Novellae Constitutiones

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NOVELLAE CONSTITUTIONES

Las Novellae Constitutiones  post Codicem o las Novelas de Justiniano, son ahora consideradas


una de las cuatro unidades principales del derecho romano iniciadas por el emperador
romano Justiniano I en el curso de su largo reinado (527-565 d. C.). Las otras tres piezas son:
el Código de Justiniano, el Digesto y las Institutiones. El cuestor Triboniano fue el principal
responsable de la compilación de estos tres últimos. Juntas, las cuatro partes son conocidas
como el Corpus Juris Civilis. Mientras que el Código, el Digesto y las Institutiones fueron
diseñadas por Justiniano como obras coherentes, las Novelas son leyes diversas promulgadas
después del 534 —cuando promulgó la segunda edición del Código— que nunca fueron
compiladas oficialmente durante su reinado.

La mayoría de las historias Novelas de Justiniano están dedicadas a cuestiones legales seculares,


pero 36 historias cortas tienen el tema de la organización de la iglesia y la gestión administrativa.
Las Novelas de la Iglesia se dedican principalmente a uno de estos tres temas: el gobierno de la
Iglesia, el clero y la organización de la vida monástica. De la masa total de historias cortas de la
Iglesia, las Novelas 120 y 123, que regulan varios aspectos de la vida de la Iglesia, destacan los
problemas de propiedad de la Iglesia. Estas dos historias, como las 117 y 118 sobre derecho de
familia y leyes de herencia, pueden llamarse codificadoras porque repiten predominantemente
leyes más antiguas con cambios menores.

Será mediante leyes específicas (Novelas) cuando el emperador Justiniano cree un sistema
sucesorio fundamentado en la cognatio.

El emperador Justiniano en la Novela 118 de 16 de julio del año 543 acomete una reforma de
la sucesión intestada que no está marcada por un sentido de conyunturalidad y oportunismo,
sino más bien la búsqueda de una unificación del sistema, ante la proliferación legislativa
existente.

La Novela 118 se fundamenta en dos principios inspiradores:

a) La erradicación de la oposición entre el sistema civilístico y el pretorio en el marco


sucesorio.

b) Un sistema fundamentado en el parentesco cognaticio, basado en el matrimonio, por lo que


la adopción crea un parentesco legal entre adoptante y adoptado, pero no una relación de
parentesco entre adoptado y parientes del adoptante.

Se establecen cuatro clases de posibles sucesores, en cada clase el más próximo en grado es
llamado a la herencia, en caso de que falte éste o renuncie se pasa al grado siguiente y
solamente faltando los herederos de la clase se pasa a la siguiente, no existiendo diferencias
por razón de sexo. En definitiva, el nuevo régimen abandona todo criterio de agnatio y
solamente toma en consideración la cognatio.

El sistema de la Novela 118 contiene el principio básico de la consanguinidad y, sin embargo,


como ha hecho notar la doctrina, «la reforma justinianea olvida o silencia algunas situaciones
como son la herencia del cónyuge, la de la concubina y sus hijos, los adoptivos y legitimados y
el destino de la herencia vacante.
Los llamamientos hereditarios contemplados en la Novela 118 son cuatro con arreglo a la
siguiente prelación:

 Los descendientes de cualquier sexo o grado, ya estuvieran o no bajo patria potestad al


morir el causante. La sucesión podía ser in capita o in stirpes.
 A falta de descendientes, eran llamados los ascendientes, los hermanos bilaterales de
ambos sexos y los descendientes de éstos en primer grado, en lugar de su padre o de su
madre premuertos, sucediendo en estos casos por estirpes.
 A falta de las dos anteriores órdenes, eran llamados los hermanos o hermanas unilaterales,
o sus descendientes en primer grado, en lugar de su padre o madre premuertos, y
 A falta de las clases anteriores eran llamados los demás colaterales según la proximidad de
grado, excluyéndo los más próximos a los más remotos.

A falta de todos los parientes del difunto llamados a sucederle, el cónyuge no divorciado podía
pedir la bonorum possessio unde vir et uxor.

A la viuda pobre se le concedía el derecho de reclamar una parte de la herencia en


concurrencia con parientes del difunto. Concurriendo con cuatro o más descendientes, recibía
una porción igual a la de cada no de éstos (porción viril). Concurriendo con número menor de
descendientes o con otros parientes, recibía la cuarta parte de la herencia (porción uxorial).

A falta de todo pariente y de cónyuge sobreviviente, la herencia podía pasar a las


corporaciones a que había pertenecido el difunto, y en último lugar al fisco.

El Estado, a partir del Imperio interviene por razones políticas y económicas en aquellos
supuestos en que el heredero incurría en una conducta inmoral o indigna frente al causante,
en cuyo caso el fisco se apropiaba del patrimonio hereditario. Para Voci, el Estado era el
beneficiario de los despojos económicos. La intervención estatal tenía una naturaleza punitiva.
No se trataba de una sucesión normal, sino de un caso extraordinario situado al margen de la
herencia testada e intestada.

En definitiva, el Estado se va atribuyendo las herencias vacantes y se va situando dentro de las


normas de derecho sucesorio como adquirente individual, es decir “loco heredis”.

ANTECEDENTES DE LA COLACION
En el Derecho Romano, la colación fue concebida como la aportación de bienes que hacía un
heredero en favor de otros de igual clase, para poder participar en la división y partición de la
herencia en forma equitativa. Según el Derecho justinianeo, cuando eran varios los
coherederos, existía la obligación de aportar a la herencia lo recibido por cada uno de ellos en
vida del causante.

En el Derecho Romano fueron conocidas muchas formas de colación, destacando las


siguientes:

1. Colación bonorum: Se refería a la herencia en que concurrían hijos emancipados con hijos
no emancipados. Para evitar el desequilibrio que pudiera surgir a la muerte del causante, el
Pretor no concedió la bonorum possesio al hijo emancipado mientras éste no prometiera dar
una parte de sus bienes propios a sus «coherederos sui» -es decir a sus coherederos no
emancipados- la cual debía ser proporcional a la que él recibiría en la herencia pretoria. Dado
que el hijo no emancipado carecía de capacidad patrimonial propia mientras vivía su padre y
estaba sujeto a su patria potestad, los bienes que adquiría revertían al patrimonio paterno,
formando de tal manera parte de su futura herencia Luego, al morir el padre y procederse al
reparto del patrimonio hereditario, el hijo emancipado participaba en la propiedad adquirida
por el otro hijo no emancipado y, por el contrario, el hijo no emancipado no participaba en la
propiedad adquirida por el otro hijo después de su emancipación.

2 Colación dotís: También de origen pretoriano. Su finalidad, como en el caso anterior, era
establecer cierta equivalencia de posiciones entre los hijos emancipados y los no emancipados,
debido a que si por la colación bonorum los primeros se veían obligados frente a los segundos,
era justo que la hija también -sujeta a la patria potestad- colacionara con lo que había recibido
del padre como dote.

La collatio dotis consistía en esto: las hijas del difunto que hubieran contraído matrimonio
provistas de dote estaban obligadas a conferir ésta a sus coherederos, como conditio sine qua
non para poder participar en el patrimonio del padre difunto.

En síntesis, se pensaba que no era justo admitir gratuitamente a la sucesión mortis causa del
pater a la hija, cuando ésta había adquirido la dote por haber contraído matrimonio. La razón
de esto consistía en mantener la igualdad de trato de todos los co-sucesores, lo cual hizo que
se obligara a la hija a conferir la dote a sus hermanos.

3. Colación justinianea: Se consideraba que el heredero que había recibido de su ascendiente


un simple anticipo sobre una porción hereditaria, debía -según la voluntad del causante- dar
cuenta de aquél a sus coherederos. Esta obligación existía, salvo disposición contraria del
testador.

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