Biblioteca de Alejandría

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Biblioteca de Alejandría

LUIS MIGUEL SUÁREZ  DEJA UN COMENTARIO

Considerada la primera biblioteca en ser digna de tal nombre, la Biblioteca


de Alejandría fue, sin duda, la biblioteca más grande y famosa del mundo
antiguo, así como también la capital intelectual por excelencia de todas las
culturas mediterráneas durante el periodo helenístico.

Desde su fundación, en el siglo III, hasta la destrucción de la última de sus


dependencias, el Serapeum, en el siglo IV d. C., la Biblioteca de Alejandría
ejercería como un refugio del saber y el conocimiento,
albergando eruditos de la talla de Aristarco de Samos y Eratóstenes de
Cirene, y expandiendo, en el proceso, multitud de saberes a distintas
culturas del mundo antiguo. A continuación, os contamos su historia.

¿Dónde estaba la Biblioteca de Alejandría?


La antigua Biblioteca de Alejandría estaba situada dentro del Museion,
antiguo complejo de estudio de la ciudad egipcia de Alejandría.

Historia de la Biblioteca de Alejandría


Origen de la Biblioteca de Alejandría

ANTECEDENTES Y CONTEXTO HISTÓRICO

Cuando el gran conquistador Alejandro Magno fundó la ciudad portuaria


de Alejandría en Egipto, su intención era hacerla la cuna del conocimiento
y el aprendizaje de toda la cultura helénica, misma que estaba
construyendo arduamente a base de exitosas campañas militares.

Desde su perspectiva, Alejandría debía incentivar la sapiencia y el


encuentro de eruditos de todo el mundo sin ningún tipo de barreras
culturales de por medio; un sueño que, probablemente, haya sido
inspirado por su más grande tutor: Aristóteles.

Lamentablemente, Alejandro Magno nunca pudo ver materializado su


ambicioso sueño debido a un encuentro temprano con la muerte en
Babilonia. Ante tan inesperada situación, el
gigantesco Imperio macedónico, que se extendía desde Grecia hasta el
valle del río Indo, comenzó a resquebrajarse.
Mosaico con una representación de  Alejandro Magno  encontrado en una casa
de Pompeya (alrededor del siglo I a. C.).

A pesar de ello, el sueño de Alejandro Magno no perecería junto con él,


puesto que Ptolomeo, uno de sus generales de mayor confianza, le
sucedería como máximo gobernante de Egipto.

Este último se hizo llamar a sí mismo Ptolomeo I Sóter, primer faraón de


la dinastía ptolemaica y, como tal, dedicó todos sus esfuerzos a cumplir el
sueño de su antecesor.

LA HEGEMONÍA CULTURAL COMO BASE DE UN IMPERIO: EL


NACIMIENTO DE LA BIBLIOTECA

En líneas generales, tanto Ptolomeo como Alejandro Magno compartían la


misma cosmovisión: la fuerza militar no es suficiente para lograr la
dominación de las civilizaciones.

Así, pues, desde la perspectiva de ambos macedonios, la fuerza militar era


un recurso poco eficiente y, en extremo, desgastante, por lo que, a largo
plazo, cualquier imperio que hiciera uso exclusivo de métodos coactivos en
sus conquistas terminaría sucumbiendo.

En contraste con la fuerza militar, la dominación cultural era mucho más


eficiente en términos de hegemonía política. Por tal motivo, era
necesario aprender y asimilar de todas las civilizaciones que habían
conquistado lo que más convenía para fortalecer aún más su poderío.

Para lograr tal proeza, Ptolomeo contaría con el apoyo de grandes


estudiosos y pensadores de la época, como, por ejemplo, Demetrio de
Falero, quien había pertenecido a la escuela de los peripatéticos, y, como
tal, era discipulo de Aristóteles.

De esta manera, surgiría la idea de erigir una institución que albergara


las copias de todos los escritos del mundo conocido sin ningún tipo de
restricción cultural.

En la actualidad, no existe un consenso sobre la fecha exacta en la que se


fundó la Biblioteca de Alejandría, por lo que se desconoce si su fundación
tuvo lugar durante el mandato de Ptolomeo I Sóter o el de su
hijo, Ptolomeo II, aunque es mucho más probable que haya sido durante el
reinado de este último.

Destrucción de la Biblioteca de Alejandría

Son muchas las imprecisiones que rodean la destrucción de la Biblioteca de


Alejandría. Generalmente, la creencia popular suele atribuir la
destrucción de la Biblioteca de Alejandría al incendio provocado por
las tropas de Julio César en el puerto de Alejandría durante los
acontecimientos de la guerra civil alejandrina, aun cuando se sabe por
distintas fuentes históricas que la Biblioteca perduró varios siglos más.

Es importante resaltar que la Biblioteca de Alejandría no fue destruida


de un momento a otro, sino que más bien experimentó una
decadencia progresiva y sostenida durante varios siglos, la cual,
inevitablemente, la llevó a su destrucción completa hacia el siglo V d.
C.

A continuación, os mostramos un repaso de los puntos de inflexión más


importantes en la historia del declive de la Biblioteca de Alejandría.

EXPULSIÓN DE ACADÉMICOS DE LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA

El declive de la Biblioteca comenzó antes de que las llamas devoraran


parte de su estructura por primera vez, específicamente, hacia mediados
del siglo II a. C, cuando Ptolomeo VII y Ptolomeo VIII luchaban por el
control de Egipto.
Así, en el año 145 a. C., cuando la disputa llego a su fin, Ptolomeo VIII
expulsaría al bibliotecario Aristarco de Samos y a otros académicos
extranjeros de la Biblioteca de Alejandría tras considerarlos disidentes
políticos.

Ante tal arbitrariedad, muchos de los académicos que quedaron en la


biblioteca decidieron desvincularse de la institución, especialmente,
aquellos que eran discípulos de Aristarco.

Estos últimos comenzarían a migrar hacia otras bibliotecas, incluida la de


Pérgamo, ciudad griega que rivalizaba desde antaño en conocimiento con
Alejandría.

JULIO CÉSAR Y EL INCENDIO DE LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA

En el año 48 a. C., y con la intención de hallar y derrocar a su rival Pompeyo


Magno, el general romano Julio César arribó a Alejandría en búsqueda
de su antiguo aliado y actual enemigo.

Sin embargo, para su sorpresa, César encontraría a un


difunto Pompeyo en Alejandría; un escenario que, si bien desaprobaba
rotundamente, decidió ignorar al encontrarse en desventaja respecto a los
alejandrinos.

Estando en Alejandría, Julio César conocería a Cleopatra VII, quien


entonces se encontraba en guerra contra la facción egipcia que apoyaba a
su hermano Ptolomeo XIII como heredero al trono.
César dando a Cleopatra el trono de Egipto, pintura al óleo de  Pietro da
Cortona  del año  1637.

Sin darse cuenta, Julio Cesar se vería envuelto en la guerra


civil sucesoria de ambos hermanos, viéndose obligado aliarse
con Cleopatra VII luego de que los consejeros de Ptolomeo XIII le
aconsejasen librarse de las fuerzas del general romano.

Según señaló el mismo Julio César en su escrito Comentarios de la guerra


civil, los aliados de Ptolomeo XIII que se encontraban en el puerto de
Alejandría superaban en número a la flota romana, por lo que, en un
intento desesperado por sobrevivir, Julio César ordenó a sus tropas que
incendiaran las embarcaciones que estaban atascadas en el puerto para
bloquear la flota de Ptolomeo.

El relato de Julio César no especifica nada más; sin embargo, se rumorea


que las llamas se salieron de control y alcanzaron construcciones
cercanas al puerto, entre ellas, la biblioteca de Alejandría.

No obstante, esta solo sufrió daños parciales y no totales como se tiende a


pensar. Aún con ello el fuego sí devoró numerosos escritos que no se
pudieron recuperar. Una perdida que mermó considerablemente la
influencia de la biblioteca.
EL DEBACLE DE LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA A MANOS DEL
IMPERIO ROMANO

Luego de que la dupla conformada por Marco Antonio y Cleopatra fuese


derrotada a manos de Octavio Augusto en la batalla de Accio del año 31 a.
C., Egipto sería anexionada a los territorios del Imperio Romano.

Los primeros emperadores romanos, como Claudio y Domiciano,


prestaron suficiente atención a la Biblioteca de Alejandría; de hecho, se
afirma que Claudio amplió el edificio, por lo que la intelectualidad de la
biblioteca continúo evolucionando aún en la era cristiana.

Lamentablemente, a partir del siglo III d. C., el Imperio romano dejaría


de mirar a Alejandría con benevolencia, especialmente, durante el
mandato del emperador Caracalla, quien, en el año 215, con la intención
de reprimir una revuelta, ordenó el asesinato inmediato de los jóvenes de
Alejandría.

Para entonces, Caracalla, además, había dejado de preocuparse por la


dotación de nuevos manuscritos y por el salario de los académicos. En
consecuencia, la influencia la Biblioteca de Alejandría y el Museion en
general disminuiría drásticamente, a la par que otras bibliotecas
mediterráneas iban ganando auge.

Durante los años siguientes, Egipto continuaría enfrentando grandes


adversidades, las cuales, sin duda alguna, repercutieron de forma
negativa en la vida cultural de Alejandría.

Un claro ejemplo de ello fueron las graves devastaciones que sufrió


Alejandría por órdenes del emperador Diocleciano, quien, en el año 296,
ordenó que la ciudad fuese saqueada con la finalidad de apaciguar las
protestas.

LA EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO Y LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO


DE SERAPIS

En febrero del año 380 d. C., luego de que el emperador Teodosio I el


Grande promulgase el Edicto de Tesalónica, el cristianismo se convertiría
en la región oficial del Imperio romano y, por supuesto, de todos los
territorios bajo dominio romano. De esta manera, cualquier vestigio
de paganismo comenzaría a ser prohibido; el politeísmo egipcio no sería
la excepción.
Once años después de la promulgación del Edicto de Tesalónica, en el
año 391, Teófilo, el entonces obispo de Alejandría, ordenaría la
destrucción del Templo de Serapis: una extensión de la Biblioteca de
Alejandría que albergaba, aproximadamente, un 10% del inventario total de
la biblioteca.

Ilustración de la quema de la Biblioteca de Alejandría en el año  391, obra


de  Robert Ambrose  (año  1910).

Desde la perspectiva de Teófilo, el Templo de Serapis era un centro de


culto para los creyentes del dios greco-egipcio al que Ptolomeo I había
dado vida durante su reinado, por lo que, como tal, debía ser destruido.

Probablemente, durante los acontecimientos de la destrucción del templo


de Serapis, se destruiría todo rastro de manuscrito pagano.

A pesar de ello, a Teófilo no se le adjudica la destrucción de la Biblioteca


de Alejandría en su totalidad, sino únicamente la destrucción del
Templo de Serapis, pues la biblioteca continuaría funcionando durante un
par de décadas más.

Finalmente, el prestigio (y probablemente la estructura en sí misma) de


la Biblioteca de Alejandría llegaría a su fin luego de que una turba de
cristianos asesinase brutalmente a Hipatia, la única mujer que había
logrado abrirse camino entre los académicos más reconocidos de la
biblioteca por sus grandes conocimientos en filosofía, matemática y
astronomía.

LA CONQUISTA MUSULMANA DE EGIPTO

Una versión alternativa sobre la destrucción de la Biblioteca de


Alejandría responsabiliza directamente de la debacle de este centro de
estudio a la conquista musulmana de Egipto, específicamente, a
la invasión musulmana de Alejandría por órdenes del califa Omar.

Según esta teoría, en el año 640 d. C. el califa Omar habría ordenado


a ʽAmr ibn al-ʽĀṣ que comandase al ejército musulmán en contra de
Alejandría y que la asediase de ser necesario.

Así, pues, tras un largo asedio, los musulmanes se harían con el control de
Alejandría. Poco tiempo después, ʽAmr ibn al-ʽĀṣ notificó al
califa Omar sobre la existencia de una gran biblioteca en las cercanías del
puerto de la ciudad, tras lo cual el soberano ordenó la destrucción
inmediata de cualquier manuscrito que contradijese las leyes del
Corán, así como cualquier material ambiguo en términos religiosos.
Ilustración de la quema de la Biblioteca de Alejandría por orden del
califa  Omar.

Esta versión sobre la destrucción de la Biblioteca de Alejandría puede


encontrarse en Historia de los hombres eruditos, obra escrita por el
historiador árabe Ali ibn Yusuf al-Qifti.

Características de la Biblioteca de Alejandría


La Biblioteca de Alejandría fue uno de los tantos módulos
del Museion

La Biblioteca de Alejandría formó parte de una construcción mayor


conocida como el Museion (en griego antiguo, Μουσεῖον, que significa,
literalmente, templo de musas).

Esta gigantesca institución referenciaba a las nueve musas que los griegos


consideraban responsables de las distintas vertientes del
conocimiento: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, 
Terpsícore y Urania.
El Museion  no dispuso de una colección de obras de arte, sino que se
asemejaba más al concepto actual de universidad. Siendo que su verdadero
objetivo era servir como un espacio para que multitud de eruditos del
mundo antiguo se reuniesen para investigar, traducir, dilucidar y
difundir nuevos conocimientos.

Naturalmente, el Museion contó con la presencia de los más grandes


versados de las diferentes ramas del saber descubiertas de la época: físicos,
astrónomos, alquimistas, matemáticos y un largo etcétera.

Allí los eruditos habitaron por largos lapsos y a tiempo completo,


encargándose de la copia y traducción de textos asirios, persas, egipcios,
hebreos y budistas al griego antiguo.

Ptolomeo III y sus políticas de turismo en favor del


conocimiento

Cuando Ptolomeo III se convirtió en el tercer faraón de la dinastía


ptolemaica, hacia el año 246 a. C., este exigió a las tripulaciones de los
barcos que atracaban en el puerto de Alejandría la entrega obligatoria
de sus manuscritos.

Esto último con la intención de que los escribas oficiales de la ciudad los


tradujeran y reprodujesen de ser necesario, es decir, en caso de que no
existiese un registro previo de dicho manuscrito en la Biblioteca de
Alejandría.

Una biblioteca que nunca paró de crecer

A la par que los escribas oficiales de la biblioteca traducían y reproducían


los manuscritos de las tripulaciones de los barcos que arribaban a
Alejandría, los administradores de la biblioteca se encargaban de
recopilar escritos alrededor del mundo antiguo, ya fuese comprando o
tramitando grandes donaciones de manuscritos.

Dicha recopilación fue sumamente exitosa; de hecho, se estima que esta


llegó a oscilar entre las 40.000 y las 400.000 unidades.

Según el escritor y abogado romano Aulio Gelio, la Biblioteca de Alejandría


albergó la cifra de 700.000 volúmenes de manuscritos. Así lo señaló en su
obra Noches Áticas.
Como habría de esperarse, la Biblioteca gozó de colecciones completas de
los más grandes filósofos del mundo helénico, Aristóteles incluido.

Tal fue la magnitud de escritos que albergó la Biblioteca de Alejandría,


que sus administradores se vieron obligados a buscar una extensión
para esta. De esta manera, el espacio conocido como el Templo de Serapis,
fundado por Ptolomeo I, pasaría a albergar el 10% del inventario total de la
biblioteca.

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