El Sexagésimo Aniversario de Stalin
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I. STALIN
M. KALININ
EL SEXAGÉSIMO ANIVERSARIO
DE STALIN
LA CHEKÁ
“Podéis estar seguros, camaradas, de que estoy dispuesto en adelante también a
entregar a la causa de la clase obrera, a la causa de la Revolución proletaria y del
comunismo mundial, todas mis fuerzas, todo lo que yo valgo y puedo y, si hiciera falta,
hasta la última gota de mi sangre”.
I. STALIN.
Han transcurrido sesenta años desde el día en que nació el camarada Stalin. Los
pueblos de la Unión Soviética saludan calurosamente a su gran jefe. El proletariado en
lucha de los países capitalistas y los oprimidos del mundo entero alzan con gran orgullo sus
miradas hacia el camarada Stalin, vinculando en él sus mejores esperanzas y anhelos.
En relación con ello, voy a permitirme parar la atención en algunos de los momentos
más importantes de la actuación política del camarada Stalin.
1
Debo subrayar que los datos concretos sobre la actuación del camarada Stalin en Transcaucasia y el
análisis de principio sobre los problemas de la historia de las organizaciones bolcheviques en Transcaucasia
los proporciona, de una manera más completa, el libro de L. Beria “Sobre las cuestiones de la historia de las
organizaciones bolcheviques en Transcaucasia”.
Las citas de los periódicos “Brdsola”, “Proletariatis Brdsola”, “Kavkasky Rabochi Listok”, “Bakinsky
proletarii”, “Dro”. “Ajali Zjovreba” y “Tiflisky Proletarii” y, luego, de las proclamas del Comité de Tiflís de
la Unión del P.O.S.D de Rusia en el Cáucaso y, finalmente, de los trabajos del camarada Stalin “Dos
choques”, “A propósito de las discrepancias en el partido”, “Respuesta al ‘Socialdemócrata’”, las tomo del
citado libro de L. Beria. – M.K.
“Mira, no te preocupes, el sol no va a desviarse de su camino. Pero estudia también cómo
debe desarrollarse el movimiento revolucionario, y ayúdame a organizar una pequeña
imprenta ilegal”.
En este hecho se refleja, como el sol en una gota de agua, la imagen del dirigente de
las masas proletarias.
He aquí, pues, todo el período inicial de la actuación del camarada Stalin: expulsión
del seminario eclesiástico de Tiflís por ser políticamente sospechoso; paso inmediato al
trabajo ilegal; esfuerzos prácticos por hacer de los círculos obreros clandestinos, focos de la
lucha revolucionaria de clase; dirección de huelgas, composición de proclamas, formación
de un grupo socialdemócrata central de la organización de Tiflís, edición del periódico
ilegal “Brdsola”, testimonian claramente que el camarada Stalin, desde el comienzo de su
actuación revolucionaria, seguía la senda leninista. Su acción revolucionaria en Tiflís
coincidió plenamente con los principios políticos de la “Unión de lucha por la
emancipación de la clase obrera”, de Petesburgo, dirigida por Lenin.
II
Desde la segunda mitad del año 1929, los campesinos laboriosos comenzaron a pasar,
en masa, de las explotaciones individuales a las colectivas. El Partido y la clase obrera
consiguieron que la masa fundamental de los campesinos dejara el viejo camino capitalista
y emprediera la nueva vía de desarrollo, la socialista.
Al pasar el Partido a la ofensiva contra los kulaks, el grupo oportunista de derecha, de
Bujarin, Ríkov y Tomski, tomó abiertamente la defensa de los kulaks en contra de la línea
del Partido.
Los derechistas, que en realidad representaban toda la carroña hostil al Partido,
ocuparon el puesto de los trotskistas. Y es natural que así sucediera, porque la línea
leninista del Partido, la línea de la industrialización, de la colectivización y edificación del
socialismo, no podían admitirla ni ellos ni los trotskistas, porque lo que querían era la
restauración del capitalismo.
El camarada Stalin llamó al año 1929 “año del gran viraje”.
En su informe político ante el XVI Congreso del Partido, fundamentó amplia y
profundamente este histórico viraje de los campesinos.
“El viraje de los campesinos hacia la colectivización – decía – no ha comenzado de
repente. Ni podía haber comenzado de repente. Es verdad que ya en el XV Congreso el
Partido proclamó la consigna de la colectivización. Pero para que los campesinos se
orientaran en masa hacia el socialismo, no bastaba con proclamar una consigna. Para tomar
el nuevo rumbo, hacía falta por lo menos otra circunstancia, a saber: que las mismas masas
campesinas se convencieran de la justeza de la consigna proclamada y la aceptaran como
propia. Por ello, el viraje se ha ido preparando poco a poco. Lo ha preparado todo el
proceso de nuestro desarrollo, todo el proceso del desarrollo de nuestra industria, y ante
todo de la industria que suministra máquinas y tractores a la agricultura. Lo ha preparado la
política de lucha decidida con los kulaks y el acopio de grano en su nueva forma, en 1928 y
en 1929, al poner las explotaciones agrícolas de los kulaks bajo el control de las masas de
campesinos pobres y medios. Lo ha preparado la red koljoses, donde el campesino ha
comprobado las ventajas de las formas de explotación colectiva sobre las individuales. Y lo
ha preparado, por último, la red de sovjoses distribuidos por toda la U.R.S.S., con su
técnica nueva, donde el campesino ha podido convencerse de la fuerza y de las ventajas de
los nuevos elementos técnicos.” (Stalin, “Los problemas del leninismo”, pág. 373, ed.
Rusa.)
Al pasar los campesinos en masa a los koljoses, cambió también la proporcionalidad
de las fuerzas de clase en la economía del país. Se había creado ya en el campo una base
material bastante fuerte para vencer la resistencia de los kulaks, para terminar con ellos
como clase y sustituir su producción de cereales por la de los sovjoses y koljoses. En
relación con ello, a finales de 1929, contando con el apoyo de las masas de campesinos
pobres y medios, el Poder Soviético viró en redondo respecto a los kulaks. De la política de
limitación y eliminación pasó a una política de liquidación de los kulaks como clase, a base
de la colectivización total.
Con razón la colectivización de la agricultura y la liquidación de los kulaks como
clase son consideradas como un viraje revolucionario, cuyas consecuencias igualan en
importancia a las de la Revolución de Octubre de 1917.
Fue un triunfo de valor histórico-universal. Cayeron por tierra las afirmaciones de los
enemigos del Partido, trotskista y bujarinista, acerca de la incapacidad de la clase obrera
para organizar a los campesinos y llevarlos tras sí por un camino socialista.
Se ha frustrado la última esperanza de los capitalistas de todos los países, que sueñan
con restaurar en la U.R.S.S. el capitalismo: “el sacrosanto principio de la propiedad
privada”. Los campesinos, a quienes ellos consideraban como el material que abona el
terreno para el capitalismo, abandonan en masa la tan ensalzada bandera de la “propiedad
privada” y pasan a los cauces del colectivismo, a los cauces del socialismo. Se hunde la
última esperanza de restauración del capitalismo”. (Lugar citado, pág. 273.)
En la victoria de los koljoses desempeñaron un papel importante las estaciones de
máquinas y tractores. Puede decirse sin exagerar que el camarada Stalin descubrió en ellas
la clave la de reconstrucción técnica de la agricultura sobre una base socialista.
Precisamente por medio de ellas ha prestado y sigue prestando la clase obrera a los
campesinos una ayuda en la producción, ejerciendo su influencia transformadora sobre el
campo.
El camarada Stalin seguía atentamente el desenvolvimiento de la colectivización.
Observando que en una serie de comarcas se producían deformaciones de la línea del
Partido y excesos, a los que indudablemente contribuían también los enemigos del pueblo,
Stalin movilizó el Partido para luchar contra esta línea anticomunista en la construcción
koljosiana. Su artículo “Los éxitos se nos suben a la cabeza” ayudó a las organizaciones del
Partido a corregir los errores cometidos y dio el golpe de gracia a los enemigos que
esperaban aprovechar los excesos para levantar a los campesinos contra el Poder Soviético.
“¿Qué puede haber de común – preguntaba el camarada Stalin – entre esa “política”
del sargento Pryshybeiev y la política del Partido, que se basa en la decisión voluntaria y
tiene en cuenta las particularidades locales en la construcción koljosiana? Claro está que
entre ellas no hay ni puede haber nada de común.
¿A quién le hace falta esas deformaciones, ese papeleo oficinesco en el movimiento
koljosiano, esas indignas amenazas contra los campesinos? ¡Nadie los necesita, sino
nuestros enemigos!
¿A qué pueden conducir esas deformaciones? A fortalecer a nuestros enemigos y a
deshacer la idea del movimiento koljosiano.
¡Claro está que los autores de semejantes deformaciones, considerándose
“izquierdistas”, lo que en realidad hacen es trabajar para el oportunismo derechista!”
(Lugar citado, págs. 304-302.)
Un mes más tarde, publicaba el camarada Stalin un nuevo artículo: “Respuesta a los
camaradas koljosianos”, donde ponía al descubierto los principales errores cometidos en el
movimiento koljosiano y la raíz de tales errores.
Aplicando así infatigablemente la política del Partido, corrigiendo las distintas
deformaciones y errores, dando las indicaciones correspondientes a los organismos del
Partido y de los Soviets, el camarada Stalin contribuía al desarrollo del movimiento
koljosiano.
El XVI Congreso del Partido, celebrado en julio de 1930, señaló el despliegue de la
ofensiva del socialismo en todo el frente.
La industrialización socialista había obtenido por entonces éxitos grandes, que la
U.R.S.S. estaba ya en vísperas de convertirse de país agrario en país industrial. Del seno de
las masas nació la consigna de combate de realizar el Plan quinquenal en cuatro años.
También se había conseguido un viraje considerable en el desarrollo de la economía
agrícola. Koljoses y sovjoses se convertían en el factor decisivo de la agricultura, y los
campesinos koljosianos, en firme puntal del Poder Soviético en el campo.
Todo ello quería decir que, bajo la dirección del camarada Stalin, la Unión Soviética
había entrado en el período del socialismo.
El XVI Congreso del Partido afianzó los triunfos alcanzados y aseguró la
continuación de la construcción socialista con ritmos bolcheviques.
En el discurso que pronunció ante la Conferencia de activistas de la industria, en
febrero de 1931, el camarada Stalin indicó al Partido y al país nuevas tareas:
“Marchábamos 50 o 10 años detrás de los países más adelantados. En diez años, tenemos
que ganar este terreno. O lo hacemos, o nos aplastan… Los bolcheviques deben dominar la
técnica. Es hora ya de que los bolcheviques se conviertan ellos mismos en técnicos. La
técnica en el período de la reconstrucción, lo decide todo”. (Lugar citado, págs. 329-330.)
Con estas palabras, el camarada Stalin inició la lucha por la conquista de la técnica
por las fuerzas bolcheviques, y al hacerlo, señaló al Partido y a la clase obrera el jalón de
valor decisivo en la reconstrucción socialista de toda la economía nacional.
Se extendió la reconstrucción socialista tanto en la industria como en la agricultura.
Los koljoses, como forma socialista de explotación agrícola, eran algo nuevo. El
Partido tenía que dirigir con excepcional cuidado y habilidad para establecer la disciplina y
la organización en el trabajo, en la distribución de las ganancias, en la lucha contra el
igualitarismo y la falta de responsabilidad personal. Pero con especial cuidado había que
deshacer las maquinaciones de los kulaks, que penetraban en los koljoses para minarlos y
descomponerlos.
El camarada Stalin planteó la necesidad de fortalecer los koljoses en el terreno
económico y de organización. Para poner término al sabotaje de los kulaks y ayudar a los
koljoses con hombres, consejos y dirección, propuso que se crearan las Secciones políticas
en las estaciones de máquinas y tractores.
En febrero de 1933, en el Congreso de koljosianos de choque de la U.R.S.S.,
desarrolló el camarada Stalin el programa de lucha por el afianzamiento bolchevique de los
koljoses y por una vida de bienestar en ellos. Para que todos los koljosianos alcanzaran el
nivel de bienestar, para que todos los koljoses fueran bolcheviques, para eso – decía – “sólo
se requiere una cosa: trabajar honradamente en el koljoz, utilizar bien los tractores y las
máquinas, saber cuidar el ganado, trabajar bien la tierra y cuidar la propiedad kojosiana”.
(Lugar citado, pág. 418.)
Este programa se convirtió en la bandera de lucha de los koljosianos.
Como consecuencia de haber realizado con éxito el primer Plan quinquenal stalinista,
la Unión Soviética se convirtió de país agrario en país industrial. En la economía, el sistema
socialista había terminado con los elementos capitalistas tanto en el dominio de la industria
como en la agricultura. Se había puesto fin al paro en las ciudades y a la miseria en el
campo. Se había acabado la explotación del hombre por el hombre. Todos los trabajadores
de la U.R.S.S. tenían abiertas las puertas hacia una vida de bienestar y de cultura.
Era un triunfo inmenso, de alcance histórico-mundial, que la clase obrera y los
campesinos de la U.R.S.S. había conseguido en dura lucha bajo la dirección del camarada
Stalin.
“…Todo esto – decía el camarada Stalin ante el Pleno del C.C. y la Comisión Central
de Control, celebrado el 7 de enero de 1933 – ha hecho de la Unión Soviética, de un país
débil y falto de preparación para defenderse, un país de poderosa capacidad defensiva, un
país preparado para cualquier eventualidad, un país que puede producir en gran escala todas
las armas de defensa moderna y proporcionarlas a su Ejército en caso de agresión exterior”.
(Lugar citado, pág. 375.)
El XVII Congreso del P.C.(b) de la U.R.S.S., celebrado en enero de 1934, constató la
victoria completa de la línea general leninista-stalinista del Partido y los éxitos decisivos
del socialismo en todos los dominios de la economía y de la cultura. En este Congreso se
aprobó el segundo Plan quinquenal staliniano, que completaba la reconstrucción técnica de
todas las ramas de la economía nacional, la liquidación de los últimos restos de las clases
explotadoras en nuestro país.
En los países capitalistas contemporáneos, la política de los gobiernos se ve
desgarrada por los intereses contradictorios de los grupos monopolistas del capital; los
intereses particulares de estos grupos prevalecen cada vez más no sólo sobre los intereses
generales del Estado, sino incluso sobre los intereses de la clase dominante.
Los hombres que detentan el Poder en los países capitalistas rara vez tienen una
visión más o menos amplia no sólo del desarrollo social de su propio Estado, sino de los
intereses generales de su nación. Por regla general, los hombres de Estado allí lo que hacen
es maniobrar, tratando de atenuar la exacerbación de las contradicciones entre los diversos
intereses, tratando de encontrar una componenda. Se elevan a la dirección los pillos, los que
saben comprar, vender, poner de acuerdo los intereses más opuestos. Claro que semejante
“política” está sujeta a las contingencias más inesperadas para los mismos políticos. El
único punto en que coinciden todos los grupos burgueses que luchan entre sí es el miedo
zoológico y el odio al proletariado, la sed de explotarlo aún más despiadadamente.
“La burguesía – escribía Lenin – sólo reconoce que el Estado es fuerte cuando, con
toda la potencia del aparato gubernamental, puede lanzar a las masas en el sentido que
desean los dirigentes burgueses”. (Lenin, t. XXII, pág. 18, ed. Rusa.)
Fundamentalmente distinto es el Estado de la dictadura del proletariado, antípoda del
Estado capitalista, que ha nacido como resultado de la lucha de las fuerzas espontáneas,
ciegas de clase. El Estado de la dictadura del proletariado es consecuencia de la victoria del
proletariado. Lo ha creado de la voluntad consciente del proletariado y de las masas
trabajadoras para vencer y liquidar todas las clases explotadoras, para acabar con toda
explotación del hombre por el hombre, para construir el socialismo.
Nuestro Gobierno ve claramente el objetivo a que dirige sus actividades: llevar a la
práctica el programa del Partido Comunista, dar fuerza al Estado. Y como el Estado de la
dictadura del proletariado es el único del mundo que está rodeado de países capitalistas, el
principal cometido de su dirección consiste en asegurar su capacidad defensiva.
La dirección del nuestro Estado se ve obligada a seguir una política muy compleja, a
estar siempre preparada para cualquier eventualidad, porque los cabecillas del mundo
capitalista sólo desean su perdición y, como cazadores, distribuyen por las sendas de su
expansión y de su florecimiento celadas, trampas y emboscadas. Nuestra dirección tiene
que mantenerse en un elevadísimo grado de perfección.
Y el camarada Stalin nos da ejemplo de semejante dirección. Los hechos escuetos que
más arriba hemos citado, tomados de su actividad social y política, ilustran brillantemente
su enorme capacidad de orientación en el terreno social y político, su capacidad de prever
con acierto el proceso de desarrollo de los acontecimientos. Y este es el don más preciado
de un dirigente, de un jefe.
Recorramos con la mirada su vida. De joven, hizo el juramento de Anibal de
consagrarse por entero y sin reservas a la causa de la clase obrera, a la lucha por sus
intereses, por los intereses de las masas trabajadoras. Durante más de cuarenta años, está
constantemente en las primeras filas del proletariado combatiente.
Juntamente con Lenin, forma y desarrolla el Partido Comunista. Juntamente con él, lo
lleva al combate, al frente de la clase obrera, retrocediendo en los momentos de derrota, le
reconforta y le infunde ánimo – ¡La victoria definitiva es nuestra! –, concentra todas las
fuerzas en la conservación de su capacidad combativa, para mantener su unión con las
masas, para prepararlo a las nuevas batallas contra el capitalismo.
El capitalismo está derrotado, y se ha desbrozado el camino que conduce a la
construcción del comunismo. Y junto con las masas trabajadoras, dirigiéndolas, Stalin
construye el comunismo.
Su dirección no es casual, sino que nace orgánicamente en las masas trabajadoras, en
la vanguardia combatiente de la clase obrera – el Partido Comunista –, en los largos años de
lucha por los ideales del proletariado, en su constante identificación con las masas. En ello
consiste la unidad íntima de la dirección stalinista con las masas. No en vano proclaman
ellas: “¡Gran Stalin! ¡Querido Stalin!”
Grande y querido… ¿Cómo hacer de estas dos palabras un todo? Porque cuando la
esposa o la hermana dicen “querido”, no se puede añadir “grande”. Pero las masas lo
añaden. Y tienen el derecho moral de hacerlo, porque él ha crecido y se ha templado
políticamente en el seno de las masas obreras y campesinas. Porque las masas, la clase
obrera, los campesinos, han luchado hombro con hombro con él. Porque sus ideas, sus
deseos y sus fines son, precisamente, las ideas, los deseos y los fines del pueblo, de la clase
obrera, del Partido Comunista. ¡Cómo no ha de serles querido! Y así es, en verdad: ¡querido
y grande!
La historia es un juez severo. Pero ante ella puede compadecer sin turbarse la
dirección del País de los Soviets, la dirección del Partido. Como timonel experto, lleva el
camarada Stalin valientemente la nave del Estado por el camino trazado hacia el
comunismo…
No en vano ha dicho con inspiración oratoria uno de los dirigentes de talento de
nuestro Partido, el difunto Serguei Mironovich Kírov:
“Difícil es imaginarse una figura tan gigantesca como la de Stalin. En los últimos
años, desde que trabajamos sin Lenin, no sabemos de ningún viraje en nuestro trabajo, de
ninguna iniciativa, consigna o directiva de cierta importancia en nuestra política, cuyo
autor no sea el camarada Stalin, sino alguna otra persona. Todo el trabajo fundamental –
esto debe saberlo el Partido – se hace siguiendo las indicaciones, la iniciativa y la
dirección del camarada Stalin. Los problemas más trascendentales de política internacional
se resuelven según sus indicaciones; y no sólo estos grandes problemas, sino cuestiones que
podrían parecer de tercero y aun de décimo orden, le interesan si atañen a los obreros, a los
campesinos y a todos los trabajadores de nuestro país”.
Todo en estas palabras es verdad, desde el principio hasta el fin.
XII
La mirada de nuestro jefe, del timonel soviético, se fija muy lejos, en los horizontes
más apartados del porvenir: pero, al mismo tiempo, ve todo lo que ocurre a su alrededor,
velando con ojo avizor por la seguridad de la nave de Estado. Sabe distinguir
admirablemente lo grande en lo más pequeño, y los brotes de lo nuevo en lo viejo. Domina
perfectamente el arte leninista de determinar en cada momento cuál es el eslabón decisivo
en la cadena política.
Por ejemplo, en el discurso que pronunció en la sesión de fin de curso de la Academia
del Ejército Rojo en 1935, el camarada Stalin dijo:
“Antes decíamos que la ‘técnica lo decide todo’. Esta consigna nos ha ayudado en el
sentido de que hemos liquidado el hambre de técnica y hemos creado una base técnica
amplísima en todas las ramas de la actividad para fortalecer a nuestros hombres con las
ramas de la actividad para fortalecer a nuestros hombres con una técnica de primer orden.
Esto está muy bien. Pero dista mucho de ser suficiente. Para poner en movimiento la
técnica y sacarle todo el rendimiento, hacen falta hombres que la dominen, hacen falta
cuadros capaces de asimilar y aprovechar esta técnica de acuerdo con todas las reglas del
arte. La técnica con hombres al frente que la dominen puede y debe hacer milagros. Si
nuestras fábricas y empresas industriales de primer orden, si nuestros sovjoses y kojoses, si
nuestro Ejército Rojo contaran con una cantidad suficiente de cuadros capaces de dominar
la técnica, nuestro país obtendría un rendimiento tres o cuatro veces mayor que el que ahora
obtiene. Por eso, actualmente, hay que hacer hincapié en la cuestión de los hombres, de los
cuadros, del personal que domine la técnica. Por eso, la vieja consigna de ‘la técnica lo
decide todo’, consigna que era un reflejo del período ya sobrepasado, en el que padecíamos
hambre de técnica, debe ser sustituida hoy por una nueva consigna, por la consigna de ‘los
cuadros lo deciden todo’. Esto es ahora lo fundamental…
Es necesario que se acabe de comprender que todos los valiosos capitales que existen
en el mundo, el capital más precioso y decisivo lo constituyen los hombres, los cuadros. Es
necesario que se comprenda que, en nuestras actuales condiciones, ‘los cuadros lo deciden
todo’. Si contamos con los buenos y numerosos cuadros en la industria, en la agricultura, en
los transportes, en el Ejército, nuestro país será invencible. Si carecemos de ellos,
cojearemos de los dos pies”. (Lugar citado, pág. 490-1.)
Difícil es exagerar la importancia de este discurso del camarada Stalin. Dio un
impulso poderoso al movimiento stajanovista, magnífico movimiento de nuestra época, que
con razón es considerado como creación del camarada Stalin.
En la Conferencia de stajanovistas de la U.R.S.S celebrada en noviembre de 1935, el
camarada Stalin definió admirablemente el papel y la importancia del movimiento
stajanovista en la lucha por el comunismo, diciendo que “refleja el nuevo auge de la
emulación socialista, una etapa nueva y más alta de la emulación socialista…
La importancia del movimiento stajanovista está en el que es un movimiento que
destruye las antiguas normas técnicas por insuficientes; en que, en cierto número de casos,
sobrepasa la productividad de trabajo de los países capitalistas más avanzados, abriendo de
este modo la posibilidad práctica de seguir consolidando el socialismo en nuestro país, la
posibilidad de transformar nuestro país en el país más próspero.
Pero el movimiento stajanovista no es sólo esto. Su importancia está, además, en que
prepara las condiciones para el paso del socialismo al comunismo…, en que encierra el
germen del futuro auge cultural y técnico de la clase obrera, en que nos abre el único
camino por el cual se pueden obtener los índices superiores de productividad del trabajo,
necesarios para pasar del socialismo al comunismo y para suprimir el antagonismo entre el
trabajo intelectual y el trabajo físico” (Lugar citado, págs. 493-496).
El camarada Stalin concede gran atención al desarrollo del movimiento stajanovista y
éste penetra profundamente en todas las esferas de la actividad económica y cultural.
Actualmente, no hay rama de la industria, de la agricultura o de la ciencia donde no se
extienda como ola poderosa este grandioso movimiento de nuestra época, y que no abarque
cada vez más y más grupos de trabajadores, modificando su actividad ante el trabajo y ante
la propiedad común socialista.
No sólo sabe el camarada Stalin, a la manera leninista, fijar la atención del Partido y
de las grandes masas populares en el problema angular en un momento dado, sino que, al
mismo tiempo, sabe analizar profundamente, también a la manera leninista, el desarrollo
económico-social del país, y, a base de este análisis, decidirse a audaces actos políticos. El
ejemplo más característico en este sentido es la nueva Constitución de la U.R.S.S.
Suele decirse que las verdades más grandes son las más sencillas. Y, en efecto,
cuando el pensamiento stalinista revistió la brillante forma stalinista de las leyes
fundamentales del País de los Soviets, todo el mundo vio hasta qué punto se trataba de una
cosa sencilla y al mismo tiempo razonable, conveniente y, políticamente, indispensable. En
ello se puso de manifiesto la grandeza del jefe proletario.
La Constitución Stalinista es el resultado de la lucha y de los triunfos de los pueblos
de la U.R.S.S. Pero, además, se ha convertido en bandera para todos los trabajadores y
explotadores del mundo capitalista. Lo ha dicho magníficamente el camarada Stalin, en su
informe ante el VIII Congreso extraordinario de los Soviets, al discutirse la Constitución:
“Mientras que para los pueblos de los países capitalistas la Constitución de la
U.R.S.S. representará un programa de acción, para los pueblos de la U.R.S.S. representará
el balance de su lucha, el balance de sus victorias en el frene de la liberación de la
Humanidad. Como resultado del camino de las luchas y privaciones recorrido, es agradable
y causa júbilo tener una Constitución que trata del fruto de nuestras victorias, es agradable
y causa júbilo saber que la sangre abundantemente vertida por nuestros hombres no ha sido
derramada en vano y que ha dado sus resultados. Esto es lo que arma moralmente a nuestra
clase obrera, a nuestros campesinos, a nuestros trabajadores intelectuales. Esto es lo que
impulsa y estimula el sentimiento de orgullo legítimo. Esto es lo que afirma la fe que
tenemos en nuestras propias fuerzas y nos moviliza para una lucha nueva, para conquistar
nuevas victorias del comunismo”. (Lugar citado, pág. 534.)
Al adoptarse la Constitución Stalinista, quedaba terminado todo un período histórico
de construcción de la sociedad socialista sin clases. Comenzaba el período de lucha por la
construcción del comunismo.
En marzo de 1939, se celebró el XVIII Congreso del Partido. En su informe sobre la
actuación del Comité Central, el camarada Stalin desarrolló el programa de lucha para pasar
de la primera fase del comunismo a la segunda, diciendo:
“Hemos sobrepasado a los principales países capitalistas en sentido de la técnica de la
producción y de los ritmos del desarrollo industrial. Eso está muy bien, pero es poco. Es
necesario sobrepasarlos también en el sentido económico. Podemos y debemos hacerlo.
Sólo si logramos sobrepasar económicamente a los principales países capitalistas, podemos
esperar que nuestro país esté completamente provisto de artículos de consumo, tendremos
abundancia de productos y podremos pasar de la primera fase del comunismo a su segunda
fase”. (“El País del Socialismo, hoy y mañana”, pág. 27.)
El camarada Stalin ha abierto nuevos caminos en lo que se refiere a la concepción del
Estado como arma poderosa de la clase obrera para construir la sociedad comunista.
Si reuniéramos en forma sistemática todo lo que el camarada Stalin ha dicho sobre el
Estado en general, y sobre el Estado de la dictadura del proletariado en particular,
contaríamos con una obra doctrinal básica sobre el Estado socialista, su papel en la lucha
por el comunismo y el papel del Estado capitalista en la lucha contra el Estado de la
dictadura del proletariado.
El camarada Stalin pertenece al número de aquellos que no sólo escriben la Historia
sino que la hacen. No sólo ha creado y completado la historia del Estado socialista, sino
que, juntamente con Lenin, lo ha construido. Por consiguiente, sus trabajos doctrinales no
sólo arrojan luz sobre los caminos que ha de seguir el desarrollo del Estado socialista, sino
que, al mismo tiempo, son como croquis de trabajo de un arquitecto; en ellos podemos
encontrar siempre indicaciones de un inmediato carácter práctico, lo que hay que hacer hoy
en uno u otro dominio de la construcción. ¡Brillante unidad de la teoría y de la práctica!
En el transcurso de los últimos años, en cada Congreso del Partido, infatigablemente,
ha ido inculcando en la conciencia de las masas la importancia y el papel del Estado
proletario en construcción de la sociedad comunista. En el XVI Congreso del Partido, decía
en su informe sobre la actuación del C.C.: “El más alto desarrollo del Poder estatal para
preparar las condiciones de la extinción del Poder estatal: ésta es la fórmula marxista”.
(Stalin, “Los problemas del leninismo”, pág. 427, ed. Rusa.)
Como algunos miembros del Partido no tenían una idea clara de la extinción del
Estado socialista, dijo el camarada Stalin en el XVII Congreso del Partido:
“Las tesis de nuestro avance hacia la sociedad sin clases, tesis dadas como una
consigna, la han comprendido como un proceso espontáneo. Y ellos se decían: puesto que
se trata de la sociedad sin cales, significa que se puede debilitar la lucha de clases, que se
puede aflojar la dictadura del proletariado y terminar en general con el Estado, el cual de
todas maneras tiene que extinguirse en un porvenir próximo. Y se entregan a un entusiasmo
necio, en espera de que pronto no habrá ninguna clase, es decir, no hará lucha de clases:
desaparecerán las preocupaciones e inquietudes, es decir, se podrá deponer las armas y
echarse a dormir en espera del advenimiento de la sociedad sin clases”. (Lugar citado, pág.
467.)
De aquí deduce una nueva conclusión: es necesario fortalecer el Estado de la
dictadura del proletariado; a través de su fortalecimiento, está el camino hacia el
comunismo.
En el XVIII Congreso del Partido, el camarada Stalin planteó en forma todavía más
amplia y más profunda el problema del Estado socialista. Analizando la conocida fórmula
de Engels sobre la extinción del Estado, llegó a la conclusión siguiente: el Estado socialista
se mantendrá también con el comunismo, mientras no se liquide el cerco capitalista. Indicó
el peligro de no apreciar debidamente la importancia y la significación de nuestro Estado
socialista, lo mismo que la importancia y la significación de los Estados burgueses. Y como
consecuencia, formuló una tarea de actualidad: estudiar el aparato estatal de los países
burgueses, su estructura y su mecanismo, y perfeccionar por todos los medios el Estado
socialista, para poder oponerlo eficazmente frente al cerco capitalista.
“¿No es, acaso, de extrañar – preguntaba el camarada Stalin – que nos hayamos
enterado de las actividades del espionaje y de conjuración de los cabecillas trotskistas y
bujarinistas sólo últimamente, en los años 1937 y 1938, aunque, como se ve por la
documentación, estos señores eran espías de los servicios extranjeros y desplegaban sus
actividades de conjuradores ya en los primeros días de la Revolución de Octubre? ¿Cómo
se nos ha podido escapar un asunto tan grave? ¿Cómo explicar este yerro?... Esto se explica
por una subestimación de la fuerza y la importancia del mecanismo de los Estados
burgueses que nos rodean y de sus órganos de espionaje, que tratan de aprovechar la
flaqueza de los hombres, su vanidad, su falta de carácter, para enredarlos en sus redes de
espionaje y cercar con ellos los órganos del Estado Soviético. Se explica por menospreciar
el papel y la importancia del mecanismo de nuestro Estado socialista y de sus órganos de
contraespionaje, por menospreciar a estos órganos, por la charlatanería de que el
contraespionaje, en el Estado Soviético, es una nimiedad y una tontería, que el órgano de
contraespionaje soviético, lo mismo que el propio Estado Soviético, habrá que entregarlos
pronto al museo de antigüedades”. (El País del Socialismo, hoy y mañana”, págs. 50-51.)
Aplicando magistralmente el método del marxismo-leninismo, el camarada Stalin ha
penetrado profundamente en la esencia del Estado. Analizando las funciones del Estado
socialista en sus diversas etapas, ha demostrado su excepcional importancia en la
construcción del comunismo y en la defensa del País de los Soviets contra la acción de los
enemigos.
El camarada Stalin ve en el Estado socialista una palanca poderosa en la lucha por el
comunismo, pero sólo con profunda ciencia puede utilizarse esa palanca. Y él, en su
actividad, nos da ejemplo de esa ciencia y la inculca infatigablemente a los ciudadanos
soviéticos.
***
El camarada Stalin es un hombre feliz. Puede estar orgulloso. Cuando cumple los
sesenta años, un país enorme, la sexta parte del mundo, ha llegado al socialismo bajo su
dirección.
Enormes son los méritos que ha contraído ante los trabajadores de todo el mundo,
ante los pueblos de la Unión Soviética y, sobre todo, ante el pueblo ruso. Su actividad
política y social tiene que ser conocida de las más grandes masas, porque constituye un
ejemplo de vida humana profundamente ideal.
Sólo enumerando simple, cronológicamente los hechos de su actividad práctica,
externa, que todos han visto, tenemos ya un trabajo enorme realizado en el desarrollo del
movimiento revolucionario en Rusia, y por tanto en todo el mundo.
Aun cuando se expongan los hechos en términos escuetos, no puede ocultarse el
acendrado espíritu del sacrificio del camarada Stalin, su heroísmo, su compresión del fin
propuesto, su profunda comprensión de las leyes objetivad del desarrollo de la sociedad.
Tenía 17 años cuando consagró su vida a liberar de toda forma de opresión a los
subyugados por las cadenas del capitalismo. Se entregó a esta causa sin reservas. Toda su
vida estuvo desde entonces dedicada a ella y nada más que a ella.
Las personas excesivamente vanidosas menosprecian a veces un trabajo sencillo,
sobre todo si es una labor técnica, diciendo que les molesta, impide su desarrollo, limita su
horizonte. La actividad social del camarada Stalin demuestra claramente que un ideal
convierte el trabajo más sencillo en trascendental labor política.
Al dejar el seminario, rompiendo con toda vida que legalmente le rodeaba,
separándose de su familia, al pasar a la clandestinidad, ¿perseguía, acaso, el camarada
Stalin fines personales, con el deseo de dedicarse a un trabajo que sólo ampliara su propio
horizonte (semejantes “revolucionarios” abandonan pronto la clandestinidad, cuyo trabajo
“ordinario” no les satisfacía)? No, lo que el camarada Stalin quería era hacer lo más posible
por el movimiento obrero revolucionario. Toda labor que ayudara a este movimiento le
parecía valiosa y, por ello mismo, altamente ideal. Por eso, vemos al camarada Stalin
ocupado en todos los tipos y formas del trabajo revolucionario.
Organiza círculos clandestinos, despierta y encauza la energía revolucionaria de los
obreros hacia la lucha común revolucionaria. Escribe proclamas y él mismo las imprime y
las distribuye. Dirige huelgas de obreros, va a la cabeza de manifestaciones, exponiéndose
al mayor peligro, como dirigente. Escribe artículos de dirección que son llamamientos para
organizar un partido obrero revolucionario, artículos que desenmascaran y fustigan el
oportunismo en todas sus formas y manifestaciones.
Peregrinando toda su vida por cárceles y destierros, trasladándose de una ciudad a
otra por voluntad del Partido, adonde el Partido tenía particular necesidad de colaboradores
abnegados, el camarada Stalin, juntamente con Lenin, organizó, creó y desarrolló nuestro
Partido. Juntamente con Lenin, dirigió el Partido, el movimiento revolucionario y la
insurrección armada de Octubre.
Infinito es el cariño del Camarada Stalin por Lenin. Es un cariño entrañable, que nace
de la comunidad de ideas y de aspiraciones. La autoridad de Lenin es para él
indiscutiblemente.
Buscando una analogía histórica, la afección de Stalin hacia Lenin recuerda la de
Lenin hacia Marx, con la única diferencia de que el camarada Stalin ha trabajado largos
años con Lenin. Quiero decir con esto que su relación con Lenin ha sido más próxima, más
íntima.
Stalin ha estudiado magistralmente a Lenin; conoce perfectamente no sólo todas sus
obras, sino también el motivo de la aparición de cada una de ellas. Además, es indudable
que ejerció no poca influencia sobre Lenin.
Después de la muerte de éste, el camarada Stalin, en dura lucha con los enemigos del
Partido y del leninismo, consiguió salvar la integridad del Partido y cimentar firmemente
sus filas a base de las ideas del marxismo-leninismo. Ha levantado muy alta la bandera de
la cual el pueblo soviético construye el comunismo.
Acuden involuntariamente a la memoria unas palabras de Herzen sobre los hombres
del 14 de diciembre. Dice Hertzen que fueron una falange de “héroes legendarios forjados
de puro acero, desde los pies a la cabeza, héroes de epopeya…”. (Citado por Lenin, Obras
Completas, t. XV., pág. 464, ed. Rusa.)
A este tipo de hombres pertenece el camarada Stalin.
Pero él ha crecido y se ha templado políticamente en el seno de la vanguardia
revolucionaria de la clase obrera. Defiende los intereses de esta clase y sus ideales, es decir,
las ideas del socialismo científico. Siempre estuvo dispuesto, y está dispuesto también en
adelante, a entregar a la causa del proletariado mundial todas fuerzas, todo su talento y, si
hiciera falta, hasta la última gota de su sangre, y todo esto sólo puede hacerlo un hombre
que tenga toda la sabiduría del marxismo-leninismo.
Los trabajos teóricos del camarada Stalin constituyen una aportación de inmenso
valor al tesoro del marxismo-leninismo y su estudio descubre amplios horizontes. Basta
recordar sus conferencias “Sobre los fundamentos del leninismo”. Por su estilo
concentrado, su claridad, su completa y profunda comprensión del marxismo-leninismo,
constituyen una obra única en la literatura del marxismo-leninismo. No en vano es el libro
de cabecera de millones de hombres.
Enorme impulso ha dado a la teoría marxista-leninista la doctrina del camarada Stalin
sobre el Estado de la dictadura del proletariado, sobre su papel como poderoso instrumento
en manos del proletariado para construir la sociedad comunista.
En la teoría de la dictadura del proletariado y de la revolución socialista es parte muy
importante el problema nacional. En este punto, Lenin y Stalin crearon la escuela
bolchevique mucho antes de Octubre. En enero de 1913, escribió el camarada Stalin el
famoso folleto “El marxismo y el problema nacional”, en el que ha fundamentado de un
modo clásico la teoría bolchevique sobre la cuestión nacional y la consigna bolchevique de
que cada nacionalidad tiene derecho a la autodeterminación. Estos principios siguen siendo
hoy los que dirigen la política nacional de nuestro Partido.
Muy recientemente, por iniciativa y con la participación más directa del camarada
Stalin, se ha redactado el “Compendio de Historia del P.C.(b) de la U.R.S.S.”. El valor de
este trabajo teórico en el desarrollo del pensamiento marxista es evidente para todo el que
quiera comprender y asimilar el marxismo-leninismo.
El camarada Stalin domina perfectamente el método del marxismo-leninismo, que ha
defendido y fundamentado en lucha contra numerosos enemigos, que ha concretado y
seguido desarrollando sobre la base de la riquísima experiencia de la construcción del
socialismo en medio del cerco capitalista, luchando por el paso al comunismo.
Más de cuarenta años lleva el camarada Stalin luchando inflexiblemente por la causa
del proletariado. Juntamente con Lenin, abrió una brecha en el frente capitalista y ha creado
el Estado de la dictadura del proletariado. Desde 1924, está al frente del Partido Comunista
y del pueblo soviético. Es la esperanza, el faro que seguía a millones de hombres
trabajadores. En estas solemnes palabras del pueblo: Lenin y Stalin, resuena en nuestros
oídos la unidad de su grandioso pensamiento.
La historia de la Humanidad cuenta con bastantes grandes hombres, hombres
geniales, pero Lenin y Stalin son únicos en su género. Porque no son grandes sólo por sí -
mismos. Sus raíces están en las masas. Son identificados en los mejores ideales y
aspiraciones porque en la grandeza de ellos ven la suya propia. Y por eso el pueblo
soviético, las masas trabajadoras de los países capitalistas y toda la humanidad progresiva
proclama con orgullo:
“¡Grande es Lenin!” “¡Grande es Stalin!”.
“¡Viva largos años nuestro querido gran Stalin!”.
Edición digital
Diciembre de 2018
Medellín, Colombia