Adolescencia y Exclusión

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 15

Adolescencia y exclusión: Inquietudes para el diseño de políticas de

juventud de este decenio *

" El principal objetivo de una política de juventud


es incrementar en los jóvenes la capacidad de
comportarse como actores sociales, o sea de
modificar su entorno social para realizar proyectos personales"
(Alain Touraine,1998: 78-9)

1-INTRODUCCIÓN
El objetivo de esta ponencia es analizar los procesos de inclusión social de los
adolescentes y jóvenes con menos oportunidades, la tarea que le corresponde a las
organizaciones de base y el rol del Estado frente a la actual coyuntura de exclusión en el
diseño de Políticas Públicas.
Además tiene como finalidad compartir algunas reflexiones alcanzadas en el marco
del desarrollo de mi Beca de Iniciación a la Investigación Científica, otorgada por la
UNLP, cuyo tema es el Diseño e implementación de las Políticas Públicas, centrando mi
atención en el caso de las Políticas Sociales de Juventud.
En un contexto como el actual, profundamente complejo y cambiante, en el que el
"pacto de convivencia" social en los países latinoamericanos se ha quebrado en función de
las gravísimas consecuencias de la implementación de la llamada "etapa estatal" del
neoliberalismo en la región, hace mas de 20 años y su posterior aggiornamiento, es
imposible pensar en quienes han sido los grandes perjudicados. Entiendo que los jóvenes
son uno de ellos.
Algunos datos significativos, en este sentido son los siguientes:

*
Lic. María Lourdes Farias. Docente e Investigadora. Integrante del programa "Movimientos Sociales y
condiciones de vida". Escuela Superior de Trabajo Social. UNLP
 La población Joven argentina (entre 15 y 24 años) comprende el 35,6% de la población
total, casi 10 millones de los cuales el 70% es pobre.1
 En los últimos años el 80% de los niños y adolescentes de nuestro país paso por
situaciones de pobreza2
 Del año 1991 al 2002 las personas menores de 18 años bajo la línea de pobreza han
crecido un 30%, llegando al 67.9% en junio del 20023
 Hay 1.145.177 jóvenes entre 15 y 24 años que están en inactividad absoluta: no
trabajan, no estudian y no buscan trabajo4
 El 76.9% no terminó la secundaria y el 40% de ellos solo curso la primaria5

Deteniéndonos solamente en una mirada cuantitativa, el peso de esta población sobre el


total obliga necesariamente a diseñar acciones orientadas a los jóvenes. Ahora bien, pensar
en las políticas de juventud en cuanto tales, es pensar en nada, en su inexistencia. Mas aún
pensar en la necesidad de que participen como actores en el diseño, implementación y
evaluación de esas políticas, es básicamente una utopía.
Intento poder resaltar la problemática situación en la que están creciendo y madurando
los adolescentes y jóvenes, especialmente los que pertenecen a hogares de escasos recursos,
visible en las persistentes dificultades existentes en lo atinente al acceso equitativo, a una
educación de calidad, los agudos problemas ligados al trabajo infantil y adolescentes, las
evidentes dificultades que se enfrentan en el plano de la salud (en particular de la
reproductiva) y los preocupantes nexos entre juventud y violencia.
Someramente, a lo largo del trabajo recorro algunos ejes que tienen que ver con como
históricamente se pensaron las políticas de juventud, como se penso y se piensa a los
jóvenes destinatario de esas políticas, en función de identificar cual es la responsabilidad

1
DINAJU. 2003
2
Siempro.2002
3
INDEC. Junio 2002
4
Diario La Nación. Septiembre 2002
5
Siempro.2002
que tiene la sociedad civil, las organizaciones comunitarias, las ONG, para poder lograr un
impacto en el diseño de las políticas de juventud.
A fin de no caer en una análisis meramente teórico incluyo transversalmente el
trabajo realizado en una localidad pobre del Conurbano Bonaerense, para dar cuenta de
cómo se expresa en lo local la problemática juvenil.
Finalmente esbozo algunas sugerencias o temas que considero quedan pendientes
tanto para pensar como para intervenir en esta temática.
Vale resaltar que este trabajo parte de considerar la necesidad de profundizar el
análisis participativo de los resultados de dicha investigación y extender su socialización a
través de un proceso de transferencia e intercambio de conocimientos para la comprensión
de la problemática juvenil y el diseño de estrategias adecuadas de atención y contención.

2- DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE JUVENTUD6


En el conurbano bonaerense se encuentra localizada la Villa Itatí. Esta alberga a
mas de 50.000 habitantes, y aproximadamente el 50% de esta población esta comprendida
en la franja etaria de 13 a 19 años, hacia ellos está destinada prioritariamente mi tarea de
investigación e intervención.
La línea de trabajo surge a partir de la realización de un diagnóstico de
autopercepción realizado por un grupo de jóvenes del barrio a otros jóvenes del mismo
lugar. A partir de su análisis se consideraron prioritariamente dos variables que configuran
una situación de vulnerabilidad en los jóvenes: abandono o riesgo de abandono de la
escolaridad y ausencia de estrategias de inserción en el mundo del trabajo. Ambas
situaciones a su vez impactan en la posibilidad de los jóvenes de pertenecer y consolidar
vínculos sociales y con ello profundizan el riesgo de exclusión.
Se han emprendido una serie de acciones, con el objetivo de desarrollar una
Estrategia Socioeducativa Local, que impacte en el sector de jóvenes con menores
oportunidades, y que posibilite además el fortalecimiento de las organizaciones
comunitarias que trabajan con ese grupo etario.
Entiendo que es necesario habilitar escenarios de intercambio de múltiples actores
que se articulen y potencien la formulación de políticas locales, fortaleciendo un trabajo en
6
Cuando me refiero a Juventud, estoy incluyendo a la categoría Adolescentes. Con Adolescencia y Juventud
comprendo una franja etaria que va de los 13 a los 25 años.
red para el desarrollo de un abordaje conjunto y articulado que supere la fragmentación y la
dispersión habitual.
Considero, sin embargo antes de continuar con el análisis, precisar algunos
conceptos. Según Rúa (1998: 35) al hablar de Políticas Públicas en general, nos estamos
refiriendo al "conjunto de decisiones y acciones destinadas a la resolución de Problemas
Políticos. Estas decisiones y acciones envuelven la actividad política, comprendiendo a esta
como un conjunto de procedimientos formales e informales que expresan relaciones de
poder y se destinan a la resolución pacífica de conflictos de bienes públicos".
Obviamente, el problema de la Política Pública es la capacidad de dar respuestas
inmediatas a supuestos problemas que adquieren visibilidad pública. Además detrás de toda
Política Pública se encuentra una noción determinada del o los sujetos a quienes se destina
y sus problemáticas concretas y dependerá de esa noción el tipo de políticas y programas
que se generan como respuestas.
Siguiendo a Balardini (1999: 25-26) "Política de Juventud es toda acción que se
oriente tanto al logro y realización de valores y objetivos sociales referidos al período vital
juvenil, como así también aquellas acciones orientadas a influir en los procesos de
socialización involucrados, trátese tanto de políticas reparatorias o compensatorias, como
de promoción y orientadas al desarrollo y la construcción de ciudadanía".
Touraine (1998:87) también se orienta en esta línea al decir que "el objetivo
principal de toda política de juventud ha de ser el fortalecimiento del espíritu de
ciudadanía, que comprende a la vez la confianza en las instituciones y la conciencia de
poder hacer escuchar su voz en ellas".
Esto implica recuperar el significado de Política Pública como un instrumento que
no pertenece exclusivamente al gobierno, sino básicamente a dos actores: el Estado y la
sociedad.
Las Políticas de Juventud fueron entendidas en un comienzo como un apoyo a la
integración y adaptación a la sociedad, también como un espacio de compensación de
déficits. Por supuesto, sus límites estaban determinadas por el sistema de relaciones de
producción y de poder que les da el lugar.
Se buscaba garantizar la reproducción social y cultural sin cuestionar las causas
estructurales de las situaciones críticas emergentes. Y donde la mayoría de las Políticas de
Juventud están asociadas al sistema educativo, a los jóvenes en su calidad de estudiantes.
En América Latina y en particular en Argentina, la lógica de las Políticas
implementadas ha sido el de la sectorialización, como una acción, no concebida como una
Política de Juventud; el de ser masivas, sin una concepción de la diversidad de los sujetos;
poco participativas, donde se piensa al joven como objeto beneficiario solamente y no
como sujeto de política; con una visión adultocéntrica, ya que son los adultos los que
terminan por definir el diseño, realizar la implementación y a veces efectuar la evaluación y
centralista, sin dimensión de lo Local.
Este estilo de realizar política, no es azaroso, sino que está estrechamente ligada a la
concepción de joven que se tiene.
La juventud no es una categoría social, sino una construcción cultural y
administrativa, una parte de la imagen que tiene una sociedad de si misma.
Mientras un sector logra adquirir los recursos humanos y sociales necesarios para
adaptarse rápidamente a las nuevas exigencias de productividad, otros ven imposibilitados
su acceso a tales oportunidades.
En la actualidad los jóvenes, especialmente de los estratos más pobres, sufren
riesgos de exclusión sin precedentes, por distintos factores, entre ellos:
 La creciente incapacidad del mercado de trabajo para absorber personas con escasas
calificaciones y de garantizar la cobertura de prestaciones sociales tradicionalmente
ligadas al desempeño de empleos estables.
 Las dificultades que enfrenta el Estado para reformar la educación y los sistemas de
capacitación.
Paralelamente a los mecanismo que favorecen el incremento de la pobreza, se activan
otros que aumentan el aislamiento juvenil respecto de los demás estratos sociales:
 La segregación residencial
 La separación de los espacios públicos de sociabilidad informal (fuera del mercado)
 La segmentación de los servicios básicos, como la educación.
A raíz de este aislamiento social los jóvenes quedan marginados de otras influencias
que pudieran brindarle algún camino para construir su identidad y sentido de pertenencia.
Lo que llama la atención, en primer lugar, es la oposición entre dos imágenes de
juventud: instrumento de modernización o elemento marginal y hasta peligroso. Solo se
habla de juventud con sentimientos intensos, ya se trate de esperanza o de miedo. Para los
adultos, los jóvenes son algo muy cercano o muy lejano, son factores de continuidad o de
discontinuidad.
Además en las actuales condiciones coyunturales pensar en una política de la juventud
parece algo imposible, por lo que se considera prioritario en un tipo de recuperación
económica que solo concierne a una fracción de la población y deja de lado una masa
importante, entre los que se encuentran muchos jóvenes.
Se piensa que mas vale no hablar de Políticas de Juventud y concentrar esfuerzos y
recursos en un sistema de educación básica que de a los jóvenes, en particular a los más
desamparados ese mínimo indispensable que constituye una garantía contra la marginación,
sin tomar en consideración que se trata de una política educativa incluyente en un sistema
educativo excluyente.
En la actualidad, o mejor dicho, en la década del noventa, comenzó a generalizarse la
preocupación por la incorporación social de los jóvenes, especialmente de sectores
populares, al mercado de trabajo.
El ejemplo típico de esta etapa fueron los programas de "Empleo Joven" (el BID fue
uno de sus principales impulsores) que incluyeron acciones de capacitación para los
jóvenes.
En general, estos programas pretenden brindar capacitación en períodos de tiempo
relativamente cortos, concentrando la preocupación en la inserción laboral de los jóvenes,
mientras que en el período anterior se mantenía un énfasis mayor en el apoyo a la
generación de microemprendimientos juveniles que, de hecho, tuvieron mayor impacto en
jóvenes de sectores medios.
Muchos de estos programas, sin embargo se orientaron, en mi opinión, no tanto a la
inserción efectiva, sino a mejorar la empleabilidad de sus beneficiarios y, en menor medida,
a generar una más equitativa distribución del empleo realmente existente. En otro términos,
no se han propuesto como auténticos generadores de nuevos empleos y, en muchos casos,
supuso la utilización de mano de obra juvenil como modo de abaratar costos.
Pese a ello, citando a Bangó (1996: 41) estos programas parecen responder " a un
paradigma diferente a los tradicionalmente conocidos en el terreno de la promoción juvenil,
por cuanto no se guían solamente por un criterio de justicia social con un sector poblacional
afectado por el desempleo o empleo precario, sino que se impulsan sustentados en la
convicción de que los recursos humanos adecuadamente capacitados son un componente
esencial de la transformación productiva y el crecimiento económico de nuestros países".
Si esto fuera así, por primera vez se estarían estructurando acciones dirigidas a los
sectores juveniles, priorizando las necesidades del propio desarrollo y no solamente
reaccionando ante demandas juveniles o necesidades en materia de control de dicho sector.
Vale destacar, por ultimo y siguiendo a Balardini (1999) que las Políticas de Juventud
moderna se deben fundar sobre la base de dos conceptos:
1- Que los jóvenes son un actor estratégico en los procesos de desarrollo económico y
social de nuestros países, y que por lo tanto, la consolidación de Políticas de Juventud
pertinentes reviste un carácter también estratégico para el desarrollo de nuestras sociedades.
2- Que los jóvenes son sujetos de derecho, y que por lo tanto, las Políticas de Juventud no
deben reducirse a la implementación de programas y acciones que amplíen la cobertura de
satisfactores básicos, sino que los programas que se desarrollen deben ser acordes a la
consecución de los proyectos vitales de los y las jóvenes. Por tal razón, es de absoluta
prioridad el protagonismo de los jóvenes en el diseño, implementación y evaluación de la
Política de Juventud, no desde una perspectiva técnica, sino desde la generación de
espacios de interacción que favorezcan y faciliten el conocimiento y reconocimiento de las
distintas realidades y situaciones de los jóvenes.

3- ROL DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA CONSTRUCCION DE POLITICAS DE


JUVENTUD
Sin entrar en detalles por todos conocidos, se puede reconocer una profunda
transformación estructural de las relaciones sociales, políticas y económicas en nuestro
país.
Dicha transformación implica un gradual corrimiento del Estado como primer
garante de los derechos sociales del pueblo, a un lugar de mediador y ejecutor de los
intereses del capitalismo transnacional para el desarrollo del programa neoliberal.
Ante tal programa y como parte del mismo, surgen en los años noventa, los
discursos de legitimación ya presentados, siendo una de sus dimensiones las políticas de
descentralización y participación de alcance local.
En este marco, donde las organizaciones pasan a desempeñar una intervención que
promueve la participación de los más pobres, pero que a la vez, queda restringida,
encapsulada en el ámbito local. Por eso la necesidad de desarrollar propuestas que superen
el espacio "micro" y local.
Actualmente, si bien se han dado grandes avances, existe muy baja articulación del
Estado con los actores de la sociedad civil, tales insuficiencias deben ser superadas como
requisito para avanzar hacia el desarrollo de una Política de Juventud sustantiva.
Un rasgo positivo es que en estos últimos años han aparecido las ONG como una
nueva mediación entre el Individuo y el Estado. Son nuevos actores sociales que
proporcionan apoyo a las organizaciones de base desde una perspectiva no asistencial y
procuran activar la movilización de los sectores populares mas desfavorecidos.
Son constructores de una matriz de interacción distinta, que promueve un medio de
coordinación horizontal mas que de organización y delegación hacia arriba.
Están vinculadas más a redes que a estructuras. Transfieren capacidad de gestión, la
que permite entender su aporte a la configuración de un nuevo sentido común y una
articulación de estas organizaciones con el Estado.
Las resoluciones pensadas desde la sociedad civil y en abierta contraposición con el
estado generan interrogantes sobre la relación entre microsoluciones para macroproblemas,
según la eficacia de acciones de objetivos limitados en contextos estructurales muy
desfavorables.
El concepto de sociedad civil apunta al reconocimiento de una diferenciada
pluralidad de intereses, la búsqueda de autolimitados cambios y una organización autónoma
de la sociedad. Se cuestiona el monopolio de la decisión estatal y se busca la transferencia
de competencias hacia nuevos circuitos organizados. Dentro de un discurso que parece
antipolítico hay una reivindicación de otras formas de hacer política.
Pese a estos nuevos escenarios de lucha y construcción política, la participación
juvenil se encuentra disgregada en una multiplicidad de espacios temáticos, por lo que su
capacidad efectiva como actor social se debilita e inclusive pasa inadvertida.
Y, esto a su vez, se explica porque según Rodríguez (2000:19) "los jóvenes se guían
por las dimensiones simbólicas de su existencia y no por las dimensiones materiales como
lo hacen los trabajadores o las mujeres. Las Políticas Públicas dirigidas a la juventud, a su
vez no han podido romper con este tipo de lógicas perversas y han quedado entrampadas
históricamente en los laberintos de la sectorialidad y la universalidad, tomando a los
jóvenes como simples beneficiarios de servicios públicos, sin aprovechar el rico potencial
de los mismos en tanto actores estratégicos del desarrollo".
Es por eso que la estrategia socioeducativa local se plantea no solo el trabajo con los
jóvenes sino con todas las organizaciones que directa o indirectamente trabajan con ellos.
En el desarrollo de todas las acciones que se diseñan se propone de modo transversal:
 Fortalecer el proceso de toma de decisiones por parte de los jóvenes.
 Consolidar los grupos de jóvenes que se nuclean alrededor de las distintas tareas.
 Crear nuevos espacios de planificación y gestión entre jóvenes y adultos.
 Promover la consolidación de una red de organizaciones (comunitarias, académicas,
gubernamentales, etc.) que de sostén al conjunto de acciones diseñadas.
La estrategia socio educativa local apunta a potenciar la posibilidad de inclusión de los
jóvenes, entendiendo que este proceso exige articulaciones y transformaciones de todos los
sectores implicadas.
Para su participación en las decisiones colectivas, los intereses particulares necesitan
algo más que el reconocimiento de su libertad de expresión para ser tenidos en
consideración y es la oportunidad, la capacidad y la elección de influir con poder en las
decisiones que los afectan. Ahí es donde toma sentido la necesidad de fortalecer y
perfeccionar instituciones especiales, así como apoyar a las organizaciones juveniles, para
que los jóvenes aumenten su participación en el mercado político, algo que no solamente
beneficiaría a los jóvenes, sino a la sociedad en su conjunto.
Los jóvenes y sus organizaciones son fuertes en los escenarios de microparticipación,
muy cercanos a los asuntos que afectan su entorno inmediato, pero situados en la periferia
del sistema de decisiones políticas y económicas.
Si pensamos en procesos de inclusión social, política y educativa nos referimos a
acciones e iniciativas de distinto nivel que van desde el fortalecimiento de los jóvenes para
el ejercicio de una ciudadanía plena, hasta la inclusión de los mismos en el sistema
educativo o en distintos tipos de procesos productivos y su vinculación con el mundo del
trabajo.
El eje organizador de las prácticas, son los jóvenes como actores y verdaderos
protagonistas de la historia, ya que en gran medida son ellos quienes van a crear
alternativas, que las van a intentar, que las van a poner en práctica, que van a pelear por
ellas, que van a creer en ellas, como en gran medida lo hacen, cuando desde la sociedad
adulta se consideran parte de los mecanismos de transformación del presente y no solo del
futuro.
Se deben fortalecer los espacios de acción, organización y representación social y
política que favorezcan la participación popular, efectiva y crítica.
Entiendo, que desde la Sociedad Civil, se debe trabajar para fortalecer el protagonismo
juvenil, entendiendo este último como la facultad que debe ser ejercida por las personas y
sectores sociales que experimentan exclusión social, ello lo constituye en un hecho político;
hablar del protagonismo de sectores acomodados y con acceso al poder, es un absurdo.
Exagerar la participación hasta hacerla protagónica, tiene que ver con la exageración de la
extrema pobreza, de la injusticia, de la exclusión y la inequidad social.
El protagonismo no solo es una conducta por aparecer visible, sino es una conducta que
es manifestación de un proyecto, no es un acto reactivo, sino proactivo, es un acto que tiene
horizonte, perspectiva, no es una propuesta vacía, es una propuesta de corte utopístico, no
es una queja es una sugerencia, es pasar de la condición de víctima actor, del aplastamiento
al resurgimiento, de beneficiario a interlocutor.
Se trata entonces de ir articulando y gestando sujetos colectivos con mayor alcance,
envergadura y poder, que puedan disputar hegemonía y espacios de toma de decisiones.

4- CONCLUSIONES
Creo imprescindible apuntalar procesos participativos que promuevan el análisis de
la problemática juvenil y a partir de allí el desarrollo de líneas estratégicas alternativas.
Por otra parte y con la misma importancia existe la pretensión de potenciar las
capacidades de las organizaciones comunitarias, fortaleciendo un trabajo en red para el
desarrollo de un abordaje conjunto y articulado que supere la fragmentación y dispersión
habitual.
La atención del sector joven es quizás una de las áreas de mayor vacancia en las
políticas públicas. Especialmente aquella que refiere a los jóvenes de sectores populares,
ausentes o expulsados de las instituciones educativas, con escasos espacios de inserción,
ubicados frente a la fragilidad de sus grupos de pertenencia y contención y en el
debilitamiento de las organizaciones barriales. Todo ello lo convierte en un grupo de alta
vulnerabilidad, que demanda el compromiso de todos los sectores de la sociedad.
Además se requiere del desarrollo de una perspectiva generacional que se incorpore
decididamente a las Políticas Públicas. Esto implicaría cambiar el enfoque predominante en
el último medio siglo, caracterizado por políticas sectoriales desplegadas con pretensión de
universalidad, que en realidad no han logrado atender adecuadamente a sectores afectados
por agudos cuadros de pobreza e indigencia.
Esto supone también, un trabajo arduo que es abandonar el realismo ingenuo, que
cree que de lo único que se trata es de descubrir los problemas reales de la juventud para
elaborar luego una política en la que se dé una respuesta apropiada.
No quiere esto decir que los datos que proporcionan las estadísticas y las encuestas
no sean útiles, pero de lo que se trata ante todo, de reflexionar sobre las diversas
representaciones de juventud, a fin de escoger un enfoque que corresponde a la situación
actual.
El avance en el tema de la juventud es solo dentro de un sector específico de
profesionales dedicados al tema, no hay estrategia de difusión, comunicación y debate, que
posibiliten instalarlo en el discurso oficial y público, hegemonizado con la visión de joven
dañado y en riesgo psicosocial, que no revela las potencialidades, las capacidades y los
haceres.
A modo de enunciación y sabiendo de lo discutible y lo limitado que puede parecer,
propongo, en la misma línea que Davila León (2002:15) asuntos que quedan a definir, no
solamente por el Estado, sino por todos los que están preocupado por el tema de la
juventud.
1- Dejar de concebir a los jóvenes bajo la noción de joven problema y carenciado, visión
que ha tendido a la generación de un determinado tipo de política de juventud de carácter
compensatoria, para avanzar en la comprensión del mundo juvenil como un actor
estratégico del desarrollo del país.
2- Intimamente ligado al anterior, se precisa considerar a los jóvenes como sujetos de pleno
derecho, no solo como beneficiarios de ciertas prestaciones de la política pública. Tanto el
Estado, como los jóvenes , las organizaciones y movimientos de la sociedad civil que
trabajen en pro de la juventud, deberían concertar las políticas y un plan que contribuyera a
la promoción social, económica, cultural y política de los jóvenes.
3- Las políticas públicas de juventud, tal como lo señala la Organización Iberoamericana de
la juventud, deberían ser integrales, específicas, concertadas, descentralizadas,
participativas y selectivas.
4- Es imprescindible contar con un soporte institucional si se pretende avanzar y hacer algo
sustentable en el tiempo.
5- El financiamiento necesario: en este punto es donde se debe fortalecer el trabajo en red,
para lograr ciertos niveles de impacto en la discusión presupuestaria.
6- es necesario un órgano rector y coordinador de la política ya que es un área bastante
acéfala y con una tremenda dispersión de todo lo que se va realizando.
7- Profesionalizar el tema de juventud.

Para finalizar habría que tener en cuenta dos aspectos de relevancia. El primero, la
muy escasa o nula experiencia en articulación y coordinación de políticas que impide o
dificulta las propuestas de coordinación programatica.
El segundo aspecto es señalar la muy baja articulación con los actores de la sociedad
civil, en primer término, las propias organizaciones de jóvenes o que realizan trabajo con
jóvenes.
5- BIBLIOGRAFIA

BANGO, JULIO (1996a): «Participación juvenil e institucionalidad pública de juventud: Al


rescate de la diversidad». Revista Iberoamericana de Juventud N°1. Madrid: Organización
Iberoamericana de Juventud. También en Última Década N°10 (1999). Viña del Mar:
Ediciones CIDPA.
--- (1996b): Políticas de juventud en América Latina en la antesala del año 2000: logros,
oportunidades y desafíos. Madrid: OIJ/CIID.
--- (1999): «Políticas públicas de juventud». Ponencia presentada en el Primer Seminario
sobre Políticas Locales de Juventud en las Mercociudades. Municipalidad de Rosario
(Argentina) e Intendencia Municipal de Montevideo
DÁVILA LEÓN, OSCAR (1999): «Políticas sociales, jóvenes y Estado: o el síndrome del
padre ausente». Última Década N°11. Viña del Mar: Ediciones CIDPA.
--- (2000): «Política pública e institucionalidad en juventud». Última Década Nº12. Viña
del Mar: Ediciones CIDPA.
--- ; RAÚL IRRAZABAL y ASTRID OYARZÚN (1995): «Los jóvenes como
comunidades realizadoras. Entre intereses prácticos y estratégicos». En: ALICIA VALDÉS
y ANDRÉS MEDINA (compiladores): Ni integrados ni desadaptados. Sólo jóvenes.
Santiago: PIIE.
--- y J. CLAUDIO SILVA (1999): «Políticas de juventud y su expresión en lo local».
Última Década N°11. Viña del Mar: Ediciones CIDPA.
DURSTON, JOHN (1996): «Limitantes de ciudadanía entre la juventud latinoamericana».
Revista Iberoamericana de Juventud N°1. Madrid: Organización Iberoamericana de
Juventud. También en Última Década N°10 (1999). Viña del Mar: Ediciones CIDPA.
FERNÁNDEZ, PAULINA (2000): «El Instituto Nacional de la Juventud. Consolidando un
modelo institucional: 'jóvenes por jóvenes'». Boletín ienejóvenes Nº2. Santiago: INJ.
GÓMEZ, ANTONIO CARLOS (1999): «La juventud como tarea». Ponencia presentada en
el Primer Seminario sobre Políticas Locales de Juventud en las Mercociudades.
Municipalidad de Rosario (Argentina) e Intendencia Municipal de Montevideo (Uruguay).
Rosario (Argentina), julio.
GTI (1999): Caracterización y análisis de la política social dirigida a los jóvenes. Santiago:
Grupo de Trabajo Interministerial de Juventud.
INSTITUTO DE LA JUVENTUD (2000): Juventud española 2000. Madrid: INJUVE.
INSTITUTO NACIONAL DE LA JUVENTUD (1996): «Ejes de análisis para la
construcción de una política integral de juventud». Documento de Trabajo N°1. Santiago:
INJ.
--- (1999): Los jóvenes de los noventa. El rostro de los nuevos ciudadanos. Santiago:
INJUV.
--- y MIDEPLAN (1993): PROJOVEN: El programa de oportunidades para la juventud.
Santiago: MIDEPLAN e Instituto Nacional de la Juventud.
OIJ (1997): «Plan operativo regional (1996-1999) del programa regional de acciones para
el desarrollo de la juventud en América Latina». Revista Iberoamericana de Juventud Nº2.
Madrid: Organización Iberoamericana de Juventud.
--- (2000): «Declaración final de la X Conferencia Iberoamericana de Ministros de
Juventud». Ciudad de Panamá, 21 de julio.
RODRÍGUEZ, ERNESTO (1994): Propuesta de plan integral de juventud: políticas de
juventud y estrategias de desarrollo en la antesala del año 2000. Montevideo:
INJU/OPP/BID.
--- (1998): «Los jóvenes latinoamericanos: heterogeneidades y diversidades en materia de
riesgos, oportunidades y desafíos en la antesala de un nuevo milenio». En PETER
HÜNERMANN y MARGIT ECKHOLT (editores): La juventud latinoamericana en los
procesos de globalización. Opción por los jóvenes. Buenos Aires: ICALA, FLACSO y
EUDEBA.
--- (2000): «Juventud y políticas públicas en América Latina: experiencias y desafíos desde
la gestión institucional». Última Década Nº13. Viña del Mar: Ediciones CIDPA.
TOURAINE, ALAIN (1988): «Un mundo que ha perdido su futuro». En VV. AA.: ¿Qué
empleo para los jóvenes? Madrid: Tecnos y UNESCO.
--- (1996): «Juventud y democracia en Chile». Revista Iberoamericana de Juventud N°1.
Madrid: Organización Iberoamericana de Juventud. También en Última Década N°8
(1998). Viña del Mar: Ediciones CIDPA.

También podría gustarte