Texto Mi Planta de Naranja Lima

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MI PLANTA DE NARANJA-LIMA

José Mauro de Vasconcelos


(Fragmento)
(…) —¡Entonces! Todos son buenos en la
En la cocina estaba Dindinha, que familia. ¿Y por qué el Niño Jesús no
había venido para hacer “rabanada” es bueno con nosotros? Vete a la casa
mojada en vino. Era la cena de del doctor Faulhaber y mira el tamaño
Nochebuena. Le comenté a Totoca: de la mesa llena de cosas. Lo mismo en
—Y mira, hay gente que ni siquiera la casa de los Villas Boas. Y en la
tiene eso. El tío Edmundo dio el del doctor Adaucto Luz, ni hablar...
dinero para el vino y para comprar las Por primera vez vi que Totoca estaba
frutas para la ensalada del almuerzo casi llorando.
de mañana. —Por eso creo que el Niño Jesús quiso
Totoca estaba haciendo el trabajo nacer pobre solo para exhibirse.
gratis, porque se había enterado de la Después El vio que solamente los ricos
historia del Casino Bangú. Por lo servían. . . Pero no hablemos más de
menos, Luis tendría un regalo. eso. Hasta puede ser que lo que diga
Una cosa vieja, usada, pero muy linda sea un pecado muy grande. Se quedó tan
y que yo quería mucho. abatido que no quiso conversar más. Ni
—Totoca. siquiera quería levantar los ojos del
—Habla. cuerpo del caballo que pulía.
—¿Y no voy a recibir nada, nada, de ***
Papá Noel? Fue una comida tan triste que ni daba
—Pienso que no. ganas de pensar. Todo el mundo comió
—Hablando seriamente, ¿crees que soy en silencio, y papá apenas probó un
tan malo como dice todo el mundo? poco de “rabanada”. Ni siquiera había
—Malo, malo, no. Lo que pasa es que querido afeitarse. Tampoco habían ido
tienes el diablo en la sangre. a la Misa del Gallo. Lo peor era que
—¡Cuando llega la Nochebuena, querría nadie hablaba nada con nadie. Más
tanto no tenerlo! Me gustaría tanto parecía el velorio del Niño Jesús que
que antes de morir, por lo menos una su nacimiento.
vez, naciese para mí el Niño Jesús en Papá agarró el sombrero y se fue.
vez del Niño Diablo. Salió, incluso en zapatillas, sin
—Quién sabe si a lo mejor el año que decir hasta luego ni desear
viene... felicidades. Dindinha sacó su pañuelo
—¿Por qué no aprendes y haces como yo? y se limpió los ojos, pidiendo permiso
—¿Y qué haces? para irse en seguida con tío Edmundo.
Y este puso algún dinero en mi mano y
—No espero nada. Así no me decepciono. en la de Totoca. A lo mejor hubiese
Ni siquiera el Niño Jesús es eso tan querido dar más y no tenía. A lo
bueno que todo el mundo dice. Eso que mejor, en vez de darnos dinero a
el Padre cuenta y que el Catecismo nosotros, desearía estar dándoselo a
dice... Hizo una pausa y quedó sus hijos, allá en la ciudad. Por eso
indeciso entre contar el resto de lo lo abracé. Tal vez el único abrazo de
que pensaba o no. la noche de fiesta. Nadie se abrazó ni
—¿Cómo es, entonces? quiso decir algo bueno. Mamá fue al
—Bueno, vamos a decir que fuiste muy dormitorio. Estoy seguro de que ella
travieso, que no merecías un regalo. estaba llorando, escondida. Y todos
—Pero ¿Luis? tenían ganas de hacer lo mismo. Lalá
—Es un ángel. fue a dejar a tío Edmundo y a Dindinha
—¿Y Gloria? en el portón, y cuando ellos se
—También. alejaron caminando despacito,
—¿Y yo? despacito, comentó:
—Bueno, a veces..., tomas mis cosas, —Parece que están demasiado viejitos
pero eres muy bueno. para la vida y cansados de todo...
—¿Y Lalá? —Pega muy fuerte, pero es Lo más triste fue cuando la campana de
buena. Un día me va a coser mi corbata la iglesia llenó la noche de voces
de moño. felices. Y algunos fuegos artificiales
—¿Y Jandira? se elevaron a los cielos para que Dios
—Jandira tiene ese modo... pero no es pudiera ver la alegría de los otros.
mala. Cuando entramos nuevamente, Gloria y
—¿Y mamá? Jandira estaban lavando la vajilla
—Mamá es muy buena; cuando me pega lo usada y Gloria tenía los ojos rojos
hace con pena y despacito. como si hubiese llorado mucho.
—¿Y papá? Disimuló, diciéndonos a Totoca y a mí:
—¡Ah, él no sé! Nunca tiene suerte. —Ya es la hora de que los chicos vayan
Creo que debe haber sido como yo, el a la cama. Decía eso y nos miraba.
malo de la familia. Sabía que en ese momento allí no había
ya ningún niño. Todos eran grandes,
grandes y tristes, cenando a pedazos
la misma tristeza.

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