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Francisca Noguerol
Universidad de Salamanca
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All content following this page was uploaded by Francisca Noguerol on 24 August 2015.
Si existe un tema recurrente en la última poesía latinoamericana escrita por mujeres, éste
es el del erotismo. Así se puede apreciar a través de numerosas antologías que han aparecido en
los últimos años realizadas bajo este criterio, en las que se manifiesta la sexualidad femenina en
todas sus variantes -activa o pasiva, pudorosa o agresiva, problematizada o gozosa- pero
siempre utilizada por las autoras en sus textos para subvertir el discurso patriarcal 1.
Al afirmar el aspecto carnal de su identidad, las poetas expresan su libertad,
declarándose sujetos de su propio placer y demostrando cómo sienten las mujeres 2. Este hecho
repercute en un cambio de estrategias textuales que me interesa considerar detenidamente3. En
las siguientes páginas analizaré libros escritos en los últimos quince años (de 1984 a 1999) por
mujeres entre veinticinco y cincuenta años de edad, quienes demuestran algunos perfiles
diferenciables en su escritura de acuerdo con el tema que tratan. Integradas en sociedades donde
"sexual passion and desire threaten the normal, the liveable, the everyday, with all manner of
distraction" (Kuhn 23), estas poetas han sido educadas para actuar "within the conventions and
institutions of heterosexual courtship, marriage, and family" (Kuhn 23).
Por ello, se apoderan de lenguajes y temáticas hasta ahora vedados a su sexo, siendo el
referente erótico uno de sus principales centros de militancia. Para tratarlo, hacen uso de
elementos considerados propios del discurso masculino como el sarcasmo, la violencia verbal o
las parodias de la tradición. A veces llegan a la procacidad y el insulto, pero siempre intentan
obviar la queja convencional, que colocaba a la mujer en una actitud de sumisión y espera frente
al poder masculino.
1
Destacamos entre otros los trabajos editados por Fernández Olmos, Manca, Forgues y Pfeiffer.
2
Utilizo el término "poeta" y no "poetisa" por las connotaciones cursis y pueriles que siempre ha
acogido el segundo término. Para una discusión más extensa sobre el porqué de esta elección en la crítica
literaria contemporánea vid. Reisz (41-45). El excelente libro de la profesora Reisz me sirvió de estímulo
constante para la realización de este ensayo.
2
La escritura de estas autoras parece responder a las propuestas realizadas en los años
setenta por Hélène Cixous (Cixous 1975) y Luce Irigaray (Irigaray 1974), quienes proponían
una ruptura con la cultura androcéntrica y el establecimiento de un discurso femenino en el que
se destacara el cuerpo de la mujer y su sexualidad alienada. Para estas autoras, el
reconocimiento de la especificidad del erotismo femenino conlleva una nueva poética expresiva,
una escritura desplazada que rompe con las convenciones estéticas tradicionales. Comienzan
diferenciando la sexualidad masculina -directa y objetivada en la posesión sexual de la amante-
de la femenina -más pendiente del aspecto sensual y presente en toda la geografía corporal de la
mujer-. Así lo señala Luce Irigaray:
El sexo de la mujer está en todo su cuerpo (...). La geografía de su placer
es mucho más diversificada, múltiple en sus diferencias, compleja, sutil, de lo
que se ha imaginado (...) dentro de un imaginario que está demasiado centrado
en lo único y lo mismo (Irigaray Sèxe 28).
y lo refrenda Francesco Alberoni:
El erotismo femenino, de por sí, tiende a una estructura continua,
eternamente recurrente, como la música oriental que no tiene principio ni fin. O
como el jazz, constituido por múltiples variaciones, pero sin ningún cambio
brusco, radical, y sin la apariencia de una diversidad absoluta. El erotismo
masculino, en cambio, tiende a la discontinuidad, a la revelación de lo diferente,
de lo totalmente nuevo (Alberoni 224)4.
Pero veamos ya la expresión del erotismo en estas autoras. El deseo femenino se
genera con la caricia lenta y parsimoniosa. La chilena Heddy Navarro se queja de la rápida
embestida masculina utilizando imágenes marítimas. Convierte las olas de la creciente
excitación -una imagen muy frecuente en esta lírica- en una "pleamar" que avanza con los
juegos sexuales anteriores al coito. De ahí el título de su poema:
PREAMAR
Los cochayuyos
resisten la arremetida de las olas
mi piel persevera en orillarse contigo
Pero tú mi macho
todo lo inseminas
hasta los pequeños moluscos
que escondo entre mis dedos (Navarro Poesía reunida 34).
3
En mi artículo "La voz de Marcela: mujer y poesía en la literatura hispánica del Siglo XX", he
analizado algunos otros aspectos relacionados con las innovaciones temáticas y formales que presenta la última
poesía latinoamericana frente a discursos anteriores (Noguerol 217-243).
4
En este sentido puede consultarse también a Rubin (7-29).
3
I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo...
No es tarea fácil -sí placentera-
No creas hacerlo en un día o noche de sábanas
explayadas
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas
II
El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado
Encuentras un astro y quizás deberás empezar
Corregir el rumbo cuando nubehuracán o aullido
profundo
Te pongan estremecimientos
Cuenco de la mano que no sospechaste.
III
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos cúmulus nimbus de los pulmones (...)
IV
Instálate en el humus sin miedo al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído revuélvele la espesa cabellera
con la
Espada de fuego usurpada
Muerde la manzana (...) (Zamora 325).
Una petición similar permea "Paciencia" de la chilena Marjorie Agosín, breve texto que
alcanza una inusitada intensidad gracias a la "antipoética" palabra que le sirve de conclusión:
Si con paciencia
me tocas
los muslos
encontrarás
la luz de
4
las hojas,
los sueños
del cloroformo (Agosín 19).
La mujer ha dejado de ser objeto para detentar un rol activo en la relación sexual, donde
demanda y obtiene placer. Pero este camino es difícil y largo. Resulta común encontrar entre las
poetas que comenzaron a escribir en los setenta la asunción del discurso erótico del Cantar de
los Cantares. Representan la entrega amorosa, total, bajo el modelo literario de la Sulamita,
primera mujer que habla de su propio deseo en nuestra tradición literaria pero que -por la
interpretación de estas poetas- confiesa obtener el goce físico gracias al amado. Así ocurre en el
poemario de la costarricense Eunice Odio Los elementos terrestres (1984), y en muchos de los
primeros textos de Gioconda Belli. En este sentido resulta bastante significativo "Biblia":
Sean mis manos como ríos
entre tus cabellos.
Mis pechos como naranjas maduras.
Mi vientre un comal cálido para tu hombría.
Mis piernas y mis brazos sean como puertas,
como puertos para tus tempestades.
Mi pelo como algodón en rama.
Todo mi cuerpo sea hamaca para el tuyo,
y mi mente tu olla,
tu cañada (Belli Ojo 14)5.
Entre las más jóvenes, las hablantes poéticas que se entregan al amor según parámetros
tradicionales son conscientes de la pasividad de su actitud. Por ello asumirán formas de
colonización en su discurso y presentarán al hombre como un peligroso invasor por el que
acabarán esclavizadas. Es el caso de la chilena Rosabetty Muñoz, quien se definirá a sí misma
con "Vocación de abrazo para el hijo del pirata./Vocación de túnel/ y de humedad" (Muñoz 19),
y reunirá los siguientes poemas bajo el significativo título de "Invasiones" :
CONQUISTA
Con maestría el forastero
se me acerca a la orilla
y ordena el plumaje de sus alas.
El eros sostenido en una cuerda
explotando ocultamente.
Sin frenos, de dientes afilados
5
Véase la importancia de la identidad mujer/naturaleza en el texto de Belli, que se repite en muchas
otras autoras y que da la razón a Evelyn Fox-Keller cuando, oponiéndose al discurso científico, por el que el
investigador tiene como misión controlar la Naturaleza, señala que la mujer, en su conjunción de siglos con la
Materia, no la intenta dominar sino relacionarse eróticamente con ella (Fox-Keller 8).
5
EXPUESTA
Prontos a herir
se amontonan en las afueras de mí.
Un ojo sobre otro.
Me voy a ellos con los brazos abiertos.
No vaya a ser
que no me alcancen.
No vaya a ser
que el dolor de sus colmillos
me sea negado
para siempre (Muñoz 23).
Pero la actitud más frecuente en estas autoras implica la asunción de un rol activo. Así
ocurre con la expresión gozosa del deseo que abre muchos poemarios, y de la que resulta buena
muestra la siguiente parodia de las oraciones y enseñanzas cristianas realizada por la venezonala
Cecilia Dulcey, donde se invierten los valores tradicionales en una provocadora mezcla de
"Gloria", "Ave María" y "Credo":
Gloria a la lujuria
parece gritar el sol sobre la playa:
bendita tú entre todos los pecados
porque mantienes vivaces
los cuerpos y las almas
y en desasosiego perenne los espíritus.
Yo creo en ese sol soberbio
en ese sol lleno de ardores
sol de las especies
que calienta la piel
madura el fruto
colorea las espigas, la madera
y quiebra audazmente sus rayos
en las olas de la sangre (Dulcey 23).
Como señala Ann Kaplan en relación a las mujeres, "if we have to have sexual pleasure,
it can only be constructed around her objectification, it cannot be a pleasure that comes from
desire for the other (a subject position) -that is, her desire to be desired" (Kaplan 316). Este
hecho explica que la boliviana Blanca Wiethüchter escribiera un poema encabezado por el
epígrafe de Lezama Lima "El que escoge/inmoviliza lo escogido", donde una mujer sumisa
acepta pasivamente su rol de objeto (Wiethüchter 25-26). La contestación a este texto se da unas
páginas más adelante:
6
Elevada
por un encendido rumor de río
esa mujer de verde cabellera
cantaba a su elegido:
-Alabo tus barbas
que inducen mi piel al acecho.
Alabo tu pecho
que rocíos mis labios rozan
la explanada de tu vientre
la bandada de pájaros en mi sangre
su acento
me incita
desciendo
abajo
ladera abajo
a la húmeda espesura
donde gloria de ave
serpiente
se alza columna
árbol
que prodiga esperas y bodas
río que abre su cauce
y arrasa y abraza
distancias
enlaza
destinos
semeja
del verso y reverso
mismos los cuerpos se mecen
y cede sin prisa
solitud
a una araña
más sola
que una araña (Wiethüchter 43-44).
La chilena Alicia Galaz-Vivar Welden pide la igualdad a través de un poema donde la
coincidencia de los nombres refleja el equilibrio entre los amantes:
JUANA AMA A JUAN
En rito erótico bipartito
la sábana de la noche
extiende sus especulaciones (Galaz 28).
En "Pavana", la misma autora explicita los sensuales juegos del amor erigiéndose a
veces en "hembrarreina" y otras en "corderillo":
7
Bébeme la costilla
en el charco que nos mira
tan iguales
los dos ya no cabemos
en el huevo que nos ata (Navarro Poesía reunida 100-101).
Muy significativos resultan los poemas dedicados a prácticas sexuales "heterodoxas"
como el autoerotismo o el sexo oral, temas muy frecuentados en los últimos poemarios escritos
por mujeres porque subvierten los roles tradicionales desde la base. La chilena Soledad Fariña
ofrece un buen ejemplo de este hecho en "Saciar su hambre", texto cargado de sensualidad, en el
que la disposición tipográfica subraya los momentos climáticos y la ausencia de puntuación
refleja el "continuum" del deseo en la práctica del cunnilingus:
SACIAR SU HAMBRE
(de esencia)
pide la lengua
MULADAR
Mujer que te desnudas para tocarte y que te toque
la mano del deseo, furiosa de soledad y de miedo
hasta el aturdimiento, hasta la hora cero
de un vacío anticipado en el hueco de una fosa,
en la oquedad de palabras no pronunciadas.
Deshecha en un ovillo mendicante, precipitadamente
marchita y claudicante, sumida en el limbo
de la noche perfecta, en el pozo de la indefensión
del sexo, yo te proclamo fortificación del extravío,
espuma y cogollo de la andancia, paso perdido,
llaga del sol y verano abortado. Convicción
demasiado clara para desafiarla de pie y a solas sin
la musiquilla y aquel cielito que te tienen prometido (Galaz 32).
Su compatriota Cecilia Vicuña refleja de nuevo el deseo insatisfecho en Luxumei o el
traspié de la doctrina (1983), rompiendo el canon femenino en textos como el siguiente:
Soy de cuatro patas
preferentemente,
las ramas
me saldrán por la piel,
estoy obligada a ser
un ángel con la pelvis
en llamas (Vicuña 62).
Carmen Berenguer recurre a la alusión intertextual -la protagonista de La gata sobre el
tejado de zinc, del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams, canonizó la sexualidad
femenina insatisfecha desde la publicación de la pieza teatral- al titular su poema "La gata sobre
la fonola helada":
ESPOSO EROTICUS
Como recién nacido que regüelda la leche duermes
y en el lecho y en el sueño te estiras y te hundes.
Recién nacido para que alguien te destete
y sigas en la misma postura.
Tu cabeza desmelenada se desplaza como un río
-cama abajo- por la pendiente del limbo.
Engañador, metafísico de café,
con tu mirada fija en la blandura sexual
de las guías nectarinas de la falda,
eres, al viento y al abusivo polen,
el magnífico de las azoteas veraniegas.
Buscas la conversación intencionadamente ambigua.
Siempre habrá mujer que llegue a la cuadratura
del círculo de tu pecho:
ero-to-mano, eros-to-ombligo, ero-to-ad-infinitum (Galaz 12).
La militancia contra el machismo se percibe en poemas que subvierten el canon
masculino. Es el caso de "Acerca de aquellos hombres", donde Heddy Navarro describe a su
anti-héroe, sobre el que "nunca quisiera escribir un poema" (Navarro Poesía reunida 3-4):
10
INVITACIÓN
Deslizo mis pestañas
por una puerta de librería
el ojo extiende su espinel sin
carnada
a puro remo vuelvo a buscarte
por si quieres comer conmigo
en vez de esa sopa de letras
esta sierra a las brasas (Navarro Poesía reunida 33).
La lucha política y el rol sexual activo se funden en la costarricense Ana Istarú:
Lo mato y lo remato
con mi sexo abierto y rojo,
manojo cardinal de la alegría,
desde esta América encarnada y encendida,
mi América de rabia, la Central (Fernández Olmos 168).
8
Con esta actitud se invierten los papeles asumidos por las poetas de los setenta, especialmente patente
en las sandinistas nicaragüenses, quienes coincidían en comprometerse políticamente gracias a sus amantes (vid.
Belli, Zamora, Najlis o Murillo entre otras).
12
ni lo pienses caperuza
ni lo pienses (Toledo 38)9.
En relación a los cánones literarios, la venezolana Yolanda Pantín rechaza los tópicos de
la poesía erótica desarrollados por su coetáneo colombiano Juan Gustavo Cobo Borda,
contestando al texto entrecomillado con el que inicia "Pliegue de la puerta":
Cualquier mujer
suspira
recoge el cabello
en el hueco de la nuca
aspira la axila
del que ama o desea
desesperadamente
plena
gruta húmeda
mas no cualquiera
deviene
gruta mancillada
y no siempre
la lengua
ni la punta
recoge
el vello
pliegue
de la puerta (Pantín 64).
En un ejercicio muy similar, Marjorie Agosín dedica "Ritual de mis senos" a Pablo
Neruda, con lo que enfatiza la impronta en su texto del famoso poema residenciario "Ritual de
mis piernas". Sin embargo, en sus versos el referente masculino se desplaza al cuerpo de la
mujer, y la exultación sensual original da paso al sentimiento de soledad y abandono:
9
Los cuentos de hadas, textos que han contribuido enormemente a que las mujeres aceptaran su papel
secundario en la sociedad desde muy pequeñas, están siendo cuestionados en la segunda mitad del siglo XX por
autoras tan reconocidas como la británica Angel Carter en The Bloody Chamber o la argentina Luisa Valenzuela
en "Cuentos del Hades", dentro de su libro de relatos Simetrías.
13
10
La española Carmen Conde realizó un ejercicio parecido al de di Paolo comentado por Christine
Arkinstall en "Desmitificando el misticismo: Carmen Conde y La noche oscura del cuerpo" (Arkinstall 189-
208).
14