Cuentos para Leer Despacio

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Carlos Gutierrez

Cuentos para leer despacio

Adaptados a Lectura Fácil

por

Cecilia Cortese
Carolina Gómez
Carlos Gutierrez
María Eugenia Sicilia
Estela María Suris

Ilustrado por
Carlos Gutierrez

Qellqasqa / Tayesnén
Mendoza
2022
Gutierrez, Carlos Alberto
Cuentos para leer despacio / Carlos Alberto Gutierrez ; Adaptado por Cecilia Cortese; ilustrado por
Carlos Alberto Gutierrez. - 1a ed. - Guaymallén : Qellqasqa; Mendoza : Tayesnén accesibilidad 2022.
50 p. : il. ; 22 x 15 cm - (Lectura Fácil / 3)
ISBN 978-987-4026-76-7
1. Narrativa Argentina. 2. Literatura Juvenil. 3. Relaciones Familiares. I. Cortese, Cecilia, adapt. II. Título.
CDD A863.9283

Cuentos para leer despacio de Carlos Alberto Gutierrez adaptados a Lectura Fácil
Adaptación que cumple con las Directrices de la IFLA (International Federation of
Library Associations and Institutions), para la elaboración de materiales en Lectura fácil.

Adaptadores: Cecilia Cortese, Carolina Gómez, Carlos Gutierrez, María Eugenia Sicilia
y Estela María Suris.
Validación Técnica: Carlos Gutierrez
Validación de uso: Facundo André; Agustín Heredia Gutierrez; Leandro Pineda; Integrantes
del Club de Lectura Fácil de la Escuela 3-117 en la Biblioteca Popular Chacras de Coria
Prólogo: Analía Gutierrez
Ilustraciones: Carlos Gutierrez
Diseño editorial: Qellqasqa editorial
Coedición Qellqasqa / Tayesnén – Primera edición, octubre de 2022
Colección Lectura Fácil (5)
ISBN 978-987-4026-76-7
Derechos de los textos: Carlos Alberto Gutierrez
Derechos de las ilustraciones: Carlos Alberto Gutierrez
Derechos de la adaptación: Tayesnén Accesibilidad www.tayesnen.org
Derechos de la edición: Qellqasqa editorial www.qellqasqa.com.ar

EDICIÓN SIN FIN DE LUCRO, realizada para facilitar el acceso a la lectura.


Con el producto de la venta se imprimirán nuevos ejemplares.

Los contenidos de esta obra son ofrecidos bajo licencia Creative Commons CC–BY–NC
Se puede: – copiar y distribuir este cuento adaptado
– crear algo nuevo usando partes del cuento
Pero debe: – decir quiénes son las adaptadoras y el autor
– avisar si utilizó partes para hacer algo nuevo
– permitir a otros hacer lo mismo bajo la misma licencia
Y no debe: – intentar ganar dinero con esta obra o sus partes
Contenido

Prólogo 7
Introducción 9

Escabeche 11
Hermanita querida 15
La muerte de Juan Moreira 23
Más 31
Terminal 33
El chisme 41

El autor 49
Agradecimientos 50

5
Prólogo

Hay cuentos que cuando terminan te dejan inmóvil,


en silencio, uniendo los detalles de lo que acabás de leer.
Y preguntándote: ¿Leí bien? ¿Es cierto lo que ocurrió?
¿Puede ser cierto?

Así son los Cuentos para leer despacio


escritos e ilustrados por Carlos Gutiérrez.
Son historias de pueblo y barrio.
Historias sensibles que causan ternura y espanto,
donde ocurren hechos extraordinarios que resultan normales.

¿Tienen algo de extraño sus personajes?


Nada, no tienen nada de extraño.
Sin embargo, en estos relatos salen de lo común
y te conmueven.

Celebramos que estos cuentos estén escritos en Lectura fácil


para que más personas podamos leerlos.
Para que más personas podamos vivir la aventura
de emocionarnos.

Analía Gutierrez
Codirectora de Lengua Franca

7
Introducción

Cuando escribí estos cuentos quise que fueran adaptados


a Lectura Fácil por una razón muy sencilla.
Porque desde que conocí textos en Lectura Fácil
sabía que había muy pocos cuentos accesibles.

Por eso agradezco al equipo de Tayesnén


que trabajó tanto en esta tarea de crear
más oportunidades de lectura para las personas.

En estos cuentos pueden leer sobre distintas personas


y sus historias:

Una mujer cocina carne en conserva


con lo que tiene en casa.
Un niño dibuja para no tener miedo.
Una mujer nunca probó azúcar en su vida.
Un joven devora todo lo que tiene a su alcance.
Una hermana mayor parece proteger a la menor.
Una mujer desaparece en el barrio
y una vecina cuenta toda la verdad.

Los invito a conocer estas historias.

Carlos Gutierrez

9
Escabeche

María vivía sola


y trabajaba limpiando casas.
Ahora no podía salir a trabajar
por culpa del virus que estaba en el aire.

María pensaba que todas las personas


estarían mucho tiempo aisladas en sus casas.
Ya llevaba 8 meses encerrada donde vivía,
y estaba harta de comer arroz o fideos.

Como necesitaba dinero


decidió hacer un escabeche con lo que tenía.
Acomodó los ingredientes para cocinarlo.
Dejó la carne mojada con vinagre, aceite y ají
durante 3 horas
para que se ablandara y tomara sabor.

Tenía grasa que le sobró de cuando hizo pan


y en ella fritó la carne.
Sonrió contenta pensando que si le agregaba verduras
llenaría unos 10 frascos con el escabeche.

Escabeche: es una forma de cocinar


y conservar alimentos en vinagre.

11
Colocó unas rodajas de zanahoria cruda en la cacerola,
unos trozos de cebolla, 2 dientes de ajo,
sal y 1 hoja de laurel.
Luego de hervir todo durante una hora,
retiró la cacerola del fuego y esperó.
Después de rellenar los frascos y cerrarlos con fuerza
los hirvió en una olla vieja.

María estaba contenta con su producción de escabeche.


A la mañana siguiente podría ir al mercado a venderlo.

Se sentó cansada en la silla de la cocina


y acarició los rasguños que tenía en sus brazos.
Nunca le costó tanto matar a un gato.

12
13
Hermanita querida

Julia llega a la casa de su hermana Clara


y siente un fuerte olor a sahumerio.
El comedor está a media luz,
los rayos de sol que pasan entre las cortinas
iluminan una pequeña estatua de San Jorge.

Clara es famosa en el barrio


porque lee el futuro de las personas.
—Sentáte, nena —dice Clara
mientras estira el mantel rojo sobre la mesa.
A Julia le molesta un poco que la llame nena
porque ya está por cumplir 50 años.

Julia mira el maquillaje de Clara,


siempre tan seco y pálido.
Piensa que le marca mucho las arrugas
y eso que es más chica que ella.

Clara le pregunta a Julia cómo le fue con el hombre


que conoció en el baile del barrio.
Julia contesta que bien pero prefiere contar poco.
Tiene miedo de que esta nueva relación fracase.

Sahumerio: palito que encendido produce humo perfumado.

15
Clara sonríe y mezcla las cartas españolas,
esas que tienen oros, copas, bastos y espadas.
Las pone boca abajo en el mantel rojo.
Corta el mazo en tres montones
y los acomoda de izquierda a derecha.
Luego, junta todas las cartas.

—¿Vas a usar esas cartas?


Pensé que ibas a tirar las del Tarot
—comenta Julia un poco nerviosa.
—Es que se mancharon 3 cartas —dice Clara—.
¿Podés creer que las manché con café?
Y tirar cartas sucias trae mala suerte.
—Está bien —contesta Julia—.
Prefería las del Tarot pero la que sabe sos vos.

Julia acomoda su pelo detrás de las orejas


y luego cierra los puños debajo de la mesa.

—Pensá tu pregunta con todas tus fuerzas, Julita


—dice Clara sonriendo.

Mazo: todas las cartas o naipes.


Tarot: cartas para adivinar el futuro de las personas.

16
Julia cierra los ojos y recuerda la cara de Fabián,
el hombre que conoció en el baile hace apenas un mes.
Piensa que es buena persona, un buen hombre.
Desea con todas sus fuerzas una relación seria con él
pero es muy insegura y tiene miedo de no lograrlo.

Julia hace su pregunta en voz muy baja,


y apenas mueve los labios.
Abre los ojos y mira a su hermana
con la cara iluminada por la esperanza de ser feliz.

—Tocá el mazo, así tu pregunta queda en las cartas.


Parece que te olvidaste —dice Clara
mientras frota la punta de los dedos
como si adivinara algo con sus manos.

Clara pone 4 cartas en forma de cruz sobre la mesa.


Da vuelta la carta de la derecha y sale el as de copas.

—¡Qué buena noticia, nena! —dice Clara—.


Parece que estás entusiasmada con ese muchacho.
Me alegro mucho.
—Sí… sí... Estoy un poco ilusionada
—dice Julia con dudas.

As: la carta número uno.

17
Clara da vuelta dos cartas más.
Sale el rey de espadas y el 2 de oro.
El rey de espadas sale cabeza abajo.
Al ver estas cartas, Clara suspira con fuerza.

—Noticias desagradables, hermanita


—dice Clara preocupada—
veo amor de tu parte, pero ¡cuidado!

18
Y sigue:
—Pronto tendrás una pelea importante.
Las cartas muestran mucha violencia,
problemas de adicciones.
Y vas a tener problemas de dinero también.

Al final, la mano huesuda de Clara


da vuelta la última carta
y sale un as de espadas.
Clara abre los ojos como si viera la misma muerte.

Adicciones: es cuando una persona no puede dejar


lo que le hace mal. Por ejemplo el alcohol y las drogas.

19
—Vos sabés todo lo que te quiero hermanita
—dice Clara—
y cuánto me preocupa que estés bien.
Pero lo tengo que decir aunque te duela.
Las cartas dicen que ese hombre no es para vos.
Sabés que nunca me equivoco,
lo siento mucho.

Julia niega con la cabeza,


aprieta sus labios para no llorar.

—Gracias, estaba tan ilusionada


—dice en voz muy baja–.
Desde que me quedé sola con los chicos
nada me sale bien.
Por suerte, siempre estás vos para aconsejarme.

—No tenés nada que agradecer —le dice Clara—


para eso estamos, para cuidarnos entre las dos.
Quedate tranquila, no seas zonza.

Clara va a la cocina
y trae una bolsa con yuyos tranquilizantes,
hojas de valeriana, pasionaria y melisa.

20
—Tomá 3 tazas de té de estos yuyos todos los días
y te vas a sentir mejor —dice Clara—.
¿Vamos este domingo a la iglesia de San Antonio,
el santo que ayuda a encontrar pareja?
—Bueno, dale. Gracias por todo, Clarita.
—De nada, nena. Cuidate.

Clara acompaña a Julia hasta la puerta


y la despide con un beso en la mejilla.
Las cartas que usó con su hermana
quedaron sobre la mesa.

Clara se sienta a ordenarlas y arma 4 montoncitos


con los oros, las copas, los bastos y las espadas.
Sacó 5 cartas del rey de espadas,
7 cartas del 2 de oros
y 8 cartas iguales del as de espadas.

Su engaño de poner cartas repetidas funcionó


y las cartas de la mala suerte salieron en la tirada.
Ahora Julia dejaría a ese chico.

Clara piensa que Julia tiene suerte de tenerla como hermana,


porque nadie la cuida como ella.
Se acerca a la ventana y la abre.
El olor a sahumerio desaparece con el aire de la mañana.

21
La muerte de Juan Moreira

Lito termina rápido su leche con chocolate


y se pone a dibujar.
Dibuja desde los 3 años
y ahora tiene 5 años y medio.
Para un niño como Lito eso es mucho tiempo,
es casi la mitad de su vida.

El tiempo para los niños pasa lento


por distintas razones.
No es como el tiempo de los adultos
que pasa lento por el trabajo,
las preocupaciones y el aburrimiento.

Cuando un niño está feliz,


siente que el tiempo pasa tan lento
que los segundos parecen horas.
Como cuando Lito empezó a dibujar
y descubrió que de la punta de los lápices
salían rayas de colores y quedaban en una hoja.

A Lito le encanta dibujar


y la felicidad la siente como una eternidad.

Eternidad: tiempo muy largo y que no tiene fin.

23
Su papá le regaló un cuaderno de contabilidad
que los vecinos iban a tirar a la basura.
El cuaderno es enorme, con tapas de cartón grueso.
Todas las hojas tienen unos recuadros
con rayas celestes muy finitas.
Así son los cuadernos de contabilidad.
Lo mejor de todo es que muchas hojas están sin usar
y él tiene todo un mundo para dibujar.

Lito no tiene hermanos, amigos ni mascotas para jugar.


Vive en la ciudad, en la casa de su abuela.
Tampoco va al jardín de infantes
porque su abuela dice que no es necesario.

A veces,
Lito juega a cocinar tortitas con tierra y agua.
A su abuela no le gusta que se embarre.
Lito piensa que es porque le gusta que esté limpio,
como el maniquí de un negocio muy importante.
Pero eso a él no le importa.

Contabilidad: anotar los gastos y las ganancias de un negocio.


Maniquí: muñeco con forma humana
que sirve para mostrar ropa en los negocios.

24
Una vez,
escuchó a su abuela quejarse de dolor de espalda.
A ella le cuesta mucho prender con leña el calefón
y llevar el fuentón con agua hasta el baño
que está al final de la galería.
Su abuela ya está muy grande.

Lito haría dibujos hasta en las paredes, si fueran lisas.


Pero como son de ladrillo y adobe, ahí no puede.
En su cuaderno hace dibujos grandes.
Hace las caras de sus parientes
del tamaño que tienen de verdad.
Las caras chiquitas le hacen pensar
en las aceitunas de las pizzas.

También dibuja las caras de los actores de cine.


Sus abuelos lo llevan a ver muchas películas
porque no saben contar historias como el tío Polo,
que los visita cada tanto.

Lito es muy sensible


y se emociona mucho con cada película.
Unas veces llora, otras veces ríe.

25
Un día, los abuelos lo llevan a ver la película
de un gaucho que se llama Juan Moreira.
Y para que se quede callado
le dicen que después van a ir a comer pizza.

Pero la película es lenta y se aburre un poco.


Hasta que el actor grita: —¡Acá está Moreira, mierda!
Lito se asombra al oír semejante palabrota.
Se agarra fuerte de su asiento
y desde ese momento no puede cerrar más los ojos.

Escucha gritos y disparos.


Ve a Moreira correr por un pasillo
y matar a unos soldados que lo persiguen.
Tiene la cara llena de sangre.
Y cuando está por saltar una pared
para llegar a su caballo,
un soldado le clava un cuchillo largo en la espalda.

Moreira se da vuelta y dispara al soldado que lo atacó.


Luego, Moreira cae al suelo muy herido,
pero no muere nunca.
Lito está congelado de miedo.
Moreira se levanta y revolea su poncho.
Así termina la película, con la música fuerte
y Moreira casi muerto, pero de pie.

26
Esos últimos minutos de la película
fueron los más lentos y espantosos de su vida.
Lo que más terror le dio fue la música del final
que se escuchaba muy fuerte.

Una semana después,


su papá pone en el tocadiscos un disco chiquito.
Qué susto le da a Lito
cuando escucha la música del final de la película.
Cree que Moreira vendrá a buscarlo
con la cara llena de sangre.

Tocadiscos: aparato para escuchar música


grabada en discos de plástico.

27
Pero en la vida de Lito no todo es miedo y espanto.
También se divierte con su tía
que siempre está contenta.
Ella trabaja de cajera en un supermercado
y compra sus propios discos.

La tía sabe que Lito tiene miedo


cuando ponen los discos chiquitos en el tocadiscos
porque se acuerda del gaucho.
Entonces, para que pierda su miedo,
pone un disco con música brasileña,
toma a Lito de las manos y bailan juntos.

Un día, al volver del trabajo


su tía le regala una gran barra de chocolate.
Lito rompe el papel con cuidado.
El chocolate trae un círculo de plástico blando,
de color blanco y con un agujero en el centro.

La tía lo pone en la bandeja del tocadiscos


y se escucha la canción que dice
“Es el chocolate de la juventud”.
Su tía salta de felicidad y Lito también.
Bailan y se ríen.

28
En ese momento, Lito tiene una gran idea.
Le pide a su tía que en una hoja de su cuaderno
marque un círculo con un plato y lo recorte.
Lito le hace un agujerito en el centro con un lápiz
y se pone a dibujar en el disco de papel.

Dibuja el final de la película que le da tanto miedo,


algo parecido a un cuchillo,
una persona con los ojos bien abiertos
y muchos soldados.

29
También hace algo redondo con muchos pelos,
como la barba y la melena de Moreira.

Le pasa el disco de papel a su tía y le dice:


—Tomá tía, ponelo en el tocadiscos.
Y espera que suene la música del final de la película.
Ella lo mira con mucha ternura y ríe.
Lo abraza, le da un beso y se va a trabajar.

Lito se queda solo y mira el disco de papel,


lo agarra, hace un bollito y lo tira al suelo.
Ahora siente que Moreira no vendrá a buscarlo.
Ya no tiene miedo.

Su abuela llega y le dice:


—Acá tenés el té, tomalo antes de que se enfríe.
Y prende el televisor.
Como son las 6 de la tarde,
empieza su programa preferido en la tele.
Sólo por hoy, Lito no va a dibujar más.

30
Más

Estoy por abrir la puerta de la cocina


y sé que tendré la misma sorpresa desagradable
y que me darán ganas de vomitar.
Sé que mi hermano está en la cocina
porque la casa está en silencio.

A veces lo encuentro en el jardín comiendo barro.


Cuando lo veo, me mira y me dice:
—Más Paula, más.

Otras veces está sentado junto al tacho de la basura,


tironeando con los dientes
la carne de un pescado descompuesto.

No he podido llevar ni un novio a casa,


al último que tuve le comió el paquete de cigarrillos.
Ese novio salió corriendo de casa y no volvió más.
Y acá estoy, sin poder acostumbrarme a nada,
desde siempre.

Abro la puerta de la cocina


y lo veo otra vez sentado en el suelo.
Tomando con sus manos un pollo crudo
que yo tenía para cocinar en un rato.

31
Mi hermano sonríe y dice:
—Más Paula, más.
Una vez más,
el grito me queda atrapado en la garganta.
Lloro.

Lo dejo sentado en el piso y salgo hacia la calle.


Siento bronca y lástima.
Cierro con llave y me voy a caminar,
antes de que me coma a mí también.

32
Terminal

En la cafetería de la Terminal tienen alcohol en gel,


hay un rico perfume
y el mozo tiene una gran sonrisa.
Pero nada de esto evitará que muera
cuando me levante de la silla.

—¿Cómo que no hay edulcorante?


le dije al mozo cuando me trajo el café.
Me contestó que no tenían y se fue.
Le quería explicar que a mí el azúcar me hace mal.
Pero no pude.

No es que yo tenga problemas con el azúcar


pero a mi mamá le hace mal.
Entonces yo podría tener el mismo problema.
Por eso ella siempre me daba edulcorante
para que yo no me enferme y sufra
porque me quiere mucho.

Edulcorante: endulzante usado por personas


que tienen problemas con el azúcar o no quieren engordar.

33
Mi mamá es tan buena conmigo.
No quiere que me enferme,
ni siquiera un resfrío.
Pero igual yo siempre estoy con muchos mocos.

Le voy a pedir al mozo que baje el aire acondicionado


porque está muy frío.
Seguro que no quiere.
Quizás está roto y no lo puede bajar.
Son cosas que pasan. Las cosas se rompen.

Como el motor del ómnibus se rompió


mientras viajábamos a las Termas de Río Hondo
y ahora estamos esperando que lo arreglen.

Algunos pasajeros toman o comen algo en la cafetería.


Otros van al baño.
Y algunos charlan con el chofer del ómnibus.

Ómnibus: medio de transporte donde viajan muchas personas.


Se dice también micro, bus, colectivo.
Termas de Río Hondo: ciudad del norte argentino
famosa por sus aguas termales, cálidas y curativas.
A mí también me gustaría charlar con desconocidos
como hacen ellos.
Pero mamá siempre me dice que no lo haga,
que hablar con desconocidos es peligroso.
Y tiene razón.
Además yo no hablo mucho
porque tengo miedo de aburrir a la gente.

Como esa vez que un compañero nuevo de la oficina


me invitó a tomar un café.
Acepté su invitación.
Hablé lo justo y lo estaba pasando lindo.

Pero cuando vi que le puso mucha azúcar a su café


imaginé que nuestra vida juntos sería un desastre.
Porque yo nunca uso azúcar.
Y por eso después no le hablé más.

Quisiera conocer a alguien en este viaje.


Si el chico lindo de la otra mesa se sacara los auriculares
le hablaría de cine o de música.
Pero no de la música que se escucha acá
en esta cafetería, porque no me gusta.

35
Este café se va a enfriar.
Los 3 sobrecitos de azúcar que trajo el mozo
no los voy a tocar.
El café frío y amargo no lo voy a tomar
porque me va a caer mal.
Pero si no lo tomo me voy a sentir débil.

36
Tengo bronca porque perdí mi edulcorante
en la terminal anterior.
Soy tan torpe.
Ahora no puedo endulzar mi café.

Creo que de nuevo le pediré edulcorante al mozo.


Es lindo el mozo.
Sonríe como un galán.
Mostrar los dientes al sonreír es importante.
No todos se animan.

A mí me cuesta sonreír
aunque mi dentista dice que tengo una linda sonrisa.
Eso es porque no como azúcar y no tengo caries,
igual que mi mamá.
Por eso sonrío,
pero no muestro todos los dientes
porque me da vergüenza.

Mamá dice que en eso soy una tonta,


que ya tengo 40 años
y si sigo así, no voy a conseguir novio.
Me costó tomar la decisión de viajar
pero igual me animé.
Eso sí, a viajar en ómnibus.

37
Y no me importa si el viaje dura más de 20 horas,
lo importante es estar tranquila.
Nunca subí a un avión aunque dicen que es más seguro.
Yo creo que moriría de miedo
cuando el avión despegue del suelo.

Llevo un montón de tiempo sentada acá.


En la cafetería ya no queda nadie.
Le pido la cuenta al mozo
pero creo que no me escucha.
Miro por la ventana y veo que el ómnibus arranca.
—¡Ay, Dios mío! Que no me pase esto.

Me paro rápido
y un poco de café cae sobre mi pollera a cuadros.
—Me muero, el colectivo se fue sin mí.
Lloro como una estúpida
con la frente apoyada en el vidrio de la ventana.

En mi taza queda un poco de café.


Me siento,
abro los 3 sobres de azúcar que quedaron en la mesa
y los echo al café de golpe.

38
Tomo ese líquido frío y dulce.
Es asqueroso.
Apenas me levante de la silla caeré muerta.
Ya no me importa.
De algo hay que morir.

39
El chisme

Yo siempre fui muy curiosa,


desde muy niña.
Cuando mamá me daba permiso
para jugar en las casas de mis amigas,
me gustaba entrar a sus baños
a revisar los botiquines.

No tenía ganas de hacer pis,


solo quería ver qué guardaban.
Me gustaba abrir las puertas de los muebles
que estaban debajo del lavamanos.
A veces también corría las cortinas de la ducha.
Después apretaba el botón del inodoro
y salía a jugar muy feliz.

Cuando llegaba a casa


le contaba a mi mamá todo lo que había visto.
Porque lo más importante para mí
era darle valor a lo que veía
y no a lo que me decían.

Botiquín: armario pequeño con espejo.

41
Yo soy diferente de las personas
que cuentan chismes en el barrio.
Solo comento lo que veo con mis propios ojos.
Si no lo veo, no lo cuento.

Sigo siendo muy curiosa ahora que soy mayor.


Por las tardes me siento a tejer
cerca de las ventanas que dan a la calle.
Corro las cortinas con una aguja de tejer
para ver a qué hora llega Laura, la vecina de enfrente.

Ustedes pensarán que lo hago para espiarla,


pero no lo necesito,
sé su vida de memoria.
Lo hago para cuidarla,
para que no le pase nada malo.

Yo sé que Laura es la amante de José, el verdulero.


Él viene algunas noches a visitarla.
Eso no es peligroso.

Lo peligroso sería que a Laura la visite Emilio, el carnicero,


que está casado.
Si se entera la mujer de Emilio,
con lo loca que está, lo mata a él y a Laura.

42
Entonces tendría que hablar con la esposa de Emilio
para que no haga una locura,
que no mate a su esposo y a Laura.
¡Que tragedia!

Quizás ustedes piensan que soy una chismosa,


pero en realidad soy una vecina
que se preocupa por los demás.

Tengo un vaso al lado del teléfono


y lo apoyo en la pared para escuchar mejor
lo que dicen mis vecinos de al lado.

Una noche me pareció escuchar


que el marido le gritaba a mi vecina.
Me di cuenta que eso no pasaba
cuando coloqué el vaso en la pared.
Porque en realidad mi vecino estaba gritando un gol
de un partido que escuchaba por la radio.

Por las dudas, no despegué la oreja de la pared


durante una hora y media.
Lo hice por el bien de mi vecina,
para asegurarme que el bestia ese no le hiciera nada.

43
Ahora escucho a mis vecinos todas las noches
después de cenar
y antes de tomar mi copita de licor de naranjas.
Lo hago para que la pobre no corra peligro.

Lo que escucho a través de la pared,


luego se lo comento a mis amigas que vienen a tomar el té.
Lo hago para que sepan que también deben cuidarse.
Si ellas después lo cuentan
ya no es mi problema.

La que era buena para los chismes era Doña Dominga.


Sabía todas las historias del pueblo
que se puedan imaginar.
Una noche desapareció.
Todos los vecinos dijeron que se fue con un desconocido
que llegó al pueblo.
Eso es mentira.
Yo les contaré la verdad.

Doña Dominga era muy coqueta,


creo que tenía unos 60 años cuando desapareció,
aunque parecía más joven.
También era muy ordenada.
Una tarde, doña Dominga me contó
que dentro de su cabeza cada chisme tenía su lugar.

44
Su cabeza era como una cajonera
llena de espacios pequeños
Ahí guardaba ordenados lo que veía y escuchaba.
Guardaba historias sobre amores prohibidos,
sobre maridos que dejan a sus esposas,
y las historias de las solteras embarazadas del pueblo.

Cuando Doña Dominga iba al almacén o a la panadería


se quedaba cerca del mostrador en silencio.
Con una de sus orejas apuntada
hacia los vecinos que charlaban
para que el chisme le entrara directo a su cerebro.

Doña Dominga guardaba tanta información


que un día le creció la cabeza.
El costado izquierdo se le hinchó.
Era como un chichón
que crecía cada día un poco más.
Para tapar el bulto comenzó a usar un pañuelo.
Le daba vergüenza tener la cabeza tan hinchada.

Una noche, me llamó como a las 2 de la mañana.


Estaba repasando una por una cada historia,
porque sentía que ya no las podía recordar.

Chichón: bulto que sale en la cabeza por un golpe.

45
Ella me dijo que el chichón le dolía mucho
y que tenía ganas de salir corriendo a la calle
a gritar todos los chismes que tenía guardados.

Me contó que al principio escuchaba voces


que hablaban muy despacio dentro de su cabeza,
pero que luego fueron gritos.
Doña Dominga pensaba que si salía a contar todo
las voces se callarían.

Le pedí que se calmara y corté la llamada.


Entonces, decidí ir hasta su casa.
Al principio solo quería ayudarla,
pero luego me dieron unas ganas enormes
de saber todas las historias que Doña Dominga guardaba.

La noche estaba muy oscura.


No encontré a nadie en la calle.
Cada tanto aparecía la luna entre las nubes
para iluminar mi camino.

Poco antes de llegar a su casa


vi como Doña Dominga salía y dejaba la puerta abierta.
Caminaba muy rígida,
con los brazos tensos pegados al cuerpo.
La seguí.

46
Ella hablaba sola pero yo no entendía lo que decía.
Caminamos dos cuadras.
La escuchaba insultar cada tanto
y decir algunos nombres de los vecinos más conocidos.

De pronto Doña Dominga se detuvo,


respiraba con fuerza y giró para verme.
Aunque la calle estaba muy poco iluminada
pude ver su cara triste y sus ojos llorosos.

47
Doña Dominga me miró
y separó un poco los brazos de su cuerpo.
No pude decir una sola palabra.
Sentí como un nudo en la garganta,
el corazón me saltaba del pecho
y solo pensé en darle un abrazo.

Avancé esos metros que nos separaban


pero cuando iba a abrazarla,
Doña Dominga ya no estaba.
Desapareció en el aire.
Yo fui testigo.

A la mañana siguiente no le conté nada a nadie.


En el pueblo comenzaron a decir
que se volvió loca de amor por un hombre,
que se había marchado con él
y hasta que había abandonado su casa,
dejando la puerta abierta.

Yo preferí guardar la verdad


en el lugar de mi cabeza
donde guardo los hechos sin explicación.
Porque me matará la curiosidad,
pero nunca seré mentirosa.

48
El autor

El escritor Carlos Gutierrez es argentino,


nació en la provincia de Mendoza en 1971.

Es profesor de sordos y terapeuta del lenguaje


y trabaja como docente.

Es un gran lector de cuentos y novelas


y le encanta escribir, dibujar y sacar fotos.

Organiza Clubes de Lectura fácil en la cárcel


y da cursos para enseñar qué es la Lectura fácil.

Es integrante de TAYESNÉN ACCESIBILIDAD.

49
Agradecimientos

Una persona que ha leído muy poco en su vida,


al terminar de leer un cuento en Lectura Fácil,
desea leer otro.
Siente entusiasmo por la lectura.

Al descubrir que existen muy pocos libros accesibles


quise ayudar a que hayan más textos en Lectura Fácil.
Este libro es el resultado del trabajo de muchas personas
Y quiero agradecer a cada una de ellas.

A mi profesora y amiga Analía Gutierrez


por su asesoramiento de siempre.
A mi profesor Diego Niémetz
y a mis compañeras del taller literario
que me dieron sus valiosas opiniones.

Gracias a mis amigas y amigos de Tayesnén


y de la Biblioteca Popular Chacras de Coria,
por acompañarme en este desafío constante
de formar lectores.

Gracias a mi familia por apoyarme y comprender


que el tiempo dedicado a esta causa da mucha alegría,
a mí y a muchos.

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Por último, quiero dedicar este libro de cuentos
a mi abuela Juana y a mi hijo Agustín.

A mi abuela
porque me enseñó a leer mis primeras palabras
y me transmitió el amor a la lectura.

A Agustín
porque en él veo a todos los que me permitieron
acompañarlos en sus primeras lecturas.

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Editado en noviembre de 2022
en San José de Guaymallén,
Mendoza, República Argentina.

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www.qellqasqa.com.ar

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