FREUD

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INSTITUTO MEXICANO DE PSICOONCOLOGIA

LICENCIATURA EN TRABAJO SOCIAL

PLANTEL TLAHUAC

CLASE 4

SIGMUND FREUD

ALUMNO: ALFREDO MANJARREZ ALFARO

PROFESOR: ANDRES INURRETA ACERO

MATERIA: ANTROPOLOGIA FILOSOFICA

CICLO: 2023

GENERACION: 36
Sigmund Freud nació en Moravia en 1856, pero su familia se trasladó a Viena,
donde vivió y trabajó hasta que los nazis le obligaron a exiliarse en 1938. Ya en
sus años escolares, los precoces intereses de Freud abarcaban todos los
aspectos de la vida humana, y cuando ingresó en la Universidad de Viena
como estudiante de medicina asistía a las clases de otras disciplinas, tal como
las del filósofo de la mente Franz Brentano. Freud se interesó profundamente
por la biología y dedicó seis años de su vida a investigar en el laboratorio del
famoso fisiólogo Brücke. Durante aquellos años escribió una serie de artículos
sobre cuestiones técnicas tales como la del sistema nervioso de los peces (e
incluso se ganó una controvertida reputación técnica de pionero en el uso de la
cocaína). trabajo como médico en el Hospital General de Viena. En el año 1886
estableció una consulta privada sobre enfermedades nerviosas, es decir, sobre
problemas psicológicos en la que continuó trabajando durante el resto de su
vida.

elaboró su original hipótesis sobre la naturaleza de los problemas neuróticos y


desarrolló su propia teoría y el método de tratamiento que habrían de ser
conocidos bajo el nombre de psicoanálisis.

Esta hipótesis de que la gente puede sufrir por una idea, una emoción oculta en
la memoria de la que el paciente no es consciente, pero de la que puede
liberarse obligándola a volver a la conciencia, es la base desde la cual
desarrolló Freud su psicoanálisis.

Freud descubrió que las ideas traumáticas de sus pacientes tenían típicamente
un contenido sexual y sugirió que la neurosis tiene siempre un origen sexual.
En muchos casos, sus pacientes le informaban sobre una seducción infantil lo
que nosotros llamamos ahora un abuso sexual infantil.

Después en el cambio de táctica teórica llegó a pensar que esas historias eran
realmente fantasías que reflejaban deseos inconscientes del sujeto más que
recuerdos de lo que realmente había sucedido.

Introdujo sus conceptos teóricos de resistencia, represión y transferencia.


La segunda fase de su trabajo puede situarse a partir de la publicación de La
interpretación de los sueños (1900), en donde comentaba sus intentos de
psicoanalizarse a sí mismo, lo cual incluía interpretaciones virtuosísticas (pero
cuestionables) de sus sueños. A esta siguió en 1901 La psicopatología de la
vida cotidiana, en la que analizaba las causas inconscientes de errores tales
como los lapsus linguae, y en 1905 sus Tres ensayos sobre la teoría sexual.
Estas obras aplicaban la teoría psicoanalítica al conjunto de la vida mental
normal y no solo a pacientes neuróticos.

La tercera fase de su obra introdujo algunos cambios importantes en sus


teorías, juntamente con una serie de ambiciosos intentos especulativos de
aplicar sus ideas a cuestiones sociales. En 1920 apareció Más allá del principio
del placer, en donde introdujo por primera vez el concepto del «instinto de
muerte» (para explicar la agresividad y la autodestrucción), como también el de
los «instintos de vida» (autoconservación y sexualidad), que también él había
postulado.

Otro desarrollo posterior fue la estructura tripartita de la mente: el ego, el yo, y


el súper-ego, que fue presentada en su obra El Yo y el Ello (1923). En una
segunda obra popular, El análisis profano (1926), exponía Freud su teoría en
términos de esta nueva estructura tripartita.

Lo más distintivo del pensamiento de Freud es, sin duda, su teoría de la mente
humana, mas primeramente convendría tomar nota de sus presupuestos
metafísicos y metodológicos. Freud rechazó desde el principio la teología y la
metafísica. Comenzó su carrera como fisiólogo y procuró seguir siendo un
científico a lo largo de su vida: su esperanza más constante fue siempre la de
poder explicar científicamente todos los fenómenos de la vida humana. No fue
nunca marxista, pero compartió la creencia común en el progreso y la fe
ilustrada en que la aplicación de la ciencia podría mejorar la condición humana.

Freud aceptó que los seres humanos son una especie animal, si bien de un tipo
particular. Dados su saber sobre biología y su experiencia en la investigación
fisiológica, supuso que todo lo que sucede en nuestros cuerpos está
determinado por las leyes de la física, química y biología. Se le ha descrito con
acierto como un biólogo de la mente, que suponía que nuestros
acontecimientos y procesos mentales también están determinados por causas
antecedentes.

el enfoque de Freud en cuatro principales áreas. La primera es su aplicación


estricta del determinismo el principio que dice que todo suceso tiene unas
causas que lo preceden al ámbito de lo mental. Los pensamientos y conductas
de los hombres que anteriormente se consideraban como elementos
insignificantes para el estudio de la persona, tales como chasquear la lengua,
tartamudear, los sueños o los síntomas neuróticos tenían que estar
determinados, según Freud, por causas ocultas. concepto de «lapsus
freudiano»). En esto Freud se acerca bastante a nuestras explicaciones
cotidianas de los errores humanos (¿Cómo pudo olvidarse de que era su
cumpleaños?», «¿Por qué derramó ella su bebida?).

A su modo de ver, nada de lo que una persona piensa, hace o dice es en


verdad casual o accidental; todo puede en principio remontarse a alguna
causa, que a menudo la mente procesa de forma inconsciente.

Se da aquí un interesante paralelo con Marx, pues tanto uno como otro afirman
que los contenidos de nuestra conciencia, lejos de ser libres y racionales, están
determinados por causas de las que normalmente no tenemos la menor
conciencia. Pero mientras que Marx dice que las causas son sociales y
económicas, Freud afirma que son individuales y psicológicas, y que a su vez
están enraizadas en nuestros impulsos biológicos. Los estados mentales son
numerosísimos, por ejemplo, los recuerdos de experiencias particulares o de
hechos de los que no somos continuamente conscientes pero que pueden ser
recordados siempre que se tornan relevantes. A estos estados los llama Freud
preconscientes, y reserva el término inconsciente para los estados que no
pueden tornarse conscientes bajo circunstancias normales. postuló Freud la
existencia de ideas emocionalmente sobrecargadas en la parte inconsciente de
la mente que activan y misteriosamente ejercen una serie de influencias
causales en lo que las personas piensan, sienten y hacen. Los deseos o las
emociones inconscientes pueden conseguir que los hombres hagan cosas que
ni siquiera ellos mismos serían capaces de explicar racionalmente. Algunos
estados inconscientes fueron anteriormente conscientes (las experiencias
emocionales traumáticas) pero quedaron reprimidos justamente porque
resultaban demasiado dolorosos de reconocer. Así pues, se postula la
represión como un proceso mental para arrinconar ese recuerdo doloroso en el
fondo del inconsciente y mantenerlo oculto en él. Pero el resto de lo
inconsciente está formado por las fuerzas conductoras de nuestra vida mental
que operan desde la infancia y que siempre han sido inconscientes.

Freud introdujo en su teoría un nuevo concepto estructural de la mente que no


coincide con la distinción entre conciencia, preconciencia e inconsciencia. En
esta última fase, distinguió tres sistemas en el interior del aparato mental. El
ello, que contiene los impulsos instintivos que buscan una satisfacción
inmediata (como ocurre con los niños muy pequeños que se guían según el
«principio del placer). El ego es el más próximo a la concepción ordinaria que
tenemos del yo, según la cual tenemos estados mentales conscientes que
articulamos como Yo creo, Yo siento, Yo quiero. Su función es la de percibir el
mundo real y decidir sobre la línea de acción, mediando entre el mundo y el ello
(a su vez gobernado en el ego por el principio de realidad). Todo lo que pueda
convertirse en consciente es terreno del ego (aunque Freud afirma que este
contiene también elementos que siguen siendo inconscientes). El superego es
una parte especial de la mente donde se encuentra la conciencia (esto es, las
normas morales aprendidas durante la primera infancia); el superego puede
confrontar al ego con las reglas y prohibiciones al igual que un padre estricto,
introduciendo sentimientos de culpabilidad o ansiedad. Las fuerzas de
represión se encuentran localizadas en el ego y el superego, y típicamente
operan de manera inconsciente. Al pobre ego le corresponde la difícil tarea de
tratar de reconciliar las conflictivas demandas del ello y del superego dada la
frecuente resistencia de los hechos del mundo real.

Freud sostenía que los comienzos de la sexualidad empiezan en el niño desde


el momento de su nacimiento, que los factores sexuales juegan un papel
crucial en las neurosis de los adultos, y que la energía sexual (la libido) puede
ser sublimada en otra actividad, tal como el arte. Pero Freud sostuvo siempre
que, junto a este, había al menos otro impulso básico. En este periodo inicial
suyo distinguió lo que él llamó instintos auto conservadores (de alimentarse y
de auto protección) del impulso sexual. Al igual que Platón, Freud dice que el
bienestar individual o la salud mental dependen de la relación armónica entre
las diversas partes de la mente y entre la totalidad de la persona y la sociedad.
El ego tiene que reconciliar el ello, el superego y la totalidad del mundo
externo, buscar oportunidades para satisfacer las demandas instintivas del ello
sin transgredir los niveles normales requeridos por el superego, el
representante interno de la sociedad. Hay un proceso mental en particular que
Freud consideró de importancia extrema en el origen de las enfermedades
neuróticas: la represión. En una situación de conflicto mental grave, en el que
una persona experimenta un impulso instintivo que es absolutamente
incompatible con las normas que la mayoría de la gente respeta, lo más
probable es que lo reprima, es decir que lo destierre de su conciencia, de
suerte que en lo que respecta a su conciencia, ese impulso no existe. La
represión es el mecanismo de defensa básico mediante el cual la gente trata de
evitar el conflicto interno. Pero este artificio es realmente solo un engaño, una
evasión de la realidad que está condenada al fracaso. Porque lo que se
reprime no desaparece, sino que continúa oculto en la región inconsciente de la
mente.

El método de Freud desarrolló gradualmente, a partir del descubrimiento de


Breuer, que una paciente histérica podía recibir ayuda si se la animaba a hablar
de los pensamientos y fantasías que inundaban su alma, y que se curaba al
parecer cuando se mostraba capaz de recordar las experiencias traumáticas
que habían causado sus problemas. Freud intentó utilizar esta «cura por el
habla» asumiendo que los recuerdos patógenos seguían aún en el interior de
las mentes inconscientes de sus pacientes. Freud les pedía que
completamente desinhibidas le contasen todo lo que les viniera a la mente,
esperando con ello poder detectar e interpretar las fuerzas inconscientes
ocultas tras lo que decían. Insistía una y otra vez en que le contasen todo lo
que se les pasase por la mente, por absurdo o embarazoso que les pudiera
parecer (el método de la libre asociación), pero con frecuencia encontraba que
el flujo de la palabra se cortaba, que la paciente no tenía nada más que decir e
incluso se resistía a proseguir con la investigación. La presencia de tal
resistencia era para Freud un indicio de que la conversación se estaba
acercando al complejo reprimido, con lo cual asumía que el inconsciente de la
paciente estaba tratando de impedir que la dolorosa verdad aflorara a la
superficie, al igual que el que tiene muy dañada una parte de su cuerpo se
resiste al examen de ella.

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