Clase Teórica 2. Fronteras Que Habilitan.
Clase Teórica 2. Fronteras Que Habilitan.
Clase Teórica 2. Fronteras Que Habilitan.
Una mañana gris de junio llego temprano a la escuela, los directivos me esperan y
esperan mi trabajo como asesora. Chicos y chicas llegan de la mano de sus padres o
madres, guardapolvos blancos, mochilas que pesan en las espaldas o en las manos de
los adultos y adultas que se multiplican para cuidar, sostener y acompañar. Alrededor
de la escuela, casas bajas, fábricas, algunos negocios; en el borde de la ciudad de
Buenos Aires, con el riachuelo como vecino, la escuela se dispone a recibir. Se vuelve
disponible.
Falta media hora y el frio da ganas de tomar café, sentarse en algún lugar cálido y dejar
que los minutos pasen hasta la reunión programada. Encuentro una panadería
devenida bar o confitería sobre la avenida, a dos cuadras. Sin embargo el sistema de
calefacción no es bueno. Me dejo la campera, los guantes, la bufanda y espero. Pienso
mientras tanto en los lugares que habitamos, la calidez que nos brindan o la
indiferencia, me detengo en los modos de recibir que desplegamos, de hacer lugar o
de no hacerlo.
La escuela está en la esquina, amarilla, con murales en las paredes laterales, su puerta
parece ensancharse o achicarse cuando se agolpan niños y niñas para entrar.
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Tiempo suspendido. Leo las frases escritas en afiches o pintadas que hablan de las
diferencias, de la diversidad y de la igualdad entre chicos y chicas, trabajos que
hicieron en los talleres de educación sexual integral. Se nota en la escritura las edades
de sus autores/as.
En una de las paredes del pasillo, junto a la puerta de la biblioteca hay un buzón, es
una caja de zapatos forrada con un cartel en su tapa: “Escribí lo que cambiarías de la
escuela. Esperamos tu propuesta”. Al lado, una vidriera muestra, como en una librería
comercial, las portadas de algunos libros. Más allá, murales hechos por los chicos y
chicas que los muestran haciendo música, cantando, tocando instrumentos. Las aulas
tienen ventanas grandes que dan al pasillo, invitan a inmiscuirse en lo que pasa
adentro.
Nos reunimos en una de las aulas con calefacción. No funciona en todas. El vicedirector
prepara mate. El espacio se produce lentamente, con cierta demora y con el cuidado
de saber que allí habrá palabras.
Me pregunto por las fronteras y los límites que ubican lo que se dice y se hace. No
tanto lo que impide como limitación sino lo que habilita para que algo que no estaba
antes, acontezca. Son los límites que hacen de esta escuela un espacio igualitario,
también de autoridad. No uno más. Cada gesto nos habla. La elección de las palabras
está allí. La certeza de que ellas bordean la experiencia y la producen, como un
invento.
Dice el director que en primer grado tienen que pensar cómo se ubican, como
docentes, con chicos, chicas y familias, qué decisiones toman, cómo se transforman
ellos/as mismos como docentes para hacerles lugar a todos/as con sus culturas, sus
códigos; si siguen con un discurso “correcto” sobre la escuela inclusiva pero enseñando
sin cambiar nada y esperando los chicos y chicas “ideales” que tienen en mente o
hacen de la práctica diaria una pregunta cotidiana. Incómoda, pero inevitable.
Dice el vice que no todos/as pueden de la misma manera pero que algo pasa en la
escuela, en esa escuela, en el sentido de transformar vidas, expectativas, recorridos,
modos de mirarse a sí mismos/as. Nadie sale igual que como entró. Ni los chicos y
chicas, ni las familias. Tampoco los/as docentes.
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La subjetividad como trama social, cultural,
política e histórica en las instituciones
educativas.
Podríamos pensar junto con la filósofa que para conservar las instituciones hace falta
renovarlas y que para preservarlas hay que poder (re) inventarlas. Si la escuela es
como un barco que navega y está en movimiento constante, para hacerlo requiere de
una estructura que lo sostenga y, a la vez, de aquello que le permite moverse, del
trabajo de muchos/as, de conocimientos muy diversos que se articulan y se ponen en
juego para enseñar y aprender, de objetos necesarios para trabajar, espacios y
tiempos, también de normas que regulan qué enseñar, qué aprender, cómo hacerlo y
cómo convivir en esa comunidad que enseña y aprende.
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Hablar de las escuelas como organizaciones articuladas políticamente para sostener la
educación, es hablar de múltiples cuestiones entrelazadas: políticas, normativas,
formas organizacionales, edilicias, comunitarias, subjetivas, propias de un trabajo y un
oficio específico, de una historia que da sentido, de mandatos fundacionales (que a
veces pesan demasiado y otras se pierden o se olvidan), de desafíos ante lo que va a
venir pero todavía no está y hay que ir generándolo.
Y quienes habitamos las instituciones educativas desde hace tiempo sabemos que allí
se tejen tramas que nos sostienen, nos identifican, nos subjetivan, nos hacen ser
quienes somos en el marco de una identidad que siempre se está haciendo. Esa
construcción requiere referencias, mapas para movilizarnos, marcos que nos hagan
reconocibles y nos sujeten. A menudo escuchamos:
“la mía es una primaria y secundaria prestigiosa y mi trabajo tiene que ver con ese
prestigio”
Historias, narraciones, tramas de sentidos que nos alojan y nos dan una manera de
mirarnos y de “ir siendo”, esa identidad que no queda fijada como una foto sino que se
despliega en la cotidianeidad, en escenas.
Aunque también puede ocurrir que esas tramas institucionales nos agobien, limiten
nuestra capacidad de acción, pueden hacernos sentir que se hace imposible el trabajo
con otros/as… allí las tramas dejan de sostenernos para enredarse a nuestro alrededor.
Sentimos que no podemos avanzar ni transformar nada. Es en ese momento cuando
nos preocupamos particularmente por la organización y la orientación de esas
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instituciones. El lugar del equipo directivo se vuelve clave en la interpretación o lectura
institucional así como en la creación de dispositivos para el cambio.
¿Podríamos decir hoy que las instituciones escolares están en busca de nuevos
sentidos?
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infancias, de los/as adultos/as que las acompañan, de las singularidades en juego (de
chicos/as, docentes, familias) y se imaginan posibilidades de “hacer escuela” juntos/as.
La escuela primaria, para Teresa Punta, es en comunidad, con la comunidad, “familia
con familia”, sin diagnósticos cerrados, dejándose afectar por lo que acontece y
sostenidos por lo que la institución ofrece, a la vez.
Dicen que el mapa no es el territorio, pero que para no perdernos tenemos “necesidad
de mapas” que nos orienten, nos ubiquen, señalen por donde recorrer. Entonces, en
ese “mapa” de la escuela hay demarcaciones previas, señales, carteles, rutas, sitios
claves donde detenerse, regulaciones a respetar, lugares prefijados por donde pasar
primero y otros por donde hacerlo más adelante; esos recorridos se transitan en
“territorios” situados (cada escuela, cada jurisdicción) y desde la singularidad de cada
estudiante, docente, directivo cuyas trayectorias se van creando en el camino, en el
andar.
Babilonia.
Revista Bifurcaciones
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“Hacer escuela”
Volvamos entonces al relato inicial de esta clase. “Hacer escuela”, delimitar sus bordes
y sostenerlos, en contra de lo que no la deja ser o fundarse a sí misma, una y otra vez.
Establecer la espacialidad y la temporalidad de una institución: escenas de igualdad
que a veces demandan rupturas.
para nosotros, el acto principal y más importante que “hace escuela” tiene que
ver con la suspensión de un presunto orden natural desigual. (…) lo que la
escuela hizo fue establecer un tiempo y un espacio desvinculado en cierto
sentido del tiempo y del espacio tanto de la sociedad (en griego: polis) como
del hogar (en griego: oikos). Tambien fue un tiempo igualitario y, por lo tanto,
la invención de la escuela puede describirse como la democratización del
tiempo libre. (2014: 28)
¿Es acaso hacer una pausa en medio de una vida que no da garantías de futuro?
¿Puede la escuela detener el tiempo, hacerlo diferente, tan diferente como para
cambiar un destino?
Lecturas contemporáneas.
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diferenciada de una subjetividad simplemente gobernada o dominada (Simons y
Masschelein, 2011) La subjetividad pedagógica, en cambio, se trata de una
subjetividad “sujeta” en el mejor de los sentidos, no como mero sometimiento sino
como potencia siempre en vías de emancipación.
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Frase del pedagogo Joseph Jacotot, presentado por Jacques Rancière en su libro el Maestro ignorante
cuando enseña y presenta la “cosa en común”, pregunta: “¿qué ves?, ¿qué piensas?, ¿qué haces?”
(Rancière, 2003) Vamos a trabajar este libro en próximas clases.
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¿qué forma darle a nuestra escuela contemporánea para que sea, a su vez, formativa?
Y ¿de qué modo la formación puede ser emancipatoria de las subjetividades?, ¿de qué
diferentes maneras y con qué herramientas nos sostiene, nos “sujeta”?
Por esto es que nos interesa repensar las instituciones educativas, no sólo criticarlas.
Preguntarnos qué hace que sus espacios y tiempos generen subjetividades potentes,
“capaces de”, vínculos éticos, entramados aunque no indiscriminados ni
homogeneizados.
Por esto es que los/as invitamos a recorrer esas fronteras que habilitan en cada
terreno de práctica, desde un sujeto capaz de emanciparse (maestros/as, estudiantes),
no de una vez para siempre, sino con interrupciones, discontinuidades, con sus facetas
inquietantes y polémicas. Se trata entonces de sostener una paradoja política: nadie se
“hace” solo/a, necesitamos de otros/as, pero a la vez, sólo uno/a se hace a sí mismo/a.
Paradoja que es la del trabajo de tensar continuamente lo dado con lo que puede
darse bajo un presupuesto igualitario, que es exponerse a perder los propios límites en
la experiencia con otros/as y así, volver a trazar las fronteras.
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Revault d’Allones, M. (2008) El poder de los comienzos. Ensayo sobre la autoridad.
Buenos Aires: Amorrortu.
Simons, M., Masschelein, J. (2014) Defensa de la escuela. Una cuestión pública. Buenos
Aires: Miño y Dávila.
Simons, M., Masschelein, J. (2011) “Subjetivación gubernamental, política y
pedagógica. Foucault con Rancière”. En Simons, Masschelein y Larrosa (editores)
Jacques Rancière. La educación pública y la domesticación de la democracia. Buenos
Aires: Miño y Dávila. (Pp. 107-145)
Greco, Ma. Beatriz. (2020) Clase Teórica 2. Fronteras que habilitan. Los límites de la
escuela y el trabajo de la subjetivación. Teorías psicológicas de la subjetividad. Carrera
Ciencias de la educación. Facultad de Filosofía y Letras. UBA
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