Habitos de Los Jovenes Con Los Videojuegos
Habitos de Los Jovenes Con Los Videojuegos
Habitos de Los Jovenes Con Los Videojuegos
El uso de los videojuegos por parte de los jóvenes puede producir consecuencias negativas
en su salud mental si no se utilizan de forma adecuada. Sin embargo, que tus hijos utilicen
los videojuegos no es algo negativo ni tiene por qué generar problemas, siempre y cuando se
haga correctamente, aunque sí puede suponer un riesgo para su bienestar. En estos casos,
es necesario contar con la ayuda de un especialista que te ofrezca todo el apoyo necesario
para tener una relación sana con los videojuegos.
VIDEOJUEGOS VINCULADOS A
HÁBITOS POCO SALUDABLES EN
JÓVENES UNIVERSITARIOS
Una nueva investigación realizada en la Universidad de New Hampshire (EE.UU.)
mostró que el uso constante de videojuegos estaba vinculado a hábitos
poco saludables en los hombres universitarios en comparación con quienes no
realizaban este tipo de actividades.
Anteriormente otros estudios ya habían mostrado que los niños que utilizan
videojuegos son más propensos a tener sobrepeso y una mala alimentación. Esta
nueva investigación es la primera en enfocarse en los efectos en la población
universitaria.
Uno de los primeros hallazgos fue que cerca del 70% de población universitaria
masculina utiliza algún tipo de juego de video, ya sea a través de consolas o
dispositivos móviles. Por ello los científicos esperan que la investigación pueda llevar a
las universidades a fomentar un estilo de vida más saludable en sus estudiantes.
"Es importante entender que los videojuegos son un factor de riesgo para tener malos
hábitos que pueden llevar a problemas de salud", dijo Dustin Moore, un graduado de
la Universidad de New Hampshire que lideró la investigación. "Sabemos que los
hábitos que se forman en la adolescencia y en la adultez temprana pueden quedarse
con las personas por el resto de sus vidas, así que si podemos incentivar a los
'gamers' a comer más sano y ejercitarse más, podemos ayudarles a vivir mejor sin
dejar de lado sus gustos".
Adolescencia y videojuegos: un
vínculo que se debe explorar
Más allá de la existencia de cierto número de estudios que han demostrado
que algunos videojuegos pueden mejorar parámetros cognitivos, así como la
capacidad para resolver problemas y procesar información, hay otras voces
autorizadas que alertan sobre los riesgos potenciales de este tipo de
prácticas.
Es el caso de una publicación de la American Academy of Child and
Adolescent Psichiatry (AACAP) en la que se destaca que, en promedio, las
niñas pasan más de una hora por día jugando con videojuegos y los niños,
por su parte, pasan más de dos horas. Los adolescentes, a menudo, pasan
más tiempo que los niños más pequeños.
Asimismo, investigadores de dicha sociedad científica señalan que uno de los
principales problemas es que los videojuegos se han vuelto muy
sofisticados y realistas. Algunos de ellos, facilitan la conexión a internet y el
juego en línea con otras personas, lo que les permite a los niños y
adolescentes tener conversaciones con adultos y compañeros desconocidos.
Por esto, es necesario que los padres estén alertas de las relaciones que
construyen sus hijos bajo este contexto. Por otro lado, si bien algunos juegos
tienen contenido educativo, muchos de los que son más populares
promueven la violencia contra seres humanos y animales, la violencia de
género y los estereotipos que refuerzan la persistencia de ciertos estigmas
negativos.
Efectos potenciales del uso de
videojuegos en los adolescentes:
principales preocupaciones
Las preocupaciones principales estarían asociadas al efecto que produce en
los jóvenes la cantidad de tiempo que se le dedica al juego y el grado de
involucramiento con los roles y personajes del mismo, pero ¿cuáles son
algunos de los posibles efectos perjudiciales de jugar en exceso? Si bien no
todos pueden presentarse, el artículo mencionado anteriormente destaca los
siguientes:
Menor tiempo de socialización con amigos y familiares.
Tiempo insuficiente para actividades extra escolares y de ocio.
Menor ejercicio y mayor sedentarismo.
Bajas calificaciones.
Menos tiempo dedicado a la lectura.
Dificultad para conciliar el sueño y tener un buen descanso.
Pensamientos y comportamiento agresivo.