Signo y Simulacro

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SIGNO Y SIMULACRO

Signo y simulacro por Mariela Matos Smith y Alejandro Terenzani, UCAB, está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-
NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Tabla de contenido

Objetivo...................................................................................................................................................................................03
Introducción ........................................................................................................................................................................04
La sociedad de consumo y la hiperrealidad según Baudrillard ................................................. 05
Semiosis social por Verón ......................................................................................................................................... 11
Cierre ........................................................................................................................................................................................ 23
Referencias ...........................................................................................................................................................................21

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Objetivo

El objetivo de este último tema es mostrar cómo el signo y el símbolo están


presentes en nuestras sociedades contemporáneas y cómo tienen una gran
influencia, a través de los medios de comunicación, en la conformación de nuestras
visiones sociales.
Para entender este fenómeno que incluye aspectos económicos, políticos y
culturales, se abordan dos propuestas conceptuales semióticas claves: la idea de
sociedad de consumo, propuesta por Jean Baudrillard, y el proceso de formación
simbólica en nuestras sociedades, según la semiosis social de Eliseo Verón.
Estos aspectos se concatenan bajo el precepto de una sociedad en la que
prevalecen los símbolos, la publicidad está omnipresente y finalmente vivimos en lo
que podemos llamar un constante simulacro.

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Introducción

El estudio del signo en las sociedades contemporáneas, más allá de su análisis


teórico, abarca temas complejos y polémicos que incluyen el espectro simbólico de
consumo político, ideológico y económico de tipo práctico. Cómo usamos los
símbolos y los medios de comunicación y difusión para crear nuevas realidades es lo
que estudiaremos en este tema.
En primer lugar, revisaremos las propuestas del filósofo francés Jean
Baudrillard sobre la sociedad de consumo en el mundo moderno y posmoderno,
donde el consumo de símbolos es paralelo al de las mercancías que representan.
Luego veremos las ideas planteadas por el semiólogo argentino Eliseo Verón,
quien define una semiosis social, esto es, la ceración simbólica propia que hace cada
cultura y cada sociedad, en especial las actuales, donde los medios de comunicación
de masas son los grandes difusores de estos elementos semióticos que transforman
nuestros valores y responden a las estructuras sociopolíticas imperantes.
El análisis que se hace de estas propuestas es lo que entendemos por “signo y
simulacro”, o sea, lo que el mismo Baudrillard llama la “hiperrealidad”.

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La sociedad de consumo y la hiperrealidad según
Baudrillard

Jean Baudrillard (1929-2007) fue un filósofo y sociólogo francés, crítico de la


cultura francesa. Su trabajo se relaciona con el análisis de la posmodernidad y la
filosofía del post-estructuralismo. Entre sus libros destacan El sistema de los objetos
(1969), La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras (1970), El espejo de la
producción (1973), Cultura y simulacro (1978) y El intercambio simbólico y la muerte
(1980). Tras doctorarse en Sociología ejerció como profesor en la Universidad de
Nanterre, París. Más tarde ingresó en el Instituto de Investigación Social, laboratorio
del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS). Entre 1962 y 1963 publicó
críticas literarias en la revista Les Temps Modernes, dirigida por Jean-Paul Sartre.
Estuvo muy activo intelectual y políticamente hasta su muerte en Reims, Francia.

Fuente: Jean Baudrillard. Extraída de El País

Baudrilard estaba convencido de que la base del orden social era el consumo
y ya no la producción; por esto afirmó que las teorías marxistas sobre el modo de
producción devienen en un imperialismo, ya que todas las sociedades posibles tienen
que definirse en relación con el modelo productivo. De esta forma, “la historia” sería
solo la historia de los modos de producción. A partir de esto, subraya que es el código
abstracto del consumo es el que organiza y distingue los objetos en tanto signos, no
como expresiones individuales de necesidad y placer en el objeto o por el objeto, sino
como partes de un sistema.

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En Cultura y simulacro (1978) aborda una propuesta interesante respecto a la
relación entre los símbolos, la cultura y el consumo. Destaca que en el consumo se
presenta un código abstracto, que organiza y distingue los objetos en tanto signos, no
como expresiones individuales de necesidad y placer en el objeto o por el objeto, sino
como partes de un sistema. Es decir, el consumo no es placentero, no cubre una
necesidad, sino que es simbólico. Más aún, en las sociedades actuales el consumo
no tiene que ver con el disfrute sino con el deber, no surge del individuo sino de la
obligación social. El consumidor debe luchar por la felicidad y el placer. Es una forma
contradictoria de entender el mecanismo de producción.
El enfoque postestructuralista le permitió describir la dinámica del consumo,
que estaría basada en la adquisición de signos antes que de objetos. De esta forma,
no se le ofrece al consumidor un objeto en relación con su función empírica, sino a
través de su significado colectivo: prestigio, opulencia económica, estar a la moda,
pertenecer a cierto grupo social, entre otros.
Así se asume que no es el placer la base del consumo, porque no tiene que ver
con el disfrute sino con el deber, no surge del individuo sino de la obligación social.
El consumidor debe luchar por la felicidad y el placer.
Para Baudrillard el objeto de consumo consta de varios elementos
conceptuales y lógicos funcionales:

- Una lógica funcional de valor de uso: Por ejemplo: un martillo que clava
clavos (instrumento).

Fuente: Herramientas. Extraída de Fondear

- Una lógica económica del valor de cambio: Por ejemplo, puede ser
intercambiado por otra cosa o por dinero (como una mercancía).

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Fuente: Dinero. Extraída de Creditea

- Una lógica del intercambio simbólico: Por ejemplo, una alianza de casamiento
que es única para dos personas, de manera recíproca: es ambivalente, y
simboliza una ocasión, un momento y un lugar.

Fuente: Anillos. Extraída de Actitud Fem

- Una lógica del valor del cambio del signo: Por ejemplo, un par de aros que
me pongo como signo para otros. Son reemplazables y forman parte del
sistema de la moda (un signo).

Fuente: Aros. Extraída de Somos mamás

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Visto esto, su posición puede entenderse así: A- la utilidad de los objetos no es
una propiedad previa al valor de cambio; B- el valor de uso es uno de los efectos del
valor de cambio (una vía para que los productos circulen); y C- en esta lógica, el
intercambio simbólico es crucial.
Aquí Baudrillard llega a una de sus conclusiones básicas, vigente en todo su
pensamiento: la sociedad es un simulacro, creado por signos y símbolos que se
consumen, y es alimentada por los medios de comunicación. Esto lleva a una de sus
últimas concepciones: la hiperrealidad simbólica. Baudrillard insiste en que la ficción
supera a la realidad y asegura que los receptores de la hiperrealidad desempeñan un
papel pasivo. Para él no existe la construcción de sentido independiente. A partir del
momento en que algo es nombrado, codificado, cifrado, forma parte del circuito del
intercambio y se suma a la hiperrealidad, aquella que va más allá de lo real.
Como consecuencia, se produce una incapacidad de la conciencia para
distinguir la realidad de la fantasía, especialmente en las culturas posmodernas
tecnológicamente avanzadas. Esto es, que vivimos en un simulacro. Podría pensarse
que la hiperrealidad es una realidad formada a través de intermediarios, que son los
medios de comunicación y las estructuras simbólicas. En particular, Baudrillard
sugiere que el mundo en el que vivimos ha sido reemplazado por un mundo copiado,
donde buscamos nada más que estímulos simulados. Esto es aún más notable en la
sociedad digitalizada, donde los mundos virtuales copan los procesos perceptivos.
El modelo virtual de nuestra sociedad actual, construido por la sucesión de
simulacros, llega a suplantar a la realidad, dando lugar a una sustitución. Según esto,
y dado que la realidad se diluye en las formas del modelo virtual, ya solo quedan los
simulacros: de aquí en adelante, los simulacros precederán a cualquier
acontecimiento, o, más exactamente, a cualquier suceso que ocurra en la
hiperrealidad.
Para Baudrillard, es un hecho que el intercambio sustenta realmente nuestra
moral, al igual que la idea de que todo puede canjearse, que solo existe lo que puede
adquirir un valor y a pasar, por tanto, de una a otra. Pero, al mismo tiempo, el mundo
no es intercambiable ya que, en su globalidad, carece de equivalente en otro lugar.
Es así que trabaja con dos tipos de intercambio:

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- Intercambio simbólico: Es el lugar estratégico donde todo se pone en
cuestión. Mientras el valor posee siempre un sentido unidireccional, en el
intercambio simbólico existe una reversibilidad de los términos. Con este
concepto, Baudrillard intenta aproximarse a una crítica política de nuestra
sociedad.

- Intercambio imposible: Baudrillard sostiene que el destino aproxima el


concepto de intercambio imposible porque no se intercambia con nada. Es
algo que, en un momento determinado, posee una singularidad que no es
intercambiable con ninguna racionalidad, sea cual sea. Considera que el
intercambio es una trampa, una ilusión que nos lleva a actuar como si todo
pudiera intercambiarse: las ideas, las palabras, las mercancías, los bienes, los
individuos. Para que esta trampa funcione, es preciso que todo tenga un
referente, un equivalente, en algún lugar. O sea, una posibilidad de intercambio
en términos de valor.

Cualquier sistema, sea económico, político, estético, tiene sus motivos, sus
causas internas que posibilitan los intercambios. Pero existe un límite, una masa
crítica, una frontera, más allá de los cuales estos sistemas carecen de sentido, porque
no existe nada exterior a ellos que pueda convertirlos en valor. Entramos, entonces,
en la dimensión casi sobrenatural del intercambio imposible. Aquí los símbolos juegan
un factor fundamental.

Fuente: Símbolos. Extraída de Dreamstime

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La era de la simulación se abre con la liquidación de todos los referentes. No
se trata ya de imitación ni reiteración, incluso ni de parodia, sino de una suplantación
de lo real por los signos de lo real. Esto le lleva a distinguir un “orden de simulacros”:

Un “primer orden de los simulacros”, dominado por la falsificación que


enmascara y desnaturaliza una realidad profunda. Cuando los signos se separan del
deber, pueden simular que son cualquier cosa. Ahora abarcan todos los aspectos de
la vida social y brindan un equivalente esquemático para reemplazarla. El signo se
libera y no se refiere a las obligaciones sino a los significados producidos (sentidos
del estatus, la riqueza, el prestigio). La mayoría de las clases realizan este intercambio
de signos.
El “segundo orden de los simulacros” es aquel controlado por la producción
y las series. Los signos se producen masivamente, todo al mismo tiempo y en escala
gigante, por medio de la tecnología fabril. Son repetitivos, sistemáticos, funcionales y
hacen que las personas sean todas iguales (como en el sistema de los objetos). En las
series industriales, el signo no es una falsificación de un original, sino que se refiere,
en cambio, indistintamente a otros signos de la serie.
Por último, está el “tercer orden de los simulacros”, que es el que se relaciona
con la simulación. Está marcado por los grandes avances en la ciencia y la informática.
Acá lo digital, la genética y la cibernética son ejes claves de la simulación. Lo real no
es solo lo que puede ser reproducido; es lo que ya está reproducido siempre. Es lo
hiperreal: lo que es más real que lo real. Cuando lo real deja de ser lo que era, la
nostalgia cobra pleno sentido. Entonces la simulación revive los mitos del origen y
autenticidad y de la experiencia supuestamente vivida. Afecta lo real simulándolo.

Fuente: “Me gusta” y “Me encanta”. Extraída de Freepik

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Finalmente, Jean Baudrillard establece una distinción fundamental entre
“disimular” y “simular”. Mientras que el primer concepto implica fingir no tener lo que
se tiene, el segundo es fingir tener lo que no se tiene; uno remite a una presencia, el
otro a una ausencia. Con esto, se salta a un punto irreversible, puesto que estamos
inmersos en una realidad falsa, que crece exponencialmente y de manera ilimitada,
en la que todo se desarrolla en el vacío, hasta el infinito, alejándose de la dimensión
humana, donde se pierde simultáneamente la memoria del pasado, la proyección del
futuro y la posibilidad de integrar ese futuro en una acción presente. Así, el sujeto ya
no sabe lo que es, ni cuál es su realidad, su principio y su final. Esa falsa infinitud está
presente en el fantasma de nuestras tecnologías y es la que genera la hiperrealidad.
Para Baudrillard la hiperrealidad es más que nada la sustitución de la misma
por su imagen, por su máscara, por una construcción artificial de ella y, en ese sentido,
pareciera no alcanzar ni siquiera el nivel de la virtualidad y quedarse en el mero plano
de la ficción, ya que no sustituye a lo real, sino que anula tanto la ficción como la
realidad y se presenta como una realidad más real que la realidad, pero además más
atractiva y con mayor poder de seducción. Aquí radica el mayor cuestionamiento que
se le hace a los medios y a la sociedad de consumo contemporánea.

Fuente: Hiperrealidad. Extraída de Mediosfera

Semiosis social por Verón

Eliseo Verón (1935-2014) fue un semiólogo, sociólogo y antropólogo argentino,


conocido por sus estudios sobre la semiótica y la sociedad. Estudió en la Universidad
de Buenos Aires y se inició en la docencia universitaria, siendo aún estudiante, hasta
que en 1961 obtuvo la Licenciatura en Filosofía. Luego estudió en el Laboratorio de

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Antropología Social del Collège de France con Claude Lévi-Strauss. Al año siguiente
asiste a un seminario de Roland Barthes en la École pratique des hautes études,
donde descubre la semiología saussuriana, que en principio le serviría de referencia,
hasta que luego amplió su visión, adoptando el pensamiento de otros teóricos
semióticos.
Desde 1968 ha publicado libros sobre sociología, psicología social,
comunicación y semiótica, influido en un primer período por el estructuralismo de
Claude Lévi-Strauss y la teoría del signo de Ferdinand de Saussure (modelo binario),
y luego por el pensamiento de Charles Sanders Peirce (modelo ternario), en quien se
basó para desarrollar su teoría de la semiosis social en 1988. De ahí su trabajo se siguió
desarrollando en esa línea hasta su fallecimiento.
La contribución epistemológica de Eliseo Verón se puede ubicar en una
especie de intersección de disciplinas que sigue siendo fundamental para las ciencias
de la información y la comunicación. Propuso una distinción entre las sociedades de
medios modernas, caracterizadas por medios entendidos erróneamente como
espejos de la realidad y sociedades mediadas posmodernas en donde todas las
prácticas culturales están estructuradas en relación directa con la existencia de los
medios.
Esto implica el análisis de los medios, con relación a la creación y difusión de
símbolos en las sociedades contemporáneas, en un proceso que se llama “semiosis
social”. Sus ideas se pueden seguir en los libros que corresponden a su segunda línea
de pensamiento: La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad
(1988); Semiosis de lo ideológico y del poder (1995); Efectos de agenda (1999); El
cuerpo de las imágenes (2001); Espacios mentales. Efectos de agenda 2 (2002); La
semiosis social 2. Ideas, momentos, interpretantes (2013). Sus aportes siguen siendo
importantes y estudiados bajo la perspectiva del mundo contemporáneo.

Fuente: Eliseo Verón. Extraída de Fundación Konex

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Otra cosa que aporta es su análisis al discurso de los medios de comunicación
que, afirma, a veces merece ser sospechoso de falta de legitimidad y objetividad.
Pero los propios medios también pueden cuestionar su propia legitimidad y
objetividad cuando se trata de un tema de actualidad. Aquí la complejidad del estudio
semiótico de los mensajes y los símbolos de hoy.

1. Semiosis social:
En principio se define como semiosis (del griego: σημείωσις, sēmeíōsis,
derivación del verbo: σημειῶ, sēmeiô, “marcar”) a cualquier forma de actividad,
conducta o proceso que involucre signos, incluida la creación de un significado. Es un
proceso que se desarrolla en la mente del intérprete; se inicia con la percepción del
signo y finaliza con la presencia en su mente del objeto del signo. Podríamos decir
también que la semiosis es el proceso de la asociación de signos en la producción de
significación interpretativa, esto es, cómo se convierte un objeto en signo.
Muchos estudiosos y teóricos de la semiótica han trabajado y desarrollado este
concepto, pero en líneas generales se acepta que la semiosis tiene que ver con el
proceso de conformación de algo en un signo. Así un hecho, un sonido, una imagen,
una palabra, una marca, pasa a tener un significado. Eliseo Verón aplica este proceso
al campo social y explica y analiza cómo las sociedades conforman su ambiente
simbólico. Una de sus ideas claves es la Teoría de los Discursos Sociales, esquema
conceptual que ofrece valiosas herramientas teórico-metodológicas para el abordaje
de los procesos sociales de significación. Otro de sus planteamientos es retomar el
modelo ternario del signo, propuesto por Charles Sanders Peirce, y aplicarlo
trasponiéndolo a la extensa red interdiscursiva que compone a la “semiosis social”.
Este concepto de semiosis social va a ser, precisamente, uno de sus grandes aportes.
Su libro de 1988, La semiosis social, fragmentos de una teoría de la discursividad,
justamente desarrolla el cuerpo de este concepto, abordando tres aspectos: la
lingüística y lo ideológico; el discurso y el signo; y la pragmática.
El primero de ellos se refiere a los conceptos de lingüística, semiología y
semiótica, aplicables a la construcción ideológica del mensaje. Verón rescata las
propuestas de Peirce y su triada semiótica para la descripción del signo, que incluye
el significado, el significante y el interpretante (por encima de la descripción
semiológica dual de significado-significate, propuesta por Ferdinand de Saussure),

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porque le sirve para explicar el punto de vista del emisor desde la idea del
interpretante. El establecimiento del concepto de discurso y, en consecuencia, la
aparición de la Teoría de los Discursos Sociales supone, según Verón, una afirmación:
el discurso es autónomo respecto de la lingüística, en tanto que se sitúa en un nivel
superior de análisis, pero guarda con ella, sin embargo, una relación de mutua
articulación. Esto abre la posibilidad a un pensamiento ternario sobre la significación,
que incluye el espacio del interpretante (punto de vista) y da lugar, por tanto, a la
noción de "productividad" de sentido. Esta abre el análisis a dimensiones semánticas:
la materialidad del sentido y la construcción de lo real en la red de la semiosis.
Destaca los fenómenos de sentido para incorporar el elemento ideológico. Los
discursos son conglomerados de materias significantes que remiten al
funcionamiento de la red semiótica, entendida como sistema productivo (productivo,
que produce). Hace, entonces, un análisis de las tres “posiciones funcionales” de la
red semiótica: operaciones/ discurso/ representaciones. El trabajo del análisis afirma
Verón, consiste en la reconstrucción de procesos a partir del estudio de las pistas
presentes en los productos, que son las huellas lingüísticas que guían los contenidos
y que se muestran en el discurso y en los signos.
El tema discursivo es clave y Verón lo relaciona con el manejo de los signos en
la elaboración de los mensajes desde el ámbito sociológico. Es aquí donde incorpora
el valor del “sentido”, desde el punto de vista semiótico social. Parte de su propuesta
incluye una Teoría de los Discursos Sociales, que se apoya en su hipótesis de los
modos de funcionamiento de la semiosis social, entendida esta como la dimensión
significante de los fenómenos sociales: de un lado, toda producción de sentido es
social (es decir, todo proceso significante descansa sobre condiciones sociales de
producción); de otro, todo fenómeno social contiene un proceso de producción de
sentido (es decir, todo funcionamiento social tiene una dimensión significante
constitutiva). Siendo así, el signo como componente del discurso es básico para la
conformación de las realidades sociológicas percibidas.
Esta doble dimensión del sentido en lo social y de lo social en el sentido, es
más relevante cuando se sitúa en el nivel de los funcionamientos comunicacionales,
esto es, si se considera la producción de sentido como fundamentalmente discursiva.
Esto quiere decir que es en el campo del contenido donde el sentido manifiesta sus
determinaciones y los fenómenos sociales muestran su dimensión significante. Es por

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esto por lo que el signo, su semántica, su estructuración y cómo produce esos
mensajes, es la base de la manifestación social de toda expresión. Es en la semiosis
donde se construye la realidad de lo social. De este modo, sostiene Verón, el análisis
de los discursos sociales abre el camino al estudio de la construcción social de lo real.
Este es el aspecto pragmático.
En ese sentido, Verón señala que el análisis de los discursos (o productos
discursivos), consiste en la descripción de las condiciones de cómo se producen,
mismas que tienen que ver con su generación o con su recepción. Un objeto
significante en sí mismo admite una multiplicidad de análisis y lecturas: solo deviene
legible en relación con algo que no está en el objeto mismo, es decir, con criterios
que se deben explicitar y que tienen que ver con sus condiciones productivas (sea en
producción o en reconocimiento). Es en este sentido en que funciona la pragmática;
no solo la puesta en práctica sino su consecuencia en la creación de una realidad
social semántica.
Todo ello está ligado finalmente a los sistemas de relaciones que todo
producto significante mantiene con sus condiciones de generación y con sus
condiciones de reconocimiento. Aquí está la pragmática social. Tanto de un lado (la
creación del mensaje) como del otro (la percepción y reconocimiento semántico),
tenemos siempre discursos cargados de sentido. Este sentido es el que lleva a definir
la semiosis social. Los discursos nunca están aislados, los mensajes no son hechos
particulares. En toda comunidad se generan contenidos con diversidad de
significados, con reglas y con trascendencias. El resultado de esa conjunción es el
que permite a Verón concluir su análisis sobre la Teoría de los Discursos Sociales.
En resumen, considerando la lingüística y lo ideológico, el discurso y el signo y
la pragmática, es posible establecer la idea de semiosis social como una red de
discursos de significación múltiple, de la que se toman algunos de ellos en una
selección semántica, se procesan (producción discursiva) y generan nuevos discursos
con otras significaciones. Es la manera en cómo las sociedades van creando sus
identidades semiológicas.
Siendo así, Verón concluye que la semiosis social es una red significante
infinita. En todos sus niveles tiene la forma de una estructura de ensamblaje. En este
sentido, la producción de conocimiento por parte de una persona no puede separarse
de una red social de sentido de la cual forma parte. Cada conocimiento es un efecto

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de sentido, cuya naturaleza solo puede ser entendida si se sitúa en la red amplia de
discursos entrelazados. El conocimiento, ubicado en el interior de esta red semiótica,
es un fenómeno que llena los espacios de saberes.
Los objetos que interesan al análisis de los discursos, por lo tanto, son sistemas
de relaciones que todo producto significante mantiene con sus condiciones de
generación y con sus condiciones de reconocimiento. Tenemos siempre, por
consecuencia, discursos cargados de sentido. Esto hace de nuestras sociedades
extensos grupos de productores de mensajes, cuyos contenidos semánticos están
en permanente reconstrucción, generando un universo metadiscursivo que refleja las
formas e intereses de cada grupo humano.
Finalmente, Eliseo Verón centra su atención en el tratamiento mediático que
hacen la radio, los periódicos y la televisión sobre los acontecimientos simbólicos.
Muestra en detalle que los periodistas y editores, después de una rápida instalación
de un tema noticioso, utilizan procesos retóricos progresivos que tienden a dramatizar
el caso, especialmente por uso de un vocabulario alarmista (por ejemplo, desastre,
evacuación, pánico) o el uso de un principio de asociación con otros eventos que
ocurren en las noticias. De hecho, lo que el autor evidencia es que el discurso de los
medios a veces merece ser sospechoso de falta de legitimidad y objetividad. Pero los
propios medios también pueden cuestionar su propia legitimidad y objetividad
cuando se trata de un tema de actualidad. Es aquí cuando los discursos y sus sentidos
se convierten en simbólicos y se les carga de un contenido más allá de los hechos.
Este tema cierra el análisis de la semiótica en el siglo XX y el siglo XXI, en el
que entendemos a nuestras sociedades como construcciones simbólicas.
A continuación, algunos ejemplos gráficos.

2. La semiosis social en imágenes:

Fuente: La semiosis social. Extraída de Amazon

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Si bien es cierto que las propuestas de Eliseo Verón sobre la semiosis social se
enfocan hacia los discursos, y en especial hacia los contenidos sociopolíticos,
podemos ver sus ideas también reflejadas en el campo de la comunicación visual, en
particular con los símbolos gráficos que resumen en pocos elementos muchas ideas,
que van desde lo histórico y lo social hasta lo económico y lo político. Aquí veremos
varios ejemplos, para ser analizados.

- Anarquismo:

Fuente: Anarquismo. Extraída de Comprarbanderas

- Paz y amor hippie:

Fuente: Amor y paz. Extraída de 123RF

- Campana de la libertad:

Fuente: Campana de la libertad. Extraída de 123RF

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- La hoz y el martillo:

Fuente: La hoz y el martillo. Extraída de 123RF

- Cara feliz (smiley):

Fuente: Cara feliz. Extraída de Westwing

- Estrella de David:

Fuente: Estrella de David. Extraída de 123RF

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- Símbolo del dólar:

Fuente: Símbolo del dólar. Extraída de Allegro

- Aros olímpicos:

Fuente: Aros olímpicos. Extraída de Head Topics

- Ojos de Chávez:

Fuente: Ojos de Chávez. Extraída de Pinterest

- La paloma de la paz:

Fuente: La paloma de la paz. Extraída de Pinterest

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- Esvástica nazi:

Fuente: Esvástica nazi. Extraída de Lifeder

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Cierre

1. Para Jean Baudrillard, filósofo francés de finales del siglo XX, vivimos en una
sociedad donde el consumo es la fuente de todas las relaciones, no solo el
consumo de mercancías, productos o servicios, sino también de ideas y, sobre
todo, de símbolos. Los símbolos son signos, bien sean visuales o textuales,
cargados de contenido, pero no ya un contenido ideológico sino de valores
creados independientemente de la realidad moral o cultural de cada sociedad.

2. La afirmación clave de Baudrillard es que nuestra realidad existe en virtud de


los símbolos, que pueden presentarse de distintas maneras. Esto genera una
sociedad basada en el simulacro: la sociedad es un simulacro, creada por
signos y símbolos que se consumen, y es alimentada por los medios de
comunicación. Esto lleva a otra de sus concepciones, el de la hiperrealidad
simbólica.

3. El símbolo se relaciona con el objeto de consumo, que implica cuatro niveles:


a) una lógica funcional de valor de uso, como por ejemplo un cuchillo que corta
carne (instrumento); b) una lógica económica del valor de cambio, aquello que
puede ser intercambiado por otra cosa o por dinero (como una mercancía); c)
una lógica del intercambio simbólico, como por ejemplo una alianza de
casamiento que es única para dos personas, de manera recíproca, y simboliza
una ocasión, un momento y un lugar; d) una lógica del valor del cambio del
signo, algo que se usa como demostración simbólica: un anillo que se pone
como signo para otros, es reemplazable y forma parte del sistema de la moda.

4. Finalmente, Baudrillard afirma que, a partir del momento en que algo es


nombrado, codificado, cifrado, forma parte del circuito del intercambio y se
suma a la hiperrealidad, aquella que va más allá de lo real. Como consecuencia,
se produce una incapacidad de la conciencia de distinguir la realidad de la
fantasía, especialmente en las culturas posmodernas tecnológicamente
avanzadas.

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5. Por su parte, el semiólogo argentino Eliseo Verón habla de un concepto que
relaciona la creación de signos con la cultura dominante que es lo que él llama
semiosis social. Se entiende por semiosis al proceso semiótico de creación de
signos que se insertan en las sociedades, bien sea por costumbre, uso o
imposición. Estos convenios terminan reflejando las formas de las clases
dominantes y sus medios de dominación.

6. El objetivo teórico de Verón busca desentrañar los sistemas de significados


como influenciadores ideológicos en las culturas. Verón se aboca a construir
una teoría que explique el funcionamiento de los mensajes en las sociedades,
que aclare sus modos de generación, de recepción y de análisis, que explique
su circulación colectiva y que destaque la trascendencia que tiene la
dimensión discursiva en la construcción social de lo real.

7. De esta visión surge el análisis que demuestra el establecimiento del concepto


de discurso y, en consecuencia, la aparición de la Teoría de los Discursos
Sociales, que supone una afirmación clave: el discurso es autónomo respecto
de la lingüística, en tanto que se sitúa en un nivel superior de análisis, pero
guarda con ella, sin embargo, una relación de mutua articulación.

8. Verón destaca los fenómenos de sentido para incorporar el elemento


ideológico. Los discursos son conglomerados de materias significantes que
remiten al funcionamiento de la red semiótica, entendida como sistema
productivo (productivo, que produce). Hace un análisis de las tres “posiciones
funcionales” de la red semiótica: operaciones/ discurso/ representaciones.

9. Estas formas discursivas también pueden traducirse en formas simbólicas


visuales, porque los símbolos gráficos también forman parte de la semiosis
social e influyen en el funcionamiento comunicacional de las sociedades
contemporáneas.

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Referencias

Baudrillard, J. (1969). El sistema de los objetos. México: Ed. Siglo XXI.

Baudrillard, J. (1970). La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Madrid,


España: Ed. Siglo XXI.

Baudrillard, J. (1973). El espejo de la producción. Barcelona, España: Editorial Gedisa.

Baudrillard, J. (1978). Cultura y simulacro. Barcelona, España: Editorial Kairos.

Baudrillard, J. (1980). El intercambio simbólico y la muerte. Caracas, Venezuela: Monte


Ávila Editores.

Verón, E. (1995). Semiosis de lo ideológico y del poder. Michigan, Estados Unidos:


Secretaría de Extensión Universitaria.

Verón, E. (1988). La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad.


Barcelona, España: Editorial Gedisa.

Verón, E. (1999). Efectos de agenda. Barcelona, España: Editorial Gedisa.

Verón, E. (2001). El cuerpo de las imágenes. Barcelona, España: Editorial Norma.

Verón, E. (2002). Espacios mentales. Efectos de agenda 2. Barcelona, España: Editorial


Gedisa.

Verón, E. (2013). La semiosis social 2. Ideas, movimientos, interpretantes. Barcelona,


España. Editorial Paidós.

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Webgrafía

Anónimo (s.f.). Comunicación y simulacro - Jean Baudrillard. Comunicólogos.com.


Disponible en: https://www.comunicologos.com/teorias/comunicaci%C3%B3n-
simulacro-jean-baudrillard/

Ruiz, M. (2011). Reseña de Cultura y simulacro de Jean Baudrillard. Razón y palabra,


75. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/1995/199518706032.pdf

Referencias de las imágenes

Anónimo (s.f.). Amor y paz [Imagen]. Disponible en:


https://es.123rf.com/photo_52373493_signo-de-la-paz-s%C3%ADmbolo-
hippie-de-la-paz-ilustraci%C3%B3n-vectorial-eps-10.html

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