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Resumen: A través de fuentes mexicanas y españolas, se presenta el proceso inquisitorial que prota-
gonizó la beata María Guadalupe Rivera en la Nueva España del siglo xviii. El objetivo es analizar
algunos indicios del amor de Dios, típicos de la herejía de los ilusos, sus visiones, entre demonios
y estados de puerilidad, que la condenada utilizó para hacer evidente el estado de gracia que Dios
supuestamente le había concedido. Tales manifestaciones testimonian un ambiente cultural de toda
una época y un sistema represivo atento a cualquier desviación.
Palabras clave: María Guadalupe Rivera, alumbradismo, beata, Nueva España, Inquisición.
Abstract: Using Mexican and Spanish sources, this paper presents the inquisitorial process
carried out by beata María Guadalupe Rivera in New Spain in the 18th Century. The objective is to
analyze some indications of the love of God, typical of the heresy of the deluded, of their the visions,
between demons and states of childishness, that the condemned used to make evident the state of
grace that they had supposedly been granted by God. Such manifestations testify to a cultural envi-
ronment of an entire era and a repressive system attentive to any deviation.
* En su primera versión, este artículo fue una ponencia presentada en el V Coloquio de Inquisi-
ción. A 200 años de la supresión del tribunal, organizado por el Instituto de Investigaciones Histó-
ricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (2021). Quiero dar las gracias a
los organizadores y comentaristas que contribuyeron, a través de sus observaciones, a la mejora
del texto.
** [email protected]
Fecha de recepción: 30 de enero de 2022 Fecha de aprobación: 13 de marzo de 2022
Introducción
Desde finales del siglo XV e inicios del XVI, cuando se implantó el nuevo
sistema inquisitorial en la España de los reyes católicos y en algunas islas
mediterráneas que pertenecían a la unión de las coronas de Castilla y Aragón
(Baleares, Cerdeña y Sicilia), de las llamas de los autos de fe y las cenizas de
1
Nadal (1554-1556), en Monumenta Historica Societatis Iesu, Chronic. Polanci III, 528.
2
Adriana Rodríguez ha ahondado acerca de la diferencia entre indicio y afecto: “indicio”
fue la palabra acuñada por los ilusos extremeños en la España del Siglo de Oro; en
cambio, “afecto” era el lema que mayoritariamente se utilizó en Nueva España para
designar sus raptos o visiones [Rodríguez 2014: 1].
3
Asimismo, hubo ocasiones en que esos estados de enajenamiento de algunas ilusas se
llevaron a cabo en reuniones privadas, como para las famosas hermanas Romero [Al-
berro 1985; 1988; Rubial 2002; Jaffary 2004].
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 237
las numerosas víctimas lo que pudo emerger fue el ave fénix del misticismo
español, intrínsecamente hispánico, expresado en el uso de la oración mental
e interior. El particular “estado de gracia” que el misticismo indicaba podía
ser alcanzado gracias a las sabias y ortodoxas directrices trazadas por Luis
de Granada (1504-1588), santa Teresa de Ávila (1515-1582), Luis de Molina
(1536-1600) y san Juan de la Cruz (1542-1591).4 Pero había espacio también
para las contemplaciones heterodoxas de los iluministas, ilusos, alumbrados,
de los quietistas y, sucesivamente, de Miguel de Molinos.5
El misticismo es aquella actitud religiosa que prefiere la relación directa
entre el creyente y Dios. Tal relación no se manifiesta a través de prácticas
del culto o actos religiosos exteriores, sino que se realiza solo por medio de la
contemplación divina, que se concreta de manera misteriosa e inefable. Para
completar el perfecto anillo de conjunción entre el ser humano y Dios, pero
también para no anular la individualidad espiritual del alma, se necesitaba
la intervención de la gracia divina [Olivari 1998].
La Devotio moderna fue el único movimiento espiritual que gozó de gran
apoyo en España, siendo tolerado y algunas veces estimulado, incluso por
las altas jerarquías eclesiásticas e inquisitoriales. Esta corriente bajomedieval
de profundización y despertar espiritual, que tuvo origen en las provincias
brabantesas, no se difundió únicamente en la península ibérica, si no que
todos los países de la Europa occidental fueron influenciados, e Italia, en
particular, fue uno de los centros de máxima difusión [Pastore 2010].6 Nació
así un original concepto del apostolado laico, ya fuera masculino o femenino,
4
Como presuntos ilusos fueron inquietados, aunque no procesados, Luis de Granada,
santa Teresa y Juan de la Cruz [Domínguez 1994: 27].
5
Sobre el misticismo y el pensamiento novohispano se pueden ver Ciaramitaro [2006;
2007], González [2012], Ciaramitaro y Rodríguez [2016] y Munguía y Ramírez-Daza [2019].
6
El debate historiográfico sobre la “españolidad” de la herejía alumbradista, según la clá-
sica interpretación de Menéndez Pelayo, ha sido revolucionado por la lectura de Stefa-
nia Pastore [2010], quien, al contrario, subraya el origen converso de toda heterodoxia.
238 Fernando Ciaramitaro
7
AHNE, Inquisición, libro 1299, ff. 551-556, citado por Selke [1952: 125-127].
Cuadro 1
Personajes involucrados en el proceso de María Guadalupe Rivera
Juan Francisco de
Cortiguera Español Comerciante muerto Hombre
Clérigo presbítero
Juan Manuel de Vera penitenciario e inquisidor Hombre
Juan Saldaña Fraile confesor Hombre
Julián Vicente González de Padre Inquisidor,
Andia Español licenciado Hombre
Inquisidor México
Valladolid y
Del Carmen Querétaro
Colegio Apostólico de la Santa Cruz Querétaro
Colegio de la Compañía de Jesús Querétaro
Doctor San Juan del Río
242 Fernando Ciaramitaro
El Santo Oficio, maquinaria compleja, para poder proceder con su tarea ne-
cesitaba de algunos comisarios en la lejana provincia novohispana y en las
Filipinas. Como para los demás distritos inquisitoriales, el tribunal reque-
ría además de un complejo abanico de oficiales, empleados y colaborado-
res, en la sede central y en las comisarías: consultores, calificadores, fiscales,
abogados, notarios del secreto, jueces de bienes, notarios de secuestro, fa-
miliares, porteros y, sobre todo, receptores, proveedores, alcaides, nuncios y
comisarios. Estos últimos oficiales servían para salvaguardar la verdadera
número 83, enero-abril, 2022
13
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 14 (véase apéndice).
14
Entre las ilusas procesadas por el distrito inquisitorial de México se reconocen diecio-
cho beatas, entre ellas, pues, María Guadalupe, que vivió esta especial condición antes
y después de enviudar. En un estudio anterior no se incluyó a María Guadalupe en el
grupo de las beatas [Ciaramitaro y Rodríguez 2016: 117-118, 128]. Sobre las beatas la
bibliografía es extensa, véanse, por ejemplo, Po-Chia Hisa [2001], Fiume [2002] y Ru-
bial [2006]. Sobre monjas y beatas novohispanas, véase en particular la compilación de
Lavrin y Loreto [2002].
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 243
evidencias para que fueran avaladas las posibles acusaciones por un comi-
sario y un notario. Las pruebas presentadas ante el juez fueron las siguien-
tes: María Guadalupe Rivera, “desde el año de 40” (1740), aseguró tener
varias visiones sobre imágenes de “Nuestro Señor Jesucristo, y Nuestra Se-
ñora la Virgen María”,15 y que, a pesar de todos sus intentos por alejar de sí
dichas efigies y apariciones, estas se le manifestaban provocando que ella
misma advirtiera su presencia; aun cerrando sus ojos, percibía sensorial-
mente su materialización. María Guadalupe aseguró que desde que llegó
a vivir al pueblo de San Pedro Tolimán, en Querétaro, no contaba con un
padre espiritual, es decir, no tenía un sacerdote que fuera su confesor y, por
ello, no creía necesario confesarse, ya que ella misma hacia sus propias pe-
nitencias y sus sacrificios. Todos estos datos eran indicios incuestionables
de una posible desviación en las creencias de la mujer.
María Guadalupe atestiguó ante los oficiales del tribunal que, tiempo
después de las primeras apariciones, acudió a visitar a diferentes padres,
entre ellos —los que ella todavía recordaba— se encuentran fray Francisco
Xavier Ortiz, fray Manuel del Monte Carmelo, padre Phelipe Latas, Fran-
cisco Antonio Ganancia, Miguel Pimilla; hasta llegar finalmente a dar con
un tal fray Francisco Villanueva, otro testigo presente en la documentación
inquisitorial, para comunicarle y narrarle sobre las visiones que tenía. Este
clérigo simplemente le dijo que no hiciera caso de dichas visiones. Lo mis-
mo expresaron diferentes confesores con los cuales ella había hablado, o
sea, había recibido las mismas respuestas.16
15
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 2 (véase apéndice).
16
En Nueva España tener numerosas experiencias piadosas con diversos confesores no
era excepcional, por ejemplo, se conoce el caso dieciochesco de Agustina Josefa de Je-
sús Vera Villavicencio Palacios, una beata de Pachuca, que pasó por varios confesores
y llevó al cabo actos de expiación (AGNM, Inquisición, vol. 1323, exp. 9, ff. 1-31).
244 Fernando Ciaramitaro
Manuel de Vera, quien, bajo juramento de decir verdad, afirmó que en 1769
llegó María Guadalupe Rivera vestida con el hábito de san Agustín, con la
finalidad de ser examinada para ver si era capaz de recibir la comunión,
pues habían pasado ya ocho años sin recibirla, ya que sus padres confesores
se la habían negado. El eclesiástico la envió de nuevo a su padre confesor,
después de que ella le declarara que no necesitaba la comunión, pues ase-
guraba que no era obligatorio ya que Dios estaba con ella y con todas las
criaturas desde su comienzo.
Interrogándola acerca de estos comentarios, Juan Manuel de Vera le
preguntó si conocía la obligación que tienen los cristianos de guardar los
mandamientos de Dios y la iglesia, y si tenía conciencia que si estas normas
y dogmas no se cumplían se estaba pecando, y que, en su caso, si hubiera
muerto, qué pensaba que pasaría con su alma. La acusada respondió que
17
La “lira” es una combinación métrica que consta de seis versos de distinta medida y
en la cual riman los cuatro primeros alternativamente y los dos últimos entre sí.
18
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, ff. 5-6 (véase apéndice).
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 245
iría a donde están todas las almas que salen de este mundo, que van a
Dios, que es el centro de todo, y que no existía el infierno como lo pintaba
la iglesia, pues, el infierno consistía en los trabajos temporales de esta vida
presente.
También se le preguntó cómo era que si no seguía los sacramentos hu-
biera estado casada. A esta interrogante ella contestó que solo lo había he-
cho por honra y que si estaba allí era para ver si podía comulgar, ya que
todo el mundo lo hacía. Ella consideraba que el matrimonio no era más que
un simple adulterio que se cometía contra Dios.
Tras este diálogo e intentar disuadirla de sus errores, Juan Manuel de
Vera llegó a la conclusión de que la acusada era una ilusa, pues se mantenía
firme en todas sus opiniones, a pesar de hacérsele notar sus errores. Por ello
Vera la mandó de vuelta a su casa. La Rivera, al regreso a la vida cotidiana,
comenzó a mostrar un comportamiento más canónico: asistía a misa, re-
zaba y vestía con modestia; comía y bebía con medida y se ocupaba de su
casa y de todos los trabajos correspondientes a su sexo, y ninguna persona
podía decir lo contrario.
Por el análisis de los hechos, los inquisidores y calificadores llegaron
a la conclusión de que todo lo que decía la rea no era más que una ilusión
provocada por el diablo, siendo considerada blasfema, escandalosa y ofen-
siva, tanto para Dios como para los piadosos que la escuchaban. Fue “pues-
ta Clamosa” y el día 2 de mayo de 1768 “fue reclusa, y puesta en Cárceles
Secretas”.19 Los agentes del tribunal fueron en su busca y la prendieron.
19
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 6v (véase apéndice).
20
Esta era la praxis según el procedimiento inquisitorial [Escudero 2005: 29].
21
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, ff. 6v-11v (véase apéndice).
246 Fernando Ciaramitaro
escrituras. La idea de que Dios y Cristo eran diferentes y que tenían dos na-
turalezas, una divina y otra humana, para ella era absurda. La acusada no
encontraba alguna diferencia y no le dolía decirlo, por el contrario, pensaba
que el Todopoderoso se podía ofender y, como no tenía nada que perder,
Dios podía hacer con ella lo que su voluntad dispusiese.
Enunció a la perfección las postrimerías23 de la santa iglesia, dando
para estas su propia explicación: muerte, juicio, infierno y gloria. Acerca de
la muerte no había mucho que pudiera decir. El juicio particular lo enten-
día, como para los confesores, en nombre de Cristo, mientras que asumía la
idea de juicio universal para el final de los tiempos. Ella creía que el infierno
solo existía en el presente, que lo padecían las personas más desheredadas
aquí en la tierra. Finalmente, la gloria era todo lo bueno que se tenía y de lo
que se podía gozar.
22
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 7v (véase apéndice).
23
En la religión católica, son las cuatro últimas etapas por las que pasa el ser humano:
muerte, juicio, infierno o gloria [Muñoz 1989: 155].
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 247
Llegó a experimentar […] una melancolía tan fuerte que parecía, la que era
mucho mayor si había gentes, y que solo retirándose y separándose de ellas a
su cuarto, y leyendo la pasión de Cristo vida nuestra, hallaba alivio y muchos
gozos espirituales, y que de este modo estuvo de once a doce años a esta parte
que se le quitó totalmente con la unión de Dios en que se hallaba. Que estando
ya ajustado su matrimonio, sintió como que la hablaban, y decían lo que había
de padecer en el matrimonio, y que así lo experimentó.24
24
AGNM, Inquisición, vol. 1078, exp. 2, f. 112.
248 Fernando Ciaramitaro
25
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 8v (véase apéndice).
26
Aunque en la documentación española no se detallan los treinta y siete capítulos:
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 16 (véase apéndice).
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 249
27
Véase, más arriba, la nota 14.
250 Fernando Ciaramitaro
El juez dio por supuesto que ella era la única responsable de sus aberra-
ciones; no obstante, se le consideró bajo la influencia del demonio o alguna
instrucción que algún hereje le hubiese comunicado, ya fuese mediante la
palabra o la acción, pues así constaba, por ejemplo, en algunas cartas es-
critas por el ya mencionado fray Francisco Villanueva, franciscano de la
provincia de Michoacán, ya difunto. Según la relación de causa, las cartas
estaban llenas de malicia. Sin embargo, la acusada ratificó que nadie la ha-
bía aconsejado, ni mucho menos había sido condicionada, y que aquellas
cartas habían sido escritas por el padre Villanueva cuando el religioso se
encontraba en la ciudad de Querétaro. Algunas de aquellas misivas fueron
escritas en el pueblo de San Francisco Tolimanejo.
Respecto a las epístolas, la ilusa agregó que ya no las tenía en su poder y
que se había borrado la firma del autor. Todo fue sin maldad. Además, aña-
dió que no poseía más cartas de otros confesores, pues no recordaba haber
tratado estos temas con otros, más que en los momentos de confesión con el
padre Villanueva, a quien había confiado sus alucinaciones y mortificaciones.
Leyendo la documentación del Santo Oficio se descubre que María
Guadalupe comentó que se confesaba culpable del cargo que se le hacía de
estar engañada por el demonio, por haber visto la “ilusión”. Por ello odiaba
todo lo que le había pasado, había dicho y hecho, y se sujetaba por comple-
to a lo que el tribunal dictara para ella. Su único deseo y petición era vivir
y morir dentro de la fe católica. Ella alegó que su arrepentimiento sincero
era ya evidente en una carta que envió, en agosto de 1776, a su abogado y
número 83, enero-abril, 2022
que también fue usada como prueba a lo largo de la pesquisa de los inqui-
sidores. Queda así patente cómo otros elementos esenciales de los denomi-
nados afectos del amor de Dios del alumbradismo novohispano fueron las
ilusiones demoníacas. En los procesos contra los iluminados, tanto de hom-
bres como de mujeres, no hubo ningún acusado que se hubiera salvado de
los embates del demonio, aunque, siguiendo con el discurso de la época,
las féminas eran las más propensas a confundir las ilusiones diabólicas con
los fenómenos divinos [Guilhem 1981: 193]. Así, el Diablo se aparecía como
un ser que llenaba la cabeza de su víctima con pensamientos hereticales.28
A pesar de los testimonios recogidos por el confesor Villanueva y otros
sacerdotes ya mencionados, las mismas declaraciones-pruebas de la acu-
sada y las respuestas del abogado, los inquisidores, tal vez por exceso de
celo, decidieron volver a preguntarle acerca de su posible herejía. Ejecutada
28
Sobre la intervención diabólica, los demonios, los pactos demoniacos y las ilusas en la
América colonial y, en particular, en la Nueva España, véanse sobre todo Cervantes
[1997] y, más recientemente, Ciaramitaro [2020] y Galindo [2021].
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 251
29
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, ff. 19-21 (véase apéndice). Su causa no es pues so-
breseída, como se ha afirmado erróneamente en otro estudio [Ciaramitaro y Rodrí-
guez 2016: 120, 128-129].
30
Cono alargado de papel engrudado como señal afrentosa, que se colocaba en la cabeza
de algunos condenados del Santo Oficio y llevaba pintadas figuras alusivas al delito
cometido o a su castigo.
31
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 19 (véase apéndice).
32
En la ciudad de México, es el actual museo Franz Mayer.
33
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 10v (véase apéndice).
34
AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4, f. 11 (véase apéndice).
252 Fernando Ciaramitaro
35
A la misma conclusión llegó María Dolores Bravo [1984: 8], para el caso de la ilusa
novohispana Ana Rodríguez de Castro y Aramburu.
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 253
36
Véase, más arriba, la nota 28.
254 Fernando Ciaramitaro
Referencias
Fuentes de archivos
Foja 1
Tuvo principio esta Carta por denuncia hecha ante el Comisario de dicha Ciudad de Querétaro a
los 13 de Febrero del año pasado de [1]765, por el padre Fray Mariano Ledesma del orden de San
Francisco y de 34 años de edad, Diciendo: Que habiendo llegado esta reo a su confesionario con
el título de Consultar su interior, habiéndola preguntado, si venía a confesarse, respondió, que no
tenía pecado, y dando razón de su interior Dijo: Que Dios Nuestro Señor le había levantado a una
continua comunicación en pura fe con su Majestad y que en esta Comunicación la enseñaba, y decla-
raba todos los misterios de Nuestra Santa Fe2 y que preguntada sobre ellos, los declaró en la forma
siguiente. Que Dios Nuestro Señor encarnó en Adán y que este no pecó, y que era testimonio que le
levantaban decir que pecó.
Que Dios encarna en todas las criaturas cuando son animadas, aunque sean infieles; Turcos
etcétera. Y que vuelve a padecer, morir, y resucitar en cada criatura, y que padeció en los Mártires,
1
Nota del autor. AHNE, Inquisición, leg. 1730, exp. 4. Para facilitar la lectura del documento inquisitorial, se
ha modernizado la ortografía.
2
Al capítulo segundo respectivo a este hecho Dijo que se acordaba haber dicho al confesor lo que se refería
en él, pero si lo dijo, desde luego se retractaba de ello, persuadiéndose a que sería ilusión del Demonio,
que la propondría para engañarla y que en el asunto nada creería más de lo que se la dijese debía creer.
3
Al capítulo tercero respectivo a ese hecho, dijo: Que se acordaba haber dicho lo que se refería, al Padre
Ledesma su Confesor pero que lo dijo por los motivos, que había expresado, creyendo que se lo había
enseñado Nuestro Señor; Mas a la presente lo detestaba, y reconocía como herejía formal; creyendo, que
hay un solo Dios verdadero y tres personas, de las cuales solo la 2a que es el hijo encarnó en las purísimas
entrañas de María Santísima y el que únicamente padeció y murió por Salvarnos y librarnos del pecado
original en que estábamos incursos como descendientes de Adán, que lo cometió, y en quien todos peca-
mos, y de el que nos libra Dios por medio del Sacramento del Bautismo con todo lo demás que cree y
Confiesa a la Santa Madre Iglesia.
260 Fernando Ciaramitaro
antes lo creía así como se lo decía el denunciante, pero que desde que Nuestro Señor le había dado
luz, y conocimiento de los misterios los creía como Dios se los había enseñando; Y que por relación
de esta misma reo savia el denunciante, que otros Confesores la habían amonestado pero sin fruto.8
Que cuando llegaba a su confesonario, la preguntaba, si traía intención de confesarse sacramen-
talmente y respondía no tener de qué; Y volviéndola a preguntar si quería que aquellas cosas que
4
Al cuarto dijo: Que era cierto, que cavando en la nada que somos había hallado, que Dios era solo el que
obraba en nosotros, pero que desde luego creía, que las acciones pecaminosas eran obras de nuestro libre
albedrío, en que Dios solo concurría permitiéndolas estando en nosotros por su inmensidad, pero no
haciendo el pecado.
5
Al capítulo sexto dijo: Que era verdad que había dicho lo que se expresaba en el Capítulo y cargo que se
le hacía, pero que sin intervención de persona alguna, ella por sí misma cavando en la nada, sacaba que
no había más que nada y Dios infiriendo de aquí todas las otras proposiciones las que detestaba, y reco-
nocía falsas, creyendo, que había Demonios, Infierno, y Purgatorio, Y que el Bautismo, Penitencia, y Eu-
caristía eran Sacramentos de la Iglesia que causaban gracia.
6
Nota del autor. Cuando los israelitas en sus múltiples matanzas vencieron a los amoritas, el pueblo de
Moab se atemorizó mucho, por lo que su rey Balac manda a llamar a Balaam para que maldiga a los is-
raelitas (Biblia, Antiguo Testamento 22,7-37).
7
Al séptimo dijo: Que confesaba el cargo que se la hacía y reproducía ser todo efecto de su fantasía, y que
desde luego lo detestaba igualmente que lo demás.
8
Al octavo Dijo: Que es cierto había dicho que se la hacía cargo porque lo creía así efectivamente; pero que
desde luego se separaba, y apartaba de ello como tenía protestado.
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 261
le comunicaba quedasen bajo del Secreto de Confesión, respondía, que quedasen como quisiere; Y
replicándola, que no podían quedar bajo de Confesión porque no se quería confesar, respondió que
quedasen bajo de secreto natural. Y a pregunta que se le hizo, de si había observado en esta reo algu-
na señal de fatuidad, demencia o enfermedad, Dijo que no había observado demencia, ni fatuidad,
y sólo le parecía podía ser flaqueza de Cabeza, por el poco alimento que tomaba según ella misma le
decía sin que en la ratificación añadiese cosa alguna.
Y vista por el Tribunal esta denuncia, se mandó dar orden al expresado Comisario para que con
toda precaución llamase por sí solo al denunciante, y le intimare de parte de este Santo oficio, que
en el asunto de la denuncia,
Foja 2
que tenía hecha se le encargaba, y mandaba, que proporcionándosele ocasión de volver a tratar,
y comunicar a la denunciada, o buscándola por sí con la mayor cautela, y reserva, de modo que no
entendiese era buscada de propósito, procurase informarse e investigar de ella como que natural-
mente lo trataría el mismo asunto los particulares siguientes.
1º ¿desde qué tiempo empezó a levantarla Dios a la continua comunicación en pura fe con su
Majestad enseñándola todos los misterios de Nuestra Santa fe, y qué pruebas, o señales había teni-
do así en los principios como en la continuación de ser de Dios estas inspiraciones? 2º ¿Si la había
comunicado, y revelado Dios, que esta enseñanza, y declaración de los misterios de Nuestra Santa
fe que a ella comunicó los haya revelado, y participado también a otras criaturas con expresión
suficiente de su conocimiento? 3° Si desde el tiempo que dijese haber empezado sus revelaciones, y
comunicación con Dios estuvo asegurada de su certeza, como parecía estarlo al presente y si para su
dirección, y seguridad comunicó, y declaró dichas revelaciones a algunos confesores en calidad de
tales, o de directores espirituales, o a otras cualesquiera personas por cualquiera fin o motivo que
haya sido informándose bien de los nombres, y circunstancias de los sujetos que citare. Y finalmente
las viera. Que siempre estuvo segura ser Dios estas visiones por la fe, y buenos efectos, que sentía como
ser lágrimas amor de Dios, gozo, y deleite.9
En cuanto al 2º Dijo: Que en este tiempo por vivir en el Pueblo de San Pedro Tolimán no tenía
Padre Espiritual, y sólo se confesaba sin comunicar estas cosas en los principios, por cuyo motivo hacía
muchas penitencias por su voluntad, y sin dirección de su confesor hasta que llegó con el Padre Fray
Juan Saldaña del orden de San Francisco de la Provincia del Santo Evangelio con quien comunicó sobre
las penitencias, que hacía, y la dijo buscara confesor fijo, a quien estar sujeta, y que no hiciera aquellas
penitencias por su voluntad.10 Que después llegó con el Padre Fray Francisco Villanueva observante de
San Francisco de la Provincia de Michoacán, quien la decía que no hiciera aprecio de aquellas visiones,
que le comunicaba porque aunque era menos que ahora, sólo comunicaba aquello principal, y que en
este tiempo llegó con varios Confesores a quienes comunicó alguna cosa y todos la respondían lo mismo.
Que con una Prima suya llamada Beatriz Vega de estado Doncella había comunicado algunas cosas por
vía de parla de lo que la pasaba en la oración, pero que no sabía, que a la dicha la hubiera revelado Dios
Nuestro señor los misterios que a ella.11
Que en cuanto al 3º. Que desde el año de [17]40 le había dicho esta reo, se le habían ido aumentando
estas luces, y conocimiento pero que de tres años hasta el presente la levantó Dios a este grado de luz en
que se halla, en los que le ha dado Su Majestad luz, y conocimiento de que fuera de Dios no hay nada,
por cuyo motivo estaba cierta, de que esto era de Dios porque ella no hablaba ni veía otra cosa, sino solo
a Dios, como principio, medio, y fin de todas las cosas: Que si eran herejías, en Dios estaban, y de Dios
procedían, pues no podía la Criatura sin Dios nada; Porque aunque decían, que el Demonio se había
aparecido, no era el Demonio, sino Dios, que tomaba esa forma o figura: Que también decía son de Dios
estas cosas, por los buenos efectos que sentía en sí, como eran gozo, y paz, pues cuando salía de esto
quedaba su cuerpo como desmayado, y se veía como llena de Dios, y como vaso dispuesto, para que
obrase el Señor lo que gustara.12 Y que en una ocasión la dio a entender su Majestad que era vaso del
número 83, enero-abril, 2022
señor, y que al presente se hallaba en una luz continua como un rayo, que la alumbraba, en que estaba
muy contenta gozando esta luz; y que esto no lo había comunicado todo, sino solo lo que conocía podían
entender porque no todos tenían luz para conocer esto, aunque lo que comunicó con otros no había sido
con la expresión que ahora. Y que los sujetos con quienes expresó más sus cosas, fueron el Padre Fray
Francisco Ortiz del Colegio Apostólico de la Santa Cruz de dicha Ciudad de Querétaro, quien la solía
decir algunas ocasiones, que no la entendía, y que fuera con otro; Y otras
Foja 3
que no hiciera caso de aquello, hasta que por último, examinándola de espacio, la dijo: que
aquello que le decía eran herejías, y la despidió.13 El padre Fray Manuel del Monte Carmelo religioso
9
Al capítulo noveno dijo: Que era cierto lo que se lo hacía cargo en el capítulo y que así la parecía lo veía,
y experimentaba, pero que repetía las protestas que tenía hechas.
10
Al capítulo decimo dijo: Que era cierto lo que se refería en él.
11
Al capítulo décimo primero que era cierto dijo lo que se refería en el capítulo y que fue por haber creído,
que eran cosas de Dios y no ilusión del Demonio, Pero que ahora, que se la hacía ver la verdad repetía
sin protestar.
12
Al capítulo décimo segundo dijo: Que era cierto haber dicho que se refería en él, y que para su satisfac-
ción reproducía la respuesta dada al cargo antecedente.
13
Al capítulo décimo tercero dijo: Que era cierto el capítulo y cargo que se la hacía, pero que reproducía las
respuestas y protestas, que había hecho.
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 263
del Carmen en dicha Ciudad de Querétaro, aunque cuando comunicaba a este padre sus cosas, no
tenía las especiales, que ahora; y que comunicándola su interior la decía dicho padre que por fe ha-
bía de caminar a Dios, y ella le respondía; sí padre así lo hago: Porque entonces sólo le comunicaba
la paz, y quietud en que se hallaba. El padre Phelipe Latas de la Compañía de Jesús del Colegio de
dicha Ciudad a quien comunicó varias ocasiones su espíritu, y las revelaciones especiales de ahora,
y la respondía, que todas eran herejías, y la despachó con el padre Francisco Antonio Ganancia de la
misma Compañía quien informado de sus cosas la dijo, que por lo que ella le decía, habían quemado
bastantes herejes en Roma y la despidió. El padre Francisco Miguel Pinilla del expresado Colegio de
la Santa Cruz, quien la persuadió, que no creyera en aquellas herejías, y la despachó con el denun-
ciante. Y que por último le dijo, que ningún confesor la había aprobado estas cosas, y que ella las
tenía por sobrenaturales.14
Que había frecuentado los sacramentos de Confesión, y Comunión hasta de un mes, y días a
aquella parte, que el denunciante la dijo, no comulgara, y que desde este tiempo no había tenido
deseos de comulgar, porque dos días después que no comulgaba, teniendo algún deseo, oyó una
voz que la dijo, Ya está la comunión hecha, y con este había quedado satisfecha, Y que otras ocasio-
nes había tenido hablas interiores en pura fe, y que no había hallado el denunciante hubiera tenido
Maestro que le enseñara estas herejías, sin embargo de las muchas diligencias, que para averiguarlo
había practicado con ella.
Y en la ratificación Dijo: Que todo era según, y como estaba escrito, y se lo había referido esta
reo, haciendo manifestación de unas liras, que ella misma le entregó, expresándole, que aquello era
lo que tenía, y sentía en su interior; cuyas Liras, y su título son del tenor siguiente.
14
Al capítulo décimo cuarto dijo: Que eran ciertos los pasajes que se referían en el capítulo, y reproducía
las respuestas y protestas anteriores.
264 Fernando Ciaramitaro
Foja 3v
¡y por modo Divino Mas cuando de continuo,
los misterios de Cristo fue el camino del verbo eterno el Alma está gozando,
y habiendo ya llegado su espíritu Divino
al deseado fin que fue su invento mueve un aire muy blando,
tiene quieta en su amado que todo el interior va regalando.
continuo movimiento Gozando de él a solas,
estando sosegada, y muy de asiento. y puesto un muro en este prado ameno
En la noche serena, vienen las blandas olas
en que goza de Dios su vista, y comienzo, de aqueste aire sereno
sin darle nada pena y todo lo de afuera lo hace ajeno.
le busca bien adentro Aquel Rey en quien vive
con deseos saliéndole al encuentro. la tiene con tal fuerza robada,
En amor la encamina, y como la recibe
metida entre tiniebla tan obscura, de asiento en su morada
y sin otra doctrina toda de sí la deja enajenada.
camina muy segura Como es tan poderosa
a donde Dios le muestra su hermosura. la fuerza de aquel bien con que está unida
Y yendo sin camino, y ella tan poca cosa
sin que haya entendimiento ni memoria con darse por vencida
le muestra el rey Divino pierde su voz, y en él es convertida.
su vida, y su gloria Y no porque ser pueda
como se puede ver en vida transitoria que pierda su esencial la Criatura
O noche Cristalina, más como tanto exceda
Y cumpliendo el Comisario con lo ordenado en el expresado Decreto dijo en la Carta con que
remitió las antecedentes diligencias, que esta reo era una mujer Española, modesta retirada en su
casa, donde se ocupaba ya en varios rezos, o devociones, ya en hilar u otras maniobras propias
de su sexo, y que vestía el hábito exterior de San Agustín; Que tenía noticia había frecuentado los
Sacramentos Y que registrados los Padrones donde se asientan los que cumplen con la Iglesia había
hallado, cumplió esta reo con los cuatro años antecedentes correspondientes a la fecha de dicha
Carta, que es del 30 de marzo de [17]65.
Y vistas estas diligencias por el Tribunal, con lo pedido por el Inquisidor Fiscal se mandó librar
Comisión para que se volviese a examinar al denunciante sobre si lo que dijo en su declaración de la
comunicación de espíritu, que había tenido esta reo con los Padres que le expresó fue en Confesión
Sacramental, y bajo del sigilo de ella, o sólo por mera comunicación y dirección, y bajo de secreto
natural, procurándose informar del sujeto que la dio las Liras, y que evacuado esto, examinase,
y ratificase en forma dicho Comisario a los enunciados Padres con la prevención de que antes de
266 Fernando Ciaramitaro
entrar en la declaración se les advirtiese, que no se les preguntaba por lo que hubiesen sabido bajo
del Sacramento de la Penitencia, y sigilo de la Confesión, y que igualmente se librase Comisión al
Doctor Poza Cura de San Juan del Rio para que examinarse a Beatriz Vega en lo que había sido dada
por conteste por esta reo.
Puestas en ejecución una, y otra Comisión, el expresado denunciante
Foja 4
Dijo: Que dicha comunicación con los expresados Padres había sido en el confesionario, unas
veces bajo de Confesión, y otras por mera comunicación Espiritual según se lo tenía dicho esta reo;
Y que las Liras, que había entregado en el acto de la ratificación se las había dado a esta reo el citado
arriba Padre Fray Manuel del Monte Carmelo, y que le había dicho, no sabía por quién se habían
escrito, ni quién las había compuesto. Y con fecha de 31 de Diciembre del año pasado de [17]67 es-
cribió este mismo denunciante una Carta al expresado Comisario, para que la dirigiera a este Santo
Tribunal que es del tenor siguiente.
En orden a lo que se me manda por la Santa Inquisición que prosiguiera comunicando a María
Guadalupe Rivera, no lo ejecuté porque a poco tiempo de dicho mandato fui destinado por mis
Prelados de morador al Colegio de la Ciudad de Zelaya, y aunque volví a este de Querétaro no
pude continuar en su trato, así por la ocupación de maestro de Novicios, que me impedía, como
porque a poco tiempo de llegado, se me acabarían las licencias de Confesor por el Arzobispado, las
que no procuré sacar, porque inmediatamente fui mando por mis Prelados de Maestro de Novicios
del Convento de la Ciudad de Valladolid, de donde poco tiempo ha, que vine. No obstante en una
ocasión, que la llame al confesionario cuando estuve en esta Ciudad de Querétaro, la hallé en los
mismos errores de siempre, y que comulgaba diariamente por orden del Padre Fray Francisco Her-
nández ya difunto, aunque el dicho Padre no admitía, que le comunicase su espíritu; Y aunque ahora
nuevamente se me manda su trato, y comunicación, no sigo porque no tengo licencia de Confesar
número 83, enero-abril, 2022
por el Arzobispado; Pero si en una ocasión, que en estos días inmediatos fui a verla en su casa, y
preguntadola de lo que me tenía dicho, respondió, que no tenía deseos de comulgar, porque ya me
tenía dicho, que estaba la comunión hecha, y que para qué ha de desearlo, que tiene dentro de sí, y
que desde la cuaresma no comulgaba. Y haciéndola otras preguntas en orden a lo demás, que tengo
dicho, responde con los mismos errores, y tenacidad de siempre.15
El padre Fray Miguel Ramón Pinillas del mismo Colegio de la Santa Cruz, dijo a pregunta que
se le hizo: Que presumía fuese llamado sobre una persona ilusa, que hubiese llegado alguna a sus
pies para confesarse: Y a pregunta, que se le volvió a hacer (previa la advertencia mandada en el
decreto citado) Dijo. Que lo que sabía, y diría no era por el sacramento de la penitencia, sino por ha-
berla comunicado fuera de Confesión, con el motivo de haberla mandado al declarante su Confesor,
que dudaba de su espíritu, llamado Fray Francisco Xavier Ortiz del mismo Colegio ya difundo. Y
que habiéndose procurado informar el Declarante de su modo
15
Al capítulo décimo sexto dijo: Que era cierto lo que refería el capítulo y que lo había dicho llevada de lo
que tenía en su imaginación reproduciendo las protestas que tenía hechas. Y en la publicación de testigos
contestó con todo lo que hasta aquí relacionado por este y reprodujo las protestas hechas en la acusación,
y respuestas dadas en su satisfacción a los respectivos cargos.
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 267
Foja 4v
de vida, halló al parecer una vida inculpable, pero el modo de su oración con muchos errores
en la Fe, sobre los que procuró instruirla por si procedían de ignorancia, pero la halló pertinaz en su
errado dictamen repetidas veces, que intentó sacarla de ellos, los que a lo que se quería acordar eran
negar el Sacramento de la Penitencia, y Eucaristía: Afirmar, que el verbo Divino encarnó en Adán:
Que justos, y pecadores eran como los árboles plantados por Dios en el mundo para dar fruto de
buenas, o malas obras naturalmente. Que acerca del Infierno, y condenados decía, que Dios se los
había manifestado en un árbol pegados a las ramas como animalitos, y que el Árbol era Dios, que
los sustentaba; Y diciéndola, que porque no pensaba en la Pasión de Cristo, y dejaba estas cosas, que
eran claras herejías, respondía, que a los principios así lo hacía, pero ahora Dios la enseñaba estas
otras cosas, y viendo, que no aprovechaba con ella, y que no tenía tiempo bastante para procurarla
sacar de sus errores, la rogó pasara al convento de San Francisco con el Padre Predicador Fray Ma-
riano de Ledesma, a quien suplicó la oyera, y procurara desengañarla, y que sabía, fue con dicho
Padre sin haberla vuelto a ver más.
Y a preguntas que se le hizo: Dijo: Que el concepto, que entonces formó, no fue que le faltara el
juicio, sino que estaba obscurecido, y obcecado con aquellos errores, e ilusiones, en que siempre la
hallaba constante, y que estaba en este mismo concepto en la actualidad, sin embargo de no haberla
vuelto a tratar, y que no la había denunciado a este Santo Tribunal porque el referido Padre Fray
Mariano Ledesma (quien según le dijo formó el mismo concepto) le aseguró, que él lo haría porque
tenía más tiempo, y ocasión de hacerlo sin nota; Por cuyo motivo había respondido a la primera
pregunta, que se le hizo, que presumía la causa porque se le había llamado.16
Y en la ratificación añadió: Que restituyéndose a su Colegio después de su declaración hacien-
do memoria de las preguntas, que se le habían hecho, advirtió no haber respondido lo que sentía
acerca de la vida de dicha mujer; que era el que según se acordaba del informe, que ella le hizo em-
16
Al capítulo décimo séptimo dijo: Que era cierto lo que se refería en el capítulo y reproducía las protestas
que tenía hechas.
17
Al capítulo décimo octavo dijo: Que era cierto haber dicho lo que se refería en el capítulo por las mismas
razones que tenía dichas, pero que por su parte nunca había hecho vanidad de que la tuviesen por santa.
268 Fernando Ciaramitaro
con cautela sobre su trato, y comunicación con ella, y halló ser de cosas indiferentes, y no tocantes a
Nuestra Santa fe.
Y constando por certificación del Notario Don Francisco Gutiérrez Palacios, que actuó en estas
diligencias que los Padres Fray Francisco Villanueva religioso observante de San Francisco y el Padre
Fray Francisco Xavier Ortiz del Colegio Apostólico de la Santa Cruz eran ya difuntos, y que del Padre
Fray Juan Saldaña religioso también observante de San Francisco no había quien diera razón de él, y
que padre Fray Manuel del Monte Carmelo religioso del Carmen estaba de morador en su convento
de la Ciudad de Valladolid, se mandó librar Comisión a este Comisario, que para que examinase al
expresado Fray Manuel. Y puesto en ejecución a preguntas, y repreguntas que se le hicieron Dijo: no
se acordaba haber conocido a esta reo, y que en el tiempo, que se le citaba no había estado de con-
ventual en Querétaro, ni lo estuvo hasta el año de [17]55 o [17]56 y a pregunta de si había entregado
a esta reo algunas liras, y sabía quién las había compuesto, y escrito, Dijo que no se acordaba haberla
entregado liras algunas, pues como tenía declarado, ni se acordaba haberla conocido, ni vivido en el
citado tiempo en Querétaro; Pero que sí se acordaba haber dado a varias personas devotas algunos
versos devotos sacados de la noche obscura de San Juan de la Cruz, y de la llama de amor viva del
mismo Santo, de los cuales unos empezaban En una noche obscura: Y otros: Oh llama de amor viva.
Y otros sacados de la Cadena Mística, que escribió un Carmelita Descalzo, de cuyo nombre no se
acordaba. Y otros versos, que eran también devotos, y se decían ser de San Agustín, que comenzaban:
Déjate amar verdad crucificada: Pero, que todos estos versos los había repartido después del tiempo,
que se le citaba, en el que volvía a repetir, no haber repartido alguno a esta reo; por cuyo motivo el
Comisario le hizo demostración de las expresadas liras, que dijo ser de su letra, y haberlas repartido
a varias personas devotas, entre las cuales no sabía si estaría comprehendida esta reo, pero que si lo
estaba no se las había repartido en el tiempo que se le citaba, sino después; Que no sabia
Foja 5v
número 83, enero-abril, 2022
quién había compuesto dichas liras porque él no había hecho más que copiarlas de la citada
cadena mística, y que a su parecer las traía también la Madre Antigua.
Y a pregunta que se le hizo Dijo: Que daba, y repetía dichas liras con el fin de fervorizar a las
personas, que se las daba en el camino de Dios, y que no se acordaba haber dicho a ninguna de ellas,
que sólo por fe había de caminar a Dios, porque sólo las daba por alentarlas, y animarlas al servicio
de Dios, pareciéndole muy devotas, y en nada opuestas a Nuestra Santa Fe; y en la ratificación añadió:
Que aunque en su declaración había dicho, que le parecía traer las expresadas liras la Madre Antigua,
habiéndola registrado, no las había encontrado en ella, pero que estaba cierto, que en el mencionado
libro Cadena Mística se hallaban impresas, aunque no tan explayadas como en otros Libros Devotos.
Examinada la Beatriz de Vega por el expresado Doctor Poza sobre lo que era dada por conteste
Dijo, que conocía a esta reo, y sabia, que vivía en Querétaro, y que en cierta ocasión haría tiempo de
diez años, la dijo viviendo en el Pueblo de San Pedro Tolimán: Que al tiempo, que un Naranjito que
había plantado diera azahar, ya estaría un hijo que tenía en el Cielo que era lo único, que sabía, y
podía decir en el asunto.18
Y en la publicación de testigos comentó con todo lo respectivo a este, reproduciendo las respuestas dadas
a la acusación y protestas que tenía hechas.
18
Al capítulo décimo noveno en su principio respectivo a este hecho dijo que el pasaje que se refería en el
capítulo no lo había dicho en los términos que se refería sino sólo haciendo relación de que estando un
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 269
día trasplantado un naranjo pequeñito en el jardín desde la maceta en que lo tenía puesto, diciendo con
este motivo a un hijo que andaba travesando y enredando; ¿hasta cuándo serás bueno? Le había respon-
dido, que cuando aquel Naranjo diera azahar, y que no lo había dicho con el fin de acreditarse de Santa
si no sólo con el fin de referir lo mismo que sentía en su interior, que era el que habiendo muerto dicho
su hijo a los tres meses, el naranjito dio azahar. Y en la publicación de testigos, dijo a este que se refería a
lo que sobre el particular tenía dicho a los cargos de la acusación.
19
A lo restante del citado capítulo décimo noveno respectivo a otros hechos, dijo: que todo era cierto, a reser-
va de los 8 años, que decía estuvo sin comulgar, porque no fueron más que tres como tenía Confesado en la
Audiencia de Oficio, y que desde luego fue equivocación o nula inteligencia del que lo depuso, declaró.
20
Al vigésimo en que se la hizo cargo de este hecho y de que esta producción era preciso fuere de alguien
de los directores, que había tenido por lo que debía declarar quién se la había enseñado, en dónde la
había visto, y leído, etcétera. Ella Dijo que era cierto había dicho lo que se refería en el capítulo pero que
la expresión que se citaba de San Pablo no se la había enseñado persona alguna, sino que ella misma la
vio en un libro intitulado aborrecimiento del pecado mortal, que la prestó una Señora de Querétaro lla-
mada Ana, y que dicha expresión la había entendido en los términos que se la explicó al referido bachiller
porque siendo el pecado vano era nadie.
270 Fernando Ciaramitaro
si Dios no quisiera no pecara el hombre.21 Y que habiéndola vuelto a preguntar, si daban gracia los
Sacramentos, y si había sido casada cómo se casó, Dijo: Que por mantenerse con honra, pero que
bien sabía, que el uso del matrimonio no era más que un adulterio, que se le hacía a Dios con quien
todas las Almas estaban desposadas. Y que habiendo ido en la actualidad a su confesionario, a pe-
dirle licencia para Comulgar con el motivo de hallarse los fieles cumpliendo con el precepto anual, y
dichola, que si no la había de servir la Sagrada comunión, ¿para que había de Comulgar? Respondió,
que por el Mundo, y hacer lo que los demás hacían.
En cuya vista habiendo observado el declarante, que esta reo estaba constante en sus errores, y
que no pendían de fatuidad, flaqueza de Cerebro, ni ignorancia, pues en todas ocasiones había pro-
curado disuadirla de sus errores, y siempre se había mantenido constante, y firme en ellos, se hizo
juicio, estaba ilusa, y más cuando le había dicho, que así lo tenía entendido, desde que vio con los
ojos de la Alma, y oyó del mismo Dios todo lo que lleva expresado. Añadiendo en la ratificación que
esta reo había ido dos veces a su casa a pedirle la llevase consigo ante el expresado Comisario para
que la examinara por habérselo mandado así su confesor preciándose de obediente; Y que según
entendía el declarante, dicha reo no tenía miedo de comparecer, porque estaba creída, que no tenía
culpa en sus errores, ni los conocía como tales, añadiendo también, que le había dicho en una ocasión
que no había juicio universal sino que cada uno era juzgado cuando moría, y que la resurrección de
la Carne era el nacimiento de cada uno.22
Foja 6v
Con la diligencia antecedente, y encargo que se le tenía hecho a este Comisario informó: Que
el porte de esta reo, que había observado algunos meses hacía, y tenía averiguado; era el de asistir
al Santo Sacrificio de la Misa, y rezar las estaciones de la Vía Crucis con reverencia, y devoción a
lo que aparecía; Que vestía con modestia comía con templanza, y no bebía vino, ni otro licor, que
embriagase, o perturbase que se mantenía con todo recogimiento en su casa ocupada en rezar, y en
número 83, enero-abril, 2022
los trabajos correspondientes a su sexo: Que no se le oía palabra, ni se le notaba acción que indicase
otra cosa, que un Cristiano, y virtuoso porte; Que en lo exterior parecía irreprehensible, pero el in-
terior corrompido, y viciado con muchos errores, a que adhería con pertinacia según parecía de las
declaraciones, que contra ella se habían recibido: Que le movía a compasión esta infeliz Mujer, y que
respecto a que según la diligencia antecedente se allanaba a comparecer ante él, si este Tribunal lo
tenía a bien, se tomaría el trabajo de hacerla conocer sus errores, y detestarlos, dándola la correspon-
21
Al vigésimo primero dijo: Que era cierto lo que se refería en el capítulo y que lo había dicho fundada en lo
que había concebido en su imaginación sin que nadie la instruyera; Por lo que se retractaba de todo repro-
duciendo las mismas protestas que tenía hechas.
22
Al vigésimo segundo, vigésimo tercero y vigésimo cuarto respectivos a estos hechos dijo: Que era cierto
lo que se refería en ellos, y que reproducía las protestas hechas, confesando, que el matrimonio es un
sacramento de la Iglesia que causa gracia, y que había de haber resurrección de la carne: Que igualmente
era cierto había dicho lo que se refería, por evitar el escándalo, y mal ejemplo que podía dar de que no
cumpliere con la Iglesia y que el fin, que tenía en desear que la llevasen ante el comisario del Santo Oficio
era cumplir con la orden que la había dado su confesor Fray Alonso Carero religioso de la Santa Cruz de
Querétaro, y resignarse en lo que el expresado comisario la mandara porque siempre había gustado vivir
bajo de obediencia, y no por la satisfacción de su proceder y obrar, y demás de que se la hacía cargo por
el inquisidor fiscal. Y que lo había dicho todo lo referido por haberse persuadido, que era Dios quien la
iluminaba, é ilustraba, pero que desde luego se retractaba, y lo detestaba como lo demás de que se la
había hecho cargo. Y en la publicación de testigos reprodujo lo mismo.
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 271
diente instrucción sobre todos los Dogmas Católicos, sin que por esto quisiera dar a entender otra
cosa, que el deseo, que tenía de lograr la Alma de esta desdichada Mujer, de quien tenía concebido,
que tomando con eficacia, y empeño su reducción se podría conseguir.
Dados a calificar los dichos, y hechos, que van relacionados, Dijeron los padres Calificadores:
Que todo cuanto esta reo decía, y sentía era una pura ilusión Diabólica, heretical blasfema, escanda-
losa, y ofensiva a Dios, y a los piadosos oídos de los hombres.
Con los expresados méritos fue puesta Clamosa por el referido Fiscal a los 4 de Junio de 1768 y
mandadose, que por ahora, y para mejor proveer se escribiese al expresado Comisario se informase
con la cautela, y disimulo correspondiente bien de personas eclesiásticas que hubiesen tratado a
esta reo en el Confesionario, o fuera de él, o de otras, que de cerca la hubieran comunicado, a fin de
averiguar si había padecido en algún tiempo o en la actualidad padecía lesión de potencias. Y ha-
biéndolo así ejecutado dicho Comisario como consta del antecedente inmediato informe, se proveyó
la Clamosa a los 15 de Abril del mismo año, y a los 2 de Mayo del mismo fue reclusa, y puesta en
Cárceles Secretas.
Orden del Proceso
En 6, 9, 11 y 13 de dicho Mayo se la dieron las tres audiencias de oficio con sus respectivas mo-
niciones, dicho en la 1ª su nombre y apellido, edad, calidad y estado como queda asentado: Que sus
Padres, Abuelos, y demás transversales, y colaterales habían sido Españoles Cristianos viejos, y que
ninguno de ellos había sido preso penitenciado, ni castigado por este Santo Tribunal ni ella hasta la
presente: Que era Cristiana Bautizada, y Confirmada:
Foja 7
Que había oído Misa, Confesado, y Comulgado cuando la mandaba la Santa Madre Iglesia a reserva
de tres años, que no lo expresó por no habérselo permitido su Confesor.23 Preguntada que fue ¿cómo
se llamaba el Confesor, que no la había permitido confesar, y Comulgar, y por qué causa y motivo?
23
Al capítulo vigésimo quinto en que se la hizo cargo de que no habiendo respondido si tenía o no Bula de
la Santa Cruzada había faltado en parte de la verdad, como también en no haber Confesado los más años,
que había dejado de cumplir con el precepto anual de Confesarse a más de los tres, que había declarado;
dijo: Que era cierto respondió lo que se le hacía cargo en el capítulo y que el no haber respondido, que
tenía Bula de la Santa Cruzada (que tenía, y había tenido siempre) no fue por malicia sino por olvido
natural. Que pudo haber sido equivocación o mala inteligencia del clérigo el haber dicho, que había de-
jado de Confesarse y Comulgar ocho años por haberle dicho, que hacía como ocho años que había enten-
dido, que se la decía que estaba ya la comunión hecha. Y que reproducía haber sido solos tres los que dejó
de confesarse, por los motivos que había dicho.
272 Fernando Ciaramitaro
y no logran la gracia del Bautismo a su entender estaban también unidos con Dios como lo estaban
también los herejes, o infieles; Porque habiendo nacido todos para amar, y servir a Dios todos estába-
mos necesitados a servirle, y amarle como que la Criatura no tenía libre albedrío, ni voluntad propia,
por lo que negaba, que la Criatura pudiera pecar, y que en el caso de que pecase, está porque así lo
quería Dios, pues ella por si no era Capaz de hacer cosa alguna, por contemplarla como un vestido.
Y habiéndosela procurado instruir en los errores herejes desatinos, y disparates, que había dicho, y
que eran todos ilusiones dimanadas del enemigo común de nuestras Almas. Dijo, y prorrumpió en
otras mayores, como es decir, que el infierno es más propia voluntad según aquellas palabras, que
dijo Nuestro Señor a Santa Gertrudis, de que mortificase su voluntad, y se acabó el infierno, y que
los Diablos eran nuestra propia voluntad, y que hallaba en tal disposición que estaba pronta a recibir
todo cuanto Dios quisiera hacer de ella, porque se hallaba tan harta con la gloria, que había recibido
de Dios, que estaba como si no estuviera en el mundo.24
Y a la pregunta de qué cuánto tiempo hacía que se hallaba en esta unión con Dios, y en qué
modo la conoció, y quien había enseñado todo lo que había declara en esta Audiencia Dijo: Que
hacía como nueve años que se hallaba con conocimiento pleno de estar unida con Dios, habiendo
entendido desde este tiempo aquellas palabras de San Pablo, que decían: Que no vivía él, sino Cristo
en él, y que desde luego sería el Demonio
Foja 7v
quien la hubiese enseñado porque no había tenido Maestro alguno, que la enseñase sin libros, en
que lo haya podido aprender, porque sólo había leído en luz de verdades católicas, y otros de vidas
de Santos, pero que ninguno la había cuadrado como el dicho de Verdades Católicas.25
Signose y Santiguándose dijo el Padrenuestro, Ave María, Credo, Salve, Mandamientos, y Sa-
cramentos aunque no supo para qué fueron estos instituidos. Que Dios tenía dos naturalezas Divi-
nas, y humana, porque todas tres personas encarnaron en la persona del hijo, y murieron igualmente
todas en cuanto hombre, descendieron a los Infiernos, y subieron a la Gloria26 Que Cristo tenía dos
número 83, enero-abril, 2022
naturalezas Divina, y humana; Que no Hallaba ninguna diferencia en Dios, Y en Cristo, y que no
podía decir si iba bien o mal, porque se hallaba tan enajenada, y encantada con el sosiego, y quietud
inferior, que en si sentía que no tenía cuidado ninguno, ni pena, que la afligiese, porque la única que
tenía era el pensar, que Dios se podía ofender, pero habiendo tenido una luz clara de que Dios no po-
día ser ofendido, ya no le quedaba, ni tenía pena alguna, ni qué desear, ni apetecer porque habiendo
logrado el unirse perfectamente con Dios, que era lo único, que tenía, que desear no le quedaba otra
cosa más, que Dios hiciere en ella lo que fuera su Santísima voluntad27 Que las postrimerías del hom-
24
A los vigésimo sexto y vigésimo séptimo respectivos a estos hechos, dijo: Que era cierto haberlo dicho así,
pero que se retractaba de todo como lo había hecho en los capítulos anteriores.
25
Al vigésimo octavo en que se la hizo cargo de este hecho, y en que se la hiciere declarar de nuevo, de
quién eran las cartas ya mencionadas, y si había sido su Maestro y Director, dijo: Que era cierto había
declarado lo que se expresaba en el capítulo y que desde luego se retractaba de ello, reproduciendo de
nuevo no haber tenido Maestro alguno que la hubiese enseñado sus errores.
26
Al vigésimo noveno respectivo a este hecho dijo; Que se retractaba de todo, y Confesaba no haber más
que una naturaleza en Dios y que solo encarnó y murió, descendió a los Infiernos, y subió a la Gloria la
segunda persona, que es el hijo.
27
Al trigésimo dijo: Que era cierto había dicho lo que se expresaba, lo que detestaba como todo lo demás
que sea contra la Santa fe Católica, confesando como Confesaba haber distinción entre Dios puro, y Dios
hombre.
María Guadalupe Rivera y el Santo Oficio 273
bre eran muerte, juicio, Infierno, y Gloria; Que la muerte quería dar a entender, que todos habíamos
de morir; que el juicio se entendía porque hacían aquí los Confesores, o este Tribunal y otros Jueces
en nombre de Cristo, y aún el mismo Cristo, como Imagen suya que éramos y que en este sentido
solo era como entendía la palabra juicio, porque el juicio final, que enseña la Iglesia ha de haber des-
pués del Fin del Mundo, no lo creía ella respecto a habérsela manifestado de nueve años a esta parte,
que no se había de acabar el Mundo esto es el Mundo general de todos los hombres Buenos, y demás,
confesando sólo acabarse el Mundo pequeño que en sí encierra cada criatura cuando esta muere:
Que el Infierno lo tenía cada uno en lo que padecía, y la Gloria en lo que se deleitaba.28
Que sabía leer, y escribir, y no había estudiado facultad alguna, ni había salido de estos reinos;
Que nació en San Pedro Tolimán en donde vivió diez y siete años en compañía de sus Padres, y de
esta edad se casó con dicho paraje con don Juan Francisco de Cortiguera, y Sierra natural de la Villa
de Laredo en Castilla, de oficio comerciante de quien había tenido tres hijos que murieron: Que
después de casada pasó a vivir a un Pueblo Inmediato al antecedente llamado Tolimanejo, mante-
niéndose en él como un año, y luego pasó a la Ciudad de Querétaro permaneciendo por último en
esta después de muerto su Marido hasta que vino a este Santo Oficio. Que desde edad de siete a ocho
años empezó a experimentar mucho gusto en la pasión, y muerte Nuestro Redentor Jesús, y deseos
de padecer; y tenía
Foja 8
al tiempo de rezar el rosario con su Madre muchas, y copiosas lágrimas sin poderlas contener,
ni llegar a penetrar ni conocer cuál sería el motivo, pese que ahora había reflejado era motivo sobre-
natural, fundada en que de ella nada podía venir bueno ni era capaz de ejecutarlo.
Y a la pregunta de estilo dijo: Que presumía fuese por lo que había dicho y declarado así en
este Tribunal como a sus confesores, que de nuevo reproducía porque según la claridad con que lo
había entendido, y entendía, estaba persuadida, que era ilustración de Dios; Y a la pregunta de estilo,
28
Al trigésimo primero Que es cierto Dijo lo que se expresa, y que lo detesta reproduciendo sus protestas.
274 Fernando Ciaramitaro
y verdadera contrición de sus pecados. Y que su mayor dolor, y tormento era el contemplar, que se
ofendía a Dios. Y a la pregunta de estilo que se la hizo en la tercera Audiencia de Oficio dijo: Que
traía acordado, que habiendo padecido el año el año de [17]39 un fuerte tabardillo, que la puso en
términos de morir, y la tuvo privada de todos su sentidos exteriores observó y notó, que su interior
lo tenía libre, y expedito; Y que habiendo salido libre de este accidente hizo propósito en su convale-
cencia de mudar de vida, y seguir la mortificación, y que para ellos empezó a ayunar y a mortificar
los sentidos exteriores, y consiguió el poder ayunar por tiempo, y espacio de veinte y cinco años a
reserva de los Domingos, y algunos días, que no la permitieron sus confesores, y seis meses más
haber hecho concepto de que estaba embarazada, lo que atribuyó a especial
Foja 8v
al favor de Dios así por la suma debilidad, y falta de fuerzas con que se sintió después de di-
cho accidente como porque en ocho años antes no había podido ayunar, ni un día, unas veces por
hallarse embarazada, y otras por hallarse falta de fuerzas. Que el año de cuarenta había hecho una
Confesión general con el padre Fray Juan Saldaña del Colegio de San Fernando de esta Ciudad
de México, y que como a los quince días de haber hecho otra confesión, experimentó una noche
estando una noche ya acostada sola con un hijito suyo, y apagada la luz, el que se le apareciere cru-
cificado Cristo nuestro Bien, y que cuando creyó verle severo, le halló tan benigno, y suave, que no
tenía palabras, con qué explicar lo que sintió su interior, y que sólo podía decir, que no se atrevió
a levantar los ojos para mirarle, y que volvió a hacerle presente sus pecados y pedirle misericordia
de ellos, haciéndole nuevos propósitos de la enmienda de su vida, y que no sabía si se quedó dor-
mida después, pero que a otro día por la mañana halló la almohada empapada en agua, y sumió
tales efectos con esta contrición sobrenatural, que creyó hizo, que por tiempo, y espacio de seis
meses, no pensó en otra cosa; Y sintió tales efectos, y lágrimas en todo el dicho tiempo, que se vio
precisada a retirarse de la vista de su Marido, y gentes para no darles en qué maliciar.29 Nota S.30
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Al capítulo trigésimo segundo y siguientes hasta el final en que se la hizo cargo de estos hechos Dijo: Era
cierto haberlo referido según, y como se expresaba con ellos sujetándose en todo a lo que este tribunal la
ordenara, y mandara reproduciendo de nuevo todas las protestas, que anteriormente tenía hechas.
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(Nota S) Que habiéndosela hecho cargo en el capítulo trigésimo sexto de este hecho, y de la contradic-
ción, que de él resultaba con lo que antes tenía confesado de que no había pecados y que por consiguiente
era notoriamente embustera, ilusa, herética, apóstata y Alumbrada: Dijo: Que era cierto, declaro, lo que
refería el capítulo y que ella lo dijo según, y como lo había parecido pero que desde luego se retractaba,
y que se sujetaba a lo que el tribunal la ordenara haciendo sólo presente, que era visión, ilusión, o sueño
la tuvo muy a los principios, y en tiempo en que todavía se reconocía con algunas culpas, y pecados, por
lo que no hallaba en que estuviere la contradicción que se la hacía cargo.
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Zapatos, en cuyo estado se había mantenido hasta ahora en la misma presencia de Dios sin tener
oración detenida porque en ella siempre se hallaba con sequedades; Y que las que tenía, y en que
lograba consuelos, y vistas, era cuando estaba ocupada, cuyo ejercicio había tenido desde que era
pequeña, y que no se acordaba cómo se llamaba el confesor, que la había dicho esto, aunque la pa-
recía era un Carmelita llamado Fray Juan. Que hacía 15 años, que estando oyendo Misa en la Iglesia
con mucha devoción, la pareció que tenía atado junto a sí un bulto, y sintió, que la desnudaban
espiritualmente y que voló el dicho bulto, que parecía un animal, y cuando el vuelo era como si la
hubieran quitado una tumba, y que el efecto de esto fue, que siendo antes muy inclinada a la oración
vocal, y a leer Libros de devoción desde este caso, ya no podía, antes era llamada a la oración inte-
rior y veía como un libro en que estaban escritas grandes cosas, que el exterior no percibía porque
el señor le declaraba en lo interior, y así veía a Dios en todas las cosas, y se hallaba con un género de
quietud, que nada era Capaz de alterarla, y que en este estado se hallaba a la presente.
Y habiéndosela recibido el juramento acostumbrado de decir, y responder verdad a los cargos
de la acusación. A su cabeza Dijo era la contenida en ella, y la que había dicho, y cometido lo que se
expresaba en dicha acusación, y que lo había creído, y tenido hasta ahora por haber estado persua-
dida a que todo era
Foja 9
inspiración de Dios, e influjo suyo; Pero que entendía de que todo cuanto había dicho así a sus
Confesores como a este Tribunal en sus Audiencias de Oficio, y tenido y creído como cierto, y verda-
dero, eran herejías formales, gravísimas blasfemias, y horrendos errores contra la Fe, y contra lo que
tiene, cree profesa, y enseña Nuestra Santa Madre Iglesia Católica Romana, los detesta, abomina, y
reprueba, protestando como protestaba, que no quería otra cosa más que lo que fuese del servicio de
Dios podía verle, y gozarle en la Gloria, sujetándose para ello a todo lo que se la impusiera tuviera y
dijera debía creer y detestar.
que le daba, ni de las resultas a otro confesor sin licencia suya; Que aunque se había confesado con
varios Confesores, no tenía presente haberles tratado de estos asuntos con otros, que con los que había
declarado en la Audiencia de oficio, y que todos uniformemente la habían otro, que sus especies eran
alusiones, y herejías, pero que cuando se confesaba con el Padre Villanueva no trataba de estas cosas
si no sólo de mortificaciones.
Al capítulo final dijo: Que confesaba el cargo, que se la hacía, y conocía había vivido engañada
del Demonio porque se la había hecho ver clara su ilusión: Por lo que desde luego abominaba, y
detestaba todo cuanto hasta ahora había tenido, y obrado, protestando la enmienda, y sujetándose
a cuanto el Tribunal la ordenara porque su ánimo nunca había sido otro, que el de vivir, y morir en
la Santa fe Católica, que enseña la Santa Madre Iglesia Católica Romana, allanándose, a que si se la
probara reincidencia, se la castigue con todo rigor etcétera.
El 1° de Agosto comunicó con su Abogado la dicha Acusación, y se recibió esta carta a prueba.
En 8 del mismo se la dio la Publicación de testigos, y bajo de Juramento Dijo; y respondió lo
que ya queda anotado en sus respectivos lugares reproduciendo nuevamente todas las protestas que
tenía hechas, y hacía de detestar cuanto hasta ahora había tenido, y creído contra Nuestra santa fe y
religión, siendo su ánimo vivir y morir en Nuestra Santa fe Católica, y Sagrada Religión
Foja 9v
y sujetarse en todo, y por todo a lo que este Santo Tribunal la ordenara, y mandara.
En 11 de Septiembre (estuvo enfermo el Abogado, y por este motivo no se pudo practicar esta
diligencia antes) comunicó la publicación con dicho su Abogado, y con su acuerdo, y parecer dijo: Lo
que consta al folio 121, vista que se tendrá presente por ser muy del caso.
Y vistas por el Tribunal las diligencias practicadas contra esta reo, las Audiencias de oficio, y
sus confesiones en respuesta a los cargos de la acusación, y publicación de testigos, y la defensa de
su abogado, se proveyó auto, mandando, que para mejor instruir el proceso, y evitar cualesquie-
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ra inconvenientes que pudiesen resultar en la Consulta que se debía tener para la votación de esta
Causa se citasen antes los Reverendos Padres calificadores, que habían dado su dictamen, y perecer
anteriormente y se les leyese supremo nomine desde las Audiencias de oficio hasta la conclusión de
la Causa, para que reconociendo por ello las circunstancias de la reo, estado de potencias, motivos, y
casualidades de sus errores, diesen y expusiesen su parecer sobre el grado de pertinacia que tuviesen,
especialmente sobre si sus error era completo, y la constituía hereje formal.
Y habiéndose citado para el efecto a dichos Reverendos Padres calificadores, dada cuenta por el
nuncio de este tribunal de que el reverendo padre García del orden de San Francisco se hallaba ausen-
te de esta corte, y que no se restituiría tan breve, y ordenádose, que para evitar los graves perjuicios,
que se podrían irrogar a esta reo en la demora de su causa, y prisión se citase al Reverendo Padre
Figueroa Calificador del mismo orden a quien se le instruyese de los demás antecedentes, Y habiendo
con efecto comparecido a la Sala de este Tribunal el 22 del expresado mes de Septiembre e instruídose,
y hechos cargo de todo cuanto resultaba contra esta reo, sus confesiones, y respuestas con la de su
Abogado: Dijeron: Que para poder dar su dictamen con más fundamento, les parecía conveniente,
que este Santo Tribunal mandase subir a esta reo a la Audiencia para hacerla en ella las preguntas,
que les pareciere conducentes a dicho efecto: Y habiéndose así ejecutado, y héchola las preguntas que
tuvieron por conducentes a su interno y enterados a su satisfacción de sus respuestas, y de cuanto
se les había leído de la causa: Dijeron: Que darían por escrito el dictamen, que habían formado, pues
para ponerlo con aquella claridad, y formalidad, que correspondía en virtud de las respuestas que
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había dado a sus preguntas, y demás que habían observado en ella necesitaban de algún tiempo. Y
habiéndolo ejecutado a los 19 de Octubre del mismo año fundaron larga, y difusamente que esta reo
había adherido con grave, y clara pertinacia a los errores cualificados en el parecer que habían dado
el 20 de Mayo en esta misma causa.
Lo que se hizo saber al referido Inquisidor fiscal.
Foja 10
á la acusación y publicación se ha reducido a reconocerlos como tales sujetándose al dictamen
del Tribunal y manifestándose convencida con las razones, que antes en las Audiencias se le han dado
por el presente Señor Inquisidor.
Dijo: Que luego que vio las armas de este Santo Oficio consideró, que el brazo con la Espada era
para defender la Santa Cruz, que está sobre el mundo y toda nuestra fe Católica representada en ella,
y que no siendo otro su ánimo, que sujetase a seguir nuestra Santa fe Católica, creyendo, y teniendo
por indivisable lo que esta nos enseña; y detestar como detesta todo lo contrario, aún ha tenido a bien
el venir a este Santo Oficio por que el Inquisidor le ha documentado, y quedado como queda sujeta a
lo que de ella dispusiere porque siempre ha deseado quedar fija en nuestros Dogmas Católicos, aña-
diendo, que en vista de dichas armas se le representó y representa, que sujetándose a lo que nos da
a entender se afirma su fe se solicita su Esperanza, y se aumenta la caridad, que desea tener a Dios,
porque el brazo con la espada le está dictando, que es para defensa, y castigo de los rebeldes en que
no quiere persuadir la susodicha, ni hace juicio, ni hace juicio, que jamás haya tenido tal intención,
sino la contraria.
Lo cual oído por dicho su Letrado siguiendo lo que dejó suspenso Dijo: Que repetía las gracias
a Dios por sí, y por la rea de haberla traído a este Santo oficio para apartarla de los citados errores
materiales, reducirla a las buenas intenciones, que siempre ha tenido, y poder ya con seguro pedir a
Dios repetidas misericordias para su remedio.
con conocimiento de esta Causa y de la reo, si las enfermedades que se decía haber padecido eran
tales como también las penitencias que pudieran haberla reducido a tal grado de debilidad, que por
él pudiera venirse a probar por más o menos tiempo de la libre voluntad necesaria para la culpa, y
mucho más para la culpa pertinaz. Y que sin estas previas diligencias, no se atrevía a formar juicio
para su sentencia, principalmente si fuera contentiva de abjuración de vehemencia según la práctica
común de este Tribunal, y de los de España.
Formase la Sentencia conforme a la pluralidad de
Foja 11v
votos, y se ejecutó en todas sus partes, destinándose a esta reo al Hospital de San Juan de Dios
para el servicio de las enfermas, en donde falleció poco después con ejemplo y edificación de los reli-
giosos, y enfermos, aplicándose al reo Fisco en pago de sus alimentos y gastos erogados en Cárceles
Secretas el corto producto de sus pobres bienes, que se vendieron en Querétaro.
En el Consejo a 26 de Agosto de 1777.
(Dos rubricas)
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