TRABAJO Nº1 ENERGIA DE BIOMASA RENOVABLE (PROBLEMATICA Y LOCALIZACION) Docx

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HISTORIA Y EVOLUCION DE LA ENERGIA

En 1995, según la Agencia Internacional de la Energía, AIE, el consumo


energético mundial de biomasa fue de 930 millones de toneladas
equivalentes de petróleo, Mtep, lo que representa el 14% del consumo
final de energía. Hasta finales del siglo XIX, la biomasa fue la principal
fuente de energía en todo el mundo y, aunque desde entonces su
participación en el consumo final ha descendido, aún hoy representa
más que el carbón y una cifra equivalente al gas natural.

El reciente aumento en el uso de la biomasa para fines energéticos se


debe principalmente al crecimiento de la población en los países en vías
de desarrollo y al mayor consumo en los países industrializados. Otras
causas son: una tasa per capita estable; un cambio gradual de las
formas más primitivas de uso energético, como el uso de estiércol y paja
para cocinar, el aumento de la eficiencia energética a través de, por
ejemplo, cocinas más eficientes; y un interés renovado por los usos
tradicionales y modernos de la biomasa debido al crecimiento de la
población, los adelantos tecnológicos y las preocupaciones ambientales.

La importancia relativa de la energía de la biomasa varía


considerablemente entre las naciones ricas y pobres. En los países
industrializados, en el antiguo Bloque Oriental y en Oriente Próximo,
proporciona sólo del 2 al 3% de la energía total mientras que en África,
Asia y Latinoamérica representa la tercera parte del consumo
energético.

El 90% del consumo de energía de la biomasa tiene lugar en los países


en vías de desarrollo. En algunos de los países más pobres del mundo, la
biomasa significa entre el 80 y el 90% del consumo energético. Para
2.000 millones de personas, la biomasa es la principal fuente de energía
para usos domésticos. También cubre las necesidades energéticas de
muchas industrias tradicionales y agrícolas como la fabricación de pan,
el sector textil, el secado del tabaco y del té, el ahumado del pescado y
la fabricación de ladrillos.

El 10% restante del consumo de la biomasa en el mundo industrializado,


representa el 3% de la energía global de esa región, principalmente,
leña para usos domésticos y producción de electricidad y calor en la
industria. En Estados Unidos, representa el 4%; en Austria, Suecia y
Finlandia, el 12, 18 y 23% respectivamente. En Europa Occidental, cubre
el 3% del consumo de energía, y la Unión Europea quiere llegar al 8,5%
para el 2010.

En los países en vías de desarrollo, la dependencia de la biomasa de las


poblaciones pobres obliga a las mujeres y niños a dedicar varias horas
diarias a la recolección de leña. Cocinar con biomasa es muy
contaminante, puesto que se emiten partículas en suspensión, monóxido
de carbono, metano y compuestos orgánicos. La exposición prolongada
provoca enfermedades respiratorias, cáncer de pulmón y ceguera, y
puede poner en peligro los embarazos. Estos riesgos pueden reducirse
mejorando la ventilación, introduciendo cocinas más eficientes,
empleando combustibles más limpios, aumentando la conciencia sobre
los riesgos sanitarios de la combustión de la biomasa y centralizando las
instalaciones de la transformación.

El interés en la modernización de la energía de la biomasa es evidente


en los esfuerzos de los países en desarrollo para aumentar la conversión
a combustibles líquidos y gaseosos y por la cogeneración de calor y
electricidad. Entre los ejemplos se incluyen el uso de etanol a partir de
los residuos de la caña de azúcar en Brasil, el uso de residuos sólidos y
estiércol en los digestores de biogás en India y China, y la cogeneración
con bagazo de la caña de azúcar en Brasil, India, Tailandia y Mauricio.
Las recientes preocupaciones se han centrado en el impacto ecológico
potencial de los cultivos energéticos y de las plantaciones forestales,
como la pérdida de biodiversidad, la pérdida de nutrientes del suelo, la
erosión y la contaminación de aguas. Es por ello que se han elaborado
normas para reducir el impacto de la biomasa en muchos países
occidentales.

A pesar de todo, se acepta que el impacto ambiental provocado por la


biomasa es menor que el producido por los combustibles fósiles, y que
los cultivos energéticos pueden gestionarse para que sean mucho menos
dañinos que la agricultura intensiva. En la actualidad, está cambiando la
visión tradicional de la biomasa como forma de energía no tradicional,
antesala de los combustibles fósiles.

El futuro de la biomasa en el suministro mundial de energía es incierto;


mientras unos prevén que su porcentaje sea entre el 14 y el 22% en el
2060, el Panel lntergubernamental sobre Cambio Climático prevé del 25
al 46% para el 2100.

Aunque es probable que su uso global aumente, la energía de la


biomasa se enfrenta a dos problemas ecológicos: el gran consumo de
agua y la baja eficiencia de la fotosíntesis. Esto limita la producción de
biomasa a las regiones con lluvias suficientes y entra en competencia
con otros usos de la tierra, como la producción de alimentos, la
absorción de carbono y la protección de hábitats.

En España, se prevé un incremento de los consumos de biomasa de 6


millones de tep en el período 1999-2010. De éstos, más de 5 millones se
destinarán a la generación de electricidad, y con poco menos de 1 millón
para aplicaciones térmicas. La electricidad producida por la biomasa
procede de autogeneradores.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, IDEA, valora


los recursos potenciales en 16,1 millones de tep, disgregados de la
siguiente manera:

 Cultivos energéticos: valorados en 5,7 millones de tep para el


10% de la superficie disponible y atendiendo a criterios de
agrupación mínima. Su potencial se divide en 4 millones de tep
de cultivos energéticos herbáceos en secano y 1,7 millones de
tep de chopos en regadío cuya viabilidad económica es más
dudosa.
 Biomasa residual: valorados en 10,4 millones de tep, divididos
en 1,4 millones de tep de residuos forestales en condiciones
favorables de explotación económica, 1 millón de tep de
residuos agrícolas leñosos, tales como el olivo o el cañote de
maíz.

El objetivo de potencia a instalar en nuevas plantas de valorización de


residuos sólidos urbanos es de 168 MW. Para el biogás, el objetivo fijado
por el Plan de Fomento de las Energías Renovables se cifra en 78 MW
adicionales. Además, el Plan contempla un importante área de nuevo
desarrollo. Se prevé que en el 2010, los vehículos españoles consumirán
500 ktep de bioetanol.

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