6 de Enero de 2023
6 de Enero de 2023
6 de Enero de 2023
«¡Levántate y resplandece… porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!» Cf. Is 60,
1ss. Hoy estamos celebrando una de las solemnidades más antiguas en la Iglesia, incluso más
antigua que la Navidad, la Epifanía del Señor. En la Iglesia dominicana es día de precepto,
aunque sea un día laborable, algo que en el futuro tal vez tendremos que evaluar y transferirla al
domingo como ha ocurrido en otros países.
Epifanía, Teofanía en Oriente. La manifestación del Señor a la humanidad que viene a redimir.
La palabra Epifanía viene del griego y está compuesta a su vez por dos vocablos: el prefijo epi-
que quiere decir sobre, encima, y la palabra fanos, que quiere decir manifestación. De ahí que
Teofanía signifique manifestación de Dios y Epifanía vendría siendo una gran manifestación:
Dios que se revela. El Padre que ha querido mostrarse a la humanidad en el Verbo encarnado, en
su Hijo nacido de santa María la Virgen.
Muchos creen que esta es “la fiesta de los reyes magos” y en países como el nuestro, donde aún
se conserva la tradición de dar regalos a los niños, la fiesta se ha venido a reducir simplemente a
una conmemoración social y hasta de carácter consumista. Algo totalmente ajeno a la realidad.
El Martirologio Romano, donde conservamos el catálogo y los elogios de los santos y las
grandes festividades de la Iglesia, nos dice de este día: «Solemnidad de la Epifanía del Señor,
en la cual se celebra la triple manifestación del gran Dios y Señor nuestro Jesucristo: en
Belén, el Niño Jesús es adorado por los magos; en el Jordán, es bautizado por Juan, ungido
por el Espíritu Santo y aclamado por el Padre; en las bodas de Caná de Galilea manifestó
su gloria, convirtiendo el agua en vino»
La palabra mago en la Escritura, no significa para nosotros hoy lo que su significado comprendía
en la antigüedad. Los magos eran más bien “sabios” “estudiosos” y en este caso, astrólogos, es
decir, que estudiaban el comportamiento de los cuerpos celestes, las estrellas. No estamos
hablando aquí de personas que hacían magia como tal. Esta definición es posterior.
Por otro lado, el relato de los magos, comprendido en el Evangelio de san Mateo nos indica que
venían de Oriente, de un lugar lejano. No nos dice en ningún momento que eran reyes o que
venían en camellos, ni tampoco nos especifica que eran tres. Nos habla en plural. Entonces, ¿por
qué decimos “los tres reyes magos”? Todo tiene que ver en primer lugar con lo que hemos
escuchado en la primera lectura. Isaías profetiza: «Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al
resplandor de tu aurora» y luego seguirá diciendo: «te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madrián y de Efá» y además añade dos de los dones que traerán: «todos los
de Saba llegan trayendo oro e incienso» Y por esto, los Padres de la Iglesia no han dudado en
afirmar, desde sus primeras apologías y explicaciones exegéticas, que eran “reyes magos” que
venían desde lejos. Y por el número de regalos que san Mateo nos indica, la Tradición ha
asumido que eran tres, pues además del oro y el incienso, también traerían la mirra.
El oro, regalo digno de un rey, que simbólicamente nos plantea el linaje de Jesús, como
descendiente, como Hijo de David, Rey de Israel, Rey universal. El incienso nos manifiesta la
oración, la intercesión, el carácter sacerdotal de Cristo, único, eterno y sumo sacerdote de la
Nueva Alianza, que vendría a reconciliarnos con el Padre, a constituirse en único mediador entre
Dios y los hombres. Y la mirra, especia utilizada desde antiguo para embalsamar y perfumar los
cuerpos de los difuntos, vendría a profetizar el sacrificio que llevaría a cabo al ofrecerse en la
cruz por la humanidad. Cristo Rey, Sacerdote y Víctima.
La Tradición de la Iglesia nos cuenta que las reliquias de los santos Magos están conservadas en
la Catedral de Colonia, en Alemania. Se dice que fueron llevadas allí desde Constantinopla,
actual Turquía. También la misma Tradición nos cuenta que el apóstol santo Tomás en uno de
sus viajes a Oriente, fue en busca de los Magos a quienes pudo encontrar, bautizar y finalmente
los ordenó obispos. La santa Tradición nos cuenta que murieron martirizados, aquellos que
conocemos por los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar.
Que esta solemnidad nos permita meditar ciertas cosas y hacerlas realidad en nuestras vidas. Que
seamos como los Magos, que buscan la luz de Dios, sin cansarse, a lo largo de toda nuestra
existencia; para que cuando acudamos al encuentro de aquella luz, Jesucristo, le ofrezcamos con
alegría y amor todo cuanto tenemos. Que trabajemos por aumentar cada día nuestra fe, creyendo,
aunque no veamos o no entendamos, para que, así como los magos que pensaban encontrar al
Rey en un palacio y lo encontraron en una humilde casa, podamos aceptar la voluntad de Dios en
nuestras vidas, y lo adoremos allí, a pesar de las circunstancias que estemos viviendo.
Que María, que mostró a la humanidad a Jesús, nada más que a Jesús, nos ayude a ser dóciles
discípulos de su Hijo, Luz de los pueblos, como cantará el prefacio de esta Misa. El ejemplo de
los Magos de entonces es una invitación también para los Magos de hoy, para nosotros: a abrir
nuestra mente y nuestro corazón a Cristo y ofrecerle los dones de su búsqueda. No tengamos
miedo de la luz de Cristo. Su luz es el esplendor de la verdad. Dejémonos iluminar por él,
dejémonos envolver por su amor y encontraremos el camino de la paz. Amén.