Identidad Ideología Política MNS
Identidad Ideología Política MNS
Identidad Ideología Política MNS
Resumen: El presente artículo intenta argumentar que la identidad fascista que era
propia del Movimiento Nacional Socialista chileno -que existiera entre 1932 y 1938-
necesariamente se materializó, al menos en algunos aspectos, bajo formas particulares,
resultantes de las realidades históricas, sociales, políticas y culturales del país. En esto
el MNS no se distinguía de los otros fascismos, ninguno de los cuales dejaba de
traslucir, a su modo, la impronta de sus propias realidades nacionales, por lo cual
resulta que ningún fascismo es igual a los otros. Bajo estos supuestos, el presente
artículo estudia al MNS, considerándolo tanto en su aspecto universal, como
particular.
Abstract: This paper tries to argue that the fascist identity of the Chilean National
Socialist Movement (NSM) - that existed between 1932 and 1938- was materialized,
at least to some extent, under particular ways derived from historical, social, political
and cultural realities of the country. In this point, the NSM was no different from other
fascist groups that highlighted their own national realities, generating different types
of fascism. Under these assumptions, this paper studies the NSM from a universal and
particular point of view.
*
Este artículo forma parte del Proyecto Para una historia del pensamiento antidemocrático chileno,
patrocinado por la Dirección de Investigaciones de la Universidad de Valparaíso (DIUV)
**
Doctor en Estudios Americanos, académico de la Universidad de Valparaíso, Valparaíso, Chile.
[email protected]
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Luis Corvalán M., Identidad, ideología y política en el Movimiento Nacional Socialista de Chile, 1932-1938 -
Identity, ideology and politic in the National Socialist Movement in Chile, 1932-1938, Revista Izquierdas
N° 25, Octubre 2015, IDEA-USACH, ISSN 0718-5049, pp.76 - 119
Introducción
En Chile, durante los años treinta del siglo XX, las concepciones nacionalistas
abundaron, tanto en el campo civil como en el militar. Las primeras se manifestaron no sólo
a través de la elaboración de distintas obras escritas por diferentes autores, sino también en
la creación de variadas organizaciones políticas. Entre estas últimas, una de las más
importantes fue el Movimiento Nacional Socialista (MNS).
Cabe desde el comienzo precisar que el MNS, -que fuera fundado el 5 de abril de
1932 por Jorge González von Marées-, es un referente distinto de la organización nazi que
creara el general Francisco Díaz, que tuviera por nombre Legión Social Nacionalista. Según
relata Rodrigo Alliende- con anterioridad a la creación de ambas entidades, el mencionado
general, en marzo de 1932, “conocedor de las inquietudes políticas de Jorge González,” se
habría reunido con éste y con Carlos Keller a fin de proponerles “formar en Chile un
movimiento nacional socialista similar al alemán, basado en el programa del partido nazi de
Adolfo Hitler.” Jorge González –según Alliende- habría respondido haciéndole ver al
general que en el país, “ya se encontraba en formación un movimiento que, si bien tenía su
inspiración en las corrientes nazis y fascistas en boga, sería netamente chileno, con un
programa nacionalista basado en la concepción portaliana de gobierno.”1 Tal sería el MNS,
que es el objeto del presente artículo.
Erwin Robertson, en su obra, El nacismo chileno, sostiene que “ha sido un lugar
común….considerar al Movimiento Nacional Socialista que existió en Chile entre 1932 y
1938, como un mero reflejo local del nacionalsocialismo alemán, el NSDAP; carente, por
tanto, de toda originalidad y, por esto mismo, de mayor interés." Y agrega: "es lícito
preguntarse si ha sido realmente así o si, por el contrario, hubo en el citado movimiento
algún rasgo propio y diferencial.”2
Felipe Portales parece tomar pie en esta pregunta cuando señala que “más que una
copia servil del nazismo alemán, el MNS pretendió hacerse del aura de heroicidad y
fortaleza del fascismo europeo. Pero a diferencia de sus congéneres (del viejo continente),
pretendió enfrentarse también contra la oligarquía nacional, lo que -a la larga- lo llevaría a
un inédito acercamiento a la izquierda chilena.”3
Gonzalo Vial, por su parte, afirma que el MNS “no tuvo el menor contacto con el
nazismo alemán, ni menos recibió de él recursos financieros.”4 Se refiere también a las
formulaciones de González quien sostuviera que si bien el MNS formaba parte del fascismo
mundial, lo hacía de un modo autónomo y con soluciones sólo chilenas y sólo para Chile.”
1
Rodrigo Alliende, El jefe. la vida de Jorge González von Marées, Ediciones Los castaños, Santiago, 1990,
p.48.
2
Erwin Robertson, El nacismo chileno, Ediciones Nuestra América, Santiago, s/f, p.13.
3
Felipe Portales, Los mitos de la democracia chilena, Volumen II, Ed. Catalonia, Santiago, 2010, p. 469,470.
4
Gonzalo Vial, Historia de Chile, volumen V, De la República Socialista al Frente Popular,(1931-1938) Ed.
Zig-Zag, Santiago, 2001, 269.
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Vial subraya además que González “admiraba más a Mussolini que a Hitler”, 5 No obstante
que el MNS –añade- “de manera paradojal…y absurda, adoptó todas las exterioridades de
los nazis alemanes, como si hubiese querido que lo identificaran con ellos.”6
Rodrigo Alliende, quien fuera el principal biógrafo de González von Márees,
igualmente se empeña en subrayar las diferencias que existieron entre el MNS y el NSDAP
de Hitler. Mientras que Michael Potashnik postula que si bien el nacismo tuvo una
inspiración foránea fue, sin embargo, un sui generis movimiento chileno.7
Distintos son los énfasis de Marcus Klein quien, en su texto sobre Carlos Keller,
lejos de destacar en el personaje hipotéticas veleidades izquierdistas y originalidades
localistas, sostiene que su pensamiento no sólo “apoyó ideas conservadoras, sino también
propuso su propia versión de la modernidad, selectivamente tomada en préstamo del
fascismo europeo”.8 Adicionalmente, en su libro La matanza del seguro obrero, Klein,
junto con poner de manifiesto la profunda admiración de los líderes del MNS por el
nazismo alemán y el fascismo italiano, subraya su conexión con las fuerzas conservadoras
de la sociedad chilena las que, por un prolongado lapso, vieron en el movimiento, -pese al
carácter subversivo que tenía-, una fuerza útil en “la defensa del orden social existente”.
“Los conservadores y junto a ellos la Iglesia Católica y el diario El Mercurio , se aferraron
a esta postura –dice Klein- por lo menos hasta fines de 1936 y comienzos de 1937.” 9
Sandra Mac Gee, por su parte, conceptualiza al MNS como una organización extremista de
derecha que “encaja en la descripción del fascismo que ofrece Stanley Payne... El
movimiento, sostiene Mac Gee, se opuso al liberalismo, a la izquierda y al
conservadurismo, aunque a veces se alió con este último, lo cual es característico de esta
tendencia.”10 En tal sentido, lejos de los énfasis en lo particular, Mac Gee pone el acento en
lo que el MNS tiene de genérico afirmando, desde esta óptica, que puede aplicársele el
concepto de fascista.
Análogos puntos de vista sostiene Jean Grugel, quien no ve en el MNS ni
izquierdismo ni originalidad. En cuanto a lo primero, por el contrario, sostiene que a pesar
de la proclamada voluntad anti-oligárquica del Movimiento, “estaba preparado para hacer
alianzas y entrar en coaliciones con la derecha,”11 al tiempo que sistemáticamente insistía
en que los comunistas representaban “el principal peligro para Chile.”12 En cuanto a lo
5
Gonzalo Vial, op. Cit., p.269.
6
Gonzalo Vial, op. Cit., p.270.
7
Michael Potashnik, Nacismo: national socialism in Chile, Universidad de California, Los Ángeles, 1974, p.
VIII y IX.
8
Marcus Klein, The making of an unlikely chilean Facist: reflexions on the intelectual development and
political work of Carlos Keller Rueff, Revista de Historia N°35, Santiago, 2002
9
Marcus Klein, La matanza del seguro obrero (5 de septiembre de 1938). Globo editores, Santiago,2008,
p.41
10
Sandra MacGee, Las derechas. La extrema derecha en Argentina, el Brasil y Chile, 1890-1939.Universidad
Nacional de Quilmes Editorial,2005, p.246
11
Jean Grugel, Nationalists movements and facist ideology in Chile, Boletin Latinoamericano, vol.4, Nª2,
1985, p.111.
12
Jean Grugel, op. cit., p.112.
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segundo, Grugel afirma que “los mismos líderes (del MNS) no dudaban en que el
Movimiento era una imitación.”13 Cita al respecto declaraciones de ex miembros suyos que
señalan que el MNS profesaba la ideología del nazismo alemán y del fascismo italiano.
Aunque Grugel reconoce que esa ideología “era (por el Movimiento) hábilmente adaptada
a la situación chilena.”14
Nuestro juicio sobre el punto sostiene que el tema de las particularidades nacionales
del MNS no debería ser planteado en oposición a su genérica identidad ideológica y política
fascista, como a veces parece insinuarse. Ello por cuanto cada fascismo, y, por tanto,
también el MNS, no puede dejar de presentar sus rasgos específicos, aunque sea porque
cada uno necesariamente requiere apropiarse de la historia de su respectivo país, del cual
se reclama como la expresión esencial, no sólo en lo político, sino también en lo espiritual,
con sus variadas expresiones en la cultura. Este sólo hecho diferencia, en ciertos aspectos, a
cada fascismo de los otros, puesto que cada nación y cada historia nacional es distinta. De
modo, pues, que no existe ni puede existir un fascismo idéntico a otro, siendo inevitable
que cada uno presente en relación a los demás, cierta particularidad. Desde ya es lo que, -
sin ir más lejos-, ocurriera entre el nazismo alemán y el fascismo italiano. Pero también
entre estos y el holandés, y el francés, y el español, etc. El MNS chileno no podía ser la
excepción, lo que no atenta contra lo que nos parece es lo principal. Esto es, su identidad
propiamente fascista.
Lo señalado, por supuesto, no invalida los eventuales estudios sobre los elementos
particulares, que sobre una base común, evidencian los diversos fascismos. Aunque, a
nuestro juicio, ambos aspectos –lo común y lo particular-, son inseparables. En efecto, la
identidad fascista –su esencia común, por decirlo así- como dijimos, sólo puede
configurarse y manifestarse en forma de casos nacionales y, por lo tanto, en algún aspecto,
únicos. De allí que el problema no consista en oponer lo particular a lo universal, sino en
ver lo universal en lo particular, única forma en que históricamente puede existir. Ese es el
enfoque con el cual en el presente texto pretendemos estudiar al MNS chileno.
Las hipótesis que al respecto proponemos son las siguientes. Primera. Las tesis
teóricas del MNS eran fascistas. Entre ellas sobresale la referente a la nación amenazada de
disolución por el liberalismo y el comunismo, frente a lo cual habría que responder con la
violencia salvífica destinada a erradicarlos, estableciendo la dictadura de una “aristocracia
de selección” identificada con los intereses nacionales, dictadura que unificaría
espiritualmente a la nación como premisa para resolver sus problemas y proyectarla más
allá de sus fronteras, etc.
Segunda. Desde el punto de vista formal, el MNS era una copia del nazismo alemán
(uniforme, TNA, saludo, principio de furherprinceps, etc);
Tercera. En general, el MNS, contrariamente a lo que afirman algunos autores, no
se definió como de izquierda. Por el contrario, siempre se enfrentó con esta en las calles, e
identificó a su segmento comunista, y al marxismo en general, como entidades que había
13
Jean Grugel, op. cit., p.112.
14
Jean Grugel, op. cit., p.113.
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que erradicar, aún mediante la violencia. La aparente identificación del MNS con la
izquierda es muy coyuntural y sobre todo, aunque no exclusivamente, se sostiene en ciertos
discursos que González von Marées pronunciara en el Congreso, discursos que, como se
verá, se explican por la coyuntura de la política chilena en la que fueran emitidos.
Particularmente por los imperativos de la coyuntura electoral de 1938, en la cual el MNS se
esforzó para que las Fuerzas del Frente Popular se sumaran a la candidatura de Carlos
Ibáñez, a la que apoyaba. Pero como lo reconoce el propio Erwin Robertson, los
documentos doctrinarios del Movimiento no registran ni fundamentan un posicionamiento
izquierdista.
Cuarta. La conducta cada vez más anti-oligárquica que, no obstante, fuera
adoptando el MNS, vino fundamentalmente determinada por ciertas circunstancias políticas
nacionales, es decir, chilenas. A saber, el hecho que la oligarquía local, a diferencia del
caso europeo, no necesitó del fascismo para enfrentar a las clases subalternas. En virtud de
lo mismo, no se produjo aquí una crisis de representación de los partidos oligárquicos
tradicionales (conservadores y liberales), cuestión que condenó al MNS a la marginalidad y
a extremar su crítica a la partitocracia por la cual se inclinaba el grueso de la oligarquía.
Fue en el contexto de ese encono –y no en abstracto- , y en el de las necesidades políticas
planteadas por la coyuntura de los comicios presidenciales de 1938, que el MNS constató
cómo los fascismos europeos se convertían en instrumentos del gran capital del viejo
continente, razón por la cual, sin renunciar a su identidad fascista, -ni a su proyecto de
capitalismo nacional estatalmente regulado bajo la dirección de una “elite de selección”-
dijo apartarse de ellos.
A lo largo del presente texto intentaremos argumentar estas tesis. Lo haremos
dividiendo la exposición en ocho partes. En la primera nos referiremos a algunos aspectos
conceptuales. En la segunda daremos los antecedentes históricos sobre los orígenes y
formación del MNS. En la tercera nos referimos a sus aspectos organizativos, que ponen en
evidencia su mimetismo con el nazismo alemán. En la cuarta analizaremos su
doctrinarismo, donde en buena parte se asienta su identidad fascista. En la quinta nos
referiremos a la concepción del MNS sobre la historia republicana de Chile. En la sexta
intentaremos reconstruir el diagnóstico que el MNS hiciera sobre la situación que vivía el
país durante los años treinta. En la séptima analizaremos los objetivos que el MNS se
propusiera para Chile, es decir, su proyecto político, económico y social. Y en la octava, su
desenvolvimiento en la política práctica.
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Payne, al estudiar el punto, sostiene que “es probable que el término fascismo sea el
más vago de los términos políticos contemporáneos.”15 Bajo esta premisa estudia la
cuestión. No sin antes advertir que la “definición de las características comunes de los
movimientos fascistas debe (hacerse) con mucha cautela, pues (estos movimientos) diferían
entre sí en tantos aspectos como características nuevas o notables tenían en común.”16
Sobre tales supuestos Payne propone una descripción tipológica del fascismo, basada en
tres criterios: a) sus negaciones; b) su ideología y objetivos; y c) su estilo de organización.
En cuanto a sus negaciones, Payne destaca el antiliberalismo, el anticomunismo y el anti
conservadurismo que son inherentes al fascismo. En lo que se refiere a su ideología y
objetivos, menciona sus pretensiones de crear un nuevo Estado nacionalista autoritario; la
organización de una economía nacional regulada; su tendencia imperialista o a cambiar el
lugar de la propia nación en relación a las otras; y su defensa de un credo idealista y
voluntarista. En cuanto a sus estilos y organización, Payne subraya sus tentativas de
movilización de las masas; su militarización de la política, incluyendo la creación de
milicias partidarias; su evaluación positiva del uso de la violencia; su exaltación de la
juventud y de la masculinidad; y su estilo de mando personalizado, autoritario y
carismático. Sobre esta base, Payne propone el concepto de “fascismo genérico”, el que
debiera aplicarse a los movimientos o partidos que presentan las características señaladas.
Payne a la par insiste en que, junto con ellas, inevitablemente tales movimientos o partidos
desarrollan otros rasgos que los distinguen, a veces sustancialmente, de sus congéneres.
Por su parte, Ernst Nolte, en su libro, La crisis del sistema liberal y los movimientos
fascistas, conceptúa al fascismo partiendo de lo que, a su juicio, son sus presupuestos
generales. Estos -dice- estuvieron constituidos por el sistema liberal y el desafío de la
revolución bolchevique. A partir de ellos –agrega- el fascismo antes que nada se plantea
como un antiliberalismo y un anti marxismo. En términos inmediatos -sostiene- el fascismo
se generó en el marco de la crisis más grave que hasta entonces viviera el sistema liberal y,
a la vez, como efecto de la guerra mundial, cuyos métodos, -esto es, la violencia-, los
movimientos fascistas utilizarán en amplia escala en contra de los enemigos de la burguesía
–el marxismo-, pero con métodos distintos de la tradición burguesa. En esa perspectiva –
dice Nolte- el fascismo se aproxima a las masas usando procedimientos parecidos a los de
su enemigo marxista. Mientras que en lo ideológico profesa un nacionalismo imperialista
que se vincula a las tradiciones del pasado, así como también a un anti racionalismo, con su
correspondiente énfasis anti teórico vinculado a la acción pura postulando, en fin, un tipo
de anti marxismo que es a la vez una crítica al liberalismo en tanto supone que aquel –el
marxismo- sería una mera consecuencia de éste, -el liberalismo-. Nolte, -reconociendo que
existen diferencias importantes entre los distintos movimientos fascistas-, agrega que
“siempre que tales diferencias se mantengan dentro de las características apuntadas, puede
justificarse la aplicación del concepto de fascismo.17
15
Stanley G. Payne, El Fascismo, Alianza editorial, p.4.
16
Stanley G. Payne, op. cit., p.5.
17
Ernst Nolte, La crisis del sistema liberal y los movimientos fascistas, Ediciones Península, Barcelona, 1971,
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p.83.
18
Nicos Poulantzas, Fascismo y dictadura, Ed.Siglo XXI, B. Aires, 1971, p. 88.
19
Nicos Poulantzas, op.cit., p. 89.
20
Nicos Poulantzas, op.cit., p.91.
21
Nicos Poulantzas, op.cit., p.93.
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sólo un poco más allá de las cervecerías de Munich, lo que, sin embargo, a la fecha no le
quitaba a este partido su carácter fascista.
Cabe hacer otra observación, esta vez vinculada a la apropiación del ideologismo
fascista europeo, en este caso, por parte del MNS. Digamos al respecto que, aparte de que
esa apropiación fue, como se verá, bastante literal, no por ello dejó de admitir ciertas
adecuaciones, aunque bastante menores. Ello era inevitable. Tal cosa ocurre con cualquier
recepción de pensamiento, puesto que quienes reciben un corpus de ideas provenientes de
otra parte, forzosamente profesan lo recepcionado desde el prisma de su peculiar
experiencia histórica, necesidades, tradición, formación y mentalidades. Es decir, desde
cierta inevitable impronta local, por cuanto poseen una identidad determinada, se ubican
dentro de una coyuntura histórica precisa, y no se hallan en el vacío.”22La recepción de las
concepciones fascistas por el MNS, a pesar de que, como se dijo, fue bastante literal, no
podría haber escapado del todo a esta regla.
Como se señaló arriba, el MNS fue fundado el 5 de abril de 1932. Tal cosa se
verificó en la oficina de Jorge González von Marées. En el evento participaron sólo unas
pocas personas. Aparte del propio González, ellas fueron, Gustavo Vargas, Carlos Keller,
Felipe Laso, Eduardo Undurraga, Emilio Aldunate, Francisco Infante, Mauricio Mena y
Raúl Valdivieso. Un par de semanas después, el 21 de junio de 1932, el MNS celebró su
primera asamblea, la que se llevó a cabo en el teatro Providencia. Y a los pocos meses de
fundado tenía alrededor de mil militantes.
A los efectos de difundir sus concepciones, durante sus comienzos el MNS contrató
unas páginas en el diario El imparcial y, al año siguiente, -el 5 de abril de 1933- creó el
periódico Trabajo, el que después se convirtió en diario. Más adelante, en enero del mismo
año, bajo la dirección de Carlos Keller, la entidad fundó una revista teórica, que se
denominó Acción chilena.
En lo referente a su composición social, Hernán Ramírez Necochea sostiene que
luego de la caída de Ibáñez, “las capas medias y la pequeña burguesía, que eventualmente
hubieran podido respaldar al MNS, restablecieron su alineamiento político e ideológico
dentro del esquema tradicional de los partidos.”23 De lo cual, -agrega-, resultó un hecho
muy significativo. A saber, que el MNS sólo pudo ganar para sus filas a “elementos
marginales o muy frustrados de esas clases sociales, o bien organizar a quienes habían sido
ganados por la prédica fascista en los años anteriores, incluidos algunos remanentes del
ibañismo.” Así se explica, -añade Ramírez-, que el MNS sólo “hubiera logrado atraer a
estudiantes universitarios, a pequeños núcleos de empleados en empresas privadas, a
22
Luis Corvalán Marquez, Nacionalismo y autoritarismo durante el siglo XX en Chile. Los orígenes, 1903-
1931. Ediciones de la Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2009, p.22.
23
Hernán Ramírez Necochea, El fascismo en la evolución política de Chile hasta 1970, Revista Araucaria, N°
1, p. 18.
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miembros en retiro de las Fuerzas Armadas y también a algunos contingentes –muy escasos
en realidad- de pequeños comerciantes, industriales y agricultores.”24
Mauricio Mena, por su parte, miembro fundador del MNS, siempre en lo referente a
la procedencia social de la militancia del movimiento, distingue dos momentos. En el
primero –dice- al MNS, en cierta proporción, ingresaron hijos de oligarcas asustados ante el
alza de las luchas populares, los que pronto se desencantaron y se alejaron. Como producto
de ello, en un segundo momento, habría prevalecido una militancia principalmente
proveniente de las clases medias y estratos modestos.
Mena, en todo caso, reconoce que “el grueso de los firmantes originales de los
nacistas pertenecían a una clase media alta con un importante sector con estudios
universitarios (por ejemplo, un número importante de abogados de la Universidad de
Chile), conformando lo que podríamos llamar -dice- el “círculo de hierro” del líder del
movimiento.” (p.14)
Alejandro Silva Bascuñán, a su vez, sostiene que al comienzo de los treinta, gran
parte de la clase alta, sobre todo de su juventud, veía con simpatía al fascismo. “Por eso
–dice- se explica que cuando fuera lanzado en Chile el movimiento nacional socialista por
don Jorge González von Marées, encontrara eco inmediato de calurosa simpatía y
conquistara en un principio para su causa la adhesión de personalidades de valer en el
campo católico.”25 En tales circunstancias fue la Falange Nacional, con su nacionalismo
católico y con su mesianismo, la que habría terminado re-orientando hacia sus filas a un
sector de la juventud de clase alta, que de modo contrario habría seguido al MNS.
Hernán Ramírez Necochea, por otra parte, sostiene que, pese al limitado arraigo
social y electoral que alcanzó, el MNS, no dejó de tener importancia en la medida que
“formó varias generaciones de fascistas esenciales que se diseminaron por distintas
agrupaciones políticas de derecha divulgando la ideología a la que se habían consagrado…,
estimulando posiciones ultraderechistas.”26
Los líderes
Como se sabe, dos fueron las personalidades más importantes dentro del MNS:
Jorge González von Marées -"el jefe"- y Carlos Keller Rauff, su intelectual de mayor
relieve.
González era hijo de padre chileno y madre germana. Nacido en Santiago, vivió sus
primeros años en Alemania. De vuelta en el país terminó estudiando Derecho en la
Universidad de Chile, donde se recibió en 1923.En sus años de estudiante manifestó cierta
sensibilidad social, cuya expresión más visible fue la creación que llevara a cabo de una
escuela para obreros, que denominó Rafael Sotomayor.
24
Hernán Ramírez Necochea, op. cit., p.19
25
Alejandro Silva Bascuñán, Una experiencia social cristiana, Editorial del Pacífico, Santiago, 1949, p.36.
26
Hernán Ramírez Necochea, op. cit., p. 20.
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27
Marcus Klein, The making of an unlikely chilean facist: refletions on the intellectual development
andpolìticalwork of Carlos Keller Rueff, Historia Nº 35,Santiago,2002,187-209.
28
Marcus Klein,op.cit.
85
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El uniforme nacista -dice Rodrigo Alliende- constaba de camisa, corbata y gorra gris
con la insignia, cinturón de cuero café con terciado sobre el hombro derecho. El
pantalón era uno corriente, de preferencia azul negro y los zapatos corrientes. El uso
del uniforme era obligatorio para todas las reuniones oficiales del movimiento.31
Incluso más, el lugar que cada miembro ocupaba en la estructura jerarquizada del
MNS quedaba señalado en el uniforme. "Las jerarquías, -dice Alliende sobre el punto- se
señalaban por parches romboides colocados en los cuellos de las camisas. Los jefes, color
amarillo; los comisarios y funcionarios departamentales, morado; y los funcionarios
comunales, rojo. Los comisarios provinciales, departamentales y comunales llevaban,
además, como distintivo de su jerarquía, dos rayos nacistas cruzados diagonalmente sobre
el parche izquierda del cuello. En el otro parche llevaban la inicial de la provincia de la cual
eran comisarios.”32
A lo dicho se agregaba el saludo romano, que Hitler copiara al fascismo italiano, y
que el MNS, a su vez, adoptara como uno de sus elementos distintivos. Dicho saludo, como
se sabe, se hacía levantando el brazo derecho, que debía formar un ángulo de cuarenta y
cinco grados con el tronco del cuerpo colocado en posición firme. No menos miméticos
eran las prácticas de los desfiles por las calles, en formación y en uniforme, con banda de
29
Marcus Klein, op.cit.
30
Rodrigo Alliende, op. cit., p. 68.
31
Rodrigo Alliende, op. cit., p. 68.
32
Rodrigo Alliende, op. cit., p. 68.
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músicos y bosques de banderas, tanto del movimiento como chilenas, sugiriendo así una
total estética nazi.
33
Sandra Mac Gee, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina,el Brasil y Chile,1890-1939.
Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005, p.191.
34
Reglamento de la jefatura del MNS. Transcrito por Rodrigo Alliende, op. cit., p.58.
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En cuanto a las definiciones ideológicas del movimiento, éste antes que nada decía
ubicarse dentro del campo de un genérico fascismo que habría surgido en Europa como
respuesta a la gran crisis que estaría sufriendo la cultura occidental. En tal sentido el MNS
se reclamaba como un movimiento vinculado a occidente, dentro del cual, por lo demás, a
su juicio, se ubicaría Chile.
Bajo este supuesto el MNS hizo suyo aquél discurso, de corte spengleriano, que
afirmaba que occidente se hallaría en una fase problemática de su desenvolvimiento. Al
respecto, Carlos Keller sostuvo que "el mundo occidental, del que formamos parte, se
encuentra en plena crisis."35 Según este diagnóstico, la esencia de la mencionada crisis
residiría en el cuestionamiento de los valores históricos de occidente, cuestión derivada de
la absolutización de la economía. Keller sostuvo que ésta desde hacía más de un siglo,
"empezó a destruir la religión, el arte, la vida espiritual y el mismo Estado,"36 sometiendo a
cada una de esas esferas a una lógica mercantil, negándoles todo valor intrínseco y, por esa
vía, destruyéndolas.
Como se ve, en este planteamiento Keller seguía rigurosamente a Spengler.
Coherente con él, agregó que los procesos arriba referidos fueron impulsados por la
burguesía y por su expresión ideológica y política: el liberalismo. El triunfo de una y otro
se habría traducido en la imposición sin contrapeso "de la razón y del dinero", tanto en la
vida privada como en la pública. A su vez, el reinado del dinero habría destruido todos los
valores elevados propios de la civilización occidental, imponiéndole así al conjunto de la
vida fines meramente materialistas.
Como lo señala Javier Cox, habrían triunfado entonces el "egoísmo, la hipocresía,
el afán de lucro, (y) el desprecio por las virtudes heroicas". Tales fenómenos, de los que
sería portador el liberalismo, -insiste Cox- darían lugar a "la crisis espiritual más honda
(por la) que haya pasado nuestra civilización cristiana."37
Pero, aún más, según este discurso, el liberalismo, al imponer sus valores a la
sociedad, -particularmente la búsqueda del lucro y el disfrute como fin único de la vida-,
habría estimulado las diferencias de clase entre poseedores y desposeídos, generando la
lucha entre unos y otros, de donde surgió el marxismo.
Acorde con este aserto, Keller agrega que tanto el liberalismo como su vástago, el
marxismo, girarían en torno a los mismos valores. Ambos, a su juicio, verían “la felicidad
en la cantidad de bienes materiales que pueda disfrutar el individuo". Por tanto, -agrega
35
Carlos Keller, Ideología y programa nacista, Acción Chilena, N° 2, p.90.
36
Carlos Keller, op. cit. p.90
37
Javier Cox, Nacismo, fascismo y hitlerismo, Semejanzas y diferencias, en Acción chilena, Vol. IV, páginas,
138-141.
88
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Keller- "ambas tendencias son igualmente materialistas, y lo único que las distingue, es el
modo operandi." 38
De tal manera, tanto el liberalismo como el marxismo serían los destructores de la
cultura occidental y de sus respectivas esencias espirituales (religión, sentido heroico de la
vida, espíritu de sacrificio, etc.). Serían ellos los que abrirían paso a la decadencia y a la
crisis de nuestras sociedades. De allí que su erradicación constituiría la premisa de la
superación de la crisis de occidente y de la salvaguarda de su identidad espiritual.
A partir de tales supuestos ideológicos queda, en los discurso del MNS, perfilada la
identidad de lo que podríamos llamar “fascismo genérico”. Como se ve, esa identidad
aparece signada por una misión histórica que no sería otra que salvar los valores
permanentes de la cultura occidental por la vía de la erradicación de las entidades que
atentarían en contra de ellos: el liberalismo y el marxismo.
De estos supuestos, claro está, resulta un inevitable enfrentamiento entre, por un lado, el
fascismo y, por el otro, las corrientes liberales y marxistas, enfrentamiento que, aún más, le
daría su contenido esencial a las luchas políticas de la contemporaneidad. La lógica
decisionista que anima a estas definiciones es evidente.
González von Marées, al caracterizar el mencionado conflicto, sostiene: "materia
contra espíritu: he aquí, resumida en tres palabras, la gran lucha en que se haya entrabado el
mundo presente. Todos los trastornos políticos y sociales que sacuden a los pueblos en esta
hora de revueltas y convulsiones sin término, tienen su raíz única en la violenta colisión de
esas dos interpretaciones antagónicas de la vida."39
Así, pues, -en resumen- el fascismo es visto por los líderes del MNS como el
restaurador de los valores de occidente. Su esencia sería la negación del materialismo que
propiciarían tanto el liberalismo como el marxismo, a los que se propone erradicar,
evidenciando así su lógica decisionista.
Como puede verse, esta conceptualización hecha por los líderes del MNS, no era en
absoluto original. Respondía a las ideas de Spengler y a las del genérico fascismo y
nacionalismo europeo de la época.
Agreguemos ahora que, en el contexto señalado, según los líderes del MNS, habría
otro elemento identitario del fascismo, que no sería menos fundamental. Se trata de su
fuerte énfasis nacionalista. Sobre el punto Javier Cox sostuvo: "otra de las características
más marcadas del fascismo, en cualquiera de sus realizaciones, consiste en su decidido
nacionalismo."40Este nacionalismo tiene la particularidad de que traslada al plano de la
nación el conflicto que cruzaría a occidente. Esto es, la lucha entre el materialismo y el
espiritualismo. La nación sería, pues, el primer campo de batalla en el que se libraría esa
lucha. En función de ella el fascismo se esforzaría por excluir del ámbito nacional al
liberalismo y al marxismo, a los que, por lo demás, acusa de dividir a la nación, la cual
requeriría de su unidad, ante todo ideológica, la que sería negada por aquellos.
38
Carlos Keller, Nacismo y economía, p.11.
39
Jorge González von Marées, El alma de la raza, Revista Acción chilena, volumen IV, N° 2, pag. 73.
40
Javier Cox, op. cit., p. 138-141.
89
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más particularmente aún, occidental, proviniendo del alma de los pueblos de esta cultura,
en la cual se hallaría latente. Igualmente sostiene que la universalidad del fascismo
residiría en que él encarnaría la defensa de la cultura occidental "en una etapa peligrosa de
su desarrollo", cuando las tendencias materialistas amenazarían con destruir sus valores
espirituales.
Coincidiendo con el Ideario nacista, Cox agrega que el fascismo en cada país
respondería a esas amenazas de acuerdo al "espíritu de la raza". O sea, de acuerdo a las
respectivas tradiciones, culturas e idiosincrasias locales. Ello también se aplicaría al caso
del MNS, el que, por tanto, habría surgido por una necesidad genuinamente nacional",
siendo su mentalidad "netamente chilena", de donde -dice Cox- "la influencia que sobre él
han ejercido los movimientos italiano y alemán, no llegaría más allá de uno que otro detalle
de forma."46
En conclusión, según la concepción del MNS, en el fascismo coexistiría un
elemento universal y otro nacional. Por su fondo, él sería el mismo en todas partes, aunque
por la manera y contexto nacional y cultural dentro de la que llevaría a cabo su misión
histórica, sería distinto. Bajo tales supuestos es que, en fin, el MNS se consideraba
genuinamente chileno.
No está demás agregar, entre paréntesis, que, en cierto modo contradiciendo la
mencionada argumentación, el arriba mencionado Ideario nacista, -junto con argumentar,
en los términos transcritos, el carácter chileno del MNS-, hace, por otra parte, un
sorprendente reconocimiento en orden a que el mismo carecería de originalidad. "En
materia política, -dice el Ideario, en efecto- lo peor que puede hacer un pueblo como el
nuestro es pretender ser original....Al fin y al cabo, nuestra cultura criolla no es más que un
apéndice de la cultura europea, y estamos, por eso, condenados a seguir (sus) inspiraciones
(y) vaivenes..."47 De allí que, agrega, "los nacistas no pretendemos ser originales. Muy por
el contrario, estimamos que sería un error que lo fuésemos, teniendo a nuestra disposición
las inspiraciones de pueblos más cultos y experimentados que el nuestro."48
Como hemos visto, el MNS dijo encarnar un fascismo genérico que respondía desde
una óptica nacional a los desafíos que enfrentaba el conjunto de occidente. Esta referencia a
lo nacional nos lleva a preguntarnos cuál era el concepto de nación que él profesaba. Tal es
lo que pasamos a ver en lo que sigue.
Se podría sostener que el concepto de nación profesado por el MNS era el étnico. Es
decir, aquél que consideraba a la nación como una comunidad racial a la que le sería
inherente un set de valores e ideas comunes.
46
Javier Cox, op. cit., Vol. IV, páginas, 138-141.
47
Ideario nacista. Movimiento Nacional Socialista de Chile. Santiago de Chile: (.n), 1932, Imprenta Cóndor,
p. 42.
48
Ideario nacista, ed. cit., p.42.
91
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Como sabemos, en Chile el primero en compartir esa visión fue Nicolás Palacios,
quien, a su vez, la tomara del nacionalismo alemán. Como sabemos, Palacios en tal sentido
postuló la existencia de una "raza chilena", la que sería la resultante de la mezcla del
español gótico con el mapuche.
El MNS, por su parte, hizo suya esta concepción. Así, Jorge González von Marées
sostuvo que Chile poseía una "unidad de raza" y que, más aún, existiría una "raza chilena".
En Pueblo y Estado, -discurso que pronunciara en el Teatro Carrera el 12 de enero de
1936-, González afirmó que en 1810 existía en Chile "una raza unida y homogénea,
formada por la fusión, a través de tres siglos, de la raza aborigen araucana y de la raza
conquistadora española.".49 Insistiendo en la misma idea, en su discurso del 7 de diciembre
del mismo año, pronunciado con motivo de la Tercera Concentración Nacional del MNS,
González sostuvo: "contra todo lo que pudiera argumentarse para pretender demostrar que
no existe una raza chilena propiamente tal, yo afirmo que el germen sanguíneo de arauco y
España, que dio vida al pueblo chileno, a pesar de haberse cruzado posteriormente con
sangres afines, se mantiene incólume en las venas de los hijos de esta tierra."50 La nación
chilena, por tanto, según esta visión, estaría conformada por la comunidad racial resultante
del cruce de los dos elementos señalados: el mapuche y el español.
Completando el concepto étnico de nación, el MNS suponía que la comunidad
racial que sería la nación chilena, tendría, a su vez, un particular pensamiento, poseería una
unidad espiritual e ideológica. González von Marées lo dice en los siguientes términos:
"tenemos una raza chilena, que se caracteriza no sólo por una unidad de lenguas, sino que
también por una sola mentalidad colectiva, un solo sentimiento de fortaleza y disciplina, y
una sola aspiración de grandeza y superación."51
Los discursos del MNS están llenos de referencias al punto en las que se sostiene
que Chile sería una nación-raza a la que le correspondería un conjunto de valores e ideas,
las cuales, por lo demás, serían profesadas por los "verdaderos chilenos". Sin ir más lejos,
Javier Cox, dando por hecho esa correlación sostiene que el MNS pretendía "gobernar
estructurando los organismos de la vida nacional de acuerdo a las costumbres peculiares y
las características espirituales de la raza".52 En Ideario nacista, se expresa la misma idea
cuando se dice: "el alma de la raza revive, impulsada por nuevos ideales, y de ella surgirá
potente, en día no lejano, la fuerza social que generará las formas políticas de mañana."53
González von Marées, por su parte, en su discurso La mentira democrática, insiste:
"levantemos muy en alto el espíritu de la raza..."54 Incluso más, un artículo suyo publicado
en "Acción chilena", se denomina precisamente El alma de la raza.
49
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, Santiago de Chile; imprenta y litografía "Antares", 1936, p.4.
50
JorgeGonzález von Marées, La mentira democrática, Versión taquigráfica del discurso pronunciado por
Jorge González, en el estadio Puchachay de Concepción, el 7 de diciembre de 1936, con motivo de la Tercera
Concentración Nacional del MNS. Santiago, Imprenta La Ilustración (sin numeración de páginas).
51
Jorge González von Marées, La mentira democrática, ed. cit.
52
Ideario nacista, ed. cit., p.20.
53
Ideario nacista, ed. cit., p.33,34.
54
Jorge González von Marées, La mentira democrática, ed. cit., p.10.
92
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El mismo MNS se auto consideraba como la expresión política de dicha alma. "El
nacismo, -sostuvo al respecto González von Marées-, constituye ya una sola unidad con el
alma y el espíritu de la nación chilena."55
4.5. Nacionalismo
Entre todos los valores, el MNS concibe a la nación como el más alto. Ella
constituiría una entidad indivisa, cuestión que se derivaría de su propia naturaleza. Es decir,
del hecho de conformar una comunidad étnica y espiritual, esto es, con valores comunes (y
que se organiza estatalmente). No obstante, al igual como el conjunto de occidente, según
el MNS, la nación (chilena) se hallaría afectada por un proceso de disolución resultante de
la acción de elementos contrarios a su ser, los que se infiltrarían en su seno. Tales serían los
consabidos liberalismo y marxismo.
En este marco, el nacionalismo del MNS, al igual que todos los nacionalismos
antiliberales, se proclama como el defensor por antonomasia de la nación amenazada. Él
encarnaría la reacción en contra de los procesos disolventes que afectarían a aquella,
intentando erradicar a sus agentes causales (liberalismo y marxismo). El éxito en esta tarea
debía permitir a la nación no sólo sobrevivir, sino que también avanzar en dirección a su
grandeza y proyección en la historia del mundo.
55
Jorge González von Marées, La mentira democrática, ed.cit., p.8.
56
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.3
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57
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.3
58
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.3
94
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59
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.7.
60
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.4.
61
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.4.
62
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.5.
63
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.5.
64
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.5.
65
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.5.
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y austero," 66pero habrían fracasado por falta de experiencia política, lo que los habría
llevado a estrellarse "contra el muro insalvable de los intereses creados en torno a los
partidos y su obra de compadrazgos y componendas."67 Igual fracaso habría cosechado la
dictadura de Ibáñez. De este modo, pues, la nación chilena habría quedado en trance de
extinción (temática que ya en 1908 había planteado Nicolás Palacios).
Como puede verse, la descrita hermenéutica del MNS responde a los patrones
conceptuales del pensamiento conservador antiliberal en su variante nacionalista. Esta
-como sabemos- se estructura en torno a la dialéctica de apogeo y decadencia, en donde el
primero -el apogeo- aparece correlacionado con un poder fuerte encarnado en una
personalidad providencial, mientras que la decadencia se hallaría vinculada al sistema de
partidos. Pero, más importante aún, como hemos visto, en la descrita hermenéutica del
MNS figura además, la tesis tradicionalista, -metamorfoseada por el nacionalismo-
referente a la "infiltración" de un mal absoluto en el orden bueno, que en este caso sería la
nación. Ese mal absoluto, como hemos visto, en el discurso del MNS aparece representado
por el sistema partitocrático -esto es, el liberalismo asumido por la aristocracia
plutocratizada- y el marxismo, ambos reputados como destructores de la nación.
VI. El diagnóstico que hace el MNS del Chile de los años treinta
En plena coherencia con su hermenéutica de la historia de Chile republicano, el
MNS ofrece una visión verdaderamente catastrófica del presente nacional. El desastre que
cree visualizar se manifiesta en todos los planos de la vida del país: político, social, moral y
económico. Sería la misma nación la que, como tal, se hallaría en avanzado proceso de
descomposición.
El núcleo de esa situación crítica, según el MNS, se encontraría en el plano político.
El problema fundamental que aquí estaría planteado consistiría "en la falta de un Gobierno
fuerte, capaz y permanente" que pueda gobernar "sin tener que contemplar intereses
creados, y con la libertad y el poder suficientes" como para realizar sus planes.68 Ante la
inexistencia de un gobierno tal, predominarían los "intereses creados", que operarían
mediante los partidos políticos, -que el MNS declara caducos- los cuales, mientras
existieran, impedirían la conformación de un Estado genuinamente nacional.
A través de su texto, Ideario nacista, el MNS, intentando ilustrar esas realidades,
sostiene que luego de la dictadura de Ibáñez, "las huestes de los viejos partidos, aunque
zarandeadas y maltrechas, se aprestan una vez más para reconquistar su predominio
perdido." Agrega que "famélicos de cargos y de prebendas, los elementos que predominan
en ellas no se resignan a dar por definitivamente perdido su antiguo predominio."69
66
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.5.
67
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.6.
68
Ideario nacista, ed. cit., p.3.
69
Ideario nacista, ed. cit., p.21.
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En ese contexto, para el MNS el sistema de partidos, o sea, el régimen liberal, junto
con representar el obstáculo más importante para la instalación de un gobierno propiamente
nacional, constituiría el mecanismo por excelencia que utilizarían los intereses particulares
-entre ellos los de una oligarquía plutocrática- a los efectos de esquilmar a la nación.
Dadas tales realidades, para el MNS, la democracia representativa de corte partidista
que intentaba ser restaurada luego de la caída de Ibáñez, distaba mucho de expresar los
intereses del pueblo, a quien decía representar. "El tan decantado gobierno del pueblo por el
pueblo -sostuvo el MNS, en efecto- es la más infame de las mentiras, por cuanto el
verdadero pueblo chileno no es hoy otra cosa que un pobre instrumento, una masa informe
y sin voluntad, subyugada por unas cuantas decenas de individuos que no tienen en vista
otra preocupación que la satisfacción de sus apetitos personales."70
El negativo diagnóstico que el MNS hiciera del sistema político de la época se
articulaba con análogo diagnóstico de la situación social del país. A este respecto la entidad
visualiza una situación totalmente polarizada. "Existen aquí -señalaba el Ideario nacista-,
dos castas que se contraponen radicalmente la una a la otra: una casta privilegiada, que
constituye la oligarquía que gobierna al país, y el resto, un pueblo hambreado, alcoholizado
y tuberculoso, que mansamente se somete a esta situación de oprobio."71
Como se ve, escasamente había, en el diagnóstico del MNS, lugar para una clase
media que atenuara las polaridades que describe. Al tiempo que al referirse a las mayorías
populares, en distintos documentos el MNS solía subrayar la decadencia física que cundiría
entre ellas, decadencia que la entidad vinculaba a la miseria predominante en el país.
"Crece de un modo alarmante el número de esos verdaderos guiñapos humanos que sólo en
Chile es dado contemplar,"72 señalaba al respecto el Ideario nacista.
La crisis nacional también tenía, a juicio del MNS, una faceta moral, a la cual le
asignaba la mayor importancia. Incluso más, el MNS sostenía que la situación crítica que
por entonces vivía Chile no era "sino el reflejo del caos moral en que se debatía el país
(desde) hacía ya más de un decenio."73
Sobre esta cuestión, destaca en los documentos del MNS, el permanente
enjuiciamiento que la entidad hiciera de la clase alta. Así, González von Marées sostenía
que, en contraposición a la vieja aristocracia, en Chile a la fecha existía una "plutocracia
sórdida, dominada por una insaciable sed de lucro y (de) hábitos depravados de vida."74
La descrita pérdida de los atributos morales, que afectaría al conjunto de país, a
juicio del MNS era parte del proceso de desintegración nacional, puesto que, según
viéramos arriba, el común componente valórico que se conceptuaba como parte del "alma
nacional" era, para el Movimiento, constitutivo del concepto mismo de nación, tanto como
el racial. Por eso, según su ideologismo, la crisis moral que denunciaba era parte de la
70
Jorge González von Marées, La mentira democrática, ed. cit., p.6.
71
Jorge González von Marées, op. cit., p.7.
72
Ideario nacista, ed. cit., p.16.
73
Ideario nacista, ed. cit., p. 12.
74
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p. 6.
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destrucción de dicha alma y, por tanto, de la nación misma. No es extraño, pues, que
basado en estos supuestos doctrinarios González von Marées afirmara que, como
consecuencia de la crisis moral que la afectaba, "la nación había sido reemplazada por una
masa anarquizada y sin alma,"75 donde "el pueblo de otros tiempos" se había
"transformado en una masa de harapos materiales abajo y de harapos espirituales arriba".76
En otra parte agregaba: "no es una nación la que vive ya sobre esta tierra, sino que
un hacinamiento de individuos sin Dios ni ley, que se disputan con violencia sin igual los
restos materiales de la nación."77
Como resultado de esta evolución las tradiciones nacionales habrían sido destruidas,
generando "la peligrosa desorientación de los espíritus, de la cual, como fruto maduro, sale,
irremediable, la anarquía."78 "Nuestra tradición nacional, agregaba el Ideario nacista, se
encuentra asilada hoy día en personalidades dispersas o en grupos aún incipientes, como el
nacismo, (y) de ninguna manera en colectividades políticas que han perdido la noción de su
utilidad y de su objeto..."79
El MNS hizo también un diagnóstico de las tendencias que en el país se verificaban
en el plano de la economía. Sobre el punto no dejaba de constatar un hecho, a su juicio,
positivo. A saber, que en el marco de los efectos de la crisis de 1929, el liberalismo había
demostrado su caducidad, abriendo paso a "los conceptos socialistas de la economía", los
que se habrían "impuesto en la conciencia colectiva".80 Hay que decir que -como se verá
más adelante- el MNS entendía como economía socialista a aquella cuyas empresas,
normalmente privadas, no se hallaban orientada por los intereses egoístas de sus dueños,
sino por los de la sociedad nacional en su conjunto, encarnados en el Estado. Es decir, el
MNS entendía por socialismo un capitalismo estatalmente regulado.
El gran problema que en este marco el MNS creía visualizar se refería a la
incomprensión que subsistía en el país en cuanto a que la caducidad del liberalismo
económico traía ineluctablemente consigo la caducidad del liberalismo en el plano político,
es decir, suponía la caducidad del sistema de partidos.
El diagnóstico sobre la realidad nacional de los años treinta que hiciera el MNS se
completaba con la denuncia de la infiltración que sufriría el país por parte tanto de las
"finanzas internacionales" de origen norteamericano, como del "comunismo ruso". "Ambos
poderes, -dice el Ideario nacista- de caracteres completamente diferentes, tienen, sin
embargo, un interés común, que sabe encontrar, llegado el momento, las bases y término de
un completo acuerdo. Ese interés -agrega- es el desarme de la conciencia nacional, que
conviene igualmente a la Finanza y al Soviet." 81
75
Jorge González von Marées, op. cit., p.5.
76
Jorge González von Marées, op. cit., p. 6.
77
Jorge González von Marées, op. cit., p. 5.
78
Ideario nacista, ed. cit., p.28.
79
Ideario nacista, ed. cit., p.28.
80
El Movimiento Nacional Socialista de Chile. Declaraciones fundamentales. Plan de Acción. Organización.
Programa. Imprenta La tracción, Santiago, 1932, p.14.
81
Ideario nacista, ed. cit., p. 23.
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Los elementos radicales de esa propuesta tenían una de sus expresiones más
importantes en una particular voluntad refundacional. Evidenciando este rasgo Jorge
González von Marées afirmaba que la tarea del MNS consistía en "la reconstrucción de
toda la nación: reconstrucción del pueblo chileno y reconstrucción del Estado chileno."82
En otro texto, el Movimiento se planteó el imperativo de "trabajar bravamente y hombro
contra hombro, por la reconstrucción de la Patria,"83 tarea que, en fin, era visualizada en
una verdadera perspectiva salvífica. "Nos sentimos con la misión de salvar a Chile", -
sostuvo, al respecto, González von Marées.84
Sin embargo, la referida voluntad refundacional del MNS, con sus correspondientes
rasgos salvíficos, rápidamente evidencia sus contenidos conservadores, los cuales se
expresan en un fuerte elitismo, el que incluso llega a plasmarse en el objetivo de crear una
nueva aristocracia, ajena al intelectualismo y centrada en la voluntad. Este propósito, en
primer lugar, se manifiesta en el rechazo que hiciera el MNS de los programas políticos y
en la centralidad que le otorga a los "hombres de raza". Así, en el Ideario nacista sobre el
punto se dice que la tarea del nacismo consistía "en hacer destacarse de la masa anónima y
amorfa a los hombres de raza, a los políticos de verdad, a los que sepan anteponer las
realidades a las doctrinas..."85 Esos "hombres de raza", según los planteamientos del MNS,
deberían generar una nueva aristocracia, cuya conformación sería un objetivo prioritario del
Movimiento. "La primera tarea de esta hora -sostiene, en efecto, González von Marées-
82
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.6.
83
El Movimiento Nacional Socialista de Chile. Declaraciones fundamentales. Plan de Acción. Organización.
Programa., Ed. cit., p.21.
84
Jorga González von Marées, La mentira democrática, ed. cit., p.10.
85
Ideario nacista, ed. cit., p.7 y 8.
99
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consiste en crear una nueva aristocracia, que con su capacidad y sus virtudes esté en
condiciones de imprimir al país los rumbos de honestidad y de justicia social que tanto
anhela." 86 Más aún, el MNS sería el lugar donde dicha aristocracia se conformaría. De allí
que González sostuviera que los hombres del MNS, con "sus uniformes, insignias y
banderas" serían los "símbolos del misticismo fervoroso, el emblema de las virtudes de esa
nueva aristocracia en formación..."87
Pero no menos importante, la aristocracia que el MNS se proponía formar no sería
ni de familia ni de fortuna, sino que tendría un carácter meritocrático. "Esa aristocracia, que
ya se está formando en las falanges nacistas, -sostiene el mismo González-, no será de la
sangre y del dinero", sino de la capacidad, la honestidad y el desinterés patriótico." 88Estos
valores regularían sus jerarquías. En el fondo, se trataría de una aristocracia meritocrática
conformada por elementos salidos de las clases medias. Sería ella la que, constituyendo "la
unión férrea de los elementos más selectos de la raza", poniéndose a la cabeza del país,
reuniría la fuerza necesaria para llevar a cabo la arriba referida tarea refundacional.
Otro de los aspectos centrales que contemplaba la labor refundacional que el MNS
decía asumir, era el referente al aniquilamiento de la "reacción plutocrática" y del
"comunismo", a los cuales, -al igual como lo hacían las otras corrientes nacionalistas y
antidemocráticas de la época- el MNS conceptuaba como un verdadero mal absoluto, sin
cuya destrucción, incluso física, el país no podría rehacerse. "El capitalismo parasitario, que
oprime y asfixia nuestras fuerzas productoras, -decía sobre el punto el Ideario nacista- y el
86
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.6.
87
Jorge González von Marées, op.cit., p.6.
88
Jorge González von Marées, op. cit., p.10.
89
Ideario Nacista, ed.cit., p.11y 12.
100
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90
Ideario Nacista, ed.cit., p. 14.
91
Ideario Nacista, ed.cit., p.17.
92
Ideario Nacista, ed.cit.25.
93
Jorge González von Marés, La mentira democrática, p. 9.
94
Jorge González von Marés, Pueblo y Estado, ed. cit., p.7.
95
Ideario Nacista, ed. cit., p.39.
96
Ideario Nacista, ed. cit., p.38.
101
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segundo."97 "Reimpondremos, por lo tanto, los nacistas, el dominio del Estado sobre el
dinero", insistía luego.
Pero no sólo eso. El Estado fuerte también disciplinaría al pueblo. A este respecto
González von Marées es categórico. En efecto, hace explícita mención a la necesidad del
"sometimiento severo del pueblo a la acción gubernativa."98
En este sentido podría concluirse en que el contenido último del Estado autoritario
propugnado por el MNS consistía en el dominio de la "nueva aristocracia" (formada al
interior del MNS) sobre todas las clases sociales: tanto sobre “los potentados del dinero”
como sobre el pueblo. Tal cosa en la medida en que la cúpula del Estado pasaría a estar
controlada precisamente por esa "nueva aristocracia", debiendo su control sobre el país
incluso tender "dentro de lo posible, a personalizarse," según expresamente lo señalan las
formulaciones del Ideario nacista.99 Dicho de otro modo, el Estado autoritario propugnado
por el MNS tendría como contenido último la dictadura de éste Movimiento, -y de su
"jefe"-, siempre bajo el supuesto según el cual ellos representarían, casi con exclusividad,
los intereses nacionales. Tal cosa se evidencia aún con más fuerza si se tiene en cuenta que,
al suprimirse el régimen liberal y su correspondiente sistema de partidos, y al aniquilarse el
comunismo, -en los términos postulados por el MNS- no quedarían en pie organizaciones
políticas alternativas.
En las formulaciones del MNS, sin embargo, el Estado fuerte que postulaba
admitiría la participación de los distintos agentes de la economía nacional, pero sólo en lo
relativo a los temas económicos. Tal participación operaría mediante una representación
corporativa. Quien argumentó con mayor detalle el punto fue Carlos Keller, en particular en
su texto, Orientación de la política económica del nacismo. En este texto Keller sostuvo
que el MNS aspiraba a instaurar un "corporativismo integral" cuyo objetivo sería
representar en el Estado, en forma directa, a las distintas fuerzas sociales que intervenían en
la economía nacional. Ello suponía organizar sindicalmente tanto a los patrones como a los
obreros, dando así lugar a las corporaciones, generando a través de ellas la referida
representación en el plano estatal.
Al respecto, Keller decía: "aquellos que laboran la riqueza nacional estarán
representados (en el Estado) por genuinos y auténticos delegados; los obreros, por obreros,
los patrones, por patrones, los agricultores por agricultores, los comerciantes por
comerciantes, etc,"100 todo sin la mediación de los partidos, los que debían ser suprimidos.
Se trata -agregaba Keller- de crear organismos en que se junten los representantes de las
actividades económicas y del trabajo, y los del Estado, con el fin de discutir los problemas
de la economía y fijar las directivas de la política económica."
Keller, en éste último sentido, subrayaba que las corporaciones debían ser al mismo
tiempo organismos del Estado y que, en tanto tales, debían estar revestidas de funciones
97
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed.cit., p.9.
98
Jorge González von Marées, op.cit., p.7.
99
Ideario nacista, ed. cit., p.38.
100
Carlos Keller, Orientación de la política económica del nacismo, en http://www.nacismo.t.k, p.9.
102
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101
Carlos Keller, op. cit., p.17.
102
Carlos Keller, Nacismo y economía, Acción chilena, volumen III, N° 1, 1934, p.14.
103
Carlos Keller, op.cit., p.12.
104
Carlos Keller, Orientación de la política económica del nacismo, p.10
103
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"mercadería", sometidos a la ley de la oferta y demanda, sino seres humanos por cuyo
bienestar debe velar, preocupado de elevar su nivel moral, espiritual y material."105 Y
agregaba: "es verdadero socialista también el obrero que cumple lealmente con su deber,
que presta a la empresa de que forma parte el mayor interés y diligencia, para hacerla surgir
y conseguir por intermedio de ella la elevación del nivel material de la nación."106
Si definimos el socialismo desde la óptica de las relaciones de propiedad, el
socialismo del MNS, como se dijo arriba, es un capitalismo, solo que regulado
estatalmente. Hay que reconocer, sin embargo, que el MNS dejaba abierta las puertas para
una eventual socialización de la propiedad de los medios de producción si en la práctica
ello se demostrara como necesario. Pero esta opción aparece muy hipotética en sus
planteamientos. El propio Erwin Robertson, partícipe de las ideas del MNS, sostiene sobre
el punto que éste "propugna(ba) un capitalismo nacional, muy controlado por el Estado y
con plena participación de los trabajadores a través de la organización corporativa."107
Aparte de lo dicho, en la propuesta económica del MNS figuraba el recurrente
tópico de los fascismos, que postulaba la necesidad de erradicar las actividades
especulativas, a las que identificaba con las finanzas internacionales controladas por el
judaísmo. "Queremos desenmascarar a los agiotistas y especuladores, cuya sed insaciable
de lucro ha entregado la economía chilena en manos de judaísmo internacional," sostiene el
Ideario nacista.108
cooperación del capital extranjero y que, para conseguirla, ese capital (debía) disfrutar de
ventajas suficientes. En verdad, las tiene en amplia escala, -agregaba- pues las inmensas
riquezas naturales del país ofrecen posibilidades de inversión que prometen mayores
utilidades que las de otras naciones."111 O cuando afirmara que la reivindicación de la
independencia económica del país que hacía el MNS "no significa (ba) de manera alguna
que nos neguemos a pagar al capital internacional las utilidades a que tiene derecho."112
117
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, p.10.
118
Jorge González von Marées, op.cit., p. 11.
119
El Movimiento Nacional Socialista de Chile, ed. cit., p. 18.
120
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed.cit., p.10.
106
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de las aristocracias. De aquí, en fin, la importancia que tiene para el MNS, y los fascismos
en general, el concepto de selección.
Junto a esta concepción del orden social el MNS propugnaba otra serie de valores
tradicionales, en particular, referentes a la religión, la familia y la mujer. "Los conceptos de
Patria, Religión, Familia", sostenía González von Marées- (serán los) fundamentos eternos
de nuestra vida social", y deberán ser colocados "en los puestos de honor y preminencia
que les corresponden."121
En este marco, González sostenía que el MNS tenía "la absoluta convicción de que
un pueblo no puede vivir sin religión". De allí que, agregaba, "fomentaremos y
defenderemos... la verdadera religión de Cristo en la tierra. Haremos a este respecto todo lo
contrario del partido conservador; alejaremos a la Iglesia de la política y reivindicaremos el
espíritu cristiano para las masas. Devolveremos a la Iglesia su prestigio en el pueblo y la
colocaremos ante la conciencia nacional en el pedestal de que jamás debió ser bajada."122
En cuanto a la mujer, el MNS le asignada como rol fundamental el "ser madre y dar
hijos sanos y robustos a la patria.... criarlos y educarlos dentro de la tradición de sus padres,
a fin de que...sean los portadores del alma nacional a las generaciones futuras." 123 Y así
sucesivamente.
A todo lo dicho, las propuestas del MNS agregaban aquel otro elemento que es
típico de los fascismos, y del nacionalismo en general. A saber, la creencia de que la nación
propia debe jugar un rol destacado en la historia del mundo, dentro de la cual tendría una
misión. Aunque en el caso de los nacionalismos latinoamericanos, ese rol, por razones
obvias, se circunscribía sólo al continente. En tal sentido, el MNS postulaba que la misión
histórica de Chile consistía en dirigir espiritualmente a América Latina en la lucha en
contra del imperialismo norteamericano.
"La América Latina sufre, en estos momentos, en forma más ruda que nunca, la
presión insolente del imperialismo yanqui, que amenaza estrangularla, sostuvo González
von Marées en su texto Pueblo y Estado". Y luego añadió: "estamos, pues, los pueblos de
esta América, en la obligación imperiosa de unirnos, para defendernos de la presión
imperialista. Y –agregó- esta unión deberá efectuarse bajo la inspiración de Chile, que
siempre ha sido la raza fuerte del continente". Y concluyo diciendo: "nuestro país debe
reconquistar la primacía espiritual que tuvo en otros tiempos ante los países hermanos, a
121
Jorge González von Marées, El alma de la raza, Acción chilena, Vol. IV, N| 2, p. 73-75.
122
Jorge Gonzalez von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p.11.
123
Jorge González von Marées, Pueblo y Estado, ed. cit., p. 11.
107
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quienes está en el deber de señalar los derroteros para obtener la unión que todos
anhelan."124
pronunció un discurso, que después fue impreso con el título de La mentira democrática.
En él “el jefe” ahondó las críticas del Movimiento a la oligarquía, así como también a la
Ley de Seguridad Interior, que se hallaba en trámite parlamentario, cuyo objetivo formal,
en todo caso, era, según rezaba su texto, "combatir al comunismo".
En el mencionado discurso, “el jefe”, en referencia a dicho proyecto de ley, dijo:
"yo acuso a los actuales dirigentes políticos y muy en especial a los de la derecha liberal-
conservadora, de ser ellos los causantes, tal vez exclusivos, de que haya podido levantarse
sobre esta tierra fértil la llama destructora del bolchevismo;"125 y agregó que el verdadero
propósito de la Ley de Seguridad Interior del Estado era "mantener en el poder al conjunto
de explotadores que hoy se arrogan la representación de la nación."126
En ese cuadro, el gobierno oligárquico de Arturo Alessandri acentuó la represión
que lo caracterizara. Vial, al respecto, dice que "la dureza policial (de este gobierno) se
(centraba) especialmente en comunistas y nacistas. Los detenidos de dichas filiaciones, -
agrega- eran golpeados y torturados sin piedad en las comisarías de ambos servicios,
Carabineros e Investigaciones, a lo largo del país."127 De este modo, el antagonismo
existente entre el gobierno -detrás del cual se hallaba la oligarquía- y el MNS se hacía cada
vez más agudo.
El 22 de agosto de 1936, en un incidente que enfrentó a socialistas y nacistas,
resultó muerto de una bala salida de las filas de estos últimos, el joven socialista Héctor
Barreto. El hecho causó hondo impacto en la opinión pública. González von Marées, en un
discurso radiado, asumió la responsabilidad de su movimiento, a la que par que hizo una
verdadera apología de la violencia. En ese discurso sostuvo: "si bien negamos y
rechazamos con energía el cargo de que la violencia y la fuerza sean nuestros medios de
convicción política, no pretendemos desconocer que nuestros hombres se hayan visto
forzados, en determinadas circunstancias, a emplear esos recursos. Hemos sido violentos;
hemos hecho correr sangre de chilenos y hemos segado también algunas vidas de nuestros
connacionales. Sería yo cobarde si no reconociera abierta y honradamente estos hechos." Y
más adelante añadió: "hemos empleado la violencia y seguiremos empleándola cada vez
que ello sea necesario. No es que nos agraden la sangre y la muerte de nuestros semejantes;
muy por el contrario, comprendemos el drama que significa cada vida segada y el tinte de
luto y de tragedia con que cubre muchos corazones inocentes. Pero también sabemos que
en la vida de los pueblos hay instantes en que todo sentimiento de conmiseración individual
debe ser pospuesto a las supremas exigencias de la conservación colectiva."128
En noviembre de 1936 se produjo otro de los tantos actos violentos en los que el
MNS solía verse envuelto. Se inició ante una contramanifestación, en la Estación Central
de Santiago, que hicieran partidarios del Frente Popular a un tren cargado de miembros del
125
Jorge González von Marées, La mentira democrática, ed. cit., p. 4.
126
Jorge González von Marées, op. cit., p. 1.
127
Gonzalo Vial, Historia de Chile (1891-1973) De la República Socialista al Frente Popular, Volumen V,
Ed Zig-Zag, Santiago, 2001, p.299.
128
Rodrigo Allende, op. cit., p.90, 91.
109
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Movimiento que volvían del sur, donde habían participado eventos proselitistas. Los
incidentes devinieron en balacera, la cual, según el MNS, habría sido iniciada por los
agentes de investigaciones. De los hechos resultaron 97 nacistas detenidos. Ante estas
circunstancias el gobierno respondió con energía: prohibió la circulación del diario El
Trabajo y envío un oficio a la Cámara de Diputados pidiendo trámite de urgencia para el
proyecto de Ley de Seguridad Interior del Estado, que estaba pendiente en su
consideración."129
Los hechos señalados eran ilustrativos de una cuestión de fondo. A saber, el
antagonismo que existía entre el MNS y la oligarquía y su gobierno. Tal cosa marcaba una
clara diferencia con lo que sucedía con los fascismos europeos. En el viejo continente,
como es sabido, el gran capital, -que cada vez más dejaba de sentirse representado por los
partidos liberales ante la incapacidad de estos para detener el peligro de la revolución-, pasó
crecientemente a apoyar a los fascismos, en los que tendió a ver la reserva última que
oponer al peligro revolucionario.
En Chile, en cambio, a diferencia del caso europeo, la oligarquía, al menos durante
la segunda mitad de los años treinta, pese a las tentaciones golpistas y pro dictatoriales de
algunos de sus círculos, distó mucho de abandonar a sus partidos tradicionales,
conservadores y liberales. Estos, así, no sufrieron la crisis de representación que muchos
de sus homólogos experimentaran en el viejo continente, al tiempo que, por lo mismo, la
expresión principal del fascismo chileno -el MNS- , a los ojos de la oligarquía, no se hizo
necesaria a los efectos de liquidar a una revolución obrera que, por lo demás, no se
perfilaba.
La situación referida ayuda a explicar ciertas actitudes del MNS. Particularmente el
gradual desapego que pronto empezará a sentir respecto de sus modelos originarios, o sea,
los fascismos europeos. Aunque, como se verá, todo indica que ello también se hallaba
fuertemente ligado a la coyuntura electoral para elegir presidente de la república, que
pronto se abriría en el país.
En otro plano, hay que decir que el MNS, aunque moderadamente, fue ampliando
su influencia, aunque entre los estudiantes universitarios su crecimiento fue sensiblemente
más alto. Así, en la Universidad de Chile, la evolución de su respaldo electoral fue la
siguiente: 125 votos en 1934; 250 en 1935; y 910 en 1936, ello sobre un universo de 3.000
electores. En el plano nacional, las adhesiones electorales del MNS aumentaron mucho
más moderadamente. Fue así como en los comicios parlamentarios de 1937 la entidad logró
una votación equivalente al 3.5% del universo. Tales resultados le permitieron elegir tres
diputados, entre ellos, González von Marées, en tanto que en las municipales de 1938 el
Movimiento obtuvo 22.500 preferencias, que representaban el 4.6% de los votos, su mejor
registro electoral.130
129
Rodrigo Allende, op. cit., p.95.
130
Mario Snadjer, El nacional socialismo chileno de los años treinta, Revista Mapocho, N° 32, segundo
semestre de 1992, p. 172.
110
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131
Citado por Rodrigo Alliende, op. cit., p.98.
132
Rodrigo Alliende, op. cit., p.101.
111
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Identity, ideology and politic in the National Socialist Movement in Chile, 1932-1938, Revista Izquierdas
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133
Trabajo, 30 de diciembre de 1937.
134
Trabajo, 20 de enero de 1938.
135
Joaquín Fernández Abara, El ibañismo (1937-1952): un caso de populismo en la política chilena. Instituto
de Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, p.43
136
Markus Klein, La matanza del Seguro Obrero (5 de septiembre de 1938), Ed. Globo, Santiago, 2008, p.55.
112
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137
Erwin Robertson, op. cit., p. 25, 26.
138
Gonzalo Vial, op. cit, p.496
113
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parlamentarios, detuvieron tanto a Jorge González von Marées como a Gabriel González
Videla.
Los hechos referidos provocaron un gran impacto en el país, e influyeron en una
nueva radicalización del MNS. Ello quedó del todo de manifiesto en el discurso que, a
propósito de los incidentes relatados, González von Marées pronunciara luego en la Cámara
de Diputados. En relación a ellos sostuvo: "digo que son un símbolo esa pistola y ese
balazo, porque ellos han sido la advertencia dada por la izquierda política de Chile
férreamente unida, -y a la que nosotros los nacionalsocialistas nos honramos de pertenecer-,
de que ella está dispuesta a imponer sus ideales, que son los del pueblo, por la razón o la
fuerza, con la ley o contra la ley, e incluso, si las circunstancias lo exigen, con el
derramamiento de sangre de los que se opongan a estos altos designios."139
Junto a tales definiciones, el mismo mes de mayo de 1938, el MNS declaró "no
tener y no haber tenido jamás concomitancia con el fascismo internacional; no podemos
aprobar, dijo González, el fascismo italiano, ni el nazismo alemán, ni mucho menos el
fascismo de Ross." Erwin Robertson reconoce, en todo caso, que "esta recusación del
fascismo no implicó (un) cambio sustancial en el pensamiento nacista," 140 el que en su
esencia, por tanto, se habría mantenido inalterado. Una vez más digamos que los señalados
planteamientos de González hay que situarlos en el contexto de la campaña presidencial, la
que se aprestaba a entrar en su fase decisiva y cuando el MNS se esforzaba por conseguir
que los partidarios del Frente Popular confluyeran en la candidatura de Ibáñez, cosa que
sería imposible si una de las fuerzas que apoyaba al caudillo aparecía vinculada al
“fascismo internacional”.
Joaquín Fernández sostiene que al interior del MNS los mencionados
planteamientos “izquierdistas” de “el jefe” fueron aceptadas sólo debido al fuerte principio
de jerarquía que impregnaba al movimiento, no obstante que ocasionaron muchas molestias
en su interior. Expresión de ello habría sido el enfriamiento de la relación que existía entre
Carlos Keller y González, e incluso la deserción de algunos miembros del Movimiento.141
A mediados de 1938, con la aceptación de su candidatura por parte de Ibáñez, -que
creyó que los sectores que lo respaldaban tenían posibilidades ciertas de ampliarse-, la
campaña electoral entró en la recta final. Entonces, a los efectos de hacer posible la
conformación de un amplio arco de apoyo al general, fue creada la Alianza Popular
Libertadora (APL), a la que, aparte del MNS, ingresó un sector del PS, que se había
escindido del tronco partidario formando la Unión Socialista, a los que se sumaron grupos
ibañistas y nacionalistas dispersos, incluyendo militares en retiro. La APL fue presidida
por el general (R) Tobías Barros, connotado ibañista, razón por la cual Arturo Alessandri lo
había llamado a retiro.
139
Rodrigo Allende, op. cit., p.113.
140
Erwin Robertson, op.cit., p. 26.
141
Joaquín Fernández Abara, El ibañismo (1937-1952): un caso de populismo en la política chilena. Instituto
de Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, p.61.
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142
Rodrigo Allende, op. cit., p.111.
143
Para mayores detalles sobre las medidas que tomó el MNS dirigidas que Ibáñez agrupara al conjunto de la
oposición, véase Joaquín Fernández, op. cit., p. 37 y siguientes.
144
Jorge González von Marées, El mal de Chile, sus causas y sus remedios. Talleres Gráficos Portales,
Santiago, 1940, p.53.
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la Escuela Militar, apasionado seguidor de Ibáñez, así como militante nacista. Él era el
responsable de establecer contacto con las unidades militares a lo largo del país.145 Los
regimientos que habrían estado comprometidos a participar en el golpe, -y que debían
llevarlo a su culminación- sin embargo, nunca llegaron. Y, por el contrario, fuerzas del
regimiento Tacna, siguiendo con prontitud las órdenes del gobierno, destruyeron a
cañonazos la puerta principal de la Universidad y capturaron a los nacistas que allí había.
Ya prisioneros, estos fueron conducidos al edificio del Seguro Obrero, -cuyos ocupantes
también se rindieran-, siendo allí, todos juntos, asesinados por carabineros. Carlos Ibáñez,
por su parte, se desentendió de los sucesos, declarando que no tenía vinculación con ellos,
no obstante lo cual fue encarcelado, al igual como ocurriera con Jorge González.
Ante estos sucesos el Congreso concedió facultades extraordinarias al gobierno,
quien procedió a detener a más de 200 personas, junto con allanar y destruir los locales
nacistas a lo largo del país. Mientras que desde la cárcel Ibáñez, en octubre, depuso su
candidatura. González von Marées, por su parte, llamó a sus seguidores a votar por el
candidato del Frente Popular, quien se impuso en las urnas por escaso margen.
El MNS jamás pudo recuperarse de los golpes que entonces recibiera, ni aun cuando a
fines de 1938 González von Marées saliera de la cárcel. Su reputación había salido
manchada al haber permanecido, durante la fallida intentona del 5 de septiembre, como un
observador distante, oculto en una casa segura ubicada en Providencia, desde donde había
pretendido dirigir el golpe, mientras que sus jóvenes seguidores perecían en el centro de
Santiago.146 En las negativas circunstancias que entonces advinieron, el movimiento, a
fines de ese año, procedió formalmente a disolverse. González von Marées, en enero de
1939, fundaría, con los seguidores que le quedaban, la Vanguardia Popular Socialista de
Chile, que tendrá corta vida.
Conclusiones
A modo de conclusión, podemos decir que los textos y discursos del MNS ponen de
manifiesto que su doctrinarismo era el correspondiente a un fascismo genérico. En tanto
que, en lo referente a sus aspectos formales, los datos disponibles nos muestran a un
Movimiento empeñado en un fuerte mimetismo con el NSDAP alemán.
Desde el punto de vista de sus prácticas, si exceptuamos el periodo previo a las
elecciones presidenciales de 1938, el MNS se evidencia como una entidad fuertemente anti
izquierdista, con cuyos partidos recurrentemente se enfrentaba en las calles. Análogo
antagonismo evidenció respecto de la derecha oligárquica, a la que consideraba, junto con
la izquierda marxista, un factor de la disolución nacional, factores que, a su juicio, había
que erradicar, incluso mediante la violencia, a la que, como sus homólogos europeos,
rendía sincero culto.
145
Marcus Klein, op. cit., p.20.
146
Marcus Klein, op. cit., p.29,30
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Luis Corvalán M., Identidad, ideología y política en el Movimiento Nacional Socialista de Chile, 1932-1938 -
Identity, ideology and politic in the National Socialist Movement in Chile, 1932-1938, Revista Izquierdas
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