El Bien y El Mal

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Universidad de La Sabana

Lec. Y Escritura de Textos Filosóficos


Final

¿Existe el bien y el mal?

Aura M. Gutiérrez Parra

Los seres humanos, desde tiempos inmemorables, han buscado una brújula moral y consolación
para su existencia. Le es natural a nuestra especie ir más allá de lo mundano para justificar su
comportamiento. Desde Grecia, hasta el tardío siglo XIX con el movimiento de la ilustración, la
filosofía de la moral ha dictado qué es lo bueno y qué es lo malo. Ha formado sociedades
educadas bajo dichas nociones como fundamentales a todo en absoluto. Pero, esta búsqueda de
un τέλος ha engendrado progresivamente una ceguera u olvido de lo más inmediato y primordial,
ha alienado al hombre a un dogma voluntario por su incapacidad de cargar con su propia culpa y
responsabilidades.

No obstante, con la postmodernidad el pensamiento sobre el bien y el mal se vio en gran peligro,
empezó a cuestionarse si verdaderamente había alguna clase de llamado externo a actuar de
manera “buena”, a cuestionar si quiera si esta noción existía realmente. Finalmente, los seres
humanos empezaban a percatarse de las ilusiones y engaños perjudiciales de tener como pilar
reglas morales impositivas.

En el siguiente texto pretendo dar cuenta de las razones por las cuales de hecho no existen tales
nociones esenciales ni de bien ni de mal y los inconvenientes que ha traído para la consciencia y
vida de los seres humanos la fundamentación de una filosofía moral que contempla tales
ilusiones como pilares verdaderos, dictadores de todo lo demás. Para tal empresa me basaré en
tres ilustres filósofos representantes de tres distintos puntos de la historia: Platón, Immanuel Kant
y Friedrich Nietzsche. Este último siendo quien brinda los postulados que usaré para desmontar
la idea del bien y el mal como algo existente.

Para empezar, voy a ahondar en la filosofía de Platón y Kant, ambos comparten la característica
de que su pensamiento gira alrededor de un eje conceptual relacionado con el bien. Iniciaré en
orden cronológico, con Platón. Su discurso sobre la moral está basado principalmente en su
teoría de las ideas. Platón en El Crátilo define así a las ideas y a las cosas: "las cosas poseen un
ser propio consistente (la Idea). No tienen ni relación ni dependencia con nosotros ni se dejan
arrastrar arriba y abajo por obra de nuestra imaginación, sino que son en sí y con relación a su
propio ser conforme a su naturaleza." 1. De aquí se infiere que todas las cosas tienen una
contraparte perfecta inmutable, eterna, intangible e inmaterial, adicionalmente este plano externo
a la materia está ubicado lejos del mundo sensible, en el que los humanos están atrapados.

Ahora bien, hay una idea que va más allá que todas las de más, la idea del bien. Que con Platón
es tan enfáticamente afirmada como eludida su definición. La Idea de Bien con el filósofo tiene
en mi opinión dos desarrollos paralelos, que se complementan de manera problemática . Por un
lado, concluye que la idea no es sino una formulación de la necesidad lógica de toda definición,
dicho de otro modo, una necesidad interna a la teoría de las ideas; por otro lado, es una
gigantesca hipóstasis de la capacidad y necesidad que el hombre tiene de conocer y
vivir con dignidad. La idea es tán execelente, tan perfecta que Platón no puede definirla por sí
misma, sino que recurre a su alegoría del Sol en el mito de la caverna. Mas especificamente al
explicar a Galucón , posterior a la naracción, todos los símbolos presentes en la historia:

“la luz del fuego que hay en ella (la caverna) es el poder del sol; compara, por otro lado, el
ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible,
y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si
esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo
cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de
concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha
engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la
verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría
tanto en lo privado como en lo público”2

1
Platón, Crátilo. 386 d 8 - e 4
2
Platón, República, Libro VII. 514a- b
Platón nos presenta la idea de bien como el objeto más adecuado para el alma y causa de la
realidad, de todo lo bello y deseable. Tener a la vista el bien hace que las personas seamos
buenas se convierte entonces en menester alcanzar a tal perfectísima idea. El Bien es
aparentemente realizable, debe encontrar su realización en este mundo, así como ya reina en el
de las ideas, es la meta a la que debe tender tanto el individuo como la ciudad y este es el sentido
de la ética y la política: la disposición del alma humana y la ciudad siguiendo el modelo eterno
del Bien. Si hay bien no puede haber mal. Pero he aquí la parte que hace que esta moral sea
dañina para los demás, esta tan divina idea está en el plano de lo inteligible, y es soberana
únicamente allí. Entonces, el filósofo y todo quien quiera participar del bien en sí tendrá que
vivir esperando a la trascendencia al mundo de las formas. Debe vivir para morir.

El hecho de que Platón diga que es realizable, no se sigue que efectivamente sea en el mundo
material, con su discurso propone la persecución de un bien inmaterial que exige demasiado.
Predica una práctica moral encaminada al cuidado del alma a partir del rechazo de los deseos y
necesidades corporales. De esta necesidad de purificación devienen más cuestiones que hacen de
este tipo de moral más ilusoria que verosímil o practicable.

Habiendo planteado grosso modo la filosofía moral de Platón proseguiré a Kant, con quien
empero, la idea del bien y el mal contribuye a la ceguera de la sociedad. Con Kant encuentro una
evolución mínima desde la era antigua hasta la época de la modernidad en lo que al tratamiento
de la moral concierne. Antes bien, diría que Kant lleva a mayores extremos el dualismo
Platónico, solo que empleando sus propios términos. Uno clave para entender la moral kantiana
es la Libertad Trascendental, expuesta en la Critica a la Razón Pura. Donde Kant concluye que,
aunque la razón es efectivamente limitada los seres humanos somos libres, porque es necesaria
hacer una separación entre dos mundos, he aquí el símil con Platón, estos dos mundos serían el
fenoménico y nouménico. Equivalentes al material y el de las Ideas platónico.

Ahora bien, dando cuenta de las características de el mundo noúmeno: que no pertenece a una
intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible. Entra la extrapolación a la
moral. En la Crítica a la razón Práctica Kant habla de un sumo bien afirma que el sumo bien es
"el objeto necesario de una voluntad determinable mediante la ley moral". 3
Pero dada la
empresa kantiana de una ética de la razón, explícitamente exige una deducción que sea de
naturaleza transcendental: "la deducción de este concepto deberá ser transcendental".4 Tal
demanda es de esperar, dado el estatuto epistemológico y la importancia sistemática que Kant
atribuye al concepto de sumo bien.

Parece que necesariamente para hacer filoaofía moral hay que delinear estas dos nociones de
bien y mal de manera impositiva, además de darles un carácter extremadamente abstracto. Kant
continua en la KpV argumentado que el sumo bien, alcanzable por los seres humanos, deriva de
la mutua relación felicidad y virtud de un modo apropiado. Una relación analítica, dice Kant, está
fuera de duda. La felicidad es la satisfacción de nuestros propios fines, mientras que la virtud es
una manera de ordenar las máximas que determinan nuestros fines. Puesto que la satisfacción de
nuestros propios fines y el método, por medio del cual los ordenamos, son de hecho dos cosas
distintas, Kant concluye que la felicidad y la virtud "son dos  elementos del sumo bien
específicamente muy distintos" 5.Pero, si no pueden ser relacionados analíticamente, entonces
tienen que ser combinados en el concepto de sumo bien de forma sintética; y esto es posible, dice
Kant, sólo como una relación entre el fundamento y su consecuencia, como una forma de
causalidad.

Posteriormente al percatarse de esto ve que no sólo porque dos asuntos están involucrados, las


formulaciones posibles de su relación causal son dos en número, sino porque tampoco la
posibilidad parece ser satisfactoria, Kant se enfrenta con un dilema. Se plantea cómo entender
esta causalidad, ya sea diciendo que la virtud es el fundamento de la felicidad o si la felicidad es
el fundamento de la virtud. Y llega a una conclusión que, a mis ojos, es exactamente la razón por
la que este tipo de moralidad predicada no se puede practicar.

La solución de esta antinomia, es de carácter metafísico: la virtud puede ser el fundamento de la


felicidad si y sólo si el mundo de la acción humana es más que algo meramente sensible de la
ciencia natural. Por lo que, si esto es también un reino inteligible en el cual Dios media entre la
3
Kant, Critica de la Razón Práctica, V. pp 122
4
Kant, Critica de la Razón Práctica, V. pp 123
5
Kant, Critica de la Razón Práctica, V. pp 112
virtud y la felicidad, entonces es posible que la virtud cause felicidad. La necesidad de buscar el
sumo bien, cuya realización es imposible si la antinomia no se soluciona, nos obliga a creer en la
existencia de Dios como la condición de posibilidad para pensar que la virtud causa felicidad.

Kant con su moral posiciona a la felicidad al margen de su buena voluntad y del deber como
constituyentes de su discurso en extremo limitante y poco realista. He de decir que, con Platón al
menos el anhelo de la inmortalidad y la eternidad era “alcanzable” y no una posible situación
grata al cumplir con las leyes universales dictadas por el imperativo categórico. Entonces, la
moral ha sido, ciertamente, expusada de la realidad más inmediata, del día a día, dados los
postulados de estos filósofos. Y Nietzsche, contemporáneo de Kant, está consciente del inmenso
daño que puede llegar a causar el “bien” y “mal” metafísicos, divinos, propios de los filósofos
anteriormente mencionados.

Nietzsche se atreve a remover el velo de los ojos de la humanidad que, como ya vimos, desde
Grecia antigua ha convencido con ilusiones y anhelos inalcanzables a las personas. En su obra
Sobre la verdad y la mentira en un sentido extramoral, narra con su arte poética característica el
verdadero origen del supuesto bien y mal:

“En algún apartado rincón del universo, que centellea desperdigado en innumerables sistemas
solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocer. Fue el minuto
más soberbio y más mentiroso de la «historia universal»: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto.
Después de respirar la naturaleza unas pocas veces, el astro se entumeció y los animales astutos
tuvieron que perecer. Alguien podría inventar una fábula como ésta y, sin embargo, no habría
ilustrado suficientemente cuan lamentable, cuan sombrío y caduco, cuan inútil y arbitrario es el
aspecto que tiene el intelecto humano dentro de la naturaleza” 6

Este solemne relato enmarca perfectamente el inicio del declive de la moral metafísica. Porque
es, efectivamente, la historia de cómo todo lo que conocemos y febrilmente llamamos verdadero,
no es más que una invención para consolar a la tragedia sin fin último, o propósito que es la
existencia. El bien y el mal, como lo tratan Platón y Kant y cuyos seguidores son la mayoría de

6
Nietzsche, Sobre la verdad y la metira en un sentido extramoral. pp 189
la población, teniendo en cuenta la influencia neoplatónica que posteriormente se convirtió en la
religión cristiana, nunca existió.

Nietzsche se cuestiona de modo crítico las tesis filosóficas que han sostenido el mundo de los
valores y de las creencias en occidente, es notable la perseverancia empleada en el uso de la
crítica a lo establecido por el pensamiento filosófico previo, con el fin de desmantelar los
prejuicios morales existentes. En La genealogía de la moral no sólo remite al origen per se de
los valores, sino a todo lo involucrado con su creación misma. En el prólogo plantea: “no nos
hemos buscado nunca, —¿cómo iba a suceder que nos encontrásemos? —” 7
Posteriormente a
este cuestionamiento inicial nombra a Paul Rée, Schopenhauer, al mismísimo Platón y Kant y
propone, “finalmente se necesita oír una nueva exigencia. Enunciémosla: necesitamos una
crítica de los valores morales, hay que poner alguna vez en entredicho el valor mismo de esos
valores” 8.

Y Nietzsche en tal crítica no hace más que filosofía que se remite a la presteza de la existencia,
utilizando sus conocimientos como filólogo para rastrear el origen y naturaleza de las palabras
“bueno” y “malo”. Las conclusiones a las que llega en su rastreo histórico para este texto son
irrelevantes, pues es en la misma acción se devela la intención primordial nietzscheana: el bien y
el mal no son más que palabras, símbolos, sonidos dados por estímulos, creaciones artificiales
de la mente. Se formaron y significaron a través de complejos procesos históricos, pero el olvido
hizo que hasta la misma conciencia de que tan fácil como llegaron podrían irse se desvaneciera.

Entonces, Nietzcshe al decir que “el concepto de preminencia política se diluye siempre en un
concepto de preminencia anímica” 9. Diagnostica el gran problema de la moral metafísica, que
hace que nos derramemos en un ser superior o promesa inalcanzable. El orgen del bien y el mal
es tosco, burdo, sucio y sobre todo humano, eso es lo que pretende dejar clarificado.
Consecuentemente, Nietzsche anuncia después que Dios ha muerto. Simbolizando, entre otros
aspectos de su época, la caída del bien y el mal, y que nosotros lo hemos asesinado. Así, el
santo horror tomó lugar en la vida de las persona, quienes empezaban a caer en un nihilismo en

7
Nietzsche, Genealogía de la moral. pp 17
8
Nietzsche, Genealogía de la moral. pp 22
9
Nietzsche, Genealogía de la moral. pp 36
demasía negativo. La humanidad se vio en un vacío ahora que todo criterio se había perdido, la
muerte de Dios es de los acontecimientos más trágicos experimentados por el hombre, todo
fundamento ha desaparecido y parece que no queda más que desgracia en el destino de todos.
Pero Nietzsche no ve este acontecimiento coyuntural como la condena a muerte definitiva de la
felicidad y concordia humana, por el contrario, es la puerta a un millar de nuevas posibilidades, a
una felicidad autónoma, posible e inmanente.

Sabe que es menester renunciar al bien y el mal de la filosofía anterior y describe esta renuncia
así: “existe un lago que un día renunció a seguir fluyendo, y levantó allí una presa donde ataño
fluía: desde entonces ese lago asciende cada vez más hacia lo alto (…) puede que desde este
momento el hombre ascienda cada vez más alto sin derramarse en Dios” 10
. Dios ha muerto,
pero el hombre no, al igual que su anhelo de trascender. Así que, propone re educar este anhelo,
y convertirlo en un anhelo a la vida terrenal, no a la negación de la vida como con Platón, del
hombre o de la posibilidad de la felicidad con Kant.

En síntesis, el bien y el mal, en tanto a nociones metafísicas no existen por si mismos. Son
ficciones que eventualmente crearon un resentimiento a la vida y el cuerpo, pero, Nietzsche abre
con sus controversiales declaraciones la posibilidad de rescatar el sentido de la tierra y remover
el velo, entender y valorar el origen del hombre por lo que es, sin recurrir a adornos metafísicos y
sobre todo abrazando la verdad.

10
La Gaya ciencia, IV, af. 285
Referencias:

Platón, Diálogos, Crátilo. Tomo II, Biblioteca clásica de Gredos, 61.

Platón, República, Libro VII, Ed. Gredos, Madrid 1992 (Traducción de C. Eggers Lan).

Immanuel Kant, Crítica a la razón pura, Taurus pensamiento, 2005.

Immanuel Kant, Crítica a la razón practica, La página S.A, Buenos Aires, 2003.

Friedrich Nietzsche, Nietzsche I. Sobre la verdad y la mentira en un sentido extramoral, Gredos,


grandes pensadores, Madrid 2011.

Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, Alianza Editorial, Madrid 1996.

Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia, Editorial Planeta, España, 2019.

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