Libro El Hijo Del Pueblo
Libro El Hijo Del Pueblo
Libro El Hijo Del Pueblo
DEL PUEBLO
Memorias del presidente mártir
Mohammad ‘Ali Rayaí
EL HIJO D
EL
PUEBLO
Memorias del presidente mártir
Mohammad ‘Ali Rayaí
Libro:
EL HIJO DEL PUEBLO
Amir Abbas Mousavi
Editores:
Seyed Saeid Shahmorady
Angélica María Rojas I.
Revisión:
Farhad Fallah
Director artístico:
Saeed Saffarnejad
ISBN: 978-622-99651-9-1
Primera edición: 2022
© Editorial el Faro Internacional S.A.S, 2022
Nit: 901333848-6
Bogotá, Colombia
[email protected]
WhatsApp: +573197620558
Teléfono: +57 (1) 8706221
12
Prólogo del traductor
Antes de traducir este libro solo había escuchado
su nombre. Mohammad ‘Ali Rayaí falleció casi una
década antes de que yo naciera; pero este intervalo
jamás significó un obstáculo para conocer a un gran
hombre.
La responsabilidad de un traductor lo obliga a leer un
texto en repetidas ocasiones para que pueda profundizar
en su contenido y así reproducirlo de la mejor manera.
Y esta vez, mi compromiso ético y profesional con
la traducción, me familiarizó con un ser humano
verdadero; un personaje honesto con quien me identifico
profundamente y al que ahora rindo homenaje con todo
mi corazón. Como traductor con una larga trayectoria,
debo confesar que esta obra me enseñó un montón de
lecciones y me hizo crecer a medida que avanzaba en su
reproducción.
Este libro es un verdadero tesoro que rebosa de
conceptos humanitarios, tales como la fe, la fraternidad,
la hospitalidad, la solidaridad y el altruismo. Por
consiguiente, para dar a conocer este personaje histórico,
quisiera invitar a todos los amantes de la humanidad a
dedicar una parte de su vida a la lectura de esta obra. Sin
duda alguna, no se van a arrepentir.
Amir Abbas Mousavi
El hijo del pueblo
16
Recuerdos
Adolescencia
Una persona distinta1
Lo que recuerdo de mi adolescencia consiste en la
diferencia de su conducta en comparación con sus
primos de la misma edad. Desde el principio, era famoso
por su trato a los parientes mayores. Mientras sus amigos
jugaban, Rayaí solía leer libros. En algunas reuniones
familiares, después de saludar seguía estudiando libros,
sin tener en cuenta las conversaciones de los demás.
20
22
23
24
25
1. Narrado por Kazim Naini, uno de los amigos de juventud de Rayaí en Qazvín y
Teherán. Él era el responsable de los libros escolares durante el mandato de Rayaí en
el ministerio de Educación.
Respetar a la madre1
El señor Rayaí respetaba a su madre de una forma
ejemplar. Durante los años que vivió en su casa lo veía
respetar a su madre; cuando estaba con ella, se ponía
la mano en el pecho como signo de cortesía. Nunca la
desobedecía. También se comportaba respetuosamente
con mi padre, su hermano mayor.
El hijo del pueblo
26
27
1. Primo de Rayaí.
En la casa
La honestidad de Rayaí1
Yo provenía de una familia culta y adinerada. Me sentí
atraída por la honestidad de Rayaí durante la ceremonia
de petición de mano. Desde el principio, Rayaí me dijo
que no era una persona acomodada. Yo lo sabía. Desde
que lo conocí por una relación familiar, estaba al tanto
de su condición económica. Por ese momento, mi esposo
se había quedado huérfano, pero me atrajo su afán y
voluntad por haber continuado sus estudios mientras
trabajaba; además, había comprado una casa a plazos.
Era una persona bastante culta e instruida; hablaba,
caminaba, miraba y se comportaba de una manera
respetuosa. Una vez nos unimos en matrimonio, me
pidió que visitara su pequeña casa en el barrio Narmak2
a fin de conocer de cerca su condición económica. Todo
su mobiliario consistía en una lámpara, una mesa de
comedor con seis sillas de hierro, una cama, una radio y
1. Esposa de Raya.
2. Barrio en el este de Teherán.
unos libros. Tenía extendida una alfombrilla de 3 x 1.5 m.
en una habitación, de la que me explicó que pertenecía al
dueño de la casa, quien vivía en el segundo piso.
Su casa constaba de dos habitaciones pequeñas, un patio
trasero sin grifería y una cocina diminuta que abarcaba
una sola persona. Dada su condición económica, yo pude
haberme negado a casarme con él, pero su alto grado de
honestidad fue lo que me atrajo hacia él.
El hijo del pueblo
32
Vivir al nivel de los
desfavorecidos1
El nivel de vida de Rayaí no se alteró mucho, ni en la
época prerrevolucionaria, ni en la posrevolucionaria,
cuando asumió altos cargos estatales como ministro de
educación, primer ministro y presidente del país. Yo fui
su vecino desde el año 1978 hasta su martirio, por lo
tanto, afirmo, con el corazón en la mano, que él llevaba
una vida muy sencilla, incluso más humilde que la de
gente común y corriente.
En los fríos inviernos, varias veces vi a su esposa El hijo del pueblo
35
No me despertaba a la
medianoche1
Rayaí creía que un hombre debe ayudar su esposa en las
tareas domésticas, así que nunca me despertaba cuando
los niños lloraban a medianoche, sino que él mismo los
calmaba hasta que yo despertara para darles el pecho.
El hijo del pueblo
36
38
39
regreso?
⁻ Rayaí: “Habrá alguien que te acompañe.”
⁻ Yo: ¡Tal vez habrá alguien que me secuestre!”
⁻ Rayaí: “Nadie se atreve a secuestrarte.”
Sus palabras me animaron, así que pensé: “Mohammad
40 ‘Ali tiene toda la razón. ¿De qué tengo miedo si quiero ir
a la mezquita para asistir a un discurso?”
1. La esposa de Rayaí.
Un hombre de tolerancia1
Rayaí nunca me imponía sus creencias. Su conducta
nos hacía reflexionar sobre un posible error que
habíamos cometido. A veces, con la lectura de un par de
versos del Corán, nos advertía de su descontento. A su
juicio, lo más importante en nuestra vida era mantener
buenas relaciones. Todos los sábados por la mañana, nos
ocupábamos de evaluar nuestros métodos de educación
de los hijos. Parecía un padre bastante serio, pero,
conociéndolo de cerca, uno podría darse cuenta de su
amabilidad. El hijo del pueblo
41
42
43
1. Sobrino de Rayaí.
El hijo del primer ministro era
un aprendiz de taller1
Cuando llegaba el verano, el Sr. Rayaí me pedía que
llevase a su Kamal conmigo al taller industrial para que
aprendiera. Al principio, nuestros vecinos no sabían que
Kamal, quien trabajaba como un aprendiz regular, era
el hijo del primer ministro. Con el paso de tiempo lo
conocieron, lo que les parecía asombroso.
El hijo del pueblo
44
1. Sobrino de Rayaí.
Educar a los hijos1
Cuando el Sr. Rayaí quería darles a sus hijos una lección
instructiva, les hablaba con mucha cortesía, para que se
dieran cuenta de que su padre les respetaba mucho.
45
1. Sobrino de Rayaí.
¿Por qué hay dos tipos de
comida en nuestro mantel?1
Señor Rayaí solía comer poco, en especial, cuando se
trata de la cena. Ponía un trazo pequeño de comida en su
plato y por fin, no se le restaba nada. Le bastaba comer
piscolabis por las noches. No cenaba con las comidas
cocidas, a menos la tortilla. A veces prefería tomar
mantequilla con patata. Una vez le dijo a mi madre
bromeando: su hija siempre me prepara comidas ligeras.
Mi madre me preguntó asombrada: ¿por qué lo haces?
El hijo del pueblo
1. Esposa de Rayaí.
Hospitalidad1
El mártir Rayaí era una persona muy hospitalaria.
Aunque sus ingresos se limitaban al sueldo de docente,
solía invitar a sus parientes a su casa muchas veces al año.
En especial, cada 28 del mes Ramadán2, solía preparar
comida de Iftar3 para un gran número de invitados
en recuerdo de su difunto padre, cuyo fallecimiento
coincidía en esa fecha. Siguió con esta costumbre hasta
el fin de su vida.
47
1. Esposa de Rayaí.
2. Ramadán: El mes del calendario lunar en el que los musulmanes realizan el ayuno.
3. Iftar: Una comida con la que los musulmanes rompen el ayuno al final del día.
Respeto a los vecinos1
Rayaí respetaba mucho a los vecinos, y nos
recomendaba hacer lo mismo. Nos impedía molestarlos.
Por ejemplo, no nos permitía dejar el contenedorde la
basura en la calle, por donde pasaban los vecinos. Trataba
respetuosamente con quienes hacían sus oraciones en la
mezquita, y se comportaba cariñosamente con los niños.
El hijo del pueblo
48
1. Esposa de Rayaí.
Se anticipaba a saludar1
Durante los años que estuvo entre nosotros,
observábamos en reiteradas ocasiones que tan pronto
como el señor Rayaí veía a uno de los vecinos, se
anticipaba a saludar; incluso a los niños de la edad de su
hijo. Era una persona muy modesta. No nos olvidamos
de su virtud e integridad.
49
1. Vecino de Rayaí.
La familia
Importancia de sus
reuniones familiares1
Una de las características de la disciplina de mi
tío era celebrar reuniones familiares cada semana,
costumbre que adquirió desde 1965 hasta el fin de
su vida. Era muy cumplido. Insistía en mantener
sus celebraciones, incluso a pesar de sus múltiples
ocupaciones como primer ministro. Recibía a sus
comenzales con amor y entusiasmo. En los primeros
años hacía hincapié en la lectura de algunos libros
como “el destino de Patrice Lumumba”, “la vida
de Yawahir-lal-Nehru” y “La guerra de Argelia” en
las reuniones. También nos permitía elegir temas y
títulos de libros, respetando completamente el interés
y la idea de los jóvenes. De igual manera, nos daba
la palabra para que pudiéramos compartir nuestras
opiniones. Justo en dichas celebraciones salían a la
luz las desviaciones y tendencias extraviadas de cada
54
Un amante encarcelado
Desde el año 1971, la lucha de la nación iraní contra
la opresión del régimen despótico Pahlavi había entrado
en una nueva etapa. La Inteligencia del régimen,
llamada SAVAK, vigilaba todos los movimientos de
los revolucionarios. Detuvieron al señor Rayaí y lo
torturaron durante varios meses a fin de que revelara
sus vínculos revolucionarios. Durante todo ese tiempo,
con su tolerancia y resistencia ejemplares desanimó
a los agentes del régimen, mientras alentaba a otros
prisioneros y a su esposa, quien narra la siguiente El hijo del pueblo
anécdota.
“En una ocasión me encontraba de visita en el centro
penitenciario. Mientras estábamos hablando a través de
un cristal, mi marido pegó un papelito a la ventanilla, en
el que había escrito un poema de su autoría: 55
¡Mi querida esposa! Hasta la resurrección, en la
cima de las montañas y en la llanura,
los fuegos del enemigo nos arrastrarán a la tierra,
nuestros cadáveres ensangrentados, sin que
nuestros queridos se den cuenta.
¡Mi querida esposa! Aunque la vida es dulce,
deseo, con un deseo profundo, sacrificarme en el
camino de la humanidad.
Me gustaría ser una gota nítida en el río de la
vida, para morirme en el regazo del mar.
¡Mi querida esposa! No escondas la cara para
evitar que los rebeldes nocturnos piensen que te
sientes tímida ante tu marido. Cuelga un tulipán
rojo en tu cuello, para que se den cuenta de que
tienes un alma fuerte.
¡Mi querida esposa! Cuida a tus niños como si
fueran tus ojos y no dejes que el polvo de maldad
e indecencia cubra sus rostros.
Si algún día te preguntan por su padre, diles
que cayó mártir en el sendero de fe, mientras
sonreía.”
El hijo del pueblo
58
Un tiempo para visitar
familiares1
El señor Rayaí siempre fue muy comprometido con
la costumbre de visitar a los familiares, por lo que era
reconocido entre su propia familia. A veces, venía
a nuestra casa para hacer cortas visitas. Durante su
mandato como primer ministro, solía venir en una
moto, sin guardaespaldas, para visitar a mi madre. Él
no anunciaba sus visitas porque no quería que nadie se
molestase con preparativos especiales.
El hijo del pueblo
59
60
1. Esposa de Rayaí.
Alfombras a plazos1
El señor Rayaí siempre apoyaba a sus parientes.
Cuando se daba cuenta de que no podían comprar
alfombras, se las proporcionaba por medio de pago
a plazos, en coordinación con uno de sus amigos,
comerciante de alfombras. Si alguno de sus parientes no
contaba con el recurso para pagar las cuotas, él mismo lo
hacía con su propio sueldo.
61
1. Sobrino de Rayaí.
Prestar dinero1
En el año 1973 me hacían falta cinco tomanes para
comprar una casa. Decidí comentarle mi situación a mi
tío Rayaí.
⁻ “¿Cuándo lo necesitas?”, me preguntó.
⁻ “Lo antes posible”, repuse.
El Sr. Rayaí me proporcionó el préstamo a los pocos
días. Nadie se enteró. Después de varios años, cuando
lo encarcelaron a causa de sus luchas revolucionarias, le
dije en una visita que le iba a devolver el préstamo, pero
El hijo del pueblo
62
1. Sobrino de Rayaí.
La lucha
Profesor negligente
Uno de los profesores, del área de psicología, alegó un
día en la clase que probablemente un estudiante le había
hurtado sus anteojos. El señor Rayaí, quien hacía parte
de esta clase, se molestó y le reprochó: “¡Los estudiantes
no son ladrones. Tú no has sido capaz de cuidar tus
pertenencias! ¡Tus objetos personales no les sirven a los
estudiantes para nada!” El profesor enfureció y lo echó
de la clase. Otros alumnos salieron de la clase en apoyo a
Rayaí. La situación se tornó tan delicada que el profesor
se vio obligado a pedirles disculpas a todos.
Un personaje desconocido1
Antes de ser detenido, el señor Rayaí era una
persona modesta y religiosa, dedicado a los asuntos
sociopolíticos; mientras que sus importantes actividades
antimonárquicas eran de desconocimiento total. El Sr.
Rayaí vivía de manera que sus más íntimos colegas y
amigos no conocían sus extensas luchas revolucionarias.
El hijo del pueblo
66
67
68
69
74
Objetivo sagrado
En las cárceles del régimen despótico del Shah de Irán,
los prisioneros políticos fueron sometidos a diferentes
tipos de tortura. Se entumecían sus pies por los azotes
y no eran capaces de estar de pie, por lo que tenían que
desplazarse en las rodillas. Yo solía susurrar oraciones
y versículos del sagrado Corán a la hora de entrar a
la celda de torturas, pues mi corazón se llenaba con
la presencia de Dios. Me sentía más firme que nunca.
Poco a poco, empezaba a acostumbrarme a las torturas,
azotes, puñetazos y puntapies, de tal modo que, después El hijo del pueblo
76
77
78
82
Sarcasmo en el aula
Los estudiantes del Sr. Rayaí recuerdan que, en sus
clases, era bastante sarcástico frente a la dependencia
de Irán de las potencias mundiales, sobre todo, Estados
Unidos. Así, censuraba indirectamente la subordinación
de los altos funcionarios gubernamentales.
Un día, en clase de geometría, para mostrar la semejanza
de dos objetos, el profesor Rayaí dibujó la figura de un
hombre obeso con cara y nariz hinchada, luego pintó
un hombre flaco dentro de su barriga, manifestando:
“Normalmente los derechos de la gente desfavorecida El hijo del pueblo
85
86
87
88
académicos.”
89
90
97
Compartir el almuerzo1
Cuando trabajaba en el ministerio de Educación,
el señor Rayaí a veces pasaba por mi empresa para
visitarme. Nunca les conté a otros empleados sobre su
cargo estatal. Si llegaba a mediodía, solíamos compartir
el almuerzo.
El hijo del pueblo
98
1. Sobrino de Rayaí.
Espero no cambiar mi carácter1
En respuesta a su hermana que le sugería usar trajes de
lujo por su cargo estatal, Rayaí decía: “¡Querida hermana!,
espero no cambiar mi carácter y nunca olvdidar la buena
costumbre de ser sencillo en la vida.”
99
100
101
102
103
¡Suponga que yo soy Rayaí!1
Un día, cuando me encontraba en las oficinas del
ministerio del interior, vi a un hombre gritando a voz
en cuello: “¡quiero ver al Sr. Rayaí!”, pero los empleados
no le permitían pasar. Al enterarse, mi tío Rayaí salió de
su oficina, le abrazó, y dándole besos en sus mejillas les
ordenó a los guardias que lo dejaran pasar. “¿Qué quieres
de Rayaí?” Le inquirió al señor, quien repuso: “necesito
ver a Rayaí”.
“Suponga que yo soy Rayaí, ¿en qué puedo ayudarle?”,
El hijo del pueblo
le dijo mi tío.
A pesar de que mi tío Rayaí atendió al hombre, este
nunca se percató de quién era.
104
105
Tareas que uno debe hacer solo
A pesar de ser un funcionario estatal de alto rango,
el señor Rayaí esperaba en la cola de la panadería sin
ningún reparo. En una ocasión me ofrecí para comprar
el pan en su lugar, pero me respondió: “¡No hace falta!
¡Gracias! En la vida existen tareas que uno debe hacer
solo, y otras que corresponden al país entero; usted
puede ayudarme en esas.”
Cada mañana lo veía llevando una pequeña cestita
llena de pan y leche hacia su casa. Un tendero de barrio
El hijo del pueblo
106
Silencioso y cauteloso1
Mi hermano era un hombre paciente y cauteloso. En
las discusiones, si no estaba seguro de algún asunto,
guardaba silencio y respondía brevemente a las
preguntas. Nunca me faltó al respeto. Cuando asumió
puestos estatales no alteró en lo absoluto su conducta
hacia mí, su hermano mayor.
107
108
110
112
Una vida sencilla
El mobiliario del despacho
Durante el mandato del señor Rayaí, uno de sus
amigos antiguos fue a visitarlo. Al entrar, le llamó la
atención que el mobiliario de su despacho era similar
al que anteriormente existía en su oficina del ministerio
de cultura. “¡Hermano!”, dijo el hombre, “ahora eres el
primer ministro. Estas sillas de madera sirven para las
aulas de escuela. ¿Por qué tus empleados deben sentarse
en estas sillas como los estudiantes?”
El sr. Rayaí señaló: “Si los funcionarios utilizan sillas
cómodas, no podrán percibir a fondo los problemas de
la gente común y corriente. ¡Si tenemos un mobiliario
cómodo, olvidaremos que somos funcionarios de la
Revolución Islámica!”
Un primer ministro
que compra frutas a un
vendedor ambulante
Cierto día, de regreso a la casa desde las oficinas del
ministerio, cerca del distrito Sarcheshme, al ver un
vendedor ambulante de frutas, el señor Rayaí le pidió al
conductor que detuviera el auto para comprarle naranjas.
Cuando iba a bajar del coche, le pedí al señor Rayaí
que me permitiera comprarle sus frutas en lugares
más seguros y adecuados. Rechazando mi petición, se
El hijo del pueblo
116
Rayaí no pisa
una alfombra nueva
El Señor Rayaí, después de buscar mucho, desistió de
su idea de encontrar un sitio para establecer el edificio del
ministerio. Inevitablemente, trasladó las instalaciones
desde el Ministerio de Educación ubicado en la plaza
de Baharestan a la calle Pastor. Uno de sus compañeros
ordenó reemplazar la vieja y desgastada alfombra de la
oficina. Al día siguiente, al ingresar a su oficina, el señor
Rayaí preguntó:
⁻ “Y esta alfombra… ¿es nueva? ¿no?” El hijo del pueblo
y colegas.
118
En el hospital
Normalmente, quienes ostentan de cargos
gubernamentales u otros altos mandos, no disponen
de tiempo para sus asuntos familiares o personales;
pero mi tío lograba sortear muy bien estas cuestiones.
Cierto día, uno de nuestros parientes había sido
hospitalizado. Con sorpresa, me percaté de que mi tío
Rayaí parecía esperar a alguien en las escaleras del
centro hospitalario. Me acerqué y le pregunté a mi tío
qué hacía en ese lugar. Me respondió: “Vine a visitar
un paciente». El médico de turno había gestionado El hijo del pueblo
126
1. Citado por el sobrino de Rayaí.
2. Amir Abbas Hoveyda, el premier del régimen monárquico Pahlavi, designado desde
1965 hasta 1977, quien renunció a su cargo, pero fue encarcelado por el Rey, con el
objetivo de tranquilizar las protestas. Era la única autoridad del régimen que fue
procesada y ejecutada por el Tribunal de la Revolución.
Austeridad en el gobierno1
El estilo de gobierno del Sr. Rayaí se caracterizaba por
la austeridad y por impedir despilfarros. Durante su
mandato como jefe ejecutivo, había ordenado a todos
los ministros trasladar sus despachos a las oficinas más
sencillas de la edificación. Su propio despacho era muy
pequeño, no había sofás, solo unas sillas y una mesilla. A
mí, como asesor ejecutivo del presidente, me asignaron
una oficina sencilla en el cuarto piso del ministerio. Todas
estas medidas tenían como objetivo refutar la opulencia y
el estilo de vida aristocrático. También se redujo el sueldo
de los ministros al nivel de los funcionarios públicos.
1. Citado por Behzad Nabavi, uno de los amigos y colegas de Rayaí, quien también era
el portavoz de su gobierno.
Opositores sorprendidos1
Una vez, mi hermano me contó: “En los primeros años
después de la Revolución, el señor Rayaí llegó a presidir
el ministerio de Educación. Las fuerzas revolucionarias
despidieron a los integrantes del régimen derrocado
en varias organizaciones, de ahí que los opositores
protestaban en las instituciones revolucionarias. En
una ocasión, los protestantes se aglomeraron detrás de
la puerta del despacho del ministro Rayaí, intentando
irrumpir en su despacho. El jefe de oficina del ministro
El hijo del pueblo
129
“Prefiero esperar en la fila como
los demás”1
Poco después de que el Sr. Rayaí logró el voto de
confianza por parte de la Asamblea Consultiva Islámica
de Irán y se convirtió en el Primer Ministro, planeó,
como anteriormente había prometido, visitar a la
organización de Formación de Maestros de la ciudad
Tabriz. También me pidió que le acompañara en su
viaje. En el aeropuerto entró en la cola de espera para
recibir su billete. Varios funcionarios aeroportuarios
El hijo del pueblo
131
No quiero vivir como un rey1
Cierta vez, el secretario del despacho del señor Rayaí le
sirvió una pera, diciéndole que alguien se la había traído
para él. El señor Rayaí le dio una mirada a la fruta, y
dijo: “¡Pero en esta estación del año ya no existen estas
frutas en los mercados! ¿Ustedes buscan convertirme en
un rey?”
El hijo del pueblo
132
133
134
135
136
Rayaí y los fotógrafos
Estaba previsto que el señor Rayaí visitase la agencia
de noticias de la República Islámica de Irán (IRNA). Al
entrar, los fotógrafos empezaron a tomar fotos desde
varias posiciones. Mientras tanto, los flashes de las
cámaras iluminaban el espacio del edificio. De repente,
el Sr. Rayaí les pidió detenerse, señalando con la mano.
Añadió: “De acuerdo con las políticas del régimen
anterior, la mayoría de nuestras necesidades se suplen
desde otros países. La guerra también se suma a nuestros
problemas. Por ejemplo, hasta los carretes de cámaras El hijo del pueblo
138
Suprimir la guardia
del Primer Ministro
Un compañero de trabajo del Sr. Rayaí narra:
“Anteriormente, según la norma, el Primer Ministro
de Irán debía de ser protegido por una escolta, un
número de oficiales de guardia bajo el mando de un
comandante militar. Una vez en este cargo, Rayaí
advirtió que este mecanismo tan rígido y riguroso de
control y protección sumaría, sin duda alguna, a la
distancia entre el primer ministro y el pueblo, asunto
que (a su entender) contradecía los valores e ideales de El hijo del pueblo
141
Sacrificar la honra
El Sr. Rayaí fue designado primer ministro en
un periodo en el que el país persa pasaba por una
situación complicadísima, en la que muy pocas
personas se atreverían a asumir cargos oficiales. Si él
asumió el cargo de primer ministro y posteriormente
la Presidencia, fue por su profunda preocupación
acerca de su responsabilidad moral de servir al
pueblo, por lo que dedicó toda su vida al país. “Yo
sacrifico mi vida y mi honor al aceptar cargos estatales
El hijo del pueblo
143
El pueblo es la base
de la Revolución
En uno de los últimos viernes de 1980, unos días
después del inicio de su mandato, Rayaí ya se alojaba en
el edificio antiguo del ministerio de educación, ubicado
en la calle Ekbatan y desde allá se ocupaba de los asuntos
del Estado. Prefería no trasladarse al nuevo edificio
del ministerio, sino en la calle Pastor. A este respecto
manifestaba: “Ese lujoso edificio puede alejarme del
pueblo…el pueblo es la base de la Revolución.”
El hijo del pueblo
144
Cartas y Discursos
La carta de respuesta
de Rayaí a las felicitaciones
del presidente francés
En el nombre de Dios, el Benevolentísimo, el
M i s e r i c o rd i o s í s i m o
Señor François Mitterrand
Presidente de la República Francesa
He recibido su carta de felicitación por mi elección
como presidente de la República Islámica de Irán.
Usted ha abogado en su mensaje por el desarrollo de
nuestras relaciones en concordancia con la profunda e
íntima amistad de ambas naciones.
Señor Mitterrand, como bien se sabe, Irán es una
república «Islámica», y me han elegido para este
puesto al tenor de mi identidad «musulmana»; y a los
musulmanes les han prohibido mentir, así que debemos
hablar de conformidad con lo que nos sentimos en el
corazón.
Yo considero al pueblo francés como una gran nación
liberal y digna de estimación y respeto. Espero que
siempre recuerde a sus antepasados quienes levantaron
reclamando la libertad y la espiritualidad. Abrieron
las puertas de las cárceles de Bastilla, castigaron a los
criminales e hicieron una revolución, calificada en la
historia como la «Grande».
Yo considero a los franceses como un pueblo despierto
y culto, especialmente, por no estar contento con el hecho
de que hoy su territorio se haya convertido en un refugio
de los criminales, asesinos y terroristas, y no olvidar
nunca esta deshonra impuesta por sus gobernantes.
Sr. Mitterrand, usted me envía el mensaje de felicitación
y me desea buena suerte al mismo tiempo que la política
de su país lo ha convertido en un asilo seguro para
algunos miembros de grupos anti-iraníes.
¡Me sorprende tanta discordancia y contradicción entre
los dichos y hechos de una persona!
Usted me desea buena suerte y al mismo tiempo
El hijo del pueblo
150
Discurso del Sr. Rayaí
en el Consejo de Seguridad
El día 18/10/1980 Señor Mohammad ‘Ali Rayaí el
premier de la República Islámica de Irán, pronunció su
discurso en la sesión especial del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas en Nueva York.
Según la emisión de aquel día del diario Keyhan que
sacó a la luz una noticia citada por la agencia de noticias
llamada Pars:
Mohammad ‘Ali Rayaí el primer ministro de la
República Islámica de Irán, a las 1:45 de 18/10/1980
de la mañana, la hora local Irán, pronunció un largo
discurso ante la sesión de Consejo de Seguridad de la
ONU, en cuanto a la guerra entre Irán e Iraq. Según
este reportaje, la asamblea de consejo de seguridad
encabezada por el representante soviético ante la
ONU, inició la sesión a las 6:30 la hora local Nueva
York. Antes del discurso, Mohammad ‘Ali Rayaí
mantuvo un encuentro con Waldheim, el entonces
secretario general de la ONU, durante una hora y
media.
La primera presencia seria de las autoridades iraníes
después de la Revolución Islámica, era el viaje de Rayaí a
Nueva York en 1980. Rayaí, como el primer funcionario
de alto rango iraní participado en la sesión del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas, expuso un
reportaje acerca de la guerra de Irán e Iraq, haciendo
hincapié en derecho de Irán respecto a la invasión del
régimen iraquí.
Señor Rayaí criticó fuertemente al silencio de la
comunidad internacional ante la guerra entre Irán e
Iraq, enumerando los objetivos de Sadam y las causas de
provocar esta ofensiva.
Señor Rayaí, al desaprobar la comunidad internacional,
puso su pie sobre la mesa, así como mostrar las huellas
de torturas en las cárceles del régimen monárquico,
criticando al gobierno estadounidense debido a abogar
al mencionado régimen.
De hecho, lo que hizo Señor Rayaí, se incluye
de los eventos muy raros de la ONU. Después de
El hijo del pueblo
172
w w w.editorialelfaro.com