Un Inicio de Ensueño (Una Historia de Tessa y Jem) - Cassandra Clare

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Título original: In Dreams Begin

Autora: Cassandra Clare


Traducción: Alvare Haramba

Fecha de publicación: septiembre 2020 (originalmente publicado en The Lost Book of the
White)

Todos los nombres, personajes, lugares y acontecimientos mencionados en este texto son
completamente producto de la imaginación de la autora o son empleados como entes de
ficción. Cualquier parecido con personas vivas o fallecidas no es más que coincidencia.
Un Inicio de Ensueño

Traducido por Alvare Haramba


MAGNUS ESTABA IDEANDO UN PLAN.
Para cualquier persona externa, el Gran Brujo de Brooklyn no parecería estar
haciendo la gran cosa. Para empezar, llevaba una pijama de seda color púrpura.
Por otro lado, estaba en la cama, apoyado en una pila de almohadas con un libro
de hechizos abierto en su regazo. Junto a él, Alec Lightwood estaba acostado de
lado, profundamente dormido. Previamente ese mismo día, Alec había llevado a
su hijo, Max, al Jardín Botánico de Brooklyn. Esto había sido a petición de
Magnus, quería que Max tuviera la gran oportunidad de cansarse antes de la hora
de dormir. Y funcionó casi demasiado bien. Max no se había tardado en hacerse
amigo de una niñita licántropa llamada Eliza, y los dos recorrieron los jardines
felizmente durante tres horas seguidas, Max gateando mientras Eliza corría,
aunque de forma inestable. La madre de Eliza se había sorprendido bastante la
primera vez que Max levitó. Afortunadamente, él estaba bajo un glamour, así que
sólo ella y Alec lo notaron. Aunque no poseía mucho vocabulario, Eliza
claramente quería que Max hiciera que ella levitara también. Por fortuna, Max
aún no tenía ese tipo de habilidad. Alec y Max volvieron a casa felices, cubiertos
de tierra, y, lo mejor de todo, exhaustos. Magnus de verdad quería que ellos
durmieran toda la noche.
Magnus cambió de posición y echó un vistazo al otro lado de la habitación, al
reloj de chimenea que estaba encima de la cómoda, una cosa horrible cubierta de
putti1 que Ragnor le había dado hace años. La habitación sólo estaba iluminada
por una vela que ardía con una llama azul en la mesa de al lado, pero podía
distinguir los números. Era la una cuarenta y cinco de la mañana. Ciertamente era
bastante tarde. Seguramente incluso los cazadores de sombras y subterráneos de
la Costa Oeste estarían acostados. Después de todo, había avisado a Catarina, Jem
y Tessa; y en cuanto a los Blackthorn y Emma Carstairs, ¡eran niños! Y ni siquiera
bebés, con su extraña y errática relación con el sueño. Probablemente ya estarían
dormidos, agotados de tanto correr por la playa o lo que fuera que los residentes
del Instituto de Los Ángeles hacían todo el día. Sí, ya era hora.
Acurrucado un poco más lejos bajo la manta, Magnus miró con cariño la forma
en que Alec dormía, su pelo negro como la tinta esparcido sobre la funda de la
almohada color marfil. Cerró su libro y lo puso en la mesita de noche. Se
1
N. del T. Los putti son diseños ornamentales que consisten en figuras de niños, frecuentemente desnudos y
con alas. Son también conocidos como «erotes».
aproximó mentalmente a su interior, buscando una reserva particular de magia
guardada en su interior, una burbuja autónoma. Habían pasado dos semanas desde
que se había liberado de la influencia de la Espina del Sueño2, y si bien las marcas
en su piel se habían desvanecido, sus dientes se habían encogido devuelta a su
tamaño normal, y la magia sobrecargada del artefacto había abandonado su
sistema, esa reserva de energía mágica había perdurado.
Al principio, Magnus había considerado aferrarse a ella como una especie de
póliza de seguro. Tan solo bastaba que un poco de magia extra se saliera de
control, especialmente cuando esta era tan potente, y Magnus estaba bastante
seguro de que él, Alec y sus amigos tendrían muchos más peligros que afrontar
en los años venideros. Ese era su trabajo, después de todo. Pero aferrarse a la
magia por miedo a los peligros imaginados no se sentía bien.
Se sentía como dejar que los demonios tuvieran una pequeña victoria sobre él,
como darles justo lo que buscaban a esos seres escamosos y grotescos. No, en
lugar de eso se había dispuesto a usar dicho poder de una manera que los
demonios no aprobarían: creando alegría.
Magnus cerró los ojos. La oniromancia, el estudio y la práctica de la magia de
los sueños, nunca había sido una de sus especialidades. Pero con el núcleo de
poder adicional proveniente de la Espina del Sueño, se sentía muy confiado de
que podría lograr esa única hazaña, incluso siendo tan compleja. Lo que le parecía
más difícil era mantenerse en la parte somnolienta, el estado entre la vigilia y el
sueño, mientras mantenía la suficiente conciencia para realizar el hechizo. Se
recostó contra las almohadas, dejando que sus párpados se cerraran por un
momento…

Cuando Magnus abrió los ojos de nuevo, estaba de pie en medio del Puente
Blackfriars, el panorama de Londres se extendía a su alrededor en todas las
direcciones.
Respiró profundamente el aire con sabor a río. El cielo tenía un color violeta
oscuro, el sol apenas comenzaba a salir. No había tráfico, lo que era una clara
ventaja de hacer una fiesta en un puente de ensueño en lugar de en el real. Había
una cálida brisa en el aire, y el Támesis danzaba bajo ella, plateado a la luz del
amanecer. ¿Había notado antes el viento en un sueño? Magnus no estaba seguro.
Admiró la vista desde el puente, parecía bastante acertada, aunque no había
puesto pie ahí en un par de décadas. Quizás alguna construcción nueva y fea había
aparecido desde entonces, pero ¿quién lo culparía por omitir ese detalle?
—¡Magnus!
Se volvió y vio dos figuras que se apresuraban hacia él. Eran Tessa y Jem,
ambos vestían lo que Magnus supuso que eran sus pijamas. La de Tessa era gris
con conejos blancos. La de Jem era a cuadros de color verde oscuro y azul marino.
2
N. del T. También conocida como «Svefnthorn».
Iban descalzos, pero eso no importaba en un puente onírico. Comenzó a sonreír
cuando se acercaron y pudo ver que ambos estaban atolondrados y riendo, una
pizca de incredulidad en sus caras.
Tessa le rodeó con sus brazos, dejándolo fuera de balance. Se maravilló debido
a lo sólida y real que se sentía.
—¡Funciona! —exclamó con asombro.
—Siempre vale la pena explorar una disciplina mágica que está sin explorar —
expresó Magnus, dando un paso atrás—. Puede que me tardara en emplear la
oniromancia, pero planeo compensar mi tardanza de inmediato, ahora mismo. ¿Es
eso lo que planeas llevar en tu boda?
—No es tradicional, pero tampoco lo era el vestido amarillo de algodón que
llevé en la boda civil. Y me encantan los conejitos —explicó Tessa—. No me
importa si a Jem tampoco.
—Me casaría contigo incluso si llevaras puesto un barril —dijo Jem.
—¿Y cómo por qué llevaría puesto un barril? —inquirió Tessa.
Los dos se sonreían el uno al otro tontamente. Magnus decidió que había que
hacer algo; no estaba seguro de cuánto tiempo duraría su magia.
—¡No lo permitiré! —repuso Magnus—. Si voy a hacerles una boda dentro de
un sueño, deben estar bien vestidos para la ocasión. Está en mi contrato. Espero
que hayan leído la letra pequeña.
Chasqueó los dedos, y la pijama de Jem fue reemplazada por un traje negro de
corte exquisito. El objetivo de Magnus era algo que aludiera al estilo del traje
típico de los cazadores de sombras que Jem había usado mucho tiempo atrás, en
los primeros años en que conoció a Tessa. Había runas nupciales bordadas con
hilo dorado de manera intricada en las solapas. Mientras Jem se maravillaba del
excelente cambio, Magnus dirigió su atención a Tessa.
—Lo sé —dijo—, un vestido de novia es una elección muy personal. Pero
como el tiempo es oro y nuestros otros invitados llegarán en cualquier momento,
voy a hacer mi mejor intento.
—Tienes mi permiso absoluto —respondió Tessa.
Magnus chasqueó los dedos de nuevo, y entonces la vestimenta de Tessa
cambió por un hermoso vestido sin mangas de un tono plateado pálido, con una
falda completa que a Magnus le recordaba a la primera vez que la conoció, en un
baile de vampiros. Un par de chasquidos más de sus dedos, y su cabello se
reacomodó de manera hermosa en un peinado recogido, con algunos mechones
sueltos alrededor de su cara. Un movimiento más y el conocido colgante de jade
de Tessa apareció alrededor de su cuello, al igual que el brazalete de perlas que
siempre llevaba, un regalo de Will en su trigésimo aniversario.
Tessa parecía sorprendida, se estiró para tocarse el pelo, y luego se pasó las
manos por encima del vestido.
—¿Cómo me veo?
Jem volvió a lucir muy jovial al observarla, sus ojos oscuros llenos de emoción.
—Ni hen piao liang —susurró.
«Eres muy hermosa».
Magnus se dio la vuelta para darles un momento y sintió los brazos familiares
a su alrededor.
Alec besó a Magnus en la frente—siendo ligeramente más bajo que Magnus,
tuvo que inclinar a este un poco para poder hacerlo, lo que a Magnus no le importó
en absoluto—y murmuró en su oído:
—Eres todo un cabrón sentimental, ¿verdad?
Pero sonreía con toda la cara cuando se volvió para saludar a Tessa y Jem,
felicitándolos. Ambos parecían encantados de verle.
—A ver, déjame ver si lo entiendo —comenzó a decir Alec—. Tú, yo, Tessa y
Jem recordaremos esto perfectamente. Y en cuanto a los demás invitados, ¿lo
recordarán al principio, pero luego se desvanecerá de sus mentes, de la misma
forma en que ocurre con los sueños?
—Así es. No lo recordarán como nosotros, pero sus almas estarán presentes, y
se alegrarán por ello. Bueno, la mayoría se alegrará por ello —dijo Magnus.
—¿Qué quieres decir con «la mayoría»? —cuestionó Jem nerviosamente.
—Quiero decir que no estoy seguro de cómo se sentirá Iglesia con todo esto.
—¡Iglesia! —exclamaron Alec y Jem al mismo tiempo, y se volvieron para ver
al gato persa gruñón que se dirigía hacia ellos por el centro del puente.
Tessa se rio.
—Bueno, sí que duerme veinte horas al día. Supongo que no deberíamos
sorprendernos.
—Me tomé la libertad de añadirlo a la lista de invitados que me dieron —
explicó Magnus—. Estoy tratando de ponerme de su lado.
—¿Por qué? —preguntó Alec, incrédulo—. Es un gato.
—Para que no me odie para siempre cuando haga esto.
Magnus chasqueó los dedos, y un moño de plata de la misma tela del vestido
de Tessa apareció alrededor del cuello de Iglesia. Los ojos de Iglesia se abrieron
de par en par por un momento. Luego se sentó, y después de un momento, se
concentró en limpiarse la pata delantera.
—Ahora —dijo Magnus—, simplemente debo decorar este puente.
—Está decorado a la perfección —repuso una voz desde atrás.
Al darse vuelta, vio a Clary, que sostenía a Max. Detrás de ella estaba Jace,
seguido por Isabelle y Simon, que se inclinaban uno en el otro, susurrando de
forma conspirativa. Jocelyn y Luke estaban allí, con un aspecto un poco
desaliñado, y Magnus recordó que estaban remodelando un granero en la granja
de Luke para que Jocelyn pudiera ampliar su estudio de arte. Ragnor y Catarina
también habían aparecido, así como toda una manada de niños, el clan
Blackthorn: Julian y Helen, Tiberius y Livia, Drusilla y Octavian. Emma
Carstairs estaba con ellos, aunque se separó del grupo inmediatamente, corriendo
para abrazar a Clary. Magnus notó con diversión que eran de la misma altura
ahora. Max se había escapado de Clary y estaba ahora sobre los hombros de Alec,
balbuceando una historia a Helen Blackthorn y su esposa, Aline. Parecía que se
divertían, aunque era poco probable que entendieran siquiera una cuarta parte de
lo que decía.
Maryse y Kadir también estaban allí, ya en una profunda conversación con
Jocelyn y Luke. Kadir no estaba en la lista de invitados que Jem y Tessa le habían
dado a Magnus, porque no lo conocían realmente, pero Magnus lo había añadido
como el acompañante de Maryse. Nunca está de más halagar a la madre de tu
novio, especialmente cuando está dispuesta a hacer de niñera durante varios días
seguidos.
Un par de Hermanos Silenciosos habían aparecido; ¿Enoc? ¿Shadrach?
Magnus estaba un poco avergonzado de admitir que para él todos se parecían
ahora que Jem ya no estaba entre ellos como el Hermano Zachariah. Magnus no
había estado seguro de si los Gregori podrían asistir, ya que normalmente no
dormían. Uno de ellos—¿Enoch?—le dedicó una ligera inclinación de su cabeza
encapuchada ligeramente a Magnus, reconociendo que esta locura que estaba
haciendo valía la pena. Al menos, así fue como Magnus eligió interpretar el gesto.
Octavian estaba escalando a Jace como si este fuera un juego del parque. Clary
hablaba con Julian y Emma, mientras Tiberius estaba cerca de su hermano mayor,
mirando a Londres con una feroz curiosidad en sus ojos grises. Livia y Drusilla
estaban encaramadas en la barandilla del puente, Livia charlando animadamente
con Simon e Isabelle, Drusilla mirando tímidamente a su alrededor. Catarina fue
a inclinarse a su lado, haciéndole una pregunta. Magnus miró el surtido de ropa
variopinto del grupo reunido. Mayormente informal, aunque también había
pijamas. Magnus hizo dos movimientos y las prendas de todos a la vez cambiaron
por atuendos formales. Y todavía mejor, apenas parecieron notar el cambio.
Magnus estaba impresionado. Oniromancia… ¡Quién lo hubiera dicho!
Una mano le agarró el brazo. Era Tessa, que parecía estar a punto de llorar.
—Magnus. No puedo creer que hagas esto por nosotros. Yo… —las palabras
de Tessa se desvanecieron, ya que se quedó sin habla.
Magnus la miraba con cariño.
—Tessa, lo que la mayoría de la gente piensa que es una boda de ensueño no
es una boda literalmente de ensueño. Pero ya que la tuya lo es, estoy feliz de
complacerte. ¿Qué tal si vamos poniendo en marcha este evento?
Jem y Tessa tomaron sus lugares a ambos lados de Magnus, y los invitados se
reunieron alrededor. El sol estaba posicionado muy por encima del horizonte,
proyectando rayos de luz cálida entre las largas sombras de los invitados a la
boda.
—Queridos amigos —dijo Magnus a Jem y Tessa—, nos sentimos honrados
de compartir este momento con ustedes, y yo me siento doblemente honrado de
tener la oportunidad de hablar. Hace varios cientos de años me emborraché
mucho y me desperté con la facultad de oficiar ceremonias. Hoy he decidido que
hacer tal cosa fue una sabia elección después de todo.
Jocelyn soltó un resoplido, y luego pareció avergonzada. Luke le sonrió.
—Dejando las bromas de lado, es imposible estar aquí con todos ustedes y no
sentir que hay algún plan mayor en marcha, alguna fuerza superior que ha llevado
a estas dos almas a lo largo de más de un siglo para unirse como una sola.
Los ojos de Clary relucían. Jace metió la mano en su bolsillo y le ofreció lo
que parecía un pañuelo, pero era más bien un paño suave para pulir cuchillas. Ella
le dio una sonrisa torcida de reconocimiento, y se sonó la nariz con esta.
—Me debatí sobre qué costumbres seguir para oficiar esta boda —continuó
Magnus—. Sobre si llevar a cabo una ceremonia de cazador de sombras, o una
ceremonia de brujos, o incluso una ceremonia mundana, ya que muchos mundos
se han unido en los dos. Pero ninguna de estas tradiciones parecía muy apropiada
por sí sola. Así que he intentado adaptar una ceremonia que honre sus senderos
únicos.
Magnus asintió con la cabeza a Jem, quien metió la mano en su bolsillo y sacó
un anillo de oro. Jem había pedido una sola palabra grabada en el exterior de este:
«Mizpah».
—Se dice —comenzó a decir Magnus— que cuando dos personas están en
perfecta armonía en lo más profundo de su corazón, destruyen incluso la fuerza
del hierro o del bronce3. Theresa Gray, ¿estás en perfecta armonía con James
Carstairs en lo más profundo de tu corazón?
Los ojos de Tessa estaban muy abiertos, su cara seria mientras miraba a Jem.
—Lo estoy —contestó, ofreciéndole su mano. Él deslizó el anillo en su dedo.
Entonces Magnus asintió con la cabeza a Tessa, quien extrajo otro anillo, el
cual materializó de la nada. Magnus tuvo que suprimir la sonrisa que amenazaba
con romper su tranquila expresión de oficiante. Le alegró que Tessa estuviera
empleando una pequeña cantidad de oniromancia, y Jem se veía tan complacido
por ello como lo estaba Magnus. Este anillo era exactamente igual al primero, y
él también sabía lo que decía: «Que el Ángel nos vigile a los dos cuando nos
hayamos apartado el uno del otro»4.
—James Carstairs, Ke Jian Ming, ¿estás en perfecta armonía con Theresa Gray
en lo más profundo de tu corazón?
—Lo estoy —dijo Jem, el deleite era visible en sus ojos oscuros. Tessa le puso
el anillo, y se mantuvieron de pie por un momento, tomados de la mano y
sonriéndose mutuamente como si no pudieran creer que esto estaba sucediendo.
—Estoy convencido —dijo Magnus, y Jem y Tessa lo miraron, reconociendo
un trozo de la antigua ceremonia de boda de los cazadores de sombras, aunque él
había alterado las palabras— de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los
demonios, ni las autoridades, ni las potestades, ni lo presente, ni lo venidero, ni
la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura, podrá separar a estos dos.5
—Extendió sus brazos—. Por tanto, estoy encantado de declarar este matrimonio
consagrado, aquí en presencia de sus amigos y familiares. Tessa Gray y Jem
3
N. del T. Fragmento proveniente del I Ching, o también conocido como El Libro de las Mutaciones.
4
N. del T. Pasaje bíblico localizado en Génesis 31:49.
5
N. del T. Pasaje bíblico localizado en Romanos 8:38-39.
Carstairs, ahora están casados, y el mundo es mejor por ello. Pueden besarse,
aunque no es que necesiten mi permiso.
La multitud reunida aplaudió mientras Jem y Tessa se besaban, un beso que
había sido retrasado por mucho tiempo. El beso continuó, y Magnus retrocedió
lentamente, uniéndose al público que los aclamaba.
—Démosles un momento —dijo, y una feliz charla surgió a su alrededor.
Magnus notó que Alec se veía muy sexy en su traje Armani, riéndose con
Maryse. Ragnor y Catarina estaban carcajeándose por algo, contentos de estar
reunidos ahora que Ragnor no tenía que fingir estar muerto, o al menos, no tenía
que fingir con ellos. Clary tenía su brazo sobre los hombros de Emma, y Jace
discutía con Simon sobre cómo atar correctamente una corbata.
Tiberius y Drusilla estaban viendo esta discusión como si fuera un partido de
tenis. Julián había levantado a Octavian para que pudiera ver el río que fluía por
debajo. Isabelle bromeaba con Livia, que llevaba a Max a caballito. Fue una boda
milagrosamente buena.
Helos aquí, sus amigos. Literalmente habían ido dos veces al infierno con él.
Se encontró reflexionando sobre lo mucho que había cambiado. Al principio su
vida se había sentido como Magnus contra el mundo. Luego, durante años y años
habían sido Magnus, Catarina y Ragnor contra el mundo. Ahora su comunidad
era un grupo mucho más grande, uno que se había extendido lo suficiente como
para que en lugar de Magnus y sus amigos contra el mundo, se sintiera como
Magnus y sus amigos, una parte del mundo. Probablemente la mejor parte del
mundo.
Se sentía bien.
—¡Miren! —gritó la voz de una niña. Era Drusilla, que apuntaba al cielo, con
los ojos abiertos de asombro. Hubo un jadeo colectivo cuando la multitud vio lo
que ella había visto.
Dos figuras volaban por encima, montando un semental blanco translúcido con
dos pezuñas de oro y dos de plata. Una de las figuras era un chico rubio con ropas
andrajosas, que miraba a los Blackthorn y saludaba. La figura delante de él era
más difícil de distinguir, un hada de la nobleza con ropa igual de harapienta, sólo
que él era tan translúcido como el caballo. El chico rubio debía de ser Mark
Blackthorn. Magnus se maravilló. Había «invitado» a toda la familia, sin saber si
aquellos que cabalgaban con la Cacería Salvaje podían ser convocados por la
magia de los sueños. Ahí estaba su respuesta, pero venía con otro misterio. ¿Quién
era este compañero, tan cercano a Mark que aparecería junto a él en un sueño?
Los jinetes trazaron un círculo aéreo, mientras los Blackthorn gritaban y
saludaban y Mark les devolvía el saludo, dedicándoles una extraña sonrisa. Luego
se desvanecieron en el aire de la mañana.
Magnus vio con alivio que Jace, Clary, Simon, Isabelle y Alec se habían
alejado de los niños Blackthorn, dándoles la oportunidad de hablar de lo que
acababan de ver: de su hermano robado, quien les acaba de otorgar una visita muy
breve.
Miró a otro lado y vio a Tessa y Jem todavía de pie junto a la barandilla. Había
un resplandor a su lado, en el borde del puente, y los vellos de la nuca de Magnus
se pusieron de punta
Sabía que Will Herondale nunca había rondado por el mundo mortal, porque
había vivido y muerto felizmente y no tenía asuntos pendientes entre los vivos.
Aunque Magnus no estaba sujeto a ningún conjunto específico de creencias sobre
la reencarnación o la vida después de la muerte, siempre tuvo la fuerte sensación
de que Will estaba esperando en la otra orilla de un oscuro río, ya fuera el río Lete
o alguna otra frontera entre los vivos y los muertos. Estaba allí entre la hierba
verde, el cielo de un azul tan oscuro como sus ojos, esperando pacientemente que
Jem y Tessa se unieran a él, para poder llevarlos de la mano a cualquier maravilla
que hubiera más allá del velo que separaba ambos mundos.
Los filósofos de la antigua Grecia creían que las ensoñaciones y el sueño eran
paralelos a la muerte: Morfeo y Hades, de pie uno al lado del otro. Y ahí, en ese
espacio, Magnus no se habría sorprendido si Will hubiera extendido su mano
hacia los que había amado más estando en vida: a Jem y Tessa.
Era, después de todo, un Herondale, y muy terco.
Alec se acercó a Magnus, dejando a los Blackthorn en las hábiles manos de sus
hermanos y sus parejas. Los niños parecían haber tomado la aparición de Mark
como una especie de favor de boda creado especialmente para ellos.
Alec rodeó con un brazo la cintura de Magnus y lo acercó a él, besándolo en
una sien.
—Fue muy amable de tu parte usar lo último de tu magia de la Espina del
Sueño en esto —dijo.
Magnus se inclinó hacia Alec.
—Bueno, no era suficiente magia para enviarnos a la luna, o para ponernos en
primera fila en el desfile de modas de Alexander McQueen. Así que pensé en la
siguiente mejor opción.
Alec le sonrió con fuerza.
—En realidad, sé que lo hiciste porque eres una persona increíblemente
amable, y esa es una de las muchas cosas que me encantan de ti.
—Oh, querido —dijo Magnus, volviéndose hacia él—. Conoces todos mis
secretos.
Y entonces se besaron, y besarse en un sueño mágico resultó ser tan perfecto
como besarse en el mundo de la vigilia.
SOBRE LA AUTORA

Cassandra Clare es autora bestseller del New York Times y del USA Today, sus
obras abarcan desde la serie The Mortal Instruments, The Infernal Devices, The
Dark Artifices, hasta la serie The Eldest Curses, coescrita con Wesley Chu.
Además es autora de The Bane Chronicles, coescrito con Sarah Rees Brennan y
Maureen Johnson; Tales from the Shadowhunter Academy, coescrito al lado de
Sarah Rees Brennan, Maureen Johnson y Robin Wasserman; y Ghosts of the
Shadow Market coescrito en compañía de Sarah Rees Brennan, Maureen
Johnson, Kelly Link y Robin Wasserman. Sus libros tienen más de 50 millones
de copias impresas en todo el mundo y se han traducido a más de treinta y cinco
idiomas. Cassandra vive en el oeste de Massachusetts. Visítala en
cassandraclare.com. Averigua más sobre el mundo de los cazadores de sombras
en shadowhunters.com.

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