Apuntes Sobre El Descubrimiento de Harry Diego Pineda
Apuntes Sobre El Descubrimiento de Harry Diego Pineda
Apuntes Sobre El Descubrimiento de Harry Diego Pineda
de Matthew Lipman
(*)
El presente texto, bajo su forma actual, se encuentra inédito, pero está en proceso de publicación. Es para el uso
exclusivo de los participantes en el Diplomado en Educación Filosófica (Filosofía para niños). No se puede reproducir sin
autorización.
El autor es Profesor Titular de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia) y
traductor y adaptador para Colombia del programa “Filosofía para niños” (FpN). Si quiere autorización para usar este
texto, debe ponerse en contacto con el autor en alguno de los siguientes correos electrónicos: [email protected]
y [email protected].
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usted desea citarlo, debe confrontar el texto original de donde fue tomado. Toda reproducción de él
con fines de más amplia difusión (libros, revistas, manuales universitarios, etc.) debe hacerse con
autorización, por escrito, de los titulares de los derechos correspondientes.
2
Cada novela del programa “Filosofía para niños” (en adelante simplemente FpN), junto
con su correspondiente manual para el maestro, constituye un programa completo. De esta
manera:
a) Cada una es una introducción a la investigación de alguna problemática
filosófica específica. Así, por ejemplo:
- El descubrimiento de Harry (en adelante simplemente DH) es una introducción a la lógica
formal.
- Elisa es una introducción a la investigación ética.
- Susy es una introducción a la problemática estética, con un énfasis en la relación entre
pensamiento y escritura (especialmente la escritura poética).
- Marcos es una introducción a la investigación filosófica sobre la vida social y política.
b) Los 4 textos previamente señalados forman una secuencia:
- tanto narrativa (son los mismos personajes -el grupo de Harry y sus amigos Elisa, Toño,
Marcos, Susy, Ana María, Guillermo, etc. junto con sus respectivos padres y los
profesores del colegio al que pertenecen-; y estos personajes se van desenvolviendo en
un ambiente similar: el de su colegio, sus familias y los grupos de amigos).
- como filosófica, pues hay una articulación interna entre los cuatro programas, que va
desde el descubrimiento de las “reglas del pensamiento” (lógica formal) en DH hasta su
aplicación en distintos contextos a problemas de diversa índole: éticos, metafísicos,
políticos, estéticos, epistemológicos, de filosofía de la educación, de la ciencia, del
lenguaje, etc.
c) A lo largo de toda esta secuencia, sin embargo, el núcleo de toda la “trama
filosófica” desarrollada está en el descubrimiento de las “reglas del pensar”,
que se inicia en DH, pero que se continúa a lo largo de los demás textos. Este
descubrimiento de las “reglas del pensar” (que, en cierto sentido, equivalen a las reglas de la
lógica formal) prepara a los niños que trabajan con este texto para:
- el descubrimiento de la forma de las proposiciones lógicas.
- el examen de las reglas que permiten construir argumentos correctos.
- la elaboración, a partir de lo anterior, de un “lenguaje del pensamiento” que los guiará a
lo largo de todas sus indagaciones posteriores.
d) Por lo tanto, debemos considerar DH como el “origen” de todo el programa
FpN, pues es precisamente en este texto que se realiza el “descubrimiento” fundamental:
que, al pensar en cualquier cosa que se nos presente, seguimos algunas reglas generales, y
que, si estamos atentos a ellas, encontraremos en estas reglas una herramienta esencial en la
construcción de mejores juicios, puesto que podemos desarrollar el hábito de pensar de un
modo ordenado, sistemático y coherente.
3
Esto último es lo que hace tan fundamental el trabajar DH con los niños y/o jóvenes en
quienes pretendemos desarrollar una capacidad para pensar filosóficamente. Por ello, a pesar
de muchas de las dificultades efectivas que plantea el trabajar con un texto como éste
(dificultades que han conducido a que, en algunos países, simplemente se haya suprimido este
texto como parte de su proyecto de trabajo en FpN), considero que el trabajo con DH es
simplemente insustituible, por lo menos mientras no encontremos o desarrollemos una mejor
propuesta que la de M. Lipman.
En estos “apuntes” me referiré a varios asuntos que buscan ayudar a que el lector
potencial de DH (niño o joven, maestro, padre de familia) entienda mejor el sentido filosófico
y las virtudes pedagógicas de un texto como éste.
Me referiré, entonces, a cinco puntos básicos:
1. ¿Cuál fue el “descubrimiento” de Harry?
2. La estructura teórica y narrativa de DH
3. La relación de la lógica con otros problemas filosóficos
4. Las “formas del pensamiento superior” en DH
5. Algunas sugerencias para el trabajo con DH en el aula de clase
1
Todas las referencias al texto se harán a la traducción y adaptación que he hecho para Colombia de este texto. Utilizo
aquí la tercera edición de El descubrimiento de Harry, publicada en Bogotá en el año 2006; a esta edición corresponden los
números de página citados. Las referencias al manual Investigación filosófica serán a la edición española de Ediciones de la
Torre, de Madrid.
4
van sucediendo unos a otros y se van concatenando entre sí hasta llegar a conformar un lenguaje
completo formado por ciertas formas estandarizadas de expresar nuestros pensamientos (las
proposiciones categóricas) y una serie de reglas que rigen el modo como se puede de una
proposición inferir válidamente otra.
Lo que irá descubriendo Harry a medida que se desarrolla la historia es que, además,
este “lenguaje”, aunque sea artificial, resulta muy útil para varias cosas: (1) para pensar de
forma más clara y ordenada, (2) para identificar más fácilmente errores de razonamiento
(falacias) muy comunes en nuestros modos de expresión (como cuando descubre el error de
razonamiento de doña Mercedes al final del capítulo primero) y, especialmente, (3) para
descubrir que hay una serie de reglas que seguimos al desarrollar nuestros pensamientos y que,
al hacer conscientes esas reglas, podemos descubrir de qué manera logramos razonar de una
forma válida.
Para comprender mejor este “descubrimiento” de Harry es preciso hacer dos precisiones
adicionales:
a) Lo que Harry está buscando desde el principio, y lo que va encontrando a medida que la
historia se desarrolla, es un lenguaje en el cual puede expresar lo que piensa sin caer en las
imprecisiones y ambigüedades del lenguaje ordinario: ese lenguaje es el de las proposiciones
categóricas.
Ahora bien: ¿qué es una proposición categórica?
Es una forma de expresar nuestros pensamientos en la cual se hacen explícitas las relaciones
lógicas que existen entre los términos de una oración que usamos.
Veámoslo en un ejemplo sencillo. Supongamos que alguien dice: Me gustan los Renault,
porque son carros verdaderamente lindos”. Los términos subrayados en la oración anterior
en cierto sentido sobran, porque no dicen nada acerca del sujeto de mi oración (los
Renault), sino que sólo indican un sentimiento de aprobación (“me gustan”), una conexión
que hago en la frase para dar cuenta de ese sentimiento (”porque...”) o un cierto énfasis para
dar mayor fuerza a lo que estoy expresando (“verdaderamente”). Estos términos
simplemente enfatizan y expresan o explican sentimientos, pero, en sentido estricto,
carecen de valor lógico. La frase anterior se puede “reducir” a una expresión más sencilla
donde se afirma lo mismo pero sin hacer énfasis o expresar emociones: Todos los Renault son
carros lindos.
En esta última frase, que tiene la forma de una proposición categórica, se pueden ver los
cuatro elementos básicos de una proposición de estas: un cuantificador (todos), que indica
la cantidad de los miembros de una clase a la que hacemos referencia; el sujeto (los
Renault); un término que sirve de cópula, es decir, que une sujeto y predicado (y que en
una proposición categórica es el verbo ser en alguna de sus formas es/son); y el predicado
(carros lindos).
6
Expresada la oración de esta forma las relaciones lógicas existentes entre el sujeto y el
predicado se hacen completamente explícitas: hay dos clases (la de las Renault y la de los
carros lindos) y la primera de ellas está incluida totalmente en la segunda, es decir, todos
los miembros de la clase de los Renault son a su vez miembros de la clase de los carros
lindos.
El descubrimiento de las cuatro formas básicas de las proposiciones categóricas (que se
nombran con las vocales A, E, I, O) nos pueden servir para expresar una gran cantidad de
pensamientos de una forma más clara y precisa. Este descubrimiento, que recorre todos los
primeros cuatro capítulos de DH, se sistematiza finalmente en la página 36.
b) Puesto que Harry está descubriendo o “inventando” un lenguaje, tiene que descubrir
también unas reglas de traducción a ese lenguaje. Éste es precisamente el problema que le
plantea Toño al comienzo del segundo capítulo, cuando le pregunta cuántas de nuestras
oraciones empiezan por “todos” o “ningún” (cfr. p. 11). Harry descubrirá que, aunque
efectivamente muy pocas de nuestras oraciones tienen esa forma, en principio todas
nuestras oraciones podrían ser “traducidas” a esa forma. En esto recibe la ayuda del profesor
Espinosa que, a lo largo del capítulo dos, y con ayuda de todos los miembros del curso, le
ayuda a Harry a descubrir todas las formas posibles de decir “todos” en nuestro lenguaje
ordinario. Con ello, éste logra darse cuenta de que muchas de las oraciones del lenguaje
ordinario (tal vez, incluso, todas) se pueden “traducir” a proposiciones categóricas que
empiezan por “todos” o “ningún”.
Un nuevo problema, sin embargo, se le plantea a Harry cuando, al comienzo del capítulo
cuatro (p. 33), su mamá le pregunta cómo se diría en su lenguaje “en el cuarto hay siete
sillas”. Dado que Harry no encuentra una respuesta satisfactoria a la pregunta de su madre,
la plantea nuevamente a sus compañeros en la clase del profesor Espinosa, y, a partir de una
sugerencia de Miguel (pp. 33-36), se da cuenta de que, para referirnos a solo una parte de
los miembros de una clase cualquiera, podemos utilizar el término “algunos”. Con el
descubrimiento de este tercer cuantificador (que nos sirve para construir proposiciones
particulares afirmativas o negativas), Harry completa las cuatro formas básicas del lenguaje
que está construyendo y empieza a tener más claras las “reglas de traducción” que andaba
buscando.
La objeción de Toño al comienzo del capítulo dos tiene, además de lo anterior, un
segundo elemento: el problema de la utilidad de su “descubrimiento”. “¿De qué sirve saber
eso?”, pregunta Toño. Harry no lo sabe aún, aunque ya ha visto que podría ser útil a propósito
de los desatinados comentarios de su vecina. En realidad el problema del valor práctico de la
lógica es algo que Harry sólo irá clarificando a medida que se desarrolla toda la trama de la
novela, y especialmente a propósito de la conversación que tendrá con Toño sobre la insistencia
del padre de este último en que Toño “debe ser ingeniero”, y fundamentalmente en la medida
en que empiece a aplicar las reglas descubiertas, con ayuda de sus compañeros de curso, a
7
texto que estamos introduciendo habla de “Harry program”). Pues bien, como decíamos, DH es
un programa de lógica formal.
Esto, en buena parte, explica la aridez de cierta parte del texto y el hecho de que
muchas veces a los propios niños y jóvenes para los que fue escrito les parezca por momentos
“distante”, “abstracto”, “extraño”. No siempre es fácil que un muchacho de doce años se
identifique con Harry, pues, quienes leen esta historia no siempre se sienten atraídos por los
problemas “abstractos” que aquí se plantea el protagonista. No se sigue de allí, por supuesto,
que esto justifique el que el texto no se trabaje con los muchachos de estas edades. Esto indica,
más bien, que un texto como DH planteará a los niños y jóvenes “retos cognitivos” más altos
que la simple lectura de una historia de aventuras o de cualquier “best seller” que pueda
encontrarse en el mercado.
La lógica formal -todos lo sabemos- no es asunto de fácil comprensión, a la vez que no
es un tema que resulta ordinariamente muy motivador para quien se enfrenta con él por
primera vez. Es algo árido, difícil, e incluso, la mayoría de las veces, puede resultar aburridor,
pues a menudo su enseñanza se reduce a la memorización y aplicación mecánica de reglas de
razonamiento, muchas de las cuales, además, parecen simplemente triviales. Aunque en DH
todas estas “reglas” se presentan en un contexto dramático en donde se van descubriendo paso a
paso y ligadas a asuntos filosóficos que pueden interesar a cualquier persona (preguntas sobre la
mente, los sueños, la forma correcta de actuar en determinadas situaciones, etc.), la verdad es
que a menudo los aspectos centrales –los estrictamente lógicos- de DH suelen pasar
inadvertidos no sólo para los niños y jóvenes que leen y discuten la novela, sino incluso para los
profesores que trabajan con ella.
Podríamos decir, entonces, que, en general, no es fácil “ver” toda la “trama lógica” de
DH para quien no tiene por lo menos algunos conocimientos básicos de lógica formal. No suele
ser fácil ni siquiera para quienes han recibido una cierta formación sistemática en esta materia.
Lo he podido comprobar, por ejemplo, con un buen número de alumnos universitarios de una
clase de Lógica en la Carrera de Filosofía, a quienes les propongo la lectura de DH después de
haber estado trabajando sistemáticamente la lógica formal a lo largo de por lo menos dos meses
(con cinco horas semanales de clase y varias horas de trabajo práctico resolviendo ejercicios de
razonamiento lógico). Muchos de ellos, cuando les pido que me expliquen alguno de los
problemas básicos estudiados en clase a partir de la trama narrativa de DH, se ven cortos a la
hora de descubrir en el relato los problemas que hemos venido trabajando sistemáticamente
durante los dos meses anteriores. Debo decir que, incluso para mí mismo, no ha sido fácil
percibir el modo como los “descubrimientos” de Harry se van articulando sistemáticamente
hasta constituir un programa básico de lógica deductiva; la estructura lógica del texto sólo he
logrado clarificarla -y aún con algunos vacíos- después de algunos años de estudiar con cierta
sistematicidad la lógica formal en los textos clásicos que existen para tal fin, como las obras de
9
Copi/Cohen y Cohen/Nagel. Por supuesto, para quien no tiene una formación filosófica básica
(ni una formación específica en lógica formal) el asunto debe ser todavía más complicado.
De lo anterior no debe inferirse, desde luego, que la comprensión de DH esté reservada
“para filósofos”. Lo que quiero poner de presente, más bien, es que la comprensión de esta
obra supone tanto una atención muy detenida a la hora de leer la novela (para ello, sin duda, el
manual para el profesor que la acompaña, que tiene por título Investigación filosófica, es una gran
ayuda) como un cierto esfuerzo personal de estudio de algunos de los fundamentos básicos de la
lógica formal2.
Quiero insistir, pues, en este punto: si no se comprende la “trama lógica” de DH, este
texto no pasará de ser una historieta artificial en donde un grupo de niños juegan con frases
(por ejemplo, a invertirlas, o a reducirlas en su contenido). A quienes no ven en esta obra más
que una historieta juvenil les resulta, además, muy sospechoso el hecho de que muchachos de
alrededor de 12 años (casi niños todavía) puedan plantearse los problemas que allí se plantean y
descubrir lo que allí descubren. Los muchachos de esta edad, sin embargo, están en capacidad
de razonar de una forma tan ordenada y coherente como lo puede hacer un adulto, y a
menudo, si no lo hacen, es porque no se encuentran suficientemente motivados para ello, o
porque los propios adultos no se los exigimos o no se los permitimos. He trabajado también
este texto con niños de séptimo grado (que tienen, en promedio, entre 11 y 12 años) y he
utilizado, para introducirlos en el razonamiento lógico, el mismo tipo de enigmas que suelo
usar con los alumnos universitarios de filosofía, obteniendo no sólo resultados semejantes, sino,
a veces, incluso mejores, pues tienen una capacidad intuitiva que a menudo en los adultos se
encuentra ya oscurecida.
DH no es, entonces, a pesar de todo lo dicho hasta aquí, un texto inaccesible para los
no-filósofos. Ni siquiera lo es para los niños (conozco casos de niños de educación preescolar
que se han interesado por discutir, y que efectivamente han discutido entre sí, algunos pasajes
de esta obra, incluso algunos de los más “abstractos”, como las discusiones en torno al
significado de la mente que hay en los capítulos tres y seis). El propio autor, Matthew Lipman,
experimentó su texto trabajando con niños de quinto grado en el año 1970, obteniendo
resultados bastante alentadores.
2
Para empezar, podría ser suficiente con la lectura de los capítulos 5, 6 y 7 de la Introducción a la lógica de Irving Copi y
Carl Cohen (México, Limusa). Ello se podría complementar también con la lectura de los capítulos 2, 3 y 4 de la
Introducción a la lógica y al método científico de Morris Cohen y Ernest Nagel (Buenos Aires, Amorrortu). Son textos que se
deben leer despacio, tomado atenta nota y realizando los ejercicios de razonamiento que allí se proponen.
10
Investigación filosófica. Sin embargo, ello puede ser también insuficiente, pues éste es sobre todo
un material práctico; además, por desgracia, éste es precisamente el único manual para el cual
Lipman no escribió una introducción teórica; y es, tal vez, el que más lo requería. Por
supuesto, una adecuada comprensión de la estructura teórica supone, a su vez, un cierto grado
de familiaridad con la estructura narrativa de la novela, asunto que sólo se logra con una lectura
atenta y reflexiva del texto (no basta, por supuesto, con la primera lectura, puramente
informativa, sino que se requiere de varias lecturas sucesivas en las que se va ahondando en su
problemática).
Lo esencial, para empezar, en esta serie de lecturas sucesivas es que nos familiaricemos
con los personajes de la novela (y con los diversos “estilos cognitivos” que cada uno de estos
personajes representa), con el modo como las situaciones se van creando y resolviendo a lo
largo del relato, con la forma de las descripciones y los diálogos, y con la manera como los
descubrimientos que van haciendo Harry y sus compañeros de curso se logran sistematizar y
formalizar con la ayuda de los adultos que interactúan con ellos en la novela (especialmente
personajes como el profesor Espinosa, la señorita Myriam Jaimes o los propios papás de
Harry).
He distinguido en el párrafo anterior entre la estructura teórica y la estructura narrativa
de DH. Con el término “estructura teórica” me refiero básicamente a toda la armazón conceptual
que da significado y orden a la trama de los acontecimientos que se suceden en la novela; esta
“trama de acontecimientos” y el modo como se relacionan unos con otros es precisamente lo que
llamo aquí “estructura narrativa”. Las partes de una estructura teórica son conceptos, los de una
estructura narrativa acontecimientos relatados. Una buena forma de tener un primer
acercamiento a la estructura teórica de DH podría ser, entonces, dando una mirada al índice
del manual que acompaña a la novela, en donde se puede observar el modo como las ideas
principales que guían el desarrollo del relato van apareciendo secuencialmente y se van
articulando unas con otras. La mejor forma de percibir la estructura narrativa del texto es
mediante una lectura atenta de él (ojalá una lectura “de corrido” de toda la novela).
Desde luego, la estructura teórica y la estructura narrativa de DH no son dos cosas
separadas, sino, por el contrario, dos elementos que, aunque distintos, se encuentran
perfectamente articulados. Al señalar estas dos “estructuras” mi interés está en distinguir (para
comprender mejor), no en separar lo que, de hecho, constituye una unidad.
He de decir, sin embargo, que en DH la estructura narrativa depende enteramente de la
estructura teórica, y la primera sólo es comprensible a la luz de la segunda. Hay, pues, una supremacía
de la estructura teórica sobre la estructura narrativa. Esto, por cierto, es lo propio de una
“novela filosófica”, en donde lo esencial es el modo como se articulan los conceptos, y en la
cual los personajes (si bien poseen cierta autonomía, como sucede en la construcción de
cualquier relato) representan conceptos, o responden a determinados estilos cognitivos que el
escritor quiere poner de presente en la construcción de su trama.
11
En esto una novela o un cuento filosófico difiere radicalmente de cualquier otro tipo de
historia: en que es sobre la base de una estructura conceptual, o incluso de la exploración de un
problema filosófico, que se van definiendo y caracterizando los personajes (que se determinan
sus nombres, sus cualidades, sus rasgos cognitivos y emocionales) y que se va definiendo la
trama narrativa, que implica tanto descripciones de los ambientes en que se desarrollan los
acontecimientos como descripciones de lugares, de personas, de gestos, de actos mentales; es
también a la luz de la estructura teórica que, en un relato filosófico, se construyen los diálogos
o los monólogos reflexivos de los personajes. Para ilustrar esta tesis presentaré dos testimonios
sobre ello.
El primero es propio. En el último tiempo he empezado a escribir algunos cuentos y
novelas filosóficas para niños. Tras muchos años de dedicarme a traducir y adaptar los textos
escritos por Lipman, me he decidido, por fin, a intentar escribir textos propios. Hace un
tiempo escribí una novela para niños entre cinco y seis años que tiene por título Checho y Cami.
Tenía muchas ideas en la cabeza y recordaba un sinnúmero de escenas en las que distintos niños
(mis propios hijos y muchos otros) se preguntaban cosas, tenían ocurrencias, hacían
comentarios ilustrativos de sus procesos mentales. Para poder vincular todos estos elementos y,
a partir de ello, construir un relato que tuviera tanto una consistencia narrativa como una
estructura a la vez ágil y coherente, tuve que diseñar primero, en un papel, una especie de
“mapa conceptual” que me guió todo el tiempo a medida que escribía el relato. Ese “mapa
conceptual”, en donde aparecían ubicados los distintos conceptos con que trabajaría y podían
verse las conexiones existentes entre ellos, me mostraba toda la estructura de lo que quería
escribir y me permitía establecer cada vez nuevas conexiones, al tiempo que establecía los
límites precisos dentro de los cuales se movería mi narración. Una vez tuve clara esta
estructura teórica de mi relato los personajes se fueron igualmente delineando en mi mente y
me fue posible empezar a caracterizarlos y ponerlos a dialogar entre sí y conmigo mismo. A
medida que empecé a escribir la historia fue preciso hacer nuevas precisiones sobre el modo
como procedería (empecé a entender, por ejemplo, que la historia debía ser narrada “a dos
voces” por un niño y una niña y que, cada cierto tiempo, deberían aparecer distintos modelos
de diálogo -entre niños y entre niños y adultos-). Una vez se fueron definiendo todas estas
cosas, e incluso pude fijar un límite a la extensión del relato, puedo decir que la historia
prácticamente “se escribió sola”. Aunque los personajes seguían mis orientaciones (y yo, a la
vez, me dejaba guiar por el mapa conceptual que había construido), éstos adquirieron vida
propia y fueron, paso a paso, contándome su historia. El trabajo que viene después de escribir
un relato de éstos, desde luego, es el de intentar describir con un inmenso rigor analítico esa
trama teórica, filosófica, que le da sustento y vida al relato que podrán leer el día de mañana los
potenciales lectores de ese texto.
12
3
LIPMAN, Matthew: “On Writing a Philosophical Novel”, en Studies in Philosophy for Children. Harry Stottlemeier’s
Discovery, A. M. Sharp y R. Reed (eds.), Philadelphia, Temple University Press, 1992, pp. 3-7. Existe una traducción al
español, de la argentina Vera Waksman, de este texto, publicada en KOHAN, Walter y WAKSMANN, Vera (comps.):
¿Qué es filosofía para niños? Ideas y propuestas para pensar la educación, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1997, pp.
153-158. La parte citada es de las pp. 154-155. La lectura de este texto resulta muy iluminadora no sólo sobre el origen
de DH sino, en general, de todo el programa FpN.
13
En estos dos casos que acabo de presentar resulta evidente de qué manera la estructura
teórica de un texto, guiada por una intención específicamente filosófica, es lo que determina su
estructura narrativa. Ello no implica, desde luego, que la trama narrativa sea secundaria o
puramente accidental, sino, más bien, que debe ser estrictamente coherente con la coherencia
teórica de un texto como éste.
a) que hay relaciones que son transitivas, es decir, que pueden “pasar” de dos proposiciones
a una tercera, lo que nos permite construir algunas formas de argumento simples pero
muy útiles, como el silogismo hipotético del ejemplo anterior.
b) que, por lo tanto, deben existir algunas reglas que nos permitan extraer de dos o más
proposiciones dadas nuevas proposiciones; es decir, que hay reglas deductivas que nos
permiten construir argumentos correctos.
A esta altura de su reflexión (comienzos del cap. 12), Harry y Elisa aún no se han dado
cuenta de las implicaciones que tienen los descubrimientos que han venido haciendo en los
últimos capítulos, y por eso deciden volver a lo único que tienen claro: las cuatro formas
básicas de las proposiciones categóricas (cfr. pp. 92 y ss).
Aquí empieza, sin embargo, como ya insinuábamos, una segunda fase de descubrimiento,
que tiene que ver ya no tanto con el descubrimiento de un lenguaje lógico cuanto con la
forma de proceder para construir argumentos correctos. A medida que, a partir de la
observación atenta de las cuatro formas básicas de las proposiciones lógicas (pp. 92 y ss), se
dedican a reflexionar sobre ellas, Harry y Elisa (y luego algunos otros compañeros de ellos)
van descubriendo otra serie de cosas, que siguen una cierta secuencia; cosas como estas:
- Las relaciones de oposición entre proposiciones, que son básicamente tres:
(*) contrariedad (dos proposiciones son contrarias cuando, aunque las dos no pueden ser
verdaderas, las dos pueden ser falsas; así las proposiciones en A (“todas las materias son
interesantes”) y en E (“ninguna materia es interesante”) son contrarias, pues no pueden
ser las dos verdaderas, pero podrían ser las dos falsas, dado que es posible que lo
verdadero es que algunas materias sean interesantes y otras no lo sean.
(*) subalternación (dos proposiciones son subalternas cuando la verdad de una implica la
verdad de la otra; las proposiciones en I (“algunas materias son interesantes”) son
subalternas de las proposiciones en A (“todas las materias son interesantes”), dado que,
si es cierto que todas las materias son interesantes, es necesariamente cierto que algunas
lo son.
(*) contradicción (dos proposiciones son contradictorias cuando la verdad de una implica
necesariamente la falsedad de la otra; de esta forma, las proposiciones en A (“todas las
materias son interesantes”) y en O (“algunas materias no son interesantes”) son
necesariamente contradictorias, pues, si una de ellas es verdadera, la otra
necesariamente será falsa, pues basta, por ejemplo, con afirmar que es verdadero que
hay algunas materias que no son interesantes para que no podamos afirmar que todas lo
son.
El conocimiento de estas reglas elementales (que se refieren a las relaciones de
oposición entre proposiciones) es esencial, pues nos ofrece bases para hacer una serie de
16
4
Algunos problemas de filosofía de la educación, filosofía de la mente, filosofía del lenguaje, antropología filosófica, ética
normativa y metaética habían sido ya examinados en la segunda parte (cap. 5-11).
17
5
Nada hay, por supuesto, mejor, para la comprensión de esta estructura narrativa que una lectura completa y reflexiva
del texto (ojalá “de una sola sentada”); y nada mejor puede hacer el lector de estos “apuntes” que hacer, incluso antes de
leer estas notas, una lectura personal de la novela.
18
amigos) es mucho mejor, pues permite una facilidad de desplazamiento mucho mayor a
la narración.
- la ventaja principal, en mi concepto, es ésta: el protagonismo en este caso se desplaza de
un personaje (Harry) hacia un acontecimiento básico: el pensamiento y las reglas que
seguimos para pensar de un modo correcto, a la vez que el proceso de búsqueda y
descubrimiento de ello. El protagonista esencial de DH no es un personaje, sino el
acontecimiento del pensar.
2) La configuración de los personajes: La amplia gama de personajes existentes en DH tiene
una función central en la trama de la novela, pues pretende presentar distintos estilos y modelos
cognitivos. Tales estilos y modelos se pueden ver tanto en los muchachos que aquí participan
como en los adultos que acompañan sus procesos de indagación (padres y maestros).
Aunque aquí sólo los enunciaremos, sin entrar a profundizar en ello6, podríamos decir que,
entre los muchachos de la historia, podríamos hacer las siguientes caracterizaciones
generales: Toño representa ante todo una forma de pensamiento analítico, mientras que
Elisa es fundamentalmente intuitiva, Marcos es el modelo más claro de pensamiento crítico,
Harry representa la forma más explícita de pensamiento reflexivo, Ana María y Susy
representan formas distintas de pensamiento creativo y María Fernanda una forma de
pensamiento solidario7. En el caso de los padres y maestros podemos ver también estilos y
modelos cognitivos bien diferenciados: los hay con ciertos visos autoritarios (como el
profesor Pardo y, en alguna medida, el papá de Toño), los hay “exigentes”, pero abiertos
(como la señorita Jaimes o el papá de Harry), los hay abiertos a un diálogo democrático
(como el profesor Espinosa o los papás de Harry). Cabe observar, sin embargo, cómo, a lo
largo del relato, cada uno de estos personajes se va modificando en la medida en que entra
en diálogo y aprende a ponerse en la perspectiva de otros. El diálogo investigativo en el
ámbito de una comunidad es la clave de dicha “transformación”.
3) La interacción de tres contextos vitales (escuela, familia, grupo de amigos): Aunque el
ambiente esencial en torno al cual gira toda la trama narrativa de DH es el colegio (como
ocurre, igualmente, en todas las novelas del programa FpN), este ambiente va, poco a poco
(ya desde el tercer capítulo de DH), “desplazándose” hacia otros dos ambientes esenciales
en la construcción de la identidad personal de un preadolescente o adolescente: su propia
familia y su grupo de amigos. Hay también distintos tipos de familia: algunas “en crisis”
(como la de Juanita), otras destrozadas por una tragedia (como el asesinato del padre de
Guillermo), otras que representan modelos familiares propios de minorías étnicas (como la
de Lucho); y también otras, como la de Harry, donde hay un ambiente permanente de
6
De esto nos ocuparemos en el punto 4 de estos apuntes.
7
Junto a estas seis formas básicas de “pensamiento superior”, en las que profundizaremos más adelante, aparecen también
ciertas formas específicas de “realismo ingenuo” (en personajes como Juanita) o de “sentido común” (como en el caso de
Miguel).
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que, si uno puede descubrir las reglas de la lógica formal en un ambiente significativo
(aunque éste sea ideal), podrá comprenderlas mejor y encontrarles mayor sentido. Este
supuesto, a su vez, se funda en un presupuesto: que el más adecuado desarrollo de la
capacidad lógica está vinculado al desarrollo de la imaginación (es decir, que los usos
imaginativos del pensar -como escribir un poema o un cuento, como soñar, como la simple
capacidad de examinar posibilidades y especular- son esenciales para el desarrollo de una
capacidad de razonamiento sistemático y consistente). Creo que este supuesto es válido -y
creo que también Lipman lo formularía así- si se concede a su vez el argumento inverso:
que el adecuado desarrollo de la imaginación implica y exige un amplio desarrollo de la
capacidad de razonamiento lógico. Tanto la lógica como la reflexión ética, tanto la política
como la poesía son asuntos en donde se debe dar una adecuada combinación de lógica e
imaginación. Esto no es, desde luego, un simple supuesto general de la composición de
DH, sino que opera y está presente en su trama narrativa de diversas formas. Destacaré sólo
una de ellas: el recurso a los sueños como formas de explorar problemas o de poner a
prueba hipótesis, como ocurre en el “soñar despierto” de Elisa (cap. 3, pp. 23-24) y en el
sueño de Toño con las cuatro posibilidades (cap. 13, pp. 105-107). Este “recurso al sueño”
es una forma de extender el uso de las reglas más allá de sus usos habituales para ver hasta
dónde llegan los límites de su aplicación; una “ruptura” con “las reglas del pensar” que nos
permite ver los límites específicos del discurso lógico.
6) El énfasis puesto en los “actos mentales”: DH es un texto para leer “entre líneas”, en el que
se debe poner suma atención a los términos usados en cada momento, pues ninguno de ellos
es gratuito o accidental. Aunque muchas nociones lógicas centrales (como la de “relaciones
transitivas”) se presentan en términos coloquiales propios de nuestro lenguaje ordinario
(como “relaciones que pasan” o “relaciones que se transmiten”), cada término está escogido
con sumo cuidado, atendiendo a que ese término ayude a entrar al lector en un
determinado problema filosófico (lógico o de otro tipo). Especialmente importante es
poner cuidado en el uso que hace Lipman de ciertos verbos como pensar, creer, explicar,
describir, replicar, preguntar, objetar, asentir, querer decir, pensar para sí mismo, etc. (en
ocasiones esos verbos incluso aparecen subrayados en el texto o con cursivas). El uso de
tales verbos es absolutamente intencional y explícito, pues ellos señalan y describen actos
mentales específicos que podrían ser objeto de una indagación filosófica más detenida. El
examen de los “actos mentales” (es decir, de aquello que hacemos al discutir, preguntar,
reflexionar, estar de acuerdo, etc.) es uno de los caminos más adecuados para suscitar el
ejercicio de la reflexión filosófica en los niños y jóvenes.
8
De allí precisamente el nombre dado por Lipman al protagonista (Harry Stottlemeier), nombre que, por lo menos en el
original inglés, tiene una cierta semejanza con el nombre del gran filósofo griego. Aunque en algunas traducciones se han
creado nombres que intentan, en español, conservar esa referencia (como Ari Stoteles en la traducción argentina y Aristeo
Téllez en la traducción mexicana), me han parecido nombres demasiado forzados, por lo cual he preferido, en la
adaptación que he hecho para Colombia, conservar el nombre original en inglés, que, a pesar de todo, resulta menos
artificial que estas adaptaciones al español. Ello permite, además, no perder ciertas referencias históricas importantes que
hay en el texto (como la que hay a la guerra del Vietnam en el capítulo 15), pues el padre de Harry aparece como un
norteamericano que llegó a nuestro país hace algunos años, algo que suena más creíble que la creación de nombres en
español excesivamente extraños y artificiales.
22
9
Sobre estos asuntos profundiza Lipman en el capítulo 11 de La filosofía en el aula, Madrid, Ediciones de la Torre, 1992,
especialmente entre las páginas 231-242.
10
Cfr. PIAGET, Jean: Seis estudios de psicología, Barcelona, Seix Barral, 1981, pp. 94-99. Una explicación más completa
de este asunto puede verse en el capítulo 5, “La elaboración del pensamiento. Intuición y operaciones”, de su libro La
psicología de la inteligencia, Barcelona, Crítica, 1989, pp. 133-170.
23
El énfasis que he hecho hasta aquí en la importancia de que los preadolescentes aprenden
a razonar formalmente no debe engañarnos. La lógica formal tiene muchos límites. En primer
término porque, de hecho, nuestras formas habituales de razonamiento no se rigen
necesariamente por las reglas de la lógica formal; no razonamos la mayoría de las veces
siguiendo reglas explícitas (a menudo lo hacemos, más bien, a partir de modelos, ejemplos,
analogías, casos particulares, etc.), ni hablamos en silogismos. Cuando intentamos razonar
sobre un asunto cualquiera recurrimos en la mayoría de las ocasiones a estrategias
argumentativas que no tienen nada que ver con las reglas de la lógica formal11; aunque, por
supuesto, hay principios generales de razonamiento a los que en principio no solemos renunciar
si pretendemos pensar con claridad, como la máxima general de no incurrir en
contradicciones.
En tal sentido, lo importante aquí no es simplemente “aprender reglas”, pues el mero
aprendizaje de reglas no es garantía de un mejor pensamiento (como el saber “reglas de
ortografía” no es garantía de que escribamos correctamente); lo esencial es volvernos
cuidadosos con nuestros procesos de pensamiento; pero, precisamente para ello, el ir
descubriendo ciertas reglas que determinan la validez de nuestros razonamientos puede ser de
inmensa ayuda. Esta “actitud crítica” ante el valor efectivo de la lógica formal como ayuda para
el desarrollo de un mejor pensamiento se manifiesta a lo largo de DH de muchas formas
distintas: en las dudas que manifiesta Toño respecto de su posible utilidad (cap. 2), en las
conclusiones de Elisa en torno al campo de aplicación de estas reglas (sobre todo, cuando se da
cuenta en su “sueño” que “las reglas de Harry” funcionan cuando están intentando explicar el
mundo, pero no rigen lo que pueda ocurrir en su sueño, donde es posible que “todos los
animales sean gatos”), en la prevención contra la obsesión de Harry y Toño de encontrar
“reglas” en toda parte (manifestada especialmente por Elisa y Marcos), o en las propias
conclusiones certeras a las que llega Elisa en muchas ocasiones de forma más bien intuitiva y sin
tener que hacer uso de reglas explícitas de razonamiento.
Desde este punto de vista, entonces, lo importante no es obsesionarnos con el
aprendizaje o con la aplicación continua de reglas de validez del razonamiento. El
descubrimiento y la permanente aplicación de las “reglas del pensar” deben, más bien, llevarnos
(como ocurre con Harry, Toño y los demás personajes de la novela) a que nos hagamos más
sensibles a los diversos contextos de conversación en que aparecen formas argumentativas que
pueden resultar indeseables o desafortunadas. Las reglas de la lógica formal que se pueden ir
descubriendo a medida que se va trabajando con DH pueden constituirse entonces en criterios
de valoración de nuestros procesos de pensamiento, en elementos a partir de los cuales juzgar
11
Un análisis muy valioso de las múltiples estrategias argumentativas que efectivamente usamos para resolver o plantear
mejor diversos tipos de problemas es la que hacen Ch. Perelman y L. Olbrechts-Tyteca en su famoso libro Tratado de la
argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos, 1989. Una versión más sintética de este estudio sobre las formas de
argumentación se encuentra en PERELMAN, Chaïm: El imperio retórico. Retórica y argumentación, Bogotá, Edit. Norma,
1997.
24
12
La filosofía en el aula, p. 234.
25
que para complementar la formación de habilidades de razonamiento lógico, para hacer uso
de dichas habilidades en el análisis de problemas éticos, estéticos, políticos, metafísicos, etc.
d) Puesto que la lógica formal tiene un campo de aplicación limitado, el buen razonamiento
debe cultivarse también, y de forma permanente, por medio del examen de problemas
filosóficos “de contenido”. Los problemas filosóficos no son, pues, exclusivamente
problemas de buen razonamiento. El buen razonamiento es la base a partir de la cual se
analizan otro género de problemas que tienen que ver con la acción recta, con la
comprensión de leyes explicativas de la experiencia natural, con la legitimidad de nuestras
posturas políticas, con la formación en virtudes, con el examen de nuestras obras desde
criterios estéticos de armonía, originalidad, etc.; pero encontrar una posición razonable en
cuestiones de este estilo es mucho más que razonar correctamente sobre ellas. Es en este
sentido que ha insistido siempre Lipman en la noción de “buenas razones” (que son
oportunas, intuitivas y sensibles al contexto) como un complemento necesario de la lógica
formal.
Con lo anterior entramos en una de las características esenciales de DH como un
programa de formación en habilidades de razonamiento lógico: aquí la lógica formal se aprende
como una de las herramientas básicas de la investigación filosófica; es decir, como algo que debe ser
continuamente aplicado al examen de problemas filosóficos de diversa índole. El supuesto
fuerte de un texto como éste es que el buen razonamiento (o el razonamiento correcto) es tan
esencial a la hora de solucionar un problema de orden matemático como lo es a la hora de
enfrentar un dilema ético, evaluar una postura ante un problema de orden social o político o
escribir un cuento, un poema, un ensayo, o incluso una adivinanza o una fábula. Cultivando la
capacidad de razonamiento lógico estamos preparando a nuestros estudiantes tanto para pensar
mejor como para expresar ese pensamiento de una forma creativa en cuestiones prácticas como
las decisiones morales o la capacidad de expresión escrita; tiene mayores posibilidades de
desarrollar su imaginación (sea la imaginación moral, estética o política) alguien que razona de
forma ordenada y sistemática y, por tanto, manejando reglas de razonamiento que, según la
circunstancia y necesidad, puede aplicar con rigor o “violar” de forma consciente para fines
expresivos o creativos.
A lo largo de todo el texto de DH esto se puede percibir de múltiples maneras (y se
percibe mejor aún cuando uno mira la serie completa de textos que forman, además de éste,
Elisa, Susy y Marcos). Un lector atento de DH podrá percibir fácilmente de qué manera “las
reglas del pensar” son la clave esencial a partir de la cual pueden enfrentar de un modo
razonable Harry, Toño, Elisa, Susy, Marcos y los demás compañeros de curso las cuestiones
teóricas y prácticas que se les van planteando a medida que se desarrolla la historia. Es a partir
de ellas que se examinan problemas éticos (caps. 9 y 10), cosmológicos (cap. 13), estéticos
(cap. 13) o políticos (cap. 15). Para mostrar esto un poco mejor, me ocuparé a continuación de
dos ejemplos tomados de pasajes de la novela.
26
13
Cfr. PLATÓN: Eutifrón, en Diálogos I, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos N° 37, 1997, pp. 213-242.
27
nos obliga a desechar la otra. Tan válido es explorar las múltiples formas de pensamiento
superior que podemos desarrollar (como lo expresa Harry al decir que le gustaría “descubrir
todas las formas de pensar posibles”) como intentar determinar cuáles son las reglas generales a
que debe ajustarse el pensamiento correcto (como lo afirma Toño).
Creo, más bien, que lo que intenta destacar Lipman con este pasaje es que hay maneras
distintas de situarse ante el problema del pensar. En el pasaje que vengo comentando aparecen
por lo menos dos de ellas: 1) buscando las reglas que determinan un acto cualquiera de
pensamiento (lo que hace Toño, que busca siempre reglas) en orden a alcanzar, a través del
examen, comprensión y sistematización de dichas reglas, soluciones efectivas a los problemas
que desencadenaron su proceso de investigación; llamaré a esto una perspectiva resolutoria,
pues lo que busca clarificar es cómo construimos un conocimiento verdadero y cómo sabemos
que efectivamente es verdadero; 2) hay una segunda perspectiva en la cual se examinan los
problemas mismos, ya no tanto a partir de reglas, sino, más bien, con el fin de establecer su
significado e implicaciones posibles (es esto precisamente lo que hace Harry todo el tiempo; a
él no le interesan sólo las reglas, le interesan los problemas mismos y se compromete a fondo
en su investigación); llamaré a esto una perspectiva problemática, pues se caracteriza por
ahondar en el problema mismo, antes que en solucionarlo, examinándolo a la luz de sus
supuestos, consecuencias, modos de argumentación, etc.
Creo, además, que, a medida que la trama de DH se desarrolla va apareciendo aún una
tercera forma de situarse ante el pensamiento, representada especialmente por personajes
femeninos como Susy, Ana María y María Fernanda. Me refiero a lo siguiente: 3) se trata de
pensar desde una perspectiva en la cual no importa tanto los problemas o sus soluciones
teóricas cuanto la forma como el pensamiento nos ayuda a modelar la realidad, sea ésta la
realidad física, simbólica o social (en este caso el pensamiento se materializa en obras, que
pueden ir desde los inventos tecnológicos, hasta las teorías y las obras de arte de todo tipo y las
formas de organización social); llamaré a esto una perspectiva creadora de realidad, puesto
que se trata de una forma de situarse ante el pensamiento en la cual éste busca formas
específicas de modelamiento o transformación de la realidad a través de la creación de
instrumentos, símbolos, teorías, formas de convivencia social.
Estas tres formas de situarse frente al pensamiento, o, como también las he llamado,
“perspectivas” (resolutoria, problemática y creadora de realidad) dan lugar a por lo menos seis
formas distintas de pensamiento superior que, de distintas maneras, se van desplegando a lo
largo de toda la novela. Cada una de estas “formas de pensamiento superior” se encarna,
además, en personajes específicos de la novela DH que la representan de una forma peculiar.
Aunque toda forma de clasificación resulta reduccionista, pues no puede dar cuenta de
múltiples matices, presento a continuación un cuadro preliminar sobre estas formas de
pensamiento superior tal como, en mi concepto, aparecen a lo largo de DH representadas en
distintos personajes de la novela. Después de presentar dicho cuadro tendré que entrar más a
30
fondo a caracterizar, a partir de la novela y sus personajes, cada una de dichas formas de
“pensamiento superior”.
Cuadro: Las “formas del pensamiento superior” en DH
Perspectivas del Formas del Personajes que Características generales
pensamiento pensamiento representan o de estas perspectivas
superior superior tipifican estas
formas
Pensamiento Toño - Orientados a la solución de problemas.
analítico
Resolutoria - Se desarrollan como una habilidad básica-
Pensamiento Elisa mente individual.
intuitivo
Pensamiento Marcos - Orientados al planteamiento de problemas.
Problematizadora crítico - Se desarrollan en un ambiente comunitario
Pensamiento Harry y dialógico.
reflexivo
- Se construyen y expresan por medio de
Creadora de Pensamiento Susy, Ana María obras que modifican nuestras formas de
realidad creativo producir, nuestra sensibilidad, ideas y
formas de convivir.
- Se desarrollan a través de diversas formas de
Pensamiento María Fernanda
interacción individuo-sociedad.
solidario
problemas con los que poseemos un cierto grado de familiaridad (pensamiento intuitivo). En
otras situaciones, nuestro esfuerzo por comprender el problema implica la construcción de
criterios para su examen (pensamiento crítico) o una consideración más detallada de los
supuestos, implicaciones y formas de argumentación que hay en él (pensamiento reflexivo).
Hay otras ocasiones en que nuestro pensamiento procede creando realidad, que bien puede
expresarse en obras de distinto estilo (tecnológicas, artísticas, etc.) (pensamiento creativo) o
puede implicar situarse en la perspectiva de otros para “cuidar” de su bienestar o para promover
formas de convivencia y reciprocidad (pensamiento solidario).
Aunque aquí hablaremos de cada una de estas formas como un modelo general
(encarnado, por supuesto, en personajes específicos de DH) no debemos suponer en ningún
caso que se trate de modelos que se den “puros” en sujeto alguno; aunque haya algunos
individuos que podríamos calificar de “intuitivos más que analíticos”, “creativos más que
reflexivos”, “solidarios más que críticos”, etc., todos tenemos la posibilidad de desarrollar
adecuadamente cada una de estas formas de pensamiento superior, aunque, por supuesto, por
razones tanto de inclinaciones naturales como del ambiente en que vivimos y nos formamos,
tendamos a desarrollarnos más en una perspectiva que en otra. No se trata, por tanto, de
clasificar a las personas, o incluso de rotularlas, bajo uno sólo de estos estilos cognitivos, sino
de comprender la gran variedad de estilos cognitivos que, por una parte, existen ya en nuestros
alumnos, y, por la otra, podríamos ayudar a desarrollar en ellos.
Conviene advertir, además, que ninguna de estas formas puede cultivarse por separado
de las otras, y que precisamente unas y otras formas se requieren y se refuerzan. Así, por
ejemplo, las posibilidades creativas están en muy clara conexión con el desarrollo de las
capacidades analíticas, al igual que estas últimas tienen un claro vínculo con la capacidad de
pensamiento reflexivo; o una cierta dosis de pensamiento intuitivo se requiere para el
desarrollo de habilidades de pensamiento creativo. Aunque, a continuación, haremos una
descripción por separado de cada una de estas formas de pensamiento superior, debemos
insistir en que es precisamente la interacción entre todas ellas -como sucede precisamente a lo
largo de todo DH, en donde todas estas formas de pensar el mundo entran en permanente
diálogo- lo que puede garantizar las mejores posibilidades de desarrollo para cada una de ellas.
El pensamiento analítico se caracteriza por el intento de descomponer un problema
en sus partes constitutivas en orden a, mediante un examen detallado de sus partes y de las
relaciones existentes entre ellas, encontrar perspectivas de solución al problema planteado.
Para lograr alcanzar una solución, en este caso, se siguen métodos aceptados por todos y reglas
que son explícitas. Este tipo de pensamiento, entonces, se desarrolla dando un paso cada vez y
posee una conciencia bastante amplia de la información que maneja y de las estrategias de
solución que está utilizando, que incluyen en la mayoría de los casos reglas de razonamiento
deductivo, algoritmos matemáticos o incluso diseños de investigación experimental. La gran
ventaja de esta forma de pensamiento es que suele alcanzar los fines que se propone y lo hace
32
14
“Crítico” no se debe confundir con “negativo”. Ser crítico no es mostrar el aspecto negativo de una cosa o situación,
sino saber utilizar “herramientas de juicio” (criterios) para hacer mejores juicios. Los términos “crítico” y “criterio” se
forman a partir del verbo griego krino, que significa precisamente juzgar, discernir.
34
trata de lo siguiente: un buen pensamiento es aquel que sabe ponerse en la perspectiva de otro
(una de las máximas centrales del uso del entendimiento, según Kant), de ver las cosas
poniéndose en su lugar para “cuidar” de él. “Cuida de ti mismo” y “cuida de los otros”
constituyen dos máximas esenciales de la ética desde la antigüedad griega. Quien se guía por
estas máximas y las incorpora en sus formas de pensamiento es alguien que se hace capaz de
pensar siempre en términos de cuidado de los otros. La idea que mejor expresa hoy día esta
capacidad de ponerse en la perspectiva de otros, y de intentar pensar desde allí, es la de
solidaridad. Una caracterización más completa de esta forma de pensamiento superior es algo
que aún está en construcción. Sin embargo, en DH ya hay un primer modelo interesante de
ello en la figura de María Fernanda, la muchacha negra que, al tiempo que defiende sus
derechos (como mujer y como representante de una minoría étnica) desarrolla todos sus
proyectos personales (como el llegar a ser abogada) desde la perspectiva del servicio que puede
prestar a los demás; María Fernanda es alguien que, siempre que piensa en un problema, lo
hace en términos de derechos y oportunidades sociales y que tiene por principio básico de
todos sus pensamientos una regla general de justicia.
La caracterización anterior es, desde luego, muy general y, por ello, necesariamente
muy inexacta. Rasgos específicos de cada una de estas formas de pensamiento superior descritas
pueden encontrarse, sin duda, en otros personajes. Lo importante, sin embargo, decíamos, no
es “rotular” los personajes de la novela, sino ofrecer “claves de lectura” para ésta. Además,
intentar ampliar nuestra visión general de ese asunto que interesa tanto hoy a los educadores: el
de la formación del pensamiento. Con frecuencia los maestros decimos simplemente que
nuestros alumnos “no saben pensar”; sin embargo, nosotros mismos no tenemos muy claro qué
tipo de pensamiento es el que debemos cultivar en ellos. Por ello a menudo intentamos
desarrollar, por ejemplo, de una forma unilateral habilidades específicas de pensamiento
analítico, o de pensamiento creativo, descuidando otras dimensiones esenciales tanto para su
vida como para su propio desarrollo intelectual. Enfatizamos con frecuencia el pensamiento
analítico, el pensamiento crítico o el pensamiento creativo, y descuidamos, sin embargo, el
desarrollo de sus habilidades de pensamiento intuitivo, reflexivo o solidario.
¿Cómo lograr, entonces, un desarrollo más amplio y coherente de estas diversas formas
de pensamiento superior? Responder a esto no es asunto fácil. En cualquier caso, es esencial,
por lo menos, tener identificadas esas formas de pensamiento que queremos desarrollar. En
ello el trabajo con DH puede ser un buen punto de partida. Las diversas modalidades de
pensamiento superior que allí aparecen, y que aquí hemos descrito de forma tan general,
pueden ser iluminadoras para los propios jóvenes si, al trabajar con este texto, logramos que
ellos se identifiquen con los personajes de la novela. No sólo Harry, sino también Elisa, Toño,
María Fernanda, Marcos, Susy y todos los demás, podrían ser modelos cognitivos interesantes
para nuestros jóvenes. Al maestro le corresponde, al tiempo que ayudar a los jóvenes a
identificar estos distintos estilos y modelos cognitivos, enseñarles a los jóvenes con los que
36
trabaja que sus propios estilos cognitivos son valiosos, y él sabe valorarlos, como lo hacen con
cierta habilidad los maestros que aparecen en DH, especialmente el profesor Espinosa. Todo
esto, sin embargo, implica que el maestro, además de familiarizarse con el texto de la novela,
comprenda las dificultades específicas que plantea el trabajo con un texto como éste en un aula
de clase al tiempo que las alternativas que pueden tenerse a mano para superar tales
dificultades. A ello le dedicaremos el último punto de los presentes “apuntes”.
inmediatos. Sin embargo, DH no enseña precisamente “técnicas para pensar”, sino que
invita, más bien, a hacer a cada uno una reflexión personal sobre el hecho del pensar y a
pensar sobre su propio pensamiento. Quien esté esperando que, con el simple hecho de
trabajar con DH, se va a producir “como por arte de magia” una mejoría inmediata en los
procesos de pensamiento de los alumnos puede llevarse una decepción.
- La educación hasta hoy prácticamente no ha tenido los procesos y reglas del pensamiento
como uno de sus objetos de estudio básicos. Como lo señala Janeth en el capítulo 3 (p. 20)
de DH, en el colegio se habla de todo lo demás: niveles anuales de lluvia, contaminación
ambiental, adicción a las drogas, de las guerras, etc., pero poco se habla de cómo pensamos
y del valor y significado del pensamiento en nuestras vidas. DH pone a los jóvenes a pensar
sobre el pensamiento, y, aunque el tema pueda resultarles apasionante, no es un tema fácil
de tratar, sobre todo porque no es un asunto que se resuelva consultando un libro, sino
precisamente pensando sobre lo que hacemos al pensar.
- Uno de los principales elementos de lo que Iván Illich llamó el “currículo oculto” de la
escuela es precisamente éste: que se nos acostumbra a que hay que aprender lo que enseñan
los maestros o lo que dicen los libros; es decir, que nuestro pensamiento no sólo no cuenta a
la hora de aprender sino que, incluso, puede representar un obstáculo para el aprendizaje.
“Limítese a lo que dicen los textos”, “aprenda las cosas como son (es decir, como se las
enseñó el profesor)” son frases que continuamente se escuchan en los ambientes escolares. El
tipo de trabajo que se propone en FpN, y especialmente con una novela como DH, va
claramente “en contravía” de esto. Lo que aquí se propone es precisamente un aprendizaje
reflexivo, donde se aprende no solamente lo que nos enseñan otros, sino donde el
aprendizaje fundamental se logra a través de un proceso de síntesis de muchos factores de la
experiencia que hacemos con ayuda de nuestra capacidad de pensamiento reflexivo.
- Además, el tipo de trabajo textual al que están habituados la mayoría de nuestros alumnos es
el del análisis de los textos en donde se identifican ideas principales y secundarias, personajes
principales y secundarios, secuencias de acontecimientos, etc., pero no problemas para la
reflexión. Lo que pide el trabajo con una novela de FpN es algo muy diferente: no que los
niños analicen el texto, sino que busquen en él sugerencias a partir de las cuales plantear
problemas y explorar significados filosóficos. Al principio siempre hay dificultad con el
hecho de que los niños y jóvenes con quienes se trabaja estos textos comprendan que el
objeto del texto es ellos mismos y sus procesos mentales y no el análisis exhaustivo de una
trama literaria.
La presentación de las anteriores dificultades (las más generales, por supuesto, dado que
en la práctica concreta de aula se podrán identificar muchísimas más) no tiene por fin
desanimarnos a trabajar con un texto como DH. Simplemente se trata de reconocerlas y saber
que contamos con ellas. Ser consciente de esto es importante para que, en vez de crearnos
falsas expectativas, podamos “pisar sobre terreno firme”. Las dificultades no deben ser vistas
exclusivamente como trabas o impedimentos; es preciso verlas también como oportunidades.
40
En tal sentido habría que decir, por ejemplo, que lo importante es que DH se transforme en
una especie de “reto cognitivo” para los jóvenes que leen y discuten este texto; no es un texto
de fácil comprensión, pero, por ello mismo, puede generar en los estudiantes “conflictos
cognitivos” que, adecuadamente manejados por los maestros que orientan este trabajo, pueden
ser base para un aprendizaje significativo.
Igual que los obstáculos que tenemos que vencer cada vez que nos proponemos algo nos
“elevan” por encima de nuestras preocupaciones inmediatas, las dificultades que hemos
identificado o podríamos identificar no deben ser una razón válida para evitar la experiencia de
trabajar con DH; deben ser, más bien, una invitación a que esa posible experiencia de aula con
una novela como ésta se prepare cuidadosamente, evitando el mero ensayo y error, la
improvisación fácil o la creencia errónea de que un texto, por sí solo, tiene el efecto mágico de
modificar la conciencia y de transformarnos de un día para otro en personas críticas o en
filósofos expertos. A este propósito conviene subrayar que DH no es simplemente un “texto de
lectura” para una clase de filosofía, sino una historia a partir de la cual cada uno puede examinar
su propio pensamiento15; por tanto, lo esencial es poder leer el texto con cuidado y realizando
la reflexión que en cada caso la lectura del texto puede propiciar.
Ahora bien. En la medida en que reconocemos que hay dificultades, sabemos también
que hay que buscar mediaciones que nos permitan enfrentar y resolver favorablemente dichas
dificultades. Tales “mediaciones” no son en todo caso soluciones mágicas, sino algunas
alternativas que pueden ser viables en tanto las respalda una experiencia de trabajo previa. El
sentido de estas mediaciones tal vez se comprenda mejor si hacemos aquí una comparación con
lo que era la antigua medicina griega, la medicina hipocrática. Uno de los principios básicos que
guiaba esta medicina era el de “dejar que obre la naturaleza”; para los médicos hipocráticos era
claro que no eran ellos, sino la naturaleza, los que podían restablecer la salud de un enfermo, y
que todo lo que ellos podían ofrecer a sus pacientes eran una serie de mediaciones (como la
dieta, la observación de las estrellas, algunos remedios “caseros”, etc.) que permitían
restablecer el equilibrio corporal que se había perdido a causa de la enfermedad.
De una manera semejante, el maestro que trabaja con DH debe ser consciente de que
todo lo que él puede hacer es ofrecer algunas oportunidades para que el aprendizaje filosófico
que se puede realizar con este texto se realice efectivamente, pero que en ningún caso su labor
como maestro consiste en “programar el aprendizaje de sus alumnos”. Pensar es un proceso
deliberado y no algo que pueda programarse mediante objetivos o logros prefijados. Al maestro
le corresponde básicamente ayudar a propiciar el ambiente en el que los alumnos se sientan
invitados a pensar y confiar en que no hay aprendizaje más efectivo y significativo que el que se
15
Con frecuencia me he encontrado con el hecho de que algunos profesores mandan a leer a sus alumnos DH como
mandan a leer cualquier otra novela: para realizar un examen o “control de lectura” y discutirla en una o dos clases. Creo
que quien hace esto no comprende el sentido que tiene este texto y la importancia de que se trabaje con él en el ámbito
de una comunidad de indagación filosófica como un punto de partida para generar una reflexión propia sobre los muchos
asuntos que pueden estar sugeridos en esta historia.
41
realiza por medio de la reflexión propia y rigurosa. Debe, pues, confiar en que en sus alumnos
“obra la naturaleza”, es decir, debe confiar en los poderes cognitivos de los niños y/o jóvenes
que se comprometen con la indagación acerca del pensar. Para que esos poderes cognitivos se
realicen será necesario, entonces, que el maestro coloque algunas mediaciones. Pero, ¿qué
mediaciones? Señalaré aquí por lo menos cuatro mediaciones básicas:
1. Algunas estrategias que le permitan al maestro identificar los niveles de desarrollo cognitivo
de sus estudiantes.
2. Mediaciones que les permitan comprender a los alumnos en qué consiste el trabajo en una
comunidad de indagación.
3. Presentación de situaciones que inviten a los muchachos a razonar lógicamente y que les
ayuden a descubrir el valor y el placer de hacerlo.
4. Estrategias que permitan introducir a los alumnos “en la mente” de Harry y sus
compañeros, de tal manera que puedan comprender y aprendan a plantearse los problemas
que ellos se están planteando.
Algunas de estas mediaciones pueden, en cierto sentido, proveerlas el propio trabajo
con el texto. Sin embargo, es bueno, antes de empezar a trabajar con la novela desarrollar una
fase de aprestamiento. Por “aprestamiento” se deben entender una serie de estrategias que
deben generar las condiciones básicas para que los alumnos, a la vez que empiezan a
constituirse como una comunidad de indagación filosófica, vayan descubriendo los problemas
centrales que luego se trabajarán con el texto. Aunque las estrategias de aprestamiento
existentes en FpN se han pensado fundamentalmente para el trabajo con los niños más
pequeños, creo que el trabajo con DH requiere de un trabajo de aprestamiento específico, dada
la característica propia de este texto y especialmente el hecho de que supone un tránsito hacia
el razonamiento formal. Las herramientas de aprestamiento para este programa no están aún
suficientemente consolidadas. Ofrezco, sin embargo, para terminar algunas sugerencias de lo
que podría ser ese “aprestamiento” tal como yo mismo he intentado desarrollarlo.
Antes de empezar a leer el texto de DH con los niños y/o jóvenes se pueden
implementar algunas estrategias en tres fases básicas:
1. Una fase de introducción al razonamiento lógico, en la cual se les ayude a los muchachos a que
descubran el valor del razonamiento lógico y las reglas que uno debe seguir para resolver
problemas por medio de un razonamiento lógico estricto. Para ello, la estrategia básica
puede ser la resolución de enigmas lógicos, que, al tiempo que les fascina, los obliga a que
razonen siguiendo un orden estricto y haciéndose conscientes de las reglas que siguen en sus
razonamientos. Se pueden utilizar para ello ciertos enigmas clásicos de la lógica, tomados de
las obras de Raymond Smullyan, Irving Copi y de otras fuentes. También se pueden buscar
en Internet algunas páginas que contienen acertijos lógicos interesantes y sencillos.
2. Una segunda fase de desarrollo de habilidades de indagación, en donde se pone el énfasis en
actividades como la observación, la pregunta, la descripción, la clasificación y comparación,
42
el uso de ejemplos y analogías, etc. Aquí se puede recurrir a algunas técnicas de desarrollo
de habilidades de pensamiento, como las que ofrece Margarita de Sánchez o las que se
pueden encontrar en revistas como Juegos inteligentes.
3. Una tercera fase de transición al texto, en la cual, a partir de cuentos cortos (en donde Harry
sea el protagonista) se les ayude a los muchachos a “entrar en la mente” de Harry y a
comprender el tipo de problemas que él se irá planteando. Estos cuentos cortos, además de
servir de transición hacia el texto de DH, pueden ser la base a partir de la cual proceder a la
construcción de herramientas para la discusión filosófica. Yo mismo he escrito tres cuentos
con ese fin, que intentan explorar lo que “pasaba por la mente” de Harry el día previo a la
clase de ciencias con el profesor Espinosa en donde haría su primer descubrimiento.
Observación final
Los materiales creados para esta “aprestamiento” están a disposición de quienes quieran conocerlos. La
experiencia misma requiere todavía una evaluación más sistemática. De todas formas, quien considere
importante conocer estos materiales y herramientas puede ponerse en contacto conmigo, y con mucho gusto le
prestaré la asesoría que considere necesaria. Por otra parte, me quedo a la espera de todos los comentarios que
ustedes quieran hacerse con el fin de enriquecer estas reflexiones (Diego Pineda).
Sus comentarios me los pueden enviar a alguno de estos dos correos electrónicos:
[email protected]
[email protected]
Muchas gracias.