de harina pan que encaleté por allá fuera del alcance de mis pro-
pias garras. ¿Puedes creerlo? Pero gano perdiendo y perdiendo, me gano
una. ¿Quién dijo que el encierro es malo? Ja

Este intro es porque al menos yo, me despierto casi siempre pensando


en dos cosas: Con qué o con quién soñé anoche. Y, ¿Adónde fue que
puse el conflei? Comienzo por la segunda: Del conflei nada. Es una en-
gañifa de mi mente, lo sé. Vivo en dictadura. Esas exquisiteces van para
quienes me cuidan de no pasar hambre. Por eso, debo comer harina me-
xicana. Aceite de los Emiratos. margarina de esas que se pegan de las pa-
redes del estómago para siempre, hecha en Turquía. Son hermanosobera-
nos de la libertá. Qué más queda chamo...me río de mis vainas. Miento
madre, claro que sí. Pero...ah...con quién soñé anoche...ahora que recuer-
do, soñé con Blades en la sala de mi casa. Como es mi sueño, lo obligo a
cantarme como en la canción aquella de Gertrude y que yo te hago el
coro, le digo: -Zámpale Rubén... ¿Qué canción es esa bro? Ahhh ok:

-Miiire doña Gertrudis, le digo que estoy...(hmm)...a mí lo que más me (hmm)...a mí


lo que más me (hmm)...a mí lo que más me choca... Y así, pana son los despun-
tes de todas estas mañanas, con guacharacas bulleras inkliúd. Voy hacien-
do cualquier vaina. Por ejemplo, algo de calistenia y un poco de pesas.
Eso, mientras hierva el agua del café. Sí. Todavía le digo calistenia.
Se me ocurren cuarenta mil güevonadas en el interín. Por ejemplo, qué
no daría yo por jugar una partida de dominó virtual con tres de mis con-
tactos. Total, los muchachos de hoy hacen ternas para acometer matazo-
nes o carreras de carros en el mismo escenario virtual sin importar donde
vivan. Y pueden contarse por decenas y hasta centenas, los chamos que
gozan un bolón desde sus casas juntos, así como quien juega la ere o fu-
silao. En el juego de dominó que le propongo a mis dislates, por ejem-
plo, Toñito Vila sería mi compañero porque además las parrillas le que-
dan bien buenas. Los otros dos bien podrían ser Paúl García y Andrés
Bruzual, quien todavía se burla de mis habilidades para hilvanar una par-
tida al menos decente. Y eso que la última vez que nos vimos delante de
las fichas fue hace...treinta y cinco años. Nombro el cúmulo de años por-
que hojeé un texto de Federico Vegas en el cual hace mención de un tipo
que escribió que mientras más pequeño sea el sitio del encierro, más se
expanden los recuerdos. Y los tiempos derramados. En mi proyecto
mental, estoy barajeando las piedras y tomándome un güiskicito. Toñito
y Paúl hablan de unas jevitas y tal, Andrés se aparta de la mesa a soplar la
brasa y yo mientras barajo, me voy a los años en que en el Casino Militar
hacían fiestas domingueras en horario vespertino.

Como si no tuviera bastante con la rumba de la noche anterior, ahí me


encontraba yo buscando, tú sabes, lo que no se me había perdío. Repan-
tigado como estaba hablando con mi chamita, mis amigos que me dicen
que se piran. Si lo hacen, pierdo la cola, pero... -Me quedo mis compis,
les digo. Váyanse por la sombrita. Pero bueno, muchacho gafo, ¿y cómo
te irás? ¿A patica? Me enamoré, chamo... -Verga, ¡cuatro veces en quince
días! - Váyanse, no insistan, ¡Oh! Pobres almas sin pichinga...

Así nos despedimos.

En Cumaná cuando son las 6:30 pm, todavía es de día arrechamente,


pero al mismo tiempo es tarde. Los mesoneros recogen, mis ique futuros
suegros llaman a mi amada y en un santiamén me encuentro solitudine
en la puerta del Casino que como sabes, queda en las afueras de Cumaná
allá bien botao. A pedir cola se ha dicho. Veo una picó Ford saliendo,
conozco a la gente por encimita, les pido la cola que tal y tal y listo.
Adentro en la cabina se configura un dos pa' dos me parece. Van palo-
tiaos pero no es mi peo. Pendiente de las curvas, sólo tengo ojos -y le-
tras- para mi amada y ahí voy haciendo mentalmente uno de mis famo-
sos poemas en donde las rimas siempre terminan en elo Por ejemplo
pelo con caramelo y terciopelo con cielo. Etc.

Chico, iba yo encaramado en una picó y pensando en lo bello que es el


amor. En una de esas, el conductor me saca del tierno ensueño y me gri-
ta: -Mira catire, te dejamos a la altura del Minigolfito y vas que chuta... -
Váyalo, gracias. Llego- mebaño-ceno, y a entrarle a mi poema:

Escribo entre mis desvelos


Letra fiel y enamorada
Para mi bella, mi amada
La estrella de los mil cielos

Y así.

Al día siguiente en el liceo, le entrego la carta salpicada en Piercardán a


mi novia y me voy pa'mi salón. Como a las once de la mañana -me acuer-
do clarito-, se asoma a la puerta un hombre moreno y enchaquetao que
de inmediato paraliza el cuento de la Venus de Milo que echaba María
José, la profe: Buenas... ¿Quién es el Chino? -...yo... deslizo, levantando la
mano. -Téngaselabondá...permiso prosora, el ciudadano El Chino, tiene
que acompañarme... (¿Cagao? ni se diga...trigueño, caremalo y enchaque-
tao, eso es un paco) Vendrían otros rollos con la Disip por revoltoso y ti-
rapiedra, pero ése fue mi primer interrogatorio policial.

Investigador después de anotar todos mis datos:


-Diga usted dónde se encontraba ayer a las 6:30 pe eme.

-En el Casino Militar, Comisario.

-Digamegente.

- gente...

-¡Agente coño...!

-Agente, señor Comisario...

Para ponerlo cortico, el dos pa' dos del que te hablé fue a tener al río x.

A mí me dejaron antes tal cual te cuento. Las muchachas, que eran me-
nores, llegaron tarde a sus casas y les dijeron x y z a sus padres...y mi
nombre salió a relucir. El más guevón pues. ¿Dos horas en PTJ? Dos mi-
nutos es demasiado. Pero sorpresivamente, mi amada me esperaba en la
puerta de la PTJ y ambos corrimos a nuestro encuentro enramado de ja-
món trancao y tal.

Vuelvo al presente. Desaparecen mis panas. Se va Rubén pa'su casa con


todos esos recuerdos. Me sirvo mi desayuno: Par de arepas, queso rallao
y un guayoyo. Antes, oro. Los católicos dicen rezo. Nadie ha visto a
Dios como para preguntarle cómo prefiere que se dirijan a Él, pero si
hay un Dios (y así es) coño que meta mano que para luego es tarde pare-
ciera, ¿No? Por cierto, ese amor duró veinte días. Mis panas: -Coño
Chino, batiste tu propio récord. No sean pendejos.
COMO MONEDAS DE CHOCOLATE

Creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo la


almohada de mi niñez.
Aquiles Nazoa.

A MÍ, NO ME DA PENA tener algo de niño. 


Acaso mucho. 
La primera vez que fui a Oriente no tendría dos años de edad.
Cuando llegué a Quiriquire, a un tío mío le dio por mostrarme algunos
animales de granja.
La visión de una gallina que se me acercaba me aterrorizó tanto, que me
cuentan que largué el llanto como una sirena de ambulancia implorando
porque me alguien me quitara al horripilante monstruo de encima. 
Ese alguien fue mi viejo.
Un par de años después en Caracas, mudados al edificio Guayacán en
Los Chaguaramos, ya me dejaban bajar por las tardes al jardin de mis
delicias.  
La primera vez fui con mi padre. Jamás lo olvidaré. Es que nunca antes
vi algo tan curioso: un saltamontes. 
Si, un simple saltamontes.
La emoción que sentí no la puedo describir.
Era muy grande. Y verde por donde lo vieras. Y pegaba unos saltos tan
impresionantes, que me fue preciso querer atraparlo para poder
detallarlo. 
No pude. 
Tuvo que venir mi padre a agarrarlo con cuidado de no lastimarlo. Lo
hizo con tal facilidad -y en pleno salto- que yo quedé con la boca abierta. 
Pensé: Ah, no. Si mi papá puede hacer eso, puede hacer cualquier cosa. 
Y era cierto. Siempre fue cierto.
En razón de su trabajo, Eduardo, mi padre, nos comunicó que de
manera inapelable nos mudaríamos a El Tigre.
Adiós jardín.
Pero la casa que escogió como vivienda cobró vida en un sueño
impensable por capitalino: tener perros. 
Para un niño como yo, caraqueño de edificio y de paseos de concreto y
de metal, poder tener un perro y un patio era esencialmente un prodigio
extraordinario.
Y no fue un solo perro sino dos: Tigre y Tita. 
En todo el trecho de vida que nos acompañaron fueron perros
excelentes y muy sabidos.
Cuando nos mudamos de El Tigre a Cumaná, nuestra casa era igual pero
mejor.  Si me entiendes. 
No solo tuvimos dos perros, sino también gansos, palomas, patos, una
gallina con su gallo y un guanaguanare que cayó del cielo. 
Literalmente.
Algo le pasaría en las nubes porque un día amaneció en el patio con el ala
rota. 
Ya mi viejo había mandado a hacer un estanque inmenso para los patos y
gansos de modo que no hubo problemas con el palmípedo que
desentonaba con su entorno, pero él se creía un príncipe de traje azulado
y no le importaba mucho eso de ser distinto.
Papá adoraba su guanaguanare. 
Lo curó hasta que se restableció totalmente y un buen día lo dejó ir.
Cuando almorzábamos, el ave tenía a absoluta licencia para entrar hasta
el comedor. 
El viejo le daba cualquier cosa y el pájaro tan tranquilo se lo comía sin
mayor problema.
Amante del picante, mi papá un día se confundió y le lanzó un pedazo de
pescado ensalzado en ese picante tan bárbaro.
Para nuestra sorpresa, el guanaguanare tomó el pedacito, lo saboreó, no
le gusto y se fue tan campante a lavarlo al estanque para engullírselo
después. 
Todavía sonrío al pensar en eso.
Cuando se es un niño los rostros se espejean en alegrías y las risas son de
las almas sinceras. 
Pero cuando duele, duele.
Por esos días atropellaron a Tigre nuestro perro. Al rato murió
moviendo la cola como quien dice ahí nos vemos, no se preocupen. 
Fue una tragedia, te digo.
Papá llegó del trabajo. 
Lo que ve lo para en seco. Caras desencajadas y pechos muy
temblorosos.
No dijo nada sino al rato: 
-Vamos a enterrar a Tigre, comunicó gravemente.
Así, en silencio obediente, tomamos la vía de El Peñón, buscando un
sitio adecuado para enterrar nuestro perro. 
Leo mi hermano y yo, cavamos un pequeño hoyo para Tigre. 
Al terminar mi papá dijo: 
Vamos a orar. Eso, sin yo saber que por un perro también puedes elevar
una plegaria: Amado Padre Celestial, gracias por Tigre, gracias por todo el tiempo
que lo disfrutamos. Gracias... Y ahí se frenó. El llanto pudo más.
Nunca antes lo vi llorar.
Pero ese día aprendí a llorar agradecido y que alzar el rostro a los cielos,
es un acto muy valiente.
Chico, increíblemente aun entiendo algunos misterios que entrañan el
mirar la vida cual si fuera un niño. Yo creo que tú también lo entiendes.
Un saltamontes verdecito. Un guanaguanare. Mi perro. Mi padre.
Son tan solo parte de las monedas de chocolate que me guardo en el
alma.
Yo creo en eso.
UNA DE REVISTAS

BUENO mira, será que aplico la misma de cuando estaba bien chamito. Mi
mamá -como seguramente también la tuya-, estaba suscrita a la revista
Vanidades. Y a Buenhogar. Y no podía faltar la Cosmopolitan que
entonces dirigía Cristina Saralegui. Digo: también la tuya, pero créeme que
con lo que voy a escribir de seguidas, no pretendo recordarle la mai a
nadie. Que quede claro. He recordado esas revistas porque de niño, me
saltaba todos los artículos hasta llegar a las fotografías publicitarias de
Van Raalte. Ahí me detenía un buennn rato. Igual, las fotos de Belmont y
de Lony, estaban llenas de diosas en tanga y uno podía fácilmente
adivinar que, bajo los lindos trajes de baño, se escondía el paraíso. La
cremedelacreme de las turgencias y otras maravillas. Todo esto para
ilustrarte y decirte que he decidido solemnemente no opinar en otros
muros como no sea en tracto de admirador de letras, poemas y pinturas.
Me saltaré otras incómodas publicaciones, sí. Me haré el pendejo y eso,
se sabe, es un arte que requiere de mucha destreza y autocontrol, pero,
he de acometer con vigor tamaña empresa. Soy respetuoso, pero, al
menor sobresalto y presa de una indignación inaguantable, me meto en
los muros de personas que, aunque contactos míos, no son panas ni
mucho menos y me los descargo así, como quien se come a dentelladas
un pollo asao con bastante guasacaca.
La cago pues.
He notado, además, que la efervescencia de mi arrechera crece conforme
se avecine una desgracia como bien puede ser el llamado a elecciones
fraudulentas para cargos diputacionales en la Asamblea ¿Se puede ser
más hambriao? Probablemente. En contexto, se me hace indescifrable y
penoso ver gentes aupando candidaturas y otras sinvergüenzuras por el
estilo y todo en plena pandemia como quien dice, pa'quemásteduela.
Oprobioso. Por eso, en darme a la tarea de ir a la yugular de algunos
parroquianos virtuales se me ha ido un tiempo valioso, y total, es más lo
que uno sufre repartiendo lepes y coscorrones que lo bueno que esos
tirayencoge puedan otorgar.
Pero la cosa no para allí: De igual manera he decidido no opinar al
respecto del affaire político que se suscita en los iunaites. Esto último,
por sentirme en desventaja frente a algunos venezolanos que hacen vida
en USA. Si uno cometiera la pifia de escribir un comentario en medio de
tantos tiburones creéme: como dicen en España, te mandarían a dar por
culo por resultarles inconcebible -y hasta risible- que un venezolano que
viva en Venezuela tenga una opinión más o menos formada al respecto.
Si tuerces por Biden y lo fundamentas, te caen encima. Y si vas a Trump,
igual. A lot of pain. Lo primero que te señalan es lo ridículo que te ves
opinando sobre vainas que no conoces. Por tanto, te toca una sala... ¿Te
acuerdas de la sala en la escuela? Bueno, igualito: yooo te daaréeee... Sin que
me quede nada por dentro: Y estos panas, ¿dónde nacieron pues? ¿No
fue en la Maternidad Concepción Palacios, ahí en la avenida San Martín?
¿Dónde se mete la chica del diecisiete? ¿De dónde saca pa' tanto como destaca? Ah,
pero tienen razón. Te dicen: tengo la ventaja de la locación, pendejo. Además,
vivo en Coral Guéibol y tú llevando coñazo en la Plaza Miranda de El Silencio
mijoooo.... Provoca salirle con una pachotada de esas bien arrechas.
Igual, se hace la salvedad:
Hay también mucho venezolano que entiende y se ubica, pero, a lo que
voy:
Me eximiré de comentar sobre esas cosas. Por tanto, abordaré como
siempre y en mi muro, temáticas relativas a Venezuela y nada más.
Vainas atinentes a la República del Barrio, con el farol en la esquina, los
ranchos destartalados y todo cundido en malandros como corresponde al
hecho de tener que sobrevivir bajo una dictadura comunista ¿me explico?
Uno al final no logra entender en qué consiste a veces la interacción por
estos lares porque se supone que, si uno quiere opinar en un post que, de
paso, llega solito a tu muro, podrías hacerlo con respeto y tal ¿no?
¡Grónnnnnnnnnnn!
Pues que me metí un meme de un contacto. El dibujito tiene a un señor
aclarándole a una mujer comunista que los servicios, sean públicos o
privados, no son derechos sino eso, servicios. El derecho por lo que
entiendo, se refiere a la posibilidad que se te brinda al escoger si la
educación de tu hijo será privada o pública. O que el vaso de agua que te
tomas debes pagarlo porque si te lo proveen, eso requiere del trabajo de
un gentío, ¿no? O sea, tiene un costo. Ah, pero ponen el grito en el cielo.
Que si la cosa sigue así privatizarán el agua dijeron algunos panas. Que
pobre gente, lloran los comunistas. ¿Quieres ver pobres mijito? ¿Quieres
palpar desgracias? Ven a Venezuela. En la ruta del Sol decía la Conahotu.
Aquí, aparte de que vives en el dolor y en la podredumbre, tienes que
ayudarlos a que gentilmente, te jodan la existencia. Te hacen la vida de
cuadritos, pero vienes y lo dices en un hilo de estos, se ofenden y siguen
orgiásticos en su nota y en su afán discursivo triste y lleno de monsergas.
Oh, sí. Todo esto es demasiado profundo para algunas personas cuyo
cerebro está llenito de algodón de azúcar guevarista y así, mano, no se
puede discutir. Ni un mega más para un hilo progre. Ni un dato gastaré
en esa vaina. Los nuevos adecos, sírvanse y dense de baja.
Otra cosa:
Las corporaciones que luchan por descubrir la vacuna como
AstraZeneca son una basura mercantilista, pero en el WhatsApp, dicen
los comunistas, que lo que pasa es que hay que hacer gárgaras de agua
con sal y perro a cagá. Perdóname la letra. ¿Y cómo se puede discutir
con chirrinches tan extremos? No lo sé y no me quedaré para
averiguarlo. Así que quedan liberados de mi molesta presencia en sus
muros. No obstante, aquí siempre serán bienvenidos.
Por cierto, hablando de publicaciones culturales, en mi hermosa
adolescencia ocurrió que compré una revista Pent-House, en donde le
hacían una entrevista muy buena a Caupolicán Ovalles. Lo demás que
traía esa edición lo vi. Y lo volví a ver. Y lo volví a ver. Tanto así que mi
viejo sintió curiosidad por saber qué me tenía tan distraído en el cuarto.
Al darle un repaso a la revista no me regañó, pero sí me auguró que muy
pronto tendría una tez paliducha, somnolencia y pesadez a toda hora y
un agüevoneamiento de pronóstico reservado.
Le respondí:
-Viejo, es que algún día seré escritor como este señor Caulopicán.
-Es Caupolicán, hijo, pero como tú digas. No te trasnoches. Y ya sé que
tienes otras parecidas debajo del colchón. Tanta cultura hace daño ¿no te
parece? No leas tanto para que eso no colida con tus obligaciones
escolares ¿sí? -...si papá... papá, ¿qué es colida? ¿no aparece allí? Busca
entonces en el Larousse que tengo en mi mesa de noche.
-Ok...ción...
-...te'endiga.
CREENCIAS

EL PROFESOR JOUBERT siempre pedía dos cuadras más. Una cuadra más.
Doscientos metros más: - Hay que tirar la bala lejos, decía. Le puse un
mundo durante los ensayos y lo logré, pero, llegado el gran momento
cuando arribamos a los muros de la Catedral de Cumaná, simplemente
no pude dar otro paso. Y menos sostener al gordo. La historia comienza
tres meses antes, a principios de enero de 1975. Por esos días algunas
compañeras de clase como Franca Caserta o Francis Mery, ya hablaban
del asunto hasta por los codos. Que buscaban gente para la banda,
decían. Que al irse los del sexto grado del año lectivo anterior, ¡Nos
tocaba a nosotros! Al día siguiente, así como dicen, por obra y gracia, se
presentó en el salón una monja joven llamada Teresa con el fin de
recordarnos la importancia del asunto sacro aquel de la Primera
Comunión. Casi todos levantaron la mano para tomar el curso de
Catecismo. Digo casi todos porque yo no me anoté cuando a mí en
particular me preguntaron. Que no. Que: -En mi casa no creen en eso
de estatuas de santos, ni en curas con vestidos respondí erguido como un
clavo. Mi reacción produjo que la clase me mirara con entrecejo molesto,
menos la Hermana que con su sonrisa santa respondía que entendía, que
entendía.
Se va la monja, nosotros que leemos alguna cosa en el libro Arcoiris y en
eso llega el profesor Joubert. Las demás educadoras eran tan sólo
maestras, pero Joubert, era el profesor de música: una cosa muy distinta.
-Estamos organizando la Banda Escolar para este año..interesados, levanten la mano
para el examen... -dijo. Lo que sucedió después, podría perfectamente
encuadrar en lo que hoy conoceríamos como el propio cogeculo, pero
¡vamos! que hablamos desde la ternura de mi escuela, la República
Argentina. Ganándome todos en velocidad, pasó que me engatillé en la
respuesta y no pude decir ni ñé en la repartición de las plazas para
redoblantes y granaderos. Y no quería ser trompeta. Las liras y los
platillos eran para las niñas: -Muchachos, sólo queda el bombo... ¿candidatos?
Nojoda, yo pues!, Pensé muy decidido, levantando la mano. Al decir esto,
me pareció que mis compañeritos de clase podían ver en el futuro, el
trato cruel e injusto que la vida me depararía y pusieron la cara
conmiserativa y solidaria de la Hermana Teresa aquella que entendía, que
entendía.
La primera vez que vi al gordo, no me pareció difícil.
-Álvarez, dijo el profe, es cuestión que te acostumbres al peso. Ayúdate
con el arnés y pon la espalda derecha. Ahora que lo pienso, el bombo
vendría a ser como aquel niñito adiposo y a veces incomprendido:
¿Estaría para siempre el gordo sentado en el rincón de las arañas que
tejen y destejen sus tristezas?
El Gordo. Así lo bauticé.
Adaptarse a un instrumento tan voluminoso como el bombo no es cosa
fácil qué va. Yo tenía que lidiar con él y con los tempos perfectos de la
marcha sin perder el paso y eso mi pana, no era cualquier pendejada.
Que los ensayos fueran en enero, febrero y marzo, hacían la cosa más
llevadera. Durante esos meses los vientos trapecistas venidos de la fosa
de Cariaco le pasaban por encima a nuestras casas y llegaban al ensayo en
la avenida Gran Mariscal para ayudarme entre sus brisas con El Gordo.
Abril.
Se acercaba el evento principal. La confección de los uniformes tardaba y
Joubert entraba en crisis con el paso de los días. Él sabía que estaríamos
preparados, que los uniformes llegarían a tiempo, pero algo le
preocupaba y me miraba con cariño como solo se mira a un perro fiel y
bueno.
Miércoles Santo. 9:00 de la mañana.
Todos uniformados y desayunados. El profesor Joubert ordena la
partida. ¿La ruta trazada? Av. Gran Mariscal-Redoma de la antigua PTJ-
Av. Gran Mariscal-Calle Montes-Catedral. ¿Facilito? Eso era lo que yo
creía. Ah, pero había un detalle: El sol tan arrecho. Y sin que pegara una
brisita de esas de principios de año. Otro detalle: El uniforme era un
sauna. Chaqueta cerrada, gruesa, manga larga con su camisa y franela,
sombrero de copa alta, pantalón con igual tela y botas altas. Para cuando
íbamos a la altura de la Calle Montes, yo iba boqueando… verga, descansan
las liras, descansan los trompetas, pero el gordo nunca y yo que lo cargo a él...
Adelante, la imagen de Jesús, la banda marcial del Batallón Mariño 52, la
banda de Las Carmelitas, del Santo Ángel y en el quinto coño, nosotros
botaos.
La verdad sea dicha.
La procesión se detiene un poco para que la alcancemos, llegamos
graniaos a la Catedral y como te digo al principio, no pude dar un paso
más. Abotagado y casi sin sentido producto todo del calor extremo, creí
sentir al profe agarrándome por el arnés cual pollito y allá en las
escalinatas de la iglesia, estaba parada la monja que entendía, que
entendía, mirándome preocupada. De pronto reacciono y estoy sentado
en una de las bancas de la iglesia, miro un pitillo que se acerca a mis
labios, una malta friíta y a la Hermana Teresa a mi lado brindándome
cuidados como de madre. Nunca podré olvidar eso. Ver a mi alrededor y
maravillarme, fue la misma cosa. Nunca había visto yo una iglesia
católica por dentro. Todo era brillante y todo me cautivaba. Pisos
lustrados hasta la exageración, la madera de las bancas pulidas con
toneladas de aceite Teca y una hermosa monja que me leía cada
pensamiento y que entendía, que entendía. Hablamos me parece, que de
muchas cosas hasta que nos despedimos, y con el pasar de los años nos
vimos muchísimas veces. Hace poco supe que murió y lo lamenté
bastante. A mí me desarmó encontrarme con una persona tan dulce y
tolerante como la Hermana Teresa y eso pues, es muy difícil de olvidar.
Me enfilé hacia la puerta de la Catedral preguntándome cuántos meses
duraría el chaleco de mis panas, pero no. Todos me abrazaron en
sonrisas, montamos los instrumentos en un camión y nos fuimos juntos
a comernos un sanguche con su fresco que nos brindaron en El
Consulado. Esta va para muchos amigos que profesan como fe el
catolicismo y para tanto cura que cuidando gentes en todo el mundo han
perdido hasta sus vidas. No he dejado de lado las creencias que me
sembraron, pero si me preguntaran, diría que soy hoy por hoy, el más
católico de los protestantes. O al revés.
LA PEÑA DE MARY CARMEN.

POR SUPUESTO, cuando uno habla de su tierra los recuerdos afloran como
los mangos que me comía en el patio de la casa. Al menos yo, cualquier
madrugada en vela y desde mi cama, me monto mil veces en el pepón y
comienzo el viaje vía Oriente. A ambos lados de la autopista saliendo de
Guatire, miles de mandarinas una más dulcita que la otra. Un poco más
allá a la derecha, el famosísimo ventorrillo de arepas y sigues y sigues.
Llegas a El Guapo, pasas El Guapo. Para echar la orinaíta respectiva, eso
mijito es a un laíto de los policías acostaos antes de Cúpira. Allí una se-
ñora robusta y linda pero demasiado amable, que vende casabe y naiboa,
te indica los matorrales y si quieres te ayudo mi amor...jajaja, te dice gri-
tao desde su voz de espantar gallinas. Te apendejeas y va contigo. En
Boca de Uchire te paras en los kioskitos de esos bien destartalados, te
zampas una rueda de lebranche con salsa de camarones, una viuda gran-
dota, y todo marinado con una fría. Mi compai querido, eso es la gloria.
Dale p'alante y no peles los carteles de Polar con el oso que tú sabes. Ahí
te proparas, te llenas de pueblo y continúas. Así, hecho el pendejo, pasas
Barcelona y Puerto La Cruz hasta llegar a la alcabala de Pertigalete. Ponte
mosca con los policias municipales que son unos aviones, y sigues para
Cumaná. Pasas por el sitio conocido como La peña de Mary Carmen,
que era una roca inmensa donde se sentaba una muchacha que... Y pen-
diente con las curvas. He contado siempre setenta y dos, pero pueden ser
más. Esto que te confío, así por encimita, es el sueño de todo cumanés
que agarra carretera para Oriente. No importa si son días o años. La
cosa es que volver a Cumaná y entrar por la Avenida Universidad con el
Hotel Los Bordones a mano izquierda, sigue siendo la vaina más emo-
cionante que pueda un experimentar cualquier paisano.
Pero, no es de eso de lo que te quiero hablar. Te estoy dando guaral mi
primo. No sé si lo mismo sucede en otras partes, pero resulta que en Cu-
maná algunos hijos de su mamá han armado tremendo alboroto con el
asunto de las elecciones ordenadas por la dictadura. Repito: ordenadas
por la dictadura. Uno les lee la cartilla y ni bolas te paran. -Mira fulano:
Esas elecciones son fraudulentas. ¿Respuesta? Hay que votar para poder-
le exigir al diputado electo que cuidao con una verga (¿?) -Zutano, pana:
La falla es de origen. Toda decisión emanada del TSJ al ser este ilegal, lo
que dimana también lo es. ¿Respuesta? Mi compai, falla de origen era
cuando veías una pelea de Betulio en Japón. Aquí no chaco. Hay que
cambiar la guevoná y a votar se ha dicho. -Hermano querido: ganamos
en 2015 ¿y qué pasó? ¿Respetaron la elección? ¡Hasta montaron una
asamblea paralela, vale! ¿Respuesta? Chiaaaa que viva el Goyo Noriegaaa
nojodaaaa. Y así. Es que les entra una piquiña arrechísima. Los periodis-
tas en su gran mayoría hacen lo que Vladimir Villegas, pero en chiquito.
Se ponen de chivos eléctricos a balancearse en una cabuya y ultimada-
mente, vale: le jalan bola a la dictadura. Ellos lo saben. Ustedes lo saben.
En veinte años de gobierno nacional, regional y municipal todos rojos
rojitos, dime qué han hecho esos coñosdesumadre por la ciudad. Por el
estado Sucre. Ahhh, pero, les buscan la esquina y caen redonditos. Chico
vale: les quitan los partidos y ustedes p'alante. ¿No tienen dignidad?
¿Quién les pagará, cuerda de vendidos, sus pendones y afiches con esta
pelazón de bola tan arrecha? ¿Maestre? ¿El pelirrojo? ¿La burriquita? ¿Y
tienen a esa pobre gente cayéndole a muela para que voten? Coño no se
puede ser tan coñoemadre vale. Dígameso: ¡¡Los quince municipios lle-
nos de gente que quiere ser diputados toditos!! Jajaja, qué vergoñaaaa Ya
los veré en el aeropuerto de Cumaná batiéndose una, encorbatados y tal
y dejándose sobar el lomo por el pueblo. Qué joyitas... Desconfíen por-
que un amor basado en el interés es más peligroso que amistad de poli-
cía. Por no decir lo otro. Hablando en serio: Por favor...hasta el vicepre-
sidente del CNE (cuya elección es ilegal por todo lo que te digo), ha de-
nunciado graves irregularidades. ¿Y tú vas a insistir en promocionarte
porque sin ti Cumaná no tiene vida? ¿Quién eres tú? ¿Churchill? ¿Te dan
palo en las redes y sigues con el fastidio? ¿Y tú, amigo periodista? Tú,
qué apoyaste a Falcón, pero que te haces llamar independiente ¿seguirás
montando el paro? Quítense la careta es lo que es. ¡¡Dejen de engañar al
pobre pendejo que ni leer sabe gracias a estos fantoches!!
Ahora, para el que leyó hasta aquí: arriba dejé pendiente a la joven que se
sentaba en la peña. No te pares ahí a buscarla. Se llamaba Mary Carmen.
Ella hacía unos favores tan bárbaros, que los gandoleros que pasaban por
allí, provenientes de todo el país, le hacían cola. Los que la recuerdan di-
cen que era hermosísima y, para entonces, nadie entendía cómo siendo
tan bonita, no buscara algo mejor para ayudarse. De todas partes iban a
presentarle respetos muchos choferes panzones pero lo de ella eran los
riales, así que, dando y dando. Todo iba bien hasta que llegó un camione-
ro que se enamoró. Se emperró pues. Tú sabes, vino con el cuento de
sacarla de la mala vida que si tal y qué se yo pero la muchacha, que no.
Una tarde, el tipo dejó su camión bien botao por allá, se acercó sigilosa-
mente hasta la peña en donde estaba estacionada una gandola cuyo cho-
fer Mary Carmen atendía. Sin medir consecuencias, el camionero enlo-
quecido comenzó a darle tubazos a la gandola, el tipo se bajó arrecho,
pero no pudo con el camionero. Ahí quedó. La muchacha aprovechando
el descuido, se bajó de la mole entre alaridos y empezó a correr. Del te-
rror que sentía se tiró por un farallón con tan mala suerte que murió ins-
tantáneamente a causa de eso que mientan politraumatismos generaliza-
dos El tipo al ver la escena se fue a su carro y gritando desaforado, pren-
dió su camión lo enfiló contra la peña de Mary Carmen full chola y ahí
murió carbonizado entre amasijos de hierro. Esa es la historia de la peña
de Mary Carmen. Debí ser libretista de películas mexicanas, tú dirás
(pero esta historia es real).
LAS EMPANADAS DE CHILA
1980-81

MI PANA, cada vez que llega el 19 de abril, me acuerdo de mi profesor de


Historia en 5to. Año, el inefable Domingo Sánchez. Desde sus 1.90 de
estatura, y con su voz de cueva honda, el profe siempre nos decía que en
general, las historias que nos llegan al presente o están mochas, o han
sido alteradas de tal manera que los hechos probos que nos llegan, son
en realidad tres pendejadas. Que la gente prefiere edificar epopeyas
grandiosas como tal es esa de que todo comenzó con un arremolinamiento de ca-
raqueños en la Plaza Mayor, que se decidieron por fin a expulsar de su cargo a Vi-
cente Emparan.
No.
Lo que se precisaba de Vicente, era que encabezara una Junta de Go-
bierno criolla para darle fin a la pretensión de Francia de anexarse Vene-
zuela por orden de Napoleón Bonaparte, dada la disputa de este con el
rey de España a causa de estas colonias. Al no aceptar el Capitán Empa-
ran la propuesta (porque eso no lo aprobaba su rey Don Fernando VII)
los venezolanos se vieron obligados a formar un Congreso para decidir
que entonces ¡ni Francia ni España pues! Que. para estar guindando, me-
jor declarar la libertad. De paso, esto lo estaban cocinando los nuestros
desde 1808 en lo que ahora conocemos como la Conspiración de los
Mantuanos.
Eso por ahí.
Existen otras leyendas urbanas igual de curiosas. Por ejemplo, se nos
quiere hacer ver que el descalabro que hoy padecemos es culpa de Madu-
ro. O un poco más atrás, de Chávez. Claro que han sido estos cobardes
los que entregaron al país y que, de paso, antes de ellos, la democracia
metió la pata en muchas cosas sobre todo al pensar que los comunistas
se apendejean y tal. A la gente se le olvida que las ganas que le ha tenido
siempre Cuba a Venezuela, comenzaron precisamente con la ascensión
de Castro al poder en 1959 y que esto que vivimos hoy en 2020, estaba
ya proyectado hace tiempo. Si no, revisa la historia a partir de la Crisis de
los Misiles de Octubre de 1962. Si recuerdas, Fidel Castro le arrendó a
Rusia grandes extensiones de tierra para que montara sus cohetes dirigi-
dos algunos de ellos a los Estados Unidos. Dije algunos. Los demás
veían hacia Latinoamérica pudiendo llegar a Antofagasta fácilmente. Ha-
brá que imaginarse cuánto cobró Castro por ese arriendo. Ahora, pre-
gúntate quien puso el billete para mantener esos infames Frentes de Li-
beración que minaban las montañas de Guatemala, Nicaragua, El Salva-
dor, Honduras o Venezuela. Quién sino Fidel. Pregúntate, además,
quién financió la guerrilla urbana que secuestró gentes y puso bombas en
no pocas capitales latinoamericanas. O quién invirtió 700.000 mil dólares
para toda levantisca que se produjera en Venezuela por aquellos años. ¿Y
dónde aprendieron esos lambucios que están en Miraflores a construir
túneles o a robar bancos? Más acaíta: Los chilenos y argentinos que cla-
man desde La Habana que por favorcito los lleven a su país: ¿Qué clase
de cursos crees tú que toman? ¿De Crochet?
Déjame regresar a 1980.
16 años de edad tenía el que esto escribe.
Un año antes, ya algunos panas habíamos decidido fundar un movimien-
to estudiantil democrático que enfrentase a los muy bien organizados
desde Cuba: Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Liga Socialista,
Comité de Luchas Populares y Partido Comunista de Venezuela. Hartos
como estábamos de que estas fuerzas comunistas vaciaran nuestras aulas
y que los estudiantes les sirvieran como carne de cañón en sus manifesta-
ciones en el centro de la ciudad, comenzamos a diseñar las elecciones en
nuestro liceo, el Modesto Silva, conmigo como candidato, siendo la inge-
nuidad nuestra premisa.
Alguien asomó:
-Chino, vamos a exigir que bajen los precios de las empanadas en la
cantina de Chila.
Recuerdo que le respondí:
-Muchacho, ¿tú cómo que eres medio pendejo? ¿Quién nos fiaría las em-
panadas después, con esa pelazón de bola que a veces cargamos?
Borrada del mapa la moción, te digo que mientras que nosotros contába-
mos con un megáfono y muchos sueños (como pedir la refacción de la
cancha, o sembrar de filtros de agua a todo el liceo) los comunistas se or-
ganizaban también para participar. Callaítos. Repito: se organizaban. No-
sotros de esas cosas era poco lo que sabíamos y mientras andábamos en
plena recolección de firmas para llevar adelante nuestro proyecto, alguien
nos dio el pitazo de que en la sede del PCV en la calle Montes trabajaban
nuestros adversarios hasta tarde. En pocas palabras, fuimos, vimos...y
no vencimos. Los carajos tenían su propio multígrafo, pendones, pintura,
brochas, esténciles, material pop y cuanta vaina. Nosotros con nuestro
megáfono, varias cartulinas y una caja de marcadores, no nos enculilla-
mos... Pero nos ganaron por trece votos. Un jodedor me dijo que perdi-
mos por esa pinta mía de burguesito de botas Kickers, franela Hang Ten
debajo de la guayabera, pucas y pelo largo lavado con mucho Champú
Mennen con fragancia de manzanas y un toque de vinagre natural.
-Mamagüevo, le respondí.
Pero chévere, igual le presentamos pelea a esos cuzurros. Al año siguien-
te ganamos y no solo allí sino también en el Castro Machado y en el liceo
de las zanahorias. El punto por supuesto es que al ir nosotros creciendo
en una sociedad democrática y antiparabólica sin mayores aspavientos,
los comunistas nunca descansaron. Y no descansan desde que Stalin se
apropió de Europa del Este con la firma en Yalta del tratado aquel. Y no
descansan desde que a Lenin se le ocurrió mandar a los Gulag a quienes
se le oponían. Ahora mismo tampoco descansan. Se sabe que los comu-
nistas son libertarios en modo opositor, ajá. Pero en modo gobernante
van mutando hasta que no les queda otra que meterse a dictadores. Es su
sino. Y en esas estamos, tratando de salir de este desnalgue.
¿Noticias sobre el 19 abril de 2020? Tres toneladas de cocaína intercepta-
das en Curazao por la DEA, con muchos venezolanos metidos en eso de
pata y cabeza.

Antes de que preguntes, de Chila no supe nada más nunca. Pero lo que sí
sé, mi compa, es que de esta dictadura salimos.
SARDINAS
SI YO FUERA UNA SARDINA

OPINO que deberíamos convertirnos en sardinas cuanto antes, sí. Sería


depinga. Siendo sardinas, vagaríamos unidos por los siete mares en gran
armonía y felices. Digo 'gran' porque no podrían contarnos: tal sería la
infinitud que nos congregue en inconmensurables cardúmenes. Siendo
sardinas, nos protegeríamos de los depredadores. ¿Qué tal un cachalote?
Un animal tan grande acaso podría atrapar de un sólo lepe a unos
cuantos cientos de miles de nosotros. Bah. Sería como un pequeño
rasguño en la panza de nuestra importante organización. El resto, si eso
sucediera, seguiría como si nada navegando en férrea unidad y sin
necesidad de un líder que señale el camino. Instantáneamente nos
moveríamos rápidos y sinuosos al momento, en una danza enhebrada en
el más remoto de los tiempos. Además, ser sardina comporta un criterio
de autoprotección. Sí. La rigurosidad de nuestra unión estaría claramente
establecida en la Ley Eterna e Inmutable de las Sardinas cuyo contenido está
dispuesto en un sólo artículo: Ninguna sardina debe andar sola. Sería la
muerte. Una sardina sola no contaría con el apoyo del resto. No podría
cazar ni guarecerse por ahí porque una solitaria sardinita, por mucha
voluntad que atesore ¿cómo se defendería? Y nada de poder procurarse
su comida puesto que la comida es para el grupo en tanto sea grupo. No
hay chance para el disidente. Contrastando la sagacidad de una sardina
con las cosas que veo, pues esa es mi opinión al respecto. Pero mi
opinión no es mía. Me la sembró mi padre cuando yo era un muchachito.

Él podía perfectamente comprarnos en Navidad lo que quisiéramos, para


cada uno según su capricho. Pero no lo hacía para desarrollar un criterio
de cuidado y de entre todos tipo Los Tres Mosqueteros. El único que no
quería entender era yo. Mis hermanos se contentaban con la compra de
una radio o de un equipo de sonido y gozaban un bolón. Mi padre sabía
que no había manera de que alguien se alzara con artefactos tan pesados
para llevárselos al cuarto y quizás porque me parecía injusto, me ponía
con un fastidio adicional. Por ejemplo, el casco de Batman que vendían
en Sears de Bello Monte. Era de colores tan espejeantes... Su azul cobalto
no tenía igual y venía acompasado con un gris maravilloso en los bordes.
Nada más con probártelo podías sentir todos los superpoderes del héroe
que signaba mis aventuras en la planta baja del edificio. Arrechísimo. Yo
lo quería a como diera lugar, pero no. Mi viejo se negó en redondo.
Como premio de consolación, comenzó a coleccionar la grandiosa
Enciclopedia de la Vida la cual claro, conservo íntegra. Habrá el que la
recuerde.

Por casualidad en uno de esos números salió la cosa esta de las sardinas:
-Chino, lee en voz alta. Y me lanzo yo con la perorata arriba in comento. En
algún momento entendí los dos mensajes: 1) Fomentar la unión de los
hermanos es muy importante. 2) El viejo estaba más pelando bolas de lo
que yo pensaba. Toda esto para tratar de demostrar un punto: Los
animales desarrollan por instinto toda suerte de argucias para comer y
defenderse, pero por fortuna, no se forman un criterio. No hay reflexión
que sustente una opinión sardinera porque esa vaina es exclusiva de
nosotros los humanos desde que se ensanchó nuestro cerebro en el año
catapum y esto nos separó del resto de las especies. Nada más salir de la
selva intrincada comenzamos a caernos a embustes y a cuentos, pero
también, a tratar de dirimir nuestras diferencias conversando. Y
opinando. Fundamos religiones de todo calibre para escuchar la opinión
de Dios, de la misma manera que también hemos querido consultarle a
Él, toda suerte de entuertos existenciales y de paso meter baza sobre
determinadas cosas como la muerte y esas vainas importantes. La vida
nos ha otorgado la gran posibilidad de organizarnos para sobrevivir y
para ser mejores pero las opiniones... Esas a veces nos reúnen para
defendernos del depredador y está bien. Para estas y otras cosas,
también nos inventamos la democracia. Y los reglamentos. Y toda suerte
de postulados que al menos en teoría nos harían vivir en paz a pesar de
los disensos. Es tan lindo todo esto que me provoca llorar. Pero las
opiniones -o convicciones- revestidas en cuánta vaina lleva uno por
dentro que los demás no saben, nos ponen en un plan que puede
resquebrajar cualquier cosa.

Quisiera dar marcha atrás en la evolución para convertirme en una


sardina. Aunque pensándolo mejor, tal vez se trate de dar un paso
adelante. He tardado en ir al punto. Ando arrecho tipo triste y frustrado
como algunos de mis panas. La indignación que me consume adquiere
ribetes inimaginables cuando veo estas situaciones políticas tan
enrevesadas. Una puesta en escena muy pintoresca que pocos entienden
y nadie sabe explicar. Parecen vainas del Teatro Chacaíto en época de
Guillermito González y me reiría de lo lindo si no fuera porque estamos
en pico e' zamuro. La opinión que tengan los políticos es una cosa, pero
la necedad que al menos se percibe desde aquí, es asombrosa. Imagino a
un banco de sardinas mirando la vaina que nos pasa, muerto de la risa. A
fin de cuentas, uno advierte todo esto y se observa a sí mismo
comprando quién sabe hasta cuándo, un adefesio llamado mortadela de
pescado más 100 gramos de queso blanco duro que luego espolvorearás
en dos piches bollitos que mojarás en la tristeza de un guayoyo mil veces
recolao. A eso se reduciría el hecho de que en la alternativa democrática
no se produzcan acuerdos. Me encantaría que esta gente se volviera
sardina, pero al parecer, no hay caso. Supongamos que los tipos se
resguarden en una opinión muy bien fundamentada y que la defiendan
ardorosamente por creerlas correctas. Por una parte, se le achaca a Juan
Guaidó que no ha adelantado nada. Yo no estoy de acuerdo, pero al
cabo termino por no entender un coño, acaso porque in péctore lo que
quiero es ser sardina por las razones que te digo. Por otro lado, la señora
Machado dice algunas cosas que pueden tener sentido. Por ejemplo, que
los partidos se corrompieron. Traidores sin dolor de su alma que se
entregaron. Abrieron las paticas. Pueda que la señora exagere, pero una
cosa si te digo: Si no nos sabemos poner de acuerdo y si cada quien tiene
su opinión y no está dispuesto a ceder por defender esa opinión en
medio del fragor de una batalla campal, mi hermano, estamos es
comiendo merde. ¿Hablarán en francés sardinero las sardinas? No lo creo.
Tampoco habla en francés el periodista Peñaloza si no en perfecto
castellano: la unidad opositora se afirma en el hecho de no tener un líder
eterno razón por la cual, no es a Guaidó al que seguimos, sino al
diputado al que le corresponda la presidencia de la Asamblea.
Interesante. Las sardinas son más pilas porque se mueven al compás del
mismo son sin necesidad de rasgarse las vestiduras por nadie ni tienen
que seguir a ultranza a nadie.

A ver si logro explicarme. Las opiniones por aquí se dividen, pero los
más, llaman a la Machado loca, a Guaidó, lugarteniente de otro loquito
mentado Leopoldo López, también lo llaman pusilánime porque no ha
podido hacer click con la OTAN y con todo el mollejero militar gringo
para que le echen bolas a invadir a Venezuela. Me pregunto si Guaidó es
el comandante militar que decida esa operación castrense. A su vez, los
gringos tienen su opinión. Y sacan cuentas sobre lo que les conviene o
no. Pero mientras echan lápiz, se cuelan en Venezuela misiles, armas,
matones y bichos de baja ralea provenientes de todo el mundo que se
dedican a desvalijar y escoñetar nuestro país ante la mirada de póker del
planeta. En una torre de babel, nadie se entiende mi pana, por más
opiniones que medren. En medio del rollo, nosotros que somos los
protagonistas de la historia, nos contentamos con ser mirones de palo.
Después de todo, salir a las calles no tiene ningún sentido salvo que
vayas por la mortadela de pescado que arriba te nombro, y ya. Como no
somos sardinas, la verdad es que, sin esperar a que nos salve El Mocho
Hernández, pareciera que falta un carajo de estos. Vemos a Guaidó en
ese brete y pensamos: Ay, pobre cosito. Es demasiado para él No critico que
tengamos una opinión. Lo que en verdad me saca la piedra es que no
exista un acuerdo. Algo que ponga de lado tantas opiniones y que nos
permita nadar en el mismo sentido, como buenas sardinas. Esta es mi
opinión. No la defiendo a dentelladas y hasta peco de ingenuo pensando
que alguna vez podría articularse un liderazgo fuerte y cohesionado
como el que se da en el reino de las sardinas. Mientras tanto los tiranos
andan como nosotros, es decir, inventándose una para llegar al otro día
en una sola pieza. No nos queda otra cosa que resistir. Y arrecharnos. Ya
está bueno de seguir pasando agachao y llevando palo. Si el liderazgo
debe cambiar, que cambie. Si debe seguir, que siga. Pónganse de acuerdo
de una puta buena vez porque esas vainas no se celebran. Parecen
borrachos echándose cuchillo por una cerveza piche. Entonces, como
decía Celia: No esperes mi socio, una sopita en botella. Sigamos adelante, no
hay razones para entregarse y permanezcamos unidos cual un cardumen.
Sí. De sardinas.
LOS TIBURONES SIEMPRE LLEGAN A LAS
CINCO

CLARO, la madrugada te la pone de bombita. Cada noche tiene su propio


nido. Y sus propias alas. He ido y venido sobre los mismos libros que,
aunque viejos, no dejan de convocarme desde los entrepaños. El mundo
sigue su curso demencial pero siempre hay nuevos autores y propuestas
y, qué bueno. Nueva poesía que baila conforme a los avatares del que en-
laza la letra, pero, por ejemplo, Hanni Ossott afirma desde su Cómo leer
poesía, que no es necesario tener un estudio ahíto de autores. Con unos
cuantos basta para acometer las consabidas reflexiones en reposo. Ella
dice eso, pero la verdad, para un lector, no hay ensoñación más hermosa
que tener apilados miles y miles de autores y escoger el que -con perdón-
te salga del forro escrutar cualquier noche. Pero, a lo que vamos: los li-
bros en los estantes se apoltronan uno al lado del otro como silentes es-
tatuas acaso esperando el terrible día en llegue un ejército de polillas y
acabe con toda vaina. Lo peor -si cabe un banal comentario-, es que ten-
go dos libros de Og Mandino. Confieso. Y uno de Leverence sobre
Irwing Wallace llamado Perfil de un escritor que narra las peripecias vividas
por Wallace antes de vender libros como si fueran churros. Todos son
producto de la afiebrada manía juvenil que nos acometió a algunos de
comprar compulsivamente cualquier vaina que llegara a la Librería Cer-
vantes tú sabes, para dárnosla de cultos y poder salir de una buena vez de
los suplementos de Archie y de los morochitos aquellos de Sal y Pimien-
ta. Chico, que el punto es que los libros de Mandino ahí están como re-
cién salidos del horno mientras que los Veinticinco Ensayos de Uslar, si
los veo, se desmigajan solitos. Oprobio total.

Por supuesto, no puedes comparar una edición tejida de letra ampulosa y


bonita como las de Grijalba, a los libros de bolsillo que yo podía comprar
como estudiante pelabolas recién llegado a Caracas. Ni qué decir que te-
nía a monte a los libreros a plain air de esos que pululaban debajo del
puente de la Av. Urdaneta. ¿Ediciones de lujo? no pana. Para empezar,
todos eran usados y bien traquetiaos. Todos habrían pasado por cientos
de manos antes de poder comprarlos yo en dos bolos per cápita. Si ad-
quiría cinco de un sólo mamonazo, me regalaban una que otra novela
rosa de Bárbara Cartland o tres novelitas de vaquero de Marcial La Fuen-
te. Y va que chuta. En términos literarios los años han hecho de mí un
tipo exigente desde que arribé a ese delta que ni es dulce ni salao y que
llaman mediana edad. Pero no es por nada sino porque el reloj biológico
te impele a no perder más tiempo. Focus. ¿El ventrudo texto de las Profe-
cías de Nostradamus? No que no. Desentrañarlo me llevaría dos vidas y
sin embargo hay textos a los que uno le da varias vueltas conforme pasan
los años.

¿El título de estas jerigonzas? Está en el Relato de un náufrago de García


Márquez. Sí. Compré el libro de segunda mano, por supuesto, y cada vez
que lo repaso la cosa es un evento porque sus páginas se desprenden al
mínimo roce, pero por más que la razón me lo indique, no boto libros.
Más bien, a menudo pienso en qué va a pasar con ellos cuando me toque
picar los cabos. Qué angustia mi compa. Cuando me da por ahí me pon-
go más triste que Tito cantando Ya son las doce. So, los libros no son in-
mutables porque no somos inmutables. Y para cada edad y para cada cir-
cunstancia, el mismo libro te trae un mensaje diferente. Por ejemplo, el
mensaje del señor Luis Alejandro Velasco, el mítico náufrago que entre-
vistó El Gabo en 1955. A modo de prólogo, García Márquez te cuenta
las razones que motivaron al diario 'El Espectador', del que era reporte-
ro, a publicar en catorce entregas las vainas que tuvo que padecer el fu-
lano, que llegó a la fama más encumbrada para luego desaparecer en esa
comarca enmarañada que llaman anonimato. El relato... pertenece a esa
casta de libros neo epopéyicos con que uno se topa de cuando en vez y
aborda la insólita historia de ocho marinos que cayeron al mar desde el
puente del destructor Caldas a tan sólo 200 millas náuticas de su destino.
De esos ocho marineros siete murieron, y pudo salvar la vida in extremis
nuestro héroe, el señor don Luis Velasco. Habida cuenta el mar furioso,
también se fueron por la borda todos los enseres y una pequeña balsa,
que es donde se desarrolla buena parte de la historia. Para llegar a la bar-
quita de lona, un suplicio. Para tratar de ayudar a sus compañeros, otro.
Para... espérate un momentico...la historia, a fuer de mi propia vida, me
recuerda a los venezolanos y probablemente pienses que son vainas mías.
Bueno, que son mis pistoladas, ya lo he reconocido. Oye Luis, como di-
ría Juan Gabriel: ¿Qué me cuentas a mí que sé tu historia? El tipo se las vio ne-
gras, eso sí. Sin agua y sin comida, anduvo diez días perdido en alta mar
como quien dice, llevando coñazos. Ya te digo, lo que pasa en Venezue-
la es también un libro que los náufragos criollos hemos aprendido a leer
en lo oscuro. Veintidós años en ese plan.

Siguiendo con Luis, sin saber qué hacer, un buen día un punto negro se
le apareció en el horizonte. Era un avión que siguió de largo y no le paró
bolas. Ajá. Otra noche, se le apareció un fantasma con el que cotorreaba
de cuando en cuando. Unos cuantos días después se llenó la balsa de ga-
viotas. Del filo tan arrecho, despescuezó a una, pero no tuvo las agallas
de desplumarla y comérsela. Cualquiera diría en Caracas que eso de nau-
fragar es parte de la mala leche. Nojo... Por donde hemos sacado la cabe-
za, un palazo. Miles de muertos. Cientos de miles de detenidos. El Infor-
me de la ONU revela que muchos presos entre hombres y mujeres han
sido víctimas de violaciones llevadas a cabo sistemáticamente por Guar-
dias Nacionales y policias y eso es patente desde los días de la Jueza
Afiuni. Mi mirada se pierde en los ojos de una estrella.

Vuelvo a la lectura...ay...acechan los tiburones. Una tarde, quién sabe de dón-


de, cayó en la balsa de Luis un pez mediano y ¡Aleluyaa! ¡A papiarrr!
Como pudo, el náufrago pudo abrirle la panza y tratar de limpiarle el tri-
pero en el mar ¿y a que no adivinas? Eso: Los tiburones siempre llegan a
las cinco. Vio la hora en su reloj en el preciso momento en que un tibu-
rón le arrebató el pescaíto de la mano. ¿Tiburones en Venezuela? Como
arroz picao. Acá hemos arañado los cielos de la gloria. A puntico hemos
estado de ser libres. Finalmente, el náufrago llega a nado a la orilla y por
alláaaaa ve un hermoso coco verde llenito de agua...que no pudo abrir.
Después de muchos años, siendo ya un señor mayor, el náufrago todavía
tenía que convencer a sus paisanos de que lo que él vivió no fue mentira.

Si todo era falso ¿qué pasó en esos diez días con el náufrago? Si es men-
tira ¿dónde están nuestros muertos? ¿Dónde están nuestros veintidós
años de injusticia y de vergüenza? Cuando seamos libres nos costará, tal
como nos cuesta ahora, tratar de explicar la noticia más reciente dada por
el periodista Omar Pineda: Los presos de la cárcel de Cabimas, salieron a
protestar por falta de agua, alimentos y medicinas... y volvieron a sus cel-
das. Somos millones de náufragos en una chalana gorda, como grande es
la abominación de quienes gozan con nuestro sufrimiento... pero sere-
mos libres. Allá se ven los cocoteros. Largos como varas de puyar locos.

De una sentada releí el Relato De Un Náufrago. Ahora, a por una de mis


poetas. ¿Qué tal María Isabel Novillo? Su libro parece cantarme la de
Tito: Cariño santo... vidita mía...no sufras tanto...ya estoy aquí....

Esos tiburones son predecibles. Siempre llegan a las cinco. Y no me


asustan.
...pero tenemos burdel.

NO SÉ SI SIRVA DE ALGO, pero esa es toda la verdad.

Tenemos burdel.

Vemos al primer mundo cayéndose a piñas por productos que suponían


que siempre estarían en los estantes y que, si se terminaban, de los aba-
rrotes surgía un nuevo paquete, así como por arte de magia.

Nosotros desde Latinoamérica sonreímos con tristeza al ver a tanto cati-


re peleando por una mascarilla. O un rollo de papel de baño. No hay
burla, te digo. Es como ver a tu hijo aprendiendo a manejar bicicleta: sa-
bes que algún día deberás quitarle las rueditas que lo estabilizan en el
asiento. Y sabes también que al retirarlas, más de un carajazo habrá de
darse. Te pasó a ti.

A fulano le falta burdel, decían nuestros abuelos. Eso aplicaba para va-
riopintas situaciones que iban de la falta de destrezas amatorias, hasta la
pericia de poder tomar mucha caña sin emborracharse. Burdel, mance-
bía, lupanar.

No se funda una nación con edictos o leyes. Eso viene después de la fra-
gosidad de incontables batallas por el control de un país.

Por eso contamos con una dilatada trayectoria al momento de sacar


cuentas y advertir de seguidas: Chamo qué bolas, me jodieron todo.

Es que la experiencia significa mucho: sabemos de carencias y desastres


desde los tiempos en que Colón llegaba a Macuro, pasando por la etapa
colonial de vasallaje y esclavitud, a las guerras de independencia, a la Ca-
racas parisina de Guzmán y de allí a
CastroGómezRevolucióndeOctubreMedinaPerezJiménezDemocracia,

hasta esta vaina que por desgracia hoy padecemos.

Al menos en experiencia, no nos ganan.

Lo malo es que. desde siempre, a los venezolanos nos gusta es la papita.

La golilla que nos empantana hasta el cogote. Es un volver una y otra vez
a la casa de citas para comprobar -otra vez- que el trago que le sirven a la
muchacha es agua y que lo que tú te bebes es un trago de Ventarrón. En
vez de ron. La plancha de zinc es la abuela del bono que reparten ahora
en marzo, por ser marzo y hasta hace muy poco se creía que por fin le
ganamos una al gobierno. ¿Será que nos falta más burdel para darnos
cuenta de que nos joden? Maduro monta estúpidas narrativas muy pare-
cidas a aquella felisidad que escribió en un pizarrón Chávez en cadena na-
cional. Este miserable repite que llegaron dos casos más importados de
afuera (?) Como si la cosa no arrancó en la China que tanto adoran.
Como si la gente no se va pa' donde Duque precisamente huyendo de él,
que ahora protesta porque cerraron Colombia.

Aquí tu vez a la gente haciéndose mascarillas con lo que consigan malpa-


rao. Aquí vemos esas lejanas galaxias cundidas en luchas por un rollo de
papel. Aquí alzamos los hombros pataebola preguntándonos: ¿Y a éstos
que les pasó? Claro, porque nunca se han levantado de la cama a cocinar
con leña a falta de gas. Les falta burdel que jode sí, sí. Hemos llevado
más palo que una gata ladrona y por eso, tranquilitos. La paz del desespe-
rado. Del que se aguanta en la casa cuidando de no comerse lo que va
quedando en la nevera:

Las cartas sobre la mesa


Le toca hablar al billete
Cada quien tiene su puesto
Hace su papel, le sacan el jugo,
Paga y se va...

LA IGNORANCIA NO ES MALA SABER


TAMPOCO LO ES

PERO SABER DEMASIADO me parece que puede dar una sensación de har-
tazgo muy propia de quien se zampa dos platos navideños y luego un bo-
llo, como si nada. ¿Te imaginas que existan personas así? Entérate. Las
hay. Son capaces de pararte en la calle o caerte en tu casa o llamarte a
deshoras para que les escuches sus tantas cosas que saben. Pero bueno
papaíto, déjame no saber. O al menos escoger lo que quiero saber. Mira,
yo conozco todo Oriente. Todo. Occidente, más o menos. Pero ignoro
cómo es la Gran Sabana, so what? Tampoco sé lo que es un Caracas-Ma-
gallanes. No le encuentro el sentido a eso. ¿Atarugarme de cerveza para
luego tener que pasarme el juego haciendo la cola en el baño para mic-
cionar las benditas cervezas que me voy tomando? Coño. Conocí el
Brandy Alexander hace poco. ¿Increíble, ah? Para un tipo con tan dilata-
da trayectoria... La rasca fue monumental. Catastrófica. Una borrachera
llorona clásica. No quieres saber eso. Un poco de no saber no cae mal
porque después de tanto saber, ¿qué queda? La Nada. O sea, la Nada en
este caso vendría a ser algo demasiado absoluto. Lo que es peor, la Nada
es el Todo ¿no? ¿te imaginas el absurdo? La Nada es mucho más grande
que el término demasiado y ya demasiado es bastante para nuestros muy
humildes, atávicos y reptilianos cerebros y por todo esto, sabértelas to-
das, es inviable. Deja la angustia, es imposible. Eso no quiere decir que
no me guste aprender. ¿Tú sabes la cantidad de poesía que me falta por
escudriñar? Nunca podré leerla toda ni que quiera. Menos entenderla. En
filosofía también tengo fisuras. Foucault me ladilla, sorry to say. Debe ser
bueno, el señor Michael, pero... Si me pongo a leer a todos los poetas o
a todos los filósofos, ¿Para cuándo dejaré el sexo tántrico que quiero
aprender? Eso sí, no puedo con los Swingers. Soy latino. Eso quiere de-
cir que tengo complejos y güevonadas raras para regalar. Por ejemplo,
creo en la fidelidad. En la pareja. Y en el orgasmo compartido. Rara avis
pero hay que intentarlo, ¿no? Over and Over, según dicen. Yo, me lo tomo
con soda.
¿Te queda claro que hablo hipotéticamente porque todo está bypasseado
hasta que pase la vaina? Dígame, el tipo que sepa la diferencia entre el or-
gasmo clitoridiano y el orgasmo -digamos- tradicional. Hay toooodo un
debate en el mundo mundial. Y no está mal. De otra manera no supiéra-
mos que no hay nada más sexy que una mujer inteligente porque ellas sí
es verdad que saben. Trata de leer esto como la revista colombiana “Muy
Interesante”: Ellas saben desde aquellos tiempos antiguos en que apren-
dieron a lidiar con el hombre a través de la comida, que no podemos sa-
berlo todo. No debemos. Nos volvemos un culo, la verdad sea dicha.
Nos miran arrobadas de ternura y con paciencia infinita, nos enseñan
como los párvulos que somos, y se quedan como pensando: Ay mi cosito,
mi peluchito... No insistan mis amigos, en querer entender los profundos
misterios del Movimiento Perpetuo o si Rodolfo Benavides en realidad sí
visitó Ganímedes. Tampoco crean que porque uno satisface o cree satis-
facer ciertas necesidades, tenemos a Dios agarrado por la chiva. Qué va.
Es muy importante pues, obrar en el camino correcto: no somos mul-
tiorgásmicos. Si lo fuéramos, el mundo se iría a la mierda mucho más rá-
pido, que si ya nos creemos deidades, seguramente con ese añadido, flo-
taríamos en el aire como el padre Nicanor Reyna, el cura de la novela de
El Gabo. Para terminar con este texto, abundante en pendejeras, te con-
fío algo que sí quisiera saber en toda su extensión: ¿De dónde salió eso
del Día Internacional de los Pueblos Originarios? Pues busqué. Se trata
de conmemorar un día según el cual algunos funcionarios de la ONU se
reunieron para analizar la profunda necesidad que tienen los pueblos ori-
ginarios de gozar de un Día Internacional de los Pueblos Originarios
porque es muy importante que el mundo sepa que, en nuestros mitocon-
drios tenemos un componente indígena del carajo. Sí. Así, a partir de
2004, se conmemora tan fastuoso Día para dejar muy en claro que las
aguas y los bosques del Amazonas, son de capital importancia. Ajá. En-
tonces, cada año se celebra la cosa como te digo: Los Indígenas y el Me-
dio Ambiente. O bien, Los indígenas y el Sida. Los indígenas and The
Twin Towers. Los indígenas y el prisionero de Azkaban. Los indígenas y
los Cazadores del Arca Perdida. Y así vamos. Qué bello es todo mi pana.
Nadie nombra a los wayuu. Gran vaina. Y nadie se acuerda de los pemo-
nes. Con nadie me refiero a la ONU porque yo sí que me acuerdo. ¿Este
año? El tema es: Los indios y el coronavirus ¿Qué creías? Hay que crear
conciencia, sostienen los encorbatados allá en los niuyores. Wow...
En Venezuela tenemos años denunciando la incidencia del VIH entre los
indios del Amazonas. Han desaparecido tribus completas a causa de la
enfermedad y ahora mismo, el coronavirus mata a decenas de indios to-
dos los días. Decenas. Debería existir un Día Internacional de Vayan A
Mamarse Una Caravana Toditos. O un Día del Veto Internacional a los
Días Internacionales de. Qué mundo tan absurdo el que nos toca vivir.
Es un mundo donde lo que no es verdad, es cierto y lo certero es embus-
te. Una guerra de espejos donde vale más el reflejo que lo que constatas
de primera mano. Por ejemplo, el grave problema de los venezolanos es
que vivimos en dictadura y esto significa que estamos bajo la bota de un
régimen que permite que lo irreal tome cuerpo a su antojo y lo real pasa
primero por la Tienda de Conveniencias. No existe el coronavirus im-
portado. No se puede politizar el asunto pero estos hijos de puta lo ha-
cen a bocajarro. No se debería mentir con las cifras pero es que a esa in-
formación se le saca ventaja. Está en el Manual de Bolsillo: De cuatro-
cientos fallecidos tapan a trescientos noventa y cuatro. Lo que debemos
saber ¿cómo saberlo? Y lo que no necesitamos saber crece silvestre en
cualquier post. Pareciera que jodo el parque pero... Tampoco me parece-
ría risible si, desde Kinder, enseñaran poesía y que eso constara en el
pensa. Por estos días leí que a un niñito le preguntaron ¿Qué es el mar?
Y el muchachito respondió: el mar es agua enrollada. Échale coco. Es el
tipo de verdad que necesitamos. Es el tipo de ignorancia que precisamos.
Es el tipo de sabios que queremos.

LAS MOSCAS LEEN CARTAS


MICROSCÓPICAS

CLARO, no son como las abejas, bonitas y negriamarillas. Tampoco se es-


fuerzan ni en su trajín llevan y traen polen para ayudar a los bosques a
extenderse por todo el planeta. De hecho, asumimos que las moscas son
malas de la misma manera que algunos afirman que los pobres son malos
por ser feos. O malos por desaliñados…y así. Pero yo te aseguro a tí que
para desentrañar un crimen abominable una abeja no ayuda, ayuda una
mosca. Conglomerados incontables de moscas allá por los matorrales
son los que avisan con extrema facilidad dónde podrían encontrarse los
restos de alguien cuyo asesinato se presume.

Las moscas leen cartas microscópicas.

De la misma manera si vas por ahí distraído y de pronto escuchas el so-


nido incomparable de un concierto multitudinario de moscas, detienes
tus pasos porque sí. Te dices: La pinga. Si sigo, o me topo con un cadá-
ver o con un inmenso cerro de... Y desvías gentilmente tu ruta porque la
cosa tampoco es que la muerte -o la merde- sean agradables de ver o de
presenciar. Este no es un concierto a beneficio de las moscas ni tengo
por qué abundar sobre las bondades de una abeja en contraposición a las
maldades de una mosca. Tampoco Yul Brynner era malo. En “Siete
hombres y un destino”, el tipo contrata seis matones muy malos para de-
fender a un pueblito mexicano llenito de gente buena. Es que había que
hacerlo. No proteges tú a ancianos, niños y mujeres indefensas con flores
y palabras bonitas. Eso fue plomo caballero. Entonces, matar al menos
en el Cinemascope, era necesario. Estos espejismos tan raros que nos lle-
van a pontificar sobre lo malo o lo bueno, no es materia novísima ni yo
me estoy inventando un cuento de que tal. No soy tan bueno en eso pero
tampoco tan malo, por cierto. Nietzsche en 1887 escribió un tratado so-
bre estas vainas bondadosas y/o malucas y expresó que nuestros valores
morales debían cambiar porque de todas formas ser malo o ser bueno
subyace en un criterio propio.

Hace apenas doscientos años la conducta del ser humano se regía por la
buenura que entrañan las religiones y la malicia de aquellos que se nega-
ban a aceptar un Dios celoso, omnipotente y rodeado de ánimas bendi-
tas. Un poco más adelante, se presentó Hegel con un mamotreto-tipo
que luego fue desarrollado por Marx y puesto en marcha por otros ener-
gúmenos que lo siguieron y debido a que no hemos salido de este atolla-
dero existencial, tenemos hoy en Venezuela a un dictador que desde una
pantalla trata de convencernos de que lo que pasa es que él es un carajo
bueno y muy chévere. Ajá. Tres noticias: Kim Jong-un, el tiranuelo de
Corea del Norte mandó a ejecutar a cinco economistas que se dieron el
tupé de criticarlo. Bellacos. Malnacidos. Es que al que disienta, como de-
cía Franco, desterrarlo. O enterrarlo. En Barinas, los candidatos a diputa-
dos por parte del régimen en un ataque inusitado de bondad, les dio por
regalar mortadela. Y de la chimba. Los tipos se despliegan por toda la
provincia barinense repartiendo embutidos para que los voten y mira tú:
se desplazan en camionetas arrechísimas. Y se toman fotos. ¡Coñoooo,
gracias papá Dios por el comunismo mijooo, panacea mundial para ayu-
dar al menesteroso! ¡Respuesta fundamental para el hambriento! ¡Epíto-
me para sacar al mundo de su insensatez! ¡Alabao! Las moscas son mos-
cas, el gordito coreano es un asesino, Maduro es un cobarde, ¿pero en el
CICPC-Región Lara?

Nada, que en esas celdas hay puros héroes. Nojoda. ¿Tú te acuerdas de la
cárcel de Shawshank donde estaban encanados Tim Robbins y Morgan
Freeman? Bueno. Tim Robbins se pasó cómo que fueron treinta años
horadando una pared con una cuchara para poder liberarse de tan igno-
minioso presidio. Pero los venezolanos, qué buenos somos para ciertos
avatares. Otros Siete hombres presos y un destino en Barquisimeto, conci-
bieron un plan de escape y tal y pascual. Abrieron un boquete y resulta
que con lo que se encontraron fue con ocho mujeres presas en la celda
contigua. jejejeje. ¿Esa risa? No es de loco. Asesinos al fin y al cabo se di-
jeron: Compa, mataremos este verano a como dé lugar... Las muchachas
parece que entendieron lo inútil que resultaba oponerse y pues, harían
cuanto fuera por calmar las angustias del encierro. Quién dijo que el sexo
es malo. Yo no sé si la vida sea mala o injusta pero lo cierto es que uno
tiene seis meses sin escuchar un te quiero en la pata de la oreja pero estos
presos como dicen en mi pueblo, se fueron a burro. Coronaron. Coño,
mis respetos. La minuta policial da cuenta de que en medio de la noche,
los pacos escucharon ruidos muy particulares todos producto de un insó-
lito himeneo y... ¡ohhh, sorpresaaa!. Mayor tiradera mi compa. ¿Habrá
moscas lectoras en una celda? ¿Qué habría hecho Yul Brynner? ¿Y el
gordito Kim Jong? A los tipos encima de homicidas, les emburraron -y
volvemos al punto inicial- la Ley contra las Buenas Costumbres.

Y les regalarán a cada uno un buen Manual de Carreño para que apren-
dan por las malas: -Amor, llegaron los pacos... qué bueno eres... -¿En la cama? -
No mi amor, en la colchoneta. Más tarde, me pasas unos cigarros con el guardia,
¿Sí? -...cada vez que te beso me sabe a coco... -¡Ay Perucho, tú sí que tienes psicolo-
gía!

Es que la vida sigue siendo bella. Y buena.


EL ABUELO NEWTON
(O por qué no me gusta un mundo feliz)

YO ASÍ, no quiero ser feliz.


Hoy es Día del Abuelo. No soy dado a los Días de, pero muy probable-
mente, si fuera un abuelo, mi visión de todo en la vida cambiaría y por
tanto es muy posible que empapele mi muro con fotos de mis nieticos
como dice un pana mío rebosante de ternura. Sería como ganarse un
gran premio y todo, todo, cobraría más sentido. Pero... no es de esto so-
bre lo que quiero hablar. Arriba digo: ...mi visión de todo en la vida cam-
biaría... Si tomamos en cuenta los dramáticos cambios a los que asisti-
mos, vendría bien imaginarse como fue alguna vez el mundo.
Considera a la luna bailando en forma interestelar. Un poco esconderse
aquí, un poco brillar allá. A la hora estipulada se iría a dormir para dar
paso a la jauría de luces que derrama el sol sobre el horizonte. ¿Lindo,
ah? No podemos excluir a la lluvia que es el líquido sagrado. El gran néc-
tar de la vida. Los sembradíos haciendo lo suyo y el hermoso árbol de
allá colmado en hijos. Un hombre que por casualidad se sienta al abrigo
de ese gran manzano y un fruto que le cae derechito en la mollera. Dice
la leyenda que el tipo gritó: ¡Eureka! y su visión de todo en la vida cam-
bió como te cuento arriba.
Pero no solamente su existencia dio un vuelco sino también la de todos
los seres humanos que lo hemos sucedido hasta el día de hoy, 26 de julio
de 2020. Eso es gente que jode. No sé si cabría mentarle la madre al bue-
no de Isaac pero en realidad, no ha sido su culpa. Responsabilizarlo sería
como endilgarle a una estatua de Bolívar la culpa de todo lo que nos
pasa. Pero tampoco es sobre esto que quiero hablar.
Para que el mundo se librara de la confusión que lo atenazaba, nació
Isaac Newton. Y si algo hay que destacar en un hombre como este, es
eso de conjugar cielos y manzanas para terminar pariendo una cosa lla-
mada Ley Gravitacional. Arrechísimo. Esto lo hemos visto tantas veces
en tantas historias que francamente me impresiona mi propia valentía de
querer traerlo al muro en un domingo tan ladilla como este. Tú sabes, el
evento de la manzana que cae y...
Si has llegado hasta aquí en la lectura, tienes considerar que ese cuento de
Newton, es el mismo cuento de la humanidad y así será por siempre a
partir de él. ¿Y por qué? porque está en cada uno de nosotros el querer
poner orden en la confusión y armonía en la disonancia y hacerlo de una
vez, si tenemos la fórmula. El manual pues. Chico, nuestras vidas tam-
bién han sido afectadas por aquello de querer hacer prevalecer el orden
sobre la confusión. ¿Sabías que el Principio Gravitacional de Newton in-
fluyó sobre algunas tesis que rigen hasta hoy a las Ciencias Sociales? ¿Y
qué tal si hablamos de artistas o poetas? ¿Quién ha puesto orden en esa
especie de urgencia intelectual que sentimos los seres humanos para to-
mar lo que vemos en la innumerable multiplicidad que hay a nuestro alre-
dedor y llevarlo a la síntesis de un lienzo o de un papel en blanco? ¡Jelou-
uuu! Claro, el abuelo Newton, papaíto querido. ¡Newton viene siendo
una liga de nuestro padre Adán con Simplicio, el puretico bueno de la
peli aquella que todo lo sabía mi compa! Te repito, hay una urgencia pri-
maria y fundamental en nuestras mentes que nos impele a tratar de asimi-
lar lo que no comprendemos.
Así ha sido siempre.
Algunos llaman a eso la Voluntad del Orden.
La manzana: ¿Por qué cae? ¿Y por qué la habitación de tu hija está arre-
glada y la de tu hijo vuelta un chiquero? Por aquí pasó un huracánnn ¿No
era que decía tu madre? Bien. Ya. Esta Voluntad del Orden le queda pe-
piada a la filosofía. Pero cuando la aplican al campo político, entonces
nos meten en sendo peo y aquí pues, es donde uno la emprende contra
Newton, acaso injustamente. Todo muy chévere compai Isaac y muchas
gracias, pero a sus leyes les dan un uso tan extraño hoy en día, que prefe-
rimos mirar las estrellas: quieeeero cantarleee...a la vieeeja lunaaaa. Y a
falta de claridad, tomárnosla con soda al mejor estilo cubano. ¿Será me-
jor así? Y no saber nada de nada sino de cuando aparezca el sol con sus
crespos dorados para irnos a danzar con hermosos cabritos vestidos to-
dos de Heidi, con usted haciendo de abuelo. Nos hablan de revolución
pero nos quieren serviles. Nos hablan de su epopeyas, pero nos quieren
cobardes. Nos hablan de justicia y nos someten con hambre. Nos quie-
ren organizados pero a punta de pistola. No hay lugar para el disenso
porque esa es una afrenta intolerable. Nadie quiere saber de un hijodepu-
ta llamado Maduro, pero nos lo encasquetan a los cipotazos y sin poder
decir ni ñé. ¿Como hacemos para poner orden en la confusión y armonía
en la disonancia, señor Newton? ¿Tendrá usted por casualidá, alguna ley
en la Principia Matemática que nos libere de tanto mamotreto hipócrita
de esos que gustan de ir a elecciones en dictadura? ¿Quiere que le cante:
y el abuelo un día con Mirla Castellanos? Yo le echo bolas mi viejo. Un
mundo mire usted, con ocho mil millones de seres humanos más de
cuando concibió su fórmula. Eso también es gente que jode. Un mundo
arrodillado por una pandemia que por los vientos que soplan es más
arrecha que todas las anteriores juntas incluyendo la de la peste bubónica
que usted padeció en sus tiempos.
Un mundo, un orbe terráqueo en donde quieren implantar una tiranía
criminalmente robándose los recursos de naciones más pequeñas como
la nuestra mientras urbes asiáticas como Pekín se maman el 75% de los
recursos naturales del planeta. Qué manteca de quilla chamo... Va siendo
hora de pararle los mochos a esta gente que entre pitos y flautas se cogie-
ron la mitad de África...¡Y quieren más señor Newton! ¿La bomba de Hi-
drógeno? ¿La sólomatagente dice usted? ¿No tiene más sencillo señor
Newton? Aquí no conseguimos otra fórmula que no sea a la brava o
ahorcando poco a poco las finanzas del tirano venezolano, ¿Y mientras
tanto, Montesanto? Caballero... ¿Sabe usted? En ese mundo ideal de di-
cha y felicidad, nos ofrecen es un puesto de termita. Sí. De nosotros
quieren que tengamos lo justo para ir por una hogaza de pan y regresar
cariacontecidos al termitero, y a callar. Nos imponen una super organiza-
ción aceitada y con mucha lustre con todo mundo arrodillado en obs-
equiosa reverencia. Un mundo muy feliz lleno de autómatas es la impudi-
cia en persona, señor Newton, y ya basta.
Y la tecnología querido amigo. Con la tecnología han hecho y deshecho.
Con eso nos marcan y controlan pero tenemos que agradecerles el lindo
gesto de lavarnos el cerebro. La revolución la dan por cierta pero tan só-
lo es un holograma, señor Newton. Todas las películas de esas distópicas
se hacen presentes y en Venezuela reparten a la pandemia como si fueran
golosinas. ¿Blade Runner? ¿Cundo el destino nos alcance? ¡¡Esa vaina ya
está aquí pana mío!! Como decía Memo Morales: Me gusta el whisky, me
gusta el tabaco, pero con mujereees, me gusta la farra junto a mi guitarra pero con
mujereees... pero si tú me pones a soñar, yo soñaría con ver esta película
con mis nietos. ¿Los conoceré? Usted sabe, verlos brillando en una son-
risa y yo preparándoles una meriendita, señor Newton. Claro, pana, galle-
tas de soda con diablito. Y un fresco pa'cada uno.
HISTORIA DE PERROS

DE NIÑO ME HACÍA MUCHAS PREGUNTAS. Por ejemplo, no lograba com-


prender cómo, un animal tan comunicativo e inteligente como lo es un
perro, no hablara. Cuando llevaba a Sissy mi doberman al parque, ella en-
tendía de inmediato lo que le pedía:
- Sissy, súbete al tobogán.
Y se subía.
-Sissy, zúmbate por el tobogán.
Y se zumbaba.
Así era para todo y muchas veces, te digo, no siquiera precisaba de que le
ordenara algo. Sólo con verla a los ojos, ella parecía adivinar lo que que-
ría e iba y lo hacía.
Pero no hablaba.
Eso era un misterio para mí.
Ella asumía nuestra manada con la nariz. La respuesta que precisaba la
olisqueaba y ya.
Hoy, paseando con Pinta más temprano, vi a sus amigos, los perros de
mi vecino. El patio trasero de Pepe, son sus dominios.
Sus miradas, pisadas y orejas vigilantes eran dirigidas por sus morros que
todo lo descifraban. Así, los vientos -me di cuenta- les traían la informa-
ción necesaria que sus narices traducían.
No le hace falta a un perro hablar. Si hablaran, seguramente caerían en el
gravísimo riesgo de convertirlo todo en una dialéctica profusa, densa e
innecesaria.
Le diría un perro al otro:
-Bobby...hay un zamuro en el tejado. Ladremos para que vean que hacemos algo.
-Sansón... ¡Eso significa que alguien va a morir...correeeee!
-No seas pendejo vale. ¿Qué tiene que ver un zamuro con la muerte? lo de ellos es
zamparse a algo que estuvo vivo. Es diferente.
-... Eso lo dijo Haidegger me imagino.
-Schopenauer...
-...Ajá...
- Okey, está bien, Bobby. Lo vi en la pantalla de la PC de Luisito, tu dueño, mi
dueño, ¿remember?
-...por cierto Sansón, allá está Luisito. Anda arrecho porque le dio me encanta a un
poema y no sólo eso: escribió hermoso en el hilo, pero más abajo le pusieron marico.
Ahora pagará su rabia con nosotros.
- Tranquilo, Bobby, tranquilo. Desde que el Primer Lobo, nuestro Padre Originario,
se asomó a la cueva de estos mequetrefes, se sabe que están rebosantes en complejos y
en resentimientos. Si una letra está bien escrita, ¿cuál es el problema de decirle linda?
Por cierto, busco a Linda, que entró en celos.
-Sansón, lamento decirte que Linda se fue. Luisito dejó el portón abierto y ahora,
quién sabe cuántos le estarán pintando ahora pajaritos en el aire.
-...he sufrido. Mira Bobby, ahora que nombraste al zamuro y eso dio pie a mi fasci-
nante reflexión filosófica sobre la muerte, ¿Te has fijado que casi todos los que han es-
crito una novela terminan el último capítulo con alguien muriendo? Y ponen al mori-
bundo a decirle al hijo de la muchacha de servicio: Hijo... ¡yo soy tu verdadero pa-
dreeee! Ridículos. ¿Por qué lo no leerán más a Dickens? En Cuento de Navidad todo
comienza con...
- Sansón, amigo ¿A quién le va a interesar un cuentico de 1834? despierta...
-No seas ignorante querido Bobby. Charles Dickens es ¡perro Bobby, qué bruto eres!
Sin Marley, el socio de Scrooge, muerto en la primera línea, no habría cuento. No ha-
bría niñito en muletas pero feliz, ni habría familia navideña pobre pero sonriente, ni
habría fantasmas que le enseñaran a Scrooge la importancia de estar vivo. La muerte
compa, es una cruel pero muy sabia mensajera.
-Ya. Te pones intenso, vale. Mira Sansón, llegó Linda, parece mentira.
-Tantas esperanzas que en su amor cifré. Vayamos a la clase de aforismos de Pinta,
la perra vecina:
Pinta: -Bienvenidos Sansón y Bobby. A ver, ¿Quién me puede decir qué es el poder?
¿Bobby?
- El poder es la esclavitud en que se tiene la ilusión de mandar.
Muy bien. ¿Y una sardina? Dime Sansón...
-Una sardina es una ballena que ha pasado por todas las fases del comunismo.
Estoy orgullosa muchachos. Nos vemos mañana. No olviden ladrar delante del pa-
trón para meter la coba...¡Allá! ¡Un zamuro! ¡Laaadreeennn!
Bobby: -Empieza tú, Sansón. Di Guau.
Sansón: Guau...pero repasemos para mañana. ¿Qué es un pelo?
Bobby: Un pelo es una medida de tiempo. Si le antepones el achanta un todo vene-
zolano sabe que se trata de muy poco tiempo...mira pana, Linda sacándote cuadros
¡cáele!
Sansón: -Soy sólo un perro, pero tengo dignidad.
Bobby: ... Ajá.
PINTA Y LA GRAN TORRE DE LA
HAMBRUNA DECRETADA

CADA quien tiene sus artificios cuando la noche se blinda. Los míos
tienen que ver con la seguridad de la casa y con 'seguridad' me refiero a
mis perros. En el techo tengo a Pinta y cuidando en el alto de la escalera
que da acceso a la cocina, a Catire. Salgo al jardín. Por momentos
contemplo la empinada soledad de mi calle y por momentos, me
concentro en los perros. Mido su disposición para la vigilancia una y otra
vez, luego entro a la casa, apago las luces y me voy al cuarto que es
donde sucede la magia que son mis libros. Así, al voleo, elijo uno de
Fechas Patrias de esas del tipo Tal Día Como Hoy. Algo ligero, tú sabes.
Por ejemplo, en diciembre de 1778, se introducen 800 negros a la
Provincia de Caracas y 560 que van a la Provincia de Cumaná. Dice el
cronista que el objetivo es: cambiarlos por mulas, tabaco, pescado, carne, cuero y
otras menudencias que valiendo poco dinero en dichas provincias, se venden a muy
buen precio a los extranjeros... La expresión se me engancha… muy buen precio
a los extranjeros...Un hombre por una mula. Un esclavo por tabaco. Oro
por gasolina. Petróleo por cisternas, y el que se jode es el esclavo. La
diferencia no es mucha. Sigo: En 1796 llega el primer piano a Venezuela.
En 1798 se descubre un complot de negros en Cariaco. En 1810 se
imprime el primer libro en Venezuela: Calendario Manual y Guía Universal
de Forasteros, escrito por Andrés Bello. Justo el 24 de julio de 1917, en
pleno natalicio de Bolívar, pasa también por la impresora el primer
ejemplar de El Nuevo Diario en papel hecho en la Fábrica Papeles
Maracay, convirtiendo a este diario en la primera publicación periódica
impresa en papel venezolano. La cosa es que cuando mi imaginación
intenta relacionar al Libertador con Papeles Maracay en la forma en que
hoy recordamos a esa fábrica, se va la luz. Coñoesumadre. A dormir
temprano. Saco del clóset las frazadas, arreglo la cama, me acuesto, y así,
poco a poco, me voy perdiendo en el sopor de una dulce inconsciencia
que me saluda de lejos. Soñé que salía de la casa con Pinta a comprar
huevos. En la puerta abro mi rostro hacia un cielo a medio hacer
mientras que Pinta comienza con su habladera de pistoladas de siempre.
En mis sueños los perros adquieren el mal hábito de pensar como un
humano y por lo tanto, hablan. Detenemos el paso en la bajada. Vemos
que un hombre termina de dibujar con una tiza las teclas de un piano en
la acera y que de seguidas se pone a ensayar la escala. Pinta no se
impresiona con el tipo. Me dice para entretenernos, que no entiende que
el tal Jorge Rodríguez diga que los servicios públicos son malos porque
son gratis y que eso tenga que cambiar. Que qué pienso, me pregunta. El
pianista callejero logra su cometido y se lanza con el Concierto para Elisa
mientras que le voy explicando a Pinta que yo tampoco entiendo ná,
porque las dictaduras comunistas si algo pretenden, es que todo sea
gratis sin que nada sirva y sin importar que un país se vaya a la mierda y
que a eso llaman rimbombantes: Progresismo. Seguimos chola en el sueño.
Pasadas las 12 a.m. al que agarren en la calle será por espalomao y a mí
eso no me cuadra. ¿Ya nombré al gran edificio? En este sueño hay una
torre: La Gran Torre de la Hambruna Decretada. Funciona perfectamente.
Cientos de miles de venezolanos en la más grande orfandad, hacen cola
diariamente a las puertas de La Gran Torre. Ya se han registrado. Ya han
aplaudido jubilosos la nueva disposición: Ahora la gasolina es del Pueblo y
por si acaso: A partir de este momento quedan proscritas las quejas
según Edicto Imperial válido para todo el reino. Si es por hacerse de un
de par de bocados, estas son las maneras en que todos podrán medio
comer para mañana tener fuerzas y volver a deambular. Pinta me dice a
modo de chiste, que lo único que les falta es convertir a los caídos en
galletas como en la peli y que con eso lograrían despejar las morgues y
comería un gentío al mismo tiempo. Le respondo que ya. Que no hable
más como humano. Que se convierta otra vez en perra, aunque no haya
despertado. -Guau... Compramos los huevos. Regresamos. En el camino
a casa no todo es malo: Pasan dos libélulas entrelazadas en franca
fogosidad. Tienen sexo con las colas y se dicen suciedades.  Pretty good.
Nos toca pasar otra vez por la calle del pianista. Lo vemos tirado en su
acera leyendo un ejemplar muy viejo en la eterna novedad del diario
Últimas Noticias que a su vez se va convirtiendo en una gran mariposa
sucia que se va volando para regresar mañana. Estoy tan cansado de este
sueño. Quiero llegar a la casa para despertar. Acaso en la realidad, esto
no sea más que un espejismo pasajero. Acaso todos vayamos
despertando un día. Mi espíritu se queja y quiero darle reposo así que voy
despertando concibiendo un nuevo día desde el rumor de aquella vieja
canción de Rubén que clama por un mañana de esperanza y de libertad.
Dormidos no hacemos nada, creyendo que hacemos mucho.
LA FENOMENOLOGÍA DE LA
PERCEPCIÓN

EXISTE UN LIBRO llamado así, te cuento. La fenomenología -creo enten-


der- no es otra cosa que estudiar algo, lo que sea, y analizarlo desde muy
diversos puntos para tratar de darle algún sentido al fenómeno que se
percibe. Así, el trinar de un pajarillo, su canto que convoca, la rama que
lo sostiene y tu percepción de todo eso, vienen a ser la misma cosa. Los
fenomenólogos a su vez, vendrían a ser los carajos que estudian la forma
en que tú entiendes el mundo para influir sobre ti. Como el libraco aquel
de Dale Carnegie. Son los tipos que te explican que el cielo, aunque eté-
reo, es tan tuyo como los discos y libros apilados de cualquier modo en
el desastre en que has convertido tus estantes... cosas así. Aparte, se trata
de darle forma a todo lo que vas percibiendo. Pero, así como en todas
partes, hay un pajúo, siempre un manager panzón y sabido, que te quiere
cambiar la seña. No lo notas, pero tienes que poncharte ajuro que es lo
hacen con el Claro. Eso redundaría en beneficio del colectivo, concluyo como si
supiera mucho de eso.
En pleno encierro, la cosa es más intensa. Los días se vuelven hojarascas
que se amontonan por dentro y tratamos de percibirnos frente al mundo
buscando un espacio para intelectualizarlo: es lo que hace un ser huma-
no. Intentamos comprender una realidad que se nos presenta de esta for-
ma y que nunca en nuestra puta vida imaginamos. Por lo tanto, hay que
estructurarse en cautiverio y hacerse de un manual de vida posvirus. Así
sin 't' que es como escriben los que saben. De manera que seguimos na-
vegando en nuestra cotidianidad que ahora con esta vaina, se nos plantea
novedosa, aunque llena de los mismos rollos. No está fácil, pero hay que
echarle ganas, ¿Verdad que sí? Por ejemplo, algunos de nuestros impor-
tantes avatares: ¿Dónde estará el corta uñas? No está en su puesto... Sumadre el
que lo agarró. La cosa es que, encerrado, quieres cortarte las uñas, afeitarte,
bañarte, bañar al perro, hacer cotufas, lavar todos tus interiores y librar-
los hasta del más tenue frenazo. Una batalla campal. ¡Ah! Y pasarle un
trapito a cada libro. Concluyes en relación a tus interiores que hay tam-
bién una fenomenología de la percepción: te parece que las ligas se van
venciendo pero no le paras bola. Te ríes. Es que elegir reírse cuenta
como blindaje en tiempos de confinamiento. Parte del fenómeno. Buscas
la escoba y le entrompas al porche como queriendo limpiar las mugres de
la Planta Baja de las Torres de El Silencio así, vigorosamente y a full cho-
la. Mucho afán, percibes botando el bofe.
Le bajas dos.
Te sientas. Le buscas el taiming a la vaina.
A tu vida en dictadura.
Parece que habláramos de la revolución en Chipre pero no. Es el aquí y el
ahora, diría Og Mandino. Piensas en tus libros. Ajá. Leer más para aho-
rrar datos en tu cel a la hora del té. Sigues barriendo. Miras una bandada
de zamuros. Uno quiere pararse en el techo. Buscas una guaratara. Le
mentas la madre. ¿Hay luz? Pones música en el DirecTV al que por for-
tuna no le ha caído está plaga. Suena Randy Crawford con Street Life. Te
dejas llevar y tu alma autolimpiante va recordando aquel amorío clandes-
tino allá en los jardines del Hotel Cumanagoto: pasión a rin pelao en ple-
na grama china la madrugada del 31 de diciembre de 1981. Que si habla-
mos de grama china y cocoteros, entonces habría que considerar también
a las hormigas. Mejor abordemos el asunto desde la fenomenología de la
picada de un coñazo de hormigas ahí mismito, y de la subsecuente feno-
menología de una mentada de madre de esas recontrarrechas. Te vuelves
a reír.

Me gusta el término Fenomenológico. El que sepa de esto debe saber burda


de todo. Viene de fenómeno que al cabo, aún se usa. Si le preguntas a Ale-
xis Guarate que cómo lo va, él te responde eso: Fenómeno, mi hermano. El
todo es percibir.

No tratar de entender. Que si te empatas en esa, enloqueces. Dejas el re-


cuerdo del hotel por ahí, sigues cantando lalalala, barres la casa hacia
adentro como hacen en Oriente hasta llegar a tu cuarto y a tu biblioteca.
Piensas: Me sale sendo baño y a leer.
Levantas el jergón de la cama para barrer mejor ese pegoste que tiene
añales ahí y: ¡¡Ohhh, el corta uñas!! Alguien lo puso allí, para fregarte la
paciencia. Y al lado, ¿Adivina? Las medias aquellas que diste por perdi-
das. Sumadre el que las agarró, sumadre el que las devolvió. Te bañas, te entalcas
y te pones pepito. Escoges por vía de carambola planetaria, el libro de un
filósofo marxista, Maurice Merleau-Ponty, llamado: El Fenómeno de la Per-
cepción, título que como corresponde, me he choreado de frente. Y resulta
mi pana, que mientras el mundo queda boquiabierto porque China acusa
a Occidente del Coronavirus, los comunistas tienen ya muchos años teo-
rizando acerca de tu percepción, para alterarla. No es poca cosa. Los chi-
nos ponen la cagada pero son unos aviones para zafarse de las culpas.
¿Italia metida en la mamá de los peos? Ahí le van veinte millones de ta-
pabocas chinos para eso, para callarnos la boca. Coño ¿Gracias? El libro
del sancto sanctorum del engaño solapado atribuido a Merleau, está fechado
en 1945. Curioso. Desde entonces los comunistas se indignan gritando
adoloridos, que ellos que nos salvaron de Hitler y que por eso, son los
hermanos perdidos del mismísimo Jesucristo.

Mamagüevos toditos...

Voy para cinco días confinado. Trato de ponerle alguna lógica a esta lo-
cura. O alguna locura a esta lógica. Respiro hondo. Como todos, reviso
el gas, las puertas, las fugas, el cajetín de la luz, los tanques de agua, cual-
quier otra güevonada y miro por las ventanas en la madrugada, allá hasta
donde me alcance el alma. Existe la poesía inextricable que también me
gusta. Pero lo que más me va por los momentos, es algo que me dé áni-
mos, algo que llegue y que me ayude a percibir el fenómeno y salir bien
librado.
La vida me ha restregao,
pero jamás me ha planchao
En la buena y en la mala
voy con los dientes pelaos

P'alante.
EL SHOW DEL GORDITO

CHAMO yo sabía. El gordito ese jugó con mis sentimientos. Pero no con
mis presentimientos. Hoy lo supe nada más al despuntar el alba. Lo vi
clarito en la paraulata que confundida por la neblina, chocó contra la
ventana de mi cuarto. 
Ahí quedó. 
El gordito aplicó la misma de Enrique VIII, que se echaba a morir nada
más que para ver la reacción de su séquito. Después se la descobraba.
Cosa rara: Aquí decimos que alguien para desquitarse se la descobra. No
se la cobra. Es que hablamos muy mal el castellano. Porque aquí señor,
hablamos castellano gracias a aquella reina de Castilla que le impuso su
calé a la España Medieval. Técnicamente no hablamos español me digo
orondamente al compás de mi primer café.
Volviendo al gordito. El gordito se burló de todo el mundo. Le dio caldo
de sustancia a los diarios y bueno. Reapareció. Debió reírse como llaman
a mandíbula batiente. Es que he sufrido.  Un día particularmente difícil el
de hoy. Hice la cola de la gasolina, pensando en ese gordo. Lo mismo
cuadrando una bombona de gas. Gordito coñoemadre. 
Llego a la casa, guindo la ropa en las ramas de la mata de níspero del Ja-
pón, me baño en el jardín así, en interiores, como nos bañamos en el
pueblo, y entro. Entrando me acuerdo del bolero aquel: Cuando yo llego a
la casa y abro la puerta, me espera el silencioooo. Qué jodido. Repaso: He pen-
sado en el gordito buena parte del día. Ya veía a Maduro poniendo la
bandera a media asta. Y me hacía viendo a Arreaza leyendo un Acuerdo
de luto por tres días por el camarada KimJongUn. Negativo el procedi-
miento. También, volví a ver hoy las maneras presidiarias que tienen mu-
chos para entenderse en Venezuela. 
Aquí puedes escuchar vainas como esta:

-Queloqué mano...mira cucha...¿hablaste con el loco?


-... ¿quéhay? Sí, hablé con el loco, mano
-¿y qué te dijo el loco, mano?
-mano, la pimpina en treinta dijo el loco, mano.

La cuestión es que el loco no puede tener nombre porque se requiere de


prudencia para que lo que se cuadre, se cumpla sin mayores problemas. 
Esto es lo que te encuentras en un país devastado: que, si hablamos
como presos, escopeta pum: estamos presos. Friticos, pues. Para rema-
tar, me meto en una página en donde Pérez-Reverte- aclara que el como
y el este, van sin acento. Que se bajen de esa nube, manda a decir. Tales
condumios intelectuales son demasiado exquisitos para pueblos secues-
trados por una dictadura como el nuestro donde el todo es saber hacer
una transferencia.  Lo demás es lujo.
He sufrido.
Pero, te cuento que en la misma página en donde Pérez aclara en nombre
de la RAE, también se encuentran los 57 chistes más malos del mundo.
Como el fastidio me atiborra, comienzo a leerlos.  Casi todos terri-
bles. Casi todos menos uno:
-¿Qué le dice una foca a su mamá?
-I love you mother foca.
Los días buscan las maneras de compensarse.  No sabes tú que ese chiste
pendejo me tiró al piso de la risa.  Que mi risa hizo volar a las guachara-
cas de mi patio a las casas vecinas. Que mi perra se puso a ladrarle a los
nísperos y que yo trataba de controlarme myself. Me decía: Coño, aplácate
como me gritaba a mí, mi abuelo cuando de chamito me veía eléctrico a
causa de tomar tanta Coca-Cola. Fue peor acordarme de eso porque la
risa me hizo doler la barriga. En todo caso, seguimos mi pana. Los días
vienen veteados y hay que sobrellevarlos.
CON PACIENCIA Y SALIVITA...

19 de febrero enero de 1929.


TRES arqueólogos norteamericanos, atontados por el tremendo calor de
los desiertos derramados en temperaturas increíblemente altas, se
encontraban dando tumbos entre los cardones sedientos de Irak
esperando poder localizar algo realmente interesante. De pronto, se
toparon con los vestigios misteriosos de un enclave que luego
identificaron como Ur. Excava que te excava, estos sesudos científicos
de los tiempos idos persistieron hasta dar con el techo de un antiguo
zigurat perdido en lo más profundo de la tierra. Una vez allí, decidieron
seguir escarbando en la panza ardiente de la arena para traer a la luz
definitoria del presente los sarcófagos de los hijos de un rey. Jubilosos
por el hallazgo, siguieron hasta avizorar entre los escombros la urna del
rey padre, y más abajo la del rey abuelo. Así, los tenaces investigadores
desentrañaron los despojos de ciudades mucho más viejas que Ur,
demostrando que nuestros ancestros son en realidad mucho más
antiguos de lo que se pensaba.
Se trata de un pelón del carajo.
Hablamos de un error histórico de al menos seis mil quinientos años.
Ahora, ensegundando como Dios manda, empujemos y prendamos entre
todos el desvencijado carro de la Historia. Digamos que de esa época
remota en la cual gobernaban los sumerios, brincamos graciosamente
hasta los albores del cristianismo obviando a Sócrates, Aristóteles, Zenón
de Citio y a los poemas de Virgilio y de Ovidio. Y tal. Imagine usted la
cantidad de años transcurridos para que la humanidad pudiera
entromparle a las Cruzadas, a la Edad Media, al Renacimiento y todo
esto en el decurso de terribles enfermedades, pestes, asesinatos en masa,
invasiones y cuánta vaina. Después vendrían Colón, los piratas, la Iglesia
católica con sus virtudes y desmanes, la importación de esclavos
africanos, la esclavitud y canibalismo que ejercían los caribes en otras
tribus de rancio abolengo originario, la revolución francesa, el negro José
Leonardo, la conspiración de Gual y España, Miranda, Bolívar, su
epopeya y postrer muerte, el quitatetúpaponemeyo de los militares que le
sacaron la chicha al deceso de Simón y, por ende, hay que destacar a las
revoluciones del S. XIX encarnadas por los tales ladrones, y todo esto
para ponerle el país en charola de plata a Gómez. Luego vino la
revolución de octubre del 45, Pérez Jiménez, la democracia y esta vaina
venida sin duda de los avernos que no ceja en su empeño destructivo.
El asunto que motiva esta perorata es destacar el mágico poder de
síntesis que tenemos los venezolanos para convertir todo en una
pendejada. Esto debe constituir un hito prodigioso de alcance universal:
A una medida de tiempo nosotros llamamos un pelo. ¿Puedes creerlo?
Un pelo. Se entiende mejor si le agregas el 'achanta' con lo cual la
redonda expresión quedaría en 'achanta un pelo'. Si los sumerios nos
hubiesen conocido nos nombran deidades porque al tiempo nosotros lo
convertimos en una vulgar metáfora, es decir, en un simple giro
conceptual de amplia lasitud. Una promesa contenida en todos los
cuentos que nos meten desde siempre caben pues en un pelo. Échale
coco. Si esto lo hilvanamos conque Venezuela es un país con gran futuro
porque tiene playas, riquezas, cascadas, toninas y chigüires, estamos
hechos. Estos imponderables, si los mezclamos, nos traen como
resultado lógico entre otras cosas, unas elecciones legislativas en las que
los candidatos nos proponen, ¿qué crees? que achantemos un pelo. Que
como somos civilizados todo debemos arreglarlo decentemente y con
orden, como decía mi abuelito y que si hemos aguantado veintiún años,
diez o cuarenta más no son nada. No me jodas.
Esta tendencia de simplificarlo todo a su mínima y vergonzosa expresión
tiene otros muy pintorescos ejemplos. La revolución socialista en sus
primeros años botó la casa por la ventana y se puso a regalar billete
adentro y afuera. Y tierras. Y casas. Y motos. Y electrodomésticos.
Simplemente abrían un camión y a repartir güevonadas se ha dicho, y ya.
Y la misma gente pendeja que pensaba en lo maravilloso que era este
fulano socialismo, ahora debe contentarse con que un gorila militar
reparta leña para poder cocinar porque no hay gas ¿Qué es una raya más
pa' un tigre, ah? Agarra tu número, achanta un pelo... que bien pueden
ser tres días. ¡Vercia! ¡Un pelo, chamo! ¿Tú has visto esa vaina? Si nos
ponemos poéticos, podríamos afirmar sin lugar a dudas que un pelo da
para lo que sea. Terciopelo, sueña con caramelos que el comunismo es el
cielo y ...aguántate un pelo. Y si para Dios mil años son un día, nosotros a
su imagen y semejanza subsumimos toda nuestra cruenta y terrible
historia venezolana en un pelo.
¿A quién se le ocurrió esa vaina de que un pelo puede ser un margen
espacio-temporal? Pues a un genio criollo. Un pelo es como decir: una
pinguitahí. ¿No tienes efectivo? Cálate tu cola en el banco ¿Dos horas
llevando sol parejo para poder entrar? Un pelo. Por cierto que al mundo
lo retratan perfectamente en una de esas filas: - ¿Qué te parece? Un Papa
socialista que no se pronuncia ante la quema de una iglesia católica en Chile. ¿Y qué
es una piche iglesia ante los afanes de El Vaticano? Una bagatela, entre
nosotros, un pelo. Nuestras ciudades controladas por militares con cara
de aceitunas escupidas. Párate ahí, sigue pallá, ya va, achanta un pelo y si
no lo chillas, te salvas por... un pelo. Un pelo, maravilloso pelo. Oda para
un pelo. Y un réquiem para un pelo. Inventando un cielo color carameloo vivir
por vivirrr.
Con paciencia y salivita, mi compa. Nos fuimos hace rato por el farallón
de la Historia dando coñazos, pero nos piden más tiempo... más tiempo.
Yo me confirmaría con que el tiempo me devolviera a la casa de mi
abuela y poder verla otra vez regando sus maticas sembradas en aquellos
potes azules de leche Reina del Campo, porque para como están las
cosas ¿qué hay de nuestro futuro? ¿Cuántos pelos hay allí? Como decía
Piero: La vida se nos va como la tarde... y nada, qué paciencia, piojo. Un pelo
te digo, es cualquier vaina que esté constituida por segundos, minutos,
horas, años, siglos y hasta milenios.
Tal vez por eso me resulte fácil imaginar a tres arqueólogos levantando el
techo de mi casa dentro de tres mil años curucuteando mis maneras de
analizar todos los tiempos del mundo en la proeza de un pelo
columpiándose en mis recuerdos.
Ah, vaina...
DE CABRUJAS A BARRÁEZ.

UNO toma cualquier año de la vida republicana de Venezuela y no hay


manera de afirmar en rotundidad que alguno fuera reposado.
Musicalmente hablando, 1987 no se destacó mucho. Prendías la radio y,
o te topabas con Jorge Aguilar, o sonaba Montaner. O Karina, la de los
tacones altos. Pa' las rumbas, Sandy Lane y si la cosa era una disco, Mata
de Coco. Pero pensar hondamente en el país, no era cosa que fuera
nuestro puto problema. Para esa vaina teníamos a Granier y a Carlos
Rangel, con aquello de Del buen salvaje..., o a Brewer Carías con su Estado
Incomprendido. Ajá. Tipo cada quien mirándose el ombligo o comiendo
confleis, veíamos la tele como quien mira sin ver. Pero en el Noticiero
Estelar, se comenzaban a tejer noticias que nos resultaban tan lejanas
como los tifones que asolaban las islitas allá en los mares del sur. Por
ejemplo, el 9 de enero de ese año, cinco guerrilleros colombianos
sometieron en Mantecal al dueño de la finca El Porvenir el señor Alfredo
de Fries y lo obligaron a enrutar su avioncito hasta Colombia. Después
se supo que destacaron al aeroplano para que cubriera la ruta Colombia-
Florida llevando perico de alta pureza. Destaco el nombre de la finca: El
Porvenir... El 5 de febrero, capturaron al diputado Hermócrates Castillo
con un alijo de cocaína. Cinco kilos y dele en el maletero de su carro
revestido por supuesto con placas del Parlamento.
Sin comentarios.
Luego, el boxeador Antonio Esparragoza, hijo ilustre de Cumaná, le gana
a Steve Cruz y, ¡Chamo qué depinga! Un año francamente fuerae'lote,
porque además, ese año se creó un mecanismo de corrupción
arrechisísisimo y supuestamente blindado: Recadi. Redondeo con el
problema de la corbeta El Caldas que disimuladamente se metía en aguas
nacionales desde Colombia. Eso estuvo a un tris de llevarnos a una
guerra con Colombia. Entonces, el Disimulo, btw. Nosotros volando
papagayos y un venezolano que se decidió a exponerle al país, el país:
José Ignacio Cabrujas.
Se ubica a este gran pensador nacido en Catia, en esa clase de preclaros
no dable a nosotros que, si te pones a ver y como corresponde, vivíamos
pendientes de un viernes de hielo, peisi y una botella de Caballito Frenao.
Y éramos felices en esa levedad absurda. La cuña en la autopista
Francisco Fajardo decía: Rompaelhielo y Cabrujas viendo la vaina, se fajó
ese año a escribir El Estado del Disimulo arrancando precisamente con la
Venezuela de ese Francisco Fajardo. Y va uniendo este señor todo tipo
de acontecimientos y personajes desmitificando de una buena vez esa
ladilla que significa endiosar a Bolívar. Toda esa arrechera que sentimos,
ya él la había llevado al microscopio hace tiempo. Dice Cabrujas que el
nuestro no es un país sino un campamento y con eso descosió página
por página el libro Coquito y ni hablar de la Venezuela Heroica de Eduardo
Blanco. Borra, quita y pone: Dueño de una letra profética nos pone en
perspectiva de todo lo que deberíamos estar pensando sin importar que
estuvieras juntando cobres para meterte con tu jevita en el Hotel Rema
de El Rosal: Este es un país ahuecado. Puro cambur y peo. El Estado no
es más que un parapeto donde el gran emperador aparenta ser un
presidente normal de consejo de ministros, punto de cuenta y decretos
absurdos mandados al Congreso en la tarita de un pana de La Charneca.
Eso pensaba él en 1987, dime tú. Cabrujas, el incómodo enfant terrible del
ñemeo intelectual venezolano, tenía razón. Y razones, que a las pruebas
me remito.
Bien, Sebastiana Barráez. Ahora vemos -cómo no- las noticias
pendientes como el que más, de cada palabra pronunciada en el Noticiero.
De aquellos charquitos purulentos, esta inmensidad de océanos llenos
mierda y orín: Ahora el Estado ni siquiera pretende disimular un carrizo
porque como ves, estos coñosdesumadre constituyen un vulgar pranato
asqueroso que se sienta a horcajadas en nuestras vidas a la vista de todos
así, pataebola. Por eso, me preocupa lo que pueda ocurrirle a Sebastiana
Barráez que de paso les enmienda la plana a la ONU: No son indicios,
no sean güevones. No son avioncitos o kilos: El Narcotráfico ha tomado
por asalto y a la fuerza todo un país.
Y en eso tienen añales.
De ahí que venga uno y se arreche: ¿Cómo es eso de que Pedro Sánchez
ahora reconozca a Maduro? ¿Cómo es eso de que Bernie Sanders se
dedique a conspirar contra los Estados Unidos desde su candidatura
infecta de vacuidades pendejas y que tenga yo que respetar esa vaina
siendo que estoy preso en un barrio de 912.000 kms2 lleno de jíbaros y
piedreros? ¿O tú crees que esas matazones en la autopista son por qué?
¿Se calará el mundo a estos carajos tan solo porque aparentan ser lo que
no son? Veremos. Ahí te dejo esa perla. Ya basta de tantas cabezas
donde hay luz, pero no hay gente. O al revés.
Y váyalo.
...mis amigos me dijeron...ya no
riegues esa floooorrrr....

NO ES COMO un Jeep al que le metes primera y arranca. No es así. El alba


se toma su tiempo y no hay manera. Allá van lentamente los tímidos
crespos dorados que caminan en vanguardia como apartando la bruma
para darle paso al rey. Un poco antes, soñaba con gaviotas que picotea-
ban las crines blancas del golfo de mi pueblo. La eterna barca encallada
entre sus muchas arrugas, permitía que cientos de aves se le pararan enci-
ma como buscando un consejo de la hermosa anciana, orgullo marino de
otros tiempos. A todas éstas, en el sueño, extasiado como estoy con el
mar de mi niñez, voy sintiendo una trompeta con sordina que se me
acerca de a poco. Detrás de los cocoteros también viene Pedro Infante:
-Yo la reguéeee con agua que cae del cielooo...
Eso fue orita. Se va Pedro, llega Leo Dan. Se va éste, llega Nelson Ned.
Ya la vaina me parece muy sospechosa mano. Pienso en medio de mi
somnolencia: He tenido sueños locos pero nunca...ya va...
Aquí entra la lejana mentada de madre en la voz gangosa de una vecina,
que me levanta en medio de la umbra. ¿De dónde sacan rial esos carajos
para meterse semejante rumba? No sé, no sé. Adiós gaviotas, eso sí.
Adiós, Pedro Infante vestido con la chaqueta de cuero del gran Santos
Dumont.
Ahora, despiertico, te cuento que muelo mi propio café. A tales efectos,
saco el molino que heredé de algún pariente vecino de María Castaña. O
de la bruja Cumbamba. Muelo y muelo, y comienzan las reflexiones: ...y
pensar que el cerebro humano contiene 10.000 millones de neuronas. Y
pensar que en una pulgada cúbica de corteza cerebral conviven en el res-
peto cordial a que se deben los buenos vecinos, 16 mil millones de kiló-
metros de fibras nerviosas que conectan a esas neuronas. Casi nada: si las
estiráramos cual cabuya llegarían a la luna y volverían. Pero estos coñoe-
madres del barrio aledaño no hacen sino joder. La vecina sigue gritando.
Para ella es imprescindible -a esta hora- encontrar el cuñete de pintura
blanca. Lo consigue. En los bloques color naranja de su humilde residen-
cia, se pone a escribir: Se Bende y esta mierda es míaaa. Y te me vas de esta
mierdaaa nojodaaa.
Yo mientras, sigo moliendo en el sosiego que me otorga la cocina. Pien-
so en las flores de árnica que visten esas laderas. Parecen un cuadro pun-
tillista de Seurat. Uno reflexiona sobre muchas pendejeras antes de en-
trarle al café. Pero después de que te lo tomas es peor ¿qué creías? La pe-
lea marital sigue su curso. El aporte del marinovio al acervo matrimonial
me parece que se circunscribe a sus prendas de vestir. Sí. Estas salen vo-
lando por la ventana del 'master room' y prestas van a posarse gentilmen-
te en las flores de árnica. Se jodió el fulano.
He abordado la mecánica del cerebro y ahora se me presenta Andrei Sá-
jarov. Tú sabes, el Premio Nobel de la Paz en 1975. El mismo que se lle-
varon preso a las estepas rusas por haberse ganado esa vaina. Cana es
cana, pero eso a Sájarov no le hizo ni coquito. Afirmaba el tipo, que la
debilidad nunca conduce a la paz y que ésta paradójicamente sólo se pue-
de alcanzar disuadiendo al enemigo...con más armas. Diría Ismael Rivera:
... Ave María Tite pero qué breite...recoge...
Allá en el rancho las cosas parecen calmarse. Las guacharacas son las
trompetas que anuncian la llegada del rey y los pajaritos se van acercando
a mi trampa de cambures. Tú sabes, la cosa esa que llaman ganar-ganar.
Ellos se acercan, yo los observo y somos felices. Lo insólito: se ha con-
tentado la pareja. Lata y lata a rin pelao. Ay... lloro emocionado.
Después de pasarse toda la noche traspasando los linderos de mis sue-
ños... ponen al viejo soguero...Viejo Sogueeeeerooooo. Life is a bitch. Lo que
no se dice es que la tiranía está más débil que nunca. Tampoco se habla
de que los carcome la división y el hambre de quedarse con todo. Nada,
que muchos de nosotros preferimos las noticias fáciles de deglutir. Las
verdaderamente importantes, de esas pocas llegan. Por ejemplo, me aca-
bo de enterar de que la Nutella y demás golosinas de la Ferrero Rocher
están hechas principalmente de aceite de palma. También los jabones.
Laura Bozo marca la pauta en las noticias y mientras tanto el país es
como un centro de mesa incómodo que todo el mundo aparta para en-
cargarse de sus cosas. Por ejemplo, mis entrañables vecinos del barrio de
Santa Eulalia.
DESCARGA.

A MÍ ME GUSTA la poesía, no porque viva rodeado de nubes. No porque


pretenda imbuirme de los versos de mis amigos para perderme en
mundos mágicos que me provean vías de escape. La poesía a veces es
dura y confrontacional. Digo a veces y me quedo corto. A estas alturas
casi no leo otra cosa y es por elección. Pero también amo la Historia. La
nuestra pues. A veces me mando con parrafadas al respecto (con
infinitos errores de todo tipo, lo sé) pero no te creas, no es porque me
crea una gran vaina: Se debe a que los historiadores están muy ocupados.
No van a venir a perder tiempo en las redes. Entiéndeme: Estoy claro en
que así debe ser. Perdidos se conducen en las marañas de sus libros y por
mí depinga. Son historiadores. Pero primero que eso, son venezolanos y
me refiero a los del patio claro. A lo mejor exagere. No es mi culpa.
Amo a mis poetas. Son mis maestros. Leerlos no es que sea lindo. Al
contrario, es muy arrecho. Mis libros sean de historia o de poesía (o
filosofía), se deshacen en mis manos porque abuso de su lectura. Los
repaso ad-infinitum. Ahí, hambriento. Ahí, sediento. Una vez leí a Ossott
diciendo que no se requerían inmensidad de estantes ni número
incontable de textos. Que con algunos bastaba para darte al menos una
idea de lo que se trata. Rilke. Ossott. Rojas Guardia. Yo creo que se
equivocó. A estas alturas de la historia, me hacen falta más poetas.
Coño, sí. Otras voces aparte de Sánchez Peláez y su Elena y los elementos.
Más poesía. Te digo: la poesía debería estar contenida en los pensa de
estudio desde el jardín de infancia. Pero no. Eso es muy ladilla para un
niñito ¿Hasta cuándo pana, “Platero y Yo”? Tengo hambre vieja, pero me
tengo que contentar con mis amigos de siempre: Tranströmer
principalmente. Patricia y su Soledad Infinita. También tengo a Gema
Matías, a Rosana Hernández, a Rosol, algo de Israel Centeno...y ahí voy,
como en la rumba aquella: Levántate, y da cara a tu vida. Como será la vaina
que los quiero como si fueran mi familia. A menudo pienso en adonde
irán a parar cuando me vaya a otras tierras o me pire para allá, para el
país de los acostaos como decía el malandreo de la Avenida San Martín.
Los autores me han dado más de lo que nunca podré o sabré agradecer.
Mucho más. Pero la cosida de los libros no aguanta tanto. Tengo
ediciones paupérrimas -pegadas con Pega Ega- que claro, cuido mucho
más. ¿Dónde conseguiría los “25 Ensayos” de Uslar, que adquirí siendo
estudiante bajo el elevado de la Av. Urdaneta? Ah. Escruto. Investigo
por coñazo. No tengo por qué hacerle la tarea a nadie pero alguien tiene
que decirlo, me parece. ¿Limitarnos a compartir la última noticia? Esa
novedad es importante. Pero detrás de ella hay miles de historias en la
Historia. Lástima que ésta esté encuevá. A estas alturas, nadie nos dice,
por ejemplo, que lo que le hacen a AD, ya pasó en Copei desde las
manos infectas de Eduardo Fernández. Pero antes pasó en PPT. Ni
hablar de la intervención criminal en las universidades...historia
demasiado reciente, I presume... Uno tiene la creencia de que lo todo que
ocurre es novísimo. Que antes no sucedió. Bueno, que me perdonen los
historiadores que al respecto nada dicen, aunque a mí me parece que
deberían destacar que por ejemplo en el año 1041 de nuestra era, la
ciudad de Córdoba fue tomada por los almorávides, musulmanes
extremistas. Que de ahí echaron por igual judíos y a cristianos. Y toda ala
liberal musulmana también quedaba proscrita. Que Averroes y
Maimónides, habitantes de esa ciudad en ese tiempo, también fueron
vejados y ultrajados en sus convicciones. Que el castigo para que los que
no agarraran el hilo se distribuía gentilmente así: Crucifixión para
cristianos, empalamiento para musulmanes traidores, hoguera para judíos
y garrote para las mujeres. Que la gente tuvo que huir despavorida a
Toledo, Andalucía o Provenza. Que los bereberes paraban a cualquier
cordobés a ver si se sabían la letra fiel de una poesía que hablaba de
apegos y entregas al nuevo tirano en la ciudad y que tenían que
declamarla al pelo so pena de morir de un machetazo en plena calle.
Creemos que la quema de universidades y bibliotecas es de ahora. No.
Lo primero que hicieron esos bereberes, ala militar de los almorávides, al
cimentarse estos, fue incendiar la biblioteca de Córdoba con sus más de
8.000 tomos. Chico, ¿cuál es la nota de no hablar claro? ¿No se han
venido anunciando estos coñosdesumadre desde hace mil años con la
intención de purificar al mundo para convertirlo a su religión y a sus
puras maneras? ¿Cuál es la diferencia con lo que por desgracia pasa? ¿No
nos matan por más encorbatados y atildados que parezcan? Supongo que
un historiador verá como normal que se tumben estatuas. Bah. O quizás
esperen que todo se cumpla para venir a echar el cuento. Coño, así es
una mantequilla. Claro que a Guzmán Blanco le tumbaron la cabeza. Y a
los Monagas. Y a Gómez. Básicamente la historia demuestra que
quitaban una estatua para montar otra. Pero es que ni ñé: ¿Hablamos de
Nuevo Orden Mundial y de Internacional Progresista y de repartición de
rial burriao para su expansion mundial? Nah, los historiadores están
preocupados por los suicidas del Puente Guanábano hace 80 años. Por el
decreto 231 en años de la revolución de octubre del 45. Por la elección
de Yolanda Leal en el año catapum.
No generalizo, pero lo cierto es que no vemos aquí con nosotros, a
quienes deberían advertirnos. No hay donde puedan pronunciarse sino
aquí, pero mira, ni el celaje. Están una conferencia virtual por allá en la
Academia de la Historia será. Todo es secretiao, y el pronunciamiento
llegará cuando toditos crucemos el páramo. Será. ¿Qué tienen que ver los
poetas en este peo? Todo. Y se pronuncian todo el tiempo con dolor y
con arrechera. Y uno de queda pensando: ¿Y los historiadores, chamo?
¿Por qué razón y motivo andamos errabundos sin nadie que nos señale el
camino? Ahhhh...la Historia. Ese tótem incomprendido. Ese buda lleno
de años, parece que en nada ayuda. Qué silencio tan ruidoso. ¿De qué
sirve un tipo como Rafael Simón si al cabo conoce la historia, pero
termina haciéndose el paisa? A nosotros, no nos sirve. La historia, con
cada día se cose mil veces. La ley se altera en los designios de un tirano.
La gente cae muerta en las calles como moscas y no van al hospital
porque justo allí es que los exterminan más rápido. Ah, pero... qué
importantes son las elecciones. Sí. Fraude de país es, en el que, habiendo
tanta gente pensante, estos decidan hacerse a un lado para que pase la
procesión comunista.
Por eso, larga vida a los poetas y a los filósofos también.
¿Otra salsita? Aquí no se brinca clave, es donde tienen la llave.
Descargo, mi llave.
LA MÚSICA POR
DENTRO
DECOMISO: UNO DE TANTOS

ESCRIBÍA otra cosa. Pero resulta que está reventando la noticia del
decomiso de una tonelada de oro en Aruba que iba para Dubai, estimada
en 50 millones de dólares.

De alta pureza, completa Albertonews.

Leo eso y mi mente vuela de inmediato a la zona colonial de Los Teques.


Este sector me gusta mucho por esa arquitectura de altas ventanas y
puertas inmensas que ya tú sabes. No lo creerás pero después de tanto
tiempo, la pulpería del señor Matamoros aún funciona por ahí. Digo
funciona porque la abren diariamente cual si fuera un museo de tiempos
atrapados: allí venden únicamente café recalentao y cigarrillos, que son
unos petardos infumables que vienen del Medio Oriente. Pero mira:
como contraprestación, a Dubai iba a parar esa cantidad impepinable de
oro. La dictadura venezolana hace negocios de toda índole, se sabe: la
pasta de dientes viene de Arabia y el espaguetti, de Turquía. Mientras
tanto, el pataenelsuelo va a hacer fiesta con un bono tan ridículo en su
continente como en su contenido. Diagonal al negocio del finado señor
Matamoros, está la casa del PSUV. Una marejada de gente se va
organizando como hormiguitas en fila india. Nadie revira: Es un bono, es
gratis. Un resuelve que no llega a 4 dólares. Pero no hay queja. A nadie le
importa que quien lo otorgue es el mismísimo director del penal. De
repente -piensa el parroquiano- me alcance para un par de canillas y 100
gramos de café. Y una curdita, de bolas... La gente en la cola de la casa
del partido, hace silencio. No vaya a ser que le incauten la mentada de
madre que le sube turbia desde las entrañas. El lenguaje del venezolano
es carcelario. Porque estamos en una cárcel. Cuando las bolsas del Clap
llegan a mi ciudad, no se reparte entre la gente de manera equitativa,
¿Cómo crees? Las autoridades municipales se las venden a un mercado
socialista llamado Tocorón, que como se sabe, es el nombre de un
establecimiento carcelario que queda cerca de Maracay. Gameso...
Venezuela es el Auschwitz de Latinoamérica. Sin gases ni fusilamientos
ni paredones. Todo es callao. Todos lo saben, nadie se entera. Por eso,
cuando me hablan de diálogos y de que debe imperar la mesura, los
mando a la mierda desde esta ventana.

Vainas mías.

Alguien me asoma que lo que pasa es que Trump es un patán, un


adefesio. Que si fuera más racional, llamara a las partes en conflicto.
Mesas para parlar, mai ass. Tan sólo soy yo. Un venezolano más. Uno
que verá arder esa casa del psuv hasta sus cimientos. No sé pa' cuando.
Pero pasará. Las masas -dice Ortega y Gasset- siempre se rebelan
violentamente. Nada de hacer concesiones. Hoy no será: la niebla meona
cubre mi ciudad. La gente irá a pie hasta los bancos. Sólo le darán 50.000
bolívares. Para que se mueva. Para que vaya a Tocorón a buscar un kilo
de cualquier vaina y con eso, se morderá las angustias hasta que entienda
que el miedo tiene el tamaño con que lo alimentes. Es fantasmal. Como
la niebla meona.
UN SUEÑO CON COQUITOS

SE TRATA de una ciencia o una magia muy exacta.

A causa de alguna ley inmutable de esas que se hacen viejas colgadas en


algún rincón de la galaxia, cualquier noche de estas pueda que te pase lo
que a mí. Por ejemplo: Es hora de dormir. Hay que apagar luces y
asegurar puertas. La noche se anuncia propicia para el descanso y tu
cuerpo te pide que ya, que no hay manera. Que nada de libros o miradas
furtivas a la pantalla del teléfono. A dormir pues y no se hable más. Vas
al baño, te cepillas y tal, luego buscas en el fondo del clóset la frazada
más gruesa porque el frío no juega carrito, te acuestas y a guindar. Haces
un chequeo mental de última hora y resulta que no cerraste la llave de
paso de la poceta. Te levantas. Otra vez para el baño. Te pones tus
cholitas de plástico de esas de presos que no quieres botar más nunca.
No te da la gana pues. Reflexionas. Te das cuenta de que estás en esa
edad en la que crees que, si guardas de toda vaina, algún día podrás darle
un uso razonable hasta que la absoluta inutilidad del adminículo es
demasiado evidente inclusive para ti que siempre te engatillas en el:
pana ... esa licuadora tiene cincuenta años conmigo. Está escoñetaíta pero todavía
funciona, empújala duuro p’abajo y dale plei. Un chorrito que se escapa, gran cosa. O
el clásico: ¡Ese caucho aguanta que jode, ufffff ahora es cuando chico! A veces la
pegas, claro. A veces la pegas y le mandas un WhatsApp a tu hija que
vive en Medellín y le cuentas del rotundo y clamoroso triunfo tipo así: -
¿Viste hija? Me ahorré quinientos mil bolos en esa vaina (y le tomas la respectiva
foto a la cuestión cualquiera que esta sea y se la mandas). ¡Ja! Nojoda por
mí que se muera de hambre el portu de la ferretería. ¡Ladróoooonn! Tu
hija: -...qué bien papi... Papá... 500.000 mil bolívares no son ni tres
dólares...descansa papi, no te sulfures.
Es que nadie te entiende.

Vuelvo al cuento.

Toda esta película la repito en mi mente de camino al baño a cerrar la


llave de paso. Abro puerta, prendo luz y resulta que ahora hay tres
coquitos en el piso del baño que le dan a la patica sin poder avanzar.
Pobres. Están a punto de melcocha, que llaman. Agarras un poquito de
papel para zumbar a los bichitos con cuidado al jardín, te devuelves a la
cama y, ¡ahora sí! A dormir rico. Entorchilado en la frazada, traspasas los
linderos de la vigilia y allá vas: al país de los sueños. A tierras ignotas y
ahítas de personas que en tu puta vida has visto. De momento, no
entiendes pero, ¿Quién necesita entender si en un sueño las cosas más
increíbles son normales? Estás en la Plaza Bolívar de Caracas a las cinco
de la tarde. En el sueño sabes que esa es la hora porque los rayos del sol
se van alargando como venas por las caminerías. Allá en la banca de la
esquina, un hippie de esos bien chivúos está sacando en cuatro aquella de
give me love, give me love, give me...peace on earth......te acercas y es el mismísimo
George Harrison tocando el cuatro con las piernas cruzadas, dándole a la
cholita para llevar el ritmo pero, yavá -dirías reconociéndolas-..¡¡esas mis
cholitas pascualinas!!

-Ey, camán Mr. Harrison, deme acá mi vaina!!

- ¿Exkiúse mi ser?

-¡¡Que me des mi vaina nojoda!! y lo agarras duro por la pechera en pleno sueño.

En esas estás pero vas notando que arriba en el cielo suena un helicóptero durísimo
mientras que el buen George grita asustado:

-¡¡Peace on earth ser!!...¡¡Peace on earth!!

Espérate.

No es un helicóptero.
El estado de vigilia te abduce -o chupa-, te lleva a tu cama y te vas
despertando.

Ciencia exacta.

No hay helicóptero.

Se trata de un coquito que se te metió en el sueño.

Por alguna razón escrita en los pliegues más recónditos del universo, los
coquitos que revolotean en la oscuridad de tu cuarto van a aterrizar en
los perímetros de tu oreja.

Escríbelo.

Y cuando sientes el peso sordo -y gordo- del insecto que te cae al laíto, te
paras como un resorte...pero ese no fue mi caso.

Preso por la somnolencia estiro el brazo para prender la lámpara -click- y


a allá en el rincón del cuarto parece estar parada una persona...coño...

Cague total. Conmoción.

No es una persona sino un coquito inmenso.

Grande como un luchador de sumo, el bicharengo lleva un papel en la


pata. Me comunica que soy reo de delito por haber matado a los tres
coquitos que lancé por la ventana y que voy a juicio:

-A Sala por favor...

Debo estar soñando todavía. Sí. Llego al jardín que es la Sala y ya hay un
tipo atestiguando contra mí. George Harrison.

Vercia...me jodí, me digo. Y cuando el carajo me señala gritando ¡That's the


guy! Me despierto de verdad transpirando, asustado y tucún.
Qué coquitos del carajo. El silencio, que impregna todos los espacios de
mi cuarto parece un trozo de cielo alto. Enciendo el celular, veo la
noticia de la señora Bonafini la jefa de las Madres de la Plaza de Mayo en
Buenos Aires. Dice que le mandó una carta a la reina de Inglaterra para
que le sea devuelto el oro a Maduro. Coño pero... No me imagino el
peligro que pueda yo correr si me duermo otra vez y resultare que sueñe
con ella quitándose la pañoleta en actitud seductora cerca de mi cama, así
que por eso me espabilo y escribo.

Jódanse, le digo a mis demonios.


UNA CRÓNICA MONTA LA OLLA

A MÍ ME GUSTA ver pelis de chamos. A ver cartoons me refiero. Tenía


tantísimo tiempo cumpliendo con las rigurosas solemnidades que
imponen el ser adulto, que cuando llegaron mis hijos no veía la hora de
apoltronarme con ellos y dele con La Sirenita. Perdí la cuenta de cuantas
veces la ví con mi hija Ely Mercedes. En Toy Story tengo una maestría. Sí.
Y no es tanto, sino que las volvería a ver sin ningún rollo a esta edad tan
extraña en que se empequeñece poco a poco, la puertica del mañana y se
agranda la del pasado. El procedimiento preliminar antes de
repantigarme con mis chamos a ver comiquitas, incluía hacerles mi
celebérrimo Espaguetti a la Cañona. No te rías. Mis hijos decían que era
la mejor pasta del mundo no importando que la receta estuviese
compuesta tan solo de cebolla, tomate, ajo, licuadora con esa vaina y
listo. P'al sartén. Ahora con la pasta. En sí. Obviamente, al llegar a la
casa, te quitas la corbata y lo demás, te das un baño de vaquero, te
empantuflas y tal pero antes, para que todo esté listo al momento,
montas la olla que es como llamamos en Venezuela a poner a hervir el
agua para que, cumplido como sea este paso inmancable, le zampes -
zuácata- el espaguetti. Luego apagas la hornilla, tapas la olla y en diez
minutos, vualá. ¿Y por qué crees tú vale, que iba a bautizar así a ese
condumio tan sabroso?
Porque todo es a la cañona avispao.
Mi plato era conocido en toda la comarca de la Plaza Páez de El Paraíso
que era la zona adonde llegábamos todos los cumaneses cuando
estudiábamos Derecho. Con ese récipe además, me levanté a Gabriela y
con ella como a veces pasa, el tiempo era oro como invaluable era que
mis compañeros de cuarto no estuvieran ladillando por ahí metiendo el
ojo y por eso, mi hermano, Espaguetti a la Cañona. ¿Estamos?
Okey.
Volviendo a las pelis con los chamos, la última que vimos -y de eso hace
añales- fue aquella de la jirafa, el león y la cebra que por equivocación
fueron a parar a un Zoológico en Nueva York. He recordado que en la
trama también iban unos pingüinos que eran una especie de comando
ultrasecreto arrechísimo de espías que sabían de todo. Una vez se
robaron un buque y para pasar desapercibidos entre todos los barcos, el
jefe de los pingüinos invariablemente ordenaba: Sonrían y saluden. El
todo era montar el paro. Meter la coba, que es lo que es lo que les pasa a
estos miserables engarrapatados en Fuerte Tiuna y en Miraflores que
mira, no les llegan a los pingüinos ni por las patas pero quieren aplicar la
misma. Están mal.
Boquiando.
Si una tiranía no tiene un sistema de propaganda, podrá ser cualquier
cosa pero no una tiranía que se precie de ser seria. No hay fuelle. No
señor. Ellos no celebran fiestas anuales. Las suyas son diarias porque si
nosotros vivimos al día, imagínatelos rescribiendo el libreto una y otra
vez y con cada mentira que ensayan creen que se comen al mundo. Ajá.
O sea, que esa epopeya que supone negociar gasolina para traerla a un
país petrolero (???) es vergonzosa pero además, están impedidos de
voltear la narrativa, cosa que les encantaría ahora más que nunca. Por
eso, inútilmente, inundan el Twitter de flores y memes lindos todos
dirigidos a Irán. Me debato entre pensar si son unos cobardes miserables
o al revés. Su último recurso paradójicamente, somos nosotros. Y de
nosotros depende en alguna medida, que sus triunfos se conviertan en
tendencia. Están tan redomadamente jodidos que se contentan con que
nosotros compartamos la noticia aún a fuer de echarles paja.
Chacumbelianos como son, ellos mismitos se están matando y la cosa es
resistir. Resistir. ¿Tú crees que porque salgan en la tele sonriendo están
bañados en rosas? ¿Tranquilitos? Y de paso, ¿Cuál tele? Lo que aquí se
configura es algo que no puede ser público. No vendrá Craig Fuller a
decir de qué van. No se puede vale. La guerra de guerrillas no es en
Vietnam. Es aquí. En las redes. Sólo hay que resistir y darles hasta con el
tobo a los desgraciados. Y para que veas que soy buena gente, te digo
que a esa salsa lo que le falta es pimentón y a la pasta, queso parmesano
rallao.
Ahí tienes pues, mi famoso Espaguetti a la Cañona.
De la masa, a la mesa.
Como quien dice.
MEDIANÍAS

NO sé dónde queda eso de la mediana edad. Parece un puente colgante


lleno de más recuerdos que de futuros. Los primeros van y vienen como
quieren. Los segundos son más claros. Tipo chicha o limonada. No
puedo discernir nada acerca de la medianía esa pero, al llegar a estos
enclaves inubicables, te das cuenta de que el amor sí existe. Punto. Los
hay de todo tipo y calibre: está el de los hijos que lo quieren a uno por no
tener más opciones: Es el viejo, qué coño, o el de los padres y hermanos
que te abrazan por la mismita razón. El amor que mis padres se tuvieron,
puedes enmarcarlo cual pintura, en un artista. Nicola di Bari: Cuando la
gente duerme, bajo yo...chaqueta sobre el hombro en la noche azuuuullll. Bueno... yo
también he perdido mis zapatos, por un poco de libertad. No digo más.
Probablemente por eso, recuerdo haber celebrado al amor en la
Carretera Panamericana más veces de las que me eran dables. Tampoco
el amor es muy ubicable por esos contornos dado el urgido himeneo,
aunque sí me robé unas calas de los jardines del Hotel Panorama y se las
sembré en el alma a ella hasta el sol de hoy. Digo yo. Recuerdos y
futuros. Ayer conversaba con una amiga, sobre lo difícil que es empezar
una relación amorosa a tan extraña edad. Uno como que terminara
siempre aruñao. He amado hasta que me jorungan los libros. Los tengo
dispuestos en la biblioteca en perfecto y riguroso orden militar. La
marina tiene un barco, la aviación tiene un avión, me cantó una vez mi
hija, tú sabes, burlándose de su padre tan sufrido. -... qué ritual de mierda
con esos libros, me digo. Luego se me olvida y voy por el teipe a arreglar el
de Henry Miller. Pienso: La pinga. Hora de abandonar las balurdas
disputas. Te vas a quedar solo como un güevonote. Otras veces me
pienso y me veo perfecto y ajustado y le espeto a la terraza: qué bolas tiene
pana ... ¡¡¡Madura mamaguevoooo, que llegaste hace rato a la mediana edad!!! ...he
sufrido. José cantaba: Porque el sentimiento es humooo y ceniza la palabra...el
amor acabaaaa. Pana no le pares bola que esa era la curda que lo ponía
biónico. El amor existe, aunque estés en Venezuela.

Más bien, ama más.

En tiempos de profunda crisis, la verdad es la verdadera revolución.


EL PAÍS DE LOS
TURPIALES
UN ÁRBOL INCOMPRENDIDO

UN BARRIO ES UN PUEBLO donde casi todos son familia. Por eso, cuando
usted llega perdío y preguntando:
- ¿Mi pana, por casualidad tú no sabes donde venden curda? el barrio al
unísono, como un inmenso árbol incomprendido y ventrudo por los tan-
tos vericuetos, te responde entre silencios. Eso, si no te pichan por pen-
dejo. Regulación milenaria es callar que significa protegerse. Y como di-
cen: es como todo. Unos cuantos son malos. Son pocos pero sí, joden
bastante.
En general, todos en el barrio han visto mucho rostro, que es como lla-
man al encuentro de la sangre con las balas y por eso es mejor ser pru-
dente, por si te llegas al barrio. La mayoría de sus habitantes, se levanta
antes que el sol y eso es dándole mi hermano. A bajar por las escalinatas
para llegarle a la avenida y enfilar hacia la chamba. Pobres pero honra-
dos. Tú sabes cómo es esa. No se achantan por ejemplo, a esperar a los
conejos, que ése y otros más son las tantas betas vivenciales de un barrio.
Hay que respetar a los conejos. No se puede tumbar a un conejo cuando
va a controlar su vaina en el barrio. Los jíbaros los esperan junto al farol
de la esquina. Un jíbaro serio te digo, respeta. Porque en esos afanes
mercantiles, si se ponen de gallos a estarle picando la merca al conejo,
este simplemente no regresa. Se muda de barrio y todos pierden.
Perreroso no es el cliente. Malo no es el traficante. Y al que hace la se-
gunda y pica, por pichachero le sale su pam, pum, pim.
Por las escaleras enramadas, largas como venas, bajan también los mu-
chachitos así, bien peinaítos y olorositos a jabón azul con sus uniformes
y cuadernos cumpliendo con la sagrada tradición escolar que dura hasta
el sexto grado. Tercer año de bachillerato cuando mucho. Sus madres le
ruegan al chamo Ismael, que es el Santo Patrono de los malandros, que
por favor su hijo no se convierta en delincuente. Para eso, van al rincón
de los santos que tienen en la salita, prenden un cigarrillo y se lo encas-
quetan en la boca al malandro añoso, ahora convertido en santo y yeso
por obra y gracia de la desesperación de las madres. Casi nunca le cumple
el malandro a la doña, ya que, si hablamos del rebusque que corresponde
al si te mueves, te quiebro... Caballero... esa vaina de meterse a choro, es
la que va.
Esa no va claro está, pero háblame de opciones.
Otra vez el pam, pum, pim:
Hace añales este Ismael del que te hablo, cayó cosido por las balas de los
pacos y sin embargo es un tipo serio. Todavía. Hay que prenderle su
vela sin mucha mariquera y fumarle su tabaco. Esa es toda la espirituali-
dad que precisa un malandro caraqueño. Ah, pero volviendo a la madre
en la vereda, ésa aguanta la pela y llora pa' dentro con sus vecinas que a
la vez son primas o son hermanas: El coñoemadre ese que me dejó en-
tendiendo. Como hasta el barrio no llega la Planificación Familiar y nadie
se compra un condón o una pastilla, una niña de quince años puede te-
ner de repente, dos triponcitos. A los veinticinco años pueda que tenga
cuatro más... y el rancho ardiendo mi panita. Si no pueden con la carga
familiar y no hay tipos en el barrio -porque ya son mortadela- se emperi-
follan para visitar cárceles que no conocen, llenas de carajos que tampo-
co conocen y qué bello es todo. Zámpale el mío.
En el barrio hay gente buena pero hay que jugarle vivo a la vida. Para es-
tar pendientes con los entrompes sean del gobierno o de un malandro de
otro barrio, tener siempre saldo en el teléfono es muy importante. La red
tiene que funcionar al pelo y se defiende al malandro porque con él se
convive. Total, siempre se trata de un primo o un sobrino. La mamá de
un pelao, que agarró la calle para robar, sabe lo que le espera. Desde el
momento mismo en que el chamo anda con malas juntas, ella comienza a
preguntarse cómo hará con el sepelio. Es que tiene experiencia con sus
dos hijos mayores. Pero hay delincuentes precavidos, no te creas. De
cada botín agarran un pelo para sus propias pompas fúnebres porque,
claro, saben que van pa'esa. Todos van pa'esa. Arriba, deja la mujer pre-
ñada. Abajo está la ciudad que se pierde en su maraña, como decía el
otro.
Cuando no es que los tipos abusan -y esto es más que usual- en el barrio
algunas muchachitas desde los diez años, se las ingenian para metérsele
por los ojos al pichón que va creciendo. Que ya tiene su tarita. Que ne-
gocia al menos veinte gramitos al día.
The rookie of the year.
A ese hay que pelarle los dientes porque hablamos de protección y de fu-
turo. Acaso uno muy corto pero no importa: pocos creen que la vida de
un malandro se alargue y como que tienen razón. Pa'habláteclaro, Güilei-
si. Mira esta: A un tipo le dieron bollo. Su cuerpo lo dejaron botao por
Potrerito cerca del Embalse La Mariposa. Era un taxista mamagüevoahí
que agarraron por la Avenida Rooselvet. El señor distraído en su alaban-
za, iba escuchando a Marcos Witt, un cantante evangélico. Pistola en
nuca y costillas, tanque full y vuelta y ruleta. Pararon bajo el puente 9 de
diciembre por ahí por San Martín hasta que le dicen al chofer: dale pala-
mariposa. La suerte del taxista está echada. El implora por piedad, llora
desconsolado pero qué va.
-Quetecallesbecerro.
El asunto con los pranes del barrio, es coronar y pirar y si hay que matar,
qué coño. Pam, pum, pim.
Llegan al barrio con el carro, curda en mano y empastillaos: el barrio ve,
el barrio calla. Se reparten la batería, los cauchos y cuanta vaina. Ya va
que los cidís son pa'la pure mía que es cristiana. Como quemaron el ca-
rro, por ahí los agarraron gracias a las huellas dactilares de aquel que de-
jaron pegao. Plomo con esos bichos. En el año 2002, el vicepresidente
José Vicente Rangel ante la iracundia de la difunta clase media, le dice al
alcalde Bernal: -Dile a los barrios que bajen que eso los caga. Ahora en 2020,
la tiranía lleva grupos de choque armados hasta los dientes a lo más alto
de los cerros pero para que no baje nadie.
Qué cosas las que se ven en un barrio caraqueño.
Le han ninguneado al barrio sobrevivencia, respiro y las precarias posibi-
lidades que antes tenían. Arriba es otro mundo, se sabe. Ciudadela de
desarrapados y hambrientos. Bastión de malos zamuros que miran desde
lo alto, un barrio también es de la gente buena. Está la abuela que cura
todos los males de su calle a punta de maticas. Está la gorda buena nota
que diseña uñas y lee las cenizas del cigarro y eso es damecualquiervaina-
chica. Está el anciano bonito que fundó la barriada, y está su nieto que
ahora es el jefe del hampa seria de Cotiza. De la calle 8 de los Jardines de
El Valle. Todos bailan al compás del Auditorio Azul, bajo el cielo añil...
Se saben presos en el barrio. Están hartos en el barrio.
El barrio es el tal Wilexis. El barrio es el pastor evangélico de corbata
lengua e' vaca. El barrio es la monja en tapaboca que reparte viandas de
casa en casa y que se sube el faldón para pasar por encima de los muertos
que dejó la refriega de anoche. El barrio son los chamitos que se ponen
en cuclillas a prender el primer cacho de su vida para ponerse a soñar
con la paca de verdes que tienen por coñazo las gentes del este de Cara-
cas. Los barrios siempre tendrán otros sueños. Unos que no entende-
mos. Otros de curda tranquila, sillita recostada, Maelo sonando y una es-
paguetada con sardina y mayonesa que alcance para toditos.
Es que el barrio es eso: un árbol incomprendido.
DE TODAS MANERAS, ROSAS

TE PARTICIPO que no soy fanático de los Días de. Del padre, de esto o lo
otro. Hoy me monté en uno de los poquísimos taxis decentes que
quedan en mi ciudad. Decente, sobre todo, por la música que cargaba el
señor conductor. Te adelanto que aquí en Venezuela, usamos el verbo
cargar para muchas situaciones. Se carga un niño, una pea, una tristeza,
una colonia o una buena música. La melodía que comienza a abrirse paso
en medio de la calle es Usted abusó.
Con Celia.
A ciertos artistas les vale tan sólo el nombre porque nos acompañan
desde siempre en toda suerte de ventetú. Que si es Madame Kalalú, Rubén
y si por Mi Jaragual, Ismael. Punto. Le digo al señor que la salsa es lo mío
mientras que él apaga el carro para que pasen en fila india todas las
ambulancias y patrullas de la comarca. Aquí, ominosamente, a los carros
del Estado los ponen a dar el 'Grito de Carnaval' y también claro, a 'cargar'
las cosas más insólitas: desde verduras a pacas de Harina Pan cuyo
destino es la panza de tan honestos funcionarios. Como sucede con
otros ámbitos, a los salseros nos da por hacer trivias: Que si quién
escribió El Cantante, de Héctor o quién entonó la segunda versión de
Mujer Divina, de Joe Cuba. Esta última se la lancé al pana para verlo
morder el polvo. Qué va. Me respondió lo sabido: -Willie Pérez, el marido
de La Lupe. Por su parte él ensayó con: - ¿Ajá...a que no sabes cual canción es
la más escuchada en Latinoamérica si hay rumba en el barrio?
Yo casi le vuelo el tímpano: ¡¡¡ENLOSAÑOSMILSEISCIENTOS!!!
PA, PA, PA
Cagaos de la risa como dos carajitos, nos acordamos del Tío Pepe y de
aquella tasca underground que comenzaba a las siete de la mañana de
cualquier día y cerraba a las siete de la noche de cualquier noche porque
allí sólo iban casi que exclusivamente, mesoneros amanecidos que
atendían otras taguaras la jornada anterior. Imagínese usted.
-Senda rumba caballero, me dice el taxista evocando acaso uno de esos
bembés que nunca se olvidan. Nos paseamos por los años 40's del gran
Benny Moré y Chapotín y de ahí brincamos a Pérez Prado, Bola de
Nieve, Billo, los dos Tito, Harlow, Pacheco y Ayayay Micaela, se botó.
De repente el tipo me dice que hoy es el Día Mundial de la Salsa. Yo me
sorprendo, lo sabría. En este punto ya somos super panas y nos decimos
marico y güevón que es el sumum de la extrema confianza entre dos amigos
en Venezuela y aquí, se sabe, los amigos nacen de un momento al otro
tal como aparece de la nada la flor esa que llaman putica e' noche. Luego
nos paramos en una panadería a tomarnos par de negros cortos y le digo:
-Mi pana, déjame en los tribunales que tengo un Acto. Aprovecho la parada del
café para transferirle el monto de la carrera.
Él se despide con el consabido
anoteminumerodoctorporsiacasocualquiervaina,
todo aliñado con el fraterno apretón de manos con el que siempre se
desean puras cosas buenas. -Nos vemos mi amigo, moscaporái, le
respondo.
La salsa por estos lados del mundo nos hermosea la caribeña convivencia
y siempre, la buena fe. Al rato llego a la casa y busco lo del Día Mundial
De La Salsa, pero no encontré fecha cierta. Como de todas maneras no
le paró a días festivos, me lanzo con el papiro, de todas maneras, rosas.
Y váyalo.
yo tengo ya...la casi-ta

COMO parte del desandar personal de cada quien con respecto a lo que
llaman el mundo que nos rodea, he llegado a la frondosa conclusión que
si hay DirecTV o Netflix en Venezuela, no será precisamente a causa de
que la tiranía respete. Ninguna tiranía respeta. Una tiranía, se impone y
pisotea siempre los derechos del ciudadano, pero da la casualidad que las
cosas han cambiado inclusive para los tiranos y sus maneras. ¿Asaltar
cuarteles para robar armas y/o secuestrar radioemisoras? No que no.
Ahora se mimetizan de tal manera entre nosotros, que buena parte del
globo concluye que ellos son buenos muchachos y nosotros, la mierda en
pasta. Una cuerda de energúmenos que no entendemos que el mundo va
de otra cosa. Guá... Dicen que si la dictadura fuera tan mala, no habría
DirecTV por ejemplo. Menos internet. O cubitos para la sopa. Pero
resulta que mantenernos ocupados en la cola o desocupados viendo
NatGeo, lo es todo para un dictador. Es como la pelota que le damos al
niñito para que se quede quieto y se distraiga.
En esas andaba yo el otro día cuando me topé con un programa sobre el
cerebro. En él (me refiero al programa), hablaban de las consecuencias
de no ingerir Omega 3 y de cómo la comida chatarra produce bichitos tal
y tal que de a poco y una vez alcanzado el cerebro, se van comiendo las
neuronas. Coño... Chamo ahí mismo uno se pregunta que si comen
¿Dónde botarán los desechos? ¿Verdad que sí? Pero hay opciones.
Aparte de ver la tele, también te puedes llegar a Sabana Grande, otrora
epicentro bon vivant capitalino y darte banquete -por así decirlo- con tus
recuerdos: Allá funcionaba Mr. Ribs. Y allá el Café-al-lado-del-Gran Café,
donde serenateros de toda índole y catadura incluían hasta el It's too late
de Carole King, entre sus opciones. Ahora claro, Sabana Grande es un
pueblo fantasma. Agrégale el soundtrack de El bueno, el malo y el feo y sigue
caminando conmigo. Ya pasamos a pedal y bomba el Radio City, cine
recordado por el maletinazo aquel y que ahora es un antro de la Policía
Nacional y le damos chola por el boulevard vía Chacaíto. Ajá. Te sigo
comentando lo del programa que ví mientras caminamos. También
hablaron del azúcar y de su poder adictivo. Y de una mamá hámster que
se comió a sus hijos porque en la dieta faltaba una enzima. Y que lo que
manda en nuestras decisiones y nuestro carácter es lo que comemos, que
es lo mismo que comen nuestras tripas. O sea, pana, mandan las tripas.
Hechos los pendejos, hemos arribado a City Market que es la meca de los
sueños tecnológicos en Venezuela: un mall pues, especializado en ventas
de celulares y cuando vas entrando, tu cerebro se despierta: De repente
te sale de unas cornetas aquello de la Dimensión Latina: Aquí en
Caracaestoy, pensando solo en ti y tu linda mujer nunca piensas en miiiiii. Pa pa
paaa paparaaa papaaa. Oye, he sufrido. Es la única vaina limpiecita y
brillante que te consigues desde que saliste a patica de La Previsora. De
hecho, es una isla de luces rodeada por menesterosos más pobres que los
que aparecen en Viridiana. Y pasas padentro, debola. Caminas por el
frente de una, diez...cien...más de trescientas tiendas que te ofrecen lo
mejor en aparatos y aprende: de 3G para abajo, menos de 70$. De 4G
para arriba los hay de todos los precios. Tu cerebro no puede con tanta
fruición. Ese mall es mejor que YouPorn: las chamitas promotoras son
hermosas. Sientes que la pegan del techo si te paras. Si abrillantas losojos
sudan. Y si entras y preguntas: ¿Tienes cambio para cien, si compro
aquel? Nojoda mi hermano: Amor infinito. Tu cerebro procesa y tiene
lista aquella canción: yo tengo ya la casita...que tannnto te prometíiii. Entonces
no te compras un frasco de Nutella porque eso tiene más azúcar que
chocolate aunque te digo, tantos teléfonos y tanto dulce, ambos de
procedencia dudosa, tienen el mismo propósito: hacerte creer que esta
vaina que vivimos no es una dictadura.
REFLEXIONES DESDE UNA MANGA
(DONDE UN ÑAM ES UN MORDISCO)

AQUÍ CHICO, en esta esquina, comiéndome una manga. Me esperan dos


más. Tú sabes, reflexionando hondamente... (lavando las frutas,
buscando el cuchillo) Repasando cosas del tipo: "Qué hago yo aquí sentado
este ture pensando pendejeras en vez de estar chambeando" O si no, el clásico:
"qué nos deparará la vida Diosmíoquerido..." Vainas de esas que bien
podríamos llamar "existenciales" tipo pa'ondeagarro. Orondamente y en
pleno arrebato filosófico, concluyo en una frase tipo Wayne Dyer: "Es
que somos en esta vida, simples peregrinos" ¿Ves la profundidad? Aves de paso.
Golondrinas, y tal. Hay quien piensa que no quedan más alternativas: hay
que ir a elecciones con otros cuzurros (que son los mismos) en plan de
Consejo de Sabios. Ajá... (pequeño ñam) ... Pero yo concluyo viendo
aquellos arreboles, que lo que pasa es que la humanidad se ladilla y
manda todo al carajo. Hay que cambiar una cosa por otra. Un bombillo o
un sistema de gobierno, la cuestión es cambiar a tu mamá por una chiva,
como dicen. Lo peor de la vaina es que estamos convencidos de lo vivos
que somos. Avispaos. Antes lo teníamos todo. Ahora los venezolanos
hasta juegan dominó en las colas. Grandeeee... Pero esa inmensa
pendejada de creernos la refulgencia en persona... (Gran ñam) es lo que
nos ha metido en la mamá de los peos. Y eso, mi pana, que se nos secó
el gaznate de tanto que lo advertimos. Te digo... (Picando la segunda
manga en cuadritos como me enseñó mi abuela) ...no somos más que
conchas marinas que un día se disolverán en una playa y que algún hijo
de puta pisará rascao y cantando rancheras. Oh, sí. Las amebas, por
viejas, son más sabias y todavía así pensamos que a nosotros, por ser
humanos, nos asiste un truco extraordinario y que por eso estamos muy
por encima de las leyes y de otras personas: neeexxxt!! que venga una
revolución, después hablamos. Demasiadas ínfulas. Simplemente somos
el ripio residual de otros enclaves y otras gentes y... ¡ñam! ...memorias,
neuronas y dendritas con piel además de ojos y piernas: un perfecto
callejón existencial que camina, imagina y piensa. Creo que estos días
pasados asaltaron otra vez el decanato de la Universidad de Oriente, en
Anzoátegui. Nos quitan hasta nuestra razón de ser pero llegan los sabios
comentaristas y dicen que “en los Estados Unidos, la cosa está muy jodida".
Dicen. Muchos manifiestan en forma digamos atildada y dando uso a la
libertad preconizada en esas tierras. Otros toman parte en favor de que
se haga justicia de la negritud en modo vandálico, y cientos de personas
más afirman (ñaaaammm, ñam, ñam, ñammmm) que hay que arrancar de
raíz el problema. No tienen ni idea, pero sentencian como si supieran de
lo que hablan, que yastábuenoya de congresistas y Capitolios. Afirman
que la democracia es una vulgar mampara del capitalismo. Que nada,
quitar a los malditos y poner gente bonita. Que hay que acabar a los
políticos e implantar una verga progre, nuevecita, razón por la cual
destruyen lo que tengan a su paso para mandar el mensaje de que la cosa
va en serio. No obstante, después de dar tanto bandazo, hay algo que
sabemos los latinoamericanos de por aquí ya bastante duchos en todo lo
referente a golpes de estado: lo que allá está sucediendo afecta a todo el
Hemisferio Occidental. ¿Ultrosos chavistas en los Estados Unidos? Fin
de mundo mijito. Llamarlos comunistas es demodé. Ubicarlos en el
pensamiento extremo de Irán me parece que también. Son, a su manera,
todos a una. Como Fuenteovejuna. Al respecto de eso... (ñam grandote,
servilleta carupanera para borrar vestigios) es todo lo que diré. Unos
ubican a Trump al lado de Maduro, locos los dos. Otros dicen que el
problema es la tirria que le tiene el planeta entero a los Estados Unidos.
A mí lo que me parece es que lo que sucede en el mundo no es coba y
que los extremistas nos agarrarán de sopa ¿Será que esperamos a la Billo?
¿Será que perderemos el chivo y el mecate? Y váyalo. Por ahí van los
tiros. Botar conchas, sacarme las tiritas de mango de los dientes, lavarme
las manos y cepillarme. La tercera manga, ya sabes: papola. Luego sigo.
LA CALLE ES UNA SELVA DE
CEMENTO...
(Una crónica malandra)

QUE cuando toca, toca.


Antes de ponerte los guachicones, el pantalón más escoñetaíto, la franela
más vieja que consigas y el tapabocas, es imprescindible encomendarte a
los Cielos. Por algo están allá arriba. Alguna vez, de niño, vi por casuali-
dad un programa de Carl Sagan en el que él aseguraba que a pesar de
nuestro hoy, los cielos que vemos son en realidad unas reliquias muy an-
tiguas. Como era un muchachito de nada, me los imaginé vestidos como
los viejitos del pueblo de esos que usan camisas chillonas con las mangas
largas dobladas hacia adentro, sombreros peloe'guama y que siempre, es-
tán en una silla recostados de alguna pared de cal agarrando fresco y
aconsejando al prójimo porque esos viejos te digo, todo lo saben y de
todo saben. Ese era yo, a los diez años pretendiendo intelectualizar -en-
tender- el significado de todo el firmamento. Imagínate tú.
Esa visión no ha cambiado ni un poquito: Los Cielos son viejos que sa-
ben de pasados y futuros y todo lo pueden ver. Y tienen ojos. Y alma.
Por lo tanto, no doy un paso sin tratar de que me bendigan ahora más
que nunca. Vainas mías. Cuando me aseguro de que es así, me pongo
todo el peretero y agarro camino. Vivo en una colina, en una calle, con
nombre de escritor: Mario Briceño Iragorri. Me gusta eso a pesar de que
Briceño era un consumado comunista. Obvio la cosa. Nadie es perfecto.
Te dije, agarro camino y eso es a pedal y bomba porque no hay gasolina.
No tengo. Orlando mi vecino tampoco. Ricardo del otro lao, menos. Y
si tiene, se encaleta porque pa pichirre, búsquenlo. Pienso que mejor
tomo un atajo y me empujo por las escalinatas del Barrio Las Bambalinas
para llegarle a la avenida del Terminal de Pasajeros. He contado cada
una: son ochenta y siete escaleras. En la primera vive el Presidente de la
Junta Comunal. En la quince, vive un malandro al que alguna vez le hice
una segunda en un tribunal. En la cuarenta me paro. Trato de ver a una
viejita pana. Qué va. En realidad, todo mundo está enconchao más que
por el virus, por la certeza que tienen al saber que, si los agarra esa vaina,
se mueren p'al coño en el hospital: no hay gestión sanitaria que sirva en
una dictadura. Llego a la avenida del Terminal a las 10 de la mañana. An-
tes de girar a la izquierda veo a la derecha un entrompe raro de la Guar-
dia, pero sigo caminando. Le doy chola. Me fastidia el tapabocas, pero no
hay caso, me lo dejo. Me paro en la primera verdulería y pregunto precio.
Todo gracias a la falta de gasolina, es 100% más caro. El que puede, paga
y el que no, se jode. Hasta la verdura piche tiene clientes y ya no la rega-
lan.
Hora de ver hacia los Cielos, abro los brazos sin pararle a nadie y me en -
comiendo: que pase la fucking tarjeta es un pequeño triunfo. Voy a la pa-
nadería: -Portu, par de campesinos porfa. 70 bolos cada uno. Tiro la vista
y coño, gracias Papá Dios Allá en la parada de los mototaxis está mi panita
Manotas. Manotas como el pulpo. Le caigo. Me dice que tiene poca ga-
solina pero en ese momento alguien se acerca: un taxista que ambos co-
nocemos le ofrece una pimpina de 20 litros en 30 dólares. Yo suelto un:
Vergaaaaa. Luego me callo. No es mi peo. Manotas le da 15, se endeuda
con ídem y se va donde un pana a guardar el envase. Antes equipa. -Son
cuarenta bolos mi doctor -Bueno, qué coño. Váyalo Veo a los Cielos. Les doy
gracias y aunque por tradición familiar nunca aprendí a persignarme, lo
hice pa'dentro. Me monto en la tarita y eso es un ráspalo. Voy feliz. Me
acuerdo de una canción y la canto full gañote: La calle es una selva de cemen-
too... Manotas responde: - Y de fierasalvaje, cómo no…Y, para llegarle a mi
casa, ¿qué crees? Hay que pasar por el Terminal y dosydossoncuatro:
Ahí está la guardia parando a todo aquel. No piden papeles. Regañan de
una a Manota: -Mira tú, ¿de dónde sacaste gasolina? - De la bomba de La Mati-
ca, patrón, responde Manota con voz temblorosa. -Bájense los dos. -A mí no
me mames gallo ¿Quién te la vendió? -...
-Llévamelo pa la Comandancia contoimoto, le dice a un cabo. A esta hora no se
puede circular. Hora de mirar otra vez p'arriba, allá en los Cielos: ¿Y enton-
ces, vale?, le pregunto a una nube de pinta seria y con barba. Bajo la mira-
da preocupado por el pana y en eso viene en su moto un Inspector de
Inteligencia: -Ese Galarragaaa, le digo. Es la única cosa que aprecio en mi
profesión en tiempos de dictadura: Se conoce a mucha gente. -¿Qué pasó
Achinado? Y le cuento la vaina. Bajarse Galarraga, hablar con el militar y
montarnos otra vez en la tarita sin mucho peo, fue la misma cosa: -No me
irás a cobrar la carrera, rata... -Claro que no mi doctor ¿Cómo es doctor?: Ese tum-
ba lo que véee...
-Si lo ve mal puesto
(Antes de que comiencen con la vaina, me quité la ropa contaminada en
el porche y me bañé en pelota con taparita y ponchera antes de entrar a
la casa. Los Cielos saben más que el pescao salao y me bendicen saliendo
y bendicen llegando.
Y váyalo)
EL PAÍS DE LOS TURPIALES

EN LATINOAMÉRICA suceden cosas increíbles desde los tiempos en


que la riqueza más grande era llenar el cuenco de tus manos con
agua de manantial, tu cuerpo con un guayuco y tu alma con una
oración procurada al más alto de los cielos. Eso que en otros con-
tornos es impensable -por imposible-, aquí mira, es cotidiano desde
hace muchos siglos que apilados en nuestras venas, se convierten
en miles de años de increíbles aventuras: María Castaña ni pensaba
en nacer. Y todo eso, para bola, lo arrumamos allá en el cuarto del
loco muy lejos de toda vista sin tener ni puta idea del por qué nos
daba pena. Yo saco todo p'al porche pa' que se oree. En los viejos
reinos de Europa, de pan de centeno piche, precisaron de pinturas
que atestiguaran rostros y épicas muchísimo más antiguas que el
Imperio Austro-Húngaro.
Por decirte. Aquí hemos tenido, por ejemplo, guacamayas desde
mucho antes que se escribieran las épicas lejanas de Amadís de
Gaula. De plano, obras de arte con alas y picos: aves más hermosas
que el lapizlázuli de los cuadros del antiguo Simón Martini. Eso es
burda de tiempo. Allá es absurdo. Aquí, normal. Tal vez por eso
cueste creer que en Oriente nos enseñaron a no salir a las calles de
Araya si por absurda casualidad llueve duro, porque las gotas de los
chaparrones son del tamaño de las granadas y pueden hacerte daño.
O el cuento del gallo pelón que se comparte igual en Güiria que en
Yaracuy desde que la más antigua guaricha contenida en tu sangre,
se dejaba corretear por primitos y vecinos. Que si la cosa es con
primos, hay que buscar rapidito algún rabo de cochino ahímismo
en la pichilinga de los chamitos que nacen. La paleta en nuestros
cuentos se mezcla con el onoto que surca toda mejilla nacida aquí
en Venezuela.
En 1789, se supo de algo que cambió la vida del valle de San Fer-
nando y todo el pueblo de Arenas cerca de Cumanacoa: Un hom-
bre, Francisco Lozano, luego de morir su esposa a raíz de un parto
cruento, no tuvo maneras de consolar al recién nacido y llevándolo
a su regazo entre crueles desesperos, un torrente lechoso manó del
pecho desnudo y de una tetilla urgida se pegó ese carajito. En 1802
el cronista Alejandro de Humboldt, tomó nota de este suceso in-
creíble, entrevistó a los testigos, vio el Acta probatoria y logró en-
trevistar tanto al padre como al niño que para la fecha era tan alto
como una vara de puyar locos. El señor Bonpland ausculta. El se-
ñor Bonpland revisa. Como noticia tan grande no pudo ser soslaya-
da, el gobernador provincial, Don Vicente Emparan envió informe
detallado hasta la ciudad de Cádiz.
Échale un camión de bolas.
Lo pasa en nuestros predios no tiene padrote. Eso es seguro.
Como al escribir se puede pasar en un tris de Colón a la cueva del
señor Morocoima -que llamamos del guácharo- y de aquí a Bolívar
y de aquí a las ridículas guerras que lo sucedieron hasta los tiempos
de Gómez, sólo diré que Caracas no está tan lejos ni los machos
tan cansaos. Ellos que se empeñan, huyendo pa'lante. Han quema-
do barcos y no tienen vuelta. Cobardes codiciosos que matan y jo-
den: Imperial Decreto. Por lo tanto, construyen un mundo de ca-
raota plástica donde no hay desgracia, los muertos de hambre son
pura falacia. Vacílate: Están a tirito. Podrían asfaltar toda la auto-
pista Francisco Fajardo con la Nutella que importan los Bodegones
creyendo que con eso la tienen ganada. Podrían regalar toda la ga-
solina que queda en la pimpina y seguir y seguir hasta que no les
quede otra cosa que empeñar las nalgas.
Podrían.
Pero no podrán.
Allá en los cerros neblinosos de Sucre, tenemos hermanos: son los
turupiales. Y cantan bonito. Cuando uno se cansa, se le acerca otro
que le va diciendo con un taparazo: ¡¡¡Piquiti!
Póngase ríspero, que nosotros volamos, nojoda, aunque la rama
cruja.
Contemplar nunca será suficiente.
Lucha.
ACERCA DEL AUTOR

EZIONGEBER CHINO ÁLVAREZ


Caracas, 1964

Eizongeber Álvarez Arias es humorista, narrador y ensayista. Sus cróni-


cas, género que le es más cercano, reflejan con humor amargo la situa-
ción venezolana. En un lenguaje coloquial, deja ver la percepción reflexi-
va de un hombre culto, angustiado más que preocupado, por su país,
convirtiendo sus narraciones en paradojas y valientemente definidas críti-
cas políticas. Hasta ahora, sus publicaciones sólo circulaban en Face-
book, pero ha comenzado a publicar en sites como Letralia y Actualy.es,
donde mantiene una columna quincenal. Este es su primer libro publica-
do. El Chino Álvarez, como se le conoce, es músico por vocación. De
allí parten muchas de sus referencias literarias y el ritmo de su lenguaje .
También es abogado desde 1987, aunque está parcialmente retirado de
esa profesión y dedicado a la escritura. Es, además, editor fundador y ad-
ministrador de Editorial Ítaca, C.A.
LA ANTOLOGISTA

MILAGROS MATA GIL


Caracas, 1951.
Narradora, periodista y docente investigadora en el campo de la
Literatura Venezolana contemporánea. Es egresada del Instituto
Pedagógico de Caracas en la especialidad de Castellano, Literatura y
Latín. Miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la
Lengua desde 2011. Ha publicado varios libros de narrativa: “Estación y
otros relatos”(1986),“La casa en llamas”(Premio FUNDARTE de
Novela,1987),“Memorias de una antigua primavera”(Premio Planeta
Venezolana de Novela “Miguel OteroSilva,1 989) “Mata El
Caracol”(1991),“El diario íntimo de Francisca Malabar”(Premio Mariano
Picón Salas de Novela, Universidad de Los Andes, 1993)
Ensayos:“Balza, el cuerpo fluvial”(1985),“Los Signos de la
Trama”(1991),“Tiempo y muerte en Alfredo Armas Alfonzo y José
Balza”(1993),“El Pregón Mercadero”(1997) entre otros.
Desde muy joven ha escrito y publicado artículos de opinión, reportajes
y entrevistas en diversos diarios regionales y nacionales. Egresada del
Instituto Pedagógico de Caracas, también ha dado clases tanto en
Educación Secundaria como en pregrado universitario y maestrías. Fue
fundadora de dos Centros de Estudio e Investigación en Literatura
Venezolana, en el Ateneo de El Tigre y en la Universidad de Guayana, y
en ellos coordinó tareas regionales, nacionales e internacionales de
formación y difusión del quehacer literario de Venezuela, incluyendo la
creación de fondos editoriales. Creó en su momento los Talleres de
Creatividad Infantil “El Bichito de Luz”
En los últimos años, ha publicado varios ensayos y relatos en grupos de
Facebook y se ha dedicado a entrevistar personas que proyecten la cultu-
ra venezolana actual, publicando en su blog, “La bisagra, el fogón, el can-
dil” , en sites como Letralia, Actualy y Ablucionista y en grupos regiona-
les de WhatsApp. Es, junto con Eziongeber Chino Álvarez, creadora de
la Editorial Ítaca. Además, es una intensa activista social, defensora de
los derechos de los artistas, de las mascotas y del ambiente, así como de
los logros vecinales. Vive en El Tigre. Siempre ha preferido vivir en la
provincia, Ciudad Bolívar, El Tigre, Mérida y Barquisimeto.

La foto es de Juan Raydán, 2019


EDITORIAL ÍTACA C.A.

La Editorial Ítaca es un proyecto que surgió naturalmente de las


experiencias personales y profesionales de sus socios. Puestos ante la
necesidad de editar, publicar y promocionar sus libros y los de amigos
escritores talentosos, y teniendo audacia y conocimientos tanto del
mercado editorial como de los procesos, comenzaron a idear y planificar
la empresa.

Los socios previeron las vastas posibilidades que las circunstancias están
abriendo a emprendimientos de esta naturaleza, así como las crecientes
necesidades que se están generando en áreas como la educación, el arte,
la literatura, la gestión empresarial y otras áreas que solicitan la
publicación como herramienta de expansión y difusión.

Asimismo, se analizaron las condiciones de las tecnologías y la influencia


de las redes sociales para comenzar a generar una editorial de libros
digitales (eBooks) que prestara además servicios de promoción y
asesoramiento a los autores que requirieran sus servicios.

El nombre y el ideario provienen del poema de Constantin Kavafis,


ÍTACA

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca


debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones
ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita emoción
penetra en tu alma y en tu cuerpo. Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías: madreperlas,
coral, ébano, y ámbar, y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas
COLECCIONES

CÍCLOPES Y LESTRIGONES (Crónicas y relatos)


Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

LOS MERCADOS DE FENICIA (Poesía y lecturas de Poesía)


Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías

BIBLIOTECA DE ÍTACA (Ensayos, entrevistas, reportajes e


historia)
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

PERSÉFONE (Novela)
Perséfone era la personificación de la renovación de la tierra en primavera

EL PUNTO AZUL (REEDICIONES)

LIBROS DEL PUERTO (Libros de temas diversos: educación,


emprendimientos, cocina, salud)

OPUS (Una vez al año, publicaremos un libro para difundir temas religiosos
cristianos)
CONTACTO

Teléfonos: +58 426-9853176, +58 424-8267473


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