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Poder Y Estrategia: Elementos para La Supervivencia Del Estado

Este libro analiza diferentes herramientas estratégicas que los estados pueden emplear para fortalecer su poder y garantizar su supervivencia en el sistema internacional anárquico, como la disuasión, la contención, la intervención y las operaciones cibernéticas. Cada capítulo examina una herramienta en particular y cómo podría aplicarse en el contexto colombiano, mostrando que a pesar de las diferentes visiones sobre el papel del estado, existen elementos que cualquier estado puede emplear para mejorar sus capacidades de forma individual u conjunta con otros

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Poder Y Estrategia: Elementos para La Supervivencia Del Estado

Este libro analiza diferentes herramientas estratégicas que los estados pueden emplear para fortalecer su poder y garantizar su supervivencia en el sistema internacional anárquico, como la disuasión, la contención, la intervención y las operaciones cibernéticas. Cada capítulo examina una herramienta en particular y cómo podría aplicarse en el contexto colombiano, mostrando que a pesar de las diferentes visiones sobre el papel del estado, existen elementos que cualquier estado puede emplear para mejorar sus capacidades de forma individual u conjunta con otros

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PODER Y ESTRATEGIA

Elementos para la
supervivencia del Estado

Luis Alexander Montero Moncada


(Editor)

COLECCIÓN SEGURIDAD Y DEFENSA


Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado
Colección Seguridad y Defensa
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Luis Alexander Montero Moncada


(Editor)

Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”


Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”
Bogotá D.C., 2022
Catalogación en la publicación – Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto” /
Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”

Poder y estrategia: elementos para la supervivencia del Estado / Editor Luis Alexander Montero Moncada - Bogotá : Editorial
ESDEG, ESMIC Sello Editorial, 2022.
301 páginas : ilustraciones, mapas y gráficas ; 24 cm.
Incluye bibliografía al final de cada capítulo

ISBN impreso: 978-958-53778-9-9


E- ISBN: 978-628-95304-8-3
(Colección Seguridad y Defensa)

1.Estado -- Colombia 2.Geografía militar -- Política y Gobierno 3.Relaciones poder civil poder militar -- Colombia i.Montero
Moncada, Luis Alexander (editor - autor) ii.Salamanca Rodríguez, Edgar Alexander, Brigadier General (prefacio) iii.Acosta Muñoz,
Andrés Fernando, Teniente Coronel (prólogo) iv.Pereira Pardo, Karol Tatiana, Teniente (autora) v.Mejía Rosas, Jorge Luis, Coronel
(R) (autor) vi.Pérez Galeano, Andrés, Teniente Coronel (autor) vii.Díaz Jaimes, Jesús María, Teniente Coronel (autor) viii.Plata
Otálora, Felipe Alfonso, Teniente Coronel (autor) ix.González Martínez, Miguel Antonio (autor) x.Toro Ramírez, Alexander, Teniente
Coronel (autor) xi.Sierra-Zamora , Paola Alexandra (autora) xii.Salgado Luzia, Ilmar Ubiratán, Teniente Coronel (autor) xiii.Parra
Hernández, Nelson, Capitán de Fragata (R) (autor) xiv.Silva Balaguera, Jhon William, Teniente Coronel (autor) xv.Reyes Pulido,
Óscar Leonardo, Mayor (R) (autor) xvi.Franco Durán, Davis, Teniente Coronel (autor) xvii.Jiménez Almeira, Gabriel Andrés (autor)
xviii.Marcucci Hernández, Luis Iván, Teniente Coronel (autor) xix.Domínguez Areco, Rubén Darío, Mayor, (autor) xx.Rodríguez
Álvarez, Felipe Eduardo, Teniente Coronel (autor) xxi.Cortés Castillo, Darío Enrique, Coronel (R) (autor)

JF195 P63 2022 Registro Catálogo SIBFuP 991251008407231


322.5 23

Archivo descargable en formato MARC en: https://tinyurl.com/esdeg991251008407231

Poder y estrategia. Elementos para la supervivencia del Estado


Primera edición, 2022

Editor: 2022 Escuela Superior de Guerra


Luis Alexander Montero Moncada “General Rafael Reyes Prieto”
Vicedirección de Investigación
Cubierta: Sello Editorial ESDEG
José Vicente Gómez Alvarez con base en imágenes Carrera 11 No. 102-50 Bogotá D.C., Colombia
de freepik.es www.esdeg.edu.co

2022 Escuela Militar de Cadetes


Colección Seguridad y Defensa “General José María Córdova”
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9 Departamento de I+D+i
ISBN digital: 978-628-95304-8-3 Sello Editorial ESMIC
Calle 80 No. 38-00 Bogotá D.C., Colombia
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483 www.librosesmic.com

Libro electrónico publicado a través de la plataforma Open Monograph Press.


Tiraje de 200 ejemplares
Impreso en Colombia

Libro resultado de investigación de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”,
publicado en coedición con la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”.

El contenido de este libro corresponde exclusivamente al pensamiento de los autores y es de su absoluta respon-
sabilidad. Las posturas y aseveraciones aquí presentadas son resultado de un ejercicio académico e investigativo
que no representa necesariamente la posición oficial ni institucional de las instituciones participantes, la Escuela
Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova, las
Fuerzas Militares de Colombia y el Ministerio de Defensa Nacional.

Los libros publicados por el Sello Editorial ESDEG y el Sello Editorial ESMIC son de acceso abier-
to bajo una licencia Creative Commons: Reconocimiento-NoComercial-SinObrasDerivadas.
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/
Brigadier General
Edgar Alexander Salamanca Rodríguez
SUBDIrector

Capitán de Navío Teniente Coronel


Jorge Luis García Durán Andrés Eduardo Fernández Osorio
Vicedirector de Proyección Institucional Vicedirector de Investigación

Coronel Teniente Coronel


Oscar Otoniel Torres Conde Diego Alejandro Parra Villamarín
Vicedirector Académico Vicedirector Administrativo

Teniente Coronel
Andrés Eduardo Fernández Osorio
Jefe Sello Editorial ESDEG

Teniente Coronel (R)


Carlos Alberto Ardila Castro Jorge Aristizábal Gáfaro
Coordinador Sello Editorial ESDEG Corrector de estilo

Eva María Rey Pinto José Vicente Gómez Alvarez


Asistente Editorial Diagramador
Contenido

Prefacio 9-10
BG Edgar Alexander Salamanca Rodríguez

Prólogo 11-12
TC Andrés Fernando Acosta Muñoz

Capítulo 1
Estrategia y Estado 13-47
Karol Tatiana Pereira Pardo
Jorge Luis Mejía Rosas

Capítulo 2
Intereses nacionales y estrategia de Estado 49-73
Andrés Pérez Galeano
Jesús María Díaz Jaimes

Capítulo 3
Escenarios de poder y estrategia en Colombia 75-96
Felipe Alfonso Plata Otálora
Miguel Antonio González Martínez

Capítulo 4
Colombia: la disuasión como herramienta estratégica del poder 97-125
Alexander Toro Ramírez
Darío Enrique Cortés Castillo
Paola Alexandra Sierra-Zamora

7
Capítulo 5
Posibilidades de empleo de la estrategia de negación de área
por parte de Colombia 127-172
Ilmar Ubiratán Salgado Luzia
Nelson Parra Hernández

Capítulo 6
La contención como política exterior de Colombia 173-206
Jhon William Silva Balaguera
Óscar Leonardo Reyes Pulido

Capítulo 7
Obligación, constructivismo y drones: de la amenaza a la acción 207-232
Davis Franco Durán
Gabriel Andrés Jiménez Almeira

Capítulo 8
La intervención como herramienta de poder estratégico 233-276
Luis Iván Marcucci Hernández
Rubén Darío Domínguez Areco

Capítulo 9
Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados 277-301
Felipe Eduardo Rodríguez Álvarez
Luis Alexander Montero Moncada

8
Prefacio
Brigadier General Edgar Alexander Salamanca Rodríguez
Subdirector de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

La teoría de las Relaciones Internacionales sugiere que el sistema internacional


es simultáneamente anárquico y ordenado de forma simultánea. Anárquico en la
medida que no existe ni un Gobierno mundial ni una autoridad central aceptada
unánimemente por los Estados ni unas fuerzas militares que hagan las veces de
ejército global. Ordenado, porque, a pesar de la anarquía, existen unas pautas
repetitivas y perceptibles en el comportamiento de los Estados.
Dentro de estas pautas, la competencia por el poder basada en un norte
individual estatal conocido como interés nacional es una de las más claras y
contundentes. La premisa de que los Estados buscan mejorar sus condiciones
para así poder disuadir o enfrentar amenazas aparece en cientos de ejemplos en
la historia de las relaciones internacionales.
La pregunta de fondo gira en torno a si esta mejoría de condiciones relativas se
hace de forma solitaria o conjunta. Para este interrogante hay varias respuestas.
Posiciones que defienden la acción solitaria se fundamentan en que los Estados
no comparten su poder, por lo que el principio de autoayuda es el que realmente
rige la acción estatal. En otras palabras, que cada Estado es el llamado a gestio-
nar su propio poder. En contraste, posiciones que defienden la acción conjunta
proponen que solamente mediante un fortalecimiento de unidades complemen-
tarias puede lograrse una situación colectiva de estabilidad y seguridad regional.
No obstante, a pesar de la existencia de estas visiones claramente opuestas,
existe un abanico de elementos que sirven para el fortalecimiento de las capacida-
des estatales en cualquiera de las dos orillas. Estas herramientas son propias del
ámbito de la lógica estratégica y son ampliamente estudiadas en la presente obra.
La negación de área, la contención, la obligación, la intervención y la inter-
ferencia, entre otras, han sido empleadas tanto por actores hegemónicos como
por actores regionales. Esto demuestra que tales herramientas no dependen del

9
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

alcance del poder o de la posición de la unidad dentro de la estructura sistémica,


sino que son elementos de estabilidad y gobernabilidad para el Estado, así como
tranquilidad de sus instituciones y sus ciudadanos. Por lo tanto, deben ser estu-
diadas a fondo.
Este libro de investigación es resultado del proyecto de investigación “Poder
y Estrategia. Fundamentos para la supervivencia del Estado”, del grupo de in-
vestigación Centro de Gravedad, de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro
COL0104976. Para el desarrollo de la obra se contó con la contribución multi-
disciplinaria de diversos académicos militares y civiles de la Escuela Superior de
Guerra “General Rafael Reyes Prieto” y la Universidad Católica de Colombia. Así
mismo, su contenido fue validado a través de un procedimiento de evaluación de
pares externos tipo doble ciego. Los puntos de vista pertenecen a los autores y
no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes. Invitamos a los
lectores a analizar estos enfoques y así ampliar el conocimiento sobre el tema.

10
Prólogo
Teniente Coronel Andrés Fernando Acosta Muñoz
Jefe Departamento Ejército de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

El libro Poder y Estrategia: Elementos para la supervivencia del Estado parte


de la premisa de que la competencia interestatal ―tanto de tipo regional como
hegemónico― junto a las amenazas e intereses de actores transnacionales no
Estatales son el patrón predominante en el sistema internacional.
Este enfoque, básicamente neorrealista, no es el único disponible en las
Relaciones Internacionales y los estudios estratégicos, pero sí brinda las herra-
mientas necesarias para comprender que las unidades sistémicas buscan ge-
nerar e incrementar su poder y para ello se basan en su propia definición de in-
terés nacional. Lord Palmerston insistía en que los Estados (Inglaterra) no tienen
amigos ni enemigos permanentes. En su lugar, tienen intereses permanentes y
estos guían su comportamiento racional en la búsqueda de una mejor posición
relativa de poder.
Ahora bien, el poder requiere de una serie de herramientas para su genera-
ción. Estas herramientas se fundamentan tanto en medios de poder duro como
de poder blando los cuales permiten que Fuerzas Militares profesionales y alta-
mente capacitadas sean protagonistas en la supervivencia del Estado y la segu-
ridad de sus ciudadanos.
Esta obra se apalanca en esta línea argumentativa, por lo cual es posible
identificar dos componentes teóricos. El primero de ellos, desarrollado entre los
capítulos 1 y 4, pretende sentar las bases de la estrategia de proyección de po-
der del Estado a partir de la discusión sobre la importancia del interés nacional.
Ambos conceptos, estrategia e interés nacional, se retroalimentan de forma per-
manente: el primero es la materialización operativa del segundo, materialización
que solo se traduce en un tercer concepto: poder.
El segundo componente teórico se enmarca desde el capítulo 5 al 9. Este
componente pretende objetivizar y operativizar algo tan aparentemente abstracto

11
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

como el poder. Para ello, se analiza una serie de herramientas de poder estraté-
gico de los Estados como son la negación de área, la contención, la obligación,
la intervención y, por último, la interferencia. La aproximación escogida es a su
vez teórica como aplicada en algunos casos de estudio donde pueden verse las
posibilidades de cada una de estas herramientas como medios de generación,
acumulación y proyección de poder del Estado.
No cabe duda de que las discusiones contenidas en esta obra no solo cum-
plen un papel pedagógico claramente direccionado a saberes como lógica estra-
tégica, inteligencia estratégica o política exterior, sino que sirven para alimentar y
construir políticas públicas nacionales y, en último sentido, para el fortalecimien-
to de Colombia y el bienestar de sus ciudadanos.

12
Capítulo 1
Estrategia y Estado*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.01

Karol Tatiana Pereira Pardo


Jorge Luis Mejía Rosas
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El presente documento académico tiene como finalidad demostrar la importan-


cia del concepto de estrategia y sus niveles en los Estados. Para esto se recurre al análisis
prospectivo, de manera que pueda aportarse a la reflexión comprensiva para enfrentar las
amenazas propias del escenario internacional. Con este propósito, el documento exami-
na de manera estructural el concepto que ha formulado e implementado el Estado colom-
biano en el marco de su interés nacional para la construcción de la Gran Estrategia. En el
caso colombiano, el capítulo concluye que las Fuerzas Militares están fuertemente vin-
culadas en esta tarea de orden nacional, respecto de la producción de insumos desde el
nivel táctico, operativo y estratégico y que tienen la misión de contribuir al cumplimiento
de la visión estratégica que le permitirá a Colombia continuar robusteciendo su posición,
identidad y reputación frente a otras naciones.

Palabras clave: Estado; estrategia; geoestrategia; interés nacional; poder militar.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por MinCiencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

13
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Karol Tatiana Pereira Pardo


Teniente del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Estrategia y Geopolítica, Escuela
Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto” y en Historia Militar, Escuela Militar
de Cadetes “General José María Córdova”. Profesional en Relaciones Internacionales y
Estudios Políticos, Universidad Militar Nueva Granada.

Jorge Luis Mejía Rosas


Coronel (R) del Ejército Nacional de Colombia. Especialista en Inteligencia Militar, Escuela
de Inteligencia y Contra inteligencia BG Ricardo Charry Solano; en Administración de
Recursos Militares, Escuela de Armas y Servicios, y en Docencia Universitaria, Universidad
Militar Nueva Granada. Profesional en Ciencias Militares y en Administración de Empresas,
Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”. Orcid: https://orcid.org/0000-
0003-3233-4948 - Contacto: [email protected]

Citación APA: Pereira Pardo, K. T. & Mejía Rosas, J. L. (2022). Estrategia y Estado. En A.
Montero Moncada (Ed), Poder y estrategia. Elementos para la supervivencia del Estado
(pp. 13-47). Sello Editorial ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.01

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

14
Estrategia y Estado

Introducción
El término estrategia se origina en la forma griega strategus, traducida como el co-
mandante o líder de un ejército, un general. De acuerdo con Jomini (2007), el teórico
más importante después de las guerras napoleónicas, la estrategia es el arte de
llevar fuerzas militares al campo de batalla. En este contexto, se relaciona con
la geografía, pues se considera que el propósito de las operaciones militares es
conquistar y mantener puntos geográficos vitales que puedan servir de apoyo a
un ataque o a una defensa (dependiendo de la misión de un ejército), aportando
ventajas que pongan fin a la guerra de forma victoriosa.
Por esta razón, el concepto se introduce en el campo académico en 1944,
con la teoría de los juegos de Neumann y Morgenstern, fundamentado en dife-
rentes perspectivas de la antigüedad, que argumentan que la estrategia se redu-
ce a la mera gestión de la guerra como competencia para derrotar al enemigo y
que está directamente relacionada con las tácticas o una serie de batallas que
componen dicha guerra. Sin embargo, estas definiciones de larga data no de-
muestran una diferenciación entre estrategia y política; además, los logros es-
tratégicos se miden solo en términos políticos (Pupo, 2004)
Para Clausewitz (2014), el arte de la guerra atañe en tiempos antiguos solo a
la preparación de las fuerzas militares. Sin embargo, las numerosas reflexiones
a lo largo del tiempo demuestran la necesidad de una teoría que establezca su
conducción por medio de principios o reglas básicas para poner fin a la misma.
La mayor dificultad se evidenció al entender las particularidades que determi-
nan los orígenes de las acciones bélicas. La estrategia tiene una definición más
amplia que no solo es aplicable al campo de batalla (nivel táctico) y al ámbito
de guerra (nivel de campaña/operativo). Su concepción moderna adopta una

15
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

perspectiva más integral que abarca la influencia en la política de seguridad y la


preparación para la guerra, lo que la diferencia en tres tipos: la Gran Estrategia,
la estrategia nacional y la estrategia militar. Por esto, la estrategia se considera
como el arte y la ciencia de desarrollar y operar por todas las fuerzas del poder
nacional, para alcanzar los objetivos a nivel de guerra, nacional o multinacional,
incluyendo sus condiciones geográficas y poder diplomático, económico, huma-
no y militar.
Aunque la estrategia ha estado enmarcada en la línea del arte militar du-
rante varios siglos, actualmente incorpora gran parte de los campos de acción
del ser humano que en muchas ocasiones no están asociados ni a la política, la
seguridad o las guerras. Esta nueva realidad demuestra una mayor diversidad
de actores, vínculos y conceptos. Por ejemplo, en términos de gobernanza, la
coexistencia de varios agentes del poder: Organizaciones Internacionales (OI),
Organizaciones No Gubernamentales (ONG), organizaciones regionales o temá-
ticas, agentes no estatales, diversas redes transnacionales y los Estados que a la
luz del realismo deberían seguir siendo el componente central de las relaciones
internacionales (RR. II).
Hasta la fecha no existe una única definición aceptada de estrategia. Definir
este concepto se convirtió en un reto. En su expresión general, suele tener di-
ferentes definiciones que se ajustan a un contexto y temporalidad, es decir, es
un proceso adaptable a las dinámicas globales, las cuales buscan orientar sus
objetivos enmarcados en un plan de acción. Es así, como este significado se
traduce de igual forma tanto en el ámbito militar, como en el corporativo. Por
esta razón, este capítulo realizará un recorrido por los principales teóricos a lo
largo de la historia para comprender los diferentes elementos que la integran;
después de todo, cualquier discusión sobre estrategia requiere comenzar con
la comprensión de la guerra y, sin lugar a dudas, también de la paz, dos temas
que han ocupado la agenda interna de los Estados en una búsqueda diaria por el
cumplimiento de sus intereses (Álvarez et al., 2018).
Las rápidas innovaciones tecnológicas, las transformaciones políticas de
amplia repercusión, la economía contemporánea y las posibilidades virtuales
forman el amplio espectro de la nueva era dentro de la estrategia. En un mundo
aparentemente sin fronteras, de redes tecnológicas, la llamada era de la infor-
mación presenta nuevos retos en el estudio y la relación de problemas estratégi-
cos militares con factores geográficos, razón por la cual el poder y la administra-
ción territorial solo se entenderán a la luz de esta nueva realidad (Castells, 2005).

16
Estrategia y Estado

De hecho, algunos analistas sugieren que una perspectiva geográfica es


esencial para el establecimiento de la estrategia. Owens (1999) ha llevado este
punto un paso más allá al afirmar que “al discernir las pautas geográficas am-
plias, se pueden desarrollar mejores opciones estratégicas mediante las cuales
un Estado puede afirmar su lugar en el mundo” (p. 63). Hasta ahora, son varios
los intelectuales que han explicado la influencia que tiene la geografía en la políti-
ca estatal y exterior, entre los que se destacan: Alfred Mahan, Halford Mackinder,
Friedrich Ratzel, Rudolf Kjellen, Karl Haushofer y George Kennan.
En general, la relación entre geografía y estrategia es compleja. Sin embargo,
es claro que el pensador estratégico debe asegurarse de que la estructura geo-
gráfica del campo en el que se ejerce el poder militar siga siendo lo más favorable
posible, al tiempo que se garantiza que los enemigos potenciales o no estén en
desventaja respecto de la geografía en que deben operar. Entre tanto, la geoes-
trategia es determinante en la estrategia nacional, pues garantiza la existencia y
estabilidad del Estado, por medio de una visión prospectiva, manteniendo el res-
peto y acatamiento de las normas jurídicas nacionales e internacionales. Deben
tenerse en cuenta también las diferentes herramientas de la estrategia: la defen-
sa, la disuasión, la interferencia, la negación de área, la contención, la obligación
y la intervención (Nietzsche, 2018).
Cabe resaltar que las diferencias entre las pautas de concentración de las
capacidades económicas y militares son reales, pero la contradicción es eviden-
te al analizar la realidad política mundial desde el punto de vista de las regiones,
pues la dinámica global ha ido abandonando su carácter global dominante para
adaptarse a un mundo de regiones abiertas y porosas. Del mismo modo, impor-
tantes estudiosos de las RR. II. han estado escribiendo sobre estos procesos de
regionalización en la seguridad internacional y la economía política internacional
(Buzan & Wæver, 2003).
Las nuevas perspectivas sobre la geoestrategia son ahora más relevantes,
captan mejor la pertinencia duradera del pensamiento geoestratégico clásico, los
desafíos y los cambios normativos de nuestra era contemporánea, así como los
numerosos factores que caracterizan y determinan el poder estatal y la política
internacional. Comprender que el mundo actual es un entorno muy complejo
significa precisamente reconocer que coexisten cuestiones geoestratégicas an-
tiguas y nuevas, en lugar de ser mutuamente excluyentes.
No obstante, para analizar la estrategia de las naciones, es importante tener
en cuenta que hay varios enfoques estratégicos. El que generalmente predomina

17
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

en los estudios académicos son los realistas y neorrealistas. Según Mearsheimer


(2001), la estrategia de las grandes potencias mundiales es una combinación de
poder y miedo, que determina el grado de competencia en el mundo para garan-
tizar su seguridad, así como la probabilidad de involucrarse en la guerra.
Las teorías de las RR. II., como herramienta de análisis en los diferentes
contextos que se encuentra involucrado el concepto de estrategia, han permiti-
do la invocación de un panorama dado, aunque frecuentemente no examinado,
proporcionando a los autores realistas un telón de fondo, una contextualización
supuestamente objetiva de los asuntos humanos, dentro de los cuales se desa-
rrolla el drama de la política del poder. Como sugieren algunos de los ejemplos
geoestratégicos que se manifiestan en este capítulo, esa capacidad de estable-
cer el contexto geográfico para el debate de temas de política internacional, que
conlleva ventajas analíticas y políticas muy considerables, es la clave para el
pensamiento estratégico durante la mayor parte del siglo XX (Dalby, 1991).
La diferencia más relevante entre las dos teorías (realistas y neorrealistas)
son los ejercicios determinantes del comportamiento del Estado. Aunque algu-
nos teóricos consideran que la importancia de la naturaleza humana en el realis-
mo clásico ha sido descuidada, es necesario darse cuenta de que este fue solo
uno de los muchos factores que los realistas clásicos sostenían para determinar
el comportamiento del Estado (Kratochwil, 1993).
Para todos los realistas, la lucha por el poder es el principal motivador en
la vida política, ya que la voluntad de poder era considerada limitada; asimis-
mo, se destacó la influencia del nacionalismo, las ideologías, el imperialismo en
una variedad de formas, las habilidades diplomáticas del gobierno nacional y el
apoyo popular tanto a nivel nacional como internacional. Los críticos del realis-
mo estructural sostienen que la participación de los Estados en las instituciones
internacionales refuta la teoría, ya que no reconoce las relaciones positivas que
pueden crearse entre los Estados; es considerable aún más la forma en que los
poderosos pueden actuar, y en que de hecho actúan, de manera que se preserve
su poder (Barbé, 1987).
Vale resaltar que, en la nueva era de la globalización, se impone un cambio
fundamental en la política exterior de Colombia, la cual requiere adoptar enfo-
ques alineados a la estrategia y ver cómo estos se reflejan en la práctica. Sin
embargo, nuestro país no se ha vinculado de forma directa con la creación e
implementación de perspectivas estratégicas, lo que ha impedido un impac-
to relevante en campos como las RR. II., la dimensión militar, los recursos y el

18
Estrategia y Estado

medioambiente, la economía, la demografía, la salud, la tecnología, el desarrollo


cultural y social, el orden, el poder y la prevención de conflictos (Esquivel, 2015).
El valor de la presente investigación se sustenta en la importancia que tiene
la estrategia para orientar la política exterior de un Estado al cumplimiento de
sus intereses. Más precisamente, describe a un Estado que concentra sus es-
fuerzos para proyectar el poder militar mediante la actividad diplomática y que
se refleja en la actividad que despliega en su política exterior, la cual no necesa-
riamente es motivada por factores geográficos o geopolíticos, pues un Estado
puede proyectar el poder a un lugar por razones ideológicas, grupos de interés o,
simplemente, por la iniciativa de su líder.
Este documento se enmarca en un enfoque analítico, pues tiene en cuenta
marcos interpretativos-teóricos que informan acerca del estudio de la estrate-
gia como centro de gravedad y que plantea el significado de este término y sus
implicaciones a nivel económico, social, medioambiental y militar; para esto, se
utilizará la recolección de datos bibliográficos digitales y físicos.
El objetivo principal del documento es valorar el desarrollo del concepto es-
tratégico para fortalecer la vinculación de perspectivas geoestratégicas, dentro
de la propuesta del Estado colombiano con miras a alcanzar el interés nacional.
Por lo tanto, se ha dividido en tres secciones; la primera, donde se contextualiza
la propuesta del Estado colombiano en términos de estrategia; la segunda, don-
de se identifican las perspectivas estratégicas y de guerra, teniendo en cuenta
las transformaciones económicas, sociales, militares y tecnológicas del mundo
globalizado; y la tercera, donde se comparan los lineamientos de los niveles de
estrategia en términos de RR. II., militares, recursos y medioambiente, economía,
demografía, salud, tecnología, desarrollo cultural y social, orden, poder y preven-
ción de conflictos, con la actual propuesta del Estado colombiano.
Este documento, demás, tiene como objetivo mencionar la importancia de
la construcción de una definición del concepto de estrategia para el caso co-
lombiano, articulado con sus creencias causales políticas, sociales, culturales,
económicas y militares que son impregnadas de visiones desarrolladas desde
la academia como un sustento de aplicabilidad para alcanzar el interés nacional.
La obra se desarrolla bajo los siguientes aspectos: interés, actualidad e im-
portancia de la temática para la actualidad, bajo el liderazgo y trayectoria de
la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto” y, en especial, del
Departamento del Ejército Nacional, que se ha destacado en los últimos años por
su liderazgo en los procesos de producción investigativa, en temas relacionados

19
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

con la estrategia y sus diferentes niveles, geopolítica, seguridad y poder mili-


tar, los cuales permiten la construcción de un documento a partir del análisis
de la historiografía a fin de conocer el empleo de las herramientas estratégicas
para la proyección del poder del Estado y el cumplimiento del interés nacional.
Teniendo en cuenta lo anterior, el planteamiento del problema se describe de la
siguiente manera: ¿Por qué fortalecer la vinculación de la propuesta del Estado
colombiano en el estudio de problemas estratégicos de acuerdo a sus factores
geográficos para alcanzar el interés nacional?

Hacia un concepto de estrategia


Desde la antigüedad, la estrategia ha sido un asunto crucial en el ámbito militar.
Con el paso del tiempo, se ha extendido a otros campos como el político, eco-
nómico, social, deportivo y judicial, entre otros. Fue precisamente en el terreno
militar donde se elaboraron estudios importantes y se desarrollaron métodos
para su aplicación, lo cual ha influido para que se utilice en otros ámbitos. Su fin
se enmarca en un análisis alternativo para quienes toman decisiones en con-
textos de incertidumbre, que surgen en la dinámica de las resoluciones com-
plejas. En el lenguaje estratégico, es fundamental la noción de intereses, por la
clase de actores que intervienen para la defensa y mantenimiento de los mismos
(Scheinsohn, 2011).
Entre las postrimerías del siglo XIX y el final de la Segunda Guerra Mundial, el
concepto de estrategia logró importantes desarrollos en términos tanto de teoría,
como de práctica. De hecho, el citado periodo se conoce como la era dorada del
concepto de estrategia. A partir del siglo XIX, cuando la era de los descubrimientos
geográficos se acercaba a su final y la rivalidad política mundial iba en aumento,
las principales potencias enfrentadas (Gran Bretaña, Alemania, Rusia y EE. UU.)
tenían destacados pensadores que elaboraban teorías para aumentar o al menos
preservar el poder de sus países. Estos estrategas eran tanto académicos como
estadistas y sus modelos teóricos fueron adoptados en gran medida por los en-
cargados de tomar decisiones en sus Estados de origen y jugaron un papel im-
portante en las relaciones entre las grandes potencias de la época (Clover, 1999).
El enfoque estratégico de las realidades regionales nos lleva de una pers-
pectiva global no regionalizada a una regional que considera lo global como la
búsqueda de intereses nacionales mediante la movilización de amplios recursos
en forma de una Gran Estrategia o la gestión de objetivos por todos los ámbitos.

20
Estrategia y Estado

La manera en que Estados con diferentes capacidades reaccionan a otras es-


trategias condiciona el significado que se les da y, en consecuencia, los cursos
de acción que siguen. La inclusión de este tipo de enfoque analítico añade la
posibilidad de una interpretación dinámica que explica los procesos posteriores
como el desempeño institucional en la nación (Walton, 2007).
Para entender el comportamiento del concepto de estrategia es necesario
relacionarla con un análisis que incorpore el concepto de poder. Vásquez (2006)
la define como una herramienta, aunque esto no siempre explica la estrategia de
las naciones para alcanzar sus objetivos; los estudios de caso analizados por
este académico no son concluyentes en cuanto a la pérdida de poder de una
nación a nivel internacional. Es importante reunir y organizar las creencias que
relacionan los medios existentes que deben ser eficaces en la medida que se
logren los intereses trazados y la manera en que los Estados mantienen la ejecu-
ción de sus fines, definida como la Gran Estrategia que se basa en las creencias
relacionadas con los medios (Posen & Ross, 1996).
En la actualidad, la aplicación de los instrumentos militares se entiende como
el desarrollo de los conflictos y el control de dichas acciones directas se concibe
como tácticas; por esta razón, los conceptos estrategia y táctica deben siempre
estar juntos, ya que una sustenta a la otra. Esta premisa está consignada en la
definición de Liddell (2018), para quien la estrategia es el arte de distribución y
aplicación de los medios militares para la obtención de los fines y el efecto que
provocan esos movimientos de fuerzas. Cuando se refiere al éxito de una estra-
tegia, este depende del cálculo y coordinación entre los medios y los fines que
se deseen obtener.

América Latina y la implementación del concepto estratégico


De acuerdo con Nolte y Wehner (2016), no fue hasta el final de la Guerra Fría
que la geoestrategia de América Latina se caracterizó por una configuración del
Estado como proveedor de seguridad territorial, tanto en su dimensión interna
como externa. El Estado daba prioridad a la necesidad de ejercer control sobre
su propio territorio tratando de dar espacio al crecimiento de la población y a la
expansión económica. Sin embargo, se establecieron pocas conexiones entre
las geografías territoriales internas y las topografías del campo de la geopolítica
en su antigua variante, es decir, en el estudio de las zonas escasamente pobla-
das como lugares donde los sectores inconformistas de la sociedad (incluidas
las redes delictivas) comenzaron a subvertir y controlar al Estado (Cohen, 2014).

21
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Por otro lado, Russell y Tokatlian (2013) afirman que las estrategias de los
Estados latinoamericanos se han diseñado, en primer lugar, para los desafíos y
amenazas locales; una ventana de oportunidad para aplicar a la autonomía de
estrategias con el mundo haciendo hincapié en las relaciones con EE. UU. En
otras palabras, la estrategia de los países latinoamericanos apunta principal-
mente a aplicar estrategias autónomas en sus relaciones extrarregionales.
Ahora bien, el mundo contemporáneo no se enfrenta a una etapa poses-
tratégica en el que los principios básicos y las verdades tradicionales de la
geoestrategia son totalmente inaplicables o incluso irrelevantes. Este siglo
se encuadra en una era marcada por la comunicación global sin precedentes,
agentes transnacionales y amenazas no estatales. A pesar de estos cambios,
la comprensión tradicional de la estrategia en Colombia (como la dirección
geográfica de la política exterior de un Estado) necesita ser direccionada co-
rrectamente en las explicaciones del mundo actual. Para el caso de nuestros
país, es importante destacar que la literatura vinculada al pensamiento estra-
tégico es escasa, razón por la cual el presente documento ofrece un análisis de
la visión actualizada del comportamiento e inclusión del concepto estratégico
en la política exterior del Estado colombiano.
Un concepto vinculante con esta temática es el término política exterior,
definido o entendido de varias maneras. Según Modelski y Thompson (1996)
es un sistema de actividades que desarrollan las comunidades para cambiar el
comportamiento de otros Estados y ajustar sus propias actividades al entorno
internacional. La política exterior es una de las ruedas con que opera el proceso
de la política internacional y consiste en la búsqueda de intereses nacionales
que deben ser fomentados en relación con otros Estados para la construcción
de la estrategia.
Después de todo, los diferentes aportes han permitido una evolución de
su definición debido a su pertinencia e importancia en el análisis del concep-
to de estrategia para tener un nivel superior conocido como la Gran Estrategia.
Conceptualizada como una relación entre medios y fines, tiene como objetivo
principal asignar recursos al servicio internacional, los cuales se encuentran es-
tipulados en los intereses, las amenazas, los recursos y las políticas en la bús-
queda de crear una cohesión en términos de gobernanza global para ser agentes
en la construcción de su propio destino y no solo tener un papel de receptor. En
varios Estados, la política doméstica ocupa mayor interés que las ambiciones
globales y la interpretación del ejercicio del poder militar se ha concentrado en

22
Estrategia y Estado

el país, dejando atrás la importancia de obtener un estatus internacional para


representar una diplomacia robusta en su posicionamiento y reconocimiento en
el sistema internacional (Brands, 2010).
Legro (2005) observa que hay varios tipos de ideas como la identidad, las
preferencias y las creencias causales que deben estudiarse al tiempo con la
interacción del escenario internacional a fin de comprender la Gran Estrategia,
aquella que ha permitido a los Estados trabajar desde una agenda de intereses
nacionales la cual llevará a la nación a una posición ventajosa con relación a
otros actores del sistema internacional. Esta combinación de ideas y compor-
tamiento plantea cuestiones teóricas y empíricas. En el caso de Colombia, los
tomadores de decisiones siguen una ruta de visión interna, encaminada duran-
te décadas a contrarrestar la violencia generada por estructuras organizadas
al margen de la ley, dejando a un lado la importancia de una visión fuera de sus
fronteras algo que ha acostado significativas perdidas geográficas.

Propuesta del Estado colombiano en términos de estrategia


Colombia ha estado asumiendo una estructura territorial obligatoria no solo por
términos de dominación, sino en la creación de una comunidad de destino políti-
co en el marco de un Estado moderno en el cual requiere integrar: seguridad mi-
litar, interés económico y una comunidad cultural nacional, la cual debe coincidir
en un mismo territorio. Asimismo, para mantener su existencia, el Estado debe
lograr que los gobernados se sometan a la dominación del gobierno de turno, y
es la legitimidad el medio que permita esa dominación (Morcillo & Wesz, 2015).
El poder político y económico de Colombia se encuentra en la región Andina;
se agrupa en un área de 400.000 km2 que tiene el 75 % de la población; tres
cuartas partes de la población del país ocupan un tercio del territorio nacional,
situación que puede dar lugar a mayores problemas, especialmente cuando la
capacidad del Gobierno no crece al mismo ritmo que la población. En esta región
se encuentran las ciudades de Bogotá, capital y centro del país; Medellín, segun-
do centro económico del país y centro secundario (Dussan, 2012).
De igual forma, la importancia geopolítica de esta región se basa principal-
mente en sus ríos y en los tratados existentes sobre la libre navegación fronte-
riza. Gracias a estos, el comercio se fortalece, utilizando las vías fluviales que
comparten con Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú, Venezuela, Guayana y Surinam.
La región de la Orinoquía colombiana tiene un interés especial en cuanto a su
importancia en términos de agricultura, ganadería y silvicultura, que se unen al

23
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

interés del Gobierno en explotar el petróleo presente en esta región. Sin embargo,
grupos de forajidos también han concentrado allí sus actividades delictivas, por
lo que se requiere que la estatalidad tenga control total de estas áreas evitando
también que sus vecinos quieran aprovechar esos posibles vacíos para cumplir
sus ideales expansionistas.
Teniendo en cuenta que la modernización de las Fuerzas Militares (FF. MM.)
en varios países ha sido marcada por una transformación generada por nuevos
desafíos para la defensa y seguridad de la nación, Colombia ha venido trabajan-
do en una alineación con los estándares internacionales militares, específica-
mente con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pues su alta
participación en el conflicto interno proporciona capacidades, dominio y reco-
nocimiento en el contexto internacional que les permiten ser consideradas unas
fuerzas interoperables con otros Ejércitos del mundo.
Es así como el plan de transformación emplea una metodología de “desarro-
llo de capacidades” que integra áreas fundamentales que potencializan el poder
de combate. Estas están enmarcadas en la doctrina, la organización, el material
y equipo tecnológico, el talento humano, la infraestructura, la logística, el entre-
namiento, así como los procesos de mantenimiento en la sostenibilidad que pro-
yectará a las FF. MM. para ser capaces de responder a varias responsabilidades,
roles y misiones; la intención es prepararse y entrenarse para la consolidación de
la paz y para apoyar el desarrollo del país (Chamorro. s.f).
Asimismo, el contexto geopolítico colombiano presenta una inestabilidad
y vulnerabilidad en las zonas de frontera, sobre todo las que comparte con
Estados débiles en sus ámbitos internos, donde confluyen diferentes fenómenos
transnacionales que se convierten en la atención global de diferentes agentes
del sistema internacional que buscan soluciones para mitigar estas amenazas
y desafían el rol de las FF. MM. y la Policía Nacional en la participación de ope-
raciones de seguridad interna, así como el desarrollo de herramientas interna-
cionales y marcos jurídicos. Por esta razón, el componente militar, desde hace
algunos años, se encuentra en un proceso de transformación para continuar
adquiriendo destrezas y técnicas de defensa y soberanía de la nación frente a
las diferentes amenazas.
Hasta ahora, la esencia de la estrategia colombiana ha estado direccionada
más hacia lo interno que lo externo. El Gobierno tiene una deuda histórica con
las fronteras; por años ha demostrado una baja o nula presencia institucional
en una zona con grandes vacíos que reflejan el incumplimiento a la protección

24
Estrategia y Estado

y consolidación de los derechos fundamentales, causando un círculo de pobre-


za, violencia y desatención que, en efecto, vulneran la normatividad consagrada
en la Constitución Política de 1991(art. 289 y 337) y la Ley 191 de 1995 sobre
fronteras, la cual dicta las disposiciones sobre estas zonas entendidas como
municipios y corregimientos especiales, directamente colindantes que cuentan
con actividades económicas y sociales de impacto para el país (Defensoría del
Pueblo, 2017).
En el campo político se evidencia una práctica que involucra la repartición de
competencias entre el Estado y las entidades locales, una territorialidad activa
que induce a estrategias de inclusión orientadas a las necesidades de los acto-
res; la consecuencia más visible que puede generarse de esto es un alejamiento
del centro de gravedad para la toma de decisiones hacia los niveles inferiores
(Molina & Farris, 2014).
Desde el punto de vista económico, las regiones fronterizas de Colombia
muestran un considerable retraso en su desarrollo con relación al resto del país,
llevando a una sobreacumulación de recursos en el centro del territorio y acen-
tuando el rezago de las fronteras; pese a los beneficios tributarios, arancelarios
y cambiarios creados para estas áreas, estos no han sido lo suficientemente efi-
caces para solucionar el estancamiento que se vive a diario desde hace décadas
(Zamara, 2014).
La perspectiva revisionista de la territorialidad es un elemento clave para
interpretar las conexiones entre lo global y lo local. En palabras más claras, es la
construcción del territorio que a su vez dan forma al Estado mediante factores
endógenos vinculados fuertemente a la identidad y los mitos; es así como las
zonas de frontera gestionan sus dinámicas locales con relación a su entorno y a
los condicionantes exógenos. Sin embargo, si se observan las tendencias a largo
plazo en materia de integración, el compromiso real no tiene precedentes entre
los intelectuales y las alturas de mando del Estado. Por lo tanto, se pretende
hacer una advertencia al descartar las fuerzas intelectuales, políticas anteriores
y actuales que, de diferentes maneras, defendían una convergencia con los veci-
nos hispanos (entre ellos Colombia) (Silva, 2013).
No obstante, las consecuencias para estos territorios se centran en los
procesos globales que en gran parte son positivos. Por un lado, el proceso de
integración regional ayuda a Colombia en el auge de cooperación, herramien-
tas preventivas económicas, recursos para facilitar la comunicación, refuerzo
de la presencia militar, construcción de medidas de confianza y seguridad y, por

25
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

otro lado, como impulso para continuar con la consolidación del territorio en
temáticas como monitoreo del cumplimiento de los diferentes tratados o conve-
nios y acciones de sanción por incumplimiento a lo adoptado.
Es importante precisar que la ubicación de Colombia en la región cuenta con
un factor determinante en su rol e incidencia en el Caribe, el cual no ha sido apro-
vechado en su totalidad. Este análisis nos permite evidenciar que se requiere de
un fortalecimiento en la defensa estratégica que busca proyectar los imperativos
geopolíticos y fines del Estado modificando de esta manera las lógicas (debili-
dad-limitación) geopolíticas heredadas de la Corona española.
En resumen, desde sus orígenes, la estrategia está vinculada directamente al
campo militar, debido a la gran contextualización que se ha venido desarrollando
en la historiografía de las grandes batallas a la luz del realismo ofensivo y es-
tructural en la lucha de los Estados, el cual permite obtener y mantener su poder
estatal generado por la necesidad de maximizar su propio poder relativo, una
capacidad que representa la suma total de una serie de atributos nacionales.
La esencia del poder estaría enmarcada en el campo militar basado en el
tamaño y la capacidad de sus FF. MM. en comparación con otros, y esto depen-
derá en gran medida de los términos socioeconómicos, de la riqueza que posea
y el tamaño de su población, es decir, que los Estados operan con la premisa de
la estructura del sistema internacional, el cual explica su comportamiento en la
búsqueda del poder y las consecuencias que se generan en la política interna-
cional. Por esta razón, la Gran Estrategia debe estar enfocada en las distintas
formas, habilidades de empleo del poder y la garantía del cumplimiento de sus
intereses nacionales enmarcados en salvaguardar la defensa y seguridad de su
territorio (Álvarez & Fernández, 2018).

Acercamientos a las perspectivas


de la temática
Estrategia. Geoestrategia. Geopolítica. Guerra
Para integrar estos cuatro conceptos es necesario enmarcarlos en el contexto
de la política exterior, definida desde varias disciplinas. Modelski (1962) la define
como un sistema de actividades desarrolladas por las comunidades para cam-
biar el comportamiento de otros Estados y ajustar sus propias actividades al
entorno internacional; también se entiende como una de las ruedas con las que

26
Estrategia y Estado

opera el proceso de la política internacional y consiste en los intereses naciona-


les que deben ser fomentados en relación con otros Estados.
La globalización y los fenómenos transnacionales, la innovación tecnológica
y los lazos transculturales son factores que influyen en las relaciones internacio-
nales de los Estados. Sin embargo, también lo son las limitaciones e intereses
geoestratégicos como en el pasado un conjunto de factores geográficos segui-
rá teniendo voz en la política internacional, tanto para Colombia como para los
demás naciones del mundo que desean aprovechar al máximo sus recursos.
Además, se caracterizan las formas de política exterior de un Estado aunque no
se ocupe de las motivaciones ni de los procesos de toma de decisiones espe-
cialmente políticos.
La geoestrategia de un Estado no está necesariamente motivada por facto-
res geográficos o geopolíticos ya que este puede proyectar el poder a un lugar
por razones ideológicas o grupos de interés. La geoestrategia ha sido general-
mente objeto de preocupación por parte de la comunidad académica; después
de la Segunda Guerra Mundial, la geoestrategia se asoció con las ideas antilibe-
rales de orientación nazi y, más tarde, con los círculos militares realistas de de-
recha; en los últimos años, el concepto de geoestrategia se ha extendido como
una dimensión analítica (Rivarola & Briseño, 2013).
Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX se comenzaron a construir las
diferentes visiones e interpretaciones de las relaciones internacionales. Mientras
tanto, el desarrollo y evolución del sistema internacional cuenta con tres marcos
teóricos que prevalecieron y se convirtieron en los más citados: 1. Realismo;
2. Interdependencia, y 3. Dependencia representativa de la corriente marxista.
Desde la visión realista, se fundamenta en tres postulados que argumentan que
el Estado es el actor más relevante en el estudio de las RR. II., las cuales están
basadas en la relación existente entre la paz y el poder y, por último, marcan una
diferencia entre política exterior e interna (doméstica). Adicionalmente, pueden
desprenderse otros elementos complementarios de la perspectiva realista del
mundo: la relevancia del balance de poder como una manera de lograr cierta es-
tabilidad en un mundo anárquico, la autonomía de la esfera política respecto a la
económica y la ausencia moral en consideraciones de tipo internacional (Borda
& Tickner, 2011).
Para 2000, la tendencia de los Estados se enfocó en los procesos de violen-
cia, ruptura de sociedades y aparición de guerras con valor geoestratégico sig-
nificativo que empiezan a ser visibles y, en cierto modo, frecuentes. Así, muchos

27
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

estudios manifiestan que el número de duración e intensidad de las guerras inte-


restatales se encuentra en disminución. Para el siglo XXI, la geoestrategia, como
disciplina, ha sido vinculada al paradigma “territorial” en un mundo cada vez más
representado y afectado por amenazas no estatales y desterritorializadas. Por
ejemplo, la ciberguerra y el ciberespionaje pueden producir tensiones políticas
de alto nivel, crisis internacionales y amenazas deslocalizadas. Los ataques ci-
bernéticos a infraestructuras claves pueden tener efectos devastadores en la
economía y la seguridad de los Estados. En este tiempo, el auge de los medios
digitales es una de las críticas más citadas de la geoestrategia clásica.
Asimismo, el estudio de la geografía que, combinada con la estrategia,
creó una nueva disciplina geoestratégica; mientras que la geografía es vista
como uno de los fundamentos del poder nacional, este estudio se centra en su
clásica conexión con la guerra. La comprensión de este vínculo ayuda a poner
en perspectiva el cambio de paradigma del pensamiento militar colombiano y
latinoamericano de finales del siglo XX y principios del XXI influenciado por los
rápidos cambios geoestratégicos de EE. UU. La geoestrategia caracteriza las for-
mas de política exterior de un Estado, aunque no se ocupa de las motivaciones ni
de los procesos de toma de decisiones especialmente políticos. Por lo tanto, no
está necesariamente motivada por factores geográficos o geopolíticos ya que este
puede proyectar el poder a un lugar por razones ideológicas o grupos de interés.
De acuerdo con Nielsen (2017), la geoestrategia es la dirección geográfica
de la política exterior de un Estado. Específicamente, identifica y describe dónde
un Estado concentra sus esfuerzos proyectando el poder militar y dirigiendo la
actividad diplomática. Sin embargo, los Estados tienen recursos limitados y, en
algunas situaciones, son incapaces, incluso si están dispuestos a llevar a cabo
una política exterior, por tal razón, deben centrarse política y militarmente en
áreas específicas del mundo.
Por lo general, los espacios económicos globales son una configuración
espacio-temporal de los territorios logísticos de interés para las grandes cor-
poraciones mundiales y las regiones-Estados. Con sus propios parlamentos,
moneda común y estrategias globales, dominarán los medios de producción,
circulación y consumo en los próximos años; también serán, por supuesto, los
centros de poder global que irradian mediante las multipolaridades locales y re-
gionales, aquellos cambios radicales e impactos del nuevo orden mundial sobre
los Estados-naciones periféricos que son fuentes de incertidumbre para los es-
cenarios futuros.

28
Estrategia y Estado

Pese a estas definiciones, no hay que desconocer el rol de la geografía en la


forma como un Estado obtiene ventajas sobre la eficacia de su política exterior
ya que la historia, los conflictos, la estrategia, las comunicaciones estratégicas,
la audiencia internacional y el rol que el Estado piensa desempeñar en la socie-
dad internacional son determinados en gran medida por su posición geográfi-
ca, y, en el caso colombiano, su situación geoestratégica es excepcional: casi el
95 % de su territorio está localizado en el hemisferio norte, lo cual encierra muy
particulares y significativas condiciones, apalancamientos e intercambios histó-
ricos y de futuro para el país (Marini, 1985).
Teniendo en cuenta lo anterior, Peltier y Pearcy (1996) reconocen seis fac-
tores que sustentan la confluencia de la geografía con la estrategia, fundamen-
tales para el pensamiento estratégico y la influencia (en diferentes grados) de la
guerra terrestre, naval y aérea:
• Accesibilidad: evaluación de la capacidad de seleccionar rutas de avan-
ce desde las bases o bases de origen hasta el destino.
• Movilidad: capacidad total de transporte en las rutas seleccionadas.
Este principio incluye la velocidad de avance, el efecto de las estaciones
del año y la existencia de caminos e instalaciones que puedan acele-
rar el avance. La movilidad depende no solo de la dirección del movi-
miento, sino también de lo que se va a mover y de la organización del
movimiento.
• Visibilidad: capacidad total de visión hacia adelante que depende de las
condiciones del terreno y del clima, así como de las actividades huma-
nas como el camuflaje, las cortinas de humo y todos los demás medios
visuales de ocultación. La visibilidad afecta al movimiento, al reconoci-
miento del objetivo y la creación de campos de fuego (ya sea directo o
indirecto).
• Comunicabilidad: posibilidad de emitir y recibir información por medios
electrónicos. También en este caso intervienen las condiciones geográ-
ficas, como la topografía y el clima, ya que pueden mejorar o perturbar
las comunicaciones electrónicas de diversos dispositivos.
• Disponibilidad: presencia de mano de obra y de armas en el lugar ade-
cuado, en el momento adecuado y en las cantidades adecuadas. Este
factor puede traducirse en capacidades logísticas que dependen com-
pletamente de las distancias desde el lugar de producción o el punto
de origen de la mano de obra hasta el campo de batalla. Además de

29
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

la distancia, el terreno y las condiciones climáticas son otros aspectos.


También se tiene en cuenta la geografía humana, es decir, el uso de la
geografía por parte de las fuerzas enemigas para perturbar la logística
de punto a punto. La vulnerabilidad de las rutas de suministro aumenta
con la distancia.
• Vulnerabilidad: capacidad de los militares de herir al enemigo y, vice-
versa, la capacidad del enemigo de herir a los militares. Este principio
encarna los cinco principios anteriores.
Estos principios son, de hecho, el paradigma clásico que vincula la planifica-
ción y la estrategia de la guerra, lo que significa que la planificación y la gestión
de la guerra dependen completamente de la geografía. El bando que asegure las
ventajas geoestratégicas ganará; por consiguiente, la geopolítica debe conside-
rarse un campo de estudio sintético que aborda cuestiones en la confluencia de
tres disciplinas académicas dispares y sus preocupaciones fundamentales: la
geografía, los estudios estratégicos y la historia. 

Figura 1. Triada de la triada geopolítica por Sloan

GEOGRAFÍA
GE
OG
GIA

RA
E

FÍA
AT R

HIS
ST
OE


RIC
GE

ESTRATEGIA HISTORIA
HISTORIA DIPLOMÁTICA

Fuente: Elaboración propia con información de Sloan (1984)

La figura 1 muestra la triada geopolítica que debe ser adoptada por los
Estados para el cumplimiento del interés nacional, desde tres conceptos inte-
rrelacionados que hacen parte de los insumos para la construcción de la Gran
Estrategia y se requiere que trabajen en sinergia. Por lo general, los académicos

30
Estrategia y Estado

lo analizan de manera individual proporcionando un sesgo político, social e in-


ternacional, en el que ha estado enmarcado el caso de estudio de esta investi-
gación por diferentes variables, entre las que se destacan, la mala interpretación
de su significación y que al no ser claro para los tomadores de decisiones, estas
son encaminadas de manera errónea.
Para capturar la conexión entre geografía y estrategia, Grygiel (2006) acuñó
la expresión holística geoestrategia, es decir: “el foco geográfico de la política ex-
terior de un Estado o adonde dirige su poder. Es un concepto de tipo descriptivo y
no normativo porque no propone hacia dónde debe dirigir un Estado su atención
y proyectar su poder” (p. 32). En el contexto de la proyección de la fuerza donde
se superponen el estudio de la estrategia y la geografía, se destaca la logísti-
ca, que es el “arte práctico de desplazar Ejércitos y mantenerlos abastecidos”
(Creveld, 2004).
De hecho, se ha sostenido que esta relación entre geografía y estrategia se
ha vuelto en gran medida invisible debido a que la teoría reconoce las afirma-
ciones del concepto de la geografía para la estrategia; puede sugerirse que la
importancia relativa, la escala y los componentes de estos factores pueden ha-
ber cambiado, pero siguen siendo los elementos básicos de la estrategia. Sin
embargo, no hay consenso en que estos tres factores geográficos discutidos por
Clausewitz sean o hayan sido igualmente útiles para discutir la proyección del
poder naval y aéreo (Gray & Sloan, 1999).
Por esta razón, la geografía cuando se manifiesta como geoestrategia, pue-
de entenderse mejor en el contexto de un teatro específico de operaciones mili-
tares; para el comandante militar no todos los aspectos de la fauna, flora, terreno
y el clima son de interés. Los rasgos geográficos se hacen más abstractos, se
simplifican y se esquematizan en un esfuerzo por seleccionar un examen más
detallado de aquellos rasgos geográficos que son relevantes para el objetivo mi-
litar. De acuerdo con Sloan (1984):
La relevancia de la geografía en las operaciones militares ha encontrado su
expresión en los escritos clásicos de Carl von Clausewitz. En “On War”, pu-
blicado en 1832, había un capítulo titulado “The Elements of Strategy” en el
que Clausewitz desarrolló una tipología de variables clave que un comandante
militar debe considerar antes de entrar en batalla. Consistían en: elementos
psicológicos, incluida la moral; la fuerza militar, incluido su tamaño, compo-
sición y organización; la geometría de la situación, incluidas las posiciones y
movimientos relativos de las fuerzas y sus relaciones (distancia, etc.) con los
obstáculos, canales, objetivos, etc.; el terreno, incluidas las montañas, los ríos,

31
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

los bosques y las carreteras, todo lo cual podía influir en las actividades mili-
tares; y la oferta, incluida la cantidad dada, el tamaño de la fuerza, los medios
para asegurarla y las fuentes. (p. 25)

Esta nueva realidad se basa en una mayor diversidad de actores, vínculos y


conceptos. Por ejemplo, la coexistencia de varios centros de poder tales como
instituciones internacionales, organizaciones regionales o temáticas, actores no
estatales, diversas redes transnacionales y Estados que deberían seguir siendo
el componente básico de las RR. II. La geoestrategia moderna, vinculada al dere-
cho internacional, se comienza a basar en textos universales complementados,
de manera pragmática por acuerdos bilaterales o multilaterales en términos de
orden, poder, cultura, tecnología, economía y geografía. 

Figura 2. Triada de la estrategia por Buzan

ESTUDIOS
ESTRATÉGICOS

RELACIONES
INTERNACIONALES

COMPONENTE
MILITAR

Fuente: elaboración propia con información de Buzan (1991)

La figura 2 muestra la triada de los estudios estratégicos, entendida como


el arte o ciencia para adecuar los medios en aras de conseguir un fin en un es-
cenario en conflicto; los estudios estratégicos no resultan fáciles de definir. Esta
disciplina, a luz de las RR. II., tiene una relación bastante cercana y se enlaza en

32
Estrategia y Estado

varias aristas. La analogía que mejor explica esta sinergia la determina Buzan
(1991) cuando afirma que desvincular estos dos conceptos no resultaría en un
análisis real y caería en el equivocado postulado de interpretación; asimismo, es
interesante que el objeto de estudio lo compone la estrategia militar.
El concepto de globalización puede interpretarse desde dos visiones y estas
a su vez pueden integrar los puntos de vista de los diferentes campos del poder;
para unos, es una apuesta que vincula un mundo mejor y más pacífico; para
otros, un caos total. En efecto, el concepto se documenta al final del siglo XX y
tiene una fuerte influencia para cambiar el mundo debido a la reorganización a
que los Estados se fueron sometiendo con relación a sus necesidades internas
en una búsqueda continua de evolución de las relaciones sociales.
De hecho, la globalización ha sido el medio por el cual se ha creado un nuevo
orden, una nueva geopolítica donde las relaciones políticas, sociales y económi-
cas se transforman al nacimiento de un Estado transnacional, el cual ocasiona
que el individuo ocupe el centro del análisis y deje de pertenecer solo a un Estado
para convivir en uno o varios Estados extranjeros que producen una mezcla de
culturas en una nueva cultura. A esto se le conoce como Estado contendor, aquel
que coloca fin al Estado nacional, concepto apropiado para definir un Estado
influenciado por otros en un mundo inevitablemente globalizado (Flores, 2016).
En general, la relación entre la geografía y la estrategia es compleja. Sin em-
bargo, es claro que el pensador estratégico debe asegurarse de que la estructura
geográfica del campo en el que se ejerce el poder militar siga siendo lo más
favorable posible al tiempo que se garantiza que los enemigos, potenciales o
no, estén en desventaja con respecto a la geografía en la que deben operar. En
la actualidad, existe un factor que determina en muchos casos la derrota o la
victoria geográfica de los Estados en las guerras contemporáneas: el poder de
las nuevas tecnologías de la comunicación.

Propuesta actual del Estado colombiano


impulsada por los niveles de estrategia
Para hablar más sobre las preocupaciones metodológicas, este estudio se basa
en la creencia de que no hay acciones políticas sin ideología. En este sentido,
hacemos una advertencia sobre el uso de la palabra pragmatismo, para describir
la política exterior o las orientaciones de desarrollo. En la raíz de las cosas siem-
pre se encuentran las ideologías y creencias que guían las acciones y estas no

33
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

pueden entenderse con los instrumentos analíticos materialistas solamente; por


lo tanto, la elección de explorar las tradiciones del pensamiento geopolítico per-
mite captar una dimensión del pensamiento estratégico que incorpora tanto un
lado materialista como uno idealista. En este sentido, el marco analítico de este
documento de la geoestrategia y la integración regional es que, en el fondo, es
una forma de discutir tres temas básicos: la estrategia de desarrollo (economía
política), el lugar que uno ocupa en el mundo (espacio territorial) y la cuestión de
la nación (identidad).
El regionalismo y la construcción de bloques se están convirtiendo en un modo
de organización estatal que se superpone cada vez más a las unidades centrales
del actual sistema de Estado-nación. Los estudios también señalan que estas ten-
dencias van más allá de Europa como sugiere este escrito; América del Sur es un
caso interesante en el que puede analizarse el surgimiento de una nueva “región
geoestratégica”; ya que el concepto de región implica diferentes dimensiones (cul-
turales, económicas o espaciales), los estudios de este fenómeno no deben evitar
tener en cuenta las perspectivas geoestratégicas (Lawson, 2017).
De acuerdo con Strachan (2005), se accede a una estrategia militar exitosa
cuando se identifican claramente los objetivos políticos, se evalúan las venta-
jas comparativas en relación con el enemigo, se calculan cuidadosamente los
costos y beneficios, se examinan los riesgos y recompensas de las estrategias
alternas. El propósito de la estrategia militar es singular, pues está concebida
para que el Estado sea capaz de hacer uso de la guerra, de modo que pueda, si
es necesario, utilizar la fuerza para cumplir sus objetivos políticos.
Por lo tanto, el miedo lleva a las potencias a centrarse principalmente en ase-
gurar sus capacidades ofensivas militares. Así, para los neorrealistas ofensivos,
los Estados se centran principalmente en definir qué países son amenazas para
su supervivencia basándose esencialmente en las capacidades ofensivas de sus
rivales y no en sus intenciones. La guerra es el resultado natural y obvio de esta
competencia. La Gran Estrategia no tiene por qué ser grandiosa ni ambiciosa,
sino que, debido a que tiene su origen en el campo militar, su propósito es con-
ducir al uso exitoso de la fuerza militar en tiempos de guerra y paz. En la paz se
relaciona con el uso de la coerción y la disuasión (Hooft, 2015).
Milani y Nery (2019) sostienen que una Gran Estrategia debe ser asumida
como una identificación consciente para el establecimiento de prioridades en
términos de política exterior, objetivos de defensa, cooperación internacional y
asociaciones con empresas nacionales con el fin de ser analizada bajo los campos

34
Estrategia y Estado

que la requieren y continuar con su utilidad para el consenso de ideas en la pos-


tulación del alto nivel. Al analizar las nuevas guerras, se plantea un nuevo corpus,
el cual relaciona la construcción de una legitimidad política por el claro vacío de
seguridad que viven las naciones; en los esfuerzos de democratización en estas
situaciones complicadas se hace necesario recurrir a la utilización de la fuerza
militar, junto a las capacidades civiles, transformando de esta manera la natura-
leza de los Estados, e incentivar el actuar bajo el marco multilateral. Es así como
posteriores historiadores y pensadores aluden al rol de las FF. MM. en la época
moderna con una decisiva participación en el nacimiento de nuevos sistemas
económicos (Kaldor, 2010).
En mayor o menor medida, la dimensión geográfica se está reincorporando
en el análisis de las ciencias sociales desde diferentes puntos de vista; las nue-
vas geografías del poder están bajo escrutinio desafiando el enfoque tradicional
centrado en el Estado-nación, al menos teniendo en cuenta su erosión. Sin duda,
el surgimiento de la Unión Europea (UE), como un nuevo bloque regional con
características de Estado, forma parte de ello. Se dice que el primer estudio geo-
gráfico sistemático de la región que hoy llamamos América Latina fue realizado
en el decenio de 1570 por el geógrafo y cosmógrafo oficial del Consejo de Indias,
López de Velazco, quien identificó tres subregiones dentro de los territorios
españoles: las Indias Septentrionales, las Indias Occidentales (el Caribe) y las
Indias Meridionales (Barton 1997). Fue entonces, como las Indias del Sur, cuan-
do América del Sur recibió lo que podría haber sido uno de sus primeros recono-
cimientos oficiales como territorio geográfico; en efecto, desde los tiempos de
la Colonia, el pensamiento geográfico ha sido una importante área de reflexión
y política para la administración española, con importantes contribuciones de
académicos extranjeros como el alemán Alexander von Humboldt.
Si la comprensión geoestratégica significa ser consciente del espacio que
ocupa un Estado (o la idea de un Estado) y su relación con el mundo que lo rodea,
uno de los primeros y más influyentes pensadores geopolíticos hispanoameri-
canos fue probablemente Francisco de Miranda (1750-1816). Con antecedentes
como oficial militar de la Corona y como uno de los primeros enciclopedistas
hispanoamericanos, Miranda no solo se preocupó por la independencia, sino
también por crear las condiciones para mantener un Estado soberano. Durante
su exilio en EE. UU., a principios del decenio de 1780, empezó a concebir abier-
tamente la posibilidad de hacer una revolución en la América hispana, o lo que
también denominó “América Meridional” (América del Sur). Las definiciones

35
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

geográficas no iban de la mano de la noción (cultural) de nación que abrazaba


Miranda, ya que no se refería al espacio geográfico sudamericano, sino a todas
las posiciones españolas en las Américas desde la Patagonia hasta el Misisipi
(López, 2011). 

Figura 3. Contexto estratégico

FINES

CAMPO OBJETIVOS POLÍTICOS


MEDIOS DE LOS ACTORES
INVOLUCRADOS
MILITARES SISTEMA
INTERNACIONAL

ESTUDIOS
ESTRATÉGICOS

Fuente: elaboración propia con información de Buzan (1991)

La figura 3 muestra la relación de los conceptos y su rol en el contexto es-


tratégico de la siguiente manera: el sistema internacional se refiere al campo de
acción; los fines representan los objetivos políticos de los actores involucrados,
y, finalmente, los estudios estratégicos son fuertemente relacionados bajo el en-
tendido de los medios militares. En suma, el trabajo de estos tres en sinergia
podrá alcanzar la estrategia nacional.
Para efectos de la presente investigación, se considera que los objetivos po-
líticos deben dictar la estrategia militar; y la estrategia debe anticipar cómo se
proyecta con éxito la fuerza de un lugar a otro, cada uno de los cuales contiene
configuraciones de la geografía tanto física como humana. Los emplazamientos
próximos pueden percibirse a menudo como aproximadamente similares a lo
largo de una región homogénea, pero en última instancia son únicos.
Entre tanto, para Colombia, en el contexto de capacidades de la Fuerza
Pública, se entiende por concepto estratégico el análisis de las condiciones y
circunstancias de tipo político, social, económico y ambiental, entre otros, los
cuales están inmersos a escala local, nacional, regional y global con tenden-
cias que pueden surgir desde temprano y a largo plazo, pero que al final pueden
presentarse como una amenaza a la defensa y seguridad de la nación. Para di-
rigir se requiere la construcción de un concepto estratégico que servirá para la

36
Estrategia y Estado

planeación conjunta y coordinada de las operaciones. Por consiguiente, entre


las variables de defensa, fines, medios y modos, este último corresponde al rol
de los soldados en el modelo de planeación operacional enfocado en escenarios
futuros (Ministerio de Defensa Nacional [MDN], 2018).

Pensamiento estratégico orientado a las relaciones


estratégicas con EE. UU.
De acuerdo con Galeano (2012), en Colombia, el paradigma teórico que ha pri-
mado en materia de política exterior fue el propuesto por Marco Fidel Suarez,
denominado respice polum (“mirar hacia el Norte”)1 y cuya primacía se ha dado
durante la mayor parte del siglo XX y XXI. La concepción de Suárez fundamentó
el ejercicio de interacción de Colombia con el sistema internacional y EE. UU.,
posicionando a estos como guía y epicentro del ejercicio de la política exterior
colombiana.
Según Borda (2010), la Doctrina Suárez se formuló en un contexto en el cual
EE. UU. estaba fortalecido por su triunfo en la Primera Guerra Mundial; Europa
destruida, y Oriente Lejano completamente desconocido para Colombia. Su pro-
pósito era, además de construir un pilar de apoyo para la visión colombiana de
inserción en el contexto internacional, propiciar un acercamiento con la poten-
cia continental. Lo anterior, debido a que la separación del canal de Panamá, en
1903, marcó un periodo de distanciamiento con EE. UU., país que respaldó, públi-
camente la secesión de los panameños y, de paso, marcó una verdadera ofensa
para una nación que recién había salido de una guerra civil.
Sin embargo, durante las dos últimas décadas, los cambios en muchos de
los Gobiernos de la región a nivel ideológico han puesto en tela de juicio la pree-
minencia estadounidense. Por otro lado, el Gobierno de Colombia ha sido estable
en sus relaciones con EE. UU., a diferencia de las direcciones de sus vecinos.
Desde 1999, ambos países han firmado varios acuerdos de cooperación y han
colaborado estrechamente en la lucha contra las drogas y la resolución del con-
flicto interno.
Es evidente que la capacidad de los Gobiernos de turno por insertar a
Colombia en los diversos escenarios mundiales se ha visto minimizada por la
dependencia de EE. UU., ya que la relación entre los dos Estados evolucionó des-
de la cordialidad mutua durante la mayor parte del siglo XIX y principios del XX

1
Doctrina o visión ideológica que consagró a Colombia con una posición de subordinación respeto de
EE. UU.

37
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

hasta una reciente asociación que vincula a los Gobiernos de ambas naciones
en torno a varias cuestiones clave; esto incluye las luchas contra el comunismo
y las drogas y la amenaza del terrorismo, enmarcada en contrarrestar el crimen
organizado, debido a los ataques del 11S.
Como se ha descrito, es imposible separar el efecto de la autonomía de América
del Sur de la geoestrategia de EE. UU. Antes de la más reciente ola de regionalismo
sudamericano, Brzezinski (1997) identificó el fortalecimiento de las posiciones eco-
nómicas y militares de ocupación e influencia en tres penínsulas claves de Eurasia:
Europa, la península arábiga y el sudeste asiático, como un gran imperativo geopo-
lítico de EE. UU.
El marco teórico en el cual se estableció Colombia fue, y sigue siendo, poco
claro. Es decir, un agente importante como el Gobierno dejó de lado las cons-
trucciones teóricas que se venían dando en el sistema internacional, razón por
la cual no se logra evidenciar si se perfilaron por un pensamiento realista, que
consolidaba su ejercicio en el poder de la fuerza o si lo hizo con base en las or-
ganizaciones internacionales enmarcado en una visión neoliberal de las RR. II.
(debido a la ausencia de moral en consideraciones de tipo internacional). 

Tabla 1. Jerarquía de conceptos operaciones del sector de Seguridad y Defensa

Fuente: MDN (2018)

38
Estrategia y Estado

Niveles de la estrategia en Colombia: una visión desde


el sector Defensa
Bajo la dirección del Comando General de las Fuerzas Militares (CGFM), el sec-
tor Defensa, mediante el Manual Fundamental Conjunto, MFC 1.0, Doctrina
Conjunta, se encarga de explicar la estratégica implementada por las FF. MM.
Para ello, ha tenido el arduo trabajo, en primera instancia, de clasificar los nive-
les de la guerra: estratégico, operacional y táctico con relación a los objetivos
nacionales. La conducción de la guerra se efectúa normalmente en tres niveles
(CEDCO, 2018, p.40), cuyos alcances son:
1. Nivel estratégico: nivel de la guerra en el cual una nación, a veces como
miembro de un grupo de naciones, determina los objetivos y la orienta-
ción de seguridad estratégica nacional o multinacional (en una alianza o
coalición) y luego desarrolla y utiliza los recursos nacionales para alcan-
zar esos objetivos.
2. Nivel operacional: nivel de la guerra en el que se planean, conducen y
sostienen campañas y operaciones mayores para cumplir los objetivos
estratégicos dentro de teatros y otras áreas operacionales.
3. Nivel táctico: nivel de guerra en el que se planean y ejecutan batallas y
encuentros para alcanzar objetivos militares asignados a unidades tác-
ticas o fuerzas de tarea.
Por otro lado, la estrategia es una idea prudente o un conjunto de ideas
donde se emplean los instrumentos del poder nacional en un área geográfica
específica para lograr una orientación de seguridad estratégica nacional o mul-
tinacional. El presidente de la república, en compañía del Consejo de Seguridad
Nacional (CSN), su principal asesor en temas de seguridad y defensa, define la
Gran Estrategia, la cual está destinada a afianzar fines específicos y prevalece
sobre las otras. El jefe de la cartera de Defensa los traduce como objetivos mi-
litares estratégicos sectoriales que permiten identificar el proceder del plantea-
miento, conducción y ejecución militar. De acuerdo con esto, se han planteado
los siguientes niveles estratégicos:
1. Conducción estratégica nacional: acción ejercida por el presidente de
la república para alcanzar los objetivos político-estratégicos naciona-
les identificados para las diferentes hipótesis de conflicto o de guerra,
mediante el empleo del poder nacional. Sus medios de acción son los
campos político, económico, social y militar.

39
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

2. Conducción estratégica militar general: acción ejercida por el coman-


dante general de las Fuerzas Militares para alcanzar los objetivos deter-
minados por la conducción estratégica nacional, mediante el empleo de
las FF. MM.
3. Conducción estratégica militar operativa: acción ejercida por el coman-
dante de un teatro de operaciones para alcanzar el objetivo estratégi-
co militar impuesto en el correspondiente plan de guerra, mediante el
empleo de los medios asignados a ese teatro y la realización de la res-
pectiva campaña. Esta conducción operativa es una continuación de la
estrategia militar general y, a la vez, da origen a la conducción táctica.
• La conducción militar de la guerra es una responsabilidad del
mando de las FF. MM. y tiene el carácter de conjunto. Podrá pre-
sentarse en forma combinada cuando los acuerdos internaciona-
les así lo determinen. La conducción militar corresponde a todas
las actividades que realiza un comandante de unidad en tres eta-
pas: la planificación, la preparación y la ejecución.
• La responsabilidad de la conducción militar trae como responsa-
bilidades implícitas las de dirección y control.
• El control, como responsabilidad inherente a todo comandante,
tiene dos formas básicas: la supervisión de la ejecución coordi-
nada y oportuna de las actividades ordenadas y la comprobación
de la eficacia. 

Tabla 2. Niveles de la estrategia

NIVEL ACCIÓN RESPONSABLE MEDIOS ÁMBITO OBJETIVO PLAN

Defensa y
Estrategia Poder Interno - Estrategia
Dirección Presidente seguridad
nacional nacional externo nacional
nacional

Estrategia
Teatro de la Plan de
militar Conducción COGFM FF. MM. La guerra
guerra guerra
general

Estrategia Comandante
Fuerza Teatro de Plan de
militar Ejecución teatro de La campaña
asignada operaciones campaña
ocupacional operaciones

Fuente: CEDCO, MFC 1.0

40
Estrategia y Estado

Finalmente, las amenazas internacionales, así como los obstáculos geográ-


ficos, limitan en muchas ocasiones el pensamiento crítico del estratega; así, la
resistencia a proseguir la integración es, en efecto, una característica importante
de los debates políticos internos de cada país; en algunos casos, se teme el pa-
pel; en otros, se trata de evitar una vinculación con cualquier tipo de dimensión
supranacional o desviación del comercio internacional. Este debate es extenso y
hay mucha literatura que se ocupa de él, pero en este sentido, puede verse una
posición sin precedentes entre las actuales alturas de mando del Estado, a favor
de una mayor integración sudamericana.

Conclusiones
Es importante resaltar que el concepto de estrategia no se encuentra ligado a
un solo campo de investigación, una disciplina exacta ni a la práctica, ya que su
definición se enmarca en la interpretación que brindan los académicos y toma-
dores de decisiones, debido a los probables cambios en el marco de una mayor
globalización que se espera en el futuro (tecnológico, económico y social).
Colombia es un aliado clave de EE. UU. en la región; con relaciones di-
plomáticas iniciadas en el siglo XIX tras la independencia de Colombia de
España, los países han disfrutado de estrechos y fuertes lazos. Como es bien
sabido, la fuerte influencia de EE. UU. en nuestros país no está aislada de
las tendencias políticas latinoamericanas. Una vez finalizada la Guerra Fría,
América Latina se mantuvo como una región donde la influencia norteame-
ricana permaneció en gran parte sin ser cuestionada. De forma semejante,
Colombia ha tenido una estrecha relación con esta potencia vencedora que
ha influenciado fuertemente sus políticas internas, para la construcción de
una política exterior lineal a la suya, que se destaca como una de las tenden-
cias históricas de sus RR. II.
Ante todo, Colombia y EE. UU. mantienen unos vínculos que se han fortale-
cido de manera exponencial, llegando al punto de trabajar bajo el marco de la
cooperación bilateral y triangular, desarrollada por ambos países para la inter-
vención en otras partes del mundo. Puesto que nuestra nación ha demostrado
ser un socio activo de EE. UU., a lo largo del tiempo ha adquirido un reconoci-
miento en la región por su trabajo en fortalecer sus políticas para contrarrestar
los diferentes fenómenos que afectan al país, generando de esta manera que ya
no se constituya una amenaza para la seguridad nacional o regional, elaborando

41
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

acuerdos para desarrollar la asistencia a los países afectados por el crimen or-
ganizado transnacional (COT).
Respecto del caso de estudio, se identificaron los intereses geopolíticos de
Colombia para el siglo XXI y los lineamientos geoestratégicos de acuerdo con las
transformaciones en la política exterior. En consonancia, se logró consultar de ma-
nera precisa el área de interés no solo desde su perspectiva teórica, sino la integra-
ción práctica en el caso colombiano según los intereses nacionales y regionales.
Se abordó, así mismo, un esquema de análisis en el campo de la creación
e implementación de la estrategia que Colombia ha seguido para adquirir su
estatus y reconcomiendo internacional, con miras a contribuir a la operación
historiográfica describiendo cómo funciona la práctica y la escritura de la histo-
ria militar, analizando de esta manera el discurso histórico, el cual tiene un lugar
de producción, por cuanto los académicos tienen la necesidad de reconocer su
presente, los preceptos teóricos y los límites de la construcción del texto, con el
fin de obtener una creación, validación y divulgación de un arte literario.
La literatura que analiza una definición parcialmente exacta del concepto de
estrategia y su rol en los campos del poder nacional es escasa; los documentos
gruesos y construidos más rigurosamente de que disponemos a la fecha evi-
dencian, para el caso colombiano, una estrategia creada desde el campo militar
según los tres niveles: táctico, operativo y estratégico, los cuales deben articu-
larse con la Gran Estrategia formulada por el alto nivel de política construida a
partir de la necesidades internas del campo político, económico, social, cultural,
geográfico y medioambiental, entre otros que permiten continuar la dinámica
activa del sistema.
No obstante, la construcción de la estrategia nacional tiene una fuerte ali-
neación con la política internacional estadounidense debido a la cercanía que
se mantiene en el marco de los escenarios internacionales, los cuales se en-
cuentran liderados por el Gobierno de EE. UU. Hasta la fecha, esta nación ha
proporcionado grandes apoyos económicos y técnicos, generando una fuerte
dependencia con su país donante para continuar con estos acuerdos sin perder
lo que ya se ha conseguido, sobre todo en lo que se refiere a contrarrestar el COT
y su conexión con el conflicto armado que ha perdurado por décadas y tanto mal
le ha generado a Colombia, lo que a su vez ha distanciado de cierta manera el
interés de Europa por nuestro país.
A nivel metodológico, durante la construcción del documento se evidenció
que gran parte de la literatura examinada asume el concepto de estrategia según

42
Estrategia y Estado

el particular campo de estudio y, en un gran porcentaje, desde el ámbito militar,


revelando una fuerte conexión entre ambos, por lo fue necesario realizar un filtro
riguroso con el fin de no perder el rumbo de la investigación.
Finalmente, Colombia ejerce un fuerte un liderazgo en la esfera estratégica
desde el campo militar, debido al gran compromiso demostrado en la creación
de insumos para los escenarios de interés nacional en los cuales se han ejer-
cido diferentes roles que han concebido una multiplicidad de actividades para
la proyección del país. Por esta razón, el objetivo principal de este documento
es proporcionar un estudio más detallado del concepto de Estado y Estrategia,
cómo se proyecta en el caso de Colombia y quién, hasta la fecha, se encarga de
la producción de información. En especial, se busca que este análisis se con-
serve como insumo en la construcción de la historiografía de colombiana. Sirva
este breve aporte como incentivo y propuesta a los lectores de las diferentes
disciplinas, para llevar más allá este apasionante desafío académico.

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

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Capítulo 2
Intereses nacionales
y estrategia de Estado*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.02

Andrés Pérez Galeano


Jesús María Díaz Jaimes
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El presente capítulo pretende hacer un análisis de la relación que existe entre
los intereses nacionales y la alta estrategia nacional. Para ello, el capítulo emplea de for-
ma estructural la definición de intereses nacionales, la cual se mueve entre corrientes
de pensamiento de las relaciones internacionales; cambiando y evolucionando, según
el momento histórico y el paradigma empleado. Las distintas formas de definir los inte-
reses nacionales no pueden clasificarse en buenos o malos, sino simplemente en dis-
tintos, adaptándose a la percepción que tienen los Estados y los teóricos sobre estas
definiciones. Así mismo, se propone llegar a una estrategia para impulsar a Colombia y
posicionarla en la región como un Estado en ascenso y que pueda, mediante esta activi-
dad, cumplir con el estado deseado para la nación: ser un Estado de bienestar común. La
estrategia estaría sustentada en las posibilidades reales y estructuradas en aspectos de
poder y conciencia neorrealista.

Palabras clave: Estado; estrategia general; estructura; intereses nacionales; sistema


internacional.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

49
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Andrés Pérez Galeano


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Especialista en Conducción de
Pequeñas Unidades, Escuela de Armas y Servicios, y profesional en Ciencias Militares,
Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”.

Jesús María Díaz Jaimes


Teniente Coronel (R) del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Estrategia y Geopolítica,
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; especialista en Ciencia Política,
Universidad Autónoma de Bucaramanga, y en Gerencia, Universidad Militar Nueva Granada.
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6595-8277 – Contacto: [email protected]

Citación APA: Perez Galeano, A. & Díaz Jaimes, J. M. (2022). Intereses nacio-
nales y estrategia de Estado. En A. Montero Moncada (Ed), Poder y estrategia.
Elementos para la supervivencia del Estado (pp. 49-73). Sello Editorial ESDEG.
https://doi.org/10.25062/9786289530483.02

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

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Intereses nacionales
y estrategia de Estado

Introducción
Con el nacimiento de los Estados, la humanidad define una de sus principales
preocupaciones y le da un contexto formal a una actividad que deriva del carác-
ter evolutivo de los hombres. Es la consolidación de fines colectivos que buscan
la protección de sus miembros, asegurando la supervivencia de ellos mismos.
Puede que entender esto nos lleve a concretar la primera idea de la aparición
de los Estados: garantizar la supervivencia del colectivo, y, como consecuencia,
la permanencia del Estado en el espacio y en el tiempo es el gran objetivo por
cumplir.
Para esta actividad en la que se compite con otros colectivos (Estados),
la idea puede resultar más compleja de como se plantea en estas líneas. Sin
embargo, muestra la importancia de la situación. Para poder asumir esta com-
petencia por la supervivencia se utilizan herramientas que van dirigidas a un ele-
mento constitutivo de los Estados: el poder. Mediante el poder, el Estado puede
influir sobre las demás unidades con que compite para acomodar la situación y
su entorno a sus aspiraciones.
La consolidación de un fin es la máxima para diseñar y consolidar planes en
que los Estados cifren sus esfuerzos; toda la capacidad del Estado se concentra
en el cumplimiento del fin. Y es así como desde la teoría realista de las relaciones
internacionales, podemos definir que la razón del Estado es su supervivencia y,
por ende, la supervivencia de los miembros del colectivo, del pueblo. “La proble-
mática de estudio está centrada en la seguridad nacional. La supervivencia del
Estado en un medio hostil, en el que la amenaza es constante y militar cons-
tituye el problema por definición” (Baber, 1995, p. 62). Pero a medida que las
teorías de las RR. II. evolucionan a lo largo de la historia, en especial el siglo XX,

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

encontramos elementos para entender el poder y cómo se destacan nuevos pro-


pósitos de la nación que trascienden la simple supervivencia y escala a niveles
transnacionales y constructivistas que imponen a la persona, al ser como centro
de los fines del Estado.
La seguridad nacional es una de esas herramientas que optimizan el sentido
de poder de los Estados y es susceptible de ser enfocado, según los precep-
tos de las teorías. “Esta nueva institución denominada Estado tiene como una
de sus principales funciones brindar seguridad a los ciudadanos de la comuni-
dad, seguridad frente a las amenazas externas e invasiones de otros Estados”
(Sagastegui, 2015, p. 3). En sí definen cómo conciben estos Estados su posición
o sus fines dentro de la geopolítica vecinal, regional o mundial. No podemos
quedarnos entonces en reflexiones que dejen por fuera la amplia gama de po-
sibilidades existentes en un mundo globalizado, con medios de transporte y de
comunicación de alta velocidad que reducen la distancia física y de comunica-
ción de los seres humanos.
El interés nacional alimenta la estrategia porque dicta el camino, la direc-
ción que debemos llevar para lograr tales intereses; para trazar un plan y esti-
pular una estrategia es muy importante saber qué esperamos obtener o en qué
Estado queremos terminar después de desarrollar las acciones que determinen
los Estados mediante los planes. Aunque la estrategia es dinámica, pues está
sujeta a una constante evaluación de los procesos propios de ella, si se tiene
una intención clara de lo que quiere lograrse, el rumbo se mantendrá claro y las
acciones se seguirán dirigiendo hacia ese punto anhelado. Entendemos enton-
ces que así como la concepción de los Estados ha cambiado según la época, los
tiempos y las vertientes teóricas, en ese mismo sentido, el concepto de interés
nacional ha evolucionado.
En este capítulo se analizan con detenimiento los intereses nacionales de
nuestra nación para entender cómo estos intereses están asociados a una es-
trategia de Estado; la sola consolidación de estos intereses es el planteamien-
to mismo de la estrategia; entender todo esto desde la teoría, pero llevado a la
práctica y ponerlo en un caso concreto como es Colombia son los retos que
asumimos. Para entender estos aspectos o herramientas abordaremos el en-
tendimiento del Estado, los conceptos de intereses nacionales y de estrategia de
Estado mediante una articulación del poder nacional.
En el desarrollo del tema no es nuestro interés hacer juicios de valor aca-
démico de las vertientes teóricas de las RR. II.; en sí son asuntos que salen de

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Intereses nacionales
y estrategia de Estado

nuestro alcance y sería inoficioso respecto del objeto que nos atañe, pues no
podemos desistir de ninguna de las teorías que existen, sino, por el contrario,
recolectamos herramientas de ellas en pro de adelantar nuestro escrito de la
forma más acertada posible y presentar un verdadero análisis desde un punto
de vista juicioso y disciplinado.
Buscamos entender las condiciones del empleo del interés nacional y la es-
trategia de Estado, como herramientas para la proyección de su poder en el ma-
nejo de las RR. II. en pro de las condiciones a las que el Estado desee estar para
el bien de la nación.

Hacia una definición de interés nacional


Las teorías de las relaciones internacionales establecen un campo diferencial de
la forma como se concibe el mundo; en evolución y en estudio académico, estas
teorías se basan en la forma como se relacionan los actores del sistema inter-
nacional y la estructura que lo soporta. “No hay un consenso sobre cuáles son
actores relevantes, en tanto que cada perspectiva teórica tiende a darle un peso
diferente a cada tipo de actor” (Sánchez & Liendo, 2018, p. 236).

El idealismo y los intereses nacionales


El idealismo surge como la respuesta de las relaciones internacionales a los
acontecimientos de la Primera Guerra Mundial; sienta una postura positivista de
dichas relaciones y establece, por consiguiente, que todo tiende a mejorar y que
lo que se espera son buenos elementos de asociación entre los Estados. Para
los idealistas, el centro de la discusión no son los Estados propiamente dichos,
sino los hombres:
La orientación de Zimmem, que goza de doble condición de académico y de
profesional, con experiencia en el Foreign office y en la sociedad de las na-
ciones, tiene un claro componente idealista (la eliminación de la guerra). Para
ello, Zimmem propone un estudio científico de las relaciones internacionales
con un contenido nuevo, sustituyendo las relaciones interestatales por las re-
laciones entre los pueblos. (Baber, 1995, p. 32)

Esto establece que el hombre trasciende la concepción de los Estados y los


supera respecto a sus fines; en ese sentido, el hombre puede sobrepasar los lí-
mites y las estructuras de los Estados con el fin último de su bienestar social,

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

económico y político. Sin embargo, para los idealistas no interesa a quién perte-
nece ese Estado, entonces este fin último que se percibe es común a todos los
hombres, sin importar a qué Estado pertenezca.
La única manera de mantener la paz entre los Estados es sacrificar, como lo
hacen los individuos, su salvaje libertad sin freno y reducirse a públicas leyes
coactivas, constituyendo así un Estado de naciones que aumentando sin ce-
sar, llegue por fin a contener en su seno los pueblos de la tierra. (Kant, citado
por Maldonado, 2017, p. 108)

En este concepto, si los Estados no diferencian a un ciudadano de su propio


Estado, con otro de un Estado diferente, entonces la naturaleza propia de los
intereses nacionales se pierde, porque al no existir la competencia entre ellos, no
hay razones para adelantar relaciones de política exterior para su propio bien. Lo
que importaría sería que los ciudadanos de todo el mundo consigan su fin.
Retomando, puede concluirse que los intereses nacionales se definen en un
Estado para establecer una forma de actuar respecto de los otros Estados com-
petidores; sin esta competencia, los intereses nacionales no tienen sentido, no
existirían en la práctica y mucho menos en el planteamiento. Se llamarían inte-
reses mundiales o intereses del hombre, aspecto que tergiversa totalmente el
planteamiento de intereses nacionales.

El realismo y los intereses nacionales


El realismo asume una postura pesimista de las relaciones internacionales por-
que ellas son el reflejo de las sociedades y, a su vez, de los hombres, cuya na-
turaleza es egoísta y así mismo, pesimista respecto de las relaciones con los
demás seres humanos.
Para el realismo, el poder se adquiere mediante el mismo poder; es decir, que
el poder se desempeña como un medio y un fin. Esta distinción es importante
porque establece que los Estados se encuentran en un espacio de las relaciones
de anarquía, entendiendo esta no como un desorden, sino como la falta de una
autoridad que regule el comportamiento de los Estados. Cuando se entiende que
hay anarquía, se entiende que hay una competencia por alcanzar el poder y de
esta manera incidir sobre las acciones de los demás Estados para adquirir más
poder.
Los intereses nacionales cobran una importancia relevante y son la ruta
para establecer la política exterior de los Estados. “La directiva principal
que ayuda al realismo político a encontrar la ruta a través del horizonte de la

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Intereses nacionales
y estrategia de Estado

política internacional es el concepto de interés definido en función del poder”


(Morguenthau, 1986, p. 16).
Es claro que los intereses nacionales son subjetivos, pues cada Estado tiene
características diferentes respecto de su conformación. Estas pueden ser geo-
gráficas, económicas, militares, políticas, económicas y sociales. Desde este
punto de vista, si los Estados son diferentes y compiten, su poder también es
diferente y si se remite a la teoría de las RR. II., si los medios son diferentes, los fi-
nes lo son en sí mismos. Puede establecerse que los intereses nacionales sufren
mutaciones en el tiempo porque los Estados van cambiando al paso de los años;
lo que para un Estado era importante hace treinta años, hoy puede no serlo.
Estas dos tendencias de los intereses nacionales son las más criticadas
desde posturas liberales. Según Weldes (2009), la falta de poder analítico y so-
brecargado de dogmatismo se emplea como arma para un debate de política
exterior y acciones del Estado. Más adelante establece también que los intereses
están dados para adquirir seguridad, poder y riqueza. Sin embargo, es necesario
entender que los intereses nacionales no son el resultado de un método científi-
co aplicado a un estudio de RR. II.
Para los realistas, la paz mundial se presenta como una utopía, hecho ex-
presado claramente por Morgenthau cuando expresa que hay dos formas de
conseguir la paz mundial: la conquista mundial y la convención constitucional
de Estados federados (Morguenthau, 1986).

El neorrealismo y los intereses nacionales


La teoría neorrealista determina los interese nacionales y entiende que son de
real importancia para la dirección de la política exterior de los Estados. Aunque
hace concesiones claras en la discusión con la teoría neoliberal, tiene también
aspectos importantes que la diferencian ampliamente y así mismo diferencia la
forma como se ven los interese nacionales desde las dos ópticas.
Para los neorrealistas, el sistema internacional es anárquico, pero, como ya
dijimos, esto no quiere decir que carezca de orden, sino que carece de una auto-
ridad que regule la existencia de los Estados y sus acciones. Este aspecto marca
la importancia de cómo se conciben los Estados y es en una competencia con
los otros Estados, en las RR. II. Como ya se planteó, si hay competencia, enton-
ces el Estado expresa sus intenciones mediante los intereses nacionales.
La visión negativa de esta teoría expresa también que se tiene que estar pre-
parado para rivalizar con otros Estados mediante el poder. Sin embargo, el poder

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

no es concebido para adquirir poder, sino que es una herramienta para adquirir
el Estado al que queremos llegar como nación. Con este postulado, desmiente
las premisas de los realistas que ven el poder por el poder y, en consecuencia,
la acumulación de este. Para determinar los intereses, se determina entonces
que estos son propios de cada Estado, subjetivos y caducos en el tiempo. Waltz
(2003) nos ilustra al respecto:
Si uno acepta la segunda idea, definirá el interés nacional en términos de po-
der, porque los hombres, por naturaleza, buscan el poder, pero esta vez por-
que en ciertas condiciones, el poder es el medio necesario para asegurar los
objetivos del Estado. En la primera instancia, el poder es un fin; en la otra, un
instrumento. (p. 40)

Una característica importante del neorrealismo es que acepta que el Estado


no es el único actor de la política internacional, pero sí, el más importante. Con
esta premisa, la responsabilidad de las acciones no recae en los otros organis-
mos diferentes a los Estados, pero sí entiende que pueden influenciar en el juego
de poderes.
La estructura del sistema internacional está determinada por la acomoda-
ción de los Estados mediante sus características y su relación con los poderes
hegemónicos (y esto a su vez determina sus intereses nacionales). La perspec-
tiva neorrealista de las relaciones internacionales sugiere que los Estados dejan
de lado las cualidades, los motivos y las interacciones con las demás unidades
sistémicas, no porque esos asuntos carezcan de interés, sino porque quieren
saber cómo las cualidades, los motivos y las interacciones de las unidades en
competencia se ven afectadas por la estructura competitiva del sistema. (Waltz,
2010, p. 81)
Para los Estados, estos intereses son diferentes y no pueden estandarizar-
se. Sin embargo, cada realidad política del Estado puede justificar sus propios
intereses; si no, no tendría sentido y los intereses serían una mentira que se está
diciendo el mismo Estado. Los Estados pueden tener intereses en la región, en el
mundo o hasta en su propio territorio, determinando la forma como el Estado se
ve a sí mismo. Por esta razón, y porque cada Estado es diferente, los intereses
no pueden ser iguales para todos los Estados.
Con estas características, puede determinarse cómo los intereses naciona-
les se definen como la hoja de ruta de las RR. II. y establecen su importancia real
respecto de cómo son puestos en acción para el posicionamiento de la nación
en su propio ambiente

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Intereses nacionales
y estrategia de Estado

El neoliberalismo y los intereses nacionales


Para los neoliberales de las relaciones internacionales, los intereses nacionales
existen, pero de una manera muy particular y positiva; es decir, los intereses
nacionales pueden establecerse con la colaboración de los otros actores del sis-
tema internacional. Este concepto se arraiga en uno de los paradigmas de las
RR. II. que son los elementos transnacionales. Esto es la capacidad que tiene el
escenario transnacional de influir sobre las decisiones de los Estados o de los
actores del sistema internacional.
Una de las características de esta teoría es que no reconoce al Estado como
el único actor de las RR. II., sino que estima también importantes aquellas orga-
nizaciones e instituciones que trascienden las fronteras físicas de los Estados y
tienen poder mediante la economía o el manejo de la opinión mundial. Con tantos
actores en un mundo globalizado, las acciones no son entre Estados que compiten,
sino entre variables de conveniencia respecto de las acciones que se realizan.
Una de las características de la teoría neoliberal es la concepción del sistema
internacional como positivo, sin ser utópico, aunque entiende desde su punto de
vista que los cambios de los Estados pueden influir en los otros Estados de ma-
nera positiva. Con esta concepción de cómo el poder puede utilizarse para bien,
los intereses nacionales quedan definidos no como tal, sino como una forma de
interés cooperativo que se establece para el bien de la región o, siendo ambicioso
el Estado, en términos de la paz mundial o establecimiento de las bases para ella.
Para complementar, desde la teoría neoliberal se entiende que el sistema in-
ternacional no es anárquico y que tiene unas regulaciones y elementos multilate-
rales que ejercen autoridad sobre los Estados y sobre los actores internacionales.
Esto aboca que si los Estados están supeditados a una autoridad, entonces sus
acciones autónomas están limitados por el derecho y la sujeción a esta autoridad.
En definitiva, el neoliberalismo subraya la relevancia de instituciones y regí-
menes creados por los seres humanos, sosteniendo de modo coherente la
tradición liberal que distintas condiciones sistémicas y, en concreto, diversos
grados de institucionalización del sistema llevarán a los Estados a definir de
manera diferente sus intereses y afectarán los incentivos que motiven sus
acciones. (Sodupe, 2003, p. 121)

Los intereses nacionales están supeditados no a la forma egoísta del Estado,


sino que se conciben como un bien propio por el bien de los demás, un asunto
bastante impresionante, pero que parte de la visión positivista de la política exte-
rior de la totalidad de los países.

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

El constructivismo y los intereses nacionales


Para el constructivismo, los interese nacionales existen y pueden definirse a
partir de la construcción de ellos mismos como reflejo de la sociedad en la que
se encuentran, esto en concordancia con el pensamiento constructivista de las
relaciones internacionales. “El interés nacional no es un invento de los teóricos
de la política, sino una construcción hecha a partir del análisis de la forma de
actuar de los políticos” (García, 2011, p. 56).
Sin embargo, es bastante esperanzador que se tenga en cuenta entonces
que el Estado existe y es un actor importante en las RR. II., aunque no el único,
como plantean los paradigmas de la globalización. Cuando los Estados existen,
los intereses nacionales existen.
El constructivismo se basa en la lógica de que la nación en sí es el espíritu
de los Estados y, por ende, la sociedad, que es la reunión de individuos de esta
nación, representa al pueblo, a los individuos. Si se determina entonces que la
sociedad establece los intereses nacionales, entonces estos están acordes a las
oportunidades que tiene de congregar en ellos el sentir nacional. “Los intereses
nacionales son construcciones sociales creadas como objetos significativos a
partir de los significados intersubjetivos y culturalmente establecidos con los
cuales es comprendido el mundo” (Weldes, 2009, p. 418).
Si los intereses nacionales son el fruto de una construcción de la sociedad,
entonces estos intereses nacionales o el resultado de la construcción son el re-
flejo de la sociedad, pueden determinarse por las necesidades que esta sociedad
conciba sobre ella misma y cómo desea desarrollar su política exterior, algo que
presentaría elementos que obstaculizarían la acción, pero no la harían imposible.
Un aspecto que no puede desestimarse es cómo la identidad nacional de
un Estado puede impulsar la conceptualización de los intereses nacionales del
Estado, pues a partir de dicha identidad nacional puede sacarse a flote un con-
senso sobre cómo llevar la política exterior del Estado. “Adicional al esfuerzo po-
lítico de discusión sobre los intereses nacionales, como ya lo mencionamos, los
esfuerzos para definir el interés nacional presuponen un acuerdo previo sobre la
naturaleza del país, elemento ligado con el de identidad nacional” (Álvarez, 2003,
p. 221). El hecho de que la nación se entienda a ella misma es la clave para po-
der definir los intereses nacionales, porque si se sabe quién es, la nación puede
determinar sus objetivos y así, trazar una hoja de ruta.

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Intereses nacionales
y estrategia de Estado

Definición de interés nacional para Colombia


Objetivos nacionales e intereses nacionales
La gran discusión desde el punto de vista académico, es cómo definir los intere-
ses nacionales para Colombia. Sin embargo, se ha caído en el dilema entre obje-
tivos nacionales e intereses nacionales. Para esto, un punto de aclaración que se
ha tratado anteriormente es cómo se definió intereses nacionales, desde la óptica
de las relaciones internacionales: los intereses de la nación son definidos desde la
perspectiva de las RR. II. y son descriptivos y prescriptivos (Álvarez, 2003).
Colombia no es ajena al sistema internacional. Es un Estado con un territorio
que tiene unas características diferenciales respecto de otros Estados, tanto por
su posición geográfica, los recursos que contiene en su territorio y las capacida-
des que desarrolla en su interior como nación.
Cada país, dependiendo de su organización política, cultura estratégica y el
contexto geopolítico especifico, formula sus intereses nacionales y asigna
una priorización o jerarquía como guía del planeamiento y criterio en la toma
de decisiones políticas. (Benavides et al., 2020, p. 119)

Los intereses nacionales de Colombia no son designados por la forma


como la nación quiere vivir; esos en sí serían los fines del Estado; para la defini-
ción de estos fines no se tiene en cuenta la interacción de Colombia en el contex-
to internacional y la ignora totalmente; entonces no pueden concebirse como
intereses nacionales. Si los intereses nacionales, como se vio anteriormente,
están definidos en la teoría de las RR. II., cuando los fines del Estado carecen de
este estimativo del sistema internacional, entonces niega ser por simple aso-
ciación, un interés nacional. Referencia narrativa en el texto. El artículo 2 de la
Constitución Política de Colombia (1991) señala:
Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consa-
grados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones
que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la
Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y
asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo. Las autoridades
de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes
en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y liberta-
des, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los
particulares. (Constitución Política de Colombia, 1991)

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

En la premisa anterior hay varios aspectos que han sido de clara brújula para
seguir respecto de cómo Colombia enfrenta la relación con otros países, en su
esfera regional y mundial, amenazas riesgos y oportunidades. Es claro que para
realizar una política exterior y, por ende, definir unos intereses nacionales, tiene
que existir una energía que haga germinar esta actividad en los países, pero esto
no quiere decir que estén dirigidos hacia el interior de la nación. Esta confusión
se presenta en la necesidad de entender cómo el interés nacional funciona pues,
como ya se vio, no obedece a una realidad científica o no es el resultado de una
ecuación matemática; por el contrario, es una decisión racional que establece el
estadista para justificar las acciones de su política exterior; definir los intereses
nacionales hacia el interior de la nación ignora de golpe la existencia de los de-
más Estados y asume que Colombia es el único Estado que existe.

Colombia, los intereses nacionales y el equilibrio de poder


en la región
Uno de los aspectos más importantes para definir los intereses nacionales de
Colombia es su posición de poder respecto de otros Estados de la región. Nuestro
país no tiene una proyección internacional mundial; sus alcances claramente son
limitados a la región. Por este aspecto, el análisis de la situación de Colombia
debe hacerse a ese nivel y sería infructuoso superar estas expectativas.
La situación de nuestro país se establece desde las amenazas y las opor-
tunidades que se presentan en las relaciones en la región; desde una pers-
pectiva clara de ver hacia el Norte como soporte de su política exterior, hacia
el sentido de permanecer en un escenario de amenazas por la capacidad que
tienen sus vecinos respecto de la acumulación de poder. Cuando los vecinos
aumentan su poder sobre la región, el poder relativo de Colombia disminu-
ye. En este sentido, la posibilidad de que ese poder de los Estados vecinos se
aplique sobre nosotros es peligroso en su concepción misma, es la forma de
perder la capacidad que tiene el Estado colombiano de perseguir sus propios
designios y someterse a la voluntad de otros Estados de la región y más espe-
cíficamente a la posibilidad de afectar los intereses nacionales en la región. Por
esta situación, se entiende que la principal acción de nuestros intereses nacio-
nales es protegernos de los intereses nacionales de los demás Estados. Una
clara muestra de las amenazas que se ciernen sobre nuestros intereses nacio-
nales es la cooperación militar que se ha establecido entre Rusia, Venezuela,
Nicaragua y Cuba:

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Intereses nacionales
y estrategia de Estado

También se llevaron a cabo ejercicios militares conjuntos entre Rusia, Vene-


zuela y Nicaragua. En este sentido, el proceso de acercamiento y coinciden-
cias entre Moscú y Managua y la venta de armamentos rusos a Nicaragua
han sido vistos con animadversión en algunos países centroamericanos
como Costa Rica. (Rodríguez, 2019, p. 127)

Esta cooperación establece un nuevo equilibrio de poder en la región (o des-


equilibrio), pues la inferioridad de las capacidades militares de Colombia respec-
to de los antes mencionados países nos pone en una relación de riesgo. Nuestro
país se ha enfrascado en una guerra interna que continúa y sus capacidades
estratégicas son bastante limitadas, es decir, que las capacidades relativas de
Colombia son menores a las de los países mencionados.
La cooperación ruso-venezolana en defensa vino a ser un renglón destaca-
do de los nexos de Moscú con América Latina. El presidente Chávez solicitó
bombarderos y acordó ensayos aéreos y navales de guerra en el Caribe con
las fuerzas armadas rusas, con la participación del portaviones Pedro el Gran-
de. (García, 2012, p. 71)

No es solamente el poder militar el que afecta la relación de poder en la re-


gión; también está la capacidad diplomática de los Estados que tienen que ver
en este aspecto. Nuestro país es visto en la región como el portavoz de la políti-
ca exterior norteamericana en Suramérica, debido a las ayudas directas que ha
recibido de EE. UU. para combatir el tráfico de drogas y, por ende, a los grupos
armados que se enriquecen con esta actividad. La política exterior colombia-
na, además, tiene una fuerte tendencia hacia el Norte, apuntando hacia EE. UU.
Como consecuencia de esta visión y en concordancia con la visión rusa de la
búsqueda de un mundo multipolar, la confrontación con Colombia por medio de
Venezuela es una opción para los rusos de confrontar el poder norteamericano
en Latinoamérica. “La presencia militar estadounidense en Colombia y, en menor
grado, en Ecuador ha convertido a EE. UU. en un participante activo en el juego
de la seguridad andina” (Tickner, 2004, p. 22).
En la estructura del sistema internacional, una de las cualidades que tiene
Colombia es su posición geográfica; aún más importante es su posición respec-
to de otros Estados de la región. Esta característica hace de Colombia un Estado
que cumple funciones de contención de la influencia que puedan tener otros
Estados en el Caribe y en la Amazonía.
Esos dos sectores regionales y que se comparten con otros Estados pueden
estar designados como objeto de los intereses nacionales de la región; la pérdida

61
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

de influencia en este sector sería inmensamente dañina para la geopolítica co-


lombiana, no solamente porque perdería un activo de renta y posesión territorial,
sino porque perdería poder respecto de las otras naciones.
Perder influencia en el Caribe implicaría perder acceso a grandes porciones
marítimas y una posición clave en el mar, respecto de las costas de Centroamérica,
y ese enlace entre Suramérica y Centroamérica por medio del mar es de gran
importancia, entendiendo que la frontera entre Suramérica y Centroamérica en
Colombia está flanqueada por una cordillera de proporciones importantes y con
dificultades de tránsito debido a su espesa vegetación. Es decir, que acceder a
Latinoamérica desde posiciones en el Caribe es de suma importancia.
Otro aspecto en este sentido es la posibilidad de tornarse plataforma para
el lanzamiento de operaciones militares defensivas y ofensivas en el Caribe cer-
cano a Norte y Centroamérica. Aunque esta afirmación parezca extrema, no es
imposible y es crucial para un país como EE. UU. que se toma muy en serio su
seguridad nacional.
En la Amazonía, las relaciones de poder son bastante igualitarias, aunque se
entiende el interés que mantiene Brasil sobre esta porción de la Tierra, sabiendo
que se proyecta como un país en busca de ser líder regional.
Pese a retos internos como la pobreza extrema, sus perspectivas de liderazgo
latinoamericano y para alzarse como una de las economías que dominen al
mundo, hacen del análisis de su potencial geopolítico un tema central para
comprender el escenario mundial. (Montero, 2018, p. 107)

Ceder la influencia que tiene Colombia en la Amazonía sería, igual que en


el Caribe, otorgar poder a un Estado vecino que afectaría directamente el poder
relativo de Colombia en la región. La Amazonía no solamente es un interés de
los países de la región, sino que por sus características de flora y fauna, y en un
discurso marcado por la protección del medioambiente, es un interés importante
para Estados del mundo que la ven como un recurso de la humanidad y estarían
dispuestos manejar este discurso en el sistema internacional.
En los dos casos, la pérdida de influencia sobre el Caribe y la Amazonía afec-
taría el poder relativo de Colombia y su poder absoluto; estaría en una mayor
desventaja geopolítica que si, en el caso contrario, los conservara o aumentara.
Para Colombia, la permanencia en el Caribe y en la Amazonía es un interés
nacional, por que afectaría su poder relativo y absoluto y limitaría las posibilida-
des del Estado colombiano de llegar a un punto deseado para su población; es
más, se disminuiría el nivel de vida actual de los nacionales colombianos.

62
Intereses nacionales
y estrategia de Estado

Interés nacional y estrategia


Estrategia
Puede entenderse que la estrategia abarca todos los aspectos de la vida y la
relación que hay entre las instituciones, Estados e individuos. Llevar a cabo unas
intenciones que puedan tenerse y plasmarlas en un plan no es cuestión de la
improvisación, sino el resultado de un estudio racional del estadista o, como
puede decirse, de todo aquel que realice una acción que tenga relación con otro
individuo.
Para definir la estrategia, deben tenerse en cuenta varios ángulos teóricos
que pueden llevar a comprender la naturaleza de esta acción. Desde los inicios
de las civilizaciones, existen los estrategas que trazan planes, los llevan a cabo
y obtienen unos resultados; aunque esto haya carecido de método científico o
base teórica, no quiere decir que no se hubiera analizado. En un principio, se
entendía la estrategia desde la milicia y así surgieron definiciones paradigmáti-
cas: “La estrategia es el uso del encuentro para alcanzar el objetivo de la guerra”
(Clausewitz, 1999, p. 175).
Este enfoque nos brinda una visión clara de la estrategia y nos remite a las
acciones tácticas para alcanzar el fin del plan. Pero encasillarlo en el aspecto
militar es desperdiciar la posibilidad de aplicar la racionalidad a los eventos co-
tidianos o a los fenómenos estatales, potencializando las capacidades de los
Estados o de todas las instituciones o individuos que hagan uso de ella.
De ahí resulta igualmente que la estrategia no puede ser solo el feudo de los
militares. Por mi parte, no veo sino ventajas en ello, porque cuando la estra-
tegia haya perdido su carácter esotérico y especializado, podrá convertirse
en lo que las restantes disciplinas y en lo que debería haber sido siempre: un
cuerpo de conocimientos acumulativos que se enriquecen en cada genera-
ción. (Beaufre, 2002, p. 8)

Aplicar la estrategia a nivel nacional no es algo que se salga de los aspec-


tos normales de la vida de los Estados en la actualidad; reconocemos que la
posibilidad de amalgamar esfuerzos en pro de potencializar a la nación tiene
réditos en el futuro. “En cada uno de los ámbitos subordinados, una estrategia
general (militar, política, económica o diplomática) tiene por función repartir y
combinar las tareas de las acciones realizadas en las diferentes ramas del ámbi-
to considerado” (Beaufre, 2002, p. 8). Diseñar una estrategia nacional resulta del
análisis mesurado y responsable de los estadistas, quienes tienen la obligación

63
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

de identificar los aspectos relevantes de la situación de la nación, hacer un diag-


nóstico y plantear una solución mediante la inteligencia que se demuestre al
sopesar las capacidades con los objetivos trazados.
La estrategia nos da la posibilidad de superar algunos interrogantes impor-
tantes de las acciones que se llevarán a consideración para alcanzar el Estado
final deseado de los Estados. Como ya se vio, la estrategia no se limita al am-
biente militar, sino que lo trasciende a otros aspectos de los Estados y son estos
los que, en conjunto, determinan la verdadera capacidad nacional. Como lo es-
cribe Gray (2014, citado por Giraldo & Cabrera, 2014, p. 83) las preguntas clave
de la estrategia son: “¿Qué se debe hacer? ¿Cómo se hace? ¿Qué recursos se
requieren para hacerlo de esa manera?”.
Los intereses nacionales son la concepción misma de la razón de la política
exterior de un país. Cuando se entiende esta definición y se añaden variables
como la estrategia, pueden amalgamarse los conceptos por la naturaleza mis-
ma de estos y es la relación que tienen con las cuestiones del Estado; determinar
claramente unos intereses nacionales puede plantear la necesidad de una estra-
tegia nacional para conseguirlos.
Entre los aspectos más importantes está definir con precisión los intereses
nacionales y no prestarse para confusiones. Si se plantean los intereses naciona-
les desde una perspectiva en la que se tomen como fines del Estado, estaríamos
abarcando una posibilidad que distorsiona la concepción misma de la estrategia,
porque estos fines pueden ser de carácter universal para las personas y no dife-
rencian claramente el Estado al cual se quiere llegar y lograr el fin. Si un fin fuera la
paz, se entiende que la paz es universal a todos los seres humanos, pero en este
sentido: ¿Cuál sería el costo para conseguir la paz? La paz es un fin y debe lograr-
se, pero si ello implicara la pobreza y la miseria ¿estaría dispuesta la nación a esto?
El fin se cumple, pero el Estado final al que quiere llegar la nación no. Si para con-
seguir la paz hay que renunciar al acceso del país a los mares, ¿debe hacerse? Se
logra el fin del Estado, se logra la paz, se mantiene la soberanía porque se reduce
el territorio y se acepta que lo que se perdió ya no hace parte de este.
Por lo anterior, la estrategia no se puede plantear en fines del Estado, porque
se estaría equivocando desde el principio la hoja de ruta para alcanzar los inte-
reses nacionales. La estrategia no se hace por sí sola; tiene que tener un motivo
para llevarse a cabo, un estado al que quiera llegarse y puedan adquirirse los es-
tándares de vida que desea la nación. La trazabilidad entre estrategia e intereses
nacionales puede verse en la figura 1. 

64
Intereses nacionales
y estrategia de Estado

Figura 1. Estructura de planeamiento estratégico y de fuerzas. Modelo Lloyd


(Naval War College)

INTERESES NACIONALES

Limitaciones OBJETIVOS NACIONALES


de recursos TECNOLOGÍA

Estrategia Nacional
de Seguridad
(D) VULNERABILIDADES Política, Económica, Defensa ALIADOS
(A) AMENAZAS NACIONES AMIGAS
(F) DESAFÍOS ORGANIZACIONES
(O) OPORTUNIDADES Estrategia Nacional INTERNACIONALES
Militar

Presupuestos & Programa guía

VALORACIÓN
de deficiencias & riesgos

ALTERNATIVAS Fuerzas programadas FUERZAS DISPONIBLES

Fuente: Ballesteros (2016, p. 155)

Uno de los aspectos más importantes de la agenda internacional es la


construcción de estrategias de seguridad. Es bajo la premisa de que para poder
desarrollar el pensamiento de nación, lo primero que tiene que hacerse es estar
seguros. Por esta razón las consideraciones de seguridad y defensa son las pri-
meras que un Estado tiene en cuenta para establecer una estrategia nacional.
Al comprender la definición de intereses nacionales, puede determinarse que
el primer interés nacional, innato a todos los Estados, es protegerse de los inte-
reses nacionales de los demás Estados. Por el mismo hecho de haber definido
el sistema internacional como anárquico, descentralizado y competitivo, se en-
tiende que los Estados competidores puedan desarrollar amenazas contra mi
Estado en busca de sus propios intereses.
Como nos muestra el modelo Lloyd (figura 1), los intereses nacionales son
el punto de partida para determinar la estrategia de seguridad. No es limitarse a
una estrategia de seguridad, sino a una estrategia general nacional, pero es un
ejemplo de cómo el interés nacional determina el resto de los aspectos por tener
en cuenta en la construcción de la estrategia.

65
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Política de Estado y estrategia


La política sería el catalizador de los medios para desarrollar toda la trama que
se ha planteado y terminar con la construcción de unos intereses y una estra-
tegia. Mediante la política se establece cómo poner esos intereses y estrategias
en un plano real y que puedan tener resultados a corto, mediano y largo plazo.
Los dirigentes del Estado tienen esta responsabilidad: llevar a buen término los
propósitos establecidos para el fin último y es mantener el estilo de vida de la
nación para que los individuos puedan desarrollarse de manera efectiva. “La par-
ticularidad de la política radica en la relación duradera que se establece entre el
consenso y la coacción” (Runciman, 2014, p. 21).
Los determinadores de la dirección del Estado proceden a partir de la po-
sibilidad que se tiene de poner los planes en acción, mediante un Estado fuerte
con instituciones que pueden soportar el peso de las acciones propuestas. Las
características de los planes de la política en relación con su realidad interna
deben ser: reales, entendibles y sincronizadas.

Hacia una construcción de estrategia


y de intereses nacionales para Colombia
Como todos los países del sistema internacional, el nuestro se diferencia de los
demás por sus cualidades e injerencia en este sistema. Los recursos naturales
renovables y no renovables, su posición geográfica, la cultura de su nación, el
poder nacional y su territorio determinan para Colombia lo que es capaz de rea-
lizar y sus limitaciones.
La tendencia para construir la estrategia general está determinada por la
singularidad del Estado colombiano porque es único e irrepetible y, además, tie-
ne retos internos y externos que solamente le pertenecen a él y es poco probable
que coincida con los intereses que busque otro Estado en la región.

Propuesta de una estrategia general para Colombia


La construcción de una estrategia para Colombia nos impone retos amplios por
la posición poco ventajosa en la que se encuentra el Estado colombiano, men-
cionada en segmentos anteriores de este capítulo. Sin embargo, es importante
establecer una propuesta para mejorar la posición geopolítica del país respecto
de la región, administrando el poder desde la visión neorrealista de encontrar

66
Intereses nacionales
y estrategia de Estado

la meta a que queremos llegar, mediante la aplicación del poder en pro de los
intereses nacionales.
La estrategia de seguridad nacional hace parte importante de la construc-
ción de una estrategia general del Estado colombiano. No puede desligarse, por-
que en el mundo actual entender los aspectos de seguridad y defensa plantea la
posibilidad de ejecutar los planes que el estadista o el director del Gobierno haya
presentado. “La ciencia política y las relaciones internacionales, con énfasis en
los asuntos estratégicos, es decir, la paz, la seguridad, los conflictos y la defensa”
(Torrijos, 2009, p. 13).
Colombia se encuentra en una región volátil por las amenazas existentes a
su alrededor, razón por la cual encontrar la solución en una estrategia cooperati-
va con los países vecinos sería un error, pues estos son los primeros que tienen
intereses en mermar la capacidad geopolítica de nuestro país para así ellos mis-
mos sumar poder, mediante el retroceso en la posición colombiana en la región.
La posibilidad de crear una estrategia en la que Colombia no se apoye en los
demás países de la región puede ser importante porque implica para el Estado
colombiano determinar su propio destino y crear una política exterior confiable y
enfocada en las verdaderas amenazas para él. No por eso debe dejarse de lado
la posibilidad de encontrar en una potencia regional la posibilidad de crecimiento
geopolítico.
En estos asuntos estatales, medios, intereses nacionales y estrategia, hace fal-
ta un factor determinante en la capacidad de los Estados o las unidades del siste-
ma internacional y es la aptitud que tenemos de influenciar: el poder. Este elemento
determinará las capacidades de realizar: “el poder del yo es la causa que ocasiona
una determinada conducta en el otro contra su voluntad” (Han, 2016, p. 5).
Para esta construcción puede apoyarse el Estado en el concepto de poder
inteligente, una amalgama entre el poder suave y el poder duro. Desde una pers-
pectiva sistémica, existe una amplia familiaridad con el poder duro. Los aspec-
tos militares y económicos a menudo pueden hacer que otras unidades cambien
de posición. Por lo tanto, el poder duro puede basarse en incentivos (zanahorias)
o amenazas (garrotes) (Nye, 2004, p. 18).
El universo del manejo del poder puede limitarse en estas dos definiciones,
la aplicación debe ser una decisión del estadista para direccionar al Estado hacia
ese objetivo; las variantes que presenta y la complejidad del tema exigen una
gran habilidad, primero, para entender el ambiente del Estado en la actualidad y,
segundo, para aplicar los procedimientos.

67
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

En la aplicación del poder duro hay que reconocer la importancia de la di-


suasión militar, entendida no como una postura de guerra, sino más bien como
una advertencia para los Estados que tengan intereses en interferir en nuestro
poder, que estamos preparados para responder a cualquier tipo de acción militar
en nuestra contra.
La diplomacia será otro de los aspectos importantes para el “poder duro”;
será la voz del Estado en su interlocución en el sistema internacional y se espera
que esté en completa armonía con las acciones económicas, sociales, políticas
y militares que adelante el Estado, anticipando y planeando la forma de abordar
la política exterior.
Para complementar el espectro de una estrategia general de política ex-
terior, la economía funciona como una herramienta para apalancar el nombre
del Estado colombiano en la esfera regional. Sin embargo, es uno de los aspec-
tos más volátiles en la actualidad. Después de una pandemia y con los índices
económicos bastante bajos, la recuperación económica de Colombia podría
determinar ser líderes regionales y poder establecer las reglas de juego a nivel
suramericano.

Zonas geográficas de interés nacional


La concepción de los intereses nacionales y su naturaleza desde las relaciones
internacionales nos da luces sobre la forma como debe conducirse la política ex-
terior del Estado, la misma definición que se ha estudiado anteriormente en este
capítulo lo confirma. Para determinar los intereses nacionales, puede aplicarse
la lógica geográfica y la posición que Colombia tiene en este sentido, pues es im-
portante que, a partir de un dominio sobre un territorio o la influencia que pueda
ejercerse sobre este territorio, se determine el poder que puede aplicar el Estado.
Para esto, pueden priorizarse tres áreas geográficas del territorio colombiano
que podrían ser objeto de trabajo para potenciar nuestra posición en la región y
mejorar sus perspectivas geopolíticas. La Amazonía, el Caribe y el Pacífico.

La Amazonía
Región claramente delimitada en América del Sur, con gran potencial medioam-
biental. “De igual manera, la extensión de bosques que se encuentra en el
Amazonas representa el 86 % de la biomasa del planeta y alberga a más del
50 % de las especies de flora, fauna y el 20 % del agua de la tierra” (Ortiz, 2015,
p. 15). La importancia que adquiere la Amazonía en estos momentos está sujeta

68
Intereses nacionales
y estrategia de Estado

a la situación de depredación de recursos naturales y la aceleración del cambio


climático en este sector del planeta.
La Amazonía se proyecta como un biosistema capaz de mantener la calidad
de vida de los seres humanos y, específicamente, de las naciones. Al cumplir
con este requerimiento, se estaría dando por sentado el objetivo de las naciones:
llegar a un Estado de bienestar de la nación. En consecuencia, se asocia la po-
sesión de la Amazonía con una nueva capacidad que obtienen los Estados que
tengan dominio sobre ella; esto, sumado a una posición estratégica en la parte
central de América del Sur y con una vía fluvial como el río Amazonas, podría
catapultar a estos Estados en el sistema internacional ganando atribuciones a
medida que el medioambiente en el planeta se degrada.

El Caribe
La situación del caribe tiene varias aristas que le imprimen el valor geopolítico
que posee, por su geografía, composición y actores. En la geografía, el Caribe
tiene influencia directa sobre una de las rutas comerciales más importantes del
mundo, el canal de Panamá, sumado a su cercanía con la costa sur de EE. UU.,
claramente el hegemon del sistema internacional en este momento. No es ex-
traño que se convierta en la zona de influencia de este hegemon y las acciones
que se lleven a cabo en este sector implicarían una observación importante por
parte de EE. UU.
Destaca la importancia geográfica del área su posición estratégica, en el
centro del continente americano y desde donde pueden alcanzarse con los
armamentos nucleares todos los países americanos; además, estando en el
camino de las comunicaciones aéreas y marítimas con el hemisferio sur, de
allí pueden difundirse las influencias sociales y políticas en todas direcciones.
(Ruiz, 1982, p. 2).

Su composición está determinada por múltiples territorios archipiélagos,


con aguas poco profundas y con una riqueza en pesca y explotación de recursos
del subsuelo de gran importancia; además, para Colombia, representa el control
sobre una de las reservas más importantes de biosfera marina: el Seaflower.

El Pacifico
El acceso de Colombia a la costa Pacífica y la posibilidad de tener una platafor-
ma continental le representa tener una ruta marítima directa con Asia, dejando a
un lado la navegación por estrechos o canales, mejorando las comunicaciones

69
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

de puerto a puerto y abriendo la posibilidad de convertirse en un punto de con-


centración de carga.
Se extiende desde la cordillera Occidental hasta el mar, en una extensión
de cerca de 71.000 kilómetros cuadrados, que comprende parte de los de-
partamentos de Cauca, Nariño y Chocó, un municipio del Valle del Cauca y
una franja de superficie marina de 400.000 kilómetros cuadrados. (Gómez &
Suárez, 2009, p. 6)

Comercio exterior e interés nacional


Los Estados establecen sus condiciones de mercado que más les favorecen y
hacen todo lo posible para que estas condiciones se mantengan en su esfera
económica y de mercado; es decir, que mantendrán las condiciones económicas
y financieras utilizando las herramientas con que cuentan los Estados en la es-
tructura del sistema internacional. “La producción internacional y las relaciones
de intercambio también se han modificado significativamente. La aldea global
que se previó hace algunos años no es una especulación futurista, sino realidad
concreta” (Fernández de S., 2010, p. 32).
Un Estado como el colombiano tiene que determinar las condiciones de
mercado exterior, según sus necesidades de crecimiento económico; la impo-
sición de condiciones en el mercado internacional se hace con una capacidad
de poner en el mercado productos competitivos o de adecuarse a los retos que
ofrece la economía mundial.
La política de comercio exterior es importante para perseguir los intereses
nacionales si se asume que estos intereses están hechos bajo criterios reales:
Por lo tanto, toda relación que se genera en términos globales se ve ligada
al mercado y a la competencia, donde el interés de cualquier ente mundial,
sean organizaciones, Estados o grupos étnicos, se basa en el intercambio y,
especialmente, en que estos buscan siempre su propio beneficio, donde el
poder como tal es una derivación de esta búsqueda de bienestar. (Angarita,
2008, p. 286)

Aunque no es el fin último que pueda alcanzarse, en verdad mejora la posi-


ción de Colombia en la región.

70
Intereses nacionales
y estrategia de Estado

Conclusiones
Con el entendimiento académico de los intereses nacionales se marca una hoja
de ruta para la consecución del fin al que toda nación desea llegar: un Estado de
bienestar en que las personas puedan desarrollarse de manera acertada, mejo-
rando su calidad de vida y aumentando su proyección como personas.
La definición de intereses nacionales muestra varias aristas, pero se decide
que la más práctica para conseguir ese estado deseado es aquella que apunta
directamente a esta consecución; la definición desde el neorrealismo abre la po-
sibilidad de entender y aplicar la teoría a la práctica confiando en la ciencia y el
estudio académico como base de soporte.
Aunque se examinó desde otros puntos de vista según las teorías, la visión
neorrealista no satisface totalmente las expectativas del autor, por su carencia
de argumentos prácticos y su tendencia a creer en el comportamiento positivo
de los hombres, hecho que refutado por la historia de los Estados. Desde la gue-
rra del Peloponeso hasta los conflictos del Oriente Medio más recientes, la perse-
cución del poder y del dominio ha marcado la historia de las RR. II.
Según los intereses nacionales, puede definirse la estrategia general que nos
brinde el apoyo para la consecución de los fines, dejando a un lado la visión del
poder por el poder y aplicando la premisa del poder para el fin deseado. La es-
trategia se construye a partir del entendimiento completo de la situación y del
ambiente al que se enfrenta cada Estado, sus limitaciones, ventajas, desventa-
jas, amenazas y retos.
Poder determinar los pasos por seguir es la directriz que se desprende de la
concepción misma de la estrategia general. Sin embargo, la construcción de una
estrategia de seguridad y defensa nacional es la prioridad de la construcción de
un proyecto de Estado que se centre en sus intereses nacionales; para poder
mantener las capacidades del Estado y adelantar los planes es crucial mante-
nerse a salvo de amenazas internas y externas.
Para determinar la forma como Colombia tiene que asumir la priorización de
sus intereses nacionales y, en consecuencia, la estrategia por seguir, se apela al
neorrealismo, encontrando en esta teoría la dirección según las circunstancias
a las que está sometido el Estado colombiano. Los retos no son fáciles y se es-
tima, derivado de esto, que las soluciones y los planteamientos tienen que ser
firmes para afrontarlos.

71
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

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y estrategia de Estado

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73
Capítulo 3
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.03

Felipe Alfonso Plata Otálora


Miguel Antonio González Martínez
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El presente capitulo contextualiza el poder duro, suave e inteligente en relación


con el Estado, sumado al concepto de estrategia. A partir de allí, se determina el poder
blando y duro de Colombia que, con el empleo del componente militar como herramienta
estratégica, ha alcanzado objetivos en pro de la mejora de la seguridad, demostrando con
ello casos exitosos en el desarrollo de operaciones militares. Aunque la proyección de po-
der dentro de la estrategia nacional se ve amenazada por los factores de inestabilidad, el
Gobierno crea la política de defensa y seguridad para neutralizar las amenazas, brindando
una hoja de ruta y, especialmente, una estrategia para sostener el orden constitucional
con la articulación de los poderes de la nación.

Palabras clave: Estado; estrategia; poder duro; poder inteligente; poder suave.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

75
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Felipe Alfonso Plata Otálora


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Especialista en Administración de
Recursos Militares para la Defensa Nacional, Escuela de Armas y Servicios del Ejército,
y profesional en Ciencias Militares, Escuela Militar de Cadetes “General José María
Córdova”.

Miguel Antonio González Martínez


Magíster en Historia, Universidad Nacional de Colombia; profesional en Relaciones
Internacionales y Estudios Políticos, Universidad Militar Nueva Granada; docente e in-
vestigador, Departamento Ejército, Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes
Prieto”, y docente del Programa de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos FAEDIS,
Universidad Militar Nueva Granada. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-6034-912X -
Contacto: [email protected]

Citación APA: Plata Otálora, F. A. & Gonzalez Martínez, M. A. (2022). Escenarios


de poder y estrategia en Colombia. En A. Montero Moncada (Ed), Poder y es-
trategia. Elementos para la supervivencia del Estado (pp. 75-96). Sello Editorial
ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.03

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

76
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

Introducción
En el presente capítulo se relaciona el poder y la estrategia, como el binomio que
direcciona y proyecta al Estado. Se estudia así qué es el poder y su importancia
aplicada a la estrategia; así mismo, se determina cómo el Estado colombiano
proyecta el poder en su entorno estratégico mediante los conceptos de soft, hard
y smart power. Finalmente, se identifica el poder militar como componente del
poder del Estado y la proyección del poder dentro de la estrategia nacional de
Colombia.
Los componentes del análisis muestran, primero, las dinámicas entre el po-
der y el Estado a partir de las diversas variables, correlacionándolas como un
mecanismo de supervivencia para el Estado, y, a su vez, analiza cómo las poten-
cias mundiales emplean el poder suave, duro e inteligente. Como segundo punto,
se hace énfasis en el poder militar y se resalta en aras de la proyección de poder
del Estado, identificando casos exitosos de empleo del poder militar como herra-
mienta para proyectar el poder del Estado. Finalmente, se examina la proyección
del poder dentro de la estrategia nacional de Colombia, la tradición del país en
el empleo del soft, hard y smart power y el empleo del poder frente al panorama
general de las amenazas en Colombia.

La relación del poder -soft, hard y smart-


y el Estado
En aras de establecer los fundamentos para la supervivencia del Estado con
base en la estrategia y el poder militar, es fundamental abordar la temática
desde la perspectiva de soft power (poder blando), hard power (poder duro)

77
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

y smart power (poder inteligente) además de otros conceptos básicos como


Estado, entendido como un ente político legal, compuesto por territorio, pobla-
ción y nación; nación, como el conjunto de personas que comparten pasado,
etnia, lengua y cultura común, y país, como la entidad geográfica o el territorio
con características culturales propias dentro de un Estado. De este modo, el
poder es esa herramienta fundamental para el alcance de metas u objetivos
de interés nacional o, como lo define Max Weber (citado por Sanabria, 2008,
p. 13), “la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación
social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa
probabilidad”.
En su libro Estrategia: una historia, Freedman define estrategia en los si-
guientes términos:
Una Estrategia significa tener la capacidad para observar el mundo y anali-
zarlo a corto plazo y habilidad para prever las consecuencias a largo plazo
y, lo más importante, para identificar las causas más que los síntomas, para
ver el bosque en su totalidad y no solo los árboles. Sin una estrategia, afron-
tar cualquier problema o perseguir cualquier objetivo podría considerarse una
insensatez. Desde luego, ninguna campaña militar, ninguna inversión empre-
sarial o iniciativa gubernamental pueden recibir el respaldo de nadie a menos
que disponga de una estrategia que pueda evaluarse. (Freedman, 2016, p.1)

Teniendo claro el anterior concepto de estrategia, incluimos poder mili-


tar, definido como la expresión de defensa de la nación regulada por el mismo
Estado, para la protección de la población, con objetivos estratégicos militares
diseñados, controlados y administrados por el poder ejecutivo del Estado.
El poder y la estrategia, de esta forma, convergen toda vez que, por una parte,
el poder se consolida por medio de diversas estrategias que conllevan a la ven-
taja y esta, a su vez, incrementa el poder, y por otra, la estrategia se planifica con
las capacidades internas y externas con que se cuente para influenciar el curso
de los acontecimientos.
Las capacidades e influencias que aventajan a quien detenta el poder con la
habilidad de imponer sus intereses por encima de los intereses de otro u otros.
Foucault (1982) estudioso de las dinámicas del poder establece que:
En lo que concierne a este poder, en primera instancia es necesario distinguir
aquel que se ejerce sobre las cosas y da a su vez la habilidad de modificar,
usar, consumir y destruirlas, un poder que procede de aptitudes directamente
inherentes al cuerpo o “apoyadas” en instrumentos externos. (p.10)

78
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

El ejercicio del poder es la naturaleza e instrumento legitimo del Gobierno y


la suma de todas las capacidades públicas y privadas para el beneficio de la na-
ción. Desde el prisma de los estudios internacionales, ha cobrado preponderan-
cia en las últimas décadas la propuesta teórica del profesor Joseph Samuel Nye,
quien explica los nuevos conceptos de cara a la política internacional e influencia
de EE. UU. en el mundo, en términos de soft, hard, y smart power.

El poder duro (hard power)


De forma simple, el poder duro es el uso de medios militares y económicos para
influir en el comportamiento o los intereses de otros cuerpos políticos. Como lo
establecerían los neorrealistas, el poder duro es a menudo agresivo y, por lo ge-
neral, eficaz cuando se impone sobre un actor de menor capacidad. Es decir, es
aquel que respalda su peso en las armas por lo que en primer plano las naciones
ostentan su valor. El poder duro de una nación está conformado básicamente por
sus Fuerzas Armadas (FF. AA.), sus agencias de inteligencia y, sobre todo, por su
economía, más cuando todo este potencial lo proyecta para que sea visto en el
exterior, sin importar los valores éticos y morales observados por las instituciones
públicas y privadas, nacionales o de carácter internacional (Fojo, 2018, p. 10).
El poder duro se encuentra en los medios económicos y militares. Este po-
der consiste en imponer la voluntad por el miedo. Esto es, doblegar a otro país
con la superioridad militar o económica. Un buen ejemplo lo encontramos en el
armamento nuclear: países como Irán y Corea del Norte amenazan con producir
bombas atómicas para ganar poder (Lobato, 2019, p. 5).
Tras la Paz de Westfalia, en 1648, se dio origen a los Estados-nación mo-
dernos, como una forma de organizar el conflictivo panorama europeo. Sin
embargo, las amenazas a la soberanía de los Estados no dejaron de existir. Un
neorrealista en esencia como Kenneth Waltz sostuvo que “La paz es la causa
más noble de la guerra y, si las democracias son la forma más pacífica del
Estado, entonces todos los medios utilizados para hacer que otros Estados se
vuelvan democráticos son justificados” (2014, p.7), puesto que la naturaleza
del hombre define sus miserias y la guerra hace parte de su historia y de sus
males, las sociedades crearon Estados y estos, para su propia subsistencia,
hacen uso de las distintas clases de poder.
Para la guerra, el componente militar es la representación más viva del hard
power. Actualmente, encontramos en EE. UU. ese poderío militar compuesto por

79
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

aproximadamente 1.400.000 efectivos activos asignados en el doble de com-


ponentes que tenemos en nuestro país, así: 1. Fuerza Aérea (USAF); 2. Ejército
(USA); 3. Guardacostas (USCG); 4. Cuerpo de Infantería de Marina (USMC); 5.
Marina de Guerra (USN), 6. Fuerza Espacial (USSF).
La primera potencia suramericana es Brasil con aproximadamente 334.500
efectivos activos y una estructura militar similar a la colombiana, pero dotada de
una mejor maquinaria bélica que lo hace ocupar el noveno puesto a nivel mun-
dial. En Latinoamérica, es seguida por Colombia en el puesto 39, como resultado
del análisis de 140 países (Global Fire Power, 2021).
El poder del Estado se proyecta en el ámbito nacional exitosamente cuan-
do muestra el seguimiento a objetivos estratégicos trazados en sus políticas
de Gobierno; y, para alcanzarlos, el empleo del poder duro o poder militar es de
suma importancia. Los resultados operacionales son la prueba más fehaciente
de ello, como ha ocurrido en momentos en que el Estado lo ha necesitado para
la preservación del orden y la seguridad de sus pobladores.
En la presente era de la información global, el poder depende de la distri-
bución de las capacidades que, para Nye (2010), varían a favor de quien mejor
maneje el complejo ajedrez tridimensional. Para el mismo autor, existen tres
tableros: en el superior, están los asuntos político- militares, siendo unipolar el
poder militar; en el tablero del medio, está el poder económico, y en el tablero
inferior, se encuentran las relaciones transnacionales. Así, el poder está repre-
sentado metafóricamente en un tablero tridimensional de ajedrez: en el primer
plano, se encuentra el tablero del poder duro o hard power, el poder político y
militar; en el segundo plano, se encuentra el tablero del poder económico, y en
el tercer plano, el poder blando o soft power, está el tablero de ajedrez inferior,
el de las relaciones transnacionales, el poder está disperso, en un ambiente
VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) no corresponde a la “unipolaridad”,
“hegemonía” o “imperio”. La cuestión fundamental para los Estados es manio-
brar en los tres tableros a fin de inclinar la balanza a favor, ya que si se maneja
sin alcanzar en completitud el dominio tridimensional, es altamente posible
que se pierda el pulso del poder.
Durante el siglo XX, el concepto de poder e imposición disuasiva entre los
Estados, posterior a las guerras mundiales, se basó en el poder militar y eco-
nómico, y, por efectos empíricos, es factible pensar que se desarrolló con más
fuerza durante la Guerra Fría (1945- aprox. 1989) con demostraciones de fuerza
que aceleraban el desarrollo bélico y nuclear de las potencias mundiales. En el

80
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

propósito de incrementar su influencia mundial mediante el hard power, se crea-


ron rivalidades como la de EE. UU. y la URSS, formalizada en sendos bloques
militares aliados distribuidos en el escenario global (Kissinger, 2019)
El análisis de la política internacional durante estos años se basó en supues-
tos teóricos que reafirmaron la idea de un mundo anárquico y dominado por los
más fuertes. Así, el realismo teórico fue el paradigma de dominó la escena, al
punto de convertirse en una promesa autocumplida con la aplicación de postu-
lados que bien podían establecerse para cualquier situación. Sin embargo, des-
pués de la Guerra Fría, el panorama internacional cambiante mostró otra forma
de poder, que, en palabras Nye (2010): “La seducción es siempre más efectiva
que la coerción, y muchos valores como la democracia, los derechos humanos y
las oportunidades individuales son profundamente seductores” (p.119). Veamos.

El poder blando (soft power)


El profesor Joseph Nye (2010) es el máximo exponente de las teorías del soft y
smart power. En su obra, destaca el poder blando como “la habilidad de obtener
lo que quieres mediante la atracción antes que mediante la coerción o de las re-
compensas. Surge del atractivo de la cultura de un país, de sus ideales políticos
y de sus políticas” (p.118). Acorde con esta definición, las potencias globales,
desde hace mucho tiempo, invierten sus recursos en este propósito, aunque no
siempre lo potencian y por ello el término en su inicio no fue usual. Los países
con mayor poder económico incrementan el soft power con más facilidad. Si
bien la diplomacia conlleva a alianzas estratégicas, en lo político, militar y, por
supuesto, en lo económico, deben invertir recursos para obtener soft power,
y normalmente su retribución no llega a corto plazo. Por lo mismo, para otros
Estados resulta más efectivo invertir más en el hard power:
EE. UU. gasta cerca de diecisiete veces más en su ejército de lo que lo hace
en sus relaciones exteriores, y hay pocos indicios de que esto vaya a cam-
biar en una era de recortes fiscales y déficit presupuestario. Por otra parte,
nuestro ejército está diseñado para combatir más que para controlar, y el Pen-
tágono, bajo el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, inicialmente recortó
los entrenamientos para las misiones de mantenimiento de la paz. EE. UU. ha
formado un ejército que está mejor preparado para echar la puerta abajo, de-
rrocar a un dictador y luego irse a casa, que para hacer el trabajo duro imperial
de construir un régimen democrático. (Nye, 2010, p.132)

81
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

A largo plazo, sin embargo, no siempre resulta más conveniente para una na-
ción emplear poder duro si tiene un efecto inverso en la ejecución de poder blando,
que es más difícil ganar y en el cual se requiere de más tiempo para capitalizarlo.
Un ejemplo es lo sucedido a EE. UU. con la intervención en Iraq: para 2003
solo una pequeña coalición de países apoyó a los norteamericanos para ir a la
guerra tras la búsqueda armas de destrucción masiva que albergaría el grupo
terrorista Al Qaeda en el país islámico. Al término del despliegue militar, con la
presión de la comunidad internacional tras los ataques y no encontrar las armas
de destrucción masiva, se vio injustificada su intervención, por lo que su imagen
positiva decayó solo logrando rechazo, oposiciones y resentimiento internacio-
nal. Esta lección aprendida arroja que debe cuidarse en detalle los usos en deter-
minadas circunstancias del poder (Lobato, 2009, p. 5).
En contraste, una lección de cómo EE. UU. procuró recuperar el soft power,
puede interpretarse en otro pasaje de la política internacional de la administra-
ción George W. Bush (2001- 2009):
Alinear a EE. UU. con las aspiraciones a largo plazo de los pueblos pobres en
África y de todo el mundo mediante su iniciativa “Desafío del Milenio”, que
promete incrementar la ayuda a aquellos Estados que se comprometan a rea-
lizar reformas, así como a incrementar sus esfuerzos para combatir el sida y
otras enfermedades infecciosas. El éxito en la implementación de estos pro-
gramas representará una inversión significativa en poder blando. La asesora
de Seguridad Nacional Condoleezza Rice ha dicho: “EE. UU. es un país que
realmente tiene que estar comprometido con los valores y con la mejora en
las condiciones de vida de la gente alrededor del mundo… no es solo la espa-
da, es la rama de olivo la que comunica esas intenciones”. (Nye, 2010, p.136)

En la actualidad, los países desarrollados y no desarrollados ven en los va-


lores, la cultura y la política exterior la materia prima para desarrollar potencial-
mente el poder blando, por lo que en el balance del equilibrio de poder, las nacio-
nes que emplean el soft power no miden sus resultados en términos de cuántos
enemigos aniquiló, sino cuántos aliados ganó.

Poder inteligente (smart power)


Brevemente el poder inteligente es el resultante de la combinación de los dos
poderes, el duro y el blando, el hard y el soft power —zanahoria o garrote—.
También es definido como la capacidad de un actor para combinar elementos

82
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

de poder duro y poder blando, de manera que se refuercen mutuamente y los


propósitos del actor avancen de manera efectiva. Los países potencia mundial
lo desarrollan con gran afán por dominar su entorno regional e internacional; el
smart power ha sido ejecutado por potencias como EE. UU., China, Reino Unido,
Japón y Alemania, entre otros, para mostrar al mundo su idioma y cultura. Israel,
por ejemplo, pese a su limitado espacio territorial, mediante las alianzas, ejecu-
ta este poder. De las buenas políticas que proyecten, de su cultura, tradiciones,
tratados comerciales y poderío militar dependerá su influencia en la diplomacia
del mundo.
Además, la forma de lograrlo no dependerá únicamente de la gran cantidad
de recursos y capacidades con que se cuente, sino de la optimización de ambos,
mecanismos que utilice para alcanzar los objetivos, de la capacidad para de-
sarrollar una estrategia coherente y constructiva, de la buena fortuna en lo que
al surgimiento de crisis en el exterior se refiere y, en consecuencia, de un hábil
liderazgo para aplicar medidas de contención; es decir, de contar con el conjunto
de elementos necesarios para posibilitar el ejercicio exitoso de la estrategia de
poder inteligente (Valdez, 2013, p.74).
El poder inteligente, en síntesis, resulta de la interacción del poder blando
con el poder duro, del uso de la diplomacia en la política exterior e interior con
la cultura del país, llevando a que sus propios modos de vida traspasen fronte-
ras, junto con demostraciones de fuerza en el campo militar acompañado de
las alianzas estratégicas y tratados comerciales que, en el campo económico,
disuada a un país a negociar importaciones y exportaciones rentables para la
economía y el desarrollo de una nación.

El poder de Colombia
Al igual que en otros países, en nuestro país el hard power se desarrolla en la
conservación de las FF. AA. y de los pactos de asistencia militar, como sucedió
hace ya más de quince años con lo referente a las armas.
En Latinoamérica, se apoya a Colombia en la lucha contra los grupos insur-
gentes, bajo la bandera del Plan Colombia y de la alianza que existe entre
ambos países, con el fin de ser un aliado estratégico en la región y de acabar
tanto con el terrorismo presente en el país como con el narcotráfico. (Boada,
2018, p.43)

83
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

También hay huellas del desarrollo del poder blando, como potencial de la
nación tal y como lo nombra el estadista Fernando Carrillo (2014):
Esta sociedad colombiana en crecimiento en lo cultural, en lo político, en lo
económico y demás ámbitos se vuelve en un generador de buenas noticias,
de triunfos, de oportunidades y en general de atracción de intereses hacia
elementos positivos. El soft power o poder blando de Colombia empieza a
irrumpir en escena con mayor fuerza. Este poder blando que hace parte de
la denominada “Nueva Diplomacia Pública” está estrechamente ligado con la
sinergia entre la situación interna de Colombia con el exterior. (p. 6)

Poder blando en Colombia


El poder blando en Colombia está representado en personajes que han trascen-
dido las fronteras nacionales y han llevado al mundo conocimiento social y cul-
tural nacional, como en la música, Shakira y Carlos Vives, quienes han ganado
premios internacionales; en la literatura, Gabriel García Márquez llevó el realismo
mágico a otros continentes; en el deporte, ciclistas como Luis “Lucho” Herrera,
Nairo Quintana y Egan Bernal han hecho posible que Colombia se vea ganadora
en las tres grandes carreras ciclísticas del viejo continente; también lo ha hecho
la bicicrosista Mariana Pajón, doble campeona olímpica y campeona mundial de
BMX.
Pero no solo las personas despiertan ese poder blando nacional, también
lo hace el café como producto agrícola 100 % colombiano, bajo la marca de la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y Juan Valdez mostrando las
montañas colombianas en el fondo, como símbolo cultural y catalogando al país
como el mayor exportador de café suave en el mundo, e indicación geográfi-
ca protegida, reconocida oficialmente por la Unión Europea. La exportación de
flores ha situado al país como el segundo después de Holanda y el primero en
claveles. En los últimos años, mediante los medios audiovisuales, se ha propa-
gado Colombia a nivel internacional con novelas de televisión como Yo soy Bety
la fea y Café con aroma de mujer. En el cine, La estrategia del caracol (1993), El
abrazo de la serpiente (2015), Pájaros de verano (2018) y recientemente El olvi-
do que seremos (2020). Estos filmes obtuvieron reconocimiento internacional,
mostrando nuestra cultura y forma de vida.

84
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

Poder militar como componente del poder


del Estado
El empleo del poder militar es un componente del primer orden en Colombia. El
Ejecutivo, encabezado por el jefe de Estado, es, a la vez, el máximo comandante
de las FF.MM. El ejercicio del poder duro por parte del presidente está definido en
Colombia en la Constitución Política de 1991, en el artículo 115, y de forma es-
pecífica para el caso de las FF. MM., 216 y 217. Específicamente, el poder militar
en Colombia está integrado por el Ejército, la Amada Nacional y la Fuerza Aérea,
que aproximadamente suman 300.000 efectivos en servicio activo.
El poder militar de un Estado es la suma de todas las capacidades militares
con que cuenta una nación para defensa de su soberanía, población y territorio
y contener las amenazas al orden interno como la coerción de otros Estados, de
grupos no estatales o del mismo terrorismo, actores individuales o lobos solita-
rios, pues vale recordar que a partir del 11S, este concepto gana relevancia en la
comunidad internacional como una amenaza internacional.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante referir el componente militar
como elemento indispensable para la proyección de poder del Estado colom-
biano. Desde una perspectiva histórica, el Ejército de Colombia se origina en la
época de la Independencia de España a inicios del siglo XIX: el 23 de julio de 1810
se crea el Ejército con el batallón Voluntarios de Guardia Nacional, con Antonio
Baraya como su primer comandante; a partir de este tiempo y a lo largo del siglo
se va dando forma a la institución armada como componente del Estado. El 24
de julio de 1823, se funda la Amada Nacional y el 15 de febrero de 1921, la Fuerza
Aérea Colombiana (FAC). De esta manera, la historia de las FF. MM. y, en especial,
la del Ejército, se encuentra unida a la misma historia y desarrollo de la República
de Colombia.
La profesionalización del Ejército comienza durante el pasado siglo. En
1909, se creó la Escuela Superior de Guerra, durante el mandato presidencial
del General Rafael Reyes Prieto, con el fin de instruir a los oficiales de Estado
Mayor; así mismo, cada componente o fuerza evoluciona, en crecimiento, do-
tación e instrucción. La guerra por el Trapecio amazónico con el Perú, en 1932,
fue la primera vez que el Estado hizo uso del poder militar para defender sus
intereses en contra de otro Estado, donde militarmente Colombia dio un golpe de
autoridad regional y sus FF. MM. brindaron confianza al Gobierno del presidente
Enrique Olaya Herrera y seguridad a la soberanía del Estado. A nivel internacional,

85
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

el componente militar ha servido para proyectar el poder del Estado en alian-


za estratégica inclinado al respice polum pues la misma posición geográfica
de Colombia, como país bisagra por su posición de conexión entre Centro y
Suramérica, además de ser bioceánico, ha estado bajo el interés geoestratégico
de EE. UU. a partir de la Segunda Guerra Mundial (Bushnell, 1984).
La participación de Colombia en la Guerra de Corea (1950-1953) por petición
de la ONU a todas las naciones aliadas en junio de 1950, destacó al país como
el único suramericano en apoyar la causa al lado de países europeos y bajo la
comandancia de EE. UU. Desde junio de 1951, el componente militar del Ejército
con el reconocido “Batallón Colombia” y de la Armada con la “fragata Almirante
Padilla” y su tripulación, sumaron en total 5100 combatientes (FF. AA., 2020). La
experiencia en Corea muestra la proyección de poder del Estado en el ámbito
internacional que tuvo Colombia por su componente militar y que afianzó lazos
de relación con el mundo libre.
Un hito que evidencia el apoyo norteamericano al país se dio con el Plan
Colombia, que permitió el avance en hard power para el país, gracias a la evo-
lución en instrucción, en dotación de material y maquinaria bélica como la de
Aviación del Ejército. Además, esta iniciativa norteamericana incluyó apoyo
y cooperación a la Ponal, para reducir los cultivos de hoja de coca, marihua-
na y amapola, factores de inestabilidad y causa de tenciones bilaterales entre
Colombia y EE. UU. de descertificación, ante el notable incremento de hectáreas
de cultivo de hoja de coca en el territorio colombiano. Aun así, la diplomacia de
EE. UU. exhibe interés por mantener las buenas relaciones con Colombia bene-
ficiando a ambas partes.
Según Garzón (2018, p. 26), el poder militar del Estado colombiano ha mos-
trado resultados positivos en la lucha contra el narcotráfico, no solo incautan-
do drogas, capturando o neutralizando estructuras, sino también erradicando
de forma manual los cultivos ilícitos de los cuales proviene la financiación de
los Grupos Armados Organizados (GAO), Grupos Delincuenciales Organizados
(GDO) y residuales de las extintas FARC, acompañado por algunas extradiciones
que la justicia colombiana ha apoyado y de la cual ostenta como acuerdo bilate-
ral que desde 1979 se tiene con EE. UU., al cual, en su estrategia de seguridad y
defensa, encuentra útil a Colombia como aliado por su posición geográfica.
El componente militar o hard power es indispensable para la proyección
del poder del Estado que, a su vez, allana el camino para el desarrollo y pro-
greso de la nación. Cuando un Estado tiene un componente militar fuerte que

86
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

asegura el orden, la seguridad y los derechos de los ciudadanos, crea un escena-


rio propicio y más factible para la inversión extranjera, incrementando empleos
y crecimiento del producto interno bruto de una nación; sin seguridad no hay in-
versión de las grandes empresas extranjeras ni se genera desarrollo económico
para mitigar el desempleo y la pobreza.

Hitos del poder militar en Colombia


Los siguientes son solo algunos de los casos exitosos de empleo del poder
militar, como herramienta para proyectar el poder y la estrategia del Estado
colombiano.

Operación Jaque
Ocurrida el 2 de julio de 2008 en las selvas del Guaviare, planeada estratégica-
mente por el CGFM y ejecutada por el Ejército Nacional, fue autorizada por el
entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Dejó como saldo el rescate de quince
secuestrados en poder de las FARC y la captura de dos cabecillas guerrilleros,
sin bajas debido a la abstención del uso de las armas de fuego. Por medio de
una inteligencia, Jaque inició con la infiltración al secretariado y a la cuadrilla que
tenía a los secuestrados. Mediante la estrategia, se logró la concentración de
los quince secuestrados con el propósito de llevarlos ante el nuevo comandan-
te de la guerrilla alias “Alfonso Cano”, para un futuro escenario de intercambio
humanitario.
El grupo de liberados estaba conformado por la excandidata presidencial
Ingrid Betancourt, tres contratistas estadounidenses, siete militares y cuatro po-
licías. Las capturas correspondieron a los cabecillas alias “Cesar” y alias “Gafas”.
Las FF. MM. solo emplearon doce personas en la operación y dos helicópteros
rusos MI-17 que pintaron de blanco y rojo para cambiar su apariencia, aunque
se creó el logo de una ONG falsa. La mayor polémica se suscitó por el uso de un
chaleco de la Cruz Roja por parte de un militar durante la operación. Sin embar-
go, la Comisión Internacional no interpuso denuncia contra Colombia. Era evi-
dente que el éxito de la operación, por su costo en beneficio, proyectó a la nación
como referente militar del momento. La operación Jaque es reconocida a nivel
mundial como muestra del poder del Estado colombiano y punto de inflexión a
esta amenaza causada por las FARC.

87
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Senadores, congresistas, militares activos y retirados, además de las víctimas


recuerdan la operación como la más exitosa en la historia militar en Colombia,
un rescate que terminó en la televisión y en decenas de libros que le dieron la
vuelta al país y al mundo. (Semana, 2021)

Operación Odiseo
Esta operación militar se ejecutó durante el mandato del entonces presidente Juan
Manuel Santos. Es un ejemplo del éxito en la conjuntez de las capacidades milita-
res más la coordinación con la Ponal en la infiltración a la organización criminal.
La operación sucedió en la vereda Chirriadera, de Suárez Cauca, desde la mañana
del 4 de noviembre de 2011, y se extendió por cerca de cuarenta horas, con el des-
pliegue de mil hombres de las FF. MM. La Fuerza Aérea inicio con el bombardeo,
seguido por desembarcos de tropas que cerraron el cerco al jefe guerrillero y, tras
combates con su primer anillo de seguridad, fue encontrado sin vida Guillermo
Sáenz Vargas, alias “Alfonso Cano”, máximo cabecilla de las FARC. También se
neutralizó a alias “el Zorro”, de su esquema de seguridad y alias “Jénifer”, la en-
fermera del comandante guerrillero. Adicionalmente, se logró la captura de su jefe
de seguridad y otros tres guerrilleros. Este saldo justificó esta gran operación ca-
racterizada por la integración del poder aéreo en conjunto con la fuerza terrestre.
A raíz de este duro golpe a las FARC, después de la caída de alias “Raúl Reyes”
y alias “Mono Jojoy”, su siguiente líder Timoleón Jiménez, alias “Timochenko”, a
partir del siguiente año, buscó negociaciones de paz con el Gobierno colombiano
que, debido al empleo de su componente militar, logró con la aceptación de los
acuerdos de paz el cese de las hostilidades en las zonas de frontera agrícola na-
cional donde clásicamente se ha desarrollado el conflicto armado en Colombia,
mejorando la calidad de vida de estos pobladores.
El éxito fue total. Militarmente se había golpeado a la comandancia del grupo
subversivo que sumaba otro revés. Después de poco más de un año del daño
que les causó a las FARC la operación Sodoma, la noticia produjo reacciones in-
ternas y externas a favor del Estado colombiano, por su muestra de poder, como
lo registró en su tiempo la prensa nacional
Más acorraladas que nunca, y por ahora acéfalas, las FARC, 47 años después
de haber sido fundadas, están en un punto de no retorno. Nuevamente su-
fren un revés militar que confirma que poco les queda del oxígeno de otros
tiempos. La impecable operación de las Fuerzas Armadas acabó con la égida
criminal de Alfonso Cano. (El Espectador, 2011, p. 8)

88
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

Proyección del poder dentro de la estrategia


nacional de Colombia
Una vez establecidos los conceptos de poder, estrategia y empleo del poder en
Colombia, examinaremos su proyección en la estrategia nacional. El insumo
principal para este análisis es la política de seguridad nacional, con el fin de es-
tudiar la estrategia, en el actual Gobierno del presidente Iván Duque Márquez
(2018-2022), llamada Política de Defensa y Seguridad (PDS) “Para la legalidad, el
emprendimiento y la equidad”, publicada por el Ministerio de Defensa Nacional
(MDN), en enero de 2019, con la asesoría y participación del ministro de Defensa,
del concejero de Seguridad Nacional y la cúpula militar. Para comenzar, es nece-
sario definir los conceptos de seguridad y defensa de manera interdependiente,
aunque distintos en su esencia: la seguridad hace referencia a una situación o
condición, mientras que la defensa hace referencia a las medidas adoptadas
para alcanzar dicha condición de seguridad.
La seguridad de la nación se ve afectada por al menos tres factores: 1. Las
amenazas, que se conciben como toda circunstancia real, que ponga en peligro
la seguridad; 2. Los riesgos, que se definen como “La contingencia o probabili-
dad de que se ponga en peligro la seguridad y el impacto que el daño producido
pueda tener” (Estado Mayor de la Defensa de España, 2019, p. 6), y 3. El peligro,
la “Probabilidad de que un fenómeno, de origen natural o humano, se produzca
en un determinado tiempo y espacio. Peligro (potencial) de que las vidas o los
bienes materiales humanos sufran un perjuicio o daño” (Tocabens, 2011). Para
contener tales vulneraciones a la seguridad nacional, la PDS es precisamen-
te la estrategia usada por el Estado colombiano para neutralizar o mitigar las
amenazas, riesgos y peligros que flagelan a la población, la soberanía y el orden
constitucional.
Estas afectaciones se materializan y están denominadas dentro de la es-
trategia nacional, como factores de inestabilidad, los cuales van en contra
de los fines que persigue la PDS, que el Gobierno ha creado específicamente
como hoja de ruta para que las FF. MM. desarrollen en su campo de acción y
durante el periodo de mandato. Empero, estas se renuevan periódicamente,
ante la ausencia de una política de Estado que rija permanentemente líneas de
acción en materia de seguridad y defensa.

89
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Amenazas, riesgos y peligros


En el país, los factores de inestabilidad, además de afectar la paz en el territorio
nacional, obstaculizan el desarrollo de la nación y son la causa inminente de que
podamos ser percibidos en el escenario internacional como un Estado fallido. El
Comité de Revisión Estratégica e Innovación (CRE-I) 2018 ha identificado veinte
factores clasificados taxonómicamente en tres grupos: económicos, sociales y
armados, los cuales funcionan como sistemas o fenómenos criminales entre sí
y son el cúmulo de la ilegalidad, que atenta contra el orden constitucional de la
nación (tabla 1). 

Tabla 1. Factores de inestabilidad a la seguridad nacional

Económicos Armados Sociales

Narcotráfico Grupos armados Manifestaciones violentas


organizados (GAO), y disturbios.
Explotación ilícita de presencia en áreas bases.
yacimientos mineros Migración irregular y tráfico
GAO ELN. de migrantes.
Extorsión y secuestro
Grupos delincuenciales Interferencias a la
Contrabando organizados (GDO). restitución de tierras.

Delitos trasnacionales. Afectación de líderes


sociales.
Atentados terroristas.
Afectación de
Tráfico de armas recursos naturales y
municiones y explosivos. medioambiente.

Afectación a la fase de Carencia de infraestructura


reincorporación. vial básica.

Corrupción fenomenología
interna.

Indicadores sociales
críticos de pobreza
multidimensional.

Debilidades del sistema de


justicia.
Fuente: elaboración propia a partir del CRE-I (2018) 

90
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

Una característica de estos factores es que se hacen notar especialmente


en las áreas con menor presencia estatal —zonas de frontera agrícola—, por
lo cual, los grupos ilegales imperan, respaldan y usufructúan las economías
ilícitas. Esta ausencia de Estado no se debe exclusivamente a la falta de pie de
fuerza o presencia de las FF. MM. Analistas como Alfredo Molano, al ahondar
sobre la “Colombia profunda”, han identificado vulnerabilidad de las comuni-
dades a la cultura de la ilegalidad, en gran parte por carecer de oportunidades
de ingresos económicos, debiéndose esto también a falta de educación, de
acceso a la salud y pobreza, entre otras necesidades básicas insatisfechas y la
evidente debilidad del aparato judicial, en síntesis, la exclusión social. En razón
de lo anterior, el Gobierno proyecta el uso de su poder y estrategia mediante la
PDS con el objetivo de neutralizar el fenómeno de criminalidad y sus efectos
en la sociedad colombiana.

Política de Defensa y Seguridad


De la Presidencia de la República emana el documento rector que, bajo un nue-
vo enfoque multidimensional, fortalece la legitimidad del Estado y el régimen
democrático, promoviendo el respeto por los Derechos Humanos (DD. HH.) y la
construcción de legalidad con perspectiva de defender los intereses nacionales
de actores exógenos y alcanzar la cohesión de la sociedad colombiana.
La PDS es el marco de la estrategia militar general y de los planes de cam-
paña del Ejército Nacional, la Armada Nacional y la Fuerza Área Colombiana, al
igual que del Plan Operativo de la Policía Nacional y el norte de la acción integral
del Estado para asegurar la legalidad. Los planes Bicentenario, de las FF. MM. y
Colombia Bicentenario, de la Ponal se elaboraron durante los primeros meses de
Gobierno al mismo tiempo que esta política, siendo todos estos documentos el
resultado de un trabajo conjunto del MDN, la Consejería de Seguridad Nacional y
las Fuerzas Armadas (Presidencia República de Colombia, 2019, p. 7).
La PDS tiene como propósito crear condiciones de seguridad y convivencia
para el respaldo de los intereses nacionales, la independencia y la soberanía,
fortaleciendo la legalidad para ayudar al desarrollo económico de la sociedad,
garantizando los DD. HH. Está contenida en siete objetivos estratégicos y siete
líneas de política, claves para neutralizar la amenaza:

91
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Objetivos estratégicos
1. Garantizar la soberanía, la independencia y la integridad territorial.
2. Proteger la población y contribuir a su bienestar.
3. Lograr el control institucional del territorio.
4. Preservar y defender el agua, la biodiversidad y los recursos naturales
como activos estratégicos de la nación e interés nacional.
5. Consolidar la seguridad para la legalidad y contribuir al emprendimiento
y el logro de la equidad.
6. Innovar, transformar y fortalecer el sector Defensa y Seguridad.
7. Garantizar la protección, profesionalización y bienestar de los miembros
de las FF. MM., la Ponal y sus familias.
La Presidencia de la República de Colombia, en la PDS, traza los objetivos
para alcanzar mediante acciones determinadas en las líneas de política, las cua-
les focalizan la intervención del aparato estatal para neutralizar y mitigar la ame-
naza en los siguientes campos:

Líneas de política
1. Disuasión y diplomacia para la defensa y seguridad.
2. Protección de la población y seguridad ciudadana.
3. Acción Unificada.
4. Sustituir la economía ilícita por lícita.
5. Inteligencia, contrainteligencia, investigación criminal.
6. Fortalecimiento institucional, eficiencia y bienestar.
7. Comunicación estratégica (Presidencia República de Colombia, 2019,
p. 47).
Para cumplir el propósito de la PDS, se destacan dos conceptos enla-
zados y dependientes entre sí, para su propio éxito: el tercer objetivo (lo-
grar el control institucional del territorio) y la tercera línea de política (Acción
Unificada) como la estrategia del Estado para proyectar su poder. Cuando
el Estado logra pasar del control militar del territorio con el empleo del hard
power para neutralizar grupos ilegales, al control institucional del territorio,
que es el uso del poder blando, para neutralizar las economías ilícitas, está
cerrando la brecha de la ilegalidad y, de este modo, estaría empleando el
smart power de la nación.
El fin de esta política es responder a las amenazas y desafíos de la seguridad,
dando como misión a las FF. MM. la defensa de la soberanía, la independencia, la

92
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

integridad del territorio y el orden constitucional y a la Ponal, mantener condicio-


nes que garanticen el ejercicio de los derechos y libertades públicas, asegurando
la convivencia en paz de los colombianos.

Estrategia de seguridad nacional


Así las cosas, la estrategia de seguridad nacional consiste en pasar del con-
trol militar al control institucional del territorio, bajo la ejecución da la Acción
Unificada del Estado.
La Acción Unificada es la sincronización, coordinación o integración de las ac-
tividades de las entidades gubernamentales y no gubernamentales con las ope-
raciones militares para lograr la unidad de esfuerzo. Incluye las operaciones
conjuntas, de Fuerza y multinacionales, como también las actividades de otros
ministerios, instituciones y agencias del Gobierno nacional, ONG, OIG (por ejem-
plo, la ONU) y el sector privado, para lograr la unidad de esfuerzo. La unidad
de mando dentro del instrumento militar del poder nacional apoya la dirección
estratégica nacional mediante una estrecha coordinación con los otros instru-
mentos del poder nacional (CEDCO, 2018, p. 19).
Colombia proyecta el uso del poder mediante la PDS, como estrategia na-
cional para alcanzar los fines esenciales del Estado. La estrategia contiene el
uso del poder inteligente como resultado de la interacción de las instituciones
públicas estatales, las cuales ostentan poder blando, representado en la ca-
pacidad de ejecutar programas de desarrollo social que impacte satisfacto-
riamente el modo de vida y costumbres de las comunidades; con la Fuerza
Pública, representando el poder duro del Estado, consistente en crear las con-
diciones de seguridad para el despliegue del aparato institucional que repre-
sente al Estado ante las comunidades, contribuyendo a cerrar la brecha de
ausencia de Estado, especialmente en zonas marginadas por la violencia y las
economías ilegales.
Fuera del territorio nacional, la estrategia internacional es diferente. La PDS
de Colombia, proyecta que para la defensa “el país mantendrá la capacidad mi-
litar de disuasión ante agresiones externas, desarrollará una diplomacia que
fortalezca las alianzas, propugnará por la vigencia del derecho internacional y
ratificará su compromiso con el mantenimiento de la paz y la seguridad interna-
cionales” (Presidencia República de Colombia, 2019, p.15).

93
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Conclusiones
El presente trabajo se ha hilado mediante conceptos clave de la estrategia de
seguridad nacional y el uso del poder para alcanzar los fines fundamentales del
Estado y lograr la cohesión social del territorio. Se han analizado los conceptos
de poder usados en función con la estrategia del Estado colombiano, llevando
a concluir que, si bien se ha cimentado una política de Gobierno que contiene
las líneas de acción estratégicas fundamentales, es imperante la formulación e
implementación de una política de seguridad y defensa nacional de Estado que
ampare en el tiempo los lineamientos establecidos y los cursos de acción nece-
sarios para la contención efectiva de las amenazas.
Cada vez estas operaciones conjuntas tienen mayor connotación mediante
la Acción Unificada, la cual es conducida por comandantes de la Fuerza Conjunta
con la orientación y dirección del presidente, el ministro de Defensa y el coman-
dante general de las Fuerzas Militares. Sobre este nuevo concepto debe gravitar
la integración y sincronía de las FF.MM con las organizaciones públicas y priva-
das para el alcance de los objetivos en común, siempre en bien del desarrollo y
progreso de los colombianos. Un ejemplo fue lo visto durante la primera fase
del plan San Roque, durante 2020, cuando se evidenció en el territorio nacional,
el liderazgo de las FF. AA. con el sector público y privado para llevar ayudas ali-
mentarias a comunidades vulnerables ante la crisis sanitaria. Este evento acre-
centó la confianza y credibilidad del Estado y su Fuerza Pública con el pueblo
colombiano y marcó un hito como estrategia estatal para proyectar su poder
inteligente.

94
Escenarios de poder
y estrategia en Colombia

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Capítulo 4
Colombia:
la disuasión como herramienta
estratégica del poder*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.04

Alexander Toro Ramírez


Darío Enrique Cortés Castillo
Paola Alexandra Sierra-Zamora
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El propósito del presente capítulo es analizar la disuasión como una herramien-
ta útil para la proyección del poder colombiano, fundamentalmente en un contexto regio-
nal. Para ello, se ahonda en la comprensión inicial de la defensa y los intereses vitales de
la nación, los cuales constituyen el eje de la conducción de los Estados hacia su preser-
vación, existencia y proyección. De esta manera, una vez identificadas y caracterizadas
las amenazas actuales y potenciales, junto con sus capacidades, corresponde al Estado
confrontarlas, mediante la aplicación de herramientas estratégicas como la disuasión.
El capítulo concluye que en circunstancias de seguridad multidimensional, la disuasión,
como una herramienta estratégica de Colombia, ha sido considerada de manera reitera-
tiva. Sin embargo, las realidades económicas y las prioridades del orden social limitan su
posibilidad de empleo.

Palabras clave: amenaza; disuasión; herramienta estratégica; intereses; poder nacional.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “La guerra asimétrica, híbrida e irrestricta:
Retos, amenazas y desafíos para los Estados, la seguridad y defensa regional”, del grupo de investigación “Masa
Crítica”, de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, categorizado como A1 por MinCiencias y
con código de registro COL0123247. Los puntos de vista pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los
de las instituciones participantes.

97
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Alexander Toro Ramírez


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Profesional en Ciencias Militares,
Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”.

Darío Enrique Cortés Castillo


Coronel (R) del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Inteligencia Estratégica
y Prospectiva, Universidad Jaime I, España, y en Inteligencia Estratégica, Escuela de
Inteligencia “Brigadier General Ricardo Charry Solano”. Profesional en Ciencias Militares,
Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”. Orcid: https://orcid.org/0000-
0002-7593-1673 - Contacto: [email protected]

Paola Alexandra Sierra-Zamora


Posdoctora Internacional en Nuevas Tecnologías y Derecho. Ph.D. Internacional (cum lau-
de) y magíster en Derechos Humanos, Democracia y Justicia Internacional, Universitat de
Valéncia, España. Abogada, Universidad Católica de Colombia. Investigadora asociada y par
evaluador categorizada por MinCiencias. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-3146-7418 -
Contacto: [email protected]

Citación APA: Toro Ramírez, A., Cortes Castillo, D. E. & Sierra Zamora, P. A. (2022).
Colombia: la disuasión como herramienta estratégica del poder. En A. Montero
Moncada (Ed), Poder y estrategia. Elementos para la supervivencia del Estado (pp.
97-125). Sello Editorial ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.04

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

98
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

Introducción
La supervivencia de los Estados y su proyección sobre los demás ha ocasiona-
do que el juego de intereses produzca situaciones de riesgo que obligan a los
Gobiernos a utilizar las herramientas estratégicas como la disuasión, que, apli-
cada de diversa forma, conduzca al adversario que pretende imponer su volun-
tad sobre la propia a desistir de su intención. Por esto, como lo expone Chinchilla
(2018), partiendo de la disuasión, como la situación en que quien pretende lanzar
un ataque de cualquier naturaleza no lo hace por temor a las represalias que
pueden causar más daño, el presente capítulo de manera cualitativa y descrip-
tiva, haciendo uso del análisis de las herramientas estratégicas y del estudio de
caso por resolver, intenta responder a la pregunta: ¿De qué manera se aplica
la disuasión y cómo el Estado colombiano ha hecho uso de ella? Para esto, se
abordarán inicialmente los fundamentos teóricos de la disuasión, su alcance y
formas de aplicación, continuando con el estudio de cómo la OTAN y Rusia han
hecho uso de la disuasión como herramienta de poder y, desde este análisis,
abordar la forma como el Estado colombiano ha considerado la disuasión en sus
políticas de seguridad y defensa, para, finalmente, examinar las condiciones de
empleo idóneo de la disuasión en una estrategia nacional en Colombia.

La disuasión como herramienta estratégica


La historia de la humanidad, caracterizada por el relacionamiento y la organización
del hombre en grupos, castas o tribus, registra en su dinámica acontecimientos
que, producto del egoísmo, han llevado a la adopción de conductas discordantes
con las que se pretende imponer la voluntad de alguno de los grupos sobre el otro

99
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

y que, ante la inminente vulneración de los derechos de alguno de los involucrados,


deviene en circunstancias conflictivas. En estas condiciones de vulneración y de
afectación potencial de los intereses, los grupos o personas involucradas acuden
de manera eventual a la violencia como mecanismo que le permita superar la re-
sistencia o las intenciones del otro, llegando incluso a la eliminación del oponente
(Oro-Tapia, 2003).
Las secuelas de la violencia en que la humanidad ha verificado la pérdida de
vidas, la destrucción de poblaciones, la degradación del ser humano y la afec-
tación de recursos naturales ha conducido a las fuerzas antagónicas a adop-
tar mecanismos tendientes a evitar que este mal se concrete. De esta manera,
los esfuerzos se orientan en la detección de los conflictos que potencialmente
pueden dar inicio a la confrontación, de ahí que la percepción de seguridad tran-
site por el escenario psicológico. En estas circunstancias, a partir de 1648, en
Westfalia, con el surgimiento del Estado-nación que comprende el territorio, la
población, el gobierno y la soberanía, las aspiraciones del grupo social pasaron
a constituir los intereses vitales de la nación, por lo que en su intención de pro-
tegerlos condujo a la organización y logro de capacidades que permitan advertir
y atender riesgos que puedan constituirse en amenazas contra los intereses de
los Estados.
En este orden de ideas, la dinámica del conflicto, que transitó de los grupos
sociales a los Estados, imprimió otro carácter a la defensa de los intereses, para
lo cual, ante las fricciones y antagonismos expuestos por la rivalidad histórica,
la competencia por los recursos, la incompatibilidad de valores y la intención
de alcanzar los objetivos sobrepasando los intereses de los otros, condujo a
los Estados a la formulación de políticas que permitieran el alistamiento per-
manente de sus capacidades para que, a manera de advertencia, llevara a la
amenaza a prescindir de sus acciones. La adopción de esta actitud es tan an-
tigua y su aplicación tan vigente como lo plantea Michael Quinlan (2004), al
tomar como referente lo expuesto por Publius Flavius Vegetius Renatus, quien
formuló el axioma latino: Si vis pacem, para bellum (Si quieres la paz, prepárate
para la guerra).
De esta manera, para la conducción de los Estados hacia la concreción de
los intereses u objetivos nacionales, cada Gobierno, mediante la formulación
de la política, determina la manera como ha de alcanzarlos; por ello cobra rele-
vancia la política exterior de cada país en el sentido que ella establece la manera,
los medios y las capacidades con que el Estado pretende alcanzar sus objetivos

100
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

nacionales en su relación con otros miembros estatales de la sociedad interna-


cional. Se podrá, por lo tanto, establecer, como lo expone Calduch (1993), que la
política exterior de un Estado es:
Aquella parte de la política general formada por el conjunto de decisiones y
actuaciones mediante las cuales se definen los objetivos y se utilizan los me-
dios de un Estado para generar, modificar o suspender sus relaciones con
otros actores de la sociedad internacional. (p. 3)

Desde esta perspectiva, la política exterior, como parte de la política ge-


neral, se transversaliza con la política de defensa y demás campos del poder,
desde el planeamiento de la seguridad y la defensa nacional, en el que partien-
do de los intereses vitales, se identifican los antagonismos u oportunidades,
riesgos y amenazas y se hace la valoración de los medios o posibilidad de
escalamiento hacia la afectación de los intereses de la nación. Por ello, una vez
detectadas, valoradas las amenazas y establecida la intención del adversario,
le corresponde al Estado adoptar las actuaciones que conduzcan a los antago-
nistas a declinar su intención de daño.
Dentro del espectro de posibilidades, además de la actuación bélica o di-
plomática, los gobernantes cuentan con herramientas que permiten ejercer una
disuasión efectiva, sobre los adversarios potenciales. La amenaza de congelar
las cuentas bancarias a ciertos dirigentes o el bloqueo económico de un holding
empresarial pueden ser instrumentos muy útiles para corregir posibles actitudes
agresivas de un país u organización. Por esto, las acciones económicas, políticas o
culturales son, en consecuencia, ámbitos de actuación que, acompañados de una,
hoy por hoy, indispensable campaña de comunicación estratégica, pueden, en
gran medida, contribuir a que un país u organización alcance sus objetivos de se-
guridad y defensa. (Alcolea, 2015). Sin embargo, con la emergencia de actores no
estatales, el espectro de amenazas exige la adopción de novedosos mecanismos
de atención que respondan a las circunstancias de incertidumbre que generan.
Por lo expuesto, corresponde precisar que en el marco del paradigma estato-
céntrico, la disuasión ubicada en el centro refiere al conjunto de relaciones entre
Estados que interactúan en un sistema internacional anárquico, por lo que ante la
ausencia de una autoridad central, la política internacional adquiere un carácter
predominantemente conflictivo, de suerte que “en un sistema de estas caracterís-
ticas, los responsables políticos han de procurar poseer aquellas cotas de poder
que garanticen la consecución de los intereses nacionales de sus respectivos paí-
ses” (Sodupe, 1985, p. 55).

101
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

De esta manera, la disuasión se convierte en una herramienta de poder


para los Estados, al punto de influir en el comportamiento de manera positiva,
alineado a sus propios intereses y propósitos. La disuasión hace alusión a si-
tuaciones en que las partes involucradas poseen intereses opuestos, donde las
figuras son las naciones; reside en la intimidación del uso de la fuerza, con la
intención de eludir un ataque. En síntesis, la disuasión se constituye en un aba-
nico de opciones del que los dirigentes de un país disponen para el proceso de
toma de decisiones gubernamentales, por lo que su adopción corresponde a
la pretensión de persuadir de manera deliberada al adversario a declinar en su
intención de usar la fuerza, por lo que frecuentemente se la concibe como una
actividad de orden psicológico (Sodupe, 1985). Ampliando el concepto, desde
la perspectiva del realismo clásico y la teoría de equilibrio de poder, la disua-
sión se asume desde la gestión de las rivalidades interestatales fundamentada
en la teoría de juegos y la aplicación del modelo costo-beneficios, desarrollado
por Neumman y Morgenstern (1944). Así, la disuasión era el resultado de la
aplicación de cuatro variables
1. El beneficio del éxito; 2. El costo de la respuesta del agredido; 3. La proba-
bilidad de que el agredido cumpla con la amenaza, y 4. La probabilidad de que
el agresor acabe con la capacidad de represalia del disuador. (Colom-Piella,
2020)

Complementando, en el ámbito de la defensa y seguridad internacional, en


su función estratégica de protección, cada día más imbricado, los mecanismos
evolucionaron hacia la adopción de modelos y herramientas estratégicas, como
la disuasión, cuya adopción, mediante la aplicación de capacidades creíbles,
busca impedir que el adversario, con la intención de imponer su voluntad, haga
uso de la violencia. En esencia, se busca inhibir al agresor para que emplee las
armas, al reflexionar que el uso de ellas se constituye en la peor de las alter-
nativas. De esta manera, la disuasión prioriza la restricción de la actuación del
adversario psicológicamente (Ganga, 1984). De acuerdo con el Ministerio de la
Defensa Nacional de Chile (2017) la disuasión es:
Un efecto por cuanto corresponde a una dimensión psicológica o subjetiva
que se produce en un potencial adversario. La disuasión no pretende paralizar
toda acción contraria al interés nacional, sino generar en el potencial adversa-
rio la convicción de que el costo de interferir coactivamente contra intereses
vitales propios será más alto que los beneficios por obtener. (p.131)

102
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

En este sentido, el ámbito de aplicación de la disuasión como herramienta


estratégica permite establecer, por su modo de aplicación y los medios por uti-
lizar, varios tipos de disuasión, entre los que se encuentran, los primeros, como
la focalizada, la graduada, la mutua, por castigo y por negación y, los segundos,
como la ciberdisuasión, la nuclear y la económica.

Disuasión focalizada
Este modo de disuasión surgió en EE. UU., a raíz del incremento de la violen-
cia y otras afectaciones contra la comunidad, originadas por pandillas juveniles
y bandas del crimen organizado que condujeron al Gobierno a adoptar nuevas
estrategias disuasivas que superaran la general por una más específica y foca-
lizada. Según Nagin (2019), en esta modalidad de disuasión orientada contra las
organizaciones del crimen, el Gobierno, por intermedio de las fuerzas policiales
especializadas, direcciona la atención de los problemas y riegos a la aplicación
de las actividades de seguridad por espacios geográficos, modalidades de delito
y tipo de personas sobre los que se emplean de manera específica la evidencia
científica, la efectividad de las actuaciones y la evaluación de los resultados, per-
mitiendo reducir la criminalidad objetiva y subjetiva, al verificarse la certeza de
las actuaciones policiales, en vez de la severidad de las penas.
Desde esta nueva modalidad de disuasión, se les advirtió a los delincuentes
actuales y potenciales que de continuar con sus acciones serían objeto de me-
didas administrativas colectivas, como la notificación de grupos fraccionados,
indicando que sus áreas de influencia están bajo vigilancia y que la Policía posee
la capacidad y voluntad de hacer cumplir la ley, además que si no cambian sus
prácticas delictivas, serán blanco de una fuerte represión y retiro de beneficios
sociales que se logran para quienes así lo decidan, cambiar su vida, como opor-
tunidades laborales y asistencia social, entre otros (Netto, 2020).
De esta manera, las estrategias enfocadas en la disuasión focalizada tra-
bajan en favor de prevenir la violencia, evitar la reincidencia de delitos, más co-
nocidas en EE. UU. como palancas de arrastre. Otro factor que se atribuye es la
comunicación que se les brinda a los delincuentes para que estén informados
de que están siendo vigilados y serán castigados implacablemente si no acatan
las políticas del programa. La disuasión significa evitar el delito cuando los de-
lincuentes perciben que los costos de cometer el delito superan los beneficios
(Netto, 2020).

103
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Disuasión graduada
Suele denominarse al tipo de armas determinadas para uso específico, en con-
traposición a los bombardeos estratégicos utilizados a manera de disuasión en
la Segunda Guerra Mundial. Desde esta tesis, la disuasión se considera como el
hecho de inducir una estabilidad, desde la cual emerge “la habilidad para consi-
derar el daño que ambos pueden infringirse” (Ganga, 1984, p. 3).

Disuasión nuclear
Con el advenimiento del uso de las armas nucleares en la Segunda Guerra
Mundial, se desarrolló por parte del Gobierno de EE. UU., la estrategia nuclear
con la cual, fundamentada en la amenaza de empleo del arma nuclear, disuadie-
ra a sus adversarios de agredir a la potencia o a sus aliados. Sin embargo, los
acontecimientos de 1950 en Corea demostraron las falencias de dicha estra-
tegia fundamentada en las capacidades nucleares y que no fue suficiente para
evitar la crisis (Izquierdo & Davara, 1993).
Posteriormente, con los avances termonucleares de los soviéticos, demos-
trados en agosto de 1953, que aproximaron a las potencias al equilibrio estra-
tégico, a partir de esa fecha se fortaleció la teoría del uso de las capacidades
nucleares de teatro o estratégicas como herramienta de la disuasión sobre la
teoría de la destrucción mutua asegurada (Izquierdo & Davara, 1993).

La ciberdisuasión
Recientemente, en el mundo ha tenido auge el concepto de guerra cibernética, el
cual se basa en vulnerar la seguridad digital de otro Estado, con el fin de conocer la
información confidencial y las operaciones militares emprendidas por dicho país.
Como ejemplo, ocurrió una actividad maliciosa en el ciberespacio durante las
acciones militares rusas en Crimea. Las operaciones comenzaron con la incau-
tación de las oficinas de Ukrtelecom y el corte físico de los cables de teléfono e
internet. Grupos como Op Russia y Russian Cyber Command, que se oponían a la
anexión, llevaron a cabo ataques de denegación de servicio (DDos) contra sitios
rusos, mientras CyberBerkut –pro ruso– estaba activo contra la OTAN, en particu-
lar dirigiéndose a su sitio web público principal antes de la votación de Crimea, en
marzo de 2014, para separarse de Ucrania y unirse a Rusia (Barrera, 2019).
Ante este tipo de situaciones, es pertinente analizar si las estrategias tradi-
cionales de la disuasión son competentes para derrotar a los actores maliciosos

104
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

en el ciberespacio. En el plano del conflicto cibernético, es complejo disuadir en


el comportamiento y conducta del adversario. Están limitadas ya que, por esta
línea, el opresor puede actuar de manera anónima, oculta.
No obstante, afectar la amplia gama de actores en el ciberespacio es un
problema, ya que la disuasión debe funcionar en la mente de cada atacante en
diferentes circunstancias. Incluso si el atacante es racional, sus motivaciones
para alcanzar objetivos políticos, satisfacción personal o ganancia económica
no son fácilmente despreciables (Barrera, 2019).
Ante la presente debilidad se requieren con urgencia estrategias de disuasión
que apoyen el mundo cibernético. Una activa defensa cibernética haría más difícil
las rutas de acceso y apoyaría el castigo a la violación de la seguridad informática.
Estos nuevos medios para lograr la disuasión, también fomentan la restric-
ción del adversario en los conflictos cibernéticos en tiempos de paz, al configurar
las percepciones de los costos y beneficios de un ataque cibernético, indepen-
dientemente del carácter o la cantidad de actores a ser disuadidos. La defensa
cibernética activa implica la detección, el análisis y la mitigación sincronizada
con las brechas de seguridad del área que sea víctima (Barrera, 2019).
Descendiendo de nivel y teniendo en cuenta los campos de aplicación de
la disuasión como herramienta estratégica, en el ámbito militar la disuasión se
define como la:
Acción y efecto de disuadir, inducción al desistimiento; convencimiento nega-
tivo; cuyo concepto central, por su parte, es descrito como: inducir, convencer
a otro para que cambie de opinión o desista de un empeño. No ha de intervenir
la amenaza ni la fuerza, sino exclusivamente la persuasión o el razonamiento.
Su valoración depende de los fines, ya que cabe disuadir de un crimen, de la
deserción, de una guerra, así como de un arranque heroico por el recuerdo del
sacrifico o de los sufrimientos familiares ulteriores. (Caballenas, 1961, p. 601)

La OTAN, el Pacto de Varsovia y la Federación


Rusa: aplicación de la disuasión como
herramienta estratégica (caso de estudio)
Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento de la Guerra
Fría, diez países del área del Atlántico Norte, con el apoyo de EE. UU. y Canadá,
con el fin de salvaguardar la libertad y seguridad acudiendo al artículo 51 de la

105
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Carta de las Naciones Unidas que reitera el “derecho inherente de los estados in-
dependientes a la defensa individual y colectiva” (Caramés, 2000, p. 9), en 1949,
en la ciudad de Washington, firmaron el Tratado del Atlántico Norte, que bajo la
premisa de seguridad mutua definió como objetivo primordial la defensa de sus
integrantes frente a la posibilidad de un ataque originado por las políticas y la
creciente capacidad militar de la otrora Unión Soviética (Caramés, 2000).
Con la firma del Tratado y con el propósito de garantizar la estabilidad global
de Europa en el marco de una mayor cooperación entre los países miembros,
la política de seguridad de la Alianza, en 1952 emitió en Lisboa la Política de
Disuasión, que consistió en “hacer ver a cualquier posible agresor de la OTAN
que una guerra no sería rentable para él”. La estrategia basada principalmente
en la capacidad nuclear de EE. UU., en “amenazar o disuadir con dicha superio-
ridad a cualquier posible agresor” (Pena, 2000, p.35), permitió mantener alejada
cualquier intención de agresión, mientras se fortalecían las tropas convenciona-
les de los Estados miembros de la OTAN (Pena, 2000).
En este contexto, con el logro de las capacidades termonucleares por par-
te de la extinta Union Soviética, en 1952, los estudios sobre las consecuencias
destructivas que produciría un escenario de confrontación atómico, en el que
se advertía que el control de las operaciones tan solo se podría mantener en los
primeros minutos de la batalla, porque posteriormente la situación se haría im-
previsible, condujo de manera progresiva a comprender que las armas nucleares
no se constituían en un medio de combate y que su rol por el contrario se ubica-
ba en impedir los enfrentamientos armados (Beaufre, 1973). De esta manera, se
abrió paso a la disuasión como una herramienta estratégica del poder.
A partir de este postulado, en 1957, la OTAN ajustó el concepto estratégico,
el MC 14/2, que basado en la doctrina de la represalia masiva (Adán, 2019) con la
cual las potencias poseedoras de las capacidades nucleares adecuaron sus es-
trategias defensivas (Pena 2000), siendo una de ellas la política MC70, con la que
EE. UU., con el fin de evitar una incursión o invasión masiva por parte de la Unión
Soviética a países europeos, les suministró medios nucleares tácticos. Con esta
política, se logró alcanzar una capacidad defensiva directa que permitiera di-
suadir la agresión clásica y desescalar la adopción apocalíptica de la disuasión
estratégica (Beaufre, 1973).
Respecto de la disuasión estratégica, el temor por el empleo de los medios
atómicos por alguno de los adversarios condujo a la adopción de medidas pre-
ventivas que permitieran detectar oportunamente aun cuando fuera por pocos

106
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

minutos la llegada de la primera andanada y, a la vez, hacer uso de las capacida-


des propias, hizo de los radares, los transmisores y demás sistemas electrónicos,
el mecanismo adecuado ante la posibilidad de un ataque aéreo nuclear. Además
de las medidas de alerta temprana los norteamericanos desplegaron toda una flo-
ta de aviones que con capacidades atómicas circundaban el globo y advertían el
tiempo de respuesta ante una posible agresión. A este modelo se le conoció como
la disuasión bilateral inestable, en razón de las posibilidades de detección errada
de radares ante una tempestad electrónica, así como los riesgos de las aeronaves
transitando por el mundo con capacidades termonucleares (Beaufre, 1973).
Hacia la década de 1970, en el seno de la OTAN, se abrió el debate sobre las
maneras de encauzar la disuasión, dedicando especial atención al papel que la
fuerza militar con sus capacidades nucleares del teatro puede ejercer una influen-
cia efectiva sobre los integrantes del Pacto de Varsovia. Según Martín (1980),
El balance de fuerzas en el frente central constituye, todavía, un asunto de
máxima preocupación para la OTAN, como lo pone en evidencia el “Programa
de Defensa a Largo Plazo”, preparado para elevar la capacidad y grado de
preparación de las fuerzas de la Alianza. (p. 4)

Desde esta perspectiva, la amenaza de un ataque nuclear aunado a las ca-


pacidades que dan las fuerzas convencionales y nucleares del teatro se consti-
tuyeron en una herramienta disuasiva que impida la puesta en ejecución de una
guerra atómica global y limite un conflicto nuclear, al fin y al cabo las acciones
de destrucción masiva mutua no son de conveniencia para ninguno de los ac-
tores en contienda. Por lo expuesto, la OTAN, al considerar como amenazas la
conquista de la población y la ocupación de territorios, además de la destrucción
por medio de ataques nucleares por parte de los países integrantes del Pacto
de Varsovia, estructuró sus fuerzas militares para enfrentar las dos amenazas
mediante el empleo de las fuerzas convencionales o las fuerzas estratégicos
respectivamente (Martín, 1980).
A las opciones de carácter militar y nuclear, la OTAN igualmente acudió a
las herramientas de decisión política, en que la percepción de las amenazas di-
suasivas por parte del adversario cobra relevancia. Por ello, las muestras de la
alianza y solidaridad entre los países de la OTAN, su capacidad económica para
sostener una confrontación, así como la historia de defensa de los intereses de
la comunidad, se constituyeron en factores determinantes en el balance de po-
tenciales o correlación de fuerzas que efectuaban los miembros del Pacto de
Varsovia (Martín, 1980).

107
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

De otra parte, las fuerzas del Pacto de Varsovia constituidas en fuerzas con-
vencionales, químicas o nucleares del teatro para asumir una guerra relámpago
por parte de la OTAN se prepararon bajo la concepción de la ofensiva coordi-
nada; mientras que las fuerzas estratégicas soviéticas, haciendo las veces de
disuasión, mantienen capacidades para efectuar, si se considera necesario,
ataques de destrucción sobre territorio europeo o norteamericano, las fuerzas
convencionales con capacidades atómicas del teatro alcanzaban objetivos en la
Europa central. De acuerdo con Martín (1980):
La estrategia nuclear soviética, en su lucha contra la OTAN, exige ataques
atómicos masivos contra los objetivos militares del teatro de operaciones,
seguidos inmediatamente por una explotación mediante veloces fuerzas te-
rrestres acorazadas a lo largo de múltiples ejes de avance. (p. 12)

La doctrina soviética consideró lanzar contra las fuerzas de la OTAN una


ofensiva masiva y veloz en la que se coordinan capacidades convencionales
con armas químicas y nucleares, teniendo como objetivo alcanzar el canal de
La Mancha en máximo dos semanas. Para los países miembros de la Alianza, la
transformación de las fuerzas soviéticas fundamentadas en los avances tecno-
lógicos, el aumento de sus unidades y el programa de modernización de todos
los medios estratégicos, convencionales y nucleares del teatro hace que la in-
tención no sea descabellada.
En respuesta, desde la OTAN se plantearon varias hipótesis, en las que se
consideró que “la amenaza de una guerra nuclear general ya no constituye una
disuasión creíble para contener los ataques contra Europa”; por lo tanto, se
contempló, de una parte, que una disuasión de la OTAN debe fundamentarse
en el empleo anticipado de armas nucleares de teatro de baja potencia, mien-
tras que, de otra parte, el elemento disuasivo principal se atribuyó a las fuerzas
convencionales de la OTAN, por lo que se hace necesario una reducción de las
fuerzas nucleares de teatro. Para los detractores de la fundamentación de la
disuasión en el uso de las armas nucleares del teatro, su hipótesis se soportó
en que esta opción incrementa el riesgo de escalar a una situación de guerra
atómica total. El planteamiento de las hipótesis produjo el rechazo de los plan-
teamientos de la reducción de las armas nucleares del teatro en el sentido que
su equivocación reside en no darse cuenta de que aunque se tenga una fuerte
defensa convencional por parte de la OTAN
esa misma fortaleza defensiva puede llevar a los soviéticos a un empleo pre-
maturo de las armas nucleares, en un esfuerzo para superar el obstáculo,

108
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

fallando la disuasión y encontrándose la OTAN sin la adecuada respuesta a la


iniciativa de la URSS. (Martín, 1980, p. 22)

Mientras se profundiza la discusión de los medios de disuasión por parte


de la OTAN, desde los análisis, se expuso que un verdadero potencial disua-
sivo debía contener:
Las Fuerzas Estratégicas, que permitan disuadir de ataques nucleares como
medio de respuesta en una guerra nuclear total, las fuerzas nucleares de tea-
tro, que permitan disuadir las amenazas nucleares en Europa y las Fuerzas
convencionales, cuyas capacidades logren disuadir la agresión de amenazas
de la misma naturaleza. (Martín, 1980)

Superadas las circunstancias de la Guerra Fría y expuesto un nuevo or-


den mundial, con la disolución de la URSS y el retiro de las tropas soviéticas de
Hungría, Checoslovaquia, Polonia y Alemania, las circunstancias de conflictivi-
dad entre la OTAN y el Pacto de Varsovia quedaron saldadas, por lo que desde
este nuevo contexto, en 1991, en la cumbre de Roma, el Consejo de la Alianza del
Atlántico Norte, al observar que las probabilidades de un ataque armado a gran
escala sobre territorio europeo desaparecieron, produjo el replanteamiento del
concepto estratégico. Para la OTAN, el nuevo escenario de seguridad se caracte-
rizó por el surgimiento de riesgos multidireccionales y complejos derivados de la
inestabilidad económica, política y social, así como las rivalidades de tipo étnico
y de disputas territoriales (Pena, 2000).
Desde esta perspectiva, la política de seguridad de la OTAN se circunscribió
al diálogo, la cooperación, la gestión de crisis y la defensa colectiva, como pilares
de la nueva política estratégica (Pena, 2000). Esta nueva interpretación de la se-
guridad más amplia produjo la reducción de las fuerzas terrestres, aéreas y na-
vales aliadas, la mejora en movilidad, flexibilidad y capacidad de adaptación a los
diferentes escenarios de actuación y un mayor protagonismo a las fuerzas mul-
tinacionales (Caramés, 2000). Los ajustes de las fuerzas de la Alianza tuvieron,
igualmente, en cuenta el papel de las fuerzas nucleares que, aunque en proceso
de reducción, seguirían manteniendo una capacidad disuasiva (Pena, 2000).
Las consideraciones expuestas en el concepto estratégico de 1991 en las
que desatacaba la cooperación y la atención de las crisis se pusieron en ejecu-
ción con la creación en 1997 del Consejo de Asociación Euro Atlántico (CAEA)
que se constituyó en el foro de cooperación y consultas de mayor confianza en-
tre los miembros, lo que redundó en el fortalecimiento de la seguridad en Europa,
el Cáucaso y Asia central. Continuando con las políticas de cooperación en 1997,

109
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

se logra uno de los acuerdos de mayor importancia para la seguridad Europea


al crearse el primer mecanismo de cooperación OTAN-Rusia en el que los com-
promisos consideraron “la construcción de una Europa estable, pacífica y unida”
(Adán, 2019, p. 21).
Seguidamente, en 1999, el nuevo concepto estratégico reafirmó las tareas de
la seguridad, las consultas, la disuasión y defensa del área euroatlántica, la gestión
de crisis y la asociación. A partir de estos, las líneas estratégicas se enfocaron en
la participación de la OTAN en operaciones de respuesta de crisis, el apoyo a las
operaciones de mantenimiento de paz y la ayuda a los países socios para parti-
cipar en operaciones lideradas por la OTAN. Bajo estos lineamientos, la OTAN se
preparó para el despliegue de sus fuerzas militares y el desarrollo de misiones fue-
ra de su territorio, bajo la concepción de seguridad global, lo que dejó desde esta
perspectiva, la utilización de las capacidades nucleares en un escenario remoto.
Sin embargo, en caso extremo, se reservó un arsenal estratégico.
Considerada la gestión de crisis como uno de los objetivos de la OTAN, en
razón de las experiencias logradas en los Balcanes y Afganistán, la Alianza reco-
noció la necesidad de desarrollar y alcanzar capacidades para atender operacio-
nes de contrainsurgencia, de estabilización y de reconstrucción, así como para
entrenar y fortalecer fuerzas locales.
Para la OTAN, el tratamiento de las armas defensivas de destrucción ma-
siva (ADM), bajo una estrategia político-militar, se basó en la prevención de la
proliferación de este tipo de capacidades a la vez que, en cuanto se produzca,
hacer uso de los mecanismos diplomáticos. En consecuencia, la atención a las
ADM pasó por el fortalecimiento del debate sobre las cuestiones de las ADM,
la preparación de las fuerzas para actuar en un escenario de ADM e intensifi-
car la información sobre los programas de ayuda a la destrucción de las ADM
(Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN], 1999).
Los acontecimientos del 11S y los posteriores atentados terroristas del 11
de marzo de 2004 y 7 de julio de 2005, en España y el Reino Unido respectiva-
mente, sumados a la participación de la OTAN en Afganistán y el resurgimiento
de la piratería en nuevos escenarios marítimos, condujeron a la reformulación
del concepto estratégico que fundamentado en las tareas de defensa colectiva,
gestión de crisis, seguridad cooperativa y el proceso continuo de reforma, mo-
dernización y transformación garantice la libertad individual, la democracia, los
derechos y el Estado de derecho. En su contenido, al definir las amenazas, al igual
que el concepto estratégico anterior, la probabilidad de un ataque generalizado

110
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

nuclear o convencional contra los países de la Alianza es considerado de muy


baja probabilidad. Para este caso, la atención de las amenazas se situó en “los
ataques cibernéticos, los ataques con misiles contra la población o los territorios
de los países aliados, la delincuencia organizada y los graves problemas am-
bientales o de salud pública” (Calduch, 2011, p. 49).
La política común de seguridad que guio el concepto estratégico de 1999
se vio fortalecida en el concepto estratégico de 2010 en que se establecieron la
defensa colectiva, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa como tareas
esenciales y se decidió desarrollar capacidades de defensa antimisiles y de ci-
beramenazas. Desde el punto de vista de la relación con Rusia, esta se condu-
cirá bajo “la política de restablecimiento en varios ámbitos de interés en común”
(IEEE.ES, 2017, p. 11). Sin embargo, el ambiente de paz y tranquilidad que se vivía
se vio alterado por “la anexión de Crimea por parte de Rusia y la declaración de
Califato por el Estado Islámico de Irak” lo que produjo de manera acelerada la
reconversión de la OTAN (IEEE.ES, 2017, p. 12).
En consecuencia, sin que se afectara el diálogo establecido en los principios
del acta fundacional OTAN-Rusia de 1997, la cooperación práctica con Rusia fue
suspendida, por lo que el escenario de la disuasión y la defensa volvió a tomar re-
levancia. De igual manera, en materia de cooperación la Alianza promovió nuevas
iniciativas en las que a partir del Diálogo Mediterráneo, la iniciativa de coopera-
ción Estambul y la Asociación para la Paz, promovió nuevos tipos de cooperación
operacional que permitieron superar el enfoque regional. Dentro de los nuevos
criterios, se desarrollaron la Iniciativa de Fuerzas Conectadas, el Programa de
Oportunidades Mejoradas y la Plataforma de Interoperabilidad, mecanismos a
los que se sumó el diálogo político, cooperación práctica, acción conjunta frente
a la crisis y el nuevo concepto de socios globales, que permitió que Colombia se
vinculara a la Alianza. Los ajustes efectuados permitieron estructurar una red de
seguridad más amplia y más interdependiente (IEEE.ES, 2017, p. 13).

Colombia y la disuasión como herramienta


estratégica
Para la preservación y promoción de los intereses vitales, el Estado colombiano,
con el liderazgo del presidente de la república y la participación del CSN desa-
rrolla un proceso sistémico e interagencial de planeación de la seguridad y la
defensa que contempla, en un primer evento, después de identificar los intereses

111
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

vitales y las aspiraciones, la elaboración de la Apreciación Política Estratégica


Nacional (APEN) en la cual, efectuando un estudio detallado de los actores y fac-
tores de inseguridad a nivel global, regional, vecinal e interno, identifica y valora
cuáles de ellos poseen la capacidad o voluntad de afectar actual y potencial-
mente el logro de los intereses y objetivos nacionales (CGFM, 1996) culminando
con la configuración de los escenarios de acción. A partir de este documento, el
Gobierno nacional emite la PDS con que se establecen los pilares que la sopor-
tan y la guían, los objetivos y las líneas de acción para la atención de los riesgos,
desafíos y amenazas a la seguridad nacional.
Desde el punto de vista doctrinario, para el cumplimiento de los objetivos
impuestos por la dirección política, el país debe determinar cómo en respuesta a
los riesgos, desafíos y amenazas y las capacidades propias, organiza la seguri-
dad nacional, en la que además de la unidad nacional, las relaciones internacio-
nales, el desarrollo económico y los avances técnico- científicos, mantenga unas
FF. AA. apropiadas “para el mantenimiento del orden interno y para la prevención
o el rechazo de agresiones externas, bien sea como elemento disuasivo o como
instrumento capaz de hacer la guerra, para defender los intereses nacionales o
restablecer el orden” (CGFM, 1996, p. 56).
Se considera, igualmente, que, para que sea eficaz, la seguridad nacional
requiere que esta se desarrolle de manera que articule integralmente todos los
componentes del poder nacional, que su desarrollo sea armónico propendien-
do por el equilibrio entre la seguridad y el desarrollo, que su actuación se pro-
yecte en el tiempo y que finalmente la fuerza estructural y funcional posea la
magnitud de las capacidades que produzca efectos disuasivos en el adversario
potencial o de enfrentarlo si persiste en imponer su voluntad (CGFM, 1996).
Tras el proceso constituyente de 1991, el Estado colombiano, en defensa
de los intereses de la nación y desde el análisis del contexto de seguridad,
implementó periódicamente las políticas de seguridad y defensa en las cuales,
bajo las circunstancias de conflicto armado interno y posturas antagónicas de
Gobiernos vecinos, consideró la adopción de la disuasión como una herramien-
ta del poder, en los Gobiernos de los presidentes Cesar Gaviria (1990-1994), te-
niendo como marco la Estrategia Nacional contra la Violencia; Ernesto Samper
(1994-1998), Política para la Seguridad y la Convivencia; Andrés Pastrana
(1998-2002), Política de Defensa y Seguridad Democrática; Álvaro Uribe Vélez
(2002-2006), Política de Seguridad Democrática y (2006-2010), Política de
Consolidación de la Seguridad; Juan Manuel Santos (2010-2014), Política

112
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

Integral de Seguridad y Defensa para la Prosperidad y (2014-2018), Política de


Defensa y Seguridad por un Nuevo País, e Iván Duque Márquez, (2018-), Política
de Defensa y Seguridad para la Legalidad, el Emprendimiento y la Equidad.
Para el CGFM, defender los intereses nacionales requiere la adopción de
medidas preventivas que permitan disuadir a los potenciales adversarios que
pretendan amenazarlos, teniendo como especial premisa hacer ver que las con-
secuencias de sus intenciones pueden ser más costosas que los beneficios. La
disuasión es un estado de ánimo provocado por la existencia de una amenaza
creíble contra la que es inaceptable una acción (Fuerzas Militares de Colombia,
[FF. MM.], 2018).

Política Integral de Seguridad


para la Prosperidad (2010-2014)
Posterior a los logros alcanzados contra las organizaciones armadas ilegales,
con la ejecución de los planes de guerra Patriota, Consolidación y Bicentenario,
durante 2002, 2006 y 2010, respectivamente, el Gobierno nacional, al observar
la adaptación de la amenaza guerrillera a la estrategia militar, con la promulga-
ción de la Política Integral de Seguridad para la Prosperidad PISPD (2010-2014),
que estableció como objetivo “alcanzar condiciones de seguridad óptimas para
garantizar la prosperidad democrática y el progreso nacional”, definió dentro de
las seis estrategias sectoriales avanzar hacia un sistema de capacidades di-
suasivas creíbles, integrado e interoperable, con lo cual se buscó contrarrestar
la actividad de los grupos armados al margen de la ley y culminar con el control
territorial sobre algunas zonas (MDN, 2018, p. 68).
Desde estos direccionamientos, el Ministerio de la Defensa Nacional esta-
bleció que para garantizar la independencia, la integridad del territorio, la sobe-
ranía, la seguridad de los recursos y la proyección del Estado colombiano, se
hacía imperioso adoptar una postura disuasiva mediante el “desarrollo y soste-
nimiento de las capacidades estratégicas de la Nación” (MDN, 2018, p. 68). La
traducción de las directrices por parte del comandante general de las FF. MM. se
dio con la emisión del concepto estratégico con enfoque ofensivo, que, bajo los
lineamientos de la ética, la disciplina y la innovación, produjo el Plan de Guerra
Espada de Honor I y sus posteriores ediciones II y III, con los cuales se logró la
derrota estratégica de una de las organizaciones ilegales alzadas en armas en
Colombia, las FARC (MDN, 2018).

113
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Política de Defensa y Seguridad por un Nuevo


País (2014-2018)
Con los avances en ciencia y tecnología, la globalización y la interdependencia y
el surgimiento de nuevos actores no estatales que configuran en el continente un
escenario de seguridad multidimensional (Organización de Estados Americanos
[OEA], 2003), para el caso colombiano, el contexto de seguridad caracterizado, por
la emergencia de actores y fenómenos de diversa naturaleza con multiplicidad de
interconexiones, se tradujo en el fortalecimiento y adaptación de los actores arma-
dos ilegales, la incursión de las organizaciones del crimen transnacional organiza-
do, los narcotraficantes, la explotación ilegal de los recursos naturales, la utilización
del ciberespacio para acciones terroristas contra la infraestructura crítica y actos
delincuenciales, el terrorismo y países con dificultades de gobernabilidad.
Desde este variopinto panorama, las Fuerzas Armadas de Colombia dieron
inicio a un proceso de transformación que permita responder a los retos y de-
safíos que las circunstancias exigen, por lo que en 2015, y fundamentado en
el planeamiento por capacidades, se estructuró el Plan Estratégico Militar 2030
(PEM 2030), con el que se definió la ruta de la seguridad y la defensa del país.
La visión del PEM 2030, cuyo objetivo reside en la defensa de los intereses de
la nación, proyectó que las FF. MM. deberán alcanzar una autonomía estratégica,
cuyas capacidades permitan sostener operaciones ofensivas y defensivas con
los medios y recursos propios durante el tiempo que se requiera para neutralizar,
disuadir o mitigar la amenaza de forma efectiva y simultánea en más de un es-
cenario. Por ello, dentro de los objetivos específicos, estableció que para 2030 se
deben haber “desarrollado y potencializado las capacidades para enfrentar efec-
tivamente las amenazas, regulares e irregulares, armadas y no armadas, identi-
ficadas tras la ponderación del contexto enmarcado en las áreas misionales de
defensa nacional y seguridad pública” (CGFM, 2015, p. 21).
En perspectiva, la capacidad disuasiva abordada en el PEM 2030 busca preve-
nir que las agresiones del adversario se materialicen por medio de una demostra-
ción de probable retaliación cuya repercusión supere los beneficios esperados por
el agresor. De lo que se desprende que las FF. MM. de 2030 deberán contar con las
capacidades conjuntas; disponer de la reserva estratégica para el uso efectivo y el
restablecimiento oportuno de las capacidades militares requeridas en cada área
misional; contar con un sistema logístico adecuado, y, finalmente, ser flexibles en
su naturaleza para atender la multidimensión y lograr el desempeño de misiones

114
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

multimisión, lo que permitirá resolver con efectividad amenazas simples como de-
safíos múltiples y complejos (CGFM, 2015). En síntesis:
Las Fuerzas Militares de 2030, en el marco de la normatividad, son una institu-
ción íntegra, con hombres y mujeres idóneos, entrenados, capacitados y actua-
lizados. Fortalecidas en el trabajo conjunto, coordinado, interagencial y com-
binado (CCIC). Moderna en equipos y tecnología, con capacidad disuasiva,
interoperable y exitosa en más de un escenario en forma simultánea; contri-
buyendo con sus capacidades al crecimiento de la nación y siendo referentes
internacionales en el mantenimiento de la paz global. (CGFM, 2015, p.18)

El proceso de transformación y modernización de la Fuerza Pública se viabi-


liza así, desarrollando, desde los ejes transformación, modernización y transpa-
rencia, los conceptos CCIC para “alcanzar una capacidad disuasiva, interoperable
y exitosa” (Las Fuerza, 2018, p. 2).
Se permitirá, de igual forma, mediante la ejecución de operaciones conjun-
tas, coordinadas e interagenciales, el cumplimiento de los objetivos estratégicos,
alcanzar en el orden interno una disuasión creíble y el posicionamiento de las FF.
AA. como referente en el escenario internacional (MDN, 2018).
Cuando el Plan de Estabilización y Consolidación ‘Victoria’ inició, con una prio-
rización en 170 municipios, se tuvo como propósito la neutralización de las estruc-
turas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), de Grupos Armados Organizados
(GAO), el Sistema de Amenaza Persistente (SAP) y demás fenómenos de crimina-
lidad que afectaran a la población y la seguridad nacional. (MDN, 2018)
De esta manera, se plantearon cuatro ejes estratégicos que tuvieron como
propósito el control institucional del territorio, el fortalecimiento institucional, la
cooperación y el desarrollo y el Plan de Defensa Nacional, con énfasis en el de-
sarrollo y fortalecimiento de capacidades estratégicas, disuasivas y creíbles, que
permitieran preservar la soberanía, la integridad y la independencia en todo el
territorio nacional.

Política de Defensa y Seguridad


para la Legalidad, el Emprendimiento
y la Equidad (2018-2022)
Al definir las áreas misionales de la defensa nacional y la cooperación internacio-
nal, el Plan Estratégico del Sector Defensa y la Seguridad estableció como objetivo

115
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

prioritario garantizar la defensa de la soberanía, la independencia y la integridad


del territorio nacional, para lo cual determinó, dentro de las acciones, la necesi-
dad de consolidar la capacidad de disuasión; adoptar una estrategia de seguridad
fronteriza a partir de planes binacionales, interoperabilidad y operaciones combi-
nadas; fortalecer la cooperación; exportar las capacidades, y desarrollar una diplo-
macia para la defensa y seguridad. A su vez, para la implementación del objetivo,
la Guía de Planeamiento Estratégico estableció la necesidad de fortalecer las ca-
pacidades de las FF. MM. con el fin de hacer frente a cualquier tipo de amenaza,
riesgo, o agresión, asegurando la defensa de las dimensiones “terrestre, marítimo,
fluvial, aéreo, espacial y en el ciberespacio, potencializando la capacidad disuasiva,
la influencia y la cooperación internacional” (MDN, 2018, p. 25).
A partir del círculo virtuoso de la seguridad, la legalidad, el emprendimiento
y la equidad que sustenta el Gobierno colombiano en la política de defensa y
seguridad, emitido en 2019, se establece la transformación estratégica de la de-
fensa y la seguridad, siendo un punto de partida para desarrollar las políticas de
seguridad y defensa de Colombia.
Los ejes transformadores de la estrategia son: 1. agua, biodiversidad y
medioambiente; 2. Seguridad cooperativa; 3. Disrupción del delito; 4. Control mi-
litar al control institucional del territorio, y 5. Innovación, ciencia y tecnología.

Seguridad cooperativa
En materia de seguridad, el Estado usa la disuasión diplomática en aras de po-
tencializar la defensa de Colombia y establecer como propósito fundamental la
cooperación de la nación a nivel internacional, establecer excelentes relaciones
con países aliados que sostienen intereses en común, a fin de mantener la segu-
ridad como eje de conexión, estrategia y alianza.
Colombia se encuentra en un momento adecuado para desarrollar iniciati-
vas y tareas que, basadas en dicho concepto, le permitan desplegar un liderazgo
legítimo, consensuado y esperanzador; influir decisivamente en la estabilización
y prosperidad hemisférica, y contribuir a consolidar un modelo continental ba-
sado en las virtudes de la democracia, en desalentar los extremismos y en el
sometimiento de las amenazas transregionales (MDN, 2019, p. 37).
En la línea tecnológica, gestionar el riesgo de manera asertiva es una tarea
en conjunto. Lo ideal es establecer vínculos y responsabilidades compartidas
con otros países y enlazar los intereses individuales, en intereses particulares
para debilitar el cibercrimen.

116
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

La seguridad cooperativa, unida a la diplomacia, será una línea de defensa


que usará Colombia ante amenazas externas; de igual forma, el país cuenta con
la suficiente capacidad militar para disuadir al agresor, buscando mantener la
seguridad de la nación, cuidando así, los propios intereses y los de las naciones
participativas en este mismo fin.
Para Colombia es importante trabajar en mantener la paz y la seguridad in-
ternacional y resguardar los derechos humanos y, para ello, se generarán uniones
con países que tengan los mismos intereses y trabajar así de manera equitativa
en los mismos valores democráticos.
La aplicación de los ejes transformadores de la estrategia se desarrollará de
manera escalonada:

Fase 1. Zonas estratégicas de intervención integral (ZEII)1


El objetivo en estas zonas es denegar el territorio a los sistemas criminales, re-
ducir su capacidad delictiva en dirección a su desarticulación y crear condicio-
nes de seguridad para restablecer la legalidad, proteger a la población y defender
los cuerpos de agua, la biodiversidad y el medioambiente, activos estratégicos
de la nación (PDS, 2019, p. 38).

Fase 2. Zonas de construcción de legalidad


El objetivo de esta fase es fortalecer la legitimidad estatal y el imperio de la ley y
eliminar los grupos armados y la delincuencia, contando con el apoyo de la Ponal,
con un protagonismo más fuerte y constante. Se pretende fortalecer la seguridad
y causar una transición económica y social.

Fase 3. Zonas de legalidad, emprendimiento y equidad


Los principales esfuerzos buscarán contrarrestar los delitos de mayor im-
pacto, como las diferentes modalidades de hurto, en especial, a personas,
motocicletas, vehículos, también los que afectan la libertad sexual, la venta
de drogas, los ciberdelitos y las conductas que en el marco del Código de
Policía perturban la convivencia y pueden propiciar la comisión de delitos.
También la extorsión, el tráfico urbano de estupefacientes y el secuestro.
(PDS, 2019, p. 39). Como objetivo primordial de esta fase, se encuentra man-
tener la seguridad e impulsar el emprendimiento, teniendo como fuerza de

1
“Son espacios del territorio con ausencia o déficit de legalidad; vacíos de institucionalidad o con una
precaria presencia estatal; ricos en recursos hídricos, biodiversidad y medioambiente que están en
alto riesgo o franjas de frontera, lo cual les otorga un carácter estratégico” (PDS, 2019, p. 38).

117
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

trabajo la seguridad para los ciudadanos. El rol de la Ponal es vital, pues es


un ente generador de confianza.
En las tres zonas enunciadas se resalta el protagonismo de las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional, es decir, la política de defensa y seguridad de
Colombia 2019, requiere del alto compromiso de estas dos Fuerzas como eje
estratégico y táctico en los programas señalados y pertinentes a su función.

Innovación, ciencia y tecnología


En el marco de esta política, la innovación, la ciencia, la tecnología y el uso eficiente
y seguro de la inteligencia artificial son un elemento esencial para el fortalecimien-
to de las capacidades de las Fuerzas Militares, la Policía Nacional y del Gobierno
nacional. La creatividad y la adaptación del Gobierno y, especialmente, de las
FF. MM. y de la Ponal, a las nuevas modalidades de acción que asume la delin-
cuencia y a las amenazas a la seguridad exigen que el Estado esté a la vanguardia
y en posibilidad de interpretar los desafíos y el cambio de escenario que la ciencia
y la tecnología plantea en los más diversos ámbitos relevantes para el objetivo que
se propone la Política de Defensa y Seguridad (MDN, 2019, p. 39).
La tecnología será aplicada en comunicación, carreteras y comunicación aé-
rea, marítima y fluvial, en aras de un control y seguimiento exhaustivo a aquellos
actos delictivos que atenten contra la vida de las personas y el libre desarrollo
de la nación.

Campos de acción de la política de seguridad y defensa PDS


en Colombia
Para la adecuada dirección de la PDS, surgen los siguientes cuatro campos de
acción:

Campo 1. Disuasión y diplomacia para la defensa y la seguridad.


Internacionalización. “Dirigida a fortalecer las alianzas estratégicas y la reso-
lución pacífica de las controversias entre los Estados, fomentar la cooperación
contra los delitos transnacionales y el terrorismo, en un contexto que reclama
cada vez mayor coordinación estatal” (PDS, 2019, p. 41), donde se pretende ma-
yor respuesta de las instituciones y campo de reacción inmediato y eficaz.
Inhibir. “Alianzas con países con intereses comunes y desarrollo y mante-
nimiento de capacidades militares suficientes para una disuasión creíble que
inhiba, impida y haga desistir a cualquier factor potencial de perturbación de

118
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

la independencia, la integridad territorial y la soberanía del Estado colombiano”


(PDS, 2019, p. 41), es decir, bloquear cualquier amenaza o situación que ponga
en riesgo la democracia y seguridad de la nación.
Integración. “Integrar esfuerzos y capacidades con Estados aliados para la
generación de medidas de confianza, la contribución a la paz y seguridad inter-
nacionales, la exportación de los avances de seguridad alcanzados en Colombia
y el mantenimiento y desarrollo de capacidades” (PDS, 2019, p. 41). Devolver la
confianza a los colombianos bajo estrategias transparentes, basadas en políti-
cas de seguridad efectivas y veraces frente a la ilegalidad.
Interoperabilidad. Basada en un ideal operacional, estratégico y táctico. Se
pretende fortalecer a las FF. MM., ascender su capacidad de reacción y mitigar
amenazas que atenten contra la soberanía e integridad del país.
Influencia. Aumentar las cualidades disuasivas de Colombia en materia de
lucha contra el terrorismo, involucrando estrategias de cooperación y fomentan-
do la toma de decisiones de carácter influyente en cuanto a paz y equidad.

Campo 2. Control institucional del territorio.


Integral. Es oportuno revisar los desafíos y amenazas que le competen a la
Fuerza Pública y trabajar por aquellos cambios en sectores ya identificados,
donde los índices de criminalidad son altos y desgastantes y requieren de una
gestión integral de respuesta inmediata que beneficie a la comunidad en general.
Interdependencia. El logro de los objetivos en seguridad y defensa nacio-
nal en los ámbitos físico y digital tiene una dependencia recíproca respecto del
conjunto de políticas y estrategias que el Estado colombiano adopte en los di-
ferentes ámbitos del poder nacional y que comprometen la Acción Unificada, al
Estado como un todo y la integración de esfuerzos de las FF. MM. y la Ponal con
el sector privado, los Gobiernos locales y las organizaciones de la sociedad (PDS,
2019, p. 42).
Identidad. Se trata de exponer a todos los niveles territoriales del Gobierno
una sola estrategia que va enfocada en reducir los índices de criminalidad y tra-
bajar en equipo bajo el mismo fin, sin perder la identidad de cada institución y la
responsabilidad de la misma.
Institucionalidad. “La Política de Seguridad promueve la creación de con-
diciones para fortalecer las instituciones y el Estado de derecho, al igual que la
legitimidad democrática” (PDS, 2019, p. 42), con el único propósito de garantizar
seguridad a los ciudadanos.

119
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Irreversibilidad. “Condiciones de irreversibilidad que denieguen definitiva-


mente a las organizaciones ilegales la posibilidad de volver a constituirse en una
amenaza para los derechos de los colombianos” (PDS, 2019, p. 42), obteniendo
así, un triunfo de la ley sobre la ilegalidad.

Campo 3. Desarticular el crimen organizado y garantizar la seguridad


ciudadana.
Inclusión. Tomando como principio objetivo que la seguridad nos concierne a
todos los colombianos, es deber también acatar responsabilidades desde el per-
fil de ciudadano, enfocadas en obtener una democracia donde se respeten los
DD. HH. y exista equidad en todas las esferas sociales del país. “La seguridad
exige una sociedad cohesionada en contra de las amenazas, internas y externas,
y sin discursos justificativos del delito y del terrorismo” (PDS, 2019, p. 42).
Inhabilitar. Como Estado, existe la responsabilidad masiva de frenar todo
intento de violación a los DD. HH., luchar contra el fortalecimiento de grupos
criminales y contribuir a la obtención de resultados progresivos que beneficien
al país y devuelvan la paz y seguridad a la población colombiana.
Inteligencia. “El fortalecimiento de los organismos que desarrollan activida-
des de inteligencia y contrainteligencia será la prioridad en la tarea de prevención
y en la respuesta eficaz a los retos de seguridad” (PDS, 2019, p. 43).
Investigación. Mecanismo que permite disminuir la criminalidad, induciendo
a la búsqueda de estrategias que reduzcan la impunidad de los delitos, bajo un
enfoque de prevención y control.
Incidencia. “La incidencia delictiva y su relación con la recurrencia criminal
es fundamental para articular la acción del Estado en la prevención y la sanción
efectiva del delito” (PDS, 2019, p. 43).

Campo 4. Institucionalidad para la defensa y la seguridad.


Innovación. Aprendizaje constante de parte de los administradores de justicia y
leyes, acompañados de la tecnología y ciencia como mecanismo de desarrollo
activo.
Interagencial. Esta política establece el marco de acción en el que las FF.
MM. y la Ponal cumplirán sus responsabilidades constitucionales para garanti-
zar la seguridad interior y exterior, pero en su ejecución estará articulada con las
diferentes instituciones estatales, el sector privado, las organizaciones de la so-
ciedad y la comunidad internacional que, conforme a la Estrategia de Seguridad

120
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

Nacional, convergen en la protección, promoción y defensa de los intereses na-


cionales (PDS, 2019, p. 43).
Integridad. “Son presupuestos de la acción eficaz contra la criminalidad y
de la capacidad para convocar a los colombianos a apoyar la defensa de la so-
beranía, la independencia y el territorio nacional” (PDS, 2019, p. 43). Las FF. MM.
están llamadas a ser organismos generadores de trasparencia y verdad, de con-
fianza y veracidad.
Información. La comunicación asertiva, efectiva y estratégica es compo-
nente de una política transparente, necesaria para la obtención de la verdad.
Interacción. La integración de estrategias de las FF. MM. y el MDN “debe generar
un liderazgo y sinergia necesarios para alcanzar los objetivos” (PDS, 2019, p. 43).

Colombia: la disuasión mediante alianzas


estratégicas
Con los cambios suscitados por la caída del bloque soviético, la emergencia de
un nuevo orden mundial caracterizado por el modelo de globalización neoliberal,
que guía la relaciones comerciales e internacionales, y el planteamiento de un
mundo unipolar liderado por una potencia hegemónica, emergieron, en el he-
misferio occidental, modelos políticos que, en rechazo del imperante, promueven
un orden multipolar, la eliminación del capitalismo neoliberal y la promoción de
Gobiernos totalitarios que, identificados con los ideales de un marxismo reno-
vado, se articulan a los propósitos de las organizaciones armadas ilegales que
por más de cincuenta años afectan a los colombianos. En esta intención y con
el fin de efectuar las transformaciones políticas y sociales se han hecho al poder
en varios países de la región como son Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador,
Brasil, Argentina y Chile (Cortés & Sierra-Zamora, 2020).
Desde los planteamientos conocidos como revolución bolivariana, ciuda-
dana, cultural, del buen vivir, molecular, del siglo XXI y demás denominaciones,
los neomarxistas, haciéndose al poder y una vez en él, promoviendo reformas
a la constitución, han instaurado mecanismos que les permitan perpetuarse e
instaurar un sistema totalitario como es el caso de la República Bolivariana de
Venezuela que, bajo amenazas de reacciones contrarrevolucionarias por parte
de EE. UU. y con el apoyo de potencias extracontinentales, ha militarizado la
sociedad e incrementado su arsenal bélico desequilibrando el balance militar en
la región (Cortés, 2019).

121
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

A las capacidades alcanzadas, se suma la alianza entre los gobernantes ve-


nezolanos y los integrantes de los grupos armados organizados (GAO), el ELN y
organizaciones del crimen transnacional organizado procedentes de México. De
ahí que ante la multidimensionalidad de las amenazas, el Gobierno colombiano,
consciente de la realidad económica y las capacidades multinacionales adquiri-
das por las fuerzas antagónicas, haya observado la posibilidad de hacer uso de
la disuasión mediante el logro de alianzas estratégicas.
En consecuencia, alterado el escenario geopolítico regional, el Gobierno co-
lombiano desarrolló un proceso de transformación de las FF. MM. y del Ejército
Nacional que, a partir de 2011, inicialmente con el direccionamiento del Comité
Estratégico de Transformación e Innovación (CETI) y posteriormente por el
Comité Estratégico de Diseño del Ejército de Futuro (CEDEF), se adelantaron
los Comités de Renovación Estratégica e Innovación (CREI) desde los cuales se
planteó la internacionalización del Ejército Nacional (Cruz, 2019). Desde esta in-
tención, en 2010, el MDN, con la promulgación de la “transformación y futuro de
la Fuerza Pública 2030”, formuló la manera como las FF. MM. y la Ponal enfrenta-
rán las amenazas y se ajustarán al entorno estratégico regional y global. A partir
de estos postulados, el proceso de adecuación de roles y misiones reafirmó a
las FF. MM. su misión constitucional (art. 217, CN) y el desarrollo de “misiones
internacionales de paz y estabilización en el marco de coaliciones ad hoc pro-
movidas por organismos internacionales como la ONU o la OTAN” (MDN, 2010).
Según Montero et al., (2019),
En el marco de la visión de transformación de las Fuerzas Militares de Colombia,
y bajo lineamientos del Gobierno nacional en el Plan de Desarrollo, se proyecta la
participación de personal militar colombiano en apoyo a operaciones multi-
nacionales, bien sea como parte de acuerdos marco con organizaciones in-
tergubernamentales, como el caso de la Organización de Naciones Unidas
(ONU) o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en cumpli-
miento de un importante objetivo estratégico. (p. 197)

Posteriormente, en 2015, con la presentación por parte del comandante ge-


neral de las FF. MM. del plan estratégico militar 2030, la visión de las institucio-
nes castrenses del país se proyecta en el desempeño de las misiones “conjuntas,
coordinadas, interagenciales y combinadas con una capacidad disuasiva intero-
perable exitosa en más de un escenario en forma simultánea” (CGFM, 2015, p.
18). Desde este enfoque, la Guía de Planeamiento Estratégico 2018-2022 en sus
áreas misionales reforzó el espíritu de cooperación internacional con el fin de dar

122
Colombia: la disuasión
como herramienta estratégica del poder

cumplimiento a la defensa de la soberanía, la independencia y la integridad del


territorio nacional (MDN, 2018).
En concordancia, el proceso de transformación de las FF. MM. y la Ponal,
aunado a los aprendizajes y la experiencia adquirida en materia de defensa y
seguridad nacional, permitió posicionar a las FF. AA. colombianas como un refe-
rente en escenarios a nivel regional y mundial (MDN, 2018). De ahí que los mo-
delos de cooperación internacional, como los planteados por la OTAN como la
“Iniciativa de Fuerzas Conectadas, el Programa de Oportunidades Mejoradas,
la Plataforma de Interoperabilidad”, el diálogo político, la cooperación práctica, la
acción conjunta frente a la crisis y el nuevo concepto de socios globales, ante las
necesidades de atender amenazas multidimensionales y de índole transnacio-
nal, observen a las FF. MM. de Colombia como un socio global que les permitirá
atender los desafíos de seguridad emergentes.
La intención de la OTAN de ampliar el espectro de socios globales, de los
que son parte Afganistán, Australia, Irak, Japón, Corea del Sur, Mongolia, Nueva
Zelanda y Pakistán produjo en mayo de 2018, la vinculación de Colombia a la
Alianza, permitiendo darle al país un espectro de mayor colaboración en seguri-
dad y defensa de la cual el Gobierno colombiano debe definir de qué forma desea
participar. Por su parte, la OTAN brinda la posibilidad de acceder al intercambio
de información, la capacitación militar, la participación en ejercicios militares y la
estandarización de los procesos en seguridad (Rojas, 2018).
Finalmente, puede colegirse que la designación como socio global de la
Alianza le permite a Colombia acceder a una serie de relaciones de cooperación
importantes para garantizar la defensa de su territorio, mientras que la OTAN se
nutrirá de la experiencia adquirida por las FF. MM. colombianas en la atención
de las amenazas de naturaleza asimétrica, además de contar con un aliado en
Latinoamérica, cuya posición estratégica es de relevancia geopolítica.

123
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

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Capítulo 5
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación
de área por parte de Colombia*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.05

Ilmar Ubiratán Salgado Luzia


Nelson Parra Hernández
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El objeto del presente capítulo es estudiar la posibilidad del empleo de la he-
rramienta de negación de área -como herramienta de poder estratégico- por parte de
Colombia. Aparte de la cuestión que involucra a EE. UU. y a sus adversarios en el escena-
rio internacional, el surgimiento del concepto de negación de área trajo a la luz una serie
términos teóricos estratégicos que pueden ser utilizados por los países que los quieran
emplear para defender sus áreas de interés. En tal sentido, el presente capítulo se en-
marca -desde una perspectiva realista del empleo del poder- en la tarea de formular las
condiciones de empleo más idóneas de la negación de área de que dispone Colombia
para posicionar el interés nacional y construir o proyectar su poder. El capítulo concluye
en la apreciación y evaluación de los escenarios y condiciones idóneas para que el país
pueda desarrollar esta herramienta.

Palabras clave: antiacceso; Colombia; estrategia; Latinoamérica; negación de área.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

127
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Ilmar Ubiratán Salgado Luzia


Teniente Coronel del Ejército del Brasil. Magíster en Seguridad y Defensa, Escuela Superior
de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; posgraduado en Operaciones Militares, Escola de
Aperfeiçoamento de Oficiais; en Ciencias Militares, Escuela de Comando y Estado Mayor
del Ejército, y en Inteligencia, Escuela de Inteligencia del Ejército. Licenciado en Ciencias
Militares, Academia Militar das Agulhas Negras, Resende, Brasil.

Nelson Parra Hernández


Capitán de Fragata (R) de la Armada de la República de Colombia. Magíster en Estudios
Avanzados en Terrorismo: Análisis y Estrategias, Universidad Internacional de la Rioja,
España; especialista en Seguridad y Defensa Nacionales, Escuela Superior de Guerra
“General Rafael Reyes Prieto”; administrador de Empresas, Universidad Militar Nueva
Granada; profesional en Ciencias Navales, Escuela Naval “Almirante Padilla”.

Citación APA: Uribatán Salgado Luzia, I. & Parra Hernandez, N. (2022). Posibilidades
de empleo de la estrategia de negación de área por parte de Colombia. En A. Montero
Moncada (Ed), Poder y estrategia. Elementos para la supervivencia del Estado (pp.
127-172). Sello Editorial ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.05

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

128
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

Introducción
El presente trabajo busca analizar la estrategia de negación de área, sus an-
tecedentes, definición, medios utilizados y consecuencias de su empleo en el
ámbito internacional, con miras a extraer conceptos útiles para la formulación
de una estrategia colombiana ante los nuevos desafíos a la seguridad y defensa
nacionales.
La estrategia de negación de área y la estrategia antiacceso, a la cual suele
venir referenciada, son actualmente unos de los principales retos para las inten-
ciones hegemónicas de EE. UU. de garantizar su capacidad de proyección de
poder y de acceso a todas las regiones de interés.
El trabajo inicia con el análisis de la definición del término negación de área a
fin de determinar, con una definición comprehensiva, el alcance de la estrategia
por formular. Enseguida, el trabajo examina la forma en que la estrategia en es-
tudio favorece el poder de los Estados. Después el texto analiza casos exitosos
de utilización de la estrategia en países de Latinoamérica con miras a identificar
ejemplos de estrategias que pueden ser utilizadas por Colombia. Finalmente,
formula una estrategia de negación de área dimensionada para las posibilidades
presupuestarias, las condiciones político-diplomáticas, las amenazas y los fac-
tores de inestabilidad de Colombia.

Hacia un concepto de negación de área


La estrategia de negación de área no es un concepto nuevo; su origen está ín-
timamente ligado a las estrategias defensivas clásicas (Quint, 2016). Esas es-
trategias son caracterizadas por tener el objetivo de impedir un ataque exitoso.

129
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Para eso, antes de la guerra, es necesario estar listo para esperarlo en buenas
condiciones. Esta situación, se convierte en la principal ventaja de una defensiva,
pues mientras espera, el defensor elige el mejor lugar y prepara continuamente
su defensa, interponiendo varias etapas de resistencia, antes de llegar al centro
de la posición y, si esta preparación impide que el atacante ingrese al teatro de
operaciones, se está logrando el propósito de la defensa, aunque el combate no
se lleve a cabo (Tangredi, 2013).
A lo largo de la historia, algunos países han empleado medios con el fin de
afianzar la inexpugnabilidad de sus territorios. Los medios utilizados para ga-
rantizar dicha han cambiado según las innovaciones tecnológicas, las tácticas y
los tipos de guerra existentes en cada época. Durante muchos siglos, China ha
construido grandes murallas para la protección de su imperio, pero esa estrate-
gia defensiva se mostró inocua a mediados del siglo XIX. Después de la Primera
Guerra Mundial, Francia construyó la línea Maginot1 que se imaginaba inexpug-
nable hasta que los alemanes la pugnaron con cierta facilidad en la Segunda
Guerra Mundial con su Guerra Relámpago.
EE. UU., por su parte, vislumbra en su Gran Estrategia, la necesidad de acce-
so a todas las regiones estratégicas de interés para garantizar su capacidad de
acción militar en estas áreas y posibilitar su potencial hegemónico y la coope-
ración con sus aliados en el escenario internacional. En ese sentido, las estra-
tegias defensivas que China y Rusia, entre otros países, han desarrollado en las
últimas décadas han puesto a prueba las capacidades de proyección de poder
de estadunidense. Esos países han desarrollado mecanismos para negar áreas
a potencias extranjeras que, esencialmente, utilizan la densidad y la contun-
dencia de las armas desplegadas en sus territorios para disuadir la penetración
(Departamento de Defensa, 2012).
Debido a la necesidad de garantizar la capacidad de proyectar poder, los
americanos vieron la efectividad en la realización de esta tarea amenazada por
el desarrollo de la capacidad, de potenciales adversarios, para negar el acceso
a sus territorios. De ese modo, EE. UU. llamó al conjunto de capacidades defen-
sivas de sus adversarios estrategia antiacceso y de negación de área (en inglés
anti-access/area denial, de donde viene el acrónimo A2/AD) (Tangredi, 2013),
para enseguida pasar a desarrollar la estrategia que garantice este acceso. Así,

1 “De hecho, la Línea Maginot no fue otra cosa que un sistema de trincheras con sus planes de fuego de
ametralladoras y sus casamatas de artillería fundidas en el hormigón, y reforzada por gruesos fuertes,
dotados de cañones automáticos, de lanzagranadas, de armas anticarro de tiro rápido que ayudarán
a proteger los puntos neurálgicos” (Anthérieu, 1962).

130
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

es evidente que, por definición, un sistema A2/AD puede comprender diversas


capacidades militares en el contexto de una estrategia defensiva (Júnior et al.,
2020).
Después de la larga, dura y, aparentemente, infructífera guerra contra el te-
rror, EE. UU. estaba empeñado en un esfuerzo por regenerar y ampliar las ca-
pacidades inherentes al combate terrestre a larga escala (Visacro, 2020). Sus
esfuerzos enfocados en la guerra de baja intensidad en contra de insurgentes en
Irak y Afganistán evitaron que percibieran anticipadamente el ascenso del pode-
río militar ruso y chino. Para adaptarse a ese nuevo escenario, desenvolvieron la
doctrina denominada Operaciones en Múltiples Dominios (OMD), que constituye
una de las herramientas teóricas con las cuales pretendían instrumentalizar ma-
niobras conjuntas sofisticadas e interdependientes, con el fin de suplantar ame-
nazas con poderío bélico análogo (Ferreira, 2018). El concepto de Operaciones
en Múltiples Dominios posee como idea central el desarrollo de capacidades que
permitan a las fuerzas penetrar y desintegrar los sistemas A2/AD y, a continua-
ción, explotar la libertad de maniobra resultante, con el fin de lograr los objetivos
estratégicos. Esta concepción tiende a resaltar, especialmente, la importancia
de la victoria ya en la primera batalla como prerrequisito para la permanencia de
las fuerzas en el interior del teatro de operaciones (Visacro, 2020). Otra doctrina
desarrollada para contrarrestar el A2/AD ha sido el concepto de Air-Sea Battle2,
por lo cual la Armada y la Fuerza Aérea operarían conjuntamente para garantizar
el acceso a costas hostiles, en el Pacífico o en el golfo Pérsico (Tangredi, 2013).
Si los “accesos” son la clave para la garantía de la capacidad de proyectar
poder en el presente siglo, la contracara de ello es el antiacceso y su “socio”,
la negación del área, estableciendo así una relación diádica entre los que quie-
ren mantener los accesos abiertos para ellos y eventualmente negárselos a un
competidor en ascenso y quienes, en un proceso de ascenso, quieren cerrarlo a
quienes proyectan poder (Battaleme, 2015).
Analizando esa dualidad, queda difícil decir lo que ha venido primero, la es-
trategia de acceso estadunidense o la estrategia antiacceso oriental. Es proba-
ble que lo que los americanos llaman A2/AD sea la respuesta a la proyección
de fuerza occidental, su golpe de precisión y sus capacidades C2 altamente in-
terconectadas. Así, países como China y Rusia han desarrollado características

2 “La intención de Air-Sea Battle es mejorar la integración de las fuerzas aéreas, terrestres, navales, es-
paciales y ciberespaciales para proporcionar a los comandantes combatientes las capacidades nece-
sarias para disuadir y, si es necesario, derrotar a un adversario que emplea capacidades sofisticadas
contra el A2/AD” (Departamento de Defensa, 2012).

131
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

muy avanzadas, como los rangos extendidos de detección y participación en


combinación con alta movilidad, baja probabilidad de detección y redundancia
en red, creando nuevas capacidades de defensa (Schmidt, 2016). La doctrina de
A2/AD puede ser evaluada como un tipo de estrategia asimétrica convencional
(Battaglino, 2019).
Así, el concepto de negación de área suele venir adjunto al concepto de an-
tiacceso, lo que exige la consideración de las dos estrategias para su amplia
comprensión. Por tratarse de conceptos creados por la doctrina de EE. UU., es
importante tener en cuenta su definición según sus manuales:
Antiacceso se refiere a acciones y capacidades de largo alcance (+1.800 km)
que buscan evitar que las fuerzas oponentes ingresen a las áreas de ope-
raciones; el concepto de negación de área se caracteriza por capacidades y
acciones de corto alcance diseñadas no para mantener fuera a una fuerza
opositora, sino para limitar su libertad de acción dentro del área operativa.
(Departamento de Defensa, 2012)

Comparándose esa definición con la del MFC-3 Operaciones Conjuntas de


las Fuerzas Militares de Colombia, se percibe un claro alineamiento conceptual.
Antiacceso es la acción, actividad o habilidad, generalmente de largo alcance,
diseñada para evitar que una fuerza enemiga avance dentro de un área de ope-
raciones, mientras que la negación de área es la acción, actividad o habilidad,
generalmente de corto alcance, proyectada para limitar la libertad de acción de
una fuerza enemiga dentro de un área de operaciones (FF. MM., 2018).
De ese modo, es posible inferir que ya existe una definición del A2/AD ba-
sada en la doctrina americana. Sin embargo, la referencia a “área de operacio-
nes” en estas definiciones resalta el carácter operacional de su planteamiento,
a pesar de que el término no tiene ese sentido en ese contexto (Departamento
de Defensa, 2012). Al analizar la estrategia de forma holística, diversos autores
destacan los aspectos políticos, diplomáticos y económicos y su importancia en
una estrategia A2/AD (Battaleme, 2015).
Algunos autores creen que por sí solo el A2/AD no define una estrategia de
empleo militar, sino un concepto operativo aplicable a una estrategia operativa en
el ámbito del teatro o área de operaciones, es decir, los recursos antiacceso y de
negación de áreas constituirían un sistema integral que trabajaría a favor de una
estrategia defensiva, con capacidad para localizar y neutralizar objetivos aéreos,
navales y terrestres a grandes distancias (Júnior et al., 2020). La tabla 1 presen-
ta algunos de esos recursos militares. Así, la estrategia sería eminentemente

132
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

defensiva y el A2/AD serían las capacidades operativas utilizadas para llevar a


cabo esa estrategia. Sin embargo, si consideramos que el A2/AD puede ser uti-
lizado hasta el nivel político como una Gran Estrategia, vamos a ratificar que se
trata de una herramienta estratégica y no solo de un concepto operativo. 

Tabla 1. Recursos de antiacceso y de negación de área militares

Recursos antiacceso Recursos de negación de área


Lanzadores de misiles Lanzadores de misiles antibuque, ba-
balísticos y de crucero de lísticos y de crucero de corto alcance;
Operaciones largo alcance, antiaéreos y lanzacohetes de saturación de área,
terrestres antiaéreos de largo alcance, sistemas antiaéreos de corto y medio
sistemas antiaéreos de largo alcance basados en misiles o caño-
alcance. nes.

Submarinos nucleares y
Submarinos convencionales, lan-
buques convencionales de
Operaciones chas rápidas pequeñas y medianas y
superficie (armados con
navales embarcaciones armadas con misiles
misiles de crucero, antibuque
antibuque, minas navales.
o antiaéreos).

Bombarderos armados con


Cazas de ataque y defensa aérea,
misiles antibuque y de ataque
Operaciones drones, helicópteros y otros aviones
terrestre, drones y otros avio-
aéreas de patrulla armados con misiles y
nes equipados con sensores
torpedos.
de largo alcance.

Radares OTH (Over The Ho-


Guerra centrada en la red, medidas de
rizon), guerra centrada en la
ataque electrónico (MAE) que tienen
red (NCW), medidas de apoyo
Operaciones como objetivo interrumpir u obstacu-
a la guerra electrónica para
de informa- lizar las comunicaciones enemigas
localizar fuerzas enemigas,
ción en el teatro de operaciones, ataques
ciberataques a sistemas
cibernéticos a los sistemas de infor-
de información de fuerzas
mación de las fuerzas enemigas.
enemigas.

Operaciones espaciales, con


Operaciones espaciales, con reconoci-
Operaciones reconocimiento, vigilancia,
miento, vigilancia, satélites de comuni-
espaciales satélites de comunicaciones,
caciones, armas antisatélite.
armas antisatélite.

Fuente: Júnior et al. (2020) 

Asimismo, existen estrategias A2/AD indirectas que pueden implicar el uso


del recurso militar o de recursos diplomático-políticos, tanto de forma unilateral,

133
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

como de cooperación (Battaleme, 2015). En una visión holística, se percibe que


un país puede utilizar diversos medios no militares para negar el acceso a su
territorio. Acuerdos diplomáticos, alianzas, tratados políticos y económicos son
algunos ejemplos de ellos.
La esencia de la estrategia A2/AD es neutralizar la asimetría entre las fuer-
zas. Una fuerza atacante, con mayor poder, debe tener intereses en otras regio-
nes y la ocurrencia de un evento político o militar, en otra zona, podría degradar
su impulso de seguir enfrentando las agotadoras barreras que se han interpues-
to. Esta consideración refuerza la afirmación de que esta estrategia abarca más
que el uso del poder militar: las actividades diplomáticas, políticas y económicas
influirían en eventos extrínsecos que, a su vez, influirían en la defensa (Tangredi,
2013). Asimismo, eso no impide que una fuerza superior pueda utilizar la estra-
tegia en contra de una fuerza inferior estatal o no estatal.
En el plano diplomático, las estrategias A2/AD se persiguen firmando
acuerdos con los países de un espacio regional compartido. En ese nivel, la
estrategia apunta a conseguir que los socios regionales actúen de manera
coordinada para negar el uso de área o infraestructura, haciendo más difíciles
y costosos los despliegues operativos. Esta estrategia está siendo probada por
la República Argentina junto con sus socios para evitar que los habitantes de
las Islas Malvinas exploten los recursos económicos existentes en el Atlántico
Sur (Battaleme, 2015).
La OTAN no ha acordado oficialmente una definición de A2/AD, pero un in-
forme de la conferencia de 2016 de la Escuela de Defensa de la OTAN propone
que el objetivo de una estrategia antiacceso o de negación de área es evitar que
el atacante lleve sus fuerzas a la región en disputa (A2) o que el atacante opere
libremente dentro de la región y maximice su poder de combate (AD). Tal defi-
nición no parece vislumbrar la posibilidad de uso de operaciones ofensivas en
el contexto de la estrategia (Schmidt, 2016). En general, la mayoría de las defi-
niciones de A2/AD coinciden en su carácter defensivo. Por el contrario, se ha
observado que cualquiera que sea la definición que se prefiera, las capacidades
A2/AD podrían ser defensivas en primer lugar, pero también podrían emplearse
para realizar o apoyar diferentes tipos de operaciones ofensivas (Schmidt, 2016).
Otro punto importante es que el concepto de A2/AD a menudo se ve relacio-
nado con la defensa en capas en varios dominios o la capacidad de ataque, mo-
vilidad de objetivos y plataformas (Júnior et al., 2020). Es posible identificar la ló-
gica de los sistemas de armas y la forma en que se relacionan en la organización

134
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

del espacio de conflicto, en el diseño de esta estrategia (Ferreira, 2018). En la


disposición de los sistemas, las capas más distantes de antiacceso son desti-
nadas a evitar el acceso enemigo desde lo más lejos posible. En estas capas son
empleados sistemas de mayor alcance, comenzando por los que operan en los
dominios del espectro electromagnético y el ciberespacio. Estos tendrían como
objetivo aumentar la conciencia situacional de las fuerzas de defensa e interferir
o atacar al oponente, degradando su poder de combate (Tangredi, 2013).
Según Battaleme (2015), el A2/AD, desde el punto de vista militar, implica
generar una interrupción de las operaciones militares o aumentar sensiblemente
el costo de estas. Más aún, las A2/AD no implican tener el control del espacio
común, pero sí evitar que quien lo detenta pueda explotarlo en algun área especí-
fica que suele ser un espacio cercano al territorio. Así, la estrategia no implicaría
proyección de poder sino de, en lo máximo, anular o de, en lo mínimo, limitar la
capacidad de acceso del otro. Examinando esas afirmaciones podemos cuestio-
nar hasta qué punto el A2/AD es utilizado o no para la proyección de poder, pues
frecuentemente la estrategia es utilizada en áreas contestadas. Se trataría en
este caso de defender áreas que no son del territorio legítimo de una nación y, de
ese modo, podría ser considerado como una proyección de poder por intermedio
de una estrategia defensiva.
En el nivel operacional, el término A2/AD se utiliza para definir un sistema que
reúne doctrinas de empleo, sistemas de armas y tácticas en el contexto de una
estrategia defensiva. Este sistema está subordinado al objetivo de evitar que las
fuerzas enemigas accedan a una determinada zona, ya sea destruyendo sus ca-
pacidades (tropas, medios de transporte, plataformas de ataque) o, por la misma
posibilidad de destruir la fuerza contraria, aumentando inmensamente, para los
planificadores, el costo humano y material de realizar operaciones ofensivas con el
propósito de acceder a un teatro de operaciones en particular (Júnior et al., 2020).
El término A2/AD fue creado por los estadunidenses para definir una estra-
tegia adversaria. Los rusos, uno de los principales ejemplos de usuarios de la
estrategia en la concepción de EE. UU., no utilizan esos conceptos de planifica-
ción militar, excepto cuando se habla de capacidades occidentales. Como los
conceptos de guerra cibernética e híbrida, A2/AD es una construcción occidental
impuesta al pensamiento militar ruso sin valor intrínseco en el análisis militar
ruso. Contrariamente a lo que se les hizo creer a los planificadores occidentales,
el Estado Mayor ruso aplica el concepto simplemente para describir sus percep-
ciones de las acciones militares occidentales (Boulegue, 2019).

135
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

En lugar de un concepto limitado de exclusión utilizando capacidades A2/


AD estratégicamente, la planificación militar rusa considera las operaciones
militares como un enfoque holístico que integra activos. En este contexto, las
capacidades de interdicción representan un componente entre una gama am-
plia y coordinada de otros que conforman una operación de combate conjunta
(Boulegue, 2019). En términos prácticos eso no cambia la posibilidad del aná-
lisis de la doctrina rusa bajo la perspectiva del A2/AD pues, para los america-
nos, esto sirve para la estandarización de su estrategia de acceso para con-
trarrestar las estrategias de los adversarios sea cual sea el nombre que ellos
les dan. Los planificadores militares de Rusia crean varias capas de sistemas
de enfrentamiento entre dominios. Las capacidades de interdicción, por lo tan-
to, están presentes en casi todos los niveles de las Fuerzas Armadas de Rusia
(Boulegue, 2019). Se observa que, de modo general, la estrategia defensiva rusa
se encuadra en los parámetros de A2/AD.
Otro aspecto se relaciona con el empleo de la estrategia en contra de actores
no estatales. Un nombre apropiado por los requisitos para que ello ocurra y junto
con lo que implica es el de “cerramiento cooperativo de los espacios comunes”,
que busca limitar y anular el uso de los espacios por parte de grupos terroristas,
actores criminales, etc., de manera cooperativa (Battaleme, 2015). Considerando
que la estrategia A2/AD es la mejor manera de contener a un oponente y evitar el
despliegue de fuerzas en su territorio o área de interés (Quint, 2016), esa estrategia
puede permitir, por intermedio del cerramiento de los espacios comunes, que aque-
llos agentes estatales y no estatales que son parte del orden internacional, lo pro-
muevan y respeten las reglas establecidas, puedan utilizar el espacio común; pero
delante de actores que socavan el orden internacional o quieren alterar el statu quo,
su uso pueda cerrarse, limitando de esta manera sus opciones, confinando sus
operaciones al espacio terrestre con el objetivo de terminarlas (Battaleme, 2015).
En términos militares, pueden realizarse operaciones junto con aliados
o mediante una coalición que forme parte de los esfuerzos de la comunidad
internacional para combatir las llamadas amenazas asimétricas no estatales,
por ejemplo, la piratería, los transportes ilegales, los distintos tráficos, ya sea de
personas, bienes o drogas. Dichas acciones se realizan desde una perspectiva
multilateral, cooperativa y relacionada con la combinación de poder duro y poder
blando (Battaleme, 2015).
La tabla 2 presenta una clasificación de las estrategias directas e indirec-
tas, según Battaleme (2015). Esa clasificación incluye el empleo del A2/AD

136
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

como herramienta para la protección de fuerzas de las naciones con capaci-


dad de proyección de poder. Incluye también la utilización de la estrategia en
contra de actores no estatales y por intermedio de la asociación regional. 

Tabla 2. Estrategias A2/AD

Recurso
Tipo Naturaleza Ejecutores
necesario
Poderes revisionistas con intenciones
de cambio del statu quo.
Potencias con capacidad de proyec-
Directa Militar Unilateral
ción como herramienta de protección
de sus fuerzas.

Potencias occidentales y potencias


revisionistas con intereses en común
Militar/políti- Multilateral
Indirecta contra actores no estatales.
co-diplomático cooperativa
Actores con escasa capacidad militar,
pero con socios regionales.

Fuente: Battaleme (2015)

Es importante señalar, sin embargo, que no existe consenso en el ámbito


académico y militar en cuanto a la clasificación o uso del término A2/AD (Júnior
et al., 2020). Así, de todo que fue expuesto, y apuntando a lo que este estudio
busca como estrategia para Colombia frente a sus amenazas, pueden propo-
nerse las siguientes definiciones: antiacceso es la acción, actividad o habilidad,
generalmente de largo alcance, pudiendo ser militar o político-diplomática, di-
señada para evitar que una fuerza enemiga avance dentro de un área, mien-
tras que la negación de área es la acción, actividad o habilidad, generalmente
de corto alcance, pudiendo ser militar o político-diplomática, proyectada para
limitar la libertad de acción de una fuerza enemiga en un área (FF. MM., 2018).
Cabe destacar que, en una visión comprehensiva, el término área puede abarcar
espacios en los múltiples dominios, así como en las dimensiones física, humana
e informacional.

137
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

La negación de área como herramienta


de poder en las relaciones internacionales
y las ciencias militares
La competencia entre el acceso y en antiacceso comienza a hacerse notar en la
política internacional. Los actores hegemónicos en escenario internacional bus-
can tener la capacidad de acceso y, a su vez, los actores en ascenso buscan te-
ner la capacidad defensiva del antiacceso. Eso hace que haya tensiones en una
carrera donde los competidores en el orden internacional perciben como clave
de sus estrategias, tener las alianzas, la doctrina y la tecnología necesarias para
contrarrestar las capacidades enemigas (Battaleme, 2015).
Desde el punto de vista de las RR. II., se percibe que la hegemonía económi-
ca y militar de EE. UU. representa un desequilibrio de poder que, de hecho, ese
país intenta mantener en virtud de su estrategia de firmarse como el garanti-
zador de la paz mundial por medio de su capacidad de intervención o de acce-
so. Los países emergentes buscan una política exterior de equilibrio de poder al
evitar el predominio de un Estado sobre los otros, apuntando a garantizar la no
intervención de EE. UU. u otros países en sus territorios (Barbé, 1987). Así, puede
considerarse que el fenómeno del acceso versus el antiacceso surge ante esa
política exterior de equilibrio de poder como el instrumento político y militar utili-
zado para la garantía de los intereses de esos Estados.
En ese orden de ideas, se percibe que, para contrarrestar el gran nivel de
disuasión convencional y mantener la relevancia militar fuera del ámbito nuclear,
los actores opuestos en el entorno de seguridad global tuvieron que desarrollar
una respuesta adecuada a las capacidades de proyección de poder occidental.
Esto requirió tanto el desarrollo de nueva tecnología de armas como su eficaz
empleo en cuanto a las características geográficas del área defendida. Por lo
tanto, las características de cada composición A2/AD varían por naturaleza en-
tre teatros, dependiendo de las capacidades evaluadas de la fuerza potencial
intrusa, así como de las características del entorno regional (Schmidt, 2016). Si
al principio la digitalización dotó a EE. UU. de capacidades únicas, poco a poco
otros países también comenzaron a utilizar la red y la computadora para desa-
rrollar procesos de modernización militar basados en capacidades asimétricas.
En este sentido, la digitalización actúa con el fin de horizontalizar, al menos re-
lativamente, las capacidades militares, con impactos en la polaridad y la polari-
zación (Cepik, 2013).

138
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

Desde el punto de vista político, quienes ven amenazada su capacidad defen-


siva pueden emplear una estrategia indirecta al tratar de disminuir la libre movi-
lidad del oponente mediante alianzas o acuerdos políticos (Battaleme, 2015). En
ese sentido, es importante en esa estrategia establecer una red de aliados como
última fuente de apoyo y cuyas relaciones entre ellos servirían para mantener la
estabilidad de la región (Schmidt, 2016).
El poder militar ha sido siempre sinónimo de capacidad para obligar a hacer
y de proyección para influir o proteger los intereses considerados fundamenta-
les. Actualmente, en una era de interdependencia, la clave del poder es también
la capacidad de bloquear los intereses y movimientos físicos y políticos de un
adversario, lo cual se transforma en el poder negativo o poder de negación. Ahí
radica la clave del contramovimiento en el siglo XXI, pues no es la capacidad de
un actor de concretar sus intereses, sino la capacidad mutua de bloqueo, dando
lugar a un equilibrio inherentemente inestable (Battaleme, 2015).
Para la comprensión del empleo de la estrategia A2/AD en los ámbitos de
las relaciones internacionales y la ciencia militar es necesario hablar de los dos
países que suelen ser ejemplos de esa estrategia: China y Rusia.

Estrategia de Rusia
Los documentos oficiales de política exterior y de defensa de Rusia destacan
la importancia del Exterior Cercano, es decir, el espacio de la antigua Unión
Soviética con la excepción de las repúblicas bálticas, para la defensa de Rusia.
En este sentido, el mar Negro, el Cáucaso, Asia central y otros países de la región
son percibidos como áreas esenciales para la defensa nacional. Por esta razón,
los intentos de expandir la OTAN a estas áreas se consideran amenazas a la
seguridad nacional rusa (Cepik, 2013).
Para lograr sus objetivos y disuadir la penetración de fuerzas en su territorio y
en su área de interés, Rusia demuestra comúnmente sus capacidades de defensa
aérea y explota las potencialidades de las “burbujas” de A2/AD, que algunos autores
argumentan tratarse tan solamente de un mito para sembrar dudas entre los aliados
de la OTAN. Al hacerlo, el Kremlin utiliza inseguridades occidentales para garantizar
el acceso a su ventaja y alimenta la percepción de que la OTAN no puede operar efi-
cazmente en un entorno disputado. Así, el debate en curso se convierte en una ame-
naza psicológica autoconstruida que refleja las inseguridades occidentales hacia
Rusia. Envalentonado por esta respuesta, Moscú sigue expandiendo sus burbujas
A2/AD y su dominio de la escalada, en el flanco oriental de la OTAN (Boulegue, 2019).

139
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

El despliegue sistemático por parte de Rusia de capacidades A2/AD a lo largo


de los flancos noreste y sur de la OTAN es un cúmulo de capacidades ofensivas
y defensivas ubicadas especialmente en Kaliningrado y Crimea, que forman un
perímetro alrededor de la periferia occidental de Rusia y en el mar Mediterráneo y
Siria. El aparente alcance de los sistemas rusos sobre el espacio aéreo de aliados
clave de EE. UU. plantea desafíos obvios a la libertad de movimiento en tiempos
de crisis (Boulegue, 2019). Las constelaciones de sistemas modernos de misiles
tierra-aire de largo alcance son significativas y muchas se extienden al espacio
aéreo soberano de la OTAN y las naciones amigas (Gorenc, 2016).
Además, los sistemas de armas convencionales de Rusia no representan la
totalidad de sus capacidades para interceptar los movimientos de EE. UU. o sus
aliados europeos. Moscú puede negar áreas por medio del movimiento hacia
adelante y los esfuerzos de integración con una amplia gama de medidas no mi-
litares, como la realización de ciberataques; el sabotaje de los centros logísticos;
el reclutamiento o la coacción de personal clave; la aplicación de presión política
y la subversión, y el apoyo a operaciones encubiertas. Si bien no forman parte
de las capacidades clásicas de A2/AD, estas herramientas de zona gris pueden
ofrecer efectos comparables (Boulegue, 2019). 

Figura 1. Concepción estratégica de A2/AD aplicada a Rusia

Nota. Los círculos representan los alcances de los misiles antibuque y antiaéreos lanzados
del mar y de la tierra.
Fuente: Williams (2017) 

140
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

Con relación a los medios utilizados, puede dividirse el esfuerzo ruso en las
defensas de costa, aérea y antiaérea y terrestre. La doctrina rusa de defensa de la
costa prevé el uso de sistemas de armas, navales y terrestres, que complemen-
tarían y serían coordinados por un sistema de mando y control eficaz. Además de
minas, sensores, submarinos y torpederos, también emplearía artillería costera,
misiles y aviones de patrulla terrestres (Tangredi, 2013).
Algunas armas no nucleares han cobrado relevancia en los debates de
geopolítica y RR. II. como equipo capaz de cambiar el paisaje de una región.
Entre estas armas, los sistemas de misiles rusos antiaéreos S-300 han sido
elevados a esta categoría en las últimas dos décadas. La adquisición de estos
sistemas ha provocado problemas consecutivos en las relaciones regionales. A
pesar de su carácter defensivo, estas armas han sido objeto de discusiones en
el Consejo de Seguridad, con resoluciones de la ONU y una serie de complica-
ciones para las relaciones entre los países vecinos y los miembros de alianzas
militares. Si bien los aliados de EE. UU. han adquirido estos modernos sistemas
de misiles rusos, algunos de los clientes actuales se oponen a sus intereses y a
los de aliados cercanos (Ferreira, 2018). La elección de las armas rusas se debe
a la disponibilidad de sistemas avanzados para los clientes que no podrían ac-
ceder a equipos similares de origen occidental. Esta disponibilidad permite a los
Estados considerados marginales por la política estadounidense utilizar estas
armas para contener el impulso de este poder y aumentar su poder de negocia-
ción (Teixeira, 2020).
Siendo las primeras armas en ser capaces de unir el largo alcance de la de-
tección de misiles utilizados para crear zonas A2/AD, combinadas con la gran
movilidad de los más pequeños, los S-300 tuvieron su origen a finales de la dé-
cada de 1960, con entrada en servicio a finales de la década de 1970. La apa-
rición del sistema S-300 ha aumentado las capacidades A2/AD de la antigua
URSS, haciendo difícil o incluso imposible proyectar el poder aéreo en un área
que defendían (Teixeira, 2020).
Un ejemplo de la utilización de las potencialidades de los armamentos en
la negación de área es Venezuela. Entre 2000 y 2018, Rusia no solo participó
activamente en el proceso de reconstrucción de las capacidades militares con-
vencionales de Venezuela, sino que fue indispensable para la modernización de
las fuerzas armadas del país. Además, uno de los principales logros en el ámbito
militar es el robusto sistema de defensa aérea establecido en los últimos años
que, aunque no es un sistema A2/AD como el sistema ruso, exhibe un importan-
te potencial de negación (Júnior et al., 2020).

141
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

El S-400 es la versión más avanzada de misiles antiaéreos rusos que pue-


den (según los rusos) atacar todo tipo de objetivos aéreos, pudiendo ser hasta
36 simultáneamente, incluidos aviones, vehículos aéreos no tripulados y misiles
balísticos y de crucero dentro de un alcance de 400 km, hasta 36 km de altura.
En red con otros sistemas S-300, el S-400 presenta un verdadero desafío para
los oponentes (Quint, 2016).

Estrategia de China
La República Popular China es la potencia más reciente del sistema internacio-
nal. El crecimiento sin precedentes de sus capacidades militares, principalmente
en armamento convencional de corto y mediano alcance, se guio por una estra-
tegia asimétrica de A2/AD (Cepik, 2013).
Resultado de la visión realista del dilema de la seguridad, por el que el creci-
miento económico lleva a un aumento de intereses nacionales que conlleva un
desarrollo del poder militar relacionado a una postura de intransigencia crecien-
te, la emergencia de un país de la talla de China requiere una reestructuración y
acomodación de la arquitectura de seguridad global, provocando una quiebra
del equilibrio que, si no es eficientemente gestionada, puede desembocar en un
conflicto entre los diferentes Estados que buscan una posición ventajosa en el
nuevo sistema. Esa visión es favorecida por el reequilibrio estratégico de EE. UU.
en la región Asia-Pacífico, que se caracteriza por esforzarse en contener la in-
fluencia china. Eso queda evidenciado por una postura china que parece sepa-
rarse del postulado del “desarrollo pacífico” y busca el refuerzo de una posición
de ventaja en los mares adyacentes (Sánchez, 2016).
China aspira el dominio del mar de China. Igual que otras potencias a lo largo de
la historia, los chinos han tratado de controlar los mares situados en sus proximida-
des. Para ampliar este control marítimo, China ha construido islas artificiales a partir
de pequeños islotes en el mar del Sur de China que, al convertirse en fortalezas, po-
sibilitan que China reclame áreas próximas a Corea, Japón y Filipinas (Robles, 2021).
En ese sentido, la estrategia de inexpugnabilidad del país se basa en su fé-
rrea postura de defensa, en su capacidad de movilización de recursos nacio-
nales, materializada en la Guerra Popular, y en la disuasión generada por estos
factores. Este proceso es el resultado de la incorporación por parte de China de
tecnologías complejas (radares y supercomputadoras), anteriormente solo dis-
ponibles para un grupo restringido de países, pero más fácilmente difundidas en
la era de la digitalización (Santos, 2015).

142
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

China busca mantener el dominio de la información, la superioridad aérea y


la superioridad en el mar (Santos, 2015). En la disposición de los sistemas, las
capas más alejadas de antiacceso tenían por objeto impedir el acceso enemigo
lo más lejos posible de la costa. Deberían emplearse sistemas de mayor alcance,
empezando por los que operan en los campos del espectro electromagnético y
el ciberespacio. Estos tendrían como objetivo ampliar la conciencia situacional
marítima de las fuerzas de defensa e interferir o atacar al adversario, degradan-
do su poder de lucha (Tangredi, 2013).
Su objetivo es negar el acceso de los americanos más allá de la “primera cade-
na de islas” del Pacifico, que es delimitada por una línea que sigue desde el sur
de Japón, Taiwán y el oeste de Filipinas, y, con el tiempo, negar su acceso más
allá de la “segunda cadena de islas” extendiéndose desde Japón hasta Australia,
con pasaje por las islas Guam, las islas Marianas del Norte, Samoa Americana,
Palau, los Estados Federados de Micronesia y las islas Marshall (Laborie, 2020).
La primera defensa en líneas interiores tiene una extensión total de 600 km
de la costa china. Este espacio tiende a consolidarse como un área de control
efectivo por parte de China, mediante la oposición en todos los dominios simul-
táneamente: aéreo, naval, terrestre, espacial y cibernético. Sin embargo, este
control es relativo, y su efectividad depende de las capacidades del oponente y
de las misiones planificadas, no garantizando, por ejemplo, el éxito de misiones
más ofensivas y de proyección de fuerza, como es el caso de un desembarco
anfibio en Taiwán, por ejemplo. Puede dividir esta primera capa en dos partes
con un nivel de densidad diferente. Uno, con una extensión de hasta 220 km, es
una función del radio de los principales sistemas antiaéreos terrestres del país,
asegurando una mayor libertad para buques de superficie y aeronaves chinas,
incluso para alguna misión ofensiva. La otra, entre 220 y 600 km, es la función de
la aviación de combate, misiles balísticos y submarinos de ataque, restringida,
en casos de mayor simetría entre fuerzas, las operaciones defensivas o de con-
traataque. Otras capacidades empleadas, de menor alcance son operaciones
submarinas convencionales; ataques a bases avanzadas; el uso de portaaviones
y aeronaves terrestres para lograr la superioridad aérea y realizar reconocimien-
tos y ataques; uso de misiles antibuque de mediano y corto alcance desde bases
aéreas, marítimas, terrestres o avanzadas; operaciones especiales; uso de tácti-
cas antisubmarinas y uso de buques de ataque (Ferreira, 2018).
La segunda capa, a su vez, cubre un área con un radio aproximado de has-
ta 1.800 km, aproximadamente a 12 millones de km² de la costa, siendo una

143
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

función de aeronaves con base en tierra con función antibuque y capacida-


des antisubmarinas. Este espacio incluye parte de la segunda cadena de islas,
Japón, Filipinas, Malasia, Vietnam, India y las islas Spratly en el mar del Sur. En
este caso, la forma de impugnación sería diferente, sin ninguna garantía de con-
trol inmediato por parte de China. 

Figura 2. Alcance de sistemas de armas de las Fuerzas Militares chinas


en relación con los accidentes geográficos de la región

Fuente: Tol (2010) 

La tercera capa, con un alcance de hasta 3.300 km, más de 24 millones de


km², comprende toda la segunda cadena de islas, el mar de Filipinas, Indonesia
y Guam. Aquí, dado el menor número de sistemas con alcance compatible, no
puede hablarse de negación de área o control del mar. Del mismo modo, la pro-
yección de la fuerza de China a tan largas distancias se limita únicamente a las
operaciones militares de cooperación y no bélicas (operaciones distintas de la
guerra). Sin embargo, esta capa desempeña un importante papel disuasorio en
el sentido de que comprende capacidades de largo alcance capaces de alcanzar
objetivos de alto valor, como los portaaviones y la principal base estadounidense
en Asia-Pacífico (Guam), especialmente, con el uso de misiles balísticos. Así,
puede evitarse, a menudo con la mera posesión de tales sistemas, la entrada de

144
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

las principales plataformas de proyección de fuerza cuyo objetivo es el continen-


te o sistemas en el mar interior a la primera cadena de islas, así como amenazar
los principales nódulos de la cadena logística del oponente (Santos, 2018).
Para llevar a cabo su estrategia, China ha invertido en armamentos de avan-
zada tecnología como el diseño del misil balístico antibuque DF-21D, que pre-
tende restringir el acceso a determinadas áreas a los grandes portaaviones.
Sumase a eso la compra a Rusia del sistema de defensa antiaérea de largo al-
cance S-400, que empezó a ser suministrado en 2018. La industria militar china,
a su vez, está desarrollando el sistema de defensa antimisil HQ-19 (CSA-X-19)
que pretende interceptar misiles balísticos de alcance medio (Robles, 2021).
Durante una confrontación cerca de casa, China puede aprovecharse de un
competidor más fuerte pero más distante. Como hegemónico geográficamente
aislado, pero con diversos compromisos geográficos, EE. UU. solo puede tener
muchas de sus fuerzas para una región en particular en un momento dado, in-
cluso durante un conflicto. Más que eso, llevar a cabo operaciones militares en
un teatro tan lejano como el Pacífico occidental plantea obstáculos logísticos
significativos. Las líneas de suministro extendidas, los largos tiempos de tránsi-
to para las fuerzas marinas, los altos requisitos de suministro de aeronaves y el
acceso a unas pocas bases de operaciones en la región harían que la dificultad
presentada por la distancia fuera particularmente intimidante. Por el contrario,
China podría concentrar gran parte de sus fuerzas militares contra su oponente,
movilizando y apoyando a estas unidades en líneas de comunicación interiores
seguras, almacenando más armamento y municiones que un competidor que
opera a distancia, y aprovechar la profundidad estratégica instalando objetivos
potenciales en sus territorios más internalizados. Así las cosas, el factor distan-
cia potencializa la capacidad de A2/AD de China (Laborie, 2020).

A2/AD cibernético estratégico


La capacidad de realizar A2/AD en el ciberespacio, o “cyber A2/AD”, existe en dos
niveles. A nivel táctico, el ciberespacio puede ser utilizado como una vía para llevar
a cabo ciberataques que resultarán en A2/AD de otros dominios. Por ejemplo, los
ataques cibernéticos sofisticados pueden estar diseñados para destruir capacida-
des específicas de imágenes satelitales, objetivos de misiles o incluso equipos de
navegación para facilitar las operaciones A2/AD en el mar o en el aire. Este nivel
de A2/AD cibernético es comúnmente discutido y relativamente bien conocido por
los planificadores operativos y equipos tácticos cibernéticos (Russell, 2015).

145
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

A nivel estratégico, el A2/AD cibernético recibe muy poca atención y es


relativamente poco examinado por los académicos y los responsables de la
formulación de políticas. El A2/AD cibernético estratégico se define aquí como
la capacidad de obtener el control de la red o infraestructura del ciberespacio y
manipularlo de tal manera que niegue a un Estado la capacidad de utilizarlo. A
diferencia de las capacidades utilizadas en el nivel táctico, el A2/AD ciberné-
tico estratégico no apunta a la funcionalidad de armas o sistemas de infor-
mación específicos que están conectados al ciberespacio, sino que se dirige
al acceso de los Estados a la red en sí (Russell, 2015).
Un examen preliminar de la estructura del ciberespacio sugiere las formas
en que se puede lograr A2/AD en ese dominio. El ciberespacio es una red global
que se puede manipular, expandir y contraer para aumentar o disminuir la ac-
cesibilidad. Se compone de múltiples capas, lo que significa que hay diferentes
tipos de vulnerabilidades inherentes a cyber A2/AD, dependiendo de la capa del
ciberespacio. La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que hay cuatro
capas en el ciberespacio: los fundamentos físicos, la capa lógica, la capa de in-
formación y los usuarios. Pero es en la capa física que el ciberespacio puede ser
efectivamente negado a un Estado (Russell, 2015).
El A2/AD cibernético es significativamente diferente de A2/AD en otros do-
minios debido a su compresión de tiempo y espacio. Los países ya tienen pre-
sencia en el dominio con acceso inmediato a todas las partes del ciberespacio.
Esto contrasta marcadamente con el ámbito marítimo, por ejemplo, en el que un
buque botado en el océano Atlántico no tiene acceso inmediato al estrecho de
Malaca. Así pues, el A2/AD en el dominio marítimo entrañaría impedir la entrada
a una región específica dentro del dominio; en el ciberespacio, es necesario cor-
tar por completo su acceso al dominio (Russell, 2015).
Los Estados pueden quedar aislados del ciberespacio mediante ataques a
la infraestructura física que los conecta a la red. Los cables que los conectan
con otros países, ya sean terrestres o submarinos, deben dañarse o destruirse
y los satélites o sus estaciones terrestres deben verse comprometidos. En este
punto, el país quedaría aislado de la comunidad internacional y el A2/AD podría
mantenerse impidiendo que el país restablezca la conectividad. Para aquellos
que querían ir más allá y evitar que un país se comunique internamente, los pun-
tos de intercambio de internet nacionales y los servidores serían los próximos
objetivos (Russell, 2015).
Rusia busca tener su propia internet. La llamada RuNet se desconecta-
rá técnicamente de la internet global, mediante el control de la arquitectura

146
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

de enrutamiento de internet dentro de Rusia, de modo que esta nación podrá


mantener las capacidades operativas fuera de internet global. Como resultado,
el objetivo militar de RuNet 2020 es la mejora de la protección de su dominio ci-
bernético y la posibilidad de ventaja relativa sobre sus oponentes. Los dirigentes
rusos cuentan con que la maniobrabilidad, el poder de fuego y la protección de
los militares rusos en el ciberespacio se situarán en un nivel más alto que el del
enemigo esperado (Nikkarila & Ristolainen, 2017). Rusia posee todavía la ca-
pacidad de corte, interrupción o “interceptación” de las líneas de comunicación
submarinas y ha aumentado la actividad submarina y la voluntad de utilizar la
guerra de información. Los submarinos rusos están cada vez más presentes en
el Atlántico Norte, particularmente en la brecha de océano entre Groenlandia,
Islandia y el Reino Unido. Por otro lado, Gran Bretaña y sus aliados de la OTAN
carecen de los submarinos, barcos y aviones para mantener una vigilancia cons-
tante. Se verifica, así, que Rusia amplía su capacidad de interferir en la infraes-
tructura de internet de los adversarios al tiempo que es cada vez más capaz de
mantener la suya intacta.

Acceso y antiacceso: estrategias para contrarrestar el A2/AD


Aunque la posibilidad de una confrontación sinoestadounidense es remota, de-
bido a la enorme interdependencia económica entre China y EE. UU., así como
al hecho de que la República Popular China no se posiciona como una potencia
revisionista, sino que aspira a su plena integración en el sistema internacional
actual, esta posibilidad preocupa a ciertos sectores estadounidenses destinados
a mantener la primacía militar (Cepik, 2013).
Como resultado, el acceso operacional a todas las regiones del mundo ya no
se da como derecho de los propios estadounidenses. EE. UU. tendría que luchar
para acceder a estas regiones o para restaurar la libertad de navegación lo que
llevó a la aparición del concepto operacional de batalla aire-mar (Air-Sea Battle)
ya explorado en este capítulo (Santos, 2015).
Después de que la guerra contra el terror retardó la Gran Estrategia estadou-
nidense para el siglo XXI, obligando el país a participar en conflictos que choca-
ban con su tradición militar y su cultura estratégica, Washington se vio conmina-
do a desarrollar la Revolución en los Asuntos Militares (RMA)3, considerando que

3
Una RMA es un cambio en la forma de combatir que, motivado por la explotación de nuevos sistemas
de armas, conceptos operativos, doctrinas de empleo de la fuerza o maneras de organizar y adminis-
trar los medios materiales, convierte en obsoleto el estilo militar anterior (Colom, 2015).

147
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

su consecución es esencial para mantener la brecha militar sobre sus oponentes


y resolver los nuevos retos estratégicos que debe enfrentar el país (Piella, 2014).
Hay que considerar que la estrategia de acceso, que parte de la estrategia
de antiacceso y negación de área, está en hacer creer en la inexpugnabilidad
del territorio defendido. En ese sentido crece en importancia establecer una red
de sistemas de vigilancia que puedan monitorear los activos existentes en los
países que emplean el A2/AD. Estas medidas aumentan los costos tecnológicos
y políticos de la interdicción, porque el país tendrá que tomar medidas para de-
mostrar la validez de su retórica. Sin embargo, no será posible eliminar el riesgo
por completo o eliminar por completo las víctimas en caso de un conflicto abier-
to (Boulegue, 2019).
Fundamentalmente, hay tres opciones principales para contrarrestar A2/
AD. Estos son el enfoque de adentro hacia afuera (Inside-Out), el enfoque de
afuera hacia adentro (Outside-In) y el bloque marítimo por medio de estrategia
A2/AD (Offshore Control). Inside-Out se basa en una ventaja tecnológica que
se esfuerza por un conflicto corto y de alta intensidad, golpeando el centro de
gravedad del sistema A2/AD con el factor sorpresa y rompiendo así el obstáculo
que dificulta el avance de las fuerzas amigas. En contraste, Outside-In elige el
enfoque potencialmente largo de desmantelar las capacidades del adversario
capa por capa. El Outside-In conlleva el riesgo obvio de un mayor desgaste y
fatiga de la misión, que generalmente no es políticamente aceptable en la OTAN
y, por lo tanto, es difícil de sostener. El Inside-Out, para tener éxito necesita que
los medios militares necesarios penetren en la burbuja A2/AD a fin de entrar en
su rango de combate de armas. Sin embargo, esto es exactamente lo que las
capacidades modernas y altamente sofisticadas de A2/AD están diseñadas para
evitar (Schmidt, 2016).
En contraposición a la intención china de presionar a sus vecinos para do-
minar territorios que reclama como propios, varios se alían en su contra, agru-
pando a EE. UU., India, Japón y Australia, los cuales poseen presencia tradicional
en la región, pero también al Reino Unido, Alemania y Francia, que están más
interesados en la protección del comercio internacional (Ballesteros, 2021). En
este caso se ha buscado desarrollar una alternativa al Air-Sea Battle, originando
el concepto de Offshore Control que se basa en la idea de que es necesario dise-
ñar una estrategia para una confrontación militar con China, pero no asumir esta
posibilidad como la única posible, evitando una escalada vertical de la guerra y
manteniendo abierta la posibilidad de una solución diplomática. Operativamente,

148
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

la idea es llevar a cabo un bloqueo económico de China, aislándola en la primera


cadena de islas. El bloqueo se llevaría a cabo mediante una combinación de sub-
marinos de ataque, buques de superficie y misiles antibuque con base en tierra.
Se toma como premisa fundamental que China atacaría primero, poniendo a EE.
UU. en una posición defensiva.
Sin embargo, en lugar de tratar de atacar de manera preventiva para evitar
esto (como propone el Air-Sea Battle), se pretende evitar la escalada y los ata-
ques directos en territorio chino. Por lo tanto, busca frenar la confrontación y
prepararse para una guerra a largo plazo, donde la economía china se agotaría
lentamente. Se enfatiza que esta estrategia, a pesar de los problemas que puede
presentar, contrarresta lo mejor de las capacidades de EE. UU. con la debilidad
de China en la proyección de fuerzas. Después de todo, pone a EE. UU. en una
posición defensiva, obligando a China a proyectar fuerzas contra el bloqueo. Al
mismo tiempo, evita un ataque en territorio chino, lo que también implicaría una
posibilidad real de escalada nuclear al conflicto. Una opción más barata y tan-
gible para los países de la región son los misiles antibuque cortos con base en
tierra en el territorio de los aliados regionales (Santos, 2015).
Para llevar a cabo el Ofshore Control, EE. UU. tendría de desarrollar capa-
cidades A2/AD en los aliados regionales, lo que eventualmente negaría el área
cerca de su territorio, impidiendo que los buques chinos transiten libremente y
también negando el acceso por los estrechos (Malaca, Sunda, Lombok y Luzón).
En este sentido, es necesario profundizar las alianzas de seguridad con los paí-
ses de la región, ya que estarían desarrollando capacidades para defender su
propio territorio. Es importante señalar que no hay muchos países necesarios
para cerrar los barcos chinos fuera de la primera cordillera, los esenciales serían
Filipinas, Indonesia y Japón. Para ello, sin embargo, EE. UU. debe crear formas
para que estos países tengan acceso a las tecnologías A2/AD que son relativa-
mente baratas y fáciles de adquirir (Santos, 2015). De hecho, también es posible
una combinación de las estrategias de Air-Sea Battle y Offshore Control porque
es difícil predecir la respuesta china a estas estrategias. Así, la doctrina de EE.
UU. resume la cuestión:
La sinergia entre dominios crea y explota ventajas asimétricas inherentes a
una fuerza conjunta: poder aéreo para derrotar las armas antibuque, poder
naval para neutralizar las defensas aéreas, fuerzas terrestres para neutralizar
las amenazas terrestres a las fuerzas aéreas y navales, operaciones ciber-
néticas para derrotar los sistemas espaciales, etc. Las relaciones entre las

149
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

operaciones en los distintos dominios, y las asimetrías específicas a explotar,


variarán con la situación. Esta sinergia se aplica no solo a las fuerzas conjun-
tas que se despliegan en la zona operativa empleando Outside-In, sino tam-
bién a las fuerzas desplegadas hacia adelante que ya se encuentran en el área
operativa atacada por el sistema enemigo empleando Inside-Out. Este último
es fundamental para neutralizar las capacidades enemigas clave para apoyar
el enfoque del primero. Las capacidades de reachback,4 capaces de contri-
buir desde estaciones distantes sin desplegarse en el área operativa, como
el espacio y las fuerzas cibernéticas, soportarán ambas. (Departamento de
Defensa, 2012)

Se puede inferir con base en los ejemplos de Rusia y China que el A2/AD de-
sarrollado por los países ha ocasionado inestabilidad en las RR. II. y la búsqueda
continua de estrategias para contrarrestarlas. Hay una clara carrera tecnológica,
así como una búsqueda por alianzas regionales entre los Estados que apuntan a
equilibrar (o desequilibrar) el balance de fuerzas en sus entornos regionales y en
los de sus adversarios. Esa competencia ha profundizado las inestabilidades en la
mayor parte de Asia y Europa con destaque para el mar de China, el Oriente Medio
y el Este Europeo, pero ya tiene consecuencias para Latinoamérica como es el
caso de Venezuela que exploraremos enseguida. Sin embargo, es obvia la nece-
sidad de búsqueda de obtención de estas capacidades en la estrategia militar y
en la Gran Estrategia actuales del escenario internacional, tanto por países que
se oponen a la hegemonía americana como por los aliados de EE. UU. sean ellos
de la OTAN o no. Al parecer, la búsqueda de inexpugnabilidad es la garantía bá-
sica que los Estados necesitan para el desarrollo de sus grandes estrategias con
la reducción de la amenaza constante de intervención extranjera.

Estudios de casos exitosos del empleo


de negación de área
En esta sección analizaremos las estrategias de países de Latinoamérica en lo
que se refiere al A2/AD. En tal sentido, fueron elegidos Brasil, Perú y Venezuela
teniendo en cuenta sus diferentes capacidades y amenazas para basar el co-
nocimiento necesario com miras a desarrollar una propuesta de estrategia

4
El proceso de obtención de productos, servicios y aplicaciones, o fuerzas, o equipos, o material de
organizaciones que no están desplegadas hacia adelante (Departamento de Defensa, 2012).

150
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

para Colombia. En el escenario latinoamericano, Venezuela desarrolló nuevas


capacidades militares con la adquisición de material militar a fin de defender
el territorio venezolano y evitar la amenaza de la intervención estadouniden-
se ante el deterioro y escalada de las relaciones entre Caracas y Washington
(Júnior, 2020). Brasil, a su vez, desarrolla varias capacidades militares para
denegar el área mediante sus proyectos estratégicos dirigidos a defender su
extenso territorio terrestre, aéreo y marítimo. Entre los desafíos de ese país,
está la defensa de la Amazonía (Quint, 2016) y el extenso litoral y territorio
marítimo brasileño que a menudo se denomina Amazonía Azul por su gran ta-
maño y vastos recursos (Souza, 2018). En lo que respecta a Perú, el desarrollo
de sus capacidades antitanque con la adquisición de equipos modernos y el
mantenimiento de un agrupamiento antitanque es un ejemplo de la estrategia
de disuasión de vehículos blindados con enfoque sobre tecnología avanzada
(Carmen, 2017). Hay que decir que existe una correlación entre la estrategia
de negación de área y la estrategia de disuasión, ya que tienen como objetivo
persuadir a los oponentes de que un ataque de cualquier tipo sería la menos
atractiva de todas las alternativas (Calderón, 2018).

Estrategia de Brasil
Brasil tiene fronteras con diez de los doce países de América del Sur, es decir, to-
dos con excepción de Chile y Ecuador, en un total de 16.885,7 km. Eso hace que
sea difícil el monitoreo aéreo, fluvial y terrestre de toda la frontera con los países
vecinos. Además, Brasil posee un vasto litoral y un enorme territorio marítimo. Así,
Brasil ha comenzado a manifestar la implementación de estrategias de negación
de área en su Estrategia de Defensa Nacional (2008). A partir de considerar las ex-
tensiones amplias que tienen que defender tanto en tierra (la Amazonía Verde), en
el mar (la Amazonía Azul), en el aire, y, más recientemente, en el ciberespacio, han
optado por estudiar qué aspectos de estas estrategias le resultan convenientes.
Con esta premisa, los brasileños han percibido la necesidad de un sistema de de-
tección y alerta aérea, marítima y terrestre para todo su territorio. Con la óptica del
A2/AD, esos sistemas pueden ser considerados como una primera capa de con-
ciencia situacional que permite que los tomadores de decisiones sean alertados y
puedan intervenir oportunamente para contrarrestar las amenazas a la soberanía
y a los intereses nacionales en tiempo de paz y en tiempo de guerra.
Para posibilitar ese monitoreo en la región amazónica, fue desarrollado el
SIPAM (Sistema de Protección de la Amazonía). Tratase de una organización

151
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

sistémica de producción y diseminación de informaciones técnicas, formada por


una compleja base tecnológica y una red institucional, encargada de integrar
y generar informaciones actualizadas para la articulación, el planeamiento y la
coordinación de acciones globales en la Amazonía Legal, apuntando a la protec-
ción, a la inclusión y al desarrollo sostenible de la región (Quint, 2016).
En ese sentido, el SIPAM utiliza algunos sistemas de monitoreo y control
del territorio brasileño, siendo que algunos privilegian el área de la Amazonía.
Son ellos, el Sistema de Gerenciamiento de la Amazonía Azul (SisGAAz), el
Sistema Integrado de Monitoreo de Fronteras (SISFRON), el Sistema de Controle
do Espacio Aéreo Brasileiro (SISCEAB) y el Sistema de Defensa Aeroespacial
Brasileiro (SISDABRA). A pesar de eso, existe, todavía, una larga trayectoria de
desafíos para que esos sistemas puedan ser totalmente efectivos, integrados y
proporcionen la defensa y la seguridad necesarios al país.

Figura 3. Integración de los sistemas en el SisGAAz

Fuente: Marinha do Brasil (s.f.)

El SisGAAz fue concebido para ser un sistema de monitoreo y control relacio-


nado con el concepto internacional de seguridad marítima y para la protección

152
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

del litoral brasileiro. Fue proyectado para tornarse el principal sistema de mando
y control de la Marina y prevé la gestión de las actividades al mar que involucren
vigilancia, monitoreo, prevención de la polución y recursos naturales, entre otros.
Durante su proceso de implantación, el programa SISFRON, dentro de su
alcance y finalidad, permite al Ejército mantener, puntualmente, algunas áreas de
fronteras monitoreadas y en condiciones de responder a una amenaza o agre-
sión y contribuir para que las demás agencias y órganos federales lo hagan,
en un ambiente de operaciones interagenciales. Sin embargo, se debe tener en
cuenta que esta tarea es muy difícil y compleja cuando se visualizan los cerca de
17.000 kilómetros de fronteras terrestres, especialmente en la región Amazónica. 
Bajo la responsabilidad del Comando de la Aeronáutica, el SISCEAB tiene
como órgano central el Departamento de Controle del Espacio Aéreo (DECEA), a
quien cabe suministrar los medios necesarios para el gerenciamiento y control
del espacio aéreo. El SISCEAB emplea recursos humanos y equipajes de nave-
gación, telecomunicaciones y vigilancia, además de vasta infraestructura, distri-
buidos por todo el territorio de Brasil. El SISDABRA (Sistema de Defensa Aérea
Brasileira) utiliza la misma infraestructura de vigilancia y telecomunicaciones
empleada por el SISCEAB. De ese modo, la Fuerza Aérea de Brasil asegura el
ejercicio de la soberanía en el espacio aéreo por intermedio del control y, si es
necesario, de la ejecución de acciones de interferencia contra el movimiento de
aeronaves que puedan configurarse como amenazas a los intereses nacionales.
Para la defensa aérea de la Amazonía, Brasil posee bases aéreas que operan ae-
ronaves de reconocimiento y ataque supertucano, cazas y aeronaves equipadas
con radares para alerta anticipada y control R-99A y de detección remota R-99B
que complementan el monitoreo aéreo en el ámbito del SISDABRA (Quint, 2016).
Es importante destacar que estos sistemas solamente serán totalmente
efectivos cuando permitieren el flujo de dados, su análisis y la producción de
conocimientos confiables y anticipados además de su total integración.
El pensamiento estratégico brasilero señala que ante la posibilidad de líneas
de comunicación y de transporte más congestionadas en el Atlántico Sur, evitar
bloqueos o proteger de manera efectiva los activos nacionales frente a una si-
tuación de crisis es una excelente razón para incorporar en el plano militar las
lógicas de la negación de área. La negación del uso del mar consiste en dificultar
al enemigo el estabelecimiento, la exploración del control de alguna área ma-
rítima o simplemente su uso. La negación del uso del mar puede incluir, entre
otras medidas, la destrucción de buques de guerra o mercantes del enemigo, y

153
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

los submarinos son considerados como plataformas ideales para su realización,


siendo destacadas sus actuaciones en las dos guerras mundiales (Moura, 2012).
En ese orden de ideas, Brasil busca desarrollar la capacidad de negación de
área en su territorio marítimo por medio de la combinación del SisGAAz con el
empleo de submarinos, aeronaves y buques con dotación de armamento para
la interceptación de las amenazas. El submarino de propulsión nuclear brasileño
puede ser utilizado, particularmente cerca de los estrechos marítimos para el
bloqueo de los buques enemigos, así como en toda la costa. Al mismo tiem-
po, los submarinos convencionales y los buques de ataque complementan la
capa de negación de área marítima. Sin embargo, para tener la plenitud de su
efectividad, la doctrina internacional enseña que los misiles de largo alcance
desempeñan un papel complementario en los esfuerzos por impedir el acceso
operacional a los alrededores. Brasil posee un ambicioso programa de produc-
ción de misiles en desarrollo por la empresa Avibrás en conjunto con las Fuerzas
Armadas. Estos sistemas combinados actuarían tanto en términos disuasorios
como para el empleo efectivo con el uso de medios para ejercer el control de
las áreas marítimas, centrándose en las áreas estratégicas de acceso marítimo
(Ministério da Defesa, 2008).
Los principales objetivos de la estrategia brasileña de negación de área marí-
tima son la defensa proactiva de las plataformas petroleras y de las instalaciones
marinas y portuarias, archipiélagos e islas oceánicas en aguas jurisdiccionales
brasileñas y la disposición a responder a cualquier amenaza, por parte del Estado
o de fuerzas no convencionales o delictivas, a las rutas marítimas de comercio
(Ministério da Defesa, 2008).
La capa antiacceso tendría que ser más fuerte que su predecesora. El ene-
migo que logre tener acceso y acercarse a la costa tendría que ser neutralizado y
su acción efectiva tendría que ser negada. Esa capa no está prevista actualmen-
te en la estrategia brasileña, de lo que puede inferirse que Brasil decidió emplear
sus medios en una capa única de negación de área (Ferreira, 2018).

Estrategia de Perú
La estrategia de defensa de Perú es defensiva-disuasiva. La acción militar, mediante
las Fuerzas Armadas, es el recurso final que empleará el Estado peruano para actuar
exclusivamente en su defensa. Las Fuerzas Militares están regidas por valores mo-
rales y éticos; son modernas, efectivas, flexibles, eficaces y de acción conjunta, con
plena capacidad para enfrentar las amenazas (Ministerio de Defensa, 2006).

154
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

Perú está en pleno proceso de incorporación de capacidades militares orien-


tadas a cumplir con las dinámicas de A2/AD, aunque, de manera integrada a los
países occidentales y sin dejar de presentar cierta dinámica de rivalidad entre
ellos. Las Fuerzas Militares modernizan sus submarinos T-209 en Corea del Sur
a efectos de tener capacidades similares que sus homónimos chilenos y poder
continuar interactuando en las ejercitaciones navales de fuerzas de submarinos
diésel de la región. Asimismo, existe una clara voluntad de modernizar las capa-
cidades antisubmarinas, la vigilancia electrónica aérea, más allá de la renovación
de aviones de combate en ambas fuerzas aéreas junto con sus stocks de misiles
tanto aire-aire como aire- tierra y tierra-aire para tener la capacidad de evitar las
intrusiones no deseadas en sus respectivos espacios aéreos (Battaleme, 2015).
A lo largo del tiempo, el Ejército de Perú ha desarrollado capacidades nece-
sarias para contrarrestar amenazas regionales adecuadas a los terrenos exis-
tentes en el país, destacándose los llanos desérticos que se extienden por la
frontera con Chile. Se destaca el empleo de brigadas blindadas, mecanizadas y
compañías antitanque dotadas de modernos materiales.
En ese sentido, nos enfocaremos en las peculiares capacidades antitanque
peruanas que cuentan, para el cumplimiento de su misión, con un agrupamiento
antitanque compuesto por: un comando; diez compañías antitanque; una com-
pañía de comando y servicios, y una compañía de instrucción y apoyo técnico.
Aún el Ejército de Perú enseña el Curso Básico Antitanque que tiene como misión
la preparación de los militares que componen las unidades antitanque.
El Agrupamiento Antitanque N.º 3, Cazadores, asentado en el Fuerte Arica
(Locumba, Tacna), proporciona protección antitanque a las brigadas del corre-
dor de la costa, pudiendo participar en todo tipo de operaciones ofensivas, de-
fensivas y retrógradas, contra todo tipo de vehículos mecanizados, blindados y
trabajos de fortificación. Es importante tener en cuenta que, en su organización,
las compañías antitanque están distribuidas por las brigadas, lo que garantiza
mayor integridad táctica y la atención de las necesidades específicas de cada
tropa. Se denomina anticarro o antitanque a cualquier variedad de armamento
que tiene como objetivo ser usado en contra de un vehículo blindado de combate
u objetivos similares. Las minas antitanque, la artillería común y otros tipos de
armamentos se emplearon para destruir carros de combate durante la Primera
Guerra Mundial. En la Segunda Guerra Mundial, los cañones antitanque ya ha-
bían sido desarrollados y eran cargados a menudo con municiones especiales,
como los proyectiles de carga hueca, que son capaces de explotar al impacto y

155
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

tienen una gran fuerza de penetración. Varios lanzacohetes y misiles antitanque


se han utilizado también con la misma finalidad en las guerras (Pedro, 2018).
El Ejercito de Perú ha adquirido en 2008, mediante un contrato con Rafael
Advanced Defense Systems (Israel), un conjunto de 516 misiles antitanque
Spike-LR (además de 48 simuladores de entrenamiento, puestos de tiro y sopor-
te logístico) por un total 73 millones de dólares. A estos se sumaron, entre 2010
y 2011, otros sesenta misiles antitanque adicionales. En 2012, se han adquirido,
dados los buenos resultados operacionales del Spike, 24 lanzadores y 288 mi-
siles Spike- LR por 32,5 millones de dólares y 432 misiles Spike-ER (paquete
que está compuesto, entre otros, por 36 lanzadores y 4 UAVs Skylark-1A) por
91 millones de dólares (Marchessini, 2017). Los misiles Spike-ER son misiles de
cuarta generación de guiado electroóptico e infrarrojo. Pueden ser disparados en
la modalidad dispara y olvida o bien en la dispara, observa y actualiza. En esta
última función, es posible cambiar de objetivo una vez lanzado el misil, lo que
proporciona bastante flexibilidad a la unidad antitanque. Tienen una longitud de
1,67 m y un diámetro de 170 mm, siendo el peso al lanzamiento de 34 kg. Los
misiles Spike-ER, pueden ser montados en vehículos de exploración Humvee
M-1151A1 (Marchessini, 2017).
Las capacidades antitanque buscan destruir los vehículos blindados, meca-
nizados y objetivos de oportunidad, impidiendo el avance del adversario hacia el
territorio (Pedro, 2018). Así se puede resumir la importancia de la adquisición de
los misiles Spike para Perú:
El misil Spike 8R es un arma diseñada para batir tanques a una distancia
efectiva de hasta 8 km. Teniendo en cuenta que, en caso de haber un en-
frentamiento entre las fuerzas blindadas de Chile con sus tanques “Leopard
A4”, los actuales tanques rusos T55, que tiene el Ejército de Perú, los chi-
lenos batirían fácilmente a los tanques peruanos y siendo muy oneroso y
complicado reemplazarlos por tanques que les hagan frente con éxito, tal
es el caso del tanque ruso T90, el Perú ha optado por adquirir y equipar
compañías antitanque equipadas con misiles modernos como el Spike 8R,
considerando el costo del misil que es 99.500 dólares versus el costo del
tanque Leopard A4 que es $  9.622.850 dólares. El costo beneficio es alta-
mente favorable para el Ejército de Perú […] en caso de entrar en operaciones
frente al enemigo, en cualquiera de las maniobras de defensa que adopte la
III División de Ejército, que es la Gran Unidad de Batalla que haría frente a la VI
División de Ejército de Chile, que tiene sus fuerzas distribuidas entre Iquique
y Arica (Pedro, 2018).

156
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

En ese orden de ideas, se percibe que, en una guerra convencional, es im-


portante tener capacidades antitanque para contrarrestar una amenaza blinda-
da enemiga. Esa capacidad puede ser obtenida por medio de tropas blindadas,
minas anticarro o armamento antitanque. La creación de un Agrupamiento
Antitanque en el Ejército de Perú logró especializar tropas armadas con misiles
modernos en apoyo a sus brigadas. Al planear una invasión a Perú, el enemigo
tendrá que evaluar la inminente posibilidad de duras bajas en sus tropas blinda-
das, lo que puede considerarse como una capa de negación de área.

Estrategia de Venezuela
Por su parte, Venezuela ha realizado un extenso proceso de modernización de
todo su instrumento militar, con distintas razones que van desde la renovación
de material obsoleto y reforzar su alianza con los distintos sectores de las FF.
AA., hasta la preocupación por las explotaciones petroleras off-shore que la lle-
van a tener tensiones con Colombia y Guyana, en zonas que se encuentran bajo
reclamaciones territoriales, como lo que sucede en el Esequivo o la región del
Maracaibo. Además, se agrega las percepciones de conflicto por los recursos
con EE. UU. lo cual llevó a tomar la decisión de reforzar su fuerza de submarinos
a efectos de incrementar los costos operativos de una agresión, bloqueo o dis-
rupción por parte de una fuerza militar superior (Battaleme, 2015).
Rusia, el mayor proveedor de armas de Venezuela en los últimos veinte años, ha
sido fundamental en la recomposición de los recursos militares del país sudame-
ricano, con impactos significativos en la creación de un incipiente sistema de A2/
AD venezolano, fuertemente basado en la defensa aérea y antiaérea (Júnior, 2019).
De esta manera, se decidió sumar a los dos submarinos alemanes T-209A una
fuerza futura de seis submarinos rusos clase Kilo mejorada T-636, con uno de los
sistemas de propulsión convencional AIP lo cual los transforma en unidades más si-
lenciosas y con mayor tiempo de operación bajo el agua. Asimismo, se incorporaron
aviones de combate SU-27 y misiles tierra-aire S-300 Thor para la defensa aérea,
todos sistemas orientados a la negación de área y al antiacceso (Battaleme, 2015).
La operación de los sistemas de defensa antiaérea rusos, con el objetivo
de negar el acceso a su territorio por parte del enemigo, han demostrado ser
eficientes, dados los diversos informes y problemas diplomáticos presentados.
Aunque estos sistemas no han entrado efectivamente en combate, su presencia
en los teatros de operaciones ha inhibido las actividades enemigas, lo que en sí
mismo representa el éxito de estos equipos.

157
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Adquiridos en 2009, en uno de los múltiples acuerdos de compra de armas


del presidente Hugo Chávez con Rusia, los S-300 se convirtieron en el sistema
más poderoso de su tipo en funcionamiento en la región. En las recientes crisis
diplomáticas que involucran al Gobierno de Nicolás Maduro, los sistemas S-300
han sido elevados a la categoría de las principales juergas disuasorias del país
contra posibles amenazas de EE. UU. Estas amenazas también se hicieron eco
de Brasil en 2019, desde donde el Gobierno hizo señales a favor de acciones
militares para deposición del representante venezolano. Ante estas amenazas,
los sistemas S-300 recibieron especial atención de técnicos rusos enviados en
febrero de 2019 para restaurar las capacidades operativas de las fuerzas arma-
das venezolanas (Teixeira, 2020).
Venezuela habría recibido al menos cuatro baterías móviles de misiles S-300
en 2019 que serían distribuidas en el país con el objetivo de proteger centros
gubernamentales y bases militares clave. Un primer lugar donde se presume el
posicionamiento de una batería S-300 se encuentra en la base aérea Capitán
Manuel Ríos, cerca de Caracas. A pesar de tener su capital y ciudad principal del
país relativamente cerca de la costa caribeña, Venezuela tiene islas en el Caribe
que pueden ser utilizadas para operaciones A2/AD enfocadas en la guerra naval,
aérea y electrónica. De acuerdo con esta expectativa, una segunda ubicación
sería en la isla Margarita, proporcionando cobertura potencial de defensa aérea
y marítima en el Caribe y la parte norte del país. Una tercera ubicación sería en
Puerto La Cruz, una de las principales bases marinas del país y cerca de una
importante terminal petrolera. Finalmente, se supone que otra batería de S-300
estaría en el interior del país, en el complejo militar de Guárico. Este último re-
ducto sería relevante para la protección de los carros de combate Su-30 y T-72.
En Guárico se encuentra la estación de rastreo satelital Simón Bolívar, un activo
importante para la operación en el ámbito espacial e informativo para Venezuela
(Júnior, 2020).
Venezuela tiene una geografía favorable para la defensa, lo que permite
canalizar acciones estratégicas de antiacceso y negación de área, reduciendo
consecuentemente las opciones estratégicas del oponente. Sin embargo, si infe-
rimos que Venezuela ha construido un sistema A2/AD, se percibe que no es ho-
mogéneo en todo el territorio, centrándose en la parte caribeña. Venezuela priori-
zó la parte norte del país, la región más poblada y rica, central para la exploración
petrolera (cuenca del Orinoco) y sede del poder político nacional (Caracas). En
definitiva, la región en la que se ubicarían los principales centros de gravedad del

158
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

país. Ante esta apreciación, sería necesario afirmar que, en lugar de estructurar
un sistema A2/AD, Caracas adopta un modelo similar al ruso: “Burbujas A2/AD”
(Júnior, 2020).
Venezuela ha desarrollado desde la última década el concepto de un coman-
do unificado de defensa aérea, con una fuerza independiente compuesta por
personal militar de las tres ramas principales de las fuerzas armadas. Similar
al modelo ruso, el país construyó un CODAI (Comando Integral de Defensa
Aeroespacial), responsable de la defensa antiaérea nacional, estructurado con
grupos de monitoreo, combate y apoyo material. Estas unidades, dedicadas al
monitoreo y vigilancia del espacio aéreo, están equipadas con radares móviles
de largo alcance chinos, y las unidades de combate están equipadas con una
grande variedad de misiles rusos, israelíes, suecos y franceses (Júnior, 2020).
También en la primera década del siglo XXI, la Fuerza Aérea Venezolana se
reforzó con la adquisición de 24 cazas Sukhoi Su-30MK2 y una serie de misiles
aire-aire y aire-superficie, ya que EE. UU. había embargado la compra de repues-
tos para el F-16A Fighting Falcon, dejándolos limitados operativamente (Júnior,
2020).
Considerando que las capacidades A2/AD están directamente relacionadas
con las amenazas a las cuales se pretende negar el acceso, puede inferirse que
no existe un sistema A2/AD en Venezuela lleno de capacidades frente a la ame-
naza estadounidense. Sin embargo, frente a las amenazas regionales, el sistema
venezolano se considera lo suficientemente robusto para neutralizar cualquier
acción ofensiva aérea y marina (Júnior, 2020).

Posibilidades de empleo de la negación de


área por Colombia en función
de sus amenazas
Del análisis del concepto de A2/AD y considerando los análisis de uso de esa es-
trategia de forma plena por Rusia y China, así como de forma limitada por Brasil,
Perú y Venezuela, se puede tener una base para la elaboración de una estrategia
para Colombia. Como en los casos analizados, esa estrategia debe priorizar las
amenazas a los objetivos e intereses nacionales de Colombia.
Para eso, es importante tener en cuenta que antiacceso es la acción, actividad o
habilidad, generalmente de largo alcance, pudiendo ser militar o político-diplomática,

159
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

diseñada para evitar que una fuerza enemiga avance dentro de un área, mientras
que la negación de área es la acción, actividad o habilidad, generalmente de corto
alcance, pudiendo ser militar o político-diplomática, proyectada para limitar la liber-
tad de acción de una fuerza enemiga en un área, todo eso en los múltiples dominios.
Las amenazas más probables de Colombia son las de tipo tradicional,
derivadas de interferencias o conflictos sobre derechos o pretensiones de
derechos, entre Estados nacionales; de movimientos subversivos que no se
acogen al ordenamiento constitucional y buscan el poder por medio de las
armas; terroristas de variada procedencia; derivadas de la delincuencia orga-
nizada transnacional basada en negocios criminales; derivadas de prácticas
comerciales desleales y del contrabando; cibernéticas y los fraudes financie-
ros; típicas de los posconflictos que envuelven muchas de las mencionadas, y
la elevación de los índices de violencia social derivados de la permanencia de
“mercados de violencia” (incluyen excombatientes que no se reinsertan ni se
adaptan a la situación nueva, armas que permanecen en los circuitos del mer-
cado negro, negocios generadores de ilegalidad, etc.) (Mansilla, 2017).
Sin embargo, percibimos que la mayoría de esas amenazas se aleja del con-
cepto a partir del cual se desarrolló originalmente la estrategia A2/AD, es decir,
normalmente esa ha sido una estrategia asimétrica defensiva de un país más
débil que busca evitar la proyección de poder de un país más fuerte.
Pero, como hemos visto, en una concepción holística, la estrategia puede
ser empleada en contra de actores no estatales como de hecho ya lo es. Lo que
se puede llamar “cerramiento cooperativo de los espacios comunes” apunta a
limitar y anular el uso de los espacios por parte de grupos terroristas, actores
criminales, etc., de manera cooperativa para permitir que los ciudadanos puedan
utilizar los mismos espacios de manera segura.
En ese sentido, las estrategias que utiliza la Acción Unificada para contra-
rrestar las amenazas, además de los acuerdos de cooperación internacional para
combatir a las llamadas amenazas asimétricas no estatales como la piratería,
los transportes ilegales y los distintos tráficos, son ejemplos de iniciativas que
buscan evitar las amenazas negándoles los espacios de actuación o sus corre-
dores estratégicos (Battaleme, 2015). El concepto de espacios, en este caso, es
más complejo que en los casos estudiados pues muchas de esas amenazas son
internas y poseen acceso a todo el territorio de manera disimulada, haciendo
que las medidas de seguridad necesarias para negación de área lleguen hasta
la protección de infraestructuras críticas y de instalaciones político-militares. En

160
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

consecuencia, este trabajo enfocará las fronteras como el espacio donde puede
aplicarse la estrategia A2/AD de forma objetiva y efectiva en contra de actores
estatales y no estatales. De la misma forma, el trabajo enfocará las amenazas de
tipo tradicional con énfasis en la región suramericana y del Caribe.

Ámbito político-diplomático
Colombia es socio global de la OTAN, siendo el único país de Latinoamérica que
tiene esa condición, lo que le confiere ventaja estratégica en los ámbitos diplo-
mático y militar. A esto se suma el hecho de que Colombia es el principal aliado
estratégico de EE. UU. en Latinoamérica. Esa alianza suministra también una
gran ventaja disuasoria en el nivel político-diplomático en la región, así como a
nivel global. Además, Colombia es miembro de la OEA lo que le proporciona los
beneficios del Tratado Interamericano de Ayuda Recíproca.
Los tratados de seguridad colectiva y la condición de aliado estratégico de
EE. UU. componen una eficiente capa de antiacceso y negación de área en el
ámbito político-diplomático, quizá la mejor de los países de Latinoamérica. Sin
embargo, es importante destacar que Colombia no puede confiar en esa capa
al punto de olvidarse de la importancia de las otras. La actual velocidad de los
cambios en el orden mundial puede cobrar su precio y un Estado no puede dele-
gar a otros países u organizaciones la responsabilidad precipua de garantizar su
soberanía. De ese modo, las alianzas de las cuales Colombia hace parte tienen
que ser factor motivador para que el país desarrolle capacidades militares de
negación de área que disuadan a los adversarios de cualquier intento invasor.

Fronteras terrestres
Colombia ha tenido, a lo largo de su historia, unas fronteras internacionales per-
meables e inseguras, que son resultado de la ausencia de una política de Estado
sostenible, permanente y de alcance estratégico con respecto al perímetro na-
cional; ello se ha visto reflejado en las pérdidas del territorio patrio heredado
de España. Varias publicaciones y análisis afirman que hay un estimado de un
millón de km² en pérdidas de territorio en los 211 años de vida independiente
(Calderón et al., 2017).
Colombia posee fronteras terrestres con cinco países siendo 2.219 km
de frontera terrestre con Venezuela; 1.645 km de frontera terrestre con Brasil,
1.626 km de frontera terrestre con Perú; 586 km de frontera terrestre con Ecuador;
y 266 km de frontera terrestre con Panamá (Calderón et al., 2017). Las fronteras

161
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

con Brasil, Perú, Panamá y Ecuador están ubicadas en regiones de selva que,
por un lado, sirven como obstáculo natural al movimiento de los actores ilegales
y, por otro, dificultan la presencia del Estado en esas regiones, haciendo que la
tarea de negar el área sea compleja y, muchas veces, ineficaz.
El Tapón del Darién, en la frontera colombo-panameña, es una de las regio-
nes más complejas de controlar para el Estado, por su clima tropical, selva inex-
pugnable y ausencia de carreteras. Esas condiciones, sin embargo, lo convierten
en una “autopista” natural para grupos dedicados al comercio de armas, droga,
oro y migrantes.
En el Pacífico nace también una de las rutas más importantes para el comer-
cio de drogas, atravesando el centro del país hasta el norte por los Santanderes,
surtiendo las plazas de microtráfico en los espacios vacíos urbanos del triángulo
de oro de Colombia, en ciudades como Cali, Medellín, Bogotá y Bucaramanga. En
la frontera de La Guajira, al tráfico de cocaína lo acompaña el de migrantes, pero
es el contrabando el que le da su particularidad a esta frontera, caracterizada
por la desigualdad social y el abandono total del Estado. El fenómeno también
se da al sur del territorio colombiano, donde los departamentos de Amazonas,
Putumayo y Nariño se encuentran con Brasil, Perú y Ecuador (Calderón, 2017).
La fiscalización del transporte de mercancías está enfocada en las principales
vías de acceso en las fronteras por donde, a pesar de los esfuerzos estatales, pa-
san grandes cantidades de cargas ilícitas en virtud de las estrategias utilizadas
por la delincuencia organizada transnacional.
Las estrategias criminosas incluyen el transporte de materiales ilícitos por vía
aérea con vuelos clandestinos; uso de sumergibles para transporte por el mar, y
disimulación de las cargas ilegales en contenedores y de las cargas en camiones
comerciales, entre otras. Una estrategia defensiva basada en capas se hace difícil
en esos casos pues, una vez pasada la frontera, los actores ilegales tienen libertad
de acción para moverse en el territorio. Hay otros puntos de fiscalización distribui-
dos en el interior del país, pero no siguen la lógica de capas de protección.
El estudio del caso brasilero nos presenta la estrategia del sistema de mo-
nitoreo de fronteras con el empleo de diversos medios tecnológicos y pelotones
de frontera de forma integrada con el objetivo de negar el acceso al territorio
brasilero por los actores ilegales. Por el contrario, a pesar del éxito obtenido en la
región amazónica, esa estrategia aún no ha tenido los resultados esperados en
términos de negación de área a los actores ilegales en virtud de la porosidad de
las fronteras, especialmente las de Paraguay y Bolivia.

162
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

De todos modos, Colombia necesita reforzar la presencia estatal en las fron-


teras por medio de una estrategia de empleo de unidades militares y medios tec-
nológicos de detección, para negar o al menos reducir el acceso ilegal en esos es-
pacios. Las acciones integradas de inteligencia y el intercambio de informaciones
entre los países son estrategias importantes para el logro de resultados. En ese
sentido, las tensiones diplomáticas entre Colombia y Venezuela son factores que
potencializan los crímenes transnacionales y que son largamente aprovechados
por la delincuencia internacional organizada para lograr sus objetivos.

Territorio marítimo
Colombia es un país que posee acceso a dos océanos además de ser el país
que tiene mayor dominancia hacia el mar Caribe. Esos hechos hacen que el
país tenga el reto de ser capaz de negar el uso del mar a sus adversarios. En
virtud del combate al narcotráfico, la Armada Nacional ha desarrollado la capa-
cidad de ejercer vigilancia y defensa de las aguas marinas colombianas; por lo
tanto, se encarga de controlar el tráfico de las embarcaciones y proteger los bu-
ques para reprimir el contrabando de acuerdo con el derecho internacional. Así,
la Armada cumple una importante función de seguridad marítima al reprimir el
delito con la interdicción mediante la negación del uso del mar para la comisión
de delitos y violaciones de la seguridad y la vida humana en el mar (Parra, 2019).
Sin embargo, las mismas capacidades de vigilancia e interdicción de la
Armada pueden ser efectivamente utilizadas para la negación del uso del mar
a una amenaza tradicional estatal. La Armada Nacional sigue desarrollando
sus capacidades navales con el objetivo de incrementar su presencia en el mar
Caribe y en el Pacífico. Por ejemplo, después del fallo de La Haya del 19 de no-
viembre de 2012, San Andrés se ha transformado para la Armada en un área
estratégica (Mancuso, 2017).
Para el desarrollo de la estrategia de negación de área en el territorio marí-
timo, Colombia necesita considerar el aumento de su flota de submarinos. Los
submarinos, a diferencia de los buques de superficie, son diseñados específica-
mente para no ser detectados. Por el solo hecho de estar presente en el inven-
tario de materiales de las fuerzas armadas de un país, los submarinos represen-
tan una capacidad por tenerse presente ante un posible enemigo, pues inspiran
respeto y representan un reto o amenaza para los buques de superficie u otros
submarinos. Los submarinos son armas de negación de área y, como tales, tal
vez las más representativas de esas estrategias en el dominio marítimo. Son

163
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

versátiles para cumplir misiones particulares que comprenden no solo la capaci-


dad para destruir otros buques con torpedos, misiles o minas, sino también para
obtener información sin ser detectados o para incursionar desde el mar con la
finalidad de lanzar misiles, bloquear o dar un golpe de mano (Kenny, 2020).
Teniendo en cuenta el caso brasilero, puede inferirse que Colombia posee
capacidad limitada de negación de área en el territorio marítimo tanto para ame-
nazas no estatales como para estatales. Sin embargo, así como en el caso bra-
sileño, hay que analizar la opción de tener misiles antibuque de largo alcance,
como forma de fortalecer las capa de negación de área e integrarlos con la capa
de conciencia situacional proporcionada por los radares, combinada con la in-
tegración de los medios de inteligencia, reconocimiento y vigilancia, para el total
monitoreo del territorio marítimo.
Es importante considerar también que es necesario establecer estrategias
específicas para cada amenaza, es decir, la estrategia empleada en el combate
al narcotráfico no puede ser la misma utilizada para contrarrestar amenazas es-
tatales. De ese modo, la Armada debe estar preparada para ejecutar operaciones
conjuntas con las demás Fuerzas Militares con el empleo de aviones de caza y
armamento antiaéreo para fortalecer la capa de negación de área proporcionada
por los submarinos y los buques de combate.

Espacio aéreo
Colombia posee capacidad de control del espacio aéreo con detección de rada-
res en el territorio nacional a pesar de los retos generados por su geografía. Esa
capacidad proporciona una capa de negación de área de conciencia situacional
en el dominio aéreo, pero es necesario más que eso para negar, de hecho, el ac-
ceso a las amenazas estatales.
Colombia no tiene artillería antiaérea capaz de disuadir ataques aéreos ene-
migos al territorio. Para esto, el país tendría que adquirir material de defensa an-
tiaérea basado en misiles de largo alcance, como Venezuela con los S-300 y los
demás sistemas de misiles y alerta temprana. Como consecuencia, es necesaria
la adquisición de un sistema de defensa antiaéreo de mediana altura para que
Colombia pueda llevar a cabo una estrategia de negación de área en el dominio
aéreo del territorio nacional. A pesar de que los S-300 son el armamento que po-
see la mejor relación coste beneficio en su categoría en el mundo, por motivos
político-diplomáticos, su adquisición por Colombia es inviable, lo que le obligaría a
la compra de armamento occidental más caro y menos eficiente.

164
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

La Fuerza Aérea sufre retrasos en los programas para su modernización. Por


ejemplo, no se ha podido establecer un programa para dotar a esta Fuerza con
aviones caza más modernos, con los cuales enfrentar los nuevos desafíos que
tiene el país. Los cazas Kfir de la FAC son muy efectivos para el bombardeo contra
grupos guerrilleros, pero no tienen capacidad de defender el espacio aéreo colom-
biano (Mancuso, 2017). Por otro lado, Venezuela posee capacidades aéreas más
desarrolladas con el empleo de los 24 cazas rusos Sukhoi Su-30MK2 y los misiles
aire-aire y aire-superficie que transportan. Apuntando a fortalecer su capacidad
A2/AD para contrarrestar las posibilidades de intervención americana, Venezuela
ha generado capacidades de proyección de poder aéreo únicas en Latinoamérica
cambiándose en una amenaza a la estabilidad de la región. Así las cosas, Colombia
necesita adquirir cazas de quinta generación para complementar la negación de
área proporcionada por misiles antiaéreos de largo alcance.

Territorio terrestre
Colombia no posee tropas blindadas con capacidad de contrarrestar las amena-
zas regionales. Las tropas que posee, basadas en carros de combate Cascabel
pueden apoyar un movimiento retrogrado, pero no son capaces de detener,
por ejemplo, las tropas blindadas venezolanas. Por otro lado, el territorio de
Colombia, a excepción de algunas regiones, posee relieve de difícil acceso para
tropas blindadas. Las principales ciudades de Colombia y su capital están ubi-
cadas en la cordillera de los Andes, relativamente protegidas por estrechas ave-
nidas de acceso para los blindados adonde estos se cambian en blancos fáciles
para tropas armadas con armamento antitanque como el misil Spike, empleado
por el Ejército y la Fuerza Aérea de Colombia.
Asimismo, la experiencia ganada por el Ejército de Colombia en el combate
a las guerrillas en su territorio puede ser aprovechada en una estrategia de gue-
rra híbrida donde tropas armadas con misiles antitanque niegan el acceso a las
principales regiones estratégicas del país.
Considerando el caso peruano, hay que tener en cuenta que Colombia nece-
sita de tropas blindadas para la defensa del país, pues las regiones de La Guajira
y la Orinoquía son vulnerables a ataques blindados. Las Fuerzas Militares deben
ser capaces de defender todo el territorio del país, porque de lo contrario, par-
te del territorio, incluidas regiones de importancia estratégica podrían caer en
poder extranjero. Al no tener el presupuesto para compra de blindados de alto
nivel, Perú ha optado por una estrategia de estructuración de capacidades an-
titanque basadas en compañías antitanque distribuidas por las brigadas y bajo

165
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

la coordinación de un Agrupamiento Antitanque. Del mismo modo, Colombia


necesita basar el desarrollo de una capacidad de negación de área terrestre en
dos ejes: planear y ejecutar la adquisición de tropas blindadas a mediano y largo
plazo y estructurar su capacidad antitanque a mediano plazo, con la creación de
compañías antitanque inspiradas en el modelo peruano y que combinen tácticas
irregulares colombianas para la negación de área. Los misiles Spike poseen un
costo muy bajo en relación con la adquisición de tropas blindadas, pero no tie-
nen la capacidad de detener el avance de esas tropas en terrenos abiertos. Eso
hace que su obtención sea interesante a corto y mediano plazo, pero hay que tener
en cuenta la necesidad de la compleja tarea de estructurar brigadas blindadas. Esa
tarea es compleja por cuenta de los factores que el DOMPILEM5 exige para que la
capacidad sea completa, no solo con el empleo de carros de combate de caballe-
ría sino con medios blindados de artillería, infantería, ingeniería, comunicaciones y
toda la logística involucrada, además del entrenamiento de las tropas.

Dominio cibernético
Como vimos, la negación de área estratégica ocurre por medio del ataque a las in-
fraestructuras de suministro de servicios como los cables, los satélites, los puntos
de intercambio de internet nacionales y los servidores de internet (Russell, 2015).
La figura 4 presenta la red de cables submarinos de internet de Colombia y región.
Una acción coordinada para destrucción de los cables y de los servidores puede
dejar a una nación prácticamente aislada de su conectividad internacional de modo
que colapsen sus sistemas. En ese sentido, es importante tener en cuenta la posibili-
dad de empleo de esa estrategia por otros países y la importancia de la redundancia
de medios de conectividad para mantenimiento de la resiliencia de la red, pues la
defensa de esas estructuras es una tarea de difícil ejecución.
El uso del dominio cibernético contiene un dilema entre la seguridad de la
red en contraposición a la privacidad de los usuarios, la libertad de expresión y el
libre flujo de informaciones. Algunos países han decidido imponer restricciones
en diferentes niveles para reforzar la seguridad de la red de acuerdo con los inte-
reses nacionales. Sin embargo, la mayoría de los países democráticos privilegia
la libertad relativa en la red, haciendo que los sistemas y las comunicaciones
estratégicas sean vulnerables a las acciones de las amenazas informacionales y


5
Los componentes de capacidad —abreviados en la sigla DOMPILEM— son aquellos aspectos que deben
observarse en el planeamiento por capacidades, tanto en las soluciones materiales como en las no ma-
teriales, ante los requerimientos de la fuerza para afrontar los retos presentes y futuros (EJC, 2017).

166
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

los ataques cibernéticos. Hoy por hoy, es difícil pensar en una internet indepen-
diente para Colombia como ocurre en la estrategia rusa, así como es difícil limi-
tar el empleo de la desinformación y de las fake news. Así las cosas, el espacio
cibernético, incluidos la deep web6 y la dark web7 son ambientes casi anárquicos
donde la negación de área puede ser hecha de forma muy específica y limitada
en determinados sitios de internet, sistemas o dominios.
Por otro lado, Colombia puede considerar el empleo de esa estrategia para
negar el acceso cibernético a otro país por medio del rompimiento coordinado
de sus cables submarinos y otras infraestructuras para colapsar sus sistemas
cibernéticos militares. Países como Brasil, han optado por tener un satélite es-
pecífico para el suministro de internet para las Fuerzas Militares a fin de evitar
la dependencia de las otras infraestructuras, pues esas infraestructuras pueden
ser utilizadas también para el monitoreo de las comunicaciones. Por el contrario,
la mayoría de los países no posee esa opción, quedándose dependientes de los
cables mismos en el ámbito militar. 

Figura 4. Cables submarinos de internet de Colombia y región

Fuente: TeleGeography (2021) 

6
Deep web es una porción de internet intencionalmente oculta a los motores de búsqueda, con di-
recciones IP enmascaradas y que son accesibles solo con un navegador web especial (Calderón &
Zambrano, 2017).
7
Dark web es el contenido que puede encontrarse en diferentes Darknets, que son cada una de las
redes a las que solo se puede acceder con programas específicos; entre los Darknet, la más popular
ha sido TOR, pero también están Freenet, I2P o ZeroNet (Calderón & Zambrano, 2017).

167
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Conclusiones
De lo expuesto, puede inferirse que cada estrategia A2/AD es dimensionada
para las amenazas a las cuales se busca la negación en los diferentes dominios.
Al desarrollarlas, los Estados tendrán respuestas estratégicas de sus adversa-
rios para contrarrestarlas. Las consecuencias para las RR. II. serán tanto más
desestabilizadoras cuanto fueran los impactos de las tecnologías empleadas
para ponerlas en práctica y las cuestiones diplomáticas no resueltas entre los
Estados. Así las cosas, Colombia necesita considerar las amenazas del entorno
americano y las estrategias exitosas de países de la región para desarrollar ca-
pacidades de A2/AD que le permitan lograr los objetivos nacionales y generar la
inexpugnabilidad relativa de su territorio y la garantía de su soberanía.
La disuasión y la capacidad son conceptos vacíos sin un contrapunto para
determinar el nivel en que se quiere alcanzar cada uno de estos propósitos.
Para definir el diseño de las Fuerzas su poder de combate deben identificarse ame-
nazas concretas y, en su ausencia, desarrollar escenarios para visualizar amenazas
potenciales. Nadie puede garantizar que no habrá un conflicto militar con otro
Estado en cinco, diez o más años, porque hoy no hay litigios graves. Como
puede ocurrir un conflicto, las Fuerzas Armadas deben prepararse desde ayer,
porque la defensa no improvisa. Tener fuerzas armadas disuasorias, al costo
correspondiente, no está justificado si no pueden disuadir o enfrentar conflic-
tos incluso con las potencias superiores (Gheller et al., 2015).
Como vimos, en el ámbito político-diplomático, Colombia posee relativa ven-
taja en el escenario latinoamericano, lo que debe ser bien aprovechado por el
Estado en la elaboración de su estrategia de negación de área. Sin embargo, esa
ventaja no puede hacer que el país disminuya la importancia de tener la capaci-
dad de negar área en el nivel estratégico-militar.
En ese orden de ideas, queda evidente la necesidad colombiana de la rees-
tructuración y modernización de su defensa aérea, antiaérea y terrestre. Colombia
necesita tener brigadas blindadas, compañías antitanque, cazas de quinta gene-
ración, artillería antiaérea de largo alcance, además del incremento de las ca-
pacidades de la Armada si el país pretende tener la capacidad de negar área a
un enemigo estatal en el escenario Latinoamericano y del Caribe. Destacamos
aquí los materiales y tecnologías necesarios, pero, por supuesto, cada una de las
capacidades decurrentes exige el estudio necesario del DOMPILEM para su im-
plementación, lo que hace todavía mayor el desafío para el Estado colombiano.

168
Posibilidades de empleo
de la estrategia de negación de área por parte de Colombia

En el dominio cibernético, es fundamental tener en cuenta la naturaleza del


problema y la importancia de las infraestructuras de cables submarinos e insta-
laciones de proveedores de internet tanto para su protección como para la posi-
bilidad de intervención en las infraestructuras de otros Estados como estrategia
de negación de área.
En lo que se refiere a los actores no estatales, la tarea de negarles el acceso
por las fronteras es también compleja, pero ante los retos presentados por la
globalización desviada, el control de las fronteras se torna cada vez más deter-
minante en la estabilidad interna de los países. Los acuerdos de cooperación y
la Acción Unificada deben ser potencializados, así como la integración de las
inteligencias, el uso de medios tecnológicos como radares y medios de mando y
control integrados además de mayor presencia militar en las fronteras.
Finalmente, con el constante desarrollo de nuevas tecnologías y la prolife-
ración de amenazas, la negación de área tiende a ampliarse en el mundo como
forma de garantizar la defensa y la seguridad de los países. Los tomadores de
decisiones deben considerar todas las amenazas a la soberanía de Colombia
al elegir las opciones de una estrategia de negación de área. La estrategia de la
disuasión también exige que el Estado sea capaz de punir los intentos internos
y externos indeseables. La opción del nivel de negación de área por alcanzar
en un país es inversamente proporcional al nivel de acceso permitido al mismo
país porque, si no se niega el acceso, se permite, incluso si está bajo los riesgos
impuestos por la diplomacia o por la ley.

169
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

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Capítulo 6
La contención
como política exterior
de Colombia*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.06

Jhon William Silva Balaguera


Óscar Leonardo Reyes Pulido
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El presente capítulo analiza por analogía la posibilidad de que Colombia proyec-
te una genuina estrategia de contención, labor que se desarrolla teniendo en cuenta fac-
tores como la situación de su seguridad pública interna y el impacto negativo del socia-
lismo en varios países de la región. Para ello, el capítulo emplea un enfoque comparado e
histórico para llegar a una evaluación de la pertinencia y empleo de esta herramienta. En
tal sentido, existe una amplia evidencia aportada por diferentes medios de comunicación
e investigaciones académicas que demuestran que existe una potencial amenaza para
el Estado colombiano a partir de visiones multidimensionales que deben ser enfrentadas
mediante una adecuada contención. La investigación se soporta, además, en el análi-
sis de las repercusiones que ha generado la implementación del socialismo en América
Latina y el esfuerzo de contención que el Estado colombiano ha representado frente a
este fenómeno sociopolítico en el continente.

Palabras clave: amenaza; Colombia; contención; EE. UU.; socialismo.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

173
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Jhon William Silva Balaguera


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Estrategia y Geopolítica,
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; especialista en Liderazgo y Toma
de Decisiones, Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”, y profesional en
Ciencias Militares, Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova.

Óscar Leonardo Reyes Pulido


Mayor (R) del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Seguridad y Defensa, Escuela
Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; especialista en Derechos Humanos y DIH,
Universidad Externado de Colombia; abogado, Universidad Militar “Nueva Granada”; profe-
sional en Ciencias Militares, Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”. Orcid:
https://orcid.org/0000-0001-6341-0283 - Contacto: [email protected]

Citación APA: Silva Balaguera, J. W. & Reyes Pulido, O.L. (2022). La contención
como política exterior de Colombia. En A. Montero Moncada (Ed), Poder y estra-
tegia. Elementos para la supervivencia del Estado (pp. 173-206). Sello Editorial
ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.06

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

174
La contención
como política exterior de Colombia

Introducción
La seguridad y defensa, como asuntos de primer orden en la agenda de los
Estados, requieren por parte de estos sus mayores y constantes esfuerzos, pues
en este campo se disputa con suma relevancia la posibilidad de salvaguardar
sus intereses. En este contexto, la presente investigación toma como objeto de
estudio al Estado colombiano con respecto a sus RR. II. De forma concreta, en lo
atinente a la posibilidad de que este país implemente una estrategia de conten-
ción con el enfoque planteado por George Kennan en el marco de la Guerra Fría
para contener la expansión soviética. Cabe resaltar que esta doctrina de conten-
ción ha sido implementada en diferentes momentos y por diferentes presidentes
estadounidenses, hecho que indica cierta dificultad para definirla o determinar
los métodos con los que, desde esta, se procede de forma unívoca en pro de
mitigar las amenazas de un contexto determinado. Aun así, es posible identificar,
a partir del estudio sobre el caso de EE. UU., que, como denominador común
al implementar esta doctrina, se evidencian amenazas y se pone en marcha la
estrategia en pro de los intereses del Estado, los cuales hacen mayoritariamente
visible una amenaza de carácter ideológico asociada al socialismo.
Entendiendo entonces, que aquí se abordará el estudio sobre la posibilidad
de implementar una estrategia de contención por parte de Colombia, que pro-
yecte el éxito de la implementada por EE. UU., es necesario recordar el impacto
del comunismo en la extinta Unión Soviética y sus consecuencias que como
influencia ideológica tuvo en el marco de la Guerra Fría, y aun posteriormente
en América, en países como Cuba, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela. Pues el
reconocimiento de este impacto y la acertada identificación del contexto que
lo hizo posible, dan cuenta por extensión, de la importancia de la estrategia de

175
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

contención implementada por EE. UU. al contrarrestar de forma efectiva los al-
cances negativos de este enfoque ideológico. Por otra parte, es también rele-
vante reconocer que Colombia, al estar alineada históricamente con EE. UU. en
varias dimensiones (ideológicas y económicas, entre otras), ha coadyuvado al
desarrollo de la estrategia de contención de esa nación; esto bajo la compren-
sión de que tras la fortaleza de sus relaciones hay intereses en común.
La estrategia de contención de EE. UU. muestra una forma de contrarrestar, no
solo la amenaza ideológica en otros hemisferios, sino también la que tenga lugar a
nivel regional. Este hecho permite observar la estrategia en cuestión en el contexto
en que confluyen los intereses de Colombia, brindando elementos que en el desa-
rrollo del presente capítulo no se pierden de vista. De tal forma, para el logro del
objetivo propuesto: determinar cómo debe emplearse la estrategia de contención
por parte de Colombia para construir o proyectar su poder estratégico y contener
la amenaza del socialismo; la investigación se desarrolla mediante tres apartados.
En la primera parte, La contención como estrategia, se exponen los elementos
que, producto del análisis del caso de la política exterior de EE. UU., han constituido
y caracterizado su política de contención como estrategia. Además, propende por
la definición conceptual de esta estrategia, con el fin de hacerla visible e identifica-
ble, para posteriormente, mediante un análisis comparativo brindar los elementos
que den base al análisis del caso de Colombia en esta dimensión.
La segunda parte, El socialismo como amenaza actual al Estado colom-
biano, parte de reconocer los elementos concluyentes de la primera parte, para
posteriormente identificar en el contexto actual de Colombia las amenazas que
en el ámbito internacional inherente a este Estado se alinean con el objetivo y
alcance de una estrategia de contención con el perfil de la implementada por EE.
UU. Todo sin perder de vista las implicaciones visiblemente negativas que el so-
cialismo, como enfoque ideológico, ha dejado en diferentes Estados del mundo.
La tercera parte, Características de una estrategia de contención en Colombia,
desarrolla, partiendo de las amenazas identificadas en la parte dos, un análisis
que de igual forma recoge el enfoque decisivo de la estrategia de contención
expuesta en la primera parte, con el fin de exponer por medio del análisis y la
comparación, las características de una estrategia de contención que Colombia,
en su contexto actual en el ámbito internacional, podría implementar para pro-
yectar su poder como Estado.
En última instancia, se presenta un apartado de conclusiones que expone los
obstáculos a los que se enfrentó la investigación en su desarrollo respecto del

176
La contención
como política exterior de Colombia

acceso a información; los hallazgos más significativos; los retos que presentó
el logro del objetivo propuesto, y algunas consideraciones finales que ponen en
perspectiva el alcance de la investigación y sus aportes a investigaciones futu-
ras con el mismo objeto de estudio.

La contención como estrategia


La contención como concepto
En 1945, el Gobierno de EE. UU. veía a la Unión Soviética como su principal alia-
do; en 1947, como su principal oponente. Tras la división del territorio posterior
a la Segunda Guerra Mundial, era claro que los intereses del Gobierno soviético
responden a un proyecto político de largo plazo, que buscaba la eliminación final
del capitalismo, al que se consideraba una amenaza constante.
El término contención aparece por primera vez como parte de la estrategia pro-
puesta por George Kennan, diplomático, politólogo e historiador estadounidense,
en el artículo “Los orígenes de la conducta soviética” (1947). En este texto, Kennan,
quien se desempeñó como embajador en la Unión Soviética y en Yugoslavia entre
1951 y 1963, hace un recorrido histórico y descriptivo de los acontecimientos que,
desde comienzos de siglo, llevan a la consolidación de la Unión Soviética. Kennan
resume cuatro postulados fundamentales del pensamiento comunista en 1916,
de los cuales nos competen especialmente los dos últimos:
1. Que el factor central en la vida del hombre, el factor que determina el carác-
ter de la vida pública y la fisonomía de la sociedad es el sistema por el cual se
producen e intercambian los bienes materiales. 2. Que el sistema capitalista
de producción es infame y conduce inevitablemente a la explotación de la cla-
se trabajadora por la clase propietaria del capital y es incapaz de desarrollar
de forma adecuada los recursos económicos de la sociedad o de distribuir
con justicia los bienes materiales producidos por el trabajo del hombre. 3.
Que el capitalismo contiene las semillas de su propia destrucción y, en vista
de la incapacidad de la clase propietaria del capital para ajustarse al cambio
económico, con el tiempo y de forma irremisible se da lugar a una transfe-
rencia revolucionaria del poder a la clase trabajadora. 4. Que el imperialismo,
fase final del capitalismo, conduce directamente a la guerra y la revolución.
(Kennan, 1988, pp. 138-139)

Como puede verse, el comunismo marxista señalaba la necesidad de


una caída del capitalismo —impulsada, claro, por medio de la acción armada

177
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

revolucionaria—. Dicho modelo de pensamiento caló hondo en la sociedad de las


décadas previas a la revolución de 1917 y acabaría por convertirse en el vehículo
de la ambición de poder y deseo de venganza de una generación de hombres
que, sin un plan posterior, no tendría más solución para la búsqueda de sus ob-
jetivos que la violencia y la persecución a los grupos opositores.
Durante el periodo posrevolucionario inmediato, señala Kennan, la crisis en
la Unión Soviética se agudizó. La guerra civil estalló, la propiedad y la empresa
privada desaparecieron a manos del Estado y, principalmente, se evidenció la
necesidad para los soviéticos del establecimiento de un régimen dictatorial, en
parte debido a la minoría de la población comunista frente a la del resto de Rusia,
y en parte como forma de control y represión frente a la intervención del sector
capitalista, tanto a nivel interno como por parte de potencias extranjeras. Esto,
sumado a la naturaleza difusa del plan socialista posterior a la revolución, ge-
neró una lucha voraz e interna por el poder, que concluiría con la radicalización
y la imposibilidad total para la dictadura socialista de coexistir con el mundo
capitalista. El dominio pasó a convertirse en la prioridad para estos herederos de
Lenin, entregando a un segundo plano el bienestar y la felicidad de las personas.
Más allá de los matices del debate académico, el logro del texto de Kennan
es componer un acertado perfil político de lo que constituye el comportamiento
de los grupos enfocados hacia el socialismo. En la mente soviética no hay espa-
cio para la oposición, pues esta es vista como “fuerzas hostiles del capitalismo
agonizante”. Al responsabilizar a la oposición capitalista de los problemas de la
sociedad soviética, surgía la posición que permitía la dictadura. Cuando el capi-
talismo finalmente fue exterminado, la permanencia de la dictadura exigió que el
conflicto fuera trasladado más allá de las fronteras.
El historiador John Lukács señala, en el prólogo de su correspondencia con
Kennan (Lukács, 2010, p. 8), cómo ambos compartían la idea de que la reacción
de EE. UU. a la agresividad soviética había llegado tarde: la división de Europa
y los nuevos límites geográficos en el periodo posterior a la Segunda Guerra
Mundial, al igual que las condiciones de la ocupación soviética en Europa central
y del Este debieron haber sido prioridades para el Gobierno estadounidense, al
menos desde agosto de 1944.
Lo que Kennan llama una búsqueda de autoridad ilimitada por parte de la
Unión Soviética durante más de treinta años, frente a la implacable hostilidad ex-
tranjera, se convertiría en una amenaza real para los intereses y la soberanía de
EE. UU. y de las naciones europeas. Amenaza que, a diferencia de movimientos

178
La contención
como política exterior de Colombia

de líderes individuales, como el de Hitler, no tiene prisa para lograr sus intereses
expansionistas. El plan del socialismo es un plan a largo plazo que tiene como
objetivo la desaparición total del mundo capitalista.
Su acción política es un arroyo fluido que se mueve constantemente, hacia
donde se le permita moverse hasta llegar a una meta determinada. Su interés
principal es asegurarse de haber llenado hasta el último rincón, la última grie-
ta de la cuenca y del poder mundial. (Kennan, 1988, p. 145)

Enfrentar al socialismo requiere, por lo tanto, políticas inteligentes a largo


plazo capaces de responder a las diferentes manifestaciones y estrategias del
socialismo. Así llegamos al planteamiento de la necesidad de políticas de con-
tención a largo plazo.
Frente a la decadencia de la Unión Soviética, evidente para Kennan en la pa-
rálisis gubernamental y el decaimiento social ruso durante la posguerra, se pre-
sentaba la amenaza de una transición de poderes —como lo fue la de Lenin a
Stalin— que podría afectar los cimientos del socialismo soviético. Por supuesto, el
Gobierno soviético se esforzaba por competir con Occidente, incluso a costa del
bienestar de muchos trabajadores y miembros de su propio partido. Gracias a la
represión y a la propaganda, la Unión Soviética se presentaba como una nación
poderosa y estable, y ejercía mayor influencia ideológica más allá de sus fronteras.
Teniendo en cuenta estas debilidades del sistema soviético, el autor identifi-
có una serie de puntos geográficos y políticos en constante variación, los cuales,
todavía hoy, consisten en los objetivos principales de la política expansionista
soviética. Ante estos objetivos, la prioridad para EE. UU. era desplegar fuerzas
de contención en puntos estratégicos. El desafío descrito por el diplomático
era de índole política y económica, y la actitud que proponía, de vigilancia. Sin
embargo, al decir que se requería “la diestra y hábil aplicación de fuerzas de
contención” era evidente la naturaleza militar del concepto.
Esa estrategia de contención consistía en la implementación de una política
de intervención a largo plazo que permitiera evitar la influencia socialista sobre
el mundo pacífico y estable, estableciendo una esfera de influencia norteameri-
cana frente a la esfera de influencia soviética.
De esta manera, pueden identificarse dos niveles sobre los cuales funcionan
esta esfera, y, por medio de ella, la contención como estrategia: el nivel político
y el nivel militar. A nivel de política interior, EE. UU. reconoció la necesidad de
evitar la desunión, la indecisión y la desintegración social, con el fin de no abrir
brechas para el surgimiento de influencias socialistas dispuestas a socavar la

179
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

institucionalidad. Por otro lado, a nivel de política exterior, Kennan presentó la


importancia de
crear entre la gente del mundo la impresión generalizada de ser un país que
sabe lo que quiere, que resuelve con éxito los problemas de su vida interna y
afronta las responsabilidades de una potencia mundial, y que tiene una vita-
lidad capaz de enfrentar los mayores problemas ideológicos de esta época.
(Kennan, 1988, p. 150)

Cada muestra de inestabilidad institucional se convierte en una oportunidad


y en un alivio para la influencia socialista mundial, que aprovecha estas oportu-
nidades para influir en la sociedad civil.

La contención como política exterior estadounidense durante


la Guerra Fría
Vale rastrear las manifestaciones que se han presentado de la contención como
política de Estado a lo largo de la historia de EE. UU. Si bien Kennan no realiza
una definición específica en su texto de lo que se considera una estrategia de
contención, su visión implicaba, como dice María Beatriz Otero:
La selección de áreas vitales para la seguridad norteamericana, priorizándolas
según su relevancia estratégica, lo cual se vinculaba directamente con los inte-
reses vitales norteamericanos que pudieran verse afectados. Es así que el área
comprendida por los países de la comunidad Atlántica, entre ellos los países de
América del Sur, fueron seleccionados como una de dichas áreas vitales, la cual
debía mantenerse alejada de la influencia soviética. (Otero, 2014, p. 1)

La posición de Kennan, aunque planteada desde la política exterior y acom-


pañada de la necesidad de establecer todo un sistema administrativo, cultural,
psicológico e ideológico orientado hacia la defensa de la integridad y los intere-
ses de EE. UU., estaba, claramente, basada en el dominio militar sobre los terri-
torios estratégicos.
En 1954, EE. UU., en voz del presidente Eisenhower, hizo clara la importancia
estratégica del territorio Latinoamericano en la lucha contra el socialismo sovié-
tico. El mandatario se refirió a su política latinoamericana como un capítulo de
“la Guerra Fría contra nuestros enemigos” (Rabe, 1988, p. 71) y señaló la realidad
de que en América Latina se está peleando una guerra contra el comunismo.
A pesar de la ausencia relativa de las dos superpotencias sobre el territo-
rio latinoamericano durante la primera mitad del siglo, los movimientos sociales
del continente fueron particularmente atentos y sensibles al desarrollo de los

180
La contención
como política exterior de Colombia

acontecimientos internacionales desde la Primera Guerra Mundial, y el choque


entre el sistema capitalista y la falsa ilusión socialista que presentaba la Unión
Soviética había determinado mucho de la naturaleza y la forma en que se desa-
rrollarían los conflictos internos en estas naciones en vía de desarrollo. Debido
a la ausencia de contramedidas estatales e instituciones sólidas, el socialismo
logró penetrar hondo en los ideales de un amplio sector de la población, lo que
acabaría fortaleciendo el surgimiento de grupos ilegales, la guerra civil y el pos-
terior conflicto armado interno del Estado contra las guerrillas marxistas.
El triunfo de la Revolución cubana y seguidamente la crisis de los misiles se
convertirían en eventos que cambiarían la naturaleza del choque entre EE. UU. y
la Unión Soviética, y reafirmaron la necesidad de una estrategia ágil, clara y con-
tundente para frenar la amenaza soviética sobre los territorios democráticos de
América. Es así que el interés de las dos superpotencias volvió a volcarse hacia
el continente, que ya adelantaba, a nivel de cada nación, sus propios procesos
sociopolíticos, revoluciones y guerras internas.
Posteriormente, durante la administración de Richard Nixon, entre 1969 y
1974, se retomarán parte de los postulados de Kennan, pero dejaría de lado la
preocupación de la nación estadounidense y su asumida responsabilidad fren-
te al funcionamiento interno de otras naciones, lo que permitió el surgimiento
de fuertes movimientos socialistas, como en los casos de Chile y Colombia.
Dada la gran importancia del aspecto psicológico vinculado a la percepción o
apariencia de fuerza o debilidad, que formaba parte de la estrategia de conten-
ción, existía de por sí una reticencia en ciertas naciones en vía de desarrollo fren-
te a las políticas estadounidenses que no solo debilitaría la posición de EE. UU.
en el territorio, sino que se convertiría en focos de proliferación del socialismo
soviético.
En este contexto surge la estrategia de detente, impulsada por Nixon y
Kissinger, que implicaba retomar negociaciones con la Unión Soviética, en busca
de un balance mundial y un equilibrio pacífico de poderes. Señala Otero:
En julio de 1969, la administración Nixon estableció las bases de su accionar
político internacional en el contexto mundial de bipolaridad ideológica, par-
tiendo de las siguientes proposiciones: 1. Respeto de las obligaciones contraí-
das en los tratados acordados; 2. Protección de naciones aliadas o de aque-
llas cuya supervivencia se considerara vital para la seguridad de EE. UU., ante
amenazas a la libertad; 3. En caso de agresión, asistencia militar y económica
en concordancia con los acuerdos suscritos, propendiendo a que la nación

181
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

agredida o amenazada asumiera su propia responsabilidad en su defensa.


(Otero, 2014, p. 2)

Teniendo en cuenta lo importante que es el mantenimiento de la estabilidad,


la imagen y la dignidad institucionales para la implementación de una adecua-
da estrategia de contención, inteligente y pensada a largo plazo, como lo dice
Kennan, vale la pena considerar las consecuencias de los errores de la adminis-
tración Nixon.
Como ha sido ampliamente documentado y reconocido por numerosos his-
toriadores, políticos y académicos, entre los que se incluyen tanto Kennan como
Lukács, lo que en un comienzo tendría un fin estratégico fundamental para el
desarrollo y la protección de la estabilidad de la región, acabaría opacado por las
acciones encubiertas llevadas a cabo por la CIA en países como Chile durante
el gobierno Nixon, que traerán como resultado fuertes críticas internacionales,
denuncias por violaciones a los derechos humanos y pérdida de la confianza
del hemisferio sobre la institucionalidad estadounidense, lo que acabaría benefi-
ciando el proyecto socialista y, directamente, a la posición de la Unión Soviética
sobre la región.
El recrudecimiento del conflicto armado interno en Colombia durante el pe-
riodo 1960-1990 se debería en gran parte al surgimiento de guerrillas socialistas
que buscarían llevar a cabo el proyecto expansionista soviético, y consolidar la
imposición del socialismo por medio de las armas. Durante esa época, el con-
flicto en Latinoamérica adquirió nuevos matices, cuando los grupos radicales de
izquierda comenzaron a emplear prácticas terroristas financiadas mediante los
réditos del narcotráfico para la obtención del poder.
No sería sino hasta el gobierno de Jimmy Carter (1977-1981), que la percep-
ción de EE. UU. en lo relevante a la importancia de su papel como nación defen-
sora de los DD. HH. en la región cambiaría. Tras la dictadura militar argentina, el
continente pasaría por un proceso de democratización, recuperación de la ins-
titucionalidad y apertura económica. Sin embargo, ya que uno de los principios
de la estrategia de contención estadounidense implicaba la delegación de la de-
fensa del territorio al ejército de cada nación, Colombia fue particularmente vul-
nerable a este fortalecimiento de los grupos irregulares de tendencia marxista, lo
que hasta el día de hoy constituye una amenaza para la soberanía, la seguridad
y la paz en el territorio nacional.
En respuesta a la situación mundial, se comprende la importancia de una
institucionalidad sólida, como lo dice Otero:

182
La contención
como política exterior de Colombia

Consagrada bajo la forma de tratados internacionales que se adoptan en el


ámbito de la Organización de Estados Americanos. Este proceso se refleja,
asimismo, en las iniciativas de reformas a instaurarse en la OEA, buscando
concretar una concepción de seguridad acorde con el nuevo orden que se
encontraba desarrollando. (Otero, 2014, p. 5)

La contención como política exterior estadounidense


después de la Guerra Fría
Tras la reunificación de Alemania y la caída de la Unión Soviética, el choque di-
recto entre el mundo capitalista y el socialismo cambió su naturaleza. La decli-
nación de la confrontación del periodo de la Guerra Fría produjo en los actores
hegemonizados en el Oeste como en el Este, una disminución del compromi-
so estratégico-defensivo respecto del periodo bipolar. Algunos de estos, como
Alemania y Japón, surgen entonces con capacidad de competir, en especial, en
el ámbito de poder económico-financiero.
En 1989, el Nuevo Orden Internacional en gestación poseía las caracterís-
ticas de un sistema multipolar, donde predomina la política del balance entre
las potencias polares. El pensamiento político del presidente George Bush se
desarrolló durante la Guerra Fría y al encabezar la dirección de la política exterior
estadounidense, persistieron en él los lineamientos de la misma, pero más flexi-
bles y adaptándolas a circunstancias imprevistas (Balmaceda et al., 2000, p. 3).
Durante la administración de George Bush (padre) se llevó a cabo la estrate-
gia conocida como Contención dual. El surgimiento de esta estrategia se da tras
la salida de los británicos del golfo Pérsico en 1971, cuando EE. UU. se convirtió
en el principal poder extranjero de la región. La atención de EE. UU. sobre la es-
tabilidad de Irak e Irán era una prioridad fundamental, pero:
En primer término EE. UU. confió en Irán como apoderado regional, hasta que
colapsó en 1979 con la Revolución islámica. Irán pasó de ser un aliado firme
y seguro a ser un enemigo implacable. Durante los años 1980, EE. UU. trató
de mantener de hecho un balance de poder entre Irán e Irak de forma tal que
ninguno pudiera acceder a una hegemonía regional que pudiera amenazar los
intereses norteamericanos […] El inicio de la administración Clinton en 1993,
en el nuevo marco regional emergente tras la desaparición del peligro sovié-
tico, enfrentó el desafío de asegurar la estabilidad de la región, en base a dos
líneas fundamentales: 1. Continuar prestando apoyo al proceso de paz ára-
be-israelí y 2. Aplicar la “contención dual” de Irán e Irak en un intento de aislar
simultáneamente a ambos poderes regionales. (Balmaceda et al., 2000, p. 3).

183
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Anthony Lake, asesor presidencial para Asuntos de Seguridad Nacional de


EE. UU., identificó la necesidad de que la política exterior estadounidense se en-
frentara a la existencia de Estados y organizaciones por fuera de la ley, y no solo
eso, sino que buscan atacar los valores fundamentales de los Estados indepen-
dientes que tienen como cometido el respeto por la institucionalidad, la paz y los
DD. HH. En este grupo de naciones que constituyen una amenaza potencial, Lake
identificó, en 1994, a Cuba, Corea del Norte, Irak, Irán y Libia. A estos países se les
conoce como backlash states.
Tras los atentados del 11S, los grupos radicales comprendieron el efecto de-
vastador que la violencia terrorista tenía sobre la integridad estatal y la seguridad
de la población, por lo que muchas guerrillas marxistas degeneraron en grupos
terroristas y se dedicaron a toda clase de crímenes, entre los que se destacan
el secuestro, la extorsión y el tráfico de drogas. Este fenómeno alteraría el pa-
norama en la región y exigió la implementación de tácticas y políticas internas
contundentes, capaces de frenar dicha avanzada.
Algunas formas de contención que lleva a cabo EE. UU. en la actualidad son,
por ejemplo, ayudas económicas a países en vías de desarrollo, la estipulación de
sistemas de alianzas colectivas, el adecuado manejo de la información pública y
la intervención armada directa donde sea necesario, al igual que los aislamientos
o bloqueos económicos y las medidas de presión diplomáticas o comerciales.
Frente a la creciente influencia negativa del socialismo en backlash sta-
tes como Venezuela y Cuba, y aunque estos países no cuentan con el poder
político ni militar con el que contaba la extinta Unión Soviética, su influencia
supone una amenaza directa para las políticas internas de una nación en vías
de desarrollo como lo es Colombia. Según Lake, cada backlash state nace
en condiciones sociopolíticas y contextos diferentes, y la tarea de EE. UU. es
adaptarse a dichas condiciones, configuración social y necesidades de la na-
ción, para poder llevar a cabo de manera exitosa la estrategia de contención
del socialismo.
La política de contención dual ha dado resultados para los intereses de EE.
UU., como la participación de otras potencias mundiales en la estrategia de las
sanciones y los bloqueos económicos a Irán, Cuba y Venezuela, y la persuasión
de naciones como China, Rusia y Japón respecto de restringir el acceso de di-
chas naciones al capital internacional y las armas nucleares. Sin embargo, algu-
nos expertos señalan el alto coste económico y los riesgos potenciales de esta
política exterior, debido a la necesidad de contener a dos naciones de manera

184
La contención
como política exterior de Colombia

casi independiente. Además, una circunstancia lamentable es la manipulación


y el descargo de la élite de estos países de las sanciones en la población más
vulnerable, lo que ocasiona el efecto inverso de que en Oriente Medio se asocia a
EE. UU. y a Occidente con el desprecio frente al sufrimiento de los pueblos. Como
Kennan lo anticipa: es necesaria la permanencia del Estado de amenaza y del
enemigo externo para el mantenimiento de los regímenes socialistas.
Esta cooperación internacional, que se menciona como logro de las políticas
de contención estadounidenses, está directamente relacionada con el estable-
cimiento de instituciones y organismos internacionales como la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la ya mencionada OEA.
Todas estas organizaciones, sus miembros, políticas y resoluciones están guia-
das por lo establecido en la Carta de los Derechos Humanos y trabajan en con-
junto para proteger la vida, libertad, economía, democracia e intereses de las
naciones capitalistas.

Consideraciones finales (parte 1)


Las aproximaciones conceptuales y prácticas descritas anteriormente permiten
tener un esquema más formal, frente a la definición de la estrategia de conten-
ción; en este sentido, toma forma de manera más acertada la acepción que la
presenta como “la acción desarrollada por un Estado o grupo de Estados, con el
fin de impedir la expansión ideológica, política, económica o estratégica de otro
Estado fuera de su acordada o presunta ‘esfera de influencia’” (Balmaceda et
al., 2000, p. 3). Esta concepción originada durante la Segunda Guerra Mundial
supone el establecimiento de un orden mundial binario: el socialismo soviético
frente al capitalismo occidental.
Aunque las formas de acción llevadas a cabo por EE. UU. han variado am-
pliamente entre cada Gobierno, la base fundamental propuesta por Kennan, de
una contención militar, política, cultural e ideológica, permanece. El diplomáti-
co estadounidense señala, además, la importancia fundamental de un Estado
sólido y de una institucionalidad que pueda proyectar su poder y autoridad por
medio de la acción y la imagen, ya sea a nivel interno o internacional.
La búsqueda del mantenimiento de la institucionalidad y del Estado es la
única condición para una paz estable y duradera, algo que va en contravía di-
recta de la ideología nebulosa y los medios violentos de las organizaciones
socialistas de todo el mundo.

185
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Como lo reconocen numerosos expertos, el papel de EE. UU., aunque constan-


te, ha sido irregular, y no ha podido evitar la perpetuación de la dinámica binaria en
la que el capitalismo se enfrenta a la amenaza socialista, lo que ha determinado
mucho de la naturaleza del conflicto de los últimos cien años, no solo en el terri-
torio colombiano, sino en todo el continente. Esto puede verse en la proliferación
de guerrillas marxistas, dictaduras, golpes de Estado e inestabilidad general en la
situación sociopolítica e ideológica del territorio.
A pesar de la diferencia de poderes entre las potencias mundiales, como EE.
UU., Rusia, Alemania o China, y los países en vías de desarrollo y teniendo en cuen-
ta la política actual de no intervención directa por parte de estas potencias sobre
las naciones democráticas y libres, frente a una situación de conflicto armado in-
terno que amenaza la seguridad, la paz y la soberanía del territorio, no solo no es
acertado, sino que se convierte en una prioridad, pensar seriamente en la necesi-
dad de una apropiación directa de recursos estratégicos, ideológicos, políticos y
militares que permitan el desarrollo de una política interna de contención.
Si bien históricamente se han mostrado algunos problemas como resultado de
la implementación de la contención como estrategia frente a la amenaza socialis-
ta, es innegable que gracias a las medidas tomadas por EE. UU. y las naciones de
Europa occidental, hoy en día no solo se mantiene la estabilidad y la paz relativa en
las naciones capitalistas, sino que se evitó una crisis nuclear mundial que hubiera
tenido consecuencias nefastas. Es fundamental reconocer algunas imprecisiones
cometidas por EE. UU. para evitarlos, así como deben aprovecharse los avances y
logros en la búsqueda de un mundo libre y respetuoso de la vida. Dicha política de
contención ha de ser firme e inapelable, pero debe estar orientada hacia el respeto
por los DD. HH., la libertad, el respeto a la propiedad privada, al desarrollo, a la indus-
tria y, sobre todo, a la verdad, y solo es posible por medio de una institucionalidad
fuerte, un despliegue militar contundente y el respaldo de la población civil.
La agresión socialista no solo necesita enfrentarse al capitalismo para la
perpetuación de su régimen dictatorial, sino que además ve a los grupos de iz-
quierda moderada como enemigos y no representa los puntos de vista de la po-
blación civil, sino de un sector reducido paranoico, frustrado y violento. Durante
los últimos años, el socialismo ha hecho uso de tácticas terroristas con el fin de
desestabilizar la posición del Estado en el territorio y socavar la confianza de la
población en las instituciones, por lo que es urgente una estrategia de conten-
ción rápida, organizada y pensada a largo plazo, que permita proteger el bienes-
tar de la población y los intereses de la nación colombiana.

186
La contención
como política exterior de Colombia

El socialismo como amenaza vigente


para el Estado colombiano
El socialismo, como fenómeno de naturaleza política, conlleva para su compren-
sión a la observación de diferentes variables que convergen en un contexto de-
terminado, hecho por el cual su estudio o abordaje no deja de suscitar diferentes
complejidades inherentes a las condiciones propias de las ciencias humanas
donde interactúan de una forma dinámicamente abstrusa datos susceptibles de
interpretaciones cualitativas y cuantitativas al mismo tiempo. Bajo la compren-
sión del tal escenario, a continuación se expondrán en dos momentos algunos
elementos que desde diferentes perspectivas convergen para dar solidez a la
premisa según la cual el socialismo se presenta como amenaza actual al Estado
colombiano.

Alcance e impacto de la política


En principio, una concepción política se deriva de un sustento teórico que la fun-
da y que a su vez se basa en la comprensión de la realidad, por medio de una
serie de enunciados considerados como verdades o profundas convicciones, las
cuales, justamente al escalar a un nivel de ideología por ser masivas e instaurar-
se en el poder político, adquieren capacidades administrativas que determinan y
afectan el ordenamiento de una sociedad.
En su clásica obra El concepto de lo político, Carl Schmitt devela la naturale-
za y alcance de la política. Sobre ella enuncia y desarrolla diversos argumentos.
Al respecto señala: “El concepto del Estado supone el de lo político. De acuerdo
con el uso actual del término, el Estado es el estatus político de un pueblo or-
ganizado en el interior de unas fronteras territoriales” (Schmitt, 2009, p. 49). Lo
que se evidencia desde este autor es la estrecha relación entre la naturaleza del
acontecer político y la concepción misma del Estado. Puede afirmarse que este
último en su origen engendra la noción de lo político como resultado de un pro-
ceso que es configurado por un pueblo.
Teóricamente, parece entonces que la política representa la proyección de la
forma de pensar de un pueblo respecto del rumbo que quiere que tome el Estado;
pero como se verá más adelante, la política es un fenómeno complejo en el cual
esto no necesariamente ocurre. En la citada obra, Schmitt (2009) afirma: “Pues
bien, la distinción política específica, aquella a la que pueden reconducirse todas
las acciones y motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo” (p. 50).

187
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Desde este autor, la comprensión de lo político, que no puede separarse de la del


Estado, ha de darse en el sentido de que su finalidad es identificar amigos y enemi-
gos de forma independiente al contenido mismo de una política particular. Lo que
se expone aquí es entonces el acercamiento a lo político no con el fin de reconocer
el valor una u otra corriente política, sino la naturaleza misma de la política que se
despliega en términos concretos sobre el poder otorgado por la figura del Estado
para decidir contra quién hacer la guerra y contra quién no.
Se sobreentiende que partiendo de esta elemental práctica de identificar
amigos y enemigos se pone en marcha toda la agenda política de un Estado
determinando a su vez alianzas y generando actos legislativos de impacto social
y económico.
Todo antagonismo u oposición religiosa, moral, económica, étnica o de
cualquier clase se transforma en oposición política en cuanto gana la fuerza
suficiente como para agrupar de un modo efectivo a los hombres en amigos
y enemigos. Lo político no estriba en la lucha misma; esta posee a su vez sus
propias leyes técnicas, psicológicas y militares. Lo político está, como decíamos,
en una conducta determinada por esta posibilidad real, en la clara comprensión
de la propia situación y de su manera de estar determinada por ello, así como
en el cometido de distinguir correctamente entre amigos y enemigos (Schmitt,
2009, p. 56).
La agrupación de personas bajo posturas en común en materias de distin-
ta índole termina por configurar políticas determinadas que a su vez dirigen el
curso de un Estado, cuya realización como organización está definida transver-
salmente por lo que reconoce como amigo o enemigo. Características cuya ex-
presión final está determinada por la posibilidad de que se materialice la guerra
con los que han sido reconocidos como enemigos. Es importante mencionar en
este punto que bajo los términos de Schmitt es posible comprender la estrecha
relación entre Estado y política y el alcance e impacto que de esta se deriva, pues
en su convergencia se configura lo que podríamos reconocer como el rumbo que
toma una nación.

Vestigios del socialismo en América


El socialismo, como fenómeno político, ha tenido desde su origen un recorrido
histórico que es ciertamente fácil de identificar. Sus antecedentes más notorios
hablan de sus frutos cuando se configuran como una política de Estado. Por una
parte, la Segunda Guerra Mundial, impulsada de forma definitiva por Alemania,

188
La contención
como política exterior de Colombia

tenía como partido político insignia al Nacional Socialismo Alemán (nazismo) y,


posteriormente, en desarrollo de la Guerra Fría se identificaría como una políti-
ca socialista la adoptada también por la Unión Soviética. Dos historias que dan
cuenta de un particular destino cuando una configuración política de esta índole
tiene lugar en una nación.
Con respecto a la Alemania Nazi, hay que decir que, si bien dentro de sus
proclamas y enfoque político se promovían premisas en contra del comunismo,
autores como George Reisman reconocen que realmente este era un Estado so-
cialista y no capitalista. Al respecto, el autor señala:
[…] la propiedad privada de los medios de producción existía solo nominal-
mente bajo los nazis y que la sustancia real de la propiedad de los medios de
producción residía en el gobierno alemán. Pues era el gobierno alemán, y no
los propietarios privados nominales, el que ejercía todos los poderes sustan-
tivos de propiedad: él, no los propietarios privados, decidía qué se iba a pro-
ducir, en qué cantidad, por qué métodos y a quién se iba a distribuir, así como
los precios que se cobrarían y los salarios que se pagarían y qué dividendos
u otras rentas se permitiría percibir a los propietarios privados nominales. La
posición de los supuestos propietarios privados, como demostró Mises, se
reducía esencialmente a la de pensionistas del gobierno. (Reisman, 2005)

Tal postura, respaldada además por diferentes obras del autor, da cuenta de
que realmente se usó una fachada para hacer ver a la Alemania nazi como una
nación que desde el capitalismo impulsaba el logro de sus intereses, cuando
realmente lo que tenía lugar era un socialismo que degeneraría (como poste-
riormente también lo haría) en una dictadura totalitaria. Lo particular del caso
de Alemania y de su oculto socialismo fue la inteligente estrategia para llevarlo
a cabo:
Respecto de los nazis, generalmente no tenían que matar para incautarse de
la propiedad de otros alemanes que no fueran judíos. Esto pasó porque, como
hemos visto, establecieron el socialismo furtivamente, mediante controles de
precios, que servían para mantener el disfraz externo y apariencia de propie-
dad privada. Los propietarios privados se veían así desprovistos de su pro-
piedad sin saberlo y por lo tanto no sentían la necesidad de defenderla por la
fuerza. (Reisman, 2005)

Respecto de la Unión Soviética, la adopción del socialismo sí fue explícita,


desarrollando un proyecto de Estado caracterizado por la tiranía, persecución
y extinción de quienes contradijeron el régimen, y falta de reconociendo de la

189
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

individualidad de algunos Estados agregados a su proyecto. Pero hay evidencia


de que el punto de coyuntura importancia en su colapso fue la crisis económica.
En septiembre de 1991, la URSS reconoció la independencia de Estonia, Le-
tonia y Lituania. Las proclamaciones de independencia de otras repúblicas se
fueron sucediendo y, junto al colapso económico, Gorbachov perdía autori-
dad. El 8 de diciembre de 1991, Gorbachov anunció la disolución de la Unión
Soviética. (Barchilón, 2020)

A pesar de estas tragedias, de amplio registro histórico, el socialismo logró


influir en ciertas partes del globo, sobre todo producto de la Guerra Fría, llegando
inclusive a tener influencia en América a pesar de la fuerte estrategia de conten-
ción que implementó EE. UU. y que cumplió mayoritariamente con el objetivo
general propuesto. Si bien el socialismo ha influido en distintos países del con-
tinente, en diferentes momentos de la historia, el punto crítico vigente es el caso
de la República Bolivariana de Venezuela.
De igual forma que a nivel mundial, no requiere un mayor esfuerzo rastrear el
paso del socialismo por América en la medida en que las consecuencias en los
lugares donde ha tenido lugar son evidentes. En Cuba, por ejemplo, la referencia
al proyecto socialista evoca posturas anticapitalistas en pro de una sociedad
libre, igualitaria y participativa; iniciativa que ha tenido un proceso histórico largo
y que hoy en día ostenta una condición de “estabilidad” social y estatal. Pero
frente a la cual contrasta el informe de 2020 de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos ([CIDH] de la cual Cuba no hace parte) sobre la situación
en materia de DD. HH. de este país entre 2017 y 2019: “La Comisión manifiesta
su preocupación por los testimonios que denunciaron la falta de imparcialidad
en la administración de justicia, en especial en casos de activistas y opositores,
así como aquellos que manifestaron las dificultades para contar con abogados
independientes” (CIDH, 2020).
En Nicaragua, a partir de 2018, el socialismo encuentra nuevamente lugar
en este país en manos del presidente Daniel Ortega. Desde ese momento has-
ta la actualidad, los nicaragüenses han venido enfrentando una situación que
progresivamente se deteriora a nivel económico producto de uno de los estilos
propios de esta corriente política: el autoritarismo. Uno de los hechos más re-
levantes por sus negativos impactos en este país fue la puesta en marcha de
una reforma al régimen de pensiones en 2018, que terminaría por provocar una
ola de protestas sociales que serían reprimidas con exceso del uso de la fuerza
por parte de la Fuerza Pública. Aun así, gran parte de la población se movilizó

190
La contención
como política exterior de Colombia

en contra de la censura, la falta de democracia y la corrupción. Hechos en los


que se tuvo como resultado decenas de personas muertas y un gran número
de presos políticos (García, 2018).
Respecto a Ecuador y Bolivia, las consecuencias que allí ha tenido el socia-
lismo durante el siglo XXI están relacionadas con problemas y desafíos eco-
nómicos. Fin al que estas sociedades llegaron guiadas por banderas guber-
namentales que promueven, principalmente, la socialización de los medios de
producción, espacios de expresión para las comunidades indígenas y la instau-
ración de una democracia participativa y directa. Frente a esta crisis, Velasco
(2016), en investigación que contempla diferentes ámbitos de una sociedad
como el social, político y económico, da cuenta de una serie de desaciertos que
de forma transversal llevaron al deterioro de la calidad de vida y detrimento de
los recursos naturales de estos países.
Entre los hallazgos de Velasco (2016), se encuentra que estos dos países
tienen en común directrices y consecuencias negativas producto del enfoque
de la administración del Estado, guiado por la apropiación de un proyecto so-
cialista: amplia promoción de la inversión extranjera y el consecuente deterioro
de la economía de pequeños comerciantes; un alto impacto en el poder adqui-
sitivo de las clases menos favorecidas producto de la elevación de impuestos,
principalmente, el impuesto al valor añadido (IVA); decrecimiento de la indus-
tria manufacturera y exclusión tanto en la participación de la clase trabajadora
respecto del desarrollo de proyectos económicos como en la incorporación de
las comunidades indígenas a proyectos sociales que terminaría por desintegrar
culturalmente a algunas de ellas.
Los hechos hasta aquí mencionados pueden unificarse bajo la bandera
denominada Socialismo del siglo XXI, ideología proclamada en 1996 por el so-
ciólogo alemán Heinz Dieterich Steffan con la intención de presentar un socia-
lismo que de alguna forma “fuera mejor” respecto del desarrollado por la Unión
Soviética (Steffan, 1996), concepto que en boca del presidente de Venezuela
Hugo Chávez, durante el V Foro Social Mundial que tuvo lugar en 2005, lograría
una amplia difusión mundial, lo que nos lleva a acercarnos a un escenario en que
el socialismo puede tener un potencial impacto en Colombia.
Analizar el caso de Venezuela en aras de ver el impacto negativo del socia-
lismo (del siglo XXI) primero bajo la presidencia de Hugo Chávez (1999-2013)
y después en manos de Nicolás Maduro (2013-) no es tarea que requiera un
mayor esfuerzo en la medida en que actualmente su grave situación interna es

191
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

reconocida mundialmente y existe una extensa bibliografía que expone al detalle


la crisis política, social y económica del país, haciendo evidente un acelerado
deterioro del ordenamiento constitucional. En la actual situación de Venezuela,
algunos de los problemas más relevantes identificados por la Oficina de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) tienen que ver con
“graves vulneraciones de derechos económicos, sociales, civiles, políticos y cul-
turales que se han documentado en el país” (ACNUDH, 2020), situación de la cual
se visibiliza su magnitud en el informe, de esta misma organización, en el que se
reporta lo siguiente:
La escasez creciente de alimentos y su precio cada vez más alto se han tradu-
cido en un número menor de comidas con menos valor nutricional, elevados
índices de desnutrición y una repercusión especialmente adversa sobre las
mujeres, algunas de las cuales informaron de que, en promedio, pasaban 10
horas al día en las colas para comprar alimentos. A pesar de que el Gobierno
ha realizado esfuerzos para afrontar esta situación mediante programas so-
ciales, amplios sectores de la población carecen de acceso a la distribución de
comida y las personas entrevistadas acusaron a las autoridades de excluirlos
porque no eran partidarias del Gobierno. (ACNUDH, 2020)

Frente a tal situación, y en lo atinente a Colombia, es necesario mencionar


que actualmente hay evidencia de una suerte de cooperación entre el Gobierno de
Nicolás Maduro y diferentes grupos al margen de la ley que operan en Colombia
y ahora también en territorio venezolano (Sierra, 2020), situación frente a la cual
el panorama de seguridad y defesa para Colombia se torna incierto en la frontera
en cuestión, debido a la falta de voluntad política de Venezuela para responder y
esclarecer estos hechos.
Es también pertinente mencionar que el impacto del socialismo toca a
Colombia no solo por la cooperación entre grupos al margen de la ley que ope-
ran en este país con el Gobierno de Venezuela, sino que estos grupos, desde la
Guerra Fría, han tomado la bandera del socialismo para justificar por décadas
actuaciones criminales que atentan de forma contundente contra la seguridad
y defensa del Estado colombiano. Organizaciones cuyo modus operandi no res-
peta marco normativo alguno, pues han promovido un conflicto interno carac-
terizado por la naturalización de infracciones a los DD. HH. y al DIH dejando por
décadas una larga lista de víctimas en la que aparece de forma numéricamente
significativa la población civil.

192
La contención
como política exterior de Colombia

Consideraciones finales (parte 2)


En consecuencia, con lo expuesto en este apartado y teniendo en cuenta el orde-
namiento constitucional de Colombia en el cual se enuncia:
Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de
República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territo-
riales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dig-
nidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y
en la prevalencia del interés general. (Constitución Política de Colombia, 1991)

Puede afirmarse que, justamente, las consecuencias del socialismo como


modelo político que guían el rumbo de un Estado están asociadas a prácticas
que van en contra de una democracia genuina (entre otras cosas) que es el fun-
damento del Estado colombiano. Por lo que se puede sostener que en la medida
en que el socialismo es una amenaza para la democracia, también lo es para
Colombia.
Por otra parte, esta amenaza (la del socialismo) no nos es ya del todo lejana
e indiferente, pues es el promotor ideológico de la violencia de la cual es víctima
Colombia en manos de los grupos armados al margen de la ley y que además,
actualmente, de forma preocupante, encuentra un respaldo en el Gobierno so-
cialista de Venezuela.

Características de una estrategia


de contención en Colombia
La línea de argumentación presentada hasta el momento permite señalar que
los resultados de la estrategia de contención implementada por el Gobierno de
EE. UU. a nivel histórico son innegables, aunque a grandes costos. Por ejemplo,
las políticas de Seguridad Nacional y la posición firme de los Gobiernos esta-
dounidenses frente al socialismo de la Unión Soviética permitieron un desenlace
favorable para esa nación tras finalizar la Guerra Fría.
Las políticas intervencionistas y de Seguridad Nacional de los años 1960
y 1980 le permitieron a EE. UU. consolidar la influencia capitalista en el territo-
rio latinoamericano, a la vez que constituyeron políticas de rechazo al proyecto
expansionista soviético, pero la democracia se vio afectada en naciones como
Chile, Argentina, Brasil y Paraguay, lo que resultaría inaceptable tanto para EE.
UU., como para la comunidad internacional.

193
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Más adelante, con el restablecimiento de la democracia en América Latina,


se optó por políticas relativamente blandas, como la contención dual de Clinton
y la implementación de sanciones económicas internacionales a países como
Irak, Irán, Cuba y Venezuela. Aunque estas políticas han resultado directamente
beneficiosas para los intereses estratégicos de EE. UU., en muchos casos resul-
tan extremadamente costosas de mantener y en ocasiones acaban agravando la
situación de precariedad de estos territorios sometidos a regímenes socialistas,
que poco o nada tienen que ver con sus Gobiernos, mientras en casos como el
de Irán y Venezuela —con el apoyo de potencias internacionales como Rusia
o China—, los regímenes parecen no verse afectados en su control absoluto.
Reconocer las contingencias y dificultades que han atravesado estas políticas
de contención es una tarea esencial para que en Colombia no se repitan los erro-
res de otras naciones.
Vale señalar la crisis migratoria de ciudadanos venezolanos como una de las
consecuencias de las desastrosas políticas implementadas por Hugo Chávez y
reforzadas por Nicolás Maduro, pero cabe preguntarse por el efecto perjudicial
que dichas sanciones económicas puedan tener sobre naciones aledañas a es-
tos países, como sucede con Colombia.
Kennan señalaba la importancia de establecer unos objetivos políticos po-
sibles y plausibles para las estrategias de contención, con el fin de no cometer
errores como el que se dio durante el apoyo estadounidense a Vietnam del Sur.
Parente-Rodríguez rescata un fragmento de la revista Foreign Affairs de 1968,
donde Kennan afirma:
Es ahora, varios años después de que nuestro país se viera fuertemente com-
prometido en la guerra de Vietnam. Durante la mayoría del tiempo, ha sido
claramente evidente que la acción bélica fue en varias formas incomprensible,
en primer lugar porque carecía de objetivos plausibles, coherentes y realistas.
El régimen de Vietnam del Sur era tan débil, tímido, poco consistente y fia-
ble, como para merecer un apoyo formal comprometido. Aun si este régimen
hubiera sido más vigoroso y efectivo, deberíamos enfrentarnos al hecho de
encontrar los métodos que nos sirvieran para realizar esfuerzos militares para
aplastar a un adversario borroso y elusivo que llevó a la destrucción de la vida
civil, aún en Vietnam del Sur, por lo cual este resultado no podría justificar
los sufrimientos y destrucciones realizados. (Kennan [1968] citado por Paren-
te-Rodríguez, 2005)

El establecimiento de estos objetivos sólidos se dificulta en el contexto de


hacer frente a un Gobierno como el venezolano, de poca consistencia, escaso

194
La contención
como política exterior de Colombia

apoyo popular y carente de fiabilidad dada su vulneración frontal de los DD. HH.
y las instituciones democráticas, por lo que la mejor estrategia sigue siendo un
fortalecimiento institucional y una mayor presencia en los territorios por parte
del Estado colombiano.

La experiencia norteamericana como base de una estrategia


de contención exitosa
Más allá de cualquier dilema de marca mayor, Colombia puede hacer uso de
muchas de las teorías y políticas internas establecidas por los Gobiernos esta-
dounidenses respecto de la doctrina de contención. No se puede obviar el hecho
de que el caso colombiano resulta de particular importancia en los diferentes
marcos analíticos internacionales, dada su posición estratégica y su situación
histórica concreta. Como sabemos, esto ha establecido a la nación colombiana
como un importante punto de convergencia y transversalidad operacional, que
lo sitúan como uno de los más importantes centros mundiales de lucha contra el
socialismo, el terrorismo y el narcotráfico. Uno de los principales problemas a los
que se enfrenta la nación es la ausencia de políticas fuertes de manejo interno de
la situación territorial, lo que tiene como consecuencia que en muchos lugares
del país no se cuente con un pie de fuerza ni con unas instituciones lo suficien-
temente sólidas como para garantizar la democracia y el Estado de derecho en
todo momento.
Históricamente esta vulnerabilidad que ha mostrado el país, ya sea a nivel
diplomático, político o institucional, ha tenido como consecuencia la pérdida de
importantes franjas del territorio, como es el caso de la gran pérdida de territo-
rio marítimo frente a Nicaragua en 2012, o las pérdidas de territorio con Perú,
Ecuador y Brasil que se dieron a mediados del siglo XIX y principios del siglo
pasado, por las invasiones de nacionales de estos países a pequeños territorios
colindantes con Colombia.
Ahora bien, con el fin de adaptar de la mejor manera estos logros políticos,
militares y estratégicos, es necesario hacer un reconocimiento más allá de las
diferencias evidentes en materia de política internacional y fuerzas militares que
pueda tener Colombia con respecto a EE. UU. Esto consiste en señalar una se-
rie de diferencias de naturalezas más compleja, como son las dificultades para
mantener la soberanía y el control territorial debido a una geografía nacional
bastante accidentada, un conflicto interno de naturaleza política —que presenta
el brazo armado del socialismo marxista y la intención de una toma del poder

195
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

mediante las armas— y, posterior a la firma del Acuerdo Final de 2016, la apari-
ción de grupos disidentes de las FARC.
Como se mencionó en el capítulo anterior, un Gobierno totalitario y dictato-
rial, que es la consecuencia final del socialismo como modelo político, va direc-
tamente en contra del ordenamiento constitucional de la República de Colombia,
por lo que la alianza estratégica con el Gobierno de EE. UU. y el reconocimiento
de sus políticas y estrategias de contención frente al socialismo cobra gran im-
portancia. La implementación base del modelo estratégico de Kennan adaptado
al contexto nacional y a las necesidades específicas del país puede ser un buen
punto de partida para el fortalecimiento de la doctrina de contención.

Lo excepcional del caso colombiano


Si bien para el caso de EE. UU. puede hablarse de estrategias como la conten-
ción dual, de Clinton, que intentaba debilitar simultáneamente los regímenes
de Irak e Irán y consolidar el posicionamiento estadounidense en el Oriente
Medio o la actual política de sanciones económicas a naciones como Cuba y
Venezuela, la situación es mucho más compleja en el caso de Latinoamérica
y, especialmente, de Colombia. El caso de este país resalta como un fenómeno
casi aislado con respecto a la situación en el continente.
Mientras el intervencionismo estadounidense sirvió para frenar la prolifera-
ción de Gobiernos de corte socialista en el Cono Sur, esto tuvo como consecuen-
cia negativa el surgimiento de Gobiernos militares de carácter antidemocrático,
en Colombia ni la institucionalidad ni la democracia se vieron afectadas en sus
cimientos, pero sí se fortaleció la presencia de los grupos subversivos marxistas
a lo largo y ancho del territorio nacional, al igual que el surgimiento de células
urbanas y la implementación por parte de estos grupos armados de tácticas de
violencia terrorista y su participación en delitos que escapaban al campo de lo
político, como crímenes de lesa humanidad o contrabando de armas y drogas.
De manera muy aguda lo señala González-Cepeda:
En buena medida se puede observar que la forma como se vivió en Colombia, y
en general en el continente americano el conflicto de la Guerra Fría, no respon-
de a lo que se vivió en el concierto universal pues mientras, por ejemplo, en el
orden universal durante los años sesenta se dio comienzo a un acercamiento
entre los dos modelos que se habían declarado en 1947 como antagónicos e
irreconciliables por el mismo presidente Truman, en América se presenta una
intensificación de las contradicciones entre defensores del comunismo y los

196
La contención
como política exterior de Colombia

defensores del capitalismo que se manifiesta en la concreción de procesos


subversivos con el auge de guerrillas en casi todo el continente, con la toma
del poder por parte de organizaciones guerrilleras comunistas o por la llegada
al poder de gobiernos de corte socialista, por un lado; pero de otra parte tam-
bién con el endurecimiento y militarización de muchos regímenes incluidas
las dictaduras que se convirtieron en la forma de gobierno mayoritario en el
continente. (González- Cepeda, 2017)

Este fenómeno interno, la posterior implementación de los Acuerdos de Paz


y, finalmente, el surgimiento de grupos disidentes de la guerrilla de las FARC —
esto, sin tener en cuenta la amenaza aún presente de grupos como el ELN— de-
riva en una serie de necesidades específicas en el contexto colombiano que, en
muchas ocasiones, se han desestimado y que han tenido como consecuencia
violaciones a la población y al territorio por parte de estos grupos armados, que
se aprovechan de la mala implementación o ausencia de una política de conten-
ción consciente de su contexto y sus alcances.
Teniendo en cuenta el acogimiento de Colombia a los convenios y tratados
internacionales de instituciones como la OEA, la ONU y el respeto a los modelos
estratégicos de contención llevados a cabo por la OTAN y, particularmente, por
EE. UU., un paso fundamental es reconocer el marco normativo que permite ha-
cer frente a los grupos que amenazan el funcionamiento de la democracia.
Muchas de las necesidades estratégicas concretas que demanda la segu-
ridad de la nación colombiana ya están establecidas en nuestra Constitución
Política. El artículo 2, por ejemplo, lo determina de la siguiente manera:
Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prospe-
ridad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y debe-
res consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las
decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y
cultural de la nación; defender la independencia nacional, mantener la inte-
gridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden
justo. Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas
las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y
demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes
sociales del Estado y de los particulares. (Constitución Política de Colombia,
1991)

Dada la naturaleza claramente anticonstitucional de la política socialista,


es un deber del Estado hacer presencia y control en el territorio, con el fin de

197
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

combatir a los grupos armados ilegales que aprovechan las carencias institucio-
nales y la falta de presencia gubernamental para hacerse con el control de gran-
des extensiones de tierra, principalmente —aunque no de manera exclusiva— a
lo largo de la frontera con Venezuela.
A nivel internacional, el panorama es, por lo menos, complejo. La militari-
zación de la frontera podría jugar en contra de la estrategia del Gobierno co-
lombiano, al interpretarse como una provocación o amenaza para la dictadura
venezolana, pero la presencia del Estado en el territorio es una necesidad con-
creta para el fortalecimiento de la identidad nacional, la cultura, la sociedad y la
resistencia a la influencia de las políticas y ambiciones del país vecino.
Si bien lo más probable es que la tensión entre Colombia y Venezuela no es-
cale, es claro que uno de los objetivos principales que se buscan con la influencia
de EE. UU., actualmente en Latinoamérica, es la caída del régimen de Maduro.
Esta situación hipotética beneficiaría en gran medida tanto a la nación venezola-
na como a Colombia, pues permitiría una reconstrucción de la nación hermana a
nivel económico, social e institucional, tal y como sucedió en los casos de Japón
y Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, que se convirtieron en aliados es-
tratégicos del Gobierno estadounidense hasta nuestros días. Parente-Rodríguez
lo menciona así:
El modelo Kennan se basaba en el artificio estratégico de, primero parar las
agresiones allí donde se produzcan utilizando, no solo los medios militares,
sino también políticos, económicos y culturales. Esta estrategia se lleva a la
práctica consiguiendo atraer a los diversos países que puedan verse afec-
tados en cada zona del conflicto. Para ello se les ofrece participar en la re-
construcción del país destruido, tales han sido los casos de Pakistán con la
guerra de Afganistán o Jordania en la posguerra con Irak. En ambos países
se ha mostrado la fiereza de la resistencia precisamente por el apoyo que
dieron a EE. UU. De esta forma la estrategia del modelo Kennan que implicó
claramente, primero vencer y destruir a los regímenes enemigos de Alemania
y Japón, para luego convencer y reconstruir a los regímenes de la posguerra
que pasarían a convertirse en fieles y dóciles aliados posteriormente, continúa
siendo válida y útil. (Parente-Rodríguez, 2005)

Tres niveles de contención


A pesar de los beneficios claros para la nación colombiana que traería la caí-
da del régimen dictatorial que actualmente ocupa el poder en Venezuela, una

198
La contención
como política exterior de Colombia

confrontación internacional sería un escenario claramente desfavorable para


el desarrollo y la prosperidad de la nación. Lo más probable es que se conti-
núe en una situación de tensa calma. Por ahora los esfuerzos han de concen-
trarse en el fortalecimiento institucional a lo largo del territorio, lo que permite,
desde un plano general, desarrollar una estrategia de contención particular para
cada uno de los siguientes tres niveles, que pueden considerarse principales.
Estos son, a saber, el ideológico, el geográfico y el militar.
Cada uno de estos niveles de contención responde a contextos y situacio-
nes particulares y debe ser abordado con igual atención. Como se mencionaba
anteriormente, basta con acudir a los principios fundamentales, constitucionales
y legales de nuestra nación para encontrar un punto de partida sólido para el
establecimiento de políticas claras y fuertes contra la amenaza de los grupos
socialistas armados como el ELN y las disidencias de las FARC. Una de las for-
mas más eficaces de debilitar a estos grupos armados está en el nivel discursivo
e ideológico. Gran parte del apoyo a las ideas belicistas del socialismo marxista
se debe en buena parte a la desinformación y a la propaganda que estos grupos
distribuyen en sectores marginales de la población.
Fortalecer la institucionalidad también implica la construcción de una pobla-
ción que cuente con acceso a la información y confianza en el Gobierno. Esto se
logra por medio de la educación y de la presentación en los medios de las con-
secuencias devastadoras que han tenido los Gobiernos socialistas alrededor del
mundo para sus poblaciones. El establecimiento de un discurso claro basado en
la defensa de los principios constitucionales es una prioridad para las academias
e instituciones públicas, pues es de esos principios básicos que se puede dar la
libertad de cátedra y de expresión. La censura es uno de los objetivos de los re-
gímenes antidemocráticos, pues solo a partir de la vulneración sistemática de las
libertades individuales pueden llevar a cabo su proyecto expansionista.
Como lo mencionaba Kennan, el proyecto expansionista del socialismo es
a largo plazo, y uno de los terrenos comunes que comparte Colombia con EE.
UU. es el campo ideológico, por lo que es fundamental atender a la proliferación
de material subversivo o belicista que aliente el ataque a las instituciones del
Estado y ofrecer a la población fuentes de información, medios de comunica-
ción y sistemas educativos fuertes, que permitan la construcción de ciudadanos
conscientes y deliberativos, capaces de hacer frente al discurso destructivo de
la propaganda subversiva. A este nivel ideológico, educativo y discursivo, pue-
de sumarse el ciberespacio, como nuevo territorio de intercambio de ideas, de

199
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

trabajo y de participación ciudadana, por lo que deben establecerse políticas pú-


blicas enfocadas a la educación digital, con el fin de evitar la proliferación de
noticias falsas y de propaganda nociva. A diferencia del totalitarismo soviético,
una nación democrática es consciente de que no existe tal cosa como una vic-
toria total. Kennan comprendió esto durante sus últimos años de vida, y como lo
señala con gran lucidez Antonio Rubio:
Pero la paciencia de la contención nada tiene que ver con ilusorias esperanzas
de victorias definitivas. Kennan era enemigo de cualquier maximalismo, se-
guramente porque añoraba la diplomacia del siglo XVIII anterior a las devas-
tadoras guerras napoleónicas. Una victoria total, con duras condiciones para
los vencidos, solo podría arrastrar a un conflicto mucho peor. Esto explica
la admiración de Kennan por el estratega suizo del siglo XIX, Antoine-Henri
Jomini, que señaló que el problema fundamental de la guerra era dejar al ene-
migo dos opciones: la retirada, o el combate en condiciones desfavorables. […]
Sus lecturas históricas le previnieron acerca del espejismo que suponen las
victorias rápidas alcanzadas por el dominio de la tecnología. Y esas mismas
lecturas le podían servir para conocer mejor las lecciones del pasado antes
de dar pasos hacia el futuro. Al leer a Gibbon, le gustaba recordar que la ocu-
pación de los territorios de los vencidos trae como consecuencia el espíritu
de resistencia de los pueblos sometidos. De ahí que no fuera partidario de las
rendiciones incondicionales. Se debía castigar a los líderes, pero no destruir la
administración del país representada por los antiguos miembros del partido
gobernante, y todo con objeto de evitar posteriores convulsiones sociales. Era
necesario un cierto grado de estabilidad para preservar el orden. (Rubio, 2016)

A nivel geográfico, como se mencionó anteriormente, existe una enorme difi-


cultad para el control de un territorio tan vasto, accidentado y diverso como lo es
el colombiano, pero a pesar de que supone un reto de dimensiones titánicas, es el
deber del Estado garantizar la presencia y la seguridad de todos los habitantes
del país, vivan en la ciudad o en el campo, sean de la raza o etnia que sean. Estas
poblaciones históricamente discriminadas pueden ser víctimas de la violencia
de los grupos armados o convertirse en instrumentos de una guerra a la que
son ajenos, por lo que es importante una política interna de carácter diferencial
que asegure la protección de estas comunidades y sus valores culturales.
Cuando se trata de contención a nivel militar, hablamos de operaciones di-
rectas de contraofensiva y defensa del territorio. La presencia militar en el te-
rritorio es garantía para el retroceso de los grupos guerrilleros y criminales que
usan las armas para imponer su ideología por medio de la violencia. Este tipo

200
La contención
como política exterior de Colombia

de organizaciones apela al terrorismo para ejercer el control sobre las poblacio-


nes, por lo que en defensa de los derechos constitucionales de la ciudadanía, el
Ejército está en obligación de hacer uso de todos los recursos a su disposición.
Esto no deja de presentar desafíos, pues tras décadas de conflicto armado mu-
chos de estos núcleos civiles se han separado progresivamente de la confianza
en las Fuerzas Militares. Una política de Estado que apele a un enfoque dife-
rencial por parte de las FF. AA. es fundamental para la reconstrucción del tejido
social en estos territorios tan golpeados por la violencia de los actores armados.
La intervención militar directa como política de contención puede estudiarse
bajo los parámetros que establece la ONU para el caso de conflictos interna-
cionales, que se aplican igualmente a fin de determinar, a nivel internacional, la
legitimidad de dicha operación. Estos parámetros son:
1. Gravedad de la amenaza: ¿Es la amenaza de daño al Estado o a la seguridad
humana lo suficientemente clara y grave, para justificar el uso de la fuerza
militar?

2. Propósito adecuado: ¿Está claro que el propósito principal de la acción mi-


litar propuesta es detener o evitar la amenaza en cuestión, cualesquiera que
sean otros propósitos o motivos que puedan estar involucrados?

3. Último recurso: ¿Se han explorado todas las opciones no militares para ha-
cer frente a la amenaza en cuestión, con motivos razonables para creer que
otras medidas no tendrán éxito?

4. Medios proporcionales: ¿Son la escala, duración e intensidad de la acción


militar propuesta los mínimos necesarios para hacer frente a la amenaza en
cuestión?

5. Balance de consecuencias: ¿Existe una posibilidad razonable de que la ac-


ción militar tenga éxito en hacer frente a la amenaza en cuestión, y es proba-
ble que las consecuencias de la acción no sean peores que las consecuencias
de la inacción? (Herdegen, 2007)

Consideraciones finales (parte 3)


Las políticas de contención estadounidenses son la respuesta a la creciente in-
fluencia soviética en el mundo, posterior a la Segunda Guerra Mundial. Esta doc-
trina, formulada inicialmente por George F. Kennan, fue mutando con el tiempo y
adaptándose a los territorios y los contextos en los que era requerida una respues-
ta contundente contra los regímenes totalitarios que promovía el socialismo.

201
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Es un hecho que las políticas socialistas van en detrimento de lo estableci-


do por la Constitución de 1991 y tienen como consecuencia la degeneración y
desaparición de estas leyes que constituyen, valga la redundancia, la columna
vertebral del respeto por las libertades individuales y los DD. HH en Colombia.
Hoy en día resulta de gran importancia revisar algunos de los postulados de
esta teoría, observar de qué manera han contribuido al desarrollo de los intereses
de EE. UU., qué errores ha cometido esa gran nación en la implementación de al-
gunas medidas en determinados contextos, y cómo esa amplia experiencia pue-
de servir para el desarrollo de una estrategia sólida de contención en Colombia,
que permita la defensa de los valores democráticos, de la Constitución y de la
soberanía territorial. Esta tarea debe tener en cuenta la situación del país poste-
rior a la firma del Acuerdo Final y apelar por las soluciones dialógicas, pacíficas
y concertadas. Sin embargo, es necesario que las FF. MM. y el Estado estén en
capacidad de responder a una amenaza directa sobre la población o el territorio,
como se ha venido dando en los enfrentamientos con los grupos guerrilleros del
ELN y las disidencias de las FARC.
Teniendo en cuenta que la naturaleza de la guerra ha cambiado y que en
muchas ocasiones estos grupos al margen de la ley hacen uso de tácticas de
violencia terrorista, es necesario que las FF. MM. se encuentren siempre en ca-
pacidad de operar de manera rápida y efectiva sobre cualquier amenaza a la vida
o a la integridad territorial.
Esta estrategia de contención opera en tres niveles: el ideológico, el geográfico
y el militar, y cada uno de ellos responde a una necesidad e intensidad del conflicto
diferente. La doctrina de Kennan reconoce la existencia permanente de una ten-
sión política en toda nación democrática, pero el deber del Estado es defender los
valores que protegen la vida y la libertad de los ciudadanos.
La presencia del Estado a lo largo de todo el territorio constituye un reto enor-
me, pero es una necesidad fundamental para garantizar la paz y la seguridad de
las poblaciones más vulnerables a la influencia armada de los grupos subversivos.
De igual manera, existe actualmente una brecha entre muchas de estas po-
blaciones históricamente abandonadas, por lo que es necesario el desarrollo de
políticas internas de inversión social, con enfoque diferencial y respeto a las cul-
turas de estas poblaciones, que permita su integración a la sociedad y a la vez
respete sus valores tradicionales. Esto permitiría el fortalecimiento de la institu-
cionalidad y, a largo plazo, el desarrollo de la mejor arma contra el socialismo:
una población educada y con oportunidades de trabajo.

202
La contención
como política exterior de Colombia

Conclusiones
Es evidente que EE. UU. ha desarrollado un robusto y complejo aparato de po-
líticas públicas y avances militares a partir de la doctrina de contención, inicial-
mente teorizada por George Kennan durante la época posterior a la Segunda
Guerra Mundial. Esta doctrina, pensada como una metodología operacional para
la protección de los intereses del Estado mismo, no solo ha permitido a la nación
norteamericana defender intereses concretos en materia económica, política y
territorial, sino que además ha evolucionado con el paso de la historia, modifi-
cando su esfera de acción, enfoque y objetivos.
La doctrina de contención reconoce el socialismo marxista como una ame-
naza directa a los intereses de la nación estadounidense y, al mismo tiempo,
analiza los principios bajo los cuales han proliferado y han actuado los grupos
socialistas a nivel histórico, llegando a la conclusión de que tanto la toma del
poder por medio de las armas y la inevitable tendencia al totalitarismo que deriva
de esta corriente ideológica, apuntan directamente en contra de los valores que
sustentan tanto el Estado de derecho como la democracia, la libertad y el modo
de vida capitalista.
Por lo tanto, puede afirmarse que, desde el inicio, el objetivo de dicha doctrina
ha sido defender la institucionalidad, la estabilidad cultural y las diversas formas
de empresa, expresión y habitabilidad de los ciudadanos estadounidenses y, como
algunos de sus muchos logros directos en esta área, pueden señalarse, en pri-
mer lugar, la autoridad internacional de la nación norteamericana, derivada de su
profundo respeto a los DD. HH., los tratados internacionales, la fortaleza de sus
instituciones y su economía, y su rechazo a las violaciones de la libertad, proven-
gan estas de donde provengan. En segundo lugar, puede evidenciarse el profundo
sentido de pertenencia de la población con la identidad nacional, y el respeto por
los valores constitucionales de los Estados. Finalmente, como tercer ejemplo, es-
tán los logros a nivel militar y de control territorial que ha podido ejercer la nación
estadounidense en su condición de superpotencia, permitiéndole, por medio de
acciones directas o indirectas, la defensa de sus intereses respecto a una zona, un
Gobierno o una acción extranjera determinada.
Estas acciones por parte de EE. UU. y sus resultados pueden rastrearse en
acontecimientos que van desde la caída de la Unión Soviética hasta la construc-
ción progresiva de todo un aparato cultural —y contracultural— que ha permitido
a la nación norteamericana erigirse como una superpotencia de enorme capa-
cidad de acción.

203
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Tras el final de la Guerra Fría, determinado por la caída del Muro de Berlín y
la disolución de la Unión Soviética, la doctrina de contención atravesó su más
grande cambio de prioridades, abandonando la confrontación directa con la
superpotencia socialista para enfocarse en la defensa de sus intereses a nivel
mundial. Esto implicó la defensa frente a sistemas avanzados de armamento,
nuclear o no; la promoción o censura de Gobiernos a nivel mundial de acuerdo
a su posición frente a la nación estadounidense, lo que tuvo como consecuen-
cia una diversificación de los modos del conflicto, tanto por parte de los movi-
mientos radicales marxistas como del lado de la institucionalidad democrática
capitalista en respuesta, fenómeno que encontró su apogeo durante los años
1960 en Latinoamérica, con dos acontecimientos de gran magnitud: la caída de
Salvador Allende y la toma del poder del general Augusto Pinochet en Chile y el
surgimiento y fortalecimiento de las guerrillas marxistas-leninistas en Colombia.
Aunque estos dos fenómenos pueden parecer aislados, son manifestaciones
distintas de los vestigios de la Guerra Fría, y de cómo el proyecto expansionista
soviético encontraba nuevos intereses y nuevas formas de desarrollarse en el
territorio latinoamericano.
El caso de las dictaduras de Chile y Argentina durante esta época dista de ser
un ejemplo de éxito y se acerca más a una muestra de experiencia de una serie
de políticas en torno a la doctrina de contención que resultó muy mal implemen-
tada con consecuencias catastróficas. Estas consecuencias van desde las más
graves, como las violaciones a los DD. HH. y a los tratados internacionales, hasta
consecuencias que se sienten hasta hoy en día de pérdida de confianza en la ins-
titucionalidad, en la fortaleza del sistema democrático y el fortalecimiento, en un
sector de la población, de las ideas radicales en contraposición a las políticas de
violencia y represión que cometieron dichos Gobiernos en sus territorios, bajo la
bandera de la doctrina de contención y con el apoyo documentado y la asesoría
de algunas organizaciones estadounidenses.
De esta misma forma se implementaron variantes de la doctrina, como la
contención dual que trataron de sostener los Gobiernos de Clinton y Bush con
respecto a las naciones de Irán e Irak, consideradas como amenazas directas
para la seguridad de EE. UU. Dicha forma de contención no logró afianzarse
como una política exitosa y tuvo graves consecuencias financieras y diplomáti-
cas para la nación norteamericana.
Teniendo en cuenta la realidad histórica de Colombia en cuanto a la ame-
naza interna provocada por el conflicto armado, el Estado se encuentra en la

204
La contención
como política exterior de Colombia

necesidad de hacerse con todas las herramientas a su disposición, con el fin


de salvaguardar su integridad, la de los habitantes del territorio y la propiedad,
sea pública o privada. Estas herramientas bien pueden consistir en elementos
físicos concretos, como armamento o infraestructura de cualquier clase; pero
también operar a nivel ideológico, metodológico y cultural. Un ejemplo claro de
herramienta metodológica es la doctrina de contención desarrollada por EE. UU.
Aunque los intereses y la potencia política y militar de las dos naciones
—EE. UU. y Colombia— difieren ampliamente, hay puntos comunes en las ne-
cesidades de las naciones de salvaguardar su integridad y soberanía territorial,
con el fin de proteger la vida, las propiedades y las instituciones que conforman
y mantienen la sociedad. Puesto que el conflicto armado interno en Colombia
es de naturaleza fundamentalmente política y las guerrillas socialistas como el
ELN o las disidencias de las FARC tienen como objetivo final la toma del poder
por medio de las armas, el Estado colombiano está en el deber de emplear di-
chas herramientas teóricas y metodológicas con el fin de detener el avance de
este proyecto antidemocrático.
Por lo mismo, es de gran importancia abarcar todas las implicaciones y los
matices de la doctrina de contención, tanto logros como errores, y las conse-
cuencias de estos, con el fin de no replicar las equivocaciones de otros países y
poder construir, a partir de lo mejor, una doctrina de contención interdisciplinar
y con enfoque diferencial, capaz de entender las necesidades concretas de la
población colombiana, identificar los espacios de ausencia estatal, que permiten
la proliferación y el ejercicio de estos grupos ilegales, y defender los derechos
fundamentales de todos los habitantes del territorio nacional, garantizados por
la Constitución. Esto implica el abandono de la visión binaria propia de la guerra
civil y aboga por el estudio profundo de las complejidades que permiten el surgi-
miento de este fenómeno.

205
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

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206
Capítulo 7
Obligación, constructivismo
y drones: de la amenaza
a la acción*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.07

Davis Franco Durán


Gabriel Andrés Jiménez Almeira
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El presente capítulo examina el empleo de la obligación como herramienta de


poder del Estado y sus implicaciones. Para esto, el capítulo recurre al análisis histórico
de la guerra y su evolución, de donde toma como referencia la aplicación de la teoría de la
obligación. De igual forma, se hace un ejercicio de comparación con otras herramientas
similares de aplicación de poder del Estado como la teoría de la disuasión y, finalmente,
con la compellence, de Thomas Crombie Schelling, logrando así un claro contraste con-
ceptual. Finalmente, dentro la aplicación de la teoría de la obligación, se asocia una de
las herramientas propuestas para ejercer su control, como el uso de drones o elemen-
tos tecnológicos, logrando alinearse con la evolución o mutación de la guerra dentro de
las diferentes dimensiones o escenarios, especialmente, la dimensión no militar.

Palabras clave: disuasión; drones; Estado; guerra; teoría de la obligación.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

207
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Davis Franco Durán


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Seguridad y Defensa
Nacionales, Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, y profesional en
Ciencias Militares, Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova.

Gabriel Andrés Jiménez Almeira


Magíster en Seguridad y Defensa Nacionales, Escuela Superior de Guerra “General Rafael
Reyes Prieto”, e internacionalista, Universidad del Rosario. ORCID: https://orcid.org/0000-
0003-4867-0073.

Citación APA: Franco Durán, D. & Jiménez Almeira, G. A. (2022). Obligación, cons-
tructivismo y drones: de la amenaza a la acción. En A. Montero Moncada (Ed), Poder
y estrategia. Elementos para la supervivencia del Estado (pp. 207-232). Sello Editorial
ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.07

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

208
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

Introducción
Con el fin de la Guerra Fría, los dos bloques antagónicos resultantes de la Segunda
Guerra Mundial establecieron e impusieron la doctrina y, sobre todo, la práctica
de cómo debía desarrollarse un conflicto armado. Luego de los hechos del 11S,
esta forma de afrontar la amenaza cambió y es así como estos hechos genera-
ron que EE. UU. lanzara las operaciones militares enmarcadas en la guerra global
contra el terrorismo, considerada como el primer conflicto posmoderno.
Los conflictos posmodernos tienen unas características particulares que los
hacen guerras de cuarta1, quinta2 y sexta generación3, en las que los avances
tecnológicos cobran una especial importancia, en especial, el dron como herra-
mienta con una alta tasa de efectividad en la lucha contra las amenazas asimé-
tricas e híbridas conceptualizadas dentro de las guerras asimétricas4.
Los drones, considerados como sistemas de armas de alta tecnología,
son altamente adaptables al campo de batalla posmoderno, donde las tres

1
Guerra de cuarta generación: denominación dentro de la doctrina militar estadounidense que com-
prende las guerras de guerrillas, asimétrica, de baja intensidad, sucia, popular, civil, el terrorismo de
Estado u operaciones similares y encubiertas, el terrorismo y el contraterrorismo, además de la propa-
ganda, en combinación con estrategias no convencionales de combate que incluyen la cibernética, la
población civil y la política (Lind, 1989).
2
Guerra de quinta generación: aquellas particularmente enfocadas en la lucha en escenarios cognitivos
como internet, redes sociales, ciberespacio etc., nuevos escenarios donde deben enfrentarse las fuer-
zas militares (Álvarez, 2020).
3
Guerra de sexta generación o guerra difusa: busca la destrucción total del orden jurídico internacional
y la destrucción de los Estados-nación mediante el ataque económico, político, social, ambiental, tec-
nológico, mediático y financiero (Grimau, 2015).
4
Guerra asimétrica: conflicto violento en que se constata una abismal diferencia cuantitativa y cualita-
tiva entre los recursos militares, políticos y mediáticos de los contendientes comprometidos y que, por
lo tanto, obliga a los bandos a utilizar tácticas atípicas que rebasan el manido marco de la tradición
militar recurrente (Lind, 1989).

209
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

dimensiones de la guerra, militar, transmilitar y no militar (Liang et al., 1999) le


imprimen una alta movilidad y capacidad de adaptación a las amenazas actua-
les. En este punto podemos preguntarnos: ¿Cómo los drones o sistemas inteli-
gentes apoyan el poder del Estado mediante su aplicación dentro de las teorías
de obligación, disuasión y competencia permitiendo generar una estrategia con-
tra las amenazas?

Aproximación metodológica
El presente texto se basa en el análisis de conceptos y teorías dentro de un en-
foque cualitativo, con recolección y análisis de variables sociales e información
de diferentes autores en el área de las Relaciones Internaciones (RR. II.) de los
Estados, mediante un tipo de investigación de análisis descriptivo-explicativo
de escenarios y fenómenos presentes en el desarrollo de la investigación. La
recolección de información se basa en fuentes primarias, como libros y escritos
de las teorías expuestas, y fuentes segundarias encontradas en blogs, revistas
actuales sobre estrategia y artículos acerca de la aplicación y uso de las herra-
mientas tecnológicas o sistemas inteligentes como drones y su uso como poder
del Estado para atacar las amenazas.

La estrategia de la obligación
En las últimas décadas, en el contexto de la seguridad nacional, han aparecido y
evolucionado nuevas amenazas y riesgos que se retroalimentan por diferentes
factores nacionales y trasnacionales, afectando particularmente la defensa na-
cional de los países independientemente de su alineación política.
Por ello es necesario considerar las herramientas del poder estratégico,
como la disuasión, la intervención y la compellence, término este acuñado por
Thomas Schelling, como corolario conceptual de la disuasión, que se refiere al
significado normativo del poder coactivo: conseguir que alguien haga algo con-
tra su voluntad. Por ello, también llega a ser casi sinónimo de la obligación, del
forzamiento y de la imposición. Al contrastarlo con la disuasión, se prueban fá-
cilmente sus causas y efectos. La obligación es más difícil de aceptar, ya que las
naciones y sus líderes buscan evitar que se muestre públicamente una debilidad
en su reputación como nación. Cuando uno se siente obligado, es difícil olvidar.

210
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

Ellos pueden buscar revertir la acción que los obligó o pueden luchar para no ser
obligados otra vez.
Muchas facetas para distinguir la disuasión de la obligación fueron anali-
zadas por Thomas Schelling en Brazos e influencia (2020). El capítulo que se
sugiere para lectura sigue siendo una exposición clásica de las dificultades que
se encuentran cuando se emprenden actividades coactivas ofensivas. Algunos
de los ejemplos pueden ser anticuados, pero los conceptos son tan relevantes
como lo han sido siempre.
Para los estrategas norteamericanos, el uso de la fuerza militar para obligar
o compeler a un adversario a hacer algo en busca de los intereses de EE. UU. se
ha estrechado recientemente al preguntarse si el poder aéreo puede lograrlo por
sí solo. Como lo describe Karl Mueller al principio de su ensayo Las estrategias
coercitivas contra objetivos militares: amenazando lo que valora el enemigo: “los
líderes de EE. UU. han vuelto la mirada hacia el poder basado en operaciones
aéreas que se originan en tierra o mar, como el instrumento favorito para cam-
biar el comportamiento de adversarios internacionales”. Estas estrategias se
han convertido en el “gran garrote” al que siempre se refirió Theodore Roosevelt
en su conferencia marcada por la doctrina Monroe “América para los america-
nos”, con el uso de la gran flota Blanca, muestra de su considerable fuerza naval
(Collin, 1998). Después de analizar algunas de las teorías y prácticas del poder
coactivo, concluye recomendando una “estrategia de ataque punitivo contra ob-
jetivos militares” como una “estrategia alternativa que deben considerar los le-
gisladores; particularmente, una clase de acción coercitiva que busca reorientar
una actitud limitadamente” y que al parecer dominará la agenda de la seguridad
de EE. UU. en los años venideros.
Desde inicios de la década de 2000, nuestro país inició un proceso de ac-
tualización y modernización doctrinal de sus FF. AA., para adaptarlas a las
amenazas o factores criminalizantes de un mundo globalizado. Además de la
capacidad humana de adaptación al cambio, se hizo necesario sincronizar y
homogenizar nuestras capacidades operativas con la realidad actual, siendo
los avances tecnológicos fundamentales en el contexto de la seguridad y de-
fensa nacionales.
Es preciso señalar que enmarcado en los conceptos de seguridad multidi-
mensional o hemisférica, nuestro país debió efectuar profundos esfuerzos pre-
supuestarios con el fin de adquirir los elementos tecnológicos requeridos para
afrontar las amenazas. Dentro del material adquirido, se dotó a las FF. MM. y a

211
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

la Ponal de drones que le imprimen una mayor movilidad y, sobre todo, control a
las operaciones militares de largo alcance y de sostenimiento.
Para un adecuado acercamiento doctrinal, en el presente artículo analiza-
mos la llamada estrategia de la obligación, también conocida como estrategia
de la humillación. En concordancia con la política de relaciones internaciona-
les respice polum, nuestro país, desde inicios del siglo XX, procedió a alinear su
suerte con los designios de EE. UU., con quien el presidente de entonces, Marco
Fidel Suárez, estrechó relaciones tanto políticas como económicas.
Theodore Roosevelt, quien diseñó e implementó una nueva forma de relacio-
narse con los países al sur del río Bravo, la política conocida como del Gran ga-
rrote, tenía como premisa “habla suavemente pero siempre lleva un gran garrote,
así llegaras lejos” (speak softly and carry a big stick, you will go far) (Roosevelt,
1901). Podemos, en consecuencia, considerar la política del gran garrote como
una de las estrategias de la obligación aplicada a los países latinoamericanos,
toda vez que EE. UU. se creía con el derecho de presionarlos y amedrentarlos con
una intervención armada en caso de no seguir sus instrucciones.
La teoría de la obligación o humillación siempre ha sido uno de los principa-
les instrumentos de política internacional de las naciones consideradas como
potencia mundial, toda vez que sus características de “imperialismo o superio-
ridad” crean las condiciones económicas, políticas o militares para la interven-
ción en países en vía de desarrollo, con el fin de defender sus propios intereses.
Hay dos ejemplos puntuales de la teoría de la obligación: el primero, la doctrina
Monroe, de EE. UU., y, la segunda, la política de dominio colonial del Reino Unido
en África y Asia a finales del siglo XIX e inicios del XX.
La estrategia de la obligación tiene unas características particulares, toda
vez que está diseñada para avergonzar, postrar, degradar, doblegar y, sobre todo,
imponer la superioridad de un país sobre otro, con el fin de establecer, en unos
casos, relaciones de subordinación y, en otros, lo que es más grave, de vasallaje,
creando la “obligación”, por parte de la nación subordinada de seguir las políticas
emitidas por el poder superior, contra su voluntad.
Las potencias mundiales que dentro de su política exterior adoptan la
estrategia de la obligación tienen la capacidad de proyectar su poder militar,
económico, tecnológico y político a escala global y no temen embarcarse en
conflictos de baja intensidad, con el fin de evitar una muestra de debilidad y
disminución de su poder, lo cual debilitaría su prestigio internacional. El pres-
tigio internacional de una nación es el que le permite conductas tales como

212
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

exigir, forzar, coaccionar, sojuzgar y “obligar” a una nación más débil a acatar
sus decisiones o designios.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se dividió en dos bloques
capitaneados por las dos potencias vencedoras del conflicto: EE. UU., adalides
del capitalismo y la URSS, la nación más visible del bloque comunista. Debido a
su potencial militar, económico, demográfico e ideológico, ambas naciones es-
tablecieron que un enfrentamiento directo entre ellas sería catastrófico para la
humanidad y, por ende, en palabras de Thomas Schelling (1996) se llamó a esto
teoría de la disuasión, íntimamente ligada a la de la obligación, toda vez que se
basa en el arte de la coacción, con la cual un Estado amedrenta a otro con el fin
de infligir un daño letal a otro o usar el poder duro si fuera necesario. La teoría de
la disuasión hace referencia a la capacidad de una nación de infringir daño a otra,
usando este daño como herramienta de negociación, lo cual es no solo aplicado
en el ámbito militar, sino también en el político y, especialmente, en el económico
(organismos multilaterales de crédito). Aplicada, la teoría de la obligación posee
las siguientes características:
• No obtiene la victoria por sí misma, ya que debe combinarse con otro
tipo de política o sanción.
• Siempre se emplea como amenaza, no como un medio para obtener un
objetivo.
• Siempre afecta a la población civil, por lo cual siempre tiene una percep-
ción negativa ante la comunidad internacional.
• Siempre disminuye la voluntad de lucha del adversario.
Para un mejor entendimiento de la doctrina de la obligación, se precisa una
corta introducción de los conflictos de cuarta, quinta y sexta generación, donde
los conceptos tradicionales de la guerra y el combate entre ejércitos legalmente
constituidos pasan a un segundo plano, debido a que el enfrentamiento no mili-
tar cobra una importancia mayor que el militar. Así, los conflictos posmodernos
presentan tres dimensiones: 1. Militar; 2. No militar, y 3. Transmilitar, siendo en
estas dos últimas (con 95 % aproximadamente) donde más se lucha.
A raíz del el 11S y aplicando las teorías de disuasión y de obligación, EE. UU.
lanzó la primera operación de guerra posmoderna, una de cuyas características
fundamentales es que tiene como actores a los Estado-nación vs actores no
estatales que tienen la capacidad de enfrentar a los Estados casi en igualdad
de condiciones, aplicando métodos como la guerra hibrida, asimétrica o guerra
sin restricciones. Uno de los rasgos distintivos de este tipo de conflictos es la

213
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

impersonalidad del combate armado, donde los Estados-nación efectúan el uso


extensivo de armamento inteligente, en el cual podemos citar misiles crucero,
bombas de guía satelital y aeronaves no tripuladas (drones o unmanned aerial
vehicle [UAV]), que se caracterizan porque, en la mayoría de los casos, el objetivo
no se percata de cuándo está siendo atacado.
En cuanto a sus características fundamentales, los conflictos posmodernos
están íntimamente ligadas a la teoría de la humillación u obligación, toda vez
que el uso de la fuerza militar tiene una fecha de entrada al conflicto, pero no de
salida y, a su vez, la intervención militar no siempre es suficiente para lograr el
objetivo militar y el estado final. Una mala comprensión del ambiente operacio-
nal puede traer una derrota estratégica de la fuerza militar atacante, mientras
que la intervención militar, enmarcada en la teoría de la obligación, debe tener
establecido el tiempo límite, ya que al ser demasiado extensiva en el tiempo,
puede causar una derrota táctica-estratégica y, sobre todo, en el uso extensivo
de la tecnología, como ya lo hemos consignado.
En un mundo globalizado, donde la economía de todos los países está con-
catenada y conectada con la teoría de la obligación, la República Popular China
se ha convertido en el mayor acreedor y prestamista del mundo, teniendo el 6 %
del PIB mundial de la deuda bilateral total y a países de América Latina, África,
Asia y Europa del Este como sus mayores deudores (Barria, 2020). A pesar de ser
China el mayor prestamista del mundo, se desconocen a la fecha los términos
en que se otorgan dichos préstamos, toda vez que esta potencia posee unas
características políticas (maoísta-comunista) y no pertenece a los organismos
multilaterales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial o el Banco de Pagos Internacionales.
La teoría de la obligación aplicada al ámbito económico es quizá más per-
judicial para el país que se somete a este tipo de políticas, toda vez que los con-
tratos de crédito tienen unas condiciones de confidencialidad que impiden a los
prestatarios divulgar los términos en que son obligados a firmar estos présta-
mos. En el caso de China, este país obliga a las naciones deudores a respaldar
sus préstamos con recursos naturales no renovables. Los créditos económicos
otorgados mediante la teoría de la obligación tienen la particularidad de forzar a
la nación prestataria a pagar una parte de los mismos mediante comodities que
a la larga llevan a la insostenibilidad de la deuda, toda vez que las relaciones de
exportaciones y crecimiento económico en los países en vía de desarrollo están
ligadas a la explotación de recursos no renovables.

214
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

Disuasión vs compellence
La compelencia (compellence, en inglés) es un término relativamente nuevo
en las RR. II. y la estrategia militar, toda vez que nace como una evolución de la
teoría o doctrina de la disuasión, cuya característica es que una vez el oponente
ha iniciado acciones en el campo armado y no armado, se procede a ejecutar
acciones militares y, sobre todo, no militares coercitivas, con el fin de que el ad-
versario u oponente cambie su accionar y se pliegue a nuestros intereses.
Ejemplo de este tipo de teoría o doctrina es la guerra global contra el terroris-
mo, lanzada por EE. UU., a raíz de los sucesos del 11S, cuando un actor no esta-
tal (Al Qaeda) atacó a un Estado-nación (EE. UU.), con el fin de generar un estado
de opinión favorable a sus intereses (abandono de EE. UU. de Oriente Próximo).
Como consecuencia, el presidente George W. Bush ordenó a sus organismos de
inteligencia que se determinara la autoría intelectual de los ataques a las Torres
Gemelas y el Pentágono, con el fin de atacarlos en el lugar del mundo donde se
encontraran. Así, se determinó que Al Qaeda era la perpetradora de los ataques;
que el ciudadano saudí Osama Bin Laden era el cabecilla de dicha organización
y que la misma se ubicaba en la Afganistán de los talibanes.
Por tal motivo, se compele al régimen afgano a que entregue a Osama Bin Laden
y a toda la organización Al Qaeda, a lo cual los talibanes piden que se les suministre
las pruebas de que ese grupo tuvo participación directa en los hechos y que, en
caso contrario, no los entregaría. Ante la respuesta de los talibanes, EE. UU. esta-
blece alianzas con los señores de la guerra afganos, con el fin de lanzar una ofen-
siva militar, ya no solo contra los integrantes de Al Qaeda, sino también contra los
talibanes. La ofensiva militar obtuvo la victoria en menos de noventa días, lo cual
dio como resultado el establecimiento de un nuevo Gobierno, afín a los intereses
norteamericanos y que se convirtió en aliado en la lucha contra las organizaciones
fundamentalistas islámicas. Este ejemplo muestra clara y precisamente la teoría o
doctrina de la compellence, toda vez que mediante acciones militares, se logró que
un Estado-nación cambie su política e interés, con el fin de plegarse a los intereses
de otra potencia.
Ahora bien, podríamos citar como un antecedente de la teoría de la disuasión
nuclear de Thomas Schelling, aunque aplicada a los conflictos convencionales,
la circunnavegación al orbe de la Gran Flota Blanca, ocurrida entre el 16 de di-
ciembre de 1907 y el 22 de febrero de 1909, luego de que el presidente de EE. UU.
le solicitara al Congreso autorización para usar una flota de 16 acorazados con
sus respectivas escoltas, divididos en dos escuadras (Crawford, 2008).

215
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Una característica de esta flota es que las naves estaban completamente pin-
tadas de blanco, lo cual se realizó con el fin publicitario de demostrar las intencio-
nes pacíficas de los mencionados navíos en las ciudades y puertos por visitar; las
verdaderas intenciones de este crucero de circunnavegación, no obstante, era de-
mostrarles a las potencias mundiales de la época (Reino Unido, Francia, Alemania,
Austria-Hungría y Rusia) el potencial militar y naval de EE. UU. y, sobre todo, su
férrea voluntad de hacer respetar los tratados comerciales y territoriales que die-
ron fin a la guerra hispano-estadunidense de finales del siglo XIX, en los que se
le asignaba a la potencia norteamericana territorios insulares en el Caribe, sudeste
asiático y océano Índico (Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam), lo que permite con-
cluir que el poder naval de EE. UU. y, sobre todo, su voluntad de utilizarlo “disuadió”
a otras potencias de inmiscuirse en los asuntos norteamericanos.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. y la URRS emergieron como
potencias victoriosas, lo que trajo un subsiguiente enfrentamiento político, eco-
nómico y, especialmente, ideológico que, en palabras de Thomas Schelling, iba a
repercutir en los diferentes países ubicados en sus respectivas zonas de influen-
cia, los cuales iban a verse implicados en guerras de baja intensidad, con unas
características particulares que las convertían en las llamadas guerras proxi o
guerras subsidiarias. Estas estaban enmarcadas dentro de la doctrina de la di-
suasión nuclear, la cual puede también ser usada en los conflictos de guerra
de índole irregular o regular donde se trata de motivar al adversario a que no
emprenda acciones en nuestra contra, toda vez que la condiciones de hacer-
lo serían nefastas para este adversario. La disuasión tiene unas características
particulares que dependen del tipo de acción que el oponente realice y estas
pueden ser de índole militar y no militar.
La compelencia tiene unas características similares a la disuasión, pero es
totalmente diferente, toda vez que esta se aplica cuando ya el oponente ha ini-
ciado acciones en nuestra contra y lo que busca es que comprenda que de se-
guir con ese tipo de acciones esto será contraproducente para este oponente. La
compelencia se caracteriza por la aplicación de una estrategia coercitiva como
el castigo, el riesgo, la negación y la decapitación.

De las amenazas a las sanciones


El avance tecnológico trajo consigo a los drones, debido a que, con los conti-
nuos cambios estratégicos y de armamento a los que los conflictos del sistema

216
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

internacional se sometían, un aspecto importante que mantuvo su puesto como


parte del ataque efectivo en un conflicto fueron los ataques aéreos. La posibi-
lidad de acceder a un entorno por aire y la facilidad de evasión y de huida que
daban las fuerzas aéreas era incomparable con otras fuerzas de la milicia de
un país. Por esto, se comenzó el proceso de crear mejores aviones, con mayos
cantidad de armamento y más ligeros y compactos en aras de lograr manio-
bras evasivas más efectivas. Con el pasar del tiempo, se iniciaron proyectos para
crear aviones completamente automatizados, que no necesitaran pilotos en es-
cena, ya que la especialización de estos era más larga y costaba más que la de
algunos otros sistemas militares, aparte de que, en un conflicto, reponer pilotos
era más complicado que reponer soldados terrestres.
La necesidad de los Estados de poder enfrentar de manera efectiva las ame-
nazas del sistema internacional; el continuo deseo de mejorar las estrategias y
los instrumentos utilizados para las políticas de seguridad y defensa; la ince-
sante automatización y los avances tecnológicos permitieron crear estas armas
para ser utilizadas en conflictos dentro de un territorio específico.
La creación de drones, junto con los radares ya utilizados, permitió un mayor
nivel de monitoreo a los territorios de riesgo dentro de un conflicto, mientras se
lograba proteger de manera más efectiva a las poblaciones más apartadas del
poder central del Estado y dentro de las cuales, la presencia de dicho Estado era
claramente escasa.
Los drones permiten un monitoreo continuo de estas zonas, manteniendo
un conocimiento claro de su situación frente a los grupos ilegales del área, lo que
hizo que aun si la presencia legítima y física del Estado en la zona no aumentara
de manera importante, la presencia de estos elementos generara un sentido de
existencia del Estado en la zona que disuadió, de alguna manera, a los grupos
ilegales de llevar a cabo acciones en estas (Brunstetter & Braun, 2011).
Al principio, cuando los drones eran utilizados en ocasiones de conflicto en
territorios exteriores para destruir campamentos de grupos terroristas, se veía
una relación entre la cantidad de ataques terroristas llevados a cabo y las res-
puestas por parte de los drones frente a estas acciones; esto mostraba cómo
el uso de estas nuevas herramientas estaba ligado a la violencia llevada por los
grupos ilegales, en lugar del excesivo uso de esta nueva herramienta para ejercer
control sobre la población de estos lugares.
Aun así, estos ataques no parecían triunfar en su objetivo de disminuir
las amenazas terroristas; al contrario, se presenciaba que tras un ataque con

217
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

drones, los ataques terroristas aumentaban de igual manera, algo que ocurre,
principalmente, porque los ataques con drones destruyen zonas en las que ade-
más de los grupos ilegales, también se encontraban civiles y, con estos ataques,
se destruían las pocas posesiones de estos y se generaba más furia, lo que a
su vez aumentaba el número de ataques terroristas llevados a cabo contra los
actores gubernamentales (Walsh, 2013).
El uso de drones se popularizó rápidamente en los contextos de conflicto
en zonas muy específicas del mundo, debido a la facilidad y rapidez con que
podían llegar a estas zonas, junto con el relativo bajo costo que presentaba para
el presupuesto militar enviar algunos drones a llevar a cabo acciones militares,
frente a lo que sería enviar un batallón o un equipo especial para las acciones
que el dron hace con más demostración de poder. La economía de fondos con
el uso de drones es una de las razones principales por las cuales estos han sido
empujados al frente de las herramientas que llevan a cabo tareas militares, con
continuas actualizaciones, tratando de volverlos más efectivos, más rápidos o
incluso completamente automatizados y con energía nuclear, que permitiría que
un dron permaneciera en el aire, viajando constantemente hasta el momento
en que reciba una señal para llevar a cabo una misión. Esto podría ser posible
debido a la falta de legislación acerca de si los países poseen el ambiente aéreo
sobre ellos. Debido a esto, si el dron es capaz de estar lo suficiente alto, puede
recorrer el mundo y solo los radares de los países que los establecen como parte
de su defensa podrían trazar su curso y, de ser necesario, protegerse de estos
(Rinehart, 2016).
El continuo uso y la normalización de los drones como parte necesaria de la
estrategia de seguridad y defensa de un país y su posición como uno de los me-
dios de ataque favorito en los conflictos actuales, debido al costo y la posibilidad
de que estos eviten muertes de miembros de las milicias de los Estados, gene-
raron una rápida legislación acerca de estos y de su uso apropiado dependiendo
del contexto del conflicto.
Esto por cuanto el uso inadecuado y la falta de control sobre las operaciones
que llevan a cabo causa un aumento en los daños colaterales que un conflicto
presenta, lo cual, a su vez, origina un aumento en la agresividad y el nivel de vio-
lencia del conflicto y podría también significar la entrada y continua participación
de otros actores del sistema internacional a dicho, con el objetivo de controlar la
situación causada por los continuos ataques con drones en el territorio, lo que
podría, a su vez, complicar las dinámicas del conflicto y truncar cualquier intento

218
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

de resolución del mismo por medio de los actores originales (Dyndal & Redse-
Johansen, 2017).
Actores poderosos del sistema internacional, especialmente EE. UU., han de-
cidido que enviar tropas a un lugar en conflicto es poco efectivo y políticamente
mal visto, por lo cual elimina la amenaza desde el cielo, haciendo uso de vehícu-
los aéreos, comúnmente drones, para llevar a cabo misiones rápidas de ataque a
un objetivo específico. Los drones son herramientas útiles tácticamente, ya que
su triple posibilidad de atacantes, reconocedores y almacenadores de inteligen-
cia los hace extremadamente útiles en una situación de conflicto.
Sin embargo, en una situación de conflicto con actores ilegales que usan
estrategias terroristas para avanzar sus objetivos, la superioridad táctica que
un dron posee no será suficiente, si no es utilizado de manera estratégica en las
diferentes etapas del conflicto.
En las situaciones actuales, el uso de los drones parece liderar la manera es-
tratégica en la que se verá la situación, en vez de ser usados para llevar a cabo la
estrategia del conflicto, lo que impide una situación en la que los pensamientos
e intereses políticos del Estado se vean positivamente por parte del territorio al
que se encuentran atacando (Cronin, 2013).

Constructivismo: teoría de la estructuración


En el sistema internacional, la configuración de roles económicos se ha venido
ejerciendo por ideas netamente realistas o liberales. Las primeras se caracteri-
zan por demostrar un sistema competitivo donde las relaciones entre las partes
se dan mediante la idea predominante de costo y beneficio (racional), desdibu-
jando de a poco un mundo cada vez más cooperativo. Así mismo, se ha perpe-
tuado un modelo económico capitalista que ha permitido ejercer presiones a una
estructura que llega a constreñir el comportamiento de los países. De este modo,
los realistas tienden a ver las relaciones económicas entre países como un pun-
to circunstancial del aumento de poder mediante juegos de suma cero. En otras
palabras, ganadores y perdedores en el mercado internacional son el resultado
de unos países con más poder que otros y que utilizan razones materiales, como
la ventaja comparativa, para poder entablar negociaciones “desiguales” pero con
grandes beneficios.
Las segundas se han encargado de evidenciar un optimismo en las RR. II.
Las ideas liberales tienden a personificar el poder mediante la cooperación

219
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

internacional donde la idea de una sociedad internacional cada más integrada y


dependiente podría armonizar el comportamiento de los Estados y permitir una
estructura parcialmente estable y con ausencia de conflicto. Por esto los determi-
nantes para la cooperación estarán dados en las ganancias absolutas mediante
un sistema institucionalizado donde las organizaciones internacionales son esen-
ciales en la interacción entre un país y otro. De esta forma, las integraciones eco-
nómicas regionales se hacen cada vez más evidentes y deseables, aunque los
Estados siguen siendo entidades con grandes diferencias de poder estructural, lo
cual lleva a que existan desigualdades en términos del intercambio económico.
Ambos paradigmas tienen en común tres cosas. La primera, que los Estados
son entidades homogéneas y cajas negras (algunas permeables otras no). Es
decir, son entidades que parece que estuvieran dadas por la naturaleza y pu-
dieran tomarlas cual tangible fuera, evidenciando un solo interés (supervivencia
y poder). La segunda, que el mundo está impulsado por las ideas materiales,
permitiendo siempre el aumento de poder mediante las desigualdades estructu-
rales que para este caso serán dadas por términos económicos y comerciales.
Y tercero, deja de lado otras grandes prioridades como la configuración de una
política exterior dada por los intereses internos que llegan a repercutir el com-
portamiento externo de los países.
Es así como la academia en relaciones internacionales es muy reacia a ver
las estructuras sociales como piedra angular de la toma de decisiones en políti-
ca exterior. Lo anterior debido a que lo que promueva un acuerdo comercial son
factores netamente materiales y cuantificables como la ventaja comparativa o
un estudio de mercadeo entre ambos países. Y así, a partir de esta asimetría co-
mercial, pueden beneficiarse los países dejando atrás las condiciones sociales
y acciones mediante las cuales se gestan negociaciones y se adoptan políticas
que influencian la visión internacional.
A lo cual, nuevas perspectivas como la constructivista intentan desligar di-
cho problema aportando nuevas ideas no materiales y sí sociales que permitan
gestionar formas de entender las RR. II. El constructivismo entonces ha centrado
su mainstream en la configuración de roles que se da mediante unos agentes
(persona, sociedades, multinacionales, Estados, organizaciones, gremios) y una
estructura (sistema internacional, subsistemas, integraciones, regiones) donde
las interacciones entre estas dos partes son esenciales para analizar un sistema
(como un todo). Los constructivistas toman entonces al Estado no como una
entidad dada y homogénea, sino todo lo contrario: un cuerpo lleno de intereses

220
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

diferentes que interactúan entre sí y que darían lo que llamamos identidad o


ideología. Así mismo, dicha identidad puede ser cambiante conforme la situa-
ción. En términos de política exterior, es importante resaltar el papel del discurso
y la negociación, ya que cualquier toma de decisión tiene una estructura social,
por lo cual es importante ver cómo estos factores pueden llegar a relacionarse
con la política exterior comercial.
Por lo anterior, podemos llegar a pensar que son insuficiente las teorías neo-
liberales y neorrealistas debido a dos circunstancias. Por un lado, el análisis y
estudio de fenómenos comerciales no solo se dan por elementos materiales
(ventaja comparativa, teorema Heckscher-Ohlin, David Ricardo, entre otros) sino
que se dan a partir de una configuración de elementos sociales que permiten
gestionar negociaciones y acciones que muchas veces van en contravía de la
idea globalizada de comercio y capitalismo.
El caso Colombia y Corea del Sur es un ejemplo pertinente de analizar por
dos grandes razones. La primera, por la forma de negociación que se ha pre-
sentado y por lo prolongada que esta se ha mostrado. El papel de los gremios
y políticas institucionales ha presentado una configuración de interés cambian-
tes (identidades móviles) durante los años en relación, lo cual ha hecho que la
percepción de identidad del Estado colombiano sea distinta y manejable. Por lo
tanto, es inevitable analizar qué factores motivan los cambios y por qué cambian
los intereses.
Segundo, mediante el aumento de la fuerza de trabajo, capital e intereses
entre sectores económicos, surgen las nuevas clases obreras, los intereses sin-
dicales y las presiones nacionales las cuales adoptan una posición en el modelo
comercial, proteccionismo o liberalismo. Así también surge una nueva clase me-
dia-alta que se mete en las políticas nacionales y, de esta manera, los intereses
políticos nacionales cambian (identidad/ideología), por lo cual el proteccionismo
o el liberalismo de mercado llegan a ser condiciones dadas por una estructura
social interna y no solo por factores de las políticas económicas internacionales
que constriñen el comportamiento de los Estados.
Particularmente los actores son los encargados de dirigir lo de interés de la
sociedad; por esto, de ellos dependen factores tales como los tratados de libre
comercio, la toma de decisión en política exterior y, sobre todo, el resultado de
una identidad estatal. Es importante también resaltar que el discurso hace par-
te esencial de las interacciones y de cómo se construyen dichos intereses que
después convergen.

221
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

También es de tener en cuenta la economía política internacional ya que me-


diante esta uno puede ver cómo se desarrollan los Estados (desde adentro en
este caso) y su relación con una estructura dada de un proceso de interacción
entre agentes. Por lo tanto, y teniendo en cuenta el trabajo, es indispensable ver
el papel de los gremios y las instituciones en una estructura cambiante y diferen-
te a lo largo de las negociaciones y los discursos de la relación comercial entre
Colombia y Corea del Sur.
Mostrando como resultados los cambios de identidades y el afincamiento o
flexibilidad del interés mediante la influencia de grandes sectores sociales pode-
rosos que permitan ver la estructura social en la toma de decisión. Así mismo,
es de ver cómo la configuración de nuevas estructuras sociales permite nuevas
formas de negociación comercial, la cual mantiene o cambia una identidad esta-
tal a lo largo de dicha negociación.

Drones: del control a la acción


En la actualidad, existen diversos usos para los drones, lo que comenzó en un
momento como una herramienta útil para el reconocimiento de posibles ame-
nazas dentro de la estrategia de seguridad y defensa de diversos actores gu-
bernamentales del sistema internacional. En un principio eran utilizados como
una herramienta de inteligencia y reconocimiento principalmente, también
para enviar mensajes encriptados entre aliados de manera rápida y segura.
Con el pasar del tiempo, los drones dejaron de ser una herramienta exclusiva-
mente gubernamental, cuando grandes empresas comenzaron a producirlos
masivamente para ser utilizados por la población civil.
Existen diversos tipos de drones en el mercado actual, la mayoría de estos
basados en los primeros drones de reconocimiento, equipados con cámaras y
audio y con fuerza suficiente para llevar algunos paquetes en ellos sin perder
altura o estabilidad. En sus inicios, los primeros prototipos eran utilizados casi
exclusivamente para tareas de investigación y recolección de información para
las oficinas de inteligencia y la ampliación de la estrategia implementada en la
situación del conflicto en la que el Estado se encontrara; también en ocasio-
nes eran utilizados para enviar mensajes entre aliados o entre instituciones del
Estado de manera rápida y segura.
No fue sino hasta el aumento de los ataques terroristas en el sistema in-
ternacional, que se comenzó a considerar la posibilidad de hacer uso de estos

222
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

drones como un arma de guerra al tener la posibilidad de implementar misiles


para atacar a los grupos terroristas sin tener que poner en riesgo a miembros de
la fuerza militar.
Con la aparición de esta posibilidad, se inició un proceso de adaptar y me-
jorar los drones, para que estos fueran utilizados de manera única como armas
de ataque remoto, ya que se encontró una posibilidad económica y rápida de
enfrentarse a un problema que se encontraba, normalmente, en un continente
completamente diferente al del Estado atacante (Kreps, 2016).
La efectividad que los drones probaron tener en sus primeras misiones
significó su uso continuo por el resto de la famosa Guerra contra el Terrorismo
que EE. UU. lideró tras el ataque a las Torres Gemelas. La precisión con la cual
los drones lograron llegar a su objetivo, identificar y atacar, ayudó a que mu-
chos de los líderes más importantes de grupos terroristas e insurgentes fueran
eliminados de manera rápida, logrando desestabilizar a estos grupos de ma-
nera efectiva. Además de esto, algunos drones fueron desarrollados para llevar
a cabo acciones de inteligencia exclusivamente; estos analizaron los compor-
tamientos de la población y permitieron identificar a los posibles líderes de los
grupos terroristas; la información recolectada era analizada y luego utilizada
para crear las coordenadas para los próximos drones de ataque que serían
enviados a la zona; esta, además de ser efectiva, ahorraba fondos y permitía
que los soldados no estuvieran en peligro al momento de llevar a cabo estos
ataques (Byman, 2013).
Uno de los principales problemas con la forma en que los drones son percibi-
dos tiene que ver con su novedad, ya que su implementación continua fue produc-
to de una serie de sucesos que demostraron que las armas tradicionales no iban
a lograr ser los suficiente eficientes al momento de enfrentarse a las estrategias
implementadas por los nuevos actores del sistema internacional. La necesidad
de adaptarse de manera rápida y efectiva, en especial tras los continuos ataques
terroristas en las ciudades más importantes del mundo, trajo consigo la imple-
mentación de los drones, aun si algunas instituciones no se encontraban del
todo convencidas por el uso de estos, en especial debido a la falta de pruebas y
confirmación de su efectividad; en su momento, poder enfrentarse a las amena-
zas era mucho más importante que lograr asegurar que el uso de estos vehícu-
los era completamente seguro para los objetivos del Estado frente al conflicto.
Aun así, con el pasar del tiempo y la confirmación de la utilidad de los drones,
estas dudas fueron disminuyendo paulatinamente, prefiriendo continuar con la

223
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

especialización de los drones en vez de detener su uso cuando habían confirma-


do su efectividad en las situaciones de combate (Carvin, 2015).
El sector humanitario aún continúa teniendo problemas con el uso de drones
en los conflictos actuales, debido a que se han conectado a varias violaciones de
DD. HH., como ataques indiscriminados o asesinatos de civiles en medio de di-
chos ataques. Se trata de ataques de drones en que se lanzó un misil a unas coor-
denadas previamente elegidas con el análisis de los datos recuperados por otros
drones; los algoritmos normalmente utilizados en estas situaciones analizaron el
comportamiento de las personas en un territorio determinado, afectando sus ru-
tinas para así tratar de identificar si estas personas formaban parte de algún tipo
de organización terrorista y, en caso afirmativo, determinar el nivel de influencia de
estos dentro de la misma, para así programar un ataque y debilitar la estructura
de la organización.
Esta recolección de datos y consiguiente análisis, sin embargo, dio muchos
datos erróneos, convirtiendo en objetivos a civiles sin ningún tipo de conexiones
con terroristas, pero que contaban con una rutina similar. Las organizaciones de
DD. HH., han luchado por mostrar cómo el uso del concepto daño colateral au-
mentó de manera paulatina con cada informe de ataque de drones presentado
en el contexto de un conflicto específico (Crawford, 2013).
Pese a lo anterior, el pasar del tiempo permitió que el uso de los drones se
sumiera en un sentido de normalidad, debido a la constancia con que estos
llevaban a cabo misiones y la publicidad positiva que los diferentes Estados
que hacían uso de ellos intentaban darle a estos para conseguir continuar con
su uso sin mayores consecuencias. La construcción y venta de modelos de
drones por parte de algunas de las empresas de tecnología más grandes del
mundo logró que la popularidad de los drones aumenta de manera constante
y rápida, permitiendo que más misiones que usan drones y en las que en oca-
siones se cometen errores no generen tanto descontento como en el pasado.
Sin embargo, el constante uso de los drones de manera común en el día a día
de una población mostró problemas que no habían sido previamente identifi-
cados, ya que, la mayoría de estos drones contenían cámaras, lo que generó un
aumento en la falta de privacidad y de la inseguridad en el lugar en que había
un dron con cámara. Debido a esto, se debió aumentar la legislación frente
a los drones y su uso en la sociedad, lo que a su vez trajo a la vista muchas
de las problemáticas que los drones usados en combate contenían (Altawy &
Youssef, 2016).

224
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

En general, el uso y popularización de los drones puede explicarse por el


avance tecnológico y la manera como la globalización ha creado una interco-
nexión con diferentes regiones del mundo. Además, los nuevos tipos de conflicto
traídos por este tipo de avance tecnológico obligaron a los Estados a crear estra-
tegias adaptadas para estos, lo cual, a su vez, trajo consigo nuevas armas con
las cuales enfrentar los conflictos del mundo contemporáneo. Los drones, como
se ha mostrado, fueron una parte importante de esta transición, permitiendo a
los Estados protegerse y atacar a sus enemigos, mientras trabajaban de manera
rápida para adaptarse al contexto cambiante de los nuevos conflictos; por esto,
aun con todas las complicaciones que los drones presentan en el contexto hu-
manitario, su creación y uso fue necesaria para la evolución de las dinámicas de
los conflictos actuales (Hassanali & Abdelkefi, 2017).

Caso EE. UU. e Irak


Luego de la caída del régimen de Mohammad Reza Pahleví, monarca de Irán, EE.
UU. buscó insistentemente un país en el mundo árabe con el cual pudieran influir
en Oriente Medio, toda vez que en las décadas de 1970-1980 todos los países
del mundo islámico hacían causa común por la destrucción del Estado de Israel,
por lo que la administración de Ronald Reagan buscó asociarse y aliarse con el
dictador de la Republica de Irak. En la aplicación de la teoría de la obligación, EE.
UU. le brindó apoyo militar y económico a Irak en su guerra contra la Irán de los
ayatolas y a pesar de que el Gobierno republicano norteamericano era enemigo
de los iraníes, también los utilizó en el negocio de la triangulación de armas y
drogas a favor de la Contra nicaragüense.
La alianza de los norteamericanos con los iraquíes no duró mucho, toda
vez que a mediados de 1990, Sadam Husein lanzó una ofensiva militar contra
Kuwait, país al que acusaba de hurtar partes de sus reservas petroleras y negar-
se a estabilizar los precios del mismo.
La teoría de la obligación hacia Irak fue efectiva mientras este país libraba
una guerra contra un adversario con similares capacidades militares y económi-
cas, mas no fue efectiva cuando Irak se lanzó a invadir al pequeño Kuwait. Para
la fecha de ocurrencia de los hechos, EE. UU. mantenía excelentes relaciones con
todos los países circundantes al golfo Pérsico, excepto con Irak, razón por la cual
diseñó la operación Escudo del desierto, con el fin de proteger el potencial eco-
nómico de Arabia Saudita y, en concordancia con la teoría de la obligación, obligó

225
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

a dicho país y a Kuwait a asumir entre el 60 % y 70 % del costo de esta operación


y de la subsiguiente operación, Tormenta del desierto, con el fin de expulsar a Irak
de Kuwait.
Así mismo, en su calidad de potencia vencedora de la Segunda Guerra
Mundial, EE. UU. también aplicó la teoría de la obligación tanto con Alemania
como con Japón, por lo que trató de coaccionarlos a participar militarmente en
la operación, a lo cual estos se negaron, toda vez que iba en contravía de sus
constituciones que, de hecho, fueron redactadas por orientación de EE. UU. A lo
que no pudieron negarse, sin embargo, fue a completar el presupuesto requerido
para lanzar estas dos operaciones militares. Así, podemos determinar que EE.
UU., con esta teoría, obligó a estos países a contribuir a la salvaguarda de sus
intereses.
Enmarcados en los conflictos de la posmodernidad, podemos afirmar que la
guerra de Irak, iniciada por EE. UU. y sus aliados en marzo de 2003, fue motivada
para obligar a ese país a acatar las decisiones impuestas por la administración
norteamericana y, sobre todo, controlar las inmensas reservas petrolíferas com-
probadas del mencionado país que, según estudios de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), ocupan el quinto lugar a nivel mundial. Este
conflicto también tuvo la particularidad del uso extensivo de armas inteligentes,
principalmente, aeronaves no tripuladas, piloteadas remotamente desde bases
militares ubicadas en el territorio continental de EE. UU.
Un dron (vehículo aéreo no tripulado [VANT] o UAV, más apropiadamente
RPAS [del inglés, Remotely Piloted Aircraft System]) es una aeronave que vuela
sin tripulación, operada remotamente. Este tipo de aparato ha sido concebido
desde los primeros días de la aviación y utilizado en la práctica de los sistemas
de tiro de los buques capitales de 1920 y 1930; no lleva operadores humanos
sino que utiliza principios de la física relacionados con las leyes de la aerodiná-
mica que le permiten volar de fuerza autónoma o piloteado de forma remota, pu-
diendo llevar una carga de armamento letal. El término de sistema de aeronave
no tripulada fue adoptado por el Departamento de Defensa y la Administración
Federal de Aviación de EE. UU. desde 2005.
A partir de la guerra del golfo Pérsico de 1991, las aeronaves no tripuladas
han demostrado ser máquinas de guerra mucho más baratas que los aviones
tripulados con el plus de que no ponen en riesgo las tripulaciones de los mismos,
pudiendo realizar tareas de vigilancia y ataque a tierra, lo cual ha sido potenciado
con la capacidad de lanzar misiles aire-tierra.

226
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

Las aeronaves no tripuladas no solamente tienen una aplicación militar;


también pueden ser utilizadas en el ámbito civil en tareas como fotografía aérea,
control de incendios y verificación del estado del aire, entre otras.
El uso de drones en el ámbito militar ha democratizado los ataques aéreos de
bombardeos, toda vez que hoy bastan unos pocos aviones sin piloto (drones), para
lograr afectar contundentemente a un adversario. En el verano de 2003, las fuerzas
norteamericanas lanzaron operaciones militares tendientes a capturar a los líderes
del Gobierno iraquí; con aeronaves no tripuladas de vigilancia, obtuvieron la inteli-
gencia necesaria para lanzar la operación Amanecer rojo que dio como resultado la
captura de Sadam Husein, quien fue enjuiciado y ejecutado tres años después.
El uso de aeronaves no tripuladas por parte de EE. UU. ha sido intensivo en
los conflictos de quinta generación. Al inicio de 2020, mediante un Reaper-UAV,
la fuerza aérea de EE. UU., en un ataque con misiles aire-tierra neutralizó al ge-
neral Qasem Soleimani, comandante de la fuerza elite Al Quds, de la Guardia
Revolucionaria Iraní, cuando este abandonaba el aeropuerto de Bagdad, acción
con la que EE. UU. neutralizó al arquitecto de la inteligencia militar iraní en los
últimos veinte años.

Innovación, vigilancia y aproximación


En lo contemplado en el planeamiento a futuro de las políticas de seguridad y
defensa de nuestro país, el desarrollo doctrinal y nuestras necesidades estra-
tégicas operacionales y tácticas hacen uso extensivo de medios tecnológicos
inteligentes dentro de los cuales están las aeronaves remotamente controladas.
Por lo tanto, estos medios aéreos crean una sinergia operacional del dominio
de la batalla aeroterrestre que multiplica la capacidad militar de nuestro país, no
solo para configurar los riesgos, peligros y amenazas a la seguridad nacional,
sino para alcanzar un alto grado de operatividad con nuestros socios de la OTAN.
Uno de los objetivos de las FF. MM. es lograr innovar no solo en el ámbito
doctrinal, sino material de los medios y armas utilizados en la guerra. Debido a
las características de los conflictos posmodernos, los encuentros de dos es-
tructuras armadas son difíciles de producirse, siendo quizá más importantes los
hechos que resultan en el ámbito no militar. Así, el MDN, (mediante la Dirección
de Ciencia, Tecnología e Innovación, adscrita al Viceministerio del Grupo Social
y Empresarial de la Defensa, GSED) y la Corporación de la Industria Aeronáutica
Colombiana (CIAC) han venido trabajando en el diseño y fabricación de equipos

227
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

innovadores, tecnológicos y facilitadores de la estrategia militar para el segui-


miento, vigilancia y localización de áreas afectadas por cultivos ilícitos, personas
o grupos, control de áreas y facilitador del mando y control para el desarrollo
de operaciones de precisión quirúrgica enmarcadas en la doctrina de operacio-
nes especiales contra objetivos de alto valor de organizaciones narcoterroristas,
pero también con fines de ayudar en la vigilancia de activos estratégicos.
Mediante sus capacidades, el MDN y la CIAC proyectan la fabricación de
aeronaves remotamente tripuladas con el fin de reemplazar los vehículos aé-
reos no tripulados como el Hermes 450 y el Hermes 900, fabricados por Elbit
Systems, de Israel, y el Boeing Insitu Scan-Eagle, de EE. UU. (Zeitoun, 2020), los
cuales tienen unos elevados costos de operación y mantenimiento. Esta iniciati-
va crea las condiciones de autosuficiencia en el desarrollo de drones para nues-
tro país, permitiendo contribuir a la seguridad y vigilancia de activos estratégicos
nacionales y dar ubicación en tiempo real de áreas afectadas por el narcotráfico
y la minería ilegal y hacer seguimiento de grupos delincuenciales que se favore-
cen económicamente de este factor de inestabilidad.
En la aplicación del concepto de operaciones conjuntas, la FAC, mediante
el empleo de estos equipos, proporciona un gran apoyo en el desarrollo de las
mismas, proporcionando información puntual sobre objetivos de alto valor, con-
figurados dentro de las prioridades del Gobierno nacional y, junto con el Ejército
Nacional, logra articular sus capacidades con el fin de cumplir con las líneas
estratégicas dictadas por el MDN. Estas acciones se llevan a cabo en varias re-
giones del país donde persiste el accionar de grupos armados organizados que
se constituyen como objetivos enmarcados dentro de los DD. HH. y el DIH.
En el caso del Ejército Nacional, por citar un ejemplo de su acción, las uni-
dades adscritas a la XVIII Brigada emplean tecnologías del tipo ISR (Intelligence,
Surveillance and Reconnaissance [inteligencia, vigilancia y reconocimiento]) o dro-
nes Art para el acceso al control, seguimiento y vigilancia del activo estratégico
del oleoducto Cusiana, principal productor e importador de crudo actual del país
y cuyas líneas atraviesan el país de oriente a occidente. El empleo facilita la infor-
mación en tiempo real sobre las acciones o situaciones que se presenten sobre
estas líneas, permitiendo a las unidades de tierra el control operacional del área
asignada. En otros casos los equipos son empleados como Sistemas Aéreos No
Tripulados para Maniobras Terrestres (SANMT) por Fuerzas Especiales (FF. EE.) o
unidades de infantería en el desarrollo de maniobras contra grupos insurgentes
(Zeitoun, 2020).

228
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

Finalmente, la Armada Nacional usa el Boeing Insitu Scan Eagle en apoyo a


sus operaciones marítimas de sus fragatas. Opera Art con misiones de ISR, para
atacar embarcaciones a flote que se dedican al narcotráfico. Y la Ponal opera un
estimado de 35 UAV/ART, principalmente del tipo Micro y Mini UAV-Autocopter
(Zeitoun, 2020), que desarrolla tareas de vigilancia y seguimiento en el desarrollo
de marchas, actos multitudinarios, concentraciones de personas, control de tráfi-
co de carreteras y demás actividades policivas que van de la mano con el control
de las acciones delictivas que atentan contra la seguridad y defensa nacional.

Experiencia para Colombia


En octubre de 2003, la OEA diseñó un nuevo concepto de seguridad para el he-
misferio occidental que amplió el campo de aplicación de la definición de la
seguridad y defensa nacional, lo que, en concordancia con el proceso de glo-
balización mundial, contempla nuevas amenazas y desafíos en el campo no mi-
litar, el cual considera ya todo problema una amenaza potencial a la seguridad
del Estado. Esta nueva doctrina recibe el nombre de Seguridad Hemisférica o
Muldimensional, toda vez que contempla amenazas en aspectos políticos, so-
ciales, económicos, de salud pública y medioambiental y le imprime la caracte-
rística de la militarización a toda la problemática social que aqueja a nuestros
países. Desde la década de 1950, América Latina sufrió procesos políticos de
Gobiernos militares a los cuales Colombia no fue ajeno, lo cual desembocó en
una violación sistemática de los DD. HH., empeoramiento de las condiciones de
la masa trabajadora y el desmantelamiento de la industria nacional convirtiendo
nuestro país en exportadores de materias primas y recursos sin terminar.
La seguridad multidimensional ha sido potenciada con la ayuda de EE. UU.,
lo cual ha permitido que los recursos originalmente utilizados para la lucha con-
tra las drogas sean también destinados para la lucha contrainsurgente, redun-
dando en beneficios de fortalecimiento de la institucionalidad de nuestro país,
aunque también ha traído aspectos negativos, como el problema de narcotráfico
visto desde una óptica militar y no como un problema de salud pública.
Enmarcada en la teoría de la obligación, la doctrina de la seguridad hemis-
férica se encuentra condicionada por EE. UU., ya que su ayuda militar se limita
a una lucha frontal contra las drogas, creando una dependencia de la ayuda del
mencionado país. Enmarcados en el desarrollo de la política exterior, podemos
señalar que es mucho más importante el campo no militar, en las relaciones

229
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

entre los Estados, toda vez que la simple mención de la suspensión de la ayuda
militar o las preferencias arancelarias tendrían el efecto inmediato de que un
Estado deba plegarse a los intereses de los EE. UU. de forma inmediata.
No es nuevo que uno de los retos en seguridad y defensa ha sido la capaci-
dad real que tiene el Estado colombiano en términos de gasto para mantener la
ofensiva contra grupos al margen de la ley. Este ha sido uno de los principales
elementos que históricamente han configurado la prospectiva; no obstante, es
necesario indicar que los estudios de prospectiva en el país no han sido nume-
rosos y más bien se han dado como esfuerzos aislados de algunos ministerios
que han reflexionado sobre las necesidades coyunturales, por lo que elementos
como el gasto siempre saldrán a relucir en estos análisis, pero el mismo no es
más que una variable de la prospectiva propiamente (Jaramillo, 2012).
A pesar de que el país tiene deficiencias en cuanto a la prospectiva, dentro
de la PDS se han incluido ítems de prevención y prospectiva, tal vez con el
error de reducir esta última a técnicas y no a estudios reales y completos en
el ámbito de la seguridad nacional, sin caer en la lógica de diagnósticos futuros
sobre situaciones desconocidas. Por ejemplo, en la actual PDS, la prospectiva
se entiende como el uso de herramientas y alertas tempranas y técnicas para
la prevención que el Estado debe realizar en el ejercicio de control institucional
del territorio para dificultar y, en lo posible, impedir el surgimiento de nuevas
áreas de cultivo o de extracción ilícita.
En este sentido, la anticipación se considera indispensable para impedir
áreas de expansión de cultivos, corredores de movilidad del narcotráfico y zonas
para el procesamiento de pasta de coca y obtención de clorhidrato de cocaí-
na. Igualmente, se prevé que la comunidad de inteligencia evolucione hacia una
doctrina y métodos para desarrollar capacidades de inteligencia preventiva, pre-
dictiva y proactiva, lo que en otras palabras se traduce en la necesidad de inteli-
gencia prospectiva que identifique y evalúe los escenarios de riesgo y amenaza,
señalando así las causas, consecuencias y alternativas de posibles acciones en
pro de tales escenarios de riesgo (MDN, 2019).
Según lo mencionamos anteriormente, hay que darle un realce a la inmer-
sión de la aplicación de la disuasión, afinándola a la diplomacia para la defensa
nacional, siendo esta el campo de acción número uno en el desarrollo de los
principios de la PDS estimada dentro del cuatrienio presidencial, dándole a la di-
suasión la relevancia de una aplicación creíble que inhiba, impida y haga desistir
factores que atenten contra la soberanía nacional (MDN, 2019).

230
Obligación, constructivismo y drones:
de la amenaza a la acción

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

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232
Capítulo 8
La intervención
como herramienta
de poder estratégico*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.08

Luis Iván Marcucci Hernández


Rubén Darío Domínguez Areco
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El este artículo se realiza una revisión bibliográfica de la intervención como he-
rramienta de poder estratégico. El trabajo contiene tres apartes. En el primero, se plantean
definiciones y conceptos sobre la intervención, lo que incluye aspectos como el poder
nacional, la intervención bajo la óptica de las relaciones internacionales y de la estrategia
militar, así como la tesis de la intervención por invitación y el consentimiento del Estado.
En el segundo, se analiza la intervención de EE. UU. en Irak y, en el tercero, se abordan
las posibilidades del empleo de la intervención en Colombia. Las conclusiones muestran
que la intervención ha sido una herramienta históricamente empleada para ejercer poder
en situaciones estratégicas, especialmente por parte de las grandes potencias que son
las que cuentan con los recursos que demanda la financiación de equipos, tecnología y
hombres.

Palabras clave: EE. UU.; intervención; Irak; poder estratégico; relaciones internacionales.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

233
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Luis Iván Marcucci Hernández


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Seguridad y Defensa
Nacionales, Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, y profesional en
Ciencias Militares, Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”.

Rubén Darío Domínguez Areco


Mayor del Ejército de la República del Paraguay. Magíster en Estrategia y Geopolítica,
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; en Operaciones Militares, Escuela
de Perfeccionamiento de Oficiales del Ejército de la República del Paraguay, y en Ciencias
Militares, Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de la República del Paraguay.
Posgraduado en Administración Financiera Pública, Universidad Católica de Asunción;
especialista en Operaciones Militares, Instituto Militar de las Armas y Especialidades del
Ejército de la República del Paraguay, y licenciado en Ciencias Militares, Academia Militar
“Mariscal Francisco Solano López”.

Citación APA: Marcucci Hernández, L. I. & Domínguez Areco, R. D. (2022). La inter-


vención como herramienta de poder estratégico. En A. Montero Moncada (Ed), Poder
y estrategia. Elementos para la supervivencia del Estado (pp. 233-276). Sello Editorial
ESDEG. https://doi.org/10.25062/9786289530483.08

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

234
La intervención
como herramienta de poder estratégico

Introducción
Llegada a su fin la Guerra Fría (1947-1991), el ordenamiento mundial basa-
do en la bipolaridad quedó como un fundamento arcaico, obsoleto; la nueva
era exigía la aparición de novedosos principios, normas y reglas formales e
informales, ajustadas a las nuevas estrategias que dieran respuesta a sus
exigencias y a las insuficiencias de estructuras de seguridad colectiva, con lo
que incorpora la idea de seguridad nacional y las necesidades de la seguridad
humana (Kaldor, 2008; García & Rodrigo, 2008). Este enfoque le da cabida al
rol protagónico de la ONU y de las demás instituciones multilaterales en las
decisiones sobre el uso de la fuerza y en la conducción de las operaciones hu-
manitarias y armadas (Huguet, 2001; Avilés & Sepúlveda, 2010).
La intervención se constituyó en una herramienta de poder que busca
cambios trascendentales en comportamientos y políticas adoptadas por un
Gobierno dentro de un país y obedece a una decisión política del Estado, grupos
de Estados u organizaciones que la ponen en ejecución, con lo que obedecen a
un planeamiento estratégico de alto nivel como respuesta a las agresiones, atro-
pellos e infracciones a los DD. HH. y al DIH por parte de Gobiernos autoritarios y
dictatoriales.
La concepción estratégica de la intervención como herramienta de poder
se fundamenta en los campos de las RR. II. y el militar, para lo cual desarrolla
actividades enmarcadas dentro del soft power y el hard power sin dejar de lado
el smart power.
Acorde con la nueva situación con implicación e impacto en las RR. II.,
se desarrollaron investigaciones argumentativas por parte de la Comisión
Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados (ICISS, por sus
siglas en inglés) aspecto que aún es analizado, estudiado y contemplado de

235
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

manera tímida en la teoría de las RR. II. y con íntima relación entre el poder hege-
mónico y el ordenamiento mundial. Al respecto deben medirse los alcances de la
definición conocida de la intervención:
La interferencia por parte de un Estado soberano, un grupo de Estados o una
organización internacional, que involucra la amenaza o el uso de la fuerza o de
algún otro medio de presión, en la jurisdicción doméstica de un Estado indepen-
diente en contra de la voluntad o los deseos de su Gobierno. (Bull 1948, p. 1).

En el caso colombiano existe el debate acerca de si existieron las condiciones


para una intervención humanitaria o militar, como el fantasma de Estado fallido
o los acontecimientos sangrientos en los años 1980 y 1990. Para el estudio aca-
démico y de algunas organizaciones internacionales y del mismo Departamento
de Estado de EE. UU., Colombia estaba ad portas del colapso y preocupaba que
fácilmente se constituyera en un factor de inestabilidad regional, al que se le
sumó el factor del narcotráfico como elemento que debilitaba aún más las es-
tructuras del Estado.
La posibilidad de una intervención abiertamente no llegó a plantearse, por
la misma connotación de que se trataba de un conflicto interno por la toma del
poder; para los efectos propios del manejo de la opinión pública de no interven-
ción en asuntos internos, hábilmente esa ayuda llego bajo una estrategia muy
bien diseñada que cubría aspectos de apoyo humanitario y de respuesta militar
ampliamente conocida como Plan Colombia.
Este artículo pretende aportar elementos de análisis para la discusión aca-
démica desde la perspectiva del Estado colombiano, mediante una revisión bi-
bliografía de la intervención como herramienta de poder, más que un trabajo de
campo para determinar si esta herramienta de poder estratégico puede aplicar-
se para enfrentar las amenazas plenamente identificadas.
Para efectos metodológicos se despliegan cuatro ejes temáticos: se desa-
rrolla una discusión teórica para presentar un concepto actualizado de lo que es
la intervención como herramienta de poder; se efectúa un análisis del contexto
de la intervención desde la perspectiva de las RR. II. y las ciencias militares; se
examina un evento exitoso de la intervención como herramienta de poder, y, fi-
nalmente, se analizan las posibilidades de empleo por parte de Colombia para
enfrentar las amenazas establecidas.

236
La intervención
como herramienta de poder estratégico

La intervención: definiciones y conceptos


Las herramientas de poder que pueda tener cualquier Estado-nación estarán
sometidas a la naturaleza versátil y adaptable, a las circunstancias de tiempo
modo y lugar, así como a la permanente transformación del sistema imperante
en la comunidad internacional.
Para el caso específico de la intervención como herramienta de poder estra-
tégico, resulta conveniente contextualizarla alrededor de las RR. II. y la ciencia
militar, entendida esta como la estrategia de seguridad nacional.

El poder nacional
De acuerdo con el análisis de Gioffreda (2019), la contextualización de lo que
es el poder nacional ha sido ejercicio académico de amplio debate, a pesar de
que su introducción en el ámbito internacionalista es reciente (años 1970) y su
injerencia impacta los diferentes escalones de la política a nivel regional y global;
algunos de sus estudiosos llegan afirmar que la política y el poder nacional se
complementan y que no pueden llegar a su desarrollo sin su acorde estructura-
ción e integración.
Para los efectos de la comprensión cabal de por qué la intervención es una
herramienta de poder, es imprescindible tener claridad sobre lo que es y repre-
senta el poder nacional, lo que se sustenta en algunos de los conceptos emitidos
por los estudiosos del tema. Para los politólogos internacionalistas Stephens y
Baker (2006), los Estados formulan y ejecutan sus estrategias mediante la su-
matoria de sus capacidades y de la voluntad política de su gobernante; común-
mente este instrumento se conoce como poder nacional. Al analizar el concepto,
es de entender que en el diseño de los objetivos e intereses nacionales existen
dos elementos fundamentales: 1. Las capacidades del Estado como un todo y 2.
La voluntad o decisión política, con lo que plasma el poder nacional.
En términos generales, el poder es la facultad, habilidad, capacidad o autori-
zación para acometer una determinada acción que permita obtener unos efec-
tos deseados, con arreglo a la voluntad de quien lo detenta (Reveron & Cook,
2013). Es claro para los tratadistas que el poder conlleva una serie de acciones
propias de quien lo ejerce como conductor político, con base en herramientas
como los mecanismos legales, para el caso de las democracias, la Constitución
y la ley que se plasman en variantes como las facultades del ejercicio del cargo,
las habilidades y capacidades políticas.

237
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Kaldor (2010) considera que el poder nacional se ejerce en el campo in-


ternacional mediante la parafernalia diplomática, estructuras comerciales y
culturales y la diplomacia militar, en las RR. II. que se sostienen con los demás
países, a fin de hacer prevalentes los intereses nacionales. En el campo interno
se produce por medio del ordenamiento institucional representado en las ins-
tituciones gubernamentales que garantizan la paz pública y la conducción del
país hacia las metas de progreso y bienestar. Kaldor determina, así mismo, lo
que es el ejercicio del poder en el campo de las RR. II., para lo cual utiliza lo que
denomina la “parafernalia diplomática”, en todos sus campos de acción como el
político, económico el psicosocial, militar y la opinión pública en todos los niveles
del ámbito internacionalista para el desarrollo y cumplimiento de los intereses
nacionales.
En resumen, puede entenderse que el poder nacional es una herramienta
constitutiva del Estado en su más alto nivel político estratégico, con el cual se
conforma todo el potencial tangible e intangible contenido en los campos del
poder y de acción del Estado, de manera sincronizada y plenamente articulada,
para lograr la consecución de los objetivos e intereses nacionales en los niveles
externo e interno y que obedece estrictamente a lo que es el ejercicio de la go-
bernanza denominada voluntad política, fundamental en el proceso de toma de
decisiones del más alto nivel político estratégico.

La intervención desde la óptica de las relaciones


internacionales
La intervención internacional es uno de los fenómenos centrales en la diná-
mica política contemporánea; no obstante, la teoría de las relaciones interna-
cionales no se ha ocupado mucho de ella; en términos generales, los trabajos
de carácter teórico la designan por defecto al referirse más bien al tema de la
soberanía estatal (Rojas, 2012, p. 85).

Acorde con lo anterior, queda claro que la intervención como herramienta


de poder hace parte de la agenda internacional y es un aspecto de la dinámi-
ca de la actual política global. A pesar de la controversia generada cuando se
ejecuta, los teóricos de las RR. II. poco se ocupan de su estudio y más bien
direccionan su análisis al ámbito de la soberanía de los Estados y de la injeren-
cia en asuntos internos. Esto polariza la agenda internacional, según el matiz
ideológico de quien o quienes la ejecutan, lo que es tenido como bandera para
enfocar el análisis y las conclusiones en el estudio casuístico, así como su

238
La intervención
como herramienta de poder estratégico

respectivo examen académico una vez presentado un caso de intervención por


parte de un Estado o alianza de Estados.
La justificación tradicional la define como la interferencia por parte de un
Estado soberano, un grupo de Estados o una organización internacional, que
involucra la amenaza o el uso de la fuerza o de algún otro medio de presión, en
la jurisdicción doméstica de un Estado independiente en contra de la voluntad o
los deseos de su Gobierno (Bull, 1984).
Cuando se enfoca el concepto interferencia para el desarrollo analítico, se
alude al entrometimiento, intrusión o interposición que un Estado o grupo de
Estados soberanos, asociados mediante coaliciones, ejercen sobre las políti-
cas, acciones opresoras violatorias y ejecutorias de impacto humanitario que un
Gobierno desarrolla contra un conglomerado considerable de ciudadanos y que
viola sus derechos fundamentales y hace necesaria su imperiosa protección.
De hecho, la intervención conlleva acciones de tipo coercitivo, restrictivo, de
tendencia política o diplomática o, en su defecto, el uso directo de la fuerza bélica
militar de un Estado o coalición contra otro, con el firme propósito de cambiar
su proceder, su sistema de Gobierno o sus políticas de claro matiz violatorio y
dictatorial. La intervención en el campo internacional puede desarrollar y llevar a
cabo actividades directas, tales como la guerra, o acciones indirectas, como los
bloqueos, los embargos económicos, rompimiento de relaciones etc.
Dado que un acto de interferencia puede darse a través del ejercicio de la vio-
lencia, la presión económica o alguna otra forma de constreñimiento, es la coac-
ción de la voluntad y no el medio a través del cual se logra lo que constituye la
esencia de la intervención. (Thomas & Thomas, 1956, p. 243).

La intervención desde la óptica de la estrategia militar


Los diferentes analistas de la intervención coinciden en que la decisión de lle-
var a cabo una operación de este tipo corresponde al más alto escalón político
gobernante del Estado o grupo de Estados en coalición, en conjunto con sus
comandantes militares y Estados mayores que la desarrollan, y que a este cons-
tituye, igualmente, un planeamiento de alto nivel estratégico en el que se involu-
cran temas operacionales y logísticos de un impacto mayor estratégico político
militar en los campos interno y externo.
En un enfoque más direccionado a la estrategia militar, el Army War College,
de EE. UU. (2019) conceptúa como eficaz comprender que el poder nacional se
estructura y se fundamenta en dos variables: 1. La capacidad nacional (tangibles

239
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

e intangibles) representada en la sumatoria de la consistencia y fortaleza de los


campos de acción como son el político, psicosocial, económico, militar y opinión
pública, y 2. La voluntad política, entendida esta como la decisión de los go-
bernantes para emplear la capacidad nacional y asumir los riesgos e impactos
que estas decisiones representan, tanto en el orden interno como externo. En
este concepto se integran hábilmente los campos de acción o de poder nacio-
nal como un todo, lo que da paso a lo que sería una estrategia interagencial, en
busca del empleo de la capacidad nacional como un ente consolidado e integral,
para asumir la responsabilidad que los riesgos y amenazas ameritan en el con-
texto interno y externo, relacionados con la seguridad nacional y la de un pueblo
oprimido y maltratado.
Desde la perspectiva del Estado moderno, los Estados soberanos están en
la obligación moral y ética de garantizar la vida, la libertad, la seguridad, el bien-
estar y los derechos fundamentales de sus ciudadanos; cuando un Estado no
cumple con esta obligación fundamental, los actores internacionales se arrogan
una especie de derecho de vigilancia, lo que se podría denominar el giro humani-
tario de la soberanía (IMF, 1997). Se establece entonces que los derechos de los
individuos y de los pueblos prevalecen por encima del derecho de los Estados,
en definitiva, el ser humano y la sociedad en general se encuentran en el centro
de la protección.

La responsabilidad de proteger, según la carta


de Naciones Unidas y la doctrina
de la responsabilidad de proteger.
La Carta de Naciones Unidas es un mecanismo instrumentado de derecho inter-
nacional y es vinculante y de obligatorio cumplimiento para los Estados miem-
bros de la ONU; aglutina los principios y fundamentos de las relaciones interna-
cionales, desde la concepción de la igualdad soberana de los Estados, llegando
a la prohibición del uso de la fuerza en las RR. II.
La decisión de la implementar la acción de la intervención se fundamenta en
dos factores plenamente identificados y establecidos por las normas interna-
cionales: 1. La responsabilidad de proteger, según la carta de Naciones Unidas,
y 2. La concepción moderna de la “buena gobernanza” o buen gobierno como
condición sine qua non del ejercicio de la soberanía.

240
La intervención
como herramienta de poder estratégico

En el presente análisis, resulta imperativo la contextualización del capítulo


VII de la Carta de las Naciones Unidas, documento rector y referente que sumi-
nistra y aporta las directrices y normas para que el Consejo de Seguridad de la
ONU tome la decisión del empleo de acciones y medidas coercitivas que justi-
fiquen la responsabilidad de proteger. La percepción y el concepto general de la
ejecución e implementación está puesto de manifiesto de forma explícita en los
artículos 39 a 51 de la Carta capitulo VII.
En el articulado se da la aprobación y se ratifica que sea el Consejo de
Seguridad de la ONU quien tome la decisión ante hechos flagrantes, evidentes e
inaceptables, violatorios de la norma como lo especifica: “la existencia de toda
amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión” (Naciones
Unidas, s.f.), para presentar recomendaciones y decida cuáles serán los cursos
de acción y demás medidas que no requieran el uso de la fuerza armada o que
impliquen el empleo de una acción militar que tenga como propósito mantener o
restablecer la paz y la seguridad internacional.

La doctrina Monroe: América


para los americanos
Otro elemento doctrinal que resulta imperante, al analizar el tema de la inter-
vención como herramienta de poder, es la doctrina Monroe, “América para los
americanos”, conocida como el inicio de lo que es la política exterior de EE. UU.
y fundamento de poder en las relaciones internacionales, como lo describe
Martínez (2020).
Esta política tenía como finalidad no tolerar la intervención de las potencias
europeas en los asuntos y temas internos de los países del hemisferio ameri-
cano; su origen se remonta a un mensaje al Congreso de EE. UU. del presidente
James Monroe (1817-1825) el 2 de diciembre de 1823; fue tomada como política
de las relaciones internacionales y años después es asumida por los contradic-
tores de EE. UU. como el fundamento del intervencionismo americano (Miranda
& Santana, 2019).
Vale resaltar que la doctrina Monroe fue promulgada en un momento en que
EE. UU. no era la potencia que es hoy ni ostentaba el poder militar para inspirar-
la; años después, tomaría trascendencia en la definición y establecimiento de
las relaciones internacionales entre Norteamérica y el resto del continente, por
lo que se considera, según los detractores ideológicos, un anuncio del futuro

241
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

imperialismo estadounidense y base de las acciones de intervención con accio-


nes económicas, políticas, sociales y militares, lo que da cabida al sesgo ideoló-
gico contra la potencia americana.

La intervención por invitación y el consentimiento del Estado


Al llevarse a cabo e implementarse acciones que conllevan a la intervención mi-
litar en el territorio de cualquier Estado-nación, hay como repercusión una po-
lémica, ya sea de apoyo o de rechazo, así esta intervención sea realizada por
invitación y consentimiento del Estado donde se realiza y se ejecuta la opera-
ción; resulta de importancia conocer y establecer cuáles son las condiciones y
requisitos que permiten que dicha acción tenga matices de validez y de recono-
cimiento ante la comunidad internacional.
En los casos específicos de Nicaragua contra EE. UU. (1986) y República del
Congo versus Uganda (2005), entre otros de referencia, la Corte Internacional de
Justicia (CIJ) es contundente al afirmar que
En principio, la intervención militar de un Estado en el territorio de otro Estado
que así lo ha solicitado es lícita en derecho internacional. Se trata de un coro-
lario del principio de la soberanía de los Estados que cuenta con el respaldado
de una amplia práctica estatal. (Corte Interamericana de Derechos Humanos
[CIDH], 1999, p. 14)

Queda plenamente establecido que tanto la solicitud de intervención como


la aceptación por parte del otro u otros Estados deben estar enmarcadas en un
tratado firmado por los Gobiernos legítimamente establecidos.
Son varios los casos donde se tipifica la intervención militar por invitación y
con el consentimiento explícito y formal por parte de un Estado. Uno de los de
mayor impacto, análisis y recordación es el de la demanda de asistencia, apoyo
y despliegue militar y logístico para enfrentar y neutralizar al Estado islámico por
parte de Irak. El componente de Estados que lideró la coalición internacional ha
defendido y justificado su intervención militar contra el Estado Islámico, como
réplica a la solicitud expresa de ayuda y auxilio formulada por las autoridades y
específicamente por el Gobierno iraquí (Ramírez, 2018).
Un hecho reciente que enmarca la intervención por invitación tiene como
escenario el teatro geográfico africano en el que se involucran Turquía y Libia.
Esta acción genera impacto indirectamente, porque compromete a los demás
países de la región que ven con preocupación cómo esta alianza afecta sus in-
tereses geopolíticos. El pasado 26 de diciembre de 2019, el presidente de Turquía

242
La intervención
como herramienta de poder estratégico

Recep Tayyip Erdoğan informó sobre su intervención activa en Libia como respuesta
a la petición de apoyo del Gobierno de Trípoli, con el fin de respaldar y colaborar mili-
tarmente contra las operaciones ofensivas de los rebeldes (Ynfante, 2020).
Son pocos los países que se solidarizan y que respaldan decididamente al
Gobierno libio; son Turquía y Catar los únicos reconocidos por Naciones Unidas,
situación que, según los opositores, se trata de un Gobierno impuesto por ese
organismo. El país entró en crisis desde 2014, tras la muerte de Gadafi, producto
de las intenciones y acciones separatistas del general Jalifa Hafter, quien pretende
apoderarse de la parte oriental del país. Hafter no tiene ninguna legitimidad inter-
nacional, es escasa su aceptación y se sabe que cuenta con la ayuda y amparo de
mercenarios rusos y la asistencia clandestina que proveen Egipto y los Emiratos
Árabes (Ghotme & Ripoll, 2018).

EE. UU. y Colombia ¿intervención por invitación?


De acuerdo con Jassir (2020), Colombia ha sido señalada como un país con
serios vacíos en lo que respecta al manejo de la política exterior, sin una política
de Estado específica acorde con el desarrollo y la ejecutoria de los objetivos e
intereses nacionales. Históricamente han sido dos las doctrinas derrotero en las
RR. II. del país: respice polum (Mirar al Norte) y respice similia (Mirar a tus seme-
jantes), establecidas, respectivamente, por los gobiernos de Marco Fidel Suárez
(1918-1921) y Alfonso López Michelsen (1974-1978). Estas dos doctrinas han
establecido la hoja de ruta de los diferentes Gobiernos hasta la fecha.
Tickner (2007) señala que la internacionalización del conflicto interno que
se vive en Colombia se ha realizado mediante la estrategia “intervención por
invitación”. Según la autora, los Gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe
aumentaron la relación y vinculación del país con EE. UU., lo que propició la in-
jerencia e intromisión de ese país en asuntos internos relacionados con las lu-
chas antidrogas y contra el terrorismo. Tickner sustenta su punto de vista en
elementos conceptuales de varios tratadistas y estudiosos de la intervención,
que permiten ubicarla en el contexto académico para analizar el desarrollo y evo-
lución de la política exterior de Colombia, durante los citados Gobiernos. Resulta
oportuno acotar que esta tesis fue acogida y apoyada por los contradictores de
estos Gobiernos y de la cooperación internacional obtenida conocida como Plan
Colombia; la autora manifiesta que Colombia basó y fundamentó el desarrollo
de sus intereses y objetivos nacionales mediante alianzas con EE. UU. (Tickner,
2007).

243
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Para contextualizar y tener una referencia de los orígenes de esta concep-


ción es importante tener claridad sobre dos directrices de relaciones internacio-
nales: las doctrinas respice polum y respice similia (Cuenca et al., 2019).
La doctrina respice polum aparece en el contexto de las RR. II. de Colombia
en el Gobierno de Rafael Reyes (1904-1909). En su disertación, anunció ante
el Congreso de la República, en 1905, la designación de un representante del
Gobierno con rango ministerial en Washington, con la misión de efectuar acer-
camientos y limar asperezas ante la situación crítica presentada entre los dos
países causada por la separación de Panamá, apoyada por EE. UU. Las negocia-
ciones bilaterales se prolongaron cerca de nueve años, con altibajos hasta cuan-
do los plenipotenciarios Urrutia y Thompson firmaron un tratado el 6 de abril de
1914, que lleva sus apellidos.
Entre los aspectos más relevantes de este tratado, además de restablecer
las relaciones binacionales entre los dos países, están, entre otros asuntos: el
derecho de Colombia de transportar y transitar tropas; el paso de buques y ma-
teriales de guerra sin pagar el peaje por el canal de Panamá, y el reconocimiento
del pago de indemnización a Colombia, 25 millones de dólares, por los efec-
tos causados por la separación de Panamá (Pulido, 2020). Por su parte, Garay
(2009) sostiene que el pragmatismo se opone a la subordinación por parte de
Colombia ante EE. UU.:
El pragmatismo puede considerarse como una posición mediante la cual los
actores buscan que sus acciones y decisiones sean efectivas en la prácti-
ca. Esto es, el pragmatismo puede considerarse como una forma de tomar
decisiones, lo que contradice las tesis de los que ven esta relación como un
ejercicio de subordinación, dependencia y de colonialismo que permite la in-
tromisión en los asuntos internos. (Garay, 2009)

Este modelo pragmático de las relaciones colombo-americanas ha permitido


el logro de varios objetivos para Colombia en varios campos, a saber: la inclusión
y participación de Colombia en artículo del sistema internacional; la recepción de
apoyos de recursos económicos, tecnología, planes de desarrollo, seguridad, etc.;
la consecución y consolidación de relaciones y compromisos comerciales benefi-
ciosos para diferentes sectores, entre otros. De acuerdo con este autor, Colombia
no debe ni puede quedarse incomunicada ni separada de una de las potencias
mundiales; la hipótesis de subordinación que algunos exponen de Colombia ante
EE. UU. es inexistente: el pragmatismo es el modelo reinante en estas relaciones.

244
La intervención
como herramienta de poder estratégico

La estrategia respice similia (mirar a los semejantes), atribuida a Alfonso


López Michelsen, ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Lleras
Restrepo, está encaminada a pluralizar las relaciones internacionales de un
modo más horizontal, acorde con la tendencia sur-sur. Esta estrategia no cuenta
con críticos debido a su filosofía de apertura y, principalmente, al distanciamien-
to de EE. UU.

La intervención de EE. UU. en Irak


El hecho de no haber encontrado armas de destrucción masiva en Irak llevó a
los intentos del presidente George W. Bush y otros en su administración a uti-
lizar justificaciones humanitarias para defender la destitución del régimen de
Sadam Husein. Como era de esperarse, este argumento desencadenó en su
momento un intenso debate entre los académicos, los medios de comunicación
y los grupos de defensa de los derechos humanos sobre si la invasión de Irak
constituyó una intervención humanitaria, lo que significa usar la fuerza militar
en otros Estados para detener los abusos de los derechos humanos o promover
los derechos humanos. Un crítico particularmente abierto de esta táctica fue el
director de Human Rights Watch, Kenneth Roth, cuyo ensayo en el Informe mun-
dial de 2004 de Human Rights Watch sostuvo que la invasión de Irak no fue una
intervención humanitaria legítima, ni debería ser considerada como tal (Human
Rights Watch [HRW], 2004).
Roth (2004) argumenta que las principales justificaciones dadas original-
mente para la guerra en Irak fueron la supuesta posesión de armas de destruc-
ción masiva por parte de Sadam Husein, incluida su incapacidad para revelar y
descontinuar programas de armas relevantes como lo requieren varias resolu-
ciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así como los supues-
tos vínculos del régimen con terroristas vinculados a Al Qaeda.
Sin embargo, en el momento de escribir este artículo, no se han encontra-
do armas y no se ha presentado ninguna evidencia creíble de un vínculo entre
Sadam Husein y Al Qaeda antes de la guerra; aquí radicó la apelación a EE. UU.
del argumento humanitario. Como escribe Bellamy (2016), la guerra de Irak de
2003 fue importante porque representó la primera vez que un grupo de Estados
intervinientes justifica sus acciones refiriéndose a los resultados humanitarios
que fueron producidos por actos principalmente motivados por preocupaciones
no humanitarias.

245
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

EE. UU. tiene una historia de uso de la fuerza militar para diversos fines y de
intentar justificarla en nombre del avance de la democracia, particularmente en
América Central, durante la década de 1980. Tendencias recientes en la conduc-
ta y el discurso sobre la intervención humanitaria basada en la práctica estatal
se presentaron durante la Guerra Fría y la década de 1990; sin embargo, puede
interpretarse como una concesión de credibilidad al argumento de la adminis-
tración Bush, de que el recurso a la fuerza en Irak puede justificarse por motivos
de DD. HH. (Ridruejo, 2017).
La guerra en Irak se ajusta a varias normas internacionales legales o de otro
tipo, invocadas previamente por académicos y Gobiernos para justificar inter-
venciones humanitarias pasadas. Así, aunque ambiguo, el marco legal normati-
vo emergente relevante para la intervención humanitaria sirve para otorgar cierta
legitimidad, al menos en abstracto, a la guerra de Irak como una intervención
humanitaria justificable. El hecho de que la invasión a Irak mantenga una especie
de aceptabilidad normativa abstracta como intervención humanitaria hizo que la
preocupación de HRW y otros fuera aún más urgente, ya que afecta fundamen-
talmente lo que se percibe como el uso legítimo de la fuerza militar en las RR. II.
Antes del 11S, las normas sobre intervención humanitaria se desarrollaron y
aplicaron en un entorno de seguridad internacional en el que había menos pre-
ocupación por la posibilidad de que una justificación humanitaria para la fuerza
militar pudiera proporcionar cobertura para campañas militares no humanita-
rias, como las asociadas con la guerra contra el terror (Shearman, 2017). Como
tal, el desarrollo normativo de las reglas sobre la intervención humanitaria, por
más informales que estas reglas puedan ser, surgió prestando notoria atención
a lo que se aprendió de experiencias previas con intervenciones humanitarias.
Hasta la guerra de Irak, la instancia más controvertida de fuerza militar de la
época fue probablemente la intervención de Kosovo en 1999, que posteriormen-
te influyó en las discusiones sobre cómo gobernar mejor la intervención humani-
taria y sobre cómo encontrar formas de llevarla a cabo en caso de que el Consejo
de Seguridad de la ONU no actúe (Hlatky & Massie, 2019).
Debido a la urgencia de lograr que los Estados actúen contra los perpetra-
dores de violaciones graves de los DD. HH., gran parte del discurso sobre la in-
tervención humanitaria después de Kosovo hasta antes del 11S llegó a ser tal,
que la autorización del Consejo de Seguridad se consideró menos importante.
La intervención se consideró permisible y para algunos, los motivos incluso se
descartaron (King, 2020).

246
La intervención
como herramienta de poder estratégico

Parecía evidente que, a menos que las reglas sobre el uso de la fuerza se
relajaran un poco, la intervención humanitaria nunca ocurriría cuando y don-
de se necesitaba con más urgencia. Esta fue la lección de Ruanda, donde el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas estaba paralizado y ningún Estado
poderoso tenía un interés de seguridad urgente qué intervenir y dónde; en última
instancia, casi un millón de personas fueron masacradas (Dunford & Neu, 2019).
Sin embargo, en la era del terrorismo global, aligerar los requisitos por lo que se
considera el uso aceptable de la fuerza, incluso si es para dar cabida a interven-
ciones humanitarias bien intencionadas, tiene consecuencias y es muy posible
que se estén presenciando aun actualmente en Irak (Waldman, 2018).
La incertidumbre que siguió a las intervenciones humanitarias del decenio
de 1990, en particular en Kosovo, mostró la necesidad de realizar esfuerzos por
lograr un consenso para llegar a un terreno común sobre las condiciones en
las que la intervención humanitaria debería considerarse permisible. El más im-
portante de estos esfuerzos fue la creación de la Comisión Internacional sobre
Intervención y Soberanía del Estado (ICISS), una comisión internacional de ex-
pertos patrocinada por el Gobierno canadiense bajo los auspicios de la ONU que
emitió un informe al secretario general en 2001 (Barelli, 2018).
El citado informe de ICISS sugiere seis criterios principales para lo que debe
considerarse una intervención humanitaria legítima, que, según los críticos, des-
cartaría la guerra de Irak de 2003 como tal. Sin ningún orden en particular, es-
tos son: motivos correctos (primacía del propósito humanitario); causa justa (el
nivel de violencia debe ser a gran escala); la fuerza debe ser el último recurso;
perspectivas razonables de éxito; proporcionalidad (la fuerza no debe hacer más
daño que bien y debe cumplir con el derecho humanitario), y la autoridad correc-
ta (la fuerza debe ser legitimada por algún marco multilateral).
A continuación, se analiza si los principios defendidos por la ICISS, junto con
otros discursos prevalentes sobre la práctica estatal pasada de la intervención
humanitaria, presentan credibilidad al argumento de que la guerra de Irak puede
justificarse por motivos humanitarios como algo que se aproxima al uso legítimo
de la fuerza militar.

Motivos del interviniente


El criterio adoptado por los críticos del argumento humanitario como la razón más
obvia y poderosa por la que la guerra de Irak no es una intervención humanitaria es
que no estaba justificada como tal, o al menos que dicha justificación era secundaria

247
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

(King, 2020). Sobre la base de la retórica que condujo a la guerra, llevar la demo-
cracia a Irak se consideró de importancia derivada para la Administración Bush, al
menos retóricamente. Cuando el exsecretario de Estado Colin Powell defendió la
guerra ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en febrero de 2003, sus
comentarios se centraron principalmente en la supuesta posesión de armas de des-
trucción en masa por parte de Irak, refiriéndose solo tangencialmente a la crueldad
de Sadam hacia su propio pueblo (Yetiv, 2018). La retórica, por supuesto, cambió
después de que no pudo encontrarse evidencia de tales armas.
Sin embargo, en la práctica anterior de la intervención humanitaria, el criterio
del motivo se ha aplicado, en el mejor de los casos, de manera inconsistente.
Por ejemplo, la intervención de India en Pakistán Oriental durante la guerra de
Bangladesh de 1971, a menudo ha sido citada por los juristas como un ejemplo
de intervención humanitaria legítima, a pesar de que la principal justificación de
India para el uso de la fuerza fue la prevención de la entrada de refugiados ben-
galíes en India (Kusano, 2017).
Dio la casualidad de que, en ese caso, la derrota militar de Pakistán por par-
te de India ayudó a poner fin a la brutalidad de Pakistán contra los bengalíes.
Se han planteado argumentos similares sobre el derrocamiento por Vietnam
del régimen asesino de los Khmer Rouge de Pol Pot, en Camboya en 1979. Al
explicar sus acciones, Vietnam defendió su uso de la fuerza contra Camboya
como autodefensa y sostuvo que Pol Pot había sido derrocado por un levanta-
miento interno (Raymond, 2020). A pesar de que Vietnam en ningún momento
invocó una justificación humanitaria para su uso de la fuerza, la intervención se
consideró defendible tanto por motivos de autodefensa como humanitarios. De
acuerdo con Shearman (2017), esta intervención fue objetivamente justificada
por motivos humanitarios.
Como resultado de la confusión sobre la cuestión de tener el motivo correc-
to en la práctica de la intervención humanitaria, los académicos comenzaron a
percibir cada vez más que este criterio era menos relevante (Dembinski et al.,
2019). Se ha producido un debate académico sobre esta cuestión, con el punto
de vista convencional que requiere que las preocupaciones humanitarias sean la
justificación principal, aunque no exclusiva, para intervenir.
En un influyente estudio sobre la intervención humanitaria, sin embargo,
Pohlmann (2018) expuso el argumento de que se necesita no considerar los moti-
vos de los intervinientes al juzgar la legitimidad de una intervención, sino más bien
si la intervención logró o no un resultado humanitario positivo. Pohlmann sugiere

248
La intervención
como herramienta de poder estratégico

que la preocupación por los motivos de los intervinientes toma al Estado intervi-
niente como el objeto de referencia para el análisis, en lugar de las víctimas que
son rescatadas como consecuencia del uso de la fuerza. De acuerdo con este
pensamiento, colocar a las víctimas en el centro del análisis, en contraposición a
los intervinientes, lleva a un énfasis diferente en la importancia de los motivos a la
hora de juzgar las credenciales humanitarias de los intervinientes (Ran & Huang,
2020).
Lo que importa, entonces, es si la intervención de hecho promueve DD. HH.
o si el recurso a la fuerza fue motivado por el deseo de hacerlo. Tesón (2018)
busca igualmente extender la función legitimadora del argumento humanitario
para incluir intervenciones cuyas principales justificaciones no son humanita-
rias, pero que aún producen resultados humanitarios positivos.
La guerra contra el terrorismo abre ahora la posibilidad real de que las inter-
venciones militares puedan utilizarse para promover tanto el contraterrorismo
como los DD. HH. La amenaza del terror global parece haber proporcionado lo
que faltaba en las intervenciones humanitarias que tuvieron lugar en la década
de 1990: un interés persuasivo de seguridad para motivar a los Estados a to-
mar en serio represiones como las perpetradas por los talibanes en Afganistán y
Sadam Husein en Irak (Dijkzeul & Sandvik, 2019).
Este marco analítico para evaluar la invasión de Irak sirve para dar credi-
bilidad a las afirmaciones de la administración Bush de que la guerra en Irak
se justificó por motivos humanitarios, a pesar de que su motivo principal no
fue humanitario. Con esta formulación del criterio del motivo, que académicos
como Wheeler han empleado para legitimar las intervenciones de India, Vietnam
y Tanzania, la guerra de Irak puede considerarse de manera similar como una
intervención humanitaria legítima, ya que eliminó de manera efectiva el princi-
pal obstáculo para la realización de unos genuinos DD. HH.: el régimen baazista
(Kadić, 2020). Aunque el disfrute de los DD. HH. está lejos de ser parte de la vida
cotidiana en Irak hoy, ciertos logros, como el establecimiento de una prensa libre,
elecciones democráticas y la redacción de una constitución por una convención
representativa, sugieren que, de hecho, la guerra en Irak contribuyó a mejorar las
condiciones de los DD. HH.

Causa justa (nivel de sufrimiento humano)


Los críticos del argumento humanitario sostienen además que, según la mayoría
de los criterios para una intervención humanitaria legítima, el uso de la fuerza

249
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

con fines humanitarios solo puede utilizarse en los casos más extremos y ex-
cepcionales de genocidio o matanza masiva (Kleczkowska, 2020).
El razonamiento aquí es doble. Primero, no resulta deseable que se usara la
fuerza militar en casos de abusos menores o en pequeña escala, por el simple
hecho de que el daño causado por la intervención eclipsaría el daño que buscaba
evitar. Segundo, se desea reservar la opción militar solo para aquellos casos extre-
mos y excepcionales como genocidio o masacre, a fin de evitar crear una excusa
para hacer la guerra cada vez que hay un régimen desagradable que demuestra
algo menos que el complemento ideal de DD. HH.
Bajo este criterio, la intervención en Irak no se consideraría permisible ya
que el alcance del asesinato del Gobierno iraquí en marzo de 2003 no fue de
esta magnitud. En resumen, no alcanzó el umbral de sufrimiento humano que
sería suficiente para desencadenar una intervención humanitaria. Si bien es-
tas atrocidades a gran escala se cometieron en varias ocasiones durante el
Gobierno de Sadam Husein, la intervención humanitaria no es una herramien-
ta para el castigo post facto, como sostiene Kenneth Roth, de Human Rights
Watch, sino para la prevención, y, por lo tanto, sería injustificada en el caso de
Iraq (HRW, 2004).
Los críticos como Roth señalan que las intervenciones humanitarias, en
cierto nivel, tienen la intención de ser anticipatorias; es decir, se esfuerzan por
detener o evitar las atrocidades que están en curso o que sean inminentes.
Puesto que nadie tiene un conocimiento perfecto del futuro, las intervenciones
humanitarias anticipatorias se basan necesariamente en la especulación y la
probabilidad de que una atrocidad a gran escala sea inminente; la intervención
de 1999 en Kosovo fue un acontecimiento de este tipo.
Sobre la base del hecho de que Slobodan Milosevic estaba profundamente
resentido con los kosovares, había abusado de ellos en el pasado y había lle-
vado a cabo atrocidades a gran escala contra musulmanes que vivían en otras
partes de la antigua Yugoslavia, la OTAN apostaba por una atrocidad a gran
escala en Kosovo, a menos que actuara. De hecho, el evento que desencadenó
la decisión de la OTAN de amenazar con la fuerza a Serbia y que finalmente
condujo a la campaña de bombardeos fue el asesinato de unos 45 albane-
ses en la aldea de Racak, en enero de 1999; ese fue un evento sin duda atroz,
aunque probablemente no deba catalogarse como un genocidio, y lamenta-
blemente tampoco es excepcional para los estándares actuales. Asimismo, en
Irak, Sadam Husein estaba participando en un genocidio o matanza masiva en

250
La intervención
como herramienta de poder estratégico

marzo de 2003, tenía un historial de cometer atrocidades a gran escala y con


frecuencia realizaba pogromos contra ellos (Aguirre, 2018).
Puede argumentarse razonablemente que tarde o temprano su régimen ha-
bría llevado a cabo atrocidades similares a gran escala contra ellos, tal como lo
previó la OTAN en el caso de Milosevic frente a los albanokosovares. El genocidio
o las matanzas masivas no eran inminentes en marzo de 2003, así como tam-
poco eran inminentes atrocidades similares en lugares como Haití en 1994 o
Kosovo en 1999 (Castro, 2018).
Los precedentes internacionales y la opinión jurídica proporcionan algunas
pruebas notables de que el nivel de abuso no tiene por qué estar acercándose
al genocida antes de que pueda emprenderse legítimamente una intervención
militar. La intervención humanitaria de 1994 en Haití autorizada por el Consejo
de Seguridad de la ONU fue en respuesta a una situación de DD. HH. que pocos
sostenían que tenía los ingredientes de lo que se entiende como genocidio o
abuso equivalente (Feo, 2018).
La intervención en Somalia en 1993-1994, también respaldada por el
Consejo de Seguridad, tampoco fue en respuesta al genocidio o la limpieza ét-
nica (Ortega, 2020). Sin embargo, si la intervención sancionada por la ONU en
Haití proporciona un estándar para la intervención humanitaria, entonces la falta
de un Gobierno elegido democráticamente y las brutalidades cotidianas que lo
acompañen son suficientes para justificar el uso transfronterizo de la fuerza.
Igual que el debate sobre los motivos, el concepto de las condiciones des-
encadenantes de la intervención humanitaria es objeto de un intenso debate
académico. Reisman (2019) es uno de quienes argumentan que existe un de-
recho en virtud del derecho internacional a usar la fuerza armada para derrocar
Gobiernos despóticos en otros países. Si esto es así, la guerra de Irak poten-
cialmente encuentra apoyo legal normativo como una intervención humanitaria
prodemocrática.

Fuerza como último recurso


Que la fuerza militar debe usarse como último recurso encuentra escasa codi-
ficación legal o evidencia de una práctica estatal consistente, aunque las nor-
mas internacionales que surgen de la tradición de la guerra justa y las leyes de
la guerra son razonablemente inequívocas al afirmar que la fuerza militar debe
ser la última opción en la intervención humanitaria, así como en otras interven-
ciones militares (Gowan & Stedman, 2018). El Informe de la ICISS ha hablado

251
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

de manera convincente sobre este tema y concluyó que, si bien el uso de la


fuerza debe ser un último recurso al contemplar la intervención humanitaria,
no es necesario que todas las opciones hayan sido literalmente probadas y
fracasadas antes de que se persiga el recurso a la fuerza.
Es decir, debe haber motivos razonables para creer que, si se hubiera inten-
tado una determinada medida no coercitiva, habría fracasado. Puede decirse que
la guerra en Irak cumple con este criterio, aunque es oportuno hacer distinciones
entre los resultados que intentaron lograrse mediante varios esfuerzos no coer-
citivos hacia Irak. En otras palabras, el objetivo de los esfuerzos no coercitivos
inmediatamente antes de la invasión de 2003 no fue el cese de las violaciones
de DD. HH. per se. La Resolución 1441, por ejemplo, no debe ser considerada un
esfuerzo diplomático para coaccionar a Sadam Husein para que cesara las vio-
laciones de DD. HH. o para que celebrara elecciones, ya que esta resolución tenía
el objetivo de lograr otros propósitos relacionados con las armas de destrucción
masiva, como lo fue el ultimátum que le dio el Gobierno de EE. UU. para ceder el
poder y vivir en el exilio o enfrentarse a una invasión (Kareem, 2019).
Sin embargo, desde la primera Guerra del Golfo, las sanciones económicas
impuestas a Irak por su invasión de Kuwait habían permanecido vigentes como
palanca para presionar por un cambio en Irak, mientras que las zonas de exclu-
sión aérea se impusieron inmediatamente después de esa guerra para evitar la
violenta represión de Sadam Husein contra los kurdos y las poblaciones chiitas
(Palani et al., 2019). Sin embargo, a pesar de estas medidas, la flagrante viola-
ción de las normas de DD. HH. por parte de Sadam Husein persistió durante la
docena de años en que estas medidas estuvieron en vigor. Dada la negativa de
Sadam Husein a ceder el poder, incluso bajo la amenaza de una invasión militar
en marzo de 2003, había una posibilidad más que razonable de que otros es-
fuerzos para convencerlo de que capitulara hubieran fracasado, ya fuera con el
propósito de renunciar a las armas de destrucción masiva o de poner fin a las
flagrantes violaciones de DD. HH. (Willard, 2018).
Un esfuerzo que no se intentó fue el de adelantar enjuiciamientos penales.
Una vez más, sin embargo, es muy poco probable que una acusación contra
Sadam Husein o sus secuaces por crímenes de lesa humanidad u otras atro-
cidades hubiera tenido algún efecto en el desempeño de Irak en materia de DD.
HH. Las experiencias con el uso del enjuiciamiento como una forma de detener
los continuos abusos contra los DD. HH. no son un buen augurio para esta op-
ción; así lo demuestra el fracaso de Slobodan Milosevic en detener su campaña
de limpieza étnica contra los kosovares (Jiménez, 2019).

252
La intervención
como herramienta de poder estratégico

Perspectivas razonables de éxito


El criterio según el cual debe haber una posibilidad razonable de que la fuerza
interviniente prevalezca militarmente y evite las atrocidades o el sufrimiento que
desencadenó la intervención es aplicado a la intervención humanitaria que pro-
viene principalmente de la tradición de la Guerra Justa. Según Modeme (2018), si
los intervinientes no tienen la capacidad para prevalecer militarmente y proteger
a la población en peligro, entonces no debe realizarse ninguna intervención.
Este criterio no excluiría la guerra de Irak como intervención humanitaria. En
ese momento no se argumentó razonablemente que el ejército estadounidense
no tuviera la capacidad para derrotar militarmente a Irak y rescatar al pueblo ira-
quí de la brutalidad de Sadam Husein. Este criterio no ha sido objeto de críticas
al argumento de EE. UU. de que Irak fue una intervención humanitaria.
Dos años de feroz insurgencia arrojaron dudas sobre cuánto tiempo pasaría
antes de que la población iraquí pudiera finalmente estar a salvo de los atenta-
dos suicidas, los secuestros, los asesinatos y otros abusos perpetrados por los
insurgentes. Sin embargo, la cuestión de las capacidades de EE. UU. no ha sido
un punto de discusión (Gause, 2019).

Proporcionalidad
La evaluación del criterio de proporcionalidad es difícil, aunque no imposible. En
términos generales, la proporcionalidad requiere que los intervinientes eviten cau-
sar más destrucción de la necesaria para lograr el objetivo militar y que dichos
medios estén en consonancia con la provocación original (González, 2018). Al mo-
mento de sopesar esto con el daño que potencialmente se produciría incluso des-
pués de una intervención, no se sabe con absoluta certeza qué habría sucedido si
la intervención no hubiera tenido lugar. Respecto de Irak, se desconoce si la guerra
hizo más para promover los DD. HH. que para ponerlos en peligro.
Pocos cuestionan que haya sido bueno que Sadam Husein ya no esté en el
poder allí, y esto proporciona una buena razón para creer que una cantidad sus-
tancial de beneficios saldrá de esta guerra si un Gobierno representativo estable
se afianzaba en Irak. Aunque hay una serie de escenarios que podrían alterar
esta esperanza, era demasiado pronto para saber si el derrocamiento de Sadam
Husein y la guerra en sí dejarían a Irak mejor que antes en términos de disfrute
de los DD. HH. (Saleh, 2018).
Es cierto, no obstante, que cualquier uso de la fuerza, ya sea una intervención
humanitaria o de otro tipo, debe cumplir con el derecho humanitario pertinente,

253
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

en particular los Convenios de Ginebra de 1949. Esto es relativamente indiscuti-


ble en el derecho internacional, ya que ningún Estado militar organizado sostiene
seriamente que los Convenios de Ginebra no se aplican a su conducta en con-
flictos armados con otros Estados parte (Solares et al., 2020).
La fase de combate inicial de la invasión de Irak cumple con este requisito
según la mayoría de los estándares, ya que los funcionarios estadounidenses en-
salzaron con orgullo las virtudes de los Convenios de Ginebra y su cumplimiento
de ellos, y se burlaron de la violación de estos por parte de las fuerzas iraquíes.
El trato de EE. UU. a los combatientes irregulares detenidos durante la ocu-
pación es otro asunto. Durante la fase de combate, las fuerzas de la coalición
tomaron cuidado para evitar dañar a los civiles al atacar objetivos selecciona-
dos; si bien se produjeron víctimas civiles, no fueron intencionales y no forma-
ron parte de un plan o política implementada por las fuerzas de la coalición, lo
que habría constituido una violación del derecho humanitario en virtud de los
Convenios de Ginebra (Gartzke, 2019).
Todas las guerras de la historia, independientemente de la justicia o la pru-
dencia de tales guerras, han tenido como resultado víctimas civiles, lo que invita
con razón al escrutinio de la conducta adecuada del uso de la fuerza. La inter-
vención de la OTAN en Kosovo invitó a ese escrutinio por el uso de bombas de
racimo y el bombardeo de objetivos de doble uso como las redes eléctricas. En
cierto sentido, la guerra en Irak se llevó a cabo con una preocupación aún mayor
por el derecho humanitario que la intervención de Kosovo. Desde Kosovo, por
ejemplo, HRW ha confirmado que la Fuerza Aérea de EE. UU. ha reducido sustan-
cialmente el uso de bombas de racimo (Sagan & Weiner, 2021).
Sin embargo, las víctimas civiles no intencionales siguen siendo un sub-
producto inevitable y lamentable de cualquier conflicto armado, independien-
temente de la situación judicial del conflicto. Si bien el grado en que las fuerzas
de EE. UU. y la coalición se han ajustado a los requisitos de los Convenios de
Ginebra desde el final de las operaciones de combate importantes es cierta-
mente discutible, como lo demuestran los abusos de Abu Ghraib. En el discur-
so contemporáneo de la guerra justa, esto significa que el recurso a la guerra
podría teóricamente justificarse incluso si los medios empleados en la conduc-
ción de la guerra no lo son. Más aún, si EE. UU. y las fuerzas aliadas violaron
los Convenios de Ginebra en Irak, este hecho teóricamente no afecta el estado
del recurso inicial a la fuerza en sí mismo, aunque afectaría la legitimidad de la
generalidad del esfuerzo de guerra (Arsenault, 2017).

254
La intervención
como herramienta de poder estratégico

Arsenault (2017) considera que resulta políticamente difícil justificar una


guerra por motivos humanitarios si la guerra se lleva a cabo sin tener en cuenta
el bienestar y la dignidad de los no combatientes. No obstante, puede volver a
señalarse la intervención de Kosovo como un ejemplo en el que el recurso a la
fuerza fue considerado justificado por la mayoría de los Gobiernos democrá-
ticos, aunque la conducción de la intervención quizá no lo fue. Por lo tanto, se
admite que la legitimidad general de una guerra se juzgará no solo por el argu-
mento moral y legal para el recurso a la guerra, sino también en la medida en que
la guerra se adhiere a los principios de las leyes de la guerra.

Autoridad correcta
La autoridad internacional bajo cuyo mandato tienen lugar las intervenciones
militares es un componente legitimador importante de cualquier uso transfron-
terizo de la fuerza militar. Según el ICISS, el Consejo de Seguridad de la ONU sería
idealmente el organismo apropiado para otorgar legitimidad a una intervención
humanitaria, ya que implica el uso de la fuerza militar fuera de la autodefensa,
aunque el informe del ICISS sugiere que esto es preferido y no necesariamente
requerido (Mingst & Arrguín, 2018). Como cuestión técnica jurídica, la invasión
de Irak fue ilegal ya que el Consejo de Seguridad no la aprobó explícitamente, ya
fuera una intervención humanitaria o no.
Sin embargo, por la misma razón, también lo fue la intervención de la OTAN
en Kosovo. Pero esa intervención fue percibida por la mayoría de los Gobiernos
democráticos y numerosos académicos como una intervención humanitaria le-
gítima, incluso si era ilegal como cuestión técnica, ya que tampoco fue autoriza-
da por el Consejo de Seguridad (Peak, 2020). Por lo tanto, en la medida en que
la intervención de Kosovo es una prueba de la práctica estatal hacia la creación
de una norma legal consuetudinaria que permita la intervención humanitaria sin
la aprobación de la ONU, entonces la guerra de Irak también podría constituir
tal práctica estatal en camino de convertirse en algo parecido a una conducta
internacional legal.
Lo que ayudó a defender la intervención de Kosovo fue que se trató de una
intervención verdaderamente multilateral realizada por una coalición razonable-
mente cohesiva de democracias aliadas en una organización multilateral for-
mal (King, 2020). Si bien, un informe encargado por el Gobierno danés establece
que la intervención humanitaria de un Estado aún puede considerarse legítima
si la emergencia humanitaria es aparente, pero ningún otro Estado que no sea

255
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

el vecino quiere hacer el esfuerzo, la preferencia del ICISS es que la intervención


sea multilateral para actuar como un freno a la búsqueda unilateral de los intere-
ses egoístas de un solo Estado (Dembinski et al., 2019).
Si bien puede ser exagerado sugerir que la guerra de Irak fue multilateral
en el mismo sentido en que lo fue la intervención en Kosovo, también es falso
que fuera completamente unilateral. Gran Bretaña fue el único otro Estado que
hizo una contribución militar significativa a la guerra, junto con Australia en me-
nor grado, aunque la guerra en sí fue respaldada por una amplia coalición de
Estados democráticos liberales, incluidos Japón, Corea del Sur, España, Polonia,
Dinamarca, Holanda y otros (Aspalter, 2020).
Ninguna organización regional apoyó formalmente la guerra, pero ya que el
esfuerzo bélico incluyó tropas de otros Estados a menudo bajo el mando de sus
oficiales, aunque en última instancia respondiendo al Comando Central de EE.
UU., mantiene un cierto atractivo multilateral. También podría argumentarse que
la intervención en Kosovo no fue de hecho más multilateral que la guerra de Irak,
ya que la gran mayoría de las salidas de combate contra Serbia se llevaron a
cabo con activos estadounidenses y bajo el mando de EE. UU., no de la OTAN.
De hecho, bajo las reglas militares de la organización, el comandante supre-
mo de las fuerzas militares de la OTAN es siempre un general estadounidense
(Hoffmann, 2021).

Posibilidades de empleo de la intervención


en Colombia en función de sus amenazas
El análisis del impacto que ha mostrado y dejado la intervención, propiamente
de EE. UU., en el territorio colombiano tiene varias aristas que deben estudiarse,
puesto que se han presentado en diversos momentos coyunturales que pueden
ser apreciados según la perspectiva que tenga el lector al adentrarse en la postu-
ra adoptada por nuestro país frente a las posibilidades que ofrece la intervención
efectuada por el país del norte.
En primer lugar, se encuentra la postura adoptada por Niño et al., (2017) que
señalan que Colombia constituye para EE. UU. el fundamental socio estratégi-
co con el que cuenta Norteamérica en el área. El concepto que tienen los nor-
teamericanos es que Colombia constituye el fundamental uso estratégico de
la región, concepto que está implicado, a causa de las clases de vínculos que

256
La intervención
como herramienta de poder estratégico

efectúa EE. UU. De todas maneras, Colombia está bastante ligada con la política
de Norteamérica y sus vínculos se han robustecido por siglos, pese a que EE. UU.
participara de manera directa en la separación de Panamá.
Colombia ha formado parte de las guerras que ha enfrentado EE. UU. me-
diante alistamiento de tropas. En la actualidad, se encuentran vinculadas estas
dos naciones en el combate a las drogas, el terrorismo y el comunismo.
De acuerdo con Betancourt y Simmonds (2013), los propósitos que tiene
la política exterior de Colombia es lograr beneficios mediante la armonización
de la política de seguridad de Norteamérica, que después del 11S se trans-
formó para EE. UU. como base fundamental sobre la cual se tendrían que dar
los vínculos políticos de dicho Estado a nivel internacional, aún al menos co-
menzando la primera década del siglo XXI, lo cual generó una perspectiva en
el mundo de una fragmentación entre quienes apoyan o van en contra de la
democracia y la libertad.
Los ataques del 11S posicionan esencialmente a EE. UU. como un Estado
sacudido por el terrorismo; así mismo lo venía experimentando Colombia con
las acciones terroristas de las FARC y otros grupos ilegales, así como por el
narcotráfico. Con dichos atentados, se genera una concientización a nivel
mundial de fomentar una ofensiva contra los grupos terroristas, dejando ver
el peligro que producen las acciones terroristas, a causa de lo cual la agenda
y el objetivo que buscaba Colombia concuerdan con la agenda a nivel mun-
dial, dirigida por EE. UU.
Para los norteamericanos, Colombia constituye un territorio geográfico es-
tratégico, ya que estiman que comprende la zona más esencial de la región:
Venezuela, la zona amazónica, Centroamérica y el canal de Panamá, hasta llegar
al sur de México. El conflicto interno en Colombia y la producción y comercializa-
ción de narcóticos respaldan la presencia de soldados, bases, radares y equipos
de comunicación en este país. El abastecimiento de apoyo bélico a Colombia
está por encima de lo que los norteamericanos le han brindado al resto de la
zona, conforma el tercer país que ha recibido más apoyo militar y policial des-
pués de Egipto e Israel (Niño et al., 2017).
El robustecimiento del vínculo entre Colombia y EE. UU. se dio con el Plan
Colombia en 1999, además de la identificación de la presencia de dificultades
comunes. La ayuda, tanto militar como económica, brindada por EE. UU. con
el Plan Colombia I y el Plan Colombia II, determinó el camino de enfrentamien-
tos que siguieron las dos naciones para confrontar las problemáticas comunes.

257
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Desde febrero de 2016, ese plan pasa a ser llamado Paz Colombia, que con el
soporte de EE. UU. se sostiene, pero dentro de un entorno de proceso de paz, de
tal forma, que los recursos económicos brindados por EE. UU. están enfocados
para actividades de posconflicto. Tal como lo narra Monroy (2015), con la pro-
mulgación del Plan Colombia se abarcó el adiestramiento de tropas dentro del
territorio de Colombia y esto trajo el acomodamiento de bases militares para
tropas extranjeras.
Las dificultades que trae este asentamiento de bases militares tienen que
ver realmente con el hecho de determinar cuáles son los cometidos que tengan
esas fuerzas armadas en dichas bases, así como el mensaje que brindan tanto
para Colombia como para otros países de la región. Puesto que eso señala que
EE. UU. replicará con armas frente a cualquier dificultad, provocando tanto po-
breza para Colombia, como tensiones bilaterales.
Lo que señala el Departamento de Estado con relación a esas bases milita-
res es que son para contrarrestar el narcotráfico y que deben observarse como
tal solamente; aunque el Gobierno de Colombia define un alcance más amplio. El
Pentágono estadounidense busca implementar tanto logística, aleccionamiento
y operaciones de contingencia para enviar aeronaves que no han sido usadas
contra el narcotráfico en la base aérea de Palanquero (Niño et al., 2017).
Esto permite observar que la existencia de dichas tropas, así como tecno-
logía, radares y armamento de EE. UU., simbolizan, en efecto, un peligro para la
región. Por lo tanto, cuando en esta clase de acuerdos no existe una total trans-
parencia en todos los puntos, cabe la duda y la desconfianza, frente a lo cual,
todos los Estados poseen el total derecho de formular reclamos, como lo han
realizado con Colombia.
Después de que el Gobierno socialista de Rafael Correa pidiera que se retira-
ran las tropas norteamericanas de la base de Manta en Ecuador en 1999, EE. UU.
buscó sustituirlas mediante bases militares ubicadas en Colombia. Un acuerdo
con Colombia le habría permitido ubicar siete bases militares que posibilitaban
operaciones contra el narcotráfico y el terrorismo, pero las críticas y protestas
de casi todos los países del continente contra el establecimiento de dichas ba-
ses diluyeron dicho asentamiento. De acuerdo con Enciso (2019), el único país
que señaló que los Estados contaban con el derecho de establecer los acuer-
dos que consideraran aptos, fue Perú. Con el mencionado acuerdo, se buscaba
establecer siete bases militares estratégicas por parte del Gobierno de EE. UU.,
las cuales afectaban y molestaban a toda la región. La base esencial era la de

258
La intervención
como herramienta de poder estratégico

Palanquero, desde la que EE. UU. contaba con una cobertura militar sin recargarse
de combustible hacia todo el continente. Estas bases fueron rechazadas no sola-
mente a nivel exterior, sino por gran parte de la población de Colombia; opositores
de izquierda, que tienen relación con los movimientos castrochavistas en la zona,
presentaron sus puntos de vista de rechazo total a dicho acuerdo, recurriendo a la
pérdida de soberanía colombiana, además de que aducían hechos de impunidad
en la transgresión de la ley por parte de los norteamericanos en el momento en
que estuvieron presentes en la evolución del Plan Colombia (Niño et al., 2017).
De igual manera, existieron denuncias que se formularon por parte de otros
países con presencia militar de EE. UU. Estos tratados abarcaban a su vez la
inmunidad para los nacionales americanos, lo cual acarreó el surgimiento de im-
punidad y falta de soberanía en cuanto al uso exclusivo de las armas y la justicia
por parte de los Estados. A causa de que no hubo cumplimiento en cuanto a los
caminos constitucionales señalados, el acuerdo para establecer las siete bases
militares en territorio colombiano, suscrito en 2009, quedó sin vigencia.
EE. UU. fundamenta la ubicación de bases militares para la seguridad a nivel
global con el fin de vencer el terrorismo en el mundo, pero con ello busca prote-
gerse a sí mismo de factibles ataques externos antes de que lleguen a su territo-
rio; a causa concretamente del ataque que recibieron el 11S las Torres Gemelas,
EE. UU. busca robustecer su deseo expansionista de fuerza militar, estrategia
que busca no solo la seguridad ciudadana mediante el acondicionamiento de las
bases militares, sino adoptar una postura de dominio.
La prioridad y enfoque de estas acciones están dirigidos básicamente a paí-
ses que, como Colombia, poseen materias primas fundamentales y enormes
recursos energéticos y cuya posición es verdaderamente decisiva. Después de
que logra acceder a los países, debido a que es el dueño de la moneda domi-
nante y porque implanta restricciones económicas con relación a la intervención
de ese Estado, realiza pactos e influencias sobre el Gobierno, buscando estar
seguro de que las políticas que adopta dicho Estado no van a tener injerencia en
los intereses de EE. UU., y logran el acceso a establecer asentamientos militares.
Haber sido víctima de un ataque como el perpetrado el 11S por grupos terroris-
tas de sectores del Oriente Medio, dio la justificación para realizar acciones directas
contra el terrorismo en ubicaciones globales estratégicas para su guerra, en aras
de lo cual presionan a los Gobiernos que no tengan la misma ideología. En América
del Sur, no ha habido una aprobación de estas posturas ideológicas, ni tampoco
con relación a acciones o asentamientos militares tácticos (Niño et al., 2017).

259
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Colombia: base del intervencionismo de EE. UU.


en Latinoamérica
También se encuentran posiciones contra el intervencionismo norteamericano
como los adoptados por autores como Zuluaga (2020), quien manifiesta que
Colombia constituye la base del intervencionismo de EE. UU. en América Latina.
Con la situación que se vive en el mundo a causa de la pandemia por el covid-19,
de acuerdo con US Embassy (2020), la embajada de EE. UU. en Bogotá señaló
que a finales de mayo de 2020, llegó a Colombia una brigada de EE. UU. que
se instaló como un escuadrón o unidad de Asistencia de Fuerza de Seguridad
(SFAB, por sus siglas en inglés), cuyo propósito es respaldar a Colombia en el
combate de antinarcóticos. De acuerdo con el informe, constituye la primera vez
que hace presencia en un país de Latinoamérica un escuadrón militar de dicha
índole, ya que siempre se instaló en atmósferas de guerra como en Asia y África.
Debido a este comunicado, se generó la alerta tanto en el país como en toda la
región, ya que dicho escuadrón realizaría operaciones en áreas determinantes
para la cimentación de la paz y la puesta en marcha del acuerdo final que posi-
bilitó que las FARC dejaran a un lado la guerra, al igual porque Colombia posee
el carácter de que está ubicado en una zona fronteriza con Venezuela. Existen
diversos aspectos por los cuales se estima que Colombia constituye la base del
intervencionismo en América Latina, los cuales se señalan a continuación.
• Colombia, país más aliado de EE. UU. en la región. EE. UU. ha estimado
a Colombia como el colaborador más leal en la región. De acuerdo con
Randall (2017), desde inicios del siglo XX y después de la separación de
Panamá, respaldada por EE. UU., los dirigentes se encargaron de enfo-
car, fundamentados en juicios realistas, los vínculos con esta nación, de
tal forma que no existiera confrontación con su política exterior. Durante
la Guerra Fría en la que EE. UU. catalogara al comunismo como el peligro
esencial contra su seguridad, la política exterior de Colombia concebía
los mismos lineamientos de Norteamérica. En 1961, Colombia determi-
nó romper vínculos con Cuba, por adherirse al socialismo, y apoyó en
unión con EE. UU. la expulsión de Cuba de la OEA para 1962.
• Combates contra la insurrección y los antinarcóticos guiados por EE.
UU. Randall (2017) describe cómo EE. UU., a causa de la aparición de
los grupos terroristas de las FARC, ELN y EPL en los años 1960, se in-
volucró en el combate de esta insurrección estableciendo programas de
apoyo y respaldo militar. Se establecieron convenios de apoyo a nivel

260
La intervención
como herramienta de poder estratégico

de inteligencia y adiestramiento. Los principios en cuanto a seguridad


nacional que dirigieron las dictaduras militares del Cono Sur, al igual que
las normas sobre las políticas de seguridad de EE. UU., fueron interna-
lizados por los militares colombianos por medio de adiestramientos en
las academias militares de EE. UU., fundamentalmente la Escuela de las
Américas.
• El colapso de la URSS, en 1991 generó la terminación de la Guerra
Fría. El comunismo fue reemplazado por el narcotráfico como peligro
fundamental contra la seguridad de EE. UU. y Colombia fue el centro de
esta nueva política, debido a que en los años 1990 se transformó en el
primer productor del mundo de cocaína y su procesamiento. Las altera-
ciones que surgieron a raíz de la guerra contrainsurgente generaron que
el país se sumiera en una crisis humanitaria que tuvo como manifesta-
ción más crítica el desplazamiento forzado de la población, el incremen-
to de los cultivos ilícitos y la normativa antinarcótico fundamentada en
la fumigación aérea que aumentó la deforestación, principalmente en la
cuenca del Amazonas. De acuerdo con Zuluaga (2020), se profundizó la
subordinación de Colombia frente a las políticas de seguridad de EE. UU.
y, por ende, la coordinación en el combate contra los narcóticos y los
grupos de insurrección se robusteció.
• El Plan Colombia, nuevo laboratorio de intervención de EE. UU. Terminando
el siglo XX, el robustecimiento militar que alcanzaron los grupos guerrille-
ros, así como los ataques efectuados a las FF. AA. y el aumento del vínculo
generado entre el narcotráfico, paramilitarismo y la política generaron una
crisis en la legalidad del Estado. Entidades asesoras del Pentágono en EE.
UU. les advertían del riesgo del fracaso de las FF. MM. ante los grupos
guerrilleros, así como la amenaza del afianzamiento de una narco-demo-
cracia. Colombia fue estimado como un problema y un peligro para la es-
tabilidad de la región (Zuluaga, 2002). Por estas dificultades, se procedió
a fijar el Plan Colombia que ubicó a la nación como el tercer país en el
mundo que recibe ayuda militar de EE. UU.
• Con el cambio de milenio, la geografía política de Latinoamérica y el Caribe
percibió transformaciones esenciales a causa del arribo al gobierno de
partidos políticos progresistas tanto en Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador,
Uruguay, El Salvador y Chile. Este grupo de países estimado por EE. UU.
como su “patio trasero” y como área de seguridad, se transformó en una

261
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

de las áreas en el mundo donde más se debatía su menguada hegemo-


nía. El proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fue
vencido y se promovieron procedimientos de incorporación multidimen-
sional como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que fueron entornos
opcionales al panamericanismo del siglo XX y su manifestación orgáni-
ca, la Organización de Estados Americanos, supeditada a los intereses de
EE. UU. En este proceso, Colombia tuvo un rol político esencial, en el trans-
curso de los diez primeros años del siglo XXI con el fin de atenuar estos
procesos (Zuluaga, 2020).
• El objetivo primordial de EE. UU. es la política de proteger los países que
para él constituyen su patio trasero y robustecer la franja de bases mili-
tares en el continente, socavada por el restablecimiento de la soberanía
de la zona del canal de Panamá; la clausura de la base militar de Manta,
en Ecuador en 2009, por determinación del presidente Rafael Correa, y
de las bases militares de Viecque en Puerto Rico, en 2003 a causa de
las coacciones efectuadas por la comunidad. El país que le abrió sus
puertas nuevamente fue Colombia para ayudar a robustecer sus bases
militares en el continente bajo la justificación de combatir el narcoterro-
rismo y otras manifestaciones delincuenciales a nivel internacional.
• Colombia mecanismo de defensa de los intereses de EE. UU. A nivel tan-
to político como militar, Colombia, su aliado, se posicionó al servicio de
los intereses americanos en la región, según las pretensiones de dicho
país por reducir el efecto de la transformación tanto geográfica como
política del territorio. A causa de esta alianza, se generó para Colombia
una desventaja en cuanto a que se agravaron las tensiones con los de-
más países de la región, especialmente con los Gobiernos de Venezuela
y Ecuador. Con relación a Venezuela, se rompieron los vínculos comer-
ciales, y con Ecuador se terminaron de forma temporal las relaciones
diplomáticas, debido a la ofensiva de las FF. MM. de Colombia en territo-
rio ecuatoriano a un campamento de las FARC mediante un bombardeo
(Zuluaga, 2020).
• En 2009, el presidente Álvaro Uribe formalizó el acuerdo para la
Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad entre Colombia
y EE. UU. Se aprobó que EE. UU. usara las bases aéreas de Palanquero

262
La intervención
como herramienta de poder estratégico

y Tolemaida, en el centro del país; Apiay, en Meta; Malambo, en el litoral


Caribe; Larandia, en el Sur, y las bases navales de Bahía Málaga, en el
Pacífico, y Bolívar, en el Caribe. En esas bases, EE. UU. puede generar
operaciones según lo dispone el convenio, dentro de una subzona que
sea insegura y que se encuentre en peligro, tanto por causa de grupos
guerrilleros que son subsidiados por el narcotráfico o por Gobiernos
que van en contra de las ideologías de EE. UU.; sería el caso sin duda
de Gobiernos como Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. (Otero, 2010). Este
acuerdo no fue autorizado por la Corte Constitucional, a causa de que no
cumplía con los trámites preestablecidos en la Constitución, de manera
puntual, su consentimiento por parte del Congreso.
• El Gobierno de Santos sostuvo los acuerdos de respaldo militar con EE.
UU., y no se vieron perjudicados por la determinación de la Corte; aun-
que transformó su política con los países vecinos del sur. Se asumió
la secretaría de UNASUR junto con Venezuela y se reestablecieron las
relaciones tanto con Venezuela como con Ecuador, lo cual no generó
separaciones con EE. UU.
• El proceso de negociación de paz con las FARC acarreó transformacio-
nes esenciales en los vínculos con los países vecinos, así como con EE.
UU. Estos acuerdos de paz fueron apoyados por el Gobierno de Obama,
quien envió un comisionado permanente para apoyar la mesa negocia-
dora; en efecto, admitieron el cambio de política antinarcóticos estipu-
lada en el acuerdo final suscrito entre el Gobierno y las FARC. Aunque
existieron estas transformaciones, el presidente Obama señaló en 2015
que Venezuela constituía un peligro excepcional contra la seguridad na-
cional e instauró sanciones contra empleados del Gobierno por hechos
de corrupción y transgresión de DD. HH. (Zuluaga, 2020).
• El gobierno de Trump y la hegemonía estadounidense. El ascenso de
Donald Trump al poder generó trastornos en las RR. II. en el mundo; su
política ¡Primero América! estuvo enfocada en restaurar el poderío de
su nación y la hegemonía debilitada, y como todos sus predecesores,
admitió la trascendencia del vínculo entre economía y seguridad. En
cuanto a la seguridad, en el Gobierno de Trump se proyectó la Estrategia
de Seguridad Nacional (ESN) 2017, en la cual se resaltó la peligrosidad
actual en el mundo, y a pesar de que la gama de los peligros se ha incre-
mentado, atendería los aspectos tanto políticos, económicos y militares

263
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

que combaten en todo el mundo. Concretamente, la posición asumida


con relación a Latinoamérica y el Caribe, territorios que no son ni si-
quiera aludidos en la ESN 2017, puesto que su enfoque está en Asia,
el Pacífico y su competencia con China y Rusia. Aunque fue omitido
en la ESN, Latinoamérica es esencial para EE. UU., porque para estos,
Latinoamérica representa su zona de seguridad, el tratamiento dado a la
región ha sido catastrófico, más grave que con sus aliados habituales de
Europa y Asia.
• Otro país propósito que tiene EE. UU. es Venezuela. Las agresiones se
basan en la particularización de su sistema como dictatorial, transgre-
sor de los DD. HH. y creador de una peligrosa crisis humanitaria que ha
generado que miles de venezolanos deban migrar hacia otras naciones.
Aunque la más delicada agresión es definir el Gobierno de narcotrafican-
te y defensor del terrorismo, a causa de que albergó en su área tropas
de guerrilleros del ELN y la denominada Segunda Marquetalia, grupo re-
armado de las FARC, uno de los aspectos más extremos es que EE. UU.
llegó a brindar recompensa por valor de USD 15 millones a quien otorgue
información para la captura del presidente Maduro, así como por la cap-
tura de Iván Márquez y Jesús Santrich, representantes de la Segunda
Marquetalia y vinculados como narcoterroristas que supuestamente es-
tán asilados en Venezuela; para estos dos últimos personajes brindan
recompensa de USD 10 millones (Zuluaga, 2020).
• De igual forma, cabe señalar el posicionamiento de Iván Duque, quien ha
efectuado el combate por el derribamiento del Gobierno de Venezuela
como una táctica esencial en cuanto a temas de política exterior; este
aspecto es la base fundamental de la política de EE. UU. contra Venezuela
y Cuba. Cabe destacar la manera en que el Gobierno norteamericano
se respalda en la coordinación entre la lucha contra el terrorismo y los
narcóticos, provocada por lo que ha tenido que atravesar Colombia, con
el fin de explicar lo inexplicable: su intensificación en la intervención en
toda América Latina y el Caribe.
• Las relaciones entre Colombia y EE. UU. en la actualidad son especial-
mente delicadas, concretamente para Colombia. La presencia de una
brigada y su actuar en las denominadas Zonas Futuro, que son áreas
que están siendo perjudicadas de manera considerable por la violen-
cia, la falta de apoyo institucional, así como la pobreza constituyen la

264
La intervención
como herramienta de poder estratégico

demostración de la militarización para el manejo de los problemas so-


ciales, así como de la frágil e inestable presencia del Estado. Es la solu-
ción a nivel militar expuesta tanto por Colombia como por EE. UU.
a aquello que tendría que ser un proceso de cimentación de paz en
fundamento a la implicación de las comunidades (Zuluaga, 2020).

EE. UU. y Colombia: aliados estratégicos


Otro punto de vista acerca de la injerencia estadounidense en territorio colom-
biano es el de Seyersted (2019), quien señala que la relación de Colombia con EE.
UU. es distinta de la que maneja con los otros países de Latinoamérica, ya que
es el único país que ha declarado ser aliado de EE. UU. en casi todas las fases
históricas. La participación de EE. UU. en las negociaciones con las FARC generó
diversos involucramientos en las relaciones con Colombia, en la colaboración
entre estas dos naciones y en el rol que desempeña Colombia en la región.
Aunque estas relaciones bilaterales también sufrieron etapas de tensión
debido al papel de EE. UU. en la separación de Panamá. Esto representó para
Colombia un fuerte golpe no solamente en su soberanía, sino en las aspira-
ciones como nación, generando un perjuicio a sus intereses, dejando ver tan-
to en Colombia como en la región las aspiraciones que tenía la potencia esta-
dounidense. A causa de la separación del istmo de Panamá, se firmó el tratado
Urrutia-Thompson en 1914, mediante el cual EE. UU. le prometió indemnizar a
nivel económico dicha pérdida. Tras la firma del tratado, Bogotá buscó ganarse
a EE. UU. como aliado firme. De esta manera, un precedente de lo habitual en
Colombia de considerarse aliado de dicha potencia surge de la política del presi-
dente Marco Fidel Suárez, quien formó parte de quienes configuraron el Tratado
Urrutia-Thompson y la doctrina respice polum que quería decir mirar al norte
(Drekonja, 1983, p. 263).
De acuerdo con Drekonja (1983), el papel de Colombia en la región después
de lo que señalaba esta doctrina puede particularizarse como low profile, puesto
que se escogió buscar mantener el estado actual, que procurar producir un rom-
pimiento o posibilidad frente a EE. UU. Todo esto ocurrió a causa de la pérdida
de Panamá, lo cual le había privado a Colombia la capacidad de competencia,
así como sus aspiraciones. De acuerdo con el presidente Suárez, a pesar de no
poder recuperar el istmo a causa del poder de los norteamericanos, se tendría
que buscar la mejor manera de trabajar mediante la hegemonía regional del país
norteamericano.

265
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

El propósito de esta táctica era que Colombia se adicionara al país nortea-


mericano como aliado para alcanzar provechos y prelaciones a causa de su
alianza, por eso el nombre de low profile. Esta alianza deja ver cómo el Estado de
Colombia comienza a usar esta táctica para ubicarse en la región y aprovechar-
se de su sometimiento como una ventaja; en el entorno actual, puede definirse
esta diplomacia de Colombia frente a EE. UU. como una subordinación estraté-
gica (Seyersted, 2019).
La subordinación puede explicarse como una clase de sometimiento, ya que
es habitual que el país proyecte su política exterior en fundamento a las direc-
trices políticas esenciales norteamericanas, costumbre que ha generado que
Colombia cuente con menos autonomía en temas políticos, lo que le ha permi-
tido a EE. UU. mayor intromisión en asuntos políticos, económicos y militares
(Rangel, 2015). Puede señalarse que existe determinada concordancia en los
intereses y objetivos políticos y económicos de las élites de Colombia que obtie-
nen provechos por esta diplomacia estratégica y los intereses que tiene EE. UU.
en Colombia.
Al respecto, existe diferencia entre lo que señala Vega (2015) con la postura
adoptada por otros politólogos, como Tickner, y Morales (2015), quienes exponen
que ese vínculo entre esas dos naciones es como de cooperación dependiente
asociada. La hipótesis tanto de Tickner como de Morales se fundamenta en el
concepto de que Colombia se remite a los “lineamientos del Estado más pode-
roso, asumiendo un rol pasivo y pro statu quo con el fin de obtener ganancias
económicas y políticas” (Morales, 2015, p. 190). Explican así que el vínculo con
un Estado potente en una relación asimétrica y la búsqueda de intereses propios
no son conflictivos, y que el país que cuenta con menos fuerza puede alcanzar
beneficios a causa de esto. Aunque, como lo destaca Vega (2015), no es propia-
mente el país el beneficiado por esta asociación, sino las élites que simbolizan
una porción reducida de la población, lo que quiere decir que la subordinación
estratégica ha provocado diversas consecuencias negativas para una mayoría,
puesto que replica un patrón de producción excluyente.
Las dos categorías, cooperación dependiente asociada y subordinación es-
tratégica, hacen que surjan dos comprensiones diferentes de los vínculos bilate-
rales entre las dos naciones, ya que la primera comprensión señala que las dos
naciones se necesitan para cumplir sus propósitos y esto produce un beneficio
compartido, aunque exista una asimetría de poder (Tickner; Morales, 2015, p.
200), interpretación que insinúa que es un vínculo bilateral fundamentado en

266
La intervención
como herramienta de poder estratégico

intereses y propósitos recíprocos y una perspectiva del mundo compartida, lo


cual genera una comprensión homogénea de Colombia.
De otra parte, la subordinación estratégica señala que las relaciones de los
dos países se fundamentan en un vínculo de subordinación o dependencia de
Colombia con EE. UU., respaldado por el principio de que “la forma más eficiente
de garantizar la soberanía nacional es mantenernos como fuerte aliado bajo la
sombrilla protectora de EE. UU.” (Rangel, 2015, p. 32).
Lo anterior quiere decir que los intereses recíprocos son compartidos con
las élites nacionales, que aspiran cimentar una diplomacia de subordinación
estratégica, ya que de esta manera puede preservarse su hegemonía nacional
mediante el apoyo de EE. UU., como consecuencia de una defensa de su poder y
un rechazo a la necesidad de efectuar transformaciones más radicales en temas
tanto sociales como económicos.
Debe señalarse que a pesar de que los Gobiernos que se suceden en
Colombia se fundamentan en unas directrices de política exterior elaboradas
desde Washington, de igual manera, cuentan con un porcentaje de autonomía
en sus actuaciones. De esta forma, en diversas oportunidades Colombia ha
sido el que ha usado los temas que son de trascendencia para EE. UU., para
alcanzar el respaldo que requiere por parte de los norteamericanos en asuntos
políticos, económicos y militares a nivel interno. De esta forma, puede determi-
narse que existe un vínculo de subordinación estratégica, pero tampoco debe
menospreciarse la capacidad de determinación y acción del Estado colombia-
no en este vínculo bilateral difícil.
Así mismo, debe señalarse que es evidente que existe un poder desequilibra-
do entre los dos países y que habitualmente el proyecto interno se relaciona con
las directrices de EE. UU. a causa de una dependencia consolidada a lo largo del
tiempo (Seyersted, 2019).
De acuerdo con esta clasificación, puede entenderse por qué es fundamental
para Colombia tener como aliado a EE. UU. y lo importante que es para EE. UU.
tener a Colombia como aliado en la región, un país estratégico porque indica el
ingreso a América del Sur, es frontera tanto con Panamá como con el canal, li-
mita con los dos océanos y cuenta con enormes cantidades de materias primas,
como, por ejemplo, el platino (Randall, 1992).
El vínculo que se generó y permaneció con EE. UU. estaba basado en el dis-
curso de la Seguridad Nacional. Este discurso se hizo esencial ya que los países
de Latinoamérica podían reacondicionar sus tácticas militares para determinar

267
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

y combatir el enemigo interno que, según EE. UU., simbolizaba el mayor peligro
para el continente y la seguridad en el mundo.
El momento más determinante en la colaboración con EE. UU. durante
la Guerra Fría, aparte de la participación tanto en la OEA como en el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), fue la determinación por parte
de Colombia de enviar tropas para enfrentar la Guerra en Corea atendiendo al
llamado de EE. UU. Este esfuerzo militar generó consecuencias para Colombia,
en cuanto a que fue el único país del área que envió tropas para combatir al
comunismo en Asia y usó ese hecho para persuadir a EE. UU. del aumento del
respaldo militar en el país para alcanzar otras armas para combatir a las gue-
rrillas (Meléndez, 2015). Con esta colaboración, Colombia usó la subordinación
estratégica para alcanzar ganancias a nivel militar y político y, acudiendo a la
doctrina anticomunista de EE. UU., pudo también alcanzar legitimidad política
para enfrentar a las guerrillas internas y combatir para respaldar el statu quo
desde Colombia.
Hay, así mismo, una sucesión de hechos que fueron secundados para com-
batir la guerrilla en Colombia con el apoyo de EE. UU. y que han posicionado a
este país frente a otros de Latinoamérica como imperialista y que lo han obser-
vado como un actor principal dentro de su comprensión del conflicto armado.
Todas estas luchas contra la guerrilla y el narcotráfico generaron que se comen-
zara el proceso de negociaciones de paz con la guerrilla.
La redacción del Plan Colombia se efectuó en inglés entre funcionarios de
Colombia y consultores de Norteamérica, lo cual señala que no se incluía el pun-
to de vista del pueblo de Colombia, ni tampoco sus congresistas ni ninguna en-
tidad del Estado (Rojas, 2015). Esto revela que ese Plan Colombia estaba más
enfocado como un plan elaborado por EE. UU. para Colombia, que en un plan
elaborado con Colombia (Seyersted, 2019).
De esta manera, puede observarse que la diplomacia de la subordinación
estratégica de Colombia, mediante la cual se recurre a los intereses de política
exterior de EE. UU., sirve para alcanzar su respaldo y así cumplir con su propósito
interno.
Este Plan Colombia se justificó como un requerimiento para combatir al nar-
cotráfico, pero estas ofensivas casi siempre estaban enfocadas hacia las gue-
rrillas. De acuerdo con Petras (2001), el Plan Colombia constituía ciertamente
una prolongación y una intensificación de una táctica que se había utilizado para
Colombia con anterioridad.

268
La intervención
como herramienta de poder estratégico

De esta forma, debe considerarse el entorno geopolítico y el auge de las


guerrillas hasta transformarse en una amenaza para el Estado de Colombia, así
como para la hegemonía regional de EE. UU., lo cual deja ver lo estratégico que
tiene el vínculo con EE. UU. que busca mantener a Colombia como su aliado
(Seyersted, 2019).
En definitiva, al hacer un análisis a los distintos señalamientos referentes a
la intervención de EE. UU. en Colombia, objeto de estudio de esta investigación,
cabe señalar que EE. UU. se considera a sí mismo como aquel que se encarga de
la dirección en Latinoamérica, ya que sostiene que posee el deber de respaldar la
seguridad alrededor de su zona de influencia, y, fundamentado en esta aprecia-
ción, siempre ha realizado intervenciones en temas humanitarios y de seguridad.
Las intervenciones que ha efectuado en Colombia han estado enfocadas a evitar
que actores no estatales se transformen en una opción de Gobierno, pero tam-
bién por temas de fondo que tienen que ver con la búsqueda de apoderarse de
territorios y recursos naturales tácticos.
En un entorno de globalización y confusión a nivel geopolítico, es esencial
para EE. UU. contar con una posición geoestratégica, por lo cual la ubicación de
Colombia es fundamental, toda vez que está ubicada en la mitad del continente
y tiene salida por los dos océanos. Establecerse, por lo tanto, en los territorios
de Colombia es para los norteamericanos un propósito de trascendencia mayor,
por cuanto esto les permite controlar toda la región. Con Colombia acorde con
la táctica de dominación, pueden orientarse diversas maniobras hacia todo el
mundo y obtener los recursos naturales con que cuenta este país y que son
requeridos para sostener el alto gasto de energía que necesita el desarrollo in-
dustrial que mantienen los norteamericanos.
Respecto de la efectividad que tiene el proceso de intervención en cuanto al
logro de sus metas, existen contradicciones, puesto que en Colombia, con el pro-
ceso del Plan Colombia con el cual se buscaba llevar a las FARC a un proceso de
paz el cual se alcanzó, esto no representó la culminación del conflicto armado,
ya que en Colombia persiste la guerra con la intervención de grupos al margen
de la ley como el ELN, así como la propagación de distintos grupos guerrilleros y
narcotraficantes y tampoco significó la erradicación total de los cultivos de coca,
puesto que se reubicaron en todo el territorio nacional.
La intervención de EE. UU. en Colombia constituye, dentro del entorno inter-
nacional, el robustecimiento de la hegemonía de este Estado en Latinoamérica y
el afianzamiento de un ejército aliado en un área geoestratégica donde pueden

269
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

acceder a bases tanto militares como aéreas donde pueden realizar sus tácticas
hacia el continente, aspectos totalmente conocidos por todos los países vecinos
y que, al generar reservas, van a afectar sus relaciones con Colombia.
Ante a todas las dificultades suscitadas en los Estados por el terrorismo,
el narcotráfico y el crimen organizado, se requiere ejecutar acciones en común
de los Estados que se puedan ver perjudicados, pero estas acciones deben ser
ajustadas y realizadas desde las propias áreas, aunque en determinados casos
se necesitan acciones que abarquen bases militares transnacionales. Esta nece-
sidad es cierta, pero lo que se cuestiona es cómo se realiza y las intenciones que
esto busca. Con la instauración de estas bases militares se transgrede de todas
formas la soberanía tanto del país donde se ubican, como los otros Estados que
se encuentran a su alrededor, ya que esto genera daños en los vínculos entre
naciones y se transgrede además el uso de la fuerza dentro del poder del Estado.
La implantación de una base militar dentro de una nación perjudica a toda la
región que termina sintiéndose en peligro a causa de la presencia tanto de los
escuadrones como del armamento extranjero.
Aunque el establecimiento de bases militares de EE. UU. en Colombia se pien-
se con criterios de respaldo militar y estratégico, esta intervención plantea un ries-
go tanto para nuestro país como para los países que lo circundan, ya que repercu-
te en las relaciones que Colombia pueda tener no solo con los países de la región,
sino con el mundo entero, puesto que para las naciones vecinas ese respaldo de
EE. UU. a Colombia se considera como un peligro, ya que lo ven como una inter-
vención camuflada que puede ser el permiso de acceso a una intervención militar
hacia todo el territorio aledaño. Por lo tanto, no es aconsejable que exista una total
intervención por parte de los norteamericanos dentro del territorio colombiano.

Conclusiones
Gestar un trabajo académico en que se involucran temas de alto nivel estra-
tégico como el poder y la intervención constituye un reto que genera grandes
expectativas, si se tiene en cuenta que la evolución de las RR. II. ha mostrado
que el país se encuentra ante un mundo lleno de contradicciones y de transfor-
maciones, donde el poder se convierte en el centro de gravedad y la intervención
se constituye en herramienta con la que se plasma ese poder.
La intervención como herramienta de poder no debe ser analizada como
la resultante de una situación de pugna como las que tuvieron su acontecer

270
La intervención
como herramienta de poder estratégico

durante la Guerra Fría; resulta oportuno recordar a Buzan (2004) cuando afirma
que los cambios se despliegan mucho más profundamente y afectan las propias
fuentes de poder en las que descansa el orden internacional.
La discusión aumenta ante la polarización ideológica que generan los dife-
rentes análisis y puntos de vista. En efecto, la intervención como herramienta de
poder es un tema que genera controversia por su impacto en las RR. II. y en lo
que se conoce como orden mundial.
La ONU ha perdido espacio en el ámbito de la influencia internacional, con lo
que cedido su papel natural a determinaciones unilaterales y a alianzas, ha dado
paso a la conformación de coaliciones que gravitan en pilares históricos como el
militar, el económico y el diplomático.
El concepto de seguridad humana le da participación activa a la ONU y a las
demás instituciones multilaterales en las decisiones que atañen al uso de la fuer-
za y en planeamiento y ejecución de las operaciones humanitarias y armadas.
La intervención se constituye en una herramienta de poder proveniente de
la decisión política del más alto nivel. Mediante su implementación se preten-
de realizar cambios trascendentales en las actuaciones y políticas adoptadas
por un Gobierno dentro de un país; obedece a una determinación política de un
Estado, grupos de Estados u organizaciones que la ponen en ejecución, bajo la
premisa de un planeamiento estratégico de alto nivel como respuesta a las agre-
siones, atropellos y las infracciones a los DD. HH. y al DIH por parte de Gobiernos
autoritarios y dictatoriales.
Acorde con lo expuesto, la intervención como herramienta de poder ocupa
un lugar preponderante de la agenda internacional; sigue siendo un argumento
temático de la actividad dinámica de la política mundial.
A pesar de la controversia que genera cuando se ejecuta, los teóricos de las
RR. II. se ocupan poco de su estudio y enfocan su investigación y análisis como
un tema de soberanía de los Estados y de injerencia en asuntos internos.
Desde el punto de vista del Estado moderno, estos están con el deber moral
y ético de propender por la vida, la libertad, la seguridad, el bienestar y los dere-
chos fundamentales de sus ciudadanos; ante el incumplimiento de un Estado
con esta obligación fundamental, los actores internacionales con reconocimien-
to se toman el derecho de protección y vigilancia, lo que se conoce como el giro
humanitario de la soberanía.
En lo referente a las posibilidades de empleo de la intervención por Colombia
en función de sus amenazas, el Estado colombiano en su devenir histórico ha

271
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

sufrido agresiones de otros Estados; desde su advenimiento como república, ha


sido víctima de las acciones de los vecinos de las cuales ha salido perdedor en
lo referente a la integridad territorial.
A esta postración diplomática se le adiciona otro factor de gran impacto que
se constituye en amenaza a la seguridad nacional: es manifiesta la existencia
y el beneplácito de Gobiernos que dentro de su territorio encubren, albergan y
patrocinan a las organizaciones narco terroristas y propician su refugio permi-
tiendo que desde su territorio se planeen acciones criminales que luego llevan a
cabo en Colombia.
Son muchas las ocasiones en que el Gobierno colombiano ha querellado a
Venezuela y a Cuba ante la ONU, la OEA y la comunidad internacional por patro-
cinar y proteger a las organizaciones terroristas.
Por política de Estado, Colombia tiene como fundamento estratégico el de
optar por las acciones diplomáticas, su estrategia de seguridad y defensa se
fundamenta en el precepto defensivo ofensivo, siendo fiel a los tratados y com-
promisos firmados con la ONU y con la comunidad internacional.

272
La intervención
como herramienta de poder estratégico

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276
Capítulo 9
Operaciones de interferencia
en ciberseguridad y
ciberdefensa: herramienta
estratégica para la
supervivencia de los Estados*
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483.09

Felipe Eduardo Rodríguez Álvarez


Luis Alexander Montero Moncada
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Resumen: El presente capítulo tiene como objetivo determinar la importancia y capaci-


dad estratégica para las naciones de las operaciones de interferencia en escenarios
como el ciberespacio. Para ello, en primer lugar, se determinan los principales con-
ceptos en las operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa, desde las
relaciones internacionales y la doctrina militar. Enseguida, se describe la forma en que
las operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa favorecen el poder
de los Estados, desde las relaciones internacionales y las Ciencias Militares. Luego, se
analizan operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa internacional
desarrolladas con éxito en naciones como Israel, y, finalmente, se describen las posi-
bilidades de éxito de las operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa
por parte de Colombia, mediante los factores de inestabilidad.

Palabras clave: amenazas; ciberseguridad; factores de inestabilidad; inteligencia; operacio-


nes de interferencia.

* Este capítulo presenta los resultados del proyecto de investigación “Poder y Estrategia. Fundamentos para la su-
pervivencia del Estado” del grupo de investigación “Centro de Gravedad” de la Escuela Superior de Guerra “General
Rafael Reyes Prieto”, categorizado en A por Minciencias y con código de registro COL0104976. Los puntos de vista
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente los de las instituciones participantes.

277
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Felipe Eduardo Rodríguez Álvarez


Teniente Coronel del Ejército Nacional de Colombia. Magíster en Inteligencia Estratégica,
Escuela de Inteligencia y Contrainteligencia-ESICI; especialista en Seguridad Integral y
Análisis de Riesgos, Escuela de Inteligencia y Contrainteligencia-ESICI, y profesional en
Ciencias Militares, Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”.

Luis Alexander Montero Moncada


Candidato a doctor en Estudios Políticos, Universidad Externado de Colombia, y en Estudios
Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia; magíster (hono-
ris causa) en Inteligencia Estratégica, Escuela de Inteligencia del Ejército “Brigadier General
Ricardo Charry Solano”, y en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales
Contemporáneos, Instituto de Estudios Políticos de París Sciences-PO, Universidad
Externado de Colombia y Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia; politólogo con
énfasis en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia. Orcid: https://
orcid.org/0000-0003-3420-0863 - Contacto: [email protected]

Citación APA: Rodríguez Alvarez, F. E. & Montero Moncada, L. A. (2022). Operaciones


de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa: herramienta estratégica para la
supervivencia de los Estados. En A. Montero Moncada (Ed), Poder y estrategia.
Elementos para la supervivencia del Estado (pp. 277-301). Sello Editorial ESDEG.
https://doi.org/10.25062/9786289530483.09

PODER Y ESTRATEGIA.
ELEMENTOS PARA LA SUPERVIVENCIA DEL ESTADO
ISBN impreso: 978-958-53778-9-9
ISBN digital: 978-628-95304-8-3
DOI: https://doi.org/10.25062/9786289530483

Colección Seguridad y Defensa


Sello Editorial ESDEG
Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”
Bogotá D.C., Colombia
2022

278
Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

Introducción
La supervivencia es una de las necesidades prioritarias que tienen las naciones a
nivel mundial (Knorr, 1981) y, por lo tanto, debe enfocarse en utilizar estrategias,
tareas y capacidades óptimas para eliminar, bloquear y neutralizar cualquier tipo
de riesgo nacional. No obstante, en el escenario actual, donde nacen nuevos es-
tilos de guerra, los altos mandos nacionales deben establecer actividades y ope-
raciones en pro de la seguridad y defensa nacional. Para ser considerados terri-
torios soberanos, con límites y representación política internacional, los Estados
deben ajustarse a la carrera cosmopolita por el poder, siendo este factor el que
incita la exploración de herramientas de contención, reacción y protección de
acuerdo a sus intereses.
Para que la supervivencia consiga un nivel de protección y mantenimiento
constante, es necesario contar con las capacidades humanas, técnicas y cien-
tíficas que concurren hoy en día, beneficiando las actividades del poder de los
Estados y su constante evolución dentro de las exigencias del orden interna-
cional (Noya, 2005). El desarrollo de la tecnología, la evolución de las ideas y
la presión constante por sobrevivir han obligado a las sociedades a constituir
destrezas que permitan la no materialización de riesgos que atenten contra la
institucionalidad e integridad estatal.
Las estrategias y capacidades con mayor intervención y eficacia para soste-
ner la constitucionalidad e integridad de las naciones son el tridente estratégico,
la base operativa para la estabilidad nacional (Algaba et al., 2005). Esta consiste
en la unión de capacidades ejecutantes de las FF. EE., soportados por la recolec-
ción de datos de la inteligencia y protegidos por las barreras de la ciberdefensa,
enfocados en minimizar los riesgos y la no materialización de amenazas en am-
bientes tanto bélicos como de diplomacia (Gruer, 2013). Al llevar a cabo actos de

279
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

defensa nacional, los intereses nacionales son protegidos por la participación


activa de las instituciones estatales con responsabilidades estratégicas, pues
bajo su dominio se encuentra el aseguramiento a la soberanía, la independencia
nacional, la unidad, la integridad territorial y la constitución de la democracia
(Velarde, 2020).
La funcionalidad y efectividad de las decisiones de los altos mandos, in-
cluso con un alto impacto estratégico, en ocasiones pasa inadvertida por falta
de conocimiento respecto de las ventajas, destrezas y proezas que acatan las
actividades de interferencia desarrolladas por componentes como el tridente
estratégico de las naciones (González, 2015). Dadas estas circunstancias, re-
sulta pertinente enmarcar una actividad investigativa que responda de forma
académica, científica y comprobable a la pregunta: ¿Cuál es el aporte de las ope-
raciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa como herramienta
estratégica para la supervivencia de los Estados?
En tal sentido, en el presente artículo se determinan, en primer lugar, los prin-
cipales conceptos en las operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciber-
defensa, desde las relaciones internacionales y la doctrina militar. Enseguida, se
describe la forma en que las operaciones de interferencia en ciberseguridad y ci-
berdefensa favorecen el poder de los Estados, desde las relaciones internacionales
y las Ciencias Militares (CC. MM.). Luego, se analizan operaciones de interferencia
en ciberseguridad y ciberdefensa internacional desarrolladas con éxito en nacio-
nes como Israel, y, finalmente, se describen las posibilidades de éxito de las ope-
raciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa por parte de Colombia,
mediante los factores de inestabilidad.

Marco conceptual
Seguridad y defensa nacional
Para precisar la definición de seguridad y defensa nacional como un todo, es ne-
cesario examinar sus componentes de forma individual. Seguridad nacional es
aquel requisito esencial de todos los ámbitos de la vida pública, así como las ne-
cesidades básicas de todos los sistemas naturales y sociales (Almazán, (2015).
Como parte constituyente del mandato del Estado democrático, es la base para
la acción y la planificación de las políticas públicas, donde se enfrentan enormes
desafíos no solo en la defensa contra peligros potenciales extremos como el te-
rrorismo o las catástrofes, sino con diferentes fenómenos que atentan contra la

280
Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

integridad y constitución de los Estados. Aunque muchas áreas de investigación


se ocupan de la seguridad y es parte de varios discursos, conceptualmente sigue
siendo un concepto poco claro que está sujeto a cambios permanentes.
Defensa nacional, por otra parte, son aquellas acciones estatales desarro-
lladas para proteger intereses de orden estratégico, actuando principalmente de
forma preventiva ante el surgimiento de enfrentamientos paralizantes para la
constante evolución y desarrollo de las naciones (Dussan, 2005). Por lo general,
cuando ocurre un agrietamiento interno, este componente invita a la interven-
ción extranjera que amenaza de forma directa la defensa de los territorios.
Ante ello, la unión de los conceptos de seguridad y defensa nacional repre-
senta un reto para los entes académicos y científicos, ya que los departamentos
de Defensa y Seguridad del mundo aun sostienen discusiones operativas y de
aplicación para tal concepto. Para aclarar, no obstante, las siguientes líneas, di-
remos que la seguridad y la defensa son dos elementos que exaltan la propiedad
de protección, donde no se materializan riesgos, perjuicios ni peligros y fabrican
cierto nivel de confianza a todos los sujetos que integran los Estados, pues es
claro que conviven una serie de elementos tanto oriundos, como terrestres que
deben ser defendidos y salvaguardados del alcance de personas que no les co-
rresponde dirigirlos ni aprovecharlos. Sin embargo, esta diligencia de seguridad
no se forma simplemente con un plan, pues debe estar forjada y plasmada por
alguna ley, orden, tarea o ruta política para enfrentar cualquier tipo de amenaza.

Operaciones encubiertas
Ante las circunstancias que prosperan en los términos de seguridad y defensa, exis-
ten herramientas operacionales que intervienen en la recolección de datos y que,
en su mayoría, garantizan un adecuado procesamiento para convertirlos en infor-
mación de alto valor para la protección de los Estados. Entre estas acciones, las
operaciones encubiertas son una de las capacidades que aun siendo de alto riesgo,
generan resultados de alto impacto para la toma de decisiones (Almaraz, 2016:
Una operación encubierta es aquella acción de investigación que ejecuta la
autoridad con el propósito de hacer creer a los delincuentes que se está ac-
tuando a la par de ellos, es decir, que también los que actúan en la operación
encubierta, que son los agentes de policía infiltrados, lo hacen ilícitamente,
sin pensar los miembros de la organización delictiva, que es una farsa, un
engaño, con el objeto de hacer creer que igual que ellos se está actuando
impunemente. (p. 149)

281
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Generalmente, las operaciones encubiertas logran desarrollarse cuan-


do los decisores políticos solicitan datos que no consiguen por medio de la
búsqueda de diferentes fuentes como las abiertas (Open Source INTelligence,
OSINT); en gran medida es una herramienta de bastante aplicación a lo largo y
ancho de las naciones.

Inteligencia estratégica
Es un proceso de recopilación, procesamiento, análisis y difusión de inteligen-
cia crucial en la formulación de políticas (Liebowitz, 2006). Puede ser vista en
perspectiva y es una herramienta para que una organización pueda proyectar
su funcionamiento y su entorno, entre otros. Esto se logra mediante el diseño de
estrategias adecuadas, alineadas con la visión y misión de la organización. La
inteligencia estratégica es una combinación de diferentes tipos de inteligencia,
como inteligencia comercial y competitiva inteligencia que crea una sinergia en
la inteligencia y el conocimiento de una organización, facilitando la adquisición
de información valiosa en la decisión organizativa.
Por otro lado, la inteligencia estratégica es información que se necesita para
formular políticas y planes militares en los niveles de política nacional e interna-
cional (Sainz de la Peña, 2012). Gracias a ello, la inteligencia táctica está destina-
da principalmente a responder a las necesidades de los comandantes de campo
militares para que puedan planificar y, si es necesario, realizar operaciones de
combate. Esencialmente, la inteligencia táctica y la inteligencia estratégica solo
difieren en el alcance, el punto de vista y el nivel de empleo.

Inteligencia militar
La recolección de información debe desarrollarse bajo los conceptos actual-
mente avalados, entre ellos, la inteligencia (Jasso, 2017). Esta incluye las divisio-
nes y clasificaciones acatadas por los organismos internacionales, generando
protagonismo a los actos establecidos por las instituciones militares. Por ello,
la inteligencia militar es expuesta como aquella capacidad que incluye todas las
disciplinas dedicadas a la recopilación, análisis y difusión de información para
unidades militares y tomadores de decisión (Mendoza, 2020).
Según el Manual Fundamental del Ejército, MFE, 2-0 (2017), la inteligencia
militar se divide en Contrainteligencia (CI); Inteligencia Humana (HUMINT, por
su sigla en inglés); Inteligencia Geoespacial (GEOINT, por su sigla en inglés);
Inteligencia de Señales (SIGINT, por su sigla en inglés); Inteligencia Técnica

282
Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

(TECHINT, por su sigla en inglés); Ciberinteligencia (CIBINT); Guerra Electrónica


(EW, por su sigla en inglés); Inteligencia de Medidas y Huellas Distintivas (MASINT,
por su sigla en inglés), e Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT, por su sigla en
inglés). Las actividades de inteligencia se llevan a cabo en todos los niveles, tác-
tico, operativo y estratégico, ya sea en tiempos de paz o de guerra.

Contextualización de las operaciones


de interferencia en escenarios cibernéticos
Conceptos de operaciones de interferencia en ciberseguridad
y ciberdefensa
En el escenario que actualmente viven las naciones, es posible identificar la ne-
cesidad de defensa y seguridad de las mismas. Ningún gobernante puede definir
su periodo presidencial sin exponer, acatar y delimitar las formas, estrategias
y actos que permitirán la armonía estatal a la que se confiere, desde el inicio,
su labor como presidente. Esta labor es soportada con asesorías y acompa-
ñamientos de las estructuras e instituciones fundamentales para las naciones,
reconocidas como inherentes de la estructura política de las mismas (Sanahuja
& Verdes-Montenegro, 2014).
Entre ellas es posible reconocer que muchos de sus actos son avalados por
estrategias de orden militar, político y diplomático, siendo la diplomática una de
las vías de mayor ejecución y manifestación en el orden internacional (Spielman,
2011). Entre las actividades diplomáticas están las operaciones de interferencia
que son avaladas y permitidas mientras se coincida con la necesidad de prote-
ger y salvaguardar los intereses nacionales (Saddiki, 2009). Estas operaciones
son una de las herramientas de la política exterior de las naciones que utilizan
los formuladores de políticas para promover los intereses nacionales (Cull, 2009)
y se utiliza en esfuerzos internacionales selectos, pues abarca una amplia gama
de actividades fuera de las operaciones de recopilación de inteligencia tradicio-
nal. Generalmente, la acción de interferencia puede proporcionar resultados e
información que de otro modo no estaría disponible. Aunado a ello, las activi-
dades que integran las operaciones de interferencia influyen en las condiciones
políticas, económicas o militares en el extranjero, donde se pretende que la in-
tención del perpetrador o autor de estas no sea evidente o reconocido pública-
mente (Berenstein, 2004).

283
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Para enfatizar en los conceptos operacionales de interferencias en ciberse-


guridad y ciberdefensa, es necesario ilustrar por medio de ejemplos literarios su
actuación. Por ello, al suponer dos actores A y B, se reconoce que son dos Estados,
cada uno con intereses y objetivos estratégicos que cumplir; no obstante, el país A
encuentra llamativo algún bien, servicio o material útil para la supervivencia en el
país B, y comienza a actuar dentro o fuera de la legalidad para conseguirlo. Si los
actos de A son explícitos, en organizaciones y tribunales internacionales se podría
intervenir para finalizar con su cometido. Pero, cuando estos no logran sustentar-
se por la falta de pruebas que concurran en sus actos, es posible considerar este
tipo de actos como interferencias. Las acciones de interferencia adecuadas se
llevan a cabo porque los legisladores, no las agencias de inteligencia, creen que
los medios secretos son la mejor manera de lograr un fin deseado o un objetivo
político específico (Luna, 2014).
Ante el ejemplo gráfico previamente descrito, autores como Fernández et
al., (2013) expresan que la interferencia es aplicada a aquellas actividades que
limitan la expansión, proyección o supervivencia de algún Estado. Típicos even-
tos de la misma se evidencian cuando Ávila et al., (2013) exponen los intere-
ses políticos de naciones como la venezolana, ya que la protección o apoyo a
las guerrillas colombianas generan consecuencias de gran envergadura para la
seguridad y defensa de Colombia. Aquí, la interferencia dirigida por mandata-
rios como Hugo Chávez y Nicolás Maduro interfieren de forma negativa para
Colombia, pero, de forma positiva para los intereses de los mandatarios venezo-
lanos. Ante ello, cuando una acción, suceso o actividad subestima las barreras
de protección e integridad de las naciones, resulta necesario y de urgente uso la
estrategia promovida por la interferencia, pues su ejecución mantiene el nivel de
secreto y exclusividad cuando suele manejarse en niveles de toma de decisión
como el estratégico.

Ajuste pragmático desde las Ciencias Militares


Si se conciben las operaciones de interferencia como una de las acciones promo-
vidas por los ámbitos militares, es posible reflejar este tipo de acciones en suce-
sos como los liderados por naciones como EE. UU. (Roca, 2013). Generalmente,
la acción de interferencia desarrollada por esta nación tiene como objetivo influir
en las condiciones de seguridad que podría conducir a un compromiso militar
considerable o extendido (Sala, 2018). A diferencia de la recopilación de datos de
la inteligencia tradicional, las operaciones de interferencia no son pasivas. Estas

284
Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

tiene un impacto público visible destinado a influir en un cambio en el entorno


militar, económico o político en el extranjero que, de lo contrario, podría resultar
contraproducente si se diera a conocer el papel del autor generador de las mis-
mas (García, 2012).
Para generar entonces posibles actos de interferencia liderados por las es-
tructuras militares, estas podrían ir de la mano con actos psicológicos y de in-
clusión para la ciudadanía; por ejemplo, los actos de propaganda son uno de los
medios por los cuales personal militar especializado en inteligencia hace explí-
cito uso de ellas (López, 2015). Las agencias de inteligencia difunden de forma
encubierta información específica para promover los objetivos de la política ex-
terior del Estado (Caballero, 2004). Por otro lado, estas acciones son paralelas
a la acción política y económica de interés, ya que las agencias de inteligencia
influyen también de forma encubierta en el funcionamiento político o económico
de una nación foránea.
Por otro lado, las operaciones de interferencia suelen encontrarse en las
Ciencias Militares (CC. MM.) en las acciones y operaciones militares a cubierta;
en ellas, las agencias de inteligencia entrenan y equipan de manera encubierta al
personal para atacar a un adversario o para realizar operaciones de recolección de
información (Monsálvez, 2013). Estas operaciones, normalmente no implican el
uso de personal militar uniformado como combatientes, ya que permiten la diver-
sidad de papeles que reubiquen la verdadera línea cotidiana del agente por utilizar.
No obstante, si esta línea táctica de interferencia se cruza con tiempos de guerra
o conflicto armado, es posible que las naciones líderes de las mismas necesiten
hacer uso de la fuerza letal encubierta contra enemigos (McSherry, 2009).
Ante ello, entre los actos de materialización a que se recurre en las opera-
ciones militares y su campo de aplicación para las tareas de interferencia, es
necesario considerar la combinación de dos componentes del tridente estra-
tégico: FF. EE. e inteligencia (Ferreira, 2006). Si bien, al suponer que estos actos
son capacidades propias para expandir las actividades de interferencia en las
naciones, se recurre entonces al factor humano militar que sostiene el mejor
entrenamiento y capacitación ante el desarrollo de operaciones de un alto ni-
vel e impacto. Ejemplos como el de Israel, que era constantemente amenazado
por sus vecinos, ya fuera directamente por la guerra o indirectamente por el te-
rrorismo, se mantuvo, no obstante, algo alejado de la Guerra Fría, dando a sus
operaciones de interferencia un valor distintivo y convirtiendo al país en un líder
mundial en las capacidades de inteligencia (Ferreira, 2006).

285
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Esta nación tiene muchas lecciones para los servicios de inteligencia de


Occidente que se están adaptando lentamente a este entorno político tan di-
ferente. Estas, pueden reconocerse por medio de tres frentes principales: 1.
Contraterrorismo, 2. Contra la proliferación nuclear o adquisición de tecnología y
3. Ayuda humanitaria (Sánchez, 2001).
En el primer bloque, los israelíes reaccionaron rápida y duramente contra el
terrorismo internacional, utilizando equipos del Mossad que operaban de forma
encubierta en muchos países extranjeros (San Felipe Donlo, 2013). Muestra de
ello fue la acción de Shin Beth, quien entrenó guardias ocultos armados con pis-
tolas de baja velocidad que se colocaron en aviones israelíes listos para partici-
par en batallas aéreas con cualquier secuestrador. A su vez, agentes del Mossad
y Shin Beth se infiltraron en los campamentos de Cisjordania para recibir ad-
vertencias de ataques terroristas. También operaron en Jordania, transmitiendo
información al rey Husein; algunos de estos agentes eran espías, otros actuaban
en un papel diplomático encubierto, organizando reuniones secretas entre los
líderes israelíes y el rey Husein (Mesa del Monte, 2007).
En el segundo bloque, en materia de servicios secretos involucrados en tra-
tar de robar secretos industriales y técnicos, los israelíes tienen un historial solo
superado por la KGB (Bar-Zohat et al., 2013). En la década de 1960, se esta-
bleció una organización especial y altamente secreta llamada Lekem, adjunta
al Mossad. La función de Lekem es la recopilación de inteligencia científica y
técnica. Sus agentes viajan de forma encubierta como hombres de negocios
y científicos o son adscritos al personal de las embajadas israelíes en todo el
mundo (Gruer, 2013). Tradicionalmente, Lekem se ha centrado en dos áreas: tec-
nología militar y tecnología nuclear, con cierto éxito notable en ambas áreas. El
Mossad también ha trabajado para eludir los embargos de armas impuestos a
Israel (Róbalo, 2016).
Ante estas circunstancias, el escenario israelí es definido como un Estado
acosado por enemigos (Buzan, 1991). Aquí, la búsqueda permanente de seguri-
dad, lleva a Israel a tomar acciones que amplían su espectro de amenaza antes
que mejorarlo, careciendo entonces de la influencia política o económica de na-
ciones más grandes y poderosas. Ante ello, los israelíes han utilizado operacio-
nes encubiertas para lograr objetivos de política exterior, como ayudar a prevenir
la proliferación nuclear, al mismo tiempo que ayudan al desarrollo de sus propias
armas (Abad, 2014). Estos ejemplos hacen parte de las operaciones de interfe-
rencia de naciones con una alta participación de personal de capacidades como

286
Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

la inteligencia, la cual suele aliarse con las habilidades humanas que concurren
en las estrategias de FF. EE., que pueden generar algunos requisitos de inteligen-
cia, en sus guías de estudio de área, antes de la implementación (Rodríguez &
Jordán, 2015).
En otros casos, las agencias nacionales de inteligencia pueden mantener
al día a las unidades de operaciones especiales haciendo lo que siempre han
hecho y en cómo han llevado a cabo las operaciones en el pasado (Gómez,
2004). Para las unidades de FF. EE. desplegadas en actos de interferencia, la
protección de la fuerza es un factor extremadamente importante en la seguri-
dad general de la misión (Jordán, 2016). Aquí, las redes de inteligencia locales
deben organizarse y dotarse de recursos, donde pueden adaptarse a la misión
y al área operativa. Por ello, las FF. EE. tienen personal excepcionalmente ca-
pacitado, ya que logran detectar, evaluar, desarrollar y reclutar fuentes de bajo
nivel para los requisitos de protección de las naciones (Rodríguez, 2016). Estas
operaciones son extremadamente importantes en las áreas operativas de pro-
tección de la fuerza y alerta temprana.

Percepción desde las relaciones internacionales


Al entender su aplicación militar por medio de la capacidad humana de las FF. EE.
y las tácticas de recolección de información de la inteligencia, las operaciones
de interferencia se exponen al señalamiento y posible persecución de otras na-
ciones en el orden internacional. Dadas estas circunstancias, es necesario orien-
tar estas intervenciones bajo la teorías y consideraciones de las RR. II. (Barba,
2015). Al menos en los últimos veinte años las RR. II. han permitido que se inclu-
yan las actividades que suscitan de los roles diplomáticos y sus funciones como
intermediarios internacionales (Azpíroz, 2012). Ante ello, diplomáticos de mu-
chos países están involucrados en tareas tales como la búsqueda de la solución
a los conflictos regionales, apoyo en asistencia humanitaria, mediaciones en los
problemas ambientales globales y en la cooperación económica internacional,
teniendo claro que estas acciones son una puerta de entrada de soft power en
las intenciones de interferencia internacional.
Aquí, los diplomáticos y sus actividades son la figura teóricamente avala-
da que acepta involucrar a los Estados en mucha mayor medida y con mucha
mayor relevancia que durante las cuatro décadas anteriores. En el pasado, la
diplomacia era una profesión prestigiosa, pero discreta, no siempre llevada a
cabo con prudencia fuera de los ojos del público (Riordan, 2005). Hoy en día, los

287
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

propios diplomáticos se están convirtiendo en el blanco de los medios y del pú-


blico internacional. Cabe resaltar que la diplomacia, en el uso de negociaciones
para promover los intereses internacionales de un Estado, sigue desempeñando
un papel importante en el ajuste de los intereses estatales y las sociedades a los
desafíos contemporáneos.
Generalmente, los principios diplomáticos se centran en el nivel operativo,
es decir, el nivel de las comunidades de política exterior donde los profesionales
planifican, diseñan y conducen la diplomacia para lograr objetivos en el interés
estratégico nacional (Muñoz, 2015). En asuntos militares, el nivel operativo es
crucial en la ejecución de tareas militares, vinculando el empleo táctico de fuer-
zas con objetivos estratégicos nacionales y militares. Aquí, la diplomacia, como
teoría de las RR. II., fusiona objetivos estratégicos con medios y recursos diplo-
máticos (León Gross, 2019). La diplomacia a nivel operativo puede describirse
como actividades deliberadas que vinculan el empleo de recursos diplomáticos
con los objetivos de la política exterior nacional. Este nivel, justo por debajo del
de toma de decisiones estratégicas y estrechamente relacionado con las tácti-
cas y técnicas de negociación, es lo suficientemente distinto como para que la
introducción de algunos principios coherentes pueda ser útil para los profesio-
nales diplomáticos operativos.

Favorecimiento operativo y estratégico


de las operaciones de interferencia hacia
el poder de los Estados
Entre los intereses que existen en el orden internacional, hay una percepción muy
considerable sobre la insatisfacción de los gobernantes respecto del concepto
de poder (Cancelado, 2010). Esta situación surge porque las nociones tradicio-
nales de Estado y de poder se encuentran fuera y distantes de las condiciones
políticas actuales (Ghotme, 2011). Este poder, que hace parte de los intereses
estratégicos de los territorios, es considerado como una prioridad, y, al ser una
prioridad, encaja de forma directa en la necesidad de protegerlo, fomentarlo, re-
forzarlo o administrarlo.
El manejo o exposición de los niveles de poder estatal en el mundo hacen
parte de la adaptación de tareas, políticas y acciones del nivel estratégico
nacional, y este, al tener la calificación de prioritaria, puede fomentarse por

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Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

medio de herramientas como la diplomacia, la intervención militar y el domi-


nio de las RR. II., entre otros (Fradkin, 2011). El orden militar, una herramienta
común y de alto uso, es aquella condición inherente que activa acciones de
interferencia, entendiendo que tanto las acciones bélicas como la búsqueda
de la información hacen parte del rol de protección de los altos gobernantes
(Porras, 2004).
Con miras a direccionar las actividades de interferencia como una herra-
mienta de orden estratégico, es necesario encasillar un concepto básico de po-
der. En efecto, poder se refiere a la capacidad que tiene un actor de controlar
a otro para hacer lo que ese otro no haría de otra manera (Ávila-Fuenmayor,
2006). Al mostrar favoritismo conceptual, la disciplina no solo pasa por alto las
diferentes formas de poder en la política internacional, sino que tampoco logra
desarrollar una comprensión sofisticada de cómo se producen los resultados
globales y cómo los actores están capacitados y limitados de manera diferencial
para determinar su destino.
Cuando un Estado presenta entonces estrategias que promuevan, protejan y
establezcan su poder, la aplicación de medidas políticas, diplomáticas o milita-
res son avaladas y aprobadas por cualquier dominio internacional (Aguiló, 2009).
En efecto, es muy común presentar el uso de actividades militares ante escena-
rios que promuevan la protección y la defensa de un territorio, sobre todo cuando
esa nación mantiene y desarrolla aspectos como la inteligencia.
Ante estas circunstancias, las nociones de seguridad y estabilidad son fun-
damentales para la sociedad contemporánea (Dussan, 2005). La seguridad y
defensa son un pilar importante de un sistema democrático ante las conside-
raciones expuestas por el orden internacional. Por ello, la capacidad o incapa-
cidad de brindar seguridad cuestiona la forma en que los Estados generan sus
actos de defensa, entendiendo que, cuanta menos seguridad, menor es su poder
ante las amenazas y riesgos que suscitan en la era contemporánea.
La inteligencia, asociada con actos como la interferencia, es vista como
aquella estrategia que proporciona avisos, información y datos de un alto nivel
estratégico para las decisiones de los Estados (San Julián, 2017). Por ejemplo,
cuando en un sector mundial existen tensiones por conflictos, economía, dife-
rencias ideológicas, entre otras, es claro que sus diferencias materializan una
amenaza inminente. Esta amenaza logra ser identificada, neutralizada y con-
trolada cuando se acatan las capacidades generadas por subsistemas como la
inteligencia, que, en efecto, es líder de las actuaciones de interferencia.

289
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

Esta interferencia es una operación de inteligencia mediante la cual los


Gobiernos, grupos militares, empresas y otras organizaciones recopilan y eva-
lúan sistemáticamente información con el fin de descubrir las capacidades e in-
tenciones de sus rivales (Cofré, 2012). Con dicha información, una organización
puede protegerse a sí misma de sus adversarios y aprovechar sus debilidades.
En un futuro próximo las agencias de inteligencia y los Gobiernos dependerán
cada vez más de esos mecanismos de alerta que puedan responder con pron-
titud a una tarea aún más y complicada, la prevención de la seguridad (Keejan,
2012).

Éxito operacional de las acciones de interferencia: caso Israel


Para autores como Thomas y Gambolini (2001), el Estado de Israel se estableció
solo hasta 1948. No obstante, en sus años de existencia ha tenido una comu-
nidad de inteligencia que, a nivel mundial, es reconocida como una de las más
profesionales y efectivas. El Mossad se ha convertido en la agencia líder en el
conflicto con los estados árabes. Su misión, no solo incluye la de determinar los
planes y las fortalezas de las fuerzas militares árabes que se oponen a Israel,
sino también el trabajo de combatir el terrorismo de objetivos israelíes y judíos,
recopilar datos técnicos sensibles y realizar operaciones de enlace político y de
interferencia (Donlo, 2013).
Esta se compone de cuatro componentes separados: 1. El Mossad es res-
ponsable de la recopilación y las operaciones de inteligencia en países extran-
jeros; 2. La Agencia de Seguridad de Israel controla la seguridad interna y la
inteligencia dentro de los territorios ocupados; 3. La Inteligencia Militar es res-
ponsable de recopilar inteligencia militar, geográfica y económica, particular-
mente en el mundo árabe y a lo largo de las fronteras de Israel, y 4. El Centro de
Investigaciones Políticas del Ministerio de Relaciones Exteriores prepara el aná-
lisis para los encargados de la formulación de políticas gubernamentales sobre
la base de documentos analíticos y de inteligencia (Bedman, 2012).
Ante esta conformación, la historia ha datado numerosas ocasiones en que
Israel ha generado misiones de interferencia exitosas. Entre estas, se cuenta
la operación Olympic Games (2008-2010), representativa y mundialmente re-
conocida por la interferencia desarrollada en la instalación nuclear de Natanz
(Irán), donde se destruyeron sus centrifugadoras por medio del gusano Stuxnet
en operación conjunta con naciones como EE. UU., Reino Unido, Países Bajos y
Francia (Silva, 2018).

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Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

Israel y EE. UU. no generaron sorpresa alguna por la larga historia de es-
trecha cooperación de inteligencia, ya que concurren en varios momentos his-
tóricos como aliados de orden estratégico. Aparte de la provisión regular de
inteligencia estratégica y política útil, las guerras de Israel contra los ejércitos
árabes entrenados y armados por los soviéticos proporcionaron información in-
valuable sobre la doctrina militar y los sistemas de armas soviéticos (Pastor,
2017). A finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, Israel hizo una
contribución única y particularmente valiosa al arrojar nueva luz sobre los misi-
les balísticos intercontinentales equipados con armas nucleares de Moscú que
amenazan a EE. UU.
Esta operación tuvo información recibida de la inteligencia israelita, en que
se estableció que Irán se consolidaba como una amenaza de orden nuclear
(Anabalón & Donders, 2014). En efecto, se activó entonces la creación de un
arma de protección conocida como Stuxnet, un gusano informático de 500 ki-
lobytes que se infiltraba en numerosos sistemas informáticos. Este virus operó
en tres pasos: 1. Analizó y apuntó a redes y sistemas informáticos de Windows.
2. Habiéndose infiltrado en estas máquinas, el gusano comenzó a replicarse
continuamente, lo que 3. Permitió la intervención en el software Siemens Step
basado en Windows, entendiendo que este software prevalecía y, sigue preva-
leciendo, en las redes informáticas industriales, como las instalaciones de enri-
quecimiento nuclear (Medero, 2012).
Al comprometer al software Step, el gusano obtuvo acceso a los contro-
ladores lógicos del programa industrial, dando paso al acceso de información
respecto de datos industriales cruciales, y les dio la capacidad de operar varias
máquinas en los sitios industriales individuales (Fernández, 2018). La efectividad
del gusano permitió que más de quince instalaciones iraníes fueran atacadas e
infiltradas, y se cree que este ataque fue iniciado por la unidad USB de un traba-
jador al azar, teniendo instalaciones industriales afectadas como la instalación
nuclear de Natanz (Uzal, 2012).
El primer indicio de que existía un problema en el sistema informático de
la instalación nuclear fue detectado en 2010. Los inspectores de la agencia in-
ternacional de energía atómica visitaron la instalación de Natanz y observaron
que una extraña cantidad de centrifugadoras de enriquecimiento de uranio se
estaba rompiendo y que la causa de estos fallos se desconocía en ese momento.
Más tarde, técnicos de Irán contrataron especialistas en seguridad informática
en Bielorrusia para examinar sus sistemas informáticos, descubriendo varios

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

archivos maliciosos en los sistemas informáticos iraníes (Bejarano, 2012).


Posteriormente, se supo que estos archivos maliciosos eran el gusano Stuxnet
(García, 2017). Aunque Irán no ha publicado detalles específicos sobre los efec-
tos del ataque, se estima que el gusano Stuxnet destruyó 984 centrifugadoras de
enriquecimiento de uranio, disminuyendo en un 30 % la eficiencia del enriqueci-
miento nuclear (Sáenz, 2020).
Los medios de comunicación, espacios de discusión, intervención de ex-
pertos, entre otros, han sido analistas y enfáticos en comprender quién dise-
ñó el gusano Stuxnet y quién fue el responsable de usarlo para atacar esen-
cialmente la instalación nuclear de Irán. Este gusano fue diseñado como un
arma cibernética para atacar el desarrollo del programa de desarrollo nuclear
de Irán (Illaro, 2014). Los diseñadores del gusano aún se desconocen; mu-
chos expertos sugieren que el ataque del gusano Stuxnet a las instalaciones
nucleares iraníes fue una operación conjunta entre EE. UU. e Israel. A pesar
de esta especulación, todavía no hay evidencia concreta de quién diseñó el
arma cibernética original (Arciniegas, 2018).
Al hacer una evaluación de la efectividad ocasionada por intervenciones
como la aplicada con el gusano Stuxnet, es claro que la intención inicial de
Israel correspondía a disuadir, neutralizar y controlar el desarrollo progresivo
de las armas nucleares. Aun así, señalados o no de ser los responsables de
esta actividad, su interferencia generó reacciones a favor de la seguridad del
Estado. En este escenario, es necesario considerar el papel esencial y funda-
mental que juega la comunidad de inteligencia de Israel en la protección del
Estado, precisamente cuando se trata de desarrollar sus capacidades en un
sistema internacional computarizado, globalizado, turbulento y caótico (Lazar
& Costescu, 2018).
Esta nación está librando una guerra por la existencia del país como nación,
situación diferenciadora ante otras agencias de inteligencia (Sohr, 2019). Sus
dominios, interferencias y representaciones hacen parte de la necesidad inter-
nacional de disminuir los actos contra los Estados, situación fundamental ante
este tipo de amenazas para la seguridad nacional. Ante ello, varias naciones pi-
den constantemente el acompañamiento de Israel, pues hay varios escenarios
donde se están desarrollando no solo las formas clásicas de terrorismo, sino
acciones que indiscutiblemente atacan la estabilidad y consolidación territorial.
Por ello, es posible considerar en los próximos años la importancia y el éxito ope-
racional israelí en cuestiones de interferencia internacional; su estilo será menos

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Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

operativo y estarán más involucrados en otros tipos de espionaje y defensa: me-


nos armas y más ciberdefensa (Reboledo, 2016). La historia de la Comunidad de
Inteligencia de Israel es ciertamente inseparable de Israel: siempre estarán en lo
que respecta a la seguridad nacional.

Factores de inestabilidad colombianos:


oportunidad para las operaciones
de interferencia en el escenario cibernético
Al hacer un paralelo que determine la importancia de aplicar las operaciones de in-
terferencia para combatir los factores de inestabilidad de una nación, es necesario
destacar la prioridad y viabilidad de estas en este entorno. Este tipo de operacio-
nes se caracteriza además por utilizar teorías y comportamientos de estrategias
de armas combinadas, las cuales están dirigidas contra fuerzas enemigas antes
de que puedan enfrentarse a las fuerzas amigas en la lucha cuerpo a cuerpo. Estas
también contribuyen a establecer las condiciones para la transición a la siguiente
fase de una operación, por ejemplo, de la defensa a la ofensa (Jaramillo, 2007).
Ante ello, las operaciones de interferencia no consisten simplemente en ata-
car a una fuerza enemiga en profundidad (Cordero, 2018). Son la suma de to-
das las actividades que influyen en las condiciones que las fuerzas enemigas
pueden tener comprometidas. Normalmente, este tipo de operaciones incluyen
una recopilación de información, adquisición de objetivos, maniobras terrestres
y aéreas, actividades ciberelectromagnéticas, y operaciones de información ya
sea individualmente o en combinación.
Cuando este tipo de operaciones permite abarcar un contexto amplio y de al-
tos estándares, su utilidad puede parecer efectiva en escenarios donde intervie-
nen los factores de inestabilidad nacional (Spielman, 2007). Estos son factores
que pueden cambiar durante un periodo; por ejemplo, las condiciones climáticas,
la cantidad de esfuerzo que un individuo aplica a una tarea o el azar, entre otros.
En el ámbito nacional, estos factores generalmente aplican a las condiciones
bélicas, de riesgo y de amenaza previamente determinadas por los agentes o
analistas de seguridad nacional (Francisco, 2003).
Ante ello, las operaciones de interferencia efectivamente logran acaparar
una estrategia de aplicación que elimine, neutralice o controle la diseminación
de los factores de riesgo. Cuando un factor de riesgo ataca los estándares de

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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

estabilidad de los Estados, las actividades de interferencia tienen el propósito


de evitar que las fuerzas o capacidades enemigas logren utilizar sus estrategias
bélicas de manera eficaz (Gómez, 2006). Estas podrían tener como objetivo in-
terrumpir el movimiento de reservas operativas o evitar que el enemigo utilice
armamento con un largo radio de mortalidad. Por otro lado, estas operaciones
también podrían enfocarse en interferir con el proceso de reclutamiento, capaci-
tación o manipulación de los actores enemigos, eliminando de forma directa los
actores subyacentes que permiten aumentar la capacidad y recurso humano de
la fuerza opositora.
Durante las operaciones de interferencia, sus efectos suelen ser más influ-
yentes cuando se dirigen en contra de la capacidad de un enemigo para coman-
dar, agrupar, maniobrar, suministrar y reforzar los dispositivos convencionales
disponibles (Matey, 2017). No obstante, si se dirige este tipo de operaciones ante
un enemigo que emplea una estructura de fuerza encubierta, una red logística
simple y unas tácticas poco convencionales, suele tener un grado de dificultad
mayor. Sin embargo, con inteligencia precisa oportuna y persistente, las opera-
ciones de interferencia pueden interrumpir considerablemente la estabilidad y
operatividad del enemigo.
Aquí, los altos mandos pueden utilizar cualquier número de tareas durante la
ejecución de operaciones de interferencia ante los factores de inestabilidad para
desviar, interrumpir, retrasar y destruir las fuerzas enemigas. Estas acciones no
son mutuamente excluyentes, ya que las acciones están asociadas con un efec-
to que puede apoyar a los otros.
Cualquier factor de inestabilidad, naciente de variedad de campos, puede
apoyar la interrupción del comportamiento enemigo, entendiendo el enemigo
como ese actor que busca intervenir en los actos de seguridad y defensa de los
Estados (Almaráz, 2016). Esto puede materializarse en el empleo de fuerzas, ca-
pacidades o sistemas que alteran el ritmo operativo, el flujo de información o la
interacción de las fuerzas enemigas y sus sistemas de apoyo. Por ejemplo, en lu-
gar de un esfuerzo enemigo cohesivo, la interrupción puede producir confusión,
miedo y resistencia fragmentada. Por lo tanto, interrumpir al enemigo permite
tomar, retener y explotar la iniciativa y mantener la libertad de acción. Además de
ello, quien provea una operación de interferencia, puede realizar una operación
para interrumpir el sistema de apoyo de fuego del enemigo a fin de bloquear la
libertad de maniobra y las fuerzas de masas en el área cercana.
Estas áreas son generalizadas tanto en espacios terrestres como ciberné-
ticos, ya que los componentes del conflicto contienen las mismas intenciones

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Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
herramienta estratégica para la supervivencia de los Estados

independientemente de la forma o teatro de operaciones a utilizar: destruir y de-


bilitar a su oponente (Lucero, 2014). Estas pueden retrasar el tiempo de llegada
de las fuerzas o capacidades enemigas o alterar la capacidad del enemigo para
proyectar fuerzas o capacidades. Cuando las operaciones retrasan al enemigo,
las fuerzas amigas ganan tiempo para continuar con las actividades de prepara-
ción en el área cercana. Aquí puede usarse el tiempo adicional para reconstituir,
reforzar, reabastecer o maniobrar las fuerzas según sea necesario, buscando
establecer las condiciones necesarias para el éxito en el cierre.
Si bien, las operaciones de interferencia no funcionarían sin las capacidades,
tareas y estrategias de la inteligencia, no solo son la base de las políticas estata-
les, pues siempre han tenido un papel importante en la información y el ejercicio
de acciones que no son ampliamente apreciadas. Aquí, las agencias de inteli-
gencia no solo se involucran en una actividad bastante pasiva de recopilar in-
formación sobre los asuntos mundiales, sino que también intentan intervenir de
manera encubierta para influir en los eventos que permitan la no materialización
de los factores de inestabilidad de las naciones. En efecto, este tipo de opera-
ciones logra percibirse como esencial para la inteligencia, y, al ser dependientes,
efectivamente cuentan con el respaldo operativo y seguro que un tomador de
decisiones necesita para su actuación.

Conclusiones
La actual revolución de la tecnología y la información y la globalización han po-
sicionado la inteligencia como un factor importante para lograr una seguridad
nacional adecuada frente a las amenazas militares y terroristas, entendiendo
que la inteligencia es el centro de gravedad de las operaciones de interferencia.
El conocimiento de alta calidad de las capacidades e intenciones de los rivales
es un factor importante para lograr unos resultados equilibrados, generando así
capacidades de disuasión significativas y éxito en situaciones de guerra tanto
internas como externas.
Por otro lado, es importante resaltar que la aplicación de operaciones de
interferencia permite obtener la superioridad de la información, situación que
depende de forma prioritaria ante la calidad del capital humano. En efecto, las
características del capital humano, la innovación y el pensamiento innovador
son los factores clave para el éxito y la eficacia de las actividades de interferen-
cia. Además, la mayor parte de la inteligencia relevante no puede comprarse,

295
Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

más bien, tiene que ser de fabricación casera, ya que se relaciona con los rivales
y las necesidades particulares del país. Por lo tanto, cada país tiene que invertir
sus propios recursos para acceder al conocimiento necesario para operaciones
efectivas, es decir, cada Estado tiene que formar y proyectar sus capacidades
internas para recolectar, analizar y distribuir los datos necesarios en el momento
relevante.
Finalmente, es posible afirmar que los principales beneficios de las ope-
raciones de interferencia pueden clasificarse en tres puntos principales: 1. El
efecto de evaluación; 2. El efecto operativo, y 3. El efecto relativo. Estos tres
puntos, en primer lugar, logran ajustarse cuando un formulador de políticas
planifica su presupuesto nacional y su capacidad bélica en función de su eva-
luación de las capacidades e intenciones del rival, lo que permite algunos már-
genes de nivel de confianza. Ante ello, la aplicación de las tareas de interferen-
cia reduce el nivel de incertidumbre al evaluar las capacidades e intenciones
tácticas y estratégicas del rival. Es probable que un conocimiento más preciso
de la capacidad y las intenciones del rival conduzca a un proceso más eficiente
de planificación y desarrollo de la propia capacidad del país y, por lo tanto, a un
mayor nivel de seguridad.

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Operaciones de interferencia en ciberseguridad y ciberdefensa:
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Poder y estrategia
Elementos para la supervivencia del Estado

El libro Poder y Estrategia: Elementos para la supervivencia del Estado


parte de la premisa de que la competencia interestatal ―tanto de tipo re-
gional como hegemónico― junto a las amenazas e intereses de actores
transnacionales no Estatales son el patrón predominante en el sistema
internacional.
Este enfoque, básicamente neorrealista, no es el único disponible en las
Relaciones Internacionales y los estudios estratégicos, pero sí brinda las
herramientas necesarias para comprender que las unidades sistémicas
buscan generar e incrementar su poder y para ello se basan en su propia
definición de interés nacional. Lord Palmerston insistía en que los Esta-
dos (Inglaterra) no tienen amigos ni enemigos permanentes. En su lugar,
tienen intereses permanentes y estos guían su comportamiento racional
en la búsqueda de una mejor posición relativa de poder.
Ahora bien, el poder requiere de una serie de herramientas para su ge-
neración. Estas herramientas se fundamentan tanto en medios de poder
duro como de poder blando los cuales permiten que Fuerzas Militares
profesionales y altamente capacitadas sean protagonistas en la supervi-
vencia del Estado y la seguridad de sus ciudadanos.

ISBN 978-958-53778-9-9

9 789585 377899

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