MATERIAL DE APOYO. No. 1

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Universidad de San Carlos de Guatemala

Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales


Jornada Matutina
Curso: Teoría del Conflicto y Cultura de Paz.
Catedrático: Lic. Felipe Benavid Villatoro Recinos
Material de Apoyo. No.1 Conceptos Básicos

CONCEPTO SOBRE LA PAZ


“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza,
racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo
de paz”
Rigoberta Menchú

Después de la Primera Guerra Mundial, diversos intelectuales y activistas como


Montessori, Freinet, Roselló y Ferriére habían atribuido a la educació n la
responsabilidad de construir la paz. Sin embargo, todavía antes de la Segunda Guerra
Mundial, la paz era concebida casi exclusivamente como la ausencia de guerra en un
mundo hobbesiano de conflictos violentos interminables o como periodo intermedio
entre guerras. El concepto de paz ha evolucionado a través del tiempo y ha dejado de
ser un término que se limita a señ alar pasivamente la presencia o ausencia de
violencia para convertirse en un proceso cuya construcció n implica un esfuerzo
diná mico de participació n activa para la creació n de una nueva cultura, una cultura de
paz.

No só lo incluyó guerras entre países sino también aterrizó a la violencia en las


casas. Esta idea segú n algunos autores, contempla al conflicto como una forma
masculina de afrontar las controversias, por lo cual dicha corriente recibió el nombre
de Paz femenina.

Por su parte, Norberto Bobbio, la dividió en: Paz interna y Paz externa. La primera
existe cuando tenemos una ausencia, cese o desaparició n de un conflicto interno, es
decir, un conflicto entre los comportamientos y actitudes del mismo autor. Lucha
entre el deber y el placer, la pasió n y la razó n, etc. La segunda es la ausencia o cese de
un conflicto externo, entre individuos o grupos contrarios.

Luigi Ferrajoli se refiere a la Paz interna como aquella en que se pueden garantizar
los derechos fundamentales. Las sociedades contemporá neas requieren la garantía y
la satisfacció n de los derechos sociales (salud, educació n, trabajo, previsió n social,
etc.), constituyéndose una relació n simbió tica entre la paz y el garantismo de dichos
derechos. Segú n Ferrajoli, lo anterior debe manifestarse en una paz social só lida y
duradera, con conflictos menos violentos debido a la efectividad de la garantía de los
derechos fundamentales.
Sin duda el gran parteaguas en la concepció n moderna de la Paz es representada
por las teorías desarrolladas por Johan Galtung, quien dividió la Paz en dos categorías:
Paz negativa (no guerra) y Paz positiva (no violencia).

La primera se refiere a la ausencia de violencia personal, guerras, terrorismo y


disturbios mientras que la segunda se da cuando existe una ausencia de violencia
estructural, esto es, ausencia de pobreza, hambre, discriminació n y contaminació n

Aiello de Almeida, señ ala que la contraposició n de la paz no es la guerra, sino la


violencia, de ahí que cuando tratemos de entender lo que es la paz, debemos
comenzar por el estado de ausencia o disminució n de todo tipo de violencia, tanto
directa (física y verbal), estructural o cultural, que vaya dirigida tanto a mente, cuerpo
o espíritu de cualquier ser humano o contra la naturaleza.

La paz no só lo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso


positivo, diná mico y participativo en que se promueva el diá logo y se solucionen los
conflictos, en un espíritu de entendimiento y cooperació n mutuos.

Bajo un enfoque constructivo, la paz es tanto un medio de transformació n personal y


colectiva como una aspiració n para « limpiar » al planeta de la destrucció n a cargo de
la raza humana. Es un proceso de largo plazo, diná mico y participativo, basado en los
valores universales y su prá ctica diaria en todos los niveles —la familia, la escuela, la
comunidad, así como la nació n. “La Paz es un estado psicológico, social, político, ético y
espiritual con su expresión en las áreas de la vida humana intrapersonal, interpersonal,
intergrupal, internacional y global” y la principal expresió n de una visió n mundial
basada en la unidad. Galtung ha aseverado que no se puede hablar de paz sin tomar en
cuenta el desarrollo por tanto, ésta se crea y se construye con la edificació n incesante
de la justicia social.

Clasificación de la Paz
Johan Galtung afirma que la “paz negativa” es la ausencia de un enfrentamiento
violento y el mecanismo para alcanzar esa meta es la solució n de los conflictos
existentes. La “paz positiva” es otra cosa, es la generació n de una relació n armoniosa
que se consigue cuando dos o má s entidades en conflicto emprenden proyectos juntos,
repartiendo equitativamente los beneficios que genera ese proyecto. Por lo tanto, la
paz no es la simple ausencia de guerra. En su concepció n positiva, se implica la
construcció n de la justicia en las relaciones entre las sociedades y el reconocimiento
de la igualdad en dignidad de todos los pueblos y todas las culturas. Es también un
sinó nimo del respeto a los derechos humanos, a las libertades fundamentales y a la
libre determinació n de los pueblos; la bú squeda del bienestar y el desarrollo no só lo
econó mico, y el respeto mutuo entre los pueblos, destinado a edificar una sociedad
internacional en la que cada cual puede gozar de la parte de los recursos que le
corresponde, tal como se expresa en el artículo 28 de la Declaració n Universal de los
Derechos Humanos. La negació n de los derechos humanos engendra inevitablemente
violencia, la cual se manifiesta tanto a través de diferentes problemá ticas sociales y
enfrentamientos armados como a través de la permanencia de grandes conflictos
estructurales.

Esta perspectiva es integradora no disgregada o fragmentada. Las dimensiones de la


paz integran los niveles personal, social y en su relació n con la naturaleza.

La paz y la educació n son comprendidas desde una perspectiva holística, que integra
la paz interna, la paz social y la paz ecoló gica. Tuvilla firma que, la educació n que esta
concepció n inspira y busca la armonía del ser humano consigo mismo (paz interior),
con los demá s (paz social) y con la naturaleza (paz ecológica), que a su vez podemos
reagrupar en dos dimensiones:

Dimensión Interior de la Paz. En la teoría de la paz holística, la paz interior es


aquella que se desarrolla en el á mbito intrapersonal y consiste en la unió n entre el
individuo y el mundo. Segú n Ferná ndez Herrería, esta dimensió n intrapersonal
dimensió n personal interior, desde una perspectiva integral, no só lo considera lo
afectivo sino también lo mental y espiritual (que no es igual que religioso).

Esta paz interior es una dimensió n complementaria de las otras expresiones de la


paz y está n íntimamente relacionadas. La relació n que tiene el ser humano consigo
mismo se reflejará en la relació n que tenga con el mundo exterior. Así, en un complejo
juego de interacciones, “generamos nuestra realidad interior y la proyectamos hacia el
mundo exterior, que reaccionará de forma más o menos consecuente con lo que de
nosotros reciba”

Al reconocer la complejidad de nuestra realidad individual, comunitaria, social,


nacional, regional y global, entenderemos que la paz interior y la paz exterior son
procesos complementarios que se viven simultá neamente.

Dimensión Externa de la Paz. La dimensió n tos de interrelació n humana, social y


política, vinculada má s hacia lo exterior de la persona. Se ha desarrollado un concepto
de la paz en su dimensió n social, basados en los aspectos econó micos, políticos,
jurídicos, culturales y sociales (Fernández Herrería). Dimensió n que actualmente está
má s presente a través del trabajo de las organizaciones de la sociedad civil,
plataformas y movimientos sociales y en algunas escuelas, donde los se han empezado
a desarrollar, tratando de promover una Cultura de Paz.

La historia revela que la paz como justicia social, como satisfacció n de las
necesidades bá sicas de todas las personas, es una cuestió n compleja y una tarea difícil.

Desde la asunció n de la paz positiva como la suma de las cuatro “D” (Desarrollo,
Derechos Humanos, Democracia y Desarme), de manera que la ausencia de alguna
constituye un factor de violencia. Este concepto de paz está estrechamente
relacionado con el concepto de seguridad humana y el desarrollo humano.

La paz en su concepció n actual es la suma de tres tipos de paces: paz directa


(regulación no violenta de los conflictos), paz cultural (existencia de valores mínimos
compartidos) y paz estructural (organización diseñado para conseguir un nivel mínimo
de violencia y máximo de justicia social).

En la actualidad, convivir en paz es un derecho humano reconocido a través del


cuerpo jurídico que sostiene la democracia y representa un gran desafío para la
humanidad. Hoy la paz significa no só lo una disminució n de todo tipo de violencia
(directa, estructural o cultural), sino la condició n indispensable para que los conflictos
puedan ser transformados creativamente de forma no violenta, “de tal manera que
creamos paz en la medida que somos capaces de transformar los conflictos en
cooperación, de forma positiva y creadora, reconociendo a los oponentes y utilizando el
método del diálogo”

CONCEPTO SOBRE LA VIOLENCIA


La violencia es concebida como cualquier acció n o circunstancia humana que
produce dañ o sobre las personas y su entorno institucional. Johan Galtung “La
creación de paz tiene que ver obviamente, con la reducción de la violencia (cura) y su
evitación (prevención). Y violencia significa dañar y/o herir”.

Se sostiene que, si podemos reconocer en la situació n violenta a un emisor o


agresor, entonces, estamos ante un caso de violencia directa (puede ser física o
psicológica). Si no existe emisor personal identificable, lo que tenemos es violencia
indirecta o estructural. Ejemplo de esto ú ltimo es la pobreza que produce dolor y
muerte prematura. No se trata simplemente de una ‘fatalidad’, al estilo de un
terremoto o la erupció n de un volcá n, eventos en los que la acció n humana no
interviene explícitamente. La pobreza es fruto de un determinado modo de organizar
la sociedad y de distribuir recursos y oportunidades. Otro ejemplo es el recorte de
libertades políticas dentro de un determinado régimen institucional. Aquí tampoco
vemos una fatalidad, sino una injusticia. En ambos casos estamos hablando de
violencia indirecta o estructural. Se sostiene que la explotació n y la opresió n son
formas de violencia estructural. La violencia estructural puede convertirse en caldo de
cultivo (no necesariamente en “causa”) para el ejercicio de la violencia directa.

Existe una tercera forma de violencia, muy importante en la clasificació n se


trata de la violencia simbólica o cultural. Se trata de formas de dañ o que se
expresan en las mentalidades, las creencias y los valores, modos de pensar y de dirigir
las acciones que suelen convertirse en nefastos «sentidos comunes » que invitan a la
violencia directa e intentan legitimar la violencia estructural.

El racismo, el machismo, la homofobia y el odio religioso son formas de


violencia simbó lica que producen muerte y destruyen el tejido social. A inicios del
siglo XX, por ejemplo, las ideas acerca de la supremacía racial del hombre
indoeuropeo sobre las demá s razas, así como la maliciosa identificació n de la prá ctica
de antisemitismo con un “castigo divino” por la Crucifixió n de Jesú s de Nazaret fueron
la clara expresió n de una forma letal de odio racial y cultural que hizo posible el
surgimiento del nazismo y la tragedia del Holocausto. La invocació n a la “Guerra
Santa”, tanto desde la perspectiva de George Bush Jr., como en el imaginario de
Osama Bin Laden, pertenece evidentemente al registro sombrío de esta especie de
violencia.

Es importante saber que la violencia se considera como una conducta


aprendida a través de la socializació n, por lo tanto, no es una fatalidad bioló gica, es
adquirida.

CONCEPTO SOBRE EL CONFLICTO


El conflicto forma parte de las relaciones humanas, está presente siempre, en
mayor o en menor grado. Interaccionamos con otras personas con quienes en algú n
momento y por alguna razó n vamos a discrepar por tener intereses y necesidades
opuestas. El conflicto es ineludible, y por mucho que cerremos los ojos e intentemos
evitarlo continú a su diná mica. Es algo vivo que sigue su curso a pesar de nuestra
huida, haciéndose cada vez má s grande e inmanejable, cuando no lo enfrentamos o le
buscamos solució n.

Hay una visió n extrema que ubica a las sociedades atravesadas profundamente
por conflictos y luchas, cuyo resultado son problemas, caos, dañ o y destrucció n. Por
ello se requiere que exista un poder que imponga el orden y la autoridad e impida el
desarrollo de los conflictos porque generan violencia. Segú n Hobbes, los seres
humanos, en el estado natural viven en una permanente guerra: “todos contra todos”.
Este es un enfoque que ve el conflicto como algo negativo para la sociedad; pues
considera que esta debe funcionar en torno al orden y la autoridad.

Otra corriente que coincide en valorar los conflictos en forma negativa, plantea
que las sociedades tienden a la armonía y que los conflictos se presentan con poca
frecuencia, siendo resueltos con medidas de autorregulació n. Desde esta perspectiva,
el conflicto es visto como nocivo y disfuncional a la sociedad, que debe permanecer
integrada y viviendo en armonía. Desde esta ó ptica, la postura es trabajar por eliminar
el conflicto en todas sus expresiones.
Existen otras corrientes que reconocen la conflictividad en la que se
desenvuelven las sociedades y las luchas y confrontaciones que en ella se producen,
aceptá ndolas como algo funcional y oportuno.

Otras visiones giran alrededor del concepto del predominio del má s fuerte.
Otras, ven en el conflicto una oportunidad que estimula la creatividad y el desarrollo
econó mico. Son perspectivas que terminan coincidiendo con la ló gica del mercado de
Adam Smith y con teorías como la de Darwin, aplicadas a las sociedades y los
conflictos. Son visiones que trabajan en pro de que estos sean funcionales al orden
establecido en las sociedades, ya sea para que operen las leyes del mercado o
prevalezcan los má s fuertes sobre los má s débiles.

El conflicto entendido desde una perspectiva democrá tica, reconoce la


existencia de las diferencias, la pluralidad de intereses, las expresiones de lucha por la
realizació n de aspiraciones y satisfacciones, y la necesidad de que se evidencien y se
confronten socialmente esas diferencias mediante mecanismos y formas pacíficas,
permitiendo transformaciones democrá ticas y, por ende, el desarrollo de la sociedad.

Esta corriente plantea que los conflictos son inherentes a las sociedades y se
presentan debido a las restricciones en el acceso a los recursos, pero también por la
existencia de las diferencias referidas a la naturaleza misma de la condició n humana;
negar las diferencias, evitar los conflictos o reprimir sus manifestaciones, significa
ponerle obstá culos al desarrollo de la sociedad. Son, pues, inevitables los conflictos y
necesarios para el desarrollo de la sociedad. Las sociedades permanecen como
sociedades humanas en la medida que combinan en sí lo irreducible y mantienen vivo
el desacuerdo.

Ahora bien, reconocer la persistencia de los conflictos en la sociedad, al igual


que su potencial transformador en la vida democrá tica, implica una nueva manera de
encarar los problemas y afrontar soluciones. Implica ver en los conflictos, no
enemigos sino oportunidades para resolver conjuntamente situaciones que nos
afectan colectivamente, en las cuales todos se benefician aprendiendo y creciendo
juntos en las diferencias y la diversidad. Es un punto de partida y una opció n distinta,
en el que todos ganan y no hay vencedores y vencidos.

En esta corriente democrá tica, la perspectiva no es orientarse hacia la


superació n definitiva de los conflictos, por el contrario, es concebido como inherentes
a las sociedades y a la condició n humana, sustentados en la existencia de la diversidad
y pluralidad entenderlos no como sinó nimos de violencia y guerra, sino como
condiciones necesarias para nuevas transformaciones.

Esta manera de ver los conflictos enfatiza la necesidad de hacer distinció n de


los conflictos. Unos, que por su estructura y características son destructivos en sus
efectos para la sociedad y otros, que facilitan el desarrollo y crecimiento de las
sociedades.

Galtung propone una teoría de conflicto humanizadora. Desde su postura el


«hombre es un ser con capacidad de paz», para él no só lo debe reconocerse si los
conflictos son buenos o malos, es necesario comprender su relació n con la paz y el
desarrollo para ofrecer, entonces, mecanismos que permitan entenderlos ló gicamente,
bajo criterios científicos para su aná lisis, así como metodologías (creatividad, empatía
y noviolencia) para transformarlos.

El conflicto es consustancial al ser humano, constituyendo un factor importante


en la evolució n de las sociedades. El concepto de conflicto abre grandes posibilidades
de estudio, aná lisis y diagnó stico por su relació n con las necesidades humanas, las
percepciones, el conflicto puede ser entendido como una recreació n de las sociedades
humanas, lo que conduce a que el conflicto no solamente es un factor de distorsió n
sino que incluye también el germen de la paz. El conflicto posee tanto la vertiente de
crisis como la de oportunidad de cambio, la idea de enfrentamiento y la de mejorar
situaciones y relaciones, lo que convierte a los conflictos en procesos que pueden
conducir a distintos resultados segú n sean su desarrollo y la metodología utilizada
para gestionarlos

Aun cuando está muy extendida la noció n de “conflicto asociado a violencia”, en


la actualidad, la noció n de conflicto incluye aquellas situaciones en la que dos o má s
partes tienen intereses opuestos acerca de algo, y cuyo desenlace no suele ser una
resolució n definitiva sino que constituye una etapa mas o menos duradera en el
desarrollo del mismo, que puede resurgir de nuevo en términos similares o distintos a
la vez anterior. A veces, se produce el cierre de un conflicto, de forma que desaparece
definitivamente, al desaparecer las causas que lo originaron o al modificarse los
intereses de las partes. Es importante tomar en cuenta que conflicto no es lo mismo
que problema. Un problema es una barrera, un obstá culo que se interpone para lograr
el objetivo deseado.

CONCEPTO SOBRE LA GUERRA


Al abordar el tema de la guerra, es necesario tener presente que el horror que
ésta produce puede ser una razó n muy vá lida para ocultar el temor que tienen los
seres humanos de perder cualquier esperanza de vivir en el futuro, así sea lejano, el
sueñ o utó pico de paz perpetua, o sea, construir un mundo excelsamente pacífico en el
que reinen la paz y la prosperidad como formas de realizació n de la felicidad.

Si deseamos tener una idea de la dimensió n de la guerra en la vida humana


debemos enfatizar en la pregunta ¿qué es la guerra?, y darle a dicha cuestió n una
respuesta adecuada. Esto podría darnos luces acerca de las dificultades que hay que
tratar para aproximar nuestra realidad a nuestros ideales.

El asunto es que una respuesta a la pregunta ¿Qué es la guerra? debe darse de


tal manera que no pueda prescindirse de có mo interviene ésta en la vida de los seres
humanos y en el desarrollo de su historia. Dicha respuesta no puede referirse y
culminar en la simple definició n de “enfrentamiento armado” entre dos o má s partes o
en el consabido criterio, negativo, de que “la guerra es la ausencia de paz”.
Definiciones de ese tipo, si bien son vá lidas, hay que advertir que son muy
restringidas, porque só lo atienden a lo superficial o só lo destacan un aspecto de ella:
no dicen nada, por ejemplo, acerca de todas las disposiciones de tipo psicoló gico,
socioló gico, ético, político y jurídico que activan con facilidad su ejercicio; no dan una
idea real de la racionalidad que despliegan los contrincantes para vencerse
mutuamente; no dicen nada acerca de la magnitud de los dañ os de todo tipo que ella
causa; tampoco dicen có mo interviene ésta en el transcurrir de la historia ni en la
disposició n humana para hacerla; y, má s aú n, no hablan acerca del sino trá gico que
ella entrañ a en la existencia humana.

Diversas definiciones de guerra coinciden en los siguientes puntos: i) La guerra


como tal es una lucha armada y, por tanto, violenta; ii) se da entre dos naciones o dos
partidos de una misma nació n.
Ya se ha señ alado que nuestro tiempo tiene cierto horror razonable por la
palabra guerra, en su sentido antropoló gico, y por eso tiende a llamarla conflicto,
brindando la idea de que tal situació n es superable en un tiempo corto — como
cuando un médico alienta al paciente que padece una dura enfermedad en su fase
terminal. Esto, en términos psicoló gicos, es comprensible porque dadas las
características de la guerra, nada bueno puede esperarse de ella y, menos aú n puede
esperarse que una vez declarada haya una solució n a corto plazo: ella tiene efectos en
cadena que pueden traspasar las fronteras geográ ficas, e inclusive, las generacionales.

Las características adecuadas de la concepció n de la guerra debe tener son las


siguientes:

1. Se trata de un acto humano, en el más simple y puro de los significados.


2. La guerra es ante todo un hecho social.
3. Su fin está asociado al mantenimiento o reconocimiento de un poder. La guerra
forma parte de la actividad política en su práctica más extrema y violenta
4. Las guerras son manifestaciones del ser humano organizado
5. La guerra supone la posibilidad de una confrontación armada entre grupos
humanos manifiesta en los dispositivos que estos toman para enfrentar su
amenaza
6. Como confrontación de hecho, es un acto violento y, por tanto, destructor
7. Como todas las acciones humanas, la guerra contiene su paradoja: tiene un
componente racional y otro irracional
8. La guerra, como tal, genera una alta movilidad social
9. El tiempo no es una variable de importancia categórica pero no es del todo
despreciable.
10. La guerra es, en términos antropológicos, una tragedia.

La guerra es un enfrentamiento de grupos de carácter destructivo. Implica,


necesariamente, muestras decididas de la capacidad del uso de la fuerza; cuando tal
enfrentamiento no existe de hecho supone la posibilidad de uno enfrentamiento armado,
manifiesta en los dispositivos que toman para enfrentar su amenaza. Como
confrontación “de hecho” es un acto violento y, por tanto, destructor; su fin está asociado
al mantenimiento o reconocimiento de un poder. Ello implica que son manifestaciones
del ser humano organizado. Se trata de un acontecimiento que genera una alta
movilidad social. Como todas las acciones humanas, la guerra contiene una paradoja:
tiene un componente racional y otro irracional, y el tiempo de su duración no es una
variable de importancia categórica, aunque no es una variable despreciable. Dada la
alta susceptibilidad que tienen los seres humanos para iniciar sus guerras y sostenerlas
—esto es, vivir en guerra-, y la gran destrucción y la aflicción que ellas generan, tenemos
que considerar que la guerra para el ser humano corresponde a una tragedia en su
existencia.

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