Tema 11 Civil II

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Tema 11

LA EFICACIA DEL CONTRATO


DERECHO CIVIL II
CARLOS VALCARCEL SISO

Grado de Derecho
Índice de contenidos
TEMA XI LA EFICACIA DEL CONTRATO

X1.1.- El principio de relatividad del contrato. El artículo 1.257 del Código Civil
establece que “los contratos solo producen efectos entre las partes que los otorgan y sus
herederos; salvo, en cuanto a éstos, en el caso en que los derecho y obligaciones que
proceden del contrato no sean transmisibles, o por su naturaleza, o por pacto, o por
disposición de ley”.

El referido artículo, proclama, en definitiva, que los contratos solo producen efectos entre
las partes que los otorgan y sus herederos.

Por partes del contrato, se entienden los autores del mismo, es decir las personas que
otorgan y celebran el contrato; y si el contrato ha sido concluido por medio de
representantes, la parte es el representado.

La referencia a los herederos hay que entenderla en el sentido de que los contratos solo
producen efectos entre las partes, produciendo únicamente efectos para los herederos
cuando las partes faltan, pues, como dispone el artículo 661 del Código Civil, “los
herederos suceden al difunto por el hecho solo de su muerte en todos sus derechos y
obligaciones”, siempre y cuando estos sean transmisibles y no se extingan por la muerte
del causante, tal y como dispone el artículo 659 del Código Civil. Por ello, y por excepción,
el contrato no produce efectos para los herederos cuando los derechos y obligaciones
que proceden del mismo son intransmisibles por su naturaleza (por haber sido contraídos
intuitu personae); por pacto de los contratantes o por disposición de la ley, tal y como
sucede en los casos de los derechos de uso de habitación que el artículo 525 del Código
Civil declara intransmisibles.

También produce el contrato efectos respecto a terceros cuando la naturaleza del mismo
lo permita o la ley lo indique.

Una vez perfeccionado el contrato, las obligaciones que de él dimanan, tienen fuerza de
ley entre las partes y deben cumplirse a tenor del mismo (artículo 1.091 del Código Civil).
Por eso, el artículo 1.256 del Código Civil dispone que ni la validez ni el cumplimiento del
contrato puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes. Es decir, ninguno de los
contratantes puede, por su propia voluntad, dejar sin efecto el vínculo contractual. La
revocación del contrato únicamente es posible en virtud de un acuerdo (mutuo disenso)
entre las partes que lo celebraron.

Sin embargo, el principio de irrevocabilidad del contrato tiene diversas excepciones que
derivan bien de la propia naturaleza del mismo, bien del tipo de relación obligatoria que
por el mismo fue creada.

1.- Según la naturaleza del contrato, entre otros, son casos de desistimiento unilateral los
siguientes:

a) La revocación de la donación, por causa de ingratitud o superveniencia o


supervivencia de hijos (artículos 644 y 648 del Código Civil).
b) El contrato de mandato puede acabar, entre otras causas, por revocación del
mandante o por renuncia del mandatario (artículos 1.732 y 1.733 del Código Civil.
c) En el contrato de obra el dueño de la misma puede desistir del contrato en
cualquier momento, indemnizando al contratista (artículo 1.594 del Código Civil).
d) En el contrato de sociedad, el artículo 1700.4, admite la disolución de la misma
por voluntad de cualquiera de los socios, con sujeción a lo dispuesto en los
artículos 1.705 y 1.707.
e) En el contrato de depósito el artículo 1.775, párrafo 1º, establece que el depósito
debe ser restituido al depositante cuando éste lo reclame, aunque en el contrato
sehaya establecido un plazo o tiempo determinado para la devolución.

2.- Según el tipo de relación contractual creada, el artículo 1.124 del Código Civil
establece que la facultad de pedir la resolución de los contratos bilaterales, se concede
a cada uno de los contratantes cuando el otro no cumpliere con lo que le incumbe.

Por último, aludo a los distintos supuestos de revocación, desistimiento o arrepentimiento,


en un breve plazo y sin necesidad de causa justificada, contemplados en la regulación
deciertos contratos tales como el artículo 5.1 de la Ley de Contratos Celebrados Fuera
de Establecimientos Mercantiles; el artículo 9.1 de la Ley para la Regulación de los Viajes
Combinados; el artículo 10.1 de la Ley de Ordenación del Comercio Minorista, así como
el artículo 44.1 de dicha Ley; el artículo 9.1 de la Ley de Venta a Plazos de Bienes
Muebles.

XI.2.- El contrato a favor de terceros. El artículo 1.257 del Código Civil y después de
proclamar en su párrafo primero el principio de relatividad de los efectos del contrato, en
los términos ya estudiados, en su párrafo segundo establece que, si el contrato contuviere
alguna estipulación en favor de un tercero, éste podrá exigir su cumplimiento siempre que
hubiese hecho saber su aceptación al obligado antes de que aquella (la estipulación) haya
sido revocada. Es decir, también el tercero puede ser destinatario de los efectos del
contrato, siempre que lo consienta, declarando su voluntad de aceptarlos, ya que nadie
adquiere un derecho contra su voluntad.

El párrafo segundo del artículo 1257 del Código Civil contempla la posibilidad de que las
partes intervinientes en un contrato puedan estipular que una de ellas deba realizar una
prestación en favor o provecho de un tercero ajeno al contrato; pero tampoco existe
inconveniente en admitir la posibilidad de que todo el contrato sea haya celebrado en
favor de un tercero. Cito como ejemplo de estos contratos en favor de tercero los
siguientes: el seguro de vida (artículo 83 a 99 de la Ley de Contratos de Seguros); la renta
vitalicia constituida a favor de persona distinta de la que contrata (artículo 1.803 del
Código Civil); el de depósito con pacto de restitución a la persona designada en el contrato
(artículo 1.766 del Código Civil); y las donaciones modales que establece el artículo 619
in fine.

Lo que caracteriza al contrato en favor de tercero, es que el tercero adquiere el derecho


estipulado o que se constituye en el titular del derecho hacia él derivado. En definitiva, la
estipulación en provecho de tercero supone una relación contractual en la que el acreedor
deriva la prestación a que se obliga el deudor hacia otra persona que no ha intervenido
y,en consecuencia, no es parte en el contrato, distinguiendo o diferenciando el régimen
jurídico de la prestación a tercera persona según ésta venga autorizada solamente para
recibir la prestación o adquiera, además, el derecho estipulado. Las consecuencias son
distintas ya que el primer caso (tercero que viene autorizado solamente a recibir la
prestación) éste, dicho tercero, es únicamente destinatario de la prestación, pero sin la
facultad de exigir su cumplimiento al deudor, que nace y persiste en el contratante
acreedor, mientras que, en el caso del verdadero contrato a favor de tercero, éste es el
titular del derecho hacia él derivado.

A).- Sujetos. En el contrato en favor de tercero existen tres sujetos:


1).- Los dos contratantes que celebran el negocio.
2).- El tercero a quién beneficia.

El estipulante, también conocido como promisario, es el contratante que propone y se


hace prometer el cumplimiento de la prestación; el promitente, es el contratante que se
obliga a realizar la prestación en favor del tercero; y el beneficiario, o tercero, es aquél a
cuyo favor se hace la prestación.

No es necesario que el tercero o beneficiario esté individualizado en el momento de la


conclusión del contrato ya que va a ser suficiente con su determinabilidad, es decir que
existan en el contrato elementos suficientes para poder determinar con posterioridad a
dicho tercero (ejemplo: persona jurídica en vías de constitución; seguro de vida en el que
se designa como beneficiarios a los herederos del asegurado, etc).

Estipulante y promitente han de tener capacidad general para contratar. El beneficiario o


tercero, no se le exige capacidad para contratar, pues no interviene en la celebración del
contrato, únicamente ha de tener la capacidad de obrar para la aceptación de la
estipulación hecha en su favor. Si la tuviere limitada, la aceptación habrá de ser realizada
por sus representantes legales.

B).- Adquisición del tercero y su aceptación.

La mayor parte de la doctrina estima que el contrato es perfecto desde el momento que lo
celebran las partes contratantes (estipulante o promisario y promitente), de modo que
desde ese momento el beneficiario o tercero es titular del derecho con independencia de
su declaración de voluntad o aceptación. Aunque el artículo 1.257, párrafo segundo, del
Código Civil, habla de aceptación del tercero, no es en el sentido de hacer depender de
ésta la adquisición o titularidad del derecho respecto del tercero sino en el de hacerlo
definitivo e irrevocable para el estipulante por efecto de la aceptación. El tercero es el
titular del derecho hacia él derivado, y lo es en potencia desde el mismo momento de la
celebración del contrato hasta que, cumplida la condición suspensiva de la aceptación,
adquiere de una manera definitiva e irrevocable el concepto de acreedor único, asistido
de la correspondiente acción para apremiar al deudor.

La aceptación del beneficiario tercero se ha de realizar mediante una declaración de


voluntad unilateral y recepticia que, como establece el párrafo segundo del artículo 1.257
del Código Civil debe dirigir al prominente u obligado para que la obligación de este no
pueda ser revocada. Esta declaración no tiene que ajustarse a una forma predeterminada
y puede ser expresa o tácita, pero en todo caso, debe ser notificada. Si el beneficiario
tercero fallece sin haber llegado a aceptar, podrán hacerlo sus herederos en cuanto
sucesores de un derecho que ya había sido adquirido por su causante.

C).- Efectos.
a).- La relación entre estipulante y promitente, también llamada relación de cobertura,
que es la que deriva del contrato. En su virtud, los contratantes (estipulante y promitente)
pueden exigirse todo aquello a que vienen obligados en función del contrato. De ahí,
precisamente, que el estipulante tenga derecho a exigir del promitente el cumplimiento
de la prestación en favor de tercero; derecho que no enerva por el hecho de la aceptación
del tercero.

Antes de la aceptación del tercero, estipulante y promitente, pueden, de común acuerdo,


dejar sin efecto el contrato (mutuo disenso). Pero después de la aceptación del tercero,
larelación obligatoria deviene irrevocable.

b).- La relación entre estipulante y beneficiario o tercero, también llamada relación de


valuta. Es la que ha inducido al estipulante a celebrar el contrato en favor del tercero y
puede tener diversas causas: el estipulante puede haber querido hacer una liberalidad al
tercero (causa donandi) o cumplir una obligación preexistente de la que es deudor el
estipulante respecto al tercero (causa solvendi) o bien recibir del tercero una
contraprestación, por ejemplo, el dinero que ha de pagar el promitente es un préstamo que
el estipulante concede al tercero (causa credendi).

c).- Relación entre el promitente y el tercero. En virtud de la misma el beneficiario o


tercero (acreedor) puede exigir del promitente el cumplimiento de la prestación estipulada
a su favor, siempre que hubiese hecho saber su aceptación al obligado antes de que
hayasido revocada aquella.

El promitente podrá oponer al tercero las excepciones objetivas derivadas del contrato
(nulidad, anulabilidad). También podrá oponer las derivadas de relaciones distintas y
vigentes entre ellos (compensación). En cambio, no podrá alegar aquellas que se deriven
de la relación entre estipulante y promitente.

d).- Extinción. Además de las causas generales de la extinción del contrato, tienen
especial relieve la revocación por parte del estipulante y la renuncia del tercero.

El tercero puede exigir el cumplimiento de la prestación establecida en su favor, siempre


que hubiese hecho saber su aceptación al obligado (promitente) antes que aquella (la
estipulación) haya sido revocada.

También se extingue el derecho del tercero por la renuncia de éste.

XI.3.- Los contratos en daño de tercero. Otra excepción al principio de la relatividad


del contrato es el denominado contrato en daño de tercero. Se trata de aquél contrato
quecausa un daño jurídico a un tercero que no ha sido parte en el mismo, bien sea esta
consecuencia querida por ambos contratantes o solo por uno de ellos. El daño se producirá
por violación de una relación jurídica preexistente que ligaba al tercero con los
contratantes o con uno de ellos, o por la violación de otro derecho del tercero.

El caso más común es el del contrato que infringe un pacto convenio de exclusiva, es
decir, cuando el concedente de la exclusiva contrata dentro del ámbito reservado al
concesionario o exclusivista con una tercera persona; o el arrendamiento concertado por
el usufructuario en condiciones notoriamente gravosas para el nudo propietario.
En cuanto a la responsabilidad de quienes contrataron en daño de tercero, es preciso
distinguir:

a).- El que había contratado previamente con el tercero y con posterioridad es parte en el
segundo contrato productor del daño vendrá obligado a indemnizar al tercero por
incumplimiento contractual (contrato de exclusiva dentro de una ámbito territorial).

b).- El que contrató en el segundo contrato, si tenía conocimiento de la relación jurídica


preexistente o de la violación del derecho del tercero, también deberá responder, pero no
por incumplimiento contractual, puesto que no fue parte en el primer contrato, sino en
virtud de lo dispuesto en el artículo 1.902 del Código Civil. En este supuesto, la
responsabilidad de ambas partes tendrá el carácter de solidaria.

c).- Pero, además, si hubo intención de causar el daño o simple conocimiento de que se
lesionaba el derecho de un tercero, será posible la impugnación del contrato productor del
daño por ilicitud de la causa (nulidad absoluta).

XI.4.- El contrato a cargo de tercero. También conocido como promesa de hecho ajeno
y consiste en aquella estipulación por la que una parte se obliga frente a la otra a que un
tercero se obligará a darle alguna cosa o prestarle algún servicio a un non facere.

El promitente queda obligado a la obtención de un resultado, y no se libera probando que


ha empleado toda la diligencia posible para conseguirlo. Asume, en realidad, frente al que
recibe su promesa, el riesgo de que el tercero no se obligue, indemnizando, entonces, los
daños y perjuicios que la insatisfacción del interés del promisario ha producido. El
promitente queda liberado de su obligación cuando el tercero acepte cumplir respecto del
promisario, y también cuando ese tercero ha muerto devenido incapaz para realizar lo que
aquél prometió antes de que haya aceptado. El promitente, salvo estipulación en contrario,
no es fiador del tercero, es decir, no responde de que, después de haberse obligado el
tercero con el promisario, cumplirá su obligación.

Bibliografia

Jose Manuel Lete del Río y Javier Lete Achirica. Derecho de Obligaciones, Volumen 1º.
Editorial Thomson Aranzadi. 1ª edición 2005

Luis Díaz-Picazo y Antonio Gullón. Sistema de Derecho Civil, Volumen 2º, tomo I. 11ª
edición 2016

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