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I. ROMANTICISMO
El Romanticismo, como movimiento literario, nace en Alemania, a finales del siglo XVIII en oposición a las corrientes de
pensamiento originadas bajo la bandera de la Ilustración francesa, que enaltecen la razón por encima de todo. Se da
paralelamente en Inglaterra y otros países, y toma fuerza en América Latina ya avanzado el siglo XIX.
Los valores románticos, entonces, se oponen al imperio de la razón y se inclinan al enaltecimiento de las emociones, las
fuerzas naturales, la belleza. El Romanticismo volvió su atención hacia los valores locales; con ello, tomó fuerza el concepto
latinoamericano de nacionalismo. Además, tuvo especial importancia la voz del yo y la subjetividad romántica del autor
en sus obras literarias.
Si bien las guerras independistas latinoamericanas estuvieron fuertemente inspiradas por los ideales ilustrados que
llevaron a Francia a la Revolución en 1789, la construcción de las naciones, posterior a las independencias, que se vivió
América Latina durante el siglo XIX, estuvo especialmente cargada de los valores románticos. El Romanticismo, en América
Latina, no solo sirvió para exteriorizar las emociones del poeta y para exaltar la belleza, sino también tuvo un marcado
carácter de construcción. En algunas novelas románticas latinoamericanas se narraron las jóvenes naciones que
empezaban a formarse en el continente; estas narraciones estaban cargadas de ideales simbólicos, de lo que se añoraba
que fuese la patria. Por esto, algunos críticos acuñan, para cierto tipo de narrativa romántica latinoamericana, el concepto
de “novela de fundación nacional”.
Los temas:
El Romanticismo latinoamericano, además del componente emocional propio del movimiento, adoptó también la
recuperación de valores locales (ya presente en el romanticismo: construcción y reconstrucción), el pasado indígena y el
territorio (su naturaleza), fueron preocupaciones constantes en los románticos de América Latina. Algunos ejemplos de la
presencia de estos temas se tienen en Facundo de Domingo Faustino Sarmiento, y María de Jorge Isaacs.
Los géneros:
Autores:
II. REALISMO
El Realismo nace en Francia durante el siglo XIX, como movimiento, en respuesta al sentimentalismo de los románticos.
Este movimiento narra la realidad burguesa que empieza a tomar fuerza en este siglo, debido al debilitamiento de la clase
aristocrática.
Literatura del Romanticismo, Realismo y Naturalismo
Lengua Castellana 9° - I.E Alberto Díaz Muñoz.
La ambición principal del realismo es proporcionar una copia fiel de la realidad a través del texto. Parafraseando a Balzac,
el escritor de novelas realistas sería un “escriba de la historia”.
Características:
III. NATURALISMO
El Naturalismo convive con el Realismo y, como aquel, procura narrar fielmente una escena. Sin embargo, este
movimiento tuvo una característica adicional que lo diferencia: asumió los valores del positivismo e intento aplicar el
método científico en su narrativa, a través de la observación detallada de la realidad, el análisis de sus comportamientos
y las conclusiones teniendo en cuenta la influencia que el contexto ejerce sobre los individuos. Algunos críticos coinciden
en que, al plantear la influencia sobre el comportamiento de los seres humanos, el naturalismo (y el realismo) da un paso
hacia la creación de una conciencia de clase.
ACTIVIDADES
MARTÍN FIERRO
(…) Aquel desierto se agita cuando la invasión regresa; Vuelven locos de contentos cuando han venido á la fija;
llevan miles de cabezas de vacuno y yeguarizo; pa no antes que ninguno elija empiezan con todo empeño,
afligirse es preciso tener bastante firmeza. como dijo un santiagueño, a hacerse la repartija.
Aquello es un hervidero de pampas, un celemín; cuando Se reparten el botin con igualdá, sin malicia; no muestra
riunen el botin juntando toda la hacienda, es cantidá tan el indio codicia, ninguna falta comete: solo en esto se
tremenda que no alcanza á verse el fin. Vuelven las somete a una regla de justicia.
chinas cargadas con las prendas en monton; aflije esa Y cada cual con lo suyo a sus toldos enderiesa; luego la
destrucion; acomodaos en cargueros llevan negocios matanza empieza tan sin razon ni motivo, que no queda
enteros que han saquiao en la invasión. animal vivo de esos miles de cabezas.
Su pretension es robar, no quedar en el pantano; viene á Y satisfecho el salvage de que su oficio ha cumplido, lo
tierra de cristianos como furia del infierno; no se llevan pasa por ay tendido volviendo á su haraganiar, y entra la
al gobierno porque no lo hallan á mano. china á cueriar con un afan desmedido.
3.1 ¿Qué rasgo romántico puede identificarse en el fragmento de Martín Fierro las frases «Aquel desierto se agita» y
«Aquello es un hervidero de pampas»?
3.2 ¿Qué puede inferirse sobre el carácter del indio en los versos “no muestra el indio codicia, / ninguna falta comete:
/ solo en esto se somete / a una regla de justicia”?
3.3 Si tuvieras que explicarle a alguien la naturaleza romántica del fragmento, ¿qué le dirías? Redacta una breve
explicación de lo romántico del fragmento leído.
4. Lee el texto y clasifica partes del texto donde halles las siguientes características realistas: a) descripción de
costumbres b) descripción de rasgos lingüísticos del pueblo c) descripción de la gente, de su carácter.
LA VORÁGINE
Los aborígenes del bohío eran mansos, astutos, negado, por tradicional experiencia, mostrar
pusilánimes, y se parecían como las frutas de un mismo incautamente su desnudez a forasteros blancos, siempre
árbol. Llegaron, desnudos, con sus dádivas de cambures lujuriosos y abusivos.
y mañoco, acondicionadas en cestas de palmarito y las
descargaron sobre el barbecho, en lugar visible. Dos de Agregó que no tardarían en acercarse las indias viejas,
los indios que manejaron la canoa, traían pescados para ir aquilatando nuestra conducta, hasta convencerse
cocidos al humo. de que éramos varones morigerados y recomendables.
Cuidadosos de que los perros no gruñeran, fuimos al Dos días después apareciéronse las matronas, en traje de
encuentro del arisco grupo, y después de una libre plática paraíso, seniles, repugnantes, batiendo al caminar los
en gerundios y monosílabos castellanos, resolvieron los flácidos senos, que les pendían como estropajos. Traían
visitantes ocupar un extremo de la vivienda, el inmediato sobre las greñas sendas taparas de chicha mordicante,
a los montes y a la barranca. cuyos rezumos pegajosos les goteaban por las arrugas de
las mejillas, con apariencia de sudor ácido. Ofreciéronnos
Con indiscreta curiosidad les pregunté dónde habían la bebida a pico de calabaza, imponiendo su hierático
dejado a las mujeres, pues ninguna venía con ellos. gesto, y luego rezongaron malhumoradas al ver que el
Apresuróse a explicarme el Pipa que era imprudencia Pipa pudo saborear el cáustico brebaje.
hacer tan desusadas indagaciones, so riesgo de que se
alarmaran los celosos indios, a cuyas petrivas les fue Tomado de: Rivera, José Eustacio. (1946). La vorágine. Bogotá
HUASIPUNGO
En una callejuela que se desprende del camino real, —Nu’ay pes. —Y de vaca… —Pior. —Va’morir el pobre
sentada a la puerta de una choza, una india vieja, de guagua. —Sí, pes. Qué tan será. No quiere mamar el
labios violeta oscuro, da de mamar al crío, un pequeño chuco. —El de l’india Encarnación tan dizque ha muerto
alelado de anemia que chupetea el seno exhausto, así. —Y un sobrinito mío tan. —D’epidemia cro’qu’esta.
colgante, vacío, con pequeñas pausas lloronas. La mama La figura del mono charlón, envuelta en la bufanda negra
insiste en meterle el pezón en la boca, pero el guagua y con la cabeza hundida en los hombres, no resistió a la
cansado de succionar aquella estopa que ya no vierte ni epidemia. Una mañana, las vecinas Teresa y Pancha le
sangre, masturba su debilidad mamando el aire. encontraron sentado en la banca, con la cabeza inclinada
sobre el pecho y
Tres mujeres que suben de la vertiente con cántaros y
pasan junto a la escena, recetan a la india: con un hilillo de baba sanguinolenta que le chorreaba de
—Por qué no le dais de mamar mazamorra de mashca. la boca. Supieron que estaba muerto porque tenía la
—Nu’ay pes. —Entonces leche de cabra. mirada gris, cortada al rape la luz vital, porque lucía una
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que esperamos para avisar. —¿Que les regale la carne?
palidez verdosa, porque olía a cadáver, porque todos ¡No estoy loco! Ya mismo haces cavar un hueco
esperaban su muerte. profundo, y entierras al buey. Los longos no deben
probar jamás ni una miga de carne. Donde se les dé, se
Los indios, aprovechando las tinieblas de la noche, hacían
recorridos por la casa de la aldea en busca de algo que enseñan y estamos fregados. Todos los días me hicieran
apacigüe el lloro de los guaguas. Todas las mañanas, por rodar una cabeza de ganado, me la mataran
la dolosa calle se oían los comentarios exagerados de las intencionalmente; los pretextos no faltan. ¡Carne de res
a los indios! No faltaba otra cosa. Ni el olor. Son como las
fieras, se acostumbran ¿y quién les aguanta después?
vecinas. Unas veces era la Rosario, otras la Jesusa, otras Hubiera que matarles para que no acaben con el ganado.
el Melchor, otras la Juana. Del mal, el menor; le haces enterrar lo más profundo que
puedas.
—¿No entraría por aquí mi gashinita? —Vecinitáaa. ¿No
vio en un por si’ acaso quién entraría anoche en la El mayordomo, que se había dejado arrastrar lentamente
huerta? Toditica la cebolla han cosechado. —Oyé… Ya por los razonamientos de don Alfonso, después de
se’an robado pes, ni puerquito negro. —Compadréee. limpiarse con el revés del poncho la nariz chata perlada
Dé, pes, viendo por’ay si’a entrado el gasho zaratano. — de sudor, murmuró: —Así miso es. —¿Y no te han vuelto
¿Qué será de mis poshitos? —El poncho nuevecito a decir nada de los socorros? —No, patrón.
qu’anoche ha dejado la Carlota en la soga, aura va nos
levantamos y quierdé pes. —Cogiendo de matar sería. — —Elé, ya s’está acabando. En veinte viajes que han hecho
El Juan dice que les ha visto a los indios la otra noche los caminos de taita cura ya no queda nada. —Sí, pes… —
rondando por aquí —comenta una mujer que ha sacado Bueno. Andá no más a hacer enterrar el buey. Tuvo el
las cobijas a la puerta de la vivienda y da cacería a las diálogo un eco de cien mugidos del ganado que pasaba a
pulgas andando en cuatro. —Pero es un’infamia robarse encerrarse en la rinconada. —¡Ah! Ve. ¿No ha bajado del
del corredor la batea con los pusunes preparaditos monte algún toro? —Ese que le mató al Lorenzo en la
par’aura —grita la mujer de Jacinto en medio de la calle. fiesta de la Virgen, dicen los longos que le han visto
—¿En este corredor di’aquí? —Nooo. En el di’adentro. rondando por la talanquera. —¿Cuántas cabezas
Shuguas de mierda. Onde les trinque les hago dar palo tendremos ahora? —Una seiscientas ha di’ haber,
con el Jacinto. —Ele’aura clara pes. A buen tiempo que patrón. —Pregunto porque hay que ir dándose cuenta
ya no tengo ni qué me roben. —¿Y l’escrito el Tomás? — para hacer el inventario
Sí, pes. Ya dizqu’está de chapa del pobre. Que apenas
coja me’a de mandar algo dice en la carta que me dio Por el camino de la loma va el mayordomo arreando a
leyendo el vecino Ruata. seis indios, la apatía que desde la falta de socorros se
había marcado en todos los peones, cede ahora su
Llega el Policarpio con una nueva súplica para el patrón. puesto a la agilidad del paso, a las bromas y a las risas de
—Aura que juimos al rodeo, encontramos pes, patrón. — fiesta. No les espera embriaguez de aguardiente, ni
¿Qué? —Que el buey pintado si’a muerto pes. —¿El hartazgo de runaucho y cuyes de prioste, pero les queda
grande…? —No. Ese coloradito, el viejo. —¿Y cómo ha la esperanza de volver ahítos de olor de carne de res, de
sido? —No sé pes. En la loma l’encontramos tendido. volver con un buen pedazo bajo el poncho para asarlo a
Parece que ya es varios días porque apestando está. — las brazas humeante de boñigas y de tusas.
Bueno, qué le vamos a hacer. —Sí, pes. Y m’e tardado
porque. Aura los indios quieren que, como la carne ya Tomado de: Icaza, Jorge. (1950). Huasipungo. Perú: Ediciones
populares, pp. 88-91.
está media podridita, les regale su mercé. Yo ca les dije
5.1 ¿Qué puede inferirse del fragmento con respecto al robo y a los indios?
5.2 Describe cómo es el comportamiento del patrón en el fragmento.
5.3 ¿Qué quiere decir el narrador con el siguiente párrafo?: “No les espera embriaguez de aguardiente, ni hartazgo
de runaucho y cuyes de prioste, pero les queda la esperanza de volver ahítos de olor de carne de res, de volver
con un buen pedazo bajo el poncho para asarlo a las brasas humeante de boñigas y de tusas”.