Animales
Animales
Animales
imaginarios socio-ambientales.
Críticas y alternativas al especismo
institucionalizado
Recibido:
10/03/2016
Aceptado:
28/04/2016
1. IIGG-UBA.
2. En el contexto de este trabajo se entiende por tecnologías digitales a Internet,
computadoras de escritorio, notebooks, netbooks, ultrabooks, tablets, celulares
159
GSM, smartphones, filmadoras digitales, cámaras de fotos digitales.
Apuntes de Investigación del CECYP, 2016, (27):158-185. ISSN 0329-2142 // ISSNe 1851-9814
nativas que destituyan las dicotomías clásicas occidentales y los sistemas
de clasificación binarios de naturaleza/cultura, hombre/animal, persona/
no persona, e instituyan otro tipo de relaciones basadas en la empatía y la
justicia (recurriendo a su vocabulario) entre los animales humanos y los
animales no humanos.
Para ello, se retoman los principales hallazgos de investigaciones previas
(Méndez 2014; 2015) donde se ha detectado que la emergencia de este tipo
de organizaciones socio-ambientales se relaciona, por un lado, con el ecoci-
dio del ambiente ejercido por la sociedad humana y su modo de desarrollo
y, a su vez, con la apropiación intensiva que realizan las organizaciones
animalistas de las tecnologías digitales en general. Merece la pena rescatar
esta dimensión comunicativa e informacional de la acción porque se ha
convertido en un eje central en sus formas organizativas y toma de decisio-
nes, en la creación de vínculos entre los miembros, en el reclutamiento, en
la coordinación de acciones conjuntas que forja una red internacional de
organizaciones animalistas, y en las estrategias de difusión de información,
de acciones localizadas y de sus objetivos antiespecistas. Se ha indagado,
además, que la apropiación de Internet ha gestado una identidad glocal
entendida como articulación consciente entre los asuntos globales y las
problemáticas específicas de cada territorio, siendo esta una característica
identitaria no sólo de las organizaciones animalistas, sino de muchos otros
movimientos contemporáneos (Lago Martínez, Marotias y Movia 2006).
Para este artículo las unidades de observación son las organizaciones ani-
malistas de Argentina Especismo Cero, Asociación Animalista Libera! y
#SinZoo, de las cuales se realiza un recorte en sus nodos de Buenos Aires.
La organización Especismo Cero fue creada en el año 2008 en la provincia
argentina San Juan con una fuerte influencia de la organización animalista
española Igualdad Animal. Se define como una organización dedicada a
trabajar en la defensa de todos los animales en pos de un mundo más justo
e inclusivo. Respecto a Libera! surge en el año 2010 como un nodo de la
Asociación Animalista Libera! de Barcelona, España. Su misión es “pro-
mover el desarrollo sustentable de la sociedad en donde nos desarrollamos
mediante la generación de políticas públicas que atiendan problemáticas
socio-culturales y mitiguen la subordinación de los derechos humanos, y
de los demás animales”3. Y finalmente, en el 2014 se origina #SinZoo como
apuntes una organización sin fines de lucro que lucha por abolir el cautiverio en los
CECYP
zoológicos y que trabaja para concientizar sobre el daño que padecen los
animales cautivos.
27
En la investigación se recurre a una metodología cualitativa: análisis de
entrevistas semiestructuradas a referentes, observación participante de sus
intervenciones en espacios urbanos, y del ciberespacio (sus webs, redes so-
PÁG I N A
ciales virtuales y blogs). Además se analizan textos y documentos, comple-
virgen” que parece dejar al ser humano fuera de él, su significado nos remi-
te a los espacios del planeta inalterados por el humano. Esto genera algu-
nas controversias relacionadas con los límites entre lo natural y lo humano,
27
como por ejemplo situar el momento en que el ser humano comenzó a dejar
de ser parte de “lo natural” o, desde otro punto de vista, si nunca dejó de ser
parte y es un elemento más de la naturaleza. En el segundo caso, a la hora PÁG I N A
161
de abordar la temática se tiene presente que el término “medio ambiente”
es, en realidad, una reiteración de la idea de ambiente ya que “medio” y
“ambiente” significan lo mismo. Por eso mismo, al espacio concreto donde
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el humano desarrolla sus actividades y constituye sus relaciones, estruc-
turas, identidades e imaginarios, lo denominaremos ambiente, el cual por
supuesto es habitado y compartido por los animales no humanos y las plan-
tas, y formado por muchos otros elementos como el agua, la tierra, el suelo,
la luz, el aire, en suma, la biosfera o ecósfera del Planeta Tierra.
A partir de esta acepción del ambiente, es decir, como el conjunto de ele-
mentos e interrelaciones de la biosfera en el que la sociedad es parte, se
construye el significado de organizaciones socio-ambientales. Entendemos
por ellas a todos los grupos sociales que sostienen una relación en el tiempo
y comparten la característica de organizar su acción, su identidad, su ob-
jetivo social y su antagonista o enemigo, en vinculación con la defensa del
ambiente y de la vida que lo habita. Sin embargo, al abordar el estudio de
este tipo de sujeto social hay que tener en cuenta una de las características
actuales: su gran heterogeneidad, su amplitud y ambigüedad lo que los con-
vierte en un objeto de estudio complejo (Castells 1999; Reboratti 2012), las
organizaciones socio-ambientales están compuestas por una amplia gama
de actores y colectivos diferenciables sólo en el trabajo metodológico4. Den-
tro de ellas, se incluyen a las organizaciones animalistas o antiespecistas
que focalizan sus objetivos en la lucha por la liberación de los animales y la
abolición de las diferentes esferas de explotación y maltrato animal donde
se manifiesta la cultura especista, como se verá luego.
Retomando la categorización realizada por Ilse Scherer-Warren acerca de
las acciones colectivas contemporáneas, las organizaciones socio-ambien-
tales animalistas forman parte de los colectivos en red. Se ha descubierto
en los estudios realizados previamente que su composición se basa en “co-
nexiones entre organizaciones empíricamente localizables (…) Esos colec-
tivos pueden convertirse en segmentos de una red más amplia de movi-
mientos sociales, que se caracteriza por ser una red de redes”5 (2012: 21).
El siguiente cuadro ejemplifica este entretejido de conexiones y su contem-
poraneidad a la masificación de las tecnologías digitales:
apuntes
CECYP
162
por lo tanto, es un error englobar bajo el ecologismo o ecologistas a todos los
colectivos y movimientos “verdes”. A su vez, cada organización socio-ambiental
se distingue en su interior coexistiendo varios estilos de antiespecismo, o de
ecologismo, o de ambientalismo.
5. La traducción es propia.
Tabla 1: Nodos locales, nacionales, regionales e internacionales de las
organizaciones animalistas en red Argentinas
Nodos
Origen Nodo Nodos Nodos
Organiza- Regionales
(Año y Local Nacionales Interna- Vínculos
ción (América
Lugar) (Prov.) (Argentina) cionales
Latina)
Buenos Aires,
EligeVeganismo,
Córdoba,
Especismo 2008 San Acción Antiespecista,
Jujuy, Misiones, Chile, Perú España
Cero Argentina Juan Equanimal/Igualdad
Rosario, San
Animal
Luis, El Calafate
Protectoras: El Paraíso
de los Animales,
Sociedad Protectora
Chile,
Asociación 2010 Tucumán, de Animales de Zárate,
Buenos México, España,
Animalista Rosario, El Campito, Sociedad
España Aires Ecuador, Suiza A. Méndez
Libera! Córdoba Protectora de Animales
Venezuela
de Las Flores, entre
Taller
otras; Fundación Franz
Weber
Mendoza,
Animal Libre, Dignidad
Trelew, Rawson,
Animal, Patitas
2014 Puerto Madryn,
Buenos Estados Rawsenses, Patas y SOS,
#SinZoo San Rafael, Brasil
Argentina Aires Unidos APAM, ONG Cultura
La Rioja, San
Animal, Ánima, entre
Clemente del
otras.
Tuyú
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pueden aportar a comprender el fenómeno: la relacionada con el contexto
ambiental, y la vinculada al modo de desarrollo informacional.
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Dimensión ambiental
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mente (Reboratti 2012: 131).
8. Entendida como capacidad ecosistémica del ambiente para renovarse a sí
mismo de las modificaciones o perturbaciones, refiere a la capacidad natural de
autorregeneración.
En este sentido, la emergencia de la “ética VEG” puede considerarse como
un fenómeno de las sociedades modernas con una influencia creciente des-
de Estados Unidos y Europa. Salvando las diferencias, uno de los antece-
dentes para destacar, no sólo del animalismo sino también del ecologismo
y ambientalismo en general, es el conservacionismo surgido a fines del si-
glo XIX como resultado no buscado de la sobrecaza colonial, la extinción
de especies y los desequilibrios ecosistémicos. Este primer exponente de
lo que sería el futuro del ecologismo proteccionista y conservacionista y de
los primeros movimientos que se interesaron por el impacto de la actividad
humana sobre la biosfera, fue el creador de las primeras reservas naturales
a nivel mundial hacia 1880 en adelante.
En un primer momento, estas eran exclusivamente reservas de caza y so-
lamente para algunas especies “nobles” que debían protegerse (y cazarse
“deportivamente”) y otras especies que se denominaban “plagas” y que se A. Méndez
podían matar libremente. El resultado fue un ecosistema seriamente des- Taller
equilibrado, con cadenas tróficas alteradas y pirámides de especies inver-
tidas, lo que llevaba a la desaparición de las especies nobles por falta de
alimento (¡lo que justificaba su matanza!) (…) Estas reservas fueron la base
para la posterior formación de los Parques Nacionales (Reboratti 2012:
166).
Ya durante las décadas de 1970 y 1980 afloran mundialmente nuevos ac-
tores sociales preocupados por los efectos de la actividad humana sobre el
ambiente: nacen en estos años los heterogéneos, amplios y multifacéticos
movimientos ambientalistas, ecologistas radicales y los animalistas o, lo
que se dio a llamar también, el movimiento en defensa de los derechos de
los animales. En este caso, siguiendo la historización realizada por Luciana
Lira es “en la década de 1970 que se da la eclosión del movimiento por los
derechos de los animales a partir de los cuestionamientos de un grupo de
filósofos y pensadores de la Universidad de Oxford utilizando los argumen-
tos de Bentham y Salt”9 (2013: 73). Mientras que ya en los años ’80 (y la
actualidad) el movimiento incorpora un tipo singular de acción directa, de
mayor intervención y repercusión social:
Esas acciones van desde la pacífica panfleteada, pasando por perfor-
mances de impacto, boicots a las empresas que usan animales para su
producción, hasta las invasiones y ataques a las industrias para dañar apuntes
su capital o registrar las condiciones y malos tratos sufridos en dife- CECYP
167
como las formas de contaminación y el calentamiento global empiezan a
ser cada vez más notorios. A su vez, las influencias político-ideológicas del
Mayo del ’68, la contracultura hippie y la lucha por derechos de las mino-
9. La traducción es propia.
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rías étnicas y el feminismo, abren un nuevo horizonte para repensar las
prácticas sociales sobre el ambiente, las relaciones de poder y el rol de la
cultura en las sociedades masivas. Junto a estas cuestiones de índole ma-
crosociales, no podemos desestimar que la creciente incorporación y parti-
cipación de los animales domésticos en la vida cotidiana, particularmente
en las familias urbanas, puede haber ejercido una influencia sobre la sensi-
bilidad y estimación de la vida animal no humana.
A este contexto se suma la popularización de una serie de obras que diri-
gieron la atención de la opinión pública hacia los temas socio-ambientales.
Por cuestiones de espacio no ahondaremos en cada una, sólo se enume-
ran cronológicamente para aproximar a los lectores y lectoras a la biblio-
grafía: en 1962 Primavera silenciosa de Rachel Carson, en 1968 La bomba
demográfica de Paul Ehrlich, en 1972 Los límites del crecimiento de Do-
nella Meadows en coautoría con una serie de autores del MIT (Instituto
Tecnológico de Massachusetts), en 1972 Animales, Hombres y Moral: Una
Investigación sobre el Maltrato de los No Humanos de Richard Ryder, en
1975 Liberación Animal de Peter Singer, en 1979 Gaia, una nueva visión de
la vida sobre la Tierra de James Lovelock, y en 1987 Nuestro futuro común
o Informe Brundtland como base para la Reunión de las Naciones Unidas
sobre el Ambiente y el Desarrollo llevada a cabo en Río de Janeiro de 1992.
Debemos incorporar a esta rápida descripción sobre el panorama so-
cio-ambiental en el que emergen las organizaciones animalistas en red,
el perfeccionamiento técnico-científico en la manipulación genética y las
tecnologías de punta destinadas a la explotación intensiva de la biosfera,
ambas prácticas llevadas a cabo hoy en día por grandes corporaciones que
monopolizan el desarrollo de la biogenética y las industrias agroalimenta-
rias, farmacéuticas, cosmetológicas y bélicas. Estas entidades empresaria-
les10 disponen de millones de animales no humanos (perros, gatos, conejos,
hámsters, pollos, vacas, cerdos, ratas, peces, caballos, patos, simios, la lista
es extensa) en condiciones de “vida” inhumanas y sometidos a toda una
serie de prácticas dolorosas, atormentadoras, mortificadoras y de tortura
sea para la experimentación o la fabricación de alimentos y manufacturas
destinadas a la satisfacción del consumo y del estilo de vida signado por la
cultura especista institucionalizada.
168
en animales y los productos que fabrican se clasifican bajo el rótulo de “Marcas
Crueles o Macabras”. Se puede consultar mayor información navegando en las
siguientes webs: http://www.prensanimalista.cl/web/; http://www.peta.org/;
http://ecomaltratoanimal.blogspot.com.ar/; http://www.animanaturalis.org/
home/ar ; http://www.liberaong.org/old/viviseccion.php Consultado 8/03/2016.
en un eje presente en las reivindicaciones de algunos movimientos sociales
contemporáneos representados por el ecologismo, el ambientalismo y el
animalismo, abocándose el artículo a este último. En el trabajo de cam-
po realizado hasta el momento, se ha descubierto que las organizaciones
animalistas analizadas para el caso Argentino tienen origen durante la se-
gunda década de los años 2000: Especismo Cero data del 2008, Libera!
Argentina del 2010 y #SinZoo del 2014, lo que supone que el movimiento
animalista argentino es un actor social reciente en el territorio y en la dis-
puta sobre la cuestión animal.
Dimensión informacional
170
zación de acciones colectivas deslocalizadas en tiempo real. En términos de
Castells (2001), las relaciones sociales actualmente están atravesadas por
las tecnologías de comunicación, e Internet es ya un medio de comunica-
ción, de interacción y de organización social.
Siguiendo el análisis de Carlos Valderrama (2008) sobre la relación entre
los movimientos sociales y las tecnologías, se toman sus categorías para
caracterizar las prácticas de las organizaciones animalistas en red. Como
otros movimientos y colectivos de la era digital, ellas exhiben en sus prác-
ticas rasgos que tensionan las formas de saber hacer previas, mostrando
quiebres en tres aspectos: los movimientos de la sociedad informacional
se organizan y movilizan en torno a valores culturales modificando el ca-
rácter de lucha de clases del pasado; proponen una organización basada
en formas horizontales y autoorganizadas frente a las tradicionales de tipo
verticalista; y sus mensajes asumen un carácter global a través del uso de
las tecnologías digitales trascendiendo la frontera local o regional. Para
constatar esta caracterización y lo dicho hasta el momento, cuando se pre-
gunta por el surgimiento de la organización los referentes entrevistados
comentan sobre la importancia que ha tenido Internet para poder generar A. Méndez
contacto con otros activistas del movimiento. Se cita a continuación un ex-
Taller
tracto claro:
Porque digamos hay que tener en cuenta que esto [refiriéndose al
especismo] en las universidades no se ve, en la televisión no se ve,
no es una temática que ves en la escuela, en la universidad, en los
medios de comunicación, libros hay muy pocos, o sea, no tenés ac-
ceso a eso. Entonces la manera de tomar contacto era por Internet
digamos. Entonces en esa época estaba el tema de los Fotolog, bueno
después surge esto un poco más de Facebook (…) la cadena empieza
por un activista de Igualdad Animal que nos contacta a través de un
Fotolog que teníamos. Que en realidad era un Fotolog que me acuer-
do que le puse el nombre de la organización “Por la defensa del medio
ambiente”, entonces yo había puesto alguna información respecto de
veganismo (…) yo había dejado el correo de las personas que eran de
esa organización, y este chico, este activista, comenta que él es vega-
no, que quería contactar con algunos veganos de acá, y bueno, estos
amigos de esta organización ambientalista me dicen: “sí, hay una
chica que es vegana, mirá, le hemos pasado...”, y yo tomo contacto
con este activista y desde ahí empezamos a hablar. Todo esto surge
por un Fotolog. (Fundadora de Especismo Cero).
Además de su uso como espacio comunicativo, Internet les resulta un me-
dio idóneo y efectivo para informar acerca de realidades ignoradas que apuntes
CECYP
coexisten en el mismo mundo, y cuestionar mediante recursos visuales y
discursivos las prácticas sociales instituidas que suscriben la relación espe-
cista entre humanos y no humanos. Estos métodos promueven el debate e 27
interacción entre activistas y personas que se aproximan mediante la Red a
la temática, desconocida o ignorada por lo general. En relación, las entre-
vistadas de #SinZoo y de Asociación Animalista Libera! comentaron: PÁG I N A
173
la muestra fue de 3.574 casos efectivos, sobre un total de 3.600 casos planificados
inicialmente.
14. Para mayores detalles sobre la relación entre las tecnologías digitales y las
formas de acción y organización del movimiento animalista en Argentina ver
Méndez (2014).
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El especismo institucionalizado y las críticas de la
visión animalista
Cuando nos referimos al especismo estamos hablando de un tipo de discri-
minación basada en la especie fundamentada en tradiciones culturales que
asociaron al animal con una falla constitutiva, según Gabriel Giorgi, defini-
da en su contraposición a la vida humana, social y tecnológica a través de
una serie de distinciones y oposiciones encargadas de ordenar y clasificar
cuerpos y formas de vida, éticas y políticas: “natural/cultural, salvaje/civi-
lizado, biológico/tecnológico, irracional/racional, viviente/hablante, orgá-
nico/mecánico, deseo/instinto, individual/colectivo, etc.” (2014: 13). Es en
la práctica una consideración arbitraria y despreciativa a quienes se consi-
deran seres inferiores por no ser humanos. Esencialmente, “el especismo
es un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses de los miembros
de nuestra propia especie y en contra de los de otras” (Singer 1999: 42).
También “significa dañar a otros porque son miembros de otra especie”
(Aboglio 2011: 42).
De forma similar que el sexismo y el racismo, el especismo opera en el ima-
ginario social de nuestras sociedades, por eso resulta imperceptible para el
sentido común ya que se introyecta en la conciencia colectiva desde el mo-
mento en que los individuos se convierten en sujetos mediante el proceso
de socialización durante los primeros años de vida. Existe ya naturalizado
e instituido. Recordemos el pensamiento de Cornelius Castoriadis (1993)
acerca de la sociedad y la formación de su imaginario. Si el imaginario re-
mite a lo simbólico, a aquello que otorga sentido, y si la sociedad existe
constituyendo cada vez su orden simbólico (constitución que no es libre de
lo que ya se encuentra allí, de lo que ya existe, de la historia), el imaginario
social preexistente resulta ser el dador de sentido de la sociedad. En este
proceso, la sociedad constituye un simbolismo tomando aspectos de lo na-
tural y de lo histórico. A su vez, este simbolismo, por un lado, determina los
aspectos de la vida y de la sociedad, y por otro, está lleno de intersticios y
de grados de libertad. Esta concepción de lo social, como un histórico-so-
cial constituido cada vez por los sujetos y por el imaginario heredado tiene
suma relevancia a la hora de pensar un cambio en los imaginarios en los
que se funda la sociedad, más adelante se retoma esta idea.
apuntes
CECYP Mientras tanto se explicará que el especismo es el resultado de los valores,
los estilos de vida y las costumbres que los humanos edificaron histórica y
27 socialmente respecto los no humanos. Es decir, “las relaciones que los seres
humanos establecen con los animales derivan de las representaciones que
construyen acerca de ellos” (Navarro 2012: 4 y 5). Y es mediante el proce-
so de socialización que transfiere generación a generación el simbolismo
PÁG I N A
heredado, cómo ese tipo de representaciones y relaciones establecidas asu-
176
que no pueden ser agentes morales al no poder formular juicios éticos
o porque no son autoconscientes” (2011: 34). Así, la propia especie hu-
mana se autoriza al uso y la destrucción de los no humanos.
3. la responsabilidad es de Dios tiene su fundamento en lectura realiza-
da de la Biblia impuesta por la Iglesia Católica a partir de donde se
ha entendido que los animales fueron dados al hombre por Dios como
fuente de alimento y la naturaleza como fuente de recursos. Bajo esta
interpretación, el sentido construido es que “los animales no tienen im-
portancia moral y que son espíritus inferiores que están simplemente
para servicio del humano” (2011: 36). La institución de este imaginario
influyó notablemente en Occidente reforzando la interpretación jerár-
quica, aristotélico-tomista de la Biblia.
Respecto al segundo tipo de justificaciones se incluyen las siguientes:
1. lo tradicional o natural del uso se sostiene, simplemente, en la percep-
ción social que justifica la(s) discriminación(es) por factores tradicio-
nales, por la costumbre y los valores arraigados. La repetición de este-
A. Méndez
reotipos y prácticas heredadas generación tras generación asumen en
el sentido común la impresión de ser naturales, es decir, de ser intrín- Taller
177
estamos mejor preparados para masticar, digerir y procesar vegeta-
les en lugar de alimentos de origen animal. Nuestros dientes caninos
son pequeños, nuestra saliva tiene enzimas para digerir carbohidra-
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tos, nuestra acidez estomacal es leve a diferencia de los carnívoros, y
nuestros intestinos son más similares a los de los herbívoros por su
longitud. Los carnívoros poseen intestinos cortos ya que la carne una
vez hecha cadáver para no ser tóxica debe digerirse rápidamente. Esto
no ocurre en nuestros largos intestinos: una vez consumida la carne,
la putrefacción (detenida por la cadena de frío de las heladeras) esta-
lla apenas es ingerida en nuestro cuerpo prolongándose el tiempo que
permanece su toxicidad ya que no contamos con los intestinos de los
animales carnívoros.
5. la matanza de los vegetales cuestiona la idea vegana de no consumir
ningún tipo de producto de origen animal, pero sí vegetal. El sentido
común cuestiona ¿y las plantas acaso no son vida?, o ¿por qué comer
animales está mal y comer plantas no? Es evidente que las plantas for-
man parte de los seres vivientes de este planeta, siendo ellos sus más
antiguos pobladores junto con los seres microscópicos. Sin embargo,
no cuentan con un sistema nervioso central, un cerebro, receptores
para la sensación de dolor, endorfinas para calmarlo, como sí los ani-
males o seres sintientes. “Su percepción de tipo energético y químico no
remite a un self que “sienta”, pero los hace capaz de reaccionar según
lo que sea más conveniente para la continuidad de su vida” (2011: 41).
Un feed-lot, un matadero o un laboratorio de vivisección por dentro
muestran ya esta diferencia cuando se ven los rostros fóbicos y se oyen
los alaridos del horror no humano.
Frente a este imaginario socio-ambiental, recurriendo a la denuncia, la
protesta de alto contenido simbólico y la concientización (Méndez 2014;
2015), la visión animalista plantea un cambio radical en las prácticas que
definen la relación humano - no humano. Trae consigo una puesta en mo-
vimiento de los lugares del animal redefiniendo los límites de las configu-
raciones binarias modernas de la sociedad occidental (Giorgi 2014). Como
expresa la abogada y activista por los derechos animales,
el veganismo no es una práctica que se divulga como mera opción in-
dividual: es la línea de base innegociable de una postura que aspira
a pervertir la trama de dominio que se ejerce sobre los no humanos,
develándola, exponiéndola, sacándola a la luz. Trama hecha de domi-
apuntes nación, opresión y explotación (Aboglio 2013: 55).
CECYP
Es importante destacar que el antiespecismo no privilegia a una especie
sobre otra, ningún trato desventajoso es aceptado. Esta idea se refleja, por
27 ejemplo, en el discurso de los entrevistados:
Nadie tiene derecho a tomar vidas ajenas para entretenerse un do-
mingo, a nosotros no nos gustaría, es una cuestión de empatía, hay
PÁG I N A que pensar lo que nosotros no querríamos para nosotros y de ahí en
178
más no hacérselo a nadie (Activista de #SinZoo).
Cuando uno ya empieza a hablar de especismo dejamos en claro que
no solamente vamos a defender a los perros y a los gatos, o sea, que
el movimiento de derechos de los animales no se trata solamente de
perros y gatos (…) defendemos a todos los animales (…) Es decir, el es-
pecismo no es solamente discriminar a los demás animales por igual,
sino que quizá algunos los discriminamos más o no les otorgamos de-
terminados derechos y a otros sí (Fundadora de Especismo Cero).
Es una corriente de pensamiento contracultural (Rodríguez González 2006)
para la cual ninguna especie goza de un derecho natural que justifique el
sometimiento de una por sobre otras. Concibe al especismo, contra el que lu-
cha, como la infravaloración de la especie humana hacia los demás animales,
y también, como el trato desventajoso que ejerce la especie humana entre los
no humanos: por qué un perro tendría más derecho a vivir y ser amado que
una vaca, o viceversa, por qué una vaca puede ser sagrada y un perro puede
ser comido; los fundamentos son construcciones sociales. Este es el cues-
tionamiento de fondo que las organizaciones animalistas hacen al especis- A. Méndez
mo, su base no natural. Como postula Gabriel Giorgi siguiendo a Espósito, Taller
la vida animal es una zona de indiscernibilidad entre bios y zoé, “ya no se
puede trazar esa distinción o donde la distinción misma se revela incom-
prensible para nuestra época” (2014: 39). Luciana Lira (2013) plantea que
la disputa contemporánea en torno a la clasificación de especies animales se
da entre un discurso hegemónico expresado en el valor instrumental basa-
do en las oposiciones binarias entre naturaleza y cultura de las dicotomías
clásicas occidentales, y entre un contradiscurso que busca ampliar las bases
de clasificación e inclusión de especies a la comunidad moral. La moralidad
antiespecista, según la autora, expresa una perspectiva integradora de la re-
lación entre naturaleza y cultura, “procura situar a los animales humanos y
no humanos en un mismo plano de consideración moral” (2013: 69).
En este punto volvemos al planteo de Castoriadis (1993). Los significantes
e imaginarios sobre los que se edifica la sociedad y sus instituciones no son
fijos, no son definiciones cerradas, no son de una vez para siempre. Siguien-
do su perspectiva, la emergencia de nuevas instituciones y maneras de vivir
es siempre una construcción activa de los sujetos. La humanidad, por ende,
existe definiéndose cada vez. Estas definiciones, por un lado, salen del ser
humano mismo, las inventa y al hacerlo se hace a sí mismo y a su ambien-
te, y por otro, ninguna definición sea racional, natural o histórica permite
fijarlas de una vez por todas. Por lo tanto, no hay imaginarios inmutables
o eternos. El antiespecismo, como nuevo imaginario socio-ambiental, con-
apuntes
CECYP
180
Reflexiones finales
La emergencia de las organizaciones animalistas en red en Argentina su-
pone una reconfiguración en los imaginarios socio-ambientales, implica la
aparición de nuevas políticas y retóricas de lo viviente donde la forma-ani-
mal pierde fuerza formal en tanto “se pone en cuestión la noción misma de
especie” (Giorgi 2014: 35). A nivel global, desde sus orígenes en la década
de 1940, su conformación como movimiento por la liberación animal du-
rante los ‘70 y ’80, y su cada vez más notoria presencia y expansión geográ-
fica desde los años 2000 hasta hoy, ha ido construyendo una perspectiva
novedosa para repensar las formas en que la sociedad interactúa con el
resto del Planeta. El antiespecismo como contracultura, como vimos, ejer-
ce una profunda crítica a las costumbres, valores y modos de vida a través
de las que se ha edificado y se reproduce el especismo institucionalizado. A. Méndez
Develando la trama social de opresión y esclavitud que somete a los anima- Taller
les no humanos, pone en cuestión los cimientos histórico-sociales de esta
discriminación encubierta, y así, desnaturaliza el especismo.
Actualmente, para obrar en pos de estos cambios las tecnologías digitales
son para las organizaciones animalistas analizadas medios fundamentales.
Durante el trabajo de campo se ha recabado que tanto su expansión como
sus estrategias organizativas, sus métodos de convocatoria, reclutamiento
y difusión se encuentran mediados por las ellas, con énfasis de Internet
ya que se ha convertido en el soporte interactivo para construir una red
de redes y trascender los canales de comunicación tradicionales donde la
temática aún se encuentra expulsada. En este caso, el ciberespacio como
espacio para la divulgación de información juega un papel muy importante,
ya que ésta es considerada como una de las estrategias principales de com-
bate contra el especismo institucionalizado.
La visión antiespecista es un llamado a la reflexión en favor de la empatía y
justicia entre la sociedad y el ambiente en su conjunto. Como nuevo actor
social tiene la capacidad de ejercer su contrapoder para transformar la he-
teronomía especista de la formación social instituida y las significaciones
imaginarias en el que ésta se fundamenta. En este sentido, parafraseando
a Manuel Castells (2012), siempre que exista un poder aparecerá un con-
trapoder con el objetivo social de contrarrestarlo, en tanto, se trata de la
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capacidad de los actores sociales para desafiar al poder incorporado en las CECYP
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a su lógica capitalista recreando una interrelación entre la sociedad y el
ambiente de tipo especista.
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Estudiar la tensión entre hombre/animal o humanos/no humanos conju-
gada en las reivindicaciones y la lucha de las organizaciones animalistas
resignifica la relación sociedad-ambiente. En términos de Gabriel Giorgi,
es una propuesta para analizar la “multiplicación de zonas de vecindad y
de intercambio que no se dejan capturar bajo los modelos previos de ‘vida
animal’ y ‘vida humana’” (2014: 35).
Las posturas más radicalizadas de esta corriente plantean profundos cam-
bios en todos los niveles de la vida social, que no está exenta sino se corre-
laciona con el ambiente donde existe y con los seres que en él viven. En el
Manifiesto por el Abolicionismo Radical, refiriéndose al movimiento por
los animales no humanos, Steve Best concluye que:
Debemos enlazar la liberación de los otros animales a la liberación
humana y de la Tierra y construir un movimiento revolucionario su-
ficiente para vencer la hegemonía capitalista y rehacer la sociedad sin
los imanes del antropocentrismo, el especismo, patriarquía, racismo,
clasismo, estatismo, heterosexismo, ableísmo y cualquier otra perni-
ciosa forma de dominación jerárquica (2009: 7).
Como indica Brian Dominick (1997) el sistema utiliza muchas formas de
opresión, a saber: clasismo (opresión económica), estatismo (opresión
por la autoridad política), sexismo y patriarcado (opresiones basadas en
el sexo), racismo (opresión etnocentrista), etarismo (dominio por la edad),
“y, finalmente, las opresiones resultantes del antropocentrismo, a saber,
el especismo y la destrucción del ambiente” (1997: 2). Justamente uno de
los desafíos con los que se enfrenta el movimiento animalista es la libera-
ción humano-animal, teniendo en cuenta que la raíz de todas las formas de
opresión de la época se vinculan al orden social instituido. Construir nue-
vas representaciones sobre los animales como seres sintientes con otras
conductas y códigos comunicativos como las señales y mensajes sonoros,
infrasónicos, de ecolocación, las señales químicas, olfativas, gestuales y vi-
suales, pone en cuestión la inferioridad animal en la escala evolutiva, cier-
tamente, noción que es construida cada vez histórica-socialmente, al igual
que lo es el racismo, el clasismo y toda forma de discriminación y opresión.
Finalmente, se dejan planteadas algunas preguntas posibles para conti-
nuar investigando el fenómeno: ¿las redes de organizaciones animalistas
pueden convertirse en un contrapoder que logre modificar la cadena de
apuntes producción-distribución-cambio-consumo que organiza el sistema de pro-
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ducción?, ¿de qué manera las organizaciones animalistas argentinas arti-
culan las luchas económicas, sociales, políticas, culturales y ambientales?,
27 ¿es el antiespecismo en Argentina el germen de un nuevo imaginario so-
cio-ambiental?, ¿se constituye una nueva cultura en este proceso?, ¿qué
otras perspectivas emergen para entender la relación humano – no huma-
PÁG I N A no? Al abordar su análisis es preciso tener en cuenta que este tipo de orga-
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nizaciones y actores sociales no son estáticos, sino que se caracterizan por
estar en un continuo proceso de autorreflexión, reelaboración, consolida-
ción y superación lo que los convierte en objetos de estudio complejos por
su grado de heterogeneidad y dinamismo.
El estudio sociológico de las identidades emergentes abocadas al cuestio-
namiento de la cultura especista y a la problematización del trato desventa-
joso que reciben los no humanos por ser seres diferentes a nuestra especie,
busca ser un aporte para la construcción de visiones alternativas y nuevos
marcos de significación sociocultural acerca de la compleja interacción que
se da cada vez entre la sociedad y el ambiente.
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