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3.1 ¿Que Es Acción Constituciónal?

El documento habla sobre las acciones constitucionales. Explica que son mecanismos judiciales que facilitan la participación ciudadana y protegen los derechos constitucionales. Cada acción tiene su propio régimen jurídico definido por leyes y jurisprudencia. Es importante analizar estas acciones para entender mejor cómo funcionan y cómo pueden fortalecerse. La acción de protección es un medio eficaz para tutelar los derechos constitucionales mediante procedimientos probatorios.
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3.1 ¿Que Es Acción Constituciónal?

El documento habla sobre las acciones constitucionales. Explica que son mecanismos judiciales que facilitan la participación ciudadana y protegen los derechos constitucionales. Cada acción tiene su propio régimen jurídico definido por leyes y jurisprudencia. Es importante analizar estas acciones para entender mejor cómo funcionan y cómo pueden fortalecerse. La acción de protección es un medio eficaz para tutelar los derechos constitucionales mediante procedimientos probatorios.
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Caicedo Quiñónez Danaeth

3.1 ¿Que es acción Constituciónal?

Algunos autores consideran que las acciones constitucionales constituyen derechos en si


mismos, haciendo alusión a la obligación internacional de los estados de introducir garantías
judiciales que protejan derechos humanos en sus ordenamientos jurídicos. También se dice que
esta trata de las acciones de inconstitucionalidad, de tutela, popular, de grupo, de
cumplimiento, el habeas corpus y la pérdida de investidura. Algunas de esas acciones han
servido como vehículos para los más trascendentales cambios que ha tenido el derecho
colombiano en su historia e integran ya, sin duda, el patrimonio jurídico de los colombianos, al
paso que otras no han logrado el relieve que podía augurarse por su rango constitucional.

Estas acciones facilitan la participación de todos e las decisiones que los afectan y en la vida
económicas, política, administrativa y cultural de la nación.

El régimen jurídico de cada una de ellas, enmarcado por sus desarrollos legales, se ha ido
perfilando principalmente por vía juripsrudencial, al hilo de su uso por la ciudadanía. Se trata,
por tanto, de mecanismos judiciales con una inusitada dinámica procesal, cuyos avances deben
ser analizados con rigor e imparcialidad desde la academia, para advertir los progresos que
contiene ya nuestro sistema jurídico y que en ocasiones pasan inadvertidos, así como también
para alertar sobre los desafíos y los errores que se han cometido en su funcionamiento.

Es comprensible que los mayores esfuerzos doctrinales en estos años se hayan enfocado hacia
el análisis del contenido sustancial de los derechos, construído en buena parte por medio de
estos mecanismos procesales, pero es hora ya de prestar atención específica a las
peculiaridades procesales de cada uno de esos procesos, de modo tal que se presenten a la
comunidad jurídica sus características y alcances actuales con claridad y con rigor, y así se
afiance aquello que les ha permitido servir como importantes herramientas ciudadanas, y por
otro lado, que se arroje claridad sobre lo que ha obstaculizado su desarrollo, en especial en
aquellas garantías que ho han tenido la utilidad esperada, como ocurre, por ejemplo, con la
acción de cumplimiento.

El artículo 1 de la Constitución de la República (CRE) caracteriza al Ecuador como un estado


constitucional de derechos y justicia, donde toda la estructura estatal tiene como fin primordial
la consagración y tutela de los derechos constitucionales de las personas a fin de alcanzar los
fines que la sociedad considera trascendentes para su permanencia y desarrollo. Las garantías
jurisdiccionales constituyen las vías procesales que tienen como fin fundamental la protección
de los derechos, dentro de las cuales la actividad probatoria se redimensiona, constituyéndose
en el medio que permite verificar la materialización de los derechos.
Las garantías jurisdiccionales, en especial la acción de protección, plasman el derecho a la
protección judicial reconocido en el artículo 25 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, por la cual se reconoce:

1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente

Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus
funciones oficiales.

2. Los Estados Partes se comprometen: a) a garantizar que la autoridad competente prevista


por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal
recurso; b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el cumplimiento,
por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el
recurso.

La acción de protección se instituye como una garantía jurisdiccional que tiene por objeto el
amparo directo y eficaz de los derechos, es decir, como un mecanismo a disposición de las
personas para la protección de sus derechos fundamentales o humanos frente al poder del
Estado e incluso frente al poder de particulares.

Para alcanzar tal protección es necesario que dentro del proceso se compruebe la vulneración
de derechos constitucionales y el daño causado, observando el principio de carga de la prueba.

Cuando hablamos de la prueba dentro de la acción de protección, se plantean algunos


problemas. El cuerpo procesal que regula el procedimiento de las acciones jurisdiccionales, esto
es, la Ley Orgánica de Garantías jurisdiccionales y Control Constitucional (LOGJCC), no prevé
una regulación exhaustiva sobre la prueba. Para cubrir los vacíos existentes se cuenta con las
normas procesales que regulan los procesos en materias no penales y penales, aplicables de
manera supletoria; sin embargo, los principios que les son aplicables no se adecuan del todo a
la protección efectiva de los derechos constitucionales debido a que son en extremo formales,
pensados desde el derecho subjetivo.

En las referidas materias, se ha desarrollado una teoría de la prueba que les permite el auxilio
suficiente en la aplicación normativa probatoria en los diferentes procesos, mas esta teoría es
insuficiente e incluso no puede aplicarse totalmente a las garantías jurisdiccionales debido a
que estas operan bajo otros principios procesales.

Por otro lado, la indeterminación de los derechos reconocidos en las normas constitucionales
genera un problema adicional en cuanto a la delimitación del objeto de prueba. Los derechos
son reconocidos en la Constitución o en instrumentos internacionales de DDHH de forma
general, es decir sin especificar la medida exacta de la prestación o abstención que debe
observar el estado. La determinación de los derechos está dada por la ley, en esta se establece
la forma como el estado ha de brindar sus prestaciones y como ejercerá las potestades. De esta
manera, el legislador determina el alcance de los derechos constitucionales, estableciendo las
obligaciones del estado. La indeterminación aparece cuando se cruzan estos umbrales de
protección y corresponde llenarlos a los jueces en los casos concretos. Será el juez en los casos
puntuales quien determine qué es lo que se debe probar dentro de una acción de protección en
relación a la alegación de los derechos vulnerados, partiendo de la identificación del contenido
del derecho, constitucionalmente protegido.

Por tanto, es necesario determinar qué son los derechos constitucionales como objeto de
protección de la acción de protección, identificar a esta garantía jurisdiccional como mecanismo
idóneo para la protección de derechos constitucionales y, analizar la prueba dentro de estos
procesos una vez accionados.

De esta manera, se puede identificar a los derechos constitucionales como el elemento


sustantivo que serán objeto de protección a través de la acción de protección.

La acción de protección como el medio idóneo y eficaz para su protección. En el centro, el


elemento nuclear de todo proceso, la prueba y los elementos que podrían constituir una teoría
de la prueba.

Para tal cometido, se analizará la dogmática sobre la prueba, y las sentencias dictadas por la
Corte Constitucional desde el año 2011 hasta 2020 sobre la temática planteada, incluidas
algunas del año 2021, para identificar las características del tema probatorio dentro de la
acción de protección.

La legitimidad de la constitución procede de su origen, el poder constituyente (poder con


legitimidad cualificada), es jerárquicamente superior dentro del ordenamiento jurídico y por
tanto sirve de parámetro de validez de la ley y demás normas infraconstitucionales, “el Estado
constitucional postula la supremacía política de la constitución y, derivadamente, su
supremacía jurídica o supralegalidad”. Ramiro Ávila establece como uno de los criterios para el
análisis de las Constituciones, el modelo de estado en función del valor de sus normas, que
permite clasificarlos en: “estado legal y estado constitucional”. Caracterizando a este último
porque:

[…] la constitución determina el contenido de la ley, el acceso y el ejercicio de la autoridad y la


estructura de poder. La constitución es material, orgánica y procedimental. Material porque tiene derechos
que serán protegidos con particular importancia que, a su vez, serán el fin del estado; orgánica porque
determina los órganos que forman parte del estado y que son los llamados a garantizar los derechos;
procedimental porque se establecen mecanismos de participación que procuran que los debates públicos
sean informados y reglados, tanto para la toma de decisiones como para la elaboración de normas jurídicas.
En suma, en el constitucionalismo se conjugan estado como estructura, derechos como fin y democracia
como medio. Los derechos de las personas son, a la vez, límites del poder y vínculos. Límites porque ningún
poder los puede violentar, aún si proviene de mayorías parlamentarias, y lo que se pretende es minimizar la
posibilidad de violación de derechos; y vínculos porque los poderes de los estados están obligados a
efectivizarlos, y lo que se procura es la maximización del ejercicio de los derechos

El reconocimiento del estado como de derechos y justicia se constituye en el eje transversal “en
todas y cada una de las instituciones reconocidas y reguladas por esta Carta Política”,
determina a los derechos como límite y vínculo del poder con la sociedad, se caracteriza por
una constitución rígida y, la presencia de principios como el de directa aplicabilidad. La
constitución es una auténtica norma jurídica con eficacia directa sobre el conjunto del
ordenamiento jurídico, esto es, tiene carácter normativo.

Para César Landa, la fuerza normativa de la Constitución identifica como sus elementos
centrales a las dos funciones del estado democrático constitucional. El primero, garantizar la
supremacía jurídica de la Constitución y, el segundo, proteger los derechos fundamentales de
las personas.

La fuerza normativa se sustenta en la eficacia directa de la Constitución, así como, en el bloque


de constitucionalidad, desplazando de esta manera a la ley como fuente principal del derecho,
irradia a todo el sistema jurídico interno, permitiendo su constante desarrollo a través de la
jurisprudencia constitucional que interpreta las normas constitucionales (principios y reglas).
Para la Corte Constitucional, la consecuencia principal de ser un estado constitucional de
derechos y justicia:

[…] encuentra su fundamento en el respeto y tutela de los derechos constitucionales, considerados


normas directamente aplicables por y ante cualquier servidora o servidor público, lo que implica el
sometimiento de toda autoridad, función, ley, o acto a la Constitución de la República así como la obligación
de los jueces de administrar justicia con sujeción a la Constitución, a los instrumentos internacionales de
derechos humanos y a la ley. Por lo tanto, los jueces y juezas encargados de la administración de justicia
ordinaria también cumplen un rol fundamental como mecanismo de garantía jurisdiccional de los derechos
de todas las personas.

La Constitución es el cuerpo normativo de aplicación obligatoria y directa por parte de todo


funcionario o servidor público. Los jueces actúan como los garantes de los derechos a través de
las garantías jurisdiccionales.
Los derechos

Jorge Benavides, al responder la pregunta ¿Qué se entiende por derechos fundamentales?,


establece que a pesar de que este término fuera utilizado por primera vez en la Constitución de
1848 aprobada en Frankfurt, su significado actual, es posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Citando a Pedro Cruz Villalón, establece que los derechos fundamentales nacen con la
Constitución moderna, esto es, con las constituciones decimonónicas, formando parte de dicha
regulación los Tratados Internacionales de protección de los derechos humanos.
Javier Pérez Royo infiere que el punto de partida de los denominados derechos fundamentales,
lo constituyen las Declaraciones americana y francesa de 1776 y 1789, respectivamente, puesto
que “son los documentos a través de los cuales los derechos se presentan en sociedad”, y
definen el elemento personal de la nueva forma de organización política, “la población del
Estado”; este reconocimiento de los derechos “es lo que convierte al individuo en
ciudadano”.11 Identifica como punto de partida para la concepción actual de derechos a la
teoría contractualista que se caracteriza por implantar dos nociones claras: 1. Los derechos del
individuo son naturales. 2. El estado es artificial.

La conformación del estado constituye el precio que los individuos tienen que pagar para poder
disfrutar pacíficamente de sus derechos naturales.
Para el autor, el paso de los derechos naturales a derechos constitucionales se da el momento
que son incluidos en la Constitución Federal de los Estado Unidos de América a través de las
diez enmiendas, estableciendo que no son derechos naturales sino derechos constitucionales,
en la medida en que formaban parte de una Constitución basada en la soberanía popular. Se
tornan en derechos indisponibles para el poder constituido como el legislativo, deben ser
protegidos frente a los actos de este último por el poder judicial, en virtud de su eficacia
directa, es decir, la facultad para ser alegados ante los tribunales de justicia.

El principio de soberanía parlamentaria que habían heredado las colonias, pasó a constituirse
en el principio de soberanía popular, donde la voluntad del pueblo [poder constituyente] es
autónoma de la voluntad del parlamento [poder constituido], afirmando de esta manera el
principio de constitucionalidad que hacía posible el control de los actos del legislador.

En sentido contrario, en Europa, si bien, la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano se fundamentó en la soberanía nacional, en este continente se consolidó la
soberanía parlamentaria, imposibilitando así la implantación del principio de
constitucionalidad, “Esta ausencia de límites para la manifestación de voluntad del legislador
afecta también a los derechos. Los derechos no son derechos de configuración constitucional,
sino de configuración legal”.

Este fenómeno duró hasta después de la Primera Guerra Mundial cuando varios países, como
Alemania y España, entre otros, iniciaron procesos de constitucionalización de derechos,
marcando un hito la Constitución de Weimar, cuyo debate versó sobre la inclusión de derechos
en la Constitución como fundamento del estado democrático, proceso que se consolidó al final
de la Segunda Guerra Mundial con la inclusión de la doctrina de la naturaleza de los derechos
fundamentales en la Ley Fundamental de Bonn.

Posteriormente, a través de la jurisprudencia, la doctrina y la interpretación de la segunda parte


de esta Constitución, se incorporaron elementos caracterizadores de los derechos
fundamentales, tales como: 1. Eficacia directa; 2. Vinculación de los poderes públicos; 3.
Indisponibilidad para el legislador; 4. Contenido esencial; y, 5. Control judicial.

La Ley Fundamental de Bonn es un paradigma en la medida que establece de forma expresa la


transición de los derechos naturales a derechos constitucionales, su artículo 1, en sus dos
primeros numerales, trata a los derechos como naturales y, a partir del tercero, como derechos
fundamentales o constitucionales, siendo su fundamento la dignidad del ser humano, así como
sus características como inviolables e inalienables, constituyéndose como límite absoluto para
la reforma constitucional. Los derechos naturales incorporados en la Constitución se convierten
en derechos constitucionales y como normas jurídicas que van acompañados de garantías
constitucionales para su efectividad a través de mecanismos que permiten su protección.

Derechos ¿humanos, fundamentales o constitucionales?


Farith Simon critica a la Corte Constitucional de Transición, por la diversidad de términos que
incorporó en sus sentencias para referirse a los derechos, utilizando como concepto general el
de “derechos fundamentales” y como sus sinónimos los de “derechos humanos” o “derechos
constitucionales”.

Para Ramiro Ávila, “en la Constitución de 2008, todos los derechos humanos tienen una doble
dimensión: la individual y la colectiva, y se denomina doctrinariamente como derechos
fundamentales (no subjetivo)”, asumiendo así, la doctrina alemana de los derechos
fundamentales como derechos públicos subjetivos. De esta manera el autor identifica a los
derechos contenidos en nuestra Constitución como derechos humanos, y a estos como
sinónimos de derechos fundamentales.

A decir de Antonio Pérez Luño, los derechos humanos son “un conjunto de facultades e
instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la
libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los
ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional”, mientras que los derechos
fundamentales “son aquellos derechos humanos garantizados por el orden jurídico positivo, en
la mayor parte de los casos en su normativa constitucional, y que suelen gozar de una tutela
reforzada”.

Esta visión reconoce a los derechos como naturales, por tanto, inmanentes al ser humano.
Previa a su positivización, serían derechos humanos en la medida que devienen de la dignidad
humana; una vez positivizados, se los denominará como derechos fundamentales, marcando su
diferencia principal en su positivización, sin que este sea un óbice para su reconocimiento y
tutela.

Ricardo Garzón sostiene que el origen de la denominación de derechos fundamentales deviene


de una equivocada traducción a nuestro idioma castellano, siendo lo correcto hablar de
derechos constitucionales:
Es usual que el término “fundamental” connote en los intérpretes la idea de que se trata de
derechos esenciales o importantísimos, pero, aunque así lo sea en la mayoría de las situaciones, realmente
debemos entender estos como “constitucionales”, en el sentido de “propios de la Constitución”.
Posiblemente la confusión tiene una razón filológica, la traducción de los términos teóricos de la cultura
alemana. La Constitución de 1949 se llama Ley Fundamental (Grundgesetz) de Bonn, por lo que, en dicha
cultura suele llamarse a los derechos constitucionales como Grundrechte, que en una traducción literal al
español se ha dado en llamar Derechos Fundamentales. La traducción correcta sería Derechos
Constitucionales, pero la traducción literal ha quedado instalada de manera irremediable en nuestro
vocabulario jurídico iberoamericano.

Para Jorge Benavides, se entiende por derechos fundamentales:

[…] aquellos derechos subjetivos que le son propios a la persona en cuanto tal, que por
la importancia de los bienes jurídicos que representan, tienen reconocimiento constitucional,
de ahí que de dicho reconocimiento se derivan consecuencias de tipo jurídico, tales como la
tutela judicial efectiva y el contenido esencial.

Para Ferrajoli:

[S]on «derechos fundamentales» todos aquellos derechos subjetivos que corresponden


universalmente a «todos» los seres humanos en cuanto dotados del status de personas, de
ciudadanos o personas con capacidad de obrar; entendiendo por «derecho subjetivo» cualquier
expectativa positiva (de prestaciones) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por
una norma jurídica; y por «status» la condición de un sujeto, prevista

Las fuentes de los derechos en la Constitución ecuatoriana

El profesor Juan Francisco Guerrero, identifica tres fuentes de los derechos. A los derechos
contendidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos humanos, se
suman aquellos “derivados de la dignidad humana, que no consten en la Constitución ni en los
instrumentos de derechos humanos” y que serán incluidos en virtud de la cláusula abierta
reconocida en el artículo 11 numeral 7 de la Constitución.

En cuanto a los derechos contendidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales


de derechos humanos, nos remite al catálogo de derechos contenido en nuestra Constitución,
en la Convención Americana de Derechos Humanos, y demás tratados de DDHH.
En cuanto a los derechos derivados de la dignidad humana, su reconocimiento será a través de
las decisiones judiciales, principalmente la jurisprudencia constitucional. La dignidad humana es
un estatus jurídico reconocido a todos los seres humanos. En virtud de la titularidad universal
de derechos mínimos, todos los seres humanos gozan de aquellos derechos que les permiten
ser identificados como tales. La dignidad humana implica una actuación, tanto del estado como
de particulares, que respete el núcleo esencial de los derechos de libertad del ser humano, con
las limitaciones establecidas válidamente. El respeto a la dignidad humana sirve de criterio
objetivo para la protección de derechos contra actuaciones ilegítimas.

El reconocimiento de derechos derivados de la dignidad de las personas, comunidades, pueblos


y nacionalidades, implica un análisis que permita identificar, a partir de las situaciones
concretas, aquel reconocimiento a favor de las personas, plasmado en prohibiciones a ciertas
actuaciones del poder o en obligaciones prestacionales, identificados como derechos que son
necesarios para su pleno desenvolvimiento.

Para la Corte Constitucional la noción de derechos se origina en la dignidad de las personas, por
tanto, reconoce que su titularidad recae en los individuos o colectivos, mas no en el Estado.
Temas como el matrimonio igualitario, la eutanasia o la despenalización del aborto son temas
que para una solución se fundamentan en el análisis de la dignidad humana. A partir de la
concepción de lo que la sociedad considera digno para el ser humano, cada sociedad resolverá
estos temas que generan gran debate por las diferentes posiciones adoptadas por la
comunidad.

Las garantías

Para Ferrajoli, el garantismo no en más que la otra cara del constitucionalismo, aquella que
trata de asegurar su cumplimiento mediante la introducción y la actuación de las garantías de
los derechos constitucionalmente establecidos. Las garantías son las técnicas con las que se
tutelan y satisfacen los derechos, clasificándolas en garantías primarias y secundarias. Las
garantías primarias constituidas por las expectativas de no lesión de los derechos por parte del
estado (prohibiciones) y, las expectativas positivas de prestación, asistencia del estado para el
reconocimiento de los derechos (obligaciones); y, las garantías secundarias, que consisten en la
intervención de los jueces a fin de reparar o sancionar la violación de las garantías primarias.

La Constitución vigente reconoce como garantías constitucionales a las garantías normativas,


las políticas públicas, servicios públicos y participación ciudadana y, las garantías
jurisdiccionales.
a) Las garantías genéricas, abstractas o normativas. Constituyen aquellos mecanismos que
permiten evitar que la actuación de los poderes públicos desconozca, vulnere o afecte el
contenido mínimo de los derechos fundamentales. Estos mecanismos evitan que las normas
infraconstitucionales despojen a los derechos de su contenido; están dirigidas a la
Administración con facultad legislativa y no al individuo de forma directa.

b) Las garantías jurisdiccionales o procesales específicas. Son mecanismos jurisdiccionales a


disposición de las personas para que el estado tutele sus derechos frente a su vulneración y
para exigir su restablecimiento o preservación.

Las garantías jurisdiccionales de derechos son mecanismos que permiten a las personas exigir
directamente a los jueces la adopción de decisiones que protejan sus derechos vulnerados o en
riesgo de afectación y que no pueden ser tutelados a través de los mecanismos ordinarios. La
acción de protección es una garantía de derechos por excelencia, constituye el mecanismo
idóneo y eficaz para su protección.

Para la Corte Constitucional, las garantías jurisdiccionales son acciones a disposición de la


sociedad que permiten obtener la tutela frente a la vulneración de derechos y garantizan el
pleno restablecimiento del goce del derecho conculcado, haciendo posible que los derechos
prevalezcan ante amenazas o vulneraciones y permiten su goce efectivo en las realidades
concretas.

Las garantías jurisdiccionales se diferencian de los procesos de justicia ordinaria en las


pretensiones que se pueden formular, en el tipo de procedimiento aplicable, en los jueces que
las conocen y las obligaciones que aquellos tienen dentro de cada proceso para desplegar sus
facultades oficiosas.

Para la Corte Constitucional, las garantías jurisdiccionales tienen como objeto central, la tutela
y reparación integral de derechos de manera sumaria y expedita, mientras que los procesos de
justicia ordinaria, si bien tutelan derechos, lo hacen a partir del control de legalidad. La
reparación integral permite concretar la característica del estado ecuatoriano como estado
constitucional de derechos y justicia. La Corte Constitucional ha reconocido a la reparación
integral como un verdadero derecho constitucional y como un principio orientador que permite
la protección integral de los derechos.

La acción de protección
Es la garantía jurisdiccional que tutela los derechos constitucionales de manera general, excluye
únicamente aquellos derechos para los cuales la Constitución reconoce garantías específicas de
protección.

La acción de protección se encuentra instituida en el artículo 88 de la Constitución de la


República del Ecuador y desarrollada a partir del artículo 39 de la LOGJCC.
Su objeto es el amparo directo y eficaz de los derechos reconocidos en la Constitución ante su
vulneración, por acciones u omisiones de cualquier autoridad pública no judicial, incluye la
protección contra políticas públicas que impliquen la privación del goce o ejercicio de los
derechos constitucionales, así como, los casos en que se provoque a la víctima daño grave por
parte de los particulares, o que éstos presten servicios públicos impropios, actúen por
delegación o concesión o que se encuentra en relación de aquellos, en estado de
subordinación, indefensión o discriminación.

La acción de protección permite a las personas, grupos de atención prioritaria, comunidades,


pueblos, nacionalidades y colectivos, requerir el amparo de un juez constitucional cuando han
sido vulnerados sus derechos por parte de las autoridades u órganos de la función pública o los
particulares en determinados casos.
La acción de protección es el mecanismo que garantiza el derecho a la protección judicial,
reconocido en el artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos. La
jurisprudencia de la Corte IDH, sobre el tema ha establecido la siguiente obligación estatal:

260. La Corte ha considerado que el Estado está en la obligación de proveer recursos judiciales efectivos a las
personas que aleguen ser víctimas de violaciones de derechos humanos (artículo 25), recursos que deben ser
sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (artículo 8.1), todo ello dentro de la
obligación general, a cargo de los mismos Estados, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos
reconocidos por la Convención a toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción (artículo 1.1).

Frente a la acción de protección, el juez constitucional determinará si la acción u omisión de


autoridad pública no judicial o de los particulares en los casos establecidos, ha vulnerado
derechos constitucionales, en cuyo caso, dispondrá la reparación integral a la víctima.

¿Cuales son acciones constitucionales?

Acción de tutela: Acción que asiste a toda persona para reclamar ante los jueces, en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien
actúe en su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales,
cuando quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de
cualquier autoridad pública.
«La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela,
actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá
impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, este lo remitirá a la Corte Constitucional
para su eventual revisión».

Acción de cumplimiento: La Acción de Cumplimiento procederá contra acciones u omisiones de


particulares que impliquen el incumplimiento de una norma con fuerza material de Ley o Acto
administrativo, cuando el particular actúe o deba actuar en ejercicio de funciones públicas,
pero sólo para el cumplimiento de las mismas.

Acciónes populares y de grupos: Las acciones populares se consideran el medio expedito para
defender los intereses colectivos; y las acciones de grupo, para la protección de los intereses
individuales de un número plural de personas.

Acción de inconstitucionalidad: Es un proceso formulado ante el Tribunal Constitucional contra


una ley que, por el fondo o la forma, contraviene a la Constitución. Su finalidad es lograr que la
norma cuestionada sea declarada como inconstitucional y se disponga su consiguiente
derogatoria.

Acción de repeticion: es un mecanismo orientado a garantizar la recuperación de los montos


desembolsados por el pago de indemnizaciones de daños y perjuicios a los particulares por el
actuar doloso o gravemente culposo de los servidores públicos.

¿Quién o quiénes la interponen?

Según la Constitución, pueden interponer una acción de inconstitucionalidad:

• El Presidente de la República

• El fiscal de la Nación

• El defensor del Pueblo

• El 25 por ciento del número legal de congresistas

• 5,000 ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones

• Los presidentes de región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional o los alcaldes
provinciales

• Los colegios profesionales en materias de su especialidad.

¿Qué debe contener la acción de constitucionalidad?

Según el artículo 101 del Código Procesal Constitucional, la demanda contendrá:


La identidad de los órganos o personas que interponen la demanda, la indicación de la norma
que se impugna en forma precisa y los fundamentos en que se sustentan la pretensión.

Asimismo, la relación numerada de los documentos que se acompañan, la designación del


apoderado si lo hubiere, copia simple de la norma objeto de la demanda, precisándose el día,
mes y año de su publicaci

https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=338#:~:text=La%20Acci
%C3%B3n%20de%20Cumplimiento%20proceder%C3%A1,el%20cumplimiento%20de%20las
%20mismas.

https://prezi.com/dkmvnxthtou-/acciones-constitucionales/?
frame=8b60665206c514824152dc67f3a35d75a3970838

https://revistas.usfq.edu.ec/index.php/lawreview/article/view/2171/3033

https://www.google.com/search?q=acci%C3%B3n+constitucional&oq=Acci
%C3%B3n+Const&aqs=chrome.2.69i57j69i60j0i512l6.12550j0j7&client=ms-android-
huawei&sourceid=chrome-mobile&ie=UTF-8

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