Libro El Hijo Del Pueblo

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EL HIJO

DEL PUEBLO
Memorias del presidente mártir
Mohammad ‘Ali Rayaí
EL HIJO D
 EL
PUEBLO
Memorias del presidente mártir
Mohammad ‘Ali Rayaí
Libro:
EL HIJO DEL PUEBLO
Amir Abbas Mousavi
Editores:
Seyed Saeid Shahmorady
Angélica María Rojas I.
Revisión:
Farhad Fallah
Director artístico:
Saeed Saffarnejad
ISBN: 978-622-99651-9-1
Primera edición: 2022
© Editorial el Faro Internacional S.A.S, 2022
Nit: 901333848-6
Bogotá, Colombia
[email protected]
WhatsApp: +573197620558
Teléfono: +57 (1) 8706221

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EL HIJO D
 EL
PUEBLO
Memorias del presidente mártir
Mohammad ‘Ali Rayaí
Índice
9  Introducción
13  Prólogo del traductor
17  Recuerdos
29  En la casa
51  La familia
63  La lucha
71  En la cárcel
79  Maestro de Escuela
93  Características personales
113  Una vida sencilla
123  En el ámbito laboral
145  Cartas y Discursos
151  Discurso del Sr. Rayaí en el Consejo de Seguridad
Introducción
Este libro presenta una antología de recuerdos,
memorias y discursos relacionados con el difunto
presidente Mohammad ‘Ali Rayaí, segundo Jefe del
Gobierno de la República Islámica de Irán, asesinado el
30 de agosto de 1981 en un ataque perpetrado por los
integrantes del grupo terrorista Muyahidín Jalq (MKO,
por sus siglas en inglés).
Este texto recopila manuscritos de tres obras en idioma
persa: Biografía del Mártir Rayaí (escrito por Golam ‘Ali
Rayaí), El Secreto de la Eternidad (escrito por Hasan
Asgari Rad) e Hijo del Pueblo, seleccionados, extractados
y traducidos en español.
Este libro cuenta con dos principales capítulos que
abordan las memorias, las ponencias y cartas oficiales
de Rayaí. El primer capítulo consiste en una recopilación
anecdótica de memorias de sus amigos íntimos y
familiares, quienes dan cuenta de las características
humanas de este personaje inmortal. Por último, el libro
termina con dos textos políticos en referencia al mártir
Rayaí, incluyendo una carta oficial a su homólogo
francés y el discurso ante el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas.
El hijo del pueblo

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Prólogo del traductor
Antes de traducir este libro solo había escuchado
su nombre. Mohammad ‘Ali Rayaí falleció casi una
década antes de que yo naciera; pero este intervalo
jamás significó un obstáculo para conocer a un gran
hombre.
La responsabilidad de un traductor lo obliga a leer un
texto en repetidas ocasiones para que pueda profundizar
en su contenido y así reproducirlo de la mejor manera.
Y esta vez, mi compromiso ético y profesional con
la traducción, me familiarizó con un ser humano
verdadero; un personaje honesto con quien me identifico
profundamente y al que ahora rindo homenaje con todo
mi corazón. Como traductor con una larga trayectoria,
debo confesar que esta obra me enseñó un montón de
lecciones y me hizo crecer a medida que avanzaba en su
reproducción.
Este libro es un verdadero tesoro que rebosa de
conceptos humanitarios, tales como la fe, la fraternidad,
la hospitalidad, la solidaridad y el altruismo. Por
consiguiente, para dar a conocer este personaje histórico,
quisiera invitar a todos los amantes de la humanidad a
dedicar una parte de su vida a la lectura de esta obra. Sin
duda alguna, no se van a arrepentir.
Amir Abbas Mousavi
El hijo del pueblo

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Recuerdos
Adolescencia
Una persona distinta1
Lo que recuerdo de mi adolescencia consiste en la
diferencia de su conducta en comparación con sus
primos de la misma edad. Desde el principio, era famoso
por su trato a los parientes mayores. Mientras sus amigos
jugaban, Rayaí solía leer libros. En algunas reuniones
familiares, después de saludar seguía estudiando libros,
sin tener en cuenta las conversaciones de los demás.

1. Citado por el primo de Rayaí.


Un adolescente digno1
Según mi padre, el fallecimiento de su padre afectó
económicamente a la familia de Rayaí, situación por la
cual el pequeño Mohammad ‘Ali no tuvo más remedio
que trabajar durante todo el verano, tras el término de
sus exámenes escolares. Desafortunadamente, el patrón
lo maltrataba al ver que había quedado huérfano y
desamparado; por ende, Rayaí decidió abandonar ese
trabajo por mucho que lo necesitaba. No permitía a nadie
menoscabar su dignidad.
El hijo del pueblo

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1. Citado por el sobrino de Rayaí.


Un vendedor ambulante1
A los trece años, Rayaí se trasladó de Qazvín a Teherán
junto con su madre. Rayaí y yo no teníamos trabajo.
Todos los días íbamos a la empresa de nuestros hermanos
a observar sus labores. Un día mi hermano nos dijo:
“Tienen que encontrar un empleo; más vale tener algo
qué hacer”. Le respondimos, “¿a qué tipo de trabajo te
refieres?”. Nos dijo, “Creo que la compraventa es una
buena opción”, y continuó: “se dice que Truman era un
periodista que se convirtió en el Presidente de Estados
unidos.” Sus palabras nos impulsaron a buscar un trabajo El hijo del pueblo

temporal en el mercado, y por fin, decidimos dedicarnos


a la compraventa de platos de aluminio y zinc.
Recorríamos las calles del sur de Teherán exclamando:
“¡Vendo cacerolas, teteras, faroles!”. En un solo día
logramos vender todo lo que habíamos llevado; así 21
que decidimos comprar más bienes para vender en
los barrios de Nazi Abad y la calle Shahbaz. Hacia el

1. Citado por la cuñada del hermano de Rayaí.


mediodía, realizábamos el rezo, para luego almorzar con
un tracito de pan, queso y pepino. Después del almuerzo
seguíamos con el trabajo. Una vez ganados 300 tomanes1
terminábamos la jornada.
El hijo del pueblo

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1. El toman iraní es una superunidad de la moneda oficial de Irán, el rial. Un toman


equivale a diez riales.
Cursaba dos grados
en cada año escolar1
Rayaí se vio obligado a dejar la escuela en la
adolescencia para poder mantener a su familia ante las
malas condiciones económicas en las que se encontraba.
Después de trabajar como vendedor ambulante, fue
contratado por la Aviación de Irán. Por el afán que tenía,
a la par con su trabajo en la fuerza aérea, en las noches
leía los libros escolares. De esta forma, consiguió cursar
dos grados en cada año escolar, logrando terminar sus
estudios secundarios. El hijo del pueblo

23

1. Narrado por el cuñado de Rayaí.


Prestó todo el dinero de la
cuenta bancaria1
Una vez le dije al señor Rayaí que quería comprar una
casa que costaba 7500 tomanes, pero que no tenía esta
cantidad de dinero ni conocía a la persona que me la
prestara. Él me prestó un total de 600 tomanes, o sea,
todo el dinero de su cuenta de ahorros, afirmando, “tú no
puedes devolver todo el dinero por el momento, así que
es mejor que me lo devuelvas a plazos.” Si no hubiese
sido por su ayuda, nunca podría haber comprado
El hijo del pueblo

fácilmente una casa.

24

1. Narrado por el sobrino de Rayaí.


Tuberías de petróleo1
En el año 1960, acompañando a Rayaí, viajamos a la
provincia de Juzestán, donde realizamos una visita a una
refinería de petróleo. Durante esta visita, Rayaí se dirigió
a algunos funcionarios que se habían sentado en las
tuberías, se les acercó diciendo con humor: “¡Queridos
amigos!, dentro de estas tuberías están pasando dólares
que se dirigen directamente a los bolsillos de Inglaterra.
Estos son capitales de nuestro país, pero ustedes solo
tienen derecho a sentarse en ellos.”
El hijo del pueblo

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1. Narrado por Kazim Naini, uno de los amigos de juventud de Rayaí en Qazvín y
Teherán. Él era el responsable de los libros escolares durante el mandato de Rayaí en
el ministerio de Educación.
Respetar a la madre1
El señor Rayaí respetaba a su madre de una forma
ejemplar. Durante los años que vivió en su casa lo veía
respetar a su madre; cuando estaba con ella, se ponía
la mano en el pecho como signo de cortesía. Nunca la
desobedecía. También se comportaba respetuosamente
con mi padre, su hermano mayor.
El hijo del pueblo

26

1. Narrado por el Primo de Rayaí.


¡Él tiene hijos,
pero nosotros no!1
Cuando Rayaí trabajaba como vendedor ambulante,
tenía dos socios. Al final del día, a la hora de repartir el
producido, Rayaí le concedía el doble a su compañero, lo
que provocó malestar en el otro colega. En su respuesta,
Rayaí afirmó, ¡La diferencia es que él tiene hijos, pero
nosotros no!

El hijo del pueblo

27

1. Primo de Rayaí.
En la casa
La honestidad de Rayaí1
Yo provenía de una familia culta y adinerada. Me sentí
atraída por la honestidad de Rayaí durante la ceremonia
de petición de mano. Desde el principio, Rayaí me dijo
que no era una persona acomodada. Yo lo sabía. Desde
que lo conocí por una relación familiar, estaba al tanto
de su condición económica. Por ese momento, mi esposo
se había quedado huérfano, pero me atrajo su afán y
voluntad por haber continuado sus estudios mientras
trabajaba; además, había comprado una casa a plazos.
Era una persona bastante culta e instruida; hablaba,
caminaba, miraba y se comportaba de una manera
respetuosa. Una vez nos unimos en matrimonio, me
pidió que visitara su pequeña casa en el barrio Narmak2
a fin de conocer de cerca su condición económica. Todo
su mobiliario consistía en una lámpara, una mesa de
comedor con seis sillas de hierro, una cama, una radio y

1. Esposa de Raya.
2. Barrio en el este de Teherán.
unos libros. Tenía extendida una alfombrilla de 3 x 1.5 m.
en una habitación, de la que me explicó que pertenecía al
dueño de la casa, quien vivía en el segundo piso.
Su casa constaba de dos habitaciones pequeñas, un patio
trasero sin grifería y una cocina diminuta que abarcaba
una sola persona. Dada su condición económica, yo pude
haberme negado a casarme con él, pero su alto grado de
honestidad fue lo que me atrajo hacia él.
El hijo del pueblo

32
Vivir al nivel de los
desfavorecidos1
El nivel de vida de Rayaí no se alteró mucho, ni en la
época prerrevolucionaria, ni en la posrevolucionaria,
cuando asumió altos cargos estatales como ministro de
educación, primer ministro y presidente del país. Yo fui
su vecino desde el año 1978 hasta su martirio, por lo
tanto, afirmo, con el corazón en la mano, que él llevaba
una vida muy sencilla, incluso más humilde que la de
gente común y corriente.
En los fríos inviernos, varias veces vi a su esposa El hijo del pueblo

lavando ropa a mano. En la cocina no tenían gavetas,


aunque tenían la capacidad de comprarlas. Cuando le
preguntaba la razón, me respondía: “¿Cómo puedo vivir
en buenas condiciones, mientras aún existen personas
en la sociedad que, ni siquiera disfrutan de las mínimas 33
facilidades de una vida normal?”

1. Citado por un vecino de Rayaí.


Una entrevista a la hija de Rayaí
• ¿Su padre eligió su nombre?
¡Sí! Tal y como lo hizo con mi hermana (Hamide) y con
mi hermano (Kamal).
• Díganos sobre la situación económica de su familia.
Vivíamos en unas condiciones económicas normales.
• ¿Siempre vivieron la misma situación?
Sí, esta situación no cambió en absoluto. Recuerdo que
pedíamos a nuestro padre que comprase un coche, pero
él renunciaba a hacerlo, afirmando que, si se ayudase
El hijo del pueblo

a los demás con la cantidad de dinero que valdría un


coche, la recompensa de Dios hubiera sido enorme.
• Cuéntenos uno de sus recuerdos más íntimos con su
padre.
Cuando mi padre estaba encarcelado (por luchar en
34 pro de la revolución), nos permitían visitarlo de vez
en cuando. Varias veces autorizaban la visita para mis
hermanos, pero me la prohibían a mí bajo el pretexto
de mi edad, mientras a muchas de mis compañeras de
clase no les aplicaría esa norma; entonces, yo me ponía
muy triste y lloraba. Recuerdo que mi padre le dio un
chocolate a mi hermano para que me lo entregara. Yo lo
guardé porque lo consideraba muy valioso. Después de
cuatro años recuperó su libertad, le mostré el chocolate y
luego lo tiré. Sin duda alguna, si hubiera sabido que mi
padre caería mártir a los pocos años, habría guardado
aquel chocolate, para después mostrarlo a mis hijos.
Nuestros cumpleaños eran de suma importancia para
nuestro padre. Incluso en la prisión nos mandaba cartas
de felicitación. Estos recuerdos son los más trascendentes
que tengo presentes.
• ¿Qué opina sobre su casa, hoy en día un museo?
Sí, la visitamos de vez en cuando. Antes solía organizar
visitas escolares a esa casa para mis alumnos.

El hijo del pueblo

35
No me despertaba a la
medianoche1
Rayaí creía que un hombre debe ayudar su esposa en las
tareas domésticas, así que nunca me despertaba cuando
los niños lloraban a medianoche, sino que él mismo los
calmaba hasta que yo despertara para darles el pecho.
El hijo del pueblo

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1. La esposa del mártir Rayaí.


Igualdad social1
Debido a las amenazas terroristas del grupo Muyahidín
Jalq (MKO), estábamos obligados a cerrar las ventanas
para prevenir el peligro de granadas de mano, pues,
normalmente hacía mucho calor en la casa. Además, no
disponíamos de un enfriador. Después de la Revolución,
se formaron corporaciones destinadas a donar, por
sorteo, distintos tipos de electrodomésticos a la gente que
los necesitaba. Así que un día nos tocó en suerte e iban a
darnos un enfriador. Sin embargo, Rayaí lo rechazó. Más
tarde, en una entrevista explicó al respecto: “Nosotros El hijo del pueblo

somos parte de la sociedad y todo el mundo tiene


derecho a recibir un enfriador y yo, como una autoridad
del Estado, debo ser una de las últimas personas que lo
reciben.” Así pues, seguimos sin un enfriador hasta que
MKO asesinó a mi esposo. 37

1. Citado por la esposa del mártir Rayaí.


El ministro que barre la entrada
de las casas1
Una vez, antes de asistir a una marcha contra el régimen
despótico Pahlavi, encontré al entonces ministro de
Educación Mohammad ‘Ali Rayaí ocupado recogiendo
basuras, limpiando y barriendo la entrada de su casa y
las de los vecinos.
El hijo del pueblo

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1. Citado por un amigo y colega de Rayaí.


Ayuda a los vecinos1
Yo era vecina del mártir Rayaí, quien era ejemplo de
honestidad, pureza y modestia. Cuando señor Rayaí era
el primer ministro, nosotros estábamos en proceso de
reparar nuestra casa. Un día, cuando mi marido estaba
limpiando los escombros, el señor Rayaí se percató, así
que corrió a ayudarnos, pese a que le pedimos que no se
molestara por nosotros. nos repetía: “Los vecinos tienen
que apoyarse.”

El hijo del pueblo

39

1. Citado por el vecino de Rayaí.


¡Déjame atender a los niños!1
Una vez le dije a Mohammad ‘Ali:
⁻ Quiero asistir a la conferencia de Dr. Shari‘ati en la
mezquita pero me siento un poco limitada ya que debo
atender también a los niños.
⁻ Rayaí: “Puedes salir.”
⁻ Yo: “¡Vale! pero ¿quién va a atender a los niños y quién me
lleva a la mezquita? no puedo ir sola.”
⁻ Rayaí: “Yo me encargo de esta tarea.”
⁻ Yo: ¿Cómo puedo salir a estas horas de la noche? ¿Cómo
El hijo del pueblo

regreso?
⁻ Rayaí: “Habrá alguien que te acompañe.”
⁻ Yo: ¡Tal vez habrá alguien que me secuestre!”
⁻ Rayaí: “Nadie se atreve a secuestrarte.”
Sus palabras me animaron, así que pensé: “Mohammad
40 ‘Ali tiene toda la razón. ¿De qué tengo miedo si quiero ir
a la mezquita para asistir a un discurso?”

1. La esposa de Rayaí.
Un hombre de tolerancia1
Rayaí nunca me imponía sus creencias. Su conducta
nos hacía reflexionar sobre un posible error que
habíamos cometido. A veces, con la lectura de un par de
versos del Corán, nos advertía de su descontento. A su
juicio, lo más importante en nuestra vida era mantener
buenas relaciones. Todos los sábados por la mañana, nos
ocupábamos de evaluar nuestros métodos de educación
de los hijos. Parecía un padre bastante serio, pero,
conociéndolo de cerca, uno podría darse cuenta de su
amabilidad. El hijo del pueblo

41

1. Citado por la esposa de Rayaí.


Serenidad1
Una de las virtudes del señor Rayaí era no maltratar
y no enfurecerse cuando le molestaba nuestra conducta.
En tales situaciones se comportaba con gran serenidad, o
muchas veces guardaba silencio.
El hijo del pueblo

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1. Citado por la esposa de Rayaí.


Rutina diaria1
Cuando me quedaba a veces en la casa de mi tío, me di
cuenta de que señor Rayaí solía leer el Corán, así como
la traducción e interpretación de aleyas de este libro
sagrado después de la oración de la mañana, durante
30 minutos. Luego, hacía ejercicios por 15 minutos y
después de desayunar salía de la casa. Esa era su rutina
diaria.

El hijo del pueblo

43

1. Sobrino de Rayaí.
El hijo del primer ministro era
un aprendiz de taller1
Cuando llegaba el verano, el Sr. Rayaí me pedía que
llevase a su Kamal conmigo al taller industrial para que
aprendiera. Al principio, nuestros vecinos no sabían que
Kamal, quien trabajaba como un aprendiz regular, era
el hijo del primer ministro. Con el paso de tiempo lo
conocieron, lo que les parecía asombroso.
El hijo del pueblo

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1. Sobrino de Rayaí.
Educar a los hijos1
Cuando el Sr. Rayaí quería darles a sus hijos una lección
instructiva, les hablaba con mucha cortesía, para que se
dieran cuenta de que su padre les respetaba mucho.

El hijo del pueblo

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1. Sobrino de Rayaí.
¿Por qué hay dos tipos de
comida en nuestro mantel?1
Señor Rayaí solía comer poco, en especial, cuando se
trata de la cena. Ponía un trazo pequeño de comida en su
plato y por fin, no se le restaba nada. Le bastaba comer
piscolabis por las noches. No cenaba con las comidas
cocidas, a menos la tortilla. A veces prefería tomar
mantequilla con patata. Una vez le dijo a mi madre
bromeando: su hija siempre me prepara comidas ligeras.
Mi madre me preguntó asombrada: ¿por qué lo haces?
El hijo del pueblo

Le contesté: ¡Mamá!, ¡Rayaí está bromeando!


Un día me dijo: “¿por qué en nuestro mantel hay
dos tipos de comida (tanto queso como mantequilla),
mientras los indigentes no tienen ni una?” Por lo tanto,
intentaba satisfacerse con queso y te solos.
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1. Esposa de Rayaí.
Hospitalidad1
El mártir Rayaí era una persona muy hospitalaria.
Aunque sus ingresos se limitaban al sueldo de docente,
solía invitar a sus parientes a su casa muchas veces al año.
En especial, cada 28 del mes Ramadán2, solía preparar
comida de Iftar3 para un gran número de invitados
en recuerdo de su difunto padre, cuyo fallecimiento
coincidía en esa fecha. Siguió con esta costumbre hasta
el fin de su vida.

El hijo del pueblo

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1. Esposa de Rayaí.
2. Ramadán: El mes del calendario lunar en el que los musulmanes realizan el ayuno.
3. Iftar: Una comida con la que los musulmanes rompen el ayuno al final del día.
Respeto a los vecinos1
Rayaí respetaba mucho a los vecinos, y nos
recomendaba hacer lo mismo. Nos impedía molestarlos.
Por ejemplo, no nos permitía dejar el contenedorde la
basura en la calle, por donde pasaban los vecinos. Trataba
respetuosamente con quienes hacían sus oraciones en la
mezquita, y se comportaba cariñosamente con los niños.
El hijo del pueblo

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1. Esposa de Rayaí.
Se anticipaba a saludar1
Durante los años que estuvo entre nosotros,
observábamos en reiteradas ocasiones que tan pronto
como el señor Rayaí veía a uno de los vecinos, se
anticipaba a saludar; incluso a los niños de la edad de su
hijo. Era una persona muy modesta. No nos olvidamos
de su virtud e integridad.

El hijo del pueblo

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1. Vecino de Rayaí.
La familia
Importancia de sus
reuniones familiares1
Una de las características de la disciplina de mi
tío era celebrar reuniones familiares cada semana,
costumbre que adquirió desde 1965 hasta el fin de
su vida. Era muy cumplido. Insistía en mantener
sus celebraciones, incluso a pesar de sus múltiples
ocupaciones como primer ministro. Recibía a sus
comenzales con amor y entusiasmo. En los primeros
años hacía hincapié en la lectura de algunos libros
como “el destino de Patrice Lumumba”, “la vida
de Yawahir-lal-Nehru” y “La guerra de Argelia” en
las reuniones. También nos permitía elegir temas y
títulos de libros, respetando completamente el interés
y la idea de los jóvenes. De igual manera, nos daba
la palabra para que pudiéramos compartir nuestras
opiniones. Justo en dichas celebraciones salían a la
luz las desviaciones y tendencias extraviadas de cada

1. Citado por el sobrino del señor Rayaí.


individuo, así que trataba de despejar cualquier duda
y responder preguntas para impedir el desarrollo de
extravíos.
El hijo del pueblo

54
Un amante encarcelado
Desde el año 1971, la lucha de la nación iraní contra
la opresión del régimen despótico Pahlavi había entrado
en una nueva etapa. La Inteligencia del régimen,
llamada SAVAK, vigilaba todos los movimientos de
los revolucionarios. Detuvieron al señor Rayaí y lo
torturaron durante varios meses a fin de que revelara
sus vínculos revolucionarios. Durante todo ese tiempo,
con su tolerancia y resistencia ejemplares desanimó
a los agentes del régimen, mientras alentaba a otros
prisioneros y a su esposa, quien narra la siguiente El hijo del pueblo

anécdota.
“En una ocasión me encontraba de visita en el centro
penitenciario. Mientras estábamos hablando a través de
un cristal, mi marido pegó un papelito a la ventanilla, en
el que había escrito un poema de su autoría: 55
¡Mi querida esposa! Hasta la resurrección, en la
cima de las montañas y en la llanura,
los fuegos del enemigo nos arrastrarán a la tierra,
nuestros cadáveres ensangrentados, sin que
nuestros queridos se den cuenta.
¡Mi querida esposa! Aunque la vida es dulce,
deseo, con un deseo profundo, sacrificarme en el
camino de la humanidad.
Me gustaría ser una gota nítida en el río de la
vida, para morirme en el regazo del mar.
¡Mi querida esposa! No escondas la cara para
evitar que los rebeldes nocturnos piensen que te
sientes tímida ante tu marido. Cuelga un tulipán
rojo en tu cuello, para que se den cuenta de que
tienes un alma fuerte.
¡Mi querida esposa! Cuida a tus niños como si
fueran tus ojos y no dejes que el polvo de maldad
e indecencia cubra sus rostros.
Si algún día te preguntan por su padre, diles
que cayó mártir en el sendero de fe, mientras
sonreía.”
El hijo del pueblo

Nunca se imponía con nadie, menos con su esposa.


Su estilo de vida era sencillo y modesto. Se Dedicaba a
la causa común y a resolver los problemas de la gente,
ayudando a fortalecer las bases de la familia; con su
mirada convencía al individuo de rectificar su conducta.
56
La familia,
una pequeña sociedad1
Durante la guerra impuesta por Iraq, el mártir Rayaí
había asumido la gran responsabilidad de resolver
problemas y asuntos relacionados con la guerra, por
lo tanto, en algunas ocasiones pasaba toda la noche en
su despacho del ministerio. Yo lo acompañaba hasta su
casa, ya que vivíamos en el mismo sector.
Cierta noche, me di cuenta de que el señor Rayaí no
estaba en el vestíbulo. Los guardaespaldas lo esperaban
en la puerta. Sorprendido, lo busqué por todas partes, El hijo del pueblo

sin éxito. Al pasar por el baño, lo encontré ajustando su


ropa y dedicándose al aseo personal. Sonreí pensando,
¿por qué y para quién se está acicalando tanto?
Al ver mi sorpresa, me preguntó sonriendo: “¿te
sorprendes? ¿no?” 57
Repuse, también esbozando una sonrisa: “¡claro que sí!
¿Por qué uno debe dedicarse al arreglo personal a estas

1. Citado por un amigo del mártir Rayaí.


horas de la noche, sin tener que asistir a ninguna reunión
especial?”
Sonrió y me volvió a responder: “La familia forma parte
de la sociedad, o, mejor dicho, es una pequeña sociedad.
Cuando un hombre disciplinado sale arreglado de la
casa, debería regresar con el mismo aspecto. Nuestras
familias no deben pagar por nuestras problemáticas; hay
que evitar entrar en la casa con mala cara. ¡Hermano! Lo
justo es respetar el derecho de la familia.”
El hijo del pueblo

58
Un tiempo para visitar
familiares1
El señor Rayaí siempre fue muy comprometido con
la costumbre de visitar a los familiares, por lo que era
reconocido entre su propia familia. A veces, venía
a nuestra casa para hacer cortas visitas. Durante su
mandato como primer ministro, solía venir en una
moto, sin guardaespaldas, para visitar a mi madre. Él
no anunciaba sus visitas porque no quería que nadie se
molestase con preparativos especiales.
El hijo del pueblo

59

1. Sobrina del señor Rayaí.


Recepción sencilla
a los invitados1
El señor Rayaí había dejado claro que la recepción en
sus reuniones debía ser sencilla, sin gastos excesivos.
Poco a poco, el señor Rayaí fue incorporando en sus
reuniones la lectura de textos religiosos, históricos y
debates sobre temas de actualidad.
El hijo del pueblo

60

1. Esposa de Rayaí.
Alfombras a plazos1
El señor Rayaí siempre apoyaba a sus parientes.
Cuando se daba cuenta de que no podían comprar
alfombras, se las proporcionaba por medio de pago
a plazos, en coordinación con uno de sus amigos,
comerciante de alfombras. Si alguno de sus parientes no
contaba con el recurso para pagar las cuotas, él mismo lo
hacía con su propio sueldo.

El hijo del pueblo

61

1. Sobrino de Rayaí.
Prestar dinero1
En el año 1973 me hacían falta cinco tomanes para
comprar una casa. Decidí comentarle mi situación a mi
tío Rayaí.
⁻ “¿Cuándo lo necesitas?”, me preguntó.
⁻ “Lo antes posible”, repuse.
El Sr. Rayaí me proporcionó el préstamo a los pocos
días. Nadie se enteró. Después de varios años, cuando
lo encarcelaron a causa de sus luchas revolucionarias, le
dije en una visita que le iba a devolver el préstamo, pero
El hijo del pueblo

rechazó de inmediato, afirmando que había reservado


un monto suficiente para sustentar a su familia mientras
se encontraba en la prisión.

62

1. Sobrino de Rayaí.
La lucha
Profesor negligente
Uno de los profesores, del área de psicología, alegó un
día en la clase que probablemente un estudiante le había
hurtado sus anteojos. El señor Rayaí, quien hacía parte
de esta clase, se molestó y le reprochó: “¡Los estudiantes
no son ladrones. Tú no has sido capaz de cuidar tus
pertenencias! ¡Tus objetos personales no les sirven a los
estudiantes para nada!” El profesor enfureció y lo echó
de la clase. Otros alumnos salieron de la clase en apoyo a
Rayaí. La situación se tornó tan delicada que el profesor
se vio obligado a pedirles disculpas a todos.
Un personaje desconocido1
Antes de ser detenido, el señor Rayaí era una
persona modesta y religiosa, dedicado a los asuntos
sociopolíticos; mientras que sus importantes actividades
antimonárquicas eran de desconocimiento total. El Sr.
Rayaí vivía de manera que sus más íntimos colegas y
amigos no conocían sus extensas luchas revolucionarias.
El hijo del pueblo

66

1. Citado por un colega de Rayaí.


Humildad1
Durante el proceso de reapertura de la Escuela Refah2,
aunque Rayaí se encontraba al mando de la organización,
realizaba labores de cualquier índole; a veces recolectaba
las basuras, barría el patio y regaba las plantas. No
delegaba a nadie para que hiciera estas tareas mientras
él pudiese realizarlas.

El hijo del pueblo

67

1. Citado por un colega de Rayaí.


2. Una escuela secundaria, fundada por algunos políticos entre ellos Sr. Rayaí, en la cual
se organizaba los asuntos de la Revolución. Después de la Revolución, se convirtió en
un centro crucial de toma de decisiones.
Simpatía hacia los detenidos1
Cuando el pueblo y las fuerzas revolucionarias
detuvieron algunos integrantes de inteligencia del
régimen Pahlavi, Rayaí les trataba con simpatía en la
cárcel, a sabiendas de que ellos no eran funcionarios
de alto rango. A la hora de hacer interrogatorios, no los
maltrataba, contrario a los miembros del grupo terrorista
MKO, que cuando encarcelaban personas las sometían a
torturas violentas.
El hijo del pueblo

68

1. Citado por un colega del Sr. Rayaí.


¿Quién dice que Él merece la
pena de muerte?1
Un comandante cruel y responsable del Centro
Penitenciario Qasr2, llamado Saremi, se burlaba e
insultaba a los presos que llevaban barba de tres días.
Si veía a los presos leyendo el sagrado Corán, ordenaba
torturarlos y quitarles sus libros. Tras la victoria de la
Revolución, Saremi fue arrestado y encarcelado. Le
propuse al señor Rayaí que lo fusilaran; sin embargo,
Rayaí me reprochó afirmando: “¿quién ha dicho que
Saremi merece la pena de muerte? Nosotros no tenemos El hijo del pueblo

el derecho de juzgar y ejecutar a cualquiera que nos


parezca.”

69

1. Citado por un amigo de Rayaí.


2. Centro penitenciario del antiguo régimen Pahlavi.
En la cárcel
Resistencia ante las torturas
Narraba el difunto ayatolá Hashemi Rafsanyani1 sobre
el Sr. Rayaí: “No creo exagerar si califico de única la
resistencia del Sr. Rayaí en la cárcel.”
Durante toda la época prerrevolucionaria, entre los
años 1969 - 1978, no se puede encontrar una sola prueba
de que un encarcelado haya soportado diferentes tipos
de torturas por más de veinte meses, sin revelar asuntos
secretos. Rayaí guardó secretos sobre mis actividades,
por las que, si las hubiera revelado, el régimen me podría
haber ejecutado.
Recuerdo que, después de 13 meses de la detención
de Rayaí, los agentes del régimen Pahlavi me
encarcelaron. A causa de torturas y golpes mi pie fue
lesionado, así que me trasladaron a un municipio
cercano para tratarlo.
Una muchedumbre de prisioneros y enfermos
esperaban en fila en aquel centro sanitario para ser

1. Expresidente del Gobierno y de la Asamblea de Irán, fallecido el 8 de enero de 2017.


atendidos. Dada la gravedad de mi dolencia, me
atendieron primero.
Mientras me vendaban el pie, oí una voz familiar
hablando con un médico, que decía: “¿Por qué estás
aquí? Deberían llevarte al hospital…”
Me di cuenta de que, tras tolerar 13 meses de
encarcelamiento y torturas distintas, a Rayaí le habían
arrancado las uñas. Lo curioso es que este tipo de tortura
normalmente se lleva a cabo en las primeras semanas de
encarcelamiento. Lo habían torturado de varias maneras
durante este periodo, sin embargo, no soltó ni una
palabra.
El hijo del pueblo

74
Objetivo sagrado
En las cárceles del régimen despótico del Shah de Irán,
los prisioneros políticos fueron sometidos a diferentes
tipos de tortura. Se entumecían sus pies por los azotes
y no eran capaces de estar de pie, por lo que tenían que
desplazarse en las rodillas. Yo solía susurrar oraciones
y versículos del sagrado Corán a la hora de entrar a
la celda de torturas, pues mi corazón se llenaba con
la presencia de Dios. Me sentía más firme que nunca.
Poco a poco, empezaba a acostumbrarme a las torturas,
azotes, puñetazos y puntapies, de tal modo que, después El hijo del pueblo

de varios días, me sorprendía si no me habían torturado,


pensando que me había alejado de Dios, lo que me
causaba una profunda tristeza. «¡Hombre! ¿Por qué
siempre estás buscando ejemplos? Procura, al menos
una vez, convertirte tú en un ejemplo para los demás…» 75
murmuraba en la prisión...
Condenado por un poema1
Una vez le pregunté a señor Rayaí la razón de su
arresto. Me contó: “En la carretera Teherán - Qazvín,
la policía me inspeccionó, encontrando unos versos de
poesía antisistema escritos en un papel. Entonces, me
preguntaron: ¿quién ha escrito este poema? Asumí la
responsabilidad pese a que no era de mi autoría, puesto
que no quería inculpar al poeta que lo había escrito.
Como resultado de esa confesión, me encarcelaron
durante aproximadamente dos meses”.
El hijo del pueblo

76

1. Citado por un amigo de Rayaí.


Secuelas de tortura1
Rayaí había experimentado uno de los más largos
encarcelamientos en los años prerrevolucionarios. Por
haber sido objeto de torturas de todo tipo, a la hora de
realizar sus oraciones diarias se oía el crujido de sus
coyunturas. Tenía secuelas en un pie a causa de golpes
de látigo, que fue exhibido en una sesión del consejo de
seguridad de la ONU, tiempo después. Él mismo me
contó: “Me obligaban a sentarme en el patio de la prisión
como mi madre me trajo al mundo. Lo pasaba fatal, e
incluso a veces me desmayaba.” El hijo del pueblo

77

1. Citado por un colega de Rayaí.


Valor del uniforme de prisión1
A punto de quedar en libertad, vi al señor Rayaí
doblando su uniforme de prisión y guardándolo en su
maleta. Le pregunté asombrado:
⁻ “Pero, ¿por qué lo guardas?”
⁻ “Quiero llevarlo a casa”, me respondió.
⁻ Le dije sonriendo: “¡seguro que lo utilizarás para hacer
ejercicios!”
⁻ “Este uniforme vale mucho para mí; me recuerda las
dificultades que he vivido durante todo este tiempo.”
El hijo del pueblo

78

1. Citado por un compañero de celda de Rayaí.


Maestro de Escuela
El valor de la docencia
En la época prerrevolucionaria, la ciudad de Teherán
se dividía en dos partes, el norte, donde habitaban
las clases más acaudaladas, y el sur, habitado por las
clases menos favorecidas. La mayoría de los maestros
prefería trabajar en escuelas no gubernamentales
situadas en los distritos norteños para poder disfrutar
de más facilidades. El Departamento de Enseñanza y
Educación de Teherán, anualmente se enfrentaba con la
dificultad de que el sur de la ciudad carecía de maestros
suficientes, mientras que en el norte abundaban
docentes. Poco después de la revolución, cuando el
señor Rayaí llegó a ser el ministro de Educación, esta
era la situación en su cartera.
Un día, uno de los profesores acudió al despacho
del entonces ministro Rayaí para solicitar un traslado
a una de las escuelas de la zona norte de Teherán,
encontrándose con el rechazo de su solicitud, lo que
enfureció al profesor, quien amenazó con matarlo.
El ministro le aclaró: “¡Hermano! Si me matas, me
reemplazarán de inmediato. Solo te recuerdo que
la docencia requiere amor y entusiasmo, y no es una
profesión para cualquiera.»
El hijo del pueblo

82
Sarcasmo en el aula
Los estudiantes del Sr. Rayaí recuerdan que, en sus
clases, era bastante sarcástico frente a la dependencia
de Irán de las potencias mundiales, sobre todo, Estados
Unidos. Así, censuraba indirectamente la subordinación
de los altos funcionarios gubernamentales.
Un día, en clase de geometría, para mostrar la semejanza
de dos objetos, el profesor Rayaí dibujó la figura de un
hombre obeso con cara y nariz hinchada, luego pintó
un hombre flaco dentro de su barriga, manifestando:
“Normalmente los derechos de la gente desfavorecida El hijo del pueblo

son violados por los arrogantes y las naciones débiles


son pisoteadas por los gobiernos opresores. En otras
palabras, si bien Dios ha creado iguales a estos dos
grupos en todos los sentidos, incluidos los derechos
humanos, los tiranos violan los derechos de los más 83
débiles y desamparados de la sociedad”.
Enseñanza en el aula vacía
En aquel entonces era costumbre que los estudiantes
suspendieran la asistencia a clases unos días previos a la
celebración del año nuevo, de manera informal. Cierto
día, precisamente antes de año nuevo, los estudiantes se
pusieron de acuerdo para no acudir a las clases del Sr.
Rayaí, sin avisarle con antelación. El único estudiante
que se quedó en la escuela, narró: “yo vigilaba desde lejos
nuestra aula vacía y vi que el profesor Rayaí se presentó
en la clase a tiempo, como de costumbre. Pasados unos
El hijo del pueblo

20 minutos, el profesor salió del aula sacudiendo de


sus manos el polvo de la tiza. Esperé a que saliera de la
sala, luego entré y me sorprendí al ver que el profesor
había escrito una nueva lección en la pizarra, y al final
había dejado un comentario: “Yo he cumplido con mi
84 responsabilidad de enseñarles el tema de hoy. Los felicito
por el año nuevo y les deseo a todos buena suerte.” En
la primera sesión después del año nuevo, cuando el
profesor entró a la clase, nadie se atrevía a mirarlo a los
ojos”.
El valor de la docencia1
Durante su mandato, el primer ministro Rayaí sostuvo
que debido a su responsabilidad legítima había dejado
la importante tarea de la enseñanza. “Si me permitieran,
preferiría la docencia a los puestos gubernamentales, ya
que, entre todos los cargos, el único que, a mi entender,
perfecciona al ser humano es la docencia, mientras que
otros tienen influencias temporales”, opinó.

El hijo del pueblo

85

1. Citado por el amigo y colega de señor Rayaí.


Premio al mejor profesor1
Era costumbre que el Ministerio de Educación
condecorara anualmente a los mejores profesores del
país con una medalla reconocida como distinción real.
En una ocasión, el señor Rayaí fue elegido para recibir la
condecoración, pero se negó a participar en la ceremonia
de entrega de premios. El director de la escuela le
reprochó: “¡Vaya! Si me dijesen en sueños que el rey me
va a premiar, mi corazón se derretiría de felicidad.”
⁻ “Las medallas le sirven a usted. Mi mejor distinción
El hijo del pueblo

la recibo cuando veo la sonrisa de un estudiante


entusiasmado al comprender su lección a través de mi
enseñanza”, repuso Rayaí.

86

1. Citado por el amigo y colega de señor Rayaí.


La sencillez de Rayaí 1
Una de las características principales del estilo de vida
del señor Rayaí consistía en la sencillez y la disciplina.
Usaba dos tipos de trajes, siempre sencillos, limpios y
planchados. Sus zapatos, aunque viejos, siempre estaban
limpios y brillantes. Incluso al asumir altos cargos
estatales, nunca cambió su manera sencilla de vestir.

El hijo del pueblo

87

1. Citado por el amigo y colega de señor Rayaí.


Un hombre inteligente1
Yo era profesor de matemáticas en una escuela privada.
Después de tres meses de estar en este trabajo, noté que
mis estudiantes eran ruidosos y no me escuchaban. Muy
preocupado, le pedí ayuda a Rayaí, quien estuvo en mi
clase y, para mi sorpresa, observé cómo logró silenciar a
los alumnos en los primeros 15 minutos de su primera
sesión. Después de terminar la clase pregunté asombrado
a los estudiantes: ¿qué pasó en esa clase? Todos
compartieron una misma respuesta: “¡El señor Rayaí es
El hijo del pueblo

un hombre muy inteligente!” Es interesante saber que,


años después, esos mismos estudiantes, inspirados en
los pensamientos de Rayaí, le acompañaron en las luchas
antisistema.

88

1. Citado por el amigo y colega de Rayaí.


Apoyo a los estudiantes
desfavorecidos1
El señor Rayaí destinaba una parte de su sueldo como
profesor para donarla a estudiantes desfavorecidos.
En la década de 1970, la matrícula para ingresar a la
universidad costaba 1000 tomanes, así que el señor Rayaí
brindaba apoyos financieros para que estudiantes de
escasos recursos y con buenas capacidades académicas
lograran ingresar al sistema universitario. Uno de los
estudiantes beneficiados dijo: “Si no fuera por la ayuda
del Sr. Rayaí, no hubiese podido adelantar mis estudios El hijo del pueblo

académicos.”

89

1. Citado por el sobrino de Rayaí.


Un libro para compartir1
En la última sesión del periódo académico, el señor
Rayaí nos celebró una fiesta de despedida, dedicada
especialmente a asuntos sociopolíticos. Era una sesión
muy especial, en la que cada estudiante traería un
libro para compartirlo con los demás. El profesor Rayaí
también compartió uno de sus libros favoritos.
El hijo del pueblo

90

1. Citado por un estudiante de Rayaí.


Mientras haya hambre,
no celebramos1
Antes de la Revolución Islámica2, anualmente se
celebraban festividades con motivo del aniversario de la
coronación del rey. El señor Rayaí se oponía a participar
en ese evento, pues decía que no era justo despilfarrar
tanto dinero por una minoría aristocrática, mientras que
en el país había gente con hambre; antes de celebrar,
había que suplir las necesidades del pueblo.

El hijo del pueblo

1. Citado por un estudiante de Rayaí.


2. El 11 de febrero de 1979, después de varios años de protestas, la revolución islámica
logró derrocar a la dinastía Pahlavi. En un referéndum celebrado dos meses después,
el 30 y 31 de marzo, el 98,2% de los iraníes votaron a favor de que la República
Islámica fuera la forma de su nuevo estado. La Revolución Islámica de Irán (también
conocida como la Revolución de 1979) comenzó en enero de 1978 con las primeras 91
manifestaciones importantes contra la monarquía de Pahlavi. Después de un año
de huelgas y manifestaciones paralizando el país y su economía, Mohammad Reza
Pahlavi, el rey iraní huyó del país y en el mismo año Emam Jomeini, líder de la
revolución, regresó del exilio a Teherán formando un nuevo gobierno. Después de
celebrar un referéndum, Irán se convirtió oficialmente en una república islámica en
abril de 1979. En este referéndum el 98,2% de los iraníes votaron a favor de que la
República Islámica fuera la nueva forma del estado. (es.wikishia, 2022) [N de editor].
Características personales
Solidaridad con el frutero
Uno de los amigos del señor Rayaí narra: “Un día lo
acompañé a una frutería. Allí, separaba y recogía las
frutas defectuosas sin que el frutero se diera cuenta.
Asombrado, puse unas frutas maduras y frescas en
su bolsa, pero el señor Rayaí las devolvió a su lugar,
tomando más frutas defectuosas. De regreso a la casa, le
pregunté por la razón de su acción.
Al principio se abstenía de responder, pero ante mi
insistencia, explicó:uno de los dos hijos del frutero ha
caído mártir en la lucha contra el régimen Pahlavi y el
otro ya está encarcelado por el mismo motivo; por lo
tanto, algunos de mis amigos y yo compramos frutas de
su tienda para ayudar a este padre dolorido.
Altruismo
En el año 1967, conforme a la petición en vida de la
madre de Rayaí, transferimos su cuerpo a la ciudad de
Qom, y la sepultamos en el cementerio Wadi us-Salam.
Después del cortejo fúnebre, realizamos la peregrinación
al santuario de Fátima Ma‘suma (La paz de Dios sea con
ella). Durante el peregrinaje, un niño travieso sopló un
objeto pequeño hacia mis ojos a través de un tubo de
bolígrafo, causándome un dolor inmenso. Me enfadé y le
di una bofetada, de modo que su cabeza chocó contra la
El hijo del pueblo

pared; el pobre se desmayó y cayó al suelo. Entonces, por


el temor de que podría haberse muerto, salí corriendo a
esconderme en el autobús familiar aparcado afuera del
santuario.
Poco después, todo el mundo volvió al autobús,
96 excepto el Sr. Rayaí, quien regresó dos horas tarde, por
lo que toda la familia le reclamó. Mientras tanto, yo me
ocultaba. Rayaí se me acercó y me reprochó: “¿No te da
vergüenza?”. Se sentó a mi lado y guardó silencio un
buen rato. Al fin, se decidió a hablar: “¿Golpeas al pobre
niño y te fugas? ...lo llevé en taxi a un hospital. Después
de someterse a un examen físico, y tras haber recobrado
la conciencia, lo llevé a su casa. Le enseñé a su madre la
radiografía de su cráneo y le di mi número de teléfono
para que me avise de cualquier posible problema de
salud de su hijo.”

El hijo del pueblo

97
Compartir el almuerzo1
Cuando trabajaba en el ministerio de Educación,
el señor Rayaí a veces pasaba por mi empresa para
visitarme. Nunca les conté a otros empleados sobre su
cargo estatal. Si llegaba a mediodía, solíamos compartir
el almuerzo.
El hijo del pueblo

98

1. Sobrino de Rayaí.
Espero no cambiar mi carácter1
En respuesta a su hermana que le sugería usar trajes de
lujo por su cargo estatal, Rayaí decía: “¡Querida hermana!,
espero no cambiar mi carácter y nunca olvdidar la buena
costumbre de ser sencillo en la vida.”

El hijo del pueblo

99

1. Citado por sobrino de Rayaí.


Un hombre incansable
El Ayatolá Seyyed ‘Ali Jamenei1 recuerda al mártir
Rayaí como un hombre trabajador e incansable. “Cuando
asumió el cargo de presidente de la república, aún le
ayudaba al primer ministro en algunos asuntos, así que
trabajaba de sol a sol; incluso nos llamaba la atención la
luz encendida de su despacho a las 12 de la noche, pues
se ocupaba de la correspondencia. Cuando su hermano
le pidió una noche que descansara, le respondió: “Todas
estas cartas comparten un destinatario: Mohammad
El hijo del pueblo

‘Ali Rayaí. Yo soy responsable de revisarlas, ya que el


pueblo ha depositado su esperanza y confianza en mí
para resolver sus problemas.”

100

1. Actual Líder de la Revolución Islámica de Irán.


Su traje en la ONU1
En el año 1969 le obsequié un traje a mi tío Rayaí. 13
años después, él participó en un encuentro histórico
inolvidable, donde pronunció un importante discurso
ante el Consejo de Seguridad de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU), luciendo el vestido que
yo le había regalado. Cuando lo asesinaron, mi tío aún
conservaba su traje.

El hijo del pueblo

101

1. Citado por un sobrino de Rayaí.


Puntualidad1
Cuando hacíamos parte del ministerio del interior,
solíamos llevar a cabo muchas reuniones. A pesar de la
apretada agenda del señor Rayaí, él siempre se destacó
por su puntualidad. En caso de retrasarse, siempre
avisaba con antelación. Nunca dejó de asistir a dichos
encuentros.
El hijo del pueblo

102

1. Citado por Sadiq Noruzi, uno de los compañeros de prisión de Rayaí.


Buena salud
Durante casi cuarenta años de vida, nunca vimos al
señor Rayaí padecer de ninguna enfermedad grave.
Gozaba de muy buena salud, ya que comía poco y
siempre seguía al pie de la letra las recomendaciones
médicas. También aconsejaba mucho a sus familiares
sobre este tema.

El hijo del pueblo

103
¡Suponga que yo soy Rayaí!1
Un día, cuando me encontraba en las oficinas del
ministerio del interior, vi a un hombre gritando a voz
en cuello: “¡quiero ver al Sr. Rayaí!”, pero los empleados
no le permitían pasar. Al enterarse, mi tío Rayaí salió de
su oficina, le abrazó, y dándole besos en sus mejillas les
ordenó a los guardias que lo dejaran pasar. “¿Qué quieres
de Rayaí?” Le inquirió al señor, quien repuso: “necesito
ver a Rayaí”.
“Suponga que yo soy Rayaí, ¿en qué puedo ayudarle?”,
El hijo del pueblo

le dijo mi tío.
A pesar de que mi tío Rayaí atendió al hombre, este
nunca se percató de quién era.

104

1. Citado por un sobrino de Rayaí.


Una naranja
Uno de los asistentes del señor Rayaí le llevó una
naranja para que la comiera, pero este la rechazó. Al
preguntarle al hombre la razón que había dado el señor
Rayaí, me dijo: “El señor Rayaí trabaja mucho y temo que
se enferme. Le ofrecí esta naranja porque sé que le gusta,
pero no me la aceptó, aduciendo que la comería siempre
y cuando les diera también a los demás empleados,
porque no quería que se continuaran las conductas
faraónicas del rey Pahlavi y sus fieles funcionarios”.
El hijo del pueblo

105
Tareas que uno debe hacer solo
A pesar de ser un funcionario estatal de alto rango,
el señor Rayaí esperaba en la cola de la panadería sin
ningún reparo. En una ocasión me ofrecí para comprar
el pan en su lugar, pero me respondió: “¡No hace falta!
¡Gracias! En la vida existen tareas que uno debe hacer
solo, y otras que corresponden al país entero; usted
puede ayudarme en esas.”
Cada mañana lo veía llevando una pequeña cestita
llena de pan y leche hacia su casa. Un tendero de barrio
El hijo del pueblo

narraba que cuando el señor Rayaí compraba un saco


de arroz de 10 kilos, lo llevaba él mismo a su casa, sin
permitir que nadie le echara una mano.

106
Silencioso y cauteloso1
Mi hermano era un hombre paciente y cauteloso. En
las discusiones, si no estaba seguro de algún asunto,
guardaba silencio y respondía brevemente a las
preguntas. Nunca me faltó al respeto. Cuando asumió
puestos estatales no alteró en lo absoluto su conducta
hacia mí, su hermano mayor.

El hijo del pueblo

107

1. Citado por el hermano mayor de Rayaí.


Sinceridad1
Entre las virtudes de Rayaí se destaca su sinceridad.
Era de carácter transparente hacia los demás.
El hijo del pueblo

108

1. Citado por un amigo de Rayaí.


Comportamiento con sus
colegas1
Rayaí se comportaba con sus colegas muy modestamente;
los trataba como verdaderos hermanos. Recuerdo que
durante su mandato como primer ministro, cuando yo
le dirigía alguna carta o notificación, no permitía que me
refiriera a él con el título de primer ministro, sino que me
corregía y colocaba, “Mi Hermano Rayaí”. En nuestras
oficinas prevalecía un ambiente fraternal y entrañable
promovido por el mismo Rayaí, quien poseía un alma
sublime y un carácter arroyador. El hijo del pueblo

Entre otras características se destaca su conducta fiable


y virtuosa. Su mirada era penetrante. Siempre tenía una
sonrisa agradable. En sus decretos existía un tono cordial.
A la hora de conversar con los demás, se comportaba
modestamente y con mucho respeto. Permitía que sus 109
colegas le hicieran recomendaciones sobre cualquier
asunto, o incluso que le criticaran.

1. Citado por un colega de Rayaí.


Un hombre con gran tolerancia1
Rayaí era muy sociable y tolerante. Al recibir alguna
crítica, incluso de parte de un niño, intentaba corregir su
posible error; y en caso de que la observación no fuera
correctamente fundamentada, hablaba con tranquilidad
respecto a su punto de vista. A mi juicio, la razón de su
popularidad era su pureza de corazón.
El hijo del pueblo

110

1. Citado por la esposa de Rayaí.


El mártir Rayaí
en el ámbito político1
Tras la Revolución islámica de Irán, el Sr. Rayaí
pasó de ser un maestro de matemáticas a un político
internacional. Su discurso histórico en el Consejo de
Seguridad de la ONU es aún considerado una ponencia
perfecta y muy bien sustentada. Era un musulmán
sincero y responsable. Cuando llegó a la presidencia,
recibió felicitaciones del presidente francés, François
Mitterrand. En su respuesta, el entonces presidente de
Irán, manifestó: “¡Usted cree en formalidades políticas, El hijo del pueblo

pero yo no! ¡Usted aplica una política de doble rasero,


o sea, en la guerra impuesta por Iraq [contra Irán],
arma a nuestro enemigo a sabiendas de que es el país
agresor, pero, aun así, me felicita por ser elegido como
presidente del país agredido! “Algunos activistas 111
políticos criticaron al presidente Rayaí por su respuesta
no diplomática, pero él insistía en manifestar las

1. Citado por un asesor de Rayaí.


realidades, justificando: “Nosotros debemos mostrar
nuestra postura a todo el mundo.”
El hijo del pueblo

112
Una vida sencilla
El mobiliario del despacho
Durante el mandato del señor Rayaí, uno de sus
amigos antiguos fue a visitarlo. Al entrar, le llamó la
atención que el mobiliario de su despacho era similar
al que anteriormente existía en su oficina del ministerio
de cultura. “¡Hermano!”, dijo el hombre, “ahora eres el
primer ministro. Estas sillas de madera sirven para las
aulas de escuela. ¿Por qué tus empleados deben sentarse
en estas sillas como los estudiantes?”
El sr. Rayaí señaló: “Si los funcionarios utilizan sillas
cómodas, no podrán percibir a fondo los problemas de
la gente común y corriente. ¡Si tenemos un mobiliario
cómodo, olvidaremos que somos funcionarios de la
Revolución Islámica!”
Un primer ministro
que compra frutas a un
vendedor ambulante
Cierto día, de regreso a la casa desde las oficinas del
ministerio, cerca del distrito Sarcheshme, al ver un
vendedor ambulante de frutas, el señor Rayaí le pidió al
conductor que detuviera el auto para comprarle naranjas.
Cuando iba a bajar del coche, le pedí al señor Rayaí
que me permitiera comprarle sus frutas en lugares
más seguros y adecuados. Rechazando mi petición, se
El hijo del pueblo

dirigió al vendedor ambulante y le compró unos kilos de


naranja. El frutero se sorprendió al reconocer a quien le
había comprado frutas.

116
Rayaí no pisa
una alfombra nueva
El Señor Rayaí, después de buscar mucho, desistió de
su idea de encontrar un sitio para establecer el edificio del
ministerio. Inevitablemente, trasladó las instalaciones
desde el Ministerio de Educación ubicado en la plaza
de Baharestan a la calle Pastor. Uno de sus compañeros
ordenó reemplazar la vieja y desgastada alfombra de la
oficina. Al día siguiente, al ingresar a su oficina, el señor
Rayaí preguntó:
⁻ “Y esta alfombra… ¿es nueva? ¿no?” El hijo del pueblo

⁻ “¡Sí, señor!” respondimos.


⁻ “¿Quién la ha comprado?” preguntó.
⁻ “Uno de sus funcionarios”.
⁻ “Por favor díganle que pague todo el precio por su cuenta
propia ya que Rayaí no se atreve a comprar una alfombra 117
para pisarla, mientras sigue siendo el mismo que dormía
sobre el suelo de cemento de la cárcel.”
Apariencia sencilla
El mártir Rayaí nunca tuvo un vehículo personal. Al
respecto, solía decir: “con un billete de autobús y un pan
duro, puedo viajar a cualquier lugar...»
Después de la Revolución asumió puestos de alto
rango; a pesar de esto, no cambió su estilo de vida o su
apariencia. Siempre usaba el mismo estilo que llevaba en
la escuela donde laboraba una década atrás. Incluso en
los encuentros con autoridades extranjeras no aceptaba
cambiar su vestimenta, pese a la insistencia de familiares
El hijo del pueblo

y colegas.

118
En el hospital
Normalmente, quienes ostentan de cargos
gubernamentales u otros altos mandos, no disponen
de tiempo para sus asuntos familiares o personales;
pero mi tío lograba sortear muy bien estas cuestiones.
Cierto día, uno de nuestros parientes había sido
hospitalizado. Con sorpresa, me percaté de que mi tío
Rayaí parecía esperar a alguien en las escaleras del
centro hospitalario. Me acerqué y le pregunté a mi tío
qué hacía en ese lugar. Me respondió: “Vine a visitar
un paciente». El médico de turno había gestionado El hijo del pueblo

para que el paciente fuese trasladado al segundo piso


y así mi tío pudiese ir a verlo con tranquilidad. Una
vez terminada la visita y habiendo salido mi tío del
hospital, los comentarios del personal del hospital
eran de sorpresa, al ver que, sin solemnidad alguna, 119
en un coche y sólo acompañado por su conductor, el
ministro había ido a visitar un paciente.
Me confundieron con Rayaí
Uno de los amigos del mártir Rayaí narra: “Cuando
el Sr. Rayaí trabajaba como ministro de Educación, me
encargó como Jefe del Departamento de Educación del
distrito 9º de Teherán. Todos los lunes se celebraba la
reunión del Departamento de Educación de Teherán
en la oficina de su director general. El Sr. Rayaí solía
pedirme que lo llevara allí en mi coche.
Un día, en aquella oficina, varias personas estaban
agolpadas pidiendo una cita con el ministro sin previa
El hijo del pueblo

reserva. En ese instante, una persona me vio y dijo: “Ahí


viene el ministro”. Me confundió con el Sr. Rayaí. Todos
me rodearon y me hicieron preguntas y peticiones,
explicando sus problemas. Yo, por mi parte, no intenté
revelar mi identidad, sino que tomé nota y les prometí
120 atenderlos.
Unos minutos después fui al lugar donde se encontraba
el Sr. Rayaí, quien, tras contarle lo que me sucedió, dijo
sonriendo: “Ese es el resultado de ponerse guapo. Les
doy toda la razón…”, añadió.
Actitud influyente

Uno de sus íntimos compañeros asegura que el


principal factor del éxito de Rayaí consistía en su empeño El hijo del pueblo

en asegurarse de dar ejemplo a partir de su propia


experiencia, antes de emitir cualquier orden. Nunca
daba órdenes inaplicables a sus funcionarios, dado que él
mismo había experimentado su aplicabilidad en la vida
personal. Además, gracias a sus múltiples experiencias, 121
poseía una voluntad firme. Era un personaje carismático,
así que tanto los miembros del gabinete como todas
las autoridades obedecían sus órdenes y se sentían
orgullosos de estar bajo su liderazgo.
Copas y platos regulares
Un sobrino del mártir Rayaí narró: “El periodo del
mandato de mi tío Rayaí como primer ministro y luego
como presidente, fue el de más asesinatos perpetrados
por algunos grupos extremistas y terroristas como
Moyahedin jalq (MKO, por sus siglas en inglés). Así
que por orden del Imam Jomeini (Difunto líder de la
Revolución Islámica), a fin de proteger la vida de las
autoridades estatales, mi tío se instaló con su familia
en la sede presidencial. Un día mi tío nos invitó a cenar.
El hijo del pueblo

Yo imaginaba que nos iban a servir en platos lujosos,


pero nos sirvieron en tazas y platos regulares. Le dije
bromeando: “pero ¿estos platos?, ¡Estamos en la sede
presidencial!” Me contestó: “si son invitados de Rayaí,
les sirvo con esta vajilla. Nosotros aquí disponemos
122 de todo tipo de utensilios, pero es que pertenecen a la
propiedad pública, por lo tanto, no se pueden utilizar
para fines personales.”
En el ámbito laboral
Disparos contra el avión
Cuenta el Dr. Abbas Shibani: “Rayaí decidió visitar
la ciudad de Dezful (en el suroeste de Irán), que en ese
entonces formaba parte del campo de batalla en la guerra
impuesta por Iraq. Partimos en avión y, por razones de
seguridad, no comunicamos la visita a la base de defensa
antiaérea de esa zona, de ahí que la artillería antiaérea,
al detectar el avión, nos empezó a disparar. Al piloto no
le quedó más remedio que elevar la altura para estar a
salvo de los disparos. Durante el ataque no apareció un
menor indicio de inquietud o preocupación en el rostro
del Primer Ministro. Al bajar del avión estaba tranquilo,
como si no hubiera pasado nada. Enseguida revisó su
agenda para llevar a cabo los planes.
El despacho del ministro1
Después de la Revolución Islámica, varias
organizaciones gubernamentales se trasladaron a las
nuevas sedes, entre ellas el Ministerio del Interior.
Debido a ciertos inconvenientes, se decidió volver
a trasladar su edificio a la sede principal. En esa
edificación, los funcionarios le enseñaron al Sr. Rayaí
el despacho del derrocado primer ministro del régimen
Pahlavi, Amir Abbas Hoveyda,2 que sería la oficina del
ministerio que él presidiría. Rayaí, al encontrar su futuro
El hijo del pueblo

despacho demasiado lujoso, dijo a sus colegas: “Esta


oficina es demasiado lujosa para trabajar; más bien sirve
como museo.” Así fue como eligió otra habitación, más
sencilla, como oficina del ministro del Interior.

126
1. Citado por el sobrino de Rayaí.
2. Amir Abbas Hoveyda, el premier del régimen monárquico Pahlavi, designado desde
1965 hasta 1977, quien renunció a su cargo, pero fue encarcelado por el Rey, con el
objetivo de tranquilizar las protestas. Era la única autoridad del régimen que fue
procesada y ejecutada por el Tribunal de la Revolución.
Austeridad en el gobierno1
El estilo de gobierno del Sr. Rayaí se caracterizaba por
la austeridad y por impedir despilfarros. Durante su
mandato como jefe ejecutivo, había ordenado a todos
los ministros trasladar sus despachos a las oficinas más
sencillas de la edificación. Su propio despacho era muy
pequeño, no había sofás, solo unas sillas y una mesilla. A
mí, como asesor ejecutivo del presidente, me asignaron
una oficina sencilla en el cuarto piso del ministerio. Todas
estas medidas tenían como objetivo refutar la opulencia y
el estilo de vida aristocrático. También se redujo el sueldo
de los ministros al nivel de los funcionarios públicos.

1. Citado por Behzad Nabavi, uno de los amigos y colegas de Rayaí, quien también era
el portavoz de su gobierno.
Opositores sorprendidos1
Una vez, mi hermano me contó: “En los primeros años
después de la Revolución, el señor Rayaí llegó a presidir
el ministerio de Educación. Las fuerzas revolucionarias
despidieron a los integrantes del régimen derrocado
en varias organizaciones, de ahí que los opositores
protestaban en las instituciones revolucionarias. En
una ocasión, los protestantes se aglomeraron detrás de
la puerta del despacho del ministro Rayaí, intentando
irrumpir en su despacho. El jefe de oficina del ministro
El hijo del pueblo

les dijo a los manifestantes: “¡Esperen, por favor!,


el Sr. Rayaí está almorzando. Todos suponían que
el ministro vivía como un rey, así que pretendían
ingresar abruptamente a su oficina para satisfacer su
curiosidad, y desde luego, presentar sus denuncias y
128 críticas, por lo que obligaron al jefe a abrir la puerta del
despacho. Tan pronto como vieron al Sr. Rayaí, todos se
quedaron boquiabiertos, pues lo encontraron sentado

1. Citado por Sadeq Noruzi, un colega de Rayaí.


en una alfombrilla sencilla, comiendo un trozo de pan
con queso. Este hecho cambió la actitud de gran parte
de opositores hacia él e incluso, muchos se sintieron
atraídos hacia su sencillez.

El hijo del pueblo

129
“Prefiero esperar en la fila como
los demás”1
Poco después de que el Sr. Rayaí logró el voto de
confianza por parte de la Asamblea Consultiva Islámica
de Irán y se convirtió en el Primer Ministro, planeó,
como anteriormente había prometido, visitar a la
organización de Formación de Maestros de la ciudad
Tabriz. También me pidió que le acompañara en su
viaje. En el aeropuerto entró en la cola de espera para
recibir su billete. Varios funcionarios aeroportuarios
El hijo del pueblo

se dieron cuenta de su presencia en la cola, así que


se acercaron y le rogaron que esperase en la oficina
central del aeropuerto. El entonces primer ministro
Rayaí rechazó su petición: “Prefiero esperar en la fila
como los demás.” Unos minutos más tarde, a la hora
130 de chequeo policial, los guardias, sin haber reconocido
al Sr. Rayaí, le pidieron entregar su pistola de dotación,
advirtiéndole que no se podía ingresar en el avión con

1. Citado por un colega de Rayaí.


armas. El primer ministro, sin revelar su identidad, les
cedió la pistola y subió al avión.

El hijo del pueblo

131
No quiero vivir como un rey1
Cierta vez, el secretario del despacho del señor Rayaí le
sirvió una pera, diciéndole que alguien se la había traído
para él. El señor Rayaí le dio una mirada a la fruta, y
dijo: “¡Pero en esta estación del año ya no existen estas
frutas en los mercados! ¿Ustedes buscan convertirme en
un rey?”
El hijo del pueblo

132

1. Citado por amigo de Rayaí.


Destitución del ministro1
El Sr. Rayaí, durante su mandato, destituyó a uno de los
ministros. Cuando le pregunté el porqué de esa decisión,
me respondió: “El ministro destituido, bajo la excusa de
la seguridad personal y de su familia, me pidió que le
facilitara una de las residencias más lujosas de Teherán,
pertenecientes al régimen derrocado. Le expliqué que
no hemos hecho la revolución para apoderarnos de las
riquezas del régimen Pahlavi, sino, para remediar la
miseria del pueblo iraní. Si nos acostumbramos a habitar
esas casas, se nos olvida la pobreza del pueblo. Por lo El hijo del pueblo

tanto, decidí despedirlo.”

133

1. Citado por el sobrino de Rayaí.


“Yo mismo puedo abrir la
puerta del coche”1
Durante el periodo en el que los integrantes del Cuerpo
de Guardianes de la Revolución Islámica protegían
a mi tío, no observé ni una sola señal de menosprecio
por su parte. En una ocasión, su conductor personal
le abrió la puerta del coche. Mi tío Rayaí le dijo: “yo
mismo puedo abrir la puerta; por favor no me trates con
tantas formalidades”. Esta fue una lección de evitar la
discriminación entre los seres humanos.
El hijo del pueblo

134

1. Citado por el sobrino de Rayaí.


Un grupo de analistas y críticos1
Después de que Rayaí me encargara de la dirección de
la oficina presidencial, me pidió en un encuentro que
formara, junto con mis amigos expertos y profesores
universitarios en distintos campos de estudio, un grupo
de analistas y críticos con quienes pudiéramos celebrar
reuniones semanales para estudiar los problemas y la
situación actual del país.

El hijo del pueblo

135

1. Citado por Sr. Rafiei Tari, director de la oficina presidencial.


Tapetes y alfombras
Recibí alfombras y tapetes a trueque al cobrar una deuda
personal. Extendí unos tapetes sobre las alfombras de mi
casa, como decoración. Cuando mi tío vino a visitarnos, al
observar los tapetes, me reprochó: “¿qué es esto? ¿cómo
no te da vergüenza extender tapetes sobre alfombras,
mientras que muchas familias están privadas de un solo
tapete?” Su amonestamiento me impactó enormemente,
de manera que el mismo día vendí los tapetes.
El hijo del pueblo

136
Rayaí y los fotógrafos
Estaba previsto que el señor Rayaí visitase la agencia
de noticias de la República Islámica de Irán (IRNA). Al
entrar, los fotógrafos empezaron a tomar fotos desde
varias posiciones. Mientras tanto, los flashes de las
cámaras iluminaban el espacio del edificio. De repente,
el Sr. Rayaí les pidió detenerse, señalando con la mano.
Añadió: “De acuerdo con las políticas del régimen
anterior, la mayoría de nuestras necesidades se suplen
desde otros países. La guerra también se suma a nuestros
problemas. Por ejemplo, hasta los carretes de cámaras El hijo del pueblo

que ustedes utilizan se importan desde el extranjero…


si nosotros instamos a la población a ahorrar en su vida
privada y social, nosotros también somos responsables,
y deberíamos cumplir con esta norma más que nadie.”,
y agregó: “¿Acaso es necesario tomar tantas fotos en una 137
ocasión como esta? ...cada destello de cámara es una
flecha en mi corazón…¿Por qué nuestra nación debe
pagar por mis despilfarros y los suyos?”
Después de la visita, el Sr. Rayaí mandó una carta
a los funcionarios del gobierno: “La persistencia de
la Revolución requiere, por un lado, incrementar
los esfuerzos y la producción, y por otro, impedir el
consumismo y el derroche.”
El hijo del pueblo

138
Suprimir la guardia
del Primer Ministro
Un compañero de trabajo del Sr. Rayaí narra:
“Anteriormente, según la norma, el Primer Ministro
de Irán debía de ser protegido por una escolta, un
número de oficiales de guardia bajo el mando de un
comandante militar. Una vez en este cargo, Rayaí
advirtió que este mecanismo tan rígido y riguroso de
control y protección sumaría, sin duda alguna, a la
distancia entre el primer ministro y el pueblo, asunto
que (a su entender) contradecía los valores e ideales de El hijo del pueblo

la Revolución Islámica. Por ende, me pidió devolver la


escolta a su previa posición y que lo acompañase con
un solo guardaespaldas y un coche. Posteriormente,
mediante una directriz, ordenó suprimir la custodia
del primer ministro, sustituyéndola por un grupo de 139
guardaespaldas de civil.
Palabras que emanan
del corazón

El Sr. Rayaí pronunció un discurso conmovedor, que


El hijo del pueblo

emanaba del corazón, al asumir la presidencia de la


República Islámica de Irán, cargo que presidió por orden
de su difunto fundador, Imam Jomeini:
“¡Dios mío!, perdí la cuenta de tantas gracias que me
has dispensado sin que las mereciera.
140 ¡Señor mío!, Tú sabes cuantas alabanzas, de las que
no era merecedor, me hicieron y me llevaron a que
ahora me rindiera humildemente ante tu misericordia
y compasión rogándote que no me dejaras ni siquiera
por un segundo.
¡Oh, Dios, ¡mi creador!, te ruego que me abraces y
protejas de todos los vicios y deslices que afrontará cada
mandatario en su responsabilidad…”

El hijo del pueblo

141
Sacrificar la honra
El Sr. Rayaí fue designado primer ministro en
un periodo en el que el país persa pasaba por una
situación complicadísima, en la que muy pocas
personas se atreverían a asumir cargos oficiales. Si él
asumió el cargo de primer ministro y posteriormente
la Presidencia, fue por su profunda preocupación
acerca de su responsabilidad moral de servir al
pueblo, por lo que dedicó toda su vida al país. “Yo
sacrifico mi vida y mi honor al aceptar cargos estatales
El hijo del pueblo

de alto rango.” También contestaba a los que le


preguntaban ¿cómo usted se arriesga a asumir puestos
en estas circunstancias tan críticas?: “uno debe estar
o enamorado o loco”. Me parece que Rayaí fue más
bien un verdadero enamorado al arriesgar tanto por
142 la causa de la Revolución. A veces nos molestábamos
y le criticábamos por no reaccionar ante los rumores
y las acusaciones que se le atribuían. Nos respondía
tranquilamente: “todo se va a resolver.”
Formalidades y lisonjas
El secretario del Sr. Rayaí narraba que en una ocasión
su jefe lo criticó por la formalidad y las adulaciones
en nuestro trato. Nos dejó claro que, de seguir en esta
tónica, perderíamos al Presidente, quien no soportaba
las formalidades y lisonjas.
“Si quieren respetarme y procuran servirme, tienen
que abandonar estas formalidades y trato impersonal;
recuerden a menudo que soy Mohammad ‘Ali Rayaí, hijo
de Abdus Samad, un vendedor ambulante de platos.”,
agregó. El hijo del pueblo

143
El pueblo es la base
de la Revolución
En uno de los últimos viernes de 1980, unos días
después del inicio de su mandato, Rayaí ya se alojaba en
el edificio antiguo del ministerio de educación, ubicado
en la calle Ekbatan y desde allá se ocupaba de los asuntos
del Estado. Prefería no trasladarse al nuevo edificio
del ministerio, sino en la calle Pastor. A este respecto
manifestaba: “Ese lujoso edificio puede alejarme del
pueblo…el pueblo es la base de la Revolución.”
El hijo del pueblo

144
Cartas y Discursos
La carta de respuesta
de Rayaí a las felicitaciones
del presidente francés
En el nombre de Dios, el Benevolentísimo, el
M i s e r i c o rd i o s í s i m o
Señor François Mitterrand
Presidente de la República Francesa
He recibido su carta de felicitación por mi elección
como presidente de la República Islámica de Irán. 
Usted ha abogado en su mensaje por el desarrollo de
nuestras relaciones en concordancia con la profunda e
íntima amistad de ambas naciones.
Señor Mitterrand, como bien se sabe, Irán es una
república «Islámica», y me han elegido para este
puesto al tenor de mi identidad «musulmana»; y a los
musulmanes les han prohibido mentir, así que debemos
hablar de conformidad con lo que nos sentimos en el
corazón.
Yo considero al pueblo francés como una gran nación
liberal y digna de estimación y respeto. Espero que
siempre recuerde a sus antepasados quienes levantaron
reclamando la libertad y la espiritualidad. Abrieron
las puertas de las cárceles de Bastilla, castigaron a los
criminales e hicieron una revolución, calificada en la
historia como la «Grande».
Yo considero a los franceses como un pueblo despierto
y culto, especialmente, por no estar contento con el hecho
de que hoy su territorio se haya convertido en un refugio
de los criminales, asesinos y terroristas, y no olvidar
nunca esta deshonra impuesta por sus gobernantes.
Sr. Mitterrand, usted me envía el mensaje de felicitación
y me desea buena suerte al mismo tiempo que la política
de su país lo ha convertido en un asilo seguro para
algunos miembros de grupos anti-iraníes.
¡Me sorprende tanta discordancia y contradicción entre
los dichos y hechos de una persona! 
Usted me desea buena suerte y al mismo tiempo
El hijo del pueblo

concede asilo a algunos delincuentes como Bani Sadr y


Rayavi bajo la excusa de apoyar la libertad, a sabiendas
de que se han manchado sus manos de sangre de decenas
de mis inocentes compatriotas, conspirando contra la
integridad de la revolución popular iraní y recibiendo el
148 respaldo del imperialismo y el sionismo mundial.
Sr. Mitterrand, a pesar de que usted está al tanto
de la invasión del régimen títere Ba‘ath a nuestra
patria islámica, le proporciona apoyos logísticos y
armamentísticos al gobierno de Iraq, entregándole
aviones de guerra Mirage y al mismo tiempo me desea
buena suerte.
Por consiguiente, se puede asegurar que una de estas
dos posturas es mentira, y el pueblo despierto de Irán y
Francia sabe mejor cuál es.
Sr. Mitterrand, la nación musulmana iraní nunca
ha tenido tantos recuerdos amargos de Francia desde
hace dos siglos, cuando ambos países mantuvieron sus
primeras relaciones culturales.
Si usted conociera bien la literatura de su país, debería
haber leído en obras de varios escritores franceses
palabras que dirigen una gran estima y respeto hacia
Irán y los iraníes, mientras se esforzaban por fomentar la
base de nuestras relaciones culturales.
Y ahora usted, apoyando a los enemigos de la
Revolución Islámica de Irán y dando asilo a los asesinos
que han escapado por la ira de su propio pueblo, ha
perjudicado a estas antiguas relaciones culturales. El hijo del pueblo

Así que el pueblo iraní considera a [gobierno de]


Francia, por las conductas de sus gobernantes, como el
segundo Estados Unidos y otro enemigo de la Revolución
Islámica.
De momento, el pueblo francés debe preguntar a 149
usted, por qué concedió refugio a un criminal más
buscado, quien ha provocado la furia de una nación que,
anteriormente, por la presencia de su líder en Francia
había llenado de flores su embajada en Teherán.
La última palabra:
El pueblo revolucionario iraní ha probado el sabor de
la libertad y la independencia y se ha sentido orgulloso
por la expulsión del imperialismo criminal (EE.UU.) de
su patria islámica. Defiende su revolución a toda costa
y, por último, los desposeídos y oprimidos de mi país
alcanzarán el triunfo encomendándose a Dios y siguiendo
las enseñanzas islámicas. Pase lo que pase, nunca
olvidará a los gobiernos enemigos de la Revolución que
dieron asilo a los asesinos y terroristas fugitivos.
El hijo del pueblo

150
Discurso del Sr. Rayaí
en el Consejo de Seguridad
El día 18/10/1980 Señor Mohammad ‘Ali Rayaí el
premier de la República Islámica de Irán, pronunció su
discurso en la sesión especial del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas en Nueva York.
Según la emisión de aquel día del diario Keyhan que
sacó a la luz una noticia citada por la agencia de noticias
llamada Pars:
Mohammad ‘Ali Rayaí el primer ministro de la
República Islámica de Irán, a las 1:45 de 18/10/1980
de la mañana, la hora local Irán, pronunció un largo
discurso ante la sesión de Consejo de Seguridad de la
ONU, en cuanto a la guerra entre Irán e Iraq. Según
este reportaje, la asamblea de consejo de seguridad
encabezada por el representante soviético ante la
ONU, inició la sesión a las 6:30 la hora local Nueva
York. Antes del discurso, Mohammad ‘Ali Rayaí
mantuvo un encuentro con Waldheim, el entonces
secretario general de la ONU, durante una hora y
media.
La primera presencia seria de las autoridades iraníes
después de la Revolución Islámica, era el viaje de Rayaí a
Nueva York en 1980. Rayaí, como el primer funcionario
de alto rango iraní participado en la sesión del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas, expuso un
reportaje acerca de la guerra de Irán e Iraq, haciendo
hincapié en derecho de Irán respecto a la invasión del
régimen iraquí.
Señor Rayaí criticó fuertemente al silencio de la
comunidad internacional ante la guerra entre Irán e
Iraq, enumerando los objetivos de Sadam y las causas de
provocar esta ofensiva.
Señor Rayaí, al desaprobar la comunidad internacional,
puso su pie sobre la mesa, así como mostrar las huellas
de torturas en las cárceles del régimen monárquico,
criticando al gobierno estadounidense debido a abogar
al mencionado régimen.
De hecho, lo que hizo Señor Rayaí, se incluye
de los eventos muy raros de la ONU. Después de
El hijo del pueblo

su discurso y durante la culminación de la guerra


iraní-iraquí, se quitó de las autoridades iraníes, la
posibilidad de asistencia a estas sesiones durante
siete años.
El discurso de Mohammad ‘Ali Rayaí es uno de los
154 discursos inolvidables de la ONU. Rayaí al hacer hincapié
a la invasión iraquí al territorio iraní, como el iniciador
e imponedor la guerra al pueblo iraní, dio énfasis: no
se alcanza al cese de la guerra, sin agobiar y castigar al
invasor.
El texto completo del discurso de Mártir Rayaí:
En el nombre de Dios el Benevolentísimo,
el Misericordiosísimo
“A Dios no le agrada que se mencione un mal
públicamente, excepto por aquel que sufre injusticia [como
consecuencia]…” 1
Nadie puede clamar su indignación, a menos que
haya sido agredido. Hemos acudido aquí en momentos
en que nuestro país libra una guerra iniciada por el
Gobierno cruel y despótico del Iraq. Henos aquí en
momentos en que nuestro Imam y nuestro pueblo
se hallan profundamente angustiados por el gran
número de muertos provocado por el temblor de tierra
en Argelia. Lamentamos que la guerra no nos haya
permitido aportar a Argelia, a su pueblo hermano y
musulmán la ayuda que hubiéramos deseado.
He llegado aquí directamente del frente. El espectáculo
de los muertos y los heridos hubiera conmovido el El hijo del pueblo

corazón del más cruel de los hombres. He visto ese


espectáculo con mis propios ojos. Los misiles tierra-tierra
hicieron impacto en Dezful, demoliendo gran parte de la
aldea y muchos de los valientes pobladores perecieron.
Hay más de 30 bebés hospitalizados, bebes de menos de 155
seis meses. Yo los he visto luchar por sus vidas.
El ejército de Sadam, invocando pretextos ridículos - y

1. El sagrado Corán, 4:148.


podría agregarse que sin pretexto alguno cometió contra
nuestro país un acto de agresión. Destruyó los centros
de producción, la economía y las aldeas, incluyendo
hospitales y escuelas y matando a gente inocente.
El mundo todo debe saber que el ejército de Sadam
ha actuado sin misericordia, sin piedad, emulando a
los ejércitos de Hitler. Con el propósito de prolongar su
cruel reinado, Sadam ha despachado 12 divisiones y más
de 2.500 tanques, así como gran cantidad de pertrechos y
centenares de aviones de combate para atacar al pueblo
de nuestro país. Lo hizo en momentos en que la República
Islámica iniciaba su etapa de reconstrucción.
Ayer, durante el vuelo, me enteré que en Kermanshah,
a raíz de un bombardeo, recibieron impactos escuelas,
universidades y un hospital, resultando víctimas de ese
ataque aéreo más de 1.000 escolares y civiles.
El ejército Ba‘ath del Iraq, que ignora lo que es
El hijo del pueblo

humanidad, no ha escatimado esfuerzos en estos actos


inhumanos. Ha saqueado e inclusive ha cometido en
algunos casos violaciones en las zonas ocupadas; ha
tomado prisioneros a todos los hombres adultos. De esa
manera, ha hecho gran número de prisioneros de guerra,
156 los que han sido torturados e inclusive muertos en las
prisiones.
Formulamos un llamamiento a la conciencia de todos
los pueblos del mundo, especialmente a los pueblos
musulmanes, con los que compartimos una ideología y
valores comunes. Son ellos quienes pueden juzgarnos.
Es sorprendente que quienes creen en la dignidad
permanezcan al margen y no digan nada, y ante esta
agresión desembozada declaren su neutralidad en los
foros internacionales. ¿Cómo pueden los representantes
de esos pueblos hablar de neutralidad? Sabemos que
muchos revolucionarios ya han acudido al Consejo y han
pedido que se defiendan los derechos de sus pueblos.
Pero, en última instancia, siempre son los propios
pueblos los que han defendido sus derechos, luchando
contra el agresor con sus propias manos.
Nuestro oprimido pero heroico pueblo, inspirado en
la poderosa ideología del islam y bajo la dirección del
Imam Jomeini, continuará luchando y decidirá su propio
destino.
La resistencia de las fuerzas armadas y pueblo iraníes
ante el ejército de Sadam ha asombrado al mundo
entero. Nuestro pueblo está resuelto y decidido a luchar, El hijo del pueblo

inclusive si es necesario que esta guerra popular se


prolongue.
No solamente expulsaremos al agresor, sino que
permitiremos que el pueblo hermano y musulmán
del Iraq tome cabal conciencia del carácter tiránico 157
y dependiente del régimen de Sadam. Podrán de
esta suerte asestar un golpe mortal al imperialismo
norteamericano que presta asistencia directa o indirecta
al Gobierno Ba‘ath del Iraq.
Los Estados Unidos, con sus aviones AWACS,
estacionados en Arabia Saudita controlan los
movimientos de las fuerzas armadas de Irán y pasan
toda la información a Iraq. Inducen igualmente a error a
los pilotos iraníes.
Prevenimos a todos los que, por vía del puerto de
Áqaba en Jordania, envían armas, pertrechos y piezas
de recambio al Iraq a fin de que estas armas se utilicen
para incendiar y bombardear al pueblo revolucionario e
antiimperialista de Irán.
Nuestro pueblo está decidido a sobrevivir. Nuestro
pueblo protegerá la revolución islámica y humanitaria
y seguirá siendo libre. Vivirá y. con la ayuda de Dios,
vencerá. Las superpotencias pretenden imponer un
nuevo Israel en el Oriente Medio. Como si los crímenes
de los Estados Unidos cometidos contra los pueblos de
Palestina y del Líbano meridional no bastaran acaso.
El hijo del pueblo

Vemos cómo hoy, se procura crear un nuevo Israel so


capa del nacionalismo árabe. Los sionistas de Israel eran
suficientemente criminales, pero he aquí que un nuevo
gobierno, dirigido por Sadam quedó investido con la
tarea de desmoronar los valores humanitarios y de
158 realizar sus propias ambiciones. Sadam ha puesto fuego
a toda la región; todos los que lo asisten y él mismo
perecerán en ese fuego.
El verdadero objetivo del régimen del Iraq y de
sus amos no es el de ganar algunos kilómetros de
territorio. Lo que procuran es mutilar el movimiento
revolucionario del pueblo musulmán iraní. Quieren
destruir a la República Islámica, Quieren impedir el
vínculo que la humanidad quiere alcanzar, proceso que
se ha iniciado en Irán. Quieren impedimos construir
un Irán libre sobre la base de los valores humanitarios
islámicos por cuanto toda victoria de Irán significa
la derrota de todas las fuerzas del mal en el mundo.
Los pueblos desheredados del mundo y todos los que
han perdido confianza en la izquierda y en la derecha
saben que nuestra revolución islamice ha abierto una
nueva vía para todos los desposeídos del mundo. La
revolución iraní ha logrado la independencia mediante
el poder del pueblo y nuestro pueblo garantizará su
futuro mediante sacrificios y autosuficiencia. Creemos
que los verdaderos vencedores de la guerra serán
la fe revolucionaria de los pueblos y no las armas y
municiones. Por este motivo declaramos con firmeza que El hijo del pueblo

en esta guerra que nos ha sido impuesta la fe islámica y


revolucionaria de nuestro pueblo triunfará. Más no son
los AWACS norteamericanos ni los Túpolevs rusos los
que posibilitarán la victoria. En esta guerra defendemos
no sólo la integridad territorial de nuestro país y nuestra 159
economía, sino también la dignidad humana y el honor
de nuestro pueblo musulmán. Estamos conduciendo a la
humanidad hacia los verdaderos valores humanitarios.
Sabemos que esta guerra impuesta - a no dudarlo - es
una guerra que culminará con la victoria del bien sobre
el mal. Hemos dicho al mundo que podemos contar con
nuestras propias fuerzas sin aliarnos al colonialismo del
Este para luchar contra el colonialismo del Oeste, y que
haremos cualquier sacrificio para garantizar nuestra
independencia. La incursión de Tabas, la conspiración
para un golpe de estado y la invasión del ejército de
Sadam han mostrado a las superpotencias, que en sus
relaciones con la República Islámica todo recurso a la
fuerza está condenado al fracaso.
Esta guerra ya ha cobrado su tributo. Miles de mártires,
miles de heridos, que no pueden ser compensados con
ninguna clase de reparación material. Aguardamos con
impaciencia el día en que el criminal Sadam sea juzgado
por un tribunal revolucionario en el Iraq y sea castigado
por sus actos. Aguardamos el día en que el pueblo de
Iraq se desembarace de él.
El hijo del pueblo

Que todos los pueblos oprimidos del mundo extraigan


la siguiente lección: la dignidad y la independencia no
pueden obtenerse sin sacrificios, porque Dios está con
los desposeídos.
Pasaremos reseña a los pretextos aducidos por el
160 régimen de Sadam para lanzar una agresión contra la
República islámica de lrán. Sadam, mercenario de los
opresores del mundo, reconociendo que habla lanzado
un ataque militar contra Irán y su integridad territorial,
invocó la no aplicación de los artículos del acuerdo
concertado el 6 de mayo de 1975 como pretexto para
justificar esta agresión abierta. Es necesario precisar
que después de las negociaciones de Argel cuando los
países de la Organización de Países Exportadores de
Petróleo celebraron una conferencia del 4 al 6 de marzo
de 1975, un Tratado relativo a la frontera del Estado y
a las relaciones de buena vecindad, con tres protocolos
anexos, fue concluido el 13 de junio de 1975, y otros
cuatro acuerdos adicionales fueron concertados el 26 de
diciembre de 1975.
En la misma fecha se firmó un documento que se
consideró como la solución definitiva y global de las
cuestiones pendientes’ y se realizó el intercambio de
instrumentos de ratificación entre lrán y Iraq. Todos
estos acuerdos y documentos fueron registrados ante la
Secretaría de las Naciones Unidas. Todos ellos revelan
claramente el hecho de que el régimen totalitario de
Iraq había reconocido en ese entonces que no tenía El hijo del pueblo

reivindicaciones con respecto a sus derechos y que había


puesto fin a todas las diferencias.
Los pueblos del mundo deben saber que el régimen
de la República Islámica de Irán, al día siguiente de la
victoria de la revolución, si bien hubiera podido pedir 161
una revisión de todos los acuerdos concertados, jamás
se apartó de los términos del Tratado mencionado, y
que son precisamente aquellos que en el momento de
suscribir el Tratado gobernaban al pueblo oprimido
de Iraq, y cuya firma consta en el Tratado, los que
han violado las disposiciones del mismo. Además,
el propio Tratado preveía el modo de solucionar
las diferencias que pudiesen suscitarse entre ambas
partes.
Veamos a continuación cuáles pueden haber sido
las razones por las que el Iraq abrogó el Tratado.
Quizás la mejor interpretación es que el régimen de
Iraq ha actuado de manera irracional e inhumana,
o que obedecía ciegamente a sus amos, a saber, las
superpotencias, que lo impulsaban no para modificar
las fronteras, sino para asestar un golpe mortal a
la revolución islámica de Irán. Inclusive antes del
anuncio unilateral de la anulación del Tratado por
Sadam, se dieron casos de violaciones flagrantes que
paso a enumerar:
1. Injerencia continua en los asuntos internos del Irán después
El hijo del pueblo

de la victoria de la revolución islámica;


2. Violación de los artículos relativos a la seguridad de las
fronteras, mediante el envío continuo de mercenarios y de
agentes Ba‘athies y de grupos armados en las Provincia
de Kurdistán, Kermanshah, Ilam, Juzestán, y la ayuda
162 proporcionada a los elementos antirrevolucionarios en
las provincias antes mencionadas, así como en Sistán y
Beluchistán;
3. La ayuda suministrada a las personas perseguidas en Irán
por haber cometido crímenes contra toda la población a lo
largo del régimen del Shah, y el otorgamiento de todos los
medios materiales y de propaganda a estos individuos a
fin de debilitar al régimen de la República Islámica. Cabe
añadir que en la actualidad estos disponen de dos estaciones
de radio en territorio iraquí y realizan propaganda contra
el régimen de Irán.
Pasemos a continuación a examinar los verdaderos
objetivos que persigue el Iraq en su agresión contra el
Irán, teniendo en cuenta la naturaleza y la posición del
régimen iraquí respecto a la revolución islámica y el
papel de las superpotencias. ¿Cuáles son los objetivos
y las razones que han llevado al régimen de Bagdad a
rechazar el Tratado y agredir a Irán?
Ante todo, es preciso establecer la naturaleza misma
del régimen y rever la posición adoptada por Sadam
con respecto a la revolución islámica de Irán. El Partido
Ba‘ath, que detenta el poder en Iraq, está constituido
por los partidarios del notorio Michel Aflak. Este era El hijo del pueblo

un francmasón y sionista astuto que había procurado


impedir las luchas antisionistas y antiimperialistas del
pueblo musulmán de los pueblos árabes desheredados.
Fundó instituciones aparentemente nacionalistas y
socialistas, pero que en verdad se inspiraban en ideales 163
racistas. Después de la victoria de Abden Naser, en Egipto,
y su ataque a los intereses de los regímenes fantoches en
el Oriente Medio árabe, los regímenes reaccionarios, el
del Rey Huséin y del Rey Hasán, por ejemplo, no estaban
en condiciones de combatir individualmente esos
ataques y luchar contra Abden Naser y el nasserismo.
Por ello trataron de establecer regímenes llamados de
izquierda, que voceaban consignas aparentemente más
revolucionarlas que las de Naser, pero que en la práctica
eran mucho más conservadores que el régimen del Rey
Huséin. Uno de estos regímenes fue, como el Consejo
sabe, el régimen Ba‘ath en el Iraq. La historia de la
lucha de los pueblos musulmanes árabes demuestra
que ese régimen que hoy utiliza todo su poderío militar
para destruir a la revolución islámica, jamás envió
sus tropas a combatir a los invasores de Jerusalén
y si lo hizo no fue sino a último momento, cuando la
guerra ya había concluido. Ese partido, a pesar de las
consignas anti-sionistas, jamás tomó ninguna acción
práctica para combatir las acciones del sionismo.
¿Es realmente necesario agregar que jamás lo hará?
El hijo del pueblo

En el interior del país el régimen de Iraq ha llevado la


dictadura y la represión a extremos tales que se atrevió
a encarcelar y asesinar al Ayatolá Mohammad Baqer
Sadr y a su hermana. Las prisiones están repletas de
presos musulmanes honestos. La posición del régimen
164 de Sadam frente a la revolución iraní, ha sido desde su
comienzo hostil y orientada a impedir los logros de la
revolución islámica. El mundo entero recordará que al
comienzo mismo de la revolución en Irán el régimen de
Bagdad obligó al Imam Jomeini a abandonar Iraq. Las
relaciones amistosas y fraternas de Sadam con el Irán del
Shah cambiaron inmediatamente después de la victoria
de la revolución y se convirtieron en hostiles, lo que
no puede compararse con la clase de hostilidad de ese
régimen hacia Israel. La maquinaria publicitaria utilizada
por Sadam y sus mercenarios se puso en movimiento
contra la revolución islámica. El Iraq se convirtió en
tierra de asilo y en el centro de las actividades de los
lacayos de los Estados Unidos y del régimen de Pahlavi
y sus seguidores, como los antirrevolucionarios de
la derecha y la izquierda en el Irán. Ellos gozaron del
apoyo material y moral de los Ba‘athies en el Iraq. Como
he dicho, se establecieron en el Iraq estaciones de radio
llamadas estaciones iraníes contra la revolución.
Quisiéramos hacer un llamamiento a los pueblos del
mundo y preguntarles por qué el régimen iraquí, que dice
que está combatiendo contra el régimen de los Estados
Unidos, tiene relaciones amistosas con el régimen del El hijo del pueblo

Shah, el lacayo de los Estados Unidos.


¿Por qué su posición hostil hacia un régimen que
lucha verdaderamente para destruir los intereses
vitales económicos y estratégicos del imperialismo,
y en particular de los Estados Unidos y del sionismo 165
internacional, régimen que fue objeto de una
intervención militar directa de los Estados Unidos, de
la ruptura de relaciones diplomáticas y de un embargo
económico?
Si el Iraq está verdaderamente en contra de los
Estados Unidos y si esa posición va más allá de meras
declaraciones de intención, ¿por qué nunca se atrevieron
a atacar al ejército del Shah, que estaba controlado
totalmente por consejeros militares americanos, cuando
hoy están atacando a un ejército que recientemente se
libró del yugo americano? ¿No se trata, en realidad, de
una misión americana con una apariencia antiamericana?
Estas tácticas no son un secreto para los pueblos del
mundo. Recientemente, hemos visto otro régimen títere
- el de Ian Smith, en Zimbabwe - que utilizando las
mismas tácticas se sublevó contra sus amos.
La posición hostil del Iraq respecto del Irán no es
sino el reflejo de la hostilidad de las superpotencias
y, en primer término, de los Estados Unidos, hacia la
República Islámica de Irán. Y queremos declarar desde
lo alto de esta tribuna, a todos los pueblos del mundo,
El hijo del pueblo

que interpretamos la agresión militar del Iraq como


parte integrante de las continuas tentativas de agresión
internacional contra nuestra revolución. Repetimos
que la agresión del Iraq es, en realidad, la agresión de
las fuerzas del mal, el juego del Gran Satán y de los
166 pequeños satanes.
Pedimos a los pueblos del mundo, particularmente
a los pueblos musulmanes árabes, que reflexionen, y
esperamos que hallen las respuestas a las siguientes
preguntas.
Primero, ¿cómo es posible que el régimen de Iraq,
suponiendo incluso que tuviese algún diferendo
territorial con Irán, antes de haber recurrido a los buenos
oficios de Argelia - que había presidido la reconciliación
de ambos países - se haya lanzado en cambio a un ataque
militar de gran envergadura contra el territorio de la
República Islámica de Irán?
Segundo, ¿cómo es posible que, simultáneamente, la
agresión iraquí haya trascendido ya las reivindicaciones
fronterizas y se propague a nuestras provincias,
en particular a la provincia petrolera de Juzestán?
¿Cómo es posible que, simultáneamente, todos los
contrarrevolucionarios que se encontraban fuera del
Irán se hayan reunido en Iraq, en cuyo territorio se les
ha dado la posibilidad de llevar a cabo sus actividades?
¿Cómo es posible que los Estados Unidos vean en
este ataque una oportunidad para la liberación de
sus rehenes? ¿Cómo es posible que la agresión iraquí El hijo del pueblo

coincida con los fines y reivindicaciones separatistas


del Kurdistán y con el establecimiento del Gobierno de
la República Islámica?
Tercero, ¿cómo es posible que, en esta guerra, regímenes
fantoches por excelencia y totalmente dependientes de 167
los Estados Unidos, como los Jordania, Egipto, Marruecos
y otros, sean los principales proveedores de asistencia al
régimen pretendidamente progresista de Iraq?
Como he dicho, el puerto jordano de Aqaba es hoy
la vía principal de las comunicaciones marítimas
para el Iraq y los aeropuertos de Jordania sirven de
base y guía a los aviones iraquíes. Los pilotos y las
tripulaciones egipcias jugaron papel muy activo en
el Iraq, y unidades del ejército jordano se encuentran
estacionadas actualmente en ese país.
Si se tienen en cuenta todos estos elementos, ¿se puede
seguir considerando la guerra de Iraq contra el Irán
como una guerra de reivindicaciones exclusivamente
territoriales? En la actual circunstancia, ¿no tenemos
acaso el derecho de considerar esta guerra como
un aspecto de la lucha unida de las superpotencias
contra la revolución islámica? En estos días de guerra,
mientras corre la sangre, percibimos una presencia
cada vez más intensa de las flotas y fuerzas militares
de las superpotencias en la región, y comprobamos con
sorpresa que se conciertan acuerdos militares entre los
El hijo del pueblo

gobiernos europeos y los países del Oriente Medio. En


estos días, vemos también con gran sorpresa que los
Estados Unidos, que se habían negado a participar en
los Juegos Olímpicos de Moscú, debido a ¡a agresión
militar de la Unión Soviética en Afganistán, aceptan
168 fácilmente iniciar nuevas negociaciones sobre la
limitación de las armas estratégicas. ¿Esto no explica
el hecho de que se envíen armas soviéticas a través
de la Jordania americana hacia el Iraq y el régimen de
Sadam?
Permítanme ahora exponer nuestra postura con
respecto a la guerra y referirme al resultado del conflicto.
Los pueblos del mundo saben bien que la guerra entre
el irán y el Iraq es una guerra impuesta. El régimen de la
República Islámica jamás se hubiera permitido utilizar
sus fuerzas y sus armas contra un país islámico con un
régimen impopular, cuando han debido luchar contra
el régimen invasor de Jerusalén, que ha sometido al
sionismo internacional a nuestros hermanos palestinos
y árabes, a quienes han despojado de todos sus bienes
y derechos en los territorios ocupados y en el Líbano
meridional.
Lamentablemente, la reciente agresión del Iraq ha
causado enormes daños económicos y militares a
los pueblos musulmanes de los dos países. Las balas
que debían expulsar a los invasores de los territorios
islámicos sirven hoy para asesinar a nuestros hermanos
musulmanes, en aras de las ambiciones de un solo El hijo del pueblo

individuo y a fin de servir los intereses de las fuerzas del


mal.
El Gobierno Ba‘ath de Iraq, después de haber ocupado
una parte de nuestro territorio y asesinado a población
civil e inocente, después de haber destruido nuestras 169
instalaciones, nuestras fábricas y nuestras ciudades,
reclama la cesación del fuego a fin de engañar a la opinión
pública internacional. Desgraciadamente, algunos
países, consciente o inconscientemente, han apoyado
este pedido. Deseamos declarar que solo podrá lograrse
una solución equitativa para esta guerra si el agresor es
vencido y castigado. Esta es nuestra posición definitiva,
porque si un país asolado y agredido acepta la cesación
del fuego consolida con ello la posición del agresor y
acepta de tal modo la agresión.
Nuestro pueblo está hoy de duelo por los miles de
escolares asesinados durante una incursión iraquí contra
las escuelas de Kermanshah. Esta es la mejor razón
para condenar al régimen Ba‘ath. Hemos visto cómo
este régimen se ha permitido bombardear un hospital
en Abadán. Ocho de los heridos han muerto y más
de 40 personas que trabajaban en el hospital han sido
gravemente heridas, y ocupan hoy los mismos lechos en
los que yacieron la mayor parte de las víctimas. Esta es
nada más que una razón, pero podemos invocar muchas
otras para condenar al régimen Ba‘ath del Iraq.
El hijo del pueblo

Para concluir, permítaseme exponer en pocas palabras


la razón de nuestra presencia aquí.
El Islam y la experiencia histórica nos han enseñado
que no se pueden vencer ni superar las dificultades,
sino apoyándose en la voluntad de Dios y de los
170 pueblos. Teniendo en cuenta lo que acabo de decir, los
miembros del Consejo comprenderán que no estamos
aquí para pedir a este órgano cualquier cosa, estamos
aquí para expresar una realidad, para revelar lo que pasa
actualmente en nuestro país.
Nos damos cuenta perfectamente que el Consejo,
dado el derecho de veto de las grandes Potencias y
la existencia de otras dificultades no puede ayudar
verdaderamente a los pueblos desheredados y
oprimidos del mundo. Por otra parte, la historia nos
muestra que el Consejo, aun si en algunas ocasiones
aprobó resoluciones de principio bajo la presión de la
opinión pública internacional, no ha podido garantizar
su aplicación a causa de la oposición de tal o cual gran
Potencia. La no aplicación de las resoluciones del
Consejo que se refieren a Israel o al régimen racista de
Sudáfrica es un buen ejemplo.
Estamos aquí únicamente para hacer escuchar la voz
del pueblo musulmán y revolucionario de Irán.
Estamos aquí para poner en guardia a los pueblos
del mundo entero sobre los peligros que implica el
derrocamiento de la revolución iraní y sus repercusiones
en cuanto a las luchas de otros pueblos oprimidos. El hijo del pueblo

Estamos aquí para exhortar una vez más a las grandes


Potencias y a las fuerzas del mal a que pongan fin a
sus conjuras contra la revolución islámica y para que
sepan que la noble y divina revolución iraní, nacida y
alimentada con la sangre de miles de mártires, jamás 171
será vencida.
La decisión del Consejo, sea cual fuere, no cambiará
nada para nosotros pues nuestro pueblo, con la ayuda
de Dios, combatirá a Sadam y a su régimen opresor con
sus propias manos. Nuestro pueblo vencerá con la ayuda
de Dios, en un futuro cercano el pueblo de Iraq será
liberado definitivamente de ese hombre cruel y opresor.
Muy pronto el pueblo verá que los opresores del mundo
desaparecen y que, al fin de cuentas, quienes tienen el
derecho de su lado serán los vencedores, “Y el futuro es
de los conscientes de Dios.”
El hijo del pueblo

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