Cine de Terror
Cine de Terror
Cine de Terror
Índice
Inicios del cine de terror
Expresionismo alemán
Películas de monstruos
Cine de terror británico
Fanático caracterizado como Freddy
Cine de vampiros y de hombres lobo Krueger
Cine catastrófico, ciencia ficción y extraterrestres
Cine de terror paranormal
Cine de terror en Hispanoamérica
Argentina
México
Cine de terror en Italia (giallo)
Cine de terror en España (fantaterror)
Logo de vampiro
Eco-Terror
Cine de psicópatas/Slasher: Florecimiento, explosión,
decadencia y resurgimiento
Cine de zombis
Cine gore
Ultragore alemán
Cine gore en Japón
Cine de terror en Francia
Nuevo extremismo francés
Cine de terror asiático
J-Horror
K-Horror
Véase también
Referencias
Inicios del cine de terror
El cine de horror nació junto con el mismo cine. Los hermanos Lumière rodaron en 1896 la cinta L'arrivée
d'un train à La Ciotat (La llegada del tren). En esta película, como su nombre indica, únicamente se
mostraba la llegada de un tren; solo que, dado que el cine era un invento desconocido para la mayoría de
los espectadores, estos creían que el tren se iba a salir literalmente de la pantalla para arrollarlos; los
primeros espectadores de la cinta gritaban y escapaban de la sala aterrorizados.
La primera cinta considerada de terror fue La mansión del diablo, dirigida e ideada por Georges Méliès,
que se estrenó el 24 de diciembre de 1896, en París. Esto dio paso a todo el cine de terror. Durante esta era
del cine primitivo, Francia se posicionó como la gran realizadora de antecedentes de este género. Louis
Lumière realiza en 1897 Le squelette joyeux; Georges Méliès, además de la ya mencionada La mansión del
diablo, dirige El Diablo en el convento (1899) y El diablo negro (1905); la pionera en cine hecho por
mujeres, Alice Guy, es la responsable del filme Faust et Méphistophélès (1903); a Gaston Velle se le debe
La Peine du talion (1906); el español aragonés Segundo de Chomón realiza La casa encantada (1907),
Satán se divierte (1907) y El hotel eléctrico (1908) entre muchísimos cortometrajes más que se realizaron
en Francia. Pero la que muchos consideran como la primera película deliberada de terror fue realizada en
1910 por J. Searle Dawley para los Edison Studios (en Estados Unidos). Se trató de la primera adaptación
de la novela de Frankenstein.
Expresionismo alemán
En esta época del cine mudo, Alemania cultivó una serie de películas tan espeluznantes como artísticas e
influyentes en el cine de terror universal, muchas de ellas influenciadas por la pintura expresionista.
Podríamos destacar: El estudiante de Praga (1913) de Paul Wegener y Stellan Rye; Homunculus (1916) de
Otto Rippert; Los ojos de la momia (1918) de Ernst Lubitsch; El Golem (1920) de Carl Boese y Paul
Wegener; El gabinete del doctor Caligari (1920) de Robert Wiene; El castillo encantado (1921) de F.W.
Murnau; Der müde Tod (1921) de Fritz Lang; Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (1922) de F.W.
Murnau, con Max Schreck en el papel del vampiro; Las manos de Orlac (1924) de Robert Wiene; Fausto
(1926) de F.W. Murnau; y ya a principios del sonoro: M (1931) de Fritz Lang; Vampyr (1932) del danés
Carl Theodor Dreyer y El testamento del Dr. Mabuse (1933) de Fritz Lang. Este tipo de cine germánico
tendría posteriormente algunos homenajes como la película Nosferatu: Phantom der Nacht (1979) de
Werner Herzog, con Klaus Kinski en el papel de Nosferatu, o la británica La sombra del vampiro (2000)
de E. Elias Merhige, en la que Willem Dafoe interpreta a Max Schreck en el rodaje de Nosferatu, siendo
este un vampiro auténtico. Dentro del cine germánico también sería interesante destacar la sueca Körkarlen
(1921) de Victor Sjöström y la danesa Häxan (1922) de Benjamin Christensen.
Películas de monstruos
En los años 20, Estados Unidos gestaría un cine de terror que tendría su explosión en los años 30, del cual
podríamos destacar: Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1920) de John S. Robertson, adaptación de El extraño caso
del doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert Louis Stevenson, protagonizada por John Barrymore; El
legado tenebroso (1927), El teatro siniestro (1929) y El hombre que ríe (adaptación del libro homónimo de
Víctor Hugo) (1928) del alemán Paul Leni y El mago rojo (1929) del húngaro Paul Fejos (las dos últimas
películas nombradas protagonizadas por Conrad Veidt). Lon Chaney se consolidaría en el cine mudo como
especialista en interpretar a personajes deformes. Especialmente terrorífica es su interpretación de
Quasimodo y del fantasma, respectivamente, en: El jorobado de Notre Dame (1923) (adaptación de
Nuestra Señora de París de Víctor Hugo) de Wallace Worsley y El fantasma de la ópera (1925)
(adaptación de la obra homónima de Gastón Leroux) de Rupert Julian. Precisamente en esta época empezó
con el género uno de los considerados mejores directores del cine
de terror: Tod Browning con: Garras humanas (1927) y La casa
del horror (1927) ambas protagonizadas por Lon Chaney. Seguiría
su carrera con la obra maestra de la Universal Pictures Drácula
(1931), Freaks (1932), La marca del vampiro (1935) y Muñecos
infernales (1936), todas estas últimas, así como Garras humanas y
La casa del horror, de la productora MGM.
A partir de finales de los años 40 las películas de terror de la Universal entraron en decadencia, prueba de
ello es la película paródica de Bud Abbott y Lou Costello Abbott and Costello Meet Frankenstein, a partir
de entonces el cine de terror de la Universal se decantaría bien por parodias del "antiguo" cine de terror
gótico con Abbott y Costello, bien por un cine de terror más próximo a la ciencia ficción, como lo
demuestran las películas de Jack Arnold, John Sherwood o Virgil W. Vogel. Hay que mencionar
obligatoriamente a los tres grandes iconos de la Universal: Béla Lugosi, Boris Karloff y Lon Chaney Jr.
El primero reconocido por Drácula, aunque solo ha interpretado ese papel en Drácula de Tod Browning y
en Abbott and Costello Meet Frankenstein, aunque sí que ha interpretado a otros vampiros en La marca del
vampiro y en El regreso del vampiro (Columbia Pictures) (1944) de Lew Landers; a Igor en Son of
Frankenstein y El fantasma de Frankenstein; al monstruo de Frankenstein en Frankenstein y el Hombre
Lobo y otros papeles en Satanás, El cuervo, El castillo de los misterios (1940) de David Butler, The Body
Snatcher (1945) de Robert Wise (basado en el cuento El ladrón de cadáveres de Robert Louis Stevenson)
(estas cuatro, junto con Boris Karloff), El hombre lobo y en la película independiente, considerada como la
primera película de zombis White Zombie (1932) de Victor Halperin. Al final de su carrera actuó en Glen o
Glenda (1953), La novia del monstruo (1955) y Plan 9 del espacio exterior (1959) del autodenominado
peor director de la historia: Ed Wood.
Por último, Lon Chaney Jr. ha interpretado al hombre lobo en El hombre lobo, Frankenstein y el hombre
lobo, House of Frankenstein, La mansión de Drácula y Abbott and Costello Meet Frankenstein, así como
al monstruo de Frankenstein en El fantasma de Frankenstein, al conde Drácula en Son of Dracula, a la
momia en La tumba de la momia, El fantasma de la momia y La maldición de la momia y otros papeles en
The Haunted Palace (1963) de Roger Corman. Otros actores no tan icónicos pero destacables son John
Carradine (el conde Drácula en House of Frankenstein y La mansión de Drácula) y Glenn Strange
(monstruo de Frankenstein en House of Frankenstein, La mansión de Drácula y Abbott and Costello Meet
Frankenstein).
No solo la Universal cultivó el cine de terror en los Estados Unidos. La RKO Radio Pictures realizó
importantes cintas de terror: King Kong (1933) de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, la
mencionada El castillo de los misterios, Cat People (1942), The Leopard Man (1943) y Yo anduve con un
zombie (1943) de Jacques Tourneur o The Thing from Another World (1951) de Christian Nyby. También
algunas películas interesantes pertenecen a MGM, Monogram Pictures o a Paramount Pictures.
Claramente podemos observar que los directores más recurrentes en las horror movies de la Hammer
Productions son Terence Fisher, Roy Ward Baker y Freddie Francis, pero es necesario saber que estos dos
últimos no solo trabajaron para la Hammer, también realizaron películas para otra productora inglesa
especializada en el género: la Amicus Productions. Freddie Francis realizaría para esta productora: Dr.
Terror's House of Horrors (1965), La maldición de la calavera (1965), The Psychopath (1966), Picadura
mortal (1967), Invasores del otro mundo (1967), Torture Garden (1967) y Tales from the Crypt (1972);
mientras que Roy Ward Baker dirigió Asylum (1972), The Vault of Horror (1973), And Now the Screaming
Starts! (1973) y El club de los monstruos (1980) y al director Kevin Connor se le deben Cuentos de
ultratumba (1974), The Land That Time Forgot (1975), En el corazón de la Tierra (1976) y Viaje al
mundo perdido (1977). Por último, en lo que a cine de terror británico se refiere no estaría de más
mencionar la productora Anglo Amalgamated y la película de la British Lion Film Corporation: The Wicker
Man (1973) de Robin Hardy.
Dentro del cine de terror de ciencia ficción, un director conocido como una de las tres C del cine de horror:
el canadiense David Cronenberg, el rey del cine de ciencia ficción terrorífico de los ochenta. Su
contribución al subgénero se constituye de The Brood (1979), Scanners (1981), la estadounidense The
Dead Zone (1983), Videodrome (1983), la estadounidense La mosca (1986) (remake de una película
homónima de 1958, dirigida por Kurt Neumann) y Naked Lunch (1991).
Fenómeno digno de estudio es la filmografía catastrofista y apocalíptica japonesa, que surgió en los años
50, 60 y 70 con motivo de la llamada Guerra Fría, especialmente las películas kaiju (monstruo gigante).
Gojira/Godzilla (1954) y Mothra (1961), del director y especialista en el subgénero Ishiro Honda y
Gamera (1965) de Noriaki Yuasa y todas sus numerosas secuelas y crossovers constituyen lo más
representativo del subgénero japonés. Es interesante mencionar la película Pacific Rim (2013), donde el
mexicano Guillermo del Toro hace un homenaje al subgénero kaiju. Fruto del cine relacionado por la
paranoia nuclear y las invasiones surge en 1968, la película La noche de los muertos vivientes, película con
la que aportó la temática de los "zombis" o "zombies", todo un subgénero, creado por el fallecido director
de la cinta: George A. Romero. Los zombies, al igual que el hombre lobo, dentro de la categoría de los no-
muertos, como los vampiros, forman parte de la tradición folklórica y las leyendas populares más antiguas,
pero no fueron demasiado frecuentados por los autores románticos. El terror contemporáneo, en cambio,
tanto en literatura como en cine, aborda a los zombis sin el menor matiz romántico, procurando lograr en el
lector o espectador, por medio de la cruda expresión de su monstruosidad exangüe y caníbal, un efecto de
terror puro, ancestral (véase Cine de zombis).
Hay otras películas muy difíciles de clasificar, aunque, ya sea por temática, estilo, estructura o
ambientación, el subgénero más adecuado en el que se deben clasificar (si se deben clasificar) es en este. Se
trata de los casos, por ejemplo de: la británica Repulsión (1965) y la francesa Le locataire (1976) del polaco
Roman Polanski; o de It (1990) de Tommy Lee Wallace.
Argentina
En cuanto a Argentina, se dice que la primera película con tintes de terror fue El hombre bestia o las
aventuras del Capitán Richard (1934) de C. Z. Soprani, parece ser que inspirada en la película alemana
Ramper, der tiermensch (1927) de Max Reichmann. Pero que la "primera" película enteramente de terror
fue Una luz en la ventana (1942) de Manuel Romero y protagonizada por el español nacionalizado
argentino Narciso Ibáñez Menta. A ésta le seguiría la crime film Historia de crímenes, del mismo año y con
el mismo director y protagonista; asimismo Carlos Schlieper dirige la chilena La casa está vacía (1945) y
hablando de cine chileno, no menos imprescindible es La dama de la muerte (1946), basada en la novela
El club de los suicidas de Robert Louis Stevenson y dirigida por Carlos Hugo Christensen.
En los años cincuenta Román Viñoly Barreto dirige La bestia debe morir (1952) y El vampiro negro
(1954); mientras que el mencionado Carlos Hugo Christensen es el responsable de Si muero antes de
despertar (1952). El director nacido en Italia Mario Soffici revive a un icono de las monster movies de la
Universal Pictures y de la literatura gótica (Mr. Hyde) con El extraño caso del hombre y la bestia (1951).
Ya en los años 1960, 70 y 80 es necesario mencionar a Emilio Vieyra que en sus películas abraza
subgéneros tan variados como el vampirismo, la ciencia ficción o el cine de asesinos en serie. La argentina-
estadounidense Extraña invasión (1965), Placer sangriento (1967), La bestia desnuda (1967), La
venganza del sexo (1971), Sangre de vírgenes (1974) y Sucedió en el internado (1985). La mayoría de sus
películas tienen bastantes dosis de erotismo, una peculiaridad muy típica de los 70 y presente también por
otros países como España. Por otro lado, a Jorge Carlos García se le deben Estigma de terror (1973) y El
bosque de los condenados (1974). Más recientemente podemos mencionar: La casa de las siete tumbas
(1982) de Pedro Stocki y Alguien te está mirando (1988) de Horacio Maldonado y Gustavo Cova.
Por último, destacar las numerosas comedias de terror que se han hecho en Argentina. Influenciado por las
parodias de Abbott y Costello, el peruano-argentino Enrique Carreras (director del tríptico Obras maestras
del terror (1960)) realiza El fantasma de la opereta (1952) y por su parte Francis Lauric nos lega Las
aventuras del Capitán Piluso (1963). Después de que en los setenta, la película Los vampiros los prefieren
gorditos (1974) de Gerardo Sofovich diera constancia de que aún existía la comedia de terror, en los
ochenta esta vuelve a ponerse de moda y lo demuestra de nuevo Enrique Carreras con Mingo y Aníbal
contra los fantasmas (1985), Mingo y Aníbal en la mansión embrujada (1986) y Galeria del terror (1987)
(las dos primeras protagonizadas por el dúo cómico formado por Juan Carlos Altavista y Juan Carlos
Calabró). Por último, cabe destacar dos películas cómicas de Carlos Galetini: Los mata monstruos en la
mansión del terror (1987) y Charly, días de sangre (1990).
México
Pero indudablemente el país hispanoamericano que más ha contribuido al cine de terror es México,
llegando incluso a crear subgéneros propios como el cine de luchadores profesionales que hacen frente a
hitos de la ficción terrorífica o el cine de terror western. Los años 30 y 40 serían la época de
experimentación y consolidación del género. Muchos sitúan como la primera película de terror mexicana a
La Llorona (1934) de Ramón Peón y a ésta le seguirían El fantasma del convento (1934) de Fernando de
Fuentes y El baúl macabro (1936) de Miguel Zacarías. También hay que dedicarle mención aparte a Juan
Bustillo Oro, que con Dos monjes (1934), El misterio del rostro pálido (1935) y Nostradamus (1937) da
pie al nacimiento del cine de terror en México. A finales de los 40 la producción había disminuido, siendo
representada solamente por La herencia de la Llorona (1947) de Mauricio Magdaleno.
Los años 50 y 60 cuentan con el director especializado en el género Chano Urueta que ya había tenido
algún acercamiento al terror con Profanación (1933) y El signo de la muerte (1939). Pero fue a partir de los
años 50 que se consolidaría como uno de los más grandes directores de cine de terror en México con La
bruja (1954), El jinete sin cabeza (1957), El barón del terror (1962), La cabeza viviente (1963) e,
introduciendo a los luchadores profesionales (concretamente a Crox Alvarado) en el género, La bestia
magnífica (Lucha libre) (1952), a la que se sumarían en la década siguiente: Blue Demon, el demonio azul
(1965), Blue Demon contra el poder satánico (1966), Blue Demon contra las diabólicas (1968) y Blue
Demon contra los cerebros infernales (1968), con la estrella del cine y de la lucha libre Blue Demon, el
cual cuenta con una extensa filmografía en ese ámbito. El otro gran icono, junto con Blue Demon, en lo
que a cine de lucha libre se refiere, es El Santo; lo demuestran: Santo contra el cerebro del mal (1958) de
Joselito Rodríguez, Santo contra los zombies (1961) de Benito Alazraki, Santo contra el rey del crimen
(1962) de Federico Curiel, Santo contra las mujeres vampiro (1963) y Santo en el museo de cera (1963) de
Alfonso Corona Blake, Santo vs el estrangulador (1963) de René Cardona, Santo, el Enmascarado de
Plata vs la invasión de los marcianos (1966) de Alfredo B. Crevenna, Santo en el tesoro de Drácula o
Santo en el tesoro de Drácula (en su versión sin censura) (1968) de René Cardona, Santo en la venganza
de las mujeres vampiro (1970) de Federico Curiel y Santo en la venganza de la momia (1970) de René
Cardona, entre muchas otras. También hay algunas películas en las que El Santo y Blue Demon unieron
fuerzas, como por ejemplo: Santo y Blue Demon contra los monstruos (1969) de Gilberto Martínez
Solares, Las bestias del terror (1972) de Alfredo B. Crevenna y del director de muchas películas de
Cantinflas, Miguel M. Delgado, Santo y Blue Demon contra Drácula y el hombre lobo (1972) y Santo y
Blue Demon contra el Dr. Frankenstein (1974). Otro especialista (ya fuera del cine de luchadores) en el
género fue Fernando Méndez, realizador de Ladrón de cadáveres (1956), El vampiro (1957), El ataúd del
vampiro (1957), Misterios de ultratumba (1959), El grito de la muerte (1959) y Los diablos del terror
(1959). Otras películas de la época destacables, serían: El hombre sin rostro (1950) de Juan Bustillo Oro, El
pantano de las ánimas (1956) de Rafael Baledón, La maldición de Nostradamus (1959) de Federico
Curiel, La invasión de los vampiros (1961) de Miguel M. Delgado y El mundo de los vampiros (1960) de
Alfonso Corona Blake.
En los años 50, 60 y 70 hay que mencionar al actor icónico del género Germán Robles que debutó en El
vampiro y siguió apareciendo en El ataúd del vampiro, El castillo de los monstruos (1958) de Julián Soler,
La maldición de Nostradamus, La sangre de Nostradamus (1962) de Federico Curiel y Stim Segar, El
barón del terror y muchas películas más.
A finales de los 60 se estrena Hasta el viento tiene miedo (1968) de Carlos Enrique Taboada, considerado
por muchos como el maestro de la época dorada del cine de terror mexicano. Su obra inaugura la década de
los 70 con El libro de piedra (1969), incursiona en el slasher con Más negro que la noche (1975) y culmina
su tetralogía clásica con Veneno para las hadas (1984). Su obra va desde lo sobrenatural a lo psicológico,
mezclando lo cotidiano con lo extraordinario y encaminando a las nuevas generaciones hacia un estilo más
crudo y violento. Los años 1970 y 80 en México están claramente influenciados por el giallo italiano y el
gore y el slasher estadounidenses, siendo los nombres más representativos Juan López Moctezuma,
Gilberto Martínez Solares, René Cardona Jr. y su hijo René Cardona III. Del primero hay que destacar La
mansión de la locura (1973), Mary Mary, Bloody Mary (1975) y Alucarda, la hija de las tinieblas (1978).
A Gilberto Martínez Solares, que ya se había adentrado en el género desde La casa del terror (1959), se le
debe Satánico Pandemonium. René Cardona Jr. realizó La noche de los mil gatos (1972), Tintorera (1977),
El triángulo diabólico de las Bermudas (1978) y El ataque de los pájaros (1987). Por último mencionar,
por una parte, tres películas de René Cardona III: Vacaciones del terror (1988), Alaridos del terror (1991) y
Colmillos: el hombre lobo (1991); y por otra, La Tía Alejandra (1979) de Arturo Ripstein y El extraño hijo
del sheriff (1982) de Fernando Durán, última gran obra del terror western, subgénero representado por
películas como: El pantano de las animas, El jinete sin cabeza, La cabeza de Pancho Villa (1957) de
Chano Urueta, El zorro escarlata en la venganza del ahorcado (1958) de Rafael Baledón, El grito de la
muerte, El pueblo fantasma (1965) de Alfredo B. Crevenna, El caballo del diablo (1975) de Federico
Curiel, El látigo contra Satanás (1979) de Alfredo B. Crevenna y El jinete de la muerte (1980) de Federico
Curiel; y que desapareció con la decadencia del western.
Durante los años 90 el género quedó estancado, siendo representativos solo algunos títulos: El sacristán del
diablo (1992) de Jorge Luke, Sobrenatural (1996) de Daniel Gruener y Angeluz (1998) de Leopoldo
Laborde. Pero ya en el siglo xxi, el terror disfrutó de adaptaciones de la maldición de La Llorona: Las
lloronas (2004) de Lorena Villareal, J-ok'el de Benjamin Williams y Kilómetro 31 de Rigoberto Castañeda
(ambas de 2007). También encontraríamos otros remakes o nuevas versiones como El libro de piedra
(2009) de Julio César Estrada y Más negro que la noche (2014) de Henry Bedwell y alguna producción
original como Ahí va el diablo (2012) de Adrián García Bogliano, Visitantes (2014) de Acán Coen y Somos
lo que hay (2010) de Jorge Michel Grau.1
A principios de los ochenta, por la competencia del slasher estadounidense, el subgénero dejó de estar de
moda. Aunque, ya sea alejándose del giallo, o permaneciendo dentro de él (si bien muchas veces al estilo
slasher), varios directores han legado en la década de los ochenta cintas de terror imprescindibles. Dario
Argento ya se había alejado del subgénero con la que muchos consideran su obra maestra: Suspiria (1977),
con cierta unidad de estilo respecto a sus obras anteriores pero abrazando lo paranormal, como haría con la
secuela Inferno (1980). Ya a mediados de los ochenta realizaría Phenomena (1985) y Opera (1987),
películas de temáticas bastante similares al giallo. Ruggero Deodato, director de The House on the Edge of
the Park (1980) (cine de violación y venganza) y el slasher Camping del terrore (1987), realiza en 1979
Holocausto caníbal, película mondo que utilizó la técnica del falso documental de forma magistral al
servicio del terror y del gore. Deodato vuelve a tratar la temática caníbal, como ya hizo en la similar Mundo
caníbal (1977). Las muertes, especialmente detalladas con morbosidad, daban la sensación de ser reales,
llegando incluso a confiscarse la película y a arrestar a su director. Por otra parte, el que había realizado
varias películas giallo a principios de los 70, Umberto Lenzi, también se adentró en el cine de caníbales con
¡Comidos vivos! (1980) y la película, muy comparada con la de Ruggero Deodato, Cannibal Ferox (1981).
Además, Lenzi se adentraría en el cine de zombis con La invasión de los zombies atómicos (1980).
Sin embargo, el director italiano que más exploró ese terreno (claramente influenciado por las películas
estadounidenses del considerado padre del cine de zombis moderno, George A. Romero) fue Lucio Fulci,
con Zombi 2 (1979), Paura nella città dei morti viventi (1980), El más allá (1981) y Quella villa accanto
al cimitero (1981). Su preocupación en mostrar con minucioso detalle la violencia y la destrucción del
cuerpo humano y su sensibilidad por lo desagradable posicionan a Lucio Fulci como un director cuyas
películas son por muchos consideradas como las más violentas jamás realizadas. Muy destacable es también
su película slasher, igual de gore que sus películas de zombis, Lo squartatore di New York (1982). Muy
destacable sería también el polifacético (al igual que su padre) director Lamberto Bava, hijo del
mencionado Mario Bava. Sus filmes tocan los subgéneros del cine de vampiros, de zombis, paranormal,
ciencia ficción y giallo-slasher. Algunas de sus películas más destacadas serían: Macabro (1980), Cuchillos
en la oscuridad (1983), El devorador del océano (1984), Demonios (1985), Demonios 2 (1986), Morirás a
medianoche (1986), el telefilm Efectos sobrenaturales (1987), Disturbios en el cementerio (1987), el
telefilm cómico Cena con el vampiro (1988) y La máscara del demonio (1989). Por la misma época, el
director Don Coscarelli inicia su pentalogía (él es director de las cuatro primeras) con Phantasm (1979).
A finales de los ochenta, Michele Soavi revitalizaría el género en Italia con su ópera prima, el slasher
Aquarius (1987). A ésta le seguirían Pandemonium (1989), La secta (1991) (tercera y cuarta entrega,
respectivamente, de la saga iniciada con Demonios de 1985) y Mi novia es un zombie (1994). Por otra
parte, Dario Argento, siguió cultivando el género, siendo probablemente el mejor ejemplo de la
supervivencia del terror italiano: lo demuestran Trauma (1993), El arte de matar (1996), El fantasma de la
ópera (1998), La terza madre (2007), Giallo (2009) y Drácula 3D (2012), aunque para muchos, incluso el
que fue maestro del terror en los 70 y 80, ha entrado en plena decadencia.
A finales de los 70 el género entró en gran decadencia, siendo sustituido por el landismo y la comedia de
destape. Sin embargo, desde finales de los 70 hasta la actualidad ha gozado de una buena supervivencia, y
resurgiendo con grandes éxitos internacionales a principios del siglo xxi. Analizando el cine de terror
español de finales de los 70, años 80 y principios de los 90, por una parte está la carrera que siguió Paul
Naschy, que se convirtió en director en Inquisición (1976), a la que le siguieron: El caminante (1979), El
carnaval de las bestias (1980), El retorno del hombre lobo (1980), Latidos de pánico (1983), La bestia y la
espada mágica (1983) (la primera coproducción España-Japón de la historia) y El aullido del diablo
(1987). En segundo lugar encontramos la carrera de José Ramón Larraz, que ya había dirigido varias
películas en la época dorada del fantaterror. En los 80, nos legó el film sobrenatural Estigma (1980), la
comedia de terror La momia nacional (1981), la demoníaca Los ritos sexuales del diablo (1982) y los
slashers Descanse en piezas (1987), Al filo del hacha (1988) y Deadly Manor (1990). En tercer lugar es
imprescindible hablar del valenciano Juan Piquer Simón que inició su tendencia hacia el terror con Misterio
en la isla de los monstruos (1981), el slasher Mil gritos tiene la noche (1982) (película que, curiosamente,
el anteriormente mencionado Jesús Franco parodió pornográficamente en Mil sexos tiene la noche de
1984), la película de terror ecológico Slugs, muerte viscosa (1987), la película de ciencia ficción La grieta
(1989), la sobrenatural La mansión de Cthulhu (1992) y la demoníaca La isla del diablo (1994). Por
último, hay que mencionar Arrebato (1979) de Iván Zulueta, la catalana Morbus (o bon profit) (1982) de
Ignasi P. Ferré (película de zombis), Angustia (1987) de Bigas Luna, Tras el cristal (1987) de Agustí
Villaronga, La luna negra (1989) de Imanol Uribe y 99.9 La frecuencia del terror (1997) de Agustí
Villaronga.
Hasta su fallecimiento en 2009, Jacinto Molina Álvarez siguió interpretando (que ya no dirigiendo)
destacados papeles en Licántropo: El asesino de la luna llena (1996) de Francisco Rodríguez Gordillo,
School Killer (2001) de Carlos Gil, Mucha sangre (2002) de Pepe de las Heras, Tomb of the Werewolf
(2004) de Fred Olen Ray, Rojo sangre (2004) de Christian Molina, La herencia Valdemar (2010) de José
Luis Alemán y su secuela La herencia Valdemar II: La sombra prohibida (2011), así como su última
película como director, Empusa (2010) y Rottweiler (2004) de Brian Yuzna, película de la productora
Fantastic Factory, creada en 2001 (y desaparecida en 2007) con la intención de producir películas de terror
al estilo de la vieja escuela, estilizado y esteticista. Lo consiguieron con la mencionada película con Paul
Naschy, además de: Faust: Love of the Damned (2000) de Brian Yuzna, Arachnid (2001) de Jack Sholder,
Dagón, la secta del mar (2001) de Stuart Gordon, Darkness (2002) de Jaume Balagueró, Romasanta. La
caza de la bestia (2003) de Paco Plaza, Beyond Re-Animator (2003) de Brian Yuzna, La monja (2005) de
Luis de Madrid y Bajo aguas tranquilas (2006) de Brian Yuzna.
Volviendo unos años atrás y aparcando ya el cine de terror español a la vieja escuela, a mediados de los 90
se produjo un renacimiento del cine de terror con la película de Álex de la Iglesia: Acción mutante (1993),
seguida por El día de la bestia (1995). Álex de la Iglesia aunque no se le pueda llamar un especialista en el
género, está claro que tiene influencias y cuenta con secuencias que no le tienen nada que envidiar a
ninguna película de terror (mencionar también: La comunidad del año 2000). Pero si alguien ha dado a
conocer al mundo el cine de terror español moderno, es Alejandro Amenábar, con Tesis (1996) (que trata
sobre las snuff movies), Abre los ojos (1997) y la película de fantasmas Los otros (2001). Esta última, junto
con El orfanato (2007) de Juan Antonio Bayona, grandes éxitos comerciales a nivel internacional. Muy
exitosas también fueron las hispano-mexicanas El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno
(2006) de Guillermo del Toro y Los ojos de Julia (2010) de Guillem Morales. Mientras el cine español se
decantaba por un terror más sobrenatural y menos explícito, Nacho Cerdà realiza los mediometrajes
Aftermath (1994) y Génesis (1998), más explícitos, aunque en 2006 se uniría al terror sobrenatural con Los
abandonados. Jaume Balagueró y Paco Plaza son considerados la nueva sangre del cine de terror español y
ya lo han demostrado con grandes éxitos, el primero con: Los sin nombre (1999), Frágiles (2005), el
telefilm Para entrar a vivir (2006) y Mientras duermes (2010); el segundo con: El segundo nombre (2002)
y Verónica (2017) y los dos con la película de zombis Rec (2007). Por último no está de más mencionar
algunas comedias de terror como las que realizó Álvaro Sáenz de Heredia: Aquí huele a muerto (1989),
Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera (1996), Brácula: Condemor II (1997) y La venganza de
Ira Vamp (2010) y Sexykiller, morirás por ella (2008) de Miguel Martí.
Eco-Terror
Este subgénero del cine de terror y del cine de explotación empezó a crear tendencia en los años 1970, si
bien muchos colocan como la primera película de Eco-terror, o una de sus grandes influencias, o
simplemente una película anterior a la creación del subgénero pero que comparte similitudes, a King Kong.
El Eco-Terror se caracteriza por la presencia antagónica de uno o varios individuos de una especie animal
no humana. Las características habituales de estos animales suelen o eliminarse o si es un comportamiento
agresivo natural, exagerarse. Se focaliza el miedo en un animal existente y lo intensifican con un aumento
de su agresividad, un odio racional o irracional hacia la especie humana, una plaga de esa especie,
modificándolo ya sea con una evolución natural o artificial o simplemente mostrando la necesidad de ese
animal de alimentarse. A veces, sobre todo en los años 1970 y 80, este subgénero suele presentar elementos
del cine gore y una característica muy típica del slasher que consiste en que los protagonistas del filme van
muriendo a medida que avanza la cinta, quedando al final solo unos pocos supervivientes que son los que
resolverán la situación, normalmente matando al animal o animales beligerantes. Algunas de las películas
más conocidas y representativas de esta corriente son: The Birds (Los pájaros, 1962) de Alfred Hitchcock,
Frogs (Ranas, 1972) de George McCowan, Jaws (Tiburón, 1975) de Steven Spielberg, Orca the Killer
Whale (Orca, la ballena asesina, 1977) de Michael Anderson, Piraña (1978) de Joe Dante, Alligator
(1980) de Lewis Teague, Cujo (1983) de Lewis Teague (basada en la novela homónima de Stephen King),
la nombrada película italiana Shark: Rosso nell'oceano, la nombrada película española Slugs, muerte
viscosa, Anaconda (1997) del peruano Luis Llosa, Lake Placid (1999) de Steve Miner, Ovejas asesinas
(2006) de Jonathan King y Sharknado (2013) de Anthony C. Ferrante, entre muchas otras.
En un apartado de cine slasher no puede faltar la figura de John Carpenter, realizador de la película que
muchos consideran un antes y un después en el subgénero slasher y muchos otros como la primera película
verdaderamente slasher, Halloween (1978). Esta película presenta a un asesino demente que lleva una
máscara blanca y acecha a unas jóvenes extrovertidas, siendo la introvertida la heroína. Posteriormente
haría La niebla (1980), una nueva versión de La cosa (1982), Christine (1983) (basada en la novela
homónima de Stephen King), El príncipe de las tinieblas (1987), El pueblo de los malditos (1995) (remake
de la película homónima de 1960), En la boca del miedo (1995), Vampiros (1998), Ghosts of Mars (2001)
y The Ward (2010).
El otro gran director del cine de terror moderno es Wes Craven. Su debut lo realizó con La última casa a la
izquierda (1972), película muy polémica por su violencia explícita y que es nombrada como referente del
nuevo cine de terror, más enfocado en lo visual y en el miedo al daño y la destrucción física. Otro hito
influyente en el cine de terror y en el slasher fue The Hills Have Eyes (1977), que contó con una secuela
dirigida por él mismo. Es director además de la adaptación del comic de horror Swamp Thing (1982). Con
A Nightmare on Elm Street (1984) revitalizaría el género slasher dándole a los crímenes un sentido
surrealista. También dirigió los telefilms Invitation to Hell (1984) y Chiller (1985), las películas Deadly
Friend (1986), Shocker, 100.000 voltios de terror (1989), el telefilm Visiones nocturnas (1990) y El sótano
del miedo (1991), entre otras.
Personajes iconos del slasher son Norman Bates, de Psicosis, parcialmente consciente de sus actos,
presenta una doble personalidad, siendo la segunda (la de su madre) la que comete los asesinatos, mientras
él es reacio a sus actos violentos y con voluntad de solucionarlos para ser una persona socialmente
aceptable; Leatherface de The Texas Chainsaw Massacre, con el rostro oculto por una máscara hecha de
piel humana y armado con una motosierra, sufre alguna deficiencia mental y es muy influenciado por su
familia, cree que lo que está haciendo está bien porque su familia se lo ordena; Michael Myers de
Halloween se presenta físicamente como un hombre alto uniformado con un traje de mecánico y el rostro
cubierto con una máscara blanca de hule, posee una fuerza descomunal e invulnerabilidad a los ataques (o
prácticamente, inmortalidad); usa normalmente un gran cuchillo de cocina, no habla, es inteligente para
matar a sus víctimas pero no presenta conciencia sobre lo que está haciendo, se mueve por instinto, su
misión es matar y no se plantea el porqué. Este personaje se consolidaría con las exitosas y numerosas
secuelas como un villano al nivel del monstruo de Frankenstein o Drácula. Jason Voorhees, de Friday the
13th (1980) de Sean S. Cunningham (película que provocó en gran parte la explosión del slasher y que
popularizó de forma definitiva los tópicos del subgénero), asesino de tamaño enorme, inmortal,
enmascarado con una máscara de hockey y armado con un machete, vive en un bosque cerca de un lago y
unas cabañas y mata a cualquiera que se adentre en el bosque, asesino silente al igual que Michael Myers,
no presenta conciencia alguna sobre sus actos ni de los conceptos Bien y Mal. En contraposición a los
asesinos silentes como Michael Myers o Jason Voorhees encontramos a Freddy Krueger (interpretado
siempre (excepto en la versión) por el actor especialista en el género Robert Englund), y a Chucky, de
Child's Play (1988) de Tom Holland, sádicos y perfectamente conscientes de sus actos, el primero con la
cara quemada, vestido con un sombrero y un jersey navideño y armado con un guante con cuchillas, el
segundo, un muñeco poseído por un asesino en serie sin arma predilecta; no matan por instinto sino por
placer.
Las características principales del filme slasher suelen ser: un psicópata (muchas veces enmascarado) y
normalmente con arma blanca asesina a determinados jóvenes aislados que están envueltos en drogas y
sexo, sobreviviendo normalmente solo la llamada final girl, que suele ser la más inocente. Los adultos
(padres, profesores o policías) muchas veces presentan un papel de salvadores de los jóvenes y suelen morir
rápidamente para intensificar la tensión, ya que la única salvación que tenían los jóvenes ha sido
inevitablemente asesinada. Hay que decir que con la llegada de la decadencia del subgénero y en la
actualidad los tópicos del slasher se han diluido, existiendo muchas películas con influencias importantes y
algunas claves pero abandonando otros tópicos de este. Sin embargo, la explosión iniciada con Halloween
e impulsada con Friday the 13th, debe ser digna de estudio, ya que gozó de una popularidad, taquilla,
influencias y en algunos casos calidad artística importantes. Algunos de los slashers más populares son (sin
contar las secuelas):
y las canadienses:
A finales de los ochenta los filmes slasher ya no eran tan rentables y su producción disminuyó. Además,
muchas películas se anunciaban como películas slasher pero se alejaban mucho del subgénero, como es el
caso de Henry: Portrait of a Serial Killer, Hellraiser, Child's Play o Candyman. Asimismo existen varias
películas que se alejan aún más del slasher, incluso del género de terror, pero marcadas por una época
donde dominaba el cine de psicópatas, es el caso de Frenesí (1972) de Alfred Hitchcock, Misery (1990) de
Rob Reiner, The Silence of the Lambs (1991) de Jonathan Demme, Seven (1995) de David Fincher y la
austríaca Funny Games (1997) de Michael Haneke, que contó con una versión estadounidense homónimo
en 2007, del mismo director.
Ya a mediados de los 90, el slasher se limitaba a esporádicas secuelas de los asesinos míticos (Jason
Voorhees, Michael Myers y Freddy Krueger), consideradas por muchos críticos de muy baja calidad. Todo
indicaba a pensar que los psicópatas que abarrotaron salas en los ochenta eran cosa del pasado. Hasta que
en 1996, Kevin Williamson escribió el guion de una película que dirigiría Wes Craven: Scream. Esta
película revivió y renovó el subgénero, jugando con la autoreferencia y la autoconciencia, ya que, por
primera vez, los protagonistas de la película, saben de la existencia del subgénero y de sus tópicos y
aparece un asesino enmascarado que intenta imitar ese tipo de películas. Kevin Williamson volvió a escribir
el guion de un slasher más convencional Sé lo que hicistéis el último verano (1997) de Jim Gillespie. A
estas dos, les siguieron Leyenda urbana (1998) de Jamie Blanks, Cherry Falls (2000) de Geoffrey Wright
y Valentine (2001). El slasher consiguió ser un subgénero que traspasó sus propios tópicos, existiendo
películas que rompen con tópicos imprescindibles del slasher pero a la vez tienen claras influencias en este.
Es el caso de Destino final (2000) de James Wong y Cabin Fever (2002) del especialista en el género Eli
Roth. Roth volvería a llevar el terror a las pantallas con películas de eclécticas influencias como Hostel
(2005), Hostel: Part II (2007) o The Green Inferno (2013) (remake de Holocausto Caníbal).
Imprescindible mencionar también la saga iniciada con Saw (2004) de James Wan, las británicas The
Descent (2005) de Neil Marshall y Eden Lake (2008) de James Watkins, las películas de Rob Zombie:
House of 1000 Corpses (2003), su secuela The Devil's Rejects (2005) y The Lords of Salem (2012).
Asimismo, el director de Leyenda urbana, Jamie Blanks realiza las australianas Aviso de tormenta (2007) y
Long Weekend (2008) (remake de la también australiana Largo fin de semana (1978) de Colin Eggleston);
y hablando de cine australiano es interesante mencionar también a Wolf Creek (2005) de Greg McLean.
Una fuerte tendencia de principios de siglo, es la realización de remakes de clásicos del slasher, fenómeno
extendido a todo el cine de terror. Encontramos los casos de la objetivamente mediocre Psicosis (1998) de
Gus Van Sant, Campamento sangriento (2000) de Ralph E. Portillo, The Texas Chainsaw Massacre (2003)
de Marcus Nispel, Wrong Turn (2003) de Rob Schmidt, La masacre de Toolbox (2004) de Tobe Hooper,
The Hills Have Eyes (2006) de Alexandre Aja, When a Stranger Calls (2006) de Simon West, la
canadiense Black Christmas (2006) de Glen Morgan, Halloween (2007) de Rob Zombie, la canadiense
Prom Night (2008) de Nelson McCormick, April Fool's Day (2008) de Mitchell Altieri, Viernes 13 (2009)
de Marcus Nispel, Sorority Row (2009) de Sterward Hendler, My Bloody Valentine (2009) de Patrick
Lussier, Children of the Corn (2009) de Donald P. Borchers, The Last House on the Left (2009) de Dennis
Iliadis, A Nightmare on Elm Street (2010) de Samuel Bayer, Maniac (2012) de Franck Khalfoun, Silent
Night, Deadly Night (2012) de Steven C. Miller, La maldición de Chucky (2013) de Don Mancini, Muñeco
diabólico (2019), de Lars Klevberg.
Por otra parte, en el siglo xxi, encontramos algunos slashers originales como la española El arte de morir
(2000) de Álvaro Fernández Armero, Detrás de la máscara: El ascenso de Leslie Vernon (2006) de Scott
Glosserman, la franquicia de Hatchet (2006) de Adam Green, la noruega Fritt vilt (2006), el híbrido
slasher-carsploitation Death Proof (2007) de Quentin Tarantino, The Midnight Meat Train (2008) de
Ryuhei Kitamura, Colinas sangrientas (2009) de Dave Parker, Laid to Rest (2009) de Robert Hall, The
Collector (2009) de Marcus Dunstan, la paródica canadiense Tucker & Dale vs Evil (2010), la mumblecore
You're Next (2011) de Adam Wingard, Kristy (2014), de Oliver Blackburn, Hush (2016), de Mike
Flanagan, Tragedy girls (2017), de Tyler MacIntyre, Feliz día de tu muerte (2017), de Christopher Landon,
Igual eres el asesino (2018), de Brett Simmons, La casa del terror (2019), de Scott Beck y Bryan Woods.
También cabe mencionar la existencia de dos grandes tendencias slasher en el siglo xxi, obviando una
continua producción de slashers de serie B. Por una parte, es imprescindible mencionar el subgénero meta-
slasher que, bebiendo de los presupuestos de Scream, ha dado cintas interesantes como Castigo sangriento
(2011) de Joseph Khan, The Cabin in the Woods (2012) de Drew Goddard o Las últimas supervivientes
(2015) de Todd Strauss-Schulson. Por otro lado, puede subrayarse la asimilación del discurso feminista por
parte del género en cintas como el segundo remake de Navidad sangrienta (2019), de Sophia Takal, Hay
alguien en tu casa (2021), de Patrick Brice, o las trilogías de La calle del terror (2021), de Leigh Janiak y
Halloween (2018-2022), esta última de la mano de David Gordon Green. El retorno de la franquicia de
Halloween ha consolidado la vigencia actual del slasher recuperando el mítico personaje de Laurie Strode,
interpretado de nuevo por Jamie Lee Curtis, y motivando a su vez el regreso de una nueva entrega de
Scream, dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, que trae también de vuelta al trío original de
actores Neve Campbell, Courtney Cox y David Arquette.
Cine de zombis
El cine de zombis cuenta con una amplia representación de películas a lo largo de la historia. Su requisito
fundamental es la presencia de los zombis y la lucha de los protagonistas contra estos. Se dice que la
primera película de zombis fue La legión de los muertos sin alma (1932) de Victor Halperin. Esta película
recogía los tópicos que definirían el cine de zombis hasta la llegada de George A. Romero: un villano posee
una legión de zombis que trabajan para él y que son su instrumento para sus siniestras intenciones, dicho
villano muchas veces es un doctor nazi, un científico loco o incluso extraterrestres. A la película de Victor
Halperin le seguirían: Los muertos andan (1936) de Michael Curtiz, Yo anduve con un zombie (1943) de
Jacques Tourneur, La venganza de los zombies (1943) de Steve Sekeley, Invasores invisibles (1959) de
Edward L. Cahn, Plan 9 del espacio exterior (1959) de Ed Wood y La plaga de los zombies (1966) de
John Gilling.
En 1968, George A. Romero realiza la obra maestra independiente La noche de los muertos vivientes. En
blanco y negro, con un presupuesto minúsculo y actores amateurs, creó y consolidó los nuevos tópicos del
cine de zombis, presentes hoy en día. El subgénero, a partir de 1968, se definiría como películas
apocalípticas, en donde el fenómeno zombi deja de ser un problema de una región específica como lo solía
ser antaño, para ser una plaga global de la que depende la extinción de la humanidad. Además, nadie
controla a los muertos vivientes, son seres sin raciocinio cuya única misión es alimentarse
ininterrumpidamente. Individualmente no suelen ser problema, su peligro no reside en su inteligencia, sino
en su número y en su voracidad. Por último, uno de los rasgos que más diferencia al cine de zombis
moderno del clásico es el gore. La manera en que los zombis tienen de atacar a los humanos
(comiéndoselos) ha dado pie a que muchos directores muestren (a veces de forma muy explícita) la
alimentación de los zombis, aprovechándose así del potencial económico y artístico del horror explícito. El
propio director de La noche de los muertos vivientes, volvió a tratar la temática en: Zombi (1978), El día de
los muertos (1985), La tierra de los muertos vivientes (2005), El diario de los muertos (2007) y La
resistencia de los muertos (2009), películas con una clara preocupación por el análisis sociológico y que se
centran tanto o más en el comportamiento de los supervivientes y en sus enfrentamientos y diferencias que
en la invasión. Asimismo, Romero se alejaría del cine de zombis pero se mantendría en el cine de terror en
películas como: The crazies (1973), Martin (1977), Creepshow (1982), Los ojos del diablo (1990) (junto
con Dario Argento), La mitad oscura (1993) y El rostro de la venganza (Buried) (2000).
Dejando de lado algunas películas de zombis de la vieja escuela, como Ondas de choque (1977) de Ken
Wiederhorn y La serpiente y el arco iris (1988) de Wes Craven, en general, las películas de zombis más
populares posteriores al 1968, siguen los patrones inaugurados por George A. Romero. Es el caso de: El
último hombre... vivo (1971) de Boris Sagal, la canadiense Vinieron de dentro de... (1975) de David
Cronenberg, Re-animator (1985) de Stuart Gordon (director de Re-sonator (1986) y Un castillo alucinante
(1995)) y su secuela La novia de Re-animator (1990) de Brian Yuzna y El regreso de los muertos vivientes
(1985) de Dan O'Bannon y sus secuelas.
El cine de zombis tuvo una popularidad global. Muy destacable es la aportación de Italia al subgénero,
sobre todo a principios de los 80, como ya hemos visto en las películas de Umberto Lenzi y Lucio Fulci.
Bruno Mattei, realizador de muchas películas de terror, entre ellas: SS Campo de sexo y violencia (1977),
Terror en el convento (1980), Año 225, después del apocalipsis (1984), Ojos sin cara (1994) y En la tierra
de los caníbales (2003); realiza en 1980 Apocalipsis Caníbal. Por otro lado, Andrea Bianchi, director de la
británica Diabólica malicia (1972) y Desnuda ante el asesino (1975); realiza en 1981 La noche del terror.
Asimismo Joe D'Amato, director de numerosas películas de terror, entre las que destaca La muerte sonríe al
asesino (1973), Emanuelle y los últimos caníbales (1977), Demencia (Buio Omega) (1979), Gomia, terror
en el Mar Egeo (1980), Terror sin límite (1981) y Orgasmo negro (1982); realiza en 1980 Las noches
eróticas de los muertos vivientes. Por último hay que mencionar la película Zombi Holocausto (1980) de
Marino Girolami. En cuanto a Francia, también aportó la temática zombi, sobre todo de la mano del
especialista en el género Jean Rollin. Dos de sus películas más destacadas del subgénero son El lago de los
muertos vivientes (1981) y La muerta viviente (1982). España ya hemos visto que se adentró en no pocas
ocasiones en el subgénero (los filmes de Amando de Ossorio, No profanar el sueño de los muertos, REC,
etc.).
En cuanto al cine de zombis en el siglo xxi, es indudable que gozan aún de una inmensa popularidad,
puede que incluso mayor que en los 70 y 80, que traspasa las fronteras cinematográficas. Fue de gran
ayuda el estreno de la película británica 28 días después en 2002, dirigida por Danny Boyle, que contó con
una secuela en 2007, también británica, titulada 28 semanas después y dirigida por el español Juan Carlos
Fresnadillo. Se la considera la primera película de zombis en la que estos corren, cosa despreciada por
especialistas en el subgénero como George A. Romero o Tom Savini. A la película de Danny Boyle le
siguió el también muy popular remake de Zombi de 1978, El amanecer de los muertos (2004) de Zack
Snyder. A lo largo del siglo xxi encontramos, entre muchas otras, Planet Terror (2007) de Robert
Rodríguez, la noruega Zombis Nazis (2009) de Tommy Wirkola, la británica Los muertos (2010) de
Howard J. Ford y Jonathan Ford y la surcoreana Estación Zombie (2016) de Yeon Sang-ho. El subgénero
en estos últimos años, cuenta con una tendencia muy corriente y rentable, la comedia. Probablemente
impulsada por la británica Zombies Party (2004) de Edgar Wright. A ésta, le siguieron la canadiense Fido
(2006) de Andrew Currie, El ataque de los zombies (2008) de Jay Lee, Bienvenidos a Zombieland (2009)
de Ruben Fleischer y la cubana Juan de los Muertos (2011) de Alejandro Brugués.
Dentro del cine de zombis, así como del cine slasher, es necesario mencionar al artista de efectos especiales
y maquillador Tom Savini, que trabajó con George A. Romero en Zombi, Creepshow y El día de los
muertos, además de en los slashers Friday the 13th, Maniac y El asesinato de Rosemary, entre otras.
Cine gore
El cine gore o splatter se focaliza en lo visceral y en el miedo a la destrucción del cuerpo humano. Es un
subgénero bastante diluido, ya que el Slasher, el Giallo o el cine de zombis, entre otros, presentan muchas
similitudes. Se considera cine gore a aquellas películas en las que la violencia explícita, los asesinatos, las
torturas y el mutilamiento representan lo más importante del filme. Este tipo de cine, presenta claras
influencias en el teatro francés Grand Guignol y podemos encontrar algún antecedente en la película
francesa Le systeme du docteur Goudron et du professeur Plume (1904) de Maurice Tourneur y en la
primera película de la historia donde se muestra una decapitación, la estadounidense Intolerance (1916) de
D.W. Griffith. Aunque el nacimiento del cine gore se sitúa en los 60 de la mano de Herschell Gordon
Lewis, que lo cultivó y explotó en Blood Feast (1963), 2000 maniacs (1964) (que contó con una secuela
en 2005 titulada 2001 Maníacos dirigida por Tim Sullivan, con Robert Englund como protagonista),
Monster A Go-Go (1965), Color Me Blood Red (1965), A Taste of Blood (1967), El mago del gore
(1970), The Gore Gore Girls (1972), Blood Feast 2: All U Can Eat (2002) y BloodMania (2016). Hubo
películas que siguieron con esta corriente mal vista, como I Spit On Your Grave (1978) (cine de violación
y venganza) de Meir Zarchi, que contó con una versión en 2010 dirigido por Steven R. Monroe. Mención
aparte merecen los directores Sam Raimi y Peter Jackson que cultivaron el llamado splatstick (acrónimo de
splatter y slapstick) que es una especie de comedia gore. El primero lo hizo con su trilogía formada por:
The Evil Dead (1981), que contó con una versión homónimo en 2013 dirigido por Federico Álvarez, Evil
Dead 2: Dead by Dawn (1987) y Army of Darkness (1992), si bien la última alejándose del gore. El
segundo lo hizo con las bizarras Bad Taste (1987) y Braindead (1992). Ya en el siglo xxi, encontramos
algunas películas polémicas como la neerlandesa El ciempiés humano (2009) de Tom Six y la serbia Una
película serbia (2010) de Srdjan Spasojevic.
Ultragore alemán
Dentro del cine gore, es necesario analizar la cuantiosa contribución de Alemania, que gozó de una
explosión de este subgénero a finales de los 80 y que con películas exageradamente gore escandalizó a los
ojos menos sensibles. En primer lugar, el director Jörg Buttgereit nos lega el mediometraje Hot Love
(1985), la polémica por su temática de necrofilia Nekromantik (1987) y su secuela Nekromantik 2 (1991),
Schramm (1993), Video Nasty (2011) y German Angst (2015). En segundo lugar, Olaf Ittenbach dirige
Pasado negro (1989), The Burning Moon (1992), Premutos, el ángel caído (1997), Antropophagus 2000
(1999), La legión de los muertos (2001), Beyond the limits (2003), El jardín del amor (2003), Chain
Reaction (2006), Dard Divorce (2007), No Reason (2010) y Savage Love (2012). En tercer lugar, Andreas
Schnaas realizó Violent Shit (1989), que contó con varias secuelas, Zombie '90: Extreme Pestilence (1991),
la italiana Demonium (2001), Nikos (2003), Don't make the dead (2008) y Unrated (2009), que dirigió
junto a Timo Rose, cineasta que también abordó el género en Mutation 2-Generation Dead (2001), Space
Wolf (2003), Barricade (2007), Fearmakers (2008) y Timo Rose's Beast (2009). Andreas Bethmann es el
responsable de Der Todesengel (1998), donde actúa Timo Rose, Die Insel der Dämonen (1998),
Dämonenbrut (2000), Exitus interruptus-Der Tod ist erst der Anfang (2006), que contó con una secuela,
Die Geschichte der Anderen (2013) y Terror Creek (2013). Otras películas a destacar son: Necronos:
Tower of Doom (2010) y The Curse of Doctor Wolffenstein (2015) de Marc Rohnstock, A Fucking Cruel
Nightmare (2010) de Sebastian Zeglarski, Mutation (1999), donde actúa Timo Rose y la cómica Sky Sharks
(2017) de Marc Fehse.
Japón, con su especial sensibilidad por lo desagradable y su meticulosidad, merece una sección aparte.
Podemos mencionar Shogun's Sadism (1976) de Yuji Makiguchi como una película anterior a la explosión
del gore japonés. Más adelante, hay que mencionar a cuatro especialistas en el subgénero: Hisayasu Sato,
Sion Sono, Shinya Tsukamoto y Yoshihiro Nishimura. Del primero hay que destacar Himitsu no hanazono
(1987), Bôkô honban (1987), Iyarashii hitazuma: nureru (1994), Nekeddo burâddo: Megyaku (1995),
Rampo jigoku (2005) y Hanadama (2014). Del segundo: El club del suicidio (2001), La mesa de cena de
Noriko (2005), Kimyô na sâkasu (2005), Ekusute (2007) y Tsumetai nettaigyo (2010). Del tercero: el
mediometraje Denchu kozo No Boken (1987), Tetsuo, el hombre de hierro (1989), Yôkai hantâ: Hiruko
(1991), Tetsuo 2: El cuerpo del martillo (1992), Tokyo Fist (1995), Vital (2004), Haze (2005) y Tetsuo The
Bulletman (2009). Del cuarto: Tôkyô zankoku keisatsu (2008), el mediometraje 63-fun-go (2009), Kyûketsu
shôjo furanken (2009), Nihon bundan: Heru doraibâ (2010), Sentô shôjo: Chi no tekkamen densetsu
(2010), un episodio de la estadounidense-neozelandesa The ABCs of Death (2012), la canadiense The
Profane Exhibit (2013) y Kodoku: Mîtobôru mashin (2017). También hay que mencionar la saga iniciada
con Guinea Pig: El experimento del diablo (1985) de Satoru Ogura, la película de animación Miduri
(1992) de Hiroshi Harada y Grotesque (2009) de Kôji Shiraishi. Mención aparte merece el maestro en este
género y en el de yakuzas Takashi Miike, que se le deben Audition (1999), Bizita Q (2001), Ichi the killer
(2001) y Gozu. El camino a la locura (2003), entre otras.
Ya en los años 1970, dominó el cine de vampiros, temática muy frecuentada por Jean Rollin con: La
violación de la vampira (1967), La vampire nue (1970), Le frisson des vampires (1971), Réquiem por un
vampiro (1973), Lèvres de sang (1975), El castillo de las vampiras (1979) y ya posteriormente Las dos
huérfanas vampiras (1997) y La novia de Drácula (2002). Dentro del cine de vampiros francés también
destaca Et mourir de plaisir (1960) de Roger Vadim, Tendre Dracula (1974) de Pierre Grunstein, la cómica
Drácula, padre e hijo (1976) de Édouard Molinaro y la belga El rojo en los labios (1971) de Harry Kümel,
director que, ya fuera del cine de vampiros pero dentro del género, realizó Malpertuis (1971) y la
neerlandesa Repelsteeltje (1973). Durante los años 1970, 80 y 90 también se estrenarían las interesantes No
nos libres del mal (1971) de Joël Séria, la coproducción España-Francia La campana del infierno (1973) de
Claudio Guerín y Juan Antonio Bardem, Baby Blood (1990) de Alain Robak y su secuela Lady Blood
(2008) de Jean Marc Vincent, Delicatessen (1990) de Jean-Pierre Jeunet y Possession (1981) de Andrzej
Zulawski, director que es el responsable de las polacas El diablo (1972) y Szamanka (1996). Asimismo
Jean Rollin también dirigió importantes cintas de terror fuera del cine de vampiros, muchas de ellas dentro
del subgénero de los zombis, dan fe de ello: La rosa de hierro (1971), la belga codirigida junto a Jesús
Franco La nuit des étoiles filantes (1973), Espasmos de muerte (1978), Las uvas de la muerte (1978),
Acoso en la noche (1980), Le Lac des Morts Vivants (1981), La muerta viviente (1982) y Le masque de la
Méduse (2010).
Ya en el siglo xxi, apareció una tendencia del cine francés, dispuesta a romper tabúes y explorar el cuerpo
humano, tanto en su destrucción, como en su sexualidad. Como dice James Quandt "un cine que
repentinamente está decidido a romper cada tabú, a vadear ríos de vísceras y espumas de esperma, a llenar
cada fotograma con desnudez, atractiva o arrugada, y someterla a toda forma de penetración, mutilación y
corrupción". Es el llamado Nuevo extremismo francés que cuenta con dos corrientes, la exploración de la
destrucción del cuerpo humano (unida al cine de terror) y la exploración de su sexualidad (unida al cine
erótico). Dentro de la primera corriente, podemos encontrar varios especialistas en el género. Alexandre Aja
dirige Furia (1999), Haute tension (2003), y las estadounidenses The Hills Have Eyes (2006), Mirrors
(2008) y Piranha 3D (2010). De Xavier Gens son las películas: Frontière(s) (2007), Aislados (2011) y la
británica The Crucifixion (2017). Por otro lado, Alexandre Bustillo y Julien Maury nos legan Al interior
(2007), Livide (2011), Aux yeux des vivants (2014) y la estadounidense Leatherface (2017) (dentro de la
saga iniciada con The Texas Chainsaw Massacre). A Pascal Laugier se le debe El internado (2004),
Mártires (2008), que contó con una versión homónimo en 2015: Mártires dirigida por Kevin Goetz y
Michael Goetz y la canadiense El hombre de las sombras (2012). Christophe Gans realiza El libro de los
muertos (1993), El pacto de los lobos (2001) y la canadiense Silent Hill (2006). Marina de Van es la
responsable de En mi piel (2002), No te retourne pas (2009) y Dark Touch (2013). También es interesante
mencionar, aunque no sea de terror, pero sí dentro de la corriente violenta del nuevo extremismo francés, la
película de Gaspar Noé, Irreversible (2002). También merecen ser mencionadas las películas: Trouble
Every Day (2001) de Claire Denis, Sheitan (2006) de Kim Chapiran, Ellos (2006) y The Eye (2008) de
David Moreau y Xavier Palud, Vertige (2009) de Abel Ferry, La meute (2010) de Franck Richard, Mutants
(2009) y la canadiense Home Sweet Home (2013) de David Morlet y las belgas Calvario (2004), Vinyan
(2008) y Alleluia (2014) de Fabrice Du Welz. Por último, mención aparte merece el español Miguel Ángel
Vivas (director del corto El hombre del saco (2002), del corto portugués de zombis I'll See You in My
Dreams (2003)) que en 2010 dirige una película de terror española con claras influencias del nuevo
extremismo francés: Secuestrados, además de que en 2016, es el responsable del remake de Al interior,
titulada Inside.
J-Horror
Un subgénero habitual en el cine de terror japonés son las historias de fantasmas y leyendas urbanas
originarias del Período Edo y el Período Meiji, muy utilizados en el teatro No y Kabuki. Estos fantasmas
son conocidos como yurei. Las primeras películas de terror en Japón eran adaptaciones de famosas obras de
teatro kaidan, como Botan Doro (1910) y Yotsuya Kaidan (1912). A lo largo de las décadas se fueron
realizando diferentes versiones de estas historias. Así mismo, en los años 50, en la línea de cine de la
Guerra Fría destacan las películas kaiju y tokusatsu, sobre todo de Ishiro Honda como Godzilla (1954),
Rodan (1956), Daikaiju Varan (1958), Mothra (1961), Matango (1963), entre muchas otras, así como
Gamera: El mundo bajo el terror (1965) de Noriaki Yuasa. A lo largo de la historia se han realizado
películas de terror japonesas muy diversas, como: Una página de locura (1926) de Teinosuke Kinugasa,
Kwaidan (1964) de Masaki Kobayashi, Onibaba (1964) y Kuroneko (1968) de Kaneto Shindō, Hausu
(1977) de Nobuhiko Obayashi, Tetsuo, el hombre de hierro (1989) de Shinya Tsukamoto y las películas
kaidan del especialista Nobuo Nakagawa como: Vampire Moth (1956), El fantasma del pantano de Kasane
(1957), La mansión del gato fantasma (1958), El fantasma de Yotsuya (1959), Lady Vampire (1959),
Infierno (1960) y El fantasma de la mujer serpiente (1968), entre muchas otras.
Sin embargo, fue a finales de los 90 cuando el J-Horror empezó a gozar de una gran popularidad entre el
público internacional. Destacan las películas de Hideo Nakata, como Ringu (1998), que inició una saga con
varias secuelas, Dark Water (2002) o Kaidan (2007), entre otras y las de Takashi Shimizu, como Marebito
(2004) y Rinne (2005), entre otras, pero sobretodo Ju-on (2000), que inició una saga con numerosas
secuelas, siendo Ju-on: The Grudge (2002) la primera en ser estrenada en cines. Ringu y Ju-on fueron tan
populares que contaron con versiones estadounidenses: The ring (2002) de Gore Verbinski y The Grudge
(2004) dirigida por el propio Shimizu. Ambas contaron con varias secuelas. Es imprescindible hablar de la
contribución al género del director Takashi Miike, con Audition (1999), considerada una obra de culto,
Visitor Q (2001), Ichi the killer (2001) (aunque no es una película de terror, entraria dentro del subgénero
del gore) y Chakushin Ari (2003), entre otras. Esta última, contó con un remake estadounidense: Llamada
perdida (2008) de Éric Valette. Otros directores destacados son Kiyoshi Kurosawa, sobre todo por Kairo
(2001); Noroi Tsuruta por Kakashi (2001) y Premonición (2004), entre otras; y Sion Sono, así como la
película Infection (2004) de Masayuki Ochiai . El éxito del J-Horror se fue apagando conforme fue
avanzando la década de los 2000.
K-Horror
Fue solo a partir de finales de los 90 cuando el cine de terror coreano empezó a tener algo de popularidad,
al menos a nivel internacional, gracias al auge del terror asiático. Como grandes pioneros destacan Kim Ki-
young, que realizó algunas películas del género, destacando por encima de todas la considerada una de las
tres mejores películas de la historia de Corea del Sur, The Housemaid (1960) y Lee Yong-min que dirigió
varias películas de horror en los 60 y los 70: A Flower of Evil (1961), A Devilish Homicide (1965) y The
Man of Two Faces (1975), entre otras. Sería interesante destacar también al director Shin Sang-ok y su
Ghosts of Chosun (1970), A Woman with Half Soul (1973) y la película kaiju norcoreana Pulgasari (1985),
así como la película Suddenly at Midnight (1981) de Ko Young-nam.
Ya a finales de los 90 el cine de terror coreano empezó a crecer, surgiendo numerosos directores y películas
destacadas. Entre muchas otras, destacan las películas de Kong Su-Chang, como R-Point (2004) y The
Guard Post (2008). Este mismo director empezó en el género como guionista en la adaptación de la
japonesa Ringu: The Ring Virus (1999) de Kim Dong-bin (director de Red Eye (2005)) y de Tell me
something (1999) de Chang Yoon-hyun. Hay que destacar también al director Park Ki-hyung por
Whispering Corridors (1998), que inició una saga y Acacia (2003), así como a Ahn Byeong-ki por
Nightmare (2000), Phone (2002), Bunshinsaba (2004) y APT (2006). Otras películas destacadas serían
Epitaph (2007), Horror Stories (2012) y Gonjiam: Haunted Asylum (2018) de Jeong Beom-sik, Antarctic
Journal (2005) de Yim Pil-sung (con guion de Bong Joon-ho y protagonizada por Song Kang-ho),
Cinderella (2006) de Bong Man-dae, Possessed (2009) de Lee Yong-ju, Monstrum (2018) de Jong-ho Huh,
The Divine Fury (2019) de Jason Kim y Warning do not play (2019) de Kim Jin-won.
Es imprescindible mencionar al especialista en el género Kim Ji-woon que realizó The Quiet Family (1998)
(protagonizada por Choi Min-sik y Song Kang-ho), Dos hermanas (2003) y Encontré al diablo (2010)
(protagonizada por Choi Min-sik y Lee Byung-hun). También es importante decir que grandes maestros del
cine como Bong Joon-ho y Park Chan-wook han incursionado en el género. El primero con The Host
(2006) y el segundo con la película de vampiros Thirst (2009), ambas protagonizadas por Song Kang-ho.
Por último hay que mencionar a Gokseong (2016) de Na Hong Jin y la destacada película de zombies Tren
a Busan (2016) de Yeon Sang-ho, que tuvo un gran éxito y varias secuelas y propició la creación de otras
películas de zombies como #Vivo (2020) de Cho Il-hyeong y la comedia de terror The Odd Family:
Zombie on Sale (2019) de Lee Min-jae.
Véase también
Videojuego de terror
Susto repentino
Cine de zombis
Cine gore
Película de monstruos
Revista Scifiworld
Referencias
1. «Somos lo que hay» (https://www.filmaffinity.com/es/film371757.html). FilmAffinity.
Consultado el 4 de octubre de 2017.
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