Intervención en Duelo Desde El Enfoque Del Trabajo Social
Intervención en Duelo Desde El Enfoque Del Trabajo Social
Intervención en Duelo Desde El Enfoque Del Trabajo Social
Introducción
En el presente artículo nos proponemos desarrollar conceptual y metodológicamente la
intervención social en el proceso de duelo. Históricamente, l@s trabajadores sociales
acompañamos e intervenimos en diferentes procesos vitales y de pérdidas de las personas. Estamos
entrenados en trabajar sobre las potencialidades de los sujetos, fomentando creativamente el
desarrollo de nuevas capacidades para hacer frente a las crisis; sin embargo, cuando planteamos la
intervención social y acompañamiento en procesos de duelo, suele existir cierta resistencia de l@s
colegas por considerar que no corresponde a nuestro campo profesional.
Entonces nos preguntamos: cuando se acerca una persona a un Servicio Social planteando su
padecimiento por haber sido despedido de su trabajo, cuando se presenta una familia que acaba de
quedar en situación de calle por haber sido desalojados de su vivienda, cuando acude una persona
que debió migrar de su país dejando allí a toda su familia, en esas situaciones de intervención
profesional cotidianas, ¿no trabajamos acaso en la elaboración de aquellas pérdidas?
En este sentido, nuestra intervención,- con distintas pérdidas significativas de las personas que
atendemos- nos brindan una vasta experiencia que debemos capitalizar y conceptualizar desde el
Trabajo Social. Para l@s trabajador@s sociales especializados en cuidados paliativos, el trabajo en
duelo constituye una práctica fundamental de nuestra tarea asistencial. La mirada en la prevención
de un duelo complejo está presente desde el momento de conocer al paciente y a su familia y
continúa la intervención propiamente dicha luego de la muerte del paciente. Sin embargo,
consideramos que tod@s l@s colegas pueden manejar la conceptualización teórica y la
metodología de intervención propia del duelo, al ser un acontecimiento y un momento de crisis de
la vida de las personas; crisis sobre las cuales -y como ya mencionamos- desde el Trabajo Social
estamos habituadas/os a intervenir en función de acompañar, pensar y desplegar conjuntamente
potencialidades que favorezcan y alivien el proceso a su adaptación.
En el presente trabajo se pretende avanzar en la construcción de un marco teórico y
metodológico de la intervención social en duelo. Si bien existe bastante material teórico escrito en
relación al duelo, entendemos que es necesario el aporte desde una mirada social. En general, el
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duelo es desarrollado desde teorías de salud mental que nos aportan un marco conceptual valioso y
en el que incluso nos han formado. Asimismo, consideramos que desde la especificidad del trabajo
social debemos realizar aportes para apropiarnos de una mirada específica. En función de ello se
partirá desde perspectivas teóricas/metodológicas como el constructivismo y el narrativismo, que
entienden al duelo como un acontecimiento social y narrativo que puede ser transformado y puesto
en palabras. Narrarse es producir el propio texto, interpretar y dar sentido a lo acontecido: esto
favorece la comprensión de sí en los distintos momentos vitales.
La narrativa es un recurso del ejercicio profesional. Una entrevista de un trabajador social con
cualquier sujeto de intervención conforma en sí misma un encuentro narrativo que se singulariza
mediante la elaboración de ese discurso propio, el objeto de intervención. Así, y a través de
nuestros relatos, las personas vamos construyendo y reconstruyendo significados, creencias,
valores y transformando nuestra relación con el mundo y con nuestras redes sociales.
En ese sentido, Neimeyer (2000 p157) plantea que las personas intentamos construir sistemas de
significados que tengan coherencia interna, gocen de apoyo social y nos den cierta seguridad,
ayudándonos a anticipar y participar en las experiencias que dan forma a las narrativas de nuestra
vida. Así, cualquier construcción puede considerarse problemática si no nos permite hacerlo. En
ese sentido, teniendo en consideración el lugar relegado que la muerte y el duelo tienen en nuestra
sociedad, se nos plantea un primer obstáculo para hacer frente a este proceso en relación con los
otros.
A lo largo de este trabajo definiremos al Trabajo Social y al duelo desde una perspectiva de
derechos, planteando el constructivismo y la narrativa como modelos teóricos que facilitarán el
análisis y permitirán presentar un modelo de intervención. Luego, se analizará el duelo desde una
mirada social, desde el impacto que este hecho tiene en la vida relacional de las personas y en la
sociedad en general y que se alza como una instancia que amerita cuidado. Para finalizar, se
plantean herramientas y abordajes para facilitar la intervención social en duelo.
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paso del tiempo sino del trabajo que se realice (Neimeyer 2000 p28). En este sentido, ubica a la
persona en duelo desde un rol activo, en el que deberá desarrollar capacidades y habilidades
diferentes para reconstruir la nueva realidad frente a la pérdida.
En las teorías tradicionales de duelo se considera la pérdida como una realidad objetiva,
caracterizándola como una serie de etapas por las que tiene que pasar el doliente tras la muerte del
ser querido. Estas etapas transforman a la persona en duelo en un ser pasivo que no puede ejercer
ningún control sobre su vida y consideran el duelo como un proceso universal. La principal crítica
a estas teorías es que no es posible estandarizar un proceso que, si bien es común a todas las
personas, tiene la característica especial de ser único. El duelo reviste esta doble condición de ser
un hecho humano, universal y, a la vez, enormemente diverso en sus manifestaciones y
significados.
Worden (1997 p27) fue uno de los primeros autores que redefinieron el concepto y abordaje del
duelo. Plantea que la superación de este proceso requiere de cuatro tareas básicas y el desarrollo de
algunas habilidades, aunque dichas tareas no tengan que seguir necesariamente un orden
específico:
• Aceptar la realidad de la pérdida.
• Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida.
• Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente.
• Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.
En esta misma línea teórica, Robert Neimeyer (2000 p135) incluye la narrativa para el abordaje
en duelo. Plantea que la muerte, como acontecimiento, puede validar o invalidar las construcciones
de significados que orientan nuestras vidas o puede constituir una nueva experiencia a la que no
podemos aplicar ninguna de nuestras construcciones previas. Así, la pérdida nos transforma y nos
obliga a construir una nueva identidad. Requiere implicarnos activamente en dar significados a lo
que nos sucede, significados que son determinados por nuestras propias vivencias. Y para
atribuirles significados necesitamos crear historias que unan pasado, presente y futuro. Esta mirada
del duelo incluye la continuidad del vínculo; la muerte no es cierre ni final de la relación, no
implica cortar lazos con el fallecido sino involucrarse de un modo diferente, aprender a vivir con la
ausencia como presencia.
Alba Payas (2010 p 12) incorpora la dimensión relacional al trabajo en duelo, definiéndolo como
“una experiencia de fragmentación de la identidad, producida por la ruptura de un vínculo
afectivo: una vivencia multidimensional que afecta no sólo a nuestro cuerpo físico y a
nuestras emociones, sino también a nuestras relaciones con los demás y con nosotros
mismos, a nuestras cogniciones, creencias y presuposiciones y a nuestro mundo interno
existencial o espiritual”.
La atención social en duelo buscará identificar y destacar los recursos personales que poseen las
personas o miembros de un grupo para hacer frente a los cambios que una pérdida trae aparejados,
propiciando el desarrollo de nuevas habilidades. Se parte de la convicción de que toda persona,
aunque se encuentre atravesando una situación de vulnerabilidad, posee potencialidades. En este
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sentido, la intervención social adquiere carácter socioeducativo, pero también preventivo, ya que la
manera en que la persona en duelo resuelva la pérdida determinará las características de su nueva
realidad, de sus relaciones sociales, de su nuevo mundo de significados.
Existen algunos indicadores a considerar que nos permitirán evaluar la necesidad de intervención
psicoterapéutica en el proceso de duelo. Entre algunas manifestaciones de ello podemos encontrar:
la culpa excesiva, síntomas físicos, enojo exacerbado, abuso de drogas y/o alcohol. Si bien
inicialmente algunas de estas características son esperables, su intensidad y persistencia en el
tiempo nos dirá si responden a un duelo denominado normal o esperable o se tratará de uno
complicado que requerirá atención por un profesional de Salud Mental especializado en este tipo de
atención.
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roles y actividades habituales. Sumado a ello se retira progresivamente el apoyo social que el
entorno nos proporciona durante las primeras semanas. En este momento, muchas personas acuden
a otros soportes (religiosos, médicos, terapéuticos u otros profesionales) en busca de ayuda, dada la
brecha cada vez mayor de las expectativas sociales y del entorno respecto de lo que las personas en
duelo se sienten capaces de dar por sí mismas.
De todas maneras, la presencia de relaciones sociales y de apoyo son un recurso importante para
la elaboración del duelo; nos ayudan a definir quiénes somos en la reconstrucción de nuestra
identidad. Alba Payes (2010 p64) plantea que una intervención aguda en duelo es la provisión y
restauración del apoyo social. En este sentido, el trabajador social tiene vasta experiencia, sabemos
que el apoyo social efectivo es el que se percibe. No importa la cantidad de personas o relaciones
que forman el entorno de la persona sino la percepción de contención y acompañamiento en las
crisis, con lo cual una de las intervenciones del trabajador social es la evaluación del apoyo social
percibido por la persona en duelo, y propiciar que pueda expresar claramente sus necesidades y
demandas frente al entorno social.
Un aspecto a considerar es el duelo como una instancia de cuidado, siendo este último un
componente transversal a la intervención del trabajo social. Fisher y Tronto (1990 p35-61)
entienden al cuidado como actividad genérica que comprende todo lo que hacemos para mantener,
perpetuar, reparar nuestro mundo de manera que podamos vivir en él lo mejor posible. Este mundo
comprende nuestro cuerpo, nosotros mismos, nuestro entorno y los elementos que buscamos
enlazar en una red compleja de apoyo a la vida. Sin duda, el momento de pérdida trae aparejada
una alteración funcional e identitaria del mundo de significados de la persona sobreviviente, del
que se desprenderán distintas necesidades. Si pensamos el rol activo al que se aspira para realizar
un trabajo en función de la elaboración del duelo, podemos sintetizar que este proceso conlleva
prácticas de cuidado y de autocuidado.
En relación a ello, Tronto (2013) agrega una dimensión que puede presentar un paralelismo con
la presente propuesta de atención social en duelo. Todas las personas somos, en diferentes
momentos de nuestras trayectorias vitales, dadores o sujetos de cuidados; nos interesamos, nos
encargamos, recibimos cuidado, respondemos a él y confiamos en que pueda seguir siendo
provisto. Los entramados vinculares, sean familiares o de otra índole, se ven afectados por el
impacto de la pérdida, por ello nos encontramos con personas, equipos profesionales, referentes
afectivos, comunidades incluso, que pueden ser atravesados por el fallecimiento, y requerir
eventualmente atención-cuidado.
Desde el Trabajo Social y debido a la proximidad que tenemos a las narrativas de la cotidianidad
de quienes requieren nuestros servicios, cualquiera sea el ámbito profesional de desempeño (salud,
justicia, educación, discapacidad, etc.) necesitamos advertir que un proceso de duelo está
transcurriendo y requiere de escucha/atención. Al ser un tema invisibilizado y no hablado, puede
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ser que sus esperables reacciones adaptativas provoquen malestar o impidan el devenir la vida
diaria y que éstas no sean susceptibles de ser observadas o asociadas al momento trascendental de
la trayectoria vital que se atraviesa. Normalizar junto a los sujetos las reacciones esperadas durante
el proceso de duelo constituye una instancia de cuidado privilegiado que tenemos como
profesionales para aportar la seguridad y confianza que permita y promueva la reconstrucción de
significados y de la identidad resquebrajados tras el fallecimiento de un ser querido. Resulta
siempre necesario atender aquellos indicadores de duelo complicado -1- para realizar el diagnóstico
y de ser necesario derivar a un profesional de salud mental.
Como trabajador@s sociales entendemos que el cuidado es un aspecto relevante en el desarrollo
de sistemas de protección social. Sin embargo, es una realidad aún poco alcanzable en nuestro país.
Constituye una materia pendiente la promoción de programas de atención en duelo para la
población, muy habituales y mayormente desarrollados a nivel comunitario en países como España
y EE.UU. Sucede lo mismo con los regímenes de protección relativos al duelo que se encuentran
contemplados en Leyes y Contratos Colectivos de Trabajo, así como en normativas sugeridas por
estatutos profesionales o sindicales, en cuanto a licencias que otorgan ante el fallecimiento de seres
queridos. Si bien existe variabilidad entre el ámbito público y el privado, ambos coinciden en que
éstas se caracterizan por ser extremadamente acotadas en cuanto a los días que otorgan (entre 3 a 5
usualmente y 15 días, en el más extenso de los casos), contándose de manera corrida. Queda
expuesto el lugar que la pena por la muerte de un ser querido tiene para el sistema de organización
social, que con su legislación, obliga a los deudos a reintegrarse prácticamente de inmediato a su
ámbito laboral, una vez sufrida una pérdida. Como se mencionó en anteriores apartados, estos no
sólo no son compatibles con los tiempos esperados para iniciar un proceso de duelo que sea
adaptativo, sino que favorece la idea de que ante la desaparición de un ciudadano, la continuidad de
la vida cotidiana no tiene que verse alterada.
Por estos motivos sostenemos que el Trabajo Social encuentra una posibilidad para desplegar las
habilidades comunicacionales y relacionales con las que contamos desde la formación de base de
Trabajo Social y que se traducen en la capacidad para alojar el dolor y brindar contención.
Constituye un desafío animarnos a trabajar con las emociones que la pérdida genera, y a través de
ello, favorecer la visibilización del duelo y la muerte como momentos constitutivos de la biografía
de los sujetos y sus consecuencias, merecedoras de escucha, atención y cuidado.
Toda intervención en Trabajo Social comienza con el momento diagnóstico. Éste, en su forma
más instrumental, es un conjunto de descripciones que permiten construir significados respecto a
los fenómenos sociales. Incluye la definición de los aspectos que representan una dificultad para la
persona y la de aquellos que representan capacidades y elementos de salud con la finalidad de que
teniendo en cuenta los primeros, se intente potenciar los segundos (Rossel, T. 1998).
Entre algunos indicadores que evaluaremos durante el proceso de duelo podemos mencionar:
percepción del apoyo social, tipo de fallecimiento (proceso de enfermedad, sorpresiva), tipo de
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vínculo con el fallecido (apego, dependencia, violencia), modo de resolución de duelos previos,
estilo de comunicación.
El acompañamiento de trayectorias es una dimensión estructurante de la intervención de Trabajo
Social. En ese sentido, Funes y Raya (2001) plantean que acompañar es mirar de otra manera a la
persona y su historia, para que ella pueda verse de otra forma; es creer en sus potencialidades,
ayudarlas a tomar conciencia y a desarrollarse, sea cual sea su estado actual. Así, la intervención
profesional estará conformada por actos sutiles, miradas intercambiadas, palabras enunciadas en
contexto de entrevista, de información compartida, de accesos habilitados (Danel, P. 2020). En este
sentido, durante la intervención profesional se deberá hacer uso de herramientas y habilidades
comunicacionales que permitan la recuperación de la narrativa que dará sentido al proceso. En el
siguiente cuadro se presentan algunas, desarrolladas por Liberman (2007 p):
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• Connotación positiva, “es bueno que llore, llorar es una forma de ir drenando la pena”;
• Sugerencias, “que le parecería empezar a seleccionar aquellas fotos en que esté junto a su
esposo”;
• Lenguaje evocador, “Tu hijo murió, tu marido era…”;
• Redirección: ayuda a que el entrevistado no se aparte del tema principal y si se desvía o
divaga (“volviendo al tema que hablábamos..”);
• Interpretación: esta técnica supone un conocimiento profesional de los problemas que
permite su comprensión desde otra dimensión (“por lo que me decís entiendo que….”);
• Realimentación comunicacional: permite cerciorarse de la exacta comprensión de los
mensajes. (“¿lo ha entendido todo?, ¿puede repetirme?”)
• Silencio terapéutico: el acto de escuchar requiere necesariamente la práctica del silencio.
No se trata de callar sino de crearlo, así le damos tiempo al entrevistado para ordenar sus
ideas, expresar sus temores y/o sentimientos. La escucha supone la configuración de
condiciones para la enunciación.
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Conclusión
La intervención en Trabajo Social se origina en un encuentro con otro y se convierte, muchas
veces, en una instancia educativa y empoderadora; supone vincularidad, diálogo y reconocimiento.
Tradicionalmente, el Trabajo Social fue ubicado como una profesión que “soluciona” los problemas
sociales. Este mandato imposible/difícil de cumplir suele generarnos frustración e impotencia.
Consideramos que l@s trabajadores sociales debemos revalorizar y jerarquizar nuestro rol en el
acompañamiento de trayectorias sociales, corriéndonos así de ser considerados solucionadores de
la urgencia social y pensando la intervención profesional como construcción conjunta de un
proyecto con un sujeto autónomo, en la tramitación de situaciones conflictivas, promoviendo el
desarrollo de capacidades y habilidades personales y sociales de las personas.
Pensar un proyecto de intervención desde el acompañamiento de trayectorias supone acotar un
objetivo de intervención, historizar las prácticas sociales y construir el despliegue de
potencialidades desde la singularidad considerando las expectativas de los sujetos. Para ello, l@s
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Notas
-1- Definimos duelo complicado como “la intensificación del duelo al nivel en que la persona
esta desbordada, recurre a conductas desadaptativas o permanece inacabablemente en este estado
sin avanzar en el proceso del duelo hacia su resolución” (Horowitz, Wilner, Marmar, Krupnick.
1980 p 1157)
-2- Adaptado de Liberman, D. (2007) Es hora de hablar de Duelo. Ed Atlántida. Argentina
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