MATERIAL DE APOYO. No. 1
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Por su parte, Norberto Bobbio, la dividió en: Paz interna y Paz externa. La primera
existe cuando tenemos una ausencia, cese o desaparició n de un conflicto interno, es
decir, un conflicto entre los comportamientos y actitudes del mismo autor. Lucha
entre el deber y el placer, la pasió n y la razó n, etc. La segunda es la ausencia o cese de
un conflicto externo, entre individuos o grupos contrarios.
Luigi Ferrajoli se refiere a la Paz interna como aquella en que se pueden garantizar
los derechos fundamentales. Las sociedades contemporá neas requieren la garantía y
la satisfacció n de los derechos sociales (salud, educació n, trabajo, previsió n social,
etc.), constituyéndose una relació n simbió tica entre la paz y el garantismo de dichos
derechos. Segú n Ferrajoli, lo anterior debe manifestarse en una paz social só lida y
duradera, con conflictos menos violentos debido a la efectividad de la garantía de los
derechos fundamentales.
Sin duda el gran parteaguas en la concepció n moderna de la Paz es representada
por las teorías desarrolladas por Johan Galtung, quien dividió la Paz en dos categorías:
Paz negativa (no guerra) y Paz positiva (no violencia).
Clasificación de la Paz
Johan Galtung afirma que la “paz negativa” es la ausencia de un enfrentamiento
violento y el mecanismo para alcanzar esa meta es la solució n de los conflictos
existentes. La “paz positiva” es otra cosa, es la generació n de una relació n armoniosa
que se consigue cuando dos o má s entidades en conflicto emprenden proyectos juntos,
repartiendo equitativamente los beneficios que genera ese proyecto. Por lo tanto, la
paz no es la simple ausencia de guerra. En su concepció n positiva, se implica la
construcció n de la justicia en las relaciones entre las sociedades y el reconocimiento
de la igualdad en dignidad de todos los pueblos y todas las culturas. Es también un
sinó nimo del respeto a los derechos humanos, a las libertades fundamentales y a la
libre determinació n de los pueblos; la bú squeda del bienestar y el desarrollo no só lo
econó mico, y el respeto mutuo entre los pueblos, destinado a edificar una sociedad
internacional en la que cada cual puede gozar de la parte de los recursos que le
corresponde, tal como se expresa en el artículo 28 de la Declaració n Universal de los
Derechos Humanos. La negació n de los derechos humanos engendra inevitablemente
violencia, la cual se manifiesta tanto a través de diferentes problemá ticas sociales y
enfrentamientos armados como a través de la permanencia de grandes conflictos
estructurales.
La paz y la educació n son comprendidas desde una perspectiva holística, que integra
la paz interna, la paz social y la paz ecoló gica. Tuvilla firma que, la educació n que esta
concepció n inspira y busca la armonía del ser humano consigo mismo (paz interior),
con los demá s (paz social) y con la naturaleza (paz ecológica), que a su vez podemos
reagrupar en dos dimensiones:
La historia revela que la paz como justicia social, como satisfacció n de las
necesidades bá sicas de todas las personas, es una cuestió n compleja y una tarea difícil.
Desde la asunció n de la paz positiva como la suma de las cuatro “D” (Desarrollo,
Derechos Humanos, Democracia y Desarme), de manera que la ausencia de alguna
constituye un factor de violencia. Este concepto de paz está estrechamente
relacionado con el concepto de seguridad humana y el desarrollo humano.
Hay una visió n extrema que ubica a las sociedades atravesadas profundamente
por conflictos y luchas, cuyo resultado son problemas, caos, dañ o y destrucció n. Por
ello se requiere que exista un poder que imponga el orden y la autoridad e impida el
desarrollo de los conflictos porque generan violencia. Segú n Hobbes, los seres
humanos, en el estado natural viven en una permanente guerra: “todos contra todos”.
Este es un enfoque que ve el conflicto como algo negativo para la sociedad; pues
considera que esta debe funcionar en torno al orden y la autoridad.
Otra corriente que coincide en valorar los conflictos en forma negativa, plantea
que las sociedades tienden a la armonía y que los conflictos se presentan con poca
frecuencia, siendo resueltos con medidas de autorregulació n. Desde esta perspectiva,
el conflicto es visto como nocivo y disfuncional a la sociedad, que debe permanecer
integrada y viviendo en armonía. Desde esta ó ptica, la postura es trabajar por eliminar
el conflicto en todas sus expresiones.
Existen otras corrientes que reconocen la conflictividad en la que se
desenvuelven las sociedades y las luchas y confrontaciones que en ella se producen,
aceptá ndolas como algo funcional y oportuno.
Otras visiones giran alrededor del concepto del predominio del má s fuerte.
Otras, ven en el conflicto una oportunidad que estimula la creatividad y el desarrollo
econó mico. Son perspectivas que terminan coincidiendo con la ló gica del mercado de
Adam Smith y con teorías como la de Darwin, aplicadas a las sociedades y los
conflictos. Son visiones que trabajan en pro de que estos sean funcionales al orden
establecido en las sociedades, ya sea para que operen las leyes del mercado o
prevalezcan los má s fuertes sobre los má s débiles.
Esta corriente plantea que los conflictos son inherentes a las sociedades y se
presentan debido a las restricciones en el acceso a los recursos, pero también por la
existencia de las diferencias referidas a la naturaleza misma de la condició n humana;
negar las diferencias, evitar los conflictos o reprimir sus manifestaciones, significa
ponerle obstá culos al desarrollo de la sociedad. Son, pues, inevitables los conflictos y
necesarios para el desarrollo de la sociedad. Las sociedades permanecen como
sociedades humanas en la medida que combinan en sí lo irreducible y mantienen vivo
el desacuerdo.