El Velero Desvelado
El Velero Desvelado
El Velero Desvelado
EL VELERO DESVELADO
de Adela BASCH
(Premio Argentores 1982)
PERSONAJES
MARCELA
JOAQUÍN
BARCO
CORA, LA EXPLORADORA
LA OLA MANOLA
MANUEL, EL MAGO DEL PINCEL
AMANDA, LA TEJEDORA
DOÑA GABRIELA
EL PESCADOR
(Al fondo se ve el mar y se escuchan sonidos marinos: romper de olas, gaviotas, la sirena
de un barco. Una parte del escenario será la orilla y el resto, playa con alguna vegetación.
En el centro se ve un velero. Es muy vistoso, de colores alegres y tiene ruedas que le
permiten desplazarse. Hay un ancla claramente visible. Entran Joaquín y Marcela. Están
vestidos con ropas que guardan cierto parecido con las de un pescador. Joaquín lleva un
pañuelo al cuello. Entre los dos traen una red. Suben al velero)
MARCELA: ¿Todo listo para ir a pescar?
JOAQUÍN: Sí, podemos empezar a navegar.
MARCELA: (con mucho entusiasmo y acompañando sus palabras con las acciones
correspondientes) Levantemos el ancla y movamos las palancas.
JOAQUÍN: (con fervor) Que el viento sople fuerte y avance la corriente. (El velero
comienza a avanzar. Joaquín y Marcela cantan juntos y se turnan para
manejar el timón)
MARCELA Y JOAQUÍN: Las velas de un barco
son como alas,
nos llevan muy lejos
si están desplegadas.
Si la luna se cansa
y quiere ir a pasear
el cielo tiene estrellas
que saben alumbrar.
Soy un marinero,
me gusta navegar
si estoy en mi velero
escucho al mar cantar.
La playa es ideal
para hacer turismo,
el mar cambia siempre
pero es siempre el mismo.
El mar es infinito
y guarda mil tesoros,
en el fondo hay cofres
con estrellitas de oro. (La ola Manola termina de cantar su canción y
sale)
II
Cora esta sentada en la orilla con una caña de pescar. Viste ropas de exploradora, lleva un
largavistas y una mochila. A su lado hay una canasta con comestibles, es inquieta, mira
todo, en la playa hay un tronco de árbol que puede servir de mesa, y cerca de el cuelga una
mariposa de papel
CORA: (suspirando) Ah... el mar es sorprendente, siempre igual y siempre
diferente. (Un poco fastidiada) Me pasé toda la tarde aquí sentada, y
todavía no pesqué nada. (De pronto la caña se hunde) Pero, ¿qué es esto?
¡Qué pesado! Debe ser un gran pescado. (Levanta la caña y con ella saca
un pedazo de tela blanca con algas y caracoles) ¡Qué agradable sorpresa!
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¡Un mantel para la mesa! Y tiene un bordado de algas y caracoles que
parecen de verdad... Cuando lo ponga en la mesa, ¡qué lindo que va a
quedar! Cuando uno es explorador siempre encuentra algo interesante, y
aparecen cosas nuevas, que no habíamos visto antes. (Vuelve a mira la
tela, y aunque la tiene cerca, la examina con el largavista) ¡El verde de
las algas hace juego con el pasto, y el color de los caracoles, con el de mi
canasto! (Bailotea) ¿Para qué voy a esperar? Lo estrenaré hoy mismo.
(Coloca el mantel sobre el tronco de árbol que servirá de mesa, saca de la
mochila un pequeño asiento plegable y de la canasta, un pastel que pone
sobre la mesa) Ah... qué lindo es comer afuera en un día de primavera, y
tener al lado el mar, que no deja de cantar. (Comienza a cantar la canción
de la exploradora. En algún momento que no distraiga la atención que el
público destina a la canción entran Joaquín y Marcela, que escuchan
cantar a Cora deleitados. Traen consigo el velero, al que arrastran con
una soga)
En el mundo hay muchas cosas
que quisiera conocer,
cada día encuentro algo
que me hace sorprender.
Yo no sé cómo es posible
que un avión levante vuelo,
yo soy mucho más liviana
y sin embargo no puedo.
III
Manuel, que viste ropas de pintor, camina por la orilla del mar. Es muy miope, usa
anteojos y se los saca a cada rato para limpiarlos. En una mano lleva una valijita que
contiene elementos para pintar y en la otra, un enorme pincel. Canta
MANUEL: Yo soy Manuel
el mago del pincel,
si veo una rosa
pinto un clavel.
El velero desvelado 9
Yo transformo todo
con mi pintura,
si hay una montaña
pinto una llanura.
Si hay mariposas
dibujo un avión,
si veo una sandía
yo pinto un melón.
Yo soy Manuel
el mago del pincel,
donde hay una vela
yo veo un mantel.
(Termina de cantar y mira a su alrededor extasiado) ¡Qué hermoso lugar!
¡Cuántas cosas para pintar! El mar es sorprendente, siempre igual y
siempre diferente. ¡Ah! No hay como el mar para inspirar a un artista. ¡Qué
regalo para la vista! (Se acomoda los anteojos. Mira todo esforzándose
mucho. Suspira) Así es la vida del artista, estando en cualquier parte siente
el llamado del arte. Vamos a ver si entre las cosas que traje hay algo para
pintar este paisaje. (Abre la valijita y saca implementos para pintar) Aquí
están la paleta y las acuarelas... pero me falta la tela. Dicen que cuando uno
necesita algo de verdad, siempre lo encuentra por casualidad. (Mira por
todos lados) ¿Qué será eso que brilla en el medio de la orilla? (Se acerca)
Justo lo que me hacía falta: una tela para pintar; segura que se le perdió a
algún pintor que vino a inspirarse a este lugar (se limpia los anteojos y la
mira) ¡Y ya tiene dibujada una estrellita de mar! Voy a usar este tronco
para apoyar la tela. (La cuelga del tronco, que funciona como caballete)
Quedáte quietita ahí, no te muevas. Lástima que estoy un poco lejos del
mar y no veo bien, ¿Cómo puedo hacer? Manuel, coraje, y a pintar este
paisaje. (Empieza a pintar. Como es muy miope, antes de cada pincelada
va hasta la orilla, mira de muy cerca, vuelve al caballete y pinta.
Mientras tanto canta)
Miro de reojo
y pongo algo rojo
vuelvo a la paleta
y uso el violeta
para que haya brillo
pinto de amarillo
y ahora una franja
de color naranja. (Entran Joaquín y Marcela con el velero y lo miran
pintar)
MARCELA: Buenas tardes. Somos Joaquín y Marcela.
JOAQUÍN: Y estamos buscando buscando una vela. ¿No sabe dónde puede estar?
MARCELA: (acariciando el velero) Sin ella no podemos navegar.
MANUEL: (se acerca muchísimo a Joaquín y Marcela para mirarlos) Y yo soy
Manuel, el mago del pincel. Me gusta mucho pintar, y le estoy haciendo un
retrato al mar. No, por aquí no vi ninguna vela. Estoy muy ocupado con
mis acuarelas. ¿No me quieren ayudar? Soy un artista, pero tengo mala
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vista. Desde aquí no veo bien. ¿Por qué no me van diciendo lo que hay en
el mar, así lo puedo pintar?
MARCELA: Bueno, pero sólo un momento.
JOAQUÍN: Tenemos que encontrar la vela, y no podemos perder tiempo.
MARCELA: (observando la tela) ¡Qué linda estrellita de mar! Lo felicito, casi, casi
parece de verdad. ¡Qué buen pintor!
MANUEL: Bueno, este... la verdad es que no la hice yo. (Con aire de sabihondo) Ya
venía con la tela. Las telas para pintar retratos del mar ya vienen
preparadas así. Es un detalle de lujo para ayudar al dibujo.
JOAQUÍN: (con ingenuidad) Ah, qué interesante.
MARCELA: Es algo que nunca vimos antes. Muy bien, manos a la obra. ¿Cómo lo
ayudamos?
MANUEL: Ustedes miran el mar y se fijan cómo está, me lo cuentan y yo doy una
pincelada (van realizando las acciones que menciona para ejemplificar) y
así hasta que la pintura quede terminada. ¿Entendieron bien? Me van
diciendo lo que ven. Por ejemplo, me pueden decir: el mar parece una raya
que se junta con la playa.
JOAQUÍN: Entendido, empecemos.
MARCELA: (se acerca a la orilla. Grita haciéndose bocina con las manos) ¡El mar
parece una raya que se junta con la playa! (Manuel pinta una raya,
Marcela corre hasta el caballete para ver lo que Manuel pinta, con
mezcla de curiosidad y fascinación y en ese momento Joaquín va hasta la
orilla, seguirán realizando este movimiento, uno esta junto al pintor y el
otro en la orilla. Se cruzan permanentemente)
JOAQUÍN: Pasan tres barcos que van de viaje.
MARCELA: Pasa una botella con un mensaje. (Manuel trata de pintar lo que le van
describiendo pero no puede porque los mensajes son muy vertiginosos y
no le dan tiempo. Apenas trata de comenzar lo que le dice uno, y ya el
otro le esta deciendo algo mas)
JOAQUÍN: Pasan una nube y un nubarrón.
MARCELA: Pasa un bote de color marrón.
JOAQUÍN: Pasa un barco igualito al de una película que vi el otro día, en que un barco
pirata se cruzaba con otro y el capitán decía: ¡al abordaje, mis valientes! Y
todos pasaban al barco de enfrente. (Comienza a perder distancia respecto
de lo que cuenta, y poco a poco va actuando lo que dice, adoptando la
personalidad de uno de los personajes de su relato) Y espadeaban, y
espadeaban y unos se caían y otros se levantaban. (Marcela y Joaquín
comienzan a espadear entre si, con una espada imaginaria o con algún
elemento que sirva para tal fin. Enseguida embisten Manuel, que se
defiende con el pincel a modo de espada y participa con ellos del juego)
MANUEL: ¡Acá va una estocada de mi poderosa espada! (Espadean los tres por un
momento, totalmente entregados al juego. De pronto Manuel toma
conciencia de la situación y se fastidia) Pero, ¿qué estamos haciendo?
¡Dejemos de espadear como locos, y a ver si me ayudan un poco! (Manuel
vuelve a ubicarse frente a la tela, pincel en mano)
JOAQUÍN: (gritando desde la orilla) Pasa un barco de pasajeros que está dando la
vuelta al mundo entero. Y en el salón de fiestas hay un baile, y un señor
con un turbante que baila con una señora muy elegante. (Comienza oírse
música de rumba y Joaquín empieza a bailotear, enseguida lo sigue
Marcela y finalmente también Manuel se incorpora al baile, haciendo
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pareja con el pincel. Bailan los tres frenéticamente. De pronto Manuel
cobra súbita conciencia de lo que esta haciendo)
MANUEL: ¡Déjense de bailar, y ayúdenme a pintar! (Vuelve a ubicarse frente al
caballete)
MARCELA: Pasa un barco con marineros que hace tiempo escondieron un tesoro y
ahora quieren encontrar el oro. Llegan a una isla y uno saca un papel
doblado y lo lee mirando hacia todos lados. (comienza a perder distancia
respecto de lo que relata y poco a poco toma la identidad de uno de los
personajes y realiza las acciones correspondientes a lo que cuenta.
Primero la sigue Joaquín y finalmente, también Manuel. Los tres se
entregan por completo al juego) Y el papel dice: tres pasos hacia el este y
un saltito hacia el oeste, una vuelta carnero para el sur, a treinta y cuatro de
latitud, y aparece un tronco con un corte justo en dirección al norte.
Después hay que caminar de costado con la cabeza inclinada a un lado
hasta encontrar tres flores que tienen muchos colores, mirar otra vez el
mapa, caminar en cuatro patas y gritar todos a coro: ¡Allí es donde está el
tesoro! (Primero grita Marcela y después los tres juntos)
JOAQUÍN: ¡A cavar, marineros, a cavar con mucho esmero!
MANUEL: ¡A cavar con cuidado, para sacar el tesoro enterrado! (Toman dos remos
que hay en el velero y los usan como palas. Se los van pasando y el que
queda sin pala se cambia de lugar. Al cabo de un momento Manuel toma
conciencia y se exaspera) ¡Basta de cavar y cavar! ¡Lo que yo quiero es
pintar! (Suspirando) Ah, la vida del artista... (Reprime la exasperación y
adopta una calma falsa, notoriamente artificial) Bueno, este... muchas
gracias por su colaboración. (Mientras habla los va empujando
suavemente para que se vayan) Ahora seguiré yo solo con mi creación.
Hasta pronto, adiós.
MARCELA y JOAQUÍN: Adiós, adiós. (Salen. Hay un brevísimo apagón. Cuando se
enciende la luz Joaquín y Marcela están caminando en otro lugar, ya no
esta Manuel)
JOAQUÍN: Marcela, ¿dónde estará nuestra vela?
MARCELA: Mirá, ahí viene Manola. (Entra Manola corriendo y salpicando) ¡Eh! ¿No
viste pasar la vela de nuestro velero?
OLA MANOLA: Creo que hace un rato la vi en la playa. Pero en realidad no me acuerdo si
era una vela o una malla. Disculpen, estoy muy apurada por que ando
retrasada. (Sale después de dar una apresurada vuelta por el escenario)
MARCELA: Por ahí tiene que estar.
JOAQUÍN: Con un poco de paciencia la tenemos que encontrar.
MARCELA: ¡Qué lindo fue ayudar a pintar a Manuel!
JOAQUÍN: Sí, colaborar con un artista siempre es un placer. Y qué linda era la tela esa
que venía con una... estrellita... de mar... (El tono de su voz indica que
advierte algo peculiar)
MARCELA: (con tono similar) ... Especial para dibujar...
JOAQUÍN: ¡Ahora me doy cuenta! La tela que usaba para pintar, era la vela que se nos
cayó al mar.
MARCELA: ¡Rápido, Joaquín, por favor! ¡A buscar a ese pintor! (Comienzan a correr,
uno hacia cada lado. Aparecen y desaparecen del escenario y al cabo de
agitada búsqueda lo encuentran. Joaquín y Marcela le arrebatan la
valijita, la abren y empiezan a revolver todo)
MANUEL: Eh, ¡mi paleta, mi pincel! ¡Déjense de revolver!
El velero desvelado 12
JOAQUÍN: Estamos buscando su tela, porque en realidad es nuestra vela. Digo, la vela
es la tela, y... y la tela es la vela.
MARCELA: ¿Por casualidad usted no la encontró en la orilla?
MANUEL: Sí. ¿Cómo sabían? La vi en la orilla y pensé: esto es justo lo que soñé, una
tela para pintar un buen retrato del mar. Yo no sabía que era su vela. Pensé
que era un pedazo de tela...
JOAQUÍN: Bueno, pero nosotros la necesitamos. ¿Dónde la guardó?
MANUEL: Les voy a contar lo que pasó. La tiré al mar hace un rato... como era su
retrato...
MARCELA: ¿Cómo?
MANUEL: Claro, cuando terminé de pintar, me dije: qué lindo retrato del mar. Se lo
voy a regalar. Y zas, se lo regalé nomás. Pero no se preocupen,
seguramente ya se la traerá la corriente.
JOAQUÍN: Sí, tal vez alguna ola se dé cuenta de que la tela del cuadro es la vela de
nuestro barco.
MARCELA: Hay que seguir buscando. Vamos, Joaquín, andando.
MANUEL: Lamento mucho haberles tirado la vela al agua. La verdad es que me
divertí mucho con ustedes. Si necesitan algo sepan que aquí está Manuel,
que además de ser gruñón es un amigo muy fiel. Tomen, para que tengan
color, les dejo de regalo mi trapito de pintor.
MARCELA y JOAQUÍN: Gracias, Manuel. Hasta pronto. (Manuel sale, Joaquín y
Marcela caminan en constante búsqueda)
IV
Joaquín y Marcela caminan por la orilla buscando la vela. Llevan consigo el velero
JOAQUÍN: Tenemos que buscarla por todos lados, pero con mucho cuidado.
MARCELA: Sí, ya van dos veces que la vamos a buscar y no la reconocemos.
JOAQUÍN: Y la teníamos delante de los ojos... ¿Necesitamos anteojos?
MARCELA: No, pero tenemos que buscar con más atención, y muchísima precaución.
(Siguen caminando. Hay un breve apagón. Cuando se enciende la luz
esta Amanda, la tejedora, sentada junto a una canasta de la que asoma
un pedazo grande de tela blanca. Amanda tiene grandes agujas de tejer
en las manos, de las que cuelgan hebras de hilo blanco. Teje sin cesar, de
manera muy rítmica y acompañando el ritmo con los pies. Mientras teje
repite:)
AMANDA: Tomo el hilo, paso la punta, doy un tirón y todo se junta. (Por momentos lo
dice en voz alta y muy clara y por momentos es solo un murmullo en el
que casi lo único que se reconoce es el ritmo. No repara en la presencia
de Joaquín y Marcela, que se acercan, se fascinan con su manera de
tejer y miran la tela que asoma de la canasta. Se miran el uno al otro
como diciéndose “esta vez no nos engañan, esa tela es nuestra vela”)
JOAQUÍN: Mirá, Marcela, creo que ésa es la vela.
MARCELA: Sí, tal vez esa mujer la encontró en el mar. Vamos a investigar.
JOAQUÍN: Ejemmmm. Buenas tardes. Disculpe que la molestemos. Yo soy Joaquín y
ella es Marcela. Y estamos buscando una vela.
AMANDA: (sin interrumpir el tejido) Yo soy Amanda, y estoy tejiendo una bufanda.
Soy una tejedora que va juntando los hilos, donde antes no había nada,
enseguida hay un tejido. Y siempre tejo junto al mar, que es donde más me
gusta trabajar. (Suspira) Ah, el mar es sorprendente, siempre igual y
siempre diferente.
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MARCELA: Sí, por eso a nosotros siempre nos justa navegar. Pero ahora estamos dele
buscar y buscar.
JOAQUÍN: (acariciando el velero) Tenemos un velero, que es más que un barco es un
compañero. Pero se nos perdió la vela. Y usted sabe, Amanda, que sin la
vela, no anda.
MARCELA: Sí, un velero sin vela es como un avión que no vuela. (Amanda ha
suspendido su actividad y esta ansiosa por continuar. Comienza a
impacientarse y a cada frase patea el suelo)
JOAQUÍN: O un colador que no cuela.
MARCELA: O un zapato sin suela.
JOAQUÍN: O una...
AMANDA: (muy impaciente) Bueno, si no les parece mala idea, seguiré con mi tarea.
No me puedo distraer, tengo mucho que tejer. Son tan famosos mis tejidos,
que recibo muchísimos pedidos. Tengo que terminar esta bufanda (señala
la tela que asoma de la canasta) que es para Elba la jirafa de la selva.
MARCELA: Disculpe, Amanda, ¿está segura de que es una bufanda?
AMANDA: (irritada) ¿Y qué quieren que sea? Si no tiene mangas...
JOAQUÍN: (muy tímidamente) Yo creo que es nuestra vela. (La pisa sin darse cuenta)
AMANDA: ¡Fíjese lo que dice, y por favor no la pise!
MARCELA: No se enoje, le voy a explicar. Se nos cayó la vela al agua y cada vez que
alguien la encuentra se cree que es otra cosa y al final... la vuelve a tirar al
mar.
AMANDA: Pero yo les digo que es una bufanda.
JOAQUÍN: (algo enojado) Eso es un engaño. Una bufanda no puede tener este tamaño.
AMANDA: (muy fastidiada) Ya les dije, es para el cuello de Elba, la jirafa de la selva.
MARCELA: (enojada) ¡Yo creo que es una vela!
AMANDA: ¡Dígaselo a su abuela!
JOAQUÍN: Si no quiere darnos la razón, entraremos en acción. (Joaquín y Marcela
empiezan a tirar de la tela que asoma de la canasta. Tiran y tiran y cada
vez aparece más tela, queda claro para todos que es una bufanda y no la
vela. A medida que tiran Joaquín y Marcela comienzan a enredarse en la
gigantesca bufanda, quedando totalmente enredados y giran por el
escenario sin poder desatarse)
AMANDA: Quédense tranquilos, que van a mezclar los hilos. (Se acerca a Marcela y
Joaquín para intentar desenredarlos, pero termina enredándose ella
también. Giran los tres vertiginosamente por todo el escenario)
MARCELA: Amanda, a ver si usted nos suelta. ¡Dígale a la bufanda que deje de dar
vueltas!
JOAQUÍN: ¡Dígale que se quede quieta, Amanda! ¡Que usted se lo ordena y se lo
manda!
AMANDA: (muy agitada) Es que yo también estoy enredada. ¡Y empiezo a sentirme
mareada! (Poco a poco los movimientos que realizan los tres enredados
en la bufanda se transforman en un baile. Empiezan a cantar y van
representando los distintos objetos y acciones que presenta la canción)
JOAQUÍN, MARCELA y AMANDA: Estiro los brazos
a ver si te abrazo,
soy una bufanda
que salta y que anda.
V
Joaquín y Marcela recorren el escenario buscando la vela, vienen desde direcciones
opuestas y se cruzan en el centro. Están algo cansados y preocupados.
JOAQUÍN: (un poco abatido) Estoy desalentado. La vela no aparece por ningún lado.
(Canta la canción a una vela perdida)
Yo tenía una vela
de alegre navegar,
parecía un ala
para poder volar.
Mi vela me enseñó
a hablar con las olas
y cuando navegábamos
charlábamos con todas.
Es difícil reemplazar
a un amigo querido,
es difícil olvidar
todo lo compartido.
Querido velero,
navega contento
y que las sirenas
te cuenten sus cuentos.
Querido velero
el mar está abierto
y siempre te ofrece
algún lindo puerto.
Querido velero
que los cumplas feliz,
tus velas son alas
y el ancla es tu raíz. (Al terminar de cantar Marcela y Joaquín van
sacando del velero los regalos recibidos durante su búsqueda, van
desplegando los distintos objetos de tela)
MARCELA: ¿Te acordás, Joaquín? Este trapito era de Manuel, el mago del pincel.
JOAQUÍN: Sí. Y ésta era la servilleta de Cora, la exploradora.
MARCELA: Y está es la bufanda que nos regaló Amanda. (Comienzan a disponer los
objetos nombrados sobre el mástil, tratando de forma con ellos una vela)
JOAQUÍN: ¡Marcela!
MARCELA: ¡Joaquín!
DOÑA GABRIELA: No, no, así no. Más arriba, no más abajo, más a la derecha, más
a la izquierda.
JOAQUÍN: No alcanza...
MARCELA: Necesitamos más tela.
DOÑA GABRIELA: No se preocupen, yo les regalo mi pañoleta. (Se la saca y la
coloca)
JOAQUÍN: ¡Muchas gracias!
MARCELA: ¡Es justo lo que faltaba! Ahora si nos alcanza.
DOÑA GABRIELA: ¡Ahora, a coser! Vamos, yo los ayudo.
MARCELA: Pero necesitamos hilo y aguja.
DOÑA GABRIELA: No se hagan problema, seguro que yo tengo en mi canasta. A
ver... me parece que no sí, ah, sí, una aguja y un hilo. (Saca una aguja
muy grande y un pedacito de hilo muy chiquito)
MARCELA: ¡Pero, no! Este hilo no nos sirve.
DOÑA GABRIELA: ¿Cómo que no? Ah, sí, tenés razón, disculpame, estoy muy
distraída.
MARCELA: Joaquín, por favor, ayúdame a buscar un hilo.
JOAQUÍN: Un hilo, un hilo, un hilo. (Buscan por todo el escenario) ¡Aquí hay uno!
¡Encontré un hilo! Vení, Marcela. (Joaquín tira de la punta del hilo, pero
no logra moverlo. Marcela se incorpora pero tampoco se mueve)
MARCELA: Doña Gabriela, por favor, denos una mano.
JOAQUÍN: Venga, venga, por favor. Encontramos un hilo.
DOÑA GABRIELA: Sí, sí, cómo no. (Los tres tiran del hilo en una suerte de
cinchada con un opositor invisible, oculto tras el telón. Lo intentan
varias veces, avanzan, retroceden)
JOAQUÍN: Uno...
El velero desvelado 18
MARCELA: Dos...
DOÑA GABRIELA: Tres... (Tras varios intentos, en alguno de los cuales ruedan
los tres por el suelo, aparece la totalidad del hilo, arrastrando consigo al
pescador)
PESCADOR: (en el suelo) ¡Ay!
MARCELA: Discúlpenos.
JOAQUÍN: Perdónenos.
DOÑA GABRIELA: ¡Uy! ¡Cuánto hilo!
JOAQUÍN: Yo soy Joaquín.
MARCELA: Y yo Marcela.
DOÑA GABRIELA: Y necesitamos hilo para coser una vela.
JOAQUÍN: ¿Nos podría dar un poquito?
PESCADOR: No, no. Yo lo necesito.
MARCELA: Solamente lo necesario para coser la vela.
PESCADOR: Pero, este hilo es para pescar, no es para coser.
JOAQUÍN: Sí, pero si hicimos la vela con un trapito y una servilleta...
MARCELA: Un poco de tejido...
DOÑA GABRIELA: Y una pañoleta...
MARCELA: También podemos coser con un hilo para pescar.
JOAQUÍN: Claro que sí.
PESCADOR: Um... no sé, lo tengo que pensar.
DOÑA GABRIELA: Vamos, hombre, no piense tanto.
MARCELA: En cuanto tengamos la vela iremos a pescar en alta mar.
PESCADOR: Um... hace tanto que no algo a navegar... (Les da el hilo)
DOÑA GABRIELA: Dejenme a mí, yo la voy a enhebrar.
MARCELA: Bueno, bueno, empecemos.
JOAQUÍN: Vamos.
PESCADOR: Yo también quiero ayudar.
DOÑA GABRIELA: ¡Todos a sus puestos! (Se colocan en semicírculo y van
armando la vela entre todos) Tomo la aguja y pincho la tela...
MARCELA: Tiro del hilo y armo la vela.
JOAQUÍN: Tomo la aguja, pincho la tela...
PESCADOR: Tiro del hilo y armo la vela.
DOÑA GABRIELA: ¡Tomo la aguja, pincho la tela, hago un nudito y armé la vela!
JOAQUÍN: ¡Ya está!
MARCELA: ¡Ah, nunca vi una vela tan linda!
PESCADOR: ¡Qué bien que quedó! (Entre todos colocan la vela en el mastil)
MARCELA: Ahora podremos volver a navegar.
JOAQUÍN: Viajaremos con las olas y saldremos a pescar.
DOÑA GABRIELA: ¡Y con una vela hecha por ustedes mismos!
PESCADOR: Y un poco de ayuda de los amigos.
JOAQUÍN y MARCELA: Ah, nuestra vela es sorprendente, siempre igual y siempre
diferente. ¡Todos a bordo! (Suben todos al velero)
MARCELA: ¡Levantemos el ancla y movamos las palancas!
JOAQUÍN: ¡Qué el viento sople fuerte y avance la corriente!
TODOS: ¡Velero a navegar! (Cantan)
Las velas de un barco
son como alas,
nos llevan muy lejos
si están desplegadas.
Qué lindo que es navegar
El velero desvelado 19
y tener por techo el cielo,
el horizonte se agranda
y el mundo es un pañuelo.
Qué lindo que es navegar
y tener el mar por suelo,
las olas vienen y van
y me parece que vuelo.
TELÓN