10 La Construcion Cientifica de La Realidad

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10.

La construcción científica de la realidad: Determinismo e


indeterminismo; el postulado de la objetividad.

1. La filosofía de la ciencia.

Quienes hayan practicado una ciencia cualquiera lo habrán hecho, se


supone, utilizando algún método –el específico de esa ciencia- susceptible
de ser descrito. Es muy posible que nuestro imaginario científico la hubiera
practicado de un modo no reflexivo, inconsciente y hasta automático por
así decirlo.

Pero si se le pide que reflexione sobre cómo hace su ciencia y que trate de
describirnos ese modo de hacerla, podría, imaginamos, exponer en un
discurso altamente descriptivo las estrategias, los dispositivos, también
lingüísticos, y hasta los trucos de que se vale para o al hacer ciencia. En
esta larga –y, por supuesto, compleja- descripción de su método habrían
aparecido referencias al conocimiento, al lenguaje, a la lógica, a la
observación, a la experimentación, a la explicación…

Del mismo modo, el objetivo central de la Filosofía de la Ciencia consiste


en explorar, siguiendo un cierto orden, ese conjunto de tópicos que habrían
sido mencionados por el cronista imaginario de su ciencia. Además,
también estudia los problemas filosóficos que surgen al hacer ciencia como
cuál es la naturaleza, el valor, el alcance y los límites de los conocimientos
alcanzados por una teoría.

Por tanto, podemos concluir que la filosofía de la ciencia es la disciplina


filosófica que reflexiona acerca de cómo se hace ciencia al tiempo que
formula los problemas filosóficos que surgen al elaborar las teorías
científicas, como pueden ser los derivados de los intereses políticos o
ideológicos, que influyen en la orientación de las investigaciones
científicas.

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2. Orígenes y evolución de la filosofía de la ciencia.

La epistemología, entendida como teoría del conocimiento, ha existido


prácticamente siempre a lo largo de toda la historia del pensamiento y,
desde ella, se han planteado distintas cuestiones relativas a la naturaleza del
conocimiento científico.
En la filosofía griega destacó Aristóteles, en la medieval los escolásticos
como Grosseteste y Ockham; y en la modernidad Bacon, Descartes,
Newton, Locke, Hume y Kant.

Pero la filosofía de la ciencia surge como tal a finales de siglo XIX y


principios del XX, de la mano del Círculo de Viena, con los llamados
positivistas lógicos. La nueva física del momento, con la teoría de la
relatividad y la de los quanta, chocaba con la, hasta entonces, inamovible
física newtoniana. Esto planteaba nuevos problemas acerca de la validez de
las teorías científicas.

R. Carnap y C. G. Hempel crearon una teoría denominada Concepción


Heredada o Received View. La mayoría de estos teóricos eran matemáticos,
así que concibieron las teorías científicas como conjuntos de enunciados
lógico-matemáticos. Se trató, por tanto, de crear un lenguaje científico
lógicamente perfecto que excluyese sinsentidos metafísicos y pudiese dar
lugar a la verificación. Para estos autores, la ciencia era acumulativa.

Hempel propuso un modelo nomológico-deductivo según el cual toda


explicación científica consta de un explanans (descripción que incluye
condiciones antecedentes y leyes generales) y un explanandum derivado de
él (enunciado que describe el fenómeno que se explica).

Una de las contribuciones más importantes del positivismo lógico fue la


obra del científico H. Reichenbach, Experience and Prediction (1938),
donde distinguía entre el contexto de descubrimiento y el contexto de
justificación, formando lo que sería la visión hipotético-deductiva de la
ciencia.
Otra teoría interesante que provenía de la Concepción Heredada fue el
inductivismo de John Stuart Mill.
Por otro lado, una de las teorías en filosofía de la ciencia más conocidas es
la de la falsabilidad del filósofo K. Popper, que se oponía al positivismo
lógico.

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Según su opinión, el método a seguir para comprobar la validez de una
teoría científica no debe ser verificarla sino falsarla, intentar ver si es falsa
haciendo experimentos cruciales. Si los supera, la teoría es válida.

La teoría más significativa del s. xx fue sin duda la teoría de las


revoluciones científicas de T. S. Kuhn, pues, pese a las críticas recibidas a
su noción de paradigma, su obra ha sido vital para toda la Filosofía de la
Ciencia del último tercio del S. XX.

En una línea algo parecida, I. Lakatos expuso que la ciencia se componía


de diversos programas de investigación científica. Además, alentó la
colaboración entre filósofos e historiadores de la ciencia.

Otra teoría muy curiosa es la visión anárquica de P. Feyerabend: la mayor


parte de las investigaciones científicas de éxito nunca se han desarrollado
siguiendo un método racional, sino que dependían del deseo y la
creatividad de sus autores.

Finalmente, los estructuralistas como Stegmüller, Sneed y Moulines


defendieron que con varios elementos teóricos se podían construir redes
teóricas que son arbóreas.

3 La construcción científica de la realidad: Objetivismo y subjetivismo.

Se denomina conocimiento científico al que es producido por la ciencia,


estando caracterizado por ser un conocimiento racional, que posee una
metodología contrastable y que es objetivo y sistemático.

Pero, si la objetividad se entiende como un conocimiento sobre algo que se


da, sin indicar quién obtiene ese conocimiento, ¿puede observarse algo sin
que haya un observador? ¿Puede haber objetividad sin más o es una
objetividad mediada por un sujeto?

A la hora de abordar el conocimiento científico encontramos, entonces, tres


puntos de vista metodológicos:

a) Subjetivo: es el más antiguo. Aquí la ciencia se compone de enunciados


que los científicos defienden individualmente.

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b) Objetivo: las leyes, modelos y teorías científicas son productos
humanos, pero una vez formuladas cobran una vida autónoma respecto del
sujeto que las formuló. (Tercer mundo de Popper).

c) Consensual: el saber científico está formado por las leyes, modelos y


teorías científicas que la comunidad científica acepta como verdaderamente
científicas. (T. S. Kuhn y J. Habermas).

3.1. Orígenes del objetivismo: El realismo científico.

El realismo es la doctrina epistemológica que afirma que existe un mundo


externo extra-subjetivo (realismo ontológico) y que ese mundo extra-
subjetivo puede ser conocido por el hombre (realismo epistemológico). Si
el realismo se basa en la aparente evidencia de los sentidos es llamado
realismo ingenuo, pero si se esfuerza por fundamentarlo se llama realismo
crítico.

El realismo crítico aduce argumentos racionales acerca de la existencia de


un mundo real independiente del pensamiento, pero no defiende que el
hombre perciba el mundo tal como es en realidad, en sí mismo.

Doctrinas opuestas al realismo son el idealismo, para el que la primacía en


el conocer la tiene el sujeto y el fenomenismo, que dice que la realidad es
insustancial y que únicamente existen fenómenos.

Mario Bunge, en su obra Filosofía de la física, establece ciertas


características del realismo crítico:

1. Hay cosas en si u objetos independientes de nuestra mente.

2. Las cosas en sí son cognoscibles, aunque sea por aproximaciones


sucesivas.

3. Para conocerlas hay que combinar teoría y experiencia.

4. Este conocimiento es corregible.

5. El conocimiento de una cosa en sí es indirecto y simbólico.

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4. Determinismo e indeterminismo.

4.1. Determinismo.

El determinismo es la teoría que sostienen que nada sucede al azar, sino


que todo lo que acontece se debe a causas necesarias, de modo que,
conociendo las causas o la suma de condiciones necesarias de un suceso es
posible prever su existencia y sus características.

El determinismo universal o causal sostiene que todo fenómeno del


universo ocurre según leyes causales. Se basa en el principio de causalidad.

El determinismo filosófico ha afirmado que las decisiones humanas se


hallan sometidas al determinismo universal. Para conciliarlo con la libertad,
hay quienes han dicho que los actos humanos son libres pero predecibles.

Por último, el determinismo teológico dice que la omnisciencia de Dios


implica que los sucesos, incluidos los de orden moral, se hallan también
determinados. Es el fatalismo. Otros determinismos son el psicológico, el
social y el histórico.

Los orígenes del determinismo se hallan en la Grecia antigua, donde ya se


pensaba que los dioses regían los destinos humanos. También los romanos
creían en el fatum. Asimismo, los teóricos musulmanes han sostenido un
determinismo basado en Dios.

Más adelante, la mecánica clásica de Descartes y Newton sostenía que


todos los acontecimientos estaban ligados unos con otros. Así, Descartes
concebía el mundo como un mecanismo de relojería gobernado por leyes
matemáticas. Del mismo modo, Newton creía en la certeza absoluta de la
predicción científica.
En general, los científicos y filósofos de la ciencia han sostenido durante
mucho tiempo un determinismo bastante rígido. Esto ha cambiado en la
actualidad, pues los científicos han admitido la existencia de la
probabilidad y que la ciencia no siempre puede ser del todo precisa.

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También Einstein se mostró inclinado hacia el determinismo. Si bien su
teoría de la relatividad hacía referencia a las distintas observaciones de un
hecho según dónde se halle el observador, lo cierto es que, para él, el hecho
era el mismo, aunque las observaciones variasen.
Einstein discutió mucho con N. Bohr, quien ya sostenía la teoría de la
probabilidad. Einstein le dijo: El buen Dios no juega a los dados. Y Bohr
replicó: Pero no es asunto nuestro prescribir a Dios cómo tiene que regir
el mundo.

4.2. Indeterminismo.

El indeterminismo es la afirmación de que no todos los acontecimientos o


fenómenos del universo están sometidos a leyes causales. En su sentido
metafísico apuesta por el libre albedrío o libertad humana. En su sentido
epistemológico se basa en el pº de indeterminación de Heisenberg.

K. W. Heisenberg fue premio Nobel de Física en 1932. Su principio de


indeterminación o incertidumbre dice que al medir partículas subatómicas
(quanta) alteramos su estado. Así, es imposible saber a un tiempo su
posición y su velocidad. Sólo sabremos una de las dos.

El principio causó gran conmoción entre los físicos, que veían desaparecer
la suposición clásica de la precisión absoluta, introduciendo el
indeterminismo en las raíces de la estructura del universo y la materia.

Además, este principio supone la imposibilidad de realizar medidas


perfectas, pues el observador, por el mero hecho de medir una de las
magnitudes de una partícula. Cambia los valores de las demás.
Los científicos ya sabían desde siempre que la observación alteraba el
hecho observado, y por eso tomaban precauciones para limitar la
alteración. Pero, al ir obteniendo cada vez mediciones más precisas, y
trabajar en el mundo macroscópico, donde se notaba menos, olvidaron este
hecho. Heisenberg lo recordó.
La ciencia ha reconocido la importancia de la indeterminación, esto no
significa que la física no sea útil: Lo que ocurre es que ahora se toma a sí
misma de un modo más humilde.

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5. El postulado de la objetividad.

El postulado de la objetividad en una de sus versiones más conocidas fue el


formulado por K. R. Popper. Este filósofo decía que la objetividad posee
existencia propia. En su teoría de los tres mundos, el primer mundo es el de
los objetos físicos, el segundo es el de los estados mentales, y el tercero,
también llamado mundo 3, está ocupado por cosas que no son físicas, ni
psíquicas, sino de una realidad objetiva.

Para Popper la filosofía de la ciencia de la concepción heredada ha


convertido al conocimiento en subjetivo, al basarlo en la certeza. Él dice
que es objetivo porque puede ser falsado.

Son los contenidos objetivos del pensamiento, especialmente del


pensamiento científico y poético, y de las obras de arte. Es un
conocimiento sin sujeto cognoscente, fruto de una evolución de
conocimientos almacenados (libros, ordenadores, películas, etc.). El mundo
3 opera con una especie de selección natural que discierne las teorías entre
caducas (las invalidadas o falsadas) y teorías verosímiles (las que
momentáneamente no han sido falsadas).

Así, vemos que Popper ha defendido que las ciencias describen el mundo
tal y como es, independientemente de la mente del hombre. De este modo,
el científico busca teorías verdaderas o al menos más verosímiles que sus
competidoras. Se mire como se mire, hay excelentes razones para afirmar
que la ciencia busca explicar la realidad.
El mundo 3 es objetivo porque ha pasado una validación intersubjetiva.
Son las teorías seleccionadas porque son válidas. Además, es autónomo:
Un libro sigue siendo un libro, aunque nadie lo lea.
La teoría ha sido criticada porque Popper no especificó claramente los
contenidos del mundo 3, aunque también ha habido autores que han
recogido su propuesta.

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6. Hacia una nueva concepción de la ciencia.

Las corrientes actuales en filosofía de la ciencia han señalado dos puntos


cardinales para el estudio de la ciencia: que la ciencia no es acumulativa
sino cambiante y que no es neutra axiológicamente, sino que está cargada
de valores.
La creencia de que la ciencia era acumulativa y neutra fue formulada por
los filósofos de la Concepción Heredada. Según esta concepción de la
ciencia, las teorías deben ser justificadas (se otorga importancia al contexto
de justificación dejando el contexto de descubrimiento a psicólogos o
sociólogos, por no considerar que es adecuado a un estudio filosófico). Sin
embargo, ya hemos visto que K. Popper propuso el falsacionismo como
criterio de verdad. No obstante, la mayoría de los autores reconocen que
Popper aún bebía de la fuente de la Concepción Heredada.

Las filosofías clásicas de la ciencia, (tanto en su versión verificacionista,


como en la falsacionista) se entraron en estancamiento y quiebra ya al
comienzo de la década de 1950, en buena parte debido a la imposibilidad
de aplicar sus rígidos aparatos formales a grandes sectores de disciplinas
científicas reales. Afortunadamente, en los años 60, otros autores
inauguraron un nuevo enfoque, con un mayor énfasis en la dinámica de la
ciencia y en el contexto de descubrimiento. Según esta nueva línea, había
que recurrir a consideraciones históricas e incluso evolutivas para estudiar
la ciencia.

En los años 60, bajo la influencia del 2º Wittgenstein y su planteamiento


del lenguaje, se multiplicaron los ataques contra la distinción entre el
contexto de descubrimiento y el de justificación. Como dijera Stephen
Toulmin en La comprensión humana:

Ha llegado la hora de ir más allá de la imagen estática, “instantánea”, de


las teorías científicas a la que los filósofos de la ciencia se han
auto- limitado durante tanto tiempo y de desarrollar una “imagen móvil”
de los problemas y procedimientos científicos, en cuyos términos la
dinámica intelectual del cambio conceptual llegue a ser inteligible, y
transparente la naturaleza de su racionalidad.

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En realidad, la obra más innovadora, señalada como punto de inflexión que
termina con la imagen tradicional de la ciencia, que responde al
planteamiento del positivismo lógico fue La estructura de las revoluciones
científicas (1962) de Thomas S. Kuhn, autor citado anteriormente.

Con este libro, Kuhn expuso una teoría muy clara y “sencilla”, que terminó
con la idea de que la ciencia avanzaba de forma lineal y acumulativa. Este
doctor en física ofreció una imagen de la ciencia en devenir histórico,
consistente en períodos de ciencia normal y períodos de ciencia
revolucionaria. En los primeros, la disciplina se centra en ampliar y
perfeccionar el aparato teórico y conceptual establecido, aplicándolo a la
experiencia, ajustándose y refinándose la base teórica, pero sin cuestionar
los supuestos y fundamentos que guían la investigación; esta fase de
ciencia normal sería "acumulativa", puesto que se dedica a ampliar las
observaciones que apuntalan el marco teórico. A la teoría científica que
dispone de esos apoyos por parte de una comunidad científica se la
denomina “paradigma”.

No obstante, cuando surgen problemas o anomalías, se los intenta


minimizar o hacer encajar mediante los convenientes ajustes emanados del
propio marco, pero si las dificultades son serias y persisten, puede
sobrevenir un período de crisis que conduce a cuestionar los mismos
supuestos del marco imperante. Entonces se proponen alternativas hasta
que alguna de ellas logra "nuclear" y organizar un nuevo cuerpo teórico que
permite explicar los enigmas que desencadenaron la crisis. De este modo el
paradigma rival sustituye al viejo. Se ha producido una revolución
científica.

Para Kuhn la ciencia se define como la acción colectiva de comunidades


científicas que usan una serie de métodos, conceptos y valores compartidos
(incluidos los metafísicos no explícitos). Las disputas científicas se dirimen
no sólo con valores cognitivos, sino también, y de modo fundamental, en su
resolución intervienen factores sociales y culturales. El cambio de
paradigma científico se produce cuando, tras una controversia, todos los
científicos de un área incorporan un determinado modo de ver y explicar
los problemas, que viene a sustituir al viejo paradigma previo. Como se
puede apreciar, no triunfan las teorías que más se acercan a la verdad
(como, entre otros, pretendía Popper), sino las que tienen “más fuerza”.

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Durante los períodos de controversia se manifiesta la inconmensurabilidad
de teorías rivales: los propios conceptos básicos cambian de significado, y
cada paradigma en pugna percibe de forma diferente un mismo fenómeno
de observación. No es posible la "traducción" de una teoría a otra, ni la
mera reducción de una de ellas a la otra. La originalidad de Kuhn estribó en
mostrar que la resolución de conflictos entre teorías rivales no sólo recurre
a valores epistémicos y cognitivos, sino que depende también de factores
externos a la propia ciencia.
El nuevo paradigma, sin embargo, está destinado a seguir el mismo proceso
que el anterior. Así, la ciencia funciona a base de crisis y revoluciones
científicas.

Pese a las críticas que se ha hecho al concepto de “paradigma” o a otros


aspectos del planteamiento kuhniano (como su relativismo), lo cierto es que
después de Kuhn es imposible dejar de lado los aspectos históricos y
sociales de la ciencia a la hora de entender este modo de conocimiento.

Por otro lado, otros autores rebatieron la tesis positivista de que la ciencia
era neutra. Así, destaca la obra de N. R. Hanson y su concepción de la
“carga teórica”, según la cual todo dato recogido es un dato lastrado por el
contexto previo del experimentador. Dependiendo del entorno cultural y de
los prejuicios (a menudo ocultos), el observador destaca ciertos datos y los
relaciona de forma diferente a la que se daría en otro contexto.

Este punto es de suma importancia. Contra lo que mantenía la C. H., la


ciencia no se guía únicamente por la búsqueda de la verdad.
(Reduccionismo inocente). Al contrario, se deben tener en cuenta, por
ejemplo, las decisiones políticas y las expectativas económicas que se
juegan tanto en la obtención de un simple cargo de asistente de
investigación como en los desarrollos tecno-científicos de los poderosos
organismos multinacionales.
¿No está claro que ciencia y valores están entrelazados de una manera
compleja y no siempre transparente? Paul Feyerabend. Ambigüedad y
armonía.

El filósofo español Javier Echeverría ha desarrollado ampliamente el


estudio de la axiología que subyace a la investigación científica. De este
modo, la filosofía de la ciencia debe hacerse consciente de que la ciencia
adquiere su auténtico sentido por sus fines y no por su origen, y que no sólo
tiene una base cognitiva, sino que está gobernada por una pluralidad de
valores que dan sentido a la praxis científica. Tan importante es descubrir
la axiología oculta en la formación de teorías como proponer un marco
axiológico adecuado para todas ellas.

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7. Conclusión: el principio de responsabilidad.

¿Es la ciencia objetiva y tan sólo busca hallar la verdad? Actualmente se


dice que, desgraciadamente, no siempre es así. Y no porque no exista un
mundo real que estudiar sino porque quienes lo estudian son seres
humanos, con diversas opiniones, formaciones e intereses.

¿Supone la incertidumbre el final de la ciencia? No necesariamente. Lo que


ocurre es que la visión tradicional de la ciencia como algo “verdadero” y
“exacto” debe ser modificada. La ciencia actual debe mostrarse más abierta
hacia la incertidumbre, la probabilidad y el caos.

Probablemente, la solución al problema del indeterminismo venga dada de


una postura intermedia, es decir, mantener la objetividad como un
postulado científico puede ser extremadamente útil, pero hay que tener en
cuenta sus límites. Hablaríamos entonces de una objetividad no ontológica
sino metodológica.

Por otro lado, la cuestión de la ciencia objetiva está íntimamente ligada con
la de la supuesta neutralidad científica. Hoy sabemos que las
investigaciones científicas pueden ser dirigidas por intereses particulares,
que pueden perjudicar a la ciudadanía. Por ello, hay que sostener el
principio de responsabilidad ética en ciencia, con el fin de que los logros
científico-técnicos proporcionen soluciones más justas para toda la
humanidad.

8. Bibliografía.

-Echavarría, J. (1995): Filosofía de la ciencia, Akal, Madrid.

- --- ---------- (1999), Introducción a la Metodología de la Ciencia. La


Filosofía de la Ciencia en el siglo XX. Cátedra, Barcelona

-Mosterín, J. (2008): Conceptos y Teorías en la ciencia, Alianza Madrid

-Suppes, P (1988).: Estudios de Filosofía y Metodología de la ciencia,


Alianza, Madrid.

-Diéguez Lucena A. (2005) Filosofía de la ciencia, UMA, Madrid.

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