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MINISTERIO DIRECCIÓN GENERAL DE

DE CULTURA Y BELLAS ARTES


DEPORTE
MUSEO NACIONAL
DE ESCULTURA

Programa de incremento de colecciones


MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA

I. LA COLECCIÓN
1. Características de la colección: tipologías, geografía, épocas, temática
Es evidente que la colección del museo goza de notoria complejidad y de una
personalidad original. En líneas generales, está formada sobre todo por esculturas de
tema religioso pertenecientes a un largo período que arranca de la Baja Edad Media y se
prolonga casi hasta el siglo XX. Pero su núcleo troncal lo constituye el período
renacentista y barroco, y en particular algunos grandes tallistas de la madera
policromada que trabajaron en el ámbito castellano y en el Norte de la Península, entre
1520 y 1650: Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gregorio Fernández, acompañados de
otros contemporáneos como Leoni o Bigarny. También destaca la presencia de maestros
andaluces del mismo período, como Martínez Montañés, Pedro de Mena, Pedro Roldán
o Alonso Cano.

Tipologías: en torno a la escultura


El concepto de escultura debe entenderse, en lo relativo a la colección, en un sentido
amplio teniendo en cuenta la diversidad tipológica que caracteriza al quehacer de los
artistas de esas centurias: además de esculturas de bulto, contiene relieves, retablos,
sepulcros o sillerías de coro, además de poseer un conjunto original de pasos
procesionales.
La presencia de la escultura se prolonga más allá de la colección como tal, y se extiende
por el edificio: el protagonismo de la ornamentación en la fachada y en el patio
CADENAS DE SAN
GREGORIO 1
470011 VALLADOLID
[email protected] TEL: 983 25 40 83
FAX: 983 25 93 00

.
completa otra dimensión del género escultórico —la labra en piedra—. A esa fusión con
la arquitectura hay que remitir también los artesonados de madera que cubren las salas y
el patio.
La presencia de la pintura en la colección no debe entenderse como el apéndice
insoslayable de todo museo de Bellas Artes, o como la obligada inclusión del otro «arte
mayor», que completa el orden académico impuesto por la tradición. La pintura, como
arte, está incardinada en la colección y le da sentido. En primer lugar, por su
incorporación material a la escultura misma, en el caso de las imágenes policromadas,
abundantes y de alta calidad en los fondos del museo. El hecho de que algunos
escultores, dedicados sobre todo a la talla en madera, policromasen sus propias figuras,
que practicasen también la pintura al óleo, o que trabajasen en cooperación estrecha (y a
veces rival) con pintores impide eludir la presencia de este arte en la colección.
Se da además la circunstancia de que existe una correspondencia iconográfica muy afín
entre uno y otro arte, pues los artistas colaboraban en grandes programas decorativos, en
palacios o conventos, que exigían obras coherentes en torno a un tema, pero en distintos
materiales.
Por último, la colección ha poseído desde su formación inicial, un excelente grupo de
pinturas, obra de maestros como Jorge Inglés, Pedro Machuca, Antonio Moro, Rubens,
Zurbarán, Ribalta o Luis Meléndez, que son imprescindibles para una cabal
comprensión del contexto estético, histórico o cultural de los siglos que dominan la
colección. La pintura, por tanto, no se entenderá nunca como un arte más, sino integrada
en una visión global de la colección.

Ámbito geográfico
Es cierto que, como todo ámbito geográfico-político, el arte castellano posee cierta
idiosincrasia y formas locales originales, que son dominantes en la colección —
entendiendo este ámbito «castellano» en su vasto sentido histórico—. Pero cabe señalar
que, no obstante el predominio de la tradición castellana o hispánica de la colección, su
radio de acción abarca una realidad internacional, que incluye el área de intercambio o
influencia político-cultural española durante el Renacimiento, el Barroco y el siglo
XVIII. La presencia de obras y artistas procedentes de Borgoña, Flandes, Inglaterra,

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Italia, los países germánicos, Francia o el Nuevo Mundo americano contribuye a
conocer e interpretar esa realidad histórica, en distintas épocas.

Contenidos y temáticas
La colección tiene un marcado peso en sus contenidos e iconografía religiosos, que se
explica por el origen mismo del museo, formado con obras de arte procedentes de los
conventos desamortizados. La imagen religiosa constituye un tipo de objeto particular,
que desborda los marcos convencionales de la Historia del Arte. Son obras muchas de
ellas que se sitúan en la frontera entre el arte y el culto devocional —y, desde el punto
de vista disciplinar, entre la antropología de la imagen y la historia del arte—. Esta
función extra artística, espiritual, de las esculturas del museo sigue vigente con fuerza
como lo prueba que el museo preste anualmente sus pasos escultóricos a las cofradías
de la Semana Santa de Valladolid, que son sacados a la calle en procesión. Ello dota a la
colección de un espesor de significados y de una complejidad interpretativa que deben
ser tenidos en cuenta.

Marco temporal
Como corresponde a un museo centenario, el marco temporal que abarca las colecciones
es muy amplio. En una panorámica general, comprenden una extensa etapa de casi
setecientos años. Se inician con algunos, pocos pero de calidad, ejemplares
bajomedievales, extendiéndose hasta obras del siglo XX (con escultores como Pérez
Comendador y algunos artistas abstractos), de desigual calidad. Esa extensión es
producto de la manera azarosa en que se van acumulando obras a lo largo de
generaciones —legados, etc.— y de la política de compras de sus diferentes
responsables.
No obstante, el núcleo fuerte de la colección abarca un período más reducido y muy
coherente, que, en el caso español, englobaría la embrionaria gestación de la conciencia
moderna en el siglo XV (la España de los Reyes Católicos) y su paulatino arraigo en los
siglos ulteriores. Artísticamente incluye el Renacimiento, la crisis del clasicismo y la
irrupción del Barroco con sus prolongaciones hasta el siglo XVIII. La almendra de la
colección está formada por un período aún más corto, protagonizado por un grupo de

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artistas activos entre 1470 y 1670, y es aún más concentrada en las décadas centrales de
ese ciclo, los momentos manierista y protobarroco, contemporáneos de lo que las Letras
hispanas conocen como el Siglo de Oro. El ámbito temporal es, pues, el de la tradición
clásica española, que se corresponde con la formación de lo que el historiador clásico de
la cultura española Juan A. Maravall designó, a propósito de Velázquez y su época o la
cultura del barroco, como el «espíritu de la modernidad».

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II. PROGRAMA DE INCREMENTO DE COLECCIONES

Dadas estas premisas, es evidente que el museo dispone de una acusada identidad que
debe ser potenciada, pero también matizada y profundizada. El programa de crecimiento
de su colección no debe separarse de sus programas de investigación y de difusión,
cuestiones que el museo abordará de manera concreta en los próximos meses, una vez
que haya concluido el proceso de traslado de la colección a su nueva sede y el museo
sea inaugurado; proceso este que, por su perentoriedad, concentra los esfuerzos del
equipo científico del museo.
En todo caso, parece posible, al menos, avanzar con carácter preliminar algunos
criterios básicos que pueden servir de pauta al futuro de la colección:
I. El Museo no debe renunciar a su identidad. Por tanto, debe reforzar su posición
como uno de los primeros museos europeos de escultura de la Edad Moderna. Esto
implica que no debe, ni tampoco podría, aspirar a convertirse en un museo
enciclopédico («toda la escultura») y universalista («todas las épocas, todos los
lugares»).

Asentado ese principio general, las líneas directrices deberían ser:


a. privilegiar como marco histórico la escultura de los siglos XII a XVIII. (Las
colecciones del museo carecen de una suficiente representación de la escultura
medieval, que ayude a explicar las fuentes iconográficas de la tradición europea y otros
aspectos de la cultura artística).
b. reforzar los fondos de escultura en madera policromada, en aquellos artistas en los
que la colección conserva algunas debilidades o evidentes lagunas.
c. ampliar el campo de los materiales y las técnicas escultóricos: alabastro, cera,
mármol, bronce, etc.
d. equilibrar el radio geográfico para presentar el panorama nacional del modo más
completo posible, reforzando la sección de arte andaluz, aragonés-catalán, etc.
e. reforzar la dimensión europea de la colección, no indiscriminadamente, sino
seleccionando las regiones que hayan sido relevantes en la historia de la escultura
española y contribuyan, por afinidad o por contraste, a explicar su evolución y

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características. La atención preferente se debería orientar a Flandes, Italia, Borgoña,
Portugal, Iberoamérica…
f. tener en consideración al resto de las manifestaciones y lenguajes artísticos (pintura,
artes aplicadas, estampas, etc.) que han tenido históricamente relación con la escultura,
tal como ya se ha definido. Valorar su combinación en conjuntos y ciclos decorativos,
sus afinidades iconográficas y formales, su valor como fuentes de documentación, etc.
g. ampliar el ámbito temático de la colección a la escultura que haya tratado otros
géneros: arte profano, mitología clásica, pintura de género, paisaje, retrato, etc.
h. extender el sentido de la colección más allá de los nombres propios y de los grandes
maestros. Trabajar sobre la importancia de ciertas prácticas culturales del período, que
puedan contribuir a explicar el arte en su intersección en contextos no forzosamente
estilísticos. Un aspecto a tener en cuenta sería de las condiciones de la producción
artística y la organización del trabajo de los talleres: técnicas, tratados, herramientas,
formas de encargos, etc.. Otros capítulos a atender deben ser la recepción de la obra de
arte y las formas históricas del gusto, el coleccionismo (por ejemplo, como convivencia
de lo sagrado y lo profano), la devoción popular (la frontera entre el arte y el no-arte), el
valor de las imágenes (la confluencia entre historia, antropología e historia del arte), etc.

II. El otro ámbito de ampliación de la colección es el de la historia de la propia


institución museística. Este ámbito debe responder a una doble orientación:
a. la adquisición de la documentación y las fuentes artísticas de las sedes del Museo, -en
su dimensión arquitectónica, institucional, cultural, etc.- tanto del Colegio de San
Gregorio como de los restantes edificios, pues se trata de un acervo riquísimo que el
museo debe atender.
b. la historia del museo, desde su fundación en 1842, su evolución posterior, su etapa
como Museo Nacional y la formación de sus colecciones.

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