Auto Supremo Competencia Juez Familiar

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AUTO SUPREMO
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA

SALA CIVIL

Auto Supremo: 1070/2018

Sucre: 30 de octubre de 2018

Expediente: CB-05-18-S Partes: Marina Valencia Garrut. c/ Donaciano Villarroel Muriel.

Proceso: División y partición de bienes gananciales. Distrito:

Cochabamba.

VISTOS: El recurso de casación de fs. 533 a 541, interpuesto por Marina Valencia Garrut, contra el Auto de Vista de

fecha 16 de octubre de 2017 de fs. 517 a 522 vta., pronunciado por la Sala de Familia, Niñez y Adolescencia del

Tribunal Departamental de Justicia de Cochabamba, dentro del proceso sobre división y partición de bienes

gananciales, seguido por la recurrente en contra de Donaciano Villarroel Muriel; la contestación al recurso de fs. 544 a

551 vta.; Auto de Concesión del recurso de fecha 19 de enero de 2018 de fs. 553; el Auto Supremo de admisión de fs.

558 a 559 vta.; los demás antecedentes procesales; y:

CONSIDERANDO I:

ANTECEDENTES DEL PROCESO

La Juez Publico de Familia, Niñez y Adolescencia Nº 1 del municipio de Sacaba perteneciente al Tribunal

Departamental de Justicia de Cochabamba, pronunció la Sentencia de fecha 01 de septiembre de 2016, cursante de fs.

433 a 437, por la que declaró PROBADA la demanda de división y partición que cursa en fs. 45 a 48.

Resolución de primera instancia que fue apelada por Donaciano Villarroel Muriel, mediante el escrito que cursa de fs.

449 a 459, a cuyo efecto la Sala de Familia, Niñez y Adolescencia del Tribunal Departamental de Justicia de

Cochabamba mediante el Auto de Vista de fecha 16 de octubre de 2017, cursante de fs. 517 a 522 vta., y sus Autos

complementarios de fs. 525 y 528, REVOCÓ el Auto de 12 de agosto de 2016 y la Sentencia de 1 de septiembre de

2016, señalando que si bien está acreditada la ganancialidad del bien inmueble motivo de la presente litis, no es menos

cierto que el referido predio resulta siendo propiedad agraria, extremo que se halla acreditada por la documentación

cursante en obrados, además que esta se encuentra en posesión del demandado, cumpliendo los principios de la

función social y económica, conforme establece el art. 41 de la Ley 3545 que modifica la Ley Nº 1715 (Ley INRA); por

ende al tratarse de un bien de naturaleza agraria está sujeta o sometida al procedimiento previsto por dicha Ley, esto

es que el mismo debe ser resuelto respecto a su división y partición por la judicatura agroambiental en razón de la

naturaleza del bien en cuestión, tal cual expresa el art. 23 de la Ley Nº 3545 que sustituye los numerales 7 y 8 del

paragrafo I del art. 39 de la Ley 1715.

Resolución que fue impugnada mediante el recurso de casación de fs. 533 a 541, interpuesto por Marina Valencia

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Garrut.

CONSIDERANDO II:

DEL CONTENIDO DEL RECURSO DE CASACIÓN

II.1. Recurso de casación en contra del Auto de Vista de fs. 517 a 522 vta.

Entre los principales argumentos del mencionado recurso, se acusa:

1. Que el Tribunal de alzada ha generado una dualidad de competencias, transgrediendo el principio de unidad

jurisdiccional, dando a entender que un Juez define el derecho y el otro lo ejecuta, arrebatando la competencia del juez

natural sin considerar que la división y partición es una consecuencia previsible de la declaratoria de ganancialidad de

un inmueble, en cuyo entendido la pretensión principal de esta causa ha sido orientada a definir si la propiedad “San

Silvestre” es un bien propio o común.

2. La violación y errónea interpretación del art. 41 de la Ley Nº 3545 y el art. 76 de la Ley Nº 1715, arguyendo que el

proceso ordinario ha sido instaurado en la jurisdicción familiar para la averiguación de la ganancialidad de la propiedad

“San Silvestre”, justamente porque son estas autoridades las que tienen competencia exclusiva para ello, por lo que no

se ha entrado a discutir a quien le corresponde el derecho propietario y menos la posesión.

3. La errónea interpretación y aplicación indebida del art. 23 de la Ley Nº 3545 que sustituye los numerales 7 y 8 del art.

39 de la Ley INRA, señalando que la mencionada normativa prevé que la judicatura agraria tiene competencia para

conocer de las acciones reales, personales o mixtas, lógicamente producto de los intereses en disputa relativos a la

propiedad, posesión y actividad agraria en general, y en el presente caso la acción de división y partición, bajo ningún

concepto encaja en una acción real o personal, por la sencilla razón de que no se va propiciar un nuevo debate con

relación al a titularidad de un derecho o la existencia de una obligación o crédito, y a lo mucho la división y partición es

la ejecución de un derecho consolidado respecto a la ganancialidad de un bien.

4. La transgresión, indebida aplicación y errónea interpretación de los arts. 2 y 66 núm. 1) de la Ley Nº 1715, señalando

que la función económico social que el Tribunal de alzada pretende precautelar, es una determinación precipitada

porque en esta causa no se ha verificado in situ que el fundo “San Silvestre” esté cumpliendo con este fin, y menos se

puede suponer que el demandado ha implementado una actividad agropecuaria planificada, por lo que dichas

disposiciones normativas se encuentran alejadas de la realidad de la presente causa si se toma en cuenta que la

división y partición es una práctica corriente en la jurisdicción familiar y que tan solo se circunscribe a un procedimiento

enteramente técnico aplicable incluso tratándose de una propiedad agraria en plena producción.

5. La indebida aplicación del art. 66.I núm. 1) de la Ley INRA, en sentido que esta norma nada tiene que ver con la

competencia familiar, pues esta disposición identifica las finalidades del saneamiento y su trámite administrativo

enteramente a cargo del INRA, por lo que su aplicación resulta siendo forzada, seguramente, a manera de sustentar la

función económico social alegada.

6. La indebida aplicación del art. 180.I y 186 de la CPE, puesto que si bien el art. 180.I refrenda los principios

procesales de la jurisdicción ordinaria y que han sido recogidos por el Código Procesal Civil, esta no tiene ninguna

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trascendencia legal y afinidad con el art. 186 de la misma norma suprema, aun cuando este define que el Tribunal

Agroambiental es el máximo tribunal en materia agraria, puesto que existe una legislación que resulta apta y

plenamente competente para resolver la división y partición.

7. La aplicación intrascendente de los arts. 48 y 49.II de la Ley INRA, relatando que el Tribunal de alzada sostiene que

en base al art. 48 la propiedad agraria bajo ningún título podría dividirse en superficies menores a las establecidas para

la pequeña propiedad, apreciación que indica es errada, porque “San Silvestre” tiene una superficie de 30.498.260

mts.2, es decir casi 3.500 Has, lo que demuestra que no es un solar campesino, menos una pequeña o mediana

propiedad y ésta no puede ser asimilada como una tierra comunitaria de origen, porque en ella no habita ninguna

comunidad originaria campesina, además de ser una dotación a título individual en favor del demandado, por lo que

está legalmente autorizada la transferencia, la pignoración y la hipoteca en el ámbito civil, entonces si ello es posible,

con mayor razón es posible su división y partición a través de la instancia familiar.

8. La violación del art. 188 del Código de Familias y el Proceso Familiar, en razón de que el mismo Tribunal de alzada,

en merito a esta norma, fundamentó que la propiedad agraria es incuestionablemente ganancial, por lo que si la

dotación de una propiedad agraria es un bien común, no cabe duda que “San Silvestre”, ha sido admitido como un bien

ganancial por el Juez de Familia, y es lógica que la competencia subsiste después para dividirla entre los ex cónyuges.

9. Que conforme dispone el art. 409.I de la Ley Nº 603, el Tribunal de alzada debió entender que la división y partición

correspondía a la autoridad judicial en materia familiar, ello debido a que la demanda fue declarada probada y esta

determinación fue secundada por el fallo recurrido, en cuyo entendido no debió vulnerarse el debido proceso

desplazando su ejecución a la jurisdicción agraria.

10. Que el Tribunal de alzada, desconoce la existencia del art. 413 de la norma familiar, que prevé que la ejecución de

la Sentencia es realizada por las autoridades de primera instancia y de la misma jurisdicción, importando ello la

vulneración del procedimiento familiar de la división y partición.

11. Que si el art. 414 del Código Familiar, prevé varias alternativas para la división y/o distribución de los bienes

gananciales, entonces porque pensar que la única solución es la división y partición por la jurisdicción agroambiental,

cuando el Juez familiar pude propiciar distintas modalidades en sujeción al referido artículo, puesta norma ratifica que

el único competente para decidir la ganancialidad y posterior división y partición es el Juez familiar.

II.2.- Recurso de casación en relación a la apelación diferida del Auto de 12 de agosto de 2016.

1. Indica que la aplicación del art. 284 inc. c) de la Ley Nº 603, ha sido errada, en sentido de que el Tribunal de alzada

no ha justificado que actividad empresarial o función económica defiende al revocar el auto recurrido, ya que derribar

árboles y vender la madera no es manejar una actividad agroindustrial sostenida, sino una simple explotación, porque

para considerarla empresa y aplicar la intervención judicial, en la propiedad tendría que estar instalada una unidad

económico de producción agroindustrial planificada y regulada por la Ley o cuando menos un registro en

FUNDAEMPRESA o Impuestos Nacionales.

2. Sostiene que la revocatoria del Auto de 12 de agosto de 2016, con el desacreditado argumento de que a medida

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precautoria ha perjudicado el plan anual forestal del demandado, es un exceso que no expresa la realidad, pues carece

de toda verdad material, lo que prueba una errónea aplicación del art. 274 del Código de las Familias y del Proceso

Familiar, ya que la ganancialidad del inmueble está probada y solo está en discusión la competencia del Juez

encargado de la división y partición.

3. Finalmente indica que el Tribunal de apelación, al imponer que la división y partición sea dilucidada por la judicatura

agroambiental, ha fallado de manera ultra petita, ello considerando que el demandado a tiempo de recurrir se ha

limitado a solicitar que el tribunal revoque la sentencia y no así que el proceso se ha anulado por vulneración de formas

procesales esenciales; máxime cuando al contestar la demanda no ha interpuesto ninguna excepción de incompetencia

consintiendo tácitamente la competencia familiar. Por otra parte refiere que el fallo impugnado acontece también una

suerte de incongruencia interna, pues el reconocimiento o confirmación de la ganancialidad por parte del Tribunal de

alzada, debió estar expresamente contemplada en la parte resolutiva como una muestra de la competencia del juez

familiar y no revocar la sentencia con una controvertida complementación como ha sido la de disponer que la división y

partición sea realizada en una jurisdicción distinta.

Por todo lo expresado, solicita se emita Auto Supremo casando el Auto de Vista recurrido, corroborando la

ganancialidad y la competencia del juez familiar para la división y partición del bien común denominado “San Silvestre”.

Respuesta al recurso de casación.

1. Indica que el art. 76 de la Ley Nº 1715, determina que la judicatura agraria se rige por ciertos principios, la cual ha

sido modificada por el art. 41 de la Ley Nº 3545, misma que introduce el principio de función social y económica, en

virtud del cual la tutela del derecho de propiedad y de la posesión agraria se basa en el cumplimiento de la función

social y función económico social conforme al precepto constitucional establecido en el art. 166 de la CPE y art. 2 de la

Ley Nº1715 modificado por la 3545, en cuyo entendido al constituirse el terreno objeto de división en una propiedad

clasificada como empresa ganadera, emergente de un proceso de saneamiento sustanciado ante el INRA, su

tratamiento debe ser sometido al régimen agrario.

2. Sostiene que la jurisprudencia constitucional, respecto a la competencia de los juzgados ordinarios en lo civil y de los

juzgados agroambientales para conocer de acciones reales, personales y mixtas sobre inmuebles del área rural o

urbana, ha establecido los presupuestos que rigen la determinación de esa situación, así por ejemplo en la SCP Nº

2140/2012 de 8 de noviembre, y el AS 105/2015 de 12 de febrero, se determina que el carácter agrario de la

propiedad, posesión o actividad es la que define la jurisdicción que conoce de estas acciones, en ese entendido la

jurisdicción ordinaria no tiene potestad de tomar conocimiento y resolver litigios en los que se encuentran comprendidos

derechos y obligaciones que nacen de la propiedad y actividad agraria conforme señala el art. 39 núm. 8) de la Ley Nº

1715 modificado por la Ley Nº 3545, misma que está regida por principios específicos tal cual es la “función social y

económica social”.

3. Indica que el Estado reconoce el derecho propietario a los particulares sobre la propiedad agraria, bajo esa lógica las

autoridades recurridas, sostienen que la decisión y partición debe ser de conocimiento de la jurisdicción agroambiental,

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por ser esta especializada en el régimen agrario cuyas características difieren de la jurisdicción ordinaria.

4. Manifiesta que la recurrente hace alusión al solar campesino, sin considerar que en la actual CPE ya no existe dicha

categoría, por otra parte refiere que la propiedad alcanza a más de 3.500 has, y que esta puede ser perfectamente

dividirse, empero no refiere hasta que superficie alcanza la pequeña propiedad, la mediana propiedad y si considera

que el predio en debate corresponde dichas categorías, aspecto que son de conocimiento de un Juez agrario y no de

un juez ordinario.

5. Refiere que el recurso de casación del contrario no se encuentra fundamentado de conformidad a lo previsto por el

art. 393 y siguientes del Código de las Familias y del Proceso Familiar, habiéndose remitido íntegramente al Código

Procesal Civil, sin haber observado las causales para el recurso de casación en la forma prevista por la Ley Nº 603.

6. Finalmente, respecto a la casación referente a las medidas precautorias, señala que de conformidad al art. 397.I de

la CPE, bajo ningún precepto puede dejarse de trabajar la tierra, más aun si se trata de una empresa ganadera, en la

que existe también actividad forestal, situación que de no haberse evidenciado hubiere repercutido en su reversión

conforme determina el art. 170 del DS Nº 29215.

En merito a lo expuesto, solicita se declare infundado el recurso casación del contrario

CONSIDERANDO III:

DOCTRINA APLICABLE AL CASO

III.1. Sobre la jurisdicción y la competencia.

La jurisprudencia emitida por este Tribunal Supremo de Justicia, ha desarrollado algunas conceptualizaciones respecto

de la jurisdicción, indicando que la misma, se concibe como la potestad que tiene el Estado en su conjunto para

solucionar conflictos particulares a través de la imposición de la Ley y el Derecho, esa potestad, está encargada a un

órgano estatal y es a través de esta potestad, que el Estado administra justicia de acuerdo con la Constitución y las

leyes, a ese efecto el art. 11 de la Ley N° 025 refiere; “(JURISDICCION). Es la potestad que tiene el Estado

Plurinacional de administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las autoridades del Órgano

Judicial.”.

En ese entendido, si bien la jurisdicción es un poder-deber que tiene el Juez para administrar justicia, no pudiendo este

negarse a resolver un asunto puesto en su conocimiento, la jurisdicción que le confiere el Estado, resulta insuficiente

para lograr su cometido principal que sería la resolución de un conflicto particular, por ello la jurisdicción va

acompañada de la competencia que conforme la define el art. 12 de la Ley del Órgano Judicial; “Es la facultad que

tiene una magistrada o magistrado, una vocal o un vocal, una Jueza o un Juez, o Autoridad indígena originaria

campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado asunto”.

De lo referido, se tiene; la jurisdicción es la potestad que emanada del pueblo boliviano para administrar justicia,

mediante sus órganos judiciales, en cambio la competencia es la facultad que tiene una autoridad judicial, para

administrar justicia en un determinado asunto, es decir, que la competencia es el modo o manera como se ejerce la

jurisdicción por circunstancias concretas de materia, cuantía, grado, turno, territorio, naturaleza, imponiéndose por tanto

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una competencia por necesidades de orden práctico, en tal sentido vemos que la jurisdicción es el género, mientras

que la competencia viene a ser la especie, así, todos los Jueces tienen jurisdicción, pero cada Juez tiene competencia

para conocer y resolver solo determinados asuntos, coligiendo por lo tanto que, la jurisdicción así como la competencia

son de orden público e indelegables y nacen únicamente de la Ley, siendo sus reglas la observancia y la obligatoriedad

en su cumplimiento.

Con similar criterio el Auto Supremo No. 378/2013 de fecha 22 de julio, señalo: “…la Jurisdicción es la potestad que

tiene el Estado de administrar justicia por medio de los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de

la ley y es indelegable; en tanto que la “competencia” es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal para

ejercer la jurisdicción en un determinado asunto, la misma que según el art. 13 de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial no

admite ninguna prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del elemento territorio;

ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio”.

III.2. De la jurisdicción agraria.

Sobre esta temática, el art. 179.I de la CPE., respecto al ejercicio de la función judicial, señala: “La función judicial es

única. La jurisdicción ordinaria se ejerce por el Tribunal Supremo de Justicia, los tribunales departamentales de justicia,

los tribunales de sentencia y los jueces; la jurisdicción agroambiental por el Tribunal y jueces agroambientales; la

jurisdicción indígena originaria campesina se ejerce por sus propias autoridades; existirán jurisdicciones especializadas

reguladas por la ley”, con similar contenido el art. 4 de la Ley del Órgano Judicial N° 025, refiere; “La función judicial es

única en todo el territorio del Estado Plurinacional y se ejerce por medio del Órgano Judicial a través de: 1. La

Jurisdicción Ordinaria, por el Tribunal Supremo de Justicia, los Tribunales Departamentales de Justicia, los Tribunales

de Sentencia y los juzgados; 2. La Jurisdicción Agroambiental, por el Tribunal Agroambiental y los Juzgados

Agroambientales; 3. Las Jurisdicciones Especiales reguladas por ley; y 4. La Jurisdicción Indígena Originaria

Campesina, por sus propias autoridades, según sus normas y procedimientos propios…”, en tal razón el art. 30 de la

Ley N° 1715, modificado por el art. 17 de la Ley N° 3545, señala: “La judicatura agraria es el órgano de administración

de justicia agraria; tiene jurisdicción y competencia para la resolución de los conflictos emergentes de la posesión,

derecho de propiedad y actividad agraria, así como de la actividad forestal y de uso y aprovechamiento de aguas y,

otros que le señala la ley”.

En ese marco la jurisprudencia constitucional, en cuanto a la competencia de los juzgados agroambientales para

conocer acciones reales, personales y mixtas, estableció los presupuestos concurrentes que rigen para determinar esa

situación, así, la SCP 2140/2012 de 8 de noviembre, indica que: “En un contexto general las acciones reales,

personales y mixtas sobre bienes inmuebles, es competencia de los jueces civiles y también de los jueces

agroambientales dependiendo del régimen propietario sea este urbano o rural al que esté sujeto el bien inmueble objeto

de litigio…”.

De ahí que justamente el art. 39 de la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria, modificado por el art. 23 de la Ley

Nº 3545 de Reconducción de la Reforma Agraria de 28 de noviembre de 2006, estableció que los jueces agrarios

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tienen competencia para conocer las acciones reales, personales y mixtas derivadas de la propiedad, posesión y

actividad agraria.

Empero este entendimiento fue modulado y ampliado a través de la SCP Nº 1988/2014 de 13 noviembre, que al

respecto estableció lo siguiente: “…a los efectos de determinar la jurisdicción aplicable debe partir del concepto de si la

propiedad inmueble está destinada al uso de vivienda en centros poblados o urbanos, en cuyo caso se aplicaran las

normas del Código Civil y la competencia será de los Jueces ordinarios; o si por el contrario, se trata de la propiedad

inmueble destinada a la producción agrícola y/o pecuaria sujeta al régimen de la Ley de Servicio Nacional de Reforma

agraria, en cuyo caso la competencia será de los Jueces y tribunales agrarios (…) De acuerdo al razonamiento

expresado, la definición del régimen legal de la tierra y en especial la jurisdicción a aplicarse, no puede quedar librada

única y exclusivamente a lo que dispongan los Gobiernos Municipales, sino que también debe considerarse el destino

de la propiedad y de las actividades desarrolladas (…) De todo lo dicho en este fundamento, se concluye que: …iii)

Para definir la jurisdicción que conocerá la acción, no solo debe considerarse la ordenanza municipal que establezca

los límites entre el área urbana y rural, sino fundamentalmente, el destino de la propiedad y el tipo de actividad

desarrollada.” (El resaltado nos corresponde). Razonamiento asumido también por los Autos Supremos Nº 400/2003,

406/2003, 121/2010, 267/2010 y 448/2015.

De lo que se puede concluir que los Jueces agrarios (ahora agroambientales) tienen competencia para conocer

acciones reales, personales y mixtas derivadas de la propiedad, posesión y actividad agraria, y en caso de producirse

un cambio de uso de suelo, para definir la jurisdicción que conocerá de estas acciones, no sólo se considerara la

ordenanza municipal que determine estos límites entre el área urbana y rural, sino esencialmente, el destino de la

propiedad y la naturaleza de la actividad que se desarrolla.

III.3. De la competencia del Juez familiar

En un afán de contextualizar esta temática, resulta preciso tener presente algunas conceptualizaciones respecto de la

jurisdicción y la competencia, es así que en el marco de lo referido en el punto III.1., se ha asumido que la jurisdicción,

es concebida como la potestad que tiene el Estado en su conjunto para solucionar conflictos particulares a través de la

imposición de la Ley y el Derecho, y esa potestad, está precisamente encargada a un órgano estatal, el cual es el

Órgano Judicial, y es a través de esta potestad, que el Estado administra justicia de acuerdo con la Constitución y las

leyes, empero la jurisdicción no marcha por sí sola, sino que necesariamente va acompañada de la competencia que

conforme la define el art. 12 de la Ley del Órgano Judicial, constituye “…la facultad que tiene (…) una Jueza o un Juez,

(…) para ejercer la jurisdicción en un determinado asunto”.

Sin duda esta acepción nos permite colegir que la competencia, constituye un elemento del debido proceso, pues su

naturaleza está orientada a garantizar el debido procesamiento de las causas judiciales, en cuyo marco, forma parte

elemental de la garantía constitucional del juez natural, y en ese sentido adopta un rango constitucional, que la hace

una categoría indelegable e inconvalidable conforme dispone el art. 122 de la CPE, siendo por tanto, nulos los actos de

las personas que usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen jurisdicción o potestad

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que no emane de la ley.

En ese contexto el jurista Hernando Devis Echandía, en su obra “COMPENDIO DE DERECHO PROCESAL”, Tomo I,

15° Edición, 2012, señala que: “Si bien la jurisdicción, como facultad de administrar justicia, incumbe a todos los jueces

y magistrados, es indispensable reglamentar su ejercicio para distribuirla, en cada rama jurisdiccional, entre los

diversos jueces. Y es esta la función que desempeña la competencia”, de ahí que la competencia responde a distintos

factores, como la naturaleza, el territorio y la materia, para poder sistematizar la facultad-poder de las autoridades

jurisdiccionales en el conocimiento de las diferentes causas judiciales.

En el marco de lo anteriormente descrito se tiene que el art. 31 de la Ley 025 del Órgano Judicial, establece que; “La

jurisdicción ordinaria se ejerce a través de: 3. Tribunales de Sentencia y Jueces con jurisdicción donde ejercen

competencia en razón de territorio, naturaleza o materia”, por su parte el art. 222 del Código de las Familias y el

Proceso Familiar, dispone que: “I. La jurisdicción familiar es improrrogable e indeclinable y se ejerce por las autoridades

judiciales señaladas en la Ley del Órgano Judicial y el presente Código, salvo disposición expresa en contrario”, lo que

condice con la expresión del mencionado autor cuando hace alusión a la competencia absoluta o improrrogable

señalando que: “Cuando el interés público prima, lo que es regla general, las normas sobre competencia tiene carácter

imperativo y entonces nos hallamos ante la competencia absolutas e improrrogable. En este caso los particulares no

pueden, ni aun poniéndose de acuerdo, llevar el negocio a conocimiento de juez diferente…”, de ahí que la autoridad

judicial en materia familiar ejerce su jurisdicción en el ámbito territorial al que fue designado, y es competente para

resolver las acciones establecidas por su norma sustantiva y adjetiva, sin que estas puedan ser delegables y/o

declinables a otras autoridades, puesto que por su naturaleza, las instituciones concernientes al Derecho de Familia

tienen por objeto velar por la protección de la familia, que constituye el núcleo fundamental de la sociedad conforme

establece el art. 62 de la Constitución Política del Estado, y en ese marco las instituciones reguladas por el Código de

las Familias y el Proceso Familiar son de orden público y de interés social, tal cual expresa el art. 7 de dicha norma.

De todo lo expresado hasta aquí, podemos concluir señalando que la competencia en materia familiar, es indelegable e

indeclinable, por ser de orden público y de interés social, y siendo que la competencia importa la distribución de la

jurisdicción para llevar a cabo la administración de justicia en un determinado caso, y que esta distribución obedece a la

imposibilidad de que una sola autoridad judicial resuelva todo tipo de asuntos, sin duda su aplicabilidad debe responder

al establecimiento de una serie de limites dentro los cuales el órgano jurisdiccional pueda conocer determinadas

solicitudes, de tal manera que se garantice el ejercicio de la garantía constitucional del juez natural, como un

mecanismo del debido procesamiento de las causas judiciales, es así que en el caso particular del proceso familiar las

reglas distributivas de la jurisdicción se encuentran determinadas en el art. 70 de la Ley 025, que establece las

competencias específicas de los Juzgados Públicos en Materia Familiar, de cuyo numeral 11, en relación al art. 222.II

de la Ley 603, desprende que los estos juzgadores tienen competencias para conocer las acciones descritas en los

arts. 421, 434 y 445, conforme las reglas establecidas por el art. 223 de la misma ley.

CONSIDERANDO IV:

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FUNDAMENTOS DE LA RESOLUCIÓN

En el caso de Autos, la recurrente refiere que la argumentación recursiva de su medio impugnatorio, es de cuestiones

concernientes en el fondo y la forma del fallo recurrido, empero, de una revisión prolija de dichas alegaciones, se colige

que si bien en estas se acusa la errona interpretación e indebida aplicación de diferentes disposiciones normativas,

todas se encuentran orientadas a cuestionar la competencia del Juez Agrario, y por otra a sustentar la competencia del

Juez Familiar para el conocimiento de la presente causa, por lo que, tomando en cuenta que la competencia importa

una cuestión referente únicamente a la forma del proceso, estas deben ser considerarlas en ese marco.

Ahora bien, para iniciar la consideración de la argumentación y el debate traído a casación, resulta preciso remitirnos a

los fundamentos de la pretensión propuesta por la recurrente, quien actúa como demandante de la presente litis, es así

que revisado el cuaderno procesal se tiene que de fs. 45 a 48, cursa la demanda sobre división y partición de bien

ganancial, donde la actora arguye que durante la vigencia de su relación matrimonial, su ex esposo Donaciano

Villarroel Muriel, el año 1979 adquirió del Sr. Arnulfo Ortiz una propiedad de 11 Has., ubicada en la rivera del Rio Ichilo

en su confluencia con el Rio Chimore, la misma que tras una demanda de consolidación y dotación de tierras

interpuesta ante el Consejo Nacional de Reforma Agraria, fue concedida a su ex esposo de tal manera que le fue

dotado una superficie de 5.039 Has de los terrenos denominados “San Silvestre”, situados en el cantón Chuquioma,

Provincia Carrasco del Departamento de Cochabamba.

En ese contexto, indica que en fecha 15 de enero de 2005, ha quedado ejecutoriada la Sentencia No. 07/2005 que

disolvió el vínculo matrimonial de referencia, sin embargo de ello, el Auto de Vista No. 145/2015 emitido por la Sala

Civil Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Oruro, ha desestimado la vía incidental para ejecutar la división

y partición, razón por la cual ha recurrido al proceso ordinario para el efecto, solicitando en ese entendido la división y

partición de este bien ganancial en un 50% para cada uno de los ex-conyugues.

Admitida que fuere esta demanda y corrida en traslado al demandado Donaciano Villarroel Muriel, éste a través del

escrito que cursa de fs. 206 a 212, contestó a la demanda, señalando básicamente que el predio pretendido por la

actora, no constituye un bien ganancial, pues el mismo se encuentra separado de la demandante desde el año 1973

producto de una determinación sobre separación conyugar de hecho dentro de un proceso de divorcio (inconcluso)

interpuesto por la actora, y siendo que el terreno en debate fue adquirido el año 1979 y su registro recién aconteció el

año 1983, esta no fue generada en la vida en común con la demandante al haberse quebrantado la cohabitación en

forma permanente, llegando incluso su persona a formar otra familia, solicitando en ese entendido se tenga como

improbada la demanda de división y partición impetrada por su ex-conyugue.

Nótese, que uno de los primeros elementos para analizar la competencia del juzgador agrario o familiar, emerge de la

argumentación propugnada por cada uno de los sujetos procesales, pues de ella desprende un primer debate centrado

en la determinación de la ganancialidad del inmueble objeto de litis, ya que en estas alegaciones, la parte la

demandante sostiene que este inmueble constituye un bien ganancial, y por otra el demandado niega esta afirmación,

señalando que la misma no constituye un bien común al no haberse adquirido durante la vigencia del vínculo

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matrimonial.

Otro elemento que sin duda desprende de estas alegaciones, es el concerniente a la ubicación y la actividad que es

desarrollada en el inmueble objeto de debate, toda vez que en la demanda, la actora, claramente ha referido que el

objeto de su pretensión versa sobre la propiedad agrícola ganadera denominada “San Silvestre”, ubicada en Chimore,

Provincia Carrasco del Departamento de Cochabamba, extremo que no fuere negado por la parte demandada y en

cuyo marco el Tribunal de alzada, asume que la competencia para la división y partición impetrada es de competencia

del juzgador agrario.

En ese entendido, podemos advertir que en esta litis, son dos los elementos que deben considerarse para determinar si

el Juez familiar, es o no competente para el conocimiento de este proceso, o en su defecto convalidar la decisión del

Tribunal de alzada, respecto a que es el Juez agrario quien debe encargarse de este trámite.

Este debate nos conduce a realizar un análisis previo de la competencia, como un elemento del debido proceso en la

tramitación de las causas judiciales, es así que la Constitución Política del Estado en su art. 115.II señala: “El Estado

garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta y oportuna, gratuita, transparente y

sin dilaciones”, asumiendo a partir de ello que el debido proceso se constituye en una institución del derecho procesal

que abarca los presupuestos procesales mínimos a los que debe regirse todo proceso judicial, observando todas las

formas propias del mismo, así como los presupuestos normativos, para hacer posible así la materialización de la

justicia en igualdad de condiciones, sin duda uno de los elementos que desprende de la esencia del debido proceso, es

el derecho al Juez natural en su elemento competencia, debiendo entenderse por Juez competente aquel que de

acuerdo a las normas jurídicas previamente establecidas, conforme criterios de territorio, materia, naturaleza, etc., es el

llamado para conocer y resolver una controversia judicial, de ahí que el alcance de la expresión competencia, está

circunscrita a la facultad con la que cuenta el justiciable de presentar su solicitud de tutela ante el juez cuyas

competencias respondan a las reglas distributivas de la jurisdicción.

En ese marco, el Tribunal de alzada ha revocado la competencia del Juez familiar para el conocimiento de la presente

causa, señalando que el predio en cuestión constituye propiedad agraria, además que esta se encontraría cumpliendo

los principios de la función social y económica, conforme establece el art. 41 de la ley 3545 que modifica la Ley Nº 1715

(Ley INRA) por lo que al tratarse de un bien de naturaleza agraria está se encontraría sujeta y sometida al

procedimiento previsto por dicha Ley, es decir, que la división y partición, deba ser conocida y resuelta por la judicatura

agroambiental en razón de la naturaleza del bien en cuestión, tal cual expresa el art. 23 de la Ley Nº 3545 que sustituye

los numerales 7 y 8 del parágrafo I del art. 39 de la Ley Nº 1715.

Sin duda esta determinación responde a los parámetros competenciales descritos en el punto III.2, donde se ha

mencionado que las autoridades jurisdiccionales en materia agroambiental tienen competencia para conocer acciones

reales, personales y mixtas derivadas de la propiedad, posesión y actividad agraria, cuyo elemento fundante para su

determinación se circunscribe al destino de la propiedad y la naturaleza de la actividad que en ella se desarrolla, de lo

cual, desprende un criterio a priori que permite entender que sería la autoridad agraria quien debiera conocer y resolver

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la presente causa, pues en antecedentes ha quedado demostrado que el predio objeto de litis, además de encontrarse

situado en área rural, está destinada a la actividad agraria y forestal.

Empero, si bien es cierto que el destino y la naturaleza de la actividad que es desarrollada en el terreno en cuestión, es

un elemento que permite advertir la competencia del juzgador que debiera resolver esta causa, en sub lite, este análisis

no puede restringirse a ello, toda vez que no podemos olvidar que nos encontramos ante un proceso de naturaleza

familiar, y que es precisamente de ahí de donde debemos partir para determinar quién es el juzgador competente de

esta causa, en ese entendido, si retomamos las alegaciones de los sujetos procesales, advertiremos que el debate está

centrado en la determinación de la ganancialidad del inmueble objeto de litis, y su posterior división y partición, extremo

que nos permite inferir que en esta contienda, emerge una cuestión previa a la pretensión divisoria, la cual justamente

está vinculada a la determinación de la ganancialidad del inmueble en cuestión, lo que sin duda refleja un asunto

atingente a una autoridad especializada en materia familiar, pues es esta autoridad la única habilitada por Ley para

establecer tal cuestión, y no así la autoridad agraria quien tiene formación en otros asuntos, de ahí que el Código de las

Familias y el Proceso familiar en sus arts. 176 y 177 en relación al art. 187 y 188, regula los aspectos generales de la

comunidad de gananciales, y en ese marco el art. 70 de la Ley Nº 025, establece las competencias específicas de los

Juzgados Públicos en Materia Familiar, de cuyo numeral 11, en relación al art. 222.II y por determinación expresa del

art. 421 inc. a), desprende que los Jueces Familiares son los competentes para conocer las acciones concernientes a

la división y partición de bienes gananciales cuando no se los tramite en ejecución de proceso de divorcio, competencia

que es indelegable e indeclinable, como expresión del derecho al Juez natural competente.

Sin embargo, como se ha referido inicialmente, en este proceso acontece una cuestión particular que emerge de la

naturaleza del inmueble objeto de litis, pues los antecedentes del proceso han dado cuenta que en este terreno se

desarrollan actividades de carácter agrario y forestal, por lo que este Tribunal, en un afán de establecer la competencia

del juzgador familiar, no puede desconocer los lineamientos jurisprudenciales emitidos por el máximo órgano de

interpretación constitucional, cual es el Tribunal Constitucional Plurinacional, que en la SCP Nº 1988/2014 de 13

noviembre, ha establecido que la jurisdicción agroambiental está definida fundamentalmente, a partir del destino de la

propiedad y el tipo de actividad que en ella se desarrolla, por lo que en un marco de aplicación vertical de la

jurisprudencia ordinaria, resulta preciso que el Juez familiar, al momento de resolver la presente causa aplique los

lineamientos de la jurisprudencia agroambiental concernientes a la división y partición de inmuebles, y ello

precisamente porque es esta jurisprudencia la que otorga los lineamientos especializados para la resolución de causas

que tangan como objeto predios de carácter agrario.

Concluyendo a partir de ello, que es el Juez Familiar, quien tiene la competencia para conocer las acciones sobre

división y partición de bienes gananciales, aun cuando en estos se desarrollen actividades de carácter agrario o

forestal, empero esta competencia únicamente le será arrogada cuando exista una cuestión previa pendiente, cual es

justamente la determinación del carácter común o ganancial del inmueble pretendido, pues es esta la condición que

justifica la competencia del juzgador familiar en este tipo de casos, ya que es posible que en algunos casos particulares

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tal determinación ya esté dada, como por ejemplo a través de una Sentencia de divorcio ejecutoriada que, con carácter

previo a la demanda de división y partición, hubiese reconocido el carácter ganancialicio del inmueble en cuestión, o

cuando el título de adquisición del inmueble se encuentra registrado a nombre de ambos cónyuges, y esos sean bienes

agrarios, en cuyos casos no es necesario que previamente la jurisdicción familiar defina el carácter común del bien,

razón por la que el Juez competente para conocer y resolver la demanda de división y partición resultará siendo el Juez

de materia agraria.

En tal sentido, siendo que en el presente caso, el debate central se ha circunscrito a la determinación de la calidad

común del inmueble agrícola ganadero denominada “San Silvestre”, ubicada en Chimore, Provincia Carrasco del

Departamento de Cochabamba, corresponde que el Tribunal de alzada ingrese a considerar dicha situación, y posterior

a ello asuma una determinación concerniente a la división y partición solicitada, tarea que, como se tiene dicho, deberá

ser desarrollada en un marco de la aplicación vertical de la jurisprudencia agroambiental concerniente al caso, por lo

que corresponde emitir resolución en base al art. 248 de la Ley Nº 603, y en la forma prevista por el art. 401.I inc. c) del

Código de las Familias y del Proceso Familiar.

Al ser una resolución anulatoria de obrados, no se ingresa a considerar las infracciones concernientes a la apelación

diferida del Auto de 12 de agosto de 2016.

POR TANTO: La Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, con la facultad

conferida por el art. 42.I num. 1) de la Ley del Órgano Judicial de 24 de junio de 2010, y en aplicación de los arts. 248 y

art. 401.I inc. c) del Código de las Familias y del Proceso Familiar, ANULA el Auto de Vista de fecha 16 de octubre de

2017 de fs. 517 a 522 vta., pronunciado por la Sala de Familia, Niñez y Adolescencia del Tribunal Departamental de

Justicia de Cochabamba y se dispone que la misma Sala, sin espera de turno y previo sorteo, pronuncie nuevo fallo en

base a los argumentos expuestos en la presente resolución.

Siendo excusable el error en que han incurrido los Vocales del Tribunal de Segunda Instancia signatarios del Auto de

Vista impugnado, no se les impone multa.

De conformidad a lo previsto en el art. 17.IV de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial, hágase conocer la presente

resolución al Consejo de la Magistratura a los fines consiguientes.

Regístrese, comuníquese y devuélvase.

Relator: Mgdo. Dr. Juan Carlos Berrios Albizu.

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