La Onerosidad Del Arbitraje Vs El Principio de Gratuidad de La Justicia GM

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La Onerosidad del Arbitraje vs el Principio de Gratuidad de la Justicia

¿Una posible contradicción constitucional?

Escrito por: Gabriel Marcano

El presente artículo trata sobre el trabajo de grado titulado “Análisis del Principio
de Gratuidad de la Justicia establecido en el artículo 26 de la Constitución y su posible
contradicción con los artículos 253 Y 258 referentes al Arbitraje” el cual consiste en un
estudio analítico profundo sobre si la onerosidad del arbitraje como una de sus
características principales puede ser contradictorio al principio de gratuidad de la justicia
que consagra nuestra actual Constitución.
La administración de justicia es uno de los roles principales de un Estado moderno
para solucionar las controversias que puedan surgir entre sus ciudadanos. Un sistema
de justicia fuerte, eficiente e imparcial genera seguridad jurídica y propicia la confianza
entre los gobernantes y sus gobernados en razón de dirimir conflictos y así mantener el
orden social.
La base de todo Estado de Derecho, es una sana administración de este principio,
de forma imparcial, independiente y autónoma ante los demás poderes de la nación. El
acceso a la justicia es un derecho humano, pues en él se concibe la vía correcta para
que el ciudadano pueda hacer valer sus derechos e intereses.
En Venezuela, el derecho al acceso a un órgano de administración de justicia,
está contemplado en el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (CRBV); el cual consagra que el Estado garantizará una justicia gratuita,
refiriéndose al acceso sin costo a la jurisdicción ordinaria. Esta última entiéndase como
la forma común prevista por el Estado venezolano de administrar justicia dentro del Poder
Judicial, integrado por tribunales, jueces, ministerio público, policías de investigación y la
defensoría del pueblo.

“Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de


administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos
o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones
indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles.”

La historia constitucional de nuestra república siempre le ha atribuido al Estado el


papel de garante y administrador de justicia, además de propiciar un acceso gratuito a
está. Sin embargo, en la vigente Constitución del año 1999 los constituyentistas integran
al sistema de justicia nacional los medios alternativos de resolución de conflictos, un
aspecto novedoso para nuestra tradición, así como para las demás constituciones de
América Latina.
Los medios alternativos de resolución de conflictos están señalados en el artículo
253 de la CRBV, como partes del sistema de justicia nacional, traduciéndose esta
inclusión en una expansión del sistema en sí. Por su parte, el artículo 258 de la CRBV
señala como medios alternativos al arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera
otros. El arbitraje visto como un órgano jurisdiccional está tipificado en los artículos 253
y 258 de la CRBV, y a su vez en su ley especial, que es la Ley de Arbitraje Comercial del
año 1998.

“Artículo 253. La potestad de administrar justicia emana de los ciudadanos o


ciudadanas y se imparte en nombre de la República por autoridad de la ley.
Corresponde a los órganos del Poder Judicial conocer de las causas y asuntos de
su competencia mediante los procedimientos que determinen las leyes, y ejecutar o hacer
ejecutar sus sentencias.
El sistema de justicia está constituido por el Tribunal Supremo de Justicia, los
demás tribunales que determine la ley, el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los
órganos de investigación penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcionarias de
justicia, el sistema penitenciario, los medios alternativos de justicia, los ciudadanos que
participan en la administración de justicia conforme a la ley y los abogados autorizados
para el ejercicio.”

“Artículo 258. La ley organizará la justicia de paz en las comunidades. Los jueces
o juezas de paz serán elegidos o elegidas por votación universal, directa y secreta,
conforme a la ley.
La ley promoverá el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera otros
medios alternativos para la solución de conflictos.”

El arbitraje tiene ciertas ventajas con respecto a la jurisdicción ordinaria, tales


como la rapidez, confidencialidad, voluntariedad, especialidad, además que su utilización
ayuda a descongestionar la justicia ordinaria, siendo a su vez de naturaleza onerosa.
En relación esta última característica o ventaja, surge un posible problema con el
arbitraje en Venezuela, el cual recae en que a pesar de estar establecido en los artículos
constitucionales ya mencionados, así como en su ley especial, pudiera estar en
disconformidad con respecto al artículo 26 de la CRBV, en el cual como se ha expresado
anteriormente señala que el acceso a la justicia ha de ser gratuito, mientras que el acceso
a un proceso arbitral acarrea generalmente un costo, donde las partes que deciden
acudir a este medio alterno se ven en el deber de pagar los costos del proceso y
honorarios de los árbitros, lo que en líneas generales pareciera contradecir el principio
de gratuidad impuesto por nuestra Constitución en el artículo antes mencionado.
Recorriendo desde Hobbes, pasando por Locke, Rousseau, Montesquieu, hasta
llegar a Rawls, se busca establecer la relevancia del contrato social, así como la relación
entre gobernantes y gobernados a través de la Constitución, estableciendo así un
contexto de carácter histórico, político, social y filosófico, ante una garantía estatal
ofrecida por el Estado venezolano.
Hobbes nos hablaa sobre el Leviatán, John Locke sobre una “Teoría Contractual”,
Rousseau sobre un “Contrato Social”, Montesquieu sobre el “Espíritu de las Leyes” y
Rawls como pensador del siglo XX sobre “El Principio de Igualdad” con estos filósofos
políticos podemos entender de forma completa de donde nace ese principio de gratuidad
que impera en los países de occidente en su mayoría.
En este sentido, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(CRBV), es nuestro contrato social, es el acuerdo que se pactó entre el Estado como
gobernante y el pueblo como gobernado, es el vínculo jurídico que tenemos todos los
venezolanos que renuncian voluntariamente a un estado de naturaleza en pro de
someterse a las normas de orden social para obtener mayores beneficios vinculados con
el intercambio social.
Este acuerdo de voluntades (CRBV) legitima y consolida al Estado venezolano
para establecer un orden social a través de una autoridad o sistema de justicia que actúe
en casos de conflictos o en el incumplimiento de la ley. Por ende, el Estado posee el uso
legítimo de la fuerza.
Uno de los mecanismos históricos que como sociedad hemos pactado en nuestros
diversos contratos sociales a lo largo de nuestra historia republicana es otorgarle al
Estado la administración de justicia, quien sea él, quien administre e imparta justicia entre
los ciudadanos.
Además de otorgarle al Estado tales facultades, decidimos como forma de
igualdad es que todos seamos iguales ante la ley, es decir, que todos los ciudadanos
venezolanos tengan los mismo derechos y obligaciones, una forma eficaz de hacerlo
equitativo es que todos tengan acceso gratuito a los órganos de administración de
justicia.
Ese deseo se materializa en el artículo 26 de la CRBV, donde se señala que el
acceso a la administración de justicia es gratuito para todos los ciudadanos del país, es
un derecho y garantía que tiene el venezolano de saber que ante cualquier conflicto
presente o futuro puede contar con sistema de justicia para que sea un tercero quien dé
solución al conflicto.
El principio de gratuidad, genera igualdad de condiciones para todos los
venezolanos sin importar condición económica, todos tienen el mismo derecho de
acceder a la justicia, es decir de forma gratuita.
Ahora bien, se debe desarrollar un estudio más certero referente a los artículos
253 y 258 de la Constitución, los cuales establecen los órganos del sistema judicial y los
medios alternativos de resolución de conflictos como parte del mismo respectivamente.
Logrando establecer una mayor proximidad a la posible contradicción de estos, con lo
establecido en el previamente analizado artículo 26.
De acuerdo a Bruno Pettit (2006), en el libro “Teoría del Arbitraje” citando la
definición de Charles Jarrosson en su tesis doctoral de derecho “La Noción de Arbitraje”
define al arbitraje como una “institución por medio de la cual un tercero soluciona un
diferendo que opone a dos o más partes, en virtud del ejercicio de una misión
jurisdiccional que le ha sido confiada”.
Por otro lado, tenemos la definición adoptada por la Cámara de Comercio
Internacional (2009) (ICC por sus siglas en ingles), la cual establece que:
“El arbitraje es un mecanismo de resolución de controversias que pone a la
disposición de diversos usuarios de todo el mundo un foro neutral, un sistema
uniforme de ejecución y una flexibilidad procesal que permite a las partes crear un
procedimiento a la medida de sus necesidades del caso”
Para los intereses del presente articulo me enfocare en el arbitraje de tipo
comercial, el cual de acuerdo a estas definiciones y en concordancia con nuestra Ley de
Arbitraje Comercial (LAC) es entendido como un mecanismo eficaz para la solución de
controversias, presentes o futuras, entre particulares que actúen en el ámbito comercial.
Con respecto a las características del arbitraje podemos señalar los siguientes
aspectos, acordes a nuestra la ley nacional y a las fuentes utilizadas como referencia
bibliográfica, podemos señalar las siguientes características:
- Es un mecanismo eficaz para resolver disputas entre particulares o entre éstos y
entes públicos, se trata de un conflicto intersubjetivo de intereses donde no se tratan
temas relacionados al poder de Imperio del Estado.
- Son disputas surgidas de la actividad desarrollada en el ámbito comercial y de
negocios.
- Intervención de un tercero conocido como árbitro(s) escogidos por las partes.
- De naturaleza disponible del objeto de la disputa, la materia respecto de las cuales
las partes pueden disponer se atiene a su libre albedrío, como lo resalta la LAC en el
artículo 3: “Podrán someterse a arbitraje las controversias susceptibles de transacción
que surjan entre personas capaces de transigir”.
- Voluntariedad en el sometimiento, no puede ser forzoso pues lo desnaturaliza,
aunque si ya existe acuerdo arbitral este puede ser ejecutado forzadamente, según lo
establecido en el artículo 6 de la LAC.
- Decisión vinculante u obligación de acatar en todo su contenido y alcance.
- La Confidencialidad, en el arbitraje las disputas tratadas por un tribunal arbitral no
son de conocimiento público, solo las partes involucradas, así como los árbitros, son los
facultados para conocer del tema.
- La onerosidad, esta práctica de justicia se caracteriza por la obligatoriedad que
tiene las partes de cumplir con una serie de gastos y honorarios, según lo establece los
artículos 20 y 21 de la LAC.
- El Principio kompetenz-kompetenz, previsto en los artículos de 7 y 25 de la LAC
(1998) referido a que “El tribunal arbitral está facultado para decidir acerca de su propia
competencia”, a diferencia de los tribunales ordinarios. Es también “la clave que permite
asentar la obligatoriedad del arbitraje frente a la jurisdicción ordinaria” (Araque Benzo,
Acedo, Guerrero-Rocca, et al., 2013). Este principio se establece en nuestro
ordenamiento a través del Caso Cosaconvenca de la Sala de Casación Civil.
Por otro lado, podemos preguntarnos ¿Qué ventajas tiene actualmente el arbitraje
sobre la justicia ordinaria? El abogado Ramón Duque Corredor (2014) en su Guía
práctica para la comprensión y utilización del arbitraje, como también el abogado Ricardo
Henríquez La Roche (2000) en su libro “El Arbitraje Comercial” señalan las ventajas que
posee el arbitraje frente a la jurisdicción ordinaria, las cuales son compartidas por la
doctrina arbitral de nuestro país.
Referente a esta temática se han definido 5 características generales de índoles
positivas y ventajosas del arbitraje frente a la justicia ordinaria en el contexto venezolano.
Siendo estas las siguientes:

• Rapidez:
El proceso se instruye en lapsos más cortos y los Árbitros escogidos por las partes
no deben ocuparse de un gran volumen de casos como le ocurre en los Tribunales.
• Especialidad:
Designación de Árbitros especialmente formados en la materia objeto de
controversia.
• Utilización de instrumentos modernos:
Uso común de medios electrónicos en la sustanciación del expediente y
comunicación con los Árbitros y revisión del expediente.
• Economía:
Justicia arbitral es remunerada. Sin embargo, la justicia en corto tiempo comporta
ventajas patrimoniales para los involucrados. Se conoce su costo anticipadamente.
• Descongestión de la justicia ordinaria:
La justicia ordinaria se ocupará de asuntos que no pueden ser sometidos a
arbitraje. Por tanto, el Arbitraje constituye una alternativa.
De la misma forma que nos hicimos la pregunta anterior, viene consigo una
nueva interrogante y es ¿Cuáles son las ventajas entre el arbitraje y el proceso judicial?
Tanto el arbitraje como el proceso judicial tienen como objetivo el dirimir controversias y
velar por la justicia, sin embargo, existen ciertas diferencias de forma y fondo en su
búsqueda de justicia, entre las que destacan:

- El proceso judicial se desarrolla en instancias del Poder Judicial, es decir, en los


Tribunales del Estado, donde el juez es designado por el Estado y no hay intervención
de las partes en su elección.
- En el Arbitraje las partes mediante acuerdo escogen a los árbitros.
- Los árbitros actúan como jueces, es decir desarrollan una función jurisdiccional
para decidir la controversia, pero no forman parte del Poder Judicial.
- Escogencia de las partes de su propio procedimiento, mientras que en el litigio las
partes se someten a un régimen preestablecido e inmodificable.
- Las partes mediante acuerdo aceptan cumplir voluntariamente el Laudo, el cual
cuenta con la fuerza y obligatoriedad de una sentencia, de no ser así, puede ser solicitada
su ejecución ante un juez ordinario. De acuerdo al artículo de la LAC, sólo procede la
nulidad por causales taxativas.
Existen otros dos factores importantes con respecto al arbitraje, estas son
el Objeto del acuerdo del arbitraje y el Perfeccionamiento del acuerdo. Con respecto al
objeto del acuerdo podemos señalar que el objeto del arbitraje está consagrado en el
artículo 3 de nuestra LAC (1998) que nos señala “Podrán someterse a arbitraje las
controversias susceptibles de transacción que surjan entre personas capaces de
transigir”.
Por ende, se debe entender que el acuerdo de arbitraje será invalido cuando las
partes decidan someter al criterio de árbitros, derechos y obligaciones, que no pueden
ser objeto de transacción, en particular las cuestiones de orden público.
De igual forma, el artículo 5 de la LAC (1998), obliga a las partes el abstenerse de
plantear la controversia ante la jurisdicción ordinaria por ser el acuerdo de arbitraje
exclusivo y excluyente de tal jurisdicción.
En relación al perfeccionamiento del acuerdo tenemos que la legislación moderna
considera necesaria la existencia del acuerdo arbitral o cláusula compromisoria, la cual
nace de la voluntad de las partes y expone el consentimiento expreso de renunciar a la
jurisdicción ordinaria. Este acuerdo debe ser obligatoriamente manifestado de forma
escrita e inequívoca para lograr el perfeccionamiento del contrato; solo así podrán nacer
los derechos y obligaciones de las partes involucradas, de lo contrario este convenio será
intrascendente.
La LAC ampara esta se autonomía de la voluntad para someterse a arbitraje, en
su artículo 6, el cual expresa que “El acuerdo de arbitraje deberá constar por escrito en
cualquier documento o conjunto de documentos que dejen constancia de la voluntad de
las partes de someterse a arbitraje”.
Este requisito de consentimiento expreso es respaldado a su vez por el abogado
Hernando Díaz-Candia (2011), quien hace referencia a la jurisdicción-competencia que
posee todo tribunal arbitral a partir de la existencia de dicha cláusula o acuerdo, siguiendo
el requerimiento establecido por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
y el consentimiento inequívoco, en la sentencia emanada del caso Bernardo Weininger,
Hernando Díaz-Candia y Ramón Escovar Alvarado.
Por otro lado, es menester realizar un breve análisis de los artículos
constitucionales 253 y 258. El artículo 253 de la CRBV (1999) nos señala de qué forma
está constituido el sistema de justicia nacional, este sistema de justicia emana de los
ciudadanos, y se imparte en nombre de la República por autoridad de la ley.
Emana de los ciudadanos venezolanos porque la asamblea constituyente del año
1999 fue electa por voto popular, directo, universal y secreto para que representara los
intereses, deseos y anhelos de la vasta mayoría de la sociedad, para que en la Asamblea
Constituyente redactaran un nuevo contrato social que estuviera acorde las exigencias
que la ciudadanía estaba reclamando.
La CRBV es el contrato social de todos los venezolanos, es el acuerdo, pacto que
se firmó, en ella la población estableció una serie de derechos y obligaciones, todos por
igual, es la CRBV nuestro marco regulatorio y de convivencia.
En el artículo 253 el constituyentista acorde a las nuevas corrientes de
pensamiento, amplio el sistema de justicia agregando a los medios alternativos de
resolución de conflictos, en aras de modernizar el sistema y hacerlo más eficiente, para
que pueda cumplir mejor su rol de impartir justicia y solventar los presentes y futuros
conflictos entre los ciudadanos.
Los medios alternativos de resolución de conflictos al formar parte del sistema de
justicia, se han convertido en mecanismos a los cuales puede recurrir el venezolano para
poder dirimir sus controversias, teniendo la libertad de escoger cuál jurisdicción le será
más conveniente y favorable, si lo hará un juez o un árbitro.
Por otro lado, el artículo 258 CRBV (1999), nos menciona que forman parte de los
medios alternativos de resolución de conflictos el arbitraje, conciliación y mediación, lo
que se traduce en que todos ellos forman parte del sistema de justicia nacional y, en
consecuencia, el ciudadano, dependiendo el tipo de controversia que tenga podrá acudir
a ellos en pro de su derecho constitucional.
En la actualidad existe una ley de Arbitraje Comercial que señala la posibilidad de
llevar a arbitraje todo aquello que sea transable, excluyendo únicamente el Imperio del
Estado.
Es necesario recalcar que estos medios alternos no son de carácter gratuito, sino
todo lo contrario, en particular el arbitraje, tal como ha sido indicado en sus
características. Esto nos lleva a la interrogante de ¿Cómo se ajusta esta condición
onerosa a la garantía promovida por el estado de gratuidad de justicia, como principio de
equidad?
La onerosidad arbitral como fue explicada brevemente en la parte de las
Características del Arbitraje, en conjunto con lo expresado en los artículos 20 y 21 de la
LAC, es entendida como la obligatoriedad que tienen las partes involucradas en el
proceso arbitral de cumplir con los costos, gastos y honorarios que el mismo acarre.
“Artículo 20. Decidida la fijación de gastos y honorarios, cada parte consignará,
dentro de los diez (10) días siguientes lo que le corresponda por tal concepto. El depósito
se hará a nombre del Presidente del tribunal arbitral, quien abrirá una cuenta especial
para tal efecto.
Si una de las partes consigna lo que le corresponde y la otra no, aquella que
hubiere consignado podrá hacerlo por la otra dentro de los quince (15) días hábiles
siguientes.
Las costas del arbitraje serán fijadas por el tribunal arbitral en el laudo en el cual
también se decidirá a quien corresponde cubrir dichas costas y en cuál proporción.
Vencidos los términos previstos para efectuar la consignación total, si ésta no se
realizare, el tribunal arbitral podrá declarar concluidas sus funciones, quedando las partes
en libertad de acudir a los jueces de la República o de reiniciar el procedimiento arbitral.”

“Artículo 21. Efectuada la consignación, se entregará a cada uno de los árbitros


una porción no mayor de la mitad de los honorarios correspondientes y el resto quedará
depositado en la cuenta abierta para tal efecto. El Presidente del tribunal arbitral
distribuirá el saldo una vez terminado el arbitraje por voluntad de las partes, o por
ejecutoria del laudo arbitral o de la providencia que lo aclare, corrija o complemente.”

De esta manera, nuestra LAC impone la onerosidad del arbitraje para todo aquel
que acuda a esta jurisdicción, en la cual, las partes en conflicto deciden que sus
diferencias sean resueltas por árbitros, quienes emitirán un laudo con eficacia de cosa
juzgada, excluyendo así el asunto del conocimiento de los órganos jurisdiccionales.
La existencia de la onerosidad arbitral está directamente relacionada con las
demás características propias del arbitraje, ya mencionadas en el capítulo anterior,
especialmente con (1) la intervención de un tercero, entendiéndose este involucrado
como el o los o árbitros escogidos por las partes, (2) voluntariedad en el sometimiento y
(3) la decisión vinculante del laudo.
De esta forma, se aprecia la necesidad del principio oneroso, en el que las partes
renuncian voluntariamente al acceso gratuito garantizado por el Estado, por una
jurisdicción que no es administrada por él, sino por terceros escogidos.
El abogado Luis Alfredo Araque Benzo en su escrito “La determinación de los
honorarios de los árbitros” publicado por el Centro Empresarial de Conciliación y Arbitraje
(CEDCA), invita a reflexionar sobre el derecho de los árbitros al cobro de los honorarios
y su relación con las diversas figuras contractuales que se perfeccionan como
consecuencia de la cláusula arbitral.
Viendo esta obligación desde el punto de vista de un arbitraje institucional o
independiente, según sea el caso se deberá acudir al artículo 19 de la LAC o bien a lo
dispuesto en los artículos 12 y 13 de la misma, donde se establecen mecanismo para
fijar el monto de los honorarios de los árbitros o, por el contrario, la obligación a los
centros de arbitrajes a ofrecer al público las tarifas de los honorarios de los árbitros y
demás gastos administrativos.
De acuerdo con Araque Benzo, es vital conocer con precisión los costos,
honorarios profesionales, tarifas y posibles gastos administrativos, ya que ellos pueden
influir “(…) en la decisión de pactar una cláusula de arbitraje en un contrato, o en la de
designar un Centro de Arbitraje y no otro, o en la manera de plantear sus pretensiones
en el arbitraje y la cuantificación de los montos que se lleguen a solicitar.”
Se puede concluir que el arbitraje es un órgano jurisdiccional cuyos costos no
están financiados ni establecidos por el Estado, sino por las partes en conflicto que
voluntariamente pactan el acudir a este medio alternativo para dirimir sus controversias
presentes o futuras, por lo que serán las mismas partes quienes deberán responder ante
ellos.
Este órgano jurisdiccional cuenta a su vez con la onerosidad como parte de sus
características esenciales, la cual no podrá ser considerada como violatoria a la garantía
de gratuidad de la justicia promovida por el Estado, pues se cumple con la garantía del
acceso a un órgano de administración de justicia y el de recibir justicia por parte de ellos,
según lo establecen los derechos humanos, pero nuestro contrato social otorga al
venezolano el derecho de libre escogencia dentro del mismo sistema de justicia entre la
jurisdicción que más le favorezca, siendo una gratuita y administrada por el Estado y otra
que ha de ser cubierta por las partes.
Ambas jurisdicciones, están establecidas en la Constitución Nacional, por lo que
son amparadas, garantizadas y promovidas por la República en su función de impartir
justicia, esto quiere decir, que, tanto en las sentencias emanadas por un tribunal, como
en los laudos concebidos en un centro arbitral, surtirán efectos de cosa juzgada y son de
carácter vinculante. A pesar de ser una impartida por la misma Republica, y otra por los
árbitros escocidos por las partes, ambos con base y fundamento en la Constitución y la
ley.
Así mismo, la Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia en la
sentencia número 02080, de fecha 6 de agosto de 2006 referente al caso Tel-Free
Venezuela, C.A. vs. Telecomunicaciones Movilnet, C.A, expediente 2006-0981; ha
reiterado que la no gratuidad del arbitraje no implica de antemano la inconstitucionalidad
del acuerdo o clausula arbitral.
Por ende, las partes al decidir someterse a este medio, deberán prever las
consecuencias de su sometimiento, ya que, el pago de honorarios no es motivo de
excusa para evadir el compromiso arbitral. Por lo tanto, la onerosidad arbitral en
contraposición a la garantía de gratuidad de justicia promovida por el Estado, nace de la
voluntad de las partes al decidir acudir a esta jurisdicción, por sobre la ordinaria.
Por ende, la onerosidad arbitral no es violatoria a la garantía de gratuidad de la
justicia promovida por el Estado, en el artículo 26, pues se cumple con la garantía al
derecho del acceso a un órgano de administración de justicia, deacuerdo a lo establecido
en los derechos humanos. Sin embargo, nuestro contrato social otorga sus subordinados
el derecho de libre escogencia, donde dentro del mismo sistema de justicia puede
acceder a la jurisdicción que más le favorezca, y de acuerdo a su elección esta podrá ser
gratuita y administrada por el Estado, o por el contrario, ha de ser cubierta por las partes
e impartida por terceros.
Otra razón por la cual el carácter oneroso del arbitraje no contradice el principio
de gratuidad, se fundamenta en la voluntariedad del sometimiento de las partes
involucradas a este medio alterno, donde consecuentemente renuncian al acceso
gratuito garantizado por el Estado en la justicia ordinaria.
El acceso a los órganos de administración de justicia, como un derecho humano,
está plenamente garantizado en nuestra Constitución Nacional, a través de los artículos
26 y 253.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

● Araque Benzo, L., Betancourt, M., Droulers, D., et al. (2013). El Arbitraje en
Venezuela: Estudios con motivo de los 15 años de la Ley de Arbitraje Comercial.
Caracas, Venezuela: Sabias Palabras C.A.
● Araque Benzo, L. (2012). La Determinación de los honorarios de los árbitros.
Revista comité de arbitraje. 5ta edición. Recuperado de: https://cedca.org.ve/wp-
content/docs/revista_arbitraje5.pdf
● Araque Benzo, L. (2011). Manual del Arbitraje Comercial. Caracas, Venezuela:
Editorial Jurídica Venezolana.
● Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.1999.
● Díaz-Candia, H. (2011). El Correcto funcionamiento expansivo del Arbitraje.
Caracas, Venezuela: LEGIS.
● Duque Corredor, R. (2014). Guía Práctica para la Comprensión y Utilización del
Arbitraje. Caracas: Asociación Venezolana de Arbitraje.
● Henríquez, R. (2000). El Arbitraje Comercial en Venezuela. Caracas, Venezuela:
Organización Gráfica Capriles La Roche.
● Ley de Arbitraje Comercial de Venezuela. 1998.

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