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LA VIVIENDA DESDE PERSPECTIVA CRÍTICA DE DERECHOS

HUMANOS. LA MERCANTILIZACIÓN DE LOS DERECHOS


HUMANOS

HOUSING FROM A CRITICAL PERSPECTIVE OF HUMAN


RIGHTS. THE COMMODIFICATION OF HUMAN RIGHTS

JESÚS. C ABELLÁN MUÑOZ


VICENTE BARRAGÁN ROBLES
ANTONIO SIANES CASTAÑO 1

Artículo recibido el 24 de diciembre de 2018


Artículo aceptado el 14 de enero de 2019

RESUMEN

El presente artículo tiene la intención de reflexionar sobre una cuestión a nuestro


juicio clave: El significado del derecho a la vivienda. Se trata de una cuestión básica
ya que en ella pueden residir las claves para saber hacia dónde deben ir dirigidas
las propuestas de políticas públicas para el desarrollo de este derecho fundamental.
En este proceso, además, resulta clave la necesidad de ir complejizando la cuestión.
Así, se tratarán cuestiones tales como: las semejanzas y diferencias entre las
nociones de vivienda y hogar; el significado de la introducción del adjetivo “digna”;
sobre el por qué en sí mismo de la necesidad de añadir adjetivos al derecho.
Trataremos de dilucidar medidas que permitan asegurar mecanismos para que
cualquier persona tenga la posibilidad efectiva y material de acceder a un espacio
en el que desarrollar una vida que merezca la pena ser vivida, independientemente
de cómo se califique dicho espacio.

1
Instituto Joaquín Herrera Flores, Universidad Pablo Olavide y Fundación ETEA respectivamente.

ISSN: 2174-6419 Lex Social, vol. 9 , núm. 1 (2019)

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PALABRAS CLAVE: Derecho a la vivienda, mercantilización, derechos humanos,
derechos sociales, dignidad, teoría crítica.

ABSTRACT

The present article has the purpose to reflect on a key issue: The meaning of the
right to housing. This is a basic issue due to the fact that the keys to know where
public policies that develop this fundamental right should go may rely on it. In
addition, there is a key need to introduce complexuty in this process. Thus, some
issues will be analysed such as: similarities and differences between notions of
housing and home; the meaning of the introduction of the adjective "decent"; and
about the need itself to add adjectives to the right. We will try to elucidate measures
to ensure mechanisms for any person to have the effective and material possibility
of accessing a space where developing a life worth living, regardless of how that
space will be qualified.

KEY WORDS: Right to housing, commodification, human rights, social rights,


dignity, critical theory.

SUMARIO

1. Contextualización del problema.


1.1. Sobre el significado real del derecho a la vivienda.
1.2. Tenemos el derecho, precisamos la vivienda.
1.3. De la necesidad de una reflexión crítica y emancipadora: el pensamiento
económico neoliberal como prueba.
1.4. El significado de “crítica”.
1.5. Las razones de una opción emancipadora.
1.6. ¿Para qué sirve una reflexión crítica emancipadora?
2. La vivienda enjaulada.
2.1. El circuito cerrado de la mercantilización de la vivienda.
2.1.1. Paso 1: La desregularización regulada del mercado.
2.1.2. Paso 2: la construcción de la escasez.
2.1.3. Paso 3: la confianza en la eficiencia del mercado.

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2.1.4. Paso 4: Acumulación de capital.
2.1.5. Paso extra: crecimiento desmedido del apalancamiento financiero.
3. Conclusiones y posibles vías de escape al circuito cerrado de mercantilización de la
vivienda.
4. Bibliografía.

1. Contextualización del problema.


1.1. Sobre el significado real del derecho a la vivienda.

Sería necesario comenzar planteando los elementos básicos del análisis, que pasan por
indagar sobre la fundamentación misma de la idea de vivienda. El diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española define vivienda en su primera acepción como: “Lugar
cerrado y cubierto construido para ser habitado por personas.” Entendiendo igualmente
el habitar como sinónimo de vivir. Es decir, estaríamos hablando de un lugar cerrado /
privado pensado para que vivan personas. Mencionada la definición estricta de vivienda,
queda contemplar entre los elementos básicos del análisis la cuestión de qué tipo de
vivienda es de la que se está hablando. Es decir, el cumplimiento teórico del derecho a la
vivienda supone que no cualquier manera de vivir es válida.
Los artículos 25, párrafo primero de la Declaración Universal de Derechos Humanos de
1948:
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los
seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de
pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
(Asamblea General de las Naciones Unidas, 1948) y el artículo 11, párrafo primero, del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966:
Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel
de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados,
y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán
medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este
efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre
consentimiento. (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1966).
Estos mandatos, reconocidos en sucesivos textos legales, fue objeto de aclaración por el
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales , establecido en virtud de la
resolución 1985/17, de 28 de mayo de 1985, del Consejo Económico y Social de las
Naciones Unidas (ECOSOC) para desempeñar las funciones de supervisión del Pacto

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Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (PIDESC) asignadas a este
Consejo en la parte IV del PIDESC. Así, en su Observación General 4ª realizada en 1991,
se ahonda en el significado de la “adecuación”:
8. Así pues, el concepto de adecuación es particularmente significativo en relación con el
derecho a la vivienda, puesto que sirve para subrayar una serie de factores que hay que
tener en cuenta al determinar si determinadas formas de vivienda se puede considerar que
constituyen una "vivienda adecuada" a los efectos del Pacto. Aun cuando la adecuación
viene determinada en parte por factores sociales, económicos, culturales, climatológicos,
ecológicos y de otra índole, el Comité considera que, aun así, es posible identificar
algunos aspectos de ese derecho que deben ser tenidos en cuenta a estos efectos en
cualquier contexto determinado. Entre esos aspectos figuran los siguientes:
a) Seguridad jurídica de la tenencia. La tenencia adopta una variedad de
formas, como el alquiler (público y privado), la vivienda en cooperativa, el arriendo, la
ocupación por el propietario, la vivienda de emergencia y los asentamientos informales,
incluida la ocupación de tierra o propiedad. Sea cual fuere el tipo de tenencia, todas las
personas deben gozar de cierto grado de seguridad de tenencia que les garantice una
protección legal contra el desahucio, el hostigamiento u otras
amenazas. Por consiguiente, los Estados Partes deben adoptar inmediatamente medidas
destinadas a conferir seguridad legal de tenencia a las personas y los hogares que en la
actualidad carezcan de esa protección consultando verdaderamente a las personas y
grupos afectados.
b) Disponibilidad de servicios, materiales, facilidades e infraestructura. Una
vivienda adecuada debe contener ciertos servicios indispensables para la salud, la
seguridad, la comodidad y la nutrición. Todos los beneficiarios del derecho a una
vivienda adecuada deberían tener acceso permanente a recursos naturales y comunes, a
agua potable, a energía para la cocina, la calefacción y el alumbrado, a instalaciones
sanitarias y de aseo, de almacenamiento de alimentos, de eliminación de desechos, de
drenaje y a servicios de emergencia.
c) Gastos soportables. Los gastos personales o del hogar que entraña la
vivienda deberían ser de un nivel que no impidiera ni comprometiera el logro y la
satisfacción de otras necesidades básicas. Los Estados Partes deberían adoptar medidas
para garantizar que el porcentaje de los gastos de vivienda sean, en general,
conmensurados con los niveles de ingreso. Los Estados Partes deberían crear subsidios
de vivienda para los que no pueden costearse una vivienda, así como formas y niveles de
financiación que correspondan adecuadamente a las necesidades de
vivienda. De conformidad con el principio de la posibilidad de costear la vivienda, se
debería proteger por medios adecuados a los inquilinos contra niveles o aumentos
desproporcionados de los alquileres. En las sociedades en que los materiales naturales
constituyen las principales fuentes de material de construcción de vivienda, los Estados
Partes deberían adoptar medidas para garantizar la disponibilidad de esos materiales.

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d) Habitabilidad. Una vivienda adecuada debe ser habitable, en sentido de
poder ofrecer espacio adecuado a sus ocupantes y de protegerlos del frío, la humedad, el
calor, la lluvia, el viento u otras amenazas para la salud, de riesgos estructurales y de
vectores de enfermedad. Debe garantizar también la seguridad física de los ocupantes. El
Comité exhorta a los Estados Partes a que apliquen ampliamente los Principios de
Higiene de la Vivienda preparados por la OMS, que consideran la vivienda como el factor
ambiental que con más frecuencia está relacionado con las condiciones que favorecen las
enfermedades en los análisis epidemiológicos; dicho de otro modo, que una vivienda y
unas condiciones de vida inadecuadas y deficientes se asocian invariablemente a tasas de
mortalidad y morbilidad más elevadas.
e) Asequibilidad. La vivienda adecuada debe ser asequible a los que tengan
derecho. Debe concederse a los grupos en situación de desventaja un acceso pleno y
sostenible a los recursos adecuados para conseguir una vivienda. Debería garantizarse
cierto grado de consideración prioritaria en la esfera de la vivienda a los grupos
desfavorecidos como las personas de edad, los niños, los incapacitados físicos, los
enfermos terminales, los individuos VIH positivos, las personas con problemas médicos
persistentes, los enfermos mentales, las víctimas de desastres naturales, las personas que
viven en zonas en que suelen producirse desastres, y otros grupos de personas. Tanto las
disposiciones como la política en materia de vivienda deben tener plenamente en cuenta
las necesidades especiales de esos grupos. En muchos Estados Partes, el mayor acceso a
la tierra por sectores desprovistos de tierra o empobrecidos de la sociedad, debería ser el
centro del objetivo de la política. Los Estados deben asumir obligaciones apreciables
destinadas a apoyar el derecho de todos a un lugar seguro para vivir en paz y dignidad,
incluido el acceso a la tierra como derecho.
f) Lugar. La vivienda adecuada debe encontrarse en un lugar que permita el
acceso a las opciones de empleo, los servicios de atención de la salud, centros de atención
para niños, escuelas y otros servicios sociales. Esto es particularmente cierto en ciudades
grandes y zonas rurales donde los costos temporales y financieros para llegar a los lugares
de trabajo y volver de ellos puede imponer exigencias excesivas en los presupuestos de
las familias pobres. De manera semejante, la vivienda no debe construirse en lugares
contaminados ni en la proximidad inmediata de fuentes de contaminación que amenazan
el derecho a la salud de los habitantes.
g) Adecuación cultural. La manera en que se construye la vivienda, los
materiales de construcción utilizados y las políticas en que se apoyan deben permitir
adecuadamente la expresión de la identidad cultural y la diversidad de la vivienda. Las
actividades vinculadas al desarrollo o la modernización en la esfera de la vivienda deben
velar por que no se sacrifiquen las dimensiones culturales de la vivienda y por que se
aseguren, entre otros, los servicios tecnológicos modernos. (Asamblea General de las
Naciones Unidas, 1991)

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Analizando los diversos elementos que establece el principal organismo para la
observación del cumplimiento de los Derechos Sociales Económicos y Culturales, las
dudas se disipan. Es sencillo, resumiendo este recordatorio de las cuestiones básicas, se
ha revelado que efectivamente toda persona, sin discriminación por condición alguna,
incluso económica, tiene la posibilidad de acceder a una vivienda “digna y adecuada”.
Por tanto, toda persona tiene la posibilidad de acceder a una vivienda, definida como lugar
cerrado donde vivir/habitar, en el cual se cumplirán una serie de características que vienen
marcadas por la adecuación, tales como el acceso prioritario de los más desfavorecidos,
la protección del habitante, la disponibilidad de servicios, el seguro de que el acceso a
dicha vivienda no comprometerá “el logro y la satisfacción de otras necesidades básicas”,
etc.
En definitiva, puesto que este derecho humano a la vivienda es un derecho del cual se
disfruta por la mera condición de persona, “sin distinción alguna de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (Asamblea General de las
Naciones Unidas, 1948), lo único que se precisa es esgrimir este derecho y disfrutar de
ese hogar adecuado y justo para cada situación. Evidentemente, en este resumen final se
esconden argumentos falaces, contra los cuales se precisa de las herramientas que se
presentan en el siguiente apartado.

1.2. Tenemos el derecho, precisamos la vivienda.


En lo que respecta al ordenamiento jurídico y su incapacidad para ofrecer soluciones al
problema, obliga a superar el dogma Kelseniano tan presente en el derecho de la Europa
continental según el cual el ordenamiento jurídico es unitario, pleno y coherente, lo que
viene a implicar que tendrá respuesta para enfrentar cualquier situación y, en el caso de
que no la tuviera de manera directa, el propio ordenamiento dispondrá de los mecanismos
suficientes para aportar una salida al problema planteado. (Kelsen, 1949)
Para superar esta visión y abrir el campo de posibles respuestas a un problema claramente
multidisciplinar, se ha de estar dispuesto a replantear los esquemas clásicos de
pensamiento, tendentes a considerar cada disciplina como un departamento estanco y
puro. Se parte pues del convencimiento de las impurezas de las soluciones, es decir, en
soluciones que beban de las reflexiones provenientes desde muy diversos campos y
dispuestas a “ensuciarse” con la realidad, esto es, a adaptarse a los contextos desde las
que nacen y a las que se pretenden aplicar.
Así, de esta forma se hace necesario plantear la reflexión desde un punto de visto
marcadamente crítico. Eso sí, en el buen entendido de crítica como algo que vaya más
allá de la mera negación o denuncia de la situación actual.
Así pues, dada la línea marcada desde el inicio de revelar de manera clara las intenciones
del presente trabajo resulta interesante y necesario explicar el punto de vista desde el que

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se afronta el proceso de reflexión crítica. Esto es así aún más cuando, por gracia o por
desgracia, el abuso de la expresión “crítica” en los últimos tiempos es algo a todas luces
evidente, llegando a ser incluso menospreciado (evidentemente, no sin intereses ocultos
tras ese menosprecio) ese proceso de reflexión con eslóganes tales como “es el momento
de actuar, no de pensar”.

1.3. De la necesidad de una reflexión crítica y emancipadora: el pensamiento


económico neoliberal como prueba.
Se mencionaba anteriormente el carácter supuestamente pleno, unitario y coherente que
según el pensamiento de Hans Kelsen, dominante en la Europa Continental y, por
influencia, gran parte de Sudamérica, tiene el ordenamiento jurídico. Esta consideración
de plenitud es una característica habitual en cualquier pensamiento con pretendido
carácter hegemónico. Así, saliendo del ámbito del derecho y entrando, por ejemplo, en el
ámbito de la economía, no cabe duda que el pensamiento neoliberal ha conseguido
imponer su voluntad tanto en lo económico como en lo político, dando la sensación de
que no existe alternativa a las prácticas que, a día de hoy, se proponen para solventar los
problemas a enfrentar.
Dicha sensación no es fruto del azar: durante las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo
XX, de forma especialmente notoria tanto en Europa Occidental al amparo de la Escuela
de Viena 2 como en los Estados Unidos de América en torno a la Escuela de Chicago 3,
comienza a extenderse la idea de que el pensamiento económico estaba próximo a
alcanzar su destino histórico. Durante esos años existe una cierta efervescencia intelectual
en torno a la idea de que es posible formular una teoría económica universal y
hegemónica, entendiendo como tal aquella cuyos postulados no admiten una
argumentación en contrario, es decir, que imposibilita la existencia de una alternativa que
contradiga sus axiomas.
Espoleados por el fracaso de la teoría Keynesiana para hacer frente a la grave crisis del
petróleo de comienzos de los años 70, los pensadores neoliberales comienzan a “construir
la hegemonía” 4 que llegará a tener en la actualidad dicha escuela. El recurso será la

2
Los postulados del pensamiento neoliberal nacen en la escuela de Viena al amparo de autores como Hayek
o Von Mises. Por ofrecer al lector una fuente concreta donde se sientan las bases de este pensamiento,
Hayek, F. V. (1960): “The Constitution of Liberty”. University of Chicago Press, Chicago.
3
En diversos artículos y libros, la pensadora política Susan George hace un repaso histórico de la
“fabricación” de los principales postulados del neoliberalismo. En su artículo de reflexión Como Ganar la
Guerra de las Ideas, George hace una enumeración de estos postulados: “La libertad individual es el último
ideal social; la potencia gubernamental, si bien es necesaria, debe ser limitada y descentralizada. El
intervencionismo es vano y peligroso. La libertad económica, es decir, el capitalismo, es una condición
imprescindible para la libertad política”.
4
La constitución de una hegemonía es un proceso largo en términos cronológicos, relacionado con el
proceso de reforma intelectual y moral que da desarrollo y difusión a una nueva concepción del mundo y a
la construcción de una nueva gnoseología. Tomado de De Moraes, D. (2007): “Imaginario social, cultura y
construcción de la hegemonía”. En revista Contratiempo Revista de cultura y pensamiento, vol. 2.

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preconización de la llegada del fin de la historia, a través de una consigna que será
popularizada por la entonces Primera Ministra del Reino Unido, Margareth Tatcher, que
dictamina la imposibilidad de cualquier pensamiento que se aparte de la ortodoxia
dominante: “TINA: There is no alternative”. No hay alternativas (Berlinsky, 2008). Más
allá de la combinación de un sistema político democrático (con mayor o menor grado de
representatividad) y un sistema económico basado en el libre mercado, sólo existen la
represión y la barbarie 5.
Al final de los años 80 del pasado siglo, la caída del muro de Berlín y la consecuente
desaparición de la constante amenaza del fantasma comunista no vino sino a dar un nuevo
impulso a los teóricos neoliberales que, al ver cómo se desarticulada el sistema que servía
de contrapeso en la balanza, iban a dominar por completo el tablero de juego
internacional. Esto llevaría a Francis Fukuyama a declamar, ya oficialmente, “el fin de la
historia” (Fukuyama, 1992).
Sin embargo, ya en 1979 el intelectual galés Raymond Williams respondía así a los
pensadores ortodoxos de la época:
Por dominante que sea un sistema social, el verdadero sentido de su dominación lleva
consigo una limitación o selección de las actividades que abarca, de modo que por
definición no puede agotar toda la experiencia social, la cual, por tanto, siempre deja sitio
potencialmente para acciones e intenciones alternativas que todavía no están articuladas
como instituciones sociales o siquiera como proyectos. (Williams, 1979, pág. 252)
Lo que Williams nos recordaba hace más de 30 años, y tantos otros pensadores críticos
siguen recordándonos hoy día, es que un sistema, por muy dominante que sea, no puede
agotar toda la experiencia social. Igualmente ocurre con las teorías y pensamientos: no
importa cuán comprehensivas estas parezcan, jamás pueden abarcar la inmensa riqueza
de la acción social.
Esta es la clave de lo que se va a plantear: para alcanzar la posibilidad de formular
propuestas alternativas y emancipadoras, de nuevas ideas que alumbren la posibilidad de
otras soluciones a los problemas actuales, es necesario partir de una reflexión crítica, una
reflexión que invite a pensar que es posible la búsqueda de fisuras, o fallos si se prefiere,
en el sistema hegemónico dado. Una conciencia que permita “pensar de otro modo […]

recogemos las palabras de GRAMSCI al respecto de que “la hegemonía puede (y debe) ser preparada por
una clase que lidera la constitución de un bloque histórico (amplia y durable alianza de clases y fracciones).
La modificación de la estructura social debe preceder una revolución cultural que, gradualmente, incorpore
capas y grupos al movimiento racional de emancipación”.
5
Algunos pensadores críticos afirmarían, incluso, que las alternativas a este modelo hegemónico,
directamente, “no existen”. Como afirma de De Sousa Santos, B. (2010): “Para descolonizar Occidente –
Más allá del pensamiento abismal”. Prometeo libros, Buenos Aires, pág. 12, “no existente significa no
existir en ninguna forma relevante o comprensible de ser. Lo que es producido como no existente es
radicalmente excluido porque se encuentra más allá del universo de lo que la concepción aceptada de
inclusión considera como su otro. Más allá de esto, sólo está la no existencia, la invisibilidad, la ausencia
no dialéctica”.

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abriendo resquicios a lo que antiguamente se consideraba valioso” (Herrera Flores, Los
derechos humanos como productos culturales: Crítica del humanismo abstracto, 2005,
pág. 43). O, volviendo de nuevo a la idea de Williams, una reflexión que permita
reconocer la importancia de volver la mirada al papel crucial que en la aportación de
soluciones en materia de vivienda juegan en la actualidad la experiencia social y los
movimientos sociales.
Asumiendo pues la premisa de que sin la construcción de conciencia crítica difícilmente
se va a tener la posibilidad de elaborar unas propuestas realmente alternativas, el primer
objetivo del proceso de análisis del problema de la vivienda será identificar cuáles son las
bases sobre las que se asienta dicha conciencia crítica. Se trata de una pregunta clave,
previa incluso a la de plantear qué tipo de soluciones se pretenden llevar a cabo, ya que,
tal y como afirmaba Lukács en 1919 (Lukács, 1987, 1919), no puede haber una práctica
de clase, ni puede haber una reflexión teórica de clase, si no se construyen antes los
elementos básicos de una conciencia crítica. A identificar tales elementos se dedica el
siguiente epígrafe.

1.4. El significado de “crítica”.


Antes de abordar cuáles son los elementos facilitadores o promotores de una conciencia
crítica, es necesario plantear, como se indicaba anteriormente, qué significado se concede
al término “crítica”. En un ejercicio etimológico, se puede descubrir que la palabra crítica
proviene del vocablo griego kritikós (κριτικός), que albergaba en su interior una noción
doble: el concepto de crisis y el concepto de criterio.
1) El concepto de crisis.
En los últimos años, a raíz del colapso económico y social sufrido de manera
especialmente virulenta en las economías más desarrolladas, el concepto de crisis se ha
erigido como una palabra maldita, continuamente repetida como principal referencia del
ambiente de miedo dominante. Sin embargo, etimológicamente hablando, se entiende que
una crisis se genera cuando se abre o se cierra una posibilidad, es decir, por crisis
entenderíamos el desencadenamiento de una potencialidad.
La crisis se configura como el momento en que las fisuras de un modelo hegemónico
dado se hacen más patentes, potenciando la aparición de focos de resistencia crítica. Pero
esta crítica ha de ser concebida en un sentido éticamente aséptico, ya que los efectos de
su cristalización pueden ser tanto emancipadores como conservadores. Aquí es donde
entra en juego el criterio.
2) El concepto de criterio.
El criterio es aquello que permite, de la manera que sea, esto es, de una manera
emancipadora o conservadora, afrontar la crisis presentada. El criterio será pues la

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dirección que se le dé al periodo de reflexión que se posibilita tras la entrada en crisis de
un sistema hegemónico dado.
Una misma situación de crisis, por tanto, puede dar como resultado una reflexión crítica
reaccionaria o una reflexión crítica emancipadora. El hecho de que un pensamiento crítico
tenga carácter emancipador o reaccionario es una elección que se debe tomar, y justificar.
En síntesis, cuando a lo largo del presente trabajo se haga referencia a una conciencia (o,
más adelante, a propuestas) crítica, se estará hablando de aquélla que reconoce y facilita
la búsqueda de criterios que permitan abordar los momentos de crisis o cambio desde una
perspectiva emancipadora.

1.4. Las razones de una opción emancipadora.


Se trata de dos razones principales:
1) Porque la opción política e ideológica desde la que se parte lleva a entender que
las propuestas y soluciones hasta ahora desarrolladas en materia de vivienda no han
podido solventar los graves problemas de acceso que actualmente aparecen en la
sociedad. Por ello, se cree más necesario que nunca encontrar un criterio realmente
emancipador que permita ajustar las soluciones a las necesidades reales y, si fuera
necesario, adentrarse en la búsqueda de nuevas ideas y propuestas no contempladas en la
actualidad. En definitiva, se cree necesario un criterio no restrictivo que permita ampliar
el hasta ahora ineficiente abanico de opciones a la hora de enfrentar los diversos
problemas relacionados con el acceso a una vivienda digna y adecuada.
2) Porque se parte del convencimiento de que los criterios hasta ahora adoptados
en materia de vivienda, en su mayoría no han conseguido aliviar la situación de necesidad.
Al contrario, muchos de esos criterios adoptados son responsables directos de gran parte
de las gravísimas situaciones que en materia de vivienda se pueden encontrar hoy día.
Entendemos que una reflexión crítica emancipadora es aquella que sabe reconocer que,
por mucho que el lenguaje de las normas diga que todas las personas son iguales, dicho
lenguaje no tiene carácter descriptivo sino, de manera lógica, normativo. Es decir, de
entrada no se da dicha igualdad; el hecho, antes, es la desigualdad. Si no se es capaz de
detectar y aceptar que se parte de situaciones de desigualdad, en posiciones objetivamente
distintas ante una misma realidad, nunca podrán ser afrontadas emancipadoramente las
consecuencias reales de, por seguir con el ejemplo, la revisión de determinadas normas
jurídicas.
Esta distancia respecto a la realidad, esta falta de reconocimiento, puede tener como
consecuencia la caída en una teoría crítica reaccionaria, que contrariamente a lo deseado
venga a cerrar las posibilidades abiertas por la crisis.
La capacidad de discernir ha de servir por tanto para reconocer las diferencias entre
conceptos normativos, o cómo debería ser la realidad, y conceptos descriptivos, o cómo

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es la realidad. Se entiende consustancial a una reflexión crítica que se pretenda
emancipadora la capacidad para entender que las diferencias -por ejemplo la clase social,
por seguir con el ejemplo de Lukács- son un hecho descriptivo, algo que permite percibir
que unos están colocados en una posición subordinada respecto a otros, es decir, que unos
son excluidos y otros incluidos; unos explotados y otros explotadores o; más centrado en
el caso de la vivienda, entre personas incluidas en el juego del mercado con capacidad de
acceder a una vivienda siguiendo las reglas de juego y personas excluidas de dicha lógica.
Incluso, por qué no, se puede y debe analizar al detalle la realidad y desmenuzar diversas
situaciones dentro de categorías aparentemente unívocas. Así, dentro de propietario, se
puede encontrar, entre otras situaciones, la persona que posee y habita una casa; la
persona que posee, no habita y la pone a disposición de otras personas para su alquiler; o
la persona que posee un inmueble pero lo trata como cualquier otro activo financiero,
siendo su objetivo principal la obtención de un beneficio económico mediante dicho
inmueble.
Mediante dicho ejercicio se puede conseguir realizar una reflexión crítica que permita
favorecer el reconocimiento de la realidad más allá de la ilusión que en ocasiones puede
provocar la perspectiva normativa, que bajo el paraguas de la universalidad, nos puede
llevar a errores y asunciones precipitadas como por ejemplo veíamos mediante la falacia
inicial al que pretendidamente se inducía en el primer apartado de este escrito.
Así, en definitiva, se parte de la convicción de que el lenguaje de una reflexión crítica que
se pretenda emancipadora debería ser siempre deóntico, de deber ser, porque lleva
implícito que se parte de una situación de hecho que cabe modificar. O por cerrar con una
clásica paradoja jurídica, ¿qué sentido tiene una norma que declara que todas las personas
son iguales ante la ley, si de facto ya lo son? O de manera más concreta en el tema que se
trabaja, ¿qué sentido tiene una norma que declara que todas las personas tienen derecho
a disfrutar de una vivienda digna y adecuada, si de facto, ya disfrutamos de dicho acceso?
La realidad es que todas las personas deberían ser iguales ante la ley de igual forma que
todas las personas deberíamos poder disfrutar de una vivienda digna y adecuada, razón
social que justifica la existencia de dicho precepto normativo.
2. Otro elemento básico para emprender una reflexión crítica, como ya se ha adelantado,
es el reconocimiento de que no puede haber una teoría ni un sistema que agote el “hecho”,
el contexto, la práctica social de la cual emerge y a la cual se quiere aplicar. No caben
teorías ni respuestas sistémicas, una teoría no puede llenar el espacio situación-teoría-
situación completamente. Una reflexión crítica, por tanto, ha de ser antisistémica, en el
sentido de que asume que toda teoría sistémica no es sino un engaño ideológico.
Siguiendo con las paradojas, esta inagotabilidad de todo sistema ha sido fundamentada
teóricamente mediante el teorema de incompletitud de Gödel 6, que no viene sino a

6
Teorema tremendamente conocido al poder ser expresado mediante ese clásico juego infantil consistente
en construir una casa, con tejado y con una X en el centro sin levantar el lápiz del papel ni repetir el trazo.
La única forma de conseguir tal hazaña será escapando al tejado para volver al centro.

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demostrar que todo sistema necesita, para ser interpretado, un punto básico en el que
apoyarse que se encuentra fuera del mismo. Este punto externo obliga a recurrir
continuamente al mismo para justificar dicha teoría y la conveniencia de la misma.
En el caso de las ciencias sociales y, más en concreto, en el ámbito del problema de la
vivienda que se trabaja, ese punto de apoyo externo ha de ser la práctica social de la que
emerge, la realidad social de desigualdad, exclusión y pobreza a la que aspira a ofrecer
resultados. Modelos generalistas y descontextualizados, como lo fuera en su día el
Consenso de Washington, deberían ser directamente cuestionados si son abordados desde
una perspectiva de conciencia crítica emancipadora, pues ignoran la realidad de que todo
proceso de transformación social ha de partir de la situación a la cual intenta aplicarse.
3. Por último, una reflexión crítica dirigida a establecer criterios que permitan abordar las
crisis de un modo emancipador requiere aplicar resistencias a las teorías. No se trata de
un ejercicio tanto de fuerza como de enfrentamiento de la misma a diversas realidades.
Al buscar el enfrentamiento con la teoría, al problematizar la realidad, se está
reconociendo la exterioridad del mundo y, de igual forma, se permite que el sujeto que
comienza a actuar de una manera crítica tras los dos pasos anteriores, pueda cuestionar
positivamente las relaciones que se presentan como “inmutables y/o trascendentes a las
capacidades humanas de hacer y deshacer mundos” (Herrera Flores, Los derechos
humanos como productos culturales: Crítica del humanismo abstracto, 2005, pág. 50). La
problematización mediante la aplicación de resistencias a las teorías se desarrolla en tres
planos fundamentales:
a) Abriendo la teoría o el hecho a analizar a la realidad histórica. Es decir,
realizando el análisis del contexto histórico en el que surge la teoría y, en una segunda
fase, planteando la adecuación de dicho contexto histórico a las necesidades y situaciones
actuales.
b) Abriendo la teoría o el hecho a analizar a los contextos sociales de los que surge
y a los que tiene que aplicarse. Es decir, analizando en qué medida la teoría que se
pretende aplicar recoge las reales reivindicaciones que surgen del contexto social en el
que se desea aplicar y, en una segunda fase, en qué medida permite otorgar respuestas a
dichas reivindicaciones.
c) Abriendo la teoría a las necesidades, a los intereses y a las expectativas que
subyacen a la propia teoría. O expresado de otra forma y conectando con la primera idea
que se planteaba sobre ser conscientes de las diversas posiciones, plantear el análisis de
hasta qué punto el contexto social al que se aplica la teoría es o no uniforme, o de manera
más específica, hasta que punto las necesidades, intereses y expectativas son uniformes
dentro del contexto social al que se aplica.
En suma, se estará produciendo un proceso de resistencia a la teoría si se produce un
análisis que pueda permitir asegurar que la teoría responde a las necesidades históricas,
sociales y dialécticas que, materialmente, han impulsado su creación. Es este proceso de

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oposición, este proceso de responder a preguntas a veces incluso incómodas, que hacen
poner en duda incluso la efectividad de los propios planteamientos iniciales, permitirá
alcanzar propuestas realmente efectivas para atender las verdaderas necesidades de las
personas en sus diferentes contextos y situaciones.

1.5. ¿Para qué sirve una reflexión crítica emancipadora?


Como afirmaba Virginia Woolf en las primeras líneas de su imprescindible Una
habitación propia, “cuando un tema se presta mucho a controversia […] uno no puede
esperar decir la verdad. Sólo puede explicar cómo llegó a profesar tal o cual opinión”
(Woolf, 2001, 1929, pág. 12).
En ciencias sociales, más aún cuando éstas se abordan desde una perspectiva ética, no
siempre es necesario, ni siquiera posible, argumentar la verdad inmutable de tal o cual
posicionamiento. Sin embargo, sí es ineludible reconocer y saber justificar el por qué de
ese posicionamiento, las “decisiones iniciales”, en palabras de Umberto Eco. En el caso
que compete a esta investigación, ya se ha venido recalcando de manera repetida, se parte
de un proceso de reflexión pretendidamente emancipador.
La razón última que subyace a este posicionamiento ético parte del convencimiento de
que, de manera previa a la proposición de verdaderas alternativas, es necesario promover
una reflexión que provea de herramientas para desnaturalizar el pensamiento 7, o dicho de
otro modo, para cuestionar el pensamiento dominante que sigue remitiendo a las mismas
soluciones infructuosas una y otra vez. Un mero análisis de los daños del problemas, sin
atreverse replantearse las causas estructurales que provocan dichos efectos, llevará
únicamente a una suerte de proceso de colocación de parches que irán alejando cada vez
más la consecución de los verdaderos objetivos que supuestamente se plantearan al inicio.
Se debe ir más allá de la mera denuncia de los efectos nocivos del sistema económico-
político basado en las teorías neoliberales instaladas desde hace ya más de cuatro décadas
en el mundo occidental. Se debe ir más allá, se debe, como hiciera Alicia, cruzar el espejo
y replantearse lo que el sistema dominante pretende establecer como LA única realidad
(Carrol, 1982).
Se tiene el convencimiento de que sólo emprendiendo ese proceso de reflexión impura,
contaminada de contexto, dispuesta a quitar las vendas que impiden ver las diversas

7
No pocos autores utilizan como sinónimo de esta expresión la de descolonizar el pensamiento (el propio
De Sousa Santos, entre ellos). No obstante, en la presente publicación se ha optado por la expresión
desnaturalizar por cuanto elimina toda concepción de dominación Norte-Sur. Entendemos la conciencia
crítica como aquella que se rebela contra cualquier intento de homogeneizar el pensamiento y
descontextualizarlo de la realidad histórica, social y económica de la que emerge, tratando de presentar
como cuestión natural lo que no puede ser sino una expresión cultural concreta (aún cuando no
expresamente manifiesta). La colonización del pensamiento ha sido, y aún hoy es, una manifestación
específica de dicho intento de naturalizar una expresión cultural e histórica concreta. Pero a la vez es sólo
esto, un ejemplo hodierno que no por ello debe monopolizar el discurso de resistencia contra los sucesivos
intentos de cercenar cualquier posibilidad de alternativa al sistema dominante.

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situaciones de partida, las distintas necesidades, las distintas historias y, en definitiva, las
distintas realidades, se podrá ser capaz de construir las herramientas adecuadas para
facilitar la creación de condiciones sociales, económicas y culturales que permitan el
acceso real a una vivienda digna y adecuada. En definitiva, se pretende, como Derrida
sugiere, pensar la diferencia y pensar desde la diferencia (Derrida, 1999).
Presentadas las guías que marcarán el análisis en el siguiente apartado se volverá a
preguntar sobre el concepto de vivienda, tratando de buscarse las pistas que permitan
vislumbrar ese proceso de mercantilización del derecho humano a la vivienda.

2. La vivienda enjaulada.
Planteadas las bases ideológicas que enmarcarán los diversos análisis a realizar y,
evidenciadas las primeras contradicciones, es el momento de retomar la cuestión que se
tomaba como punto de partida: El significado del derecho a la vivienda, o de manera más
concreta en esta segunda fase, analizar hasta qué punto la paulatina mercantilización de
la vivienda supone un violación flagrante del derecho a dicha vivienda.
De la relectura de dicho primer apartado y las nociones aportadas en los subsiguientes,
no cabe duda que se desprende una grave contradicción. La misma que ha motivado una
explicación minuciosa de las herramientas metodológicas a utilizar para tratar de analizar
las razones de dicha ruptura entre teoría, representada por el derecho al acceso a una
vivienda digna y adecuada, y la realidad, representada por la complejidad de un mercado
inmobiliario que prácticamente imposibilita dicho acceso a cualquier tipo de vivienda (ni
tan siquiera digna y adecuada en el sentido de los textos legales expuestos) a un elevado
porcentaje de la sociedad.

2.1. El circuito cerrado de la mercantilización de la vivienda.


El análisis detallado de las diversas reglas y criterios que regulan la ordenación del
mercado inmobiliario, con especial interés en el periodo que se inaugura a mediados de
los años 90, lleva, como se verá, a la conclusión de que consiste en la aplicación
sistemática y sin alternativa de un circuito cerrado compuesto de al menos cuatro
fenómenos muy interrelacionados entre sí 8. Para su demonstración, se presenta un

8
El análisis del problema a través de circuitos o círculos no es en absoluto casual, ya que proviene del
ámbito del desarrollo y tiene una gran significación en el problema que nos ocupa en la actualidad. La
conocida como “doctrina de los círculos viciosos”; cuyos principales representantes fueron Hans W. Singer,
Ragnar Nurkse y Gunnar Myrdal (véase HIDALGO CAPITÁN, A.L. El pensamiento económico sobre
desarrollo. De los Mercantilistas al PNUD. Universidad de Huelva, Huelva, 1998, pp. 80-87); es uno de
los pilares de la teoría de la modernización que presentaba el economista estadounidense Walter Whitman
Rostow a mediados del siglo XX, considerado como uno de los principales ideólogos del modelo de
desarrollo economicista que se iba a imponer como hegemónico. Esta doctrina, de igual modo que hacía
Rostow, consigue mostrar una visión extremadamente optimista del problema del subdesarrollo del que se
saldría con una serie de sencillas recetas que consigan romper dichos círculos. Recetas que, de manera muy
resumida, pasan por incrementar el ahorro, ya que la falta de este genera una baja inversión en la región

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ejercicio según el cual se irán detallando de manera abstracta los diversos pasos del
circuito, para pasar acto seguido a aportar evidencias que resalten como dicho circuito
puede observarse en la realidad. La construcción de dicho circuito llevará inevitablemente
a la conclusión que se adelantaba en el apartado anterior sobre como el proceso paulatino
de mercantilización de la vivienda ha provocado un incumplimiento flagrante del
mandato recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, no tanto por
impedir el acceso a una vivienda digna, sino por no impedir, o más al contrario, favorecer,
la especulación, así como una muy escasa o nula participación de la sociedad en las
plusvalías de la acción urbanística.
Se comienza el ejercicio partiéndose de una pregunta clave: ¿Por qué motivos no se puede
acceder libremente a la vivienda cuando sobran recursos, territorios y materiales de
construcción? La respuesta viene dada por esa suerte de circuito cerrado que se impone
como vía única fruto de las enseñanzas de la economía neoclásica. Dicho circuito podría
ejemplificarse de la siguiente manera 9:
2.1.1. Paso 1: La desregularización regulada del mercado.
En primer lugar, se propone como punto de partida para el bienestar de cualquier sociedad
asegurar a cualquiera que tenga suficiente capital la apropiación privada de todos los
recursos, incluidos como no el territorio y la vivienda. Cualquier persona que tenga
suficiente capital podrá comprar todos los recursos, incluidos los servicios esenciales, de
un país cualquiera. Para que ello sea posible, las normas y regulaciones promoverán y
protegerán tal actividad, favoreciendo que nada quede fuera del mercado, incluidos los
servicios esenciales para la comunidad, los cuales podrán ser apropiados y privatizados
por quien tenga capital para ello. Es decir, existirá una regularización que
paradójicamente promueve y protege la desregularización.
2.1.2. Paso 2: la construcción de la escasez.

subdesarrollada y por ende una baja renta; incremento que en sus primeros pasos deberá ser asumido por
capital extranjero, dando pie a la justificación de las inversiones, créditos y ayudas supuestamente neutrales
ofrecidos por el FMI y Banco Mundial a partir principalmente de los años 70. Sin embargo, esa simplicidad
no permite ver la verdadera esencia del problema que se encuentra en el funcionamiento de un modelo
económico que se asume como dado, por lo que resulta interesante utilizar la misma técnica justificatoria
para visibilizar los problemas de dicho modelo. Para conocer más sobre la doctrina de los círculos viciosos,
véase MYRDAL, G. Asian Drama. Penguin, Harmondsworth, 1968; NURKSE, R. Problemas de la
formación del capital en los países insuficientemente desarrollados. Fondo de Cultura Económica, México
D.F., 1973(1953 1ª edición); SINGER, H. W. Los modelos keynesianos del desarrollo económico y sus
limitaciones. Un análisis a partir de la obra de Gunnar Myrdal Asian Drama. En SINGER, H.W.
Estrategias del desarrollo internacional. Ensayos sobre el atraso económico. Fondo de cultura Económica,
México D.F., 1981 (1ªEdic. 1975), pp. 45-66. Igualmente, para conocer más sobre el planteamiento de
Rostow en el campo del desarrollo, véase ROSTOW, W.W. The stages of economic growth: a non-
communist manifesto. Cambridge University Press, Cambridge, 1990
9
La ejemplificación de este circuito cerrado que inspira la economía neoliberal surge del análisis de
RODRÍGUEZ CÓRDOVA, R. Economía y recursos naturales: una visión ambiental de Cuba. Apuntes
para un libro de texto. Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, 2002, pp.30 y ss.

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En segundo lugar, de manera consecuente al paso primero, al perder la condición de
bienes públicos a los cuales todos y todas pueden acceder, es decir, al ser privatizados,
los lugares donde una persona podía cobijarse se convierten automáticamente en bienes
“escasos” que hay que poder comprar para satisfacer las necesidades correspondientes.
Esa referencia a la “escasez” se identifica con el proceso a partir del cual unos bienes (por
muy limitados o muy accesibles que sean), dejan de estar “a mano de todos”, en otros
términos, dejan de ser bienes comunes, para convertirse en bienes que se deben obtener
mediante el pago de dinero. 10
En otros términos, esto implica que las actuaciones que un organismo público deseara
realizar para paliar los potenciales efectos nocivos de dicha escasez, tal y como sería la
imposibilidad de acceso al bien por falta de las condiciones económicas exigidas, ahora
deben hacerse siguiendo las reglas del propio mercado.
En definitiva, una vez confirmada la conversión de bien público a privado, o en los
términos del análisis, de bien público garante de un derecho de las personas, a mercancía,
se procede al siguiente paso.
2.1.3. Paso 3: la confianza en la eficiencia del mercado.
Como ya no se trata de bienes públicos que deban de ser promovidos y garantizados por
el Estado, sino bienes que pertenecen a entidades, personas o empresas privadas, esto es,
mercancías, los economistas neoliberales afirman que la mejor manera de asignarlos es a
través de un mercado libre de toda regla o constricción institucional. Según la economía
neoliberal dominante, el mercado asigna por sí mismo, de la manera más eficiente posible,
los recursos que las privatizaciones han convertido en escasos. Ya no será la autoridad
pública la que intente crear las condiciones para satisfacer las necesidades de sus
ciudadanos y ciudadanas, sino la “mano invisible” del mercado será la que aportará a cada
uno según sus méritos y según la cantidad de dinero que pueda dedicar para abastecerse.
No es necesario, pues, algún tipo de intervención ajena. Es decir, la economía de mercado
funciona por sí sola 11.

10
En este sentido, resulta muy interesante el ejemplo que ponía el economista y antropólogo Karl Polanyi,
el cual hablaba de un predicador que daba sus sermones a todo el mundo por el mero hecho de evangelizar
(sus sermones eran “públicos” y todos los que querían podían acceder a ellos); hasta que un día, al ver el
éxito de sus prédicas, decidió cobrar una cantidad de dinero para ser escuchado. De ser un bien público,
pasó a ser un bien escaso, por el que había que pagar dinero para su acceso. Ver este análisis en PRIETO,
C. Karl Polanyi: Crítica del Mercado, Crítica de la Economía. Política y Sociedad, Nº 21, 1996; así como
STANFIELD, J.R. The Economic Thought of Karl Polanyi. MacMillan, Londres, 1986.
11
La ideología económica neoliberal que se consigue imponer en los círculos académicos y políticos a raíz
de las crisis del petróleo en los años 70 y la incapacidad de las recetas keynesianas para solventar la
situación, tiene su origen o epicentro más destacado en la conocida como Escuela de Economía de Chicago,
con autores ganadores del premio nobel de economía como George Stiler, Milton Friedman o Friedrich
Von Hayek entre otros. Las teorías de la Escuela de Chicago, que aún se encuentran detrás de muchas
políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, se caracterizan por el apoyo radical y
absoluto al libre mercado. En relación a este tercer punto del circuito descrito, Hayek llega a afirmar en una
de sus obras más destacadas que “It was men's submission to the impersonal forces of the market that in
the past has made possible the growth of a civilization which without this could not have developed; it is
by thus submitting that we are everyday helping to build something that is greater than anyone of us can

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2.1.4. Paso 4: Acumulación de capital
Una vez introducidos los bienes teóricamente públicos (por su carácter de teóricos
garantes de derechos de los ciudadanos como son el territorio y la vivienda) en el juego
del mercado, una vez convertidos en bienes escasos, y sometidos a las reglas estrictas del
mercado, las personas que puedan obtener la propiedad de dichos bienes los podrán usar
según su libre albedrío, lo que incluye incluso la posibilidad de venderlos y de ese modo
“acumular capital”. Es decir, se favorece la posibilidad de obtener más capital que el que
anteriormente se tenía, con la posibilidad así poder seguir apropiándose de más recursos.
Una vez obtenidos más capitales y, consecuentemente, ampliada la posibilidad de
apropiarse privadamente de más recursos, se amplía el círculo de la escasez, se legitima
la “no intervención” de las manos invisibles del mercado que, al final, permitirá
“acumular más capital” para poder volver al principio y así en adelante, con el agravante
que la acumulación favorece la concentración de capital, tanto monetario como
inmobiliario, en cada vez menos manos, lo que acentúa la situación de escasez y potencial
injusticia social.
Esto es, el circuito cerrado que se describe se enroca en si mismo retroalimentándose de
manera continua y estableciendo varias barreras de contención para frenar, o más
concretamente para desviar los posibles ataques al mismo, consistente en cada uno de los
pasos que se han ido describiendo hasta ahora. Así, por ejemplo, una denuncia de la
acumulación excesiva de viviendas en unas pocas manos, con el consecuente incremento
desorbitados de precios (lo que sería una crítica al paso 4), no ataca la verdadera raíz del
problema, la mercantilización de un bien público como debiera ser la vivienda. Una
medida que trate de limitar el precio de la vivienda no supone una solución a la causa de
los problemas, la mercantilización de un bien público como debiera ser la vivienda. De
esta forma, el planteamiento de soluciones sólo se puede hacer tras el análisis crítico
global en los términos planteados en el primer apartado.
Hasta aquí, resulta importante el inciso, se describe lo que podría considerarse el circulo
vicioso de la apropiación ligado a la economía real, esto es, ligado a la compra venta más
o menos directa del bien escaso (vivienda y/o territorio en el caso descrito) como
mecanismo único de acumulación de riqueza, circuito inspirado por el análisis de
RODRÍGUEZ CÓRDOVA (Rodríguez Córdova, 2002). Este proceso descrito, se ha
podido comprobar como es más que suficiente para confirmar el proceso de
mercantilización de lo que en inicio se presente como un bien que garantiza un derecho
de todas y todos. Sin embargo, el avance desde mediados de los años 70 del siglo pasado

fully comprehend”, en HAYEK, F.A. The Road to Serfdom. Routledge, Londres, 2001 -1ª Ed. 1944-, p.
210. Es decir, no se confía, sino que se asume que, por un lado el mercado es un ente libre y eficaz,
retomando la idea de la mano invisible de Adam Smith; y que la sumisión al mismo es la única vía al
desarrollo. Para entender aún más el pensamiento liberal, véase HAYEK, F.A. Los fundamentos de la
libertad. Unión Editorial, Madrid, 2006; FRIEDMAN, M. Una teoría de la función del consumo. Alianza
Universidad, Madrid, 1985 (1ª ed. 1957); y FRIEDMAN, M. Price Theory. Transaction Publishers, New
Jersey, 2007.

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de la ideología neoliberal basada en promover la mínima intervención del estado en la
economía, que se vio refrendada por la paulatina liberación y desregularización de los
mercados financieros internacionales desde los últimos años de la década de los 80, va a
tener una especial importancia en lo que concierne al proceso de mercantilización de la
vivienda. En especial, más allá de la posibilidad para cualquier persona de invertir sus
recién adquiridos recursos de manera global sin prácticamente ningún control, surgen dos
hitos en la historia reciente de vital importancia:
1) La derogación por parte del Congreso de los Estados Unidos de la ley
Glass-Steagall 12 en noviembre de 1999, según la cual se eliminaba la división entre
bancos de inversión, que tradicionalmente se habían encargado de organizar las ventas
de bonos y acciones, con un perfil por tanto alto en lo que a riesgo se refiere; y los
bancos comerciales, cuya principal función hasta ese momento habría sido prestar y
administrar el dinero de empresas y personas, lo que tradicionalmente les había llevado
a tener un perfil más bajo en cuanto a exposición a operaciones de riesgo se refiere.
2) La decisión de abril de 2004 de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados
Unidos (SEC en sus siglas en inglés), según la cual los grandes bancos de inversión
podrían aumentar su ratio de deuda sobre capital de 12:1 a 30:1.
Estas dos decisiones, plantean un panorama que exige introducir un quinto paso en el
circuito cerrado descrito, el cual vendrá a acentuar de manera exponencial los efectos
nocivos que se han ido señalando a lo largo del análisis.
2.1.5. Paso extra: crecimiento desmedido del apalancamiento financiero.
Si se ha logrado la apropiación de los bienes, no necesariamente la venta, sino la mera
ostentación del título de propiedad, o mejor aún, la mera ostentación del compromiso de
devolución del dinero prestado para la compra (esto es, la hipoteca), son aval suficiente
para que la propiedad entidad financiera que ha concedido dicha hipoteca pueda obtener
una financiación de hasta 30 veces por encima del valor de los bienes poseídos, lo cual
puede ser utilizado en mercados derivados como futuros u opciones que, de manera
absolutamente independiente al valor de la vivienda en sí, podrían reportar beneficios que
incrementarían de una manera exponencial los obtenidos de la mera compra-venta de
bienes y servicios.
Por tanto, en el panorama descrito, no sólo se produce una transformación radical de un
bien garante de un derecho de todas y todos, el acceso a una vivienda digna, en una
mercancía más regulada por las fuerzas y reglas del mercado “eficiente”, sino que, más
aun, es introducido en una suerte de mercado transversal en el que el precio del bien ni
tan siquiera viene regido por las reglas clásicas de la economía, esto es, la ley de la oferta
y la demanda del bien en sí.

12
Nombre colloquial que recibe la Ley “Banking Act” de 16 de junio de 1993 de los Estados Unidos de
Norte América.

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El precio del bien, como se infiere del punto quinto del circuito, no viene marcado
únicamente por el deseo de poseer el bien en sí, sino que a ello se le une el deseo de
ostentar los títulos de propiedad e hipoteca como formas de apalancar nuestras posiciones
de inversión en mercados que poco o nada tienen que ver con el acceso a una vivienda
digna.

3. Conclusiones y posibles vías de escape al circuito cerrado de mercantilización de


la vivienda.
Lo que debiera ser un bien público garante de un derecho humano reconocido en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, pasa a convertirse en una
mercancía más, sometidas a las mismas reglas del mercado que cualquier otra.
Esto implica que podamos confirmar la hipótesis que se presentaba al inicio del apartado:
el proceso paulatino de mercantilización de la vivienda ha provocado un incumplimiento
flagrante del mandato recogido en la Declaración Universal, no tanto por impedir el
acceso a una vivienda digna, sino por no impedir, o más al contrario, favorecer, la
especulación, así como una muy escasa o nula participación de la sociedad en las
plusvalías de la acción urbanística.
Por ende, las soluciones no pueden pasar únicamente por paliar los efectos nocivos del
circuito. Es evidente que dichos efectos han provocado una situación de verdadera alarma
social. Ahora bien, sería un error grave centrarse en la solución pasajera de consecuencias
sin entrar al análisis frontal de las verdades causas y raíces del problema.
La salida pues, pasa necesariamente por la ruptura del círculo vicioso de la ideología
dominante y encontrar nuevas respuestas a nuevas preguntas, nuevas medicinas para
nuevos diagnósticos.
Lo resaltaba, hace ya más de dos décadas, Michael Barratt Brown en su ejemplar texto
Models in Political Economy. Si realmente se desea construir un nuevo modelo, se deben
romper los barrotes de la jaula de hierro 13 de lo que se ha denominado el circuito cerrado
en que la ideología neoliberal ha atrapado al derecho a una vivienda digna.

13
La metáfora de la “jaula de hierro” (en principio incorrectamente traducida al castellano pues sería “férreo
estuche” del alemán original, sin embargo alcanzó mayor fortuna y extensión la traducción “Iron Cage”
que realizó al inglés Talcott Parsons) es utilizado por primera vez por Max Weber en el contexto de la ética
protestante y su relación con el pensamiento capitalista (véase WEBER, M. La ética protestante y el espíritu
del capitalismo. Mestas Ediciones, Madrid, 2002). Siguiendo a Lawrence A. Scaff, El punto de acceso para
interpretar a Weber, es la comprensión del destino que se impone ante el ser humano en el momento
histórico presente, es decir, la fatalidad del hombre en el mundo moderno. En este sentido Scaff interpreta
la idea de Jaula de Hierro desde la relación de Weber con Marx y con Nieztche, y las posibles vías de escape
que se abren desde sus propuestas. Pero, por otra parte, aunque consciente de las consecuencias de la
sociedad capitalista y moderna, Weber es bastante escéptico respecto a esta posibilidad de una salida
socialmente construida. Y surge la otra posibilidad, que es el intento de recuperar el sentido desde el propio
individuo que puede transformarse en “el dueño de su propio destino”. Scaff lo vincula con lo que hoy se
lee como una interpretación posmoderna de Nieztche, donde la salida (más aparente que real) es la huída
hacia el individualismo manifestada en la estética, el erotismo, en el desarrollo de una cultura del disfrute,

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447
Para ello, se propone la posibilidad de plantear otros modelos partiendo de cuatro pre-
requisitos (Barrat Brown, 1984, págs. 181-288):
1. Existe la posibilidad de establecer una amplia variedad de tipos y formas de
propiedad de los medios de producción y de distribución.
2. Oposición a la producción de escasez, restringiendo al mínimo las posibilidades de
apropiación individual e irrestricta de los bienes.
3. Divulgación en la mayor medida de lo viable de aquellas posibles informaciones
acerca de diferentes y alternativas formas de asignación de recursos que no dependan de
las “invisibles”, pero realmente existentes, reglas del mercado auto-regulado.
4. Recuperar la noción de los commons, es decir, de los bienes comunes que no deben
estar sujetos al proceso continuo de acumulación de capital (Barrat Brown, 1984, págs.
386-387).
Sólo rompiendo el muro construido alrededor del circuito cerrado mencionado que
confluye en un tipo de mercado dominado por los procesos de acumulación del capital,
se podrá vislumbrar que hay otras vías y que las mismas deben ser construidas entre todas
y todos en un marco democrático en el que se disfruten las necesarias condiciones de
igualdad para poder “hacer valer” cada propuesta sin imposiciones ni neo-colonialismos

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