Programa Socio Afectivo Emocional

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PROGRAMA FORMATIVO DE DESARROLLO DE HABILIDADES SOCIO AFECTIVO EMOCIONAL

QUÉ ES EMOCIÓN:

Se entiende por emoción el conjunto de reacciones orgánicas que experimenta un individuo cuando
responden a ciertos estímulos externos que le permiten adaptarse a una situación con respecto a una
persona, objeto, lugar, entre otros.

La palabra emoción deriva del latín emotio, que significa “movimiento”, “impulso”.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define emoción como: “una alteración del
ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”
(RAE, 2019). Si bien esta definición nos permite entender el término en su acepción general,
indagaremos un poco más al respecto.

Francisco Mora, Doctor en medicina y en Neurociencia, define emoción de la siguiente manera:

La emoción es ese motor que todos llevamos dentro. Una energía codificada en ciertos circuitos
neuronales localizados en zonas profundas de nuestro cerebro (en el sistema límbico) que nos mueve
y nos empuja “a vivir”, a querer estar vivos en interacción constante con el mundo y con nosotros
mismos. Circuitos que, mientras estamos despiertos, se encuentran siempre activos, en alerta, y nos
ayudan a distinguir estímulos importantes para nuestra supervivencia (Mora, 2012, p.14).

Entendiendo que las emociones forman parte esencial de nuestra vida y nos impulsan de forma
permanente en ella, pasaremos a indagar sobre otro concepto fundamental, señalado por los
profesores universitarios Bisquerra y Pérez (2012) en su definición de educación emocional: las
competencias emocionales.

La emoción se caracteriza por ser una alteración del ánimo de corta duración pero, de mayor
intensidad que un sentimiento. Por su parte, los sentimientos son las consecuencias de las emociones,
por ello son más duraderas y se pueden verbalizar.

Las emociones son las causantes de diversas reacciones orgánicas que pueden ser de tipo fisiológico,
psicológico o conductual, es decir, son reacciones que pueden ser tanto innatas como estar
influenciadas por las experiencias o conocimientos previos.

Dichas reacciones orgánicas que generan las emociones se encuentran controladas por el Sistema
límbico, compuesto por varias estructuras cerebrales que controlan las respuestas fisiológicas. Sin
embargo, una emoción también puede producir un comportamiento que puede ser aprendido con
anterioridad como, una expresión facial.

Asimismo, Charles Darwin presumió que expresiones faciales expresan diversas emociones que, en
general, son muy similares en todos los seres humanos. Incluso, determinó que las conductas de las
emociones evolucionan según sus posturas o movimientos.

Por otra parte, existen otras teorías de la emoción también enmarcadas en la fisiología, psicología o
conducta del ser humano y animal. Entre las teorías más destacadas están las realizadas por James-
Lange, Cannon-Bard, Schachter-Singer, James Papez, entre otros.

No obstante, también cabe mencionar que la Neurociencia afectiva, término dado por J.A. Panksepp,
es una rama de la neurociencia que se encarga de estudiar los componentes neurológicos de las
emociones, los procesos afectivos y el estado de ánimo en los seres humanos y animales.
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EMOCIÓN Y TIPOS DE REACCIÓN

Los especialistas que se encargan de estudiar qué es una emoción han determinado tres tipos de
reacciones emocionales que son:

Reacción fisiológica

Es la primera reacción de emoción que se generan de manera involuntaria. Esta reacción involucra al
Sistema Nervioso Autónomo, Sistema endocrino, expresiones faciales, cambios hormonales y tono de
voz.

Reacción psicológica

Se refiere a la manera en que es procesada la información, en cómo se percibe lo que ocurre en un


determinado instante de manera consciente o inconsciente según las experiencias.

La emoción genera una reacción inesperada que se puede adaptar a lo que nos rodea, esto forman
parte de los procesos cognitivos que realiza el ser humano y que, incluso, se relacionan con el contexto
sociocultural del individuo.

Por tanto, la emoción, aunque no se pueda determinar qué conducta generará, expresa y da a conocer
el estado de ánimo de una persona, cuáles son sus necesidades, fortalezas, debilidades, entre otros.

Reacción conductual

La emoción, cualquiera que sea, genera un cambio de ánimo y de conducta que se aprecia a través de
los gestos corporales, como una sonrisa o ceñido de cejas. Las expresiones faciales reconocidas por
todos los individuos son la del miedo, tristeza, alegría y enojo.

Tipos de emociones

Existen diversos tipos de emociones que se clasifican en un orden que va desde las más básicas a las
emociones aprendidas en diversos contextos.

Emociones primarias o básicas: son aquellas que son innatas y que responde a un estímulo. Son: ira,
tristeza, alegría, miedo, sorpresa, aversión.

Emociones secundarias: son aquellas que se generan luego de una emoción primaria, vergüenza, culpa,
orgullo, ansiedad, celos, esperanza.

Emociones positivas y negativas: son las que afectan las conductas de las personas, por lo que algunas
emociones pueden generar acciones o reacciones positivas como alegría o satisfacción pero, hay otras
emociones que provocan sentimientos perjudiciales para el individuo.

QUÉ ES LA EDUCACIÓN EMOCIONAL

En los últimos años, afortunadamente, ha adquirido relevancia o, al menos, se está hablando más, de
educación emocional. Si bien todavía gran parte de las instituciones dedicadas a la formación del
profesorado no los incluyen en sus planes de estudio, hay un creciente interés por conocer el tema y
comenzar a considerarlo como parte importante de la labor educativa.

Cada día la educación, en sus distintos niveles y ámbitos, constata la necesidad de que la educación
emocional se instaure como parte del currículo escolar y aporte sus múltiples beneficios a la formación
de las futuras generaciones y del profesorado que las acompañe en su proceso formativo. Incluso la
podríamos señalar como un saber necesario de adquirir por las familias, para que sus hijos e hijas la
reciban desde que nazcan y durante toda su vida.
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De en las diversas definiciones que están surgiendo desde hace algún tiempo, nos quedaremos con la
de Bisquerra y Pérez (2012), docentes e investigadores de la Universidad de Barcelona:

Educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el


desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con
objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social (p.1).

Con el objetivo de comprender mejor el constructo teórico que respalda la educación emocional,
intentaremos conceptualizar las diferentes temáticas que lo componen.

COMPETENCIAS EMOCIONALES

Las competencias emocionales deben entenderse como un tipo de competencias básicas para la vida,
esenciales para el desarrollo integral de la personalidad. Son un complemento indispensable del
desarrollo cognitivo sobre el cual se ha centrado la educación a lo largo del siglo XX. La educación
emocional se propone optimizar el desarrollo humano; es decir, el desarrollo integral de la persona
(desarrollo físico, intelectual, moral, social, emocional, etc. (Bisquerra y Pérez, 2012, p. 1).

Habiendo revisado la definición anterior y valorando la importancia de las competencias emocionales


en la vida de las personas, daremos el siguiente paso, que es conocer, de forma más específica, cuáles
son las competencias emocionales.

Si bien existen diversas propuestas en relación a cuáles son las competencias emocionales y sus
características fundamentales, destacamos el propuesto por el GROP
(Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica) de la Universidad de Barcelona. Ellos señalan
que existen cinco competencias emocionales fundamentales:

Conciencia emocional: Consiste en reconocer las emociones propias y de las demás personas.

Regulación emocional: Implica responder adecuadamente a las emociones experimentadas.

Autonomía emocional: Se refiere a la capacidad de que nos afecten demasiado de los estímulos
externos, equilibrando sensibilidad e invulnerabilidad.

Competencia social: Implica tener habilidades sociales que faciliten las relaciones interpersonales, ya
que están relacionadas directamente con las emociones.

Habilidades de vida para el bienestar: Consisten en un conjunto de habilidades, valores y actitudes que
contribuyen al bienestar personal y social.

Con esta breve revisión del concepto de educación emocional, que esperamos seguir profundizando,
invitamos a familias, profesorado, instituciones y comunidades en general a aprender, promover y
valorar este ámbito educativo, tan necesario para el desarrollo y bienestar de nuestra sociedad.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL

El objetivo principal de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales.


Por tanto, el listado de objetivos se puede derivar fácilmente a partir de las competencias emocionales,
contextualizadas en un nivel educativo concreto. Se citan a continuación algunos de los objetivos de la
educación emocional:
 Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.
 Identificar las emociones de los demás.
 Denominar a las emociones correctamente.
 Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones.
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 Subir el umbral de tolerancia a la frustración.


 Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.
 Desarrollar la habilidad para generar emociones positivas.
 Desarrollar la habilidad de automotivarse.
 Adoptar una actitud positiva ante la vida.
 Aprender a fluir.

COMPETENCIA EMOCIONAL

El desarrollo de las competencias emocionales es el objetivo de la educación emocional.


Estas competencias se basan en la inteligencia emocional, pero integran elementos de un marco
teórico más amplio.
Concepto de competencia, que es un tema importante de la psicopedagogía actual. Los cambios
educativos a nivel internacional suponen el paso de una educación centrada en la adquisición de
conocimientos a otro enfoque orientado al desarrollo de competencias. Un tipo de competencias son
las emocionales.
El núcleo del capítulo consiste en la exposición de un modelo pentagonal: conciencia emocional,
regulación emocional, autonomía emocional, competencia social, habilidades de vida para el
bienestar.

CONCEPTO DE COMPETENCIA

Concebimos una competencia como la capacidad para movilizar adecuadamente un conjunto de


conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para realizar actividades diversas con
un cierto nivel de calidad y eficacia (Bisquerra y Pérez, 2007).

Se pueden destacar las siguientes características en el concepto de competencia:

– Es aplicable a las personas, individualmente o de forma grupal.

– Implica unos conocimientos (“saberes”), unas habilidades (“saber-hacer”) y unas actitudes y


conductas (“saber estar” y “saber ser”) integrados entre sí.

– Se desarrolla a lo largo de la vida y, en general, siempre se puede mejorar.

– Una persona puede manifestar una competencia en un área concreta (por ejemplo, la social) en un
contexto dado (por ejemplo, con sus compañeros) y en otro contexto diferente (con personas
extrañas) puede comportarse de forma incompetente.

CLASES DE COMPETENCIAS

Aunque las denominaciones pueden variar según los autores, en general se distingue entre:

1. Competencias específicas técnico-profesionales: se circunscriben alrededor de conocimientos y


procedimientos en relación con un determinado ámbito profesional o especialización. Por ejemplo,
competencias específicas de ingeniería informática, derecho, psiquiatría, fontanería, etc. Cada
profesión tiene sus competencias específicas.

Se relacionan con el “saber” y el “saber hacer” necesarios para el desempeño experto de una actividad
profesional.

2. Competencias genéricas o transversales: son aquellas comunes a un amplio número de profesiones.


Incluyen aspectos generales como dominio de idiomas, conocimientos informáticos a nivel de usuario
y un amplio bloque de competencias sociopersonales: automotivación, autoestima, autoconfianza,
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autocontrol, autonomía, equilibrio emocional, regulación de la impulsividad, autocrítica, prevención


del estrés, tolerancia a la frustración, asertividad, responsabilidad, capacidad para tomar decisiones,
empatía, capacidad de prevención y solución de conflictos, trabajo en equipo, puntualidad, paciencia,
diligencia, discreción, etc.

Estas últimas competencias reciben denominaciones diversas, según los autores.

Hemos identificado como mínimo las denominaciones siguientes, que pueden considerarse casi como
sinónimos: competencias genéricas, transversales, básicas, clave, participativas, personales,
transferibles, relacionales, interpersonales, sociales, emocionales, socioemocionales, habilidades de
vida, etc.

Como se puede observar, en el marco de las competencias sociopersonales se incluyen las


competencias emocionales como un subconjunto.

Recientes estudios (Goleman, Boyatzis y McKee, 2002; Cherniss, 2000; Donaldso-Feilder y Bond, 2004;
Hughes, 2005; Navío, 2005; Giardini y Frese, 2006) han puesto de manifiesto que las competencias
genéricas y sociopersonales cada vez son más solicitadas por los empresarios. Goleman, Boyatzis y
McKee (2002) afirman que a nadie le gusta trabajar con líderes irritables, dominantes o fríos. Sin
embargo, aquellos que mantienen un liderazgo optimista y entusiasta suelen conservar durante
mucho más tiempo a sus empleados.

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS COMPETENCIAS EMOCIONALES

Las competencias emocionales son un concepto en proceso de elaboración y reformulación continua


por parte de los especialistas. Todavía no hay una delimitación clara sobre lo que son exactamente.
Lógicamente se basan en la inteligencia emocional, pero pueden abarcar más elementos. Por eso,
algunos prefieren denominarlas competencias socioemocionales, competencias sociales y
emocionales o al revés.

Para Salovey y Sluyter (1997) y Goleman (1995) hay una coincidencia entre competencias emocionales
e inteligencia emocional; pero cada uno respecto a su modelo.

Si bien, posteriormente, Goleman, Boyatzis y Mckee (2002: 69-73) proponen cuatro dominios
(conciencia de sí mismo, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones) con diecinueve
competencias, tal como se estructuran en el cuadro 6.1.

Conciencia emocional

Es la capacidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las emociones de los demás,
incluyendo la habilidad para captar el clima emocional de un contexto determinado.

Dentro de este bloque se pueden especificar una serie de aspectos como los siguientes:

a) Toma de conciencia de las propias emociones. Es la capacidad para percibir con precisión los propios
sentimientos y emociones; identificarlos y etiquetarlos. Contempla la posibilidad de experimentar
emociones múltiples y de reconocer la incapacidad de tomar conciencia de los propios sentimientos
debido a inatención selectiva o dinámicas inconscientes.

b) Dar nombre a las emociones. Es la eficacia en el uso del vocabulario emocional adecuado y utilizar
las expresiones disponibles en un contexto cultural determinado para designar los fenómenos
emocionales.
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c) Comprensión de las emociones de los demás. Es la capacidad para percibir con precisión las
emociones y sentimientos de los demás y de implicarse empáticamente en sus vivencias emocionales.
Incluye la pericia de servirse de las claves situacionales y expresivas (comunicación verbal y no verbal)
que tienen un cierto grado de consenso cultural para el significado emocional.

d) Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento. Los estados


emocionales inciden en el comportamiento y éstos en la emoción; ambos pueden regularse por la
cognición (razonamiento, conciencia). Emoción, cognición y comportamiento están en interacción
continua, de tal forma que resulta difícil discernir qué es primero.

Muchas veces pensamos y nos comportamos en función del estado emocional.

La conciencia emocional es el primer paso para poder pasar a las otras competencias.

Regulación emocional

Es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia de la
relación entre emoción, cognición y comportamiento; tener buenas estrategias de afrontamiento;
capacidad para autogenerarse emociones positivas, etc.

Las microcompetencias que la configuran son las siguientes:

a) Expresión emocional apropiada. Es la capacidad para expresar las emociones de forma apropiada.
Implica la habilidad para comprender que el estado emocional interno no necesita corresponder con
la expresión externa. Esto se refiere tanto en uno mismo como en los demás. En niveles de mayor
madurez, supone la comprensión del impacto que la propia expresión emocional y el propio comporta-
miento puedan tener en otras personas. También incluye el hábito para tener esto en cuenta en el
momento de relacionarse con otras personas.

b) Regulación de emociones y sentimientos. Es la regulación emocional propiamente dicha. Esto


significa aceptar que los sentimientos y emociones a menudo deben ser regulados.

Lo cual incluye: (regulación de la impulsividad) (ira, violencia, comportamientos de riesgo); (tolerancia


a la frustración) para prevenir estados emocionales negativos (ira, estrés, ansiedad, depresión);
(perseverar en el logro de los objetivos) a pesar de las dificultades; capacidad para (diferir
recompensas) inmediatas a favor de otras más a largo plazo pero de orden superior, etc.

c) Habilidades de afrontamiento. Habilidad para afrontar retos y situaciones de conflicto, con las
emociones que generan. Esto implica estrategias de autorregulación para gestionar la intensidad y la
duración de los estados emocionales.

d) Competencia para autogenerar emociones positivas. Es la capacidad para autogenerarse y


experimentar de forma voluntaria y consciente emociones positivas (alegría, amor, humor, fluir) y
disfrutar de la vida. Capacidad para autogestionar el propio bienestar emocional en busca de una mejor
calidad de vida.

Autonomía emocional

La autonomía emocional se puede entender como un concepto amplio que incluye un conjunto de
características y elementos relacionados con la autogestión personal, entre las que se encuentran la
autoestima, actitud positiva ante la vida, responsabilidad, capacidad para analizar críticamente las
normas sociales, la capacidad para buscar ayuda y recursos, así como la autoeficacia emocional. Como
micro competencias incluye las siguientes:
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a) Autoestima. Significa tener una imagen positiva de uno mismo; estar satisfecho de uno mismo;
mantener buenas relaciones consigo mismo. La autoestima tiene una larga tradición en investigación
y en educación.

b) Automotivación. Es la capacidad de automotivarse e implicarse emocionalmente en actividades


diversas de la vida personal, social, profesional, de tiempo libre, etc. Motivación y emoción van de la
mano. Automotivarse es esencial para dar sentido a la vida.

c) Autoeficacia emocional. Es la percepción de que se es capaz (eficaz) en las relaciones sociales y


personales gracias a las competencias emocionales. El individuo se percibe a sí mismo con capacidad
para sentirse como desea; para generarse las emociones que necesita. La autoeficacia emocional
significa que se acepta la propia experiencia emocional, tanto si es única y excéntrica como si es
culturalmente convencional, y esta aceptación está de acuerdo con las creencias del individuo sobre
lo que constituye un balance emocional deseable. En caso contrario, el individuo está en condiciones
de regular y cambiar las propias emociones para hacerlas más efectivas en un contexto determinado.
Se vive de acuerdo con la propia “teoría personal sobre las emociones” cuando se demuestra
autoeficacia emocional, que está en consonancia con los propios valores morales.

d) Responsabilidad. Es la capacidad para responder de los propios actos. Es la intención de implicarse


en comportamientos seguros, saludables y éticos. Asumir la responsabilidad en la toma de decisiones.
Ante la decisión de ¿qué actitudes (positivas o negativas) voy a adoptar ante la vida?, en virtud de la
autonomía y la libertad, decidir con responsabilidad, sabiendo que en general lo más efectivo es
adoptar una actitud positiva.

e) Actitud positiva. Es la capacidad para decidir que voy a adoptar una actitud positiva ante la vida. A
pesar de que siempre van a sobrar motivos para que la actitud sea negativa.

Saber que en situaciones extremas lo heroico es adoptar una actitud positiva; aunque cueste. Siempre
que sea posible, manifestar optimismo y mantener actitudes de amabilidad y respeto a los demás. Por
extensión, la actitud positiva repercute en la intención de ser bueno, justo, caritativo y compasivo.

f ) Análisis crítico de normas sociales. Es la capacidad para evaluar críticamente los mensajes sociales,
culturales y de los medios de comunicación de masas relativos a normas sociales y comportamientos
personales. Esto tiene sentido de cara a no adoptar los comportamientos estereotipados propios de la
sociedad irreflexiva y acrítica. La autonomía debe ayudar a avanzar hacia una sociedad más consciente,
libre, autónoma y responsable.

g) Resiliencia. Es la capacidad que tiene una persona para enfrentarse con éxito a unas condiciones de
vida sumamente adversas (pobreza, guerras, orfandad, etc.).

Competencia social

Es la capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas. Esto implica dominar las
habilidades sociales básicas, capacidad para la comunicación efectiva, respeto, actitudes prosociales,
asertividad, etc. Las microcompetencias que incluye son las siguientes:

a) Dominar las habilidades sociales básicas. La primera de las habilidades sociales es escuchar. Sin ella,
difícilmente se puede pasar a las demás: saludar, despedirse, dar las gracias, pedir un favor, manifestar
agradecimiento, pedir disculpas, aguardar turno, mantener una actitud dialogante, etc.

b) Respeto por los demás. Es la intención de aceptar y apreciar las diferencias individuales y grupales
y valorar los derechos de todas las personas. Esto se aplica en los diferentes puntos de vista que
puedan surgir en una discusión.
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c) Practicar la comunicación receptiva. Es la capacidad para atender a los demás tanto en la


comunicación verbal como no verbal para recibir los mensajes con precisión.

d) Practicar la comunicación expresiva. Es la capacidad para iniciar y mantener conversaciones,


expresar los propios pensamientos y sentimientos con claridad, tanto en comunicación verbal como
no verbal, y demostrar a los demás que han sido bien comprendidos.

e) Compartir emociones. Compartir emociones profundas no siempre es fácil. Implica la conciencia de


que la estructura y naturaleza de las relaciones vienen en parte definidas tanto por el grado de
inmediatez emocional o sinceridad expresiva, como por el grado de reciprocidad o simetría en la
relación.

f ) Comportamiento prosocial y cooperación. Es la capacidad para realizar acciones en favor de otras


personas, sin que lo hayan solicitado. Aunque no coincide con el altruismo, tiene muchos elementos
en común.

g) Asertividad. Significa mantener un comportamiento equilibrado entre la agresividad y la pasividad.


Esto implica la capacidad para defender y expresar los propios derechos, opiniones y sentimientos, al
mismo tiempo que se respeta a los demás, con sus opiniones y derechos.

Decir “no” claramente y mantenerlo y aceptar que el otro te pueda decir “no”. Hacer frente a la presión
de grupo y evitar situaciones en las cuales uno puede verse coaccionado para adoptar
comportamientos de riesgo.

En ciertas circunstancias de presión, procurar demorar la toma de decisiones y la actuación, hasta


sentirse adecuadamente preparado, etc.

h) Prevención y solución de conflictos. Es la capacidad para identificar, anticiparse o afrontar


resolutivamente conflictos sociales y problemas interpersonales. Implica la capacidad para identificar
situaciones que requieren una solución o decisión preventiva y evaluar riesgos, barreras y recursos.

Cuando inevitablemente se producen los conflictos, afrontarlos de forma positiva, aportando


soluciones informadas y constructivas.

La capacidad de negociación y mediación son aspectos importantes de cara a una resolución pacífica
del problema, considerando la perspectiva y los sentimientos de los demás.

i) Capacidad para gestionar situaciones emocionales. Es la habilidad para reconducir situaciones


emocionales en contextos sociales. Se trata de activar estrategias de regulación emocional colectiva.
Esto se superpone con la capacidad para inducir o regular las emociones en los demás.

Competencias para la vida y el bienestar

Las competencias para la vida y el bienestar son la capacidad para adoptar comportamientos
apropiados y responsables para afrontar satisfactoriamente los desafíos diarios de la vida, ya sean
personales, profesionales, familiares, sociales, de tiempo libre, etc. Las competencias para la vida
permiten organizar nuestra vida de forma sana y equilibrada, facilitándonos experiencias de
satisfacción o bienestar. Como microcompetencias se incluyen las siguientes:

a) Fijar objetivos adaptativos. Es la capacidad para fijar objetivos positivos y realistas. Algunos a corto
plazo (para un día, semana, mes); otros a largo plazo (un año, varios años).

b) Toma de decisiones. Desarrollar mecanismos personales para tomar decisiones sin dilación en
situaciones personales, familiares, académicas, profesionales, sociales y de tiempo libre, que
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acontecen en la vida diaria. Supone asumir la responsabilidad por las propias decisiones, tomando en
consideración aspectos éticos, sociales y de seguridad.

c) Buscar ayuda y recursos. Es la capacidad para identificar la necesidad de apoyo y asistencia y saber
acceder a los recursos disponibles apropiados.

d) Ciudadanía activa, participativa, crítica, responsable y comprometida. Lo cual implica


reconocimiento de los propios derechos y deberes; desarrollo de un sentimiento de pertenencia;
participación efectiva en un sistema democrático; solidaridad y compromiso; ejercicio de valores
cívicos; respeto por los valores multiculturales y la diversidad, etc. Esta ciudadanía se desarrolla a partir
del contexto local, pero se abre a contextos más amplios (autonómico, estatal, europeo, internacional,
global). Las competencias emocionales son esenciales en la educación para la ciudadanía (Bisquerra,
2008).

e) Bienestar emocional. Es la capacidad para gozar de forma consciente de bienestar (emocional,


subjetivo, personal, psicológico) y procurar transmitirlo a las personas con las que se interactúa.
Adoptar una actitud favorable al bienestar.

Aceptar el derecho y el deber de buscar el propio bienestar, ya que con ello se puede contribuir
activamente al bienestar de la comunidad en la que uno vive (familia, amigos, sociedad).

f ) Fluir. Capacidad para generar experiencias óptimas en la vida profesional, personal y social.

CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL

La fundamentación teórica de la educación emocional desemboca en la selección de objetivos y


contenidos para los programas de intervención.

Algunos criterios que se deben tener en cuenta en la selección de contenidos son los siguientes:

– Deben adecuarse al nivel educativo del alumnado al que va dirigido el programa.

– Deben ser aplicables a todo el grupo o clase.

– Deben favorecer procesos de reflexión sobre las propias emociones y las emociones de los demás.

– Deben enfocarse al desarrollo de competencias emocionales.

Los contenidos de la educación emocional pueden variar según los destinatarios (nivel educativo,
conocimientos previos, madurez personal, etc.). Hay que distinguir entre un programa de formación
del profesorado y un programa dirigido al alumnado. Pero en general los contenidos se derivan del
marco conceptual de las emociones y de las competencias emocionales.

Como consecuencia lógica, los contenidos hacen referencia a los temas que se exponen a continuación.

En primer lugar, se trata de dominar el marco conceptual de las emociones, que incluiría el concepto
de emoción, los fenómenos afectivos (emoción, sentimiento, afecto, estado de ánimo, perturbaciones
emocionales, etc.), tipos de emociones (emociones positivas y negativas, emociones básicas y
derivadas, emociones ambiguas, emociones estéticas, etc.).

Conocer las características (causas, predisposición a la acción, estrategias de regulación, competencias


de afrontamiento, etc.) de las emociones principales: miedo, ira, ansiedad, tristeza, vergüenza,
aversión, alegría, amor, humor, felicidad, etc. La naturaleza de la inteligencia emocional es un aspecto
importante, con múltiples aplicaciones para la práctica.
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La educación emocional sigue una metodología eminentemente práctica (dinámica de grupos,


autorreflexión, razón dialógica, juegos, etc.) con objeto de favorecer el desarrollo de competencias
emocionales como las siguientes:

– La conciencia emocional consiste en conocer las propias emociones y las emociones de los demás.
Esto se consigue a través de la autoobservación y de la observación del comportamiento de las
personas que nos rodean. Esto supone la comprensión de la diferencia entre pensamientos, acciones
y emociones; la comprensión de las causas y consecuencias de las emociones; evaluar la intensidad de
las emociones; reconocer y utilizar el lenguaje de las emociones, tanto en comunicación verbal como
no verbal.

– La regulación de las emociones probablemente sea el elemento esencial de la educación emocional.


Conviene no confundir la regulación (y otros términos afines: control, manejo de las emociones) con
la represión.

La tolerancia a la frustración, el manejo de la ira, la capacidad para retrasar gratificaciones, las


habilidades de afrontamiento en situaciones de riesgo (inducción al consumo de drogas, violencia,
etc.), el desarrollo de la empatía, etc., son componentes importantes de la habilidad de
autorregulación.

Algunas técnicas concretas son: diálogo interno, control del estrés (relajación, meditación,
respiración), autoafirmaciones positivas; asertividad; reestructuración cognitiva, imaginación emotiva,
atribución causal, etc.

El desarrollo de competencias emocionales consiste en una práctica continuada. Una posible


sistemática para esta práctica puede consistir en abordar las cinco categorías de las competencias
emocionales para aplicarlas a las diversas emociones. Se recomienda empezar por las básicas y pasar
después a las sociales: ira, miedo, tristeza, vergüenza, timidez, culpabilidad, envidia, alegría, amor, etc.
La automatización de respuestas emocionales apropiadas en las diversas circunstancias de la vida
requiere una práctica continuada.

Tener buenas competencias emocionales, y en concreto una inteligencia emocional desarrollada, no


garantiza que sean utilizadas para hacer el bien y no el mal. Hay que prevenir que las competencias
emocionales sean utilizadas para propósitos explotadores o deshonestos. Por esto es muy importante
que los programas de educación emocional vayan siempre acompañados de unos principios éticos. La
educación emocional y la educación moral tienden a confluir. Un posible punto de convergencia puede
darse en la tutoría y en la educación para la ciudadanía. La dimensión ética y moral debe estar presente
en el desarrollo de competencias emocionales.

La motivación está íntimamente relacionada con la emoción. Motivación proviene de la raíz latina
movere (mover); igual que emoción (de ex-movere, mover hacia fuera).

La puerta de la motivación hay que buscarla a través de la emoción. Por medio de esta vía se puede
llegar a la automotivación, que se sitúa en el extremo opuesto del aburrimiento, y que abre un camino
hacia la actividad productiva por propia voluntad y autonomía personal. Éste es uno de los retos de
futuro de la educación.

Las habilidades socioemocionales constituyen un conjunto de competencias que facilitan las relaciones
interpersonales. Las relaciones sociales están entretejidas de emociones.

La escucha y la capacidad de empatía abren la puerta a actitudes prosociales, que se sitúan en las
antípodas de actitudes racistas, xenófobas o machistas, que tantos problemas sociales ocasionan.
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Estas competencias sociales predisponen a la constitución de un clima social favorable al trabajo en


grupo productivo y satisfactorio.

Las relaciones entre emoción y bienestar subjetivo suelen ser, de acuerdo con nuestra experiencia, de
gran interés para los participantes.

Esto lleva a delimitar el constructo “bienestar subjetivo” y los factores que lo favorecen o que lo
dificultan. La reflexión sobre estos temas conduce a la confluencia entre bienestar y felicidad, donde
el “estar sin hacer nada” no es lo propio, sino más bien implicarse en algún tipo de actividad.

El concepto de fluir (flow), entendido como experiencia óptima (Csikszentmihalyi, 1997) completa el
tema sobre el bienestar. Las condiciones del flujo ofrecen un marco de sugerencias para la acción, que
se pueden aplicar al cuerpo, el pensamiento, el trabajo, las relaciones sociales, etc. El reto está en
aprender a fluir.

Dadas las dificultades y el tiempo que requiere la adquisición de competencias emocionales, hay que
capacitar y motivar a los participantes en los cursos de educación emocional para seguir aprendiendo
más allá de la duración del curso.

Aprender a aprender a partir de las experiencias de la vida es uno de los contenidos de los programas.

Las aplicaciones de la educación emocional se pueden dejar sentir en múltiples situaciones:


comunicación efectiva y afectiva, resolución de conflictos, toma de decisiones, prevención inespecífica
(consumo de drogas, sida, violencia, anorexia, intentos de suicidio), etc. En último término se trata de
desarrollar la autoestima, con expectativas realistas sobre uno mismo, desarrollar la capacidad de fluir
y la capacidad para adoptar una actitud positiva ante la vida. Todo ello de cara a posibilitar un mayor
bienestar subjetivo, que redunda en un mayor bienestar social.

Los temas que se vayan a desarrollar en un curso de educación emocional pueden tener diversos
niveles de profundización en función de los destinatarios, que pueden ser estudiantes desde educación
infantil, primaria, secundaria, universitaria, adultos, profesionales, etc. Cuando nos referimos a la
formación de formadores, deben incluirse algunos temas específicos como los que se comentan a
continuación.

Unas bases teóricas deben estar presentes, en cierta medida, en los programas de educación
emocional, siempre en función de los destinatarios. Cuando se trata de un programa de formación de
formadores debería incluir una revisión de síntesis de las principales teorías sobre las emociones
(Darwin, James, Cannon, Arnold, Lazarus, etc.). Es esencial un conocimiento de la teoría de las
inteligencias múltiples de Howard Gardner y de la inteligencia emocional. Es importante también
introducir unos conocimientos esenciales sobre el cerebro emocional, con especial referencia a los
centros de procesamiento de las emociones y las aportaciones recientes de la neurociencia.

La terapia emocional, en sus diversas formas, ha aportado solidez a la teoría y al mismo tiempo ha
aportado ejercicios y estrategias que pueden ser utilizadas, no sólo en el modelo clínico, sino también
en la educación emocional, con carácter preventivo.

Dando un paso más, se deberían adquirir unos conocimientos sobre las relaciones entre emoción y
salud, emoción y motivación, emoción y bienestar, etc. La evaluación es un aspecto intrínseco del
programa; por tanto, hay que dar a conocer los instrumentos y estrategias para el diagnóstico de las
emociones y para la evaluación de programas de educación emocional.

METODOLOGÍA
PROGRAMA FORMATIVO DE DESARROLLO DE HABILIDADES SOCIO AFECTIVO EMOCIONAL

La metodología para el desarrollo de competencias emocionales debe ser eminentemente práctica. La


exposición teórica puede reducirse al mínimo; sobre todo en los niveles inferiores.

Ejemplos de dinámicas que se pueden utilizar son introspección, relajación, modelado, dinámicas de
grupo (role playing, grupos de discusión, dramatización, etc.), etc.

El hecho de que las clases sean participativas y dinámicas no significa que se tengan que exponer las
propias emociones en público. Es un principio básico que nadie se vea obligado a exponer sus
intimidades sin su consentimiento. En ningún momento hay que violentar a nadie sobre aspectos
emocionales. Hay que ir con sumo cuidado y sensibilidad sobre este aspecto.

En general se tratarán situaciones de terceras personas. El profesor, si lo considera conveniente, puede


exponer su propia experiencia. Solamente cuando se ha creado un clima de mutua confianza que lo
facilite, se podrá invitar al alumnado para que exponga, voluntariamente los que lo deseen,
experiencias personales de carácter emocional.

Desde el punto de vista de la metodología de intervención, conviene tener presente la teoría del
aprendizaje social de Bandura (1977), que pone el énfasis en el rol de los modelos en el proceso de
aprendizaje; esto sugiere la inclusión del modelado como estrategia de intervención y poner énfasis
en analizar cómo los modelos (compañeros, personajes de los medios de comunicación, profesores,
padres) pueden influir en las actitudes, creencias, valores y comportamientos.

Otras aportaciones metodológicas para tener presentes son, entre otras, el modelo de desarrollo social
(Hawkins, 1997), que se ha aplicado a la prevención de la delincuencia con éxito; el modelo ecológico
y sistémico de Bronfenbrenner (1977, 1979); la teoría del comportamiento problemático y el desarrollo
social (Jessor y Jessor, 1977), que se ha aplicado a grupos de riesgo; la teoría de la acción razonada
(Fishbein y Ajzen, 1975), etc.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bisquerra, R. y Pérez, N. (2012). Educación emocional: estrategias para su puesta en práctica. Revista
de la Asociación de Inspectores de España [en línia], nº16.

Recuperado de: https://avances.adide.org/index.php/ase/article/view/502/342

Mora, F. (2011). ¿Qué son las emociones?. En Bisquerra (2012) (Coord.). La inteligencia emocional en
la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobregat (Barcelona): Hospital Sant Joan de Deu.

Recuperado de: https://faros.hsjdbcn.org/sites/default/files/faros_6_cast.pdf

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