Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo: (Aprobado en Sesión Virtual de Dieciséis de Febrero de Dos Mil Veintitrés)

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AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

Magistrado ponente

SC048-2023
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01
(Aprobado en sesión virtual de dieciséis de febrero de dos mil veintitrés)

Bogotá D.C, veintinueve (29) de marzo de dos mil veintitrés


(2023).

Se profiere sentencia de casación oficiosa1 respecto del


fallo que el 31 de enero de 2019 expidió el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil, en el incidente de
liquidación de perjuicios que Publio Armando Orjuela
Santamaría promovió contra el Instituto de Desarrollo
Urbano -IDU-, a continuación de un proceso de expropiación.

ANTECEDENTES

1. El IDU demandó a Publio Armando Orjuela


Santamaría y la Caja de Vivienda Popular con el fin de
expropiar el inmueble ubicado en la carrera 95 n.° 34ª-35
Sur de Bogotá e identificado con matrícula inmobiliaria n.°
50S-354127 de la oficina de registro de instrumentos

1 Mediante AC2828 26 oct. 2020 la Sala inadmitió la totalidad de los cargos de


casación formulados por Publio Armando Orjuela Santamaría y seleccionó de manera
positiva el asunto en ejercicio de las facultades conferidas por el inciso 2º del artículo
16 de la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia (n.º 270 de 1996),
modificado por el artículo 7 de la ley 1285 de 2009.
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públicos de esa ciudad, para construir, por motivos de


utilidad pública e interés social, la «Avenida Ciudad de Cali».

2. El 12 de junio de 2015 el Juzgado Treinta y Uno Civil


del Circuito de Bogotá accedió a la expropiación, ordenó
cancelar gravámenes, embargos e inscripciones de demanda
sobre el fundo, avaluarlo, registrar el fallo e indemnizar al
propietario.

3. En la suya de 15 de marzo de 2016, el Tribunal


revocó la sentencia apelada por el actor, declaró probada la
«caducidad de la acción», negó la expropiación, instruyó
cancelar la inscripción de la demanda y ordenó devolver al
IDU el dinero consignado para la entrega anticipada del
inmueble (que, de todas maneras, no se había efectuado por
imposibilidad).

4. Una vez en firme esa providencia, el magistrado


ponente en el Tribunal profirió un auto el 28 de abril de 2016
mediante el cual ordenó remitir el expediente al Juzgado y
puso de presente que «en caso de no poder[se] efectuar la
entrega [del inmueble a Publio Armando Orjuela]… deberá
reconocer el pago de perjuicios que se tramitará
conforme… el artículo 307 ibídem [CPC], mediante
incidente…» (Se destaca).

5. El 24 de agosto de 2016 Publio Armando Orjuela


Santamaría promovió incidente de liquidación perjuicios que
estimó bajo la gravedad de juramento en CIENTO CUATRO

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MIL CUATROCIENTOS VEINTE MILLONES


CUATROCIENTOS CINCUENTA Y UN MIL NOVECIENTOS
TREINTA Y SEIS PESOS ($104.420.451.936).

6. El Juzgado liquidó los perjuicios mediante sentencia


de 16 de abril de 2018 en TRES MIL QUINIENTOS UN
MILLONES SEISCIENTOS TREINTA Y CINCO MIL CIENTO
OCHENTA Y CUATRO PESOS CON SETENTA Y CUATRO
CENTAVOS ($3.501.635.184,74), discriminados así:

6.1. MIL NOVECIENTOS SESENTA Y TRES MILLONES


QUINIENTOS CATORCE MIL CIENTO CUARENTA Y CINCO
PESOS CON VEINTISÉIS CENTAVOS ($1.963.514.145,26)
como capital indexado; y

6.2. MIL QUINIENTOS TREINTA Y OCHO MILLONES


CIENTO VEINTIÚN MIL TREINTA Y NUEVE PESOS CON
CUARENTA Y OCHO CENTAVOS ($1.538.121.039,48) como
intereses corrientes.

También condenó al incidentante, Publio Armando


Orjuela Santamaría, a pagar al Consejo Superior de la
Judicatura - Dirección Ejecutiva de Administración Judicial
MIL SEISCIENTOS DIECINUEVE MILLONES SEISCIENTOS
SETENTA Y SIETE MIL TRESCIENTOS TREINTA PESOS
($1.619.677.330), de conformidad con el artículo 206 del
Código General del Proceso, es decir, por el exceso entre la
suma estimada bajo la gravedad de juramento al promover el
incidente de perjuicios y la demostrada en el trámite.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

7. En el suyo de 31 de enero de 2019, el Tribunal


modificó parcialmente el fallo apelado por el incidentante,
así:

7.1 Condenó al IDU a pagar a su contendor DOS MIL


CUATROCIENTOS VEINTISIETE MILLONES NOVECIENTOS
SESENTA Y TRES MIL SESISCIENTOS OCHENTA Y SEIS
PESOS CON SETENTA Y TRES CENTAVOS
($2.427’963.686,73) por daño emergente y MIL CIENTO
SETENTA MILLONES CIENTO CINCUENTA Y DOS MIL
CUARENTA Y CUATRO PESOS CON CINCO CENTAVOS
($1.170’152.044,5) por lucro cesante;

7.2. Revocó la condena a favor del Consejo Superior de


la Judicatura-Dirección Ejecutiva de Administración Judicial
que se había impuesto a Publio Armando Orjuela por el
exceso entre la suma estimada bajo la gravedad de juramento
en el incidente de perjuicios y la demostrada en él, la cual
ascendía a MIL SEISCIENTOS DIECINUEVE MILLONES
SEISCIENTOS SETENTA Y SIETE MIL TRESCIENTOS
TREINTA PESOS ($1.619.677.330), a pesar de no haber sido
apelada por el impugnante.

8. Mediante CSJ AC2828 26 oct. 2020 se inadmitieron


los cargos de casación del incidentante contra la sentencia;
en todo caso, ésta fue objeto de selección positiva.
SENTENCIA DEL TRIBUNAL

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

1. Los perjuicios del propietario expropiado son


reparatorios y no compensatorios, pues deben resarcir
plenamente el daño emergente y el lucro cesante, según los
principios de reparación integral y equidad.

2. Aunque el poder y la demanda de expropiación


omitieron identificar el área de terreno a expropiar,
documentos como la Resolución n.° 8621 de 19 de
septiembre de 2003 o el registro topográfico n.° 8369D
prueban la extensión del terreno, porque el segundo:

sí concretó claramente el área que efectivamente se iba a


afectar…: área total… 35.937.84 m2, de los cuales se le resta
el 7% de cesión en un 2.515.65 m2 y, el sobrante se dividió en
dos etapas; una primera de 3.910.00 m2 y la segunda de
4.095 m2, para un total de 10.521 m2 (folio 28 ib.), todo lo cual
se acreditó con el informe técnico n.° 0316 emitido por Judith
Yolanda Gambia G. –Dirección Técnica de Predios del IDU,
quien confirma lo antes concluido (fl. 75 ej.), al paso que
posteriormente en el Informe Técnico n.° 209 de enero 27 de
2005 se indicó que el área efectivamente afectada y
desarrollada según el registro topográfico n.° 8369 fue de
10.521 .00 m2 (fl.80, c.1).

En consecuencia,

el área total [ocupada por la obra pública] ascendió a 10.521


m2, sin que sea de recibo lo manifestado por la entidad
incidentada a folio 23 y ss. de esta alzada, en cuanto a que el
área a expropiar era de 4.095 m2, en primer lugar, por razón
que la alegación en tal sentido se realizó fuera de la
oportunidad procesal y, en todo caso pasando por alto ello,
como quedó antes puntualizado la Resolución de expropiación
no determinó el área total a expropiar pero se remitió al registro
topográfico 8369D y en él se determinó en total 10.521 m2, que
fue lo que en últimas se desarrolló (ver fl. 80 c.1) y, si bien en

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dicho metraje se incluye el área de entrega (cesión) voluntaria


de un 7%, ese aspecto no puede ser objeto de análisis en virtud
a que no se puede hacer más gravosa la situación del apelante
único – inciso 4º del art. 328 del CGP.

3. Según el recurrente-incidentante, la sentencia de


primera instancia carecía de fundamento legal para liquidar
la indemnización con el valor que el IDU ofreció, indexado
desde el año 2015, junto con los réditos civiles; tampoco
valoró la experticia que demostraba ese concepto.

Si bien el IDU consignó el dinero respectivo y se ordenó


entregarle de forma anticipada el inmueble (y se comisionó),
ese trámite no se llevó a cabo porque la obra pública ya se
había construido, sin que se tenga certeza del momento
exacto en que el incidentante fue privado del lote. Por ello, es
razonable tasar la indemnización desde la presentación de la
demanda (4 de diciembre de 2003), porque desde ese evento
fracasó la negociación directa y el propietario se vio
compelido a entregar su predio, lo cual impone descartar la
data fijada por el a quo (2005, año del informe del IDU), pues
con anterioridad ya había «ocurrido el despojo».

4. El dictamen pericial acompañado con el incidente de


liquidación de perjuicios (fls. 1 a 13 y 19 a 29 c. 4) carece de
firmeza, precisión y calidad porque se fundó en el método
comparativo, pero solo se basó en un predio de referencia sin
analizar su valor, estrato, ubicación y mejoras para
contrastarlo con el del incidentante; además, avaluó el metro
cuadrado sin precisar el valor catastral y comercial anual.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

5. Los perjuicios deben liquidarse con el avalúo


aportado por el IDU (folios 42 y 43 del cuaderno 1),
actualizando el valor del metro cuadrado según la pericia de
octubre de 2001 ($107.000) a la fecha inicial de la liquidación
de la indemnización demandada -diciembre de 2003-. En
consecuencia, el valor actual del metro cuadrado es
$122.467,18, cantidad que, al ser multiplicada por los
10.521 m2 afectados, arroja como resultado
$1.288’477.200,78 (precio para el año 2003) y que -indexada
a la fecha del fallo de segunda instancia- muestra que el daño
emergente actualizado corresponde a $2.427’963.686,73.

6. Según la jurisprudencia constitucional el lucro


cesante se puede cuantificar con el valor del bien y el interés
causado entre la fecha de su entrega y la liquidación. Sin
embargo, reconocer intereses comerciales sobre una suma
indexada implicaría doble indemnización del mismo
concepto, por lo que deben calcularse intereses legales según
el artículo 1617 del Código Civil, es decir, 6% efectivo anual
sobre la suma no indexada del daño emergente
($1.288’477.200,78) desde el 4 de diciembre de 2003 -
presentación de la demanda- hasta el 23 de enero de 2019,
día de la audiencia de sustentación y fallo:

$77.308.632,04 dividido en 12 meses arroja la suma de


$6.442.386 por mes. Entonces, $6.442.386 por los 181 meses,
asciende a la suma de $1.166.071.866,70, más los 19 días
$4.080.177,8 -214.746,2 por día-, Total lucro cesante=
$1.170’152.044,5 (negrillas son del texto original).

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

7. Aunque el apelante omitió sustentar reparos contra


la condena a cargo suyo y a favor del Consejo Superior de la
Judicatura - Dirección Ejecutiva de Administración Judicial
por el exceso entre lo estimado bajo la gravedad del
juramento al promover el incidente y lo demostrado en el
proceso, la cual ascendió a $1.619.677.330, «…conforme a
la sentencia de constitucionalidad se impone analizar su
viabilidad y procedencia y, al interior del asunto brilla por
su ausencia el elemento subjetivo, consistente en temeridad
o negligencia, en la acreditación de la cuantía de los daños
a resarcir solicitados bajo juramento, aspectos por demás
necesarios para que la sanción encuentre prosperidad,
según lo precisó la Corte Constitucional en sentencia C-157
de 2013, lo que impone su revocatoria».

CONSIDERACIONES

1. Parámetros generales de la casación oficiosa

1.1. El legislador de 2012, mediante el artículo 336 del


Código General del Proceso, luego de establecer las
tradicionales causales taxativas y dispositivas del
mecanismo extraordinario, facultó a «[l]a [Sala Civil de la]
Corte [Suprema de Justicia]» para «casar la sentencia, aún de
oficio, cuando sea ostensible que la misma compromete
gravemente el orden o el patrimonio público, o atenta
contra los derechos y garantías constitucionales»
(negrillas propias).

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Si bien la atribución de facultades oficiosas atenúa el


carácter dispositivo del mecanismo extraordinario, no
convierte a los tribunales de casación en órganos de
instancia ni mucho menos elimina los elementos
característicos de la figura, siempre que se ejerza dentro de
los parámetros y límites que le son propios, porque, en
palabras de la Corte Constitucional, tales facultades oficiosas
poseen:

[S]ignificativa relevancia que además de limitar la naturaleza


marcadamente dispositiva que ha caracterizado el recurso de
casación -con impactos negativos importantes en la
prevalencia del derecho sustancial-, contribuye en plena
armonía con los nuevos fines que lo inspiran, a promover el
influjo directo de contenidos constitucionales en la
comprensión e interpretación de los asuntos civiles,
comerciales, agrarios y de familia. Tiene la Corte Suprema de
Justicia, por expresa disposición del legislador procesal, el
deber de transformar cualitativamente el significado del
recurso. En el ámbito de sus atribuciones, la Corte Suprema
debe asegurar que las normas de la Constitución adquieran
real vigencia y efectividad en el derecho ordinario. Es a la luz
de estas consideraciones que ese Tribunal deberá interpretar
esta nueva institución. El legislador ya ha dado un paso, el
siguiente le corresponde a la Corte (CC C n.º 213 de 5 ab.
de 2017).

La Sala ha venido consolidando derroteros para


emplear sus facultades oficiosas de casación, descartando
que, en principio, ello pueda hacerse de manera automática
ante la presencia de cualquier error intrascendente porque,
en caso contrario, pasaría a ser un juez colegiado de tercera
instancia, rol extraño a su misión constitucional. Para que la
Corte pueda acudir a la casación oficiosa resulta

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

indispensable, entonces, que «se hallen en juego valores,


principios y derechos supremos, y en forma patente y paladina
aparezcan comprometidos: 1. El orden público, 2. El
patrimonio público, o 3. Se atente gravemente contra los
derechos y garantías constitucionales» (SC1131, 5 feb. 2016,
rad. n.º 2009-00443).

Esto quiere decir que para casar oficiosamente la


sentencia impugnada es indispensable verificar
conjuntamente las siguientes exigencias:

(I) La equivocación del ad quem debe ser ostensible, esto


es, clara, patente, manifiesta o, en últimas, de muy fácil
averiguación;

(II) El menoscabo causado por el error debe ser grave,


es decir, de bastante entidad, gran calibre, importancia o
relevancia, lo que se traduce en que la casación oficiosa no
es el camino para remediar defectos menores, secundarios o
que, dado el caso, se encuentren superados; y

(III) Debe resultar afectado (a) el orden público, (b) el


patrimonio público y/o (c) los derechos y garantías
constitucionales (SC5453, 16 dic. 2021, rad. n.º 2014-
00058, reiterada en SC1170, 22 abr. 2022, rad. n.º 2013-
00031).
El cumplimiento y verificación estricta de estas
exigencias resultan indispensables para que la casación
conserve su norte constitucional, pues sigue siendo un

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mecanismo de procedencia restringida que no vivifica una


tercera instancia donde puedan examinarse todos los errores
de la sentencia del Tribunal; por el contrario, en los términos
y con las exigencias comentadas, solamente aquellas
equivocaciones graves y evidentes que lesionen de manera
contundente el orden público, el patrimonio público o los
derechos y garantías constitucionales tienen vocación de
desvirtuar por sí solas la presunción de legalidad y acierto
que cobija el fallo de último grado y abrir paso a su casación
oficiosa.

1.2. Por su importancia, la Sala desarrollará los


elementos que integran los requisitos necesarios para el sano
ejercicio de la casación oficiosa.

1.2.1. El primer requisito exige que la equivocación sea


«ostensible», es decir, «protuberante [y] con trascendencia en
la decisión», de tal manera «que fluya o se manifieste sin
mayores esfuerzos con la sola comparación entre las
conclusiones del Tribunal» (SC2776, 25 jul. 2019, rad. n.°
2008-00056-01), pues «sólo el error manifiesto, evidente y
trascendente, es decir, el que brota a simple vista y se impone
a la mente como craso, inconcebible y sin necesidad de acudir
a dispendiosas elucubraciones, es susceptible de apoyar la…
casación» (AC2708, 19 oct. 2020, rad. n.° 2016-00606-01).

Por el contrario, no es ostensible, evidente o


protuberante la equivocación «del sentenciador que
[encuentra algún respaldo en el derecho objetivo o] no se

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aparta de las alternativas de razonable apreciación que


ofrezca la prueba o que no se impone frente a ésta como
afirmación ilógica y arbitraria, es decir, cuando sólo se
presente apenas como una posibilidad de que se haya
equivocado» (SC048, 3 jun. 2008, rad. n.° 1997-11872-01).

1.2.2. La segunda exigencia de la casación oficiosa está


ligada con la gravedad del yerro, la cual se presenta cuando la
equivocación «haya sido determinante en el sentido de la
decisión confutada, ‘vale decir, en la medida que haya sido
determinante de la decisión final, en una relación necesaria de
causa a efecto’» (SC4232, 23 sep. 2021, rad. n.° 2013-00757-
01).

El cumplimiento estricto de estas dos primeras


exigencias de la figura en mención (ostensible y grave) es fiel
reflejo de que el Código General del Proceso haya dotado a la
Sala de facultades oficiosas sin borrar sus funciones
constitucionales, ni mucho menos apartarse del modelo de
casación, aspectos sobre los que resulta necesario hacer
algunas explicaciones.

Según la Constitución Política de 1991, la Corte


Suprema de Justicia tiene el doble rol de «máximo tribunal de
la jurisdicción ordinaria» (art. 234 C.P.) y «tribunal de
casación» (art. 235 # 1 C.P.), funciones que en la especialidad
civil, cumple la Sala de Casación Civil y Agraria (art. 16 LEAJ
n.º 270 de 1996, modificada por la ley 1285 de 2009).

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

La jurisprudencia pacífica y reiterada de la Corte


Constitucional sustenta que tales atribuciones superiores
tienen un contenido específico y concreto que, por tanto,
orientan la manera en que la Sala debe desarrollarlas.

En efecto, al avalar las disposiciones del Código de


Procedimiento Civil que permitían declarar desierto el
recurso extraordinario de casación cuando la demanda
incumpliera requisitos formales, la Corte Constitucional
expuso acerca del rol de esta Sala:

La Constitución Política de 1991, recogió la existencia


del instituto procesal de la casación, otorgando al máximo
tribunal de la justicia ordinaria, la Honorable Corte Suprema
de Justicia, la competencia para tramitar el recurso
extraordinario, al señalarla expresamente como "tribunal de
casación" (artículo 235 de la C.N.). Luego, no sólo puede
considerarse que está permitida la existencia de la casación,
dentro de una competencia legislativa general; sino que se
encuentra ordenada de manera directa y clara en la
Carta Política.

[N]o puede entenderse que la casación se haya


convertido en una tercera instancia, ni que se eliminaron
los requisitos de forma propios de la demanda de casación. La
estructura general del recurso se mantiene, y no fue
convertido en la última reforma, en una modalidad
recursiva de orden procesal, tan amplia como puede
serlo la apelación, en razón de las especiales
caracterí[s]ticas y finalidades de aquel recurso. (CC C
215 de 28 abr. de 1994, -se destaca-).

Luego, estimó la exequibilidad de la procedencia


limitada y excepcional del recurso extraordinario de casación
bajo los siguientes razonamientos:

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[L]a regla general es la improcedencia del recurso [de


casación]; la excepción, su procedencia, en los casos
previstos en la ley.

Si en tratándose de un recurso ordinario, como la apelación,
previsto en la Constitución contra todas las sentencias, la
ley, por mandato expreso del artículo 31, puede consagrar
excepciones, no se ve por qué no pueda señalar o
determinar contra cuáles sentencias procede el
recurso de casación, extraordinario como se ha dicho
(C 058 de 15 feb. 1996 -se destaca-).

Finalmente, justificó que la violación indirecta de la ley


sustancial tuviera que estructurarse sobre un error fáctico
trascendente y ostensible pues, de lo contrario, el recurso
extraordinario y esta Sala se apartarían del «modelo de
casación» adoptado por el constituyente de 1991 para
convertirse en un tribunal de instancia (función enteramente
contraria a su rol constitucional):

[E]l tribunal de casación no surgió para corregir todos


los eventuales errores judiciales sino que su función es,
si se quiere, más de orden sistémico, para proteger la
coherencia del ordenamiento y la aplicación del derecho
objetivo, por lo cual ha sido denominada por algunos sectores
de la doctrina y la jurisprudencia como “nomofilaquia”
[P]ara la definición de las controversias judiciales
concretas el ordenamiento prevé las instancias,
mientras que el papel de la Corte Suprema, como
tribunal de casación, es primariamente asegurar la
coherencia del ordenamiento legal, gracias a la
unificación de los criterios de interpretación de la ley,
para de esa manera, lograr la realización del derecho
objetivo y asegurar el respeto a los principios de
legalidad y de igualdad. Por eso, la casación no es una
tercera instancia para enmendar cualquier yerro
ocurrido en las instancias, sino un recurso

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

extraordinario que pretende lograr la mayor coherencia


posible del sistema legal, al lograr el respeto del derecho
objetivo y una mayor uniformidad en la interpretación de las
leyes por los funcionarios judiciales. Esto no significa
obviamente que la reparación de la eventual injusticia de un
caso concreto no tenga ninguna relevancia en la casación
[E]ste recurso extraordinario pone el interés que tiene el
particular en que se corrija el agravio en su contra al
servicio de la protección de la coherencia sistémica del
ordenamiento. Así, el individuo tiene interés en atacar una
sentencia ilegal o contraria a la jurisprudencia, a fin de evitar
una decisión que le es desfavorable, y de esa manera, su
actuación permite que el tribunal de casación anule la decisión
contraria al derecho objetivo, y asegure así el respeto al
ordenamiento.
[E]ste recurso no es un instituto de creación puramente
legal ya que tiene un fundamento constitucional
expreso, puesto que el artículo 235 de la Carta define a
la Corte Suprema como "tribunal de casación". Por ende,
el legislador no es libre para consagrar o no la
existencia de la casación,…
El rango constitucional de la casación implica
igualmente que el legislador no tiene plena libertad
para organizar el alcance de este recurso. La casación
no es un concepto vacío sino que tiene un contenido
esencial, que goza de protección constitucional, por lo
cual el legislador no puede regular de cualquier manera las
funciones de la Corte Suprema como tribunal de casación…
[L]a casación es un recurso extraordinario, con
fundamento constitucional expreso, que tiene
esencialmente una función sistémica, por lo cual no puede
confundírsela con una tercera instancia. Por ende, es
razonable concluir que en materia de casación “la regla general
es la improcedencia del recurso; la excepción, su procedencia,
en los casos previstos en la ley”. Esto explica entonces que la
ley, sin caer en formalismos innecesarios y excesivos, que
sean contrarios a los propósitos de la casación, puede
establecer requisitos más severos para acceder a este
recurso, e incluso para que pueda prosperar, sin que ello
signifique que, por ese solo hecho, hay una restricción
al acceso a la justicia, por cuanto, reitera la Corte, para
dirimir los conflictos y solucionar los problemas

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planteados en los distintos casos concretos, el


ordenamiento prevé … las instancias…
[L]a exigencia de que el error de hecho sea manifiesto, en
principio se justifica por cuanto, como se ha insistido, el
tribunal de casación no es un juez de instancia ni un
cuerpo para corregir todos los eventuales errores
cometidos en los procesos. Por ende es legítimo que, por
razones de seguridad jurídica, deba presumirse que la
sentencia de instancia ha acertado, pues las controversias
judiciales deben tener un final. Esas sentencias llegan
entonces a la casación amparadas por una presunción
de acierto y legalidad, como lo ha dicho en incontables
oportunidades la Corte Suprema de Justicia, por lo cual, bien
puede la ley determinar que sólo aquellos errores fácticos
que tengan la entidad suficiente para romper esa
presunción de acierto del juez de instancia, y que hayan
implicado una violación de la ley, son susceptibles de hacer
prosperar este recurso extraordinario.
[E]l carácter extraordinario y sistémico del recurso de
casación ha hecho que muchos doctrinantes consideran que
las discusiones fácticas y probatorias no pueden aducirse en
sede de casación, pues este recurso debe versar, para que
preserve su función sistémica, únicamente sobre las
cuestiones de derecho y no sobre los hechos. Siguiendo ese
criterio, algunos ordenamientos de algunos países no prevén o
han suprimido la posibilidad de invocar cualquier error de
hecho como causal de casación.

[S]i en principio la regulación de la casación podría
incluso suprimir los errores de hecho como causal para
interponer este recurso, con mayor razón puede la ley
señalar que esos yerros fácticos deben tener una cierta
entidad para que la sentencia atacada pueda ser
casada. El cargo del demandante no está entonces
llamado a prosperar, pues en el fondo su acusación
pretende convertir el recurso de casación en una tercera
instancia, lo cual contradice su naturaleza
extraordinaria y la función sistémica que la Carta le
confiere a la Corte Suprema de Justicia como tribunal
de casación (CP art. 235) (CC C-1065 de 16 ag. 2000 -se
destaca-).

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En suma, la casación es una institución jurídica con


un claro contenido constitucional que, inclusive bajo su
modalidad oficiosa, debe respetarse y puede resumirse así:

(I) La Constitución Política de 1991 ordenó que la


Corte, a través de sus salas especializadas determinadas por
la LEAJ, actuara como tribunal de casación;

(II) El recurso de casación es, generalmente, de


procedencia limitada, de ahí que resulte constitucional
establecer requisitos severos para su procedencia e,
inclusive, su prosperidad, sin que ello desconozca garantías
fundamentales como, por ejemplo, el acceso a la
administración de justicia;

(III) La casación no vivifica (ni puede convertirse en)


una tercera instancia donde se examinen todos los errores de
la decisión impugnada porque el escenario propicio para
resolver el caso concreto son las instancias del proceso. Esto
justifica que la casación no pueda transmutarse en una
simple apelación, y los errores de hecho estructurantes de la
violación indirecta de las normas sustanciales deban ser
trascendentes y ostensibles. Agréguese, que las
equivocaciones que dan paso a casar de oficio la sentencia
deben ser, además de ostensibles, graves;

(IV) La sentencia impugnada se presume acertada y


legal, razón que justifica casarla únicamente cuando se haya
desvirtuado esa presunción, siempre que se satisfagan los

17
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

presupuestos correspondientes; y

(V) Las funciones de la Sala y los fines de la casación


son sistémicos y están orientados a satisfacer el interés
general, a raíz de lo cual el recurso se sirve de la prerrogativa
específica y subjetiva del recurrente para resguardar el
derecho objetivo, logrando, principalmente, unificar la
jurisprudencia o proteger el contenido y coherencia del
ordenamiento jurídico, sin perjuicio de corregir los agravios
causados a las partes por la sentencia.

1.2.3. El tercer requisito de la casación oficiosa exige la


afectación cualificada de intereses de indiscutible relevancia,
tales como (a) el orden público, (b) el patrimonio público y/o
(c) los derechos y garantías constitucionales.

1.2.3.1. Sobre el orden público se ha reconocido que «es


una noción eminentemente flexible, cuyas aplicaciones serán
variables porque, si las necesidades sociales son siempre las
mismas en sus principios, pueden ser esencialmente variables
en su aplicación»2, compuesta por principios y reglas «en cuyo
mantenimiento tienen un interés considerable tanto el Estado
como la sociedad» (SC 31 may. 1938, GJ XLVI, n.° 1936).

Adicionalmente, la Sala ha precisado:

Las leyes de orden público, según el concepto de Beudant,


son las que tienden a asegurar la organización que

2 Julliot de la Monrandiére, La noción de orden público en derecho privado, Ed. Alberto


Hernández Mora y Alberto González Ortiz, Bogotá, 1956, p. 141.

18
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

posee una sociedad para su normal y correcto


funcionamiento, y tienen como característica predominante
que interesan más a la comunidad que a los hombres
individualmente considerados y se inspira más en el
interés general que en el de los individuos…

Lejos de toda generalización absoluta, debe atenderse con


presencia al fundamento y fin de cada norma para determinar
su verdadero carácter según que se dirija y destine directa e
inmediatamente al beneficio de un particular o a beneficiar en
primer término la comunidad. De esta manera aparece muy
calificado el carácter de orden público que corresponde a
las leyes de derecho privado que rigen, por ejemplo, el estado
y capacidad de las personas, base de la organización
social; las que gobiernan la propiedad, especialmente la
agraria porque conforman económicamente el Estado (negrilla
fuera de texto, SC, 23 jun. 1940, GJ XLIX).

Luego, sentó que «exige la aplicación de ciertas normas


de origen general que primando sobre el interés individual
contemplan la seguridad y beneficio económico de la sociedad
y de las naciones» (SC, 5 ab. 1940, GJ XLIX, n.° 1955-1956),
que se expresa en «el conjunto de reglas que no puede ser
alterado por el querer de los contratantes» (SC, 28 ag. 1945,
GJ LIX, n.° 2022-2023).

En suma, el orden público está conformado por los


«principios cardinales del derecho público colombiano [y las]
normas de derecho privado promulgadas con finalidades que
evidente y principalmente se encaminan a salvaguardar el
orden social y jurídico del Estado» (SC, 28 jul. 1998, exp. n.°
6583).

19
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

De forma reciente la Sala aseguró que «la


jurisprudencia ha definido el orden público como ‘los principios
esenciales del Estado’ o ‘los principios fundamentales en que
se inspira el ordenamiento jurídico nacional’ (CSJ, 27 jul.
2011, rad. n.° 2007-01956-00), esto es, ‘los principios y
valores fundamentales del sistema u ordenamiento jurídico,
su noción atañe al núcleo central, medular, básico, cardinal,
primario e inmanente de intereses vitales para la persona, la
existencia, preservación, armonía y progreso de la sociedad’
(CSJ, 8 nov. 2011, rad. n.° 2009-00219-00)» (SC2476, 9 jul.
2019, rad. n.° 2014-01635-00).

1.2.3.2. Por su parte, el patrimonio público también


puede protegerse mediante la casación oficiosa, lo que
sustenta que la Sala está facultada para corregir el
menoscabo, detrimento, pérdida o deterioro de los bienes o
recursos públicos y demás intereses patrimoniales del
Estado3, pues su protección se traduce en el resguardo de los
derechos de la colectividad, y no solo de la entidad específica
involucrada en el litigio.

Según la Corte Constitucional por «patrimonio público,


en sentido amplio se entiende aquello que está destinado, de
una u otra manera a la comunidad y que está integrado por
los bienes y servicios que a ella se le deben como sujeto de
derechos» (CC C n.º 479 de 26 oct. 1995).

3 Cfr. CE, Sección 1ª, 29 oct. 2020, rad. n.° 2018-00020-01A.

20
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Por la misma senda, el máximo tribunal de lo


contencioso administrativo ha señalado que «el ‘patrimonio
público’ versa sobre todos los bienes, derechos y obligaciones
sobre los cuales el Estado es titular del dominio, titularidad
que no en todos los casos se equipara con la del derecho civil
-como sucede, por ejemplo, con los bienes de uso público en
los que se manifiesta una interconexión con la comunidad en
general antes que con el Estado como ente administrativo,
legislador o judicial-» (CE, Sección 3ª, Subsección A, 3 jul.
2020, rad. n.° 2016-00290-01(AP)).

Entonces, el patrimonio público cobija el conjunto de


activos -recursos, bienes o derechos- de los cuales es titular
(i) el estado (como abstracción), así como (ii) las entidades
que lo conforman (autoridades en sentido estricto), con
independencia de la forma que revistan. También incluye
aquellos derechos materiales o inmateriales que «pertenecen
a la colectividad y cuya titularidad no se encuentra
necesariamente en el Estado»4.

La protección casacional del patrimonio público es


consecuencia imperativa de su «mayor jerarquía, pues su
vulneración redunda en la afectación de todos los
asociados» (SC5568, 18 dic. 2019, rad. n.° 2011-00101-01,
se destaca), lo que se traduce en que su protección es
también el resguardo de los derechos de la colectividad, por
supuesto, cuando el menoscabo sea evidente y notorio.

4 CE, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, 31 may., 22, rad. n.º 2007-00042.

21
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Aunque el patrimonio público puede estar ligado a


otras nociones, se trata de un concepto autónomo e
independiente5, cuya lesión grave y ostensible basta para
ejercer la casación oficiosa, sin que sea necesario corroborar
transgresión adicional de otros intereses como puede ser la
moralidad administrativa.

Por supuesto, la Sala ha sentado que la casación


oficiosa está condicionada a que en realidad se hubiere
afectado en forma grave y ostensible el patrimonio público;
así, resultará insuficiente la simple relación del asunto
litigioso con recursos de ese linaje para casar de oficio la
sentencia, siempre que se corrobore que no se menoscabaron
bienes, recursos o derechos del erario (SC5568, 18 dic. 2019,
rad. n.º 2011-00101).

En distintas oportunidades, la Sala se ha pronunciado


sobre la prevalencia del patrimonio público y su protección
imperativa también al momento de resolver causas
judiciales. Tal relevancia justifica que ese concepto pueda ser
protegido por vías adicionales a la casación oficiosa.

En efecto, el resguardo del patrimonio público por


medio de la casación oficiosa no es óbice para que otros
recursos extraordinarios como el de revisión también logren
ese cometido, como precisó la Sala:

5 Ese es el criterio unificado por la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Sala


14 Especial de Decisión, del Consejo de Estado: S 31 may. 2022, rad. n.º 2007-0042.

22
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

…vacíos argumentativos de tal calado –principalmente en lo


que tiene que ver con la determinación y alcances de los
derechos reales enfrentados– que, por la especial
configuración de esta litis, redundan en una arbitraria lesión
al patrimonio público y, eventualmente, a los derechos de un
grupo de pobladores de la comunidad negra de Barú (SC001
18 ene. 2009, rad. n.º 2009-01877).

Por su parte, un cometido similar puede ser cumplido


por la acción de tutela, punto sobre el cual la Sala razonó:

[L]a tutela no constituye un remedio que permita disentir de un


veredicto judicial, siempre que el mismo tenga una apoyadura
que reluzca sensata, como precisamente sucede en el caso, en
tanto, el Tribunal hizo una completa dilucidación sobre las
razones para concluir que los bienes pretendidos en
pertenencia eran propiedad de entidades del Estado, aspecto
que debía ser analizado en el marco del recurso extraordinario
de revisión de acuerdo con el entendimiento jurisprudencial
vigente, razón para denegar la acción propuesta … toda vez
que ésta recaía sobre un inmueble que pertenecía a una
entidad pública.

[C]onsideró el Tribunal que … estaban en juego intereses


relevantes en el ordenamiento jurídico, como lo es la protección
del patrimonio público, una evaluación de este tipo resulta
necesaria antes de adentrarse en los motivos de revisión que
de forma concreta se hayan planteado y al margen del término
de caducidad, so pena de avalar decisiones abiertamente
irregulares, como lo fue la cuestionada sentencia ….

[F]ueron de tal gravedad las anomalías suscitadas en el


juicio que culminó con el anotado fallo del 28 de
noviembre de 2011, que el juez que dictó esa providencia
terminó condenado por el delito de «prevaricato por
acción» por parte de la Sala de Casación Penal de esta
Corporación (CSJ SP2244-2021), mientras que el
abogado que representó a la Terminal de Transportes de
Valledupar S.A. fue suspendido del ejercicio de la
profesión con decisión de la otrora Sala Disciplinaria

23
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

del Consejo Superior de la Judicatura.

Bajo ese horizonte, remárquese, las deducciones del despacho


judicial acusado no pueden ser desaprobadas de plano o
calificadas de absurdas o arbitrarias, «máxime si la que ha
hecho no resulta contraria a la razón, es decir si no está
demostrado el defecto apuntado en la demanda, ya que con
ello desconocerían normas de orden público... y entraría a la
relación procesal a usurpar las funciones asignadas
válidamente al último para definir el conflicto de intereses».
(CSJ STC, 11 ene. 2005, rad. 1451, reiterada en STC7135, 2
jun. 2016, rad. 2016-01050), menos aun cuando el
Tribunal corrigió un acto delictivo, defendió el
patrimonio público e invalidó una sentencia que accedió
a la pretensión de pertenencia sobre un bien
imprescriptible (se resalta).

9. En conclusión, el Tribunal, en sede de revisión y para el caso
en estudio, no podía ser un convidado de piedra, cuando lo que
vino a hacer fue corregir un acto delictivo, defendiendo el
patrimonio público e invalidando una sentencia que
accedió a la pretensión de pertenencia sobre un bien
imprescriptible; por lo tanto, la Sala, como juez de
tutela, no le está dado entrar a sanear semejante
exabrupto, que detectó la sede judicial acusada al
resolver el mencionado medio extraordinario de
impugnación (STC 9764 de 5 ag. 2021, rad. n.º 2021-
02219, las negrillas son de la sentencia).

1.2.3.3. Finalmente, la casación oficiosa también


procede cuando la sentencia vulnere derechos y garantías
constitucionales. Se trata de reconocer que «la casación
apunta no sólo a la protección de derechos fundamentales,
sino también a la salvaguarda de los demás derechos
reconocidos en el ordenamiento constitucional», a favor de los
sujetos del proceso y de aquellos que, sin haber intervenido
en él, les resulta oponible el fallo (CC C-713/08).

24
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Las garantías constitucionales que dan pie a la


casación oficiosa deben poseer un contenido concreto y ser
de aplicación directa, pues de requerirse normas legales que
las concreten serán estos últimos mandatos los inobservados
y, por tanto, la intervención oficiosa quedará proscrita, pues
se descarta la posibilidad de acudir a este instituto
extraordinario cuando se encuentre de por medio un
precepto legal o reglamentario.

Esta Sala ha señalado que, por ejemplo, el ad quem


que desborde los límites de su decisión, fijados por el
recurrente al sustentar la apelación, puede incurrir en
«abierta vulneración de la garantía constitucional del “derecho
de toda persona para acceder a la administración de justicia”,
prevista en el artículo 229 Superior, que comporta no
solamente la posibilidad formal de adelantar ante los jueces
de la República un juicio, sino la sustancial de obtener efectiva
y cumplida justicia», lo cual está llamado a casar de oficio la
decisión pues ello se puede traducir en «múltiples, rutilantes
y graves… desaciertos» del Tribunal por desbordar «los límites
que el apelante del fallo proferido por el a quo fijó a la alzada
que interpuso» (SC1170, 22 abr. 2022, rad. n.º 2013-00031).

También ha precisado que en aquellos procesos de


impugnación de paternidad donde

…está decantada la voluntad del reconocedor, probada por


medio de la posesión notoria del estado civil de hijo del
accionado, fruto de una relación de crianza, era procedente que
los sentenciadores de instancia en el curso del litigio, ante la
demostración de la exceptiva planteada por la parte pasiva,

25
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

rehusaran la impugnación pretendida, por configurarse


materialmente la causal de exclusión establecida en el artículo
219 del Código Civil.

Al no haberse procedido de la manera indicada en precedencia


se vulneraron no solo las normas que gobiernan el estado civil,
sino las prerrogativas constitucionales del recurrente,
habilitando así la intervención del sentenciador extraordinario
en los términos del inciso final del artículo 336 del Código
General del Proceso. (CSJ SC1171, rad. 2012-00715-01, 8
abr. 2022).

1.3. Conviene insistir, entonces, que la verificación


estricta de todos los requisitos de la casación oficiosa por
parte de la Sala desvirtúa, según las peculiaridades del caso
concreto, la presunción de legalidad y acierto que sigue
resguardando la sentencia de última instancia, lo que
asegura que la corporación conserve su rol constitucional de
tribunal de casación e impide que el mecanismo
extraordinario degenere en una tercera instancia.

Por eso la Sala ha precisado que la casación oficiosa:

…no puede asumirse como una causal autónoma, que pueda


invocar válidamente el recurrente cuando sus alegaciones
resultan insuficientes para quebrar la sentencia del ad quem,
sino que constituye una herramienta para superar los
requerimientos formales propios de todo recurso
extraordinario, en orden a impedir que un fallo abiertamente
contrario al ordenamiento produzca efectos.
Y, justamente para no alterar la rigurosa naturaleza de la
casación, a la comentada facultad oficiosa solo puede acudirse
de manera excepcional, y ante la inequívoca evidencia de la
lesión que la sentencia recurrida irroga al orden o el patrimonio
público, los derechos o las garantías constitucionales,
hipótesis que son completamente ajenas a lo decidido en

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

sentencia de 7 de febrero de 2018 (CSJ SC820, rad. 2015-


00234-01, 12 mar. 2020).

Téngase en cuenta que las funciones oficiosas, siempre


que sean ejercidas de acuerdo con los derroteros pertinentes,
no se traducen en una ruptura o cambio del «modelo de
casación», como lo demuestra el derecho comparado.

1.3.1. En efecto, el Código de Procedimiento italiano


(«Codice di procedura civile») permite, por un lado, al
Ministerio Público impugnar la sentencia en mero interés de
la ley («nell'interesse della legge») con el fin de que la Corte de
Casación establezca el principio de derecho que debía
seguirse en el caso concreto, y, por el otro, también faculta a
la misma Corte de Casación a fijar de oficio («d'ufficio») ese
principio jurídico cuando el recurso presentado por las
partes resulte inadmisible. En ambos casos, se relieva que la
casación oficiosa está autorizada únicamente para aspectos
jurídicos y se encuentra proscrita para revisar la plataforma
fáctica de la decisión, además de que la sentencia de la Corte
de Casación carece de efectos frente a la de instancia
(artículo 363).

1.3.2. Otra pauta relevante se aprecia en el Código de


Procedimiento Civil francés («Code de Procédure Civil»), obra
que faculta -salvo disposición en contrario- a la Corte de
Casación para anular de manera oficiosa la sentencia
impugnada por razones de derecho («Elle peut, sauf
disposition contraire, casser la décision attaquée en relevant
d'office un moyen de pur droit»), lo que se traduce -vale la pena

27
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

advertirlo- en que la vertiente francesa de la casación oficiosa


también proscribe examinar ex novo los hechos
determinados en las instancias, aunque sí permita tomar
una decisión que afecte o beneficie a las partes del caso
concreto. De todas maneras, es imperativo que la Corte de
Casación francesa asegure que los sujetos procesales puedan
pronunciarse sobre los aspectos que den lugar a la casación
oficiosa (artículos 16, 620 y 1015).

1.3.3. Una tendencia similar se aprecia en el ámbito


latinoamericano, pues algunos de sus ordenamientos
también encauzan o autorizan facultades oficiosas en cabeza
de los tribunales de casación, como sucede, por ejemplo, con
el Código de Procedimiento Civil boliviano cuando se
establece que «[e]l juez o tribunal de casación anulará de oficio
todo proceso en el que se encontraren infracciones que
interesen al orden público» (artículo 252).

1.3.4. Por su parte, el Código de Procedimiento Civil


chileno señala: «No obstante lo dispuesto en los artículos 769
y 774, pueden los tribunales, conociendo por vía de apelación,
consulta o casación o en alguna incidencia, invalidar de
oficio las sentencias cuando los antecedentes del
recurso manifiesten que ellas adolecen de vicios que dan
lugar a la casación en la forma, debiendo oír sobre este
punto a los abogados que concurran a alegar en la vista de la
causa e indicar a los mismos los posibles vicios sobre los
cuales deberán alegar» (artículo 775).

28
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

1.3.5. La anterior orientación es similar a la del Código


de Procedimiento Civil venezolano: «Podrá también la Corte
Suprema de Justicia en su sentencia hacer pronunciamiento
expreso, para casar el fallo recurrido con base en las
infracciones de orden público y constitucionales que
ella encontrare, aunque no se las haya denunciado»
(artículo 320).

1.3.6. De igual manera, la Segunda Sala de lo Civil y


Mercantil de la Corte Suprema de Justicia ecuatoriana ha
señalado sobre las funciones oficiosas de casación:

[E]l recurso extraordinario debe operar de tal manera que sirva


a las finalidades públicas y privadas. Con esto de ninguna
manera se quiere decir que siempre ha de servir a unas y
otras, ya que en ocasiones ocurre que la sentencia casada en
su parte motiva o considerativa es errada, pero la resolutiva
en cuanto acepta o rechaza la pretensión del actor está
conforme a derecho, caso en el cual debe casarse parcialmente
el fallo impugnado y corregir los errores en la fundamentación.
Los partidarios de la teoría privatista del recurso ciertamente
que condenarán este tipo de casación platónica por
considerarla ajena al fin real del recurso, esto es, la reparación
del agravio sufrido por el recurrente… Con el siguiente ejemplo
se aclara el punto: si en el proceso de instancia se rechazó la
pretensión del actor aduciendo existir ilegitimidad de
personería (falta de legitimación ad processum) y el acto
impugna en casación alegando que no existe tal vicio, el
Tribunal de Casación deberá admitir su demanda y revocar el
fallo de instancia, pero al examinar el proceso encuentra que
ha habido falta de legítimo contradictor (falta de legitimatio ad
causam), porque, por ejemplo, siendo un caso de litis consorcio
necesario no intervinieron todas las personas que debían
hacerlo, se deberá rechazar la pretensión y dictar una
sentencia inhibitoria. En cierta forma, se podrá decir que se
está ante una casación platónica (29 ab. 2008, resol. n.°
140-2008).

29
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Habiendo precisado los requisitos generales de la


casación oficiosa, corresponde examinar si se encuentran
reunidos en el caso concreto.

2. Verificación de los presupuestos de casación


oficiosa en el caso concreto

Mediante CSJ AC2828, 26 oct. 2020, la Sala seleccionó


de manera «positiva» la sentencia de 31 de enero de 2019
para:
estudi[ar]… los efectos que la decisión puede tener sobre
el patrimonio público, dada la imposición de una
condena al IDU para el pago de una indemnización en
un trámite expropiatorio que fracasó en contra de los
intereses de este organismo; asimismo,... evaluar la
revocatoria de la sanción impuesta en primera instancia
a favor del Consejo Superior de la Judicatura, amén de
que este asunto no fue materia de los reparos concretos
en la apelación (se destaca).

La anterior motivación se traduce en que las partes del


proceso están enteradas de que la Sala estudiaría en la
presente sentencia de casación oficiosa las anteriores
temáticas, lo que descarta que puedan resultar sorprendidas
por la decisión que ahora se profiere.

En cumplimiento de ese objetivo, la Sala observa que


el fallo objeto de la casación y a través del cual fue decidido
un incidente de liquidación de perjuicios (I) fue proferido
dentro de un proceso de expropiación legalmente concluido;
(II) contiene una indemnización a cargo de una entidad

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

pública -el IDU- que no podía ser impuesta por la jurisdicción


ordinaria en su especialidad civil; y (III) revocó la condena de
primera instancia a favor de otra entidad estatal que no era
parte del proceso -la DEAJ6-, a pesar de que el incidentante
omitió impugnarla. En consecuencia, le corresponde a la
Sala examinar tales defectos de la sentencia del Tribunal y
determinar si cumplen los requisitos de la casación oficiosa.

2.1. Reviviscencia de un proceso legalmente


concluido

2.1.1. El proceso comenzó el día que el IDU demandó


la expropiación del inmueble propiedad de Publio Armando
Orjuela, reclamo al que, en primera instancia, accedió el
Juzgado de primer grado el 12 de junio de 2015, pero que,
en segundo grado, revocó el Tribunal en sentencia de 15 de
marzo de 2016, donde:

(I) declaró probada la excepción previa de «caducidad


de la acción»;

(II) negó la expropiación;

(III) ordenó la cancelación de la inscripción de la


demanda; e

6 Dirección Ejecutiva de Administración Judicial.

31
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

(IV) instruyó restituir al IDU el dinero que había


consignado para la entrega anticipada del inmueble (que, en
todo caso, no se había materializado por imposibilidad física).

El fallo de última instancia culminó el proceso


expropiatorio y cerró de manera definitiva el debate sobre esa
pretensión, porque, precisamente, la sentencia es forma
normal, típica y usual de terminación de los trámites
judiciales. Además, para la Sala es evidente que el fallo
carece de condena alguna -abstracta o concreta- a cargo del
IDU (entidad pública) de indemnizar a la persona natural que
había sido demandada para expropiar un bien suyo y
tampoco dispuso adelantar trámite incidental orientado a
liquidar perjuicios a su favor.

2.1.2. No obstante, a pesar de que el proceso de


expropiación había concluido por la sentencia de 15 de marzo
de 2016 (que, recuérdese, carece de condena indemnizatoria
a cargo del IDU y tampoco ordenó adelantar incidente con
fines de liquidar perjuicios), a raíz de una solicitud de Publio
Armando Orjuela, el magistrado ponente del Tribunal ordenó
mediante auto de 28 de abril de 2016 remitir el expediente al
inferior y dispuso que «en caso de no poder efectuar la
entrega… deberá reconocer el pago de perjuicios que se
tramitará conforme … el artículo 307 ibídem [CPC],
mediante incidente…» (se destaca).

Tal providencia, proferida en franca desatención de la


regla que prohíbe revivir procesos que se encuentren

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

legalmente concluidos so pena de incurrir en un motivo de


nulidad insaneable, desencadenó que Publio Armando
Orjuela Santamaría promoviera incidente de liquidación de
perjuicios ante el juzgado de primer grado por
$104.420.451.936, el cual no sólo fue tramitado sino
también resuelto mediante «sentencia» de 16 de abril de 2018
que:

(I) Liquidó los perjuicios a su favor en


$3.501.635.184,74, discriminados así: $1.963.514.145,26
como capital indexado, y $1.538.121.039,48 como intereses
corrientes.

(II) Condenó al incidentante a pagar al Consejo


Superior de la Judicatura-Dirección Ejecutiva de
Administración Judicial $1.619.677.330, equivalente al 10%
de la diferencia entre la cantidad estimada como perjuicios
bajo la gravedad del juramento y la condena en contra del
IDU, de conformidad con el artículo 206 del Código General
del Proceso.

Debe destacarse que no se trató de un trámite menor


o sin importancia que se derivara del cumplimiento del fallo
de segunda instancia, como puede acontecer con la
liquidación de costas a que se hubiere condenado, por
ejemplo, sino el adelantamiento de una actuación extraña a
lo fallado en el último grado del proceso.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

2.1.3. La reviviscencia injustificada del trámite


continuó el 31 de enero de 2019, cuando el Tribunal, al
resolver la alzada del incidentante contra la sentencia de
primera instancia del trámite incidental, la modificó
parcialmente:

(I) Condenó al IDU a pagar a su contendor


$2.427’963.686,73 por concepto de daño emergente y
$1.170’152.044,5 a título de lucro cesante; y

(II) Revocó la condena contra el incidentante-apelante


y a favor del Consejo Superior de la Judicatura - Dirección
Ejecutiva de Administración Judicial, según el precepto 206
del Código General del Proceso.

2.1.4. Los numerales 2º del artículo 133 del Código


General del Proceso y 3º del artículo 140 del Código de
Procedimiento Civil sancionan con nulidad las actuaciones
por medio de las cuales se «revive un proceso legalmente
concluido».

Frente a ese motivo de invalidez la Sala ha precisado:

[S]i el vicio procesal radica en que el juez "revive un proceso


legalmente concluido", ello únicamente tendrá lugar cuando el
fallador prosigue o adelanta el proceso anulable a pesar de
haber terminado el mismo por sentencia o providencia
en firme.

[D]ejase radicado el motivo de nulidad respecto de que se


reviva el mismo proceso en donde se alega la nulidad y no otro
(SC 2 dic. 1999, rad. n.º 5292 – se destaca).

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Y en otras oportunidades ha reiterado:

[L]a causal de nulidad que se comenta supone para su


estructuración que concluido legalmente el proceso, se
adelante una actuación que implique revivir el juicio, es decir,
que modifique o altere la relación jurídica definida con efectos
de cosa juzgada, de modo que la aludida irregularidad
únicamente se configura cuando se trata de un mismo proceso
y no frente a otro que se suscite con posterioridad, pues para
que se genere el vicio es indispensable que se trate de una
actuación endógena a la actuación procesal, lo que significa
que debe tener origen en el mismo asunto, a pesar de que
guarde estrecha relación con otro trámite judicial ya finalizado.
(SC6958-2014, rad. n.º 2012-01973, 4 jun. 2014).

Por supuesto, diferencia la reviviscencia de un trámite


concluido con la falta de competencia:

[E]l plurinombrado proceso de responsabilidad civil médica


nunca se declaró legalmente terminado, y la declaración de la
falta de competencia adoptada por la Sala Laboral del Tribunal
de Bogotá, ya analizada, y la subsiguiente remisión del
expediente a la especialidad civil, vacía de contenido la
premisa que sustenta la acusación, por lo que refulge
indiscutiblemente frustránea la configuración del mencionado
motivo de nulidad.

[L]a declaración de la falta de atribución legal para juzgar


determinado pleito no es causal jurídica de terminación del
proceso, como bien se advirtió en otro aparte de esta
providencia (SC5052-2019, rad. n.º 2011 00289, 26
nov, 2019).

2.1.4.1. La mencionada irregularidad de la sentencia


participa de la doble condición de transgredir, por un lado, el
patrimonio público y, por el otro, vulnerar los derechos y
garantías constitucionales del IDU como sujeto del proceso

35
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

de la radicación. En efecto, la nulidad procesal insaneable de


revivir un proceso legalmente concluido abrió camino a un
incidente indemnizatorio e improcedente destinado a
condenar ex novo a una entidad pública, es decir, imponer al
Estado la obligación de pagar una suma dineraria que, de
acuerdo con las disposiciones procesales, era inviable porque
el asunto había terminado con la sentencia del Tribunal que
negó las pretensiones expropiatorias.

El desconocimiento del derecho fundamental al debido


proceso del IDU, garantía fundamental plasmada en el
artículo 29 de la Constitución Política de 1991, consistió en
la comisión del defecto in procedendo de adelantar un
incidente cuando el proceso ya se había terminado de
manera normal (mediante sentencia).

2.1.4.2. El anterior yerro es ostensible, o sea, de fácil


constatación, pues para establecerlo basta contrastar lo
ocurrido (el proceso había concluido y, de todas maneras, fue
revivido al ordenar un incidente con fines indemnizatorios
que no procedía) con las normas jurídicas que consagran el
referido motivo de invalidez procesal.

2.1.4.3. La irregularidad es, además, grave, de


indiscutible calado porque, a la luz de los Códigos de
Procedimiento Civil y General del Proceso, lo acontecido
configura una nulidad insaneable, esto es, que aún sigue
vigente (inc. final del art. 144 del CPC y par. del art. 136 del
CGP).

36
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Precisamente, la comisión de la mencionada nulidad


procesal resulta insaneable por haberse emitido auto con el
cual el magistrado sustanciador de segunda instancia abrió
camino a un incidente en contra de una entidad pública que,
en todo caso, no había sido condenada a indemnizar, lo que
descarta cualquier confianza legítima del incidentante, pues
las actuaciones inválidas (y más aquellas que lo son de
manera que no es convalidable) son inidóneas para generar
prerrogativas dignas de protección, máxime cuando de por
medio se encuentra el patrimonio público que, en palabras
de la Sala goza de «mayor jerarquía, pues su vulneración
redunda en la afectación de todos los asociados»
(SC5568, 18 dic. 2019, rad. n.° 2011-00101-01, se destaca).

La gravedad de la transgresión comentada sube de


punto si en cuenta se tiene que, además de haberse revivido
un proceso concluido mediante sentencia (en la que, por
cierto, no se ordenó adelantar ningún trámite indemnizatorio
o incidente), se transgredió la prohibición de que «[l]a
sentencia no es revocable ni reformable por el juez [o tribunal]
que la pronunció» (arts. 285 del CGP y 309 del CPC).

En efecto, como se ha explicado, el fallo de 15 de marzo


de 2016 había puesto fin a la segunda instancia negando las
pretensiones de expropiación; sin embargo, la actuación fue
revivida y, además, ese fallo fue alterado por el magistrado
ponente de esa colegiatura mediante auto de 28 de abril de
2016 cuando, por sí y ante sí, ordenó remitir el expediente al
inferior y señaló que «en caso de no poder efectuar la

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

entrega… deberá reconocer el pago de perjuicios que se


tramitará conforme … el artículo 307 ibídem [CPC], mediante
incidente…».

Esto se traduce en que el magistrado ponente, en


abierta oposición a lo que decidió la Sala Civil del Tribunal
en la sentencia de 15 de marzo de 2016 que culminó la última
instancia del proceso expropiatorio, abrió camino a un
incidente para liquidar perjuicios en contra de una entidad
pública que no había sido condenada, ni en abstracto ni en
concreto, como fácilmente se establece con la parte resolutiva
de la sentencia que declaró la caducidad de la expropiación.

La gravedad de tales faltas es indiscutible porque, si la


propia Sala Civil del Tribunal tiene prohibido alterar su
sentencia, con mayor razón esa proscripción se predica del
magistrado ponente en el Tribunal quien, al ordenar el
mencionado incidente, alteró lo resuelto en la sentencia que
había terminado el juicio de expropiación.

2.2. Falta de atribución de la jurisdicción ordinaria


en su especialidad civil para indemnizar perjuicios en el
caso concreto

2.2.1. El respeto a la propiedad privada bien puede


tildarse de un derecho humano con orígenes bastante claros
y justificables. El artículo 17 de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano (de 1789) establece
que es «inviolable y sagrado», amén de que «nadie puede ser

38
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente


comprobada, lo exija de modo evidente, y con la condición de
que haya una justa y previa indemnización».

Se trata de un derecho humano con vocación universal


pues también lo reconoce el artículo 1º del Primer Protocolo
Adicional al Convenio Europeo de Derechos Humanos, según
el cual «[n]adie podrá ser privado de su propiedad sino por
causa de utilidad pública y en las condiciones previstas por la
ley y los principios generales del Derecho Internacional. Las
disposiciones precedentes se entienden sin perjuicio del
derecho que tienen los Estados de dictar las leyes que estimen
necesarias para la reglamentación del uso de los bienes de
acuerdo con el interés general o para garantizar el pago de los
impuestos, de otras contribuciones o de las multas».

Esa garantía también tiene vigencia en el ámbito


americano, pues el artículo 21 de la Convención Americana
de Derechos Humanos establece:

1. Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La


ley puede subordinar tal uso y goce al interés social. 2.
Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto
mediante el pago de indemnización justa, por razones de
utilidad pública o de interés social y en los casos y según las
formas establecidas por la ley. 3. Tanto la usura como
cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre,
deben ser prohibidas por ley.

La Sala pone de presente la consagración en ese


instrumento internacional del derecho de propiedad y, por
supuesto, de la justa indemnización que debe recibir su

39
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

titular cuando, por motivos legales de utilidad pública, es


privado del bien respectivo, para relievar que uno de los fines
del recurso extraordinario de casación es «lograr la eficacia
de los instrumentos internacionales suscritos por Colombia en
el derecho interno» (art. 333 CGP).

2.2.2. Por su parte, las fuentes nacionales del derecho


objetivo también protegen «la propiedad privada» como «una
función social que implica obligaciones», autorizando que
«[p]or motivos de utilidad pública o de interés social definidos
por el legislador, podrá haber expropiación mediante
sentencia judicial e indemnización previa. Esta se fijará
consultando los intereses de la comunidad y del afectado. En
los casos que determine el legislador, dicha expropiación
podrá adelantarse por vía administrativa, sujeta a posterior
acción contenciosa - administrativa, incluso respecto del
precio».

Que la propiedad sea un derecho protegido nacional e


internacionalmente se justifica en que las personas
solamente puedan ser privadas de él en condiciones
especiales y restringidas, relacionadas, principalmente, con
la prevalencia del interés público y general frente al privado
y particular, razón por la que debe adelantarse el trámite
propio de la expropiación, donde, por supuesto, el propietario
debe ser indemnizado, cuando a ello exista lugar.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

2.2.3. Por ese motivo, el artículo 4597 del Código de


Procedimiento Civil establecía que cuando la sentencia de
primer grado haya accedido a la expropiación, pero la de
segunda instancia la revoque, el ad quem también debe
sentenciar «que el inferior ponga de nuevo al demandado en
posesión o tenencia de los bienes, si la entrega de éstos se
hubiere efectuado, y condenará al demandante a pagarle
los perjuicios causados, incluido el valor de las obras
necesarias para restituir las cosas al estado que tenían en el
momento de la entrega» (se destaca).

Una pauta similar sigue el Código General del Proceso


cuando en su artículo 399 #138 señala que si «se hubiere
efectuado entrega anticipada del bien y el superior revoque la
sentencia que decretó la expropiación, ordenará que el inferior,
si fuere posible, ponga de nuevo al demandado en posesión o
tenencia de los bienes, y condenará al demandante a
pagarle los perjuicios causados, incluido el valor de las
obras necesarias para restituir las cosas al estado que tenían
en el momento de la entrega» (se destaca).

El decreto 1400 de 1970 y la ley 1564 de 2012


coinciden en que el ad quem de la jurisdicción ordinaria
condenará en la sentencia de segunda instancia (y no en un
proveído distinto) a la entidad pública a indemnizar los
perjuicios del demandado que por cuenta del proceso haya
sido privado de la tenencia o posesión de los bienes, como

7 En concordancia con los arts. 308 y 309 del CPC.


8 En concordancia con los preceptos 283 y 284 CGP.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

sucede cuando se lleva a cabo la entrega anticipada del


fundo, sin importar que se haya negado la expropiación (arts.
457 del CPC y 399 #4 del CGP).

A contrario sensu, si la expropiación fue negada y no se


entregó de forma antelada el predio por cuenta del trámite
judicial, como pasó en el caso de la radicación, tanto el
Código General del Proceso como el de Procedimiento Civil
coinciden en que la indemnización del demandado (si a ella
hubiera lugar) no compete a los jueces de la jurisdicción
ordinaria en su especialidad civil, como pasa a explicarse.

2.2.3.1. El desaparecido Código Contencioso


Administrativo (decreto 1º de 1984) establecía:

Acción de reparación directa. La persona interesada


podrá demandar directamente la reparación del daño
cuando la causa sea un hecho, una omisión, una
operación administrativa o la ocupación temporal o
permanente del inmueble por causa de trabajos
públicos o por cualquiera otra causa… (se destaca -
artículo 86, modif. art. 31 de la ley 446 de 1998).

8. La [pretensión] de reparación directa caducará al


vencimiento del plazo de dos (2) años, contados a partir
del acaecimiento del hecho, omisión u operación
administrativa o de ocurrida la ocupación temporal o
permanente del inmueble de propiedad ajena por
causa de trabajos públicos (se destaca - artículo
136, modif. art. 44 de la ley 446 de 1998).

(…)

Si se tratare de ocupación permanente de una


propiedad inmueble, y se condenare a una entidad
pública, o a una entidad privada que cumpla funciones
públicas al pago de lo que valga la parte ocupada, la
sentencia protocolizada y registrada obrará como

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

título traslaticio de dominio (se destaca - artículo


220).

Estas reglas, además de ajustadas a la Constitución


Política, establecen que «una de las causales de ejercicio de
la acción [de reparación directa es] la ocupación permanente
de inmuebles por causa de trabajos públicos o por cualquiera
otra causa», la cual «caducará al vencimiento del plazo de dos
(2) años, contados a partir… de ocurrida la ocupación
temporal o permanente del inmueble de propiedad ajena
por causa de trabajos públicos o por cualquiera otra causa»
pues «cuando el Estado ha ocupado de hecho los
inmuebles, con fundamento en lo dispuesto en el Art. 90 de
la Constitución debe responder patrimonialmente e
indemnizar en forma plena y completa al titular del
derecho de propiedad privada, por el daño antijurídico
causado, es decir, por el daño que no tenía el deber de
soportar», sin pasar por alto que es improcedente «equipara[r]
la ocupación de hecho de [inmuebles] y la expropiación» (CC.
C 864 de 7 sept. 2004 -se destaca).

Pautas similares sigue el Código de Procedimiento


Administrativo y de lo Contencioso Administrativo (ley 1437
de 2011), según el cual:

En los términos del artículo 90 de la Constitución Política, la


persona interesada podrá demandar directamente la
reparación del daño antijurídico producido por la acción u
omisión de los agentes del Estado.

De conformidad con el inciso anterior, el Estado responderá,


entre otras, cuando la causa del daño sea un hecho, una

43
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

omisión, una operación administrativa o la ocupación


temporal o permanente de inmueble por causa de
trabajos públicos o por cualquiera otra causa imputable
a una entidad pública o a un particular que haya obrado
siguiendo una expresa instrucción de la misma… (art. 140 –
se destaca).

En la sentencia que ordene reparar el daño por ocupación de


inmueble ajeno se deducirá del total de la indemnización la
suma que las partes hayan calculado como valorización por el
trabajo realizado, a menos que ya hubiera sido pagada la
mencionada contribución.

En esta clase de procesos, cuando se condenare a la entidad


pública o a una privada que cumpla funciones públicas al
pago de lo que valga la parte ocupada del inmueble, la
sentencia protocolizada y registrada obrará como título
traslaticio de dominio (art. 190, se destaca).

Si se tratare de ocupación permanente de una propiedad


inmueble, y se condenare a una entidad pública, o a una
entidad privada que cumpla funciones públicas al pago de lo
que valga la parte ocupada, la sentencia protocolizada
y registrada obrará como título traslaticio de dominio
(art. 191, se destaca).

2.2.3.2. Como si lo anterior fuera insuficiente, a la luz


de la jurisprudencia de la Corte Constitucional se configura
un «defecto orgánico», es decir, una protuberante falta de
competencia que vulnera el derecho fundamental al debido
proceso, cuando la jurisdicción ordinaria conoce, tramita y
sentencia pretensiones dirigidas a que entidades públicas
indemnicen cuando han ocupado bienes particulares por
trabajos públicos o causas similares, pues el camino adjetivo
para resolver ese tipo de conflictos es la reparación directa a
cargo de la jurisdicción contencioso-administrativa, donde se

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

aplicarán las reglas sustanciales y adjetivas relacionadas con


los daños antijurídicos imputables al Estado:

[C]on la expedición del Decreto Ley 01 de 1984 hasta la fecha


es claro que la compensación del precio de bienes
ocupados en forma permanente por el Estado, debe
alcanzarse por vía de la acción de reparación directa
ante la Jurisdicción Contenciosa Administrativa, de
manera que el título adquisitivo de dominio de la
Administración sobre el inmueble ocupado definitivamente
por trabajos públicos, una vez el Estado ha sido condenado
a su pago, es la correspondiente sentencia; y el modo, la
tradición que se verifica simbólicamente por el debido registro.
En este caso, de ocupación permanente del bien, se insiste,
ya no es posible la restitución de la posesión material al
propietario, aspecto que descarta la procedibilidad de la
acción civil reivindicatoria, como también la posibilidad de que
sea ésta la que ordene la compensación del precio, en razón a
la existencia de norma expresa y especial que asigna esta
competencia a la Jurisdicción Contencioso
Administrativa, aspecto que también descarta la
prescripción de veinte años que la normativa civil reconoce a la
acción reivindicatoria…
[A]l acceder a la Jurisdicción Civil por vía de la acción
reivindicatoria en los años 2005, 2006 y 2007, para lograr el
reconocimiento del precio de los bienes ocupados de hecho por
Caminos Vecinales –hoy en liquidación- para el trazado de vías
en el Departamento de Sucre, se configuró, sin lugar a dudas,
un defecto orgánico en cada uno de los treinta y siete
procesos reivindicatorios que se censuran por vía de tutela.
Comprueba la Sala que mediante esta estrategia se trató de
burlar el término de caducidad de dos años previsto por
el ordenamiento legal para efectos de activar la acción de
reparación directa como vía de indemnización por parte del
Estado, aspecto que se encuentra reprochable más aun
cuando ni las partes demandantes ni los jueces efectuaron
esfuerzo alguno por determinar con exactitud la fecha en que
se produjo la alegada ocupación en aras de eludir además,
cualquier prescripción de la acción civil en caso de ser
procedente. Se comprueba de esta forma la vulneración al
derecho fundamental al debido proceso, por vía del cual el

45
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Estado fue condenado a unos pagos a los cuales no estaba


obligado y, que en todo caso correspondían a valores
exorbitantes (CC. T 696 de 6 sep. 2010 – se destaca).

Ese criterio coincide con la jurisprudencia vigente de


la Sala, de acuerdo con la cual los jueces civiles no pueden
tomar caminos procesales distintos a la reparación directa
(como, por ejemplo, la «reivindicación ficta») para condenar a
entidades públicas a indemnizar por la ocupación
permanente de inmuebles particulares, pues -si ello sucede-
se comete una equivocación «ostensible» que vulnera de
forma directa normas sustanciales:

La ocupación permanente por parte de una entidad


estatal de un bien inmueble que se destina al uso común
o a un servicio público y que, por lo mismo, no es susceptible
de ser recuperado materialmente por su propietario, conducía,
y conduce, a un juicio de responsabilidad de la
administración.

…Dicha controversia, por su especial naturaleza, solamente


podía, y puede, adelantarse, de un lado, ante la
jurisdicción de lo contencioso administrativo y, de otro,
por la vía del ya tantas veces mencionado proceso de
reparación directa.

…La existencia de dicho mecanismo excluía, y excluye, toda


posibilidad de utilizar una alternativa diferente, en
particular, la acción de dominio consagrada en el artículo
955 del Código Civil.

…Se sigue de lo expuesto, que ni antes, bajo la vigencia del


Decreto 01 de 1984, consideradas las reformas que se le
introdujeron, ni ahora, a la luz de las previsiones de la
Ley 1437 de 2011, era, y es, factible para el propietario
de un bien ocupado por la administración pública, que
por resultar afecto al uso o a un servicio público no
puede perseguir físicamente, dilucidar la pretensión de que

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

la entidad usurpadora le pague el precio del mismo, mediante


el ejercicio de la acción reivindicatoria ficta o figurada, pues
ella comporta la reclamación de un perjuicio y, por ende,
supone un juicio de responsabilidad del Estado, para el
cual el legislador expresamente previó, de modo exclusivo, la
referida acción de reparación directa, cuyo conocimiento
corresponde a la jurisdicción de lo contencioso
administrativo.

…Es ostensible, por lo tanto, el acierto de la acusación


examinada, pues no hay duda que el Tribunal aplicó
indebidamente las normas de la reivindicación, en concreto, el
artículo 955 del Código Civil, cuando estimó apropiada esta
vía para imponerle a la entidad demandada el pago del
precio del bien que ocupó; y que, aparejadamente, no hizo
actuar los preceptos disciplinantes de la
responsabilidad estatal, específicamente, los artículos 90
de la Constitución Política y 82 del Decreto 01 de 1984,
modificado por el artículo 31 de la Ley 446 de 1998, toda vez
que ignoró completamente que los juicios encaminados a
determinar la responsabilidad de las entidades públicas
deben ventilarse únicamente, de un lado, por el proceso
de reparación directa previsto en la segunda de tales
disposiciones y, de otro, ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo (SC12437, 6 sep. 2016, rad
n.° 2008-00485-01, se destaca).

Criterio que coincide con la posición del Consejo de


Estado, máximo órgano de la jurisdicción contencioso-
administrativa, para quien la ocupación de bienes por obras
públicas puede ser «un caso de responsabilidad objetiva» del
Estado, con reglas sustantivas y procesales que deben ser
aplicadas por jueces especializados, en vez de aquellos que
integran la jurisdicción ordinaria (CE, Sección Tercera,
Subsección B, 26 ene. 2022, rad. n.º 2011-01316).

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

2.2.3.3. En suma, las normas de procedimiento civil y


contencioso administrativo, así como la jurisprudencia de la
Corte Constitucional, del Consejo de Estado y de la Sala
convergen de manera armónica en que los jueces civiles que
conocen procesos de expropiación donde fracasen las
pretensiones y, además, se haya omitido entregar de forma
anticipada el bien con ocasión del trámite judicial -como
aconteció en este decurso-, carecen de competencia para
condenar a las entidades públicas a indemnizar perjuicios,
pues -en ese tipo de asuntos- esa materia atañe única y
exclusivamente a la jurisdicción contencioso administrativa
al resolver los pedimentos de reparación directa que se
formulen dentro de los respectivos términos de caducidad y
bajo las reglas sustantivas sobre responsabilidad del Estado
por daño antijurídico (art. 90 C.P.). Tal sub-regla es de
indiscutible relevancia, pues la responsabilidad del Estado
sigue parámetros específicos y especiales que, por tanto,
deben ser aplicados por su juez natural.

2.2.4. Precisamente, esos parámetros fueron


desconocidos en el proceso de la radicación a partir del auto
de 28 de abril de 2016 que profirió el magistrado ponente en
el Tribunal para abrir camino a un incidente indemnizatorio
a continuación del proceso de expropiación, a pesar de que
los jueces de la jurisdicción ordinaria en su especialidad civil
carecían de competencia para imponer el resarcimiento a
cargo del IDU debido, se itera, a que en el proceso de
expropiación no hubo entrega del predio, ni anticipada

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

menos definitiva, de parte del convocado a favor de la referida


entidad territorial demandante.

Tal irregularidad innegable vulneró el patrimonio


público al imponerse a la entidad pública el pago de una
indemnización por una jurisdicción distinta a la contencioso
administrativa, lo que, además, vulneró su derecho
fundamental al debido proceso, por haber sido enjuiciada en
un incidente por un juez distinto al que competía, sobre todo
cuando las pretensiones expropiatorias fracasaron sin que
en el trámite se hubiera efectuado la entrega anticipada del
inmueble. Además, se pasaron por alto las formas propias
del juicio expropiatorio, que consagran la procedencia de la
indemnización del mismo trámite, pero cuando se configuren
supuestos distintos a los que se verificaron en el caso
concreto.

2.2.5. La transgresión es indiscutible, es decir, de


bulto y ostensible, porque subyace sin dificultades luego de
un contraste entre las fuentes jurídicas explicadas y lo
ocurrido en el caso concreto, de lo que se deriva que la
especialidad civil de la jurisdicción ordinaria no podía
condenar a la entidad pública a pagar esa indemnización.

2.2.6. Tales errores también son trascendentes y


graves porque se condenó a una entidad del Estado a pagar
una indemnización que competía exclusivamente a la
jurisdicción contencioso administrativa, máxime porque ello
ocurrió cuando el proceso ya estaba concluido y

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desconociendo la prohibición de modificar las sentencias


proferidas. Esto quiere decir que el mencionado defecto tuvo
una relación de causa a efecto respecto de la improcedente
condena impuesta al IDU, a pesar de su inviabilidad en
manos de jueces de la jurisdicción ordinaria en su
especialidad civil.

2.3. Desconocimiento de los límites de la sentencia


del Tribunal por absolver al incidentante de la condena
por el juramento estimatorio, a pesar de que no la
combatió al sustentar la alzada

2.3.1. Durante la audiencia de 16 de abril de 2018, el


Juzgado sentenció el incidente de liquidación de perjuicios y
en el numeral segundo de la parte resolutiva condenó:

…al demandado PUBLIO ARMANDO ORJUELA


SANTAMARÍA a pagar al CONSEJO SUPERIOR DE LA
JUDICATURA – DIRECCIÓN EJECUTIVA DE
ADMINISTRACIÓN JUDICIAL, la suma de MIL SEISCIENTOS
DIECINUEVE MILLONES SEISCIENTOS SETENTA Y SIETE MIL
TRECIENTOS TREINTA Y TRES PESOS ($1.619´677.330),
equivalente al diez por ciento (10%) de la diferencia de la
cantidad estimada como valor de los perjuicios y la cantidad a
la que fue condenada la entidad demandante (negrillas son
del texto original).

Ese mismo día fue concedido el recurso de apelación


del incidentante-demandado, Publio Armando Orjuela
Santamaría, quien el 19 de abril del mismo año presentó por
escrito y ante el Juzgado de primera instancia los «reparos
concretos… a la decisión, sobre los cuales versa[ría] la

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

sustentación… ante el superior» (art. 322 inc. 10º CGP).


Dentro de tales reparos -presentados en vigencia del Código
General del Proceso- el apelante mencionó «la vulneración en
el fallo apelado, del artículo 206 del CGP, por no haber sido
objetada la cuantía del avalúo decretado como prueba» y «la
improcedencia de la condena por el juramento estimatorio»; sin
embargo, en ellos dejó de argüir ausencia de culpa o
temeridad en la estimación de los perjuicios al promover el
incidente.

En la audiencia del 23 de enero de 2019 el recurrente-


incidentante sustentó la apelación sin aludir a la condena
que se le impuso de acuerdo con el artículo 206 ejusdem, por
el exceso entre lo estimado al promover el incidente y lo
probado durante su trámite, omisión que reconoció
expresamente el Tribunal en la sentencia de 31 de enero de
2019, sin que ello le hubiera servido para sujetarse a los
límites de su decisión:
[E]s preciso advertir frente a la sanción impuesta a la parte
incidentante prevista en el artículo 206 del Código General del
Proceso, que si bien ello no fue sustentado en esta
instancia, lo que, en principio, impediría su estudio, lo
cierto es que conforme a la sentencia de constitucionalidad se
impone analizar su viabilidad y procedencia y, al
interior del asunto brilla por su ausencia el elemento
subjetivo, consistente en temeridad o negligencia, en la
acreditación de la cuantía de los daños a resarcir
solicitados bajo juramento, aspectos por demás necesarios
para que tal sanción encuentre prosperidad, según lo precisó
la H. Corte Constitucional en sentencia C-157 de 2013, lo que
impone su revocatoria (se destaca).

51
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Tales consideraciones sirvieron al ad quem para


revocar la condena impuesta en primera instancia del
incidente, a favor del Consejo Superior de la Judicatura –
Dirección Ejecutiva de Administración Judicial (DEAJ), sin
que el incidentante-condenado hubiera expuesto argumento
alguno y, mucho menos, esta entidad estatal tuviera
oportunidad de defender sus intereses, pues no es sujeto del
proceso.

2.3.2. Hoy en día es pacífico que, por regla general, las


apelaciones tramitadas bajo el Código General del Proceso se
deciden conforme los argumentos expuestos durante la
audiencia de sustentación que deben desarrollar los reparos
concretos, como unificó la Corte Constitucional:

[E]s evidente que, tratándose de la apelación de sentencias,


ante el juez de primera instancia se interpone el recurso y se
precisan de manera breve los reparos concretos que se le
hacen a la decisión, pero la sustentación del recurso debe
hacerse ante el superior y dicha sustentación debe versar
sobre los reparos enunciados ante el juez de primera instancia.

En este punto, sin embargo, conviene señalar que, no obstante


que parece ser clara la obligación de sustentar ante el superior,
no se expresa la oportunidad para hacerlo y que, comoquiera
que al superior se le da traslado de todo lo actuado, si ante el
juez de primera instancia se han presentado con suficiencia
las razones que fundamentan la apelación, la misma puede
tenerse como sustentada ante el superior. No obstante, esa
lectura queda descartada por el propio artículo 327, al regular
la convocatoria a la audiencia de sustentación y fallo (CC C
n.º 418 de 11 sept. 2019, se destaca).

52
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Tal precisión es relevante porque el artículo 328 del


Código General del Proceso ordena que el juez de la alzada
«deberá pronunciarse solamente sobre los argumentos
expuestos por el apelante», salvo por «las decisiones que deba
adoptar de oficio, en los casos previstos por la ley» o «cuando
ambas partes hayan apelado toda la sentencia o la que no
apeló hubiere adherido al recurso», hipótesis en que «el
superior resolverá sin limitaciones».

Comoquiera que la sentencia había sido apelada sólo


por el incidentante, el Tribunal debía apegarse a la
sustentación de la alzada, de la que no hizo parte -hay que
insistir- la revocatoria de la condena a favor de la DEAJ por
el excesivo juramento estimatorio.

También debe descartarse que esa condena, impuesta


a favor de una entidad pública que, por su naturaleza, no era
sujeto del proceso, fuera una decisión que debiera adoptarse
de oficio por mandato legal o jurisprudencial.

En efecto, no existe una sola disposición que imponga


al juez de segundo grado proveer por su propia iniciativa
sobre la justicia o demás componentes de la condena a que
se refiere el artículo 206 ibídem, lo que demuestra la falta de
justificación para que el juez de la alzada desbordara las
líneas de confín de su sentencia y examinara la procedencia
de la condena impuesta a favor de una entidad pública que,
además, no hacía parte del proceso.

53
Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

Además, la naturaleza de la condena impuesta al


incidentante a favor de la entidad estatal también descarta la
posibilidad de que el Tribunal examinara su procedencia
motu proprio a pesar de no haberse cuestionado por el
apelante, pues se trataba de un aspecto económico que
afectaba a un particular y, por tanto, desistible de manera
tácita por dejarse de invocar durante la sustentación de la
alzada, como sucedió en el caso concreto por decisión libre y
voluntaria del recurrente.

Si en gracia de discusión llegara a afirmarse que el


Tribunal podía inmiscuirse ex officio en la procedencia de la
condena a favor de la entidad pública y a cargo del particular
que no la apeló (aspecto que de una vez se descarta), la
jurisprudencia de la corporación es clara al señalar que, por
línea de principio, el ejercicio de las facultades judiciales
oficiosas también debe respetar la renuncia de las
prerrogativas económicas por los particulares que omiten
hacerlas valer, siempre que no se advierta afectación de
bienes de especial protección:

[L]a «[r]enuncia es sinónimo de abandono o abdicación… es un


acto unilateral realizado de forma expresa o implícita (facta
concludentia) por el titular de un derecho subjetivo o de una
facultad»9, como precisamente sucedió en el caso por el
comportamiento de la convocante.

La oficiosidad, en este contexto, no puede servir para


socavar un acto de renuncia válido, frente al abandono
de derechos patrimoniales que sólo interesan al
renunciante; máxime porque no se advierte una afrenta

9 Benigno Pendás, Enciclopedia de las Ciencias Morales y Políticas para el Siglo XXI,
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 2020, p. 737.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

grave contra el orden o el patrimonio públicos, ni a los


derechos y garantías constitucionales.

Rememórese, «[c]ualquier clase de derechos instituidos en


interés particular de su titular, aunque sean eventuales o
condicionales, pueden ser renunciados», lo que constituye una
verdadera «libertad de renunciar a los derechos propios»10, lo
que salvaguarda caros principios constitucional[es] como la
libertad individual, el libre desarrollo de la personalidad y la
libertad económica, de allí que su restricción sólo sea posible
frente a situaciones excepcionales, ninguna de las cuales se
advierte en el sub examine (SC5453-2021, Rad. 2014-
00085-01, 16 dic. 2021, se destaca).

A lo anterior debe agregarse que resultaba


improcedente que el Tribunal revisara de oficio una condena
impuesta a favor de una entidad estatal como el Consejo
Superior de la Judicatura-Dirección Ejecutiva de
Administración Judicial, que no hace parte del trámite y
carecía de la posibilidad efectiva de proteger sus derechos,
máxime cuando, luego de la modificación introducida por la
ley 1743 de 2014 al artículo 206 del Código General del
Proceso, la condena por excesivo juramento estimatorio se
hace a su favor porque:

[A]unque el quebrantamiento del juramento estimatorio


afecta negativamente a la contraparte, la peor vulneración
es la que se realiza en contra de la administración de
justicia, generándole mayores cargas de trabajo
innecesarias e infundadas, a raíz de estrategias
procesales confusas. Por este motivo, el presente proyecto de
ley propone que dichos recursos sean destinados a la
administración de justicia, que es realmente la mayor
afectada (se destaca – antecedentes de la ley 1743 de

10 Jorge Joaquin Llambias, et. al., Manual de Derecho Civil, Obligaciones, Ed. Perrot,
Buenos Aires, 1997, p. 478.

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

2014 citados en CSJ STC7646-2021, rad. 2021-


01839, 24 jun. 2021).

En tercer lugar, ni siquiera la sentencia CC C n.º 157


de 2013 autoriza al juez de la apelación a sobrepasar los
límites de su decisión para estudiar si había o no razones que
justificaran la imposición de esa condena económica a un
particular y a favor de una entidad del Estado; tal fallo de
constitucionalidad se limitó a declarar exequible la sanción
respectiva de la regla 206 del Código General del Proceso
«bajo el entendido de que… no procede cuando la causa de la
misma sea imputable a hechos o motivos ajenos a la voluntad
de la parte, ocurridos a pesar de que su obrar haya sido
diligente y esmerado».

Esto último es relevante porque, sin amparo normativo


para hacerlo, el Tribunal revocó la condena a cargo del
particular que no la cuestionó, pasando por alto elementos
de juicio que, sin razón alguna, dejaron de apreciarse con
miras a establecer si hubo o no ligereza del incidentante al
reclamar la indemnización de perjuicios por
$104.420.451.936, tales como:

(I) El incidente se promovió en presencia de sendas


irregularidades graves y ostensibles que se han explicado a
lo largo de esta providencia;

(II) El incidentante manifestó en dos ocasiones que el


dictamen pericial en que se basó para promover el incidente
de liquidación de perjuicios en la cuantía de

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

$104.420.451.936, fue elaborado «por el perito designado por


ese despacho por auto ejecutoriado y en firme» y «por el
despacho, en noviembre 15 de 2016», aspecto que, por ser
contrario a la realidad, configura el supuesto de hecho
previsto en la parte final del artículo 79, numeral 1º11 y tuvo
que ser rectificado por el Juzgado mediante auto de 12 de
enero de 2017:

una vez más y a fin de evitar confusiones, … [el despacho] no


ha designado al [perito que elaboró la experticia aportada por
el incidentante], como auxiliar de la justicia, para efectos de
rendir peritaje sobre los perjuicios reclamados por el
demandado Publio Armando Orjuela Santamaría.

(III) A pesar de lo anterior, el incidentante estimó bajo


la gravedad del juramento que sus perjuicios ascendían a
$104.420.451.936 y en la segunda instancia le fue
reconocida la cantidad total de $3.598.115.730, lo cual
arroja una diferencia entre la cantidad reclamada y la
concedida de $100.822.336.206, o sea aproximadamente
veintiocho veces más; y

(IV) El incidente se promovió sin fundamento


probatorio suficiente porque, como señaló expresamente el
Tribunal en la sentencia objeto de casación, el dictamen
pericial acompañado con su formulación:

[S]e fundó en el método comparativo, empero, solo se tomó un


predio base de referencia y no se hizo un mayor análisis frente
al valor del mismo, el estrato en que está clasificado, su

11 «Se presume que ha existido temeridad o mala fe en los siguientes casos: 1. Cuando
… a sabiendas se aleguen hechos contrarios a la realidad…».

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

ubicación, ni las mejoras implantadas en éste para


contrastarlo con el aquí objeto de expropiación, al paso que le
asignó un valor al metro cuadrado, sin precisar al menos el
avalúo catastral ni su valor comercial año por año, es decir, la
pericia está desprovista de toda fundamentación y
carece de los requisitos de firmeza, precisión y calidad
estatuidos en el artículo 232 del Código General del
Proceso (se destaca).

2.3.3. El desconocimiento de los límites de la sentencia


del Tribunal afectaron el patrimonio público porque, sin
justificación, revocó una condena que favorecía una entidad
estatal como la Dirección Ejecutiva de Administración
Judicial, máxime cuando, según precedente de la Sala, por
regla general, si el ad quem desborda los límites de su
decisión fijados por el recurrente al sustentar la apelación,
se configuran «múltiples, rutilantes y graves… desaciertos»
del Tribunal por desbordar «los límites que el apelante del
fallo proferido por el a quo fijó a la alzada que interpuso» y se
justificaría, según las peculiaridades respectivas, casar de
oficio la sentencia (SC1170, 22 abr. 2022, rad. n.º 2013-
00031).

2.3.4. Esta falta es ostensible porque basta contrastar


el contenido de la sustentación de la apelación durante la
audiencia respectiva para advertir que lo atinente al
juramento estimatorio no fue si quiera mencionado por el
apelante, aspecto que, como ya se dijo, reconoció
expresamente el Tribunal en la sentencia objeto de casación.

2.3.5. Esta irregularidad es, además, grave porque


afectó el patrimonio público y el Tribunal se inmiscuyó en

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

prerrogativas económicas a cargo de un particular que, por


no haberse planteado durante la sustentación de la alzada,
fueron renunciadas.

3. Las anteriores razones justifican casar de oficio la


sentencia de 31 de enero de 2019 y declarar la nulidad de las
actuaciones surtidas en el Juzgado y en el Tribunal a partir
del auto que el magistrado ponente de esta última entidad
profirió el 28 de abril de 2016, por haberse revivido un
proceso que estaba legalmente concluido (art. 133 # 2 CGP),
sin que haya lugar a renovar esos actos procesales que no
debieron adelantarse.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley, casa
oficiosamente la sentencia de 31 de enero de 2019 del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil,
y declara la nulidad de todo lo actuado en el Tribunal y en el
Juzgado a partir del auto de 28 de abril de 2016 (inclusive),
sin que haya lugar a renovarse la actuación anulada.

Notifíquese

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ


Presidente de Sala
Aclaración de voto

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Radicación n.° 11001-31-03-031-2003-00891-01

HILDA GONZÁLEZ NEIRA

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE


Aclaración de voto

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

60
Firmado electrónicamente por Magistrado(a)(s):

Martha Patricia Guzmán Álvarez

Hilda González Neira

Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo

Luis Alonso Rico Puerta

Octavio Augusto Tejeiro Duque


Firma con aclaración de voto

Francisco Ternera Barrios

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto
en artículo 103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

Código de verificación: 2F6288A8A9ED1B96D8B3385E9E2DC84EAA7FDF2EF7681E4BE3AE82089704B3A3


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