Declive y Destrucción Del Museo de Alejandría
Declive y Destrucción Del Museo de Alejandría
Declive y Destrucción Del Museo de Alejandría
Durante 250 años la dinastía Ptolomea no dejó de apoyar al Museo y la Biblioteca. Aún
así el poder de los primeros reyes se fue diluyendo entre la cesión de poder a los
sacerdotes de la antigua religión egipcia, para ganarse el respeto de la población
autóctona, y el emergente poderío de la República romana.
A mediados del siglo I a.C. Egipto era prácticamente un protectorado romano, clave
para la República por sus bastas cosechas de grano y ser la llave para el comercio con el
Oriente y África.
ÉPOCA ROMANA
Es precisamente en esta lucha cerca del Faro cuando se produce el primer desastre para
la Biblioteca. En la batalla naval se usaron bolas de fuego de las que algunas cayeron en
la propia Biblioteca, aunque está claro que fue el ejército romano quien lo hizo nunca se
supo si fue intencionadamente.
EL SERAPEUM
También sabemos que la antigua biblioteca fue cambiada de lugar a lo que era llamado
el Templo de Serapis. Éste era una antigua deidad menor egipcia, que los griegos
cogieron como propia en el proceso de mestizaje con la población local. A este nuevo
edificio se le llamó la “Biblioteca Hija”, para diferenciarse de la antigua, y en ella se
guardaron los cientos de miles de documentos que sobrevivieron al incendio.
SIGLOS I Y II
Los dos primeros siglos de nuestra era fueron de relativo esplendor. Ya nunca se
llegaron a las cotas de investigación de tiempos pasados, pero el Museo mantuvo su
prestigio y continuaron llegando eruditos y sabios para aumentar sus conocimientos.
Así, podemos destacar en esta época a Estrabón ( geógrafo e historiador), Claudio
Ptolomeo (astrónomo y geógrafo), y los grandes matemáticos Herón e Hipatia.
Son dignas de nombrar las sectas de la doctrina del Gnosticismo, una curiosa mezcla
entre filosofía y religión en la que se sostenía la necesidad del conocimiento (gnosis)
para alcanzar la salvación; consideraban el estudio como una forma de revelación para
la salvación, muchos de ellos pensaban que estaban “iluminados”.
Sin duda este siglo fue el que marcó el principio del fin del Museo y la Biblioteca.
En el 215 una rebelión contra el emperador Caracalla provocó la ira de éste, y el Museo
dejó de percibir las atribuciones y ayudas que recibían los sabios desde hacía siglos.
En el 265 un intento de secesión del gobernador de Egipto fue aplastada por el enviado
del emperador Galieno.
Cada revuelta y guerra dejaba sus efectos en el Museo, tanto por destrucción directa
como por abandono y reducción de donativos para el mantenimiento de los recintos.
ÉPOCA CRISTIANA
El siglo IV se caracterizó por la proclamación del Cristianismo como religión del
estado romano por parte de Constantino. Los cristianos egipcios, llamados Coptos,
pronto destacaron por su influencia.
Las antiguas religiones convivieron con la nueva, hasta que el emperador Teodosio
declaró como única religión oficial el Cristianismo en el 391, así comenzó una
persecución de las religiones y templos “paganos”.
A esta nueva política agresiva del nuevo y cristiano imperio se unió un ominoso aliado
en la propia ciudad, el Obispo de Alejandría Teófilo, ferviente seguidor de la nueva
política antipagana, y que provocó que seguidores suyos destruyeran el templo de
Serapis (Serapeum), en donde se situaba la Biblioteca.
En este año del 391 la Biblioteca recibió un gran golpe del que nunca volvería a
recuperarse.
En el 395 el Imperio romano se reparte entre los hijos de Teodosio, quedando dividido
para siempre en Imperio Occidental, que duró hasta el 476 y el Imperio Oriental. Este
último resistiría 1000 años más, ya como Imperio Bizantino.
ÉPOCA ISLÁMICA
La ciudad de Alejandría estuvo bajo el dominio bizantino hasta el año 642, cuando las
tropas musulmanas al mando del general Amr Ibn-al-As tomaron la ciudad.
Es famoso el relato que narra lo que este general preguntó a su superior, el Califa
Omar, sobre qué hacían con los libros que encontró en lo que quedaba de la Biblioteca:
“ Si lo que está escrito en esos libros está de acuerdo con el libro de Dios, no son
necesarios; y si está en desacuerdo no son deseables, así que quemarlos de todas
formas.”
La realidad es que no existen datos fiables que confirmen estas narraciones, sobretodo
porque no debió quedar mucho que quemar después del año 415.
Así finalizo el homenaje a la institución que durante casi 700 años iluminó el
conocimiento, la inquietud y el saber más de nosotros mismos y nuestro entorno.
Heródoto el Rojo