Este documento resume la historia y las bases teóricas del neoliberalismo global. Comenzó a surgir en los años 70 como respuesta a la crisis de rentabilidad del capital en los países desarrollados y al declive del poder de la clase financiera. Se basó en ideas del liberalismo económico de los siglos XVIII y XIX y logró imponerse globalmente promoviendo la apertura de mercados, la desregulación y la privatización. La crisis financiera de 2008-2009 debilitó algunos de sus mitos centrales como la eficiencia absoluta del mercado
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Este documento resume la historia y las bases teóricas del neoliberalismo global. Comenzó a surgir en los años 70 como respuesta a la crisis de rentabilidad del capital en los países desarrollados y al declive del poder de la clase financiera. Se basó en ideas del liberalismo económico de los siglos XVIII y XIX y logró imponerse globalmente promoviendo la apertura de mercados, la desregulación y la privatización. La crisis financiera de 2008-2009 debilitó algunos de sus mitos centrales como la eficiencia absoluta del mercado
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Título original
5. Alvarez Bejar, Recuento histórico del neoliberalismo global
Este documento resume la historia y las bases teóricas del neoliberalismo global. Comenzó a surgir en los años 70 como respuesta a la crisis de rentabilidad del capital en los países desarrollados y al declive del poder de la clase financiera. Se basó en ideas del liberalismo económico de los siglos XVIII y XIX y logró imponerse globalmente promoviendo la apertura de mercados, la desregulación y la privatización. La crisis financiera de 2008-2009 debilitó algunos de sus mitos centrales como la eficiencia absoluta del mercado
Este documento resume la historia y las bases teóricas del neoliberalismo global. Comenzó a surgir en los años 70 como respuesta a la crisis de rentabilidad del capital en los países desarrollados y al declive del poder de la clase financiera. Se basó en ideas del liberalismo económico de los siglos XVIII y XIX y logró imponerse globalmente promoviendo la apertura de mercados, la desregulación y la privatización. La crisis financiera de 2008-2009 debilitó algunos de sus mitos centrales como la eficiencia absoluta del mercado
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Capítulo Seis
Recuento histórico del
neoliberalismo global: sus bases teóricas, sus mitos y la crisis de hegemonía 6.1 Introducción
C on la caída de la ex Unión Soviética, los neoliberales brin-
caron de felicidad, pues sus mitos sobre las inviolables leyes del mercado aparentemente demostraban la inuti- lidad de la planificación social, y la desgracia que supuestamente significaba la ausencia de consumo masivo de bienes. Pero cuando
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la Gran Crisis Global de 2008-2009 derribó muchos de los más
preciados mitos neoliberales, como los gatos con sus excrementos, corrieron a esconder sus implicaciones, para seguir medrando por todo el mundo con sus recetas. En este capítulo, haremos primero una reconexión histórica en- tre liberalismo y neoliberalismo; en seguida, recuperaremos algunas implicaciones del ascenso global del régimen de acumulación finan- ciarizado; más adelante, mostraremos el empujón que recibió el neo- liberalismo con la caída del “socialismo real”. Como a éste ya se le achacaban la ausencia de democracia electoral al estilo occidental y los excesos autoritarios de regímenes salidos de la Segunda Guerra Mundial, fácilmente se redondeó la imagen del fracaso total del so- cialismo. Luego, reconstruiremos las condiciones del paso de la democracia formal al autoritarismo real, para después adentrarnos en los impul- sos teóricos, institucionales y culturales del neoliberalismo. Al final, trataremos de condensar en qué sentido y con qué consecuencias, la Gran Crisis Global de 2008-2009 derribó varios de los mitos más im- portantes del neoliberalismo. El neoliberalismo, nos dice Harvey (2005), es una teorización eco- nómica que combina ciertas prácticas políticas autoritarias a las que se considera necesarias para liberar las capacidades individuales y potenciar las libertades empresariales, fortaleciendo un entorno ins- titucional que asegure fuertes derechos de propiedad privada, el libre comercio y unos mercados libres de regulaciones, empujando al mis- mo tiempo una gran hostilidad a toda forma de solidaridad social, hasta cambiar el balance del gobierno entre el uso de la coerción y la búsqueda de consenso, entre el poder del capital y el interés de los trabajadores y los movimientos populares, entre el poder Ejecutivo y Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 139
el Judicial respecto al poder Legislativo, entre el ámbito de lo público
y lo privado, ahondando las asimetrías de poder entre las corporacio- nes privadas y los individuos. No es extraño pues, que como “hoja de ruta” para la reorganización estatal, haya logrado implantarse por todo el mundo.
6.2 El neoliberalismo: reaparición
del liberalismo de los siglos xviii y xix
Planteado como respuesta frente a la caída de la rentabilidad del ca-
pital de los grandes países desarrollados, y ante la pérdida del poder de clase del sector financiero, problemática ya exacerbada desde los años setenta del siglo xx, el neoliberalismo llegó combinando viejos aportes teóricos del liberalismo económico de los siglos xviii y xix, así como las nuevas experiencias de gobiernos nacionales y organismos internacionales en transferir a sectores populares los costos de los de- sastres financieros privados y públicos. El neoliberalismo ha sido muy exitoso en restaurar el poder de la oligarquía, pero no en asegurar la fluidez de la acumulación de capi- tal, lo que ya cuestiona su viabilidad económica, política y social en el largo plazo. El neoliberalismo se pensó como estrategia para cambiar la co- rrelación social de fuerzas, manipulando la desocupación para minar el poder de los sindicatos; tampoco hay duda de que se fraguó al calor de la lucha de clases, al imponerse como discurso e intereses hege- mónicos la prevalencia del capital financiero dentro de los diversos bloques estatales y productivos. Así llegó a depurarse un proyecto ideológico avasallador, un dis- curso hegemónico con enorme capacidad de penetración cultural, 140 • Alejandro Álvarez Béjar
debido entre otras cosas a la contundente simpleza de sus fórmulas
económicas básicas: reformar las relaciones económicas y el sistema en su conjunto sobre tres principios económicos: abrir, desregular y privatizar. Aunque es ideología global, el neoliberalismo también fue pro- ducido en una matriz doméstica por los ideólogos de las escuelas privadas de economía, como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (itam), pero llegó a México desde arriba, como imperativo condicionado por los organismos financieros internacionales, frente a la urgencia de resolver la grave crisis de la deuda externa, ocurrida en 1982. A esas alturas ya era un proyecto global que buscaba cambiar tres relaciones fundamentales en las economías capitalistas: la relación entre el trabajo asalariado y el capital, la relación del Estado con el mercado y la relación entre el Estado y la sociedad. Por eso los principales referentes cronológicos de irrupción del neoliberalismo están esparcidos por el mundo: el primero, es el golpe militar de Augusto Pinochet en 1973 en Chile, que pronto reformó la economía asesorado de cerca por los temibles “Chicago Boys”, egre- sados de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago. El segundo, y no menos importante, fue el anuncio hecho por Deng Xiaoping de que en el curso de los dos decenios siguientes Chi- na pasaría de ser una economía “cerrada” a una “abierta”, modelo que luego se aplicaría sin cortapisas para las economías de Latinoamérica tras la crisis de la deuda. Un tercer referente fue planteado por Margaret Thatcher en 1979, al anunciar el combate frontal al estancamiento con inflación, desregulando la economía. Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 141
Y en el mismo año, un cuarto referente fue introducido por Paul
Volcker en la política monetaria de la Reserva Federal estadouni- dense (Federal Reserve System, Fed), rompiendo abiertamente con el objetivo del “pleno empleo” como tarea del Banco Central, y virando exclusivamente a la lucha contra la inflación, al elevar las tasas de interés sin ninguna consideración con respecto a sus impactos en el nivel de desempleo. Un referente más se tuvo en 1980, cuando se despliega por parte de Ronald Reagan (pero ya como consenso entre republicanos y de- mócratas) una agresiva política antisindical combinada con fuertes impulsos a la desregulación de la industria, el transporte aéreo, las comunicaciones, la agricultura y la extracción de recursos naturales, al tiempo que se avanzaba hacia la liberalización de las finanzas na- cionales, pero con la mira puesta en la proyección y el dominio esta- dounidense sobre las finanzas globales. El neoliberalismo y la globalización financiera se reforzaron en espiral ascendente: ésta creció como resultado del progreso tecnoló- gico (tecnologías de la información y la comunicación [tics]) en las comunicaciones y el transporte; aquél, como forma de ampliar a es- cala global un nuevo régimen de acumulación financiarizada (Ches- nais, 2016).
6.3 Un nuevo régimen de acumulación
con dominación financiera
El neoliberalismo, bajo la hegemonía cultural y el poder económico
estadounidense ―aunque ya en franco deterioro en casi todos los te- rrenos, menos en el militar―, irrumpe asociado al predominio de los intereses del capital financiero dentro del bloque dominante, mismos 142 • Alejandro Álvarez Béjar
que se habían desbordado con el reciclaje de petrodólares durante el
primer “shock petrolero” internacional (1974-1975) y aprovechando el despliegue del euromercado de dólares a mediados de los años se- tenta del siglo xx. A partir de entonces el interés, la renta y las ganancias especu- lativas en apariencia quitaron relevancia a la ganancia productiva industrial, con lo cual condicionaron el funcionamiento del conjun- to del sistema económico, al convertir la “financiarización” en rasgo mundial predominante y en brújula de la rentabilidad. Entre 1973 y 2007, las ganancias del sector financiero en Estados Unidos pasaron de 16 a 41% del total de las ganancias corporativas domésticas. La riqueza que concentra y maneja hoy el sector financiero le ha permitido detentar un poder político colosal, que se ha ido acrecen- tando en los últimos 25 años hasta otorgarle la capacidad de veto so- bre el contenido de las políticas públicas. Ello, gracias en parte a los giros provocados inicialmente en la política monetaria ―donde el alza de las tasas de interés hizo más lucrativo el comercio acciona- rio y cambiario―, a la desregulación y las innovaciones financieras ―que abrieron avenidas nuevas para que florecieran los mercados financieros― y a que la titularización disparó el número de transac- ciones y el dinero que se podía ganar con ellas. Los excesos asociados a este gran cambio estructural internacio- nal están presentes hasta hoy en día, sólo que ahora en forma de un retroceso del crecimiento de la economía global, una disminución del comercio global, la reducción significativa de los flujos de inversión y con las realidades de una recesión global que ocurrió sincronizada, que fue desencadenada por la crisis financiera sistémica, con epicen- tro en Estados Unidos, ocurrida en 2008-2009, y de la que no ha sido posible salir completamente por el exceso de endeudamiento del go- Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 143
bierno, y el apalancamiento excesivo de las empresas y los hogares
por varios rincones del mundo. Así que la “era de las finanzas” o de la “economía casino”, según popularizaron otros autores, es una transición en la economía global, de la que con certeza sólo podemos decir que será compleja, incierta y larga.
6.4 La caída del “socialismo real”, inesperado
empujón ideológico a favor del neoliberalismo
La caída de la Unión Soviética, a finales de la década de 1980, fue el
evento que consolidó este ciclo a favor del neoliberalismo, al cristali- zar, ante los ojos de todo el mundo, lo que se percibía como el fracaso de la planificación socialista y el castigo brutal por haber negado la supuesta supremacía de los mercados. Decimos supuesta porque, die- ciocho años después, la crisis financiera global de 2008-2009 es, para el neoliberalismo, lo que fue la caída de la Unión Soviética para el socialismo real: una debacle económica, política e ideológica. En realidad, la rigidez de la economía centralmente planificada, la pobreza en el desarrollo del sector productor de bienes de consumo durables y no durables, así como el dominio de la burocracia del Par- tido Comunista (la “nomenclatura”) que restringía la representación y la acción democrática en la ex Unión Soviética, que algunos atribu- yen a las concepciones leninistas y la praxis autoritaria del estalinis- mo, ahora podemos verlas más como secuelas de una economía de guerra montada en un país atrasado, con una cultura centenaria del poder despótico de los zares y los años de guerra civil, seguida por la Gran Guerra Patria contra el nazismo. 144 • Alejandro Álvarez Béjar
Con los giros cruciales que impuso en las prácticas estatales de
países desarrollados, y aprovechando el fracaso de las experiencias planificadoras socialistas o estatizadoras de los países atrasados, el neoliberalismo combatió en la década de 1980 a tres enemigos ideo- lógicos: el Estado de Bienestar (que en México hemos llamado “Es- tado Social Incompleto”), a los trabajadores con sus sindicatos y al socialismo real, que tenía muchos rasgos de un capitalismo de Estado. Los neoliberales pasaron, de la connotación negativa del Estado y el sector público, a postular la búsqueda de un nuevo y supuesta- mente neutral “Estado mínimo”, reducido convenientemente a las funciones de policía y buen gobierno, que permitiera la “operación eficiente” de los mercados. Así, al final de la Guerra Fría, junto al disparo del desempleo, la pobreza, la economía informal, los mercados negros y el narcotráfi- co en los países neoliberalizados, llegó un nuevo discurso del Banco Mundial sobre los sistemas políticos y la gobernanza (gobernabili- dad), para empujar globalmente el neoliberalismo, con base en la consideración de que la globalización neoliberal sólo podría exhibir un éxito si creaba un ambiente de “sólida gobernanza y democrati- zación”. De manera que, desde principios de la década de 1990, el alegato a favor de “menos Estado” fue poco a poco sustituido por el llamado a un “mejor Estado”, esto es, un funcionamiento mejor y más transpa- rente de lo que quedaba del Estado, así como la democratización en calidad de tarea permanente, dada la inmadurez política, la corrup- ción y la ineficiencia de las administraciones estatales que precedie- ron la llegada del neoliberalismo. De ahí el énfasis formal que han dado desde entonces a la separa- ción de poderes, al respeto del estado de derecho, a la vigencia de los Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 145
Derechos Humanos, a la relevancia de la transparencia institucional
y hasta a la existencia de un sistema multipartidista basado en elec- ciones libres. Todas ellas, cosas que se han cumplido siempre parcial- mente, al menos en México.
6.5 Democracia formal y práctica
del autoritarismo real
No es por casualidad que el discurso de la democratización neoliberal
llegara y buscara asentarse como impulso despolitizador de la econo- mía, pues la democracia electoral se ofrecía como vía al poder, justo cuando el Estado ya contaba con un programa económico inamovi- ble y habían sido derrotados, uno a uno, los discursos nacionalistas, estatistas, comunistas y socialdemócratas. En esas condiciones, el saldo real de más de treinta años que nos deja el neoliberalismo en el terreno del Estado es: la consolidación de un peligroso Estado oligárquico, un Estado orientado por y a fa- vor de los intereses de unos pocos acaudalados. Toda una regresión histórica: como diría Norbert Lechner (Lechner, 2004), de un lado nos dieron la despolitización de la economía y, del otro, nos dejaron la política colonizada con la idea de la “racionalidad de los merca- dos”. Así cambió en todo el mundo la relación Estado-mercado y Es- tado-sociedad.
6.6 Teoría e impulsos institucionales
y culturales del neoliberalismo
En el despliegue teórico del neoliberalismo en el mundo, convergen
figuras intelectuales conservadoras como los economistas de la escue- 146 • Alejandro Álvarez Béjar
la austríaca Frederick Hayek y Ludwig von Misses, Milton Friedman
de la Universidad de Chicago y el filósofo alemán Karl Popper. Para nuestro país, probablemente sea Friedman, el padre del mo- netarismo, el más influyente a través de la Escuela de Economía de Chicago. En Estados Unidos, Gran Bretaña y México, los think tanks conservadores, y los departamentos de economía de algunas univer- sidades, potenciaron el impacto y ampliaron el consenso. Pero fueron los banqueros suecos, a través del Premio Nobel de Economía, los que dieron a la teoría económica cuantitativa neoclá- sica no sólo autoridad académica y respetabilidad universal, sino que la elevaron al rango de única ortodoxia legítima en método y técni- cas: en concreto porque esa corriente se asentaba sobre la base de que el sistema económico per se tiene un orden (no se interesaba en los desórdenes del mismo), confiaba en los mercados abiertos, postula- ba la competencia como noción articuladora del mundo económico, y la primacía del individuo como valor supremo. Al ejercerse como profesión, la teoría se colocaba convenientemente ajena a cualquier noción de contrato económico o social. En economía, la escuela neoclásica tiene como eje la “teoría del equilibrio competitivo general”. Con sus altos niveles de abstracción del mundo real, esa teorización ha sido útil en la práctica para ar- gumentar dos cosas: que la intervención del Estado sólo se justifica cuando es necesario cubrir “externalidades del mercado”, y que una política proteccionista ofrece siempre un resultado inferior al libre mercado. Con la sofisticación teórica y el conservadurismo implícito tras la idea de que el sistema reposa en un “orden natural”, la teoría del equilibrio competitivo general tiene por lo menos tres debilidades: primera, que la existencia de un recurrente y crónico desempleo ma- Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 147
sivo choca de frente con cualquier noción de equilibrio, sobre todo en
entornos donde hay un enorme debilitamiento sindical. Segunda, que las empresas siempre tienen sus ventas limitadas por los ingresos de los consumidores demandantes, y no porque ellas dispongan de la supuesta voluntad de producir sólo cuando hay un cierto nivel de precios (idea importante para entender la persistencia del ciclo económico). Y tercera, que tras la evidente complejidad de los cálculos implí- citos en la teoría, está el equívoco de suponer que las empresas y los individuos son entes “totalmente racionales” (la realidad muestra siempre lo contrario). Los gobiernos, organismos internacionales y economistas de todo el mundo utilizan en su trabajo modelos de equilibrio general com- putables, que no sólo descansan en algunos supuestos irreales, sino tienen la enorme ventaja de que siempre dan como resultado el re- fuerzo de la tesis de que la liberalización económica es condición in- superable. Desde la Crisis de los años treinta (1929-1932) con John Maynard Keynes, la macroeconomía se pensó para que, mediante las políticas fiscal y monetaria, se cambiara el comportamiento de toda la eco- nomía, como algo distinto a la suma total de los comportamientos individuales que producen por sí mismos los agentes económicos. Fue Keynes quien formuló la idea contraintuitiva de que “lo que es racio- nal para los actores individuales puede no serlo para la economía en su conjunto” (Shaikh, 2004). Keynes sostenía que el gobierno debería hacer, deliberadamente, lo contrario de lo que hacen los agentes económicos: gastar cuando ellos no gastan, para evitar que caiga la demanda agregada; y reducir 148 • Alejandro Álvarez Béjar
su gasto y aumentar los impuestos, cuando se trata de evitar que la
demanda rebase a la oferta agregada. Utilizado apropiadamente, el Estado puede ser la fuerza que di- rige un sistema individualista en direcciones socialmente deseables. Así, sigue enfatizando Shaikh, donde los neoclásicos minimizan cual- quier consideración sobre los desórdenes del sistema, Keynes y los poskeynesianos enfatizan ese desorden para probar que hace falta que el Estado regule los negocios, el empleo, el producto agregado y el ambiente general (Shaikh, 2004). Desde los años treinta hasta los setenta del siglo xx, el principal fin de las políticas macroeconómicas fue reducir la magnitud de las oscilaciones en el ciclo de negocios, enfatizando especialmente la im- portancia de mantener un nivel de “pleno empleo”. Con el ascenso neoliberal, la versión monetarista cambió eso radi- calmente: para ella, la estabilidad de precios, y no el nivel de empleo, es el fundamento de la prosperidad económica; y la disciplina mo- netaria, el objetivo básico de los bancos centrales. Friedman alegaba que “la inflación es una forma de aplicar impuestos sin necesidad de legislar”, y sostenía que los precios subirán siempre que haya dema- siado dinero circulando, ante una suma dada de bienes y servicios (Chang, 2008). Hasta antes de la Gran Crisis Global de 2008-2009, después de varios desastres notables, los banqueros centrales triunfaron en la lucha contra la inflación, confundiendo eso con que “habían doma- do el ciclo económico”, lo que generó enorme consenso intelectual alrededor de dos ideas: una, que “el” objetivo del banco central era la estabilidad de precios; y dos, que “la” herramienta clave era la tasa de interés a corto plazo. Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 149
En México, el conservadurismo económico “nativo” estuvo his-
tóricamente asentado en el Banco de México, cuyos estudios domi- naron las investigaciones desde la década de 1930 hasta la década de 1950; el Banco pronto optó por enviar a muchos de sus profesionales a realizar estudios de posgrado en Harvard, Yale, el Massachusetts Institute of Technology (mit) y la Universidad de Chicago. En la década de 1970, salieron becados por el Banco de México a Yale, Leopoldo Solís y Gustavo Petriciolli, que después aparecieron como prominentes profesores del itam. Por influencia de ellos y a partir de la década de 1970, Francisco Gil Díaz, Miguel Mancera y Pedro Aspe, alumnos y profesores del itam, se proyectaron como al- tos funcionarios del Banco Central y de la Secretaría de Hacienda (Babb, 2003), formados en la corriente monetarista de Chicago. Pronto, el Banco Central optó por formar sus cuadros desde la licenciatura en la carrera de economía del itam, apoyada por ban- queros; entonces la carrera combinaba economía, administración y negocios. Por supuesto, las conexiones reales fueron más variadas: el Co- legio de México primero, y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (cide) después, también fueron formadores de grupos de élite para el sector público. Para las décadas de 1970 y 1980, el propio Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) apuntaló ese proceso con un importante programa de becas para que alumnos de esas instituciones se fueran a las universidades de Estados Unidos, política que coronó al introducir, como prueba de excelencia de los economistas, que publicaran sus investigaciones en revistas estadou- nidenses “arbitradas” y dentro de un “índice de citas” establecido con base en ellas. 150 • Alejandro Álvarez Béjar
Pero el factor crucial fue la decisión estatal de reclutar el más alto
nivel, para todas las áreas relacionadas directamente con la econo- mía, entre los egresados de estas instituciones. Para asegurar cohesión, disciplina y lealtad, elevaron los sueldos de todos los mandos superiores y medios, no sólo de los economistas. Todo esto contrarrestó la influencia de las ideologías nacionalistas e izquierdistas (keynesianas y desarrollistas) prevalecientes dentro de los economistas formados en la unam, cuyos egresados fueron al mis- mo tiempo, crecientemente excluidos de los mandos altos y medios. A lo largo del siglo pasado, el empirismo estadounidense, como raíz histórica característica de sus ciencias sociales, derivó desde la década de 1980 en una imbricación cada vez más compleja de la eco- nomía con las matemáticas, cuyo saldo fue la tecnificación extrema de los economistas, bajo el supuesto de que cuanto más matematiza- dos, más convenientemente alejados de las ideologías. Así fue como se incubaron en nuestro país las condiciones para un prodigioso salto del nacionalismo económico liberal al neoliberalis- mo, lo que ciertamente también era parte de un proceso global. Por otro lado, la teoría neoclásica, desde el siglo xix y hasta la primera mitad del siglo xx, postuló la noción de que había un solo conjunto de leyes económicas que “se aplican para todos los países en todos los tiempos”. Esa idea de un pensamiento único era una mezcla del “liberalismo económico” de Adam Smith y David Ricardo, del “monetarismo” de Friedman, la teoría de “las expectativas racionales” de Robert Lucas, la “elección pública” de James Buchanan y Gordon Tullock, más el enfoque de “economía de la oferta” de Arthur Laffer, que en conjun- to sirvieron para popularizar la idea de que la intervención estatal constituía el problema, más que la solución, y que una política mone- Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 151
taria estable, combinada con recortes fiscales a favor de los grupos de
altos ingresos, producirían una economía saludable para la actividad empresarial, al darle los incentivos correctos (Blyth, 2002). Quienes criticamos ese poderoso consenso conservador, lo hi- cimos siempre reivindicando en el estudio de la economía, el com- promiso social y el espíritu crítico: primero dijimos que hay que conocer la historia, después incorporar la política, porque sin ella no se entiende el carácter general del Estado y el sentido de sus acciones; debemos usar la sociología, para entender la dinámica de las orga- nizaciones sociales; la antropología, para tender los puentes con el ámbito de la cultura y la civilización; y por supuesto, las matemáticas, para procesar las regularidades estadísticas y aprovechar el poder del pensamiento probabilístico en una ciencia que no conoce procesos ni resultados lineales. O sea, reivindicamos la interdisciplina.
6.7 La Gran Crisis Global de 2008-2009
y el derrumbe de los mitos del neoliberalismo
En la ciencia, los mitos son siempre difíciles de desentrañar, porque
suman prejuicios culturales que interactúan con el llamado “imagina- rio popular”. Siempre tienen un grano de verdad, pero les queda una parte sobreestimada y otra artificialmente simplificada y hasta dis- torsionada, de modo que no siempre coinciden con las evidencias his- tóricas, y al final, esto incluso acaba hasta por no importar. Como, por ejemplo, el mito de que el libre comercio ha sido una política aplicada por todos los países hoy desarrollados no tiene respaldo histórico y, a pesar de eso, se sigue vendiendo como tal (Chang, 2002). Hay dos mitos fundacionales para el neoliberalismo: uno es el de la superioridad del libre comercio en la maximización de la eficiencia 152 • Alejandro Álvarez Béjar
y del bienestar económico; el otro es que, en todas las actividades eco-
nómicas, los resultados producidos por los mercados siempre serán superiores a cualquier resultado socialmente predeterminado, pese a que hay fuertes evidencias en contrario (Dunkley, 2004; Hart-Lands- berg, 2006; Chang, 2008). Hagamos pues un rápido recuento de los mitos neoliberales que ya se han colapsado. El primero, lo socializó Margaret Thatcher con su desplante autoritario: tina, There Is No Alternative (No hay alterna- tiva) o sea, no hay de otra más que las políticas neoliberales de abrir, privatizar y desregular. Está probado que, en política fiscal y moneta- ria, en la industrial, la agrícola, en política científica y tecnológica, en política educativa, por lo menos, hay muchísimas más opciones que la receta neoliberal “unitalla”. El mito de que la intervención estatal en la economía es negativa, porque los mercados se ajustan solos, se vino abajo cuando en 2008 George Bush Jr. y Henry Paulson se vieron forzados a ensayar, en el espacio breve de tres meses, nacionalizaciones de hipotecarias y asegu- radoras en problemas, compras parciales de activos bancarios, después de dejar caer bancos con larga historia como Lehman Brothers, para, finalmente, instrumentar un plan de rescate financiero general por 750,000 millones de dólares, en lo que, de pasada, una cantidad signi- ficativa, y por intermediación del Congreso, fue a parar en manos de las tres grandes empresas automotrices, bajo el argumento de que su quiebra podría “desencadenar un enorme potencial disruptivo”. Con ello, se derrumbó también otro mito muy importante: el de que “la desregulación es el camino directo para fomentar la eficiencia de los mercados financieros globales”. Y no sólo ése, también cayó por los suelos la idea de que “no hay que proteger a la industria nacional”, pues la experiencia estadounidense dice que todo es recomendable, Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 153
si se trata de las grandes empresas del sector industrial de Estados
Unidos. Se vino abajo, también, el mito de que la teoría neoliberal había domado el ciclo económico. Como lo plantea con crudeza Paul Krug- man (2009): dos premios Nobel de economía, y el entonces banquero central de Estados Unidos, habían decretado en diversos momen- tos la muerte de la depresión económica, como problema teórico y práctico. Milton Friedman cuando recibió el Premio Nobel, Robert Lucas (otro Premio Nobel) en un discurso que pronunció en 2003, y Ben Bernanke al entrar como miembro de la Reserva Federal (Fed) en 2004, hablaban con desenfado sobre cómo había sido domado el ciclo económico, y de que las recesiones severas “ya eran cosa del pasado”. La crisis financiera de 2008, y la severa secuela recesiva de la eco- nomía mundial en 2009-2010, indican que el ciclo no sólo estaba vivo y coleando, sino que, como advirtió Krugman, esta crisis tenía cada uno de los componentes malos que habíamos visto antes, pero ahora todos a la vez. En concreto, quedamos ante evidencias de la ineficacia de la polí- tica monetaria, cuando vemos que la Reserva Federal estadounidense (Federal Reserve System, Fed) prácticamente ya cayó en lo que Key- nes llamaba “la trampa de la liquidez” (una situación en la que el ban- co central no puede activar el crédito general durante una recesión, después de que ha llevado la tasa de interés a cero, lo que significa que su herramienta clave, la manipulación de la tasa de interés, quedó cerca de estar anulada). El mito de que las tecnologías informáticas y los modelos mate- máticos podían volver segura toda inversión financiera, manejando probabilísticamente el riesgo, fue cayendo de mal en peor: primero 154 • Alejandro Álvarez Béjar
fue el caso de Long Term Capital Management, una empresa de fon-
dos de cobertura de riesgos con base en Connecticut, que en 1994 había contado entre sus directivos a dos premios Nobel de economía, Myron Scholes y Robert Merton (de este último, Robert Lucas alar- deaba que era “el Newton de las finanzas”), los cuales crearon porta- folios de acciones basados en sofisticados modelos matemáticos que analizaban datos históricos, “asegurando” un alto rendimiento con un riesgo mucho menor al general. Pero como sus modelos de cómputo no anticiparon una ocasional perturbación severa del mercado, llegado el caso no pudieron impedir que la empresa quebrara al término de ese decenio, ni que tuviera que rescatarla la Fed, poniéndola en manos de otro grupo de grandes inversionistas. Posteriormente está el caso del fondo de cobertura de riesgo “Bearns Hedge Fund”, del banco Bearn Sterns, en su momento uno de los cinco bancos de inversión más grandes de Estados Unidos, que vio el colapso de sus fondos de cobertura en marzo de 2008, más la Reserva Federal (Fed) y el Tesoro concurrieron, no a salvarlo, sino a salvar las contrapartes perjudicadas (por eso fue vendido al J. P. Mor- gan Chase en esa fecha). Finalmente, está el caso destacado por Krugman como inicio de la crisis financiera actual, ocurrido el 9 de agosto de 2007, cuando suspendieron los retiros de tres fondos de la Banque Nationale de Paris (bnp Paribas), de Francia. La respetabilidad por contar con va- rios premios Nobel detrás de sus innovaciones financieras permitió a los inversionistas tomar posiciones hasta 100 veces mayores que su capital. Pero se esfumó dicha respetabilidad cuando esas novedades se evidenciaron como vehículos para perder mucho dinero. Cómo el neoliberalismo enjauló a México … • 155
Está también el derrumbe del mito de que los grandes interme-
diarios financieros se regulan solos, y que los mercados financieros desregulados se ajustan también por sí solos. La experiencia de 2008, con la práctica desaparición del segmento de la banca de inversión, que creció en Estados Unidos desregulada, indica que no había nada parecido a la autorregulación. Hay finalmente otro mito a conveniencia, pues ha multiplicado por el mundo la anomalía de que haya entidades económicas “dema- siado grandes para dejarlas caer”. De modo que, al entrar en graves problemas, las grandes empresas y bancos se rescatan con cargo al Estado, y se acaban convirtiendo en todavía más grandes y más pode- rosas, capaces de bloquear las reformas que urgentemente se necesi- tan en el sistema financiero. La fórmula que quedó más a la mano ha sido la experimentada en México: que los rescates bancarios se hagan con cargo a los contribu- yentes, de modo que los platos rotos los pagamos todos, sin siquiera la posibilidad de imponer una regulación que afecte a los grandes ju- gadores financieros. El problema es que eso amenaza con agravar la crisis sistémica mundial, y que objetivamente secuestra las finanzas públicas para beneficio del gran capital financiero. En el siguiente ca- pítulo, vamos a examinar con detalle las bases de lo que hemos llama- do crisis civilizatoria, pues contiene la crisis financiera, la productiva y la crisis ecológica que las reformas neoliberales han exacerbado.